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Arquitectura Neoclsica

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NEOCLASICISMO

Estilo artístico que se desarrolló especialmente en la arquitectura y las artes


decorativas; floreció en Europa y Estados Unidos aproximadamente desde el año 1750
hasta comienzos de 1800 y se inspiró en las formas grecorromanas. Más que un
resurgimiento de las formas antiguas, el neoclasicismo relaciona hechos del pasado
con los acontecidos en su propio tiempo. Los artistas neoclásicos fueron los primeros
que intentaron reemplazar la sensualidad y la trivialidad del rococó por un estilo lógico,
de tono solemne y austero. Cuando los movimientos revolucionarios establecieron
repúblicas en Francia y en América del Norte, los nuevos gobiernos republicanos
adoptaron el neoclasicismo como estilo oficial porque relacionaban la democracia con
la antigua Grecia y la República romana. Más tarde, cuando Napoleón I subió al poder
en Francia, este estilo se modificó para servir a sus necesidades propagandísticas. Con
el nacimiento del movimiento romántico (ver Romanticismo) la prioridad por la
expresión personal sustituyó al arte basado en valores ideales.

El estilo neoclásico se desarrolló tomando como punto de referencia la excavación en


Italia de las ruinas de las ciudades romanas de Herculano en 1738 y de Pompeya en
1748, la publicación de libros tales como Antigüedades de Atenas (1762) de los
arqueólogos ingleses James Stuart y Nicholas Revett y la llegada de la colección Elgin
a Londres en 1806. Ensalzando la noble simplicidad y el gran sosiego del estilo
grecorromano, el historiador alemán Johann Winckelmann instó a los artistas a estudiar
y a imitar su eternidad y sus formas ideales. Sus ideas encontraron una entusiasta
acogida dentro del círculo de artistas reunidos en torno a él en el año 1760 en Roma.

ARQUITECTURA NEOCLÁSICA

El neoclasicismo se desarrolla a partir de mediados del siglo XVIII y dura hasta


principios del XIX. Es un estilo muy vinculado a la filosofía de las Luces y al desarrollo
de la arqueología, que da un nuevo impulso al conocimiento de la Antigüedad clásica.
La burguesía ilustrada va a encontrar en Roma, que es «redescubierta» con el hallazgo
de las ruinas de Pompeya y Herculano, un modelo en cuanto a virtudes cívicas,
heroicas, republicanas.

La arquitectura neoclásica desecha la ornamentación rococó y se inspira en los artes


griego, etrusco, romano e incluso egipcio. Desaparece progresivamente la arquitectura
religiosa y se construyen edificios públicos con finalidad civil: bibliotecas, mercados,
museos, pórticos, etc. Napoleón, con ánimo propagandístico, emula la arquitectura
romana (Arco de la Estrella en París). También en los territorios Germánicos triunfa el
neoclasicismo arquitectónico. En Inglaterra el clasicismo renacentista no se había
olvidado y en el dieciocho se exporta a las colonias norteamericanas.
Casa de Osterley Park
Robert Adam reconstruyó entre 1761 y 1780 esta casa de Osterley Park en Middlesex,
siguiendo los planteamientos neoclasicistas. Su estilo, conocido como georgiano,
estaba inspirado en la obra de Palladio, que a su vez había reinterpretado la
arquitectura de la antigüedad clásica.

Arquitectura

Antes de que se realizaran los descubrimientos de Herculano, Pompeya y Atenas, el


único punto de referencia conocido de la arquitectura romana era el proporcionado por
los grabados de edificios de arquitectura clásica romana realizados por el artista
italiano Giovanni Battista Piranesi. Los nuevos hallazgos arqueológicos encontrados
proporcionaron el vocabulario de la arquitectura formal clásica y los arquitectos
empezaron a inclinarse por un estilo basado en modelos grecorromanos.

El trabajo del arquitecto y diseñador escocés Robert Adam, que en la década de 1750 y
1760 diseñó varias casas de campo inglesas (entre las cuales destacan la casa Sion,
1762-1769 y Osterley Park 1761-1780), le convierten en el introductor del estilo
neoclásico en Gran Bretaña. El estilo Adam, tal y como se le conoce, evoca el rococó
por su énfasis en la ornamentación de fachadas y un refinamiento a gran escala,
incluso al adoptar los motivos de la antigüedad.

En Francia, Claude Nicholas Ledoux diseñó un pabellón (1771) para la condesa du


Barry en Louveciennes y una serie de puertas para la ciudad de París (1785-1789).
Ambos casos ejemplifican la fase inicial de la arquitectura neoclásica francesa; sin
embargo, sus obras más tardías comprendían proyectos (que nunca se llegaron a
ejecutar) para una ciudad ideal en la cual los edificios quedaban reducidos, con
frecuencia, a formas geométricas desornamentadas.
Después de que Napoleón fuese nombrado emperador en el año 1804, sus arquitectos
oficiales, Charles Percier y Pierre François Fontaine, trabajaron para llevar a cabo su
deseo de transformar París en la capital más importante de Europa imitando el estilo
opulento de la arquitectura imperial romana. La arquitectura de estilo imperio se
ejemplifica en construcciones como el arco de triunfo del Carrousel del Louvre,
diseñado por Percier y por Fontaine, y los campos Elíseos, diseñados por Fontaine;
ambos trabajos, iniciados en el año 1806 se encontraban lejos del espíritu de la obra
visionaria de Ledoux.

Palacio de Buckingham en Londres

El palacio de Buckingham es la residencia oficial londinense de la familia real inglesa.


Algunas de sus habitaciones están abiertas al público entre los meses de agosto y
septiembre.

Ejemplos de arquitectura inglesa inspirada en los modelos griegos son el Banco de


Inglaterra de John Soane así como el pórtico del Museo Británico por Robert Smirke. El
neogriego fue sustituido por el estilo regencia, cuyos ejemplos arquitectónicos más
notables son las fachadas de Regent Street en Londres, diseñadas por John Nash y
comenzadas en el año 1812, y el Royal Pavilion en Brighton (1815-1823). La
arquitectura neoclásica de Edimburgo, Escocia, representa la vertiente más pura, por lo
que la ciudad se ganó el nombre de la Atenas del Norte. De otra parte, la arquitectura
neoclásica en Berlín está representada por el Teatro Real obra del alemán Karl
Friedrich Schinkel (1819-1821).
Museo de sir John Soane
La casa de John Soane en Londres, convertida en museo en la actualidad, contiene
muchos de los elementos que lo convirtieron en uno de los más famosos arquitectos
neoclásicos de finales del siglo XVIII y principios del XIX, como los grandes ventanales
y las bóvedas vaídas.

En Estados Unidos se desarrolló una variante del neoclasicismo, el estilo federal, que
surgió entre 1780 y 1820. Inspirada en la obra de Robert Adam, el arquitecto Charles
Bulfinch realiza la Massachusetts State House en Boston terminada en el año 1798.

El modelo para el edificio del Capitolio de Thomas Jefferson en Richmond, Virginia


(1785-1789), fue el templo romano del siglo I la Maison-Carrée en Nimes, Francia. Por
medio de lecturas y de viajes, Jefferson realizó un profundo estudio de la arquitectura
romana, aplicó sus conocimientos a los diseños de su propia casa en Monticello, a los
del campus de la Universidad de Virginia y contribuyó en los proyectos preliminares de
la nueva capital Washington D.C. Sus obras ejemplifican el estilo neoclásico en
Estados Unidos.

El estilo neogriego, basado en los templos del siglo V e inspirado en los mármoles de
Elgin, floreció durante la primera mitad del siglo XIX en Estados Unidos. Ambos estilos,
el federal y el neogriego, ayudaron a definir el estilo propio de la arquitectura
estadounidense.

Las figuras más representativas de la arquitectura neoclásica española fueron, entre


otros, Ventura Rodríguez (palacio de los duques de Liria), el italiano Sabatini, autor de
la Puerta de Alcalá en Madrid, y Juan de Villanueva, que hizo el Museo del Prado de
Madrid.
Palacio real de Madrid

El 25 de diciembre de 1734 se desató un violento incendio que devastó el Alcázar de


los Austrias, antigua residencia de los reyes de España. Cuatro años después se
iniciarían las obras del actual palacio real de Madrid.

Aunque el proyecto inicial era de Filippo Juvarra, fue su ayudante, Giovanni Battista
Sacchetti, quien remató los planos tras la muerte del maestro.

Al igual que en España, el neoclasicismo en Hispanoamérica también estuvo dirigido


por las Academias. Entre los edificios más representativos destacan la Casa de la
Moneda en Santiago de Chile, el palacio de la Minería y la fábrica de cigarros en
México, y la iglesia de San Francisco en Cali, Colombia.

Coincidiendo con la efervescencia cultural de la Francia prerrevolucionaria, una serie


de teóricos, como el abad jesuita Marc-Antoine Laugier (Essai sur l’architecture, 1753)
preconizaron como reacción frente a los excesos del rococó una vuelta a los modelos
clásicos, más racionales y humanistas. Por otra parte, gracias a los descubrimientos de
la incipiente arqueología, volvió a ponerse de manifiesto la excelencia de la arquitectura
griega y romana, que defendían los escritos y grabados de Piranesi (defensor de los
modelos romanos), o de James Stuart y Nicholas Revett (defensores del dórico griego
en su libro The Antiquities of Athens, 1762).

En Inglaterra, la ausencia de barroco pleno permitió a la arquitectura mantener ciertos


tintes clasicistas durante el siglo XVIII, como muestra el palacio de Blenheim (1705),
obra de John Vanbrugh. Sin embargo, las ideas continentales cristalizaron rápidamente
en las obras de numerosos arquitectos ingleses, como Richard Burlington, William Kent
o John Wood, que retomaron con interés la obra de Palladio y de su sucesor Inigo
Jones. Más tarde, esta arquitectura neopalladiana evolucionó hacia un estilo
típicamente inglés llamado estilo georgiano. En el declive del clasicismo aparece en
Londres la figura de John Soane, un arquitecto enormemente imaginativo cuya obra
fundamental, el Banco de Inglaterra (1788-1808), se ha perdido casi por entero. El
estilo neoclásico se transmitió a las colonias norteamericanas, donde además se hizo
notar la influencia revolucionaria francesa. Entre las figuras más destacadas están
Samuel MacIntire (que posteriormente desarrolló el estilo federal como expresión de la
independencia de Estados Unidos) y los neopalladianos Thomas Jefferson y Benjamin
Henry Latrobe.

Una de las primeras grandes obras neoclasicistas francesas es la iglesia de Sainte


Geneviève (llamada también el Panteón, comenzada en 1757) en París, obra de
Jacques-Germain Soufflot, que combina la elegancia de los órdenes griegos con la
audacia constructiva de los edificios góticos.

En la época cercana a la Revolución aparecen en Francia una serie de arquitectos


neoclasicistas, como Claude-Nicolas Ledoux y Etienne-Louis Boullée, conocidos como
‘los arquitectos visionarios’, cuyos numerosos proyectos no ejecutados servirán de
germen para la arquitectura contemporánea. Su arquitectura es moralizante, defensora
de la abstracción más estricta, y se basa en la combinación de elementos geométricos
puros.

En España, el reinado de Carlos III trajo las ideas de la Ilustración, y con ellas la
arquitectura clasicista. Entre los arquitectos más destacados de lo que se llamó en
España ‘la arquitectura de la razón’ cabe citar a Ventura Rodríguez, autor de la fachada
de la catedral de Pamplona (1783), y a Juan de Villanueva, que además de utilizar con
rigor los lenguajes clásicos fue capaz de concebir una arquitectura original, basada en
la complejidad de los espacios, de la que su mejor ejemplo es el Museo del Prado
(1785) en Madrid.

Neoclasicismo en España

Se adopta el clasicismo, aunque la decoración de las residencias reales de Aranjuez y


La Granja son plenamente rococó. El Palacio Real de Madrid, el palacio de La Granja
de San Ildefonso y el de Aranjuez fueron proyectados por el arquitecto italiano Filippo
Juvara y ejecutados por discípulos suyos. Dos buenos arquitectos neoclásicos son
Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva (Museo del Prado).
Museo del Prado

El arquitecto Juan de Villanueva proyectó por encargo del soberano español Carlos III
la sede del actual Museo del Prado, una de las obras maestras de la arquitectura
neoclásica. Concebido en un principio como Museo de Ciencias Naturales, el monarca
Fernando VII lo transformó en una de las pinacotecas más importantes del mundo,
reuniendo en sus salas las colecciones de pintura de Isabel I la Católica, Carlos V,
Felipe II, Felipe IV y los Borbones españoles.

Arquitectura Neoclasica en Alemania.

La arquitectura neoclásica en Berlín está representada por el Teatro Real obra del
alemán Karl Friedrich Schinkel (1819-1821).

En el proyecto de Schinkel para el teatro berlinés Schauspielhaus (1819-1821) se


aprecian ambas influencias, la griega y la gótica. La fachada se asemeja al frontis de
un templo griego, pero el cuerpo principal del edificio se ilumina mediante hileras de
ventanales verticales de ascendencia medieval.

Otra de sus obras más emblemáticas es el Museum am Lustgarten (1822-1830, actual


Altes Museum). De estilo abiertamente neogriego, su fachada principal es una
columnata de orden jónico, mientras que sobre el centro de su planta se eleva una
rotonda inspirada en el Panteón de Roma.

El Neoclasicismo aparece hacía el fin del siglo XVIII y perdura hasta los años 1830.
Aun que se desarrolle sobre todo en el norte de Europa, no tarda en llegar a America.
Expresa una reacción de la burguesía contra el rococó, -la reacción de la virtud contra
la decadencia- y pretende simplificar. Adopta y promueve algunas de las ideas básicas
de la revolución francesa: glorifica las grandes virtudes de la antiguedad, acepta el
paganismo y agrega la ciencia a la emoción. El imperio de Napoleon Bonaparte pone
énfasis en los valores de la civilización romana.

El neoclacisismo no adopta solamente los ideales antiguos. Debido al desarrollo de la


arqueología, intenta también reproducir las formas griegas y romanas con una precisión
que los artistas del renacimiento no habian buscado.

El resultado consiste en obras de arquitectura, escultura y pintura de una perfección tal


que a veces parecen frías.

PINTURA

La pintura neoclásica se centró en Roma, donde muchos pintores expatriados se


agruparon en torno a la figura del historiador alemán Johann Winckelmann. Su círculo
incluía al pintor bohemio Anton Raphael Mengs, el escocés Gavin Hamilton y el
estadounidense Benjamin West. El Parnaso de Mengs (1761) un fresco pintado para la
villa Albani en Roma, fue diseñado especialmente por consejo de Winckelmann. A
diferencia de las típicas composiciones de frescos del barroco o del rococó, su
composición es simple: sólo unas pocas figuras, en total calma, con poses semejantes
a las de estatuas antiguas. Entre 1760 y 1765, Hamilton, quien fue también arqueólogo
y marchante, completó cinco cuadros basados en modelos de la escultura antigua e
inspirados en la Iliada de Homero. West trabajó en Roma desde 1760 a 1763. Para
alguna de sus obras como Agripina desembarcando en Brundidium con las cenizas de
Germánico (1768, Yale University Art Gallery, New Haven, Connecticut) se inspiró en
su experiencia en Roma. Solemne y austero en cuanto al tratamiento y al tema,
reproduce sin embargo con sumo detalle los motivos arqueológicos.

Las mismas tendencias se hacen patentes en la obra temprana del pintor francés
Jacques-Louis David, uno de los máximos exponentes de la pintura neoclásica. Su
Juramento de los Horacios (1784-1785, Louvre, París) exalta el tema del patriotismo
estoico.
Juramento de los Horacios
El Juramento de los Horacios (1784-1785) de Jacques-Louis David fue una de las
pinturas encargadas por Luis XVI para elevar la moralidad pública a través del arte.

El cuadro neoclásico concebido como espacio arquitectónico y el friso como cita de


figuras, reflejan la preocupación neoclásica de composición lógica y clara. Los perfiles
definidos y una luz dura proporcionan a estas figuras la cualidad de estatuas. Los
trabajos realizados por David, encargados por Napoleón, como la Coronación de
Napoleón y Josefina (1805-1807, Louvre) están muy alejados del esplendor y del poder
que emanaba la ceremonia.

A comienzos de la década de 1790 los artistas empezaron a pintar imitando las siluetas
representadas en la cerámica griega. El exponente más destacado de esta
manifestación fue el inglés John Flaxman, cuyos grabados de líneas simples, para las
ediciones de la Iliada y la Odisea de Homero sustituían la perspectiva tradicional, la luz
y el modelado, por diseños de líneas puras. Uno de los alumnos más aventajados de
David, heredero de su trayectoria e intérprete de la tradición clásica fue Jean August
Dominique Ingres que adoptó la doble dimensionalidad de la obra de Flaxman, tal y
como puede apreciarse en su obra Los embajadores de Agamenón (1801, Escuela de
Bellas Artes, París).

En España destacan los pintores neoclásicos José de Madrazo, con La muerte de


Viriato (c. 1808, Museo del Padro, Madrid), José Aparicio (1773-1838) y Juan Antonio
Ribera (1779-1860), uno de los pocos artistas davidianos españoles autor del célebre
cuadro Cincinato abandona la labranza para dictar leyes en Roma (Museo de Cáceres).

Autorretrato de Kauffmann
Angelika Kauffmann pintó este Autorretrato a finales del siglo XVIII. La artista británica,
que inició su carrera en el rococó como discípula de Joshua Reynolds, evolucionó más
tarde hacia la pintura neoclasicista.
Dado que la escultura en Europa ha estado muy influida por las formas clásicas desde
el renacimiento, los principios neoclásicos han sufrido menor impacto que en otras
manifestaciones artísticas. En general, los escultores neoclásicos tienden a plasmar
poses contorsionadas en mármoles de colores característicos del último barroco o del
rococó, preferentemente contornos limpios, una reposada actitud y formas idealizadas
ejecutadas en mármol blanco.

ESCULTURA
Los primeros ejemplos de escultura neoclásica fueron realizados por artistas en
contacto directo con el círculo de Winckelman en Roma. Entre otros escultores hemos
de citar a John Tobias Sergel, quien de regreso a su Suecia natal llevó el nuevo estilo
al norte de Europa, y los ingleses Thomas Banks y Joseph Nollekens quienes
introdujeron el estilo en su país. No obstante, la figura dominante en la historia de la
escultura neoclásica fue el italiano Antonio Canova que se convirtió en miembro del
círculo de Roma en el año 1780; después de haber abandonado el estilo barroco,
buscó en el estilo neoclásico la severidad y la pureza del arte antiguo. Teseo y la
muerte del minotauro (1781-1782) reflejan más la calma de la victoria que la propia
contienda; ésta fue la primera obra de Canova en su nuevo estilo, y le proporcionó
fama inmediata.

Venus, de Antonio Canova


El escultor neoclasicista Antonio Canova gozó de gran popularidad a finales del siglo
XVIII y principios del XIX, en parte gracias al mecenazgo de Napoleón Bonaparte. Su
sensualidad se aprecia en esta recatada estatua de Venus.

A la muerte de Canova el artista danés Bertel Thorvaldsen heredó su prestigiosa


posición de escultor en Europa. Sus múltiples encargos internacionales permitieron
mantener el estricto neoclasicismo como la corriente dominante en la escultura hasta
mediados del siglo XIX. El estilo fue llevado a Estados Unidos por uno de sus amigos,
Horatio Greenough y continuado por Hiram Powers un artista estadounidense que
residió durante bastante tiempo en Italia, autor del célebre Esclavo griego (1843) del
cual se han realizado numerosas réplicas.

ARTES DECORATIVAS

El estilo neoclásico se extendió también a las artes decorativas. Alrededor del año
1760, Robert Adam realizó muebles con motivos grecorromanos. Introducido en
Francia, este estilo simple y clásico empezó a ser conocido como estilo etrusco y fue
favorecido por la corte de Luis XV. Con adaptaciones posteriores de diseño clásico,
inspiradas en los hallazgos arqueológicos, se desarrolló como un estilo elegante
conocido como Luis XVI, propiciado por la familia real durante la década de 1780. En
cerámica, el estilo neoclásico lo hallamos en la cerámica de Josiah Wedgwood en
Inglaterra, para la que Flaxman realizó muchos diseños, y en la porcelana de Sèvres en
Francia.

Vasija de porcelana de Wedgwood


Esta vasija del escultor inglés John Flaxman data de 1780. Está realizada para Josiah
Wedgwood en en loza de jaspe, un tipo de porcelana de fondo azulado y bajorrelieve
blanco que obtuvo una gran aceptación entre los artistas neoclasicistas.
En la época de Napoleón I, las residencias reales más antiguas fueron redecoradas
para el uso oficial, de acuerdo con los planes diseñados por Percier y Fontaine:
muebles, porcelanas, tapices, todo ello con diseños y motivos grecorromanos.
Interpretados como un todo, los interiores definían el estilo imperio en las artes
decorativas que fueron muy pronto imitadas en toda Europa.

MÚSICA

Las cualidades fundamentales del clasicismo son el equilibrio, la sencillez y la armonía.


La música, durante este periodo, se basaba precisamente en estos principios. Haydn,
Mozart y Beethoven son los mayores exponentes del clasicismo musical.

El surgimiento de estas formas clásicas sólo se hizo posible gracias a un desarrollo de


las condiciones técnicas, que ampliaron enormemente el lenguaje de la creación
musical. La personalidad del compositor hubo de encontrar así los elementos
necesarios para manifestarse con una plenitud, hasta entonces desconocida. La
notación llegó a un estado definitivo, tal como hoy se conoce. Las claves se unificaron
en dos principales: la de sol, para las notas agudas, y la de fa, para las graves, a las
que se añaden, en algunos casos y para algunos instrumentos (fagot, viola, violonchelo
y trombón) otras dos de antigua procedencia, la de clave de do en tercera y en cuarta
línea del pentagrama. Para el sistema tonal, se deslindan los dos sexos musicales
(mayor y menor), con sus respectivas escalas y acordes. Se estableces dos principios
fundamentales: la polifonía y la homofonía. Aparecen las principales formas de
composición, que han de utilizar los compositores desde entonces hasta nuestros días.
"Existen ya, en el terreno vocal, la ópera, el oratorio, la canción coral y solista; en el
terreno instrumental, la fuga, la pieza tripartita –que conducirá a la sonata y a la
sinfonía -, la recopilación de danzas en el ciclo de la "suite" y formas libres de
improvisación y fantasía". (Kurt Pahlen). Los instrumentos adquieren la contextura que
actualmente poseen; se agrupan en familias: cuerdas, vientos, percusión y teclado; y
salvo algunas modificaciones, la orquesta se muestra compuesta de manera similar a
la de hoy.

Francisco José Haydn introduce en sus sinfonías el minué, una danza de origen
campesino que posteriormente demostró ser capaz de un desarrollo sofisticado. Del
formalismo místico de Juan Sebastián Bach y la escuela contrapuntística se evoluciona
hacia la exquisitez y el refinamiento. Poco más tarde, el clave con sus limitaciones,
será desplazado por los enormes recursos del piano. Este siglo señala el auge del
teatro lírico; tanto la ópera seria como la cómica abandonaron el virtuosismo para
expresar, en términos de arte, la plenitud de la vida.
El período del clasicismo, además fue testigo de un cambio radical en el papel de los
instrumentos de teclado, a medida que iba desapareciendo de forma gradual la función
del bajo continuo.

Más que cualquier otro compositor, Haydn logró sintetizar durante la década de 1770
los lenguajes anteriores, combinando lo aprendido y lo accesible, lo cómico y lo serio.
Entre los elementos más importantes del principio del clasicismo está la articulación de
formas a gran escala y el empleo de la modulación entre la tensión y el relajamiento,
que cultivaron tanto Haydn como Mozart. Si bien la interacción de forma y contenido
implica una variedad de proporciones tonales dentro de cada movimiento individual,
algunos elementos de la relación entre materia y tonalidad han dado lugar a la
aparición del término, a veces confuso, de forma sonata (adquisición y establecimiento
fundamental de la escuela clásica). Se trata en este caso del desarrollo de la estructura
binaria del barroco que puede verse, sobre todo, en los primeros movimientos de las
obras clásicas y en otros casos. El término "principio de la sonata" describe de manera
más adecuada un procedimiento que refleja el lenguaje musical natural de la época y
que podía fácilmente combinarse con otros elementos como el rondó e incluso la fuga.
El desarrollo de los motivos de Haydn a partir de su material, suele contrastar con la
vena italianizante de la lírica de Mozart, incluso aunque los contornos de sus
respectivas formas musicales se parezcan en lo superficial.

La importancia de la sonata se desprende de la siguiente descripción:

"El cuerpo principal de las obras de música pura lo constituyen las composiciones de
"forma sonata", o sea las que están integradas por tres movimientos o tiempos; uno,
movido y muy desarrollado; otro, lento; y el último, rápido, a los que se les intercala casi
siempre un cuarto movimiento en aire de danza o "scherzo".

Estas obras de forma sonata son:

La verdadera "sonata", cuando es para un solo instrumento: sonata para piano, órgano,
guitarra, violín solo, etc. O para piano y otro instrumento: sonata para piano y violín, o
violoncelo, o clarinete, o trompeta, etc.
El "dúo", si es para dos instrumentos de tipo monofónico: dos violines, violín y
violoncelo, flauta y viola, etc.
"Trío", "cuarteto", "quinteto", "sexteto", "septeto o septimino", "octeto", "noneto", "doble
quinteto", para tres, cuatro, etc., instrumentos, con piano o sin él.
"Sinfonía", que es la forma sonata para orquesta.
Y el "Concierto", sonata o sinfonía para un instrumento solista y orquesta: Concierto de
violín, de violoncelo, de piano, etc." (J. Pahissa).

Franz Josef Haydn


Juan Sebastián Bach, en sus seis sonatas para clave, adopta la fórmula: preludio y
fuga, adagio, alegro y pieza "da capo". Introduce innovaciones, como el plan ternario:
Forma allegro, largo y allegro o presto, utilizado en lo sucesivo definitivamente; la
exposición en los tiempos vivaces, a la manera de Antonio Vivaldi; la aparición de una
Segunda idea modulante en la parte central; la forma lied en los largos; etc. Doménico
Scarlatti, cuyas sonatas para virtuosos muestran un importante entendimiento del
idioma musical y del enfoque experimental, tanto en las progresiones armónicas como
en la estructura musical. A menudo introducía contrastes temáticos que podrían
considerarse como un rasgo de progreso.
"A Felipe Manuel Bach (1714 – 1788), segundo hijo de Juan Sebastián, cupo el honor
de dar el paso decisivo: crear definitivamente el estilo galano del siglo XVIII que Mozart
debía llevar a la culminación expresiva; y asentar, con un golpe de audacia la base de
la sonata moderna, adoptando la forma ternaria; la exposición y reexposición de dos
temas; la exposición modulando siempre a la dominante en el modo mayor, al relativo
de preferencia en el modo menor en tanto que en la reexposición, la segunda idea
cambia de tono, para finalizar el trozo en el modo inicial". (Gastón O. Talamón).

Haydn hace ascender a las formas de la sonata un nuevo peldaño en su evolución;


constan generalmente de tres tiempos: allegro, andante y presto, a los que se agrega
luego el minué como penúltimo tiempo. Mozart no es un innovador, adopta fórmulas
consagradas, pero vierte en ellas una sencilla belleza, de intensidad nunca superada.
Beethoven es no sólo la culminación de la escuela clásica, sino también el
agotamiento. La fuerza de su temperamento y su potente expresividad luchan por
romper los moldes clásicos. Es, entonces, la introducción al romanticismo.

Obras de los máximos exponentes del clasicismo:

MOZART: El rapto de Serrallo. Las bodas de Fígaro. Don Juan Cosi fan tutte. La flauta
mágica. Sinfonía concertante para violín y viola. Pequeña serenata nocturna. 6
conciertos para violín. 25 conciertos para piano. 42 sonatas para violín. 17 sonatas
para piano. Misas. Cantatas. Réquiem.

HAYDN: 104 Sinfonías, algunas con nombres especiales, como: Oxford (1788),
Sinfonía de la despedida (1772), La caza (1780), Militar (1794), La Reina (1786),
Sinfonía de los niños y Mediodía (1761). Las siete palabras de Cristo. Conciertos para
clave, violín, violoncelo. Cuarteto, tríos, sonatas. Misas, Te Deum, Ofertorios, Sabat
Mater. Los diez mandamientos. La creación. Las estaciones.

BEETHOVEN: Nueve Sinfonías. Cinco Conciertos para piano y orquesta. Sonatas para
piano. Sonatas para violín. Un concierto para violín. Tríos, cuartetos, Oberturas,
Egmont y Cariolano. Fidelio.

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