Aspectos Éticos de La Atención de Adolescentes y Jóvenes
Aspectos Éticos de La Atención de Adolescentes y Jóvenes
Aspectos Éticos de La Atención de Adolescentes y Jóvenes
Introducción
Por las especiales características, esta situación se hace aún más compleja cuando de
adolescentes y jóvenes se trata. Hasta hace pocos años, las ciencias sociales consideraban
que los cambios generacionales ocurrían en períodos de 20 a 30 años. Hoy, diferentes autores
parecen coincidir que éstos se producen cada quinquenio.
Esto resulta fundamental al estudiar este grupo etario. Muchas investigaciones basadas en una
rigurosa metodología al elaborar las conclusiones encuentran que la población estudiada ha
cambiado. Surge, entonces, la dificultad en encarar soluciones o estrategias apropiadas para
las distintas problemáticas de la adolescencia y juventud.
El adolescente y la adolescencia
El adolescente tiene una relación con el medio social y cultural en el cual le toca
desempeñarse, pero en su intimidad, en su transición de niño a adulto, todo lo que ocurre en su
esquema corporal, en su sexualidad, en su sociabilidad, en el uso de la libertad, es bastante
inmovible a través de la historia.
Ya en el siglo V a.C. se mencionaba que los adolescentes son irritables, cuestionadores del
orden establecido, prepotentes, tienen malos modales; son autosuficientes, tienen malas
contestaciones, etc.
¿Qué diferencia puede tener esa adolescencia con la actual?, ¿qué diferencia puede tener en
ese sentido todo lo que fue la búsqueda de la identidad de la adolescente que fuimos y el
adolescente que hoy nos encontramos?
Hay algo que es propio, individual, que está presente y que define al adolescente como tal a
través de las sociedades y las culturas.
No resulta fácil, entonces, encarar aspectos éticos en la adolescencia por cuanto se da una
interacción entre variables en permanente cambio y movilidad. En sociedades más
tradicionales y menos móviles era más simple considerar lo que el adolescente y la
adolescencia se esperaba. Esto no ocurre en el momento actual.
Sociedad posmoderna
Estamos viviendo una época considerada por diferentes autores como la Posmodernidad. Una
profusa y abundante bibliografía ilustra sobre las características de esa era.
Algunos autores la ensalzan, otros la consideran la causa de todos los males. Entrar en dicha
polémica excede esta presentación pero hay características de la posmodernidad que no
pueden ser omitidas al tratar aspectos éticos de la adolescencia y juventud.
Los filósofos de la Antigua Grecia desde distintos ángulos estudiaron la naturaleza y buscaron
las leyes que la regían. El hombre de la antigüedad iba describiendo paulatinamente los
misterios de la naturaleza y sometiéndose a sus dictados. Con el advenimiento del Cristianismo
se produce una "sacralización" que rige y marca la conducta de la sociedad. En la época
moderna, con el desarrollo de las ciencias el hombre a través del razonamiento va intentando el
dominio de la misma naturaleza. No es ya un mero espectador, sino que se convierte en un
actor principal. El nacimiento de la imprenta permite una "popularización" del conocimiento
antes solo reservado a unos pocos. De esta manera en la edad Moderna, predomina el mundo
adulto en la medida en que es quién ejercita el poder al ser poseedor de tan preciado
conocimiento.
El marco ético
De lo anteriormente expresado, surge la pregunta: ¿Cuál es el marco ético que esta cultura
acepta? ¿Cuáles son sus normas? ¿Cuáles los principios fundamentales por los que se rigen?
¿Cómo podríamos tratar científicamente los desafíos de la ética? ¿Existen leyes universales?
Ninguno de estos interrogantes posee una respuesta fácil. Etimológicamente, ética y moral del
griego y del latín, respectivamente tienen la misma raíz "costumbres".
Planteadas las dificultades que se presentan desde la sociedad, la cultura, la bioética y los
adolescentes, ¿qué principios pueden guiar y orientar a todos aquellos que desde el campo de
la salud integral desean trabajar con adolescentes y jóvenes?
Tristán Eugelhart, en su magnífico tratado sobre los fundamentos de la bioética, nos orienta
hacia principios que puedan ser considerados universales: el principio de autonomía, el de
beneficencia y el de justicia.
Estos principios, según el mismo autor, intentan convertirse en el común denominador de los
que llama "extraños morales" que serían personas de diferentes comunidades, culturas y
religiones, ambas que no tienen una ética común como, por ejemplo, la canónica (religiosa).
Los miembros de una misma comunidad serían por contraposición "amigos morales". La
moralidad de los amigos morales demuestra lo que para ellos tiene importancia pero solo
pueden imponer la aceptación de sus principios y creencias de ambas.
Principios de autonomía
El principio de autonomía es considerado por diversos autores desde distintos ángulos, pero
expresados de distintas maneras, por lo que puede reconocerse como el principio de permiso,
de libertad, etc. Es el derecho de toda persona de elegir su propio destino siempre y cuando no
afecte a otras.
Por autonomía se entiende que la persona responsable, tiene el derecho (también el deber) de
actuar por su propia determinación. Requiere la libertad necesaria para que el ser humano
responsable delibere, forme sus juicios de valor o de conciencia y, luego, decida libremente y
ejecute su decisión.
En caso de tratarse de un niño, es lógico suponer que son sus padres, tutores o encargados
quienes detentan este defecto.
Lo que no es tan claro en este principio, es la ubicación del adolescente y el joven. ¿En qué
momento se alcanza la responsabilidad? ¿Puede ser simplemente limitada por una regla o ley
que comprenda la edad cronológica? ¿Se adquiere de un día para otro como subordinación a
una fecha determinada? Diversos autores han considerado que la moral y la responsabilidad se
van desarrollando en el crecimiento humano, Kohlberg L y Giligan, consideran tres estudios del
desarrollo moral: el preconvencional (el bien y el mal en términos de sus consecuencias:
premio-castigo); el convencional de la adolescencia temprana (se mantienen las expectativas y
reglas familiares) y el posconvencional de la adolescencia tardía y de la juventud (fuerte
impulso hacia principios morales autónomos).
Mientras en algunas comunidades asistimos a una extensión del proceso del adolescente, en
otras, tal vez, ésta es inexistente.
Por ello el proceso de desarrollo en el cual el adolescente se encuentra, debe ser considerado
por el profesional que lo guíe u oriente y según afirma Silber: "Guiar no significa imponer
valores y por ello debe evitarse el rol de predicador, que suele ser contraproducente por
razones no sólo éticas, sino también prácticas. "El tema se torna más complejo en el sentido
que en la medida de que el adolescente va ganando autonomía y responsabilidad, los padres y
tutores en forma similar ven disminuir la suya. Esta situación debe ser considerada en cada
caso en particular y variará en relación con la problemática que se plantea. Implica, asimismo,
una importante consecuencia legal. La legislación de los diferentes países suele ser
consecuencia del cuerpo social y la mayoría de las veces se legisla con posterioridad a los
cambios sociales. De esta manera, nos encontramos en una sociedad posmoderna, donde la
legislación respectiva se adecua a los anteriores conceptos de la modernidad, donde la patria
potestad era un derecho absoluto de los padres, ejercido hasta la mayoría de edad de sus
hijos. Surgen, de esta situación importantes derivaciones en cuanto a la posibilidad de
confidencialidad y el secreto profesional. Un tradicional aforismo médico dice: "No hay medicina
sin confidencialidad, no hay confidencia sin confianza y no hay confianza sin secreto."
Principio de beneficencia
Los efectos positivos se logran, por lo menos, en forma tan inmediata como los negativos. Lo
anterior es evidente por sí mismo, pero la dificultada surge cuando se plantea qué efecto es
bueno y cual es malo. No existirían inconvenientes si el criterio de bien y el mal es similar para
el adolescente y el profesional, o sea, si ambos pertenecen a una comunidad de "amigos
morales" al decir de Engelhart. En el caso de la adolescencia aún entre miembros de una
misma comunidad son tan profusas y nuevas las situaciones que se producen que podría no
existir coincidencia sobre los criterios por emplear.
Principio de justicia
El principio de justicia comprende el uso racional de los recursos disponibles que permita el
ejercicio pleno del derecho a la salud, que apunta no solo a los ciudadanos necesarios con
base en la dignidad de la persona, sino a las obligaciones de una macrobioética justa de la
responsabilidad frente a la vida amenazada y los derechos de futuras generaciones.
Justiniano caracterizó la justicia como el deseo constante y perenne de entregarle a cada uno
de los que es debido. La dificultad estriba en establecer que se debe a quién y por qué. Este
principio es básico por tener en cuenta al encarar la salud pública de una comunidad y
múltiples son las interpretaciones de las que de éste se derivan.
Los adolescentes y jóvenes como grupo en sí mismo en forma independiente de otras variables
económicas, culturales y sociales ven cercenado este principio de justicia, lo que significa un
grado de distorsión presente en los diferentes sistemas sociales y políticamente aceptados. Es
difícil la posibilidad del profesional que atiende adolescentes de modificar este estado de cosas,
en la medida que exceden su accionar individual, debiendo, sin embargo, trabajar desde otros
espacios para promover una salud integral de la adolescencia. Cada uno de los principios
enunciados puede ser encarado desde diferentes ángulos, hecho de por sí complejo. Pero, la
complejidad es aún mayor cuando surgen presuntas o reales tensiones entre los principios.
Una adecuada reflexión de un hecho puede surgir una conducta basada en un principio
diferente a la que surge de una reflexión basada en otro.
Así, al término de esta presentación podríamos encontrarnos ante un relativismo que podría
convertirse paralizante de todo accionar.
La complejidad de los hechos y la difícil o, tal vez, imposible solución de los conflictos debe ser
enfrentada con respeto, responsabilidad y una gran dosis de humildad.
De tal manera, en toda decisión libre que involucre un cuestionamiento ético, estaremos
obligados a:
- Formar nuestro propio juicio moral. El hecho de no imponerlo a otros, no exime al profesional
de tener el
suyo propio.
- Actuar prudentemente
Conclusiones
Hace casi cincuenta años se firmaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional
o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición."