Prácticos I
Prácticos I
Prácticos I
A continuación presentamos dos fragmentos: el primero relata aspectos de la cosmología egipcia y el segundo
corresponde a Anaximandro de Mileto, filósofo del siglo VI a. C. Compare las explicaciones cosmológicas
de los fragmentos y relaciónelas con lo estudiado sobre el pensamiento mítico y el pensamiento científico.
“En una de las principales formas de la cosmología egipcia, la tierra era una especie de plato alargado.
El Nilo corría paralelamente a la dimensión mayor de dicha bandeja, en cuyo fondo se hallaba un lecho
de aluviones en el que se encontraba confinada la antigua civilización egipcia, mientras que sus bordes
curvados y ondulados constituían las montañas que delimitaban el mundo terrestre. Por encima de dicha
tierra- bandeja se hallaba el dios aire, que sostenía una bandeja invertida en forma de bóveda, el cielo.
Por su lado, la bandeja terrestre era sostenida por otro dios, el agua, quien a su vez reposaba sobre una
tercera bandeja que delimitaba simétricamente al universo desde abajo.” (Kuhn, Thomas, La revolución
copernicana, Buenos Aires, Hyspamérica, 1978, vol. I, pp. 28 y 29)
“Las estrellas son porciones comprimidas de aire, en forma de ruedas, rellenas de fuego, que expulsan
llamaradas por algunos de sus puntos a través de pequeños orificios […].
El sol es un círculo veintiocho veces más grande que la tierra; semeja una rueda de carro con las llantas
huecas y llenas de fuego que deja escapar a través de una abertura similar al canuto del fuelle […].
La luna es un círculo diecinueve veces más grande que la tierra, semejante a una rueda de carro con las
llantas huecas y llenas de fuego, lo mismo que el sol y situada oblicuamente igual que éste. También
posee un solo orificio semejante al canuto de un fuelle; sus eclipses dependen de las revoluciones
de la rueda.” (Anaximandro, citado por Thomas Kuhn, en La revolución copernicana, Buenos Aires,
Hyspamérica, vol. I, p. 54)
Actividad 2
Lea los siguientes fragmentos y construya un cuadro comparativo con las características de la geometría
egipcia y la griega.
Como acabamos de ver, la aritmética de los egipcios fue, en definitiva, muy rudimentaria; ¿fueron los
egipcios mejores geómetras? Ya Heródoto, y después de él Estrabón y Diodoro, admitieron que, por
la naturaleza misma del país en que vivían, los egipcios tuvieron que resolver desde remotos tiempos
problemas de geometría. Basándose en esta observación, los griegos admitían también que los egipcios
habían “inventado” la geometría y la habían enseñado a los griegos. A primera vista, esa deducción parece
justificada; en efecto, desde el Imperio Medio, y sin duda desde mucho antes, cuando los griegos no
ocupaban todavía la Hélade, los egipcios calculaban correctamente la superficie del rectángulo y, según
parece, la del triángulo, y disponían también de una buena aproximación a la superficie del círculo. Pese
a tales resultados, la geometría egipcia, como la aritmética, es, ante todo, práctica. No razona, sino que
busca por tanteos –lo cual se aprecia muy bien cuando se trata de la superficie del círculo– la solución
más satisfactoria al problema que se plantea, problema, por lo demás, muy concreto siempre. En este
sentido, los griegos tenían sin duda razón cuando suponían que la necesidad de valorar con precisión la
superficie de los campos para establecer la base impositiva “dio origen… a la invención de la Geometría,
que luego los griegos llevaron a su país” (Historias de Heródoto, II, 109).
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Superficie del triángulo
Ese origen completamente material de la geometría egipcia es también muy perceptible en el
modo como los escribas del Imperio Medio plantean sus problemas. Así, por ejemplo, leemos:
“Ejemplo del cálculo de un campo triangular. Si te dicen: Un triángulo de 10 varas de altura (meryt) y de
4 varas de base; ¿cuál es su superficie? Calcularás así:
Tomarás la mitad de 4, o sea 2, para hacer su rectángulo (o para hacerlo rectángulo). Multiplicarás 10 por
2. Es su superficie.
Operaciones: 1 400 1 1000
½ 200 2 2000
Solución: Su superficie es 2000 codos (es decir, 2 kha)=20 aradas” (Papiro Rhind, problema 51)
Es necesario, por otra parte, señalar que los escribas sabían calcular la superficie de un trapecio
(Papiro Rhind, problema 52), lo cual implica, en nuestra opinión, que eran capaces de calcular la
superficie del triángulo.
“Método para calcular un trozo de tierra circular cuyo diámetro es de 10 varas. ¿Cuál es la superficie de
la tierra?
Debes sustraer de 1 su novena parte. Queda 8; entonces tienes que multiplicar 8 ocho veces, lo cual hace
64. Mira, su superficie es 6 kha y 4 setat.
En escritura vertical: He aquí cómo se hace:
1 9
1/9 De eso: 1
Sustrae de eso, resto 8.
1 8
2 16
4 32
/8 64
Su superficie de tierra es 6 kha (escrito 60), 4 setat.” (Papiro Rhind, problema 50)
Como se ve, el procedimiento consiste en sustraer 1/9 del diámetro y en calcular la superficie de
cuadrado correspondiente. Este cálculo da para π el valor 3,1605. La figura que acompaña al problema
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muestra que también en este caso los egipcios alcanzaron el resultado por un procedimiento gráfico:
el círculo está inscrito en un cuadrado y el escriba parece haber calculado por aproximación con
ayuda de los 4 triángulos determinados por la inscripción del círculo. Se observará la precisión del
valor de π obtenido empíricamente, valor mucho más próximo a la realidad que el valor 3 empleado
por la mayoría de los pueblos de Oriente.
El calendario nos dará otro ejemplo de brillante éxito obtenido por la ciencia egipcia, por más
sumaria e imperfecta que fuera.
Medida de volúmenes
Partiendo de la geometría simple que acabamos de examinar, los egipcios pasaron al cálculo de
volúmenes, dedicándose a los que eran más útiles: pirámide, tronco de pirámide y cilindro. En efecto,
en el Imperio Medio –época en que fueron redactados los textos que poseemos– la tumba real no era
todavía un hipogeo, sino que seguía siendo una pirámide. La construcción del monumento, emprendida
desde la subida del faraón al trono, continuaba durante todo el reinado. Exigía el empleo de numerosos
trabajadores y grandes cantidades de materiales; a los escribas incumbía la tarea de calcular las medidas
de la pirámide, el volumen de ladrillos necesario, sin contar con todos los trabajos subsidiarios: vías de
acceso, medios de transporte que había que prever, etc. (…)
Este “utilitarismo” de los problemas sobre volúmenes que nos han sido conservados es también
evidente por lo que hace al cilindro –la fórmula aplicada es la de la superficie del círculo multiplicada
por la altura–; los escribas, en efecto, tenían que apreciar la capacidad de los múltiples recipientes,
cilíndricos o casi cilíndricos en su mayor parte, que se utilizaban en los almacenes.
Rasgo común de todos los problemas tratados por los egipcios, sean aritméticos o geométricos, es la
forma tan condensada de las soluciones. Una serie de cifras y operaciones: eso es todo lo que los autores
de los tratados ofrecen a sus lectores. Podemos preguntarnos cómo utilizaba esos textos el estudiante
egipcio. Es probable que no constituyeran su única fuente de conocimientos; debían ser completados,
como se hace todavía en las escuelas orientales, por las explicaciones verbales de un profesor que
hacía leer la obra por su clase. Pero ¿llegaban esas explicaciones a ser una exposición de los principios
geométricos de los cuales los problemas no fueran sino la ilustración? Hay legítimas razones para
dudarlo. Los números y cantidades dados en los enunciados de los problemas son siempre los que llevan
a las soluciones más sencillas y rápidas. Por eso se ha propuesto ver en esta extrema simplificación de los
problemas un procedimiento de enseñanza mnemónico de las matemáticas. El alumno sin duda aprendía
de memoria el enunciado y la solución; enfrentado con problemas semejantes, le bastaba cambiar las
cifras del problema “ideal” para encontrar la solución del problema real. Habría que admitir entonces
que los problemas de los tratados de matemáticas egipcios “deben ser considerados no como problemas
que contienen fórmulas, sino como fórmulas que hay que aplicar en la solución de problemas”. “ (Taton,
René, Historia general de las ciencias, tomo I, Barcelona, Ediciones Destino, 1971, pp. 46-50)
Suele afirmarse que la ciencia nació en Grecia, con Tales, Pitágoras y los físicos-filósofos del siglo v
a. C. Sin embargo, las investigaciones modernas dicen que no fueron los griegos quienes inventaron las
primeras nociones de geometría, astronomía, etcétera; las aprendieron de los egipcios y de los asirio-
babilonios, que en estos campos de investigaciones ya habían realizado descubrimientos indudablemente
muy importantes con varios siglos de anterioridad.
¿Cuál fue entonces la aportación decisiva de los griegos? ¿Qué justifica la atribución de la gloria –a
ellos asignada– de haber dado nacimiento al pensamiento científico cabal y verdadero?
Proclo, un neoplatónico del siglo v d. C., en el célebre “Resumen histórico” contenido en el prólogo a
su comentario del Libro I de Euclides escribe que –después de Tales u de otros estudiosos de matemática
contemporáneos– “Pitágoras transformó ese estudio convirtiéndolo en una enseñanza liberal que se
remontaba a los principios generales y estudiaba los problemas abstractamente y con la inteligencia
pura”. Precisamente en esta transformación, que luego sería desarrollada con tanto éxito por Platón,
Aristóteles, Euclides, etc., debe buscarse, según los historiadores modernos, la verdadera novedad que
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introdujeron los griegos. Tal transformación señaló el comienzo de la investigación científica autónoma,
pues afirmó la exigencia de un saber racional, irreducible a la simple o mera colección de experiencias
de la vida cotidiana. Si es probable –según se ha sostenido como consecuencia de investigaciones más
modernas– que también los egipcios y los asirio-babilonios disponían de algún método para probar los
resultados obtenidos por lo menos en ciertos campos, queda en pie, sin embargo, que tal método no ha
llegado hasta nosotros, y que, en todo caso, no fue capaz de garantizar la validez general de las leyes
científicas.
Tomemos como ejemplo la célebre proposición conocida comúnmente como teorema de Pitágoras:
sin duda, su validez era conocida, limitada a algunos o, mejor, a varios casos particulares (por ejemplo,
cuando las medidas de los catetos son los números 3 y 4 y la de la hipotenusa es 5), por los sacerdotes
egipcios y hasta por los chinos muy antiguos. Sin embargo parece cierto que solamente los griegos
supieron remontarse a de la comprobación de tal validez en varios casos particulares a la demostración
de la validez general del teorema. Y, lo que es más importante, sólo ellos supieron luego extraer las
consecuencias más atrevidas del reconocimiento de dicha validez hasta deducir un hecho matemático que
contradecía evidentemente no sólo la experiencia de la vida diaria, sino las teorías filosóficas entonces
más difundidas, es decir, la existencia de segmentos inconmensurables entre sí.” (Geymonat, Ludovico,
El pensamiento científico, Buenos Aires, Eudeba, 1990, pp. 7-8)
Actividad 3
¿Cuáles son los criterios que utiliza Aristóteles para ordenar y jerarquizar los conocimientos en el
siguiente fragmento de su Metafísica?
Todos los hombres, por naturaleza, desean conocer. Prueba de ello es la estima de que gozan
las sensaciones, pues, al margen de su utilidad, las estimamos por sí mismas; y, por encima de
todas, a la sensación visual. En efecto, no sólo con el fin de obrar, sino aun sin tener que efectuar
acción alguna, preferimos, por así decirlo, la vista a todo lo demás. La causa de ello reside en
que, entre todos los sentidos, ella nos proporciona más conocimientos y nos hace patente muchas
peculiaridades de las cosas.
Los animales, por naturaleza, están dotados de sensación, pero en algunos, a partir de ella, no se
constituye ulteriormente el recuerdo, en otros, sí. Por esta razón, los últimos son más avisados y
más capaces de aprender que los que carecen del poder de recordar. (…)
Mientras los animales viven con el auxilio de imágenes y recuerdos participando escasamente
de la experiencia, el género humano se vale de la técnica y del raciocinio; mas en los hombres la
experiencia nace del recuerdo. Muchos recuerdos referentes a una misma cosa dan por resultado
una experiencia. Y pareciera que la experiencia es casi semejante a la ciencia y a la técnica, empero
ciencia y técnica arriban a los hombres a partir de la experiencia. Pues, la experiencia engendró
la técnica, como dijo con razón Polo, y la inexperiencia el azar. Nace la técnica cuando, de un
cúmulo de nociones empíricas se elabora un único juicio universal válido para todos los casos
semejantes. Formular el juicio que tal medicamento curó a Calias, que se encontraba aquejado
de tal o cual enfermedad, y que lo mismo hizo con Sócrates y con otros muchos individuos, es
propio de la experiencia. Pero saber que un medicamento curó a todos los individuos de cierto tipo,
considerados como una especie determinada, aquejados de cierta enfermedad, como por ejemplo
los flemáticos o los biliosos o los afectados de fiebre alta, es cosa de la técnica.
Con relación al obrar, pareciera que experiencia y técnica en nada difieren, pues a menudo
comprobamos que los empíricos aciertan más que quienes poseen la teoría sin la experiencia.
La razón de esto reside en que la experiencia es conocimiento de lo particular, mientras que la
técnica lo es de los universales, y que el obrar y el devenir pertenecen por entero al dominio de lo
particular. (…)
Sin embargo, creemos que en general el saber y la capacidad de comprender pertenecen más
bien a la técnica que a la experiencia y reputamos más sabios a los técnicos que a los empíricos,
pues la sabiduría en todos los hombres está vinculada al saber más estricto. Y esto ocurre porque
unos conocen la causa y otros no. Los empíricos saber que una cosa es, pero ignoran el porqué; los
técnicos, en cambio conocen el porqué y la causa. Por esto pensamos que los maestros de obras son
más dignos de consideración, y son más sabios, que los obreros manuales, porque están al tanto
de las causas de lo que hacen, mientras que los otros, como ocurre con algunos seres inanimados,
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obran sin saber lo que hacen, al modo como el fuego quema. (…)
En general, el signo distintivo del sabio y del ignorante es la capacidad de enseñar, y por esto
estimamos que la técnica es en más alto grado ciencia que la experiencia, porque los técnicos
pueden enseñar y los otros no.
Además, consideramos que ninguna de las sensaciones constituye la sabiduría. Pues, por
importante que sean para el conocimiento de lo particular no nos suministran el porqué de nada.
Por ejemplo, por qué el fuego es caliente sino sólo que es caliente.
Por eso es probable que antaño el inventor de una técnica cualquiera, emancipada de las
sensaciones ordinarias, despertara admiración entre los hombres. Esto no sólo habría ocurrido
a causa de la utilidad de sus invenciones, sino por su sabiduría y superioridad sobre los demás.
Y como que fueron inventadas cada vez más técnicas, teniendo unas por mira las necesidades y
otras el agrado, los inventores de estas últimas fueron tenidos por más sabios que los primeros,
porque sus ciencias no estaban enderezadas a la utilidad. De ahí que una vez constituidas todas
las técnicas, se descubrieron las ciencias que no tienen por objeto ni el placer ni la necesidad. Se
originaron en primer lugar en los países donde los hombres gozaban de ocio. Por esta razón las
matemáticas nacieron en Egipto, porque en ese país le fue concedido el ocio a la clase sacerdotal.
Hemos establecido en la Ética la diferencia entre técnica, ciencia y las otras actividades similares.
El objetivo de nuestro tratamiento presente es que se concibe generalmente a la llamada sabiduría
como ocupada de las primeras causas y los primeros principios (…)
Y que no se trata de una ciencia productiva dan prueba las consideraciones de los primeros que
filosofaron. En efecto, mediante la admiración los hombres, tanto ahora como antes, comenzaron a
filosofar. Al comienzo se admiraron de las dificultades sencillas, después, avanzando gradualmente,
plantearon dificultades en torno de los problemas más graves, tales como los cambio de la Luna,
los del Sol y las estrellas y, finalmente, acerca del origen del universo. Ahora bien, quien se
encuentra perplejo ante una dificultad y quien se admira, reconoce su propia ignorancia (…) Así
pues, los primeros filósofos se dieron a filosofar para huir de la ignorancia, persiguieron el saber
en consideración del conocimiento y no por su utilidad. Y lo que ocurrió da testimonio de lo que
decimos, pues se comenzó a buscar ese tipo de conocimiento tan pronto se hubieron satisfecho
todas las necesidades de la vida y todo lo relativo al bienestar y el solaz. Es obvio que no buscamos
ese conocimiento en virtud de una ulterior utilidad. Y así como llamamos libre al hombre que tiene
su fin en sí mismo, y no existe para otro, así decimos que ésta es la única ciencia libre, puesto que
es la única que tiene su propio fin. (Aristóteles, Metafísica, I, 980a 21 ss.)
Actividad 4
En tercer lugar, deseo considerar un fenómeno simultáneo con los albores de los escritos médicos
en Grecia, aunque no con los albores de la medicina griega. Me refiero a la invasión de la ciencia
griega por conceptos filosóficos a priori. En mi opinión esto está íntimamente relacionado con el
tema de la mano en el arte de curar, pues esas especulaciones a priori provenían de aficionados de
la medicina que continuaban usando el cerebro pero que habían dejado de utilizar las manos. Las
hipótesis hueras que comenzaron a asediar a la ciencia médica del siglo V a.J.C., en adelante no
representan una aberración de la mentalidad individual, sino la consecuencia de una nueva clase
social: la clase ociosa. Para ellos la teoría no guarda relación alguna con la práctica. El cerebro
era independiente de la mano. (Farrington, B., La mano en el arte de curar: un estudio sobre la
medicina griega desde Hipócrates a Ramazzini, en Mano y cerebro en la Grecia Antigua, ed.
Ayuso, Madrid, 1974, p. 66)
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Actividad 5
En el siglo I d.C. los griegos no daban crédito a lo que veían sus ojos y es que en
aquellos templos donde había trabajado Herón de Alenjadría, a quien algunos llamaban
“El Mago“, resultaban ser residencia habitual de los dioses.
Las pruebas de que las divinidades escogían aquellos templos como su morada eran
claras y podía verlas cualquiera que por allí pasara. Las puertas se abrían solas y cuan-
do entrabas se escuchaba música celestial.
Una vez dentro, en uno de los altares, podías ver una esfera luminosa levitando como
por arte de magia, en otro altar podías contemplar con tus propios ojos como los dioses
danzaban a su alrededor y en otro podías realizar libaciones con ellos en persona como
compañeros.
Lo que desconocían la mayoría de la gente de aquella época es que aquello nada tenía
que ver con la divinidad ni con la magia. Aquello no era más que simple ciencia […]
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Lo que no sabía el pobre griego es que el recipiente tenía un me-
canismo en el asa con el que se puede escanciar vino o agua a
voluntad del sacerdote.
(NOTA: Este invento también tuvo un uso doméstico pues el vino
que se hacía entonces era muy fuerte y espeso y casi siempre ha-
bía que rebajarlo con agua. Con sólo este recipiente podían ser-
virse ambos)
Actividad 6:
Señale a partir de los siguientes fragmentos las principales características de la ciencia en la Edad Media.
Los primeros siglos de la era cristiana mostraron una marcada oposición a todo conocimiento
especulativo y científico asociado a todo saber pagano Las Sagradas Escrituras se constituyeron en la
fuente principal de sabiduría, prácticamente la única necesaria alos fines de la salvación. La ciencia era
un saber profano y una peligrosa distracción. Esta unión entre platonismo y cristianismo se dio en su
forma elaborada en una converso, precisamente ne San Agustín (354-430),el pensador más importante e
influyentede los siguientes seiscientos siglos.
[…]
En épocas de Agustín, la idea de una Tierra redonda había momentáneamente “desaparecido”.
Lactancio, en el siglo anterior, en contra de la existencia de las antípodas, había afirmado cosas tales
como la gente no podía caminar con los pies por encima de la cabeza o que la lluvia o la nieve no podían
caerhacia arriba; ideas notables por su sencillez y que no hubiesen podido ser fácilmente sostenidas en
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la ya lejana Grecia. […] La idea de una tierra redonda sería restaurada hacia fines del siglo IX. […]
Así como desde el siglo V al siglo XII existió un claro predominio neoplatónico, del siglo
XII al XIV la influencia más importante fue la de Aristóteles de quien hasta el siglo XII sólo
se habían conocido dos tratados de lógica. A partir del siglo XII, las obras o fragmentos de las
obras de Arquímedes, Euclides, Aristóteles y Ptolomeo entraron en la cristiandad, y el modo de
pensar aristotélico pasó a ser el modo fundamental de pensar.
Así, el siglo XIII vio la condenación de Aristóteles y luego su aceptación como el más grande
de los filósofos. […]
Aristóteles había negado la existencia del vacíoy proclamado la finitud del universo,
rechazado la existencia de los átomos y la pluralidad de los mundos. Sin embargo, la indiscutida
omnipotencia de Dios permitía especular con la posibilidad de cuerpos viajando en el vacío,
de la creación de un mundo infinito y, en general, la discusión de una enorme cantidad de
cuestiones. El escepticismo empírico de los nominalistas (que en cierto sentidonos recuerda
la actitud sofística), y la posibilidad de especular con mundos alernativos al de Aristóteles,
permitieron un desarrollo menos dogmático del conocimiento. Aristóteles, defendido y
criticado, era admirado, y las innumerables cuestiones por él planteadas fueron consideradas
centrales. Su Física, texto que abarcaba las cuestiones más importantes referidas al movimiento
y a la naturaleza de los cuerpos y único sistema que intentaba explicar todos los fenómenos de
la realidad material, fue traducido del griego al siríaco, del siríaco al árabe, del árabe al hebreo
y finalmente del hebreo al latín.
Tomás de Aquino, el mayor pensador escolástico, autor de la Suma Teológica –un compendio
de enorme extensión-, fue quien con más fuerza y efecividad intentó “adaptar”las ideas de
Aristóteles al cristianismo. […]
Fue muy común de la escolástica abordar una enorme cantidad de problemas increíblemente
alejados de todo aparente interés y aplicación. Cuestiones referidas a si adán tuvo ombligo, por
qué comió de una manzana y no deuna pera, si los ángeles tenían sexo o cuántos de ellos cabían
en la cabeza de un alfiler, dieron lugar a discusiones interminables. El propio Tomás llegó a
plantearse problemas tales como: si un caníbal y todos sus antepasados han vivido de carne
humana, de modo que todas las partes de un cuerpo pertenecen a otro y se las reclamaran sus
dueños el día de la resurrección, ¿cómo podría ser resucitado paraafrontar su propio juicio?
[…] Como institución, la Iglesia, verdadero elemento inalterable, representaba la sustentación
de un desprecio por los cambios registrados en lo mundano; en un mundo al que protegía y
que en el fondo no cambiaba ni debía cambiar. Esta síntesis caracterizó muy bien a casi toda
la Edad Media, patéticamente estática, engarzada en el feudalismo y de más de un milenio
de duración. La escolástica fue representativa de la lentitud de los tiempos medievales, y su
decadencia fue indicativa de lo costoso de los cambios que se dan en la realidad. Se aproximaba
una aceleración de los tiempos, y con ello una reforma muy abarcadora de las costumbres,
porque el mundo “exterior” al pensamiento, el mundo social, habría de cambiar rápidamente.
La escolástica, al quedar rezagada, vería cómo el conocimiento habría de huir de sus ámbitos
refiriéndose en otros. El mundo se conmovería con fuerzay una revolución en el pensamiento
estaría próxima a sobrevenir. (Levinas, Marcelo Leonardo, Las imágenes del universo, Buenos Aires,
FCE 1999, pp. 66 a 74)
NOTA 1: Herón de Alejandría no era ningún mago, fue un ingeniero griego cuya genialidad podría compararse con la del mis-
mísimo Leonardo da Vinci. Tocó una gran cantidad de ramas de la ciencia como las matemáticas, la óptica, la hidraulica… Fue el
primero en crear una máquina de vapor (aunque no le dio una utilidad práctica), el molino de viento, una bomba de incendios…
NOTA2: Todos los aparatos aquí descritos son reales. Los ritos, el sacerdote y nuestro crédulo griego son por completo invención
mía y simplemente era por intentar hacerlo más ameno.
http://historiasconhistoria.es/2008/11/13/el-templo-donde-moraban-los-dioses.php
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Capítulo II
Contexto histórico del nacimiento de la ciencia de la naturaleza
Actividades
a) Al orden de la Tierra se circunscribe un dodecaedro; la esfera que lo rodea es la de Marte. Al orbe de Marte
circunscribe un tetraedro; la esfera que lo rodea es Júpiter. Al orbe de Júpiter circunscribe un cubo; la esfera que lo
rodea es Saturno. Coloca ahora en el orbe de la Tierra un icosaedro; la esfera que le está inscripta es Venus. Coloca en
el orbe de Venus un octaedro; la esfera que le está inscripta es Mercurio. Tal es la razón del número de los planetas y
de la proporción de su orbe.
a) ........................................................................................................................................................................................
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b) .......................................................................................................................................................................................
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Actividad Nº 2 - Señale en el siguiente fragmento de la Carta de Galileo a un amigo lo que puede considerarse
comienzo de una nueva concepción acerca del conocimiento (ciencia en sentido moderno).
La razón que me mueve (...) es ver cómo se envía indiscriminadamente a los jóvenes a las universidades
para que se conviertan en médicos, filósofos etc. y cómo, de la misma manera que algunos ejercen luego
sus profesiones siendo ineptísimos, otros, que podrían ser mucho más competentes, permanecen dedicados
a las tareas familiares o a cualquier otra ocupación alejada de la literatura, estos, aunque – como diría
Ruzzante – están bien provistos de sentido común, no están capacitados para leer las obras escritas en
latín y poco a poco se acaban convenciendo de que las grandes novedades en el terreno de la lógica y de
la filosofía que dichos tratados contienen, les están para siempre vedadas. Pues bien, yo quiero que se den
cuenta de que así como la Naturaleza les ha dado – al igual que a los filósofos – ojos para ver estas obras,
también les ha dado mentes capaces de entenderlas y comprenderlas.
Necesitamos guía en los bosques y en las tierras desconocidas, pero en los lugares abiertos, tan
sólo los ciegos la necesitan (y, en cuanto a estos, mejor que se queden en su casa); quien tiene ojos en la
frente y en la mente es de ellos de quien ha de servirse de toda guía.
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Texto Nº 1
DATOS DE LA VIDA DE GALILEO GALILEI
Galileo Galilei nace en Pisa el 15 de febrero de 1564. Su padre era músico, es decir se dedicaba
a la acústica que era lo que en la época medieval se denominaba música. Pero había intentado unir la
teoría acústica con la práctica de la música, marcando el interés predominante de la sociedad con una
naciente burguesía. Cuando la familia se traslada a Florencia Galileo estudia medicina con los monjes
camaldulenses. En 1583 comienza a estudiar geometría con un matemático en forma particular y este interés
lo lleva a abandonar sus estudios universitarios. Comienza a ganarse la vida dando clases particulares de
matemática y en 1586 escribe su primer tratado científico sobre la balanza hidrostática en el cual sigue a
Arquímedes. En 1589 se le concedió la cátedra de matemáticas en la Universidad de Pisa. El estudio de las
matemáticas era considerado solamente un auxiliar de las verdaderas ciencias (filosofía y teología), Galileo
se conecta con profesores de filosofía en esta universidad y comienza a interesarse por estas cuestiones.
Pero así como tuvo quienes reconocieron la altura de sus juicios se granjeó enemigos de modo que, vencido
el contrato con esta universidad, no se lo renovaron. En 1592, con el respaldo de algunos compañeros
que lo apoyaban, es nombrado profesor en Padua. Esta universidad, que poseía renombre en cuanto a la
enseñanza de la medicina, había dependido de Venecia durante algún tiempo y se había beneficiado del
gobierno ilustrado de los Medici. Aquí se relacionó con los principales intelectuales de la época y conoció
a Bellarmino (uno de los cardenales jesuitas que condenaron a Giordano Bruno a morir en la hoguera por
haber sostenido ideas heréticas como la de infinitud del universo) En 1597 un visitante le regala la obra
de Kepler, copernicano convencido, y Galileo le expresa que él hacía años que creía firmemente en este
sistema. El sistema copernicano era juzgado una ingeniosa construcción matemática con el fin de salvar
las apariencias. Es decir, poder predecir con precisión el movimiento retrógrado de los planetas. En este
sentido los copernicanos, mientras se mantuvieran dentro de estas condiciones, no constituirían un peligro
para la concepción medieval oficial. Los trabajos que realizara en Padua tuvieron carácter más práctico que
teórico por lo que se aficionó a los experimentos reales. Galileo se sostiene complementando su sueldo con
clases particulares de arquitectura militar para extranjeros en donde incursiona en cuestiones de mecánica.
A partir de 1605 la experimentación y la medición se convierten para Galileo en el fundamento más sólido
de la ciencia. Su traslado a Florencia, en ese mismo año, con el fin de darle clases de matemática al príncipe
Cósimo de Medici determina su alejamiento provisorio de la universidad. Pero poco tiempo después y por
relaciones, consigue que se lo vuelva a nombrar catedrático en la universidad de Padua. En 1606 el Papa
Pablo V establece la interdicción de Venecia y comienzan a darse una serie de enfrentamientos entre los
venecianos y los favorables al Papa. Entre 1607 y 1608 Galileo reúne sus teoremas sobre el movimiento
y logra enunciar la ley de la caída de los cuerpos (la velocidad de caída es proporcional al cuadrado de la
distancia y no a la distancia simple). En 1609 conoce la existencia del telescopio. Este hecho va a determinar
un giro fundamental en sus investigaciones. Comienza sus investigaciones en el cielo y descubre manchas
solares, montañas en la luna etc. consideradas imperfecciones e imposibles de darse en el cielo. Comienza
así una polémica que tendrá altibajos. Pasa por un momento en que parecería que se imponían sus ideas a
momentos de ataque virulento. En 1611 Galileo marcha a Roma con el fin de convencer a los jesuitas, que
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habían mostrado interés por sus descubrimientos, de la verdad del sistema copernicano. Los astrónomos
jesuitas le homenajearon en una reunión extraordinaria y el Papa Pablo V le concedió una entrevista. Aún
no se apreciaba oposición a sus descubrimientos. Pero estos tenían una implicación copernicana, sistema al
que Galileo no consideraba mera suposición matemática sino una conjetura que podía demostrar su verdad
con los hechos. De regreso a Florencia Galileo se enredó en discusiones sobre los principios de la física
aristotélica a la cual rechazaba. En una reunión a la que fue especialmente invitado para discutir con un
profesor de filosofía fue invitado también el cardenal Bellarmino (luego Papa Urbano VIII). La clase de
pruebas que hubieran podido convencer a Bellarmino no estaban en posesión de Galileo, sin embargo el
cardenal no se opuso violentamente a sus ideas. Entre 1613 y 1616, se suceden las discusiones pero estas
empiezan a centrarse en la necesidad de separar las cuestiones filosóficas de las teológicas. Galileo empieza
a entrar en un terreno peligroso. En 1613 Galileo logra que nombren en la universidad de Pisa a un amigo
suyo Castelli, como profesor de matemática. El mismo año la Gran Duquesa cristina invita a Castelli a un
desayuno y le hace hablar del sistema que apoyaba Galileo. Inmediatamente, Castelli, le escribe a Galileo
a Florencia para informarle del incidente. Galileo redactó una larga respuesta que se conoce con el nombre
de Carta a Castelli y que significará el comienzo de su disputa con la Iglesia. En ella sostenía la necesidad
de separar las cuestiones científicas de las teológicas. En 1615 amplió esta carta en una mucho más extensa:
Carta a la Gran Duquesa Cristina de Lorena. Bellarmino, en conocimiento de que las tesis copernicanas se
habían salido de carril, parece ser que sugiere que puede seguir tratándoselas siempre que se las coloque
como meras hipótesis y no como conjeturas que deberán ser probadas. Galileo, según lo dicho en el ulterior
proceso, desconoce tales recomendaciones y en 1615, en una visita a Roma en donde sus enemigos eran
poderosos, realiza una serie de reuniones explicando las pruebas de la verdad del sistema copernicano. Este
es el motivo de la primera condena de Galileo: se le leyó la decisión del tribunal de la Inquisición sobre la
prohibición a seguir ensañando las tesis copernicanas pero el documento no posee la firma de él.
Cuando el cardenal es nombrado Papa con el nombre de Urbano VIII, Galileo ve la posibilidad de que
se derogue el edicto que lo había marginado de la vida intelectual. Pero el nuevo Papa prefiere permitirle
la publicación de nuevos libros si en ellos no se habla del movimiento de la Tierra. Entre 1624 y 1630
Galileo trabaja en su nuevo libro: Diálogo sobre los sistemas máximos. El Papa juzga que la orden ha
sido desobedecida porque en el se discuten tesis copernicanas. Es un verdadero problema histórico lograr
determinar la autenticidad de determinados documentos, es decir, qué firmó Galileo, qué se le dijo realmente
pero lo cierto es que Galileo es obligado a desdecirse y es colocado en prisión domiciliaria en donde, a
escondidas de las autoridades que lo vigilan y casi ciego, ordena su obra y escribe Los Discursos de las dos
nuevas ciencias que los entrega a un ingeniero florentino para que sean llevados a Alemania con la secreta
esperanza que encuentre un editor. Costó mucho encontrarlo porque los jesuitas estaban advertidos en toda
Europa. Por fin, y después de mucha búsqueda se consigue encontrar un editor. Cuando se publican los
Diálogos, Galileo ya está ciego y por gracias a ciertas gestiones se le permite ir a vivir con su hijo en Arcetri
donde muere el 9 de enero de 1642.
Texto Nº 2
EL JURAMENTO DE GALILEO
Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto Vincenzio Galilei de Florencia, de 70 años de edad, constituido
personalmente en juicio, arrodillándome ante los eminentísimos y reverendísimos cardenales Inquisidores
Generales contra la depravación herética en toda la Cristiandad, teniendo ante mis ojos y tocando con mis
manos los Santos Evangelios, juro que he creído siempre, creo ahora y con la ayuda de Dios creeré en el
porvenir todo cuanto sostiene, predica y enseña la Santa y Apostólica Iglesia. Pero como, después de haber
sido judicialmente requerido por mandato del Santo Oficio a abandonar completamente la falsa opinión de
que el sol es el centro del mundo y que no se mueve y que la tierra no es el centro del mundo y se mueve,
y a no sostener, defender o enseñar esta falsa doctrina de ningún modo, ya sea oralmente o por escrito;
y después de habérseme notificado que esta doctrina era contraria a las Sagradas Escrituras, escribí y
publiqué un libro en donde trato de esta doctrina ya condenada y aduzco razones muy eficaces en su favor,
sin que muestre en modo alguno rechazo de la misma, he sido juzgado por todo ello como vehementemente
sospechoso de herejía, a saber, de haber sostenido y creído que el sol es el centro del mundo y está inmóvil
y que la tierra no es el centro y se mueve.
Por tanto, deseando quitar de la mente de sus eminencias y de todo fiel cristiano esta vehemente sospecha,
justamente concebida contra mí, con corazón sincero y fe no fingida abjuro, maldigo y detesto los errores
y herejías ahora mencionados, y en general todos y cada uno de los errores, herejías y sectas contrarias a
15
la Santa Iglesia. Y juro que en el futuro no diré nunca más ni afirmaré, oralmente o por escrito, nada que
pudiera ser causa de una sospecha semejante contra mí. Al contrario, si llegara a saber de algún hereje o de
alguien sospechoso de herejía, lo denunciaré a este Santo Oficio, o al Inquisidor, o al Ordinario del lugar
donde me hallare.
Juro, además, y prometo cumplir y observar por entero todas las penitencias que me han sido o me serán
impuestas por este Santo Oficio; y si dejara de guardar alguna de estas promesas y juramentos, lo que Dios
no permita, me someto a todas las penas y castigos impuestos y promulgados por los sagrados cánones y
otras leyes generales y particulares contra semejantes delincuentes. Así me ayude Dios y estos sus santos
Evangelios, que toco con mis manos.
Yo, el supraescrito Galileo Galilei, he abjurado, jurado, prometido y obligado tal como consta arriba. Y en
testimonio de la verdad he signado de mi propia mano el presente documento de abjuración y lo he leído
palabra a palabra en Roma, en el convento de Minerva, este 22 de junio de 1633.
Yo, Galileo Galilei, he abjurado como consta arriba, por mi propia mano.
1
cfr. Guthrie, W.K.C. (1964,29). Parte de lo relacionado con la ciencia griega está inspirado en esta obra.
2
Los desarrollos ulteriores de la investigación experimental modificaron la visión que acabamos de
mencionar. El hecho mismo de que la matemática comenzara a sugerir nuevos métodos (por ejemplo el
desarrollo del análisis infinitesimal) y que estos métodos se revelaran extraordinariamente fecundos surgió
la idea de interpretar el lenguaje matemático como auxiliar útil en el estudio de la naturaleza. Es decir,
nace el concepto de matemática aplicada. Por otro lado el físico sabe que no hay garantías a priori en la
aplicación de una u otra teoría matemática a la realidad física, lo que lo hace estar siempre dispuesto a
intentar la aplicación de otra teoría.
Texto Nº 3
CRITICA DE LA MODERNIDAD
Alain Touraine
Saque las ideas principales del siguiente fragmento
La idea de modernidad reemplaza, en el centro de la sociedad, a Dios por la ciencia y, en el mejor de los
casos, deja las creencias religiosas para el seno de la vida privada. No basta con que estén presentes las
aplicaciones tecnológicas de la ciencia para poder hablar de sociedad moderna. Es necesario, además, que
la actividad intelectual se encuentre protegida de las propagandas políticas o de las creencias religiosas
( ... ) que vida pública y vida privada estén separadas. La idea de modernidad está, pues, asociada a la
racionalización en la cual la razón rige no sólo la actividad científica y técnica sino también el gobierno
de los hombres y la administración de las cosas, la modernidad ha hecho de la racionalización el único
principio de organización de la vida personal y colectiva al asociarlo al tema de la secularización, es decir
prescindiendo de toda definición de fines últimos.
La ideología occidental de la modernidad reemplazó la idea de sujeto y la idea de Dios – a la que aquella
se hallaba unida – de la misma manera en que fueron reemplazadas las meditaciones sobre el alma por
la disección de los cadáveres o el estudio de la sinápsis del cerebro. Ni la sociedad ni la vida individual,
sostienen los modernistas, eran sometidas a la voluntad de un ser superior a la que habría que obedecer o en
la cual se podría influir mediante la magia. El hombre sólo están sometido a las leyes naturales.
Pertenecen a la naturaleza todas las verdades susceptibles de una fundamentación puramente inmanente,
que no exigen ninguna revelación trascendente que son por sí mismas ciertas y evidentes. Esas son las
verdades que se buscan no sólo en el mundo físico sino también en el mundo intelectual y moral. Pues son
esas verdades las que hacen de ese mundo un solo mundo, un cosmos basado en sí mismo, que poseen en
sí mismo su propio centro de gravedad.
Si esta referencia a la naturaleza tiene sobre todo una función crítica y antirreligiosa, se debe a que se
trata de dar al bien y al mal un fundamento que no sea ni religioso ni psicológico, sino que sea solamente
social. La idea de que la sociedad es fuente de valores, de que es el bien es lo que es útil a la sociedad
y el mal es lo que perjudica su integración y su eficacia, es un elemento esencial de la ideología clásica
de la modernidad. Para no someterse ya a la ley del Padre, es menester reemplazarla por el interés de los
hermanos y someter al individuo al interés de la colectividad ( ... )
La formación de un nuevo pensamiento político y social es el complemento indispensable de la idea clásica
16
de modernidad asociada a la secularización. La sociedad reemplaza a Dios como principio del juicio moral
y llega a ser, mucho más que un objeto de estudio, un principio de explicación y de evaluación de la
conducta humana.
Esta ideología dominó también la esfera económica, en la que tomó la forma de capitalismo. El modelo
capitalista de modernización se define por un tipo de actor dirigente: el capitalista.
Texto Nº 4
EL CONTEXTO CULTURAL DE LA CIENCIA
Pierre Thuillier
Formado en letras clásicas y filosofía, Pierre Thuiller ejerce una intensa actividad docente y editorial es editor
de La Recherche, como revista francesa de divulgación científica, y enseña de quiste no lo gira de historia de la
ciencia en la Universidad de París VII. Ha escrito una decena de libros, entre los cuales destacan Le petit Savan
Ilustre (1980), Les biologistesvont-il prendre le povoir (198 1) L´aventure industrielle et ses mythes (1982) Les
savoirs ventriloques (1983) y D Árquimedeà Einstein (1988) Thuillier estuvo recientemente en Río de Janeiro,
participando de un seminario conmemorativo de los 350 años de la publicación de los Diálogos acerca de dos
nuevas ciencias, de Galileo Galilei, que contó además con la intervención de especialistas tales como Stillman
Drake y Ludovico Geymonat. Al concluir el seminario, Thuillier concedió a la revista brasileña Ciéncia Hoje la
entevista que se trascribe a continuación. Dotado de un estilo polémico muy característico, Thuillier aborda aquí
cuestiones referidas al significado de la obra de Galileo, del nacimiento de la ciecnia moderna, de la divulgación
científica, de los riesgos de la tecnocracia y de los problemas de naturaleza ética que involucran a la ciencia
contemporánea.
Entrevista realizada por PauloCésar Abrantes (Departamento de Filosofía, Universidad de Brasilia), Ildeu de Castro
Moreira (Instituto de física, Universidad Federal de Río de Janeiro, editor de Ciéncia Hoje) y Alicia Ivanissevich
(Ciéncia Hoje)
¡Cuáles son , a su modo de ver, las conclusiones más importantes del seminario sobre Galileo?
Cada uno tiene sus obsesiones. La mía es la significación. Soy un filósofo, un humanista, y no lo oculto. Pero
reconozco a los científicos y trabajo diariamente con ellos en La Recherche. No me opongo a la ciencia,
lo cual sería una tontería. Mi obsesión es cuál es su lugar y su significado en una sociedad moderna, en
particular en una tecnocracia como la francesa, donde los que ejercen el poder la invocan constantemente,
desde este punto de vista, lo que me llamó la atención en el seminario es que reflejó la oposición entre
dos concepciones principales de la historia de la ciencia. Yo preguntaría ¿con qué objeto fue organizado
el seminario? ¿Profundizar el conocimiento científico de la historia de Galileo? ¿Reunir especialistas para
examinar pequeños problemas técnicos formulados por él? ¿Reunir historiadores especializados? ¿O se
trataba fundamentalmente de llevar estudiantes, profesores e investigadores a reflexionar sobre el problema
de la ciencia general, tomando a Galileo como un caso interesante por cuanto él inaugura el comienzo de
la ciencia moderna? Mi respuesta depende de la suya: ¿cuál fue, en su opinión el objetivo del seminario?
Pienso que se trataron de lograr los dos objetivos, porque existe el interés de la institución por el punto de
vista científico y también por una reflexión crítica sobre la obra de Galileo.
En principio, estoy de acuerdo en que la historia de la ciencia y la reflexión crítica están estrechamente
vinculadas, si concebimos a la primera de un modo amplio. A pesar de ello, creo que la historia en el sentido
estricto -- la historia técnica, que analiza los problemas técnicos formulados por Galileo -- está mucho más
difundida. La historia de la ciencia también puede ser manipulada de manera tecnocrática, limitándola a
problemas técnicos.
Admito con sinceridad que es necesario saber quién era Galileo en el sentido técnico y epistemológico.
¿Era o no platónico? ¿Cuál fue el papel de la experimentación en su obra? Estos son problemas técnicos,
de la epistemología de historia. Pero hay una manera de considerar exclusivamente sus problemas técnicos
que, a mi modo de ver, acaba por hacer desaparecer muchos elementos indispensables para la comprensión
de Galileo, ya sea desde el punto de vista histórico o social. Cuando se considera ésas cuestiones, se enfrenta
en buena medida el problema epistemológico en si mismo, no de un modo estrecho, y la epistemología
nunca es separable de los social: la forma en que se analiza a Galileo desde el punto de vista epistemológico
e histórico remite a una concepción general de la sociedad y de la ciencia. Los participantes del seminario
era muy competentes, muchos habrán leído todos los textos de Galileo, pero hay una forma de concebir su
trabajo que llamamos “ aséptica “: a cada cosa que se dice se cita un pasaje de Galileo, de modo que ya no
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se tiene la persona sino sólo al texto de Galileo. Éstos estudiosos son frecuentemente muy sólidos; cada vez
que se pronuncia una frase más general sobre Galileo ellos dicen: “ bien, muéstrenos el texto... “¡y muchas
veces es difícil! Esa trampa está en el propio interior de la historia de la ciencia. Los “ internalistas “, los
que hacen la historia de la ciencia de manera “pura”, acusan a los historiadores, que buscan una visión más
amplia, de no ser lo bastante serios. La paradoja es que, en el seminario de Rio, se puso el énfasis en una
historia muy seria (hasta allí todo bien) pero asentada sobre una filosofía de la ciencia muy estrecha, que no
permitía ver los problemas subyacentes, que deben ser evaluados, como del significado de la filosofía y el
método de Galileo.
La tendencia de la tecnocracia es transferir a los “comités especialistas” problemas que son de todos los
ciudadanos: los trasportes, la salud, la enseñanza.
Mi tesis, en dos palabras, es que Galileo surgió en un momento en que la sociedad europea había
evolucionado. Ya se habían formado allí muchos ingenieros, banqueros, empresarios. Una sociedad que,
como lo muestran los historiadores de la historia general, se había vuelto realista, racionalista, en el sentido
burgués del término. La historia muestra que a partir del siglo XVIII, y sobre todo los siglos XIV y XV,
Europa, que era agrícola, se volvió cada vez más urbana e ingreso en el capitalismo comercial. El poder ya
no se restringía a los señores y al clero, surgió una nueva clase de gente que debía ser tenida en cuenta, que
quería actuar sobre la naturaleza, que confiaba en el hombre y veía al mundo de una forma nueva.
Hasta los siglos XI o XII, el cristianismo dominaba una Europa agrícola, y el gran objetivo de la vida era la
salvación del alma. Esta era una de las razones por las cuales no se hacía mucha ciencia: ¡cuando la meta
de la vida es ir al paraíso no hay por qué estudiar mecánica cuántica! A partir de los siglos XII y XIII, con
la sociedad de los ingenieros, con el formidable progreso de la técnica en la Edad Media, con el desarrollo
de las ciudades, Europa cambio de mentalidad, de modo de producción, e intereses, y vio aparecer nuevos
personajes. Los rasgos característicos de la ciencia moderna son los rasgos característicos de la sociedad de
la época en que surgió. La ciencia se volvió experimental porque los “prácticos” adquirieron un lugar más
importante. Se cita siempre a Leonardo, pero los artistas¬ingenieros eran muchos. Apareció entonces toda
una serie e “prácticos”. A partir del siglo XVI surgieron al lado de las universidades -- donde la enseñanza,
incluso de la matemática, era teórica, abstracta -- las “escuela de cálculo” para comerciantes, donde se
aprendía a medir el volumen de un barril, a usar trigonometría elemental para medir alturas. Hubo libros
destinados a comerciantes, que se difundieron rápidamente, bastante antes de Galileo.
A partir de los siglos XIV y XV, surgieron también los banqueros. Los bancos de Italia tenían grandes
saldos en países distantes. Este hecho es esencial hasta para comprender la aparición de los números
negativos. Lo importante no es saber quién los inventó sino que los banqueros tenían columnas para
anotar las pérdidas y las ganancias, hacían cálculos y tenían que computar lo que ocurría en las sucursales
extranjeras, adquiriendo así el hábito del cálculo abstracto. En la Edad Media el número no significaba gran
cosa. Se decía que en una batalla habían intervenido 100.000 hombres, cuando podían haber sido 40.000.
Durante el Renacimiento surgió la primera estadística, creo que en el siglo XV: todos los días se contaban
cuánto bueyes, vacas y cerdos entraban en la ciudad de Florencia. Es el comienzo del mundo moderno, de
las cifras cuantitativas.
Veo a Galileo como la coronación del desarrollo de una nueva sociedad. Entre el fin de la Edad Media y
el comienzo del Renacimiento surgió una sociedad que confiaba en el hombre y en su poder de actuar sobre
la naturaleza. Como siempre, se encontraron justificaciones teológicas: se descubrió en la Biblia que Dios
siempre había querido que el hombre dominase la naturaleza. Se puso el énfasis en los aspectos racionales
de la Biblia. Un pasaje del libro “Libro de la Sabiduría”dice, por ejemplo, que Dios hizo todo según el
número, el peso y la medida. Comenzó a decirse que la naturaleza es matemática, racional. Galileo llegó,
por lo tanto en una época en que se creía que el hombre era capaz de actuar. La ciencia moderna, en lugar
de contemplar la naturaleza, intenta ser eficaz yo diría (caricaturizando un poco) que la ciencia moderna es
la unión del cerebro con las manos, la unión de la teoría con la práctica. Es el fruto de una sociedad donde
los “prácticos” tomaron el poder.
En la Edad Media se despreciaban las artes mecánicas. Los dirigentes de la sociedad occidental -- los
señores, los sacerdotes -- no trabajaban, y aunque realizaran actividades, éstas no eran trabajo en el sentido
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de trabajo-castigo. Sólo trabajaban las clases baj as. El hombre libre de Grecia o de la Edad Media no
trabaj aba. Fue burgués, el empresario, quién rehabilitó el trabajo. El burgués de Florencia renacentista
iba por las mañanas a su empresa, hacía cuentas, trabajaba. Galileo vivía precisamente en una región muy
comercial, con muchas industrias, no lejos de Venecia, el famoso Arsenal que es elogiado en el comienzo de
los Diálogos acerca de las dos nuevas ciencias y que es un símbolo por muchas razones. Era una empresa
que tenía entre 1000 y 1500 operarios que trabajaban en minas y muchas fábricas textiles provistas de gran
cantidad de máquinas. La llegada de Galileo a Venecia tiene una profunda significación histórica: él encarna
la necesidad de un nuevo saber. No se puede decir que se trata de un conocimiento meramente utilitario.
No se debe decir, como lo hacen ciertos marxistas -- y destaco el término “ciertos” -- que la ciencia nació
con el solo fin de servir a los empresarios para dar mayor rendimiento a las fábricas y aumentar el lucro.
No se trataba simplemente de ganar dinero. Era también una cuestión cultural. El burgués, que era eficaz,
necesitaba nuevo sistema del mundo, distinto al de la religión. El sólo creía en la prueba de la eficacia y ya
no podía satisfacerse con milagros. Cuando se piensa de una manera nueva surge la necesidad de una nueva
concepción del mundo. Esa racionalidad la vemos en Galileo y en su aflicción por el experimento y por la
aplicación de la matemática.
Para hacer una ciencia del movimiento es preciso que se haya comenzado a medir el espacio y el
tiempo. A nosotros esto nos parece simple, pero para que esa ciencia se haya hecho socialmente posible, fue
necesario un trabajo práctico de dos o tres siglos en que los ingenieros y los comerciantes, con balanzas...
¡se habla siempre de la balanza de Galileo, pero la balanza fue antes que nada un instrumento del comercio!
Nicolás de Cusa un teólogo, un místico del siglo XV, hace un elogio de la balanza y afirma que Dios es
un banquero. En la Edad Media nadie hubiera podido emplear ésa imagen. Pero Nicolás de Cusa hace un
elogio de la medida y dice: “ Dios lo mide todo... “
Galileo solo pudo hacer su ciencia valiéndose de un nuevo concepto de tiempo y de espacio, de una
nueva concepción de la racionalidad de la naturaleza, de una confianza basada en la experimentación. Vivía
en una sociedad que había elaborado una noción de tiempo mecánico, con el reloj, y que poseía una nueva
concepción del espacio a la cual habían contribuido en buena medida los pintores renacentistas, con sus
estudios sobre perspectiva. La genialidad de Galileo no radicó en ser único, en ser una excepción, sino en
haber expresado una época. No porque ello estuviese determinado: él fue lo que fue porque supo utilizar
todos los elementos de la época para reafirmar esa concepción de un mundo nuevo, para ser una ciencia
eficaz, racional, matemática, mecanicista.
Mientras que la ciencia antigua era biologicista, la ciencia moderna es mecanicista, supone que la
naturaleza es como una máquina. Y máquina, por definición, es lo que se puede comprender. Ella es racional
y, si uno es inteligente, puede descubrir su mecanismo. Éste fue un postulado formidable, un desafío. Decir
“la naturaleza es como una máquina y voy a desarmarla con mi destornillador” ya es filosofía. Pero para
llegar a eso fueron necesarios siglos de trabajo de ingenieros y de “prácticos”. Yo diría que hubo muchos
otros “Galileos”, casi tan grandes como él, tanto antes como después. Por lo tanto, si vemos solamente a
Galileo -- aún con la mayor seriedad -- dejando de lado a la sociedad, a los otros, si consideramos solo
sus textos, donde leemos lo que él pensó sobre los fenómenos... ¡perdemos mucho! Los historiadores que
trabajan así son profesionales, pero cuando vengo a Río de Janeiro, a una escuela de ingeniería, y veo que
sólo se discuten esos problemas, me pregunto: ¿será que no hay interés en ensanchar la visión?
La concepción de la historia que tiene un historiador supone una previa concepción de la ciencia. ¿Cuál
es su concepción filosófica con relación a la ciencia?
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actividad científica no sólo de lo que está en los libros. La ciencia es una actividad que compromete a
los hombres. Existe el financiamiento de los laboratorios, de las universidades, hay una historia política
detrás... Todo eso interesa a la historia de la ciencia. La visión técnica de la historia de la ciencia resulta un
abordaje idealista, intelectualista, exclusivamente interesado en sus resultados.
Pero hasta cierto punto hay una comprensión de la historia de la ciencia que no exige un conocimiento
de las relaciones sociales...
Dije expresamente que estaba de acuerdo con ello al hablar de los historiadores profesionales muy
serios. No estoy en contra de una historia “ internalista “, pero la consideró insuficiente. Un historiador “
internalista “ al encontrar en un texto referencias a Platón, busca en su biblioteca el estante “Platón”. Esto es
insuficiente, porque el significado puede ser el hecho de que Galileo, aún sin ser platónico, aludía a Platón
para justificar su elección ante distintas alternativas. Podría ser una utilización no filosófica o científica,
sino ideológica, de propaganda. Otro ejemplo: ¿por qué Galileo comenzó su mayor libro de ciencia con
un elogio del arsenal de Venecia? El historiador “ internalista” no se ocupa de ello. Tiende a “purificar” la
obra, conservando sólo lo que es “científico”. Tiende a hacer de la ciencia una religión, busca la purificación
del saber científico. En un pasaje sobre Miguel Angel, Galileo dice, en síntesis, lo siguiente: “yo, como
científico, interpretó la naturaleza, en cierto modo, con un pintor”. Como el pintor, el científico es alguien
que busca y elige ciertos rasgos de la naturaleza para organizarlos de modo coherente. Los “internalistas”
tienden a ignorar este género de producto cultural. Pero afirmó que no es posible, incluso en los Diálogos,
extraer lo que es ciencia “pura” y dejar el resto.
¿Cuáles son sus ideas sobre las relaciones entre ciencia y técnica?
Entre los antiguos el saber residía básicamente en las bibliotecas. Con la ciencia moderna y experimental,
la ligazón con la práctica se tornó completa y ahí muchos sectores en los que la interacción entre ciencia y
técnica es muy profunda. Frecuentemente, no está en la ciencia el origen de la técnica, sino todo lo contrario.
Hay estudios que muestran que Inglaterra fue tan fructífera en ciencias en el siglo XIX precisamente porque
en el plano social había una intensa comunicación entre ambas. Era una época en que los contramaestres
discutían con los equivalentes a nuestros actuales “premios Nobel”. La interacción entre la ciencia y la
técnica no era abstracta, sino que ocurría a nivel de los individuos, de la investigación.
Es preciso percibir que, frecuentemente, el problema de la relación entre ciencia y técnica es falseado
--porque en todas las sociedades más o menos industrializadas-- insistimos en colocar a la ciencia por
encima de todo. Como diría Augusto Comte, la ciencia pasa a ser el poder espiritual... En una sociedad
moderna, laica e industrial, la ciencia se convierte en una instancia espiritual de personas que detentan el
saber. Esto hace que se considera a la técnica una mera aplicación de la ciencia, como alguien reafirmó en
una de las mesas del seminario. Bueno, esto es incorrecto. La máquina de vapor, por ejemplo, no resultó de
la aplicación de una teoría.
Al desvalorizar a la técnica frente a la ciencia, no consideramos por ejemplo, a los ingenieros como
científicos, y ellos mismos tienen al respecto un sentimiento de inferioridad. Detrás de esto hay una ideología,
en un sentido muy preciso: en la sociedad moderna, la ciencia es valorada como una instancia absoluta,
exactamente como Dios es visto por la Iglesia. Así como los sacerdotes que quemaban herejes durante
la Inquisición decían “no soy yo es Dios quien lo quiere”, así nuestros tecnócratas, al tomar decisiones,
dicen que no son ellos los responsables, sino la ciencia. El mayor problema no es la relación entre ciencia
y técnica, sino la jerarquización que hace de la primera una instancia suprema. Y ella desempeña un papel
no sólo en la producción, sino también en la enseñanza, en la cultura y hasta en la ética. La eficacia de la
ciencia (el hecho de que la heladera hiele, el avión vuelve) permite a cierto número de personas imponer
determinada visión del mundo que justifica el poder que ellas detentan en la tecnocracia, en la cultura,
en escuela. Muchos niños ignoran cosas importantes de historia o de la cultura pero a todos se les enseña
a venerar a la ciencia. Lo que está detrás de esto no es simplemente la relación ciencia/técnica, sino la
relación ciencia/cultura, ciencia/poder. Esto es válido también en el campo de la moral. Hoy hay quienes
acuden a la ciencia para saber si su sexualidad es buena o mala, si su agresividad o su religiosidad son
adecuadas. La ciencia se vuelve una instancia privilegiada.
Las responsabilidades de los científicos no son diferentes de las de otras personas. Tal vez precisamente
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porque los valoramos en demasía, tendemos a sobrevalorar sus responsabilidades. Pero el científico que
hace bombas para el ejército no difiere de un proveedor de botas o de un fabricante de tanques. Está
claro que la práctica debido sobre todo a la notoriedad del científico, la cuestión de su responsabilidad
emerge con mayor frecuencia. Pero, de hecho esta responsabilidad es de todos. En el caso de la bomba
atómica, los científicos fueron responsables, pero todos nosotros también, no se trata simplemente de exigir
responsabilidades a los científicos: hay que reivindicar para el conjunto de la sociedad la posibilidad de
ejercer un control democrático sobre la ciencia. Así como se tiene una política social, se debe tener una
política en el campo del conocimiento. No se trata de defender la posibilidad que tiene un científico de
hablar en su calidad de ciudadano, sino laicizar la ciencia y no atribuirle una vida aparte.
Pero ¿no existirían grados diferentes de responsabilidad? Fermi y Oppenheimer, por ejemplo, como
consecuencia de las posiciones que ocupaban, con los conocimientos e informaciones que poseían, ¿no
tendrían un grado mayor de responsabilidad?
Estoy de acuerdo. El científico tiene tal vez un papel particular al decir “esto puede ser hecho” o “el dinero
debe ser aplicado en aquello”. Su pericia es necesaria. Durante un cierto período estuve relacionado con
la alta administración de la ciencia en Francia y vi actuar a las personas, por ejemplo cuando se discutía
la construcción de un acelerador de partículas. Los científicos adquirieron algún poder político. Algunos
decían: “ tienen que darme 10 mil millones de francos, es muy importante que yo construya esa máquina...“.
Los científicos tienen responsabilidades porque poseen información, el dossier, pero no les corresponde
decidir más allá de ello; además, lo que puede ser dicho sobre la ciencia también puede ser dicho para
cualquier otro sector. En muchas otras áreas, evidentemente, los que saben son los especialistas, pero
cuando llega la hora de decidir, la cosa cambia. No corresponde a los especialistas ir más allá del dossier,
cuya información debe estar disponible de modo tal que la decisión final -- en suma, la bomba atómica --
pertenece a todos.
¿Cuál es su opinión sobre la creciente importancia que está adquiriendo la biología y sobre los riesgos
que entrañan sus aplicaciones?
De la física llegamos a la biología. Me pregunto qué ocurrirá en los próximos siglos, cuando sociólogos
y psicólogos lleguen, tal vez, a desarrollar técnicas tan eficaces y precisas como la de los físicos y los
biólogos. Es siempre el problema de la relación entre la ciencia y la técnica. Desde Galileo, físicos y
químicos unían ciencia y técnica, las escuelas de ingenieros formaban físicos y químicos. En cambio la
biología era, hasta hace poco, una ciencia natural, con sus cazadores de mariposas y sus clasificadores.
Hoy, ligada a la física y a la química, se volvió operativa. Se produj o una especie de revolución con el
advenimiento de una ingeniería genética y una ingeniería biológica, que no existían. Simplificando, puede
decirse que la biología presenta dos frentes principales: las técnicas de reproducción (la genética con todas
sus aplicaciones), y la nueva fisiología, originada en el estudio del cerebro, un dominio muy sensible en lo
que se refiere a las posibilidades de manipulación de individuos. De las conexiones de la biología con la
física y la química surgieron la biofísica, la bioquímica, la biología molecular y la biología adquirió una
posición de fuerza. La ingeniería biológica y la biotecnología se volvieron muy importantes, originando
cuestiones de naturaleza ética.
Sólo mencionaré un caso. En Francia se creó un comité nacional de ética cuya función debía hacer
reglamentar la investigación definiendo hasta qué punto los biólogos tienen derecho a experimentar con
seres humanos. Poco a poco, de una manera a mi modo de ver ilegal pero que el Consejo de Estado acepta,
ese comité adquirió una especie de competencia casi universal en materia de moral, biología y ética en un
sentido amplio pasó a tratar cuestiones de principio que no se referían directamente la investigación. Por
ejemplo: ¿es normal o no la existencia de los “vientres de alquiler”? Y cosas por el estilo. Bueno, pero estas
son cuestiones sobre las cuales todas las personas son competentes. Tropezamos de nuevo aquí con aquello
de lo que hablábamos antes: ciertamente son los médicos y los biólogos lo que conocen el dossier técnico,
pero esto no les da el derecho de decidir sobre lo que debe hacerse. Y justamente por ser muy competentes
en cosas que pueden ser bastante peligrosas, es que los científicos deben ser controlados. Lo mismo debe
ocurrir con los militares. Ellos pueden ser muy competentes para hacer la guerra, saber cuáles son las
fuerzas con que cuenta un país en un determinado momento, evaluar si pueden atacar, si logran defender.
Pero la decisión de hacer o no la guerra debe corresponder a todo el país. La tendencia de la tecnocracia
es transferir a “especialistas”, técnicos o científicos, problemas que son de los ciudadanos: la organización
de los transportes, de la medicina, la concepción de la enseñanza. Elecciones políticas son transformadas
en cuestiones a ser decididas por comités de especialistas. No digo que los tecnócratas sean malos ni que
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tomen siempre decisiones erradas. Digo que es malo el sistema que les da ese poder.
El verdadero saber es aquel que las personas son capaces de dominar, no sólo de contemplar. ¿Es
realmente posible la divulgación científica?
Usted tiene trabajos recientes sobre la cuestión del fraude en la actividad científica. Háblenos un poco de
ello.
El verdadero problema es distinguir el fraude verdadero del falso. Actualmente en los Estados Unidos
aparecen cada vez más fraudes. En ciertos casos es preocupante. He escrito artículos para La Recherche
sobre el tema. Se han descubiertos centenares de prácticas dudosas realizadas por médicos, ciertamente
fraudulentas en el sentido de que se basaban en experiencias que no habían sido realizadas en absoluto. Esto
trae a cuento el problema de los “filtros”. ¿Cómo pudieron esas personas hacer bellas carreras universitarias
y publicar artículos importantes en revistas internacionales sin que nadie percibiese nada? Esto es interesante
y aporta un argumento más en contra del “internalismo”. Las revistas reciben artículos y los someten a
revisores especializados. Es fácil demostrar que el funcionamiento epistemológico de esos especialistas
está muy condicionado sociológicamente. Si uno está ligado a un instituto o universidad renombrados, su
texto será aceptado: si es profesor de una universidad sin importancia, el mismo será rechazado.
En los Estados Unidos estas cuestiones han sido debatidas y estudiadas. Hace poco tiempo, por ejemplo,
se hizo una experiencia en una revista especializada en psicología. Se tomaron cerca de 13 artículos ya
publicados y considerados de buena calidad; a continuación, se modificó apenas la primera línea de cada
uno y se solicitó una nueva publicación con autoría atribuida a oscuros profesores de facultades menores.
Sólo un caso fue identificado como fraude. ¡Todos los otros artículos fueron rechazados por la misma revista
en la que ya habían sido publicados! No hay justificación teórica para una cosa así. En una investigación
realizada en los Estados Unidos, entre 60 y 80 investigadores fueron consultados sobre lo que pensaban de
esa práctica y, en general, respondieron que la hallaban “normal”. “Recusar a un desconocido es normal
-- dice una ganadora del premio Nobel -- porque la ciencia es una cuestión de confianza: si yo lo conozco
a usted y lo considero honesto, y usted dice que realizó tal experiencia, yo le creo; pero si vive lejos y me
escribe sobre la cuestión, y yo no lo conozco, rechazo el artículo”. Los otros pensaban más o menos lo
mismo.
Otro tipo de fraude destaca los riesgos del “internalismo”. Sabemos que, en un sentido amplio, la
biología molecular está ligada cada vez más con la industria. Pues bien, en los Estados Unidos, hubo un
escándalo precisamente en ese campo. El hecho es que los artículos muchas veces son sometidos a revisores
que a su vez son empleados de una industria competitiva... ¡Y un consultor robó las ideas del artículo que
le fue dado a examinar!
Un aspecto todavía más interesante es que hay fraudes característicos y otros menos evidentes en
Estados Unidos un investigador alegó que los resultados publicados por otro habían sido falsificados, y esto
originó una investigación. Fue apasionante porque generó controversias acerca de lo que significa presentar
resultados científicos. Se trataba de filogenética molecular, del estudio del ácido desoxiribonucleico.
(ADN), pero los datos estadísticos dependían de una interpretación. Según la técnica que ése utilizase para
esto, se llegaba a resultados diferentes. Los investigadores críticos, que pidieron los datos anteriores a la
interpretación y lo consiguieron, consideraron que los mismos no eran compatibles con las conclusiones
expresadas en el artículo. Los autores replicaron: “esto es normal, los datos deben ser interpretados “. En
suma: sabemos que hubo manipulación de datos pero no si los resultados presentados son verdaderos o
falsos.
Mencionaría todavía una cuestión final: ¿por qué los fraudes sólo aparecen en Estados Unidos? En
Francia jamás se habla de esto; es de suponer que todos se callan. Es interesante destacar también que,
cuando hay fraudes, el mal visto es el que lo denuncia.
Ya que estamos entre La Recherche y Ciéncia Hoje, ¿quisiera decir algo sobre la cuestión de la
divulgación científica? A este respecto haría una primera pregunta: ¿es realmente posible la
divulgación científica?
Hay quienes creen que ella promueve el aprendizaje de la ciencia. Son como los “internalistas” de la
historia de la ciencia, que sólo consideran los textos y creen que, leyéndolos, se aprende todo. El caso
extremo es el de la persona no muy instruida, que compra un montón de revistas científicas, le todo y queda
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convencida de que conocen la ciencia. En fin, ¿se puede aprender ciencia a través de la mera lectura de
textos? Ya comentamos que la ciencia no está hecha de textos, es una práctica...
Otro problema es saber si la divulgación científica forma de hecho a las personas y cultiva el espíritu crítico,
como en general se afirma. Lo que la experiencia muestra es que se trata, en muchos casos, de una literatura
completamente mistificadora. Cuanto más sofisticados es un artículo, cuanto más abstrusa es la cuestión
que aborda, más disparates puede contener. Un ejemplo: cuando La Recherche cumplió un año, resolvimos
hacer un “día de los inocentes”. Preparamos un artículo que relacionaba la configuración de ciertas estrellas
con la nariz de un animal inventado por un biólogo francés para burlarse de los evolucionistas, que caminaría
sobre su propia nariz. El texto tenía dos páginas de consideraciones sobre tales estrellas y tal animal, citando
periódicos inexistentes. ¿Sabe que mucha gente lo tomó en serio? Hasta un famoso periodista científico de
la televisión francesa, autor de libros de divulgación que se venden por millares, creyó ingenuamente en
una cosa tan disparatada. Nunca más repetimos la broma: mucha gente cree cualquier cosa si está dicha por
una revista científica. El problema es serio. ¡Ningún absurdo parecerá más espantoso que el de la mecánica
cuántica!
En su afán de enseñar ciencia, las obras o revistas de divulgación van al encuentro de personas
incapaces de crítica. La revista Science et vie ubicó un artículo sobre “el triángulo de Bouchesdo Rhône”
(un departamento de Francia) comparandolo con el famoso triángulo de las Bermudas. Se decía que el
triángulo fue localizado en las proximidades de Marsella y se mencionaban catástrofes ocurridas allí. No
sólo mucha gente lo creyó, sino que además la revista recibió muchas cartas confirmatorias. Un lector decía,
por ejemplo, que su auto había sufrido un desperfecto al entrar en el área... En suma, la revista recibió
confirmaciones experimentales de la existencia de tal triángulo. Esto muestra que es preciso reflexionar
seriamente. ¿No sería el verdadero saber aquel que las personas son capaces de dominar? Si el público no
domina el saber y es capaz de criticarlo, estamos exhibiendo una especie de “vidriera de la ciencia” y un
saber que solamente puede ser contemplado, no tocado.
Lo importante no es conocer en detalle los últimos resultados de cada rama de la ciencia, sino saber
cómo funciona culturalmente.
Pero usted trabaja en La Recherche, una revista de divulgación. ¿Qué hacer para no incurrir en este
tipo de vulgarización?
El verdadero problema sería distinguir niveles de vulgarización y ser conscientes de que ella no es
enseñanza. Leer artículos sobre mecánica cuántica no en lo mismo que aprenderla a través una formación
profesional. En segundo lugar, vulgarización es una palabra, por lo menos en francés, peyorativa: significa
tornar vulgar. La Recherche, trata de no vulgarizar en ese sentido, pero no deja de ser una revista de
vulgarización: tenemos un tiraje de 100.000 ejemplares. No escapamos a esos problemas. La prueba es que
cuando hicimos una broma, las personas lo creyeron; podríamos, por consiguiente ser mistificadores.
Es necesario también diferenciar vulgarización científica y cultura científica. Esta última consiste en el
saber que se puede tener sobre la ciencia. No se trata de estar a la par de los últimos resultados de la
cosmología relativista, de ésta o de aquella novedad, la cultura científica se ocupa, sobre todo, de las
informaciones sobre el progreso, el avance del conocimiento. Pero mucho más que esto.
En el plano del conocimiento hay dos cosas fundamentales: primero, mostrar bien el significado de
lo que se hace en ciencia, lo que en general no ocurre. Son comunes los grandes titulares que anuncian
descubrimientos que, de hecho, no cambiaron gran cosa en un determinado campo. El segundo punto tiene
que ver con las lagunas. No deberán divulgarse sólo los triunfos de la ciencia, es también fundamental
mostrar lo que no se conoce. Tomemos, por ejemplo, la teoría de la evolución. Permanentemente se
anuncian pequeños perfeccionamientos logrados en este terreno, lo que sugiere que ya existe un cuerpo
completo de conocimientos que va recibiendo retoques finales. Esto no es verdad: la teoría de la evolución
tiene enormes lagunas es difícil mostrarlo porque las revistas, los científicos y los mismos lectores quieren
progresos, pasos decisivos. Pero el efecto de la práctica usual es desastroso: hay personas que después de
leer veinte artículos sobre la teoría del evolución adquieren al respecto ideas claras y precisas, en tanto los
verdaderos científicos están llenos de dudas, y da vueltas y vueltas alrededor de enormes lagunas. De esta
manera no se contribuye, por lo tanto, a la formación del sentido crítico. Un artículo importante tal vez
debería estar acompañado de un texto crítico, escrito por otros científicos, con sus evaluaciones respectivas.
Cuando propongo la crítica, no se trata de disminuir a los científicos. Se trata de la misma crítica que debe
ser parte de la historia de la ciencia. Einstein, Darwin, Pasteur, o Galileo fueron buenos científicos, pero se
puede mostrar que su discurso, sus pruebas, son menos cabales de lo que generalmente se dice. Esto debe
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llegar al público y es importante por muchos motivos. Uno de ellos: cuando haya fraude tendremos un
público adulto, en lugar de un público que cree ciegamente en los científicos y que se escandaliza cuando
algo no funciona bien.
También me gustaría señalar que existe una contradicción permanente en la divulgación científica. Para
el investigador los problemas se presentan complicados: cuando el asunto se enseña en las facultades, se
lo empieza a simplificar; en la escuela secundaria se lo simplifica más; por fin, en la escuela primaria o
en la vulgarización todo se vuelve aún más simple. La ciencia es complicada. Queriendo “facilitar”, la
vulgarización simplifica y dogmatiza. Se debe hablar sobre esto con el lector.
Finalmente, creo que debe hacerse un esfuerzo para mostrar el saber de un modo crítico. Se debe
presentar una imagen realista de lo que es una institución científica. Mostrar las presiones a la que están
sujetos los investigadores, mostrar la cultura política de la ciencia, como está financiada, como es su
organigrama administrativo. Se debe saber que el progreso en un área dada resulta no sólo de las presiones
sociales sino también de las dotaciones presupuestarias. En la divulgación, por lo tanto, lo esencial no es
sólo revelar los últimos detalles técnicos, los descubrimientos, los resultados, sino mostrar el significado
de los resultados y la forma en que se produce ciencia: el funcionamiento de la institución científica, las
academias, los árbitros, las dificultades del científico joven, el financiamiento, las diversas interpretaciones
existentes, etc. De todo esto depende lo que llamo la verdadera cultura del ciudadano. Es esto lo que hará
posible el control colectivo y democrático de la ciencia. Luego, no se trata de conocer toda la ciencia, sino
de saber cómo funciona culturalmente.
Esto es lo que buscamos en La Recherche y creo que es lo que ustedes también intentan hacer. Pero hay
mucho que inventar... y las trampas son innumerables. Para los problemas importantes del hombre no hay
solución técnica neutra: los problemas son siempre más complicados que el modelo científico. La salida
tal vez consista no en pretender la objetividad y la neutralidad, sino en hacer que varias personas, con
puntos de vista variados, hablen sobre un mismo asunto. De esta manera el lector podrá formar un juicio. El
verdadero problema detrás de todo esto es el de transformar al lector pasivo (en la divulgación tradicional,
el lector es pasivo, los descubrimientos llegan hasta él, pero él no puede siquiera evaluarlos) llevándolo a
ejercitar su espíritu crítico. Esto es muy importante, precisamente porque la ciencia está en el corazón del
sistema. Si enseñamos a las personas a respetar por demás a la ciencia, estaremos socavando la posibilidad
de criticar a la tecnocracia.
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Capítulo III
La clasificación de las ciencias: diferentes clasificaciones y criterios
Actividades
b) ¿Por qué sostiene Borges que el artículo sobre Wilkins fue retirado con justicia de la Enciclopedia Británica?
6) ¿Por qué a pesar de conocer las serias limitaciones de la clasificación no renunciamos a ellas?
a) ¿Por qué el primer mapa del imperio que tenía el tamaño de la provincia les pareció inadecuado a los
cartógrafos?
c) ¿Por qué un mapa muchísimo menos preciso resultaría mucho más útil?
11) ¿Cuál es la disciplina que clasifica las ciencias y con qué propósito?
12) De la lectura del texto extraiga por lo menos dos definiciones de ciencia.
13) Compare los métodos no científicos de fijar creencias con el método científico según Cohen, Nágel y Morris?
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14) ¿Qué otra definición de ciencia conoce, cuál es su origen?
16) ¿Puede haber una clasificación de la ciencia universal y válida para todo tiempo? Justifique la respuesta.
17) Analice la clasificación de Aristóteles y establezca similitudes y diferencias con las propuestas de los otros filósofos
presentados.
18) Identifique en las clasificaciones de la ciencia de los filósofos modernos elementos que entienda representan algún tipo de
afinidad.
19) Identifique en las clasificaciones de la ciencia de los epistemólogos modernos elementos que entienda representan algún tipo
de afinidad.
20) ¿Cuáles son los criterios mediante los cuales se ha elaborado la clasificación de las ciencias por su objeto?
21) ¿Cuáles son los criterios mediante los cuales se ha elaborado la clasificación de las ciencias por su objeto?
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