Volumen 9
Volumen 9
Volumen 9
1
Goblin Slayer usa el término “lingonberry” (arándono rojo) y la Vaquera, “bearberry” (gayuba). Ambas son bayas
muy semejantes en apariencia.
2
Tipo de hongo.
—Oh, lo entiendo... Está bien. Sé qué hacer. —Dijo la Vaquera, y ella sonrió.
Con el frío, el miedo y la tensión, tal vez sonreír no era la palabra correcta. Pero
Goblin Slayer asintió.
—Sí. —Dijo, y su voz tembló un poco—. Tendremos que tener cuidado con nuestro
entorno mientras trabajamos.
Debería haber ido sin decirlo. Pero sintió que tenía que decirlo.
§
No podían hacer una hoguera para fundir la nieve; ni usar el pozo, custodiado por los
goblins. Obtuvieron agua de un lago congelado al final de la aldea.
—… ¿Cómo resolvemos esto…?
—La nieve se acumula siguiendo el camino… Y si hay un pozo, debe haber alguna
fuente de agua. Aunque este probablemente era usada para irrigar. —Mientras hablaba,
sacó su daga y la clavó en el hielo, raspándolo—. Los goblins no notarían algo como esto.
Mientras trabajaba, era labor de la Vaquera mantener estar atenta. Escanéo los
alrededores, abrazándose los hombros y temblando.
—Si solo pudiéramos usar el pozo, ¿huh?
—Estoy seguro de que los goblins están pensando lo mismo.
No tenemos opción. Con eso, continuó manejando la daga, y poco después, hizo un
pequeño agujero en el hielo. Se estiró para comprobar el agua: era pura y clara.
—¿No crees que estea contaminada o algo?
—Ya que solía haber una aldea aquí, dudo que tengamos que preocuparnos. —
Asintió y luego sacó una pajita delgada y negra de su bolsa de objetos. Puso un extremo
en el agua y el otro en su boca y absorbió; una vez la pajita estuvo llena, la dejó verterse en
su odre de agua. Colocó el odre en una pequeña depresión en la nieve que había escavado
con ese fin, y el fluido del agua continuó naturalmente.
La Vaquera, que había mantenido un ojo en el trabajo y otro por si había
problemas, ladeó la cabeza con curiosidad.
—¿Es alguna clase de magia…?
—Se forma al meter sabia de árbol en una pipa y dejar que endurezca. —Explicó—.
Simplemente coloqué el odre de agua más bajo que el nivel del agua.
El agua fluye hacia abajo. La explicación era simple, pero él no era bueno con las
explicaciones.
—Huh. —La Vaquera se acuclilló a su lado, mirando dubitativa. Él estaba en
silencio, una mano en la espada mientras escaneaba la zona.
La Vaquera soltó un suave suspiro. Quería estar cerca de él… no tan
desesperadamente, pero cerca. Estaba segura de que si se alejaba mucho de él, moriría.
Pero no quiero que él piense en mí de esa forma.
Ella dejó que sus sentimientos flotasen en el aire congelado junto con su exhalación.
Qué fácil sería si simplemente se colgase de él, dejándoselo todo a él… más de lo que
hacia ahora.
Pero si hago eso, realmente todo se acabaría.
Al menos lo haría para ella, sin embargo él podría sentirlo.
—Sabes un montón de cosas, ¿huh? —Las palabras brotaron de ella; no podía con
el silencio, solo mirándolo a él y al escenario por turnos.
Su respuesta fue breve:
—He estudiado.
—Huh. —La Vaquera dijo. Se abrazó las rodillas para espantar el frío, acercándolas
a su genoroso pecho—. Eres muy inteligente.
—… No. —Era casi un gruñido, y sacudió la cabeza. Ella no podía verle la cara bajo
su visor, pero tuvo la sensación de que sus ojos estaban fijos en el odre de agua—. Mi
profesor a menudo me decía que era un idiota.
—¿Tu profesor te decía eso? —La Vaquera parpadeó. Esto era sorprendente. No se
creería algo así.
Se acercó a él, girándose de modo que le viera la cara. Era el mismo yelmo de
aspecto barato de siempre.
—Decía que no tenía imaginación. —Goblin Slayer continuó—: Y que por eso
moriría pronto.
—¿Morir…? —La Vaquera se encontró sin palabras, y hurgó para buscarlas de
nuevo—. Pero… estás vivo ahora.
Ella estaría en problemas si no fuera así. Palabras como pronto le disgustaban, tanto
que ni quería pensar en ellas.
—Así que me decía: no intentes algo que nadie pueda hacer.
“Porque seguro que no puedes hacerlos”.
“¿Crees que eres más inteligente que todos?”
“Eres un idiota de parbulitos, y no puedes hacer nada más que cosas de parbulitos.
—Huh… —La Vaquera frunció los labios. No se divertía. Se sentía como que era un
“profesor” que, incluso sin verlo, se burlaba de él—… Si hubiera estado yo allí, le habría
dicho que le largara por ti.
—Pero también me enseñó que la respuesta está siempre en mi bolsillo.
—¿Perdón…? —Las palabras eran como una adivinanza, y no lo entendió al
momento. Ladeó su cabeza de nuevo, y él sonrió… o al menos, eso le pareció a ella.
—Piensa tanto como puedas, y harás lo que puedas hacer… Es lo que creo que
significa, de todos modos.
—‘Lo que puedas hacer’…
—Lo que sea.
—¿Lo que sea…?
—Eso es.
Tomó el odre de agua y lo sacudió. Un chorrito emanaba del interior. Satisfecho de
que estaba lleno, lo cambió por uno vacío. El agua comenzó a acumularse nuevamente.
—Bebe.
—¡Whoa!
Le tiró el odre, y ella lo atrapó suavemente contra su pecho.
—Y come. Queda mucho por hacer.
—Claro, claro. —La Vaquera asintió y abrió el pañuelo lleno de arándanos que
habían recogido por la carretera. Sabroso o no, estaba muy lejos de una comida plena.
—… ¿Qué comerás tú?
—Tengo esto. —Dijo, y empujó la dura umbilicaria a través de su visor. Masticaba
ruidosamente, pero las cosas realmente no le parecían apetitosas a la Vaquera.
Y lo está comiendo crudo…
—Hrgh… —Gruñó ella, pero entonces dijo—. Vale. —Y tomó mitad de los hongos
restantes de él. Y con un—: ¡Toma! —Le entregó mitad de los arándanos.
—Er…
—¡Compartámoslo! —Por su voz, estaba claro que no había discusión. Tomó su
silencio como una afirmación y empezó a comer la umbilicario.
Ella pensó que entendía la situación. Su suerte no se había vuelto por ningún tramo
de la imaginación. Pero el agua estaba fría, los hongos estaban duros y las arándanos
estaban agridulces.
E
ra más fácil moverse que con un vestido, pero estaba avergonzada por la forma en
que sus muslos se asomaban bajo el dobladillo cuando corría. Así era mientras
trataba de bajar corriendo el pasillo, lo cual le estaba costando más en este atuendo
con el que no estaba familiarizada.
Corrió por el gran pasillo largo, por una alfombra peluda y empujando la pesada
puerta en el otro extremo.
—Hermano Ma- Quiero decir, ¡Su Majestad! ¡Vengo con un reporte!
—Ah, ¿qué es esta vez? ¿La piedra de fuego del cielo? ¿Conspiraciones de los cultos
malvados? ¿O quizás un dragón ha aterrizado en la puerta principal? ¡Déjamelo a mí!
—Majestad. —El Cardenal pelirrojo, parado al lado del hombre demacrado en el
escritorio, evitó el torrente de proclamas.
El asistente de cabello plateado que estaba de pie junto a la entrada de la oficina
sacudió la cabeza con exasperación. Incluso el apuesto joven, a quien las damas del
palacio compararon con un león dorado, no pudo ocultar su fatiga.
La Princesa —ahora discípula de la Madre Tierra— no pudo evitar sonreír mientras
preguntaba:
—¿Todo bien? —Ladeó la cabeza.
—Hacerlo todo bien se supone que es trabajo del rey. —El joven gobernante con un
profundo suspiro. Entonces miró con orgullo a su hermana pequeña, que seguía brillante
y animada a pesar de las horribles experiencias por las que pasó.
Por supuesto, era probablemente solo fachada. Ella estaba actuando para evitarle
preocupaciones. Pero el solo hecho de que ella fuera lo suficientemente considerada como
para hacer eso era una prueba inequívoca de su crecimiento. O quizás la guía de la Madre
Tierra la había ayudado.
El Rey dio una breve y silenciosa oración de gracias a los dioses y asintió.
—Bien. Déjame oír lo que el Templo de la Madre Tierra tiene que decir.
—Claro. No puedo estar segura hasta que acordemos nuestro calendario con el del
Dios del Conocimiento, pero…
—… este parece ser un invierno inusualmente largo:
—Así que crees que no es solo mal tiempo.
—El viento que sopla desde la montaña del norte es más frío de lo normal… Y no
hay indicios del verano tampoco.
—Así que ahora es un desastre natural…
—… De algún modo me preocupa más el comercio. —Una suave pero clara voz
dijo mientras el Rey se reclinaba en su asiento, haciéndola crujir.
—¿Hmm? —Los ojos de la Princesa se abrieron con entendible sorpresa.
En la esquina de la habitación, en un escritorio reservado para las visitas y
actualmente ocupada con papeles, se sentaba una Mercader que ella no reconocía. Le
recordaba a una noble que había visto en un baile una vez, hace muchas lunas, pero
¿podía ser…?
—Con todos rehusando vender por temor a la hambruna, simplemente atesorando
lo que tienen, la moneda y las provisiones dejarán de circular…
—… y efectivamente habrá una hambruna, quieres decir. Es un golpe duro.
La Mercader mantuvo una conversación rápida y profesional con el hermano
mayor de la Princesa, el Rey. Tal vez se podría confiar en ella, entonces. La Princesa miró
al Cardenal, quien asintió una vez.
Bien entonces.
Su pensamiento era singularmente simple: un amigo de su hermano era un amigo
suyo, y eso era todo.
—Supongo que esto significa que es mejor que enviemos a un aventurero.
Necesitamos un explorador. El mejor que podamos encontrar.
—Buscaré uno.
La conversación fue tan rápida que ningún forastero hubiera pensado que era
posible decir una palabra, pero la Princesa no dudó en inyectar una pregunta:
—¿No podríamos enviar al ejército?
—El ejército es para pelear guerras, no para dragar en algún sector abandonado de
la frontera norte. —Dijo el Rey con una media sonrisa.
—... Y movilizar a los militares implicaría sumas importantes de dinero,
incurriendo en costos para todo, desde reunir a las tropas hasta alimentarlos y limpiar
después. —La explicación adicional de la Mercader evocó un mmm y un asentimiento de
Su Majestad.
—Si comienzas a pensar que puedes resolver cualquier problema simplemente
lanzándole el ejército, los soldados y la gente sufrirán.
No había una jarra mágica que produjera un suministro ilimitado de soldados de a
pie. Ahí fue donde entraron los aventureros. Así era como funcionaba el mundo, cómo
tenía que funcionar.
—Aunque uno se cansa, me temo... Ahora, entonces. —El Rey miró a la Mercader,
que había recurrido a la estantería y encontró el registro de aventureros del año en curso.
¿Habría alguien cerca de la capital a quien enviar a las montañas del norte? Un explorador
hábil, rápido, fuerte y dotado en supervivencia...
—Sheesh, la barra solo puede llegar tan alto.
—Parece haber uno, Su Majestad, pero… —Una mirada de preocupación cruzó la
cara de la Mercader mientras recorría un dedo elegante por la página—… son muy tercos,
y no sé si aceptarán.
—Escribe un contrato, uno lo bastante largo para rellenar una habitación si es
necesario, y envíaselo. Promételes cualquier tesoro que quieran cuando acaben la misión, si es
necesario. —El Rey estaba casi desesperado—. Si de verdad aman la aventura, eso debería
ser suficiente.
L
os aventureros dejaron la ciudad al alba, y en un viaje intercalado con breves
descansos, llegaron a la montaña antes del mediodía.
—¡Hooo…! ¡E-Eso está… animado! —El Guerrero Novato exclamó. No era que
hubiera subestimado al clima, o que le faltara aguante.
Esto era una ventisca. La tormenta había disminuido un poco, pero el frío del
viento y la nieve aullando por la montaña seguía siendo intenso. Le trajo a la mente
historias de gigantes heladas o aliento de dragones de hielo.
Esas eran solamente fantasías, por supuesto, pero el hecho de que estuvieran en
grave peligro no. Agarrando con firmeza sus capuchas, inclinándose contra el viento,
tantearon la ladera de la montaña.
Tras el Guerrero Novato, la Aprendiz de Clériga no podía decir palabra, peleando
mientras usaba el enorme cuerpo del Sacerdote Lagarto para escudarse de los elementos.
—¿Veis? Dije que haría frío. —La Alta Elfa Arquera les dijo, señalando su pecho.
Sus orejas estaban retorciéndose… espera, no. En ese momento, sus distintivas orejas
puntiagudas estaban envueltas por un gorro esponjoso—. ¡Por eso necesitáis uno de estos!
¡Heh-heh-heh, que buena compra…!
Su humor fue rápidamente espoleado por el Enano Chamán:
—Supongo que un elfo es el único que se preocuparía porque sus orejas se
congelaran.
—¡¿Qué pasa con eso?! —Ella preguntó, y continuaron.
Con el murmullo de su discusión a la espalda, la Sacerdotisa le lanzó una mirada al
Sacerdote Lagarto.
—¿Estás bien?
—Mm-hmm. Bueno, aguantaré. —Se quitó la nieve de las escamas y alzó su mano
para mostrar el anillo que llevaba puesto. Era un Anillo de Respiración, un objeto mágico
idéntico al que pidiera prestado a Goblin Slayer hace muchos meses. También llevaba
ropa considerablemente más gruesa de lo normal—. Y después de todo, la persistencia es
la incubadora de la evolución.
Al manos era tan fácil como pasar de branquias a pulmones.
Con eso, el Sacerdote Lagarto dio una fuerte risotada, pero la Sacerdotisa no pilló la
broma. Sabía que su habilidad para tratar con esta marcha era el fruto de lo que había
experimentado el invierno anterior.
Evolución, ¿huh?
Era más que solo volverse más fuerte; era la acumulación de experiencia.
Manteniendo su capa cerrada con rapidez, asintió y reanudó la ardua subida. Golpeó su
bastón en el suelo, usándolo para sostenerse contra el viento mientras daba un paso y
luego otro, siempre hacia arriba.
El sol estaba escondido detrás de un cielo plomizo, como si apenas brillara. La
penumbra que colgaba era como una niebla que desviaba a la gente; un paso descuidado
podría significar el final. Aún así, la Sacerdotisa siguió caminando. Tomada por un
pensamiento, ella miró hacia atrás.
Está muy lejos.
Estaba asombrada de haber cubierto tal distancia a pie. No estaba tan lejos como el
vuelo de un cuervo o un dragón —o la caminata de un troll, ya puestos— pero, teñida por
el blanco de la nieve y el gris de las rocas, parecía una vasta distancia.
Alzó la mirada de nuevo, para ver la cima de la montaña cubierta de nubes. No
parecía posible llegar a pie.
Quizás las montañas no son lugar para aquellos que porten espadas.
Soltó un suspiro y observó la neblina ante él. Sus manos agarraron su bastón
inconscientemente.
—Oh, Madre Tierra, abundante de piedad, gracias por crear esta tierra…
Era una oración a la Madre Tierra. No para protección, sino simplemente para orar.
¡Cuan amplio y vasto era el mundo creado por los dioses! Simplemente el entrar en tierras
desconocidas era en sí una aventura.
—Ohhh, Dios Supremo… Tus limosnas podrían tener un poco más de detalles… —
La Aprendiz de Clériga gruñó, encontrándose peleando con la brutal escalada. La forma
en que hablaba, aferrándose a su espada y balanzas, le recordó a uno que todavía estaba
unos pasos por encima de la novicia.
La Sacerdotisa se rió al ver que, aun así, la joven no se dejó caer de rodillas. Ella
intercambió una mirada con sus amigos. Ninguno de ellos parecía tener ninguna objeción.
—Demos un pequeño descanso entonces.
El grupo encontró una apertura donde podrían escudarse del viento y de posibles
avalanchas, y se sentaron allí. Se reunieron en círculo alrededor de una hoguera, un
catalizador de la bolsa del Enano Chamán.
—Llama danzante, fama de la salamandra. Concédenos una parte de lo mismo. —Con
hojas secas, protegidas de la nieve, en ellas el hechizo Encender probaba ser espcialmente
valioso.
—Haré algo de agua. —La Sacerdotisa dijo.
—Muchas gracias. —El Enano Chamán replicó, dándole el lugar ante el fuego.
La Sacerdotisa puso una olla pequeña llena de nieve sobre las llamas. Lo miraron
por un momento antes de que se derritiera en agua.
—¿No se puede solo comer? —La Aprendiz de Clériga preguntó, ahora más recta,
pero algo desconcertada.
—Ponerte nieve en la boca no es lo mismo que beber agua. —La Sacerdotisa dijo.
Luego añadió—: Oh, además, vosotros dos deberíais quitaros vuestro equipamiento un
rato. Os relajará el cuerpo.
—Er, cierto.
—… En serio sabes mucho.
Mientras el joven se quitaba la mochila y aflojaba su armadura, la Sacerdotisa puso
una mano suavemente sobre su pecho.
Todo porque Goblin Slayer me enseñó.
Estaba segura de que esto no caería en saco roto. Pero ellos solamente sonrieron
indulgentemente mientras ella hacia el papel de mentora. Estaba avergonzada pero feliz
sobre ello, y sonrió para sí.
—Ahora lo único que echo en falta es el vino. —La jarra de vino de fuego y la taza
brillante eran algo natural para el enano.
—Uh, gracias… —El Guerrero Novato tomó la taza y se la acercó a los labios. Una
violenta tos le sobrevino poco después.
—¡Jajaja! Recuerda eso, señorita. Así es cómo sabe el alcohol de verdad.
—Cla-Claro…
El sonriente Enano Chamán le pasó otra taza a la Aprendiz de Clériga.
—Toma, muchacha. Da un trago, para que no te congeles.
—Oh, uh, yo… no…
—Por supuesto que no. —La Alta Elfa Arquera dijo con una sonrisa, en apoyo a la
frenética clériga—. ¿Sabes a quién le gusta el vino de fuego de los enano? A los enanos y a
nadie más. —Ella hojeó su mochila mientras hablaba, anunciando— ¡Ta-da! —mientras
sacaba un paquete envuelto en hojas—. ¡Hay dulce élficos dentro! —Deshizo el lazo del
paquete para revelar un pan con un dulce aroma.
—Ooh… —Suspiró la Sacerdotisa, que había llenado su taza con agua caliente. No
solía comer estas delicias a menudo, pero se habían convertido rápidamente en una de sus
comidas favoritas.
—Aquí tienes, aquí tienes. —La Alta Elfa Arquera dijo, pasando los bollos—. Dejad
que los borrachos tomen su vino.
—Gra-Gracias… —La Aprendiz de Clériga dio un mordisco, dubitativa, luego su
cara se iluminó— ¡¿…?! —Por el camino, sus mejillas se hincharon como las de una
ardilla; en verdad parecía una.
La Sacerdotisa dio a la Alta Elfa Arquera una sonrisa mientras le entregaba algo de
agua.
—Hee-hee, es realmente sabroso.
—Gracias. ¿Verdad? ¡Nosotros, los elfos, estamos muy orgullosos de ello! —La Alta
Elfa Arquera dijo, sacando pecho.
—Pfah. —El Enano Chamán gruñó, chasqueando la lengua—. Sin Cortabarbas
aquí, no tengo a nadie con quién beber.
—Jajajaja, bueno, supongo que no puede evitarse. —El Sacerdote Lagarto le pasó
algo de agua al Guerrero Novato, manteniendo un ojo en las chicas mientras estas
disfrutaban de su pan—. La preferencia por los dulces o lo seco depende de cada uno; en
mi caso, prefiero la carne… sin detrimento de mi apetito. —Dio un largo trago de su vino,
y entonces un gran mordisco a la rueda de queso que sacó de su bolsa. Entonces otro trago
desapareció entre sus mandíbulas, la rueda tan grande que le llenaba las manos.
Acunó su estómago como si acabara de tragarse una presa entera y soltó un gran
eructo, provocando una risita de la Alta Elfa Arquera.
—En serio amas el queso, ¿eh?
—No hay culpa en tener una comida favorita. — Él cortó una rodaja de la rueda
con una garra afilada y se la pasó a la mano delgada que buscó un poco.
La Alta Elfa Arquera se la comió agradecida, observada con desconcierto por la
Aprendiz de Clériga y el Guerrero Novato.
—¿Pasa algo? —La Sacerdotisa preguntó.
—Oh, no.
—Naaah.
Esas fueron las respuestas gemelas.
—Normalmente no vamos de aventura con tanta gente. —El Guerrero Novato dijo.
—Sep, normalmente vamos nosotros dos solos…
Ahhh. Esto lo entendía la Sacerdotisa. Había estado confusa al principio. Pero
durante el viaje a las ruinas donde pelearon contra el Ogro —un viaje de solo unos días—
se había acostumbrado. Y por una simple razón.
—Es divertido, ¿no?
Los dos chicos se miraron entre sí, pero entonces ambos asintieron y respondieron:
“Sep”.
—Espero que tengamos más compañeros de aventura algún día. —El Guerrero
Novato dijo.
—Oh, ¿no soy suficiente para ti? —La Aprendiz de Clériga respondió, inflando sus
mejillas.
La Sacerdotisa vertió más agua caliente en su taza.
—Gracias. —Dijo ella, sosteniéndola con ambas manos y bebiéndola—… Tengo
que admitir que es bueno tener una acampada así de animada.
—No puedes bajar la guardia solo por eso. —El Enano Chamán la amonestó. Sse
quitó el hielo de su barba, el vino de fuego aún en su mano—. Con los espíritus de nieve
tan activos, tal vez te coma la Hija del Dios del Hielo.
—¿Qué es eso? —La Alta Elfa Arquera preguntó con interés—. ¿Un dios? ¿Como
los del cielo?
—No te callarás acerca de cuánto tiempo han existido los elfos, ¿no has escuchado
esta vieja historia?
—No es como si recordara todo lo que oigo. —La Alta Elfa Arquera respondió,
aparentemente insensible ante la mirada del Enano Chamán.
El enano suspiró y dijo:
—Bueno, el dios en este caso no es uno de los grandes. Es más uno de los Gigantes
Primigéneos.
—¿Gigantes…? —La Sacerdotisa sopló su propia taza y dio un trago, luego un
mordisco al pan.
Eso es cierto… En el festival del año pasado…
Durante el Festival de la Cosecha del año pasado, un Elfo Oscuro había intentado
invocar a algún antiguo Titán. La Sacerdotisa oyó más tarde sobre lo que habría pasado si
hubiera logrado hacerlo…
… Oh.
Este recuerdo la llevó a otros, a recuerdos aún vívidos y frescos, incluido uno de
pelear una batalla mientras vestía un atuendo bastante revelador. Para esconder sus
repentinas mejillas rojas, sopló furiosamente sobre su agua.
—Los juegos de guerra de los dioses pueden haber quedado en el pasado, pero
unos cuantos de esos gigantes aun vagan por la tierra, sin duda. —El Enano Chamán dijo.
—¿Y son bastante fuertes? —El Sacerdote Lagarto preguntó.
—Ya te digo. —El Enano Chamán respondió.
El Guerrero Novato y la Aprendiz de Clériga se acercaron el uno al otro, asustados.
Apenas podían imaginar un monstruo al que incluso un Plata consideraba tan poderoso.
—Estos gigantes se llaman a sí mismos Dioses de Hielo, y se deleitan con
cualquiera que tropiece en su territorio.
—… ¿Y su hija no es mucho mejor? —La Alta Elfa Arquera preguntó con un
escalofrío, pero en lugar de responder, el Enano Chamán tomó un trago de vino.
—Dicen que es una excelente cocinera.
—……… —La Sacerdotisa se rascó una mejilla, preocupada. La Alta Elfa Arquera
parecía a punto de romper en lágrimas.
—No puedo decir mucho más sin saber la verdad del asunto. Solo rumores como
esos vagan por estas montañas.
—¡¿Y no podrías haberlo mencionado antes…?! —La voz de la Arquera estaba casi
rota, pero el Enano Chamán simplemente se encogió de hombros.
—¿Para qué? Solo habría asustado a los niños.
—Ooo, Dios Supremooo… —La Aprendiz de Clériga estaba de hecho al borde de
las lágrimas, aferrándose a su espada y balanza.
En cuanto al Guerrero Novato, parecía que pensaba que, lamentablemente, su
aventura terminaría aquí.
Bueno, eso fue lo suficientemente justo. Y las advertencias del Enano Chamán
también eran comprensibles, pero...
—… Realmente no deberías esforzarte por asustar a nadie, ¿de acuerdo?
Pero quizás ella podía confiar en la voz de su hermana mayor y que eso les hiciera
las cosas más fáciles.
—¡Oh! —El Enano Chamán exclamó feliz cuando la Sacerdotisa lo reprendió—.
Jajaja, perdón. Bueno, el caso es que estéis alerta.
—… ¡Eso es! Y no os fieis de lo que diga un enano…
—¿De qué está parloteando ese yunque?
—Bueno, así es cómo luce para mí un enano.
La Alta Elfa Arquera pareció volver a su usual yo animada—incluso si era por
mantener las formas— y se puso a revisar su arco. Le colocó de nuevo una seda de araña,
comprobó la cuerda del arco y asintió con satisfacción. Luego guiñó un ojo (no con mucha
gracia) a los dos aventureros más jóvenes, que todavía parecían completamente asustados.
—¡No os preocupeis! ¡Si nos topamos con algún gigante, lo atacaré de inmediato!
—No lo creo.
La inesperada voz causó una reacción instantánea de todos salvo dos.
La Alta Elfa Arquera colocó una flecha en su arco; el Enano Chamán rebuscó en su
bolsa. El Sacerdote Lagarto mostró los colmillos y la Sacerdotisa tomó la olla de agua
caliente.
—¿Huh? ¿Huh? —Escupieron tanto el Guerrero Novato como la Aprendiz de
Clériga.
A su lado, un par de largas orejas blancas se movieron.
—Sería un gran problema para nosotros si lo hicieras. —Dijo la voz casualmente.
Provenía de una Liebre parado allí con el hacha de un leñador en su cinturón. La nariz de
la Liebre se crispó al olfatear el aire—. Por cierto, ¿crees que podría tomar uno de esos
dulces tuyos horneados? Estoy famélico.
§
—Nosotros tenemos que comer cada día o moriremos. —La Liebre, un explorador y
cazador, dijo alegre, royendo el pan mientras caminaba por el paso como si flotara,
incluso aunque era de hecho un camino de montaña con pendiente pronunciada.
—No me… No me digas. —La Sacerdotisa dijo, peleando por recuperar el aliento.
Estaban casi en la cima, y el aire era viciosamente escaso.
—El cielo es tan grande que las Aerials, los espíritus del aire, se dispersan por todas
partes. —La Alta Elfa Arquera explicó con una sonrisa.
—Si conseguimos algo de comer, podemos sobrevivir casi para siempre, pero este
invierno ha sido duro.
—Eso es cierto... Ha sido un largo invierno. —La Sacerdotisa, aunque era mucho
más dura de lo que solía ser, se vio obligada a aferrarse a su bastón.
El Guerrero Novato, siempre obstinado, todavía caminaba, pero la Aprendiz de
Clériga ahora estaba montada en la espalda del Sacerdote Lagarto.
—... ¿Estás bien? —La Sacerdotisa informó a su compañero.
—Si dejo de mover mi cuerpo, tal vez nunca vuelva a moverse. El calor de un
humano es bienvenido. —El Sacerdote Lagarto respondió con su sonrisa habitual. Sin
embargo, su voz sonaba notablemente más débil de lo habitual. El frío podría ser fatal
para un hombre-lagarto.
—Tal vez puedas conseguir un gorro peludo como el mío. No es que tengas mucho
que cubrir. —Dijo la Alta Elfa Arquera con una risita. Estaba acostumbrada a vivir en las
copas de los árboles, por lo que no hubo dudas ni ineficacia en sus movimientos. Siguió al
Cazador Liebre, con el hacha todavía en la cadera y las largas piernas dando ligeros
pasos—. ¿Seguro que no necesitas uno? —Le preguntó, mostrando con orgullo el gorro
sobre sus orejas—. Las orejas largas se enfrían rápido, ¿no?
—Nosotros tenemos pelaje.
—... Bueno, está bien.
Desde el final de la fila, el Enano Chamán lanzó un suspiro claramente destinado a
la elfa abiertamente decepcionado.
—Puedes ignorar el yunque. ¿Ya casi llegamos? —El Enano Chamán tenía mucha
energía, pero tener brazos y piernas rechonchas le dificultaba las cosas. Los enanos tenían
una estrecha afinidad con las colinas, pero vivían dentro de ellas. El alpinismo no estaba
normalmente en su agenda. El chamán estaba encontrando este viaje a la aldea de la gente
de la Liebre bastante agotador.
—Casi, sí, casi allí, un salto, un salto y un salto! —Dijo el Cazador Liebre, saltando
sobre otra roca—. Perdón la molestia. Podéis culpar a la Bruja de Hielo por todo esto.
Según su guía, la aldea de la Liebre había existido más o menos pacíficamente.
—Cuando mi tatarabuelo aún era joven, el pueblo al pie de la montaña fue
destruido y perdimos todo contacto con los humanos.
—¿Hace tanto tiempo...? —La Sacerdotisa parpadeó. Tantas generaciones habrían
sido hace más de un siglo.
—No, no. —Dijo el Cazador Liebre, con largas orejas aleteando. —Quiero decir por
nuestro cálculo. Probablemente no haya pasado ni un siglo.
La Liebre saltó ágilmente de la roca, ladeando la cabeza después de llegar al suelo.
Una pata borrosa apuntaba con indiferencia a un lugar en particular.
—Mirad, ahí mismo. Está vacío debajo, así que cuidado.
—¡¿Yikes?!
Tan pronto como el Cazador Liebre habló, el Guerrero Novato se hundió en la
nieve. Era un lugar donde la nieve se había acumulado sobre algunas raíces o una grieta...
un obstáculo natural. Una vez dentro, era difícil salir. Si no te matara al instante, morirías
a su debido tiempo.
—¡Wh-wh-wh-whoa!
—¡Aquí!
¿Era este el final de su aventura? El Enano Chamán extendió una mano al joven
guerrero frenético. La mano áspera del aventurero mayor agarró la muñeca delgada del
más joven y tiró. El Guerrero Novato se lanzó sobre la nieve. Afortunadamente, su garrote
tenía una correa que se había envuelto alrededor de su muñeca, por lo que todavía estaba
allí, a pesar de que la había soltado.
—Dios, gracias a Dios…
—¡Deja de perder el tiempo...! —Dijo bruscamente la Aprendiz de Clériga desde la
espalda del Sacerdote Lagarto, provocando un:
—¡Ah, cállate! —Del Guerrero Novato.
La Alta Elfa Arquera, que podía detectar la preocupación en la reprimenda de la
clériga, se rió suavemente.
—Los humanos no pueden ver esas pequeñas trampas. —Dijo, y luego saltó sobre
la nieve tan delicada como si estuviera saltando un charco. Sin embargo, llamó a los
demás, indicando la ruta segura con un suave movimiento de cabeza—. De todos modos,
todo está bien. Entonces, ¿qué pasó con esta Bruja de Hielo?
—Mirad, nuestra gente de vez en cuando es molestada por perdices nirvales o Pies
Grandes, y nadie se queja. —El Cazador Liebre, con el hacha ahora cabalgando bajo,
sacudió la cabeza agotado—. Pero realmente ha empeorado este invierno.
—... ¿Y no estuvo mal antes? —La Alta Elfa Arquera sonaba algo exasperada, pero
el Sacerdote Lagarto puso los ojos en blanco.
—Los fuertes comen a los débiles; tal ha sido el gran principio rector del mundo.
—Pero que los Pies Grandes nos persigan todos los días en honor a la era del
invierno es un problema. Podemos llevarles otros alimentos para comer, pero luego nos
morimos de hambre. No tenemos elección.
Eventualmente, uno esperaría que el suministro de alimentos y la población
alcanzaran el equilibrio, pero...
—Pero morimos si no comemos todos los días. —Repitió el Cazador Liebre, con los
ojos bajos.
—¿La era del invierno...? —La expresión molesta surcó la cara de la Sacerdotisa.
Comenzaba a comprender que incluso cuando la Liebre sonaba alegre, el asunto no era
necesariamente menor. Los Pies Grandes, gobernados por esta Bruja de Hielo, fuera quien
fuese, estaban atacando la aldea, robando provisiones y comiendo gente.
Esto sonaba como un trabajo para aventureros.
A una palabra del rey, el ejército podría haber intervenido para resolver el
problema. Pero el Pueblo Liebre no tenía contacto con el mundo exterior y no pagaba
impuestos; difícilmente podría llamarse parte de este reino.
No había nadie para salvarlos. No…
—... Dios Supremo. —Desde su lugar en la espalda del Sacerdote Lagarto, la
Aprendiz de Clériga agarró el sello sagrado que colgaba de su cuello.
Ahora ella lo sabía. Sabía lo que su limosna había significado. Por qué habían sido
guiados a esta montaña.
La Sacerdotisa miró a la Aprendiz de Clériga, vio confirmada la fe de la chica y
asintió. Una sonrisa superó las facciones de la Sacerdotisa, aunque por dentro estaba
confundida.
¿Y yo?
¿Recibiría ella tales órdenes de la Madre Tierra?
¿Podría ella seguir cumpliendo su papel?
Ella no debe dudar de su propia fe. No debe sentirse así por su diosa...
Goblin Slayer...
De repente, se preguntó dónde estaba él en ese momento. ¿Ya estaba de vuelta en
la ciudad? ¿Qué pensaría él cuando descubriera que ella se había ido? Que ninguno de
ellos estaba allí... ¿No le importaría, y simplemente saldría a cazar goblins por su cuenta
otra vez? ¿Por qué debería verse acosada por tal consternación simplemente por estar
separada de él? La Sacerdotisa se dio cuenta de lo desesperadamente que quería verlo y
suspiró profundamente.
Chica tonta.
Ella ya no era una chica.
—Sí, hup, mirad adelante. Ahí está. —El Cazador Liebre dio un salto final y señaló.
La Sacerdotisa levantó la vista con retraso.
—Oh, wow…
En una especie de barranco entre las crestas de las montañas, se habían excavado
una serie de pequeños nidos. Puertas cuidadosamente pintadas sellaban cada uno,
pequeños senderos recorrían en patrones agradables desde las entradas. Eran viviendas
de liebres, distintas de las casas de humanos o elfos. Lo único que estropeó la idílica
escena fueron las expresiones de preocupación —las orejas visiblemente angustiadas— de
la Liebre, gente que iba y venía; se veía incómodo.
—¡Oh...! —Exclamó la Aprendiz de Clériga, haciendo un interrogatorio:
—¿Qué pasa? —De la Sacerdotisa.
—¡Mirad! ¡Mirad allá!
—¿Allá…?
—¡En el centro de la aldea…!
¿Huh? La Sacerdotisa entrecerró los ojos, pero luego contuvo el aliento.
—Lo entiendo. —Dijo la elfa, quien murmuró con admiración—. Difícil encontrar
un lugar en el que nadie haya estado antes.
De pie justo en el centro del pueblo, en una gran plaza abierta, había un solo pilar
delgado. Era un gran bastón antiguo, oxidado. Antiguo como el tiempo mismo, el diseño
era el de una espada con balanzas colgando de ella.
La salvación divina del Dios Supremo había llegado a este lugar; no había duda.
§
—¡Heeey, mamá! ¡Traje a un apóstol del Dios Supremo!
—Bienvenidos. —Dijo una corpulenta liebre con un aplauso entusiasta—. ¡Vamos a
comer, entonces! —Su saludo fue tan cálido como si estuviera viendo viejos amigos.
La casa del Cazador Liebre —o es decir, nido— yacía detrás de una puerta algo
pequeña para un humano, pero dentro de la casa, incluso un hombre-lagarto podía
relajarse. El techo era un poco bajo, pero la alfombra de hierbas de verano invitaba a los
pies.
Más que nada, no hace falta decir cuán acogedora fue la hospitalidad de la mujer
liebre. Había preparado una sopa de raíz roja con acelgas, como si supiera que vendrían
visitantes. El sabor no era familiar, sin embargo, solo un bocado los calentó desde lo más
profundo de sus corazones hasta la punta de sus dedos.
—Ah, me temo que debo declinar. —Dijo el Sacerdote Lagarto disculpándose
mientras todos los demás disfrutaban la sopa—. Me temo que las cosas lentas no son de
mi agrado.
—Gracioso, lo siento por eso. Mi marido no está cerca, ya ves...
—¿Pasó algo? —Dijo la Sacerdotisa entre un par de cucharadas grandes de sopa.
—Papá se convirtió en una sabrosa tarta. —Dijo el Cazador Liebre solemnemente,
sacando un rábano del tazón de sopa.
—¡Oh, lo siento mucho...! —Dijo la Sacerdotisa, inclinándose rápidamente.
El Cazador Liebre, sin embargo, agitó una mano y dijo:
—No te preocupes por eso. Un muerto es un muerto.
—... Uh, de todos modos, ¿estás seguro de esto? —La Alta Elfa Arquera decidió en
un brusco intento de cambiar de tema—. Quiero decir, ¿nos llevamos tu comida? Nos
estás dando tanto...
La Aprendiz de Clériga golpeó con el codo al Guerrero Novato, que acababa de
vaciar su tercer plato de sopa.
—¿Qué? —Hizo un puchero.
—Oh, está bastante bien. —Dijo la esposa liebre alegremente. —Dañaría el nombre
de las Liebres si dejáramos a los invitados sin comida.
—Ah…—Dijo el Enano Chamán, tragando la sopa de zanahoria como si fuera
vino—. Pensaba en esa historia sobre el conejo que se asó para alimentar al viajero.
—Dios, movido por la bondad del corazón en ese acto, nos enseñó a rezar a cambio.
—Entonces, ¿estás diciendo... que podemos comer la comida? —Dijo la Arquera,
todavía perpleja.
—Lo que está diciendo —Respondió el Sacerdote Lagarto— es que los hombres-
lagarto tienen sus mitos, los elfos también y las liebres también.
—¡Lo que dice es que sería más grosero no comer la comida! Aquí, llena. —El
Enano Chamán la animó.
—¿Estás seguro de que eres quien para hablar? —Cuestionó la Alta Elfa Arquera
con una mirada de soslayo.
—Tiene toda la razón, sin embargo. —Dijo la mujer liebre, con los ojos
entrecerrados felizmente—. Por favor, comed lo que os plazca. —Entonces llenó el cuenco
de la Alta Elfa Arquera y la expresión de esta se suavizó. Nunca ha habido en ninguna
edad alguien que pueda resistir por mucho tiempo la comida caliente, deliciosa y sincera.
—Un cuenco más, entonces... —Era comprensible que la Sacerdotisa perdiera la
lucha con la tentación. Quizás fue simplemente que los cuencos de la liebre eran un poco
más pequeños de lo que estaba acostumbrada...
Cuando terminó la comida y se acercaba el té, la Sacerdotisa se aclaró la garganta.
—Así que, ejem… Acerca de la Bruja de Hielo. —El té de grosella tenía un ligero
amargor medicinal, y un solo sorbo envió una frescura limpiadora por la boca. También
parecía ayudar a que las palabras salieran fácilmente, por lo que estaba agradecida.
—Hmm, bueno, como dije, estamos acostumbrados a los Pies Grandes de las
montañas. —El Cazador Liebre sostenía una taza humeante en ambas manos, con las
piernas colgando—. Pero este invierno ha sido inusualmente largo e intenso. Y eso
significa…
Entonces sucedió.
Golpe. Un paso —porque era un paso— sacudió el suelo, acompañado de un
retumbar como un tambor. La Alta Elfa Arquera y la Sacerdotisa se estremecieron, el
sonido los sacudió a todos hasta sus mismos núcleos.
El invierno está aquí, el invierno está aquí, nuestra temporada ha llegado.
Ja, juega tus cartas mágicas,
lanza tus hechizos y alza tu voz.
Los dados no significan nada:
ingenio y fuerza en nuestros brazos,
nuestras armas son para pelear, ahora peleemos.
La Bruja de Hielo lo ha dicho bien:
Estos picos no necesitan a los débiles.
El verano de los muertos ha pasado por aquí,
con orgullo florece el loto negro.
¡El invierno está aquí, el invierno está aquí,
nuestra temporada ha llegado!
daba de comer al ganado. A cambio de su trabajo exigía un poco de leche y los restos de comida, pero si al dueño de
la casa se le olvidaba alimentarlo, se vengaba de ellos haciendo toda clase de maldades y pillerías.
No quiso decir morir rápida o fácilmente, por supuesto. Las mujeres se las
arreglaron para mirarse.
Cada una deseaba morir rápidamente. Pero no querían morir. Dejar que alguien
vaya primero… Pero no quisieron decir eso.
—¿Cuál es el problema, no podéis decidir? —El Ogro resopló de nuevo, luego hizo un
gesto hacia sus goblins con un fuerte tirón de la barbilla.
—¡GBOORG!
—¡GBG! ¡GOORGB!
¿Dónde estaba ese desprecio de hace unos minutos? Los goblins sonrieron con sus
monstruosas sonrisas y rodearon a las mujeres. Gritos de “¡Nooo!” estallaron cuando
sintieron a las criaturas acumularse a sus pies.
—Apresuraos y elegid, o dejaré que ellos se encarguen. Solo pensad en cómo ese aventurero
lamentará la vista de vuestros cuerpos ...
Shff.
Se escuchó el sonido de la nieve siendo pateada a un lado, un paso.
—¡¿......?!
Los goblins no se detuvieron. Pero el Ogro lo vio. Las mujeres también levantaron
la cabeza débilmente.
Era una sombra oscura.
Surgió de entre las casas maltratadas y en ruinas y se dirigió en su dirección.
Caminando hacia ellos despreocupadamente, casi sin prisa, era un aventurero de
aspecto patético. Llevaba sucia armadura de cuero, un yelmo de aspecto barato. En su
cadera había una espada de una extraña longitud, y en su brazo había un pequeño escudo
redondo.
¿Mi hermano fue asesinado por gente así? Y estoy seguro de que dijeron que había una chica
con él ...
Bueno lo que sea. Fue un informe goblin. No podías confiar en ellos.
El Ogro levantó una mano para detener a los goblins y, obviamente complacido,
dijo:
—Estoy impresionado de que hayas venido solo. Un poco tarde, pero ... bueno, te perdonaré.
El hombre no dijo nada. Parecía estar de pie allí, el casco inmóvil. ¿Tenía miedo? El
Ogro resopló. Si lo estaba, entonces bien.
—No soy como tú. Si usara a mis rehenes como escudos, sería un asunto trivial aniquilarte.
Pero entonces no tendría sentido. —El Ogro levantó su martillo lentamente, señalando al
aventurero con un gesto altivo—. En cambio, te daré la oportunidad de pelear. Esto es venganza
por mi hermano, y yo haré que tu muerte sea ... elaborada.
—No me importa por qué estás equivocado, pero estás equivocado. —Dijo el
hombre suavemente—. Eres tú quien morirá, y yo quien matará.
—¡Como un perro que ladra, aventurero!
Por orden del Ogro, los goblins chillaron y se lanzaron hacia adelante. Goblin
Slayer desenvainó su espada y cargó contra la vorágine. La batalla comenzó.
§
—¡¡Hraah!!
—¡¿GOROGB?!
El destello de la espada de Goblin Slayer cortó la nariz del goblin. Sangre negra
explotó contra su visor mientras pateaba al goblin y avanzaba.
—¡GOROOOGB!
—¡Hmph…! —Cuando el siguiente saltó, lo recibió con el escudo en su brazo
izquierdo.
—¡¿GORGGB?! ¡¿GOOORGB?!
El afilado filo dio entre los ojos del monstruo; el goblin tropezó de nuevo chillando
y cayó en la nieve. El primero, y este segundo, todavía podría estar vivo, pero la vida no
valdría mucho para ellos. Si se pudiera decir que la vida de un goblin vale mucho…
—…… —Goblin Slayer sacudió la sangre que manchaba sus armas, luego miró
lentamente alrededor.
—¡GOROO…!
—GBGR… ¡GBBG!
Los goblins gruñeron, retrocediendo un paso o dos.
Esto no debería ser posible. Su enemigo era solo un hombre. Ellos eran muchos. Y
tras ellos estaba ese bruto, gritándoles y amenzándoles.
De ser el caso, el aventurero se habría asustado, o cargado hacia ellos
desesperadamente… cualquier lo habría hecho. Ellos eran estúpidos, después de todo. En
lo que respecta a los goblins, todos menos ellos mismos eran completamente idiotas.
Todos ellos pensaban que sí. Eso fue lo que los hizo enojar. Eso fue lo que los asustó. No
se suponía que hubiera nadie más que aquellos que no fueran estúpidos.
Se estaba formando un círculo inestable con Goblin Slayer en su centro. Cada uno
de los goblins confiaba, aunque no tenía pruebas, de que él y solo él no enfrentaría un
destino sombrío. Esa confianza sin fundamento se convirtió lentamente en miedo: se
quería solo evitar este destino. En todo el mundo, no existe un goblin valiente que no
sienta miedo. Cada uno piensa solo en su propio beneficio, en el triunfo, en regodearse
con su oponente. De lo contrario, ¿por qué atacarían a las personas? ¿Por qué tratarían de
robar a la gente?
—¡¿GOORGBB?!
Goblin Slayer ni siquiera se dio la vuelta en el intento de emboscada; simplemente
tomó su espada en un agarre inverso y la clavó en el estómago de la criatura. El goblin
cuyas entrañas ahora estaban tan violentamente perturbadas se derrumbó, aullando de
dolor, sus tripas cayendo al suelo. Goblin Slayer dio un paso adelante, y todos los goblins
frente a él dieron un paso atrás.
La nieve había dejado de caer. El viento había dejado de soplar. La manta blanca
sobre el pueblo en ruinas estaba manchada de sangre.
—GOBR ...
—GBBBRG ...
Los goblins se miraron unos a otros, inciertos. Esto no era lo que esperaban.
¿Deberían todos atacar a la vez? ¿Pero quién haría el primer movimiento? Trabajaron sus
pequeños cerebros desagradables en una lucha por el control. Fue el segundo, o el tercero,
goblin en actuar el que tenía más que ganar. Nadie quería ser el primero. Pero…
—¡¿De qué tenéis tanto miedo, pequeños vagos ...?!
Uno de los monstruos de pie en el borde exterior del anillo fue repentinamente
barrido con un grito y un martillo de guerra. Era innecesario decir que pertenecía al Ogro.
Dio un golpe frustrado con su martillo para sacudir la sangre, luego mostró los dientes,
enfurecido.
—¡Si ni siquiera podéis servirme como escaramuzadora, entonces servidme de calentamiento!
Su sangre corría ardiente ante la perspectiva de venganza. Sus ojos brillaron,
causando que los goblins gimieran.
—¡GGORG!
—¡GOR! ¡GGOOBOG!
Con enemigos tanto delante como detrás, los goblins comenzaron a aullar. Si no
apuraban al tonto, entonces todo lo que los esperaba era la muerte. Y no querían morir.
Nadie. Todo era culpa de los aventureros, estaban seguros ...
“Ese aventurero” no perdió el instante de oportunidad que esto le proporcionó.
—Idiotas. —Escupió Goblin Slayer, luego asaltó el borde del ring, golpeando a los
enemigos con su escudo. Su tamaño y su equipo le dieron una ventaja de peso sobre los
goblins, pues uno o dos de ellos nunca lo detendrían.
—¡¿GOOBG?!
Se volcó sobre un goblin, pisoteándolo mientras pasaba, rompiendo dos o tres
huesos de su enemigo pero nunca disminuyendo la velocidad.
—¡¿GRGRG?! ¡¿GBGO?!
—¡GOOROGOGO!
Los goblins no podían soportar esto; avanzaban como pudieron, usando a sus
aliados como escudos. Estaría bien: los ataques del aventurero golpearían a otro. ¡Solo
tendrían que matarlo mientras estaba distraído!
—¡Uno…!
—¡¿GOOBG?!
Tenían la idea correcta. La espada de Goblin Slayer apuñaló al primer goblin que lo
alcanzó, atravesándole la garganta; eso fue lo peor para él. El segundo y tercer goblins
fueron volando hacia Goblin Slayer, incluso mientras se reían por la forma en que su
compañero se ahogaba en su propia sangre.
—¡¿GOR?!
—¡¿GBBGR?!
Sin embargo…
Cuando el que estaba al frente alzó su garrote, lo levantó tan rápido que golpeó a
su compañero en la cabeza; este le respondió con una patada furiosa.
Mientras tanto, el balanceo de la espada desde atrás mordió el hombro del
compañero que estaba delante, que comenzó a aullar y agitarse de dolor.
—¡Hmph!
—¡¿GOOBOGR?!
Mientras peleaban, Goblin Slayer se acercó al borde exterior del círculo. Balanceó
una espada que todavía tenía un cadáver, la soltó y sacó a dos o tres goblins más con ella.
Saltó al espacio que había creado, golpeando a un goblin en la cara con su mano derecha
libre. La criatura aulló y se tambaleó hacia atrás, con lo cual agarró la espada de su cintura
y la arrojó a un goblin más adelante.
—¡¿GRGR?!
—¡Dos!
El goblin cayó hacia atrás con una espada brotando de su garganta. Goblin Slayer
lo usó como trampolín y siguió corriendo.
Pisa el cuerpo, comienza. Altura, no muy alta. Tiempo de espera, no muy largo. Mientras
estabas en el aire, no podías moverte fácilmente; estabas indefenso
—¡¿GOOG?!
—¡Con este van tres!
Aterrizó en un goblin cuando golpeó el suelo, rompiéndole la columna vertebral.
Pero no había terminado. Los goblins continuaron presionando a su alrededor. Sonaron
sus armas, escupieron y se gritaron unos a otros. Goblin Slayer barrió con una pierna
desde una posición baja.
—¡¿GOBGR?!
Un goblin, desafortunadamente para él, cayó hacia adelante y, por supuesto, había
otro detrás de él. Entonces, ¿qué pasó?
—¡GRMO! GOROOGB?!
—¡¿GOBB?!
Fue aplastado, naturalmente. Y el que lo aplastó perdió el equilibrio. ¿Y qué hay
del que está detrás de él?
—¡¿GOROG?!
—¡¿GOOBGGG?!
Tropezar, pisar, agitar, luchar, dejarse atrapar y caer, les sucedió a varios goblins
seguidos.
Goblin Slayer, todavía en su postura baja, logró saltar sobre la confusión en un
instante.
—¡¿GOOB?!
Tampoco descuidó pedir prestado un garrote a uno de los goblins que se retorcían
cuando pasó.
—¡Malditos goblins tontos ...! ¡¿Cómo puedo tener tantos, y que seais tan inútiles?! —El
otro monstruo, sea lo que sea, estaba muy enojado; Goblin Slayer lo escuchó a lo lejos
mientras él mismo abría el cráneo de un cuarto goblin.
—¡¿GOBBG?!
Cuatro. Volvió a tomar el garrote, lo levantó para interceptar el siguiente golpe y
usó el impulso para arremeter de nuevo. El goblin, momentáneamente desconcertado por
el golpe de su arma, se encontró de pronto con sus compañeros. Hubo algunas burlas y
dejó de moverse. Goblin Slayer agarró la lanza de mano que el goblin había dejado caer,
arrojándola al grupo y confiando en que golpearía algo.
—¡¿GOBBGRRG?!
Un goblin que ahora tenía una lanza alojada en el pecho cayó hacia atrás y se llevó
a algunos de sus compañeros. Mientras empujaban el cuerpo, fueron brevemente
inmovilizados nuevamente.
Goblin Slayer recogió todas las armas que soltaron y comenzó a arrojarlas en todas
las direcciones. Todo fue solo repetición. Dioses, dondequiera que mirara, eran goblins,
goblins, goblins. Podía mover su arma al azar y matar algo.
Pero había una cosa que Goblin Slayer no pudo hacer: enfrentar a todo un ejército
en un campo abierto y prevalecer. Afortunadamente, los goblins no tenían el concepto de
tácticas masivas adecuadas. ¡Al menos mientras no hubiera un Señor Goblin entre ellos!
—¡¿GOOGG?!
—¡Eso hace doce! —Dijo Goblin Slayer, obviamente controlando su odio.
Fuego amigo. Frustración. Miedo. Enfado. El caos se extendió como fichas de
dominó. Y todo el tiempo, Goblin Slayer trabajó en la red cada vez más andrajosa.
—¡Aventureroooo!
Esperando por él estaba ese monstruo masivo. Goblin Slayer mantuvo sus ojos fijos
en la criatura, corriendo en línea recta como una de las flechas de la Alta Elfa Arquera.
Estaba ese enorme martillo, que debe haber quitado tantas vidas. El metal brillaba
tenuemente en la luz reflejada de la nieve. Un golpe de eso probablemente sería crítico. Al
igual que en esa pelea hace mucho tiempo, no podía asumir que sobreviviera a un golpe
así.
¿Y qué tenía él? Un garrote, un escudo y un puñado de artículos diversos en su
bolsa.
No hay problema.
Goblin Slayer estaba tan cerca del suelo que prácticamente estaba acostado, pero
continuó aumentando la velocidad.
—¡Muereeeee! —Cayó el martillo de guerra. Produjo un viento gimiente mientras
buscaba aplastar su cráneo y destrozar su columna vertebral de un solo golpe.
En ese instante, Goblin Slayer golpeó ambas manos contra el suelo. El barro y la
nieve pardusca saltaron como un rocío de un charco.
¿Lo causó la fuerza del martillo, o solo estaba tratando de detenerse a toda prisa?
En cualquier caso, el efecto fue el mismo e inmediato. En el último momento, y por un
pelo, el brillo del martillo de guerra fue enterrado en el suelo frente a Goblin Slayer.
Mientras el Ogro intentaba sacar su martillo del barro, Goblin Slayer se puso en
acción. Su camino cambió, como una de las flechas de la Alta Elfa Arquera.
—¡Ngrrrr! —Rugió el Ogro. El odiado aventurero estaba usando su preciado
martillo como plataforma de lanzamiento para superarlo. Fue profundamente vergonzoso
para el Ogro. Apretó el martillo y se preparó para asestar un golpe al aventurero en su
lamentable equipo.
Pero Goblin Slayer no podría preocuparse menos por los sentimientos de un
monstruo cuyo nombre ni siquiera sabía. Por supuesto no. En el momento en que tocó el
suelo, rodó para neutralizar el impacto, luego se puso de pie y siguió avanzando. Se
estaba moviendo, no hacia el monstruo, ni siquiera hacia un goblin.
—Oh…
—Estas viva.
La voz de ella era tan suave, y la respuesta de Goblin Slayer tan corta. La mujer
clavada en la cruz parpadeó. Detrás de él llegó el aullido del Ogro y sus goblins. El tiempo
ni siquiera fue corto; no existía. Goblin Slayer usó sus escasos segundos para decirle algo a
la mujer.
—Esto dolerá, pero entonces se acabará:
—… Ergh. —La mujer asintió débilmente. Con un movimiento cruelmente
mecánico, Goblin Slayer sacó a la mujer de la cruz—. ¡¿Wah, ahh…?!
La mujer convulsionó mientras sus uñas recorrían su carne. Goblin Slayer la colocó
sobre su hombro. Había otra. Saltó a un lado, deslizándose por la nieve para moverse
hacia ella.
—¡¡Sucio!! Relacionándote con las presas… ¡¡parece que tienes todo el tiempo del mundo,
eh!! —El Ogro golpeó el suelo con su martillo, pareciendo como si pudiera matarlo de una
mirada, con una brutal sonrisa.
—No exactamente. —Mientras él daba esta tranquila respuesta, Goblin Slayer
estiró una mano que había estado en su bolsa de objetos.
—¡¿Grah?! —Hubo un seco clack cuando algo golpeó la cara del Ogro, y trazas de
rojo se esparcieron como copos de nieve. El monstruo gritó y presionó una mano contra su
cara, tambaleándose hacia atrás.
Era una cáscara de huevo, rellena de pimienta y otros agentes cegadores. No
importa el monstruo, ojos y narices son siempre objetivos convenientes.
—¡¿Qué es esto, alguna broma… infantil?!
El Ogro lo había subestimado. Se lo tomó a la ligera. Justo como los goblins
hicieron con aquellos que pensaban que eran más débiles que ellos mismos. El Ogro
estaba viendo rojo, literal y figurativamente, y dio un gran y descuidado barrido con su
martillo.
—¡¿GOROOGB?!
—¡¿GOB?! ¡¿GOGR?!
Sintió carne crujir. Pero eran solo goblins, apuntando a Goblin Slayer. El
aventurero, que había usado su escudo para acercar a los goblins en la dirección del Ogro,
continuó hacia la otra cautiva. No era rápido, pues tenía una prisionera sobre su hombro.
Estaba, sin embargo, fuera del círculo. En el otro lado estaba el Ogro, gritando
furiosamente y agitando su arma. Los goblins solo podían observar desde la distancia, y
Goblin Slayer tomó toda la ventaja.
—Aquí vamos.
—Va… le… —Esta mujer respondió con fuerza en su voz, y cuando él la arrancó de
su cruz, ella se mordió el labio y lo soportó.
Ahora las presas eran libres. Llevándolas como barriles sobre su hombro, Goblin
Slayer se volvió para enfrentar a sus enemigos. Sus movimientos serían lentos ahora. Solo
tenía una mano libre. Dudaba que pudiera usar un arma. Si se trataba de una pelea,
probablemente perdería.
No tenía que salvarlas. Podría haberlas abandonado. Pero el pensamiento nunca
cruzó por su mente. Si fuera hacer o no hacer, entonces lo haría. Esa fue una de las
primeras cosas que le habían enseñado.
—Medio ingenio de aventurero ... ¿Es así como deseas morir? —El Ogro, habiendo
finalmente quitado el polvo cegador de sus ojos, torció sus labios en una sonrisa de
tiburón.
Los humanos eran todos tontos: eso fue lo que dijeron los goblins, y por una vez,
tenían razón. Perderían el tiempo rescatando rehenes, ya sea por alguna preocupación
sobre lo que la gente pensaría de ellos, o por sus propios corazones amables, no
importaba. Hubo unos pocos que habrían abandonado a los cautivos, pero sus gustos
pronto caerían del camino del Orden de todos modos.
En cuanto a la categoría en la que cayó este aventurero, estaba claro. Y enviar a su
tipo a las profundidades de la desesperación, esa fue la mayor alegría de los Seres que No
Oran.
—Muy bien. Como desees, te mataré mientras esas chicas miran. Es su mala suerte que su
posible salvador fuera tan idiota ... —El Ogro comenzó a avanzar.
Goblin Slayer no respondió. Él solo miró hacia el cielo. Más allá de la blancura de
las nubes, se podía ver brillar el sol. Había pasado su cenit. Brillaba tan intensamente
como lo haría en esta temporada.
Este es el momento que he estado esperando.
—¡¿GGBBOOR?! —Un goblin lanzó un grito confuso. Varios más, siguiéndolo,
miraron al cielo.
Fue humo. El humo estaba subiendo. Podían sentir calor en el viento. Lenguas rojas
lamían los cielos.
Fuego. Una conflagración.
—¡¿GROG?!
—¡¿GGOOBOR?!
—¡¿Qué ...?! —El Ogro estaba casi sin palabras.
Los incendios habían estallado por todo el pueblo. Ignoró a los goblins, que estaban
ocupados tratando de imponer a los demás la responsabilidad de lidiar con los incendios.
El mango de su martillo crujió en su mano.
¿Este bastardo tenía refuerzos?
Mientras el Ogro se regodeaba de asombro, Goblin Slayer escupió:
—¿Quién pelearía justamente con gente como tú?
El humo ondeando en el viento ya comenzaba a envolver la plaza del pueblo. Los
delgados hilos de tinta bloquearon la vista incluso de aquellos que podían ver en la
oscuridad. Sintió el calor. Si pudiera bloquear su visión con el humo calentado por el
fuego, su ventaja se desvanecería.
El Ogro no podría haberlo sabido.
No podría haber imaginado que Goblin Slayer había tomado los trozos de hielo
que había cortado y la Vaquera había pulido, y los había colocado en varios lugares de la
aldea. Que mientras esperaba, acampado, a que apareciera Goblin Slayer, el aventurero
había tendido una trampa con calma. O que la luz solar enfocada a través de un trozo de
hielo podría alcanzar temperaturas lo suficientemente altas como para provocar un
incendio. O que la madera seca de estas casas, junto con pedazos de madera y ramas
enterradas, podría arder perfectamente a pesar de la nieve. O que este hombre sabía mil y
una maneras de interferir con la capacidad de los goblins de ver en la oscuridad.
—No me importa qué tipo de monstruo eres.
Los goblins estaban alborotados, aterrorizados; el Ogro sostenía su martillo de
guerra con puños temblorosos. El humo se levantó, hollín y brasas bailando pasado.
Medio oscurecido por la cortina de cenizas, el aventurero habló con calma,
desapasionadamente. Su voz nunca se quebró ni se elevó, casi mecánica:
—Pero voy a matar a todos los goblins.
§
Goblin Slayer corrió a través de las nubes de humo y de fuego, las mujeres aun sobre sus
hombros.
—¡GOORGB!
—¡GB! ¡GOR!
Todo a su alrededor se llenó del horrible murmullo de los goblins. Pero aunque los
monstruos podían ver en la oscuridad, el humo todavía los cegaba. Le hizo lo mismo al
Ogro, a quien se podía escuchar furioso y destrozando los edificios ya en ruinas a su
alrededor. Las mujeres se retorcían de miedo con cada grieta y rugido, pero Goblin Slayer
no les hizo caso. Cada segundo, cada instante era precioso. Ya estaban superados en
número. Absolutamente no deben perder la iniciativa.
Goblin Slayer soltó los cuerpos de las mujeres por una fracción de segundo,
revolviendo su bolsa de objetos. Retiró un puñado de piedras pequeñas y afiladas y las
dispersó en el suelo detrás de él.
—¡¿GOORGB?!
—¡¿GGBB?!
Los goblins que los perseguían (Goblin Slayer simplemente había asumido que
estaban allí) gritaron de dolor. Las heridas en los pies los retrasarían, lo que les dificultaría
atravesar o rodear los incendios.
Eso acabará con algunos de ellos.
Luego, arrojó una piedra en una dirección aleatoria. Rebotó en algo metálico.
—¡GGOBR!
—¡GORB! ¡GGBRO!
Se podía escuchar a varios goblins gritar y salir corriendo en dirección a la piedra.
Sin dudarlo, Goblin Slayer arrojó su daga hacia ellos.
—¡¿GOOBRG?!
Un grito. Probablemente atravesó la garganta. La altura correcta quedó grabada en
su memoria. Estaba acostumbrado a pelear sin poder ver. Pero no así los goblins. Ningún
goblin imaginó que podría encontrarse en una situación así.
No hay razón para no reducir la ventaja del enemigo.
Eso fue lo que Goblin Slayer había determinado, y estaba satisfecho con los
resultados. Luego, mientras los goblins estaban ocupados confundidos, se dirigió a un
pozo que había visto.
—Os voy a dejar aquí ahora.
—... ¿Qué?
Una voz asustada. Goblin Slayer tranquilamente aseguró que sus cosas estarían
bien, luego colocó anillos en las manos vendadas de las mujeres.
—Podréis respirar. Es poco probable que os encuentren. Hasta que las cosas se
calmen, esconderos aquí y esperad.
—... Ah ... Mmm ...
Vio los pequeños movimientos de cabeza de las mujeres, luego las sentó en el cubo
en el pozo y las bajó. Se escuchó un fuerte sonido de algo golpeando el agua, luego un
segundo. Sin embargo, los goblins por todas partes no estaban escuchando esas cosas.
Probablemente ni se dieron cuenta.
¿Qué haría?
Si su vieja amiga había logrado alertar a alguien, entonces vendrían aventureros.
Teniendo en cuenta la situación, no enviarían a nadie lo suficientemente ignorante como
para no buscar sobrevivientes. Podría estar seguro de que incluso si muriera aquí, esas
chicas se salvarían ...
—……… Mmm.
Cuando sus pensamientos llegaron a ese punto, Goblin Slayer gruñó suavemente.
Él podría morir. Solo era apropiado planear tal casualidad, y no era nada de lo que
pudiera quejarse ahora. Y sin embargo, de repente, la Vaquera y la Sacerdotisa, la Chica
del Gremio, todos sus amigos y compañeros, pasándole por la mente.
¿Estarían tristes? Más probable. Otros también. Pero era perfectamente común que
un aventurero muriera. Estaba seguro de que tomarían un poco de vino, comenzarían a
conversar y reír, y algún día, podrían volver a sus vidas normales.
—Perfecto. —Murmuró él. No podía desear más. ¡Ser tratado como un
aventurero!— Pero puede que no sea hoy.
Goblin Slayer dejó a un lado sus imaginaciones felices, volviendo a la realidad.
Muerte: la muerte misma era algo para aceptar, pero no tenía intención de morir. Los dos
eran muy diferentes.
—Ahora, entonces ...
Revisó su arma y equipo, revisó el mapa mental del pueblo que había tenido el
cuidado de hacer.
—¡GGBORB!
—¡GOROOBG!
Los goblins gritaron desde todas las direcciones. No significó mucho. Pero también
podía escuchar al Ogro rebuznando.
—¡Perdiste los nervios, aventurero! ¡Tú y tus trucos ... eso es todo lo que te dio la victoria
sobre mi hermano!
—Estoy de acuerdo. —Goblin Slayer no sabía quién era este hermano, pero siempre
usaba trucos, así que estaba seguro de que el Ogro decía la verdad.
Recogió algo del barro y derritió nieve a sus pies y lo arrojó en dirección a los
gritos. Hubo una palmada húmeda, y el Ogro rugió:
—¡¡Ahí estás!!
—Aquí estoy. —Murmuró Goblin Slayer, y luego se dio la vuelta y corrió.
Corre, corre, corre, corre. Corre como una espada escindiendo el humo, corre por un lugar.
Era obvio que los goblins, e incluso lo que sea que los condujera, no conocían la
geografía de esta aldea. Sabía que eran idiotas.
El monstruo lo siguió a ciegas, sin tener idea de adónde lo llevaba su presa.
Un momento después, el humo se disipó abruptamente. Habían llegado a un
espacio lo suficientemente abierto como para tener un lugar adonde ir. El Ogro parpadeó
el último humo de sus ojos, luego dio un paso estremecedor hacia adelante. Allí, por fin,
estaba el aventurero. Su sucia armadura de cuero, su yelmo de aspecto barato, esa espada
de una extraña longitud, ese escudo redondo en su brazo. Un hombre patético; un novato
tendría mejores equipo.
—¡¿Perdiste a las mujeres, aventurero?!
Goblin Slayer no respondió, pero lentamente se deslizó hacia atrás, paso a paso,
midiendo su distancia.
El Ogro tomó esto por miedo y se rió como si hubiera encontrado un nueva presa
para devorar.
—¡Sé lo que pasó! ¡Las abandonaste cuando pesaron demasiado! Las dejaste caer como un par
de sacos de harina, ¡desgraciado miserable!
Detrás de su visor, Goblin Slayer gruñó suavemente. Los goblins estaban llegando
detrás del Ogro. Había incluso más de lo que había pensado. Sobrevivientes asquerosos e
inteligentes que se habían abierto paso entre el fuego y el humo, más allá de las furias de
su amo, para estar aquí ahora.
Entonces Goblin Slayer dio un paso más atrás. El Ogro cerró la distancia, y los
goblins lo siguieron.
—¡GOOBORG!
—GGBRG!
Los goblins se miraron y murmuraron risas. Ese aventurero valía tanto vivo como
muerto. Esto iba a funcionar. Habían sobrevivido. Serían recompensados. No hubo dudas.
Todo esto era lo más obvio en el mundo para los goblins. Nunca dudaron de que su
destreza y capacidades eran claras para todos y que recibirían una compensación en
proporción a todo el trabajo que habían realizado. Razón de más para traer dolor a ese
aventurero. La cabeza sería ideal, pero al menos un dedo o dos. Necesitaban pruebas de
que estaba muerto, que el trabajo estaba hecho. Por lo menos, siempre podrían robar los
trofeos del vago que había hecho el trabajo.
Chasqueándose el uno al otro, mirándose sospechosamente, la multitud de goblins
rodeó al aventurero.
—......
Goblin Slayer no dijo nada, solo sostuvo su espada en su mano, mirándolos. Giró
en círculo, manteniendo a raya a los monstruos. Si todos vinieran hacia él a la vez, todo
terminaría. Él lo sabía muy bien.
Vigilando de cerca la distancia cada vez más estrecha entre él y sus enemigos,
Goblin Slayer dio otro paso atrás.
Entonces el Ogro atravesó fácilmente el anillo que rodeaba a Goblin Slayer,
acercándose a él. En sus manos estaba el enorme martillo de guerra, capaz, sin duda, de
aplastar a cualquiera lo suficientemente desafortunado como para estar debajo de él
cuando cayera. El Ogro le dio un gran golpe en el aire, provocando al aventurero.
—Una mancha patética y viviente de aventurero como tú ... ¡Arrepiéntete, y luego ve a tu
muerte, golpeado como un clavo de ataúd!
—Quiero preguntar una cosa. —Dijo Goblin Slayer. Miró a través de su bolsa de
artículos, agarrando algo en su mano—. Este hermano tuyo.. ¿era también capaz de nada
más que balancear su arma?
—¡¿...?! —El Ogro contuvo el aliento; no vio exactamente qué era la pregunta, pero
la nota de desprecio era demasiado obvia.
—Si es así, entonces quizás sí lo recuerdo. —Continuó el aventurero—. Hubo un
gran goblin debajo de la Ciudad del Agua. Pero —Dijo Goblin Slayer, perplejo—, no
pareces ser un goblin.
—¡¡Miserable, lloriqueante, apestoso…!!
El martillo cayó con un golpe reverberante, dispersando nieve y hielo. Goblin
Slayer saltó hacia atrás, casi rodando. El Ogro maldijo y escupió mientras sacudía el hielo
de su arma.
—¡Pensé que mi martillo sería suficiente para aplastar un insecto como tú, pero ...! —
Señaló con una mano extendida. Goblin Slayer vio la luz reunirse en la punta de su
dedo—. ¡Carbunculus ... Crescunt ...!
La magia comenzó a girar, calentando el aire cuando las palabras del hechizo
retumbaron. La luz se convirtió en llama; la llama se fundió en una esfera, aumentando en
intensidad, secando el aire, ardiendo intensamente. Finalmente, en su punto más cálido,
rojo, azul e incluso blanco, iluminó todo el campo, debajo de las nubes.
La nieve se vaporizó, convirtiéndose en vapor. Goblin Slayer se dejó caer en una
postura baja. Por brillante que sea, no era nada comparado con su luz.
—¡¿Iacta ...?! —En ese momento, cuando su bola de fuego se disparó lejos de él —
... ¡¿Qué ... qué ...?! —Sus pies resbalaron. O más bien, se hundieron. Su bola de fuego se
disparó en una dirección aleatoria, y luego también se hundió, causando una explosión de
vapor caliente.
Esto fue imposible. El Ogro parpadeó y miró a su alrededor. Las extrañas vistas no
se detuvieron con lo que estaba debajo de sus pies.
—¡¿GBOORGB?!
—¡¿GOBR?! ¡¿GOORGB?!
Los goblins se estaban ahogando. Primero sus pies se hundieron, luego subió hasta
sus pechos, luego a sus cabezas, hasta que solo sus brazos agitados aún eran visibles sobre
la superficie de la ... tierra.
¿La tierra?
Por primera vez, el Ogro notó el mordisco frío. Esto no era tierra. ¡No era tierra!
Esto era ... ¡era agua!
—¡A-aventurero…! —Buscó a su archienemigo como para encontrar una respuesta.
Pero el aventurero se fue sin dejar rastro—. ¡Maldita sea!
El martillo del Ogro, en el que había confiado tanto, ahora lo arrastró con su peso.
Abajo en el agua oscura, donde fue tragado debajo de los goblins asfixiantes.
Goblin Slayer observó todo esto atentamente desde muy cerca. Se había lanzado a
uno de los agujeros en el hielo que había tallado antes. Brillando en su mano había un
anillo de aliento. La chispa deslumbrante era su salvavidas. No importaba si uno podía
usar magia o si tenía un martillo de guerra masivo: da un golpe lo suficientemente
violento a un lago helado, y esto era lo que sucedería. Si uno supiera que se acerca, podría
saltar al agua primero. Entonces no habría agitación ni ahogamiento.
Y esto eliminó a todos los goblins de una sola vez… o tal vez no. Todavía podría
haber sobrevivientes en el pueblo. Se levantó junto a la hierba en la orilla y lanzó su
cuerpo empapado a la tierra. A cuatro patas, escupió un suspiro, luego cayó de espaldas e
inhaló agradecido.
Su cuerpo se sentía anormalmente pesado. ¿Fue fatiga? Sin duda. Frío también.
Estaba terriblemente cansado.
—......
Dos, tres veces respiró hondo y luego se puso en pie de forma inestable. No quería
dar ni un solo paso, pero tenía que moverse. Pues bien, se movería. Todo fue hacer o no
hacer. No hubo intento. No era cuestión de poder o no poder. Este no era momento para
contar. Y no tenía idea de cuántos goblins podrían quedar en el pueblo. Pero Goblin
Slayer necesitaba acabar con ellos.
—… Hora de irse.
Miró hacia el pueblo: todavía salía humo de las casas; todavía se podían escuchar
gritos de goblin. Las mujeres seguían escondidas; no habían sido encontradas. Pero él no
quería hacerlas esperar. Esa chica, su vieja amiga… siempre la hacia esperar. Hoy, al
menos, podría darse prisa.
—¿Cómo se llamaba…?
¿Ese monstruo?
Goblin Slayer pensó un momento, pero el cansancio evitó que la palabra le viniera
a la mente.
En lugar de pensar más, se volvió hacia el lago y suspiró.
—Tengo goblins para…
—¡¡¡A ... vennnnture ... rooooo!!!!
Un géiser de agua explotó hacia arriba. Tosiendo, el gigante llegó volando alto
hacia el cielo antes de aterrizar en el suelo con todo su peso.
Es difícil decir si Goblin Slayer entendió de inmediato lo que había sucedido. Si se
dio cuenta el Ogro, en lugar de soltar su martillo, se había hundido deliberadamente. Y
luego había pateado poderosamente el fondo del lago.
En cualquier caso, Goblin Slayer movió sus pesados brazos y piernas, preparando
su escudo, levantando su espada, se preparó para recibir a su atacante.
Podía ver venir al monstruo, la fuerza fatal cerrándose sobre él, y él ...
Él…
§
—¡Oh, Madre Tierra, abundante de piedad, concédenos tu sagrada luz a los que estamos perdidos
en la oscuridad!
§
Hubo un destello de luz, tan brillante e intenso que parecía como si el sol hubiera caído a
la tierra.
—¡¿Nrraghh?! —El Ogro, temporalmente cegado, tropezó. Ya no sabía exactamente
dónde estaba bajando su martillo.
Goblin Slayer, casi incapaz de creer lo que estaba sucediendo, pateó el suelo y saltó
hacia atrás.
Por un pelo. El martillo golpeó, enviando un chorro de nieve, hielo y agua también.
No debería haber sido posible. Goblin Slayer se puso de pie y contuvo el aliento.
Había escuchado una voz que nunca debería haber escuchado. Pero ahí estaba.
—¡Goblin Slayer, señor! —La voz traicionaba la ansiedad mezclada con una alegría
aún mayor. Podía escuchar a la chica llamando desde el borde de la montaña.
Goblin Slayer se volvió hacia ella.
Allí.
Allí estaba ella, ella y sus compañeros, montando en un trineo. La Sacerdotisa
estaba a la cabeza, con su bastón en alto. El viento azotó su cabello dorado sobre sus
mejillas y frente, pero sus ojos nunca vacilaron, y la piel de su rostro estaba sonrojada.
—¡Esta vez ... lo logramos ...!
Goblin Slayer sonrió. Dentro de su casco, sus labios se arquearon ligeramente.. No,
más.
—¿Un trineo de tela?
—Sí. —El Enano Chamán se echó a reír, deslizándose por la nieve y saltando al
lado de Goblin Slayer—. Esta chica dijo que mojara una manta en agua y luego usase
Clima para congelarlo.
—Jajajajaja, ella realmente ha asimilado las enseñanzas de Milord Goblin Slayer.
—¿Enseñanzas? ¡Es más una locura! ¡Orcbolg está corrompiendo a nuestra joven,
os lo digo!
El Sacerdote Lagarto, balanceándose ligeramente, y la Alta Elfa Arquera vinieron
después. La Sacerdotisa se sonrojó aún más. Ella trató de ofrecer un mínimo de objeción:
—Bueno, yo ...
Pero Goblin Slayer sacudió la cabeza.
—Fue una buena idea. —Dijo en breve, tratando de mantener su voz uniforme—.-
Gracias.
—… ¡Sí, señor! —Su sonrisa era tan brillante que rivalizaba con su milagro de hace
un momento—. ¿Pero no debería haber alguien más aquí ...?
Se refería a la Vaquera, presumiblemente. Ella sonaba muy considerada. Goblin
Slayer asintió.
—Está a salvo. —Dijo, y luego, tal vez pensando que esto no era suficiente,
agregó—: La hice huir.
—Gracias a Dios ... —La Sacerdotisa se llevó una mano al pecho.
—Me lo imaginé. —Dijo la Alta Elfa Arquera, una flecha en la mano, ágilmente
apoyada en el suelo junto a la Sacerdotisa—. Tengo que decir que podríamos verte desde
muy lejos. —Parecía completamente aburrida mientras veía al enorme monstruo ponerse
de pie, apoyándose con su martillo—. Y resulta ser un Ogro, de todas las cosas. Aquí, de
todos los lugares ...
—Ogro. —Repitió Goblin Slayer distraídamente—. Así que así se llama.
—¡Al menos podrías recordarlo! —La Arquera miró hacia el cielo—. ¡Luchamos
contra uno en nuestra primera aventura!
—Aventura ... —Goblin Slayer miró al Ogro, pensando en esas ruinas. Así que eso
fue todo. Eso había sido una aventura—… Recordaré eso. —El casco asintió lentamente,
provocando un satisfecho:
—¡De acuerdo! —De la Alta Elfa Arquera.
—En ese caso, supongo que uno llamaría a esto una revancha. Una espléndida
oportunidad para remediar la humillación de nuestro último encuentro. —El Sacerdote
Lagarto sonrió alegremente, lo cual era aterrador.
El Enano Chamán tomó un trago de vino de fuego.
—Sí, ¿cuál es el plan, Cortabarbas? Acabamos de terminar una aventura y nos
sentimos un poco descuidados.
—... Tengo un plan. —Respondió Goblin Slayer. Siempre tenía algo en el bolsillo,
por así decirlo. Con todos ellos reunidos, había un mayor número de planes—. Vamos a
hacerlo.
—¡Sí, vámonos ...!
El grupo se movió como uno solo. Goblin Slayer se dejó caer en una posición baja,
espada y escudo listos. El Sacerdote Lagarto estaba a su lado con una Espada de Garra
pulida. La Alta Elfa Arquera retiró su cuerda del arco, mientras que junto a la Sacerdotisa
con su bastón, el Enano Chamán estaba metiendo la mano en su bolsa de catalizadores.
Era una formación que habían usado muchas, muchas veces. Una estratagema
familiar para enfrentar a cualquier monstruo.
El Ogro, martillo en mano, miró con recelo a la vista.
—¡Ya lo veo…!
Aventureros.
Eran aventureros.
—¡Ya veo lo que sois!
—Estoy de acuerdo. —Repitió Goblin Slayer—. ¡Ya lo creo que sí!
Y luego, a pesar de todo su cansancio, se lanzó hacia adelante.
§
—¡¡Nrrragghhh!!
El rugido fue acompañado por el golpe de un martillo, pero los aventureros se
alejaron ágilmente. Un golpe sería fatal: eso, al menos, no era diferente al anterior.
La Arquera frunció el ceño, fijando su puntería mientras gritaba:
—¡¿Qué estamos haciendo, Orcbolg?!
—La caída. —Dijo Goblin Slayer en breve.
—¡¿Ya hiciste eso?! —Sus flechas llegaron incluso más rápido que sus palabras,
alojándose en el pecho del Ogro una tras otra. Pero él las rompió con un gran golpe de su
martillo, el daño ni siquiera lo deslumbró.
—¡Un espectáculo pobre, elfa!
—¡Yipes! —La Alta Elfa Arquera saltó lejos del martillo que la golpeó en respuesta.
Esa enorme masa de metal no era broma. Si la golpeaba, sería afortunada si le quedaba
una extremidad para disparar. Cuando imaginó ser aplastada como un insecto por la
palma de alguien, la sangre se drenó de su delicada cara.
Sin embargo, juzgando diligentemente su distancia, Goblin Slayer dijo, como si
fuera completamente natural:
—Lo haremos de nuevo.
—¡Ay, por ...! —Bien. La Alta Elfa Arquera sonrió como si no estuvieran en una
situación desesperada, corriendo tan suavemente que apenas dejó una huella en la nieve.
Goblin Slayer miró a su arquera, buscando su disparo, pero su pregunta era para el
Enano Chamán.
—¿Encantamientos?
—Piensa que puedo manejar uno o dos más.
—Guarda uno para mí.
—¡Lo haré!
Finalmente, Goblin Slayer miró a la Sacerdotisa. Ella estaba preparando su honda.
Había resolución en su expresión, pero sus mejillas estaban pálidas por la fatiga. Tal vez
ni siquiera le quede suficiente para pedir otro milagro.
—No…
—¿… hagas ninguna locura? No lo haré. —La Sacerdotisa respondió con firmeza,
con una sonrisa de complicidad—. Si algo loco o exagerado puede ayudarme a ganar,
entonces no hay ningún problema en absoluto.
—Bien. —Goblin Slayer asintió. Luego volvió a mirar el concurso entre el Ogro y la
elfa.
La Alta Elfa Arquera disparó, corrió, saltó, forzando la mano del Ogro. El martillo
se estrelló contra el tronco de un árbol, rompiendo una rama. Pero ella parpadeó como
una mota de sol, y de repente estaba en la siguiente rama. El bosque podría haber estado
muerto y seco, pero todavía era un bosque. La elfa era como un pez en el agua. Ella podría
aguantar por un tiempo todavía.
—¿Qué te parece? —Preguntó Goblin Slayer.
—¿Quizás escuchaste la canción cantada hace mucho tiempo? —El Sacerdote
Lagarto le dio una palmada en el hombro a Goblin Slayer con la cola y puso los ojos en
blanco—. Dicen que un gigante, por grande que sea, no puede huir de la gravedad. Y
cuando uno camina con solo dos pies ...
—Está resuelto, entonces. —Goblin Slayer sacó un gancho de su bolsa de objetos,
lanzándole el extremo del gancho al Sacerdote Lagarto—. Aprieta fuerte.
—Y átalo alrededor del árbol más resistente que pueda encontrar, estoy seguro.
¡Entendido!
Solo este puñado de palabras fue suficiente, y dos figuras salieron corriendo por la
nieve. En cuanto la Alta Elfa Arquera los vio, supo cuál era su plan. Se agarró a una rama
y se subió a la cima de un árbol, tan ligeramente que parecía no pesar nada en absoluto.
—¡Trabaja conmigo!
—¡Bien!
Al escuchar la voz de su compañera temible, la Sacerdotisa apuntó con una piedra
en su honda. La envió volando con un silbato y, tal vez porque su objetivo era tan grande,
o tal vez gracias a toda esa práctica, golpeó al Ogro en la cara.
—¡Buen intento! ¿Crees que una piedra arrojada por una niña pequeña me va a hacer algo?
—¿Qué hay de esto, entonces? ¡Tengo algo más que flechas para ti esta vez ...! —La
Arquera sacó una rama de su carcaj, la mordió con fuerza con sus pequeños dientes
blancos y la clavó en su arco. La cuerda del arco cantaba, casi musical, mientras la envió
volando. Hizo una línea recta perfecta hacia el Ogro.
—¡¿Gragh?!
Tan pronto como se estrelló contra su globo ocular, se rompió y se astilló.
El Ogro parecía sorprendido.
—Je. —La Alta Elfa olisqueó orgullosamente, balanceándose hacia otro punto de
vista—. Tú sacaste mis otras flechas, así que pensé en probar algo diferente. Los elfos son
famosos por su inteligencia, ¡ya sabes!
—No estaría tan seguro de eso. —Las largas orejas de La Alta Elfa Arquera se
crisparon al captar el gruñido comentario del Enano Chamán. Ella quería devolverle algo,
pero estaban en medio de una batalla. Ella mantuvo la paz.
—¡Ahora o nunca, Orcbolg!
Goblin Slayer no respondió. El Sacerdote Lagarto terminó de atar la cuerda
alrededor del tronco de un árbol.
—¡Listo, Milord Goblin Slayer!
Goblin Slayer se agachó alrededor de los pies del Ogro, una, dos veces. Un cable de
viaje podría enviar incluso a los goblins lejos. No había forma de que una criatura tan
grande no cayera.
—¡¡Groohhh ...!!
Tiró de la cuerda con fuerza; se tensó contra el peso del Ogro. Se obligó a no
deslizarse en la nieve. Apretó los dientes, la fatiga endureció sus músculos.
—¡Nrrrragghhh ...! ¡¡Pensar que un truco tan infantil podría ...!!
Lo mismo era cierto para el Ogro. Se enraizó, tratando de levantar su tambaleante
cuerpo en posición vertical, incluso mientras intentaba sacar la metralla de sus ojos. Él
había terminado con esto. Olvídate de atormentarlos; él simplemente los mataría a todos.
—Carbunculus… Crescunt…
Apuntó su dedo otra vez, palabras de verdadero poder saliendo de su boca.
La luz mágica brillaba en la punta de su dedo. El Sacerdote Lagarto, empujando
contra el tronco del árbol para evitar que se caiga, abrió mucho los ojos. Lo necesitaban, el
más grande del grupo, para mantener el gancho en posición.
—¡Hechizo de bola de fuego inminente ...!!
—¡Hemos escuchado esto antes! —La Alta Elfa Arquera frunció el ceño. ¿Era el
enano quien lo había hecho esa vez?
—... ¡Aquí ... va ...! —La figura más pequeña de todas, la de la Sacerdotisa, se movió
para enfrentarse a la tormenta de magia. Levantó su bastón con ambas manos como si se
aferrase a él. Con resolución en su corazón y con los ojos cerrados, proclamó las palabras
de su encantamiento—: ¡Oh Madre Tierra, abundante de piedad, concédenos tu luz sagrada a los
que estamos perdidos en la oscuridad ...!
El milagro de Luz Sagrada se había usado una vez no mucho antes. Si el enemigo
sabía que se acercaba, era simple cerrar los ojos por un instante contra el destello. Fue
bastante efectivo para cegar a los oponentes, pero tampoco fue nada más que eso.
Entonces el Ogro, reconociendo lo que estaba pasando, apartó la mirada de la
Sacerdotisa ...
—¡¿?!
... y luego sus ojos se abrieron cuando no pasó nada.
Cuando la Sacerdotisa vio su expresión, una sonrisa audaz e inesperada cruzó su
rostro aún joven y lleno de sudor.
No me sorprende. Apuntó con su bastón directamente al Ogro, su pequeño pecho
estalló de orgullo. ¡Solo dije las palabras de la oración!
—¡Ahora! —Exclamó ella.
—¡Ahí va! —El Enano Chamán, con la boca llena de vino de fuego ya listo, talló un
sello en el aire con los dedos—. ¡Pixies, pixies, daros prisa, rápido! No hay dulces para vosotros,
¡solo necesito trucos!
Y a las pixies les encantaban los trucos. Si hubiera un trabajo que hacer a toda prisa,
con gusto vendrían corriendo. Risueñas criaturas aladas ataron los pies del Ogro.
Ahora solo puede pasar una cosa.
—¡¿Gaaaaaahhhhh?! —El Ogro perdió su concentración, sus palabras de verdadero
poder se desvanecieron en el aire, la luz se desvaneció de su dedo. Incapaz de ponerse de
pie, cayó hacia atrás sin poder hacer nada, rodando hacia el lago.
—¡Yaaah ...! —Cuando un géiser se disparó en el aire, Goblin Slayer saltó.
Un grito y él estaba volando. Apuntó hacia el pecho del Ogro que se hundía, su
espada en un agarre inverso.
—¡Corta la cuerda…!
—¡Así lo haré! —Gritó el Sacerdote Lagarto, y luego cortó la cuerda con sus
afiladas garras.
La cuerda saltó y el Ogro, sin nada más a lo que agarrarse, se deslizó directamente
al agua. Incluso cuando el Ogro se sacudió y se hundió, Goblin Slayer clavó su espada en
la garganta del monstruo y la retorció.
—¡¿Gragh?! ¡¡A-Aventurero ...!! —Desgarrado por el dolor y asfixiado por la
sangre, los ojos del Ogro aún brillaban.
Ah. Dañado. Pero no fue un golpe crítico. Este aventurero, con su pobre espada, no
podía esperar privar a un Ogro de su vida con un ataque decisivo. Era un tonto, de un
solo truco, pensó el Ogro. Simplemente se hundiría de nuevo y volvería a saltar. Aunque
usar el mismo truco dos veces era un signo de desesperación ...
—Esa pequeña niña, y tu amiga elfa también… ¡me daré un festín mientras las miras ...! —
Escupió el Ogro.
Goblin Slayer lo miró desapasionadamente a la cara. Un solo ojo rojo, brillando
como un fuego, miró al Ogro. Y luego habló. Con calma, mecánicamente, con una voz tan
fría como el viento que sopla a través de un valle.
—Húndete.
—¿Qué ...?
—¡Y estamos despiertos! —Antes de que el Ogro pudiera comprender lo que quería
decir, el Enano Chamán estaba gritando. Sus dedos rechonchos formaron un sigilo tras
otro en el aire—. ¡Venid, gnomos, y dejadlo ir! Aquí viene, ¡mira abajo! ¡Poned esos cubos al
revés, vacíos en el suelo!
El Ogro, sintiéndose tan pesado y lento como si estuviera atado con cadenas, se
hundió en el agua helada.
—Qué… ¿Por qué?... Apestoso… Av… ¡¡venturrghhh...!! —El agua oscura llenó su
boca, su nariz. Tosió y jadeó hasta que ya no pudo hablar.
Goblin Slayer pateó el pecho del Ogro, saltando a la orilla. En cuanto a su espada,
la dejó en la garganta del monstruo. El Ogro trató de mirarlo, para mantenerse enfocado
en él. Pero el agua oscura ya se cerraba a su alrededor y no podía ver nada. El agua se
aferró a él como si estuviera fangosa, sin embargo, no importa cuánto luchó y nadó, no
pudo encontrar nada a lo que aferrarse. Estaba siendo forzado a caer. Muy, muy despacio.
¿Crees que alguna vez se dio cuenta de que era el trabajo de Control de Caída?
El Ogro quería saltar a tierra. Deseó poder rajar a los aventureros. No quería una
muerte patética como esta. No quería ahogarse. No. Pero su grito se convirtió en burbujas,
estallando y desapareciendo antes de llegar a la superficie del lago.
Y ese fue su fin.
—... Así que se acabó. —Goblin Slayer se levantó en la orilla y se dio la vuelta,
claramente agotado. Su cuerpo se sentía aún más pesado que antes. Era como si todo su
ser estuviera hecho de plomo. Incluso respirar era difícil, y sintió el impulso de quitarse el
casco. No, no debe. Todavía había goblins. Todavía. No pudo quitárselo. Todavía había ...
—Goblin Slayer, señor, aquí.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una oferta galante de una botella a su
lado. Miró y vio a la Sacerdotisa, obviamente cansada, mirando a través de su visor y
sosteniendo una poción de resistencia.
—Ah. —Dijo Goblin Slayer, rascando su voz—… Gracias. Eso ayuda.
—Nada. —Respondió la Sacerdotisa, sonrojándose tímidamente y mirando hacia
abajo—. Siempre me estás ayudando.
—¿Es eso así? —Goblin Slayer bebió la poción.
—Así es. —La Sacerdotisa se sentó pesadamente a su lado.
Goblin Slayer finalmente pudo respirar profundamente.
—Hombre, acabamos de tomar a un Ogro de frente. —Dijo la Arquera como si no
pudiera creerlo. Miró fijamente el agua, su superficie aún perturbada por pequeñas ondas.
Luego dio un golpe triunfal con sus orejas y se dirigió al grupo con una amplia sonrisa—.
¡¿Eso no nos hace tan buenos como los aventureros con Rango Oro?!
—No empieces. —Dijo el Enano Chamán con un gesto desdeñoso—. Una vez que
te conviertes en Oro, te involucras en política, y eso es todo peligro y ninguna ganancia.
—Oh sí, supongo que sí. —Respondió la Alta Elfa Arquera, sonando decepcionada.
Parecía haber olvidado por completo su pequeña discusión con el enano en medio de la
batalla.
Tan simple. El Enano Chamán se rió para sí mismo, acariciando su barba y tomando
un trago de vino.
—Así, solo así. Uno puede tener la fuerza de un Oro, pero para salvar todas las
molestias, uno sigue siendo Plata. Bueno, usar el rango a la ligera es lo mejor. —El
Sacerdote Lagarto, liberando el gancho de agarre de donde había estado en el árbol, rodó
los ojos felizmente. La cuerda había sido cortada, pero el gancho en sí seguía bien. Los
verdaderos aventureros sabían la importancia de reutilizar materiales siempre que sea
posible, incluso pequeñas cosas como esta—. Esto es de alta calidad. —Agregó,
levantando el martillo de guerra que el Ogro había soltado durante sus luchas.
Los hombres-lagarto, por tradición, luchaban solo con sus colmillos y garras y no
usaban armas, pero aun así, tenían un buen ojo para las valiosas artesanías de metal. No
era una calavera o un corazón, pero sería un buen trofeo.
—El botín importa ... Ahora, Milord Goblin Slayer, supongo que la limpieza vendrá
después.
—Sí. —Goblin Slayer asintió levemente y miró hacia la aldea en ruinas, de donde
aún salía humo.
Todavía había goblins alrededor. Y las mujeres anteriormente cautivas
permanecían en el pozo, esperando que terminara la batalla. Ahora que la verdadera pelea
había terminado, tuvieron que atar los cabos sueltos. Reducir la cantidad de goblins en el
mundo.
Había una montaña de cosas que todavía tenían que hacerse, por lo que no había
sido su día para morir.
—Entonces ... Un Ogro, ¿verdad? —Goblin Slayer sintió que su fuerza regresaba
gracias a la poción; se puso de pie. Se tambaleó ligeramente y la Sacerdotisa lo sostuvo
con una mano delicada. Goblin Slayer volvió a hablar—: Los goblins son mucho más
aterradores.
T
res aventureros corrieron precipitadamente en medio de los montones de nieve.
Incluso el Cazador Liebre, al frente del grupo, estaba luchando por respirar, por lo
que los otros dos estaban, por supuesto, en peor forma.
Sin embargo, lo que necesitaban más que nada ahora era tiempo.
Tenían que estar atentos a los Pies Grandes que habían huido a las montañas. Esas
criaturas eran lo suficientemente tenues como para que no supieran cuándo rendirse.
Un peso especialmente pesado en sus mentes fue el giro inesperado al pie de la
montaña. La ansiedad los llenó por los amigos que habían ido a investigar.
Probablemente no sea gran cosa.
Pero, de nuevo, los grandes negocios eran prácticamente la definición de una
aventura. Incluso los dioses en su mesa en lo alto de los cielos no sabían cómo aterrizarían
los dados.
El Guerrero Novato podía sentir sus nervios deshilacharse. Sí, la nieve y el viento
se habían despejado, pero las cosas en polvo que atrapaban sus pies no se habían
derretido, y no lo harían. Probablemente había nevado aquí desde los albores del tiempo.
Debería haber pensado más en mi calzado.
Era un poco tarde para lamentar esta elección en particular, pero el Guerrero
Novato no pudo evitar la idea. Solo el hecho de que se hubiera mantenido vivo durante la
batalla en la cueva le permitió sentir remordimiento ahora. Tendría que saborear esa
buena fortuna, sentir su arrepentimiento al máximo y dejar que lo hiciera más sabio la
próxima vez.
A pesar del aguijón de su incapacidad para prepararse, no dejó de moverse
mientras miraba por encima del hombro.
—Oye, ¿estás bien?
—¡Me las estoy ... arreglando ...! —El aliento de la Aprendiz de Clériga se quedó sin
aliento. Su espada y balanzas se redujeron a nada más que un bastón. Su ropa abrigada,
que vestía contra las tempestuosas colinas, dejaba su cara roja, perlas de sudor brillando
en su frente.
El chico sonrió levemente. No debe verse mucho mejor que ella. Extendió una
mano.
—Aquí.
—… Gracias.
¿La brevedad de su respuesta se redujo a la timidez, o simplemente a la fatiga? Ella
apartó la vista de él, pero el Guerrero Novato tomó su pequeña mano con firmeza y la
ayudó a sacarla de la nieve. Volvió a mirar hacia adelante para encontrar al Cazador
Liebre muy por delante de ellos.
—¡Oye! Lo siento, pero ¿podemos …?
… descansar un poco, estaba a punto de decir, pero se interrumpió.
El Cazador Liebre se había detenido. Sus largas orejas se balanceaban en el viento,
y tendió una pata blanca gordita en la dirección correspondiente.
—¿? …¿Qué pasa?
—¡Algo viene por aquí! —Gritó la Liebre.
Ante esta advertencia, los aventureros tomaron inmediatamente posturas de lucha.
Estaban al borde del agotamiento, sin experiencia, y esta fue la primera aventura del
Cazador Liebre.
Pero eran aventureros.
No tenían hechizos, habían usado su milagro, pero podían pararse y luchar con las
armas que tenían: era lo más natural del mundo. El Guerrero Novato salió al frente,
cubriendo a la Aprendiz de Clériga detrás de él. El Cazador Liebre llegó saltando,
preparando su ballesta.
Y luego esperaron… ¿un minuto? ¿Dos minutos? O tal vez solo fueron unos
segundos. Para el Guerrero Novato, se sintió como una hora.
Finalmente, el Cazador Liebre parpadeó. El Guerrero Novato pudo ver figuras
cada vez más cercanas. Solo formas, al principio. Entonces más claramente. Dos pequeñas
sombras.
Uno, de hecho, muy pequeño: una rhea. Y un pelirrojo ...
—¡E... eres tú ...!
—¿Buh? Oye, ¿qué diablos estás haciendo aquí? —El mago pelirrojo parpadeó
confundido, tan importante como siempre. La chica rhea que vino corriendo a su lado, la
Luchadora Rhea, le dio al chico una patada amistosa en la espalda con el pie descalzo—.
¡¿Oeyowch?!
—¡Hey chicos, ha pasado un tiempo! ¿Cómo habeis estado?
Puedes ignorarlo, dijo ella con un gesto de su mano, siguiendo su propio consejo
cuando se trataba del aullido del Mago.
La Aprendiz de Clériga le echó una larga mirada a la cara y luego sonrió
lentamente. Tenía sus dedos entumecidos, apretando la mano con su espada pequeña
pero inconfundible.
—¡Gracias…! ¡Sí, hemos estado genial! ¿Qué hay de vosotros? ¿Habeis estado bien?
—¡Hemos hecho cien aventuras correctas! —Se jactó la Luchadora Rhea con una
sonrisa tímida—. Es difícil mantenerse castigado. No ha sido más que entrenamiento para
nosotros. —Luego, sus ojos, brillantes con la curiosidad característica de un rhea, se
posaron en el Cazador Liebre—. ¡Bien! Parece que tenéis algunas historias propias. ¡Solo
mira a este adorable amigo!
—Er ... —Dijo el adorable amigo con cierta vacilación—. ¿Los conoceis?
—Son amigos. —Respondió el Guerrero Novato rápidamente—. ¿Cierto?
—... —El Mago guardó silencio por un momento, pero luego respondió de mala
gana—: Sí.
Eso hizo que la Luchadora Rhea se riera, y le lanzó una mirada antes de intentar
cambiar de tema.
—¿Entonces cuál es la historia? ¿Alguna misión?
—Sí, bueno ... —Hablando rápidamente, el Guerrero Novato resumió la situación
tal como estaba. Con un suspiro agudo, la Aprendiz de Clériga proporcionó detalles que
se perdió en su ansiosa carrera. Entonces el Cazador Liebre agregó una o dos cosas, y
finalmente los demás asintieron.
—Entiendo. —Dijo la Luchadora Rhea—. Así que por eso llamaron a esas personas.
—¿Llamaron? ¿Esas personas ...? —La Aprendiz de Clériga ladeó la cabeza,
desconcertada.
—Uh-huh. —Dijo la Luchadora Rhea—. Ese maestro dijo que tenía algo que hacer
por aquí.
—... Y dijo que hasta que terminara, deberíamos mantenernos ocupados, tal vez
ayudando a esas personas.
—Sin embargo, no es un maestro mío. —Murmuró el Mago para sí, con aspecto
hosco.
—Estas personas ... —Las orejas del Cazador Liebre se estiraron aún más—... ¿Te
refieres a los de allá?
Hasta que la Liebre los mencionó, el Guerrero Novato había sido completamente
ajeno a ellos. La Aprendiz de Clériga, también; no era más perceptiva que cualquier otra
niña de su edad. De hecho, incluso el Cazador Liebre solo los había notado un momento
antes.
Sobre la cresta nevada aparecieron tres aventureros. Un guerrero y un mago.
Ambas mujeres. Y guiándolas, una chiquilla de cabello oscuro. Tenía una espada
ostentosamente grande en la cadera, pero salió corriendo por la nieve como una niña
pequeña, con una sonrisa tan brillante como el sol.
—¿Cuál es el trato? —Exigió—. ¿Algo pasa?
—Er, bueno, mis ... amigos ... —El Mago fulminó con la mirada a la sonriente
Luchadora Rhea—. Ellos…
Continuó explicando la situación aún más brevemente que el Guerrero Novato, la
chica asintió.
—Suena bien, ¿verdad? —Dijo la chica, volviéndose hacia sus compañeras—. ¡Creo
que puedo hacer la diferencia aquí!
—No hay muchas opciones. —Dijo la guerrera con un movimiento de cabeza, y la
maga murmuró—: Vi venir esto.
—Todo lo que se necesita es alguien en apuros para involucrarte. —Dijo la
guerrera.
—... Sí, pensé que podría llegar a esto. —Agregó la Maga.
La chica tiró juguetonamente del final de su nariz con una risa tímida. Luego le dio
al Guerrero Novato una fuerte palmada en el hombro, hinchando su pequeño pecho con
orgullo.
—¡Muy bien chico! ¡Simplemente dejanos el resto!
—... ¿Eh? ¡¿Eh?! —Cuando el Guerrero Novato entendió las palabras de la chica,
sus ojos se abrieron de par en par.
El Cazador Liebre soltó una carcajada.
En cuanto a lo que sucedió después de eso, seguramente no necesita ser explicado.
B
ueno, parece que fue realmente horrible ... —La Chica del Gremio podría no
haberlo experimentado ella misma, pero sus palabras calentaron el corazón con su
— mezcla de gratitud y preocupación.
—Sí. —La Sacerdotisa, que finalmente había terminado su informe, asintió con la
cabeza, incapaz de decir nada más. Cerca de la mano había una taza de té negro que la
Chica del Gremio había preparado para ella. Tomó un sorbo o dos y luego dijo “Sí” otra
vez, suavemente—. Fue bastante duro para nosotros ... Pero Goblin Slayer ... ¿Un Ogro?
¿Quién podría haberlo imaginado?
—Creo que Orcbolg va a estar bien. —Dijo la Alta Elfa Arquera a su lado. Ella
había estado ayudando con el informe; ahora golpeó una mano sobre el escritorio con
frustración—. ¡Pero esta chica de aquí! ¡Ella ha sido francamente ... francamente
envenenada!
—¿Envenenada ...?
—No, eso no es del todo ... —Aturdida, la Sacerdotisa miró a izquierda y derecha
en busca de ayuda.
—Bueno, uno absorbe la influencia de sus predecesores. —Esto vino de un jovial
Sacerdote Lagarto. Su cola se balanceó por el suelo y sus ojos giraron felices en su
cabeza—. Sea el camino bueno o malo, avanzar es inherentemente digno de respeto. —
Hizo un extraño gesto con las palmas juntas, mientras miraba la enorme pieza de metal
que colgaba de la pared en la sala de espera del Gremio. Era tanto el trofeo de una
aventura como la prueba de que se había agregado un nuevo capítulo a la historia
histórica de este Gremio.
El Lancero y la Bruja, entre otros, lo estudiaban atentamente, con el grupo del
Guerrero Pesado justo detrás de ellos. La mujer Caballero extendió la mano para intentar
cogerlo, pero el Guerrero Pesado la detuvo; ella lo miró con mala cara.
—Tendré que traer un bonito escudo o algo que lo acompañe. —El Enano Chamán
observó a los admiradores con diversión, tomó un sorbo de su jarra de vino y se lamió las
gotas de la barba con satisfacción—. Gigantes, un vampiro, y para colmo, un ogro. Incluso
para nuestros estándares, esa es una aventura bastante pícara.
—Ciertamente ... —La Chica del Gremio asintió, revisando sus hojas de aventura e
informes. Pensaba que no había sido hace tanto tiempo que habían rescatado a una chica
noble de una mazmorra. Qué serie de aventuras increíbles. Esta vez, parecía que también
habían trabajado con aventureros enviados desde la capital ...
—Así que, ¿quién resultó estar detrás de todo eso, de todos modos? —La Arquera
preguntó, pateando sus piernas bien formadas.
Una excelente pregunta, para estar seguro. La persona misteriosa que retrasó el
inicio de la primavera y contó tanto con una Bruja de Hielo como un Ogro entre sus
subordinados.
—Cierto. —Dijo la Chica del Gremio, juntando los papeles cuidadosamente y
decidiendo que podía decir eso—. Suponemos que algún vestigio del ejército del Señor
Demonio estaba planeando algo, pero ... Parece que la Heroína los destruyó.
—Excelente, en verdad. —Dijo el Sacerdote Lagarto fácilmente. A diferencia de la
Chica del Gremio, no había gratitud ni preocupación en su voz. En su opinión, mientras
pudiera construir su leyenda y comprar queso con sus recompensas, no había mucho más
que decir—. Hablando de esta venerada Heroína, parece que ha estado bastante ocupada
yendo y viniendo. Si puedo decirlo.
—Sí. Alguien con una fuerza como la suya tiene mucho que hacer, muchas cosas.
—Dijo la Chica del Gremio.
—Los Plata se cuidan un poco. —Dijo el Sacerdote Lagarto casi para sí mismo.
El Enano Chamán contuvo la risa, mientras que la Arquera dejó escapar un molesto
resoplido. Ella hinchó las mejillas, pero a pesar de su infantilismo, el gesto tenía una
elegancia acorde con un Gran Elfo, y dijo:
—Entonces, ¿dónde está Orcbolg?
—De acuerdo con él ... piensa que de vez en cuando debería irse a casa temprano.
Aunque creo que generalmente lo hace de todos modos. —Concluyó la Chica del Gremio,
medio decepcionada y medio resignada.
—¡Oh! —Dijo la Alta Elfa Arquera con un movimiento intrigante de sus orejas—.
Lo entiendo. —Si es así, ella podría haber sido la única—. Incluso puedes contar con
Orcbolg ... a veces.
—Bueno, si se trata de quién tuvo más dificultades esta vez, habría de nominar a
esa chica de la granja.
—De hecho, aun así. Le deseo sus días tranquilos, que estos eventos no influyan
negativamente en su trabajo.
—Te refieres al queso. —Dijo la Alta Elfa Arquera con exasperación, provocando
un giro alegre de los ojos del Sacerdote Lagarto.
Alguien soltó una carcajada, que se extendió a toda la compañía hasta que todo el
Gremio resonó con gentil alegría.
—U-um, de verdad… no creo que envenenado sea una palabra justa ... —La
Sacerdotisa continuó objetando, pero fue ahogada por el coro de risas. Ella hinchó las
mejillas con ira y miró a todos, pero a nadie parecía importarle.
Sin embargo, cuando miró hacia otro lado, hosca, estaban el Guerrero Novato y la
Aprendiz de Clériga, junto con el Cazador Liebre. El joven guerrero compartía con
entusiasmo historias de su aventura, acompañado de conferencias e interjecciones
ocasionales de sus compañeros. No sabía cuántos puntos de experiencia tenían esos tres,
pero estaba segura de que el guerrero y la clériga, al menos, ya no podían ser llamados
novatos.
Y ella… ¿qué hay de ella?
La Sacerdotisa quiere creer que ella estaba avanzando. Si ella les preguntara a sus
antiguos compañeros ... ¿qué le dirían?
Ella cerró los ojos con fuerza y sacudió la cabeza. Con el más elegante de los
movimientos, la Alta Elfa Arquera la miró a la cara.
—¿Qué pasa? Oye, ¿estás realmente molesta? Lo siento. Lo dije como un cumplido,
más o menos.
La Sacerdotisa dejó escapar un suspiro de alivio, mirando a los ojos de la elfa.
—No. Bueno ... —Esta vez estaba segura—. Tal vez estaba un poco molesta.
Ella sonrió intencionadamente, ganándose un exagerado "¿Waaa?" de su amiga
mucho mayor.
Al darse cuenta de lo gracioso que era esto, la Sacerdotisa comenzó a reír.
§
El cielo es azul en todas partes, pero desde la ventana de la granja, era un azul que ella
reconoció. La Vaquera miró el cielo que se extendía afuera, apoyando la barbilla en sus
manos y dejando escapar un suspiro melancólico.
Sé por qué mi tío está preocupado, pero aún así.
Después de que ella regresó, había habido toda una serie de eventos que fueron
inquietantes y también de alguna manera tranquilizadores. Cuando llegó a la ciudad, la
había acogido, regañado y la recepcionista la había molestado; ella lo había esperado.
Y luego todo había terminado.
Desafortunadamente, el negocio había salido mal, pero escuchó que al menos los
arreglos de su tío habían llegado a tiempo. Se decía que las tramas oscuras que habían
estado echando raíces en esa área habían sido deshechas por algún aventurero increíble.
Ahora todo había vuelto a ser como antes. Él Se dirigió a aventuras con sus
compañeros, mientras ella vivía en la granja. Si había un problema del que hablar, era que
su tío rara vez veía conveniente dejarla salir de la casa.
Al menos podría dejarme hacer algunas entregas uno de estos días.
Se iba a ablandar, Y lo último que quería era engordar, y para su tío era muy difícil
manejar todo el trabajo él solo. Por supuesto, pensar en cómo debía sentirse su tío la
molestaba. No quería preocuparlo innecesariamente. Pero por alguna extraña razón, a
pesar de la confusión y la vacilación de la Vaquera, una cosa que nunca sintió fue miedo o
terror.
Después de todo lo que me ha pasado, ¿seguramente esperarías que yo ...?
Por otra parte, tal vez ella sabía la razón. La Vaquera sonrió suavemente, se rió
para sí misma donde nadie podía ver. El único que la escuchó fue el canario gorjeando en
su jaula. La Vaquera asomó los dedos por los barrotes y se levantó del alféizar.
Bueno, estar deprimida no me llevará a ninguna parte.
—¡Mejor empieza con la ropa! —Dijo alegremente, para alentarse, y luego se dedicó
a las tareas del hogar.
Pasó de una habitación a otra sacando sábanas de las camas, luego las arrojó al
lavabo del patio. Todo lo que necesitaba era un poco de agua y cenizas, y estaría lista.
—Oooh… —Murmuró, temblando por el agua fría del pozo mientras pisaba la ropa
con los pies descalzos. Las sábanas se apretaron bajo los dedos de los pies; sacó el tapón y
drenó el agua, luego repitió el proceso. Finalmente, colgó las sábanas con una cuerda en el
patio bajo el cielo azul, dando a los bordes un tirón bueno y duro, y terminó.
—¡Guau! —Exclamó con un rebote de su pecho generoso. Se limpió el sudor de la
frente.
—Hrmph, pensé que olía a leche. Apuesto a que hay mucho.
La voz ronca la tomó completamente por sorpresa; ella giró hacia allí. Solo pensó
que había sentido un viento del oeste. Una brisa seca desde la dirección del sol poniente.
Pero justo cuando esperaba que pasara la ráfaga, vio una pequeña sombra negra como
una mancha en la tierra. La sombra se volvió en una figura, un hombre terriblemente viejo
que parecía haber visto tantos años como cualquier roca o árbol.
Un viejo rhea. La Vaquera parpadeó y dijo:
—Er, ¿puedo ayudarlo?
—Muy bien, no. —El rhea apretó las mandíbulas por un momento y luego escupió
ruidosamente—. Ronda por este lugar… Él está aquí, ¿no?
—¿?
—El aventurero, el extraño. —El rhea rió rencorosamente, mostrando los dientes
torcidos—. El idiota, el tonto, la maravilla sin talento cuya única característica redentora es
que se toma todo muy en serio.
La Vaquera frunció los labios, no muy complacida. Ella sabía a quién se refería,
pero quería objetar que él estaba equivocado.
—Sí, un aventurero vive aquí, pero nadie tan extraño como lo estás describiendo.
—Las palabras salieron más bruscamente, más agresivamente de lo que pretendía.
El viejo se sorprendió.
—¡Huh!
Eso le hizo darse cuenta. No fue el mejor comienzo. Sabía que era infantil, y abrió la
boca para disculparse, pero ...
—Así que dime. Vosotros dos, er, ¿os lleváis bien?
—¿Eh?
Incluso la Vaquera podría captar el significado detrás del tono despectivo. Sintió un
rubor de vergüenza extenderse por sus mejillas.
—Estás equivocado. —Lo corrigió intencionadamente.
—Por cierto, un viejo mago dijo algo una vez:
El repentino cambio de tema del rhea pilló con la guardia baja a la Vaquera.
—¿U-un viejo ... mago? —Le hizo pensar en el rhea frente a ella. Estaba arrugado y
anciano.
Pero el rhea, tal vez recogiendo este tren de pensamiento, resopló con desagrado.
—Dijo que las pequeñas cosas cuentan más que las grandes aventuras. Y un enano
dijo algo más. —El rhea continuó y la Vaquera se encontró inclinándose más cerca. Su voz
no era para nada hermosa, pero era extrañamente convincente—: Dijo que en lo profundo
de ti hay una belleza que ni siquiera conoces. —Una mano como una garra se extendió, y
la Vaquera inconscientemente dio un paso atrás, temerosa de que estuviera a punto de
agarrar su pecho. El viejo sonrió como un tiburón con dientes muy desiguales, una
expresión grande, amplia y salvaje—: Qué te vaya bien, entonces, dulce niña de pueblo.
¡Me alegro de haberme detenido aquí!
Y entonces el viento sopló de nuevo.
—¡Eep! —Exclamó la Vaquera, cerrando los ojos con sorpresa.
Cuando los abrió, la sombra se había ido, como si nunca hubiera estado allí. Como
si hubiera sido guardado en su bolsillo.
—... ¿Qué, qué fue eso ...? —La Vaquera respiró hondo y dejó salir el aire
nuevamente, tratando de calmar su corazón palpitante.
Se le pasó por la cabeza preguntarle al respecto, pero extrañamente, descubrió que
la idea no se sentía del todo bien. Después de todo, todo el asunto apenas había durado
un momento. Había aparecido una sombra, arrastrada por el viento, que había sido
arrastrada de nuevo. Había tantas cosas en este mundo que una joven humana ni siquiera
podría imaginar… Este podría haber sido uno de ellos.
Y había muchas cosas más importantes, en lo que a ella respectaba.
— ... ¡Oh sí, tengo que preparar la cena!
Ella haría su favorito: estofado con mucha leche. Revisó para ver cómo se secaban
las sábanas, luego regresó a la casa trotando suavemente. Puso los ingredientes en una
olla, lo puso a hervir y comenzó a revolver. Finalmente, un dulce aroma comenzó a salir
por la ventana con la brisa.
Vio una figura oscura que bajaba por el camino que conducía desde la ciudad, con
la puesta de sol rojo-negra a sus espaldas. Era la silueta del aventurero más ridículo, más
patético pero más genial del mundo entero.
Ella comenzó a tararear cuando lo vio por la ventana, mostrándole una sonrisa
cuando entró por la puerta.
—¡Bienvenido a casa!
El mundo no había terminado ayer. Había continuado hoy y, estaba segura,
continuaría mañana.
No había nada más tan precioso como eso.
H
ola! Kumo Kagyu here.
¿Os gustó el Volumen 9 de Goblin Slayer?
Creo que era una historia en la que habría goblins, así que Goblin Slayer los mató.
Realmente puse mi corazón al escribirlo, así que haría muy feliz que lo
disfrutarais.
Estoy emocionado de decir que habrá un anime, y que la versión de manga está
muy bien, lo que significa que las novelas ligeras también tienen que mantener su final ...
He tenido mucho trabajo que hacer, y eso es fantástico, pero ahora he escrito varias
palabras clave seguidas. Estoy empezando a sudar por cosas sobre las que escribir. Tengo
ganas de correr por las sombras de las grandes ciudades y los ángeles en guerra son todo
lo que tengo… o tal vez no. Aún así, el hecho de que he llegado hasta aquí es gracias a la
ayuda de muchas personas, así que comencemos con nuestra lista de agradecimiento.
A todos mis amigos creativos y de juegos, siempre os estoy agradecido.
Para Kannatuki-sensei, mi ilustrador, nuestra amiga Liebre se ve adorable; ¡gracias
por eso!
Para Kurose-sensei, quien hace el manga, creo que estamos justo al final del
Volumen 2 mientras escribo esto, ¡y me encanta cada minuto de él ...!
A todos los administradores del sitio resumen, les agradezco mucho su aliento.
A todos en editorial, les debo mucho. Gracias por ayudar con otro libro.
Y a todos los que no conozco pero que han participado en este libro, gracias.
Luego están mis lectores, los que realmente tomaron este libro, ¡gracias! Es vuestra
ayuda y apoyo lo que me ha permitido comenzar dos nuevas historias. Sé que no todos
quieren cosas de relaciones públicas en la parte posterior de sus libros, pero tened
paciencia conmigo aquí. Me las arreglé para llenar seis líneas completas con solo
agradecimientos, después de todo. Pensad en esto como una forma más de ayudarme.
La primera de las nuevas historias que mencioné es la segunda, la historia
secundaria, o spin-off. Llamado Tsubanari no Daikatana, narra la batalla contra los demonios
10 años antes de que comience Goblin Slayer. Dicho de esta manera: si Goblin Slayer es una
historia de aventuras, esta es su historia.
Luego está Tenka Isshu, en el que el personaje más augusto, Imagawa Ujizane, y su
esposa viajan a Kioto y se pelean con algunos ninjas. Así es: es una historia de samurai.
¿Quién demonios sería tan estúpido como para enviar una historia como esa para el
Premio de Novato de Novela Ligera? Fallaría en la última ronda de selecciones, y
terminarían allí de pie llorando, "¡Adriaaaan!" Er, quiero decir, eso es lo que imagino que
sucedería.
Además, Goblin Slayer Volumen 10 todavía está en proceso. Solo puedo suponer
que los goblins aparecerán y Goblin Slayer tendrá que matarlos.
Daré todo para escribir cada uno de estos libros, así que disfrutadlos.
Bueno, os veré en lo que salga a continuación.
¡Adiós por ahora!