Ensayo
Ensayo
Ensayo
que somos, es una de las normas mediante las cuales podemos llegar a ser “normales”,
esa norma califica un cuerpo dentro de la esfera política, social y cultural. Para Butler el
sexo se refiere a las categorías tradicionales de masculino femenino basado en
diferencias biológicas, criticando la concepción binaria del sexo, argumentando que la
categorización biológica del sexo es socialmente construida y sujeta a interpretación.
En su teoría de la performatividad sostiene que el género no es algo inherente o
biológicamente determinado, más bien es una actuación repetida y ritualizada. Se
construye a través de prácticas sociales y discursivas que contribuyen a la creación y
mantenimiento de identidades de género. En lugar de ver el cuerpo como una entidad
preexistente con características fijas, el cuerpo mismo es una parte integral de la
actuación del género. Las acciones cotidianas, desde la forma en que nos vestimos hasta
cómo hablamos y nos movemos contribuyen a la construcción y reafirmación del género,
este último se percibe como una serie de actos o “performances” que constituyen cómo
nos identificamos.
Las feministas de la segunda ola de los años setenta, también argumentaron que el sexo
es distinto del género, que las instituciones sociales y diseñadas para perpetuar la
desigualdad producen la mayoría de las diferencias entre géneros. Las feministas no
cuestionaban el componente físico del sexo, eran los significados psicológicos y culturales
de las diferencias entre varones y mujeres lo que estaba en cuestión (Fausto-Sterling,
2000).
Nuestros cuerpos son demasiado complejos para proporcionarnos respuestas definidas
sobre las diferencias sexuales. Cuanto más buscamos una base física simple para el sexo
resulta más claro que no es una categoría puramente física (Fausto-Sterling, 2000). En el
contexto de los cuerpos sexuados, las expectativas sociales en torno a la corporalidad
pueden influir significativamente en la imagen. Las normas de belleza y las construcciones
de género pueden afectar la forma en que las personas se ven a sí mismas y a los
demás.
La construcción de la identidad sexual puede influir en la formación de la imagen corporal
de una persona. Por ejemplo, las normas y expectativas de género de la sociedad pueden
afectar cómo una persona percibe y se siente acerca de su propio cuerpo. A su vez, la
imagen corporal de una persona puede influir en su identidad sexual y cómo se presenta
a sí misma en el mundo.
Para Fonseca y Quintero (2009) las categorías de identidad tienden a ser instrumentos de
regímenes regularizadores, la heterosexualidad debe asumirse como una repetición
coercitiva y obligada de los fantasmas ontológicos “hombre” y “mujer” que exigen ser los
fundamentos normativos de lo real. Sin embargo, la persona no elige la actuación del
género libremente como performance (Butler, 2002), sino que tal representación de la
heterosexualidad es obligatoria, bajo la vigilancia, el control y la regulación de las
fronteras de género y los cuerpos. El análisis de lo binario tiene implicaciones directas en
la corporalidad, generando expectativas de como debemos lucir y comportarnos según el
género y cómo estas pueden ser desafiadas y reconceptualizadas.
Para adentrarnos a la construcción de identidades de género diversas Fonseca y Quintero
(2009) elaboran una teoría de la disidencia sexual y la deconstrucción de las identidades
Chantal Lizbeth Martínez Flores
comprender las diversas formas en que la imagen corporal puede ser experimentada y
percibida.
La investigación académica y el activismo feminista de la mano con la teoría queer han
luchado por realizar una crítica hacia la cuestión científica y el privilegio de la perspectiva
patriarcal a través de analizar lo que significaba para nosotras, nosotros, nosotres el
término de objetividad. Los esquemas que limitan el conocimiento son teorizados como
actitudes de poder y no como actitudes que buscan la verdad. Los construccionistas
sociales dejan en claro que las ideologías oficiales obren la objetividad y el método
científico son malos mentores sobre cómo el conocimiento científico es practicado en
realidad, la intención es buscar una versión feminista de la objetividad (Haraway, 1995).
Las feministas han abogado por un proyecto científico sucesor que presenta una versión
del mundo más adecuada, rica y mejor, con el objetivo de vivir de manera plena en él y en
relación crítica y reflexiva con nuestras prácticas de dominación, así como con las de
otras, otros y otres. Además, se busca abordar las partes desiguales de privilegio y
opresión que configuran todas las posiciones.
Lo que Haraway señala es el desarrollo de una práctica capaz de reconocer nuestras
propias tecnologías, significados y compromiso que consiga versiones más reales, a
través de un conocimiento parcial de los sucesos. La lucha se dirige hacia una práctica
de la objetividad que favorezca la contestación, la deconstrucción, la construcción y las
conexiones entrelazadas, transformando los sistemas de conocimiento y las maneras de
mirar o de problematizar.
Cariño (2012) menciona la importancia de este conocimiento situado de Haraway (1995)
en la investigación con enfoque descolonizador a través de una perspectiva parcial y bajo
un posicionamiento crítico. Haraway señala que es necesario mirar y ser mirado, la
ciencia en el feminismo trata de dar objetividad como racionalidad posicionada, además,
reconoce la existencia de otras formas epistemológicas y otras formas de ver a las
personas con las que colaboraremos en la investigación.
El feminismo busca establecer una relación crítica y reflexiva con nuestras prácticas de
dominación y con las de los demás, considerando las desigualdades, los privilegios y los
diversos tipos de opresión que configuran todas nuestras posiciones sociales. El papel de
la perspectiva parcial es importante en la investigación feminista, ya que, no existe una
visión completa y universal del mundo o de la realidad. Todas las perspectivas y
conocimientos están situados en un contexto en particular. Al aceptar la posición desde la
cual vemos y entendemos el mundo, podemos ser más conscientes de las relaciones de
poder y las jerarquías que operan en la producción de conocimiento. Al hacerlo, podemos
cuestionar y desafiar narrativas hegemónicas y opresivas, con conocimientos más
complejos y equitativos, tener una comprensión más descentralizada y situada en la
identidad y la subjetividad, además de reconocer la diversidad y la complejidad de las
experiencias humanas en el mundo interconectado.
Al explorar las complejidades de género, hemos analizado cómo las expectativas sociales
y las construcciones culturales afectan la percepción y expresión de la identidad de
género. También hemos considerado el concepto de conocimiento situado, reconociendo
que nuestras experiencias personales y la comprensión del mundo están profundamente
influenciadas por lo social y lo cultural.
Chantal Lizbeth Martínez Flores