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040 - J.R. Ward - Prison Camp - 03 - La Vivora

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J. R.

WARD 03 La Víbora

1
J. R. WARD 03 La Víbora

ESTE LIBRO ESTA TRADUCIDO


POR EL GRUPO

SIN ÁNIMO DE LUCRO Y SIN


NINGUNA RETRIBUCIÓN
RECIBIDA POR ELLO.
ESTÁ HECHO CON CARIÑO DE
FANS PARA FANS DE HABLA NO
INGLESA
NO COMPARTIR EN REDES
SOCIALES

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J. R. WARD 03 La Víbora

TRADUCCIÓN
Jesse Harper Rebe82
Nela Verona Dahl Maite M
Nathlla Cecci S@li Sujey
Bianka Nica Morazan Vero HDN

CORRECCIÓN
Anabel
Sujey

MAQUETA
Sujey

FORMATOS
Sujey

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J. R. WARD 03 La Víbora

Para un macho de valor, que siempre vio la


belleza que había debajo, y para la hembra
que le dejó entrar en su corazón.

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J. R. WARD 03 La Víbora

En esta nueva entrega del Campo de Prisioneros, la autora número uno de los
bestsellers del New York Times, J. R. Ward, escribe una desgarradora historia de
amor y traición en el mundo de la Hermandad de la Daga Negra...

Inculpado por el espeluznante asesinato de su shellan y sin saber la oscura verdad


que se esconde tras su apareamiento concertad, Kane es condenado al infame
campo de prisioneros. Siglos más tarde, cuando sufre horribles quemaduras al
intentar salvar a otros, reza, sin saber qué revelaciones le esperan, para por fin
reunirse con su pareja en el Fade...

Nadya es una enfermera autodidacta que hace lo que puede para aliviar el
sufrimiento de los prisioneros. Cuando Kane queda bajo su cuidado, no puede
evitar, por razones muy personales, empatizar con su estado y cuando los guardias
se lo llevan por última vez, teme que se enfrente a una muerte terrible.

Tras un audaz rescate, a Kane se le ofrece un tratamiento que cambiará su propia


naturaleza. Eligiendo la vida, regresa por la hembra que tan bien lo cuidó, pero su
deber con Nadya lo pone en un curso de colisión con su propio pasado. Cuando los
secretos largamente enterrados salen a la luz, su autodestrucción será inevitable...
a menos que el verdadero amor pueda salvar su alma.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Ahstrux Nohtrum (n.) Guardia privado con licencia para


matara quien el Rey le otorga su posición.

Avenge (v.) Acto de retribución mortal, realizado típicamente


por un ser querido masculino.

Black Dagger Brotherhood (pr. N.) Guerreros vampiros


altamente entrenados que protegen a su especie contra la
Sociedad Lessening. Como resultado de la cría selectiva dentro
de la raza, los Hermanos poseen una inmensa fuerza física y
mental, así como capacidades rápidas de curación. No son
hermanos en su mayor parte, y son incorporados a la
Hermandad tras la nominación de los Hermanos. Agresivos,
autosuficientes y reservados por naturaleza, son sujetos de
leyendas y objetos de reverencia en el mundo de los vampiros.
Pueden ser asesinados solo por las heridas más graves, por
ejemplo, un disparo o una puñalada en el corazón, etc.

Esclavo de Sangre (n.) Vampiro macho o hembra que ha


sido subyugado para satisfacer las necesidades de sangre de
otro. La práctica de mantener esclavos de sangre ha sido
prohibida.
Elegidas (pr. n.) hembras de vampiro que han sido criadas

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paraservir a la Virgen Escriba. En el pasado, estaban enfocados


espiritualmente más que temporalmente, pero eso cambió con
el ascenso del Primale, que las liberó del Santuario. Con la
Virgen Escriba desapareciendo de su papel, son
completamente autónomos y aprenden a vivir en la tierra.
Continúan satisfaciendo las necesidades de sangre de los
miembros no emparejados de la Hermandad, así como de los
Hermanos que no pueden alimentarse de sus shellans o
combatientes heridos.

Chrih (n.) Símbolo de muerte honorable en el idioma antiguo.

Cohntehst (n.) Conflicto entre dos machos que compiten por


el derecho a ser el compañero de una hembra.

Dhunhd (pr. N.) Infierno.

Doggen (n.) Miembro de la clase sirvienta dentro del mundo


vampiro. Los Doggen tiene tradiciones antiguas y
conservadoras sobre el servicio a sus superiores, siguiendo un
código formal de vestimenta y comportamiento. Pueden salir
durante el día, pero envejecen relativamente rápido. La
esperanza de vida es de aproximadamente quinientos años.

Ehros (n.) Una Elegida entrenada en materia de artes sexuales.

Exhile Dhoble (n.) El gemelo malvado o maldito, el segundo


nacido.

El Fade (pr. n.) Reino no temporal donde los muertos se


reúnencon sus seres queridos y pasan la eternidad.

Primera Familia (pr. N.) El rey y la reina de los vampiros, y


cualquier hijo que puedan tener.

Ghardian (n.) Custodio de un individuo. Hay diversos grados


de ghardians, siendo el ser más poderoso el de una hembra
aislada.

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Glymera (n.) El núcleo social de la aristocracia,


aproximadamente equivalente a la Regencia de Inglaterra.

Hellren (S.) Vampiro macho que se ha apareado con una


hembra. Los machos pueden tomar más de una hembra como
pareja.

Hyslop (n. o v.) Término que se refiere a un lapso en el juicio,


que típicamente da como resultado el compromiso de las
operaciones mecánicas de un vehículo o algún otro tipo de
transporte motorizado. Por ejemplo, dejar las llaves en el coche
mientras está aparcado fuera de la casa familiar durante la
noche, con lo cual dicho vehículo es robado.

Leahdyre (n.) Una persona de poder e influencia.

Leelan (adj. o n.) Un término de cariño traducido libremente


como "querido".

Lessening Society (pr. N.) Orden de asesinos convocada por


el Omega con el fin de erradicar la especie de vampiros.

Lesser (n.) Humano desalmado que ataca a los vampiros para


su exterminio como miembro de la Sociedad Lessening. Los
lesser deben ser apuñalados en el pecho para ser asesinados;
de lo contrario no tienen edad. No comen ni beben y son
impotentes. Con el tiempo, su cabello, piel e iris pierden
pigmentación hasta que son rubios, pálidos y de ojos claros.
Huelen a talco para bebé. Inducidos en la sociedad por el
Omega, retienen un frasco de cerámica en el que se colocó su
corazón después de extraerlo.

Lewlhen (n.) Regalo.

Lheage (n.) Término de respeto utilizado por una sumisa sexual


para referirse a su dominante.

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Lhenihan (pr. N.) Una bestia mítica reconocida por su


destreza sexual. En argot moderno, se refiere a un macho de
tamaño preternatural y resistencia sexual.

Lys (n.) Herramienta de tortura utilizada para eliminar los ojos.

Mahmen (n.) Madre. Se usa tanto como un identificador como


un término de afecto.

Mhis (n.) El enmascaramiento de un entorno físico dado; La


creación de un campo de ilusión.

Nalla (n., f.) o nallum (n., m.) Amado.

PeRiodo de Necesidad (n.) Tiempo de fertilidad de un


vampiro hembra, generalmente duradero durante dos días y
acompañado de intensos antojos sexuales. Ocurre
aproximadamente cinco años después de la transición de una
hembra y luego una vez cada diez años. Todos los machos
responden hasta cierto punto si están cerca de una hembra en
su necesidad. Puede ser un momento peligroso, con conflictos
y peleas entre machos que compiten, particularmente si la
hembra no está apareada.

Newling (n.) Una virgen.

Omega (pr. n.) Figura malévola y mística que ha apuntado a


los vampiros para la extinción por resentimiento dirigido hacia
el La Virgen Escriba. Existe en un reino no temporal y tiene
amplios poderes, aunque no el poder de la creación.

Phearsom (adj.) Término que se refiere a la potencia de los


órganos sexuales de un macho. Traducción literal algo cercano
a "digno de entrar en una hembra".

Princeps (pr. N.) Nivel más alto de la aristocracia vampírica,


solo superado por los miembros de la Primera Familia o las
Elegidas de la Virgen Escriba. El título se otorga por
nacimiento; No puede ser conferido.

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Pyrocant (S.) Se refiere a una debilidad crítica en un


individuo.La debilidad puede ser interna, como una adicción, o
externa, como un amante.

Rahlman (S.) Salvador.

Rythe (n.) Manera ritual de afirmar el honor otorgado por


alguien que ofendió a otro. Si es aceptado, el ofendido elige un
arma y golpea al ofensor, quien se presenta el mismo sin
defensas.

Virgen Escriba (pr. n.) Fuerza mística que anteriormente fue


consejera del Rey, así como la encargada de los archivos de
vampiros y el dispensador de privilegios. Existió en un reino no
temporal y tenía poderes extensos, pero recientemente
renunció y le dio su puesto a otro. Capaz de un solo acto de
creación, que ella gastó para dar vida a los vampiros.

Sehclusion (n.) Estado conferido por el Rey a una hembra de


la aristocracia como resultado de una petición de la familia de
la hembra. Coloca el hembra bajo la única dirección de su
ghardian, típicamente el macho de más edad de su casa. Su
ghardian tiene el derecho legal de determinar todo tipo de vida,
restringiendo a voluntad todos y cada una de las interacciones
que tiene con el mundo.

Shellan (n.) Vampiro hembra que se ha apareado con un


macho. Las hembras generalmente no toman más de un
compañero debido a la naturaleza altamente territorial de los
machos emparejados.

Symphath (n.) Subespecie dentro de la raza vampiro


caracterizada por la capacidad y el deseo de manipular
emociones en otros (con el propósito de un intercambio de
energía), entre otros rasgos. Históricamente, han sido
discriminados y, durante ciertas épocas, cazados porvampiros.
Están cerca de la extinción.

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Talhman (n.) El lado malo de un individuo. Una mancha


oscura en el alma que requiere expresión si no se elimina
correctamente.

La Tumba (pr. n.) Bóveda sagrada de la Hermandad de la


Daga Negra. Utilizado como un sitio ceremonial, así como una
instalación de almacenamiento para los frascos de lessers. Las
ceremonias realizadas allí incluyen inducciones, funerales y
acciones disciplinarias contra hermanos. Nadie puede entrar a
excepción de miembros de la Hermandad, la Virgen Escriba, o
candidatos para inducción.

Trahyner (n.) Palabra utilizada entre machos de respeto y


afecto mutuos. Traducido libremente como "amigo querido".

Transición (n.) Momento crítico en la vida de un vampiro


cuando él o ella se transforman en un adulto. A partir de
entonces, él o ella debe beber la sangre del sexo opuesto para
sobrevivir y no puede soportar la luz solar. Ocurre
generalmente a mediados de los años veinte. Algunos vampiros
no sobreviven a sus transiciones, los machos en particular.
Antes de sus transiciones, los vampiros son físicamente
débiles, sexualmente inconscientes y no responden, y no
pueden desmaterializarse.

Vampiro (n.) Miembro de una especie separada de la de


Homo sapiens. Los vampiros deben beber la sangre del sexo
opuesto para sobrevivir. La sangre humana los mantendrá
vivos, aunque la fuerza no dura mucho. Después de sus
transiciones, que ocurren a mediados de sus veintes, son
incapaces de salir a la luz solar y debe alimentarse de la vena
regularmente. Los vampiros no pueden "convertir" a los
humanos a través de una mordida o transferencia de sangre,
aunque en raras ocasiones pueden reproducirse con las otras
especies. Los vampiros pueden desmaterializarse a voluntad,
aunque deben poder calmarse ellos mismos y concentrarse
para hacerlo y no pueden llevar nada pesado con ellos. Son

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capaces de despojar los recuerdos de los humanos, siempre


que dichos recuerdos sean a corto plazo. Algunos vampiros
pueden leer mentes. La esperanza de vida es superior a mil
años, o en algunos casos, incluso más.

Wahlker (n.) Un individuo que murió y regresó a la vida del


Fade Se les otorga un gran respeto y se los venera por sus
tribulaciones.

Whard (n.) Equivalente de un padrino o madrina de un


individuo.

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PRÓLOGO

1824 (Años Humanos)


Caldwell, Nueva York

Kanemille, hijo de Ulyss el Viejo, cabalgaba sobre un buen corcel


a través del bosque iluminado por la luna, con los cascos herrados de
su semental favorito amortiguados por las capas de agujas de pino y
hojas caídas. El fRio de noviembre había llegado a la tierra, como
una promesa del abrazo helado del invierno, y en verdad, aunque la
temperatura más baja complicaba algunas formas de vida y
sustento, él disfrutaba del cambio de estación.

No había nada que le gustara más que un hogar cálido en una


noche fría.

Cuando se liberó de la arboleda, su caballo siguió sin rumbo el


camino trillado que bordeaba la pradera y se acercaba a los jardines
traseros de la casa solariega de Kane. De hecho, apenas un año
antes, cuando cruzó el océano para establecerse aquí en el Nuevo
Mundo, no había esperado encontrar tanto del Viejo Mundo, en su
mudanza. Sin embargo, desde la casa de estilo georgiano que
habitaba, hasta sus terrenos y establos, pasando por el propio
paisaje de su propiedad, se sentía maravillosamente a gusto.

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Por otra parte, tal vez fuera más bien el hecho de estar recién
casado lo que le daba un brillo de confort profundo en el alma y una
disposición optimista y amable hacia varios y diversos.

He aquí, su amada leelan, Cordelhia, era una hembra de valor, y


qué suerte tenía. Y pensar que el apareamiento casi no se había
producido.

Como era costumbre entre las familias de la glymera, su unión


fue arreglada, el emparejamiento se había establecido entre la
familia de ella aquí y lo que quedaba de la suya en la madre patria.
Su anciana tía había actuado como su representante, y el trato había
sido correcto y adecuado, lo había concluido la mahmen de Cordelhia
cuando su sire se había marchado al Fade el año anterior. A cambio
de la promesa de Kane de cruzar el océano y ofrecerse en la
ceremonia de apareamiento, se le había concedido esta gran finca,
totalmente dotada de personal y mobiliario, junto con seis buenos
caballos de carruaje, cuatro corceles y un rebaño de vacas lecheras.
También se había hecho un pago muy considerable a su nombre, que
proporcionaba una amplia asignación para su nuevo shellan y su
hogar.

Cuando su tía le presentó los frutos de su negociación, su


negativa inicial hizo que la anciana entrara en un paroxismo. Parte
de su dura postura había sido el hecho de que no sabía nada de sus
planes para él. La otra parte había sido la reticencia a encadenarse a
un apareamiento sin amor. Sin embargo, las súplicas de su tía desde
lo que resultó ser su lecho de muerte habían sido desgarradoras.
Siendo la última de la generación más antigua de su línea de sangre,
había temido no cumplir el voto que había hecho a su hermana de ver
a Kanemille llegar a la edad adulta. Era la única manera, había
sostenido, y se le estaba acabando el tiempo, dado el deterioro de su
salud y su avanzada edad.

Como si pudiera decir que no a eso.

Y entonces ella falleció, y se fue al Fade.

Su muerte lo había llenado de culpa, ya que seguramente el


disgusto que le había causado había acelerado su partida, y después

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del periodo de luto, encontró a sus empleados otros puestos de


trabajo, vendió sus bienes, que ahora eran suyos, y había venido al
Nuevo Mundo para cumplir sus últimos deseos.

A partir de entonces, le habían llegado muchas bendiciones, y


todas ellas eran inesperadas.

Desde el momento en que el velo se había levantado del rostro de


su amada, se había enamorado. Cordelhia era encantadora a los ojos
como una rosa de Shakespeare, pero fue su recatada gracia y
modestia lo que realmente le impactó.

Esperaba tener que soportar el último deseo de su tía. En


cambio, a menudo se encontraba rezando para que ella estuviera
mirando desde el Fade, satisfecha con sus esfuerzos y conmovida por
su sincera gratitud por lo que debería haber reconocido todo el
tiempo como el curso correcto y adecuado para su vida.

Al acercarse a los establos, su caballo dejó escapar un relincho, y


cuando sus compañeros respondieron desde el prado, los ojos de
Kane se dirigieron al resplandor de su mansión.

La acogedora luz amarilla de innumerables lámparas de aceite


salía por los cristales de las ventanas de todos los pisos, iluminando
el suelo escarchado.

Su sangre se aceleró al acercarse. Su corazón dio un salto. Su


alma sonrió.

Su mano dominante dejó las riendas y volvió a comprobar que


su alforja había mantenido con constancia su contenido.

Su recado era una petición especial de su Shellan. Últimamente


había tenido problemas para dormir, y la bolsita de lavanda y
hierbas había sido encargada por el curandero del pueblo para
ayudarla a descansar más fácilmente.

Qué placer hacer algo por su hembra.

Atravesando el muro de piedra trasero de los jardines, se dirigió

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al establo. Los caballos se mantenían a sotavento de la mansión, ya


que el arquitecto de la finca había tenido en cuenta la dirección del
viento predominante, así como los amortiguadores naturales de una
subida y una bajada del terreno con respecto a la ubicación. Más
relinchos se filtraron en la noche, y debajo de él, su corcel comenzó a
retozar.

Alguien más se alegraba de volver a casa.

La instalación del establo estaba abierta por los dos extremos, y


las lámparas de aceite suspendidas en el pasillo central de los
establos arrojaban otro lote de iluminación cálida y acogedora.
Tirando de las riendas, desmontó mientras su semental trotaba en su
sitio y echaba la cabeza. Con los pies en el suelo, atrajo al caballo
hacia el…

No apareció ningún mozo de cuadra.

— ¿Tomy?, ⎯gritó.

Aunque había mucho ruido alrededor, el resoplido y el zapateo


en los establos eran un coro con el que estaba bien familiarizado, la
falta de respuesta hizo que se congelaran los sonidos.

— Tomy. ⎯Pasando las riendas por un ojal, Kane alzó la voz⎯.


¿Dónde estás...?

Se detuvo. Miró por encima del hombro. Olfateó el aire.

Un terrible sentimiento se acumuló en sus costillas y caminó por


el pasillo.

El cuarto de aperos estaba en la parte delantera del establo, y


además de albergar las sillas de montar y las bridas y otras
provisiones de carácter ecuestre, a través de sus estrechos confines se
accedía a los aposentos subterráneos privados de Tomy.

La puerta de los escalones que descendían a la tierra estaba


cerrada. ¿Estaba el cuidador de caballos enfermo o herido?

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Golpeando los paneles, Kane los abrió de un tirón. — ¿Tomy?

Desde la oscuridad de abajo, no hubo respuesta. Tampoco había


olor de ocupación.

Forzándose a mantener la calma, Kane se alejó, pasando junto a


las sillas de montar en sus postes, las fustas de piel con sus bridas, y
los cubos de madera. Todo le resultaba familiar y, sin embargo, se
sentía abruptamente perdido.

En la cabecera de los establos, miró hacia la casa solariega y se


consoló al ver que todo parecía imperturbable. Además, se recordó a
sí mismo que había innumerables razones por las que un ocupado
mozo de cuadra se alejaría de su puesto. Una reparación de la valla.
Una entrega de balas de heno. Un coyote en los márgenes de los
prados, que requería ser despachado.

¿Por qué habría de preocuparse uno?

Por desgracia, él sabía la respuesta a eso. Había tenido mucha


suerte desde que llegó a Caldwell. Demasiada. Seguramente la
balanza debía equilibrarse.

Cuando el resto de la casa estaba dormida, esa preocupación lo


mantenía despierto, y ahora esto… Sin Tomy. Lo cual era inaudito.
Reforzando su cuerpo, Kane se obligó a no correr hacia la mansión,
sino a subir por el sendero como si su mente no se hubiera dirigido
inmediatamente, y tal vez con paranoia, a asuntos de calamidad y
muerte. Al acercarse, sus ojos penetraron en cada una de las
ventanas de su grandiosa casa y recorrieron su extensión exterior
desde la base hasta la línea del techo, desde la piedra angular hasta
la terminal opuesta. La estructura formal era una extensión de
habitaciones, dos alas que flanqueaban un generoso elemento central
de tres pisos, y como las cortinas de seda se habían abierto para
dejar entrar la belleza de la noche iluminada por la luna, buscó en el
interior señales de alteración adecuada.

Como no había ninguna figura moviéndose, se llevó la mano a la


espalda. Para su protección personal, llevaba siempre una daga
adornada y enjoyada, aunque como aristócrata no estaba bien

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entrenado con ella.

Sin embargo, Cordelhia estaba dentro.

Tenía que protegerla.

Caminando hacia la puerta principal, descubrió que los robustos


paneles estaban abiertos, y supo que algunas de las puertas también
estaban abiertas en la parte trasera de la casa, ya que se sentía la
atracción de una brisa que llegaba a su espalda y ningún aroma
saludaba su nariz.

Querida Virgen Escriba, les habían robado.

Al apretar la empuñadura de la daga, le temblaba la mano, y


odiaba su buena crianza y todos sus años de educación y ocio social.
Él debería haber encontrado un campo de entrenamiento y haberse
endurecido...

Colocó la palma de la mano libre sobre la madera bruñida de la


puerta y empujó el peso hacia adelante.

— ¿Cordelhia?, ⎯gritó⎯. ¿Balen?

La falta de respuesta del mayordomo fue más alarmante que el


hecho de que su shellan no respondiera. Balen siempre estaba a la
espera de cualquier llegada.

— ¡Balen!

Cuando la voz de Kane resonó, miró hacia el comedor, y observó


la mesa para dos perfectamente preparada. Pero aquello había sido
dispuesto hacía horas, como siempre ocurría con la Última Comida.

Bajo sus pies, una alfombra persa a la que tenía especial cariño
amortiguaba su avance hasta la base de la escalera, y mientras
ponía la mano libre sobre la balaustrada, temía lo que iba a
encontrar. Cuando la brisa que llegaba a la casa pasó silbando por
su espalda, los pelos de su nuca se erizaron…

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— ¡Sorpresa!

— ¡El mejor de los días de nacimiento, amo!

— ¡Deseos de cumpleaños para ti!

Mientras Kane gritaba y retrocedía de un salto, figuras


conocidas y queridas se presentaron en una corriente que salía de la
biblioteca en la parte trasera de la casa.

Era todo el personal de la mansión y de la finca, todos los cuales


él valoraba y apreciaba por sus méritos individuales... y al final del
torrente, su leelan, su Cordelhia, su vestido color rubor que resaltaba
el oro hilado de su cabello y las fresas de sus mejillas y el zafiro de
sus ojos.

Como siempre, su mirada estaba baja, su modestia era una


virtud cardinal entre los de la glymera, y sin embargo él sabía que
ella estaba encantada con la sorpresa que sin duda había tramado.

Lo conocía muy bien. No le gustaban las grandes fiestas, como


era costumbre en la aristocracia, así que ésta era la forma perfecta
de celebrar el aniversario de su nacimiento. Y aunque su posición era
augusta, no sólo dentro de esta casa sino en la glymera en su
conjunto, esperó hasta que todo el personal hubiera presentado sus
respetos a su señor antes de presentarse.

— Bendiciones en esta noche de tu nacimiento, querido


Kanemille.

Su hembra era demasiado casta para ofrecer su mano o su boca.


Pero no pudo resistirse a presentarse ante ella y besar su garganta
en las venas, primero la izquierda, luego la derecha, directamente
sobre el alto cuello de encaje de su vestido. La incomodidad de ella
ante tal exhibición se reflejó en la forma en que sus hombros se
tensaron, pero el contacto era permisible, ya que estaban entre sus
sirvientes, que habían jurado guardar el secreto y la discreción.

No era una libertad, ya que estaban debidamente apareados.

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Mientras se relajaba, contempló la belleza de su pareja y supo


que era el macho más afortunado del Nuevo Mundo y, en realidad,
de toda la Tierra.

Dentro de quince días, esa visión de su destino se vería alterada.

Y el largo periodo de su sufrimiento comenzaría.

Si hubiera sabido lo que le esperaba, habría situado sus


sentimientos de temor en un contexto más adecuado. No eran, como
resultó, paranoia.

Eran un augurio.

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En la actualidad…
Sanatorio Willow Hills (abandonado)
Connelly, Nueva York

— Sube al puto auto. Ahora mismo, ¡espera! ¿Desarmaste los collares?

— Estamos por averiguarlo. Si nos vuelan la cabeza, eso sería un no.

Después de este ir y venir de voces masculinas incorpóreas, hubo un


revuelo de pisadas que se retiró, un pitido electrónico de corta
duración y volumen bajo. Y luego, silencio.

Ningún… jadeo.

Desde detrás de los párpados apretadamente cerrados de Kane, no


podía decir si la respiración entrecortada era suya o de otra persona, y
había poco que pudiera hacer para resolver esa interrogante. Le
faltaba la fuerza para levantar el peso muerto que le impedía ver, pero
tenía otros problemas aparte de eso. Su cuerpo herido, cubierto de
quemaduras de tercer grado, era un ancla que mantenía sus
habilidades cognitivas muy, muy lejos, bajo el agua caliente de su
dolor. Procesar cualquier cosa más allá de un simple estado de

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conciencia requería una concentración que él no tenía. Aunque, si


estaba teniendo incluso estos pensamientos, seguramente al menos
parte de la inhalación/exhalación era suya…

Bueno... maldita sea. Iba a vomitar.

Hace unos diez minutos, o podría haber sido hace diez horas, ¿tal vez
hace diez días? Le habían dado algo para aliviar su agonía, la droga fue
administrada en una vena en la curva de su codo. Casi de inmediato,
hubo una sensación flotante que oscureció todo y dio como resultado
los pesados párpados que estaba tratando de levantar, y ahora su
estómago estaba revuelto, las náuseas eran casi tan malas como las...

Registró el sonido de metal contra metal.

Un arma siendo revisada en busca de municiones.

El movimiento y el chasquido fueron suficientes para cortar los pocos


pensamientos que tenía, llevándolo de regreso a lugares de su antigua
vida que nunca le gustó visitar. Sin embargo, la marea de recuerdos
sobre su pasado se negó a prestar atención a las barreras que intentó
erigir. Imágenes, como granadas, asaltaron su paisaje mental, sus
detonaciones crearon cráteres…

— Kane.

Aliviado por la distracción, giró la cabeza a ciegas hacia el macho que


conocía tan bien. Arrastrando los ojos para abrirlos, no vio nada. Al
menos… él pensaba que sus párpados estaban abiertos. Recientemente
había sido golpeado por algunos de los guardias del campo de
prisioneros, y la hinchazón lo hacía sentir como si su rostro fuera un
saco de patatas.

— Apex, ⎯dijo con voz ronca.

— Voy a levantarte.

Sacudiendo la cabeza, Kane trató de seguir hablando. El movimiento


sería muy malo en este caso. Muy malo de hecho…

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— Esta es nuestra única oportunidad. Tenemos que hacerlo ahora.

Los brazos que se abrían paso bajo su cuerpo eran como varillas
insertadas a través de su carne, y gimió. Luego entró en pánico.

— Espera, detente, — se atragantó.

A su orden, Apex se congeló y Kane pensó que nadie más podría


hacerle eso al otro prisionero. Apex era una fuerza de la naturaleza, un
azote inmoral dentro de los límites del campo ya sea aquí en la nueva
ubicación o en la anterior subterránea. Y, sin embargo, se acercó a
Kane, por razones que nunca habían estado claras.

— No podemos irnos. — Kane tosió débilmente, lo que le hizo sentir


más enfermo—. En dónde… Lucan. El Chacal…

— Se fueron.

Kane luchó por mantener la concentración. —A dónde fueron…

— No podemos continuar con esto ahora. El jefe de los guardias está


en el taller y se está produciendo el cambio de turno. Tenemos que
sacarte de sus aposentos privados mientras podamos…

— ¿Qué pasa con el Verdugo…?

— Ya te lo dije. Ha sido atendido.

— ¿Qué pasa con Lucan, qué pasa con el Chacal…?

— Acabo de responder eso. Ahora nos vamos…

— ¿Qué pasa con Nadya?

No obtuvo respuesta. Y como lo levantaron a la fuerza y se lo llevaron,


perdió la capacidad de hablar. Como si alguien hubiera puesto una
carga debajo de su piel y lo hubiera levantado, su cuerpo pareció
perder toda integridad estructural, convirtiéndose en nada más que
impulsos nerviosos que abrumaron su cerebro, incluso con las drogas.
Era todo lo que podía hacer para mantenerse con vida, y luego vomitó,

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la bilis le subió por la garganta y le agrió la boca. Cuando comenzó a


ahogarse, lo giraron bruscamente en los brazos de Apex para que su
boca se despejara.

Otra ronda de pitidos.

Escaleras, pero en su delirio no sabía si subían o bajaban. Lo siguiente


que percibió fue el aire fresco. Aire fresco y fRio. A medida que sus
pulmones se llenaban, su estómago se asentó un poco y se concentró
en las capas de olor. Pino. Tierra húmeda. Un sonido débil de un
vehículo…

Disparos. Detrás de ellos.

— Joder, — murmuró Apex.

Ahora, disparos cerca. Y un grito como si alguien hubiera sido herido.


Seguido de otro grito.

— ¡Aquí! — Mayhem gritó.

Movimiento rápido ahora, y balas zumbando, los misiles de alto


alcance pasando como un rayo por delante de ellos.

Una parada corta, algo se abrió, y luego Apex dijo: — No, me sentaré
en el asiento trasero con él, ¡vamos! ¡Vamos!

Sin preámbulos, se liberó de los brazos de Apex y aterrizó en un


espacio reducido que comprimió brutalmente sus brazos y su torso. El
olor a cuero inundó su nariz, que fue empujada hacia algo con un poco
de elasticidad.

La voz de Apex, sonó fuerte: — ¡Vamos! ¡Conduce maldición!

A un golpe seco le siguieron muchos disparos, ahora con los ruidos de


lo que supuso que eran balas que golpeaban los paneles del coche. El
rugido de un motor. Chirridos, neumáticos sobre el pavimento. Un
balanceo brusco, su cara chocando contra otra cosa, y luego su cuerpo
golpeando hacia atrás.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Lo siguiente que supo fue que el coche parecía estar ganando


velocidad…

Un estallido de sonido, metralla cayendo sobre él, una lluvia


torrencial. Ahora viento, viento fuerte, una ráfaga en sus oídos y a
través de su piel en carne viva.

— ¡Estás herido! —Llegó la voz de Mayhem sobre el estruendo.

Apex: — ¡Sigue conduciendo, me importa una mierda!

— ¡Están viniendo hacia nosotros!

Hubo más disparos, y luego Kane olió sangre fresca junto con pólvora.
Y después de eso, una explosión…

— ¡Nos vamos a salir de la carretera!

No estaba seguro de quién había dicho eso porque a una sacudida


repentina le siguió un breve peRiodo de total suavidad, como si
estuvieran en el aire, y era una lástima que no pudieran seguir
volando. Hubo un regreso a la tierra lleno de baches y una turbulencia
que lo hizo rodar...

— ¡Árbol!

El impacto del choque fue tan fuerte, sus oídos picaron, tan
violentamente, que el dolor lo consumió incluso a través de la neblina
de la droga, todo lo llevó de regreso al momento en que tomó la
decisión de darle una oportunidad al verdadero amor de otra persona.

Y detonó deliberadamente su propio collar de sujeción.

Finalmente, pensó mientras su energía menguaba. Podría reunirse


con Cordelhia en el Fade.

Cuando no sintió alivio ante la perspectiva, ni tampoco felicidad, se


dijo a sí mismo que era a causa de su sufrimiento.

No tenía nada que ver con la enfermera que se había quedado atrás, la

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J. R. WARD 03 La Víbora

que lo había cuidado con tanta ternura y preocupación, la que, cuando


Apex no había estado a su lado, se había sentado con él como si donde
el estuviera también tuviera que estar ella…

Aquella cuyos ojos nunca había mirado, y cuyo rostro nunca había
visto, cuyos vacilantes movimientos contaban una historia que ella
nunca había puesto en palabras, y que no necesitaba para que él la
entendiera.

No, su entumecimiento no tenía nada que ver con Nadya.

En absoluto.

Una granada.

Resultó que Apex encontró una granada en la camioneta que robaron.


Que puta suerte.

Mientras se alejaban a toda velocidad de la nueva ubicación del campo


de prisioneros, y las balas destrozaron las ventanas traseras y
laterales, se zambulló para cubrirse en el hueco de la rueda del asiento
trasero, los fragmentos de vidrio de seguridad lo salpicaron como
aguanieve. Cuando una segunda andanada de balas rebotó en el
exterior del vehículo, pensó en todo el combustible que había en el
tanque de gasolina y, aunque sus ojos se habían cerrado
instintivamente, los volvió a abrir bastante rápido…

El pequeño objeto de metal, del tamaño de un puño, rodó


directamente hacia su cara, y el pequeño hijo de puta con el contorno
de la palma de la mano y las crestas cuadradas encajaba
perfectamente en la cuenca del ojo izquierdo. Siempre agresor, estaba
listo para devolver el golpe cuando se dio cuenta…

Moviendo la cabeza hacia él, lo agarró tan rápido como su próximo


aliento. Que era lo que hacías cuando ganaste una lotería de
municiones en la que no sabías que habías entrado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Tiempo perfecto. Quienquiera que estuviera tratando de llenar el


todoterreno de balas estaba recargando, por lo que hubo una pausa en
el bombardeo.

Apex tiró del pasador mientras se levantaba del suelo. El sonido


rugiente del agujero abierto donde había estado la ventana del lado del
pasajero lo guio mejor de lo que lo habría hecho la vista, y se movió
instintivamente. Empujando su torso fuera de la abertura creada por
la bala, una ráfaga de viento golpeó su espalda mientras enfocaba su
atención en el vehículo alto y cuadrado a unos nueve metros de su
estela.

Gracias a la iluminación interior, identificó a dos guardias, uno detrás


del volante mirando por encima del capó como si sus ojos fueran las
miras láser de una bazuca, y el otro en el asiento del pasajero con la
atención puesta en su regazo.

No había tiempo para meterse en su cabeza sobre el objetivo. Además,


tenía la granada en la mano equivocada, así que esto iba a ser una
mierda.

Cambiando su peso, se alejó aún más de la ventana, su mano de daga


agarrando un mango montado en el techo para mantener su cuerpo en
un mal ángulo. Las buenas noticias: la granada no pesaba mucho y
tenía el viento a su favor. El nudo metálico de ¡kaboom! voló por el
aire, pero el arco estaba apagado. En lugar de atravesar el parabrisas
delantero, golpeó la rejilla…

No, el rebote estuvo bien. En lugar de pasar por debajo del vehículo, la
velocidad llevó el explosivo al capó y luego al parabrisas.

Ahora, maldita sea, ahora…

No, el rebote fue malo. La granada subió por la pendiente de ese


parabrisas y desapareció cuando golpeó el techo. Donde iba a volar el
aire en la estela de sus perseguidores.

— ¡Mierda! — Apex volvió a meterse en el coche—. Más rápido,


tenemos que ir pa…

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J. R. WARD 03 La Víbora

La explosión fue lo suficientemente fuerte como para que el sonido


atravesara el viento estruendoso y el rugido del motor, y el estallido de
luz fue como el sol que Apex recordaba antes de su transición.
Retorciéndose en su asiento, vio la brillante luz amarilla contenida
dentro del vehículo de los guardias, el resplandor que salía del vidrio
por todos lados y recortaba la silueta del conductor y el pasajero por
un momento.

Antes de que se convirtieran en una parte más de una ensalada de


frutas de metralla…

— ¡Nos vamos a salir de la carretera! — Gritó Mayhem.

Su vehículo viró sobre el arcén y atrapó algo, su velocidad no


disminuyó mientras disfrutaban de un breve momento de vuelo.

Luego, el aterrizaje golpeó a Apex contra el techo de la camioneta, su


cabeza recibió la mayor parte del impacto; mientras tanto, Kane era
como un equipaje suelto, golpeando el lugar mientras aterrizaban
sobre tres llantas, casi pierden el equilibrio, pero de alguna manera se
mantuvieron en marcha.

Con un impulso repentino, Apex se empujó hacia el macho, tiró del


cinturón de seguridad a través de él y empujó bruscamente el clip en
su lugar.

— ¡Árbol! —Gritó Mayhem.

Apex giró la cabeza. Justo en frente del SUV, iluminado por los faros,
estaba el arce más grande que jamás había visto.

Cuando su conductor pisó los frenos, el SUV luchó contra la


desaceleración, coleando, zigzagueando de nuevo como si fuera a
volcarse. Luego hubo un golpe...

… un momento de dar vueltas…

… seguido de un impacto tan grande que Apex salió disparado hacia la


parte delantera del vehículo. Cuando volvió a ponerse en su lugar,
quedó momentáneamente aturdido, su vista parpadeó, su audición se

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J. R. WARD 03 La Víbora

apagó, su ritmo cardíaco era todo lo que sentía.

Mientras su falta de movimiento persistía, con nada más que el silbido


de un motor arruinado cortando el silencio, escuchó algo en la
distancia.

Otro vehículo, viajando rápido hacia ellos.

Más guardias, pensó mientras saboreaba su propia sangre.

Joder… pero al menos habían muerto tratando de salir.

Con la vista fallando, giró la cabeza y trató de concentrarse en Kane. El


macho estaba en un enredo retorcido mientras yacía medio sobre,
medio fuera del asiento, su túnica manchada de sangre y sus vendajes
lo convertían en una momia. No parecía estar consciente y tampoco
respiraba.

— Lo siento, — Apex graznó cuando comenzó a perder el


conocimiento.

Su último pensamiento cuando murió fue que nunca le había dicho al


macho que lo amaba.

Probablemente era lo mejor.

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J. R. WARD 03 La Víbora

La Casa de Audiencias del Rey,


Caldwell, Nueva York

— No, Annabelle fue la primera…

— Absolutamente no…

— Sí.

— No.

Mientras el argumento altamente intelectual pasaba a hervir a fuego


lento, Vishous, hijo del Bloodletter, miró a través de lo que había sido
un comedor y ahora era la sala de recepción del Rey, justo a tiempo
para ver a su compañero de cuarto, Butch, mirar a Rhage como si el
hermano hubiera llamado a la mamá de alguien ladrona o estafadora.

— Annabelle: La Creación, — pronunció el ex policía de homicidios—.


Esa es la primera. Todos lo saben.

Hollywood señaló al tipo con su dispositivo de plata esterlina lleno de


Mint Chocolate Chunk, alias cuchara sopera, porque las de té eran
demasiado pequeñas. — El origen de la historia tiene una mejor
resonancia si inicias con esa. Más contexto…

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J. R. WARD 03 La Víbora

— ¿Por qué empezarías en el medio?

— Porque es la forma en que los cineastas idearon las películas. Está


en su título. Haciendo, películas.

— Gracias, Einstein. ¿Quieres dibujarme un…

—…retrato? Por supuesto. ¿Lo quieres con o sin sentido común?


Quiero decir, si es lo primero, no eres el adecuado.

— Estaba pensando más en la línea de una imagen de lo que pasa por


tu mente cuando estás perdiendo una discusión tan mal. ¿Es un vacío
sin esperanza?

— Ese es mi estómago en realidad.

— Está bien, estaré de acuerdo contigo con eso.

A medida que el partido de tenis de insultos y problemas de


continuidad cinematográfica continuaba, V decidió hacer algo por su
cuenta. Apartándose de su posición inclinada en un aparador, caminó
sobre una alfombra persa que había sido tejida a mano y comprada
nueva hacía un buen siglo y medio. Podía recordar cuando el tramo de
colores de joyas del largo de una bolera había anclado una mesa de
comedor con capacidad para veinticuatro personas. Ahora, el suelo de
madera pulida era césped Holi, ningún mueble estropeaba su vasto y
vibrante patrón de remolinos, excepto un par de sillones colocados
frente a la chimenea en el otro extremo.

Solo había otra área para sentarse. En el lado opuesto del elegante
espacio rectangular, en la esquina como si hubiera sido un mal, muy
mal abogado y hubiera sido puesto en tiempo muerto en un tanque de
tiburones, el abogado del Rey, Saxton, estaba sentado en su escritorio.
Como de costumbre, el macho estaba elegantemente vestido, su traje y
chaleco hechos a mano eran de tweed como las bragas de un inglés,
como le gustaba decir a Rhage, su espeso cabello rubio estilo El
terrible Pirata Roberts caía sobre su hermoso rostro como Cary Elwes
en su mejor momento.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Como de costumbre, el macho tenía la nariz aguileña enterrada en un


libro de las Leyes Antiguas, las cejas fruncidas y las uñas pulidas
golpeando las esquinas del pergamino.

Como si no le gustara lo que estaba leyendo.

— ¿Te importa si acerco una silla para poder fumar mi tabaco?

El abogado levantó la vista confundido, como si su cerebro tuviera


dificultades para procesar en paralelo tanto la palabra hablada como
la escrita.

— Oh, sí, ⎯dijo Saxton—. Por supuesto. Ven. Ven…

Una de esas manos perfectamente cuidadas señaló un sillón libre.

V movió el sillón de caoba para poner su trasero hasta el borde del


escritorio. —Gracias.

—Eres muy bienvenido. Disfruto de su olor.

Cuando V se sentó, sacó su bolsa de perfecto tabaco turco y un


paquete de papeles Rizla+ Black King Size Slim. —Entonces, ¿cuál es
el veredicto sobre prohibir el campo de prisioneros?

—Todavía estoy investigando el tema.

—Lo diré de nuevo, ¿por qué molestarse? —Enrollando una pizca


perfecta de hojas, V pasó la punta de su lengua por la tira de goma
arábiga—. Wrath se deshizo de los esclavos de sangre y la reclusión
de las hembras. Él puede hacer lo que le dé la gana…

—Sí. —Saxton tocó el libro de las Leyes Antiguas—. Pero el campo no


fue establecido por él. Fue una construcción del Consejo. Los Princeps
fueron los que alquilaron, dotaron y mantuvieron las instalaciones.

— ¿Instalaciones? ¿Así se supone que se llama esa mierda. Porque


cuando llegamos al lugar, era una maldita pesadilla.

— Supongo que su ubicación anterior era muy sombría.

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J. R. WARD 03 La Víbora

— Estuvimos tan cerca de encontrarlo a tiempo. Nos lo perdimos por


una noche o dos como mucho. Frustrante como el infierno.

En esa nota, V miró al otro lado de la habitación. Rhage y Butch


seguían dándose palmadas sobre las películas de Ed y Lorraine
Warren, así como sobre todo tipo de fallos e insuficiencias personales.

—Pero vamos, el Consejo ha sido disuelto. —V se encogió de


hombros⎯. La mayor parte de la aristocracia está muerta. ¿Quién
diablos se va a quejar? Y P.D., a la mierda con la glymera.

Saxton sonrió mientras estiraba los brazos por encima de la cabeza y


movía el cuello de un lado a otro. El hecho de que su cabello no se
moviera en absoluto no por el Aqua Net. Era porque cada centímetro
de él era así de refinado y de buen comportamiento.

Probablemente hasta sus proverbiales calzoncillos, fueran de tweed.

—Aunque aprecio ese sentimiento, —dijo el abogado—, debemos tener


cuidado. El Rey es, por supuesto, libre de hacer lo que quiera, pero es
mi trabajo asegurarme de que cualquier implicación de sus acciones
sea presentada ante él para su revisión.

Aunque Saxton era un aristócrata nato y criado, no amaba a su clase.


Por otra parte, lo habían expulsado de su linaje porque prefería la
compañía de su propio sexo. La buena noticia era que había
encontrado una nueva familia de elección con la Hermandad y se
había emparejado con un tipo increíble. Ruhn era bueno.

Entonces, sí, a la mierda con la glymera.

— ¿Qué nos van a hacer? — V comenzó un segundo rollo—. No tienen


poder, y ahora que Wrath fue elegido democráticamente. No pueden
tocarlo.

El abogado volvió a mirar los símbolos entintados en el folio de


pergamino abierto. — Sin embargo, si procedemos con precisión,
entonces no puede haber quejas legítimas.

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J. R. WARD 03 La Víbora

— Solo vamos a asaltar el lugar y quemarlo. ¿Quién va a reconstruirlo


con la docena de aristócratas que quedan?

Suponiendo que pudieran encontrar el nuevo sitio. Después de años


de perder el rastro del depósito privado de la glymera para los
vampiros que los molestaban, el Chacal se había escapado del lugar y
había llegado a la Hermandad. Sin embargo, para cuando todos
regresaron a la ubicación subterránea, la "instalación" estaba desierta:
quienquiera que dirigiera el campo de alguna manera había logrado
desaparecer, justo en el aire, a quinientos o seiscientos prisioneros,
una operación de drogas completa, todo el personal y guardias. ¡Poof!

¿Pero a dónde? Considerándolo no podrían haber ido muy lejos.

— Yo digo que lo practiquemos en un laboratorio fRio. —V lamió otra


tira—. Cerrarlo todo con un edicto y limpiar el papeleo después.

— ¿Has encontrado la ubicación...

— No, pero vamos a hacerlo. Incluso si nos matan. — Sacó otro papel
de liar y luego ladró a través del comedor—. ¡Jesús, vosotros dos
podéis buscarlo en Internet!

Butch y Rhage se giraron y lo miraron como si hubiera sugerido poner


un cartel de "Se vende" frente a la mansión. Y estaba dispuesto a
escriturar a Fritz, mayordomo extraordinario, junto con la propiedad.
V metió una mano en el bolsillo de su trasero y sacó su Samsung,
agitándolo. ⎯No estoy seguro de si alguno de vosotros está al tanto,
pero aquí tienen el mundo al alcance de la mano. Clic, clic.

Butch tiró de la manga de su chaqueta Tom Ford, remilgado como el


buen niño católico que había sido y seguía siendo. — Ese no es el
punto.

— Y no deberías creer todo lo que lees en Internet. — Hollywood


hizo un gesto con esa cuchara del tamaño de una bañera—. Además,
realmente no nos importa lo que piensen los demás.

— Así que esto es para joderse mutuamente, —murmuró V.

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J. R. WARD 03 La Víbora

— Exactamente.

— Sobre una franquicia de terror muy importante, —señaló Butch


como pie de página.

Por alguna razón, la vista de los dos parados ahí junto a una de las
ventanas largas, Rhage todo grande, rubio y hermoso, comiendo de un
tarro de Ben & Jerry, Butch luciendo como si estuviera esperando a
alguien de GQ a la mano. Le dio su premio al Vampiro Mejor Vestido
del Año, hizo que V recordara los primeros días de la troika, los tres
solteros y pasando el rato en el Pit.

No volvería a esa época, incluso si alguien le pagara con un suministro


de por vida de rollos hechos a mano que no tuviera que torcer y lamer
él mismo. Pero eran buenos recuerdos. Así como el par de cabezas
huecas eran muy buenos machos, muy buenos hermanos.

Muy buenos luchadores.

V comprobó la hora en su teléfono. Los tres habían llegado temprano


para las audiencias de esta noche, una especie de animación
fortalecida que les imposibilitaba pasar el rato durante la primera
comida en la mansión. Wrath llegaría pronto, y no mucho después, los
ciudadanos para sus citas con su Rey.

V odiaba esta parte de su trabajo, enfriando sus jets mientras


escuchaba conversaciones privadas sobre apareamientos,
nacimientos, muertes y disputas de propiedad. Sin embargo, la
Hermandad de la Daga Negra siempre había funcionado como los
defensores de la especie y la guardia privada del Rey.

Así que Wrath nunca hacia esto por su cuenta.

Y quién sabe, tal vez alguna noche, los hermanos podrían ser
necesarios.

Mientras tanto, estaba mirando fijamente las seis horas de espasmos


en sus shitkickers. Cuando podría estar buscando ese maldito campo
de prisioneros.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuanto más tiempo pasaba y no podían encontrar ese lugar, más


decidido estaba a buscarlo. No era que conociera a nadie que estuviera
actualmente encarcelado, y no era del tipo de corazón sangrante con
un complejo de rescate. Sin embargo, realmente odiaba a la glymera,
e incluso si el campo había sido adoptado por alguna facción y ya no
estaba siendo dirigido por ese montón de mocosos farisaicos, había
satisfacción en tomar un juguete con su nombre.

Y bueno, sí... tal vez no le gustaba la idea de que había gente allí que
no había hecho nada malo. Según el Chacal, hubo un número de
asesinos arrojados tras las rejas, pero había otros que habían sido
arrojados allí y que no habían hecho nada más que romper las reglas
sociales que eran una mierda total. Como hembras que habían
escapado de la reclusión o habían dejado parejas abusivas. Varones
que competían política, social y románticamente.

Personas que estaban con los de su mismo sexo.

Por favor, su vida sexual nunca había sido convencional, por lo que
podría haber sido él.

Saxton. Ruhn. Blay y Qhuin.

Así que a la mierda con la glymera, pensó mientras sacaba otra pizca
de la bolsa.

— Lo encontraremos, — prometió al abogado del rey—. Y voy a


disfrutar haciéndolo explotar.

37
J. R. WARD 03 La Víbora

En la nueva ubicación del campo de prisioneros, tres plantas debajo de


los pisos deteriorados de las habitaciones de los pacientes, las áreas de
tratamiento y las oficinas administrativas del hospital de tuberculosos
abandonado, dos niveles debajo de donde los presos realizaban el
procesamiento de drogas y se habían construido los alojamientos
privados para el Comando, y cuatro tramos de escalones de hormigón
agrietado debajo de las terribles condiciones de sueño de los
prisioneros... una enfermera solitaria cubierta de pies a cabeza con
una bata marrón sucia estaba cambiando las sábanas en un colchón
delgado y manchado con el tipo de cuidado que generalmente se
reserva para la suite principal en una de las mejores casas de la
aristocracia.

Mientras Nadya se movía por el marco de metal oxidado, metiendo las


ásperas láminas entre los resortes chirriantes y el jergón acolchado de
cuarenta años, las caídas de tela bajo las que se escondía se
balanceaban sueltas sobre su rostro lleno de cicatrices y su cuerpo
lisiado. Era un contraste extraño, su rigidez, tirones y cojeras, en
comparación con el fluir de la tela, y reflexionó, no por primera vez,
que usaba lo que usaba en parte porque le otorgaba algo de lo que
había perdido.

Facilidad de movimiento. Gracia. Fluidez.

Pero había otras razones por las que se cubría así.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Estiró los pliegues de la manta limpia que había colocado, dejó que el
peso de la lana se asentara y luego alisó las arrugas. Al instante se
agachó con una mueca y recogió la almohada fina y dura del suelo de
hormigón. Mientras colocaba la almohada en su sitio, se quedó
mirando la cama vacía.

Hasta que tuvo que apartar la mirada.

Lo que vio a su alrededor no elevó nada de su estado de ánimo


inestable. La instalación improvisada para los enfermos, heridos o
inválidos entre los prisioneros estaba en una sala de almacenamiento
abandonada, escondida detrás de un bloque de estantes que todavía
soportaban el peso de los suministros que habían quedado obsoletos o
anticuados veinte años atrás. Cuando el campo fue trasladado aquí, a
este antiguo hospital humano, le llevó días y noches despejar el
espacio para instalar la fila de camas de tratamiento, y aunque fregó
los suelos, lavó la ropa de cama y limpió las paredes que pudo
alcanzar, no se molestó en quitar el polvo de los estantes.

Había límites en su energía y aun conociendo los riesgos los ignoraba.

Ella había tenido dos pacientes hasta ahora. No hacía más de una
noche, había lavado y rehecho la cama en el otro extremo, donde había
estado esa hembra humana, la que Lucan estaba vigilando.

Donde el lobo se había enamorado de su predestinada pareja.

Desde el puesto de Nadya en las sombras, había sido testigo de la


creciente atracción entre ellos, y lo había reconocido por lo que era:
una bendición otorgada por el destino. Un alivio del sufrimiento, una
fuente de esperanza en las tribulaciones, una dirección cuando todo
parecía perdido.

Un destino cuando uno no tenía hogar.

Después de que la hembra se hubo marchado, Nadya había tenido el


mismo cuidado lavando las sábanas y las mantas. Sabía que Rio no
regresaría, suponiendo que sobreviviera al regreso con su gente, y por
lo tanto sabía que Lucan tampoco lo haría, porque dondequiera que
estuviera esa hembra, él iría. Por lo tanto, para honrarlos, había

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J. R. WARD 03 La Víbora

lavado y rehecho la ropa de cama con precisión, como si sus esfuerzos


pudieran afectar de alguna manera su futuro.

Como si tuviera magia en sus manos y pudiera ayudarlos en su viaje.

Mirando hacia abajo, se quedó observando la cama frente a ella. Luego


extendió las manos una vez más y las pasó por encima de las mantas.
Mientras registraba la textura de la gruesa lana, se imaginó al
paciente que había yacido ahí regresando a su clínica, como si pudiera
convocarlo solo con su voluntad. Lo visualizó volviendo a ella de la
misma manera que había llegado por primera vez, con Apex y
Mayhem sosteniendo su peso por las axilas, sus pies sin tocar el
cemento, su cabeza suelta, su cuerpo herido de manera impactante...

Pero sus ojos la buscaban a pesar de que su rostro estaba escondido


debajo de su capucha.

Se imaginó a Kane con absoluta claridad, sus quemaduras en carne


viva, su cabello irregular, su boca apretada por el sufrimiento. Sus
miembros ajados. Sus manos como garras a las que les faltaban dedos.

Ella había hecho lo que pudo por él, pero sus esfuerzos marcaron poco
la diferencia. Permaneció al borde de la muerte hasta la noche
anterior, cuando los guardias se lo llevaron bruscamente, sin tener en
cuenta su delicada condición.

Trató de detenerlos. Pero el macho que lo había maltratado le había


puesto una pistola en la cabeza. Nunca olvidaría la mirada en esos ojos
fRios y pálidos.

Después de que se llevaran a Kane a la fuerza, dejó la cama como


estaba, como si fuera un faro que el destino de Kane solo podría
localizar si ella no cambiaba las sábanas. Lo cual era tan estúpido.

Él no iba a volver. Y su final había sido terrible.

Se dijo a sí misma que finalmente estaba en paz ahora. Arriba en el


Fade. Con su amada compañera, de quien había hablado en su delirio.

Al sentarse, los resortes oxidados crujieron bajo su peso, y nunca

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J. R. WARD 03 La Víbora

había escuchado un sonido más solitario. Poniendo su mano sobre la


almohada recién lavada, imaginó el cabello que le quedaba a Kane y
trató de sentir su textura, su suavidad, como si al ser sus recuerdos lo
suficientemente claros pudiera traerlo de vuelta.

Pero no era así como funcionaba la reanimación. O resurrección…

—¿Extrañas a alguien?

Nadya se levantó de un salto y se estabilizó lo mejor que pudo. La


hembra que asomaba por la puerta abierta estaba enmarcada por el
pasillo creado por los dos bloques de filas de estanterías. Con una
altura de más de 1,83m y vestida para la guerra, su cuerpo poderoso
estaba ceñido con armas, su rostro delgado e inteligente dibujado en
líneas astutas. En un campo de prisioneros lleno de depravación e
instinto de supervivencia desenfrenado, ella estaba a cargo de los
guardias, dirigiendo los escuadrones masculinos con mano de hierro.

El corazón de Nadya dio un vuelco y se bajó más la capucha, aunque


ya estaba bien puesta.

La jefa de los guardias se adelantó. Que estuviera sola era inusual. Que
no le preocupara en absoluto la falta de defensa que la respaldara no
lo era. Ella se había hecho cargo después de que mataran al Verdugo, y
no había nadie que la superara.

—Espera hasta que te hablen, ⎯comentó con su voz profunda.

Nadya se inclinó levemente y se guardó la verdad para sí misma. No


fue el respeto lo que la hizo callar, y tampoco el miedo. Todo lo que
podía pensar era en la forma en que el guardia había levantado a Kane
de la cama por el brazo, y aunque Kane había gritado de dolor, no se
había mostrado ninguna deferencia por su condición. Por el hecho de
que ya estaba sufriendo.

En cambio, había habido un placer cruel. Y ese horrible macho había


sido enviado aquí por una y solo una persona.

El odio era la razón del silencio.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Hay unos guardias lastimados, ⎯anunció su líder⎯. Te los traeré


aquí. Dime los suministros que no tienes y te los conseguiré.
Nadya se aclaró la garganta. —¿Qué tipo de lesiones?

—¿Importa? Vas a tener que salvarlos de una forma u otra.

—Si quieres que te diga lo que necesito, tendrás que decirme lo que
tengo que tratar.

Cuando arqueó una ceja oscura, Nadya se dio cuenta de que nadie
había le había hablado a la hembra tan libremente. Se dirigían a ella
como la jefa de los guardias, o “muhm” en el idioma antiguo, en
deferencia a su rango superior.

Era extraño escuchar el término aristocrático usado para referirse a


alguien como ella.

—Balazos. contusiones Conmociones cerebrales.

—Cuántos pacientes.

—Una docena.

—Necesito antibióticos, vendajes y analgésicos, ⎯respondió Nadya⎯.


Cefalosporina, todas las pastillas que puedas conseguir. Pastillas de
sulfa, también. Quiero peróxido de hidrógeno, tanto como puedas
encontrar, y Polysporin o Neosporin en tubos. Vale cualquier
analgésico, en forma de píldora o líquido, incluso si son de venta libre.
También kits de sutura y vendajes estériles con esparadrapo. Pero no
sé dónde vas a encontrarlo todo…

—Eso no va a ser un problema.

La arrogancia no fue una sorpresa.

—Déjame escribirlo.

Moviéndose tan rápido como pudo, se acercó a la esquina y de un


escritorio destartalado sacó un papel viejo que se había oscurecido con
el tiempo, pero aún tenía el nombre y la dirección del hospital en el

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J. R. WARD 03 La Víbora

encabezado. Su escritura era desordenada, pero su mente estaba clara.

Las enseñanzas de su mentor permanecieron con ella, ese puente


entre el mundo de los vampiros y el de los humanos aún repiqueteaba,
aún salvaba vidas, a pesar de que vería a cada uno de esos guardias
desangrarse si tuviera la opción.

Nadya volvió junto a la otra hembra y le tendió el papel. —Para que


quede claro, no puedo operar. No tengo las habilidades más allá de la
simple sutura. Haré lo que pueda, pero yo…

—No, ⎯espetó la hembra mientras tomaba la lista⎯. Te asegurarás de


que estén completamente curados y de vuelta en servicio. Y antes de
que preguntes, si necesitan alimentarse, haré que traigan hembras
aquí.

—Hay límites sobre lo que puedo…

La jefa de los guardias sacó una daga, el acero brilló con la misma luz
fría que estaba en sus ojos. ⎯Será mejor que esperes que todos vivan.
Cada uno de ellos. Sus vidas son tuyas. Sus tumbas son las tuyas.
Pondré un pedazo de ti en cada hoyo que tenga que cavar para
cualquiera de mis machos.

Nadya miró a través de la malla de su capucha… y decidió que no


perdía nada si ya tenía las armas apuntándola.

—¿A dónde fue mi paciente quemado? ⎯Demandó mientras señalaba


la cama⎯. ¿Qué le sucedió?

Las debilidades debían ocultarse en el campo de prisioneros y, aunque


sus defectos físicos eran obvios, hizo lo que pudo para camuflar los
mentales: revelarle a esta asesina que había desarrollado un vínculo
con Kane no era inteligente.

Pero tenía que saber con seguridad lo que temía en teoría.

—Él está muerto. ⎯La jefa de los guardias giró y salió por el bloque de
estanterías⎯. Tus pacientes llegarán en breve. Te conseguiré tus
suministros.

43
J. R. WARD 03 La Víbora

Nadya escuchó los pasos en retirada. Y sabía que, si hubiera estado en


otro cuerpo, habría ido tras la hembra. En su mente, tenía una
fantasía de combate cuerpo a cuerpo, pero eso nunca sucedería por
muchas razones.

Kane había sido un extraño. Sin embargo, en su sufrimiento, se había


convertido en parte de ella.

Era como si ella también hubiera muerto.

Y la perspectiva de seguir sin él sumió su ya gris mundo en un luto que


le llegó al alma.

44
J. R. WARD 03 La Víbora

El sonido de los neumáticos crujiendo sobre la grava suelta entró en


los oídos de Apex como fragmentos de vidrio, el suave volumen
contrastaba con el dolor que el ruido le causaba dentro de su cráneo.
Mientras tanto, en su nariz, el olor a sangre, gas, goma quemada y
hierba fresca también era demasiado para manejar. Gimiendo, empujó
lo que estaba contra su rostro…

Estaba de vuelta en el hueco de la rueda de la camioneta. Excepto que


esta vez, estaba vertical, no horizontal.

Mierda, habían volcado. Y esos eran más guardias que se detenían en


el arcén de la carretera.

Cuando los frenos chirriaron, se obligó a ponerse en movimiento y


buscó un arma, que no tenía, mientras que, a la izquierda, se abrió la
puerta de un automóvil, no, dos. Y eso significaba una muerte segura
si no podía encontrar algo para disparar o apuñalar…

Pasos en la cubierta del suelo, susurros al acercarse. Al menos dos


juntos, acercándose.

Ningún olor que pudiera atrapar por encima de todo el hedor, pero
¿como si importara? Él sabía lo que venía.

Decidido al menos a salir a dar puñetazos, se dio la vuelta en el

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J. R. WARD 03 La Víbora

apretado espacio, y cuando levantó la cabeza, sintió un pie en un lado


de su cara. Era de Kane.

En un impulso repentino, se empujó hacia arriba, solo para quedar


atrapado en una maraña de piernas, entre los pliegues de esa cubierta
en la que había envuelto a Kane cuando había sacado al macho. El
cinturón de seguridad con que había atado al otro prisionero en el
último segundo sostenía lo que claramente era un peso muerto sobre
él, todas esas extremidades sueltas e insensibles hacían que Apex se
retorciera.

Apartando la manta a un lado, pudo ver mejor, gracias al brillo del


tablero. Respiración. Bien, al menos Kane estaba respirando. Por
cuánto tiempo, quién diablos lo sabía.

— ¿ Mayhem? ⎯siseó.

Ninguna respuesta. Ningún movimiento, del tipo detrás del volante


que estaba colgando de su cinturón en su asiento al igual que Kane.

Una vez finalizada la sombría evaluación, Apex valoró si podía pasar al


frente para buscar otra granada o tal vez un arma. El impacto debería
haber arrojado algo suelto hacia adelante, la energía cinética de los
objetos no cambió incluso cuando el SUV se detuvo bruscamente…

—Apex, ⎯dijo una voz desde lo que parecía estar muy, muy lejos⎯.
No empieces a disparar, por el amor de Dios. Soy yo.

— ¿Lucan?

—Voy a sacarte de este montón de chatarra.

Apex se llevó la mano a la cabeza e hizo una mueca. ¿Quizá era


producto de a una conmoción cerebral? Por otra parte, había tenido
algunas en su vida, y nunca antes habían venido con alucinaciones
auditivas.

— ¿Qué diablos estás haciendo aquí, lobo? ⎯Murmuró.

Hubo una pausa. —¿Te estás quejando? Porque te dejaré en este

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J. R. WARD 03 La Víbora

desastre si prefieres esperar al maldito Papá Noel.

—Amenaza hueca, lobo.

Pero vamos, claro que el tipo volvería. Ese mestizo tenía demasiado
ADN lupino en él para abandonar a alguien de lo que percibía como su
clan, y demasiado vampiro en él para no proteger a aquellos que creía
que eran suyos. A pesar de que había escapado del campo de
prisioneros con la hembra humana que había reclamado como su
compañera, y contrariamente al hecho de que no debería acercarse al
lugar, al menos no sin una pistola en la cabeza, aquí estaba.

—Llévate a Kane primero.

La voz de Lucan sonó apagada. —Cúbrete la cabeza.

— ¿Qué?

—Cúbrete la maldita cabeza, por si acaso.

Una parte absolutamente loca de Apex quería arriesgarse porque era


ese tipo de hijo de puta desafiante. Pero se agachó y se refugió detrás
del asiento.

— ¡Cuidado con Kane! ⎯ladró⎯. ¡Y Mayhem!

Arriba, en el parabrisas delantero, se oyó un ruido sordo. Y luego un


segundo que fue más fuerte, y un último…

—Estoy dentro. ⎯La voz del lobo era clara como una campana
ahora⎯. Oh, diablos, Mayhem…

— ¿Está muerto? ⎯Apex dijo mientras se impulsaba hacia arriba.

—No sé.

Apex trató de mirar a su alrededor, pero los pliegues oscuros de la


manta convirtieron todo en un escenario que aún no se había
revelado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Una femenina voz familiar ahora: —Desbloquea las puertas.

—¿Por qué está Rio aquí? ⎯Apex demandó⎯. ¿Estás jodidamente


loco? Vienen los guardias. Nos siguieron…

—Por supuesto que vienen —murmuró la shellan de Lucan⎯. Es por


eso que tenemos que dejar de hablar y actuar rápido.

Había pasado mucho tiempo desde que alguien esencialmente le había


dicho que se callara. Como tal vez nunca.

—Saca a Kane por arriba, ⎯dijo⎯. No lo logrará si tratas de sacarlo


por el frente.

La conversación en la periferia, entre el lobo y su hembra, era rápida e


intensa. Y luego hubo un balanceo: Lucan trepó a los paneles laterales
mientras Rio comenzaba a arrancar lo que quedaba del vidrio de
seguridad del marco del parabrisas. Después de eso, otra ronda de
ruidos de tirones, que Apex no necesitó traducir para adivinar el
problema: la puerta trasera estaba atascada.

—Tírame la barra de hierro, ⎯le dijo el lobo a su hembra.

Otro golpe, y esta vez llovieron pequeños fragmentos.

Ahora la voz de Lucan justo arriba: —Está bien, Kane. Esto se va a


poner duro. Lo siento, Apex, lo tengo. ¿Puedes soltar el cinturón de
seguridad?

—Sí. ⎯Peleando entre las extremidades sueltas y los pliegues de lana,


Apex encontró el ancla del cinturón⎯. ¿Estás listo?

—Sí.

El gemido de dolor resultante fue difícil de escuchar, y luego la carga


sobre Apex disminuyó gradualmente conforme el otro prisionero
comenzaba a ser apartado de él. Mientras la manta retrocedía, Apex
finalmente pudo ver bien…

—Oh... mierda, ⎯respiró⎯. Mayhem.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando Rio se metió en la cabina, el prisionero no la reconoció; dada


toda la sangre que le corría por la cara, tenía que estar muerta o
inconsciente.

—Apex, ¿también me sueltas este cinturón?

Empujando su mano hacia adelante, cumplió con su deber, y luego


volvió a concentrarse y trató de ayudar con la evacuación de Kane. El
gemido era malditamente horrible de escuchar, pero al menos
significaba que todavía estaba vivo. Aunque a este ritmo, la extracción
iba a terminar el jodido trabajo…

Todo se detuvo cuando Kane gritó.

—La manta está enganchada, ⎯dijo Lucan⎯. Mierda.

El único impulso de Apex fue empujar tan fuerte como pudo, pero
¿adónde los llevaría eso además de desollar vivo a Kane? O perdería lo
que le quedaba en los huesos cuando se desprendiera la envoltura de
lana, o la ventana con su borde de vidrio roto lo haría.

Mira, por eso era mejor no involucrarse con otras personas.

Su sufrimiento se convertía en el tuyo.

En la parte superior de la camioneta volcada, Lucan trató de ser


cuidadoso con Kane, realmente lo intentó. Pero había límites cuando
intentabas arrastrar el peso muerto de un macho a través de una
abertura apenas lo suficientemente grande para el tamaño de los
hombros del macho. Además, incluso demacrado, Kane pesaba más de
cien libras, y con su cuerpo tan débil, era resbaladizo como el infierno
para agarrarlo.

Y luego estaba esa puta manta.

—Nos quedamos sin tiempo, ⎯dijo Apex desde abajo⎯. Tenemos que
sacarlo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Esto era correcto, por supuesto.

Cuando una de las botas de Lucan se deslizó debajo de él, golpeó el


panel lateral y perdió el terreno que había ganado.

—Espera, amigo —gruñó Lucan mientras restablecía la posición de sus


pies—. Solo un poco más lejos… a la de tres.

—Entendido, ⎯dijo Apex.

Uno… dos… tres…

De repente, el prisionero se soltó, y con la abrupta liberación, fue todo


lo que Lucan pudo hacer para evitar perder el equilibrio y derribarlos
a ambos al suelo. Mientras se estabilizaba, colocó al tipo a lo largo del
flanco de la SUV, y la forma en que la cabeza cayó hacia atrás fue
realmente alarmante. También era alarmante la sangre en la boca, los
moretones en la cara. Y todas esas heridas en carne viva que brillaban
y sangraban.

Lucan abrió lo que quedaba de uno de los párpados. Solo lo blanco se


mostraba y nada más. —Mierda…

Apex saltó por la ventana rota como si sus botas tuvieran un resorte, el
impulso fue tan grande que no solo pasó por encima del vehículo, sino
que dio un salto mortal en el aire. Al aterrizar con fuerza, no fue una
sorpresa que se dirigiera de inmediato a Kane, a pesar de que él
mismo tenía una herida en la cabeza que sangraba.

— ¿Está respirando?

La pregunta fue pronunciada con rudeza, y la respuesta fue la que era:


cualquiera podía ver que el pecho desnudo subía y bajaba. Pero a Apex
claramente le importaba tanto que no confiaba en sus propios ojos.

—Por el momento, ⎯Lucan lo evadió mientras se inclinaba hacia un


lado.

En la parte delantera de la camioneta, Rio había sacado a Mayhem del


asiento del conductor y lo había acostado sobre la maleza aplastada.

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J. R. WARD 03 La Víbora

De cara al cielo, el macho se movía de manera descoordinada, con los


brazos dando vueltas débilmente, las piernas arriba y abajo, como si
estuviera borracho y tratara de correr.

Tenía mucha sangre en la cara, como una máscara roja y brillante.

Y luego las cosas empeoraron.

A lo lejos, a través de la línea de árboles, el inconfundible parpadeo de


los faros que se acercaban rápidamente era el tic-tac de un reloj del fin
del mundo.

—Tenemos compañía, ⎯dijo Rio.

Después de lo cual las cosas empeoraron.

Lucan abrió las fosas nasales, olfateó el aire y mostró los colmillos. —
Rio, saca tu arma.

Girando la cabeza, volvió a probar los olores que llegaban con la brisa
y obtuvo una confirmación que hizo que sus pectorales se tensaran.
Excelente. Lo único que realmente no necesitaba agregar a este
espectáculo de mierda.

—Mayhem dice que era un lobo, ⎯gritó Rio⎯. En el camino. Se desvió


para evitar a un lobo.

—Sí, puedo olerlo desde aquí.

Lucan midió los vehículos que se aproximaban. Se estaban acercando,


un tiroteo inexorable avanzaba hacia ellos como una marejada
ciclónica.

Mirando a Apex, le arrojó al macho la única pistola que tenía.


⎯Defiéndelos mientras yo trato con un pariente mío.

Apex atrapó el arma y asintió sin decir una palabra.

Saltando desde el panel lateral del SUV, Lucan golpeó el suelo y corrió
hacia su compañera aterrizando frente a ella. —Vuelvo enseguida.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Ten cuidado.

Él la besó rápidamente y luego salió disparado, saltando por el


terraplén poco profundo. El camino no estaba iluminado, pero no
necesitaba farolas para ver. El cuerpo del lobo estaba a unos doce
metros de distancia, en el centro de la franja de asfalto picada, la
sangre manchaba el pelaje blanco y gris del pecho, una lengua gris
colgaba de sus fauces abiertas. Sorprendentemente, la caja torácica
seguía subiendo y bajando. Eso no iba a durar.

Aunque habían pasado décadas, Lucan reconoció al macho. Era otro


de sus primos.

El primero había sido traído por el Comando hacía apenas unas


noches. Por alguna razón, los lobos habían bajado de la montaña y
estaban dando vueltas alrededor del campo de prisioneros…

El gruñido llegó directamente a través de Lucan.

Cuando levantó la mirada hacia un grupo de arbustos, un par de ojos


azules brillantes se clavaron en él.

—Rio, ⎯dijo en voz alta, sin apartar la mirada del lobo⎯. Vuelve a
nuestro coche...

— ¿Qué?

—Sube a nuestro coche, ahora mismo.

—Pero que pasa…

— ¡Ahora! ⎯Ladró mientras se acuclillaba y se preparaba para una


pelea.

Si iba a ser sobre cuatro patas o dos pies, esa era la única pregunta.

Hablando acerca de tener muchas opciones.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Fue con no poca confusión que Kane abrió los ojos y miró el cielo
nocturno sobre él. Dado el dolor que acababa de soportar, había
asumido... que lo siguiente que vería sería el paisaje brumoso del Velo
y la puerta blanca de la que le habían hablado los wahlkers.

Pero no tenía niebla, ni puerta. Solo tenía los cielos lúgubres sobre la
tierra, las estrellas titilantes que le ofrecían poca belleza y
absolutamente ningún misticismo.

Aunque si estuviera vivo, tendría la oportunidad de...

⎯Tengo que moverte a una mejor postura. Lo siento.

Girando la cabeza, le resultó difícil concentrarse en lo que estaba


cerca, pero después de un momento, registró una cara al mismo nivel
que la suya.

⎯Apex. ⎯ Queridísima Virgen Escriba, su voz era tan ronca⎯. Donde


estamos…

⎯Prepárate.

Su compañero de prisión no le dejó tiempo para seguir esa orden, pero


tal vez fuera lo mejor. Cuando los receptores del dolor de Kane se

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J. R. WARD 03 La Víbora

convirtieron una vez más en todo lo que conocía, las descargas


eléctricas lo atravesaban como espadas, la contorsión de sus
extremidades y columna era algo que no podía controlar, se concentró
en su mente, el mundo perdido para él, los cielos helados también.

Se sintió como una eternidad hasta que estuvo tendido en el suelo, y


ciertamente la agonía se fue a su propio tiempo, lo que había llegado
con una presteza estrepitosa se retiró en un pausado paseo.

Volvió a abrir los ojos como una forma de soportar la tortura. En todas
sus noches de sufrimiento, había descubierto que, si podía
concentrarse en algo, cualquier cosa, fuera de sí mismo, podría hacer
retroceder parte de la embestida...

Mecánicamente. Cuando su vista se agudizó, estaba mirando una


maraña entrelazada de tuberías, ejes, cables, cacerolas: parecía un
vehículo de costado.

En un instante, recordó un tiroteo, Apex asomándose por una


ventana, arrojando algo, y luego...

⎯Tienes que dejarme, ⎯le dijo al otro macho.

Cuando no hubo respuesta, apretó las muelas y giró la cabeza hacia


arriba y alrededor. Apex estaba arrodillado a su lado, sus manos
plantadas en la tierra removida, su cuerpo preparado como si fuera a
atacar lo que quedaba de la camioneta.

⎯Vas a dejarme aquí, ⎯repitió Kane⎯, y salvarte a ti mismo.

Cuando el otro macho abrió la boca, encontró una octava más baja en
su tono. ⎯Déjame ir. Escuché lo que dijo Lucan. Un lobo en el
camino. Y tiene que haber más en el bosque si golpeamos a uno, habrá
otro flanco de guardias encima de todo eso. Eres libre. Estás fuera de
la prisión. Vete.

El macho bajó los ojos y, en el tenso silencio, Kane estudió esos rasgos
ásperos y delgados. Los había visto mucho desde que detonó su collar
y el círculo explotó. Apex se había quedado durante horas junto a su
cama, por razones que aún no podía entender.

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯Tienes que salvarte a ti mismo.

Apex no respondió. No asintió ni negó con la cabeza. Era como una


estatua, aunque bajo su superficie había calor y vida. Y agresión.

⎯¿Puedes moverlo?

La voz femenina fue una sorpresa, y sin embargo esperada, dado quién
había sacado a Kane de la parte trasera del vehículo volcado. La
shellan de Lucan estaba vestida de negro y tenía un arma en la mano.
Aunque tenía sangre en la mejilla y manchas en la chaqueta, estaba
tan imperturbable como una persona en su hábitat natural.

⎯Sí, ⎯dijo Apex⎯. Yo lo llevaré.

⎯No, ⎯interrumpió Kane.

⎯Necesitamos que él y Mayhem entren en nuestro coche y cierren las


puertas.

Apex se movió rápido. La hembra también. Y Kane debió haberse


desmayado cuando lo recogieron porque lo siguiente que supo fue que
estaba sentado en posición vertical, un cinturón sobre su hombro y
cruzado sobre su pecho, sus pies dispuestos en una alineación tan
precisa que su propia mahmen lo habría aprobado.

⎯Kane, cierra la puerta. ¿Lo entiendes?

Incapaz de mover la cabeza, sus ojos buscaron la voz profunda. Ápex,


de nuevo. Ápex, siempre. Inclinándose hacia el vehículo.

⎯Desmaterializaros fuera de aquí, ⎯ordenó Kane.

⎯Ciérrala.

Un pesado panel de acero se cerró de golpe, y luego Apex clavó su


dedo índice en el vidrio, en un pequeño eje que sobresalía de la puerta.

Los ojos de Apex ardían. ⎯No te dejaré hasta que lo hagas.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Kane cumplió con un temblor de la mano que aún tenía dedos; luego
se derrumbó en el asiento. Mientras su cabeza colgaba, descubrió que
tenía un compañero de lesiones. Junto a él, Mayhem parecía estar en
la misma forma, su rostro cubierto de sangre, sus ojos parpadeando a
un ritmo irregular.

⎯¿Estás bien? ⎯Murmuró el otro prisionero.

Kane no se molestó en responder, ya que parecía una pregunta


reflexiva, el tipo de cosa que venía de la cortesía o la practicidad,
aunque Mayhem no era conocido por ninguno de los dos y, en
cualquier caso, el macho no parecía tener suficiente energía para
asimilar cualquier respuesta que se le ofreciera.

Y oh, interesante. El prisionero aún tenía puesto el collar, la banda de


acero con su carga explosiva y el dispositivo de seguimiento estaban
intactos. De alguna manera, debía haber sido desactivado o habría
detonado tan pronto como estuvieron fuera de los terrenos.

Obligando su cabeza para girar hacia otro lado, Kane miró fijamente a
través de un tramo de cristal lechoso. En la carretera, vio que Lucan se
enderezaba y se concentraba en algo que estaba fuera de la vista. Y
más allá del macho, en la oscuridad, serpenteando a través de un
paisaje de árboles... una línea de faros.

Coches. Muchos. Acercándose.

Guardias.

Aunque Kane no era de esta era moderna, habiendo pasado


muchísimo tiempo desde que había sido encarcelado siglos antes,
reconoció donde estaba y lo que se les venía encima. Había visto todo
tipo de transportes motorizados, camiones, camionetas y automóviles
que se usaban para transportar las drogas que se empaquetaban en el
campo y se vendían con fines de lucro. Y sabía cuántos guardias
podían caber en una alineación como esa.

Esto iba a ir muy mal. Para todos ellos.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Como si un caballo se hubiera asustado, su mente se retiró


abruptamente del presente. Pero en lugar de ir a un vacío seguro, fue
al peor lugar posible, absorbiéndolo en recuerdos contra los que
siempre luchó: Se fue a otra noche cuando la muerte había llegado,
aunque no sobre neumáticos, sino sobre pisadas...

En la noche del último aliento de su shellan, Kane estaba sentado en


el escritorio de su estudio, la contabilidad de su patrimonio ante él,
las columnas de cifras y conteos como arena filtrándose entre sus
palmas, nada sobresaliendo excepto el número impar o el título de la
línea. No importaba con qué frecuencia volviera a interactuar con el
material, no siguió nada de eso, su falta de comprensión lo obligó a
comenzar y reiniciar.

Y empezar una vez más…

Moviéndose inquieto en su silla, volvió a encender su pipa porque la


brasa se había apagado en su cazoleta de palisandro, y mientras
exhalaba, las nubes de humo, flotaron y se quedaron en lo alto de la
elegante y masculina habitación, haciéndole pensar en máquinas de
vapor...

Cuando sonó un golpeteo rítmico, estaba confundido en cuanto a su


origen. Luego se inclinó hacia un lado y miró debajo del escritorio.
Su talón rebotaba sobre la alfombra, animado por las oleadas de
energía que le habían hecho difícil acomodarse de cualquier manera,
en cualquier actividad, en cualquier posición, durante las ocho
noches y días anteriores.

No era el único dentro de la casa que no se sentía bien consigo


mismo. Además, su Cordelhia estaba apagada, aunque sus síntomas
eran opuestos a los de él. En contraste con su hiperactividad, ella
había estado perezosa y sin impulsos, sin comer ni dormir
demasiado últimamente.

Y qué alegría para los dos.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Como un regalo por el aniversario de su nacimiento, su necesidad


estaba próxima. El cambio de sus hormonas, la carga fértil, estaba
en el aire, provocando su nariz, haciendo que sus colmillos
descendieran y permanecieran en esa posición, inquietándolo casi
hasta el punto de la locura. Y los sirvientes de la casa también lo
sintieron, aunque dado que eran doggen, no se vieron afectados a
nivel visceral. Sin embargo, se esforzaron por brindar privacidad
adicional y se despacharon a hacer mandados que los mantenían
alejados tanto de día como de noche en un horario rotativo.

En cuanto llegara la plena floración, se dejarían provisiones y se


vigilaría la propiedad desde el perímetro hasta que transcurrieran
las horas fértiles. De hecho, la única forma de aliviar los intensos
deseos de una hembra era montarla y atenderla como solo un macho
puede hacerlo, y aunque él y su shellan eran ambos aristócratas, la
biología era una fuerza de la naturaleza con la que no se podía
negociar, y ella habría alcanzado su ápice pronto. Podía sentirlo, y
ella también, aunque él lo había sentido, durante las últimas dos
noches, se sentía como si estuviera luchando contra la marea. No
podía culparla. Los riesgos de la cama de parto eran reales y, sin
embargo, su amada quería una cría. Era todo de lo que hablaba,
especialmente porque la shellan de su hermano había presentado un
buen hijo al linaje familiar este verano.

Así Cordelhia no fue la única que se impacientó. su mahmen era una


fuente constante de presión.

Como era costumbre tanto en el Viejo País como en el Nuevo Mundo,


cuando nacía un joven en una familia aristocrática, la mahmen de la
nueva mahmen era invitada a la casa de la pareja emparejada, para
supervisar la crianza inicial por parte del personal mientras se
producía la recuperación del parto. Después de una recuperación
exitosa, la propia mahmen se haría cargo de la supervisión adecuada
de los doggen. En el caso del hermano de Cordelhia, a su mahmen,
por supuesto, se le había negado la oportunidad, y Kane dedujo que
ella no sentía que las cosas se hubieran atendido de manera
apropiada con la progenie de su hijo. Estaba decidida a dar el
ejemplo correcto en el hogar de su hija y tenía la intención, tan
pronto como se confirmará el embarazo, de mudarse para contratar
personal nuevo y capacitarlo de la manera que ella considerara

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J. R. WARD 03 La Víbora

correcta.

Kane se sorprendió de que ella no anticipara redecorar toda la


mansión también. Aunque tal vez eso estaba en el expediente y aún
no se le había comunicado.

Fue... una gran alegría... contar con la participación de la familia.


¿No era así? Especialmente la de la shellan de uno.

Aunque un nacimiento sería una bendición de la Virgen Escriba,


suponiendo que el joven gozara de buena salud y Cordelhia
recuperara la salud por completo, una cohabitación interminable
con Milesandhe y él no era nada que anticipar con regocijo, y tal vez
su inquietud fuera tanto el momento fértil como el descenso
inminente de la descendencia un invitado tan honrado y
entrometido…

Incapaz de permanecer sentado, el cuerpo de Kane se incorporó por


sí solo, las páginas de contabilidad se deslizaron del papel secante
cuando su manga atrapó parte del pergamino. Tirando del nudo de
su corbata, se volvió a abotonar la chaqueta mientras pasaba por
encima de los pedazos del libro mayor y salía alrededor de su
escritorio.

Cruzando la alfombra persa, se dirigió a un carro de latón cargado


con licoreras de cristal tallado, en el interior, tenía todo tipo de
licores que brillaban como citrinos, rubí y ámbar que captaban y
refractaban la luz de las lámparas de aceite. Colocándose la pipa
entre los dientes, miró la selección, a pesar de que sólo había un licor
que bebía ocasionalmente.

Para combatir sus ansias sexuales, se había valido de gran parte del
jerez. En verdad, cuando levantó la tapa de la licorera, fue imposible
no darse cuenta de que había que volver a llenarla. No aprobaba el
vicio, sin embargo, durante las noches anteriores, había estado
bebiendo constantemente desde el momento en que se despertaba
hasta que se desmayaba al llegar el amanecer. Era la única forma en
que podía permanecer parcialmente cuerdo.

Su lucha por mantenerse dentro de los límites del decoro habitual fue

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J. R. WARD 03 La Víbora

un shock para él, un recordatorio de que debajo de sus ropas finas,


detrás de su educación adecuada, acechaba un animal, con los
impulsos básicos de un animal para aparearse, fecundar y llevar
adelante la especie.

Así, que sí, o participaba o no se soportaba.

Sirvió una porción de jerez del tamaño de una cerveza en un vaso de


cristal y se enorgulleció un poco de haberlo logrado hasta... ¿cuál era
la hora? Miró hacia el reloj de pie en la esquina. Nueve cuarenta y
nueve. Casi eran las diez de la noche, así que había llegado a veinte
minutos antes de la hora antes de tener que apoyarse en la muleta
líquida.

Mientras se llevaba el vaso a la boca, inclinó la cabeza hacia atrás y


sus ojos se dirigieron al techo.

Su shellan estaba justo encima, reflexionó mientras tragaba y


tragaba.

Su amada estaba directamente encima de él, un vestido suelto de


seda cubría su cuerpo mientras se reclinaba contra las almohadas
suaves y su plataforma de cama en forma de nube.

La ansiedad le cortó las entrañas y agrió el cálido resplandor del


jerez.

Se habían acostado juntos sólo tres veces en el último año, siendo la


primera en la noche de su ceremonia de apareamiento. Ese interludio
inicial había sido un asunto incómodo y torpe, él tomando su
virginidad cuando mientras perdía la suya, ella llevándolo encima
de ella como un deber que no eludiría. Luego, cuando ella se sentó
con cautela en la Primera Comida horas más tarde, él se preocupó de
haberla lastimado, pero no sabía cómo preguntarle a un extraño
sobre algo tan personal.

Después de eso, había jurado cortejarla adecuadamente. Aunque era


su derecho como su hellren exigirle su placer cada vez que lo deseaba,
quería que ella fuera una participante dispuesta, por lo que se había
propuesto conocerla y mostrarle lo querida que era. Con joyas y

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J. R. WARD 03 La Víbora

flores, paseos a la luz de la luna por los jardines y todo tipo de toques
juiciosos de la mano o el hombro, había alimentado una conexión.

Y luego lo había intentado una vez más. La segunda vez que intentó
acostarse con ella, se desnudó como si se estuviera mudando de su
propia piel y se tendió en la cama con la clase de paciencia que uno
esperaría del examen de un forúnculo por parte de un curandero. No
importa cuán tentadores hayan sido sus pechos desnudos, no había
sido capaz de mantener su dureza.

Unos meses después, en una aventura final, había tratado de


excitarla, buscándola en la oscuridad del día, tomándose su tiempo,
siendo amable con su cuerpo. Ella lo había detenido e insistido en
tener relaciones sexuales. Su sexo de alguna manera había
conservado su estado, incluso cuando ella lo había tirado encima de
ella y lo guio bruscamente hacia adentro; sin embargo, había sentido
una tristeza hueca mientras ella había dado a luz su liberación con
estoica resignación.

Posteriormente, cuando ella se había esforzado mucho en asegurarle


que siempre cumpliría con su deber de pareja cuando él lo deseara,
sintió una vergüenza que le había agriado la sangre. Lo que ella
había tallado en su alma con sus palabras suaves y sinceras era algo
que él le había ocultado.

Pero ella lo amaba. Él nunca dudó de eso. Era increíblemente atenta


y entrañable, y la mejor compañera que un hellren podía pedir. Con
el tiempo, la relación sexual crecería. De eso, estaba seguro. Había
sido una hembra recluida hasta que su mahmen se la entregó a Kane,
un bien preciado presentado en toda su pureza a un mayordomo
amoroso que prometió continuar protegiéndola y enclaustrándola.
Él debía tener en cuenta sus inhibiciones.

Simplemente había asumido que tendrían más tiempo antes de tener


que aliviar sus antojos intolerables con el acto sexual. Pero ella sabía
que cuando llegara su necesidad, habría... intimidad... tanto para
mantenerla cómoda como para concebir lo que ambos deseaban…

Un sonido en el exterior atrajo sus ojos hacia una de las ventanas.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Con las lámparas encendidas en el estudio, no se veía nada en el


jardín amurallado y, sin embargo, miraba fijamente el vacío
nocturno.

Cuando no se repitió el ruido, sacudió la cabeza y se sirvió una


segunda ración de jerez. Luego dio media vuelta y caminó hacia su
escritorio, aunque no sabía qué esperaba lograr ahí.

A la mitad del estudio, su cuerpo se tambaleó, su equilibrio se inclinó


como si estuviera en el viento. Inmediatamente, sus ojos se
dispararon hacia el techo. Con un amortiguador recorriendo sus
venas, y una extraña mortaja cerniéndose sobre él, seguramente esto
significaba que había llegado el momento…

Sus piernas se aflojaron, la fina alfombra con sus colores como joyas
se apresuró a saludarlo. El impacto fue fuerte, pero curiosamente, no
sintió nada mientras el vaso derramó su contenido y su pipa rebotó
lejos de su agarre.

Abriendo la boca, respiró profundamente y se sintió mal. Algo estaba


impidiendo su respiración…

Había registrado un olor.

Y luego vio las botas… unas botas negras entraron en su visión.

Con la conciencia decayendo, lo último que notó fue el barro fresco


que se enroscaba alrededor de las suelas y los tacones como si quien
las usaba hubiera pisado los macizos de flores.

Kane volvió a su conciencia con una sacudida de todo el cuerpo,


como si cada parte vital de sí mismo despertara y jadeara al mismo
tiempo. Desorientado, con las sienes palpitantes y sus pensamientos
lentos y confusos, trató de reconstruir lo que había...

Sangre.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El olor a sangre era abrumador.

Mientras el pánico lo despejaba, levantó su pesada cabeza.

Aunque sus ojos borrosos le proporcionaban pocos detalles, sabía


dónde estaba. Estaba en el enclave cubierto de flores de los aposentos
privados de su shellan. Y la sangre era suya.

⎯¿Cordelhia…?

El miedo le dio fuerza para atravesar la niebla lógica y enfocar sus


ojos...

⎯¡Cordelhia!

Su shellan yacía sobre su cama, su brazo desnudo colgaba suelto del


suave colchón y las sábanas con monograma, un río de sangre corría
por el interior de su codo y su muñeca... antes de acumularse en su
palma hacia arriba y gotear de las puntas de sus dedos.

En una oleada de horror, Kane intentó desesperadamente levantarse


del suelo, ir hacia ella, tratar de revivirla con su voz, su toque, su
vena. Sin embargo, su cuerpo rechazó toda llamada de movimiento,
solo su cabeza se movió hacia arriba y hacia abajo…

Un grito rompió el silencio.

En la puerta, la mahmen de su shellan estaba de pie con todas sus


galas, su vestido formal aún complementado con su abrigo de seda y
piel a juego porque no había personal para quitárselo de los
hombros.

⎯¡Has matado a mi hija! ⎯ dijo con horror⎯. ¡Mi hija está muerta!

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J. R. WARD 03 La Víbora

De pie sobre el cuerpo de su primo, Lucan empuñó un cuchillo y


apuntó hacia el otro lobo que estaba escondido en los arbustos al
costado del camino. En su visión periférica, midió el progreso de los
coches que se acercaban que sin duda estaban llenos de guardias,
pero, sobre todo, notó el movimiento sombrío alrededor del Monte
Carlo. Alguien estaba siendo metido en la parte de atrás… Kane. Y
luego Apex cerró la puerta de golpe y le ladró a la ventana.

Sería mejor que Rio se pusiera detrás de ese volante. Colocándose el


cinturón. Arrancando el motor y pisando el maldito acelerador.

El motor no arrancaba. No todavía. Mierda.

⎯No quieres hacer esto, ⎯le dijo al lobo que permanecía escondido.
Luego asintió en la distancia⎯. Viene compañía. Y una pelea entre tú
y yo garantizará que conozcas a mis amigos uniformados. No te van a
gustar.

Hubo un gruñido, y luego el otro macho se reveló en su forma desnuda


y de dos piernas.

Oh, genial. Pero no se sorprendió: ⎯Callum.

⎯Lucan, primo mío. ⎯Los ojos del macho subieron y bajaron, no es

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J. R. WARD 03 La Víbora

que no hubiera hecho ya un inventario completo de su oponente. Con


un luchador como él, ese tipo de evaluaciones eran instantáneas⎯.
Estás tal como lo recuerdo.

⎯Igualmente. ⎯Lucan se agachó y llevó el cuchillo a la altura del


pecho⎯. No quieres hacer esto.

No había ninguna posibilidad de que ese buen consejo fuera a ser


tomado. Callum era el mayor de los tres que habían incriminado a
Lucan, y el macho todavía tenía una constitución poderosa e
intransigente con una flexibilidad como un yunque. Una viga en I. La
parrilla delantera de un tanque. Con cabello blanco y brillantes ojos
azul hielo, era la luz de la luna hecha corpórea e imbuida con la
agresión de un toro embistiendo.

¿Las buenas noticias? No había sacado un arma. Y dado que estaba


desnudo, la madre naturaleza solo le proporcionó una funda oculta, y
no había razón para pensar que...

De repente, el lobo le dio la espalda a Lucan y se concentró en los


vehículos que se acercaban. Luego, sin otra palabra, saltó de nuevo a
la protección de los arbustos, sin hacer ningún sonido.

Mientras las sombras consumían al macho, Lucan miró al lobo


moribundo que tenía delante. En sus fantasías, había visto a sus
primos patear el balde de maneras horribles, por lo que esto debería
haber sido algo bueno, un resultado del que fuera fácil pasar.

⎯Mierda.

Tenía una pareja a la que proteger, amigos a los que salvar y una lucha
que se le venía encima. Necesitaba ponerse a cubierto, recuperar un
arma y rezar para que de alguna manera pudieran resistir el tiempo
suficiente para causar un daño mortal a este escuadrón de guardias en
particular.

Antes de que apareciera el siguiente grupo.

¿Por qué diablos no se movía? ⎯Mierda.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Contra todo lo que tenía algún sentido, metió su cuchillo en la cintura,


se inclinó y recogió al lobo que lo había traicionado y lo había
incriminado por asesinato. Mientras marchaba por el terraplén con el
cuerpo, maldijo su ADN. A los animales de manada les resultaba casi
imposible dejar atrás a alguien de su clan. Incluso cuando había
razones por las que nunca, jamás, debería importarles una mierda ese
pariente.

No llegó a su objetivo.

Antes de que llegara al Monte Carlo, llegó la fila de SUVs oscuros y


comenzó el tiroteo, los guardias dispararon incluso antes de que los
vehículos frenaran. Mientras las balas pasaban zumbando por la
cabeza de Lucan, él se agachó y zigzagueó lo mejor que pudo, mientras
que las extremidades sueltas de su primo se movían y hacían que el
equilibrio fuera el tipo de desafío que no necesitaba.

Además, Jesús, el hijo de puta había sido miembro del club de tiro
limpio. Su primo pesaba tanto como un piano.

La voz de Rio fue fuerte y bienvenida: ⎯¡Te estoy cubriendo!

Era la cosa más dulce que su pareja le había dicho alguna vez, y
hombre, ella tenía buena puntería. En el instante en que comenzó a
disparar, los agudos silbidos de las balas que golpeaban los paneles de
acero fueron una sinfonía para sus oídos, y también cambiaron las
reglas del juego: el fuego entrante se detuvo por completo.

No es que eso fuera a durar.

Sus botas buscaron tracción cuando rodeó el maletero del automóvil


que había robado hace una vida, y tan pronto como estuvo a cubierto,
casi arrojó el cuerpo de su primo al suelo como si fuera un tronco.

Un silbido agudo le hizo girar la cabeza y Apex le arrojó algo. Oh mira.


Maldita Navidad.

Lucan atrapó el arma que le había dado el macho y no comprobó


cuántas balas había en el cargador. Simplemente lanzó rondas
mientras su compañera hacía lo mismo, mientras Apex saltaba a la

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J. R. WARD 03 La Víbora

parte trasera del coche y movía a esos dos machos heridos en los
asientos.

⎯Me he quedado sin balas, ⎯dijo Rio.

Esto fue anunciado justo cuando Lucan apretó su propio gatillo y salió
con una gran y brutal lluvia de balas. Y los guardias no eran tontos.
En el instante en que hubo un respiro en la lluvia de municiones que
venía hacia ellos, volvieron a poner la correa, el Monte Carlo ahora
funcionaba como un búnker, todo tipo de tambores metálicos hicieron
que Lucan se preguntara cuánto tardaría ese tanque de gasolina en
recibe un golpe y encenderlos a todos como una vela romana.

Teniendo en cuenta lo que Kane ya había pasado, no había motivo


para ofrecer al prisionero como voluntario para otra barbacoa.

Miró a su pareja. ⎯Tienes que irte. Es la única forma...

La rotura del cristal de seguridad fue una explosión de chispas, todo se


volvió disco a la luz de la luna cuando la ventana de la puerta trasera
abierta fue golpeada en el ángulo correcto. Saltando sobre su pareja, la
cubrió con su cuerpo.

Y escuchó los gritos de los guardias.

Se estaban preparando para avanzar con todas las armas en


funcionamiento.

Lucan volvió a desenvainar ese cuchillo. Cerró los ojos. Inhaló


profundamente.

⎯Te amo, ⎯le susurró al oído.

Ella se giró y agarró su brazo, con los ojos muy abiertos por el miedo.
⎯No, no subas allí.

⎯Nos quedamos sin opciones y lo sabes. Cuando te dé la oportunidad,


tómala y sácalos a todos de aquí…

⎯ Lo haré yo.

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Cuando la voz masculina interrumpió, los dos volvieron la cabeza


hacia Apex.

Teniendo en cuenta el origen de la oferta, Lucan estaba tan atónito


como si el propio Lobo Gris hubiera aparecido del éter y anunciado:
Me encargaré de esto, muchachos.

Lucan abrió la boca…

Justo cuando empezaron los gritos en la carretera.

Uno por uno, llegaron en camillas.

De vuelta en la clínica improvisada del campo de prisioneros, Nadya


se hizo a un lado mientras los guardias traían a sus nuevos pacientes,
uno tras otro. Y aunque los machos uniformados y fuertemente
armados estaban al mando, esperaron que ella les indicara a dónde y
en qué cama.

Había escuchado hablar de que eran mercenarios, pero obviamente se


preocupaban el uno por el otro. O tal vez solo estaban inquietos por lo
que la jefa de los guardias les haría si no hubiera más guardias de los
que ella fuera jefa.

Siete camas. Eso era todo lo que tenía Nadya. Bueno, seis...

—No —dijo ella bruscamente⎯. No puedes ponerlo allí.

No donde había estado Kane. Nunca.

Cuando no hubo más espacio, que ella permitiera, dirigió a los


entrantes a un tramo vacío de estanterías.

⎯Junta esas dos secciones vacías. Suspende las camillas entre ellas,
de modo que sus soportes horizontales formen una especie de
armazón de cama. Es lo mejor que podemos hacer.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Los guardias no dudaron, no cuestionaron. Los que estaban con las


manos vacías siguieron sus órdenes, levantando lo que hubiera sido
un peso muerto para ella por el suelo y arreglando los estantes tal
como ella les había dicho. Y el sistema funcionó, las camillas se
convirtieron en literas.

⎯Tenemos que ponerlos más altos para poder agacharme debajo de


ellos…

Dos pacientes más fueron llevados a la sala de almacenamiento.

Ella asintió hacia la litera improvisada. ⎯Ahí… no, espera. Él no.


Necesito verlo... a él.

Los guardias trajeron al segundo de los machos y Nadya miró a los


heridos como si estuvieran a una gran distancia. Como resultado de
una herida en el cuello, la parte delantera de su uniforme estaba
manchada de sangre fresca, su camisa suelta, negra y con muchos
bolsillos como una esponja que no estaba haciendo un buen trabajo.
Debajo del cinturón, había otro disparo en el muslo y algunas lesiones
secundarias en las rodillas.

Su rostro estaba pálido y manchado de suciedad y sangre. Sus ojos


estaban cerrados. Su boca estaba laxa, los colmillos envainados y
destellando blancos en medio de la espuma rosada que había brotado
de su garganta.

Era un completo extraño cuyo rostro nunca olvidaría.

⎯Ponlo ahí. ⎯Señaló la cama de Kane⎯. Él irá ahí.

Después de colocar al paciente donde ella les indicó, los machos se


pararon alrededor, como robots en busca de tareas.

⎯¿Dónde están mis provisiones?, ⎯exigió.

⎯Ya vienen, respondió uno de ellos.

⎯Vayan a buscarlas ahora y traiganmelas. Algunos de estos machos se


están muriendo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Después de que los guardias se fueran corriendo, sus pisadas


desapareciendo por el corredor de cemento del exterior, cruzó y se
paró junto al paciente que había puesto en la cama de Kane. Le
temblaban las manos cuando apartó el cuello de la camisa de la
garganta. El cuerpo estaba destrozado, venas y arterias cortadas, la
tráquea expuesta. Su respiración era mala, desigual e ineficaz debido
al desgarro en las vías respiratorias.

Sólo le quedaban uno o dos minutos de vida.

Como si sintiera su presencia, abrió los ojos. Uno estaba inyectado en


sangre por algún tipo de impacto, un puño o tal vez un objeto
contundente.

—Ayúda….me... —susurró.

Extendiendo la mano, levantó suavemente su cabeza. Deslizó la


almohada y lo volvió a colocar en su lugar, su columna cervical ahora
estaba plana, su garganta ya no estaba comprimida de ninguna
manera.

Nadya lo miró fijamente, tomando nota del color del cabello, la tez... la
placa con su nombre en la parte delantera de su uniforme.

⎯Sé quién eres, ⎯dijo en voz baja.

Su boca se abrió mientras trataba de respirar mejor, su lengua


chasqueaba mientras la sangre fresca goteaba sobre las sábanas que
ella había lavado con tanto cuidado.

⎯Y sé lo que hiciste.

Con eso, cubrió su rostro con la almohada y puso todo su peso para
mantener el sello en su lugar. Mientras el torso del guardia se sacudía
y sus brazos se agitaban, mientras sus talones pateaban los pies de la
cama y sus caderas se retorcían de un lado a otro, imaginó el rostro de
Kane.

Mientras tanto, ella llevaba a una muerte segura al guardia que se lo

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J. R. WARD 03 La Víbora

había llevado con manos tan duras.

Cuando cesó todo movimiento, se echó hacia atrás y levantó la


almohada. Los ojos del macho estaban enfocados en algo arriba de él.
Quizás el Fade… pero rezó para que fuera Dhunhd.

⎯Que te pudras en la tierra, ⎯dijo en el Idioma Antiguo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando Apex se ofreció como voluntario para subir y distraer a los


guardias, estaba listo para pelear. No tenía un gran plan, pero
teniendo en cuenta que había encontrado lo que parecía ser un
cuchillo de carne en la parte trasera del Montecarlo, simplemente iba
a hacer su mejor esfuerzo y mantener a los guardias ocupados el
tiempo suficiente para que Lucan y Rio pusieran en marcha el
espectáculo, por así decirlo.

Además, tenía muchas ganas de matar algo.

Y había pensado que, cuando los guardias lo derribaran, porque lo que


harían, tenían una potencia de fuego superior comparada con su
potencia absolutamente nula de fuego, al menos podría morir con el
conocimiento de que había hecho algún daño al escapar.

Excepto que ahora había gritos allí arriba. ¿Qué demonios… gritos...?

Enderezándose desde donde estaba agachado, echó un vistazo a… una


masacre en el camino. Los guardias habían aparcado sus vehículos en
una fila apretada, para proporcionarles mejor cobertura y en el
resplandor de todos esos faros, seis o siete de ellos se agitaban,
tratando de correr, pero siendo arrastrados de vuelta a lo que estaba
sucediendo. La mayor parte de la acción estaba fuera de la vista, pero
podía oler la sangre...

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J. R. WARD 03 La Víbora

Algún tipo de fragmento voló por los aires y su trayectoria lo llevó, lo


que sea que fuera, al alcance de Apex. Después de que la cosa aterrizó
de un rebote en la tierra, miró hacia abajo. Era una mano, cortada a la
altura de la muñeca, el cartílago era un conjunto brillante de
serpentinas hacia el pulgar opuesto y luego algo entero.

Mierda.

Mientras Lucan le gritaba que se detuviera, Apex se lanzó a la lucha,


saltando sobre el capó, aterrizando en el arcén y corriendo hacia el
asfalto agrietado. Al rodear el primer vehículo, él...

Se detuvo.

A solo cinco pasos de distancia, en el pavimento, un lobo atacaba


salvajemente el pecho de uno de los guardias. Cuando el macho trató
de alejar al animal a golpes, no consiguió nada con eso, y luego no
hubo forma de que se defendiera de nadie. Ese conjunto de herrajes
caninos pasaron el uniforme destrozado y entraron a los pectorales, al
esternón y a la cavidad estomacal.

Como si la mierda fuera una comida.

⎯¿Quieres un poco de cerveza con eso? ⎯Murmuró Apex mientras


miraba más allá del funeral en proceso.

Había otros cuatro guardias en varias etapas de carne para almuerzo,


los que todavía estaban de pie pronto estarían en el suelo, los que
estaban en el suelo pronto estarían inmóviles.

Los inmóviles pronto serían devorados.

Bajando la mano de su daga y su pequeño y puntiagudo cuchillo de


carne, se quedó dónde estaba, porque para qué arruinar la fiesta de
otro... pero lo más importante es que le dolía mucho. El haber volcado
y quedado prensado no era precisamente algo para estar tranquilo y
alegre, y mientras respiraba profundamente, un lado de su caja
torácica se encendió como si estuviera enganchado a la batería de un
coche.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Así que sí, se mantuvo al margen.

Las muertes horripilantes no le molestaban. Como asesino a sueldo,


era mejor no ser aprensivo, y aunque había sido un prisionero durante
un tiempo, no era como si ese campo hubiera sido Shangri La. En todo
caso, lo había hecho aún más difícil.

Y entonces se acabó. No quedaba nada que matar.

Las secuelas de tal violencia eran, como siempre, tan silenciosas y


extrañamente pacíficas: Goteo. Cambios sutiles. Contracciones.

Como después de una tormenta eléctrica, solo quedan daños y gotas


de lluvia.

Aunque en este caso, hubo mucho jadeo. Uno por uno, los lobos
levantaron sus hocicos manchados de sangre y pusieron sus ojos en él.
Así que sí, hola, muchachos, levantó su cuchillo, tal como estaba, en
posición. Porque, por supuesto, enfréntate a una manada de
carnívoros con algo más adecuado para una hamburguesa.

⎯ ¿Y ahora qué, primo?

Apex miró por encima del hombro. Lucan se había acercado por
detrás, y el macho estaba haciendo como si mantuviera el arma
pegada a su muslo. Menos mal, solo ellos dos sabían que no quedaba
plomo en la recámara de ese cargador automático.

Cuando volvió a mirar a los otros lobos, fue testigo del cambio del que
había oído hablar, pero que nunca lo había visto de cerca y en persona,
y no era nada de lo que esperaba. En lugar de una agonizante
contorsión, los lobos adoptaron la forma humana en un estallido
repentino, su pelaje se retrajo en su piel, sus torsos se expandieron,
sus brazos y piernas estallaron en una serie suave de movimientos. Y
cuando estuvieron de pie, en toda su altura, volutas de humo blanco se
liberaban en el aire de sus hombros, como si la energía requerida para
cambiar fuera un tipo de combustión.

¿Quién lo hubiera dicho? todavía estaban todos manchados de sangre.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Apex marcó cada uno con sus ojos, moviéndose secuencialmente de


derecha a izquierda, memorizándolos. No era de extrañar que sus
características se catalogaran más fácilmente de esta forma. ¿Cómo
lobos? Se veían todos iguales con su pelaje blanco, gris y marrón…

Se detuvo en el último, y no solo porque no había más de los que


tomar impresiones visuales.

El macho al final de la fila era especialmente ancho de hombros y


estrecho de cintura, la V invertida de su torso equilibraba sus
poderosos muslos y pantorrillas. Con cabello blanco y lo que parecían
ser ojos azul claro, era a la vez etéreo y, con todo ese músculo, muy,
muy corpóreo.

Y estaba dotado como un...

Pues sí, un caballo, como decía el refrán. Lo cual, considerando que el


hijo de puta acababa de ser un lobo, se sentía inapropiado.

Demasiados animales de granja.

Sobre todo, porque Apex estaba mirando la polla del tipo.

Para mantener un decoro que en realidad no le importaba, volvió a


dirigir su mirada hacia los abdominales, pasando por los pectorales...
y hacia la cara.

El macho le devolvió la mirada.

⎯¿Callum? ⎯Dijo Lucan⎯ ¿Vas a hablar? o ¿Esa sangre que tienes


encima es tuya y estás a punto de sufrir un ataque cardiaco?

A la derecha, uno de los cuerpos uniformados se movió. Fue un


movimiento tan pequeño, del tipo que podría ser parte del sistema
nervioso parasimpático apagándose para siempre. Pero a medida que
los ojos de Apex se desplazaban...

–¡Arma! –Ladró mientras saltaba en el aire.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Mientras todos los demás se cubrían, él se lanzó contra el guardia y le


dirigió la punta de su cuchillo. Justo cuando el macho que estaba
cubierto de sangre se incorporó y apuntó con su arma hacia donde el
lobo de pelo blanco había estado parado, Apex le agarró la muñeca, la
estrello contra el asfalto y golpeo en el centro de lo que debería haber
sido la herida abierta de la cavidad torácica de un cadáver.

El acero fue donde Apex quería que lo hiciera, directamente al


corazón.

Pero era un tipo que se enorgullecía de su trabajo. Siempre lo estuvo.

Y algo sobre la idea de que el maldito podría haber matado a ese lobo
lo puso de mal humor.

Cediendo a su furia, y a pesar de sus costillas rotas, siguió apuñalando,


y apuñalando, y apuñalando... y luego, mientras volvía a tirar del
cuchillo, sacó la pistola de un agarre muy poco resistente.

Después de eso, las cosas se volvieron un poco confusas, pero notó


vagamente que el olor a pólvora dominaba toda la sangre fresca en su
nariz.

A diferencia de Lucan, al guardia le quedaban muchas balas en la


recámara.

Considerando todas las cosas, Lucan no podía estar sorprendido por la


carnicería. Apex siempre había tenido un interruptor nuclear, algún
nivel por encima de lo que cualquier macho normal aportaba a una
pelea. Y el hecho de que, en este caso, lo que estaba haciendo era más
un caso de mutilación de un cadáver no parecía importar.

El hijo de puta desquiciado apuñaló a ese guardia muerto con una


especie de cuchillo, los brazos y las piernas temblaban cada vez que se
hacía una nueva entrada, la sangre salpicó su túnica de prisión y sus
pantalones marrones sueltos, hasta que fue como si se hubiera unido
al club de las arterias que gotean.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando finalmente terminó, el prisionero se quedó dónde estaba,


sentado a horcajadas sobre las caderas del desastre, su propio pecho
bombeando, su rostro salpicado de sangre como sacado de una
pesadilla.

⎯Buen trabajo, ⎯murmuró Lucan⎯. Ahora sí que no va a venir a


desayunar.

El vampiro miró hacia arriba y hubo una falta de reconocimiento que,


por un momento, fue preocupante, teniendo en cuenta lo que acababa
de hacer. Pero entonces Apex parpadeó, desmontó lo que quedaba de
su presa y pareció esperar algún tipo de indicación.

Como si fuera una cáscara vacía.

⎯Ven aquí.

Las palabras de Lucan parecieron alcanzarlo, y Apex se acercó y se dio


la vuelta para estar frente a los lobos mientras se desenroscaban de
sus posiciones defensivas.

Mientras tanto, el conjunto de ADN de Lucan solo se preocupaba por


sus parientes. En el tenso silencio, mientras lo miraban fijamente,
todo lo que podía pensar era... en cuánto no quería que su pareja se
enredara en esta reunión familiar. Y dadas las narices de sus primos y
su clan, olfatearían el olor de Rio en su ropa en un santiamén, incluso
con toda la distracción de las fosas nasales.

Lo estaba matando no mirar por encima del hombro para


comprobar su posición. Pero él no quería que ella fuera su objetivo.
Rio era inteligente, estaba bien entrenada y tenía experiencia en
tiroteos. Tenía que confiar en eso.

Callum se adelantó. No era una sorpresa. Él era el más dominante de


los lobos en el lugar, y se someterían a esa autoridad.

Mientras tanto, la atención de Apex se centraba en el macho como si


no se le hubiera acabado el interés por convertir las cosas en
alfileteros.

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Lucan extendió la mano y apretó los bíceps del tipo. ⎯No lo hagas.

La realidad era que, si quería sacar a su pareja y a sus compañeros de


prisión con vida, una batalla con los otros lobos no era el camino más
fácil. Era el camino al cementerio.

Y algo le preocupaba.

¿Por qué habían atacado los lobos? No tenía sentido. No tenían


ninguna razón para atacar a los guardias, ningún papel dentro del
campo de prisioneros, aparte de incriminar a la gente y arrojarla allí.

Callum se detuvo a un metro y medio de distancia. ⎯Lucan.

El nombre sonó ronco cuando salía de sus labios, y luego...

El lobo se arrodilló y su forma desnuda resplandeció bajo el brillo de


los faros. Dejando caer la cabeza, se movió sobre una cadera. Estiró las
piernas. Luego rodó hacia un lado para tumbarse boca arriba en el
asfalto con las palmas de las manos sobre los huesos de la pelvis y las
piernas cruzadas por los tobillos.

Sus ojos miraban hacia el cielo.

Hasta que cerró sus párpados.

El pecho de Lucan se tensó y, de repente, su agarre en el brazo


superior de Apex ya no era para evitar que el tipo hiciera algo agresivo,
sino para ayudar con su propio equilibrio.

Un lobo nunca ofrecía su barriga a nadie, especialmente si estaba


desprotegido.

A menos que fuera su familia... y estuviera buscando el perdón.

Presentando el tipo de expiación que, si se rehusaba, conduciría a su


propia muerte.

Lucan no habló. No pudo.

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En cambio, dio dos pasos hacia adelante. Cuando los ojos de su primo
se volvieron a abrir, pensó en el asesinato por el que le habían
inculpado y en los años que había pasado en esa prisión, todo por
haber nacido mestizo. Como si hubiera tenido control sobre eso.

⎯Te he odiado durante décadas.

La mirada azul pálido de Callum brilló. ⎯No te culpo. Mi padre nos lo


ordenó, pero eso no es excusa. Estuvo mal.

Lucan pensó en las fantasías que había tenido mientras estaba


tumbado en aquella dura litera, entre rejas. Luego miró a los otros
cuatro lobos. Todos estaban quietos, con las manos unidas a la
espalda, en señal de que no interferirían. No importaba lo que hiciera
Lucan.

Mirando por encima del hombro, comprobó cómo estaba el


Montecarlo. Rio estaba de pie frente al capó acribillado, con los brazos
cruzados sobre el pecho y el cuerpo erguido.

Lucan sonrió mientras volvía a centrarse en su primo postrado.


⎯Tienes puta suerte de que la haya conocido por culpa de ese
infierno.

En ese sentido, extendió la palma de su mano, y cuando su primo


tomó lo que le ofrecía, tiro del otro macho hacia arriba… y lo abrazó.

Callum se estremeció cuando el aroma de las lágrimas surgió entre


ellos. ⎯Mi conciencia nunca me ha perdonado esas acciones.

⎯Bien. ⎯Lucan acunó la cabeza del macho mientras caía–. Es un


castigo adecuado.

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Varias horas después, Kane se despertó con el sonido burbujeante del


agua y el olor a pino recién cortado y a tierra buena. Mientras
respiraba, tuvo la sensación de que su cuerpo había sido
cuidadosamente atendido. No estaba libre de dolor, pero tenía
suficiente distancia entre sus receptores sensoriales y la capacidad de
su cerebro como para intentar evaluar dónde se encontraba.

Sus ojos se abrieron. Esperaba ver el cielo nocturno, pues estaba


seguro de que se encontraba al aire libre. En cambio, había una
especie de paño sobre él, y no muy por encima de su cabeza, pero
bastante cerca, por quince centímetros.

En algún lugar cercano crepitaba un fuego, y las llamas lanzaban


bengalas amarillas y anaranjadas sobre las sábanas. Se preguntó sobre
el agua, el flujo como un pequeño arroyo que atravesaba las rocas, la
charla amistosa. Dándole la bienvenida.

⎯Despertaste.

La voz era femenina, pero no podía decir de qué dirección venía. Más
bien, parecía estar a su alrededor. ¿Tal vez dentro de él? Pero eso no
era posible.

¿Qué tipo de drogas le habían dado en el campo de prisioneros?

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⎯¿Dónde estoy? ⎯ Preguntó, sin esperar realmente una respuesta.


No estaba seguro de estar consciente, y si lo estaba, no confiaba en que
esa voz fuera real.

⎯Estás en la montaña. Estás a salvo.

Unas lágrimas inesperadas se agolparon en sus ojos.

⎯Está bien, ⎯le dijo la voz⎯. Has pasado por una gran prueba.

¿Se refería a encontrar a su shellan asesinada, o cuando había sido


incriminado por su muerte, o los siglos en prisión? ¿O la huida en sí?

⎯¿Puedo preguntar algo? ⎯dijo con voz ronca.

⎯Sí, por supuesto.

⎯¿Eres real?

Hubo una risa ahogada. ⎯Sí.

⎯¿Estoy fuera del campo de prisioneros?

⎯Sí. Estás aquí con el clan de Lucan, en nuestro territorio.

⎯¿Mi gente está bien? ¿Lucan y Rio? Apex. Mayhem... El macho


estaba tan malherido.⎯Está Mayhem...

⎯Están todos bien y a salvo. La familia de Lucan los alimenta y les da


agua. Se han reparado y aceptado las enmiendas, la grieta que fue la
lágrima de otra persona reparada por lo que queda de los autores del
crimen. ⎯Hubo otra risa suave⎯. Creo que Callum, tan intratable y
arrogante como es, ha tenido una gran lección de humildad.

⎯¿Están a salvo? ¿Mis… amigos?

Dado que estaban fuera del campo de prisioneros, parecía incorrecto


usar el término, prisionero, y qué alivio.

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⎯Sí. Y tú también.

Hizo una pausa y reunió sus pensamientos. ⎯¿Qué año es? ⎯Cuando
ella le dijo la fecha, él frunció el ceño⎯. ¿Eso es en años humanos?

⎯Sí.

Los cálculos de Kane sobre cuánto tiempo habían estado en el campo


fueron una revelación, y estuvo tentado de preguntarle si estaba
segura. ⎯Pensaba que habría permanecido allí por… mucho más de lo
que había estado. Perdí la noción del tiempo.

⎯Eso era de esperar.

⎯¿Quién eres tú?

⎯Soy un amiga que el Fade ha considerado conveniente


proporcionarte. Y estás conmigo ahora porque es hora de que elijas.

⎯¿Escoger qué? ⎯Levantó su mano buena y no se sorprendió de que


no pudiera sostener el ligero peso por más de uno o dos latidos–. ¿Qué
estoy eligiendo?

⎯Si te quedas o te vas.

⎯No sabía que tuviera voto en eso, ⎯murmuró.

⎯Estamos en una situación única, tú y yo. Tengo algo que puedo


ofrecerte, una especie de rejuvenecimiento. Hay algunos...
compromisos inusuales, pero dada tu situación, tengo la sensación de
que pueden valer lo que recibes a cambio.

Una brisa entró en la habitación en la que estaba… no, no podía ser


una habitación. A menos que estuviera hecho de ventanas y todas
estuvieran abiertas.

⎯Estás en mis aposentos privados, ⎯explicó la voz, como si le


hubiera leído la mente⎯. Es un poco como una tienda de campaña y
un poco como una cabaña. Aquí es donde vivo.

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Cerró los ojos, el cansancio lo alcanzó. Cuando sintió que su fuerza


disminuía, recordó otra voz incorpórea que lo había mantenido en
marcha. Debajo de toda la túnica, Nadya también le había parecido
misteriosa y sin forma.

Sus párpados se abrieron. ¿Qué había ido de ella?

⎯Te estás muriendo, ⎯proclamó su anfitriona.

⎯No.

Cuando la palabra estalló en su interior, los recuerdos confusos de un


guardia que casi lo arranco de la cama en la que había estado acostado
eran tan vívidos que recordaba la cara del macho con toda su
satisfacción, como si disfrutara de la dominación. Nadya había rogado
al guardia que se detuviera. Le había suplicado.

La había empujado a un lado y ella había caído con fuerza sobre el


suelo de hormigón.

⎯Quiero verlos, ⎯exigió⎯. A mis amigos. Tienen que volver y...

⎯¿Y si pudieras ocuparte tú mismo de esa hembra?

Aunque Kane escuchó las palabras, no pudo comprender la


afirmación: ⎯Eso es tan absurdo como cruel.

⎯No, no lo es. ⎯La voz parecía más cercana ahora⎯. Tu corazón se


va a detener en aproximadamente ocho minutos. Debes decidir qué
quieres hacer. Vivir o morir.

⎯Estoy más allá de la reanimación, no hay aliento que tú ni nadie


pueda darme.

⎯Hay algo más.

⎯¿Cómo qué?

De repente, una oleada de fuerza entró en él, cuya fuente no estaba


clara, a menos que fuera cierto que había un encendido antes de la

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J. R. WARD 03 La Víbora

muerte, una última llamarada de coordinación e impulso: se sentó.


Por sí mismo.

Y cuando su rostro captó el paño, arrancó su frágil tejido de...

Un ataúd. Un ataúd de pino.

Qué apropiado, y se dijo a sí mismo que sus ocho minutos restantes


debían emplearse en ordenar a los demás que volvieran al campo de
prisioneros. Nadya no había hecho nada más que atenderlo, pero ¿y si
los guardias pensaban que ella había participado en la fuga?

El velo se desprendió de él, y lo que vio fue una fuente de gran


consuelo: una hembra mayor, que no era un vampiro, estaba sentada
con las piernas cruzadas junto a su última morada, con el cabello en
grandes ondas platinadas que le caían sobre los hombros, su vestido
de color rojo intenso y con cuentas con un patrón que era, de alguna
manera, simétrico y de forma libre.

⎯Bienvenido a la montaña ⎯dijo mientras hacía una bola con la


mortaja que lo cubría.

⎯¿Dónde están mis amigos?

⎯Tienes seis minutos y pico. Dime qué quieres hacer. Te ofrezco la


vida, o puedes morir e ir al Fade a ver a tu shellan.

⎯No tengo elección, mírame ⎯espetó⎯. Así que necesito que mis
amigos…

⎯Se los diré, por supuesto. Lo que tú desees.

Cuando se calló, sus ojos le miraron fijamente, desafiando su decisión.

⎯No sé lo que estás ofreciendo ⎯respondió.

⎯Te ofrezco la vida. Todo lo que tienes que hacer es albergar algo de
energía.

⎯¿Energía?

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯Es lo que estás perdiendo porque tu cuerpo está muy


comprometido. La energía a la que me refiero necesita un lugar y te
curará si le permites quedarse.

⎯Como si fuera un cable eléctrico, –murmuró.

⎯No, como si fueras una lámpara.

⎯Eso no tiene sentido.

Cuando ella se quedó observándolo, él bajó los ojos y se miró a sí


mismo. Las quemaduras de su pecho estaban abiertas, supurando,
ensangrentadas en algunos lugares, desbridadas en otros. Y en medio
del crudo daño había destellos de blanco, sus huesos de las costillas,
su esternón. Abajo, la parte inferior de su cuerpo estaba
completamente arrugada, sin ningún músculo.

Abriendo las manos, las levantó. Le faltaban algunos dedos de un lado,


y cuando giró lo que habría sido su mano de la daga, tuvo que tragar
una oleada de bilis. La carne de su palma había desaparecido, el
funcionamiento interno de las cosas completamente expuesto.

⎯¿Estás seguro de que quieres ir al Fade? ⎯Preguntó la hembra⎯.


Cuando estás tan preocupado por la que te necesita.

⎯Mi shellan me espera en el Otro Lado.

Era más una protesta desafiante que una declaración de hechos. ¿Pero
con quién estaba discutiendo? ¿Con esta antigua hembra... o con él
mismo?

Como si estuviera preparada para resolver el debate que no estaban


poniendo en palabras, se puso de pie con la gracia de una hembra más
joven. Se acercó a un baúl, abrió la tapa y revisó algunos contenidos.
El espejo que trajo parecía algo heredado, su vidrio ondulado, su
marco picado. Y, sin embargo, dada la reverencia con la que lo
sostenía, era claramente apreciado.

Kane alargó las manos destrozadas. Cuando ella se limitó a negar con

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J. R. WARD 03 La Víbora

la cabeza, pensó, pero por supuesto que tenía razón. Probablemente,


él no podría sostenerlo y, además, ¿por qué querría ella sus muñones
ensangrentados en su preciada posesión?

⎯Respira hondo ⎯murmuró ella.

⎯¿Cómo sabes que no he visto ya mi reflejo desde la explosión?

No se sorprendió de que ella no le respondiera. Pero dado que en


realidad no se había mirado a sí mismo, inhaló como ella sugirió,
aunque dudaba que fuera necesario.

El corazón de Kane se detuvo y sus pulmones se convirtieron en


piedra. De su barbilla colgaban tiras de carne, y un ojo no tenía
párpado alguno, lo que le hizo preguntarse encarecidamente cómo
había conseguido continuar con su vista. No tenía boca, sólo el blanco
de los dientes clavado en las encías, y su nariz no era más que dos
agujeros en el cráneo, lo que antes había sido la forma del cartílago era
hueso quemado.

Casi no tenía pelo.

Por alguna razón, de todos los daños, la calvicie desaliñada, los


parches de cráneo expuestos, eran los más difíciles de ver... o tal vez su
mente simplemente se negaba a lidiar con lo que la gente había estado
mirando cuando se había sentado junto a su cama.

⎯¿Dónde he ido? ⎯Dijo con voz ronca⎯. ¿Por qué...?

Bueno, él sabía por qué, al menos en lo que respecta a la explosión. Se


había quitado el collarín de contención, rompiendo el sello y
encendiendo la carga para que dos almas enamoradas que lo merecían
pudieran tener un futuro.

Toda una vida con la persona que más importaba.

Cuando desvió la mirada hacia la anciana, la expresión de su rostro le


pareció extraña. Pero, de nuevo, era una desconocida.

Y él estaba muy conmocionado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Y se estaba muriendo.

⎯¿Es eso lo que realmente quieres? ⎯Ella mantuvo el espejo en su


lugar⎯. ¿Ir al Fade?

⎯Es todo lo que he querido durante los últimos trescientos,


doscientos años, quiero decir.

Cómo pudo perder la noción del tiempo de esa manera. Había estado
tan seguro de tener su calendario correcto, los años, meses y noches
catalogados hasta el punto de la obsesión. Pero la intensidad del
pensamiento no equivalía a la exactitud, y había empezado con el
calendario de los vampiros, no con el de los humanos, y nunca se
había molestado en conciliar ambos.

⎯Todo lo que he querido es unirme a mi shellan, ⎯dijo con dulzura.

La hembra inclinó la cabeza, como haría un perro si hubiera


encontrado algo de interés. ⎯Mira en tu corazón. ¿Qué ves?

⎯Por favor, baja ese espejo. No puedo soportarlo.

Mientras su imagen desaparecía, deseó poder morir, estar un


momento aquí y al siguiente ya no. Y entonces... el Fade.

⎯Veo a mi shellan. ⎯dijo con aspereza⎯. En mi corazón.

⎯¿La ves?

⎯¡Por supuesto! ⎯Con las palabras exclamadas, comenzó a toser, el


esfuerzo por aclarar su garganta, o tal vez eran los pulmones, tal que el
mundo nadaba alrededor y se agarró a los lados del ataúd para
mantenerse erguido–. Quiero estar con ella.

⎯Muy bien entonces.

Que la hembra pareciera entristecida era una parte más de tantas


cosas que no tenían sentido. ¿Qué le importaba a ella? Ni siquiera
sabía quién o qué era ella, y sospechaba que bien podría ser un caso de

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J. R. WARD 03 La Víbora

“Y si…”

Además, no cabía duda de que ella le estaba ocultando cosas.


⎯Recuéstate, ⎯dijo⎯. Pronto terminará.

Una nueva ronda de toses le retorció las costillas y le subió la


temperatura interna del cuerpo de tal manera que se encendió un
fuego ardiente en su interior. Soltando la caja de pino, se puso la mano
destruida sobre el pecho, como si eso fuera a ayudar. No lo hizo.

Cuando por fin pudo recuperar el aliento, el traqueteo de sus


pulmones fue tal que le recordó el juego que había jugado de joven, las
canicas en una bolsa de cuero, las bolas de mármol crepitante...

Sin motivo alguno, sus ojos se dirigieron al lugar donde su mano había
estado en la pared lateral. Su sangre se había filtrado en el pino fresco
sin tratar, la huella era de color rojo fresa y estaba manchada.

Pensó en el momento en que se había despertado de la explosión. Su


mente estaba borrosa, pero recordaba haber estado en La Colmena, en
aquella cueva comunal, en la plataforma donde se disciplinaba a los
prisioneros. Con una claridad punzante, había recordado cómo se
quitaba el collarín, cómo le temblaba el cuerpo por lo que estaba
haciendo, cómo sus manos casi tanteaban la cosa mientras la lucecita
roja del cierre trasero empezaba a parpadear. Había revivido la forma
en que había mirado al Chacal y a Nyx, ambos encadenados a los
gruesos troncos, a punto de ser torturados. Entonces había sentido
una vez más la ráfaga brillante y el horno de calor.

No tenía ni idea de cómo había sobrevivido, ni de quién le había


sacado de La Colmena, y, confundido, había girado la cabeza... y había
visto una figura completamente vestida cuyo rostro estaba oculto por
una capucha.

⎯Nadya, ⎯susurró al volver al presente.

⎯Eres un macho que se toma sus deberes muy en serio. ⎯La anciana
se acercó a él⎯. He oído hablar del Fade, sabes. Los Lobos tenemos
nuestra propia tradición para la vida después de la muerte, pero
siempre he creído que es congruente con lo que creen los vampiros.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Todos vamos al mismo lugar, y todos nos llevamos nuestras cargas.

Cuando Kane sintió que le sobrevenía otra oleada de tos, trató de


escudriñar sus palabras en busca del verdadero significado, de lo que
le estaba ocultando... y entonces no importó. El recuerdo de Nadya
sentada junto a su cama, cantándole suavemente, y levantándose para
llevarle comida, cambios de vendas, agua, cualquier cosa que
necesitara, se apoderó de su conciencia de tal manera que era todo lo
que podía ver.

Aunque había intentado no mirar su enfermedad, a menudo había


especulado sobre la causa de sus dificultades. Sin embargo, ella nunca
había hablado de ellas y él nunca le había preguntado. En cambio, su
discurso se había centrado en lo que ella podía hacer para
reconfortarlo, y en las respuestas que él murmuraba.

Nunca le había visto la cara. Pero conocía su olor y su voz como si


fueran familiares desde hacía siglos.

Todavía estaba en esa prisión.

⎯Mi shellan ⎯dijo. Como para recordarse a sí mismo dónde estaban


y tenían que estar sus prioridades.

Con eso, Kane se recostó. Si había algún propósito para él, tenía que
ser el reencuentro con su pareja. Después de todo, era un caballero
que había sido criado adecuadamente. Pero más que eso, si había algo
que reparar, tenía que ser su fracaso en proteger a Cordelhia.

⎯Nuestra conciencia es parte de nuestra eternidad, ⎯dijo la


anciana⎯. Y las cargas que no se pueden cambiar se vuelven más
pesadas. Por el momento. Por la hora. Por el año, la década… el siglo.

⎯Como si no lo supiera, ⎯espetó de vuelta⎯. He estado bajo un velo


desde que encontré a mi pareja desangrada en su cama. No me hables
de cargas...

⎯Entonces, ¿por qué agregarías más sufrimiento voluntariamente?


⎯La anciana levantó las palmas de las manos⎯. Es cierto que hay
mucho que no has elegido. Pero este peso es uno que puedes elegir.

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Cerró los ojos. Ojo. Lo que sea.

⎯¿Cuántos minutos faltan? ⎯Preguntó con aspereza.

⎯Dos, ahora.

⎯¿Le dirás a Lucan que debe volver para buscar a la enfermera?

⎯Si eso es lo que deseas, poner en peligro a una pareja cuyo


futuro juntos…

⎯¿Puedes dejar de hablar? ⎯gruñó Kane⎯. ¿Y qué diablos puedo


hacer en estas condiciones?

Cerrando los ojos... el ojo… de nuevo, se dijo a sí mismo que, por muy
agradecido que estuviera con Nadya, no era responsable de ella, no de
la forma en que lo era con su pareja. Cordelhia tenía que ser la
primera.

No había estado allí cuando ella más necesitaba la protección de su


macho.

No la abandonaría de nuevo.

⎯Déjame ir ⎯dijo, sin saber con quién estaba hablando.

Resuelto a su destino, exhaló el poco aliento que quedaba en sus


pulmones… preparándose para desvanecerse en el Fade. En el
silencio, sus silbidos se hicieron cada vez más fuertes y, sin embargo,
había algo más dentro de la cabaña. Alguna cosa…

Era el arroyo burbujeante. Detrás de los sonidos irregulares de su


respiración, el agua que corría seguía fluyendo, pero estaba creciendo
en volumen. Una vez suave, el río se convirtió en todo lo que podía oír,
como si el agua estuviera más cerca. Y cada vez más cerca.

Como si tuviera piernas y caminara hacia él.

Por otra parte, tal vez no fuera agua, sino la llegada de La Muerte para

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reclamar lo que quedaba del cuerpo de Kane.

¿Cómo podía Nadya haber puesto algún esfuerzo en un caso tan


desesperado como él?, se preguntó. Sin embargo, nunca había
vacilado en su fe en su supervivencia. Ni una sola vez.

Y ella nunca lo había dejado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Todo llegó.

Todo lo que Nadya había pedido, cada medicamento, todos los


suministros, incluso comida y agua, y más mantas y catres adecuados,
llegaron en un flujo constante. Los guardias eran buenos caballos de
carga, llegaban cargados de bolsas de lona y cestas o rodando en
carretas. También continuaron siguiendo sus indicaciones. Creó un
sistema de inventario rápidamente, coordinó a los machos y ordenó
las nuevas provisiones para su clínica. Luego les pidió que retiraran el
cuerpo del guardia muerto y los despidió para que se pusieran a
trabajar.

—Una sutura más y terminamos, —le murmuró a su paciente.

Cuando no hubo respuesta, levantó la vista. El guardia cuya herida en


el muslo estaba cosiendo tenía los ojos cerrados y las manos apoyadas
en el estómago desnudo. Tuvo que cortarle la ropa porque había
sangre por todas partes, pero su desnudez era solo una parte necesaria
para hacer el inventario de su condición. No sufrió lesiones en su
privacidad y, sin duda, suponiendo que sobreviviera, sería algo por lo
que regocijarse. Sin embargo, la laceración en su cabeza había sido
severa, y le preocupaba si él saldría adelante. Hasta ahora, iba muy
bien, sin embargo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Abajo en su pierna, su última puntada estaba en la base de una herida


irregular, y mientras ataba un nudo y cortaba la cuerda, calificó su
trabajo manual. La herida había sido una especie de desgarro, como si
la pierna hubiera quedado atrapada y, al soltarla, la piel hubiera
cedido. Los moretones eran extensos, la hinchazón empeoraba cada
vez más, el enrojecimiento debajo de la piel ya se estaba volviendo
morada.

—Pero vas a vivir, —murmuró mientras limpiaba todo con peróxido⎯.


Tenemos que ser positivos.

Después de haber evaluado a todos los guardias (siendo él el menos


grave, razón por la cual lo estaba tratando al último), había repartido
analgésicos en forma de pastillas o inyecciones, y se dispuso a lidiar
con lo que pudiera. Había trabajado tan rápido como sus manos se lo
permitían, y cuando empezó a dolerle la espalda y la cojera se hizo
más dolorosa, ignoró su propia incomodidad.

El hecho de que hubiera sido necesario que un escuadrón completo de


guardias resultara herido para conseguir los tipos de recetas y
vendajes que necesitaba la enfurecía. Antes, cuando habían estado en
el lugar subterráneo, una vez había ido al Comando y suplicado que las
cosas curaran, aliviaran, ayudaran. Ella nunca había vuelto a
preguntar. Algunos caminos eran demasiado peligrosos para recorrer,
y ¿cómo podría hacer algo bueno si ella misma estaba muerta?

Desde que habían sido reubicados en este hospital abandonado, había


tenido una pausa en su volumen de pacientes porque muchos habían
muerto durante la evacuación como resultado del estrés y el viaje.
Pero sabía que habría más que vendrían a ella, siempre había más, por
lo que había reclamado esta sala de almacenamiento como su propia
clínica. Después de que el Verdugo, que había sido el segundo al
mando del campo de prisioneros, asumiera el papel de líder, había
sido mucho más pragmático que su predecesor. Había reconocido el
interés financiero que tenía al asegurarse de que su fuerza laboral
pudiera hacer lo que él requería de ellos. Sabía que, a menos que
entraran más reclusos, que, por alguna razón, no pasaba, necesitaba
cuidar mejor de los que tenía.

Así que le había permitido mantener la clínica.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Que ahora estaba llena de guardias.

Después de vendar su conjunto de puntos, se levantó del suelo duro y


se deshizo de los restos de envolturas. Luego se acercó cojeando a un
carrito lleno de hogazas de pan fresco, trozos de queso y botellas de
plástico con agua. En rápida sucesión, se alimentó, se hidrató y sintió
poca mejoría en términos de energía. ¿Qué la mantenía en marcha? Su
promesa a sí misma, forjada hace mucho tiempo.

Ella no dejaría que nadie muriera o sufriera si pudiera aliviar lo que


les aquejaba.

Cuando volvió a llevarse la botella de agua a los labios, vació la mayor


parte de lo que había allí y el tinte químico del sistema de purificación
le picó en los costados de la lengua. Por un momento, anheló probar la
pureza, algo que calmara la sed no solo agregando H2O a su sistema,
sino también...

Dándose la vuelta, miró hacia la hilera de camas. Luego miró a los


guardias que habían sido sacados de las camillas suspendidas entre los
estantes y sobre los catres.

Sus pacientes yacían como troncos, ninguno de ellos se movía excepto


para respirar. Solo había uno que estaba boca abajo, debido a las
laceraciones en la parte posterior de sus piernas y sus nalgas, pero al
resto pudo revisarles la cara para ver si estaban despiertos.

Uno la miraba desde el otro extremo.

Sus párpados estaban un poco agrietados, por lo que era difícil saber si
estaba fingiendo dormir o eso era todo lo que podía abrir.

Pero sus ojos definitivamente estaban sobre ella, y cuando se giró para
dejar la botella de agua a un lado y luego se volvió, su atención
permaneció.

Cojeando hacia él, ella se inclinó. —¿Necesitas algo?

El macho tenía algunas laceraciones profundas en la parte superior del

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J. R. WARD 03 La Víbora

cuerpo, la garganta y la cara, del tipo característico de una pelea con


cuchillos. Ella los había cosido, pero el que estaba debajo de su
mandíbula probablemente le impedía hablar.

—Su medicamento para el dolor debería estar funcionando ahora.

Sus ojos se movieron sobre su hombro.

Nadya se puso rígida cuando registró la presencia de quien había


llegado.

—Saludos.

Ella se dio la vuelta. La jefa de los guardias estaba de pie en la puerta


abierta, mirando las filas de sus subordinados heridos. Cuando llegó a
la última cama, la que estaba vacía excepto por una almohada
ensangrentada y algunas sábanas manchadas, arqueó una ceja.

—Sí, —dijo Nadya⎯. Hubo una pérdida. Pero se estaba muriendo


cuando entró, y no me habían traído los suministros que necesitaba.
La hembra se adelantó. —Por cierto.

Nadya permaneció donde estaba, y cuando la cabeza del guardia


estuvo frente a ella, se inclinó hacia atrás porque había una gran
diferencia de altura entre los dos.

—Quiero ver tu cara, —dijo la hembra.

—Por qué.

No hubo respuesta. Pero un largo brazo se extendió hacia delante…

Nadya le dio una palmada en la muñeca. —No.

—¿Qué escondes debajo de toda esa tela?

—Nada que afecte mi habilidad para cuidar de tus machos. Y eso es


todo lo que debe importarte.

Hubo un silencio tenso, y no hacía falta decir que la hembra podía

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J. R. WARD 03 La Víbora

hacer lo que quisiera físicamente. Era diez veces más fuerte.

—Gracias por los suministros, —dijo Nadya con frialdad⎯. Son muy
apreciados. Pero no confieren ningún derecho en su nombre.

—No eres tan mansa como aparentas.

—Y tú me necesitas. A menos que quieras cambiar sus orinales y


asegurarte de no darles una sobredosis cuando sea el momento de
volver a tomar sus medicamentos, será mejor que me dejes hacer mi
trabajo.

La jefa de los guardias torció su brazo de tal manera que Nadya tuvo
que soltarla.

—Uno de ellos muere, —dijo la hembra⎯, y yo misma te mataré,


incluso si tengo que encontrar a alguien más para hacer tu trabajo.

Nadya inclinó la cabeza. —Fuiste bastante clara la primera vez.

En medio del sonido del río que no podía ver, Kane no pudo encontrar
claridad alguna.

Mientras yacía allí con los segundos pasando, y la arena corriendo a


través de su reloj de arena de última hora, esperaba alivio con la
decisión tomada. Cuando eso no sucedió, decidió que la resignación
era más lo que necesitaba sentir. Finalmente, solo esperó, una vez
más, para ver el paisaje blanco del que había oído hablar.

Seguramente, esa puerta blanca se precipitaría hacia él pronto, la


perilla preparada para su palma.

No vio blanco. Vio marrón oscuro.

Era un recuerdo de vestirse del color de la caoba. Y entonces, como si


el ojo de su mente fuera una lente de cámara que se ensanchaba,
recordó la clínica con su fila de camas vacías y hechas con precisión, y

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J. R. WARD 03 La Víbora

su fila de estanterías, y las cajas cubiertas de polvo y los artículos


olvidados hace mucho tiempo y el escritorio astillado. Todo era tan
improvisado y modesto, tan raído y gastado. Pero había sido creado
por Nadya para cuidar a otros con suministros limitados, y con ese
noble propósito, era un palacio.

Nunca había pensado en preguntarle cómo había terminado con el


resto de ellos, ya que era imposible imaginarla como una criminal.

Nadie con tan buen corazón podría lastimar a alguien…

Kane abrió los ojos. —Tengo que volver por ella.

La anciana del vestido de cuentas rojas le sonrió. Como si hubiera


sabido todo el tiempo que él cambiaría de opinión.

—No puedo dejarla en ese infierno, —dijo con aspereza.

—Si eliges quedarte, no serás como eres…

—Date prisa.

—…serás cambiado para siempre…

—Date prisa.

—No serás el mismo…

—¡Lo que sea que me haga, no me importa! Quedan menos de dos


minutos, falta casi un minuto⎯ ¡Solo hazlo!

La hembra asintió. ⎯Lo siento mucho.

No había razón para preguntar por qué. A Kane no le importaba.


Simplemente no quería quedarse sin tiempo…

De repente, las paredes del ataúd se derrumbaron, y cuando miró


hacia un lado, vio el arroyo que corría a través de la choza, su lecho de
roca serpenteaba alrededor del fuego, ¿seguramente no iba a pasar por
debajo de las llamas? Las piedras de color gris oscuro brillaban y eran

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J. R. WARD 03 La Víbora

misteriosas donde el agua corría sobre ellas. Aunque nada le pareció


particularmente milagroso en el pequeño río, no podía apartar la
mirada, y cuanto más miraba, más se daba cuenta de que no había
fondo en el afluente. De hecho... no era un río en absoluto. Eso no era
agua.

Era una división metafísica que parecía penetrar profundamente en la


tierra, y el fuego de repente también le pareció extraño. Las llamas no
tenían leña ni comida para saciar su hambre. Al igual que con el agua
no real, parecían simplemente existir.

—La energía que necesita un anfitrión es fundamental y proviene del


centro de todo, ⎯dijo la anciana mientras caminaba hacia el final del
ataúd.

No, no había ataúd. Estaba tendido directamente en el suelo, ni


siquiera en la alfombra tejida a mano, la tierra debajo de él no era ni
dura ni blanda. Y con la conexión entre su cuerpo roto y el suelo, la
carga desconcertante que vibró debajo de él pasó directamente a su
carne…

De repente, el río estaba debajo de él, una inversión que desvió


instantáneamente su flujo y, sin embargo, no sintió nada de la
precipitación ni de la amortiguación. En cambio, estaba inundado de
calidez y un alivio del dolor que no eran drogas, sino algo mucho más
elemental, como si sus nervios estuvieran siendo rozados con
compasión y calma como resultado.

—Te ha aceptado, —murmuró la anciana⎯. Esto es bueno.

Como si su pronunciamiento iniciara algún tipo de proceso, él


comenzó a hundirse, o tal vez el nivel de energía estaba aumentando;
de cualquier manera, mientras miraba hacia abajo a su cuerpo, ahora
estaba en el río, el flujo, ahora oscuro como la noche, subiendo y sobre
sus rodillas y muslos, sus caderas, su pecho.

—No tengas miedo…

El junco negro lo reclamó, la sumersión como si se estuviera


ahogando, un peso sobre él comprimiendo su cuerpo bajo el…

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J. R. WARD 03 La Víbora

Serpientes.

El flujo no era agua, y no era energía pura, eran cientos de víboras


negras… mil de ellas… un número infinito.

Un estallido de miedo lo animó, pero cuando trató de sentarse, quedó


atrapado, retenido en su lugar por las serpientes resbaladizas que
corrían sobre él. Instintivamente, luchó para empujarlos, liberarlos de
una patada, su cuerpo corcoveando y retorciéndose. Los reptiles
continuaron deslizándose sobre él, cubriendo su forma corpórea, una
manta repleta que se movía contra él como si estuviera tratando de
encontrar una forma de entrar.

En medio de su pánico, de alguna manera miró fuera de las víboras, y


lo que vio de la anciana tenía tanto sentido como el río de serpientes.
Su rostro se había vuelto juvenil, su belleza brillaba con una
beneficencia de otro mundo, segura como si lo que parecía envejecido
no fuera más que una máscara, y lo que estaba debajo era la verdadera
e infinita esencia de ella.

Y como si hubiera esperado que él mirara hacia arriba, se liberó del


cuerpo en el que se había presentado ante él, convirtiéndose en nada
más que una forma brillante que tenía una forma nebulosa y los
contornos de una hembra, aunque sin verdadera sustancia.

Mientras su cabello fantasmal se arremolinaba a su alrededor como


llamas de platino, era como si una fuente de viento desde el interior de
la tierra la encontrara a ella y solo a ella. —No tengas miedo.

¿Por qué cuando alguien te decía eso, siempre empeoraba las cosas?

Su "brazo" se extendió cinco, seis, siete pies, hasta que entró en el flujo
de serpientes, la fuerza vital que era ella penetrando en la maraña de
víboras... y volviendo a salir con algo en sus manos. La larga serpiente
negra emergió con la cola por delante de la masa retorcida, y cuando
la hembra la liberó, su tremenda longitud la envolvió hasta el hombro,
el movimiento era tan sensual, tan aceptado y esperado, que era un
gesto de familiaridad.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Y luego vino la cabeza.

El ápice triangular de la serpiente giró, sus ojos rojos de reptil se


clavaron en Kane. Una lengua negra lamió. Se retiró. Entonces
probando una vez más. La cabeza se alzó.

—Mi querido amigo está en busca de un anfitrión. ⎯La hembra se


acercó, flotando sobre la tierra en lugar de deambular en el sentido
convencional⎯. Encontrarás en él un invitado muy hospitalario,
aunque hará algunas redecoraciones. Sin embargo, no creo que eso te
importe.

El corazón de Kane comenzó a latir con fuerza. —¿Anfitrión?

—Obtendrás el rejuvenecimiento que necesitas. Tendrá la oportunidad


de ver el mundo de nuevo. Un buen trato para ambas partes.

La anciana estaba hablando, Kane lo sabía porque los sonidos de su


entonación entraban en sus oídos, pero no podía comprender ninguna
de sus palabras. Mirando esos ojos de reptil, una disociación se
apoderó de él, quitándolo de todo menos de esa mirada rubí.

La víbora comenzó a zigzaguear de un lado a otro, y Kane se encontró


repitiendo el balanceo, hasta que se movieron en sincronización... de
lado a lado, de lado a lado.

La mandíbula inferior cayó y los colmillos descendieron. La lengua se


retrajo...

La gran cabeza se echó hacia atrás y se abrió, dejando al descubierto


unos colmillos largos y afilados.

El cambio sucedió tan rápido, tan rápido como un grito ahogado, y sin
embargo su mente registró el cambio y el contacto penetrante sobre su
corazón en cámara lenta. Era como la culminación de un baile, un ir y
venir que lo reclamó, y después, se miró el pecho.

Dos ríos de sangre corrían por las heridas de las quemaduras en carne
viva.

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Kane jadeó y se arqueó. Entonces su cabeza cayó hacia atrás y se


estrelló en una caída libre, en la corriente de serpientes, que ahora lo
reclamaba de una manera diferente.

Él era uno de los suyos.

Las convulsiones llegaron en oleadas, castañeteando sus dientes,


poniendo rígidos todos sus músculos, casi partiendo su columna por la
mitad mientras sufría un espasmo. Y cuando sus labios se abrieron,
algo entró en su boca, entró en él. Ahogándose, luchó contra…

Otra víbora irrumpió, bajando por su garganta, enroscándose en su


estómago. Gritó y trató de respirar, pero había un número
interminable que lo seguía. Mientras su estómago se hinchaba, pensó
que iba a vomitar, y aun así continuaron penetrándolo, su boca se
abría de par en par.

No había más espacio, iba a volar en pedazos…

Las víboras salieron de sus entrañas y se clavaron en su torso,


enroscándose alrededor de sus órganos, distendiendo su piel, y luego
llenaron sus brazos, sus piernas.

Cuando ya no había más territorio que conquistar...

…lo que había sentido venir llegó.

Kane volvió a gritar mientras explotaba, su forma corpórea se


desintegraba en el éter, y ninguna parte de él quedaba intacta.

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J. R. WARD 03 La Víbora

De nuevo en casa, de nuevo en casa, yiiiijaaa.

Mientras Lucan miraba fijamente las llamas del pozo de fuego central
de su clan, no tenía idea de dónde diablos estaba. Vale, sabía que
estaba fuera del campo de prisioneros. Sabía que estaba en la
montaña. Y sabía que su shellan había salido con vida de la lucha, que
Mayhem estaba descansando, que Apex estaba bien y que Kane...

Miró por encima del hombro a la cabaña de la Loba Gris.

Kane estaba bajo el cuidado de la matriarca.

Pero ahí fue donde terminó su sip lo tengo. Por otra parte, ¿había
mucho más que le importara?

Mientras la fogata crujía y crepitaba en su asiento de leños


entrecruzados, y mientras el dulce humo giraba y le hacía cosquillas en
la nariz, recordaba haber estado en el campo de prisioneros original, y
haberse recostado en su dura cama, acunando un viejo reproductor de
casettes contra su pecho. Mientras Duran Duran sonaba una y otra
vez, miraba el techo de roca áspera por encima de él y pensaba en este
momento exacto.

Seguro como si este fuera un destino al que alguna parte de él sabía


que regresaría.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Había soñado tantas veces con este círculo de troncos alrededor del
hogar de piedra plana de piedra, las coníferas altas y esponjosas por
encima de él, la tierra acolchada con agujas de pino caídas, las rocas
que asomaban por el suelo y que habían sobrevivido al avance y
retroceso de los glaciares hace millones de años. Y lo gracioso fue que,
sin importar cuánto había cambiado, el entorno era exactamente como
lo recordaba, las entradas de las cuevas estaban ocultas, las hembras
estaban fuera de la vista por razones de seguridad; los machos al
frente y al centro, preparados para defender el territorio; los ancianos
en el mirador, compartiendo historias, en paz con el presente porque
vivieron en el pasado.

Cuando el viento cambió de nuevo, miró hacia el cielo, siguiendo los


suaves rizos de humo y los zarcillos de calor hasta las estrellas que
titilaban, brillantes como linternas, en el cielo aterciopelado.

—¿Estás bien?

Ante las palabras susurradas, apretó con más fuerza la mano de Rio.

—No sé. ¿Creo que sí? —Miró por encima⎯. Me alegra que estés aquí.
Ni siquiera pensé que tendría la oportunidad de mostrarte este lugar.

Rio miró hacia los árboles, la luz del fuego jugando sobre su rostro. —
Es tan pacífico.

—Y seguro.

Porque la ironía de las ironías era que esa tranquilidad estaría


protegida por el derramamiento de sangre, si fuera necesario. Después
del encuentro con los guardias, cuando Lucan aceptó la sumisión de su
primo frente a los cadáveres y los vehículos todoterreno, supo que era
allí donde debían recuperarse y averiguar lo que seguía. Y Callum no
tuvo que sugerirlo ni ofrecer una invitación. Lo que era del clan... era
todo del clan, y parecía que él estaba de vuelta en la familia.

Se secó los ojos, se aclaró la garganta y miró a Callum. El macho


estaba sentado, era cierto, pero su poderoso cuerpo no estaba más en
reposo que el de cualquier depredador. Aunque sus ojos estaban

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principalmente en el fuego, estaba constantemente monitoreando el


perímetro, al igual que los otros lobos.

Lucan tuvo que dárselo al testarudo hijo de puta. El tipo había


pensado bien las cosas cuando se trataba de posiciones defendibles y
maniobras evasivas. Después de reunir todas las armas de los guardias
y lo poco que quedaba de la munición, tomaron los vehículos a unas
cuatro millas de distancia y los arrojaron por un acantilado a un
barranco uno por uno. Luego, el lobo tomó el cuerpo de su primo
muerto y desapareció en un lugar en la base de la montaña del clan,
mientras que Lucan condujo tan rápido como se atrevió en el Monte
Carlo para encontrarse con ellos allí.

Hablando de garajes de mierda. Parecía que la estructura estaba a un


estornudo de derrumbarse, pero eso era solo por fuera. El interior del
lugar era un milagro, completamente equipado con todo lo necesario
para una evacuación, un ataque. Una comida. Una siesta. Un aguante
durante varias semanas.

Incluso tenía un búnker subterráneo y una ruta de escape.

Guardando el sedán, quitaron y destruyeron los dos collares de


sujeción, pusieron a Mayhem y Kane en camillas, y luego,
colectivamente, empujaron a los dos machos a la superficie cultivada.

El sendero no era uno que Lucan conociera, lo que le hizo sospechar


que había sido tallado especialmente para el refugio, pero los
alrededores estaban instantáneamente en casa, desde el aroma de los
pinos y la tierra blanda, hasta los árboles que se alzaban como si
protegieran a los inocentes, los heridos, los perdidos y los necesitados.

El viaje al corazón del territorio del clan había sido de cuarenta


minutos a pie, y aquellos que no tenían la mano en la empuñadura de
una camilla estaban armados hasta los dientes y vigilando el camino
desde adelante, desde atrás, desde los lados. Y algunos de los lobos
habían asumido sus formas de cuatro patas, porque podían ser más
rápidos sobre ell...

De repente, Callum se levantó en toda su altura. Cuando todos giraron


en su dirección, él simplemente negó con la cabeza y caminó hacia el

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oeste como si fuera una llamada de la naturaleza.

En deferencia a Rio, los lobos se habían vestido en sus formas de dos


patas, y no se había planteado ningún problema de que ella fuera una
hembra humana entre ellos. Apreció la deferencia y el decoro, y
supuso que era una señal de cuánto había avanzado que encontraba el
secuestro de las hembras y jóvenes del clan tan extraño e incómodo.
De hecho, ni siquiera estaba seguro de que alguna de ellas estuviera en
la montaña.

Bueno, quien sabe.

A la izquierda, los ojos de Apex siguieron a Callum incluso cuando su


cabeza y su cuerpo no se movieron. Era difícil saber si no confiaba en
los lobos o si solo quería matar al macho por principios. Él tenía sus
propios estándares morales, y si tropezabas con uno de ellos, cómo el
traicionar a un miembro de la familia, incluso si se habían hecho las
paces. Apex era así de raro.

Grandes problemas.

Pero en cuanto a dónde estaban las hembras del clan y si Apex iba a
hacer algo estúpido o no, Lucan no tenía la energía para involucrarse.

—¿Qué le está haciendo a Kane? —Rio preguntó en voz baja⎯. La


hembra mayor.

El hecho de que la Loba Gris no fuera ni una hembra ni una anciana


en el sentido convencional no parecía algo que valiera la pena corregir,
y no estaba seguro de qué decir sobre el resto. Si respondió con un “no
sé”, fue una verdad a medias que le sentó mal. Pero él no quería
asustarla, y se recordó a sí mismo que no estaba exactamente seguro
de lo que estaba pasando allí dentro.

El grito que salía de la choza era lo que había estado esperando, lo que
temía... y también esperaba oír.

Miró a Apex y rezó para que el macho se quedara quieto. Si había un


comodín en todo esto, era ese vampiro, pero le habían explicado las
cosas (tanto como podían a un extraño, claro) y finalmente permitió

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que Kane fuera secuestrado a solas con la Loba Gris. Era la única
oportunidad del aristócrata, aunque una cosa era entender eso a nivel
intelectual, y otra cosa era escuchar los sonidos de todo.

Excepto que parecía que Apex se quedaba dónde estaba, con las
manos entrelazadas y los codos plantados en las rodillas, como si
mantuviera su cuerpo en su lugar a la fuerza.

Cerrando los ojos, Lucan recordó cuando había crecido en los


márgenes del clan, los susurros sobre el rejuvenecimiento y las
especulaciones sobre lo que sucedió exactamente en la cabaña, el tipo
de cosas de las que se hablaba en voz baja. Habían pasado
generaciones desde que se hizo, y mientras miraba a los lobos
reunidos, al otro vampiro y a su hembra humana, se dio cuenta de que
el grupo de ellos estaba presenciando un pedazo de historia, un evento
maravilloso que pasaría. hasta su progenie, convirtiéndose en aquello
de lo que se hablaba en voces tranquilas y reverentes alrededor de
fogatas nocturnas, siempre en privado, como si no todos lo supieran…

Saliendo de la oscuridad, Callum volvió a entrar en el círculo de luz del


fuego, echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un aullido, el sonido
no lo hizo la garganta de lo que parecía ser un macho, sino el del lobo
que vivía en cada molécula de su cuerpo.

Uno por uno, los otros lobos machos se pusieron de pie, respiraron
hondo y emitieron llamadas que aumentaron de volumen hasta que
los gritos del vampiro en la cabaña no se escucharon en absoluto.

El coro de aullidos era el sonido más hermoso del mundo para Lucan,
el tipo de cosa que convertía su cuerpo en un diapasón y hacía que su
visión se volviera borrosa por la emoción…

Cuando sintió que el agarre en su palma se tensaba, miró a Rio, y


cuando ella asintió, supo lo que le estaba diciendo, pero no estaba
seguro de sí debería…

Su cuerpo tomó la decisión por él, soltando la mano de su compañera


y levantándose por su propia voluntad. Mientras levantaba los ojos al
cielo, respiró hondo, oliendo de nuevo el pino y el humo fresco y los
aromas del lago de abajo.

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Lucan se unió a su llamada de lobo con los demás de su especie.

Mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, sintió una liberación
en el centro de su pecho, una dulce y maravillosa plenitud
invadiéndolo.

Incluso mientras le preocupaba qué diablos iba a salir de esa maldita


choza.

Rodeado de lobos aulladores que haciendo lo que parecían aullidos


normales, Apex se acomodó en su asiento de troncos con el fuego
bronceando su rostro y su trasero entumecido. A pesar de todo el
alboroto que estaban haciendo los machos, los ignoró.

Solo le importaba lo que le estaba pasando a Kane.

Se pasó una mano por la cara y se masajeó la mandíbula, porque era la


única parte de él que no dolía. Todo lo demás le dolía, se hinchaba o se
le formaban costras, hasta el punto en que cada uno de sus pies tenía
un latido del corazón por separado y su cabeza era como un globo que
solo estaba amarrado flojamente a la parte superior de su cráneo.

De acuerdo, esos gritos lo estaban volviendo loco. Jesús, ¿qué diablos


le estaba haciendo ella?

Esa anciana de ahí le dio escalofríos. Sí, claro, se suponía que debía de
tener el aspecto de una abuela hogareña, pero cualquiera que se
enamorara de esa mierda necesitaba desarrollar mucho mejor su
reflejo de supervivencia. Una mirada a esos ojos grises y sus bolas
habían tratado de volver a subir a su pelvis, y no había querido dejar a
Kane con ella.

¿Qué, como si fuera una sanadora? Mierda. Si ella era una especie de
enfermera, entonces él era Earnest Rabbit. ¿El conejito capaz? ¿Cómo
demonios llamaron los humanos a esa cosa con la canasta tonta y
todos los huevos?

—Aquí.

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Cuando algo apareció justo en frente de su cara, golpeó un grueso


antebrazo y mostró sus colmillos.

De pie sobre él, el lobo de cabello blanco con ojos azul claro, que se
había postrado frente a Lucan como si fuera Fido buscando un hueso
de leche y un masaje en el vientre, sonrió de manera malvada.

—Te ofrezco un cigarrillo, no te estoy poniendo una pistola en la cara.


Relájate.

Apex apartó el brazo y volvió a mirar la cabaña. Cuando se volvió a


registrar el silencio a su alrededor, se dio cuenta vagamente de que los
gritos habían cesado y los altavoces del grupo habían abandonado su
rutina de aullidos y se habían dispersado.

—¿Cuánto tiempo lleva Kane allí?

—Alrededor de una hora. —El lobo se sentó junto a él en el tronco⎯.


Por cierto, tus amigos se acaban de ir a la cama. Están allí en la tienda.
Te lo dijeron, pero no pensé que estuvieras escuchando.

—No son mis amigos.

—Ah, de verdad. —El macho sacó un cigarrillo de un paquete rojo y


blanco y lo encendió con un viejo encendedor plateado⎯. Entonces,
¿por qué trabajaste tan duro para defenderlos?

Cuando Apex no respondió, se envió una exhalación en su dirección. Y


él también lo ignoró.

—Ah, —dijo el lobo⎯. Así que no se trataba de mi primo y su pareja o


el otro tipo. Se trataba de sacar a ese macho quemado del campo. Soy
Callum, por cierto. Encantado de conocerte.

Se extendió una mano, pero Apex ignoró la palma con la esperanza de


que desalentara la conversación. Y hablando de instinto de
supervivencia. Desplazó los ojos hacia el cielo para comprobar la
posición de las estrellas. Estaba amaneciendo, aunque les quedaba
algo de tiempo...

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—No hablas mucho, ¿verdad?

Mientras el lobo lo miraba fijamente, tuvo la impresión de que si no


decía nada, el bastardo se quedaría sentado allí por el resto de la
noche. O tal vez la eternidad.

—Lo estás haciendo muy bien con tu propia charla, ⎯murmuró⎯.


Solo te retrasaría con las respuestas.

—¿Quién es él para ti? El macho.

—Nadie. —Agarró un cigarrillo⎯. Y no fumo.

Para su crédito, el tipo, ¿cómo se llamaba? ¿Callum?, ni siquiera se


detuvo ante la contradicción. Simplemente encendió una llama y
sostuvo el encendedor hacia adelante. Agachándose, Apex tuvo que
ahuecar una mano alrededor de las cosas para obtener una buena
quemadura, y luego exhaló larga y lentamente.

—¿Qué le hizo ella? —preguntó⎯. Esa vieja.

—Por qué te importa si no es nadie. Y muestra algo de respeto.

—Vete a la mierda.

—Duro lenguaje de alguien que fuma uno de los míos.

—¿Lo quieres de regreso?

Cuando no hubo respuesta, Apex se giró y miró al macho. A medida


que los rasgos de la cara se registraban uno por uno, comenzando con
esos increíbles ojos azules helados, era como ver una pintura cobrar
vida... o tal vez una escultura. El lobo era así de hermoso, sus rasgos
fuertes y uniformes, sus hombros anchos bajo la camisa de franela que
se había puesto, sus muslos cubiertos de jeans poderosos. Y ese pelo
blanco. El material era tan espeso que ni siquiera tenía una parte.
Parecía crecer en oleadas y asentarse en su frente alta.

¿A qué sabría su sangre en la parte posterior de la lengua?

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Sonrojándose, Apex bajó la mirada hacia el cigarrillo que realmente no


quería y volvió a concentrarse en las verdaderas prioridades.

—Si esa anciana lo mata…

—¿Vas a qué? ¿Entrar ahí como un héroe? ¿Vengar a un tipo que no es


nadie para ti? ⎯El lobo señaló en dirección a la cabaña con su
cigarrillo⎯. Qué samaritano, y oye, eres bienvenido a hacerlo. Incluso
te daré un arma. Un cuchillo o dos. ¿Quieres una granada? Boom.

Mientras ensanchaba los dedos de su mano libre, su risa era del tipo
que alguien hace cuando un niño pequeño amenaza con tomar un auto
y alejarse porque tiene que comerse las zanahorias antes del postre.

Excepto que "Callum" de repente no se estaba riendo. Se enderezó


sobre el estúpido y maldito tronco y se veía realmente serio.

Cuando Apex fue a echar un vistazo a lo que había llamado su


atención, el macho lo agarró de la cara. —Cállate, —espetó el lobo⎯.
Escúchame. Se parece a tu amigo, pero es diferente. ¿Me entiendes?
Ya no es el mismo. Tienes que respetar eso.

Apex salió de la bodega y se puso de pie. Pero cuando vio lo que había
salido de la choza, él... no tenía ni puta idea de lo que era...

Una versión de Kane miraba a través del campo, sus ojos vacíos, su
rostro sin mostrar ninguna emoción. Estaba desnudo, lo cual no fue
una sorpresa. Pero estaba entero, lo cual era el tipo de sorpresa que
hacía que el cerebro de un vampiro se congele.

De alguna manera, las heridas de Kane se habían curado, su piel ahora


estaba sana y cubría una musculatura que el prisionero no había
tenido incluso cuando había estado relativamente bien. E incluso
recuperó los dedos que le faltaban.

En un mayal ciego, Apex se agarró a algo para estabilizarse. El hecho


de que fuera el lobo, Callum, era irrelevante.

—Solo se parece a quien era, —advirtió el tipo.

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—Cállate.

Empujándose para liberarse, tropezó hacia adelante, y cuando se


acercó a Kane… o quienquiera que fuera… no podía creerlo. No más
quemaduras. No más piel cruda. Nada más que un cuerpo
perfectamente sin marcas, todo ese músculo respaldado por el porte
erguido de alguien que nunca se había lastimado, nunca había estado
enfermo, nunca había sido otra cosa que totalmente entero en toda su
vida.

El impulso de correr y abrazar al prisionero era tan fuerte que


comenzó a trotar con los pies doloridos. Sin embargo, cuando estuvo
en el rango inmediato, disminuyó la velocidad. Luego se detuvo.

La cara era la misma. Pero los ojos eran diferentes de alguna manera,
aunque eran del mismo color plateado, colocados en las mismas
cuencas.

Tal vez fue porque no miraron a Apex, miraron directamente a través


de él, como si no fuera un caso de que el macho no lo reconociera,
pero ni siquiera lo notara.

A pesar del hecho de que estaba parado directamente frente al tipo.

—Kane.

Pronunció el nombre con el tipo de súplica ronca que estaba


jodidamente contento de que nadie más estuviera alrededor para
escuchar…

De repente, como si le hubieran dado una bofetada a la sensatez, Kane


se despertó, sus ojos parpadearon, su cabeza se sacudió hacia atrás,
sus hombros pesados y sus largos brazos rebotaron mientras saltaba.
Y luego enfocó adecuadamente a Apex.

—Oh… Dios mío, —dijo.

La voz era la misma, y luego esos brazos rodearon a Apex y lo


sujetaron con tanta fuerza que no podía respirar. Pero eso estaba bien.
A quién le importaba eso.

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Apex tembló mientras abrazaba al macho con cuidado. Excepto que


entonces se dio cuenta de que ya no tenía que pensar así. Apretando
su agarre, miró por encima del hombro de Kane hacia la choza roja... y
la anciana que estaba de pie a un lado, luciendo como si su obra
hubiera salido incluso mejor de lo que ella esperaba.

¿Quién diablos era ella?, se preguntó Apex.

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Todo lo que Kane pudo hacer fue aferrarse a Apex. Eso fue todo. Pero
no era porque su equilibrio fuera malo. O porque estaba perdiendo el
conocimiento. O porque tenía dolor o estaba débil o mareado o con
náuseas.

No, se sentía como si hubiera viajado una gran distancia, como si se


hubiera ido por una década completa. Era como si se hubiera
embarcado en un viaje y se hubiera perdido en algún lugar del camino,
y por mucho que hubiera estado seguro de que jamás volvería con sus
compañeros de prisión, al mundo tal como lo conocía, por un milagro
de origen insondable, él lo tuvo.

Lo más parecido que tenía para comparar era el viaje desde el Viejo
País hace tantos años, e incluso eso no logró abarcar adecuadamente
la dislocación y la confusión que tenía. Y queridísima Virgen Escriba,
en el momento en que vio un rostro familiar, se sintió abrumado por la
gratitud y el asombro…

Empujó a Apex hacia atrás, su cerebro se agudizó abruptamente, la


urgencia de su misión lo ayudó a priorizar. Necesito armas. Necesito
armas y municiones y…

—Kane.

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Al oír su nombre, se detuvo. —¿Qué?

Apex todavía era alto y tenía la constitución de un luchador. Y su


cabello todavía estaba casi afeitado. Y su rostro delgado era tan duro
como siempre.

Pero su expresión era extrañamente sombría, —Kane…

El macho extendió una mano temblorosa y las yemas de sus dedos,


sucias y ensangrentadas por la lucha, temblaron mientras se cernían
sobre el pecho de Kane, como si Apex no pudiera soportar tocar la
carne. O tal vez no creía que fuera real.

La vista de esas yemas de los dedos saltando, tropezando, casi


tocándolo, lo hizo mirarse a sí mismo correctamente.

—Oh…, —susurró.

De repente, las percepciones sensoriales inundaron su conciencia:


estaba de pie sobre sus propios pies, y la tierra debajo de sus pies
desnudos estaba frío y espinoso debido a las agujas de pino caídas.
Estaba físicamente completo, ya no estaba cubierto de espantosas y
supurantes heridas por quemaduras. También era físicamente fuerte,
su cuerpo estaba preparado para hacer lo que le pedía, con mucha
energía acumulada y lista para usar.

Pero más que todo eso…

—Ya no tengo más dolor, —dijo con aspereza.

Se dio la vuelta y miró hacia la cabaña. El suelo que había sido


arrancado por la anciana estaba de nuevo en su lugar, impidiendo la
entrada, y tenía la sensación de que nunca más sería bienvenido ahí.
Ella tampoco estaba a la vista.

Estaba por su cuenta.

Llevándose la mano a la cabeza, trató de recordar lo que había


sucedido allí. Cuando no llego nada, ni cómo había llegado adentro, ni

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lo que él y la anciana habían hablado, ciertamente no lo que sucedió


después… sintió un extraño alivio. Era mejor no indagar, decidió.

Volvió a concentrarse en Apex. Y con una voz que tenía una especie de
agresión que no recordaba haber tenido antes, dijo… —Armas. Ahora.

—Lo que pasó en la cabaña, —dijo Apex.

⎯Déjalo.

Con un movimiento rápido, los ojos de Kane siguieron un movimiento


detrás del macho y abrió las fosas nasales, probando el olor. El lobo
que se había adelantado era una presencia imponente y de aspecto
inusual con su cabello blanco y suelto. Sin embargo, Kane lo
reconoció. Él había sido parte del grupo de rescate.

—¿Tienes armas?, —preguntó Kane. Y mientras hablaba, reconoció


que su franqueza era grosera, bordeando a lo ofensivo... pero
simplemente no le importaba—. ¿Puedo tomar algunas armas de este
campo? Tienes que tener algunas armas.

El lobo lo miró fijamente sin pestañear. —No las necesitas.

—No tengo tiempo para estas tonterías. —Volvió a mirar a Apex—.


¿Dónde están las cosas que tenías en el coche en el que me pusiste?
Escuché disparos…

—¿A dónde crees que vas?

—¿Por qué diablos estás haciendo esa pregunta? —Cuando Apex


retrocedió una vez más, Kane no pudo molestarse—. Mira, alguien
solo necesita conseguirme un arma y luego me largo de aquí…

—Y ropa. Necesitas ropa, estás desnudo.

Kane miró de un lado a otro entre los dos machos. Ambos lo miraban
como si le hubiera brotado otra cabeza, y no estaba seguro de quién le
había señalado su desnudez.

—Tomaré todo lo que pueda.

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Después de un momento, el lobo se aclaró la garganta. —Tengo ropa y


armas. Pero lo que nadie tiene es gran parte de la noche que queda. El
amanecer se acerca rápidamente.

—No estoy preocupado por eso.

—Pues deberías estarlo. —Apex maldijo y pisoteó. Luego se dio la


vuelta—. Qué estás haciendo. Eres libre del campo. No sé qué pasó en
esa maldita cabaña, pero estás... de vuelta, de alguna manera. ¿Por
qué diablos buscarías una pelea para volver allí?

Kane miró al macho directamente a los ojos, consciente de que una


extraña sensación lo recorría. —¿Qué te importa?, —dijo en voz baja y
de advertencia.

Apex retrocedió. —Porque tengo que volver si lo haces, y ahora


también soy jodidamente libre.

Kane miró el collar de seguridad que permanecía cerrado alrededor de


la garganta del macho. Claramente, había sido desactivado. —No es tu
lucha. No es tu problema.

—Ella es solo una enfermera…

La mano de la daga de Kane salió disparada y agarró esa garganta.


Mostrando sus colmillos, dijo. —La lealtad no se gana por una
condición. Algo que harías bien en recordar, considerando de dónde
vienes.

Apex retrocedió como si le hubieran dado un puñetazo en la


mandíbula. Y entonces él tartamudeó. —¿Quién diablos eres tú?

Kane soltó su agarre y giró hacia el lobo de pelo blanco. —Ropa.


Armas. Encontraré una manera de devolverte el dinero, pero he
terminado con la conversación.

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Callum abrió las fosas nasales e inhaló. Tenía poco marco de


referencia sobre cuál había sido el olor del macho antes de que la Loba
Gris convocara a la Víbora, el macho desesperado se ofreció sin
saberlo como anfitrión para que pudiera recuperar la salud.

El tipo no tenía idea de en qué se había inscrito.

—Ven, —dijo Callum—. Te equiparé. Y luego tu amigo y yo nos


uniremos a ti para conseguir... a quienquiera que sea la enfermera.

—No busco tu ayuda.

—Bueno, lo has encontrado, vampiro, y el precio de lo que necesitas es


que yo voy contigo y él también. La decisión es tuya.

Hubo una fracción de segundo de contacto visual directo, y Callum se


encontró dando un paso atrás. Esa mirada plateada... no estaba bien.

Pero entonces el macho se encogió de hombros.

—Es tu funeral. —El vampiro miró a su amigo, o quienquiera que


fueran el uno para el otro—. El tuyo también.

—Por aquí, —dijo Callum mientras se dirigía a la línea de árboles.

Cuando pasó por el refugio que había sido prestado a Lucan y su


hembra, esperaba que el vampiro se detuviera y se comunicara con su
compañero de prisión, el que había trabajado tan duro para liberarlo.
Su nariz le diría exactamente dónde estaba recobrándose el mestizo
que había arriesgado su propia vida...

Ni siquiera hubo una pausa.

La guarida de Callum estaba ubicada en una cueva, cuya entrada


estaba camuflada por una caída de rocas. Cuando llegó a la entrada,
miró por encima del hombro. Los dos vampiros estaban muy unidos a
él, y no se sorprendió cuando el que había recibido un milagro a
cambio de una maldición pasó junto a él, como si fuera el dueño del
lugar.

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Callum detuvo al que había sido llamado Apex. —Espera aquí.

Colmillos, afilados y largos... y sexualmente atractivos, al menos en el


lado de las cosas de Callum... hicieron una aparición rápida. —Al
diablo con eso.

—Quédate aquí. Por favor. A menos que quieras evaluar si es


físicamente capaz y, si no lo es, decirle que debe esperar un día
completo antes de ir a algún lado. —Cuando no hubo respuesta,
Callum dijo secamente—. Eso pensé. Permíteme manejar esto.

Mientras empujaba contra el pecho del vampiro, esperaba una pelea, y


la quería. Sería una excusa para sentir ese cuerpo duro mientras
bajaban al suelo.

—No dejaré que nada le pase a tu amigo, ⎯prometió.

⎯Ese no es tu trabajo.

La respuesta irritable hizo sonreír a Callum. —Tan territorial. Supongo


que los vampiros y los lobos tienen algo en común…

⎯Vete a la mierda.

Los ojos de Callum viajaron a la boca del macho. —¿Es eso una
invitación? —Se inclinó—. O una demanda.

En otras circunstancias, la expresión de ese duro rostro habría sido


jodidamente histérica.

—Sorpresa, —susurró Callum—. Y si tienes un secreto que debes


guardar, por mí está bien. Puedo ser discreto cuando me conviene.
Ahora espera aquí, por favor. Si empieza a tirarme piedras, me
agacharé y huiré.

Alejándose, siguió la curva del cuello de la cueva, hasta que se


presentó el vientre de la caverna subterránea. La lámpara de aceite
resplandeciente en el rincón más alejado iluminaba los muebles
austeros, las sombras proyectadas por la cama, las pilas de ropa

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doblada sobre la mesa de juego y las cajas de municiones y armas


largas e indistintas. La luz amarilla también viajó hacia el manantial
naturalmente calentado, el estanque hecho por la montaña que
brillaba en la parte trasera de la guarida.

—¿Te importa lo que tomo? —dijo el vampiro como una afirmación,


no como una pregunta.

—No. Toma lo que quieras.

El tipo hizo un trabajo rápido al ponerse una camisa y unos


pantalones, y menos mal que tenían una complexión similar, ahora
que se habían agregado veinticinco kilos extra de músculo a ese
cuerpo místicamente revivido.

Consciente de que estaba mirando, Callum se acercó y abrió el


primero de sus baúles de armas. Fue divertido. El hecho de que nunca
usaba las cerraduras no lo había notado antes. Se respetaba el
territorio del clan y, aun así, nunca, nunca estuvo desprotegido.
Incluso durante el día.

Pero de repente, sintió que una amenaza estaba cerca.

Miró hacia atrás a través de la cueva. El vampiro se estaba poniendo la


chaqueta favorita de Callum, algo más que fue una revelación: no
sabía que tenía una hasta que el cuerpo de otra persona estaba dentro.

—¿Qué tipo de arma te gusta? —dijo mientras volvía a concentrarse en


el contenido del casillero clic-clic-bang-bang.

—Una que dispara.

—Exigente, exigente. —Sacó una Magnum 357—. Somos un poco


anticuados por aquí.

—Cómo es eso.

—Nada de esa mierda del autocargador.

—Ni siquiera sé qué es eso.

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Arqueando una ceja, Callum arrojó el arma al aire mientras el tipo


abrochaba los botones de su chaqueta favorita, y no se sorprendió
cuando una mano se elevó en el aire y agarró la empuñadura sobre la
marcha. Solo después de que una mano firme ya estaba bloqueada en
el arma, el vampiro miró hacia abajo de su brazo y mientras miraba lo
que había atrapado, frunció el ceño.

—¿No es tu tipo después de todo? —Murmuró Callum⎯. O


simplemente comprobando el peso.

Por un momento, el macho no se movió. Pero luego pareció salir de su


asombro. ⎯Municiones.

—Aquí mismo. —Callum arrojó una bolsa de gamuza, las balas dentro
repicaron al vuelo. Pero no necesitarás nada de esto.

El vampiro enganchó una palma alrededor de la bolsa y metió la carga


suelta en el bolsillo exterior de la chaqueta de Callum.

—¿No vas a comprobar lo que hay dentro? —Murmuró Callum.

—Confío en ti.

—No me conoces.

Esos ojos se entrecerraron. —Me tienes miedo. No vas a joder esto


porque no sabes de lo que soy capaz.

Callum parpadeó. Un par de veces. Luego se encogió de hombros. —


Tampoco me gustan los arándanos, las armónicas o los gatos. ¿Hay
algo más que debamos discutir?

—Dijiste que no necesitaré un arma. —El vampiro miró el arma—. Por


qué.

No hay razón para entrar en eso ahora mismo, pensó. ⎯Voy contigo,
¿recuerdas? ⎯Callum levantó la palma de la mano cuando esos
extraños ojos volvieron a enfocarlo⎯. Y no es tu decisión.

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—No te estoy salvando.

—No sabía que te lo hubiera pedido. Y sabes, sin ofender, eres una
especie de imbécil. ¿Eras así antes?

El vampiro comprobó el cilindro de la Magnum. Dio un giro a las


cosas.

Y luego apuntó el cañón de mano directamente al lóbulo frontal de


Callum. En el extremo comercial del gatillo, no había absolutamente
ninguna expresión en la cara del macho, la única señal externa de que
había algo inusual en un leve movimiento de la ceja derecha.

—Boom, —susurró el vampiro. Como si hubiera escuchado la


conversación en el pozo de fuego.

Justo así, el macho se desmaterializó fuera de la cueva.

Callum se hundió y bajó la cabeza. Mientras buscaba sus cigarrillos, le


temblaban las manos y lo ignoró. Incluso cuando se le cayó el primer
clavo del ataúd de la cajetilla y lo sacó de la mochila.

Justo cuando se encendió, Apex irrumpió en la guarida, luciendo


como si estuviera preparado para terminar una pelea en un bar, o un
agujero de la gloria.

—Cállate, —gruñó Callum—. Él simplemente se fue. Tenemos que ir a


buscarlo. Toma.

Arrojó algo que escupía balas. Quién diablos sabía lo que era. Luego
tomó un par de armas para sí mismo y rezó para que lo que agarró en
forma de munición adicional se ajustara a lo que cualquiera de ellos
tenía.

Al pasar junto al vampiro, sabía que debería haberse desmaterializado


de inmediato, pero no podía concentrarse. Necesitaba un poco de aire
fresco, además de la nicotina.

Y mientras rodeaba el pasadizo de la cueva, pensó... que iba a guardar


esas malditas armas tan pronto como terminara lo que quedaba de

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J. R. WARD 03 La Víbora

esta noche.

Asumiendo que lo lograran.

¿Qué diablos había traído la Loba Gris?

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando Kane volvió a formarse por tercera vez consecutiva, estaba en


una espesura de maleza, las enredaderas y los arbustos arañaban los
pantalones prestados que tenía puestos mientras su cuerpo se volvía
corpóreo una vez más. Respirando por la nariz, él…

—Finalmente.

Partiendo en dirección noreste, siguió el olor a cemento, podredumbre


y vampiro, y con su objetivo identificado, se movió con un propósito
letal, aplastando las malas hierbas bajo las botas que había tomado
prestadas, empujando las ramas fuera de su camino en lugar de
moverse alrededor de ellas. A medida que avanzaba, tuvo la extraña
sensación de bifurcación, como si se estuviera observando a sí mismo
desde la distancia a pesar de que sus propias piernas se movían, su
propio corazón latía, sus propios ojos escaneaban el entorno en busca
de amenazas.

En el fondo de su mente, sabía que algo no estaba bien. Pero siguió


adelante porque no podía preocuparse por...

Queridísima Virgen Escriba, esperaba encontrarse con guardias.

Cuando se le ocurrió la idea, sintió que sus puños se enroscaban y sus


hombros se flexionaban. El impulso de luchar era tan natural que ni
siquiera se dio cuenta de que nunca antes, ni una sola vez, había

123
J. R. WARD 03 La Víbora

buscado conflicto en nada. Sobre todo del tipo físico.

Ojalá se hubiera sentido así la noche en que murió Cordelhia.

—Concéntrate, —murmuró mientras su cabeza giraba hacia la


izquierda.

No había nada más que sombras que no se movían, la luz ambiental


del cielo nocturno no resaltaba ni oscurecía nada.

Sus otros intentos de llegar a la nueva ubicación del campo de


prisioneros habían sido infructuosos y había tenido que tolerarlo. No
había estado lo suficientemente consciente como para rastrear la
ubicación ya que lo habían alejado del hospital abandonado, e ir
directamente por el camino por el que habían escapado era solo
ofrecerse como voluntario para recibir una bala en el pecho. Lo mejor
que pudo hacer fue triangular a través de este desaliñado bosque de...

Su cabeza se sacudió hacia la izquierda de nuevo, sus instintos se


dispararon por segunda vez. Tenía el arma metida en la cinturilla de
los pantalones del lobo, aunque tenía muchas razones para tenerla
lista porque si iba a luchar contra algo, quería que fuera cerca, y muy
personal…

El viento cambió de dirección y fue entonces cuando captó los olores


de Apex y los lobos. Estaban en la propiedad, pero no cerca de él, y eso
estaba bien.

Mejor que se mantuvieran alejados.

La alambrada apareció unos diez metros más tarde, y en lugar de


desmaterializarse a través de ella, dio algunos pasos y saltó sobre los
eslabones, aferrándose a ellos, tirando de su cuerpo hacia arriba. No
hizo ningún intento por guardar silencio sobre el ascenso, el metal
contra metal sonando el tipo de cosa que seguramente funcionaba
como una alarma.

Arriba y abajo, cayendo, aterrizando en cuclillas sobre sus botas.

Ahora sacó el arma. Este impulso de golpear y patear estaba muy bien,

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J. R. WARD 03 La Víbora

pero no si lo mataba antes de encontrar a Nadya.

El peso del arma en su mano era mucho, y miró hacia abajo. —


Magnum.

La palabra salió de él, a pesar de que nunca antes había visto un arma
como esta.

—Callum.

Ese era el nombre de ese macho de pelo blanco y ojos azules. Pero,
¿cómo supo él esto? No había leído la mente del lobo. ¿Había oído
hablar a alguien? ¿O estaba entrando y saliendo de la amnesia?

Ahora no era el momento para esto.

Corriendo hacia adelante, se mantuvo bajo y sus ojos comenzaron a


moverse en un patrón que reconoció solo porque no lo controlaba más
que sus brazos y piernas. Su cuerpo y todos sus componentes
parecían... algo que había sido dirigido al campo.

Como lo haría un arma.

Fue mientras se le ocurría este pensamiento que el gran y lúgubre


monolito apareció en el horizonte como algo sacado de una historia de
Edgar Allan Poe, el núcleo central anclando dos enormes alas de logias
abiertas. El exterior estaba descolorido por lo que debían ser cien años
de exposición a la intemperie, manchas grises caían del techo de
pizarra, el ladrillo parecía arrugado como resultado de las rayas
verticales. Sin embargo, la estructura aún era sólida, nada se inclinaba
ni se desmoronaba, prueba de que en ese entonces los constructores
habían construido cosas para durar. Había oído que los humanos lo
habían utilizado por primera vez como hospital para pacientes con
tuberculosis, los enfermos salían por los cinco niveles de los porches
para tomar aire, los muertos se sacaban por la parte de atrás a través
de un conducto subterráneo para cadáveres. Después de esa era, había
albergado a los locos por un tiempo, y luego, el sitio había sido
abandonado.

Evaluando la entrada principal, cuyos escalones se elevaban hasta un

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J. R. WARD 03 La Víbora

conjunto de puertas empotradas de una majestuosidad considerable,


aunque descolorida, se dirigió rápidamente a las hileras de ventanas a
ambos lados. Los marcos estaban todos abajo, pero el vidrio ocasional
estaba roto, no es que importara. Todo lo que tenía que hacer era
acercarse, confirmar el interior de una de esas habitaciones y
desmaterializarse, siempre que no hubiera una malla de acero. O
podría irse a las alas de cualquier lado. Sería seguro volverse a formar
en los porches abiertos y podría navegar hacia abajo.

O tal vez era el techo por donde necesitaba comenzar.

Excepto entonces qué. Una vez dentro, no tenía ni idea de adónde ir. O
dónde ubicar a Nadya.

Buscando en los bancos de su memoria, trató de recordar a dónde lo


había arrastrado el guardia que lo había sacado de su cama. Su
conciencia en ese momento había sido confusa, y se había desmayado,
solo para llegar al final de un largo corredor. Estaban guardias, Apex,
los demás, y...

Un susurro de hojas detrás de él hizo que Kane apuntara con el arma


al sonido antes de mirar por encima del hombro.

Apex estaba de pie ahí, todavía con sus ropas sucias y manchadas de
sangre, la túnica y los pantalones sueltos tan gastados y finos que eran
casi transparentes. Mientras soplaba el viento, las prendas
fantasmales se movían contra su cuerpo, convirtiéndolo en un
espectro, y esto parecía lógico. Tan consciente como estaba Kane, no
había olido al macho. O lo sintió.

Si hubiera sido un guardia, con un arma, Kane probablemente estaría


muerto.

—Vamos justo al frente. —Apex asintió hacia el gran portal—. La parte


trasera es por donde van y vienen las drogas, y ahí tendrían que estar
los guardias. Eliminamos a muchos de ellos en el camino a la salida,
por lo que la jefa de esos machos tendrá que priorizar su personal.
Además, todo este nivel está bloqueado. Estaremos más seguros.

Entre un parpadeo y el siguiente, Kane tuvo la imagen de una hembra

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J. R. WARD 03 La Víbora

alta y de constitución fuerte con un uniforme negro. No recordaba su


rostro ni su color en particular, pero podía recordar el cuerpo
musculoso en detalle, y reconocería su olor en cualquier lugar.

—Quiero ir a la parte de atrás, —dijo Kane mientras sus colmillos


descendían. Además, si este piso no nos lleva a ninguna parte, ¿por
qué desperdiciar la luz del día?

—Porque sé una manera de colarme y adónde ir desde allí. Además,


esta es la única forma en que te aceptaré y me necesitas.

—Al diablo, que te necesito.

—Conozco este maldito lugar como la palma de mi mano, y estás


perdido. ¿A menos que te levantaras de esa cama y tuvieras un paseo
que nadie notó?

Mientras sus miradas chocaban, Kane tuvo que recordarse a sí mismo


que el macho que tenía delante era un aliado que estaba siendo
razonable. No un enemigo. Y en el fondo de su mente, reconoció que
Apex, por una vez, no era el desquiciado.

—¿Dónde está el lobo? —Kane preguntó como una forma de


descarrilar el enfoque. Su propio enfoque, en realidad.

Apex miró alrededor de la superficie desaliñada que rodeaba el


hospital. —Él está aquí en alguna parte.

Kane comenzó a marchar hacia las pesadas puertas dobles, como si


fueran un adversario al que pudiera golpear. Y cuando su brazo se
enganchó con fuerza, mostró sus colmillos y siguió adelante.

La voz de Apex era aguda. —No queremos patear el nido de avispas de


inmediato. Eso no va a ayudar.

—Pensé que te gustaba pelear. —Kane se soltó de un tirón y alcanzó


uno de los mangos de latón deslustrados—. Y tú que…

La puerta se abrió de par en par.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El lobo de cabello blanco con el cuerpo poderoso estaba en el otro


lado, luciendo como si ya estuviera cansado de salvar el día. —
Bienvenido de nuevo, Kotter.

Kane parpadeó. —¿Quién?

—Supongo que no ves mucha televisión en este lugar.

—¿Cómo diablos entraste? —Kane abrió las fosas nasales para probar
los olores interiores que flotaban en la noche—. No respondas a eso,
realmente no me importa…

—Ventana abierta.

—¿No eres un genio?

Kane pasó junto al lobo, Callum, su cerebro lo proporcionó, hizo una


inspección rápida de lo que parecía ser un vestíbulo. El área abierta
tenía un techo alto y muchas sillas volcadas. Un área de recepción
estaba a un lado, bajando por una pared, y mientras miraba las
ranuras para las carpetas y los lugares para el correo, pudo sentir la
forma ordenada en que se habían manejado las cosas una vez.

—Por aquí, —dijo Apex mientras se dirigía a uno de los corredores que
irradiaban desde el núcleo central.

Kane se aseguró de estar listo con el arma pesada, y aunque su cuerpo


rugía por pelear, reconoció que tenía que controlarse. Quería empezar
a disparar ya, traer a todos los guardias, acabar con ellos uno por uno
o en parejas, hasta que la sangre se derramara sobre la alfombra raída
y polvorienta.

Pero Nadya era el objetivo de esto.

¿Y qué tenía de malo pensar que tenía que recordárselo a sí mismo?

Con esa nota, dejó que Apex los condujera a una habitación normal,
una que tenía la pintura del techo descascarillada, una silla rota y una
ventana que daba al estacionamiento trasero.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Cómo nos va a ayudar esto? —preguntó Kane.

—Ese es un montacargas. —Apex señaló un panel cuadrado que estaba


empotrado en la pared—. El pozo conduce a uno de los talleres de
drogas. Conozco el diseño, así que no, te desmaterializas y no hay
opción. Volverás a formarte en medio de una mesa y morirás.

—No me voy a quedar aquí.

—¿Quieres que muera esa enfermera? Bien, jódete. Adelante, ¿qué


diablos está mal contigo?

Kane no podía entender cuál era el problema. Luego miró el espacio


entre sus cuerpos. Una mano y un antebrazo que reconoció vagamente
como suyos sostenían un arma, el cañón presionaba los abdominales
de Apex. El seguro no estaba activado. Había una bala lista para
disparar. Y su dedo estaba tenso en el gatillo.

A un lado, el lobo observaba, con una mano marcadamente hacia


abajo a su costado. Kane no necesitaba ver nada directamente para
saber que había un arma en esa empuñadura, una que era tan grande
como la Magnum que el tipo le había prestado.

—¿Quién eres tú? —Apex susurró—. Este no eres tú.

Kane retrajo su arma. Luego le dio la vuelta y se lo ofreció a Apex, con


el mango primero. Después de que el macho lo tomó, parpadeó y se
llevó la mano libre a la cabeza. —Ya no sé… quién soy.

—Eso lo creo, —dijo Callum sombríamente.

Abajo, en la clínica, el guardia al que Nadya había clasificado en


último lugar, cuyo muslo había cosido de último, se alimentaba de una
hembra que había sido traída desde el exterior. Estaba claro que
estaban emparejados, los ojos de la pareja se aferraron a los del otro
cuando se ofrecieron y aceptaron la muñeca. Aunque solo se tocaron
en la conexión de la boca con la vena, no tenían por qué hacerlo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El amor entre ellos era evidente.

Tan pronto como trajeron a la hembra, Nadya retrocedió a la línea de


los estantes y se refugió en medio de los restos polvorientos. La
shellan había sido como las otras que habían venido a servir a sus
machos, en este caso rubia, pero de cualquier manera, recién llegada
del mundo más allá de la prisión, vestida con jeans y un suéter
oscuros, con el cuerpo y el cabello lavados, la garganta perfumada, su
rostro maquillado.

En un nivel, ninguno de los compañeros había sido notable, su


atractivo no tenía una nota en particular. Y, sin embargo, para Nadya
eran extraordinarios, un recordatorio de algo que no había visto ni
experimentado en lo que parecía toda una vida.

Levantando la mano, tocó la capucha que cubría su rostro. Luego se


alejó de los pensamientos sobre su propio pasado y, en cambio, se
concentró en la otra razón por la que estas hembras eran tan
fascinantes.

Estaba sorprendida de que los guardias estuvieran emparejados. Que


eran capaces de calidez y relación. De la decencia común.

Basándose en su comportamiento en el campo, habría asumido que


todos eran tan fríos y crueles como la hembra que los dirigía. ¿Pero
verlos mirar con ojos llenos de lágrimas a las hembras en sus vidas? Le
expuso lados que no esperaba, y no podía entender: cuando llegó la
primera shellan, ella había sido golpeada por una necesidad urgente
de salir corriendo y salvar a la hembra de alguna manera, asegurarse
de que no estaba allí bajo coacción, protegerla.

Sin embargo, todo había sido voluntario. Más que voluntario.

Sintiéndose como una mirona, apartó la mirada de la pareja porque


deberían tener privacidad y notó que muchos de sus pacientes ya se
estaban recuperando y algunos incluso se estaban yendo. En las
últimas cuatro horas, siguiendo los relojes que les había quitado de las
muñecas a los guardias, tres de los machos habían salido de la clínica.
Su curación había sido... increíble. Por otra parte, había pasado mucho

130
J. R. WARD 03 La Víbora

tiempo desde que había estado rodeada de vampiros sanos, que


estaban bien alimentados tanto en términos de buena comida como de
sangre.

Y supuso que el hecho de que dos de los que ella había clasificado
como los pacientes con lesiones más graves hubieran estado entre los
primeros en salir, significaba que sus decisiones de tratamiento
habían sido apropiadas y exitosas.

Cerrando los ojos, apoyó una mano en un estante cargado de barras de


jabón para lavar ropa, cuyas cajas se habían desteñido y estaban
cubiertas de polvo. Con un gemido, estiró la espalda y no llegó muy
lejos dada la forma en que estaba su cuerpo…

—Ven conmigo.

Poniéndose firme, miró por encima del hombro. Un guardia había


marchado directamente hacia ella, amenazante con agresión en su
uniforme negro y todas sus armas. No lo reconoció específicamente,
pero había tantos vestidos con la misma ropa, con el mismo corte de
pelo corto y la misma mirada aguda, que eran intercambiables.

Nadya miró al macho. —No puedo salir de la clínica. Tengo


pacientes...

Él la agarró del brazo con fuerza y no hizo nada por su inmovilidad,


empujándola fuera de la sala de almacenamiento hasta que perdió el
equilibrio y cayó justo al pasar la puerta. Nadya gritó cuando sus
piernas se aflojaron debajo de ella, pero él no se detuvo. Simplemente
agarró todo lo que pudo debajo de su túnica y siguió adelante,
arrastrándola por el corredor de hormigón.

Tal como se había hecho con Kane. Al final.

—¿Qué hice? —exigió—. ¿Qué hi…

Él la sacudió y ella atrapó un grito de dolor en su garganta. Él no iba a


decirle nada, de todos modos. La jefa de los guardias había dado una
orden, y la estaba ejecutando, tal vez ni siquiera supiera por qué.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Tratarías a tu hembra de esta manera? —ella gruñó.

⎯No eres una hembra para mí. No eres nada.

Nadya jadeó, aunque no debería sorprenderse. Esa era realmente la


respuesta, ¿no?

Cuando llegaron a las escaleras al final del pasillo, la puso de pie con
tanta brusquedad que el dolor le subió por las pantorrillas y las
rodillas. En el ascenso, hizo lo que pudo para mantenerse erguida,
recogiéndose la túnica para no tropezar, tratando de mantenerse de
pie porque la alternativa era mucho más angustiosa. Era difícil
rastrear en qué piso estaban, los rellanos eran borrosos a medida que
subían los niveles subterráneos.

Después de lo que pareció una hora de caminata, la empujaron a


través de una puerta, y cuando vio confusamente lo que estaba
adelante, el miedo frío reemplazó todas las demás entradas
sensoriales.

Abajo, al final de un largo pasillo de puertas cerradas, un muro


imponente parecía lo único en todo el mundo. Añadido como parte de
la construcción que se había producido antes de que la población del
campo de prisioneros se trasladara al lugar, estaba en bruto y sin
pintar, con franjas de yeso que marcaban las costuras de los paneles
grises. Pero nada de eso importó.

Fueron las manchas.

Las manchas marrones se habían filtrado en la superficie gris mate,


similar al fieltro, y aunque las franjas de decoloración variaban en
saturación y forma, había un patrón. Estaban entre juegos de estacas…
donde se encadenaba a los presos que estaban siendo castigados o
controlados.

El guardia la empujó y ella se tambaleó hacia adelante. Cada vez que


disminuía la velocidad, la golpeaban en la espalda con lo que parecía
un dedo, pero sospechó que era un arma. Al pasar por las puertas
cerradas, podía oler las drogas, el escozor químico en el aire que le
hacía lagrimear los ojos, y pensó en los prisioneros que eran obligados

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J. R. WARD 03 La Víbora

a sentarse en mesas y agregar compuestos a la cocaína y la heroína


crudas, y luego empaquetarlas. Los polvos en unidades vendibles. Por
horas. Sin paga y con poca comida.

En la pared, las manos duras del guardia la hicieron girar y la pusieron


de espaldas contra el yeso y el fieltro. Las cadenas hirvieron con un
coro de metal cuando sus muñecas estaban bloqueadas en las clavijas
de madera. Ella no luchó contra él. No había forma de que pudiera
dominar al guardia de ninguna manera que funcionara a su favor, y ya
estaba magullada y luchando por respirar por el dolor.

Cuando el guardia retrocedió, hubo una pausa, tal vez esperaba que
ella le suplicara clemencia, o al menos le preguntara por qué otra vez…
El cuchillo salió de una funda en su cintura, y cuando su hoja captó la
luz con un destello, ella comenzó a temblar.

Inclinándose hacia ella, puso el borde afilado en su garganta, los


pliegues de la capucha no brindaban protección alguna. Debajo de su
túnica, cerró los ojos y se dio cuenta de que siempre había estado
esperando que la muerte llegara a ella, pero como algo lejano. Ya
había vivido un atentado contra su vida; ella había asumido que
conseguiría llegar a la vejez …

El macho sacudió su brazo, la hoja atravesó la capucha.

—¡No! —Pero ella no estaba rogando por su vida—. No…

Mientras retiraba los pliegues, Nadya agachó la cabeza y se inclinó


hacia un lado, persiguiendo la cubierta hasta que desapareció. Y
entonces las luces eran demasiado brillantes para sus ojos. Volviendo
la cara hacia su hombro, hizo lo que pudo para esconderse.

—Jesús… Cristo, —susurró el guardia.

Cuando dio un paso atrás, ella quiso decirle que dejara de mirarla.
Pero ella no podía hablar.

Y entonces alguien se acercó.

Las pisadas eran pesadas, el paso rápido, la llegada inminente. Nadya

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J. R. WARD 03 La Víbora

adivinó quién era y no se equivocó.

La jefa de los guardias se detuvo junto al macho con el cuchillo, y por


un momento, todo lo que hizo fue mirar.

—Mi capucha, —dijo Nadya con voz ronca—. Por favor...


devuélvemela.

La otra hembra se aclaró la garganta. ⎯Sabes por qué estás aquí.

—No, yo no. —Nadya cerró los ojos con fuerza, como si pudiera hacer
que el mundo desapareciera si no viera nada⎯ ¿Por qué?

Hubo más silencio, pero ella no iba a resolver ese problema. Sería
simplemente un desperdicio de energía.

—Mataste a mi guardia, —dijo la hembra a cargo en voz baja.

—Ciertamente no lo hice. Verás que a todos tus machos les va bien, y


varios ya se han ido...

—No, aquel cuyo cadáver fue retirado. Tengo un testigo ocular.

Nadya frunció el ceño mirando el hombro de su bata. —Entonces él no


sabe lo que vio…

—Pusiste una almohada sobre la cara de mi guardia y lo asfixiaste.

—No lo hice. — Nadya desvió la mirada, hasta que la imagen de la


hembra más alta, más fuerte y de cabello oscuro entró en su visión—.
Así que haz lo que quieras conmigo…

Sucedió tan rápido. La hembra agarró el poco pelo que tenía Nadya y
tiró de él, casi arrancándole el cráneo de la parte superior de la
columna. Mientras ella lloraba, el duro rostro se acercó al suyo.

—Deberías tener mucho miedo de mí.

Nadya tiró débilmente de las clavijas y las cadenas tintinearon


suavemente. —Te tengo miedo, pero no puedo hacer nada. No soy lo

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suficientemente fuerte para luchar contra nadie ni contra nada. Por lo


tanto, debo aceptar lo que sucederá.

Miró a la otra hembra a los ojos y se sorprendió al encontrar cierta


distancia en ellos, como si la nueva líder del campo se hubiera alejado
un paso, incluso cuando la distancia entre las dos no había cambiado.

—¿Quién te hizo esto?, —preguntó en voz baja.

—Él está muerto.

—¿Quién te ahvenged?

Nadya parpadeó lentamente. —Yo lo hice. Me ocupé de las cosas… a


mi manera.

La otra hembra negó con la cabeza y luego su expresión se endureció.


—Deberías haberme mentido.

— ¿Por qué?

—Porque acabas de admitir que has asesinado antes. —Los ojos de la


hembra se entrecerraron—. No es con lo que empezaría si estuviera
negociando por mi vida.

—Vas a matarme de todos modos.

Y además… lo único por lo que Nadya había tenido ganas de vivir


estaba muerto y desaparecido. ¿Qué le importaba a ella lo que le
pasara ahora? Algo acerca de perder a Kane la había despojado de
cualquier conexión que tuviera con el mundo.

Aunque él nunca había sido suyo.

El sonido del cuchillo al ser sacado de su vaina era un anillo de metal


como una nota cantada, resonante, aguda, persistente en el aire
inmóvil.

La cabeza de la cara del guardia no cambió cuando ella lo mencionó. —


Al menos sabes lo que debo hacer. Lo que me quitan, lo debo reparar.

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—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Nadya.

Arqueo las cejas. —No necesito una presentación formal para usar esta
arma. Y si estás tratando de establecer algún tipo de conexión, no te
salvará…

—No necesito que me salven y no me arrepiento. —Abruptamente,


abandonó el acto—. Ese guardia que murió en mi clínica, arrastró a un
preso que sufría quemaduras en todo el cuerpo de esa cama como si
fuera un pedazo de carne. No mostró preocupación por el sufrimiento.
Lo disfrutó, en realidad.

La hembra parecía aburrida. —Las enfermeras no deberían ser


vengadoras.

—Y los guardias no deberían ser asesinos. Tú tampoco deberías. Si


quieres mantener el orden, eso es una cosa, pero ¿cuándo fue la última
vez que alguien se pasó de la raya?

La hoja se acercó directamente al ojo de Nadya. —Va a ser un gran


alivio lograr que dejes de hablar.

Nadya volvió a cerrar los ojos. ⎯Y será un alivio no tener nada más
que decir.

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Después de toda la confrontación de quién eres tú-quién soy yo, Kane


se alejó de Apex y los lobos. Mientras paseaba por la habitación, se dio
cuenta de que la luz llegaría pronto y que perder la cabeza solo iba a
ralentizar todo. Pero estaba teniendo problemas para controlar un
pánico repentino y perturbador.

¿Qué había pasado en esa cabaña? Con…

La anciana, recordó con una súbita claridad. Sí, había estado con
alguien, alguien que había sido una especie de guía. Ella le había
ofrecido… qué. Una oportunidad. Sí, ella había…

—¿Kane?

Cuando su nombre fue pronunciado, miró a los otros dos machos.


Estaban de pie a una distancia discreta, mirándolo como si fuera un
peligroso animal enjaulado… como si estuvieran evaluando si los iba a
atacar.

—Ese no soy yo. —Puso su mano sobre su corazón—. Yo soy... esto no.

—Está bien, lo sé. —Apex miró a su alrededor—.Tenemos que


movernos. Y voy a bajar allí.

Hubo una pausa, como si cada uno de ellos se estuviera recalibrando y

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regresando a la misión, alejándose de cualquier punto de inflexión que


se hubiera evitado por poco.

Apex se aclaró la garganta y su voz se hizo más fuerte. —Todavía tengo


puesto mi uniforme de prisión, tal vez piensen que no fui parte de la
fuga.

— ¿De verdad? —Dijo el lobo arrastrando las palabras—. Con esa


ropa, pareces haber sacrificado una vaca en el sótano antes de dar tu
pequeño paseo.

Apex habló sobre el macho. —Salgo al pasillo, subo las escaleras del
otro extremo y bajo a la clínica en el nivel subterráneo más bajo. La
aíslo y la saco por la parte de atrás a través del conducto para
cadáveres. Ahí es donde te reúnes conmigo. Baja la colina desde el
estacionamiento. Serán unos doscientos metros. Verás las vías del tren
y la entrada del conducto.

El rostro del macho estaba compuesto hasta el punto de ser una


máscara.

—Está bien, —dijo Kane—. Ve y mantente a salvo.

Apex se quedó dónde estaba por un momento, como si hubiera visto


un fantasma. Y luego se volvió hacia el panel que estaba colocado en la
pared y lo levantó.

Kane fue a preguntarles a los lobos si podían quedarse un rato para


asegurarse…

—Mierda. —Apex se inclinó hacia una cámara interna—. Acero. Puedo


oler el metal fresco. —El macho retrajo la parte superior de su cuerpo
fuera del estrecho espacio—. Han envuelto el montacargas con todo
tipo de mallas. Nada de desmaterializarse ahí abajo.

Apex se quedó con las manos en las caderas y los ojos mirando
fijamente el agujero oscuro en la pared como si esperara algún tipo de
solución mágica.

—Tenemos un verdadero problema si tengo que ir por una ruta más

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directa, ⎯murmuró.

—Los lobos y yo podemos ser tu respaldo, —señaló Kane.

—No, debes cuidar a la enfermera cuando la evacue y él no es de


ayuda.

El lobo arqueó las cejas. — ¿Perdón?

—No conoces el diseño de este lugar.

—Bien, pero tengo habilidades y, por cierto, tu tono fue ofensivo.

—Entonces, la próxima vez que señale lo obvio, te daré flores.

—Prefiero las rosas blancas a las rojas. —Callum se inclinó, sus ojos se
entornaron⎯. Escribe eso, ¿quieres? No me gusta repetirme…

Las luces atravesaron la ventana y resplandecieron a lo largo de la


pared, el brillo blanco helado dividido en cuadrados por los cristales,
el balanceo de la iluminación de un vehículo que giraba por el camino.
Kane se movió silenciosamente por el suelo polvoriento para mirar.
Abajo, un guardia estacionó y salió de un vehículo grande y cuadrado
con ventanas oscuras.

El macho estaba nervioso, mirando alrededor de la amplia área abierta


y los coches estacionados con las rejillas por delante hacia el edificio.

De repente, todo cambió para Kane.

—No tiene a nadie con él, —se escuchó decir a sí mismo.

Cerrando los ojos, se centró para desmaterializarse a través del


cristal...

El fuerte agarre en su brazo lo sacó del trance que necesitaba para


deshacerse momentáneamente de su forma física, y tiró del agarre del
lobo. —Voy a ir allí y conseguiré las llaves de este lugar…

—Muérdelo. —La mirada en los ojos del macho era extraña—. No

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uses un arma. Muérdelo.

El macho tenía razón. No habría sonido de esa manera, aunque Kane


no era un luchador.

Sin embargo, no podía preocuparse por eso. Él no se preocuparía por


eso...

No tenía nada de qué preocuparse.

Cuando la prisa se apoderó de él y su cuerpo comenzó a hincharse con


fuerza, volvió a cerrar los ojos y se dispersó en su forma molecular,
viajando fácilmente a través de la ventana. Abajo en el asfalto, volvió a
formarse al otro lado del vehículo del guardia y no perdió el tiempo.
Caminando alrededor del parachoques trasero, él…

Se puso sobre el vampiro atacándole por detrás.

Una vez más, su cuerpo fue tomado, la animación emanando de algún


lugar dentro de él que, sin embargo, no era intrínsecamente él:
agarrando un lado del cuello del guardia, golpeó al macho de cara
contra el costado del vehículo. El impacto hizo un sonido agudo y
declarativo, y montado en una oleada de agresión, empujó su mano
hacia la cadera del macho y regresó con una pistola, el arma apretada
en su palma. Quitando el seguro, a pesar de que no debería haber
sabido dónde estaba, o cómo funcionaba el arma, él…

Otro juego de faros se encendió, pero todavía estaban en la distancia.

El guardia gimió y trató de recuperar el equilibrio.

Muérdelo.

Como si hubiera recibido una orden, los colmillos de Kane


descendieron y siseó mientras echaba la cabeza hacia atrás para
exponer la garganta. Con un golpe rápido, Kane mordió al macho por
detrás, enterrando sus colmillos profundamente en las venas y
tendones. El jadeo no fue una sorpresa, y fue más silencioso de lo que
habría sido la descarga del arma que había tomado…

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J. R. WARD 03 La Víbora

El espasmo no tenía sentido.

Contra el cuerpo de Kane, el guardia comenzó a golpear y corcovear, y


las convulsiones fueron tan inesperadas que hizo girar a su presa.

La cara del macho estaba roja como una remolacha y el sudor le corría
por la frente y por encima del labio. Los ojos que estaban muy abiertos
se inyectaron en sangre, como si estuvieran inundados por algún tipo
de hemorragia, y su respiración cambió de patrón. Cuando
comenzaron los silbidos, agudos y llenos de pánico, el guardia se
agarró la garganta con las manos, como si estuviera tratando de
despejar una constricción.

Kane miró hacia la fuente de luz siempre brillante que rodeaba el


edificio. Luego miró hacia atrás…

—Qué mierda, —respiró.

La parte delantera del uniforme del guardia estaba cubierta de sangre,


el flujo de la mordedura era tan grande que bombeaba a oleadas. Kane
tuvo un vago pensamiento de que debía haber golpeado una arteria…
no, era demasiada sangre. Agarrando el cabello del guardia, echó la
cabeza colgando hacia atrás para ver qué estaba pasando... con...

La marca del golpe estaba... ¿licuándose?

—Queridísima Virgen Escriba.

La piel y la anatomía del cuello se estaban derritiendo de alguna


manera, desintegrándose ante sus propios ojos. Y mientras el colapso
continuaba, la sangre fluía al ritmo del corazón.

Todo se estaba disolviendo, incluso los huesos de la columna…

Flop.

Cuando la cabeza se separó del cuerpo, este último cayó al suelo por la
llanta trasera del vehículo y Kane se quedó sosteniendo lo primero.
Los ojos, tan abiertos que se veían blancos, le devolvieron la mirada, el
párpado del izquierdo se contrajo de tal manera que parecía estar

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J. R. WARD 03 La Víbora

parpadeando.

Como si todo esto fuera una gran broma.

—Te lo dije. No necesitas un arma.

Kane se giró hacia el lobo, quien había aparecido en el pavimento y


estaba de pie con las manos en las caderas.

—¿Hice yo eso? —preguntó Kane. Luego se corrigió⎯. ¿Cómo... hice


eso?

Apex volvió a formarse junto al SUV justo cuando el cuerpo de un


guardia se soltó y golpeó el agrietado asfalto como un peso muerto.
Porque eso era el macho: vivo no más de un minuto antes y ahora un
cadáver inanimado excepto por las contracciones musculares
involuntarias. Un mordisco y el bastardo se había hundido.

Había preguntas que hacer.

—Ahora no es el momento, —dijo Apex cuando una furgoneta dobló la


esquina del edificio.

Todos se agacharon…, bueno, él y el lobo lo hicieron. Kane seguía


parado allí como un estúpido, sosteniendo la cabeza decapitada como
si fuera un trofeo que no quería, con los ojos fijos en los del guardia
mientras el cuello continuaba desintegrándose.

Apex agarró el brazo libre del idiota y lo tiró al suelo. —¡Jesús!


¿Quieres que te maten?

Mientras Kane miraba confundido, la furgoneta se detuvo al otro lado


de la camioneta. Apex miró a Callum…, ningún lobo. El macho se
había ido a alguna parte.

Tal vez había visto una ardilla.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Escucha, —susurró Apex—. Necesito que te concentres.

Cuando el macho parpadeó, Apex agarró la cabeza por la cara y


agradeció a Dios que estaban a favor del viento del guardia que salía
de detrás del volante de la camioneta.

Dando una palmada en el costado del cuello de Kane, lo acercó de un


tirón.

Quedándose quieto, trató de comunicar con sus ojos: Ahora. Haz lo


que hiciste, ahora.

Hubo un repentino destello de reconocimiento, como si algo dentro


del chico respondiera exactamente a la demanda que Apex intentaba
enviar a través del aire entre sus caras.

Después de lo cual la expresión de Kane cambió, una oscura intención


se apoderó de él.

El macho se levantó y se alejó, moviéndose en total silencio alrededor


de la parte trasera de la camioneta. Los sonidos de lo que sucedió a
continuación fueron música para el oído: Jadeo. Gruñido. Otra caída
al pavimento.

El olor a sangre fresca de vampiro flotando en el aire.

Apex dejó a Kane con eso y se inclinó sobre el guardia. Despojarle de


las armas tomó unos segundos porque simplemente transfirió la funda
del cinturón a su propia cintura. Luego miró por encima del hombro
hacia la parte trasera del hospital.
La salida por la que había evacuado a Kane estaba bloqueada con una
combinación de teclado que Mayhem conocía, pero Apex nunca se
había molestado en preguntar.
No hay manera de infiltrarse allí. Sin embargo, había otra apertura.

Apex volvió a mirar al guardia. —Y tengo un cuchillo. Gracias a ti.

Sacando la hoja, cambió su posición al brazo derecho del macho.


Moviéndose hacia la muñeca, tiró de la manga del uniforme, aplanó la
palma y colocó el cuchillo directamente sobre la articulación de la

143
J. R. WARD 03 La Víbora

muñeca. Metiendo su hombro en él, el corte fue rápido, el crujido le


recordó el llamado de un látigo.

Levantó la mano y la giró con la cicatriz hacia arriba para que la fuga
no fuera tan grave.

En ese momento, Kane dio la vuelta por la parte trasera de la


camioneta. Había sangre en su barbilla y otra cabeza colgaba de su
agarre. Sin embargo, no parecía sorprendido. Parecía bastante
satisfecho consigo mismo.

—¿Qué hiciste con el cuerpo? —Preguntó Apex.

Le despojé de las armas y las hice rodar debajo de la camioneta.

Apex parpadeó y se levantó en toda su altura. —No lo tomes por el


lado equivocado, pero te amo.

Kane asintió hacia lo que sostenía Apex. —Si necesitabas una mano
extra, podrías haber pedido ayuda.

—Gracioso. Muy gracioso.

Con un gruñido, Apex hizo rodar el cuerpo del primer guardia muerto
debajo de la camioneta. Luego arrojó la cabeza allí con él, una pelota
de baloncesto que rebotó contra algo y se estrelló contra el tren de
aterrizaje.

—Vamos por ese camino. —Apex señaló el bosque al otro lado del área
de estacionamiento—. Y no, no quiero debatirlo. Así es como vamos a
entrar.

Dejando a Kane en el suelo, pensó que el tipo podía golpearse la


cabeza contra la entrada de esos aposentos privados o intentar entrar
por el primer piso en el que habían estado, pero el tipo no iba a llegar
muy lejos. Los niveles subterráneos del edificio eran tan seguros como
la bóveda de un banco.

Y la luz del día llegaba rápidamente.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Justo cuando Apex se acercaba a la línea de árboles, escuchó coches


que se acercaban y una rápida mirada por encima del hombro le
informó que Kane no solo había decidido seguir al líder, sino que el
lobo había aparecido de nuevo… y el macho tenía fácilmente cuatro
veces el número de armas que había traído con él.

Supongo que había estado ocupado eliminando amenazas que Apex no


había sentido y ciertamente no había visto.

Dándose la vuelta, Apex desapareció entre los árboles, y los otros dos
le pisaron los talones cuando un par de vehículos rodearon la parte
trasera del edificio. Mirando hacia atrás de nuevo, se alegró de que
estuvieran a favor del viento y, por lo tanto, su posición era algo
segura porque la mierda se iba a disparar. Las narices de los vampiros
eran tan precisas que era fácil notar la diferencia entre la sangre
fresca, en minutos o momentos, y cualquier cosa que se hubiera
derramado hace una hora, dos o cinco. Este nuevo grupo de guardias
sabría que los asesinatos acababan de ocurrir y concluiría que alguien
más había escapado o alguien estaba tratando de entrar.

—Ya casi llegamos, —murmuró Apex mientras avanzaba entre los


árboles y la maleza.

No tomó mucha distancia comenzar el declive y, a medida que el


terreno tomaba un ángulo pronunciado, el follaje se hizo más denso.
Apartando las ramas del camino, Apex se agachó y zigzagueó, y
cuando sus botas resbalaron, usó las ramas y los troncos de los árboles
para sujetarse. Los olores de la tierra y la vegetación le irritaban la
nariz, recordándole que a pesar de su enfoque singular, siempre había
cosas que se interponían en su camino. Siempre hay cosas en su
maldito camino. Siempre obstáculos.

Eventualmente, la pendiente se convirtió en una superficie plana.

—¿Son estas las vías del tren? —preguntó el lobo mientras señalaba las
líneas gemelas de acero oxidado.
—No, son los senderos del destino. —Apex revisó dos veces el camino
por el que habían venido, pero habría olfateado a cualquiera que
viajara detrás de ellos—. Por aquí.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Les llevo hacia la derecha, siguiendo la ruta del tren que estaba lo
suficientemente cubierta como para tener árboles brotando entre las
vías. Unos doscientos metros después, apareció un área abierta con un
muelle de carga, su voladizo brindaba cobertura, pero también una
oscuridad tan saturada que incluso los ojos de los vampiros iban a
tener problemas…

Click.

El haz de luz de la linterna era discreto y exactamente lo que


necesitaba. Pero el hecho de que el lobo estuviera en la parte final del
brillo era molesto. Especialmente dado el aire de superioridad del
macho.

Lo cual Apex no debería haber pensado que era atrayente, de una


manera molesta.

—Así que por eso tomaste la mano, —dijo el lobo.

Apex siguió el rayo hasta el candado que estaba montado junto a una
puerta de acero reforzado. Sin comentarios, se acercó a él, su cuerpo
oscureciendo la iluminación. Tendiendo la palma de la mano del
guardia, tenía que conseguir la posición correcta.

Los vampiros no tenían huellas dactilares, pero no funcionaba así.


Justo en la base de la palma de la mano, en la parte carnosa debajo del
pulgar, cada uno de los guardias tenía algún tipo de implante. No tenía
idea de cómo funcionaba la tecnología, pero los había visto agitar lo
que fuera sobre los lectores en el área de carga del edificio principal.
La jefa de los guardias había iniciado la práctica en la última semana,
aunque todavía no todas las puertas estaban aseguradas por el
sistema.

Apex golpeó la palma de la mano. Y cuando la localizada luz roja no


cambió a verde y no hubo desbloqueo, se preguntó si se requería flujo
de sangre. La palma se estaba enfriando…

El chirrido reverberó a través del panel de acero, emitiendo un sonido


que afortunadamente no viajó muy lejos y cuando se rompió el sello de
la entrada, el olor que salió era a cemento, aceite viejo y muerte.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Demasiado impaciente para el ritmo lento de la apertura automática,


tiró de la pesada puerta y dio con la linterna del lobo una vista para
traspasar. El ascenso era un ángulo rígido, un par de vías de tranvía
desaparecían en la subida. Un carro viejo estaba bloqueado en las vías
en la base de la pendiente, sus lados altos estaban franqueados por
aletas cerradas que podían ser bajadas por…

Entre un parpadeo y otro, vio cuerpos enredados en su sombrío


vientre, los humanos muertos encogidos en sus propias pieles,
habiéndose consumido. La visión fue acompañada por un olor acre
que reconoció como la plena realización de lo que inicialmente
percibió cuando la puerta se abrió.

Levantó las manos para borrar la imagen, se pinchó el ojo con el dedo
medio del guardia y casi dejó caer la palma. Pero la abrasión en sus
cuencas no hizo nada. Con los párpados hacia arriba o hacia abajo, lo
que se le mostraba no cambiaba.

—¿Apex?

No supo cuál de los dos dijo su nombre. Probablemente Kane. A quién


mierda le importaba.

—Dame un minuto.

Desplomado contra la pared de hormigón, sintió que la humedad se


filtraba a través de la fina túnica que llevaba puesta, y trató de
sintonizar con la sensación de la humedad fresca en la cresta de su
hombro. A veces, si podía engancharse a algo que era real, podía llevar
su cuerpo fuera de sí mismo. Pero eso no siempre funcionaba… y hasta
que la visión decidió seguir adelante, se quedó atascado donde estaba,
cegado por algo que había sucedido en el pasado, la mancha en el
paisaje el tipo de cosas que nunca se borran, pero que nadie más que
él nunca vio ni sintió…

—¿Qué está pasando, compañero? —preguntó el lobo en voz baja.

—Vosotros subir por la rampa, yo voy justo detrás, —dijo Apex.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Kane despegó, subiendo corriendo los escalones de cemento paralelos


a las huellas del coche. Es posible que el tipo no tuviera idea de
adónde se dirigía, pero todo lo que tenía que hacer era llegar a la
cima… y habría una cerradura en la puerta allá arriba, por lo que no
iba a comenzar a morder a la gente y derretirla sin ton ni son.

—¿Compañero?

—Estoy bien. Vamos.

Excepto que el cuerpo de Apex se negó a seguir las órdenes. Pero


siempre era así, cuando los muertos lo obligaban a ver sus cadáveres.
Y maldita sea, podría arreglárselas sin ese olor, el dulce hedor de la
descomposición que lo ahogaba.

Agitándose dentro de su piel, clavó los ojos en el lobo. —Qué diablos


estás esperando.

Hubo una pausa. Entonces el lobo de pelo blanco y ojos azules


respondió: —A ti. Te estoy esperando… a ti.

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J. R. WARD 03 La Víbora

En el ascenso, las piernas de Kane se movían como pistones, sus


muslos bombeaban mientras subía una pendiente que era casi
totalmente vertical. Mientras su aliento inflaba sus pulmones y
explotaba por su boca, tuvo un pensamiento en la parte posterior de
su cabeza de que esto no debería ser posible. Incluso antes de haber
sido quemado, nunca habría subido escaleras así.

Una imagen de las gargantas de los guardias disolviéndose y los


cuerpos cayendo irrumpió en su mente.

Menos mal que llegó a la parte superior del conducto para cadáveres.
Detrás de él, el delgado haz de luz del lobo comenzó a moverse de un
lado a otro, recordándole la trayectoria de vuelo de una mariposa. Los
otros dos no tardaron en unirse a él.

La mano del guardia resultó útil por segunda vez, y Apex tuvo cuidado
al abrir la puerta abovedada. No había necesidad de direcciones. El
olor que entró por el conducto era el de la clínica…, y el cuerpo de
Kane se movió por sí solo, empujando al otro macho a un lado.

Tan cerca. Estaba tan cerca de Nadya… ese olor a desinfectante era
inconfundible y emanaba de la izquierda…

Dos guardias doblaron una esquina en el oscuro corredor de paredes


toscas, y él se metió de nuevo en el conducto, cerrando la puerta de

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J. R. WARD 03 La Víbora

modo que solo había una rendija por la que mirar. Mientras los
guardias uniformados hablaban de un lado a otro, sus voces eran
silenciosas, y esperar a que pasaran requirió el autocontrol que apenas
tenía.

De alguna manera, se las arregló para mantenerse en su lugar… y


luego se deslizó en su estela. Saltó sobre el de la izquierda, agarró la
cabeza del guardia y la tiró hacia un lado con tanta violencia que las
vértebras crujieron mientras se pulverizaban… y tuvo la previsión de
atrapar al macho antes de que cayera para que no hiciera ruido.

Apex estaba justo detrás de él, ocupándose del otro, su cuchillo


penetrando la sien del guardia cuando se volvió para mirar a su
cohorte. Terminó tan rápido que Kane fue consciente de una
sensación de decepción. Lo cual no estaba bien. ¿Quién diablos quería
entrar en combate?

Arrastraron los cuerpos por el conducto.

—Cambiémonos, —dijo Kane mientras se quitaba la camisa.

No estaba seguro de dónde provino la idea, pero de repente fue una


solución urgente a un problema del que no fue consciente de rastrear.

—Vosotros dos coger la ropa, —dijo el lobo—. Algo me dice que pronto
voy a andar a cuatro patas.

En el delgado haz de luz, hicieron un trabajo rápido con la ropa. La


ropa debería haber sido holgada, pensó Kane, mientras se quitaba un
gran par de pantalones y una camisa que parecían tres tallas más
grandes. Sin embargo, cuando se puso el uniforme en el cuerpo, estaba
estrecho en los hombros y los muslos.

—Buena idea, —dijo Apex mientras se metía su nueva camisa.

Sin cascos, lo que habría sido útil y ya tenían cinturones de armas.


Callum tomó una de las fundas de repuesto y después de ajustarla,
miró de arriba abajo.

—Para que lo sepáis, —dijo—, ambos habéis tenido suerte con el pelo

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J. R. WARD 03 La Víbora

corto. Podríais pasar por guardias, realmente podríais.

En ese sentido, salieron del conducto uno por uno y él miró a su


alrededor. El pasillo tenía un suelo de cemento desnudo y paredes de
roca que estaban manchadas con filtraciones de agua subterránea, y
absolutamente ningún guardia.

Kane empezó a correr.

Cuando llegó a la antigua sala de almacenamiento, patinó en el


cemento mientras entraba por la puerta abierta.

—¿Nadya? —llamó a través de las filas de estantes.

Estallando por el otro lado, se detuvo bruscamente. Las camas…

… estaban casi llenas. Sólo había dos libres, y una de ellas era la litera
en la que había yacido. Pero eso no era lo que le importaba… y
tampoco le importaban los guardias en los catres que habían sido
atendidos.

—Nadya, —dijo bruscamente.

Miró a su alrededor, a pesar de que sabía por los olores de los machos
y la sangre, y el sin duda-nada-fresco de Nadya, que ella no estaba en
la clínica. Con una maldición, se acercó al paciente más cercano,
notando el vendaje preciso, el cuidado que se había tenido para
limpiarlo de la suciedad y la sangre, la forma en que el guardia estaba
cómodo a pesar de sus heridas. Luego miró hacia el escritorio. Había
una variedad de drogas y suministros que nunca antes había visto.
Mientras lo había estado tratando a él y a la Rio de Lucan, se las
arregló con lo que pudo encontrar.

Pero, por supuesto, los guardias eran más importantes que los
prisioneros, por lo que se habían traído medicamentos y suministros
aptos para el uso humano.

Volvió a concentrarse en el paciente. —¿Sabes dónde está la


enfermera?

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J. R. WARD 03 La Víbora

Deseó que esos ojos se abrieran, y mientras esperaba una respuesta,


miró hacia la cama donde había estado. Podía recordar el dolor como
si fuera algo que pudiera recuperar en su propia carne, como un paño
mortuorio que aún flotaba en el aire, libre de agarrar si eras lo
suficientemente tonto como para ofrecerte como voluntario. Luego se
imaginó la túnica marrón, sentada junto a su cama, la amabilidad y
compasión de su enfermera como una manta para envolverse a sí
mismo.

Y fue entonces cuando se dio cuenta de por qué no había muerto.


Nadya había sido un lazo que lo mantuvo en la tierra, la forma en que
lo tocó con tanto cuidado, le habló y lo escuchó mientras murmuraba,
todos los lazos que lo habían atado al presente... y lo mantuvieron
fuera del Fade.

Una culpa penetrante lo atravesó, e incapaz de soportar sus


implicaciones, caminó a lo largo de la habitación, yendo hasta el final.
Como si eso pudiese cambiar algo… o hiciese que Nadya regresara de
donde sea que estuviera. Al pasar por las camas, evaluó a los otros
machos que estaban bajo su cuidado. Luego se miró a sí mismo,
imaginando toda la carne que estaba debajo del uniforme robado...

—Tú no eres uno de nosotros.

Sus ojos se dirigieron al paciente en la última litera de la fila. Los ojos


del guardia estaban enfocados en la dirección de Kane, la sospecha
brillaba en ellos.

—¿Dónde está la enfermera? —exigió Kane.

—Ella lo sabrá. Nuestra jefa sabrá que no eres…

Kane estaba sobre el macho en el siguiente segundo, golpeando sus


palmas en la almohada a ambos lados de la cabeza del guardia, su
cuerpo herido saltó en respuesta.

—¿Dónde está ella?, —dijo entre dientes—. La enfermera.

El guardia simplemente negó con la cabeza, con los ojos muy abiertos,
aunque estaba claro que temía lo que fuera que su líder le haría más

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J. R. WARD 03 La Víbora

que lo que estaba enfrentando ahora.

El arma se adelantó antes de que Kane se diera cuenta de que se la


estaba sacando de la cintura y la metió en la nariz del macho,
empujando el cañón con tanta fuerza que el guardia gimió.

—Pintaré la pared con tu cerebro, —dijo Kane sombríamente—. Dime


dónde está la enfermera.

—Se la llevaron.

La respuesta vino del paciente en la cama de al lado, y la cabeza de


Kane se sacudió hacia un lado. —A dónde.

—Creen que ella mató a uno de los nuestros. —El macho sacudió la
cabeza lentamente e hizo una mueca, como si cualquier movimiento lo
lastimara por todas partes—. No lo creo… eso. Ella… me salvó. Ella
salvó... a todos nosotros. No sé... quién eres... pero no... la lastimes.

El brillo en los ojos del guardia reflejaba la luz de arriba.

—… ¿Kane?

Alguien estaba diciendo su nombre, pero no podía apartar la mirada


del otro guardia.

—Ella también me salvó, —dijo con voz ronca.

—El Muro, —susurró el macho—. Ahí es a donde la llevarán. Y van a


trabajar rápido. Tienes que irte ahora.

—Joder, —dijo Apex

Kane se dio la vuelta. —¿Dónde está el Muro?

Estaba montada como uno de esos insectos victorianos colocados en


alfileres.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Eso era lo que era, pensó Nadya mientras miraba a los ojos a la jefa de
los guardias. Sus ojos eran inusuales, con motas amarillas en la base
más oscura, y las pupilas dilatadas parecían agujeros negros para
nadar. Para morir.

Cuando la hembra levantó su daga más alto, la hoja parpadeó cuando


captó la luz.

—Me ahorrarás el dolor cuando me mates, —dijo Nadya en voz baja—.


Estaba defendiendo al macho que amo. Perdiste a uno de tus guardias,
pero yo lo perdí a él. Hay justificación.

—¿Qué te hace pensar que me preocupo por el amor?

—Estás viva, no muerta. Es por eso.

Por un momento, la hembra pareció congelarse donde estaba, a pesar


de que era una fuente de poder en el mundo en el que vivían, divina en
su influencia.

—No te ahorraré nada, —dijo con gravedad. Luego frunció el ceño—.


¿Por qué no tienes puesto un collar de restricción?

—Porque vine aquí voluntariamente.

La jefa de los guardias se rió. —¿Por qué diablos harías eso?

—Quería estar al servicio de la hembra que me salvó la vida. Ella cuidó


a los prisioneros y aprendí todo lo que sé sobre la curación de ella.

—No eres una santa...

Sonaron pasos. Llegando rápido. Acercándose.

Nadya giró la cabeza cuando un guardia apareció arrastrando los pies


por la esquina, su distracción y su forma de andar no se parecían en
nada a la coordinación que los machos solían mostrar, con el uniforme
parcialmente desabrochado. Había sangre en él, y era fresca, a juzgar
por el olor.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Su líder bajó su cuchillo. —Cállate, —le dijo ella. Luego apuntó con la
punta de su arma a la puerta que estaba centrada entre los juegos de
ganchos⎯. Ahí. Vosotros dos.

Mientras caminaba hacia la entrada de algún tipo de interior, confiaba


en que sus dos machos la seguirían, y eso fue precisamente lo que
ocurrió. La puerta se cerró con elegancia. Fue una sorpresa que no se
cerrara de golpe.

Soltando un suspiro entrecortado, Nadya se hundió, las cadenas que la


mantenían en los ganchos mordían sus muñecas. Su pierna mala le
estaba doliendo y el corazón saltaba con los latidos, especialmente
cuando miró hacia el largo pasillo y vio lo lejos que estaban las
escaleras. ¿Pero y si tuviera la oportunidad de liberarse? Incluso si
pudiera sacar las manos de los eslabones de acero, no podría moverse
lo suficientemente rápido para llegar a esa escalera, y ¿adónde creía
que iba? El antiguo campo de prisioneros había sido una serie de
túneles subterráneos; había formas de entrar y salir si sabías cómo.

Este nuevo tenía cerraduras controladas con tecnología que ella no


entendía y ciertamente no podía pasar…

Abajo, en ese extremo, la puerta de la escalera se abrió y apareció un


guardia, sin duda viniendo a dar más información sobre lo que estaba
sucediendo. ¿Algún tipo de amenaza… o un escape? Por un momento,
se entretuvo con la fantasía de que Apex de alguna manera sacó a
Kane, que se estaba brindando verdadera ayuda médica a su paciente
más preciado. Pero ella sabía que eso no era…

El guardia se congeló cuando se centró en ella. Y luego echó a correr,


acercándose a ella con una velocidad que no tenía mucho sentido. A
menos, por supuesto, que fuera porque había sido convocado con
urgencia.

Excepto... que el macho disminuyó la velocidad. Y luego se detuvo.


Volviendo la cabeza, se preparó para algún tipo de agresión.

—Nadya…

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Mientras su nombre recorría la distancia entre ellos, ella estaba


confundida, y no porque él supiera cómo se llamaba… era esa voz.

—Nadya.

Esto no es posible, pensó mientras desplazaba sus ojos hacia el


guardia.

Lo que vio desafió la razón. Desafió todo lo que sabía sobre la forma
en que funcionaba el mundo.

—¿Kane? —Susurró ella.

El macho se dirigió hacia ella de nuevo, sus pies tropezaron, pero su


equilibrio fue rápidamente agarrado por un cuerpo bien equipado
para responder a cualquier demanda. Y cuanto más se acercaba, más
clara se volvía la imagen que no tenía ningún sentido. El cerebro de
ella no podía conciliar su movilidad, la piel clara de su mandíbula y
garganta, la regeneración de sus manos, su cabello... con todo lo que
sabía de él y sus quemaduras.

Y entonces se dio cuenta de lo que estaba viendo.

Bajando la cabeza lo más que pudo, cerró los ojos con fuerza. —No me
mires.

—Nadya…

—¿Eres realmente tú? —Ella preguntó esto a pesar de que su aroma


era como el sonido de su voz, inconfundible—. ¿Cómo es esto posible?

—Voy a sacarte de aquí. —En su visión periférica, lo vio probar las


cadenas—. Necesito cortar esto.

Miró a su alrededor y maldijo en voz baja. Luego puso sus manos en


sus caderas…

—Llaves. —Agarró el cinturón de armas alrededor de su cintura—.


¡Tengo llaves!

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J. R. WARD 03 La Víbora

Kane tiró del tintineante anillo de su montura y cuando se inclinó


hacia ella, ella captó su aroma de nuevo. Al hundirlo profundamente
en su nariz, notó que era ligeramente diferente de lo que recordaba.
Por otra parte, sin heridas. Él era…

—¿Qué te ha pasado? —ella respiró.

Kane… o lo que parecía ser una versión de Kane, negó con la cabeza. —
No sé. Y esa es la verdad. Pero podemos hablar de eso más tarde.

Ella podía sentir sus ojos buscándola, y odió lo que vio. Lo cual era
una señal, supuso, de lo apegada que se había vuelto a él.

—Por favor. Deja de mirar, —suplicó.

Inclinándose hacia adelante, se puso a trabajar en los eslabones de la


cerradura, sus dedos moviéndose con tanta rapidez mientras probaba
llave tras llave… y cuando las cadenas se soltaron, inmediatamente
cambió al otro lado. Cuando también se soltaron, ella comenzó a
derrumbarse y él la recogió, atrayéndola contra él. Su cuerpo era tan
sólido, sus músculos se flexionaban mientras la sostenía con facilidad.

—Te tengo, —dijo mientras la levantaba—. Pero tenemos que ir rápido.

—Espera, espera. —Extendiendo una mano hacia el suelo, trató de


alcanzar su capucha.

—Necesito…

Él se abalanzó y agarró el trozo de tela oscura. Dándosela, comenzó a


caminar mientras ella volvía a poner la cobertura en su lugar. Cuando
su cara volvió a estar cubierta una vez más, su aliento era una
desagradable ráfaga de calor, y pensó en lo bueno que había sido
respirar más libremente, incluso si odiaba revelarse a sí misma.

A pesar de que había estado a punto de morir.

Mirando alrededor del abultado brazo de Kane, se concentró en la


pared manchada y se preguntó cuánto faltaría para que las cabezas de
los guardias volvieran a salir.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—De prisa.

Él echó a correr, y cuando se concentraron en la puerta de la escalera,


ella se encontró rezando a la Virgen Escriba. Tan cerca, tan cerca...
pero el peligro parecía aumentar a medida que cubrían más y más
distancia.

Abajo en la salida, Apex abrió el panel de acero y los instó a continuar,


los frenéticos movimientos de sus manos como si pudiera quitar
obstáculos de su camino…

La jefa de los guardias emergió de donde estaban los ganchos y las


manchas.

—Corre más rápido, —siseó Nadya—. Nos han visto.

En ese momento, la jefa de los guardias gritó y sacó un arma.

Más tarde, Nadya se preguntaría cómo fue todo lo que sucedió a


continuación, pero sabía el "por qué": en una fracción de segundo, se
imaginó a Kane recibiendo un disparo en la espalda y no podía
permitir que eso sucediera.

Moviéndose con una desesperación que significaba que ignoraba el


dolor, metió la mano debajo del brazo de Kane, sacó el arma que
estaba en la funda en su cadera y levantó el arma sobre su hombro.
Estaba tan débil que tuvo que usar las dos manos, y después de quitar
el seguro, simplemente comenzó a apretar el gatillo sin molestarse en
apuntar. Cuando una bala salió disparada por la boca, y otra, y otra,
Kane aceleró su huida… y la jefa de los guardias se escondió detrás de
la puerta.

Nadya disparó una y otra vez, las descargas golpearon la pared,


arrancaron ganchos y agujerearon los paneles grises manchados. El
sudor brotó de su frente y luchó por mantener el arma en alto, pero el
miedo le dio lo que necesitaba.

Y luego estaban en el hueco de la escalera.

Apex le arrebató el arma justo cuando sus manos perdían el agarre, y

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J. R. WARD 03 La Víbora

rápidamente recargó con un cargador de su propio cinturón.

—Bien pensado, —le dijo mientras empujaba el cañón hacia afuera por
la puerta—.¡Toma mi mano! ¡Ve al conducto!

—Tengo la llave, —dijo alguien—. De uno de los vehículos en el


aparcamiento. ¡Podemos salir!

Todos miraron al macho que habló. De cabello blanco, y


definitivamente sin oler como un vampiro, estaba vestido con una
camisa de franela y jeans azules, con una linterna en una mano y una
gran pistola en la otra.

Antes de que pudiera decir algo más, una andanada de balas roció la
puerta en la que se encontraba Apex, golpeando el acero y rompiendo
la ventana de vidrio con alambre. El macho sujetó la cosa para cerrarla
e hizo una mueca, seguro como si el plomo fuera a entrar en su propio
cuerpo.

Kane se agachó. —¿Puedes desmaterializarte, Nadya, puedes…

—No, —dijo ella con gravedad. Luego agarró sus enormes hombros y
lo miró a través de la capucha—. Déjame, eres libre…

Cuando más balas golpearon ese panel de metal, él sacudió la cabeza.


—Mientras estés aquí, no seré libre.

En ese momento, el mundo pareció detenerse y ella lo miró a la cara. A


la luz natural de arriba, todavía no podía creer lo que veía.

—¿De quién te alimentaste?, —susurró ella—. ¿De la mismísima


Virgen Escriba?

Hubo una breve pausa, como si los guardias del otro lado estuvieran
recargando, y Apex saltó, abrió la puerta y apretó el gatillo
nuevamente.

—¡Vamos! —ladró—. Los retendré tanto tiempo como pue…

No tuvo la oportunidad de terminar. El macho de cabello blanco con la

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J. R. WARD 03 La Víbora

linterna y la llave del coche lo agarró por el pecho y levantó a Apex de


sus pies.

Kane salió escaleras arriba, subiendo los escalones de dos en dos.


Cuando llegó al siguiente piso, que sería el primero que quedaba en la
superficie, no pudo alcanzar la manilla de la puerta de incendios con
ella en brazos y la pateó como si estuviera impaciente por esperar ni
siquiera un momento. Apex y el otro macho estaban discutiendo
cuando llegaron al rellano, pero el primero se detuvo un momento
para tirar de la manilla…

—Mierda, —murmuró—. Se ha activado el cierre centralizado y no hay


lector para la mano. Un paso atrás.

Kane se giró hacia la pared de hormigón y la protegió con su cuerpo


mientras Apex descargaba tres balas en la unión de la puerta y la
jamba. Luego abrió el panel.

La alarma que sonó fue lo suficientemente fuerte como para despertar


a los muertos.

Mientras tanto, justo debajo de ellos, lo que sonaba como un ejército


entero inundó el hueco de la escalera, el clamor de las botas, la mezcla
de olores y la ráfaga de pólvora, el tipo de cosa que significaba una
derrota mortal.

—Ni siquiera pienses en quedarte aquí para cubrirnos, —dijo el macho


de cabello blanco—. Te recogí una vez, lo haré de nuevo.

Apex lo agarró del brazo. —Sácalos de aquí. Eso es todo lo que


importa. Por favor.

Kane no esperó a que arreglaran las cosas. Empezó a correr de nuevo,


Nadya agarró la puerta ya que fueron los primeros en cruzar el umbral
hacia el pasillo. Mientras miraba alrededor del brazo de él, se
intercambiaron disparos, pero no pudo controlar quién disparaba
primero, si Apex y su amigo o los machos uniformados.

Sin embargo, ¿importaba? Les superaban en armas, en maniobras, y el


amanecer se acercaba rápidamente.

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J. R. WARD 03 La Víbora

No había forma de que esto terminara bien para ellos.

161
J. R. WARD 03 La Víbora

Kane era todo adrenalina cuando irrumpió en la primera planta del


edificio central. Tras una rápida orientación, se dirigió a una puerta
abierta a la izquierda y rezó por estar de cara a la zona de
aparcamiento trasera. Esperaba que hubiera una ventana. Que los
guardias fueran nuevos reclutas con mala puntería. Y...

Había una ventana en el extremo más alejado de la estrecha sala, y


rápidamente superó una carrera de obstáculos formada por muebles
de oficina rotos y restos de techo. Cuando llegó a los cristales intactos,
pensó en cómo sujetar a Nadya y subir la hoja...

Un cuerpo pasó por delante de él, se lanzó al aire y resolvió el


problema al estrellarse contra el marco y destrozarlo todo. Cuando
una ráfaga de aire fresco se abrió paso entre el mohoso hedor de la
podredumbre, Kane se asomó por el agujero.

Abajo, el lobo se levantó cojeando y giró. Extendiendo los brazos,


gritó: —La atraparé. Vamos, déjamela a mí.

Mientras los disparos seguían resonando en el hueco de la escalera,


Kane miró a la hembra en sus brazos.

—Es la única manera—, dijo.

—Puedes salvarte—, dijo Nadya. —Realmente, puedes.

162
J. R. WARD 03 La Víbora

El caos infernal de las balas comenzó a bajar por el pasillo, lo que


sugería que o Apex había cambiado de posición, o lo habían matado y
los guardias estaban pisoteando su cadáver para terminar su trabajo.

Saliendo del agujero que el lobo había hecho con su cuerpo, Kane
extendió los brazos. En el suelo, el otro macho se agachó, alistándose
para la captura.

—Prepárate—, dijo Kane. Y se preguntó a quién estaba tratando de


preparar.

Tenía el corazón en la garganta cuando la soltó. Y el tiempo se detuvo


cuando ella comenzó a caer. Era tan frágil, no sobreviviría a un…

El lobo hizo un nuevo amigo para toda la vida cuando, en la caída


libre, tomó a Nadya haciéndola girar para que el aterrizaje contra su
pecho fuera lo más suave posible. Y después de que Kane grabara en
su mente la caída de sus delgados brazos y sus escuálidas piernas,
saltó al alféizar y se lanzó en picada.

Aterrizando en cuclillas, no tuvo que pedirle al otro macho lo que


necesitaba. Se transfirió la ligera carga, y luego el lobo se dirigió a la
fila de vehículos. Durante una fracción de segundo, Kane miró hacia el
edificio. En la oscuridad, las descargas de las armas eran destellos
brillantes, y los sonidos de los disparos eran un redoble entrecortado.

Salió corriendo tras el lobo.

Cuando llegaron al coche, el otro macho supo qué hacer con el


pequeño dispositivo que tenía en la mano, y las luces parpadearon en
las cuatro esquinas del vehículo mientras se desactivaban todos los
seguros.

Inmediatamente después Kane se amontonó en la parte trasera con


Nadya, se le ocurrió que eso era lo que Apex había hecho por él, meter
su cuerpo roto en un bote salvavidas que tenía cuatro ruedas.
El lobo no perdió un segundo. Puso en marcha el motor, hizo
retroceder la palanca de cambios y se puso en marcha, yendo de
reversa. Al chirrido de los neumáticos le siguió un bandazo tan

163
J. R. WARD 03 La Víbora

violento que Kane rebotó contra la puerta que había cerrado, e hizo lo
que pudo para evitar que Nadya saliera despedida y quedara fuera de
combate.

—Toma esto. Está totalmente cargada.

Cuando le arrojaron una pistola en el asiento trasero, Kane la cogió


justo cuando otro chirrido resonó en sus oídos y salieron disparados
hacia adelante. El siguiente carril estaba iluminado por los faros, por
lo que midió la distancia y la dirección. Sin embargo, no pudo sacar
ninguna conclusión significativa. No sabía a dónde iban. Ni a dónde
podían ir.

—Tengo un lugar—, dijo el lobo. —A ocho kilómetros de aquí.

—Ve más rápido.

Hubo un aumento en el rugido del motor, y pronto, estaban fuera de la


propiedad y en un camino que estaba en mejor estado.

Moviendo a Nadya en sus brazos, respiró para ver si estaba sangrando.

— ¿Estás bien?—, preguntó con voz ronca.

—Creo que sí. Pero Apex...

El estruendo en el techo fue como si algo cayera del cielo y aterrizara


encima del vehículo, y de inmediato el lobo empezó a mover el volante
de un lado a otro como si tratara de perder a quienquiera que fuera, o
lo que fuera que se hubiera adherido allí arriba.

Maldita sea.

Era un guardia. Tenía que serlo: uno de ellos se había


desmaterializado en el techo. Maldiciendo un poco más, Kane dirigió
la boca del arma hacia arriba, cubriendo la oreja de Nadya con el
antebrazo. Justo cuando estaba a punto de apretar el gatillo...
— ¡No dispares!—, se oyó gritar por encima del estruendo. —¡Soy yo!

— ¿Apex?— gritó Kane.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El lobo miró hacia arriba. — ¡Agárrate fuerte, vampiro! No puedo


parar.

Hubo una última oleada de velocidad, como si el macho al volante


hubiera pisado fuerte y exigido todo lo mecánicamente posible al
motor. Fuera de las ventanillas, el bosque pasaba zumbando,
amontonándose en la carretera, y al doblar una curva, divisó un
vehículo que había sufrido un accidente. Había cuerpos junto a él,
tirados en el camino.

El lobo pasó por delante de los restos, y por encima de algunos de


ellos.

— ¿Estás bien?— Kane volvió a preguntar en voz baja. Cuando no


hubo respuesta, sintió una puñalada de miedo. —¿Nadya?

—Sí. Creo que sí... sí.

Kane miró detrás de ellos. Cuando sólo vio oscuridad en el camino, se


dijo a sí mismo que iban a lograrlo.

Pero no habría apostado mucho por eso.

Para Nadya, fue un torbellino, desde que la echaron del edificio hasta
que la atrapó un desconocido. Y luego el viaje en coche.

Su mente no podía seguir el ritmo de todo ello, y sintió que eso era
algo bueno. Los riesgos eran demasiado obvios; había oído los
disparos y olido el humo acre de las descargas en el campo de
prisioneros. Y ahora sentía los bandazos del vehículo en el que se
encontraban, y oía los gritos entre los machos. Así que no estaba
segura de cómo responder a la pregunta que Kane seguía haciéndole, y
decidió limitarse a la respuesta que le haría sentir un poco mejor.
Además, lo que más le molestaba no tenía nada que ver con los
guardias o con las amenazas mortales.
Lo que realmente le preocupaba era que él la hubiera visto. Esa
revelación, que ella nunca había pretendido, le parecía más traumática

165
J. R. WARD 03 La Víbora

que los riesgos tan evidentes de esta huida. Rescate. O lo que fuera
que esto era...

—Nadya...

La forma en que Kane dijo su nombre, con tanta compasión y


simpatía, fue la razón por la que se escondió, su compasión el peor
recordatorio posible de lo mal que se veía. Era aún más terrible
porque era él. Ella sólo quería verse como había sido antes para él. Lo
cual parecía tan superficial, dado que se alejaban a toda velocidad del
campo con un macho encima del coche y al menos media docena de
guardias yendo por ellos.

Miró a Kane. Mientras el mundo se precipitaba, él seguía mirándola


fijamente, y ella pensó en lo que había sido sentarse junto a su cama, a
salvo bajo su túnica, escondiéndose y, sin embargo, sintiéndose entera
aunque había estado tan destrozada.

— ¿Qué te ha pasado?—, preguntó en voz baja.

El conductor habló por encima del estruendo: —No falta mucho—.


Como si hubiera entendido mal la pregunta.

Cuando el coche tomó una curva cerrada, Nadya se agarró a la parte


delantera del uniforme robado de Kane, y los brazos de éste la
rodearon con fuerza. La curva era tan cerrada que estaba segura de
que se volcarían, pero no. De alguna manera, el vehículo se enderezó y
siguió su curso.

Se pisaron los frenos y derraparon, el sedán terminó en un remolino


de polvo.

— ¡Salgan!— El macho al volante se dio la vuelta. —Toma estas llaves.


Volveré por ustedes al anochecer; este coche probablemente tenga un
rastreador, así que estamos tirando muchos dados ahora mismo.
Tengo que llevármelo y perderlo.

Kane no dudó. Cogió las llaves, abrió la puerta y la recogió como haría
con cualquier paquete delicado.

166
J. R. WARD 03 La Víbora

Con cuidado.

En el momento en que se liberaron del coche, miró hacia el techo.


Apex se había ido, no estaba en ningún lugar que ella pudiera ver u
oler. No había tiempo para preguntar dónde estaba, y era probable
que el macho de pelo blanco no supiera más que ella o Kane.

Con los neumáticos patinando, el coche arrancó en marcha atrás,


como si el conductor supiera que no había tiempo suficiente para dar
la vuelta. A su paso, más tierra suelta se esparció en el aire de la noche
y un leve olor a gasolina perduró.

—Tiene razón—, dijo Kane. —Si nos han puesto collares, seguro que
han puesto localizadores en sus vehículos. Vamos.

Como si ella estuviera caminando a su lado en lugar de en sus brazos.

Al principio, estaba demasiado distraída por lo que sentía al estar tan


cerca de él. Tener su olor en su nariz y el latido de su corazón bajo su
mejilla. Al ser abrazada con tanta fuerza. Pero cuando se detuvo para
introducir una llave de cobre en una cerradura, la cabaña de caza se
hizo presente: en ruinas, de una sola planta, el tipo de lugar que había
estado abandonado durante mucho más tiempo que el hospital para
tuberculosos que había sido el campo de prisioneros. De hecho, a
excepción del opaco cerrojo, el lugar parecía totalmente inservible,
con huecos en las tablas exteriores, las ventanas empañadas y el tejado
con una chimenea que se desmoronaba.

El interior estaba igual de mal, las tablas del suelo agrietadas y con
resortes, ningún mueble alrededor, polvo en todo. Tampoco había
cuarto de baño, sólo un tramo de encimera desconchada con un
fregadero oxidado, y ningún electrodoméstico, sólo un hueco en los
armarios donde podría haber estado una nevera.

Los dos miraron al mismo tiempo el agujero en el techo y fue entonces


cuando el resplandor se hizo presente. Con toda la locura, no se
habían dado cuenta de que la llegada del amanecer era inminente...
pero ahora, a través de esa abertura tan amplia, el sutil cambio del
negro profundo de la noche, al gris enfermizo del día era alarmante.

167
J. R. WARD 03 La Víbora

—Tiene que haber un escondite subterráneo. Callum nunca nos habría


dejado aquí...

— ¡Las luces!— Nadya dijo. —A través de los árboles. Alguien viene.

Una danza de iluminación chispeó, los conjuntos de faros perforaron


el paisaje y se estropearon cuando los troncos y las ramas rompieron
las penetraciones de los haces.

Guardias. Tenían que ser.

—Maldita sea—, murmuró Kane mientras se daba la vuelta.

Nadya echó un vistazo al hogar vacío y se entretuvo con la breve e


insatisfactoria idea de que podían esconderse en la chimenea. Pero,
¿qué otra cosa podían hacer? Eran un blanco fácil, tanto para los
guardias como para el amanecer. Si sobrevivían a lo primero,
seguramente no lo harían a lo segundo.

—Siento que esta noche no va a terminar nunca—, dijo Nadya en voz


baja.

Kane la bajó lentamente al suelo. —¿Puedes mantenerte en pie por ti


misma?

—Sí.

—Quédate detrás de mí. Voy a hacer lo que pueda.

Levantando la mano, le tocó la cara y algo en el contacto hizo que


ambos se quedaran quietos.

—¿Por favor, déjame?

—Nunca.

Unas lágrimas inesperadas inundaron sus ojos. —No me debes nada.

Las luces del coche bañaban la parte delantera de la cabaña, y con la


puerta abierta, el oscuro interior estaba cubierto por una falsa

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J. R. WARD 03 La Víbora

iluminación tan brillante y peligrosa como el sol.

—Gracias—, dijo Kane con aspereza.

—¿Por qué?

—Por cuidar de mí. Me has aliviado.

—No tenía ninguna medicina que darte.

—Tu presencia era suficiente bálsamo—. Fue cuidadoso al rozar la


capucha como si estuviera acariciando su mejilla. —Fuiste tú más que
nada lo que me alivió.

Sus ojos ardían con tal emoción que ella se esforzaba por comprender
lo que había en su rostro, en su corazón.

— ¿Cómo puedes mirarme así?— Ella apartó su mano. —Sabes lo que


soy.

Ella trató de apartarse, pero él le movió suavemente la barbilla hacia


atrás. Y luego, con manos firmes, levantó lentamente la capucha. Ella
estaba tan sorprendida que no luchó contra él.

—Veo tu alma—, dijo él. —Por eso te encuentro hermosa.

Las lágrimas cayeron de sus ojos cuando, a no más de seis metros de


distancia, los guardias bajaron de sus vehículos, el abrir y cerrar de las
puertas, el crujido de las botas de combate en el suelo, era tan
alarmante como los disparos.

—Por favor, vete—, susurró ella con urgencia.

Kane negó con la cabeza. —Así no es como va a terminar esto.


Con eso, bajó sus labios y rozó suavemente los de ella. Mientras ella
jadeaba, él le acomodó la capucha en su lugar y miró hacia los machos
que estaban afuera.

El cambio en su rostro fue tan extremo, que se convirtió en un


extraño aunque sus rasgos siguieran siendo los mismos: la violencia,

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J. R. WARD 03 La Víbora

oscura, poderosa y maligna, le transformó. Y entonces la levantó de


nuevo y se movió rápidamente. Se acercó a la chimenea y la colocó en
un rincón, de espaldas a la puerta.

—No te muevas de esta posición. No mires—. Cuando ella no


respondió, él dijo: —Nadya. No mires. Júramelo.

No hacía falta decir que no había razón para ningún juramento porque
ambos iban a ser asesinados, o peor, capturados vivos.

Inclinando la cabeza, ella dijo: —Lo juro.

Él le tocó el hombro por un momento, el suave contacto en desacuerdo


con su expresión. Y luego desapareció, saliendo a grandes zancadas
por la puerta abierta.

Ella supo el momento en que los guardias lo vieron. Empezaron a


gritar y a disparar. Cuando Nadya empezó a temblar, se replegó aún
más sobre sí misma, apretando las rodillas contra el pecho lo mejor
que pudo, aferrándose a sí misma... tratando de desaparecer...

Se escuchó el grito fuerte y profundo de un macho.

Nadya apretó los ojos bajo la capucha. La muerte de Kane había


llegado por fin, y a diferencia de antes, ahora era por su culpa, en lugar
de a pesar de sus esfuerzos.

El temblor era tan violento que sintió que la destrozaban, pero no era
miedo. En el rincón de la cabaña de caza abandonada, en el polvo y la
desintegración envejecida del lugar, lloró por todo lo que había
esperado en su corazón durante todas esas horas de cuidar a Kane.
Lloró por todo lo que él había sufrido.

Pero sobre todo lloró porque casi había salido vivo. Y entero.

El destino cruel de algunos no tenía fin.

170
J. R. WARD 03 La Víbora

Segura como si fuera un depredador de pies ligeros, la muerte


acechaba a la vida.

Sí, no me digas, pensó V. Pero vamos. Todo eso de la muerte


materna/fetal para los vampiros era francamente desagradable.

Al salir del túnel subterráneo y atravesar la parte trasera del armario


de suministros del centro de formación, tuvo que ponerse de lado y
apretar el paso. Había llegado una nueva entrega de papel para
impresora y la pila de seis cajas Hammermill1 no era precisamente el
tipo de carrera de obstáculos que buscaba para ejercitarse. Al otro
lado, entró en la oficina propiamente dicha y se detuvo junto al
escritorio para encender un liado a mano. Luego abrió la puerta de
cristal.

La vía principal de la instalación era un pasillo de hormigón que iba


desde la escotilla de escape en un extremo hasta la zona de
aparcamiento y la carretera en el otro. De su amplia autopista
peatonal salían todo tipo de instalaciones de última generación, desde
el gimnasio, los vestuarios y las salas de musculación, hasta el campo
de tiro, la piscina y las aulas.

Y luego estaba el regalo de bodas de su shellan.

1 Marca de empresa que fabrica papel

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando él y su Jane se habían recuperado de los golpes a la garganta


que el destino les había lanzado, obtuvo una compañera de lujo y trajo
a sus hermanos exactamente el tipo de médico in situ y dedicado que
necesitaban desde hacía tiempo.

Al fin y al cabo, Havers, el sanador de la especie, aunque clínicamente


sano, era un puto idiota que tenía una lista, tan larga como su brazo,
de malas ideas. Como intentar matar al Rey y echar a su propia
hermana a la calle justo antes del amanecer por salir con un humano.
Y luego estaba la mierda de la pajarita, y esas gafas de carey. ¿Quién se
creía que era, Clark Kent con un estetoscopio?

Seguro que era capaz de sacar conclusiones sobre el valor de una


persona más rápido que un aristócrata a toda velocidad.

Así que sí, la Hermandad había necesitado un buen médico. Y la


buena cirujana de V necesitaba un lugar para tratar a sus pacientes
con la mejor tecnología, con las habitaciones adecuadas y con todo lo
que su Jane pudiera necesitar para hacer su trabajo lo mejor posible.
V se detuvo, exhaló por encima del hombro y miró hacia una fila de
puertas cerradas. Había un par de salas de examen, un quirófano más
lleno, que una caja de juguetes, con equipos y varias literas de
recuperación. Y ahora tenían personal para acompañar todo eso.

Después de que Jane y él diseñaran y construyeran los espacios, se le


había unido el doctor Manny Manello, su antiguo jefe en el mundo
humano y ahora cuñado de V, así como Ehlena, la compañera de
Rehv, que era enfermera.

Los hermanos tenían suerte de contar con todos ellos.

Comprobando su reloj, se sorprendió de que la cita hubiera durado


tanto. Pero no tenía experiencia con vampiros posiblemente gestantes,
y eso era algo en lo que, gracias a Dios, iba a permanecer en la
oscuridad. La doctora Jane, en su forma fantasmal, no podía tener
crías y, además, estaba más interesada en su trabajo que en criar
cualquier tipo de nueva generación.

Centrándose en la primera de las salas de examen, no pudo especular


sobre lo que ocurría dentro. No tenía por qué hacerlo. Hacía unos

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J. R. WARD 03 La Víbora

treinta minutos que habían traído al Chacal con su hembra para ver si
estaba preñada, y hablando del MAPA2. V no envidiaba al tipo en lo
más mínimo. Tienes una hembra que realmente te importa, que es el
centro de tu mundo…

...y luego la creadora de la especie te lanza un pastel de mierda: Oye,


puedes servir a tu hembra durante su necesidad, y ser lo único que
alivia las ansias de su sufrimiento, pero el premio gordo es que podrías
dejarla preñada y matarla.

Gracias, mamá, pensó mientras hacía cenizas en la palma de su mano


enguantada de cuero.

No era de extrañar que la mayoría de las parejas, generalmente,


trataran el periodo fértil con drogas hoy en día.

La puerta se abrió y salió el Chacal. El tipo era alto y esbelto, como


suelen ser los aristócratas, ya que toda esa fina crianza creaba un
hábito corporal que resultaba atractivo sin ser demasiado musculoso.
Y se notaba que el tipo y Rhage estaban emparentados. Los ojos azul
marino y la estructura ósea eran iguales, aunque el Chacal no era
permanentemente alegre como lo era Hollywood.

Por otra parte, pocas cosas fuera de la bola de Times Square en la


víspera de Año Nuevo lo eran.

El antiguo aristócrata se detuvo en seco. Se aclaró la garganta como si


estuviera tratando de controlar sus emociones.

—Sólo escúpelo—. V dio otra calada a su cigarrillo. —Esto es un


espacio seguro, creo que así lo llaman, ¿no?

V personalmente prefería los espacios inseguros, pero tomate/tomato.

El Chacal esperó hasta que la puerta se cerró por completo tras él. —
No está embarazada.

—Y estás aliviado, pero no quieres que ella lo sepa.

2
Miedo A Perderse Algo

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Ella esperaba estar llevando un joven—. El Chacal se apoyó en el


muro de hormigón del pasillo. —Quiero decir, ella realmente quiere
uno, y ya sabes, ¿qué otra cosa podía hacer? Entró en su necesidad y...

Hubo la tentación de señalar al tipo que al menos tenía una buena


década libre de cualquier discusión sobre el tema, pero V no quería
cargarle con más. Además, era muy probable que su sentido de la
superioridad, que provenía de no tener que preocuparse nunca de que
su pareja muriera en la cama de partos, se reflejara en cualquier cosa
que dijera.

—Entonces—. El Chacal alisó la parte delantera de la camisa de trabajo


a cuadros que llevaba. —Gracias por venir a reunirte conmigo.

De alguna manera, el tipo hacía que los vaqueros y esa mierda de


leñador parecieran algo sacado del vestuario de alta costura de Butch.
Por otra parte, el Chacal tenía la postura de un príncipe, y eso elevaba
incluso el más común de los hilos. Diablos, probablemente podrías
ponerle un traje para materiales peligrosos y parecería algo que Tom
Ford hubiera confeccionado.

—¿Hay algo para comer por aquí?— dijo el tipo. —Me muero de
hambre.

—Sí, vamos.

Cerrando su mano enguantada alrededor de las cenizas, V guio el


camino hacia la cafetería. Aunque la Hermandad había suspendido el
programa de entrenamiento para futuros soldados, el comedor se
mantenía completamente abastecido: primero, porque los hermanos
necesitaban combustible antes y después de los entrenamientos, y
segundo, porque Fritz necesitaba algo más para cuidar.

Porque dirigir una casa privada de cinco estrellas ocupada por la


Primera Familia, los hermanos y guerreros, sus compañeras y jóvenes,
así como un perro y un gato, no era suficiente en su plato.

Cuando llegaron a la sala de descanso, V mantuvo la puerta abierta. —


Después de ti.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Con una expresión de asombro, el Chacal se adentró en la extensión de


azulejos de las máquinas expendedoras gratuitas, de bocadillos,
refrescos y dulces como nunca antes había visto. También había un
mostrador de autoservicio con fruta fresca y otras cosas buenas que V
siempre ignoraba por completo. Y un centro de platos calientes que en
ese momento no estaba abierto al público.

Mientras el otro tipo se paseaba por la carga de calorías, V se sirvió


una taza de café caliente y cogió un bollito. Se sentó en uno de los
sillones decorados, cogió el mando a distancia de la mesita y le subió
el volumen al televisor de la esquina. Un reportero de las noticias
locales de mala calidad estaba parloteando sobre sólo Dios sabía qué,
pero era mejor que el silencio.

Diez minutos más tarde, el Chacal se acercó con una bandeja cargada
de todo tipo de bocadillos. Al sentarse, pareció desinflarse. Por otra
parte, había gastado mucha energía en las dos últimas noches, lo que
explicaba que se le hubiera metido la barriga.

—La doctora Jane nos dijo que antes no se podían hacer pruebas de
embarazo tan pronto—, dijo el macho mientras abría la tapa de una
Coca-Cola. —Es increíble lo que ha hecho la ciencia médica.

—Sí.

El —ahhhhhh— que salió del tipo después de tomar la mitad de la


bebida carbonatada debería haber servido para el anuncio de la Real
Thing.3

—Tu shellan fue tan buena con ella—, dijo. —Después, estuvieron
hablando de que Nyx iba a montar una tienda Etsy para Posie, su
hermana. Pensé que lo mejor era dejarlas a ellas. Qué sé yo de joyas
hechas a mano.

Ve al grano, pensó V mientras se acababa su panqueque.

—Sí—, dijo.

El presentador de las noticias empezó a informar sobre el robo en una


3
Anuncio emblemático de Coca Cola en 1971

175
J. R. WARD 03 La Víbora

tienda de algún tipo en el norte del estado, con un reportero de campo


parado en la oscuridad frente a una tienda familiar de los años veinte.
El Chacal siguió comiendo y hablando, y V le dejó hablar, haciendo
sonidos aleatorios de ajá cuando había pausas en la cháchara. Estaba
claro que el tipo estaba manejando su ansiedad, y demonios, después
de que V había vivido con Rhage durante tanto tiempo, estaba
acostumbrado a ignorar mientras alguien consumía cinco o seis mil
calorías.

Pero todo el tiempo se preguntaba cuándo iba a salir a relucir la


verdadera razón de todo esto.

—¿Así que lo has visto?

V apuñaló su tercera colilla en un cenicero convenientemente situado.


—Lo siento, ¿qué?

—He encontrado el nuevo emplazamiento del campo de prisioneros.


Por fin, pensó V mientras se sentaba en la silla acolchada.

—No, todavía no—. Y el tipo debía de saber esto por su propio medio
hermano. —En realidad, podría valer la pena volver a repasar esto
contigo. Cuando estabas en el campo de prisioneros, ¿recuerdas que el
mando hablara de dónde iba a ser la nueva ubicación? ¿O de que
alguien lo discutiera? ¿Algunos de los guardias, tal vez?

Las preguntas ya se las había hecho antes, pero nunca se sabía lo que
alguien podía recordar de la nada, y V se estaba desesperando.

No en el buen sentido.

La historia de cómo el aristócrata había acabado en aquel pozo negro


había sido un coñazo. El Chacal había sido inculpado por desflorar a
una virgen y enviado a la prisión de por vida. Sin embargo, el destino
le había dado una salida, así como un gran premio en su hembra. Pero
la mierda por la que había pasado se prolongaba, se notaba en las
sombras de esos ojos azules de bebé.

—No, lo siento—. El Chacal miró fijamente su bandeja de liberadores


de dopamina ultraprocesados. —No recuerdo que esa hembra hablara

176
J. R. WARD 03 La Víbora

de ello, y he estado dándole vueltas en mi cabeza. Como sabes, ella y


yo teníamos... bueno, teníamos un cierto vínculo. Pero no pasé mucho
tiempo con ella.

Cierto vínculo = tuvieron un hijo. Excepto que no era necesario decirlo


en voz alta, si el tipo no se sentía cómodo recordando quién había sido
la mahmen de su hijo. Y quién podía culparlo.

—Está bien—. V tomó un sorbo de su café. —Quizá se te ocurra algo


después.

Volviendo a centrarse en el televisor, observó cómo el reportero se


dirigía de nuevo a la tienda que tenía detrás y tuvo que preguntarse
qué habían robado. Desde luego, no eran equipos informáticos. El
negocio parecía el tipo de lugar donde los recibos todavía se escribían
a mano y los precios se marcaban en una caja registradora que no
necesitaba electricidad.

V se aclaró la garganta. —Sólo necesitamos algún tipo de pausa en el


caso, por así decirlo. Perdona mi referencia a Colombo4.

—Quiero estar dentro si encuentras algo.

Ah, pensó V. Así que este era el porqué de la reunión.

Al no responder, el Chacal arrancó el envoltorio de una barrita de


Snickers, pero no la mordió. Lo utilizó como puntero, dirigiendo la
chocolatina a V. —Esos machos y hembras de allí... yo era uno de ellos.
Fueron las únicas personas en mi vida durante mucho tiempo. Quiero
ser parte de su liberación.

—Ya lo has mencionado antes.

Hubo una pausa, y luego el Chacal dijo: —Eso no es ni de lejos un “te


llamo”.

—Mira la hora—. V se puso de pie con su café. —Nos vemos luego.

—Me he ganado el derecho a ayudar en el rescate.


4
Serie de tv de detectives

177
J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Por eso me has mandado un mensaje? Como si fuera un guardián o


algo así.

—Tú eres el que se niega. Todos los demás me quieren allí.

Oh, así que se había hecho una votación. Genial.

—En este punto—, V se dio vuelta —no tengo absolutamente ninguna


idea de cómo vamos a encontrar el lugar. Así que ese es un puto punto
discutible.

—Sé quién es un prisionero y quién es un guardia. Conozco el


funcionamiento del lugar.

V miró hacia atrás. —Desgraciadamente, creo que va a ser muy obvio


quién es quién y no porque estos últimos lleven uniforme. Y aunque tú
conoces el funcionamiento del lugar. No sabes una mierda de la nueva
ubicación, empezando por dónde está. Tienes buenas intenciones,
pero no tienes formación, ni experiencia, y tienes un hijo y ahora una
shellan que te necesitan. Entiendo la lealtad, pero no puedo apoyarte
después de la evaluación de riesgos. Lo siento.

Dejando al macho para que separara los Cheetos de las Cheerios, V


volvió a salir al pasillo antes de que dijera algo por lo que se iba a
sentir un poco mal, y luego le molestara mucho estar gastando energía
en arrepentirse. Malditos civiles. Siempre con las ideas brillantes.

Pero daba igual, no iba a poner en peligro su propia vida ni la de sus


hermanos sólo para ayudar al Chacal a superar su sentimiento de
culpa de superviviente.

Esa era una carga que el tipo iba a tener que dejar por su cuenta.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El elemento sorpresa podría funcionar como un gran ataque


preventivo.

Cuando Kane salió de la cabaña de caza, no dudó, ni siquiera por un


segundo. Se desmaterializó directamente sobre el guardia que acababa
de salir del asiento del pasajero y mordió al bastardo en un lado de la
cara.

En el instante en que golpeó, el macho gritó y, cuando Kane se echó


hacia atrás, se llevó consigo la piel y la carne de la mejilla. Escupiendo
todo, empujó al guardia al suelo y saltó al techo del vehículo, justo
cuando el conductor salía del interior.

Una pistola se levantó y disparó una bala hacia Kane, pero al dar una
voltereta por encima de la cabeza del otro macho, fue un blanco
perdido. Aterrizó con fuerza sobre sus botas prestadas, agarró la
cabeza del guardia por detrás y tiró hacia atrás. Al perder el equilibrio,
sonaron más disparos hacia el cielo, y Kane agarró la muñeca que
controlaba el arma. Con un chasquido despiadado, le rompió los
huesos del antebrazo, y cuando empezaron los gritos, cogió el arma.

Apuntó a la cara del macho.

Y apretó el gatillo.

179
J. R. WARD 03 La Víbora

La bala le atravesó la frente y el cuerpo se sacudió, los brazos y las


piernas cayeron, la boca y los ojos muy abiertos e instantáneamente
ciegos. Dejó caer al guardia al suelo y saltó sobre el capó. Por una
fracción de segundo, no pudo ir más lejos. El macho que había
mordido tenía la estructura ósea de media cara, carcomida debajo de
donde habían penetrado sus colmillos, las raíces de los dientes
expuestas, la nariz no era más que un par de agujeros negros. Un ojo
había desaparecido por completo y la desintegración se estaba
extendiendo.

Kane se volvió hacia la cabaña y pensó en el lobo.

—No me iré por mucho tiempo, —le gritó a Nadya⎯. ¡Quédate donde
estás!

—¿Kane? —Hubo una pausa⎯. ¡Kane!

—¡No hay tiempo, quédate donde estás!

Saltando al volante, recordó lo que había visto hacer a los demás.


Plantó el pie en algo en el suelo: el motor rugió. Eso no estaba bien.
Golpeó con el pie el otro pedal. No había nada. Ubicando la barra de
cambio, que estaba en el centro entre los asientos, la encontró
congelada en su lugar, hasta que volvió a pisar los pedales. Cuando la
palanca de cambios se liberó, tiró completamente hacia atrás.

El coche siguió adelante.

No era lo que quería, pero lo hizo funcionar. Tirando del volante hasta
que quedó ajustado a la izquierda, hizo girar el coche en círculos,
agitándose, tirando de él. Pisando los pedales. Dando vueltas.

Cuando tuvo un tiro claro fuera del carril hacia la carretera, atropelló
al conductor mientras empujaba su bota contra lo que hizo que el auto
se moviera. Patinando, resbalando, desplazándose de un lado a otro,
se mantuvo mayormente en los caminos gemelos que se habían
excavado en el suelo, y cuando llegó a los carriles dobles pavimentados
en los que habían estado, hizo un giro lo más cercano a los noventa
grados como pudo hacerlo.

180
J. R. WARD 03 La Víbora

El brillo en el este estaba cobrando un impulso real ahora, y tuvo que


sostener su brazo sobre su cara para mantener sus ojos aunque fuera
parcialmente abiertos. Cuando otro vehículo se acercó a él, sonó una
bocina, tan fuerte como las que recordaba haber escuchado en los
trenes de vapor. Su instinto fue girar el volante hacia la derecha, pero
sabía que terminaría en lo profundo de los arbustos y los árboles, y
todavía estaba demasiado cerca de la cabaña del cazador para
deshacerse del vehículo. Se agarró con fuerza y se mantuvo derecho,
acercándose poco a poco para dejar espacio, captando una mirada
rápida al humano furioso mientras pasaban.

Al mirar hacia el pequeño espejo montado en la ventana delantera, vio


que las luces rojas del otro vehículo seguían encendidas, ese ruido a
todo volumen se cortó.

Él también siguió adelante.

La quemadura de los primeros rayos del sol en su rostro y parte


superior del cuerpo le hizo recordar estar en la cama de la clínica, y los
recuerdos de Nadya le hicieron concentrarse a través del dolor. A
medida que continuaba avanzando en la carretera, a medida que
pasaban metros bajo las ruedas, controlaba mejor las cosas,
manejando la velocidad y la dirección con mayor competencia.
Aparecieron señales a un lado, pero no podía leerlas porque su línea
de sangre había pensado que las lenguas de los humanos estaban por
debajo de los de su especie. Siempre habían tenido un doggen para
las traducciones al inglés.

A medida que la salida del sol se hizo aún más implacable, sus ojos
comenzaron a lagrimear tanto que apenas podía ver, y limpiarlos
repetidamente no ayudó. La única buena noticia era que los guardias
estarían en las mismas condiciones que él.

Y luego simplemente no pudo ir más lejos.

Mirando a ambos lados de la carretera, no vio nada más que líneas de


árboles, ni luces brillantes, ni caminos hacia la superficie boscosa.
Hundió su pie derecho tanto como pudo, y el motor respondió como él
exigía, aumentando su velocidad. Al doblar una curva y llegar a una
recta, cerró los ojos, respiró hondo...

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J. R. WARD 03 La Víbora

Y giró la rueda con fuerza a la derecha.

En el mismo momento en que el vehículo salió disparado de la


carretera, se desmaterializó del interior, lanzándose en desbandada,
en dirección a la cabaña de caza. Con cada metro de distancia que
recorría en el éter, sus fuerzas eran absorbidas por la llegada del día, y
tuvo la idea de que había esperado hasta demasiado tarde.

Excepto que entonces supo que estaba en el lugar correcto, su sentido


de la orientación no se vio afectado por la luz del sol.

Volviendo a formarse con impulso, volvió a su cuerpo físico corriendo.


Mientras avanzaba, corriendo entre los dos cuerpos en el suelo que ya
estaban humeando por el sol, dio un salto hacia la puerta abierta de la
cabaña de caza, yendo paralelo al suelo con los brazos extendidos.
Tenía la intención de aterrizar rodando, pero estaba demasiado
ocupado mirando hacia la chimenea, hacia el rincón más alejado.

Ella no estaba allí…

Con un estruendo, aterrizó boca abajo, y no hubo derrape porque las


tablas del suelo eran ásperas. Maldiciendo, no le importó mientras el
aliento se le escapaba de los pulmones y una de sus caderas cantaba de
dolor.

Girando sobre su costado, miró a su alrededor.

Nadya se había ido.

Cuando aquel lobo se había alejado del campo de prisioneros como un


murciélago del infierno, Apex había tenido que desmaterializarse del
techo de aquel coche. Por muy fuerte que fuera, no había podido
aguantar más, y cuando el cizallamiento del viento lo había despegado
de los paneles, se había dejado ir. Por un momento, simplemente
quedó suspendido en el aire, el viento que soplaba lo mantenía en el
aire, sus ojos fijos en el cielo infinito sobre la tierra.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Lástima que la costa no pudiera durar.

Y el coche cazador lleno de guardias iba a ser la peor pista de aterrizaje


posible.

Cerrando los párpados, se desmaterializó justo cuando sintió que una


bala le atravesaba el costado de la pierna. El golpe no fue suficiente
para frenarlo, pero no tenía un destino.

Entonces, cuando se volvió a formar, estaba... en cualquier lugar.

No, eso era mentira. Estaba de vuelta en el garaje fortificado, al que


los lobos los habían llevado, donde habían conseguido las camillas
para Kane y Mayhem, y más munición y armas.

Al revisar el exterior por segunda vez, encontró que era una estructura
tan sencilla que aprobó el camuflaje. Y cuando estaban haciendo un
reconocimiento, antes de que se dirigieran a la montaña, el lobo les
había dado toda la combinación, por lo que entró.

De pie sobre el destartalado Monte Carlo, repitió la fuga mientras


respiraba los vapores de gasolina y aceite que aún persistían, espesos
como si el automóvil acabara de ser conducido. Por una corazonada,
se inclinó. Sí, algo estaba goteando, como si el vehículo se hubiera
unido a las filas de heridos junto con el resto de ellos.

Con tantos casi accidentes, no deberían haberlo logrado en absoluto.

¿Dónde diablos estaba ese lobo?

No es que haya venido aquí para esperar al macho ni nada.

Mientras la piel de la parte posterior de su cuello se estremecía en


advertencia, miró por el cristal lechoso de la ventana sobre el banco de
trabajo. Iba a tener que agacharse durante el día y este era un lugar
tan bueno como cualquier otro. Solo podía esperar que Kane y esa
hembra estuvieran bien dondequiera que estuvieran.

Mirando a su alrededor, se distrajo por un segundo sobre cómo pasar


a la clandestinidad. Entonces recordó al lobo yendo a ese banco y

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J. R. WARD 03 La Víbora

tirando algo debajo del estante superior…

—Gracias a la mierda.

Mientras repetía las acciones del macho, una caja de herramientas de


madera casi del tamaño de un automóvil dejó su asiento y se hizo a un
lado para revelar un conjunto de escaleras. No hubo sonido de sus
bisagras bien engrasadas, ninguna pista de que fuera otra cosa de lo
que parecía. Las luces se encendieron cuando comenzó a descender en
la oscuridad, y en el fondo, lo recibió una vista que lo había conmovido
la primera vez: Apilados contra las paredes de concreto liso, en cajas,
bolsas y varios contenedores, había un arsenal de armas y municiones.
Alimento seco en bidones. Jarras de agua. Chalecos antibalas, abrigos
de invierno y raquetas de nieve. Suministros médicos.

Todo estaba tan bien pensado, tan organizado, tan útil, necesario y
valioso.

El macho que había reunido la colección de artículos de primera


necesidad era un pensador claro y práctico que no iba a ser tomado
por sorpresa. Estaba preparado. Exhaustivo. Defensivo cuando tenía
que serlo, agresivo cuando estaba justificado.

Mirando hacia otro lado, porque en un sentido extraño, Apex sintió


que estaba mirando al lobo con los ojos a pesar de que solo estaba
revisando las cosas que tenía el tipo, midió la ducha y el inodoro, que
estaban al aire libre, y los dos catres que estaban a un lado.

Pero la admiración volvió. Si hubiera diseñado un espacio para un


refugio, no podría haber hecho un mejor trabajo.

Detrás de él, la caja de herramientas volvió a colocarse en su sitio y


oyó el cierre de la cerradura de cobre. Mirando hacia arriba, la malla
de acero que cubría el techo y las paredes brilló, y había una solapa
que se podía asegurar sobre la abertura de las escaleras.

Ese lobo era una maldita mente maestra.

En unos momentos, el silencio resonante se volvió tan denso como la


tierra misma, y finalmente, la ducha en la esquina de mosaicos atrajo

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J. R. WARD 03 La Víbora

sus ojos y los retuvo.

Mientras se dirigía hacia allí, pasó junto a todas las chaquetas que
estaban colgadas en perchas y se detuvo en la mitad de la fila. Aunque
estaba solo, miró a su alrededor, se inclinó sobre uno de los abrigos de
plumas que estaba camuflado para parecer hojas. Sus fosas nasales se
ensancharon cuando inhaló, y el olor que registró fue una especia que
había hecho todo lo posible por silenciar.

Excepto que ¿de quién se estaba escondiendo aquí abajo?

Cerrando los ojos, atrajo el aroma del lobo hacia sus pulmones y lo
mantuvo ahí. Algo en la combinación de abeto y aire fresco le hizo
sentir calor bajo la piel, y si pudiera habría perdido felizmente diez o
quince años de su vida sólo por estar junto a la parka e inhalar por la
nariz.

Pero como eso era patético, incluso sin testigos, se obligó a seguir
avanzando por el pasillo que formaban todos los suministros. A
medida que avanzaba, se fue quitando el uniforme del guardia,
empezando por el cinturón del arma, que tiró sobre uno de los catres.
La camisa manchada de sangre fue lo siguiente, luego las botas y los
pantalones. Dejó que todo cayera donde lo fuera, notando que, si la
ropa hubiera sido suya, aunque sólo hubiera sido esa túnica y los
pantalones sueltos, la habría tratado mejor por costumbre.

Sin embargo, al diablo con esos guardias, aunque sólo fuera el


uniforme de un muerto.

Para cuando llegó al cabezal de la ducha, estaba completamente


desnudo y preparado para recibir agua fría y jabón del barato.
Alcanzando el mango, él…

En el instante en que hizo contacto con el acero inoxidable, una


descarga eléctrica lo atravesó y vio a los muertos, como un holograma
superpuesto a la realidad. Era un macho... colgado del accesorio
atornillado arriba, un cinturón marrón alrededor de su garganta... su
cuerpo desnudo contra la pared de azulejos, sus piernas extendidas en
ángulo sin doblar las rodillas... los talones plantados en el suelo, los
dedos de los pies desplegados.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Los ojos estaban abiertos en el rostro gris y congelado, el cabello rubio


oscuro cayendo sobre la frente, sobre los hombros.

Con un siseo, Apex retiró la mano y sacudió la cabeza.

Cuando volvió a mirar hacia atrás, la visión se había ido, y permaneció


así mientras intentaba nuevamente abrir el grifo.

Apartándose, puso su espalda en el lugar donde había estado el cuerpo


y se dispuso a despejar su mente dejando caer su cabeza en el frío
chorro. Cuando la temperatura empezó a calentarse, se sorprendió
tanto que salió y volvió a comprobar que todo funcionaba. Así era.

Sacó la palma de su mano.

—Vaya…

El calor era tentador, y pensó en lo jodido que era que a pesar de


haber estado involucrado en múltiples escaramuzas con armas de
fuego esta noche, así como en un accidente de coche, una amputación,
y rematado ahora mismo con el avistamiento de un cadáver... tuviera
miedo de volver a meterse bajo la corriente.

Una cosa que había aprendido era que resultaba más fácil permanecer
incómodo.

Lo que dolía era cuando bajabas la guardia y luego tenías que volver a
entrar en el infierno.

La quemadura de la reentrada nunca, nunca valía lo que te aliviaba.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—¡Aquí! ¡Rápido!

Justo cuando Kane estaba perdiendo la cabeza, cuando decidió que


Nadya había sido recogida por un segundo grupo de guardias, o que
había huido para ponerse a salvo porque estaba horrorizada por lo que
había hecho frente a la cabaña, simplemente cuando estaba a punto de
salir corriendo hacia el amanecer para tratar de encontrarla…

La urgente voz masculina lo hizo girar con seguridad como si fuera


una marioneta.

Callum, el lobo, se asomaba por un panel del suelo. —¡Vamos! Tengo


que salir de aquí. No tengo más tiempo que tú.

Kane trepó por las ásperas tablas del piso como si lo estuvieran
persiguiendo, y cuando llegó a las escaleras que habían sido reveladas,
los lobos intercambiaron lugares, saltando fuera de algún tipo de
escondite subterráneo.

—Volveré al anochecer, —dijo el macho mientras cerraba el panel.


Bump, bump, bump, bump.

Kane no prestó mucha atención al lobo que corría por encima. Sólo le
importaba derrapar por los escalones. Al caer de culo, levantó la vista

187
J. R. WARD 03 La Víbora

y vio lo único que le importaba en ese momento: En un interior


sorprendentemente bien equipado, en un sofá lleno de mullidas
almohadas, Nadya estaba sentada en posición de firmes, con las
manos agarrando la capucha y la túnica, y el cuerpo temblando.

Kane se quedó dónde estaba por un par de razones. Uno, era posible
que se hubiera roto el culo, literalmente. Dos, no quería abalanzarse
sobre ella, que era todo lo que tenía ganas de hacer. Y tres...

—Hola, —dijo.

—Hola, —susurró mientras agarraba el brazo del sofá como si fuera a


ponerse de pie.

—No, déjame ir a ti.

Se puso de pie y caminó hacia ella. Los cuartos subterráneos eran


angostos, pero largos, y albergaban una pequeña cocina de galera para
la preparación de alimentos y un retrete con puerta y muebles que, si
se comparaban con su nivel de vida anterior al campo de prisioneros,
eran informales, pero comparados con donde ambos habían estado
lucían palaciegos y bellamente limpios, así como de colores
coordinados en azules y grises. Incluso había una cama adecuada,
ubicada detrás del sofá en el que Nadya estaba sentada.

—Callum dijo que este es su retiro personal, —explicó. Luego soltó⎯.


¿Estás herido? Te escuché gritar ahí afuera, pensé que estabas muerto.
Se tapó la boca sobre la manga con una mano. Y luego con la otra.

Cuando la alcanzó, Kane se puso de rodillas. En las luces que estaban


montadas en el techo, la forma cubierta de Nadya tembló y él quiso
tomarla en sus brazos, pero no estaba seguro de dónde estaban los
límites.

—Estoy bien. Estoy aquí. Estamos a salvo.

—¿Estamos?

—Sí, lo prometo. —Al menos por ahora, se dijo a sí mismo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando se quedaron en silencio, él no sabía qué hacer a continuación,


pero luego ella detuvo su corazón.

Con un escalofrío que se transmitió a través de la túnica, se llevó las


manos temblorosas a la capucha... y lentamente la movió hacia arriba
y sobre su cabeza. Su mirada permaneció baja mientras se le revelaba,
pero luego lo miró y, por primera vez, él vio sus ojos correctamente.
Sus iris eran un remolino de azul, verde y marrón, la combinación de
colores era tan inusual que nunca antes la había visto. Y en el centro,
en los puntitos negros de sus pupilas, vio una eternidad...

—No hace falta que te cubras, —dijo bruscamente⎯. No cerca de mí.


Eres hermosa.

Sus ojos volvieron a su regazo.

—¿Cómo puedes decir eso?

—En la clínica, me descubrí ante ti. ¿Afectó a tu opinión sobre mí?

—Pero ya no somos lo mismo.

—Sí lo somos.

Examinó su rostro, catalogando las cicatrices fibrosas que


distorsionaban un ojo y la mitad de su nariz y toda su mejilla.
Sospechaba que el daño continuaba debajo de la túnica porque el
costado de su garganta también estaba marcado.

—Nadya…

Se incorporó, se sentó a su lado en el sofá, la rodeó con el brazo y la


acurrucó contra él. Aunque su cuerpo permaneció rígido, ella se
inclinó hacia él, sin embargo, tenía la sensación de que, aunque
estaban cerca el uno del otro, estaban a kilómetros de distancia.

—Voy a mantenernos a salvo. —Cuando las palabras salieron, miró


hacia una fila de armas en un gabinete con frente de vidrio montado
en la pared⎯. No te preocupes por eso.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Y fue entonces cuando se dio cuenta.


—Estamos fuera del campo. —Su voz era áspera mientras probaba las
sílabas, dejando que sus oídos probaran la verdad⎯. Ya no estamos
allí…

Cuando giró la cabeza para mirar un poco más a su alrededor,


maravillándose, en realidad, por la liberación, captó su reflejo en el
cristal de ese gabinete de armas.

Lo que le devolvió la mirada era a la vez un extraño... y alguien a quien


recordaba haber visto toda su vida, bueno, al menos antes de ir al
campo de prisioneros. Después de esa fecha, no había espejos en
ninguna parte.

—¿Kane? —Ella susurró.

Tenía una vaga idea de que su cuerpo se levantaba del sofá y se movía
hacia el armario, pero no seguía sus propios movimientos. Estaba
demasiado ocupado mirándose a sí mismo, y cuando se acercó al
cristal, se tocó la cara, sintiendo nada más que una piel suave y
saludable mientras dejaba que las yemas de los dedos se deslizaran
por la mejilla hasta la mandíbula. Luego dio un paso atrás y se miró el
torso. A medida que extendía las piernas, funcionaban perfectamente,
los músculos fuertes y coordinados, las rodillas flexionadas sin dolor,
los huesos debajo dispuestos y capaces de soportar la carga de su
mitad superior en caso de que los necesitara.

¿Y debajo de su piel? Un zumbido de poder que no debería haber sido


extraño, pero se sintió como una revelación.

Apartándose de sí mismo, se sintió impotente. Lo cual no tenía


sentido. Debería estar saltando de arriba para abajo y celebrando.

Pero nada de esto tenía sentido. Todo lo que sabía era que Apex y los
demás lo habían sacado del campo, y luego alguien había intercedido
en su nombre, y luego...

—Sí, —dijo Nadya en voz baja⎯. Así es como te ves ahora.

—Encuentro esto... imposible de creer.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Sacudió la cabeza y recorrió el reducido espacio. Mientras subía y


bajaba, pensó en la casa solariega que le había regalado el linaje de su
prometida. Había sido por ese camino para caballos que había
bordeado el prado trasero, por el que había salido a trotar en su corcel.
Le habría venido bien su longitud y su vista tranquilizadora en este
momento.

Excepto que entonces se encontró frente a una estufa y un


refrigerador. Aunque eran electrodomésticos modernos, los reconoció
por lo que eran de cuando trabajaba en la cocina del campo de
prisioneros y sabía cómo usarlos.

También se beneficiaría de un enfoque diferente en este momento.

—¿Tienes hambre? —preguntó.

—No lo sé.

Kane sonrió un poco. —Me siento igual. Estoy dispuesto a apostar que
el lobo tiene algo para comer aquí…

—Kane.

—¿Sí? —Cuando ella no respondió, él se giró para mirarla⎯. Dime.


Sea lo que sea.

—Quiero saber qué te pasó. —Ella levantó las manos⎯. No estoy


formalmente capacitada en medicina según los estándares humanos,
pero he sido aprendiz durante años. Y la curación por la que has
pasado, en cuestión de horas, desafía el razonamiento. ¿Adónde
fuisteis y qué fue lo que te hicieron?

Nadya estaba tan acostumbrada a estar cubierta que la ausencia de su


capucha la hacía sentir demasiado liviana, como si fuera a flotar si no
se aferraba al cojín debajo de ella. También estaba sorprendida de
poder enfrentarse a Kane.

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Pero ella tenía otras cosas que eran más importantes en su mente. ¿Y
dada la forma en que Kane se había mirado en ese espejo? Él estaba
tan sorprendido como ella.

—Esperaba que murieras, —dijo en voz baja⎯. Todas las noches,


cuando te revisaba por primera vez, me preparaba para encontrarte
inconsciente. Y ahora estás fuerte, completo, y perfectamente sano.

Kane abrió la boca. La cerró.

—¿Tienes hambre? Porque yo sí.

Como si no la hubiera oído. Como si no le acabara de preguntar eso.

No se sorprendió cuando él se volvió hacia el área de la cocina, y


mientras lo miraba moverse, permaneció muy confundida. Era él... y,
sin embargo, no era Kane en absoluto.

Abrió el frigorífico y sacó un cartón de leche para comprobar la fecha.


—Sigue bueno. Supongo que el lobo se queda aquí regularmente. Oh,
mira, una manzana. ¿Puedo darte de comer, por favor?

Nadya abrió la boca. Dudó. —No gracias.

Mientras giraba de nuevo, frunció el ceño. Luego volvió hacia ella. —


¿Puedo darte mi vena?

—Oh, no. —Levantó las palmas de las manos mientras se sonrojaba⎯.


No. Estoy bien.

En el silencio que siguió, se volvió dolorosamente consciente de la


altura de él mientras se cernía sobre ella, tan vital, tan curado... tan
hermoso de una manera masculina.

Cuando volvió a sentarse junto a ella, apoyó los codos en las rodillas,
apoyó la barbilla en las manos entrelazadas y miró al suelo.

—No sé lo que me hizo. —Sacudió la cabeza⎯. Todo lo que sé es que


me desperté en su cabaña y ella me dijo que podía salvarme.

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— ¿Quién era ella? ¿Una sanadora?

—No, ella era algo completamente diferente. Era mística, era… bueno,
suena loco, pero era de otro mundo. —Levantó el dedo índice para
enfatizar el punto⎯. De eso estoy muy seguro.

Un hormigueo recorrió la columna vertebral de Nadya. —¿Fue la


Virgen Escriba?

—No lo creo... pero no estoy seguro de saberlo, ya que nunca antes


había conocido a la creadora de la especie. —Se encogió de
hombros⎯. Ella no se presentó, así que tal vez lo era.

— ¿Qué te dijo?

—Me ofreció una resurrección. Pero entonces… no puedo recordar lo


que pasó. Se vuelve confuso para mí después de eso.

Extendió las manos, girándolas con la palma hacia abajo y


extendiendo los diez dedos. Luego les dio la vuelta como si no pudiera
creer lo que estaba viendo.

—Todo lo que sabía con seguridad era que tenía que volver contigo, —
murmuró⎯. Se trataba de entrar en ese infierno y sacarte.

La garganta de Nadya se tensó. —No necesitabas salvarme.

Él la miró. —Y no necesitabas salvarme. Así que estamos parejos, ¿no?

Mientras lo miraba fijamente, se dio cuenta de que habían tenido


intimidad cuando ella había estado atendiendo su cuerpo. Ahora, eran
todos menos extraños, y no podía imaginárselo desnudo.

Por otra parte, tal vez eso se debía a cómo era ahora.

— Me ocupé de ti porque fue el trabajo que elegí para mí. —Intentó


despejar la bola que le dificultaba hablar⎯. Tú eras mi deber, así que
no me debes nada, y antes de que lo digas, no, yo no fui quien
realmente te curó. Era con quien estabas cuando te fuiste, y esa es la

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verdad.

—Bueno, mi verdad es que soy un macho con honor, y después de todo


lo que hiciste por mí, no te dejaría ahí. —Cruzó los brazos sobre el
pecho⎯. Y me gustaría llevarte con tu familia al anochecer. Tus seres
queridos te extrañarán.

—No hay nadie que me extrañe.

Kane frunció el ceño. —¿Qué hay de tu línea de sangre?

Esto no debería doler tanto como lo hace, pensó mientras un dolor


punzante atravesaba su esternón.

Pasó un rato antes de que pudiera encontrar su voz, y odiaba la


debilidad inherente a las sílabas caídas que pronunciaba.

—Dejé a mi mahmen y a mi sire. Después de... mis dificultades.

Mientras una oleada de ansiedad recorría su cuerpo destrozado, ella


también se vio embargada por la necesidad de moverse, aunque hacía
tiempo que había aprendido que dondequiera que fuera, ahí se
quedaba ella. No tenía una verdadera vía de escape, por lo que la
caballerosa misión de Kane de liberarla del campo de prisioneros
siempre iba a ser en vano. Su cuerpo arruinado formaba los barrotes
tras los que languidecía, su pasado era el guardián de su
encarcelamiento.

Su ubicación física era irrelevante.

—Dime, —dijo en voz baja⎯. Lo que te han hecho.

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Callum casi no logró salir de esa campaña de caza a tiempo. No era


como si no hubiera pasado el día cuidando a esa hembra herida, si
hubiera tenido que hacerlo. Pero cuando apareció su macho, fue un
caso de esta no es una fiesta de tres.

Además, quería ir a ver a Ese Vampiro.

El de la mala actitud.

Ya sabes, solo para asegurarse que el tipo estaba bien. Con todos los
disparos y los coches rodando, otras diversiones y juegos, uno no
podría estar demasiado seguro de que alguien como él no necesitara
reanimación de algún tipo. Ya sabes, compresión torácica. Respiración
asistida.

Un trabajo manual.

Y Callum era un buen Samaritano, el modelo mismo de un siervo para


los demás. Demonios, incluso se pondría un uniforme de enfermera.
Tenía las piernas para ponerse una falda, asumiendo que las
pantorrillas gruesas y los muslos musculosos eran lo que atraía al
vampiro.

Mientras volvía a tomar forma al pie de la montaña, se apresuró al

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J. R. WARD 03 La Víbora

interior de su garaje, olvidándose por una vez de revisar dos veces que
no lo habían seguido cuando él entró en el lugar. Excepto que la luz
del día estaba ahí, y él estaba sin energía. Los lobos de su clan no se
convertían en antorchas como lo hacían los vampiros a la luz del sol,
pero su fuerza se agotaba muy rápido, y él no tenía la intención de
sentir que tenía gripe hasta que la próxima luna llena pudiera
recargarlo…

Callum se detuvo. Olfateó el aire. Empezó a sonreír.

Cerrando la puerta, se acercó al banco de trabajo y soltó el gatillo de la


caja de herramientas, luego golpeó los pies en el viejo Monte Carlo
cuando se reveló la escalera.

–No dispares, ⎯dijo mientras él saltaba y la cubierta se deslizaba de


regreso a su posición⎯. Soy dueño de éste… lugar…

En la ducha, Ese Vampiro estaba de espaldas bajo el cálido rocío, sus


manos apoyadas en los azulejos a ambos lados de la lámpara, sus
gruesos brazos doblados, su espalda ondulaba con sus músculos. Su
cabeza estaba agachada, la fuerza del agua enfocada en su nuca como
si ahí le doliera.

Bueno… quien lo diría. De repente Callum sabía algo de los dolores…

Como si registrara su presencia, el macho del que no podía apartar la


mirada se giró. Al arquear su torso hizo que todo tipo de cosas se
flexionaran y abultaran, con la flexión pasando en la ducha, y el bulto
estando en el cuerpo de Callum.

Los ojos de Ese Vampiro se entrecerraron, y luego hicieron un viaje de


arriba hacia abajo. Cuando se quedaron en las caderas de Callum, él
sintió como si alguien hubiera comenzado a darle una ducha caliente
sobre su cabeza.

Después de todo, parecía que un uniforme de striper enfermero podría


estar en su futuro.

Y bajo la teoría de que era mejor disculparse que pedir permiso, él


caminó hacia adelante, pasando junto a chaquetas colgadas en las

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perchas, los suministros y las armas extras, las botas para la nieve y
las latas de gasolina.

En el fondo de su mente, sonó una familiar campana interna de


advertencia, pero la ignoró.

Era hora de seguir adelante, se dijo a sí mismo.

Cuando llegó a dónde el suelo cambiaba a baldosas blancas, Ese


Vampiro se volvió hacia al rociador y se pasó las manos por el oscuro
pelo corto, quitándose el agua de la cabeza. Cuando arqueó la espalda,
sus hombros se ensancharon y su trasero se tensó, y Callum decidió
que, dejando de lado la presencia de la Loba Gris en la montaña, ahí
absolutamente, definitivamente había un Dios.

Y luego el macho se dio la vuelta. El giro fue lento, y lo que giró para
encarar a Callum fue el tipo de cosa por la que valía la pena tener las
rodillas doloridas.

La erección de Ese Vampiro no era ninguna tontería que necesitaba un


buen apretón de manos, y Callum estaba lejos de no presentarse
correctamente.

–¿Cómo supiste que estaba aquí? –exigió el vampiro.

Y la gente pensaba que el romance estaba muerto, pensó Callum


secamente.

–¿Dónde más ibas a estar?

–No vine aquí por ti.

–No me importa ser tú última opción. ⎯Se sacó su camisa del


cinturón⎯. Mientras no te importe ser mío.

Uno por uno, se desabrochó los botones comenzando desde abajo,


abriendo su pesada camisa de franela de manga larga en el centro,
dejando al descubierto sus abdominales, sus pectorales… su garganta,
por qué se suponía que eso les gustaba ¿No?

197
J. R. WARD 03 La Víbora

Y oye, el hecho de que fuera un vampiro iba a hacer esto mucho más
fácil. Sí. Esta era la forma en la que tenía que suceder.

Callum dejó caer su camisa al suelo, inhaló profundamente cuando esa


mirada dura y agresiva recorrió la parte superior de su cuerpo.
Cuando sus manos fueron a su bragueta, se detuvo.

–Sabes qué, ⎯murmuró⎯, Creo que te dejaré hacer ésta parte. Con
esos colmillos tuyos.

Al pisar el azulejo, él tenía sus botas puestas y no le importó. No le


importaba nada, hasta que miró hacia la ducha. Por una fracción de
segundo, él perdió su conexión con la carga sexual, imágenes que
había trabajado duro para no ver cada minuto de vigilia tomando el
control.

–No te voy a rogar por eso.

La voz profunda y llena de tensión lo volvió a enfocar. Y aun así, tuvo


que aclarar su garganta. ⎯Bueno. La súplica puede venir más tarde.

Empujando a un lado todo menos al vampiro que estaba bajo el agua,


Callum dio un paso hacia el rocío, y en el segundo que él lo hizo, el
poderoso cuerpo del otro macho se estremeció, supo que estaba
haciendo lo correcto, por ambos. Y luego tocó el pecho resbaladizo y
suave, bajo las manos desde sus clavículas hasta sus pectorales… hasta
los abdominales. Los sonidos de la lluvia del agua se hicieron muy
fuertes cuando lo hizo de nuevo, sintiendo los músculos, el calor, la
piel.

–¿Qué te gusta vampiro?

Cuando no hubo respuesta, él levantó la vista hacia ese rostro. El


macho estaba mirando hacia abajo a las yemas de los dedos de Callum
mientras viajaban por su cuerpo y la expresión en su rostro era una
de… asombro.

Como si fuera una revelación.

Excepto que eso no podía ser cierto.

198
J. R. WARD 03 La Víbora

Cerrando la distancia entre ellos, Callum inclinó su cabeza y puso su


boca a un lado de la garganta del vampiro. Su recompensa fue otro
estremecimiento, y él lo tomó como una luz verde. Besó la clavícula,
corriendo sus caninos sobre la curva de su hueso. Luego se hundió en
sus muslos y acarició el esternón. El agua que caía por el vampiro
sabía a macho y él lamió las gotas, atrapándolas en su lengua,
saboreando.

Levantó la vista para asegurarse que no estaba interpretando mal.

No. Ambos habían abierto el libro en la misma página.

Los ojos que siempre fueron tan agresivos estaban abiertos de par en
par, la vulnerabilidad en ellos el tipo de cosa que sin duda revelaba
más de lo que un macho habría querido, excepto que él estaba tan
atrapado en lo que estaba pasando en sus defensas bajas.

Más con el descenso de su boca, hasta que Callum estuvo en los


huesos de sus caderas, el elegante arco de la pelvis del macho
acentuado por un destello de músculo… que, cuando lo siguió, lo llevó
justo a dónde él quería ir.

Y, sin embargo, se tomó su tiempo, sus labios se dirigieron lentamente


a su destino mientras se arrodillaba. Bien, ya sabes. Él tenía la altura
perfecta.

Estirando sus brazos alrededor del macho, acarició el culo que había
admirado. Luego lo ahuecó, y abrió ampliamente su boca.

Mientras él chupaba esa erección, la respuesta fue violenta, el vampiro


corcoveó en un empuje que empujó su excitación aún más en Callum…
cuyos labios se estiraron para acomodar su circunferencia. Y la
retirada fue igual de inmediata, la pelvis se sacudió hacia atrás, la
succión hizo que el macho gimiera y empujara de nuevo.

Todo lo que Callum tenía que hacer era aguantar y recuperar el aliento
cuando pudiera.

El bombeo fue de lento a rápido, y cuando miró hacia arriba mientras

199
J. R. WARD 03 La Víbora

el vampiro miraba hacia abajo, su contacto visual fue una gran parte
del descontrol.

No hace falta decir que las cosas no llevaron mucho tiempo.

A medida que el macho se acercaba más y más a la liberación, perdió


la capacidad de mantener los ojos abiertos, y luego el orgasmo lo
abordó. Con un poderoso arco, él se estiró hacia atrás, agarrando el
cabezal de la ducha, sosteniéndolo con fuerza mientras su polla se
liberaba en la boca de Callum, la dura longitud golpeaba y se contraía,
derramando una pesada carga, como si hubiera pasado mucho, mucho
tiempo desde que había tenido algún placer…

Callum se congeló mientras se enfocaba en la forma que esas manos


sujetaban el accesorio de acero inoxidable montado en el azulejo.

La ruptura con el aquí y ahora fue un golpe al cuerpo, y él intentó


cerrar sus ojos para seguir conectado a éste presente que estaba
disfrutando demasiado. Pero no pudo mantener el vínculo. Mientras
tragaba y tragaba de nuevo, estaba entumecido mientras miraba ese
agarre.

El agua que golpeaba su rostro se encargó de sus lágrimas.

Buena cosa, también.

El vampiro no era el único con cosas que ocultar.

200
J. R. WARD 03 La Víbora

—Aquí. Come una rodaja de manzana.

A veces, todo lo que podías hacer por alguien era lo más simple, ya sea
porque eso era todo lo que tenías para dar o porque era todo lo que
podía permitirse tomar. Y cuando Kane volvió a sentarse en el sofá, le
tendió un trozo de manzana roja brillante a Nadya, deseando poder
retractarse de su pregunta. Su pasado no era algo que ella le debía a él.

—No, gracias, ⎯dijo ella.

Él no se sorprendió cuando ella no tomó lo que le ofreció. Por su parte,


él tenía hambre y náuseas, un doble golpe en el estómago que debería
haber sido incompatible. Tal vez comer algo ayudaría. Probablemente
no.

Poniendo el pedazo en su propia boca, cambió el cuchillo de cocina a


su mano dominante y partió otra cuña. Mientras masticaba la fruta
crujiente y dulce, el silencio en las habitaciones era tan pesado como
un objeto sólido, y se preguntó si…

—Fue un emparejamiento arreglado, ⎯ella dijo con aspereza.

Él tenía la intención de jugar con calma si ella hablaba. Fracasó en eso


miserablemente. Su cabeza se disparó hacia arriba y alrededor tan
rápido que sintió la tensión en su cuello.

201
J. R. WARD 03 La Víbora

Ella se aclaró la garganta. —Vengo de la nada, y su familia, eran más


prósperos que nosotros, así que fue un paso adelante para mis padres
y para mí. O se suponía que debía serlo. ⎯Ella negó con la cabeza, sus
ojos inusualmente coloreados se centraron en la distancia media
frente a ella⎯. Él nunca me dejó olvidar eso tampoco. Era un macho
en ascenso, él solía decir eso. Realmente estaba yendo a lugares. Se
suponía que yo debía estar agradecida, seguir el viaje y mantener la
boca cerrada.

Kane conocía muy bien las versiones de esta historia, y pensó en su tía.
Pensó en Cordelhia. Pensó en las creencias de sus propios padres.
Nadya podría no haber estado en la glymera, pero los fundamentos
eran los mismos, las hembras aprovechadas como activos para
reforzar las fortunas, reales e imaginarias, de una familia.

—Nadie me preguntó qué pensaba o lo que yo quería. ⎯Ella lo miró


directamente⎯. Mi mahmen y mi sire no eran malas personas.
Honestamente creían que estaban haciendo lo correcto, y seguí
adelante a pesar de que estaba gritando por dentro porque sus
expectativas se convirtieron en mis prioridades. El macho no me
amaba. Yo no lo amaba. Y en el fondo de mi mente, me preguntaba
qué estaba sacando exactamente de eso. Yo no era una belleza
destacada y no teníamos dinero. ¿Por qué se molestaría?

Hubo una pausa. —Pero se suponía que no debía encontrar la raíz de


todo. Se suponía que eso era un secreto.

Kane cortó otro trozo de la manzana roja y se sorprendió cuando ella


se acercó y lo tomó directamente de la hoja. Se escuchó un crujido
cuando ella mordió lo que él había arrancado del todo, y sintió una
necesidad urgente de alimentarla con todo lo que había en esa nevera.

Quería cazar para ella. Proveerla. Llenar su barriga y hacerla tomar de


su vena…

—Esto está bueno, ⎯dijo ella. Y mientras él la miraba fijamente, ella


levantó lo que quedaba de la rebanada, como si pensara que lo había
confundido⎯. ¿La manzana?

202
J. R. WARD 03 La Víbora

—Hay otra. ⎯Señaló la nevera con el cuchillo⎯. Si quieres más


después de que terminemos esta.

Preparando otra rebanada, se la ofreció, esperando que ella la tomara.


En cambio, ella se sentó allí y miró fijamente lo que había mordido,
los semicírculos de sus dientes formaban un patrón a través de la fruta
dulce.

Ella continuó con voz firme, como si estuviera armando su coraje para
terminar la historia. ⎯Resultó que mi padre sabía que el padre de mi
prometido había tenido una aventura. Eso no era inusual, pero la cita
era con otro macho. ¿Creo que el término es chantaje? Entonces, sí, mi
emparejamiento fue arreglado y hay, integrado en ese concepto, una
cierta falta de libre albedrío. En mi caso, sin embargo, hubo una
condición directa para que consiguiera un hellren.

Kane negó con la cabeza. —¿Cómo lo descubriste?

Nadya se llevó el resto de la rebanada a la boca. —Escuché a mi sire


discutiendo con el padre de mi prometido. Fue justo antes de la
ceremonia. Mi prometido había desaparecido la noche anterior, y su
padre estaba poniendo excusas por el retraso en la aparición de su
hijo. Pero mi padre... bueno, estaba decidido a que su hija hiciera un
buen emparejamiento y repitió sus intrigas una y otra vez. ⎯Ella negó
con la cabeza una vez más⎯. Escuché todo… cómo mi padre, que era
constructor, fue a buscar sus herramientas al garaje separado en el
que había estado trabajando y vio al padre junto con el macho. Mi
papá había estado preparado para ir a la línea de sangre del joven
macho, y estaba seguro de que le creerían porque era un macho
honesto de valía que tenía una reputación de trato justo y recto. Le
dijo al señor que nadie se iba a sorprender, pero que todos iban a
hablar de eso, y que la shellan del macho seguramente lo dejaría.

—Y ahí fue cuando me di cuenta de que mi padre odiaba al macho por


su infidelidad. Además de ayudar a nuestra familia por asociación, el
apareamiento era un castigo porque cada vez que el padre me veía,
pensaba en lo que había hecho y no había manera de evitarme. Debía
mudarme con su familia. ⎯Ella respiró hondo⎯. No fui una
bendición, fui una maldición tanto para mi posible pareja como para
el padre. El primero estaba siendo forzado, el segundo estaba siendo

203
J. R. WARD 03 La Víbora

coaccionado.

No eres una maldición, pensó. De ningún modo.

—¿Qué pasó después? — Le tendió otro trozo⎯. ¿Apareció tu


prometido?

Kane se sintió aliviado cuando aceptó la pieza.

—No esa noche, no. ⎯Ella se movió⎯. Pero él vino y me encontró


una semana después. No sé si se enteró de la verdad sobre por qué
estaba ocurriendo el emparejamiento o si decidió que simplemente
saldría del acuerdo de cualquier manera que pudiera.

—¿Qué hizo?, ⎯dijo Kane, y sobre todo mantuvo el gruñido fuera de


su voz.

—Yo, ah… fue en los años ochenta. Estaba trabajando como voluntaria
en una biblioteca humana porque tenía acceso a todos esos libros
sobre medicina que no podía permitirme comprar. Siempre quise ser
enfermera, ya ves, y solo quería aprender. Yo estaba a cargo del último
turno, y eso significaba que hacía el barrido de todos los pisos y
cerraba todo a medianoche. Siempre salía por la puerta trasera
porque podía desmaterializarme de las sombras desde allí y él lo sabía.
Me estaba esperando.

Kane cerró los ojos. —¿Qué sucedió?

—Mientras cerraba la puerta, me di la vuelta y él apareció a mi lado.


Estaba tan sorprendida de verlo, que simplemente me congelé. Y eso
significó que, cuando me arrojó el ácido, con muy buena puntería…

—Maldita sea…

—...me llevé las manos a la cara y comencé a gritar… y me arrojó la sal.

Razón por la cual la cicatrización era imposible, pensó Kane


sombríamente. Los vampiros podían recuperar su estado original en la
mayoría de las circunstancias, siempre que estuvieran sanos y bien
alimentados, y que las heridas no fueran tan graves como las suyas.

204
J. R. WARD 03 La Víbora

Cicatrices quirúrgicas, heridas punzantes, disparos… todo podría


regenerarse.

A menos que hubiera sal de por medio. La sal selló las imperfecciones,
haciéndolas permanentes.

—Traté de alejarme de él. ⎯Nadya hizo movimientos de balanceo con


los brazos como si estuviera asustada y moviéndose se calmara⎯.
Estaba en un conjunto de escalones. No podía ver, me dolía, me
preocupaba que tuviera más ácido. Me di la vuelta y me caí. Me rompí
la pierna cuando aterricé y nunca había gritado tan fuerte en mi vida.
Solo estaba... gritando.
⎯Nadya se quedó allí durante mucho tiempo, sacudiendo la cabeza,
perdida en el ataque⎯. Lo recuerdo claramente de pie junto a mí. Él
estaba sorprendido. Pero ¿qué pensaba que iba a pasar? Y entonces
apareció mi padre. No se me permitía conducir un automóvil porque
era hembra, y mi padre siempre me dejaba y recogía en la biblioteca. Y
fue mientras yacía ahí que me di cuenta de que yo era el mensaje de
regreso a mi padre. Mis heridas... fueron el mensaje que le devolví de
que no debería haber tratado de forzar al padre y al hijo de esa
manera. De todos modos, esa es la historia, y así es como terminé en el
campo de prisioneros.

—Espera… ¿Qué? ¿Por qué fuiste culpada y sentenciada por lo que él


hizo? — Kane se inclinó hacia adelante, como si hubiera alguien en el
escondite subterráneo a quien pudiera llevarle la injusticia⎯. ¿Cómo
tiene eso algún sentido?

—No, no fue así. Mi padre me llevó de inmediato a una enfermera que


era de la especie. Mis heridas eran tan graves que tuve que quedarme
con ella y me atendió como si fuera suya. A medida que mejoraba,
comenzó a enseñarme sobre el cuidado de los pacientes. Ella fue muy
amable conmigo, muy generosa con su conocimiento. Estaba
comenzando su declive de la vejez, y sé que estaba feliz de tener a
alguien a quién transmitiera lo que había aprendido durante toda su
vida.

—¿Pero dónde estaban tus padres?

Ella negó con la cabeza bruscamente. Entonces tuvo que aclararse la

205
J. R. WARD 03 La Víbora

garganta. —Hice que la enfermera les dijera que había muerto. Que no
pude soportar el dolor y que me expuse a la luz del sol y no quedó
nada de mí.

Kane bajó la cabeza. —Oh, Nadya…

—Era mejor que tener que verme todo el tiempo. Mi padre estaba
consumido por la culpa y el arrepentimiento, llorando junto a mi
cama. Parecía un poco irónico que me convirtiera en la maldición para
él en lugar de para el padre de mi prometido. Solo sabía que si me iba
a casa, él nunca podría seguir adelante y tampoco mi mahmen. Al
menos si estaba muerta, podrían llorar y encontrar algún tipo de vida
nueva.

Kane no podía imaginar nada de la situación en la que se había


metido. —¿Y a dónde fuiste después de estar con la enfermera?
Todavía no sé cómo terminaste en el campo.

—Después de que estuve tan curada como iba a poder estar, continué
quedándome con mi mentora, pero me mantuve escondida de todos.
Alrededor de la época en que desarrollé algo de resistencia, ella
comenzó a ir al campo de prisioneros para tratar a los enfermos y
heridos. Quería ir allí con ella porque necesitaba hacer algo para ser
útil a alguien. Siempre me disfracé, por supuesto, y se convirtió en
algo que hacíamos juntas. El propósito que encontré con ella me salvó.

⎯Hubo un silencio. Y luego le aceptó otra rebanada de manzana⎯.


Bajo sus instrucciones, cuidé de tantos machos y hembras diferentes, y
llegué a ser una muy buena enfermera. Cuando mi mentora
finalmente se fue al Fade, asumí todas sus funciones, y como su casa
quedó en manos de sus parientes y yo no tenía adónde ir, comencé a
quedarme en el campo.

—¿Dónde está el macho que te lastimó? — Cuando Kane escuchó el


tono duro de su propia voz, agregó⎯: Quiero decir, ¿está en algún
lugar de Caldwell?

¿Tienes su dirección exacta? Pensó él.

—Bueno, había un prisionero... que fue tan amable conmigo.

206
J. R. WARD 03 La Víbora

Una lanza de celos hizo que Kane se imaginara persiguiendo a dos


machos diferentes y, dada su agresión, no se sorprendió de que ella
eludiera la pregunta sobre su prometido.

—¿Y…? — la incitó.

—Fue hace unos diez años. ⎯Dobló y volvió a doblar su túnica marrón
en su regazo⎯. —Se estaba muriendo y ayudé a aliviar su sufrimiento
lo mejor que pude. Era mayor, pero una vez había sido tan vital. Nos
hicimos bastante amigos, y tal vez porque echaba de menos a mi
familia, o me sentía sola, o lo que sea, le conté lo que me había pasado.
Le dije todo. Él es el único otro que vio mi aspecto... aparte de ahora
tú.

Mientras ella guardaba silencio, él absorbió el honor que ella le había


hecho, quitarse la capucha, compartir de sí misma de la manera más
vulnerable.

Nadya lo miró fijamente. —Necesito ser honesta contigo, aunque


afectará lo que piensas de mí.

—Nada podría afectar…

—Permíteme reformular eso. Debería afectar lo que piensas de mí.

Miró a su alrededor, midiendo el espacio limpio y ordenado, con sus


cómodos muebles y su cocina y su pequeño baño. A pesar de que
estaban fuera del campo de prisioneros, sintió como si hubieran
regresado a sus confines una vez más, hasta el punto en que podía oler
el hedor del lugar, la suciedad, la inmundicia y el sudor viejo
reapareciendo en sus senos paranasales.

Pero ese era el poder del campo, ¿no? Incluso libres, ninguno de ellos
había sido verdaderamente liberado por lo que habían visto... y lo que
habían hecho.

—Sigue adelante, ⎯murmuró⎯. Por favor.

—Utilicé el nombre de mi prometido. — Ella se encogió de hombros⎯.

207
J. R. WARD 03 La Víbora

Fue solo en relación con mi historia. O al menos eso me dije a mí


misma. ¿Pero si soy honesta? Creo que sabía quién era el anciano... y
lo que podría hacer si alguna vez atrapaba a mi prometido.

—Sin embargo, dijiste que el macho mayor se estaba muriendo.


¿Seguramente no pudo haberte Vengado?

—Poco después él fue al Fade y pensé que eso era todo. ⎯Ella respiró
hondo⎯. Pero como cinco o seis noches después, regresé a mi litera, el
lugar donde dormía. Había un… Encontré un nudo de tela en mi
almohada.

Kane esperó a que continuara. Cuando ella no lo hizo, él dijo: —¿Qué


había dentro?

—Un anillo de firma. El de mi prometido. ⎯Ella pareció agachar la


cabeza⎯. ¿El viejo macho? Había oído que era... ¿Cómo se dice? ¿Un
ejecutor? Y me cuesta admitirlo, pero sí, sabía que tenía contactos
fuera de la prisión. Quiero decir, los propios guardias se le sometieron
y le llevaban cosas. Una vez me dijo que yo era como una hija para él.

—No eres responsable de las elecciones de ese macho.

—Creo que lo soy, en realidad. ⎯Su mano se cernió sobre su pecho⎯.


Mi corazón estaba sucio cuando conté la historia. No embellecí nada,
pero... Di el nombre de mi prometido. Había aprendido a odiarlo, ya
ves. A través de los años. Había decidido destrozarme la cara para no
ser juzgado por no cumplir con el arreglo y para que mi padre fuera
castigado por el chantaje. Quiero decir, ¿si hubiéramos sido
aristócratas? Mi sire habría terminado en prisión por lo que hizo, pero
debido a nuestra posición como civiles, mi prometido tomó el asunto
en sus propias manos, sin más consecuencias que las que yo soporté.

—No sabes lo que realmente sucedió con el anillo.

—¿Crees que mi antiguo prometido, a quien no había visto en diez


años, que sin duda había oído que estaba muerta, se infiltró en el
campo de prisioneros, encontró mi litera entre todos esos túneles y
dejó su anillo allí? ¿Su posesión más preciada, el anillo de oro que era
de su abuelo?

208
J. R. WARD 03 La Víbora

Kane se frotó la cara. —No sé.

—Si sabes. Simplemente no quieres verme por lo que soy.

—No me digas cómo me siento, ¿de acuerdo? Ese es mi trabajo.

Ella se miró las manos. —Tienes que llevarme de vuelta allí.

⎯¿Qué?

—Al campo. ⎯Con la mano temblorosa, se tocó las cicatrices que le


recorrían el rostro⎯. Yo vivo allí.

Kane parpadeó. Y luego no pudo encontrar las palabras. —No puedes


hablar en serio, ⎯soltó.

—Ese es mi hogar, mi propósito. ⎯Cuando Kane se quedó mirándola,


ella hizo un movimiento para levantarse y rápidamente le hizo señas
para que se fuera cuando él se inclinó para ayudarla⎯. ¿Qué pensaste
que iba a pasar una vez que me ‘rescataras’? No tengo a donde ir.

—Tus padres…

—Están muertos. Fueron asesinados en las redadas hace unos tres


años. Mi sire había aceptado un trabajo en una de las grandes casas de
la aristocracia como manitas. Mi mahmen se unió a él como sirvienta.
Los lessers… atacaron la propiedad y la familia no permitió que mis
padres entraran a una habitación segura. Fueron... sacrificados.

Kane cerró los ojos. —Lo siento mucho, Nadya.

—Me enteré porque... escuché a algunos de los machos que estaban


haciendo negocios de drogas en Caldwell hablando sobre las redadas.
Mencionaron casas específicas y yo sabía dónde habían ido a trabajar
mi sire y mi mahmen porque, cuando vivía con la enfermera,
regresaba a su casa para ver cómo estaban desde lejos. Cuando se
mudaron, la nueva familia en nuestra casa me dio su dirección de
reenvío. Así fue como descubrí el nombre de la mansión. Así fue como
reconocí el nombre cuando escuché a los machos decirlo.

209
J. R. WARD 03 La Víbora

Su voz se quebró al final. Y luego bajó las manos a su regazo.

—Estoy agradecida por lo que hiciste por mí. Pero regresaré al campo
de prisioneros porque eso es todo lo que tengo.

Kane maldijo. Porque no sabía qué más hacer.

Luego se inclinó hacia delante en el sofá. —Mírame. Nadya. Mírame.

Cuando su atención se centró en él, apoyó las palmas de las manos en


las rodillas. —Estabas a punto de ser asesinada. ¿Cuándo te encontré?
Estabas montada en esa pared como un pedazo de carne, y te iban a
matar. ¿Si quieres caer sobre la espada de tu culpa, o lo que sea? Eso
es asunto tuyo. Te llevaré de vuelta yo mismo. Pero estarás muerta
antes de que me vaya de la propiedad.

Ella parpadeó. Un sin número de veces.

Mientras las lágrimas asomaban a sus ojos, él volvió a maldecir y se


levantó para irse, pero ¿adónde iría? Cuando se encontró de pie junto
al lavabo, dejó correr un poco de agua y se salpicó la cara un par de
veces. Había un rollo de papel suave junto al lavabo y se secó.

Luego se dio la vuelta y se apoyó contra el mostrador. Intentó


imaginarse llevándola de regreso a ese hospital humano abandonado,
con sus crueldades subterráneas y su tráfico de drogas y todos esos
guardias.

Él había pensado que ella no duraría sin protección antes. Ahora ella
estaba en la lista de cosas por hacer de los guardias. Bien podría
llevarla al Fade y dejarla frente a esa puerta blanca.

—¿Por qué te preocupas tanto? —, Preguntó.

Estaba en la punta de su lengua decir que no lo sabía, realmente no lo


sabía.

En cambio, la verdad saltó de su boca: —No pude salvar a mi shellan.


Supongo que he decidido tratar de salvarte.

210
J. R. WARD 03 La Víbora

La noche siguiente, cuando ya había caído la noche, V estaba en el Pit,


sentado frente a sus Cuatro Juguetes y jugando con su ratón. Lo cual
no era tan sexy como sonaba. El mote de su pene no tenía nada que
ver con ninguna de las treinta y ocho o más especies del género Mus5,
así que sí, en realidad estaba moviendo su disco de mano inalámbrico
en círculos.

—¿Vienes a la Primera Comida?

Su compañero de cuarto estaba hablando mientras caminaba por el


pasillo desde donde estaban los dormitorios, y cuando Butch entró en
la sala de estar, el ex detective estaba vestido para el campo. En lugar
de como alguien del elenco de los Bridgerton.

El cabrón podría haber tenido un guardarropa limitado cuando era


humano, pero desde entonces había compensado su déficit. Tenía más
ropa que arte tenía el Museo Metropolitano. Desafortunadamente, la
mayoría estaba en el pasillo que conducía a sus camas. Cada vez que V
tenía que salir de su habitación y la de Doc Jane, se sentía como si
estuviera en los últimos diez metros de un lavado de coches. El hecho
de que no hubiera llevado un lanzallamas a todos los hilos demostraba
cuánto amaba al tipo.

5
Nombre científico de la especie de roedores (ratones)

211
J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Hola? —dijo Butch—. ¿Estás ahí?

—Creo que tenemos que empezar por el principio.

Las cejas del poli se levantaron sobre sus ojos color avellana. ⎯Bueno,
teniendo en cuenta que eso involucra a Fritz pidiéndonos a todos que
nos matáramos detrás de la casa porque no quería ensuciar sus
alfombras…quiero decir, ¿tenemos que volver allí?

—Ja, ja.

V observó cómo su flecha trazaba el perímetro alrededor de la ventana


de Firefox que había abierto en el sitio web del Caldwell Courier
Journal. Luego cambió a su Microsoft Outlook. —¿Por qué diablos hay
tanto spam? Me paso la jodida vida enviando cosas a mi carpeta de
basura…y cada jodida noche es una nueva fumigación. ¿Cómo si
alguna vez hubiera pedido algo en Wayfair?6

—Oh, ese fui yo.

—¿Disculpa?

—Un clasificador de zapatos. ¿Conoces los que cuelgas en la parte


trasera de las puertas de los armarios?

V se hundió más en su silla. —Ya tienes uno de esos.

—Voy a colgar el nuevo en la pared. Como si fuera arte.

—Jesús.

Butch hizo la señal de la cruz y se acercó al sofá de cuero. ⎯Entonces,


¿para qué vamos a volver al principio?

—Para encontrar el campo de prisioneros. Tenemos que seguir las


drogas de nuevo. Esa es la fuente de ingresos del lugar, y sin importar
dónde se encuentren o quien esté a cargo, mantendrán ese negocio en
6 Compañía estadounidense de venta online

212
J. R. WARD 03 La Víbora

marcha. Incluso si cambian el empaquetado, podremos rastrearlos de


alguna manera.

—¿Wrath ilegalizó el campo?

—Saxton todavía está trabajando en ello. Está poniendo puntos a las


“t” y barras a las “i”.

—¿No es al revés?

—Y tú crees que peleo con el sentido del humor.

Butch puso los ojos en blanco. —Bueno, creo que tienes razón, aunque
no sobre el alfabeto. Las drogas son todo lo que tenemos, así que
salgamos al campo ahora. Marissa ya está trabajando en Lugar
Seguro, y escuché que Doc Jane se fue antes… está en la clínica, ¿sí?
Podemos saltarnos la Primera Comida, comprar algo en Arby´s e
irnos.

V sacudió la cabeza con asombro. —Me complementas.

—Lo sé. Y te llevé a Arby´s…aunque esa mierda tiene que subir de


nivel para llegar al estándar de angustia gástrica de Taco Bell. Nunca
entenderé por qué te lo comes.

—Los viejos hábitos tardan en morir. ⎯Salió de su correo electrónico,


agarró su teléfono y le envió un mensaje de texto a Tohr⎯. Les dejaré
saber a los muchachos lo que estamos haciendo.

—Me armaré.

Butch desapareció por su salón de bailes elegantes, y era difícil no


agradece… bueno, no a la Virgen Escriba porque ya no estaba más
alrededor, y seguro que V no iba a estar agradecido con Lassiter por
nada más que ese ángel caído mudándose fuera de la mansión…

Bueno, solo agradecería al Creador por tener a ese macho en su vida.


Con ese pensamiento, V se puso de pie y comenzó a juntar algunos
liados a mano y…

213
J. R. WARD 03 La Víbora

Con el ceño fruncido, se inclinó hacia el monitor. El sitio web del


Caldwell Courier Journal era un servicio de suscripción por el que
pagaba desdeñosamente seis dólares al mes, y había estado tratando
de descubrir cómo cancelar la maldita cosa. A pesar de todo su
coeficiente intelectual, no podía recordar la dirección de correo
electrónico que había usado para crear la cuenta hacía ocho años, o
qué tarjeta de crédito había ingresado, y con la contraseña perdida
dentro de su ordenador en alguna parte, era demasiado jodido trabajo
irrumpir en el estúpido sitio en sí y cortar la carga de vampiros o ir a la
maleza de su absolutamente-nunca-una-torre-Apple para rastrear la
cuenta de mierda.

Además, todo lo que realmente leía era la columna de consejos sobre


relaciones… no porque le importara la estupidez sobre la que escribían
los humanos, sino porque disfrutaba elaborando respuestas en su
cabeza que eran considerablemente más directas.

Pero cuando se inclinó y volvió a leer la página de bienvenida del CCJ,


por una vez no se estaba enfocando en la molesta factura mensual o en
las cosas de Ann Landers.

Estaba mirando un artículo sobre ese robo que había visto en las
noticias cuando había estado con el Chacal en la cafetería del centro de
entrenamiento.

—¿Estás listo? —preguntó Butch.

—Espera un segundo. —V se desplazó hacia arriba e hizo un informe


completo de principio a fin—. Era una farmacia.

—¿Disculpa?

Cuando su compañero de cuarto se acercó, señaló su pantalla.


⎯Anoche, en el norte del estado, alguien irrumpió en una farmacia en
Leczo Falls, Nueva York. Saquearon el lugar.

—¿Sí, y? Probablemente estaban buscando oxis o algo así.

—Sin embargo, se llevaron más que eso.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Así que querían un poco de Mountain Dew y una bolsa de Doritos


junto con sus cargos por graves delitos federales. Mmm, sabroso.

Cuando V se quedó mirando el sitio web, como si de alguna manera


fuera a sacar detalles adiciones de entre las líneas brillantes de teclear,
teclear, Butch le puso una mano en el hombro.

—¿Vamos a ir a Leczo Falls por casualidad? —preguntó su compañero


de cuarto—. ¿Tal vez me dirás por qué?

V miró al Hermano. —Si estuvieras dirigiendo un campo de


prisioneros y lo acabaras de trasladar, a unos cuántos kilómetros de
distancia. ¿No habría víctimas que necesitarías tratar? ¿O qué pasa si
hubiera un escape y las personas equivocadas resultaron heridas?
Necesitarías medicinas.

—¿Pero cómo sabes lo que robaron?

—Está todo aquí. Vendajes, esparadrapo, guantes quirúrgicos… eso no


son solo oxys. —V señaló las líneas del artículo y negó con la cabeza—.
Un pequeño pueblo al norte del estado. No hay muchas miradas
indiscretas, mucho terreno y privacidad, pero está al lado de una
salida a la Northway para transportar los productos. Vamos, no es tan
descabellado… e incluso si no robaron en la ciudad en la que están,
estarán en algún lugar cercano.

Butch se encogió de hombros. —Bueno, no puede hacer daño ir allí.


Dios sabe que no tenemos nada más para continuar, y las drogas
siempre nos estarán esperando en Caldwell.

—Tienes razón, —murmuró V mientras tomaba su funda del suelo


para armarse.

—El único problema es que tardaremos cuarenta y cinco minutos en


conducir hasta allí. Necesitas refuerzos.

—No, yo no…

—¿Qué pasa si encuentras el campo de prisioneros? —Butch negó con

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J. R. WARD 03 La Víbora

la cabeza—. Lo siento, pero la seguridad es lo primero, y te delataré si


no te llevas a otra persona.

—¿Cuántos años tienes, cinco? Y desde cuándo te has convertido en


Tohr. —Cuando el Hermano le devolvió la mirada, V puso los ojos en
blanco—. Bien. Y sé a quién le puedo preguntar.
Cuando volvió a sacar su Samsung y envió un mensaje de texto, el ex
policía se aclaró la garganta. —¿Puedo preguntarte algo?

—No, no sé por qué Lassiter sigue dando vueltas cuando podría estar
enfriando sus reactores en el Santuario de mi mahmen. ⎯Cuando la
respuesta que V quería apareció en su teléfono, se abrochó el cinturón
de armas alrededor de la cintura—. Ahora que lo pienso, tal vez
necesite instalar un televisor allí.

—Esa no era la pregunta.

V se agachó para tomar su chaqueta de cuero, recogiendo el peso


muerto con su mano enguantada. —Tampoco puedo comentar sobre el
conteo de calorías de Rhage. Las matemáticas simples afirman que el
infinito no tiene límites, pero él prueba esos límites en
regularmente…

—¿Por qué es tan importante para ti encontrar este campo de


prisioneros? —Butch extendió ambas palmas, todo relájate-colega—.
Me parece bien. Lo que quieras hacer es bueno y siempre vigilo tus
espaldas. Pero estás presionando mucho en esto.

V se puso la chaqueta y realizó su ritual de revisión. Munición, lista.


Encendedor, listo. Cuchillo de caza, listo. Dagas…

Mierda. Había olvidado la funda de su daga.

Se quitó la chaqueta y la dejó caer sobre su silla, la cosa aterrizando


con una serie de golpes sordos mientras el pinchazo y el cosquilleo de
las armas en su interior se asentaban. Alcanzando las armas de hoja
negra que él mismo había hecho, tiró de las correas de su montura
sobre sus hombros y alrededor de sus brazos. Asegurar la funda era
tan natural que no tuvo que mirar hacia abajo. Podía mirar a los ojos
de su compañero de cuarto mientras lo apretaba correctamente.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Crecí en un campo de guerra, —se escuchó decir a sí mismo—. No


elegí estar allí. Era un maldito lugar horrible. Si lo que nos dijo el
Chacal es cierto… ¿que muchos de esos prisioneros fueron arrojados a
prisión porque la aristocracia los quería fuera del camino por sus
propias malditas razones? Entonces eso es una mierda y tenemos que
sacar a los que no son criminales.

Su compañero de cuarto asintió. —Me parece justo.

V volvió a mirar sus pantallas.

—Ese es el punto, —murmuró mientras se volvía a poner la chaqueta—


. No ha sido jodidamente justo, y sé que no seriamos jodidamente
buenos como somos si no podemos arreglar la mierda que está mal.

Mientras se dirigía a la salida, Butch se rió entre dientes. ⎯Mírate,


preocupándote por tu prójimo. Vampiro. Lo que sea.

—No lo confundas. —V mantuvo abierta la puerta de salida—. Sigo


pensando que la gente es estúpida.

—Oh, Dios. —Butch salió a la noche—. De lo contrario, lo confundiría


con un episodio de Black Mirror.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Debajo de la cabaña de caza en ruinas, Kane pasaba las horas del día
sentado en el suelo, apoyado contra la pared, con la vista de la cama
detrás del sofá. Con ese sofá funcionando como un estribo, no podía
ver mucho a Nadya mientras dormía, pero según sus patrones de
respiración, supuso que debía haber descansado al menos un poco.

Él no había dormido nada, y lo raro era que no se sentía cansado. Ese


zumbido bajo su piel, esa energía hirviente y agitada, era una
constante, contenida por ahora, pero lista y hambrienta para….
cualquier cosa en realidad.

Era un recordatorio de cuánto tiempo había pasado desde que había


tenido algún nivel de salud.

Y recordó el momento en que lo perdió.

Extendiendo la mano, se miró la palma, retrocedió en el tiempo y


recordó verter esa bebida del carrito de bebidas de su estudio. Al
pensar en ello ahora, no podía recordar si el jerez tenía mal sabor.
Había estado tan consumido por la inminente necesidad de Cordelhia,
esas hormonas de ella provocando una respuesta en él que se volvió
cada vez más perturbadora, que no había prestado atención a lo que se
había deslizado por su lengua.

Pero claramente había sido envenenado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Había tomado ese primer vaso.

Seguido por el otro.

Después…

Haciendo una mueca, se frotó los ojos como si pudiera borrar la


imagen de su Cordelhia en esa cama, la sangre goteando de su mano
laxa, formando un charco en el suelo. Había tenido el mismo punto de
vista entonces que ahora, mirando hacia arriba para ver el cadáver.

Y luego escuchó ese grito.

La mahmen de Cordelhia con su fino abrigo de seda y piel, de pie en la


puerta abierta de la cámara, gritando horrorizada…

—¡Has matado a mi hija! ¡Mi hija está muerta!

Kane trató de levantarse del suelo. Pero cuando hundió las palmas de
las manos en la alfombra finamente tejida, sus brazos rechazaron la
carga de su torso y volvió a abofetearse la cara.

Cuando giró la cabeza hacia un lado…vio el cuchillo ensangrentado


en su mano.

Su primer pensamiento fue que no era su mano. Entonces pensó que


no era su cuchillo.

Y finalmente, se dio cuenta de que no era un cuchillo en absoluto.

Era su abrecartas, el de su escritorio en el estudio, el que estaba


hecho de plata esterlina, el que llevaba el escudo de su linaje…el cual
le había sido dado por su padre después de haber sobrevivido a su
transición.

El objeto con forma de daga había estado desaparecido durante un

219
J. R. WARD 03 La Víbora

par de noches.

Y ahora, estaba de vuelta, y su mano estaba sobre la longitud


ensangrentada, sus dedos envueltos alrededor de la empuñadura de
la espada en miniatura.

En el fondo de su mente, notó que la mahmen de su amada todavía


estaba gritando, pero estaba tratando de recordar cómo había
sucedido todo esto…y lidiando con la realidad de que, si la hembra
con esa capa y vestido formales hubiera pensado que había algún
signo de vida en su progenie, no estaría gritándole cosas
incomprensibles, sino más bien pidiendo ayuda al personal…

Un macho estaba gritando ahora, y en el delirio de Kane pensó por


un momento que era él mismo. Pero no, alguien más estaba en la
puerta, y estaban haciendo retroceder a la mahmen, girando la cara
de ella hacia su hombro.

El hermano de Cordelhia apartó a su mahmen de la vista, y luego


entró y agarró a Kane, arrastrándolo por el suelo. Los golpes venían
de todas direcciones, aporreándole la cabeza y el pecho, y luego fue
empujado a través de la habitación. Su falta de coordinación
significó que el impulso lo llevó hacia adelante, su peso lanzado de
cabeza y sus pies no lograron mantener el ritmo. El tocador de su
shellan lo detuvo, y captó su reflejo en el soporte del espejo por una
fracción de segundo antes de que el impacto de su cuerpo borrara
todo de su superficie.

Chocando ahora, pero el sonido se destilaba a través del algodón que


sentía en su cabeza.

—¡Tú la mataste!

Kane fue lanzado de vuelta a sus pies. Y mientras miraba hacia la


cama, no podía respirar. La sangre…estaba por todas partes.

—Cordelhia…

El rostro de su hermano se estrelló contra el suyo. —No vuelvas a


pronunciar su nombre nunca más. ¡Jamás!

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J. R. WARD 03 La Víbora

La bofetada vino de la derecha, y el contacto de la palma dura en su


rostro fue tan violenta que se dio la vuelta, o tal vez la habitación
estaba dando vueltas no lo sabía. Cuando perdió el equilibrio, golpeó
la pared frente a la cama, la pintura al óleo del wee terrier favorito
de su hembra cayó de su marco.

Las rodillas de Kane se salieron de debajo de él y se hundió en el


suelo. —¡Yo no la maté! ¡No fui yo!

El hermano de Cordelhia agarró algo de la alfombra bordada y,


cuando el macho se abalanzó hacia adelante, la hoja de plata
esterlina del abridor de cartas captó la luz de la linterna y destelló
con un guiño.

Kane rodó sobre su espalda y presentó el frente de su garganta. —


¡Mátame! ¡Mátame ahora! No quiero vivir sin ella…

Las palabras detuvieron al otro macho, y hubo un momento de


tiempo suspendido. Entonces el hermano de su hembra cayó de
rodillas. Estaba jadeando, su pecho latía bajo su ropa finamente
confeccionada, su rostro sonrojado era un horrible facsímil de lo que
normalmente solía ser.

El abrecartas tembló en su mano. Pero se estabilizó cuando él levantó


la diminuta espada sobre su hombro, el arco de su punta afilada en
un ángulo que perforaría a Kane a través del centro del pecho.

—Mátame, —gimió Kane mientras se rasgaba la camisa—. Máta…

—¡No! —De repente, el otro macho se inclinó hacia adelante y cerró el


puño—. ¡No! ¡Vivirás con lo que has hecho, Kanemille, hijo de Ulises
el Viejo!

El hermano de ella recortó el brazo hacia abajo y el golpe en la


cabeza terminó con lo que había comenzado el delirio. Kane perdió el
conocimiento, su consciencia final fue el olor de sus lágrimas
mezclándose con el florecimiento cobrizo de su sangre y el…

…olor a tierra.

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J. R. WARD 03 La Víbora

No, eso no podía ser correcto.

En primer lugar, seguramente debía estar muerto, entonces ¿por qué


estaría oliendo algo? Y, en segundo lugar, si estuviera vivo estaría en
su casa entonces, ¿por qué estaría oliendo a suciedad si estuviera en
el dormitorio de Cordelhia?

Y había otras cosas en el aire: un horrible hedor a podrido. Moho.


Tela vieja. Su propia sangre. En verdad, ya no estaba en su
propiedad.

Incapaz de evaluar su entorno, realizó un recuento de sí mismo: su


mente permaneció inactiva, su audición estaba aumentando y
disminuyendo, y sus ojos se negaban a abrirse. Más abajo, su
barriga estaba agria y vacía, pero no podía preocuparse por eso…

—Sí, estás en mal estado.

La voz estaba cerca, y mientras registraba las palabras, no estaba


seguro de quién estaba hablando. Pensó que debería levantar los
párpados, pero le dolía la cabeza y sentía la cara hinchada…por lo
tanto, no creía que fuera posible.

—¿Le ruego que me disculpe? —murmuró.

—Ah, así que eres elegante. Lo supuse por tu aspecto…y por quién te
dejó. —Hubo un movimiento de pies, como si alguien se moviera
sobre tierra apisonada—. Necesitará ponerse a cubierto, gobernador.

Con pensamientos descuidados, trató de recordar lo que había


sucedido después de que el hermano de Cordelhia lo golpeara por
última vez. Tenía la sensación de que había habido un paso de horas.
Tal vez incluso un ciclo de día y noche.

—¿Dónde estoy? —preguntó.

Cuando no hubo respuesta, intentó de nuevo abrir los ojos. Y cuando


no pudo, pensó que levantaría una de sus manos…pero por desgracia
sus manos parecían no funcionar.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Estás en el campo de prisioneros. Te dejaron aquí al amanecer. No


puedes quedarte aquí. Hay personas de las que necesitas mantenerte
alejado.

¿Campo de prisioneros? ¿Dónde era eso?

—Será mejor que te muevas, gobernador. Si te atrapan aquí, te


llevarán a la Colmena. Serás un ejemplo.

Tenía que salir de aquí, pensó Kane. Tenía que encontrar a quien
estaba a cargo, explicar su situación y decirle a quien pudiera
liberarlo que estaba retenido bajo falsas acusaciones. Entonces
seguramente lo devolverían a su libertad y podría hablar
adecuadamente con la línea de sangre de Cordelhia. Después de todo,
tenía un funeral que preparar y había doggens que acomodar.

Y un asesino que encontrar.

Alguien había planeado su muerte. Habían quitado el abridor de


cartas de su escritorio… y lo habían elegido con un propósito por
algo, en una casa llena de objetos y obras de arte que le habían sido
regalados, identificados como de su propiedad. Luego habían puesto
algún tipo de sustancia en su jerez, en la licorera en la que él, y sólo
él, bebía. Y justo antes de que colapsara…

El sonido. Fuera del estudio.

Alguien se había acercado a la ventana de su estudio, como si


hubiera estado esperando a que bebiera y se dejara llevar por lo que
habían mezclado con el jerez.

Y luego se había caído al suelo y había visto las botas. Después de lo


cual, se había despertado en el dormitorio de Cordelhia.

La imagen se su compañera desangrándose en la cama marcó el


comienzo de una ola de dolor que atravesó su confusión entumecida,
y mientras respiraba, olió su sangre nuevamente y recordó el aroma
de su tiempo fértil. ¿Cómo sucedió esto? Apenas quince días antes,
había llegado a casa para encontrarla a ella y al doggen celebrando

223
J. R. WARD 03 La Víbora

el aniversario de su nacimiento. Y ahora ella estaba muerta y él


estaba…

—¿Estás despierto?

La voz del extraño era un poco más urgente ahora, y a Kane le


resultó difícil determinar si era macho o hembra. Al principio, había
sido masculina al parecer, pero ahora había un tono femenino en las
sílabas. Un acento bastante diferente también.

¿Cómo había llegado su vida a esto…?

—Estás gimiendo. ¿Estás herido?

—Sí, —dijo Kane—. Mi compañera está muerta. Y yo no la maté…me


metieron en prisión, y yo no…

—¿Kane?

Cómo sabía el prisionero su…

Kane volvió al presente con una sacudida de todo el cuerpo, el impacto


de la reorientación fue tal que por un momento no tuvo idea de dónde
estaba. Sabía que no era la habitación de su shellan asesinada, y sabía
que no era el campo de prisioneros, pero aparte de eso…

—Kane.

Su cabeza se levantó. En el lado opuesto de un sofá, en una cama que


era bastante ancha, una cortina de mantas parecía estar hablándole…

—¿Nadya?

Cuando su nombre salió de él, todo quedó en orden: la fuga de la


noche anterior. La cabaña con la hembra de cabello plateado. La
víbora…

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J. R. WARD 03 La Víbora

Frunció el ceño e inclinó la cabeza. Entre un latido y el siguiente, una


imagen vino a él, brotando de la amnesia que había bloqueado los
recuerdos de la noche anterior fuera de su alcance.

—Víbora, —susurró.

—¿Qué has dicho?

Tan pronto como se le ocurrió, el recuerdo se perdió. Como una


cortina que se cierra, cualquier vistazo que se le había ofrecido se
cerró con fuerza, no se vio más, no hubo más información disponible.

Hasta el punto en que ni siquiera podía recordad lo que había dicho.

—Lo siento, —dijo mientras se frotaba la cara—. Lo siento mucho.


Mientras murmuraba para sí mismo, no tenía idea de por qué se
estaba disculpando.

Y entonces algo se le ocurrió.

Era libre.

Podía averiguar quién había matado a Cordelhia.

El misterio finalmente podría resolverse.

Con esa comprensión golpeándolo, un letargo se apoderó de su cuerpo


y mente, succionándolo hacia una oscuridad que era tan completa que
no solo estaba durmiendo… se convirtió en propiedad del vacío.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Desde encima de la cama, Nadya no podía apartar la mirada de Kane.


Estaba sentado en el suelo, con las piernas estiradas frente a él, los
brazos descansando alrededor de su cintura, la cabeza inclinada hacia
abajo con la barbilla sobre el pecho. Él había estado hablando en voz
baja, y con los ojos entrecerrados, ella no estaba segura de sí estaba
despierto o no.

Cuando ella dijo su nombre, él la miró, murmuró una palabra y luego


se disculpó. Pero él no había estado hablando con ella, no realmente, y
ahora se había ido otra vez, aunque ella sabía dónde estaba él en su
cabeza. Ella había escuchado la historia antes, mientras estaba
sentada junto a su cama durante todas esas horas en su clínica, su
subconsciente revolviéndose sobre eventos que no cambiarían, no
podrían cambiar, sin importar cuántas veces pasara por lo que había
sucedido.

La muerte de su Cordelhia. La noche que había descarrilado su vida.


La forma en que había terminado en el campo.

Sin embargo, ahora había dicho algo más al final. Una palabra que no
había captado del todo, y nunca le había oído decir antes en relación
con su historia.

Y ahora parecía estar completamente dormido, su ceño fruncido


intensamente, su respiración profunda y regular. Mirándolo fijamente,

226
J. R. WARD 03 La Víbora

todavía no podía creer su apariencia, y finalmente tuvo que mirar


hacia otro lado porque sintió que estaba invadiendo su privacidad
porque él no estaba al tanto de su enfoque.

Mirando a su alrededor, se sorprendió de cómo todo estaba tan limpio


y silencioso, en contraste con el campo de prisioneros, especialmente
el anterior que había sido una madriguera de conejos excavada bajo la
tierra.

Por otra parte, la diferencia era la seguridad, no el silencio o la


limpieza.

Hacía tanto tiempo que no dormía con un ojo abierto. Parte de eso era
la seguridad de este lugar escondido, pero más era Kane. Su presencia
era una declaración de protección, y aunque no esperaba encontrar
ningún descanso, incluso había soñado durante el día, y por una vez
no tuvo pesadillas. De hecho, en su reposo, había vuelto a ser como
antes, con el pelo suelto, las extremidades que funcionaban y un
futuro por delante en la biblioteca humana.

Y Kane podría haber caminado hasta su recepción con un libro en la


mano... y calidez en los ojos.

—Detente, —susurró ella.

Las fantasías no eran lo que necesitaba en este momento. Lo que


necesitaba era... Un baño de verdad, con agua corriente.

Sí, eso era todo.

Cambiando de lugar, se desplazó por encima de la cama hasta el otro


lado y, con cautela, puso los pies descalzos en el suelo. La alfombra era
suave, al igual que la cama, y ambas eran un recuerdo de las
comodidades de las criaturas, cosas que había dado por sentadas y que
luego no había conocido durante lo que parecía una eternidad.

Como siempre, tuvo cuidado de colocar su peso sobre su pierna mala,


dando a las articulaciones de la rodilla y el tobillo la oportunidad de
aceptar lo que les estaba pidiendo. Cuando estuvo lista, tomó la manta
en la que había dormido y cojeó hasta el baño, encerrándose. Había

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J. R. WARD 03 La Víbora

una pequeña luz conectada a un enchufe, cuyo brillo era como el de


una luciérnaga montada en la pared, y se sintió aliviada de no tener
que encender nada pesado.

Por un momento, se quedó de pie entre el lavabo de porcelana blanca


y la ducha, y cuando tuvo problemas para conectarse con el lugar
donde estaba, extendió una mano en cualquier dirección, sintiendo el
patrón en la puerta de vidrio esmerilado y la suavidad fresca de la
porcelana.

Luego usó el inodoro, se metió en la ducha y se quitó la bata. Era


imposible no mirar sus rodillas nudosas y sus huesudas pantorrillas
mientras probaba el agua. El ataque con ácido sólo le había afectado a
la cara, al cuello y a parte de la parte superior del cuerpo, pero aquella
pierna rota, que se había curado tan mal, iba a ser un problema igual
para el resto de su vida.

Mientras consideraba su fragilidad, su mente la llevó de vuelta a


cuando había sido encadenada a las clavijas de aquella pared
manchada, el guardia cortando la capucha y luego mirándola
fijamente como si fuera una exhibición de feria de la que estaba
decidido a sacar su dinero antes de que se cerrara el telón.

Al entrar en la ducha, se estremeció al sentir la suave caída sobre su


piel y, por un momento, todo fue demasiado cómodo, demasiado
parecido a lo que había sido antes del ataque con ácido, especialmente
cuando miró hacia la pared de azulejos y vio en un pequeño estante
dos botellas gemelas de champú y acondicionador. También había una
pastilla de jabón aún en su envoltorio.

"Dial", decía el logotipo.

Su mano tembló cuando extendió la mano y abrió los pliegues de


papel del jabón. Era una barra pequeña, de uso individual, naranja
como una mandarina. El olor no era agradable, pero tampoco ofendía
los sentidos.

Palmeando la barra, creó una espuma haciendo rodar el cuadrado una


y otra vez bajo el agua, y cuando hubo suficiente, se llevó la espuma a
la cara y el cuello. Los nervios de la piel que habían sido quemados por

228
J. R. WARD 03 La Víbora

el ácido ya no funcionaban, y le había llevado tiempo acostumbrarse a


la naturaleza unilateral de las sensaciones, sólo las crestas de la frente,
las mejillas y la mandíbula se registraban en sus manos, nada más
hacía mella en su rostro.

La fragancia se acrecentó mientras seguía lavándose, incluida la parte


superior de la cabeza y los mechones de pelo rezagados. El champú y
el acondicionador no estaban garantizados: No tenía suficiente ni en
condiciones de preocuparse por eso.

¿Cómo había dejado que Kane la viera así? se preguntó.

Una vez terminadas su aseo, se giró hacia el chorro y echó la cabeza


hacia atrás hasta donde podía llegar, que no era tanto. Y luego, tenía
que ser razonable.

Kane tenía razón.

Si volvía a la prisión, era como si estuviera muerta. La jefa de los


guardias iba a recibir su libra de carne por el guardia que Nadya había
matado, e iba a ser una muerte muy dolorosa. ¿Y si moría a manos de
esa hembra? Se estaba burlando de los riesgos que había corrido Kane
para volver a por ella.

Pero ella no había mentido cuando le dijo que volvería porque no tenía
adónde ir. El campo de prisioneros era un lugar terrible, pero allí tenía
una rutina. Sabía de qué tenía que preocuparse, de qué debería tener
miedo y adónde ir si estaba en peligro. Y a veces se podía encontrar
consuelo en la previsibilidad de lo desagradable. Era más fácil que
evolucionar más allá de su dolor e ira, sin duda, y además, había
estado fuera del mundo dominado por los humanos durante cuarenta
años. Las cosas iban a ser muy diferentes de lo que recordaba.

No estaba segura de tener la energía para acostumbrarse a toda la


modernidad.

Sin embargo, ¿a dónde iría?

Cerró la ducha, salió y debatió si usar la toalla que colgaba de una


barra montada junto a la ducha. El largo de toalla blanca estaba

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J. R. WARD 03 La Víbora

perfectamente doblado, y ella no sentía que su cuerpo mereciera la


perturbación de su cuidadoso arreglo.

Al volverse hacia el lavabo, descubrió que, aunque había estado


preocupada al entrar en el cuarto de baño, había colocado la tapa
sobre el inodoro y había doblado con precisión su bata, su túnica
suelta, su ropa interior y sus leggings sobre ella.

Nada estaba limpio, y cuando levantó la túnica, el olor del campo de


prisioneros permaneció en la tela como una mancha.

Incapaz de soportar el olor, se envolvió en la manta y se paró sobre lo


que había usado, preguntándose dónde podría encontrar reemplazos.

El hecho de que no tuviera opciones para algo tan básico como la ropa
era escalofriante, y sintió el impulso de volver a lo que conocía, la
ilusión de que de alguna manera podría esconderse en medio del
arreglo más estructurado del nuevo campo de prisioneros era una
tentadora mentira.

—Eres una cobarde, —dijo ella.

Montándose en esa condena, reunió todo lo que tenía a su nombre y


llevó el pequeño montón a la puerta.

Cuando abrió la puerta, Kane estaba sentado en el sofá a los pies de la


cama. Tenía la cabeza apoyada en el puño, el codo en el brazo del sofá,
el cuerpo en una disposición relajada que desmentía la fuerza que de
alguna manera había reunido dentro de su carne previamente herida.

Miró hacia arriba.

—Hola.

—Hola. —Indicó el baño detrás de ella⎯. Tienen jabón y agua caliente.

—Ese lobo es un buen anfitrión.

—Lo es.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Miró a su alrededor con la intención de hacer un comentario. En


cambio, se quedó en silencio.

—Es después de la puesta del sol, —dijo⎯. El lobo regresará aquí


pronto. Eso es lo que nos dijo.

—Entonces deberías esperarlo. —Nadya apretó aún más su ropa⎯. Y


yo… bueno, no sé a dónde voy, pero tienes razón. No puede ir de
vuelta al campo de prisioneros.

Exhaló con evidente alivio. —Oh, bendita Virgen Escriba. Escucha,


puedes venir al territorio del clan lobo. Mayhem todavía se está
recuperando allí, y estoy seguro de que te darán un lugar para
descansar y…

—Son extraños que no me deben nada. No puedo imponerme sobre


ellos.

—Entonces, ¿a dónde irás?

—Algo resolveré. —Cuando bajó la mirada, pudo sentir su ceño


fruncido como si fuera una ráfaga de insatisfacción⎯. Puedo cuidar de
mí misma, ¿sabes?

—Nadya…

—¿Y tú? ¿Adónde irás?

Mientras una ola de cansancio la invadía, se apoyó en el marco de la


puerta y pensó en la manzana que habían compartido en algún
momento del amanecer. Tenía que comer adecuadamente antes de
irse, y luego se dio cuenta de que no solo no tenía mucha movilidad,
sino que no había podido desmaterializarse desde que la hirieron.

Maldiciéndose a sí misma, detestaba la impotencia…

—¿Cuándo fue la última vez que te alimentaste? — preguntó Kane.

Luego levantó la mano⎯. Por favor … solo responde la pregunta. No


creo que ninguno de nosotros tenga la energía para más argumentos.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Mientras Kane esperaba para ver si ella iba a responderle, tomó todo
lo que tenía para quedarse donde estaba en el sofá. En la puerta del
baño, Nadya parecía estar enferma de fatiga, y cuando él la imaginó
partiendo en la oscuridad, sola, desarmada e incapaz de protegerse, se
le revolvió el estómago.

Por eso le había hecho la pregunta íntima.

—Comeré antes de irme, —dijo⎯. Estaba pensando en eso mismo, en


realidad…

—No estoy hablando de comida, —interrumpió sombríamente⎯. Y sé


que me alimentaste en la clínica.

Cuando ella miró bruscamente, él asintió. —Abriste tu vena con tus


propios colmillos y pusiste tu muñeca sobre mi boca. Tu sabor fue lo
primero que recuerdo que no fue dolor. Ahora que lo pienso, fue lo
único que no me dolió.

Bajó la mirada hacia el bulto de ropa que sostenía con fuerza contra su
pecho. —No sabía que estabas consciente.

—Estoy vivo sólo porque tú compartiste de ti. —Se aclaró la


garganta⎯. Entonces, ¿me dejarás que te reponga?

—Ya me salvaste la vida. —Jugueteó con la manta que se había


envuelto⎯. Así que tu deuda contraída conmigo ha sido pagada.
Ahora estamos en paz.

—Bueno, si esa es la lógica que quieres usar, también tienes que


permitirme pagar el regalo de tu vena. Es justo, ¿no estás de acuerdo?

En verdad, la justicia era lo último que tenía en mente. Estaba


buscando cualquier argumento que la hiciera aceptar alimentarse de
él. Los vampiros habían sido diseñados por la Virgen Escriba para
requerir la sangre del sexo opuesto para mantener una salud óptima.

232
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La alimentación no era una cosa de todas las noches, pero tenía que
hacerse de forma regular y, a juzgar por su evidente agotamiento,
había sido un tiempo muy largo para ella. Además, estaba preocupado
por su falta de recursos y contactos. Sus padres se habían ido. Esa
enfermera que había sido su mentora también. Estaba completamente
sola.

Entonces, si no era él, ¿quién? Aunque... cuando incluso


hipotéticamente la consideró en la vena de otro macho, ese lado
extraño de él, el que había salido a la luz cuando estaba decidido a
rescatarla, se iluminó con agresión.

Hasta el punto en que necesitaba controlarse.

—Mira, te daría dinero, —dijo sombríamente⎯, pero yo no tengo nada


encima. Te pediría que te quedaras conmigo, pero no tengo casa. No
tengo ropa ni zapatos que ofrecerte. Lo único que puedo presentarte es
lo que tú mismo me diste, y por favor, no argumentes que no eres mi
responsabilidad. Esa no es la cuestión.

Al menos no por la forma en que ella veía las cosas.

Mientras ella se callaba, él la estudió, y cuando registró sus cicatrices y


su calvicie, pensó en lo mucho que no era consciente de ninguna de
ellas. No era que no viera su desfiguración y odiara lo que
representaba. Era que veía a través del daño.

La atracción era física. La conexión era de alma a alma.

—No me gusta depender de los demás, —dijo en voz baja⎯. No me


gusta estar endeudada.

Él frunció el ceño, preguntándose si había algo más que la preocupara.


Y luego pensó… bueno, por supuesto: —No será sexual. Te lo prometo.
Ella se rió en un breve estallido. —Oh, eso lo sé. Nunca pensaría que
tú... bueno, de todos modos.

—Quiero decir, puedes confiar en mí.

—Nunca he dudado de eso tampoco. —Después de un momento de

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J. R. WARD 03 La Víbora

silencio, bajó el bulto de ropa que había sostenido contra su


corazón⎯. Han pasado cuarenta años.

Kane parpadeó confundido. —¿Disculpa, que dijiste?

—No me he alimentado desde que me lastimé.

Sacudiendo la cabeza, se inclinó hacia delante. —Pero eso no es


posible.

—Es la verdad. Tengo mucho cuidado de conservar mi energía, y


además, con mi pierna, no puedo moverme muy bien. Desde el ataque
con ácido, he estado como suspendida, ni viva ni muerta. Un fantasma
que deambula entre los vivos, supongo. Así que tiene sentido que no
requiera alimentación.

—No eres un fantasma. —Se levantó bruscamente la manga de la


camisa que le había quitado a ese guardia en el campo⎯. Ven aquí.
Úsame y ayuda a mi conciencia: sé mi bálsamo, tomando mi vena,
para que yo sepa, mientras vamos por caminos separados, que estarás
tan fuerte como puedas estarlo.

Puso su antebrazo a lo largo de su muslo y se quedó mirándola.

Pasó una eternidad en el silencio entre ellos.

Y luego se acercó lentamente y dejó su ropa en el lado opuesto del


sofá. —Me iré cuando esté lo suficientemente oscuro.

¿Es un sí?, él se preguntó.

Excepto que, ¿cómo iba a dejarla? Habían pasado tanto tiempo juntos
en su clínica, su sufrimiento extendiendo los momentos y minutos en
años y décadas. La idea de que él no la vería después de esto, que ella
se iría sola, y nunca sabría cómo fue su vida, lo hizo doler por todas
partes.

Cuando Nadya se sentó, supo que estaba temblando y se dijo a sí


mismo que debía permanecer en el presente.

234
J. R. WARD 03 La Víbora

Esto es un "sí", pensó.

—Estoy tan cansada, —susurró.

—Puedo ayudar. —Él movió su antebrazo desnudo más cerca de ella⎯.


Toma de mí. Te hará sentir mejor, te lo prometo.

La manta se movió cuando ella bajó la cabeza, y él odió lo frágil que


era, lo delgados que eran sus hombros, lo hundidas que estaban sus
clavículas.

—Va a estar bien, —dijo⎯. Lo prometo.

¿Qué diablos estaba saliendo de su boca? se preguntó mientras


extendía su brazo para que estuviera en su regazo.

Pero ella no lo mordió.

Con un hormigueo en la mandíbula superior, sus colmillos cayeron.


Estaba claro que iba a tener que poner esto en marcha, y eso estaba
bien para él. Cualquier cosa... por ella.

Excepto que justo cuando iba a marcar su propia carne, como ella
había hecho por él en su clínica, algo golpeó el interior de su muñeca,
una gota.

Una lágrima.

—Ay, Nadya.

—Nos despediremos después de esto. —Su voz era firme mientras se


limpiaba los ojos como si también estuviera limpiando sus
emociones⎯. Iremos por caminos separados.

Maldijo por lo bajo. —No sé por qué eso es tan importante para ti…

—Porque sé lo que vas a hacer ahora.

—¿Perdón?

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J. R. WARD 03 La Víbora

Volvió a acomodar la manta un poco más apretada mientras lo


miraba. —Sé lo que vas a hacer tan pronto como terminemos. Vas a ir
y averiguar quién mató a Cordelhia.

Un lavado frío recorrió todo su cuerpo ¿Había sido un shock o algo


más? —¿Cómo, ah, cómo sabes sobre ella?

—Hablaste de ella en tu delirio. Así que estoy muy consciente de lo que


sucedió después de que te drogaran con ese jerez... Sé con lo que te
despertaste y lo que sucedió después... Sé todo lo que perdiste.

Kane se aclaró la garganta. —No sabía que era tan verbal con todo eso.
Ella asintió.

—Contaste la historia una y otra vez. Era como si tu mente estuviera


revolviendo los eventos, tratando de crear otro resultado a partir del
patrón de hechos. Lo he hecho yo misma, así que sé cómo es, el
replanteamiento obsesivo, la reinvención. No cambia nada y, sin
embargo, lo haces...

—Yo no la maté.

—Oh, eso lo sé. —Sus ojos eran directos⎯. La violencia no provocada


no está en tu naturaleza, ni siquiera con un extraño, y mucho menos
con alguien a quien amas tanto como a ella. Es por eso que necesito
seguir mi propio camino, ya ves.

Kane negó con la cabeza. —No, no lo veo. En absoluto.

Nadya respiró hondo. Luego sonrió de manera rígida, la expresión


falsa es el tipo de cosa que alguien hace cuando intenta camuflar una
vulnerabilidad con indiferencia. ⎯No puedo verte vengar a otra,
aunque no solo es tu derecho, sino una señal de cuánto significaba tu
shellan para ti.

—No tienes que preocuparte por mi seguridad. Voy a tener cuidado.

—Me temo que ese no es el motivo más profundo.

Cuando su mano fue a sus ojos una vez más, captó el olor de más

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J. R. WARD 03 La Víbora

lágrimas, frescas como la brisa del océano. Quería tender la mano


hacia ella, aliviarla de alguna manera, de cualquier manera, pero sabía
que ella se alejaría de su alcance.

—Nadya…

Se enderezó y cruzó las manos sobre su regazo, como si estuviera


reuniendo algún tipo de fuerza física de la compostura. —He llegado a
preocuparme por ti, y no sólo como paciente o amigo. Supongo que no
refleja bien mi carácter, profesional o no, pero no podemos cambiar
nuestras emociones. Sólo podemos soportarlas. — Su mano rozó sus
mejillas con impaciencia⎯. Así que sí, esa es la verdad de por qué
debo irme. Me parece que recordar tu amor por otra es un dolor
intolerable, y cuán estúpido es eso.

Kane se quedó sentado allí por un momento, su mente reproduciendo


sus palabras y tratando de asegurarse de que las había escuchado bien.

—No lo imaginé, —susurró.

—¿Imaginar?

—Sentí tu calor. Todo el tiempo. Solía anticiparlo. Después de trabajar


en la clínica, limpiando y moviendo cosas, venías a sentarte conmigo y
me enfocaba en ti para tratar de salir del dolor. Fuiste mi faro en la
oscuridad. Me impacientaba tanto que terminaras lo que estabas
haciendo y volvieras a mí.

—No sabía que estuvieras tan consciente.

—De ti, estaba al tanto de todo.

De repente, pensó en Cordelhia, imaginando lo que recordaba de la


forma en que se veía y perfumaba, se vestía y hablaba. Los recuerdos
de su prometida rubia y abandonada no eran tan nítidos como lo
habían sido al comienzo de su encarcelamiento, los detalles de ella
estaban apagados como si sus recuerdos se hubieran desgastado por
demasiados exámenes.

Y luego recordó la elección que había hecho la noche anterior:

237
J. R. WARD 03 La Víbora

permanecer con vida y ayudar a Nadya, en lugar de ir al Fade para


reunirse con su pareja.

—Me preguntaste cómo puedo soportar mirarte. —Sacudió la


cabeza⎯. Me apegué a ti cuando no podía ver. Esos sentimientos no
desaparecen. Tu olor, tu voz, tu cuidado por mí fueron lo que me
ayudó y lo que te define para mí.

Como ella pareció sorprendida, él se quedó en silencio, hasta que las


palabras salieron de su boca sin pensarlo, una verdad compartida
porque había brotado dentro de él y tenía que ser expresada: —Tuve
que volver a ti por la misma razón que sientes la necesidad de
marcharte ahora.

Podía sentir su conmoción como una carga en el aire.

Pero luego se compuso. —No es raro pensar que sientes algo por
alguien a quien ves como tu sanador.

—Y tal vez solo seas tú. Tal vez no se trate de la enfermería… y todo es
por ti.

Cuando ella solo apartó la mirada, como si no fuera a discutir con él


porque la verdad era demasiado obvia, él no tenía idea de qué decir o
hacer al respecto.

Así que extendió su muñeca.

—Toma mi vena por cualquier motivo que quieras justificarte a ti


misma, —dijo⎯. No me importa el por qué. Si vamos por caminos
separados, quiero que seas lo más fuerte posible. Me ayudará a
construir un futuro para ti con el que pueda estar en paz.

En el silencio que siguió, los detalles de las habitaciones en las que se


encontraban, desde los azules y grises de la alfombra hasta las paredes
lisas y los cómodos muebles, se volvieron súper nítidos en la periferia,
como si su mente estuviera grabando todo sobre Nadya con tal
intensidad, incluso el fondo a su alrededor fue atraído hacia el intenso
foco.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Gracias, —susurró ella.

—¿Por qué?, —preguntó, cuando ella se detuvo allí.

—Por tu vena.

Con eso, ella se agachó y él sintió primero el roce de los flecos de la


manta en su antebrazo. Luego vinieron sus manos pequeñas y frescas,
tan suaves, tan suaves. Cerrando los ojos, dejó caer la cabeza hacia
atrás. Cuando su respiración comenzó a bombear, un hormigueo
recorrió su cuerpo por la anticipación de las puntas afiladas que
marcaban su…

Su mordisco fue lento y suave, hasta el punto de que a él le


preocupaba que no hubiera asentado bien su boca, pero lo supo en el
momento en que ella empezó a tirar de él. Hubo un tirón en su vena y
luego ella jadeó en lo profundo de su garganta y sus manos se
apretaron contra él.

La bebida era muy restringida, como si estuviera decidida a no


causarle ninguna molestia. Excepto que no había manera de que ella
pudiera lastimarlo.

En realidad, no… eso no era cierto.

Levantó la mano libre porque quería acercarla más, y mientras su


brazo flotaba en el aire sobre sus hombros doblados, se preguntó
cómo había sucedido esto... cómo se había unido a otra que no era
Cordelhia. Sin embargo, ¿qué importaba eso?

Al igual que su despedida, era algo que no podía cambiar.

Y ella tenía razón. Tenía un propósito para llevarlo adelante, y el


ahvenge no era algo casual. Solo deseaba que ella pudiera creer que, si
no fuera por vengar a su shellan asesinada, le habría suplicado
quedarse con ella.

Pero si no fuera por Cordelhia, se preguntó si Nadya no le habría


pedido que se quedara.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Sin embargo, no podía dejar de vengar a su pareja. Y de todos modos,


estaba claro que Nadya no creía lo que le había dicho.

Entonces, después de esta alimentación, se separarían, y si el destino


era justo, él iba a matar a alguien, aunque fuera lo último que hiciera.

Y tenía la sensación... de que probablemente lo sería.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Gracias a las imágenes de las noticias sobre el robo en Leczo Falls,


Vishous pudo volver a formarse de manera segura en medio de una
pintoresca plaza de la ciudad, justo detrás de una glorieta blanca que
parecía haber sido utilizada en cualquiera de las películas de Kevin
McCallister7. Mientras miraba alrededor del césped público que
parecía un parque, vio la fila de tiendas de la década de 1920 al otro
lado de la calle.

Había un restaurante, una boutique de ropa, una tienda de


comestibles y una carnicería. También una floristería, una oficina de
correos.

Y la farmacia.

¿Había estado aquí antes? se preguntó. Porque tenía la sensación de


que había visto el diseño en alguna parte, incluso antes de que algunos
padres dejaran atrás a un niño de nueve años en Navidad.

—Bueno, si esto no es un pueblo de pan de jengibre. Se ve lo


suficientemente bueno para comer.

Cuando la voz femenina se registró detrás de él, V sonrió en la


oscuridad y se dio la vuelta. Su hermana de sangre, Payne, también un
producto de la unión verdaderamente tóxica de Bloodletter y la Virgen
7
Película Home alone – Mi pobre angelito

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J. R. WARD 03 La Víbora

Escriba, estaba de pie con todo su cuero negro y sus shitkickers


plantados en la hierba, su cuerpo delgado y poderoso estaba firme,
pero no tenso. Con su largo cabello negro trenzado y sin maquillaje en
la cara, se veía hermosa y letal.

—Hola, hermana, —dijo.

—Me sorprendió recibir tu mensaje de texto.

—Me dijiste que querías involucrarte más.

—No me estoy quejando. — Ella puso sus palmas hacia adelante, todo
tranquilo, hermano⎯. Tuve que decirle a tu jefe que tendría que
reprogramar nuestra sesión de entrenamiento, y que dependería de
cómo fuera esto.

V hizo una mueca. —Así que le hiciste la noche de Wrath, eh.

—Se lo tomó tan bien como se podía esperar.

—¿Le salió algo de fuego? O simplemente vapor de las orejas.

—Fue por mensaje de texto, así que no puedo comentar nada más que
las palabras que usó. El tono y cualquier otra cosa que sintiera estaban
afortunadamente ausentes.

—Él dice que eres la mejor compañera en las colchonetas que ha


tenido.

—Ahí vas, haciéndome sonrojar.

El Rey había perdido la vista por completo hace un par de años, pero
había mantenido su mano en el juego de lucha, a pesar de que, para su
inmensa insatisfacción, nadie lo dejaba salir al campo. Su vida era
demasiado preciosa para tirar cualquier tipo de dados y, además,
considerando el asesino directo que había sido durante la mayor parte
de su vida adulta, ya se había quedado sin suerte para salir a combatir.

—¿Entonces qué hacemos aquí? —Payne miró a su alrededor⎯.


Aparte de recrear Volver al futuro.

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J. R. WARD 03 La Víbora

V chasqueó los dedos. —Oh, mierda. Eso es lo que es. Rhage estaba
viendo a Marty McFly la otra noche y entré durante la escena del
patinete. Ahí es donde he visto el diseño de esta ciudad antes.

—Seguro que es pintoresco.

—Ah, pero el gran mundo malo ha llegado a Leczo Falls. Alguien ha


estado haciendo un pequeño allanamiento de morada por allí.

La Farmacia Familiar de McTierney estaba en la esquina, las ventanas


de vidrio del edificio de ladrillo en forma de cuña de tres pisos
pintadas a mano con el nombre en pan de oro antiguo. Sin embargo, a
diferencia de todos los Norman Rockwell, la puerta estaba marcada
con cinta de precaución policial y había un sello de evidencia en la
jamba.

—Vamos, —dijo V mientras indicaba el camino a seguir⎯. Esa es


nuestra escena del crimen.

—Oooooh, siempre quise interpretar a Jessica Fletcher8.

—Tendrías que ser mucho más baja y conseguir una peluca.

—También aprender a escribir a máquina.

Los dos se pusieron en marcha, dirigiéndose a la glorieta rodeándola y


hacia la acera de la plaza pública, luego pasando por la calle. Todo
estaba limpio como una sala de estar, no había basura alrededor, nada
se acumulaba en los desagües pluviales, ni siquiera una página de
periódico perdida flotando en la brisa. Era como si el lugar hubiera
sido aspirado y desempolvado.

Acercándose a la entrada de la farmacia, ahuecó las manos mirando y


se inclinó. ⎯Parece que la investigación está en curso. No hay
limpieza todavía, y eso tiene que ser una norma de la ciudad viendo lo
ordenado que está el jodido parque.

Gracias a la luz melocotón de las farolas, pudo medir el desorden, todo


8
Murder she wrote- La reportera del crimen (serie de tv)

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J. R. WARD 03 La Víbora

tipo de productos en el suelo, frascos rotos, cajas desparramadas,


estantes de exhibición empujados. Parecía que una pelea de bar se
había trasladado al interior de la farmacia, un par de machos de cien
kilos con los sesos derretidos por la cerveza lanzando golpes
descuidados mientras bailaban como osos polares.

—¿Quieres decirme por qué nos preocupamos por una farmacia


humana que parece haber estado en una licuadora? —preguntó su
hermana.

—Vamos a dar la vuelta. Y es porque creo que quienquiera que haya


entrado aquí podría estar relacionado con el campo de prisioneros.

Mientras él cabeceaba hacia la derecha, Payne encabezó el camino por


el otro lado del edificio, moviéndose en silencio por la acera a pesar de
sus botas con punta de acero.

—¿Manny y tú estáis bien? —preguntó mientras miraba al otro lado de


la calle. Pero nada se movía, ni siquiera un típico ratón.

—Estamos muy bien, gracias. Es un macho fantástico. Soy suertuda.

—Tiene suerte.

Ella miró por encima. — Los dos somos afortunados ¿qué te parece?

Cuando se dio la vuelta para volver a concentrarse en lo que tenía


delante, su trenza de Lara Croft se balanceó de un lado a otro sobre su
estrecha cintura. El hecho de que se había apareado con un humano
había sido tan milagroso como el hecho de que había salido de los
aposentos privados de su mahmen en el Santuario, donde la habían
mantenido en animación suspendida, como una Barbie coleccionable,
en lugar de un ser vivo.

—Me avisarás si tienes algún problema con él, —dijo.

Y sobre todo mantuvo el gruñido fuera de su voz.

Su hermana se detuvo y se dio la vuelta. Y no esperó a que él se


acercara a ella, marchó hacia él como si el par de pasos que habría

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J. R. WARD 03 La Víbora

dado para llegar a ella fueran un retraso inadmisible.

—Retrocede, V. No tenemos ningún problema, y si lo tuviéramos, lo


manejaría yo misma. Nuestros compañeros pueden trabajar juntos,
pero no necesito a mi hermano en mi relación.

Encontrando esos ojos pálidos que eran tan agudos como los suyos,
tuvo un impulso inusual de lanzar un abrazo. En cambio, sonrió.
Honestamente sonrió.

—Entendido, —murmuró.

Asintiendo, como si hubiera tomado la única decisión razonable en la


mente de Payne, ella siguió adelante, y él también. Y cuando dieron la
vuelta a la parte trasera de la farmacia, no había autos en el
estacionamiento poco profundo, y echaron un vistazo. Más limpio que
un alfiler: incluso el contenedor de basura que estaba colocado junto a
la puerta trasera brillaba, su trabajo de pintura perfecto como si el
material hubiera sido puesto fresco durante el día, sin golpes ni
abolladuras en los paneles laterales tampoco.

Los basureros de Caldwell parecían tener acné terminal y un caso de


sacos de boxeo.

—Creo que sé por qué los humanos se mudan aquí, —murmuró


mientras se acercaban a la puerta trasera de la farmacia⎯. Imagina, es
más civilizado en el interior.

—¿Nos importa este sello? —Payne preguntó mientras señalaba la


pegatina naranja a la altura de los ojos que había sido pegada en la
unión de la jamba.

—En lo más mínimo. Pueden tener un día de campo pensando en que


se romperá mañana por la mañana. Ese no es nuestro problema.

Su hermana quiso que ambos cerrojos se soltaran, y empuñó una de


sus armas mientras abría la puerta. La bocanada de detergente para
ropa, toallitas para secadora, jabón para platos y champú era una
pradera falsa en primavera, y ambos estornudaron al mismo tiempo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Qué estamos buscando? —ella preguntó.

—No sé.

Entró detrás de ella y miró a su alrededor. Luego se acercó a los


volantes de cupones que habían sido pegados con cinta adhesiva
alrededor del área cerrada de dispensación de medicamentos. —Dos
por uno, las vitaminas. Y un diez por ciento de descuento en
suministros para diabéticos.

—Este no era un trabajo profesional. —Payne se inclinó sobre un


humidificador que había perdido la batalla en la que había estado⎯.
Demasiado descuidado, demasiado ineficiente. O eran profesionales y
simplemente les importaba una mierda.

—Voto por lo último.

Subió el escalón elevado detrás del mostrador, donde la caja


registradora y las cosas costosas como manguitos de presión arterial,
termómetros y probadores de insulina estaban montados en la pared.
Sin cigarrillos. Esos estaban en el frente de la tienda en el otro registro
con los dulces y las revistas.

La puerta abierta a patadas al área segregada de dispensación de


medicamentos había sido una barricada endeble en el mejor de los
casos, separando el resto de la tienda de los medicamentos recetados
por solo un panel de madera aglomerada pintado con el mismo
logotipo que estaba en el vidrio de las ventanas delanteras. Rodeando
su postura de chiflado, se adentró en la espesura de las estanterías.
Los frascos y cajas que los ladrones habían descartado por
considerarlos indeseables formaban un campo de escombros
compuesto por productos de Johnson & Johnson, Pfizer y AbbVie;
agachado, rebuscó y reconoció algunos de los nombres genéricos, así
como algunos de los de marca.

—No es alguien que busca cocinar metanfetamina. —Echó un vistazo a


la alineación organizada de Sudafed y otros descongestionantes⎯. La
efedrina y la pseudoefedrina no fueron tocadas.

Rápidamente siguió examinando lo que había en el suelo. —Xanax.

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Otros benzos. Dejaron atrás lo que sería una fortuna en las calles.

—¿Qué estoy buscando exactamente? —preguntó su hermana


mientras se unía a él.

—Penicilina. Dime si encuentras algo como amoxicilina, ampicilina,


cualquier cosa que termine en 'cilina'. También, sulfonamidas.
Paquetes Z. Creo que se lo llevaron todo.

Payne se echó la trenza por encima del hombro. ⎯Deberías haber


traído a mi hellren. Él habría sido de…

El crujido de la puerta trasera de la tienda hizo que ambos levantaran


la cabeza. Con una coordinación que provenía del entrenamiento y el
instinto, así como del ADN compartido, ambos levantaron la mano y
apuntaron sus armas a quienquiera que estuviera cometiendo el
colosal error de entrar por la puerta de atrás.

—Genial, —murmuró V⎯. Justo cuando necesitábamos compañía.

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J. R. WARD 03 La Víbora

De vuelta en el escondite subterráneo debajo de la cabaña de caza, la


sangre de Kane era el vino más delicioso que Nadya había probado en
su vida. A medida que su nutrición se deslizaba por su lengua y viajaba
por la parte posterior de su garganta, una necesidad compulsiva de
tomar más y más la hizo tragar más y más rápido. Aunque se decía a sí
misma que debía ir despacio y tener cuidado de no agotarlo, el instinto
se impuso, hasta que sus uñas romas se clavaron en el antebrazo de él
y sus colmillos casi lo mordieron, y el hambre que la corroía empeoró,
en lugar de mejorar.

Él no la detuvo.

Por el contrario, sintió un suave ahuecamiento de su cabeza. Cuando


debería haber estado diciéndole que se desconectara, la estaba
apremiando a su muñeca, aunque no había manera de estar más cerca
de ella.

Por alguna razón el deseo de que ella siguiera haciéndolo solo la hizo
aún más hambrienta, y no solo por los nutrientes. De hecho, el calor se
encendía en su vientre y viajaba a sus extremidades, las olas le
calentaban los brazos y las piernas, las manos y los pies. Era un
contraste tan grande con lo que sentía normalmente, que le hizo darse
cuenta de lo fría que solía estar. Lo frígida que estaba. Qué
congelada...

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Un gemido se le escapó, vibrando por su tráquea incluso a través de la


bebida. Sin embargo, a pesar de lo bueno que era, realmente tenía que
parar. Debía retroceder. Ella tenía que…

Los pensamientos se desintegraron cuando su inanición se hizo cargo


de nuevo, nada más que la alimentación importaba, ni siquiera la vida
de Kane. Ella era una sirvienta de su biología, de sus décadas de negar
sus necesidades, de la realidad de que había estado cerca de la muerte
durante todo el tiempo que había estado en el campo de prisioneros.

Durante el tiempo que estuvo herida.

El calor era extraordinario, despertándola de adentro hacia afuera,


llenándola de una vitalidad tan grande que no estaba segura de poder
contener la energía dentro de su cuerpo. La sensación era como si se
estuviera hinchando dentro de su piel, haciéndose más grande,
llenándose. Cada parte de ella, cada célula, hasta sus mismas
moléculas, estaba empezando a vibrar con una vida humedecida
durante mucho tiempo por...

El temblor se apoderó de ella de la nada, y al principio pensó que era


solo un escalofrío, una sacudida, que pasaría. En cambio, fue toda una
tormenta de escalofríos y temblores, tan violentos que sus labios
comenzaron a deslizarse contra las heridas punzantes.

Y luego perdió el contacto por completo.

Desesperada como estaba, se lanzó hacia adelante para restablecer el


mordisco. Pero de repente, no pudo controlar su cuerpo. Por mucho
que quisiera inclinarse, no podía...

Con un espasmo repentino, su columna vertebral se arqueó por sí sola,


su torso se curvó hacia atrás con tanta fuerza que se apartó de él.
Cuando su visión se elevó hacia el techo, sus brazos se extendieron
desde sus hombros por sí solos y sus piernas empujaron directamente
desde sus caderas.

Su siguiente conciencia fue estar en la alfombra a los pies de Kane. La


convulsión se apoderó de ella de la misma manera que el hambre de
su sangre, su cuerpo no estaba bajo su propio control, su visión se

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agitaba de tal manera que no podía enfocar nada, sus reflejos se


volvían locos mientras se agitaba, como un pez en el fondo de un
barco. Mientras continuaba teniendo espasmos, hablar no era una
opción, sus muelas chocaban, su boca estaba laxa y apretada mientras
alternaba entre los dos extremos…

El rostro de Kane apareció sobre ella, pero no podía comunicarse con


él y, aunque movía la boca, no tenía idea de lo que estaba diciendo.
Agarrándose de la parte delantera de su camisa, trató de…
Un grito salió de ella. Y luego otro.

—Nadya.

Algo en la forma en que dijo su nombre la hizo prestar atención. Con


los dientes castañeteando, ella intentó hablar.

—Nadya…

—No sé…

—Nadya. Bebe esto.

¿Está loco? pensó. Ella ya había tomado mucho de su vena. Con más
determinación que seguimiento real, luchó contra todo lo que él
buscaba poner en sus labios, sus manos descuidadas golpeando lejos…

—Es agua, —dijo con aspereza⎯. Bébelo. La sangre es demasiado


intensa, debería haber limitado su cantidad. Querida Virgen Escriba...
La obligó a tomar un poco de agua, pero lo poco que logró pasar por
sus labios no hizo nada. El infierno dentro de su cuerpo seguía
aumentando, duplicándose y redoblándose de nuevo, ya no
calentando, sino consumiendo. Estaba ardiendo, incinerándose,
devorada viva por el poder de su sangre.

La manta fue arrancada de ella, y mientras sus manos luchaban


tratando de tirar de ella sobre su desnudez, empujó el peso de lana
fuera de su alcance.

—N-n-n-n-nooo…

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Nadya, te tengo. Aquí. Ven aquí.

Sintió que sus brazos la rodeaban y luego tuvo la sensación de que la


levantaban. La estaba llevando a alguna parte, ¿fuera? ¿Al aire frío?
¿Estaba oscuro? No sabía, no podía pensar, no estaba...

El olor del jabón Dial se abrió paso a través de la convulsión. ¿Estaba


en el baño?

El sonido del agua corriendo respondió eso.

—Esto va a doler, —dijo en voz alta, como si le estuviera gritando con


la esperanza de llegar a ella⎯, pero tenemos que calmarte. No, no
pelees conmigo, no lo hagas, Nadya. Detente.

Se metió en la ducha con ella.

Kane la llevó a la ducha y la sostuvo bajo el chorro de agua, aunque


seguramente también debía de estar fría para él.

—Aguanta, Nadya. Voy a cuidar de ti. Quédate conmigo...

A unos buenos diecisiete kilómetros de distancia, en el escondite


debajo del garaje de mierda, Callum se levantó para pasar la noche
fuera del suelo. Estaba completamente vestido y sus botas estaban
bien atadas, pero había dormido completamente vestido con dichas
botas puestas. También había dormido sentado.

O no dormía, según fuera el caso.

Girando la cabeza, miró el largo y estrecho espacio. Al final de la fila


de abrigos para clima frío, el vampiro estaba en la misma posición en
la que había estado al pie de las escaleras. No se habían dicho nada
durante las horas del día. Por otra parte, la boca de Callum había
hecho suficiente antes de que se fueran por caminos separados, ¿no?

Es hora de despertarse, pensó mientras el macho no se levantaba de

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J. R. WARD 03 La Víbora

su barbilla apoyada en el pecho.

—Está oscuro ahora, vampiro, —anunció en lo que pretendía ser una


voz enérgica. Y quién sabe, daba una muy buena impresión de
vitalidad.

Cuando no hubo respuesta, caminó hacia abajo y se paró sobre el


macho.

—¿Estás vivo?

Bueno. Si el tipo estaba muerto, esto era de lo más inesperado, y


seguramente no era su culpa. Las muertes relacionadas con el coito
generalmente ocurrían en el momento del orgasmo, la presión del
placer soplaba una junta en el corazón, o inmediatamente después,
cuando el esfuerzo exigía demasiado a un músculo cardíaco laxo.
¿Pero diez horas después?

—¿Hola?

La absoluta quietud en el vampiro era inquietante. No parecía estar


respirando, y seguro que no se movía. Pero sus ojos... de hecho
estaban abiertos, pequeñas hendiduras debajo de las pestañas que
permitían ver, y parpadeaban a un ritmo casi imperceptible.

Estaba concentrado en la ducha, lo cual era extraño. Por lo que Callum


sabía, no había absolutamente ningún can-can de Chippendales en la
esquina. Tampoco pin-ups. Nada más que azulejos, de verdad.

—¿Qué estás mirando? —preguntó.

Pasó un largo momento antes de que esa cara se volviera hacia él, y la
expresión del macho era remota. —¿Quién murió allí?

Con un movimiento de cabeza, porque claramente no escuchó bien,


Callum dijo ⎯¿Disculpa?

—Ahí. —El brazo del vampiro se levantó y señaló la ducha⎯. ¿Quién


era el macho que murió allí?

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J. R. WARD 03 La Víbora

Callum sintió que la sangre se le escapaba de la cara. —Nadie.

—Mientes. Puedo verlo. Está colgado de la ducha con un cinturón de


cuero marrón. Su cabello es rubio oscuro y tiene un arete en una oreja.
Quién era él.

Pasó un tiempo antes de que Callum pudiera encontrar su voz. —


Nadie.

—Así que de eso se trataba la mamada. —El vampiro miró hacia


arriba⎯. Querías hacer algo para borrar ese recuerdo. ¿Funcionó?

—¿Cómo...

—¿Lo hiciste?

—Estás mintiendo. No ves una mierda. —Callum caminó de un lado a


otro, y luego hizo un espectáculo al inspeccionar una de las parkas que
colgaba de un gancho⎯. Y voy a ir a ver a tu amigo y a esa hembra en
mi cabaña de caza.

—Supongo que no funcionó, entonces.

¿Dónde diablos estaba todo el aire en este lugar, se preguntó Callum


mientras tiraba del cuello suelto de su camisa de franela.

—¿Te ofreces como voluntario para otro intento, vampiro? —se


escuchó retroceder⎯. No creo que tengas las agallas, francamente.

El otro macho movió sus botas debajo de él y se levantó en toda su


altura. —Dime quién era realmente y te daré mi respuesta de cómo lo
veo.

—No estoy interesado en tu respuesta.

—Entonces, ¿por qué preguntaste?

Con cada ida y vuelta, estaban dando un paso el uno hacia el otro, la
distancia desaparecía hasta que estaban de pie frente a frente. El
vampiro era un poco más alto, por lo que Callum tuvo que inclinar la

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J. R. WARD 03 La Víbora

cabeza hacia atrás para seguir mirándolo a los ojos.

—Me alegro de que no haya sido personal, —dijo el vampiro.

Con el ceño fruncido, Callum trató de averiguar qué diablos quería


decir el macho. Pero lo que sea, él no iba a preguntar —¿Qué no era
personal?

—Que me la chuparas. Preferiría que se tratara de otra cosa.

El vampiro se dio la vuelta y se acercó a la ducha. Mientras estaba allí,


Callum se preparó para que el bastardo se levantara y pusiera una
mano en ese accesorio, solo para colgar el dolor entre ellos.

En cambio, solo lo miró fijamente.

—¿Cómo ves… las cosas? —Callum también se concentró en el cabezal


de la ducha⎯. No hay nada allí.

Después de una pausa, el vampiro encogió sus poderosos hombros.

—No sé el por qué ni la forma, solo sé el qué. —El macho miró hacia
atrás y sonrió de medio lado de una forma que lo hizo parecer
positivamente malvado⎯. Así fue como terminé en el campo de
prisioneros.

Callum frunció el ceño. —No entiendo. ¿Mataste a alguien y luego lo


viste? ¿No es eso excesivo?

Ríete, ríete, pensó Callum para sí mismo.

—Oh, sí, asesiné a alguien.

Callum miró su reloj a pesar de que no tenía que hacerlo. Pero


necesitaba hacer algo más que mirar hacia donde había encontrado a
su amante esa calurosa noche de agosto hace dos años.

—¿A quién mataste? — preguntó.

— Al macho que asesinó a mi mahmen. —Cuando Callum retrocedió,

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J. R. WARD 03 La Víbora

el vampiro se encogió de hombros y se volvió hacia la ducha⎯. Entró y


la robó. No teníamos mucho, pero se llevó el hidromiel, el estaño y su
vida. Luego escondió su cuerpo. Entré en nuestra casita y vi la imagen
de ella en la cama. —Hubo una pausa⎯. Estaba sin ropa...

—Mierda…

—… y nunca encontré su cuerpo. Creo que la dejó afuera para que se


quemara con el sol en alguna parte. Pero sabía lo que había visto
porque había tenido visiones desde que tenía memoria, y nunca se
equivocan.

—¿Cómo supiste quién... —¿Su mahmen también había sido


violada?⎯. Lo siento mucho…

—Él la marcó. En su estómago. No podía recordar dónde había visto el


patrón antes, pero definitivamente lo reconocí. Un año de búsqueda
después, lo encontré. Había sido el herrero hasta que la bebida lo
afectó, y matar a mi mahmen fue lo que le devolvió la sobriedad. La
marca era cómo llevaba un registro de las herraduras que fabricaba. —
El macho hizo una pausa⎯. Estaba de vuelta en el negocio cuando lo
encontré, así que maté a un miembro productivo del pueblo en el que
vivíamos.

—¿Qué le hiciste?

—Tomé un hierro candente y lo destripé con él. —El vampiro se


encogió de hombros de nuevo⎯. Un aristócrata que vivía en las
afueras del pueblo me arrojó al campo de prisioneros. Era quisquilloso
con sus caballos, y creo que le importaba menos que yo hubiera
asesinado al macho que el hecho de que los cascos debajo de ellos ya
no estuvieran herrados como a él le gustaba. En cuanto al campo, en
ese momento, no importaba dónde estaba. Mi familia se había ido.
¿Qué me importaba?

—¿Qué hay de tu sire? —Callum se pasó una mano por el pelo⎯. ¿No
había primos, nadie en tu línea de sangre para defenderte?

—Nunca supe quién era mi padre. Solo éramos mi mahmen y yo. Ella
era lavandera, yo trabajaba en los labrantíos para el aristócrata que

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J. R. WARD 03 La Víbora

me puso en el campo. Era una vida sencilla. —El macho se pasó el


pulgar por la ceja⎯. Pero la prisión fue buena para mí. Tenía que
matar allí. Con frecuencia.

Callum arqueó sus propias cejas. —¿Solo por deporte?

—Me consideraba el mejor tipo de justiciero.

—¿Y qué clase es esa?

—Saqué mucha basura. Dejémoslo así.

Asintiendo, Callum murmuró: —En realidad no tengo ningún


problema con eso.

—No me importaría si lo tuvieras. Preguntaste por las visiones y aquí


estamos. —Miró a su izquierda, a lo que ciertamente parecía ser un
azulejo desnudo⎯. Lo hizo para vengarse de ti por algo ¿no? El macho
que se ahorcó aquí.

Aclarándose la garganta, Callum trató de no mostrar ninguna


emoción. —No pudiste ver eso.

—Pero este es tu espacio personal, ¿verdad? Huele a ti, y toda la ropa


es de tu estilo. Tú fuiste quien nos trajo a este lugar y nos diste cosas
del garaje de arriba... las camillas, las armas. Así que vino aquí porque
lo habías traído aquí antes, probablemente para alejarse de todo, de lo
que fuera que había para alejarse. Pero entonces algo cambió entre
ustedes dos. Regresó y dejó su cuerpo como un jódete. ¿No es así?

Callum se dio la vuelta y se acercó a ciegas a los abrigos. Sin embargo,


no necesitaba ninguno, así que se limitó a rebuscar entre las pieles.

—Voy a ir a ver a tu amigo. —Caminó hacia el hueco de la escalera y


puso su dedo índice sobre el lector, sabiendo muy bien que obtendría
mal la combinación de números para el teclado si intentaba
teclearlo⎯. ¿Vienes? O no.

Arriba, la caja de herramientas rodó hacia un lado, dejando al


descubierto el garaje de arriba. El olor a aceite de motor y al aire

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J. R. WARD 03 La Víbora

fresco de la noche le llegó a la nariz y respiró hondo.

Poniendo el pie en el primer escalón, dijo por encima del hombro: —


Como te gusta decir, lo que decidas hacer no me importa.

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J. R. WARD 03 La Víbora

CAPÍTULO VEINTISÉIS

Hablando del exceso de potencia de fuego para la situación.

Cuando Vishous y su hermana apuntaron con un par de cuarenta a


quienquiera que había entrado en la parte trasera de la farmacia, se
preparó para hacer una prueba de Rorschach con el maldito. Salvo
que, en lugar de un luchador de menor categoría, una sombra que
operaba como el Macho de Goma, o un humano que buscaba robar lo
que quedaba, un ancianito se paseó por la puerta y se detuvo en seco
al ver las dos pistolas que le apuntaban a la cabeza.

Sus manos paralizadas se alzaron por encima de su desordenado


casquete de pelo blanco. —¿Hola?

Como si fuera un cómic escrito por Stan Lee que acabara de conocer a
los malos de la historia.

V entró en esa mente muy rápido, cerrando cualquier idea brillante,


porque si bien no le importaba dispararle a los humanos que se
interponían en su camino, preferiría no tener la acidez estomacal que
se produciría al sacar al abuelo de alguien para su real beneficio.

—No sabe quién lo hizo, —dijo V mientras comenzaba a revisar los


bancos de memoria del macho⎯. No tienen pistas. Este es el dueño,
pero su hijo es el farmacéutico ahora…

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando se detuvo, su hermana lo miró. —Qué. ¿Qué ocurre?

V negó con la cabeza. —Es difícil dar sentido a lo que hay ahí. Su
mente… no está.

—¿Tiene amnesia?

⎯No, tiene... agujeros en la memoria. Tiene piezas del presente, pero


no mucho por lo que recordar.

Sin embargo, el pasado era sólido. Había todo tipo de recuerdos muy
distintos de los años cincuenta y sesenta, cuando había un mostrador
de helados, con botes de plátano y batidos… luego, después, servían
patatas fritas y hamburguesas. Pero los buenos viejos tiempos no
habían durado. Como la población de la ciudad se había reducido, la
parte del servicio de alimentos de la tienda había sido reemplazada
por comestibles para llevar y artículos para el hogar. Ahora el edificio
era bonito por fuera, gracias a una subvención federal para pueblos
pequeños, pero las finanzas del negocio pendían de un hilo.

—¿Por qué estás de regreso? —preguntó el anciano⎯. ¿Olvidaste tu


medicación?

—No, —respondió Payne suavemente⎯. No lo hicimos. Lamentamos


haberte molestado.

—Oh, no es molestia. Estoy feliz de ayudarte. —El viejo se acercó y


pulsó un interruptor⎯. No sé por qué las luces están apagadas.
Aunque ahora están encendidas.

Cuando las cajas fluorescentes del techo se encendieron, la pálida


iluminación de las luces de seguridad desapareció y el caos de lo que
debería haber sido orden quedó expuesto en un resplandor.

—Entonces, ¿qué estás buscando esta noche? —El anciano pasó junto
a Vishous y se puso firme⎯. Señor, voy a tener que pedirle que se aleje
de detrás de la caja registradora. Es la política de la tienda.

Vishous volvió a poner su arma en la funda y rodeó al tipo. Abajo en el


suelo propiamente dicho, miró a su alrededor, tomando nota de un

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J. R. WARD 03 La Víbora

banco de estantes vacíos.

—¿Estabas conduciendo por aquí? —Payne le preguntó al propietario.

La respuesta del anciano fue una divagación que comenzó allá por mil
novecientos setenta y dos. Mientras describía la casa a la que él y su
esposa se habían mudado con sus hijos, y las opciones que el
desarrollador les había dado para la cocina, V se dirigió al pasillo que
había sido completamente despejado. Inclinándose, recogió una caja
de gasa quirúrgica que había sido pisoteada.

Todas las vendas y la cinta, las almohadillas y los vendajes Ace, en la


farmacia habían desaparecido. Y cuando pasó al siguiente conjunto de
estantes, el peróxido de hidrógeno, el alcohol y el agua destilada
también habían sido descartados.

V se dirigió hacia el macho divagante y a su hermana. La forma en que


Payne miraba al tipo era intensa, y cuando V le dio un toque en el
brazo porque no había nada más que hacer aquí, ella no miró.

Bien, da igual; podía esperar. Estaba más convencido, en lugar de


menos, de que este robo estaba relacionado con el campo; sólo que no
tenía pruebas concretas ni idea de cómo conectarlo con la nueva
ubicación.

—¿Así que vas a caminar de noche? —Payne estaba diciendo.

—Es difícil dormir.

—¿Y tu familia sabe dónde estás?

V inclinó su cadera contra el mostrador y sacó un cigarro enrollado.


Mientras lo encendía, el anciano miró bruscamente.

—Aquí no se puede fumar.

Cuando V arqueó una ceja, volvió a ese cerebro débil: —Ay.

Payne iluminó sus ojos, gritando "no me hagas patear tu trasero otra
vez". Luego se volvió hacia el viejo. —Lo está guardando. Y por favor,

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J. R. WARD 03 La Víbora

continúa.

Excepto que el anciano se quedó mirando fijamente su tienda. —¿Que


pasó aquí…?

—Lo siento mucho. —Payne se acercó y tomó su mano⎯. ¿Podemos


llamar a alguien por ti?

Pareció volver a la atención en el contacto, y mientras la miraba,


frunció el ceño. —Estás de regreso.

V frunció el ceño e interrumpió rápidamente, —Sí. Regresamos. ¿Nos


viste antes?

—Estuviste aquí la otra noche. Entré cuando te ibas.

—¿Qué aspecto teníamos?

—Como tú. —El viejo parecía confundido⎯. Y estabas cogiendo cosas


y metiéndolas en la furgoneta de atrás. Dos furgonetas.

Dándose palmaditas en el pecho, V dijo. —¿Estábamos vestidos de


negro verdad? ¿Te dijimos algo?

El anciano frunció el ceño y luego se tambaleó sobre sus pies. Cuando


puso una mano en su lóbulo frontal e hizo una mueca, hubo un
montón de "ding-ding-ding, tenemos un ganador" en la cabeza de V.

Vampiros, pensó. Y habían borrado sus recuerdos.

—Está bien, —dijo Payne⎯, gracias. Ha sido muy útil. Pero, ¿a quién
podemos llamar por usted?

—Mi hijo, Ernie Junior, —murmuró el dueño⎯. Él me dio esto… para


dárselo a la gente…

Una mano artrítica metió la mano en el bolsillo de sus pantalones


sueltos y sacó una tarjeta plastificada. Payne le entregó la cosa a V.

Luego ella se quedó mirando al macho.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Lo siento mucho, —susurró.

V tomó su Samsung y marcó el número. Y en algún momento entre el


segundo timbre y cuando un chico contestó, se dio cuenta de lo que su
hermana estaba pensando hacer.

Abriendo la boca, tenía la intención de decirle que no. Luego miró en


la pared detrás de la caja registradora, encima de las pantallas de esos
manguitos de presión arterial y los medidores de azúcar en sangre. La
serie de fotografías comenzó en blanco y negro, terminó en colores
desvaídos y la mayor parte era una documentación del proceso de
envejecimiento en el trabajo. La constante era la tienda, mientras el
dueño avanzaba a través de las eras de su vida. La mayoría de las
imágenes habían sido sacadas de frente, y había otras personas en
ellas, machos con trajes que parecían políticos, hembras con
sombreros y vestidos y gafas de gato.

La primera y la última foto eran con una hembra parada a su lado, y


como él, ella pasó de tener poco más de veinte años a algo más de
setenta.

⎯¿Hola? ⎯Dijo una voz por el teléfono de V⎯. ¿Quién está ahí?

Ante la indicación, V se volvió a centrar en el macho en vivo, el


anciano confundido que tenía el síndrome del atardecer, y cuya
demencia o Alzheimer o lo que fuera lo llevó de regreso a su verdadero
norte, esta tienda.

—Tengo a tu padre, —murmuró V⎯. Está en la farmacia.

⎯Oh, Dios, otra vez no… ⎯Hubo un sonido ahogado, y luego el hijo le
dijo a alguien en el fondo, probablemente su esposa, dada la voz
femenina⎯, Papá salió otra vez… no, lo sé, lo sé, tenemos que meterlo
en una casa...

—Nos quedaremos con él aquí, —interrumpió V⎯. Hasta que vengas.

El macho volvió a colocar el teléfono en su lugar en la boca. ⎯Lo


siento, gracias. Umm… ¿quién es usted?

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Solo un transeúnte. Mi hermana y yo vimos la puerta trasera abierta


y las luces encendidas.

⎯Él hace esto mucho. Necesita estar en una unidad de cuidado de la


memoria.

—Como dije, esperaremos aquí y lo vigilaremos. —Dios, ¿por qué se


ofreció como voluntario para quedarse en este drama?⎯ A menos que
quieras que llamemos a la policía o algo así.

⎯Yo soy policía. Agente local. De todos modos, estaré allí en cinco
minutos.

—Lo cuidaremos.

⎯Gracias, ¿cómo dijiste que te llamabas?

—Vinnie Sanguerosa. —Cuando V terminó la llamada, miró a su


hermana⎯. No deberías estar jodiendo con eso. Te lo estoy diciendo
en serio.

Cuando ella lo miró, él estaba bastante seguro de que la expresión de


su cara era la que la gente veía en la suya cuando les decía que se
fueran a la mierda.

—Señor. ¿McTierney? —dijo mientras se reenfocaba en el humano.

—¿Sí, cariño?

—Vas a hacer un desastre, —murmuró V mientras miraba la hora⎯.


Haces esto y te costará.

—Cierra los ojos para mí, ¿quieres? —Payne se acercó más⎯. Así es.
Esto no va a doler, lo prometo.

—No es él, no lo es ⎯V sacó un liado a mano y se lo puso entre los


dientes delanteros⎯. Estaré afuera mientras tú salvas el mundo.
Porque no se me permite fumar aquí.

Cruzando la puerta trasera parcialmente abierta, respiró hondo la

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noche y luego encendió un cigarrillo. Mientras se recostaba contra el


edificio de ladrillo, miró a través de un campo agrícola y luego a lo
largo de las entradas traseras a las otras tiendas en la fila.

Detrás de él, en la farmacia, Payne estaba hablando con el anciano,


murmurando tan bajo que V solo podía escuchar el ritmo de las
sílabas, y luego hubo un jadeo, una inhalación aguda. Es difícil saber
de cuál de ellos vino…

Un destello de luz atravesó la puerta y la jamba, y se preparó para lo


que vendría a continuación. Tres… dos… uno…

La liberación de energía abrió completamente la puerta, la brillante


iluminación nuclear convirtió el estacionamiento vacío en luz del día
por una fracción de segundo. Y luego el panel se cerró con un portazo.

Vishous negó con la cabeza y flexionó la mano enguantada. Debajo del


cuero negro, había un tejido de plomo, y sin él, cualquier cosa con la
que su maldición brillante entrara en contacto sería destruida:
personas, lugares, cosas.

Solo otro regalo de su mahmen.

En contraste, la herencia de Payne no era destrucción, sino


regeneración. Sin embargo, no era gratis. El equilibrio había sido la
consigna de la Virgen Escriba, excepto en lo que se aplicaba a ella
misma, y en consecuencia, había un precio y un pago que salía de la
piel de Payne cada vez que usaba su "don".

¿En cuanto a por qué lo desperdiciaría en un humano? Esa fue su


elección. Al igual que ella había elegido curar el caballo de carreras de
su Hellren, y decidió mantener a George, el perro de servicio del Rey,
vivo y bien durante los próximos doscientos años.

Que era un servicio público. Quién diablos querría vivir con Wrath si
algo le pasaba a ese Golden.

Jesús, el Armagedón sería un día de campo…

Un todoterreno municipal dorado y marrón con luces de colores en la

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J. R. WARD 03 La Víbora

parte superior bajó a toda velocidad por el camino secundario, con los
neumáticos chirriando al entrar en el aparcamiento y detenerse de
golpe delante de V. Lo que salió fue una versión más alta, más delgada
y más joven del Sr. McTierney, y V echó un rápido vistazo detrás de él
para ver si borrar el recuerdo de una mente mística y brillante iba a
estar en la lista de éxitos de la noche.

Nop. Se había desvanecido.

—¿Vinnie? —dijo el tipo.

—Sí, hola, Ernie. —V exhaló y le ofreció su mano enguantada al tipo⎯.


¿Cómo estás?

—Estoy bien ¿Cómo estás?

Bueno ¿no era todo Soprano-tásticos?

Se estrecharon, y el tipo comenzó con el él-hace-esto-de-nuevo. Y


maldita sea, no es que a V le importara una mierda cualquier otra
persona, excepto su corta lista de mejores amigos en la mansión, pero
tenías que compadecerte del hijo. Parecía jodidamente exhausto,
como si no solo estuviera recibiendo una dieta regular de estos
vagabundeos nocturnos, sino que las horas de vigilia no fueran mucho
mejores en lo que respecta a la gestión de papá.

—Gracias a Dios que llegaste cuando lo hiciste. Hace un par de noches,


entró en el robo.

—El lugar se ve un poco destrozado.

—No creo que los encontremos. Debería haber puesto cámaras en la


parte de atrás hace mucho tiempo, pero cosas como robos no ocurren
en Leczo Falls. No por lo general, en cualquier caso. Tuvimos suerte de
que no resultó herido. Supongo que estaban saliendo cuando él llegó
aquí. Sin embargo, sabía lo suficiente como para llamarme: sacó la
tarjeta plastificada que encontraste en su bolsillo y marcó mi número,
fue un milagro Últimamente, ni siquiera me reconoce.

Mientras Ernie McTierney seguía hablando, V dejó seguir al tipo. ¿Qué

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J. R. WARD 03 La Víbora

diablos le importaba? Quería terminar su cigarrillo de todos modos, y


no era muy diferente a tener un televisor encendido de fondo.

—Él está aquí, pero no lo está ¿sabes?

—Sí. —V asintió hacia la puerta cerrada de la tienda⎯. ¿Así que tienes


alguna pista sobre el robo de tu padre?

—Estaba hablando mucho sobre soldados, pero perdió a un hermano


en Vietnam, así que quién sabe. La mayoría de las veces es olvidadizo,
pero a veces ve cosas que no están ahí. ¿Y cuáles son las posibilidades
de que un pelotón de tipos del ejército se detenga aquí para robar un
montón de antibióticos y tiritas?

—¿Nada más robaron? Jodidamente raro.

El sheriff maldijo por lo bajo. —Eso es lo que dije. De todos modos, iré
a buscar a papá.

En ese momento, la puerta trasera se volvió a abrir y el mayor de los


McTierney entró entre las jambas. Mientras miraba a su hijo, el
anciano parecía haberse quedado sin palabras.

—Hola, papá, —dijo Ernie completamente exhausto⎯. Estoy aquí para


llevarte a casa.

El padre parecía no poder moverse.

—Papá, soy yo, ¿recuerdas? ⎯En voz más baja, el tipo murmuró⎯.
Por supuesto que tú no...

— ¿Ernie?

Los ojos del hijo se alzaron. —¿Qué dijiste?

—Dios mío... Ernie.

El anciano cerró la distancia arrastrando los pies, y se agarró a los


hombros del adulto en el que se había convertido su hijo como si no
hubieran estado en el mismo país durante una década, manteniendo

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J. R. WARD 03 La Víbora

quieta a su progenie para que pudiera tener una mirada adecuada de


su chico.

—¿Papá? —dijo el sheriff con asombro⎯. ¿Qué está pasando?

—No sé. —El anciano negó con la cabeza⎯. No tengo ni idea.

El sheriff miró a su alrededor. —Creo que será mejor que te llevemos a


casa...

—Espera, porque no sé cuánto va a durar esto. Necesito que sepas…

—¿Qué, papá?

—Estoy tan orgulloso de ti. —El viejo farmacéutico escudriñó el rostro


de su hijo⎯. Eres un buen hombre. Y sé que no ha sido fácil para mí,
especialmente desde que tu mamá murió.

—Papá…

—Ven aquí.

Mientras se abrazaban, V miró hacia otro lado y puso su mano en el


talón de su shitkicker. Metiendo la colilla en el bolsillo de su trasero,
pensó que también podría ir y ocuparse de una reunión familiar
propia.

Deslizándose por la puerta trasera, miró a su alrededor. La farmacia


estaba vacía…

Abajo en el suelo, las botas de su hermana estaban tiradas en el otro


lado del mostrador, y él salió disparado hacia ella. —Maldita sea.

Payne estaba boca arriba e inconsciente con los ojos abiertos, su piel
tan gris pálida como el linóleo debajo de ella.

Arrodillándose, le levantó la cabeza y la acomodó en su regazo. —


Payne, Payne, cómo vamos.

¿Pero cómo si no supiera la respuesta a eso?

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Cuando no hubo respuesta, sacó su teléfono y comenzó a enviar


mensajes de texto con una mano. Al menos Butch ya estaba en camino
en algo con lo que podrían transportarla de regreso al centro de
entrenamiento, pero Manny iba a estar histérico.

—Oh, Dios mío ¿está bien?

V levantó la vista. Ernie Jr. había entrado, y su padre estaba justo


detrás de él, este último miraba alrededor de su tienda como si no la
hubiera visto recientemente y no recordaba nada sobre el robo.

—Mi hermana está bien. Sólo un pequeño desmayo. —Porque ella


regeneró la materia gris de tu padre⎯. Saldremos de aquí pronto.

—Los ladrones, —dijo el padre⎯. Hicieron esto.

A pesar de que V no quería entrar y jugar más con ninguna de sus


mentes, sabía que tenía que limpiarlos antes de que Butch llegara.
Conectándose primero con el hijo y luego con el padre, los envió a ese
móvil del sheriff, sus recuerdos de dos vampiros comprobando el robo
de la farmacia oculta de su conciencia como si nunca hubieran venido
aquí.

Cuando salieron y la camioneta se alejó, miró a su hermana. Los ojos


de Payne estaban empezando a parpadear. Gracias mierda.

—Oye, —dijo⎯. Estás de vuelta.

—Más o menos. —Trató de sentarse y no llegó muy lejos con eso⎯.


¿Dónde está...?

—Acaban de salir. Y antes de que preguntes, sí, el papá parecía que


había vuelto de donde fuera que haya estado.

—No quiero ninguna queja saliendo de ti. —Se aclaró la garganta, pero
aun así habló débilmente⎯. No me arrepiento de nada, aunque yo
necesite una intervención. Eso es una tortura, tener a alguien delante
de ti, aunque esté casi muerto y desaparecido. Tuve que ayudar
porque podía hacerlo. A veces... tienes que hacer lo que puedes para
aliviar el sufrimiento. Es la forma en que vivo con el don que nuestra

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J. R. WARD 03 La Víbora

mahmen me dio.

Estaba en la punta de su lengua decirle que ella era mucho más


importante que esos dos humanos y cualquier destino que les
deparara. Pero luego recordó al padre saliendo de la parte trasera de la
farmacia, y cómo los dos se habían abrazado.

—Está bien, —se escuchó decir a sí mismo⎯. Deberías haber visto la


forma en que el padre miró a su hijo.

Pensó en sus propios detonantes, el Bloodletter. Y el campo de guerra


en que V se había criado.

Habría dado cualquier cosa por un padre así. Maldita sea, necesitaba
otro cigarrillo. ⎯Entonces, sí, hace que todo valga la pena siempre
que te lleve de regreso a la clínica de manera segura.

—¿Tenemos que decírselo a Manny?

V sonrió. —Sí, y vas a tener que alimentarte tan pronto como


volvamos.

—Estoy bien.

—Oh, está bien, bien. Entonces, ¿qué tal si te pones de pie ahora
mismo y te desmaterializas de regreso a Caldwell? —Puso sus manos a
los lados de la cabeza⎯. Hazlo tu sola, terca.

Hubo un latido de silencio. —Te odio en este momento.

Él se rió. —Yo también te amo, hermana. Y sea como sea, hiciste lo


correcto.

—Oh por Dios. ¿Acabas de decir eso?

—No, estás delirando. Ahora, cierra tus malditos ojos y descansa para
que puedas lidiar con tu macho.

El teléfono de V comenzó a sonar y revisó la pantalla. —Oh mira.


Manny está llamando ahora mismo. Lo pondré en altavoz, a menos

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que quieras mantener esto en privado.

—No, —dijo ella con una mueca⎯. Es probable que esté menos
histérico si sabe que lo estás escuchando…

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J. R. WARD 03 La Víbora

A pesar de la ráfaga de frío que caía sobre ambos, Kane podía sentir
las oleadas de calor que emanaban del cuerpo de Nadya. Las
explosiones eran tan fuertes que su ritmo era evidente, aumentaban y
disminuían como el latido de un corazón.

⎯Resiste, ⎯dijo por la que seguramente era la centésima vez.

La tenía directamente bajo el cabezal de la ducha, la manija del grifo


en C, la presión del agua misericordiosamente fuerte. Pero no estaba
seguro de que estuviera haciendo ninguna diferencia. Se sentía tan
volcánica como cuando él la había traído aquí rápido.

No, a toda prisa.

No iba a usar la palabra con "J". No ahora.

El hecho de que no supiera a quién llamar o adónde ir en busca de


ayuda era realmente aterrador. No le importaba estar solo cuando su
vida era la única de la que tenía que preocuparse. Pero ella estaba
claramente teniendo una crisis médica de algún tipo, y él no tenía ni
puta idea de qué…

La sensación de que ya no estaban solos hizo que Kane girara la cabeza


y mostrara sus colmillos sobre el hombro, preparado para atacar si era
necesario.

271
J. R. WARD 03 La Víbora

El lobo de cabello blanco junto a la puerta abierta del baño estaba


mirando la ducha con una mirada de horror en su rostro. Y mientras
sus fosas nasales se ensanchaban como si estuviera probando el aire
para encontrar un olor, tuvo que agarrarse a la jamba para mantener
el equilibrio.

⎯La alimentaste. Jesucristo… la alimentaste.

⎯¡Cierra la maldita puerta! ¡Esta desnuda!

⎯Su desnudez es el menor de sus problemas.

La puerta se cerró de golpe y Kane tuvo un breve impulso de golpear


una pared. Sin embargo, este se desvaneció rápidamente.

⎯Nadya, te bajare, querida.

Inclinándose, la colocó en el fondo limpio de baldosas, justo sobre el


desagüe, y cuando no pudo mantenerse erguida, la acostó de lado.
Parecía desesperadamente enferma, su cuerpo tenía sus articulaciones
rígidas y con las extremidades tan delgadas era el tipo de cosas a las
que seguramente no le quedaba mucha vida.

A pesar del calor que tenía dentro de ella, estaba terriblemente pálida.

⎯Estaré afuera,⎯ le dijo⎯. No me iré por mucho tiempo.

Él la miró detenidamente y luego entró en acción, merodeando fuera


del baño y cerrando la puerta detrás de él. En el otro lado, él se recostó
contra los paneles para mantenerla protegida, aunque ninguno de los
machos ahora en las habitaciones parecía querer entrar.

El lobo caminaba de un lado a otro, como si en su mente estuviera


haciendo algunos cálculos que explicaban el fin de la población de la
tierra.

En contraste, Apex estaba parado en la base de las escaleras


absolutamente quieto.

Sin embargo, sus ojos estaban vivos y fijos en Kane como si no pudiera

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J. R. WARD 03 La Víbora

creer una cosa u otra.

⎯Por supuesto que la alimenté. ⎯Kane miró hacia el estrecho espacio


en la parte posterior de la cabeza del lobo⎯. Así es como funcionan los
vampiros…

El macho se dio la vuelta y señaló con un dedo. ⎯Tú no, y ya no más.

⎯De qué demonios estás hablando…

⎯¡Tú la mataste, idiota! ¡Tú la mataste!

⎯¡Ella no se ha alimentado en décadas! ⎯Kane no se molestó en


bajar la voz⎯. Las convulsiones se deben a que su cuerpo ha recibido
una afluencia de nutrientes, y necesitamos ayuda médica…

⎯¡No! Ella no puede manejar lo que hay en sus venas.

⎯Es sólo sangre…

⎯¡Ya no! ⎯El lobo se acercó y se puso cara a cara⎯. No eres quien
alguna vez fuiste. ¡Ya no eres tú!

De repente, un recuerdo volvió: Kane estaba en la choza... con la


hembra de pelo largo y gris. Ella le estaba diciendo que podía salvarse,
pero que él...

Kane volvió a mirar la puerta del baño que estaba protegiendo con su
vida. Con tranquila intensidad, como si pudiera obligar a la realidad a
cumplir con sus estándares si lo deseara lo suficiente, repitió: ⎯Es
sólo que no se ha alimentado en mucho tiempo.

⎯No, ella bebió veneno.

Una asfixia repentina le robó todo el aire de los pulmones. Quizá todo
el aire fuera de las habitaciones.

Mirándose la muñeca, vio que aún sangraba por las heridas punzantes
que ella le había hecho. Con una sensación de absoluta irrealidad, se

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J. R. WARD 03 La Víbora

llevó las heridas a la boca y se sanó a sí mismo.

Sellando las heridas, se pasó la lengua por la carne. Luego probó por sí
mismo lo que ella había tomado en su cuerpo…

Una terrible sensación de desdoblamiento se apoderó de él,


transportándolo fuera de su cuerpo, llevándolo muy lejos mientras
permanecía exactamente en dónde estaba.

Bajando el brazo, tragó el sabor desconocido, el sabor extraño...


completamente diferente... de su propia sangre.

Se vio mordiendo a esos guardias, y pensando en lo que les había


pasado.

⎯¿Qué diablos me hizo esa hembra? ⎯Dijo aturdido.

⎯Lo que pediste.

⎯Yo no pedí esto.

⎯Estuviste de acuerdo. ⎯El lobo se pasó las manos por el pelo⎯.


Jesús.

Con una combinación de pánico y pavor, Kane volvió a girar la cabeza


y, al tocar la puerta con la oreja, escuchó la caída del agua; ¿Qué
necesitaba para…?

⎯Tengo que llevarla con la anciana canosa. ⎯Miró al lobo⎯. Debes


ayudarme a llevarla con esa hembra.

⎯Ella no va a ayudarte…

⎯Si, lo hará. Esto es culpa suya.

La risa que salió del otro macho fue la cosa más desagradable que
jamás había escuchado. ⎯Claro, te llevaré de regreso a la montaña. Y
puedes decirle que la culpa es toda suya. Veamos cómo va eso…

Cuando el macho dejó de hablar abruptamente, Kane miró hacia las

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J. R. WARD 03 La Víbora

escaleras. Apex había empuñado un arma y estaba apuntando al lobo.

⎯Lo llevarás con esa anciana. En este momento.

Kane volvió a mirar al lobo. En lugar de parecer asustado o incluso


desafiante, asumió una expresión de aburrimiento.

⎯Esa es una forma genial de pedir amablemente, ⎯dijo el macho con


voz seca.

Cuando Apex apuntó con su arma al macho que le había hecho la


mejor mamada de su vida unas doce horas antes, realmente quería
dispararle al lobo. Estaba rezando, rezando, para que el hijo de puta
hiciera algo estúpido. Lo cual era decir mucho para un ateo.

Si tan solo el tipo dijera algo como Vete a la mierda, no te llevaré a


ninguna parte. O tal vez podría atacar a Kane.

O jugar un juego terminal de difícil acceso corriendo hacia la salida.

La idea de que ese macho conocía tanto el secreto de Apex como su


pasado estaba creando una disonancia cognitiva que no podía
reconciliar. ¿Por qué diablos se había puesto a hablar? No era asunto
de nadie lo que vio o dónde, y ciertamente no era una buena idea para
él estar parloteando sobre cualquier cosa que tuviera que ver con su
mahmen o por qué había terminado en el campo de prisioneros.

Y, sin embargo, todo eso había salido a la luz.

Pero esa no fue la peor parte. ¿Ese tipo muerto? ¿El que tenía el
cinturón marrón alrededor de la garganta?

Apex realmente quería saber acerca de ese macho. Había estado


hambriento por los detalles… de una manera que no tenía ningún
maldito sentido. Qué le importaba a él ya su vida quién se había
ahorcado dónde y por qué.

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯Vamos. ⎯Hizo un gesto con el arma⎯. Dijiste que tienes un coche


escondido en esta propiedad. ¿Tienes una camilla también?

Kane habló. ⎯La tomaré en mis brazos. Por el tiempo que tenga que
hacerlo, la llevaré.

El lobo bajó la cabeza como si esperara que hubiera otra forma,


cualquier otra forma. Luego se encogió de hombros. ⎯Esto no va a
salir bien.

⎯¿Qué te hace pensar que nos estamos divirtiendo ahora?

⎯Murmuró Apex.

Callum pareció prestar atención. ⎯Excelente punto. Salgamos.

Asintiendo, Kane desapareció en el baño y cerró la puerta. Un


momento después, el agua se cortó y Apex volvió a mirar al otro
macho.

── ¿La enfermera va a vivir? ⎯Preguntó.

⎯No.

⎯¿Qué hay en sus venas?

⎯Muerte. ⎯El lobo se paseaba, su cuerpo largo y delgado se agitaba


bajo su ropa de camuflaje⎯. Se suponía que era el cuento de una vieja
doncella, algo que fue modificado para asustar a los niños: un trato
hecho con las fuerzas oscuras, una resurrección con un precio... una
maldición escondida detrás de un regalo.

Apex fue hacia el macho. ⎯Tú fuiste quien lo llevó a esa maldita
choza. ─ Golpeó al tipo con dos dedos, justo en el pectoral⎯. Tú
hiciste esto.

El lobo mostró un conjunto de colmillos que eran largos como estacas.


⎯Él tomó la decisión.

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯Sin saber en lo que se estaba metiendo, ¿no? Así es como funciona…


es una decisión incorrecta porque la perspectiva es una puta mentira.

⎯Querías que viviera. ⎯El lobo devolvió el golpe con la misma


combinación de dedos índice y medio⎯. Me preguntaste a dónde
llevarlo, y era la única esperanza que tenías para tu amante.

No lo digas, pensó Apex. No…

⎯Lástima que no le llevaste el tuyo.

Cuando sus palabras cayeron, la cara frente a la suya se volvió


enfermizamente blanca. ⎯Maldito imbécil…

La puerta del baño se abrió y salió Kane con un pequeño bulto


envuelto en una toalla.

⎯¿Podemos apurarnos? ⎯Dijo.

El lobo levantó ambas palmas en el aire, como si tuviera un arma


contra su espalda. ⎯Por supuesto. Jodidamente bien. Vamos.

Con una marcha entrecortada, el tipo fue a la escalera y salió de los


aposentos privados, mientras Kane le pisaba los talones, saltándose
cada escalón.

Apex miró a su alrededor en los aposentos privados y tuvo un


pensamiento extraño: eran realmente acogedores.

Él no solía pensar acerca del confort.

Dejando a un lado ese pensamiento idiota, lo siguió y se dio cuenta de


que Kane no era el único que había pasado por algún tipo de
metamorfosis. Tampoco se sentía como él mismo cuando salió de la
cabaña de caza.

Justo cuando despejaba la entrada, los paneles del suelo volvieron a su


lugar, sellando el camino hacia abajo. Por una fracción de segundo,
miró el agujero en el techo e imaginó la luz del mortal sol entrando a
raudales.

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯¿Vienes o no?

Sintiéndose como si estuviera en cámara lenta, se volvió hacia el lobo


que estaba en la puerta de la cabaña. El macho estaba mirando hacia
abajo, a las ásperas tablas del suelo, su bota golpeaba, su impaciencia
chisporroteaba en el aire.

Mientras Apex se acercaba a la salida, pudo ver afuera donde estaba


Kane con su preciosa carga. Pero no se enfocó en eso: solo tenía ojos
para el lobo que estaba justo en frente de él.

Y ese era un gran cambio ¿No?

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J. R. WARD 03 La Víbora

El viaje de regreso al territorio montañoso del clan de los lobos duró


una eternidad, pero cuando Kane dio una de las últimas vueltas del
sendero con Nadya en sus brazos, dos rostros familiares se le
acercaron: Lucan y Mayhem estaban uno al lado del otro en un parche
de la luz de la luna, la gélida iluminación azul haciéndolos parecer
espectros.

Pero estaban vivos.

Cuando se apresuraron a saludarlo, sintió una oleada de gozosa


reunificación y sus pasos se aceleraron. Excepto que entonces se
detuvieron y se quedaron mirándolo.

⎯Y saludos para ustedes también, ⎯dijo, ya que tenía que seguir


adelante.

Sabía que había cosas que querían preguntarle, pero ahora no era el
momento, e incluso si lo fuera, no creía que pudiera responder las
preguntas que tenían. Ni siquiera podía responder las propias.

En ese sentido, realmente no podía pensar con claridad en absoluto.


Su mente daba vueltas sobre las implicaciones de lo que había hecho
con el pretexto de ayudar a su hembra. Que él no supiera que
alimentarla era peligroso era una tontería.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Pero en realidad, debería haberlo adivinado. Había visto la anatomía


desintegrarse como resultado de su mordedura. Simplemente no
había estado pensando correctamente…

No, pensó mientras se presentaba el giro final del camino. Su


problema era que había estado pensando demasiado en otras cosas.

Como en la fantasía de un futuro que no podía ser.

Cuando entró en el claro con el fogón crepitante y su círculo de bancos


de troncos, miró hacia un lado. La choza estaba justo donde había
estado, y sintió una oleada de alivio. Esto iba a estar bien, se dijo a sí
mismo, la anciana iba a arreglar esto. Ella se iba a encargar de todo.

Al acercarse, comenzó a trotar, pero cuando Nadya gimió, disminuyó


la velocidad. La choza tenía la cortina bajada, y él trató de visualizar a
la anciana allí adentro, junto al fuego, junto al arroyo...

Sus pies vacilaron. La Corriente.

Justo cuando el pensamiento entró en su mente, el pesado rollo de tela


que cubría la entrada del refugio se apartó y la única persona en el
mundo que quería ver emergió.

La hembra de pelo blanco salió. Esta noche, estaba vestida de amarillo


girasol, con el cabello trenzado en una gruesa cuerda que caía por
delante de ella.

Sus ojos no fueron hacia Nadya. Ella solo miró fijamente a Kane a la
cara.

Cuando él abrió la boca, ella negó con la cabeza. ⎯Lo siento, pero no
puedo ayudarla.

⎯¿Qué…qu…? Tienes que hacerlo. ⎯Extendió los brazos con


desesperación y luego capturó el borde de la toalla en la que había
envuelto a su hembra para mantenerla en su lugar⎯. Necesito tu
ayuda.

⎯No hay nada que yo pueda hacer.

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯Por favor… se está muriendo.

⎯No puedo…

⎯Puedes salvarla, como me salvaste.

La vieja hembra movió la cabeza negativamente. ⎯Solo hay uno con


la energía, y fuiste elegido porque te lo preguntaron. Después de lo
cual elegiste aceptar.

Kane abrió la boca para discutir, pero luego el calor que emanaba del
frágil cuerpo de Nadya lo volvió a enfocar.

⎯Por favor, ⎯rogó⎯. Ayúdala.

La vieja hembra extendió la mano y movió parte de la toalla hacia


atrás. Cuando vio lo que había debajo de la cubierta, se quedó inmóvil.

⎯¿Quién hirió a esta niña? ⎯Susurró la hembra mística.

⎯Está muerto.

⎯Dios.

La vieja hembra acarició suavemente la mejilla de Nadya. ⎯Tráela


adentro.

⎯Gracias, ⎯dijo mientras se agachaba.

Dentro de la choza, fue al jergón en el que había estado…

No, había sido un ataúd. Había estado acostado en un ataúd.

Sacudiendo la cabeza para despejarse, se arrodilló y colocó a Nadya


sobre las mantas. ⎯Aquí tienes. Estás a salvo y ahora tenemos ayuda.
Luego se echó hacia atrás sobre su trasero y trató de no perderse.

La vieja hembra le puso la mano en el hombro. ⎯Te preocupas


mucho por ella.

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⎯Ella me ayudó.

⎯Es tu sanadora.

Él asintió y pasó las yemas de los dedos por los mechones de cabello
suave en la cabeza de Nadya. ⎯Ella es la razón por la que estoy vivo, y
cuando se veía tan débil, le di mi vena…

⎯¿Hiciste qué?

Mirando a la vieja hembra, dijo. ⎯Bien, todos los demás parecen


saber esto. Excelente. Uno pensaría que habría surgido en una
conversación anoche.

⎯La alimentaste.

Kane se frotó los ojos doloridos. ⎯Aquí tienes una sugerencia. ¿La
próxima vez que hagas lo que me hiciste a mí? Inicia con un consejo
útil como ese.

⎯Pobre, dulce niña. ⎯La anciana tocó el rostro lleno de cicatrices de


Nadya⎯. Y tiene tanta fiebre.

⎯La puse en la ducha. Ya sabes, bajo el agua fría, para tratar de


refrescarla.

⎯Hiciste bien.

Tocó el brazo de la hembra. ⎯Por favor, ayúdala. Me debes esto y lo


sabes.

Con una sensación de asombro, Callum se quedó a un lado con los


vampiros mientras su amigo desaparecía en la cabaña de la Loba Gris
con la hembra. Y mientras los otros machos hablaban en voz baja, él
quería gritarles que se callaran, prestaran atención y mostraran un
poco de respeto.

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J. R. WARD 03 La Víbora

No tenían idea de la rareza que era, que la Loba Gris se presentara en


forma corpórea, que acogiera a cualquiera en su lugar de reposo. Que
estuviera dispuesta a ayudar.

Pero esa era la tradición espiritual de su clan. No la de los vampiros.

⎯¿Qué demonios le pasó?

Pasó un minuto complicado antes de que se diera cuenta de que se


dirigían a él, y cuando apartó la vista del refugio de la Loba Gris, no
estaba seguro de qué decirle a su primo, Lucan.

⎯Es verdad, entonces, ⎯incitó el macho⎯. La Víbora se lo ha


llevado.

⎯No se lo llevó. Él es La Víbora. Son uno mismo ahora.

El vampiro que no conocía, que había resultado herido la noche


anterior, paseaba por la periferia, la energía cinética de ese cuerpo
burbujeaba, hirviendo, pero no de forma agresiva. Simplemente
parecía que no podía quedarse quieto.

Callum miró a su alrededor, buscando a su macho. No es que el chico


al que le había hecho una mamada fuera suyo. Ese vampiro había
estado ahí hace un momento.

—Así que no era solo un mito, —murmuró Lucan.

⎯No, no lo era, primo. ⎯Callum miró hacia atrás, a las tiendas⎯.


¿Dónde está tu hembra?

⎯Dormida adentro.

⎯Puedes quedarte aquí, lo sabes. Por el tiempo que quieras.

Lucan asintió. ⎯Gracias, pero tenemos trabajo que hacer.

⎯Cuéntame.

⎯Vamos a volver al campo. Necesitamos liberar a todos.

283
J. R. WARD 03 La Víbora

Bueno. Si eso no llamaba la atención de un lobo. ⎯¿Hablas en serio?

⎯Lo haremos.

⎯¿Y qué vas a hacer con todos esos machos y hembras? ⎯Callum
volvió a mirar la choza y se preguntó qué estaba pasando dentro⎯.
Quiero decir, ¿cuántos de ellos son criminales?

⎯No muchos. No todos. ⎯Su primo miró a los otros dos


exprisioneros⎯. Pero primero, esperaremos para a ver si Kane está
bien.

Traducción: Esperamos a ver si pierde la cabeza después de que su


hembra muera porque trató de salvarla con su vena.

Y la gente pensaba que el destino no tenía un sentido del humor


enfermizo.

Bueno, parece que tienes un problema, primo. Oh diablos. ¿Por qué no


podían tomar un descanso? ⎯De todos modos, buena suerte con eso,
y eres bienvenido aquí. Siempre. ¿Si me disculpas? Tengo que
ocuparme de algunas cosas.

Era mentira, por supuesto. No tenía nada que hacer más que esperar,
como todos los demás, para averiguar si la vampira había muerto. O
mejor dicho… a ver cuánto tiempo le tomaba morir.

Cuando pasó junto a la hoguera, hubo una llamarada de calor y una


breve bocanada de humo de leña, y luego estuvo en el otro extremo. El
resto del clan estaba fuera haciendo sus cosas nocturnas, viviendo sus
vidas, viviendo entre los humanos si querían. Las guaridas eran uno
entre varios lugares para que vivieran sus parientes, y con ese hotel
que se estaba construyendo al otro lado del valle y la amenaza que
había creado, no estaba sorprendido de que las cosas estuvieran tan
tranquilas.

Era una bendición, en realidad. Lo bueno de los lobos era que eran
animales de manada. Lo malo de los lobos era que eran animales
irritantes. Los extraños, incluso si eran invitados al territorio, tendían
a incomodar a la gente.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Especialmente si la Loba Gris estaba en las instalaciones.

Agachándose en la entrada de su cueva, deseó que las antorchas


montadas en las paredes de piedra se encendieran. Mientras la luz
lamía el estrecho e irregular pasillo, siguió las curvas por costumbre,
pensando en el escondite subterráneo del garaje.

⎯¿Cómo ve alguien a los muertos? ⎯él murmuró⎯. ¿Simplemente


entras en un lugar y están parados allí con un Hola, Mi Nombre Es
Theresa-jodida-Caputo de los chupasangres? Maldita sea.

Cuando el vientre de la cueva se desplegó, se detuvo y miró a su


alrededor. La cama no era más que una plataforma flotante cubierta
con pieles, y sus baúles y suministros estaban justo donde los había
dejado. En la parte de atrás, el manantial natural, que se calentaba a
través de algún misterio geológico, burbujeaba como de costumbre. El
pozo de fuego estaba frío, las cenizas de cuando había estado allí el día
anterior.

Nada fuera de lugar. Entonces, ¿por qué sentía que había sido
redecorado?

Ese maldito vampiro realmente necesitaba salir de su cabeza.

Callum se desnudó rápidamente. Siempre guardaba mudas de ropa en


la montaña, en caso de que las necesitara, pero no pensaba en esta
cueva como su hogar.

Había usado el escondite del garaje como un jodido palacio y depósito


de municiones.

La cabaña de caza era su lugar de "Estoy tratando de ser elegante".

Y tenía un apartamento estándar, casi humano, en el sótano, con TV y


acceso a Internet para cuando necesitaba conectarse con el mundo
exterior del que realmente no podía ser más que un observador.

Porque, hola, para él Un Hombre Lobo Americano En Londres9 era un


9 Película (An American Werewolf In London en el original).

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J. R. WARD 03 La Víbora

documental, no ficción.

Sería bueno tener un hogar adecuado.

Antes de llegar al manantial, cogió un par de trozos de madera, los


colocó en el círculo de fuego y deseó que se encendieran. Mientras las
alegres llamas anaranjadas y amarillas se instalaban en su fuente de
sustento de abeto, y los filamentos de humo se elevaban y se
dispersaban por las grietas del techo de roca, sintió ganas de gritar.

Así que fue al agua.

Al sumergirse en el agua, encontró relajante la ingravidez, y se


impulsó hacia su lugar favorito, los suaves contornos de la piedra
cortada naturalmente como un asiento pulido solo para su cuerpo.
Dejando caer la cabeza hacia atrás, observó el juego de luces.

Ese maldito vampiro…

Como si hubiera traído a la vida al macho, una figura que se parecía a


la que no podía sacar de su mente por demasiadas razones salió del
pasadizo y entró en la cueva.

Callum levantó la cabeza. ⎯¿Ya está muerta?

Iban a tener un tigre por la cola si algo le pasaba a esa hembra.

Eso pasaría cuando ella muriera.

⎯No…

Mientras el macho miraba al otro lado del fuego, Callum se dio cuenta
de que estaba desnudo en el manantial. ⎯Entonces que estás
haciendo aquí.

Cuando no hubo respuesta del tipo, apretó sus propios labios. ⎯Decir
eso fue algo malditamente cruel, sabes. En la cabaña de caza.

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J. R. WARD 03 La Víbora

⎯Lo sé. Es por eso que vine.

Hubo otra pausa, y luego el vampiro cruzó los brazos sobre el pecho.
Mientras su mandíbula se movía como si estuviera tratando de
masticar sus propios molares hasta convertirlos en polvo, Callum
sintió que la resolución de odiar al bastardo se desvanecía un poco.

⎯¿Cuál es tu maldito nombre vampiro?

⎯Apex.

Callum echó la cabeza hacia atrás y se rió. ⎯Oh, el nombre te queda


bien. Estas en lo más alto de la cadena alimentaria, listo para comer
cualquier cosa. ⎯Mientras se enderezaba, entrecerró los ojos⎯.
Entonces, estás aquí para disculparte.

⎯Sí.

Más silencio. Y Callum levantó una ceja. ⎯Bueno, adelante,


compañero.

⎯Yo… lo siento.

⎯¿Y?

El vampiro, Apex, frunció el ceño. ⎯Ya lo dije. Me disculpé.

⎯¿Eso es todo? ¿Lo siento? Eso es todo lo que tienes.

⎯¿Qué más quieres? Esa es la definición de "disculpa".

Callum inclinó la cabeza hacia un lado. Luego levantó su dedo índice.

─ Una pregunta.

⎯¿Qué?

⎯¿Cuándo fue la última vez que te disculpaste con alguien? ¿O eres


tan 'Apex' que simplemente no te molestas con la cortesía y la

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J. R. WARD 03 La Víbora

consideración?

⎯Más o menos. Mato a las personas que se interponen en el camino.

⎯Ah, entonces no estamos bien versados en la práctica común de las


disculpas. Correcto. Bueno, déjame explicarte algo, depredador. Por lo
general, hay contexto en torno a las dos palabras sobre las que has
apostado. Hay una explicación, una promesa de hacerlo mejor, tal vez
un plan para mejorar uno mismo.

El vampiro entrecerró los ojos. ⎯¿Quieres todo eso? En serio.

Mientras el vampiro estaba de pie a la luz del fuego, vestido con ese
uniforme negro que le había quitado a un guardia de la prisión
muerto... era realmente bastante sexy, su cabello corto, sus ojos
brillantes, esos hombros anchos y cuerpo fuerte el tipo de paquete que
un lobo no veía muy a menudo.

Y esta disculpa incómoda, la cosa tímida fue jodidamente linda.

De repente, el agua suave que se movía con una corriente natural ya


no se sentía como algo para bañarse. Se sentía como manos sobre su
cuerpo. Labios… sobre su cuerpo.

Acariciándolo en lugares en los que deseaba mucho que este


depredador parado frente a él entrara.

⎯En realidad, olvida la disculpa, ⎯dijo Callum arrastrando las


palabras⎯. Me apetece algo más de ti.

⎯No canto. No bailo. Y no sé leer.

⎯Estaba pensando en algo completamente diferente. ⎯Él torció el


dedo⎯. Ven aquí, depredador. Te diré lo que quiero de ti… o te lo
mostraré, si lo prefieres.

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Dentro de la choza roja, Kane negó con la cabeza a la anciana. —No,


no. Yo no, tú tienes que ayudarla.

Volvió a pasar la mano por la frente de Nadya. Estaba incluso más


caliente de lo que había sentido en el camino hasta aquí, pero su piel
estaba tan seca como el desierto. En su rostro, él podía entender cómo
la cicatrización podría evitar la transpiración, pero lo mismo parecía
cierto en sus extremidades donde no había sido golpeada por el ácido.

—Por el contrario, depende de ti y solo de ti si ella quiere sobrevivir, —


dijo la anciana⎯. Tú eres quien puede alejar el calor de ella. Acuéstate
a su lado y pon tu carne desnuda sobre la de ella.

—¡Eso sólo la pondrá más caliente!

Hubo una pausa, y la expresión en el rostro de la hembra mística


cambió. Pero no le importaba si la ofendía.

Justo cuando estaba a punto de señalar eso, ella miró por encima del
hombro hacia la salida. —No esta noche. Seguramente no esta noche.

—Señora, —dijo bruscamente mientras trataba de ser exigente y


respetuoso⎯. Necesito que…

—Quédate aquí, —dijo con urgencia mientras volvía a concentrarse en


él⎯. Y haz lo que te digo. Debes poner tu piel sobre la de ella…

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—No va a funcionar…

—Entonces obsérvala morir… ¡es tu elección!

El tono de la anciana lo atravesó como una bofetada en la cara, y sintió


que sus cejas se levantaban. —Está bien... lo haré.

No es que ella pareciera escucharlo. Fue hasta la cortina de la choza y


la levantó parcialmente. Cuando ella se asomó, pensó que estaba
probando el aire en busca de olores, pero no estaba seguro.

Dándose la vuelta, lo miró a los ojos. —Debes quedarte aquí. Puedo


protegerte si estás bajo este techo. Si te vas, estarás solo, y ella
definitivamente no sobrevivirá. Es tu elección.

Entonces la hembra se agachó. Lo que sucedió después... Kane no


estaba muy seguro.

Las paredes de la cabaña empezaron a agitarse, como si hubiera un


viento que se arremolinara en el exterior, y luego hubo una vibración
que subió por la tierra, del tipo que entraba en él a través de su
contacto con el suelo y subía por su propio cuerpo.

Después de eso, todo se volvió translúcido: seguro, como si una luz


brillante resplandeciera en el exterior de la estructura, la tela pesada
pareció desaparecer, una niebla roja reemplazó a la que había sido
sólida.

Así fue como vio a la anciana cambiar de forma justo afuera del
refugio.

En un momento, ella estaba sobre dos piernas; al siguiente, se


contorsionó, su forma cambió hasta que estuvo sobre cuatro patas.

Cuando ella echó la cabeza hacia atrás y aulló, el espeluznante sonido


penetró en sus huesos y miró a Nadya. Las cosas habían tomado un
giro muy paranormal, y eso era decir algo, considerando que él era un
vampiro…

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Una voz interna interrumpió: si te vas, estás solo, y ella


definitivamente no sobrevivirá.

Por un segundo, estuvo confundido acerca de sus orígenes, pero luego


el mensaje realmente se hundió.

—Nadya, —dijo⎯, necesito acostarme contigo.

Comenzó a quitarse la ropa, y al desnudar su torso, pudo sentir


realmente el calor que surgía de ella, seguro como si estuviera frente a
un fuego. Moviéndose más rápido, se quitó las botas, sacó los
calcetines, se quitó los pantalones. Sin ropa interior.

Mirando su sexo, le dio una rápida charla para que no se excitara. Esto
era con fines medicinales, le dijo a la maldita cosa.

—Me voy a acostar contigo ahora.

Ella gimió un poco y se movió debajo de la toalla. —¿Kane?

—Sí, —dijo con urgencia⎯. Sí, soy yo.

—Ayúdame…

—Voy a… Tengo que acostarme contigo.

Nadya levantó los brazos, rodando de un lado a otro sobre el jergón.

—Aquí estoy.

Apretando los dientes, se movió hacia abajo y se estiró junto a ella.


Inmediatamente, ella se acomodó contra él, su cuerpo como
acurrucándose contra una roca que se había estado horneando al sol,
el calor seco lo calentaba como si, efectivamente, su carne fuera una
esponja para ello.

El suspiro irregular que dejó escapar sugería que no todo estaba en su


mente, que lo que la anciana le había dicho que hiciera podría
funcionar.

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—Solo voy a acomodarnos, —dijo torpemente mientras movía los


brazos, cambiaba las piernas y las colocaba mejor.

Y así fue como, por primera vez en doscientos años, llegó a estar
desnudo con una hembra.

No, eso no estaba del todo bien. Cordelhia nunca había estado
completamente desnuda las pocas veces que habían estado juntos. Ella
siempre había declarado la necesidad de su modestia conservando sus
camisones de seda y, por supuesto, él había querido honrar lo que la
hiciera sentir más cómoda.

Además, aunque había querido una mayor cercanía de su shellan,


nunca había estado seguro de si eso era solo la naturaleza de los actos
sexuales, o si era específico de su pareja. No es que la respuesta a eso
hubiera importado. Solo quería que Cordelhia fuera feliz, sin importar
lo que eso implicara.

—Shhh, —dijo mientras pasaba la mano por el hombro de Nadya.

No estaba seguro de si estaba tratando de calmarla a ella... o a sí


mismo.

Esto se sentía mal, acostarse con otra hembra.

También parecía tan, tan correcto…

Justo afuera de la niebla roja de la cabaña, escuchó otro aullido,


después del cual hubo voces, machos hablando con urgencia de un
lado a otro.

Estaban bajo ataque, pensó ¿De quién, sin embargo?

Esa era otra pregunta que no requería una respuesta. No ahora


mismo, al menos. Solo podía esperar que Apex, Lucan y Mayhem
ayudaran a los lobos.

—Te tengo, —susurró mientras cerraba los ojos.

El calor que entraba en su cuerpo era implacable, al punto que estaba

292
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convencido de que iba a tener más quemaduras. Pero mientras Nadya


saliera de esto de alguna manera, cualquier sufrimiento de su parte
valdría la pena.

Dentro de la guarida de los lobos, Apex se encontraba en un


precipicio, y la tentación era saltar a la cuenca natural bastante
milagrosa que, dado el vapor que se elevaba, tenía algún tipo de fuente
subterránea de calor: el macho en el agua ondulante miraba hacia
arriba con una invitación que era inconfundible, y el impulso de entrar
allí con él y averiguar qué más podía pasar cuando estaban en privado
era irresistible.

—Tu nombre es Callum.

El lobo asintió. —¿Cómo me has estado llamando en tu cabeza? Tengo


curiosidad. Para mí, eras ese vampiro. “E” mayúscula, “V” mayúscula.

—No te he estado llamando nada.

—¿Estás seguro de eso? Incluso cuando no estabas durmiendo hoy.

Apex dio un paso adelante. —No tenía que darte un nombre.

—¿No?

—Acabo de recordar cómo te veías de rodillas frente a mí.

La vibración que ronroneaba hacia arriba y hacia afuera del macho en


la piscina era un sonido tentador si Apex alguna vez había escuchado
uno, y luego la mano de Callum desapareció bajo la agitada superficie
del agua. Mientras se mordía el labio inferior con afilados colmillos
blancos, sus ojos brillaban.

—¿Qué estás haciendo, lobo?

—¿Te gustaría ver, depredador?

293
J. R. WARD 03 La Víbora

Joder, sí. —Muéstrame.

El macho se levantó de la repisa en la que estaba sentado y, a la luz del


fuego, los músculos de sus hombros y su pecho brillaron, las gotas de
agua de manantial caían del contorno de su torso. Pero no todo fue
fácil de ver. El nivel en la piscina era tal que Apex simplemente se
burló al ver una mano fuerte envuelta alrededor de un eje que era
largo y duro.

Mientras el lobo se acariciaba, su antebrazo se flexionó y se relajó, las


venas reventando, la fuerza erótica como la mierda.

—¿Te gusta esto, depredador?

—Sí…

—Bueno. Me gusta que me mires —el macho se quedó sin aliento—… a


mí.

Esa mano se movió más rápido, y Apex comenzó a sentir la caricia en


su propia polla, como si por alguna alquimia, el toque se transfiriera a
través de la distancia entre ellos.

—Dime… algo… depredador…

Dios, no podía pensar. Le consumía ver cómo el nivel del agua


coqueteaba con la paja, las revelaciones y oscurecía un espectáculo de
voyeur que lo hacía todo más cautivador.

—¿Qué? —Apex respiró.

El lobo dejó de hacer lo que estaba haciendo, una parodia total de la


naturaleza en opinión de Apex.

—Nunca has estado con un macho antes, ¿verdad?

Apex abrió la boca. La cerró. Luego pensó, a la mierda. —No, no lo he


hecho.

La sonrisa que le devolvió fue lenta y muy, muy satisfecha. —Que

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J. R. WARD 03 La Víbora

divertido. Espero esto aún más.

Con eso, Callum comenzó a masturbarse correctamente, la bomba


fuerte y rápida, la cabeza de su polla saliendo de la superficie de la
piscina, la cabeza del lobo cayendo hacia atrás, sus labios
entreabiertos, su caja torácica expandiéndose y contrayéndose...

El orgasmo fue delicioso, salió pateando a la piscina, y Apex tuvo un


impulso irresistible de saltar y capturarlo todo, tragarlo, alimentarse
de la liberación.

Pero no se movió. Incluso mientras sus ojos consumían el placer y su


mente se arremolinaba con anticipación, justo cuando su cuerpo
ansiaba hacer girar al lobo, empujarlo boca abajo sobre el borde de la
piscina y montarlo por detrás...

Sus oídos escuchaban algo que no estaba bien.

A lo lejos, hubo un aullido, el sonido lo suficientemente fuerte como


para llevar por el pasillo a esta cueva privada de mierda que el lobo
claramente había hecho un buen uso antes.

Y luego vinieron los gritos.

Eso llamó la atención de Callum. Su cabeza volvió a la derecha y miró


hacia la cabeza del túnel de roca.

—¿Qué ocurre? —Apex exigió mientras sacaba su arma.

—Cazadores. Malditos cazadores.

Seguro como si se hubiera accionado un interruptor, el lobo se despojó


del manto de la pasión y saltó fuera de la piscina, se puso los
pantalones y fue en busca de un alijo de armas.

—Son de ese hotel que se está construyendo. Vienen de noche al


territorio y tratan de sacarnos de las madrigueras, pero al menos la
mayoría de nosotros tenemos otros lugares para vivir, siendo este
nuestro espacio comunitario sagrado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El macho revisó las balas en su arma. —Lo único que podemos hacer
es defender lo que es nuestro y enterrar los cadáveres. Lo que no
necesitamos es que se enteren de nuestra verdadera identidad como
lobos…

Callum dio media vuelta y se dirigió al pasillo. Cuando Apex se colocó


detrás de él, el macho se detuvo y miró hacia atrás.

—¿Qué estás haciendo?

En la distancia, hubo más aullidos.

Apex se inclinó hacia el tipo. —¿No te lo dije ya? Soy muy, muy bueno
matando cosas.

Hubo una fracción de segundo de silencio.

Entonces ese lobo con la palma mágica y el cuerpo perfecto selló sus
labios con los de Apex.

— Eso es un regalo para otro día, —dijo el macho con brusquedad⎯. Y


también, un agradecimiento.

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J. R. WARD 03 La Víbora

CAPÍTULO TREINTA

Cuando Callum salió de su guarida, Lucan ya estaba corriendo hacia él


seguro como si su primo hubiera venido a activar la caballería de
cuatro patas.

—Están caminando por el sendero, —dijo su primo⎯. Y no son los


cazadores.

—¿Los guardias de la prisión? — Callum miró hacia atrás mientras el


depredador se alejaba⎯. ¿Nos encontraron?

—No es tan difícil. Teníamos otras cosas en mente además de


permanecer estrictamente ocultos. Mi compañero está vigilando
detrás de aquí. Tenemos que preparar las posiciones…

Una bala pasó silbando y golpeó una veta de roca.

—Joder, —dijo Callum mientras todos se agachaban.

Otro aullido flotó en el aire de la noche desde algún lugar a la


izquierda, y Callum supo qué lobo era por la ascendencia de las notas.

—¿Cuántos? —exigió mientras se apresuraban detrás de las rocas que


afloraban en su guarida.

De la nada, un Mayhem nervioso, se volvió a formar. —Una docena o

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J. R. WARD 03 La Víbora

más de guardias con equipo táctico. Las armas tienen silenciadores. Y


el último tipo en la fila tira de un trineo vacío, como si esperaran
llevarse rehenes vivos con ellos.

Otra bala rebotó en una roca y luego se hundió en la tierra a unos


treinta centímetros de la cabeza de Callum.

—¿A quién diablos le están disparando? —Lucan murmuró mientras


se colocaba junto a su shellan.

—Están tratando de sacarnos, —dijo la hembra humana⎯.


Movimiento clásico. Confían en que no podamos contener el fuego y
quieren que desperdiciemos municiones y mostremos nuestras
posiciones. Y no vamos a hacer ninguna de las dos.

La hembra estaba enfocada únicamente en la entrada del sendero al


claro, con sus ojos entrecerrados, su arma en alto y apuntalada contra
una uve en las piedras. Estaba lista para defender un territorio que
técnicamente no era suyo.

Excepto que el enemigo que se les acercaba era personal, ¿no?

Mierda. Con esa humana entre ellos, no podían desaparecer y dejarla


morir. Tenían que quedarse y luchar.

Ese fue su último pensamiento convincente.

Como si alguien apretara el botón de encendido, de repente hubo


descargas provenientes de casi todas las direcciones, pedazos de
troncos de árboles salieron volando, babosas de plomo golpearon
rocas y chisporrotearon, arrojando montones de tierra. Mientras el
olor a pino se cuadruplicaba en la noche y él comenzaba a devolver el
fuego, una bala pasó silbando junto a su oído.

Desde la dirección opuesta.

—También están detrás de nosotros, —anunció mientras giraba.

La buena noticia, si había alguna, era que había una trinchera natural
en el paisaje y ellos estaban en ella, por lo que había algo de cobertura

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J. R. WARD 03 La Víbora

desde la retaguardia. Al menos todos recibieron el memorándum, la


mitad de ellos continuaron defendiendo el frente de su posición,
mientras él y Apex comenzaron a disparar rondas contra la formación
de pinos detrás de ellos…

Alguien fue herido. Olía a sangre fresca de la variedad vampírica, pero


no había tiempo para preocuparse por quién y cuántos.
Afortunadamente, junto a él, Apex seguía disparando en círculos
lentos, enviando balas a los árboles.

Hubo un breve grito, una orden de ladridos, y luego las sombras se


movieron de sus posiciones, los guardias se acercaron. Mientras el
viento soplaba, Callum percibió el olor de los vampiros en medio de la
quemadura acre de la pólvora, la tierra fresca y el aire de la noche.

Necesitaban más munición. Más armas.

Y con los suministros de su guarida agotados, solo había una forma de


conseguirlo todo.

De la manera difícil, esa era.

Desde su escondite en la trinchera, Apex podía rastrear las figuras que


se movían de tronco en tronco, y no se sorprendió al ver todos esos
familiares uniformes negros. Debería haber sabido que los guardias
los encontrarían. Tal vez había localizadores en los uniformes de los
que nadie se había percatado. ¿Quién diablos sabía?

—Voy a buscar más munición en mi garaje.

Girando la cabeza, miró a su lobo. —No, te vas a quedar aquí. No


sabemos cuántos más hay en la montaña, y necesitamos…

—No dejes que te maten, depredador. Tengo planes para ti más tarde.

Y eso fue todo. El hijo de puta imprudente simplemente se esfumó.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Me estás tomando el pelo? —Apex dijo a la absolutamente nada a


su lado.

Una bala que le mordió el hombro lo devolvió a la realidad, y reanudó


las rondas de disparos panorámicos hacia lo que fuera que estaba ahí
afuera.

—¡Lucan!

El sonido del pánico de Rio lo hizo girar. Excelente. Jodidamente


maravilloso. El compañero de la hembra se había derrumbado sobre
su costado, con las manos empujadas contra su ingle, lo que sugería
dos posibles lesiones, ambas fatales, solo que de diferentes maneras.

En una, tenía la arteria femoral perforada y estaba sangrando.

En la otra, acababa de ser castrado.

La hembra de Lucan empujó su arma hacia Mayhem y el tipo disparó


con dos cañones, enviando solo Dios sabe cuánto plomo al frente. Y
mientras intentaba la compresión para detener el sangrado, Apex
también siguió apretando el gatillo.

Hasta que le vaciaron el arma.

Después de lo cual las cosas quedaron en silencio detrás de él. Con una
mirada rápida por encima del hombro, se encontró con los ojos de
Mayhem. El macho negó con la cabeza una vez.

También se había quedado sin balas.

—Hijo de puta, —murmuró Apex mientras se preparaba para lo que se


avecinaba.

Maldito infierno. A menos que ese lobo hiciera un milagro y regresara


aquí en los próximos treinta segundos, iban a ser capturados y
arrastrados fuera de la montaña.

Ya sea de pie en cuellos y puños.

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J. R. WARD 03 La Víbora

O en bolsas para cadáveres.

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Era un paisaje de ensueño.

Cuando Nadya sintió que el horno dentro de ella comenzaba a perder


algo de su calor, se sintió tan aliviada que una disociación flotante
terminó el trabajo de levantarla y alejarla del dolor. Suspendida en un
lecho de aire suave, con el tiempo deteniéndose por completo, se
contentó con dejar que la tensión se disipara de sus articulaciones y
extremidades.

La ausencia de rigidez fue tan impactante que se vio obligada a


moverse, y fue entonces cuando descubrió que no estaba sola.

Excepto que ella ya sabía esto.

—Kane... —susurró ella.

—Estoy aquí.

Más relajada ahora, se dijo a sí misma que abriera los ojos y lo mirara,
pero sus párpados estaban muy pesados. Además, ¿por qué pelear
algo? Por una vez, ella estaba sin molestias.

Y ella estaba con él.

Y... estaba muy, muy desnudo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Ella también.

Nadya descubrió todo esto mientras arqueaba la columna vertebral,


sus senos desnudos chocaban contra su pecho desnudo, sus pezones se
erguían por la fricción, así como el conocimiento de que estaban
acostados sin la complicación de la ropa.

—¿Qué sucedió? —ella murmuró⎯. ¿Dónde estamos?

Esto tenía que ser un sueño, ¿verdad? Seguramente esto era un sueño.

—Estamos a salvo.

—¿Estábamos en peligro?

—No tienes que preocuparte por nada.

Cuando sintió que su mano le acariciaba la cabeza, tuvo un momento


de ansiedad al imaginarlo pasando la palma de la mano y los dedos
sobre los parches de bello incipiente. Excepto que asumiendo que esto
era un patio de juegos creado por su subconsciente, decidió fingir que
tenía cabello nuevamente. No cabello largo, como había sido, sino
algún tipo de crecimiento regular allí arriba. ¿Quizás un halo de rizos
cortos y suaves?

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

—Me siento... increíble. —Se estiró de nuevo, y tuvo que admitir que lo
hizo de manera deliberada, de modo que su pezón corrió por lo que
tenía que ser su esternón⎯. Realmente increíble.

Se quedó sin aliento, como si hubiera sentido exactamente lo que ella


quería que sintiera. Y entonces un escalofrío la recorrió.

Para animar a esta fantasía a ir más allá, movió la pierna, doblando la


rodilla de una forma tan fluida que le resultaba desconocida, ya que la
función normal había estado ausente de su experiencia de deambular,
de vivir, durante mucho tiempo. Y, por supuesto, porque así lo quiso,
se aseguró de que su rodilla pasara entre las de él.

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J. R. WARD 03 La Víbora

De modo que el interior de su muslo acariciaba el interior del de él.

—Nadya…

Por un momento, le preocupó que él le estuviera diciendo que se


detuviera. Pero entonces su palma fuerte y ancha se deslizó por su
hombro y sobre su espalda, haciendo un descenso en picado que
terminó en una de sus caderas. Cuando comenzó su viaje de regreso,
torció el torso de una manera que antes hubiera sido completamente
imposible, de una manera que llevó su seno directamente a su
pectoral.

—Oh, Dios… —Su voz era estrangulada, pero en el buen sentido, su


anhelo claramente apretaba su garganta⎯. Nadya.

—Me encanta la forma en que dices mi nombre así.

—¿Cómo lo digo?

—Como si tuvieras hambre.

Con una audacia que provenía de que esto era una especie de sueño,
decidió explorar un poco por su cuenta, su mano moviéndose sobre los
músculos de su brazo, sintiendo su fuerza acordonada, sus huesos
largos. Tenía una constitución tan diferente a la de ella, todo duro e
inflexible, y eso le gustaba. Ella quería eso. Nada suave, todo él duro...
para poder entrar en ella.

Moviendo sus caderas hacia adelante, sintió la protuberancia de su


erección, y la longitud caliente era una marca que no le importaba
quemar. Especialmente cuando tomó aire.

—¿Estás bien? —ella preguntó.

—¿Bromeas?

Ante su respuesta seca, ella tuvo que reírse. Y entonces nada pareció
particularmente gracioso cuando él se tumbó de espaldas, dándole
todo su cuerpo para que lo explorara. Metiendo la cabeza en su
garganta, pasó la mano por sus pectorales y sobre su corazón. Luego

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J. R. WARD 03 La Víbora

siguió adelante, sintiendo las crestas de su abdomen.

Bordeando hacia un lado, el hueso de su cadera era un elegante arco, y


la extensión de su muslo era gruesa y surcada por músculos que se
flexionaban bajo su toque.

Él atrapó su mano, deteniéndola cuando ella se acercó a su sexo. —


Nadya. ¿Estás segura de que sabes lo que estás haciendo?

—Sí …

—Abre los ojos, entonces.

Ella pensó en eso. —No, porque entonces esto sería real. ⎯Cuando
sintió que él retrocedía bruscamente, negó con la cabeza⎯. No quiero
ser quien soy contigo. Si es así, si es un sueño... entonces puedo estar
completa. Yo quiero ser así.

Las lágrimas asomaron a sus ojos, y mientras empapaban sus


pestañas, se preguntó si él no cumpliría su deseo. Si tuviera que
levantar los párpados para poder borrar el viejo y familiar dolor…

—Eres todo para mí, —dijo en voz baja⎯. Abre tus ojos.

Preparándose, levantó los párpados y allí estaba él de verdad, el


macho con el que nunca se había atrevido a fantasear de esta manera,
aunque hubiera querido. Con una mano temblorosa, alargó la mano y
le tocó la cara.

—¿Estás realmente aquí?

—Sí.

Miró más allá de él y sintió cierto alivio. La extraña niebla roja que los
rodeaba era completamente inverosímil, y ella se consoló con eso. Así
que esto en realidad era un sueño, incluso esta parte que se sentía
como si él…

—Gracias, —dijo bruscamente.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—¿Por qué? —murmuró mientras ella pasaba su mano sobre su


hombro.

—Por tocarme. Por querer... tocarme.

—¿Cómo podría no querer eso? —Siguió yendo hacia su suave


pecho⎯. Eres hermosa.

Había un extraño dolor en su rostro, una oscuridad en sus ojos. Pero


al sacudir la cabeza, ella tuvo la sensación de que se deshacía de ella,
cerrando una puerta con firmeza.

—Quiero besarte, —dijo él.

—Bésame entonces.

Ella inclinó su barbilla hacia arriba, levantando su boca en posición, y


él bajó su cabeza hacia la de ella. El roce de sus labios contra los de
ella fue suave, una calidez aterciopelada, tentadora y reconfortante al
mismo tiempo.

—Más, —murmuró ella mientras él se alejaba. Kane sonrió.

—¿Más?

—Sí.

Sus palabras eran sencillas, las sílabas ni rápidas ni lentas, pero cada
respuesta estaba cargada de una poderosa electricidad que traía
consigo un gran calor, un calor volcánico.

Su mano capturó su pecho y ella se arqueó contra él, su gemido fue


tragado por él. Y cuando él la exploró, jugueteando con su pezón con
el pulgar, acariciando su peso y moviéndose hacia el otro lado, ella
encontró un ritmo en sus caderas para que también lo acariciara.

Acarició su erección con su pelvis.

Entre sus piernas, su sexo se hinchaba y humedecía, y cada vez que se


movía contra él, el calor se redoblaba. Pero no era como antes. Este

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tipo de calor no era nada doloroso. La hizo sentir viva.

Y hermosa.

Clavando las manos en su pelo, se aferró a él, entregándose


plenamente a lo que estaba ocurriendo entre ellos: la exploración
burlona, la promesa de liberación, la seguridad de saber que ese
hermoso varón no la juzgaba como menos.

Pero en cambio la vio como digna, exactamente como era.

Cuando Kane miró fijamente a Nadya a los ojos, se dio cuenta de algo
en el fondo de su mente, una alarma sonando, silenciosa y
persistentemente. Había un problema del que tenía que preocuparse.
Algo urgente…

—Me encanta que quieras tocarme.

Las palabras salieron de su boca y lo sorprendieron porque revelaron


una verdad que era compleja, y se guardó la segunda mitad para sí
mismo: su shellan nunca lo había deseado. Y, queridísima Virgen
Escriba, había una gran diferencia entre el deber y el deseo.

El toque de Nadya fue como un amanecer, y trajo buena calidez. Del


tipo curativo.

Pensó que tenía más cosas que decir, pero luego la estaba besando de
nuevo, disfrutando de la diferencia de estar con una hembra que lo
deseaba. Que no solo lo necesitaba. Y eso no llevó su atracción al
siguiente nivel.

A nivel del alma.

Lo siguiente que supo fue que sus labios estaban a un lado de la


garganta de Nadya, pero cuando ella inclinó la cabeza para ofrecerle
su vena, supo que no era una buena idea. Parecía haberse recuperado.
Simplemente no sabía por cuánto tiempo, y no estaba dispuesto a

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J. R. WARD 03 La Víbora

correr riesgos.

Además, había otros lugares en los que quería poner la boca.

Su pecho era un oleaje suave y cremoso, liso y sin cicatrices, el pezón


tenso y listo para que él lo capturara. Así lo hizo. Succionando la
carne, la hizo rodar con la lengua, dando vueltas y vueltas, antes de
agarrarla de nuevo.

Debajo de él, ella se arqueaba aún más, su cuerpo tan fluido, su pecho
inflándose al tener que introducir aire en sus hambrientos pulmones.
Con su mano libre, la que no le servía de apoyo para no aplastarla,
exploró el otro lado de sus senos, sintiendo el contraste de su piel
entre la punta y los contornos, pellizcando suavemente el pezón,
frotándolo.

Tenía todo y nada de tiempo en el mundo, tan desesperado como


paciente. Lo cual parecía encajar en este extraño plano de existencia
en el que se encontraban: era como si no estuvieran ni aquí ni allá, ni
de hecho, muertos, pero tampoco vivos, en el sentido convencional…

Se suponía que debía estar preocupado por algo.

La convicción era tan fuerte que levantó la cabeza y miró por encima
del hombro desnudo. La niebla roja que los rodeaba y daba la
impresión de que flotaban, parecía un límite impenetrable, sin forma
de entrar o salir de él. Y, sin embargo, recordó algo acerca de que la
salida estaba justo ahí, en la trampilla.

—¿Kane?

Parpadeando, sacudió la cabeza y volvió a concentrarse. —Hola.

—¿Estás bien?

—Necesito... hay algo ahí fuera, algo peligroso.

—¿Dónde estamos?

—En la montaña. Creo. No sé. —La anciana, pensó. Ella me dijo…

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J. R. WARD 03 La Víbora

¿Qué le había dicho? La hembra canosa le había dicho…

— Quédate aquí, —espetó⎯. Eso es lo que dijo. Tengo que quedarme


aquí contigo.

Y, sin embargo, eso no se sentía bien. Simplemente no podía recordar


por qué, como si su memoria fuera como el paisaje al otro lado del
límite brumoso. Demasiado lejos para recordar.

—Bueno, me alegro de que estés aquí.

Obligándose a dejar el éter en paz, miró a la hembra que yacía


desnuda en sus brazos. ⎯Te deseo.

—Entonces tómame, —dijo Nadya.

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Según la jodida regla de la guerra, cuando te quedabas sin munición y


en una posición que no ofrecía suficiente cobertura para ser
considerada ni remotamente defensiva, y cuando ningún refuerzo
hacía acto de presencia, sólo quedaba una cosa por hacer.

Sacó el pasador de su granada de ataque e hizo algo tan


escandalosamente estúpido que el enemigo se quedó brevemente
congelado en la incredulidad.

—Yo me encargaré de esto, —dijo Apex a nadie en particular.

¿Dónde estaba ese maldito lobo?

—¿A dónde vas? —Rio replicó mientras levantaba la vista de Lucan.

—Saldré a dar un paseo por el bosque.

—Apex…

Cerrando los ojos, se desmaterializó en el campo de batalla, volviendo


a formarse detrás del único guardia que se había quedado en la misma
posición. El resto de ellos se movieron, cambiando de árbol a roca a
árbol. No este chico.

El señor Estático se estaba cagando en los pantalones por su primera

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experiencia de combate. O estaba herido. O tal vez simplemente le


gustaba la vista.

En cualquier caso, Apex estaba sobre él antes de que el bastardo se


diera cuenta, una cuchilla afilada abrió una puerta de granero en su
arteria carótida y al mismo tiempo dejó su tráquea no funcional. No
más notas altas o bajas para él.

Atrapando el cuerpo cuando empezaba a desplomarse, Apex lo dejó en


el suelo, le quitó las armas y esperó.

Tres …

Dos …

Uno.

Otro guardia estaba en una posición adelantada a unos veinte pasos de


distancia. Nivelando el cañón de la pistola que acababa de tomar,
Apex esperó el destello después de apretar el otro gatillo, y luego
disparó una bala propia al objetivo que se reveló: Hubo un grito
estrangulado, y luego el oh… sonido tan encantador de un saco de
patatas golpeando el suelo.

Con una rápida revisión del cargador, confirmó que tenía siete balas
en la recámara. No es suficiente. Manteniendo sus ojos en lo que
estaba frente a él, palmeó al guardia desangrado, sintiendo el calor del
cuerpo aun irradiando desde el torso, y encontró…

—Tira el arma y las manos arriba o te disparo en la cabeza.

Apex maldijo y consideró tratar de desmaterializarse. Hasta que sintió


el círculo preciso de la boca de un arma en la parte posterior de su
cráneo.

—Estoy esperando, —espetó el guardia.

Cuando Apex lanzó el arma de fuego, la pérdida de munición dolió


tanto como la pérdida del arma en sí, y luego levantó las palmas de las
manos de la manera clásica. El tintineo de las esposas era un sonido

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J. R. WARD 03 La Víbora

musical, y sintió que su muñeca derecha era agarrada bruscamente y


esposada con acero. Pero a él no le importaba eso. Estaba esperando el
giro.

Porque, de verdad, alguien necesitaba darle la bienvenida al hijo de


puta con un cabezazo.

En el segundo en que su cuerpo fue enviado a dar un pequeño giro,


él…

El arma fue empujada directamente a su cara, con tal fuerza que le


dobló la nariz. No reconoció al guardia, pero no era como si hubiera
ido a un cóctel con ninguno de los hijos de puta.

—Si haces que te dispare ahora mismo, prisionero, no sabrás si tus


amigos lograron salir de aquí con vida.

Bueno, supongo que por eso el bastardo se estaba tomando su tiempo


con esa cosa de la muñeca izquierda.

Cuando el guardia hizo una señal con la cabeza, hubo un crujido


detrás de las rocas, y cuando Apex miró hacia el sonido, vio que
Mayhem y Rio salían de esa trinchera detrás de la pequeña fiesta en la
piscina de Callum. Había un par de guardias con ellos.

Lucan estaba siendo arrastrado por los brazos y parecía estar


inconsciente.

—Me jodes, —dijo el guardia⎯, y ordenaré que les disparen a los tres.
Aquí y ahora.

Apex maldijo en su cabeza. Sí, los habían superado en número, pero


maldita sea. Y no hace falta decir que los llevarían de regreso al campo
y los usarían como ejemplos de lo que no se debía hacer.

Esas clavijas en esa pared manchada iban a tener un nuevo juego de


pesos corporales para sostener en su lugar.

—Vamos a sacarlos, —dijo el guardia⎯. ¿Tenemos el limpia…

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J. R. WARD 03 La Víbora

Como la pregunta se interrumpió, Apex no prestó atención. Estaba


demasiado ocupado analizando las probabilidades de las ideas de
escape y calculando cuántos ataúdes probablemente se necesitarían en
cada escenario.

Y luego se dio cuenta de que el arma que le apuntaba ya no estaba.

Tampoco lo estaba su guardia.

Apex miró hacia abajo.

Bueno. Esto había sido inesperado. El macho del uniforme parecía


haberse roto espontáneamente toda la garganta: había sangre roja
brillante por todas partes.

La pregunta era quién había hecho el trabajo manual con el cuchillo.

Los dos guardias que habían conectado en cadena a Mayhem y Rio


comenzaron a gritar, y fue con una sensación de total irrealidad que
Apex vio que algo salía de la oscuridad y se dirigía a sus gargantas.

No era un vampiro, eso era seguro. Era más como el tronco de un


árbol que de repente había cobrado vida propia, moviéndose con una
gracia vigorosa. Atacando con precisión mortal.

La montaña misma defendiendo a los suyos.

Ambos guardias cayeron al suelo, uno tras otro.

Y luego Rio se arrojó sobre Lucan, poniendo sus muñecas esposadas


como si estuviera preparada para usarlas como arietes para
protegerlo.

Claramente, estaba mucho más asustada de lo que sea que


deambulaba en la oscuridad que de los guardias y la perspectiva de ser
llevada de regreso al campo de prisioneros y torturada hasta la
muerte.

¿Qué diablos había ahí fuera?

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J. R. WARD 03 La Víbora

Para Callum, el descenso a su garaje en la base elevada fue muy


rápido. A pesar de que su lado lobo quería correr, se desmaterializó al
escondite de suministros, y en el momento en que llegó, bajó al
armario de armas. Después de cubrirse con armas de balas de varios
calibres, se proveyó de suficiente munición para invadir una
instalación militar.

El problema comenzó cuando volvió a emerger y se aseguró de que el


escondite estuviera seguro. Cuando salió del garaje, captó el olor en el
aire.

Sangre.

Y era de uno de los suyos.

Siguió el rastro hasta el bosque unos doscientos metros y encontró al


lobo degollado justo al lado del sendero. Se puso en cuclillas, cerró los
ojos brevemente... y luego olió el pelaje del cadáver.

Vampiro.

No un cazador furtivo humano.

Definitivamente era un guardia, pero ¿cómo diablos habían


encontrado este lugar? ¿Había miles de acres cuadrados, y

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simplemente aparecieron aquí? Mierda. Mirando hacia atrás en


dirección al garaje, se preguntó dónde estaba el rastreador. ¿En la
ropa? ¿O habían hecho algo subcutáneo a los prisioneros que no
sabían?

Con una mano temblorosa, tocó el flanco aún caliente y susurró un


encantamiento a la Loba Gris para que mantuviera al macho a salvo en
el bosque sagrado. Más tarde, regresaría y se ocuparía de los restos…

El sonido de dos machos hablando flotaba en la brisa, y tuvo que


tomar una decisión: permanecer armado y sobre dos piernas para
seguirlos... o aumentar sus sentidos y capacidad para viajar.

No tuvo más remedio que seguir adelante con las armas.

Desmaterializándose unos trescientos metros, volvió a materializarse


detrás de un gran pino y estaba condenadamente agradecido de
conocer todos los árboles de la montaña. Cuando eso lo acercó más,
pero no dentro del alcance, avanzó una vez más...

Y llegó muy cerca.

Cuando se materializó, estaba justo al lado de dos guardias, ambos


vestidos como los del campo de prisioneros. El hecho de que los
machos estuvieran en su tierra, matando a los de su especie, se sintió
como una condena de lo que él y sus dos primos habían hecho cuando
incriminaron a Lucan por petición de los ancianos.

Deberían haberlo sabido.

Ahora los lobos se estaban muriendo porque ellos habían llevado el


campo de prisioneros a la montaña.

Su otro lado exigía expresarse, pero ahogó la furia palpitante en sus


venas. Sacando una pistola con mira láser, apagó el haz rojo y niveló el
cañón. A la luz de la luna que se filtraba, apuntó al de la izquierda.

Cuando apretó el gatillo, deseó que la bala entrara en el plano de la


mejilla del macho y, efectivamente, como si la bala de plomo fuera
controlada a distancia, entró justo debajo del ojo. El sonido de la

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J. R. WARD 03 La Víbora

descarga llamó la atención del compañero del guardia, pero la


cantidad de tiempo que le tomó sacar su arma e intentar triangular de
dónde había venido el ataque fue demasiado grande.

Callum lo eliminó como si fuera una lata en una cerca.

Cuando el guardia se unió a su amiguito al reposo permanente, Callum


se quedó inmóvil, conteniendo la respiración… habría detenido su
corazón si hubiera podido.

Había más sonidos más adelante.

Era demasiado peligroso para desmaterializarse… si hubiera habido


otros guardias dentro del campo de visión del par que había matado,
él mismo podría haber sido exterminado.

Se quedó en silencio mientras se movía entre los pinos, agradecido de


que, con los duros inviernos, no había mucha maleza que pisotear.

Su lado lobo lo habría hecho mucho mejor. Pero de nuevo, no podía


dejar el arsenal.

¿Por qué diablos no había guardado más provisiones en la montaña?

Porque siempre había sido un lugar pacífico y protegido.

A excepción de los cazadores furtivos humanos, por supuesto… que


eran presa fácil, muy diferente de una fuerza armada y entrenada
profesionalmente, tratando de recuperar a sus prisioneros…

Callum.

Justo cuando escuchó su nombre, su bota aterrizó en un palo seco, y el


crujido fue tan fuerte como el estallido de un mortero.

Y cuando volvió la cabeza para ver quién lo había llamado, una bala lo
golpeó de lleno en el pecho, derribándolo.

Cuando aterrizó de espaldas, trató de levantar su arma para tener la


oportunidad de defenderse. Su brazo no estaba funcionando, y cada

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J. R. WARD 03 La Víbora

respiración era como ser apuñalado en el esternón. Girando la cabeza


hacia un lado, tosió sangre y pensó...

Guau, así que este es el fin.

Siempre supo que moriría en la tierra del clan, nunca anticipó vivir
hasta la vejez. Aun así, era un shock darse cuenta de que lo que parecía
algo lejano en el futuro estaba sucediendo en este momento.

Se estaba muriendo.

Supuso que debería estar pensando en su familia, desde sus padres,


que habían fallecido hacía mucho tiempo, hasta su centenar de
hermanos que habían nacido, vivido y muerto durante los últimos dos
siglos.

En cambio, lo único que tenía en mente era a su vampiro.

¿Su depredador vendría a este lugar en algún momento, después de


que su alma se hubiera ido de su cuerpo, y lo vería acostado aquí?

Habían tenido tan poco tiempo…

La aproximación de su asesino fue en su mayoría silenciosa, pero no


del todo, confirmando, no es que lo necesitara, de que quienquiera que
le hubiera metido una bala no estaba bien versado en abrirse camino a
través de un entorno boscoso.

Un par de botas negras entraron en su campo de visión, seguidas de


un par de piernas hasta un torso delgado.

Era una hembra, y lo miraba con un desapego característico de las


personas que matan a menudo y no siempre bajo provocación.

⎯Estaba apuntando a tu corazón, ⎯dijo tranquilamente mientras


colocaba su rifle sobre su brazo⎯. Mi maldita vista necesita ser
calibrada.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Después de que Kane escuchó disparos y salió de la cabaña roja, no se


dio cuenta de si había abandonado su cuerpo… o si más bien lo habían
expulsado de él.

Pero ahora estaba de regreso, y cuando sintió que sus huesos


aceptaban su peso, se humedeció los labios y probó la sangre. Luego
miró hacia abajo confundido. Un guardia con el uniforme del campo
de prisioneros estaba muerto a sus pies. Y cerca había un par en la
misma condición.

─ Kane.

Se dio la vuelta. Apex estaba de pie junto a él, el macho manchado de


sangre, un juego de esposas colgando de una muñeca. Y fue entonces
cuando se registró el olor a herida. Alguien, uno de ellos, resultó
gravemente herido…

Lucan estaba tendido sobre las agujas de pino, Rio se arqueaba sobre
él, sus manos esposadas presionaban su ingle.

─ Él es mal, ⎯dijo⎯. Necesitamos un médico.

Kane miró por encima del hombro en busca de la cabaña, solo para
asegurarse de que Nadya estuviera bien…

Qué demonios.

¿Dónde estaba la cabaña?

─ Espera, ⎯dijo mientras comenzaba a correr hacia donde debería


haber estado.

Consciente de que podría haber más guardias en la montaña, casi saltó


sobre el pozo de fuego, excepto que cuando llegó a la ubicación de la
cabaña... nada.

Y eso no fue todo. El lecho del río estaba seco y había arbustos cortos
enraizados en la tierra que no había sido perturbada: sin agua
corriente, sin fogata, sin refugio. Era como si nunca hubiera habido

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J. R. WARD 03 La Víbora

nada ahí.

¿Qué demonios?

Había estado haciendo el amor con Nadya, tratando su cuerpo como


se lo merecía, deleitándose con el hecho de que ella no había estado
cumpliendo con algún deber, sino más bien disfrutando de él
también... cuando escuchó los disparos. Los sonidos del intercambio
de balas habían sido lejanos, pero muy reales, y la idea de que sus
compañeros de prisión o el lobo que los había acogido estaban en
problemas se había clavado en su conciencia.

Fue entonces cuando vio la puerta. Desde la niebla roja que los
rodeaba a él y a Nadya, la salida se presentó como si su cambio de
conciencia hubiera creado el portal. Le había dicho algo a Nadya, algo
como que volvería enseguida, y ella sabía lo que estaba haciendo.

Ella también había oído los disparos.

Y luego salió del refugio, desnudo como el día en que nació, la


sensación de que había estado fuera durante más de un año lo hizo
mirar a su alrededor para volver a catalogar los alrededores. Pero nada
había cambiado porque habían sido meros momentos…

─ ¡Kane!

Rio estaba saliendo del bosque a toda prisa, tropezando con sus pies,
su rostro pálido. ─ ¿Dónde está Nadya? Ella es enfermera…

─ No sé…

Excepto que cuando se volvió hacia el lecho seco del río y la


vegetación, una pierna apareció de lo que parecía ser una grieta en el
paisaje. Y luego, segura como si estuviera atravesando un juego de
cortinas, apareció su hembra, la toalla en la que había estado envuelta
una vez más alrededor de su cuerpo, con los ojos muy abiertos como si
no entendiera lo que estaba pasando.

Por una fracción de segundo, Kane se congeló. Algo era diferente en


ella...

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J. R. WARD 03 La Víbora

─ Necesitamos tu ayuda, ⎯murmuró.

Pero ya estaba mirando a la hembra humana que corría hacia ellos.


⎯¿Quién está herido?

Y como si nada, su hembra pasó corriendo a su lado, lista para hacer lo


que pudiera. Al pasar, le dio un apretón en la mano, y se sintió como si
él estuviera siguiendo su destino mientras corría tras ella. Cuando se
acercaron a Rio, él escuchó a medias mientras le explicaba lo que
había sucedido y señalaba vehementemente hacia donde yacía Lucan.
No era que no le importara que su compañero de prisión resultara
herido.

No podía dejar de mirar a Nadya.

Ella se movía de manera diferente. Más que eso, sin embargo, su


cabello... parecía más espeso en su cabeza, y cuando lo miró, las
cicatrices en su mejilla parecían haberse desvanecido, las crestas
desiguales menos pronunciadas.

⎯¡Kane! ⎯Ella agitaba su mano en su cara. ⎯Necesitamos encontrar


suministros médicos.

De repente, su oído volvió a él, y asintió. Por supuesto. Suministros


médicos. Iría a buscar…

⎯Creo que sé a dónde podemos ir.

Se giró hacia Apex. ⎯Dime.

⎯El garaje, en la base de la montaña. Tenía una camilla, tenía otras


cosas. Es nuestra única oportunidad, suponiendo que ningún lobo
aparezca en una ambulancia. Y diga, aquí. Toma estos.

Presionó las armas en sus manos, y luego el macho dio un paso atrás.
⎯Iré a buscar los suministros. Yo sé cómo entrar en el lugar.

Hubo una fracción de segundo en animación suspendida, como si


ambos estuvieran esperando que el otro dijera algo; luego Apex se
había ido, y Kane estaba corriendo hacia su hembra y haciendo un

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J. R. WARD 03 La Víbora

informe.

⎯Él va por lo que necesitas. Él sabe dónde encontrar…

Dejó de hablar mientras miraba a Lucan. El macho se estaba


muriendo, y todos lo sabían. Se dio cuenta por la forma en que
Mayhem estaba tratando desesperadamente de detener el sangrado,
sus dos manos enormes presionaban la ingle del macho, su rostro era
una máscara de dolor, a pesar de que no estaba herido físicamente.
Mientras tanto, en la cabeza de Lucan, Rio estaba al oído de su
compañero, hablándole, instándolo a que no se fuera.

Como si la elección fuera suya.

Y en el centro, Nadya palpaba el abdomen del macho, como si buscara


más heridas.

Darle a Apex el trabajo de conseguir suministros había sido lo


correcto.

Kane quería estar aquí cuando su hembra perdiera a su paciente y Rio


perdiera su amor. Y mientras contemplaba el triste cuadro, se sintió
absorbido por su pasado... imaginando a Cordelhia en su dormitorio,
con toda la sangre fuera de sus venas y manchando las finas cobijas de
seda y las mantas tejidas que su familia había incluido con su dote de
apareamiento.

Cuando lo invadió una oleada de mareo, alargó una mano y


encontrando una rama de un árbol encontró el equilibrio…

Algo se movió a unos 14 metros de distancia en la línea de árboles.

Entrecerrando los ojos, giró sutilmente la cabeza. ⎯Vuelvo


enseguida.

Con una transformación rápida, se agachó y corrió en la dirección de


la perturbación. Había pensado que estaba cerca del suelo, solo
parecía estar más arriba debido a una elevación en la tierra. Él estaba
en lo correcto.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Era un guardia que había recibido una herida de bala en la cabeza. La


pequeña y pulcra herida de entrada en la sien era muy sencilla y, sin
embargo, muy letal, solo se tomaba su tiempo para matar al macho. El
bastardo todavía se movía, sus manos formaban círculos a los
costados como si estuviera tratando de alejarse del alcance de la
muerte.

Kane se arrodilló y pensó en el hecho de que alguien a quien conocía


muy bien y por quien se preocupaba mucho estaba muriendo en una
cuenta regresiva similar.

Tomando una de esas manos giratorias, tiró de la manga del uniforme,


bajó la cabeza y mostró sus colmillos...

Al mismo tiempo que mordió la carne que había revelado, extendió la


mano y golpeó la boca del guardia con la palma de la mano para que el
aullido de dolor no llegara muy lejos. Y luego se retractó de su
mordisco y observó.

Cuando la carne comenzó a ser consumida por una fuerza hambrienta


e invisible, Kane negó con la cabeza y se preguntó por qué necesitaba
la confirmación.

Luego pensó en el primo de Lucan mirándolo con los ojos muy


abiertos, diciéndole que no tenía que preocuparse por las armas.

Mirando a través de los árboles a Nadya mientras ella hacía lo que


podía por un macho moribundo, se concentró en su cabello.

Los parches estaban desapareciendo porque un nuevo crecimiento los


estaba alcanzando, la calvicie se llenaba ante sus propios ojos. Y su
rostro era aún más suave de lo que había sido cuando apareció por
primera vez a través de una hendidura en el tejido del tiempo y el
espacio.

Mientras se echaba de espaldas y ponía los codos en las rodillas y la


cabeza entre las manos, miró fijamente el brazo del guardia mientras
el hueso blanco comenzaba a mostrarse a través de la carne roja del
músculo y el tendón. Y luego todo era hueso, nada más.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Con la infección o lo que fuera que seguía propagándose, Kane contó


los minutos que pasaban por cómo el dorso de la mano se convertía en
un esqueleto, y los lechos de las uñas se consumían, y finalmente los
huesos se soltaban en el tejido de agujas de pino en la misma
orientación en la que acababan de conectarse.

Un misterio mortal.

Una vez más miró a Nadya.

Eso bien pudo ser una gracia salvadora.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Callum había estado ahí.

Ese fue el primer pensamiento de Apex cuando irrumpió en el garaje.


Todo lo que tenía que hacer era respirar hondo y podía captar el olor
desvanecido del lobo con la boca y las manos talentosas. Sin embargo,
el macho había venido por armas, no por suministros médicos, y
cuando Apex apretó el gatillo para tirar la caja de herramientas de su
asiento, rezó para no tardar mucho en localizar la mierda de primeros
auxilios entre las cazadoras y otras provisiones.

En realidad, rezó para que ese lobo volviera a aparecer de repente,


aunque eso no era tanto por el asunto de la aguja en un pajar como
por querer confirmar por sí mismo que el hijo de puta todavía estaba
vivo.

Con las escaleras expuestas, saltó al búnker y saqueó lo que de lo


contrario estaría limpio y ordenado como todo lo demás. Estaba
buscando algo con una cruz roja sobre un fondo blanco… vamos, tenía
que haber una bolsa de lona, una caja, instrumentos, cualquier
maldita cosa que pudiera ayudar a alguien con una fuga de misión
crítica.

No. Encontró municiones, alcohol, más municiones, pistolas,


cuchillos, cuerdas. Comida deshidratada. Agua. Gasolina.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuanto más pasaba el tiempo, más rudas y desesperadas se volvían


sus manos hasta que estaba descolgando cazadoras y haciéndolas
volar, como los pájaros de Gore-Tex no lograban mantenerse en el
aire a pesar de la cantidad de plumas metidas en sus paneles
acolchados. Y luego se topó con una fila de baúles, pero solo encontró
ropa que tenía mangas largas y muchos bolsillos…

El escozor en su mano era como si hubiera agarrado un enjambre de


avispas alemanas, y sacó su brazo del montón de pantalones y
calzoncillos largos. Una revisión rápida en su palma y nada estaba
sangrando, hinchado o erosionado.

Frunciendo el ceño, sacó el contenido del baúl…

El cinturón marrón estaba en la parte inferior, encogido en la esquina


trasera. Hecho de lo que parecía cuero de vaca y con una hebilla hecha
a mano, era un objeto práctico tan exótico como un calcetín.

Tuvo que dejarlo, las sensaciones eran tan incómodas.

Mientras la cosa rebotaba y la hebilla traqueteaba, miró hacia la


ducha. La imagen del cuerpo seguía allí, y no necesitaba un
acercamiento para saber que lo que había encontrado por error era lo
que había utilizado el macho para suicidarse.

⎯Jodido infierno.

Preparándose, recogió el cinturón y lo volvió a colocar donde lo había


encontrado. Luego volvió a meter la ropa, ignorando el hecho de que
las había desordenado todas.

Habría tiempo más tarde para arreglar eso.

Quizás.

Poniéndose de pie, miró al macho muerto. ⎯¿Sabes dónde está el


botiquín de primeros auxilios?

No esperaba una respuesta. No la consiguió. Los muertos nunca


hablaban con él, lo cual era una buena noticia. Solo mirarlos a los ojos

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J. R. WARD 03 La Víbora

era suficiente, muchas jodidas gracias.

Apartándose de la ducha, no había nada más que revisar.

Bueno, mierda. Lucan mejor espera un milagro.

Cuando Nadya evaluó la herida del muslo de Lucan, supo que se les
estaba acabando el tiempo con él. La pérdida de sangre se había
ralentizado, gracias a las capacidades curativas naturales de un
vampiro, pero no se detenía. Ni por asomo.

⎯Necesito un cinturón.

⎯Aquí. ⎯Mayhem giró y comenzó a deshacer el que estaba alrededor


de su cintura⎯. Toma el mío.

Ella agarró lo que él le tendía. ⎯Y un cuchillo.

Uno apareció justo frente a ella y no se molestó en perder el tiempo


averiguando quién se lo había dado. Cortó la mayor parte de la pierna
de los pantalones que Lucan tenía puestos. Luego tiró de la tela hasta
el muslo, deslizó el cinturón alrededor del músculo y lo apretó hasta
que la carne se hinchó alrededor de la longitud del cuero.

Asegurarse de que la constricción estuviera entre el corazón y la herida


era fundamental, y Lucan tuvo suerte de que no lo hubieran disparado
más arriba. Si lo hubieran hecho, no habría habido forma de hacer un
torniquete en la herida.

Miró a Rio. ⎯Necesita tu vena. Mientras los ojos de la hembra se


salían de las órbitas, Nadya habló sobre las preguntas que venían⎯.
Sí, sé que eres humana, pero él está vinculado contigo. Tu sangre le
dará una explosión de energía debido a la forma en que te responde.
Es una solución rápida, pero es todo lo que tenemos. Necesitamos que
aguante hasta que….

No se sabía cuándo llegaría el "hasta" o cómo se vería.

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J. R. WARD 03 La Víbora

─ Lo haré, ⎯dijo Rio⎯. Lo que él necesite.

La hembra se subió la manga y extendió la muñeca sobre la boca laxa


de su compañero. Pero Lucan no era lo suficientemente fuerte para
morder. Había empeorado en los últimos dos o tres minutos, y era
dudoso que pudiera romper la piel, y mucho menos engancharse.

⎯Puedes usar esto. ⎯Nadya le entregó el cuchillo de caza⎯. Solo


tienes que abrirte la vena.

La mano de Rio tembló cuando tomó la empuñadura de la hoja, y


cuando miró hacia el interior de su muñeca, el color desapareció de su
rostro y estaba casi tan pálida como su macho.

⎯Aquí. ⎯Nadya retiró suavemente el cuchillo⎯. ¿Te gustaría que te


ayude?

⎯Por favor. Y de prisa.

El coraje petrificado en el rostro de la hembra era la definición del


amor mismo: aunque estaba absolutamente aterrorizada, no se
permitiría retractarse, no cuando podía salvar a la persona que amaba.

Por un momento, Nadya imaginó la cara de Kane, la nueva, no la


anterior. Luego dijo en voz baja. ⎯Míralo, concéntrate en él. No
sentirás nada si te conectas con lo mucho que lo amas.

Los ojos de Rio brillaron con lágrimas y una gota cristalina se escapó,
se acumuló en sus pestañas inferiores y luego cayó por su mejilla.
Estaba impaciente mientras la apartaba.

⎯Hazlo.

Nadya asintió y esperó mientras la hembra respiraba hondo. Luego


puso la hoja en los huesos que estaban tan cerca de la piel, y penetró la
carne que corría paralela a ellos.

La sangre brotó de inmediato y Nadya precipitó la fuente de energía a


la boca de Lucan. ⎯Háblale. Él necesita escuchar tu voz. Dile que

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beba.

⎯¿Lucan? Cariño, soy yo. ⎯La hembra le apartó el pelo de la


frente⎯. ¿Quiero que… bebas? ¿De acuerdo? Necesito que tragues.

Rio levantó la vista para confirmar que eso era correcto, y cuando
Nadya asintió, continuó hablando con la misma voz tranquila pero
firme.

Y eso era todo lo que podían hacer con lo que tenían: la sangre se
acumulaba en sus labios, justo debajo de su nariz. Solo tenía que abrir
la boca y tragar. Si podía o no, dependía del Destino.

Mientras Nadya se dejaba caer para sentarse sobre el suave acolchado


de las agujas de pino, pensó en su mentora.

Haz lo que puedas con lo que tienes, cuando y donde estés.

Los recuerdos del campo de prisioneros volvieron a ella, y ninguna de


las imágenes era buena. Vio a machos y hembras que estaban medio
muertos de hambre, enfermos, heridos, todos ellos obligados a
empaquetar las drogas que se llevaban al campo para su distribución
en Caldwell.

⎯¿Va a lograrlo?

Mayhem planteó la pregunta mientras la sangre goteaba de los lados


de los labios cerrados de Lucan.

⎯Eso espero. ⎯Nadya extendió la mano y acarició los lados de la


tráquea de Lucan⎯. Traga, Lucan. Si quieres salir de esto, tienes que
tragar.

Su voz era tan aguda y exigente que atravesó los sentidos de su


compañero.

Y efectivamente, ese fue el truco. El macho respondió a la orden y


gorgoteó… y luego tomó todo lo que se había acumulado alrededor de
su lengua en su intestino.
No iba a ser como sería si la sangre fuera de la especie. Pero era lo que

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J. R. WARD 03 La Víbora

tenían considerando donde estaban, y su vínculo con la hembra iba a


potenciar la fuerza que le daba.

⎯Sigue alimentándolo, ⎯dijo.

Mirando por encima del hombro, se preguntó dónde estaría Apex con
esos suministros. Aunque lo que Lucan realmente necesitaba era un
quirófano y un cirujano que pudiera volver a unir con delicadeza la
arteria cortada.

⎯Quédate con nosotros Lucan…

⎯Cariño, necesito que tragues.

De algún lugar a la izquierda, Kane reapareció de repente, y mientras


miraba hacia el cuerpo del lobo moribundo, tenía la expresión más
extraña en su rostro.

Nadya lo miró fijamente y le preocupó que él pensara que no estaba


haciendo lo suficiente. ⎯Lo siento, ⎯articuló.

⎯¿Qué? ⎯Murmuró en respuesta.

Mientras ella consideraba sus opciones, no sabía, ella realmente no


sabía.

No, era mentira.

Ella se había enamorado de él. En algún momento, durante las últimas


veinticuatro horas, había pasado de tambalearse en el borde a lanzarse
en caída libre en el aire.

Y su instinto le decía que iba a estropearlo todo.

Asumiendo que lograran salir de la montaña con vida.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Abajo en Caldwell, a unos buenos seis metros bajo tierra en el Centro


de Entrenamiento, Vishous estaba parado afuera de la sala de
tratamiento a la que habían llevado a su hermana. Quería encender un
cigarrillo, pero ella tenía suministro de oxígeno, y aunque las
posibilidades de que las cosas se incendiaran, con la puerta entre ellos
cerrada, eran bajas, realmente no tenía ganas de agregar más
diversión y juegos a lo que ya se estaban desarrollando esta noche.

Entonces, en cambio, simplemente se aferró al liado a mano, el último


que había preparado, como si fuera una mantita y tuviera dos jodidos
años.

Tal vez tres.

Al otro lado de esa puerta cerrada, podía escuchar a Doc Jane y Manny
hablando en voz baja, y lo interpretó como que las cosas iban cuesta
abajo.

—Oye, ¿quieres un poco?

Miró por encima. Butch salía de la cafetería con una lata de Coca-Cola
abierta en la mano y una bolsa de patatas fritas en la otra. Era difícil
saber cuál estaba ofreciendo, pero no hacía falta decir que regalaría
cualquiera.

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Una vez que Butch estuvo dentro del alcance, plantó su firme trasero
en el piso del corredor de cemento y dejó la lata a un lado.

—Crema agria y cebolla, ⎯murmuró V mientras se acercaba y se


sentaba con su amigo.

—Sí.

Cuando le ofreció la bolsa abierta, V negó con la cabeza y decidió ir al


infierno con ello y lo encendió. Mientras exhalaba, se dio cuenta de
que en realidad no había estado preocupado por la combustión.
Simplemente no se había sentido bien disfrutando nada mientras su
hermana estaba en mal estado.

Y oye, si su compañero de cuarto podía sumergirse en una bolsa de


Lay, él también podría sacar su Bic.

—¿Cómo está ella? ⎯Butch preguntó mientras masticaba.

—Apenas viva. ⎯V se quedó mirando su punta iluminada⎯. Ella


necesita ir al Santuario.

⎯¿Has llamado a Lassiter?

—Sigo esperando que aparezca. Pero estoy trabajando en mis


sentimientos al respecto.

—¿Respiración profunda?

—Convencerme a mí mismo de que no necesito golpear algo. ⎯Santa


mierda, era un idiota⎯. Pero estás en lo correcto.

Rodando sobre una nalga, sacó su teléfono móvil y cerró la mano junto
a los dientes. Mientras enviaba un mensaje, trató de no sonar tan
desesperado como se estaba poniendo, y luego se preguntó qué diablos
le pasaba. ¿Cómo si la vida de su hermana valiera menos que su
precioso ego cuando se trataba de ese ángel?

Presionando enviar, colocó el teléfono boca arriba sobre su muslo. —

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J. R. WARD 03 La Víbora

Él se pondrá en contacto conmigo.

Mientras Butch y él miraban la puerta cerrada, se preguntó si podría


llevarla allá él mismo, y luego recordó que su pareja y Payne no la
dejarían irse antes de haber realizado una evaluación exhaustiva de su
condición física.

—¿A quién sanó? ⎯Butch preguntó.

—Al tipo viejo. Que trabajaba en la farmacia.

Al recordar la forma en que padre e hijo se habían abrazado, se


preguntó por qué la vida parecía decidida a mostrarle fragmentos de
salud familiar cuando a él no le interesaba. Él no estaba buscando a
Tim the Tool Man Taylor para que viniera e hiciera que su pequeño
Jonathan Taylor Thomas se sintiera mejor acerca de las cosas.

Consciente de que había confundido la referencia, lo abandonó


tratando de encontrar otras metáforas.

—Tenía razón, ya sabes, ⎯dijo⎯. Porque a veces, cuando te sentías


mal, ser superior en algo, incluso cuando nadie competía contigo por
el puesto de líder, te hacía sentir mejor. Quienquiera que irrumpió en
esa farmacia fue allí con un propósito.

—Como ex policía, puedo decirte que nueve de cada diez delitos se


cometen con un propósito.

—¿Eso es lo que recomiendan nueve de cada diez dentistas?

—Si estás hablando de fluoruro, sí. ⎯Butch puso otra chip en su


boca⎯. ¿Y necesitas un Snickers?

—No, en realidad soy más yo mismo cuando tengo hambre.

—¿Recuérdame por qué vivo contigo de nuevo?

—Porque puedo arreglar el rúter inalámbrico cuando se apaga.

Butch levantó su dedo índice. —Correcto. Ya recordé.

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—De todos modos, quienquiera que irrumpió en esa farmacia


necesitaba suministros médicos, no una mierda con la que elaborar
droga. Esa fue la razón.

—Nunca vamos a encontrar ese campo de prisioneros.

V frunció el ceño. —Y tú eres el que lleva la cruz de Jesús.

—Solo digo que si quieren permanecer ocultos, lo harán.

—Inaceptable. ⎯V levantó su teléfono y fue a Internet⎯. Van a


necesitar un lugar lo suficientemente grande para albergar, como
mínimo, a trescientas o cuatrocientas personas, bajo tierra o en una
estructura lo suficientemente estable para proteger a los prisioneros
de la luz del día. Deberán de tener algunas comodidades modernas
para que puedan hacer negocios. Como si necesitaran acceso a un
teléfono móvil o al menos un teléfono fijo. Electricidad rudimentaria y
agua corriente. Un cerco perimetral y puestos de vigilancia.

—Así que querrían una prisión abandonada, por ejemplo.

—Exactamente. ⎯Continuó escribiendo⎯. ¿Cuántas eran las


posibilidades de que encontraran otra instalación subterránea como la
primera ubicación? Muy pocas.

—No hay una en el estado de Nueva York. Una prisión abandonada,


eso es.

—Cómo lo sabes.

Butch señaló su propio pecho. —Policía, recuerda.

V frunció el ceño ante los resultados que obtuvo. —No hay una prisión
abandonada, es cierto.

—¿Alguna vez escuchas a alguien? ¿Como siempre?

—Tenemos que buscar en otros lugares. Un museo abandonado.


Mansión antigua. Polideportivo, biblioteca, ayuntamiento.

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—Bueno, eso lo reducirá, si estás buscando en todo el estado de Nueva


York. Por supuesto. ¿Cuántos hay, como mil o dos mil?

—Piensa positivamente.

Butch arrugó la bolsa. —¿Esto viene de ti?

Ambos miraron hacia arriba al mismo tiempo. Luego giraron la cabeza


hacia la izquierda.

Lassiter, el ángel caído, salía de la oficina acristalada y, al acercarse a


ellos, sus largas zancadas cubrían la distancia con una presteza
impresionante. Y, bueno, hoy no estaba en estampado de cebra rosa.
¡Sorpresa!

—¿Cómo está ella? ⎯preguntó el ángel.

Por una vez, su cabello rubio y negro estaba recogido hacia atrás, y
estaba muy serio. Lo cual era un poco como Mr. Bean tratando de dar
una charla TED. Seguías esperando que el tipo se fuera por la tangente
que implicaba meter la cabeza en un pavo de Acción de Gracias.

V negó con la cabeza. —Ella necesita ir al Santuario y curarse allí.

⎯La recarga ayudará. ⎯Lassiter miró hacia la puerta cerrada⎯. Ellos


están con ella ahora? Los docs.

—Sí.

—Puedo esperar.

—Por favor no lo hagas. Ella no se veía tan bien.

Lassiter dobló la cintura en un arco. —Me ocuparé de eso ahora


mismo.

V abrió la boca para decir algo. Pero luego la cerró cuando el ángel
atravesó la puerta y el panel se cerró a su paso.

Era difícil ser un idiota con el chico cuando en realidad estaba

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ayudando. A pesar de que Payne había hecho lo de la curación antes y


había caído en estados similares de agotamiento molecular, parecía
que había algún tipo de efecto acumulativo en ella, cada intercesión de
su parte la acercaba a un borde donde nadie la quería cerca.

—¿Qué diablos le pasó a ese ángel? ⎯Murmuró Butch⎯. Es como si se


estuviera quedando sin batería.

Sacudiendo la cabeza, V volvió a su teléfono. —Betty White murió. Tal


vez por eso está en declive.

—Sí, tiene que ser eso. Lo último que necesitamos es más rotación en
ese rol. Me pregunto a quién le entregaría el trabajo de tu madre.

—A mi no. ⎯V comenzó a revisar los resultados de su búsqueda en


Internet⎯. No estoy en la carrera para esa ingrata posición.

—¿No quieres estar a cargo del Otro Lado?

—Joder, no.

—Vaya.

—Suenas decepcionado. ⎯V miró hacia arriba⎯. Pero sabes que La


Virgen Escriba, y luego Lassiter, y luego quien sea el siguiente, no
puede tener favoritos cuando se trata del duro injerto del destino. Así
no es cómo funciona.

Butch tomó un sorbo de su refresco. —Oh, no estaba pensando en tirar


del rango de esa manera. Es el espacio del armario.

—¿Disculpa?

—Payne me dijo que tu madre tenía la madre de todos los armarios en


su dormitorio allá arriba. Me imagino que podría usar algunos de
ellos. O, ya sabes, la mayoría de ellos.

Maldiciendo, V volvió a la búsqueda. —Eres un macho enfermo.

—Y hay doce meses con cambio de tiempo en Caldwell. Solo digo eso.

335
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⎯Butch inclinó su cabeza completamente hacia atrás y terminó su


refresco⎯. Toma. He terminado con esto. Puedes usarlo para cenizas.

Cuando el macho colocó la lata roja vacía entre ellos, V tuvo que
sonreír. Eso era lo que pasaba con tu mejor amigo. Sabían cuándo
necesitabas un lugar para sacudir tu cigarrillo antes que tú.

También eran del tipo que se sentaba fuera de una habitación de


hospital, cuando estabas cagándote en los pantalones por tu hermana
pero no querías admitirlo ante nadie, y hablar contigo sobre cualquier
cosa menos de lo que realmente estaba en tu mente.

—Gracias, ⎯dijo V mientras llevaba su mano enguantada al pequeño


agujero.

—Cuando quieras, ⎯respondió su compañero de cuarto.

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Apex volvió a materializarse en el claro de los lobos, listo para recibir


algunos consejos de Callum sobre dónde podían ir para obtener
suministros médicos. Tan pronto como se hizo corpóreo, captó el olor
de la sangre de vampiro y lo siguió hasta donde había dejado el drama.

Bueno, sabes qué, Lucan tenía puesto un cinturón. Y estaban tratando


de hacer que se alimentara, con la muñeca de su hembra sobre su
boca.

—No encontré nada, ⎯anunció Apex mientras todo tipo de rostros se


volvían hacia él⎯. ¿Dónde está Callum?

—Todavía no ha regresado, ⎯dijo Kane⎯. ¿Entonces no había nada


ahí abajo?

—Oh, había una mierda. Simplemente nada que vaya a ayudar, no a


menos que creas que va a necesitar un bate, palear la nieve o algo de
práctica de tiro.

—Maldita sea…

Apex tomó el brazo del otro prisionero y lo instó a salir del alcance. —
¿Así que Callum no ha vuelto?

—No. No ha aparecido ningún lobo alrededor, en realidad. Parece que


se han dispersado.

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—Malditos cobardes. ⎯Por otra parte, ¿era realmente su lucha?⎯


¿Qué vamos a hacer con Lucan?

Nadya se levantó y se acercó. —Se ha estabilizado un poco. Pero él va a


perder su vida o esa pierna. Le cortamos la circulación por completo,
lo que detuvo la pérdida de sangre, pero el tejido comenzará a morir
pronto, y no hay forma de que pueda operarlo. Incluso si estuviéramos
en un ambiente estéril, esto está más allá de mis habilidades.

—¿Dónde está el sanador humano más cercano? ⎯preguntó Kane.

Cuando no hubo respuesta de nadie, Apex se dio cuenta de que estaba


mirando a dos personas que tenían tanto conocimiento sobre los
alrededores como él.

—Tenemos que ir a buscar a un humano, ⎯instó Kane⎯. Entra en su


cerebro, encuentra algo de esa manera.

Los ojos de Apex se dirigieron al valle de abajo. No tenía idea de qué


hora era, pero eso no importaba. Iban a estar limpiando recuerdos,
tuvieran o no que despertar a un macho o a una hembra para asaltar
su cerebro.

—Vosotros dos debéis iros, ⎯dijo Nadya.

—De ninguna manera…

—De ninguna maldita manera…

Nadya bajó la voz. —Si todavía hubiera guardias en la montaña, ya


habrían atacado. Es más probable que lo que quede de ellos se hayan
ido por el camino porque eliminaste a muchos y están en retirada.

—O están recibiendo refuerzos, ⎯interrumpió Kane.

—¿De dónde? ¿A cuántos has matado en las últimas veinticuatro


horas? ⎯Mientras eso callaba a su macho, la enfermera siguió
adelante⎯.Tienes que mantenerte unido. Rio es una tiradora
entrenada. Mayhem es bueno con un arma. Mantendré a Lucan tan
estable como pueda. Tenemos que separarnos si vamos a conseguirle

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J. R. WARD 03 La Víbora

la ayuda que necesita.

Kane se calló y dio un pequeño paseo como si estuviera perdiendo la


cabeza y no quisiera hablar hasta que estuviera seguro de que tenía un
mejor control.

—Podemos trasladarte a la guarida de Callum, ⎯dijo Apex⎯. Tendrás


la espalda contra la pared, pero es un pasaje de acceso único y
podemos dejarte con suficientes armas y municiones para equipar un
pequeño ejército.

—Queridísima Virgen Escriba, —murmuró Kane.

—Va a perder esa pierna, ⎯dijo Nadya⎯. Ya se está poniendo azul en


los dedos de los pies. Necesita un médico de verdad.

Apex miró al otro macho. Y cuando las cosas continuaron tensas y


silenciosas, miró a Nadya…

E hizo una doble toma.

La hembra que estaba mirando... bueno, de repente tenía la cabeza


llena de cabello. Hasta el punto de rozar los lóbulos de sus orejas, la
calvicie había desaparecido por completo. Y su rostro se había
suavizado, sin más huesos esqueléticos ni piel con cicatrices.

De hecho, estaba casi radiante, el tipo de hembra a la que la gente


miraría y luego seguiría mirando, porque era agradable a la vista.

Apex miró a Kane y pensó en la forma en que se encontraba la


enfermera cuando la trajeron a la cabaña.

—Bien, ⎯anunció Kane⎯. Pero no me gusta esto.

Mierda, pensó Apex. ¿Qué diablos había en las venas de ese macho?

Fuera lo que fuera, casi había matado a la hembra... y la había


resucitado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Antes de que Kane se desmaterializara hacia el valle, dio un paso hacia


Nadya y le dio un beso en la boca sin pensar en ello. Y cuando ella le
devolvió el beso, le gustó la sensación de que ambos estaban en
sintonía con las cosas.

Al menos una parte de la noche no iba mal.

—Tenemos que moverlo, ⎯le dijo Kane a Rio⎯. Si tanto Apex como
yo nos vamos, Lucan necesita estar en un área más segura.

La hembra, que todavía tenía su muñeca en la boca de su compañero,


solo asintió de una manera débil.

—Y tienes que dejar de alimentarlo, ⎯dijo Nadya⎯. Si no tendremos


dos personas que necesitaran transfusiones.

Demasiado bien, pensó Kane mientras la hembra intentaba ponerse


de pie y se tambaleaba.

—Déjame vendar eso, ⎯dijo Nadya mientras miraba a su alrededor


como si esperara que hubiera suministros disponibles.

Era el tipo de cosa instintiva que hacían los curanderos. Excepto que
no había nada.

—Vamos, ⎯dijo⎯. Levantaré su cabeza.

Apex intervino para levantar los pies de Lucan y luego todos se movían
en grupo. La reubicación implicó un paso apretado a través de la
entrada del pasillo hacia la guarida de Callum, y luego algunos giros y
vueltas cada vez más estrechos que significaron que tenían que reducir
la velocidad o arriesgarse a empujar a Lucan a cosas difíciles que no
iban a ayudar.

Dentro de la guarida, colocaron a Lucan en el jergón frente a la cuenca


del manantial natural mientras Mayhem comenzaba a mover las
armas que les habían quitado a los guardias. Gracias a los cinturones

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J. R. WARD 03 La Víbora

de armas que se les habían puesto a los machos, había suficiente


munición, y Kane comenzó a sentirse un poco mejor acerca de las
cosas mientras Rio revisaba las diversas armas y las manejaba con
total confianza.

Y entonces llegó el momento de irse.

Apartando a Nadya a un lado, la miró fijamente a los ojos. Había cosas


que quería decir, pero no había tiempo, así que solo le acarició el
cabello y el cuello…

Cabello.

Con una sensación de asombro, tocó lo largos que estaban justo


debajo de sus orejas. Pero cuando iba a decir algo, ella lo interrumpió.

—Solo regresa a salvo con un plan.

—Volveré contigo, lo prometo.

Mientras algo cálido florecía en el centro de su pecho, no tenía nada


que ver con su apariencia. Era el hecho de que estaba dispuesta a
poner en peligro su propia vida para salvar a un macho al que no le
debía nada.

Al igual que había hecho todo lo posible para salvar a Kane.

—Eres la hembra más fuerte que he conocido, ⎯dijo.

En realidad, él realmente quería decirle que la amaba, pero no así. No


ahora.

—No lo soy, ⎯susurró ella⎯. Te juro que no soy…

Él la besó de nuevo, pero esta vez más profundo, su lengua


deslizándose en su boca. Cuando ella se arqueó contra él, él estaba a la
vez en paz y completamente excitado.

—No me iré por mucho tiempo, ⎯dijo contra sus labios.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Luego se obligó a separarse y asentir a Apex.

Los dos se fueron sin decir una palabra más, y mientras salían por el
estrecho pasaje, Kane tuvo un pensamiento repentino y muy claro.

¿Qué había dentro de él? ¿Por muy violento que fuera? ¿Por mucho
que no lo entendiera?

Estaba contento de tener la maldita cosa.

Cualquier cosa para poder proteger a su hembra y aumentar la


probabilidad de que no le hubiera mentido.

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J. R. WARD 03 La Víbora

De mutuo acuerdo, Apex se desmaterializó con Kane para bajar la


montaña hasta el garaje. Cuando volvieron a formarse en las sombras
arrojadas por el bajo ángulo de la luz de la luna, no estaban lejos de la
carretera que serpenteaba alrededor de la base de la montaña.

Lástima que era en medio de la noche, pensó Apex. Las posibilidades


de encontrar a un humano en este tipo de área rural eran pequeñas.

—Había un pueblo, —prometió Kane⎯. Al sur de aquí. Podía verlo


desde el claro.

—Es nuestra única oportunidad.

Asintieron y se desmaterializaron de nuevo, volviéndose a formar y


luego desapareciendo en intervalos para acercarse a un grupo de
pequeñas casas y tiendas al lado del lecho de un río. Todas las
ventanas estaban oscuras, incluso en la gasolinera, y por un segundo,
Apex se preguntó si todas las estructuras habían sido abandonadas.
Pero no, había coches con ruedas que no estaban desinfladas, y otros
signos de vida como arbustos y árboles cuidados, y pintura que no se
estaba pelando, y persianas que estaban bien colocadas en sus
soportes.

—Cualquiera servirá, —comunicó Kane mientras caminaba hacia una


casa de tablillas amarillas con detalles en blanco brillante.

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J. R. WARD 03 La Víbora

El tipo subió al porche y miró a través de un panel de vidrio. Un


segundo después, desapareció en el interior.

Mientras Apex esperaba, escaneó los alrededores... y se imaginó a


Callum moviéndose entre los humanos de la aldea, comprando
comestibles después del anochecer, llenando de gasolina un automóvil
al otro lado de la calle, tal vez abriendo una cuenta bancaria con
documentos falsificados. Claramente, los humanos no tenían ni idea
de que había lobos en su entorno...

¿Cuál era la historia con su amante que se suicidó?

Si hubiera conservado el cinturón, no habría sido solo una aventura de


una noche. No, hubiese sido alguien que le importaba. Alguien a quien
tal vez incluso hubiera amado.

Entonces, ¿qué había pasado?

—Viene una ambulancia… —Apex se dio la vuelta.

—¿Qué?

Kane sacó las manos, todo relajado. —Lo siento. Hice que uno de los
humanos llamara a lo que ellos llamaban una ambulancia para
nosotros. Haremos que los médicos vayan al garaje y se lleven a
Lucan. Lo que tenga que pasar, pasará ahí. No podemos llevarlo a un
hospital humano, no con todas esas miradas indiscretas y la llegada de
la luz del día. Simplemente no es una opción. Esto es lo mejor que
podemos hacer.

—¿Los borraste?

—Sí, y nos haremos cargo de los médicos tan pronto como lleguen.
Vienen a esta dirección.

— ¿Cuál es el TEA10? —preguntó Apex.

—Dijeron quince minutos.

10
Tiempo Estimado de Arribo

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J. R. WARD 03 La Víbora

Apex fingió mirar a izquierda y derecha, pero su mente estaba en otras


cosas. —Cuando lleguen, puedes volver y estar con tu hembra, y
comenzar a ayudar a Lucan. Sé que quieres hacerlo. Yo lo haría.

Kane miró por encima.

—Sí, quiero.

Después de un momento, Apex respiró hondo. —Puedes decirlo, ya


sabes.

—¿El qué? —Pero entonces el macho abandonó la ignorancia


fingida⎯. Yo, ah, yo estoy realmente agradecido por tu compañía,
cuando estaba quemado y en la clínica. No estoy seguro de haber
entendido nunca por qué te sentabas tanto ahí... pero seguro que me
ayudó.

—Sí. Probablemente debería haberte dejado a solas más tiempo.

—No, realmente me ayudó a mí y a mi recuperación.

Apex pensó en las horas que había pasado al lado del macho, mientras
Kane yacía allí, al borde de la muerte.

La verdad era que se había imaginado enamorado del antiguo


aristócrata desde hacía años. Era algo atractivo el hecho de que Kane
siempre había conservado su humanidad en ese lugar tan espantoso. A
pesar de la suciedad, la enfermedad, la muerte y la desesperanza,
había estado muy por encima.

Por eso, cuando el macho se quitó el collar de rastreo y la explosión


ocurrió en La Colmena, el único pensamiento de Apex fue salvarlo.
Había sacado a Kane y luego se había asegurado de que Nadya, que
había sido una fuente de curación, lo atendiera lo antes posible.

Había sido tan difícil al principio, esas heridas tan crudas y


penetrantes, era como si no hubiera quedado piel en los huesos del
macho.

—Gracias, —dijo Kane⎯. Por ayudarme a encontrar mí camino hacia

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J. R. WARD 03 La Víbora

Nadya.

—Tú habrías hecho lo mismo por mí. Por cualquiera. —Se aclaró la
garganta⎯. Y ya no estoy enamorado de ti.

Sintió que la cabeza giraba y tuvo que sonreír. —¿Eso te hace sentir
incómodo? Lo siento.

—Ah, no. Me lo había preguntado… Quiero decir, fuiste más amable


conmigo que con nadie.

Apex pensó en Callum, en su atracción visceral, la necesidad que tenía


de follar al tipo con tanta fuerza, durante mucho tiempo, hasta que
ninguno de los dos pudiera caminar bien.

—No estaba realmente enamorado de ti, —dijo⎯. Simplemente pensé


que lo estaba.

—Bueno, me siento halagado.

Apex sonrió de nuevo. —Cualquier cosa que pueda hacer para que te
sientas mejor contigo mismo.

La risa del otro macho flotó en la brisa. —¿Hay alguna posibilidad de


que ese lobo, Callum, haya sido quien aclaró tus emociones?

Su instinto de autoprotección estaba tan afinado como siempre, así


que abrió la boca para establecer una línea dura. Pero luego pensó... a
la mierda.

—Sí, —murmuró⎯. Creo que sí.

Para una noche que de otro modo había resultado estar llena de malas
sorpresas, finalmente, finalmente, algo salió bien. Cuando Kane se
recostó contra la pared interior del garaje, no podía creer que el plan
que había ideado realmente hubiera funcionado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Una hora, catorce minutos.

Y treinta y ocho segundos.

Según el extraño reloj digital que brilla intensamente en la parte


trasera de la ambulancia, ese fue el tiempo que les tomó llevar el
vehículo de curación a esta estructura falsamente hundida, trasladar a
Lucan montaña abajo y meterlo dentro, junto con los dos médicos,
Nadya, y Rio en el vehículo.

No había lugar para nadie más, y Rio, a pesar de que ella era la
compañera, tuvo que sentarse al frente y observar desde ahí cómo las
tres personas con conocimientos médicos se ponían a trabajar.

El par de curanderos humanos había sido un golpe de suerte. La


conductora había salido del Ejército con experiencia en traumatismos
de campo como enfermera, y su pareja también había estado en la
Infantería de Marina como médico. Aunque Kane no sabía qué
significaba ninguno de esos títulos, ciertamente podía extrapolar el
primero, de lo que estaba seguro era, de que Lucan estaba en buenas
manos.

Mientras esperaban noticias sobre cómo iba el tratamiento, Kane se


levantó y caminó, Mayhem se apoyó en la esquina y se durmió.

Apex, mientras tanto, permaneció perfectamente inmóvil junto a la


salida. Como si hubiera estado congelado en un duro invierno.

Solo sus ojos se movían, y simplemente pasaban de entre dos puntos


fijos: el suelo de hormigón a sus pies y la caja de herramientas en la
esquina. De ida y vuelta.

Al principio, Kane no se dio cuenta. Pero luego se cayó en ello... ese


lobo, Callum, todavía no había aparecido.

Mirando a Mayhem y encontrando al tipo retorciéndose como un


perro perdiguero acurrucado frente al fuego, Kane se acercó a Apex.

—Ninguno de los lobos ha regresado, —murmuró al macho⎯.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Probablemente esté donde sea que se encuentre su gente.

—Oh sí. Por supuesto. Uh Huh. Sí.

El ex prisionero claramente no tenía idea de lo que estaba diciendo.

—¿Por qué no sales? —dijo Kane⎯. Mira alrededor. Tal vez encuentres
dónde se esconden o, diablos, vayas a esa cabaña de caza.
Probablemente esté allí escondido.

Un alivio abrupto apareció en los ojos de Apex. —¿Estás bien aquí?

—Este es el mejor refugio que podemos tener, además, no solo no vi


ningún guardia moviéndose cuando estábamos en la montaña, los
cuerpos estaban donde los dejamos, por lo que no han venido a
recoger a sus muertos. Creo que hicimos mella en sus números. —
Apretó el hombro del macho⎯. Vamos. Estás demasiado distraído.
Aquieta tu mente y vuelve después de encontrarlo.

Apex miró a la ambulancia. Luego volteó hacia atrás. —Bien, gracias.


Después de un momento en el que solo se miraron, Kane se llevó la
sorpresa de su vida cuando Apex lo atrajo para un rápido y fuerte
abrazo. Y luego el otro macho se alejó, deslizándose por la puerta
lateral.

En su ausencia, Kane revisó el arma que tenía en la mano. Sí, las balas
todavía estaban dentro. Y aunque Mayhem estaba dormido, sabía que
el macho podía ponerse en una posición defensiva en cualquier
momento.

Como seguía sin haber sonidos sospechosos, ni olores tampoco, dejó


dormir al macho. Todos estaban demasiado cansados y desnutridos, y
funcionaban con energía nerviosa. Pero estaban vivos.

Estaban vivos.

Concentrándose en la parte trasera de la ambulancia, que tenía la


palabra "AMBULANCIA" deletreada en las puertas traseras en letras
rojas gruesas, deseó poder afectar el resultado que estaba
evolucionando dentro del vehículo. Había tenido una idea del tipo de

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J. R. WARD 03 La Víbora

área de tratamiento que ofrecía, y allí había un equipo que nunca


antes había visto, un recordatorio de cuánto habían progresado las
cosas mientras estuvo encarcelado.

En una oleada de optimismo, se imaginó a sí mismo y a Nadya


viviendo en un lugar pequeño, que resultó estar equipado como las
habitaciones debajo de la cabaña de caza. Juntos, podrían explorar el
mundo que les rodeaba y ponerse al día. Podrían aparearse
adecuadamente y encontrar un propósito colectivo. Podían vivir los
días y las noches que se les daban, uno al lado del otro.

Tal vez incluso con jóvenes.

La fantasía instantáneamente se volvió tan real y detallada que


comenzó a sonreír para sí mismo, el futuro no era nada en lo que se
hubiera atrevido a pensar antes porque solo prometía sufrimiento y
tristeza.

Ahora las cosas eran diferentes, y no solo porque estaba completo. No


solo porque… Nadya también parecía estar curándose.

—Anciana, —murmuró⎯. Creo que tomé la decisión correcta…

Las puertas traseras de la ambulancia se abrieron y Nadya se asomó.

Tenía guantes ajustados de color azul pálido en sus manos que


estaban cubiertos de sangre fresca y había manchas de sangre en su
ropa.

—Creo que lo hemos logrado, —dijo con una sonrisa exhausta⎯. No


puedo creerlo, pero creo que lo hemos salvado.

Kane estaba fuera de juego y se acercó a ella antes de tener un


pensamiento consciente, y cuando capturó su rostro entre sus palmas
y acercó su boca a la suya, tuvo la sensación de que sus noticias
validaban su versión de lo que les esperaba.

Todas las cosas buenas.

Sólo cosas buenas.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Mientras se apartaba de ella, la miró fijamente a la cara. —Estoy tan


orgulloso de ti. Tan condenadamente orgulloso de ti.

Cuando ella se sonrojó y se volvió hacia la hembra humana rubia y el


macho humano de cabello gris detrás de ella con sus uniformes azules,
él dejó que le dijera que en realidad eran los expertos. Pero el respeto
que los médicos le mostraron mientras hablaban de su paciente
colectivo le decía mucho más de lo que permitía su modestia.

Por otra parte, ya sabía lo buena que era su hembra en lo que hacía.

—Escucha, —dijo, bajando la voz. Luego miró hacia atrás y le instó a


acercarse un poco más⎯. De hecho, abrieron su herida y repararon el
daño. La arteria había comenzado a regenerarse cuando llegamos allí,
por lo que Lucan también jugó su papel, probablemente porque se
alimentaba de Rio. Pero él no está totalmente fuera de peligro. Quiero
que estos dos pasen la noche aquí. Tienen equipos de monitorización
que ayudarán a garantizar que sepamos lo que está sucediendo, y sus
habilidades son materialmente mejores que las mías.

—Lo que creas que es mejor. Lo que quieras.

—Creo que podemos inventar una excusa en sus mentes. Sé que puede
ser peligroso manipular recuerdos que no sean a corto plazo, pero…

—Haremos que funcione. ¿De acuerdo? —El la beso⎯. Haré que


funcione por ti.

La tensión se alivió de su hembra. —Gracias. No quiero perderlo


ahora, no después de todo lo que hemos hecho.

—No podría estar más de acuerdo, —murmuró Kane mientras


presionaba sus labios contra los de ella una vez más.

Y luego lo hizo de nuevo. Sólo porque él quería.

Solo porque podía.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Fue en algún momento durante las primeras horas del día que Nadya
se sintió lo suficientemente cómoda como para bajar al escondite
subterráneo y usar el baño. Los dos médicos humanos estaban
profundamente dormidos en los asientos delanteros de la ambulancia,
el hecho de que pudieran descansar tan fácilmente sentados y
mirando hacia el interior de un garaje era testimonio de lo duros que
eran.

Le gustaba especialmente la hembra, que había sido la que había


operado.

Aún quedaban cosas por aprender, pensó Nadya mientras se


sonrojaba. No era maravilloso.

Mientras se limpiaba las manos con una toallita antiséptica, una


mirada rápida a su alrededor mostró mucha ropa desordenada
esparcida, así como provisiones y equipo de supervivencia. El caos no
la molestaba. Iba a necesitar mucho más que algunas camisas
arrugadas y cajas volcadas para humedecer su espíritu. Sintió que
podía volar, incluso cuando sus pies permanecieron en el suelo…

Nadya se quedó helada. Luego avanzó con las piernas entumecidas.

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Al otro lado de frente, colgando de un gancho, una sartén plana con un


acabado alto estaba boca abajo, y casualmente estaba inclinada hacia
ella.

El reflejo en él era borroso, nada parecido a lo que ofrece un espejo,


pero fue suficiente.

Queridísima Virgen Escriba... era suficiente.

Mientras Nadya se miraba a sí misma, pensó que seguramente había


algún tipo de distorsión en el reflejo, algún tipo de...

Con una mano temblorosa, se estiró y se tocó la cara. Luego palpó


furiosamente alrededor de sus mejillas, su mandíbula, su frente. Se
acercó y se tocó el cabello, sintiendo el crecimiento que había tenido,
la longitud…

—Hola.

Ella se dio la vuelta. Kane había bajado los escalones y estaba en el


último, mirándola como si no supiera qué hacer.

—¿Cómo nos pasó esto a los dos? —exigió.

—No lo sé, —respondió⎯. Desearía saberlo.

Nadya se volvió hacia su reflejo. Su reflejo. Como en el de la hembra


que había sido antes del ataque con ácido.

—Es tan… —Cuando se calló, Kane se colocó detrás de ella para que
ella también pudiera ver su rostro⎯. Soy yo, de nuevo.

Antes de que supiera lo que estaba haciendo, se dio la vuelta y lo


abrazó y lo sujetó fuertemente. Mientras cerraba los ojos con fuerza,
pensó que era absurdo pensar que lo que veía ahora, lo que una vez
más veía de sí misma, era con quien siempre se había identificado,
incluso después del ataque. Porque había estado marcada por más
tiempo del que había estado sin marcar.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Pero entonces le habían robado la cara. Y aunque su interior había


permanecido igual, el mundo exterior solo vería a la extraña lisiada en
la que se había convertido.

Se había escondido para evitar el dolor de lo que había perdido.

—Quiero que sepas algo, —dijo Kane, su voz retumbando a través de


su pecho⎯. Siempre estuviste completa para mí.

Ella se echó hacia atrás y lo miró. Entonces ella le tocó la cara. ⎯Y tú


siempre fuiste un caballero valioso para mí.

Cuando sus ojos fueron a sus labios, lo deseaba tanto…

—Lucan y Rio están dormidos, —susurró⎯. Mayhem y los médicos


también. Tenemos un poco de tiempo.

—Bésame, Kane. Oh, Dios, besa…

No tuvo que pedírselo dos veces. Sus labios encontraron los de ella, y
no fueron gentiles. Cuando la puerta que ocultaba las escaleras se
cerró lentamente… porque claramente él la había puesto en su sitio…,
la levantó y la llevó hasta un catre tan pequeño que no creyó que
pudiera caber en él con ella.

A menos, por supuesto, que él la montara.

Lo cual hizo.

Sus ropas eran una maraña de interferencias, pero la desesperación


que tenía por tenerlo dentro de ella hizo que el deseo de estar
completamente desnuda fuera algo que debía dejar de lado. Con sus
labios rozando los de ella, y sus senos arqueándose contra su pecho,
separó sus piernas y lo recibió hasta su centro. Todo fue rápido,
rápido, rápido, porque no sabían cuándo alguien se despertaría y
había poca privacidad allí.

—Déjame conseguir... —Metió las manos entre ellos y comenzó a tirar


de la bata quirúrgica que había tomado prestada de la ambulancia⎯.
La parte trasera está atascada.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Aquí, tal vez pueda…


¡Bang!

El sonido y la conmoción del fuerte impacto fueron suficientes para


detenerlos a ambos y, al principio, Nadya pensó que les habían
disparado o tal vez incluso bombardeados.

Pero luego se dio cuenta de que ambos estaban en el suelo.

—Rompimos la cama del lobo, —dijo.

⎯Ups.

Ambos miraron hacia la puerta del sótano y dejaron de respirar.


Cuando nadie bajó, compartieron sus risas, y luego se cortaron con
más besos, y ahora que no tenían distancia para caer, simplemente los
hizo rodar para quedar en el fondo.

Separando sus piernas sobre sus caderas, montó su longitud,


moviendo su pelvis, acariciándolos a ambos. Y cuando él sacudió la
cabeza hacia atrás en respuesta, ella nunca había visto algo tan
hermoso. Él era tan diferente a ella, engrosado con músculos, más
ancho, más grande. Más duro. En tantos lugares.

Pero era hermoso. Sus ojos podrían haber bebido su apariencia


durante horas.

Tal vez más tiempo.

Era difícil saber exactamente cuándo la urgencia se le fue de las


manos, pero de repente no pudo esperar más. Alejándose, revisó dos
veces las escaleras por última vez y luego se quitó los pantalones.

La forma en que miraba la hendidura desnuda de su sexo le dijo


exactamente lo que sentía por ella. No se necesitaban palabras.

—Déjame ayudarte, —dijo con voz ronca.

Con manos sorprendentemente eficientes, le bajó la cremallera y sacó

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J. R. WARD 03 La Víbora

su...

—Oh …

Se puso rígido. —¿Es eso un buen 'oh' o uno malo?

—No sabía que eran tan... grandes.

Kane soltó una carcajada. Pero luego frunció el ceño. —Tu nunca…

—No, no lo he hecho. Y me alegro. —Ella lo miró directamente a los


ojos⎯. Quiero que seas tú y solo tú.

Con un impulso, se incorporó, tomó su rostro entre sus manos y la


besó castamente. ⎯¿Está segura?

—Nunca he estado más segura de nada en mi vida.

Estremeciéndose, la besó de nuevo, ahora suavemente, rozando sus


labios con los suyos. Y luego la estaba atrayendo hacia él, acercándola
para poder ponerse encima de ella.

Después de que él la montó, sus manos viajaron por su cuerpo, y


cuando se detuvieron, ella fue quien guio su toque hacia donde ella
quería que fuera, donde claramente él quería estar. Y cuando sintió el
deslizamiento de sus dedos a través de sus pliegues calientes, jadeó.

Él la complació, la caricia con un movimiento circular que hizo que su


cuerpo se volviera lánguido, y luego se colocó entre sus muslos.
Hipersensible, hambrienta, apurada, alcanzó su erección…

—Oh, Dios, —siseó⎯. Por favor. Te necesito.

Lo atrajo hacia ella, o él se movió con un movimiento de caderas, o


algo pasó, porque en realidad no estaba siguiendo nada más que el
crudo deseo de llevarlo dentro…

El sondeo caliente y contundente fue incluso mejor que su mano. Y


ella sabía cuándo él estaba en el lugar correcto.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Nadya…

—Por favor…

La penetración fue suave y no muy profunda, alcanzó una especie de


barrera. Después de eso, hubo una sola oleada de él, un puñetazo de
sus caderas y una breve picadura.

—Estás dentro de mí, —dijo con asombro.

Cuando lo miró a la cara, sintió que su macho era el mundo entero.

Todo lo demás era un borrón suave y sin importancia.

—¿Estás bien? —Preguntó con fuerza⎯. ¿Te lastimé?

—No.

Su mandíbula rechinaba, su cuerpo temblaba, el sudor brotaba de su


frente.

—Hazme tuya, Kane.

Kane no estaba preparado para nada de eso: el hecho de que él fuera el


primero, que ella lo deseara como lo deseaba, que la sensación de su
apretado núcleo alrededor de su gruesa erección era algo parecido a
un rayo...

Por otra parte, Nadya había sido una revelación desde que la había
visto por primera vez. ¿Por qué cambiaría eso, especialmente ahora?

Con su mente atascada, sus sensaciones sobrecargadas y sus


emociones vacilando entre la gratitud y el deseo de alto octanaje,
simplemente dejó que su cuerpo tomara el control. Y sabía qué hacer.
Moviéndose lentamente al principio, y luego con una urgencia cada
vez mayor, sus caderas bombeaban su excitación dentro y fuera de
ella, la fricción aumentaba su orgasmo tan rápido que sabía que iba

356
J. R. WARD 03 La Víbora

a...

—Me corro, —gimió en su cuello⎯. No puedo parar…

—No lo hagas, —fue su respuesta gutural.

El placer alcanzó su punto máximo y explotó fuera de él, sus


eyaculaciones la llenaron, y eso pareció llevarla por encima de su
propia cornisa. Un repentino endurecimiento de su cuerpo le dijo que
la liberación también había llegado a ella, y luego sintió la poderosa
ordeña de su sexo, la forma en que su cabeza y su eje estaban
agarrados en oleadas que lo volvían loco.

Él se vino de nuevo.

—Más, —dijo ella⎯. Kane…

Ella lo deseaba, pensó. Ella realmente lo deseaba.

Mientras empujaba sus brazos alrededor de ella para poder sujetarla


mejor, dejó caer la cabeza y simplemente la soltó para tener un
orgasmo una y otra y otra vez.

Él era un instrumento crudo para marcar, su vínculo creaba la


necesidad de asegurarse de que cualquier macho supiera que ella era
suya, que llevaría su esencia dentro de sí, que habría un olor, una
advertencia para los demás de que le pertenecía, de que había sido
reclamada.

Y de que un macho la defendería. Hasta la muerte, si era necesario.

Debajo de él, Nadya cabalgaba sobre la cima de su propio placer, con


los ojos cerrados, la respiración entrecortada y el rostro sonrojado.
Deseaba que ella estuviera desnuda, que ambos lo estuvieran, pero el
tiempo era escaso y la privacidad relativa y frágil.

No tenía idea de cuántas veces se vino. Era como si hubiera estado


reprimido toda su vida adulta, por otra parte, eso era cierto. Quería
seguir para siempre.

357
J. R. WARD 03 La Víbora

Pero también quería tener cuidado de no lastimarla.

Cuando finalmente disminuyó la velocidad y luego se detuvo, tuvo que


recuperarse, su cabeza se hundió en la barandilla del catre, sus
pulmones ardían, su cuerpo estaba agotado.

—Estás…

Su risa era mágica. —Sí, estoy bien. —Su mano hizo un círculo lento en
su espalda⎯. Más que bien.

Rodando hacia un lado, para no aplastarla, casi maldijo. Ella había


estado en el duro suelo.

No es que a ella pareciera importarle o siquiera se hubiera dado


cuenta. Estaba resplandeciente, positivamente incandescente,
mientras yacía de lado frente a él.

—Hola, —dijo. Lo cual fue estúpido.

—Hola.

Permanecieron juntos, tocándose suavemente, todavía unidos,


rozándose los labios de vez en cuando, durante... no supo cuánto
tiempo. Pero luego comenzó a preocuparse de que alguien bajara.
Aunque no serían juzgados, se sintió obligado a proteger su modestia.

—Mi reino por una ducha, —murmuró.

—Tu deseo es mi orden.

Antes de que ella pudiera decirle que no se molestara, él se levantó y


volvió a meterse el sexo en los pantalones. Un cierre rápido, y estaba
caminando hacia la ducha. Al encenderlo, no vio ni jabón ni champú,
no, espera. Había algunas botellas en un pequeño estante.

—Estaré atento en caso de que alguien baje.

Miró hacia atrás. Y se olvidó de cómo respirar.

358
J. R. WARD 03 La Víbora

Nadya se había puesto de pie y se estaba quitando la camisa azul


suelta que había tomado prestada de la ambulancia. Revelada en una
desnudez gloriosa, su cuerpo era todo curvas y planos que seducían,
sus pechos de tamaño perfecto, su sexo desnudo algo que lo hizo
lamerse los labios.

Y su esencia resbaló por el interior de sus muslos.

—Ven aquí, mi hembra, —dijo, tendiéndole la mano. Porque ella hizo


que sus piernas no fueran confiables.

Nadya se acercó a él como una brisa de verano, suave y cálida, y


cuando entró bajo el cálido rocío, él se echó hacia atrás y la vio
arquearse para mojar su cabello recién crecido.

Sus pezones atraparon el agua y las gotas que caían eran lluvia
celestial… El solo tenía que probarlo.

Su ropa desapareció y luego se inclinó y capturó el agua de sus pechos,


primero de un lado y luego del otro. Cuando sus manos se posaron en
su cabello, lo acercó aún más, por lo que se arrodilló para adorarla
adecuadamente.

Y así podía ir más abajo, hasta su abdomen.

Y más abajo todavía.

Cuando ella cayó contra la pared de azulejos, él la acarició entre los


muslos. Su boca buscó su sexo, succionándola, lamiendo, saboreando
la combinación de los dos, y para obtener un mejor ángulo, se giró, se
inclinó hacia atrás y apoyó las palmas de las manos, con la barbilla
frente a ella.

Nadya se agachó sobre su cara y él la lamió.

Cuando se corrió, sus eyaculaciones se esfumaron. Pero eso estaba


bien.

Ya la había llenado lo suficiente.

359
J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando finalmente cayó la noche, estaba claro que Lucan iba a salir
adelante. Nadya confiaba en ello mientras comprobaba dos veces sus
signos vitales gracias al equipo de la ambulancia.

—¿Bien? —preguntó él.

Ella lo miró. Había inclinado la cama del hospital hacia arriba, e


incluso con la verticalidad, su color era bueno. —Lo estás haciendo
muy bien.

Aplaudió y tiró de su compañera para besarla. —Genial, estoy curado…

—Pero vas a tener que pasar la noche aquí en el garaje. Necesitas otras
veinticuatro horas antes de estar listo para partir.

—Oh vamos.

Desde el frente, los dos médicos que habían hecho un trabajo tan
maravilloso con su herida se retorcieron al mismo tiempo.

La hembra rubia miró a su paciente como si estuviera loco. —Te


llevaremos al centro médico en Plattsburgh ahora mismo. ¿Estás loco?
Casi mueres anoche…

360
J. R. WARD 03 La Víbora

La hembra se quedó en silencio cuando Kane apareció en la entrada


trasera. —Ustedes fueron tan geniales. Os debemos mucho.

Hubo una breve pausa. Entonces Lucan se giró hacia ellos. —Sí,
gracias.

—Muchas gracias, —repitió Rio⎯. Salvaste su vida. Y la mía.

Ambos médicos comenzaron a hablar, pero luego se callaron. Después


de lo cual, se llevaron las manos a la frente.

—Déjame ayudarte a bajar de la camilla, —le dijo Nadya a Lucan.

Cuando se levantó del pequeño banco, se sorprendió de lo fácil que era


agacharse y ayudar al macho a salir de la camilla. Aunque se
encontraba preparándose para el dolor cada vez que se movía, nunca
se materializó.

No es que ella no estuviera un poco rígida.

En el más delicioso de los lugares.

Kane subió y ayudó a levantar al paciente por la parte trasera,


sujetando a Lucan mientras el varón bajaba del tope alto de la parte de
atrás.

Tenían una silla lista para el lobo, y tan pronto como se instaló, con
Rio a su lado, Kane se inclinó hacia la ambulancia.

—Muchas gracias, —murmuró Nadya. Era demasiado emotivo decir


adiós a esos humanos.

Habían pasado juntos por una prueba y eso creó lazos que eran
difíciles de romper.

En esa nota, Mayhem abrió la gran puerta del garaje, y con un dulce
aroma a diesel, momentos después, la ambulancia se alejó... con los
dos heroicos humanos que nunca sabrían cuán agradecidos estaban
con ellos un grupo de vampiros.

361
J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando un brazo ahora familiar se posó sobre sus hombros, Nadya


miró a Kane. ⎯Hola.

—Hola.

Fue algo que hacían, este saludo que era a la vez tonto y profundo. Por
otra parte, cuando el mundo había renacido a tu alrededor, sentías
como si todo fuera nuevo y fresco. Especialmente cuando mirabas,
una vez más, a los ojos de tu amante.

Después de conseguir que Lucan se instalara bajo tierra en un jergón,


Mayhem decidió que necesitaba una ducha. Mientras Kane trabajaba
con él para colocar una cortina rudimentaria para la privacidad,
Nadya cocinó un poco de sopa de pollo congelado, utilizando agua
destilada y la sartén que le había mostrado su reflejo.

Una pequeña estufa de butano hizo el truco para el calor y, aunque


estaba cansada, le encantaba preparar una comida para todos.

Los cinco comieron en un silencio comunitario, la sensación de haber


llegado a una meseta de supervivencia convirtiendo la simple comida
en un banquete.

—¿Cuándo volverán ese lobo y Apex? —Dijo Mayhem entre


cucharadas⎯. ¿Sólo los esperamos aquí...?

Como si fuera una señal, un silbido agudo anunció el regreso de…

Solo Apex.

Y el macho estaba sombrío cuando entró al garaje sin su dueño.

Kane se puso de pie desde su posición sentada en el suelo. —¿Dónde


está el lobo?

—No sé. Nunca volvió a la cabaña. No tengo idea de dónde está.

Kane maldijo. —Está bien, entonces vamos a buscarlo.

Mayhem también se levantó. —Vamos a buscarlo.

362
J. R. WARD 03 La Víbora

Apex miró a su alrededor. —Esperaba que hubiese vuelto aquí. Pero


supongo que es un no.

—Sin embargo, no hemos visto ningún otro lobo. —Kane alcanzó un


arma⎯. Tal vez estén todos juntos. Escucha, dejaremos a los demás
aquí y los tres iremos a mirar hacia las montañas.

—¿Qué pasa si está herido? —Dijo Apex aturdido⎯. ¿Y si está muerto?


Como si eso fuera todo lo que había pensado en todo el día.

—No pienses así. No todavía.

Cuando Kane se volvió hacia ella, lo último que Nadya quería era que
él saliera a la noche, a donde estaban los guardias, donde estaban los
humanos.

—Ve, —dijo ella con voz ronca⎯. Estaremos bien aquí.

—No tardaré mucho. —El la besó⎯. Lo prometo.

Los machos se tomaron un poco de tiempo para prepararse, y todos


callaron a Lucan cuando el macho dijo que él también quería ir.
Afortunadamente, Rio manejó esa brillante idea, no es que su lealtad
al grupo no fuera apreciada.

Kane tuvo cuidado de besar a Nadya una vez más, y mientras ella lo
observaba salir por la puerta lateral del garaje, se dijo a sí misma que
había cumplido esa misma promesa la noche anterior.

Él había prometido que no se iría por mucho tiempo. Y así había sido.

Ella solo necesitaba que él hiciera lo mismo otra vez.

De vuelta en la cabaña.

Cuando Kane tomó su forma corpórea junto al claro donde estaba el

363
J. R. WARD 03 La Víbora

fuego de la hoguera, ese fue su primer pensamiento: a la derecha,


estaba exactamente la cama donde permaneció la primera vez que
había estado en el lugar, el refugio cubierto de color rojo oscuro estaba
bifurcado por un río.

A pesar de que encontrar a Callum el lobo era su objetivo final, se


acercó y retiró la cortina. El jergón de pieles continuaba en el mismo
lugar, frunció el ceño. Agachándose dentro, se acercó y se arrodilló.
Un trozo de tela, la esquina de la toalla en la que había envuelto a
Nadya cuando estaba decidido a llevársela a la anciana, yacía al pie de
la cama.

Al recogerlo, miró a su alrededor.

Y luego volvió a salir.

Mayhem miraba en la periferia cuando Apex desapareció en el pasillo


que conducía a la guarida oculta con el manantial. Kane dio la vuelta
atrás, a la trinchera detrás de las rocas.

Y ahí encontró algo, aunque no era lo que buscaban.

Las marcas de quemaduras de los guardias que habían matado entre


los árboles marcaban las agujas de los pinos, los últimos lugares de
descanso de los cuerpos no estropeados por ningún movimiento de
botas. Así que nadie del campo de prisioneros había venido a
recuperarlos o buscar sus armas antes de que el sol los reclamara.

No estaba seguro de lo que eso significaba. Tal vez nada. Tal vez
quedaban muy pocos para hacer el trabajo.

Pero tampoco había señales de que algún lobo hubiese regresado a la


montaña. El fuego de la hoguera estaba frío, no había olor a comida y
nadie se movía por el territorio.

Estaba desierto.

Cuando Apex y Mayhem se unieron a él, dijo: —Bajemos la montaña


buscándolo. Será como una aguja en un pajar, pero podemos intentar
encontrar pistas…

364
J. R. WARD 03 La Víbora

—Está en el campo de prisioneros. ⎯Apex miró hacia la entrada de la


guarida⎯. O está muerto. Esas son las únicas dos posibilidades y no
quiero perder el tiempo jodiendo aquí si lo tienen. Quiero ir a la fuente
del mayor daño.

Kane maldijo. —Pero no sabes si él está allí.

—Estoy seguro como el infierno de averiguar…

—No por tu cuenta no puedes…

—Vete a la mierda…

Con una oleada de adrenalina que habría sido imposible de


comprender, y mucho menos generar, solo un par de noches antes,
Kane agarró la chaqueta del otro prisionero y apretó su rostro
directamente contra el del otro macho.

—¿Crees que vas a ayudarlo si te matan? Si quieres salvarlo, vas a ser


inteligente al respecto. Vas a registrar esta maldita montaña con
nosotros, mientras Lucan se recupera. Y luego los cuatro podemos ir
juntos. Pero lo que no va a pasar es que vayas allí solo.

Apex lo empujó y caminó alrededor. —Lo matarán si lo encuentran.

— Entonces, qué importa si esperas lo suficiente para conseguir los


refuerzos adecuados. Podemos ir los cuatro juntos. —Maldita sea,
desearía que el Chacal estuviera todavía por aquí⎯. Iremos juntos a
primera hora de la noche si no podemos encontrarlo. Pero si te
adelantas, no le estás ayudando, serás un lastre que voy a tener que
resolver.

—No puedo hacer esto. No puedo soportar... esto.

La admisión fue pronunciada ásperamente, en la forma en que alguien


lo hace cuando se habla a sí mismo.

—No voy a hacer esto.

365
J. R. WARD 03 La Víbora

Kane sacudió al macho. —No, buscamos en la montaña en caso de que


esté herido y escondido. Y luego iremos al campo de prisioneros
mañana por la noche cuando tengamos más refuerzos.

—Si claro. Lo que sea.

Cuando Apex se separó, Kane lo dejó ir, y no se sorprendió cuando el


macho simplemente caminó por el sendero.

— No vamos a encontrar al tipo aquí, —dijo Mayhem⎯. Es peor que


una pérdida de tiempo. Es peligroso, porque ¿quién cojones está en la
montaña? Y en cuanto a Apex, no creo que lo volvamos a ver esta
noche y si aparecerá mañana o no. Aunque aún podemos ir al campo
de prisioneros mañana al anochecer. Tienes razón. Necesitamos a
Lucan, porque tal vez acabemos rescatándolos a los dos.

Genial. Algo que esperaba con impaciencia.

Kane miró a su alrededor. La sensación de que el tiempo se estaba


acabando lo golpeó tan claro como una campana, aunque no podía
precisar el porqué de la repentina sensación de pavor.

Pero no podía ignorar la premonición de la fatalidad.

366
J. R. WARD 03 La Víbora

Bueno, había cumplido su promesa. Pero Kane no estaba realmente de


vuelta.

Cuando Nadya lo miró de nuevo, él estaba mirando al vacío, con los


ojos llenos de sombras. Estaban arriba en el garaje, dejando a los
demás abajo. Había estado en silencio desde que regresó de buscar a
Callum alrededor de la montaña. Y del mismo modo, Mayhem no
había sido el mismo hablador habitual; especialmente después de que
los dos platicaron con Lucan, quien asintió y luego se quedó muy
callado también.

—¿Estás bien? —Tan pronto como dejó caer la pregunta, quiso


retractarse porque ya le había preguntado eso. Dos veces⎯. Lo siento,
no pretendo…

—¿Alguna vez has sentido que se te acaba el tiempo?

Un escalofrío la recorrió y soltó su mayor preocupación: —¿Vais a


regresar todos al campo de prisioneros? ¿Es ahí a donde irás después?

—No lo sé.

—No mientas.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Eso no es lo que tengo en mente. —Se frotó la cara⎯. Hay algo que
tengo que hacer después de esto. Y sabes lo que es…

—Cordelhia. —Cuando Kane levantó la vista, ella se encogió de


hombros⎯. No necesitas explicar. Realmente, no ha cambiado nada.

Excepto todo, se aferró a sí misma.

—Quiero hacer borrón y cuenta nueva, —dijo⎯. Y encontrar a su


asesino.

—Suena a disculpa. Y eso es totalmente innecesario. —Cuando él


comenzó a negar con la cabeza, ella intervino⎯: Tuvimos sexo hoy. Un
par de veces. No es de extrañar que tu shellan esté en tu mente.

Cuando él no respondió, sintió que lo estaba perdiendo, a pesar de que


estaba justo frente a ella.

—Me hice una promesa a mí mismo, —dijo⎯. Que encontraría a su


asesino. Sólo sé que no era yo.

—¿Entonces qué vas a hacer?

—Tengo que empezar en alguna parte. Creo que necesito ir a casa de


su hermano. Suponiendo que todavía esté vivo.

Mientras el dolor la atravesaba, Nadya se puso de pie y deambuló,


mirando las herramientas y las latas de aceite, la garrafa de gasolina,
las llantas de repuesto y las cadenas. Dentro de su pecho, tenía un frío
ártico, pero trató de mantenerse conectada a tierra en lo que habían
encontrado juntos. La cercanía. La conexión.

Además, su compañera estaba muerta.

Entonces, ¿por qué sentía que los dos de repente iban por caminos
separados? ¿Y no era eso lo que ella había querido, lo que le había
exigido antes de tomar su vena?

—Haz lo que tengas que hacer. —Ella se volvió hacia él⎯. Y escucha, si
realmente quieres ir a Caldwell y "comenzar en alguna parte", no hay

368
J. R. WARD 03 La Víbora

mejor momento que el presente. Estamos a salvo aquí. Además, está


claro que ninguno de vosotros irá a ninguna parte esta noche, y
quedan muchas horas antes de que amanezca.

Él la miró fijamente. —Esto no es sobre ti.

Créeme, pensó. Yo sé eso.

—Todo está bien.

Para su crédito, o tal vez su culpa, no se fue de inmediato; se quedó


dónde estaba, en una silla plegable que no parecía que pudiera
soportar todo su peso, con la mirada fija en el vacío.

—Solo quiero que el pasado me deje, —dijo abruptamente⎯. Quiero


que se vaya, fuera de mi cabeza. Y no solo Cordelhia, también el
campo de prisioneros. No quiero volver a pensar en ese lugar nunca
más. No quiero volver allí y seguro que no quiero pensar en cómo
terminé en ese pozo de sufrimiento.

Ella lo entendía mejor que él.

—Necesito respuestas, Nadya. Siento que si los tuviera, sería capaz de


dejarlo todo.

Cuando él la miró, ella respiró hondo y asintió. —Lo entiendo. Como


dije. Haz lo que necesites hacer.

El paraíso de los tontos era una cosa buena.

Hasta que el mundo real vuelve.

Mientras Kane miraba a través del capó de un coche viejo y


destartalado, supo que estaba jodiendo la cabeza de Nadya. Pero
cuando estuvo en la montaña, tomando la decisión de regresar al
campo de prisioneros, se dio cuenta de una manera cruda de que
mientras el pasado no quedara atrás, no sería completamente libre.

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J. R. WARD 03 La Víbora

La perspectiva de regresar al lugar al que lo habían enviado por un


asesinato que no cometió había puesto todo en primer plano.

Y en contraste con la forma en que había sido, ahora tenía un futuro y


una vida que quería defender. Proteger. Y jodidamente disfrutar.

Le gustaría ser feliz con la hembra de la que se había enamorado.

Quería que su vida fuera suya.

Al ponerse de pie, supo por dónde iba a empezar, y estaba frustrado


porque, la noche del asesinato, no había luchado con más ahínco
contra las acusaciones. Debería haber estado más enojado con su
cuñado. Debería haber devuelto el golpe al macho y tomado el control
de la situación.

—Nadya, —dijo una voz desde abajo⎯. Lucan tiene una pregunta
sobre su evacuación.

—Voy. —Su hembra le dirigió una sonrisa tensa⎯. Sabes dónde estaré.
Cuídate ahí fuera…

—Nadya. —Él tomó su mano⎯. No me arrepiento de lo que pasó hoy.


De nada. Y quiero estar contigo otra vez.

Su expresión se suavizó un poco. —¿En serio?

—Lo juro. Estoy haciendo esto para poder olvidar el pasado. Para que
podamos estar juntos, si me aceptas.

Su hembra respiró hondo como si estuviera tratando de creerle. —


Bien. Porque eso es lo que yo también quiero.

Inclinándose, la besó. —Cuida a tu paciente.

—Voy.

Kane la vio desaparecer por las escaleras, y luego revisó dos veces su
arma, se aseguró de que el seguro estuviera puesto y salió del garaje.

370
J. R. WARD 03 La Víbora

Mirando hacia el cielo, vio que no había luna esta noche. Las nubes
habían entrado.

Curioso, que todavía supiera dónde estaba Caldwell.

Cerrando los ojos, se desvaneció en dirección sur, y tenía la intención


de ir a la hacienda del hermano de Cordelhia. En lugar de eso, fue a
donde una vez había vivido durante un año y algunos meses,
volviéndose a formar a un lado del sendero por el que había llevado a
sus caballos, el que llegaba a la casa solariega desde la parte trasera.

El paisaje había cambiado un poco, pero los jardines se habían


mantenido en gran parte como antes. Y la mansión... era exactamente
como la recordaba. Bellamente decorada, cuidadosamente atendida,
un lugar de elegancia y estándares.

Había esperado que, en doscientos años, las cosas se hubiesen


alterado más; pero en muchos sentidos, todo estaba tan
absolutamente conservado.

Sus botas comenzaron a caminar por su propia voluntad, y mientras se


acercaba por detrás, pensó en la última fiesta de cumpleaños que
había disfrutado. Parecía tan perfecto.

Todo había parecido tan perfecto.

A lo lejos, un perro ladró y pudo oír el ruido de los coches. Había un


camino cerca ahora, uno en el que los vehículos podían viajar a alta
velocidad.

Las luces estaban encendidas detrás del anticuado cristal con


burbujas, y pensó que las cortinas no eran las mismas. ¿Vivían
vampiros en él? ¿O la propiedad había escapado de las manos de su
cuñado y habían pasado a ser propiedad humana?

Se detuvo y miró a su alrededor.

Los establos ya no estaban, toda esa estructura había sido removida y


reemplazada por un estanque de agua de color aguamarina y una
casita a juego que parecía dar servicio a la enorme cuenca. Recordó su

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J. R. WARD 03 La Víbora

caballo favorito y se preocupó por lo que le había pasado al semental.


Como el pura sangre había sido de gran calidad, era probable que lo
hubieran tratado muy bien, pero ¿quién sabe?

No había coches que él pudiera ver…

Una figura pasó por una de las ventanas del primer piso.

Aunque su destino final estaba en otra parte, tenía que ver quién vivía
en su casa. No es que hubiera sido suyo por la razón correcta, no
porque lo hubiera comprado con su dinero o sus esfuerzos, sino
porque había entrado en los rituales de apareamiento de la
aristocracia.

Y terminó con una hembra que lo había soportado.

En lugar de una que lo quería.

Pensó en lo que había dicho Apex, que creía saber lo que eran el amor
y la atracción, hasta que conoció a Callum.

Kane sabía exactamente a qué se refería el macho…

Se detuvo.

Luego alargó una mano, a pesar de que no había nadie ni nada


alrededor para sostenerse: La figura, que caminaba por el primer piso,
era una hembra, una hembra de hombros estrechos, y estaba vestida
con un largo vestido pálido, con el pelo rubio recogido en la cabeza.

Kane tropezó. Cayó.

Volvió a levantarse.

En trance, tropezó hacia adelante, sintiendo como si sus pies no


estuvieran en el suelo. Y solo se detuvo cuando estaba de pie en los
macizos de flores justo afuera de las puertas francesas de la sala.

La hermosa habitación estaba equipada con muebles que reconoció:


aunque la disposición había cambiado y había una alfombra persa

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J. R. WARD 03 La Víbora

diferente en el suelo, conocía las pinturas al óleo de paisajes y el


escritorio y las lámparas...

… y la hembra que vagaba por las habitaciones como un fantasma,


hermosa como una estatua.

E igual de fría.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Abajo, en la mansión de la Hermandad, en el estudio azul francés del


gran Rey Ciego, Vishous desplegó un mapa sobre el ornamentado
escritorio de Wrath. Aunque el Rey no podía ver, los otros hermanos
que se habían agrupado alrededor tenían ojos que funcionaban bien.

—Así que realicé una búsqueda en las instalaciones vacantes. Todo,


desde escuelas hasta centros comerciales, iglesias y auditorios. —Miró
hacia arriba⎯. No creeríais la cantidad de cosas que fallan, joder.
Encontré más de cien que se adaptan a mis pocos criterios en el norte
del país.

—El negocio está difícil, —dijo alguien.

—La vida es dura, —murmuró alguien más.

— Pero luego afiné las cosas.

Wrath interrumpió, mirando desde detrás de sus cueros negros. —A la


mierda tanta charla. No me importa tu metodología, cuál es la
conclusión.

—Tres sitios. —Golpeó su pluma en el mapa⎯. Un monasterio a las


afueras de Schenectady. Un colegio universitario cerca de Plattsburgh.

—¿Y el tercero?, —dijo el Rey mientras colocaba a George en su

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J. R. WARD 03 La Víbora

regazo.

Mientras el Golden Retriever también miraba el mapa, V colocó su


bolígrafo en una ubicación a las afueras de un pequeño pueblo al norte
del estado. —Este hospital de tuberculosis abandonado, que resulta
que no está muy lejos del allanamiento de la farmacia. Las tres
propiedades han sido adquiridas recientemente por alguien, estamos
hablando del último año, y tienen la infraestructura necesaria para
mantener un negocio de procesamiento de drogas profesional, así
como una cantidad de trabajadores y guardias.

Tohr levantó la mano, siempre respetuoso de las reglas. —Pero


podrían pasar a la clandestinidad, ¿no?

— ¿Quieres intentar cavar una madriguera debajo del césped de


alguien en este entorno donde todo termina en Internet?

—Tal vez ya existía.

—Bueno, he estado monitoreando YouTube…

—¿Eres fan de MrBeast? —Rhage dijo alrededor de su Tootsie Pop⎯.


¿Qué? Me gusta el chico. Tiene chocolate y regala dinero.

V ignoró al hermano. —…y están todos estos exploradores


abandonados. Estos tres lugares han sido visitados antes, y
recientemente, un tipo dijo que había una cerca nueva alrededor del
hospital abandonado. Sugiero que nos dividamos en tres grupos y
revisemos estos sitios. Si están vacíos, está bien, volveré a la mesa de
dibujo.

—Y si no lo están, —intervino el Rey.

— Entonces rodeamos los vagones, y entramos ahí.

— Pero para hacer qué. —Wrath se sentó hacia adelante⎯. —¿A dónde
llevamos a los prisioneros? ¿Cómo se va a gestionar una evacuación?

—Saxton me dijo hoy que revocaste el estatuto de la aristocracia.

375
J. R. WARD 03 La Víbora

—Sí, y eso es jodidamente genial. Pero, ¿qué haces con los


prisioneros? No puedes simplemente entrar allí y reventar la mierda
sin tener un plan posterior.

—Oh, ¿entonces es mejor dejarlos como mulas y procesadores de


drogas?

—Cuida tu maldita boca, V.

—Lo siento. —Aunque no lo dijo en serio⎯. Mira, solo necesitamos


confirmar que tengo razón. Luego resolveremos el resto.

Todo tipo de charla comenzó en ese momento, pero él solo se mantuvo


enfocado en el Rey. Las opiniones eran geniales, pero eran una
situación de culos y codos. Todo el mundo tenía uno. La de Wrath era
la decisiva.

—Está bien, —dijo el Rey⎯. Mañana al anochecer para que haya


tiempo de explorar y prepararnos. Solo hay una condición.

V cerró los ojos y apretó los dientes. —Cuál es el truco.

Nadya subió los escalones del refugio y volvió a salir al garaje. Se había
quedado un rato con Lucan y Rio, pero la conversación con Kane
había revuelto su mente.

Algo que él había dicho realmente no la dejaba.

Siento que, si tuviera la respuesta, sería capaz de dejarlo todo.

Parecía que ambos querían lo mismo para su futuro, pero también fue
muy rápida, toda su relación. No dudaba de sus emociones, pero ahora
que estaba sola, no estaba segura de poder confiar en la buena fortuna.
Además, regresaba a su mundo, o a lo que quedaba de él. Sin embargo,
dudar de sus intenciones con la aristocracia o la familia de su shellan
parecía desleal, o tal vez era más su falta de autoestima lo que la hacía
cuestionar lo que tenían juntos. Lo cual era demasiado débil de su

376
J. R. WARD 03 La Víbora

parte.

Como él, probablemente necesitaba encontrar sus propias respuestas


para hacer las paces con su pasado.

Después de todo, la decisión de su padre de mejorar su vida terminó


arruinándola por mucho tiempo. Y ella nunca había podido hablar con
él sobre eso, no es que cualquier tipo de conversación pudiera haber
cambiado lo que había sucedido.

Llena de energía nerviosa, dio un par de vueltas y luego se acercó a los


escalones. ⎯Volveré en un rato.

—¿Estás bien? —Rio contestó.

—Sí. Solo voy a aclarar mi mente.

Lo que era bueno para el ganso era bueno para la gansa, ¿verdad? O
cualquiera que fuera la cita.

Al salir por la puerta lateral, se aferró a lo que Kane había dicho


cuando se fue: que no tenía remordimientos y que esto era un
comienzo, no un final para ellos. Tenía que confiar en él. ¿Qué opción
tenía?

Y su shellan estaba muerta. No te vuelves un fantasma por un sentido


del deber, por el amor de Dios.

Cerrando los ojos, se desmaterializó en una dirección que nunca pensó


que volvería a tomar. Y cuando se volvió a formar frente a una
elegante mansión, sintió un dolor punzante en el pecho. Tan hermosa
como era la casa... era una tumba. Para sus padres.

Mirando todas las ventanas bien iluminadas y los hermosos jardines,


sintió una ira conmovedora por la forma en que habían muerto sus
padres.

Recordó lo que había oído sobre lo que había sucedido, los lessers
irrumpieron en las casas de la aristocracia, masacrando a todos sin
importar si eran o no un objetivo de la clase alta, un doggen humilde.

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J. R. WARD 03 La Víbora

O un trabajador.

No podía imaginar el miedo cuando su mahmen y su sire fueron


expulsados de la habitación segura, abandonados para ser asesinados
por los enemigos de la raza junto con todo el resto del personal a
quienes se les había negado refugio del ataque a la gran familia a la
que servían.

Mientras miraba hacia el frente de la casa formal, supo que esto era lo
que su padre quería para ella, esta mejora materialista. Y en cambio,
terminó con una hija desfigurada que desapareció y con una muerte
terrible en el altar de la misma aspiración que había buscado.

Ella nunca lo había culpado, pero tampoco podía perdonarlo…

Un movimiento hacia la izquierda le llamó la atención…

Nadya jadeó.

Y luego simplemente no podía creer lo que estaba viendo.


Seguramente era otra persona, otra figura alta y ancha, con cabello
oscuro... y una chaqueta... igual a la que Kane había sacado de un
gancho en el agujero del refugio.

Aturdida, Nadya caminó hacia adelante.

Cuando alguien adentro abrió un juego de puertas de vidrio.

La hembra que apareció en el umbral tenía una clara belleza. Bella y


encantadora, con el cabello recogido en la cabeza y la estructura ósea
más que perfecta, parecía etérea en un vestido amarillo pálido.

Juntando sus manos a su boca, la hembra parecía sorprendida.

Excepto que entonces se lanzó hacia adelante y se arrojó sobre Kane.

—Cordelhia —dijo en un tono estrangulado.

De pie a un lado, pensó Nadya, de todos los resultados que había


considerado para esta noche... el que ni siquiera había sido una

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opción, era que su shellan estuviera viva.

379
J. R. WARD 03 La Víbora

Kane sabía que las cosas realmente estaban sucediendo debido al olor
de Cordelhia. Era el mismo que recordaba de hace muchos años, y
mientras ella se aferraba a él, la fragancia de las rosas era todo lo que
podía oler.

Queridísima Virgen Escriba, ella se agarró con tanta fuerza que él no


podía respirar. Por otra parte, tal vez eso era una sorpresa de su parte,
no lo que ella le estaba haciendo a su cuello.

Recuperándose, la dejó en el suelo y la empujó hacia atrás.

—Cordelhia…

⎯Estás vivo, —respiró entre lágrimas.

Sintió como si la estuviera mirando desde una gran distancia, a pesar


de que estaban a solo a un paso o dos de distancia, su cerebro se
negaba a procesar nada. Pero estaba seguro de una cosa: de repente
estaba enojado, amargamente enojado.

—Deja de llorar, —espetó. Luego se obligó a calmarse⎯. ¿Qué diablos


está pasando aquí?

—Saliste de la prisión. Es un milagro. Podemos…

Apartó sus manos cuando ella volvió a alcanzarlo.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—No me toques.

—Eres libre...

⎯Y estás viva. Pero me dejaste pudriéndome allí. ¿Durante doscientos


años?

Los ojos grandes y dolidos de Cordelhia no hicieron absolutamente


nada por él. Todo en lo que podía pensar era en las décadas y décadas
de tiempo que había pasado sufriendo mientras ella era prueba prima
y fehaciente de que no era un asesino.

—¿Quién diablos estaba arriba en tu habitación esa noche? —él


demandó⎯. ¿Quien murió?

Con mano elegante, Cordelhia señaló la casa. ⎯No hagamos esto


aquí. No deseo que los jardineros escuchen nada.

Lo último que quería hacer era entrar en esa maldita casa, pero entró
porque la información era el objetivo más importante en este
momento.

—¿Te apetece una copa?, —dijo mientras indicaba el carrito del bar del
salón.

Que era el mismo del que había sacado el jerez.

Negándose a ir más allá del vestíbulo, se rio agudamente. —Eso fue lo


que me drogó en primer lugar. Así que, no, no beberé nada, ¿de quién
era ese cuerpo? ¡Tú olor estaba por todas partes!

Pasó un rato antes de que Cordelhia respondiera, y cuando lo hizo, su


voz era tan suave que apenas podía oírla.

—Tenía una gemela. —Puso esa mano larga y hermosa en la base de su


garganta⎯. Era una gemela idéntica excepto por el hecho de que sus
ojos no coincidían.

Ah, pero por supuesto. Ese defecto habría sido considerado

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J. R. WARD 03 La Víbora

irreparable según los estándares de glymera, y podía recordar un


momento en que, aunque ciertamente no habría tolerado tal condena,
lo habría entendido un poco. ¿Ahora? ¿Después de haber estado en la
prisión? De haberse mutilado a sí mismo.

Esa forma de pensar era una afrenta a todo lo que era moral.

—Ella quería aparearse. El macho era un plebeyo. Mi hermano y mi


mahmen estaban tan molestos que sabían que no solo la arruinaría a
ella, sino a todo nuestro linaje. Sin embargo, mi hermana no entendía
la razón, así que la recluyeron. No importó. Ella se escapó de la casa.
Fue pura locura.

En esto, Cordelhia bajó a una exhibición de piedras en forma de


huevos que habían sido volteadas. Cuando ella enderezó uno que
estaba desviado uno o dos grados, él la vio correctamente. Estaba
dolorosamente delgada, nerviosa como un pájaro, perdida en una gran
casa con tantas cosas hermosas.

—Así que lo planeaste todo el tiempo, —dijo aturdido⎯. Te apareaste


conmigo, viviste conmigo durante un año, el tiempo suficiente para
que las cosas pareciera que estaban mejorando. Luego, cuando ambas
entrasteis en vuestra necesidad al mismo tiempo, porque eran
gemelas, tu hermano la mató y me drogó, y se logró el intercambio de
cuerpos.

—Kane, debes entenderlo. —Ella iba hacia él⎯. Nunca fue nada
personal.

Cuando ella tomó su mano, la expresión de su rostro, la súplica


cándida de ver su versión de la situación, fue más aterradora que
cualquier cosa que hubiera presenciado en prisión.

—No me toques, —gruñó.

Sus cejas se levantaron y volvió a colocar su mano en la base de su


garganta.

—Tu mahmen —dijo—,conocía el plan.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—Sí.

—Un trabajo de actuación infernal. Y sin duda lo repitió frente a los


sirvientes de esta casa. Para que hubiera testigos.

Ahora era su turno de caminar, y mientras miraba a través del


comedor, recordó cómo habían pasado las cosas.

El miró por encima de su hombro.

—Sin embargo, ¿cómo terminaste viviendo aquí? ¿Después de que


todo terminara? Si hiciste aquello para preservar la línea de sangre, y
estás viva y bien, ¿cómo funciona eso? Sé que la glymera es un lugar
despiadado, pero seguramente matar a tu propia hermana o hija para
sobrevivir socialmente es extremo, incluso para ellos.

Cuando ella miró hacia la alfombra, él maldijo por lo bajo al darse


cuenta. —Todos vosotros le dijeron a la gente que era tu hermana con
la que me estaba apareando, la exhile dhoble. Y es por eso que tu
mahmen me eligió. No tenía familia y una tía anciana que se estaba
muriendo. Yo era del Viejo País sin contactos aquí. Por eso la
ceremonia de apareamiento fue solo con tu familia inmediata. —Pensó
en esa fiesta de cumpleaños y se rio con dureza⎯. Es por eso que
nunca tuvimos a nadie en esta casa, por eso nunca hubo reuniones y,
por supuesto, los sirvientes eran demasiado leales para hablar.
Probablemente encarcelaste a tu hermana en el jodido sótano durante
el año que les tomó a ambas entrar en tu periodo fértil, y luego,
cuando llegó el momento, ejecutaste el plan a la perfección e
intercambiaste lugares.

Cordelhia se paró frente a él, luciendo impotente. —No tienes idea de


lo que es ser condenado al ostracismo. Nadie que te hable, ningún
lugar adonde ir…

—Estuve en prisión. Durante doscientos años. Ahórrame tu versión


del sufrimiento.

—Nosotros también hemos sufrido. —Hizo un gesto a su alrededor⎯.


Esta finca fue atacada por los lessers. Nos escondimos durante tres
noches después de que mataran a nuestros sirvientes y nos

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J. R. WARD 03 La Víbora

saquearan...

—Sí, esta mierda se ve tan desordenada. Guau.

Su majestuosa cabeza se levantó. —Tu lenguaje. Por favor.

— Por supuesto, corrígeme en eso. Porque has acertado en muchas


otras cosas muy bien.

Ella se aclaró la garganta. —¿Cómo encontraste liberación?

Como si fuera una reunión formal y ella estuviera preguntando sobre


los planes para la temporada de festivales.

—Escapé. —Cuando ella retrocedió, Kane negó con la cabeza. ¿Cómo


pensaba ella que funcionaba la prisión?⎯ Tú arruinaste mi vida.

—No teníamos la intención de hacerlo. Y sinceramente lo siento.

Lo más extraño era que él creía eso. Él creía, en el fondo de su alma,


que lo sentía. Simplemente no tenía absolutamente ningún marco de
referencia para las implicaciones de lo que ella y su linaje habían
hecho.

—Mi mahmen está muerta, —dijo⎯. Mi hermano también. Murió en


los allanamientos. Estaba defendiendo su propiedad. Vivo aquí sola.
Nunca me apareé.

No, nunca lo hiciste, pensó. Incluso cuando había estado con él, en
realidad no había sido una shellan.

—Me tengo que ir, —se escuchó decir a sí mismo.

—Kane…

—Cállate, Cordelhia. Deja de hablar.

—Pero por supuesto, —replicó ella en un tono helado⎯. Permíteme


que te acompañe…

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J. R. WARD 03 La Víbora

—No, —dijo bruscamente⎯. Lo haré por mi cuenta.

Se le ocurrió ir a la puerta principal y hacerlo bien. Pero eso era un


error de las antiguas costumbres.

Kane volvió a la doble puerta vidriera que ella había abierto al verlo
parado afuera de su casa. Cuando alcanzó el mango, miró hacia atrás.

—¿Todos se han ido, entonces?, —se escuchó decir a sí mismo⎯. ¿Tu


familia? ¿Qué hay de los hijos de tu hermano?

—También se perdieron en las redadas. —Su voz se ahogó⎯. Así que,


por desgracia, sólo soy yo. Y volví a esta casa después de las
dificultades contigo y mi hermana porque siempre la he apreciado.

Gracias a la Virgen Escriba que su tía se había ido al Fade, pensó


Kane. Se hubiera devastado por todo esto.

—No me volverás a ver. —Salió⎯. Y cierra esta puerta detrás de mí.


Será mejor que sigas protegiéndote del mundo real.

—No hay razón para ser grosero.

—Adiós, Cordelhia.

Afuera, miró hacia el plantío de flores. Se las había arreglado para


plantar sus botas exactamente en la misma posición en la que estaban
cuando miró a través del cristal.

Hubo un clic sutil detrás de él y miró por encima del hombro a la


puerta doble que se había cerrado tras él. La hembra que había
pensado que amaba estaba de pie al otro lado, mirando hacia afuera.
No estaba seguro de si ella lo vio o no.

No le importaba.

Con la intención de desmaterializarse, cerró los ojos. Pero no había


manera de que pudiera concentrarse para dispersarse…

De repente, la cabeza de Kane se giró hacia la derecha cuando la brisa

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J. R. WARD 03 La Víbora

le llevó un olor.

—¿Nadya…?

Nadya tenía la intención de irse en el momento en que vio a la


elegante hembra vestida de amarillo pálido salir corriendo y abrazar a
Kane. Pero las emociones eran la fuente de energía más poderosa e
invisible del planeta, por lo que fue derribada por sensaciones que no
eran físicas en lo más mínimo.

Nadie la había apuñalado en el corazón.

Aunque ciertamente se sentía así.

Enfrentada al abrazo de la pareja, ella se alejó ciegamente, pero no


llegó muy lejos. Cuando pasó junto a un banco de hierro forjado que
estaba apoyado contra la pared de ladrillo de lo que supuso que era un
jardín muy formal, cayó sobre su fría y dura palma.

Lo siguiente que supo fue que Kane estaba parado frente a ella.

Mientras lo miraba, descubrió que la capa de nubes sobre su cabeza se


estaba rompiendo un poco y la luna estaba apareciendo. Al medir su
posición, se sorprendió al descubrir que aún quedaba algo de noche.

Sintió que era hora de que llegara el amanecer y la quemara.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó.

—¿Cómo está tu shellan? —Ella levantó la mano⎯. Vi la reunión, en


realidad. Estoy tan feliz por ti…

—Eso no fue una reunión.

—Oh, así que corrió a los brazos de otra persona. Mis disculpas. —Ella
se tocó el ojo⎯. Mi visión es mala.

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J. R. WARD 03 La Víbora

—No sabes de lo que dices.

Sus palabras estaban muertas, su tono nivelado hasta el punto de ser


pétreo. Y mientras buscaba su rostro, era el de un extraño.

—¿Por qué me seguiste? —Dijo con voz apagada.

—No lo hice.

Sacudiendo la cabeza, miró hacia la casa. Y permaneció en silencio.

—Permíteme ahorrarte las excusas. —Ella se levantó⎯. Aunque tengo


una pregunta. ¿Era cierto todo lo que me dijiste? ¿O fue todo un
engaño, o algo que no importaba porque soy una plebeya?

Al plantear la demanda, no estaba segura de sí se refería a lo que él le


había dicho en las dos últimas noches... o a lo que había salido de su
boca cuando había estado al borde de la muerte. De lo que sí estaba
segura era de que la hembra que había corrido a sus brazos había sido
su compañera, y que estaba viva y bien.

—No puedo hacer esto ahora, —dijo.

Ella asintió. —Entonces te ahorraré el esfuerzo.

—De qué estás hablando…

—Quiero agradecerte por… —Se tocó la cara⎯. Sea lo que sea este
regalo. Todavía no sé qué nos pasó a ninguno de los dos, pero al
menos me han puesto en un camino en el que ya no tengo que
esconderme.

Sin embargo, también había logrado destruirla.

La ironía era que su interior estaba arruinado ahora, incluso cuando


su exterior había sido reestablecido.

—Nadya. Detente, ¿sí? Esto no es sobre ti.

—Oh, lo sé. Mi vida rara vez ha sido sobre mí. Mi padre tomó el

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J. R. WARD 03 La Víbora

control de eso. Mi prometido trató de destruirlo. Y aquí estoy de


nuevo, un macho parado frente a mí y recordándome que no importo.
Levantó las manos. —Oh, por el amor de Dios. Acabo de ver a una
hembra que pensé que estaba muerta durante doscientos años y me
enteré de que sacrificó mi vida por un par de ojos dispares. ¿Me darías
diez minutos para averiguar cómo me siento?

—Y acabo de ver al macho que pensé que amaba sostener a la hembra


de la que hablaba sin parar en sus brazos.

—No es así.

Se miraron el uno al otro, y ella revivió lo que había presenciado.

—No puedo ser el pequeño secreto secundario de un aristócrata. No lo


seré. —Las lágrimas llenaron en sus ojos⎯. El dolor tiene una forma
de llegar a nuestros núcleos. Tu amor era real, ella está viva y, tarde o
temprano, volverás con ella.

—No tienes idea de lo que estás hablando.

—Oh, absolutamente lo sé. —Nadya dio un paso atrás⎯. No vas a


poder evitarlo. Creo que sientes algo por mí, pero sé cómo funciona la
aristocracia…

—Tú no me conoces. No tienes ni puta idea de lo que estás diciendo.

—Sé que eres un macho de honor y valor, y sé que vienes de la


glymera. —Ella sacudió su cabeza⎯. Ya me quemé una vez tratando
de tener una ventaja en este mundo. No puedo hacer eso de nuevo.
Puedes decir lo que quieras ahora mismo, y creo que te sientes
terrible, y sí, este momento es horrible. Pero pasé décadas deformada
por una mentira que era más grande e importante que yo. No puedo
volver a transitar por ese camino.

—Entonces no estarás conmigo debido a mi línea de sangre.

Pensó en su padre y en su agresiva agresión social. Él no le había


arrojado el ácido, pero su impulso por distinguir su propia línea de
sangre había creado una tormenta perfecta, y ella fue quien se llevó la

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J. R. WARD 03 La Víbora

peor parte de las duras lecciones.

Tarde o temprano, Kane tendría que volver con su compañera. Su


sentido del honor exigiría su regreso, pero más que eso, su posición
social lo dictaría.

Pensó por última vez en las intrigas de su padre.

—No, —dijo con aspereza⎯, ya no estaré contigo por la mía.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Joder, iban a esperar hasta que Lucan pudiera mantenerse en pie.

Mientras Apex exploraba la parte trasera del campo de prisioneros


desde el estacionamiento, solo sabía una cosa con certeza. Si Callum
estuviera vivo y en las instalaciones, lo retendrían junto a la pared o
dentro de la cabecera de los aposentos privados de los guardias. ¿Y no
era útil reducir los espacios, dado lo grande que era el lugar?

Dios, deseó haber guardado esa mano cortada. Además no tenía


suficiente munición para hacer un agujero en la puerta trasera.

Entonces, bajo la teoría de que tenías que usar lo que tenías, se llevó
dos dedos a la boca…

Su silbido fue tan fuerte que hizo que sus propios oídos zumbaran y el
sonido resonó en el núcleo de cinco pisos del edificio alado. Cuando
necesitaba un respiro, tomaba uno y se metía los dedos en la boca,
continuando con el ruido.

Bueno, quién lo iba a decir.

Había pateado un avispero.

Los guardias salieron en tropel, y él se agachó detrás de un vehículo y


empezó a eliminarlos, uno por uno. Mientras llevaba la cuenta, se

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J. R. WARD 03 La Víbora

preguntó si la jefa de los guardias tenía algún tipo de molde en la


trastienda donde regeneraba escuadrones enteros vertiendo cera
mágica de una receta y dejando que la mierda se secara.

Su oportunidad llegó cuando uno de los guardias asomó la cabeza por


la puerta trasera. Mientras las balas pasaban zumbando, Apex avanzó
agazapado, corriendo por la fila de vehículos, mientras le seguían las
ráfagas y chispas de un tirador que estaba en una ventana del tercer
piso.

Justo cuando el guardia se quedó en su fase de salida, ni adentro ni


afuera, Apex le hizo retroceder hasta una escalera que desembocaba
en las áreas privadas.

Cerrando el puño, golpeó la cara del macho hasta que no hubo rasgos
que reconocer, y luego miró hacia arriba, hacia la puerta interior
cerrada con llave…

Seguro como si hubiera tocado una campana, la última barrera se


abrió.

La jefa de los guardias estaba ahí uniformada con un chaleco antibalas


sujeto al pecho. Ella continuaba como siempre, fría y calculadora, con
una pequeña sonrisa en su rostro.

—Sabía que uno de vosotros vendría por él. El ser paciente, es mucho
más eficiente que tratar de cazarte por toda esa montaña.

—Deja ir al lobo, —dijo Apex⎯. Puedes tenerme. Sólo déjalo ir.

— No lo creo. Ha demostrado ser una gran mascota.

Cuando abrió la puerta, lo que había al otro lado era lo último que
quería ver: Callum estaba vivo, era cierto. Pero eso era sólo su cuerpo.
El macho había sido atado desnudo a una plataforma, y estaba claro
que había sido utilizado, su garganta estaba en carne viva por las
marcas de los mordiscos, su sexo tendido sobre el muslo, magullado y
desinflado. Pero lo peor era la forma en que miraba al techo, con los
ojos desenfocados y parpadeando lentamente.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Como si su alma se hubiera ido.

—¡Perra!

Apex atacó antes de saber lo que hacía, su embestida fue tan violenta
que casi perdió el control de su arma.

No lo consiguió.

La jefa de los guardias le disparó en el muslo, de modo que cuando su


peso cayó, su pierna se desplomó debajo de él.

Su cabeza atrapó la caída.

Justo en el último escalón.

El crack fue como un rayo. Igual que el dolor.

Y entonces todo se volvió negro.

Kane no volvió al garaje. Sabía que allí era donde iría Nadya. En
cambio, se desmaterializó al claro de la montaña, a la cabaña. Pero no
había ninguna hembra vieja. Tampoco había ningún lobo.

Tal vez eso era lo mejor.

Se sentó en uno de los troncos alrededor de la fría hoguera y miró


hacia donde deberían haber estado las llamas. Detrás de él, los sonidos
de la naturaleza en la noche estaban de puntillas en su oído, como si
todo el mundo reconociera que necesitaba que lo manejaran con
cuidado.

Debería haberle explicado mejor a Nadya, pero tenía la cabeza jodida,


y la ira que había entrado en él junto con la reanimación por la que
había pasado, o lo que fuera, lo volvía volátil hasta el punto de que no
sabía si podía confiar en sí mismo. Una vez había sido tan ecuánime.

392
J. R. WARD 03 La Víbora

Por otra parte, de vuelta en el Viejo País, el mundo había sido su ostra.
Era fácil mantener la cabeza fría cuando no había presión.

Cuando pensó en Cordelhia una vez más, se sorprendió, pero no se


asombró. En su fuero interno, sabía que algo andaba mal con toda su
buena fortuna en el Nuevo Mundo.

O tal vez sólo era una visión retrospectiva.

En cuanto a Nadya, quería enfadarse con ella por dudar de él, pero
cómo podía hacerlo. Con la forma en que había transcurrido su
pasado, podía ver el por qué lo veía de esa manera, y aunque quería
convencerla de lo que sentía, ¿no era él como su sire?

Diciéndole lo que tenía que hacer por sus propias ambiciones.

Lo que sería un futuro con ella.

¿Qué diablos importaba…?

Unas pisadas que se acercaban rápidamente hicieron que su cabeza, y


su arma, se giraran en torno a los sonidos. Pero no se molestó en
intentar ponerse a cubierto. Francamente, si alguien le disparaba en el
pecho, probablemente le dolería menos, y entonces podría morir.

Si podía morir, eso sería...

Mayhem salió disparado de la línea de árboles. —Apex ha ido al campo


de prisioneros.

—¿Qué? —preguntó Kane con cansancio.

—Acabo de regresar después de comer en Bolt-Hold11, y Lucan dijo que


había regresado y se había llevado un montón de municiones y
cuchillos. No me digas que solo va a deambular por la maldita
montaña buscando venados para cazar. Fue al campo. Solo. Para
tratar de encontrar a Callum.

Cuando Kane se puso de pie lentamente, pensó, bueno, ya tenía ganas


11
Sitio de bar y comida.

393
J. R. WARD 03 La Víbora

de golpear algo. Aquí estaba su oportunidad.

—Lucan trató de venir conmigo, —dijo Mayhem⎯. Le dije que no


fuera un puto lastre.

— Vaya. Eso es algo totalmente razonable.

—Estoy pasando página. Al menos por esta noche.

Kane respiró hondo.

—Vamos. Francamente, sabía que aquí era donde terminaríamos.


Tenía la esperanza de que, si le dábamos tiempo, ese lobo de pelo
blanco reaparecería por arte de magia.

Cerrando los ojos, tenía la intención de desmaterializarse de regreso al


campo de prisioneros. Pero cuando no se movió, abrió los párpados.
Mayhem todavía estaba frente a él. —Lo primero es lo primero, —dijo
el macho en voz baja⎯. Nosotros nos encargamos de Apex. Entonces
puedes ocuparte de lo que sea que estalló entre tú y Nadya. Y no me
digas que algo no pasó. Se ve tan mal como tú.

Kane miró al cielo, a la forma en que la luna se asomaba a través de la


capa de nubes. Era una vista hermosa, pero fría y, en última instancia,
inútil.

—No hay nada entre Nadya y yo.

En esa nota, él mismo voló en una dispersión de regreso al Infierno.

Que parecía el único destino apropiado para él.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Cuando Kane se formó de nuevo a un lado del hospital abandonado,


echó a correr. Los disparos en la parte trasera del edificio eran un
tambor de agresión, y su único pensamiento fue que deseaba como el
infierno tener más refuerzos. Más armas. Más munición.

Mayhem reapareció a su lado, también a mitad de camino. —Ahí es


donde está nuestra fiesta.

Joder, lo sé, quería gritar Kane mientras bajaban disparados por el


flanco del viejo edificio de ladrillo.

Cuando iban a medio camino. Justo cuando llegaban a la esquina,


mientras el olor a pólvora, sudor y sangre flotaba directamente en su
sistema nervioso central, una figura apareció de la nada.

Una figura vestida de negro y enfundada con armas.

Pero no era Lucan. Y no era un guardia. Y... no era el enemigo.

Cuando Kane patinó hasta detenerse, Mayhem hizo lo mismo.


Después de lo cual simplemente se quedó ahí jadeando.

—¿Chacal? —Kane sacudió la cabeza para despejarse⎯. ¿Eres tú?

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J. R. WARD 03 La Víbora

Su viejo amigo, que había escapado gracias al sacrificio de Kane,


estaba mirándolo como si hubiera visto un fantasma. —¿Kane? ¿Qué
te pasó? Pensé que estabas muerto.

—Oh, Dios, llegas en un buen momento, —interrumpió Mayhem


mientras saltaba hacia adelante y abrazaba al macho que todos habían
pensado que nunca volverían a ver⎯. ¿Cómo diablos nos encontraste?

El Chacal abrazó al macho distraídamente, todavía mirando por


encima del hombro a Kane, con los ojos saltando alrededor, de
manera divertida. Todos los que lo habían visto desde que esa anciana
había hecho su magia, o lo que sea que fuera, estaban acostumbrados
a la resurrección.

El asombro del Chacal, por el contrario, se debió a que, en primer


lugar, Kane nunca debería haber sobrevivido a la explosión de su
collar de sujeción.

Kane dio un paso adelante y extendió la mano.

—No hay tiempo para explicaciones de cualquier tipo.

—Sí, —susurró el Chacal mientras se saludaban⎯. Estás bien.

Kane apuntó con su arma al estacionamiento. ⎯Creemos que los


guardias pueden haber llevado a la prisión a alguien que no es parte de
la prisión, y creemos que Apex ha entrado ahí, solo. Tenemos que
salvar a los dos.

El Chacal se quedó mirando a Kane. Pero entonces una bala


chisporroteó junto a la cabeza del macho y sacó al antiguo prisionero
de su santa mierda.

—Vamos, —dijo Kane⎯. Si sobrevivimos, te prometo que te lo contaré


todo.

Cuando el Chacal asintió, los tres se colocaron en posición en la


esquina del edificio, mirando qué cobertura tenían. Los guardias
estaban usando la fila de camiones y otros vehículos como escudo,
intercambiando fuego con un objetivo que no era visible, pero que

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J. R. WARD 03 La Víbora

claramente intentaba entrar a la prisión. También había un flanco


dentro del anillo del bosque, sus figuras sombrías moviéndose dentro
y entre la línea de árboles.

—¿Cómo entramos? —preguntó el Chacal.

—Tengo un código de acceso a los teclados. —Mayhem miró hacia


atrás⎯. Pero ya no todo está bloqueado de esa manera, y me preocupa
que hayan cambiado los códigos de todos modos después de nuestra
fuga. Es lo primero que haría. Necesito llegar a la puerta trasera que
da a los aposentos privados del Verdugo para probar lo que tengo.

—¿Ese macho está a cargo ahora? —murmuró el Chacal⎯. Excelente.

—No, lo matamos. Ahora es alguien peor.

—Por supuesto que lo es.

Kane estaba a punto de sugerir una estrategia cuando el viento cambió


de dirección, y en el instante en que sintió la brisa en la nuca, supo que
su presencia iba a ser anunciada. Efectivamente, mientras sus olores
llegaban a los guardias, los disparos que llovían sobre ellos estaban
bien dirigidos y en el momento oportuno.

Lo que quiere decir que fue un aluvión absoluto.

Cuando devolvieron el fuego a los guardias y las balas se


intercambiaron en oleadas, se vieron obligados a retroceder, y Kane
experimentó el enfoque más extraño. En lugar de dispersarse y entrar
en pánico, se calmó cada vez más cuando Mayhem y luego el Chacal se
desmaterializaron en el primer piso para protegerse.

En lugar de seguir su muy prudente liderazgo, se quedó dónde estaba,


incluso cuando los machos asomaron la cabeza a través de unos
cristales rotos y lo instaron a que los siguiera.

En su interior algo estaba tomando el control. Podía sentirlo.

Y entonces... algo sucedió.

397
J. R. WARD 03 La Víbora

Su cuerpo flotó. Esa era la única forma en que podía describirlo. En un


momento estaba de pie, disparando, esquivando balas. Al siguiente,
estaba volando.

No, no estaba en el aire...

Estaba en el suelo. Moviéndose suavemente a través de la hierba.


Mirando a través de un par de ojos diferente: el color del mundo
estaba repentinamente en tonos de rojo, todos los demás colores
desaparecieron.

Con una extraña sensación de paz, recapituló ante la transformación, y


cuanto más aceptaba la alteración de su forma, más libertad de acción
se le daba en términos de conciencia: podía sentir las diferentes
sensaciones en su vientre, las hojas de la maleza, la arena gruesa y los
guijarros, la tierra. Pero los olores en su nariz no eran los mismos. O
tal vez, eran las mismas fuentes, pero registradas de manera diferente.
Los sonidos tampoco eran nada como solían ser, los ruidos del tiroteo,
los gritos y las pisadas, eran como el océano que se precipita contra la
orilla y se retira, indiferente.

Sin embargo, cuando detuvo su avance, escuchó lo que reconoció


como el Chacal y Mayhem hablando. Los códigos no funcionaban... en
el primer piso, donde estaban... los códigos de acceso no funcionaban
en el hueco de la escalera.

Cómo podía oírlos desde tan lejos, no tenía idea. Y aunque ahora
estaba en una forma diferente a la de vampiro, su misión no había
cambiado. Todavía tenía que infiltrarse en el campo de prisioneros,
salvar a los lobos y encontrar a Apex.

Pero cómo…

La grieta en los cimientos del edificio no era grande, solo diez


centímetros de ancho y corría en ángulo desde la costura del
revestimiento de ladrillo hasta la pared de hormigón que estaba bajo
tierra. No era el tipo de cosas por las que podría haber metido la
mano, mucho menos su cuerpo, pero sabía que era su forma de entrar.

La víbora en él no iba a tener problemas con el estrechamiento.

398
J. R. WARD 03 La Víbora

Mientras se deslizaba, de alguna manera su lado de serpiente conocía


el camino a seguir, encontrando y siguiendo las rutas que se habían
creado en el hormigón debido a la exposición a los elementos y al
descuido de la estructura, y entonces, abruptamente, estaba fuera de
la compresión y al aire libre, deslizándose por el suelo en su
intersección con una pared.

Deteniendo su avance, su vista osciló de un lado a otro, la víbora


movía la cabeza como si supiera que quería orientarse, la bruma roja
que lo cubría todo no comprometía su agudeza visual.

Estaba dentro de los aposentos privados de la jefa de los guardias.

Y sí, estaba Callum, sobre una cama, atado e inmóvil, y más allá de él,
en la puerta que entraba desde el estacionamiento trasero, la jefa de
los guardias estaba arrastrando a un Apex inconsciente al interior, el
peso muerto del macho era algo para lo que su fuerza física no era
suficiente.

Ella estaba hablando, moviendo la boca, pero Kane no escuchaba


nada.

No le importaba lo que dijera la perra.

Cuando las botas de Apex atravesaron la puerta, el panel reforzado se


cerró de golpe y se bloqueó solo. Después se paró sobre el exprisionero
con una sonrisa que era la venganza personificada.

No vio venir el ataque. Y Kane confió en su otro lado para hacer lo que
sabía que podía hacer. Con un súbito impulso, se dirigió a su pierna y
salió disparado hacia la pantorrilla y el muslo más rápido que un
parpadeo.

El primer ataque entró justo en la unión del torso y la pierna, porque


Kane le dijo a su otro lado que ése era el acceso circulatorio más eficaz.
La hembra gritó, o al menos un fuerte ruido emanó de ella. Y luego
apuntó el arma que tenía en la mano justo a su cabeza…

El estallido de la descarga fue tan fuerte como el impacto de un rayo y


Kane se estremeció dentro de su otra piel, asumiendo que había sido

399
J. R. WARD 03 La Víbora

herido y sufriría un dolor debilitante inmediato.

Excepto que, inexplicablemente, la hembra fue la que de alguna


manera fue alcanzada por una bala que venía de una dirección
diferente, sus brazos se echaron hacia atrás mientras se arqueaba y
tropezaba, su propia arma disparaba hacia la habitación mientras
giraba hacia un lado.

La víbora de Kane la tomó desde ahí. En una fracción de segundo, la


serpiente acercó el torso de la hembra y se enrolló alrededor de la
garganta de su presa, la constricción fue rápida y mortal. Pero ella no
murió por estrangulamiento.

La mordió una y otra vez, los colmillos penetraron su rostro mientras


gritaba y sangraba.

Mientras la cabeza de serpiente bajaba repetidamente, el veneno se


inyectaba cada vez, Kane simplemente dejó que ocurriera el ataque.

Y cuando su rostro comenzó a derretirse, y la carne y los huesos se


volvieron líquidos, sus ojos, antes de que se desintegraran se
hundieron de nuevo en el cráneo... estaba perfectamente satisfecho
con el resultado.

Desde el suelo, Apex, soltó el arma que había sacado de donde la había
escondido dentro de su entrepierna y rodó sobre su costado para
poder ver cómo sucedía la horrible muerte. Aunque le dolía la cabeza y
su visión era dudosa, se las había arreglado para mantener la
conciencia suficiente y disparar ese tiro en el pecho de esa jodida
hembra malvada, y ahora le quedaba suficiente agudeza mental para
ver lo que parecía ser un enorme serpiente negra convirtiendo a esa
hembra en un alfiletero.

Kane. En su otra forma.

Con la amenaza inmediata neutralizada… o pronto desnaturalizada,


como era el caso, Apex se centró en la plataforma de la cama.

400
J. R. WARD 03 La Víbora

Respirando hondo, quiso levantarse, pero no tenía fuerzas para


ponerse en pie. Bien, se arrastraría.

Arrastrándose por el suelo, esperaba que aquella víbora supiera


distinguir entre amigo y enemigo, porque la maldita cosa estaba a
punto de no tener nada más que masticar. La cabeza de la hembra se
estaba desintegrando totalmente.

Cuando Apex se acercó a la cama, se incorporó y...

—Callum. Soy yo.

No hubo respuesta del macho. Nada más que esa mirada en blanco al
techo y el parpadeo autónomo, que de alguna manera era más
aterrador de lo que podría haber sido cualquier gemido de dolor.

—Te tengo, —dijo Apex con voz ronca⎯. Te voy a sacar.

Desde lo más profundo de él, un sentido de propósito animó su cuerpo


y lo fortaleció. Usando el cuchillo en su cinturón, cortó las ataduras de
cuero, y cuando el lobo estuvo libre...

No hubo respuesta en absoluto. Callum no miró, no se movió, no


respondió. Se quedó exactamente donde había estado con los brazos y
las piernas separados de su torso desnudo, como si todavía estuviera
atado.

Mientras esos ojos seguían mirando al techo, era como si no fuera más
que una cáscara, su alma se había desprendido de la cáscara viva que
él había ocupado.

—Callum...

Con manos suaves, Apex extendió la mano…

El estremecerse y alejarse fue instintivo, los últimos reflejos de


supervivencia surgieron, nada que pareciera consciente.

—Aquí, te tengo, —le susurró al macho.

401
J. R. WARD 03 La Víbora

Sentado en el borde de la cama, colocó a Callum en su regazo y,


cuando la cabeza del lobo cambió de ángulo, esperaba ver finalmente
algún reconocimiento. No hubo ninguno. El lobo se limitó a mirar al
suelo, como si sus ojos del color del rayo de luna estuvieran
congelados en la posición delantera y todo lo que se cruzaba en su
camino era lo que veía.

Apex le echó hacia atrás el pelo blanco enmarañado por el sudor. Y


mientras miraba el rostro que había visto en sus recuerdos con tanta
claridad, la sangre de su propia herida en la cabeza cayó sobre la fría
mejilla de Callum.

—Te tengo, —susurró⎯. Estás a salvo ahora…

Una explosión lo suficientemente fuerte como para picar los oídos, lo


suficientemente potente como para hacer temblar los cimientos del
hospital, estalló desde el otro lado de la calle, y la puerta que conducía
al pasillo cayó hacia adelante en las habitaciones privadas con un
tremendo golpe.

Cuando el humo se disipó, había dos machos de pie en el umbral.


Mayhem. Y el Chacal.

Mientras Apex miraba el campo de escombros de armas, municiones y


suministros tácticos, pensó que debería sentirse liberado o algo así.
Especialmente cuando la pareja entró corriendo con armas, ¿y era eso
un teléfono móvil en la mano del Chacal?

Se acercaron y les echaron un vistazo a él y a Callum, pero sus ojos


seguían volviendo a lo que estaba pasando en el suelo. La cabeza de la
jefa de los guardias todavía se estaba desintegrando, el veneno, o lo
que demonios fuera, descendía desde lo que quedaba de su rostro y
comenzaba a devorar su cuerpo también.

—Está muerta, —dijo Apex innecesariamente, mientras el Chacal se


ponía el teléfono móvil en la oreja.

Para proteger la privacidad de Callum, Apex extendió la mano y colocó


una manta sobre el cuerpo desnudo del macho... y fue entonces
cuando notó los moretones donde habían estado las ataduras, y los

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J. R. WARD 03 La Víbora

rasguños, y los otros patrones consistentes con un macho que había


sido usado sexualmente, y como fuente de sangre.

—Vas a estar bien, Callum, —susurró⎯. Vienen refuerzos.

La gente le ofreció ayuda, hizo planes y en el caso del Chacal, se unió


de nuevo.

Pero como si el estado vegetativo de Callum fuera contagioso, Apex se


dio cuenta de que no tenía realmente nada que decir en respuesta y no
podía enfocar sus ojos en nada más que lo que pasara por su línea de
visión.

Algunos rescates llegaban demasiado tarde.

Incluso si la persona seguía viva.

403
J. R. WARD 03 La Víbora

CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO

En general, a V le encantaba tener razón. Y la buena noticia era que, el


noventa y nueve por ciento de las veces, tenía razón en todo, por lo
que era un estado de autosatisfacción que disfrutaba mucho.

En el caso de la nueva ubicación del campo de prisioneros, había


acertado con la lógica para encontrarlo, pero la infiltración real de la
Hermandad había sido una decepción total. Por un lado, deseaba
haber podido usar sus dagas un poco más. Mucho más. Sin embargo,
el fastidio más grande era que había empaquetado muchos explosivos
plásticos C-4. Había pasado un tiempo desde que había volado algo, y
estaba listo para todo el espectáculo del 4 de julio del falso sol.

Y luego había estado la satisfacción de destrozar el lugar.

Porque, sí, al diablo con la glymera.

En cambio, al llegar al hospital de tuberculosos abandonado, y entrar


por una puerta trasera gracias a que el Chacal mantenía abierta una
puerta asegurada, tuvo toda la satisfacción de ser el cerebrito de la
sala, pero nada del entrenamiento ni de la pirotecnia...

—¿Qué diablos es eso?

Cuando entró en una especie de dormitorio/sala de guerra, había un

404
J. R. WARD 03 La Víbora

desorden en el suelo que tenía escrito cuerpo en descomposición por


todas partes. La bazofia parecía estar formada por fluidos corporales y
algo de hueso, aunque este último parecía volverse líquido ante sus
ojos. También parecía haber un rastro de la sustancia pegajosa en el
suelo desnudo, uno que serpenteaba alrededor de una cama en la que
un macho muy desnudo estaba acunado por un tipo con una herida en
la cabeza. En el otro lado, el camino de sangre desaparecía en un
pequeño agujero en la esquina del suelo.

—¿Hay alguien más herido? —Dijo mientras sacaba su teléfono⎯. No


importa, lo tomaré como un sí.

—Hay muchos prisioneros enfermos en alguna parte, —dijo el


Chacal⎯. Por cierto, él es Mayhem. Ahí están Apex y Callum.

—Puedo llevarte con los prisioneros, —murmuró el tipo llamado


Mayhem⎯. Te mostraré dónde están. Te pido que les des prioridad
antes que a los guardias.

Asintiendo, V envió un mensaje de texto a su pareja, así como a


Manny y a la propia enfermera de la Hermandad, Ehlena. —¿Te
refieres a esos machos que vi salir corriendo?

—Sí. Tiene que haber algunos de ellos por ahí.

—No es problema. Prisioneros primero. Estoy recibiendo ayuda


médica en este momento y la Hermandad está asegurando el
perímetro. Estáis a salvo, todos vosotros.

—No podía esperar hasta mañana, —dijo el Chacal⎯. Lo siento.

V levantó la vista de su teléfono. —Me alegro de que no lo hayas hecho.


¿Puedes proteger a estos dos mientras tu chico me lleva a la cárcel?

—Sí. Me quedaré aquí.

V siguió al otro prisionero por una puerta que parecía haber sido… —
¿Tú volaste eso?

—¿Sí? Siempre me gusta tener algunos explosivos a mano. Ya sabes,

405
J. R. WARD 03 La Víbora

para ocasiones especiales.

—Oh, por Dios, a mí también. —Sacó un enrollado a mano⎯.


¿Cigarrillo?

— ¿Por qué no?

Cuando se giró para darle al tipo el clavo del ataúd, hizo una doble
lectura. La pared de la que habían salido estaba provista de pares de
clavos, entre los que unas manchas marrones hacían que su propósito
se definiera por sí mismo.

—Ahí es donde eran castigados, —dijo V.

—Sí, en este lugar. —El macho—¿Mayhem? Sí, ese era el nombre,


tomó lo que le ofrecía y lo puso justo entre sus dientes delanteros.
Hablando sobre el enrollado a mano, dijo⎯. En el antiguo campo,
había otra instalación donde nos torturaban.

—Maldito infierno. —V encendió su Bic y extendió la pequeña llama⎯.


Bueno, esa mierda se acabó ahora.

—Tenemos que quedarnos aquí, —dijo el macho mientras encendía el


liado a mano y exhalaba⎯. Esta instalación tiene camas y una cocina,
tiene una clínica. No nos trasladen, por favor. Muchos de los
prisioneros no sobrevivirían el viaje a otro sitio en primer lugar.

V miró a su alrededor. El largo pasillo tenía puertas que se abrían y


podía oler la cocaína y la heroína.

—Muéstrame todo. —Empezó a caminar hacia adelante⎯. Quiero


verlo todo.

Como era de esperar, el resto del lugar era sombrío. Los talleres donde
se empaquetaban las drogas eran calabozos de trabajo forzado, la
definición misma de un ambiente tóxico, y la cocina era una
reutilización de una instalación de los años setenta que estaba sucia.
Pero lo peor eran los dormitorios. Mientras el macho lo conducía por
unas escaleras, ya podía oler la descomposición corporal, el sudor
viejo y la infección. Luego descubrió que los prisioneros eran

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J. R. WARD 03 La Víbora

relegados a cápsulas para dormir que apenas eran lo suficientemente


grandes para perros, los machos y las hembras se ubicaban en los
espacios reducidos, la mayoría de ellos carecían de energía para
preocuparse cuando V caminaba por una habitación tan larga como un
campo de fútbol.

En el otro extremo, se dio la vuelta y no podía creer lo que estaba


mirando. Pero, ¿cómo diablos pensaba que iba a ser?

—Vamos a necesitar aún más ayuda médica, —se dijo a sí mismo


mientras ponía su liado a mano en la parte inferior de su shitkicker.

—Conozco a alguien, —dijo Mayhem⎯, que es invaluable para


nosotros. Es lo mejor de lo mejor, los presos ya la conocen y confían
en ella.

Mientras Nadya se volvía a formar en la parte trasera del campo de


prisioneros, fue escoltada al interior de las instalaciones por el
vampiro rubio más grande y hermoso que jamás había visto, quien se
presentó como el Hermano de la Daga Negra, Rhage. Y cuando entró
en los aposentos privados de la jefa de los guardias, se detuvo en un
charco que estaba...

—Síiiiiii, —dijo el Hermano⎯, quienquiera que haya sido, tuvo una


mala noche.

Algo en el olor de los restos la hizo ponerse de cuclillas, y fue entonces


cuando reconoció el cinturón de herramientas, el uniforme, las botas.

—Era la jefa de los guardias, —murmuró mientras se levantaba⎯. La


hembra que… bueno. Voy a dormir mejor durante el día, en cualquier
caso. Ella no me tenía mucho cariño.

—Algo me dice que es un cumplido.

Nadya miró al otro lado de la habitación hacia una plataforma de ropa


de cama, y se le cortó el aliento en la garganta.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Una hembra que no reconoció, que vestía la bata blanca de un médico


o enfermera humana, estaba cuidando a Callum, el lobo, mientras
Apex se sentaba a un lado, observando con una intensidad que había
visto antes. Le recordó la forma en que ella había estado con Kane...

Y oh, no. Apex tenía una herida en la cabeza que aún sangraba. De vez
en cuando, se la limpiaba, molesto, con una toalla de mano. Sin duda,
se había negado a ser tratado hasta que atendieran a Callum.

Debajo de su duro exterior, era un macho valioso, leal y verdadero. Y,


oh, Dios, ¿qué había pasado con el lobo? Parecía que estaba en una
especie de coma.

—¿Eres la enfermera aquí?

Ella miró por encima del hombro. Otro miembro de la Hermandad de


la Daga Negra estaba entrando en la cámara. Con una barba de chivo y
tatuajes en la sien, y esas dagas negras reveladoras atadas, con los
mangos hacia abajo, debajo de su chaqueta de cuero, era impactante, y
eso le pareció antes de que ella lo mirara a los ojos helados.

—Sí, —le dijo ella. Luego se aclaró la garganta, la sensación de que su


vida la había estado conduciendo a este momento la golpeó con una
oleada de propósito⎯. Yo soy la enfermera aquí. He venido porque...
bueno, es una larga historia.

—No tienes que explicarlo, pero tenemos pacientes para ti.

Vale, Nadya, se dijo a sí misma mientras respiraba hondo. Es la hora.

—Si estamos tratando con la población carcelaria, —dijo con


autoridad⎯, será más inteligente llevar los medicamentos y
suministros de mi clínica a los dormitorios. Analizaremos las
infecciones de la piel, la vejiga y las vías respiratorias, pero también
los abscesos dentales y la desnutrición. Tengo un stock de antibióticos
y analgésicos, y hay suficientes opiáceos al final del pasillo para tratar
a la mitad de los Estados Unidos. No, no hay registros de identidades
que haya encontrado, las cuentas verbales van a tener que ser
suficientes para establecer un censo y comenzar a crear archivos. No

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J. R. WARD 03 La Víbora

hace falta decir que estoy feliz de recibir órdenes de cualquiera. Solo
quiero finalmente poder tratar a mis pacientes como se merecen.

El macho con la barba de chivo la miró fijamente. Luego inclinó la


cabeza con una sonrisa maliciosa. —Creo que usted va a dar las
órdenes, Madame. Déjeme presentarle a nuestros doctores.

—Gracias, —murmuró mientras se inclinaba⎯. Estoy ansiosa por


conocerlos.

El resto de la noche pasó en un borrón. Ella y los otros profesionales


médicos, que eran geniales, trabajaron juntos en los dormitorios,
evaluando a los prisioneros, proporcionando comida y comenzando a
desarrollar una lista de nombres y condiciones. Mientras tanto, la
Hermandad continuó asegurando las instalaciones, cambiando las
cerraduras, confiscando las llaves de los vehículos en la parte de atrás,
estableciendo una zona segura.

Mayhem y el Chacal fueron de gran ayuda, transportando suministros


desde la clínica y ayudando a establecer el área de reconocimiento y
tratamiento; Lucan y Rio llegaron para ayudar con el refuerzo justo
cuando amanecía.

Cuando salió el sol, todo estaba bien cerrado y el trabajo continuó.

Excepto que Kane no estaba por ningún lado.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Una semana más tarde, Nadya tenía todo funcionando sin problemas
en su nueva clínica. La Hermandad de la Daga Negra había
demostrado ser invaluable, traía comida y más suministros médicos,
pero nunca pedía nada a cambio, una rotación regular de luchadores
aparecía y hacía turnos en la antigua prisión. Y lo mismo sucedió con
el personal médico que los acompañó.

No fueron los únicos que ayudaron. El Chacal, así como su hijo, su


hembra y la hermana de su hembra se mudaron, al igual que Rio y
Lucan. Había muchas cosas que hacer, como preparar comida,
repartir ropa y grabar historias orales.

Si había algún preso que había cometido delitos menores, sus


sentencias eran cientos de años demasiado largas por las infracciones
a la propiedad o los insultos sociales que habían cometido. Y los
presos violentos ya habían sido eliminados, ya que el Verdugo había
matado a cualquiera que fuera propenso a ataques físicos. Y lo que
quedó después de esos dos grupos fueron aquellos que habían sido
arrojados al campo por razones nefastas, como desaires personales o
familiares, u otras cosas que eran inconcebibles.

Así que estaban progresando en corregir errores, en su mayor parte.

Pero no en todas las áreas. Apex todavía estaba sentado junto a su


lobo, que en su mayoría no respondía. Debido al trauma que Callum

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J. R. WARD 03 La Víbora

había soportado, los dos continuaron en esos cuartos privados, y


Nadya era quien les llevaba comida y seguía evaluando la condición
del macho comatoso.

Apex solo dejaba al macho durante veinte minutos por noche, lo que le
permitía a Nadya sentarse con Callum mientras desaparecía a donde
quiera que fuera. Lo único que sabía era que cada vez que él regresaba,
lo hacía con otra flor blanca. La cama de la habitación ahora estaba
rodeada de flores blancas en varios tipos de jarrones. Tenía la
sensación de que el vampiro estaba irrumpiendo en una floristería en
alguna parte, la fragancia de su robo floral era el tipo de perfume que
ella deseaba oler y que claramente esperaba que despertara al macho.

Hasta ahora, todavía estaba esperando.

Y a su manera también lo estaba Nadya. Por alguien más.

Kane... no se encontraba por ningún lado.

Para la cuarta noche, cuando él no apareció ni fue encontrado herido,


se había resignado a la conclusión con la que había estado luchando.

Había sido asesinado durante la infiltración.

El conocimiento era lo suficientemente horrible, pero cuando pensó


en la forma en que habían dejado las cosas, le dolía el corazón hasta el
punto de que no podía recuperar el aliento. Sin embargo, tenía sus
razones para lo que había hecho.

Y trató de recordarse a sí misma que no habían pasado tanto tiempo


juntos de todos modos, aunque eso no retenía el llanto. Habían tenido
una vida en cuestión de noches, y esos recuerdos de estar con él iban a
tener que durar hasta que se fuera al Fade.

Era hora de concentrarse en su trabajo, pensó con tristeza mientras se


dirigía a la primera de las literas en la fila de la derecha.

—Te ves mucho mejor, —le dijo a una anciana que había tenido
neumonía. Luego hizo una nota en su historial médico⎯. La penicilina
está haciendo su trabajo, volveré antes del amanecer para darte otra

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J. R. WARD 03 La Víbora

dosis.

Cuando iba a alejarse de la cápsula, un frágil brazo se extendió y unos


ojos miopes intentaron enfocarse en ella. —Muchas gracias.

Unas palabras. Algunas sílabas. Y, sin embargo, una riqueza de


significado que ni siquiera la glymera podría igualar con todo su
dinero y posesiones.

Lo que quedaba de la glymera, mejor dicho.

—De nada, —murmuró Nadya⎯. Tú solo descansa. Vuelvo enseguida.


Le tomó una buena hora trabajar en todos los controles de los
pacientes. Cuando terminó, regresó al escritorio que Mayhem había
preparado para ella en el otro extremo, desde el cual registró las dosis
y realizó un seguimiento de los síntomas y signos vitales. Cuando se
sentó, Nadya frunció el ceño.

Otra piedrecita estaba en su libro mayor.

Era pequeña y redonda, y de un tono rosado esta vez. Cuando la puso


en su palma y la hizo rodar, le encantó la superficie lisa. El veteado. El
hecho de que claramente había sido elegida con cuidado.

Luego miró el plato pequeño junto a su fila de frascos de antibióticos.


Había otras cinco piedrecitas, de diferentes tamaños y colores, como
flores que hubieran sido arrancadas del lecho de un río.

No tenía ni idea de quién las había dejado, pero cuando se sentía más
patética, fantaseaba con que fuera...

—Hola.

Cuando Kane habló, no estaba seguro de cuál sería la reacción de


Nadya. Y cuando ella lo miró con un grito ahogado, él se dijo que
debería haberle dado más tiempo. Había estado trabajando tan duro,
salvando vidas, aliviando el dolor, haciendo aquello para lo que había

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J. R. WARD 03 La Víbora

nacido, que sin duda no había tenido un momento para reflexionar


sobre la forma en que habían dejado las cosas.

Por otra parte, qué arrogante de su parte asumir que él estaba incluso
en su mente.

Cuando este propósito suyo era tan importante.

Queridísima Virgen Escriba, era tan hermosa, su cabello castaño


recogido hacia atrás hasta la base de su cuello, su sencilla túnica y
pantalones holgados en verde un vestido de gala a sus ojos. Ella
resplandecía de salud, sus ojos brillaban y, sin embargo, lo miraba con
cautela, aunque no sabía si era porque no podía creer que él estaba en
persona o por alguna otra razón.

—Estás vivo, —susurró ella⎯. Pensé que estabas...

—He estado por aquí.

—Nadie te había visto. He preguntado... dónde estabas. —Ella se


aclaró la garganta⎯. Supongo que has tenido cosas que hacer...

—Tenía algo de trabajo que debía que hacer en mí mismo.

—Vaya.

Quería explicarle que, después de que su lado de víbora salió a la luz


como lo había hecho cuando vinieron a salvar a Callum y Apex, supo
que tenía que entenderlo mejor y hacer las paces con su otra mitad.
Tenía que aprender cómo funcionaba y quién estaba a cargo, para
estar seguro de que las personas que le importaban estaban a salvo.

Dado el poder de ese mordisco, tenía que proteger a los que le


importaban a su alrededor.

Especialmente… ella.

—¿Y cómo te va con el trabajo? —preguntó.

—Bien. Muy bien. —Volvió a pensar en Callum diciéndole que no

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J. R. WARD 03 La Víbora

necesitaba un arma. El macho había tenido mucha razón⎯. Estoy muy


bien.

—Bien. Me alegro.

—Tú también has estado trabajando duro. —Miró a su alrededor en las


literas de los prisioneros⎯. Estás... haciendo lo que estás hecha para
hacer.

—Creo que sí.

Hubo un largo silencio, y luego se apresuró a contar la historia,


hablando cada vez más rápido, como si ella no fuera a escucharlo por
más de un minuto o dos: —Cordelhia estaba involucrada en el complot
para incriminarme. Solo quiero que sepas eso. Sabía lo que su
hermano planeaba y era deshacerse de su gemela que, a sus ojos, era
una desgracia para su linaje. Resolvieron un problema que no era
culpa de esa hermana, matándola y enviándome a prisión por dos
siglos. No te digo esto para que sientas lástima por mí, sino para que
sepas que de ninguna manera volveré con Cordelhia. Alguna vez. Yo
estuve enamorado de una ilusión creada y reforzada por la élite en la
que estaba. Excusé su comportamiento, que consistía en tolerarme,
más que en querer estar conmigo, en el altar de la modestia que debía
tener una hembra de valía. No amo a Cordelhia, nunca lo hice de
verdad, y nunca, nunca la perdonaré.

Los ojos de Nadya parecieron agrandarse más y más a medida que


avanzaba, y luego, cuando hizo una pausa para respirar, su nombre
salió de ella de una manera que podría haber significado cualquier
cosa.

—¿Kane…? ⎯Como si no pudiera creerlo, y no porque no creyera la


historia.

—No tienes que estar conmigo, —dijo⎯. Pero lo que no puedo


soportar es la idea de que creas que alguna vez te traicioné o te usé. Lo
que teníamos era precioso e importante, y era toda la resurrección que
necesitaba. Nunca fuiste una ilusión para mí. Siempre fuiste real. Y no
tiene nada que ver con cómo comencé como tu paciente, y todo que
ver con quién eres como hembra, como sanadora, como… la que amo

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J. R. WARD 03 La Víbora

con todo mi corazón.

Las lágrimas llenaron sus ojos y apretó la pequeña piedra que él le


había dejado esta noche contra su pecho. —Kane.

Extendió las palmas para tranquilizarla. —No estoy pidiendo nada.


Solo necesitaba que supieras cómo fue…

Nadya se levantó de golpe de su asiento y casi saltó sobre la mesa en la


que trabajaba. Lo siguiente que supo fue que ella estaba en sus brazos
y lo besaba.

—Lo siento, —dijo ella contra su boca⎯. Yo no sabía…

—Yo tampoco…

—…sobre lo que había sucedido…

—No te disculpes, entiendo cómo te sentiste…

—Y yo también te amo.

Eso detuvo todo. Pero solo por un momento. —¿Tú me…?

—Sí, —ella respiró⎯. Te amo, te amo, te amo, ¿quieres que te lo diga


un poco más? Y lamento haber dudado de ti. Tenía mis propias cosas
con las que lidiar de mi pasado y…

—Shh, —dijo mientras bajaba su boca hacia la de ella⎯. Todo está


perdonado. Lo entiendo completamente.

Estaban besándose de nuevo ahora, abrazándose, reconectándose. Y


pasó mucho tiempo antes de que volvieran a tomar aire.

Mientras le echaba el pelo hacia atrás, la vio tal como había sido. La
vio como era. Tenía muchas ganas de verla como se convertiría en…

Un espontáneo estallido de aplausos estalló en la larga y delgada


habitación, tan inesperado e impactante que los dos se volvieron y
miraron hacia los dormitorios. Todos y cada uno de los pacientes que

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J. R. WARD 03 La Víbora

Nadya había tratado con tanto cuidado habían sacado la cabeza de sus
literas y estaban aplaudiendo, ojos de apoyo y amplias sonrisas, una
bendición que se sentía como la aprobación del destino de que ellos
dos finalmente habían descubierto todo.

Y que todo era como debía ser.

Con el sonido de tantas manos juntas, Kane colocó a su hembra a su


lado, notando que le quedaba perfectamente. Luego él la miró con
amor mientras ella se pasaba las manos temblorosas por debajo de los
ojos para limpiar las lágrimas de felicidad. Cuando terminó con eso, lo
miró.

—Hola, —suspiró su hembra.

Kane sonrió a su verdadero amor y le dio un beso. —Hola.

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J. R. WARD 03 La Víbora

EPÍLOGO

Era el olor lo que traía todo de vuelta. Sin embargo ¿no era siempre
la nariz como un amplificador de los recuerdos a largo plazo,
agudizando el enfoque y la precisión de las emociones?

Mientras Kane subía por el sendero de la montaña, con sus pisadas


amortiguadas por las capas de agujas de pino y una brisa fresca en la
cara, miró hacia arriba a través de las ramas entrelazadas. La luna
estaba llena y su radiante luz azul atravesaba las copas de los pinos
convirtiéndose en hendiduras de iluminación que le recordaban a las
lámparas de cristal con las que se había criado.

Pero ya no. Ya no era un miembro de la glymera.

Y eso no era una pérdida en absoluto.

Miró a Nadya. Caminaba junto a él, con las manos en los bolsillos de
una chaqueta roja suelta que le había prestado la enfermera de la
Hermandad, con el pelo suelto por la espalda, los labios levantados en
una sonrisa privada que él sabía que significaba que estaba pensando
en lo que habían hecho, durante el día, en su camastro compartido.

Kane también sonrió. —Eres hermosa, ¿lo sabías?

Sus ojos se desviaron hacia los de él. — ¿Está mal que nunca me canse
de que digas esas palabras?

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—En absoluto, y oye, eso nos viene bien a los dos. Nunca me voy a
cansar de decirlas.

Una rápida inclinación hacia abajo y sus labios encontraron los de ella.
Luego volvió a centrarse en el camino ascendente que había delante.
⎯Ya casi llegamos.

Cuando le dijo que tenía que volver a la montaña, ella no dudó. Había
dejado su turno en la clínica, con Ehlena, la dueña de la chaqueta roja,
ocupando su lugar, y se habían ido. Salieron del hospital por la
entrada principal y se adentraron en la noche por la maleza. Cuando
llegaron a la valla metálica, él la vio desmaterializarse a través de ella,
para después treparla a la antigua usanza.

Con cada agarre y liberación de sus fuertes manos, había pensado en


aquella noche después de la resurrección, cuando había vuelto al
campo como una versión diferente de sí mismo, empeñado en
encontrar a su hembra y sacarla de la prisión. En aquel momento, no
había apreciado la transformación que había sufrido. Sólo había
participado en el viaje, sin saber que era el anfitrión de una entidad,
que la libertad de pensamiento y acción sería ahora y siempre relativa,
una negociación en lugar de algo unilateral.

Pero no se arrepentía en absoluto.

La víbora fue un regalo. Tanto para él como para Nadya.

Extendiendo la mano, la cogió. —Gracias.

— ¿Por qué?

—Por venir conmigo.

—Ni siquiera tenías que pedirlo. ⎯Nadya apretó la palma de su


mano⎯. Además, este es un paseo maravilloso. La forma en que huele
este aire, no puedo creer lo delicioso y limpio que es.

—Eso es lo que yo también pensaba. ⎯Frunció el ceño y recordó a


Apex sacándolo de la parte trasera del viejo hospital⎯. No recuerdo
mucho de... esa noche que me trajeron aquí. Pero el olor. El olor me

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J. R. WARD 03 La Víbora

trae de vuelta… y hablando de olores...

Miró hacia la línea de árboles mientras una sombra corría por delante,
moviéndose por el suelo tan rápido y suave como el viento.

—Todavía tenemos escolta, ⎯dijo con una sonrisa.

—A mí también me ha parecido ver algo.

Habían comenzado su ascenso al garaje de Callum, dirigiéndose de


nuevo al sendero que se ocultaba entre los árboles, y en el momento
en que habían pisado el transitado camino, un lobo con cuatro patas
había aparecido. Y luego otro. Y un tercero.

Durante una fracción de segundo, la víbora se había enroscado en la


conciencia de Kane, estrechando su enfoque y evaluación sobre una
amenaza potencial. Pero entonces los lobos habían bajado la cabeza
como si hicieran una reverencia y habían desaparecido en la noche,
como si sólo hubieran venido a dar la bienvenida, a asegurarse de que
él y Nadya supieran que estarían a salvo.

Y mientras seguían ascendiendo, tuvo la sensación de que los lobos


mantenían la distancia por respeto, porque sabían por qué estaba aquí
y por qué había traído a su compañera.

Porque sabían quién era. O más bien, lo que había dentro de él.

Cuando él y Nadya llegaron a la cima de la última subida, y el giro del


sendero los llevó a rodear un tumbo de rocas del tamaño de un coche...

Lo vieron. El claro con la hoguera en el centro, las guaridas ocultas de


los lobos, y la cabaña roja.

En cuanto salieron de los árboles, una ráfaga de llamas encendió la


pila de troncos que se había colocado en el círculo de piedras, y el
sonido de la combustión espontánea fue un saludo
sorprendentemente alegre. Y mientras el fuego crepitaba y las chispas
rojas montaban el humo blanco hasta el cielo claro y pecoso de
estrellas, Kane se volvió hacia la cabaña.

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J. R. WARD 03 La Víbora

Sabía que la anciana hembra, que no era tan vieja, estaría saliendo, y
sí, ahí estaba ella, sosteniendo la cortina para poder agacharse y salir.
Por un momento, se tensó y se puso delante de Nadya para que su
cuerpo protegiera a su hembra. Pero entonces la vieja hembra los miró
y su sonrisa era radiante.

—Saludos a los dos. Qué alegría veros.

Llevaba el mismo tipo de vestido carmesí que vestía aquella primera


noche, salvo que las cuentas y el bordado era diferentes... no, espera...
el adorno se movía sobre la tela, los remolinos de puntadas y las
lentejuelas rojas, amarillas y blancas cambiaban de posición
lentamente, el patrón como algo vivo. Su pelo gris y blanco volvía a
estar suelto sobre los hombros, y se dio cuenta de que también estaba
vivo, las hebras de gasa se arremolinaban alrededor de su cuerpo
aunque no hubiera brisa que las animara.

Kane abrió la boca. Y cuando no le salieron las palabras, se aclaró la


garganta.

—Está bien, sé por qué estás aquí. ⎯La anciana hembra volvió a
sonreír⎯. Sois completamente bienvenidos. Y eres simplemente
encantadora, por dentro y por fuera. ¿No es así, querida?

La anciana no extendió los brazos, y ninguno de los dos avanzó, pero


la sensación de calidez y confort que se produce cuando uno es
abrazado por alguien que ama incondicionalmente invadió de repente
a Kane… y percibió que a Nadya le ocurría lo mismo, porque cerró los
ojos y respiró profundamente.

—Ahora ve, ⎯dijo la Lobo Gris⎯, párate en el precipicio y mira el


valle. Sin embargo, no encontrarás tu futuro en la vista, por muy
hermosa que sea. Es la que está a tu lado quien es tu horizonte. Pero
eso ya lo sabes, ¿no?

Kane rodeó con su brazo a su shellan. —Tienes mucha razón, y sí, lo


sé.

Miró a Nadya, y cuando sus ojos se encontraron con los suyos, sintió
que su brazo le rodeaba la cintura. El contacto era tan natural, tan

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J. R. WARD 03 La Víbora

fácil, la mano de ella apoyada en la parte superior de su cadera era una


declaración física sobre lo mucho que le gustaba tocarlo. Y eso todavía
le importaba, que ella quisiera sentirlo a él y a su cuerpo tanto como él
quería hacer lo mismo con el de ella.

— ¿Nos acompañas a ver el...?

Kane levantó la vista. La anciana se había ido y la cabaña también. Y


de alguna manera, no se sorprendió.

—Vamos, ⎯le dijo a su compañera⎯. Quiero compartir esto contigo.

Mientras caminaban alrededor del pozo de fuego y salían por el otro


lado, pensó brevemente en Cordelhia y en su hermosa casa vacía, una
reliquia del pasado, un testimonio del presente solitario y el futuro
desolado de la hembra. No había horizonte para ella, y tal vez eso lo
convirtiera en alguien vengativo, pero le parecía bien. Se merecía un
castigo aún más duro por haber sido parte de lo que sucedió. Su
ceguera ante las consecuencias de las acciones de su familia todavía le
asombraba. Más que nada, eso era lo que se le había quedado grabado.

Esa ignorancia, era una nueva definición de crueldad.

Pero al igual que tenía que aprender a llevarse bien con su nueva
faceta, debía encontrar una forma de estar en paz con algo que no
podía entender ni cambiar ese era el reto interno en el que estaba
trabajando.

Un poco más adelante, los árboles dieron paso a un saliente de roca, a


un acantilado que caía en picado y a un valle en la distancia. La vista
era majestuosa, las montañas onduladas descendían hasta un lago
reluciente, los miles de hectáreas de pinos eran un manto fragante que
suavizaba los contornos de las ondulantes elevaciones de tierra.

—Esto es lo más bonito que he visto nunca, ⎯dijo Nadya con


asombro.

Miró a su compañera. El pelo se le estaba poniendo largo, hasta el


punto de que siempre tenía que recogérselo con un lazo durante el
trabajo, y su cara, aunque libre de maquillaje, poseía un brillo que

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tenía más que ver con su alma y con estar bien alimentada por la vena
de un compañero cariñoso que con una buena dieta.

—Sí, ⎯susurró mientras seguía mirando⎯. No podría estar más de


acuerdo.

Nadya se volvió hacia él y se acercó a su cuerpo. Mientras la rodeaba


con sus brazos, pensó en las cosas que había deseado para sí mismo en
el Viejo Mundo, todo lo que había esperado, lo que había soñado.
Es curioso cómo todo eso se había reunido en esta hembra.

—Voy a seguir trayendo guijarros, ⎯le dijo mientras le acariciaba los


cabellos atados hacia atrás⎯. Por el resto de nuestras vidas.

No era que tuviera algún tipo de patrimonio, así que nunca iban a ser
diamantes. Pero los diamantes eran sólo piedras, ¿no? Y para su
hembra, sus piedrecitas eran igual de preciosas. Ella se lo decía cada
vez que le llevaba una nueva.

—Voy a valorar todas y cada una de ellas, ⎯dijo ella con una sonrisa.
Justo cuando se inclinó para besarla de nuevo, vio, de pie a un lado,
un hermoso lobo gris pálido. El místico y fantasmal animal le miró y
pareció guiñarle un ojo.

Luego levantó la cabeza hacia el cielo y dejó escapar un aullido. Y


mientras el canto del lobo tejía la oscura noche, Kane acercó su boca a
la de Nadya.

Y supo que la comunidad era una familia elegida. Ya fueran sus


amigos, sus compañeros, los prisioneros o la Hermandad de la Daga
Negra, estaban rodeados de amor.

Lo que les hacía más ricos que cualquier cantidad de dinero.

La familia, después de todo, no tenía precio.

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“Para todos los amigos, que son


familia elegida y están siempre
aunque no se encuentren cerca
físicamente”.

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