10 Cuentos Infantiles Ilustrados
10 Cuentos Infantiles Ilustrados
10 Cuentos Infantiles Ilustrados
Un anciano rey tuvo que huir de su pas asolado por la guerra. Sin escolta
alguna, cansado y hambriento, lleg a una granja solitaria, en medio del pas
enemigo, donde solicit asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el
granjero se lo concedi de la mejor gana. No contento con ofrecer una oppara
cena al caminante, le proporcion un bao y ropa limpia, adems de una
confortable habitacin para pasar la noche.
Y sucedi que, en medio de la oscuridad, el granjero escuch una plegaria
musitada en la habitacin del desconocido y pudo distinguir sus palabras:
-Gracias, Seor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de
hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea
perseguido por haberme ayudado.
El generoso granjero prepar un esplndido desayuno para su husped y
cuando ste se marchaba, hasta le entreg una bolsa con monedas de oro para
sus gastos.
Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se
prometi recompensar al hombre si algn da recobraba el trono.
Algunos meses despus estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar
al caritativo labriego, al que concedi un ttulo de nobleza y colm de honores.
Adems, fiando en la nobleza de sus sentimientos, le consult en todos los
asuntos delicados del reino.
EL LOBO
Cauto, silencioso, el lobo sali una noche del bosque atrado por el olor del
rebao. Con paso lento se acerc al redil lleno de ovejas, poniendo atencin en
donde pona la pata para no despertar con el ms leve ruido al dormido perro.
Sin embargo, la puso sobre una tabla y la tabla se movi. Para castigarse por
aquel error, el lobo levant la pata con que habla tropezado y se la mordi
hasta hacerse sangre.
Verdad, amiguitos, que este lobo fue el mejor juez de s mismo?
EL EMIR CAPRICHOSO
Hubo una vez en un lugar de la Arabia un emir sumamente rico y muy
caprichoso en el comer. Los mejores cocineros de la regin trabajaban para l,
forzando cada da su imaginacin para satisfacer sus exigencias.
Harto ya de tiernos faisanes y pescados raros, un da llam a su cocinero jefe y
le dijo:
-Ahmed, voy a pedirte que me busques algn manjar que no haya probado
nunca, porque mi apetito va decayendo. Si quieres seguir a mi servicio, tendrs
que ingeniarte cmo hacerlo.
-Si me ingenio y logro sorprenderos, qu me daris?
Aquel gran glotn, repuso:
-La mano de mi bellsima hija
Al da siguiente, el propio Ahmed sirvi al Emir en una bandeja de oro, el
nuevo manjar. Parecan muslos de ave adornados con una artstica guarnicin.
Comi el Emir y grit entusiasmado:
-Bravo, Ahmed! Esto es lo ms exquisito que he comido nunca. Puedes
decirme qu es?
-El loro viejo que conservabais en su jaula de plata, seor.
-Tunante! Me has engaado. No te casars con mi hija!
El Gran Visir intervino en el pleito. Y puesto que el Emir haba proclamado que
el manjar era exquisito, sentenci a favor del cocinero, que fue dichossimo con
su hermosa princesa.
EL ASNO Y EL HIELO
Era invierno, haca mucho fro y todos los caminos se hallaban helados. El
asnito, que estaba cansado, no se encontraba con nimos para caminar hasta
el establo.
-Ea, aqu me quedo! -se dijo, dejndose caer al suelo. Un aterido y hambriento
gorrioncillo fue a posarse cerca de su oreja y le dijo:
-Asno, buen amigo, tenga cuidado; no ests en el camino, sino en un lago
helado.
-Djame, tengo sueo ! Y, con un largo bostezo, se qued dormido.
Poco a poco, el calor de su cuerpo comenz a fundir el hielo hasta que, de
pronto, se rompi con un gran chasquido. El asno despert al caer al agua y
empez a pedir socorro, pero nadie pudo ayudarle, aunque el gorrin bien lo
hubiera querido.
La historia del asnito ahogado debera hacer reflexionar a muchos
holgazanes. Porque la pereza suele traer estas consecuencias.
LA GRATITUD DE LA FIERA
Un pobre esclavo de la antigua Roma, en un descuido de su amo, escap al
bosque. Se llamaba Androcles. Buscando refugio seguro, encontr una cueva. A
la dbil luz que llegaba del exterior, el muchacho descubri un soberbio len.
Se lama la pata derecha y ruga de vez en cuando. Androcles, sin sentir temor,
se dijo:
-Este pobre animal debe estar herido. Parece como si el destino me hubiera
guiado hasta aqu para que pueda ayudarle. Vamos, amigo, no temas, vamos...
As, hablndole con suavidad, Androcles venci el recelo de la fiera y tante su
herida hasta encontrar una flecha profundamente clavada. Se la extrajo y
luego le lav la herida con agua fresca.
Durante varios das, el len y el hombre compartieron la cueva. Hasta que
Androcles, creyendo que ya no le buscaran se decidi a salir. Varios
centuriones romanos armados con sus lanzas cayeron sobre l y le llevaron
prisionero al circo.
Pasados unos das, fue sacado de su pestilente mazmorra.
El recinto estaba lleno a rebosar de gentes ansiosas de contemplar la lucha.
Androcles se aprest a luchar con el len que se diriga hacia l. De pronto,
con un espantoso rugido, la fiera se detuvo en seco y comenz a restregar
cariosamente su cabezota contra el cuerpo del esclavo.
-Sublime! Es sublime! Csar, perdona al esclavo, pues ha sojuzgado a la
fiera! -gritaron los espectadores
El emperador orden que el esclavo fuera puesto en libertad. Lo que todos
ignoraron fue que Androcles no posea ningn poder especial y que lo ocurrido
no era sino la demostracin de la gratitud del animal.
LA FALSA APARIENCIA
Un da, por encargo de su abuelita, Adela fue al bosque en busca de setas para
la comida. Encontr unas muy bellas, grandes y de hermosos colores llen con
ellas su cestillo.
-Mira abuelita -dijo al llegar a casa-, he trado las ms hermosas...
mira qu bonito es su color escarlata!
Haba otras ms arrugadas, pero las he dejado.
-Hija ma -repuso la ancianaEsas arrugadas son las que yo siempre he recogido. Te has dejado guiar por
las y apariencias engaosas y has trado a casa hongos que contienen veneno.
Si los comiramos, enfermaramos; quizs algo peor...
Adela comprendi entonces que no deba dejarse guiar por el bello aspecto de
las cosas, que a veces ocultan un mal desconocido.
EL VIAJERO EXTRAVIADO
Erase un campesino suizo, de violento carcter, poco simptico con sus
semejantes y cruel con los animales, especialmente los perros, a los que
trataba a pedradas.
Un da de invierno, tuvo que aventurarse en las montaas nevadas para ir a
recoger la herencia de un pariente, pero se perdi en el camino. Era un da
terrible y la tempestad se abati sobre l. En medio de la oscuridad, el hombre
resbal y fue a caer al abismo. Entonces llam a gritos, pidiendo auxilio, pero
nadie llegaba en su socorro. Tena una pierna rota y no poda salir de all por
sus propios medios.
-Dios mo, voy a morir congelado...
-se dijo.
Y de pronto, cuando estaba a punto de perder el conocimiento, sinti un
aliento clido en su cara. Un hermoso perrazo le estaba dando calor con
inteligencia casi humana. Llevaba una manta en el lomo y un barrilito de