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¿Por Qué Soy Cesacionista

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Por qué soy cesacionista

Thomas Schreiner
febrero 26, 2014
https://descubriendolaverdad.wordpress.com/2014/02/26/por-que-soy-cesacionistathomas-schreiner/

No estoy escribiendo sobre este tema porque tenga la respuesta final sobre los dones espirituales, puesto
que es una cuestión difícil, y cristianos que aman a Dios y a la Biblia están en desacuerdo. Los lectores deben
saber que Sam Storms y yo somos amigos. Nos amamos unos a otros, a pesar de que diferimos en un tema
secundario o terciario, mientras que al mismo tiempo defendemos la importancia de la verdad. Con los años
me he convencido de que algunos de los llamados dones carismáticos ya no se dan y que no son una
característica regular de la vida en la iglesia. Pienso, en particular, en los dones de apostolado, profecía,
lenguas, sanación y milagros (y tal vez de discernimiento de los espíritus).

¿Por qué iba alguien a pensar que algunos de los dones se han retirado? Voy a argumentar que dicha lectura
se ajusta mejor a la Escritura y la experiencia. La Escritura tiene prioridad sobre la experiencia, ya que es la
autoridad final; pero la Escritura también debe correlacionarse con la vida, y nuestras experiencias nos
deben provocar a asegurarnos de si hemos leído la Biblia correctamente. Ninguno de nosotros lee la Biblia
en el vacío, y por lo tanto tenemos que volver a las Escrituras varias veces para asegurarse de que la hemos
leído con fidelidad.

El fundamento de los apóstoles y los profetas


Pablo dice que la iglesia está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas” (Efesios 2:20).
Llego a la conclusión de que todo lo que necesitamos saber para la salvación y la santificación se ha dado a
nosotros a través de la enseñanza de los apóstoles y profetas, y que esta enseñanza se encuentra ahora en
las Escrituras. Ahora que Dios ha hablado en los últimos días a través de su Hijo (Hebreos 1:2), no
necesitamos más palabras de Él para explicar lo que Jesucristo ha hecho en su ministerio, muerte y
resurrección. En lugar de ello, debemos exhortarnos “a contender ardientemente por la fe que de una vez
para siempre fue entregada a los santos” a través de los apóstoles y profetas (Judas 3).

Para decirlo de otra manera, ya no tenemos apóstoles como Pablo y Pedro y Juan. Nos dieron la enseñanza
autoritativa por la cual la iglesia sigue viviendo hasta nuestros días, y que es la única enseñanza que
necesitaremos hasta que Jesús regrese. Sabemos que nuevos apóstoles no aparecerán, ya que Pablo dice
específicamente que él era el último de los apóstoles (1 Corintios 15:8). Y cuando Jacobo, hermano de Juan,
murió (Hechos 12:2), no fue reemplazado. Apóstoles, en el sentido técnico, se limitan a los que han visto al
Señor resucitado y han sido comisionados por Él, y nadie desde los tiempos apostólicos se ajusta a estos
criterios. Los apóstoles fueron designados exclusivamente para los primeros días de la iglesia para establecer
la doctrina ortodoxa. No hay justificación, entonces, en decir que todavía hay apóstoles hoy. De hecho, si
alguien dice hoy ser un apóstol, deberíamos estar preocupados, porque tal afirmación abre la puerta a la
enseñanza falsa y al abuso de autoridad.

Si el don del apostolado ha terminado, entonces otros dones pueden haber cesado también, ya que el
fundamento ha sido puesto por los apóstoles y profetas (Efesios 2:20). Llego a la conclusión de este punto
que el don de la profecía ha terminado también, porque los profetas identificados aquí son el mismo tipo
mencionado en otra parte (cf. 1 Cor 12:28; Ef 3:5; 4:11). Las primeras iglesias no tenían el canon completo
de las Escrituras durante algún tiempo, y por lo tanto era necesario un ministerio profético autoritario e
infalible para sentar las bases para la iglesia en esos primeros días.

El argumento bíblico más importante en contra de lo que estoy diciendo es la afirmación de que el Nuevo
Testamento (NT) se diferencia de la profecía del Antiguo Testamento (AT), porque algunos dicen que la
profecía del AT es infalible pero la profecía del NT se mezcla con el error. Pero la idea de que los profetas del
Nuevo Testamento podrían cometer errores no es convincente por varias razones. 1) El peso de la prueba
recae sobre aquellos que dicen que la profecía en el Nuevo Testamento es de una naturaleza diferente a la
profecía en el Antiguo Testamento. Los Profetas en el Antiguo Testamento solo se consideraron profetas de
Dios si eran infalibles (Deut. 18:15-22), y lo mismo es casi seguro en el NT. 2) La amonestación para juzgar las
profecías en lugar de los profetas (1 Cor. 14:29-32; 1 Ts. 5:19-20) es a menudo adjudicado a que el don es
diferente en el NT. Pero este argumento no es convincente, porque la única manera de juzgar profetas en
ambos Testamentos es por sus profecías. Solo sabemos que los profetas no son de Dios si sus profecías son
falsas o si sus palabras contradicen las enseñanzas bíblicas. 3) No tenemos ejemplo de un profeta del NT que
se equivocó. Agabo no se equivocó al profetizar que Pablo estaría atado por los Judíos y entregado a los
romanos (Hechos 21:10-11).

Decir que erró exige más precisión de lo que las profecías justifican. Por otra parte, después de que Pablo
fue detenido, apeló a las palabras de Agabo, diciendo que fue entregado a los romanos por los Judíos
(Hechos 28:17), así que está claro que no creía que Agabo cometió un error. Agabo habló las palabras del
Espíritu Santo (Hechos 11:28; 21:11), así que no tenemos ejemplo en el Nuevo Testamento de profetas
cuyas profecías se mezclaron con error.

Algunos objetan que mi visión de la profecía es desviada ya que había cientos y miles de profecías en
tiempos del NT que nunca llegaron a ser parte del canon. Esa objeción no es convincente, sin embargo,
porque lo mismo era cierto en el Antiguo Testamento. La mayor parte de las profecías de Elías y Eliseo nunca
fueron escritas. O podemos pensar en los 100 profetas escondidos por Abdías (1 Reyes 18:4). Al parecer
ninguna de sus profecías fueron parte de la Escritura. Sin embargo, las profecías eran del todo ciertas y sin
mezcla de error, o de lo contrario no habrían sido profetas (Deut. 18:15-22). El mismo principio se aplica a
las profecías de los profetas del NT. Sus palabras no se registran para nosotros, pero si eran verdaderamente
profetas entonces sus palabras eran infalibles.

Lo que algunas personas hoy en día llaman “profecías” son en realidad impresiones de Dios. Él puede usar
impresiones para guiar y conducirnos, pero no son infalibles, y siempre deben ser probadas por las
Escrituras. También debemos consultar con consejeros sabios antes de actuar en tales impresiones. Yo amo
a mis hermanos y hermanas carismáticos, pero lo que ellos llaman “profecía” de hoy no es en realidad el don
bíblico de profecía. Impresiones dadas por Dios no son lo mismo que las profecías.

¿Qué pasa con las lenguas?


El don de lenguas es un problema más difícil. En Hechos (2:1-4; 10:44-48; 19:1-7) este don significa que la
época de cumplimiento ha llegado a donde se están cumpliendo las promesas del pacto de Dios. 1 Corintios
14:1-5 y Hechos 2:17-18 también sugieren que interpretar (o entender) lenguas son equivalentes a la
profecía. Parece, entonces, que la profecía y las lenguas están estrechamente relacionadas. Si la profecía ha
dejado de existir, entonces, las lenguas probablemente han terminado también. Además, está claro a partir
de Hechos que el don implica el hablar en lenguas extranjeras (Hechos 2), y Pedro enfatiza en el caso de
Cornelio y sus amigos que los gentiles recibieron el mismo don que los Judíos (Hechos 11:16-17).

Tampoco es convincente decir que el don en 1 Corintios 12-14 es de una naturaleza diferente (es decir,
expresiones de éxtasis). La palabra lenguas (glossa) indica un código lingüístico, un lenguaje estructurado,
no vocalización al azar y libre. Cuando Pablo dice que nadie entiende a los que hablan en lenguas, ya que
pronuncian misterios (1 Cor. 14:2), él no está sugiriendo que el don es diferente de lo que encontramos en
Hechos. Aquellos que escucharon las lenguas en Hechos entendían lo que decían porque sabían los
lenguajes que los apóstoles estaban hablando. Si no se conoce el idioma, entonces el orador de la lengua
habla misterios. Tampoco 1 Corintios 13:1 (lenguas de ángeles) apoya la idea de que el don de lenguas
consiste en expresiones extáticas. Pablo usa la hipérbole en 1 Corintios 13:1-3. Él exagera claramente
cuando se refiere al don de profecía (1 Cor. 13:2), porque nadie que profetiza conoce “todos los misterios y
toda ciencia.”
Creo que lo que está sucediendo en los círculos carismáticos hoy, con respecto a las lenguas, es similar a lo
que vimos con la profecía. El don es redefinido para incluir la vocalización libre, y entonces la gente dice
tener el don descrito en las Escrituras. Al hacerlo, redefinen el don para dar cabida a la experiencia
contemporánea. Entonces ¿son demoníacas las lenguas contemporáneas? No lo creo. Estoy de acuerdo con
JI Packer, que la experiencia es más una forma de relajación psicológica.

Milagros y sanidades
¿Qué pasa con los milagros y sanidades? En primer lugar, creo que Dios todavía sana y hace cosas
milagrosas, y debemos orar por tales. La Escritura no es tan clara en este asunto, y por lo tanto estos dones
podrían existir hoy. Sin embargo, la función principal de estos dones era acreditar el mensaje del evangelio,
lo que confirma que Jesús era Señor y Cristo. Dudo que el don de milagros y sanidades existe hoy en día, ya
que no es evidente que los hombres y mujeres en nuestras iglesias tienen tales dones. Ciertamente, Dios
puede sanar, y a veces lo hace, pero ¿dónde están las personas con estos dones? Las afirmaciones por
milagros y sanidades deben ser verificadas, así como el pueblo verificó la sanidad del ciego en Juan 9. Hay
una especie de escepticismo bíblicamente justificado.

Ahora, ¿es posible que Dios en situaciones misioneras de vanguardia conceda milagros y señales y prodigios,
para acreditar el evangelio como lo hizo en los tiempos apostólicos? Sí. Pero eso no es lo mismo que tener
estos dones como un elemento habitual en la vida actual de la iglesia. Si las señales y milagros de los
apóstoles regresaron, deberíamos ver a los ciegos recibir su vista, los cojos andar, y los muertos resucitar.
Dios sana hoy (a veces de manera espectacular), pero la sanidad de los resfriados, la gripe, articulaciones, el
estómago y problemas de espalda, y así sucesivamente, no están en la misma categoría que las sanidades
que se encuentran en las Escrituras. Si las personas realmente tienen el don de sanidad y milagros hoy en
día, tienen que demostrar tales al hacer las clases de sanidades y milagros que se encuentran en la Biblia.
¿Contradice 1 Corintios 13:8-12 a su opinión?
Vamos a considerar una objeción a la idea de que algunos de los dones han cesado. ¿Enseña 1 Corintios
13:8-12 que los dones perduran hasta que Jesús venga otra vez? Ciertamente este texto enseña que los
dones podrían durar hasta que Jesús regrese. No hay enseñanza definitiva en la Biblia de que han cesado.
Incluso, podríamos esperar que duren hasta la segunda venida. Pero vemos indicios de Efesios 2:20 y otros
textos que los dones han desempeñado un papel fundamental. Concluyo, entonces, que 1 Corintios 13:8-12
permite, pero no requiere, que los dones continúen hasta la segunda venida. Y los dones, tal como se
practican hoy en día, no encajan con la descripción bíblica de estos dones.

Por razones como estas, los reformadores y la mayor parte de la tradición protestante hasta el SXX creyeron
que los dones habían cesado. Llego a la conclusión de que tanto la Escritura y la experiencia verifican su
afirmación sobre el asunto.
_______
Thomas Schreiner es profesor de interpretación de Nuevo Testamento y decano adjunto de interpretación
de la Escritura para The Southern Baptist Theological Seminary en Louisville, Kentucky.
Publicado originalmente el 23 de Enero para The Gospel Coalition. Traducido porArmando Valdez

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