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Tema 4 Estructura

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TEMA 4:

Desigualdades económicas.
1. introducción.
Tradicionalmente no ha habido buena sinergia entre la Economía y la Estratificación
Social debido a sus distintos puntos de vista conceptuales: la Economía trata las desigualdades
de forma atributiva mientras que la Estratificación lo hace de forma relacional. No obstante,
esto cambió con el cambio de siglo y el estudio de las desigualdades económicas ya está
implantado en el campo de la Sociología de la Estratificación Social.

2. Fundamentos básicos: conceptos, medición y unidad de análisis.


2.1. Conceptos básicos: ¿desigualdad de qué?
Desde el punto de vista de la Economía, que es el que nos interesa ahora, debemos
asegurarnos de que las unidades de análisis del reparto económico son estrictamente
comparables; de lo contrario no podríamos hablar realmente de desigualdad sino de dispersión
de los recursos. Atkinson diferencia claramente entre diferencia en recursos (dispersión) y
desigualdad de recursos (desigualdad real, para unidades comparables), aunque hoy en día
estos dos términos han acabado por usarse indistintamente. Veamos conceptos básicos:

- Renta: flujo de dinero que se recibe en una unidad de tiempo y que incluye salarios,
rendimientos de inversiones, herencias, donaciones (bienes de capital), transferencias
del Estado.
o Las 4 fuentes (salarios, inversiones, capital y Estado) forman la renta personal.
o Si solo tenemos en cuenta ingresos de salarios e inversiones, será renta de
mercado.
o Renta personal – impuestos, cotizaciones = renta disponible.
- Riqueza: lo que ahorran los individuos. Está relacionada con el cúmulo (stock) de
recursos que se poseen.

Las desigualdades de riqueza están mucho menos estudiadas que las de la renta debido a
falta de datos. Así pues, nos centramos en la renta. Ya en el estudio de la renta, ¿son los
parámetros anteriores los correctos para ser analizados? ¿qué cantidad de tiempo se debería
usar para comparar? ¿no será mejor fijarse en el gasto que en los ingresos? Vamos a ir
desgranando cada punto:

Los ingresos pueden parecen un buen indicador de la desigualdad, pero tiene el problema
de que no tiene en cuenta el patrimonio, activos etc que influyen también en la capacidad
económica. Por otro lado, el gasto parece una variable más estable y realista, pero tiene como
contrapartida que se comporta de forma inercial y no refleja exactamente las dinámicas
económicas del momento. Un problema de ambas es que pueden estar mal reflejadas en las
encuestas en algunos casos.

El periodo de tiempo de medida es otro problema. Suele tomarse un año (tiempo


corriente), pero esto puede infra- o sobreestimar el potencial económico de una persona a lo
largo de su vida, pues según el momento vital, se tiene más o menos capacidad económica. Si
conociésemos con certeza la curva de ingresos y gastos a lo largo de una vida, podríamos hacer
un cálculo preciso, pero esta curva es enormemente variable según el perfil. La renta
permanente se refiere a los ingresos percibidos a lo largo de una vida descontando
fluctuaciones debidas a acontecimientos vitales o imprevistos. Es un parámetro muy
importante porque Milton Friedman demostró que el gasto tiene más que ver con la renta
permanente que con la renta momentánea: la gente gasta según las predicciones a largo plazo
de su renta.

Finalmente, la elección del individuo como unidad de análisis es problemática porque no


se tienen datos fiables de todos los individuos (niños, parados…). Aunque tratemos de una
persona que no tiene ingresos, si vive en un ámbito familiar, posiblemente dispondrá de alguna
capacidad de gasto, que será una fracción del dinero familiar. Así pues, parece tener más
sentido usar la familia como unidad de análisis. En este caso, se suele ponderar la posición
económica de cada miembro familiar, y así podría tenerse una idea más o menos acertada de la
capacidad económica de cada miembro.

2.2. Indicadores de desigualdad: ¿cómo se mide?


En la literatura existe una gran cantidad de medidores de la desigualdad, y por lo
general suelen combinarse su uso para tener aproximaciones más exactas de la realidad.

Podemos empezar con un ejemplo didáctico, el conocido como desfile de Pen. En este,
imaginemos a todos los individuos desfilando durante una hora, y la altura de cada individuo
corresponde a sus ingresos sin impuestos. Primero vendrían los endeudados (arrastrándose),
luego una larguísima cola de gente marginalmente más alta durante unos 36 minutos.
Solamente a partir del minuto 54 las alturas crecerían enormemente. Esto indica bien la
distribución de riqueza típica en muchos países del mundo.

Por lo general, el punto de partida analítico es la curva de Lorenz. En ella, se representa


la cantidad acumulada de un recurso (eje Y) frente a la cantidad acumulada de personas
consideradas (eje X). La bisectriz indica una distribución perfecta (10% de un recurso para cada
10% de población); cuanto más se separa la curva, más desigualmente está distribuido el
recurso. Si comparamos dos curvas de Lorenz, podemos decir que en una hay más desigualdad
que en otra solo si no se cruzan las curvas.

En la misma curva, otro medidor de desigualdad son los cuantiles de orden p (p entre 0
y 1), que se refieren al valor de la variable Y que deja por debajo una proporción p de los casos.
Así, el cuantil 0.9 se refiere al valor de la variable en x=0.9. Se puede hablar de cuantil, cuartil
(dividiendo el eje X entre 4), quintil, decil, percentil… La cosa es comparar dos distintos: cuanta
mayor es la razón, mayor es la desigualdad. Se suelen usar las razones P90/P50, P50/P10,
P90/P10, P80/P20.
Vamos ahora a las medidas sintéticas o resumidas. En una primera aproximación,
podemos usar la varianza o la desviación típica de la distribución, aunque estas dependen de
la escala de la variable. Para solucionarlo, se normalizan a coeficiente de variación (CV,
desviación/media) o se calcula la varianza del logaritmo de los ingresos. No obstante, el
parámetro sintético más usado es el índice de Gini. Este compara la suma de diferencias de
renta y la divide entre el tamaño de la distribución y la renta media total. Se ve más fácil en la
curva de Lorenz: el índice de Gini es A/A+B. Cuando es 0, la igualdad es total; cuando es 1, la
desigualdad es total. Es importante notar que el índice de Gini se mueve entre valores muy
acotados, de modo que es posible tener un índice no alto con una alta brecha entre ingresos
de los más y menos ricos.

2.3. La unidad de análisis: ¿desigualdad entre quién?


Según la perspectiva, la unidad de análisis será una u otra.

1. Si estudiamos la desigualdad de un recurso en un país, las unidades de análisis serán


los individuos, las familias o los hogares. Se necesitarán datos de todos para computar
la desigualdad.
2. Si estudiamos la desigualdad de un recurso entre países, las unidades de análisis son
los países y necesitaremos la renta total de cada país.
3. Si estudiamos la desigualdad global, las unidades de análisis serán o todos los
individuos o familias del mundo. Como es evidente, esto es prácticamente incalculable
por la insuficiencia de datos.

3. Las desigualdades económicas en las sociedades contemporáneas.


Desde el final de la 2GM hasta la década de los 60 apenas hubo cambios en la
desigualdad económica en los países, de modo que se perdió el interés en estudiarlas. Sin
embargo, a partir de los 70 se produjo un rápido aumento de las desigualdades que trajo de
nuevo el interés para estudiarlas.

3.1. Alguna evidencia empírica como punto de partida.


Con el índice de Gini se observa que existen grandes áreas geográficas en el mundo
ordenadas según desigualdad económica: Latinoamérica, África, Asia, países ricos de
Norteamérica, Europa Occidental y los antiguos países comunistas. Entiéndase esto en
términos generales: hay casos y casos, pero hace falta un punto de partida.

3.2. Principales descripciones y explicaciones de la desigualdad económica


dentro de los países.
La herramienta más recurrente para explicar las desigualdades económicas es la
llamada curva de Kuznets, en honor a Simon Kuznets. Esta curva expresa una relación entre
crecimiento y desigualdad económica: la desigualdad es baja cuando la mayor parte de la
gente está en el sector primario, luego aumenta al industrializarse y, finalmente, vuelve a bajar
para desarrollar el Estado de bienestar. Esta relación en forma de U invertida no se cumple a
rajatabla en la realidad, pero sí es una buena aproximación. Otra propuesta similar es la del
“gran cambio de sentido” propuesto por Harrison y Bluestone, que observaron la igualación de
los ingresos tras la 2GM, seguida por un aumento de la desigualdad hacia los 70.

Lo que está claro es que la variabilidad entre países es enorme, y que la desigualdad
económica entraña una enorme complejidad. Se ha demostrado que existe una fuerte relación
entre la dispersión de las rentas por trabajo y la desigualdad de ingresos totales. Esta
dispersión salarial tiene varios factores, desde la oferta y desde la demanda:

- Desde la oferta: el cambio demográfico (envejecimiento), aumento de niveles de


cualificación de la población y la mayor participación de las mujeres.
- Desde la demanda: el proceso de desindustrialización, crecimiento del sector servicios,
la globalización...

Pero no solo estas dos componentes, sino que también debe tenerse en cuenta el factor
institucional (salario mínimo, desregulación del mercado) y las interacciones entre todos los
niveles.

Esto respecto a los mercados, pero si no vamos a los ingresos en el hogar, la dificultad
aumenta en gran medida por la gran cantidad de factores que juegan un papel; de estos, los
dos más tratados han sido, por una parte, hay cambios en las características de los hogares
(estructura familiar, adulto único, mujer incorporada al mercado laboral) y por otra parte,
factores institucionales como la capacidad redistributiva del fisco y la generosidad de las
políticas sociales.

3.3. El papel redistributivo del Estado


La desigualdad o igualdad se puede atacar desde dos puntos de vista: el de las
oportunidades y el de los resultados:

Desde el punto de vista de las oportunidades, hay que garantizar que todo individuo
parta con las mismas oportunidades, sin influencia de parámetros adscriptivos como la raza o
etnia. Esto se consigue con una educación pública, por ejemplo.

Desde el punto de vista de los resultados, hay que intervenir la distribución final de las
recompensas, porque existen mecanismos que impiden un funcionamiento meritocrático
perfecto. Además, hay personas que, ni realizando su trabajo, pueden cubrir lo mínimo para
vivir. Es entonces que el Estado actúa redistribuyendo de forma progresiva algún recurso.

La variabilidad en los sistemas de distribución es enorme. En general, se puede hablar


de una redistribución progresiva si son los ricos los que más aportan, o regresivo si es al revés.
Con lo que el estado recauda, ofrece bienes y servicios a la población (educación,
infraestructura...). De forma general, tras la intervención estatal, la distribución del recurso en
cuestión suele ser siempre más igualitaria.

3.4. Desigualdades entre las regiones de España.


La economía española no ha dejado de crecer desde 1850 hasta el 2008, periodo en el
que ha multiplicado por 40 su actividad económica global. Es en las últimas 6 décadas cuando
su actividad se ha hecho comparable a la de los estados desarrollados a su alrededor. Desde
mediados de los 80, el país vive en una constante desaceleración, con alta tasa de inflación y
desempleo. Fue en el 2008 cuando su renta media anual neta comenzó a bajar.

En términos autonómicos, a principios de los 70 las desigualdades eran bastante


marcadas, con País Vasco, Navarra y Madrid en cabeza, y Extremadura y Andalucía por la cola.
Treinta años más tarde, las diferencias se habían reducido significativamente. Se ha observado
una clara correlación entre los ingresos medios anuales y el riesgo de pobreza para las
comunidades autónomas españolas: cuanto mayor ingreso medio anual, mayor es el riesgo de
pobreza.
4. Las desigualdades económicas desde la perspectiva internacional.
Tradicionalmente, la investigación sobre las desigualdades económicas se ha centrado
en los países individualmente; sin embargo, últimamente está habiendo una tendencia a
considerar el sistema mundo debido a 2 motivos: porque las tendencias globales trascienden
las fronteras de los países y porque cada vez existe más disponibilidad fiable de datos en más
países del mundo. Vamos a usar el análisis de Branko Milanovic.

4.1. La desigualdad entre países.


El estudio de la desigualdad entre países muestra 3 problemas metodológicos:

1. Los países no han sido siempre los mismos. Se tiene la idea de que, a más países, más
desigualdad.
2. No disponemos del PIB/cápita de todos los países ni del pasado en muchos casos.
Además, para comparar a lo largo del tiempo hay que sustraer el efecto de la inflación
de precios. Para ello, se usa la Paridad del Poder Adquisitivo como medida del precio
de una cesta de productos sin contar la inflación.
3. No todos los países pesan igual en la cuenta. Según el peso asignado, se tendrá unos u
otros resultados.

La desigualdad entre naciones ha existido siempre, pero fue a partir de la revolución


industrial iniciada por Inglaterra cuando las desigualdades fueron tan evidentes que atrajeron
el interés de los investigadores.

Si representamos la evolución del nivel de vida (en PPA) frente a los años desde el 1980, se
observa que se forman tres grupos según PAA. En general se observa una tendencia creciente
para todos, y, además, han tendido a hacerse cada vez más desiguales entre ellos.

En el grupo rico, la tendencia de crecimiento es clara, aunque las curvas se aplanan para
tiempos modernos, lo que nos habla de una desaceleración de la economía.

El grupo medio es altamente heterogéneo y muestra un comportamiento algo errático: la


tendencia a divergir no es evidente.

El grupo bajo muestra una mejora general del PIB/cápita, aunque con variaciones muy
grandes entre países (China vs Camerún, Senegal...).

Milanovic saca 4 conclusiones claras de todo esto:

1. Las desigualdades son claramente superiores ahora respecto al 1980.


2. Hay tanta desigualdad hoy que la mayor parte de la desigualdad global se explica por la
nacionalidad de cada individuo.
3. Si no se tiene en cuenta el tamaño de los países, la desigualdad es mayor.
4. Si se tiene en cuenta el tamaño de los países (sobre todo India y China), la desigualdad
es menor.

Un efecto que recibe mucha atención es el de la globalización y si ayuda a la convergencia de


rentas o aumenta la desigualdad. En la teoría económica clásica, a mayor globalización (es
decir, flujo libre de trabajo, capital, comercio, información y tecnología), las rentas deberían
acabar convergiendo. ¿Ha ocurrido esto? En un primer momento, a principios del siglo XX, esta
tendencia sí se cumplía; sin embargo, la segunda ola globalizadora no ha conseguido ese flujo
libre, sino que este se ha mantenido entre los países ricos, e incluso ha fluido desde los pobres
a los ricos. Para explicar este fenómeno existen dos familias de explicaciones:

1. Los países pobres tienen una estructura económica muy pobre, con escasa
tecnología.
2. Imperfecciones de mercados internacionales.

Además, para que el flujo pudiese ocurrir, los países pobres deberían desarrollar la tecnología
de forma tan rápida como los desarrollados, cosa que no ocurre porque no tienen agencias de
investigación que sí tienen los países desarrollados.

4.2. La desigualdad global.


La medida de la desigualdad a escala mundial tiene un recorrido histórico muy
reducido debido a la falta de datos fiables para su cómputo: haría falta conocer la distribución
de rentas en el mundo, lo cual es muy difícil porque existen países con muy alta población en
los que no se recogen apenas esos datos. Si se pudiera abordar el tema, las preguntas serían:
¿cómo de desigual es el mundo? ¿qué tendencia sigue?

Para la primera pregunta parece haber cierto consenso: se piensa que el índice de Gini
mundial podría estar entre un 0.63 y un 0.68, lo cual es un número muy alto si se compara con
el de otros países. Para la segunda pregunta, no obstante, no hay tanto consenso. Hasta hace
poco (finales del XX), se entendía que la desigualdad no había dejado de crecer. Este fenómeno
se explicaría por dos elementos y sus interacciones: cómo de desiguales son las rentas en los
países y cómo estos países se diferencian según su renta media. No obstante, Glenn Firebaugh
notó que dos países pobres que estaban creciendo (China e India) contenían una enorme
población, de modo que su crecimiento reducía la desigualdad mundial.

5. Pobreza, privación y exclusión social


5.1. Las definiciones de pobreza y su medición.
La pobreza suele medirse, en primera aproximación, en la cantidad de recursos
económicos. Se suele considerar pobres a las personas que no llegan a un umbral que puede
ser absoluto o relativo.

La pobreza absoluta se refiere a la incapacidad de cubrir unas necesidades básicas,


calculadas con una cesta de productos supuestamente básicos. Seebohm Rowntree creó un
menú semanal mínimo, y Orshansky también incluyó la proporción del gasto en la cesta
respecto al total en los hogares. No obstante, las estimaciones basadas en la pobreza absoluta
adolecen de varios problemas:

1. El umbral no debe ser siempre el mismo: no consume lo mismo un obrero que un


oficinista.
2. El umbral varía en el espacio y el tiempo pues necesariamente depende de los
estándares de vida de la sociedad en su momento concreto.

Entonces, ¿es imposible compara niveles de pobreza para distintos momentos y lugares? Para
eso existe el PPA (paridad de poder adquisitivo), que tiene en cuenta las variaciones de precios
a lo largo del tiempo. A pesar de esto, el análisis de la pobreza absoluta es prácticamente
inexistente en la literatura moderna porque, además, no tiene en cuenta el efecto social de la
pobreza, de modo que en realidad subestima los problemas asociados. En su lugar, los análisis
se centran en la pobreza relativa.
Los análisis de la pobreza relativa están en relación con la sociedad en la que se ubica:
el umbral no es fijo, sino que depende de los estándares de vida socialmente valorados en un
momento dado y tiene en cuenta también el riesgo de quedar excluido de las actividades
normales de dicha sociedad. Para calcular la tasa de pobreza relativa, se toman los datos de los
ingresos totales de todos los hogares, se hace la media o la mediana, y se establece como
umbral un porcentaje de dicho valor. Este porcentaje suele estar entre el 40 y el 70%. Como es
lógico, este umbral no deja de tener cierta arbitrariedad que depende de lo que el investigador
considere como razonable. La pobreza relativa no está libre de problemas, de los que podemos
describir 3:

i. La elección de los ingresos como variable económica se puede poner en duda,


pues también se pueden elegir los gastos.
ii. La elección de la unidad de análisis también es problemática, porque la
estructura del hogar es bastante variable. Se suele tomar al individuo como
unidad de análisis, teniendo en cuenta el tipo de hogar al que pertenece.
iii. La media de la distribución es muy sensible a los valores extremos, que
pueden falsear los resultados. Esto no ocurre usando la mediana, que deja por
encima y por debajo al 50% de los casos.

A lo largo y ancho del mundo, las tasas de pobreza relativa son muy heterogéneas. Son, en
general, menores en los países desarrollados, pero con grandes variaciones. Además, no existe
una correlación directa entre pobreza directa e indirecta, de modo que hay que ser muy cautos
a la hora de interpretar los resultados.

Existen también otros indicadores que sirven de apoyo: para calcular la intensidad de la
pobreza, se puede obtener la brecha de pobreza), se puede también calcular la pobreza
persistente y, sobre todo últimamente, se pueden hacen análisis de privación
multidimensional, donde se combinan indicadores materiales y no materiales para entender
más profundamente el grado de privación que sufren las personas o los hogares.

Entre los indicadores materiales suelen usarse la habitabilidad de las viviendas, la


posibilidad de elegir una dieta saludable, la zona donde se reside... en cuanto a los indicadores
no materiales, destacan la escasez o inexistencia de redes familiares, el tiempo de ocio... Estos
indicadores dependen de una sociedad a otra: depende del investigador elegir los parámetros
socialmente relevantes.

Una gran cantidad de autores han trabajado sobre la pobreza: Nolan, Whelan, Callan, Luis
Ayala, Amartya Sen... Este último inspiró la creación del índice de desarrollo humano (IDH),
que mide la pobreza del desarrollo humano en tres dimensiones -salud, educación y nivel de
vida- mediante cuatro indicadores: esperanza de vida al nacer (salud), años de escolarización
medios para personas mayores de 25 y para niños (educación) y el ingreso nacional bruto/cáp.
Para el nivel de vida. Al tener en cuenta varias dimensiones, el índice acaba siendo un buen
reflejo de la realidad nacional.

Últimamente se utilizan también enfoques subjetivos, donde se pregunta a los propios


individuos sobre su percepción en relación con su propia sociedad. Esto establece distintos
umbrales según la pregunta que se les haga.

5.2. La pobreza en las sociedades desarrolladas.


Vamos a ver ahora una comparativa de tasas de pobreza total para varios países
europeos, según grupos sociales (mujeres, edad, tipos de hogar...) y para distintos regímenes
de bienestar.

La tasa de pobreza media en la UE está en torno al 16%, con una tendencia creciente
en los últimos años, pero de forma desigual. Por otro lado, parece haber factores que
claramente afectan a la pobreza:

a) La pobreza suele ser algo superior para mujeres, aunque no lo suficiente como para
establecer una relación “ser mujer”  más riesgo de pobreza, pues existen otros
parámetros que median entre estos dos hechos (edad, nivel formativo etc).
b) La edad: las personas mayores de 65 años muestran mayor riesgo de pobreza.
c) La composición del hogar es muy importante como inhibidor o fomentador de la
pobreza: no es lo mismo un hogar monoparental con persona dependiente que vivir
con dos adultos menores de 65 años.
d) El nivel educativo: tener un nivel menor que secundaria hace aumentar la tasa de
pobreza; tener una educación muy alta protege, pero aun así muestra altos niveles.
e) El riesgo de pobreza aumenta espectacularmente cuando se reside en un hogar con
baja intensidad laboral.

En España, los indicadores son sistemáticamente peores que en el resto de los casos,
presentando además una baja presencia de los factores que protegen de la pobreza. En
España, la pobreza no tiene tanto que ver con la vejez como con la residencia en hogares
unipersonales.

Un aspecto importante es el carácter redistribuidor del Estado: en España hay una


tendencia redistributiva clara y, aunque nos parezca alto que el Estado reduzca la pobreza un
27%, es un valor bajo comparado con el resto de países de nuestro entorno. Además, parece
ser que una gran cantidad de españoles opina que el papel redistribuidor del Estado debe
aumentar.

5.3. La relación entre desigualdad y pobreza.


¿Qué relación existe entre pobreza y distribución de ingresos? ¿podemos decir que la
pobreza aumenta cuando la distribución es más desigual?

En principio, pobreza absoluta y desigualdad son independientes debido a que la


pobreza absoluta se marca con un umbral fijo. La manera entonces de reducir la pobreza sería
aumentando los ingresos de los pobres, de forma que superasen el umbral. Ahora eso sí, la
pobreza relativa y la desigualdad sí que tienen una relación clara: como el umbral es relativo a
la distribución, cualquier cambio en esta (y por tanto en la desigualdad) tendrá su incidencia en
la pobreza.

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