040 - J.R. Ward - Prison Camp - 03 - La Vivora
040 - J.R. Ward - Prison Camp - 03 - La Vivora
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WARD 03 La Víbora
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J. R. WARD 03 La Víbora
TRADUCCIÓN
Jesse Harper Rebe82
Nela Verona Dahl Maite M
Nathlla Cecci S@li Sujey
Bianka Nica Morazan Vero HDN
CORRECCIÓN
Anabel
Sujey
MAQUETA
Sujey
FORMATOS
Sujey
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En esta nueva entrega del Campo de Prisioneros, la autora número uno de los
bestsellers del New York Times, J. R. Ward, escribe una desgarradora historia de
amor y traición en el mundo de la Hermandad de la Daga Negra...
Nadya es una enfermera autodidacta que hace lo que puede para aliviar el
sufrimiento de los prisioneros. Cuando Kane queda bajo su cuidado, no puede
evitar, por razones muy personales, empatizar con su estado y cuando los guardias
se lo llevan por última vez, teme que se enfrente a una muerte terrible.
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PRÓLOGO
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Por otra parte, tal vez fuera más bien el hecho de estar recién
casado lo que le daba un brillo de confort profundo en el alma y una
disposición optimista y amable hacia varios y diversos.
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— ¿Tomy?, ⎯gritó.
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— ¡Balen!
Bajo sus pies, una alfombra persa a la que tenía especial cariño
amortiguaba su avance hasta la base de la escalera, y mientras
ponía la mano libre sobre la balaustrada, temía lo que iba a
encontrar. Cuando la brisa que llegaba a la casa pasó silbando por
su espalda, los pelos de su nuca se erizaron…
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— ¡Sorpresa!
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Eran un augurio.
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En la actualidad…
Sanatorio Willow Hills (abandonado)
Connelly, Nueva York
Ningún… jadeo.
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Hace unos diez minutos, o podría haber sido hace diez horas, ¿tal vez
hace diez días? Le habían dado algo para aliviar su agonía, la droga fue
administrada en una vena en la curva de su codo. Casi de inmediato,
hubo una sensación flotante que oscureció todo y dio como resultado
los pesados párpados que estaba tratando de levantar, y ahora su
estómago estaba revuelto, las náuseas eran casi tan malas como las...
— Kane.
— Voy a levantarte.
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Los brazos que se abrían paso bajo su cuerpo eran como varillas
insertadas a través de su carne, y gimió. Luego entró en pánico.
— Se fueron.
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Una parada corta, algo se abrió, y luego Apex dijo: — No, me sentaré
en el asiento trasero con él, ¡vamos! ¡Vamos!
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Hubo más disparos, y luego Kane olió sangre fresca junto con pólvora.
Y después de eso, una explosión…
— ¡Árbol!
El impacto del choque fue tan fuerte, sus oídos picaron, tan
violentamente, que el dolor lo consumió incluso a través de la neblina
de la droga, todo lo llevó de regreso al momento en que tomó la
decisión de darle una oportunidad al verdadero amor de otra persona.
No tenía nada que ver con la enfermera que se había quedado atrás, la
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Aquella cuyos ojos nunca había mirado, y cuyo rostro nunca había
visto, cuyos vacilantes movimientos contaban una historia que ella
nunca había puesto en palabras, y que no necesitaba para que él la
entendiera.
En absoluto.
Una granada.
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No, el rebote estuvo bien. En lugar de pasar por debajo del vehículo, la
velocidad llevó el explosivo al capó y luego al parabrisas.
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Apex giró la cabeza. Justo en frente del SUV, iluminado por los faros,
estaba el arce más grande que jamás había visto.
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— Absolutamente no…
— Sí.
— No.
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Solo había otra área para sentarse. En el lado opuesto del elegante
espacio rectangular, en la esquina como si hubiera sido un mal, muy
mal abogado y hubiera sido puesto en tiempo muerto en un tanque de
tiburones, el abogado del Rey, Saxton, estaba sentado en su escritorio.
Como de costumbre, el macho estaba elegantemente vestido, su traje y
chaleco hechos a mano eran de tweed como las bragas de un inglés,
como le gustaba decir a Rhage, su espeso cabello rubio estilo El
terrible Pirata Roberts caía sobre su hermoso rostro como Cary Elwes
en su mejor momento.
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— No, pero vamos a hacerlo. Incluso si nos matan. — Sacó otro papel
de liar y luego ladró a través del comedor—. ¡Jesús, vosotros dos
podéis buscarlo en Internet!
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— Exactamente.
Por alguna razón, la vista de los dos parados ahí junto a una de las
ventanas largas, Rhage todo grande, rubio y hermoso, comiendo de un
tarro de Ben & Jerry, Butch luciendo como si estuviera esperando a
alguien de GQ a la mano. Le dio su premio al Vampiro Mejor Vestido
del Año, hizo que V recordara los primeros días de la troika, los tres
solteros y pasando el rato en el Pit.
Y quién sabe, tal vez alguna noche, los hermanos podrían ser
necesarios.
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Y bueno, sí... tal vez no le gustaba la idea de que había gente allí que
no había hecho nada malo. Según el Chacal, hubo un número de
asesinos arrojados tras las rejas, pero había otros que habían sido
arrojados allí y que no habían hecho nada más que romper las reglas
sociales que eran una mierda total. Como hembras que habían
escapado de la reclusión o habían dejado parejas abusivas. Varones
que competían política, social y románticamente.
Por favor, su vida sexual nunca había sido convencional, por lo que
podría haber sido él.
Así que a la mierda con la glymera, pensó mientras sacaba otra pizca
de la bolsa.
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Estiró los pliegues de la manta limpia que había colocado, dejó que el
peso de la lana se asentara y luego alisó las arrugas. Al instante se
agachó con una mueca y recogió la almohada fina y dura del suelo de
hormigón. Mientras colocaba la almohada en su sitio, se quedó
mirando la cama vacía.
Ella había tenido dos pacientes hasta ahora. No hacía más de una
noche, había lavado y rehecho la cama en el otro extremo, donde había
estado esa hembra humana, la que Lucan estaba vigilando.
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Ella había hecho lo que pudo por él, pero sus esfuerzos marcaron poco
la diferencia. Permaneció al borde de la muerte hasta la noche
anterior, cuando los guardias se lo llevaron bruscamente, sin tener en
cuenta su delicada condición.
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—¿Extrañas a alguien?
La jefa de los guardias se adelantó. Que estuviera sola era inusual. Que
no le preocupara en absoluto la falta de defensa que la respaldara no
lo era. Ella se había hecho cargo después de que mataran al Verdugo, y
no había nadie que la superara.
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—Si quieres que te diga lo que necesito, tendrás que decirme lo que
tengo que tratar.
Cuando arqueó una ceja oscura, Nadya se dio cuenta de que nadie
había le había hablado a la hembra tan libremente. Se dirigían a ella
como la jefa de los guardias, o “muhm” en el idioma antiguo, en
deferencia a su rango superior.
—Cuántos pacientes.
—Una docena.
—Déjame escribirlo.
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La jefa de los guardias sacó una daga, el acero brilló con la misma luz
fría que estaba en sus ojos. ⎯Será mejor que esperes que todos vivan.
Cada uno de ellos. Sus vidas son tuyas. Sus tumbas son las tuyas.
Pondré un pedazo de ti en cada hoyo que tenga que cavar para
cualquiera de mis machos.
—Él está muerto. ⎯La jefa de los guardias giró y salió por el bloque de
estanterías⎯. Tus pacientes llegarán en breve. Te conseguiré tus
suministros.
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Ningún olor que pudiera atrapar por encima de todo el hedor, pero
¿como si importara? Él sabía lo que venía.
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— ¿ Mayhem? ⎯siseó.
—Apex, ⎯dijo una voz desde lo que parecía estar muy, muy lejos⎯.
No empieces a disparar, por el amor de Dios. Soy yo.
— ¿Lucan?
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Pero vamos, claro que el tipo volvería. Ese mestizo tenía demasiado
ADN lupino en él para abandonar a alguien de lo que percibía como su
clan, y demasiado vampiro en él para no proteger a aquellos que creía
que eran suyos. A pesar de que había escapado del campo de
prisioneros con la hembra humana que había reclamado como su
compañera, y contrariamente al hecho de que no debería acercarse al
lugar, al menos no sin una pistola en la cabeza, aquí estaba.
— ¿Qué?
—Estoy dentro. ⎯La voz del lobo era clara como una campana
ahora⎯. Oh, diablos, Mayhem…
—No sé.
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—Sí.
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El único impulso de Apex fue empujar tan fuerte como pudo, pero
¿adónde los llevaría eso además de desollar vivo a Kane? O perdería lo
que le quedaba en los huesos cuando se desprendiera la envoltura de
lana, o la ventana con su borde de vidrio roto lo haría.
—Nos quedamos sin tiempo, ⎯dijo Apex desde abajo⎯. Tenemos que
sacarlo.
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Apex saltó por la ventana rota como si sus botas tuvieran un resorte, el
impulso fue tan grande que no solo pasó por encima del vehículo, sino
que dio un salto mortal en el aire. Al aterrizar con fuerza, no fue una
sorpresa que se dirigiera de inmediato a Kane, a pesar de que él
mismo tenía una herida en la cabeza que sangraba.
— ¿Está respirando?
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Lucan abrió las fosas nasales, olfateó el aire y mostró los colmillos. —
Rio, saca tu arma.
Girando la cabeza, volvió a probar los olores que llegaban con la brisa
y obtuvo una confirmación que hizo que sus pectorales se tensaran.
Excelente. Lo único que realmente no necesitaba agregar a este
espectáculo de mierda.
Saltando desde el panel lateral del SUV, Lucan golpeó el suelo y corrió
hacia su compañera aterrizando frente a ella. —Vuelvo enseguida.
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—Ten cuidado.
—Rio, ⎯dijo en voz alta, sin apartar la mirada del lobo⎯. Vuelve a
nuestro coche...
— ¿Qué?
Si iba a ser sobre cuatro patas o dos pies, esa era la única pregunta.
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Fue con no poca confusión que Kane abrió los ojos y miró el cielo
nocturno sobre él. Dado el dolor que acababa de soportar, había
asumido... que lo siguiente que vería sería el paisaje brumoso del Velo
y la puerta blanca de la que le habían hablado los wahlkers.
Pero no tenía niebla, ni puerta. Solo tenía los cielos lúgubres sobre la
tierra, las estrellas titilantes que le ofrecían poca belleza y
absolutamente ningún misticismo.
⎯Prepárate.
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Volvió a abrir los ojos como una forma de soportar la tortura. En todas
sus noches de sufrimiento, había descubierto que, si podía
concentrarse en algo, cualquier cosa, fuera de sí mismo, podría hacer
retroceder parte de la embestida...
Cuando el otro macho abrió la boca, encontró una octava más baja en
su tono. ⎯Déjame ir. Escuché lo que dijo Lucan. Un lobo en el
camino. Y tiene que haber más en el bosque si golpeamos a uno, habrá
otro flanco de guardias encima de todo eso. Eres libre. Estás fuera de
la prisión. Vete.
El macho bajó los ojos y, en el tenso silencio, Kane estudió esos rasgos
ásperos y delgados. Los había visto mucho desde que detonó su collar
y el círculo explotó. Apex se había quedado durante horas junto a su
cama, por razones que aún no podía entender.
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⎯¿Puedes moverlo?
La voz femenina fue una sorpresa, y sin embargo esperada, dado quién
había sacado a Kane de la parte trasera del vehículo volcado. La
shellan de Lucan estaba vestida de negro y tenía un arma en la mano.
Aunque tenía sangre en la mejilla y manchas en la chaqueta, estaba
tan imperturbable como una persona en su hábitat natural.
⎯Ciérrala.
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Kane cumplió con un temblor de la mano que aún tenía dedos; luego
se derrumbó en el asiento. Mientras su cabeza colgaba, descubrió que
tenía un compañero de lesiones. Junto a él, Mayhem parecía estar en
la misma forma, su rostro cubierto de sangre, sus ojos parpadeando a
un ritmo irregular.
Obligando su cabeza para girar hacia otro lado, Kane miró fijamente a
través de un tramo de cristal lechoso. En la carretera, vio que Lucan se
enderezaba y se concentraba en algo que estaba fuera de la vista. Y
más allá del macho, en la oscuridad, serpenteando a través de un
paisaje de árboles... una línea de faros.
Guardias.
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correcta.
Para combatir sus ansias sexuales, se había valido de gran parte del
jerez. En verdad, cuando levantó la tapa de la licorera, fue imposible
no darse cuenta de que había que volver a llenarla. No aprobaba el
vicio, sin embargo, durante las noches anteriores, había estado
bebiendo constantemente desde el momento en que se despertaba
hasta que se desmayaba al llegar el amanecer. Era la única forma en
que podía permanecer parcialmente cuerdo.
Su lucha por mantenerse dentro de los límites del decoro habitual fue
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flores, paseos a la luz de la luna por los jardines y todo tipo de toques
juiciosos de la mano o el hombro, había alimentado una conexión.
Y luego lo había intentado una vez más. La segunda vez que intentó
acostarse con ella, se desnudó como si se estuviera mudando de su
propia piel y se tendió en la cama con la clase de paciencia que uno
esperaría del examen de un forúnculo por parte de un curandero. No
importa cuán tentadores hayan sido sus pechos desnudos, no había
sido capaz de mantener su dureza.
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Sus piernas se aflojaron, la fina alfombra con sus colores como joyas
se apresuró a saludarlo. El impacto fue fuerte, pero curiosamente, no
sintió nada mientras el vaso derramó su contenido y su pipa rebotó
lejos de su agarre.
Sangre.
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⎯¿Cordelhia…?
⎯¡Cordelhia!
⎯¡Has matado a mi hija! ⎯ dijo con horror⎯. ¡Mi hija está muerta!
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⎯No quieres hacer esto, ⎯le dijo al lobo que permanecía escondido.
Luego asintió en la distancia⎯. Viene compañía. Y una pelea entre tú
y yo garantizará que conozcas a mis amigos uniformados. No te van a
gustar.
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⎯Mierda.
Tenía una pareja a la que proteger, amigos a los que salvar y una lucha
que se le venía encima. Necesitaba ponerse a cubierto, recuperar un
arma y rezar para que de alguna manera pudieran resistir el tiempo
suficiente para causar un daño mortal a este escuadrón de guardias en
particular.
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No llegó a su objetivo.
Además, Jesús, el hijo de puta había sido miembro del club de tiro
limpio. Su primo pesaba tanto como un piano.
Era la cosa más dulce que su pareja le había dicho alguna vez, y
hombre, ella tenía buena puntería. En el instante en que comenzó a
disparar, los agudos silbidos de las balas que golpeaban los paneles de
acero fueron una sinfonía para sus oídos, y también cambiaron las
reglas del juego: el fuego entrante se detuvo por completo.
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parte trasera del coche y movía a esos dos machos heridos en los
asientos.
Esto fue anunciado justo cuando Lucan apretó su propio gatillo y salió
con una gran y brutal lluvia de balas. Y los guardias no eran tontos.
En el instante en que hubo un respiro en la lluvia de municiones que
venía hacia ellos, volvieron a poner la correa, el Monte Carlo ahora
funcionaba como un búnker, todo tipo de tambores metálicos hicieron
que Lucan se preguntara cuánto tardaría ese tanque de gasolina en
recibe un golpe y encenderlos a todos como una vela romana.
Ella se giró y agarró su brazo, con los ojos muy abiertos por el miedo.
⎯No, no subas allí.
⎯ Lo haré yo.
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Siete camas. Eso era todo lo que tenía Nadya. Bueno, seis...
⎯Junta esas dos secciones vacías. Suspende las camillas entre ellas,
de modo que sus soportes horizontales formen una especie de
armazón de cama. Es lo mejor que podemos hacer.
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—Ayúda….me... —susurró.
Nadya lo miró fijamente, tomando nota del color del cabello, la tez... la
placa con su nombre en la parte delantera de su uniforme.
⎯Y sé lo que hiciste.
Con eso, cubrió su rostro con la almohada y puso todo su peso para
mantener el sello en su lugar. Mientras el torso del guardia se sacudía
y sus brazos se agitaban, mientras sus talones pateaban los pies de la
cama y sus caderas se retorcían de un lado a otro, imaginó el rostro de
Kane.
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Excepto que ahora había gritos allí arriba. ¿Qué demonios… gritos...?
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Mierda.
Se detuvo.
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Aunque en este caso, hubo mucho jadeo. Uno por uno, los lobos
levantaron sus hocicos manchados de sangre y pusieron sus ojos en él.
Así que sí, hola, muchachos, levantó su cuchillo, tal como estaba, en
posición. Porque, por supuesto, enfréntate a una manada de
carnívoros con algo más adecuado para una hamburguesa.
Apex miró por encima del hombro. Lucan se había acercado por
detrás, y el macho estaba haciendo como si mantuviera el arma
pegada a su muslo. Menos mal, solo ellos dos sabían que no quedaba
plomo en la recámara de ese cargador automático.
Cuando volvió a mirar a los otros lobos, fue testigo del cambio del que
había oído hablar, pero que nunca lo había visto de cerca y en persona,
y no era nada de lo que esperaba. En lugar de una agonizante
contorsión, los lobos adoptaron la forma humana en un estallido
repentino, su pelaje se retrajo en su piel, sus torsos se expandieron,
sus brazos y piernas estallaron en una serie suave de movimientos. Y
cuando estuvieron de pie, en toda su altura, volutas de humo blanco se
liberaban en el aire de sus hombros, como si la energía requerida para
cambiar fuera un tipo de combustión.
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Y algo sobre la idea de que el maldito podría haber matado a ese lobo
lo puso de mal humor.
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⎯Ven aquí.
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Lucan extendió la mano y apretó los bíceps del tipo. ⎯No lo hagas.
Y algo le preocupaba.
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En cambio, dio dos pasos hacia adelante. Cuando los ojos de su primo
se volvieron a abrir, pensó en el asesinato por el que le habían
inculpado y en los años que había pasado en esa prisión, todo por
haber nacido mestizo. Como si hubiera tenido control sobre eso.
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⎯Despertaste.
La voz era femenina, pero no podía decir de qué dirección venía. Más
bien, parecía estar a su alrededor. ¿Tal vez dentro de él? Pero eso no
era posible.
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⎯Está bien, ⎯le dijo la voz⎯. Has pasado por una gran prueba.
⎯¿Eres real?
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⎯Sí. Y tú también.
Hizo una pausa y reunió sus pensamientos. ⎯¿Qué año es? ⎯Cuando
ella le dijo la fecha, él frunció el ceño⎯. ¿Eso es en años humanos?
⎯Sí.
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⎯No.
⎯¿Cómo qué?
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⎯No tengo elección, mírame ⎯espetó⎯. Así que necesito que mis
amigos…
⎯Te ofrezco la vida. Todo lo que tienes que hacer es albergar algo de
energía.
⎯¿Energía?
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Era más una protesta desafiante que una declaración de hechos. ¿Pero
con quién estaba discutiendo? ¿Con esta antigua hembra... o con él
mismo?
Kane alargó las manos destrozadas. Cuando ella se limitó a negar con
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Y se estaba muriendo.
Cómo pudo perder la noción del tiempo de esa manera. Había estado
tan seguro de tener su calendario correcto, los años, meses y noches
catalogados hasta el punto de la obsesión. Pero la intensidad del
pensamiento no equivalía a la exactitud, y había empezado con el
calendario de los vampiros, no con el de los humanos, y nunca se
había molestado en conciliar ambos.
⎯¿La ves?
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“Y si…”
Sin motivo alguno, sus ojos se dirigieron al lugar donde su mano había
estado en la pared lateral. Su sangre se había filtrado en el pino fresco
sin tratar, la huella era de color rojo fresa y estaba manchada.
⎯Eres un macho que se toma sus deberes muy en serio. ⎯La anciana
se acercó a él⎯. He oído hablar del Fade, sabes. Los Lobos tenemos
nuestra propia tradición para la vida después de la muerte, pero
siempre he creído que es congruente con lo que creen los vampiros.
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Con eso, Kane se recostó. Si había algún propósito para él, tenía que
ser el reencuentro con su pareja. Después de todo, era un caballero
que había sido criado adecuadamente. Pero más que eso, si había algo
que reparar, tenía que ser su fracaso en proteger a Cordelhia.
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⎯Dos, ahora.
Cerrando los ojos... el ojo… de nuevo, se dijo a sí mismo que, por muy
agradecido que estuviera con Nadya, no era responsable de ella, no de
la forma en que lo era con su pareja. Cordelhia tenía que ser la
primera.
No la abandonaría de nuevo.
Por otra parte, tal vez no fuera agua, sino la llegada de La Muerte para
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Todo llegó.
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Sus párpados estaban un poco agrietados, por lo que era difícil saber si
estaba fingiendo dormir o eso era todo lo que podía abrir.
Pero sus ojos definitivamente estaban sobre ella, y cuando se giró para
dejar la botella de agua a un lado y luego se volvió, su atención
permaneció.
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—Saludos.
—Por qué.
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—Gracias por los suministros, —dijo Nadya con frialdad⎯. Son muy
apreciados. Pero no confieren ningún derecho en su nombre.
La jefa de los guardias torció su brazo de tal manera que Nadya tuvo
que soltarla.
En medio del sonido del río que no podía ver, Kane no pudo encontrar
claridad alguna.
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—Date prisa.
—Date prisa.
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Serpientes.
¿Por qué cuando alguien te decía eso, siempre empeoraba las cosas?
Su "brazo" se extendió cinco, seis, siete pies, hasta que entró en el flujo
de serpientes, la fuerza vital que era ella penetrando en la maraña de
víboras... y volviendo a salir con algo en sus manos. La larga serpiente
negra emergió con la cola por delante de la masa retorcida, y cuando
la hembra la liberó, su tremenda longitud la envolvió hasta el hombro,
el movimiento era tan sensual, tan aceptado y esperado, que era un
gesto de familiaridad.
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El cambio sucedió tan rápido, tan rápido como un grito ahogado, y sin
embargo su mente registró el cambio y el contacto penetrante sobre su
corazón en cámara lenta. Era como la culminación de un baile, un ir y
venir que lo reclamó, y después, se miró el pecho.
Dos ríos de sangre corrían por las heridas de las quemaduras en carne
viva.
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Mientras Lucan miraba fijamente las llamas del pozo de fuego central
de su clan, no tenía idea de dónde diablos estaba. Vale, sabía que
estaba fuera del campo de prisioneros. Sabía que estaba en la
montaña. Y sabía que su shellan había salido con vida de la lucha, que
Mayhem estaba descansando, que Apex estaba bien y que Kane...
Pero ahí fue donde terminó su sip lo tengo. Por otra parte, ¿había
mucho más que le importara?
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Había soñado tantas veces con este círculo de troncos alrededor del
hogar de piedra plana de piedra, las coníferas altas y esponjosas por
encima de él, la tierra acolchada con agujas de pino caídas, las rocas
que asomaban por el suelo y que habían sobrevivido al avance y
retroceso de los glaciares hace millones de años. Y lo gracioso fue que,
sin importar cuánto había cambiado, el entorno era exactamente como
lo recordaba, las entradas de las cuevas estaban ocultas, las hembras
estaban fuera de la vista por razones de seguridad; los machos al
frente y al centro, preparados para defender el territorio; los ancianos
en el mirador, compartiendo historias, en paz con el presente porque
vivieron en el pasado.
—¿Estás bien?
Ante las palabras susurradas, apretó con más fuerza la mano de Rio.
—No sé. ¿Creo que sí? —Miró por encima⎯. Me alegra que estés aquí.
Ni siquiera pensé que tendría la oportunidad de mostrarte este lugar.
Rio miró hacia los árboles, la luz del fuego jugando sobre su rostro. —
Es tan pacífico.
—Y seguro.
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Grandes problemas.
Pero en cuanto a dónde estaban las hembras del clan y si Apex iba a
hacer algo estúpido o no, Lucan no tenía la energía para involucrarse.
El grito que salía de la choza era lo que había estado esperando, lo que
temía... y también esperaba oír.
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que Kane fuera secuestrado a solas con la Loba Gris. Era la única
oportunidad del aristócrata, aunque una cosa era entender eso a nivel
intelectual, y otra cosa era escuchar los sonidos de todo.
Excepto que parecía que Apex se quedaba dónde estaba, con las
manos entrelazadas y los codos plantados en las rodillas, como si
mantuviera su cuerpo en su lugar a la fuerza.
Uno por uno, los otros lobos machos se pusieron de pie, respiraron
hondo y emitieron llamadas que aumentaron de volumen hasta que
los gritos del vampiro en la cabaña no se escucharon en absoluto.
El coro de aullidos era el sonido más hermoso del mundo para Lucan,
el tipo de cosa que convertía su cuerpo en un diapasón y hacía que su
visión se volviera borrosa por la emoción…
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Mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, sintió una liberación
en el centro de su pecho, una dulce y maravillosa plenitud
invadiéndolo.
Esa anciana de ahí le dio escalofríos. Sí, claro, se suponía que debía de
tener el aspecto de una abuela hogareña, pero cualquiera que se
enamorara de esa mierda necesitaba desarrollar mucho mejor su
reflejo de supervivencia. Una mirada a esos ojos grises y sus bolas
habían tratado de volver a subir a su pelvis, y no había querido dejar a
Kane con ella.
¿Qué, como si fuera una sanadora? Mierda. Si ella era una especie de
enfermera, entonces él era Earnest Rabbit. ¿El conejito capaz? ¿Cómo
demonios llamaron los humanos a esa cosa con la canasta tonta y
todos los huevos?
—Aquí.
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De pie sobre él, el lobo de cabello blanco con ojos azul claro, que se
había postrado frente a Lucan como si fuera Fido buscando un hueso
de leche y un masaje en el vientre, sonrió de manera malvada.
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—Vete a la mierda.
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Mientras ensanchaba los dedos de su mano libre, su risa era del tipo
que alguien hace cuando un niño pequeño amenaza con tomar un auto
y alejarse porque tiene que comerse las zanahorias antes del postre.
Apex salió de la bodega y se puso de pie. Pero cuando vio lo que había
salido de la choza, él... no tenía ni puta idea de lo que era...
Una versión de Kane miraba a través del campo, sus ojos vacíos, su
rostro sin mostrar ninguna emoción. Estaba desnudo, lo cual no fue
una sorpresa. Pero estaba entero, lo cual era el tipo de sorpresa que
hacía que el cerebro de un vampiro se congele.
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—Cállate.
La cara era la misma. Pero los ojos eran diferentes de alguna manera,
aunque eran del mismo color plateado, colocados en las mismas
cuencas.
—Kane.
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Todo lo que Kane pudo hacer fue aferrarse a Apex. Eso fue todo. Pero
no era porque su equilibrio fuera malo. O porque estaba perdiendo el
conocimiento. O porque tenía dolor o estaba débil o mareado o con
náuseas.
Lo más parecido que tenía para comparar era el viaje desde el Viejo
País hace tantos años, e incluso eso no logró abarcar adecuadamente
la dislocación y la confusión que tenía. Y queridísima Virgen Escriba,
en el momento en que vio un rostro familiar, se sintió abrumado por la
gratitud y el asombro…
—Kane.
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—Oh…, —susurró.
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Volvió a concentrarse en Apex. Y con una voz que tenía una especie de
agresión que no recordaba haber tenido antes, dijo… —Armas. Ahora.
⎯Déjalo.
Kane miró de un lado a otro entre los dos machos. Ambos lo miraban
como si le hubiera brotado otra cabeza, y no estaba seguro de quién le
había señalado su desnudez.
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⎯Ese no es tu trabajo.
⎯Vete a la mierda.
Los ojos de Callum viajaron a la boca del macho. —¿Es eso una
invitación? —Se inclinó—. O una demanda.
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—Cómo es eso.
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—Aquí mismo. —Callum arrojó una bolsa de gamuza, las balas dentro
repicaron al vuelo. Pero no necesitarás nada de esto.
—Confío en ti.
—No me conoces.
No hay razón para entrar en eso ahora mismo, pensó. ⎯Voy contigo,
¿recuerdas? ⎯Callum levantó la palma de la mano cuando esos
extraños ojos volvieron a enfocarlo⎯. Y no es tu decisión.
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—No sabía que te lo hubiera pedido. Y sabes, sin ofender, eres una
especie de imbécil. ¿Eras así antes?
Arrojó algo que escupía balas. Quién diablos sabía lo que era. Luego
tomó un par de armas para sí mismo y rezó para que lo que agarró en
forma de munición adicional se ajustara a lo que cualquiera de ellos
tenía.
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esta noche.
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—Finalmente.
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Ahora sacó el arma. Este impulso de golpear y patear estaba muy bien,
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La palabra salió de él, a pesar de que nunca antes había visto un arma
como esta.
—Callum.
Ese era el nombre de ese macho de pelo blanco y ojos azules. Pero,
¿cómo supo él esto? No había leído la mente del lobo. ¿Había oído
hablar a alguien? ¿O estaba entrando y saliendo de la amnesia?
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Excepto entonces qué. Una vez dentro, no tenía ni idea de adónde ir. O
dónde ubicar a Nadya.
Apex estaba de pie ahí, todavía con sus ropas sucias y manchadas de
sangre, la túnica y los pantalones sueltos tan gastados y finos que eran
casi transparentes. Mientras soplaba el viento, las prendas
fantasmales se movían contra su cuerpo, convirtiéndolo en un
espectro, y esto parecía lógico. Tan consciente como estaba Kane, no
había olido al macho. O lo sintió.
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—¿Cómo diablos entraste? —Kane abrió las fosas nasales para probar
los olores interiores que flotaban en la noche—. No respondas a eso,
realmente no me importa…
—Ventana abierta.
—Por aquí, —dijo Apex mientras se dirigía a uno de los corredores que
irradiaban desde el núcleo central.
Con esa nota, dejó que Apex los condujera a una habitación normal,
una que tenía la pintura del techo descascarillada, una silla rota y una
ventana que daba al estacionamiento trasero.
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Y supuso que el hecho de que dos de los que ella había clasificado
como los pacientes con lesiones más graves hubieran estado entre los
primeros en salir, significaba que sus decisiones de tratamiento
habían sido apropiadas y exitosas.
—Ven conmigo.
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Cuando llegaron a las escaleras al final del pasillo, la puso de pie con
tanta brusquedad que el dolor le subió por las pantorrillas y las
rodillas. En el ascenso, hizo lo que pudo para mantenerse erguida,
recogiéndose la túnica para no tropezar, tratando de mantenerse de
pie porque la alternativa era mucho más angustiosa. Era difícil
rastrear en qué piso estaban, los rellanos eran borrosos a medida que
subían los niveles subterráneos.
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Cuando el guardia retrocedió, hubo una pausa, tal vez esperaba que
ella le suplicara clemencia, o al menos le preguntara por qué otra vez…
El cuchillo salió de una funda en su cintura, y cuando su hoja captó la
luz con un destello, ella comenzó a temblar.
Cuando dio un paso atrás, ella quiso decirle que dejara de mirarla.
Pero ella no podía hablar.
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—No, yo no. —Nadya cerró los ojos con fuerza, como si pudiera hacer
que el mundo desapareciera si no viera nada⎯ ¿Por qué?
Hubo más silencio, pero ella no iba a resolver ese problema. Sería
simplemente un desperdicio de energía.
Sucedió tan rápido. La hembra agarró el poco pelo que tenía Nadya y
tiró de él, casi arrancándole el cráneo de la parte superior de la
columna. Mientras ella lloraba, el duro rostro se acercó al suyo.
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—¿Quién te ahvenged?
— ¿Por qué?
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Arqueo las cejas. —No necesito una presentación formal para usar esta
arma. Y si estás tratando de establecer algún tipo de conexión, no te
salvará…
Nadya volvió a cerrar los ojos. ⎯Y será un alivio no tener nada más
que decir.
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La anciana, recordó con una súbita claridad. Sí, había estado con
alguien, alguien que había sido una especie de guía. Ella le había
ofrecido… qué. Una oportunidad. Sí, ella había…
—¿Kane?
—Ese no soy yo. —Puso su mano sobre su corazón—. Yo soy... esto no.
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Apex habló sobre el macho. —Salgo al pasillo, subo las escaleras del
otro extremo y bajo a la clínica en el nivel subterráneo más bajo. La
aíslo y la saco por la parte de atrás a través del conducto para
cadáveres. Ahí es donde te reúnes conmigo. Baja la colina desde el
estacionamiento. Serán unos doscientos metros. Verás las vías del tren
y la entrada del conducto.
Apex se quedó con las manos en las caderas y los ojos mirando
fijamente el agujero oscuro en la pared como si esperara algún tipo de
solución mágica.
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directa, ⎯murmuró.
—Prefiero las rosas blancas a las rojas. —Callum se inclinó, sus ojos se
entornaron⎯. Escribe eso, ¿quieres? No me gusta repetirme…
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Muérdelo.
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La cara del macho estaba roja como una remolacha y el sudor le corría
por la frente y por encima del labio. Los ojos que estaban muy abiertos
se inyectaron en sangre, como si estuvieran inundados por algún tipo
de hemorragia, y su respiración cambió de patrón. Cuando
comenzaron los silbidos, agudos y llenos de pánico, el guardia se
agarró la garganta con las manos, como si estuviera tratando de
despejar una constricción.
Flop.
Cuando la cabeza se separó del cuerpo, este último cayó al suelo por la
llanta trasera del vehículo y Kane se quedó sosteniendo lo primero.
Los ojos, tan abiertos que se veían blancos, le devolvieron la mirada, el
párpado del izquierdo se contrajo de tal manera que parecía estar
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parpadeando.
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Levantó la mano y la giró con la cicatriz hacia arriba para que la fuga
no fuera tan grave.
Kane asintió hacia lo que sostenía Apex. —Si necesitabas una mano
extra, podrías haber pedido ayuda.
Con un gruñido, Apex hizo rodar el cuerpo del primer guardia muerto
debajo de la camioneta. Luego arrojó la cabeza allí con él, una pelota
de baloncesto que rebotó contra algo y se estrelló contra el tren de
aterrizaje.
—Vamos por ese camino. —Apex señaló el bosque al otro lado del área
de estacionamiento—. Y no, no quiero debatirlo. Así es como vamos a
entrar.
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Dándose la vuelta, Apex desapareció entre los árboles, y los otros dos
le pisaron los talones cuando un par de vehículos rodearon la parte
trasera del edificio. Mirando hacia atrás de nuevo, se alegró de que
estuvieran a favor del viento y, por lo tanto, su posición era algo
segura porque la mierda se iba a disparar. Las narices de los vampiros
eran tan precisas que era fácil notar la diferencia entre la sangre
fresca, en minutos o momentos, y cualquier cosa que se hubiera
derramado hace una hora, dos o cinco. Este nuevo grupo de guardias
sabría que los asesinatos acababan de ocurrir y concluiría que alguien
más había escapado o alguien estaba tratando de entrar.
—¿Son estas las vías del tren? —preguntó el lobo mientras señalaba las
líneas gemelas de acero oxidado.
—No, son los senderos del destino. —Apex revisó dos veces el camino
por el que habían venido, pero habría olfateado a cualquiera que
viajara detrás de ellos—. Por aquí.
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Les llevo hacia la derecha, siguiendo la ruta del tren que estaba lo
suficientemente cubierta como para tener árboles brotando entre las
vías. Unos doscientos metros después, apareció un área abierta con un
muelle de carga, su voladizo brindaba cobertura, pero también una
oscuridad tan saturada que incluso los ojos de los vampiros iban a
tener problemas…
Click.
Apex siguió el rayo hasta el candado que estaba montado junto a una
puerta de acero reforzado. Sin comentarios, se acercó a él, su cuerpo
oscureciendo la iluminación. Tendiendo la palma de la mano del
guardia, tenía que conseguir la posición correcta.
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Levantó las manos para borrar la imagen, se pinchó el ojo con el dedo
medio del guardia y casi dejó caer la palma. Pero la abrasión en sus
cuencas no hizo nada. Con los párpados hacia arriba o hacia abajo, lo
que se le mostraba no cambiaba.
—¿Apex?
—Dame un minuto.
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—¿Compañero?
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Menos mal que llegó a la parte superior del conducto para cadáveres.
Detrás de él, el delgado haz de luz del lobo comenzó a moverse de un
lado a otro, recordándole la trayectoria de vuelo de una mariposa. Los
otros dos no tardaron en unirse a él.
La mano del guardia resultó útil por segunda vez, y Apex tuvo cuidado
al abrir la puerta abovedada. No había necesidad de direcciones. El
olor que entró por el conducto era el de la clínica…, y el cuerpo de
Kane se movió por sí solo, empujando al otro macho a un lado.
Tan cerca. Estaba tan cerca de Nadya… ese olor a desinfectante era
inconfundible y emanaba de la izquierda…
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modo que solo había una rendija por la que mirar. Mientras los
guardias uniformados hablaban de un lado a otro, sus voces eran
silenciosas, y esperar a que pasaran requirió el autocontrol que apenas
tenía.
—Vosotros dos coger la ropa, —dijo el lobo—. Algo me dice que pronto
voy a andar a cuatro patas.
—Para que lo sepáis, —dijo—, ambos habéis tenido suerte con el pelo
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… estaban casi llenas. Sólo había dos libres, y una de ellas era la litera
en la que había yacido. Pero eso no era lo que le importaba… y
tampoco le importaban los guardias en los catres que habían sido
atendidos.
Miró a su alrededor, a pesar de que sabía por los olores de los machos
y la sangre, y el sin duda-nada-fresco de Nadya, que ella no estaba en
la clínica. Con una maldición, se acercó al paciente más cercano,
notando el vendaje preciso, el cuidado que se había tenido para
limpiarlo de la suciedad y la sangre, la forma en que el guardia estaba
cómodo a pesar de sus heridas. Luego miró hacia el escritorio. Había
una variedad de drogas y suministros que nunca antes había visto.
Mientras lo había estado tratando a él y a la Rio de Lucan, se las
arregló con lo que pudo encontrar.
Pero, por supuesto, los guardias eran más importantes que los
prisioneros, por lo que se habían traído medicamentos y suministros
aptos para el uso humano.
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El guardia simplemente negó con la cabeza, con los ojos muy abiertos,
aunque estaba claro que temía lo que fuera que su líder le haría más
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—Se la llevaron.
—Creen que ella mató a uno de los nuestros. —El macho sacudió la
cabeza lentamente e hizo una mueca, como si cualquier movimiento lo
lastimara por todas partes—. No lo creo… eso. Ella… me salvó. Ella
salvó... a todos nosotros. No sé... quién eres... pero no... la lastimes.
—… ¿Kane?
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Eso era lo que era, pensó Nadya mientras miraba a los ojos a la jefa de
los guardias. Sus ojos eran inusuales, con motas amarillas en la base
más oscura, y las pupilas dilatadas parecían agujeros negros para
nadar. Para morir.
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Su líder bajó su cuchillo. —Cállate, —le dijo ella. Luego apuntó con la
punta de su arma a la puerta que estaba centrada entre los juegos de
ganchos⎯. Ahí. Vosotros dos.
—Nadya…
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—Nadya.
Lo que vio desafió la razón. Desafió todo lo que sabía sobre la forma
en que funcionaba el mundo.
Bajando la cabeza lo más que pudo, cerró los ojos con fuerza. —No me
mires.
—Nadya…
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Kane… o lo que parecía ser una versión de Kane, negó con la cabeza. —
No sé. Y esa es la verdad. Pero podemos hablar de eso más tarde.
Ella podía sentir sus ojos buscándola, y odió lo que vio. Lo cual era
una señal, supuso, de lo apegada que se había vuelto a él.
—Necesito…
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—De prisa.
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—Bien pensado, —le dijo mientras empujaba el cañón hacia afuera por
la puerta—.¡Toma mi mano! ¡Ve al conducto!
Antes de que pudiera decir algo más, una andanada de balas roció la
puerta en la que se encontraba Apex, golpeando el acero y rompiendo
la ventana de vidrio con alambre. El macho sujetó la cosa para cerrarla
e hizo una mueca, seguro como si el plomo fuera a entrar en su propio
cuerpo.
—No, —dijo ella con gravedad. Luego agarró sus enormes hombros y
lo miró a través de la capucha—. Déjame, eres libre…
Hubo una breve pausa, como si los guardias del otro lado estuvieran
recargando, y Apex saltó, abrió la puerta y apretó el gatillo
nuevamente.
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Saliendo del agujero que el lobo había hecho con su cuerpo, Kane
extendió los brazos. En el suelo, el otro macho se agachó, alistándose
para la captura.
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violento que Kane rebotó contra la puerta que había cerrado, e hizo lo
que pudo para evitar que Nadya saliera despedida y quedara fuera de
combate.
Maldita sea.
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Para Nadya, fue un torbellino, desde que la echaron del edificio hasta
que la atrapó un desconocido. Y luego el viaje en coche.
Su mente no podía seguir el ritmo de todo ello, y sintió que eso era
algo bueno. Los riesgos eran demasiado obvios; había oído los
disparos y olido el humo acre de las descargas en el campo de
prisioneros. Y ahora sentía los bandazos del vehículo en el que se
encontraban, y oía los gritos entre los machos. Así que no estaba
segura de cómo responder a la pregunta que Kane seguía haciéndole, y
decidió limitarse a la respuesta que le haría sentir un poco mejor.
Además, lo que más le molestaba no tenía nada que ver con los
guardias o con las amenazas mortales.
Lo que realmente le preocupaba era que él la hubiera visto. Esa
revelación, que ella nunca había pretendido, le parecía más traumática
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que los riesgos tan evidentes de esta huida. Rescate. O lo que fuera
que esto era...
—Nadya...
Kane no dudó. Cogió las llaves, abrió la puerta y la recogió como haría
con cualquier paquete delicado.
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Con cuidado.
—Tiene razón—, dijo Kane. —Si nos han puesto collares, seguro que
han puesto localizadores en sus vehículos. Vamos.
El interior estaba igual de mal, las tablas del suelo agrietadas y con
resortes, ningún mueble alrededor, polvo en todo. Tampoco había
cuarto de baño, sólo un tramo de encimera desconchada con un
fregadero oxidado, y ningún electrodoméstico, sólo un hueco en los
armarios donde podría haber estado una nevera.
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—Sí.
—Nunca.
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—¿Por qué?
Sus ojos ardían con tal emoción que ella se esforzaba por comprender
lo que había en su rostro, en su corazón.
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No hacía falta decir que no había razón para ningún juramento porque
ambos iban a ser asesinados, o peor, capturados vivos.
El temblor era tan violento que sintió que la destrozaban, pero no era
miedo. En el rincón de la cabaña de caza abandonada, en el polvo y la
desintegración envejecida del lugar, lloró por todo lo que había
esperado en su corazón durante todas esas horas de cuidar a Kane.
Lloró por todo lo que él había sufrido.
Pero sobre todo lloró porque casi había salido vivo. Y entero.
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treinta minutos que habían traído al Chacal con su hembra para ver si
estaba preñada, y hablando del MAPA2. V no envidiaba al tipo en lo
más mínimo. Tienes una hembra que realmente te importa, que es el
centro de tu mundo…
El Chacal esperó hasta que la puerta se cerró por completo tras él. —
No está embarazada.
2
Miedo A Perderse Algo
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—¿Hay algo para comer por aquí?— dijo el tipo. —Me muero de
hambre.
—Sí, vamos.
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Diez minutos más tarde, el Chacal se acercó con una bandeja cargada
de todo tipo de bocadillos. Al sentarse, pareció desinflarse. Por otra
parte, había gastado mucha energía en las dos últimas noches, lo que
explicaba que se le hubiera metido la barriga.
—La doctora Jane nos dijo que antes no se podían hacer pruebas de
embarazo tan pronto—, dijo el macho mientras abría la tapa de una
Coca-Cola. —Es increíble lo que ha hecho la ciencia médica.
—Sí.
—Tu shellan fue tan buena con ella—, dijo. —Después, estuvieron
hablando de que Nyx iba a montar una tienda Etsy para Posie, su
hermana. Pensé que lo mejor era dejarlas a ellas. Qué sé yo de joyas
hechas a mano.
—Sí—, dijo.
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—No, todavía no—. Y el tipo debía de saber esto por su propio medio
hermano. —En realidad, podría valer la pena volver a repasar esto
contigo. Cuando estabas en el campo de prisioneros, ¿recuerdas que el
mando hablara de dónde iba a ser la nueva ubicación? ¿O de que
alguien lo discutiera? ¿Algunos de los guardias, tal vez?
Las preguntas ya se las había hecho antes, pero nunca se sabía lo que
alguien podía recordar de la nada, y V se estaba desesperando.
No en el buen sentido.
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Esa era una carga que el tipo iba a tener que dejar por su cuenta.
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Una pistola se levantó y disparó una bala hacia Kane, pero al dar una
voltereta por encima de la cabeza del otro macho, fue un blanco
perdido. Aterrizó con fuerza sobre sus botas prestadas, agarró la
cabeza del guardia por detrás y tiró hacia atrás. Al perder el equilibrio,
sonaron más disparos hacia el cielo, y Kane agarró la muñeca que
controlaba el arma. Con un chasquido despiadado, le rompió los
huesos del antebrazo, y cuando empezaron los gritos, cogió el arma.
Y apretó el gatillo.
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—No me iré por mucho tiempo, —le gritó a Nadya⎯. ¡Quédate donde
estás!
No era lo que quería, pero lo hizo funcionar. Tirando del volante hasta
que quedó ajustado a la izquierda, hizo girar el coche en círculos,
agitándose, tirando de él. Pisando los pedales. Dando vueltas.
Cuando tuvo un tiro claro fuera del carril hacia la carretera, atropelló
al conductor mientras empujaba su bota contra lo que hizo que el auto
se moviera. Patinando, resbalando, desplazándose de un lado a otro,
se mantuvo mayormente en los caminos gemelos que se habían
excavado en el suelo, y cuando llegó a los carriles dobles pavimentados
en los que habían estado, hizo un giro lo más cercano a los noventa
grados como pudo hacerlo.
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A medida que la salida del sol se hizo aún más implacable, sus ojos
comenzaron a lagrimear tanto que apenas podía ver, y limpiarlos
repetidamente no ayudó. La única buena noticia era que los guardias
estarían en las mismas condiciones que él.
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Al revisar el exterior por segunda vez, encontró que era una estructura
tan sencilla que aprobó el camuflaje. Y cuando estaban haciendo un
reconocimiento, antes de que se dirigieran a la montaña, el lobo les
había dado toda la combinación, por lo que entró.
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—Gracias a la mierda.
Todo estaba tan bien pensado, tan organizado, tan útil, necesario y
valioso.
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Mientras se dirigía hacia allí, pasó junto a todas las chaquetas que
estaban colgadas en perchas y se detuvo en la mitad de la fila. Aunque
estaba solo, miró a su alrededor, se inclinó sobre uno de los abrigos de
plumas que estaba camuflado para parecer hojas. Sus fosas nasales se
ensancharon cuando inhaló, y el olor que registró fue una especia que
había hecho todo lo posible por silenciar.
Cerrando los ojos, atrajo el aroma del lobo hacia sus pulmones y lo
mantuvo ahí. Algo en la combinación de abeto y aire fresco le hizo
sentir calor bajo la piel, y si pudiera habría perdido felizmente diez o
quince años de su vida sólo por estar junto a la parka e inhalar por la
nariz.
Pero como eso era patético, incluso sin testigos, se obligó a seguir
avanzando por el pasillo que formaban todos los suministros. A
medida que avanzaba, se fue quitando el uniforme del guardia,
empezando por el cinturón del arma, que tiró sobre uno de los catres.
La camisa manchada de sangre fue lo siguiente, luego las botas y los
pantalones. Dejó que todo cayera donde lo fuera, notando que, si la
ropa hubiera sido suya, aunque sólo hubiera sido esa túnica y los
pantalones sueltos, la habría tratado mejor por costumbre.
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—Vaya…
Una cosa que había aprendido era que resultaba más fácil permanecer
incómodo.
Lo que dolía era cuando bajabas la guardia y luego tenías que volver a
entrar en el infierno.
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—¡Aquí! ¡Rápido!
Kane trepó por las ásperas tablas del piso como si lo estuvieran
persiguiendo, y cuando llegó a las escaleras que habían sido reveladas,
los lobos intercambiaron lugares, saltando fuera de algún tipo de
escondite subterráneo.
Kane no prestó mucha atención al lobo que corría por encima. Sólo le
importaba derrapar por los escalones. Al caer de culo, levantó la vista
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Kane se quedó dónde estaba por un par de razones. Uno, era posible
que se hubiera roto el culo, literalmente. Dos, no quería abalanzarse
sobre ella, que era todo lo que tenía ganas de hacer. Y tres...
—Hola, —dijo.
—¿Estamos?
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—Sí lo somos.
—Nadya…
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Tenía una vaga idea de que su cuerpo se levantaba del sofá y se movía
hacia el armario, pero no seguía sus propios movimientos. Estaba
demasiado ocupado mirándose a sí mismo, y cuando se acercó al
cristal, se tocó la cara, sintiendo nada más que una piel suave y
saludable mientras dejaba que las yemas de los dedos se deslizaran
por la mejilla hasta la mandíbula. Luego dio un paso atrás y se miró el
torso. A medida que extendía las piernas, funcionaban perfectamente,
los músculos fuertes y coordinados, las rodillas flexionadas sin dolor,
los huesos debajo dispuestos y capaces de soportar la carga de su
mitad superior en caso de que los necesitara.
Pero nada de esto tenía sentido. Todo lo que sabía era que Apex y los
demás lo habían sacado del campo, y luego alguien había intercedido
en su nombre, y luego...
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—No lo sé.
Kane sonrió un poco. —Me siento igual. Estoy dispuesto a apostar que
el lobo tiene algo para comer aquí…
—Kane.
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Pero ella tenía otras cosas que eran más importantes en su mente. ¿Y
dada la forma en que Kane se había mirado en ese espejo? Él estaba
tan sorprendido como ella.
Cuando volvió a sentarse junto a ella, apoyó los codos en las rodillas,
apoyó la barbilla en las manos entrelazadas y miró al suelo.
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—No, ella era algo completamente diferente. Era mística, era… bueno,
suena loco, pero era de otro mundo. —Levantó el dedo índice para
enfatizar el punto⎯. De eso estoy muy seguro.
— ¿Qué te dijo?
—Todo lo que sabía con seguridad era que tenía que volver contigo, —
murmuró⎯. Se trataba de entrar en ese infierno y sacarte.
Por otra parte, tal vez eso se debía a cómo era ahora.
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verdad.
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El de la mala actitud.
Ya sabes, solo para asegurarse que el tipo estaba bien. Con todos los
disparos y los coches rodando, otras diversiones y juegos, uno no
podría estar demasiado seguro de que alguien como él no necesitara
reanimación de algún tipo. Ya sabes, compresión torácica. Respiración
asistida.
Un trabajo manual.
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interior de su garaje, olvidándose por una vez de revisar dos veces que
no lo habían seguido cuando él entró en el lugar. Excepto que la luz
del día estaba ahí, y él estaba sin energía. Los lobos de su clan no se
convertían en antorchas como lo hacían los vampiros a la luz del sol,
pero su fuerza se agotaba muy rápido, y él no tenía la intención de
sentir que tenía gripe hasta que la próxima luna llena pudiera
recargarlo…
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perchas, los suministros y las armas extras, las botas para la nieve y
las latas de gasolina.
Y luego el macho se dio la vuelta. El giro fue lento, y lo que giró para
encarar a Callum fue el tipo de cosa por la que valía la pena tener las
rodillas doloridas.
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Y oye, el hecho de que fuera un vampiro iba a hacer esto mucho más
fácil. Sí. Esta era la forma en la que tenía que suceder.
–Sabes qué, ⎯murmuró⎯, Creo que te dejaré hacer ésta parte. Con
esos colmillos tuyos.
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Los ojos que siempre fueron tan agresivos estaban abiertos de par en
par, la vulnerabilidad en ellos el tipo de cosa que sin duda revelaba
más de lo que un macho habría querido, excepto que él estaba tan
atrapado en lo que estaba pasando en sus defensas bajas.
Estirando sus brazos alrededor del macho, acarició el culo que había
admirado. Luego lo ahuecó, y abrió ampliamente su boca.
Todo lo que Callum tenía que hacer era aguantar y recuperar el aliento
cuando pudiera.
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el vampiro miraba hacia abajo, su contacto visual fue una gran parte
del descontrol.
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A veces, todo lo que podías hacer por alguien era lo más simple, ya sea
porque eso era todo lo que tenías para dar o porque era todo lo que
podía permitirse tomar. Y cuando Kane volvió a sentarse en el sofá, le
tendió un trozo de manzana roja brillante a Nadya, deseando poder
retractarse de su pregunta. Su pasado no era algo que ella le debía a él.
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Kane conocía muy bien las versiones de esta historia, y pensó en su tía.
Pensó en Cordelhia. Pensó en las creencias de sus propios padres.
Nadya podría no haber estado en la glymera, pero los fundamentos
eran los mismos, las hembras aprovechadas como activos para
reforzar las fortunas, reales e imaginarias, de una familia.
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Ella continuó con voz firme, como si estuviera armando su coraje para
terminar la historia. ⎯Resultó que mi padre sabía que el padre de mi
prometido había tenido una aventura. Eso no era inusual, pero la cita
era con otro macho. ¿Creo que el término es chantaje? Entonces, sí, mi
emparejamiento fue arreglado y hay, integrado en ese concepto, una
cierta falta de libre albedrío. En mi caso, sin embargo, hubo una
condición directa para que consiguiera un hellren.
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coaccionado.
—Yo, ah… fue en los años ochenta. Estaba trabajando como voluntaria
en una biblioteca humana porque tenía acceso a todos esos libros
sobre medicina que no podía permitirme comprar. Siempre quise ser
enfermera, ya ves, y solo quería aprender. Yo estaba a cargo del último
turno, y eso significaba que hacía el barrido de todos los pisos y
cerraba todo a medianoche. Siempre salía por la puerta trasera
porque podía desmaterializarme de las sombras desde allí y él lo sabía.
Me estaba esperando.
—Maldita sea…
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A menos que hubiera sal de por medio. La sal selló las imperfecciones,
haciéndolas permanentes.
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garganta. —Hice que la enfermera les dijera que había muerto. Que no
pude soportar el dolor y que me expuse a la luz del sol y no quedó
nada de mí.
—Era mejor que tener que verme todo el tiempo. Mi padre estaba
consumido por la culpa y el arrepentimiento, llorando junto a mi
cama. Parecía un poco irónico que me convirtiera en la maldición para
él en lugar de para el padre de mi prometido. Solo sabía que si me iba
a casa, él nunca podría seguir adelante y tampoco mi mahmen. Al
menos si estaba muerta, podrían llorar y encontrar algún tipo de vida
nueva.
—Después de que estuve tan curada como iba a poder estar, continué
quedándome con mi mentora, pero me mantuve escondida de todos.
Alrededor de la época en que desarrollé algo de resistencia, ella
comenzó a ir al campo de prisioneros para tratar a los enfermos y
heridos. Quería ir allí con ella porque necesitaba hacer algo para ser
útil a alguien. Siempre me disfracé, por supuesto, y se convirtió en
algo que hacíamos juntas. El propósito que encontré con ella me salvó.
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—¿Y…? — la incitó.
—Fue hace unos diez años. ⎯Dobló y volvió a doblar su túnica marrón
en su regazo⎯. —Se estaba muriendo y ayudé a aliviar su sufrimiento
lo mejor que pude. Era mayor, pero una vez había sido tan vital. Nos
hicimos bastante amigos, y tal vez porque echaba de menos a mi
familia, o me sentía sola, o lo que sea, le conté lo que me había pasado.
Le dije todo. Él es el único otro que vio mi aspecto... aparte de ahora
tú.
Pero ese era el poder del campo, ¿no? Incluso libres, ninguno de ellos
había sido verdaderamente liberado por lo que habían visto... y lo que
habían hecho.
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—Poco después él fue al Fade y pensé que eso era todo. ⎯Ella respiró
hondo⎯. Pero como cinco o seis noches después, regresé a mi litera, el
lugar donde dormía. Había un… Encontré un nudo de tela en mi
almohada.
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⎯¿Qué?
—Tus padres…
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—Estoy agradecida por lo que hiciste por mí. Pero regresaré al campo
de prisioneros porque eso es todo lo que tengo.
Él había pensado que ella no duraría sin protección antes. Ahora ella
estaba en la lista de cosas por hacer de los guardias. Bien podría
llevarla al Fade y dejarla frente a esa puerta blanca.
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Nombre científico de la especie de roedores (ratones)
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Las cejas del poli se levantaron sobre sus ojos color avellana. ⎯Bueno,
teniendo en cuenta que eso involucra a Fritz pidiéndonos a todos que
nos matáramos detrás de la casa porque no quería ensuciar sus
alfombras…quiero decir, ¿tenemos que volver allí?
—Ja, ja.
—¿Disculpa?
—Jesús.
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—¿No es al revés?
Butch puso los ojos en blanco. —Bueno, creo que tienes razón, aunque
no sobre el alfabeto. Las drogas son todo lo que tenemos, así que
salgamos al campo ahora. Marissa ya está trabajando en Lugar
Seguro, y escuché que Doc Jane se fue antes… está en la clínica, ¿sí?
Podemos saltarnos la Primera Comida, comprar algo en Arby´s e
irnos.
—Me armaré.
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Estaba mirando un artículo sobre ese robo que había visto en las
noticias cuando había estado con el Chacal en la cafetería del centro de
entrenamiento.
—¿Disculpa?
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—No, yo no…
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—No, no sé por qué Lassiter sigue dando vueltas cuando podría estar
enfriando sus reactores en el Santuario de mi mahmen. ⎯Cuando la
respuesta que V quería apareció en su teléfono, se abrochó el cinturón
de armas alrededor de la cintura—. Ahora que lo pienso, tal vez
necesite instalar un televisor allí.
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Debajo de la cabaña de caza en ruinas, Kane pasaba las horas del día
sentado en el suelo, apoyado contra la pared, con la vista de la cama
detrás del sofá. Con ese sofá funcionando como un estribo, no podía
ver mucho a Nadya mientras dormía, pero según sus patrones de
respiración, supuso que debía haber descansado al menos un poco.
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Después…
Kane trató de levantarse del suelo. Pero cuando hundió las palmas de
las manos en la alfombra finamente tejida, sus brazos rechazaron la
carga de su torso y volvió a abofetearse la cara.
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par de noches.
—¡Tú la mataste!
—Cordelhia…
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…olor a tierra.
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—Ah, así que eres elegante. Lo supuse por tu aspecto…y por quién te
dejó. —Hubo un movimiento de pies, como si alguien se moviera
sobre tierra apisonada—. Necesitará ponerse a cubierto, gobernador.
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Tenía que salir de aquí, pensó Kane. Tenía que encontrar a quien
estaba a cargo, explicar su situación y decirle a quien pudiera
liberarlo que estaba retenido bajo falsas acusaciones. Entonces
seguramente lo devolverían a su libertad y podría hablar
adecuadamente con la línea de sangre de Cordelhia. Después de todo,
tenía un funeral que preparar y había doggens que acomodar.
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—¿Estás despierto?
—¿Kane?
—Kane.
—¿Nadya?
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—Víbora, —susurró.
Era libre.
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Sin embargo, ahora había dicho algo más al final. Una palabra que no
había captado del todo, y nunca le había oído decir antes en relación
con su historia.
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Hacía tanto tiempo que no dormía con un ojo abierto. Parte de eso era
la seguridad de este lugar escondido, pero más era Kane. Su presencia
era una declaración de protección, y aunque no esperaba encontrar
ningún descanso, incluso había soñado durante el día, y por una vez
no tuvo pesadillas. De hecho, en su reposo, había vuelto a ser como
antes, con el pelo suelto, las extremidades que funcionaban y un
futuro por delante en la biblioteca humana.
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Pero ella no había mentido cuando le dijo que volvería porque no tenía
adónde ir. El campo de prisioneros era un lugar terrible, pero allí tenía
una rutina. Sabía de qué tenía que preocuparse, de qué debería tener
miedo y adónde ir si estaba en peligro. Y a veces se podía encontrar
consuelo en la previsibilidad de lo desagradable. Era más fácil que
evolucionar más allá de su dolor e ira, sin duda, y además, había
estado fuera del mundo dominado por los humanos durante cuarenta
años. Las cosas iban a ser muy diferentes de lo que recordaba.
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El hecho de que no tuviera opciones para algo tan básico como la ropa
era escalofriante, y sintió el impulso de volver a lo que conocía, la
ilusión de que de alguna manera podría esconderse en medio del
arreglo más estructurado del nuevo campo de prisioneros era una
tentadora mentira.
—Hola.
—Lo es.
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—Nadya…
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Mientras Kane esperaba para ver si ella iba a responderle, tomó todo
lo que tenía para quedarse donde estaba en el sofá. En la puerta del
baño, Nadya parecía estar enferma de fatiga, y cuando él la imaginó
partiendo en la oscuridad, sola, desarmada e incapaz de protegerse, se
le revolvió el estómago.
Bajó la mirada hacia el bulto de ropa que sostenía con fuerza contra su
pecho. —No sabía que estabas consciente.
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La alimentación no era una cosa de todas las noches, pero tenía que
hacerse de forma regular y, a juzgar por su evidente agotamiento,
había sido un tiempo muy largo para ella. Además, estaba preocupado
por su falta de recursos y contactos. Sus padres se habían ido. Esa
enfermera que había sido su mentora también. Estaba completamente
sola.
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Excepto que, ¿cómo iba a dejarla? Habían pasado tanto tiempo juntos
en su clínica, su sufrimiento extendiendo los momentos y minutos en
años y décadas. La idea de que él no la vería después de esto, que ella
se iría sola, y nunca sabría cómo fue su vida, lo hizo doler por todas
partes.
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Excepto que justo cuando iba a marcar su propia carne, como ella
había hecho por él en su clínica, algo golpeó el interior de su muñeca,
una gota.
Una lágrima.
—Ay, Nadya.
Maldijo por lo bajo. —No sé por qué eso es tan importante para ti…
—¿Perdón?
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Kane se aclaró la garganta. —No sabía que era tan verbal con todo eso.
Ella asintió.
—Yo no la maté.
Cuando su mano fue a sus ojos una vez más, captó el olor de más
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—Nadya…
—¿Imaginar?
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Pero luego se compuso. —No es raro pensar que sientes algo por
alguien a quien ves como tu sanador.
—Y tal vez solo seas tú. Tal vez no se trate de la enfermería… y todo es
por ti.
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—Por tu vena.
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Y la farmacia.
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—No me estoy quejando. — Ella puso sus palmas hacia adelante, todo
tranquilo, hermano⎯. Tuve que decirle a tu jefe que tendría que
reprogramar nuestra sesión de entrenamiento, y que dependería de
cómo fuera esto.
—Fue por mensaje de texto, así que no puedo comentar nada más que
las palabras que usó. El tono y cualquier otra cosa que sintiera estaban
afortunadamente ausentes.
El Rey había perdido la vista por completo hace un par de años, pero
había mantenido su mano en el juego de lucha, a pesar de que, para su
inmensa insatisfacción, nadie lo dejaba salir al campo. Su vida era
demasiado preciosa para tirar cualquier tipo de dados y, además,
considerando el asesino directo que había sido durante la mayor parte
de su vida adulta, ya se había quedado sin suerte para salir a combatir.
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V chasqueó los dedos. —Oh, mierda. Eso es lo que es. Rhage estaba
viendo a Marty McFly la otra noche y entré durante la escena del
patinete. Ahí es donde he visto el diseño de esta ciudad antes.
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—Tiene suerte.
Ella miró por encima. — Los dos somos afortunados ¿qué te parece?
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Encontrando esos ojos pálidos que eran tan agudos como los suyos,
tuvo un impulso inusual de lanzar un abrazo. En cambio, sonrió.
Honestamente sonrió.
—Entendido, —murmuró.
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—No sé.
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Otros benzos. Dejaron atrás lo que sería una fortuna en las calles.
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Él no la detuvo.
Por alguna razón el deseo de que ella siguiera haciéndolo solo la hizo
aún más hambrienta, y no solo por los nutrientes. De hecho, el calor se
encendía en su vientre y viajaba a sus extremidades, las olas le
calentaban los brazos y las piernas, las manos y los pies. Era un
contraste tan grande con lo que sentía normalmente, que le hizo darse
cuenta de lo fría que solía estar. Lo frígida que estaba. Qué
congelada...
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—Nadya.
—Nadya…
—No sé…
¿Está loco? pensó. Ella ya había tomado mucho de su vena. Con más
determinación que seguimiento real, luchó contra todo lo que él
buscaba poner en sus labios, sus manos descuidadas golpeando lejos…
—N-n-n-n-nooo…
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—¿Estás vivo?
—¿Hola?
Pasó un largo momento antes de que esa cara se volviera hacia él, y la
expresión del macho era remota. —¿Quién murió allí?
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—¿Cómo...
—¿Lo hiciste?
Con cada ida y vuelta, estaban dando un paso el uno hacia el otro, la
distancia desaparecía hasta que estaban de pie frente a frente. El
vampiro era un poco más alto, por lo que Callum tuvo que inclinar la
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—No sé el por qué ni la forma, solo sé el qué. —El macho miró hacia
atrás y sonrió de medio lado de una forma que lo hizo parecer
positivamente malvado⎯. Así fue como terminé en el campo de
prisioneros.
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—Mierda…
—¿Qué le hiciste?
—¿Qué hay de tu sire? —Callum se pasó una mano por el pelo⎯. ¿No
había primos, nadie en tu línea de sangre para defenderte?
—Nunca supe quién era mi padre. Solo éramos mi mahmen y yo. Ella
era lavandera, yo trabajaba en los labrantíos para el aristócrata que
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CAPÍTULO VEINTISÉIS
Como si fuera un cómic escrito por Stan Lee que acabara de conocer a
los malos de la historia.
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V negó con la cabeza. —Es difícil dar sentido a lo que hay ahí. Su
mente… no está.
—¿Tiene amnesia?
Sin embargo, el pasado era sólido. Había todo tipo de recuerdos muy
distintos de los años cincuenta y sesenta, cuando había un mostrador
de helados, con botes de plátano y batidos… luego, después, servían
patatas fritas y hamburguesas. Pero los buenos viejos tiempos no
habían durado. Como la población de la ciudad se había reducido, la
parte del servicio de alimentos de la tienda había sido reemplazada
por comestibles para llevar y artículos para el hogar. Ahora el edificio
era bonito por fuera, gracias a una subvención federal para pueblos
pequeños, pero las finanzas del negocio pendían de un hilo.
—Entonces, ¿qué estás buscando esta noche? —El anciano pasó junto
a Vishous y se puso firme⎯. Señor, voy a tener que pedirle que se aleje
de detrás de la caja registradora. Es la política de la tienda.
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La respuesta del anciano fue una divagación que comenzó allá por mil
novecientos setenta y dos. Mientras describía la casa a la que él y su
esposa se habían mudado con sus hijos, y las opciones que el
desarrollador les había dado para la cocina, V se dirigió al pasillo que
había sido completamente despejado. Inclinándose, recogió una caja
de gasa quirúrgica que había sido pisoteada.
Payne iluminó sus ojos, gritando "no me hagas patear tu trasero otra
vez". Luego se volvió hacia el viejo. —Lo está guardando. Y por favor,
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continúa.
—Está bien, —dijo Payne⎯, gracias. Ha sido muy útil. Pero, ¿a quién
podemos llamar por usted?
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⎯¿Hola? ⎯Dijo una voz por el teléfono de V⎯. ¿Quién está ahí?
⎯Oh, Dios, otra vez no… ⎯Hubo un sonido ahogado, y luego el hijo le
dijo a alguien en el fondo, probablemente su esposa, dada la voz
femenina⎯, Papá salió otra vez… no, lo sé, lo sé, tenemos que meterlo
en una casa...
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⎯Yo soy policía. Agente local. De todos modos, estaré allí en cinco
minutos.
—Lo cuidaremos.
—¿Sí, cariño?
—Cierra los ojos para mí, ¿quieres? —Payne se acercó más⎯. Así es.
Esto no va a doler, lo prometo.
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Que era un servicio público. Quién diablos querría vivir con Wrath si
algo le pasaba a ese Golden.
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parte superior bajó a toda velocidad por el camino secundario, con los
neumáticos chirriando al entrar en el aparcamiento y detenerse de
golpe delante de V. Lo que salió fue una versión más alta, más delgada
y más joven del Sr. McTierney, y V echó un rápido vistazo detrás de él
para ver si borrar el recuerdo de una mente mística y brillante iba a
estar en la lista de éxitos de la noche.
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El sheriff maldijo por lo bajo. —Eso es lo que dije. De todos modos, iré
a buscar a papá.
—Papá, soy yo, ¿recuerdas? ⎯En voz más baja, el tipo murmuró⎯.
Por supuesto que tú no...
— ¿Ernie?
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—¿Qué, papá?
—Papá…
—Ven aquí.
Payne estaba boca arriba e inconsciente con los ojos abiertos, su piel
tan gris pálida como el linóleo debajo de ella.
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—No quiero ninguna queja saliendo de ti. —Se aclaró la garganta, pero
aun así habló débilmente⎯. No me arrepiento de nada, aunque yo
necesite una intervención. Eso es una tortura, tener a alguien delante
de ti, aunque esté casi muerto y desaparecido. Tuve que ayudar
porque podía hacerlo. A veces... tienes que hacer lo que puedes para
aliviar el sufrimiento. Es la forma en que vivo con el don que nuestra
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mahmen me dio.
Habría dado cualquier cosa por un padre así. Maldita sea, necesitaba
otro cigarrillo. ⎯Entonces, sí, hace que todo valga la pena siempre
que te lleve de regreso a la clínica de manera segura.
—Estoy bien.
—Oh, está bien, bien. Entonces, ¿qué tal si te pones de pie ahora
mismo y te desmaterializas de regreso a Caldwell? —Puso sus manos a
los lados de la cabeza⎯. Hazlo tu sola, terca.
—No, estás delirando. Ahora, cierra tus malditos ojos y descansa para
que puedas lidiar con tu macho.
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—No, —dijo ella con una mueca⎯. Es probable que esté menos
histérico si sabe que lo estás escuchando…
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A pesar de la ráfaga de frío que caía sobre ambos, Kane podía sentir
las oleadas de calor que emanaban del cuerpo de Nadya. Las
explosiones eran tan fuertes que su ritmo era evidente, aumentaban y
disminuían como el latido de un corazón.
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A pesar del calor que tenía dentro de ella, estaba terriblemente pálida.
Sin embargo, sus ojos estaban vivos y fijos en Kane como si no pudiera
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⎯¡Ya no! ⎯El lobo se acercó y se puso cara a cara⎯. No eres quien
alguna vez fuiste. ¡Ya no eres tú!
Kane volvió a mirar la puerta del baño que estaba protegiendo con su
vida. Con tranquila intensidad, como si pudiera obligar a la realidad a
cumplir con sus estándares si lo deseara lo suficiente, repitió: ⎯Es
sólo que no se ha alimentado en mucho tiempo.
Una asfixia repentina le robó todo el aire de los pulmones. Quizá todo
el aire fuera de las habitaciones.
Mirándose la muñeca, vio que aún sangraba por las heridas punzantes
que ella le había hecho. Con una sensación de absoluta irrealidad, se
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Sellando las heridas, se pasó la lengua por la carne. Luego probó por sí
mismo lo que ella había tomado en su cuerpo…
⎯Ella no va a ayudarte…
La risa que salió del otro macho fue la cosa más desagradable que
jamás había escuchado. ⎯Claro, te llevaré de regreso a la montaña. Y
puedes decirle que la culpa es toda suya. Veamos cómo va eso…
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Pero esa no fue la peor parte. ¿Ese tipo muerto? ¿El que tenía el
cinturón marrón alrededor de la garganta?
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Kane habló. ⎯La tomaré en mis brazos. Por el tiempo que tenga que
hacerlo, la llevaré.
⎯Murmuró Apex.
⎯No.
Apex fue hacia el macho. ⎯Tú fuiste quien lo llevó a esa maldita
choza. ─ Golpeó al tipo con dos dedos, justo en el pectoral⎯. Tú
hiciste esto.
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⎯¿Vienes o no?
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Sabía que había cosas que querían preguntarle, pero ahora no era el
momento, e incluso si lo fuera, no creía que pudiera responder las
preguntas que tenían. Ni siquiera podía responder las propias.
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Sus ojos no fueron hacia Nadya. Ella solo miró fijamente a Kane a la
cara.
Cuando él abrió la boca, ella negó con la cabeza. ⎯Lo siento, pero no
puedo ayudarla.
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⎯No puedo…
Kane abrió la boca para discutir, pero luego el calor que emanaba del
frágil cuerpo de Nadya lo volvió a enfocar.
⎯Está muerto.
⎯Dios.
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⎯Ella me ayudó.
⎯Es tu sanadora.
Él asintió y pasó las yemas de los dedos por los mechones de cabello
suave en la cabeza de Nadya. ⎯Ella es la razón por la que estoy vivo, y
cuando se veía tan débil, le di mi vena…
⎯¿Hiciste qué?
⎯La alimentaste.
Kane se frotó los ojos doloridos. ⎯Aquí tienes una sugerencia. ¿La
próxima vez que hagas lo que me hiciste a mí? Inicia con un consejo
útil como ese.
⎯Hiciste bien.
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⎯Dormida adentro.
⎯Cuéntame.
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⎯Lo haremos.
⎯¿Y qué vas a hacer con todos esos machos y hembras? ⎯Callum
volvió a mirar la choza y se preguntó qué estaba pasando dentro⎯.
Quiero decir, ¿cuántos de ellos son criminales?
Era mentira, por supuesto. No tenía nada que hacer más que esperar,
como todos los demás, para averiguar si la vampira había muerto. O
mejor dicho… a ver cuánto tiempo le tomaba morir.
Era una bendición, en realidad. Lo bueno de los lobos era que eran
animales de manada. Lo malo de los lobos era que eran animales
irritantes. Los extraños, incluso si eran invitados al territorio, tendían
a incomodar a la gente.
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Nada fuera de lugar. Entonces, ¿por qué sentía que había sido
redecorado?
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documental, no ficción.
⎯No…
Mientras el macho miraba al otro lado del fuego, Callum se dio cuenta
de que estaba desnudo en el manantial. ⎯Entonces que estás
haciendo aquí.
Cuando no hubo respuesta del tipo, apretó sus propios labios. ⎯Decir
eso fue algo malditamente cruel, sabes. En la cabaña de caza.
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J. R. WARD 03 La Víbora
Hubo otra pausa, y luego el vampiro cruzó los brazos sobre el pecho.
Mientras su mandíbula se movía como si estuviera tratando de
masticar sus propios molares hasta convertirlos en polvo, Callum
sintió que la resolución de odiar al bastardo se desvanecía un poco.
⎯Apex.
⎯Sí.
⎯Yo… lo siento.
⎯¿Y?
─ Una pregunta.
⎯¿Qué?
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J. R. WARD 03 La Víbora
consideración?
Mientras el vampiro estaba de pie a la luz del fuego, vestido con ese
uniforme negro que le había quitado a un guardia de la prisión
muerto... era realmente bastante sexy, su cabello corto, sus ojos
brillantes, esos hombros anchos y cuerpo fuerte el tipo de paquete que
un lobo no veía muy a menudo.
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Justo cuando estaba a punto de señalar eso, ella miró por encima del
hombro hacia la salida. —No esta noche. Seguramente no esta noche.
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—No va a funcionar…
Así fue como vio a la anciana cambiar de forma justo afuera del
refugio.
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Mirando su sexo, le dio una rápida charla para que no se excitara. Esto
era con fines medicinales, le dijo a la maldita cosa.
—Ayúdame…
—Aquí estoy.
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Y así fue como, por primera vez en doscientos años, llegó a estar
desnudo con una hembra.
No, eso no estaba del todo bien. Cordelhia nunca había estado
completamente desnuda las pocas veces que habían estado juntos. Ella
siempre había declarado la necesidad de su modestia conservando sus
camisones de seda y, por supuesto, él había querido honrar lo que la
hiciera sentir más cómoda.
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—¿No?
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—Sí…
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El macho revisó las balas en su arma. —Lo único que podemos hacer
es defender lo que es nuestro y enterrar los cadáveres. Lo que no
necesitamos es que se enteren de nuestra verdadera identidad como
lobos…
Apex se inclinó hacia el tipo. —¿No te lo dije ya? Soy muy, muy bueno
matando cosas.
Entonces ese lobo con la palma mágica y el cuerpo perfecto selló sus
labios con los de Apex.
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CAPÍTULO TREINTA
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La buena noticia, si había alguna, era que había una trinchera natural
en el paisaje y ellos estaban en ella, por lo que había algo de cobertura
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—No dejes que te maten, depredador. Tengo planes para ti más tarde.
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—¡Lucan!
Después de lo cual las cosas quedaron en silencio detrás de él. Con una
mirada rápida por encima del hombro, se encontró con los ojos de
Mayhem. El macho negó con la cabeza una vez.
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—Estoy aquí.
Más relajada ahora, se dijo a sí misma que abriera los ojos y lo mirara,
pero sus párpados estaban muy pesados. Además, ¿por qué pelear
algo? Por una vez, ella estaba sin molestias.
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Ella también.
Esto tenía que ser un sueño, ¿verdad? Seguramente esto era un sueño.
—Estamos a salvo.
—¿Estábamos en peligro?
—Me siento... increíble. —Se estiró de nuevo, y tuvo que admitir que lo
hizo de manera deliberada, de modo que su pezón corrió por lo que
tenía que ser su esternón⎯. Realmente increíble.
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—Nadya…
—¿Cómo lo digo?
Con una audacia que provenía de que esto era una especie de sueño,
decidió explorar un poco por su cuenta, su mano moviéndose sobre los
músculos de su brazo, sintiendo su fuerza acordonada, sus huesos
largos. Tenía una constitución tan diferente a la de ella, todo duro e
inflexible, y eso le gustaba. Ella quería eso. Nada suave, todo él duro...
para poder entrar en ella.
—¿Bromeas?
Ante su respuesta seca, ella tuvo que reírse. Y entonces nada pareció
particularmente gracioso cuando él se tumbó de espaldas, dándole
todo su cuerpo para que lo explorara. Metiendo la cabeza en su
garganta, pasó la mano por sus pectorales y sobre su corazón. Luego
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—Sí …
Ella pensó en eso. —No, porque entonces esto sería real. ⎯Cuando
sintió que él retrocedía bruscamente, negó con la cabeza⎯. No quiero
ser quien soy contigo. Si es así, si es un sueño... entonces puedo estar
completa. Yo quiero ser así.
—Eres todo para mí, —dijo en voz baja⎯. Abre tus ojos.
—Sí.
Miró más allá de él y sintió cierto alivio. La extraña niebla roja que los
rodeaba era completamente inverosímil, y ella se consoló con eso. Así
que esto en realidad era un sueño, incluso esta parte que se sentía
como si él…
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—Bésame entonces.
—¿Más?
—Sí.
Sus palabras eran sencillas, las sílabas ni rápidas ni lentas, pero cada
respuesta estaba cargada de una poderosa electricidad que traía
consigo un gran calor, un calor volcánico.
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Y hermosa.
Cuando Kane miró fijamente a Nadya a los ojos, se dio cuenta de algo
en el fondo de su mente, una alarma sonando, silenciosa y
persistentemente. Había un problema del que tenía que preocuparse.
Algo urgente…
Pensó que tenía más cosas que decir, pero luego la estaba besando de
nuevo, disfrutando de la diferencia de estar con una hembra que lo
deseaba. Que no solo lo necesitaba. Y eso no llevó su atracción al
siguiente nivel.
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correr riesgos.
Debajo de él, ella se arqueaba aún más, su cuerpo tan fluido, su pecho
inflándose al tener que introducir aire en sus hambrientos pulmones.
Con su mano libre, la que no le servía de apoyo para no aplastarla,
exploró el otro lado de sus senos, sintiendo el contraste de su piel
entre la punta y los contornos, pellizcando suavemente el pezón,
frotándolo.
La convicción era tan fuerte que levantó la cabeza y miró por encima
del hombro desnudo. La niebla roja que los rodeaba y daba la
impresión de que flotaban, parecía un límite impenetrable, sin forma
de entrar o salir de él. Y, sin embargo, recordó algo acerca de que la
salida estaba justo ahí, en la trampilla.
—¿Kane?
—¿Estás bien?
—¿Dónde estamos?
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—Apex…
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Tres …
Dos …
Uno.
Con una rápida revisión del cargador, confirmó que tenía siete balas
en la recámara. No es suficiente. Manteniendo sus ojos en lo que
estaba frente a él, palmeó al guardia desangrado, sintiendo el calor del
cuerpo aun irradiando desde el torso, y encontró…
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—Me jodes, —dijo el guardia⎯, y ordenaré que les disparen a los tres.
Aquí y ahora.
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Sangre.
Vampiro.
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Callum.
Y cuando volvió la cabeza para ver quién lo había llamado, una bala lo
golpeó de lleno en el pecho, derribándolo.
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Siempre supo que moriría en la tierra del clan, nunca anticipó vivir
hasta la vejez. Aun así, era un shock darse cuenta de que lo que parecía
algo lejano en el futuro estaba sucediendo en este momento.
Se estaba muriendo.
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─ Kane.
Lucan estaba tendido sobre las agujas de pino, Rio se arqueaba sobre
él, sus manos esposadas presionaban su ingle.
Kane miró por encima del hombro en busca de la cabaña, solo para
asegurarse de que Nadya estuviera bien…
Qué demonios.
Y eso no fue todo. El lecho del río estaba seco y había arbustos cortos
enraizados en la tierra que no había sido perturbada: sin agua
corriente, sin fogata, sin refugio. Era como si nunca hubiera habido
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nada ahí.
¿Qué demonios?
Fue entonces cuando vio la puerta. Desde la niebla roja que los
rodeaba a él y a Nadya, la salida se presentó como si su cambio de
conciencia hubiera creado el portal. Le había dicho algo a Nadya, algo
como que volvería enseguida, y ella sabía lo que estaba haciendo.
─ ¡Kane!
Rio estaba saliendo del bosque a toda prisa, tropezando con sus pies,
su rostro pálido. ─ ¿Dónde está Nadya? Ella es enfermera…
─ No sé…
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Presionó las armas en sus manos, y luego el macho dio un paso atrás.
⎯Iré a buscar los suministros. Yo sé cómo entrar en el lugar.
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informe.
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Un misterio mortal.
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⎯Jodido infierno.
Quizás.
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Cuando Nadya evaluó la herida del muslo de Lucan, supo que se les
estaba acabando el tiempo con él. La pérdida de sangre se había
ralentizado, gracias a las capacidades curativas naturales de un
vampiro, pero no se detenía. Ni por asomo.
⎯Necesito un cinturón.
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Los ojos de Rio brillaron con lágrimas y una gota cristalina se escapó,
se acumuló en sus pestañas inferiores y luego cayó por su mejilla.
Estaba impaciente mientras la apartaba.
⎯Hazlo.
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beba.
Rio levantó la vista para confirmar que eso era correcto, y cuando
Nadya asintió, continuó hablando con la misma voz tranquila pero
firme.
Y eso era todo lo que podían hacer con lo que tenían: la sangre se
acumulaba en sus labios, justo debajo de su nariz. Solo tenía que abrir
la boca y tragar. Si podía o no, dependía del Destino.
⎯¿Va a lograrlo?
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Mirando por encima del hombro, se preguntó dónde estaría Apex con
esos suministros. Aunque lo que Lucan realmente necesitaba era un
quirófano y un cirujano que pudiera volver a unir con delicadeza la
arteria cortada.
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Al otro lado de esa puerta cerrada, podía escuchar a Doc Jane y Manny
hablando en voz baja, y lo interpretó como que las cosas iban cuesta
abajo.
Miró por encima. Butch salía de la cafetería con una lata de Coca-Cola
abierta en la mano y una bolsa de patatas fritas en la otra. Era difícil
saber cuál estaba ofreciendo, pero no hacía falta decir que regalaría
cualquiera.
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Una vez que Butch estuvo dentro del alcance, plantó su firme trasero
en el piso del corredor de cemento y dejó la lata a un lado.
—Sí.
—¿Respiración profunda?
Rodando sobre una nalga, sacó su teléfono móvil y cerró la mano junto
a los dientes. Mientras enviaba un mensaje, trató de no sonar tan
desesperado como se estaba poniendo, y luego se preguntó qué diablos
le pasaba. ¿Cómo si la vida de su hermana valiera menos que su
precioso ego cuando se trataba de ese ángel?
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—Cómo lo sabes.
V frunció el ceño ante los resultados que obtuvo. —No hay una prisión
abandonada, es cierto.
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—Piensa positivamente.
Por una vez, su cabello rubio y negro estaba recogido hacia atrás, y
estaba muy serio. Lo cual era un poco como Mr. Bean tratando de dar
una charla TED. Seguías esperando que el tipo se fuera por la tangente
que implicaba meter la cabeza en un pavo de Acción de Gracias.
—Sí.
—Puedo esperar.
V abrió la boca para decir algo. Pero luego la cerró cuando el ángel
atravesó la puerta y el panel se cerró a su paso.
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—Sí, tiene que ser eso. Lo último que necesitamos es más rotación en
ese rol. Me pregunto a quién le entregaría el trabajo de tu madre.
—Joder, no.
—Vaya.
—¿Disculpa?
—Y hay doce meses con cambio de tiempo en Caldwell. Solo digo eso.
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Cuando el macho colocó la lata roja vacía entre ellos, V tuvo que
sonreír. Eso era lo que pasaba con tu mejor amigo. Sabían cuándo
necesitabas un lugar para sacudir tu cigarrillo antes que tú.
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—Maldita sea…
Apex tomó el brazo del otro prisionero y lo instó a salir del alcance. —
¿Así que Callum no ha vuelto?
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Mierda, pensó Apex. ¿Qué diablos había en las venas de ese macho?
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—Tenemos que moverlo, ⎯le dijo Kane a Rio⎯. Si tanto Apex como
yo nos vamos, Lucan necesita estar en un área más segura.
Era el tipo de cosa instintiva que hacían los curanderos. Excepto que
no había nada.
Apex intervino para levantar los pies de Lucan y luego todos se movían
en grupo. La reubicación implicó un paso apretado a través de la
entrada del pasillo hacia la guarida de Callum, y luego algunos giros y
vueltas cada vez más estrechos que significaron que tenían que reducir
la velocidad o arriesgarse a empujar a Lucan a cosas difíciles que no
iban a ayudar.
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Cabello.
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Los dos se fueron sin decir una palabra más, y mientras salían por el
estrecho pasaje, Kane tuvo un pensamiento repentino y muy claro.
¿Qué había dentro de él? ¿Por muy violento que fuera? ¿Por mucho
que no lo entendiera?
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—¿Qué?
Kane sacó las manos, todo relajado. —Lo siento. Hice que uno de los
humanos llamara a lo que ellos llamaban una ambulancia para
nosotros. Haremos que los médicos vayan al garaje y se lleven a
Lucan. Lo que tenga que pasar, pasará ahí. No podemos llevarlo a un
hospital humano, no con todas esas miradas indiscretas y la llegada de
la luz del día. Simplemente no es una opción. Esto es lo mejor que
podemos hacer.
—¿Los borraste?
—Sí, y nos haremos cargo de los médicos tan pronto como lleguen.
Vienen a esta dirección.
10
Tiempo Estimado de Arribo
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—Sí, quiero.
Apex pensó en las horas que había pasado al lado del macho, mientras
Kane yacía allí, al borde de la muerte.
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Nadya.
—Tú habrías hecho lo mismo por mí. Por cualquiera. —Se aclaró la
garganta⎯. Y ya no estoy enamorado de ti.
Sintió que la cabeza giraba y tuvo que sonreír. —¿Eso te hace sentir
incómodo? Lo siento.
Apex sonrió de nuevo. —Cualquier cosa que pueda hacer para que te
sientas mejor contigo mismo.
Para una noche que de otro modo había resultado estar llena de malas
sorpresas, finalmente, finalmente, algo salió bien. Cuando Kane se
recostó contra la pared interior del garaje, no podía creer que el plan
que había ideado realmente hubiera funcionado.
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No había lugar para nadie más, y Rio, a pesar de que ella era la
compañera, tuvo que sentarse al frente y observar desde ahí cómo las
tres personas con conocimientos médicos se ponían a trabajar.
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—¿Por qué no sales? —dijo Kane⎯. Mira alrededor. Tal vez encuentres
dónde se esconden o, diablos, vayas a esa cabaña de caza.
Probablemente esté allí escondido.
En su ausencia, Kane revisó el arma que tenía en la mano. Sí, las balas
todavía estaban dentro. Y aunque Mayhem estaba dormido, sabía que
el macho podía ponerse en una posición defensiva en cualquier
momento.
Estaban vivos.
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Por otra parte, ya sabía lo buena que era su hembra en lo que hacía.
—Creo que podemos inventar una excusa en sus mentes. Sé que puede
ser peligroso manipular recuerdos que no sean a corto plazo, pero…
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Fue en algún momento durante las primeras horas del día que Nadya
se sintió lo suficientemente cómoda como para bajar al escondite
subterráneo y usar el baño. Los dos médicos humanos estaban
profundamente dormidos en los asientos delanteros de la ambulancia,
el hecho de que pudieran descansar tan fácilmente sentados y
mirando hacia el interior de un garaje era testimonio de lo duros que
eran.
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—Hola.
—Es tan… —Cuando se calló, Kane se colocó detrás de ella para que
ella también pudiera ver su rostro⎯. Soy yo, de nuevo.
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No tuvo que pedírselo dos veces. Sus labios encontraron los de ella, y
no fueron gentiles. Cuando la puerta que ocultaba las escaleras se
cerró lentamente… porque claramente él la había puesto en su sitio…,
la levantó y la llevó hasta un catre tan pequeño que no creyó que
pudiera caber en él con ella.
Lo cual hizo.
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⎯Ups.
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su...
—Oh …
Kane soltó una carcajada. Pero luego frunció el ceño. —Tu nunca…
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—Nadya…
—Por favor…
—No.
Por otra parte, Nadya había sido una revelación desde que la había
visto por primera vez. ¿Por qué cambiaría eso, especialmente ahora?
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a...
Él se vino de nuevo.
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—Estás…
Su risa era mágica. —Sí, estoy bien. —Su mano hizo un círculo lento en
su espalda⎯. Más que bien.
—Hola.
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Sus pezones atraparon el agua y las gotas que caían eran lluvia
celestial… El solo tenía que probarlo.
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Cuando finalmente cayó la noche, estaba claro que Lucan iba a salir
adelante. Nadya confiaba en ello mientras comprobaba dos veces sus
signos vitales gracias al equipo de la ambulancia.
—Pero vas a tener que pasar la noche aquí en el garaje. Necesitas otras
veinticuatro horas antes de estar listo para partir.
—Oh vamos.
Desde el frente, los dos médicos que habían hecho un trabajo tan
maravilloso con su herida se retorcieron al mismo tiempo.
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Hubo una breve pausa. Entonces Lucan se giró hacia ellos. —Sí,
gracias.
Tenían una silla lista para el lobo, y tan pronto como se instaló, con
Rio a su lado, Kane se inclinó hacia la ambulancia.
Habían pasado juntos por una prueba y eso creó lazos que eran
difíciles de romper.
En esa nota, Mayhem abrió la gran puerta del garaje, y con un dulce
aroma a diesel, momentos después, la ambulancia se alejó... con los
dos heroicos humanos que nunca sabrían cuán agradecidos estaban
con ellos un grupo de vampiros.
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—Hola.
Fue algo que hacían, este saludo que era a la vez tonto y profundo. Por
otra parte, cuando el mundo había renacido a tu alrededor, sentías
como si todo fuera nuevo y fresco. Especialmente cuando mirabas,
una vez más, a los ojos de tu amante.
Solo Apex.
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Cuando Kane se volvió hacia ella, lo último que Nadya quería era que
él saliera a la noche, a donde estaban los guardias, donde estaban los
humanos.
Kane tuvo cuidado de besar a Nadya una vez más, y mientras ella lo
observaba salir por la puerta lateral del garaje, se dijo a sí misma que
había cumplido esa misma promesa la noche anterior.
Él había prometido que no se iría por mucho tiempo. Y así había sido.
De vuelta en la cabaña.
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No estaba seguro de lo que eso significaba. Tal vez nada. Tal vez
quedaban muy pocos para hacer el trabajo.
Estaba desierto.
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—Vete a la mierda…
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—No lo sé.
—No mientas.
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—Eso no es lo que tengo en mente. —Se frotó la cara⎯. Hay algo que
tengo que hacer después de esto. Y sabes lo que es…
Entonces, ¿por qué sentía que los dos de repente iban por caminos
separados? ¿Y no era eso lo que ella había querido, lo que le había
exigido antes de tomar su vena?
—Haz lo que tengas que hacer. —Ella se volvió hacia él⎯. Y escucha, si
realmente quieres ir a Caldwell y "comenzar en alguna parte", no hay
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—Nadya, —dijo una voz desde abajo⎯. Lucan tiene una pregunta
sobre su evacuación.
—Voy. —Su hembra le dirigió una sonrisa tensa⎯. Sabes dónde estaré.
Cuídate ahí fuera…
—Lo juro. Estoy haciendo esto para poder olvidar el pasado. Para que
podamos estar juntos, si me aceptas.
—Voy.
Kane la vio desaparecer por las escaleras, y luego revisó dos veces su
arma, se aseguró de que el seguro estuviera puesto y salió del garaje.
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Mirando hacia el cielo, vio que no había luna esta noche. Las nubes
habían entrado.
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Una figura pasó por una de las ventanas del primer piso.
Aunque su destino final estaba en otra parte, tenía que ver quién vivía
en su casa. No es que hubiera sido suyo por la razón correcta, no
porque lo hubiera comprado con su dinero o sus esfuerzos, sino
porque había entrado en los rituales de apareamiento de la
aristocracia.
Pensó en lo que había dicho Apex, que creía saber lo que eran el amor
y la atracción, hasta que conoció a Callum.
Se detuvo.
Volvió a levantarse.
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E igual de fría.
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regazo.
— Pero para hacer qué. —Wrath se sentó hacia adelante⎯. —¿A dónde
llevamos a los prisioneros? ¿Cómo se va a gestionar una evacuación?
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Nadya subió los escalones del refugio y volvió a salir al garaje. Se había
quedado un rato con Lucan y Rio, pero la conversación con Kane
había revuelto su mente.
Parecía que ambos querían lo mismo para su futuro, pero también fue
muy rápida, toda su relación. No dudaba de sus emociones, pero ahora
que estaba sola, no estaba segura de poder confiar en la buena fortuna.
Además, regresaba a su mundo, o a lo que quedaba de él. Sin embargo,
dudar de sus intenciones con la aristocracia o la familia de su shellan
parecía desleal, o tal vez era más su falta de autoestima lo que la hacía
cuestionar lo que tenían juntos. Lo cual era demasiado débil de su
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parte.
Lo que era bueno para el ganso era bueno para la gansa, ¿verdad? O
cualquiera que fuera la cita.
Recordó lo que había oído sobre lo que había sucedido, los lessers
irrumpieron en las casas de la aristocracia, masacrando a todos sin
importar si eran o no un objetivo de la clase alta, un doggen humilde.
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O un trabajador.
Mientras miraba hacia el frente de la casa formal, supo que esto era lo
que su padre quería para ella, esta mejora materialista. Y en cambio,
terminó con una hija desfigurada que desapareció y con una muerte
terrible en el altar de la misma aspiración que había buscado.
Nadya jadeó.
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Kane sabía que las cosas realmente estaban sucediendo debido al olor
de Cordelhia. Era el mismo que recordaba de hace muchos años, y
mientras ella se aferraba a él, la fragancia de las rosas era todo lo que
podía oler.
—Cordelhia…
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—No me toques.
—Eres libre...
Lo último que quería hacer era entrar en esa maldita casa, pero entró
porque la información era el objetivo más importante en este
momento.
—¿Te apetece una copa?, —dijo mientras indicaba el carrito del bar del
salón.
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Esa forma de pensar era una afrenta a todo lo que era moral.
—Kane, debes entenderlo. —Ella iba hacia él⎯. Nunca fue nada
personal.
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—Sí.
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saquearan...
No, nunca lo hiciste, pensó. Incluso cuando había estado con él, en
realidad no había sido una shellan.
—Kane…
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Kane volvió a la doble puerta vidriera que ella había abierto al verlo
parado afuera de su casa. Cuando alcanzó el mango, miró hacia atrás.
—Adiós, Cordelhia.
No le importaba.
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le llevó un olor.
—¿Nadya…?
Lo siguiente que supo fue que Kane estaba parado frente a ella.
—Oh, así que corrió a los brazos de otra persona. Mis disculpas. —Ella
se tocó el ojo⎯. Mi visión es mala.
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—No lo hice.
—Quiero agradecerte por… —Se tocó la cara⎯. Sea lo que sea este
regalo. Todavía no sé qué nos pasó a ninguno de los dos, pero al
menos me han puesto en un camino en el que ya no tengo que
esconderme.
—Oh, lo sé. Mi vida rara vez ha sido sobre mí. Mi padre tomó el
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—No es así.
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Entonces, bajo la teoría de que tenías que usar lo que tenías, se llevó
dos dedos a la boca…
Su silbido fue tan fuerte que hizo que sus propios oídos zumbaran y el
sonido resonó en el núcleo de cinco pisos del edificio alado. Cuando
necesitaba un respiro, tomaba uno y se metía los dedos en la boca,
continuando con el ruido.
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Cerrando el puño, golpeó la cara del macho hasta que no hubo rasgos
que reconocer, y luego miró hacia arriba, hacia la puerta interior
cerrada con llave…
—Sabía que uno de vosotros vendría por él. El ser paciente, es mucho
más eficiente que tratar de cazarte por toda esa montaña.
Cuando abrió la puerta, lo que había al otro lado era lo último que
quería ver: Callum estaba vivo, era cierto. Pero eso era sólo su cuerpo.
El macho había sido atado desnudo a una plataforma, y estaba claro
que había sido utilizado, su garganta estaba en carne viva por las
marcas de los mordiscos, su sexo tendido sobre el muslo, magullado y
desinflado. Pero lo peor era la forma en que miraba al techo, con los
ojos desenfocados y parpadeando lentamente.
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—¡Perra!
Apex atacó antes de saber lo que hacía, su embestida fue tan violenta
que casi perdió el control de su arma.
No lo consiguió.
Kane no volvió al garaje. Sabía que allí era donde iría Nadya. En
cambio, se desmaterializó al claro de la montaña, a la cabaña. Pero no
había ninguna hembra vieja. Tampoco había ningún lobo.
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Por otra parte, de vuelta en el Viejo País, el mundo había sido su ostra.
Era fácil mantener la cabeza fría cuando no había presión.
En cuanto a Nadya, quería enfadarse con ella por dudar de él, pero
cómo podía hacerlo. Con la forma en que había transcurrido su
pasado, podía ver el por qué lo veía de esa manera, y aunque quería
convencerla de lo que sentía, ¿no era él como su sire?
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Cómo podía oírlos desde tan lejos, no tenía idea. Y aunque ahora
estaba en una forma diferente a la de vampiro, su misión no había
cambiado. Todavía tenía que infiltrarse en el campo de prisioneros,
salvar a los lobos y encontrar a Apex.
Pero cómo…
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Y sí, estaba Callum, sobre una cama, atado e inmóvil, y más allá de él,
en la puerta que entraba desde el estacionamiento trasero, la jefa de
los guardias estaba arrastrando a un Apex inconsciente al interior, el
peso muerto del macho era algo para lo que su fuerza física no era
suficiente.
No vio venir el ataque. Y Kane confió en su otro lado para hacer lo que
sabía que podía hacer. Con un súbito impulso, se dirigió a su pierna y
salió disparado hacia la pantorrilla y el muslo más rápido que un
parpadeo.
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Desde el suelo, Apex, soltó el arma que había sacado de donde la había
escondido dentro de su entrepierna y rodó sobre su costado para
poder ver cómo sucedía la horrible muerte. Aunque le dolía la cabeza y
su visión era dudosa, se las había arreglado para mantener la
conciencia suficiente y disparar ese tiro en el pecho de esa jodida
hembra malvada, y ahora le quedaba suficiente agudeza mental para
ver lo que parecía ser un enorme serpiente negra convirtiendo a esa
hembra en un alfiletero.
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No hubo respuesta del macho. Nada más que esa mirada en blanco al
techo y el parpadeo autónomo, que de alguna manera era más
aterrador de lo que podría haber sido cualquier gemido de dolor.
Mientras esos ojos seguían mirando al techo, era como si no fuera más
que una cáscara, su alma se había desprendido de la cáscara viva que
él había ocupado.
—Callum...
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V siguió al otro prisionero por una puerta que parecía haber sido… —
¿Tú volaste eso?
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Cuando se giró para darle al tipo el clavo del ataúd, hizo una doble
lectura. La pared de la que habían salido estaba provista de pares de
clavos, entre los que unas manchas marrones hacían que su propósito
se definiera por sí mismo.
Como era de esperar, el resto del lugar era sombrío. Los talleres donde
se empaquetaban las drogas eran calabozos de trabajo forzado, la
definición misma de un ambiente tóxico, y la cocina era una
reutilización de una instalación de los años setenta que estaba sucia.
Pero lo peor eran los dormitorios. Mientras el macho lo conducía por
unas escaleras, ya podía oler la descomposición corporal, el sudor
viejo y la infección. Luego descubrió que los prisioneros eran
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Y oh, no. Apex tenía una herida en la cabeza que aún sangraba. De vez
en cuando, se la limpiaba, molesto, con una toalla de mano. Sin duda,
se había negado a ser tratado hasta que atendieran a Callum.
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hace falta decir que estoy feliz de recibir órdenes de cualquiera. Solo
quiero finalmente poder tratar a mis pacientes como se merecen.
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Una semana más tarde, Nadya tenía todo funcionando sin problemas
en su nueva clínica. La Hermandad de la Daga Negra había
demostrado ser invaluable, traía comida y más suministros médicos,
pero nunca pedía nada a cambio, una rotación regular de luchadores
aparecía y hacía turnos en la antigua prisión. Y lo mismo sucedió con
el personal médico que los acompañó.
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Apex solo dejaba al macho durante veinte minutos por noche, lo que le
permitía a Nadya sentarse con Callum mientras desaparecía a donde
quiera que fuera. Lo único que sabía era que cada vez que él regresaba,
lo hacía con otra flor blanca. La cama de la habitación ahora estaba
rodeada de flores blancas en varios tipos de jarrones. Tenía la
sensación de que el vampiro estaba irrumpiendo en una floristería en
alguna parte, la fragancia de su robo floral era el tipo de perfume que
ella deseaba oler y que claramente esperaba que despertara al macho.
—Te ves mucho mejor, —le dijo a una anciana que había tenido
neumonía. Luego hizo una nota en su historial médico⎯. La penicilina
está haciendo su trabajo, volveré antes del amanecer para darte otra
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dosis.
No tenía ni idea de quién las había dejado, pero cuando se sentía más
patética, fantaseaba con que fuera...
—Hola.
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Por otra parte, qué arrogante de su parte asumir que él estaba incluso
en su mente.
—Vaya.
Especialmente… ella.
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—Bien. Me alegro.
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—Yo tampoco…
—Y yo también te amo.
Mientras le echaba el pelo hacia atrás, la vio tal como había sido. La
vio como era. Tenía muchas ganas de verla como se convertiría en…
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Nadya había tratado con tanto cuidado habían sacado la cabeza de sus
literas y estaban aplaudiendo, ojos de apoyo y amplias sonrisas, una
bendición que se sentía como la aprobación del destino de que ellos
dos finalmente habían descubierto todo.
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EPÍLOGO
Era el olor lo que traía todo de vuelta. Sin embargo ¿no era siempre
la nariz como un amplificador de los recuerdos a largo plazo,
agudizando el enfoque y la precisión de las emociones?
Miró a Nadya. Caminaba junto a él, con las manos en los bolsillos de
una chaqueta roja suelta que le había prestado la enfermera de la
Hermandad, con el pelo suelto por la espalda, los labios levantados en
una sonrisa privada que él sabía que significaba que estaba pensando
en lo que habían hecho, durante el día, en su camastro compartido.
Sus ojos se desviaron hacia los de él. — ¿Está mal que nunca me canse
de que digas esas palabras?
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—En absoluto, y oye, eso nos viene bien a los dos. Nunca me voy a
cansar de decirlas.
Una rápida inclinación hacia abajo y sus labios encontraron los de ella.
Luego volvió a centrarse en el camino ascendente que había delante.
⎯Ya casi llegamos.
Cuando le dijo que tenía que volver a la montaña, ella no dudó. Había
dejado su turno en la clínica, con Ehlena, la dueña de la chaqueta roja,
ocupando su lugar, y se habían ido. Salieron del hospital por la
entrada principal y se adentraron en la noche por la maleza. Cuando
llegaron a la valla metálica, él la vio desmaterializarse a través de ella,
para después treparla a la antigua usanza.
— ¿Por qué?
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Miró hacia la línea de árboles mientras una sombra corría por delante,
moviéndose por el suelo tan rápido y suave como el viento.
Porque sabían quién era. O más bien, lo que había dentro de él.
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Sabía que la anciana hembra, que no era tan vieja, estaría saliendo, y
sí, ahí estaba ella, sosteniendo la cortina para poder agacharse y salir.
Por un momento, se tensó y se puso delante de Nadya para que su
cuerpo protegiera a su hembra. Pero entonces la vieja hembra los miró
y su sonrisa era radiante.
—Está bien, sé por qué estás aquí. ⎯La anciana hembra volvió a
sonreír⎯. Sois completamente bienvenidos. Y eres simplemente
encantadora, por dentro y por fuera. ¿No es así, querida?
Miró a Nadya, y cuando sus ojos se encontraron con los suyos, sintió
que su brazo le rodeaba la cintura. El contacto era tan natural, tan
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Pero al igual que tenía que aprender a llevarse bien con su nueva
faceta, debía encontrar una forma de estar en paz con algo que no
podía entender ni cambiar ese era el reto interno en el que estaba
trabajando.
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tenía más que ver con su alma y con estar bien alimentada por la vena
de un compañero cariñoso que con una buena dieta.
No era que tuviera algún tipo de patrimonio, así que nunca iban a ser
diamantes. Pero los diamantes eran sólo piedras, ¿no? Y para su
hembra, sus piedrecitas eran igual de preciosas. Ella se lo decía cada
vez que le llevaba una nueva.
—Voy a valorar todas y cada una de ellas, ⎯dijo ella con una sonrisa.
Justo cuando se inclinó para besarla de nuevo, vio, de pie a un lado,
un hermoso lobo gris pálido. El místico y fantasmal animal le miró y
pareció guiñarle un ojo.
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