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Primer Feminismo TP Completo

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TRABAJO PRÁCTICO

N°1
“Primer Feminismo”

Alumna: Monsalve Carla


Profesora: Laura Martínez
Materia: Historia sociopolítica latinoamericana y Argentina
(Lunes 18 a 20:55)

Instituto de formación docente N°12

Correcciones T.P N°1, “Primer feminismo”.

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En este trabajo abordaremos el origen del primer feminismo y como ha tomado
fuerza hasta el momento a través de las luchas constantes para poder ejercer
nuestros derechos. El feminismo ha sido, como movimiento social, unas de las
manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida por las
mujeres para conseguir sus derechos.

Empezaremos detallando brevemente las cuatro olas del feminismo, en donde


se ven los derechos que reclamaban en cada lucha las mujeres y como fueron
ganando todos los derechos que hoy tenemos a lo largo de la historia.

 La primera ola feminista: mediados del siglo XVIII. Educación y derechos


de la mujer.
La ausencia de derechos políticos (voto) y libertades (expresión, reunión,
religión) era otra característica clave del Antiguo Régimen.
En el caso de las mujeres, la mitad de la población, a todo lo anterior se le
debía unir su función social circunscrita a lo doméstico, a las labores de la
casa, de la procreación y del cuidado de los hijos; y su subordinación legal
al hombre, padre o esposo.
La Revolución Francesa (1789) y las demás revoluciones liberal-burguesas
plantearon como objetivo central la consecución de la igualdad jurídica y de
las libertades y derechos políticos.
Pronto surgió la gran contradicción que marcó la lucha del primer
feminismo: las libertades, los derechos y la igualdad jurídica que habían
sido las grandes conquistas de las revoluciones liberales no afectaron a la
mujer. Los "Derechos del Hombre y del Ciudadano" que proclamaba la
revolución francesa se referían en exclusiva al "hombre" no al conjunto de
los seres humanos.
A partir de aquel momento, en Europa Occidental y Norteamérica se inició
un movimiento, el feminismo, que luchó por la igualdad de la mujer y su
liberación. Durante ese período, el principal objetivo del movimiento de las
mujeres fue la consecución del derecho de voto. Nacía así el movimiento
sufragista. Los derechos de la mujer comienzan a estar presentes en las
tribunas políticas e intelectuales. Uno de los grandes pensadores, el
revolucionario girondino Condorcet, padre el laicismo en la enseñanza,
escribe en 1790 el ensayo 'Sobre la admisión de las mujeres en el derecho

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de la ciudad': "Los hechos han probado que los hombres tenían o creían
tener intereses muy diferentes de los de las mujeres, puesto que en todas
partes han hecho contra ellas leyes opresivas o, al menos, establecido entre
los dos sexos una gran desigualdad."('Carta de un burgués de Newhaven a
un ciudadano de Virginia', 1787, Condorcet).
En la Argentina, la primera agrupación feminista surgió en 1970 y fue la
Unión Feminista Argentina. En sus inicios, una de sus mayores actividades
constaba de acercar a las integrantes de la agrupación los textos editados
por las feministas del hemisferio norte como Kate Millet, Virginia Wolf o
Simone De Beauvoir.
Los agrupamientos para los debates no eran estáticos: se trataban los
hechos más importantes de la lucha de clases y de la política en el país y
en el mundo. En 1974 se formó la coordinadora por el Año Internacional de
la Mujer, que tenía entre sus miembros a funcionarios del gobierno de
Isabel Perón, miembros de la UCR y el Partido Comunista, luego de que
todos los grupos feministas se escindieran porque la comisión
gubernamental no quería incluir problemáticas del movimiento de mujeres.
En consecuencia de esto, surgió el Frente de Lucha para la Mujer que
elaboraba un programa donde pedía un salario para el trabajo doméstico,
iguales oportunidades de acceso a la educación, guarderías infantiles,
anulación de la legislación que prohibía la difusión y el uso de
anticonceptivos, y aborto legal y gratuito. El reclamo del Frente aún hoy
tiene vigencia. Si bien el rol de la mujer creció a lo largo de los años, aún
quedan cimientos por transformar.

 La segunda ola feminista: mediados del siglo XIX hasta la década del 50
del siglo XX. Derecho al voto femenino, acceso a la educación superior,
critican la obligatoriedad del matrimonio y comienzan a liberarse en su
aspecto físico.
En Argentina, desde principios del siglo XIX, militantes feministas y
socialistas compartieron sus luchas por los derechos civiles y los derechos
laborales. Una de las figuras destacadas fue Juieta Lanteri, quien ya
mencionamos por haber sido la primera mujer en poder emitir su voto. Junto
con la socialista Alicia Moreau funda el Centro Feminista, primera

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organización que luchó explícitamente por los derechos de las mujeres.
Lanteri, lejos de remitir su lucha solamente al voto, tomaba la lucha por las
condiciones de trabajo de las mujeres, el derecho al divorcio, luchaba contra
proxenetas y contra la intromisión de la Iglesia en la vida de las personas.
Comprometida en la lucha de las trabajadoras, en 1912 las lavanderas de
La Higiénica la nombran su asesora frente a la patronal.
Será recién en 1947, con la primera presidencia de Perón, cuando se
sancione la ley del voto femenino. Eva Duarte, que hasta ese momento no
había tenido la menor preocupación por este tema, fue quien presidió la
Comisión Pro Sufragio. El (reciente) interés del peronismo por esta cuestión
tenía sus razones. La mujer argentina se había incorporado masivamente al
mercado laboral, de ahí que la política de contención de este movimiento no
podía seguir excluyendo a millones de mujeres de los derechos civiles. De
hecho, el voto femenino le permitió ganar, por ejemplo, en la ciudad de
Buenos Aires, un distrito altamente opositor. El 64% del padrón de mujeres
votó por la fórmula Perón-Quijano
Continúan, en paralelo al derecho al voto, las reivindicaciones sobre el
acceso a la educación y, a partir de 1880, algunas mujeres comienzan a
admitir mujeres en las aulas universitarias, aunque todavía es algo
excepcional. Antes, la mujer fue logrando acceso a la educación primaria y
secundaria, aunque todavía bajo el pretexto de ser buena madre y esposa.
También el feminismo radical fue puesto en cuestión por la teoría queer y el
movimiento LGBT+. Desde allí se desestabilizó la idea misma de “la mujer”
como sujeto exclusivo del feminismo, abriendo el espacio para que se
visibilicen dentro de la lucha feminista otras subjetividades que también se
encuentran en desventaja dentro del sistema jerarquizado de género que
conforma nuestra sociedad. La propia noción de “identidad de género”,
entonces, pasó a ser un problema a la vez teórico y existencial, y el
binarismo mujer-varón, que no había sido problematizado por el feminismo
radical de la segunda ola, se explicita como un determinante más a abolir
en la política sexual.

 La tercera ola feminista: década del 60 y se discute cuando termina.


Políticas públicas que reivindican a la mujer hasta el fin del patriarcado.

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Anticonceptivos (poder del control de la natalidad), divorcio (ley en muchos
países)

 La cuarta ola feminista: actualidad. La solidaridad entre mujeres es


central, la lucha por interrupción legal del embarazo y discurso anti
estereotipos.

Lo relacionamos con régimen político por que es el conjunto de normas y


procedimientos entre la mediación política y el interés. Este régimen tiene
como objetivo regular ordenar y encauzar las luchas por el poder y la
organización de las clases dirigentes. Este también demuestra la forma de
relación entre los distintos poderes del Estado (judicial, legislativo y ejecutivo),
entre el Estado y los partidos políticos, generando un equilibro entre las clases
sociales y el poder político.
En el primer feminismo, no solo se tenía más poder en cada reclamo que se
hacía si no que se presentaba una lucha nueva con contrincantes nuevos,
donde eran los mismos problemas pero con nuevas dificultades de superación.
Antes la mujer no podía votar, tenía que estar a cargo de la casa, hijos/as y
matrimonio, hoy después de tantas luchas las mujeres podemos votar, salir a
trabajar, tenemos voz y poder. Esto se debió al ascenso del Peronismo, donde
la participación política se extendió a los sectores populares y a las mujeres; el
régimen político es democrático, aunque la toma de decisiones políticas no es
solo adentro del parlamento sino que varias compañías adquieren un peso
político propio y fundamental en cuanto a su relación con el estado y los demás
actores.
Por su particular condición de subordinación y exclusión (histórica, cultural y
política) y tal vez por las repetidas frustraciones cada vez que se gana una
batalla junto a los hombres y éstos asumen el control en las nuevas relaciones
de poder, las mujeres avanzaron en la construcción de su propio proyecto de
liberación, y propio supone centrarse en las condiciones de opresión a
modificar, las de las mujeres, pero no porque fuese ajeno, el proyecto, a la
sociedad en su conjunto, incluidos los hombres. El Estado, cuando quiere
iniciar una acción poco popular, crea preventivamente, la opinión pública
adecuada, esto es, organiza y centraliza ciertos elementos de la sociedad civil.

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La opinión pública es el contenido político de la voluntad política pública que
podría ser discordante: por eso existe la lucha por el monopolio de los órganos
de la opinión pública; periódicos, partidos, parlamento, de modo que una sola
fuerza modele la opinión y con ello la voluntad política nacional.
Como dicen los autores, se recauda importancia la memoria de esas luchas y
los procesos de aprendizaje colectivo ya que refuerzan la identidad de las
víctimas y colaboran con la eficacia de las acciones. Ya que, desde el poder,
buscan “borrar” o “eliminar” esa memoria. Los momentos de transición de una
forma de acción a otra remiten siempre a la “salida” de viejos contendientes y a
la “entrada” de los nuevos en un campo de lucha. Gramsci habla de que la
hegemonía no solo es pura construcción de consensos ideológicos, sino la
combinación siempre tensa de elementos de fuerza y de dirección ideológica y
moral.
El ejercicio “normal” de la hegemonía en el terreno que ya se ha vuelto clásico
del régimen parlamentario, se caracteriza por la combinación de la fuerza y el
consenso que se equilibran diversamente sin que la fuerza domine demasiado
al consenso, incluso tratando de obtener que la fuerza parezca apoyada en el
consenso de la mayoría, expresado por los llamados órganos de la opinión
pública –periódicos y asociaciones- los cuales, por lo tanto, en ciertas
situaciones son multiplicados artificiosamente.
Contrariamente a lo que piensan muchos sectores de “oposición”, el feminismo
es un proyecto que pretende corregir las múltiples opresiones que en distinto
grado y forma, vive la mitad de la población del planeta actualmente y, por
consiguiente, construir una sociedad que no explote, excluya, maltrate, viole,
discrimine a la mitad de la humanidad. Muchas de las conquistas por vía
jurídica, en términos de derechos, igualdad, protección, reconocimiento y
seguridad de mujeres, niñas y familia, en todos los países de América Latina,
son producto de un largo, difícil, doloroso y silencioso trabajo de muchas
mujeres, desde distintas posiciones epistémicas, políticas, de clase, culturales,
entre otras. En el cuarto eje, se hace mención de que la acción colectiva puede
estar incluida en una organización o ser espontánea, como los movimientos
espontáneos son necesarios porque constituyen uno de los medios a través de
los cuales los sectores populares viven sus experiencias históricas. Así mismo,
impulsando reformas legislativas que además de ampliar y promover los

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espacios de participación de las mujeres en ámbitos de decisión, logran
agrietar estructuras sensibles del sistema patriarcal.
Los autores hacen mención a como estas formas de lucha buscan obtener un
reconocimiento social o político, donde el sector popular pone en juegos
distintas estrategias para lograrlo. Estas formas de accionar colectivo va más
allá de los condicionamientos históricos que las tornan irrepetibles, las cuales
se les retomala importancia de estas luchas y los procesos de aprendizaje
colectivo que refuerzan la identidad de las víctimas y generara una
colaboración con la eficacia de las acciones, ya que desde el poder siempre se
trata de borrar esa memoria.
Es importante subrayar las distintivas de etapas históricas del pensamiento y
la acción feminista en América Latina y en cada país de la región, para seguir
en la tarea de resistir a la negación de lo que las mujeres han logrado
transformar en los últimos cincuenta años en el mundo, en el conocimiento y en
sus vidas.
Hoy el mayor desafío para los feminismos está planteado por otras voces, otras
historias de discriminación racial y étnica, dentro y fuera de su propia cultura.
Estas historias están siendo escritas por académicas y activistas africanas,
surasiáticas y centroeuropeas, así como afro latinoamericanas y caribeñas,
chicanas, entre otras. En este nuevo sendero intentamos aprender y aportar.

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