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Deontología DDHH. Codigos de Ética

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Código de ética de FEPRA.

Introducción

LA ÉTICA Y LA DEONTOLOGÍA

La temática y el estatuto de los Derechos Humanos está íntimamente vinculada con la


deontología profesional, cristalizada en el texto de los códigos de ética.

Definir a la ética implica en primera instancia realizar un recorrido por el ethos griego. En
el griego clásico, en su acepción más antiguo significaba “residencia”, ”morada”, “lugar
donde se habita”. No obstante su acepción más usual el ethos significa “modo de ser”, o
“carácter”, en relación a lo más distintivo de un sujeto: su modo de ser, su modo de
actuar; por otro lado la otra versión del ethós quiere decir “hábito, morales y formas de
conducta,( propias) de una persona individual o de un grupo social o étnico.”

La ética entendida clásicamente como la ciencia que estudia los comportamientos


morales de los sujetos, será, en este sentido, la disciplina confinada a recopilar las
acciones adquiridas como hábitos, supuestamente universales, para extraer de allí reglas
generales que tendrán valor de éticas. Implica un modo simbólico de reflexión sobre el
fenómeno de la moralidad que regula y legaliza las relaciones humanas. Relaciones sujetas
a innovaciones que, estipuladas en función de las contingencias históricas del grupo en
cuestión, requieren nuevas revisiones.

La deontología por su parte del deon, deontos, significa obligatoriamente, deber y logía
conocimiento, estudio. En su acepción etimológica es definida como la “ciencia de los
deberes o la teoría de las normas morales”. Teoría ética de los deberes relativos a una
determinada actividad social. Esto es, comprendiendo al conjunto de reglas que un grupo
establece para sí en función de una concepción ética común.

La Deontología profesional será aquella sección de la ética encargada de estudiar y


compilar las reglas, normas y deberes que rigen la “buena” conducta en el ejercicio de las
profesiones. El fundamento supremo ordenador de dichas conductas.

Entonces pareciera que ética y deontología coexisten en sintonía al ocuparse


ambas de las acciones de un grupo determinado pero, deontología legisla
aquello que se debe hacer, lo esperable en el marco de las relaciones
humanas que regula, mientras que la ética reflexiona sobre el obrar humano,
sobre los actos de los sujetos que no pueden ser anticipados por la norma.

La perspectiva de la ética que queremos situar se halla soportada en la


práctica y teoría psicoanalíticas, se sustenta en la pregunta-propia del
contexto analítico-que Lacan sitúa en lugar del imperativo kantiano: “¿Ha
obrado usted en conformidad con el deseo que lo habita?” Dentro de este
marco el deseo inconsciente -es la referencia. Deseo que no se encuentre
soportado dentro de ningún ideal terapéutico. La cura analítica lejos de
buscar normativizar al sujeto según algún ideal moral implicará el pasaje por
la castración y la lógica del no –todo. El acto analítico apuntará a recortar ese
real y no buscará comprender ni dar sentido según alguna norma o patrón
preexistente.

Por lo tanto esta concepción de la ética se aleja del deber hacer en el


quehacer clínico regulado desde el consenso grupal; por el contrario, se
sostiene en el saber hacer en acto. Saber –hacer que se contrapone al saber
absoluto, soportado en algún ideal moral.

La Bioética: Medicina y problemáticas que abren al debate.

La función de un comité de ética es básicamente consultiva, siendo que


surgió como la mejor alternativa ante la imposibilidad de dar respuesta única
y terminante a determinas situaciones relacionadas con la práctica médica.
Nace como idea a la necesidad de un espacio de debate ante los complejos
problemas éticos que se plantean en la práctica de la medicina como
consecuencia del impacto de los avances científicos y tecnológicos.

Las funciones principales de un comité son la consulta respecto de casos, la


educación en Bioética y el trazado de políticas institucionales. El mismo está
integrado por médicos, psicólogos, abogados, religiosos, trabajadores
sociales y filósofos, constituyendo así un grupo interdisciplinario.

Esto no es nuevo sino la renovación de viejos contratos, ya que bajo el


liderazgo de Hipócrates se formuló y adoptó un conjunto de reglas que hacen
al comportamiento profesional y que se conoce con el nombre de
“Juramento Hipocrático”. Sin embargo esto requiere ser formulado ya que
este conjunto de normas resulta inadecuado para resolver los problemas
actuales de la medicina.

La Bioética, definida como la reflexión filosófica sobre los problemas éticos


que se plantean en el ámbito de la medicina. Hoy médicos y científicos
pueden intervenir en los procesos fundamentales de vida y muerte. ¿Pero
tiene la vida un valor absoluto? ¿Y sobre qué base se determina ayudar a
morir a un paciente terminal o suspender un tratamiento en un coma
irreversible?

La Bioética se ha basado en principios y reglas morales para la resolución de


casos. En 1979, en su libro” Principios de Bioética”, Beauchamps y Childress
desarrollan lo que se conoce como un ”enfoque de los cuatro principios”.
Estos son: RESPETO POR LA AUTONOMIA, BENEFICIENCIA, NO –
MALIFICENCIA Y JUSTICIA.

Vamos a tomar el respeto por la autonomía, cuyo principio está ligado al


reconocimiento de la autonomía de todo sujeto, es decir, al reconocimiento
de sus propias acciones y decisiones. Vamos a pensar en sus tres requisitos:

- 1) Su acción debe ser forzada.


-2) La noción de autonomía supone algo más que ser libre para decidir,
implica también la posesión de opciones reales.

-3) Para que una persona tome una decisión de una manera autónoma, es
necesario que posea toda la información relevante.

Por lo tanto desde esta postura la Bioética plantea una regulación, dados los
excesos de la ciencia, pero pone en movimiento una serie de efectos cuya
consecuencia escapa al objetivo declarado.

La acción tiene su resonancia en la etimología de la palabra ética (ethos: gr.


Hábitos) y la articularse con el saber, la ética se presentaría como la ciencia
de lo que debe hacerse, orden no cuestionado y moral, matizando a la ética.

Este orden no cuestionado hace sistema, es decir, sistema de reglas y


promesas dando soporte a un saber ordenado, instituído.

Este saber se ordena en un discurso, por qué no, en un discurso institucional.


Y desde allí, pensando en la institución definida como una necesidad.
Centrará su práctica acorde con ésta, desde un sistema instituído (orden no
cuestionado), sometiendo todo su experiencia a UN saber-hacer.

Por ende, ¿cómo ubicar entonces la autonomía de la persona desde esta


perspectiva? ¿Hasta dónde, siguiendo esta vía, no se rechaza todo lo que
concierne a la relación del hombre con el deseo? Si bien el principio
declarado hablaría de autonomía, ¿no queda entrampado por la dirección
que toma?

Lo moral, articulado en una práctica, se traduce en el bien hacer, pautas


necesarias, reglas, recurso éste que encuentra su obstáculo en la diversidad.
Imaginarizar la solución en las “diversas ´técnicas” es conceptualizar la
práctica en el dato inmediato.

¿Es ésta la ética que deviene de la práctica hospitalaria?

¿Etica que parecería buscarse? O podemos sustraernos de este sistema


dando lugar a una práctica dialéctica.

El psicoanálisis es una práctica dialéctica. A diferencia de la experiencia


empírica, donde la inmediatez del dato da la base conceptual al saber.

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