Este documento contrasta la hipótesis interconductual del lenguaje con la visión formalista de los símbolos y oraciones. Según la hipótesis interconductual, el lenguaje, el conocimiento y la lógica consisten en la interconducta concreta entre individuos y objetos. Esta interconducta incluye tanto comportamientos referenciales como simbólicos. La visión formalista reduce erróneamente el lenguaje a la manipulación de símbolos matemáticos. El documento argumenta que esta perspectiva simbolista confunde diferentes tipos de
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Este documento contrasta la hipótesis interconductual del lenguaje con la visión formalista de los símbolos y oraciones. Según la hipótesis interconductual, el lenguaje, el conocimiento y la lógica consisten en la interconducta concreta entre individuos y objetos. Esta interconducta incluye tanto comportamientos referenciales como simbólicos. La visión formalista reduce erróneamente el lenguaje a la manipulación de símbolos matemáticos. El documento argumenta que esta perspectiva simbolista confunde diferentes tipos de
Este documento contrasta la hipótesis interconductual del lenguaje con la visión formalista de los símbolos y oraciones. Según la hipótesis interconductual, el lenguaje, el conocimiento y la lógica consisten en la interconducta concreta entre individuos y objetos. Esta interconducta incluye tanto comportamientos referenciales como simbólicos. La visión formalista reduce erróneamente el lenguaje a la manipulación de símbolos matemáticos. El documento argumenta que esta perspectiva simbolista confunde diferentes tipos de
Este documento contrasta la hipótesis interconductual del lenguaje con la visión formalista de los símbolos y oraciones. Según la hipótesis interconductual, el lenguaje, el conocimiento y la lógica consisten en la interconducta concreta entre individuos y objetos. Esta interconducta incluye tanto comportamientos referenciales como simbólicos. La visión formalista reduce erróneamente el lenguaje a la manipulación de símbolos matemáticos. El documento argumenta que esta perspectiva simbolista confunde diferentes tipos de
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EL PAPEL DEL LENGUAJE EN LA LÓGICA Y
LA CIENCIA 1938.
Además de los problemas de los lenguajes
precipitados en la ciencia por cuestiones de terminología y definiciones, los movimientos actuales tan importantes como la lógica simbólica, el positivismo lógico y el análisis semántico enfatizan la necesidad de una teoría adecuada del lenguaje y sus funciones. Ahora bien, un estudio de la literatura relevante indica que el lenguaje se reduce universalmente a símbolos, mientras que la sintaxis o la gramática se consideran una técnica para manipular símbolos. Además, los defensores de las diversas teorías símbolo-lingüísticas no solo identifican las cosas-símbolo con los fenómenos estudiados en la ciencia, sino que también confunden la manipulación de tales cosas-símbolo con el pensamiento y el conocimiento. En general, los simbolistas transforman el lenguaje en símbolos matemáticos y proponen resolver problemas de ciencia y lógica simplemente operando correctamente con el lenguaje adecuado. Sin embargo, cuando estudiamos las operaciones reales de la ciencia, el habla y la lógica, descubrimos de inmediato que el lenguaje no es un proceso de manipulación de cosas-símbolo. La gramática tampoco es otra cosa que una fijación arbitraria de usos confusos y cambiantes.1 Nuevamente, tal investigación revela que las matemáticas son un lenguaje sólo en el sentido metafórico transforma la arquitectura en música y la música en habla. Las matemáticas tampoco son un conjunto de proposiciones que se preceden y suceden independientemente de hechos tan específicos como las relaciones formales o los fenómenos naturales. Y finalmente, la ciencia con todas sus operaciones sobre los fenómenos no es simplemente una empresa lingüística, incluso si consideramos las ecuaciones matemáticas como una forma de lenguaje. En este trabajo, por lo tanto, nos proponemos contrastar la hipótesis interconductual del lenguaje con la visión formalista sobre símbolos y oraciones. LA HIPÓTESIS INTERCONDUCTUAL U OPERACIONAL DEL LENGUAJE La hipótesis interconductual significa que todos los fenómenos humanos, incluyendo el lenguaje, el conocimiento y la lógica, consisten en la interconducta concreta de individuos específicos con cosas (objetos estímulo). Estas interconductas son las fuentes de todas las descripciones científicas o confirmaciones de hipótesis, teorías y leyes de la lógica. De acuerdo con la hipótesis interconductual, el conocimiento registrado, por ejemplo, consiste en una estructura de proposiciones derivadas de la interconducta con fenómenos bajo la influencia de condiciones personales y culturales. Estos intercomportamientos constituyen un continuo. En un momento consisten en contactos tan puros como chocar con cosas, enfriarse, calentarse, lesionarse o nutrirse con ellas. Aquí, los comportamientos mutuos de los organismos animales humanos y no humanos son muy similares, variando solo sobre la base de estructuras evolucionadas de manera diferente y de interacciones concomitantemente diferentes con los fenómenos ambientales. En cada caso, debemos pensar en un campo operativo en el que nuestras descripciones de lo que sucede dependan de los factores que podemos analizar fuera de ese campo.2 Además, estos intercomportamientos son eventos naturales en todos los aspectos, como todos los demás eventos naturales: químicos, físicos, geológicos o de cualquier otro tipo. Todos estos juntos constituyen la matriz de eventos de la cual todos los científicos adquieren su material. En este nivel, no trazamos una línea nítida entre fenómenos humanamente neutrales como los acontecimientos cósmicos o los sucesos geológicos y las interconductas que involucran a seres humanos u otros organismos, a pesar de que en las interconductas humanas tenemos componentes tremendamente grandes de material cultural. En el análisis final, todas las acumulaciones de factores culturales son obviamente eventos naturales; consisten en el intercomportamiento de los organismos y los fenómenos naturales. De este continuo también podemos aislar los intercomportamientos denominados como observaciones. Con fines de mantenimiento o simplemente como orientación general, los organismos humanos han desarrollado actividades como la curiosidad y el interés con respecto a los fenómenos. Esta es la base para construir conocimiento para el control o la especulación. Tanto los motivos de control como los de orientación operan para desarrollar las actividades interrelacionadas de la tecnología y la ciencia operacional o experimental. Con la evolución interrelacionada de estas dos actividades, los individuos realizan todo tipo de actividades manipulativas y constructivas como fases de interconductas investigativas más generales. Las acciones productivas y transformadoras más simples proporcionan problemas que culminan en investigaciones complicadas sobre el origen, la naturaleza y la modificación de las cosas
Llegamos ahora a ese punto en este continuo en el
que tenemos una interconducta descriptible como referida a fenómenos, ya sea a eventos o a la interconducta referida misma. Este es el fenómeno lingüístico esencial, que evoluciona hacia las descripciones de la vida práctica, la ciencia y las elaboradas formulaciones de la lógica y las matemáticas. La interconducta referencial consiste esencialmente en intercomportarse simultáneamente con algún objeto o evento (el referente) y algún arbitro, que puede ser otra persona, cosa o uno mismo. El énfasis aquí está en la inmediatez del ajuste. El referente se adapta a una situación bastante compleja mediante el habla vocal, la gesticulación o la escritura.
Todas las intrincadas actividades de la vida humana,
incluidas la ciencia y la lógica, hacen necesario que hagamos registros y, en general, empleemos estímulos sustitutos de los objetos y eventos con los que tenemos que interaccionar a través de largos intervalos de espacio y tiempo. Este tipo de interconducta podemos llamarlo simbólico en contraposición a la auténtica interconducta lingüística. Como hemos visto, tal conducta se caracteriza por el hecho de que los estímulos sustitutos juegan un papel esencial en su realización. El comportamiento de los símbolos puede ser simple o complejo. En el primer caso la persona interactúa con una pareja, tríada, etc. Así cuando la persona responde a la ecuación X2 + y2 = Z2, los diversos signos o símbolos constituyen un solo objeto psicológico, poseen una sola función de estímulo. En el comportamiento de símbolos complejos, el individuo interactúa dentro de una situación simbólica, como cuando el sustituto pi representa el número 3.1416. Aquí la respuesta al símbolo conduce a una interconducta con el significativo o simbolizado. Las convenciones intelectuales han decretado que el comportamiento simbólico debe llamarse lingüístico, aunque el nombre común oscurezca ciertas diferencias operativas decididas. Posiblemente podamos dar cuenta de esta identificación ilegítima debido al desarrollo de la interconducta simbólica a partir de la referencial. Consideremos este desarrollo por un momento. En la interconducta puramente referencial el individuo siempre gesticula o verbaliza sobre la base de un desarrollo conductual condicionado por un entorno cultural específico. En otras palabras, el comportamiento de la persona depende de ciertos convencionalismos de la vida comunitaria. Estos auspicios culturales dan forma y patrón a su actividad, que se produce por un deseo de hablar de algo o por la necesidad de que algo se haga. Nótese que estas actividades pueden hipostasiarse a través de la evolución de la escritura. Pueden traducirse en marcas que sirven como estímulos sustitutos para el árbitro, que ahora debe interactuar visualmente con lo que normalmente escucharía. El hablante mismo también puede traducir su discurso a la escritura, lo que puede quedar para él como un registro de lo que hizo anteriormente. Es esta cosificación del comportamiento referencial original lo que ha dado lugar a la concepción de que el lenguaje consiste en signos o símbolos para cosas o ideas. Como veremos, esta identificación de dos tipos de operaciones completamente diferentes y la consiguiente transformación de la interconducta del símbolo en la simple existencia de objetos símbolo proporciona la fuente de muchas dificultades simbolísticas. Concluimos nuestra lista de ilustraciones refiriéndonos a las diversas formas de pensar (planificar, juzgar, etc.), resolver problemas e inferir clases de interconducta. Todos estos consisten en operaciones del individuo con objetos inmediatamente presentes o ausentes sobre la base de una interconducta previa similar y bajo el dominio de varios convencionalismos sociales, eventos y no involucran ningún factor psíquico
INTERRELACIÓN Y CONFUSIÓN DE LA LINGÜÍSTICA CON OTRAS INTERCONDUCTAS
La delimitación de diversas formas de interconducta
sólo es posible, por supuesto, mediante un proceso arbitrario de aislamiento y análisis. Como fenómenos de la naturaleza, todos están interrelacionados. Consideremos, por ejemplo, la operación de descripción general y científica. Claramente, esta forma de acción implica una interconducta referencial, pero es igualmente evidente que referirse a las cosas no agota la actividad. Además hay actos de señalar o indicar, como cuando establecemos comparaciones, razones y proporciones; actos de registro, como indicar tamaños, medidas, etc. Al estudiar la interconducta real, podemos diferenciar entre actos de señalar, ya sea que se realicen verbalmente mediante gestos o escritura, y la conducta esencialmente referencial. La separación artificial de formas interconductuales específicas está ampliamente justificada por las ventajas que ofrece. Para mencionar solo algunos: somos capaces de comprender adecuadamente cada clase de acción y la forma en que todas las clases están interrelacionadas; así evitamos su confusión. De hecho, la falta de distinción entre estos diversos tipos de fenómenos, tanto como la visión no operativa que les concierne, es la base de la situación insatisfactoria del simbolismo actual. Como ayuda en la prevención de descripciones objetables de símbolos y sintaxis, indicamos algunas confusiones convencionales. Primero, el comportamiento descriptivo se confunde con los eventos descritos. La descripción de la interacción de un individuo con el evento (perro tragando un trozo de carne) no es el evento descrito. Debido a que este es un caso simple, es obvio. En realidad, sin embargo, este tipo de confusión es uno de los pecados que acosan a nuestra vida intelectual. Por ejemplo, dado que podemos describir el evento escribiendo palabras o dibujando un gráfico, tendemos a olvidar que nuestro comportamiento actual con palabras o gráficos no es el comportamiento original con eventos. Vayamos más lejos. Supongamos que ahora centramos nuestra atención en lo que se ha escrito o dibujado. Dado que las curvas o fórmulas están libres de los actos de producirlas, se acercan al evento libre y facilitan la confusión. Cuando el evento (objeto estímulo) es una cosa en lugar de una acción, la semejanza entre los dos hace que la confusión sea la regla. Las fórmulas matemáticas se identifican con los eventos que solo describen (analogizan, representan). Aquí está la base de los diversos idealismos, realismos y sus diferentes descendientes mestizos. Cuando se enfatiza la interconducta u operación básica, tienes idealismo; cuando se enfatizan los objetos, tienes alguna forma de realismo. La antigua confusión de las descripciones o construcciones euclidianas con el espacio es un excelente ejemplo al respecto. En este caso la construcción se ha basado en una serie de contactos sublimados o atenuados con fenómenos espaciales. El matemático llama a esto una construcción basada en la intuición. Por otro lado, cuando se cuestiona la geometría no euclidiana, especialmente con la adición del tiempo de Einstein-Minkowski como una cuarta dimensión, la construcción se proyecta como una existencia independiente, y tenemos la opinión de que la geometría es una ciencia empírica en sí misma. otras palabras, da descripciones de las cosas. Otra fuente de confusión de diferentes formas de interconducta es la identificación de un proceso descriptivo con otros procesos. Así encontramos que los intercomportamientos lingüísticos y simbólicos se identifican conociendo, infiriendo e incluso con procedimientos de investigación de la ciencia experimental. Sin embargo, cuando atendemos a las operaciones involucradas, nada es más claro que las actividades científicas de manipulación, inferencia, etc., son muy diferentes de las actividades de referirse a las cosas o simbolizarlas. ¡Qué inepto debería parecer confundir contar, medir, calcular, registrar e interpretar con referir y simbolizar simplemente porque en cada caso nuestras operaciones incluyen procedimientos lingüísticos y simbólicos! Dos tipos más de confusión simbo- lingüística surgen con la identificación de la interconducta lingüística y simbólica con los productos de tal conducta y con las herramientas empleadas en ellos. Lo primero se ilustra al malinterpretar un sistema lógico que establecimos por medio de símbolos particulares y operaciones arbitrarias como modelo o procesos exclusivos del pensamiento. Ciertamente, el estudio de la lógica simbólica nos enseña que pueden erigirse numerosos sistemas postulacionales. Si dotamos a cualquier sistema en particular con las propiedades generalizadas de toda lógica, lo hacemos bajo nuestro propio riesgo y con la alta probabilidad de que no logremos las ventajas deseadas de nuestro sistema. De acuerdo con la hipótesis interconductual, no podemos considerar el procedimiento deductivo de la geometría como el tipo esencial de razonamiento, así como no podemos considerar ninguna forma de geometría como la geometría. Cada forma de razonamiento y cada forma de geometría constituyen construcciones definidas para propósitos particulares basados en ciertas suposiciones y condiciones particulares. A menos que estemos conscientes de estas condiciones, que pueden ser tanto culturales como inmediatamente técnicas, y de los supuestos que se derivan de situaciones particulares o de la suma de una serie de situaciones, inevitablemente confundiremos nuestras actividades con los productos resultantes de ellas. Los matemáticos que consideran las matemáticas como símbolos y funciones de los símbolos, y los lógicos que consideran la lógica como oraciones o proposiciones que implican otras proposiciones, ilustran la confusión de la interconducta con las herramientas que utilizan. Un excelente ejemplo es la afirmación de que "una proposición falsa implica cualquier proposición". Obsérvese cuán sorprendente aparece este tipo de confusión cuando estos mismos matemáticos y lógicos están preocupados por cuestiones de relaciones entre signos y sus significantes o significado. La elección y evaluación de los signos atestiguan ampliamente el carácter interconductual u operativo tanto de la lógica como de las matemáticas. De hecho, la perenne ocupación de los pensadores con los problemas lingüísticos no es más que un justo tributo a las actividades de los individuos en su interconducta con los fenómenos, aun cuando esta interconducta constituya abstruso trabajo lógico o científico. Esta dificultad particular del simbolismo es, en todos los aspectos, como aquella en la que los símbolos u otras construcciones, desarrollados como estímulos sustitutivos de los contactos con las cosas (acontecimientos o relaciones) u objetos imaginados, son tratados como las cosas sustituidas. Surgen así los diversos misticismos formales (lógicos, verbales) y de contenido (sensacionistas). Esta revisión de las confusiones simbolingüísticas, ¿no es testimonio de que el lenguaje es sólo una forma de interconducta entre muchas otras? Del mismo modo que no es un fenómeno general o básico que pueda controlar o validar todas las demás actividades complejas, como, por ejemplo, implican los analistas semánticos. Ciertamente, la sintaxis o la disposición de los símbolos no es lógica ni matemática, a menos que arbitrariamente hagamos que estas disciplinas sean idénticas al sistema abstracto. Está perfectamente claro que todos los que hacen del simbolismo una empresa básica en la lógica y la ciencia están caprichosamente apoteosizando el pensamiento ueber-haupt. Aplicando la hipótesis interconductual, encontramos revelados muchos tipos especiales de interconducta con tipos particulares de objetos estímulo. La hipótesis interconductual sugiere además que las lógicas válidas y los sistemas de conocimiento sólo pueden basarse en operaciones concretas bajo el control del individuo investigador. Sólo cuando nos relacionamos con los fenómenos naturales o con los sistemas simbólicos sin demasiados prejuicios que nos impone nuestra cultura general, tenemos criterios válidos para nuestro pensamiento y nuestras construcciones científicas. En resumen, todas nuestras construcciones lingüísticas deben hacerse con una clara apreciación de nuestro bagaje intelectual. Cuando actuamos refiriéndonos a ciertos fenómenos -lo que popularmente se llama comunicación o cuando usamos marcas o símbolos para registrar y manipular fenómenos a menor o mayor distancia- nótese que nos intercomportamos de manera diferente a cuando operamos o manipulamos cosas o sistemas relacionales. La ciencia y la lógica obviamente implican una gran variedad de diferentes tipos de operaciones, pero en lugar de que este hecho justifique las malas interpretaciones, nos impone la pesada obligación de evitar tales calamidades intelectuales. TRATAMIENTO SIMBOLINGÜÍSTICO Y OPERACIONAL DE LOS SÍMBOLOS Y LA SINTAXIS
Las sorprendentes diferencias entre los simbolistas
y los defensores de una teoría operativa del lenguaje cobran gran importancia en sus respectivas técnicas contrastantes relativas tanto a los símbolos como a la sintaxis. Puede resultar útil revisar algunos ejemplos reveladores.
A. SÍMBOLOS
Símbolos y Esencias. El simbolismo actual asume
que la simbología implica esencialidad. En otras palabras, los simbolistas, basándose en las ideas del racionalismo histórico, consideran que los signos, marcas o caracteres llevan dentro de sí ciertas esencias, ya sean operaciones aritméticas, números o valores de clase. Un ejemplo de esta suposición es la convicción popular de que las marcas numéricas, a diferencia de las palabras ordinarias, son exclusivamente materiales para procesos matemáticos. Ahora volvamos a la vista interconductual. Un símbolo es una marca o carácter que representa operativamente algo. Sólo a través del trabajo de los matemáticos los símbolos matemáticos encajan en los sistemas operativos. Por lo tanto, no podemos considerar estas marcas como "expresivas" de una realidad independiente de los sistemas particulares. Es cierto que ciertas marcas o caracteres son mejores que otros para propósitos particulares. ¿No fue un gran logro de Vieta y otros adoptar letras en lugar de signos numéricos para propósitos algebraicos y usar consonantes para cantidades conocidas y vocales para cantidades desconocidas? Así como fue un paso adelante en las matemáticas en general cambiar la notación romana por la árabe. Sin embargo, nadie afirmará que las matemáticas en sí mismas, es decir, los problemas numéricos, la reflexión y otras operaciones, surgen de las notaciones particulares. Aunque la notación integral de Leibniz se consideraba superior a la de Newton, ¿no es un hecho qué si pudiéramos superar nuestros hábitos culturales, podríamos inventar una notación aún mejor? En el pensamiento de los simbolistas se ocultan ciertas suposiciones relativas a las fuerzas psíquicas. Se supone que estas fuerzas llamadas conceptos funcionan especialmente bien en relación con signos particulares. Pero esto simplemente equivale a un olvido con respecto a las operaciones reales realizadas. Por ejemplo, es indudable que para los signos numéricos, cuando hemos abstraído por completo los fenómenos, por ejemplo, las relaciones entre las cosas, y el establecer signos convencionales (2 + 2 = 4 o a + b = c) para representarlos, la asociación es bien y efectivamente establecida. Además, el gran poder de la tradición cultural da a tales asociaciones una aparente finalidad y permanencia. La independencia de los símbolos. Sólo la poderosa imaginación de Dean Swift podría crear palabras-símbolos autónomos que mediante operaciones mecánicas se combinan en libros filosóficos, poéticos o matemáticos. Cuando se trata de números, signos abstraídos de cosas numeradas, los simbolistas tienden a considerar estos signos como igualmente independientes. La gran falacia aquí es pasar por alto el trasfondo relacional que gobierna las funciones operativas de los signos. El hecho de que no podamos sumar cerdos a los lápices acompaña el principio de que cuando contamos objetos significativamente diferentes, los símbolos de los números resultantes no son en ningún sentido independientes de los objetos. Que incluso los símbolos más abstractos no son autónomos se ejemplifica con la siguiente cita simbo-lingüística: “Las matemáticas no son una actividad sino un cálculo, y... la actividad entra cuando realizamos investigaciones sobre este calculo dentro de la ciencia física”. Cada vez que el cálculo se usa realmente, en otras palabras, se lo considera una herramienta operativa real en lugar de algo ornamental, pierde su autonomía. Aunque esta cita se basa en un terreno matemático más logístico que constructivo, la discusión de Helmer indica que un cálculo no puede ser independiente de los postulados y métodos de trabajo de la construcción. Detengámonos un momento en los problemas que encuentran los matemáticos y los físicos cuando se ocupan de las unidades. Aquí la interdependencia de los números y las cosas es manifiesta. En un libro reciente, Os good objeta la ecuación 3 pies - 1 yarda. como indicando que la misma línea tiene una longitud de 6 cuando el pie es la unidad y de 2 cuando la yarda es la unidad. Continúa diciendo: Pero esto hace que la confusión sea peor; porque 3 = 1 no es cierto, mientras que, por otra parte, tratar de introducir "números concretos" como 3 pies, 10 libras, 5 cm en las matemáticas no es factible. Campbell, aceptando la opinión de que "un número puede expresar una cantidad sólo cuando la unidad de medida se establece o se entiende", responde: De la ecuación 3 pies = 1 yarda. no hay más razón para escribir 3 = 1 que la que hay en la ecuación 3x = 2y para escribir 3 = 2.
Agrega: Con Osgood, un símbolo o letra siempre
significa un número aritmético. Pero, ¿por qué no debería usarse para designar una cantidad física, o "número concreto", como él lo llama? Si s es la posición de un punto en el tiempo t (unidades incluidas implícitamente tanto en s como en t), entonces ds/dt es la velocidad (unidades incluidas) en el tiempo t. Campbell resume de manera característica su punto de vista con la sugerencia inevitable de que todo el problema se resuelve utilizando soluciones homogéneas. unidades. Por un sistema homogéneo de unidades se entiende: Si en una ecuación física general se sustituye un conjunto de valores correspondientes, tanto en unidades como en medidas, y si, eliminando las unidades, la ecuación resultante (solo en medidas) sigue siendo verdadera, entonces las unidades utilizadas pertenecen a un sistema homogéneo. Por más que estemos de acuerdo sobre la situación en la que se emplean nuestros símbolos, y por más innecesario que, en consecuencia, pueda ser aludida esa situación, los símbolos sólo son válidos y utilizables en esa situación. Aquí están las observaciones de Bridgman sobre la necesidad de un texto para comprender las ecuaciones. La claridad de los símbolos. Que los símbolos deben ser claros y sin ambigüedades, porque es una necesidad obvia del pensamiento exacto. Estas propiedades, entonces, no son sólo necesidades interconductuales, sino también los resultados de la interconducta. Los símbolos de números pares, que Leibniz consideraba modelos de claridad, obtienen su falta de ambigüedad de situaciones operativas particulares. Tales situaciones contrastan con el contexto simbólico. Constituyen las condiciones interconductuales bajo las cuales se desarrollan y emplean los símbolos.
A menos que tengamos en cuenta la dependencia de
los símbolos de la interacción concreta del individuo con problemas y circunstancias específicos, los símbolos están lejos de ser guías infalibles hacia la precisión y la realidad. Concebidos racionalmente, pueden operar y operan persistentemente para confundir al usuario. La simbología racionalista no sólo ha creado estragos en el pensamiento práctico y filosófico de los trabajadores de todos los campos -economía, política, religión, etc.- sino que también es la base del misticismo de las matemáticas. Al predominio de la simbología racionalista puede atribuirse el gran espacio y esfuerzo dedicado a la discusión de los símbolos en el lenguaje y el pensamiento.
El Absoluto de los Símbolos. Wittgenstein afirma
(Tractatus 3.26) "el nombre no puede analizarse más mediante ninguna definición. Es un signo primitivo". Este pronunciamiento apunta directamente a la anomalía de que, en una cultura operativa y relativista como la nuestra, Las formas de pensar cosmoteológicas del Renacimiento aún prevalecen. Obviamente, la proposición anterior sólo puede aceptarse teniendo en cuenta las operaciones del nombre dado. Podemos considerar dos de tales operaciones. En el primero, el proceso de denominación enfatiza la operación de denominación. Esto significa que el nombre es un símbolo puro de algo. Un identificador de palabra está conectado con un planeta. Tal situación puede tomarse como absoluta. Un símbolo representa lo que está hecho para representar y no hay nada más que hacer al respecto. Quien lo desee, podrá declarar insensata cualquier alteración de este procedimiento, especialmente cuando las situaciones involucren símbolos formales. Pero cualquier conexión estricta que pueda haber entre el nombre y el objeto o relación surge de la operación particular; en todo caso, se realiza primera o exclusivamente por una sola persona. Con toda probabilidad, es imposible pasar por alto la influencia cultural incluso en las disciplinas más abstrusas y exigentes. Por lo tanto, tenemos la obligación de asegurarnos de que nuestras prácticas lingüísticas se mantengan al día con las condiciones culturales cambiantes.
Tal denominación no plantea ninguna cuestión seria
de propiedad inmediata, excepto que nunca podemos suponer una conexión cósmica entre el nombre y el objeto. El caso es muy diferente cuando el nombramiento se refiere a la naturaleza o las propiedades de los objetos, en cuyo caso uno bien puede preguntarse si una cosa ha sido debidamente nombrada o no. No pocas veces, también, podemos verificar cualquier denominación o valoración de un símbolo si somos capaces de mostrar que tal operación interferirá con otras operaciones dentro del sistema. Abstracción de los símbolos. En ninguna parte el contraste entre los puntos de vista simbolingüístico y operativo del simbolismo es mayor que
Aldo Hernández and Marithza Sandoval - La Actividad Simbólica Humana: Una Revisión de Las Tendencias Contemporáneas en El Análisis Del Comportamiento Verbal