El Retorno de La Comedia de Costumbres
El Retorno de La Comedia de Costumbres
El Retorno de La Comedia de Costumbres
Julia Kratje1
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Universidad de Buenos Aires
juliakratje@gmail.com
Abstract: The genre of comedy (in its different versions: satirical, romantic, of customs,
grotesque, entanglements, dramatic) crosses a set of Argentine films that are built
around everyday life in interiors and open spaces, domestic and non-domestic areas. In
this context, Rompecabezas (2009), Natalia Smirnoff’s opera prima, participates in a
return of the comedy of customs with grotesque nuances. This film constructs a moral
horizon in tune with contemporary transformations of the social and family model. The
main characteristics of the comedy of customs as a deliberate result of the search for an
“increased realism” come from the demarcation of characters, spaces, music and
framings.
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Julia Kratjees doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, donde
actualmente dicta clases. Su investigación postdoctoral sobre los contrapuntos audiovisuales en
el cine latinoamericano contemporáneo, financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas, está radicada en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
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Gonzalo Aguilar desarrolla en su estudio sobre el Nuevo Cine Argentino estas dos grandes
formas de la ficción, que radicalizan componentes sociales diseminados a lo largo de las últimas
décadas: el “nomadismo” y el “sedentarismo”. Me interesa señalar que las figuraciones disruptivas
en torno a los géneros (cinematográficos y sexuales) son posibilitadas por las aperturas narrativas
y estéticas que se inscriben en el fenómeno cultural de renovación del cine argentino, a
diferencia de las comedias del cine comercial que en cambio suele descansar en la reproducción
de estereotipos, como Tiempo de valientes (2005) de Damián Szifrón, Un novio para mi mujer
(2008) de Juan Taratuto, Dos Hermanos (2010) de Daniel Burman, Mi primera boda (2011) de Ariel
Winograd, Un cuento chino (2011) de Sebastián Borensztein. Pese a que en la actualidad se discute
in extenso acerca de si el cine argentino más o menos independiente todavía conserva su
capacidad expresiva y fuerza rupturista o, en cambio, se asienta en una especie de establishment
de lo alternativo, mi hipótesis es que en el caso de las comedias los alcances críticos del
mainstream son muy limitados. Al respecto, véase el estudio sobre las películas que han contado
con mayor exhibición en salas multicines de Buenos Aires entre 1997 y 2008, realizado por Lucía
Rud, en el que se indica la correlación entre los modos de producción y los modos de
representación, en tanto se considera que “las películas más exhibidas, de carácter industrial y
producidas indirectamente por conglomerados mediáticos trasnacionales, sostienen un modo de
representación conservador —tanto en sus aspectos estéticos y estilísticos como en el imaginario
que presentan—.” Por otra parte, sería interesante indagar los posibles “vasos comunicantes”
entre el cine independiente y el industrial, tanto respecto a rasgos estilísticos como a pautas de
consumo, que despliega el género de la comedia (cuestión que excede los márgenes del presente
trabajo).
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La división del mundo laboral involucra tiempos y espacios distribuidos sexualmente: en tanto
actividades que no dejan huella, cuyo consumo apenas sobrevive al acto de su producción, las
labores, las tareas domésticas, el apoyo escolar y el cuidado de personas remiten a la concepción
de un tiempo invisible e infravalorado respecto al tiempo del trabajo productivo, remunerado,
fuera del hogar.
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Desde teorías fílmicas feministas, el género de la comedia ha sido muy poco abordado. En su
ensayo sobre “Film bodies”, Williams solamente menciona el caso de la “comedia física
clownesca”, que implica una reacción del público diferente a la del melodrama, el porno o el
terror, debido a que no pretende imitar las sensaciones experimentadas por el comediante.
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Acerca de las representaciones visuales de los géneros más populares entre los consumos
culturales de las mujeres, como el melodrama cinematográfico y el culebrón televisivo, así como
de la elaboración de un “female/feminine spectator” en cuanto al problema de la relación
espectador/a-texto, véanse los trabajos señeros de Ann Kaplan, Annette Kuhn, Christine Gledhill
y Mary Ann Doane.
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Me refiero, en términos generales, a los cambios en el mundo del trabajo, las transformaciones
del espacio urbano, las migraciones, la intensificación del consumo, la omnipresencia de medios
audiovisuales y redes informáticas, las mutaciones en la manifestación de la sexualidad. La idea
de “clima afectivo” retoma algunas acepciones de la noción de “Stimmung”, vinculada en este
caso a la de “estructuras del sentimiento”, que según Raymond Williams “anteceden a los cambios
más reconocibles de ideas y creencias formales que conforman la historia ordinaria de la
conciencia. (...) el arte es una de las actividades humanas primordiales, y que puede lograr la
articulación no sólo del sistema social o intelectual, impuesto o constitutivo, sino también de su
experiencia, de su consecuencia” (44).
De comedias y costumbres
Los géneros cinematográficos desempeñan una función de
conmemoración de aspectos clave de la historia colectiva. La comedia de
costumbres, en este caso, evoca las tradiciones culturales en torno a la vida
cotidiana en el ámbito familiar y justifica la existencia contemporánea de esas
prácticas.
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Siguiendo los trabajos de María Valdez y de Pascual Quinziano, la comedia constituye un género
poroso, impuro, escurridizo, ambiguo, según se puede ver desde el período del cine clásico
argentino, en films de Manuel Romero, Lucas Demare, Carlos Schlieper, Luis Bayón Herrera, Luis
César Amadori.
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En el caso de Smirnoff, el “retorno” se podría pensar a partir de continuidades y rupturas con
las comedias pertenecientes al denominado “cine de ingenuas”, como Así es la vida (1939) y Los
martes, orquídeas (1941) de Francisco Mugica, que estaban definidas por “los buenos sentimientos,
la humildad y la fuerte unión de las familias [que] permitirán el sostenimiento de los valores
tradicionales, mejorándolos y actualizándolos sin traicionar sus bases fundamentales”, según
indica Alejandro Kelly (55).
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Si en Akerman la tensión desemboca en un gesto de destrucción con reminiscencias punk, en
Smirnoff el conflicto se encauza hacia el bienestar individual.
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En una charla organizada por el Centro de Investigación Cinematográfica (CIC, 8 de octubre de
2014), Natalia Smirnoff señaló que los espacios interiores no incluyen azul, sino que todos los
colores son cálidos; este efecto procura aumentar el realismo.
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En En busca de la felicidad, Cavell indaga Las tres noches de Eva (The Lady Eve, 1941) de Preston
Sturges, Sucedió una noche (It Happened One Night, 1934) de Frank Capra, La fiera de mi niña
(Bringing Up Baby, 1938) de Howard Hawks, Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940)
de George Cukor, Luna nueva (His Girl Friday, 1940) de Howard Hawks y La pícara puritana (The
Awful Truth, 1937) de Leo McCarey.
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Al respecto, remito a Más allá de las lágrimas, obra en la que Cavell explora la negación de los
rasgos propios del melodrama “de la mujer desconocida” con respecto a la comedia de enredo
matrimonial, donde señala: “incluso dentro de esta atmósfera de igualdad [presente en las
comedias analizadas en En busca de la felicidad], el hombre sigue siendo privilegiado” debido a
que “conserva una sombra de vileza” (25).
Color familiar
Laura Mulvey indica que el melodrama familiar se asienta en el espacio
literal y psicológico de la casa, revelándolo como un terreno complejo de
significaciones sociales y sexuales. Pilar del orden nacional y fundamento de la
familia, la casa es el dominio burgués por excelencia, locus del mundo privado al
que las mujeres son circunscriptas con tenacidad.
“Como ciencia del hogar, la economía doméstica supone equilibrio de
vida”, indica Michelle Perrot (11, subrayado mío). Ahora bien, tal como se pone de
relieve en el melodrama, este microcosmos es un territorio de fuerzas en
disputa. Desde la distribución del tiempo y el uso de las distintas habitaciones y
los lugares de circulación hasta las relaciones entre padres e hijos, varones y
mujeres, la armonía familiar aparece desequilibrada. La película de Smirnoff, en
este sentido, se acerca al universo de la “imaginación melodramática”, para
volver sobre la conocida formulación de Peter Brooks.
Las tensiones se plasman en las conversaciones alrededor de la mesa del
comedor: en una escena, Juan discute con Iván sobre el futuro del comercio
familiar. “Es tu negocio”, dice al padre. “Es nuestro negocio. Es mío, es tuyo, fue
de tu abuelo, entonces no entiendo...” “No, es tu negocio. Yo tengo otro trabajo,
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Ricardo Manetti indica que el subgénero “melodrama de madre” escenifica las formaciones
hegemónicas del imaginario social argentino de la época del cine industrial clásico con respecto a
la maternidad, en un conjunto de films como Besos brujos (1937) y La ley que olvidaron (1937) de
José A. Ferreyra, Puerta cerrada (1939) de Luis Saslavsky, Una mujer sin importancia (1945) de Luis
Bayón Herrera, Bendita seas (1956) de Luis Mottura, Deshonra (1952) de Daniel Tinayre, Pobre mi
madre querida (1948) de Ralph Pappier y Homero Manzi.
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Sobre este film, remito al trabajo de Diana Paladino. Pero en lugar del humor farsesco y la
sátira, presentes en Esperando la carroza, el costumbrismo del film de Smirnoff está contenido
por una nota lúdica de fantasía (v. infra).
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Basada en el cuento homónimo de Angélica Gorodischer, la película de Menis transcurre, con
varios saltos temporales, entre 1892 y 1929, en una colonia judía de la provincia de Entre Ríos.
Desde su nacimiento en la planchada del barco alemán que trae a la familia rusa, a consecuencia
del pogrom, hasta el puerto de Buenos Aires colmado de inmigrantes, la protagonista, llamada
Gertrudis, es despreciada por su madre, que esperaba un hijo varón y la considera, además, poco
agraciada. Ignorada y relegada, se vuelve invisible a los ojos de quienes la rodean. Sin embargo,
detrás de su carácter introvertido posee un intenso mundo interno que le permite ver detalles
aparentemente insignificantes mientras se ocupa de la jardinería, la cocina y la lectura. La
rutinaria vida de campo se quiebra cuando un fotógrafo francés, que llega a la estancia para
realizar un retrato familiar, descubre la belleza singular de la protagonista. El fotógrafo y
Gertrudis se enamoran y terminan yéndose juntos, para desconcierto de la familia. En esta línea,
otra narrativa de autoafirmación que también se podría poner en relación con la película de
Smirnoff está presente en Gilda, no me arrepiento de este amor (2016) de Lorena Muñoz.
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La “verosimilización del realismo” refiere a una forma de realismo que se acerca a la siguiente
variante expuesta por Roman Jakobson: “Veamos una anécdota del tipo ‘adivinanza armenia’:
‘¿Qué es eso verde colgado en la sala? —Bueno, es un arenque. —¿Por qué en la sala ? —Porque no
había lugar en la cocina. —¿Por qué verde? —Lo han pintado. —Pero, ¿por qué? —Para que sea más
difícil adivinar’. Este deseo de hacer más difícil la adivinanza, de demorar el reconocimiento, tiene
por consecuencia acentuar el nuevo rasgo, el epíteto original. Dostoievski escribía que en el arte,
para mostrar el objeto es necesario proceder por exageración, deformar su apariencia
precedente, colorearlo como se colorean las preparaciones para observarla en el microscopio.
Usted colorea el objeto en forma diferente y piensa: se ha vuelto más sensible, más visible, más
real” (77).
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El “propio ritmo” remite a la noción de “idiorritmia”, forjada por Roland Barthes para señalar la
necesaria consubstancialidad entre poder y ritmo.
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Se trata de una forma temporal “circular”, que se contrapone al tiempo lineal ocupado en
actividades productivas, puesto que se afirma en la repetición de pequeños actos ritualizados que
carecen en sí mismos de principio y de fin.
Clima de fantasía
Johan Huizinga señala que las cualidades centrales del juego
(principalmente, su exterioridad respecto de las normas que rigen la vida
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Casi un siglo atrás, en cambio, como escribió Virginia Woolf, “una mujer debe tener dinero y
una habitación propia para poder escribir novelas (...), una bastante cantidad de estas cosas
deseables, tiempo, dinero y ocio” (6, 68).
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La pregunta, en este punto, es cómo proyectar una reconstrucción de la música de hace 3.000
años. Egiptólogos de la Universidad de El Cairo han intentado realizar una aproximación a la
música del Antiguo Reino sobre la base de registros visuales: dibujos de músicos tocando flautas,
tambores, laúdes, campanillas, panderos, crótalos, siguiendo los gestos de las manos de los
directores del conjunto; restos de versos, como “las canciones han llegado a estar tristes”;
representaciones de Hathor, diosa de la Música, la Danza, el Amor y las expresiones de alegría en
general, que han quedado plasmadas en papiros y esculturas de templos y mausoleos. Por su
parte, los musicólogos Hans Hickmann y Rafael Pérez llevaron a cabo un trabajo de
reconstrucción de piezas sonoras. La música del film de Smirnoff se acerca, en sus parámetros
principales, a esta corriente contemporánea, más que, por citar algunos casos paradigmáticos de
películas que transcurren en el Antiguo Egipto, a las bandas compuestas para Cleopatra (1934) de
Cecil B. DeMille, Sinuhé, el egipcio (The Egyptian, 1954) de Muchael Curtiz o Tierra de faraones
(Land of the Pharaohs, 1955) de Howard Hawks.
Una vez ganado el primer premio, Roberto invita a María del Carmen a un
brindis. El jazz instrumental acompaña de fondo la íntima celebración. Su
pretendida “sofisticación” marca un contrapunto con la música que ilustra el
entorno cotidiano y regional de María del Carmen, por ejemplo, durante el viaje
de regreso a su casa en remise, cuando escucha una cumbia acompañada por
acordeón. La protagonista mueve tímidamente su torso al ritmo de la canción,
Consideraciones finales
La película de Natalia Smirnoff contribuye a desnaturalizar la mirada
androcéntrica sobre la distribución desigual de los tiempos, espacios y
ocupaciones familiares. La forma que asume la temporalidad del film se asienta
en lo cotidiano, que incluye una variedad de ciclos repetitivos, pero también
interrupciones y fracturas. La trama, que avanza progresivamente en pos de la
afirmación de un ritmo propio para el ama de casa, unido al deseo, el ocio y el
juego, permite entrever puntos de fuga del movimiento cíclico que impone el
proceso incesante del trabajo doméstico. Al entregarse a los rompecabezas, la
protagonista logra ampliar su aprehensión del mundo: la experiencia lúdica
vuelve más porosas las fronteras entre realidad e imaginación. En este sentido, la
adjunción al ámbito privado de una zona de juego, si bien no subvierte el orden
familiar, altera y reorganiza la vida sedentaria. Con el impulso lúdico se delinea
una subjetividad deseante: para el ama de casa, el juego se convierte en una
fuente de ocio creativo. Aunque rechace el viaje que se ganó en el concurso para
asistir al torneo mundial de rompecabezas en Alemania, la decisión no se
configura como una resignación. En el interior de una arquitectura de poder que
Bibliografía
Aguilar, Gonzalo. Otros mundos. Un ensayo sobre el nuevo cine argentino. Buenos
Aires: Santiago Arcos, 2006.
Akerman, Chantal. “La heladera está vacía. Podemos llenarla”. Chantal Akerman.
Una autobiografía. Buenos Aires: Malba, 2005. 25-74.
Amado, Ana. “Imágenes de sensatez y sentimientos (el nuevo cine desde una
lectura de género)”. Ponencia leída en la apertura del IV Congreso de la
Asociación Argentina de Estudios sobre Cine y Audiovisual: Documental/ficción:
cruces interdisciplinarios e imaginación política, Facultad de Humanidades y
Artes, Universidad Nacional de Rosario, 13, 14 y 15 de marzo de 2014. Texto cedido
por la autora.
Cavell, Stanley. Más allá de las lágrimas. Madrid: La balsa de la Medusa, 2009.
Doane, Mary Ann. The Desire to Desire: The Woman’s Film of the 1940’s.
Bloomington: Indiana University Press, 1987.
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Kuhn, Annette. “Women’s Genres. Melodrama, Soap Opera and Theory”. Screen.
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Mulvey, Laura. “Pandora: Topographies of the Mask and Curiosity”. Sexuality and
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Williams, Linda. “Film Bodies: Gender, Genre, and Excess”. Film Quarterly. 44. 4
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