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TEMA 1. La Ecología Del Desarrollo Humano

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TEMA 1: LA ECOLOGÍA DEL DESARROLLO HUMANO.

URIE BRONFENBRENNER

Al final de la década de los años 70, el profesor Urie Bronfenbrenner, del Departamento
de Desarrollo Humano y Estudios sobre la Familia de la Universidad de Cornell en
Ithaca (Nueva York) publica su obra titulada “La ecología del desarrollo humano”.
Previo a ello, había ido fraguando su modelo ecológico del desarrollo humano, cuyas
ideas originales fueron presentadas en dos congresos sucesivos de la Asociación
Americana de Psicología, en los años 1974 y 1975, y recogidas en distintos trabajos
publicados en diferentes revistas (Chile Development, American Psychologist, Journal
of Social Issues y Zeitschrift für Soziologie). Por ejemplo, las ideas básicas del libro
citado se encuentran previamente resumidas en un trabajo titulado “Hacia una ecología
experimental del desarrollo humano”, publicado en la revista American Psychology en
Julio de 1977.
De alguna forma, Bronfenbrenner se revelaba frente a la Psicología Evolutiva que le era
contemporánea y a la que definía como “la ciencia de la conducta extraña de niños en
situaciones extrañas con adultos extraños durante los periodos de tiempo más breves
posibles” (sic, Bronfenbrenner, 1977a, pp. 513). Apoyaba esta idea en un estudio de
Larson (1975), en el que se repasanban todas las investigaciones publicadas entre 1972
y 1974, en tres de las más prestigiosas revistas del campo (Child Development,
Developmental Psychology y Journal of Genetic Psychology). En este estudio se
constataba que el 76% de todas las investigaciones se habían realizado bajo un
paradigma experimental de laboratorio, un 17% habían utilizado técnicas de papel y
lápiz y sólo un 8% eran estudios observacionales en ambientes más naturales.
En contra de este panorama, Bronfenbrenner (1977b, 1979) plantea su visión ecológica
del desarrollo humano, en la que destaca la importancia crucial que da al estudio de los
ambientes en los que nos desenvolvemos. Algo que considera imprescindible,
especialmente si queremos evitar perdernos en descripciones excesivamente detallistas
y en el estudio de procesos sin sentido. Bronfenbrenner defiende el desarrollo como un
cambio perdurable en el modo en el que la persona percibe el ambiente que le rodea (su
ambiente ecológico) y en el modo en que se relaciona con él.
El postulado básico del modelo ecológico que propone Bronfenbrenner viene a decirnos
que el desarrollo humano, supone la progresiva acomodación mutua entre un ser

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humano activo, que está en proceso de desarrollo, por un lado, y por el otro las
propiedades cambiantes de los entornos inmediatos en los que esa persona en desarrollo
vive. Acomodación mutua que se va produciendo a través de un proceso continuo que
también se ve afectado por la relaciones que se establecen entre los distintos entornos en
los que participa la persona en desarrollo y los contextos más grandes en los que esos
entornos están incluidos.
El propio autor aclara esta definición resaltando varios aspectos (Bronfenbrenner,
1979). En primer lugar, señala que hemos de entender a la persona no sólo como un ente
sobre el que repercute el ambiente, sino como una entidad en desarrollo y dinámica, que
va implicándose progresivamente en el ambiente y por ello influyendo también e
incluso reestructurando el medio en el que vive. Precisamente por ello, como se requiere
de una acomodación mutua entre el ambiente y la persona, Bronfenbrenner señala que la
interacción entre ambos es bidireccional, caracterizada por su reciprocidad. Por último,
el autor señala que el concepto de “ambiente” es en sí mismo complejo, ya que se
extiende más allá del entorno inmediato para abarcar las interconexiones entre distintos
entornos y la influencias que sobre ellos se ejercen desde entornos más amplios. Por
ello, Bronfenbrenner concibe el ambiente ecológico como una disposición seriada de
estructuras concéntricas, en la que cada una está contenida en la siguiente.
Concretamente, Bronfenbrenner postula cuatro niveles o sistemas que operarían en
concierto para afectar directa e indirectamente sobre el desarrollo del niño:
• Microsistema: corresponde al patrón de actividades, roles y relaciones interpesonales
que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado en el que participa.
• Mesosistema: comprende las interrelaciones de dos o más entornos (microsistemas) en
los que la persona en desarrollo participa (por ejemplo, para un niño, las relaciones entre
el hogar, la escuela y el grupo de pares del barrio; para un adulto, entre la familia, el
trabajo y la vida social).
• Exosistema: se refiere a los propios entornos (uno o más) en los que la persona en
desarrollo no está incluida directamente, pero en los que se producen hechos que afectan
a lo que ocurre en los entornos en los que la persona si está incluida (para el niño,
podría ser el lugar de trabajo de los padres, la clase del hermano mayor, el circulo de
amigos de los padres, las propuestas del Consejo Escolar, etc.).
• Macrosistema: se refiere a los marcos culturales o ideológicos que afectan o pueden
afectar transversalmente a los sistemas de menor orden (micro-, meso y exo-) y que les

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confiere a estos una cierta uniformidad, en forma y contenido, y a la vez una cierta
diferencia con respecto a otros entornos influidos por otros marcos culturales o
ideológicos diferentes.
Desde el punto de vista del modelo ecológico, la evolución del niño se entiende como
un proceso de diferenciación progresiva de las actividades que éste realiza, de su rol y
de las interacciones que mantiene con el ambiente. Se resalta la importancia de las
interacciones y transacciones que se establecen entre el niño y los elementos de su
entorno, empezando por los padres y los iguales. De acuerdo con estas ideas, al analizar
el desarrollo del niño, no podemos mirar sólo su comportamiento de forma aislada, o
como fruto exclusivo de su maduración, sino siempre en relación al ambiente en el que
el niño se desarrolla (Fuertes y Palmero, 1998). Las relaciones entre el niño y sus padres
se entienden como un factor central para el desarrollo del pequeño.
En Estados Unidos llega a entenderse que los postulados de Bronfenbrenner (1979)
suponen los constructos teóricos que subyacen a la intervención temprana
contemporánea (Odom y Kaiser, 1997). En nuestro caso diremos que el modelo
ecológico de Bronfenbrener supone que, como mínimo, hemos de tener en cuenta los
apoyos sociales de que disponen los padres, sus necesidades, e incluso sus estilos
familiares. Nadie duda hoy que efectivamente estos aspectos hay que tenerlos en cuenta
en los programas de intervención ya que influyen de forma clara en los patrones de
interacción de los padres con sus hijos y, por lo tanto, en su desarrollo.
El sistema ecológico propuesto por Bronfenbrenner (1979) es dinámico, más que
estático, y los procesos que influyen en el desarrollo son continuos e interactivos. La
influencia de un factor simple en cualquiera de los sistemas y en cualquier punto o
momento sólo puede ser predicho a través de la observación del niño en el contexto de
un sistema ecológico más extenso (Odom y Kaiser, 1997). Las características
multivariadas, multisistémicas y dinámicas de este modelo son útiles para comprender
las complejas influencias que configuran el desarrollo. Sin embargo, a pesar de su
complejidad, el modelo no especifica los mecanismos exactos a través de los cuales los
múltiples factores influyen interactivamente en el desarrollo. Así, aunque el modelo
proporciona un marco general para la intervención, la especificación de intervenciones
ecológicas dirigidas a todos los niveles de los sistemas interactivos, ha promovido
desafíos interesantes. Y así, en los últimos años han venido apareciendo aproximaciones
eco-conductuales que intentan aunar los principios ecológicos con el análisis conductual

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aplicado, todo ello dentro de un modelo práctico (Barnett y cols., 1997, Brown y cols.,
1998).
Bronfenbrenner y Ceci (1994) han modificado su teoría original y plantean una nueva
concepción del desarrollo humano en su teoría bio-ecológica. Dentro de esta teoría, el
desarrollo es concebido como un fenómeno de continuidad y cambio de las
características bio-psicológicas de los seres humanos, tanto de los grupos como de los
individuos. El elemento crítico de este modelo es la experiencia que incluye no sólo las
propiedades objetivas sino también las que son subjetivamente experimentadas por las
personas que viven en ese ambiente. Bronfenbrenner y Ceci (1994) argumentan que, en
el transcurso de la vida, el desarrollo toma lugar a través de procesos cada vez más
complejos en un activo organismo bio-psicológico. Por lo tanto el desarrollo es un
proceso que deriva de las características de las personas (incluyendo las genéticas) y del
ambiente, tanto el inmediato como el remoto y dentro de una continuidad de cambios
que ocurren en éste a través del tiempo. El modelo teórico es referido como un modelo
Proceso-Persona-Contexto-Tiempo (PPCT).
Belsky (1980) retomó el modelo original de Bronfenbrenner y lo aplicó al abuso
infantil. En la aplicación de Belsky, la familia representaba al microsistema; y el autor
argumentaba que en este nivel más interno del modelo se localiza el entorno más
inmediato y reducido al que tiene acceso el individuo. El microsistema refiere las
relaciones más próximas de la persona y la familia, es el escenario que conforma este
contexto inmediato. Éste puede funcionar como un contexto efectivo y positivo de
desarrollo humano o puede desempeñar un papel destructivo o disruptor de este
desarrollo (Bronfenbrenner, 1987). El mundo de trabajo, el vecindario, las relaciones
sociales informales y los servicios constiturían al exosistema, y los valores culturales y
los sistemas de creencias se incorporarían en el macrosistema. Como lo
mencionábamos, para Belsky (1980) el exosistema es el segundo nivel y está compuesto
por la comunidad más próxima después del grupo familiar. Ésta incluye las instituciones
mediadoras entre los niveles de la cultura y el individual: la escuela, la iglesia, los
medios de comunicación, las instituciones recreativas y los organismos de seguridad. La
escuela constituye un lugar preponderante en el ambiente de los jóvenes; ellos
permanecen una gran parte de su tiempo en este lugar, el que contribuye a su desarrollo
intelectual, emocional y social. El macrosistema comprende el ambiente ecológico que
abarca mucho más allá de la situación inmediata que afecta a la persona. Es el contexto
más amplio y remite a las formas de organización social, los sistemas de creencias y los

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estilos de vida que prevalecen en una cultura o subcultura (Belsky, 1980;
Bronfenbrenner, 1987). En este nivel se considera que la persona se ve afectada
profundamente por hechos en los que la persona ni siquiera está presente. La integración
en la sociedad es parte de la aculturación de los individuos a las instituciones
convencionales, las normas y las costumbres (Angenent & Man, 1996). Emery y
Laumann-Billings (1998) utilizaron el modelo ecológico para analizar las causas y las
consecuencias de las relaciones familiares abusivas y establecieron a la familia como el
contexto más inmediato. El contexto ecológico más amplio lo constituyeron las
cualidades de la comunidad en las que está inmersa la familia, tales como la pobreza, la
ausencia de servicios, la violencia, la desorganización social, la carencia de identidad
dentro de sus miembros, y la falta de cohesión en ella. Por su parte, el contexto
sociocultural estuvo formado por los valores y las creencias culturales.

MODELO TRANSACCIONAL DEL DESARROLLO

Llegando a ese mayor grado de concreción que parece faltarle al modelo


ecológico de Bronfenbrenner, encontramos el modelo transaccional del desarrollo
(Sameroff, 1983, 1987, Sameroff y Chandler, 1975, Sameroff y Fiese, 1997). Sus
autores articulan una de las más influyentes conceptualizaciones de las relaciones
recíprocas que existen entre lo heredado o biológico y lo adquirido, entre la naturaleza y
el ambiente. Según el modelo transaccional del desarrollo, la alteración que sufre el
niño influye sobre el ambiente que le rodea provocando cambios en él que, a su vez,
terminan por afectar al propio niño.
A partir de ahí, se va dando forma al modelo transaccional del desarrollo
(Sameroff y Fiese, 1997), desde cuya perspectiva, los logros evolutivos no se entienden
como dependientes exclusivamente del individuo ni de su experiencia con el contexto,
sino como el producto de la combinación del individuo y de sus experiencias. Sameroff
y Fiese (1997) señalan que sin el modelo transaccional el desarrollo del niño es visto
como el producto de las continuas interacciones dinámicas entre el niño y las
experiencias proporcionadas por su familia y su contexto social. El modelo
transaccional aporta la idea de igualar el énfasis puesto en el niño y en el ambiente, de
tal forma que las experiencias proporcionadas por el ambiente nos son vistas como
independientes del niño. El modelo transaccional llama la atención, y así lo hacían ya
Sameroff y Chandler (1975), sobre la influencia que los niños ejercen en su propio

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desarrollo. La forma en que los niños interactúan con su ambiente (por ejemplo con sus
cuidadores), lleva a alterar ese ambiente y a provocar determinadas respuestas en él (o
en esos cuidadores). Todo ello para que ese ambiente modificado, a su vez, repercuta de
nuevo sobre los niños afectando a su desarrollo.
El modelo transaccional supone una teoría dinámica del desarrollo en la cual hay una
continua y progresiva interacción entre el propio organismo (el niño) y su ambiente. Un
ambiente que es entendido como “plástico” y moldeable, y unos niños que se convierten
en participantes activos en su propio crecimiento (Odom y Kaiser, 1997). El mismo
ambiente/contexto/personas no influye por igual en todos los niños, sino que se adapta a
cada niño (Sameroff y Fiese, 1990). Así, el propio niño se convierte en un fuerte
determinante de las experiencias/posibilidades de que dispone a lo largo de su
desarrollo. Las desviaciones en el desarrollo ocurrirían, desde esta perspectiva, cuando
se lesionan los mecanismos integrativos de los niños que impiden el funcionamiento de
su habilidad autocorrectora o cuando las fuerzas ambientales presentes en todo el
desarrollo son tan severas que impiden los procesos normales de integración que
deberían ocurrir en un ambiente más normalizado (Odom y Kaiser, 1997). El nivel de
desarrollo alcanzado se prevé que sea el resultado de los entornos de los niños y de sus
cuidadores mutuamente alterados los unos por los otros.
La importancia del modelo teórico de Sameroff y Chandler (1975) está en el hecho de
que proporciona el apoyo para diseñar la intevención con el fin de enseñar a los padres
estrategias de interacción que promuevan el desarrollo de sus hijos (cf. Mahoney y
Powell, 1988, Seitz y Provence, 1990, Tannock y Girolametto, 1992). Además, más que
identificar a los padres como los únicos responsables de los patrones de interacción que
pueden no ser del todo óptimos para apoyar el desarrollo del niño, el modelo de
transaccional del desarrollo proporciona una base conceptual para ver la conducta de los
padres como producida o desencadenada, al menos en parte, por la propia conducta del
niño. Así pues, de acuerdo a estos modelos ecológicos o ecológicos-transaccionales del
desarrollo humano debemos caer en la cuenta de la necesidad de articular los apoyos
funcionales, sociales, políticos y culturales que las familias pueden requerir para poder
desarrollar y cumplir con sus papeles. Por otro lado, la focalización que Bronfenbrenner
propone sobre múltiples sistemas y sobre las influencias transaccionales entre ellos ha
sido la base para identificar el espectro de factores conductuales, ambientales, culturales
y políticos que afectan a las posibilidades futuras del niño en el terreno sanitario, socio-
emocional y conductual.

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Modelo Ecológico de Bronfenbrenner (1979)
MACRO
- Valores
- Creencias

EXOSISTEMA
- Relaciones sociales
- Relaciones laborales

MESOSISTEMA

MICROSISTEMA ESCOLAR
Compañeros de clase
Profesores

MICROSISTEMA VECINAL
Amigos MICROSISTEMA FAMILIAR
Vecinos

MICROSISTEMA SANITARIO
Médico de familia
Enfermera...

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NOTA: Los contenidos de este tema están extraídos de García Sánchez F.A. Conceptualización del

desarrollo y la Atención Temprana desde las diferentes escuelas psicológicas. Modelo Ecológico /

Modelo Integral de Intervención en Atención Temprana. Dpto. de Métodos de Investigación y

Diagnóstico en Educación. Universidad de Murcia. Frías-Armenta, Martha. Predictores de la

conducta antisocial juvenil: un modelo ecológico.Brasil: Red Estudos de Psicologia, 2006. Pp 16 – 17.

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