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Evangelios de Los Domingo de Cuaresma

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Jacobo Arcas Pérez

Evangelios de los 5
domingos de cuaresma
1º Domingo: Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el
desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras
y los ángeles lo servían.

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a


proclamar el Evangelio de Dios; decía:

«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y


creed en el Evangelio».
2º Domingo: Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte
con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se
volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero
del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces
Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos
aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías». No sabía qué decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los
cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo». De
pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie que habían visto
hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Esto se les quedó
grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
3º Domingo: Evangelio según San Juan
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los
vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de
cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las
monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no
convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».Sus discípulos se acordaron de lo que está
escrito:«El celo de tu casa me devora».Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «Qué
signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo
levantaré». Los judíos replicaron:

«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero él hablaba del templo de su cuerpo.

Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y
creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo
los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no
necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada
hombre.
4º Domingo: Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no
perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre
del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus
obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según
Dios».
5º Domingo: Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos,
acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El
que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará
para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará
mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?
¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu
nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».La gente
que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un
ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va
a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo
sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

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