Immanuel Kant Mini Resumen
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INTRODUCCIÓN
Responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? exige señalar los principios y límites del
conocimiento científico. Kant defendió en un primer momento la metafísica dogmática
racionalista, para la que era posible, por pura deducción racional, alcanzar el
conocimiento metafísico de la realidad, pero la lectura de Hume le despertó de este
“sueño dogmático”. Kant creyó necesario para los intereses y fines últimos del hombre
una Crítica o examen de la propia Razón sobre sí misma y sus límites, y propuso, frente
a la “filosofía dogmática” una “filosofía crítica”. El problema es el de si es posible la
Metafísica como ciencia y para solucionarlo debemos investigar antes las condiciones
que hacen posible la ciencia. En esta tarea distingue dos tipos de condiciones:
empíricas (particulares y contingentes) y a priori o transcendentales (universales y
necesarias). La investigación de estas últimas dará lugar a la filosofía transcendental.
Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, se preguntará por las condiciones que
hacen posibles los juicios científicos. Lo que exige establecer los tipos fundamentales
de juicios, que clasificará así: tenemos juicios analíticos si el predicado se incluye en el
sujeto (no dan información nueva alguna, no son extensivos) y juicios sintéticos cuando
el predicado no se incluye en el sujeto (son juicios extensivos y amplían nuestro
conocimiento); y juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente
de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en ésta (juicios universales y
necesarios) y juicios a posteriori si su verdad es conocida a partir de la experiencia
(particulares y contingentes). Los juicios más importantes son los juicios sintéticos a
priori, que por ser sintéticos amplían nuestro conocimiento, y por ser a priori son
universales y necesarios.
La tarea fundamental de esta obra es averiguar cómo son posibles los juicios sintéticos
a priori (tanto en Matemáticas como en Física) y si son posibles en Metafísica. Veamos
sus tres partes principales.
Percibir no es, aún, comprender los objetos; comprender los fenómenos es poder
referirlos a un concepto, y esta es la función propia del Entendimiento (facultad de los
conceptos). Kant la estudia en la Analítica Transcendental, y distingue dos tipos de
conceptos, empíricos, que proceden de la experiencia y son a posteriori, y conceptos
puros o categorías, que no proceden de la experiencia y son a priori: las categorías
(sustancia, causalidad, unidad...) son nociones que no se refieren a datos empíricos pero
tampoco son construidas empíricamente por el hombre, pues pertenecen a la estructura
del entendimiento. El conocimiento es posible porque aplicamos las categorías a la
multiplicidad dada en la sensación. Los conceptos puros son condiciones
transcendentales, necesarias, de nuestro conocimiento de los fenómenos ya que el
entendimiento no puede pensarlos si no es aplicándoles estas categorías, pero las
categorías solamente son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos y no
tienen aplicación válida más allá de los mismos. El error de la filosofía dogmática
(basada en el uso puro de la razón) consiste en usar las categorías para referirse a
realidades transempíricas o trascendentes (Dios y el alma, p. ej.).
La Razón Teórica formula juicios y se ocupa de conocer cómo son las cosas; la Razón
Práctica ofrece imperativos y se ocupa de cómo debe ser la conducta de los seres
racionales. Punto de partida de la ética kantiana: en la experiencia moral hay algo
análogo al dato fundamental del conocimiento: el "factum de la moralidad", el hecho
moral, la existencia del deber: todos los hombres tienen conciencia de estar sometidos a
prescripciones morales, se sienten obligados a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Esta
conciencia del deber es conciencia de una determinación de la voluntad que posee
características análogas a las de la experiencia de conocimiento: la universalidad y la
necesidad. La ética kantiana es un intento de entender el factum de la moralidad y sus
condiciones de posibilidad, del mismo modo que la teoría del conocimiento kantiana es
la investigación de las condiciones de posibilidad de la ciencia.
Kant clasifica los principios prácticos del siguiente modo: las máximas expresan
cómo nos comportamos dadas tales o cuales circunstancias; hay máximas buenas y
malas. El hombre no está dirigido necesariamente a realizar el bien, por ello el deber se
le presenta como un mandato. Los imperativos o mandatos pueden ser hipotéticos o
categóricos; los imperativos hipotéticos mandan una acción porque ésta es un buen
medio para la realización de un fin. Los categóricos mandan la realización de una
acción porque esa acción es buena en sí misma. Un imperativo es hipotético o
categórico dependiendo del fundamento de determinación que el sujeto ha tenido al
realizar la acción: si ha seguido el precepto "debes hacer X" para la realización de un fin
suyo, entonces dicho mandato es un imperativo hipotético ("debes hacer X si quieres
conseguir Y"). Si lo ha hecho exclusivamente por la propia acción, entonces el mandato
es categórico ("debes hacer X"). Los imperativos hipotéticos son imperativos de la
habilidad cuando el fin para el cual se prescribe una acción como buena es un fin
meramente posible (fin no común a todos los hombres). Los imperativos hipotéticos son
imperativos de la prudencia cuando el fin es un fin real (un fin común a todos los
hombres, la felicidad).
Hasta Kant las éticas habían sido materiales, frente a todas ellas, su ética es formal. Son
materiales aquellas éticas según las cuales la bondad o maldad de la conducta depende
de algo que se considera Bien Supremo (sea espiritual o material): los actos serán
buenos cuando nos acerquen a él y malos cuando nos alejen de él. Toda ética material
parte de que hay bienes, cosas buenas para el hombre, determina cuál es su bien o fin
supremo y establece las normas o preceptos para alcanzarlo. Pero los preceptos de toda
ética material son hipotéticos, empíricos, por lo que no valen absolutamente, sino sólo
de un modo condicional, como medios para conseguir un fin. Kant creerá que los
imperativos hipotéticos no reflejan la auténtica experiencia moral porque ésta es
sometimiento a un precepto universal y necesario, y dichos imperativos no pueden ser
universales y necesarios, ni los de la habilidad ni los de la prudencia. Dado que las
éticas materiales extraen su contenido de la experiencia empírica y que ésta nunca
puede dar universalidad ni necesidad, dichas éticas únicamente podrían fundamentar
mandatos a posteriori, particulares y contingentes, pero nunca imperativos universales y
necesarios, que son los verdaderos preceptos morales, como expresa el factum de la
moralidad. Además, las éticas materiales son heterónomas: un sujeto es autónomo
cuando tiene la capacidad para darse a sí mismo sus propias leyes y es heterónomo
cuando las leyes no descansan en él mismo, cuando le vienen de fuera; las éticas
materiales son heterónomas porque describen una acción como buena sólo de forma
condicional, describen una acción como buena porque es un buen medio para la
realización de un fin querido por el sujeto. En las acciones heterónomas el sujeto se
tiene que someter a la realidad, es ésta la que impone sus condiciones; el sujeto tiene
que plegarse al orden del mundo.