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Tema 1 - Definicion Bioquimica - 2022-2023

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SECCIÓN 1: INTRODUCCIÓN A LA BIOQUÍMICA

TEMA 1: DEFINICIÓN DE BIOQUÍMICA

1.1. DEFINICIÓN Y OBJETIVOS DE LA BIOQUÍMICA

1.2. DESARROLLO HISTÓRICO Y PERSPECTIVA ACTUAL DE LA BIOQUÍMICA

1.3. RELACIÓN DE LA BIOQUÍMICA CON OTRAS CIENCIAS

1.1. DEFINICIÓN Y OBJETIVOS DE LA BIOQUÍMICA

La bioquímica es la ciencia que estudia la química de los procesos vitales.

La bioquímica pretende describir la estructura, la organización y las funciones de la materia viva


en término moleculares, tratando de responder a estas cuestiones:

¿Cuáles son los compuestos químicos característicos de los seres vivos?

¿Cuáles de ellos derivan de los nutrientes y cuales son sintetizados por cada especie?

¿Cómo se sintetizan?

¿Cómo está organizada la estructura de la célula para llevar a cabo sus funciones?

¿Qué es la química de la herencia y cómo se dividen las células para dar lugar a células hijas
idénticas?

¿Cómo están reguladas los miles de reacciones químicas que tiene lugar en una sola célula o en
un organismo complejo para funcionar de un modo armónico?

¿Cómo puede la información génica en un huevo fertilizado dirigir la formación de organismos


diferenciados y complejos? ¿Puede ser descrita en términos químicos la conducta?

¿Pueden todas las enfermedades ser descritas en términos moleculares?

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La bioquímica se estudia para comprender la relación existente entre nutrición, metabolismo y
genética con la salud y la enfermedad.

El organismo humano es un sistema metabólico integrado e independiente, sometido a un alto


grado de control, y, por otra parte, es un sistema abierto que se comunica con su entorno. A
pesar de estas dos características aparentemente contradictorias, el organismo consigue
mantener su homeostasis interna. Los seres humanos reponemos nuestro combustible
(consumimos alimentos) y agua de manera regular y captamos oxígeno del aire inspirado para
usarlo en el metabolismo oxidativo. Utilizamos la energía generada por el metabolismo para
realizar trabajo y para mantener la temperatura corporal. Nos deshacemos (exhalamos o
excretamos) el dióxido de carbono, el agua y los desechos de nitrógeno. La cantidad y calidad
de los alimentos que consumimos tienen un impacto importante sobre nuestra salud
(desnutrición, diabetes, obesidad...)

El principal objetivo de la bioquímica es el entendimiento completo, en el nivel molecular, de


todos los procesos químicos relacionados con las células vivas:

1. El conocimiento de la estructura y función de los componentes de los seres vivos

2. El estudio de las transformaciones que sufren dichos componentes y el sentido fisiológico de


tales transformaciones

La bioquímica se divide en tres parcelas o áreas

1. La Bioquímica Estructural: conocimiento de la estructura química de los compuestos de la


materia viva y su relación con la función.
2. La Bioquímica Metabólica: que comprende todas las reacciones químicas que tienen lugar
en los organismos vivos.
3. La Biología Molecular: que comprende la química y los procesos responsables del
almacenaje y transmisión de la información biológica. En este tercer apartado se incluye la
genética molecular o herencia y expresión de la información genética desde el punto de
vista molecular.

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1.2. DESARROLLO HISTÓRICO Y PERSPECTIVA ACTUAL DE LA BIOQUÍMICA

Las ciencias biológicas han experimentado una revolución y la bioquímica ha estado en el


corazón de la misma. No hay nada que demuestre mejor este hecho que el considerable número
de Premios Nobel de Química y de Medicina o de Fisiología que han ganado los bioquímicos en
los últimos años

Figura 1: Entrelazado de las tradiciones históricas de la bioquímica, la biología celular y la genética. Mathews y col. Bioquímica.
Tercera Edición.

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La historia de la bioquímica está asociada íntimamente con el desarrollo de las ciencias de la
química a finales del siglo XVIII y de la biología en el siglo XIX. Sin embargo, no fue hasta los
primeros años del siglo XX que la bioquímica empezó a emerger como disciplina científica
independiente.

Es una ciencia polifacética que incluye el estudio de todas las formas de vida y que utiliza los
conceptos básicos derivados de la biología, química, física y matemáticas para alcanzar sus
objetivos (Figura 1).

Siglo XIX

El desarrollo de la química como ciencia a finales del siglo XVIII dio lugar al planteamiento de
ciertas cuestiones sobre qué es lo que confería a la vida sus propiedades características y en
particular, que era lo que distinguía a los compuestos orgánicos de los inorgánicos.

Fue durante la primera mitad del siglo XIX que la química orgánica se transformó en una química
de la vida con características distintivas que la separó de las otras ramas de la química.

Frederik Wöhler (Figura 1) en 1828 describió por primera vez cómo la urea, un
compuesto que solo se encuentra en los seres vivos, podría formarse por
calentamiento de un compuesto inorgánico, el cianato amónico.

En la década de 1820, Justus von Liebig (Figura 2), uno de los químicos
inorgánicos más eminentes, se dedicó al estudio de la nueva química. Liebig,
estudió la química de los animales y la fisiología de las plantas. Pudo demostrar que el calor de
los cuerpos de los animales se debe a la combustión del alimento ingerido. Fue el que introdujo
los abonos artificiales en la agricultura. Su laboratorio fue el primero en
establecer la categoría de los alimentos según el actual sistema de
clasificación de glúcidos, grasas y proteínas. También introdujo el
concepto de metabolismo (procesos químicos que forman o degradan
sustancias dentro de un organismo). El trabajo de Liebig, quedó resumido
en su libro “Química orgánica en sus aplicaciones a la Agricultura y a la
Fisiología”, publicado en 1840.

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En la década de 1840, la aceptación de la teoría celular de Matthais Scheleiden y de Theodor
Schwann (Figura 3), quienes reconocieron a la célula como
la unidad básica estructural de todos los organismos,
condujo a cambios fundamentales en la fisiología, la cual a
su vez, consiguió acercar aún más estrechamente a la
química orgánica con la biología.

Trabajos en colaboración entre químicos y fisiólogos fueron de gran importancia en la colocación


de los cimientos de una nueva ciencia de la bioquímica. Muchos químicos empezaron a realizar
estudios sobre el aislamiento y caracterización de varias moléculas que se encontraban en las
células.

Felix Hoppe-Seyler (Figura 4), investigó la química de la sangre, cartílago, pus,


así como otros materiales corporales. La hemoglobina, fue una de las muchas
sustancias aisladas y estudiadas por primera vez por Hoppe-Seyler, también fue
la primera proteína cristalizada.

A medida que el conocimiento de las estructuras moleculares se iba acumulando, también


continuó desarrollándose una idea y un entendimiento del metabolismo. Diferentes estudios
condujeron a una dilucidación progresiva de las rutas catabólicas (series de reacciones químicas
a través de las que se degradan los compuestos químicos). También fueron de máximo interés
los procesos por los que los alimentos son utilizados, así la forma en la que se produce la energía
celular. De hecho, fue la continua controversia durante la mayor parte del siglo XIX, sobre la
fermentación alcohólica por la levadura y su solución, que ayudó en gran manera al desarrollo
de la disciplina de la bioquímica.

Aunque se identificó a la levadura como agente de la fermentación


alcohólica en la década de 1830, el debate de cómo el organismo
fermenta la glucosa a alcohol y anhídrido carbónico continuó hasta finales
del siglo XIX. Louis Pasteur (Figura 5), propuso la existencia de “fermentos
formales” u “organizados· que solo podrían actuar en las células de
levadura vivas.

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La idea de que agentes catalíticos solubles son responsables de la fermentación, fue también
propuesto por otros químicos eminentes, incluyendo Moritz Traube, quien, en 1861, estaba
convencido que una química de la vida era imposible sin entender y llevar a cabo la resolución
del conflicto de la teoría de la fermentación. La existencia, sin embargo de
fermentos catalíticos “desorganizados”, no fue considerada ya que nadie era
capaz de preparar extractos de células de levadura libres que pudiesen
fermentar azúcar. Fue durante este periodo de controversia que, en 1878,
Wilhelm Kühne (Figura 6), propuso el término de enzima para los fermentos, y
con ello, introdujo un térmico que subsecuentemente se ha convertido en el nombre general de
sustancias orgánicas que catalizan reacciones biológicas.

No fue hasta 1897, que Eduard Buchner (Figura 7; Premio Nobel, 1907), y su
hermano Hans, resolvieron la controversia de la fermentación demostrando en
extractos de levaduras, en preparados de células libres o agrupadas, eran capaces
de llevar a cabo la fermentación alcohólica.

Emil Fischer (Figura 8), también debe ser mencionado. Frecuentemente referido como el padre
de la bioquímica, Fischer recibió el Premio Nobel en 1902. A partir de la segunda mitad de siglo,
siguió una aproximación de química orgánica en sus estudios en varias
clases de compuestos biológicos. Su demostración de la especificidad de
las enzimas y su pronunciamiento a cerca de la relación llave-cerradura
entre una enzima y su sustrato en 1884, fue una de las principales
contribuciones científicas que él realizó en esta área. Su
experimentación, en los primeros años del siglo XIX, en proteínas reveló
que éstas estaban compuestas por un número de diferentes, pequeños bloques de construcción,
llamados aminoácidos, los cuales se unen, para juntos formar largas cadenas. También sintetizó
una proteína que contenía 18 aminoácidos y luego demostró su rotura por enzimas digestivas.
Las técnicas que Fischer desarrolló para la determinación de estructuras químicas de sustancias
continúan siendo útiles para la investigación bioquímica.

Siglo XX

Durante las tres primeras décadas, el énfasis fisiológico y químico continuó dominando en la
investigación bioquímica. El aislamiento y estudio químico de compuestos fue útil y como
resultado de estos estudios, la humanidad obtuvo muchos beneficios. Hormonas tales como la
adrenalina, tiroxina e insulina fueron algunos de los compuestos de importancia médica

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estudiados. La identificación y subsiguiente caracterización de las vitaminas lipo- e hidro-
solubles, así como la dilucidación de los aminoácidos requeridos por los seres humanos,
aumentaron en gran medida los conocimientos en nutrición.

Uno de los logros sobresalientes fue la primera


cristalización de una enzima, la ureasa, por James B
Sumner (Figura 9, Premio Nobel, 1946), en 1926. Su éxito
fue seguido por John H. Northrop (Figura 9, Premio Nobel,
1946), quien cristalizó las enzimas digestivas pepsina y
tripsina a principios de los años treinta. La posibilidad de
obtener enzimas en estado puro fue un acontecimiento
importante en la enzimología.

El análisis de muchos tipos diferentes de moléculas biológicas y la


determinación de sus papeles en el metabolismo mediante métodos in vitro
proporcionaron datos informativos suficientes para presentar
interpretaciones químicas detalladas de los procesos biológicos. Un éxito fue
la clarificación de la serie de reacciones enzimáticas que constituyen la
glucolisis y la fermentación alcohólica. También en los años treinta, fue
postulado el ciclo de la urea y el ciclo de los ácidos tricarboxílicos por Hans Krebs (Figura 10,
Premio Nobel, 1953)

Durante la década de 1950, numerosos bioquímicos se dedicaron al estudio de la generación y


utilización de la energía metabólica y estos estudios han facilitado la comprensión básica de los
procesos que los conforman. Lo que se ha aprendido acerca de la capacidad de una célula para
transformar la energía química de nutrientes orgánicos en una forma utilizable por la célula, la
adenosina trifosfato (ATP), sirven como base del conocimiento de los principios de
bioenergética. Hacia mitad de siglo, se hicieron grandes progresos científicos en bioquímica
hacia el entendimiento de varios aspectos de la química de la vida, es decir, procesos
metabólicos, energéticos biológicos, reacciones enzimáticas, dieron a la bioquímica su identidad
como una disciplina científica independiente y madura.

En 1950, se realizó entre otros hitos, la elucidación de las vías sintéticas (anabólicas) que dan
lugar a la producción de compuestos biológicos. En gran medida, el éxito en el estudio se debió
al uso efectivos de radioisótopos, que fueron introducidos en la investigación biológica a
mediados de 1930.

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Al final de la década, el metabolismo intermediario, la red de reacciones enzimáticas que
conforman la maquinaria de síntesis y degradación de las células fue definida.

En 1950, Linus Pauling (Figura 11, Premio Nobel, 1954), y Robert B Corey, propusieron la
conformación en α-hélice y la estructura secundaria de las proteínas. Igualmente, de gran
importancia, el trabajo de Frederick Sanger (Figura 12, Premio Nobel, 1958) con la publicación
en 1953 de la primera secuencia de aminoácidos completa de una proteína. Sanger y
colaboradores, consiguieron determinar la secuencia de 51 aminoácidos de las dos cadenas
peptídicas de la hormona insulina.

Las verificaciones de que una proteína (previamente considerada como una larga cadena de
aminoácidos) podía tener una estructura bien definida y de que la composición de las proteínas
podía ser determinada, abrieron una nueva y emocionante frontera para la investigación. Las
percepciones bioquímicas y la tecnología habían llegado a un punto en que era posible
emprender estudios detallados sobre los compuestos de alto peso molecular de una célula,
llamados macromoléculas. Dos clases de macromoléculas (proteínas y ácidos nucleicos) fueron
los puntos clave y de mayor esfuerzo en investigación.

El descubrimiento de la conformación α-helicoidal de las proteínas impulsó a James D Watson y


a Francis H.C. Crick (Figura 13, Premios Nobel conjuntos, 1962) a
intentar la dilucidación de la estructura del ácido
desoxirribonucleico (ADN). En 1953 gracias a los estudios
previos con cristalografía de rayos X de ADN de Rosalind Franklin
y Maurice Wilkins, y los estudios de Erwin Chargaff sobre
apareamiento de bases nitrogenadas, deducen la estructura de
doble hélice del ADN. (Nature 171:737; este artículo es considerado como el nacimiento de la
biología molecular).

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Antes, en 1940, George Beadle y Edward Tatum (Figura 14, Premios Nobel conjuntos, 1958),
publicaron la hipótesis de un gen-una enzima, que pone de
manifiesto que la función de un gen es especificar la estructura
de una enzima. La explicación de la función genética en
términos bioquímicos llevó a las ciencias de la genética y de la
bioquímica a la llamada genética bioquímica que aportó
nuevas dimensiones a la investigación en ambas disciplinas.

En 1928, el bacteriólogo británico Frederick Griffith llevó a cabo una serie de experimentos con
ratones y bacterias Streptococcus pneumoniae. Griffith no intentaba identificar el material
genético, sino en realidad trataba de desarrollar una vacuna contra la neumonía. Se combinaron
bacterias R (no virulentas) con inofensivas bacterias S (virulentas) muertas por calor y se
inyectaron en un ratón. El ratón desarrolló neumonía y murió y en sangre aparecerían bacterias
S vivas. Griffith concluyó que las bacterias de la cepa R debían haber tomado lo que él llamó
"principio transformante" de las bacterias S muertas por calor, que les permitió "transformarse"
en bacterias con cobertura lisa y volverse virulentas.

En 1944, Oswald T Avery, Colin M MacLeod y Maclyn McCarty (Figura 15), estudiaron el
fenómeno de la transformación en las bacterias, identificaron el ADN como principio
transformador. Esta identificación reveló así mismo, la naturaleza química del gen.

La investigación sobre macromoléculas en los años 50 revolucionó el mundo de la biología. Se


introdujo el término de biología molecular, que se define como el estudio de la vida a nivel
molecular.

Excepto para ciertos virus, El ADN es el material genético universal, replicándose mediante
mecanismos bioquímicos muy similares en todos los tipos de células. La síntesis de proteínas,
en cualquier forma de vida, requiere los mismos 20 aminoácidos y los mismos procesos
bioquímicos.

Dos brillantes contribuciones de Crick en la última mitad de los años 50, le proporcionó a la
biología molecular sus laureles científicos. Uno fue el Dogma Central de la biología molecular

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que, en parte, es una versión puesta al día de la hipótesis un gen –una enzima, ya que expresa
en lenguaje químico, el flujo de información biológica desde el gen a la estructura proteica.
Expresado brevemente, la información genética contenida en un gen (ADN) se transcribe en una
molécula de ácido ribonucleico (ARN), otro tipo de ácido nucleico, del cual, es entonces
traducida a estructuras proteicas. La otra contribución fue la de sus ideas sobre cómo se
almacena la información genética en un gen, es decir, la identidad química del códigogenético.

En 1961, François Jacob y Jacques Monod (Figura 16,


Premios Nobel conjuntos, 1965), publicaron una explicación
molecular para la regulación de la expresión génica en los
procariotas. Formularon la hipótesis del RNA mensajero.
Ambos sugirieron que el RNA rápidamente etiquetado,
formado durante las síntesis de proteínas, o antes de ellas,
es un tipo de RNA cuya función consiste en servir como
portador de información genética o mensajero desde el DNA de los cromosomas hasta la
superficie de los ribosomas. Señalaron que ese RNA mensajero se forma enzimáticamente de tal
modo que posee una secuencia de bases complementaria de la de una hebra de DNA. Pensaron
que debía de unirse a los ribosomas y servir como patrón “de trabajo” para la síntesis de
proteínas

En 1965, Jacob y Monod junto a J.P Changeaux, propusieron también una teoría para explicar
los aspectos moleculares de la regulación de la actividad catalítica de las enzimas. También en
1965, se terminó de elucidar el código genético,
en un trabajo conjunto de los laboratorios de
Marshall W. Niremberg, Har G. Khorana (Premio
Nobel Conjunto, 1968) y Severo Ochoa (Premio
Nobel, 1959, Figura 17).

En la década de 1970 se llevaron importantes descubrimientos para el desarrollo de la ingeniería


genética. En 1970, Luis Leloir (Figura 18) recibió el Premio Nobel, por el
descubrimiento de los componentes de los ácidos nucleicos o nucleótidos,
elementos fundamentales en los procesos metabólicos de los hidratos de carbono
y los azúcares en particular. En 1975, David Baltimore, Renato Dubelcco y Howard
Temin (Figura 19) recibieron el premio Nobel por sus descubrimientos relativos a
la interacción entre los virus que producen tumores y el material genético de las células.
También John Warcup Cronforth y Vladimir Prelog (Figura 20), recibieron el Nobel por sus

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investigaciones sobre la estereoquímica de las moléculas orgánicas y las reacciones catalizadas
por enzimas.

Desde 1975 hasta principios del siglo XXI, comienza a secuenciarse el ADN (Paul Berg, Walter
Gilbert y Frederick Sanger, premios Nobel, 1980, Figura 21). En 1985, Michael S Brown y Joseph
L Golsdtein (Figura 22) recibieron el premio Nobel por sus contribuciones a conocimiento sobre
la regulación del
metabolismo del
colesterol y la descripción
de los receptores que
participan en la
internalización de las proteínas. Comienzan a crearse las primeras industrias biotecnológicas
(Genentech), se aumenta la creación de fármacos y vacunas más eficaces, se eleva el interés por
las inmunología y las células madres y se descubre la enzima telomerasa (Elizabeth Blackburn y
Carol Greider, Premios Nobel, 2009, Figura 23). Se clonan los
primeros seres vivos, se secuencia el ADN de decenas de
especies y se publica el genoma completo del hombre (Craig
Venter, Celera Genomics y Proyecto Genoma Humano), se
resuelven decenas de miles de estructuras proteicas y se
publican en PDB, así como genes, en GenBank. Comienza el
desarrollo de la bioinformática y la computación de sistemas complejos, que se constituyen
como herramientas muy poderosas en el estudio de los sistemas biológicos. Se crea el primer
cromosoma artificial y se logra la primera bacteria con genoma sintético (2007, 2009, Craig
Venter). Se fabrican las nucleasas con dedos de zinc. Se inducen artificialmente células, que
inicialmente no eran pluripotenciales, a células madre pluripotenciales (Shin'ya Yamanaka).

Actualmente, la bioquímica como ciencia básica se encuentra en la vanguardia de muchos


esfuerzos científicos. Con el advenimiento de nuevas tecnologías se ha avanzado en la
construcción de mapas muy detallados. Cada una de estas tecnologías tiene por objeto conocer

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el conjunto de todos los potenciales genes (genómica), de RNA expresados por los genes
(transcriptómica), de polipéptidos (proteómica) o de sustancias metabólicas (metabolómica)
que un organismo puede contener en todas las condiciones fisiológicas posibles. En forma
general se denominan “ómicas”. Así, por ejemplo, el metaboloma humano representa la suma
de todas las sustancias metabólicas –o metabolitos– detectados en Homo sapiens hasta el
momento. A través de la compilación de datos obtenidos de la genómica, la transcriptómica y la
proteómica se han establecido los nodos más importantes y se elaboraron mapas de mayor o
menor resolución de la vasta red de actividad química que constituye el metabolismo.

1.3. RELACIÓN DE LA BIOQUÍMICA CON OTRAS CIENCIAS


Al ser la bioquímica la ciencia que explica las bases moleculares de la vida resulta fácil
comprender cómo sus logros y avances, repercuten en las demás ciencias biológicas. Puede por
tanto decirse que todos los descubrimientos, todo el progreso científico alcanzado por la
bioquímica, ha implicado un aporte a las otras ramas de la biología, y en la medida que aquella
se desarrollaba impulsaba el progreso de ciencias afines.
La bioquímica, se constituye el pilar fundamental para el desarrollo de la medicina, sus propias
especialidades y las relacionadas con ella como la Enfermería, Odontología, Óptica, Fisioterapia
y Podología. Igualmente, la microbiología, la botánica, la agricultura, la industria farmacéutica,
la biología celular, la inmunología, la genética, la ingeniería genética y la biotecnología, la
veterinaria han recibido importantes beneficios en las aplicaciones concretas de numerosos
descubrimientos bioquímicos a sus intereses particulares, lo que ha redundado en avances
importantes de estas ciencias afines.

La fisiología estudio de la función corporal, se superpone casi por completo con la bioquímica.
La inmunología emplea numerosas técnicas bioquímicas y muchos de los aspectos
inmunológicos han encontrado uso extenso entre bioquímicos. Farmacología y farmacia se
apoya en un conocimiento sólido de bioquímica y fisiología; en particular, la mayor parte de los
fármacos son metabolizados por reacciones catalizadas por enzimas y las complejas
interacciones entre fármacos se comprenden mejor desde el punto de vista bioquímico. Los
venenos actúan por medio de reacciones o procesos bioquímicos y este es el tema de
toxicología.

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Enfoques bioquímicos se emplean cada vez más en el estudio de aspectos básicos de la Patología
(estudio de la enfermedad), como inflamación, lesión celular y cáncer. Muchos profesionales en
microbiología, zoología y botánica emplean métodos bioquímicos casi en forma exclusiva.

El aporte tecnológico y metodológico que la bioquímica ha entregado a otras ramas biológicas,


entre las que pueden mencionarse: las técnicas cromatográficas, las electroforéticas, las de
ultracentrifugación, las enzimáticas, el marcaje radioisotópico, la síntesis de macromoléculas, el
aislamiento de genes y su inclusión en el material genético de una célula ajena y la amplificación
y recombinación de genes, por solo citar algunas de las más universalmente empleadas.

Los estudios bioquímicos han esclarecido muchos aspectos de la salud y la enfermedad, a la


inversa, el estudio de diversos aspectos de la salud y la enfermedad ha abierto nuevas áreas en
la bioquímica (Figura 24). La bioquímica y la medicina están íntimamente relacionadas. La salud
depende de un equilibrio armonioso de reacciones bioquímicas que están ocurriendo en el
cuerpo, en tanto que la enfermedad refleja anormalidades en biomoléculas, reacciones o
procesos bioquímicos.

Figura 24: Relación entre Bioquímica y Medicina

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Bibliografía
Armstrong, Frank B. Biochemistry.Tercera Edición 1989. Oxford University Press.
Mathews, Christopher K., Van Holde K.E., Ahren Kevin G. Bioquímica. 3ª Edición. 2002. Editorial
Addison Wesley. ISBN: 0-8053-3066-6

Tymoczko, John L., Berg, Jeremy M., Stryer, Lubert. Bioquímica: curso básico. 2ª Edición. Reverté.
2014. ISBN: 978-84-291-7603-2

Harper. Bioquímica Ilustrada.28º Edición. McGRAW-HILL Interamericana editore. 2010. ISBN:


978-607-15-0304-6
https://es.scribd.com/document/340754155/Lectura-2-Relacion-de-Bioquimica-Con-Otras-
Ciencias

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