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Tendencias Sociales y Del Empleo en El Mundo

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TENDENCIAS SOCIALES Y DEL EMPLEO EN EL MUNDO

El crecimiento económico mundial pasó del 3,2 por ciento en 2016 al 3,6 por ciento en
2017 (FMI, 2017a). Esto representa una revisión al alza de 0,2 puntos porcentuales con
respecto a las previsiones de hace un año, por lo que 2017 pasa a ser el primer año desde
2010 en el que el crecimiento real superó al crecimiento proyectado.

El moderado repunte del crecimiento mundial fue generalizado y responde a la expansión


tanto en los países en desarrollo, como en los emergentes y los desarrollados. En los países
emergentes, el correspondiente aumento al 4,9 por ciento en 2017 obedeció sobre todo al fin
de importantes contracciones en países como el Brasil y la Federación de Rusia. Entre los
países desarrollados, se pronostica un aumento del crecimiento, que pasará del 1,6 por
ciento en 2016 al 2,1 por ciento en 2017. De cara al futuro, la combinación prevista de
relativa estabilidad del precio de los recursos, normalización del crecimiento en la mayoría de
las principales economías y estabilización de la inversión fija en un nivel moderado indica la
improbabilidad de que se produzcan efectos de arrastre o de estímulo capaces de alterar
sustancialmente la previsión del crecimiento mundial. Por consiguiente, las proyecciones
de crecimiento a mediano plazo permanecen al nivel módico del 3,7 por ciento para 2018 y
años posteriores.

La mayor capacidad ociosa del mercado laboral, pese al descenso de las tasas de
desempleo, presiona a la baja el crecimiento de los salarios.
Pese a la disminución constante de la tasa de desempleo en la región, la tasa de

subutilización de la mano de obra no ha mejorado en la misma medida, y ello indica un


grado sustancial de capacidad ociosa en el mercado laboral de la región. Esta situación
queda de manifiesto en el caso de los Estados Unidos, donde la tasa de subutilización de la
mano de obra sigue siendo elevada pese a la reducción de la tasa de desempleo.

Cabe destacar que la capacidad ociosa del mercado de trabajo, ha contribuido a la


desaceleración del crecimiento de los salarios en la región. Si bien las tasas de desempleo
han descendido, la reducción ha coincidido con un aumento del empleo a tiempo parcial
involuntario. En los Estados Unidos, el porcentaje del empleo total correspondiente al empleo
a tiempo parcial involuntario ha escalado del 5,3 por ciento en 2007 al 8,1 por ciento en
2016. En el caso del Canadá, la tasa permanece elevada, siendo del 27,5 por ciento en 2016
en comparación con el 23,2 por ciento en 2007. Esta tendencia, en combinación con la
mayor incidencia de los contratos temporales en ambos países ha debilitado el crecimiento
de los salarios

LA TRANSFORMACIÓN ESTRUCTURAL Y SUS REPERCUSIONES SOBRE


LA FUTURA CALIDAD DEL EMPLEO
Una evaluación exhaustiva de la transformación estructural debe tomar en consideración
su impacto en las formas de empleo y las condiciones de trabajo
El proceso de transformación estructural se caracteriza por la reubicación paulatina de
factores de producción desde actividades tradicionales (por ejemplo, la agricultura y las
manufacturas de bajo valor añadido) hacia actividades modernas (por ejemplo,
manufacturas y servicios de valor añadido alto). Este proceso, que suele ir acompañado de
otras tendencias demográficas a largo plazo, como la urbanización y el envejecimiento de la
población, es uno de los hechos estilizados fundamentales que acompañan al crecimiento
económico (Timmer et al., 2012). Los datos indican que los países que lograron diversificar
la economía hacia actividades distintas de la agricultura y las manufacturas tradicionales
lograron aumentar la productividad y salir de la pobreza. Así ocurrió, por ejemplo, en la
mayoría de los países desarrollados durante la primera mitad del siglo xx, y, más
recientemente, en algunos países emergentes, en especial de Asia. Ahora bien, la
transformación estructural no es un proceso mecánico. De hecho, en muchos casos, el
proceso de cambio vivido el siglo pasado por muchos países en desarrollo ha sido muy
distinto al de los países desarrollados. En particular, en comparación con estos últimos, en
la mayoría de los países en desarrollo, en especial en América Latina y África, la reducción
de las tasas de empleo y de producción en el sector manufacturero se produjo en niveles de
ingreso per cápita relativamente más bajos (OIT, 2015a; Rodrik, 2016). Se ha constatado
que este fenómeno de «desindustrialización precoz» ha tenido consecuencias de calado
tanto en la velocidad del desarrollo como en el tipo de empleos creados. Además, no
necesariamente hay una asociación positiva sistemática entre el cambio estructural, el
crecimiento de la productividad y la reducción de la pobreza. La reubicación de los recursos
desde sectores de baja productividad hacia sectores de alta productividad es solo uno de los
factores coadyuvantes de la mejora de la productividad y los medios de subsistencia en
general (OIT, 2013a). Para lograr un desarrollo económico sostenido, los desplazamientos
del empleo hacia sectores modernos tienen que ir acompañados de inversiones en
actualización de las tecnologías, desarrollo de competencias y capacidad institucional que
mejoren la productividad en cada actividad económica (McMillan, Rodrik y Sepúlveda,
2017).

Al mismo tiempo, la posibilidad de que la transformación estructural genere mejoras


generalizadas y rápidas del nivel de vida depende esencialmente de su potencial para
crear más y mejores puestos de trabajo. Por ejemplo, en los países en desarrollo, el cambio
estructural basado en la expansión de las industrias extractivas, que suelen ser las menos
intensivas en empleo, no ha logrado proporcionar más oportunidades de empleo
productivo. Análogamente, el rápido crecimiento de los servicios de TIC en los últimos
años en algunos países emergentes, concretamente en la India, no ha generado suficientes
oportunidades de empleo para la amplia mayoría de la población (Ray, 2015). Asimismo, en
los países desarrollados, el desplazamiento reciente desde empleos mal remunerados de la
industria manufacturera hacia empleos de alta calificación en el sector de los servicios ha
beneficiado a los trabajadores muy calificados pero ha dejado a la zaga a quienes carecen
de las competencias requeridas por los nuevos servicios (Hurley, Fernández Macias y
Storrie, 2013). En consecuencia, el perfil de calificación de los empleos de nueva creación,
y la medida en que los trabajadores disponen de los atributos requeridos para ser
integrados plenamente en los sectores en expansión son elementos imprescindibles para
determinar los resultados del mercado de trabajo tras una transformación estructural (Byiers
et al., 2015).

Por último, cabe reconocer la posibilidad de que la transformación estructural provoque no


solo el desplazamiento del empleo hacia puestos de alta productividad en el «sector
moderno», sino también hacia ocupaciones informales de baja productividad (McMillan y
Rodrick, 2011; Byiers et al., 2015). Por lo tanto, una evaluación exhaustiva de la
transformación estructural debe ir más allá del análisis de su impacto en la creación
general de empleo, y tomar en consideración su efecto en resultados del mercado de trabajo
menos tangibles, tales como las condiciones de trabajo y las fórmulas de empleo.

Teniendo este aspecto en cuenta, este capítulo investiga las tendencias a largo plazo de la
reubicación del empleo en todos los sectores, y evalúa su incidencia en las condiciones de
trabajo y las fórmulas de empleo en general. La adopción de una perspectiva sectorial para
analizar las diferencias en estos dos elementos puede ayudar a precisar los sectores para los
que se plantean problemas específicos, y, por lo tanto, a orientar políticas de respuesta
específicas. Además, habida cuenta de que los sectores pueden variar significativamente en
términos de características sociodemográficas, como el género, la edad y el nivel educativo,
el análisis de las condiciones de trabajo en todos los sectores puede ayudar a determinar
grupos sociales particularmente expuestos al riesgo de experimentar malas condiciones de
trabajo. Este aspecto es particularmente pertinente a la luz de los datos que indican la
presencia excesiva de mujeres las en determinadas actividades económicas (OIT, 2017c).

En la parte inicial del presente capítulo se exponen las variaciones proyectadas de los
porcentajes de empleo por sector. Seguidamente, se examinan las condiciones de empleo
actuales en los diversos sectores. Por último, se estima y analiza la repercusión de la
reubicación proyectada del empleo sobre las condiciones de empleo. En general, los
resultados indican que las diferencias sectoriales de las condiciones de trabajo y tipos de
fórmulas de empleo suelen ser considerables; esto supone que los desplazamientos entre
sectores pueden cambiar la calidad del empleo. Sin embargo, la mejora de las condiciones
de trabajo depende de la posibilidad de los trabajadores de encontrar un empleo con
mejores condiciones de trabajo en el sector hacia el que se desplazan, lo cual de ningún
modo está garantizado.
TENDENCIAS A LARGO PLAZO DEL EMPLEO EN LOS DISTINTOS SECTORES
Continúa la contracción del empleo agrícola
El análisis de la evolución de la participación de los grandes sectores de la economía en el
empleo revela que el ritmo y el patrón de transformación estructural varían
considerablemente entre los grupos de países y en el tiempo. En los países en desarrollo, el
sector agrícola continúa empleando la mayor proporción de trabajadores, y su participación
es ligeramente inferior al 70 por ciento en 2017. En los países de ingreso mediano-bajo, casi
el 40 por ciento de los trabajadores están empleados en la agricultura, mientras que en los
países de ingreso mediano-alto el empleo en este sector representa el 16 por ciento del
empleo total, y en los países desarrollados, el 3 por ciento. En todos los niveles de desarrollo,
la proporción del empleo agrícola tiende a descender, pero el descenso más pronunciado
tendría lugar en los países de ingreso mediano-bajo, donde habría un descenso adicional de
6 puntos porcentuales en 2025. En Ios países en desarrollo, la tendencia descendente se ha
acelerado algo en los dos últimos decenios, y para 2025 el porcentaje de empleo agrícola
habría perdido otros 3,5 puntos porcentuales hasta 2025.
Estancamiento o retroceso del empleo en la industria
En 2017, los sectores industriales, incluidas la construcción, las manufacturas, la
explotación de minas y canteras, y servicios, representaron alrededor del 22 por ciento del
empleo total en los países de ingreso mediano-bajo y los desarrollados, aunque solo
alrededor del 10 por ciento en los países en desarrollo. En cambio, en los países de
ingreso mediano-alto los sectores industriales emplean al 26 por ciento de la fuerza de
trabajo. Entre estos sectores destaca la industria manufacturera, que representa el 16 por
ciento del empleo total en los países de ingreso mediano-alto, el 12 y el 13 por ciento en
los de ingreso mediano-bajo y los desarrollados respectivamente, y el 6 por ciento en los
países en desarrollo. La participación de la construcción en el empleo total es del 2 por
ciento en los países en desarrollo y se aproxima al 9 por ciento en los países de ingreso
mediano-bajo y de ingreso mediano-alto, y su tendencia es ascendente. La minería, la
cantería y los servicios representan solo una proporción menor del empleo, ya que estos
sectores son sumamente intensivos en capital

El principal impulsor del crecimiento futuro del empleo es el empleo en el sector de los
servicios
En 2017, el sector de los servicios empleó el porcentaje más elevado de fuerza de trabajo
en todos los grupos de ingresos, excepto en los países en desarrollo, donde su
participación en el empleo total (21 por ciento) es muy inferior a la de la agricultura. En
los países de ingreso mediano-bajo, los servicios de mercado (27 por ciento) duplican en
importancia a los servicios no comercializados (12 por ciento). En los países de ingreso
mediano-alto, la participación de los servicios de mercado en el empleo es solo
marginalmente superior a la de los países de ingreso mediano-bajo, del 33 por ciento, pero
los servicios no comercializados emplean una proporción significativamente superior de la
fuerza de trabajo, el 25 por ciento. En los países desarrollados, tres de cada cuatro
trabajadores están empleados en el sector de los servicios en 2017, y los servicios de
mercado representan el 41 por ciento del total.

En los últimos decenios, el empleo en el sector de los servicios ha crecido significativamente


en todos los grupos de ingreso, y muy especialmente en los países de ingreso mediano-
alto, donde su participación en el empleo se ha duplicado desde 1997. De cara al futuro, las
proyecciones indican un aumento de alrededor de 2 puntos porcentuales en la
participación de los servicios de mercado en el empleo en los países en desarrollo, y de
aproximadamente 5 puntos porcentuales en los países de ingreso mediano-alto y los
países de ingreso mediano-bajo. En los países desarrollados, se prevé que la expansión sea
inferior a 1 punto porcentual.

Entre los servicios de mercado, las proyecciones indican que el crecimiento del empleo en el
comercio al por mayor y al por menor y en los servicios de reparaciones será el motor
principal de la expansión general del empleo en los países en desarrollo en los años 2017 a
2025. En los países de ingreso mediano-bajo y de ingreso mediano-alto, la mayor
expansión prevista del empleo corresponde a las actividades de servicios inmobiliarios y
empresariales, en las que su participación en el empleo total registraría un incremento de
alrededor de 2 puntos porcentuales. En los países desarrollados, también se proyecta una
expansión del empleo en los servicios inmobiliarios y empresariales, y una reducción del
porcentaje del comercio al por mayor y al por menor. Por último, el empleo en las
actividades de alojamiento y servicio de comidas registrará distintos niveles de expansión
en todos los grupos de ingreso.
EL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN Y LOS FUTUROS PROBLEMAS
DEL MERCADO LABORAL
La desaceleración en curso de la fuerza de trabajo y la previsión de un sensible aumento
del número de futuros jubilados por persona en edad activa
Según las previsiones, para 2030 la población mundial habrá crecido en más de un 13
por ciento, en los siguientes 20 años crecerá otro 14 por ciento, y para 2050 constará
de 9,7 mil millones de personas más. Este aumento pronosticado parece notable, pero se
queda corto frente al ritmo del crecimiento de la población observado en los últimos
decenios. Por ejemplo, se estima que el aumento del periodo 1980 a 2017 ha superado
el 65 por ciento (o 3,1 mil millones), mientras que para 2050 habría crecido alrededor
del 35 por ciento (o 2,2 mil millones). La consecuencia más inmediata de la
desaceleración prevista del crecimiento de la población mundial es que la proporción
de personas de 65 años o más en la población total aumentará sustancialmente en los
próximos decenios. Las proyecciones indican que, a escala mundial, la participación
de este grupo etario en la población total pasará del 9,3 por ciento en 2017, al 11,7 por
ciento en 2030, y al 15,8 por ciento en 2050.

En consecuencia, en muchos lugares del mundo aumentará la tasa de dependencia


económica de las personas de edad, es decir, el número de personas de 65 años o más,
como porcentaje de la fuerza de trabajo total. Este problema latente es particularmente
importante en las regiones de Europa, América del Norte y Asia Oriental. Por ejemplo,
el número de personas de este grupo en la región de Europa Septentrional, Meridional
y Occidental pasará de representar el 42 por ciento de la fuerza de trabajo en 2017 al
55 por ciento en 2030. La cuestión de las tasas elevadas de dependencia económica de
las personas de edad no solo se plantea en las regiones de ingreso alto, sino también
en las principales economías emergentes, tales como China y la Federación de Rusia,
donde se prevé que la fuerza de trabajo se reduzca sustancialmente y la población de
edad aumente rápidamente. Sin embargo, algunas regiones, como África y Asia
Meridional, siguen teniendo una gran población juvenil que se incorpora a la fuerza de
trabajo. Su principal reto a mediano plazo consistirá en crear suficientes oportunidades
de trabajo decente para los nuevos entrantes.

Muchos países están aumentando los incentivos para fomentar el trabajo a una edad más
avanzada, para paliar el problema del envejecimiento de la población y seguir
beneficiándose de la experiencia y las competencias de las generaciones mayores. Sin
embargo, cabe tener en cuenta que, para buena parte de las personas de edad, en especial
de los países emergentes y en desarrollo, seguir trabajando después de jubilarse no es una
opción, sino la única forma de eludir la pobreza, pues a menudo carecen de la cobertura de
un régimen de protección social o de pensiones. Tal es el caso de muchos países de ingreso
bajo, donde menos del 20 por ciento de las personas de edad que superan la edad legal de
jubilación perciben una pensión (OIT, 2017h).

Estimaciones y proyecciones relativas al mercado de trabajo


Todas las estimaciones mundiales y regionales del mercado de trabajo del presente
informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo proceden de Trends
Econometric Models- Modelos econométricos de tendencias (TEM), OIT, noviembre de 2017.
La OIT ha diseñado y mantiene al día modelos econométricos utilizados para elaborar
estimaciones de los indicadores del mercado de trabajo de los países y años sobre los que no
se dispone de datos notificados por los países. Esto le permite elaborar y analizar
estimaciones mundiales y regionales de los principales indicadores del mercado de trabajo y
las tendencias pertinentes.

A partir del TEM se elaboran las estimaciones y proyecciones –desglosadas por edad y por
sexo, según proceda– del desempleo y el empleo, y de la situación en el empleo. Del modelo
se obtiene una matriz completa de datos de 189 países, que luego se suman para obtener
estimaciones regionales y mundiales de los indicadores del mercado de trabajo, tales como
la tasa de desempleo y la relación empleo-población.

Antes de ejecutar el TEM, los especialistas en información sobre el mercado de


trabajo del Departamento de Investigaciones, en colaboración con ILOSTAT y otros
especialistas de oficinas exteriores de la OIT, evalúan los datos existentes notificados por
los países y seleccionan exclusivamente aquellas observaciones consideradas
suficientemente comparables entre países, basándose en algunos parámetros, en particular:
i) el tipo de fuente de los datos; ii) la cobertura geográfica; y iii) la cobertura de los grupos de
edad.

Por lo que respecta al primero, para que los datos puedan incluirse en el modelo deben
proceder de una encuesta de población activa o de un censo de población. En general, las
encuestas nacionales sobre población activa son similares entre países, y los datos
procedentes de ellas son más fácilmente comparables que los procedentes de otras fuentes.
Por lo tanto, el proceso de selección es riguroso al dar prioridad a los datos basados en estas
encuestas. Ahora bien, muchos países en desarrollo, que carecen de los recursos
necesarios para realizar una encuesta de población activa, notifican información sobre el
mercado de trabajo basándose en censos de población. En consecuencia, dada la necesidad
de equilibrar los objetivos contrapuestos de comparabilidad y cobertura de los datos, en el
modelo se incluyen algunos datos de esa procedencia.

El segundo parámetro es que solo se incluyen indicadores representativos de todo el país (es
decir, no demasiado limitados desde el punto de vista geográfico). No se incluyen
observaciones correspondientes a zonas urbanas o zonas rurales exclusivamente, pues
suele haber diferencias marcadas entre el mercado laboral rural y el urbano; además, el uso
exclusivo de datos rurales o urbanos sería incompatible con datos de referencia tales como el
PIB.

El tercer parámetro es que los grupos de edad cubiertos por los datos observados deben ser
suficientemente comparables entre países. Los países notifican información sobre el mercado
de trabajo en relación con diversos grupos etarios, y el grupo seleccionado puede influir en el
valor observado de un indicador del mercado de trabajo determinado.
ESTIMACIONES DE LOS INDICADORES DEL MERCADO DE TRABAJO
El TEM elabora estimaciones de las tasas de desempleo que completan los valores faltantes

de los países y años sobre los que no hay datos notificados. Se realizan regresiones
multivariantes por separado para las diferentes regiones del mundo en las cuales se
analizan por regresión las tasas de desempleo, desglosadas por edad y por sexo (varón
joven, mujer joven, varón adulto, mujer adulta), utilizando las tasas de crecimiento del PIB.
En las regresiones se utilizan ponderaciones para corregir sesgos que podrían derivarse de
eventuales diferencias entre los países que notifican las tasas de desempleo (en aspectos

estadísticos importantes) y los que no lo hacen.

Para 2017, se elabora una estimación preliminar, utilizando la información trimestral y


mensual disponible hasta el momento de elaborar la presente edición del informe
Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo (noviembre de 2017). El modelo estima
también el empleo por situación, utilizando técnicas similares para imputar los valores
faltantes a nivel de los países. Además de la tasa de crecimiento del PIB, las variables
utilizadas como variables explicativas son el porcentaje del valor añadido de los tres grandes
sectores del PIB, el PIB per cápita y el porcentaje de personas que viven en zonas urbanas.
Para obtener las estimaciones mundiales y regionales de la pobreza laboral y del empleo por
nivel económico se emplean otros modelos econométricos.

Proyecciones de los indicadores del mercado de trabajo


Las proyecciones de la tasa de desempleo se obtienen utilizando la relación histórica entre
las tasas de desempleo y el crecimiento del PIB en el peor periodo de crisis y/o recesión de
cada país entre 1991 y 2005, y en el correspondiente periodo de recuperación. Para ello, se
incluyeron términos de interacción de variables ficticias de la crisis y la recuperación con el
crecimiento del PIB en regresiones de panel de efecto fijo. Concretamente, se realizó un
análisis de regresión de la tasa de desempleo transformada logísticamente, utilizando un
conjunto de covariables, incluidas la tasa de desempleo retardada, la tasa de crecimiento
del PIB, la tasa retardada de crecimiento del PIB y un conjunto de covariables: la
interacción de la variable ficticia de la crisis y la interacción de la variable ficticia del año de
recuperación con cada una de las demás variables.
Se realizaron regresiones de panel por separado para cada uno de los tres
grupos de países teniendo en cuenta los factores siguientes:

1. Proximidad geográfica y similitudes económicas/institucionales.


2. Nivel de ingreso
3. Nivel de dependencia de las exportaciones (medido como porcentaje del PIB
correspondiente a las exportaciones)

La clasificación de estos grupos se basa en lo siguiente: los países ubicados en la misma


zona geográfica o de características económicas/institucionales similares tienen
probabilidades de verse afectados de modo similar por la crisis y cuentan con mecanismos
similares para atenuar el impacto de la misma en el mercado de trabajo. Además, puesto que
los países ubicados en una determinada zona geográfica tienen un fuerte vínculo comercial
y financiero, es probable que la crisis se extienda de un país al país vecino (por ejemplo, la
evolución económica y del mercado de trabajo del Canadá guarda estrecha relación con la
de los Estados Unidos). También es probable que los países con un nivel de ingreso similar
cuenten con instituciones del mercado de trabajo similares (por ejemplo, medidas de
protección social) y con una capacidad similar para aplicar medidas de estímulo fiscal y
otras políticas que contrarresten el impacto de la crisis. Por último, habida cuenta de que la
caída de las exportaciones fue la vía esencial de transmisión de la crisis desde los países
desarrollados a los países en desarrollo, se agrupó a los países en función de su grado de
exposición a esta vía, medido por la participación de las exportaciones en el PIB. El
impacto de la crisis sobre los mercados de trabajo por la vía de las exportaciones también
depende del tipo de exportaciones de que se trate (los sectores afectados de la economía),
del porcentaje de valor añadido nacional de las exportaciones y de la importancia relativa
del consumo interno (por ejemplo, países como la India e Indonesia, que tienen un amplio
mercado interno, corrían menos riesgo que países como Singapur y Tailandia). Estas
características se controlan mediante el uso de efectos fijos en las regresiones.

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