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Luz Arrué

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de los Már

genes
des

a la
centralidad

Escritoras en la historia literaria


de América Central
consuelo Meza Márquez / Magda zavala
Coordinadoras

guisela lópez / María Bonilla picado / carMen gonzález Huguet


aída toledo arévalo / Janet n. gold / Helena raMos
María del socorro roBayo pérez / enrique JaraMillo levi
María e. roof (Prólogo)
Desde los márgenes
a la centralidad
Escritoras en la historia literaria
de américa central
Desde los márgenes
a la centralidad
Escritoras en la historia literaria
de américa central

Consuelo Meza Márquez


Magda Zavala
Coordinadoras
Ai
Desde los márgenes a la centralidad
Escritoras en la historia literaria de américa central

Primera edición 2021 (versión electrónica)

D.R. © Universidad Autónoma de Aguascalientes


Av. Universidad 940, Ciudad Universitaria
Aguascalientes, Ags., 20131
https://editorial.uaa.mx/

D.R. © Consuelo Meza Márquez


Magda Zavala González
Coordinadoras

María Roof (prologuista)


Aída Toledo Arévalo
Carmen González Huguet
Enrique Jaramillo Levi
Guisela López Ramírez
Helena Ramos
Janet N. Gold
María del Socorro Robayo Pérez
María Bonilla Picado

ISBN 978-607-8782-68-0

Hecho en México
Made in Mexico
Índice
Prólogo 9

Introducción
¿Desandando los pasos, replantando las flores?
Hacia una historia de la literatura de mujeres
en América Central 13

Sobre literatura de mujeres


en América Central 2007-2018 15

Referencias cartográficas para trazar un estado


de la cuestión de la historia de la literatura
escrita por mujeres en América Central
Guisela López 25

Belice 65

Historia de la literatura de mujeres de Belice 67


Consuelo Meza Márquez

Costa Rica 155

Escritoras en la literatura costarricense.


Desbrozando sus huellas
Magda Zavala 157

Dramaturgias tejidas por mujer


María Bonilla 255

El Salvador 275

Escritoras de El Salvador
Carmen González Huguet 277

7
Guatemala 417

Hablar de un corpus desdibujado, borroso


y desconocido. Acerca de los problemas
al bosquejar el panorama de la literatura
guatemalteca escrita por mujeres
Aída Toledo 419

Honduras 477

Las escritoras de Honduras: una historia propia


Janet N. Gold 479

Nicaragua 559

Historia de la literatura nicaragüense escrita


por mujeres
Helena Ramos 561

Panamá 679

Poesía escrita por mujeres en Pánama.


Mirada de género
María del Socorro Robayo Pérez 681

Una aproximación a la cuentística escrita


por mujeres panameñas: 1931-2018
Enrique Jaramillo Levi 729

Autoras y autor 765

8
Prólogo

E ste maravilloso compendio selecto de análisis, historia y bi-


bliografía promete convertirse en el libro fundacional im-
prescindible para todo futuro estudio de escritoras históricas y
contemporáneas radicadas en la América Central. Por primera
vez, tenemos una evaluación del estado de las investigaciones ge-
nealógicas en cada una de las siete naciones de la región –las seis
hispanohablantes y Belice– sobre las primeras escritoras que se
expresaron en cualquiera de los géneros literarios, canónicos o no,
para intentar trazar una línea unificadora con el presente.
Desde los márgenes ha creado un mosaico regional que provee
una amplia vista panorámica sobre la base de intentos nacionales
de completar un cuadro de las antecesoras, muchas veces sin la
ayuda de la acostumbrada evidencia fiable, dadas las precarias con-
diciones de los primeros modos de redacción y publicación, la des-
trucción causada por desastres naturales, la pérdida de documentos
en incendios y estados de guerra, sin mencionar la casi total exclu-
sión de las escritoras de la cultura literaria hasta los siglos xx y xxi.

Prólogo 9
Se presentan informes sobre el minucioso trabajo investiga-
dor de las raíces de la escritura por mujeres al lado de análisis so-
bre las condiciones que favorecieron atención a ciertos temas que
aparecen en algunas escritoras, pero no en otras. Desde diversas
teorías críticas feministas se analiza la lucha contra el silenciamiento
e invisibilización típicos del ámbito patriarcal imperante en toda la
región para las que se expresan en castellano. La falta de acceso
de las mujeres a la educación, su exclusión de circuitos literarios y
editoriales, su exención de responsabilidad como sujetos históricos
actantes, entre otros factores, se examinan en sus variantes naciona-
les y transnacionales, igual que los procesos de cambio a partir de la
década de 1960 en los que las escritoras llevaron la delantera.
Al anclar sus interpretaciones en valiosos estudios parciales
anteriores, cuidadosamente citados e incorporados, los investiga-
dores aquí reunidos formulan múltiples vínculos entre las escrito-
ras de la región tanto diacrónicamente, a través del tiempo, como
sincrónicamente, entre los distintos países, salvando así barreras
creadas por la desatención editorial y la nula distribución intrarre-
gional de los productos literarios. Si la unión centroamericana no
se ha dado en términos políticos o económicos, a pesar de histó-
ricos intentos por establecerla, Desde los márgenes nos muestra la
viabilidad de una unión cultural en la que asumen liderazgo como
vanguardia las mujeres y la promocionan al documentar reclamos
consistentes con diversos movimientos sociales, como la tercera
ola del feminismo, nuevos procesos identitarios, el ecologismo y
defensa de los derechos humanos.
Desde los márgenes subraya investigaciones arqueológicas des-
de perspectivas étnicas para suplir la inexistente historia de las
escritoras indígenas y afrodescendientes con datos y análisis. Re-
sume además la búsqueda de un nuevo cuerpo teórico en diversos
estudios, que implica redefiniciones de las fuentes de conocimien-
tos y la reconceptualización del valor de lo “canónico” hasta ahora
mayormente excluyente de las escritoras.
Este libro representa la culminación de más de una década
de trabajo de un equipo de investigación coordinado por Con-
suelo Meza Márquez y Magda Zavala que ya han impulsado la
elaboración de numerosos libros y ensayos sobre textos de las mu-
jeres en América Central. Asimismo, el grupo se ha dedicado a la

10 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


organización de encuentros transnacionales y el apoyo a redes que
colaboran para contribuir a la comprensión del pasado y la crea-
ción de una nueva historia, una nueva “genealogía emancipadora”
reivindicadora, que se convertirá en base sólida para las escrito-
ras centroamericanas del futuro y en valioso y necesario punto
de partida para fundamentar interpretaciones más completas, más
correctas, de la literatura centroamericana.

María Roof

Prólogo 11
INTRODUCCIÓN
¿Desandando los pasos, replantando las flores?
Hacia una historia de la literatura de mujeres
en américa central
Sobre literatura de mujeres
en América Central 2007-2018

1. Antecedentes

E l libro que aquí se entrega es la culminación de un largo


proceso que inició en noviembre de 2007 con la realización
del Primer Encuentro Internacional de Investigadoras en
Literatura de Mujeres de América Central, en la Universidad
Autónoma de Aguascalientes, México. El producto de este
encuentro fue la integración de una Red Internacional de
Investigación en Literatura de Mujeres de América Central, que
tendría como objetivo el documentar la trayectoria histórica
de la literatura escrita por mujeres en América Central, en sus
distintos géneros y expresiones en un proyecto de investigación
denominado Programa Historia de la Literatura de Mujeres en
América Central. La red y su programa de investigación tienen
su inicio y permanencia en el Cuerpo Académico de Estudios de
Género de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, bajo la
coordinación de Consuelo Meza Márquez de dicha universidad
y de Magda Zavala de la Universidad Nacional de Heredia,
Costa Rica. Hasta el presente, el equipo se ha reunido en cuatro
oportunidades.1
El Programa Historia de la Literatura de Mujeres en Améri-
ca Central fue propuesto como respuesta a la necesidad de elaborar
historias específicas de la producción literaria de grupos producti-
vos no canónicos en América Central; es decir, aquellos que, como
las mujeres, han sido colocados en los márgenes y apenas mencio-
nados en las investigaciones académicas tradicionales, que debido
al conservadurismo de los últimos períodos han atemperado los
esfuerzos de los grupos académicos alternativos y/o contradiscur-
sivos. En ese sentido, este libro, como los que se han ido publican-
do a lo largo del devenir del programa de investigación, responde
1 En junio de 2009 se realiza un segundo encuentro; en abril de 2013, un tercero. En diciembre
de 2017 se integra el grupo de investigación a cargo de elaborar los distintos capítulos corres-
pondientes a cada uno de los países, y en marzo de 2018 se llevó a cabo un cuarto encuentro
con la finalidad de comentar los avances y establecer los criterios que organizarían los capítulos
correspondientes a cada uno de los países de la región centroamericana.

Introducción 15
a la necesidad imperativa de rescatar del olvido los procesos litera-
rios, géneros y escritoras borrados por la orientación patriarcal de
índole occidental de los estudios literarios.
Así, este programa parte de la necesidad de una investiga-
ción que registre y analice la trayectoria histórica de la literatura
escrita por mujeres en América Central, en sus distintos géneros
y expresiones, esto es, observada como conjunto. Los registros de
esta literatura han sido, salvo excepciones, eventuales, fragmenta-
rios, desiguales respecto a los países, y sesgados por intereses no
literarios y poco sistemáticos. Asimismo, se incluye en la región
centroamericana a Belice, país multilingüe con prevalencia de in-
glés estándar y creole, parte constitutiva de América Central.
La red y el proyecto responden a la búsqueda de la visibili-
zación del lugar de las escritoras centroamericanas en la cultura, y
de esa labor colaborativa se han generado varios libros publicados
por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, a saber:

• Aportaciones para una historia de la literatura de mujeres de Amé-


rica Central, 2009, compilación que recupera los ensayos
presentados en el Primer Coloquio de la Red. Entre
otros autores, se encuentran Magda Zavala, Helena Ra-
mos, María del Socorro Robayo, Aída Toledo y Consuelo
Meza Márquez.
• La escritura de poetas mayas contemporáneas producida desde ex-
céntricos espacios identitarios, en coautoría con Aída Toledo,
2015.
• Mujeres en las literaturas indígenas y afrodescendientes en América
Central, 2015, compilación conjunta con Magda Zavala,
que incluye ensayos de Guisela López, Aída Toledo, Yo-
landa Rossman y Consuelo Meza Márquez.
• Penélope: Setenta y cinco cuentistas centroamericanas (2017), an-
tología reunida por Consuelo Meza Márquez y que, en
una primera parte, contiene ensayos panorámicos de la
producción cuentística de cada país. Escriben esos ensa-
yos Lucrecia Méndez de Penedo, Lety Elvir Lazo, Enrique
Jaramillo Levi, Helena Ramos, Magda Zavala, Carmen
González Huguet y Consuelo Meza Márquez.

16 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


• Diccionario de Ensayistas Centroamericanas, Aída Toledo y
Consuelo Meza Márquez, en proceso editorial, Universi-
dad Autónoma de Aguascalientes.

Otras actividades han sido la escritura de los prólogos de


libros que se han producido de manera individual por las investi-
gadoras de la red, la presentación como conferencistas magistrales
en congresos organizados por sus integrantes, la presentación de
los libros anteriores en las ferias internacionales del libro en Gua-
temala, Costa Rica y Nicaragua, además de un panel permanente,
en el marco de los congresos centroamericanos de historia, en la
Mesa de Género, y presentación de ponencias en otros congresos.

2. Objetivos y perspectivas del presente libro

El gran objetivo de este trabajo ha sido crear, juntando muchas


manos, un libro que dibujara un escenario próximo a una historia
de la literatura de mujeres en América Central, donde se inscri-
biría la presencia de las escritoras y sus obras en la historia de la
literatura centroamericana, a sabiendas de que, para alcanzar esa
meta, se requiere de la reunión de equipos nacionales, estables y
motivados que asuman la tarea a largo plazo. Somos, por lo tanto,
algo similar a un grupo explorador que se aventura a realizar una
avanzada. Empezamos este camino el 27 de noviembre de 2017,
cuando compartimos unos posibles presupuestos de trabajo, su-
geridos por Magda Zavala vía internet. Buscábamos entonces un
libro que se atuviera a algunos presupuestos comunes:

a) Sería el resultado de la suma de los capítulos sobre la lite-


ratura escrita por mujeres en cada país centroamericano,
con una introducción general.
b) La visión del análisis podría ser según los valores de cada
investigador o investigadora, siempre con perspectiva
reivindicativa de esta literatura, su lugar y sus aporta-
ciones.
c) Si bien no era necesario asumir una mirada feminista, se
buscaría lograr reunir una documentación básica en torno
a visibilizaciones y exclusiones de escritoras y obras, en

Introducción 17
cada literatura nacional centroamericana, hurgando en los
criterios que subyacen, y valorando los logros.
d) Se trabajaría sobre el amplio espectro de los géneros lite-
rarios (partiendo de los clásicos y encontrando, tal vez, las
formas no canónicas) y los distintos campos de produc-
ción (literatura para niños, literatura testimonial, literatu-
ras del yo y otros) para reconocer aquellos más visitados
por las escritoras en cada país.
e) Partir de la existencia de una variedad de literaturas en la
región, donde las variables de etnia y clase social permiten
la existencia de un abanico muy variado.
f) Se recomendaba tener en cuenta que las periodizaciones
por generaciones etarias no calzan con la vida de las mu-
jeres y que esos criterios, incluso para la literatura en gene-
ral, se han convertido en una especie de camisa de fuerza
teórica.
g) Se buscaba visibilizar las aportaciones de las mujeres a la
vida literaria de cada país y, sobre todo, se trataba de reu-
nir datos, mostrar que los vacíos sobre la historia literaria
de las mujeres no se deben a que ellas no hubieran hecho
literatura, sino a que su obra fue negada, no editada o no
reconocida por la crítica, salvo excepciones muy notorias.
h) Se buscaba dar especial énfasis a las autoras que con su
literatura muestran, de algún modo, sensibilidad ante las
reivindicaciones de las mujeres, con todas sus contradic-
ciones, avances y retrocesos.

Además de todo lo anterior, quisimos dar a este libro una


cierta mira centroamericanista, una visión de conjunto y una
perspectiva, en cierto grado, diacrónica al seguimiento de las las
creadoras literarias, pasando por los géneros que han sido prefe-
renciales para ellas, en cada uno de los actuales países de la región.
Y como el presente nos ha llamado la atención sobre certezas
que ahora ya no son tan inconmovibles, debemos aclarar que parti-
mos de un concepto de mujer en el que incluimos a todas aquellas
personas que fueron identificadas como de sexo femenino, sin in-
gresar en las variedades sexuales que el presente nos ha visibilizado
y respetando la identificación que cada persona hizo al respecto.

18 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Por otra parte, convinimos en asumir como escritoras de
cada nacionalidad a aquellas que nacieron en el país de referen-
cia, o quienes habiendo nacido en otro país, hayan optado por
la nacionalización, sea que vivieron o vivan su vida ahí o en otro
país. Por lo tanto, quedó como optativo para cada investigadora
o investigador, asumir como tales a quienes hayan llegado como
viajeras o habitantes radicadas por períodos.
Asumimos también como limitación la imposibilidad de
nombrar a todas las escritoras, aunque teníamos el deseo de lo-
grar la mayor inclusividad posible, con los límites que dictaba el
espacio textual disponible. Todos estos deseos tenían un margen
de logro.
Finalmente, nuestra noción de América Central incluye los
siete países que en el presente se consideran parte de la región,
sin olvidar el pasado reciente que nos hermana con la zona de
Chiapas.

3. Resultados y perspectivas

El presente libro inicia con un estado de la cuestión realizado por


Guisela López en el que recupera los esfuerzos nacionales o re-
gionales por visibilizar la literatura escrita por mujeres. Consuelo
Meza Márquez investiga sobre Belice y recupera a 42 autoras que
escriben novela, cuento, poesía, ensayo y dramaturgia. La tradición
inicia con Felicia Hernández, que publica cuento en 1978; sin em-
bargo, es Zee Edgell la que publica, en 1982, la primera novela de
Belice, un año después del logro de la independencia. El recorrido
finaliza en el presente.
Magda Zavala, en su texto “Escritoras en la literatura cos-
tarricense. Desbrozando sus huellas”, hace una revisión crítica de
los vacíos que ha dejado la historiografía literaria de Costa Rica, en
lo que respecta a las escritoras, asumiendo una visión diacrónica
que parte del momento precolombino, pasa por la colonia y llega
a la vida republicana y sus distintos avatares políticos y culturales,
hasta la actualidad. La presencia-ausencia de las escritoras en cada
género literario, incluidas las dramaturgias y las literaturas del yo,
permiten hacer un recuento de los logros, dificultades y derrotas
de las mujeres que decidieron tomar la pluma con distintas moti-

Introducción 19
vaciones. Algunas buscan dar respuesta a la vida social, o interro-
garla, mediante ensayos lúcidos; otras llenan sus urgencias psicoló-
gicas, en lo que tiene de catártico este arte; otras más retratan sus
creencias convencionales y sujeciones a los modelos previstos por
la cultura o, por el contrario, lanzan su grito de rebeldía y constru-
yen escenarios posibles para la liberación. Estas literaturas diseñan
un campo múltiple, polifacético y negado, adonde recientemente
asoma la multiculturalidad y el reclamo al derecho a una opción se-
xual diversa. Algunas escritoras repudian el país y migran; otras se
quedan, con sus consecuencias, y muchas más viven múltiples ires
y venires. Finalmente, en lo que respecta a los propósitos, se cum-
ple el objetivo de fondo: se revisa la presencia de las escritoras en
la historia literaria y se cuestionan los presupuestos subyacentes,
aportando nuevos datos o visibilizando los negados. Para abordar
las dramaturgias, Magda Zavala invita a su colega María Bonilla,
actriz y directora teatral, además de escritora.
El capítulo sobre escritoras de El Salvador es el resumen del
informe final de una investigación iniciada en 2012 y concluida en
2017 por Carmen González Huguet. Reúne los datos biográficos
de noventa y cinco escritoras salvadoreñas nacidas entre 1848 y
1989, así como de la bibliografía de cada una de ellas, además de
aportar un contexto histórico de las épocas en las que nacieron, vi-
vieron y trabajaron. Muchas de estas escritoras no son canónicas.
De hecho, la mayoría han sido ignoradas por los antologadores e
investigadores de la historia de la literatura salvadoreña que, por
supuesto, son casi todos hombres.
Aída Toledo escribe el capítulo sobre Guatemala, que asume
un rostro de microhistorias; elabora un escrito problematizando un
aspecto central para la escritura de mujeres del país, que inicia en el
siglo xix y se extiende al siglo xx e inicios del xxi. La idea es definir
una línea de continuidad de trabajo escritural desde la literatura de
la independencia hasta fines del siglo xx, a manera de literatura
finisecular, que tiene sus secuelas en los primeros años del siglo
xxi. Las autoras aparecen dentro de los espacios domésticos y pú-
blicos dominados por los varones, saltando al espacio público. Ya
en el siglo xx manejan agendas de corte feminista, muy en diálogo
con los feminismos de la región en cuanto al derecho al voto y a
la educación. Durante el siglo xx observamos una marcada línea

20 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


desacralizadora que entronca con las obras de Ana María Rodas e
Isabel de los Ángeles Ruano, que en su momento deben enfrentar
los embates del sistema patriarcal dentro de la escritura de muje-
res. Y se elabora otro capítulo vinculado a los temas abiertos por
estas autoras y la manera en que éstos llegan al final del siglo e
inicios del siglo xxi.
Janet N. Gold, en su capítulo sobre las escritoras de Hon-
duras, rompe con las tradicionales historias de la literatura de
Honduras que, típicamente, agrupan a los escritores en genera-
ciones, basadas en su año de nacimiento y clasifican sus escritos
de acuerdo a movimientos estéticos (Neoclasicismo, Romanti-
cismo, Posmodernismo…). A diferencia de esa manera de orga-
nizar y dar sentido a la creación literaria en el tiempo que, en la
mayoría de los casos, ha incluido pocas o ninguna mujer en su
historia, y basándose en un concepto de la historiografía literaria
como la construcción de una narrativa que intente iluminar las
dinámicas relaciones entre las protagonistas y también entre ellas y
sus contextos, se propone un acercamiento que dé espacio a las di-
versas voces de las mujeres hondureñas, mientras se exploran las
posibilidades de una historia que respete las voces individuales, a
la vez que busque ubicarlas en una narrativa colectiva.
Helena Ramos escribe el capítulo sobre la “Historia de la
literatura nicaragüense escrita por mujeres”, que abarca desde el
período prehispánico hasta la actualidad, comprendiendo regiones
geográficas que han devenido zonas culturales y diversos géneros
literarios. La investigación hace hincapié en visibilizar a las escrito-
ras y textos no canónicos.
En Panamá, la investigadora responsable tuvo fuertes pro-
blemas de salud, por lo que se recurrió al apoyo emergente de
María del Socorro Robayo y Enrique Jaramillo Levi, quienes recu-
peran la producción de poesía y cuento, quedando fuera los otros
géneros literarios.
María del Socorro Robayo, en su capítulo sobre poesía, afir-
ma que el discurso literario femenino se ha constituido en un sig-
nificante del deseo de libertad tanto personal como social. En esa
búsqueda de autonomía, las poetas panameñas han luchado por
un espacio de legitimación y recuperado un discurso auténtico, vi-
sibilizando los patrones socioculturales y políticos en que la mujer

Introducción 21
ha debido interactuar. El ensayo comprende a Amelia Denis de
Icaza, primera mujer que publica sus versos en el Istmo, hasta las
poetas contemporáneas. Señala que el desarrollo de la producción
poética femenina pasa por varias etapas creando un universo poé-
tico revelador de la condición humana universal, a la par que ma-
nifiesta la realidad circundante. Asimismo, muestra cómo la poesía
femenina panameña está cargada de intención ideológica, por ello
algunas poetas esgrimen un discurso contestatario, dialógico, iró-
nico y desacralizador. Esa visión clara de la función social de la li-
teratura, les permite abordar el texto literario como un proceso de
interacción con el grupo social al que representan, en un diálogo
permanente y colectivo.
Enrique Jaramillo Levi realiza una minuciosa reseña histórica
de la producción cuentística de las autoras de Panamá entre 1931
y 2018: ochenta y siete años de creatividad femenina. Una de las
características, en años recientes, es su diversidad temática y formal,
así como, en general, un singular despliegue de la imaginación y de
la sensibilidad, pero sin apartarse de las múltiples vicisitudes de una
realidad cotidiana reconocible. También es preciso destacar un do-
minio particularmente femenino del cuento como género literario,
habiendo sido por mucho tiempo un sólido bastión escritural de
los creadores masculinos. Si bien cada una de estas creadoras tiene,
como es natural, su propia visión del mundo y un estilo particular,
todas coinciden en un manejo espléndido del lenguaje y de las técni-
cas narrativas apropiadas para lo que quieren relatar.
En términos generales, predominan los temas urbanos y las
introspecciones, aunque también existen cuentos de amor y des-
amor, de denuncia del machismo, de desazón existencial debido
a problemas gestados en la niñez y la adolescencia, de valores,
ideales y fe en el aspecto espiritual del ser humano más allá de los
obstáculos. Por otro lado, teniendo muy clara la diferencia entre
vida (experiencia real) y ficción, la mayor parte de estas escritoras
logran que, en sus cuentos, la imbricación de ambas nociones sea
tal que, en la práctica –en el proceso creativo y también con res-
pecto a la recepción del lector–, no se puedan separar. Es sabido
que la mejor obra de ficción sólo lo es, en muchos sentidos, cuan-
do es percibida e interpretada como una realidad en sí misma, casi
que palpable, además de cuando nos sorprende, nos sacude, nos

22 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


marca como seres humanos. Es el caso de gran parte de las obras
de las creadoras de ficción breve en Panamá.
Sin más, hacemos la entrega de esta obra pionera sobre la
historia de la literatura de mujeres en Centroamérica y confiamos
que será de gran utilidad como un insumo para futuras investiga-
ciones y para la enseñanza, no sesgada, de una historia literaria de
los respectivos países.
Agradecemos su apoyo a la Mtra. Martha Esparza, jefa del
Departamento Editorial de la Universidad Autónoma de Aguasca-
lientes y el agradecimiento, como siempre, a la Lic. en Sociología
Consuelo Roxana Pedroza Delgado por su apoyo en el proceso de
compilación.

Aguascalientes, Ags., México. 18 de diciembre de 2018.


Consuelo Meza Márquez
Magda Zavala

Introducción 23
Referencias cartográficas para trazar un estado
de la cuestión de la historia de la literatura
escrita por mujeres en américa central

Guisela López1

H acer una historia de la literatura escrita por mujeres en Centro-


américa es una tarea compleja, en primer lugar se trata de rea-
lizar una labor arqueológica que enfrenta las dificultades propias de
la reconstrucción histórica: a) publicaciones difíciles de encontrar,
por lo general en Centroamérica se realizan ediciones limitadas que
rápidamente se agotan; b) estudios académicos con difusión limita-
da que rara vez rebasa el ámbito nacional; c) pérdida de acervos por
causas tan variadas como impredecibles, que van desde los enfren-
tamientos armados, desastres naturales o simplemente las adversi-
dades climáticas, que no logran ser contrarrestadas con los precarios
presupuestos estatales.

Todavía parece increíble que sigan existiendo dificultades


para obtener las obras de tantas escritoras guatemaltecas,
cuya palabra poética a veces parece perderse en el silencio.
Y más difícil resulta todavía la elaboración de una bibliogra-
fía crítica sobre las mismas, ya sea porque ésta se encuentra
diseminada en diarios y publicaciones no formales, o porque
simplemente no existe, muy a pesar de la calidad de sus obras.
Esta condena al silencio no es privilegio de las poetas guate-
maltecas, por supuesto, es un desafortunado hecho que com-
parten muchos escritores en Guatemala. Sin embargo, en el
caso de las mujeres, al desconocimiento se le une el peso que
muchas veces significa pertenecer a una tradición que les im-
1 Doctora en Género, Feminismos y Ciudadanía por la Universidad Internacional de Andalucía.
Comunicóloga y especialista en Estudios de Género por la Universidad Nacional Autónoma
de México (unam) y Fundación Guatemala. Investigadora y docente universitaria. Coordinado-
ra de la Cátedra Alaíde Foppa, un espacio de intercambio académico entre el ceiich de la unam
y el Instituto Universitario de la Mujer de la usac; así como coordinadora del Seminario de
Literatura Feminista y Ciudadanía. Poeta y escritora. Estudiosa de la literatura escrita por mu-
jeres, sobre la que ha realizado diversas publicaciones y recibido reconocimientos nacionales
e internacionales como Mención Honorífica en la categoría Estudios de la Mujer del Premio
Casa de las Américas, Cuba, 2014.
pone una serie de comportamientos estrictos y que, conscien-
te o inconscientemente, exige de ellas la respuesta a modelos
determinados (Toledo 9).

Es así como hacer historia sobre los recorridos de las mu-


jeres requiere tomar en cuenta la existencia de un orden patriarcal
orientado a perpetuar su poder sobre la base de lógicas dicotómi-
cas, que privilegian lo masculino relegando a las mujeres a partir
de políticas de género discriminativas y/o misóginas. Mandatos
sociales, prácticas culturales, contratos sexuales, han servido por
siglos para alejar a las mujeres del mundo público –de la gober-
nanza, el comercio, la industria, el conocimiento, y de las artes–.
Políticas de género que en la literatura se traducen en la falta de
interés de la academia por el estudio de las obras de las escritoras, lo
que las ha convertido en las grandes ausentes de antologías, estudios
literarios y registros documentales.

Una situación que típicamente ha diferenciado y separado a


los hombres de letras de las mujeres escritoras en el contex-
to centroamericano es el acceso del que gozan los hombres
a la camaradería literaria: la tertulia de los cafés y bares; las
polémicas literarias públicas; la dirección de las revistas y
periódicos y casas editoriales; el reconocimiento público; la
inclusión en antologías e historias literarias, el otorgar y re-
cibir premios literarios –todo el entramado y decorado que
componen y han creado la cultura y la sociedad literarias tal
y como se conocen actualmente– (Gold 9).

De manera que no se trata sólo de una historia pendiente,


sino que reconstruirla requiere sortear una serie de condiciones
y situaciones de género. Por lo cual forma parte de una agenda
pendiente “el imperativo de rescatar del olvido los procesos litera-
rios, géneros y escritoras borrados por el recuerdo de orientación
patriarcal de los estudios literarios” (Zavala cit. en Meza 11).
Finalmente, es necesario tener presente que la construcción
de esta historia no sería posible sin las transformaciones generadas
como resultado de las luchas de las mujeres en los últimos años,
batallas que no sólo han abierto brecha para la incorporación de

26 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


las mujeres a la literatura, sino que también han contribuido a su
transformación.

Inicia una nueva era

En el curso de los últimos […] años las mujeres han escrito


más que en toda la historia de la humanidad. Han publicado
más libros, en primer lugar, pero han fundado también un nú-
mero impresionante de revistas escritas por mujeres (algunas
efímeras, pero muchas permanentes desde hace cuatro, cinco,
seis años), y han estado más presentes que nunca en el perio-
dismo cotidiano; el personaje de “la reportera” se ha vuelto
muy frecuente, y la carrera de Ciencias de la Comunicación
está entre las preferidas por las muchachas. No es un hecho
casual, puesto que se da paralelamente al creciente acceso de
las mujeres a la educación –en particular a la educación supe-
rior– y a su mayor injerencia en todos los campos de la vida
social … (Foppa 7).

De acuerdo con Amelia Valcárcel (1997) y Celia Amorós


(1997), el desarrollo de la tercera ola del movimiento feminista,
forjado en las décadas de los años sesenta y setenta, movilizó a
las mujeres del mundo que salieron a las calles exigiendo igual-
dad de derechos y oportunidades. Estas mujeres –por mucho
tiempo consideradas como lo muestra Simone de Beauvoir en
El segundo sexo, publicado en 1949– salieron esta vez decididas a
escribir una nueva historia, una historia que por primera vez les
pertenecía.
Unidas como colectivo, enlazadas por una identidad compar-
tida, se abrieron paso en una sociedad sexista, clasista y racista, hasta
lograr permear los aparatos estatales. Su resonancia llegó hasta las
Naciones Unidas que, en 1975, realizó en México la primera Con-
ferencia Mundial de la Mujer, dirigida a impulsar agendas globales
para la promoción de sus derechos.
El feminismo abrió las puertas de las fábricas, de los par-
lamentos, evidenció la violencia silenciada que –como un techo de
cristal y un suelo pegajoso– limitaban el desarrollo de las mujeres fre-
nando su participación y ascenso en la política, en la ciencia, en

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 27


la administración pública. Abrió las puertas de los hogares y de
los tribunales para denunciar las violaciones a los derechos hu-
manos que se ocultaban en el espacio conyugal, para demandar la
creación de marcos legales y de una institucionalidad especializada
para la protección de los derechos de mujeres y niñas.
A la luz del Decenio de la Mujer, ubicado entre 1975-1980,
se implementaron programas y políticas estatales, se organizaron
encuentros, se desarrollaron propuestas teóricas que alcanzaron las
aulas universitarias. La incorporación de la categoría de género al
análisis social inició una revolución epistémica que revolucionó el
conocimiento incorporando a las universidades el estudio de las
experiencias, necesidades y aportes de las mujeres.
Con la incorporación, cada vez mayor, de mujeres a los es-
pacios laborales, a la educación superior, a los parlamentos, al co-
mercio y la industria, sus voces también se multiplicaron a través
de la radio, la prensa y la televisión, dando a conocer sus propios
discursos.
Al respecto, la escritora Marcela Serrano opina:

El mundo se ha transformado vertiginosamente en los últi-


mos veinte o treinta años y creo que es la mujer, en su cuerpo
y su gramática, la que ha sufrido las mutaciones más fuertes
de ese cambio. Por lo tanto, esas transformaciones no pue-
den ser narradas desde una perspectiva masculina, pues el
hombre no tiene acceso a todos aquellos vericuetos interiores
nuestros, tan profundos. La diferencia radica en que el nuevo
papel que está jugando la mujer en el mundo solo puede ser
bien narrado –por ahora– del punto de vista de otra mujer
(Serrano cit. por Dobles 1).

Es importante comprender la literatura escrita por mujeres


inserta en un contexto sociocultural delimitado por un orden de
género que interpreta la diferencia como desigualdad, establecien-
do esferas separadas para hombres y mujeres. Solamente así será
posible dimensionar de qué manera la escritura practicada por las
mujeres representa una ruptura en el continuum, ya que rompe con
mandatos heterodesignados que asocian lo femenino con pasivi-
dad y silencio.

28 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Cada texto nace en un determinado tipo de cultura y está
marcado por unas características. No es neutro ni desde el
punto de vista social, ni político, ni discursivo. El texto re-
presenta un complejo fenómeno cultural constituido por una
serie de variantes, tales como la historia, la nacionalidad, la
raza, la situación social, la tradición literaria y, desde luego, el
género. Todas estas coordinadas influyen en el texto, en las
circunstancias de su emisión y también de lectura. De este
modo la literatura es muestra de un determinado estado de
cultura y ofrece pistas para una representación e interpreta-
ción de la realidad (Potok 205).

La desigualdad que ha limitado el desarrollo de las mujeres


en las sociedades patriarcales, también ha frenado su avance en el
espacio cultural. Esto se debe, en primer lugar, a que la cultura y la
literatura han sido tradicionalmente consideradas como espacios
masculinos, es por ello que cuando las mujeres ejercen la escritura,
rompen los límites impuestos como parte de una identidad feme-
nina. Así, la escritura se transforma en un puente que separa la
subordinación, tradicionalmente asignada de la configuración de
una nueva identidad.

Una genealogía de mujeres creadoras

Entendiendo el concepto genealogía desde una perspectiva femi-


nista, nos remite a un ejercicio de reconocimiento entre mujeres,
al ejercicio de reconstrucción de las contribuciones realizadas por
las mujeres a lo largo de la historia. Para Magda Rodríguez, la ge-
nealogía se asocia más bien a “la construcción del sujeto mujer a
través de los discursos que han participado en su gestación” (31).
En tanto que el Colectivo de la Librería de Mujeres de Mi-
lán, a principios de los noventa, la interpreta como una práctica de
legitimación de los recorridos de las mujeres, a partir de su origen
femenino. Resumiendo estas apreciaciones, la genealogía es una
expresión simbólica de los lazos que nos unen con las ancestras a
partir del reconocimiento de su legado.

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 29


Es así como la construcción de una historia de las mujeres
en la literatura se entrelaza con esta búsqueda genealógica de
mujeres creadoras y, dicha construcción, más allá de la posibili-
dad de estudiar los aportes de las escritoras, representa la opor-
tunidad de resignificar y legitimar la participación de las mujeres
en el mundo literario.
A través de la investigación académica, ha sido posible ini-
ciar una recuperación genealógica de las primeras escritoras, en-
tre quienes destacan Safo de Lesbos, Christine de Pizan, Olimpe
de Gauges, Flora Tristán, Mary Wollstonekraf, entre otras autoras
que desafiaron al mundo con el ejercicio de su palabra. Desde
una historia de las mujeres en la literatura, resulta ejemplar La
Ciudad de las damas publicada en 1405, antes de que se inventara
la imprenta. O los versos de una poeta griega que han desafia-
do siglos. Nos sorprende, también, Virginia Woolf y su aguda
mirada sobre las diferencias de género que definían la sociedad
londinense de principios del siglo xx, pero sobre todo nos con-
voca su propuesta para la edificación de Una habitación propia, ya
que este intento por construir una historia de la literatura escrita
por mujeres en América Central toma aliento en esa búsqueda por
construir espacios propios.
En el artículo “Lo que escriben las mujeres”, publicado en
la Revista Fem 1979, Alaíde Foppa expresa que acaso no se trata
de hacer “una galería de escritoras célebres a través de los siglos”,
pero considera importante recordar algunos nombres, reflexionar
sobre el significado de la escritura de las mujeres cuando las condi-
ciones a fines de la Edad Media y en el Renacimiento no permitían
el acceso a la escritura ni a un veinte por ciento de las mujeres,
cuando la formación científica, filosófica, humanista, era, aún
más, limitada.

… llenaría la crítica o la simple reseña, de novelas, poesía, en-


sayo sociológico y antropológico, crítica literaria, reportajes,
etc., que han escrito las mujeres. Pero, además de la cantidad,
quizá sea importante señalar algo nuevo: por vez primera, las
mujeres hablan de sí mismas no sólo para llorar soledades y
abandonos, no sólo para lamentar las injusticias sufridas (en
el pasado y en el presente), no sólo para analizar las leyes, las

30 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


costumbres, los prejuicios vigentes en el mundo de los hom-
bres, sino para afirmarse, para valorizarse en cuanto mujeres.
Ya no: “somos iguales, queremos ser iguales”, sino: “somos
diferentes y nos gusta ser diferentes”. Y no sólo se rechaza
el supuesto elogio de “escribir como un hombre”, sino se
pretende “escribir como mujer” (Foppa 7).

Centroamérica

Para hablar de la escritura de las mujeres en Centroamérica es ne-


cesario tomar en cuenta la existencia de un contexto marcado por
profundas desigualdades económicas, sociales, culturales, étnicas
y de género. Un territorio definido por múltiples violencias, no
sólo por los procesos de guerra y represión que han erosionado el
tejido social a través de largas dictaduras, sino además por la per-
sistencia de patrones culturales sexistas, clasistas y homofóbicos,
que históricamente han limitado el desarrollo de las mujeres.
Las fronteras que cruzan Centroamérica no sólo han crea-
do divisiones entre cada uno de los países, sino que atraviesan el
territorio, separando los espacios urbanos y rurales con décadas
de distancia, dividen además las culturas indígenas y mestizas con
insalvables diferencias.
Para las mujeres ha representado un verdadero desafío rom-
per con los mandatos de una cultura patriarcal y su intrincada red
de poderes dirigidos a legitimar la exclusión, la sumisión, la expro-
piación de sus cuerpos y energías. El orden de género ha tenido un
impacto funesto sobre sus vidas –relegándolas al ámbito privado,
al cumplimiento de los quehaceres domésticos, a la maternidad
obligatoria– limitando su derecho a la educación, al trabajo, a la
seguridad, a la salud, a la vida; coartando sus sueños y oportunida-
des para cumplir los sueños de los otros.
La existencia de una cultura de violencia contra las mujeres
ha coartado su participación social, económica, científica y artís-
tica. Fue en el marco de su incorporación a los movimientos so-
ciales gestados en la región que las mujeres dejaron las cocinas
para tomarse las tribunas. Fue desde este ejercicio ciudadano que
rompieron el silencio para articular sus propios discursos y, una de
las líneas discursivas de las mujeres, se ha plasmado en la escritura.

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 31


En Centroamérica el cambio más radical se perfila desde la
década de los ochenta, pero es a partir de los noventa que
las mujeres hacen una ruptura histórica, luchando por posi-
cionarse en un lugar de poder a través de la ampliación del
canon o, mejor aún, en la constitución de un anti-canon que
muestra lo heterodóxico, lo diverso en la producción artística
(Elvir 67).

Ramiro Lagos señala que, a partir de la década de los sesen-


ta, surge una “poesía social revolucionaria femenina”, una poesía
que se convierte en “portavoz del dolor del mundo entero con
hambre y sed de justicia, ansiosa del bien común” (214). Identi-
fica, a partir de similitudes históricas que definían los contextos
sociopolíticos de varios países de la región, la existencia de coinci-
dencias temáticas entre la poesía de las poetas nicaragüenses, sal-
vadoreñas y guatemaltecas:

La tendencia hacia la democratización definitiva de la poesía


en su compromiso con las reivindicaciones sociales avanza
con paso firme entre las mujeres poetas desde la publicación
en 1957 de “Sinfonía popular” de la poeta salvadoreña, hoy
exiliada en México, Liliam Jiménez. Aparte de su expresión
cósmica y telúrica de algunos de sus poemas, sus temas pre-
dominantes giran en torno a El Salvador y América, funda-
mentando su poesía en tres temas primordiales: patria, amor
y muerte (219).

Si bien Consuelo Meza (2002) identifica una constante en


el relato sobre la guerra que se hace presente en textos de varias
narradoras centroamericanas: Norma García Mainieri y Mildred
Hernández de Guatemala; Claribel Alegría y Claudia Hernández
de El Salvador; María Eugenia Ramos de Honduras; así como
Gioconda Belli, Rosario Aguilar y Mónica Zalaquett de Nicaragua.
También identifica como otro eje destacado la reflexión identitaria
y las relaciones de género.

Se pueden observar cuatro grandes temas de la narrativa fe-


menina contemporánea: la narrativa de tema guerrillero o de

32 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la guerra, la narrativa histórica, la narrativa que tiene como
objetivo la reflexión alrededor de la identidad femenina y/o
las relaciones de género, y aquella en la que se encuentra una
propuesta acerca de nuevas formas de sociedad. Cabe aclarar
que frecuentemente la temática de la identidad cruza las fron-
teras de las otras, sobre todo cuando el objetivo es rescatar
el protagonismo de la mujer en los procesos históricos o en
las luchas guerrilleras; o cuando el plantear nuevas formas de
sociedad lleva implícito nuevas formas identitarias y nuevas
expresiones de relación de pareja (Meza 1).

Concepción Bados Ciria considera que “la creación literaria


femenina ha tenido una participación prominente en el proceso
de empoderamiento de las mujeres de distintas etnias y grupos
sociales” (1) y valora el aporte de los estudios de género en el es-
tablecimiento de conexiones identitarias desarrolladas a partir de
las textualidades propuestas por las escritoras, a quienes considera
un grupo emergente.

Mujeres y escritura

La literatura, a pesar de sus “sublimes fines”, siempre ha sido un


espacio permeado por relaciones desiguales de poder, que mien-
tras se ha privilegiado el estudio y reconocimiento de la produc-
ción de los escritores, se ha excluido y estigmatizado los aportes
de las escritoras.

La exclusión, invisibilización y marginación de la literatura


escrita por mujeres, en tanto sujetos de género, están regis-
tradas en los silencios de la historia que no ha sido escrita por
mujeres. Las antologías. Los críticos literarios, los programas
de estudio del sistema educativo en todos sus niveles han sido
los paradigmas clásicos para establecer los juicios de valor
(Elvir 65).

A pesar de estos sesgos de género, las mujeres se las han in-


geniado para llegar a la ruta de la escritura, algunas veces desde el
ámbito privado, anotando en diarios y cartas su visión del mundo,

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 33


sus experiencias cotidianas. Otras se atrevieron a publicar en pe-
riódicos o en revistas hasta llegar a convertirse en autoras de libros.
Virginia Woolf fue pionera en recopilar la historia de la partici-
pación de las mujeres en la literatura inglesa y dar cuenta sobre
los altos costos que debieron enfrentar esas primeras escritoras,
pues escribir representó para las mujeres transgredir mandatos y
normas de género que históricamente habían restringido su vida
al ámbito familiar. La producción intelectual de las mujeres en-
tró en contradicción con los estrechos límites marcados por “las
buenas costumbres”, “el buen juicio” y “la decencia”.
Al respecto, la doctora Anne Marie Arnal señala que:

Desde tiempo inmemorial y hasta hace poco, se han escrito


manuales, ensayos y reseñas sobre literatura esencialmente
escrita por hombres. Era impensable que se publicaran libros
puntualizando que los autores allí recogidos con sus textos eran
producciones de creadores del género masculino, porque sen-
cillamente no se concebía que cupiese otra posibilidad. Las
obras producidas por mujeres no podían aspirar alcanzar el
mismo tratamiento que las de los hombres. Se dudaba de la
calidad y la seriedad de sus escritos. Guiados por este criterio,
los editores entendían que la poesía, el teatro, los ensayos y
la novela tenían peso específico y valía la pena publicarlos
siempre y cuando sus autores fuesen masculinos, garantizan-
do así su volumen de ventas ya que, de haber concedido a
una autora el mismo nivel de atención que a un escritor, su
credibilidad y su profesionalidad habrían quedado en entre-
dicho (9-10).

La escritura ha sido, quizá, una de las primeras expresiones


de rebeldía, una primera ruptura en el continuum del orden de gé-
nero. Fue a través de las notas escritas en sus diarios y memorias
que muchas mujeres empezaron a reflexionar sobre su condición de
género. Fueron sus artículos y poemas los que empezaron a cuestio-
nar su marginación, a denunciar las múltiples violencias y también
una manera de atisbar, desde la ficción, otras posibilidades de vida,
construida desde su calidad de ciudadanas y el reconocimiento de
sus derechos.

34 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El feminismo ha encontrado en la escritura de las mujeres
elementos para la interpretación histórica y política de sus vidas y
transformaciones. Además, el ejercicio de la escritura ha jugado un
papel clave en la articulación de la propuesta teórica del feminis-
mo, ya que ha contribuido a denunciar la opresión de género y a
promover cambios en la identidad femenina. Ha permitido la vin-
culación entre mujeres de distintos tiempos y distintas latitudes,
convirtiéndose en un escenario articulador para la construcción
de nuevos imaginarios.

Aportes desde una revisión del estado de la cuestión

Como punto de partida para la construcción de una historia de


la literatura escrita por mujeres, se ha realizado una revisión del
estado de la cuestión con el objetivo de identificar el contenido,
avances y limitaciones en el estudio de la producción literaria de
las mujeres en América Central.
Como resultado de esta búsqueda se comparten puntos clave
para una cartografía a partir de las publicaciones que, desarrolladas
a nivel nacional, regional e internacional, documentan los recorri-
dos que ha tenido la literatura escrita por mujeres en la región.
Como parte del registro es posible apreciar las distintas modalida-
des en que son presentados los resultados, incluyendo trabajos de
tesis, artículos, ponencias, reseñas, antologías y diccionarios biobi-
bliográficos.
Como parte de la ruta también se ha registrado la existencia
de asociaciones, organizaciones o redes dedicadas a la promoción de
las escritoras y eventos de intercambio académico, especialmente
dirigidos al estudio y conocimiento de la literatura escrita por mu-
jeres en cada uno de los países de la región.
En cuanto a los estudios, éstos generalmente están centrados
en la obra de una autora específica o de una selección de autoras, en-
lazadas ya sea por criterios temáticos, estilísticos (participación en un
género literario) o históricos (pertenecer a un período determinado).
Resultan más recientes los estudios basados en una identidad étnica,
tales como la antología Uk’u’x kaj, uk’u’x ulew: Antología de poesía
maya guatemalteca contemporánea, que reúne autores de ambos sexos,
incluye a seis autoras mayas, publicada en 2010.

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 35


Entre los esfuerzos especialmente dirigidos a recuperar la
historia de la literatura de las mujeres desde la perspectiva étnica,
se encuentran los trabajos Mujeres en las literaturas indígenas y afrodes-
cendientes de América Central, publicada en 2015. Esta publicación,
coordinada por Consuelo Meza Márquez y Magda Zavala, incluye
los ensayos: “Amor y sexualidad en la poesía de escritoras afrodes-
cendientes e indígenas centroamericanas” de Magda Zavala; “Mu-
jeres ejerciendo la palabra. Registros y claves interpretativas de
poetas indígenas de Centroamérica” de Guisela López; “La cons-
trucción de un imaginario crítico contemporáneo: divergencias
y convergencias en las líneas de desarrollo entre escritoras ma-
yas y ladinas” de Aída Toledo; “Aquí la palabra es arcoíris. La au-
tonomía multicultural desde la poesía de escritoras costeñas” de
Yolanda Rossman Tejada; “Etnicidad, género y matrilinealidad
en el discurso poético de las escritoras mayas de Guatemala” de
Consuelo Meza Márquez. Otra publicación que sigue esta línea
de análisis es La escritura de poetas mayas contemporáneas produci-
da desde excéntricos espacios identitarios, coordinada por Consuelo
Meza Márquez y Aída Toledo, publicada el mismo año (2015).
Un recurso de carácter más reciente son los diccionarios,
en donde se identifican dos aportes sustantivos: Diccionario biobi-
bliográfico de narradoras centroamericanas con obra publicada entre 1890 y
2010, coordinado por Consuelo Meza Márquez, y el diccionario
de ensayistas centroamericanas próximo a publicarse coordinado
por Consuelo Meza y Aída Toledo.

Los estudios

Los estudios de género han sido clave para iniciar una labor re-
constructiva de la historia de las mujeres; desde los institutos y
centros de investigación especializados en estudios de las mujeres,
de género y feministas se desarrollan investigaciones, seminarios,
simposios, coloquios, cursos encaminados a documentar los reco-
rridos que las mujeres han tenido en los distintos ámbitos.
Los resultados de estos estudios han sido publicados bajo
la modalidad de libros, artículos, ensayos o notas, así como por
medio de trabajos de tesis de grado y postgrado. En cuanto al con-

36 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tenido, éste ha sido guiado desde perspectivas teóricas orientadas
al análisis de las propuestas discursivas.
Es así como el estudio de la literatura escrita por mujeres en
Centroamérica ha contribuido a la conformación de un nuevo cuer-
po teórico constituido por publicaciones diversas. El análisis de los
discursos de las mujeres ha generado nuevas líneas de investigación
que orientan la labor de los programas de estudios de género y femi-
nistas en las universidades, ya que como parte de los corpus teóricos
dedicados a documentar y explorar la situación, experiencias y apor-
tes de las mujeres desde las distintas disciplinas.
En cuanto al contenido, éste ha sido guiado desde perspecti-
vas teóricas orientadas al análisis de las propuestas discursivas, pro-
moviendo el desarrollo de estudios críticos basados en la aplicación
de análisis de género y feminista a los textos.
Desde diversas aproximaciones teóricas, se fundamenta la ma-
nera en que el análisis de género ha favorecido el análisis crítico de
las obras literarias. Una de ellas propuesta por Hortensia Moreno
(1994), considera que la crítica literaria feminista ofrece una pers-
pectiva de análisis que permite interpretar las experiencias de las
mujeres –aun cuando se trate de una ficción– convirtiéndola en
fuente de conocimientos.
Otra, desarrollada por Cándida Vivero Marín (2011), señala
que este tipo de estudios, desarrollados a partir del análisis del len-
guaje, de sus estructuras o recursos retóricos, favorecen el conoci-
miento de las subjetividades que atraviesan los cuerpos sexuados de
las mujeres en el proceso de comprensión del texto.
En este marco ha sido clave el aporte de la Red de Investiga-
ción de la Historia de la Literatura Escrita por Mujeres en Centro-
américa, coordinada por la Dra. Consuelo Meza Márquez, que desde
el Departamento de Sociología y Antropología del Centro de Cien-
cias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Aguas-
calientes, México, ha promovido el estudio de las obras y trayectoria
de las escritoras de los distintos países de la región.
Entre los estudios realizados por Consuelo Meza Márquez,
que aportan a la construcción de una historia de la literatura en
América Central, se encuentran diversas publicaciones relacionadas
al estudio de los recorridos de las mujeres en el género narrativo:
Narradorascentroamericanascontemporáneas:Identidadycríticasocioliteraria

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 37


feminista, en 2007; Aportaciones para una historia de la literatura de mu-
jeres de América Central, en 2009; Reinventando el presente. De la apro-
piación del cuerpo a la construcción de la ciudadanía, en 2010; El cuerpo
femenino. Denuncia y apropiación en las representaciones de la mujer en textos
latinoamericanos, en 2010. En cada país se han generado iniciativas
similares, encaminadas a promover el reconocimiento y estudio
de la literatura escrita por mujeres. En este sentido, el Seminario de
Literatura Feminista y Ciudadanía es una experiencia pionera en
la región. Fundado en 2009 a iniciativa de la Colectiva de Muje-
res en las Artes, ha contado con el aval académico del Instituto
de Estudios de la Literatura Nacional (ineslin) de la Facultad de
Humanidades y el Instituto Universitario de la Mujer y de la Uni-
versidad de San Carlos de Guatemala, en el desarrollo de un pro-
grama académico orientado al estudio de las escritoras y sus obras.
Los seminarios de formación literaria feminista, con una duración
de diez módulos cada uno, han contado con la participación de
académicas internacionales como la investigadora Consuelo Meza
Márquez de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Juven-
tina Soler Palomino, vicepresidenta de la Filial Provincial de Es-
critores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (uneac),
y la filóloga Anette Jiménez Maratta, investigadora del Instituto
Cubano de Investigaciones Culturales Juan Marinello, entre otras.
También ha contado con la participación de destacadas escritoras
de la región, como Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, De-
lia Quiñonez, Marisol Briones, Susana Reyes, Yolanda Rossman,
entre otras autoras centroamericanas.
Otra iniciativa pionera ha sido la Cátedra Alaíde Foppa,
creada en 2011 como un espacio de intercambio académico en-
tre el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y
Humanidades (ceiich) de la Universidad Nacional Autónoma de
México (unam) y el Instituto Universitario de la Mujer (iumusac)
de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Es un espacio que
ha promovido el desarrollo de actividades orientadas a la forma-
ción literaria de las mujeres en Guatemala y México. Al mismo
tiempo que ha contribuido al desarrollo de publicaciones, creación
de espacios y acciones de reconocimiento para los aportes de las
mujeres en la literatura.

38 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


En El Salvador, el Centro de Estudios de Género de la Uni-
versidad de El Salvador ha venido promoviendo desde 2012 “La
Flauta de los Pétalos”, talleres y certámenes literarios dirigidos a
motivar a mujeres universitarias a la creación literaria, con la parti-
cipación de escritoras como Laura Zavaleta, Josefa Viegas y Fide-
lina Martínez Castro.
En cuanto a los estudios que aportan a la conformación de
una historia de la literatura escrita por mujeres en Centroamérica,
se encuentran algunas contribuciones especialmente dirigidas a
profundizar en el estudio de una autora, entre los que se identifica:
De lo femenino y la historia en Centroamérica: contar y recordar en Carmen
González Huguet, trabajado por Nilda C. Villalta de la Universidad
de Maryland en el 2000. El retrato en el espejo, que contiene una
biografía de Clementina Suárez publicada por Janet N. Gold en
2001. La amada y perseguida Sor Juana de Maldonado y Paz, resultado
de un estudio realizado por la escritora Luz Méndez de la Vega,
publicada por la Universidad Rafael Landívar en 2002. Otras ini-
ciativas orientadas a profundizar en la obra y trayectoria de alguna
escritora ha sido el trabajo realizado desde el Museo de la Palabra y
la Imagen en San Salvador sobre Prudencia Ayala. Desde el Insti-
tuto de Estudios de la Literatura Nacional (ineslin) de la Facultad
de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala y
con apoyo de la Dirección General de Investigación (digi) se desa-
rrollaron dos estudios centrados en la trayectoria de una escritora
y el análisis de su obra. El primero, Texto y contexto de Luz Méndez
de la Vega coordinado por la doctora Gladys Tobar Aguilar, en ese
momento directora del ineslin, se desarrolló en 2004. El segun-
do, Alaíde Foppa: aportes epistemológicos con perspectiva de género desde
la cátedra y la literatura, coordinado por la doctora Guisela López,
tuvo lugar en 2011, en coordinación con el Instituto Universitario
de la Mujer y contó con el apoyo del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich) de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México (unam) y Radio unam.
Ana Lorena Carrillo Padilla publicó en 2007 “Interdicción y
resistencia en la obra de Margarita Carrera: autobiografía y ensayo”,
un estudio sobre la escritora Margarita Carrera. Y como parte de la
publicación Mujeres en el bicentenario: aportes femeninos en la creación de la
República de Guatemala, coordinado por Guillermina Herrera Peña

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 39


y publicado en 2012, se incluyen ensayos sobre escritoras como
“Acerca de una autora que se resiste al olvido: Josefa García Grana-
dos” de Aída Toledo; “El poeta como consagración de lo humano:
la utopía de Lola Montenegro” de Guillermina Herrera Peña; “Ma-
ría Cruz y la emergencia de una nueva sensibilidad” de Alexandra
Ortiz Wallner y “Entre el silencio y la voz esclarecida: retrato de
Magdalena Spínola, vida y obra” de Isabel Aguilar Umaña.
Entre los estudios desarrollados con un enfoque regional se
encuentra el trabajo de Ramiro Lagos de la Universidad de Caro-
lina del Norte que, a través del artículo “Vanguardia femenina de
la poesía Centroamericana” publicado en Anales de Literatura His-
panoamericana de la Universidad Complutense de Madrid, en 1990,
reflexiona sobre la existencia de una poesía social revolucionaria
femenina e identifica como exponentes en Nicaragua a Daisy
Zamora, Michele Najlis, así como a Rosario Romero, Xiomara
Espinosa Masis, Juana Vásquez, Maritza Padilla, Gioconda Belli.
En El Salvador identifica a Claudia Lars, Claribel Alegría, Liliam
Jiménez y Mercedes Durand; al igual que a Delfy Góchez Fernández,
Lil Milagro Ramírez y Rocío América. En Guatemala reconoce
los aportes de Luz Méndez de la Vega, Alaíde Foppa, Margarita
Carrera y Ana María Rodas. En tanto que en Costa Rica destaca a
Eunice Odio, Julieta Dobles, Carmen Naranjo y Ana lstarú.
Otra contribución con enfoque regional es el libro de Janet
N. Gold: Volver a imaginarlas: retratos de escritoras centroamericanas, com-
pilación realizada en 1998 que incluye a las escritoras Ana María
Rodas, Gloria Guardia, Lilia Ramos, Mercedes Agurcia Membre-
ño, Rima de Valbona, María Teresa Sánchez, Clementina Suárez,
Lucila Gamero de Medina, Eva Thais, Yolanda Oreamuno, Eunice
Odio, Matilde Elena López y Graciela García.
Se identifica que algunos estudios ya están orientados a pro-
mover el análisis de la literatura desde una perspectiva de análisis
de género, como los artículos de Lety Elvir: “El sintagma olvi-
dado: historia y género en el canon olvidado centroamericano”,
publicado en 2004, y “Cuando la primera persona habla en feme-
nino. Cuerpo e identidad en la poesía contemporánea escrita por
mujeres”, publicado en 2008, que analiza la producción poética de
autoras de la región: Juana Pavón, Yadira Eguiguren (Honduras);
Regina José Galindo y Maya Cú (Guatemala); Silvia Ethel Matus y

40 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Silvia Elena Regalado (El Salvador); Yolanda Blanco y Marianela Co-
rriols (Nicaragua); Laura Fuentes (Costa Rica); Yolanda J. Hackshaw
M. y Moravia Ochoa (Panamá).
De ese mismo año (2008) es la ponencia “Narradoras cen-
troamericanas contemporáneas: la utopía en la escritura” pre-
sentada al IX Congreso Centroamericano de Historia realizado
en Costa Rica por la doctora Consuelo Meza Márquez. Estudio
donde comparte reflexiones de las escritoras Claribel Alegría de
El Salvador, Rosario Aguilar de Nicaragua, Gloria Guardia de Pa-
namá y Tatiana Lobo de Costa Rica, sobre los factores personales,
familiares y sociales que las impulsaron a escribir con una concien-
cia crítica de la sociedad.
Algunos artículos que siguen esta línea de análisis son: “La
narrativa femenina en la posguerra literaria centroamericana: una
semántica emergente en un orden desdiferenciado” de Lina María Bu-
riticá Londoño, en 2014; y “Algunas constantes de la poesía centro-
americana contemporánea escrita por mujeres: de objeto a sujeto
literario” de Ramón Pérez Parejo y Dorde Cuvardic García, publi-
cado por la Universidad de Navarra en 2015.
Otros estudios están especialmente dirigidos a explorar las
nuevas propuestas discursivas de las mujeres, como el texto “Estra-
tegias de la subversión: poesía feminista guatemalteca contempo-
ránea” de Lucrecia Méndez de Penedo publicado en el año 2000.
En esta misma línea se encuentra “Aproximaciones a la poesía
guatemalteca contemporánea y sus imaginarios” de Verónica Gal-
ván, Universidad Nacional de Mar del Plata Argentina, 2003, que
incluye referencias a la obra de Ana María Rodas, Johanna Godoy
y Maya Cu Choc. Y siguiendo esta línea de análisis se encuentra el
libro Literatura feminista y ciudadanía coordinado por Guisela López
y publicado por el Seminario de Literatura Feminista y Ciudadanía
en 2010, donde desarrolla un ejercicio de crítica literaria feminista,
que desde la relectura de las escritoras ancestrales realiza una vin-
culación con la realidad y el desarrollo de la escritura de las mujeres
actuales, así como un reconocimiento epistémico de las autoras des-
de el cual identifica una línea genealógica emancipatoria. En este
mismo sentido se encuentra el texto de Guisela López “Mujeres y
poesía: voces de un nuevo discurso en Centroamérica” publica-
do por la Universidad Autónoma de Chiapas, unicach, México,

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 41


en 2014 que toma como base el reconocimiento de una escritura
feminista desde una muestra de textos de poetas de la región.
Se identifican, asimismo, estudios enfocados desde la pro-
puesta de escrituras del yo, como el libro Escrituras del yo femenino
en Centroamérica: 1940-2002, una publicación de Teresa Fallas con
la Universidad de Costa Rica en 2013; estudio que comprende 62
años y el análisis de la obra de doce escritoras centroamericanas.
El primer capítulo, “Precursoras de la escritura autobiográfica”,
abarca el período de 1940 a 1970, en el que incluye cinco escrito-
ras: Argentina Díaz Lozano, Lucila Gamero (Honduras); Consue-
lo Sunsín, Claudia Lars y Amparo Casamalhuapa (El Salvador).
En el segundo capítulo, “Los testimonios femeninos: ser contadas
o contarse desde la diferencia sexual”, incluye cuatro escritoras: Ana
Guadalupe Martínez y Nidia Díaz (El Salvador); Rigoberta Menchú
(Guatemala) y la nicaragüense-salvadoreña Claribel Alegría. Y el
tercer capítulo, “Entre exculpaciones, autocríticas y desencantos
políticos: la perspectiva de género y la irrupción del erotismo”,
que comprende autoras del período de posguerra (1990-2000) in-
cluye tres autoras: Yolanda Colom y Aura Marina Arriola (Guate-
mala), así como Gioconda Belli (Nicaragua).
Se identificaron, además, estudios dirigidos especialmente al
análisis de propuestas políticas, sociales e históricas, tales como: “Li-
teratura en guerra: la narrativa contemporánea en Centroamérica”,
publicada en 2014 por Margarita Rojas de la Universidad Nacional,
Costa Rica, en la que hace referencia a las escritoras Consuelo Tomás,
Tatiana Lobo, Dorelia Barahona, Jacinta Escudos. O el texto “Dos
escritoras centroamericanas ante la historia: las novelas posnacionales
de Tatiana Lobo y Gloria Guardia”, publicado por Magdalena Per-
kowska en la Revista Canadiense de Estudios Hispánicos en 2009.
Se identificaron otros estudios con un carácter más local,
que están desarrollados sobre la obra o trayectoria de una o varias
autoras de distintos países. En el caso de Guatemala se encuentra
Rosa palpitante: sexualidad y erotismo en la escritura de poetas guatemaltecas
nacidas en el siglo xx. Este libro es el segundo volumen de la serie
“La sexualidad en la literatura guatemalteca”. Trata de un estudio
de la sexualidad expresada por las mujeres a través de la poesía
erótica, donde se encuentran textos de Luz Valle, Magdalena Spí-
nola, Luz Méndez de la Vega, Margarita Carrera, Carmen Matute,

42 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Ana María Rodas, etcétera, y poesía más joven como la de Aída
Toledo, Regina José Galindo y Brenda González, entre otras.
De El Salvador se pueden mencionar: “Las escritoras sal-
vadoreñas a principios del siglo xx: expectativas y percepciones
socio-culturales”, publicado por Sonia Ticas en 2005. Así como
“Breve recuento de la narrativa de mujeres en El Salvador”, publi-
cado por Susana Reyes en 2010. Y una de las publicaciones más
recientes es “Espacios alternativos y nomadismo en tres poetas sal-
vadoreñas de la guerra: Leyla Quintana, Kenny Rodríguez y Eva
Ortiz”, publicado por Juana M. Ramos de la Universidad de Nueva
York en 2018.
De Nicaragua se encuentran dos trabajos de Helena Ramos:
“Escritoras nicaragüenses: un festín de marginalidad”, publicado
en el 2000, y “La mujer en la literatura nicaragüense”, publicado en
2016. “Las reacciones de la sociedad frente a una literatura de muje-
res indígenas y afrodescendientes: Una reflexión desde la literatura
de mujeres de la Costa Caribe Nicaragüense” presentado por Andira
Watson en el Primer Encuentro Centroamericano de Escritoras In-
dígenas y Afrodescendientes “Recuperando Nuestra Palabra”, reali-
zado en Guatemala en 2008.
Sobre Honduras: “Honduras: inserción de la poesía feme-
nina en lo contemporáneo” de Ada Luz Pineda, publicado por la
Asociación Nacional de Escritoras de Honduras en 2010. Este
ensayo analiza un grupo de poetas hondureñas contemporáneas,
nacidas en la segunda mitad del siglo xx y la visión de conjunto
acerca de la concepción de género. Desde lo femenino y feminista
incluye a las poetas Amanda Castro, Blanca Guifarro y Lety Elvir;
en el tema erótico-amoroso a Waldina Mejía, Diana Espinal y So-
ledad Altamirano, y en lo testimonial a Helen Umaña.
Sobre las escritoras de Costa Rica, se encuentra el estudio
“La imagen de la mujer en la literatura costarricense de principios
de siglo” de María Eugenia Acuña, publicado por la Univer-
sidad de Costa Rica en 1990; y los libros Mujeres e identidades:
Las escritoras del Repertorio Americano (1919-1959), presentado
por Ruth Cubillo Paniagua en 2001, e Identidades en disputa: las
reinvenciones del género y de la sexualidad en la Costa Rica de la primera
mitad del siglo xx, un estudio de Patricia Alvarenga Venutolo, pu-
blicado en 2012 por la Editorial Universidad de Costa Rica.

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 43


Sobre la literatura escrita por mujeres en Panamá, se encuen-
tra “Poesía femenina panameña. Un estudio con perspectiva de gé-
nero” de Delia I. Cortés Márquez publicado en 2005, en el que hace
un recuento de las poetas a lo largo de varios períodos históricos.
Sobre Belice se identificó “Escritura femenina en Belice
después de la Independencia” de Marcela Patricia Zárate Fer-
nández, publicado por la Universidad Autónoma de Aguasca-
lientes, México, en 2016.
Entre los estudios desarrollados a través de programas acadé-
micos de grado y postgrado se identificaron los siguientes trabajos.
De musas a poetas. Cambios en la identidad femenina: su registro en poesía
y proyectos biográficos de mujeres de La Colectiva, una investigación rea-
lizada por Guisela López en el marco de la Especialización en Es-
tudios de Género del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
en Ciencias y Humanidades (ceiich) de la Universidad Nacional
Autónoma de México y la Fundación Guatemala en 2003. Este
estudio, llevado a cabo a partir de un análisis feminista del ejercicio
de la escritura poética de las mujeres, profundiza en las motivacio-
nes, retos y reflexiones creativas de las integrantes de la Colectiva
de Mujeres en las Artes: Brenda Solís-Fong, Carolina Escobar Sarti,
Guisela López, Lucía Morán y Rossana Estrada.
La tesis Autoras centroamericanas: guerrilleras de pluma y papel,
desarrollada por Ingrid Gamboa de Arce como parte del progra-
ma de Posgrado de Auburn University, Alabama, en 2011. Esta
tesis explora el desarrollo que ha tenido la escritura poética feme-
nina en Centroamérica durante las últimas tres décadas del siglo
xx y la primera del siglo xxi en el contexto de la mujer guerrillera
artístico-intelectual, quien ha tomado las armas a través de la plu-
ma y el papel para exponer sus pensamientos y realidades usando
como medio el género de la poesía. Examina las obras poéticas de
tres escritoras centroamericanas: Gioconda Belli (1948) de Nica-
ragua; Ana Istarú (1960) de Costa Rica y Carolina Escobar Sarti
(1960) de Guatemala.
La tesis de maestría Gender-based violence and poetry in Guatema-
la: products of colonialism and possibilities of female resistance within and
against a patriarchal system, presentada por Marietta Wildt desde el
Instituto de Estudios Globales y Europeos (gesi) de la Facultad de
Ciencias Sociales y Filosofía de la Universidad de Leipzig (2014),

44 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que incluye el análisis de textos de poesía de autoras guatemaltecas
relacionados a la temática, entre ellas integrantes de la Colectiva de
Mujeres en las Artes: Brenda Solís-Fong, Guisela López y Lucía
Morán; así como integrantes del Seminario de Literatura Femi-
nista: María Isabel Grijalva, Adela Delgado Pop, Samara Pellecer,
entre otras.
La tesis de doctorado Otro modo de ser. Escritoras latinoameri-
canas que han configurado nuevos imaginarios desde la literatura feminista,
realizada por Guisela López en la Universidad Internacional de
Andalucía, España, en 2016, centrada en el estudio de mujeres es-
critoras que, a través de su producción literaria, han aportado pro-
puestas de cambio para la conformación de nuevos imaginarios
sociales y nuevas identidades para las mujeres. Tal investigación
incluye la obra de tres autoras centroamericanas: Alaíde Foppa y
Luz Méndez de la Vega (guatemaltecas), y Gioconda Belli (nica-
ragüense), todas ellas nacidas y con obra literaria reconocida en el
siglo xx.
La tesis de maestría en Estudios de Género y Feminismo,
Textos escritos por mujeres. Emociones, sentimientos y pensamientos del siste-
ma de literatura feminista. Relatos de mujeres nuevas, realizada por María
Antonieta García Ocaña en 2016, está basada en el libro Relatos de
mujeres nuevas del Seminario de Literatura Feminista y Ciudadanía.
La tesis de doctorado La novela histórica escrita por mujeres en Centro-
américa durante la primera mitad del siglo xx, presentada por Gabriela
Quirante Amores de la Universidad de Alicante, España, en 2017,
estudio cuyo objetivo principal fue llevar a cabo un análisis críti-
co de un corpus de narraciones escritas por mujeres durante la
primera mitad del siglo xx en Centroamérica. En este esfuerzo
por contribuir a la reconstrucción de la participación de las cen-
troamericanas en la vida literaria de Hispanoamérica se incluye el
análisis de las novelas Mayapán, de Argentina Díaz Lozano; Semilla
de mostaza, de Elisa Hall; Flor de café, de Caridad Salazar, y Tormenta
en el Norte, de Carmen Talavera.
Otra de las tesis elaboradas en 2017, Familia y simbolización
cultural de la diferencia sexual en el cuento escrito por mujeres de México y
Centroamérica, elaborada por Paola del Rocío Villalobos Cárdenas
en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, analiza las repre-
sentaciones simbólicas de las autoras Irma Prego Ortega, escritora

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 45


nicaragüense, Leticia de Oyuela, Aída Castañeda y Lety Elvir, es-
critoras hondureñas.
La tesis de Licenciatura en Antropología, La construcción del
pensamiento feminista en Guatemala, a través de la creación poética de muje-
res (1980-1990), presentado en 2013 sobre las escritoras Ana María
Rodas, Norma Rosa García Mainieri (Isabel Garma) y Carolina
Escobar Sarti, es una tesis de la Universidad de San Carlos de
Guatemala, Escuela de Historia, Área de Antropología, presenta-
da por Flor de María Castañeda Maldonado.
La tesis Poetas guatemaltecas saliendo del espejo patriarcal, elabo-
rada por Karen Ortega y presentada en la Universidad de Geor-
gia en 2018, examina la poesía de poetas mujeres nacidas entre
1939 y 1971 en Guatemala. Los poemas estudiados corresponden
a textos publicados en el libro Mujeres trascendiendo fronteras: Poetas
de Cuba y Guatemala del Seminario de Literatura Feminista y Ciu-
dadanía. El estudio revisó la poesía de las poetas guatemaltecas,
clasificándola en tres categorías: la primera abarca las intertextuali-
dades, la segunda incluye a las mujeres involucradas en la sociedad
como participantes activas y en los movimientos revolucionarios
en Guatemala, y la tercera categoría incluye a las mujeres a través
de la lente del medio ambiente y su papel dentro del mismo. Entre
ellas se encuentran Carolina Alvarado, Brenda Solís-Fong, Guise-
la López, Lucía Morán, Judy González Oriano, María Antonieta
García Ocaña y Ruth del Valle Cóbar.
Existen otros trabajos de tesis que se podrían citar, pero
los que se han incluido representan una muestra de los avances
desde la academia para estudiar la producción literaria de las mu-
jeres en la región.

Las antologías

Las antologías han sido las publicaciones identificadas como las prin-
cipales fuentes de referencia para documentar los aportes de las muje-
res en la literatura centroamericana. La mayoría de estos esfuerzos de
compilación son desarrollados como parte de proyectos más amplios,
muchas veces realizados con las universidades como parte del avan-
ce de los programas de estudios de las mujeres, género o estudios
feministas. Estas compilaciones reúnen autoras de un país o de una

46 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


región, presentando una selección de autoras y una muestra de su
producción poética o narrativa. Una modalidad frecuente en el desa-
rrollo de estas iniciativas es que las compilaciones aparecen acom-
pañadas de un estudio crítico de las obras.
Al hacer la presente revisión se tomaron en cuenta únicamen-
te aquellos trabajos dirigidos a recopilar los textos que de manera
específica incluyen producción literaria de las autoras. El mayor
número de antologías identificadas tienen un carácter nacional,
y en cada país se encontraron contribuciones especializadas en la
compilación de producción literaria de las mujeres. Si bien se iden-
tifican iniciativas pioneras en algunos países, la mayor cantidad
de publicaciones se realizaron a partir de los años noventa, que
coincide con el incremento en la participación de las mujeres en la
educación y el empleo. Es de destacar que, si bien existen algunas
publicaciones de autoría masculina como los trabajos de Willy O.
Muñoz y Horacio Figueroa Marroquín, son predominantemente
las mujeres quienes se han dado a la tarea de realizar estos recuen-
tos antológicos sobre las escritoras centroamericanas.
Es importante tomar en consideración que “las antologías,
con sus sistemas no visibles de inclusión y exclusión de autoras, han
sido la forma más común de fijación de materiales”, señala Magda
Zavala en el prólogo del libro Aportaciones para una historia de la
literatura de mujeres en América Central, coordinado por Consuelo
Meza Márquez en 2009 (12). Lety Elvir opina que es por esa ca-
lidad de referentes que las publicaciones antológicas, al igual que
los diccionarios, constituyen espacios canónicos que por siglos
han excluido a las mujeres o las han incorporado en cantidades
“mezquinas” (69).
Desde los estudios de género, la publicación de antologías
de mujeres son una especie de acción afirmativa con la que se
espera contribuir al reconocimiento y revalorización de la produc-
ción de las escritoras, por ello se considera un logro la manera en
que estas publicaciones, dirigidas a difundir la producción literaria
de las escritoras, se han multiplicado en el presente siglo, sentando
precedentes sobre la relevancia que para el desarrollo de los estu-
dios de la literatura tienen estas publicaciones.
En Guatemala resultan pioneras las antologías Poemas de An-
gelina Acuña, Magdalena Spínola, María del Pilar [y] Olga Violeta Luna,

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 47


publicada en 1938; Poesía femenina guatemalense, publicada en 1977
por Horacio Figueroa Marroquín y Angelina Acuña; Las nueve mu-
sas del parnaso guatemalense, publicada en 1981 por Horacio Figueroa
Marroquín que incluye reseñas y obra de las poetas María Cruz,
Luz Valle, Magdalena Spínola, Romelia Alarcón Folgar, Angelina
Acuña, Luz Castejón de Menéndez, Teresa Fernández Hall, Mar-
garita Carrera e Isabel de los Ángeles Ruano.
A estos esfuerzos se suman los aportes desarrollados desde
una perspectiva de recuperación de la obra de las escritoras, de-
sarrollada por Luz Méndez de la Vega, Rossana Estrada Búcaro,
Aída Toledo, Lucrecia Méndez de Penedo y Guisela López.
Un texto clave para resignificar la producción literaria de
las mujeres es la antología Poetisas desmitificadoras guatemaltecas, pu-
blicada en 1984 por la escritora y estudiosa de la literatura y Luz
Méndez de la Vega, quien realiza el análisis de la producción de
once autoras guatemaltecas, con una reedición ampliada en 2002
bajo el título de Mujer, desnudez y palabras. Antología de desmitificado-
ras guatemaltecas, que reúne la obra de veintinueve autoras y se pre-
senta en tres apartados. El primero incluye a las autoras Romelia
Alarcón de Folgar, Alaíde Foppa, Margarita Carrera, Marta Mena,
Atala Valenzuela, Isabel de los Ángeles Ruano, Rosa América, Delia
Quiñonez, Ana María Rodas, Luz Méndez de la Vega y Carmen
Matute. En una segunda parte aparecen Cristina Camacho, Flora
Chavarry, Aída Toledo, Norma García Mainieri, Johanna Godoy,
Dina Posada, Ana María Ardón, Rossana Estrada Búcaro y Caroli-
na Escobar Sarti. Y un tercer apartado incluye a Maya Cu, Circe
Rodríguez, Alejandra Flores, Regina José Galindo, Ruth Pedra-
santa, Nora Murillo, María Elena Schlesinger, Mónica Albizúres
y Gabriela Gómez.
Otra publicación que reúne producción de autoras guatemal-
tecas es Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas del siglo xx, antología
publicada en 1998, con selección y notas de Anabella Acevedo y
Aída Toledo, que incluye obra poética de Alaíde Foppa, Luz Mén-
dez de la Vega, Margarita Carrera, Margarita Azurdia, Ana María
Rodas, Cristina Camacho, Norma García Mainieri, Carmen Matute,
Isabel de los Ángeles Ruano, Delia Quiñonez, Aída Toledo, María
Elena Schlesinger, Alejandra Flores, Johanna Godoy, Mónica Albi-
zurez, Regina José Galindo y Gabriela Gómez.

48 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


En 2001, aparece una nueva publicación sobre mujeres escri-
toras, esta vez centrada en las narradoras: Mujeres que cuentan. Coor-
dinada por Lucrecia Méndez de Penedo y Aída Toledo, reúne una
muestra que refleja una realidad generizada a través de los textos
de veintidós autoras: Esmeralda Putzeys Illescas, Leonor Paz y Paz,
Norma García Mainieri (Isabel Garma), Ana María Rodas, Ligia Ru-
bio White, Marcela Valdeavellano, Aída Toledo, Eugenia Gallardo,
Ivonne Recinos, Ligia Escribá, Sagrario Castellanos, Ruth Piedra-
santa, Ana María Sandoval, Gloria Hernández, Mildred Hernández,
Brenda Morales, Johanna Godoy, Jessica Masaya, Regina José Galin-
do, Lucía Escobar, Nancy Quiñonez y Vanessa Toledo.
Willy Muñoz publica en 2001 Antología de cuentistas guatemal-
tecas, publicación que reúne cuentos de quince narradoras: Lily
Aguirre, Luz Rodríguez, Leonor Paz y Paz, Lola Villacorta Vidau-
rre, Dina del Carmen Rodas Jerez, Teresa Arévalo, Romelia Alar-
cón Folgar, Walda Valenti Doninelli, Tania Díaz, Samara Córdova,
Catalina Barrios y Barrios, Esmeralda Putzeys Illescas, Mildred
Hernández, Ana María Rodas e Isabel Garma.
Rossana Estrada Búcaro, antologadora que cuenta con varias
publicaciones sobre poesía guatemalteca, publica una de las más ex-
tensas compilaciones sobre mujeres poetas, Transitando entre la subje-
tividad poética y la comunicación. Antología de mujeres poetas de Guatemala.
Esta compilación es resultado del proyecto de investigación La sub-
jetividad poética y la comunicación en la construcción histórica de
las mujeres determinante en el pensamiento guatemalteco, desa-
rrollado en 2008 con financiamiento de la Dirección General de
Investigación (digi), con el apoyo del Centro de Investigaciones
de Ciencias de la Comunicación de la Escuela de Ciencias de la
Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala. El
propósito del estudio fue investigar la obra poética de escritoras
guatemaltecas, logrando como resultado la recopilación de dos-
cientos cuarenta textos poéticos escritos por sesenta y seis mujeres
poetas de diferentes épocas históricas de Guatemala. Las autoras
aparecen organizadas cronológicamente en períodos: época colo-
nial, independentista, postindependentista, escritoras nacidas de
1900 a 1950 y escritoras nacidas de 1950 a la actualidad.
Desde el Seminario de Literatura Feminista se han realizado
tres publicaciones de carácter antológico: Mujeres, discurso y ciuda-

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 49


danía, que reúne la producción poética y narrativa de veinticuatro
mujeres, participantes en el seminario.

En este libro hay palabras que despojan, rasgan y encarnan


las grietas por donde se ha colado un mundo patriarcal; hay
palabras que se construyen entre el umbral y el deseo, entre el
saber y el poder, entre la presencia y la ruptura, entre el ser y
su identidad. Y en esa búsqueda, cada una de las veinticuatro
mujeres y todas ellas escribieron para recuperar el Verbo, lo
hicieron suyo y lo usaron desde un idioma propio que las ab-
suelve para siempre, porque se niegan a ser nombradas desde
todo lenguaje impuesto (Sarti cit. en López 2-17).

En esta publicación se incluye producción de Adela Del-


gado Pop, Carla Yadira de León Alvarado, Carol Jacqueline Vivar
López, Carmen Lemus Valenzuela, Dorotea Gómez, Esperanza
Giraldo, Fátimah Said, Feliciana Ujpán, Gladys Tobar, Jacqueline
E. Torres Urízar, María Lucrecia Vicente Franco, María Antonieta
García Ocaña, María Eugenia Lemus, María Isabel Grijalva, Mirna
Ramírez, Neulina Morales, Olivia Cáceres, Patricia Galicia, Ruth
del Valle, Samantha Sams, Samara Pellecer, Thamara Gómez, Vil-
ma Ovalle y Yolanda Núñez.
Relatos de mujeres nuevas es una antología publicada en 2011
que contiene textos narrativos encaminados a la promoción de
los derechos de las mujeres. Incluyen a catorce autoras: Amalia
Jiménez Galán, Ana Pastor, Carla De León, Carol Vivar, Fátimah
Said, Irina Barreno, María Antonieta García Ocaña, María Isabel
Grijalva, Mirna Ramírez, Neulina Morales, Patricia Galicia, Ruth
del Valle Cóbar, Samara Pellecer y Vilma Ovalle.
Mujeres trascendiendo fronteras, poetas de Cuba y Guatemala es
una antología publicada en 2015 que esta conformada por dos
conjuntos poéticos, una compilación de autoras cubanas a cargo
de Elena García de la Rosa, que incluye obra de Lina de Feria, Car-
men Serrano, Ángela de Mela, Lisette Clavelo, Ada Zayas-Basán,
Evangelina Núñez, Teresa Fornaris, Zurelys López, Luisa Onei-
da Landín, Isbel Álvarez, Thais Ballenilla, Minerva Pérez, Sandra
Aguilera e Irina Diéguez. En tanto que la selección de poetas gua-
temaltecas, a cargo de Guisela López, incluye autoras integrantes

50 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de la Colectiva de Mujeres en las Artes: Brenda Solís-Fong, Caroli-
na Escobar Sarti, Guisela López, Lucía Morán; integrantes del Se-
minario de Literatura Feminista y Ciudadanía: Ana Viera Solares,
Judy González Oriano, María Antonieta García Ocaña, María Isa-
bel Grijalva, Mirna Ramírez, Neulina Morales y Ruth del Valle; así
como algunas autoras invitadas: Carolina Alvarado, Gladys Tobar,
Johanna Godoy y Nora Murillo.
En El Salvador destacan varias antologías, entre ellas Muje-
res en la literatura salvadoreña, que compila textos de ciento treinta
y tres autoras nacidas entre 1840 y 1977, promovida por la Red
de Mujeres Escritoras Salvadoreñas. Otra compilación es Mujeres
reunión poética promovida por la Secretaría Nacional de Arte y
Cultura del fmln, publicada en 2013, que reúne la obra de diecio-
cho autoras. De manera más reciente y desde un enfoque de crítica
literaria feminista se encuentra la antología Mujeres que se crean a sí
mismas. Antología de mujeres salvadoreñas, selección y notas de Guisela
López. Esta publicación realiza un recuento de voces de mujeres
que se reconocen como protagonistas de su propia vida. Esta
antología reúne a veintisiete autoras salvadoreñas contemporáneas:
Ada Membreño, Aída Elena Párraga, Anna Delmy Amaya, Car-
men González Huguet, Claudia Herodier, Claudia Meyer, Elena
Salamanca, Eva Ortiz, Francisca Alfaro, Ivonne Melgar Na-
vas, Katheryn Rivera Mundo, Kenny Rodríguez, Krisma Man-
cía, Laura Zavaleta, Lya Ayala, María Cristina Orantes, Marisol
Briones, Miroslava Rosales, Patricia Iraheta, Rossana Cantarely,
Roxana Artero, Roxana Méndez, Silvia Elena Regalado, Silvia
Ethel Matus, Susana Reyes, Tania Verónica Molina Leddy y Te-
resa González.
Willy O. Muñoz publicó en 2004 Antología de cuentistas salva-
doreñas, que incluye obra de las narradoras Josefina Peñate y Her-
nández, Leda Falconio (Aldef), Jennifer Rebeca Valiente (Harry
Castell) y Claudia Hernández.
En Honduras, se identifican iniciativas desarrolladas por
Helen Umaña, Lety Elvir, Anarella Vélez Osejo, Elisa Logan, Ada
Luz Pineda y Jessica Sánchez. Entre las iniciativas pioneras reali-
zadas en Honduras se encuentra la Antología de poetisas hondureñas:
Jardín de lunas, publicada por Raúl Arturo Pagoaga en 1969. Y Hon-
duras: mujer y poesía. Antología de poesía escrita por mujeres 1865-1998,

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 51


publicada en 1998 por Adaluz Pineda, obra que reúne a treinta y
siete autoras, agrupadas por generaciones: generación finisecular,
generación novecentista a la generación del Cincuenta y genera-
ción vanguardista.
Otra iniciativa desarrollada es Antología de cuentistas hondure-
ñas. Publicada en 2005 por Jessica Sánchez, esta antología reúne
la producción de diecisiete autoras, que van desde una de las pri-
meras narradoras reconocidas en Honduras, Lucila Gamero de
Medina, hasta llegar a autoras contemporáneas como Lety Elvir.
Iniciativas más recientes son las antologías sobre narradoras
hondureñas, Anarella Vélez Osejo, en Sihuatán: antología de cuentis-
tas hondureñas publicada en 2013, reúne textos de Lucila Gamero
de Medina, Paca Navas de Miralda, Clementina Suárez, Emma
Sarmiento de Moya Posas, Argentina Díaz Lozano, Mimí Díaz
Lozano, María Eugenia Ramos, Waldina Mejía Medina, Rocío Ta-
bora, Lety Elvir y Jessica Sánchez Paz. Y la Antología de narradoras
hondureñas publicada en 2016 por Ediciones Librería Paradiso y la
Asociación Nacional de Escritoras de Honduras (andeh), incluye
textos de quince escritoras: Xiomara Cacho Caballero, Lety El-
vir Lazo, Alejandra Flores Bermúdez, Francia Henríquez Benson,
Sofía Hernández Motiño, Elisa Logan, Sara Mazier, Venus Ixchel
Mejía, Alejandra Munguía Matamoros, Amanda Ponce, Perla Ri-
vera, Claudia Sánchez Cárcamo, Tatiana Sánchez, Diana E. Vallejo
y Anarella Vélez Osejo.
Una iniciativa que evidencia las profundas transformacio-
nes que ha tenido el papel de las mujeres en la sociedad hondure-
ña es la antología Honduras, golpe y pluma: antología de poesía resistente
escrita por mujeres (2009-2013), que transforma en poesía la parti-
cipación de las autoras. El libro cuenta con un estudio introduc-
torio y una selección poética realizada por Lety Elvir, que reúne
ciento diecinueve poemas escritos por cuarenta y siete mujeres
en resistencia contra el golpe de Estado. La publicación muestra,
además, una visión inclusiva reuniendo a mujeres diversas no
sólo porque las autoras ejercen distintas profesiones y oficios
(empleadas de maquilas, abogadas, profesoras, artistas, estudian-
tes, sociólogas, periodistas), sino porque además pertenecen a
distintos grupos generacionales, ya que sus edades oscilan entre
19 y 90 años; finalmente muestra un enfoque intercultural, ya

52 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que reúne distintas identidades étnicas: mujeres mestizas, indí-
genas y garífunas.
En Nicaragua se identifican los aportes de Helena Ramos,
Daysi Zamora y María Eugenia López. Una iniciativa pionera fue
La mujer nicaragüense en la poesía, por Daisy Zamora, que contiene
un estudio introductorio en el que se rememora precursoras como
Carmen Sobalvarro, María Teresa Sánchez y Mariana Sansón Ar-
güello; posteriormente, realiza una presentación de los poemas es-
critos por mujeres nicaragüenses en tres décadas, iniciando en los
años sesenta hasta la culminación de la obra en 1989. La antología
reúne la obra de veinte autoras, entre las que destacan reconocidas
exponentes como Claribel Alegría, Vidaluz Meneses, Gioconda Be-
lli, Michele Najlis, Ana Ilce Gómez, Christian Santos, entre otras.
Otra publicación de 1989 es …A puro golpe de amor: seis poe-
tas contemporáneas de Nicaragua, selección y notas de María Eugenia
López Brun, que incluye una compilación de textos donde destaca
los ideales y la participación de las mujeres en la revolución nica-
ragüense a través de voces poéticas reconocidas: Vidaluz Meneses,
Ana Ilce Gómez, Michele Najlis, Gioconda Belli, Daisy Zamora y
Rosario Murillo.
Publicado en Tuxla Gutiérrez, Chiapas, México, en 2009, se
identifica el libro Al filo del gozo. Antología de poesía erótica, compilado
por Marisa y Socorro Trejos Sirvent. Esta compilación reúne tex-
tos de cinco autoras nicaragüenses: Giconda Belli, Yolanda Blan-
co, Christian Santos, Andira Watson y Gema Santamaría.
En el género narrativa se encuentran las antologías Noso-
tras también contamos, muestra de narrativa publicada bajo el sello
editorial anide en 2013, incluye narraciones de veintiún escrito-
ras, algunas de ellas reconocidas como: Vidaluz Meneses, Isol-
da Hurtado, Marianela Corriols, Martha Cecilia Ruiz, Yolanda
Rossman, María del Carmen Pérez Cuadra, Ninoska Chacón,
Elioconda Cardoza, Isolda Rodríguez, Ángela Saballos y Mercedes
Gordillo. Así como recién egresadas de los Talleres de Creación
Literaria de anide, entre ellas: Anabel Cruz, Belkis Silva, Hazel Flo-
res, Jessica Solís, María Lourdes Mayorga, Tania Isabel Rostrán,
Gloria Carrión, Blanca García, Christianne Tablada y Linda Báez.
Otra iniciativa promovida por anide es 99 palabras de mujer:
microrrelatos y otras especies. Publicada en 2016, con selección y edi-

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 53


ción a cargo de Marianela Corriols, reúne trabajos de veinte auto-
ras: Margarita Antonio, Linda Báez, Rosa Nini Borgen, Ninoska
Chacón, Jacqueline Cholette, Marianela Corriols, Hilde Duvel,
Ana Rosa Fagoth, Blanca García Monge, María del Carmen Pérez,
Yolanda Rossman, Martha Cecilia Ruiz, Ángela Saballos, Christian
Santos, Jessica Solís, Christianne Tablada Bravo, Mercedes Tinoco,
Ceshia Ubau y Sylvania Zamora.
En Costa Rica destacan los trabajos de Magda Zavala, So-
nia Marta Mora, Flora Ovares y Linda Berrón. Uno de los tex-
tos pioneros es Relatos de mujeres: Antología de narradoras de Costa
Rica, publicado en 1993 por Linda Berrón, con Editorial Mujeres.
Publicación que incluye textos de las escritoras Julieta Pinto, Ta-
tiana Lobo, Silvia Kruse Quirós, Ishtar Yasin, Carmen Naranjo,
Yolanda Ingianna, Dorelia Barahona, Vilma Loría Cortés, Xinia
Estrada, Myriam Bustos, Irma Prego, Sonia Morales Solarte, Ma-
ría Montero, Mía Gallegos, Rosibel Morera, Amalia Sollet, Virginia
Zúñiga, Alicia Miranda, Elba Cleves, Alejandrina Gutiérrez, María
Luisa Fernández y Saray Amador.
Otro esfuerzo antológico orientado a reunir la obra de las
escritoras de Costa Rica es Narradoras costarricenses: antología de cuen-
tos, compilada por Willy Óscar Muñoz en 2006, obra que reúne
las voces de las escritoras Rafaela Contreras de Darío, Berta María
Feo, Carmen Lira, Alicia Castro Argüello, Yolanda Oreamuno, Er-
mida Canossa Mora, Eunice Odio, Julieta Pinto, Victoria Urbano,
Rima de Vallbona, Carmen Naranjo, Ana Cristina Rossi, Lilliana
Romero Rodríguez, Giovanna Giglioli, Alejandrina Gutiérrez, Ire-
ne Sancho, Linda Berrón, Ailyn Morera y Silvia Kruse Quirós.
En poesía se identificó Indómitas voces: las poetas de Costa Rica.
Una antología publicada por Sonia Mora con Editorial Mujeres en
1994, reúne textos de veinte poetas: Leonor Garnier, Emma Gam-
boa, Marjorie Ross, Eunice Odio, Rosibel Morera, Yiya Montejo,
Marta Eugenia Rojas, Carmen Mora, Valeria Varas, Lilly Guar-
dia, Diana Ávila, Ana Antillón, Mía Gallegos, Rosa Kalina, Nidia
Barboza, Mayra Jiménez, Macarena Barahona, Marta Royo, María
Gabriela Chavarría y Floria Herrero.
Con carácter regional se aprecian varias contribuciones: la
Antología de mujeres poetas de Centroamérica, compilada por Luz Ma-
ría Lescure (diplomática y escritora panameña), publicada por la

54 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Biblioteca Real en Estocolmo, Suecia, en 2003. Incluye textos de
mujeres poetas de distintos países. Así, de Panamá aparecen Elsie
Alvarado de Ricord, Bertalicia Peralta y Consuelo Tomás; de Ni-
caragua: Gioconda Belli, Daisy Zamora y Vidaluz Meneses; de
Guatemala: Margarita Carrera, Luz Méndez de la Vega y Carmen
Matute; de El Salvador aparecen Claribel Alegría, Silvia Elena Re-
galado y Daisy Posadas; Helen Umaña, Honduras y María Montero
de Costa Rica.
En esta misma línea se identifica la antología Con mano de
mujer. Antología de poetas centroamericanas contemporáneas (1970-2008),
publicada en Costa Rica en 2012, que presenta resultados de in-
vestigación, selección y notas de Magda Zavala. Cuenta con un es-
tudio introductorio sobre la literatura centroamericana escrita por
mujeres e incluye a sesenta y un poetas centroamericanas, cuyo
primer libro fuera publicado posterior a 1970. Entre ellas Giocon-
da Belli, Isolda Hurtado y Daisy Zamora.
En este mismo año (2012), se publica Voces de mujeres en la
literatura centroamericana, una antología editada por Julia Barella y
Concepción Bados Ciria de la Universidad de Alcalá (uah). La com-
pilación es resultado del proyecto de investigación Voces de mujeres
en la literatura centroamericana, realizado con la participación de las
Universidades de El Salvador (ues), Universidad Pedagógica Nacio-
nal Francisco Morazán de Honduras (upnfm), Universidad Nacional
Autónoma de Nicaragua en León (unan-León) y la Universidad Au-
tónoma de Madrid (uam). La investigación incluye el estudio de la
obra poética de seis autoras centroamericanas: Helen Umaña y Lety
Elvir de Honduras; Gloria Elena Espinoza de Tercero y Vidaluz
Meneses de Nicaragua; así como Elena Salamanca y Laura Zavaleta
de El Salvador.
Otra antología, resultado de un proceso de investigación
promovido desde el cuerpo académico de Estudios de Género del
Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Aguas-
calientes, coordinado por Consuelo Meza Márquez, es Penélope: seten-
ta y cinco cuentistas centroamericanas, una publicación de 2017 que reúne
dieciséis cuentos de escritoras de Guatemala, catorce de Costa Rica,
doce de Panamá, once de Honduras, nueve de Belice, ocho de Nica-
ragua y cinco de El Salvador.

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 55


También se identifican esfuerzos antológicos basados en
apuestas políticas como las compilaciones contra la violencia de
género desarrolladas en Nicaragua, Guatemala y Panamá. Mujer y
poesía. Antología poética y cultura humanista contra la violencia a la mujer,
compilada en Nicaragua por Christian Santos, la publicación ha
sido auspiciada por onu Mujeres en el marco de la Campaña únete
para poner fin a la violencia contra las Mujeres, impulsada por el
secretario general de la onu. Esta publicación, promovida por
anide, ya cuenta con dos ediciones, la primera realizada en 2013 y
la segunda en 2014.
En Guatemala se publicó Reinventar esta vida en 2013, una
compilación de poesía que denuncia la violencia desde la reunión
de trabajo poético de cuatro escritoras integrantes de la Colecti-
va de Mujeres en las Artes: Brenda Solís-Fong, Carolina Escobar
Sarti, Guisela López y Lucía Morán. Al respecto escribe Consuelo
Meza Márquez:

Las poetas inician con dolorosos poemas en los que expresan


la situación de violencia de que las mujeres son objeto. La de-
nuncia está presente: el feminicidio, la violencia doméstica, el
incesto, tradiciones y costumbres que expropian a las mujeres
de su cuerpo y de su deseo erótico y protagónico, para señalar
algunas de las formas de la violencia de género (Meza cit. en
López 2014).

En Panamá, el libro ¡Basta!, publicado en 2017, incluye a


cien mujeres que escriben contra la violencia de género, desde una
propuesta orientada a crear conciencia y hacer de la literatura un
medio para evidenciar la violencia contra las mujeres. Esta pu-
blicación forma parte de una red de publicaciones solidarias ini-
ciadas en Chile en el 2011, por lo que la versión panameña es la
séptima réplica de la experiencia, primera en Centroamérica; otra
línea identificada en la recopilación literaria ha sido el desarrollo de
antologías que recuperan la producción indígena. En ese sentido,
cabe mencionar Uk’u’x kaaj, uk’u’x ulew: Antología de poesía maya gua-
temalteca contemporánea publicada por el Instituto Internacional de Li-
teratura Iberoamérica en 2010 con una selección e introducción de
Emilio del Valle Escalante. Compilación que contiene textos de seis

56 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


comunidades lingüísticas presentados en versión maya-castellano.
La muestra incluye a quince poetas mayas de tres generaciones del
movimiento maya en Guatemala. Incluye seis autoras: María Elena
Nij Nij, Calixta Gabriel Xiquín, Blanca Estela Colop Alvarado, Ade-
la Delgado Pop, Maya Cu Choc y Rosa Chávez.
Otra publicación que sigue esta línea es Rapsodia antillana,
primera antología de poesía afroantillana de Panamá. Publicada por
la Universidad de Panamá, este texto poético bilingüe (incluye poe-
mas en su formato original en inglés y en castellano) fue trabajado
por los poetas Luis Wong-Vega, Winston Churchill James Jordan
y Raúl Houlstan. Incluye dos ensayos y comentarios de la poe-
ta afropanameña Yvette Modestin, residente en Boston, Estados
Unidos. Antología que reúne poetas afroantillano-panameños re-
sidentes en Panamá y en los Estados Unidos. Los poetas antolo-
gados son cuarenta, incluyendo la participación de once escritoras:
Inés V. Sealy, Juanita Mitil, Yvette Modestin, Melanie Taylor, Uva
Coles, Marta L. Sánchez, Juliet Christie Murray, Lisa Teasley, Delia
Adassa McDonald, Su’ad Abdul Khabeer y Tatyana Marisol Alí.

Estrechando lazos entre escritoras

Como parte de los avances en el desarrollo de una literatura escrita


por mujeres, en la región se han creado asociaciones que reúnen a las
escritoras de varios países. Así, encontramos en Guatemala la Aso-
ciación de Mujeres Escritoras y Periodistas de Guatemala (ampeg),
la Colectiva de Mujeres en las Artes; la Red de Mujeres Escritoras
Salvadoreñas; la Asociación Nacional de Escritoras de Hondu-
ras (andeh); la Asociación Nicaragüense de Escritoras (anide): y
la Asociación Costarricense de Escritoras (ace). En 2003, como
resultado del VIII Encuentro Feminista Latinoamericano y del
Caribe realizado en Costa Rica, se formó La Red de Escritoras
Feministas, como un espacio de comunicación entre escritoras de
la región.
La Asociación de Mujeres Escritoras y Periodistas de Gua-
temala (ampeg) es una asociación que arribó a los cincuenta años
de creación. Entre sus integrantes se encuentran destacadas in-
telectuales como Consuelo Sánchez-Latour y Atala Valenzuela,
quienes fueron dirigentes de ampeg durante varios años. También

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 57


forman parte de ampeg las dos galardonadas con el Premio Nacio-
nal de Literatura “Miguel Ángel Asturias” en 2015 y 2016, Carmen
Matute y Delia Quiñónez.
La Colectiva de Mujeres en las Artes es un espacio de pro-
moción cultural y de encuentro artístico promovido por un grupo
de escritoras guatemaltecas. El punto de encuentro lo constituye la
promoción cultural y artística con grupos, organizaciones y grupos
de mujeres y espacios de formación de género. Fundada en 2001
por Brenda Solís-Fong, Carolina Escobar Sarti, Guisela López,
Maya Alvarado, Lucía Morán y Rossana Estrada, esta iniciativa ha
promovido el reconocimiento de las mujeres escritoras, así como el
acercamiento de las mujeres a la literatura. Desde una perspectiva
feminista, ha desarrollado propuestas formativas en distintos géne-
ros literarios y crítica literaria feminista. Entre las actividades que
realiza están el desarrollo de certámenes de poesía y narrativa breve,
especialmente dirigidos a mujeres jóvenes y adultas.
La Asociación Nicaragüense de Escritoras (anide), fundada
en julio del año 2000 por un grupo de escritoras de distintas ge-
neraciones literarias, es la primera y única institución literaria con
el objetivo de desarrollar la investigación y rescate de la literatura
escrita por mujeres en Nicaragua. Otra de sus tareas es contribuir
a divulgar la creación literaria desde la equidad de oportunidades.
Para 2012, la anide logró reunir alrededor de setenta escritoras
de etnias, pensamientos y realidades diversas, residentes dentro y
fuera del país. Además, desarrolló su propio sello editorial; fun-
dó una revista de literatura y arte centroamericana. La anide ha
coordinado el desarrollo de talleres en creación literaria, poesía y
narrativa tanto en la zona del Pacífico y Central como en la Costa
Caribe del país. Cuenta con publicaciones virtuales que incluyen
la obra de 85 escritoras nicaragüenses. Además, ha realizado cer-
támenes literarios. En el marco de promoción y difusión de la
obra de escritoras, mantiene vínculos académico-literarios con
universidades nacionales e internacionales, así como con otras
asociaciones literarias y participa en ferias nacionales e interna-
cionales del libro.
La Asociación Costarricense de Escritoras (ace) se fundó el
año 2000 por un grupo de escritoras y, actualmente, reúne más de
cincuenta creadoras que desarrollan actividades desde los distintos

58 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


géneros: narración, poesía, dramaturgia y ensayo. En su programa
está la realización de actividades académicas y artísticas en torno
a la literatura escrita por mujeres, lo que incluye mesas redondas,
conferencias, recitales de poesía, teatro y otras actividades artísticas.
En Panamá no se identificó una organización exclusivamen-
te de mujeres, pero las autoras participan en el Consejo Nacional
de Escritoras y Escritores de Panamá, desde donde se han fomen-
tado acciones especialmente dirigidas a promover a las mujeres,
como el X Encuentro Internacional de Escritoras realizado en la
Universidad Tecnológica de Panamá (utp) en marzo de 2012. Otra
iniciativa surgida en el área es la Red Autónoma de Escritoras In-
dígenas y Afrodescendientes de Centroamérica y el Caribe, funda-
da en agosto de 2008 en Guatemala.
Estos espacios, conformados desde la autogestión, contribu-
yen permanentemente a la tarea de visibilizar la producción literaria
de las mujeres, por lo general a través de publicaciones y eventos
académicos, coadyuvando a sistematizar el legado de la literatura
escrita por mujeres en América Central.
Como parte de las acciones desarrolladas desde estas modali-
dades organizativas, se ha promovido la realización de encuentros,
coloquios, congresos y otros espacios de intercambio académico.
Una iniciativa clave a nivel regional es la Red de Investigación de
la Literatura escrita por Mujeres en Centroamérica, desde la cual
se han coordinado varios eventos regionales de intercambio aca-
démico realizados a través del Departamento de Sociología y An-
tropología del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades de la
Universidad Autónoma de Aguascalientes, México. Fue así como
se realizó el I Encuentro Internacional de Investigadoras de la Li-
teratura de Mujeres de América Central en 2007; en 2009 tuvo
lugar el II Encuentro Internacional de Investigación en Literatura
de Mujeres de América Central; en 2013 se llevó a cabo el III
Encuentro Internacional: Historia de la Literatura de mujeres de
América Central, y en 2018 se organizó el IV Coloquio Internacio-
nal de Investigación en Literatura de Mujeres de América Central.
En marzo de 2000 se celebró en Managua el I Congreso de
Escritoras Centroamericanas, convocado por la Asociación Nica-
ragüense de Escritoras (anide), donde se firmó el Acta Constituti-
va de la Federación Centroamericana de Escritoras. En noviembre

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 59


de 2010, se llevó a cabo el II Congreso de Escritoras Centroame-
ricanas en Managua, con la participación de escritoras de distintos
países de la región.
En 2011 se realizó en Guatemala el xix Congreso Inter-
nacional de Literatura Centroamericana (cilca), evento que por
primera vez incluyó un eje de literatura escrita por mujeres, coor-
dinado desde la Colectiva de Mujeres en las Artes y el Seminario
de Literatura Feminista. Como resultado se contó con treinta y
tres ponencias académicas presentadas en universidades de México,
Estados Unidos y Centroamérica. Estas ponencias se organizaron
en ocho mesas temáticas dedicadas al estudio de la obra de las
autoras centroamericanas desde los distintos géneros literarios. Se
realizaron también presentaciones de libros y una lectura de poe-
sía que contó con la participación de 34 poetas de la región. Se
llevaron a cabo, además, dos homenajes, uno a la escritora Luz
Méndez de la Vega, Premio Nacional de Literatura, y otro a través
de la inauguración de la Cátedra Alaíde Foppa. Además se llevó
a cabo un Encuentro Regional de Escritoras con participantes de
distintos países del área.
En el II Encuentro Mesoamericano de Estudios de Géne-
ro y Feminismo, desarrollado en Guatemala en octubre de 2011,
también se implementó un eje de arte y literatura especialmente
dedicado a compartir reflexiones sobre la producción creativa de
las mujeres. En este evento, coordinado también por el Seminario
de Literatura Feminista y la Colectiva de Mujeres en las Artes, se
presentaron veinticinco ponencias con participación de mujeres de
México, Colombia, El Salvador, Honduras y Guatemala. Se pre-
sentaron los libros y se realizaron lecturas de poesía con escritoras
invitadas. Una de las mesas con mayor participación fue la de “Arte,
cuerpo y propuesta política feminista: una visión performativa”, que
contó con reflexiones sobre teatro, poesía, narrativa y fotografía.
Otro espacio de intercambio académico donde se compar-
ten avances sobre el estudio de la literatura escrita por mujeres ha
sido la Mesa de historia y género del Congreso Centroamericano
de Historia, realizado cada dos años de manera rotativa en los
distintos países de la región. Esta mesa ha facilitado compartir
avances de los recorridos realizados desde la Red de Investigación
de la Literatura escrita por Mujeres en América Central.

60 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Después de trazar todas las posibles rutas para seguir los
recorridos de la literatura escrita por mujeres en América Central,
el resultado es alentador, ya que, en primer lugar, en cada uno de
los países se identificaron aportes desde las distintas modalidades
que ha adoptado el registro. Otro hallazgo relevante es que se en-
cuentra a lo interno de la región la principal fuente de referencia
en la producción de estudios y publicaciones sobre la literatura
escrita por mujeres.
Además, se observó la manera en que las mujeres se han
apropiado de los estudios sobre su producción y experiencias, ya
que actualmente la mayor parte de estos trabajos han sido escritos
por mujeres, lo cual constituye un indicador de la incorporación
de las mujeres a la universidad, pero también da cuenta del posi-
cionamiento alcanzado en las instituciones y cómo esa producción
del conocimiento ha repercutido en el desarrollo de una autoridad
epistémica dentro de la academia.
Como parte de la revisión del estado de la cuestión, se identi-
ficó también la manera en que se han diversificado las publicaciones
e iniciativas para sustentar los estudios sobre las escritoras. Lo que
pone de manifiesto el avance alcanzado en los estudios sobre muje-
res, género y feminismo, así como la manera en que estas apuestas
teóricas han enriquecido el análisis de la producción literaria, fa-
voreciendo con ello han el crecimiento de un corpus teórico que,
sin duda, contribuirá a enriquecer los programas formativos sobre
literatura en las universidades aportando conocimientos sobre esa
otra mitad de la humanidad antes silenciada.
En cuanto a las modalidades adoptadas para documentar
los recorridos de la historia de la literatura escrita por mujeres en
América Central, prevalecen las contribuciones antológicas, aun-
que también resultó relevante el desarrollo de investigaciones y
trabajos académicos que exploran los recorridos de las mujeres
en los diversos géneros literarios, entre los que la poesía continúa
siendo el género más destacado –hecho que, sin duda, está asocia-
do a la existencia de roles y dinámicas de género que continúan li-
mitando el desarrollo de las mujeres– aun cuando también se hizo
evidente el incremento que ha tenido la participación de escritoras
en los géneros narrativos.

Referencias cartográficas para trazar un estado de la cuestión 61


Otro indicador de avance es la cantidad de encuentros de
intercambio académico que trazan un intenso ir y venir, no sólo
en los países de Centroamérica, sino a lo largo de América Latina
y de Iberoamérica, actividad en la que ha sido relevante el desa-
rrollo alcanzado a través de las tecnologías de la información y la
comunicación (tic). También para la identificación de bibliografía
y publicaciones ha sido relevante el recurso tecnológico.
En cuanto a las dificultades encontradas, éstas se deben
principalmente a la persistencia de los patrones y dinámicas de
género que continúan sometiendo a las mujeres a dobles y triples
jornadas que limitan sus oportunidades de dedicarse al estudio, a
profesionalizarse, a construir ese cuarto propio –tan necesario–
para la escritura. La presencia de techos de cristal en la academia,
en el Estado, las sociedades y los gremios, continúa limitando la
participación de las mujeres y su ascenso; como consecuencia, las
agendas políticas institucionales y presupuestos siguen teniendo
un sesgo androcéntrico que mantiene la escritura de las mujeres
en los márgenes.
Evidentemente, se requiere que las universidades, institutos
y centros de investigación dediquen fondos para el desarrollo de
estudios sobre las necesidades, experiencias y aportes de las muje-
res en todos los campos, pero el de la historia de la literatura escrita
por mujeres constituye un ámbito que requiere de mayor subsidio y
apoyo institucional, sobre todo ante la amenaza que el avance tecno-
lógico ha generado sobre la otra mitad de las ciencias y las artes. Es
necesario confrontar esas brechas que privilegian el área científica
en detrimento de los estudios sociales y humanísticos.
Se necesita generar alternativas que faciliten la publicación y
el intercambio académico y, en ese sentido, será necesario superar
las brechas digitales para generar nuevas modalidades de difusión
y acceso de la información y el conocimiento, nuevas maneras de
comunicación que favorezcan el desarrollo de estudios y las publi-
caciones que, desde cada país, contribuyen al desarrollo de la lite-
ratura escrita por mujeres y a su estudio.
Algunos resultados del avance alcanzado son la formación
de investigadoras especializadas en el campo, el desarrollo de un
corpus teórico especializado en la temática que cuenta con apor-
tes en cada uno de los países de la región y el establecimiento de

62 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


redes que permiten sumarnos a la tarea de construir una historia
de la literatura escrita por mujeres en América Central.

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64 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Belice
Historia de la literatura de mujeres de Belice
Consuelo Meza Márquez

Antecedentes históricos1

B elice es la nación más joven de los países latinoamericanos y


centroamericanos. En 1821, al independizarse los países la-
tinoamericanos de España, se estableció que las fronteras entre
las nuevas repúblicas permanecerían tal como estaban divididas
durante la administración colonial española. Guatemala reclamaba
que Belice era parte del territorio español y los británicos afir-
maban que ellos tenían el control de ese territorio antes de 1821
y que, por ello, esa regla no aplicaba a Belice. En el centro de la
disputa guatemalteca, se encontraba el Tratado Anglo-Guatemal-
teco de 1859. Desde el punto de vista de los ingleses, el tratado
definía los límites de una superficie que ya estaba bajo su control;
pero desde el punto de vista guatemalteco, implicaba una cesión
de tierras. Para que el tratado tuviera efecto, Gran Bretaña tenía
que ayudar a construir una carretera que comunicara Guatemala
con la costa atlántica, pero como nunca lo hizo, Guatemala consi-
deraba que el tratado quedaba sin efecto. En 1945, en una nueva
constitución, Guatemala declara a Belice como parte del territorio
guatemalteco y amenaza con invadir el país; lo hizo también en
1972, 1975 y 1977. En cada una de esas ocasiones, la presencia
militar británica lo impidió (A History of Belice 108).
El país obtiene su independencia respecto a la Gran Bre-
taña en 1981, y hasta el presente forma parte de la Mancomuni-
dad Británica. El proceso viene gestándose desde la década de los
cincuenta. En 1950 se funda el Partido del Pueblo Unido (pup),
dirigido por George Price, un hombre formado por jesuitas ame-
ricanos del St. John’s College en Belice, hijo de un creole blanco
y de madre mestiza (Macpherson 329). El pup, inicialmente, surge
en 1949 como Comité Popular de protesta contra las arbitrarie-
dades de la administración colonial y en 1950 se constituye como

1 Una primera versión de este apartado se presentó en Meza Márquez, Consuelo. Narradoras
centroamericanas contemporáneas. Identidad y crítica socioliteraria feminista (2007), pp. 204-208.
partido. El pup, en alianza con la General Worker’s Union (gwu),
se enfrentó a la administración colonial, su proyecto de nación no
era anticapitalista y favorecía la inversión externa norteamericana,
preferentemente, y la británica (Macpherson 195). El partido se
impone de manera abrumadora en la primera elección en la que
participa. En 1954 se establece el sufragio universal y se realiza la
elección directa de una mayoría de representantes en el legislativo.
En 1961 se adopta un sistema de gobierno ministerial y en 1964 el
país conquista la autonomía interna, con lo que George Price pasa
a ser primer ministro. El 1 de junio de 1973 se cambia el nombre
del país de Honduras Británica a Belice.
El 11 de marzo de 1981 son firmadas en Londres las lla-
madas Bases de Entendimiento por el ministro de estado para
Asuntos Exteriores de la Mancomunidad Británica, el ministro de
Relaciones Exteriores de Guatemala, y George Price, primer mi-
nistro de Belice. El gobierno de Guatemala difundió ampliamente
dichas bases y explicó que se trataba de un pacto de contrahendo
que necesitaba complementarse con los tratados correspondien-
tes, los cuales deberían aprobarse constitucionalmente, así como
reformar la constitución en la parte concerniente a Belice; mien-
tras ello no ocurriera y no se firmaran los tratados, Guatemala no
renunciaría a ninguno de sus derechos. Dicho pacto era el único
medio de solucionar la disputa que, de persistir, mantendría un
foco de inseguridad e intranquilidad en la región; y de producirse
la independencia unilateral de Belice, se denunciaría la ilegitimidad
del acto. Las Bases, dieciséis en total, son las siguientes:

1) Guatemala y el Reino Unido reconocen al Estado indepen-


diente de Belice como parte integrante de Centroamérica
y respetan su soberanía e integridad territorial, de confor-
midad con sus fronteras existentes, sujeto, en el caso de
Guatemala, a la conclusión de los tratados necesarios para
dar vigencia a las Bases.
2) Se le reconocen a Guatemala las aguas territoriales que le
asegurarán acceso permanente y sin impedimento a la alta
mar, así como derechos sobre el lecho marino subyacente.

68 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


3) Guatemala tiene el uso y disfrute de los Cayos de Ran-
guana y Zapotillo, así como derechos en aquellas áreas del
mar adyacentes a los Cayos, según convenga.
4) Guatemala tiene el derecho de instalaciones de puerto li-
bre en la ciudad de Belice y en Punta Gorda.
5) Se mejorará la carretera entre la ciudad de Belice y la fron-
tera guatemalteca.
6) Se completará una carretera entre Guatemala y Belice.
7) En áreas por convenirse, se llegará a un acuerdo para pro-
pósitos relativos al control de la contaminación, la nave-
gación y la pesca.
8) Se convendrán áreas del lecho marino y de la plataforma
continental para la exploración y explotación conjunta de
minerales e hidrocarburos.
9) Guatemala y Belice convendrán acerca de ciertos proyec-
tos de desarrollo en beneficio mutuo.
10) Belice tendrá derecho a cualesquiera servicios de puerto
libre en Guatemala, correspondientes a servicios semejan-
tes concedidos a Guatemala.
11) Guatemala y Belice suscribirán un tratado de cooperación
para asuntos de seguridad mutua.
12) Salvo lo previsto, nada será en perjuicio de derechos o
intereses de Belice o del pueblo beliceño.
13) Guatemala y el Reino Unido celebrarán acuerdos para res-
tablecer sus relaciones.
14) Guatemala y el Reino Unido emprenderán acciones para
el ingreso de Belice a las Naciones Unidas, la Organiza-
ción de Estados Americanos, las organizaciones centro-
americanas y otras organizaciones internacionales.
15) Se establecerá una Comisión Conjunta de Guatemala, el
Reino Unido y Belice para preparar el tratado o los trata-
dos correspondientes.
16) Consecuentemente, la controversia entre Guatemala y el
Reino Unido sobre el territorio de Belice queda honora-
ble y finalmente terminada (Historia General de Guatemala;
Meza 206-208).

Historia de la literatura de mujeres de Belice 69


No se firma ningún tratado en relación con estas Bases de
Entendimiento y el 21 de septiembre de 1981 se declara la inde-
pendencia de Belice respecto a la Gran Bretaña. El nuevo país
queda dentro de la Mancomunidad Británica y se previene a Gua-
temala de no usar amenazas o la fuerza para impedir la indepen-
dencia e integridad territorial de su nuevo vecino y se autoriza a
Gran Bretaña para continuar ocupando militarmente el territorio
beliceño, a manera de protección contra cualquier amenaza de in-
vasión de Guatemala. El único recurso que le quedó a este país
fue protestar enérgicamente por la decisión y negarse a reconocer
la independencia de Belice. Guatemala había declarado que, si la
independencia se diera antes de solucionarse la controversia terri-
torial, se estaría violando el artículo 33 de la Carta de las Naciones
Unidas, relativo a los procedimientos para resolver los conflictos
internacionales que pueden poner en riesgo la paz internacional.
Es hasta 1991 que el gobierno guatemalteco reconoce oficialmente
la soberanía y autodeterminación de Belice. Como contrapartida,
Belice concede a Guatemala el libre acceso al Golfo de Honduras
(Historia general de Guatemala 1999, Meza 208); sin embargo, el con-
flicto territorial queda sin resolverse hasta el presente.
El rechazo a esta agenda de discusión por parte del pue-
blo beliceño y de los grupos políticos de la oposición da lugar
a manifestaciones de protesta y motines que tienen como resul-
tado cuatro muertes, muchos heridos y daño a propiedades de
los líderes del pup y sus familias; incluso es quemada una oficina
gubernamental. El gobierno establece el estado de emergencia y la
independencia se declara seis meses después.
El 21 de septiembre de 1981, con la declaración de la in-
dependencia, George Price permanece en el poder como primer
ministro hasta las elecciones de diciembre de 1984 en que, Manuel
Esquivel, su opositor derechista del Partido Democrático Unido,
gana la mayoría de los escaños de la Cámara Baja. George Price
retorna al poder en las elecciones de septiembre de 1989 (Fernán-
dez López; Meza 206).
Es el año de 1969 el que marca la lucha por la construc-
ción de una nueva forma de ciudadanía, un proceso que hiciera
soberano al país frente al lazo colonial del Imperio británico. En
Honduras Británica, la oferta educativa se limitaba a la educación

70 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


primaria y secundaria. Eran pocas las personas que tenían acceso
a la educación universitaria porque debían acudir a universidades
en el Reino Unido o los Estados Unidos, principalmente. A su
regreso al país, estas personas se integraban al servicio civil, se
dedicaban al ejercicio de su profesión o a negocios en lo privado
(A History of Belice 94-95; Meza 205). De este grupo de personas
surgen también los integrantes de dos proyectos de nación: el pri-
mero tiene como actores a un grupo de esos jóvenes con acceso
a educación superior y a las clases y grupos sociales representa-
das en el proyecto nacionalista del Partido del Pueblo Unido. Asi-
mismo, un proyecto alternativo radical, conformado por jóvenes
educados en universidades de la Gran Bretaña, los Estados Uni-
dos y las Indias Occidentales que, integrados en la United Black
Association for Development (ubad), afirman la herencia cultural
africana en su propuesta de nación. Esta asociación representa un
movimiento afroamericano inspirado ideológicamente en el movi-
miento negro norteamericano y su crítica al racismo en el mundo
e insta a la población negra de Belice a que aprenda su historia y
luche por sus derechos. Este discurso y la manera de vestir con
ropa de origen africano atrajeron a un gran número de seguidores
entre la juventud de origen urbano, pero provocó las sospechas
de las clases medias y las clases políticas. Por ello, sus líderes fre-
cuentemente tuvieron que defenderse de cargos criminales por
parte de las autoridades. El grupo se integra formalmente en 1969
como un movimiento por un nacionalismo negro y, ese mismo
año, se constituye en un partido político por la libertad, la justicia
y la igualdad. El partido no llega a obtener el poder político, pero
esas reivindicaciones logran colocar en el centro de la discusión el
planteamiento de la carencia de esas demandas como el origen de
los problemas que enfrentaba el país. El legado de ubad perma-
nece, el periódico semanal Amandala, fundado en 1969, es hasta el
presente uno de los más leídos en el país. Otro de los grupos sur-
gidos de estos estudiantes es el People’s Action Committee (pac)
(A History of Belice 94-95; Meza 205-206).
En ese contexto político de dos proyectos de nación, se tiene
el nacimiento de los movimientos de mujeres y del feminismo. En-
tre los años de 1961 y 1982, las mujeres se encuentran negociando
su inclusión en un gobierno, con bases patriarcales, que las margina

Historia de la literatura de mujeres de Belice 71


del proyecto que se está gestando por el partido en el poder, People
United Party (pup), con George Price como primer ministro, y el
partido opositor el National Independence Party (nip).
Cynthia Ellis, citada por Anne F. Macpherson, señala que la
situación de las mujeres no se consideraba una prioridad, se encon-
traba sumergida en el problema de la liberación nacional, se le consi-
deraba un problema secundario e insignificante (242). Sin embargo,
entre 1963 y 1981 se constituye un espacio en el que las mujeres
se organizan al margen de la política de los partidos. Precisamente
durante el periodo del gobierno de autonomía interna a la indepen-
dencia (242), insertas en el pup, los grupos de mujeres se integran en
el United Women’s Groups bajo el liderazgo de Gwendolyn Liza-
rraga. Si bien esa incorporación se dio en el marco de una política
asistencialista, esa lucha por reivindicaciones de las mujeres repre-
senta los antecedentes del movimiento feminista. El nip, consciente
de la necesidad de una base de apoyo, nutrió el liderazgo femenino
y auspició una política más progresiva respecto a los derechos de las
mujeres y el acceso al poder; sin embargo, la preocupación excesiva
en la amenaza guatemalteca diluyó estas acciones.
Un reto adicional para el partido en el poder es esa llegada de
jóvenes que, entre 1968 y 1974, regresan de Inglaterra y los Estados
Unidos para constituirse formalmente como oposición. En febrero
de 1969 se da la constitución de la United Black Association for De-
velopment (ubad), bajo el liderazgo de Evan X Hyde. Con ubad la
situación de la mujer quedaba subordinada ahora a la discusión de
la raza. En mayo se constituye el People’s Action Committee (pac)
bajo una ideología de izquierda; y en octubre se unen para enfrentar
al partido dominante. Es importante el análisis neocolonialista que
surge y se opone la masculinidad negra frente al imperialismo blan-
co; sin embargo, como se señaló, el análisis de la condición de la
mujer queda supeditado al análisis centrado en la raza. A pesar de
ello, en el sentido estético de black is beautiful (lo negro es hermoso),
gradualmente se abre la discusión al cuerpo y a la sexualidad feme-
nina, si bien vista como el objeto de deseo masculino, surgen nuevas
temáticas como la violencia doméstica y el control de la natalidad
como medida para la prevención del aborto (Macpherson 256).
La primera conferencia internacional de las mujeres, orga-
nizada por la Organización de las Naciones Unidas en México, y

72 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la Década de las Mujeres 1975-1985 significaron la obligación del
pup de establecer una política de la mujer y el desarrollo, que llevó
a la creación del Women’s Bureau en 1981; la escritora Zee Edgell
fue la primera directora de éste entre 1981-1982. Posteriormen-
te, se integra el Belize Committee for Women and Development
(bcwad), que inicia la apertura e incorporación de un programa
feminista. Las integrantes provenían de la clase media y ningu-
na del pup. Eran profesoras, académicas y servidoras públicas. Se
desempeñaron con un perfil bajo, sin demostraciones, marchas o
festivales, hasta marzo de 1982 en que celebran por primera vez el
Día Internacional de la Mujer. La consigna siempre fue que debía
trabajarse por la mejoría de las condiciones de vida de las mujeres
y no esperar hasta el logro de la independencia y/o el logro poste-
rior del desarrollo económico. La celebración representó un reto
al acento colocado en la discusión de la identidad y nación, y se
abrió al género y a la ciudadanía.
Los análisis que las hermanas Cynthia y Zoila Ellis publica-
ron en tres números de la revista Network en 1980, 1981 y 1982
fueron de gran importancia en dicha discusión (Macpherson 244-
245). De hecho, la participación de las hermanas Ellis fortaleció
la independencia del grupo respecto al partido y fue clave para el
nacimiento del feminismo en Belice. Zoila, abogada, y ambas con
estudios de posgrado, son mujeres pertenecientes a la etnia garífuna,
su padre es un servidor público de carrera y residen en Dangriga,
desligados de la influencia cultural de los creoles de la ciudad de
Belice. Ambas tenían consciencia de que el desarrollo de las mujeres
implicaba ir más allá de las propuestas analíticas de clase y etnia.
Esto fue de suma importancia porque estructurar una política de
mujer y desarrollo implicaba ir más allá de las clases de costura y
economía doméstica a las que tanto las mujeres como el partido
estaban acostumbrados.
Las hermanas Ellis nombraron y visibilizaron una serie de
categorías feministas para incorporar en el diseño de políticas pú-
blicas. En 1979 se imparte el primer taller denominado Participa-
tory Techniques for Working with Women, que fue financiado por
la Unidad, de reciente creación, de Mujer y Desarrollo de la Uni-
versity of the West Indies. Los contenidos de este taller, impartido
por las hermanas Ellis, distaban mucho de los cursos típicos de

Historia de la literatura de mujeres de Belice 73


tejido y mermeladas. En 1981 se imparte el primer taller en el me-
dio rural, con el tema Women Working Toward our Solutions. Fue
patrocinado por la Sociedad de Agricultura de Belice y el Departa-
mento Extramuros de la University of the West Indies. Asistieron
60 mujeres de doce comunidades que expresaron sus problemas:
carencia de servicio de salud y de vías de comunicación entre las
comunidades, y las dificultades para llevar la producción de sus
granjas al mercado de la ciudad de Belice. En el año de 1982 se
realizaron seis talleres más.
La organización representó para las mujeres un espacio au-
tónomo respecto a los líderes varones de los partidos políticos,
de la escuela y la Iglesia, una crítica al movimiento del trabajo que
relegaba a las mujeres, una voz que afirmaba que la solución de los
problemas y derechos de las mujeres era una prioridad en la nueva
nación (Macpherson 266-276).
Éste es el contexto en el que surge la producción literaria de
mujeres, con Zee Edgell y Zoila Ellis, escritoras comprometidas
con la inclusión de las mujeres en el proyecto de la recién nacida
nación. Las historias que las mujeres cuentan representan una vi-
sión alternativa a la historia oficial en la que las mujeres se encuen-
tran ausentes como sujetos sociales. Asimismo, una irrupción en la
que las mujeres como Zee Edgell y Zoila Ellis toman por el asalto
las instituciones literarias, para penetrarlas y recuperar esas voces
silenciadas de las mujeres, como antes lo hicieron en la construc-
ción de la historia política de la nueva nación.

Escritura de mujeres: la construcción de una tradición

Zee Edgell es una novelista cuya obra es de fuerte contenido histó-


rico. Recrea los procesos que dieron origen a la nación: los actores
políticos y la lucha por el poder, el mosaico de etnias y sus relacio-
nes, la discriminación por raza y género, y realiza una crítica del
ejercicio del poder durante los periodos esclavista y colonial. Ed-
gell publica la primera novela del Belice independiente, Beka Lamb
(1982), que se sitúa en los primeros años de la década de los cin-
cuenta, en esa efervescencia de las ideas nacionalistas e inconfor-
midad con la administración colonial que da origen al pup. Tiene
como protagonistas a una niña, que gana un concurso de ensayo

74 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que se celebra en su escuela, y su abuela. Pertenecientes a la et-
nia creole representan una reivindicación, ya que por ser negras
eran discriminadas en lo político y en lo educativo en la sociedad
colonial. A través de las miradas de la abuela y la nieta es posible
observar las dudas e inquietudes de ambas generaciones respecto a
ese movimiento que se estaba gestando. La segunda novela, In Times
Like These (1991), se refiere a los acontecimientos emblemáticos que
sucedieron en los años 1968 y 1981. La protagonista de la novela es
una mujer creole de 21 años que estudia en Londres como muchos
jóvenes que, apropiándose de los elementos simbólicos del orden
colonial inglés, pretenden llenarlos de nuevos contenidos que les
permitan romper el lazo con el Reino Unido. La obra es un relato
entretejido de dos relatos descritos desde la mirada de la protago-
nista. En el relato correspondiente a 1968, se observan los valores
e ideales nacionalistas que se respiran entre los jóvenes estudian-
tes en Londres y se tiene acceso a esos dos grupos con proyectos
de nación diferentes, amigos todos que, a finales de la década de
los sesenta y a lo largo de los setenta, se preparan con la intención
de regresar y tomar las riendas de su país.
El segundo relato recupera los acontecimientos a partir de
la firma del acuerdo las Bases del Entendimiento entre Guatemala,
Gran Bretaña y Belice. El acuerdo se firma en Londres el 11 de
marzo de 1981 con la finalidad de dar solución al conflicto terri-
torial con Guatemala. La firma da lugar a una serie de protestas,
motines y revueltas en Belice. In Times Like These recupera esos dis-
turbios, las reivindicaciones, pancartas, gritos e inquietudes de las
personas del pueblo beliceño y los enfrentamientos de las faccio-
nes rivales en la lucha por el poder. El tiempo de la novela termina
el 2 de abril de 1981 con la muerte de uno de los líderes del grupo
en el poder, Alex Abrams, creole de tez clara. La obra recupera los
ideales que expresan los dos proyectos de nación en los meses pre-
vios a la consumación de la independencia de Belice (Meza 204).
Su tercera novela, The Festival of San Joaquin (1997), tiene como
protagonista a una mujer mestiza que al ser objeto de frecuentes
actos de violencia doméstica mata al marido. La trama de la novela
es mostrar cómo se enfrenta una mujer ante esta situación y su
lucha por sobrevivir. Se inspira en un hecho real, probablemente
el caso de Nora Parham, la única mujer ejecutada en la horca en

Historia de la literatura de mujeres de Belice 75


junio de 1963 por la muerte de su marido, un policía al servicio
del Estado (Macpherson 241). Su cuarta novela, Time and the River
(2007), retrata las formas de explotación esclavistas de Belice y el
proceso de creolización, a través de la mirada, reflexión y resisten-
cia de Leah, una esclava joven, hija de un dueño de esclavos y de
una esclava, situación por demás común: hombres blancos que,
propietarios de las esclavas negras, cohabitan con ellas. El padre
la vende a otro hombre blanco, pero con el transcurrir del tiem-
po, Leah se casa con él y obtiene su libertad. Se sitúa entre 1798
y 1822, mostrando una sociedad que se basa en la explotación de
seres humanos de piel negra que no son dueños de su cuerpo ni
de su destino.
Zoila Ellis es la segunda escritora que obtiene reconocimien-
to internacional por su colección de siete cuentos On Heroes, Lizards
and Passion (1988). Abogada feminista, perteneciente a la etnia ga-
rífuna, tiene como centro de su narrativa situaciones de la vida
cotidiana de las mujeres y los grupos periféricos, la complejidad de
la sociedad beliceña, la dinámica de las clases sociales, las creencias
y tradiciones de las etnias creoles garífuna e india oriental, la vio-
lencia de género, la rebeldía y el desafío de las mujeres, la relación
sororal entre mujeres y la construcción de un linaje femenino. No
todos los cuentos tienen como protagonistas a mujeres, pero se
encuentran presentes dinamizando los procesos de toma de cons-
ciencia en los personajes.
Un rasgo importante de ambas escritoras es el lenguaje híbri-
do de uso coloquial, en el que se mezclan el inglés, el creole, el ga-
rífuna e incluso el español. Esta hibridez en el lenguaje se presenta
en mayor parte en Zoila Ellis. Asimismo, ambas hacen mención de
la pigmentación obscura o clara de la piel negra en la descripción
de sus personajes; los tonos más claros, los rasgos faciales cerca-
nos a lo europeo y la textura del cabello son valorados como ele-
mentos definitorios del estrato social de pertenencia, puesto que
suponen una mayor ascendencia de sangre inglesa. Uno de los ras-
gos notorios de la sociedad beliceña es ese mosaico de etnias, cul-
turas y lenguas que se manifiesta en las creaciones literarias: creoles,
garífunas, indios orientales, chinos, blancos menonitas y nortea-
mericanos, indígenas mayas y waikis y mestizos (Persico 191). Por
ello, los textos literarios ostentan esa multiplicidad. Se observan

76 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


los procesos de construcción de la identidad étnica y nacional, la
identidad de género y la violencia de género, las relaciones entre
los grupos étnicos y genéricos, la estratificación social y política, la
discriminación racial y étnica, los procesos de democratización e
inclusión y la construcción de ciudadanía.
Melva M. Persico, en Counterpublics and Aesthetics: Afro-Hispanic
and Belizean Women Writers (2011), señala que Zee Edgell y Zoila
Ellis son las escritoras con un mayor reconocimiento por parte de las
instituciones literarias: publicación de libros dentro y fuera del país,
traducción de sus obras, inclusión en antologías y planes de estudio
de instituciones de enseñanza (197).
La obra de Zee Edgell, conocida como la primera dama de
las letras beliceñas (Persico 202), es publicada por la importante edi-
torial inglesa Heinemann, ha recibido numerosos premios, se ha
traducido al alemán y holandés, se han escrito ensayos críticos so-
bre la novela Beka Lamb, se estudia en el nivel de preparatoria en
Belice y los países del Caribe de habla inglesa. Edgell es profesora
jubilada de la Kent State University en Ohio.
El libro de cuentos de Zoila Ellis se publica en 1988 por
la editorial Cubola, la más importante de Belice y hasta ahora, la
única; se tradujo al español en 2003 con el título De héroes, igua-
nas y pasiones por la editorial española Zanzibar. Los cuentos se
han incluido en diversas antologías publicadas dentro y fuera de
Belice, y en antologías destinadas a la lectura de estudiantes. Su
obra representa parte de la herencia cultural de la etnia garífuna.
Actualmente, es abogada independiente y cónsul honoraria de su
país en San Vicente y las Grenadinas, país sede de la historia y la
herencia garífunas.
En buena parte, son ellas las que han construido los temas y
rasgos de una estética literaria enraizada en asuntos que afectan a la
sociedad y que tiene como características esa hibridez del lenguaje,
la reinterpretación de la historia desde los grupos subalternos, te-
máticas feministas y de género, procesos migratorios, relaciones
interétnicas, prácticas religiosas de los diferentes grupos étnicos,
problemáticas sociales y políticas (Persico 201).
Los temas propuestos, y la perspectiva desde donde los de-
sarrollan, corresponden a una propuesta postcolonial del discurso
literario: racismo y discriminación, el uso del lenguaje coloquial

Historia de la literatura de mujeres de Belice 77


que rompe con la lengua y el universo simbólico impuesto por
la administración colonial inglesa, los procesos de construcción
de una identidad nacional que, reconociendo la influencia ingle-
sa, recuperan como centro su herencia maya, africana, garífuna y
oriental, apuntando hacia la interculturalidad y no hacia una etnia
particular.
Zee Edgell y Zoila Ellis son las primeras escritoras que lo-
gran romper el cerco de la invisibilidad en la literatura, sentando
los cánones de una escritura comprometida con las mujeres, con
una abierta propuesta feminista y poscolonial. Es notoria la im-
portancia de las mujeres en el desarrollo de la literatura del país:
las mujeres recuperan y escriben libros sobre el folklore, cuen-
tos y leyendas que pretenden la conservación y afirmación de una
identidad cultural multiétnica. La narrativa recupera las voces de
las mujeres en ese proceso de construcción de una identidad como
mujeres beliceñas. Reflexionan sobre la discriminación étnica y de
género, las desigualdades genéricas, la violencia doméstica y de gé-
nero, los procesos de democratización y ciudadanía, y la lucha por
su visibilización como sujetos activos, en el pasado y el presente,
en la construcción de la nueva nación. Llama la atención que el
desarrollo de la poesía es un fenómeno de este siglo; las poetas
escriben sobre su identidad como mujeres y reafirman su herencia
cultural, se apropian de su cuerpo y expresan su sensualidad y
erotismo, rompen con los tabúes y mitos, subvierten los prejuicios
que sostienen la discriminación étnica en un país que todavía se
encuentra bajo la influencia de los estándares coloniales. Asimis-
mo, las escritoras son críticas de la sociedad respecto a las brechas
genéricas y étnicas en el acceso al poder y a los bienes simbólicos
y materiales de la sociedad. Tratan sobre ello como periodistas,
como ensayistas, como comentaristas en radio y televisión.
La labor de las mujeres ha sido fundamental como fundado-
ras de los espacios editoriales: Montserrat Casademunt funda, en
1973, Producciones Cubola. Ésta es la principal editorial del país, y
en 1995 inicia con la Serie sobre Escritores Beliceños que continúa
hasta el presente. En ésta, se han publicado seis antologías: tres de
cuento, una de poesía, una de relato oral y leyendas, una de obras
de teatro y dos antologías de cuento escrito por mujeres. Cubola
no sólo ha difundido y estimulado la producción literaria del país,

78 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


también ha publicado libros sobre geografía, economía, historia,
sociología, educación, antropología y libros de lectura para la edu-
cación primaria y media, entre otras disciplinas. El catálogo de
publicaciones es muy amplio y puede revisarse en la página web
de la editorial.
Adele Ramos estableció Ramos Publishing en el año 2005,
donde, además de su obra, ha publicado libros individuales a
las poetas Ivory Kelly, Rita Mae Hyde y Anne K. Lowe. Kalilah
Enriquez funda Excellence Publishing y Felene Cayetano esta-
bleció Wadigidigi Publications Inc. en 2004, pero no sobrevivió
(Persico 233). Un espacio reciente utilizado cada vez más por las
escritoras es el internet. Poetas como Felene Cayetano,2 Angela
Gegg3 y Brenda Yzaguirre4 tienen páginas en las que publican
su obra e, incluso, venden libros de producción digital (Persico
234-235). Cabe destacar la actividad de Angela Gegg en una mo-
dalidad conocida como Spoken Word Writer en la que, a manera
de un performer en un escenario, presenta su poesía. A continua-
ción, se desarrolla a mayor profundidad cada uno de los aspectos
arriba señalados.

Literatura oral: cuentos y leyendas

El rescate del conjunto de leyendas y cuentos originados en la


transmisión oral representa una inquietud por recuperar las leyen-
das, cuentos y creencias de ese mosaico de etnias que integran la
cultura del país como una necesidad de afirmación y de recupera-
ción de la riqueza de las raíces étnicas en ese proceso de construir
una identidad multicultural en el contexto de un país que recién se
había independizado del lazo colonial de la Gran Bretaña.
Meg Craig publica, en 1991, el libro Characters and Caricatures in
Belizean Folklore, editado por la Comisión de la unesco en Belice. El
libro recupera leyendas y personajes de las diferentes etnias: mayas,
mestizos, creoles y garífunas. Uno de los más populares es el que
los mayas llaman Tata Duende, duende guardián de las personas
2 www.felene.com
3 www.angelagegg.com
4 http://belizeantothebone.blogspot.com y http://brendayzaguirre.galeon.com

Historia de la literatura de mujeres de Belice 79


y animales del bosque al que los garífunas denominan Duendu.
Otro de estos personajes es la Sirena, cabeza y dorso de mujer, y
cuerpo de pez. En algunas comunidades, las leyendas se refieren a
ella como la Siguanaba y la Llorona; y los garífunas cuentan histo-
rias de Agayuma. Se dice que la Sirena es el espíritu de una mujer
malvada que, cansada de su hijo, lo lanzó a la corriente para que se
ahogara. Captura borrachos sentada en el río durante la noche;
a los que la miran significa que su muerte está cerca y se lleva
niños a los que regresa delirantes y enfermos. Entre otros per-
sonajes se encuentran el Sisimito, personaje de todas las etnias,
y el Alux de origen maya.5 La influencia del imaginario maya
sobre las otras etnias destaca en esta obra.
Cubola publica la antología If Di Pin Neva Ben: folktales
and legends of Belize (2000), libro que, en la contraportada, señala
como inquietud el recuperar la esencia de la tradición oral, ese
mosaico de cuentos y leyendas que reflejan la diversidad cultural
de Belice. Cuentos basados en Anansi y otros animales míticos
con raíces africanas, mayas y orientales que han dado origen a
la emergencia de una identidad cultural nacional. La obra recu-
pera el conjunto de tradiciones transmitidas oralmente por ge-
neraciones que expresan las supersticiones, leyendas, creencias,
costumbres, las maneras de enfrentarse con lo supernatural, la
naturaleza y el entorno social en la lucha por la sobrevivencia
(Meza, Istmo). Se parte de dos procedimientos en la recupera-
ción de las narrativas: el investigador realiza la grabación de esas
narrativas contadas en creole y español, las transcribe de mane-
ra literal para posteriormente traducirlas al inglés, conservando
ciertas palabras y modismos. La segunda forma de conservación
de estas narrativas orales tiene como origen los recuerdos del
autor que recrea lo contado por abuelos, padres y cuentacuentos.
De esa recreación surge un género híbrido entre el folklore y la
literatura (Meza, Istmo). Entre los autores de esta segunda forma
se encuentran Jessie Nuñez Castillo y Elizabeth Joan Cardenas.
La antología recupera el cuento “Mr Ramu and the Rabbit”
del libro East Indian Folk Culture in Belize: A Guide for the Study of

5 Meg Craig, Characters and Caricatures in Belizean Folklore, en: https://ldfieldjournal.wordpress.


com/tag/belize-folklore/

80 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Belizean Ethnic Groups in Upper Primary and Lower Secondary (1993),
de la autoría de Elizabeth Joan Cardenas. La trama se refiere a la
esposa de un cazador, a la que le lleva un conejo para cocinar, el
marido tarda en regresar del sembradío de arroz y la mujer con-
sume la totalidad del guisado. Para darle de comer, se rebana un
pedazo de su pierna, lo prepara y muere. El cuento le fue relatado
por la señora Vilma Raclam, quien lo escuchó de niña en el distrito
de Toledo. La autora publicó otro libro con un enfoque similar
bajo el título de Belize Melting Pot.
Jessie Núñez Castillo es una escritura garífuna que publica,
en 1994, el libro Garifuna Folktales. De éste provienen los dos cuen-
tos que se incluyen en la antología: “Anansi’s Law against Gossi-
ping” y “Why Mosquitoes Buzz around Ears”. El primero utiliza
la figura de Anansi, un personaje mítico proveniente de África,
que previene a los afrodescendientes acerca de un comportamien-
to adecuado a las condiciones con las que se enfrentan en su nue-
vo hogar. En lo más profundo del bosque, Anansi, preocupado
por el constante chismorreo de los animales, establece una ley de
muerte en contra del chisme, bajo la cual él mismo sucumbe. El
segundo cuento relata el origen del zumbido de los mosquitos en
los oídos debido a una deuda no pagada de Wax a Mosquito.

Novela: historia, identidad nacional


y protagonismo femenino

Zee Edgell es una escritora preocupada por recuperar los proce-


sos históricos que marcan la identidad cultural, política y social de
la nueva nación, a través de la mirada y posicionamientos de las
protagonistas. Beka Lamb (1982) se sitúa en los inicios de la década
de los cincuenta, periodo de inconformidad a la administración
colonial en el que se dan las primeras revueltas. In Times Like These
(1991) se refiere a dos periodos históricos, 1968 y 1981; en el pri-
mero, los jóvenes salen de su país para formarse en universidades
inglesas y norteamericanas e impregnarse de ideologías que dan
surgimiento a dos proyectos de nación: un proyecto radical que
bajo las ideas del poder negro pretende romper con el yugo colo-
nial inglés y otro que busca la permanencia en el poder en el marco
de la sociedad colonial. El tercer libro, The Festival of San Joaquin

Historia de la literatura de mujeres de Belice 81


(1997), centra su atención en el problema de la violencia de género
y la indefensión de las mujeres en la sociedad. Time and the River
(2007) se refiere al periodo de esclavitud, un hecho doloroso di-
fícil de tratar porque la piel negra representa ese origen africano
y el tráfico de esclavos, la violencia y el cuerpo de la mujer como el
espacio en que se va construyendo esa creolización de la cultura
en el presente. A pesar de las situaciones extremas a las que se en-
frentan las protagonistas (creoles, mayas y esclavas), la propuesta
de Edgell no es de victimización; las protagonistas son mujeres
que resisten, que observan atentamente las grietas por las cuales
penetrar y romper con las estructuras que las aprisionan. En ese
sentido, recuperan su calidad de sujeto social con capacidad de
agencia. Asimismo, realiza propuestas para reducir las brechas en
el acceso a los bienes simbólicos y materiales de la sociedad. Para
Beka, el camino es la educación que le enseña que es posible, con
empeño y buenos hábitos, ganar el concurso de ensayo en su es-
cuela a pesar de no pertenecer al grupo privilegiado de los creoles.
Pavana, protagonista de la segunda novela, propone una negocia-
ción y un encuentro entre los dos grupos con proyectos opuestos
para poder vencer al partido en el poder. Este personaje tiene tin-
tes autobiográficos. La mujer mestiza de The Festival of San Joaquin,
se enfrenta al marido y lo mata, mostrando la violencia de una
cultura que ha normalizado la violencia doméstica. Se basa en
un hecho real. Leah, la esclava de la última novela, expresa la
resistencia y resilencia de las mujeres, visibilizando el papel que
el cuerpo de las mujeres ha tenido en las sociedades esclavistas
para la formación de las sociedades modernas. En el conjunto
de su obra, se coloca el acento en la intersección de género, cla-
se, raza y etnia. Se señala la discriminación de las personas por
la mayor o menor tonalidad de la negritud de la piel y la relación
con las estructuras política, económica y social. Recupera el pro-
tagonismo de las mujeres en los procesos históricos que consti-
tuyen la nación, frente a los procesos coloniales y neocoloniales
de explotación. Zee Edgell, como feminista al inicio del régimen
independiente, fue la directora de la Unidad de la Mujer. En la
presentación de su último libro, en la ciudad de Belice, Zee Edgell
expresa una intención didáctica: que las personas, y puntualiza en
los niños, conozcan su historia: “quiénes somos, y cómo es que

82 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


nos convertimos en lo que somos, viviendo en este país”. Por ello,
cuando escribe realiza una investigación histórica, buscando en su
obra una recreación apegada a la verdad, mostrando los diversos
ángulos, y en un lenguaje con el que las personas se sientan iden-
tificadas, de ahí la hibridez en el lenguaje utilizado.6 Su obra puede
servir como un medio para conocer los diferentes procesos que
constituyen la identidad nacional.
Si bien Zee Edgell es la novelista más reconocida dentro y
fuera del país, se han logrado identificar tres novelistas adiciona-
les. Kathleen Esquivel y su novela Under the Shade (1994). Claudia
McKay ha publicado cuatro novelas de misterio: Promise of the Rose
Stone (1987), The Kali Connection: a Lynn Evans Mystery (1997), Twist
of Lime: a Lynn Evans Mystery y Forever Pearl (2004). Katie Shea Ste-
vens publicó en 1998 y la novela P.O Belize, la autora llegó a vivir a
Belice con su familia un mes después del logro de la independen-
cia; la novela trata de la llegada a Corozal de un pastor y su familia.

Cuento: rompiendo con la herencia colonial,


sueños y utopías

A pesar de la trascendencia de Zee Edgell en la historia literaria de


Belice por ser el primer novelista del Belice independiente, Glen
Godfrey escribiría cinco años después la novela The Sinner´s Bosa-
nova. Felicia Hernandez née Ogaldez es la primera mujer escritora
que se logra identificar. Nace en 1932 en Dangriga, pertenece a la
etnia garífuna y el conjunto de su obra tiene como intención mante-
ner viva esa identidad cultural. Recibe entrenamiento como maestra
en el Belice Teachers’ College y se desempeñó como tal en diferen-
tes lugares del país. Casada con Eugene Hernandez, emigró a San
Francisco, California.7 Se dedicó a la crianza de sus siete hijos al
mismo tiempo que realizó varias actividades como el ser colum-
nista del San Jose Sun y profesora en Alum Rock School District,
actualmente vive en Dangriga. Publica su primer libro de cuentos
I Don’t Know You, But I Love You (1978) en Shameless Hussy Press

6 YouTube, Channel 5, Belize: Author Zee Edgell re-launches Time and the River, 12 oct. 2016.
7 Belize National Library Service and Information System. Belizean Women Authors: http://
bnlsis.org/documents/48.html

Historia de la literatura de mujeres de Belice 83


en Berkeley, California. Posteriormente, también en los Estados
Unidos, publica Those Ridiculous Years and Other Garifuna Stories
(1982), Narenga (1993 y versión para CD en 2001) y Reflections and
Other Family Stories (2000).
La escritura de Felicia Hernandez es pionera por ser la pri-
mera cuentista, por el contenido de su obra y por ser una de las
pocas escritoras que han publicado libro; la mayoría de las cuen-
tistas lo han hecho en antologías.
La primera de éstas es Snapshots of Belize, an Anthology of Short
Fiction (1995), primer número de la Serie de Escritores Beliceños
de la editorial Cubola. El libro incluye cuentos de siete autores,
entre los que se hallan Zoila Ellis (1957) y Evadne Garcia-Wade
(1950-2006). De la primera se incluye el cuento “The Teacher” del
libro On Heroes, Lizards and Passsion. De la segunda, “Crab Seasin”,
escrito en creole, del libro A Child Remembers. Evadne escribe na-
rrativa juvenil y novela, asimismo, obras de teatro infantil de un
solo acto. El editor, Michael D. Philips, señala que la antología se
preparó con el objetivo de que los estudiantes, sobre todo niños,
aprendan su herencia literaria y cultural (4).
La editorial Cubola publica dos volúmenes de cuento escrito
por mujeres bajo el título Memories, Dreams and Nightmares: A Short
Story Anthology by Belizean Women Writers en los años 2002 y 2005,
compilados por Gay Wilentz, con prólogo de Zee Edgell el pri-
mero, y de Zoila Ellis, el segundo. Zee Edgell señala en el prólogo
que la antología representa una nueva etapa en la historia literaria
del país, en la que las mujeres se dan permiso de escribir desde su
mirada, sus historias, preocupaciones, tradiciones y costumbres,
en ese proceso de construir una memoria e identidad como muje-
res beliceñas. Agrega, parafraseando a la poeta Adrienne Rich, que
para las mujeres el escribir representa un acto de sobrevivencia.
Las protagonistas miran hacia atrás, admirando la cultura con una
mirada fresca y nuevas direcciones. Edgell afirma que el compro-
miso de los escritores, sobre todo de los países en desarrollo, es el
escribir de la mejor manera posible y brindar a las y los lectores la
posibilidad de reflexionar sobre sí desde nuevas miradas que rom-
pan con esa herencia colonial de discriminación sexista, racista,
clasista y étnica. Por ello, concluye la escritora de origen creole,
un día será posible para la juventud leer cuentos, novelas y poesías

84 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


escritos por personas de las diferentes etnias que integran este
mosaico cultural que es Belice (Edgell 7-8; Meza, Istmo).
Zoila Ellis escribe, en el prólogo del segundo tomo, que las
voces de esos cuentos son las voces de las mujeres, y también de
las escritoras, que demandan ser escuchadas y reclaman su lugar
en la historia y en la nación; y una identidad propia como mujeres,
surgida de esa fusión étnica cultural como beliceños/caribeños/
africanos/centroamericanos/americanos (Ellis 5-6; Meza, Istmo).
Señala que las perspectivas, miradas y voces de las escritoras son
el basamento de su herencia: “Iluminan nuestros sueños y nos
revelan nuestra realidad” (Ellis 5). Y termina afirmando: “como
escritora beliceña celebro la energía creativa de mis hermanas y el
poder y fortaleza de nuestras experiencias compartidas” (Ellis 6).
Gay Wilentz, la editora de la colección, señala en el volumen
2 que los relatos se refieren a situaciones extremas que muestran
el dolor, la fortaleza y la resilencia de las mujeres; sus aspiraciones
y cuestionamientos sobre el papel como mujeres en esa socie-
dad en construcción. Revelan también un pasado invisibilizado y
la resistencia de las mujeres al colonialismo inglés (Wilentz 7-13;
Meza, Istmo).
En el primer volumen escriben Iris Abraham y su hija Myrna
Manzanares, Sandra Crough, Zee Edgell, Helen Elliot Rocke, Carol
Fonseca, Shannon Gillet, Mary Gomez Parham, Yvette Holland,
Ivory Kelly, Lydia Loskot, Corinth Morter Lewis e Ingrid Reneau.
En el segundo se encuentan Zee Edgell y su hija Holly Edgell, Mi-
nerva Aponte-Jolly, Jessie Nuñez Castillo, Sandra Crough, Zoila
Ellis, Felicia Hernandez, Kathleen Esquivel, Yvette Holland, Arifah
Lightburn, Myrna Manzanares, Melba Marin-Velasquez, Sylvia Na-
blo de Vazquez y Natalie Williams. Zee Edgell, Myrna Manzanares,
Yvette Holland y Sandra Crough, se encuentran presentes en ambos
volúmenes. Además, Edgell ha sido incluida en numerosas antolo-
gías publicadas en Inglaterra y Estados Unidos.
Una cuarta antología es la que compila y publica Felene Ca-
yetano con el título Belizean Nail Soup: a Collection of Short Stories
(2013), que contiene dos de sus cuentos. No es un libro de mujeres
cuentistas, pero de nueve escritores, siete son mujeres: Eleanor
Carmen Perez Carrillo, Felene M. Cayetano, Ethnelda Ramirez
Paulino, Carmichael Polonio, Ix-Chel Poot, Harriet Arzu Scarbo-

Historia de la literatura de mujeres de Belice 85


rough y Natalie Williams, que es la única de las anteriores que
publica en el segundo volumen de Memories, Dreams and Nightmares.
La producción cuentística se publica, en su mayoría, en re-
vistas, periódicos, y antologías publicadas dentro y fuera de Belice,
en países como México, Estados Unidos e Inglaterra. Las excep-
ciones son Felicia Hernandez, Jessie Núñez Castillo y Zoila Ellis
que han publicado libros de su autoría. Así también, Ivory Kelly
publica el libro Point of Order: Poetry and prose (2009), que reúne
poesía y cuento; Kalilah Enriquez (1983) publica Shades of Red
(2007) que contiene poesía, cuento y ensayos breves, con prólogo
de Corinth Morter-Lewis, escritora y académica feminista. Una
característica del libro, según Morter Lewis, es que explora varios
temas que se profundizan y relacionan en los tres bloques de crea-
ción: poesía, cuento y ensayo. Ejemplo de ello es el poema “Kriol
Dilemma”, el cuento “Garifuna Drummer” y el ensayo “Garifu-
na Identity”. Kalilah Enriquez es una escritora cuya obra tiene
una propuesta poscolonial y feminista. Corinth Morter-Lewis
publica, en el año 2013, dos volúmenes de la obra Moments in
Time que contiene poemas, cuentos y obras de teatro, la dife-
rencia radica en que el primer volumen está destinado a lectores
adultos y el segundo es literatura infantil. Los libros recuperan
los relatos de toda una generación.

Las temáticas de los cuentos8

La preocupación principal es el construir una identidad como beli-


ceños a partir de esa fusión de las diferentes etnias presentes en el
país; asimismo, una identidad que recupere la participación de las
mujeres en esos procesos que llevaron al nacimiento de la nueva
nación; en el presente, el desarrollo de una sociedad más igualita-
ria e incluyente de las diferencias étnicas y de género. Por ello, los
cuentos representan un esfuerzo por construir una identidad con-
tradiscursiva a la occidental impuesta por la Gran Bretaña. En esta
reflexión sobre la identidad como beliceñas y beliceños realizan
una crítica a la presencia o la sombra del orden colonial, recupe-

8 Una versión preliminar de este apartado se publicó en Meza Márquez, Consuelo, “La narrativa
de mujeres en Belice”, http://istmo.denison.edu/n13/proyectos/narrativa.html

86 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ran la riqueza de ese imaginario con base en creencias, costumbres
y tradiciones de las diferentes etnias en un proceso de reinvención.
Señalan la discriminación por clase social, raza y, con menor fre-
cuencia, por etnia; así como las relaciones desiguales de género
que se ejercen por medio de la violencia doméstica, la violación
y otras formas de expresión de la violencia de género. Muestran
las condiciones de vida que afectan al conjunto de la sociedad y a
las mujeres en particular, las dificultades económicas en la sobre-
vivencia que frecuentemente obligan a emigrar; el escaso acceso
a los bienes simbólicos como la educación y a bienes materiales
como servicios básicos en la comunidad y al interior de los ho-
gares. El lenguaje utilizado en este afán de afirmación identitaria
es una mezcla de inglés y creole, garífuna, maya y español, inclu-
so vocablos de otras lenguas de grupos étnicos minoritarios. Son
raros los cuentos escritos en inglés estándar y solamente Evadne
García escribe totalmente en kriol.
Los mismos títulos de las antologías expresan la intenciona-
lidad: cuentos y leyendas de tradición oral; retratos del pasado y
del presente, coloridas fotografías de la vida y cultura; recuerdos,
sueños y pesadillas de las mujeres; y sopa de clavo beliceña.
El cuento “A long hard journey” de Felicia Hernández, in-
cluido en Memories, Dreams and Nightmares, vol. 2, cuenta con esos
rasgos híbridos y multiculturales que caracterizan la escritura de
mujeres beliceñas. Se profundiza en uno de sus cuentos para mos-
trar que desde sus inicios esta tradición de cuentistas nace con
esos rasgos de la escritura poscolonial. El tema central se refiere al
proceso de construcción identitaria de los personajes femeninos y
masculinos. El título se refiere al largo viaje de Cleo para romper
con los mandatos culturales de la mujer subordinada al varón, y
construirse una vida y una casa propias. Cleo es una niña de ocho
años, huérfana de madre, que tiene que apoyar al padre en la crian-
za de sus tres hermanos menores. No escapa a los mandatos de
la femineidad porque el padre contrata a una buena mujer, Miss
Emma, que le enseña a Cleo las actividades que una mujer debe
saber para desempeñarse como madre y esposa.
Asimismo, muestra la vida económica de la comunidad
que gira alrededor de unos cuantos empleos: peones del campo,
obreros en la industria chiclera, los más afortunados cuentan con

Historia de la literatura de mujeres de Belice 87


trabajos bien pagados en la United Fruit Company del país veci-
no (Guatemala) e incluso las mujeres se desempeñan cocinando y
horneando para los trabajadores de la frutera.
La protagonista se casa con un trabajador de los campos
chicleros. Por ello, es posible apreciar las difíciles condiciones de
vida de los trabajadores chicleros y sus familias: casas sin paredes
ni pisos, techos de palma sostenidos con palos, sin agua corrien-
te ni otros servicios, en plena selva, viviendo y trabajando en la
lluvia. En épocas de escaso trabajo, el ingreso se complementa
con la industria de la caoba y por las noches los hombres salían
de cacería.
Cleo es madre de dos hijas y durante su tercer embarazo el
marido la abandona. Cleo deja el campo chiclero y sobrevive en la
ciudad hasta encontrar empleo en un restaurante de chinos. Traba-
ja duro y brinda educación a sus tres hijos, restaura una casa vieja
hasta que logra convertirla en la casa con la que siempre soñó en
los campos chicleros. Su casa está situada en un barrio multiétnico,
con su escuela/iglesia y redes de apoyo. Sus dos hijas se casaron y
tuvieron hijos y Donato llegó a convertirse en obispo de la iglesia
anglicana en Centroamérica. Llama la atención que, si bien Felicia
escribe en inglés (comprensible porque Felicia está escribiendo en
los Estados Unidos), los nombres de los personajes del cuento
son en español y se usan palabras como milpa o chicleros: “clea-
ning the milpas, he was a chiclero”. Asimismo, se da una mezcla de
símbolos como el obeah de los africanos y las creencias religiosas
cristianas. Se encuentran también las referencias a las empresas
transnacionales como la United Fruit Company, la industria chi-
clera y de la caoba. Podría suponerse que el contexto geográfico
del cuento es de predominio de la etnia maya, con presencia creo-
le por el tipo de alimentos que se señalan, por el Miss para re-
ferirse a Emma y las referencias a rituales religiosos. El cuento
coloca el acento en las identidades, nacional, étnica y genérica,
la hibridez de la población y las problemáticas sociales deriva-
das de la explotación de las compañías transnacionales en la
sociedad colonial.
Los cuentos de Zee Edgell que se presentan en ambos volú-
menes tienen como tema la identidad. En “My Uncle Theophilus”
presenta la toma de conciencia de una niña frente al racismo y la

88 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


discriminación que llevan a la resistencia a la opresión colonial. En
“Long Time Story” cuestiona la construcción de las identidades
genéricas proponiendo alternativas identitarias más armoniosas o
estrategias que las mujeres implementan para superar el conflicto
mujer/varón. En ese sentido, son cuentos que tienen como acento
la construcción de una identidad nacional y genérica.
Otro cuento que tiene como preocupación la identidad na-
cional es “Belizean Nail Soup”, cuento de Carmen Carrillo, que
le da el nombre a la antología compilada por Felene Cayetano.
Es la adaptación de un cuento centroamericano “Sopa de Piedra”
al contexto beliceño. Un extraño que se baja del autobús en el
parque central y empieza a realizar los preparativos para preparar
una “sopa de clavo” en una gran olla que trae consigo. Los per-
sonajes son este extraño y un drogadicto que se encuentra en el
parque y que acude con los vendedores de verduras que le regalan
zanahoria, cebolla, ayotitos, kasava, choacho, potayto, habanero
pepper, cilantro, tomatoes y plaintains. La variedad de las verduras
de origen maya, mestizo, kriol y garífuna da cuenta de la intercul-
turalidad, de esa sopa de etnias que conviven armónicamente y
con gran salero en el país.
Cuentos en relación con la identidad nacional son, asimis-
mo, aquellos que recuperan la historia de la etnia garífuna, grupo
discriminado por parte de la población creole. “Andrew”, cuento
de Ivory Kelly, se refiere a un niño que vive en una comunidad
creole en la que la excepción es una familia mestiza y la familia
del director de la escuela, Teacher Castro, de origen garífuna. Es
el inicio del periodo escolar y el director recuerda a los niños del
próximo festejo del tercer año de la Independencia. Le llama la
atención a un grupo de niños, entre los cuales se encuentra el pe-
queño Andrew, y el niño le grita un insulto racista que se aplica a
los garífunas, “You big saal head Kerob!” (Kelly, 2009, 77). Saal
que significa sal en kriol, y Kerob por Carib, que hace referencia
al concepto “black carib” con el que los llamaban los ingleses. El
teacher Castro impone la tarea al niño y a su hermana de investigar
sobre la historia de los garífunas para conocer el origen y signifi-
cado de esa frase y, con ello, del racismo y la discriminación de los
integrantes de la etnia garífuna.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 89


“Garifuna Drummer”, de Kalilah Enriquez, tiene como
protagonista a Nirisi, una joven garífuna que vive en la ciudad de
Belice, de mayoría creole, y que acude a la Convención Garífuna
en el pueblo de Hopkins invitada por su familia, que conserva y
celebra las tradiciones de la etnia. Nirisi reniega de su origen por
los comentarios racistas y la discriminación de que son objeto, des-
conoce su lengua dada la exigencia de la madre de que hable sólo
inglés, ya que “el garífuna no la va a llevar a ninguna parte” (74) y
Nirisi se avergüenza de los acentuados rasgos de su cara que dan
cuenta de su origen. La música de los tambores es característica de
la cultura garífuna, un rasgo heredado de sus orígenes africanos.
Al llegar a la Convención escucha el ritmo de un tambor que está
siendo tocado por Adrian, el verlo y escucharlo la lleva a imaginar
esa sensual cadencia como si estuviera recorriendo y acariciando
con sus manos al tambor y a una mujer. A través del contacto con
Adrian se reconcilia con su nombre, sus rasgos físicos y el sonoro
ritmo de su lengua y del movimiento de su cuerpo al son de los
tambores. Aprende a amarse a sí misma, su cultura y su herencia.
En la actuación del Garifuna Settlement Day, conoce la historia de
resistencia que llevó a los garífunas a Belice, y aprendió que es el
único grupo étnico de raíces negras que no padecieron la esclavi-
tud. En la preparación de los guisos con las mujeres de su familia,
en medio de risas y cánticos, olores, sabores y colores, recupera su
linaje matrilineal y el orgullo de su etnia.
El uso del lenguaje híbrido en la vida cotidiana y la escritu-
ra es otra expresión de afirmación de la identidad nacional. Una
constante en los cuentos es esa inquietud por el lenguaje, el pen-
sarse a partir de ese conjunto de símbolos y significados expresa-
dos en kriol. Las personas lo usan para expresar su indignación y
alegría, para tranquilizarse ante situaciones de amenaza, para brin-
darse apoyo en situaciones de crisis, de conflicto y dolor, y también
para pensarse y dialogar consigo mismas. La utilización del kriol
como forma de resistencia cultural fortalece a las personas, y les
brinda la posibilidad de cercanía y alivio, el regreso al origen, al
vientre y a la lengua de la madre.
El cuento “Dolly Mixture” de Lydia Loskot tiene como
contexto la sociedad colonial. El padre busca educar a las hijas en
las costumbres inglesas y les prohíbe hablar en kriol al interior de

90 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la casa, “pues cómo obtener las becas que otorga el gobierno si
no pueden hablar como damas” (Loskot 42-43; Meza, Istmo). Sin
embargo, las niñas continúan usando el kriol para comunicarse en-
tre ellas. Mary Gomez Parham, en el cuento “Moving On”, tiene
como protagonista una mujer que radica en los Estados Unidos
y se dirige a recoger los resultados de la biopsia de detección de
cáncer y calma su dolor e inquietud recordando su infancia en
Belice, dialogando consigo misma en kriol y tarareando la canción
de Bob Marley: “Ev’ry little ting gonna be awright” (Gomez 152).
Un elemento importante en los cuentos son las creencias y
tradiciones que otorgan un sentido a diferentes tipos de sucesos en
la vida cotidiana. Myrna Manzanares articula sus cuentos alrededor
de las creencias tradicionales. En “In the Step by the Window”, el
conflicto se resuelve en la creencia de que los espíritus de los muer-
tos cuidan de sus seres queridos. La abuela previene a su nieta en
un sueño de un hombre que asomándose a su ventana pretende
violarla. En “The Vest”, una mujer despechada utilizando la prác-
tica del obeah, rito de origen africano, intenta provocar la muerte
de la que considera su rival y de la niña por nacer. Situación similar
se presenta en “Today”, de Felene Cayetano, cuento sobre una
mujer que a los siete meses de su segundo embarazo está a punto
de tener un aborto. El bebé sobrevive, pero ella queda paralizada.
La mujer es garífuna y mientras se encontraba entre la vida y la
muerte, sus ancestros le permitieron conocer lo que una mujer
celosa hizo para que ella perdiera a su bebé y le mostraron como
revertir el hechizo. La tía preparó el té y los baños de hierbas que
devolverían el movimiento de su cuerpo. Al terminar de consu-
mir el té señala a la tía el cuaderno y la pluma y escribe el relato
sobre el hecho.
“Misiyoun” es el título del cuento de Jessie Nuñez Castillo
y el nombre de un personaje legendario de la tradición garífuna.
La leyenda señala que Misiyoun era un mensajero de Dios que,
cansado, hambriento y harapiento, tocaba a la puerta para solicitar
ayuda. Aquel que no le brindara comida o bebida tendría mala
suerte. Chana era una mujer con mala suerte. A los 30 años tenía
seis hijos, no tenía marido y era muy pobre. Su marido era un pes-
cador muy trabajador de quien tuvo dos hijos. Pedro murió en el
mar. Conoció a otro hombre que le dijo que cuidaría de ella y sus

Historia de la literatura de mujeres de Belice 91


hijos, tuvo otros tres hijos y el hombre la abandonó. Para darle de
comer a sus hijos hambrientos, se acostó con un hombre a cambio
de cinco dólares y quedó embarazada. Un día que apenas tenía
para alimentar a sus hijos, tocó un hombre a su puerta, ella creyó
era Misiyoun por el estado en que éste se encontraba. No le que-
daba alternativa más que compartir la escasa comida con él, si no
quería exponerse a más mala suerte. El cuento termina en confu-
sión y enojo porque el hombre sólo hablaba inglés y ella, garífuna.
Minerva Aponte-Jolly, en “Parallel Places”, escribe a su hija
una carta en la que le expresa, con asombro, la frialdad ante los
rituales de la muerte en Miami, lugar donde radica. La madre creció
en Puerto Rico, la hija en Belice. Contrasta esa frialdad con el acom-
pañamiento y calidez de las personas en estos dos últimos países y le
anuncia a su hija que regresa a Belice porque desea transmitirle esas
costumbres y tradiciones que aún conserva en la memoria.
Shannon A. Gillet, en “Miss Gertrude Gets a Man”, relata
el cuento de una mujer de feo aspecto que, aprovechándose de
la tradición de matrimonios arreglados, engaña al futuro marido
enviando una foto de la hermana. El hombre, fiel a las reglas de
honor y la rigidez de las costumbres, se ve obligado a casarse, vi-
ven juntos hasta que el hombre muere. Gertrude es una mujer que
desafía las reglas de manera victoriosa.
Otro cuento sobre desafiar y romper las normas es “Jesuit
Man” de Sandra Crough. La historia es vista desde una mirada
exterior con un fuerte acento en la interracialidad. El sacerdote
jesuita, John McNamara, es trasladado de Chicago a Honduras
Británica en 1959. Desde el púlpito admiraba la diversidad de to-
nos de piel que iban desde el ébano al marfil, y la actitud de paz
y armonía de las personas frente a estas diferencias, formando
hogares interraciales. Su casera le decía: “Me mix-up bad, you see!
Me Pa da black Spanish, and me Ma real yellow-like. Me tek me
color from me Pa” (Crough 79). Algo que llamaba la atención
del sacerdote era que el color negro de la piel, identificado con
ancestros esclavos, no era algo vergonzoso. El sacerdote se ena-
mora de una novicia que está a punto de tomar sus votos. La her-
mana Mary Laura tenía una piel color chocolate, había ingresado
al convento porque era la única forma de tener una educación
universitaria. Toca el piano y su aspiración es estudiar música en

92 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Jamaica o en la Real Academia de Londres. Ella también se ena-
mora. La madre superiora se percata de la situación, disculpa al
sacerdote señalando que esa gente no fue hecha para el celibato.
En la monja, de raza blanca, se encuentra ese prejuicio acerca de la
sexualidad de las personas de raza negra. El sacerdote abandona
sus votos y va tras Laura.
La apropiación del cuerpo, el destino y la libertad de un ser
humano es la más violenta forma de construcción de la otredad y,
sin embargo, representa el proceso de creolización de la sociedad
beliceña en el presente. “An Usual Canvas”, de Kalilah Enriquez,
se sitúa en el periodo de la esclavitud. Un hombre con la espalda
llena de cicatrices, producto de los latigazos –de ahí el nombre del
cuento–, y su mujer embarazada del amo, son los protagonistas.
La pareja acaricia sus mutuas heridas, ella acaricia su espalda, él
acaricia la línea negra que llega hasta el ombligo, el bebé se mueve
en el vientre sintiendo también esa caricia. El hombre le dice a
su compañera que no desea que ese bebé sea esclavo como ellos
y en un profundo acto de amor, escapan descalzos, agarrados de
la mano. Sin mirar hacia atrás, corren atravesando los manglares,
los campos de caoba, de algodón, chicle y azúcar: “They run, mo-
ved by their agony. They run, afflicted by pain. They run in the
barefooted glory of their strain. They run ceaselessly. They run
tirelessly”. “They run, they run, they run!” (68). El cuento plantea
una situación similar a la novela Time and the River de Zee Edgell.
Otras formas de violencia que se encuentran más frecuente-
mente en los cuentos son las diferentes expresiones de la violencia
de género. Los procesos de socialización y mandatos culturales que
construyen a las mujeres como seres privados del control sobre su
vida y su cuerpo es una inquietud de varias autoras: Ingrid Reneau,
en “Tears No Have To Fall”, tiene como tema esos mandatos que
son transmitidos por las mujeres de la casa. Muestra a una niña zur-
da y huérfana de padre, que relaciona la muerte del padre con la
pérdida de las capacidades de su hemisferio izquierdo y con ciertos
márgenes de libertad y comprensión que él le brindaba.
La violencia doméstica es un tema recurrente. Carol Fon-
seca es una escritora con una clara intencionalidad feminista. En
“Breaking the Silence”, la pequeña hija inquiere a la madre si los
hombres golpean a las mujeres porque las aman. La madre no

Historia de la literatura de mujeres de Belice 93


quiere heredar a su hija esa naturalización de la violencia, desea
otro destino para ella y rompe el silencio. Una amiga de la abuela,
en una actitud profundamente sororal, le brinda los medios para
abandonar al marido, rompiendo así con el círculo de la violencia.
El conjunto de la obra de Zoila Ellis ostenta un fuerte com-
promiso con las mujeres. El cuento “Return to the Savannah”
inicia con el regreso a Belice de Michaela, india oriental, que aban-
dona Belice a los 17 años porque se casa con un soldado inglés,
blanco, que la lleva a Inglaterra, donde vive durante diez años.
El hombre le propinaba terribles golpizas y torturas, su cuerpo
lastimado y lleno de cicatrices añora el regreso a su madre. Es el
recuerdo de la madre, su voz, su aliento, su ternura y calor, el que
le brinda el valor para abandonar al marido y regresar a la madre,
a la casa y a su pueblo.
La violación de las mujeres también se presenta en los cuen-
tos. “The Means and the End” de Holly Edgell, que tiene como
protagonista a Adele Tun del partido Youth for Change, es una mu-
jer maya, madre soltera de dos hijos, y se postula para un cargo de
elección popular en oposición al Ministro Chan que ha mantenido
bajo su control la comunidad por más de diez años. Todo en Adele
representa un desafío y, como castigo, la mujer es violada por un jo-
ven de la etnia creole; el suceso es divulgado en el periódico local; a
pesar de que Adele denuncia el hecho y afirma que no se va a retirar
de la contienda, se le desacredita, el joven se convierte en la víctima
y la mujer se ve obligada a renunciar y abandonar el país.
Melba Marin-Velasquez, en “Isidro Montes”, relata la vio-
lación de una niña por parte del curandero de la comunidad. En
el momento de la violación, la niña reza por la madre y cuando
llega la entera de lo sucedido. El relato termina con la noticia en
el periódico de la muerte del curandero por el padre de otra niña
que había sido violada.
“Finding Hope”, de Felene Cayetano, es el relato de Ken-
dra, una mujer joven de origen étnico mezclado: su madre es creo-
le-mestiza y su padre garífuna-maya. Kendra es una mujer que
escribe y está convencida de que lo reflejado en su escritura se
convierte en realidad, por ello es llevada a una clínica psiquiátrica.
Ahí conoce las historias que le cuentan los pacientes, entre éstas la
de una mujer al que su padre la obligó durante años a una relación

94 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


incestuosa y posteriormente la desecha porque tiene otras hijas de
menor edad. El título se refiere a la esperanza de Kendra de escri-
bir un relato que le permita abandonar la clínica, finalmente deja
de escribir. Un rasgo de los cuentos de Felene es que se encuentra
esta preocupación de las protagonistas por hacerse dueñas de la
palabra y escribir.
Ivory Kelly comparte ese rasgo y en “The Real Sin” relata
la historia de Corinth, una mujer casada con tres hijos, reconocida
escritora que ese día está invitada a participar en un foro, organiza-
do por la Asociación de Periodistas de Belice, acerca del papel de
los medios para la promoción de la conciencia de género en el país.
Reflexiona sobre el camino recorrido a partir de su embarazo en
1985, como profesora en una escuela católica. Las mujeres que se
embarazaban eran obligadas a casarse, porque de no hacerlo eran
despedidas de su trabajo. Corinth lloraba por todas esas mujeres que
se habían equivocado y tuvieron que pagar el precio. Ella se negó y
afortunadamente contó con el apoyo de sus padres. En el presente,
reflexiona sobre los adelantos que han tenido las mujeres y del largo
camino por recorrer en la transformación de las reglas que oprimen
a las personas. Mientras tanto sigue en su empeño de escribir acerca
de estos temas en sus trabajos literarios (Kelly 106).
La situación contraria de una hija que no recibe el apoyo
de sus padres se presenta en “My Mother´s Contempt”, de Iris
Abraham. Doreen es una joven que es rechazada por los padres
porque tuvo un embarazo fuera del matrimonio. El bebé murió al
poco tiempo de nacido y ellos no le brindaron amor o consuelo,
solamente se lamentaban por la mala suerte de tener una hija que
era una perdida. Así, el cuento se centra en la soledad y tristeza de
Doreen, y en cómo ella logra salir de ese abismo.
“Siblings”, de Ethnelda Ramírez Paulino, relata la confusión
de una madre que años atrás dio en adopción a su hijo y emigró a
Estados Unidos. Años después, su hija regresa a Belice a casarse
y se encuentra con una carta que la madre dirige a ella y al novio.
La madre cree que son hermanos. El conflicto se resuelve cuando
un amigo de la madre que conoce su historia aclara la confusión
señalando que el hermano es un primo del novio.
Otra forma de violencia de género es la de la infidelidad de
los hombres, quienes, además de tener una familia institucional,

Historia de la literatura de mujeres de Belice 95


tienen otra fuera de matrimonio. Kathleen Esquivel, en el cuento
“The Fragance of Jasmine”, presenta como protagonista a una
mujer mestiza que recuerda el momento de su niñez en que se
entera de que su padre tenía dos familias. Recuerda cómo en lugar
de culpar al padre, culpa a la madre, pero también se preguntaba
cómo es que la madre fingía ignorarlo. En el presente, se encuen-
tra en la misma situación y desearía decirle a la madre que ahora la
comprende. Respecto a la hija, le preocupan sus sentimientos y el
estar heredándole ciclos de violencia. El cuento recupera, asimis-
mo, la riqueza y alegría de la amistad entre mujeres, esa intimidad
que, como la fragancia del jazmín, impregna las relaciones de so-
roridad.
“ABC/KIM”, de Natalie Williams, se refiere a la historia de
un niño de cinco años que se va a vivir a la casa del padre y su es-
posa. El niño nota que todos, con la excepción del padre, son de
tez clara y el padre es color chocolate. El niño se refiere a su madre
como “Mommie” y a la esposa del padre como “Mama”. Mama
hace el esfuerzo de cuidarlo y quererlo. Se rompe el equilibrio un
día que Mommie visita a su hijo, la esposa la insulta y madre e hijo
regresan a casa. Cuando el niño tiene seis años, el padre se va a
vivir con ellos.
“Family Tree” es un relato de Ivory Kelly que tiene como
contexto la víspera de la celebración del Garifuna Settlement Day,
día de la llegada de los Garinagu a Dangriga, el 19 de septiembre
de 1823. Se escuchan los tambores, los cantos y bailes tradicionales.
La ciudad se encuentra con numerosos visitantes que acuden a la
celebración. Victoria Harris y Victor Ellis se conocen y se enamo-
ran. Los padres de Victor habían emigrado a Chicago en 1962 y, 30
años después, regresan para establecerse en Dangriga. Victor pre-
senta a Victoria a su madre y resulta que las madres de ambos son
hermanas de padre, Victor Rodriguez, pero nunca se conocieron.
Así, Victor y Victoria resultaron ser primos hermanos.
La relación madre-hija es una de las preocupaciones más
importantes en la escritura de mujeres. Es una relación conflic-
tiva, porque la madre debe educar a la hija en esas normas y
valores que la construyen como subordinada al varón, legitiman-
do la discriminación y la violencia de género. Las escritoras, al
apropiarse de la palabra, en ese proceso de autorrepresentación,

96 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


proponen expresiones en las que las madres brindan a las hijas
nuevos elementos de reflexión que les permitan recrearse en la
libertad y mostrando a sus hijas que se puede salir adelante sin un
hombre al lado. Otra inquietud importante presente en los cuen-
tos la constituyen las relaciones sororales: entre hermanas, madre
e hija, abuela y nieta, entre amigas pequeñas y adultas. Esta inquie-
tud se conjuga con la de establecer una genealogía matrilineal que
herede a sus descendientes conocimientos, valor y fortaleza para
construirse como mujeres libres, dueñas de su propio destino. Esa
matrilinealidad se presenta, asimismo, en la relación de Verónica
Née Walker, ama de casa a quien le gustaba escribir poesía, madre
de Zee Edgell, y abuela de Holly Edgell. Asimismo, en Iris Abraham
y Myrna Manzanares. Es Myrna la que brinda la confianza a su
madre para que dé a conocer su obra en recitales y en el primer
volumen de la antología Memories, Dreams and Nightmares.
Corinth Morter-Lewis, en “The Rocking Chair”, recupera la
admiración de una hija hacia su madre, una mujer valerosa que es
abandonada por el marido, y ella con recursos limitados sacó a flote a
la familia. Helen Elliot Rocke, en “Jenny’s Homecoming”, presenta la
situación contraria, una viuda que se sacrifica para que su hija pueda
acceder a la educación universitaria en el extranjero y la hija, en lugar
de agradecer y admirar a la madre, se avergüenza de ella.
Los huracanes son un tema frecuente en la narrativa de los
países caribeños. El “Hurricane Hattie” ha sido uno de los más
violentos en la historia de América Central. El cuento de Sandra
Crough refiere a este huracán que sucede en 1961 y, ante su feroz
embate, la abuela tranquiliza a sus nietas señalando que ninguna
ventisca las correrá de su casa.
Yvette Holland, en “My Rice and Coconut Milk”, relata la
amorosa relación de la nieta y la abuela que cuida de ella mientras
la madre sale a trabajar. Un día después de la consumación de la
independencia, la madre le dice que ellas también se van a inde-
pendizar de la casa familiar, como antes lo hizo la tía que emigró
a Estados Unidos. La niña no quiere separarse de su abuela y ex-
presa: “No me gusta la independencia, siempre me hace llorar”
(Holland 58). La abuela y la niña preparan el arroz y la leche de
coco. Son estas tradiciones que se transmiten por vía matrilineal
las que mantienen unida a la familia.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 97


“Much Wailing and Gnashing of Teeth”, de Yvette Holland,
es la historia de una adolescente conflictiva, Maggie, que se va ir a
vivir con su tía Sherlene. Maggie tiene una madre que no se pre-
ocupa por ella y no tiene padre. Sherlene siempre ha cuidado de
ella; sin embargo, esa necesidad de la madre como un espejo para
reflejarse y autodefinirse es tan importante que la pequeña rechaza
el apoyo y cariño de la tía y regresa con la madre.
Natalie Williams, en “Going Home”, tiene como protago-
nista a Ruth, una madre que pierde a su bebe recién nacida. En
medio del dolor y la desesperación, observa cómo la madre y su
tía amortajan a su bebé siguiendo el ritual católico. La visten con el
más hermoso vestido del ajuar, colocan una pequeña medalla del
Sagrado Corazón de Jesús a la altura de su pecho, peinan su cabe-
llo negro y colocan un osito de juguete para que la acompañe en el
camino. Ese acompañamiento sororal y el cuidado y amor con que
preparan a su niña, le brinda consuelo a Ruth y muestra cómo las
mujeres se apoyan y fortalecen en situaciones dolorosas y de crisis.
El cuento de Arifah Lightburn, “A Tiny Roach”, es otra de
esas historias de transmisión de tradiciones por línea materna. La
protagonista tiene una madre de gran sensibilidad a hechos y sen-
saciones que se escapan al común de las personas. Ella ha hereda-
do ese don. La protagonista muere como resultado de un aborto
provocado y en el momento de morir, expresa su nostalgia por esa
hija que no nació, y por esa madre que no tendrá una hija y una
nieta con quien compartir su sabiduría. Zoila Ellis, en el cuento
“White Christmas an’ Pink Jungle”, tiene como protagonista a una
jovencita soltera embarazada y su abuela que le brinda los medios
y el apoyo emocional para que se someta a un aborto clandestino.
Los cuentos también relatan situaciones de la vida cotidiana:
entre éstas, se encuentra la referida a los procesos políticos. “If
Yu Kyaa Kech Harry…”, de Ivory Kelly, se refiere a un día de
elecciones y la dinámica que se desarrolla entre los dos partidos:
People’s Liberation Party (plp) y People’s Progressive Party (ppp).
Agnes, la protagonista, se viste con la camiseta verde del plp y su
vecina Gilda, con el color naranja del ppp. Los dos partidos habían
colocado carpas vecinas en donde se encontraban sus integrantes.
A lo largo del día se dan acusaciones de corrupción de ambos
lados, se recuerdan promesas de campaña y, se señala, incluso,

98 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que las campañas están siendo financiadas con dinero sucio. A
las seis de la tarde, se termina la votación y se inicia el conteo.
Al anunciarse la victoria del plp, Agnes observa cómo Gilda se
cambia la camiseta y vitorea al ganador.
Sylvia Nablo de Vasquez, en el cuento “You Crazy”, relata
una historia de amistad de la niñez que perdura a través de los
años de una niña, Sarah, y un niño, Melvin, que siempre le conta-
ba historias: del duende en el bosque que venía por las niñas y se
las robaba de su cama. Conforme iban creciendo inventaba otras.
En un año de elecciones, contó la historia de enfrentamientos
entre el People´s United Party y el United Democratic Party. To-
dos los relatos terminaban en “y vienen por ti”, y ella respondía:
“you crazy”.
Asimismo, se encuentra la inquietud por las relaciones amo-
rosas. “The Last Meeting”, de Ix-Chel Poot, es el relato del cierre
de una historia de amor inconclusa. Han pasado varios años y
se da el último encuentro entre la pareja en el restaurante Doña
Maria’s Cocina que ofrece salbutes, garnachas y jugo de lima. Se
refieren el uno al otro como Pequeña y Príncipe Azul, un príncipe
con un tono de piel café dorado; finalmente se separan. El nom-
bre de la escritora es maya, así también, el contexto que muestra y
los alimentos que se consumen.
“All Dogs go to Heaven”, de Carmichael Polonio, es otro
cuento de amor. Trata de la muerte de un perro que es atropellado
por un carro cuando la niña saca a caminar a su perro rumbo al
mar, su paseo preferido. La niña adora su perro y lo único que la
consuela es saber que todos los perros van al cielo. Cabe destacar
la descripción que la autora realiza del mar, recuperando los so-
nidos, movimientos y sensaciones que el mar provoca en la niña.
“Beggar Boy”, de Kalilah Enriquez, se refiere a un niño an-
drajoso que pide limosna y la reflexión de una madre y su hija peque-
ña que regalan al niño un billete de cinco dólares. “The Happening
(Continued)”, de la misma autora, es el relato de la separación de
una pareja a partir de las sensaciones de desgarramiento que ello
provoca en el cuerpo de la mujer. Ambas autoras, Enriquez y Car-
michael, destacan ese aspecto del cuerpo y la sensualidad, elemento
importante en la escritura de mujeres.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 99


No todos los cuentos tienen como protagonistas a mujeres
ni la preocupación por la construcción de la identidad femenina.
“John Gets Away”, de Harriet Arzu Scarborough, en la antología
Belizean Nail Soup, tiene como protagonista a John, un hombre
originario de Baranguna, enamorado de Helen, una hermosa mu-
jer garífuna “con más sangre caribe que africana” (posición 674).
Las familias se oponen, los padres de Helen desean para su hija
un joven de origen inglés, y los de John, a Lourdes, de su misma
región de origen. El cuento inicia con John en el hospital con la
parte inferior del brazo amputado, sufrió un accidente en automó-
vil; durante su estancia en el hospital reflexiona sobre su historia
personal y su atrapamiento en las concepciones de masculinidad y
usos y costumbres de su cultura. Los padres solicitan a un tío que
vive en Guatemala que les envíe una prótesis y resulta irónicamen-
te ser del mismo brazo que conserva.

Poesía: identidad nacional, étnica y sexuada

La poesía es un género que inicia con Corinth Morter-Lewis, acadé-


mica y escritora feminista comprometida con la construcción de las
identidades nacional y genérica. Con sus poemas “Arise” y “United”
fue ganadora del Concurso Nacional de Poesía en los años 1965 y
1966; en 1976, publica el libro de poesía Share My Song; en 1981, el
poema “Tribute to The Belizean Flag” para conmemorar la Inde-
pendencia, que hasta el presente se lee y recita en las escuelas; en
1999, Escape Nomo-Nomo; en el año 2004, el libro Heritage; y en el
2013, publica dos volúmenes de poesía, Moments in Time, que inclu-
yen un limitado número de cuentos, y una obra de teatro en cada
volumen. El segundo volumen es de literatura infantil.
Pasan más de veinte años de la publicación del libro Share
My Song (1976), de Corinth, a la publicación de tres antologías
de poesía, Of Words: An Anthology of Belizean Poetry (1997) que se
publica en la Serie de Autores Beliceños de la editorial Cubola, y
reúne poesía de dieciséis autores, entre los que se encuentran Zoila
Ellis y Carol Fonseca. Es la antología más conocida; se realizaron
dos reediciones, la última en el año 2006, y actualmente se encuen-
tra agotada. Según la descripción que se encuentra en la página de
internet de la editorial, la obra representa un esfuerzo de poesía

100 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tradicional y poesía revolucionaria, una mirada en esa lucha de
Belice para la construcción de una identidad nacional y de unidad
en la diversidad que caracteriza al país.
Echoes for a New Room: Twelve Voices (1998) es publicada en
Belice por Brown Rabbit Press. No se encuentra ninguna referen-
cia al respecto, sólo que incluye obra de Mary Gomez-Parham,
académica de la Universidad de Houston que tuvo una larga estan-
cia en Belice y coordinó, con Timothy Hagerty, el cuarto número
de la Serie de Escritores Beliceños dedicado a la recuperación de
cuentos y leyendas. Se le incluye, asimismo, como cuentista en Me-
mories, Dreams and Nightmares, ambos libros de la editorial Cubola.
SHE: Belizean Women Poetry (2001), edición de Factory
Books, es compilada por Gay Wilentz (1950-2006), profesora de
la Universidad de Carolina del Este y profesora visitante de la Uni-
versidad de Belice. La antología reúne obra de dieciséis autoras, en
su mayoría desconocidas, como Adima Romero, Amauri Amoa,
Carla Pastor, Carmen Barrow, Carrie Fairweather, Elizbeth Allen,
Jacklyn Burns, Lita Krohn, Jeannie Shaw y Mary Castillo; asimismo,
otras autoras con una trayectoria consolidada, como Corinth Mor-
ter Lewis, Carol Fonseca, Felicia Hernandez, Ivory Kelly, Myrna
Manzanares e Yvette Holland. A partir de la publicación de este li-
bro es que Montserrat Casademunt, editora de la editorial Cubola,
la invita a realizar un esfuerzo similar para la producción de cuento
de mujeres beliceñas.
Por desgracia, es prácticamente imposible tener acceso a es-
tas antologías, así como a la obra de Corinth Morter-Lewis. Son
otras autoras, como Felene Cayetano, Adele Ramos, Kalilah En-
riquez, Angela Gegg, Ivory Kelly y Rita Mae Hyde, las que publi-
caran libros en la primera década del nuevo milenio. Algunos de
estos libros son de producción digital; Felene y Angela, además,
publican obra en su sitio web, y Brenda Ysaguirre, que no ha pu-
blicado libro, lo hace en su sitio web, donde se encuentra poesía
escrita en inglés y español.
Felene Cayetano (1978) es una autora garífuna nacida en
la ciudad de Belice; a los nueve años su familia se traslada a Los
Ángeles, California. En Estados Unidos estudia una Licenciatura
en Inglés y una Maestría en Biblioteconomía, ambas elecciones
surgen del amor a la lectura y las bibliotecas que alimentaron su

Historia de la literatura de mujeres de Belice 101


pasión por la escritura. Desde 2007, Felene se desempeña como
bibliotecaria en la National Heritage Library, con sede en Belmo-
pan, donde es la responsable de reunir, organizar y preservar los
documentos de la nación. Se considera a sí misma como bibliote-
caria, editora, poeta y madre.
Ha publicado dos poemarios digitales: Evolution: Weaving in
and out of Conciousness while the Truth is Somewhere in the Middle, se
publica inicialmente en el 2004 y en 2013 en formato digital,9 y
Crossing Bridges, en el 2014.
El primero de los poemarios reúne poemas escritos de los
quince a los veinticinco años durante su estancia en diferentes ciu-
dades de los Estados Unidos. Reflexiona sobre su evolución de
niña a mujer, de inmigrante caribeña en los Estados Unidos, y
muestra una inquietud por su identidad étnica y genérica, en ese
orden, por el amor y el desamor. La obra se encuentra permeada
por una sensación de nostalgia por Belice. Un rasgo importante
del poemario es que está escrito en inglés estándar; es una escritora
que se encuentra buscando su voz y evolucionando en su escritu-
ra. Inicia en marzo de 1994, y los poemas se incluyen cronológi-
camente a manera de diario, respondiendo a las etapas biológicas
de crecimiento. En 1999 se empiezan a observar inquietudes rela-
cionadas con su identidad como beliceña y la inclusión de palabras
en kriol, sobre todo en los títulos de poemas: “Sub umbreo floreo”
(Under the Shade I Flourish), lema en la bandera beliceña, escrito
en marzo durante su estancia en Nueva York, o “Hueman Nature”
para referise a la naturaleza humana en kriol, o “Nibasein”, palabra
garífuna para referirse a una sobrina o sobrino. Felene inicia el viaje
de regreso y el reencuentro con sus raíces.
En los poemas escritos durante el periodo de la adultez, que
inicia a finales del año 2000, se encuentran los rasgos de una escritu-
ra que muestra los rasgos de una propuesta feminsta y descolonial.
“Dangriga” es un poema pleno de sensualidad; a través de las sen-
saciones que llegan a sus sentidos le es posible recuperar el olor,
los sonidos, la sensación de la arena en sus pies. Es un poema de
resistencia que la lleva a caminar al reencuentro con su identidad

9 En ese año también en formato digital publica la antología de cuento Belizean Nail Soup: A
Collection of Short Stories.

102 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


étnica. “I Wish to…” va más allá y muestra una inquietud pana-
fricana y sus modelos de mujer: “I wish to/sing as beautifully as
Whitney/move as gracefully as Judith/write as candidly as Maya/
be as legendary in my lifetime as Aretha/be as principled as Ma-
halia/be as strong as Merline/and be as Felene as Felene”. Merline
es la madre de Felene y esa inquietud por trazar un linaje matri-
lineal y su herencia garífuna se encuentra en otros poemas como
“What’s in a name”. Asimismo, Felene afirma, en el poema “Target
Audience”, que su poesía tiene como destinarias a mujeres de todas
las edades: adolescentes que piensan que sienten que están solas en
ese sentimiento de ambivalencia “powerful and powerless, especia-
lly at night”; a las mujeres de mediana edad “whose careers have
made them almost forget the freedom they once vowed never to
relinquish”; a las abuelas que desean recordar la confusión de la
juventud (Cayetano 2013, posición 1080).
“Colonized” expresa la inquietud de la colonización cultural
que padecen los integrantes de la etnia garífuna a pesar de que
es el único grupo de la raza negra que no fue esclavizado. Señala
la imposición de una religión y leyes que no les son propias; las
cadenas que los mantienen maniatados ante malos gobernantes y
que han conducido a problemas de salud, desempleo y hambre. La
ignorancia acerca de su herencia y legado, de su historia como garí-
funas y de cómo en ésta se sintetiza la historia de tres continentes y
la riqueza de códigos genéticos que no han sido explorados porque,
a pesar de que nunca fueron esclavizados, sí fueron colonizados.
El poema es escrito en mayo del año 2004 y prácticamente es el
cierre del poemario. Los últimos dos poemas los dedica a su abue-
lo y abuelo.

We were never enslaved/but we were colonized/brainwashed


to believe those/citrus promises/that they eventually swa-
llowed leaving us with/mahogany lies/carried on our backs to
make a living/and hold onto what was left of our culture af-
ter/they brought/their religión,/ that now has us praying to/
images that don’t resemble us;/their laws,/that gave us land
until they wanted it back;/their hypocrissy,/that we imitating
to our detriment./We were never enslaved/but we were colo-
nized/now our leaders/are busy chasing prominence/instead

Historia de la literatura de mujeres de Belice 103


of trying to squash this/widespread ignorance/that keeps us
in mental chains/but we were never enslaved/so we have no
frame of reference/for what is happening now./What is ha-
ppening now are high aids rates,/high unemployment rates,/
outsiders tending the farms of our grandfathers/and selling
us produce from our own land,/youth denying their legacy
and heritage as Garifuna/seemingly unaware that the veins
that run/through their bodies/carry the history of three con-
tinents/and genetic codes we have yet to explore,/We were
never enslaved/but we were colonized/and I think about that
every time I look into/my grandmother’s eyes/and see this
new world/is not what she wanted to die in,/much less live in
(Cayetano 2013, posición 1192).

El segundo poemario, Crossing Bridges (2014), inicia en el año


2004, con el poema “Another Birthday Cry”, que escribe el día que
cumple 26 años y termina en el año 2014. En ese poema intenta
definirse a sí misma, es esta una preocupación a lo largo del libro,
asumiendo una posición feminista, señalando ese extrañamiento
y enajenación al mirarse en el espejo y no verse reflejada como la
mujer que ella pretende reinventar. Utiliza conceptos como herstory
en contraposición al concepto de history, la historia construida des-
de una posición androcéntrica y patriarcal. Reafirma su postura en
torno a la recuperación de un linaje matrilineal y la sororidad sin
dejar de lado el reconocimiento a los abuelos que construyeron la
nación. Escribe también poemas de amor y se redefine a sí misma
como esposa y madre de dos hijos, de hecho, a ellos dedica el li-
bro, a Fela y Fidel, deseando que ellos no tengan que cruzar tantos
puentes para construir ciudadanía. Se encuentran poemas de amor
referidos a los embarazos, su cuerpo y la crianza.
Crossing Bridges reflexiona sobre los puentes a cruzar en esa
reinvención como mujer garífuna beliceña y brinda elementos de
reflexión para los integrantes de la etnia y la nación desde una
posición panafricanista. Felene Cayetano ha encontrado su voz en
la hibridez del lenguaje: poemas escritos en ese lenguaje coloquial
que mezcla las diferentes lenguas, unos escritos en creole y otros
en garífuna, solamente un reducido número de poemas conserva
el inglés estándar. En su conjunto, los poemas expresan nuevos

104 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


imaginarios y realidades que reflexionan sobre problemas de co-
rrupción política, violencia, inseguridad, discriminación y violencia
de género. “Pray for Belize” invita a los lectores de las diferentes
etnias a decir una oración: “She needs more tan prayers!/She needs
the incantantions/of the Maya/the drumming/of the Creoles/the
animal sacrifices/of the Yoruba/the moonlit dances/of the Ga-
rifuna/the fire meditations/of the East Indians/during sunset to
sunrise ceremonias/to their gods” (Cayetano 2014, posición 1847).
Quedó atrás la lengua y el imaginario del amo y continúa
desconstruyendo el orden colonial; incluso, en el poema “O” re-
significa el himno nacional beliceño:

O land of the free/still by the Carib Sea/my (fore) fathers


were no Baymen/they were Garinagu/seeking refuge and
work/which you gave./O land of the free/still by the Ca-
rib Sea/your untold wealth/ remains in the green/of your
mountains/the rainbow under your waters/and vitality of the
people/who call you home (Cayetano 2014, posición, 294).

En ese sentido, “Oh land of the free” es otra versión que


rechaza la recolonización y, en otra parte del poema, rescata a Ma-
dame Gwen Lizarraga y su reacción si supiera que, en el presente,
la política es monopolio de los hombres y conociera la situación
del país a 29 años de su independencia. En el poema “If we
ran the world” reflexiona cómo sería el mundo si las mujeres lo
gobernaran. Entre sus numerosas propuestas, se encuentran las
siguientes: las instituciones educativas enseñarían la historia de
las mujeres, se realizaría investigación en la salud para prevenir las
enfermedades que aquejan los cuerpos de las mujeres, no habría
asesinatos porque se valoraría la vida al atestiguar los nacimien-
tos de los niños, no habría violaciones de mujeres porque se
enseñaría desde pequeños el respeto a las mujeres y la igualdad
de género. El poema representa una propuesta de una nueva éti-
ca, los valores y normas que tendrían que regir las sociedades y,
asimismo, un camino para la prevención de la violencia. Felene
Cayetano se asume como feminista en su vida y su poesía.
Asimismo, se reconoce como beliceña en su poema “I Am
Belize”, que habla de la flora y fauna, de los oficios, de los migrantes

Historia de la literatura de mujeres de Belice 105


y sus mujeres, y termina afirmando: “I am her Maya,/Mestizo,
Creole, Garifuna/East Indian, Mennonite, Chinese/and multi-
ple combinations/of any or all of these/I AM Belize” (Cayetano
2014, posición 1487).
Melva M. Persico, en el proceso de realizar su investiga-
ción doctoral Counterpublics and Aesthetics: Afro-Hispanic and Belizean
Women Writers (2011), entrevista a Felene y le pregunta cómo se
describiría a sí misma, beliceña o garífuna, y ella responde con el
poema “Heritage”:

I am as much rice and beans


as ereba and bundiga;
(ereba is a crispy bread made out of strained and grated cas-
sava, bundiga is grated green bananas/plantains boiled in co-
cunut milk)
I am as much porridge
as sahou
(a thick mixture of cassava and cocunut grated and boiled)
uwala busiganou
(tr: “I’m not ashamed”/it’s the hook of the one of the first
popular punta songs in Belize)
I was nourished
with Mrs. Manting’s chow mein
in the same week
my granny made tapou
(a soup made out of coconut milk and various veggies usually
served with fish and plantains)
on the fire hearth.
I bathed in Gumagarugu wata
(a river/turned creek in Dangriga that was popularized in a
song)
right there in Dangriga,
in the same week
relatives bathed our ancestors
(a pre-sunrise ritual)
who left us with mome tan memories.
My mind juxtaposes
the blood of Christ

106 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


with hiu in a dugu;
(hiu is cassava wine, a dugu is another ritual that takes months
to prepare for and lasts 3 weeks)
sets the priest
beside the buyei
(buyei is the healer who presides over the dugu)
and says: I’am open to your message
so what am I?
I am both (2014, posición 961).

Adele Ramos-Daly es una escritora garífuna que ha publica-


do poesía, canciones y la biografía de su abuelo, Vincent Ramos,
activista por los derechos civiles de los garífunas. Fue la fundadora,
en 2005, de la Sociedad de Poetas de Belice, actualmente conocida
como la Sociedad de Poetas y Escritores de Belice. Durante muchos
años fue coeditora con Evan X Hyde del más importante perió-
dico del país, Amandala, y funda, en 2005, la casa editorial Ramos
Publishing en la que publica su obra y la de otras escritoras y es-
critores beliceños.
Su primer libro es la biografía T. V. Ramos, The Man and
his Writings, publicado en el año 2000 por el Consejo Nacional
Garífuna de Belice. Su libro de poesía PHASES (2005) es el pri-
mero de su casa editorial, son poemas de amor autobiográficos.
En el mismo año, edita dos CD’s, Red Graffiti (songs and poetry)
y Black Orchid Raw (raw voice poetry). De este último, el poema
“The Healing of Belize” expresa el amor de sus poetas por Belice
y el poder de sanación de la poesía:

No matter how far I’ve traveled


America, Jamaica or Asia
She’s always been tucked inside my bra
Close to my heart
And my love never withers
For it is she who nursed me from the crib
When I was but a toothless babe
With a silly grin
It was she who fed me
And from cradle to grave

Historia de la literatura de mujeres de Belice 107


She shall sustain me
Yet I notice she has been looking
So weary these days
Her soul is ill
And many problems plague her
She is sick and tired of hearing
Little girls screaming at night
Helplessly begging their tormentors
Not to violate their right
Oh how she weeps when I weep
And her tears flood the streets
Yet for good – since
They wash away the blood
Of my brothers
That stains her once pristine body
Yes! She weeps to wash away
The gunpowder
And the cocaine
Down pours the rain
As if intending
To squeeze out
Every last droplet from the sky
Ping! Ping!
It batters rust-stained roofs
Beneath which families huddle
They are afraid, but praying
In fact, BEGGING!
“Dear God, where is the peace
That had once been our heritage?
Where is the tranquil haven
Of her breast?”
The mountains and valleys
Lay tarmished
Yet, they too await…
Because
They know
That
THERE IS HOPE!

108 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


So they pray and pray
Despite the haunting screams
Of child victims
Radiating into the night
Despite the gunfire
Despite the deadly siege
And knowing that
Where the wicked rule
The people perish
We pray
We pray
For our Belize!
That she may indeed
Find her soul
Find peace
It’s true
She’s down, but not out!
She fights like a lion
Defending her cubs
I AM HER CUB
And she fights for me
So I fight for her too!
She will owe her flesh to no man
What Belize needs right now
Is to rediscover her soul
And SHE is rediscovering her soul
Through poetry…
For our Belizean Poets search the soul
Her soul!
And heal her
Like a great physician
And now they wrap her body in poetic verse
And soothe her pain with their lyrical rhymes
They’ve diagnosed her ailment
And have congregated now
TO HEAL…10

10 Belizean Poets Society/Lyrically inspiring Belize:belizeanpoetssociety.webs.com/poetry.htm,


2005 (Descargada 1/04/12).

Historia de la literatura de mujeres de Belice 109


Kalilah Enriquez (1983) es una autora creole y garífuna que
publica su primer poemario, Unfettered, en el año 2006 con prólo-
go de Evan X Hyde; y Shades of Red, en el 2007, con prólogo de
Corinth Morter-Lewis.
Evan X Hyde señala que la poesía había sido monopolio
masculino, pero que con el nuevo milenio empieza a surgir la voz
de las mujeres como un fenómeno pujante. Una de esas voces es
la de Kalilah, una mujer con una destacada participación en Radio
y Televisión de KREM en Belice. El primer poema, “Roots”, de
Unfettered, expresa la reapropiación y el orgullo de las raíces negras,
utilizando el cabello que ha sido alaciado en un afán de acerca-
miento al fenotipo occidental y de mayor aceptación: “I’am going
back to my roots,/respecting the virgin growth/and truncating
the tainted./ It’s not a complicated operation./The introspection
was more difficult./The scissors do the speaking for my soul,/
cutting the years of hatred away,/releasing the tight curls that hid
in/bondage” (Enriquez 2006 1). La propuesta es de una descons-
trucción poscolonial, que resalta la belleza de lo negro y alimenta
la autoestima. Son varios los poemas escritos en ese sentido. “Ga-
rifuna Drummer” es un poema pleno de sensualidad sobre un
hombre que toca el tambor, instrumento simbólico que alude a la
herencia africana y particularmente a la garífuna. El movimiento
de las manos al tocar el instrumento se analoga con la sensualidad
y el erotismo al acariciar el cuerpo de una mujer en el acto de
realizar el amor: “His hands move slyly across/the tight animal/
skin with no pretense of/shyness. Tap, pound, stroke,/caress. His
fingers make love/to the drum, and his/beautiful partner-spirit-/
moans under his touch/like a woman losing her/prized virginity”
(Enriquez, Unfettered 3). Son varios los poemas que expresan la
sensualidad como el espacio de resistencia desde el cual se decons-
truye la herencia colonial.
Asimismo, son varios los poemas que manifiestan la dis-
criminación y brutalidad policiaca hacia los jóvenes negros, que
llega hasta el asesinato. El poema “Execution Style” lo dedica a
Leslie Rogers, que fue asesinado por el policía Aldo Ayuso el 12
de febrero de 2005; en “Force Ripe” señala la violación de una
adolescente y, en “One Wednesday Night”, un motín en las calles

110 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


por un grupo de jóvenes inconformes y la manera en que la fuerza
pública los enfrenta.
“Old Man” lo dedica a Baba Odinga Lumumba; cuestiona la
ignorancia de las personas de su generación y los incita a conocer
su historia y esos héroes que han sido borrados de la historia de
la resistencia. Alude a Marcus Garvey, personaje icónico del movi-
miento panafricano que buscaba el regreso al África. Hace mención
del acuerdo Heads of Agreement, firmado por Guatemala, Belice
y la Gran Bretaña, cuyo rechazo llevó a la independencia del país.
Se dirige a Lumumba y recuerda sus palabras: “(…) The first year I
knew you/was the last you’d know me/but your memory will live
on in your words,/in your deeds, in a victory you fought for./No
bend, no curve, straightforward to/ victory” (Enriquez 14).
Al igual que otras poetas de su generación, escribe poemas
de amor al compañero, a la niña que crece en su vientre y a la niña
que ya nació, también poemas de ruptura y desamor; sin embargo,
su objeto amoroso es Belice, como lo expresa en “My Belize; My
Love”. En el poema realiza una analogía de Belice y el amor a un
hombre, y en su unión engendrarán hijos libres para la patria: “I’ll
be free to love you;/you’ll be free to love me./We’ll be happy as
we/intertwine/and you’ll be/once again,/my beloved/land by the
Carib Sea” (Enriquez 22).
La poesía de Kalilah no solamente reflexiona sobre la
identidad nacional y étnica, también sobre la identidad genérica.
“Wading through Depression” expresa el descontento y el enojo
que lleva a la depresión por esa construcción de las identida-
des genéricas que representa una forma de opresión, y se rebela
ante el deber ser femenino. En “Are You Ready for This”, su
escritura es deconstructiva del concepto “amor” como aquel que
mediatiza la entrega de la mujer y la subordina al varón como el
objeto pasivo de su accionar y le pregunta si es capaz de asumir
un compromiso con una mujer, de sujeto a sujeto, en una relación
de iguales:

(…) Honey,/with you love isn’t just a word./It’s an action


word./So I won’t say “I’m in love with you”/because that
makes love/the object of a preposition/while I have other
premonitions/and predispositions./I will say I love you/and

Historia de la literatura de mujeres de Belice 111


make it an action verb/a word that implies/doing/feeling/
thinking/believing/giving/you all the strings to my heart./
And I won’t say “You are loved by me” either/because, baby,
that’s the passive voice/and I love you with an active force/
and a keen mind (Enriquez, Unfettered 42).

En “Like a Woman” se reinventa y expresa lo que ella espera


de un hombre: “I want a man to make love to me/how and where
and when/I please./With ease/I’ll make him feel/the power of
my sexuality” (Enriquez 55). Al final del libro se encuentra un lis-
tado de varios cedés en los que su poesía se ha incluido.
Shades of Red es su segundo libro y, en el prólogo, Corinth
Morter-Lewis se pregunta por el origen del título y responde que
el color rojo, en sus diferentes tonalidades, expresa alegría, pasión,
sexualidad, sensibilidad, amor, amistad, vigor, fuerza de voluntad,
enojo, rabia, liderazgo, valor y deseo. Así, los poemas están arrai-
gados en las emociones: la pasión de una convicción, el enojo ante
las injusticias, la tristeza y dolor ante la pérdida, la alegría y embele-
so en la consumación del amor. El libro incluye poemas, cuentos y
pequeños artículos escritos que fueron presentados en la estación
de radio KREM, en su programa de noticias y talk shows.
El segundo poema del libro es “Sun Child”, que tiene como
finalidad fortalecer la autoestima de los hijos del sol y su piel mo-
rena por la exposición al sol, la belleza que colorea las diferentes
partes del cuerpo, el placer que produce y el poder y fortaleza que
conlleva: (…) “make me blacker and stronger/blacker and stron-
ger/blacker and stronger” (Enriquez 3-4).
Se encuentran, también, como en su poemario anterior,
poemas que expresan la violencia en las calles y el dolor de una
madre por su hijo que ha sido asesinado; los niños con hambre
que deambulan por las calles buscando algo que comer; la pobreza
y los malos gobiernos, la discriminación policiaca y el desprecio
por la vida de los negros. “Justice is Dead” termina con la siguien-
te estrofa: “Here lies justice/Builder of civilizations/Creator of
history/Changer of Hearts/May it forever rest in peace” (Enri-
quez 11).
Shades of Red contiene poemas de amor y la alegría que pro-
duce y poemas de desamor, separación y duelo. “House Cleaning”

112 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


expresa una similitud entre la limpieza de una casa y la limpieza
de su corazón: (…) “today I Cloroxed my sheets/Disclined my
floor/scrubbed down my tub/and mopped you out the door;/
washed your smell off my clothes/dusted your hair off my pi-
llows/polished you off my furniture/and changed the keys to my
doors” (Enriquez 49), y así continúa la limpieza en su casa, su
escritorio, su carro y teléfono celular hasta que no queda ningún
vestigio del paso de ese hombre por su corazón y su casa.
“The Unbeliever” es un poema que expresa una posición
feminista ante ese dios masculino que niega el cuerpo de las mu-
jeres y teme al poder de su vientre y de transformación de las
mujeres. Un dios que ha permitido que, en su nombre, se hayan
realizado guerras, inquisiciones y cruzadas. Un dios que castiga la
rebeldía de las mujeres, les niega la posibilidad del libre albedrío
y les enseña a odiarse a sí mismas: “I cannot be part of you/who
continue to deny me/have denied me my sex/stripped my divi-
nity as/Mother Earth/had to unsex Mary/before she could give
birth/you who fear the power of my/womb/insist my sex came
from ribs/refuse us our role/as the creators/the bearers/the gi-
vers of life (…) I excommunicate YOU” (Enriquez 51-53).
En “Walking Tall” expresa el orgullo de una mujer doble-
mente discriminada, por ser mujer y negra, que se erige caminando
recta y orgullosa:

this poem is dedicated to the haters/to the misogynistic mis-


tas/and the sistas who think/that my mind is maleable/and
my sex is more rellevant tan my intellect/I write these words
for the ignorant,/for those who can’t think to think/that I
can’t think for myself/for those who believe/for those who be-
lieve/I am a bi-product/of anything other/than my own free
will” […] “I already love the black in me/I fight the negative I
have inherited (Enriquez 54-56).

“Kriol Dilemma” responde a la pregunta de la identidad y


su preeminencia ante una identidad fragmentada como kriol negro
y beliceño: “Mai sweet langwij Kriol/tel mi aal Ah need fi noa/
bowt weh Ah kum fram./Jus laik how di way how Ah luk/an di
tings weh Ah do/mek op mi Bileezyan kulcha./Ya da fu we and

Historia de la literatura de mujeres de Belice 113


we da fu ya./So if enibadi chrai chek yu paashaliti,/Tel dehn/
Blak da yu kala/Kriol da yu kulcha/Bileezyan da yu nashunaliti!”
(Enriquez 78).
Así pues, la poesía de Kalilah Enriquez recupera el orgullo
y la belleza de la piel negra, la autoestima y la resilencia que ha so-
brevivido a relaciones de esclavitud, que enfrenta el colonialismo
y los valores y males heredados como la discriminación y la vio-
lencia. Su lenguaje es híbrido y contestatario. Su rebelión y energía
creativa se dirigen a la reinvención de una identidad nacional, étni-
ca, genérica y de clase, que ame a sus hijas de igual manera que las
poetas aman a su país, Belice.
Angela Gegg es una de las más importantes artistas plásti-
cas del país, conocida como Proshka por su ascendencia letona.
Su obra se ha exhibido en Belice, varios lugares de los Estados
Unidos y Trinidad, tanto en exhibiciones conjuntas como indivi-
duales. Su primera exhibición individual se realiza en 2004 en el
Instituto Mexicano de Historia y Cultura. Es también una perso-
nalidad de televisión que, a partir del 2003 y durante diez años,
participó como conductora de programas de diferentes tipos, en-
tre ellos de recetas de cocina, el programa Tek it or Leave it del
Canal 511 (2008), como corresponsal en el Canal 7, y el programa
de entrevistas y entretenimiento OMG, Oh Miss Gegg (2011), en la
televisora KREM.
Su primer poemario The Light, the Dark, and Everything in Be-
tween (2006) se publica en papel y posteriormente en formato de
cedé, con lo que inicia otra forma de representación como poeta y
artista de la palabra hablada (Spoken Word Performance Poet). Se ha
presentado en festivales de poesía, jazz y espectáculos. IMPULSE es
su sexta presentación como artista individual y se da en la embajada
mexicana, con motivo de la presentación de su segundo libro, Artist
Confessions (2009), que combina obra poética y plástica. IMPULSE
incluye exhibición de sus pinturas, una instalación audiovisual en la
que, teniendo como fondo su obra pictórica, actúa como poeta y
artista de la palabra hablada con el poema “If I Had a Penis”.
Angela publica su obra en un blog con varias entradas como
pintora, poeta, personaje televisivo y de la radio, varias de sus ac-

11 La versión beliceña de “Deal or no Deal”.

114 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tuaciones como Spoken World Perfomance Poet en espectáculos
y videos.12 En ese espacio se encuentra una selección de poemas
de ambos libros y nuevos poemas, videos en los que actúa su poe-
sía en diferentes lugares como Bliss Center for Performing Arts,
Mexican Institute of Culture and History y programas televisivos.
El conjunto de su obra tiene un sentido político de la identidad
como ciudadana beliceña y como mujer, planteando nuevas al-
ternativas identitarias en un sentido de libertad. Por ello, ha sido
invitada, durante varios años, como conferencista a la Universidad
de Belice en el Foro de Educación de Mujer y Literatura. Además,
debido al éxito de su primer libro, recibe la invitación para que su
obra fuera incluida en The Other Voices International Poetry Project,
una antología cibérnetica editada en 2008 por la unesco. Asimis-
mo, se le incluye en el Directorio Mundial de Autores de Poesía
de la unesco.
El poema “If I Had a Penis” se encuentra en la versión im-
presa de The Light, the Dark, and Everything in Between, en el cedé y
es frecuentemente actuado en sus presentaciones:

Sometimes – I don’t know why –


But I sit down – And I cry.
[…]
If I had a penis –
You would see me/hear me/listen to me
You would not dis-criminate against me.
I would not constantly be stereotyped,
just allowed to live my life.
If I had a penis –
I could actually accomplish
great/grand/amazing things,
without fighting a battle
of wanting/needing/having to win.
[…]
If I had a penis –
You would listen to me,
That is a guarantee!

12 Se pueden encontrar en YouTube.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 115


You would take me seriously,
not insult or criticize me!
You would treat me as a hu –man,
(not just a little wo –man)
This I comprehend/under –stand!
But I don’t (have a penis)- oh well – no problem-
[…]
Keep looking, whatever!
Keep criticising, whatever!
I love being a woman anyway –
but still, sometimes, I wish I had a penis!!! 13

Este poema, como los otros que se incluyen en la página


web,14 deconstruye los estereotipos genéricos y propone nuevas
alternativas identitarias. “The sound of my voice” rompe con ese
mandato de la mudez y con la suavidad, ternura y sometimiento
que el tono de voz de las mujeres implica:

“does the sound of my voice/bother you? (…) One/who should


be pretty and sweet,/One/who shouldn’t speak,/ - much/“Oh
Fuck”!/I did it again…/- ooopsy -/I used the ‘F’ Word/“How
Absurd”!/Is that what you would say?)/Well,/I would be incli-
ned to say/that the sound of my voice/along with/the words
of my choice/And lets not forget/the fact/ That/I AM/a wo-
man,/all bothers you/ (Is this true?).15

“Him & Her” de Artist Confessions continúa en esa crítica de


los estereotipos de género:

“HIM/You’re a Rock Star,/You’re super Fly/You’re my


dream Girl,/You rule the world;/Having you is like a prize/
Sometimes I say “Oh My”,/I can’t believ you’re my girl./I
13 Angela Gegg. Author. Artist. TV Personality PROSHKA: http://www.angelagegg.com/poe-
try/spokenword.html
14 Angela Gegg. Author. Artist. TV Personality PROSHKA: http://www.angelagegg.com/poe-
try/spokenword.html
15 Angela Gegg. Author. Artist. TV Personality PROSHKA: http://www.angelagegg.com/poe-
try/spokenword.html

116 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


think that you and I could rule the world,/TOGETHER/
You and me/FOREVER/I want you to be my lady,/I want
you to have my babies./HER/Are you crazy?/You want me
to have your babies?/Have you lost your mind?/You just
want me all the time?/Having you (at first) was great./Some-
time I would lie and say “I love you”,/I love having such an
awesome guy,/I love having you in my life./ TOGETHER/
You and me/FOREVER/I want you to be my man,/For as
long as I can stand (you)… Ouch!”16

En ese sentido, el poema “Stop and Breathe” resignifica


el concepto de amor que considera a la mujer como posesión
masculina.
“100% Belizean” es uno de los poemas con mayor impacto
en sus espectáculos. Angela es una mujer rubia que, por su aspecto,
confunde a los que no la conocen suponiendo que es norteame-
ricana, a lo que ella responde: Si porque me ven rubia, hermosa y
caucásica me esterotipan como una mujer blanca suponiendo que
no puedo ser beliceña, les digo que aquí nací, aquí crecí, aquí vivo y
siempre lo haré. Soy beliceña, de esta tierra del mar del Caribe. “I’m
from this land of the free”, “I am a hundred percent Belizean”.
Ivory Kelly publica Point of Order (2009), un libro de poesía
(y tres cuentos) que ostenta una clara propuesta postcolonial fe-
minista. Jose Sanchez escribe la introducción y señala que el libro
recupera la resonancia de esas voces de la población creole, de la
juventud marginal y de la mujer de la sociedad postcolonial y las
dificultades con las que luchan para enfrentar y destruir la heren-
cia colonial. En ese sentido, Ivory Kelly inicia con un proverbio
chino como epígrafe: “The beginning of wisdom is to call things
by their right names”, y esto es lo que hace la escritora, nombrar
para visibilizar las diferentes formas de pensamiento, simbolismos
e imaginarios heredados de la sociedad colonial para destruirlos y
resignificarlos en el sentido de una nueva sociedad basada en sus
propios valores surgidos de sociedades multiétnicas no occidenta-
les. Los poemas están divididos en cuatro grupos: Of glass houses

16 Angela Gegg. Author. Artist. TV Personality PROSHKA: http://www.angelagegg.com/poe-


try/spokenword.html

Historia de la literatura de mujeres de Belice 117


and things, A quiet rebellion, Heart and soul y I decorate my life
with people and all my favorite things.
El primero de estos grupos muestra el espejo colonial en
el que todavía se miran y reflexionan sobre sí mismos. “Crayons”
es el poema de una madre creole de tez clara que encuentra a su
hija de tres años pintando la cara de su muñeca negra y cuando
la interroga, la niña responde: “Mommy, I’m making Wendy ye-
llow/‘cause I don’t like her color. And Mommy, please buy me
some Paint/so I can color me yellow too. (…) So I started a sma-
ll revolution: Black love/Black pride/Pointing out Black beauty
everywhere./Come, Sweetie, let’s watch Channel 7 News. That
Dawn Sampson only Smart. And pretty too./Just like you” (Kelly,
2009, 14). Meses después la niña está de nuevo jugando con su
muñeca con un lienzo húmedo y la madre le pregunta qué está
haciendo y la niña responde: “Nothing, Mommy. Just cleaning up
Wendy;/I want my dolly to look just like me” (15). El racismo se
encuentra introyectado no solamente en el color de la piel. En los
poemas “WMD” y “Heart of a Dragon”, se muestran a los sol-
dados que, en el orden colonial defienden, someten y matan a sus
hermanos que luchan por la libertad e independencia.
“Writer’s Block” muestra la enajenación de una jovencita
que ha crecido en la fragmentacón de la identidad que las institu-
ciones transmiten:

[…] My mother saying/Little girls mustn’t be so loud/That


kind of talk does not become you;/Now, pull up your slip./
My college professor saying/Women must be Heard/And
slips are optional.// Break that ceiling;/ Burn that bra;/Dith
traditional./Loudest is the preacher’s warning:/Guard your
virginity,/And cast not thy pearls to swine./But the T.V. co-
mercial says/Just use a condom; these are modern days. […]
Now as I ponder this dilema, I’m beginning to see/that those
voices I once borrowed now all belong to me./So how can
I write this poem/With all those voices in my head? (Kelly,
Point of Order 20-21).

La voz poética se encuentra en la escritura, en el proceso de


autorepresentación, el reconocimiento de que ella es parte de esa

118 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mirada oblicua que se encuentra transitando en la búsqueda de
otras maneras de ser mujer.
En “Perspectives”, la autora escribe sobre la diferente visión
del mundo de la población maya que provoca que su comunidad,
Toledo, sea considerada como la población más pobre del país
desde la visión occidental. “Schoolbooks” cuestiona la ausencia de
los creoles en los textos escolares. En la generación de los padres
sólo se encontraba en los textos a personas de tez clara; y en la de
los hijos se halla la grandeza de los mayas y los reyes africanos,
pero los creoles permanecen en el olvido.
Los poemas de la sección “A Quiet Rebellion” se refieren a
esa rebelión silenciosa que rompe con las instituciones heredadas
del colonialismo: la visión del dios del mundo occidental que en
una interpretación misógina coloca a las mujeres en una condición
de inferioridad; éste es el sentido del poema “Misoginy”, en el que
no pelea con Dios, sino con la interpretación chauvinista que los
hombres hicieron. Kelly continúa con el proceso de deconstruc-
ción en el poema “Unshackled”, que se refiere a romper con las
cadenas de la construcción estereotipada de la mujer: “[…] and
tomorrow when I breathe/I will breathe from my diaphragm/
and when I speak/I will speak from my gut./with confidence./I’ll
look straight in the eye/and reject all those stereotypical labels/
that you use to classify me as/feminine/female/feeblemale./to-
morrow I will shed all my shackles” (Kelly 2009 36-37). Presenta
también poemas que muestran la violencia doméstica y una mujer
que rompe con el marido “Black Windows”, la violencia institu-
cional por parte de la Iglesia, la escuela, los políticos y los muros
“Fences” que cada día se erigen para detener las manifestaciones de
inconformidad por parte de las personas. El poema “Civil Disobe-
dience” muestra el poder de la escritura para desmantelar y romper
con el orden colonial: “Some braved Jeffries’ gun./ Threw missiles-
at policemen,/Me? I drew my pen.” (Kelly, Point of Order 40).
Los poemas de la sección “Heart and Soul” continúan resig-
nificando el concepto de amor en un sentido de libertad, incluso
el de Dios en el poemínimo “I had a Fight with God the Other
day: And I lost./Fortunately” (Kelly, Point of Order 48). El último
grupo, “I decorate my life with people and all my favorite things”,
contiene poemas referidos a diferentes expresiones de amor:

Historia de la literatura de mujeres de Belice 119


“God’s Grace” que se refiere al profundo sentimiento de amor a
su hija Ebony en su décimo cumpleaños; nótese el nombre de la
niña que traducido al español es Ébano. Un poema para celebrar los
veinte años de la independencia “Independence Day Parade”, y el
orgullo de ser beliceña. El poema contiene partes escritas en creo-
le, así como el poema “Eckwal Apachooniti” (“Equal Opportuni-
ty”) totalmente en creole. Escribe a su amiga Sarita en “Friend”,
un poema profundamente sororal. El poema que cierra la parte
de poesía tiene como título “A Bouquet of Pencils” y recupera, de
nuevo, el poder de la escritura para borrar los errores pasados y
reinventar el futuro:

[…] And a bouquet of pencils is life itself –


Its complementary pieces.
Hard, jagged edges and
soft, downy places
juxtaposed.
Utility and aesthetics,
Incomplete, one without the other.
Sharp points to trip over
But, like grace, soft erasers
to wipe away mistakes-
all mistakes
of life
and love
and hate (Kelly, Point of Order 60).

Rita Mae Hyde estudió Licenciatura en Inglés en la Univer-


sidad de Belice y una Maestría en Estudios de Patrimonio en la
Universidad de las Indias Occidentales en Jamaica. Se desempeñó
como investigadora del Instituto de Investigación Social y Cultural
y como profesora de historia de Belice y el Caribe, y del curso Es-
clavitud y Resistencia en el Caribe, entre otros, durante tres años.
Actualmente es servidora pública en el Sector de Cultura en la Se-
cretaría de la unesco con sede en Francia. Su poemario Mahogany
Whispers (2010) conjuga sus intereses respecto a la recuperación de
una herencia para su pueblo de una manera lúdica. En una entre-
vista realizada por el programa de noticias del Canal 7 de Belice,

120 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ella expresa que dicho nombre responde a que la historia de Belice
está ligada a esos árboles imponentes que alguna vez se alzaron en
los bosques y que fueron talados durante dos siglos de explotación
y exportación forestal, pero Rita Mae afirma que aún los escucha
susurrar. El nombre Mahogany Whispers es muy significativo porque
hace alusión a la década de 1770 y esa importación masiva de afri-
canos para trabajar en la industria de la caoba. La historia de Belice
se encuentra ligada a la historia de sus antepasados, de personas
que vinieron a realizar el corte de los árboles de caoba. Rita Mae
hace referencia a esa estrofa del himno nacional del país que dice:
“the blood of our sires which hallows the sod”.

Entonces –agrega– éste es un libro de nuestra herencia e


invoca el espíritu de los antepasados, en las experiencias de
nuestro pueblo. Me gusta expresarlo como susurros de caoba,
como ese verso en una canción que le da continuidad a las
experiencias de un país y su pueblo. No es sólo mi murmullo,
sino el murmullo de todos. Por ello, mi intención es que estos
susurros escritos se abran paso en nuestra sociedad, quiero
que todos los hijos y abuellos lean el libro, que todos los hom-
bres, mujeres y niños beliceños lo lean.17

Brenda Ysaguirre es nacida en la Ciudad de México de pa-


dres beliceños. Radica en Corozal, una ciudad en la que el idioma
predominante es el español. Ella se asume como beliceña “hasta
el hueso” y ése es el nombre de uno de sus blogs Belizean to the
bone. Es fundadora y presidenta de la organización Supermama
con sede en Corozal en la que señala que como madre soltera ha
sufrido en carne propia el rechazo y crucifixión que padece una
madre soltera. Por ello, su organización brinda apoyo para la pre-
vención, orientación a adolescentes embarazadas, madres solteras
y sus hijos. Además, es propietaria de B LIFE (bebidas saludables)
y dueña de establecimientos de terapias de masaje y temazcal en
Corozal; así como en Chetumal, Quintana Roo, México. Brenda
señala su vocación para la escritura, cuento y poesía, que dedica a
este grupo de mujeres, como un apoyo para elevar su autoestima:

17 Channel 7 News, Belize, abril 1, 2010.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 121


“Sometimes When I Smile”
Sometimes when I smile, the pain seeems less
But I will never erase the fact that I’m not at my best.
Sometimes when I smile, the world stands still,
And I have to admit that I am at the bottom of the hill.
Sometimes when I smile, the tears come to my eyes,
And I have to admit that nothin changes even as times flies.
Sometimes when I smile, my heart accepts it all,
Because it knows that better can come after a fall.
But sometimes when I smile, there is joy in me
Because I’m happy and it is clear to see,
That just because we smile, things will appear diferently.
So sometimes… I’ll just SMILE! 18

Brenda es una poeta en ciernes que se reconoce a sí misma


como poeta beliceña, así lo señala repetidas veces en los diferen-
tes blogs que administra y en los que incluye su poesía; el tiempo
mostrará si cumple esta vocación.

Ensayo: género, etnia y sexualidad

El género literario inicia, en Belice, con lo que se denomina en-


sayo de género, que desde una preocupación feminista pretende
reflexionar sobre la condición de la mujer y proponer alternativas
de solución para la construcción de la ciudadanía de las mujeres.
Lo anterior corresponde a ese desarrollo del ensayo en Centro-
américa vinculado a la participación de grupos de mujeres que,
desde los inicios del siglo xx, luchan por la defensa de los derechos
al sufragio, laborales y a la educación. En Belice, son las hermanas
Ellis, Cynthia y Zoila quienes, desde una visión feminista, luchan
por la inclusión de las mujeres en un modelo de nación y desarro-
llo que las dejaba fuera.
En 1981, antes del logro de la independencia, Cynthia Ellis,
en la segunda parte de su ensayo “Reflections on Women’s Pro-
blems, Issues and Prospects for Change, with special Reference to
Belize and the International Women’s Movement”, señalaba que,

18 http://belizeantothebone.blogspot.mx/, posted abril 8, 2015.

122 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


en Belice, como en otros países en proceso de decolonización, la
situación de las mujeres se encontraba sumergida en el problema
de la liberación nacional y, si acaso se le mencionaba, se le conside-
raba un problema secundario e insignificante” (Macpherson 242,
336). Existían diversos grupos de mujeres protestando, resistiendo
y promoviendo actividades a tono con la Década Internacional de
la Mujer que bajo el auspicio de la onu se instala de 1975-1985. Lo
hacían dentro de los márgenes de limitada acción que el partido en
el poder, People United Party (pup), permitía. El grupo en oposi-
ción, United Black Association for Development (ubad), surgía de
una ideología del poder negro y una masculinidad exacerbada que
exaltaba la belleza de las mujeres negras, pero las dejaba al margen
de la discusión. Sin embargo, en los últimos años de la adminis-
tración colonial, las actividades de los diferentes grupos de mu-
jeres que en lo individual escribían al periódico Amandala fueron
sensibilizando al editor Evan X Hyde en la discusión acerca de la
opresión de género como uno de los problemas de las mujeres en
la sociedad neocolonial. Amandala llegó a convertirse en el espacio
más importante para la discusión de los problemas de género.
Asimismo, va surgiendo el Belize Committee for Women
and Development que encuentra en el periódico un espacio abier-
to a su análisis de la opresión de la mujer. A finales de 1980, pu-
blican tres artículos en igual números del periódico: uno sobre la
opresión de la mujer como consumidora de productos importa-
dos; otro señalando la urgente necesidad de una política pública
para la planificación familiar y, el último, que establecía una rela-
ción de la pobreza femenina con el mito del hombre proveedor y
el sesgo de género que producía en la educación. El comité surge
inicialmente bajo el liderazgo de la señora Elaine Middleton, jefa
del Departamento de Desarrollo Social que, en 1975, acude a la
Conferencia del Caribe para las Mujeres en la que se discuten las
acciones de la región para la Década de la Mujer. Es ella la que
contrata a Cynthia Ellis para impartir un taller de dos semanas en
junio de 1979, bajo el título Técnicas participativas para trabajar
con Mujeres. El primer resultado del taller fue constituir la Belice
Committee for Women and Development (bcwad) como organi-
zación no gubernamental. Middleton constituye un comité que
incluye a las hermanas Ellis para realizar un plan de diez años a

Historia de la literatura de mujeres de Belice 123


favor de los niños de Belice que genera, en 1980, la ley del Status
of Children Ordinance. Zoila Ellis comentará esta nueva ley en el
primer número de la revista Network, de ese mismo año, órgano
de difusión de bcwad. El ensayo se denomina “A Brief Review
of Recent Social Legislation. The Status of Children Ordinance
1980”. En ese mismo número de Network y en el del año siguiente,
Cynthia publica las dos partes del ensayo “Reflections on Wo-
men’s Problems, Issues and Prospects for Change, with Special
Reference to Belize and the International Women’s Movement”
(Macpherson 268-271).
Es posible afirmar que las hermanas Ellis fueron las impulso-
ras de la crítica feminista y de esa independencia del Comité respec-
to a los partidos. Cynthia y Zoila eran mujeres garífunas que habían
nacido y crecido en Dangriga; su padre era un servidor público de
carrera que les brindó la posibilidad de estudiar abogacía en Jamaica
en la década de los setenta y, por ello, se encontraban al margen de
la influencia cultural de la intelectualidad creole de la ciudad de Be-
lice. La crítica rompía con la discusión centrada solamente en raza
y etnia, para incorporar la reflexión feminista sobre los derechos de
las mujeres y sus libertades (Macpherson 266-267).
El ensayo de género enfocado al estatus de las mujeres en las
sociedades es una escritura contestataria que impugna la negación
de los derechos ciudadanos de las mujeres. Las hermanas Ellis lo
hicieron aportando elementos importantes para el análisis y la dis-
cusión. Otro grupo de escritoras lo han realizado desde artículos
periodísticos, como es el caso de Adele Ramos; y Kalilah Enriquez
en su labor profesional como comunicadora en radio y televisión.
Adele fue coeditora del periódico Amandala durante mu-
chos años. El periódico es el más importante de Belice. Surge en
1969 como un órgano de difusión de la United Black Association
of Belize (ubad) y aunque ésta se disolvió en 1974, el periódi-
co permanece hasta el presente bajo el liderazgo de su fundador,
Evan X Hyde.
Adele Ramos escribió numerosos artículos durante su per-
manencia en Amandala; como muestra de sus inquietudes se seña-
lan: “Changing Portraits of the Garinagu”, que recupera el largo
éxodo de los garífunas desde el siglo xiii hasta su llegada y dife-

124 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


rentes asentamientos en Belice en 1832.19 “Like Rosa Parks… a
champion of the Cause”, en el que a once días de la celebración
del Día de Asentamiento de los Garifunas, analoga el mensaje de
Rosa Parks y el de su abuelo Thomas Vincent Ramos, líder garífu-
na, que afirma que, en su lucha por los integrantes de su etnia, lo
está haciendo también por el reconocimiento de toda la población
negra del país: “One God, One Aim, One Destiny” era el lema que
expresaba su compromiso con los garífunas, los afro-beliceños y la
diáspora africana.20 “Is the best of Belize Gone?” expresa la preo-
cupación por la situación económica postindependentista a través
de una entrevista realizada a Sidney “Stretch” Lightburn. Deva-
luación, niveles inferiores de vida, modificaciones en los hábitos
de consumo material, cultural y del tiempo libre; los conflictos
territoriales con Guatemala y el temor ante la política migratoria
de Trump.21 Más recientemente, como periodista independiente,
en el periódico digital The Reporter escribe el artículo “7.5 million
Guatemalans registered to go to the polls in April 15th vote on
Belize”. Hace alusión al conflicto territorial entre ambos países y
la posición de los guatemaltecos expresada en “Belice es nuestro”.
La votación sería en el sentido de si consideraban que la discusión
tendría que ser llevada, para su decisión, a la Corte Internacional
de Justicia. Expone su preocupación porque el gobierno guatemal-
teco expresa a sus votantes que, de deciderse la disputa a su favor,
tendrían derecho a una parte del territorio del país, que incluye sus
islas, cayos y espacio marítimo.22 “Belice es nuestro” es el reclamo
de una parte de la población guatemalteca, incluso existen mapas
en los que Belice forma parte de Guatemala. En abril del 2018, se
realizó un referéndum en Guatemala para decidir si llevar la dis-
puta al Tribunal Internacional de Justicia de la Organización de las
Naciones Unidas. El abstencionismo fue muy alto, pero aquellos
que expresaron su voto lo hicieron por el sí.

19 http://amandala.com.bz /news/ (Amandala, 11-02-2005).


20 http://amandala.com.bz /news/ (Amandala, 11-20-2001).
21 http://amandala.com.bz/news/belize-gone (Amandala, 05-27-2017).
22 http://www.reporter.bz/business/7-5-million-guatemalans-registered-to-go-to-the-polls-in-
april-15th-vote-on-belize/ (03-28-2018).

Historia de la literatura de mujeres de Belice 125


Amandala es también responsable del nacimiento de la esta-
ción de radio KREM, que rompió con el monopolio del gobierno
sobre las ondas radiales en 1989. Es en este espacio donde Kali-
lah Enriquez presentó la sección “My Perspective” como par-
te del programa de noticias y talk show Radio’s Wake Up Belize
Morning Vibes, del que fue responsable del 2001 al 2010, con
trasmisión de lunes a viernes. En el 2005, se le nombró edito-
ra de noticias en la estación y en el 2010 se trasladó a Jamaica
a Nationwide News Network, como coanfitriona del programa
Nationwide This Morning, donde permanece hasta el presente.
El libro Shades of Red (2007) contiene una selección de 31 ensa-
yos periodísticos que salieron al aire en los años 2006 y 2007.
Cada una de esas contribuciones terminaba afirmando: “Y esa es
mi perspectiva”, de ahí el nombre. Los temas refieren a discusio-
nes sobre hechos y situaciones urgentes por resolver; por ejemplo,
que se cobre un impuesto sobre el turismo, como el que se hace
en otros países ya que considera que Belice está subsidiando la in-
dustria turística de cruceros; el negocio de turismo sexual infantil
que incluso ya tiene nombre C-S-T (Child Sex Tourism) y se pro-
mociona incluso en los cruceros. Pedofilia, corrupción, racismo,
discriminación, pornografía, violencia policiaca, delincuencia de
los jóvenes negros, la migración a Estados Unidos, la discusión
sobre la pena capital, el aborto y la diversidad sexual, el tráfico de
drogas, la (no) separación entre la iglesia y el Estado en el sistema
escolar, las reformas estructurales que requiere el país, los daños
al medio ambiente que están provocando industrias que no son
beliceñas. A continuación, se retoman algunos de éstos.
“Mandatory Military Training” cuestiona el servicio militar
obligatorio en apoyo a guerras que no son propias y señala la ur-
gente necesidad de resolver las propias: el crimen, las drogas, la
pedofilia, el sida y la disputa territorial con Guatemala (Enriquez,
Shades of Red 112-113). Respecto a esta última, “I don’t trust the
ICJ” cuestiona la imparcialidad de la Corte Internacional de Justi-
cia y de otras instituciones como la Organización de los Estados
Americanos que modificó sus fronteras permitiendo que Santa
Rosa, perteneciente a Guatemala, esté asentada en territorio be-
liceño. Señala que, si la vieja polémica territorial se lleva a ese tri-
bunal, los beliceños se verían obligados a ceder una parte de su

126 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


territorio y si acaso ganaran la disputa, ¿cómo se garantiza que
Guatemala lo acepte?, así que ésa no es la solución.
Una de las temáticas más comentadas es la del racismo en
un doble sentido: 1) el de ese afán de diferenciación entre los krio-
les y los garífunas en “In Defense of Kriol”, que no toma en
cuenta que en el país se da una creolización de la cultura respecto
a la lengua, a la comida y al origen africano, como una forma de
resistencia al amo y al colonialismo; y (Enriquez 2) la visibilización
de la discriminación hacia los garífunas, en “Garinagu al 25”. En
“Garifuna Identity”, la periodista relata su encuentro con la iden-
tidad y la herencia garífuna a los dieciséis años, cuando asiste por
primera vez a una Convención Nacional de Jóvenes Garífunas. Su
encuentro con la lengua, la música y el baile. Kalilah es garífuna
por el lado paterno y kriol por el materno. Esa inquietud también
se encuentra en su obra literaria.
Otra de sus inquietudes son las relaciones de género y la
urgente necesidad de redefinirlas en la sociedad beliceña. En “Re-
defining Gender Relations” señala los cambios en la identidad
femenina y cómo las madres impulsaron a sus hijas a estudiar ca-
rreras universitarias para construir una vida mejor para ellas, sus
familias y su país. Sin embargo, los varones se quedaron atrás y se
replegaron y se han negado a reflexionar sobre su papel en el pre-
sente, en esta sociedad marcada por ideas y derechos ganados de
libertad e igualdad para las mujeres. “The new woman didn’t need
a man, but she did want a man. She still wanted companionship,
love, someone with whom she could share responsabilities and
share life” (Enriquez 133).
“The Belizean Dream”, afirma, es un sueño enraizado en la
familia y en el amor. “They want a home to shelter their family, and
they want to own that home. They want a job to feed their family.
And they want their children to have more than and be better than
they; so they want their children to be educated. A house, a job, and
education and a family: that is the Belizean dream” (Enriquez 136).
“Emancipation Day” es el último de los ensayos del libro e
inicia retomando la canción emblemática de Bob Marley: “Eman-
cipate yourselves from mental slavery. None but ourselves can be
our guides” (Enriquez 155). Estas palabras, agrega, cuarenta años
después siguen siendo verdaderas y vigentes.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 127


173 Years after African people were emancipated from slavery
in the British Territories, and 200 years after the trading of our
ancestors was outlawed, African people remain mentally and
physically enslaved. We continue to suffer from the psycho-
logical effects of slavery, as well as the economic effects that
are the consequence of 400 years in which African people
were denied, in essence, themselves. Denied human-ness. De-
nied freedom (Enriquez 155).

En 2010, publica Jamaican Cultural Imperialism? Examining Do-


minance of Jamaican Music and Language on Belizean Radio, libro que
surge de su tesis de maestría.
Kathleen Esquivel, en unicef, coordinó proyectos que ge-
neraron dos publicaciones en 1997: The Right to the Future: a Situa-
tional Analysis of Children in Belize, actualización al año 1997, y From
Girls to Women, Growing Up Healthy in Belize.
Rita Mae Hyde tiene tres publicaciones que se derivan de
su labor como académica e investigadora: Belize Country Report en
Regional Meeting on the Protection of Traditional Knowledge, Folklore Ex-
pressions and Genetic Resources in Latin America and the Caribbean, Ca-
racas, Venezuela, SELA, 2009; “Evolution of Pageantry in Belize:
Beauty, Brains and Politics” en Belize Today, 2006; y «“STOAN
Baas People”. An Etnohistorical Study of the Gales Point Mana-
tee Community», en Belizean Studies, 2011.
Minerva Aponte-Jolly publica en México Tócame sin guantes:
consejos para convivir con enfermos de sida y otras enfermedades incurables
(2005).
Myrna Manzanares escribió el libro de ensayo Lifelines Mo-
nologues on Belizean Studies (1997); el Kriol-Inglish Dikshineri (2007); y
Traditional Games of Belize (2008). Si bien estos dos últimos no son
de ensayo, se rescata su compromiso con la cultura nacional.
Harriet Arzu también escribió un libro de texto. Writing
Across the Curriculum in Secondary Classrooms: Teaching from Diverse
Perspectives.

128 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Dramaturgia
La editorial Cubola publicó en 1998 una antología de obras de tea-
tro con el título Ping Wing Juk Me: Six Belizean Plays. El criterio de
selección de las obras fue que fueran escritas y actuadas entre 1970
y 1998. Entre los seis dramaturgos se encuentran Carol Fonseca
Galvez, Gladys Stuart y Shirley Warde.
Tiky Bood es una obra de Carol Fonseca que se exhibió con
gran éxito durante la década de los noventa. En la antología se
incluye como Shame on you Tiky Bood y la trama se refiere a un
hombre que intenta engañar a su esposa para irse solo a una fiesta,
pero no lo logra.
Gladys Stuart (1917) fue conocida por generaciones de be-
liceños por su programa de radio “Cousin Winifred” y por sus
actuaciones de comedia. Dog and Iguana es una fabula acerca del
valor de la compañía.
Shirley Warde (1901-1991) escribió When My Father Comes
Home, una obra que trata del regreso de un padre ausente, cuyo
hijo fue sentenciado a la horca, y junto con la madre reflexiona
sobre las circunstancias que lo llevaron a su muerte. Shirley era
una estrella de Broadway que llegó como misionera en 1953 y per-
maneció hasta su muerte en Belice produciendo teatro, reuniendo
cuentos tradicionales y realizando trabajo artesanal con madera.
La más conocida producción de Shirley fue la obra musical Boss
King, que tuvo 19 exhibiciones, con el teatro lleno, en el Instituto
Bliss en 1965.23
Corinth Morter-Lewis escribió dos obras de teatro que in-
cluyó en los dos volúmenes de la obra Moments in Time (2013), que
comprende poesía y cuento. La novelista Kathleen Esquivel tam-
bién escribió y fue productora de varias obras de teatro de un solo
acto; Evadne L. Wade Garcia escribió teatro infantil. En ambos
casos, lamentablemente, no se tuvo acceso a mayor información.

23 Belizean Writers Series, Wikipedia: https://en.m.wikipedia.org/wiki/Belizean_Writers¬_Se-


ries

Historia de la literatura de mujeres de Belice 129


A manera de conclusión

La escritura de mujeres beliceñas surge como respuesta a la opre-


sión colonial y como una manera de visibilizar la participación de
las mujeres en la nueva nación y la legitimidad de sus deseos y as-
piraciones. Solamente una escritora, Felicia Hernández, publica su
primer libro de cuentos en 1978; en ese periodo radica en los Es-
tados Unidos y se encuentra alejada de los movimientos sociales
en el país, incluido el movimiento de mujeres, previo y posterior a
la independencia en 1981, pero siempre preocupada por las condi-
ciones de vida de las personas e inconforme con el orden colonial
y la disciminación étnica y de género. En la obra de Zee Edgell y
Zoila Ellis se observa claramente una intencionalidad feminista
y comprometida con la construcción de un proyecto de nación
propio frente al colonialismo inglés que fuera incluyente de las
mujeres y de los integrantes de las diferentes etnias que integran el
país. A través de la narrativa de Zee Edgell, se recupera una histo-
ria y una memoria como país, se ofrecen los elementos simbólicos
para construir una identidad como beliceños de diferentes tonos
de piel y se visibiliza el papel de las mujeres en la construcción de
la nueva nación. En ese mismo sentido, Zoila recupera el protago-
nismo de las mujeres en la vida cotidiana y esa hermandad entre
mujeres de las diferentes etnias. La construcción de una identidad
nacional, una identidad étnica y una identidad genérica. La resis-
tencia y la hibridez en el lenguaje y pensamiento frente a la racio-
nalidad occidental representan gestos de ruptura y de afirmación
en ese proceso de construir ciudadanía. Esas son las voces que se
escuchan en las protagonistas de Felicia, Zee y Zoila, estos son los
ecos que resuenan en la literatura posterior de mujeres beliceñas.
Llama la atención que la poesía es un género del siglo xxi.
Tiene como precursora a la académica feminista Corinth Mor-
ter-Lewis que, ya en 1965 y 1966, expresa el amor a Belice y exhorta
a su pueblo a despertar, unirse y resistir a la opresión colonial y
discriminación. En 1981, escribe un poema para conmemorar la
independencia del país que en el presente forma parte de la histo-
ria del país. Un profundo amor por el país y sus diferentes raíces
étnicas, un vehículo para educar y sanar las heridas, un espejo que

130 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


invita a reflejarse en la unidad armónica de las diferencias es lo que
expresan las poetas beliceñas.
Asimismo, la literatura escrita por mujeres, en los diferentes
géneros literarios, expresa las tareas urgentes a realizar en la nueva
nación: la discriminación hacia los integrantes de la etnia garífuna, la
violencia de género en sus diferentes expresiones, la necesidad de un
proyecto de desarrollo que permita ir cerrando las brechas de des-
igualdad económica y política y de una educación que brinde los re-
cursos simbólicos para pensarse, recrearse e incidir como sujetos en
la transformación de su país.
A manera de síntesis y apoyo para futuras investigaciones, se
brinda un índice de escritoras que comprende un universo de 42
escritoras que escriben cuento, novela, poesía, dramaturgia y ensayo.

Belice: índice de escritoras24

Abraham, Iris
Bailarina e instructura de artesanías

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology
by Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wi-
lentz (Belice, 2002). Incluye el cuento “My mother’s con-
tempt”.
Premios y reconocimientos
Recibió en 1965 la Medalla del Imperio Británico por su
labor altruista.

Aponte-Jolly, Minerva (1972)


Nacida en Puerto Rico, se mudó a Belice con su esposo
y sus hijos.
24 Una fuente importante de información para el índice es Meza Márquez, Consuelo. Diccionario
bibliográfico de narradoras centroamericanas con obra publicada entre 1890 y 2010, Universidad Autóno-
ma de Aguascalientes, 2011.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 131


Publicaciones:
Ensayo
Tócame sin guantes: consejos para convivir con enfermos de sida y
otras enfermedades incurables (México, 2005).
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “Parallel places”.

Arzu Scarborough, Harriet


Nacida en Barranco, un pequeño pueblo de población
garífuna. Tiene un doctorado y durante más de 35 años
fue profesora en Belice y Arizona. Actualmente vive entre
Tucson, Arizona y Belmopán con su esposo. Ha publica-
do numerosos artículos en el English Journal, publicación
del National Council of Teachers in English, y también
en el Arizona English Bulletin.

Publicaciones:
Cuento
Stories of Home: A Barranco Memoir
Belizean Nail Soup: A Collection of Short Stories (2013, comp.
Felene Cayetano). Incluye el cuento “John Gets Away”.
Libro de texto
Writing Across the Curriculum in Secondary Classrooms: Tea-
ching from Diverse Perspectives.

Cárdenas, Elizabeth Joan


Profesora de educación primaria, estudió su licenciatura
en Belize Teacher’s College y una maestría en Educación
con especialidad en Estudios Latinoamericanos. Tiene un
gran interés en la recuperación y preservación de la cul-
tura oral.

132 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Publicaciones:
Cuento de tradición oral
East Indian Folk Culture in Belize: A Guide for the Study of
Belizean Ethnic Groups in Upper Primary and Lower Secondary
(Belice, 1993).
Belize Melting Pot.
If Di Pin Neva Ben: Folktales and Legends of Belize. Compila-
dores Tim Hagerty y Mary Gomez Parham (Belice, 2000).
Incluye “Mr Ramu and the Rabbit”.

Cayetano, Felene M. (1978)


Escritora garífuna nacida en la ciudad de Belice. Emigra
a Los Ángeles, California, a los nueve años y la nostalgia
la impulsa a escribir poesía. Es bibliotecaria, poeta y edi-
tora. Obtuvo su Licenciatura en Inglés en la Universidad
de Baltimore y su Maestría en Information and Library
Science por parte del Pratt Institute School of Informa-
tion and Library Science. Es bibliotecaria del National
Heritage Library en Belmopán desde agosto del 2007.

Publicaciones:
Poesía
Evolution: Weaving In and Out of Consciousness While the Truth
Is Somewhere In The Middle (2004, 2013)
Crossing Bridges (2014)

Cuento
Belizean Nail Soup: A Collection of Short Stories (2013, com-
piladora, Felene Cayetano). Incluye “Finding Hope” y
“Today”.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 133


Craig, Meg
De padre creole blanco y madre mestiza, es hermana de
George Price y conserva una biblioteca de éste con docu-
mentos y fotos.

Publicaciones:
Tradición oral
Characters and Caricatures in Belizean Folklore (1991), Belice,
unesco Commission.
Biografía
George Price: Journey of a Belizean Hero

Crough, Sandra “Beckford”


Nació en Honduras y a los tres años se trasladó a Belice.
Realizó sus estudios en enfermería en Inglaterra, y en Es-
tados Unidos se capacitó en Seguridad y Salud Ocupacio-
nal. Tiene un certificado en la Enseñanza del Inglés para
hablantes de otros idiomas.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1 y 2. Compiladora Gay Wi-
lentz (Belice, 2002 y 2005). Incluyen los cuentos “Jesuit
man” y “Hurricane Hattie”, respectivamente.

Edgell, Holly (1969)


Es nacida en la ciudad de Belice, es creole e hija de Zee
Edgell. Realizó su Licenciatura en Periodismo en la Uni-
versidad del estado de Míchigan y la Maestría en Periodis-
mo en la Universidad del estado de Kent en 1995.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology
by Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wi-

134 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


lentz (Belice, 2005). Incluye el cuento “The means and
the end”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compilado-
ra Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “A wo-
man just can’t win”.

Edgell, Zee (1940)


Es nacida en la ciudad de Belice, creole. Zelma Inés Tuc-
ker es hija de Verónica Née Walker, una ama de casa a
quien le gustaba escribir poesía. Zelma se casa en 1968
con Al Edgell, funcionario de care en Belice. Estudió pe-
riodismo en la Escuela de Lenguas Modernas del Politéc-
nico de Londres y la University of the West Indies. Es la
primera novelista del Belice independiente.

Publicaciones:
Novela
Beka Lamb (Inglaterra, 1982). Traducida al alemán y al
holandés.
In Times Like These (Heinemann, Inglaterra, 1991).
The Festival of San Joaquin (Heinemann, Inglaterra, 1997).
Time and the River (Heinemann, Inglaterra, 2007).
Cuento
Her True-True Name. Compiladoras Elizabeth Wilson y
Pamela Mordecai (1989).
Daughters of Africa. Compiladora Margaret Busby (Ingla-
terra, 1991).
Women Writers of the Caribbean. Compiladoras Elaine Cam-
pbell y Pierrette Frickey (EUA, 1997). Incluye el cuento
“Longtime story”.
The Caribbean Writer (1999). Incluye el cuento “My uncle
Theophilus”.
Memories, Dreams and Nightmares, a Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1 y 2. Compiladora Gay Wi-
lentz (Belice, 2002 y 2005). Incluyen los cuentos “Long-
time story” y “My uncle Theophilus”, respectivamente.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 135


Calabash: a Journal of Caribbean Arts and Letters. Vol. 4, No.
1 (EUA), primavera-verano 2006. Incluye el cuento “My
father and the confederate soldier”.
Stories from Blue Latitudes. Caribbean Women Writers at Home
and Abroad. Compiladoras Elizabeth Nunez y Jennifer
Sparrow (EUA, 2006). Incluye el cuento “The entertain-
ment”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compila-
dora Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma
de Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “My
uncle Theophilus”.
Premios y reconocimientos:
Beka Lamb es la primera novela del Belice independien-
te. Obtuvo el galardón inglés Fawcett Society Book Prize en
1983. Forma parte de la colección 500 Great Books by Wo-
men. Reader’s Guide.
El cuento “My uncle Theophilus” obtuvo el premio Ca-
nute A. Brodhurst.

Ellis, Cynthia
Nacida en Dangriga, es de origen garífuna. Estudió la Li-
cenciatura en Derecho en la University of the West Indies
y la Maestría en Estudios sobre el Desarrollo, en Holan-
da. Feminista, es la primera ensayista del país, al igual que
su hermana Zoila Ellis.

Publicaciones:
Ensayo
“Reflections on Women’s Problems, Issues and Prospects
for Change, with Special Reference to Belize and the In-
ternational Women’s Movement”, Network, 1980.
“Reflections on Women’s Problems, Issues and Prospects
for Change, with Special Reference to Belize and the In-
ternational Women’s Movement, Part 2”, Network, 1981.

136 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Ellis, Zoila María (1957)
Nacida en Dangriga, comunidad de población garífuna,
ha sido promotora del movimiento de las mujeres en Be-
lice y el Caribe. Realizó investigación en legislación del
medio ambiente, género, legislación familiar y justicia ju-
venil. Sus intereses actuales de investigación son estudios
garífunas y justicia de género. Es la fundadora de la Gari-
funa Heritage Foundation, organización que promociona
la herencia cultural garífuna en San Vicente y las Grenadi-
nas, y el Caribe. Realizó su Licenciatura en Derecho en la
University of the West Indies, 1974-1980, y la Maestría en
Estudios del Desarrollo en el Institute of Development
Studies, University of Sussex.

Publicaciones:
Poesía
Of Words: An Anthology of Belizean Poetry. Compilador Mi-
chael Phillips (1997).
Cuento
On Heroes, Lizards and Passion (Belice, 1988). Se utiliza como
un libro para la enseñanza de la literatura beliceña en escue-
las secundarias. El libro ha sido traducido al español con el
título De héroes, iguanas y pasiones (España, 2003).
Snapshots of Belize: An Anthology of Short Fiction. Compila-
dor Leo Bradley (Belice, 1995). Incluye “The Teacher”.
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye “Return to the Savannah”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compilado-
ra Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, México, 2017. Incluye “White Christmas
an’ pink jungle”.
Ensayo
“A Brief Review of Recent Social Legislation. The Status
of Children Ordinance 1980”, Network, 1980.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 137


Enriquez, Kalilah (1983)
De madre kriol y padre garífuna, nació, creció y acudió a la
escuela en Belmopán. Del año 2010 al 2011 trabajó como
periodista en CVM TV en Jamaica. Antes de lo anterior fue
la anfitriona del programa KREM Radio’s Wake Up Belize
Morning Vibes. Ha participado con lectura de su obra en
festivales literarios de Belice, Kingston y Jamaica. Realizó
sus estudios de Licenciatura en Periodismo en la Universi-
dad de Fordham, Nueva York, y la Maestría en Estudios de
la Comunicación en la University of West Indies, Jamaica.

Publicaciones:
Poesía, cuento y ensayo
Unfettered (2006), poesía, prólogo escrito por Evan X Hyde.
Shades of Red (2007), poesía, cuento y ensayo corto. Pró-
logo escrito por Corinth Morter-Lewis.
Ensayo
Jamaican Cultural Imperialism? Examining Dominance of Ja-
maican Music and Language on Belizean Radio (2010). Surge
de tesis de maestría.

Reconocimientos
Ganadora del Premio Literario de Belice en el 2014 por
su cuento “Barrel Reach”.

Esquivel, Kathleen
Naturalizada como beliceña y casada con Manuel Esquivel,
fue la primera dama de Belice de 1984 a 1989. Escribió y
produjo varias obras de teatro de un solo acto. Es graduada
en Psicología por la Universidad de Bristol, en Inglaterra.

Publicaciones:
Novela
Under the Shade (1991).
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology
by Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wi-

138 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


lentz (Belice, 2005). Incluye el cuento “The fragrance
of jasmine”.
Ensayo
From Girls to Women, Growing Up Healthy in Belize (unicef,
1997), coordinadora de la publicación.
The Right to a Future: A Situational Analysis of Children in
Belize (unicef, 1997), Actualización a 1997.

Fonseca Galvez, Carol (1964)


Nacida en la ciudad de Belice realizó sus estudios de li-
cenciatura en Arte, en el Viterbo College, en Wisconsin;
la maestría en Arte en la Universidad de Leeds de Ingla-
terra y el doctorado en la University of the West Indies
en Barbados.

Publicaciones:
Poesía
Of words: an anthology of belizean poetry. Compilador Mi-
chael Phillips (Belice, 1997).
Dramaturgia
Ping wing juk me. Six belizean plays. Compilador Michael
Phillips (Belice, 1998). Incluye la obra de teatro Shame on
You Tiky Bood.
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2002). Incluye el cuento “Breaking the silence”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compilado-
ra Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “Brea-
king the silence”.
Premios y reconocimientos
Premio Nacional de Poesía de Belice en 1991 y en 2000.
La obra de teatro Tiky Bood fue aclamada durante la déca-
da de los noventa.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 139


Gegg, Angela (1979)
Artista plástica, poeta y artista de la palabra hablada
(Spoken Word Artist). Es reconocida como artista en Be-
lice, los Estados Unidos y Trinidad, donde ha participado
en exhibiciones conjuntas e individuales desde el 2004.
Como poeta y artista de la palabra hablada ha participado
en festivales de poesía, de jazz y “solo art shows”. Partici-
pa en la television beliceña desde el 2004.

Publicaciones:
Poesía
The Light, the Dark and Everything in Between (2006), poesía
y obra artística
The Other Voices International Poetry Project (Cyber Antholo-
gy, 2008, unesco, Vol. 34, “The pages in between”)
Artist Confessions (2009)
Premios y reconocimientos
Se encuentra en el unesco World Poetry Directory.
Guest Speaker at the Women and Literature Educational
Forum at the University of Belize.
Participa en el Encuentro con Mujeres Escritoras en el
Foro de Literatura de Mujeres, organizado por la Univer-
sidad de Belice en Belmopán en el año 2007.
Se le incluye en el libro Made in Belize (2007), sobre artistas
beliceños que reúne a 33, de los cuales ocho son mujeres.

Gillett, Shannon A.
Tiene una Maestría en Educación por parte de la Uni-
versidad del Norte de Florida. Actualmente trabaja en el
Ministerio de Educación de Belice y fue profesora de la
Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Belice.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology
by Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wi-

140 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


lentz (Belice, 2002). Incluye el cuento “Miss Gertrude
gets a man”.

Gómez Parham, Mary


De ascendencia beliceña, tiene un doctorado en Español
en la Universidad de Los Ángeles, California.

Publicaciones:
Poesía
Echoes for a New Room: Twelve Voices (Belice, 1998).
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers.Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2002). Incluye el cuento “Moving on”.
Compilaciones
If di pin neva ben: folktales and legends of Belize. Compiladora
con Tim Hagerty (Belice, 2000).

Hernández Née Ogáldez, Felicia (1932)


Nacida en Dangriga, realizó sus estudios en educación
primaria en Belize Teachers’ College, 1968-1970. Poste-
riormente, obtuvo una licenciatura en Escritura Creativa
en la Universidad Estatal de Nueva York (suny).

Publicaciones:
Cuento
I don’t know you but I love you: Write Me a Letter? (1978)
Those ridiculous years and other Garifuna Stories (1988).
Narenga (1993).
Reflections and Other Family Stories (2000).
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “A long hard journey”.
Distinciones y reconocimientos
Member of the Association of Caribbean Women Wri-
ters and Scholars (acwws)

Historia de la literatura de mujeres de Belice 141


Recibió un reconocimiento del California Congress of
Parents and Teachers en San Jose.

Holland, Yvette M. (1972)


Nacida en la ciudad de Belice realizó sus estudios de Li-
cenciatura en Español en Le Moyne College y Maestría en
Inglés en el Boston College.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1 y 2. Compiladora Gay Wi-
lentz (Belice, 2002 y 2005). Incluyen los cuentos “Much
wailing and gnashing of teeth” y “My rice and coconut
milk”, respectivamente.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compilado-
ra Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “My rice
and coconut milk”.

Hyde, Rita Mae


Realizó la Licenciatura en Inglés en la Universidad de
Belice (2003-2005) y Maestría en Estudios del Patrimo-
nio (Heritage Studies) en la Universidad de West Indies
(2007-2009). Fue profesora en la Universidad de Belice e
investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales
y Culturales. Actualmente se desempeña como especia-
lista en la unesco, con sede en Francia, en el diseño de
políticas públicas e implementación de programas para la
conservación de la cultura material y de género.

Publicaciones:
Poesía
Mahogany Whispers. Belize City, Ramos Publishing, 2010.

142 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Ensayo
Belize Country Report en Regional Meeting on the Protection of
Traditional Knowledge, Folklore Expressions and Genetic Resour-
ces in Latin America and the Caribbean. Caracas, Venezuela,
SELA, 2009.
“Evolution of Pageantry in Belize: Beauty, Brains and
Politics” en Belize Today, 2006.
“‘STOAN Baas People’. An Etnohistorical Study of the
Gales Point Manatee Community” en Belizean Studies, 2011.

Kelly, Ivory
Es nacida en Sittee River Village, pertenece a la etnia
creole. Realizó sus estudios de Licenciatura en Educación
Inglesa en la Universidad de Belice.

Publicaciones:
Poesía y cuento
Point of order: Poetry and prose (2009).
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Cubola, 2002). Incluye “The real sin”.
The Alchemy of Words: An Anthology of Belizean Literatu-
re for Secondary Schools, Vol. 2 (Cubola).
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compiladora
Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de Aguas-
calientes, México, 2017. Incluye el cuento “The real sin”.

Lightburn, Arifah Hayat (1979)


Nació en la ciudad de Belice y realizó sus estudios de li-
cenciatura en Biología y Estudios Generales en la Univer-
sidad de St. John en Belice.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 143


Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “A Tiny roach”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compilado-
ra Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “A tiny
roach”.

Loskot, Lydia
Lydia Balderamos Loskot realizó estudios de Maestría en
Inglés.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2002). Incluye el cuento “Dolly mixture”.

Manzanares, Myrna (1946)


Es nacida en Punto Gales, y pertenece a la etnia creole.
Hija de Iris Abraham. Escribe también poesía. Tiene es-
tudios de Licenciatura en Psicología y posgrado en Psico-
logía Clínica Comunitaria en universidades del estado de
California, EUA.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology
by Belizean Women Writers. Vol. 1 y 2. Compiladora Gay
Wilentz (Belice, 2002 y 2005). Incluyen los cuentos “The
step by the window” y “The vest”, respectivamente.
Ensayo
Lifelines: monologues on belizean social issues (1997).

144 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Diccionario
Kriol-inglish dikshineri. Kriol dictionary (Belice, 2007).
Libro de juegos
Traditional games of Belize: volume one (Belice, 2008).

Marín-Velásquez, Melba
Es nacida en San Ignacio, Cayo, con estudios de Maestra
de Educación Secundaria en la Universidad del Norte de
Florida.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “Isidro Montes”.

McKay, Claudia
Publicaciones:
Novela
Promise of the rose stone (1987).
The Kali connection: a Lynn Evans Mystery (1994).
Twist of Lime: a Lynn Evans Mystery (1997).
Forever pearl (2004).

Morter-Lewis, Corinth
Nacida en la ciudad de Belice, es profesora en la Uni-
versidad de Belice y fue su presidenta durante los años
2003 al 2007. Es una reconocida feminista y un modelo a
seguir para sus alumnas y escritoras. Realizó el Doctora-
do en Psicología Clínica en la Universidad de Alberta en
Canadá.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 145


Publicaciones:
Poesía
Share my song (1976).
Escape to Nomo-Nomo (1999).
Heritage (2004).
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2002). Incluye el cuento “The rocking chair”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compila-
dora Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma
de Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “The
rocking chair”.
Poesía, cuento y dramaturgia
Moments in Time, Vol. 1: A Collection of Poems, Short
Stories and a Play (2013), para adultos.
Moments in Time, Vol. 2: A Collection of Poems, Two
Short Stories and a Play (2013), para niños.
Premios y reconocimientos
Ganó el Concurso Nacional de Poesía por sus poemas
“Arise” y “United” en 1965 y 1966.
En 1981, su poema “Tribute to the Belizean Flag” con-
memoró la independencia del país.

Nablo de Vásquez, Sylvia (1970)


Nacida en Quebec, Canadá, a partir de los 8 años vive en
Belice.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “You crazy”.

146 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Núñez Castillo, Jessie
Cuento y relato de tradición oral
Nacida en la comunidad de Hopkins, Stann Creek, perte-
nece a la etnia garífuna. Profesora de educación primaria,
ha enseñado en Belice y Los Ángeles, California. Tiene
una licenciatura en Literatura Inglesa, con especialización
en Creación Literaria del Union Institute en Los Ángeles,
California.

Publicaciones:
Relatos de tradición oral
Garifuna folktales (1994).
If di pin neva ben: folktales and legends of Belize. Compilado-
res Tim Hagerty y Mary Gómez Parham (Belice, 2000).
Incluye “Anansi’s Law Against Gossiping” y “Why Mos-
quitoes Buzz Around Ears”.
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “Misiyoun”.

Pérez Carrillo, Eleanor Carmen


Nacida en San José Nuevo, Orange Walk District, realizó
sus estudios como profesora de escuela primaria. Ha sido
funcionaria en el Centro de Educación del Distrito en
Orange Walk Town y, actualmente, coordina el Progra-
ma de la Niñez Temprana en ese mismo distrito. Como
activista cultural está comprometida con la conservación
de la cultura mestiza en su comunidad de El Palmar, por
medio de la celebración anual de La Fiesta del Pueblo. Su
obra escrita incluye poesía y cuento en inglés y español.
Es coautora con Macmillan de una serie sobre Belizean
Social Studies.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 147


Publicaciones:
Poesía
“Te Conozco”, Memoria Profesional (2011, UNA).
Cuento
Belizean Nail Soup: A collection of Short Stories (2013, comp.
Felene Cayetano). Incluye el cuento “Belizean Nail Soup”.

Polonio, Carmichael
Nacida y criada en la ciudad de Belice, se mudó a Canadá
para estudiar Ingeniería Civil en la Memorial University
of Newfoundland. Planea regresar a Belice para abrir su
propia empresa de ingeniería.
Cuento
Belizean Nail Soup: A collection of Short Stories (2013, comp.
Felene Cayetano). Incluye “All Dogs go to Heaven”.

Poot Ix-Chel
Ha vivido toda su vida en Belmopán. Se inicia escribien-
do cuento en la educación secundaria (high school) pero a
partir del 2006, mientras estudia su licenciatura escribe
poesía. Actualmente es Programme Officer en el Natio-
nal Council on Ageing.

Publicaciones:
Cuento
Belizean Nail Soup: A collection of Short Stories (2013, comp.
Felene Cayetano). Incluye el cuento “The Last Meeting”.

Ramirez Paulino, Ethnelda


Nacida y criada en Punta Gorda, reside en Belmopán. Es
egresada de University of West Indies, su tesis de maes-
tría trata sobre la enseñanza del inglés a los hablantes de
otras lenguas. Coordinadora y profesora de inglés en Bel-
mopan Comprehensive School, actualmente es profeso-

148 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ra en la Universidad de Belice. Escribe poesía y cuento
como herramienta para enseñar inglés y literatura.

Publicaciones:
Cuento
Belizean Nail Soup: A collection of Short Stories (2013, comp.
Felene Cayetano). Incluye el cuento “Siblings”.

Ramos-Daly, Adele
Heredera de una tradición de activismo garífuna (su abue-
lo, su padre y ella), fue coeditora de Amandala durante mu-
chos años y actualmente es periodista independiente. Es
la fundadora de la editorial Ramos Publishing, es poeta y
artista de la palabra hablada (Spoken Word Writer).

Publicaciones:
Poesía
Phases (2004)
Cedés:
Red Graffiti (canciones y poesía)
Orchid Negro Raw (poesía)
Biografía
Ramos, the man and his writings (2000). Vida y documentos
sobre su abuelo, líder garífuna.

Reneau, Ingrid
Nacida en Belice, emigró a eua a los 13 años. Realizó su
doctorado en Literaturas en Inglés en Rutgers University.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2002). Incluye el cuento “Tears no have to fall”.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 149


Rocke, Hellen Elliott
Realizó sus estudios en el Colegio de Profesores de Belice
y Maestría en Instrucción y Currículo en la Universidad
del Norte de Florida.

Publicaciones:
Cuento
Jimbo mysteries
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 1. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2002). Incluye el cuento “Jenny’s homecoming”.
Premios y reconocimientos
Premio del Presidente en el Examen ACP en 1994 del
College of Teacher’s en Inglaterra.

Shea Stevens, Katie


Se mudó a Belice con su familia, un mes después del lo-
gro de la independencia.
Publicaciones:
Novela
P.O. Belize (Belice, 1998, reimpreso en 2003).

Gladys Stuart (1917)


Profesora de educación primaria. Con una gran sensibili-
dad para la comedia, sostuvo durante varias generaciones
el programa de radio Cousin Winnifred.

Publicaciones:
Dramaturgia
Ping Wing Juk Me: Six Belizean Plays (1998). Incluye la obra
de teatro Dog and Iguana.

150 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Ysaguirre, Brenda
Poeta nacida en Corozal. El español es su lengua madre.
Escribe en su sitio web, en inglés y español. Afirma que
en ese espacio ha publicado más de 200 poemas.

Wade-García, Evadne L. (1950-2006)


Nacida en Monkey River, Belice, escribió literatura infan-
til: novela, cuento y teatro. Fue directora de la Unidad de
Geología y Petróleo del Ministerio de Ciencia, Tecnolo-
gía y Transporte. Murió de cáncer a los 56 años después
de haber trabajado en la Unidad durante 20 años. Estaba
convencida de que el país contaba con importantes yaci-
mientos de petróleo. Realizó sus estudios en la University
of the West Indies en Jamaica y en la University of Dun-
dee en Escocia.

Publicaciones:
Cuento
Snapshots of Belize: an anthology of short fiction. Compilador
Michael Phillips (Belice, 1995). Incluye “Crab seasin”, es-
crito totalmente en creole, de su libro A Child Remembers.

Warde Shirley (1901-1991)


Nacida en los Estados Unidos, fue artista de Broadway,
llegó a Belice en 1953 como misionera y permaneció en
el país hasta su muerte, promoviendo el teatro, y como
profesora y editora. La producción teatral más conocida
de Shirley Warde fue la obra musical Boss King, que tuvo
una larga temporada en 1965, siempre con el teatro lleno.

Publicaciones:
Dramaturgia
Ping Wing Juk Me: Six Belizean Plays (1998). Incluye la obra
de teatro When My Father Comes Home.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 151


Williams, Natalie
Nacida en la ciudad de Belice, realizó licenciaturas en
Educación en Inglés y en Educación en Arte por parte
de la Universidad de Victoria de la Columbia Británica
en Canadá. La Maestría en Educación la obtuvo en Ga-
len University.

Publicaciones:
Cuento
Memories, Dreams and Nightmares: A Short Story Anthology by
Belizean Women Writers. Vol. 2. Compiladora Gay Wilentz
(Belice, 2005). Incluye el cuento “Going Home”.
Belizean Nail Soup: A Collection of Short Stories (2013, Comp.
Felene Cayetano). Incluye “ABC/KIM”.
Penélope: setenta y cinco cuentistas centroamericanas. Compilado-
ra Consuelo Meza Márquez, Universidad Autónoma de
Aguascalientes, México, 2017. Incluye el cuento “Going
home”.

Fuentes de consulta
A History of Belize: Nation in the Making. Belice: Cubola Pro-
ductions, 2002.
Arzu Scarborough, Harriet. “John Gets Away”. Belizean Nail Sou-
p:a collection of short stories. Estados Unidos: Unknown, 2013.
Cayetano, Felene M. Evolution: Weaving in and out of Consciousness
while the Truth is Somewhere in the Middle. Estados Unidos:
Unknown, 2014.
Cayetano, Felene M. Crossing Bridges. Estados Unidos: Unknown,
2014.
Crough, Sandra. “Jesuit Man”. Memories, Dreams and Nightmares, a
short story anthology by Belizean women writers, Vol. 1. Belice:
Cubola, 2002.
Edgell, Zee. “Foreword”. Memories, Dreams and Nightmares, a short
story anthology by Belizean women writers, Vol. 1. Belice: Cubola,
2002.

152 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Ellis, Zoila M. “Foreword”. Memories, Dreams and Nightmares, a short
story anthology by Belizean women writers, Vol. 2. Belice: Cubola,
2005.
Enriquez, Kalilah. Unfettered. Belice: The Flaming Pen, 2006.
Enriquez, Kalilah. Shades of Red. Poetry and Prose. Belice: Excellence
Publishing, 2007.
Gomez Parham, Mary. “Moving On”. Memories, Dreams and Ni-
ghtmares, a short story anthology by Belizean women writers, Vol. 1,
Belice: Cubola, 2002.
Historia General de Guatemala, “Gobierno y Política Contempo-
ránea, de 1945 a la Actualidad”. Asociación de Amigos del
País/Fondo para la Cultura y el Desarrollo, Disco Compac-
to, 1999.
Holland, Yvette. “My Rice and Cocunut Milk”. Memories, Dreams
and Nightmares, a short story anthology by Belizean women writers,
Vol. 2, Belize: Cubola, 2005.
Kelly, Ivory. “The Real Sin”. Memories, Dreams and Nightmares, a
short story anthology by Belizean women writers, Vol. 1. Belice:
Cubola, 2002.
Kelly, Ivory. Point of Order. Belice: Ramos Publishing, 2009.
Loskot, Lydia. “Dolly Mixture”. Memories, Dreams and Nightmares,
a short story anthology by Belizean women writers, Vol. 1. Belice:
Cubola, 2002.
Macpherson, Anne S. From Colony to Nation. Women Activists and
the Gendering of Politics in Belize, 1912-1982. Estados Unidos:
University of Nebraska Press, 2007.
Meza Márquez, Consuelo. Narradoras centroamericanas contemporá-
neas. Identidad y crítica socioliteraria feminista. México: Universi-
dad Autónoma de Aguascalientes, 2007.
Phillips, Michael D. Snapshots of Belize, an anthology of short fiction.
Belice: Cubola, 1995.
Wilentz, Gay. Memories, Dreams and Nightmares, a short story anthology
by Belizean women writers, Vol. 1. Belice: Cubola, 2002.
Wilentz, Gay. Memories, Dreams and Nightmares, a short story antholo-
gyby Belizean women writers, Vol. 2. Belice: Cubola, 2005.

Historia de la literatura de mujeres de Belice 153


Web

Belize National Library Service and Information System. Belizean


Women Authors: http://bnlsis.org/documents/48.html
Belizean Writers Series, Wikipedia: https://en.m.wikipedia.org/
wiki/Belizean_Writers_Series
Craig, Meg. Characters and Caricatures in Belizean Folklore, en: ht-
tps://ldfieldjournal.wordpress.com/tag/belize-folklore/
Fernandez Lopez, Justo. Belize, en Portal Hispanoteca: http://cul-
turitalia.uibk.ac.at/hispanoteca/landeskunde-la/paises/Be-
lize.htm
Gegg, Angela. Author. Artist. TV Personality PROSHKA: http://
www.angelagegg.com/poetry/spokenword.html
Meza Márquez, Consuelo. “La narrativa de mujeres en Belice”.
Revista Istmo: http://istmo.denison.edu/n13/proyectos/na-
rrativa.html
Persico, Melva. Counterpublics and Aesthetics: Afro-Hispanic and Beli-
zean Women Writers. University of Miami, 2011. Open Ac-
cess Dissertations 539: http://scholarlyrepository.miami.
edu/oa_dissertations/539
Ramos, Adele. “The Healing of Belize”: Belizean Poets Society/
Lyrically inspiring Belize:belizeanpoetssociety.webs.com/
poetry.htm, 2005.
Ysaguirre, Brenda. “Sometimes When I Smile”: http://belizeantothe-
bone.blogspot.mx/, www.cubola.com/BelizeanWritersSeries

154 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Costa Rica
Escritoras en la literatura costarricense.
Desbrozando sus huellas
Magda Zavala

Introducción

E scribo este capítulo, extraviado para las historias de la lite-


ratura costarricense, sobre las escritoras de Costa Rica, con
agradecimiento por la colaboración de María Bonilla, en particu-
lar, para la dramaturgia de mujeres. Igualmente, agradezco a Iris
Chaves por haber ofrecido sus notas de investigación, como fuen-
te a este estudio.
Dados el tiempo y el espacio disponibles para este estudio,
no era posible nombrar a todas las autoras que han existido en la
historia de la literatura costarricense. Ésa será labor de un equipo
nacional, que esperamos pronto exista en el país, con los recur-
sos del caso. En esta oportunidad, se destacan aquellas autoras
que han trabajado la literatura como campo artístico preferencial,
sabiendo que hay artistas de la música, de las artes visuales, de la
danza y otras formas artísticas que también han hecho, de manera
paralela, expresiones literarias, salvo excepciones debidas a la na-
turaleza de sus aportes. Ése es todo un campo de estudio.
Por otra parte, hemos tenido en cuenta en cada género
aquellas que han escrito por lo menos un libro y esto cuando ha
habido continuidad del trabajo. También se ha decidido darles es-
pecial énfasis a las autoras que con su literatura muestran, de algún
modo, sensibilidad ante las búsquedas sociales de las mujeres, con
todas sus contradicciones, avances y retrocesos.

¿Literatura precolombina y colonial de mujeres


en Costa Rica?

A esta pregunta, en el presente sólo podemos responder que no exis-


ten datos, ni suficientes, ni confiables, que nos indiquen que existiera
un quehacer cercano a lo que actualmente identificamos como lite-
rario, en que las mujeres tuvieran participación en el pasado preco-
lombino costarricense y son pocos los referentes a su situación
colonial. En adelante, se proponen algunas consideraciones, sobre
todo para que sea una especie de llamado de atención sobre la ne-
cesidad de desarrollar esta veta desatendida; sin embargo, mucho
se desconoce de la historia precolombina de las mujeres en esta
zona y, probablemente, en Centroamérica, como un todo. Podría-
mos conjeturar sobre que las mujeres en las altas culturas del norte
podrían haber tenido menos libertades que en las culturas del sur
de Centroamérica, por los usos que restan en los grupos étnicos
actuales, que no son indicadores confiables, por haber atravesado
por los ajustes coloniales.

Etapa precolombina1

La bibliografía sobre la historia en el período precolombino de Cos-


ta Rica da muy escasa cuenta del papel de las mujeres en la vida
cultural. Existen pistas que se nos ofrecen en los dibujos de su ce-
rámica, oficio que estuvo mayoritariamente en las manos de las mu-
jeres; también en lo referente a su cultura funeraria, en las imágenes
de su orfebrería, en algunos motivos de su espléndido arte lítico,
ambos tan importantes en el sur del país, y en sus rituales religio-
sos. De todo ello, y de la impronta del papel originario de las muje-
res en la vida actual de algunos de los pueblos indígenas, podemos
desprender información sobre lo que fue el papel y el poder social de
las mujeres, en la larga etapa precolombina.
¿Y qué dicen de las mujeres precolombinas los vestigios y
testimonios en la alfarería, la escultura en piedra y en los usos reli-
giosos, por ejemplo? En realidad, para responder a esas preguntas
se requeriría de un equipo interdisciplinario, con dirección de ar-

1 Costa Rica es un territorio habitado por grupos humanos desde aproximadamente entre 8 000 y
10 000 años (Carmack 45). Como todo el istmo centroamericano, su destino de puente entre las
masas continentales del norte y del sur ha marcado también las culturas que lo han habitado. A
la llegada de los españoles, aquí se asentaban sociedades tribales, unas de influencia mesoame-
ricana, en parte del norte, y en el centro y sur mayormente de características derivadas de la cul-
tura chibcha. Estas últimas eran sociedades matrilineales, democráticas en la toma de decisiones,
sin un Estado centralizado, sin aparato militar ni escolar, ni construcciones monumentales y,
aunque también patriarcales, eran más igualitarias en asuntos de género. Aparentemente, las
mujeres habrían tenido en esa sociedad mayor presencia que en las culturas mayas y, sobre
todo, que en la azteca, excesivamente misógina, cuya incidencia llega hasta la Península de
Nicoya.

158 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


queólogos, antropólogos e historiadores. Como primer atisbo, es
posible decir aquí que entre la visión que proyecta un historiador
de fin de siglo xix y principios del xx, Ricardo Fernández Guardia
en Cartilla histórica de Costa Rica (1909) sobre el papel de las mu-
jeres indígenas precolombinas y la que tiene una artista plástica
contemporánea, dedicada a estudiar las imágenes que proyecta la
cerámica precolombina, a saber, Rosella Matamoros, hay una dis-
tancia notable. El primero afirma: “Las mujeres se dedicaban a
los oficios domésticos y en algunas tribus al cultivo de la tierra y
el hilado y tejido del algodón” (13). La artista plástica, por el con-
trario, deriva de la producción artística objetual precolombina una
integración más amplia de las mujeres a todos los ámbitos de la
producción, además de los rituales, la guerra y las prácticas recrea-
tivas (Matamoros, Carta a Magda Zavala 9:13)
Este hecho calza más con lo que se sabe del papel de las
mujeres en las sociedades autosuficientes, donde eran importan-
tes, tenían bastante libertad en todos los planos y eran intermedia-
rias religiosas, no así en las sociedades excedentarias (Hernández
y Murguialdav 7).
La observación de Fernández Guardia parece coincidir con
el estatus colonial de las mujeres indígenas, quienes, con el ingre-
so de la cultura occidental judeocristiana, perdieron las relativas
libertades de su cultura y la relación más horizontal entre géneros,
viéndose reducidas a una casi esclavitud, especialmente vejatoria
en el terreno sexual. Este fenómeno es documentado en distintas
latitudes de América Latina.
En la actividad cultural de los pueblos indígenas del presente
quedan prácticas rituales donde los cantos, oraciones y otras for-
mas verbales, de uso religioso u otro, muestran un carácter simi-
lar a lo que conocemos hoy como literatura. El lingüista Adolfo
Constela, entre otros, ha dejado testimonio de este acervo cultural
en Poesía tradicional indígena costarricense (1996):

La expresión artística de estos pueblos por medio del len-


guaje se dio en la época precolombina y se sigue dando en la
actualidad fundamentalmente de manera oral, de modo que
el término literatura se emplea en este caso como equivalente
al de arte verbal, preferido por muchos folcloristas (Bascom,

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 159


1955) y por los sociolingüistas en general. Esta equivalencia
no resulta de gran ayuda por lo que respecta a identificar las
modalidades del discurso que se han considerado pertinentes,
pues no parece tarea fácil definir qué es “expresión artística
por medio del lenguaje”… (3).

No existe en el presente del país estudios sobre las literatu-


ras indígenas costarricenses, sea creadas por las mujeres, o asignadas
para su uso por cada grupo étnico a este sector de su población.
Los distintos profesionales consultados al respecto, oralmente y
por escrito, me indicaron no saber prácticamente, salvo María Eu-
genia Bozzoli, que me remitió a otros e indicó que la alfarería era
un trabajo especialmente femenino en esas culturas.
Existe ya una crítica muy saludable sobre la ausencia de inclu-
sión de las mujeres indígenas en la historia del país, pues han estado
excluidas incluso de las luchas que han dado las mujeres por la li-
beración de los papeles de género, empezando por las sufragistas y
hasta el presente. El papel de las indígenas como ciudadanas ha que-
dado relegado, asunto que ha empezado a llamar la atención, sobre
todo de investigadoras sensibles a la multiculturalidad (Robles 2).

Período colonial

El retrato de la Costa Rica colonial arroja una situación de mu-


cho desfavorecimiento económico y cultural, respecto a las demás
provincias de Centroamérica. Las instituciones del pasado preco-
lombino desaparecieron pronto debido a la disminución drástica
de esta población por efecto de la Conquista (eliminación física
y enfermedades). Por esa misma razón, los colonos europeos tu-
vieron que asumir, en buena parte, por ellos mismos el trabajo
como agricultores, pescadores, peones, artesanos y ganaderos, en
situación mayoritaria de pobreza. Por supuesto, eso no significa
que desapareciera, ni se atenuara mucho, la sociedad estratificada
verticalmente en función de etnia y clase social, que fue típico de
la colonia en toda América Latina. Explica, sin embargo, que el
anclaje colonial en esta provincia sureña tuviera importancia se-
cundaria y poco brillo cultural, inclusive respecto al norte de Cen-
troamérica. La Iglesia católica fue la institución cultural dominante

160 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


y centro de la vida simbólica, en ausencia de otras instituciones y
sin sobrevivencias culturales fuertes del mundo indígena.
En el resto de Latinoamérica y el norte de Centroamérica, es
sabido que los conventos cumplieron una crucial función en este
orden, porque tenían el monopolio de saber y de la enseñanza. Allí
se formaban a las personas consagradas a enseñar y catequizar a las
nuevas generaciones, a reflexionar sobre el papel de la religión en la
conquista de territorios, imposición de visiones del mundo, admi-
nistración de la justicia y conducción de valores y comportamientos.
En lo que respecta a las mujeres, el convento y la vida con-
ventual sirvió en América Latina de sitio de exclusión aceptable,
y hasta elegante, de la vida social para las mujeres de alcurnia que
no encontraban marido o no querían uno (por lo que no resulta-
ban aptas para la reproducción de los linajes coloniales), pero tam-
bién para las que no se ajustaban a los parámetros dictados por los
patrones culturales de la época. También fue un sitio para las
que tenían pasión por el conocimiento que les era vedado por la
organización de la vida social, pues la enseñanza formal estaba
reservada para los hombres, como sabemos. También cumplió un
papel con respecto a las jóvenes de estratos inferiores, pues el con-
vento asumía parte de ellas como como servidumbre, e incluso,
esclavas al servicio de las monjas adineradas.2
En la Costa Rica colonial, en ausencia de conventos de mu-
jeres (había para hombres ya en 1780, conventos de la Orden Ter-
cera en Cartago y Barba) (Sanabria 4-5), la educación del sector de
poder, que descendía de los conquistadores, tuvo muy pocas op-
ciones. Y las mujeres campesinas y obreras, así como los indígenas
y los afrodescendientes, eras masas analfabetas. Por lo tanto, las
mujeres de familias de alcurnia fueron formadas en sus casas, has-
ta donde lo permitían las circunstancias y, algunas pocas, enviadas
a otros países con ese propósito.

2 Además, los conventos servían también para adecuar a las jóvenes al papel que la vida social
pedía de ellas: que fueran virtuosas, casadas o solteras; garantes de la moral católica cristiana y
sirvieran al bienestar de los varones, en la función de procreadoras, en la reproducción social.//
En el Reino de Guatemala, existieron primero los beaterios, casas donde las mujeres vestían de
monjas sin serlo y vivían en oración y recogimiento. También aparecieron las Casas de Recogidas,
que existían en Latinoamérica desde el siglo xvi, para darles albergue a niñas, enseñarles a leer y
escribir a indígenas y algún oficio de mujer y, finalmente, los conventos (Cruz-Reyes 7-8).

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 161


Existieron, sin embargo, instituciones donde se mantenía
a las mujeres, contra su voluntad, entre ellas, una institución lla-
mada “casa de depósito” u “honorables casas”, sitio en el que se
encerraba temporal o permanentemente, sobre todo a las mujeres
de clase social modesta, por diversos motivos, el más común, que
hubieran tenido un comportamiento sexual reprochable para la
moral católica, incluidos la violación y el abuso sexual.3 Otra for-
ma de castigo era el destierro a zonas alejadas del Valle Central.
Estas prácticas siguieron aún vigentes en el período independiente
del siglo xix y, el destierro, entrado el siglo xx (Hidalgo 32).

Manuela Escalante, erudita ilustrada

Se conocen nombres de mujeres destacadas y poderosas del pe-


ríodo colonial, pero de ninguna de ella se afirma que fuera pro-
badamente escritora. Abelardo Bonilla menciona a la joven dama
cartaginesa, la señorita Manuela Escalante, perteneciente a una
familia de ideas liberales, muerta a los veintiséis años, erudita en
cultura clásica, políglota, conocedora y declamadora de poesía del
Siglo de Oro y del Parnaso español, que dirigía una tertulia cultu-
ral. De Manuela Escalante (¿Nava o Cervantes?) se dice que vivió
en la primera mitad del siglo xix (1823?-1849) y de manera breve,
pues sólo alcanzó veinteséis años (Díaz Bolaños 7), aunque tam-
bién se afirma que vivió hasta los treinta años, esto en una nota sin
referente, que la identifica como María Manuela García Escalante
Nava, nacida el 16 de julio de 1816 y muerta en 1849, a los treinta
y dos años y medio y se le llama “científica feminista”, conocedo-
ra tanto de la literatura, como de la metafísica y la geología (Our
family Tree).
Máximo Soto Hall, en su texto Un vistazo sobre Costa Rica en
el siglo xix, la menciona en ese sentido y Lorenzo Montúfar, en la
Reseña histórica de Centroamérica dice que su “reputación literaria”
alcanza no sólo a Costa Rica, sino a Centroamérica (Bonilla 104).
Como mujer que se ocupaba de las letras, se dice de ella que era
una excelente declamadora y erudita, pero no se le atribuye ningu-
3 En Costa Rica, según el testimonio de Monseñor Víctor Sanabria, existió, seguramente entre
otros más, el caso de María Durán, en 1792, víctima de incesto, con dos hijos de su padre, lo
que la lleva a ser recluida en una “Casa honorable” (Sanabria 8).

162 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


na producción concreta, por lo tanto, sorprende que se le identi-
fique, posteriormente, como escritora. Se le consideraba literata,
pero en el significado de entonces, más bien como sinónimo de
intelectual. María Tenorio aclara, al respecto, en el artículo “Leer
libros importados en el San Salvador del siglo xix: un vistazo del
consumo cultural a partir de los periódicos”:

Tener libros y leerlos era marca de prestigio social y de distin-


ción que daba ‘clase’ y ‘cultura’. No cualquiera contaba con el
espacio doméstico suficiente ni adecuado para acomodar libros,
con el tiempo u ocio para leerlos ni tampoco con la tecnología
(savoir faire) apropiada para saber qué hacer con ellos. La lectura
de buenos libros era vista como una actividad que demandaba
tiempo y espacio, curiosidad y cabeza, pero que a cambio entre-
gaba saber y erudición, e incluso respeto y notoriedad. Caso
ejemplar y a la vez excepcional es el de la literata costarricense
Manuela Escalante y Navas, cuya muerte lamenta el quince-
nario La Unión (1849) copiando las palabras del número 26
del Costarricense. Literato, según la Real Academia en 1843,
era “la persona instruida […] en las letras humanas” y estas,
explica el diccionario de aquel año, consistían en “el estudio
de los autores clásicos, tanto historiadores como oradores y
poetas griegos y latinos, con el cual se adquiere por medio
de la imitación el buen gusto en el arte de hablar y de escri-
bir”. Gente leída o culta, se diría hoy en lenguaje coloquial.
Manuela Escalante, en otras palabras, era una intelectual. El
lugar que se ganó en las columnas de los dos periódicos se
debe, más que otra cosa, a la ilustración debida a su elevado
consumo de libros … (“Rasgos cronológicos”, La Unión 3,
15 julio 1849, p. 11) (6-7).

Este artículo indica, además, otro dato sobre la edad de Ma-


nuela Escalante al morir:

… Una forma de vida ciertamente extraordinaria para una


mujer que fallece a los treinta años “señorita” y sin haber for-
mado familia. La excepcionalidad de esta costarricense, que
confirma la regla de la lectura seria como patrimonio mascu-

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 163


lino, mereció la publicación de su necrología en un periódico
salvadoreño al haber habido “varios sujetos en esta Capital
que tuvieron la dicha de conocerla” (6-7)

En el presente, algunas estudiosas ligadas al movimiento fe-


minista de Costa Rica, como Grace Prada, en Mujeres forjadoras del
pensamiento costarricense (2005), asumiendo lo señalado por Ángela
Acuña Braun, quien la distinguió como primera feminista de Cos-
ta Rica, la califican como “Transgresora de alto calibre”, al haber
desafiados los usos de su época, haber conquistado presencia en
el espacio público y logrado el derecho a formarse como inte-
lectual letrada e ilustrada, en el siglo xix (Prada 48). Y un detalle
interesante, Prada la considera portadora de la herencia cultural
del preciosismo europeo (51). Sin duda, sus logros y aportacio-
nes fueron reconocidos en la época por intelectuales de la talla de
Máximo Soto Hall, Rogelio Sotela y Luis Felipe González, quienes
publicaron testimonios en periódicos y revistas. Es difícil pensar
que alguien con su formación y dotes, no hiciera literatura. Sin
embargo, no se le atribuyen textos.

La vida cultural de las mujeres, siglo xix


y principios del xx

Si la formación y lecturas de Manuela Escalante fueron una excep-


ción, que ocurre solamente en las clases adineradas de ese tiempo,
¿cuál es la norma en el contexto cultural?
En el siglo xviii, las ideas de la Ilustración habían beneficia-
do en Europa y América la situación cultural de las mujeres, sobre
todo las de clases altas. Entre 1816 y 1817, una cédula real había
ordenado la creación, en los conventos, de escuelas que enseñaran
a leer y a escribir tanto a niños como a niñas, en la Indias y en Fi-
lipinas (Cruz-Reyes 11-12). A partir de 1821, el flujo de inmigran-
tes hacia Costa Rica se incrementó notoriamente, con lo cual, las
posibilidades culturales se ampliaron. A partir de 1838, Francisco
María Oreamuno, entonces ministro, señaló el grave problema del
analfabetismo de las mujeres (Silva 70).
Las leyes liberales en los últimos treinta años del siglo xix
favorecieron la formación de las mujeres como parte importante

164 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de la construcción del estado nacional, aunque reservando siem-
pre para este sector un papel secundario:

Con la Ley General de Educación Común, aprobada en 1886,


cuando se propone la unificación de los contenidos pro-
gramáticos de la educación para ambos sexos (Fallas y Sil-
va 1985; Mora 1988). Esta Ley viene además a estimular la
expansión educativa tanto para los sectores populares como
para las mujeres, en una época en que los planes de educación
de ambos grupos sociales estaban claramente diferenciados
[…] el interés del Estado por la educación secundaria de las
mujeres también cobra importancia a partir de 1870, cuando
se empiezan a fundar colegios para señoritas vinculados con
congregaciones religiosas, como el Colegio María Auxiliadora
(1872) y los Colegios del Sagrado Corazón de Jesús en Carta-
go (1878) y en Heredia (1884) (Hidalgo 45-46).

Como se comprenderá, estos colegios seguían inclinándose


por una formación de género ligada a la moral de subordinación.
Con la fundación del Colegio Superior de Señoritas, en
1888, y de la Escuela Normal, en 1914, se transforman y multi-
plican las posibilidades de educación y profesionalización de las
mujeres en el país y se empieza a desarrollar un pensamiento laico,
favorable en parte al empoderamiento de las mujeres, en cuanto
género. Según Óscar Lobo Oconitrillo, es a final del siglo xix y
principio del xx que aparecen también los primeros conventos de
mujeres: “Durante el Episcopado de Mons. Bernardo Thiel en el
periodo 1880 y 19014 se establecieron tres comunidades religiosas:
Bethlemitas, Nuestra Señora de Sión y las Hijas de la Caridad” (1).
Sin embargo, la vida social se está secularizando en ese momento
y las mujeres se proponen nuevas formas de presencia social, con
participación activa en organizaciones y luchas. Al respecto, señala
Roxana Hidalgo:

4 Sanabria Martínez, Víctor, Bernardo Augusto Thiel: segundo obispo de Costa Rica, apuntamientos
históricos, Imprenta Lehmann, San José, 1ª, 1941, pág. 400 (Nota: esta cita corresponde a
Oconitrillo).

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 165


En Costa Rica, al igual que en el resto del mundo occidental,
las mujeres se van a ligar a las luchas revolucionarias que co-
bran vida durante la primera mitad del siglo xx. No sólo des-
de la Liga Feminista y el Partido Reformista, sino, también,
desde las luchas sociales de los sectores populares las mujeres
van a ocupar un papel preponderante en el espacio público
de la política. Durante las primeras décadas del siglo xx, de
acuerdo con Mora (1998), los intelectuales con mayores in-
quietudes sociales empiezan a establecer un vínculo estrecho
con los sectores populares. Este se inicia fundamentalmente
por medio de las conferencias obreras, que se realizan duran-
te las décadas de 1910 y 1920 en la Confederación General de Tra-
bajadores, creada en 1913. Recordemos que ya un año antes, en
1912, Carmen Lyra, Joaquín García Monge y Omar Dengo,
entre otros, fundan el centro de orientación anarquista Centro
de Estudios Sociales Germinal … (56).

En ese contexto, la literatura nacional, en los términos que


la conocemos hoy, era muy escasa. Rogelio Sotela, en su libro Li-
teratura costarricense. Antología y biografías (1927) inicia la historia lite-
raria del país con una limitación de “generaciones”, siguiendo los
datos biográficos de los autores, sin más:

La vida literaria de Costa Rica toma su primer impulso con


los precursores, que vivieron en los principios de la Repúbli-
ca: pero en verdad no se define sino con los hombres que na-
cieron hacia el año 1860. Puede decirse que con ellos nace la
primera generación literaria del país. La segunda la componen
los hombres que nacieron cerca del año 1875, la tercera los
que nacieron de l880 al 85 y la cuarta los que nacieron hacia
1900 (Sotela 5).

La identificación de generaciones etarias como camisa de


fuerza sobre las periodizaciones literarias ha sido un serio error
que ha marcado las historias literarias del país, hasta el presen-
te. Otro problema también se encuentra en la base del trabajo
de Sotela: se incluye en lo “literario”, con visión dieciochesca de
literatura como conjunto de todo lo escrito, o sinónimo de cul-

166 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tura, por lo que un tratado de Clodomiro Picado sobre las ser-
pientes se codea con los textos de ficción de Rafael Ángel Troyo.
Esta laxitud del concepto, aunque más próximo a la equivalencia
de “humanidades”, permanece en Abelardo Bonilla, que inclu-
ye, como literatura, los discursos del periodismo, el derecho, las
ciencias económicas y sociales, las teorías filosóficas, así como los
discursos sobre educación y política. Por lo tanto, ocupan un sitio
en estas historias literarias personas que nunca hicieron literatura
propiamente dicha y se ignora a literatas con una notable produc-
ción, como se irá viendo en el curso de este trabajo.

Escritoras que publican entre siglos

Existen muy pocos estudios sobre escritura literaria de mujeres en


este período, lo cual crea un vacío poco explicable porque es cuan-
do empiezan a aparecer numerosos textos a nombre de mujeres,
fueran reales o seudónimos. La investigadora Iris Chaves Alfaro
tiene en curso un estudio al respecto, que todavía no se publica.
De sus notas, y contando con su apoyo, adelanto algunos datos.5
Entre las primeras escritoras, y con más abundantes publi-
caciones aparecidas en revistas, se encuentra Berta María Talart,6
que tiene trece publicaciones aparecidas en la revista Pandemonium;
Rosa de Chavarría, a veces llamada Rosa Corrales de Chavarría
(esposa de Lisímaco Chavarría, dama que prestó su nombre a su
marido para que publicara) cinco publicaciones en Páginas Ilustra-
das;7 diez publicaciones de esta autora aparecen en Pandemonium8
(queda por dilucidar si son textos de su mano o son de su esposo,
porque ella también publicó lo propio); María Fernández de Ti-
noco (quien a veces usa en Ariel el seudónimo de Apaikán) publica
el 23 de abril de 2016; luego, un cuento en Athenea, n. 2, del 1 de
5 Los datos que sustentaron la reflexión de este acápite vienen del trabajo en bibliotecas de la
Dra. Iris Chaves Alfaro y sus “Notas de investigación”. Ella ofreció su colaboración de este
modo al presente estudio.
6 Talart tiene trece publicaciones aparecidas en la Revista Pandemonium entre el n. 19, del 30 de
julio de 1903, y el n. 63, del 30 de julio de 1904. (Éste y todos los datos que aquí se consignan
proceden de Iris Chaves. “Notas de investigación”, inéditas.)
7 Ver números 17, 37, 40, 41, 42, entre el 10 de mayo de 1904 y el 22 de noviembre de 1904.
8 Del 1 de octubre de 1902, número 1, al número 71, del 30 de septiembre de 1904.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 167


octubre de 2017; un texto en Cordelia de septiembre de 2012 y dos
colaboraciones en Cordelia, n. 13, de septiembre de 2013.
También publica frecuentemente poesía una joven de seu-
dónimo Nerto, alumna del tercer año del Colegio de Señoritas, de
quien no se ha tenido identidad cierta aún, en la revista Lecturas
durante 1919, quien hace siete colaboraciones.9
Y no es sorprendente, dada su trayectoria posterior, que
la escritora que más publica, con su seudónimo conocido, Carmen
Lyra, es María Isabel Carvajal. Entre el 28 de agosto de 1910, apare-
ce en Páginas ilustradas, n. 247 y en por lo menos trece colaboracio-
nes con la revista Renovación,10 así como en otras colaboraciones con
Pandemonium, en enero y julio de 1914; en Cordelia publica en el n. 10,
de junio de 1913, entre otros.
Otra autora que aparece con regularidad notable en ese mo-
mento es Ángela Acuña. La encontramos en Cordelia, núm. 4 de
2012, núm. 3 de 2012 y núms. 6-7 de febrero-marzo, 2013, y en el
núm.10 de junio de 2013.
Un caso curioso, similar a la joven poeta de seudónimo
Nerto, es una persona de seudónimo América, que permanece sin
identificación, aunque publica varias veces en Páginas Ilustradas.11
Como en el núm. 131, del 3 de febrero de 1907, y colabora tam-
bién en los núms. 85 y 123 de 1906 y el núm. 179, de enero de
1908, según Iris Chaves (“Notas de investigación”).
Además de estas autoras, la investigación de la crítica Iris
Chaves Alfaro da cuenta de muchas otras escritoras que escri-
bieron poco. Por ejemplo, Ángela Baldares, Magdalena de Peña
Badín, Blanca Milanés (seudónimo de Carlota Brenes Argüello,
quien publica el libro Música sencilla, en enero de 1928), Clara
Diana (María Ester Amador), Flor Daliza, Crisantema, Juana
Rosa de Amézaga, María Teresa Obregón y Celia Madriz, entre
otras muchas.
En 1928, Auristela C. de Jiménez publica también su único
libro, Cantos; su presencia en el mundo cultural fue muy visible

9 Entre el 12 de abril de 1919, número 30, y el número 47, del 16 de agosto de 1919.
10 Entre el 30 de enero de 2011, número 3, hasta los números 81-82, del 30 de mayo de 1914.
11 Aparece en el número 131, del 3 de febrero de 1907, y colabora también en los números 85 y
123 de 1906, y número 179, de enero de 1908 (Iris Chaves, “Notas de investigación”).

168 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


en su época, pues publicó literatura miscelánea en periódicos y
revistas, además de poesía. En realidad, esta autora cobra especial
presencia en su momento por el dictado que hace Rogelio Sotela,
al investirla como la primera poetisa de Costa Rica.
En realidad, casi todas estas autoras, excepto en parte Car-
men Lyra y Ángela Acuña, se perdieron de vista para la historia
literaria del país. Algunas empezaron a ser recuperadas no hace
más de dos décadas, como María Fernández de Tinoco y la propia
Ángela Acuña.
Iniciaremos esta aportación considerando, en primer térmi-
no, el género literario que inauguró la presencia de las mujeres en
la literatura del país: el cuento.

El cuento escrito por mujeres en Costa Rica


La relación de las escritoras costarricenses con el género literario
del cuento tiene larga data. La mayoría de las narradoras del país
ha escrito, por lo menos una vez, un cuento. Se consideran, en
esta reflexión, a aquellas autoras que publicaron, por lo menos, un
libro de cuentos,12 lo que podría indicar una disposición hacia el
género y no un hecho aislado. También se ha dado importancia a
cuentistas cuyos libros han tenido algún eco en los lectores o que
fueron olvidados a pesar de su importancia.

Primeras cuentistas. Rafaela Contreras


y las narradoras modernistas

El contexto histórico de Costa Rica a la llegada del modernismo


tiene ya el impacto de aproximadamente treinta años de reformas
liberales, que ofrecieron a las mujeres acceso a la educación, luego
12 Se recuerda aquí que el cuento tiene diversidad de expresiones: por el público al que se dirige
(infantil o para niños, juvenil y para público amplio); por sus fines (didácticos, moralizantes, de
exaltación de la patria y otros); por su inscripción estética (románticos, modernistas, realistas
costumbristas, del realismo social, vanguardistas) y por el sector social donde se producen
(populares, folklóricos y de autor, entre otros). La tradición letrada latinoamericana reconoce
como cuento un modelo muy específico (una sola acción, pocos personajes, un solo conflicto
que se resuelve, por lo general, sorpresivamente, y textos cortos), sobre todo cuando no se
refiere al cuento infantil, que tiene algunas premisas diferentes.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 169


de siglos de analfabetismo. Había oportunidades de estudio y pro-
fesionalización para un sector considerable de las costarricenses y
cierta apertura hacia la superación de la situación de género. Todo
ello creaba condiciones a la aparición de escritoras en la cultura
del país.
La primera publicación literaria de impacto internacional
propiamente dicha de una mujer de este país ocurre precisamente
en este género literario, con la aparición de los seis primeros cuen-
tos de Rafaela Contreras Cañas (1868-1893), entre febrero y mayo
de 1890, en el diario La Unión de El Salvador. El primer cuento
apareció en febrero de ese año, llamado “Mira la oriental o La mu-
jer de cristal”, bajo el seudónimo de Emelina (Llopesa 2), y los de-
más firmados como Stella. Posteriormente, publica otros más en
el Imparcial de Guatemala y Rubén Darío los reúne en Guatemala
como cuento de Rafaela Contreras de Darío. Siendo costarricense,
esta autora había vivido fuera del país y pertenecía a una familia
que podía brindarle una formación.
Los historiadores literarios costarricenses de su época la ig-
noraron y, lo que sorprende, los posteriores también. No aparece
su nombre en el estudio más abarcador del siglo xx, La Historia de
la Literatura Costarricense de Abelardo Bonilla (1957), cuyo capítulo
sobre el modernismo (183-198) no indica la existencia de ninguna
escritora de ese movimiento, ni en el libro 100 años de la literatura
costarricense, de Margarita Rojas y Flora Ovares (1995), como tam-
poco en el Resumen de literatura costarricense, de Virginia Sandoval de
Fonseca (1978), ni en la Bibliografía selectiva de la literatura costarricense
de Charles L. Kargleder y Warren H. Mory (1978). Esto ocurre a
pesar de que ya la investigadora Evelyn Irving había localizado y
publicado, en 1965, cuentos reunidos en su libro Short Stories by
Rafaela Contreras de Darío, que contiene siete cuentos: «Esta estu-
diosa divide la producción literaria de Contreras en poemas en
prosa (“La canción del invierno”, “Rêverie” y “Sonata”) y cuentos
narrativos (“Las ondinas”, “Humanzor”, “Violetas y palomas”,
“Mira la oriental”, “La turquesa” y “El oro y el cobre”)».13

13 Rafaela Contreras Cañas de Darío (1869-1893). “Stella” http://www.prosamodernista.com/


prosa-premodernista/rafaela-contreras-canas.

170 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La exclusión de la obra de Rafaela Contreras de la literatu-
ra costarricense puede tener que ver con la polémica que marcó
el inicio de la literatura nacional, entre modernistas o cosmopoli-
tas y nacionalistas (realistas costumbristas). Los nacionalistas y el
realismo (naturalista, criollista, social) tuvieron preponderancia,
pero, a pesar de esa situación, una considerable cantidad de re-
vistas literarias de la época tenían orientación modernista, lo que
supone la existencia de un movimiento intelectual de apoyo. Por
lo tanto, otros factores fueron más determinantes para el olvido
de la obra de esta autora. Posiblemente, el hecho de ser mujer y
vivir fuera de Costa Rica, debido a los exilios del padre, podrían
haber sido las causas más relevantes, en el contexto de la socie-
dad cerrada y provinciana de aquel momento.
Rafaela Contreras, en su corta vida, escribe un total de nue-
ve cuentos que ofrecen una prosa modernista consolidada y de
perfil propio, aunque por lo general, los críticos e historiadores in-
ternacionales hayan asimilado e, incluso, confundido su trabajo en
prosa con los cuentos del mismo Darío, a quien sospechan oculto
tras el nombre o seudónimos de su esposa. Sin embargo, Rafaela
Contreras atrajo el interés de Darío, sin que él supiera de quién
se trataba, por la autoría anónima de su primer cuento, llegado al
periódico La Unión, donde trabajaba el poeta. Sus cuentos perte-
necen de manera evidente a la corriente modernista continental,
por las cadencias de su prosa, sus motivos, temas y percepciones
estéticas. También escribe prosa poética o poemas en prosa, de la
misma orientación estética.
Otras autoras escribirían en Costa Rica prosa modernista a
inicios del siglo xx y, sobre todo, más de dos décadas después. Es
el caso de Berta María Feo Pacheco (1885-1945), intelectual des-
tacada, periodista cosmopolita, catedrática en Chile y Argentina,
quien publicó un libro de cuentos titulado Pavesas, en 1927. Se
trata de un libro de viajes que sitúa los relatos en ambientes exó-
ticos, todos ellos narrados con la impronta estética de la prosa
modernista.14 También tiene prosa modernista Vera Yamuni Tabush
(1917-2003), filósofa, médica y escritora radicada en México, cono-

14 La prosa modernista. Berta María Feo Pacheco (1885-1945): http://www.prosamodernista.


com/prosa-post-modernista/prosa-post-modernista-artistica/berta-maria-feo.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 171


cedora del francés y del árabe, traductora de obras de la cultura
árabe al español y ensayista sobre estos temas (Prada 1-8). Otra
figura de la prosa modernista es María Fernández Le Capaillain de
Tinoco (1877-1961), hija del educador Mauro Fernández y espo-
sa del que fue presidente, Federico Tinoco. Esta autora escribe
cuentos; por lo menos dos aparecen publicados con el seudóni-
mo de Apaikán, uno titulado “Cómo conoció Yontá el amor”, en
Cordelia, núm.13, septiembre de 1913, y el otro llamado “Espira-
les”, en Athenea, año 10, núm. 2, 1 de octubre de 1917; y un poe-
ma en prosa bajo el seudónimo de Apaikán, “Idilio de plantas”
en Cordelia, núm. 1 en septiembre de 1912.15 Publica las novelas
cortas Yontá, 1902 y Zulai, 1907, que posteriormente aparecen en
un solo libro.
El estudio de estas autoras modernistas costarricenses y sus
medios de difusión sigue siendo un campo bastante inexplorado,
en su mayor parte. Resta aún labor exploratoria en periódicos y
revistas. Sería un tema valioso para una investigación.

Carmen Lyra, María Leal de Noguera


y las cuentistas del Repertorio Americano16

En el inicio del siglo xx, Evangelina Soltero Sánchez identifica


dos generaciones de escritores: los autores del 900 o Generación
del Olimpo y, posteriormente, los autores del Repertorio, a los que
considera como de la Vanguardia (Soltero Sánchez 109). Este úl-
timo grupo reúne a autores y autoras que se han decidido por
una visión estética que se aleja del Modernismo y practican, por
lo general, distintas formas del realismo. Conviene tener presente
el ideario político del órgano: pacifista, antifascista, americanis-
ta, antiimperialista. De este período destacan Carmen Lyra (María
15 Los datos aquí señalados provienen de las “Notas de investigación” de Iris Chaves, inédito.
16 Repertorio Americano ha sido nombre de revistas culturales distintas, en diferentes épocas:
El Repertorio Americano, a cargo de Andrés Bello (Londres, 1826); Repertorio Americano, dirigido
por Joaquín García Monge desde Costa Rica, que es cuando tiene más larga vida e impacto,
pues se publicó entre 1919 y 1958, y Repertorio Americano, en su tercera etapa, de 1973 a 1984,
bajo la responsabilidad del Instituto de Estudios Latinoamericanos (idela), en la Universidad
Nacional de Costa Rica. Actualmente, existe un espacio web de esa institución con ese nombre
(Carlos López, Repertorio Americano, https://www.bibliotecaexactas.una.ac.cr/index.php/
repertorio-americano1).

172 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Isabel Carvajal, 1888-1949) y María Leal de Noguera (1896-1989),
con Cuentos viejos (1923). Lyra fue la escritora más importante de
este período, como se ha visto páginas atrás, y se cuenta entre las
mayores exponentes de la literatura costarricense del siglo pasado.
Trabajó, además del cuento, la novela, el ensayo y el teatro.
Carmen Lyra practica dos orientaciones cuentísticas: el
cuento realista social y el relato para niños, en Cuentos de mi tía
Panchita (1920), donde hace una adaptación lograda de los cuentos
maravillosos europeos al ambiente rural pobre del país. Este libro
se convirtió en un clásico de la literatura infantil. El éxito lector de
este libro y las políticas de asimilación de la cultura oficial han lle-
vado a desdibujar y minimizar la figura de Carmen Lyra, reducien-
do su impacto. En realidad, su obra más importante en literatura
incluye cuentos y novelas realistas, sensibles a la problemática de
los marginados, con visión de crítica social y política. El ciclo de los
cuentos realistas se inicia con el cuento “Qué ha sido de ella” en Re-
pertorio Americano, en 1923, y tiene su expresión más destacada en
el libro Bananos y hombres (1931). Lyra fue, además de escritora, una
dirigente política visionaria y beligerante, una de las personas funda-
doras del Partido Comunista de Costa Rica (1930) y una educadora
proclive al cambio y la innovación. En 1926, fundó también la Es-
cuela Maternal Montessoriana y la revista de literatura para niños
San Selerín (junto con Lilia González), órgano de difusión que tuvo
dos épocas de vigencia: de 1912 a 1913 y de 1923 a 1924 (Mujeres
en Repertorio Americano. Scriptorium).
El alcance de trabajo intelectual de esta autora amerita unas
palabras más sobre su desdibujamiento y, a veces, la omisión de su
imagen y trayectoria en la historia intelectual de Costa Rica. Un as-
pecto que se ha destacado ya en los análisis producidos sobre este
asunto es que participan de este acto de semiolvido incluso críti-
cos que se habían propuesto hacer una revisión de la historia lite-
raria del país. En este sentido, no la destacan ni Gerardo Morales
en Cultura oligárquica y nueva intelectualidad en Costa Rica: 1880-1914
(1994), ni Jorge Valdeperas en el libro Para una nueva interpretación de
la literatura costarricense (1979), ni Iván Molina en La estela de la pluma
(2004); tampoco, de manera suficiente, Álvaro Quesada en Breve
historia de la literatura costarricense, quien, sin embargo, sí la menciona
y le da un lugar como feminista (Quesada 45).

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 173


Por la misma época, María Leal de Noguera, contemporá-
nea de Lyra, publica Cuentos viejos (1923), con la misma intención
de Lyra, en cuanto a adaptar el cuento maravilloso europeo a nues-
tros ambientes, en su caso, a la cultura de la pampa guanacasteca,
que era su contexto cultural. Otros de sus libros de cuentos fueron
De la vida en la costa (1959) y Estampas del camino (1974). Fue tam-
bién educadora, la ocupación más usual de las intelectuales de ese
momento, hecho que dio pie a la identificación de una literatura
miscelánea, esto es, de fines didácticos. Publicó también en Reper-
torio Americano, revista que destaca en su época por sus miras y lo
prolongado de su vigencia.
Se mencionan, en adelante, a las autoras que publicaron
cuentos con cierta continuidad, en ese órgano, que se convirtió
en vocero de la intelectualidad del momento, con alcance latinoa-
mericano.
María Ester Amador (1902-1928), poeta de seudónimo
Clara Diana, publicó dos cuentos “Sonata en negro” y “Miedo”,
además del poemario Atardeceres (1929). También Vera Yamu-
ni Tabush, ya citada, publicó sus cuentos fundamentalmente en
Repertorio Americano. Consuelo Meza Márquez reporta veintiséis
cuentos suyos aparecidos en ese órgano (Diccionario bibliográfi-
co 165). Escribe, además, ensayo y una biografía, dedicada a su
mentor, José Gaos. En este caso, estamos ante una librepensa-
dora feminista. Otra figura que dio a conocer sus cuentos en
Repertorio Americano es Corina Rodríguez (1893-1982), psicóloga
y educadora, autora desafiante, solidaria en las luchas sociales,
además de especialista en lengua inglesa.
Estas cuentistas se ven ya interpeladas por el movimiento de
las sufragistas y los ecos del mundo por la liberación de las muje-
res de las ataduras de género, aunque no todas estuvieran a favor.
Ángela Acuña Braun (1888-1983), abogada sufragista y feminista,
estaba escribiendo entonces sobre la situación de género, con dis-
tintas opiniones sobre el voto de las mujeres, pues en 1912 dio una
conferencia donde se manifestaba en contra (Alvarenga 265-267),
pero en 1923 organizó el movimiento feminista y se manifestó
decididamente a favor y fue la líder más visible de ese proceso.
Otras sufragistas, varias de ellas feministas, publicaron también en
Repertorio (Brenes 176).

174 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Es común encontrar en la literatura de las mujeres de este
período este tipo de ambigüedades ideológicas, pues a veces sus
trabajos propugnan una adecuación a los papeles tradicionales de
género, venidos de la tradición católica, aunque quieren el voto,
mientras otras lo rechazan, o no les preocupa, pero quieren otras
libertades; otras más estaban por la aceptación de una tarea social
que proviene de la Ilustración: formarse para ser orientadoras y
garantes de la moral y la educación familiar tradicional;17 minorita-
riamente, algunas buscaban ir más allá, hacia un cambio radical de
la situación de género, asunto más propio de un grupo de intelec-
tuales citadinas y de las que viven fuera del país. Carmen Lyra, por
ejemplo, aunque tiene entre sus personajes preferenciales a las mu-
jeres y los niños en situación de injusticia, no los ve especialmente
con la perspectiva de cuestionamiento de los papeles de género,
sino como víctimas directas de la situación social de exclusión.
Éste es, sin duda, un momento complejo y contradictorio, sobre
todo para las mujeres.
Publica en este período sus cuentos en Repertorio una entonces
talentosa joven que posteriormente se dedicará al trabajo académico
y será una importante orientalista: Hilda Chen Apuy, nacida en Pun-
tarenas, 1923. Sus cuentos aparecen precisamente en esta época: “El
sueño de Han-Hin”,1941; “Ejercicios: los inconformes”, “Sueño
de sueños”, ambos en 1941; “El entierro de los sueños”, 1947, y
“Sueño de sueño”, 1948 (Diccionario bibliográfico 71).
Más allá de las autoras del Repertorio, una escritora que me-
rece especial mención es Pachita Crespi Castro (1900-1971), por
haber publicado tempranamente y porque su producción se detu-
vo, también pronto, luego de una carrera muy productiva. Hizo
estudios de arte en Nueva York y se dedicó en gran parte a la lite-
ratura infantil. Publicó ocho libros: Una historia de peces, 1939; 170
gatos, 1939; Manuelito de Costa Rica, 1940; El Rancho de Cabita, 1944,
Misterio de las joyas mayas, 1945; Regalo de la Tierra, 1946, y Alas sobre
Centroamérica, 1947 (Meza 71).

17 Véase a Julio Sanfuentes, La mujer costarricense, su fisonomía moral, su influencia en la evolución de


nuestra sociedad, San José, Imprenta Alsina, 1906.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 175


Cuentistas en la constelación de la Generación del 40

Con la llamada Generación del 40,18 que incluye a autores que


comparten ideales estéticos y políticos, coinciden Yolanda Orea-
muno, novelista y cuentista, y Eunice Odio, poeta (quien escri-
bió también dos interesantes cuentos), aunque ambas se separan
pronto de ese círculo y siguen otros caminos, tanto políticos,
como geográficos y estéticos. También Lilia Ramos Valverde y,
luego, Rima de Vallbona, coetáneamente con este movimiento in-
telectual (aunque no en cercanía política) están trabajando por la
renovación literaria del país. Estas autoras, asimismo, traen a Costa
Rica las propuestas narrativas de la modernidad norteamericana
y europea del momento, aunque no fueran miembros físicos del
grupo de amigos, ni compañeras de ideología.
Este grupo produce su literatura entre 1940 y el fin de los
años setenta, aproximadamente, con algunos títulos más allá. Tres
promociones de autoras, con posiciones políticas divergentes, pu-
blican en este lapso de la historia en el país. El primer grupo, las
autoras ligadas y algunas luego desligadas de la Generación del
40, que compartieron inicialmente las ideas socialistas difundidas
por el Partido Comunista. Otro grupo, de posiciones socialdemó-
cratas, triunfantes luego de la Guerra del 48 en Costa Rica, que es
favorecido por mejores condiciones de producción y difusión; y
uno más, los autores y escritoras ligados a la izquierda, que queda-
ron en situación menos ventajosa. Un hecho relevante, y que dice
mucho sobre la situación de los intelectuales de entonces, es la
muerte de Carmen Lyra, exiliada en México, en 1949.
Además de los anteriores, existe un grupo de autoras (y au-
tores o artistas) que se autoexilian y migran, desde principio de si-
glo xx, en busca de nuevos horizontes menos constreñidos por las
pocas opciones estéticas, por el sistema de clases y la escasa mo-
vilidad social de entonces y por la moral estrecha, conservadora y

18 Se reunían en torno a Joaquín Gutiérrez, Carlos Luis Fallas y Fabián Dobles, las cabezas más
visibles de la Promoción o Generación del 40. Es un grupo al que impactan dos hechos socia-
les de gran trascendencia en el país: la Guerra Fría y la Guerra Civil del 48, cuyos ecos llegan
a los años setenta. Se vive entonces una cultura política conflictiva y polarizada por las luchas
sociales. Ese grupo central tenía ideas de izquierda y relación con el Partido Comunista de
Costa Rica.

176 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


misógina. A este grupo pertenecen Sol Arguedas (1921- ), filósofa,
narradora y poeta que se instala en México en los años cuarenta,
donde se encuentra también la poeta Ninfa Santos (1916-1990); la
cantante Chavela Vargas y la compositora y cuentista Rocío Sanz,
entre otras personalidades que dejan el país. A ellas se suman, lue-
go de pasar años en Guatemala, donde cambian de nacionalidad,
Eunice Odio y Yolanda Oreamuno, que terminan siendo mexicanas
hasta su muerte. Vale aclarar que eso no significa que triunfaran en
México, donde siguen siendo poco más que desconocidas.19 Por
el contrario, tuvieron una vida dura y limitada económicamente
(Sol Arguedas recuerda a Yolanda Oreamuno cosiendo ajeno para
sobrevivir).20

Los cuentos de Yolanda Oreamuno (1916-1956)

Esta autora marca un hito en la literatura de Costa Rica y de Cen-


troamérica por la denuncia de género y por un trabajo literario,
en novela y cuento, que se nutría de las vanguardias europeas y
norteamericana. Como buena conocedora de Proust y de los au-
tores estadounidenses de la primera mitad del siglo xx, sus tex-
tos evidencian ruptura con respecto a las tradiciones narrativas
del contexto, en primera instancia, por una preocupación formal
consciente y selectivamente motivada. Por otra parte, cuestiona,
de manera abierta, al costumbrismo y al realismo social (Cf. su en-
sayo “Protesta contra el folklore”), tanto por sus temas y preocu-
paciones, como por su lenguaje. Con una sola novela, La ruta de su
evasión (1949), pues, aunque escribió otras más, según testimonios
(Por tierra firme, que envió a un concurso en 1940, y se extravió, y
otras reales o supuestas, una de ellas, citada como existente por
sus amigos, con el título Dos tormentas y una aurora, también per-
dida); pasa a la historia literaria como renovadora del género en
Costa Rica. Sus cuentos, originalmente dispersos, fueron reunidos
de manera póstuma en el libro titulado A lo largo del corto camino
19 Se recomienda, al respecto, revisar el artículo atribuido a un escritor inidentificado, con el título
Foro de La Nación, “Las cosas como son. El lugar que Eunice y Yolanda tienen en la literatura
se debe al trabajo de costarricenses”, 15 mayo, 2016.
20 Sol Arguedas y Magda Zavala. Entrevista en casa en de la autora, en Cuernavaca, en junio de
2013.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 177


(1961), donde también figuran sus ensayos más conocidos, cuatro
capítulos de La ruta de su evasión y cartas y poemas de sus amigos,
escritos en su memoria.
Los doce cuentos allí reunidos, por sus intenciones formales,
las tramas y lenguaje, así como por las ambientaciones oníricas, han
merecido la valoración de la crítica que los considera surrealistas.21
Quisiera destacar, en este sentido, los cuentos: “Insomnio” (1937),
“Vela urbana”, “La lagartija de la panza blanca” (reinterpretación
para el contexto costarricense de una leyenda colonial sobre un mi-
lagro del beato Pedro de Betancourt de Guatemala) y “Valle alto”
(1946). En este último cuento se reivindican necesidades de la se-
xualidad femenina, por sobre la tradición y todas sus restricciones.
Además de lo señalado, Yolanda Oreamuno reclama, tanto
en sus ensayos como en su prosa, la necesidad de superar las for-
mas lingüísticas folklorizantes que eran usuales en la prosa costum-
brista y en algunos relatos del realismo social, en especial, el uso
de un lenguaje coloquial estereotipado, atribuido al campesino. De
esta preocupación deriva, en ocasiones, no sólo una denuncia de
los lastres coloniales, sino un distanciamiento crítico de las premi-
sas de la nacionalidad misma. Sin embargo, sus cuentos, estampas,
breves crónicas de viajes y otros textos evocan nostálgicamente
escenarios de su tierra originaria. La preocupación feminista, aun-
que también sea crítica de esa postura y tenga contradicciones con
ella, hace de su trabajo un discurso pionero en las letras, no sólo
costarricenses, sino centroamericanas.

Victoria Urbano (1926-1984)22 y Era otra vez hoy

La presencia de Victoria Urbano en Costa Rica ha sido muy des-


dibujada. Su obra narrativa y dramatúrgica, así como su notable

21 Escritoras de la talla de Victoria Urbano (quien la identifica como surrealista) y Rima de Va-
llbona se han ocupado de publicar y estudiar la obra de Oreamuno. Emilia Macaya dedicó su
libro Espíritu en carne altiva (1997) al análisis, con perspectiva feminista, de la obra de Yolanda
Oreamuno.
22 Ailyn Morera la presenta de este modo: “…Victoria Urbano es, sin duda, una de las mujeres que
han hecho aportes importantes a la dramaturgia nacional. Su primer texto dramático, “El For-
nicador”, propone una obra no realista, con un lenguaje teatral y poético, manifiesta una crítica
aguda al sistema patriarcal”. Ailyn Morera, Autoras dramáticas costarricenses, 1960-2014, inédito.

178 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


trayectoria académica en los Estados Unidos, no han encontrado
aún la justicia póstuma que sí lograron Yolanda Oreamuno y Eu-
nice Odio y a la que Urbano misma contribuyó. Escribe también
poesía que incluye, junto con cuentos, en el libro Marfil (1951).
Victoria Urbano fue fundadora de la Revista Letras Femeninas y de la
Asociación Letras Femeninas Hispánicas, en los Estados Unidos
y una intelectual de gran prestigio, que pasó desapercibida en su
país de origen.
Alfonso Chase destaca el libro de cuentos de Victoria Urba-
no Y era otra vez hoy (1978), ganador del Primer Premio Internacio-
nal de Literatura León Felipe en 1969. Ese texto incluye un relato,
“El fornicador”, que luego transforma en obra dramática. Se trata
de un cuento alegórico, referido a la crisis social, ética y política de
la Costa Rica de entonces. En particular, se refiere a la politiquería
manipuladora, que traiciona los ideales y valores ciudadanos.
Willy Muñoz le atribuye carácter pionero a esta autora, en
cuanto aborda temas relativos a sexualidades no convencionales,
no canónicas y consideradas inmorales en su época. En “Cristi-
na” (1951), según señala Muñoz, se alude, de manera poética y
velada, al amor lésbico (15). También indica que otras cuentistas
costarricenses, luego de Urbano, se han referido en algunos de sus
cuentos a este mismo tema: Linda Berrón en “Cuál nombre de-
cir” (1989); “Marta” (2003) de Giovanna Giglioli; “Fedra “(1986)
de Emilia Macaya, entre otras (Muñoz 15). En el presente, Laura
Fuentes, como veremos posteriormente, lleva a su máxima expre-
sión este desafío, entre otros.

Lilia Ramos: amplia libertad del pensamiento

A la intelectual, educadora, psicóloga y escritora Lilia Ramos Val-


verde (1903-1988) la vida costarricense –porque eligió hacer su
vida en este país– le fue estrecha. Su inteligencia, amplia y creativa,
su generosidad con las nuevas promociones de escritores (sólo
equiparable, antes, a Auristela Castro de Jiménez y, después, a Car-
men Naranjo), de las que fue, en varios casos, mentora; su dispo-
sición a la enseñanza y a la gestión cultural (fundó una tertulia,
que fue refugio de quienes buscaban reflexionar con profundidad
sobre el devenir cultural y social del país) reñían con un ambiente

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 179


social que exigía la presencia de mujeres convencionales, ajustadas
a las normas y, además, que fueran casadas o monjas, o célibes sin
sospechas y con belleza física promedio. No fue el caso de Lilia
Ramos, cuya vida de beligerancia cultural y política, una sexualidad
que puso interrogantes (sin que ella hubiera decidido, por lo que
se conoce, afirmar opción ninguna que no fuera una soltería dedi-
cada al trabajo intelectual), así como su propia autoimagen física
le trajeron dificultades.
Lilia Ramos, sin embargo, contra las adversidades, logró
abrirse paso en el difícil mundo social de Costa Rica y frente a
su historia personal. Vivió una vida de superación y plenitud. Por
todo lo anterior, es muy lamentable que, en la novela de Sergio
Ramírez, La fugitiva, aparezca un dibujo caricaturesco e injusto de
esta figura nacional.
La obra narrativa de Lilia Ramos se expresa en siete libros
de cuentos, entre ellos, Diez cuentos para ti (1942), Qué hace usted con
sus amarguras (1949), Cabezas de niños (1950), Los cuentos de Nausicaa
(1952) y Almófar, hidalgo y aventurero (1966). También escribió una
autobiografía, Fulgores en mi ocaso (1978), así como cuatro antologías,
artículos de tema psicológico y dos biografías, entre otros (1976).

Las cuentistas, entre la socialdemocracia y la globalización

Cambios culturales profundos ocurren con el fin de la guerra en


Centroamérica, en este país: el declive de la socialdemocracia, que
se convierte en receptora de las ideas neoliberales y el ingreso ava-
sallador de las ideologías globalizadoras, sobre todo a partir de
1989, que terminan convertidas en orientación impuesta por el
Tratado de Libre Comercio. Todo ello dibuja una Costa Rica dis-
tinta a la que conocimos, que se sacude del modelo de Estado be-
nefactor y tira por la borda su herencia histórica de país de justicia
social, pacífico y ecológico. Las condiciones culturales cambian de
manera abrupta. Nuevos temas, preocupaciones y posibilidades
llegan a la producción literaria y artística con las tecnologías de la
comunicación y de la producción cultural.

180 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Julieta Pinto y Carmen Naranjo, literatura con sentido
político y de género

La modernidad literaria de sus textos y la búsqueda, al mismo tiem-


po, de raigambre en la herencia literaria del país ocurre de manera
destacada en dos autoras del período socialdemócrata, que escri-
ben en el segundo quinquenio de la década de los sesenta y hasta la
primera década del siglo xxi. Julieta Pinto y Carmen Naranjo son
escritoras de amplia producción y éxito en la difusión y crítica de
sus libros. Ambas suman a una preocupación social y política agu-
das, la perspectiva de género, con distintos énfasis; y también las
dos se distancian de la política, cuando el partido socialdemócrata
por antonomasia y al que ellas pertenecieron se neoliberaliza y es
señalado por escándalos relacionados con corrupción.

Julieta Pinto cuenta sobre Los marginados


y el silenciamiento de las mujeres
Julieta Pinto es parte de la promoción de escritores que se dan a
conocer con el ascenso de la socialdemocracia al poder político en
Costa Rica, a partir del triunfo del Partido Liberación Nacional,
en 1948. Forma parte del distinguido grupo de escritores y escri-
toras que crea un movimiento cultural en torno a instituciones que
ellos mismos proponen, crean y desarrollan, como el Ministerio
de Cultura y Juventud (entonces de Juventud y Deportes) y la Edi-
torial Costa Rica, entre otras muchas más. Distinguen a esta autora
su capacidad para captar los conflictos sociales y de género, con
una producción en novela y cuento muy prolija.23
Julieta Pinto dedica su colección de cuentos Si se oyera el silen-
cio (1967) especialmente a la observación de las situaciones violen-
tas de la condición de género. En sus relatos se escenifica la lucha
de algunos de los personajes femeninos por resistir a los papeles
tradicionales de hija, esposa y madre y los prejuicios que las subor-
23 El listado de colecciones de cuentos de esta autora es amplio: Cuentos de la tierra, 1963; Si se oyera
el silencio, 1967; Los marginados, 1970; A la vuelta de la esquina, 1975; El sermón de lo cotidiano, 1977;
David (1979); El eco de los pasos, 1979; Abrir los ojos, 1982; La lagartija de la panza color musgo, 1986;
Entre el sol y la neblina, 1987; Historias de Navidad, 1988; Tierra de espejismo, 1993; Detrás del espejo,
2000; El niño que vivía en dos casas, 2002; ver http://www.laace.org/julietapinto.htm.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 181


dinan. Se trata de personajes que reclaman un sitio para sí mismas,
para sus vidas y proyectos personales. Sus novelas La estación que
sigue al verano (1969) y El lenguaje de la lluvia (2000) se dedican tam-
bién a estos temas.
Cuentos de la tierra (1963) reúne relatos sobre la desigualdad e
injustica de la vida del campesinado, entonces un sector significa-
tivo de la vida social de Costa Rica. De este modo, da continuidad
a la visión solidaria hacia las clases marginadas, en la línea de la
obra de Carmen Lyra. Si se oyera el silencio agrega a esta percepción
inicial la conciencia de género. En este sentido, sin tener una po-
sición feminista explícita, asume Julieta Pinto las reivindicaciones
de género y de ruptura con el mundo patriarcal, que había iniciado
Yolanda Oreamuno, y la supera, al relacionar la subordinación de
género, de clase y sector geográfico.

Carmen Naranjo: experimentación y ruptura

Carmen Naranjo (1928-2012) es una autora versátil, que dio al país


una cantidad muy considerable de títulos, en diversos géneros: tea-
tro, cuento, novela, ensayo, poesía y literatura para niños.
En la cuentística, Carmen Naranjo ha sido maestra indiscuti-
ble en los dos sentidos del término: por su maestría en el manejo del
género literario y porque fue maestra de varias generaciones de na-
rradores(as) en el país. Se le considera la autora que mejor observa
la cultura de las clases medias, la mediocridad y el tedio de sus vidas
y quien mejor penetra en los ámbitos más obscuros de la psique
humana. Escribió ocho libros de cuentos: Hoy es un largo día (1974);
Ondina (1983); Nunca hubo alguna vez (1984); Otro rumbo para la rum-
ba (1989); En partes (1994); Pasaporte de palabras (1994); Los poetas
también se mueren (1999); Los girasoles perdidos (2003) y Más allá del
Parismina (2000). La cuestión de género es una notable preocupa-
ción, aparejada con la denuncia de las instituciones que propician
la secundarización de las mujeres y norman la vida privada para
mantener sus pautas. Su mirada va más allá del asunto de género;
le preocupan las sutilidades del erotismo y de la opción sexual. En
general, reflexiona sobre la condición humana como espacio de
conflicto y violencia.

182 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El trabajo de Carmen Naranjo con el cuento como forma
tiene propósitos de ruptura, tanto por la tensión sobre las conven-
ciones como por la búsqueda de experimentación técnica.

Rima de Vallbona y el dolor de género

Rima de Vallbona (1931) es una cuentista y novelista ineludible


cuando se trata de la literatura atenta a los conflictos derivados de
la condición de género. Ha realizado también una notable labor aca-
démica por las letras costarricenses, aunque ha vivido la mayor par-
te de su vida en Estados Unidos, pues allí radica desde 1981. Su
abundante obra narrativa tiene, como preocupación fundamental,
el retrato angustioso de la condición subordinada de género y los
lastres de una cultura anclada en los prejuicios patriarcales de la so-
ciedad latinoamericana. Ha publicado, hasta ahora, diez colecciones
de cuentos, entre ellos: Polvo del camino (1971); La salamandra rosada
(cuentos infantiles) 1979; Mujeres y agonías (1988); El arcángel del
perdón (1990), Los infiernos de la mujer y algo más… (1992) y Tejedoras de
sueños versus realidad (2003). El aspecto más destacado en la obra de
esta cuentista es su permanente abordaje, desde distintos ángulos,
de los problemas de la relación hombre-mujer y de la mujer someti-
da a violencia psicológica, verbal o física en ese contexto.
Su labor académica merece mención especial y reconocimien-
tos porque permitió el rescate y la valoración de autoras olvidadas
por la historia literaria costarricense anterior, a saber: Yolanda Orea-
muno, Eunice Odio y Victoria Urbano; además, ofreció un lugar de
visibilidad fuera del país a sus colegas que han vivido, o vivieron,
en Costa Rica, como Carmen Naranjo, lo cual es muestra de una
inusual sororidad.

Cuento infantil: Adela Ferreto y Delfina Collado, cuentos


para niños despiertos. Otras cuentistas destacadas

Las cuentistas para niños conforman un grupo muy considerable


en Costa Rica, sin incluir en la lista a las autoras que no se dedi-
can a este campo, pero han escrito alguna vez cuentos para niños.
Se destaca aquí a dos importantes escritoras para niños, por las

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 183


intenciones y perspectiva crítica sobre la cultura, poco común en
esta variedad literaria.
Sin abundar sobre las iniciadoras del cuento infantil en
Costa Rica, Carmen Lyra, en particular, se hará especial mención
de Adela Ferreto (1903-1987), quien pertenece a la promoción de
autores militantes del Partido Comunista de Costa Rica. Con su
esposo, Carlos Luis Sáenz, se dedicó a tareas culturales y, en los
últimos diez años de su vida, a la literatura para niños. Magdalena
Vásquez, estudiosa de su obra, dice de ella:

Es difícil ubicar a Adela Ferreto en un grupo determinado,


debido a que sus escritos pertenecen a distintos momentos
históricos. En 1922 publica en la Revista Ardua una obra de
teatro infantil llamada “Tía Tortuga ayuda a Tío Conejo”.
En este texto se muestra como fiel seguidora de su maes-
tra María Isabel Carvajal –Carmen Lyra–. Esta influencia se
percibe también en dos de sus cuentos publicados a partir de
1982, “El príncipe viejito” y “Las aventuras de tío conejo y
Juan Valiente”, en donde la utilización del lenguaje campesi-
no costarricense es similar al empleado por Carmen Lyra en
Los cuentos de mi tía Panchita, y en los que se retornan algunos
de los personajes de este libro como: Tío Conejo y Uvieta.
En 1982, junto a Marilyn Echeverría, Delfina Collado, FIoria
Jiménez y Luis Bolaños publica en una antología llamada País
de magia. A partir de este año son siete los libros de literatura
infantil que edita Adela Ferreto: Las aventuras de Tío Conejo y
Juan Valiente (1982), El príncipe viejito (1983), La novela de los
viajes y aventuras de Chico Paquito y sus duendes (premio Aquilea
J. Echeverría 1983), Tolo el gigante viento norte (Premio Carmen
Lyra 1984), Las palabras perdidas y otros cuentos (1986) y dos
libros póstumos: Cuentos del Niño Dios y de la tradición cristiana
(1992) y Cuentos y leyendas de animales (1992) (Vásquez 17).

Adela Ferreto construye mundos utópicos, que procuran


entrever una humanidad más generosa, menos proclive a las gue-
rras, más capaz de sentimientos altruistas. Busca en las culturas
indígenas del país modelos alternativos de convivencia.

184 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La cuentista Delfina Collado (1929-2002), también dedicada
a la literatura para niños, se distingue por su vena denunciante de
la condición vulnerable de este sector de la población, más allá
de las idealizaciones y, sobre todo, de los niños de sectores en ca-
rencia económica. Se ocupa esta autora de escuchar la voz de los
niños de la calle, de la infancia que vive en la marginación social.
Entre sus trece libros para niños, se encuentran: Canto para no llorar
(1996); Los geranios (1986); Bajo la luna de jade (1987); El unicornio y
sus estrellas (1988); Yigüirro real (1985); Fiesta de girasoles (1993); El
globo azul (1994); Tierra oscura (1985); Los niños y los canastos (1989)
(marcosescritor.es.tl/Delfina-Collado.htm).
Estas dos escritoras tienen una manera inusual de abordar
el mundo de los niños, con cierto grado de cuestionamiento de las
convenciones y estereotipos, hasta donde los valores de sus con-
textos y sus propias perspectivas lo permitieron.
Se considera aquí justo mencionar a otras escritoras que
dedicaron parte importante de su trayectoria a este campo, o lo
trabajan en exclusividad. Escribir para niños y jóvenes, lejos de ser
tarea fácil, implica una serie de riesgos, por los delicados límites
ideológicos que se imponen y por el hábito a reproducirlos, sobre
todo en la formación de la infancia y la juventud.

Marilyn Echeverría Zürcher

Nacida en 1934, utiliza el seudónimo de Lara Ríos. Ha escrito cer-


ca de trece libros de cuentos, para niños y adolescentes, desde
1974 a 2006, entre ellos: Algodón de azúcar (1976); Cuentos de mi
alcancía (1979); Pantalones cortos (1982); El rey que deseaba escribir un
cuento (1986); Verano de colores (1990); Mo (1992), Pantalones largos
(1993), La música de Paul (2002), Las aventuras de Dora la lora y de Chi-
co Perico (2004), Nuevas aventuras de Dora la lora y Chico Perico (2006),
entre otros.24 En Mo, sigue la ruta de Adela Ferreto, al buscar en el
mundo indígena costarricense temas para sus cuentos.

24 Más datos sobre esta autora en Asociación Academias de la Lengua Española. Marilyn Eche-
verría de Sauter: http://www.asale.org/academicos/marilyn-echeverria-de-sauter.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 185


Rocío Sanz: música, juego y palabra

Rocío Sanz (1934-1993) fue una compositora y escritora que ra-


dicó en México durante largo tiempo. Su obra no ha sido sufi-
cientemente difundida en Costa Rica. Escribió cuatro libros de un
especial sentido lúdico, marcado por la ternura: El cuento vacío; La
palabra descontenta (1985); El insomnio de la Bella Durmiente (1985) y
Cuentos descontentos (1987).

Cary Sagot Salazar

Escribió exclusivamente cuentos para niños (1924-2014). Sus li-


bros son: El gigante verde (1984), como inicio de una producción
sostenida en cuento infantil, La caverna del conquistador (1986), que
ganó un premio centroamericano; El enojo de los dioses (1990); El
barril del olvido (1991); Cuando Lala enloquecía (1994); La agonía del
dinosaurio (1998); La iguana sagrada y diez cuentos más (2003) y El árbol
cantor (2008). Hizo una notable labor en la fundación del Instituto
de Literatura Infantil y Juvenil de Costa Rica (ilij) (Editorial Costa
Rica, s.p.). La distingue su interés por los temas del medio ambien-
te y la ecología.

Ani Brenes

Ani Brenes (1952) es la cuentista para niños más prolífica en el


presente del país con diecisiete libros publicados entre 1999 y
2017 (ace 25). Entre ellos están: No hay palabras, los cuentos se las
comieron todas (2017), Abrazos (2016), La risa de los niños (2015), Nu-
belina (2014), Cuentos para dormir y asustar a las abuelitas (2013). Ani
Brenes es educadora y ha publicado también textos pedagógicos
para el sistema educativo, referidos a la educación primaria.

Floria Jiménez Díaz

Es autora para niños y adolescentes, en exclusividad, y tiene una


trayectoria muy notable: tres libros de novela: Tortuguita Paz, 1990;
Galipán y yo, 1995; ¡No te rasques, Pequitas!, 2008, y tres de cuento:

186 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Detrás de donde nace el sol, 1989; Las piedritas mágicas, 1995, y La tía
Poli y su gato fantasma, 2008.

Otras escritoras para niños

Han escrito cuentos para niños, también de manera prioritaria,


Flor del Carmen Rodríguez (1949), con nueve títulos, entre los
que se citan, Renacer en el tiempo: creación cibernética (2016), Umbral
inconcluso (2015) y Burbujitas de la imaginación (2004); Mabel Morbillo
(1947), autora argentino-costarricense, quien, además de cuentos,
ha escrito teatro y poesía para niños y desarrollado proyectos de
gestión cultural y edición; Gloria Macaya, autora conocida por su
trilogía Las Travesuras de Enriqueta Cayetana en Navidad (2004), en
Semana Santa (2000), en Puntarenas (1999). Ha publicado, además,
Nico y el clan de la Tortuga (2017), Roldán el Gavilán (2014) y Murci
(2009), entre otros.
Evelyn Ugalde (1975) es, entre las cuentistas más recientes,
una voz especial porque rompe algunos moldes clásicos del cuen-
to para niños, hace relectura crítica de cuentos tradicionales y abre
las temáticas dirigidas a este sector. Entre sus libros se encuen-
tran: Cuando los cuentos crecen (2006), El mundo de los amigos imaginarios
(2013) y Los cuentos están locos (2014). Además, publicó una novela,
El cuentasueños (2007), también dedicada a este público.
Otras autoras, aunque no escriben como primera prioridad
literatura infantil, tienen en su haber varios libros para niños. Es el
caso de Julieta Pinto, cuentista, en general, y novelista, autora de
cinco libros dedicados a los niños: David (1979); La lagartija de la
panza color musgo (1986); Entre el sol y la neblina (novela, 1986); Histo-
ria de Navidad (1988) y Pizco (2008).
También cuenta con una trayectoria reconocida y siete tí-
tulos para niños María Pérez Iglesias, quien, como algunas de las
cuentistas aquí citadas, tiene entre sus particularidades crear un
mundo propio que se retroalimenta de una publicación a otra, por
medio de un personaje clave. Algunos de sus títulos son: Súper
Mapy y la cueva de las palabras (2018); Mapy de Aranjuez, la rebelde del
reino de las alumnas caídas (2018); Mapy y la monja que vuela (2012);
Piojitas y Piojosas (2011).

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 187


Muchas otras autoras publican cuentos para niños: Clara
Amelia Acuña, Lilly Guardia, Margarita Dobles Rodríguez, Floria
Jiménez, Alejandrina Gutiérrez, Floria Herrero Pinto (que tiene
este campo, entre sus preferenciales, con nueve libros publica-
dos), Ofelia Gamboa Solórzano, Doroty Pinto, Mariamalia Sotela,
María Bonilla, Olga Emilia Brenes, María Nelly Román, Leonor
Chinchilla, Nelly Orona y Nelly Vargas Morales.

Cuentistas y más

Como se dijo al inicio, un grupo considerable de cuentitas de li-


teratura adulta trabaja también otros géneros. Es el caso de Sonia
Solarte, originaria de Colombia y radicada en Costa Rica. Además
de cuentos, escribe poesía. Sus publicaciones son: La puerta entrea-
bierta (1998), Derrotero de arcilla (s. f.), Cuentos de muertos y otras soledades
(2007), El circo nuestro de cada día (2009). Alicia Miranda Hevia es-
cribe también novela y ensayo. Sus libros de cuentos son: Acertijo
(1989), Nuevo acertijo (1992) y El tercer acertijo (1994). Vilma Loría
Cortés publicó Ellas y nosotros (2002); Lilly Guardia, también poeta,
la colección de narraciones Cantos del agua, 1993; Giovanna Giglio-
li, los libros El color de la sombra (1996) e Ida y vuelta (2003); Victoria
Garrón Orozco, también poeta, El rayo y otros sucesos, (1976). Por
su parte, Luz María de la Cruz Rendón, chilena de origen (1946),
muere en Costa Rica en 2008, pero publicó Pequeños hombres (1983),
Relatos de fin de siglo (1984) y Desnudos: cuentos (2000); Leonor Chin-
chilla Núñez publicó En Puntarenas (1987); Amor fraterno (1994)
y Voces del tiempo (1996). Este recuento no es exhaustivo, así que
queda pendiente ampliar la investigación al respecto.

Myriam Bustos y el microrrelato

Esta autora nació (1933) en Chile y emigró a Costa Rica, luego del
golpe de Estado de 1973 en ese país. Se nacionalizó costarricense
y desde entonces ha hecho una firme trayectoria literaria, cuyo
eje central ha sido la escritura de cuentos. Tiene en su haber una
amplia lista de publicaciones, en su mayoría libros de cuentos para
público amplio, con motivación claramente estética. Ha publicado
más de veinte obras y más de diez libros didácticos.

188 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El microrrelato ha sido uno de sus campos preferenciales y
por ellos su obra recibe nueva atención: Microrrecurrencias (2007),
Microvagancias (2005); Los ruidos y Julia (2004); Inefable animal humano
(2003); Microficciones (2002); Temas recurrentes (2002); Recuentos: más
cuentas, cuentos y descuentos (1996) son algunos de sus libros. Su li-
teratura muestra una cierta inclinación por el trabajo con temas
inusuales, como los relativos a la crueldad y la escatología.

La casa como prisión en los cuentos de Emilia Macaya


y Linda Berrón

Emilia Macaya (1952), en los cuentos de La sombra en el espejo


(1986), así como en otros publicados en antologías, muestra algu-
nas constantes: referencias a la mitología grecorromana, el uso del
monólogo interior y, como tema, el desencuentro en la pareja, con
señalamiento de los problemas de género. El cuento “Alcestes”,
antologado en varias oportunidades, muestra a una mujer apri-
sionada en su propia casa, convertida en sitio del acoso. También
el texto “Más allá de la frontera”, que aparece en Relatos del desa-
mor, antología a cargo de Linda Berrón, plantea la violencia sexual
contra mujeres y niños. La reconquista de la casa por las mujeres
aparece como meta ansiada para las protagonistas.
Por su parte, Linda Berrón (1951), nacida en España, hace
su trayectoria literaria en Costa Rica, así como un valioso trabajo
de promoción de actividades editoriales con temática de género,
sobre todo en los años noventa, cuando funda y dirige la Editorial
Mujeres (1991-1992).25 Perteneció a los talleres de Carmen Naran-
jo y a ella le reconoce su formación como cuentista. En su libro
La última seducción, el tema de género ocupa un lugar prioritario.
Se muestra un mundo femenino acechado por numerosos peli-
gros, sean internos, dada la inestabilidad de una conciencia que
se lastima a sí misma, o externos, por la posibilidad constante de
una agresión.

25 La Editorial Mujeres tuvo un éxito fuera de lo común. Publicó una antología en 1993, Relatos
de mujeres (treinta y tres relatos, de veinticuatro autoras), al que siguió Relatos del desamor, 1998,
entre otros.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 189


Anacristina Rossi: cuentos sobre las relaciones conyugales

Los cuentos Situaciones conyugales (1993) de Anacristina Rossi reto-


man, en cierto modo, algunos de los temas planteados en María
La Noche (1986) y suman la preocupación política. Estos cuentos
buscan examinar, con cierto tono de ironía, los desencuentros en
la vida de las parejas.
Varios de esos cuentos han sido traducidos al inglés y al
francés y aparecido en antologías y revistas de Estados Unidos,
Francia y América Central. No parece haber en los cuentos de
Anacristina Rossi una intención explícita feminista, pero sí una
búsqueda de libertad erótica de la mujer, como es claro en el cuen-
to titulado “Una historia corriente”, donde la insatisfacción eróti-
ca de una mujer y su frigidez en el matrimonio encuentran cura en
la diestra disposición de un amante, al que la protagonista agrade-
ce y dice adiós, por su falta de compromiso en otros órdenes. Su
trabajo se distingue por el anclaje de las tramas en los contextos
sociales y políticos de referencia.

Dorelia Barahona: la ironía como atenuante

Otra conocida narradora, Dorelia Barahona (Madrid, 1959), pu-


blicó la colección de cuentos llamada Noche de bodas (1991), des-
de la mirada relativizadora de la ironía y el uso, en cierto modo,
paródico, de los juegos telenovelescos, que le permiten crear una
especial atmósfera, a la vez de empatía y distanciamiento. Esta
técnica permite otra mirada a la situación social de las mujeres. A
esa colección le han seguido tres más: Un amor posible (1994); La
señorita Florencia y otros relatos (2003); Hotel Alegría (2010) (Ecured).

Vilma Faingezicht, Cuentos de la niña judía

En 2014, Vilma Faingezicht publicó Cuentos de la niña judía que, en


adelante, será el primer libro de cuentos escrito por una mujer, con
la intención de testimoniar, mediante este género, la presencia de
una minoría étnica en el país. No existen hasta ahora narradoras
afrodescendientes, tampoco narradoras indígenas, ni de ninguna
otra etnia minoritaria, como antecedente. Este libro contiene dis-

190 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tintos cuentos sobre la llegada de una familia judía a la Costa Rica
de 1950, luego de la Segunda Guerra Mundial y al cabo de la dura
experiencia del Holocausto, para buscar raigambre y, al mismo
tiempo, mantener la identidad de origen. En el campo del cuento
escrito por mujeres en el país, esta colección de cuentos es la pri-
mera que se refiere a una etnia minoritaria en el país.

Laura Fuentes Belgrave, Karla Sterloff


y las nuevas promociones de cuentistas

Laura Fuentes Belgrave (1978) se inició tempranamente en la lite-


ratura con un poemario, La penumbra de la paloma, pero su campo
de expresión más definido es, hasta ahora, el cuento. Tiene dos
títulos en su haber: Cementerio de cucarachas (2006) y Antierótica feroz
(2013). Sus libros de cuentos han causado expectación por los te-
mas que aborda y el estilo cáustico, irónico, transgresor. Sobre este
libro opina Mónica Zúñiga Rivera así:

En enero de 2013 apareció en Costa Rica un cuentario deno-


minado Antierótica feroz, de Laura Fuentes. Este texto se in-
serta dentro de un momento de ruptura estética e ideológica,
pues evidencia la preferencia de la autora por el humor negro,
la burla a lo considerado erótico dentro del canon tradicio-
nal, y plantea, a la vez, una cierta estética de la corporalidad
y del erotismo en tanto producción humana y por lo tanto,
de-construible.
La colección, formada por 30 relatos muy breves, todos con
números romanos como título, versa sobre encuentros sexua-
les diversos que van desde la parodia de haber perdido un
condón femenino entre los pliegues de una vagina escurri-
diza, hasta textos basados en noticias o testimonios, como la
misma autora lo ha señalado (Fuentes 2013; Zúñiga 1).

Con este libro, Laura Fuentes desborda la línea de lo que


permite la moralidad ambiente en Costa Rica, y lo logra con maes-
tría y verdad. Es un gesto similar, aunque mucho más osado en
cuanto a contenidos, al de Ana María Rodas en Poemas de la izquier-
da erótica, en la Guatemala de 1973.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 191


Karla Sterloff (1975), psicóloga y educadora, publicó en
2014, La mordiente, libro distinguido por la crítica porque sus pro-
tagonistas son mujeres que hablan desde el luto y la pérdida y
muestran su subjetividad, aunque la autora aclara que no pretendió
hacer literatura feminista, frente a la que no se siente cómoda, por
considerar que se trata de una etiqueta (Hernández 2, 2015). La-
mentablemente, de esta manera he oído expresarse a un grupo de
colegas, ya considerable. Coinciden con esta perspectiva, mujeres
de varias generaciones, sobre todo, las que no llegaron a la ola de
renovación de los años setenta, o las más jóvenes, que han perdido
la huella. Quienes por diversas fuentes se nutrieron del feminismo
saben que la conciencia de género no es cuestión de etiquetas: está
o no está impresa en el texto, lo quieran sus creadoras consciente-
mente o sea un efecto inconsciente, de los tantos que constituyen
a nuestras creaciones.
A modo de conclusión, es posible afirmar que el cuento,
como género, ha llamado la atención de un grupo amplio de escri-
toras costarricenses, desde la aparición de este género hacia 1890,
cuando Rafaela Contreras publicó sus primeros cuentos. Ha habi-
do de distintas tendencias estéticas, algunas más conservadoras en
sus propuestas e ideas, otras más moderadas y algunas claramente
innovadoras tanto de las formas como de las visiones del mundo.
Entre el inicio de siglo xx y fin de ese siglo, los feminismos fueron
orientadores de las percepciones de muchas de las autoras. Tam-
bién expresan los cuentos el apego de las conciencias de mujeres a
los lastres coloniales y a los valores de una tradición misógina, de
la cual, a veces, son defensoras no conscientes.
Durante lo que va del siglo xxi, se atenúan las denuncias que
se habían suscitado en las tres últimas décadas y las cuentistas más
jóvenes se deciden por el desencanto, la crítica desenfadada y el
distanciamiento de ciertas manifestaciones del feminismo militan-
te y, lo que es triste, de las solidaridades.
En otro orden, si partimos de las antologías y libros publi-
cados, se diría que en Costa Rica queda pendiente la recopilación
y el análisis de los cuentos de mujeres dedicados a la educación,
en el fin de siglo xix y las primeras décadas del siglo xx, parte de
la llamada literatura miscelánea; igualmente pendiente, el análisis
de las ideologías morales sobre los cuentos infantiles, dado el nu-

192 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


trido grupo de cuentistas dedicadas al cuento infantil, así como
de las autoras feministas propiamente dichas y su impacto en este
campo. También habría que reflexionar sobre las cuentistas que
buscan innovaciones formales. En general, es necesario continuar
con la labor de arqueología literaria para rescatar del olvido a gru-
pos de autoras invisibilizadas por la crítica, como se dijo de las
modernistas, y diseñar métodos eficaces para recoger los datos
del presente, sin olvidar la diversidad étnica, de clase y de elección
sexual que atraviesan la escritura literaria, en general, y la propia de
las mujeres, en particular.

Mujeres que escriben novelas


Según hemos estado viendo hasta ahora, la revisión de la histo-
riografía literaria de Costa Rica, en lo que se refiere a la literatura
de mujeres, nos arroja más vacíos que información. Si nos atuvié-
ramos a la Historia de la literatura costarricense de Abelardo Bonilla,
hasta 1967, fecha de publicación de esa obra, las novelistas cos-
tarricenses serían pocas. Y eso, considerando que esta historia es
más detallada con respecto a la lista de escritoras que incluye. En
adelante, se busca ampliar esa mirada, dentro de las limitaciones,
creadas por las mismas posibilidades.

Primera mitad del siglo xx (1900-1964): las novelas perdidas

El listado de novelistas propiamente dichas del período que aquí se


observa incluye, según Abelardo Bonilla (Bonilla 141,160-161 y 163,
164), a María Fernández de Tinoco: Zulai y Yontá (1909); Carmen
Lyra, En una silla de ruedas (1916); Caridad Salazar de Robles (de seu-
dónimo Cira) Un Robinson tico (1927); Victoria Garrón de Doryan
(seudónimo Girasol; Socorro Penón) Casteldefels (1941); Novela senti-
mental; Rosalía de Segura, Alma (1942), Sacrilegio (1944) y Floración de
pecado (1951); Edelmira González, Alma Llanera (1946); María del
Socorro González de Tinoco, Aparta de tus ojos (1947); Yolanda
Oreamuno, La ruta de su evasión (1948); Zeneida Fernández de
Gil, Retorno (1954); Victoria Urbano (1926-1984), La niña de los
caracoles (1961).

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 193


Se ofrecen enseguida reflexiones sobre algunas de esas no-
velas y sus autoras, y otras que han estado bastante ausentes de la
historiografía literaria, con excepciones.

Primera autora que publica novela en Costa Rica

Dada la ausencia en el principio el siglo xx de una historiografía


literaria objetiva, concienzuda y sistemática, que diera cuenta de la
producción de hombres y mujeres con la misma responsabilidad,
nadie ha sabido, con certeza, ubicar la primera vez en que una
mujer publica novela en Costa Rica. El caso es que, según parece,
quien publica por primera vez novela en este país no es una cos-
tarricense, sino una escritora que había viajado desde República
Dominicana y permanece un tiempo en el país, o en varios mo-
mentos, por lapsos, y desde aquí publica.

Julieta Puente de McGrigor (ca. 1874-?)

Esta autora, que aparece como nacida en República Dominicana


(aunque también la ubican como originaria de Puerto Rico)26 y
emigrada a Costa Rica, ha estado al margen de la historia literaria
costarricense. No es claro si sólo vivió en Costa Rica por períodos,
pues se le menciona como parte de las damas que apoyan distintas
luchas políticas en su país. Por ejemplo, se le cita en República
Dominicana, en 1919:

Fue notable en la resistencia por la desocupación, la lucha de


las mujeres dominicanas. Por ejemplo, el 26 de noviembre de
1919 se formó en Nueva York el Comité de Damas pro Santo
Domingo, con el propósito de hacer propaganda por todos
los pueblos de América y de Europa por la restauración polí-
tica de la República Dominicana. En la noche del día indicado,
tuvo efecto el acto de instalación. Las damas dominicanas que

26 Dice N. Salazar: “Vayamos a uno de los momentos donde se afirma la nacionalidad de nuestra
escritora. En agosto de 1907 la revista Páginas Ilustradas publicó un artículo del crítico venezo-
lano Pedro Montesinos. Él se refiere a Puente como una escritora costarricense, una señora
ilustrada que aspira al arte. N. Salazar. “Julieta P. de Mc. Grigor…, ¿primera escritora costarri-
cense?”: https://es.scribd.com/document/246505013/Primera-Novela-Costarricense.

194 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


formaron la dirección del Comité, fueron las señoras Julieta
P. McGrigor, Catherine de Cocco, Alicia Gutiérrez de Cestero
y las señoritas Mercedes Mota, Mercedes Benedicto e Isabel
López (Paulino, “Ocupación Militar Americana y Resistencia
Nacionalista, 1916-1924”).

Los comunicados de prensa ven a esta autora en acciones


referidas a temas de la defensa nacional dominicana, lo cual mues-
tra el talante y la disposición políticos de la autora.
Siendo la exclusión de las escritoras del canon literario ofi-
cial una especie de costumbre aceptada por la cultura, no sorpren-
de que apenas se cite la aparición, en 1907, de su novela Almas de
pasión con el subtítulo Poema psicológico en la Imprenta de Avelino
Alsina, en San José. Es una novela de 56 páginas, dedicada por la
autora a su esposo (Salazar 1). Muchos años después publica Vo-
luntad y redención (1929), en la Imprenta Lines A. Reyes. También
publicó los cuentos “La Balanza” (1907) y “La nena” (1908) en la
revista Páginas Ilustradas, y el ensayo “Mi opinión sobre la paz”, en
1908, en la Imprenta Avelino Alsina (Salazar 2).
Además del listado de novelas escritas por mujeres que ofre-
ce Abelardo Bonilla, María Hernández Ojeda da cuenta de un lis-
tado de novelas publicadas entre el fin del siglo xix y principios
del xx:

En 1903 se publica por primera vez un libro escrito por una


mujer, Recetas de cocina, de Juana R. de Aragón. Incluyendo este
libro, entre 1850 y 1914 se publican tan solo ocho obras de
mujeres, entre las cuales se hallan exclusivamente cuatro no-
velas: Almas de Pasión (1907), de Julieta Puente de McGrigor,
Zulai (1909) de María Fernández de Tinoco, en cuyo volumen
aparece Yontá (1909) de la misma autora. Finalmente, la cuarta
novela escrita por una mujer en Costa Rica es El espíritu del río
(1912) (Hernández Ojeda 648).

María Fernández de Tinoco: Zulai y Yontá

Una de las dos primeras novelistas costarricenses propiamente di-


chas, salvo que surja algún dato escondido e insospechado que

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 195


indique otra cosa, es María Fernández Le Capellain de Tinoco
(1877-1961), quien publica el mismo año que Caridad Salazar Fer-
nández, en 1909, una novela titulada La pastora de los ángeles, sin que
aún sea claro, quién de las dos lo hizo primero.
María Fernández Le Capellain escribe entre 1907 y 1909 la
novela Zulai, bajo el seudónimo de Apaikán, trabajo de corte estéti-
co romántico, en proceso hacia el modernismo en la forma y, en su
posición ideológica, anticipatorio de las tesis de José de Vasconcelos
en su ensayo La raza cósmica (1925), por las ideas antropológicas y
místicas que se despliegan y, en todo caso, de resonancias esotéri-
cas. Se trata de un texto indianista con propósitos de afirmación
de la identidad cultural híbrida centroamericana. Sus personajes se
inspiran en los indígenas americanos como pretexto para construir
tipos ideales, con atributos místicos, de línea ocultista teosófica, que
desempeñan papeles simbólicos en la perspectiva de construir una
alegoría sobre el advenimiento de una cultura indohispánica en el
istmo. La novela aparece primero como Zulai y, en una edición pos-
terior, como Zulai y Yontá. La obra Zulai se publicó en 1909. Tiene
una segunda edición en 1919, en la que se agrega “Idilio de plantas”,
y una tercera en 1946.
La tercera edición contiene el prólogo escrito por Joaquín
García Monge, quien confirma “las preocupaciones antropológi-
cas de la autora y las posibles motivaciones del texto” (Castro 4).
La propuesta estética de esta novela no calza ni con el costumbris-
mo ni con el realismo, dominantes en el país por aquel entonces
para los que la literatura servía de instrumento para la construc-
ción del Estado, según pensaba la nueva intelectualidad liberal. No
se ajusta tampoco al pensamiento oligárquico. Es más bien una
mirada modernista que no pudo ver en la herencia indígena de su
momento, así como en los testimonios arqueológicos que conoció
la autora de primera fuente, la realidad histórica de las culturas
originarias, sino que se basó en un exotismo cultural embellecido
por una retórica de inspiración esotérica.
El caso de fondo, para esta oportunidad, es que María Fer-
nández Le Capellain ha sido también otra semiexcluida y, sin duda,
figura muy disminuida en el panteón literario costarricense, domi-
nado por nombres masculinos, sobre todo en el período que aquí
se estudia (Fernández Guardia, Joaquín García Monge, Manuel

196 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


González Zeledón, Magón, Rafael Ángel Troyo, José Fabio Gar-
nier). Las razones parecen bastante evidentes y podrían ser más
de naturaleza política y de género que estéticas. María Fernández
fue la esposa de un dictador costarricense de no grata memoria
en el país, Federico Tinoco (1868-1931), quien gobernó con su
hermano, Joaquín Tinoco, como ministro de guerra entre 1917 y
1919, pero también hija de Mauro Fernández, personalidad que
gozó de mucho aprecio. Pasó gran parte de su vida en Inglaterra,
Francia y Noruega; además, realizó actividades como arqueóloga
y fue integrante de la Sociedad Teosófica.
Ampliando lo dicho, posiblemente tanto su posición de cla-
se como su género expliquen su exclusión desde muy temprano.
El libro de Rogelio Sotela, Valores literarios de Costa Rica (1920),
la ignora. Sorprende que textos lúcidos, más recientes, como el
libro de Gerardo Morales, Cultura oligárquica y nueva intelectualidad en
Costa Rica: 1980-1914, también sean omisos respecto a la obra de
María Fernández. Si como este autor dice, las luchas del período
se escinden en dos direcciones, a saber, entre la oligarquía y el
pueblo-nación y entre la nación y el imperialismo (Morales 109),
María Fernández, miembro destacado de la oligarquía liberal, co-
rresponde a un matiz particular, pues acepta el mestizaje y adhiere,
aunque débilmente, a la posición antiimperialista.
A pesar de los olvidos de la historiografía, María Fernández
tiene un lugar entre las iniciadoras de la novela escrita por mujeres
en Costa Rica y entre los iniciadores del género, en general, en el
país. Pero no está sola en esta tarea. Otras están trabajando este
género literario, incluso con un poco más de impacto y miras es-
téticas más amplias.

Las escritoras canario-costarricenses

Un grupo de tres escritoras provenientes de la Palma, en Islas Ca-


narias, trajo al mundo cultural costarricense, de tan escasa presen-
cia femenina, y al género de la novela, una fuerza propulsora. Se
trata de Juana Fernández Ferraz, madre de dos escritoras: Caridad
Salazar Fernández y Adoración Salazar Fernández. Las considera-
remos en el orden de aparición de sus libros.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 197


Caridad Salazar Fernández
(Islas Canarias 1869-Costa Rica, 1948)

Nacida de una familia emigrada de Canarias, recibe una educación


abierta a las ideas avanzadas, pues eran sus tíos, Valeriano, Juan y
Víctor Fernández Ferraz, liberales krausistas que proponían un
modelo educativo secularizado (Institución Libre de Enseñanza)
como motor de la construcción de la sociedad futura (“Las Fer-
nández Ferraz. Una familia de novelistas canarias en Costa Rica”).
Caridad Salazar Fernández fue una prolija escritora que publicó su
primera novela, La pastora de los ángeles, en 1909, el mismo año de
Zulai y Yontá y tres años antes de El espíritu del río, otra de las nove-
las pioneras de autoras costarricenses. El filólogo y crítico literario
Benedicto Víquez (1943-2015), en su espacio en la web titulado El
arte literario y su teoría, la presenta así:

Usó varios seudónimos pues sabía que las ideas de una mujer
aunque fueran superiores a las de los hombres no eran aten-
didas por una sociedad patriarcal y machista. Al respecto dice:
“Mucho he escrito y defendido causas nobles, debatidas por
la prensa; en más de una ocasión triunfaron mis ideas. Pero es
inútil escribir; a la mujer en Costa Rica no se le toma en cuen-
ta. Para tener éxito necesita colarse un sombrero de hombre
y firmar con un nombre masculino. Se atiende entonces al
sombrero y al nombre” (Teresa González en Víquez, “Cari-
dad Salazar Fernández de Robles”).

Su novela más conocida, sobre todo en el ambiente de la edu-


cación secundaria, porque el texto figuró como lectura obligatoria,
es Un Robinson tico. En realidad, la novela contiene una mirada co-
lonialista justificadora de la Conquista de América, y una intención
didáctica respecto a la naturaleza. Esta autora escribió también
otras novelas históricas de ideas no menos conservadoras, aristo-
cráticas y patriarcales: La cruz de Caravaca (1924), El legado (1925),
Flor de café (1926), Diana de Malvar (inédita), así como seis libros de
cuentos y cuatro de poesía (Teresa González en Víquez, “Caridad
Salazar Fernández de Robles”).

198 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Juana Fernández Ferraz
(Islas Canarias 1834-Costa Rica, 1918)

En 1912, la poeta Juana Fernández Ferraz, apreciada maestra, pu-


blica su única novela, El espíritu del río, a la que identifica, en un
subtítulo, como novela socialista. Es una novela compleja por su
trama, pero de fácil lectura por su apego al modelo decimonónico
lineal, de narrador omnisciente y amigable con el lector, a quien
apela directamente para conducirlo dentro del mundo tejido por
la narración. La trama se sitúa entre la isla La Palma y Brasil. Se
propone una utopía basada en el anarquismo pacifista mediante
la construcción de un pueblo ideal en la selva de Brasil, donde
se logra la armonía social, propósitos de justicia y orden; además
de una educación y moral cristianas que no requieren rituales ca-
tólicos que priven la razón y la persuasión, antes que la fuerza
(Víquez, “Juana Fernández Ferraz”). Se trata de una novela ensa-
yística donde se discuten ideas políticas, sociales, culturales y, de
manera pionera, propuestas feministas, que abogan por la igualdad
de los sexos. Curiosamente, esta novela tiene una visión del mun-
do mucho más avanzada que la de su hija Caridad Salazar.

Adoración Salazar Fernández


(La Palma-Costa Rica, 1863-1945)

Fue una maestra destacada, casada con otro educador, Elías Salazar.
Además de que vivió en Alajuela, no existe mayor información so-
bre esta autora. Se dice que publicó novelas cortas y que, en 1934,
ganó el primer lugar de los Juegos Florales de Costa Rica.
Luego de estas tres escritoras, que portan una imaginación
literaria que desborda la experiencia costarricense, explicable por
la procedencia de las autoras, en 1916 se publica una novela de
mira más sociológica y psicológica que histórica: su autora, Car-
men Lyra.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 199


En una silla de ruedas, novela del realismo social
De la sorprendente, lograda y determinante presencia social e in-
telectual de Carmen Lyra en Costa Rica, ya se ha dicho lo funda-
mental en su presentación como cuentista. La novela En una silla de
ruedas (1916) narra la vida de un joven que mira el mundo desde su
silla de ruedas como metáfora de muchas otras esclavitudes que
sufre la humanidad. En ese sentido, es también novela alegórica.
El estudio de la contradicción de clases sociales, tan apropiada-
mente retratado en la novela, y la búsqueda de solidaridad entre
ellas, así como el examen de la desintegración familiar fuera de
los mitos y prédicas religiosos, expresa a una autora que maneja
formas más complejas de análisis de la realidad y abre nuevos ca-
minos a la percepción literaria. Carmen Lyra alcanzaba, entonces,
los veintiocho años. En cuanto a la estética, la autora ha dejado
atrás, en su mayor parte, la retórica modernista y practica formas
de lenguaje propias del realismo social.

Yolanda Oreamuno y La ruta de su evasión

Yolanda Oreamuno (1916-1956) asume el modelo de la nueva no-


vela europea, polifónica, descentrada y psicológica, lo que es una
novedad en el contexto de la literatura centroamericana de su mo-
mento. Publicó una sola novela, La ruta de su evasión (1949), aunque
se sabe que escribió otras que no llegaron a editarse. El trabajo
narrativo y el análisis de las contradicciones entre los géneros he-
chos por Oreamuno, aunque atenuado por prejuicios de la época
y de clase social que llegaron hasta su obra, la incluye de manera
preponderante en el movimiento de renovación literaria de la Ge-
neración del 40. Las preocupaciones fundamentales de Yolanda
Oreamuno, sin embargo, en gran parte son distintas: rechaza tanto
el costumbrismo como el realismo social, tendencias dominan-
tes en la narrativa nacional (llama al abandono de los remedos de
actualizaciones dialectales, de perspectiva folklorista) y tiene un
beligerante cuestionamiento de la situación relegada de la mujer,
poco común en el contexto. En este sentido, el trabajo literario
de Oreamuno se acerca y se aleja al de aquel grupo: por ejemplo,
su análisis social no observa la dimensión política, pero se ocupa,

200 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


aunque de manera conflictiva y marcada, de los asuntos de género
(el peso de las relaciones patriarcales familiares sobre las mujeres,
en particular) y prioriza la búsqueda estética.
Esta autora, en el presente conocida y estimada en Costa
Rica, estuvo mucho tiempo ausente del imaginario de la cultu-
ra local. Escritoras de especial importancia, entre las que figuran
Victoria Urbano (quien la identifica como surrealista), Rima de
Vallbona y Emilia Macaya, estudiaron la obra de Oreamuno y
aportaron trabajos críticos profundos y reivindicativos. La ruta de
su evasión tiene hoy un lugar central en la historia de la literatura
costarricense.

Zeneida Fernández de Gil (1926-2003)

Escritora de perspectiva moral conservadora que escribió novelas


de tipo religioso católico. Algunos de los títulos de sus obras pre-
ludian estos contenidos: La senda del amor, Las raíces del ser humano y
su proyección en el matrimonio y en el trabajo de la mujer, La divina aventu-
ra, No abandones, Señor, la obra de tus manos y Despertar (1969). En esa
misma tesitura escribe El retorno (1954), una novela de considerable
volumen sobre las relaciones amorosas que reúnen a tres parejas.
Sus textos ofrecen una lección en varios sentidos, no sólo por
su contenido moralista convencional, sentimental y maniqueo, que
expresa seguramente la visión del mundo de un grupo nutrido de
las mujeres costarricenses de la época, sino que es un indicador
de las posibilidades, e imposibilidades, escriturales de un sector de
escritoras. Sin duda, Zeneida Fernández tenía capacidades como
narradora, pero también limitaciones literarias, además de las pro-
pias de género, de sector social o de ubicación geográfica. Sus
novelas muestran un conocimiento limitado de los recursos de los
que se disponía en la época.

Rosalía Muñoz Picado, de la convención


a la audacia temática

Rosalía Muñoz Picado (1917-1996) se recuerda apenas en la histo-


ria literaria costarricense como Rosalía Muñoz de Segura, por su
primer matrimonio; sin embargo, se divorció y emigró a México,

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 201


donde se nacionalizó en 1958, se casó con José Luis Chumacero y
tomó su apellido.27
Benedicto Víquez se refiere al sentido de crítica de género y
feminista en sus novelas:

Por una foto que aparece en la novela Sacrilegio, observamos


que fue una mujer muy bella y por sus novelas debió haber
sido preparada y estudiosa. Quizás, con derechos propios, se
puede considerar una mujer consciente de género y conoce-
dora de sus deberes y obligaciones pero sobre todo defensora
de los derechos de la mujer y la necesidad de luchar por una
igualdad genérica justa. Fue elogiada por algunos críticos lati-
noamericanos por la lucha que dio en ese sentido y los testi-
monios utilizados en sus obras (“Rosalía Muñoz de Segura”).

Según este crítico, su primera novela, Alma, es moralista,


ajustada a las normas de la época y con un final feliz poco verosí-
mil; sobre la segunda, Sacrilegio, el mismo Víquez señala que se trata
de una novela similar por sus valores que, sin embargo, se atreve a
plantear el incesto de un hijo con su madre, la muerte del hijo por
sus manos, todo ello en distintas ciudades (México, París, Buenos
Aires) y con estrategias narrativas folletinescas (“Rosalía Muñoz de
Segura”). Su tercera novela, contextualizada en Guatemala, Floración
de pecado, aunque ligada en parte a esa misma tradición narrativa, la
supera con análisis sociales, históricos y psicológicos profundos y
una perspectiva de género que reclama independencia y autoafir-
mación para las mujeres.

27 Aparece como Rosalía Muñoz de Chumacero, en Pilar Mandujano Jacobo, Rosalía Muñoz
de Chumacero, La enciclopedia de la Literatura en México, Centro de Estudios Literarios cel
(iifl-unam)-Instituto de Investigaciones Filológicas iifl (unam)-Universidad Nacional Autó-
noma de México (unam), 14 de agosto de 2000/13 de diciembre de 2017: http://www.elem.
mx/autor/datos/127943. Por lo que allí se dice, esta costarricense logró ser parte del campo
literario mexicano: “Rosalía Muñoz Picado de Chumacero, novelista, cuentista, poeta, ensayista
y periodista de asuntos culturales (literarios, históricos, sociológicos). En nuestro país ha reali-
zado una importante labor en la difusión de las actividades sociales, políticas y artísticas de las
mujeres. En su obra, Perfil y pensamiento de la mujer mexicana, destaca la participación de
Rosario Castellanos, María Teresa Montoya, Nancy Cárdenas, Elena Garro y otras personali-
dades de distintos campos profesionales”.

202 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Hizo una brillante carrera en México. Dirigió el semanario
Mundo Femenino a partir de 1941, siendo, al parecer entonces, la
única mujer que tuvo el puesto de directora de un periódico en
América Latina.
Como dato interesante, una nieta suya, Dyanna Meyer,
quien responde en la página web citada, aclara que la autora publi-
ca el poemario Corazón de cristal en 1956, en San José. Dejó inéditas
las novelas La visitante de la casa gris, Vencedoras del destino, El vaso
de las siete almas y Cita en el cementerio (Víquez, “Rosalía Muñoz de
Segura”).

Edelmira González: novelas de una maestra rural

Esta autora, que vivió entre 1904 y 1988, escribió un conjunto de nove-
las que han sido poco consideradas por la crítica, a pesar de haber
recibido, dos de ellas, premios: Alma Llanera, 1946 (el primer lugar
en el concurso de Los Premios Florales de la Universidad de Costa
Rica, pero se publicó diez años después, ya que el premio nunca
se hizo efectivo). Del mismo modo, Mansión de mis amores, ganó
el mismo premio en 1956, pero se publicó por la Editorial Costa
Rica en 1973, y por la euned, en 2005. Estas dos novelas están
ambientadas en Guanacaste y recogen los conflictos sociales y cul-
turales de la región. Otras novelas suyas son: Las huellas del puma,
novela histórica, 1956; Yo soy Marlín, dedicada a la zona de Limón,
en 1995, y Chinta (inédita).
Edelmira González, con una producción continua en no-
vela, como pocos autores, hombres y mujeres, en el país, habría
requerido de la crítica un estudio detenido, pero no ha sido así.
Su trabajo no logró ingresar de manera plena al canon literario.
Habría que indagar por cuáles razones sucedió así: ¿no tenía los
pluses que dan la ubicación social, una vida en el Valle Central, una
elección política favorable en el momento, dinero para situarse en el
mundo editorial? O, si tuvo todo eso, ¿qué sucedió en su vida para
quedar al margen, a pesar de que Abelardo Bonilla y José Marín
Cañas encontraron en sus obras un valor destacado? La historia y
la crítica literarias de Costa Rica tienen una deuda pendiente con
esta autora.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 203


La trayectoria literaria e historia de vida de Edelmira Gon-
zález contrasta notablemente con la de Rosalía Muñoz. Edelmira
González viajó al interior del país para enseñar en sectores rurales,
en Guanacaste y Limón, y produjo una obra alusiva que fue des-
deñada. Rosalía Muñoz viajó al exterior, se nacionalizó mexicana e
hizo una vida exitosa; sin embargo, ambas quedaron relegadas del
campo literario nacional.

Victoria Urbano, la zona de Limón


en la novela costarricense

La única novela de Victoria Urbano (1926-1984), titulada La niña


de los caracoles (1961), se publicó en Madrid. Benedicto Víquez la
presenta así: “La niña de los caracoles es una novelita lírica, poética,
expresiva, evocativa en el tiempo, la infancia, el espacio, de Puer-
to Limón. Novela de espacio interior, de recuerdos, de tiempos
ensoñadores, de mar, conchas, palmeras y canciones de piratas”
(Víquez, “Victoria Urbano Pérez”).
Esta novela, que convierte a una provincia multicultural de
fuerte presencia indígena y afrodescendiente, económicamente
deprimida, en referencia literaria, está entre las primeras en vi-
sibilizarla. Antes, se hallan Manglar (1947) y Puerto Limón (1950)
de Joaquín Gutiérrez, y años después Limón Blues de Anacristina
Rossi, entre otros.

Indias y españolas de Isabel Alfaro Jiménez:


las indígenas resistentes

Una novela que abre un camino hacia la crítica de la Conquista y


la colonia, adelantando el momento de relectura que se produjo
con la celebración del V Centenario, en 1992, fue el libro, bastante
inesperado en el contexto de su aparición, de Isabel Alfaro Jimé-
nez (1898-1965), Indias y españolas, publicado en 1964. Se trata de la
única obra literaria de esta autora, ganadora del Premio Nacional
Aquileo J. Echeverría. La novela propone la resistencia de las muje-
res indígenas ante el impacto represivo y la violencia de género que
propicia el ingreso de la cultura española. Se trata de una resistencia

204 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


múltiple: física, emocional, cultural, religiosa y simbólica, ante una
agresión étnica, de género y clase social (Sampson 49-54).

Julieta Pinto y Carmen Naranjo.


La renovación estética de la novela

Julieta Pinto y Carmen Naranjo escriben sus primeras novelas al


final del segundo quinquenio de la década de los sesenta. Con
ellas, la novela costarricense asume las formas e intenciones de la
nueva novela, sin perder la raigambre temática de la novela costa-
rricense del realismo social que les antecede.

Carmen Naranjo: la clase media


y el espacio urbano en la novela

Con su novela Los perros no ladraron, publicada en 1966, Car-


men Naranjo inició un sendero de renovación de la literatura
costarricense, al incorporar, explícitamente, el espacio urbano
a la narrativa nacional; los únicos precedentes los encontra-
mos en las novelas de Yolanda Oreamuno y en Ese que llaman
pueblo, de Fabián Dobles. Asimismo, nadie como ella ha retra-
tado a la clase media urbana de nuestro país (inamu, “Carmen
Naranjo”).

A esta obra siguieron Memorias de un hombre de palabra (1968),


Camino al mediodía (1968); Responso por el niño Juan Manuel (1968);
Diario de una multitud (1974); Sobrepunto (1985); El caso 117.720
(1987); Más allá del Parismina (2000).
En Los perros no ladraron, Carmen Naranjo convierte en tema
literario el peso de la burocracia en el aparato estatal, la psicolo-
gía y formas de vida de los burócratas, retratados en sus vicios,
mezquindades y absurdos. Está estructurada por los diálogos de
los personajes. Su novela Responso por el niño Juan Manuel analiza la
sociedad de consumo, la pérdida de comunicación, la violencia
psicológica, los prejuicios de género, las contradicciones sociales,
la soledad y la muerte.
Diario de una multitud es su más ambicioso y complejo trabajo
en novela. En ella, una serie de personajes cuentan, sin mediacio-

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 205


nes, sus historias. Se ha estimado que, con este texto, la novela cos-
tarricense se instala en la modernidad del género. La novela reúne
un conjunto de relatos fragmentados internamente, que aparecen
por intermitencias y de manera desigual en las distintas partes que
la integran como suma de microrrelatos autónomos.
Alicia Miranda Hevia estima que esta novela, más allá de su
presentación de superficie, oculta su oscilación entre la modernidad
y la tradición del género y atribuye a la novela la reescritura de tex-
tos costumbristas al estilo de Mariano José de Larra (que identifica
como discurso irónico) y, con ello, una actitud de crítica moralizante
frente a la sociedad costarricense. Por lo tanto, considera que oscila
entre la modernidad técnica y la tradición propia de la novela en el
país (Zavala, La nueva novela centroamericana 131).

Julieta Pinto, solidaridades y denuncias

Julieta Pinto publica siete novelas de temáticas muy distintas: La


estación que sigue al verano (1969), premio Aquileo Echeverría, cuyo
eje central es la decadencia de la burguesía costarricense y la crisis
familiar de una mujer que se propone autoafirmarse; El eco de los
pasos (1979); Tierra de espejismos (1991); El despertar de Lázaro (1994);
El sermón de lo cotidiano (1977); El lenguaje de la lluvia (2000) y El la-
berinto de los recuerdos (2010).
Un grupo de novelas de Julieta Pinto desafía el estigma
que escritores nacionales pusieron, en los años sesenta, sobre la
literatura que tiene por tema la vida en el campo, el habitante ru-
ral y sus problemáticas; un rechazo extraño en un país que tenía
su base social en la agricultura. Julieta Pinto, hacia finales de los
sesenta y durante los años setenta, escribe sobre las desigualda-
des sociales y exclusiones de los campesinos, se detiene en las
penurias, limitaciones y maltratos que sufren las mujeres en ese
contexto. Entre estas novelas, destaca Tierra de espejismos, dedicada
la memoria del campesino Gil Tablada, asesinado por un terra-
teniente que queda impune dado que cuenta con la protección
del sistema (Gallegos 58). Ficción y realidad se entrelazan en este
texto denunciante. Como ya se ha dicho, varias colecciones de sus
cuentos tienen intenciones similares de reivindicación de hom-
bres y mujeres del campo.

206 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


En El sermón de lo cotidiano, Julieta Pinto trata un tema tabú
aún en el presente: el celibato sacerdotal católico, con todo lo que
implica en el plano psicológico, social y sexual para quienes lo asu-
men y para las mujeres que se ven implicadas. Éste es un asunto
pendiente para la cultura, de ahí la vigencia del texto. Sobre El
lenguaje de la lluvia, Daniel Gallegos la presenta como producto de
su regreso obligado a la finca natal:

Esta vuelta a ese primer hogar la impregna de nostalgia y es-


cribe El lenguaje de la lluvia, novela lírica, que se lee como un
poema, donde la lluvia la acompaña como un canto de nostal-
gia que evoca, entrelazados, diferentes momentos de su vida:
su niñez, la relación con su padre y el fracaso de un matrimo-
nio (Gallegos 59).

El Despertar de Lázaro llamó especialmente la atención de la


crítica internacional debido al enfoque fuera de moldes religio-
sos e ideológicos de un pasaje de los evangelios, conocidos por
todos en nuestra cultura. Las técnicas de la narración muestran
a un Lázaro interiormente perturbado por la idea de vivir de
nuevo después de la muerte, en medio de muchas dudas sobre el
sentido de la vida misma.

Rima de Vallbona, en busca de superación


de los papeles de género

Esta autora publica tres novelas elogiadas y premiadas dentro y


fuera de Costa Rica: Noche en vela (1968); Las sombras que perseguimos
(1983) y Mundo, demonio y mujer (1991).
Noche en vela se atiene al modelo de la novela de aprendizaje,
donde una joven huérfana, a quien su tía aprisiona en cárceles
mentales y emocionales, hasta que la muerte de esa antagonista la
libera, permitiendo el conocimiento más profundo de la vida. Las
estrategias discusivas y narrativas revelan modernidad en el uso
del género.
Mundo, demonio y mujer, novela de base autobiográfica, abor-
da la temática del desamor, del desengaño amoroso en el seno de
un matrimonio infeliz y de la toma de conciencia del personaje

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 207


femenino frente a las instituciones, en particular, la familia y el
matrimonio, percibidos como cárceles que privan de identidad, de
deseos y de posibilidades de realización a las mujeres. La visión
feminista permite avizorar un proceso de redefinición y afirma-
ción del personaje como mujer libre, aunque esa meta no llega a
cumplirse en la novela.
Las sombras que perseguimos expresa las complejidades de la
conciencia de una mujer que se sabe objeto de abuso sexual, re-
presión social y agresión por su marido, un personaje que maquilla
con religión sus trasfondos. Al mismo tiempo, la novela se refiere
a la sombra colectiva de la guerra, por la presencia de la Segunda
Guerra Mundial que, en la Costa Rica real, referencia de la nove-
la, toma la forma de una absurda declaratoria de guerra contra
Alemania y la persecución y despojo de las familias alemanas ahí
radicadas. Este contenido y otros tienen raíz autobiográfica.

Las novelistas entre siglos

En la segunda mitad del siglo xx y, en particular, después de 1970,


aparece un nuevo grupo de novelistas con asuntos hasta enton-
ces poco tratados por la literatura de mujeres. Sol Arguedas pu-
blica Parientes pobres (1971), con mirada sobre conflictos sociales
en perspectiva política y filosófica; Virginia Grütter, Desaparecido
(1978) y Los amigos y el viento (1979), novelas que muestran el im-
pacto de la Guerra Fría y la violencia militar en América Latina.
Anacristina Rossi, una de las más prolijas y de trabajo novelesco
más multifacético, edita María la noche (1985). Tatiana Lobo, escri-
tora chileno-costarricense, se ocupa de la relectura de la historia
de Costa Rica en Asalto al paraíso (1992), y Calipso, (1996). Rosibel
Morera, filósofa, cuentista y poeta, publica tres novelas: Historias
de un testigo interior (1990), Los héroes impuros (1995) y A pesar de mujer
(2004). Linda Berrón aparece con El expediente, novela sobre el
donjuanismo (1989); Alicia Miranda Hevia, San Isidro (1980); La
huella de abril (1990) y El cinturón de orión (2013). Ana de Langton
ofrece una novela psicológica titulada El puente (1995).También
aparece Desconciertos en un jardín tropical (1999), de Magda Zavala,
una novela dialógica sobre jóvenes universitarios y la crisis de la

208 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


identidad nacional en el marco de la guerra centroamericana. Do-
relia Barahona edita varias novelas que comentaremos más adelan-
te; Roxana Pinto publica dos novelas, Donde ellas (2004), referida
a genealogías familiares de mujeres, e Ida y vuelta (2016), novela
sobre la larga estancia parisina de una joven mujer centroameri-
cana; Roxana Castro Jiménez, con las novelas tituladas Piel de rana
(2009) y Las esferas del ama (2015), sigue una línea religiosa; María
Bonilla escribe varias novelas poéticas en tono elegíaco, que seña-
lan una tendencia narrativa sui generis; Jessica Clark, joven novelista
interesada en la ciencia ficción, ofrece Telémaco (2007) y Diagonal
(2009), novela para adolescentes; Laura Quijano Vincenzi publica
también en la línea de la ciencia ficción Señora del tiempo (2014),
ubicada en la Costa Rica de 2062, novela que ha creado polémica
de una perspectiva de futuro convencional (Alfaro 2014).
En adelante, algunas reflexiones sobre las obras de las auto-
ras que se han dedicado mayormente a este género, con impacto
más visible en la crítica o que ofrecen aportaciones que tensan los
límites del género como tal.

Anacristina Rossi y la novela histórica

Anacristina Rossi (1952) sorprendió a los lectores del mundo li-


terario costarricense con su novela titulada María la noche, por su
trama poco usual: el amor triangular y la celebración de una sexua-
lidad femenina que no se retiene ante convencionalismos, y por su
trabajo con la estética de lo extraño. El examen de las relaciones
amorosas eróticas, más allá de los parámetros usuales y el uso
de estrategias narrativas que muestran el conocimiento de la
modernidad del género, sitúan a esta autora entre las novelistas
de ruptura.
En La loca de Gandoca (1991) una beligerante mujer, la pro-
tagonista, cuenta sus historias de amor mientras ofrece testimonio
de sus luchas políticas y sociales por el resguardo y protección de
la zona del Refugio Silvestre Gandoca Manzanillo, en el Caribe
costarricense. Es una novela que denuncia y, al mismo tiempo,
una especie de bitácora de acciones militantes por el logro de res-
guardo ecológico de ese espacio. A esta novela siguió la primera
de lo que la autora anuncia como una trilogía: Limón blues (2002),

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 209


su novela histórica de mayores alcances formales, estéticos y de
sentido. En ella, se propone reinterpretar la historia de Marcus
Garvey, el líder afrodescendiente que pretendió reunir una flotilla
de barcos que revirtieran la diáspora.
Posteriormente, escribió Limón reggae (2007) y, en 2016, La
romana indómita, publicada por Editorial Planeta, una novela que
remite al pasado del año 27 a. C., en tiempos de Julio César Octa-
viano, y a la compleja relación que tuvo con su hija.
Existe una reflexión, ya bastante asentada, sobre la novela
histórica hecha por mujeres, por su capacidad de leer la historia
desde ángulos insospechados para los narradores que sólo son
posibles desde una visión cultural de género. Las novelas de esta
autora, sin expresar teorías feministas, se inscriben en el marco de
las literaturas que muestran escenarios de lucha y liberación con-
quistados por las mujeres.

Tatiana Lobo (1936), relectura de la historia


y visibilización de las minorías

Esta novelista, chilena de origen y con visión antropológica, radica


en Costa Rica desde 1966. Propone a la novela histórica del país
nuevas vías cuando publica, en 1992, Asalto al Paraíso, para ofrecer
una nueva mirada sobre la conquista española en Costa Rica. Le
sigue Calypso (1996), que habla de las raíces afrodescendientes del
país, y luego tres más: El año del laberinto (2000), Candelaria del Azar
(2010) y El corazón del silencio (2011).
Ha escrito también crónicas: Entre Dios y el Diablo, mujeres de
la Colonia (1993), Parientes en venta (2010); un texto para el teatro, El
caballero del V Centenario (1989) y relatos en Tiempo de claveles (1989)
(Escritores.org., Tatiana Lobo ).
Las novelas históricas de Tatiana Lobo auscultan, eviden-
cian y desenmascaran los mitos nacionales de la Costa Rica blanca,
democrática, pacífica e igualitaria, así como de la singularidad del
país para mostrarnos el mestizaje originario, las relaciones sociales
desiguales, la violencia y el amañamiento de los procesos demo-
cráticos (Núñez Aberturas 74).

210 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Dorelia Barahona

La narrativa de Dorelia Barahona (1959), sensible a los lenguajes


de la telenovela, la novela rosa y otros géneros populares, como
la canción radial en su primera novela, ofrece una mirada irónica
sobre los asuntos de género y sexualidades; sin embargo, también
existe la mirada profunda, seria y reflexiva en esta materia. De qué
manera te olvido (1990), Premio Juan Rulfo, utiliza el rastro de las
telenovelas para dar estructura accesible a la historia que enlaza
la vida de tres mujeres y examina sus avatares. Retrato de mujer en
la terraza (1995), sostenida por el modelo de la novela policial y
situada en la zona costera sur de Costa Rica, le permite a la autora
un examen del poder, la corrupción y el tráfico de influencias. Le
siguen Los deseos del mundo (2006); La ruta de las esferas (2007) y Zona
azul (2018).
Zona azul está situada en la península de Nicoya, sitio re-
conocido por la longevidad de sus habitantes, hecho que desen-
cadena la trama, en la que una científica de la nasa llega al país a
investigar las causas del fenómeno. La novela permite plantear, en
clave contemporánea, las grandes interrogantes vitales de sentido
filosófico y el tema del envejecimiento.

María Bonilla y la elegía por el dolor,


la pérdida y la ausencia

María Bonilla es actriz, directora teatral, guionista, locutora y pro-


ductora. Su experiencia en estos campos está impresa en su labor
de escritora. Las novelas poéticas de María Bonilla (1954) ponen
al lector en una nueva dirección perceptiva al modo de la poesía
lírica, conservando, al mismo tiempo, el carácter narrativo propio
del género novelesco. Se narra cantando, orando, salmodiando, re-
pitiendo mantras, diciendo augurios, lanzando conjuros.
La actriz (2006) es una novela con estructura de monólogo y
ejercicio escénico de encarnación de personajes en que una actriz,
de nombre María, se presenta a audición para un papel en la obra
Sueño de una noche de verano de Shakespeare. Es una novela de base
autobiográfica, al modo de la autoficción, estructurada con maes-
tría. Tiene como puesta en escena a una protagonista que realiza

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 211


con dificultad emocional su tránsito a la madurez, en medio de
reflexiones profundas y en plena conmoción emocional.
Mujer después de la ventana (1997), y Al borde del aliento, otoño
(2002), con otras tramas, participan de similares características: el
personaje principal es una mujer en plena búsqueda de sí misma.
Hasta que la vida nos separe (2007) y La mujer del camino de las cigüeñas
(2013) se mantienen en el estilo logrado por la autora, entre la enso-
ñación y la realidad, como espacio desde donde se interroga la vida
y sus apariencias, circunstancias, dolores y violencias.
Las dos últimas novelas, Augustine, mi otra ficción (2012) y He-
cho de guerra (2015) tienen un formato narrativo más próximo a
la forma clásica de la novela como género, pero guardan el estilo
elegíaco que es característico de esta novelista. En Augustine, mi
otra ficción, la novela se ubica en el siglo xix en París. Una joven,
Augustine, de quince años es llevada donde un médico, el doctor
Charcot, dado que sufre de parálisis en un brazo e insomnio, lo
que lleva a un diagnóstico de histeria. Este hecho revela la historia
de abusos sexuales que permite a la narradora cuestionar, revisar
y rebelarse ante una ciencia patriarcalmente instituida como sesgo
falocrático del conocimiento. En Hecho de guerra, una mujer narra
su viaje motivado por la muerte de su pareja y, al mismo tiempo,
se narran las peripecias vividas por el español Agustín Penón, que
realiza investigaciones sobre la muerte del poeta Federico García
Lorca. La novela está escrita en clave de réquiem por estas muer-
tes, narradas por una voz de mujer que se debate en medio de la
pérdida afectiva. Ambas recurren a inusitadas formas narrativas
venidas del surrealismo, dadaísmo, la canción, la oración y la poe-
sía, entre otras, incluyendo formas técnicas de intervención gráfica
que convierten a la novela en una especie de instalación. La novela
llega, de este modo, a las artes plásticas.

Catalina Murillo, Marzo todopoderoso

Entre las novelistas de más reciente producción, Catalina Murillo


(1970) provocó cierto estremecimiento con su Marzo todopoderoso
(2003), novela sobre los avatares de una joven universitaria, entre
víctima y cómplice, al interior de un grupo de hombres bohemios,
que pretenden alcanzarla sexualmente y ante los que la protagonista

212 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ensaya estrategias de sobrevivencia y, al mismo tiempo, de trueque
sexual no consumado en busca de ascenso social. El contexto de
drogas, alcohol y sexo crean tensión narrativa. El autoerotismo le
ofrece a la protagonista un espacio de autonomía. Es una novela
cercana a la tendencia llamada del realismo sucio.

Conclusiones

Un grupo considerable de novelistas costarricenses han mostrado


una clara conciencia del manejo del género novelesco y ha procu-
rado, contra todos los riesgos, afirmar su intención de manifestar-
se por su medio. Otras han utilizado este género literario como
espacio de expresión de ideas políticas, religiosas y morales. Al-
gunas más, se han propuestos rupturas estéticas ante la novela en
su formato clásico, tal es el caso de Carmen Yolanda Oreamuno,
Carmen Naranjo y María Bonilla.
Algunas novelistas afirman ideas y visiones feministas,
mientras otras buscan demarcarse de los feminismos y de la no-
vela de mujeres para alcanzar el estatus de novelistas sin más, elu-
diendo la identidad de género que, no pocas veces, asumen como
impedimento y estigma. A principio del siglo xx muchas usaban,
por esta razón, seudónimos, la mayoría guardando su identidad fe-
menina y sólo con ánimo de ocultar su persona legal. No obstante,
un hecho ineludible es que hay novelas de hombres y mujeres,
y seguramente habrá de transgéneros y de hermafroditas cuando
todo el mundo pueda manifestar su naturaleza sexual sin violencia
de parte de los otros. Eso no demerita la calidad de las obras, ni es
un marcador al respecto, pero también es cierto que las vidas son
fuentes directas para las artes, les ofrecen materiales y perspecti-
vas, que varían según la constitución, percepción y experiencias de
los sujetos que las producen.
Existe, incluso en el presente, un grupo de novelistas clara-
mente conservador e idealizante de las condiciones conflictivas del
género. Sus novelas resultan un espacio donde se atribuye valor, o
se naturaliza, tanto la sujeción de género como la condición coloni-
zada de la mujer e, incluso, es sitio para expresar doctrinas religio-
sas. Un número considerable de novelas obedece a estos modelos
conservadores. En la actualidad, mediante un ajuste conservador

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 213


de nuevo cuño de un grupo de novelistas jóvenes (algunas tam-
bién cuentistas), influidas por la literatura de masas, crean nove-
las de ciencia ficción, donde no parece que exista una búsqueda
verdadera y profunda como cuestionamiento a los derroteros de
la especie humana, sino un espejo hacia el futuro del presente
distópico.
Por otra parte, si partimos de las antologías y los libros de
análisis publicados, se diría que en Costa Rica queda pendiente la
recopilación y el estudio de las novelas testimoniales de mujeres
(relatos de cárcel, exilio, represión), de las novelas autobiográficas
y biográficas, así como las de viajes, aventuras e infantiles. En ge-
neral, faltan estudios sobre las novelas que miren los textos litera-
rios como conjuntos de fenómenos interrelacionados, y no como
singularidades aisladas.
Una última observación que merece más reflexiones, ojalá
interdisciplinarias, para concluir: en el grupo de novelas y autoras
de referencia de este estudio se observa que la búsqueda reivindi-
cativa de género se encuentra, a veces, limitada por la condición de
clase de las autoras y su pertenencia étnica, salvo casos excepcio-
nales, como el de Tatiana Lobo. Es de esperar, aunque no siempre
ocurre, que ellas puedan saltar las fronteras del presente, así como
las propias limitaciones de clase social y étnica, y sensibilizarse a la
multiculturalidad del país.

Poesía escrita por mujeres en Costa Rica

Existen diversas periodizaciones de la poesía costarricense. Algu-


nas de las más citadas tienen como eje la vanguardia, en particu-
lar, la propuesta por Carlos Francisco Monge. Quienes comparten
esta visión, luego de caracterizar todo el período inicial, entre la se-
gunda mitad de siglo xix y 1940, como modernista, identifican un
momento inmediato posterior como posmodernista seguido por
una prevanguardia que desemboca en la vanguardia y, posterior-
mente, una serie de oleadas posvanguardistas. Toda esa dinámica
llegaría hasta el fin de siglo xx y más allá como distintas posvan-
guardias. Se considera aquí que esta periodización es un esfuerzo
valioso, pero sólo corresponde en parte con la realidad, pues no
todos los poetas que viven en una época se adhieren a un mismo

214 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


movimiento estético, ni todos los de las mismas edades comparten
un ideario estético. Hay personas jóvenes con posiciones estéticas
muy antiguas y viceversa. El concepto de “generación”, por lo
tanto, no calza con la realidad. Para el caso de las poetas, cuyas ca-
rreras literarias no se ajustan a momentos etarios previsibles, aún
menos. Se prefiere aquí partir de la fecha de edición de los textos
y de lo que ellos indican sobre su adscripción estética.

Las primeras poetas


María Ester Amador (1902-1928)

De seudónimo Clara Diana, esta poeta y cuentista, según los datos


que ofrece Abelardo Bonilla, sería la primera en publicar un libro
de poemas. Su poemario se titula Atardeceres y su edición está fe-
chada en 1927. De acuerdo con Bonilla, es una colección de seten-
ta poemitas en prosa, en cuyo prólogo dice Carmen Lyra en elogio
a la autora: “Al escribir sobre esta criatura cuyo corazón es un poe-
ta que el Romanticismo dejara perdido en nuestro tiempo” (248).
Tuvo una vida muy breve. Publicó los cuentos “Sonata en negro”
y “Miedo” en Repertorio Americano (UNA, Scriptorium, S.f.).

Auristela Castro de Jiménez

Los historiadores de la literatura no mencionan la existencia de las


poetas, sino hasta la segunda década del siglo xx. Rogelio Sotela
realizó un acto de investidura al decir que fue Auristela Castro de
Jiménez (1886-1976) la primera poeta: “Sus versos se distinguen
por una sencillez noble y por una orientación sana; diríamos que
es la suya poesía de mujer equilibrada, sin alardes de erudición, sin
afán de parecer literata” (Sotela 108).
Esta poeta fue, además, una reconocida pedagoga, directora
del Colegio Superior de Señoritas durante una larga etapa en que
la presencia de esa institución era importante en la cultura costa-
rricense. Publicó un solo poemario titulado Cantos en 1928, como
se dijo anteriormente, y numerosos versos en revistas y periódicos.
Su poesía, con algunos ecos del modernismo en el plano formal,

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 215


se inscribe, por sus percepciones e ideas, en una visión románti-
ca con apego convencional a las tradiciones religiosas y éticas de
la cultura de su momento. Publicó también numerosos ensayos
sobre el papel de la educación en la construcción de una cultura
nacional, algunos referidos al lugar de las mujeres.

Blanca Milanés

Por la misma época publica también Blanca Milanés, seudónimo


de Carlota Brenes Argüello de Rizo (1905-1986), el libro Música
sencilla (en enero de 1928), por lo tanto, muy presumiblemente an-
tes que Auristela Castro. Milanés incluye una nota entre paréntesis
seguida del título de su libro: Poemas en prosa. Bonilla señala que
reúne el poemario cuarenta y ocho poemas y apólogos, y que el
libro está prologado por Luis Dobles Segreda, quien subraya la es-
pecial apreciación de la naturaleza de parte de esta autora y señala
que se trata de una revelación literaria, pero al mismo tiempo, in-
cluye críticas que tienden a descalificarla como se aprecia en la cita
incluida por Bonilla (248). Publica, además, otros poemas sueltos
en periódicos y revistas.

Corina Rodríguez López de Cornick

Esta poeta, originaria de San Ramón de Alajuela, vivió entre 1893


y 1982, y gozó de mucho reconocimiento de sus coetáneos. Hizo
carrera académica, primero como maestra normalista y, luego, es-
tudios de posgrado en psicología, educación e inglés en Estados
Unidos. Publicó De la entraña en 1928, un poemario sobre la ma-
ternidad. Carmen Lyra compara sus poemas con el espíritu del
libro Desolación de Gabriela Mistral (Bonilla 249). Posteriormente,
se dedicó a escribir cuentos, sobre todo para niños, además de
ensayos que cuestionan la realidad de su época.

Betty Gómez Lance

Poeta y cuentista, desarrolló su obra en los Estados Unidos como


escritora, crítica literaria y académica. Nació en 1923 en Costa Rica
y migró a los Estados Unidos en 1942. Murió en 2016. Doctora

216 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


en Lenguas Romances y Literaturas, en el año 1959 escribió nu-
merosos artículos científicos (era hispanista, especializada en la
picaresca, aunque también escribió sobre Claudia Lars) y cuatro
libros de poesía: Vivencias (1981); Cosecha del tiempo; Alas en el alba
(1987); Bebiendo luna (1983) y Siete cuerdas (1996).

Las poetas olvidas de los cuarenta-sesenta

Bonilla (249) menciona a una poeta muy poco conocida de nom-


bre Miriam Francis, que publica en los años cuarenta un libro de
poemas titulado Junto al ensueño (1947) y una colección de cuentos,
en 1949, con el título Xari.
Marta Eugenia Morera en un artículo titulado “Hurgando
en la poesía femenina en la revista Repertorio Americano (1940-
1959)”, da cuenta de una serie de poetas cuyas obras quedaron
relegadas del canon: Ysolda Gómez, Mercedes Maiti y Victoria
Garrón de Doryan, quien posteriormente reúne sus poemas de
ese momento y otros en un libro titulado El aire, el agua y el árbol.
También menciona, al final de esa década, a Myriam Álvarez, Ali-
cia Castro Argüello, Esperanza Alfaro y Ruth Ligia Briceño, así
como a las poetas Pilar Bolaños y Blanca Carbonell (la primera
interesada en el indígena y la segunda en las contradicciones de
la vida del obrero) (Morera 63-65), ambas creadoras de poesías
militantes con cierto eco del realismo poético español. En 1947,
aparece en Repertorio un poema de Eunice Odio a la memoria de
Max Jiménez. En la década de los cincuenta, publican en ese órgano
Olga Torres, Esmeralda Almanza y Emilia Prieto (Morera 70). Al-
gunas de estas poetas tuvieron una visibilización posterior, como
veremos enseguida.

Ninfa Santos, obra y errancias

Ninfa Santos (1914 o 1916-1990) emigró a México en 1933, don-


de se instaló largo tiempo, pero también vivió en Nueva York e
Italia en servicio diplomático. Tuvo una militancia de izquierda en
el Partido Comunista. El recuerdo de su Guanacaste originario,
en Costa Rica, la acompañó siempre, aunque nunca volvió. En
1938 se casó con el mexicano Ermilo Abreu Gómez, unión que le

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 217


dio acceso a los grupos más connotados de intelectuales y artistas
de México. Un solo libro, de excelente calidad, la mantuvo vigente
como poeta: Amor quiere que muera (1949), reeditado por Finisterre
en 1985 y por la euned, en 2013:

La presencia de la poesía de Ninfa Santos en Costa Rica ha


sido constante, aun cuando ella nunca volvió a su país natal.
Joaquín García Monge publicó poemas suyos en Repertorio
Americano; Manuel Segura en La poesía en Costa Rica (1963);
Carlos Rafael Duverrán en Poesía contemporánea de Costa Rica
(1978), así como Alfonso Chase en El amor en la poesía costarri-
cense (2000) (La Nación, “Ninfa Santos”).

Su casa en Coyoacán fue centro de reunión y tertulia. De


ella se recuerda también su espíritu solidario y generoso. En 2016,
la Asociación Costarricense de Escritoras dedicó el III Encuentro
de Literatura de Mujeres Costarricenses a su memoria.

Eunice Odio, poeta vanguardista

Eunice Odio (1919-1974) emigró desde 1948, primero a Guate-


mala, país que la recibió con entusiasmo, y decidió nacionalizarse.
Luego viajó a México, donde también se nacionalizó después de
mucha dificultad, inseguridades y esperas. Vivió una vida de limi-
taciones que no le permitió dar a conocer su obra. Fue también
una ensayista polémica y una de las intelectuales más reflexivas del
momento. Su poesía, consecuentemente vanguardista por sus for-
mas, temas e intenciones, cobró nuevos efectos al mezclarse con
el imaginario de la mística católica y las ideas esotéricas. Tuvo una
visión política de derecha, sus opiniones, en el marco de la Guerra
Fría, le trajeron problemas a su vida pública, que se sumaron a los
de una malograda vida afectiva. Todo ello minó su salud y estabili-
dad. La muerte le llega en soledad total, luego de penurias diversas.
La obra de Eunice Odio ha ocupado a un buen número de
críticos(as) de distintas nacionalidades, aunque de manera más per-
sistente a los costarricenses en los últimos treinta años; entre ellos,
Juan Liscano, Alberto Baeza flores, Rima de Vallbona, Peggy von
Mayer, Vincent Spina, Vicente Cervera, Elba Birmigham-Pokorny

218 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


y Jorge Chen. No ha ocurrido algo similar en México, donde la
autora sigue siendo casi desconocida.
Sus libros, Los elementos terrestres (1948), Zona en territorio de
alba (1953), El rastro de la mariposa y el extenso poemario El tránsito
de fuego (1957, 456 páginas) y Territorio del Alba y otros poemas (1974)
han merecido una extensa obra crítica. En Costa Rica, se cuenta
con el trabajo analítico y de recopilación de Rima de Vallbona y
Peggy von Mayer, quienes reunieron sus obras completas en poe-
sía, y en los últimos años, de Jorge Chen (La palabra innumerable:
Eunice Odio ante la crítica, 2001, en coautoría con Rima de Vallbona
y Cartas de Eunice Odio a Rodolfo, 2017).

Virginia Grütter

Esta poeta, poco común por su voz poética y sus búsquedas, nació
en Puntarenas en 1929 y murió en el 2000. Fue también actriz y
directora teatral; cofundadora del Teatro Arlequín, un equipo que
renovó el quehacer escénico de Costa Rica. Vivió en Alemania,
Cuba, Chile y Nicaragua. Por el número de sus publicaciones, la
poesía fue su campo primario de expresión, aunque escribió tam-
bién narrativa. Publica tempranamente dos libros en la década de
los cincuenta: Dame la mano (1954), y Poemas de amor en prosa (1957);
Poesía de este mundo (1973), y dos décadas después, Cantos de cuna y
de batalla (1994), Canto al soldado del amor (s.f.) y Cantar de Gabriel,
hijo de la tierra de Ilón (s.f). Su poesía es de enfática dirección realista.
Sorprende que algunos críticos hablen de ella como parte de la
vanguardia. Esta poeta poco conformista es una de las maestras
del realismo poético en el país de perspectiva contracultural, como
gran parte de la obra de Jorge Debravo y de Mayra Jiménez. No
en vano todos ellos fueron militantes de izquierda, cuya visión del
mundo impactó sus elecciones estéticas.

Ana Antillón (1934)

Publicó su primer libro a mediados de los años cincuenta. Su poe-


mario Antro fuego (1955) crea expectativa en la crítica por tratarse
de una poesía que pertenece a la estética de la vanguardia (con
imágenes y construcciones sintácticas venidas del surrealismo);

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 219


sin embargo, pasa mucho tiempo hasta la aparición de su segun-
da obra poética, Demonio en caos (1972). Su breve trayectoria, no
obstante, parece haber llenado la expectativa de la crítica que la
incluyó en el canon.

Voces poéticas de mujeres entre siglos

La segunda mitad del siglo xx tuvo especial significado en la vida


de las mujeres. Un clima mundial de apertura en las costumbres,
un cambio de paradigma moral, en particular hacia la vida sexual,
provocado por el éxito de las luchas del movimiento feminista,
el uso de la píldora anticonceptiva y las vivencias de la cultura
hippie habían creado nuevas posibilidades en la presencia social de
las mujeres. En Costa Rica, se había ya conquistado el voto, y la
instalación del Estado benefactor daba nuevas oportunidades de
acceso a la educación, incluida la superior, que tuvo un momento
de oro por la calidad del profesorado y la libertad de cátedra, en-
tonces un hecho real. Así, una cantidad considerable de mujeres
de la mayoría de sectores sociales accedieron a la profesionaliza-
ción. Las querellas ideológicas entre las izquierdas y las derechas
fueron menos agresivas y hubo un cierto ambiente de tolerancia.

Las poetas de los sesenta

Un grupo de escritoras que han sido importantes figuras a finales


del siglo xx se iniciaron en los años sesenta. Entre ellas, se en-
cuentran Carmen Naranjo, Mayra Jiménez, Julieta Dobles Izagui-
rre, Marjorie Ross y Arabella Salaverry, entonces con diferencias
notorias en edad, pues unas eran ya adultas y otras muy jóvenes.
Estas poetas han desarrollado su obra a lo largo de los años con
distintos ritmos. El trabajo de Julieta Dobles, originalmente miem-
bro del Grupo Trascendentalista (reunidos en torno al manifiesto
del mismo nombre en 1977), derivó en una voz propia. Marjorie
Ross y Arabella Salaverry comparten un rasgo: entre sus primeras
publicaciones en los años sesenta y las siguientes, media un amplio
lapso de décadas. Marjorie Ross publica Aguafuertes en 1969 y Ja-
guar alado (1999), para retomar la producción con Conjuro del olvido
(2008), y Duelo por la rosa (2013). Sobre Arabella Salaverry, am-

220 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


pliaremos más adelante. Carmen Naranjo, que se inicia por esos
años, escribe y publica a lo largo de la segunda mitad del siglo xx,
extrañamente es ignorada en poesía por la crítica, que la destacó
como narradora.
Los años sesenta vieron el surgimiento del Círculo Costarri-
cense de Escritores (1961), cuyo antecedente inmediato, en 1959,
fue el Círculo de Poetas Turrialbeños (Villalobos 23-32). Los ani-
madores y conductores de estos grupos fueron los poetas Lau-
reano Albán, Jorge Debravo y Marcos Retana. Posteriormente,
el Grupo Trascendentalista aparece como otra extensión de este
equipo inicial, del que derivó en el presente, por medio de la figura
de Ronald Bonilla, el Grupo Poiesis.

Carmen Naranjo en la poesía

Carmen Naranjo fue la escritora de mayor relieve e incidencia en


la cultura del país a finales del siglo xx, no sólo por la variedad de
géneros tratados (ensayo, cuento, novela, poesía, drama, literatura
para niños), sino por su capacidad para generar la propuesta esté-
tica y arriesgarse a la búsqueda experimental, tanto por el trabajo
como maestra de talleres.
En su contexto de inicio en los años sesenta, en Costa Rica,
se debatían los idealismos poéticos (llamados prevanguardia, van-
guardias y posvanguardias, que luego desembocaron en el tras-
cendentalismo costarricense, formador de varias generaciones de
poetas) y los realismos, representados tan dignamente por poetas
como Jorge Debravo y Mayra Jiménez. La voz poética de Carmen
Naranjo no se inscribe ni toma partido por ninguno de los dos,
sino que crea una textura propia, unas imágenes y una percepción
del mundo nutrida por la poesía española y francesa del momento.
Sus libros de poesía superan la decena, por eso es sorprendente
que no se le diera un lugar como poeta: América (1961), Canción de
la ternura (1964), Misa a oscuras (1967), Los girasoles perdidos (1968),
Hacia tu isla (1966), Idioma del invierno (1971), Mi guerrilla (1977),
Homenaje a don nadie (1981); En esta tierra redonda y plana (2001), El
círculo de los pronombres (2003) y Poesía escogida (2010). Además, pro-
picia y participa en antologías, publica poemas sueltos y hace poe-
sía de homenaje a amigos y amigas, como el libro Marina Jiménez de

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 221


Bolandi, recordándola (2002), que incluye dibujos de Marina Bolandi
y dos largos poemas suyos dedicados a la artista plástica.
Quienes valoran la poesía de Carmen Naranjo en el momen-
to de su aparición son los poetas e intelectuales de la promoción
anterior. Ella mencionaba con admiración y gratitud la figura de
Lilia Ramos como una de sus mentoras. Efectivamente, su poema-
rio Canción de la ternura aparece en Ediciones Élite de Lilia Ramos.
Misa a oscuras (51 págs.) es un libro sorpresivo que, creado sobre el
andamiaje de la misa católica, nada tiene que ver con esos valores.
El libro reúne un conjunto de poemas de perspectiva laica, senti-
miento fraterno ante los seres y las cosas, y percepción cósmica y
filosófica.
Salvo momentos excepcionales, Costa Rica ha sido funda-
mentalmente conservadora e idealista en poesía, con excepcio-
nes meritorias, Carmen Naranjo una de ellas. La poesía de esta
autora, como su narrativa y su trabajo de gestión institucional,
abren nuevos cauces, algunos muy anticipados a su época y, por
ello, no siempre comprendidos.

Mayra Jiménez, su inscripción en el exteriorismo

El trabajo poético de Mayra Jiménez (1939-2018), que adhiere en


el exteriorismo nicaragüense, tiene importancia en la historia li-
teraria de Costa Rica por proponer una alternativa estética en la
dirección del realismo poético y por sus experiencias como maes-
tra de talleres, adquirida en Venezuela años antes, que multiplica y
renueva las posibilidades de enseñanza de la poesía. Con Ernesto
Cardenal como ministro de cultura, promovió y coordinó los Ta-
lleres Nacionales de Poesía de Nicaragua en la etapa sandinista
revolucionaria, y dirigió el taller de poesía de Solentiname. Como
experimento literario de cobertura masiva, fue una experiencia
cultural de valor innegable para las letras de ese país y de la región,
hecho que también atrajo el interés internacional. No han sido
aún estudiadas las repercusiones de ese movimiento al interior de
la región centroamericana, pero se sabe que tuvo impacto más
allá de las fronteras de Nicaragua. Luego de su experiencia, Mayra
Jiménez regresa a Costa Rica y mantiene su producción poética,
siempre en la perspectiva exteriorista, esta vez, al modo de las poe-

222 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tas de la revolución nicaragüense, a saber, combinando temas polí-
ticos y eróticos, aunque sin el componente feminista que distingue
a las nicaragüenses.
Los libros de Mayra Jiménez se publican en dos etapas: Tie-
rra adentro (1967); Los trabajos del sol (1966); El libro de Volumnia
(1969); Palabra uno (1966), A propósito del padre (1975), y Cuando
poeta (1979); posteriormente, Me queda la palabra (1993), con el que
se le otorgó, en 1994, el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría;
Qué buena tu memoria (2002) y Toda una vida (2008).
Fue presidenta de la Asociación Costarricense de Escritoras
y con Magda Zavala y Alejandra Castro, una de sus fundadoras y
promotoras en el año 2000. Esta organización ha sido significativa
en la vida cultural del país y una de las pocas que persiste, dando
oportunidad de promoción y difusión a numerosas escritoras.

Julieta Dobles: entre los sabores de la patria


y el ánimo viajero

Julieta Dobles (1943) fue parte de los grupos que alentaron la


poesía en los años sesenta, pues perteneció a ellos, junto con su
entonces esposo, Laureano Albán. A su lado, hizo una trayectoria
literaria que se nutrió de otras experiencias, complementadas por
una formación universitaria en literatura y numerosos viajes que
la llevaron hacia nuevas direcciones estéticas. En la actualidad, es
una de las figuras nacionales más reconocidas y premiadas (ha ga-
nado cinco veces el Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeve-
rría). Su poesía alcanzó una densidad e identidad propias. Con un
enfoque de género, sin ser feminista, sus libros proponen miradas
sui generis de la vida cotidiana, de las genealogías familiares, de las
relaciones afectivas primarias, del gozo de la sexualidad, de la na-
turaleza y sus seres, mientras que declara una raigambre local con
un concepto identitario de nación.
Ha sido distinguida con el Premio Magón y es miembro
de número de la Academia Costarricense de la Lengua. Su libros
son, hasta ahora: Envejecer cantando (2015), Trampas al tiempo (2014),
Espejos de la memoria (2013), Cartas a Camila (junto con Laureano
Albán, 2007), Hojas furtivas (2007), Fuera de álbum (2005), Las casas
de la memoria (2005); Poemas para arrepentidos (2003); Costa Rica poema

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 223


a poema (1997), Una viajera demasiado azul (1990), Amar en Jerusalén
(1992), Los delitos de Pandora (1987), Hora de lejanías (1982), Los pasos
terrestres (1976), El peso vivo (1968) y Reloj de siempre (1965).
Un dato interesante, en la perspectiva del logro de reivindica-
ciones, es que tanto Mayra Jiménez como Julieta Dobles publican,
ya en los años de la década del 2000, libros de poesía erótica explíci-
ta desafiando las restricciones que la cultura ha impuesto a mujeres
mayores. Con este gesto, transgreden los límites y defienden el
derecho a la sexualidad en esta etapa de la vida.

Poesía, género e inscripciones estéticas: 1970-2018

Ya en los años setenta, la poesía de las costarricenses, en un clima


más dinámico en el campo cultural, vivió nuevas experiencias y
oportunidades debido a la aparición de diversos grupos y talleres
literarios, a la llegada de la migración chilena, guatemalteca y sal-
vadoreña y por la apertura del Ministerio de Cultura, Juventud y
Deportes.
Grupos y talleres muy activos en ese momento fueron el
Grupo Oruga (1976) a cargo de Rodolfo Dada, donde participaron
Magda Zavala y Diana Ávila, entre otros. Esta agrupación se amplió
y se transformó al final de los años ochenta en Taller del Lunes,
siempre liderado por el poeta Dada. Al final de los setenta surgió
también el Grupo sin nombre, coetáneo de Oruga, en torno a la
figura de Alfonso Chase y otro, de repercusión notoria, el Taller
de Francisco Zúñiga, entre los más visibles. Estos talleres literarios,
junto con el Círculo Costarricense de Escritores que seguía vigente,
activaron la producción poética y la reflexión sobre poesía, creando
oportunidades de formación y promoción literarias.
Se estaba gestando, en ese momento, también un movi-
miento en torno a la poesía para niños, que reunía a hombres y
una cantidad considerable de mujeres, puesto que esta literatura
ha convocado mayoritariamente a este último sector. En esta dé-
cada, coinciden poetas que están al final de sus vidas, como la
pedagoga y ensayista Emma Gamboa (1901-1976), quien publica
en ese momento poesía para niños después de un primer libro,
Versos para niños en 1941. Gamboa publica El sombrero azul de la
niña Rosaflor (1971); Instante de la rosa (1973); Flor de Infancia, pu-

224 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


blicación póstuma (1978), con poetas para niños que se inician.
Floria Jiménez edita su primer libro de poesía para niños, Mirrus-
quita, 1977; al que seguirán: Me lo contó un pajarito, 1978; El color de
los sueños, 1991; Paulina y el caracol, 1999, Fronteras para desandar la
lluvia, 2003, Amigos del bosque hasta el mar, 2007, entre otros (Meza,
Diccionario bibliográfico 102).
En aquel momento, además de la primera presencia de Ana
Istarú (Palabra Nueva, 1975, y Poemas para un día cualquiera, 1977,
Premio Joven Creación) y de Diana Ávila (El sueño ha terminado,
1976), publicaban con notoriedad Rosibel Morera (Cartas a mi señor.
Lírica devocional, 1973) y Mía Gallegos, con su primer poemario,
Golpe de Albas, en 1977, que contenía una poesía inscrita en la es-
tética de las vanguardias.
En Centroamérica, la publicación de Poemas de la izquierda
erótica (1973) de Ana María Rodas había ofrecido, sin percatarse,
una particular orientación a la poesía de las mujeres llamada “con-
traépica feminista”, una verdadera renovación de los presupuestos
del decir poético, que sucedía en Guatemala y Nicaragua, con Ana
María Rodas y Gioconda Belli como figuras de punta.
En Costa Rica, ese movimiento no tuvo impacto sino diez
años más tarde con Estación de fiebre de Ana Istarú (1983). Quienes
aquí se atrevieron a trabajar en cierto tono conversacional o ex-
teriorista, como Janina Fernández, ganadora del premio EDUCA
1981, y presente con dos libros, Biografía de una mujer (1978) y Cer-
teza (1982); o Leonor Garnier con Flor de cactus (1985); Otra noción
de la verdad (1979); Los sueños recobrados (1976); De las ocultas memorias
(1974) y Líneas hacia la soledad (1970) fueron dejadas de lado. No
calzaban con las estéticas preponderantes.
Empieza también su escritura poética en los años setenta
Mariamalia Sotela (Ciudad de Cáñamo, 1972), y vuelve a publicar,
en 1982, Memoria del desencuentro. Se esperará muchos años para
publicar Piel inconforme, en 2014.
En 1976, Eulalia Bernard, con la grabación de su disco de
poesía Negritud, da origen a un movimiento poético reivindicati-
vo de los grupos afrodescendientes. Bernard acompaña la palabra
poética con una gestualidad especial, es decir, realiza una especie
de performance art, donde palabra, cuerpo-voz-expresión poética se
imbrican y proponen al interlocutor una experiencia más cercana

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 225


a la teatral. Emerge, entonces, lo que será después un grupo de
poetas que proponen una poética étnica reivindicativa.
Al inicio de la década de 1980, la Antología de una generación dis-
persa de Carlos María Jiménez, Jorge Bustamante e Isabel Gallardo
(198) recoge varias de las voces de mujeres que están surgiendo en-
tonces: Diana Ávila, Macarena Barahona, Nidia Barboza, Shandra
Castro, Mía Gallegos, Ana Istarú y Leda García.
En 1988, aparece el libro de Shirley Campbell Naciendo. Es
una expresión nueva de la búsqueda de afirmación afrodescen-
diente, iniciada por Eulalia Bernard en 1976.

Ana Istarú y Estación de fiebre

Con la publicación de Estación de fiebre (1983), Ana Istarú revolu-


ciona las letras del país al inscribirse en la línea de la contraépica
feminista y mostrarse más decidida en la reivindicación de género.
Ese mismo año, Leda García publica Conmigo al desnudo, con te-
mática erótica también, aunque sin la renovación estética de las
centroamericanas.
La poesía de Ana Istarú aporta uno de los aspectos más
significativos de este período y va más allá del feminismo: se pro-
pone un trabajo cuidadoso de la forma. Así, aunque entonces no
muy celebrada por los gustos de la estética predominante, asegu-
ró su circulación mediante recitales y participaciones diversas en
congresos y encuentros nacionales e internacionales. Estación de
fiebre muestra un estilo de síntesis que reúne algunos hallazgos de
contraépica feminista, con formas de las atribuidas a las posvan-
guardias, a los que suma ecos barrocos y una exquisitez lingüística
distintiva. Así expresado, lo erótico y las alusiones directas a los
órganos y juegos de la sexualidad, parecen sublimes a la vez que
profanadores. Hay que subrayar que su sensibilidad, aunque in-
clinada hacia las formas clásicas, sobre todo en el terreno de las
imágenes poéticas, adhiere también a la poesía conversacional.
En el libro siguiente, Verbo madre (1995), la poesía expresa un
cierto culto a la feminidad. Ese libro es coherente con las definicio-
nes de un posfeminismo crítico, una de las tendencias temáticas e
ideológicas más visibles de la poesía de las poetas centroamericanas
de los años noventa.

226 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Un aspecto que merece mención es que con Ana Istarú se
inauguró una línea poética de poesía erótica explícita que han se-
guido otras escritoras como Elliette Ramírez, Arabella Salaverry,
Marta Eugenia Rojas y Luissiana Naranjo.

Hasta me da miedo decirlo de Nidia Barboza


El poemario de Nidia Barboza, publicado en 1987, Hasta me da
miedo decirlo, es un libro de poesía lésbica fuera del clóset28 en tono
conversacional y, por lo tanto, de ruptura. La crítica literaria no
se da por enterada. En realidad, aun en el presente, la reflexión
sobre la literatura queer, sea de tema lésbico, homosexual o sobre
sexualidades no canónicas, es muy incipiente en Centroamérica,
incluyendo a Costa Rica, donde ha habido, sobre todo en las dos
últimas décadas, mayor apertura. En consecuencia, como suele
suceder en este país, el libro quedó al margen y la autora práctica-
mente desapareció de la escena literaria.

Poetas en claustro

Un dato que llama la atención es que, a partir de este momento,


algunas poetas en Costa Rica inician un cierto modo de vida en
aislamiento social y, algunas de ellas, de autoexilio en sus propias
casas o como retiro del medio literario. Así ocurre con Leonor
Garnier hasta su muerte. Otras poetas, como Nidia Barboza, Jani-
na Fernández y Diana Ávila, por períodos se alejan o no escriben
más.29 Janina Fernández, por ejemplo, socióloga y economista, ha
preferido aislarse del ambiente poético, se declara “poeta en rece-
so” (Fernández Janina). Como estas poetas corresponden a distin-
tas tendencias estéticas, parece más una reacción ante un medio
que puede parecerles hostil que una manera de concebir la presen-
28 Fr. Nidia Barboza, Hasta me da miedo decirlo, San José, educa, 1987. En internet se menciona una
edición de la Editorial Costa Rica en 1985. (Spanish/Español). Poetry/Poesía. Juana María Ro-
dríguez, comp., Bibliografía de Lesbianas y Bisexuales Latinas, http://www.indiana.edu/~arenal/
lesbo.html. Consulta el 23 de agosto de 2005.
29 Las poetas que se recluyen voluntariamente en sus casas en Costa Rica merecen un estudio
especial. Sus motivaciones aclararían mucho sobre el campo literario, las mujeres, las formas de
protesta (“la distinción”) y la vida social del país.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 227


cia del (o de la) artista en la cultura. Se trata, en todo caso, de un
hecho social que merece reflexión y análisis. Lo que resulta poco
común es que, mientras las poetas del norte de Centroamérica es-
taban en plena beligerancia, política, poética y feminista, un grupo
no desdeñable de las poetas costarricenses tendía a trabajar en
aislamiento y otras, a mantenerse alejadas, o al margen del campo
literario.
En la promoción de poetas costarricenses de la década de
los noventa e inicio del 2000 existe un grupo inicialmente forma-
do en la estética trascendentalista, que luego toma distintas direc-
ciones. Entre ellas se encuentran Marta Royo y Elliette Ramírez de
un grupo mayor. En 1982, Gabriela Chavarría publica su primer
libro de poesía, Cuerpos abandonados. Le sigue Cantares de mi tierra en
1986 y vuelve a aparecer en 2005 con Río de huellas silenciadas.
Marta Eugenia Rojas, quien asume la estética conversacional
con un lirismo cuidado y con expresión explícita del erotismo de la
mujer, publica entonces La sonrisa de Penélope y su costumbre del adiós
(1993) y Los aposentos del deseo (1996). Rosibel Morera reaparece con
dos libros: Toda la lumbre derramada (1994) y Yo solo sé decirme a los
amantes (2003), pues su primer poemario, Cartas a mi Señor, había
sido publicado en 1973. En este período también se inicia en la
poesía Lilly Reiss (Espacios encontrados, 1993; Poesía en movimiento,
2000; Conversando con el tiempo, 2017 y otros). Esta poeta ha desa-
rrollado hasta ahora su carrera literaria en el Perú. Publica también
en 1992 Sara Ortega el poemario Amanecer, para volver a publicar
hasta el 2012, Y Dios caminó sobre las sábanas.
Helena Ospina, originaria de Colombia, poeta de poesía
confesional católica, publica Stabat Mater, 1995, como inicio de
una serie amplia de publicaciones que sólo rondan el canon nacio-
nal, quizá por su contenido religioso tradicional.

Mía Gallegos, poesía como magia de la palabra

Mía Gallegos se mantiene ligada a la tradición de las vanguar-


dias. A esa elección estética suma, en el presente, una profundi-
dad filosófica que parece de filiación borgiana, o existencialista,
siempre en diálogo con la poesía clásica grecolatina. Su palabra
poética avizora el misterio, lo asume y lo modela. En su universo

228 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


poético, las palabras viven una danza misteriosa y evocadora. Fi-
gura entre las poetas más reconocidas del presente literario del país.
Los temas de mujer y sus particularidades culturales están
presentes en su poesía más reciente, así como en los relatos poéti-
cos, que también practica esta autora. Dice Mía Gallegos:

La certeza de ser mujer, tanto desde el punto de vista biológi-


co, como por el hecho de haber nacido y crecido en un abso-
luto matriarcado, hicieron que desde siempre mi perspectiva
fuera cantarle a la feminidad (…) No sé si pueda calificarse mi
trabajo literario como feminista, mas yo estimo que se trata
de una literatura enfocada en la conciencia femenina (2015).

Mía Gallegos ha publicado hasta ahora lo siguientes títulos:


La deslumbrada (relatos poéticos, 2014), El umbral de las horas (2006),
Los días y los sueños (1995), El claustro elegido (1989), Los reductos del sol
(1985) y Golpe de albas (1977).

Diana Ávila

Diana Ávila (1952) inició su producción poética con el libro El


sueño ha terminado (1976). Luego vino Contracanto (1981) y, diez años
después, Mariposa entre los dientes (1991). Otros dos libros, Cruce de
vientos (2005) y Gramática del sueño (2014), son testimonio del mane-
jo de las técnicas poéticas. En sus textos alienta la vida urbana cos-
mopolita, la cultura mediática latinoamericana y la preocupación
por la marginalidad social, entre otros temas. Siendo traductora
y editora, se encuentra cercana a la literatura por varias vías, lo
que multiplica sus posibilidades creativas. Vivió en Ámsterdam
y Lisboa. Dichos escenarios y las experiencias poéticas allí vivi-
das son parte constitutiva de sus poemas.

La intuición inteligente en Lil Picado

La poesía de Lil Picado (1951) se nutre de las formas y percep-


ciones de las vanguardias, especialmente, de la estela que Eunice
Odio dejó en las nuevas promociones del país y de la tradición
literaria española de la Generación del 27. Habiendo vivido lar-

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 229


gos años en España e Israel, tuvo una amplia experiencia litera-
ria, complementada por sus estudios de filosofía, filología y artes
dramáticas. De su libro Cancionero del tiempo en flor, Víctor Hurtado
dice: “Junto a la antigua lírica popular y del Renacimiento, en la
obra de Lil respiran, por lo menos, otras dos presencias: la del ba-
rroco y la de la vanguardia del siglo xx; vale decir, dos vanguardias,
pues el barroco fue la vanguardia del siglo xvii” (Hurtado Oviedo,
Cancionero del tiempo en flor de Lil Picado).
Lil Picado ha publicado los siguientes libros: Trópico de mí
(2009); Variaciones contemplantes (1998); Cancionero del tiempo en flor
(1998); Semblanzas vivas a contraluz de muerte (1991); Fuego y sombra (Poe-
mario escénico, 1986); Vigilia de la hembra (1985); España: dos peregrina-
jes 1977-1978 (1983).

Otras direcciones estéticas

La segunda mitad del siglo xx, sobre todo las últimas dos décadas,
trajo una diversidad poética muy saludable a un campo literario
bastante monocromo, dominado por los ecos de las distintas ex-
presiones de los idealismos poéticos. Las premiaciones, las nove-
dades y los gustos de la crítica confirman esta situación. En las dos
primeras décadas del siglo xxi, esa tendencia se ha ampliado por la
posibilidad de acceso a otros escenarios artísticos mediante la web,
internet y por las redes sociales.

Silvia Castro y la poética del silencio

Dice el escritor Rodrigo Soto del trabajo poético de Silvia Castro:


“una poesía que interroga al ser humano, pero sin visibilidad del
sujeto, una poesía exigente, no fácil ni banal” (“Silvia Castro y sus
señales”). Efectivamente, la formación de filósofa y música (ar-
pista) parece estar presente en su estilo poético, sobrio, mesurado,
de una economía lingüística muy meditada. Sus versos a veces se
aproximan a la ecuación matemática, sin perder el temblor de lo
humano. La acertada observación hecha por Rodrigo Soto sobre
la invisibilidad del sujeto del discurso poético produce una cierta
sorpresa, por lo inusual, y porque, al mismo tiempo, hay en los
poemas una inquietud dramática. Este estilo parece coincidente

230 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


con la poética del silencio y otras veces próximo al modo de ver el
mundo de los haikus.
Por todo lo dicho anteriormente, se comprende que su poe-
sía esté fuera de los propósitos, orientaciones y fines de la poesía
costarricense y de la poesía centroamericana de mujeres. Constru-
ye una voz singular luego de su primer libro.
Silvia Castro vive en Zaragoza, España, y desde 2008 tiene
la nacionalidad española. Sus publicaciones son: Las huestes del deseo
(1998), Vértice del milagro (2000), Agua (2010); Señales en tiempo discre-
to (2011) y Mester de extranjería (2015, Editorial Costa Rica).

Nidia Marina González

Poeta y pintora nacida en San Ramón de Alajuela (1964), su tra-


bajo poético parece influenciado por una percepción especial del
espacio y los cromatismos. Publica su primer libro Cuando nace el
grito en 1985 y no vuelve a publicar sino hasta 2013, Brújula exten-
dida; y recientemente, Bitácora de escritorio y otros viajes (2016), Objetos
perdidos (2015) y Seres apócrifos (2015) (Asociación Costarricense de
Escritoras 61).

La búsqueda contracultural
y los realismos poéticos

Un grupo de poetas en Costa Rica ha dado especial valor al po-


der constructor de la palabra poética como lugar de denuncia,
oposición y búsqueda de alternativas sociales más allá de las ne-
cesidades inmediatas, o subjetivas, del sujeto que la produce. Sus
posiciones estéticas están en la dirección de los realismos poéti-
cos. Como se ha podido ver, Virginia Grütter, Mayra Jiménez y
Janina Fernández han precedido en este camino.

Macarena Barahona

Macarena Barahona publicó dos poemarios con intención contra-


cultural: Resistencia (1990) y Atlántico (1993). Esta poeta ha dado
continuidad a su trayectoria con publicaciones poéticas que aler-

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 231


tan sobre zonas olvidas del país, así como sobre el valor de la
presencia de las etnias originarias. En su último libro, Mesoamérica
(2014), realiza un ejercicio de la afirmación identitaria en el plano
cultural. Sus libros son: Tak Mewo (2008); Atlántico (1998); Resisten-
cia (1994) y Contraatacando (1981).

Vilma Vargas Robles

Vilma Robles (1961) publica tempranamente y logra que sus libros


se visibilicen, siendo de las pocas poetas que han sabido situarse,
relativamente, en un contexto poético adverso a sus orientaciones
estéticas. Sus poemas portan una mirada inquisidora sobre la vida
social y política. Es posible que su poesía haya sido impulsada por
los movimientos exteriorista y realismo posmoderno (en la línea de
Roque Dalton), pues vivió por un tiempo en Honduras en contacto
con los intelectuales, artistas y poetas del norte de Centroamérica.
Sus publicaciones en poesía son: El fuego y la siesta (1983)
(Premio Centroamericano de Poesía Juan Ramón Molina); El ojo
de la cerradura (1993); Oro de la vida (1993); Quizá el mañana (1977);
Sol de la edad (2005); Quizá el mañana (2007).
En una dirección similar y con mirada feminista, Magda Za-
vala publica en 1990 sus primeros poemas en la Revista Casa de la
Mujer, de la Universidad Nacional. Su libro de libros, Tríptico de
las mareas (2010) es en realidad tres poemarios en uno, reunidos
por una perspectiva cósmica y de cuestionamiento de género. Su
segundo libro, Antigua luna (2017), se declara poesía-documento,
como valoración del papel de Antigua Guatemala en la historia
centroamericana del pasado y del presente.
En cuanto visión contracultural de género en la poesía, Ana-
belle Aguilar Brealey requiere una mención especial, por ubicarse
entre las posfeministas críticas de la afirmación de la diferencia.
Valeria Varas también pertenece a este grupo.

Anabelle Aguilar Brealey

Se distingue el trabajo de Anabelle Aguilar Brealey, cuyas obras


principales se escriben entre 1998 y 2005, porque su temática pre-
ferencial, en varios libros, refiere a las edades de la mujer y, en

232 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


particular, a “cierta edad” no celebrada ni por la poesía de los
hombres, ni de las mujeres. Anabelle Aguilar Brealey observa poé-
ticamente el paso del tiempo por el cuerpo de la mujer y sus trans-
formaciones. Titula sus libros de manera alusiva: Sangre (2002);
Climaterio (2003) y Hornacina (1998), entre otros.

Valeria Varas

En este grupo, con una voz claramente política, se encuentra Va-


leria Varas, escritora chileno-costarricense que llega al país como
exiliada después del golpe militar de 1973. Sus libros procuran una
visión crítica de la guerra, la represión y la miseria, a la vez que
llaman a la realización y disfrute de la sexualidad. También cuenta
con una obra dramática. Entre sus publicaciones están: Mi Paulina
(2017); Memoria en mí (2010); Un teatro en el Paraíso (2010); Vuelos en
la mar (2010); Le Yendo (2009); Pleamar (2005); Ofidia (2005), Este
oficio de mirar la aurora (1993) y Cantando me defiendo (1990).

Poetas logradas en la madurez


En el curso de investigaciones precedentes he descubierto que un
grupo amplio de escritoras, en este caso poetas, inicia su produc-
ción cuando llega la madurez o avanzada su edad biológica, una
vez que los hijos han crecido, luego de divorcios o separaciones,
o como forma de superación de pérdidas, incluidas muertes de
personas próximas. La literatura puede tener, en estos casos, valor
terapéutico. Más mujeres que hombres asumen la escritura en fun-
ción catártica o sanadora.
Se ha comentado aquí sobre poetas que abandonaron la es-
critura mientras cumplían sus papeles de madres, esposas o mien-
tras fueron cuidadoras, un papel social recargado sobre espaldas
femeninas, tradicionalmente. También es más usual, aunque no la
norma, que las poetas, más que los poetas, publiquen en editoriales
privadas mediante autoedición por la falta de políticas culturales de
apoyo. Algunas organizaciones de la sociedad civil, como la Aso-
ciación Costarricense de Escritoras y el grupo Poiesis, entre otras,
han hecho una labor al respecto.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 233


Arabella Salaverry

Como se dijo páginas atrás, Arabella Salaverry (1946) hizo sus pri-
meras publicaciones en los años sesenta, e incluso fue antologada
en ese momento en una publicación de alcance latinoamericano y
perteneció entonces al Círculo de Autores Costarricenses. Poste-
riormente, luego de una larga pausa, retomó la escritura en 1999,
cuando un libro suyo, Arborescencias, fue aceptado para publica-
ción por el Ministerio de Cultura y Juventud. Como ella misma
explica, estuvo dedicada a tareas de esposa y madre. Es así que
su producción más abundante y significativa ocurre de 1999 al
presente.
Su poesía sigue la línea conversacional de Gioconda Belli,
aunque sin su beligerancia política, y de Ana Istarú, en cuanto
a la celebración del cuerpo y el gozo erótico desde una palabra
poética que se asume en femenino. Marca la diferencia, en su caso,
una especial percepción de la naturaleza como prolongación de
los sentidos. Su carrera es excepcional en cuanto a que, en un
lapso relativamente corto, tuvo una amplia producción y se co-
locó entre las escritoras más reconocidas. Su producción poética
abarca: Arborescencias (1999); Breviario del deseo esquivo (2006); Chicas
malas (2009); Continuidad del aire (2009), Erótica, Erotomanías (2013);
Violenta piel (2013); Llueven pájaros (2014); Breviario del deseo esquivo
(2016) y El sitio de Ariadna (2017).
Las condiciones que llevan a las mujeres a postergar su tra-
bajo literario son bastante comunes. Un grupo amplio de poetas
costarricenses ha emprendido el camino poético una vez llegada la
madurez en sus vidas. Teresita Aguilar Mirambell (1933) es ejem-
plar en cuanto se construye como poeta y logra una producción
amplia en su período de adulta mayor. Entre sus libros se encuen-
tran: Tú y yo (1994), ganador del premio Botija de Plata en Espa-
ña; Voces comunes (2003); Soy la otra mujer (2003); Metáforas de hierro
(2008) y La mujer renacida (2014).
Pertenecen también a este grupo de poetas Cristy Van der
Laat, que publica El libro rojo de los haikus negros en 2003; Roxana
Pinto, Noticia de silencio en 2004; Clotilde Ortega, Versículo vital en
2008, y Ánimo esdrújulo en 2014, también la poeta Elliette Ramírez,
Nostalgia en 1994, y Simetría del silencio en 1998.

234 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Otro sector llega a la poesía después de una trayectoria en
otros géneros, o en otros campos artísticos, como Raquel Villareal,
María Bonilla (El libro de sombras, 2017); Nidia Marina González,
Guadalupe Urbina, cantautora, y María Pérez Iglesias.
En otros casos, se trata simplemente de una iniciación que
se posterga, pero que permite a la poeta mostrar una experiencia
acumulada como son los casos de Julia Hernández –Tres vueltas de
la llave (2015); Boleto al Caribe (2018), y Monthia Sancho, Palomas
de grafito (2015); Trance (2018)–. También pertenecen a este gru-
po Marlene Retana Guido (Estalactitas del tiempo, 2016) y Marlene
Ramírez Alvarado, quien por su denuncia del abuso sexual de las
niñas en el ámbito familiar (Mujeres en la esquina, 2016; La casa de
mi madre, 2012; Anclado en mí, 2012) es una voz que cuestiona el
statu quo. Siendo este grupo muy nutrido, no es posible aspirar a la
mención exhaustiva.

Nuevos horizontes y persistencias en el siglo xxi


En las primeras dos décadas de siglo xxi, ya casi transcurridas, la
poesía costarricense de mujeres transita por similares cauces que a
fin de siglo, con algunas novedades. El trabajo poético virtual (edi-
ciones virtuales) y en redes sociales pone una dinámica especial a
la literatura, en general, y a la poesía, en particular.

Poesía étnica y reclamo de género: Shirley Campbell

En la poesía de algunas mujeres existe un reclamo por el derecho


a decir, manifestar, expresar. Este derecho fue negado durante si-
glos, si no milenios, a unas más que a otras. En la poesía escrita por
mujeres se encuentran, en el presente, varias maneras de afirmar
ese derecho y necesidad. Algunas poetas lo resuelven en el terreno
de la elocutio. Para aclarar el punto: luego de la inventio y la disposi-
tio, un o una poeta se pregunta ¿cómo decir lo que quiero? ¿Con
contención, mesuradamente, observando reglas precisas? O, por
el contrario, ¿de manera exuberante, explícita, abundante? ¿Una
mezcla de ambas? Por supuesto, esto ocurre muchas veces de ma-
nera subconsciente. La elección de una elocutio marcará el estilo.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 235


La hipótesis de fondo aquí es la siguiente: la poesía de un
grupo considerable de mujeres, sobre todo de aquellas que han
sido más sometidas al silencio, la poesía de las que han soportado
más censura, tiende a elegir una elocutio más locuaz. La poesía de
las poetas que asumen una focalización desde el derecho a decir
tiende a expresarse vivazmente, más allá de las censuras, con mu-
cha locuacidad. Esa es una de las características de la poesía de
Shirley Campbell. Su poesía es elocuente, vivaz, locuaz, conver-
sacional. Toda esta aclaración se hace necesaria porque un equipo
de dos críticos (Solano y Ramírez Caro), o confundidos, o con
intenciones poco comprensibles, se refieren de manera inexacta y
desafortunada a lo que planteo sobre el estilo de Campbell en mi
artículo “Las escritoras afrodescendientes centroamericanas: entre
el olvido y la autoafirmación”.30 Interpretan los críticos que la locua-
cidad tiene signo negativo, cuando todo el artículo citado demuestra
que, con esa técnica discursiva, como en gran parte de la poesía con-
versacional, el acto poético se renueva dejando los ropajes, a veces
demasiado ajustados o previstos, de los estilos retóricos propios de
la poesía clásica.
La poesía de Shirley Campbell tiene la soltura del estilo con-
versacional asumido por mujeres; y no sólo por mujeres afrodes-
cendientes. Citaré algunos ejemplos: el poema muy conocido de
Gioconda Belli “De noche, la esposa aclara” es una larga y ri-
sueña reconvención de una voz femenina al esposo para hacerlo
entender que aunque ella no tiene los atributos de Cindy Crawford
puede amarlo de la mejor manera imaginable; y también en el poe-
ma de la poeta hondureña Waldina Mejía titulado “Quisiera yo un
poema” (Zavala 2011, 330), la voz lírica busca hacer un poema que
se convierta en muchos utensilios de la vida común, porque todo
objeto o ser en este mundo puede convertirse en poesía, eso dicho
y reiterado de varias maneras. Evidentemente, estamos ante un
poema lejano de los idealismos poéticos. Ambos poemas ilustran

30 Confróntese: Magda Zavala, “Las escritoras afrodescendientes centroamericanas: entre el olvi-


do y la autoafirmación” (Ponencia LASA 2009, Río de Janeiro). Ver http://lasa.international.
pitt.edu/members/congress-papers/lasa2009/files/ZavalaMagda.pdf.// El texto a que me
refiero es “Poética de la liberación en Shirley Campbell Barr” de Silvia Solano Rivera, Univer-
sidad de Costa Rica y Jorge Ramírez Caro, Universidad Nacional de Costa Rica, en Cincinnati
Romance Review 40, Spring, 2016: 155-200.

236 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


claramente esta variante del estilo conversacional, lo mismo que
los poemas de Campbell.
Por otra parte, existe en el estilo de Shirley Campbell un
uso de materiales autobiográficos. Esta elección no demerita a la
poesía de nadie, ni a ninguna literatura. Por el contrario, existe una
larga lista de formas de autoficción, o claramente autobiográficas,
que tienen plena ciudadanía en la ciudad letrada. Shirley Campbell
tiene conciencia del valor (emocional, testimonial) de este gesto.
Finalmente, señalo que en la poesía de esta autora, el reclamo
reivindicativo étnico se aúna al de género y todo ello con las pro-
puestas del movimiento “Black is beautiful”. El libro Rotundamente
negra (2006) así lo manifiesta. La producción de Shirley Campbell en
poesía abarca, además: Palabras indelebles de poetas negras (2012);
Desde el principio fue la mezcla (2007); Rotundamente negra (1994
y 2004) y Naciendo (1988) (Silva “Los versos negros de Shirley
Campbell Barr”).
Pertenece también a esta búsqueda, con otros estilos, la poeta
Delia McDonald, en sus libros El séptimo círculo del obelisco (1993);
Sangre de madera (1994) y La lluvia es una piel (1999).

Lucía Alfaro, renovación trascendentalista

Lucía Alfaro es una poeta de trayectoria notable en la última dé-


cada. Su pertenencia al Grupo Poiesis tiene especial significado
porque, en su caso, la inscribe en una tendencia estética. Su poe-
sía suma a las perspectivas del trascendentalismo, las temáticas y
percepciones feministas, en particular, su denuncia de la violencia
sexual contra las mujeres y los niños. Una viva capacidad para el
manejo de la metáfora inédita, de motivación surrealista, y el uso
de un verso musical distinguen su trabajo poético. Cuenta con una
producción reciente: Antagonía (2016); Vocación de herida (2016); La
soledad del ébano (2015) y Nocturno de presagios (2010). Junto a Ronald
Bonilla, fundador del grupo y su esposo, ha hecho también una
importante labor como gestora cultural.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 237


Poetas de la ira y el desencanto en Costa Rica
y otras tendencias del presente

Las poetas Laura Fuentes, Alejandra Castro, María Montero (La mano
suicida, 2000; El juego conquistado, 1985) y Luissiana Naranjo se ubican
en la constelación de las “poetas embravecidas”, tendencia inau-
gurada en Nicaragua por Marta Leonor González. Esa orientación
se distingue por un discurso poético hecho desde la ira, el reclamo, el
sarcasmo y, en general, desde el malestar en la vida social.
A Luissiana Naranjo (Resabios, 2007; Cuerpo de latitud verde,
1998) la caracteriza su voz desafiante, irónica y lúdica, que la sitúa
también entre las poetas contraculturales tanto que cuestionan los
presupuestos de género, del mito del amor, de la relación hom-
bre-mujer, en lenguaje desacralizante. En el caso de Montero, pri-
va el tono desencantado y cáustico.
Alejandra Castro fue muy prolija durante un período, con
un importante listado de obras en su haber. La distinguen su vita-
lidad enunciativa y un apasionamiento discursivo dominante. Sus
libros son: Desafío a la quietud (1992); Loquita (1996); Tatuaje giratorio
(1998); Hay milagros peores que la muerte (2002); No sangres (2006) y
Juro la noche (2008).
Laura Casasa pertenece a las nuevas voces disconformes,
no con intenciones contraculturales, sino con cierta perspectiva
lúdica. Sus textos más recientes son: Domingo (2018), Todas somos
amigas (2018) y Parque de diversiones (2009).
Otras poetas buscan en distintas direcciones, dejando atrás
el desencanto, como Laura Zúñiga Hernández –Zapatos reciclados
(2013); Mitófagos (2015); Desde la torre: la ciudad, (2017)– y Marianella
Sáenz Mora –Migración de la esperanza (2015); Perspectiva de la ausencia
(2017)– han publicado en los últimos años.
Existen otras propuestas, algunas cercanas a las artes visuales.
Es el caso de Silvia Piranesi (1979), bibliotecóloga y bailarina, ade-
más de escritora (No importa existe el viento, 2009), que practica una
poesía fragmentada y caleidoscópica. También pertenecen a las últi-
mas promociones Paula Piedra (Ejercicios mentales, 2003), Selene Fa-
llas, Hijas de Safo (2015); Alejandra Solórzano, De vez en cuando hablo
con ella (2006), Detener la historia, (2015); Paola Valverde Alier (1984),
La quinta esquina del cuadrilátero (2013) y Lápices de luna (2016).

238 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Conclusiones
El fin del siglo xx y lo que va del xxi han sido especialmente favo-
rables a la expresión poética de las mujeres. En el presente literario
de Costa Rica publican varias promociones y generaciones etarias,
incluso distantes, de mujeres poetas inscritas en tendencias litera-
rias diversas, pero con temáticas bastante comunes. Las más visibles
tendencias estéticas en la poesía de mujeres costarricenses son: la
poesía posvanguardista, trascendentalista, conversacional, filosófi-
co-reflexiva, en un caso, cercana a la poética del silencio; la poesía
exteriorista, barroco-conversacional y el realismo poético, encon-
trándose, a veces, en el estilo o en las obras de las autoras, la mezcla
de varias de ellas.
En cuanto a las temáticas, priva la amorosa también como
desamor o desencanto, o evaluación del mito del amor romántico;
asimismo, se encuentra poesía que visibiliza el erotismo explícito,
realizado o frustrado, y el amor lésbico, así como, de manera vi-
sible, las contrariedades, limitaciones y reivindicaciones que nos
conciernen y motivan a las mujeres. Existe una línea de búsque-
da y reivindicación de las genealogías de mujeres, las ancestros y,
en menor grado, la poesía de perspectiva feminista. Claramente
minoritaria es la línea de poesía política, que se expresa en los
últimos tiempos como la poesía de la ira contracultural, aunque
con mucho menos fuerza que entre las poetas de otros países del
área. Y como los públicos de la poesía son diversos también, existe
poesía confesional de tema religioso y poesía que asume o defiende
los papeles tradicionales.
Se ha logrado entrever aquí la producción de nuestras ances-
tros literarias, las mujeres que produjeron poesía en la primera par-
te del siglo xx. Queda pendiente un trabajo más detenido que logre
completar los listados y llegar a la mayor exhaustividad posible.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 239


Mujeres que crean pensamiento.
Las ensayistas en la literatura costarricense
Existe aún mucha dificultad para definir el ensayo como géne-
ro. Contamos con la visión clásica de Alfonso Reyes, que lo ve
como una forma ancilar entre el arte y la ciencia, la emoción y la
razón, creada para mostrar una perspectiva y generar opinión ante
problemas de fondo de la vida humana. En este sentido, el o la
ensayista “pone el cuerpo” a la vida social, expone su nombre y
calidades civiles, se dispone a la polémica y a otras consecuencias
por plantear su pensamiento. Ha persistido la ambigüedad en la
definición de esta forma y, en algunos casos, hasta el error, al atri-
buir la condición de “ensayo” a otras formas propias del discurso
analítico y reflexivo: el discurso científico, el análisis filosófico, la
teoría literaria, política, antropológica u otra. Desde el punto de
vista que aquí se asume, a estas últimas formas les faltan dos as-
pectos constitutivos del ensayo: su uso intencional de los efectos
estéticos y su vocación pragmático-empática con respecto a los lec-
tores y el contexto social, sobre el cual busca producir un efecto.
Esta confusión ha llevado a dificultar la antologación de los ensayos
y otros estudios. Así visto, las ensayistas (y también los ensayistas)
propiamente dichas no son tantas, como se ha supuesto en la histo-
ria de la literatura costarricense.
En adelante, veremos cómo realizan su labor ensayística al-
gunas reconocidas e indudables escritoras de este género, sobre
todo aquellas que han marcado la vida cultural y social costarri-
cense o aportaron al desarrollo de las ideas feministas o a la cons-
trucción de la identidad femenina en el país.

Las primeras ensayistas

Entre las estudiosas del ensayo de mujeres se encuentran Leonor


Garnier (1945-2018), quien publicó en 1976 la Antología femenina
del ensayo costarricense; Grace Prada Ortiz, de perspectiva feminis-
ta, que publicó Mujeres forjadoras del pensamiento costarricense (2005);
Matilde Carranza hizo lo propio en Vera Yamuni y Ana Alfaro, en el
pensamiento filosófico costarricense (2013); Ruth Cubillo, Mujeres e identida-
des: las escritoras del Repertorio Americano (1919-1959) y Mujeres ensayistas

240 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


e intelectualidad de vanguardia en la Costa Rica de la primera mitad del
siglo xx (2011); Patricia Alvarenga, con varios notables artículos, y
Yadira Calvo, a su vez ensayista.
Según Ruth Cubillo, en su libro Mujeres ensayistas e intelectua-
lidad de vanguardia en la Costa Rica de la primera mitad del siglo xx,
entre las más importantes ensayistas del período 1920-1970 figu-
ran: María Isabel Carvajal (Carmen Lyra), Ángela Acuña Braun,
Emma Gamboa, Luisa González, Eunice Odio, Yolanda Oreamu-
no, Emilia Prieto y Lilia Ramos. Grace Prada, en su libro Mujeres
forjadoras del pensamiento costarricense, ya citado, ofrece otra lista de
ensayistas. Incluye a Manuela Escalante como ancestro, a Amalia
Montagné como pionera de la crítica literaria, a María Fernández
de Tinoco, Emilia prieto Tugores y Yolanda Oreamuno, todas del
período inicial que llega hasta mitad del siglo xx.
Respecto a Amalia Montagné en papel de primera crítica lite-
raria, Iris Chaves Alfaro, estudiosa de la literatura de mujeres entre
los siglos xix y xx, encuentra que antes de esa autora existe otra
escritora de ensayos literarios, Ángela Baldares, que escribe sobre
Gastón de Silva y Edgar Allan Poe en la Revista Pandemonium (números
108, del 10 de abril de 1914, y 109, del 30 de septiembre de 1914) y “A
propósito del Centenario” en Ariel no. 75, de abril de 1916 (Chaves
Alfaro). Le correspondería efectivamente un lugar anterior al de
Amalia Montagné, quien publica su primer ensayo en 1939 (Prada
55), si efectivamente hace ensayos y no artículos.

Carmen Lyra, ensayista polémica y beligerante

No obstante lo señalado, corresponde a Carmen Lyra, en orden


cronológico y por la naturaleza de sus ensayos abiertamente cues-
tionadores frente a la vida social, el lugar de inicio: entre enero de
1911 y mayo de 1914, publica en la revista Renovación (1911-1914)
de ideas ácratas (Oliva 75-77) ensayos políticos beligerantes so-
bre la vida social costarricense, además de ensayos literarios. Ruth
Cubillo ha desarrollado varios estudios sobre este particular, uno
en especial, titulado “Los ensayos políticos de Carmen Lyra en
Repertorio Americano” (183-194).
Carmen Lyra fue maestra del ensayo político y del pedagó-
gico. Como muy pocas pensadoras costarricenses, antes y después,

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 241


reunió la militancia y la escritura ensayística, con la que alentó sus
luchas y orientó la vida social de Costa Rica hacia formas de Esta-
do más justas. Escribió distintos tipos de ensayos y un número ele-
vado de ellos los publicó, principalmente, en Repertorio Americano y
en el semanario Trabajo (1931 y 1948) del Partido Comunista. Allí
aparecen, según dice Ruth Cubillo, ciento veinte ensayos (“Los en-
sayos políticos…” 189). También publicó en la revista Renovación,
como hemos visto páginas atrás.
Sus artículos políticos tocaban los temas que eran priori-
tarios para los jóvenes radicales, fueran ácratas o socialistas: “el
incremento de la pobreza, los fraudes electorales, la injerencia
del imperialismo yanqui en los asuntos nacionales y la explota-
ción laboral que sufrían los trabajadores” (Cubillo, “Los ensayos
políticos” 189). Todo ello ubica a la autora entre los escritores
beligerantes de oposición antisistémica, capaz de cuestionar pro-
fundamente el statu quo y de proponer alternativas para la vida del
Estado y sus ciudadanos.

Ángela Acuña Braun y la aparición


del pensamiento feminista

Por su impacto social, Ángela Acuña Braun (1888-1983) le sigue


a Lyra en importancia. Abogada, sufragista, feminista y la primera
mujer costarricense en identificarse como tal. Luego de compren-
der la importancia del voto como condición para cambiar la si-
tuación de las mujeres en otros órdenes (pues, como ya vimos, no
pensaba así al inicio), se comprometió en distintas acciones para
lograrlo. En 1923, organizó el movimiento feminista y ese año
fundó, con un grupo de maestras, la Liga Feminista, cuya lucha
fundamental fue el voto de las mujeres. Ángela Braun desarrolla
una larga producción de ensayos en torno a ese tema.
Hasta ese momento, los ensayos de mujeres recogían im-
portantes discusiones pedagógicas y políticas. Las sufragistas, por
su parte, buscaban con prioridad la obtención del voto. Todo ello
daba poco espacio al asunto de fondo: las reivindicaciones de las
mujeres ante la moral dominante. Los hombres también estaban
escribiendo sobre estos temas de manera apasionada.

242 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Para abordar estos asuntos de fondo, más allá de los dere-
chos políticos y los problemas derivados de la situación de clase
social de la mujer, hubo que esperar varios años. En 1938, una
joven de diecisiete años escribe una reflexión que marca el cam-
bio. El ensayo “¿Qué hora es?”, escrito por Yolanda Oreamuno
para responder al tema propuesto para un concurso interno del
Colegio Superior de Señoritas (a saber, “Medios que usted sugiere
para librar a la mujer costarricense de la frivolidad del ambiente”),
contiene un reclamo de género, preciso y directo, así como la bús-
queda de equidad para las mujeres.

Vera Yamuni Tabush

Por ese mismo momento, según Grace Prada, destaca la obra en-
sayística de la filósofa, médica y escritora Vera Yamuni Tabush
(1917-2003) radicada en México, cuyos temas fueron el feminismo
y la cultura árabe. Escribió, además, sobre la enseñanza de idio-
mas, filosofía, medicina y cirugía (Prada, “Vera Yamuni Tabush
(1917-2003)” 3). Al respecto, señala Prada:

En la revista Repertorio Americano publicó cuentos, historias


breves y ensayos entre 1938-1946. La principal característica
de estos escritos es su brevedad, humor y el sentido filosófi-
co de las moralejas. De particular interés son sus ensayos de
contenido reflexivo y análisis histórico-filosófico sobre Safo
y Virginia Woolf. Son escritos con un lenguaje sencillo carga-
dos de sabiduría, en algunos se rescata el valor de las tradi-
ciones populares de los pueblos árabes y de nuestros pueblos.
Sus enseñanzas parten de la vida cotidiana y reflejan normas
y pautas de vida deseables para todos los seres humanos (4).

Escribió, entre muchos otros ensayos, “Safo, mi guía de


siempre” (1944) y “Reflexiones” (1994), sobre la obra de Virginia
Woolf.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 243


Una pensadora integrada al sistema: Emma Gamboa

Emma Gamboa (1901-1976) fue una poeta para niños y peda-


goga muy destacada. Se le conoce por su brillante carrera como
especialista en educación. Graduada de la Normal con honores,
obtiene en los Estados Unidos una maestría en Artes en 1940, y el
doctorado en Filosofía en 1951. Fue miembro fundador de varias
instituciones y organizaciones educativas, entre ellas, la Asociación
Nacional de Educadores (ande) en 1942 (Istmo). Son conocidos
sus artículos sobre la educación democrática e integral. Su texto
para educación primaria, Paco y Lola. Libro de lectura de primer grado
(1964), jugó un papel determinante en la formación de varias ge-
neraciones de costarricenses. Las ideas sobre las mujeres en ese
texto demuestran un pensamiento conservador en materia de pa-
peles de género. Por la función fijadora de estereotipos, este libro
requiere de análisis y de una puesta al día.

Emilia Prieto Tugores

El trabajo de Emilia Prieto Tugores (1902-1986), respecto a la reco-


lección de canciones del Valle Central, que ella misma interpretaba,
y el estudio de otros fenómenos de la cultura popular, la dieron a
conocer como investigadora de peso y defensora de la identidad na-
cional. Fue pintora, maestra graduada en la Normal, parte del grupo
de intelectuales de su época y una persona que participó en las lu-
chas sociales durante toda su vida. Tenía un pensamiento antibélico
y gran sentido de la justicia social, así como un alto compromiso
con la búsqueda de garantías sociales para el campesinado y los
obreros. Publicó en Repertorio Americano una serie de ensayos contra
el fascismo y el falangismo, como consecuencia fue perseguida y en-
carcelada por sus ideas (Prada, Mujeres forjadoras 108). Fue miembro
del Partido Vanguardia Popular y nunca se declaró feminista, aun-
que era afín a algunos de sus ideales. Nos encontramos, pues, ante
una coetánea de Emma Gamboa, con una historia de otro signo.
Fue su propósito tratar al habitante del campo en toda su
dignidad, sin reducirlo a estereotipos folklorizantes, como ocurría
en la literatura de cuadros de costumbres y en el criollismo y que,
lamentablemente, perdura en las imágenes turísticas del país y en

244 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


las celebraciones escolares, lo que ha generado un impacto negati-
vo en la apreciación de estos sectores.
Hizo también, Emilia Prieto, ensayos sobre el arte costarri-
cense, entre los que destaca el que escribió en defensa del escul-
tor Francisco Zúñiga, vilipendiado y agredido verbalmente por su
obra a la maternidad, en 1935, titulado Maternidad. Momento a la
madre (Prada, Mujeres forjadoras 1008). Su obra artística y los ensayos
sobre arte son testimonios de su época. El legado de Emilia Prieto
quedó también como ruta inspiradora para las nuevas generacio-
nes de investigadores de la cultura popular. Dionisio Cabal y el
Grupo Cantares fueron discípulos cercanos.

El ensayo de mujeres entre 1950-2018

Se incluyen en este acápite a las pensadoras que, aunque habiendo


escrito tiempo atrás, tuvieron su principal impacto en el pensa-
miento de la segunda mitad del siglo xx y lo que va del presente.
Se hará especial mención de aquellas que han reunido su palabra y
su acción como ciudadanas que buscan lograr transformaciones.

Carmen Naranjo

La obra ensayística de Carmen Naranjo, como su presencia en la


cultura artística costarricense de la segunda mitad del siglo xx, pro-
dujo impactos en la academia y en la vida práctica de grupos de
intelectuales y artistas, así como en el espacio político. Pensadora,
teórica de la cultura y renovadora de las formas habituales de ver
la vida del costarricense, se atrevió a cuestionar hábitos y cos-
tumbres, así como la naturaleza, sentido y funcionamiento de las
instituciones culturales del país. Su coherencia la llevó a defen-
der posiciones aún en contra de sus propios intereses personales.
Siendo ministra de Cultura Juventud y Deportes en el gobierno de
Daniel Oduber, elaboró un novedoso proyecto de ley sobre radio
y televisión que habría cambiado la historia cultural del país, pues
no estaría en la actualidad como consumidor de programas mexi-
canos, colombianos y estadounidenses de baja calidad. Los ecos
de ese proyecto, entre otros, la llevaron a renunciar a su cargo. Pu-
blicó cuatro libros de ensayos que recogen parte de su producción

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 245


en este género: Por Israel y por las páginas de la Biblia, 1976; Cinco
temas en busca de un pensador, 1977; Estancias y días (en coautoría con
Graciela Moreno), 1985; y Mujer y cultura, 1989.
Fue crítica del consumismo, de la apatía, de la mediocridad,
de la deshumanización, de los modelos de mujer de la cultura, de
las acomodaticias nociones de identidad y de las formas de hacer
y concebir la política, entre otros muchos temas de sus ensayos.

Sol Arguedas y su impronta en la cultura mexicana

Sol Arguedas (1921) viajó a México recomendada por Joaquín


García Monge para estudiar en el Colegio de México, en 1943, y
decidió instalarse allá porque el contexto era más favorable para
sus objetivos intelectuales y porque fundó una familia. Fue una
activa y beligerante ensayista, articulista y conferencista, nacio-
nalizada mexicana. Su matrimonio con un conocido médico y
antropólogo mexicano, Daniel Rubín de la Borbolla, le permitió
conocer lo que ella llama “el México profundo” (Pérez, 2005). Su
amplia formación como doctora en Ciencias Políticas, abogada
con estudios en antropología y físico-matemáticas e investigado-
ra y catedrática en la unam (1979-1998) le permitió alcanzar un
destacado lugar en la vida intelectual mexicana. Siendo militante
de izquierdas, su producción ensayística toca temas de carácter
político, antropológico y social, desde esa visión y con mira lati-
noamericanista. Sus libros ensayísticos más conocidos y divulga-
dos son: ¿Qué es la izquierda mexicana? (1962), Una teología para ateos
(1975), Cuba no es una isla (1991), El México que vivimos (1997) y El
Estado benefactor, fenómeno cíclico (1998). No ha publicado aún un
libro sobre el populismo que ha estado preparando los últimos
años. Participó de la gestión de importantes instituciones cultura-
les de México, entre ellas, el Colegio de México. Ha sido una de las
mentes más brillantes que han migrado de nuestro país a México.
Su labor como una ensayista de proyección latinoamericana ha
gozado de aprecio y admiración en México, pero ha sido ignorada
en las historiografías de Costa Rica.

246 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Yadira Calvo, ensayista e investigadora feminista

La obra de Yadira Calvo (1941), dedicada casi en exclusividad al


ensayo feminista, ha marcado la vida costarricense de las últimas
cuatro décadas y, en particular, el pensamiento de las mujeres. Ha
realizado una excelente labor difusora de los hallazgos de los dis-
tintos feminismos internacionales (evaluaciones personales de la
obra de Virginia Woolf, Dulce María Lynaz, María Zayas y Soto-
mayor, entre muchas otras) y, en este sentido, ha puesto al día a
la cultura costarricense con respecto a ellos. Yadira Calvo eligió
el ensayo como su campo preferencial y casi exclusivo de trabajo:
«De los distintos géneros literarios, Yadira escogió el ensayo argu-
mentando que éste le “permite debatir, refutar y plantear nuevas
ideas”» (inamu, “Yadira Calvo Fajardo”).
Además, ha analizado a los clásicos de la literatura para des-
entrañar sus posturas misóginas; sin embargo, uno de sus logros
principales ha sido su mirada sobre la historia del feminismo cos-
tarricense: “Pancha Carrasco; del fogón al campo de batalla” visi-
biliza la gesta de una mujer heroica en la Guerra de 1856; “Ángela
Acuña forjadora de estrellas” (1989) y “Ángela Acuña y la pro-
cesión de los Sanchos” (Prada, Mujeres forjadoras 68-70) reconocen
y sitúan la obra de esta autora en la historia costarricense, entre
muchos más, que subrayan el aporte de las mujeres.
Otro campo de su análisis es el cuestionamiento del lenguaje
sexista y su lucha por el lenguaje inclusivo. En términos generales,
en lo que respecta a la cultura del país, Yadira Calvo, de manera per-
sistente, ha buscado la reescritura de la historia nacional para que se
analice y se superen las exclusiones de una mentalidad centrada en
los hombres. Su primer libro fue La mujer víctima y cómplice (1981); le
siguieron: Literatura, mujer y sexismo (1984); A la mujer por la palabra
(1990); Las líneas torcidas del derecho (1993); De diosas a dragones (1995);
Lacanciónolvidada(2000);Terminologíafeminista(2013);Laaritméticadel
patriarcado (2016); De mujeres, palabras y alfileres (2018).
En este mismo período, otras pensadoras feministas como
Sara Sharratt, Alda Facio, Montserrat Sagot, Eugenia Rodríguez
Sáenz y Ana Carcedo escriben ensayos analíticos y beligerantes.
Son nombres sobresalientes de un amplio grupo que, con sus en-
sayos, artículos, investigaciones, ponencias y su práctica política,

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 247


ha sido punta de lanza de un movimiento de mujeres que hicie-
ron leyes y cambiaron otras, promovieron instituciones y lograron
cambios cruciales en la cultura costarricense a favor de las mujeres
y de la igualdad de género, sobre todo durante las últimas décadas
del siglo xx. La investigadora Eugenia Rodríguez Sáenz ha produ-
cido numerosos estudios y análisis sobre la situación de las muje-
res en la historia del país, algunos de alcance centroamericano,31
una ampliación de miras muy valiosa con perspectiva de futuro.

Anacristina Rossi, Tatiana Lobo y otras ensayistas

Anacristina Rossi es una escritora de pensamiento cuestionador y


perspectiva ecologista que ha escrito numerosos ensayos para ofre-
cer respuestas, proponer y demandar cambios en el campo de la
preservación de los recursos naturales. Publicó El lado oscuro: ensayos
sobre violencia (en coautoría con Nora Garita), 2007, y numerosos
ensayos en periódios y revistas.
Por su parte, Tatiana Lobo, como ensayista, ha realizado una
labor especialmente importante por su capacidad para hacer relec-
turas críticas de los mitos de la nacionalidad costarricense. El tra-
bajo analítico y desacralizador, su formación y el hecho de venir de
otra cultura le han permitido un distanciamiento muy productivo.
Se destaca aquí el libro Negros y blancos: todo mezclado. Vida cotidiana
de los esclavos negros durante la Colonia (1997) (en coautoría con Mau-
ricio Meléndez).
Escribieron, o escriben, ensayos también: Auristela Castro
de Jiménez, Luisa González, Adela Ferreto, Yolanda Ingianna
Mainieri, Ailyn Morera, Macarena Barahona, Dorelia Barahona y
Laura Fuentes, de una lista que, como en los otros géneros, está
por completarse. Otras escritoras costarricenses han publicado
ensayos propiamente dichos en la historia cultural de Costa Rica,
sin que sea posible para este espacio visibilizarlas a todas.

31 Véase, por ejemplo, el libro de Eugenia Rodríguez Sáenz (ed.), Mujeres, género e historia en América
Central durante los siglos xviii, xix y xx, San José, Costa Rica, unifem/Plumsock Mesoamerican
Studies, 2002.

248 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Las escritoras costarricenses y las literaturas
del yo: autobiografías, memorias, novelas
autobiográficas o autoficciones

El campo literario costarricense ha tenido reticencias para aceptar


en su paradigma de géneros literarios el amplio conjunto de las
llamadas en la actualidad, literaturas del yo que, en términos sim-
ples, significa literaturas que tienen en su base materiales autobio-
gráficos. Todavía hay quienes hoy creen, incluso entre los críticos
literarios, que el adjetivo “autobiográfico”, puesto a la par de cual-
quier otro género o sobre una obra, lo descalifica o le hace perder
valor; éste es de los grandes prejuicios de la crítica, muy evidente
todavía en Costa Rica. Para la crítica internacional, los materiales
referidos al yo del autor o autora son tan válidos como cualquier
otro hecho humano o sobrenatural, real o supuesto. Es decir, todo
lo existente o no, posible o imposible, puede ser materia para la
literatura. ¿Por qué no la propia vida?
Existe una amplia gama de literaturas del yo: diarios (ínti-
mos, de viajes, de experiencias varias, individuales o colectivos),
epístolas, confesiones, autobiografías, autoficciones, biografías
(reales o ficcionales), testimonios e historias de vida. Y novelas,
cuentos, poemas, guiones y otros, basados en dichos materiales.
Ha habido una especie de vicio de lectura que hace que se
lean estas literaturas con el prejuicio moralista que les pone eti-
quetas negativas (expresión de vanidad, exhibicionismo, egocen-
trismo, exculpación); sin embargo, las intenciones que subyacen
pueden ser muy variadas, una de ellas, la búsqueda de efecto te-
rapéutico: sanar escribiendo. Todo depende del circuito en que
se difunda y los objetivos que la persona autobiógrafa tenga. Es
sabido que las autobiografías de personajes de la farándula masiva
se proponen, en muchos casos, objetivos económicos y que esas
motivaciones comprometen la sinceridad de las miras; sin embar-
go, por ese tipo de textos, no se puede descalificar los restantes, ni
esos textos son siempre creaciones complacientes.
La teoría de la autobiografía indica que detrás de un texto de
esta naturaleza hay un deseo: de expiación, de dirimir una ofensa
recibida, de saldar cuentas, u otros. Se trata de buscar lo que anima
a cada texto y de analizar sus logros. Muy poco se ha estudiado

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 249


este ámbito en la literatura costarricense. Por esa razón, haremos
unas breves reflexiones sobre algunos casos, a fin de que continúe
abriéndose la posibilidad.

Chavela Vargas: Y si quieres saber de mi pasado

Esta cantante costarricense-mexicana quiso escribir el curso de su


vida con la voluntad de quien quiere dejar firme su rastro. Chavela
Vargas (1919-2012) narra en Y si quieres saber de mi pasado (2002) su
vida en voz alta, mostrando sus arraigos y desarraigos, por ejemplo,
sobre sus orígenes costarricenses con los que no se siente cómoda
ni identificada, o sobre sus amores con mujeres, que asume con to-
tal naturalidad sin aceptar la censura. También encontramos detalles
sobre sus trabajos y vicisitudes por convertirse en la artista que fue.
Es un texto sobre ella y las personas que amó o estuvieron en su
camino. Estamos claramente ante una autobiografía.
Las mujeres latinoamericanas hemos practicado muy poco
la autobiografía, pues es un género hecho para afirmar una indi-
vidualidad y darle relevancia, lo cual, históricamente, es de hom-
bres más que de mujeres, a quienes la historia nos ha pedido,
ordenado más bien, esconder, con discreción y pudor, la vida y
más enfáticamente, la íntima.

Lilia Ramos: Fulgores de mi ocaso

Lilia Ramos Valverde tuvo una fuerte y valiente presencia en la


Costa Rica de su momento, un país entonces de moral muy re-
ducida, fanática y controladora donde hasta la forma de vestir de
las mujeres estaba regulada por la Iglesia católica, mediante hojas
parroquiales. Ella no se dio por vencida ni abandonó el país como
tantos y tantas artistas, con sobradas razones, sino que enfrentó
los poderes políticos e institucionales y fue perseguida por ello.
En Fulgores de mi ocaso (1978), su autobiografía, da cuenta de la
superación de las limitaciones de una autoestima, originalmente
frágil, por no ser una beldad, ni ser blanca como se esperaba de
la gente “bien” de San José. Su autoafirmación, según cuenta, co-
menzó a los cuatro años cuando decidió cambiarse el nombre que
le venía de la abuela, y que consideró feo, por el de Lilia, que se dio

250 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


a sí misma. Supo también liberarse de la estigmatización que tuvo
por su presencia física, valorando sus múltiples dotes intelectua-
les con los que alcanzó éxitos nacionales e internacionales, a pe-
sar de la persecución sufrida, por ejemplo, por parte del entonces
ministro de educación, Teodoro Picado, quien la destituyó como
maestra debido a que propuso que se impartieran clases de edu-
cación sexual a alumnos y padres de familia (Fallas Arias 9). Otras
autoridades también la descalificaron, le impidieron disfrutar be-
cas ganadas y la acusaron de comunista. Es una autobiografía de
superación; sin embargo, según observa Teresa Fallas, el presente
le sigue cobrando con desconocimiento de su obra, que requiere
una restitución intelectual (14), todavía pendiente.

Luisa González, A ras del suelo

La novela autobiográfica A ras del suelo (1970) fue escrita antes del
1948, según informan Margarita Rojas y Flora Ovares, y veinte
años después reescrita (126). Su autora, Luisa González (1904-
1999), pinta la vida de la protagonista (llamada Luisa, como ella) y
narradora que, desde su edad adulta, relata en clave de autosupera-
ción de las vicisitudes sociales que la rodearon, su historia personal,
familiar y de sector social como joven perteneciente a un sector
de la clase trabajadora urbana. La novela se desarrolla en los ba-
rrios citadinos de escasos recursos del país entre los años veinte y
treinta del siglo pasado, cuando ocurrían conflictos sociales de la
magnitud de la huelga del año 34. La autora usa técnicas narrativas
sencillas, priorizando la comunicación con el lector. Las citas de
personajes históricos de la vida social costarricense y de hechos
sociales es precisa y ajustada a la realidad (Araya 422). No se busca
disfrazar o hacer autoficción. Se trata de una novela que se asume
autobiográfica y se realiza como tal.

Canto a mi tiempo (Memorias), Virginia Grütter


Virginia Grütter, poeta y narradora, cuenta su infancia, adolescen-
cia y su llegada a joven adulta, en su libro autobiográfico Canto a
mi tiempo (1998). El título muestra su voluntad de hacer memorias,
más que autobiografía, y lo inscribe en ese género expresamente.

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 251


La diferencia entre estos dos géneros es sutil. En realidad, en
las memorias el sujeto que cuenta su vida, la considera parte de
sucesos históricos memorables, no así en la autobiografía. En
realidad, Virginia Grüter fue testigo de acontecimientos de gran
importancia histórica, como la Segunda Guerra Mundial por su
viaje en la infancia a Alemania, de la Revolución Cubana y del
golpe militar en Chile, 1973 (Porras, “La Infancia de Virginia”),
que marcan su vida y le permiten poner el foco de atención en las
efemérides. Por lo tanto, la autobiografía se convierte en parte de
la memoria colectiva.

Mundo, demonio y mujer y La loca de Gandoca


Rima de Vallbona, en su novela aquí citada, diseña una protagonis-
ta, Renata, profesora de literatura en una universidad en Houston,
como alter ego ficcional. Lo vivido por la autora es el material
básico de la novela. Dice Jorge Chen al respecto: “en Mundo,
demonio y mujer (1991), Rima de Vallbona nos propone el pro-
ceso autobiográfico de Renata, una mujer profesora de literatura
en una universidad en Houston, quien está divorciada e intenta
encontrar ese camino que oriente su existencia” (83). En este
caso, se trata de una autoficción, donde realidad e invención de
sí misma se entrecruzan. En esa novela se cuenta el despertar
del feminismo en la conciencia de la protagonista atada por las
convenciones sociales a un matrimonio infeliz, para avizorar su
camino hacia la liberación.
Por su parte, La loca de Gandoca refiere a la vida misma de
la autora, quien ofrece esta autoficción, se diría que de modo ca-
tártico, como testimonio y superación del dolor vivido. La autora
experimentó y fue protagonista de todas esas vicisitudes.

La ausencia de literatura testimonial

Esta característica de la literatura costarricense, en general, y de la


que estudiamos en particular, se explica por las condiciones socia-
les de Costa Rica, aunque también puede ser efecto del encubri-
miento. Sólo se encontró referencia a un texto testimonial: Elsa
María Sáenz Ferreto (1934) publicó un testimonio, en el libro Otras

252 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


voces del 48 (1998). Su texto lleva el nombre de “Mis recuerdos del 48.
Una toma de conciencia” (Meza 2011 148-149).
A manera de conclusión, y luego de haber revisado el am-
plio escenario que ofrece la literatura escrita por mujeres, es claro
que existen muchos casos más de autoficciones y probablemente,
de autobiografías, así como epistolarios, diarios y memorias he-
chos por mujeres, no así suficientes estudios que los visibilicen.
Lo anterior, sin ir a los textos poéticos, dramatúrgicos y otros que,
teniendo base autobiográfica, la diluyen u ocultan, sin que siempre
sea posible adivinarla a simple vista. No por ello dejan de ser un
motor de la construcción textual.

Palabras finales

La visita a este territorio tan poco conocido nos ha mostrado un


escenario doloroso, donde hasta las grandes figuras han sufrido
exclusión u olvido, como sucedió con Eunice Odio y Yolanda
Oreamuno, muertas en soledad, penuria y tristeza. Otras escrito-
ras han sido disminuidas en su imagen y presencia, como en el
caso de Carmen Lyra, también juzgada de manera alevosa hasta
el presente por sus orígenes sociales y familiares. Una misoginia
persistente parece haber impedido la objetividad de muchos es-
tudios literarios. Todas estas acciones muestran una arista de vio-
lencia pasiva, de exclusión y prejuicios en la cultura nacional que
nos llama a revisión y cambio. Por esas circunstancias y otras de
origen político y económico, un grupo muy notable de escritoras
prefirieron buscar otros espacios fuera del país. Algunas lograron
situarse y ver divulgada su obra, e incluso, en sitios muy visibles,
como Ninfa Santos, Sol Arguedas y Rosalía de Chamucero en
México; sin embargo, muchas siguen todavía olvidadas en Costa
Rica o sólo vigentes en grupos reducidos y selectos.
Parece conveniente estudiar los criterios de las restituciones
de esas figuras. Construyendo mitos aristocratizantes en torno a
ellas, o fijando la mira en sus dotes físicos, las envolvemos en un
halo también poco justo, construido desde prejuicios de clase y
de género. La mejor manera de dar respuestas a todo este pasado
tiene, a mi entender, dos direcciones principales: continuar con el
esfuerzo de arqueología literaria para dar el lugar que corresponda

Escritoras en la literatura costarricense. Desbrozando sus huellas 253


a las escritoras del pasado, y hacer estudios de fijación de datos del
presente, de modo que el futuro no nos señale las omisiones. Y
sobre todo, llamar a las personas que investigan a ver las correla-
ciones entre las obras y sus productoras, de ellas entre sí y de las
obras con los poderes y condiciones de la creación; a examinar
las dinámicas de los grupos sociales y el trato a sus pensadoras y
creadoras, esto es, a asumir la realidad en toda su dinámica y com-
plejidad, más que dedicarse a retratar figuras aisladas.
Y a las escritoras, mis colegas, llamo a persistir en el empeño
que nos lleva a crear mundos de palabras, sensibles y sinceros ante
la diversidad, dispuestas a no ceder, a pensar siempre con valentía,
a avizorar un futuro mejor por sobre todas las imposibilidades.

254 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Dramaturgias1 tejidas por mujer
María Bonilla

Cuando la lejana Magdalena, de Ricardo Fernández Guardia, se es-


trena en los primeros años del siglo xx en nuestro Teatro Nacional
por compañías de zarzuela en gira, se hablaba de una nación y un
estado costarricense que se movía bajo los principios de paz, tierra
y democracia; básicamente agrícola, con una oligarquía cafetale-
ra que viajaba en el verano a sus haciendas en Tres Ríos con la
familia para encontrar una realidad distinta, que cuestionaba sus
costumbres, sus creencias y sus prácticas y que, a su vez, trastor-
naban las de los campesinos que aún no soñaban, explícitamente,
con emigrar a la ciudad. Una obra que daba cuenta de la evolución
de un país camino al desarrollo. Desde allí ya estaba presente Pa-
rís, Francia, como una de las mecas de los hijos de esa oligarquía
cafetalera, que estudiaban allí y pasaban sus vacaciones en el país
como sus padres, en las haciendas de Tres Ríos, como extranjeros
de esa realidad. Europa era tanto destino de estudios como de
trabajo diplomático y negocios de familia.
Sin embargo, resulta muy interesante que la primera obra con-
siderada costarricense por sus personajes, temática, lenguaje y locali-
zación sea Magdalena, que lleva el título del nombre de su personaje
protagónico, una mujer con un nombre que, además, carga un peso
histórico, social y religioso polémico. En la obra, Magdalena es una
costarricense de clase cafetalera que rechaza el rol tradicional que su
clase le asigna históricamente a su sexo, por lo que es aislada por su fa-
milia y por su núcleo social. Tanto Fernández Guardia como Victoria
Urbano, años después, en El fornicador, escriben complejos personajes
femeninos en claro conflicto con el papel que su época y su momento
histórico les destina, asignándoles búsquedas, pensamientos y accio-
nes contrarios a esta práctica social tradicional femenina, práctica que
ya en el siglo xx e inicios del xxi van a explorar muchos dramaturgos.
1 En este trabajo, utilizaremos el término dramaturgia como sinónimo del texto del autor, es de-
cir, el discurso literario-dramático, la secuencia de acciones, sus imágenes, producto de un autor
o grupo de autores, que escriben en soledad o en el proceso de realización del hecho escénico.
Recientemente, este término se ha ampliado mucho, referido a los diversos discursos y maneras
de actualizar las imágenes y se habla, entonces, de dramaturgia del actor o del espacio escénico,
por ejemplo. Este ensayo retoma partes ya publicadas por la autora sobre estos temas.
La dramaturgia costarricense va a inventar su fenómeno
escénico a partir de puestas en escena de compañías no costarri-
censes, que van a hacer decir a Fernández Guardia, defendién-
dose del convencionalismo propio del público y la crítica de su
época, que condenaba las obras dramáticas costarricenses:

No me refiero al convencionalismo inseparable de toda clase


de teatro, sino a otro que, según entiendo, es común a todos
los públicos de la América española y nace de la ausencia de
un teatro netamente nacional, y eso se explica, porque como
hemos tenido que contentarnos siempre con un arte extran-
jero, llámese francés o español, que sólo pone ante nuestros
ojos costumbres, tipos y caracteres exóticos, hemos llegado
a forjarnos una idea especialísima del teatro, que para el caso
queda convertido en una especie de fantasmagoría, tanto más
interesante cuanto más inverosímil (Bonilla 200).

Sin entrar a hablar de la labor de la crítica en el estanca-


miento, desinformación del movimiento y su desarrollo, que ha
sido permanente y puntual, y cómo ha enfrentado el movimiento
teatral costarricense esta herencia de fantasmagoría versus verosi-
militud, temas ambos fundamentales para una historia y compren-
sión del fenómeno teatral en Costa Rica2 y que, como podemos
comprobar en la cita, se inician con el nacimiento mismo del fenó-
meno teatral costarricense, sí podemos decir que la participación
de la dramaturgia en el nacimiento y desarrollo de su movimiento
ha sido clave e importante. Se escribe, según Fernández Guardia:

2 Para los inicios de la dramaturgia y el teatro costarricense, confróntese:


Barrantes, Olga Marta, Antología comentada de la literatura dramática costarricense, en el período compren-
dido entre 1809, hasta 1920, tomo I, Tesis de Licenciatura de la Escuela de Artes Dramáticas de
la Universidad de Costa Rica, 1978.
Prado, Adriana, La actividad teatral en Costa Rica de 1920 a 1970, Tesis de Licenciatura de la Es-
cuela de Artes Dramáticas, Universidad de Costa Rica, 1993.
Bonilla, Abelardo, Historia de la literatura costarricense, Editorial studium, Universidad Autónoma
de Centroamérica, 1981.
Quesada, Álvaro, Breve historia de la literatura costarricense, Editorial Costa Rica, Costa Rica, 2008.
Quesada, A.; Rojas, M.; Ovares, F. y Santander, C., Antología del teatro costarricense (1890-1950).
Editorial de la Universidad de Costa Rica, Costa Rica, 1993.

256 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


… porque el día que se abran todas las carreras que hoy nos
están vedadas por el egoísmo de los hombres, la mujer no
tendrá ya que agarrarse del santo matrimonio como de la úni-
ca tabla de salvación, […] y ya no tendrán que desempeñar un
triste papel cuando se casan, que es un término medio entre
la sirvienta y la esclava (VII).

Hablando ya propiamente de la dramaturgia escrita por mu-


jeres, Victoria Urbano (1988) escribe en la década de los cincuenta
una obra polémica, provocadora desde su título, El fornicador, un
juicio implacable a la clase política y a la familia tradicional costa-
rricense, afirmando una dramaturgia femenina en Costa Rica que
crece continuamente con una misma vocación. Victoria Urbano
escribe porque “en San José lo antiguo se descarta como viejo y el
lujo hay que ostentarlo por fuera aunque por dentro se viva con
deudas y vergüenzas y porque la voz de la patria no puede silen-
ciarse” (Urbano, El fornicador). En este caso no consignamos pági-
na, ya que se trata de un libreto de la puesta en escena del Teatro
Universitario, bajo mi dirección.
Una obra escrita en 1919, considerada perdida y encon-
trada en el baúl de uno de nuestros próceres, Joaquín García
Monge, por uno de sus hijos, el Dr. Eugenio García Carrillo y
rescatada por uno de sus nietos, Eugenio García,3 es una joya de
la entrañable escritora costarricense Carmen Lyra: Había una vez.
Una obra que nos muestra una Costa Rica ya ida en el tiempo,
pero con una visión vigente, crítica de los valores y formas de
vida de nuestro país. Un texto valiente que nos pone a reflexio-
nar sobre lo que hemos hecho con nuestro país de una manera
ingenua, sin doble agenda, sin elementos ocultos o pseudointe-
lectuales. Una obra fresca, clara, transparente, que opta, una vez
más, por una Costa Rica limpia, campesina, trabajadora, llena de
color. Carmen Lyra escribe porque “los de las ciudades creen
que sólo sus palabras son las verdaderas. ¡Y casi siempre son tan
falsas!” (51). Tanto en Magdalena, como en El fornicador y en Ha-
bía una vez, las protagonistas son mujeres que, siendo de distinta

3 Cf. García, E., A modo de presentación en Lyra, C., Había una vez, Tinta en Serie SIETE, SI
Productores, Costa Rica, 2009.

Dramaturgias tejidas por mujer 257


procedencia, quieren estudiar, aprender y realizarse como seres
humanos.
A partir de este momento, a finales del siglo xx e inicios del
xxi hay una cantidad de mujeres dramaturgas muy importante,
quienes además son actrices, directoras escénicas y profesoras,
entre las que podemos citar a Lupe Pérez y Leda Cavallini, que
con una producción amplia individual, y en conjunto, se han ocu-
pado tanto de mujeres reales de la historia costarricense, como
Pancha Carrasco, como de mujeres de la más absoluta cotidia-
nidad, mujeres sin nombre propio, como en Ellas en la maquila.
Carmen Naranjo y su sugerente texto Manuela siempre, que con-
trapone a Manuelita Sáenz, personaje histórico, con su criada, un
texto profundo, que pone frente a frente a dos mujeres de distinta
clase social y educación, pero con muchos puntos de contacto en
tanto mujeres latinoamericanas y Roxana Campos con En el cristal
de mi infancia, una obra fuerte, breve, conmovedora, monólogo
para una mujer, una mirada hacia el pasado traumático e inolvida-
ble de una hija abusada por su padre y su lucha por sobrevivir. Un
tema desgraciadamente vigente y endémico en la sociedad costa-
rricense, que deja lacras profundas y dolorosamente vivas en los
cuerpos de las mujeres y sobre el cual hay muy poca producción
dramatúrgica.
En esta misma generación encontramos a Irene Solera y
Las magnolias. ¿Qué descubre la mirada de una mujer cuando vuel-
ve los ojos hacia atrás, hacia su país, hacia su historia, hacia su
legado? Esta obra mira aquello que alguna vez fuimos y que por
muchas razones dejamos de ser, con la visión de una protago-
nista, Ángela, que tiene la consciencia clara de la destrucción de
aquello que nos da identidad. Su voz no es la de ser una recons-
tructora de la historia, aunque a través de ella se reconstruir la
historia, pero es por la memoria, dañada y contradictoria, que
Ángela encuentra su destino: ser testigo de lo que le ha pasado, lo
que ha vivido y la transformación de la casa de sus antepasados.
Las Magnolias, verdadera protagonista de la obra, es metáfora del
país pequeño y montañoso en que le tocó ser construida. Irene
Solera escribe porque:

258 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


¿Cómo se llama la persona que ha perdido a su país?
¿Huérfano de país? A mí no se me murió mi país,
ni tampoco me exilaron, a mí me robaron mi país.
¿Por qué cuando era niña podía correr por los cafetales
sin miedo y ahora no? Es cierto que nos atemorizaban
los temblores y los temporales, que podían inundar y
arruinar parcelas completas, pero era un miedo distinto. […]
Me gustó siempre recordar cómo nació este pequeño país.
Y tal vez, a través de estos recuerdos, entender qué le pasó
(Solera 6).

Entre la generación que les sigue, el personaje central de


Doña América, de Dorelia Barahona, es una ex conserje que ha
decidido ser libre y al encontrar un collar de diamantes, vivirá la
experiencia más fuerte de su vida al verse confrontada con sus
propios valores y creencias, obligada a tomar una decisión sobre
su vida, que será crucial. Doña América nos lleva de la mano por
una Costa Rica que se está vendiendo al mejor postor, que no
valora la belleza de sus playas, de su cielo, de sus volcanes y de su
gente, cegada por una carrera en busca del dinero y de la incierta
seguridad. Dorelia Barahona escribe porque

… vean, son cuentas, piedras igualitas a las estrellas que esta noche
no están, pero estoy segura, cualquier día de estos aparecerán en el
cielo para quien quiera desearlas... ¡Y todo esto es gratis! ¡Gratis
y hermosamente limpio!... Porque este enorme cielo es mi verdadero
cofre, mi verdadero tesoro… (23).

María Silva y El lugar de los seres imaginados, El juego o Soledad, ¿quién


te acompaña?, entre otras, donde en drama y comedia la autora se acerca
a problemáticas de carácter existencial. María Silva escribe porque

… todos tienen miedo... miedo al hambre… miedo de que


no exista Dios y mucho más miedo de que exista... Miedo
de dormir y más miedo de estar despierto… Todo mundo
tiene miedo… Los asesinos tienen miedo a la memoria y
las víctimas tienen miedo del olvido... miedo de la soledad,
miedo de vivir, miedo de morir… (16).

Dramaturgias tejidas por mujer 259


María Bonilla y sus adaptaciones Yo soy aquélla a la que llama-
ron Antígona (2010) y Ofelia y Hamlet (2012) actualizan las ficcio-
nes de dos personajes femeninos de la dramaturgia universal que
hablan muy particularmente de problemáticas relacionadas con el
papel que ha jugado la mujer a través de la historia y sus transgresio-
nes. Ambas, creadas para espectáculos unipersonales o de dos per-
sonajes de teatro, música y fotografía proyectada, exploran cómo
leerlas desde una perspectiva femenina, latinoamericanista, históri-
ca y contemporánea, donde Antígona sigue viva en todas aquellas
mujeres que continúan defendiendo que todo muerto, víctima del
poder de la historia latinoamericana, no debe desaparecer comido
por los gusanos y los cuervos, sino que debe tener una lápida que
recuerde que es parte fundamental de nuestro presente y Ofelia,
con textos venidos del teatro, del psicoanálisis y de la filosofía,
es una relectura contemporánea sobre el hombre y la mujer como
roles políticos, históricos y psicológicos. La mujer aparece como la
víctima y cómplice del hombre, del poder, del sistema patriarcal, que
la usa y la desecha sin responsabilidad. La locura y el suicidio fe-
menino devienen formas de protesta cuando la realidad del poder
aparece todopoderosa.
Ana Istarú, con La loca, Madre nuestra que estás en la tierra,
Baby boom en el paraíso o Virus, aborda problemáticas sociohistó-
ricas de las mujeres en la Costa Rica de hoy. En La loca vemos
a una mujer de cuarenta años que se busca a sí misma desde la
soledad y la frustración, pero cuya fuerza y conciencia le permiten
asumirse en tanto mujer y ser humano. Ana Istarú escribe porque
“Leandra sangra una vez, dos veces. Ya no viene nadie. No se oye
nada. Leandra cae. Cae al precipicio. No viene nadie. La reina de
las grullas no vuela nunca más” (IV) y escribe porque “¡este país
es mío aunque lo quieran desbaratar esos corruptos que no tienen
abuela! ¡Esos que piensan que el hambre de la gente es un déficit
manejable! ¡Que tienen asco de haber nacido aquí y quieren irse a
morir en Florida!” (21).
Aylin Morera, con Dicen las paredes, Natasha y el lobo y Mur-
murios, vuelve sus ojos a los crímenes impunes de la historia cos-
tarricense desde la visión de una mujer, y denuncia problemáticas
sociales que están maltratando a la familia costarricense. Dicen las
paredes es una obra sobre un hecho histórico, un crimen impune que

260 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


hurga en las raíces de nuestra historia en busca de explicaciones que
nos hagan entender lo que vivimos actualmente, que defiende
que mientras no haya paz, producto de la justicia en nuestro pasa-
do, no la habrá en nuestro presente y no es imaginable un futuro.
La obra, vivida y sufrida por su protagonista femenina, muestra la
construcción de su identidad a partir de un contrapunto en el que
se va destruyendo la falsa identidad de la sociedad y la clase social
en la que vive. Aylin Morera (26) escribe: “hay secretos que pue-
den matar, porque va a llover y hay que irse, porque es mejor que
la lluvia no nos alcance”.
Claudia Barrionuevo con Políticamente correctas, Mi mamá me
ama, No matarás y Pentadrama, esta última escrita junto con Wal-
ter Fernández, hace radiografías de la sociedad costarricense con-
temporánea descarnadas y profundas. Políticamente correctas, por la
estructura del conflicto ideológico que presenta, por su vocación
histórica de revisión y reflexión sobre la Costa Rica que llega fi-
surada al siglo xxi, resulta una obra clave, que hurga a través de
personajes femeninos de la clase dominante en busca de su ima-
gen real, en nuestra propia imagen escindida de país llegado casi
por milagro al siglo xxi, sin identidad y sin definición verosímil.
En esta obra, las mujeres tratan de sobrevivir en la historia costa-
rricense, desde ella, contra ella y a pesar de ella. Pentadrama, de su-
gerente y compleja estructura alrededor del número cinco y todas
sus posibilidades, con el marco de fondo de la situación política de
la corrupción que vive el país, nos muestra su reflejo en la estruc-
tura familiar, donde la metáfora de Inés, personaje protagónico en
estado de coma durante 5 años, es la misma del pueblo costarri-
cense. Claudia Barrionuevo (17) escribe: “yo de joven era muy ca-
llada. Silenciosa. Uno de mis atractivos. Supongo. Ahora parezco
callada. Finjo, actúo. Las palabras se me agolpan en la garganta y
yo me las trago. […] ¿Nunca tiene deseos de gritar, de escupir?”.
En lo que llevamos del siglo xxi, un grupo de dramaturgas
jóvenes, también actrices, directoras escénicas y productoras, apa-
recen con planteamientos de lenguaje que buscan la renovación.
Entre ellas tenemos a Ishtar Yasin y su Árbol de la esperanza, sobre
Frida Kahlo, texto para un unipersonal que ella misma interpreta.
Dayanara Guevara, en Simulacros y en Sandra y la sombra, en-
frenta las condiciones de vida, de amor y de muerte de las mujeres

Dramaturgias tejidas por mujer 261


actualmente en nuestro país. En Simulacros, incursiona en una for-
ma teatral arriesgada: una serie de escenas, unidas por monólogos
de carácter poético e introspectivo de un personaje, Ella, quien
recorre un camino de relaciones amorosas signado por la soledad,
la desilusión, el desengaño, el egoísmo, donde aprende el inmenso
valor del amor como sentido de la vida. Una mujer del presente
absoluto y sin marca de futuro.
Elvia Amador y ¡Qué roja está la luna!, versión en monólogo
del personaje de María del clásico Woyzeck, Milena Picado Rossi,
Angie Cervantes y Mabel Marín, exploran en la búsqueda de un
nuevo lenguaje escénico y dan opiniones fuertes y certeras sobre
las mujeres en nuestro país. Por su parte, Elvia Amador (14) es-
cribe: “yo no me construyo mujer, yo no me elijo, floto como el
pez muerto, ojos abiertos, pero vacíos”. Milena Picado Rossi (32)
escribe: “algunos niños no deberían nacer, algunos padres no de-
berían tener hijos, algunas personas no deberían existir, algunos
momentos se deberían borrar de la historia”. Además, Angie Cer-
vantes (41) escribe: “la primera vez que no sólo era yo sino que
éramos dos, yo no tuve un hijo, un hijo me tuvo a mí y no pen-
sé que fuera a doler tanto”. Asimismo, Mabel Marín (16) escribe:
“hay que crearse fantasías para no volverse loco y tal vez así un día
logremos tener paz”.
Entre el 2014 y el 2018, se publican cuatro nuevas voces
de la dramaturgia nacional: Valeria Varas, poeta reconocida chi-
leno-costarricense, con Mi Paulina; Vivian Rodríguez con Janice
y el cuarto oscuro; Raquel Hernández, con Ausencias artesanales…
libres de gluten, estas dos últimas ganadoras del I Concurso de
Dramaturgia Inédita convocado por la Editorial Tinta en Serie
y el Teatro Popular Melico Salazar en 2017, así como Melissa
Vargas con La señora del tiempo, que se unen a otros nombres
de diversas generaciones que han participado en obras colecti-
vas publicadas o en espectáculos con dramaturgia propia aún no
publicada, como Marinieves Barahona, Gabriela López, Karina
Castillo, Alejandra Marín Solera, Noé Cruz, Laura Cordero, Na-
talia Mariño, Paula Aguilar, Katherine Peytrequín y Raíz Teatro.
Se ha afirmado que tenemos una dramaturgia costarricen-
se llena de imágenes femeninas estereotipadas: la esposa tonta, la
mujer aprovechada, la prostituta, la víctima, la servil, la sumisa,

262 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la mujer como fantasía del hombre. No lo creo, aunque es cierto
que existe un teatro de tendencia comercial con estas característi-
cas que parte de textos escritos por dramaturgos costarricenses y
versiones de obras dramatúrgicas extranjeras; sin embargo, eso no
invalida que tenemos una dramaturgia escrita tanto por hombres
como por mujeres llena de imágenes diversas de la complejidad
del ser mujer en la sociedad costarricense actual, inmersas en pro-
cesos de construcción-reconstrucción de su identidad, vinculados
a la identidad perdida de la cultura costarricense, desde una pers-
pectiva crítica.4
Para finalizar, me parece importante poner la escritura tea-
tral femenina costarricense en un contexto más amplio.5 Estu-
diando e interpretando personajes protagónicos femeninos a lo
largo de mi carrera y viendo a actrices muy talentosas dirigidas por
hombres, no es fácil evitar preguntarse si la construcción de esos
personajes sigue un modelo patriarcal (aun rebelándose contra él),
propio de más de 2018 años de práctica y si por ello, no tienen la
marca de ser, por decir lo menos, “fantasías masculinas”.
Serrano de Haro (45-46) afirma que: “Con el poder de con-
vertir a la mujer en el objeto de su mirada, el hombre ha inventado
a la mujer, y por lo tanto, una femineidad que es la imagen de sus
deseos y también de sus temores”.
Es muy arriesgado afirmar que ello significaría que la cons-
trucción de personajes femeninos, desde la autoría masculina y su
puesta sobre un escenario, tendrían mucho de creaciones parte su-
jeto y parte objeto de sus propios fantasmas, no ajenas al colonia-
lismo propio, aunque a veces inconsciente de la mirada masculina.
4 Sobre la situación actual del movimiento teatral costarricense hay publicaciones interesantes
en la revista Escena (Costa Rica), así como en las revistas internacionales Ollantay (eua), en Latin
American Theatre Review (eua), Diogenes (eua), Pasodegato (México), Conjunto (Cuba), Gestos (eua)
y Tramoya (México), así como en las diversas memorias de la Muestra Nacional de Teatro en
Costa Rica; en el libro de varios autores, La tradición del presente, publicado por Ediciones Perro
Azul y Centro Cultural de España, Costa Rica, 2007; Estudiar el teatro, de varios autores, publi-
cado por la Asociación Internacional de Teatro Universitario, Québec, Canadá, 2001; Tránsitos
na cena latino-americana contemporánea, de varios autores, publicación de la Universidad Federal de
Bahía, Brasil, 2008 y Actualidad de las Artes Escénicas, perspectiva latinoamericana, de varios autores,
publicado por la Universidad Veracruzana, México, 2009, entre otros.
5 Las siguientes anotaciones forman parte de un artículo de mi autoría: “La letra escarlata del
sistema patriarcal”, en Pasodegato, número 64, enero, febrero, marzo 2016, México.

Dramaturgias tejidas por mujer 263


¿Sería impensable sostener que, al escribir a Norah abandonando
a sus hijos, Ibsen no articulaba una fantasía de abandono materno?
¿De quién estaba hablando Tolstoi, de Ana Karenina, un personaje
de ficción tomado o no de algún modelo de su realidad, de una
fantasía suya sobre el amor o de la proyección de un temor? Cuan-
do las amigas de Lisístrata expresan que prefieren la corrupción
del gobierno de Atenas a no tener relaciones sexuales con sus es-
posos, ¿toman como suyas las fantasías sexuales masculinas, sus
fantasmas sobre el ser femenino, siempre excitadas, siempre en
vías de engañar y hacer el amor con el primero que pase por su
calle? Y si no, ¿cómo congraciar esos textos con la realidad apabu-
llante de que la gran mayoría de mujeres con vida sexual activa no
han experimentado nunca un orgasmo, aunque no lo confiesen?
Virginia Woolf nos coloca en la situación puntual del pro-
blema, cuando afirma que: “El término feminismo no se refiere
a las mujeres como objetos de amor u odio, ni siquiera como ob-
jetos de injusticia social, sino que desarrolla la perspectiva que las
mujeres aportan como sujetos; una perspectiva cuya existencia ha
sido ignorada hasta ahora…” (Serrano 97).
Parece que una de las preguntas claves se ubica entre ser
objetos o sujetos. No hay duda de que los escritores que escri-
ben a las mujeres y los directores que las ponen en escena, están
comprometidos en hurgar en sus almas, en sus inquietudes, por
restituir alguna forma de justicia, pero no necesariamente están
desprovistos de la mirada paternalista de su herencia, de su forma-
ción y de su contexto, y mucho menos, de sus fantasmas.
La sociedad ha ubicado a la mujer como espejo de la imagen
del hombre y es inevitable que la escritura masculina haya cons-
truido personajes femeninos en la ficción desde una perspectiva
que no tiene mucho que ver con la condición femenina en la reali-
dad. Pensemos en las heroínas griegas, por ejemplo, que ni siquie-
ra tenían la condición de ciudadanas. Octavio Paz (87) afirma que
la mujer: “Nunca es dueña de sí. Su ser se escinde entre lo que es
realmente y la imagen que ella se hace de sí. Una imagen que le ha
sido dictada por familia, clase, escuela, amigas, religión y amante.
Su femineidad jamás se expresa, porque se manifiesta a través de
formas inventadas por el hombre”.

264 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Es decir, históricamente, además de ser objetos de transac-
ción, se hallan incapacitadas legalmente para muchos actos que
son ejercicio de derechos humanos, cuyo cuerpo no es terreno
privado sino público, al decir de Cao (15): “La mujer pasó a ser
una especie humana distinta de la masculina, donde, desde un ne-
gativo quemado, el hombre occidental se construía como sujeto”.
Es cierto que la historia de las últimas décadas ha sido tes-
tigo de que, con nuestras creaciones, hemos denunciado muchí-
simos aspectos silenciados y vitales de esta problemática. Se ha
teorizado de manera importante sobre ello también. Pero creo que
el problema va aún más allá, al decir de Serrano de Haro (141):
“La historia de la mujer ha sido una realidad acallada en el interior
del sistema cultural”. Las mujeres nos hemos decidido a tomar la
palabra, es cierto. Y a usarla a nuestro favor, también. Pero ¿desde
dónde estamos hablando? “Lo que desde los años setenta ha venido
saliendo a la luz es la representación de lo excluido: inicialmente
del mundo de la mujer. Pero con ello se abría también la vía para
el rechazo de cualquier otro tipo de exclusión: sexual, étnica …”
(Serrano 14).
Encontrar la manera de ubicarnos dentro de una nueva dra-
maturgia y un nuevo teatro desde la de-colonización del cono-
cimiento y no desde la rebeldía u oposición al estado patriarcal,
pero donde siempre seguimos teniendo su referencia, acatando
sus indicaciones, esperando su aprobación y, en muchos casos,
creyendo lo contrario, actuando en su favor, sigue siendo un reto
fundamental. Seguir trabajando en el hecho de que interpretamos
y producimos imágenes de nosotras mismas desde el patriarcado,
con buena intención o no, sigue siendo tarea prioritaria.
La dramaturgia costarricense está trabajando la denuncia de
las formas implacables del machismo. Busca ser inclusiva, renovar la
escena, pero tenemos atrás siglos que en lugar de articular lo indeci-
ble de la mujer, han construido una fantasmagoría. Sigue siendo un
imperativo lograr articular una escritura femenina que sea crónica
de una cultura y de una realidad de lo excluido, de aquello que ha
sido sacado del llamado mundo real hacia el borde y que necesita,
antes que cualquier otra cosa, ser nombrado, decirse. Ése es, jus-
tamente, el reto de cada artista y, en el caso de las mujeres, tene-
mos una vez más, y como siempre, dos retos: pensarnos en tanto

Dramaturgias tejidas por mujer 265


mujeres y pensarnos en tanto mujeres artistas. Tenemos que leer
los textos y construir e interpretar los personajes desde otro lugar.
Tenemos que producir desde otro lugar.

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ría de Acción Social Universidad de Costa Rica, Costa Rica,
1984.

Libretos

Los libretos de puesta en escena no siempre tienen sus páginas nu-


meradas, por ello, en las citas no se consignan las páginas ci-
tadas.
Urbano, Victoria. El fornicador, libreto de la puesta en escena de
María Bonilla en el Teatro Universitario-Teatro Nacional,
San José, Costa Rica, 1988.

274 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El Salvador
Escritoras de El Salvador
Carmen González Huguet

La literatura escrita por mujeres en El Salvador ha merecido, has-


ta ahora, algunos pocos y breves estudios, entre los que desta-
can: Poesía femenina de El Salvador (1976)1, que si bien abordaba el
tema desde una perspectiva tradicional y muy conservadora (no
entraré a discutir si existe una “poesía femenina”), constituye un
intento de rescatar un puñado de nombres, datos y textos sobre
las escritoras salvadoreñas. Otro tanto hace Gallegos Valdés en
el capítulo xvii de su muy reeditado Panorama de la literatura salva-
doreña. Del período precolombino a 1980. En ambos casos se enfatiza
sobre las autoras de textos poéticos, dejando poco o ningún es-
pacio a las cultivadoras de otros géneros. Cabe señalar que ambas
obras han envejecido sin que, hasta 2018, se hayan puesto al día.
Importante es también el trabajo de Refugio Duarte de Romero:
Mujeres en la literatura salvadoreña, que si bien adolece de errores,
erratas y omisiones, resulta muy útil y es una obra relevante en el
campo que nos ocupa.
En 2015 publiqué un informe titulado “Escritoras canóni-
cas y no canónicas de El Salvador”2 que constituye un inventario
preliminar al presente trabajo y a mi investigación Revelación de la
palabra. Escritoras salvadoreñas. Antología, actualmente en pro-
ceso de edición. En el informe de 2015 analicé trece antologías
de poesía, nueve de cuento, una antología de textos cuyo énfasis
estaba puesto en la información biográfica de las autoras y el Dic-
cionario de autoras y autores salvadoreños de Carlos Cañas Dinarte, que
tanto en su primera edición de 2002, como en la segunda de 2004,
1 Escobar Galindo, David y Gallegos Valdés, Luis (1976), Poesía femenina de El Salvador, San Sal-
vador, Dirección de Publicaciones. Esta obra, agotada desde hace más de treinta y cinco años,
nunca ha sido reeditada
2 Ese informe fue presentado al Congreso de Investigación de la Universidad Evangélica de El
Salvador (2014). Ver: http://www.ujmd.edu.sv/images/PDF/ECC/Escritoras_can%C3%B-
3nicas_y_no_can%C3%B3nicas_2014060_cambios.pdf. Una versión preliminar fue presenta-
da al I Coloquio Internacional: Investigación de la Cultura Artística Centroamericana, convo-
cado por la Fundación interartes y copatrocinado por la Escuela de Filología, Lingüística y
Literatura de la Universidad de Costa Rica y la Coordinación de Investigación de la Sede de
Occidente de la misma universidad, evento que tuvo lugar el 4, 5 y 6 de septiembre de 2013 en
la ucr, San José, Costa Rica.
arrojaba más luz sobre las vidas de algunas escritoras.3 En lo que
toca a los alcances del presente trabajo, considero como punto de
partida 1841, año cuando el llamado “Estado de El Salvador” se
separó de la antigua República Federal de Centroamérica.4 Abar-
qué hasta las escritoras nacidas en 1989, ya que, en 2019, cuando
espero que este libro vea la luz, las más jóvenes entre las autoras
investigadas tendrán treinta años de edad. No quiero ser excluyen-
te, pero antes de los treinta años considero que, excepcionalmente
y con mucha dificultad, una autora ha conformado una obra sóli-
da y ha definido de manera firme su compromiso con el oficio
literario. He dividido el presente capítulo en seis apartados en
orden cronológico. Aunque he huido del concepto de “gene-
raciones literarias”, tan controversial, no he podido evitar caer
en la cronología únicamente por razones de orden metodológico.

Las pioneras, 1841-1898

El Salvador, en la segunda mitad del siglo xix, era un Estado en


proceso de formación. El 2 de febrero de 1841 marcó la ruptura
de dicho Estado con la antigua República Federal de Centroamérica.
En aquel contexto, un fenómeno de primera importancia regional y
nacional fue la introducción del cultivo del café. Sostiene el histo-
riador Rodolfo Cardenal (Manual de historia 269):5

3 Una excepción en ese informe fue el Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña, obra que
publicó Vladimir Amaya en 2014. San Salvador, Índole Editores, isbn 9789992351253. La obra
de Amaya no se consultó para el informe, ya que no estaba publicada, ni para la ponencia de
2015, pero sí para la presente investigación.
4 Estos límites dejan por fuera a Ana Guerra de Jesús (1639-1713), autora nacida en San Vicente
y muerta en la Antigua Guatemala. Fue sepultada en la cripta de la capilla del colegio de San
Francisco de Borja que administraban los jesuitas. Dictó su vida al padre Antonio de Siria.
Constituiría ésta, salvo prueba de lo contrario, la primera obra de testimonio de una mujer cen-
troamericana y la primera autobiografía de una mujer salvadoreña. Fue una mujer maltratada
y sumamente religiosa, que soportó con increíble paciencia los abusos de un marido iracundo,
de lo que deja constancia su obra citada.
5 Para ahondar en el tema de la formación del estado liberal cafetalero, en el caso de El Salvador,
resulta muy iluminador, además del Manual de Cardenal, la obra de Browning, David (1998),
El Salvador, la tierra y el hombre, San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, cuarta
edición, sin isbn.

278 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La economía agraria se estabilizó con la paulatina aparición
del café a partir de 1840 en Costa Rica; en 1860, en Guate-
mala y en 1880, en El Salvador. La hipótesis general es que
la economía de exportación, en su proceso de consolidación,
creó las condiciones que dieron al poder local una dimensión
nacional y un sentido de clase hasta entonces inexistentes. Se
trata, pues, de un desarrollo estrechamente asociado a la inte-
gración y funcionamiento del sistema mundial del mercado,
donde el modo capitalista de producción ya era definitiva-
mente hegemónico (296).

Los destacados son de Cardenal (1996), quien prosigue: “En


El Salvador, el café permitió la consolidación de la oligarquía más
poderosa del istmo y financió, al igual que en los otros dos paí-
ses, las obras públicas” (296). Pero más adelante, el mismo autor
matiza:

La característica predominante de la oligarquía salvadoreña


es su extremada volubilidad, pese a ser mucho más pequeña
y mucho más poderosa que las de Costa Rica y Guatemala.
Su poder estaba fundamentado en la concentración aguda de
la tierra, pero sobre todo en el control que ejercía sobre una
fuerza de trabajo elástica la cual, aunque rebelde, no necesitó
coacción extraeconómica como en Guatemala. El mito de las
catorce familias, que como todo mito tiene un fundamento
en la realidad, se originó en ese proceso de concentración de
la riqueza, iniciado con las primeras leyes para eliminar las
formas colectivas de propiedad. En este proceso se conso-
lidó una élite poderosa, renovada por el ingreso de algunos
inmigrantes. De los catorce grupos familiares más poderosos
de la década de 1920, la mitad era extranjera. Una versión
periodística incluyó en este exclusivo grupo a las familias Re-
galado, Dueñas, Álvarez, Guirola, Quiñones, Salaverría, Meza
Ayau, De Sola, Wright, Hill, Goldtree Liebes, Freund, Daglio,
Gadala María, Safie, Sol Millet, Canessa y Meardi (320).

Escritoras de El Salvador 279


Sin embargo, como el mismo autor señala:

La burguesía rural y comercial no fue homogénea. Tuvo a


su favor el indiscutido privilegio político derivado de su ri-
queza, pero no el reconocimiento general de sus miembros.
Sus constantes fracturas internas, expresión de un conflicto
intraoligárquico, explican, por ejemplo, que entre 1850 y 1900
hubiese 47 jefes de Estado (o sea, encargados provisionales
del poder o presidentes de hecho y legítimos) y que solamen-
te cinco de ellos hubiesen podido completar su período. Estos
cincuenta años de inestabilidad expresan la pugna subyacente
por superar los obstáculos para reestructurar la sociedad (320).

Dejando un poco al margen las pugnas entre los políticos de


turno, para la aparición de escritoras y para la existencia misma
del Estado, la educación fue un factor muy importante. Al mejo-
ramiento de la calidad y expansión de la cobertura del incipiente
sistema educativo de la época se aplicaron, unos más otros menos,
todos los gobiernos. Carlos Cañas Dinarte, en su muy relevan-
te ensayo inédito, “Las hijas de Minerva. Notas para una historia
educativa y cultural de las mujeres salvadoreñas” (1999), anota una
cita del educador José María Cáceres en la que menciona el estado
de la educación de las mujeres a principios del siglo xix:

En esos tiempos pre y posindependentistas, “no llegaba a un


cinco por ciento el número de señoras y señoritas que supie-
ran leer y escribir”, como anotara en sus Memorias manuscri-
tas (c. 1882) el educador José María Cáceres (Zacatecoluca,
1818-Nueva San Salvador, 1889) (Cáceres en Cañas 13).

Sobre la iniciativa de José María Cáceres, Cañas Dinarte añade:

Así fue como, tras superar varias barreras y bajo el gobierno


presidencial del licenciado Eugenio Aguilar, el 18 de octubre
de 1847 abrió sus puertas la Escuela de Niñas, ubicada en la
ciudad capital como el primer centro escolar centroamerica-
no en que las mujeres tienen la oportunidad de formarse en la
educación secundaria (13).

280 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Y señala:

… con planes de estudio programados para dos años y bajo


las respectivas direcciones del ecuatoriano Manuel Andrade y
de los salvadoreños José Dolores Larreynaga (1828-1894) y
Santiago Barberena (1800-1867), fueron establecidas en 1858
en las ciudades de San Miguel (19 de julio), San Salvador (11
de agosto) y Santa Ana (20 de octubre), gracias a sendos de-
cretos emitidos durante los gobiernos de Gerardo Barrios y
Miguel Santín del Castillo (8).

Durante la segunda mitad del siglo xix, El Salvador vivió


en una casi permanente crisis de gobernabilidad. El poder se lo
disputaron varios caudillos como Gerardo Barrios y Miguel San-
tín del Castillo. El 29 de agosto de 1865, Barrios, gran impulsor
del cultivo del café, fue fusilado por orden de Francisco Dueñas,
quien fue derrocado tiempo después por el liberal Santiago Gon-
zález. Éste, a su vez, fue sucedido por el médico Rafael Zaldí-
var, responsable, entre 1881 y 1882, de decretar la abolición de la
propiedad comunal de las tierras ejidales de muchos municipios
poblados, en gran mayoría, por grupos indígenas. Dichas medi-
das provocaron levantamientos campesinos en el occidente de El
Salvador en 1885, 1898 y 1899. Aunque estas insurrecciones no
consiguieron frenar la imposición de un sistema de explotación
agrícola que persistió hasta casi el final del siglo xx y más allá, sí
fueron inequívocos síntomas de la intensa resistencia de los gru-
pos subalternos a someterse a ese sistema de producción.
En 1885 Zaldívar, que había querido reelegirse, fue depuesto
después de la intentona del presidente guatemalteco, Justo Rufino
Barrios, de invadir El Salvador, acción en la que este gobernante
murió durante el sitio a la ciudad salvadoreña de Chalchuapa. Des-
pués de los breves gobiernos del general Fernando Figueroa y del
banquero José Rosales, llegó a la presidencia el general Francisco
Menéndez (1830-1890). De entre estos políticos liberales, Santia-
go González destaca por ser quien fundó la Normal de Institu-
trices en 1874, después de haber fundado en 1872 la Normal de
Varones (Vásquez 80). Olga Carolina Vásquez, en una nota al pie
de página de su tesis doctoral, establece:

Escritoras de El Salvador 281


La Escuela Normal fue creada por decreto el 19 de mayo de
1874. No he podido localizar el texto de la publicación del
decreto sino sólo la mención que de éste hace Baltasar Es-
tupinián en un informe sobre la Escuela en noviembre de
1875 (131).

Liberal y masón, Menéndez siguió las directrices ideológi-


cas de González y Zaldívar, además de impulsar decididamente la
educación de las mujeres. Prueba de ello es la fundación, durante
su mandato, de las siguientes instituciones educativas:

… el Instituto Central de Varones (fundado por acuerdo del


7 de febrero de 1885 y organizado el 1º de mayo del mis-
mo año), hoy Instituto Nacional “Francisco Menéndez”, que
vino a formar tríada educativa con el Colegio Nacional de
Santa Ana (1882) y el de Ahuachapán (1884), puestos bajo
las respectivas direcciones de Manuel Trujillo y Francisco A.
Llanos; el Colegio Normal de Señoritas (hoy llamado Insti-
tuto Nacional “Francisco Morazán”) y el colegio de primera
y segunda enseñanzas femeninas de San Miguel, fundado el
lunes 14 de junio de 1886 en el local que antes ocupó la ex-
tinta Universidad de Oriente, que funcionó en la década de
1870 (Cañas 24).

Una de las luchas más intensas del liberalismo salvadoreño


fue lograr la separación entre Iglesia y Estado y plasmar sus concep-
ciones filosóficas en un modelo político que se apoyó, sobre todo,
en la legislación, consagrada en la Constitución de 1886 y en el sis-
tema educativo. Fueron los gobiernos liberales del siglo xix los que
en El Salvador sentaron las bases para ambos: el modelo de Estado
y el sistema educativo que debía perpetuar y extender su ideología.
Más información al respecto puede encontrarse en otra obra
de Rodolfo Cardenal (1980) y en la tesis de Olga Carolina Vásquez
Monzón (2012) (109). Según esta autora:

La administración de Santiago González impulsó una reor-


ganización del sistema educativo nacional que contemplaba
varias medidas para mejorar los contenidos y ampliar la co-

282 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


bertura de la educación primaria. En esta reorganización de la
educación se destaca el particular interés de Darío González,
Secretario de Instrucción Pública, y otros funcionarios del
ramo, por impulsar la instrucción intelectual de las mujeres.
En sus discursos, afirmaron la igualdad de facultades intelec-
tuales en mujeres y varones y, en consecuencia, abogaron por
mejorar y expandir la educación del “bello sexo”. Una mues-
tra de este interés fue el decreto ejecutivo para la fundación
de la Escuela Normal de Institutrices, primera institución es-
tatal de formación profesional para mujeres en El Salvador
(Vásquez 109).

En la misma obra, la autora había señalado antes:

… aunque en la Iberoamérica del siglo xix la mujer no con-


siguió la emancipación civil y política –que habría implicado
la autonomía jurídica, la obtención de la ciudadanía y el su-
fragio– sí logró emerger a la esfera pública a través de canales
como la docencia, la prensa escrita y las asociaciones de asis-
tencia social (Vásquez 85).

Es importante destacar lo que Olga Carolina Vásquez afir-


ma, ya que sin estos cambios habría sido muy difícil que surgieran
escritoras en El Salvador. De modo que la entrada de las mujeres
al mundo de la literatura, en el caso que nos ocupa, se hizo posible
o se facilitó en gran medida a partir de la política estatal que abrió
para las mujeres las puertas de la educación formal, primero, y del
magisterio como manera lícita y socialmente aceptable de ganarse
la vida, después. Esto es aún más importante porque varias de las
mujeres que escribieron literatura en El Salvador recibieron una
educación más allá de la instrucción más básica y elemental gracias
a estas políticas de Estado. Varias de las autoras aquí presenta-
das se graduaron y trabajaron como maestras. Tal fue el caso de
Ana Dolores Arias y de su compañera Delfina Morán, de María
Loucel y Mercedes Quintero, entre muchas otras. Pero también
hubo escritoras que tenían vínculos de consanguinidad o afinidad
con la élite liberal gobernante, como fue el caso de Antonia Ga-
lindo, hermana del diputado y también escritor Francisco Esteban

Escritoras de El Salvador 283


Galindo; Victoria Magaña Menéndez de Fortín, sobrina del general
Francisco Menéndez; o Rafaela Contreras Cañas, hija de Álvaro Con-
treras, político liberal hondureño que trabajó como funcionario
gubernamental. Aunque nacida en San José de Costa Rica, Rafaela
Contreras publicó sus primeros escritos en la prensa salvadoreña.
Ha pasado a la historia por ser la primera esposa de Rubén Darío,
poeta que a veces laboró en los periódicos oficiales de algunos de
los gobiernos del istmo, como algunos de Zaldívar y Menéndez en
El Salvador, así como en el El Correo de la Tarde, diario vespertino
financiado por el gobierno del presidente Manuel Lisandro Bari-
llas de Guatemala. Francisco Menéndez fue derrocado el 22 de
junio de 1890 por el general Carlos Basilio Ezeta. Cuatro años más
tarde, Ezeta perdió el poder gracias a la llamada Revolución de los
44, liderada por un grupo de agricultores y políticos de Santa Ana,
El Salvador. Miembro de “los 44” fue el general Rafael Antonio
Gutiérrez, quien ocupó la presidencia de El Salvador de 1894 a
1898, cuando fue derrocado por otro líder de “los 44”, el general
Tomás Regalado, quien gobernó de 1898 a 1903. Aunque su ad-
ministración concluyó nominalmente en esa última fecha, cuan-
do entregó oficialmente la presidencia a don Pedro José Escalón,
Regalado se reservó el cargo de mayor general del Ejército, y se
estableció en Santa Ana con la intención de continuar detentando
el poder de facto, lo que consiguió hasta su muerte, ocurrida en Ju-
tiapa, Guatemala, en 1906.
Decidí cerrar este capítulo hasta las escritoras nacidas en
1898 porque, aunque en modo alguno el gobierno de Regalado
constituye una discontinuidad con relación a los anteriores gobier-
nos liberales, marca un hito histórico en el ámbito hispanoameri-
cano y, en especial, en el campo de la literatura en castellano. Es en
este año cuando España pierde sus últimas colonias. En Centroa-
mérica, 1898 marca el ascenso al poder del caudillo guatemalteco
Manuel Estrada Cabrera, acérrimo enemigo del presidente Rega-
lado. Fue también Estrada Cabrera quien hizo fracasar el llamado
Pacto de Amapala, durante el gobierno del general Gutiérrez en
El Salvador. El pacto fue impulsado por el entonces presidente
de Honduras, Policarpo Bonilla, quien pretendía crear la Unión
Centroamericana, junto con los gobernantes de Nicaragua y de
El Salvador. En ese mismo año, Nicaragua era gobernada por el

284 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


caudillo liberal José Santos Zelaya, presidente de 1893 hasta 1909.
Entre tanto, el presidente de Costa Rica, electo en los controver-
siales comicios de 1894, era Rafael Yglesias Castro, del Partido
Civil, quien gobernó hasta 1902. De las escritoras incluidas en este
período, sólo Alice Lardé de Venturino alcanzó una educación
universitaria en el área científica. Aun así, algunas de ellas desarro-
llaron una labor muy importante como agentes de cambio social,
como fue el caso de María Loucel, sufragista y activista que luchó
contra el régimen del general Maximiliano Hernández Martínez.
Otras autoras se destacaron escribiendo en las páginas de los pe-
riódicos, como fue el caso de Florinda B. González, Victoria Ma-
gaña de Fortín y Prudencia Ayala. Esta última constituye un caso
especial, ya que fue la primera mujer en intentar ser candidata a
la presidencia de la república en una época cuando las mujeres ni
siquiera tenían acceso a la ciudadanía plena. Destaca, además, por
su origen indígena, por ser madre soltera y por dedicarse a una
ocupación considerada cuando menos “sospechosa” en aquellos
días: adivinaba el porvenir en las barajas, actividad que le valió el
sobre nombre de Sibila santaneca. Salvo que se indique lo contra-
rio, el género al que se dedicaron las escritoras mencionadas fue
la poesía. Así mismo, salvo que se indique lo contrario, la inmensa
mayoría no publicó libro. En algunos casos, sus familiares reunie-
ron sus escritos y los publicaron en forma de libro después de la
muerte de las autoras.
Quizás el rasgo común de las escritoras salvadoreñas de esta
época sea lo que bien señaló la escritora inglesa Virginia Woolf
(1882-1941) en su célebre ensayo Una habitación propia.6 Tanto en
la Inglaterra victoriana, como en El Salvador de la segunda mitad
del siglo xix, lo que una mujer necesitaba para escribir eran: “qui-
nientas libras de renta anuales y una habitación propia”. Es decir, in-
dependencia económica y emocional suficiente para construirse un
ámbito privado adonde retirarse periódicamente para crear su obra.
Entre las escritoras de este período destaca Jesús López, na-
cida el 28 de noviembre de 1848, en la ciudad de San Vicente. Esto

6 Woolf, Virginia (1929), Una habitación propia, Barcelona, Seix Barral, 6ta impresión, Colección
Biblioteca Breve, 1964-1.

Escritoras de El Salvador 285


es prácticamente lo único que se sabe, a ciencia cierta, de su vida.7
No se sabe cuándo murió, ni en qué localidad. Sólo se conser-
varon dos poemas suyos: “A una rosa” y “Salve a María Santísi-
ma”. Por su parte, Luz Arrué de Miranda8 nació en la ciudad de
Guatemala en 1852 y, a pesar de lo que se afirma erróneamente,
no murió en 1932 en Sonsonate, sino en la ciudad de San Vicen-
te, ambas en El Salvador, el 8 de octubre de 1900. Fue hija de
Alejandro de Arrué y Jiménez, pedagogo de origen español, y
de Dominga Padilla y Mirón, guatemalteca de origen chileno. Luz
Padilla Arrué se casó con Manuel de Jesús Miranda, terrateniente
y diputado, con quien procreó dos hijos: César Virgilio (1871) y
Jorge Leopoldo (1876). Después de su muerte, su familia publicó
el libro: Composiciones literarias de la poetisa Luz Arrué de Miranda (Im-
prenta Arévalo, San Salvador, 1933). Esta autora fue hermana de
la madre de Luis Salvador Efraín Salazar Arrué, mejor conocido
como Salarrué, y bisabuela de la empresaria salvadoreña Olga Mi-
randa de Vilanova (Madrid, 23 de diciembre de 1953).
Por la familia en la que vio la luz, Antonia Galindo estuvo
vinculada a la élite política salvadoreña. Nació en la ciudad de San
Vicente el 31 de marzo de 1858 y murió en Armenia, departa-
mento de Sonsonate, el 19 de mayo de 1893 (Cañas, Diccionario de
autoras 22). Algunos de sus poemas aparecieron en la publicación
periódica La Juventud Salvadoreña y en la Sociedad Científico-Li-
teraria El Porvenir de Guatemala, de la que fue miembro honora-
rio. No publicó libro. Estudió en la escuela fundada por las Beatas
Rosas en Santa Tecla, institución cerrada durante la administración
del mariscal Santiago González en 1874. Señala Olga Carolina
Vásquez Monzón, en su tesis doctoral (152-153), que este centro
educativo se encontró en medio de un duro enfrentamiento entre
la jerarquía eclesiástica y el gobierno de turno. Fue hermana del
7 Cfr. Mayorga Rivas, Román (1977), Guirnalda salvadoreña, S. S., Dirección de Publicaciones,
2ª edición, facsimilar de la primera de 1884 a 86, en tres tomos, sin isbn. La autora aparece
en el tomo II, págs. 103-109, publicado en 1885. Hay versión en línea: http://redicces.org.
sv/jspui/handle/10972/8/browse?type=author&order=ASC&rpp=20&value=Mayorga+Ri-
vas%2C+Rom%C3%A1n
8 Los datos sobre el lugar y fecha del fallecimiento de Luz Arrué de Miranda los aportó Eduardo
Salazar Miranda el 20 de abril de 2016. Me hizo llegar copia del asiento de la partida de defunción
en el libro municipal correspondiente, a través de la página Genealogía Salvadoreña, que mantie-
ne en Facebook junto con Eduardo Montenegro. Mis agradecimientos por su gentileza a ambos.

286 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


poeta, diputado y político salvadoreño Francisco Esteban Galin-
do, uno de los principales redactores de la Constitución de 1886, y
es antepasada del poeta David Escobar Galindo.
Ana Dolores Arias nació en Cojutepeque el 26 de julio de
1859. Fue maestra y murió soltera. También, según su partida
de defunción, fue hija de madre soltera. Su madre se llamaba
Demetria Arias. Ana Dolores fue novia del poeta cojutepecano
Rafael Cabrera (1860-1885). Fueron llamados por Juan Ramón
Uriarte “Los poetas novios de Cuscatlán”. No se sabe en qué
centro educativo Ana Dolores Arias se recibió de maestra, pero
en sus últimos años dirigía la escuela de niñas de Cojutepeque.
Murió el 4 de julio de 1888 en su ciudad natal, a causa de una
neumonía, cuando tenía veintinueve años. Delfina Morán, la
persona a quien dedica Ana Dolores Arias uno de sus poemas,
murió en 1880. La poetisa utilizaba el pseudónimo Esmeralda.
Victoria Magaña Menéndez de Fortín nació en Ahuachapán
el 22 de enero de 1865.9 Fue hija del general Juan Bautista Magaña
de León y de su esposa, Mariana Menéndez Valdivieso, quienes
también procrearon a Juan Bautista, Isabel, Refugio, Mariana y
Adela, todos de apellidos Magaña Menéndez. Doña Mariana Me-
néndez era hermana del general Francisco Menéndez, quien fue
presidente de El Salvador de 1885 a 1890.10 Por lo tanto, Victoria
Magaña Menéndez de Fortín era sobrina de este prominente po-
lítico. En 1892, Victoria Magaña Menéndez se casó con el doctor
Miguel Antonio Fortín Franco, abogado, diplomático, escritor y
poeta de origen hondureño.11 Engendraron a Julieta (después de
9 Cfr. Magaña de Fortín, Victoria (2012), Importancia de la mujer, textos de doña Victoria Magaña
de Fortín editados por su nieto, el doctor René Fortín Magaña, Antiguo Cuscatlán, Printshop
Matías, isbn 978-99961-0-420-6.
10 Dio el presidente Menéndez durante su gestión una gran importancia a la educación en gene-
ral, ya que fue quien contrató a la llamada “Misión Colombiana”, formada por un grupo de
eminentes educadores de aquel país, encabezada por el maestro Francisco Antonio Gamboa,
así como a la educación de las mujeres, puesto que fundó la primera Escuela Normal de
Maestras. También impulsó Francisco Menéndez la promulgación y el cumplimiento de la
Constitución liberal de 1886 que, con pocos cambios, rigió los destinos nacionales durante más
de cincuenta años.
11 Nació Miguel Fortín en San Antonio de Oriente, Honduras, el 11 de septiembre de 1863. Fue
hijo de Miguel Antonio Fortín y de Rita Franco. En 1879 ingresó al Colegio Nacional y se gra-
duó como bachiller en 1882. Información recopilada del blog de José González Paredes, poeta

Escritoras de El Salvador 287


Chávez), Romeo, Hortensia (después de Suárez) y Ofelia (después
de Ulecia). A diferencias de otros autores contemporáneos, doña
Victoria cultivó la prosa, plasmada casi siempre en el ensayo y el
artículo periodístico. Firmó sus escritos, que aparecieron en pe-
riódicos de Santa Ana, con el pseudónimo Olimpia. Rodeada de
su familia, y después de muchos años consagrados a luchar por el
acceso al voto para las mujeres, derecho conquistado con la Cons-
titución de 1950, Victoria Magaña de Fortín murió en San Salva-
dor el 17 de julio de 1961, cuando contaba con 96 años de edad.
Rafaela Contreras Cañas nació en San José de Costa Rica, el
24 de mayo de 1869.12 Es una de las primeras mujeres en cultivar
el cuento en Centroamérica. Fue hija del político liberal, escritor y
periodista hondureño Álvaro Contreras Membreño y de Manuela
Cañas Hidalgo, dama de la alta sociedad costarricense. El matri-
monio Contreras Cañas procreó tres hijas: Julia, Rafaela Salvadora

e investigador histórico hondureño. Ver: http://josegonzalezparedes.blogspot.com/search?u-


pdated-max=2012-04-21T18:12:00-07:00&max-results=7&start=211&by-date=false, consul-
tado el 5 de mayo de 2016. Afirma el investigador y escritor hondureño José González Paredes:
“[Miguel Fortín] comenzó sus estudios de Jurisprudencia en la Universidad Central de Teguci-
galpa, pero por su espíritu indómito y contestatario, cae preso en 1885. Años antes, sus poemas
habían merecido los aplausos de José Joaquín Palma, poeta cubano que residió entre nosotros,
apoyando la Reforma iniciada por Soto y Rosa (1876-1883). Puesto en libertad, se graduó por
fin el 7 de febrero de 1886. Se fue a vivir a Nicaragua, donde fundó una escuela. Más tarde pasó
a vivir en El Salvador, donde laboró como abogado, en Chinameca, Ahuachapán y Sonsonate.
En Ahuachapán se casó con Victoria Magaña, una de las pioneras del feminismo salvadoreño y
pasó a vivir en Guatemala, ejerciendo como Encargado de Negocios. Allí fundó un periódico,
llamado El eco de Honduras. Como escritor, fungió como Académico de Número en la Acade-
mia Salvadoreña de la Lengua y fue Presidente del ‘Ateneo de El Salvador’, en 1915. Falleció
en San Salvador, en su finca ‘Victoria’, el 28 de julio de 1928. Miguel A. Fortín, como escritor,
perteneció a la llamada segunda generación de escritores de Honduras o ‘Generación de José
Joaquín Palma’. Fue hermano de la pintora naif, Teresa Fortín”.
12 Fuente: en http://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/240043, consultado el 31 de julio de
2013, se dice que nació el 21 de mayo de 1869. En realidad, de acuerdo a la fe de bautismo cuya
copia está subida en la página de Facebook dedicada a Rubén Darío, ver: https://www.face-
book.com/permalink.php?story_fbid=166898080124531&id=152348728114732, nació el 24
de ese mes y año. Mucha de esta información y los datos que aparecen en esta ficha biográfica
puede corroborarse en la obra La dramática vida de Rubén Darío, del historiador nicaragüense
Edelberto Torres Espinosa (2010, Managua, Amerrisque, octava edición (facsimilar) al cuidado
de Melvin Wallace Simpson), así como en La vida de Rubén Darío escrita por él mismo, la cual puede
ser consultada en versión digital en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-vida-de-
ruben-dario--0/html/ff17bf78-82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.htm.

288 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


y Emilia Josefina.13 El 21 de junio de 1890, Rafaela Conteras con-
trajo matrimonio civil con el poeta Rubén Darío en la ciudad de
San Salvador. El 11 de febrero siguiente se llevó a cabo la boda
religiosa en la ciudad de Guatemala. El 11 de noviembre de 1891,
en San Salvador, Rafaela dio a luz a su único hijo, el futuro doctor
Rubén Álvaro Darío Contreras. El 26 de enero de 1893 Rafaela
Contreras falleció en San Salvador en el transcurso de una opera-
ción quirúrgica.14 En sus publicaciones aparecidas en periódicos
como La Unión de San Salvador, entre 1889 y 1890, y en Guatemala
en El Imparcial y en El Correo de la Tarde, a partir de 1891, usó el
pseudónimo de Stella. Evelyn Uhrhan de Irving15 divide la pro-
ducción literaria de Contreras en poemas en prosa (“La canción
del invierno”, “Reverie” y “Sonata”) y cuentos narrativos (“Las
ondinas”, “Humanzor”, “Violetas y palomas”, “Mira la oriental”,
“La turquesa y El oro y el cobre”), en las que, según la mencionada
autora, se nota un verdadero hilo narrativo. Como señala Willy O.
Muñoz en Antología de cuentistas salvadoreñas, Rafaela Contreras es la
autora del poema en prosa titulado “La canción de invierno”, al
parecer erróneamente atribuido a Rubén Darío.
Por su parte, Florentina González, conocida como Florinda
B. González, nació en el barrio de Santa Lucía de la ciudad de San-
ta Ana el 16 de octubre de 1879,16 y murió en la misma ciudad el
2 de noviembre de 1952 (Partida de defunción en Galdámez 149).
Fue hija de Manuela González (Galdámez 150) y se casó con un
hombre de apellido Chávez, con quien tuvo una hija: Eva Chávez
González de Rendón, quien publicó una obra de su madre titulada
Jardín nazareno. En la portada de su libro Hojas de otoño se menciona
13 http://www.ticoclub.com/cwrafcontr.htm, consultada también el 31 de julio de 2013.
14 http://www.prosamodernista.com/prosa-premodernista/rafaela-contreras-canas, consultado
el 1 de agosto de 2013. Ver, además, Vargas Malavassi, M. y Gutiérrez, P, Rafaela Contreras
Cañas: Musa inaugural de la literatura costarricense, año del centenario de su obra, San José de Costa
Rica, Universidad Autónoma de Centroamérica, 1991.
15 Uhrhan de Irving, Evelyn, Short stories by Rafaela Contreras de Darío, Coral Gables, University
of Miami Press, 1965. Ver: http://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/04/aih_04_2_070.pdf,
visto el 1 de agosto de 2013.
16 Cfr. Galdámez Armas, Juan (1955), Hombres y cosas de Santa Ana, 2da. Edición sin nombre de
editorial, Santa Ana, aparece el dato de que nació en 1879, y en uno de los libros de Florinda
González titulado Jardín nazareno dice que nació en 1878. El libro fue consultado el 5 de julio
de 2013 en la Biblioteca David Granadino de la ciudad de Santa Ana.

Escritoras de El Salvador 289


su pseudónimo: Flora. Su prologuista Rómulo Luna la llama Musa
santaneca. Publicó: Hojas de otoño (1939), Jardín nazareno y Flora lí-
rica (1906). También tuvo origen santaneco la autora Prudencia
Ayala,17 aunque nació en Sonzacate, departamento de Sonsonate,
el 28 de abril de 1885, hija de Aurelia Ayala y Vicente Chief. A los
diez años se mudó a la ciudad de Santa Ana e inició sus estudios en
la escuela primaria de la profesora María Luisa de Cristofine. Falle-
ció en San Salvador el 11 de julio de 1936 (Henríquez 27; Martínez
Peñate, Diccionario 50) a los 51 años. Publicó: Inmortal, amores de loca
(1925) y Payaso literario en combate (1928). Fue activista política y su-
fragista. Además, en 1921 apareció su libro Escible. Aventuras de un
viaje a Guatemala, en el que narra las incidencias de su paso por ese
país en los últimos años del gobierno de Manuel Estrada Cabrera.
A fines de los años de 1920 fundó el periódico Redención Femenina.
Se postuló como candidata a la presidencia de El Salvador el 23 de
noviembre de 1930, pero la Corte Suprema de Justicia rechazó su
candidatura. Fue también partidaria de la lucha de Augusto César
Sandino en Nicaragua. Alberto Masferrer apoyó su candidatura a
la presidencia desde los editoriales del periódico Patria.
María Álvarez Ángel de Guillén Rivas nació en la finca Co-
lombia,18 jurisdicción de Quezaltepeque, departamento de La Li-
bertad, el 24 de agosto de 1889. Fue hija de Juan Francisco Rafael
Álvarez Lalinde (1860-1949), caficultor de origen colombiano, y
de Julia Ángel Macías (1860-1926), matrimonio que procreó tam-
bién a sus once hermanos, entre hijos e hijas. María Álvarez Ángel
se casó el 1 de agosto de 1914 con el doctor Joaquín Guillén Rivas,
destacado diplomático, con quien tuvo cinco hijos: Guillermo, Ju-
lia Albertina, Rafael, María Marta y Álvaro. Don Joaquín fue em-
bajador de El Salvador en Chile durante ocho años. Falleció el 11 de
septiembre de 195119 en su residencia de la villa Lucía, del capitalino
17 http://latierradesagatara.blogspot.com/2011/05/prudencia-ayala-hija-de-la-centella.html,
visto en agosto 25, 2013.
18 Cfr. Álvarez Geoffroy, Mauricio (2010), Rafael Álvarez Lalinde, pionero de la industrialización del
café, San Salvador, Cumbres del Molino, S. A. de C. V., isbn 978-99923-932-1-5, y Martínez
Peñate, Óscar (2003), El Salvador: historia general, San Salvador, Editorial Nuevo Enfoque. 2ª
edición, isbn 9992380055.
19 Dato aportado por Carlos Cañas Dinarte el 4 de septiembre de 2016 mediante un correo elec-
trónico en el que me remitió una fotografía de la necrológica de dicha persona.

290 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


barrio de San Jacinto. Doña María utilizó el pseudónimo Amary
Zalvera, que era un anagrama de su nombre. Fue una apasiona-
da promotora del voto para las mujeres. También fue una de las
fundadoras de la Comisión Interamericana de Mujeres en 1929.20
Escribió: El pregón del café (poesía, 1975)21 y la novela Sobre el puente
(1947).22 Doña María murió en San Salvador en 1980 cuando con-
taba con 91 años. Notable sufragista fue también María Loucel,
quien nació en la ciudad de San Miguel, el 27 de agosto de 1893,23
aunque en muchos lugares se afirme por error que nació en 1899.
Fue hija de Joaquín Valerio Loucel y de Adelaida de Jesús Viñerta,
quienes también procrearon otros cinco hijos.24 Doña María estu-
dió en el Colegio del Sagrado Corazón, institución donde se gra-
duó como maestra. Fue propietaria de la hacienda Yologual en la
jurisdicción de Conchagua. Se casó con el caficultor Atilio Canessa
Ávila. De esa unión nació el 2 de septiembre de 1932 una hija lla-
mada Matilde Lourdes Canessa Loucel, a quien su madre llamaba
Santita, que murió en diciembre de ese mismo año. El matrimonio
terminó en divorcio.25 Además de maestra, escritora y hacendada,
María Loucel fue destacada filántropa: el 28 de diciembre de 1929
fundó, con otras distinguidas señoras de la sociedad migueleña, y
a iniciativa de monseñor Basilio Plantier, la Asociación de Señoras
de la Caridad de San Vicente de Paúl, organización que administró
en San Miguel el Asilo San Antonio de Paúl (construido en 1946),
la Escuela Santa Sofía (1952) y los Hospitales San Camilo y San
Camilito, donde se albergaban a adultos y niños con tuberculosis.
20 Cfr. Anna Lau Jaiven (2009), “Entre ambas fronteras: tras la igualdad de derechos para las mu-
jeres”, en: Política y cultura, número 31, México, enero de 2009. Versión en línea: http://www.
scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-77422009000100012, consultado en
agosto 18 de 2016.
21 María Álvarez de Guillén (1975), El pregón del café, Madrid: Ed. Afrodisio Aguado.
22 Zalvera, Amary (1947), Sobre el puente, San Salvador, s/e.
23 Gracias a los titulares del sitio Genealogía Salvadoreña en Facebook, Eduardo Salazar y Eduar-
do Montenegro, hemos obtenido copia del asiento en el libro de nacimientos del registro civil
de San Miguel correspondiente al 27 de agosto de 1893, donde queda demostrado fehaciente-
mente que doña María Loucel, hija de Joaquín Loucel y de Adelaida Viñerta, nació en aquella
ciudad el 27 de agosto de 1893.
24 Datos encontrados en http://www.wikitree.com/genealogy/LOUCEL, consultado el 29 de
abril de 2016.
25 Fuentes: entrevistas con los doctores Ernesto Selva Sutter y Marco Tulio Magaña.

Escritoras de El Salvador 291


María Loucel tuvo siempre un gran interés en las actividades ar-
tísticas. Como actriz trabajó en 1938 en la comedia Mamá de Gre-
gorio Martínez Sierra, dirigida por Gerardo de Nieva. Publicó: Ilapso
(1936), poesía, y Reseña general de representativos femeninos del Reino de
Cuzcatlán, 1960, investigación. Murió el 17 de octubre de 1961 en
la ciudad de San Francisco, California, eua (Cultura, 1961, 158).26
Alice Lardé de Venturino nació en San Salvador el 29 de
junio de 1895, hija de Jorge Lardé Bourdon y Amelia Arthés Eche-
verría, quienes, además de Alicia, procrearon otros trece descen-
dientes. Creció en una finca a orillas del lago de Ilopango, donde
su madre se ocupó personalmente de su educación. El 16 de julio
de 1924 Alice Lardé se casó con Agustín Venturino, sociólogo chi-
leno con quien procreó una hija: Alice Gabriela. El matrimonio
residió fuera de El Salvador durante más de cincuenta años, mien-
tras viajaban por varios países. Alice se distinguió como escritora,
científica y filósofa. Murió en San Salvador el 13 de octubre de
1983. Fue hermana de Jorge Lardé y Arthes, investigador geológi-
co, pionero de la sismología nacional y padre del historiador Jorge
Lardé y Larín. Alice Lardé también fue hermana de Zelie Lardé y
Arthés, esposa de Salarrué. Éste, impresionado porque su cuña-
da, al casarse con un extranjero, se había visto forzada a asumir
la nacionalidad chilena y a renunciar a la salvadoreña de acuerdo
con las leyes vigentes en aquellos días, Salvador Salazar Arrué le
dedicó a Alice su libro Cuentos de barro.27 Alice Lardé publicó, entre
otras obras: Pétalos del alma, San Salvador: Editorial La Prensa, 1921,
poesía; Alma viril, Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1925,
poesía, con una introducción de José Santos Chocano; Sangre del
trópico, Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1925, prosa poéti-
ca; Alice Lardé: antología, Barcelona: Cervantes, 1925, poesía; Belleza
salvaje, Madrid: Espasa-Calpe, 1927, poesía; El nuevo mundo polar,
Barcelona: Cervantes, 1929, poesía y Grito al sol, San Salvador: Im-
prenta Nacional, 1983.

26 Hay versión digital de ese número, además de los otros, de la revista Cultura en el siguiente
enlace: http://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/883/1/Cultura22ocr.pdf
27 Salazar Arrué, Salvador (Salarrué) (1933), Cuentos de barro. S. S., Ediciones La Montaña, sin isbn.

292 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Periodista, poeta y maestra,28 Mercedes Quintero nació en
1890 en Santa Ana, aunque en algunos lugares se afirma que nació
en 1898. Cursó estudios en el Hospicio Moraga de su ciudad natal,
así como en el Instituto Técnico Práctico de Señoritas y en la Es-
cuela Normal de Maestras de San Salvador, de donde se graduó en
1903. Trabajó como funcionaria del Ministerio de Relaciones Ex-
teriores. Utilizó el seudónimo Alma Flor. En vida no publicó libro,
pero sus poemas aparecieron en revistas y periódicos nacionales en-
tre 1915 y 1924, así como en otras publicaciones, como el Repertorio
Americano que publicaba don Joaquín García Monge en San José de
Costa Rica. Falleció en Cojutepeque, departamento de Cuscatlán,
el 13 de junio de 1924. Después de su muerte apareció publicado
su libro de versos titulado Oasis, reunido por su hermana, la maes-
tra Soledad Mariona de Alas. Lleva su nombre la escuela Mercedes
Quintero, que albergó la Biblioteca Escolar Refugio Sifontes.

Un nuevo siglo, 1899-1920

Los primeros años del siglo xx se caracterizaron, en el caso de


El Salvador, por la consolidación de la élite cafetalera como clase
dominante. Cardenal (1996) afirma:

La consolidación de la economía agraria exportadora de café


y banano también afirmó el Estado nacional como expresión
del poder de una clase. Cuando esta clase social se proyectó
hegemónicamente, expresó el vigor de sus fundamentos eco-
nómicos. Estos fundamentos permitieron cohesionar formas
de autoridad y de representación social, y cambiaron el sen-
tido de los conflictos dentro de la clase dominante. Ahora
bien, se trataba de una clase dominante a medias, porque sus
intereses qedaron subordinados a los de las burguesías metro-
politanas del exterior (Torres en Cardenal, Manual 310).

28 Fuente: Martínez Peñate, Óscar y Sánchez, María Elena (2000), Diccionario El Salvador, San
Salvador, Editorial Nuevo Enfoque.

Escritoras de El Salvador 293


Cardenal (1996), más adelante, insiste:

En este contexto se escribieron las llamadas constituciones


liberales […] las cuales estuvieron vigentes hasta la década
de 1940 […] No obstante las diferencias, todas las burgue-
sías centroamericanas tuvieron un denominador común: el
sistema de dominación social. En este sistema de domina-
ción, el control de la tierra no era el factor más importante,
sino el control sobre la población. La propiedad de la tierra
permitió controlar a aquella y establecer un monopolio pro-
ductivo, razón primaria para la concentración de la riqueza
(Cardenal 311).

Tras la muerte del general Tomás Regalado, ocurrida en 1906


(Flores y Kuny 1-6), Pedro José Escalón concluyó su período cons-
titucional y entregó el poder al general Fernando Figueroa al año si-
guiente. La administración de Figueroa mantuvo al país en perenne
estado de sitio, tanto por la oposición interna como por la enemis-
tad con el gobernante nicaragüense José Santos Zelaya, quien armó
a uno de los rivales de Figueroa: el doctor Prudencio Alfaro, con la
intención de derrocarlo. Durante el mandato de Figueroa se amplió
la red ferroviaria del país y la red eléctrica.29 Como bien señala Car-
denal (1996), desde el gobierno de Regalado:

… el apoyo principal del gobierno provenía del ejército que,


en ese entonces, era el mejor entrenado, equipado y pagado
de Centroamérica. La bonanza económica generada por el
elevado precio del café permitió a la burguesía gastar grandes
sumas de dinero en el ejército a cambio de su respaldo incon-
dicional. Por lo demás, estos gobiernos introdujeron algunas
reformas educativas (la educación primaria se declaró obliga-
toria) y sanitarias (campañas de vacunación) y promovieron el
empleo en las empresas públicas (322).

Figueroa entregó el mando en 1911 al médico Manuel En-


rique Araujo. Éste gobernó hasta el día de su muerte, acaecida

29 Fuente: El Diario de Hoy. Revista Centuria, 24 de noviembre de 1999.

294 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


el 9 de febrero de 1913, como producto de un atentado del que
fue víctima cinco días antes. Este crimen, como la mayoría de los
ocurridos en El Salvador, nunca fue aclarado. Las autoridades cap-
turaron a los autores materiales del magnicidio, a quienes se fusiló,
pero los autores intelectuales permanecieron impunes.30 Sobre el
gobierno de Araujo, Cardenal (1996) afirma:

… intentó equilibrar el presupuesto, se opuso a contratar prés-


tamos extranjeros para financiar el funcionamiento estatal y la
infraestructura, permitió e incluso estimuló la constitución de
las primeras asociaciones de artesanos en contraposición a las
sociedades mutuales, promulgó medidas de contenido popular
(indemnización por accidente de trabajo y abolición de la cárcel
por deudas) (322).

La misma fuente señala que Araujo se ocupó de reforzar la


estructura militar. Estableció el servicio militar obligatorio, abrió
de nuevo la Escuela Militar y creó la Guardia Nacional, encarga-
da de reprimir a los opositores y de garantizar el orden público
en el área rural. También apoyó la organización de los diferentes
gremios de artesanos y, en el ámbito internacional, se opuso a
la política estadounidense hacia Centroamérica. En especial, con-
denó enérgicamente la intervención de los eua en Nicaragua en
1912.31 A la muerte de Araujo, el poder pasó a la familia Melén-
dez Quiñónez, un grupo empresarial dedicado a la producción y
exportación de café, al cultivo de la caña de azúcar y a la produc-
ción de aguardiente. El vicepresidente era el empresario Onofre
Durán, quien renunció al cargo luego de la muerte del mandata-
rio. Ocupó, entonces, la presidencia el primer designado, quien
era Carlos Meléndez.32 Éste falleció en 1919. Continuó la política
de Araujo de reforzar los cuerpos de seguridad como un medio
30 Montejo, Rodrigo Ezequiel (2002), El crimen del parque Bolívar, Santa Tecla, Clásicos Roxsil.
31 Araujo llegó a enviarle una carta de protesta al presidente estadounidense William Taft por su
intromisión en los asuntos políticos de Nicaragua. Vidal, Manuel (1961), Nociones de Historia de
Centroamérica, San Salvador, Editorial Universitaria, sexta edición.
32 En esto Cardenal comete un error cuando afirma que Meléndez era el vicepresidente. Pero
acierta al afirmar que Carlos Meléndez concluyó el período de Araujo y fue electo presidente
en 1915.

Escritoras de El Salvador 295


de control social mediante la fundación de la Policía Nacional en
1913. Lo más destacable de su mandato fue su oposición al tra-
tado Bryan-Chamorro, suscrito entre los gobiernos de Nicaragua
y eua, por considerar que violaba los derechos de los estados de
Honduras y El Salvador. Durante su mandato tuvo lugar la erup-
ción del Boquerón, cráter principal del volcán de San Salvador,
ocurrida en 1917.33
A la muerte de su hermano Carlos, Jorge Meléndez fue pre-
sidente de El Salvador del 1 de marzo de 1919 al 1 de marzo de
1923. Concluido su período, entregó el poder al presidente electo,
su cuñado Alfonso Quiñónez Molina, casado con Leonor Melén-
dez, quien gobernó de 1923 a 1927. Al respecto afirma Cardenal
(1996):

El grupo de los Meléndez Quiñónez intentó poner en mar-


cha un proyecto económico social alternativo, pero sin mo-
dificar las relaciones sociales establecidas por la producción
cafetalera. La clave del proyecto era la industrialización. Para
estimularla se adoptó el patrón oro, se creó la nueva moneda
(el colón) y se reformó el Estado. Pero este intento chocó
con los intereses de los cafetaleros, quienes competían con
las nuevas actividades por la distribución del crédito […] los
cafetaleros rechazaron la intervención del Estado en la gene-
ración de nuevas fuentes de ganancia que, por otro lado, se
orientaban a beneficiar directamente al reducido grupo que
apoyaba a la familia Meléndez Quiñónez […]. Esta […] apro-
vechó el poder para ampliar sus operaciones en el comercio
y la agricultura y participó en las inversiones estadounidenses
en la construcción de ferrocarriles y en el mejoramiento de
los puertos (323).

A nivel internacional, este período marca el ascenso de


los eua como potencia hegemónica en el hemisferio, a la vez
que los viejos imperios, como el austro-húngaro y el británico,
inician su decadencia. También surgen dos importantes revolu-
33 Este evento sísmico provocó gran destrucción en la ciudad de Quezaltepeque, en San Salvador
y en localidades aledañas y fue reseñado por el escritor colombiano Porfirio Barba Jacob, uno
de los testigos presenciales del evento.

296 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ciones: la mexicana y la rusa. Y el mapa de Europa es redefinido
tras la Primera Guerra Mundial. Para las mujeres esta etapa estuvo
llena de cambios. Algunas de las reseñadas en este capítulo se dedi-
caron a la docencia, que continuó siendo una profesión considerada
“femenina”. Por ese camino siguieron Eva Alcaine de Palomo,
Josefina Peñate Hernández y Mercedes Maití de Luarca. Encon-
tramos también en esta etapa a dos universitarias: Carmen Delia
Aguirre de Suárez, primera mujer graduada como licenciada en
periodismo por la Universidad de El Salvador, y Matilde Elena
López, quien realizó sus estudios de literatura en la Universidad
de San Carlos (usac), Guatemala, y en la Universidad de Quito,
en Ecuador. Después de la hazaña de la doctora Antonia Nava-
rro Huezo, graduada como doctora en Ingeniería Topográfica,
en 1889, la Universidad de El Salvador no volvió a graduar mu-
jeres hasta muchos años después. No obstante, muchas de las
escritoras de este capítulo trascendieron las fronteras salvado-
reñas, como fue el caso de Claudia Lars, Lydia Valiente, Lilian
Serpas, Blanca Lydia Trejo, Tula van Severen, Mercedes Maití de
Luarca, Amparo Casamalhuapa y, sobre todo, Consuelo Suncín
Sandoval de Saint-Exupéry. Igualmente, varias de estas autoras
se distinguieron por ocupar con valentía un papel decidido en las
luchas sociales de la época, como Amparo Casamalhuapa y Matil-
de Elena López, apasionadas sufragistas que lucharon al lado de
María Loucel. Tanto López como Loucel vieron coronados sus
esfuerzos cuando la Constitución de 1950 finalmente reconoció
el derecho pleno al voto de las mujeres. Todas contribuyeron a
abrir un camino, y por eso, así como por el tesón con que crearon
su obra, seguimos en deuda con cada una de ellas.
Eva Alcaine de Palomo34 nació en San Salvador el 13 de
mayo de 1899. Fue hija de José Emilio Alcaine, ingeniero res-
ponsable de la construcción del segundo Palacio Nacional, si-
tuado frente a la Plaza Barrios, en el centro de San Salvador, y
de Eugenia Cáceres Buitrago. Estudió en el Colegio del Sagrado
Corazón, del que se graduó como maestra.35 Se casó con Carlos

34 Fuente: acta de matrimonio, consultada el 4 de agosto de 2016.


35 Sobre dicho centro educativo, ver nota al pie en la reseña biográfica de María Loucel, también
egresada de dicho colegio.

Escritoras de El Salvador 297


Tomás Palomo el 22 de octubre de 1922 ante los oficios del en-
tonces alcalde municipal de San Salvador, el general e ingeniero
José María Peralta Lagos, mejor conocido por su pseudónimo
literario: T. P. Mechín. Este matrimonio procreó dos hijos: José
Emilio y Ernesto José, ambos de apellido Palomo Alcaine. Doña
Eva dirigió la “Página de la madre y del niño” del desaparecido
diario La Tribuna. Impartió clases en el Instituto Nacional Fran-
cisco Menéndez durante varios años, así como en el Instituto
Cervantes, centro educativo del que fue fundadora y directora.36
En 1948 fue miembro fundador del Ateneo Salvadoreño de Mu-
jeres. También fue miembro del Comité Salvadoreño de la Comi-
sión Interamericana de Mujeres (Diario oficial 3787) y declarada
Mujer del Año en 1964 por la Unión de Mujeres Americanas
(uma). Al año siguiente recibió la medalla de Honor al Mérito
Magisterial y, en 1969, la Medalla Presidencial. En 1979 se con-
virtió en la primera, y hasta ahora única, mujer presidenta del
Ateneo de El Salvador. En 1999, el presidente Armando Calde-
rón Sol impuso a doña Eva y a otros tres salvadoreños distingui-
dos, el cineasta Alejandro Cotto y los médicos José Guillermo
Trabanino y Juan José Fernández, la Orden Nacional José Matías
Delgado, en el Grado de Cruz Placa de Plata.37 Fue la única mu-
jer fundadora de la Universidad “Dr. José Matías Delgado” y una
de las personas que contribuyeron a la construcción del edificio
del Ateneo de El Salvador. Usó el pseudónimo Eugenia de Val-
cácer. Murió el 14 de marzo de 2001 a los 102 años.38 Doña Eva
tuvo la rara oportunidad de vivir en tres siglos distintos. En la
ciudad de Apopa, un colegio lleva su nombre.
36 Fuente: Duarte de Romero, Refugio, y vv. aa. (1997). Mujeres en la literatura salvadoreña. San Sal-
vador, publicación de la Red de Mujeres Escritoras Salvadoreñas con el apoyo económico del
Reino de los Países Bajos.
37 A doña Eva se le concedió dicha condecoración mediante el Decreto Ejecutivo número 102,
del 9 de abril de 1999, publicado en el Diario Oficial número 91, tomo 355, del martes 21 de
mayo de 2002.
38 En la casa de Eugenia Cáceres Buitrago fue compuesto el Himno Nacional de El Salvador,
por el poeta y general Juan José Cañas y el músico de origen italiano Juan Aberle. También
ahí pasó la convalecencia el poeta Rubén Darío cuando enfermó de viruela en agosto de 1883
durante su primera estadía en El Salvador. Estaba situada en la esquina opuesta al extremo
surponiente del Parque San Martín de la ciudad de Santa Tecla. Ver: http://archivo.elsalvador.
com/noticias/2006/02/06/escenarios/esc4.asp, consultado el 19 de agosto de 2016.

298 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Claudia Lars es probablemente la más canónica de las escri-
toras salvadoreñas y la más conocida a nivel internacional. Marga-
rita del Carmen Brannon Vega nació en Armenia, departamento
de Sonsonate, el 20 de diciembre de 1899.39 Fue hija de Peter Pa-
trick Brannon, ingeniero estadounidense de origen irlandés, y de
la salvadoreña Carmen Vega Zelayandía, quienes también procrea-
ron a sus hermanos: Juan, María y Max Patricio Brannon Vega. Su
educación se inició en la casa familiar al lado de la señorita Mer-
cedes Mendoza, maestra que le enseñó las primeras letras (Lars,
Tierra de infancia 97-98). Carmen Brannon estudió además en el
Colegio de la Asunción en la ciudad de Santa Ana. Se casó con Le
Roy Francis Beers Kuehn el 11 de noviembre de 1923 en la iglesia
católica de Nuestra Señora de la Esperanza situada en la calle 157 de
la ciudad de Nueva York. El 25 de diciembre de 1927 nació su úni-
co hijo: Le Roy Manuel Beers Brannon en San Salvador. Conclui-
do su primer matrimonio en divorcio, el 16 de diciembre de 1949
contrajo matrimonio civil en la ciudad de Guatemala con el es-
critor guatemalteco Carlos Samayoa Chinchilla, de quien también
se divorciaría. A partir de 1955 entró a laborar al Departamento
Editorial del Ministerio de Cultura, institución que luego se con-
virtió en la Dirección de Publicaciones. Su función era redactar la
revista Guion literario (cuyo primer número apareció en enero de
1956) y a partir de 1963 tuvo a su cargo la conducción editorial
de la revista Cultura, fundada en 1955 por el periodista y escritor
Manuel Andino. Publicó:40 Estrellas en el pozo (San José de Costa
Rica, 1934), Canción redonda (San José de Costa Rica, 1936), La
casa de vidrio (Santiago de Chile, 1942), Romances de norte y sur (1946),
Sonetos (1947), Ciudad bajo mi voz (1947), Donde llegan los pasos (1952),
Escuela de pájaros (1954), Fábula de una verdad (1959), Tierra de infancia
(1959), Canciones (1960), Presencia en el tiempo (1961), Sobre el ángel y el
39 Las fuentes de esta reseña biográfica son el estudio introductorio a la Poesía completa de Claudia
Lars de Carmen González Huguet (San Salvador, 1999) y el Diccionario de autoras y autores sal-
vadoreños de Carlos Cañas Dinarte. Su casa natal, situada en el costado sur del Parque Tomás
Regalado, fue declarada “sitio histórico” por la Asamblea Legislativa de El Salvador, mediante el
decreto 185, fechado el 11 de diciembre de 1997. Junto con la de la condesa Consuelo Suncín de
Saint-Exupéry. Ambas casas fueron destruidas el 13 de enero de 2001 como consecuencia de un
terremoto.
40 Salvo caso contrario, todas estas obras fueron publicadas en la ciudad de San Salvador, repú-
blica de El Salvador.

Escritoras de El Salvador 299


hombre (1961), Del fino amanecer (1966), Nuestro pulsante mundo (1967)
y Poesía última (1975).
Además, Claudia Lars condujo programas líricos radiofóni-
cos infantiles y dirigió “La Página de los Niños”, que apareció se-
manalmente en El Diario de Hoy de 1939 a 1940. En compañía del
cantautor Pancho Lara, en febrero de 1951, se ocupó del espacio
“Tópicos infantiles” en la radio oficial YSS Alma cuscatleca, con el
patrocinio del Ministerio de Cultura. En septiembre de 1951 reto-
mó la dirección de la “Página de la madre y del niño”, que reapa-
reció en El Diario de Hoy, y en octubre de ese mismo año inició sus
colaboraciones para la revista Ars, órgano de la Dirección General
de Bellas Artes. En 1970, la Universidad de El Salvador encargó
a Matilde Elena López la edición de las Obras escogidas de Claudia
Lars, revisadas y corregidas por ella misma, edición que apareció
en 1973. Ese año, el gobierno salvadoreño le rindió homenaje con
la imposición de la Orden Nacional “José Matías Delgado” en el
grado de comendador, mientras que la Universidad Centroameri-
cana “José Simeón Cañas” (uca) le concedió el doctorado honoris
causa en julio de 1974. Afectada por un cáncer terminal, Claudia
Lars murió el 22 de julio de 1974. Un año después, la Dirección
General de Correos le dedicó una serie filatélica, mientras la Edito-
rial Universitaria publicó Poesía última, compilación de sus escritos
de 1970 a 1973, realizada por David Escobar Galindo y reeditada
en 1978. Dos años antes, Escobar Galindo reunió Sus mejores poe-
mas, selección publicada por la Dirección de Publicaciones del Mi-
nisterio de Educación. Como parte de la conmemoración nacional
del centenario natal de la escritora, el Consejo Nacional para la
Cultura y el Arte (Concultura) publicó en dos volúmenes su Poesía
completa, recopilada y anotada por Carmen González Huguet, di-
vulgada en 1999. Esa misma institución gubernamental promovió
conferencias sobre su vida y obra en todo el territorio nacional
por el escritor y catedrático Francisco Andrés Escobar, autor de
la obra teatral De la sal y la rosa (S. S., revista Cultura no. 76, 1994),
donde se aborda la vida y el legado de esta escritora, temas tam-
bién tratados por el actor, director teatral y escritor Carlos Velis
en su pieza dramática Madre Claudia. En su juventud estuvo com-
prometida para casarse con el poeta nicaragüense Salomón de la
Selva, compromiso roto por el padre de la escritora. Espacios

300 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


culturales y obras físicas bautizados con el nombre de Claudia
Lars son la Biblioteca Central de la Universidad de El Salvador
(7 de noviembre de 1973), un edificio de la Universidad Tecno-
lógica (1999, sede de la Unidad de Cultura “Roberto Armijo”),
una avenida y una medalla municipal de la ciudad de Sonsonate,
entre otros.
Lydia Valiente fue el nombre con que firmó sus libros María
Lidia Valiente Salazar,41 quien nació en Metapán, Santa Ana, el
7 de mayo de 1904.42 Fue la cuarta entre diez hermanos, hija de
Flavio Valiente Estrada y Florencia Salazar. Pasó su infancia en
la Hacienda San Diego43 a orillas del lago de Güija. Estudió en el
Colegio Santa Inés de Santa Tecla. Al morir su madre, y debido
a su relación tirante con el padre, abandonó la casa familiar el 20
de mayo de 1933. Tiempo después se casó con el abogado Carlos
Salazar, quien fue el padre de su hijo Mario Salazar Valiente.44 Ly-
dia publicó en vida el poemario Raíces amargas (San Salvador, Ed.
Ahora, 1951). Muchos años después, sus poemas fueron recopila-
dos por su sobrina Patricia Valiente en el libro Letras de cal y raíces
amargas (San Salvador, 2013). Lydia Valiente murió en San Salva-
dor el 24 de febrero de 1976 a los 71 años de edad. Sus restos des-
cansan en el cementerio Santa Isabel de Santa Ana, junto a los de
sus padres y hermanos.45 Cuando abandonó la casa paterna, dejó
41 Fuente: Partida de nacimiento obtenida en la Alcaldía Municipal de Metapán en julio de 2013.
42 Erróneamente, Luis Gallegos Valdés y David Escobar Galindo, en el libro Poesía femenina de El
Salvador (1976) dicen que Lydia Valiente nació en “Metapán, Santa Ana, en 1900. Publicó Raí-
ces amargas en 1951”, pág. 87 de dicha obra. En su Índice antológico de la poesía salvadoreña, David
Escobar Galindo (1987) dio el mismo año de nacimiento: 1900, en la pág. 360. Sin embargo,
en el libro Letras de cal y raíces amargas, en la pág. 10, su sobrina, Ana Patricia Valiente Reyes,
afirma que nació el 7 de mayo de 1904, tal como dice la partida de nacimiento y que, a pesar
de lo dicho por David Escobar Galindo, quien sostiene que murió en San José de Costa Rica,
Ana Patricia Valiente insiste en que murió en San Salvador el 24 de febrero de 1976.
43 La hacienda fue primero expropiada y luego repartida entre dos cooperativas de la Reforma Agraria
en 1980. En los años noventa, la casa que constituía el casco de la referida hacienda fue saqueada e
incendiada, volviendo imposible la intención de reconstruirla y restaurarla, tal como se contempló
en el proyecto que constituyó la tesis de Christian Armando Martínez R. y Marta Beatriz Puente
para optar al título de arquitectos por la Universidad Albert Einstein de El Salvador en 1981.
44 Destacado jurisconsulto, Mario Salazar Valiente fue decano de la Facultad de Economía de la
ues en 1961. Trabajó muchos años como catedrático de la unam, en la ciudad de México.

45 De la vida de Lydia Valiente la fuente más autorizada es su sobrina Ana Patricia Valiente y el
libro que ella editó en 2013: Valiente, Lydia. Letras de cal y raíces amargas, San Salvador, edición

Escritoras de El Salvador 301


pegado en una de sus ventanas un papel con el poema “Adiós a mi
hogar”, el cual permaneció en el mismo sitio hasta la destrucción
de la casa.46 Mario Salazar Valiente, el único hijo de Lydia Valiente,
fue el segundo esposo de la poeta salvadoreña Mercedes Durand.
Tanto Mario como Mercedes, y la propia Lydia, padecieron largos
exilios por causas políticas.
Consuelo Suncín Sandoval es conocida universalmente por
haber inspirado el personaje de la rosa en el célebre libro El prin-
cipito, escrito por su famoso marido: Antoine de Saint-Exupéry.
Consuelo nació en Armenia el 16 de abril de 1901.47 Fue hija del
coronel Félix Suncín Mónchez y de Ercilia Sandoval Zeceña, her-
mana de Ana Dolores y Amanda, ambas de apellidos Suncín San-
doval. Consuelo se graduó como maestra del Colegio Normal de
Señoritas en San Salvador en 1916. Dos años más tarde viajó a San
Francisco, California, a completar sus estudios gracias a una beca
que le permitiría estudiar inglés. La escritora se casó tres veces:
primero en California, con el mexicano Ricardo Cárdenas,48 del
que se divorció; después en París, con el cronista guatemalteco
Enrique Gómez Carrillo, de quien enviudó, y por último con An-
toine de Saint-Exupéry, quien además de escritor y periodista era
piloto aviador, fue declarado desaparecido en acción en 1944, a fi-
nales de la Segunda Guerra Mundial. Tuvo, además, Consuelo, una
intensa pero breve relación amorosa con el académico, político,
escritor y filósofo mexicano José Vasconcelos.49 Consuelo falleció
al cuidado de Ana Patricia Valiente Reyes, s.e. En dicha obra, su sobrina incluyó una reseña
biográfica donde constan muchos de estos datos.
46 Como dicen los abogados: doy fe. En 1972, sin saber quién era la autora del poema, ni que
algún día habría de emprender yo esta investigación, en una de las ventanas de la casa de la
Hacienda San Diego tuve oportunidad de leer ese poema.
47 Fuente: http://consuelo-de-saint-exupery.com/biographie/#la-jeunesse, consultado el 4 de
agosto de 2016. La casa estaba situada en el barrio San Sebastián de Armenia, en la esquina
formada por la 6.ª avenida norte y 1.ª calle oriente. Esta casa fue destruida en el terremoto del
13 de enero de 2001.
48 Consuelo se casó con Cárdenas tan pronto cumplió la mayoría de edad, que en aquella época
se alcanzaba a los veintiún años. Este matrimonio, del que no abunda la información, terminó
en divorcio y Cárdenas murió pocos meses después en un accidente ferroviario. Consuelo se
trasladó entonces a la Ciudad de México, donde conoció a José Vasconcelos.
49 Fabienne Bradu (2000), “José Vasconcelos, el hombre sentimental”. Estudio incluido en la
edición de Ulises criollo, realizada por la Universidad de Costa Rica, edición crítica de Claude

302 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


víctima de un ataque de asma el 28 de mayo de 1979 en la ciudad
de Grasse, en Provenza, Francia. Tenía setenta y ocho años. Fue
enterrada en París en el cementerio de Père-Lachaise al lado de su
segundo esposo, Enrique Gómez Carrillo. Consuelo Suncín escribió
el libro Memorias de Oppède (París, Gallimard, 1947). Manlio Argue-
ta se refirió a esta escritora en su discurso de ingreso a la Academia
Salvadoreña de la Lengua, pronunciado el 10 de marzo de 2009. La
académica costarricense Teresa Fallas le ha dedicado su trabajo de
investigación “Entre el murmullo y el olvido. Consuelo Suncín recrea
su escritura-autoría”.50 En 1998 la Dirección de Publicaciones e Im-
presos publicó su obra Memorias de Oppède, acaso la primera edición en
español, traducida por el escritor y poeta salvadoreño Ricardo Lindo
(1947-2016).
María Guadalupe Cartagena nació en San Salvador, en el
barrio de Concepción, el 11 de junio de 1903. Fue hija de Je-
sús Cartagena, originario de Coatepeque, departamento de Santa
Ana, y de María Prudencia Pineda, originaria de Armenia, de-
partamento de Sonsonate.51 De esta escritora sólo sabemos que
publicó la novela Nobleza de alma (1928, Imprenta La República).
También publicó un libro de “impresiones de viaje”: La perla de las
Antillas (1927, Imprenta La Salvadoreña). Pero es muy interesan-
te, porque cronológicamente hablando, Nobleza de alma es la pri-
mera novela publicada por una mujer salvadoreña. Se desconoce
la fecha de su muerte y, en realidad, ignoramos casi todo sobre la
vida de esta mujer tan poco mencionada por los historiadores de

Fell, pág. 646. Bradu también es autora del libro Damas de corazón, 1994, Ciudad de México,
Fondo de Cultura Económica, en el que dedica un capítulo a Consuelo Suncín.// Vasconcelos,
citado por Manlio Argueta, “La amante perfecta”, Revista digital Contrapunto, consultada el 4
de agosto de 2016.
50 Fallas, Teresa (2007), “Entre el murmullo y el olvido. Consuelo Suncín recrea su escritura-au-
toría”. Publicado en el número 11 de la Revista Ístmica, de la Universidad Nacional Autónoma
(una) de Costa Rica. He corregido la evidente errata, ya que en el título de dicho trabajo
Consuelo aparece mencionada como “Teresa” Suncín. Hay versión digital en línea, consultada
el 4 de agosto de 2016. También hace mención al libro de Teresa Fallas (2007) Escrituras del yo
femenino en Centroamérica: 1940-2002, la académica Magda Zavala en una reseña publicada en Ist-
mo. Hay versión digital en línea: http://istmo.denison.edu/n27-28/resenas/04_zavala_mag-
da_form.pdf, consultada el mismo día.
51 Fuente: partida de nacimiento obtenida en la Alcaldía Municipal de San Salvador.

Escritoras de El Salvador 303


la literatura salvadoreña.52 Por su parte, hay datos que apuntan a
que Josefina Peñate Hernández nació en 1902 o 1903. Juan Felipe
Toruño53 afirma que nació en 1901. Hasta ahora ha sido impo-
sible determinarlo con certeza. Tampoco se sabe con seguridad
la fecha de su muerte, acaecida probablemente el 15 de junio de
1935 al dar a luz a su único hijo. Laboró en periódicos de la ciudad
de Santa Ana y en la docencia. Publicó los libros Esbozos (1928),
Caja de Pandora (1921) y Surtidores (1932).
Lilian Serpas Gutiérrez nació en San Salvador el 24 de mar-
zo de 1905 y falleció en la misma ciudad el 10 de octubre de 1985.
Fue hija del escritor, periodista y pedagogo Carlos Serpas (Jucua-
pa, 1875-San Salvador, 11 de abril de 1908) y de Josefa de los
Ángeles Gutiérrez, ambos originarios de Jucuapa, departamento
de Usulután.54 Estudió en la Escuela Normal de Maestras de San
Salvador y en el Instituto Técnico Práctico de Señoritas. Aprendió
además inglés y francés. En 1927 colaboró en la revista Pareceres
y en la radio oficial aqm. Publicó55 Urna de ensueños (San Salvador,
1929), con prólogo del escritor Juan Ramón Uriarte, Nácar (San
Salvador, 1929), Isla de trinos, Huésped de la eternidad (México, 1949),
La flauta de los pétalos (1951; San Salvador, 1979, con palabras preli-
minares de David Escobar Galindo), Girofonía de las estrellas (1970),
y Meridiano de orquídea y niebla (San Salvador, 1982). En México
escribió, además, Corazón y esfera (obra comentada por José Vas-
concelos), Hacia un punto del origen, Por ese amor siendo amada (con
prólogo de Pedro Álvarez del Villar), Nivelación y Proyección a la nada
(también titulada En un rol de juego blanco), obras de las que se des-
conoce información editorial concluyente, por lo que es posible
que sólo fueran proyectos o manuscritos inéditos.56 Falleció el 10
52 Luis Gallegos Valdés en su Panorama de la literatura salvadoreña, San Salvador, uca Editores, 4ª
reimpresión de 2005, se limita a ofrecer su nombre y el título de sus dos novelas en la pág. 310.
53 Toruño, J. F. (1958), Desarrollo literario de El Salvador, S. S., Departamento Editorial del Ministe-
rio de Cultura.
54 Cañas Dinarte, Carlos (2002), Diccionario de autoras y autores salvadoreños, San Salvador, Dirección
de Publicaciones e Impresos.
55 Salvo caso contrario, todas estas obras fueron publicadas en la ciudad de San Salvador, repú-
blica de El Salvador.
56 Después de 1972, a raíz de la muerte de su hijo Fernando a manos de un conductor ebrio,
Lilian entró en un proceso autodestructivo a nivel mental y físico. Regresó al país gracias a las

304 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de octubre de 1985 en el Hospital Rosales, en San Salvador, donde
recibió tratamiento por una caída sufrida el 20 de septiembre de ese
año.57 El personal de la Dirección de Publicaciones la veló de cuerpo
presente en Funerales La Católica. La misa de réquiem se rezó en
la Iglesia del Perpetuo Socorro y sus restos descansan en Jardines
del Recuerdo. La misa de cabo de año estaba programada para la
tarde del 10 de octubre de 1986, pero no pudo realizarse porque
en horas del mediodía ocurrió un violento sismo que sacudió la
capital. Había sido inscrita en el registro civil capitalino con el
nombre de Lilia.58Además, Francisco Gavidia le prologó su segun-
do libro titulado En el zafir de un ala milagrosa.59 Vilma Olivo Marro-
quín escribió “Monografía de Lilian Serpas”, tesina para optar a
la licenciatura en Letras de la Universidad Centroamericana “José
Simeón Cañas” (uca, San Salvador, marzo de 1999). La investiga-
dora y maestra mexicana Fabiola Sánchez Román es la depositaria
y custodia de algunos de los manuscritos de Lilian Serpas. Esta es-
critora salvadoreña, junto con su hijo Carlos, aparece en la novela
Amuleto, del escritor chileno Roberto Bolaño.60
En muchos sentidos, Blanca Lydia Trejo es un enigma. Nació
en Comitán de Domínguez, Chiapas, México, el 25 de febrero de
1906, pero nada o casi nada sabemos de su familia. La página del
Instituto Nacional de Bellas Artes (inba) de México apenas señala,
entre otros breves datos, que la escritora estudió en la Casa Cen-
tral de Guatemala.61 Murió el 27 de septiembre de 1970.62 No se
sabe cómo llegó hasta El Salvador, donde ambientó su novela El
padrastro, en la que denuncia las miserables condiciones de vida
gestiones hechas por algunas personas de buen corazón, como doña Nazaria March y Lydia
Villavicencio Olano. Ya en El Salvador, escribió el poemario Pensamiento que no muere (inédito),
en el que incluiría diez sonetos dedicados a Francisco Gavidia. Su producción poética de los
últimos años apareció en las páginas sabatinas de “Filosofía, arte y letras” de El Diario de Hoy.
57 Información recabada gracias al personal de la Dirección de Publicaciones e Impresos (1994-1996).
58 Fuente: partida de nacimiento. Registro de Estado Familiar, Alcaldía Municipal de San Salvador.
59 Editado con el título de Nácar por la imprenta La Salvadoreña (1929).
60 Bolaño, Roberto (2009), Amuleto, Barcelona: Anagrama.
61 Ver http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/catalogo-biobibliografico/1462?s-
howall=1, consultada el 28 de abril de 2016.
62 Fuente: http://elem.mx/autor/datos/1072, correspondiente a la Enciclopedia de la Literatura
en México, sostenida por la Secretaría de Cultura de México.

Escritoras de El Salvador 305


de obreros y campesinos. Trabajó en el consulado de México en
Barcelona durante la Guerra Civil Española (1936-1939) y colabo-
ró con la Revista de Occidente. Su experiencia como testigo de esos
años la plasmó en su libro Lo que vi en España: episodios de la guerra
(1940).63 Thea Pitman, de la Universidad de Leeds, Inglaterra, es
autora de un trabajo de investigación titulado: “Viajeras mexicanas
en la España republicana y el discurso de la fraternidad: Blanca
Lydia Trejo y Elena Garro”, publicado en Lejana, Revista Crítica
de Narrativa Breve, no. 5 (2012). En 1950, en San Salvador, Blanca
Lydia Trejo fue presentada por Waldo Chávez Velasco y Orlan-
do Fresedo al Cenáculo Literario, conformado por los entonces
jóvenes escritores Mercedes Durand, Irma Lanzas, Álvaro Me-
néndez Leal, Eugenio Martínez Orantes, Ítalo López Vallecillos,
Mauricio de la Selva y otros.64 Blanca Lydia Trejo disertó sobre el
movimiento juvenil en América, ya que algunos de los miembros
del Cenáculo eran entonces simpatizantes de la izquierda. Publicó
El héroe de Nacozari65 (sep, 1936), Lo que vi en España: episodios de la
guerra (México, Polis, 1940), La literatura infantil en México desde los
aztecas hasta nuestros días (ensayo, México, 1950), Un país en el fango
(novela, México, Polis, 1942), El padrastro (novela, México, Bolívar,
1944), Cantos a la madre (antología, sep, 1936), El ratón Panchito roe
libros (cuento infantil, Talleres Gráficos de la Nación, 1935), La
marimba (México, sep, 1935), Fábulas para mayores (México, Ala Iz-
quierda, 1937), Lecturas de juventud (Talleres de la Escuela de Artes
y Oficios, Toluca, 1941), Limones para Mr. Nixon y otros más (Méxi-
co, Plus, 1941), El congreso de los pollitos (México, Bolívar, 1945), Lo
que sucedió al nopal (México, 1945), Cuentos para niños (México, Plus,
1947), Maravillas de un colmenar (México, Primavera, 1954), Copo de
algodón (México, Primavera, 1955), El quetzal (México, Primavera,
63 Fuente: http://lejana.elte.hu/PDF_5_viaje/Thea_%20Pitman.pdf, consultada el 28 de abril
de 2016.
64 http://www.ecumenico.org/article/bioografia-de-waldo-chavez-velasco/, consultado el 28 de
abril de 2016.
65 Jesús García Corona (1881-1907) es conocido como “el héroe de Nacozari”. Fue un maqui-
nista mexicano nacido en Hermosillo, Sonora, quien sacrificó su vida para salvar al pueblo de
Nacozari de García, localidad minera sonorense, de una explosión accidental ocurrida en el
ferrocarril de la mina. García había laborado en la compañía minera desde los diecisiete años.
A pesar de su sacrificio, otras doce personas murieron, todos trabajadores de la mina, pero el
pueblo, con más de cien pobladores, se salvó.

306 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


1955), La pícara sabelotodo (México, Primavera, 1956), Cuentos o leyen-
das indígenas para los niños (México, Plus, 1959).
Trinidad Hilda Marta Edmeé Orozco Palomo, mejor cono-
cida como Hilda Orozco, nació el 8 de marzo de 1906 en San Sal-
vador. Fue hija de Ester Palomo y Juan Roberto Fernando Orozco
García Prieto. Falleció en esa misma ciudad en marzo de 1985. Se
casó con el ingeniero civil y arquitecto Daniel Domínguez Párra-
ga,66 matrimonio que terminó en divorcio. Posteriormente, Hilda
Orozco trabajó durante mucho tiempo formando locutores de ra-
dio, pues poseía un maravilloso manejo de la voz y de la dicción,
y dominaba varios idiomas, entre ellos el francés, el italiano y un
poco el alemán. En la prensa salvadoreña escribió durante mucho
tiempo una columna periodística de temas sociales y utilizaba el
pseudónimo Marquesa de Escalante. Hilda Orozco Palomo per-
tenece a la misma época de Claudia Lars, quien fue su amiga. Sus
poemas no tienen fecha. Los textos en poder de su familia tam-
bién están firmados con el pseudónimo Dora Leal.
Sofía Gertrudis Adela Yolanda Van Severen Sosa es mejor
conocida por el nombre con el que firmaba sus obras: Tula Van
Severen. Nació en San Salvador el 31 de mayo de 190667 y murió
el 1 de enero de 1997,68 en Redding, Fairfield County, estado de
66 Fuente: http://andferblog.blogspot.com/2010/06/daniel-dominguez-parraga-arquitecto.html,
consultado el 20 de diciembre de 2016. Daniel Domínguez Párraga nació en San Salvador en
octubre de 1886 de padres colombianos. Se graduó como ingeniero del Colegio Militar de Cha-
pultepec, en México. En 1905, por motivos económicos, su familia emigró a Costa Rica, donde
se estableció definitivamente. Pero Daniel Domínguez regresó a El Salvador, donde llegó a des-
empeñar el cargo de director de Obras Públicas. Fue responsable de la construcción de notables
edificios de la capital salvadoreña, como el antiguo café y bar Lutecia, ubicado en la esquina
norponiente del punto donde se cruzan la Segunda Avenida Norte y la Primera Calle Oriente.
Esta edificación, que todavía existe, alberga ahora una sucursal del Banco de América Central.
También construyó el edificio sede del antiguo Club Internacional, el Hotel Astoria, y las residen-
cias de familias prominentes, como las de Raúl Arguello, Luisa Daglio y Ángel Guirola. También
trabajó en Honduras y en Costa Rica. En San José diseñó, entre otras edificaciones importantes,
el Pasaje Central, también conocido como Pasaje Dent. Murió el 7 de diciembre de 1959. Fuente:
entrevista a Mía Gallegos Domínguez, nieta de Daniel Domínguez y de Hilda Orozco.
67 Fuente: partida de nacimiento. Sobre los ancestros de Tula y Julia Van Severen puede consul-
tarse: http://users.skynet.be/sb176943/AndriesVandenAbeele/AVDA417.htm, consultado el
26 de junio de 2013. Muchos datos de esta ficha biográfica proceden de esta última fuente.
68 Fuente: http://www.ancientfaces.com/person/tula-zariquiey/17485515, consultado el 26 de
junio de 2013. Información cruzada con: http://www.genealogybank.com/gbnk/ssdi/doc/
ssdi/v1:112F9DEF2069359A, consultada el mismo día.

Escritoras de El Salvador 307


Connecticut, Estados Unidos, a los 90 años. Se casó en primeras
nupcias con Rafael Chacón, guatemalteco, con quien procreó a
Rafael Chacón Van Severen69 y Margarita Chacón Van Severen
(Marjorie). Este primer matrimonio terminó en divorcio. En se-
gundas nupcias, Tula Van Severen se casó con Manuel Zariquiey,
médico de origen español, matrimonio que duró hasta la muerte
del doctor Zariquiey en 1982, en Monroe, Nueva York. Publicó un
único libro en vida: Cuenco de barro,70 impreso en Rochester, Nueva
York, Estados Unidos, en 1962. Fue hermana gemela de Julia Van
Severen, quien, según Luis Gallegos Valdés (2005), compuso poe-
mas en su juventud, pero después dejó de escribir. Ambas fueron
hijas del doctor Andrés Van Severen Cabañas, hijo de André Van
Severen, emigrado belga, y Julia Cabañas, hija del general José Tri-
nidad Cabañas. La madre de las hermanas Van Severen fue Carlota
Sosa, originaria de Ilobasco.71 Tula y Julia, además de ser hermanas
gemelas, fueron muy unidas. Julia se casó con George Black, esta-
dounidense, y tuvieron un hijo y una hija. Ambas hermanas eran
pelirrojas, un rasgo físico poco frecuente en la población salvado-
reña, y ambas vivieron siempre cerca la una de la otra, primero en
Guatemala y luego en Estados Unidos.72 Muy amiga de Claudia
Lars, esta escritora le dedicó su libro Nuestro pulsante mundo, editado
en San Salvador por la Dirección de Publicaciones en 1969. La de-
dicatoria dice textualmente: “A Tula Van Severen de Zariquiey, tan
69 Rafael Chacón Van Severen es doctor en matemáticas y discípulo del gran matemático chino
Kai Lai Chung (1917-2009).
70 Van Severen, Tula. Cuenco de barro. Rochester, Nueva York: sin editorial ni isbn, 1962, según la
información del sitio web de la Biblioteca del Congreso de eua, consultado el 17 de junio de
2013. Concuerda con la información que aparece en el ejemplar de Cuenco de barro propiedad
de Ana María Dueñas.
71 Los Van Severen son una familia llena de personajes del mundo cultural y cívico salvadoreño,
como el historiador Ricardo Dueñas Van Severen; Ana María Dueñas Villacorta, hija del an-
terior, escritora y pintora, y doña Adela Van Severen de Contreras, quien en 1954 se convirtió
en la primera alcaldesa de Santa Tecla y, a la vez, en la primera mujer en presidir un concejo
municipal en El Salvador. También forman parte de este linaje el médico Herbert Lewy Van
Severen, graduado en La Sorbona, quien fuera galardonado con la Legión de Honor por su
participación en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial; Rodolfo Lewy
Van Severen, quien es un conocido ingeniero civil radicado en Costa Rica; el químico Mario
Lewy Van Severen, quien murió centenario en 2004 y el hijo de éste, Ricardo Lewy Soler, quien
es hoy presidente de la Sociedad Salvadoreña de Astronomía, entre otros.
72 Fuente: entrevista con Ana María Dueñas, realizada el lunes 24 de junio de 2013.

308 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


despierta en su silencio” (293). En su juventud, Tula Van Severen
publicó algunos poemas en la revista Repertorio Americano.
Mercedes Maití de Luarca nació en San Salvador el 22 de di-
ciembre de 1907.73 Sus padres fueron Arturo de Maití y Elvira del
Carmen Pérez.74 Sus primeros siete años los pasó en Sonsonate.
Estudió en la Escuela Anexa a la Normal, donde finalizó la prima-
ria. Ingresó en la Escuela Normal, donde se graduó como maestra
en 1927. Su ideal libertario la llevó a escribir en varios periódicos.
En Tribuna Libre escribía cada semana la “Página del maestro y del
niño” sobre divulgación docente. En 1936 se casó con el profesor
Francisco Luarca Díaz.75 Por su actividad política,76 su esposo fue
exilado a Costa Rica durante la dictadura del general Maximiliano
Hernández Martínez (1882-1966). Mercedes se reunió con él en
San Isidro del General, Costa Rica, en l940. En aquel país tra-
bajaron ambos en la Escuela de Villa Colón. Colaboraron en las
revistas Repertorio Americano de Joaquín García Monje, Educación
y Mundo Femenino, todas publicadas en Costa Rica entre 1940 y
1950. Se conservan sus obras inéditas Teatro infantil (1940), Estu-
dios sobre la mujer en nuestro país, Cuentos, Ternura (libro de poesía),
Rondas y juegos infantiles (trabajo folklórico), Triquitraque (revis-
ta infantil), Educación, obra publicada en San José de Costa Rica,
73 Fuente: Reseña Histórica de la Ciudad de Soyapango, de la profesora Cleotilde Tomasa López de
Zetino, 2005. Versión digital: http://www.guadalupanosporsiempre.com/, consultada el 5 de
junio de 2013.
74 El ingeniero italiano Arturo de Maití viajó desde su tierra natal hasta El Salvador para armar
el primer automóvil que circuló en este país. Doña Elvira del Carmen Pérez era de origen
indígena.
75 Francisco Luarca era un maestro originario de Ataco, departamento de Ahuachapán, de origen
indígena. En 1948 emigró a Panamá, donde murió en 1974. Había sido maestro de la escritora
Claribel Alegría en el colegio José Ingenieros, en Santa Ana, en la década de 1930. Ver: https://
elfaro.net/es/201801/el_agora/21404/Claribel-Alegr%C3%ADa-%E2%80%9CNo-le-ten-
go-ning%C3%BAn-miedo-a-la-muerte%E2%80%9D.htm, consultada el 12 de febrero de 2018.
76 Francisco Luarca participó en la creación de la Universidad Popular y dirigió el llamado Liceo
Moderno. El 11 de noviembre de 1919, la Confederación de Obreros (coes) decide establecer
la Universidad Popular como un espacio orientado al fortalecimiento educativo, científico,
cultural y político de sus afiliados. Por medio de charlas y conferencias, los más destaca-
dos intelectuales de la época contribuyeron en este esfuerzo. Entre ellos Salvador Ricardo
Merlos, Francisco Luarca, Alfredo Díaz Nuila, Alfonso Rochac y Zoila Argentina Jovel,
que después fue militante del pcs, entre otros. Fuente: http://www.simpatizantesfmln.org/
blog/?p=3991, consultado el 25 de abril de 2016.

Escritoras de El Salvador 309


“Mundo Magisterio” (columna), Teatro histórico: El descubrimiento de
América (1960), ganadora del tercer premio del certamen promo-
vido por el Instituto Nacional de Sonsonate “Thomas Jefferson”,
premiada en enero de 1961; Resistencia de Cuzcatlán y Primer Grito
de Independencia de Centroamérica, obra premiada en 1961. Mercedes
Maití de Luarca regresó a El Salvador junto con sus hijos. Laboró
en la escuela primaria y el Plan Básico de Suchitoto, luego, en la
capital, fue subdirectora de la Escuela “María Chery de Espirat”.
Después fue nombrada directora de la Escuela Primaria “Rafaela
Sotomayor de Alarcia”, de Soyapango. Fue miembro de diversas
instituciones como la Liga Femenina Salvadoreña, la Cruz Roja Ju-
venil, la Comisión Interamericana de Mujeres y la Mesa Redonda
Panamericana, así como del Sindicato de Artistas de Variedades.
Murió en San Salvador, el 22 de abril de 1974, a los 76 años.
Josefina Amparo Casamalhuapa Najarro, mejor conocida
como Amparo Casamalhuapa de Marroquín, nació en Nejapa,
departamento de San Salvador, el 9 de mayo de 1909.77 Realizó
sus estudios básicos en escuelas de San Salvador y los de magis-
terio en la Escuela de Complementación Froebel. Se casó con el
abogado y antropólogo salvadoreño Alejandro Dagoberto Ma-
rroquín (1911-1977), con quien compartió el exilio en México.
Tuvieron tres hijos: el antropólogo Lenin Alejandro, el médico
Ovidio Rolando y la psicóloga Rosalba Hortensia, todos de ape-
llidos Marroquín Casamalhuapa.78 Rodeada de su familia, Amparo
Casamalhuapa de Marroquín falleció en San Salvador el 9 de junio
de 1971, a los 72 años.79 Publicó El joven sembrador (libro didáctico,
1938) y la novela El angosto sendero (San Salvador, Imprenta Cisne-
ros, 1971), así como varios textos poéticos en la revista Repertorio
Americano de Costa Rica. Muy joven empezó a publicar pequeños
77 Dato aportado por su nieta, Amparo Marroquín Parducci, en entrevista semiestructurada efec-
tuada en 2013.
78 Alejandro Dagoberto Marroquín Zavaleta (1911-1977) fundó la carrera de Sociología en la
Universidad de El Salvador, fue decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades, y padeció
varios y largos exilios. En uno de ellos, refugiado en Uruguay, concluyó la carrera de Derecho.
79 Más información sobre esta escritora puede hallarse en el artículo de Elena Salamanca: “Pozo
de silencio: el exilio en Amparo Casamalhuapa”, publicado en http://blog.goethe.de/cuen-
tacentroamerica/archives/60-Pozo-de-silencio-el-exilio-en-Amparo-Casamalhuapa.html, con-
sultado el 26 de abril de 2016, y en el trabajo más extenso: Una mujer en el ágora: Amparo Casa-
malhuapa y su trayectoria en el campo intelectual salvadoreño.

310 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


artículos en el diario La Palabra, del presbítero Juan Gilberto Cla-
ros. Después escribió en Patria, periódico que dirigieron sucesiva-
mente Alberto Masferrer y Alberto Guerra Trigueros. También
publicaron sus escritos Diario Latino y Diario Nuevo.80
Ana María Mercedes Viaud Rochac, mejor conocida como
Mercedes Viaud Rochac, nació en San Salvador el 24 de septiem-
bre de 1909, y no de 1910, como aparece en algunos lugares.81
Contrajo matrimonio con Alejandro Muñoz Ciudad Real.82 For-
mó parte del grupo literario y artístico Cactus, integrado además
por Salarrué, Alberto Guerra Trigueros, Jacinto Castellanos Rivas,
Salvador Cañas, Emma Posada y, entre otros, los hermanos José y
Luis Mejía Vides. Mercedes Viaud Rochac falleció en San Salvador

80 Fuente: Revista Cultura, No. 30, octubre-noviembre-diciembre de 1963.


81 Hago constar que he tenido a la vista la certificación de la partida de nacimiento expedida por el
Registro de Estado Familiar de la Alcaldía Municipal de San Salvador, en la cual consta cuanto
digo, y que la transcripción es conforme en todo al original. El documento dice textualmente:
“Ana María Mercedes Viaud, sexo femenino, hija legítima de Víctor Domingo Viaud, originario
de Francia, y de Mercedes Rochac, originaria de Sonsonate y de este domicilio ambos, nació a las
doce de la noche del veinticinco del mes corriente en el barrio del Calvario de esta ciudad, dato
que dio el propio padre de la recién nacida y firma en San Salvador, veintisiete de septiembre
de mil novecientos nueve”. La transcribí el 28 de septiembre de 2013. Víctor Domingo Viaud
Guzmán había nacido el 17 de noviembre de 1880 en San Salvador. Su esposa, Mercedes Rochac,
nació el 31 de marzo de 1886 en Sonsonate. El matrimonio Viaud Rochac también procreó,
además de Mercedes, que era la primogénita, a sus hermanos Pedro, María y Adela.
82 Dice así el acta matrimonial: “Alejandro Muñoz y Ana María Mercedes Viaud, el primero
de treintitrés [sic] años de edad, soltero, profesor de música, de este origen y domicilio, hijo
ilegítimo de Fidelia Muñoz, de este domicilio, y la segunda de veinticinco años de edad, sol-
tera, oficinista, de este origen y domicilio, hija legítima de Víctor Domingo Viaud y Mercedes
Rochac, ambos de este domicilio, contrajeron matrimonio civil a las once horas del día de ayer,
ante el Gobernador Departamental, General José Trabanino, su secretario, don Gilberto Du-
rán, y los testigos, señores Rafael Orellana, filarmónico, y Salvador Cañas, profesor, el primero
del domicilio de Santa Tecla y el segundo de este domicilio, ambos mayores de edad. Alcaldía
Municipal de San Salvador, nueve de mayo de mil novecientos treinta y cinco”. Fin de la cita.
Es decir, se casaron el 8 de mayo de 1935. Alejandro Muñoz Ciudad Real nació en San Salvador
el 3 de febrero de 1905, y falleció en la misma ciudad el 3 de febrero de 1991. Se destacó en su
doble faceta de compositor y director de la Orquesta Sinfónica Nacional, cargo al que llegó en
1941, siendo el primer salvadoreño en dirigir dicha institución, hasta 1963, cuando la orquesta
pasó a ser conducida por Esteban Servellón. Con Alejandro Muñoz Ciudad Real, dicha agru-
pación experimentó un impulso de modernización, y de la música académica tradicional pasó
a presentar obras de Stravinsky, Richard Strauss y Manuel de Falla. Muñoz había estudiado en
México, de la mano de los maestros Carlos Chávez y Julián Carrillo.

Escritoras de El Salvador 311


el 9 de mayo de 1996, a los 86 años de edad.83 Había perdido a su
único hermano, Pedro, en la Segunda Guerra Mundial.
Berta Funes Peraza nació el 10 de septiembre de 1911. Fue
hija del doctor Francisco Funes Pineda y doña Emilia Peraza. Es-
tudió en el Colegio María Auxiliadora. A los dieciséis años apa-
recieron sus primeros poemas en los periódicos. Laboró como
maestra y periodista. Publicó textos en la edición dominical de La
Tribuna84 y a partir de 1927 mantuvo un consultorio sentimental en
El Diario de Hoy. En la católica Radio ysax produjo los programas
Entre Nosotras, Dos minutos de fe y De mujer a mujer. Fue miembro de
asociaciones como Defensa Social Salvadoreña y del Ateneo Sal-
vadoreño de Mujeres. Fue miembro fundador de la Mesa Redonda
Panamericana y Dama Gris (voluntaria) de la Cruz Roja. Dirigió el
programa sociológico literario en la yss Radio Nacional, y publi-
có diversas colaboraciones para Diario Latino, Orientación y Diario
Nuevo, donde se hizo cargo de una página literaria y otra exclusiva-
mente femenina. Publicó Mensaje en el tiempo (S. S., 1959), Cristales
de Colores (S. S., 1992) y Estampas de Cuscatlán (S. S., 1994). Dejó
inéditos varios poemarios místicos y amorosos, libros de cuentos y
una obra de teatro titulada El jornal. Falleció en la ciudad de Santa
Tecla, departamento de La Libertad, el 11 de enero de 1998, a los
86 años de edad. Cuando era niño, el poeta David Escobar Galin-
do fue amigo y vecino de doña Berta, ya que ambos vivían en las
proximidades de la capitalina calle 5 de noviembre.
Emma Posada nació en San Salvador el 13 de mayo de 1912.
Fue hija de Ricardo Posada, originario de Guayabal y primer di-
rector de Telégrafos y Teléfonos Nacionales,85 y de Amelia Urru-
tia, originaria de Ocotepeque, Honduras.86 El 31 de julio de 1945,
cuando la escritora contaba 33 años, contrajo matrimonio con el
profesor Francisco Morán, originario de Santa Tecla, de 49 años
83 Fuente: http://wc.rootsweb.ancestry.com/cgi-bin/igm.cgi?op=GET&db=:1654687&id=I74-
183467, consultada el 27 de abril de 2016.
84 Duarte de Romero, Refugio y vv. aa. (1997), Mujeres en la literatura salvadoreña, San Salvador,
publicación de la Red de Mujeres Escritoras financiada con la cooperación del Reino de los
Países Bajos.
85 Esta institución se convertiría años después en antel (Administración Nacional de Telecomu-
nicaciones), organismo estatal privatizado en la década de 1990.
86 Partida de nacimiento consultada el 7 de junio de 2016.

312 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de edad.87 Fue redactora de la revista del Ministerio de Instrucción
Pública, columnista de La Prensa Gráfica por muchos años y, ade-
más, publicó en el mismo periódico una sección que tituló “Pági-
nas escogidas” donde rescataba textos de grandes escritores. Junto
a Salarrué, Alberto Guerra Trigueros, Jacinto Castellanos Rivas y
otros artistas destacados, fue miembro del grupo Cactus. Doña
Emma también formó parte de la Sociedad de Amigos del Arte.
Francisco Morán y Emma Posada procrearon una sola hija, Ana
Isabel Morán Posada, a quien Claudia Lars dedicó su libro Tierra de
infancia, dándole entonces el nombre de “Anabel” Morán Posada.
Esta joven se graduó como médico por la Universidad de El Sal-
vador y contrajo matrimonio con el también médico Fedor Stanley
Menjívar Osegueda, quien era primo de Rafael Arce Zablah, uno
de los miembros fundadores del Ejército Revolucionario del Pue-
blo (erp), grupo armado de izquierda que integró, a partir de 1980,

87 Acta de matrimonio consultada el 7 de junio de 2016. Francisco, destacado educador, era hijo
natural de Carmen Morán. Testigo del matrimonio civil fue el doctor Luis Edmundo Vásquez,
médico y maestro de muchas generaciones de galenos. Francisco Morán fue uno de los tres
maestros fundadores del Colegio García Flamenco, en San Salvador, junto con Rubén H. Dimas
y Salvador Cañas. El profesor Morán se había casado en primeras nupcias con la educadora sal-
vadoreña Rosalinda Margot Tula de Morán. Entre 1923 y 1927 doña Margot efectuó un viaje de
estudios a México. En él adquirió la metodología que le permitió trabajar como maestra tras su
regreso a El Salvador, donde dirigió el Kindergarten número cuatro, uno de los primeros centros
de Educación Parvularia en implementar la metodología de María Montessori (1870-1952) en El
Salvador. Fuente de este dato: Aquino Recinos, Ana Luz, y otras autoras (2001), Tesis para optar
al título de Licenciatura en Ciencias de la Educación, opción Parvularia: Incidencia en la especialización
de maestros y maestras en el proceso de aprendizaje de niños y niñas que cursan educación parvularia, Univer-
sidad “Francisco Gavidia”, San Salvador, capítulo II, Marco teórico, pág. 12. El matrimonio de
Francisco y Margot Tula de Morán procreó tres hijos: Edward, Ruth y Frank. El 21 de diciembre
de 1941, durante la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez, Francisco Morán
salió de El Salvador con sus hijos y se estableció en Estados Unidos, donde enseñó Historia del
Mundo e idioma español en la pequeña población de Ozark Town, en el estado de Missouri du-
rante dos años antes de viajar de regreso a El Salvador y luego a Guatemala. Doña Margot había
muerto en 1932, cuando contaba 32 años. Su hijo Edward tenía entonces sólo 3 años de edad.
La fuente de este dato es el obituario de Edward Morán. Ver: http://www.legacy.com/obitua-
ries/pressdemocrat/obituary.aspx?n=edward-o-moran&pid=145860079, revisado el 7 de junio
de 2016. Además de ser uno de los maestros sobresalientes de su generación, el profesor Morán
se desempeñó como subsecretario del Ministerio de Educación a principios de los años sesenta
del siglo xx, cuando fue ministro del ramo el doctor Hugo Lindo y posteriormente el profesor
Ernesto Revelo Borja. Fuente: diferentes números de la revista Cultura, donde encabezan los
créditos las autoridades de Educación y, más abajo, la directora de la revista, que en esa época era
Claudia Lars.

Escritoras de El Salvador 313


el Frente “Farabundo Martí” para la Liberación Nacional, organi-
zación guerrillera que durante doce años mantuvo un conflicto de
baja intensidad contra el ejército salvadoreño.88 Ana Isabel Morán
Posada y su esposo fueron capturados en su domicilio de la calle
El Escorial, en la colonia Divina Providencia de San Salvador, el
14 de agosto de 1981, por hombres fuertemente armados quienes,
presuntamente, los hicieron desaparecer.89 Emma Posada de Morán
falleció a las tres horas y veinte minutos del 22 de diciembre de 1997
a consecuencia de cáncer de páncreas en su casa habitación de la co-
lonia Costa Rica de San Salvador. Don Francisco Morán, su marido,
había muerto en la misma ciudad el 27 de octubre de 1973.
Elisa Huezo Paredes nació el 24 de junio de 1913 en la ciu-
dad de Santa Tecla, departamento de La Libertad. Comenzó a
escribir muy joven y a los diecisiete años ya publicaba textos en
el Diario del Salvador que editó en la capital salvadoreña el poeta
nicaragüense Román Mayorga Rivas. Después también publicó en
los periódicos El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, Diario Latino y
Tribuna Libre, así como en otros medios, como la Revista Cultura
del Ministerio de Educación. En las décadas de 1950 y 1960 laboró
en la Dirección General de Bellas Artes como colaboradora del
director de dicha institución, el poeta Raúl Contreras. Se casó con
el escritor guatemalteco Alfonso Orantes, con quien procreó a su
única hija, la también escritora y abogada María Cristina Orantes.
Doña Elisa cultivó, además, la pintura. Fue alumna de la Academia
de Valero Lecha, de donde se graduó en 1948. En 1978 editó el
poemario Voces sin tiempo, en la Dirección de Publicaciones. Reci-
bió reconocimientos por parte del Ateneo de El Salvador y de la
Unión General de Autores y Artistas de El Salvador (ugaasal).
En 1984 fue condecorada en Guatemala con la medalla Miguel
Ángel Asturias y en 1993 ganó el Certamen Nacional por la Paz y
88 Fuente: http://www.simpatizantesfmln.org/blog/?p=25258, revisado el 7 de junio de 2016.
89 Fuente: Diario Oficial del 27 de abril de 1988. La información proviene del juicio promovido
por doña Emma Posada viuda de Morán y doña Coralia Esmeralda Osegueda Peralta viuda de
Menjívar, presentado ante el Juez Sexto de lo Civil de San Salvador el 25 de febrero de 1988,
con la finalidad de declarar la muerte de los médicos Fedor Stanley Menjívar Osegueda y Ana
Isabel Morán Posada de Menjívar, para así tener acceso a la herencia sin testamento dejada por
ambos doctores en favor de las dos hijas del matrimonio Menjívar Morán: Anabella y Nadia
María. Anabella Menjívar Morán se graduó como abogada y Nadia María Menjívar Morán es
cirujana dental.

314 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la Reconciliación, con el trabajo titulado Apoteosis a la Paz, aún
inédito. Su hija conserva, además, otra obra inédita: el poemario
En la ruta del viento. Rodeada de su familia, falleció en San Salva-
dor el 1 de diciembre de 1995, circundada por el afecto de su hija
y de sus nietas. Fue hermana de Graciela Huezo Paredes, después
de Gutiérrez, extraordinaria cantante de ópera conocida con el
sobrenombre de Iri Sol.
Carmen Delia de Suárez nació en la ciudad de San Miguel
el 20 de abril de 1917. Fue hija del doctor Milcíades Aguirre y de
doña Rosa Silva.90 Se licenció en Periodismo por la Universidad de
El Salvador (ues) el 30 de abril de 1965. Fue una de las dos prime-
ras mujeres en graduarse en dicha especialidad en El Salvador.91 Se
casó con Rodolfo Suárez Gutiérrez, también migueleño, y trabajó
durante varios años para El Diario de Hoy, uno de los periódicos
salvadoreños más importantes, donde mantuvo una columna per-
manente en las páginas editoriales. Publicó la novela Cuando los
hombres fuertes lloran (S. S., Editorial Ahora, 1976, edición única),
ilustrada por su hija: Astrid Suárez, quien es hoy una pintora muy
reconocida en El Salvador. Carmen Delia falleció en San Salvador
el 17 de enero de 2006, cuando contaba 88 años de edad. El resto
de su obra consiste en poemas y cuentos inéditos.
Juanita Soriano92 nació el 25 de abril de 1918 en la ciudad
de Nueva Orleans, Louisiana, eua.93 Fue hija de Nazario Soria-
90 Fuente: entrevista vía Facebook con su nieto, el arqueólogo Fabricio Valdivieso, residente en
Canadá. Agosto 12 de 2016.
91 La otra periodista fue Gloria Luz Tomasino.
92 El escritor hondureño José González Paredes (1953), pariente lejano de Juanita Soriano, me
brindó su orientación desinteresada y los datos con que enriqueció la información biográfica
de esta escritora. José es poeta e investigador cultural. Nació en La Lima, Cortés, República
de Honduras. Ganó el Premio Nacional de Literatura de su país en 2008, y el Premio Latinoa-
mericano de Poesía Plural, de México, en 1984. Fue finalista del Premio Latinoamericano de
Poesía Ko Eyú, Venezuela, 1987, y Premio Centroamericano de Poesía, en Tegucigalpa, en
1991. Fuente: http://josegonzalezparedes.blogspot.com/2012/06/juanita-soriano-mujer-en-
tre-dos-mundos.html.
93 En Nueva Orleans se estableció la familia Soriano, de origen hondureño, a raíz de los sucesos
por los cuales su padre, candidato a la presidencia de Honduras y posible sucesor del presiden-
te Francisco Bertrand, fue impedido de asumir el poder. Nazario Soriano, médico y político,
fue concuño del presidente Francisco Bertrand, quien gobernó Honduras de 1911 a 1912, de
1913 a 1915 y de 1916 a 1919. En ese año, el intento de Bertrand de llevar a Nazario Soriano
como su sucesor desembocó en una guerra civil en Honduras. En efecto, Francisco Bertrand

Escritoras de El Salvador 315


no y de Juana Alvarado Burchard.94 Estaban emparentados con
Francisco Bertrand, quien fue presidente de Honduras. Después
de su exilio en los Estados Unidos, la familia Soriano se estable-
ció en El Salvador en una fecha que ha sido imposible precisar.
El 23 de febrero de 1954, a sus 35 años, Juanita Soriano contrajo
matrimonio civil con el profesor de origen español Juan Antonio
Ayala.95 Para ella era su segundo matrimonio. Se desconoce quién
fue su primer esposo, del que, según el acta de la segunda boda,
se divorció en una fecha y lugar no registrados. Hay evidencia de
que la pareja Ayala Soriano, luego de algunos años de vivir en El
Salvador, se radicó en la ciudad de Monterrey, en el estado mexi-
cano de Nuevo León, donde Juanita publicó el poemario Difícil
luz en la editorial de la universidad de aquel estado, en 1961. En
línea también existe evidencia de la actividad académica de Juan
Antonio Ayala en aquel centro universitario hasta 1983. Fungió
como secretario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni-
versidad Autónoma de Nuevo León96 y también fue director de
la revista Armas y letras en la ciudad de Monterrey, México. Así

nació el 9 de octubre de 1866 en Juticalpa, Olancho. Sus padres fueron Pedro Bertrand y Josefa
Barahona. Casado con Victoria Alvarado Burchard y graduado de médico y cirujano, fue dipu-
tado por Olancho y segundo designado presidencial en 1904.
94 “Nazario Soriano Vásquez nació en San Marcos de Colón, Honduras, en 1875. Médico y
político, graduado en la Universidad de El Salvador con práctica profesional en Bélgica, París
y Londres. Cónsul en Nueva Orleans. Designado presidencial y candidato para las elecciones
presidenciales en 1919 con el apoyo oficialista del gobierno de Francisco Bertrand, lo que
provocó la denominada ‘Revolución del 19’. Bajo la figura de candidato del Partido Nacional
Republicano. Casado con Juana Alvarado Buchard en 1917. Forma parte de la llamada ‘gene-
ración de 1870’”. Ver: http://www.latribuna.hn/2012/03/11/la-generacion-de-1870/, consul-
tada el 20 de junio de 2013.
95 Según el acta de matrimonio, a la fecha de su boda civil con Juanita Soriano (1954), Juan
Antonio Ayala Gutiérrez era de veintinueve años de edad, soltero, licenciado en Filosofía y
Letras, originario de Pradoluengo, provincia de Burgos, España, hijo de Juan Ayala, traductor,
y de Margarita Gutiérrez, de oficios del hogar, residentes en Lyon, Francia. Hace pensar esto
último que la suya fuese una familia de republicanos españoles viviendo en el exilio, aunque
para definir esto nos faltan datos.
96 Ocampo, Aurora Maura, Diccionario de escritores mexicanos, siglo xx: desde las generaciones del Ateneo y
Novelistas de la Revolución hasta nuestros días, volumen 1, México: unam, 1988. Ver: http://books.
google.com.sv/books?id=A7ir9AOBqDsC&dq=juan+antonio+ayala+universidad+de+Nue-
vo+Leon+diccionario&hl=es&source=gbs_navlinks_s, consultado el 20 de junio de 2013.

316 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mismo, consta97 que Juan Antonio Ayala publicó una traducción
del Satiricón de Petronio en la unam en 1984.
A principios de los años cincuenta, Juanita Soriano trabajó
en San Salvador como secretaria de Francisco Gavidia. Incluso
tuvo a su cuidado la edición de Cuento de marinos, uno de los úl-
timos libros que Gavidia publicara en vida, tal como consta en
dicha obra editada en 1947 por la Imprenta Nacional, en San Sal-
vador.98 Juanita Soriano publicó los poemarios Primavera (1946,
San Salvador), Por todos los caminos (1946, San Salvador), Más allá
de los peces (1948, San Salvador), Voces sin tiempo (1949, San Salva-
dor), La siembra inútil (1960, Monterrey, México: Universidad de
Nuevo León, Departamento de Extensión Universitaria) y Difícil
luz (1961, Monterrey, México: Universidad de Nuevo León, De-
partamento de Extensión Universitaria).99 Algunas pesquisas por
internet apuntan a que murió en noviembre de 1991, sin que a la
fecha se haya logrado establecer con certeza cómo ni dónde.
Matilde Elena López nació en San Salvador, el 20 de febrero
de 1919, aunque insistía en que nació en 1921. Fue hija natural de
María Carlota López, originaria de Ahuachapán, y del doctor Hum-
berto A. Fischnaler, de origen austríaco. Se ocupó de su educación
su abuela materna, Adela López, quien la envió a estudiar a Guate-
mala su educación básica. Regresó a El Salvador en 1930, cuando
contaba once años. Se graduó como bachiller en 1935, en el hoy
extinto Instituto Fuentes. En 1939 era colaboradora de El Diario
de Hoy. También formó parte de la Liga de Escritores Antifascis-
tas.100 Ese mismo año se casó en primeras nupcias con Miguel

97 Ver: http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=1880, o mejor


aún: https://etnicografica.files.wordpress.com/2016/08/el-fetichismo-de-las-citas.pdf. En
papel: El Malpensante, mayo 1-junio 15 de 2003. “El fetichismo de las citas”, por Gabriel Zaid.
98 Edición digital: http://cultura.presidencia.gob.sv/biblioteca/images/pdf/cuentodemarinos.
pdf, consultada en julio 15 de 2013.
99 Edición en línea: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080050344/1080050344.PDF.
100 Cañas Dinarte, Carlos (2002). Diccionario de autoras y autores salvadoreños. San Salvador, Dirección
de Publicaciones e Impresos. Los datos han sido corroborados contra la partida de nacimien-
to y la de defunción el 7 de junio de 2016. También con datos de la entrevista publicada en:
http://www.laprensagrafica.com/revistas/septimo-sentido/5687-la-vida-es-mas-grande-que-
el-destino, revisado el 7 de junio de 2016.

Escritoras de El Salvador 317


Ángel Valladares.101 En 1942, el matrimonio procreó a su única
hija: Floritchica Ai-Liu Valladares.
Ganó el primer premio de prosa en los VIII Juegos Florales
de San Miguel en noviembre de 1960. Al mes siguiente sus obras
El héroe y Canción de Edipo y Yocasta obtuvieron el primer premio de
prosa y una mención honorífica en poesía en los iv Juegos Florales
de Nueva San Salvador. En ese año se divorció de Miguel Ángel
Valladares. En diciembre de 1961 su cuento “El muro” ganó el se-
gundo lugar en la rama de narrativa breve de los Juegos Florales de
Nueva San Salvador. Ese mismo año la revista Vida Universitaria
(San Salvador, ues) publicó su cuento “Al negro le pagan por bailar”.
Fue, además, directora de Arte y Extensión Cultural del Ministerio
de Educación, catedrática de la Universidad Centroamericana “José
Simeón Cañas” (uca) y decana de la Facultad de Humanidades de
la Universidad “Nueva San Salvador” (unssa, San Salvador). La es-
critora también fue delegada salvadoreña de los XII y XIII Congre-
sos de Filología y Lingüística Románica (Bucarest, 1967 y Québec,
1972) y al Congreso Mundial de la Mujer (Finlandia, 1969). Publicó
Masferrer, alto pensador de Centroamérica (Guatemala, 1954; San Salva-
dor, 1984), Interpretación social del arte (San Salvador, 1965 y 1974, en
edición corregida y aumentada), Dante, poeta y ciudadano del futuro (San
Salvador, 1965), El método sociológico en la crítica estilística (Bucarest,
1967), Cartas a Groza (1970 y 1998), estudio-prólogo a las Obras
escogidas de Alberto Masferrer (San Salvador, 1971), estudio-prólogo
a las Obras escogidas de Claudia Lars (San Salvador, 1973), Estudios
sobre poesía (San Salvador, 1973), El momento perdido (poesía, San
Salvador, 1976, con dibujos de su segundo esposo; César Pompi-
lio Chávez), Refugio de soledad (poesía, 1978, San Salvador, revista,
Caracol, Universidad de El Salvador), La balada de Anastasio Aquino
(teatro, San Salvador, 1978, varias reediciones), Los sollozos oscuros
(poesía, San Salvador, 1982), El verbo amar (poesía, San Salvador,
1997) y Ensayos literarios (recopilación, San Salvador, 1998).

101 Valladares había nacido en 1917 y trabajaba como oficinista de la compañía International Rail-
ways of Central America (irca), una de las compañías ferrocarrileras más importantes de El
Salvador. Era también presidente de la Asociación de Trabajadores Ferrocarrileros y Matilde
Elena López, más leída, se convirtió en su asesora sindical. Para entonces, la pareja estaba muy
involucrada en el Partido Comunista Salvadoreño (pcs) y apoyaban a uno de los líderes de aquel
momento: Arturo Romero.

318 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La balada de Anastasio Aquino fue incorporada por la in-
vestigadora colombiana María Mercedes Jaramillo y su colega
germana Nora Heilderberg en su compilación Voces en escena.
Antología de dramaturgas latinoamericanas, publicada por el se-
llo editorial de la Universidad de Antioquia (Colombia). Obtuvo
primeros premios en los Juegos Florales de Chiquimula (poesía,
Guatemala, 1951), Concurso Nacional de la Paz (poesía, Guatema-
la, 1953), Universidad Central del Ecuador (poesía, Quito, 1955),
Juegos Florales Agostinos (San Salvador, 1957, donde conquistó
el tercer lugar con su poema “Yo busco tus raíces”), certamen
Centenario de Suchitoto (ensayo, 1959), certamen literario de La
Prensa Gráfica (1959, 1964, 1966), premio único de ensayo (com-
partido) Adrián Recinos en el Certamen “15 de septiembre” de
Ciencias, Letras y Bellas Artes (Guatemala, 1962), certamen Dante
Alighieri (ensayo, Guatemala, 1964), Juegos Florales de Sonsonate
(febrero de 1965), concurso de la Universidad de Columbia (cuen-
to, Nueva York, 1973) y segundo lugar en los Juegos Florales de
Quetzaltenango (teatro, Guatemala, 1976). Fue la primera mujer
en ingresar como

integrante de número de la Academia Salvadoreña de la Len-


gua (1997), su labor cultural ha sido distinguida y homenajeada
en múltiples ocasiones, entre las que se destacan: Organiza-
ción de Estudiantes de Humanidades de la ues (1962 y 1965),
Asociación de Mujeres Universitarias (1967), Fraternidad de
Mujeres Salvadoreñas (1969), Corporación Municipal de Santa Ana
(1972), reconocimientos públicos de la Asamblea Legislativa
de El Salvador, Liga Femenina, Mesa Redonda Panamerica-
na de San Salvador y San Miguel (1975), Instituto Hermanas
Somascas (1976), Ministerio de Educación (1978), Asociación
de Mujeres Universitarias (1975), Caballero de la Orden Fran-
cesa de las Artes y las Letras (1990), Departamento de Letras
de la ues (1990), Instituto Cultural Salvadoreño-Costarricense
(1991), galardón Princesa de Cuxcatlán (1995), Universidad Tec-
nológica, Alcaldía Municipal de San Salvador, Colegio Cristó-
bal Colón (1996) y Fundación María Escalón de Núñez (1997)
(Cañas Dinarte 2002).

Escritoras de El Salvador 319


Además, en 2005 Matilde Elena López recibió el Premio
Nacional de Cultura, la distinción más alta que, en el ámbito cul-
tural, entrega el gobierno de El Salvador. Fue la primera mujer en
ingresar a la Academia Salvadoreña de la Lengua. Aquejada en sus
últimos años por alzhéimer, Matilde Elena López falleció el 11 de
marzo de 2010.102
A lo largo de su vida, Matilde Elena López desarrolló una
señalada actividad tanto en el campo de la literatura como en la
acción política. Fue una apasionada sufragista. Durante los suce-
sos del 2 de abril de 1944, cuando un grupo de civiles y militares
intentó derrocar al general Maximiliano Hernández Martínez,
Matilde Elena López arengó a la población desde la estación de
radio ysp. Martínez salió al exilio en mayo de 1944, pero el 21
de octubre de 1944 llegó al poder otro dictador militar: Osmín
Aguirre y Salinas (1889-1977) quien ocupó la presidencia hasta
el 1 de marzo de 1945, cuando fue derrocado, a su vez, por otro
militar: el general Salvador Castaneda Castro (1888-1965). Al ser
derrotado aquel movimiento libertario de abril del 44, Matilde
Elena López marchó al exilio, primero a México y luego a Guate-
mala, donde la larga dictadura de Jorge Ubico había terminado el
1 de julio de 1944. La autora trabajó en servicios culturales para
el gobierno de Jacobo Árbenz (1913-1971), quien fue presidente
de Guatemala de 1951 hasta 1954, ya que la escritora fue amiga
muy cercana de María Cristina Vilanova, la esposa salvadoreña
del presidente. A principios de los años cincuenta, Matilde Elena
López regresó a El Salvador a llevarse a su hija y, junto a su mari-
do, se establecieron en la capital guatemalteca hasta 1954, cuando
tuvieron que salir al exilio a Ecuador. En ese país concluyó sus
estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Quito y per-
maneció hasta 1957. De regreso en su país, la Universidad de El
Salvador (ues) le validó sus títulos de licenciada en Filosofía y Letras
como doctora. Desde 1960 fue catedrática, vicedecana de la Facultad
de Humanidades y directora de los departamentos de Letras y Pro-
moción Cultural de la ues. Divorciada de su primer marido, en 1979
se casó en segundas nupcias con el pintor César Pompilio Chávez,
quien murió asesinado durante la guerra civil salvadoreña.

102 Fuente: Partida de defunción consultada el 7 de junio de 2016.

320 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Crisis y luchas sociales, 1921-1940

Entre 1911 y 1923, la presidencia de El Salvador pasó sucesivamen-


te de Carlos Meléndez a su hermano Jorge y después, al cuñado de
ambos: Alfonso Quiñónez Molina. Terminado el período de este
último, el 1 de marzo de 1927, Quiñónez entregó el mando al
abogado de la familia: Pío Romero Bosque (1860-1935) bajo un
clima de fuerte represión política. El grupo Meléndez-Quiñónez
utilizó los recursos estatales al servicio de sus propios intereses. Y,
con igual sagacidad y falta de escrúpulos, no dudó en incorporar
a “su proyecto reformista burgués”, como lo llama Cardenal (Ma-
nual de historia 324), a las clases subalternas.
A nivel internacional, el hecho histórico más importante de
este período fue el llamado “jueves negro” de la Bolsa de Nueva
York, ocurrido el 24 de octubre de 1929, día en que las acciones,
muy sobrevaloradas en los meses anteriores, comenzaron a bajar
en picada, ocasionando la quiebra de innumerables empresas. Este
fenómeno dio origen a la llamada Gran Depresión, una crisis eco-
nómica que golpeó inicialmente a los Estados Unidos, pero que
terminó afectando a la mayor parte del mundo, con graves con-
secuencias.103 En El Salvador, Alfonso Quiñónez Molina entregó
el poder a Pío Romero Bosque el 1 de marzo de 1927. Romero
Bosque levantó el estado de sitio, vigente casi desde comienzos de
los años veinte, y decretó medidas económicas para el fomento de
la agricultura y la industria del café, protegió la industria del calza-
do, reglamentó las relaciones de trabajo para dirimir conflictos entre
obreros y empleadores, protegió el comercio y reglamentó la jorna-
da laboral de ocho horas; sin embargo, de acuerdo con el mismo
autor, Romero Bosque también persiguió y reprimió a las organi-
zaciones sindicales y las actividades izquierdistas en la zona rural.
Aun así, el Partido Comunista Salvadoreño (pcs) fue fundado el 30
de marzo de 1930, en el municipio de Ilopango, por Abel Cuenca,
Miguel Mármol y Modesto Ramírez, entre otros.104 Por su parte,
Romero Bosque convocó a elecciones presidenciales, las cuales

103 Museo del Holocausto, https://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007797,


revisado el 13 de agosto de 2016.
104 Cfr. Dalton, Roque. Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador. uca Editores, 1993.

Escritoras de El Salvador 321


ganó el candidato laborista Arturo Araujo Fajardo (1878-1967),
quien había presentado una plataforma muy influida por las ideas
de Alberto Masferrer. No obstante, a medida que pasaron los me-
ses, el nuevo gobierno fue mostrando su incapacidad para lidiar
con la terrible crisis económica. Araujo fue derrocado por un gol-
pe militar el 2 de diciembre de 1931. Subió al poder el vicepresi-
dente Maximiliano Hernández Martínez (1882-1966). Se inició así
una dictadura que duró trece años.
Las inhumanas condiciones de vida de los campesinos, en
su mayoría indígenas sin tierras, facilitaron que se hicieran eco
de las ideas propagadas por los miembros del Partido Comunis-
ta. Sin embargo, saber hasta dónde dicho “indoctrinamiento” fue
real y hasta dónde fue producto de la imaginación o amplificado
adrede por los simpatizantes de la derecha o de la izquierda, si-
gue siendo motivo de especulación. Thomas Anderson105 ha sido
uno de los autores que han cuestionado las cifras de bajas que se
han manejado en relación con dichas explosiones de violencia.
En todo caso, es difícil separar los hechos de las percepciones.
No obstante, diferentes autores106 concuerdan en que el 22 de ene-
ro de 1932 una insurrección campesina estalló en la zona al norte
de los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán. Armados con
machetes y otros instrumentos de labranza, los rebeldes se apo-
deraron de las poblaciones de Juayúa, Izalco, Nahuizalco y Ta-
cuba. También atacaron los cuarteles de Ahuachapán, Sonsonate
y Santa Tecla, sin conseguir apoderarse de dichas plazas. En un
primer momento Martínez se preocupó, primero, de justificar su
llegada al poder, y sobre todo, de mantener la estabilidad y la segu-
ridad nacional.107 La justificación era muy importante, porque los
Estados Unidos habían intervenido en numerosas ocasiones en
diferentes naciones latinoamericanas con resultados desastrosos

105 Anderson, Thomas R. El Salvador, 1932. S. S: Dirección de Publicaciones e Impresos, 3ª edi-


ción en español, 2001.
106 Fuentes, entre otras: Dalton, Roque, Miguel Mármol; Jeffrey L. y Lauria-Santiago, Aldo, Rebelión
en la oscuridad; y especialmente Anderson, Thomas, El Salvador, 1932.
107 Discurso del general Maximiliano Hernández Martínez a la Asamblea Legislativa, publicado en
Diario Oficial, Tomo 112, No. 28, 4 de febrero de 1932. Hay versión digital en: www.diariooficial.
gob.sv/diarios/1932/1932-1T/1932-1T_Parte6.pdf, consultado el 14 de septiembre de 2016.

322 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


para dichas nacional.108 Como demuestran la serie de telegramas
enviados por William J. McCafferty, en ese momento Encargado
de Asuntos Diplomáticos de los Estados Unidos de América en
San Salvador, al Departamento de Estado, tanto los eua como
Gran Bretaña enviaron buques a los puertos salvadoreños con re-
gimientos de marines listos para desembarcar con la intención de
salvaguardar las vidas e intereses económicos de los ciudadanos
estadounidenses y británicos en El Salvador.109 Cumplir con dicho
objetivo explica, si bien no justifica, la desproporcionada y dolosa
represión que impulsó su gobierno para “pacificar” la zona donde
ocurrió la revuelta. Las distintas fuentes, sin embargo, no se po-
nen de acuerdo ni siquiera con respecto a las cifras de los muertos
por una y otra parte. Thomas R. Anderson (251) calcula que los
rebeldes mataron durante la insurrección a unas cien personas en
total; mientras que las fuerzas gubernamentales pudieron haber
asesinado a unas diez mil personas, insurrectas o no. Las fuentes
coinciden en que muchos de los campesinos fusilados no habían
participado en la revuelta. En todo caso, Anderson atribuye a la
represión más del 90% de las muertes. En un país golpeado por
la crisis, la matanza, que según la misma fuente eliminó al 0.7%
de la población global de El Salvador, tuvo un impacto innegable.
Entre otras cosas, se convirtió en lo que algunos han dado en lla-
mar una “cicatriz en la memoria”.
Después de la matanza, Martínez se dedicó a implementar
medidas que paliaran la crisis económica. Para ello, decretó una
moratoria de la deuda bancaria para evitar el juicio hipotecario
y las ventas forzadas de las propiedades cafetaleras. Al respecto,
Cardenal explica:
108 Solo algunas: México en 1846, Nicaragua 1854, Cuba 1898 y 1901, Panamá 1903, República
Dominicana 1906 y un largo etcétera. Ver: http://www.voltairenet.org/article125406.html,
consultado el 14 de septiembre de 2016.
109 Telegramas cruzados San Salvador y Washington. Mensajes del encargado de la Oficina de
los intereses estadounidenses en San Salvador y de varios funcionarios del Departamento de
Estado de los Estados Unidos de América entre el 21 de enero y el 1 de febrero de 1932.
Traducción literal de Carmen González Huguet, revisada por Rafael Lara Martínez, Gloria
González-Martin y María Elena Vidales de Bottlick. Documentación de acuerdo a los origina-
les conservados en los archivos del Departamento de Estado proporcionada por: Carlos Cañas
Dinarte, publicados en Revista de la Escuela de Ciencias de la Comunicación, Universidad “Dr. José
Matías Delgado”, año 8, vol. 8, no. 1, correlativo 15. Enero-junio 2007.

Escritoras de El Salvador 323


Antes de la depresión, una de las obligaciones principales del
Estado era preservar y defender los intereses de los cafetale-
ros. Después de la depresión, el Estado continuó defendiendo
los mismos intereses, pero carecía de recursos […] Mientras
los administradores de la oligarquía liberal vacilaban ante las
demandas de las asociaciones de los cafetaleros, estos intenta-
ron bajar sus costos de producción. Esto implicaba reducir los
salarios y despedir a los trabajadores no necesarios. Al trasladar
a los trabajadores la carga del ajuste, los cafetaleros provocaron
protestas violentas, en particular en la zona occidental de El
Salvador […] Las economías centroamericanas se recupera-
ron gracias a medidas audaces como el incumplimiento del
pago de la deuda, lo cual liberó recursos. En Guatemala, El
Salvador y Costa Rica, donde el incumplimiento fue mayor, la
recuperación fue más rápida. En segundo lugar, los gobiernos
generaron empleo en las áreas rurales construyendo carrete-
ras, con lo cual, además, expandieron esta infraestructura. En
efecto, en la década de 1930, la construcción de carreteras fue
la actividad que se expandió más rápido, pues requería de una
mano de obra intensiva y su costo era bajo […] La tercera
medida, la devaluación, fue la más beneficiosa para los cafe-
taleros. Finalmente, todos, excepto Costa Rica, implantaron
una disciplina laboral rígida […] (343-344).

Pese a sus posiciones abiertamente anticomunistas, el gene-


ral Martínez tuvo que esperar para que el gobierno de los Esta-
dos Unidos reconociera su gobierno. A ello no contribuyeron sus
declaradas simpatías por el nazismo y el fascismo. De hecho, en
1938, Martínez nombró director de la Escuela Militar a Eberhard
Bohnstedt (1886-1957),110 en aquella época coronel de la Wehr-
macht, y además entabló relaciones diplomáticas con el dictador
Francisco Franco, jefe del Estado español a partir de 1939 (Love-
man, Davies y Thomas 1978). Con todo, cuando los Estados Uni-
dos entraron en la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1941, el

110 Ver además Williams, Phillip J. y Walter, Kunt. Militarization and Demilitarization in El Salvador’s
Transition to Democracy. University of Pittsburg Press, Pensilvania, eua, 1997.

324 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


gobierno de Martínez declaró la guerra a las naciones del Eje111 y
no titubeó en deportar a los ciudadanos de origen japonés, italiano
o alemán, quienes fueron recluidos en campos de concentración
estadounidenses. En esto, Martínez no actuó de modo distinto
a los demás gobernantes del área, quienes declararon la guerra a
Japón a raíz del ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941,
situación que se explica por sí sola si tomamos en cuenta que el
año anterior se había firmado en Washington un acuerdo intera-
mericano del café, por el cual se otorgaron cuotas en el mercado
estadounidense. Este acuerdo tuvo la consecuencia de elevar el
precio del grano, lo cual aumentó el valor de las exportaciones y
el poder de los caficultores.
Sobre el efecto de este conflicto, Cardenal señala:

El desorden del mercado internacional causado por la Se-


gunda Guerra Mundial puso en aprietos serios a las econo-
mías centroamericanas, pero solo momentáneamente. Dada
su ubicación geográfica, la región adquirió una importan-
cia estratégica enorme para Estados Unidos. A cambio de
permitir el establecimiento de bases, los cinco países re-
cibieron un flujo constante de ayuda económica y militar.
Washington envió misiones militares a la región, excepto a
Honduras, para reemplazar la influencia alemana e italiana
en los ejércitos. El suministro de armas no contribuyó al de-
sarrollo económico, pero sí el financiamiento de la carretera
Panamericana (345).

En cuanto a las mujeres, estas dos décadas estuvieron enca-


minadas a la conquista del voto. Fue en 1930 cuando Prudencia
Ayala intentó lanzarse como candidata a la presidencia de la re-
pública, iniciativa frustrada por la Corte Suprema de Justicia de la
época. Aun así, cumplió el objetivo de generar un fuerte debate al-
rededor del tema del derecho de las mujeres a ejercer plenamente
la ciudanía. Este derecho fue reconocido de manera parcial en
1939, y se concretó de modo irrestricto a partir de la Constitu-
111 D. O. 281, tomo 131, Decreto Legislativo número 93, del 15 de diciembre de 1941: el gobierno
de El Salvador declaró la guerra a Alemania y a Italia. Previamente, el 8 de diciembre de ese
año, mediante el Decreto Legislativo número 90, le había declarado la guerra a Japón.

Escritoras de El Salvador 325


ción de 1950. Fue esta una época de gran efervescencia política,
a pesar de la dura represión política contra la oposición, la cual
también se cebó sobre las mujeres. Ya anteriormente, el gobier-
no de Jorge Meléndez sofocó de modo violento una manifes-
tación de mujeres el 25 de diciembre de 1921. A raíz de estos y
otros abusos, algunas de las mujeres nacidas en esta época tuvieron
que vivir muchos años en el exilio, como fue el caso de Liliam Jimé-
nez, Mercedes Durand y Pilar Bolaños, al grado de que se casaron,
procrearon hijos y construyeron sus vidas fuera de El Salvador, lo
que también sucedió con otras que habían nacido antes, como fue
el caso de Amparo Casamalhuapa de Marroquín.
Pero no todo en esta época fue negativo. Como mencio-
na un texto publicado por la organización feminista Las Dignas
(Mujeres por la dignidad y la vida), fue a partir de 1938 cuando se
reconoció a las mujeres el derecho al voto, si bien con limitacio-
nes porque sólo podían ejercer este derecho las mujeres casadas,
mayores de 25 años. Cabe destacar que fue ésta una época cuando
el acceso de las mujeres a la educación, inclusive a la educación
universitaria, creció significativamente. Fue entonces cuando ob-
tuvo su título de bachiller en Derecho la primera abogada de El
Salvador: Alma Paredes Delgado, en 1920, quien, sin embargo,
se licenció en México. La primera doctora en Química y Farma-
cia, Mercedes Amanda Martínez, obtuvo su título en 1930 por
la Universidad de El Salvador. Y otro tanto consiguió la primera
odontóloga: Berta Orbelina González, graduada en 1938. Como
lo señala Candelaria Navas:

Durante la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez


(1932-1944), mujeres representantes de las capas medias ur-
banas se introdujeron a los campos del periodismo, las artes,
las letras, las ciencias y la enseñanza primaria y media.

La radiodifusión fue el principal medio de las mujeres de la


época para transmitir mensajes a las mujeres salvadoreñas y fue a
través de la ysp La Voz de Cuscatlán, la primera radio privada de El
Salvador (1935), que mujeres como Matilde Elena López, María
Loucel, Ana Rosa Ochoa, Claudia Lars, Lilian Serpas, Rosa Amelia

326 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Guzmán, Tránsito Huezo Córdova de Ramírez112 y otras, trataron
temas como la prostitución, la familia, el sufragio femenino, el
alcoholismo y la maternidad, entre otros. También contaron con
el apoyo del semanario capitalino Azogue, iniciado en febrero de
1938 con la misión de contribuir al mejoramiento social de la mu-
jer salvadoreña, en el entendido de que “no sólo es mantenedora
del hogar, sino como opinante y fuerza social” (77).
No obstante, la docencia siguió siendo la principal actividad
laboral socialmente aceptable para las mujeres, a ella se dedicaron
varias de las escritoras nacidas en este período, como fue el caso de
Maura Echeverría y de Gloria Marina Fernández. Otras comenzaron
a ampliar el horizonte laboral hacia actividades que tradicionalmente
les estaban vedadas. Cabe señalar que, en diferentes épocas, Irma
Lanzas y Maura Echeverría, ambas maestras graduadas de la Normal
Superior, fueron directoras de Televisión Educativa de El Salvador.
En resumen, fue esta una época convulsa no exenta de retrocesos y
de dificultades. Pero también fue un tiempo de lucha que permitió a
las mujeres alcanzar metas importantes a nivel colectivo como indi-
vidual y, además, abrir camino para las que vendrían después.
María Elena Mendoza nació en Quezaltepeque, departa-
mento de La Libertad, el 1 de noviembre de 1921. Fue hija de
Jesús Mendoza y de Manuela Aquino, quienes también procrea-
ron a sus hermanos Baltazar, Óscar Napoleón, Fermina Dolores,
Flor del Carmen y Manuel de Jesús, todos de apellido Mendoza
Aquino. En 1938 María Elena Mendoza ingresó a la Escuela de
Prácticas Escénicas a cargo de Gerardo de Nieva. Entre 1953 y
1956 fue integrante de la Compañía Nacional de Teatro. En los
años sesenta participó en la producción Campiña Poética, junto con
su hermano Manuel, programa transmitido por el canal 4 de tele-
visión, así como por el canal 10 de Televisión Educativa. Fue en
la Compañía Nacional de Teatro donde María Elena Mendoza se
convirtió en una notable declamadora. En los setenta, después de
haber dedicado muchos años a esta labor, el Ministerio de Educa-
ción la nombró Embajadora de la Poesía Infantil en El Salvador.113
112 Tránsito Huezo Córdova de Ramírez es la madre de Lil Milagro Ramírez.
113 Pieza de correspondencia y proyecto de decreto en el cual se solicita para María Elena
Mendoza se le conceda el título de Noble Artista de El Salvador, del 21 de agosto de 2012.
Hay versión digital: http://www.asamblea.gob.sv/sesion-plenaria/seguimiento/legislatu-

Escritoras de El Salvador 327


Se desempeñó entonces como promotora cultural en los Círculos
Estudiantiles y formó parte de la compañía Oasis de José Llerena,
dirigida por Julio Serrano. Durante más de treinta años trabajó
como terapeuta en el Hospital Psiquiátrico. Esta labor la inspiró
para escribir la novela Memorias de una terapeuta, que fue el único li-
bro que publicó en vida. En septiembre de 1985 su sobrina, María
Marta Valladares, mejor conocida como Nidia Díaz, era comba-
tiente del fmln y fue capturada en el campo de batalla. A raíz de
este hecho, la madre de Nidia, Fermina Mendoza de Valladares,
así como María Elena y Manuel Mendoza, junto con sus familiares
más cercanos, solicitaron asilo al gobierno de Suecia. Allá María
Elena Mendoza continuó su labor de promover y dar a conocer el
arte hasta su muerte ocurrida el 25 de junio de 2010 en la ciudad
de Angelholm, Suecia.
Por su parte, Lilian Jiménez nació en la ciudad de Santa Ana
el 13 de diciembre de 1921.114 Exiliada por razones políticas, estu-
dió Filosofía y Letras en la Facultad de Humanidades de la Uni-
versidad de San Carlos (usac) en la ciudad de Guatemala, donde
residió de 1945 a 1954. Ahí conoció al poeta y escritor guatemalte-
co Raúl Leiva, con quien se casó. También en esa misma época fue
miembro del grupo literario Saker-ti, formado en 1947. En 1955
publicó Tu nombre, Guatemala, y en 1959, Sinfonía Popular. Ambos
poemarios revelan su compromiso político. Después de permane-
cer en el exilio durante la mayor parte de su vida, Lilian Jiménez
murió en Playa del Carmen, Quintana Roo, México, el 24 de junio
de 2007 a los 86 años. Tu nombre, Guatemala lo escribió mientras
permanecía refugiada en la embajada de Ecuador en aquel país, en
espera del salvoconducto que la llevaría al exilio tras el golpe de
Estado que derrocó al presidente Jacobo Arbenz Guzmán el 27
de junio de 1954.
Pilar Bolaños nació en 1923 en algún lugar de la República de
El Salvador. Fue hija del militar Francisco César Bolaños, de origen
guatemalteco, y de María Esquivel Dheming, salvadoreña. Estudió
en la Escuela Normal “España”. Marchó al exilio a principios de
ra-2012-2015/2012-1/no.-14-del-24-ago-2012/correspondencia/piezas-a/4a/archivo_pdf_
utilsAL, consultado el 18 de agosto de 2016.
114 Reunión de poetas (2013), antología de mujeres escritoras publicada por la Secretaría de Cultura
del fmln. El dato de la fecha de nacimiento fue corroborado con su hijo, Raúl Leiva Jiménez.

328 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


los años cuarenta y comenzó a estudiar en la Universidad de Cos-
ta Rica, de donde se graduó como abogada. En mayo de 1945
se casó con Luis Carballo Corrales (1909-1991), costarricense,
miembro fundador del Partido Comunista en ese país, con quien
procreó tres hijos: Luis Alejandro, Francisco César y Sol, todos
de apellidos Carballo Bolaños. El matrimonio terminó en divor-
cio. Pilar Bolaños murió el 26 de diciembre de 1961 en la ciu-
dad de San José de Costa Rica. Según su hija Sol Carballo, quien
concuerda con lo anotado en la partida de defunción, la causa de
su muerte fue una intoxicación accidental.115 Su hija Sol Carballo
Bolaños116 afirma que su madre se exilió en Costa Rica huyendo
de El Salvador, donde un hermano suyo fue fusilado a raíz de su
participación en un intento de golpe de Estado contra el general
Maximiliano Hernández Martínez.
Clara Isabel Alegría Vides, conocida como Claribel Alegría,
nació en Estelí, Nicaragua, el 12 de mayo de 1924, y falleció en
Managua, el 25 de enero de 2018. Estudió en el Colegio José Inge-
nieros de Santa Ana, El Salvador, ya que su padre, el médico Da-
niel Alegría, huyó de Nicaragua durante la dictadura de Anastasio
Somoza García. La madre de Claribel, Ana María Vides, pertene-
cía a una distinguida familia santaneca. En 1943 la escritora viajó a
estudiar, primero en la Universidad de Loyola, en Nueva Orleans,
y luego en la George Washington, de Washington D. C., donde se
graduó como licenciada en Filosofía y Letras. Fue discípula del
poeta y premio nobel español Juan Ramón Jiménez y traductora
del escritor birtánico Robert Graves. Se casó con el escritor y pe-
riodista estadounidense Darwin J. Flakoll (1923-1995), con quien
escribió, entre otros libros, su primera novela: Cenizas de Izalco, la
cual fue finalista del premio de la editorial Seix Barral en 1964.
Publicó una veintena de libros de poesía y narrativa, así como tes-
timonios históricos en colaboración con su marido, entre los que
destacan Fuga de Canto Grande (1992) y Somoza: Expediente cerrado
(1993). De manera independiente publicó Anillo de silencio, México,
Botas, 1948; Suite, Buenos Aires, Brigadas Líricas, 1951; Vigilias,
115 Partida de defunción recopilada en agosto de 2013 en San José de Costa Rica. También se
obtuvo en la misma oportunidad las actas de matrimonio y de divorcio.
116 Entrevistas no estructuradas, la primera en agosto de 2013 y la segunda en agosto de 2014, con Sol
Carballo Bolaños y con sus hermanos: Luis Carballo Trejos y Francisco César Carballo Bolaños.

Escritoras de El Salvador 329


México, Poesía de América, 1953; Acuario, Santiago de Chile, E.
Universitaria, 1955; Tres cuentos, San Salvador, Ministerio de Cul-
tura, 1958; Huésped de mi tiempo, Buenos Aires, Américalee, 1961;
Vía única, Montevideo, Alfa, 1965 y 2ª. edición: Madrid, Torremo-
zas, 2004; Aprendizaje, San Salvador, E. Universitaria, 1970; Pagaré
a cobrar, Barcelona, Ocnos, 1977; El detén, novela corta, Barcelo-
na, E. Lumen, 1977; Sobrevivo, La Habana, Casa de las Américas,
1978; Tres poemas, Madrid/Palma de Mallorca, Papeles de Son Ar-
madans, 1978; Suma y sigue. Antología poética, Madrid, Visor, 1981;
Álbum familiar, novela corta, San José de Costa Rica, educa, 1982 y
2ª edición: San José de Costa Rica, 1984; Poesía viva, antología poé-
tica, Londres Blackrose Press, 1983; Pueblo de Dios y de Mandinga,
tres novelas cortas, Barcelona, Lumen, 1985; Despierta, mi bien, des-
pierta, novela corta, San Salvador, uca Ed., 1986; Luisa en el país de
la realidad, novela, México, Ed. Volvo i Climens, 1987; 2ª edición:
México, Editorial de la Universidad, 1994 y 3ª edición, San Salva-
dor, uca Ed., 1997; La mujer del río Sumpul, poesía, Santafé de Bo-
gotá, E. del Museo Rayo, 1988; Y este poema-rio, poesía, Managua,
Nueva Nicaragua, 1989; Variaciones en clave de Mí, poesía, Madrid,
E. Libertarias/Prodhufi, 1994, y Amor sin fin, San Salvador, Índole
Editores, 2017, entre otros. Su nombre literario, Claribel, fue in-
vención del filósofo y escritor José Vasconcelos, como la propia
escritora dejó reseñado en su libro de memorias literarias Mágica
tribu. Claribel Alegría recibió el premio Casa de las Américas en
1978 por su colección de poemas Sobrevivo, compartido con la
poeta nicaragüense Gioconda Belli. En noviembre de 2017 re-
cibió el XXVI Premio Reina Sofía de Poesía, convirtiéndose en la
primera mujer centroamericana en recibirlo y en el segundo autor
después de Ernesto Cardenal.
Dora Guerra nació en París el 22 de julio de 1925. Fue hija
del poeta, escritor y editor periodístico Alberto Guerra Trigueros,117
117 Alberto Guerra Trigueros nació en Rivas, Nicaragua, el 28 de febrero de 1898 y murió en San
Salvador, el 22 de junio de 1950. Fue uno de los fundadores del diario Patria, el cual fue dirigido
por Alberto Masferrer. Era hijo de la salvadoreña María Teresa Trigueros y de Isaac Guerra,
médico nicaragüense con formación alemana, quien era nieto, a su vez, de Sara Guerra de Zaldí-
var, esposa del expresidente salvadoreño Rafael Zaldívar (1834-1903). Zaldívar había gobernado
El Salvador del 1 de mayo de 1876 al 6 de abril de 1884 y después del 21 de agosto del mismo año
hasta el 14 de mayo de 1885. Y también, por el lado de su madre, Dora Guerra era sobrina nieta
de Darío, ya que su abuela materna, Dolores Soriano, era hermana del “divino Rubén”.

330 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


uno de los más importantes autores de El Salvador, originario de
Nicaragua, y de su esposa, Margot Turcios. Después de estudiar
Historia del Arte en Francia, Italia y México, Dora Guerra se esta-
bleció en París, donde conoció y se casó con el filósofo y científico
social Bernard Mottez (1930-2009), en la iglesia de Saint-Germain
de Charonne, el 22 de marzo de 1958. Después de una etapa de
varios años durante la cual vivió en El Salvador, Dora Guerra murió
en París, el 20 de noviembre de 2016. Publicó un único libro: Signo
menos, San Salvador, Departamento Editorial del Ministerio de Cul-
tura (hoy Dirección de Publicaciones), el 23 de julio de 1958, editado
como el volumen 7 de la entonces naciente Colección Poesía.
Corina Bruni vino al mundo en la finca Buena Vista, muni-
cipio de El Refugio, departamento de Ahuachapán, el 28 de febre-
ro de 1930. Fue hija de Héctor Bruni Escobar y Natalia Aragón.
Su padre era hijo del médico Pietro Bruni, quien se estableció en la
ciudad de Granada, Nicaragua, procedente de Italia. Corina Bruni
estudió en el colegio mixto laico La Educación. Concluyó el se-
cretariado bilingüe y realizó estudios complementarios en México
y Estados Unidos. Colaboró durante muchos años en las páginas
culturales de los periódicos salvadoreños. Trabajó en instituciones
bancarias, tanto en El Salvador como en los Estados Unidos.
Es una de las autoras que más ha cultivado la literatura para
niños. En esta línea ha publicado Pompas de jabón, Luna de algodón,
Dijo la aurora a la brisa (fábulas), Leyendas y algo más, Nube escuela,
Rataplán, Sol-So-Bri-Sol, Y hablaron los animales (fábulas), Juguemos a
contar cuentos, Arriba el telón, 77 fábulas y algo más y Lights and colors
(bilingüe). Para adultos publicó Altibajos, Auroras y ocasos, Prisionera
en el planeta, Amen, Patria valiente (poesía y prosa).
Laura Hernández de Salazar también cultiva la poesía para
niños. Nació el 24 de octubre de 1930 en Tejutepeque, departa-
mento de Cabañas. Se graduó como maestra de la Escuela Nor-
mal “España” y posteriormente estudió en la Escuela Nacional
de Oratoria. Se desempeñó como gerente general de la empresa
Música en su Hogar, S. A. de C. V. Fue también gerente de ventas
de Sellos Trébol y gerente administrativa de la antigua radiodifu-
sora La Versátil. Se casó con el periodista Manuel de Jesús Salazar,
con quien procreó tres hijos. Ha publicado Pasitos (poesía para
niños, San Salvador, primera edición de 1992. Hay otras ediciones

Escritoras de El Salvador 331


posteriores). Pueblito cantor, libro y casete grabado con poemas y
canciones para niños (San Salvador, 1998), Prisma de amor (poemas
para adultos, San Salvador, 2010), y la novela La hija del boticario
(San Salvador, 2005, editor: Manuel Ernesto Salazar). Ha recibido
distinciones por parte del Ateneo de Mujeres, el Centro Español
de San Salvador y la Universidad Tecnológica. Los poemas selec-
cionados pertenecen a su libro Pasitos (1992).
Ana Teresa del Carmen Álvarez Sifontes, quien firma sus li-
bros como Ana del Carmen Álvarez, nació en la ciudad de Santa Ana
el 22 de diciembre de 1931. Fue hija del médico Gustavo Enrique
Álvarez y de Carmela Sifontes Batlle. Su padre no estaba emparen-
tado con la familia Álvarez de doña María Álvarez Ángel de Gui-
llén Rivas, los Álvarez originarios de Colombia. Ana del Carmen se
educó en el Colegio de la Asunción de Santa Ana. Se graduó como
bachiller en Letras en 1949, siendo primer bachiller de la repúbli-
ca en dicha especialidad. Fue enviada por su padre a los Estados
Unidos al siguiente año a fin de que aprendiera inglés. En 1953 se
casó con el ingeniero civil Benjamín Salvador Valiente, de la fami-
lia Valiente de Metapán, a la que también pertenecía la escritora
Lydia Valiente.118 El matrimonio procreó cinco hijos. De 1974 a
1979, Ana del Carmen estudió en la Universidad Centroamerica-
na “José Simeón Cañas” (uca), donde se graduó como profesora
y luego licenciada en Letras. Laboró como maestra en una es-
cuela en el barrio La Chacra, de San Salvador, donde cobró con-
ciencia de los problemas sociales del país. Fue también locutora
de la radio ysax, medio de comunicación del arzobispado de San
Salvador en la época cuando monseñor Romero era arzobispo de
1977 a 1980. Sus actividades en La Chacra y en la radio le ocasiona-
ron la pérdida de su automóvil y de su casa, que fueron destruidos
por una bomba colocada por extremistas de derecha, ya que la til-
daban de “comunista”. Laboró en la Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas” (uca) de 1986 a 2000. En 1994 obtuvo una
maestría en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid
en convenio con el periódico El País. Diez años más tarde com-
pletó la maestría en Filosofía por la uca. Trabajó como docente
en la Escuela Superior de Economía y Negocios (esen), de 2000

118 Ver más arriba el apartado dedicado a Lydia Valiente.

332 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


a 2012, año en que se retiró para dedicarse a escribir. Producto de
esa labor son los libros Dichos y diretes119 y El samovar de plata,120 en los
cuales retrata la realidad salvadoreña que tiene muchos puntos en
común con el llamado “realismo mágico”. Actualmente continúa
escribiendo una serie de libros de historias y costumbres desde la
perspectiva de una familia salvadoreña.
María Irma Lanzas Watson, quien firma también sus libros
como Irma Chávez o Irma Lanzas, nació en Cojutepeque, depar-
tamento de Cuscatlán, el 7 de agosto de 1933, hija de Antonio
Lanzas y Francis Watson de Lanzas. Ninguno de sus progenitores
era originario de El Salvador, pero formaron un hogar lleno de
amor que estimuló el talento y la creatividad de Irma. Su padre era
músico y compositor, lo que influyó en el trabajo literario de su
hija (Cañas Dinarte, Diccionario de autoras 137-41). Irma se graduó
en la Normal España en 1951 y se especializó en Ciencias de la
Educación en la Normal Superior en 1955. Al año siguiente reci-
bió una beca para estudiar en Europa. Se doctoró en Filosofía por
la Universidad de Bolonia, Italia, en 1961. Posteriormente estudió
una maestría en Teología por la Universidad de Saint John’s, Nue-
va York, en 1983. Ha realizado estudios de postdoctorado en las
universidades Complutense de Madrid y en La Sorbona en París.
Fue directora fundadora de la Televisión Educativa de El Salva-
dor. Como docente, ha impartido clases en todos los niveles edu-
cativos. Fue directora de Patrimonio Nacional y textos suyos han
sido publicados en las páginas literarias de los periódicos Diario
Latino, La Prensa Gráfica y Tribuna Libre. Se casó con Waldo Chávez
Velasco, escritor con quien procreó dos hijos. Ha sido catedrática
en el Saint Elizabeth College y en la Universidad de El Salvador,
así como la primera mujer que ocupó el cargo de decana de una de
las facultades de la Universidad Don Bosco de El Salvador. Tra-
bajó durante veintidós años como directora de la Oficina Nacio-
nal de Renacer en El Salvador, filial de Renew International, con
sede en Nueva Jersey, dedicada a la misión evangelizadora. Desde
2008 es miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua, co-
rrespondiente de la Real Academia de la Lengua Española; se ha
119 Álvarez, Ana del Carmen. Dichos y diretes. S. S: Imprenta Ricaldone, 2007.
120 Álvarez, Ana del Carmen. El samovar de plata. S. S: Imprenta Impresos Múltiples, 2014.

Escritoras de El Salvador 333


desempeñado como tesorera de la misma institución. Ha publica-
do Canción de hierba (poesía, 2000, San Salvador, Diseño de Textos
y Publicaciones) y Absoluto asombro, poesía mística para el siglo xxi
(2012, Nueva Jersey, Renew International). Asimismo, Renew ha
publicado una serie de reflexiones sobre los evangelios desde 2011
a 2014. También publicó dos series de reflexiones sobre María de
2006 a 2008.
Mercedes Durand nació el 9 de agosto de 1933, en San
Salvador, hija de Ramón Durán Guinea y María Sara Flores de
Durán. Se graduó como maestra normalista, educadora y especia-
lista en educación para adultos en la Escuela Normal de Maestras
“España”, de San Salvador, en 1950 (Cañas Dinarte, Diccionario de
autoras 137-40). Ese mismo año se convirtió en integrante del gru-
po salvadoreño Octubre, formado por los escritores Ítalo López
Vallecillos, Orlando Fresedo, Waldo Chávez Velasco, Irma Lan-
zas, Eugenio Martínez Orantes, Álvaro Menéndez Leal, Jorge A.
Cornejo, Danilo Velado y los pintores Camilo Minero y Luis Ángel
Salinas, uno de los núcleos de formación de la Generación Com-
prometida. En 1952, Mercedes Durán se casó con Mauricio de la
Selva, matrimonio que duraría hasta 1958, e inició el programa Poesía
joven de Cuscatlán en la radio Victoria (ysi). La pareja procreó un hijo,
Josif, que desapareció en su adolescencia. Fue también en esa época
cuando la pareja colaboró en periódicos juveniles que circulaban en
colegios e institutos, como Vanguardia, editado en el Colegio “Marceli-
no García Flamenco”, Alma joven, (a cargo de Waldo Chávez Velasco,
circulaba en el Colegio “Francisco Gavidia”) y Antorcha (dirigido
por Ítalo López Vallecillos, se publicaba en el Instituto Nacional
“Francisco Menéndez”). De 1952 a 1958, Mercedes Durán estu-
dió la licenciatura en Letras en la unam, becada por el gobierno de
Óscar Osorio. De regreso en El Salvador, de 1960 a 1970, trabajó
en la Universidad de El Salvador (ues) como catedrática en la Fa-
cultad de Humanidades. Fue directora de Difusión Cultural e in-
tegrante del consejo directivo de la Editorial Universitaria. Ganó
el primer premio de poesía en los Juegos Florales de Usulután
(febrero de 1960) y el segundo lugar en los de Nueva San Salvador
(diciembre de 1960). Condujo los programas de televisión Hacia la
libertad por la cultura, difundidos por canal 4 y la Universidad de El
Salvador a partir de diciembre de 1960. También fue directora de la

334 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


revista Vida universitaria (1961), redactora de mesa y colaborado-
ra de La Prensa Gráfica; jefa de información y redactora del diario
Tribuna Libre (1965), colaboradora literaria de El Diario de Hoy,
periodista y productora de programas de televisión, redactora de
publicidad comercial y delegada salvadoreña ante el Congreso
Latinoamericano de Escritores (Caracas, Venezuela, 1970). Se
casó en segundas nupcias con Mario Salazar Valiente, abogado y
militante de izquierda, hijo de la poetisa Lydia Valiente. A raíz de
la intervención militar y el cierre de la Universidad de El Salvador
en 1972, Mercedes Durand marchó al exilio en México, donde se
dedicó a la docencia y al periodismo. En 1976 asistió a la reunión
fundadora de la Federación Latinoamericana de Periodistas (felap),
en la ciudad de México, donde también colaboró con medios
periodísticos como Excélsior, El Nacional y la Revista de Cultura
Mexicana, trabajó como redactora en El día y en noticieros para
televisión. También fue profesora en el Centro de Estudios de la
Comunicación, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de
la unam. Tras la firma de los Acuerdos de Paz, Mercedes Durand
regresó a El Salvador junto con su segundo esposo el 30 de di-
ciembre de 1992. Al siguiente día, Mario Salazar Valiente falleció
a causa de un infarto. Este hecho la decidió a regresar a la ciudad
de México y abandonó la idea de asentarse en su país natal. Mer-
cedes Durand murió en la ciudad de México el 7 de julio de 1999.
Sus cenizas fueron repatriadas y descansan en el cementerio pri-
vado Jardines del Recuerdo. Publicó Espacios, poesía, México D.F.;
Los Presentes, 1955; Sonetos elementales, plaquette poética, San Salva-
dor, 1958, ilustrada por el pintor Carlos Cañas; Poemas del hombre
y del alba, poesía, edición mimeográfica, San Salvador, 1961; Las
manos en el fuego, poesía, junto con David Escobar Galindo, 1969,
premiado con mención de honor en el Certamen Nacional de Cul-
tura 1967, galardón conferido por los escritores Ernesto Cardenal,
Fernando Alegría y Carlos Pellicer; y Las manos y los siglos, poesía,
México, 1970. Con el título Sinfonía del trabajo, obtuvo mención de
honor en el Certamen Literario de la Comunidad Latinoamericana
de Escritores y la revista Ecuador. Juego de ouija, cuento, San Salva-
dor, 1970; Todos los vientos, antología poética, San Salvador, 1972; A
sangre y fuego, poesía, 1980; Sarah, la luna, la muchacha y otros poemas,
Centro Editorial Universitario de la Universidad Autónoma de

Escritoras de El Salvador 335


Ciudad Juárez, 1982; La guerrilla de las ondas y otros ensayos (San
Salvador, s. f.) y una novela incompleta al momento de su muer-
te. Uno de sus poemas, titulado Vengo del viento, fue musicalizado
por el español Gabriel Sopeña, quien lo incorporó en su disco
Orillas: trece poemas de mujeres hispanas (Zaragoza, 1998, con 92 pá-
ginas e ilustraciones en blanco y negro), en el que se contó con la
participación de las voces aragonesas de María José Hernández,
Ludmila Mercerón, Carmen París y Elena Rubio.
Sara Palma de Jule nació en la ciudad de Santa Ana, en 1934.
Se graduó como maestra de la Escuela Normal “España”, con el
primer lugar de su promoción. Colaboró de manera periódica con
La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy. Durante muchos años traba-
jó como secretaria del presidente de la empresa Didea, don Luis
Poma. Ha sido miembro del Ateneo de El Salvador, del Ateneo de
Mujeres, de la Unión de Mujeres Americanas (uma), de la Organi-
zación de Educación Preescolar (omep) y del Club de Mujeres de
Negocios y Profesionales. Publicó Surtidor de trinos (1982); Tranvía
de ilusiones (1984); Fantasía (1994, Dirección de Publicaciones e im-
presos); Ven a mi huerto (1995, Dirección de Publicaciones e Impre-
sos) y Tierra de encanto (1998). Una escuela en la ciudad de Apopa
lleva su nombre. Por su parte, Maura de la Cruz Vitelia Echeverría
Gutiérrez, quien firma sus libros como Maura Echeverría (Duarte
de Romero 85 y siguientes), nació en la ciudad de Sensuntepeque,
departamento de Cabañas, el 3 de mayo de 1935.121 Fue hija de Mi-
guel Ángel Echeverría y Vitelia Gutiérrez, quienes procrearon ade-
más a sus nueve hermanos y hermanas. Su niñez se desarrolló en la
localidad llamada La Loma, del cantón San Matías de su municipio
natal.122 Estudió la primaria en la escuela “Salvadora Hernández de
Castro”, hoy conocida como Centro Escolar “Fermín Velasco” en
Sensuntepeque. Se recibió como maestra por la Escuela Normal
“España” y continuó sus estudios de especialización en la Escuela
Normal Superior, ambas de la capital salvadoreña, en la rama de
Estudios Sociales. Desarrolló una amplia experiencia como docente
en distintos centros educativos, comenzando por el Centro Escolar

121 http://www.artepoetica.net/Maura_Echeverria.htm, consultado el 4 de agosto de 2016.


122 https://masalladelos400cerros.wordpress.com/2010/12/30/maura-echeverria-poeta-y-edu-
cadora/, consultado el 4 de agosto de 2016.

336 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


“Fermín Velasco” de su natal Sensuntepeque. Desde 1970 se des-
empeñó como Jefe de la Sección de Programas Culturales de la
Dirección de Televisión Educativa. En ese cargo diseñó programas
y guiones infantiles y juveniles. Fue miembro de la Comisión Redac-
tora de la Cartilla de Alfabetización “Paz” de 1985 a 1986. También
trabajó como colaboradora literaria de la Revista del Centro de Estudios
Jurídicos (1981) y de la revista Ondas. Fue nombrada Mujer de las
Américas por el capítulo El Salvador de la Comisión Interameri-
cana de Mujeres (cim), organismo especializado de la oea, en 1985.
Junto con María Cristina Orantes, Claudia Herodier, Aída Párraga
y Susana Reyes fundó el grupo literario Poesía y más, la primera
agrupación literaria de mujeres nacida en El Salvador, en 1996. Así
mismo, ha sido colaboradora cultural de Radio El Mundo y Radio
UPA. Publicó Voces bajo mi piel, Sándalo, Ritual del silencio, Cundeamor,
Con la vida a cuestas, Desde el amor, Distancias, Laura, Confidencias con
mi nieta y Otoño en el corazón. También editó la antología de poesía
infantil salvadoreña Sol de cariño.
Aída Flores Escalante123 nació en La Ceiba, cabecera del de-
partamento de Atlántida, república de Honduras, el 19 de mayo de
1936. Realizó sus estudios básicos en su ciudad natal y se licenció
en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam). Mientras cursaba esta carrera, trabajó a medio tiempo en
la editorial Fondo de Cultura Económica, en la capital mexicana,
donde aprendió el oficio de edición de libros y revistas. Se casó
con José Joaquín Fernández Castrillo, editor de origen costarri-
cense. La pareja se estableció en San Salvador, donde doña Aída
compró y dirigió una imprenta en la que, además de otros trabajos
litográficos, publicaba la revista Fantasías. Años después, esta im-
prenta se transformó en Impresos Litográficos de Centroamérica,
empresa que funcionó durante más de veinte años. Fundó, ade-
más, la Editorial Rubén H. Dimas desde la que editó una colección
de libros de arte y cultura denominada El Salvador y el Arte, den-
tro de la cual destacan los volúmenes dedicados a José Mejía Vides
y Toño Salazar, entre otros. También realizó ediciones de autores
salvadoreños en gran formato, así como cuentos infantiles bella-

123 http://www.artepoetica.net/Aida_Flores.htm y entrevista a su hijo, Joaquín Fernández Flores,


agosto 22 de 2016.

Escritoras de El Salvador 337


mente ilustrados. En esta empresa editorial la acompañaron su
hijo, Joaquín Fernández Flores, y su último esposo, el médico Luis
Escalante. A partir del 2000, Aída Flores Escalante publicó la in-
vestigación, junto con el historiador Enrique Kuny Mena, titulada
Tomás Regalado, el último caudillo de Cuscatlán (San Salvador, 2002) y
los libros de creación propia Los peces nacen en los árboles (San Salva-
dor, poesía, 2003), Concierto de grillos y libélulas (poesía, haikú, texto
en español y japonés, San Salvador, 2005), Canción de luna y silencio
y Por un roce de piel (prosa, San Salvador, 2010, segunda edición de
2012), donde aborda la violencia de género, el abuso infantil y
otros temas actuales. También ha trabajado en una colección de
libros para niños en la que se incluyen sus cuentos: “Flor, la hor-
miga”; “El gato garabato y los ratones bombones”, entre otros.
Gloria Marina Fernández nació en San Miguel, el 14 de
diciembre de 1937 y no en 1938, como en algunos sitios errónea-
mente se ha publicado.124 Obtuvo su título de bachiller en Cien-
cias y Letras en el Instituto Nocturno “Joaquín García Monge”
en 1972. Veintidós años más tarde, en 1994, se licenció prime-
ro en Letras y luego en Filosofía en 2001, en ambos casos por
la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (uca). Se
casó con el poeta y maestro Rafael Góchez Sosa en 1957. Junto
con este escritor fundó el Liceo Tecleño, institución educativa que
funcionó de 1958 a 1985. Procrearon cuatro hijos: Delfy, Evelyn,
Gloria Sylvia y Rafael Francisco. Este último es profesor y licen-
ciado en Letras por la uca, además de narrador. Junto con él y
con Carlos Cañas Dinarte, Gloria Marina Fernández preparó la
Antología 3x15 mundos (cuentos salvadoreños 1962-1992, San Salva-
dor, uca Editores, 1994). A lo largo de su vida, la escritora obtuvo
las siguientes distinciones: tercer lugar por la Monografía de San
Miguel, en el Certamen Nacional de Investigación (San Salvador,
1975), premio otorgado por la Dirección de Bienestar Magisterial,
Ministerio de Educación; mención de honor por el ensayo Dalton:
esencia humana y humanizante, obtenido en el Certamen literario “Ro-
que Dalton vive” (San Salvador, 1993) y primer lugar por el cuento
124 http://www.omni-bus.com/n33/reyes.html, donde se publica un artículo de Susana Reyes
titulado “Breve recuento de la narrativa de mujeres en El Salvador”. El año de nacimiento
dice 1938, y es 1937. Las fuentes de esta escritora fueron proporcionadas por su hijo, Rafael
Francisco Góchez Fernández, a través de una entrevista semiestructurada de julio de 2016.

338 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


“Para que te hagas hombre”, obtenido en los Juegos Florales de
Santa Tecla, 1992, convocados por Concultura. Falleció en San Sal-
vador el 31 de octubre de 2012.
Aziyadeh de Ávila, hija del escritor y poeta Gilberto Gon-
zález y Contreras (1904-1954), nació el 7 de octubre de 1938. Se
licenció en Periodismo por la Universidad de California. Pertene-
ció al Grupo de Teatro Vivencias, del que también formó parte la
actriz y directora Dorita de Ayala. Trabajó durante varios años en
la Dirección Nacional de Evaluación de Espectáculos Públicos del
antiguo Ministerio del Interior, hoy Gobernación. Ha publicado,
entre otros, los libros: La muerte se va a la huelga (cuento, 1984) y
Arcoíris de poemas (poesía, 1984). Por su parte, Yolanda C. Martí-
nez nació en Zacatecoluca el 13 de noviembre de 1940. Fue hija
del militar Francisco Javier Consuegra y de Dolores Martínez. La
segunda de cuatro hermanos, entre los que se cuenta la distingui-
da docente Milagro Consuegra Martínez de Álvarez, su infancia
transcurrió en Usulután hasta 1945. Al año siguiente la familia
se estableció durante una década en Ahuachapán, donde Yolan-
da estudió la primaria y la secundaria. En San Salvador se graduó de
la Escuela de Trabajo Social, que en aquella época no estaba
adscrita a la ues, aunque ciertas fuentes así lo afirmen, sino que
era un centro educativo independiente. Yolanda completó su pre-
paración en la Western Reserve University de Nueva Orleans y
en la Universidad de Denver, Colorado, en los Estados Unidos.125
Luego trabajó en la Procuraduría General de la República y en
los hospitales Rosales y Psiquiátrico. Publicó las novelas Sus fríos
ojos azules (1965), Corazón ladino (1967), Veinte cartas neuróticas desde
Alabama (1972), A la zaga (1995), ¡Quédate con nosotros! (1998) y El
corazón es una casa muy grande (2000). También publicó los libros
de cuento: Seis cuentos (1964) y Una mañana de domingo: doce relatos
de contenido social (2005).

125 Murcia, Geidy Marialy. Pragmática feminista o los implícitos en la noción de sujeto femenino en la novela
Corazón Ladino de Yolanda C. Martínez. Tesis para optar al grado de licenciada en Letras por la
Universidad de El Salvador, agosto de 2011.

Escritoras de El Salvador 339


Segunda Guerra Mundial y Guerra Fría, 1941-1960

El 1 de septiembre de 1939, los ejércitos de la Alemania nazi inva-


dieron Polonia, cuya caída fue acelerada por el ataque de la Unión
Soviética a partir del 17 de septiembre, sin que Francia y el Reino
Unido hiciesen nada por ayudar a la nación polaca, cuyo ejército
terminó de rendirse el 6 de octubre de ese mismo año. Entre tanto,
El Salvador seguía gobernado por el general Maximiliano Her-
nández Martínez, cuya dictadura se prolongaría hasta los primeros
días de mayo de 1944, cuando renunció, luego del intento de golpe
de Estado del 2 de abril de 1944. Martínez depositó el poder en
manos del general Andrés Ignacio Menéndez y salió del país el 9
de mayo de 1944. El líder de la oposición a Martínez, el doctor
Arturo Romero, no gozaba de la confianza ni de los militares ni de
los terratenientes, ya que su plataforma tenía un tinte reformista
con el que no comulgaban. El 20 de octubre de 1944 un golpe de
Estado derrocó al sucesor de Martínez y subió al poder el coronel
Osmín Aguirre y Salinas, a la sazón director de la Policía Nacio-
nal. Aguirre desató una represión que desarticuló a la oposición
y obligó a muchos simpatizantes de Romero a refugiarse en Gua-
temala, donde había caído la larga tiranía del general Jorge Ubico
y se iniciaba la etapa en que Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz
dominarían la escena política. Como señalamos antes, una de estas
personas emigradas fue Matilde Elena López.
Hubo un intento de invasión por parte de los exilados, que
planeaban derrocar a Osmín Aguirre, pero estas acciones fraca-
saron. Las elecciones se adelantaron y en 1945 subió al poder el
general Salvador Castaneda Castro. Tanto durante el gobierno
de Osmín Aguirre como del de su sucesor los sindicatos fue-
ron reprimidos y forzados a actuar clandestinamente. A su vez,
Castaneda Castro fue derrocado por otro golpe de Estado en di-
ciembre de 1948. La propaganda oficial presentó el golpe como
“la revolución de 1948” (Cardenal 387). El poder fue asumido
por una junta cívico militar que:

se comprometió a establecer un sistema democrático, ga-


rantizado por reformas institucionales y la elevación del
nivel de vida de la población. A continuación, eliminó lo

340 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que quedaba del régimen anterior, dando de baja a generales
y coroneles más antiguos y procesando y encarcelando a los
colaboradores de Aguirre y Castaneda. Los intelectuales y
profesionales, así como los grupos populares urbanos, apo-
yaron a la junta a partir de sus primeras actuaciones […] El
coronel [Óscar] Osorio resultó electo a principios de 1950 y
en octubre se promulgó la nueva constitución (Cardenal 387).

Después de la Segunda Guerra Mundial, los buenos precios


del café permitieron al gobierno de Óscar Osorio impulsar deci-
didamente la inversión en infraestructura: se construyó la prime-
ra presa hidroeléctrica, llamada “5 de noviembre”, con la que dio
inicio la electrificación a gran escala y despegó la industria manu-
facturera. También se construyó el moderno puerto de Acajutla,
la carretera del Litoral, otras carreteras secundarias y se impul-
só la urbanización de las principales ciudades del país, mediante
la creación del Instituto de Vivienda Urbana (ivu), que gestionó la
construcción de numerosas colonias habitacionales, como la Cen-
troamérica y la Libertad, a inmediaciones del nuevo campus de la
Universidad de El Salvador, al final de la 25 avenida Norte, en
la capital. Cardenal afirma:

En estos primeros años de la década de 1950, el Estado se


convirtió en el promotor del desarrollo. El coronel Osorio
derogó las leyes anti-industriales heredadas de la dictadura y
las reemplazó por otras que otorgaban incentivos a la inver-
sión en sectores nuevos […] (387 y ss).

Sin embargo, este desarrollo material no llegó a todos. Car-


denal señala que:

[…] las relaciones del gobierno del coronel Osorio con las
organizaciones obreras fueron fluctuantes. El Comité de
Reorganización Obrero Sindical […] fue declarado ilegal y
sus dirigentes […] expulsados del país en 1951 […] al año
siguiente se aprobó la “Ley de defensa del orden democrá-
tico y constitucional” destinada a controlar la organización
popular independiente (388).

Escritoras de El Salvador 341


Osorio impuso la candidatura oficial del coronel José María
Lemus para sucederlo en la presidencia; sin embargo, el gobierno
de Lemus coincidió con la declinación de los precios del café, con
lo que la situación económica del país se deterioró. Además, los
gobiernos de Juan José Arévalo y de Jacobo Arbenz en Guatema-
la, entre 1944 y 1954, así como el triunfo de la revolución cubana
en 1959, agudizaron la percepción del “peligro comunista”, un
fenómeno que la clase dirigente veía con mucho temor. Afirma
Cardenal:

En 1959, después del triunfo de Castro en Cuba, la oligarquía


pidió medidas más drásticas, pues Lemus había derogado la
“Ley de defensa de la democracia” y permitió la organización
sindical independiente. En este contexto, el Partido Comu-
nista dio sus primeros pasos hacia la lucha armada al formar
“grupos de acción” en los sindicatos y en la Universidad de
El Salvador (389).

En ese contexto:

[…] los estudiantes y los trabajadores se adueñaron de las


calles. Las manifestaciones estudiantiles fueron ametralladas.
Las cárceles se llenaron con los presos políticos. El ejército
invadió la Universidad de El Salvador […] los políticos de
oposición, incluido el exministro de relaciones exteriores Ro-
berto Canessa […] fueron arrestados y torturados. Hasta la
prensa estadounidense comentó que Lemus había ido dema-
siado lejos. El 26 de octubre de 1960 este fue derrocado por
el coronel Osorio y sus amigos (Cardenal 389).

Lemus fue sustituido primero por una junta integrada por


tres profesionales de pensamiento liberal: Fabio Castillo, René
Fortín Magaña y Ricardo Falla Cáceres, y por tres militares jóve-
nes: el mayor Rubén Alonso Rosales, el coronel Julio César Yánez
Urías126 y el teniente coronel Miguel Ángel Castillo; sin embargo,
como señala Cardenal, los planes de esta junta encontraron resis-

126 Este militar estuvo casado con Floritchica Valladares, la única hija de Matilde Elena López.

342 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tencia en diferentes sectores sociales. En concreto, este autor se-
ñala tres instancias opuestas a la primera junta: los militares afines
a Osorio, que deseaban controlar y manipular a la junta, los miem-
bros de la llamada oligarquía y la embajada de Estados Unidos que
creía, con temor, que algunos miembros de la junta simpatizaban
con la Revolución cubana. El 25 de enero de 1961 una segunda
junta derrocó a la anterior. Estaba integrada por el coronel Aníbal
Portillo, el teniente coronel Julio Adalberto Rivera y los civiles Fe-
liciano Avelar, José Francisco Valiente y Antonio Rodríguez Porth.
A pesar de toda esta efervescencia política, o tal vez ayudada por
ella, las mujeres empezaron a organizarse por su cuenta. A propó-
sito, Candelaria Navas señala:

A nivel de organización sobresalen en 1944 el Frente Democrá-


tico Femenino, con la publicación “Mujer Demócrata”, dirigido
por Matilde Elena López. En 1945 surge la Asociación de Mu-
jeres Democráticas de El Salvador, con la publicación “Tribuna
Feminista”, bajo la dirección de Rosa Amelia Guzmán y Ana
Rosa Ochoa. En 1947 se fundó la Liga Femenina, la cual luchó
por el derecho al sufragio sin restricciones para las mujeres salva-
doreñas. Tuvo como órgano de divulgación Heraldo Femenino (80).

La Liga Femenina Salvadoreña organizó marchas para recla-


mar diferentes derechos. Su más importante conquista se logró el
14 de septiembre de 1950 cuando la Constitución promulgada en
aquella oportunidad consagró el derecho al voto sin condiciones
para las mujeres. Se establecía así, por primera vez en la historia de
El Salvador, el efectivo sufragio universal. Para lograr esta conquis-
ta, millares de mujeres, algunas de las cuales venían luchando desde
treinta años antes, habían desfilado por las calles de San Salvador
en 1944. Este cambio fue importante no sólo porque permitió la
participación política, sino porque, poco a poco, las mujeres em-
pezaron a ser nombradas o electas para cargos públicos. Fue así
como en diciembre de 1951, Aída Morales fue designada como
la primera tesorera municipal del país (Cañas Dinarte, “El largo
camino hacia el voto femenino”). La primera mujer que asumió
el cargo de alcaldesa fue Rosario Lara, viuda de Echeverría, para
encabezar el municipio de Berlín en el departamento de Usulután,

Escritoras de El Salvador 343


en 1952 (Navas 79). En cuanto a otros cargos públicos, Cañas Di-
narte menciona, en la misma fuente, que por la misma época Blan-
ca Alicia Ávalos de Méndez fue alcaldesa interina de San Salvador
durante la ausencia del alcalde titular. Posteriormente, fue Adela
van Severen de Contreras (1909-2007), pariente de la escritora
Tula van Severen. Doña Adela dirigió la municipalidad de Santa
Tecla de 1954 a 1958. Durante su gestión se inició la pavimentación
de las calles de esa ciudad.127 Por otra parte, señala Cañas Dinarte:

Para los mismos años, algunos puestos de la Asamblea Legis-


lativa fueron ocupados por la sufragista Rosa Amelia Guzmán
de Araujo, la profesora Antonia Portillo de Galindo, la médica
[…] María Isabel Rodríguez, la exalcaldesa temporal capitali-
na Blanca Alicia Ávalos de Méndez, la ingeniera Concepción
Giammattei, Margoth Muñoz de Burgos y Juana Cáceres de
Vides (“El largo camino hacia el voto femenino”).

Si bien es verdad que la participación de la mujer en estos cír-


culos de poder siempre fue reducida, es claro que implicó un primer
paso en la conquista de más espacios políticos que antes les estaban
vedados por completo. Poco a poco las mujeres fueron penetrando
en áreas de la actividad económica, de la academia y de la vida civil
de las que habían estado desterradas. El confinamiento a la vida
privada, al gineceo y a las labores “propias de su sexo” comenzó a
ser puesto en tela de juicio, cada vez hubo más mujeres capaces de
conseguir las “quinientas libras de renta y el cuarto propio” de que
hablaba Virginia Woolf. Por supuesto, éste fue un proceso largo,
difícil, lleno de obstáculos y retrocesos. Pero estas mujeres abrieron
oportunidades nuevas a las que vinieron después.
Ana Delmy Amaya nació en la ciudad de Sensuntepeque,
departamento de Cabañas, el 7 de octubre de 1944. Obtuvo su
título de bachiller en el Colegio La Sagrada Familia de San Salva-
dor. Se licenció en Letras por la Universidad de El Salvador (ues),
con una especialización en Comunicación Estética. También ha
obtenido una maestría en Docencia y Administración Universita-
127 Quien tal información aportó fue Ernesto Rivas Gallont, cronista extraoficial de la ciudad
de Santa Tecla. Ver: http://netorivas.blogspot.com/2007/12/la-columna-del-domingo-adeli-
ta-de.html, consultado el 8 de noviembre de 2016.

344 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ria, con el trabajo de tesis Reforma Educativa, Política de Estado y
Plan de Nación.128 Realizó estudios sobre Teoría de Género en la
Universidad Dr. José Simeón Cañas (uca) y Educación para la Paz
en la Universidad de El Salvador y upaz- onu. Tiene estudios so-
bre Administración de Bibliotecas en el Instituto Latinoamericano
de las Naciones Unidas (ilanud), Costa Rica, en coordinación con
la Corte Suprema de Justicia de El Salvador. Ha hecho periodismo
cultural y literario; es editora de revistas y boletines, catedrática
universitaria de diferentes universidades en el área de literatura
salvadoreña, comunicaciones y lingüística general. Laboró como
Coordinadora del Sistema de Bibliotecas Jurídicas de la Corte Su-
prema de Justicia, capacitadora de adultos, e investigadora aso-
ciada. Perteneció a la Red de mujeres escritoras y comunicadoras
sociales. Pertenece al taller virtual de literatura Poetas del mundo.
En 2008 realizó un taller virtual sobre poesía con el escritor salva-
doreño Julio Iraheta Santos.
Ana Mercedes Cañadas Aguirre de Navas, quien firma sus tex-
tos como Mercedes Cañadas, nació en San Marcos, departamento de
San Salvador, el 10 de septiembre de 1945. Fue hija de Ana Isabel
Aguirre de Cañadas y de Manuel Cañadas. Pasó su infancia y adoles-
cencia en San Miguel, donde estudió en la Escuela de Niñas “Tobías
Meléndez”, así como en el Instituto Nacional “Isidro Menéndez”.
Años después estudió en la Escuela Normal de Maestras “España”
de San Salvador. Cursó dos años de la licenciatura en Psicología en
la uca. Luego obtuvo el profesorado en Tercer Ciclo de Educación
Básica con especialidad en Humanidades en el Instituto Tecnoló-
gico “General Francisco Menéndez” y el profesorado en Educación
Media con especialidad en Letras en el mismo centro educativo. Se
licenció en Educación, con especialidad en Filosofía y Letras, por
la Universidad Pedagógica de El Salvador. En ese mismo centro de
estudios obtuvo una maestría en Administración de la Educación. Se
dedicó a la docencia en diferentes centros educativos salvadoreños.
Además de textos pedagógicos y de teoría de género, ha publica-
do Semillitas mágicas, poesía infantil, San Salvador, Impresos Tucán,
1990. Aparece en las antologías Mujeres en la literatura salvadoreña, pre-
parada por Refugio Duarte de Romero (1997); Escribimos así, San

128 http://www.artepoetica.net/Ana_Delmy.htm, consultado el 23 de agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 345


Salvador, 2006; Viva la poesía, Sonsonate, HG Impresiones, 2010;
Poemas oceánicos, San Salvador, editorial Navegando Sueños, 2015, y
Homenaje a Luis Melgar Brizuela, San Salvador, Editorial Universita-
ria, ues, 2015. Tiene inéditos: la novela Memoria de una heroína y
el poemario Comunicándome con la vida. Ha ganado los II Juegos
Florales de Sonsonate en la rama de cuento testimonial (1992); el
premio de poesía del certamen en honor al II Centenario del Na-
cimiento del general Francisco Morazán en Tegucigalpa (1992);
primer lugar en el certamen de poesía organizado por la Univer-
sidad Pedagógica (1993); y primer lugar en poesía en el Taller de
Creatividad Poética organizado en la Universidad Centroameri-
cana “José Simeón Cañas” (uca) (1994).
Lil Milagro de la Esperanza Ramírez Huezo-Córdoba, co-
nocida como Lil Milagro Ramírez, nació en San Salvador, el 3
de abril de 1946. Fue hija del profesor José Ramírez Ávalos y de
la profesora y filósofa Tránsito Huezo Córdoba de Ramírez. Su
familia, de clase media urbana, vivía en el barrio de San Jacinto,
en el extremo sur-oriente de la capital salvadoreña.129 La futura
escritora se graduó como bachiller en el Instituto Cervantes. In-
gresó a la Universidad de El Salvador (ues) a estudiar Derecho
en 1963 carrera de la que egresó, pero no se graduó. En 1966
inició su militancia dentro de las filas del Partido Demócrata
Cristiano (pdc). Dado el contexto de gran polarización que se
vivía en El Salvador en los años sesenta, el pensamiento de Lil
Milagro se radicalizó. En 1970 abandonó la casa de sus padres,
se incorporó a la clandestinidad y se convirtió en miembro de
un pequeño movimiento insurgente denominado El Grupo.
Esta organización secuestró, el 11 de febrero de 1971, al em-
presario Ernesto Regalado Dueñas,130 quien apareció asesinado
el 18 de ese mes. El Grupo fue el núcleo inicial del Ejército
Revolucionario del Pueblo (erp), formado en marzo de 1972.
Tres años más tarde, Lil Milagro Ramírez, Eduardo Sancho y
129 La principal fuente sobre Lil Milagro Ramírez es la maestra Miriam Medrano, de la Universidad
de El Salvador (ues), quien ha dedicado su vida a investigar la biografía de su amiga y compañe-
ra de la Facultad de Derecho, Lil Milagro Ramírez, compilando su obra en el libro Lil: Milagro
de la Esperanza. Cartas y poemas, San Salvador Laberinto Editorial, 2013.
130 http://postwarelsalvador.blogspot.com/2014/05/hay-algo-de-mama-del-nino-pueblo-o-de.
html, consultada el 21 de septiembre de 2015.

346 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


otros compañeros de armas decidieron separarse del erp y for-
mar la denominada Resistencia Nacional o rn. Esta escisión evi-
denció las purgas al interior del erp, hechos que se tradujeron
en la muerte del poeta Roque Dalton a manos de sus mismos
compañeros de armas. Según fuentes de izquierda de aquella
época, Lil Milagro Ramírez sostuvo una relación amorosa con
Roque Dalton, la cual finalizó con la muerte del poeta, ocurrida
el 10 de mayo de 1975. Año y medio después, en noviembre
de 1976, Lil Milagro Ramírez fue capturada en la población de
San Antonio del Monte, muy cerca de la ciudad de Sonsonate,
por elementos de la hoy extinta Guardia Nacional. Fue tras-
ladada primero a la Policía de Aduanas y después, a fines de
diciembre de 1976, al Cuartel Central de la Guardia Nacional.131
Ahí permaneció secuestrada, viviendo, según un Informe de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la oea,132
en condiciones infrahumanas, hasta que fue asesinada el 17 de
octubre de 1979.
Dina Posada nació en San Salvador en 1946. Su educación
básica y media la realizó en el Colegio de la Asunción en San Salva-
dor. Estudió periodismo en la Universidad de El Salvador y psico-
logía en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Trabajó
131 Declaraciones del doctor Alfredo Castro Quezada, detenido sin causa justificada como “desapa-
recido” por agentes de la Guardia Nacional salvadoreña. Durante su cautiverio vio en las mismas
circunstancias a Lil Milagro Ramírez y a otros detenidos-desaparecidos, según consta en el Infor-
me de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la oea. Ver: http://www.cidh.org/
countryrep/ElSalvador78sp/cap4.htm, consultada el 21 de septiembre de 2015.
132 Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, oea. http://www.cidh.org/
countryrep/ElSalvador78sp/cap4.htm, consultado el 21 de septiembre de 2015. Sobre Lil
Milagro, el informe dice textualmente: “caso de Lil Milagro Ramírez: Edad 31 años, ocupa-
ción: estudiante, egresada de la Facultad de Derecho, originaria de San Salvador, capturada
en noviembre de 1976 en la ciudad de Sonsonate, durante el allanamiento de una casa de la
organización a que ella pertenece, Resistencia Nacional (rn). En esa fecha, la prensa del país
informó que, en la balacera ocurrida durante el allanamiento, una señorita había sido muerta.
Lil es una señorita que abandonó su hogar hace seis años, para dedicarse a la actividad revo-
lucionaria. Durante los días iniciales a su captura fue mantenida vendada, esposada de pies y
manos hacia una cama metálica y completamente desnuda. En tres ocasiones fue interrogada
con el auxilio de pentotal (suero de la verdad) y ante la presencia de un médico. Pero también
se le aplicó la capucha. Posteriormente se le ubicó en la misma celda que describimos para el
caso de Reina Orellana, y fue sometida al régimen común de los reos de la guardia nacional”.
Otra fuente que corrobora lo dicho en este informe es el libro de Ana Guadalupe Martínez,
Las cárceles clandestinas de El Salvador, San Salvador, uca Editores, reimpresión de 2007.

Escritoras de El Salvador 347


en La Prensa Gráfica, periódico salvadoreño de larga trayectoria.
Desde hace más de treinta años reside en Guatemala. Participó en
el nacimiento de la colección Ayer y Hoy, libros de bolsillo dedi-
cados especialmente para rescatar obras literarias guatemaltecas y
dar a conocer voces nuevas. Fue cofundadora y directora editorial
del portal Palabra Virtual (Antología de poesía hispanoamericana).
Publicó los poemarios Hilos de la noche, Guatemala, edición priva-
da, 1993 y Fuego sobre el madero, Guatemala, edición privada, 1996.
Algunos poemas sueltos suyos se encuentran incluidos en libros y
revistas, entre otros: Afrodita en el trópico, Maryland, 1999; Cuader-
nos del matemático, Madrid; Revista de la Universidad de San Carlos de
Guatemala; Suplemento De las artes y las letras del abc (Madrid);
2C, revista semanal de ciencia y cultura, Tenerife (España); Nayagua,
revista de poesía de la Fundación José Hierro (Madrid).
Mayamérica Cortez133 nació en San Salvador en 1947, pero
fue llevada desde los tres años a Sonsonate, donde creció y se edu-
có. Hija única de Pedro Hernán Cortez, linotipista, y María Elia
Alas, fue educada por Pedro Regalado Cortez, abuelo paterno, a
quien ella reconoció siempre como su padre. Emigró a los Esta-
dos Unidos en la década de 1980, país donde reside hoy en día. En
1994 empezó a publicar en los periódicos de Washington, D. C.
En 1995 ganó los Juegos Florales de Quetzaltenango, Guatemala,
en la rama de poesía. Publicó Lumbre de soledad (poesía, 1976) en la
Imprenta Nacional, Ministerio del Interior de El Salvador; Nostal-
gias y soledades (poesía, 1995) y Cantos del silencio (poesía, 2008).
Sagrario del Carmen Argüello Valle, mejor conocida como
Lovey Argüello, nació en San Salvador el 2 de abril de 1947 en el
hogar formado por el médico Raúl Argüello, uno de los primeros
radiólogos salvadoreños, y de su esposa, Carmen Valle. Estudió en
el Colegio de la Asunción y luego continuó estudios en la Flintri-
dge Sacred Heart Academy, una escuela católica con sede en Los
Ángeles, California, eua, y en la Escuela Americana de San Salva-
dor, donde se graduó como bachiller en 1965. Estudió en los insti-
tutos Dante Alighieri en Roma, y Goethe en Berlín, así como en la
Alianza Francesa de París, centros donde obtuvo sus diplomas en
lenguas italiana, alemana y francesa. Habla y escribe en inglés, ale-

133 http://www.artepoetica.net/Mayamerica_Cortez.htm, consultada el 7 de agosto de 2016.

348 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mán, italiano, francés y, por supuesto, castellano. Se graduó como
licenciada en Letras por la Universidad “Dr. José Matías Delgado”
en San Salvador en 1984, siendo la primera y única persona licen-
ciada en esa especialidad. Fue auxiliar de Protocolo y Órdenes del
Ministerio de Relaciones Exteriores durante cinco años. Trabajó
posteriormente como directora nacional de artes del Consejo Na-
cional para la Cultura y las Artes (Concultura) de 2004 a 2009. Ha
sido maestra de la Escuela de Ciencias de la Comunicación en su
alma mater. Ha publicado Presencias de luz y sombra, San Salvador,
Imprenta Ricaldone, 1996; Peregrinaje de luz, San Salvador, Ricaldo-
ne, 2001; Aspas al viento, San Salvador, Ediciones Cuervo, 2006, y
Luciérnagas en fuga, edición digital disponible en su sitio web: www.
loveyarguello.com. Desde el 29 de noviembre de 2006 es miembro
de número de la Academia Salvadoreña, correspondiente a la Real
Academia de la Lengua Española. Se desempeña, como correctora
de estilo y como writing coach, ha impulsado, hasta la fecha, a siete
personas a escribir sus primeras obras.
Zonia Miriam Kury Hasbún, quien firmó sus libros como
Sonia Miriam Kury, nació en la ciudad de San Miguel el 7 de fe-
brero de 1948. Fue hija de Salvador Kury y de Nazira Hasbum,134
ambos nacidos en El Salvador, aunque de origen palestino. De
esta escritora se conoce poco en El Salvador debido a que residió
durante muchos años en San Francisco, California, Estados Uni-
dos. Murió en dicha ciudad el 10 de abril de 2000.135 Estudió Fi-
losofía y Letras en la Universidad Centroamericana “José Simeón
Cañas” (uca). Fue miembro del taller literario “Francisco Díaz”
cuando esta agrupación empezaba, antes de dedicarse a caminar
en solitario.136 Publicó Motivos para amar el viento (poesía, 1976, San
Salvador, Editorial Lea, publicación patrocinada por la Biblioteca
“Manuel Gallardo” de Santa Tecla), el cual fue comentado por
Matilde Elena López en la revista Anaqueles que publicaba la Di-
rección de Patrimonio Cultural, número 3, de 1980. Según Jaime
Cáder, amigo de la familia, también escribió el poemario “Magia

134 Partida de nacimiento revisada en enero de 2017. El apellido de la madre termina en m. No es


una errata.
135 Jaime Cáder. Salvadoran roots, 2011, iUniverse books.
136 Revista Anaqueles, número 3, 1980, San Salvador, Dirección de Patrimonio Cultural.

Escritoras de El Salvador 349


cotidiana”, y las novelas: La región de la ternura y Amor en las islas
Canarias, así como el libro Cartas a Jesús.
Rosaura Refugio Duarte de Romero,137 conocida como Refu-
gio Duarte, nació en La Palma, departamento de Chalatenango, el
9 de agosto de 1948. Es maestra normalista. Se licenció en Letras
por la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (uca).
Realizó estudios sobre educación y promoción cultural en España,
Venezuela e Israel. Fue catedrática en escuelas y colegios. Ejerció el
cargo de subdirectora del Instituto Central de Señoritas “General
Francisco Morazán” en San Salvador. Durante muchos años fue
directora del Departamento de Letras de Concultura, además de
ejercer la carrera de docente. Fundadora de la Red de Mujeres
Escritoras, en 1968 ganó el primer lugar en la rama de ensayo en un
concurso promovido por la Federación de Colegios Católicos con
el trabajo El papel de los religiosos en la vida de la juventud. Ganó tam-
bién el primer lugar en la rama de ensayo en el certamen Alfonso
Hernández, organizado por astac, con el trabajo: Presencia y aporte
de la mujer en la literatura salvadoreña (1996). En 1990 fue galardonada
con la estatuilla Princesa de Cuscatlán por su aporte a la literatura
salvadoreña. Su obra ha sido publicada en periódicos nacionales y
revistas internacionales. Aparece en varias antologías poéticas. Es
coautora de la antología Mujeres en la literatura salvadoreña. Fue miem-
bro del grupo literario Silencio, del que también formaron parte los
escritores Gilberto Santana, Luis Antonio Chávez y el ya fallecido
poeta César Ulises Masís. Ha publicado Mujeres en la literatura salva-
doreña, San Salvador, Red de Mujeres Escritoras Salvadoreñas con
el apoyo económico del Reino de los Países Bajos (1997) y el poe-
mario Emociones, meditaciones y tracitos (2004). Su tesis de licenciatura
(1985) se llamó Relación existente entre literatura y desarrollo so-
cial examinada a través de la obra de ocho autores representativos
de los últimos cincuenta años en El Salvador.
Silvia Ethel Matus138 nació en Nejapa, departamento de
San Salvador, el 12 de marzo de 1950. Es socióloga. Ha partici-
pado en recitales individuales y colectivos. Su obra fue publicada
137 Duarte de Romero, Refugio, y vv. aa., Mujeres en la literatura salvadoreña, San Salvador, publica-
ción de la Red de Mujeres Escritoras Salvadoreñas con el apoyo económico del Reino de los
Países Bajos, 1997. Y también: http://www.artepoetica.net/Refugio_Duarte.htm.
138 http://www.artepoetica.net/Silvia_Matus.htm.

350 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


en periódicos, como el Suplemento Cultural Tres mil de Colatino,
revistas y antologías: Conozcamos nuestra tierra, Paisajes Poéticos (utec,
El Salvador, 1997), Palabras de la siempre Mujer (1977, Fundación
“María Escalón de Núñez”, recopilación de Claudia Herodier), Mu-
jeres en la literatura Salvadoreña (1977), Guayampopo (1997), La Boletina
y anide (Nicaragua), La Jornada (México) y Deriva (México), Poesía de
mujeres en la resistencia, El Salvador-Sudáfrica (Michigan, usa, 1994). Pu-
blicó los poemarios En la dimensión del tránsito (San Salvador, 1996);
Insumisa primavera en la Colección Juntas llegamos a la palabra (San
Salvador, Universidad Tecnológica de El Salvador, 2002), y Parti-
sana del amor (Guatemala, Ediciones Letra Negra, 2011). En 2000,
la Coordinadora. En 2000, la Coordinadora de Organizaciones de
Mujeres (com) y el colectivo feminista Las Dignas le otorgaron el
reconocimiento de Mujeres del Siglo por su aporte a la poesía.
Claudia Geraldina del Socorro Díaz Hérodier, conocida
como Claudia Hérodier, nació en la ciudad de San Salvador el 8 de
agosto de 1950. Fue hija del escritor y arquitecto Luis Díaz Chá-
vez139 y de Julia Hérodier, actriz de vasta experiencia teatral. Sus
padres se divorciaron después de procrear a Claudia y a su herma-
no, el músico Luis Díaz. Doña Julia volvió a casarse con el direc-
tor y actor de origen español Edmundo Barbero. Claudia estudió
en el Colegio de la Asunción, del que se graduó en 1968 como
bachiller en Ciencias y Letras. Obtuvo el profesorado en Letras y
Filosofía en la uca en 1974. Después de la guerra civil salvadoreña
se licenció en Filosofía por la misma universidad. En su juventud
formó parte del grupo musical de proyección folklórica Mahucu-
tah, junto con su hermano Luis, su primo Gustavo Hérodier y la
escritora y combatiente de izquierda Virginia Peña Mendoza.140
Claudia ha sido auxiliar de docencia e investigación en la Univer-
sidad de El Salvador (ues), profesora de Literatura, creadora y
coordinadora del Primer Certamen Nacional de Poesía Femenina
“Matilde Elena López” (1997) y de la celebración del I Centenario
del nacimiento de Edmundo Barbero (1999). Estos dos últimos
eventos los coordinó cuando trabajaba para la Fundación “María

139 Ganador del Premio Casa de las Américas en la rama de cuento, en Cuba, en 1961. Ver: http://
www.artepoetica.net/claudia.htm, consultado el 9 de noviembre de 2016.
140 Entrevista semiestructurada realizada a la autora en diciembre de 2015.

Escritoras de El Salvador 351


Escalón de Núñez”. También condujo el programa radial En es-
cena. Actualmente es coordinadora de publicaciones periódicas de
la Universidad José Matías Delgado. Publicó los poemarios Volcán
de mimbre,141 San Salvador, 1978, Dirección de Publicaciones e Im-
presos; Letanía de los conjuros, San Salvador, 2001, Grupo Poesía
y Más; Traición a la palabra, San Salvador, 2002, Universidad Tec-
nológica y Este es mi grito, Antiguo Cuscatlán, Editorial Delgado,
2016. Aparece en varias antologías, como las de María Poumier:
Quizá tu nombre salve142 y Poésie salvadorienne du xxe siecle,143 así como
en el Índice antológico de la poesía salvadoreña.144 En 2015 Rose Marie
Galindo le dedicó su libro Un recorrido por la poesía de Claudia Héro-
dier.145 A partir de 1996 integró el grupo de escritoras salvadore-
ñas Poesía y más, junto con María Cristina Orantes, Aída Párraga,
Maura Echeverría, Susana Reyes y Carmen González Huguet.
Virginia Peña Mendoza nació en San Salvador, el 8 de agosto
de 1952, hija del ex militar José Belisario Peña, conocido como
Peñón, y de Ángela Mendoza. Durante la guerra civil salvadore-
ña la familia perdió a tres hijos: Felipe, estudiante de Economía,
Ana Margarita y Virginia. Otra hermana, Lorena Peña Mendoza,
ha sido diputada por el Frente “Farabundo Martí para la Liberación
Nacional” (fmln) y presidenta de la Asamblea Legislativa de 2014
a 2016.146 Felipe Peña, estudiante de Economía, murió en mayo
de 1975. Ana Margarita fue secuestrada, “desaparecida” y asesi-
nada en 1981. Virginia estudió Ciencias Físicas en la Universidad
de El Salvador. Integró como cantautora y guitarrista el conjunto

141 Con este libro ganó el segundo premio de Poesía en los LVII Juegos Florales de Quetzaltenan-
go, en Guatemala, en 1972.
142 Poumier, María, Quizá tu nombre salve: antología bilingüe de la poesía salvadoreña, San Salvador, Edi-
torial Universitaria-París, unesco, 1992. En la edición participaron Matilde Elena López y Ro-
berto Armijo.
143 Poumier, María, Poésie salvadorienne du xxe siecle, Ed. Patiño, 2002.
144 Escobar Galindo, David. 1987.
145 Galindo, Rose Marie. Un recorrido por la poesía de Claudia Hérodier. Antiguo Cuscatlán, Editorial
Delgado, 2015.
146 Mujeres, reunión poética. Antología publicada en 2013 por la Secretaría de Arte y Cultura del
FMLN, San Salvador; Lorena Peña. Retazos de mi vida: autobiografía de una revolucionaria salvadoreña.
San Salvador, Editorial Ocean Sur, 2009; y http://diario1.com/zona-1/2015/06/la-guerra-
que-duro-cien-anos-y-la-mujer-que-la-soporto/, consultada el 30 de agosto de 2016.

352 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


musical testimonial Mahucutah.147 Tiempo después se integró a las
Fuerzas Populares de Liberación, movimiento que formó parte del
fmln. Fue poeta y compositora. Murió en combate, en el Cantón
Cuevitas, municipio de Dulce Nombre de María, departamento de
Chalatenango, el 12 de julio de 1986.
Gladys Noemy Anaya Rubio,148 quien firma sus libros como
Noemy Anaya Rubio, nació en San Salvador, el 3 de octubre de 1953.
Recibió su educación básica en la Escuela de Niñas “Rafaela So-
tomayor de Alarcia”, en Soyapango, y se graduó de bachiller en el
Instituto Nacional “General Francisco Morazán”, mejor conocido
como Instituto Central de Señoritas. Se licenció en Letras por la Uni-
versidad de El Salvador (ues), centro donde también obtuvo una
Maestría en Métodos y Técnicas de Investigación Social, amén de
haber cursado otros diplomados y cursos de idiomas. Laboró en el
Colegio La Sagrada Familia y en centros educativos de México. Tam-
bién trabajó como periodista para una agencia de noticias austriaca,
donde se interesó en la fotografía. Trabajó en algunas oenegés na-
cionales e internacionales conduciendo programas de fortalecimien-
to comunitario, desarrollo y programas de género, entre otros. Hoy
en día labora como consultora (metodóloga) en distintas disciplinas.
Ha publicado en las antologías digitales: artepoetica.net y www.poe-
tassigloveintiuno.blogspot.com, sitio que mantiene el poeta español
Fernando Sabido. También publica en revistas y periódicos.
Ana Julia Álvarez nació en la ciudad de Santa Ana, el 8 de
julio de 1954. La sexta de siete hermanos, recibió su educación bá-
sica en el Colegio de la Asunción, en Santa Ana. Posteriormente,
recibió su diploma de high school (educación media o bachillerato)
en la MacDuffie School de la ciudad de Springfield, Massachus-
sets, donde estudió de 1974 a 1975. Luego tomó un curso de Dise-
ño de Interiores en el Instituto Femenino de Estudios Superiores
(ifes), en la ciudad de Guatemala, de 1976 a 1980. Ha publicado
Los cristales de mi ventana, San Salvador, Imprenta La Tarjeta, 2011.
María Cristina Orantes nació en la Ciudad de México el 30
de agosto de 1955. Fue hija de Alfonso Orantes, poeta, político
147 Ver nota biográfica de Claudia Hérodier más abajo.
148 Entrevista semiestructurada remitida en agosto de 2016, www.artepoetica.com, https://poe-
tassigloveintiuno.blogspot.com/2015/02/noemy-anaya-14947-poeta-de-el-salvador.html, am-
bas consultadas el 29 de agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 353


y crítico de arte de origen guatemalteco, y de la pintora y poetisa
Elisa Huezo Paredes.149 Su educación básica y media la cursó en el
Colegio Guadalupano. Estudió Derecho en la Universidad de El
Salvador (ues) y se graduó por la Universidad Nueva San Salvador
(unssa). Es abogada y notaria. De 2004 a 2012 fue directora de la
Sala Nacional de Exposiciones “Salarrué”, ubicada en el parque
Cuscatlán. Ha laborado en la Secretaría de Cultura de la Presidencia
de la República, hoy Ministerio de Cultura. Ejerció la docencia en
las Academias Experimentales en Ciencia y Tecnología de la Uni-
versidad Dr. José Matías Delgado. También ejerció la curaduría en
certámenes y subastas de obras de arte. Junto con la escritora Lovey
Argüello, realizó una investigación sobre la obra poética completa
de David Escobar Galindo, la cual fue publicada en el libro Hoy me
atrevo al infinito (Vols. I y II), sin isbn. Publicó los poemarios Llama
y espina (San Salvador, Ediciones Grupo Poesía y más, 2001, sin
isbn), Paso leve que en el polvo avanza (San Salvador, Alquimia Libros,
2005) y El grito es hacia dentro (San Salvador, Dirección de Publica-
ciones e Impresos, 2010). German Cáceres, compositor y director
de la Orquesta Sinfónica de El Salvador, musicalizó algunos de sus
poemas. Aparece en las antologías: Palabras de la siempre mujer (El
Salvador, 1997); Colección de Juegos Florales del Consejo Nacional para la
Cultura y el Arte, Concultura (El Salvador, 1997); Mujeres en la litera-
tura salvadoreña (El Salvador, 1997) y Trilogía poética de las mujeres en
hispanoamérica.150
Delfina Góchez Fernández nació en Santa Tecla, el 16 de
junio de 1958. Fue hija de Rafael Góchez Sosa y de Gloria Ma-
rina Fernández. Fue la primogénita de una familia dedicada a la
educación y a las letras. En 1977 ingresó a la Universidad Centro-
americana “José Simeón Cañas” (uca), para estudiar Psicología.
Ese mismo año comenzó a militar en la organización estudiantil
Fuerzas Universitarias Revolucionarias “30 de julio” (fur-30), que
era parte del Bloque Popular Revolucionario (bpr). Murió el 22 de
mayo de 1979 durante una manifestación popular que tenía por
objetivo llevar medicinas y alimentos a las personas que habían
ocupado las oficinas de la embajada de Venezuela en San Salvador.
149 Entrevista escrita con la autora efectuada el 27 de mayo de 2015.
150 Patiño, Maricruz, Saavedra, Aurora Marya y Luna, Leticia. Trilogía poética de las mujeres en Hispa-
noamérica. Ciudad de México, Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, 2004.

354 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Carmen González Huguet151 nació en San Salvador el 15
de noviembre de 1958, hija de Virgilio Juan González Fernández
y Ana Gloria Huguet. Estudió en el Colegio Sagrado Corazón,152
de donde se graduó como bachiller en 1976. Cursó Ingeniería
Química en la Universidad Centroamericana “José Simeón Ca-
ñas” –uca– (1977) y Química y farmacia en la Universidad de El
Salvador (1978-80), estudios que no concluyó. Es profesora de
educación media con especialidad en Literatura (1991) y licencia-
da en Letras (1992) por la uca. Hizo un curso de radio en Costa
Rica (1991). Ha trabajado en publicidad, como productora y con-
ductora de programas de radio. Perteneció al grupo Poesía y más,
primera agrupación literaria salvadoreña exclusivamente formada
por mujeres. También fue miembro de la directiva de la Asocia-
ción Mujeres en las Artes. Fue la primera mujer directora de Pu-
blicaciones e Impresos (1994-96) y miembro del equipo de investi-
gaciones responsable de la reapertura, con nuevos contenidos, del
Museo Nacional de Antropología “David Joaquín Guzmán” (de
1997 a 1999). Ha obtenido el premio de poesía en los Juegos Flo-
rales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, Guatemala (1999 y
2010), el premio Rogelio Sinán que concede la Universidad Tec-
nológica de Panamá (2005); así como el premio Rafaela Contre-
ras de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (2010). Además,
obtuvo el premio de novela en los Juegos Florales Hispanoame-
ricanos de Quetzaltenango en 2017, año en que también recibió
el Premio Mundial de Poesía Mística “Fernando Rielo”, siendo la
única mujer centroamericana que lo ha recibido. Es gran maestre
en las ramas de poesía, cuento y novela corta al haber ganado en
tres ocasiones diferentes juegos florales nacionales. Desde 2012
es miembro de número de la Academia Salvadoreña de la Len-
gua, correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española.
Publicó Las sombras y la luz, poesía, Revista Taller de Letras número
118, San Salvador, uca Editores, 1986; El revés del espejo, poesía, Re-
vista Taller de Letras, San Salvador, uca Editores, No. 121, enero-fe-
brero de 1988. En edición electrónica está en www.artepoetica.com;

151 Amaya, Vladimir. Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña. San Salvador, edición conjunta
Índole Editores y Editorial Kalina, coordinación editorial: Susana Reyes, 2014.
152 Ver notas de María Loucel (capítulo 1) y Eva Alcaine de Palomo (capítulo 2).

Escritoras de El Salvador 355


Testimonio, poesía, San Salvador, Dirección de Publicaciones e Im-
presos, 1994; Mar inútil, poesía, Revista Ars, San Salvador, Direc-
ción de Publicaciones e Impresos, 1996; San Salvador en las alas del
tiempo, investigación histórica en colaboración con Carlos Cañas
Dinarte, edición patrocinada por taca, 1996; 450 años de la ciudad
de San Salvador, junto con Enrique Kuny Mena, edición del Banco
Cuscatlán, 1996; Mujeres, cuento, en el volumen de ganadoras del II
Certamen de Literatura Centroamericana convocado por unesco,
San Salvador, 1997; Poesía completa de Claudia Lars, edición, estudio
introductorio y notas de Carmen González Huguet, San Salvador,
Dirección de Publicaciones e Impresos, 1999; Locuramor, poesía,
Certamen Hispanoamericano, Quetzaltenango, Guatemala, 1999,
sin isbn; Oficio de mujer, poesía, colección “Juntas llegamos a la pala-
bra”, San Salvador, Universidad Tecnológica, 2003; Jimmy Hendrix
toca mientras cae la lluvia, monólogo teatral, San Salvador, Editorial
Rubén H. Dimas, 2004, segunda edición de 2006, tercera edición
de 2012; Palabra de diosa, poesía, Panamá, Universidad Tecnológica,
2005, Premio “Rogelio Sinán”, edición electrónica en la página:
ebiblioteca.org; segunda edición (primera para El Salvador): San
Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, 2010; El rostro
en el espejo, novela corta, San Salvador, Editorial Rubén H. Dimas,
2005; segunda edición en 2010. Glosas, poesía, San Salvador, Edi-
torial Delgado, 2009. Bitácora, poesía, Quetzaltenango, Edición de
la Comisión Mantenedora, 2010, sin isbn; Placeres, poesía, Mana-
gua, anide, 2010; Pentagrama, novela corta, San Salvador, E-Books,
2015; Días de muertos, cuento (únicamente edición electrónica), San
Salvador, dpi, 2016, en el volumen de los ganadores de certámenes
de los Juegos Florales en 2014.
Aparece en las antologías: Ixok Amar-Go, Central American Wo-
men’s poetry for peace, Zoë Anglesey, editor, edición bilingüe inglés-es-
pañol y lenguas autóctonas, Granite Press, Penobscot, Maine, usa,
1987. Poesía salvadoreña del siglo xx, María Poumier, antóloga, 2002,
edición bilingüe francés-español, Ginebra, Suiza, Editions Patiño,
2002, El monte de las delicias. Poesía erótica femenina en español, AA. VV.,
Barcelona, Ediciones Áltera, 2004. Trilogía poética de las mujeres en
Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes), Aurora Marya Saavedra,
Maricruz Patiño y Leticia Luna, México, Ediciones La Cuadrilla
de la Langosta, 2004, 3 tomos; Cruce de poesía Nicaragua-El Salvador,

356 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


compilación realizada por Marta Leonor González y Juan Sobal-
varro de Nicaragua y Luis Alvarenga de El Salvador, 2007; La
herida en el sol: poesía contemporánea centroamericana (1957-2007), reco-
pilada por el poeta mexicano Marco Antonio Campos (editor) y el
nicaragüense Edwin Yllescas (compilador), publicada en 2007 por
la unam; Sol de cariño, poesía infantil recopilada por Maura Echeve-
rría, San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, 2007;
Puertos abiertos, antología del cuento centroamericano compilada
por Sergio Ramírez Mercado, México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 2011; Con mano de mujer, antología de la poesía escrita por
mujeres centroamericanas compilada por Magda Zavala, San José
de Costa Rica, Interartes, 2011; Poesía salvadoreña. Antología pre-
parada por el poeta granadino Fernando Valverde y publicada por
Visor en 2012; Puertos abiertos, antología de cuento preparada por
el escritor Sergio Ramírez Mercado y publicada por el Fondo de
Cultura Económica en 2012. Ha aparecido en las páginas digitales
de poesía: Arte Poética, Palabra Virtual y A Media Voz.
María Soledad Briones, quien firma sus obras como Marisol
Briones, nació en San Salvador el 9 de agosto de 1959, de madre
salvadoreña y padre nicaragüense. Recibió su educación básica en-
tre ambos países. Egresó como bachiller en Ciencias Jurídicas del
Colegio Notre Dame de San Salvador, donde también cursó un
Técnico en Hotelería y Turismo. En la Universidad “José Matías
Delgado” se graduó del Bachillerato Mayor en Arte. Se licenció
en Sociología por la Universidad de El Salvador, ues. Cursó un
Técnico en Periodismo en el centro de formación de la Federación
Latinoamericana de Periodistas, en la Ciudad de México. Se capa-
citó como profesora de Educación Especial por la Universidad
“Manuel Luis Escamilla” y obtuvo un diplomado en Literatura
Salvadoreña por la Universidad de El Salvador, ues. Fue responsa-
ble de prensa del Ministerio de Cultura de Nicaragua (1979-1982),
cuando también trabajó en los Centros Populares de Cultura y en
los Talleres de Poesía. Fue miembro de la fundación Metáfora y
coorganizadora de diversos encuentros de “El Turno del Ofen-
dido” hasta 2009. Integró el Foro de Escritores Salvadoreños, la
Asociación de Escritores Centroamericanos y el Foro Hispanoa-
mericano de Escritores. Ha sido miembro del Círculo de Literatura
Vanguardista “La Lupe”-unicef. Representó a El Salvador ante la

Escritoras de El Salvador 357


Red Internacional de Escritores por la Tierra, riet. Fue fundadora
y coorganizadora de diversos encuentros de la Unión Latinoame-
ricana de Escritores, ulate. Ha sido directora y conductora de la
radio revista cultural “Cultura con vos”, de la Radio ysuca y vice-
presidenta de la Secretaría de Cultura de la Alcaldía Municipal de
San Salvador. Ha publicado poesía en medios como el suplemento
Ventana, del periódico nicaragüense Barricada, el suplemento lite-
rario Tres Mil, del diario Colatino de El Salvador. Publicó los libros:
Lluvia de luna llena: Imprenta uca (2006) e Imprenta Ruano (2007);
Con tanto amor en la memoria, 2009; Canto de mujer florida (2011), Cora-
zón mirando al sur, Terraviva, Chile e Imprenta uca, 2011; La Briona
negra, Editorial Cultura de Guatemala, 2013. Aparece en las an-
tologías: EncaminArte América, 2016 y 2015, de Odisea Cultural
México y Chile; Mujeres del edén que reverdecen con la palabra, 2014,
Tabasco, Odisea Cultural; Pájaro profeta, 2014, Metáfora Editores;
Descendientes del fuego (2013), Unión Internacional de Poetas, Artis-
tas y Escritores en la Cuenca de Papaloapan (uipaecp), de Oaxaca;
Mujeres, reunión poética, Secretaría de Arte y Cultura del fmln (2013);
Del castillo azul: Versarias, Ondinas y Bucaneras, Gobierno autónomo
de Tarija, Bolivia (2011); Segundo Encuentro Latinoamericano de
Escritores, Valdivia, Chile, 2008, y Tercer Encuentro Latinoame-
ricano de Escritores, 2009; Día Internacional de la Poesía, 2007,
Alianza Francesa de El Salvador; Torre de Babel. Los impúdicos lila,
Selección de Vladimir Amaya, 2015, entre otras. Además, ha par-
ticipado en diversos festivales de poesía.

Años sesenta: 1961-1970

Esta década se inauguró un poco antes con el triunfo de la Revo-


lución cubana. Entre tanto, el mundo era escenario de la llamada
Guerra Fría. El Salvador no fue ajeno a dicho escenario. Para los
Estados Unidos era fundamental contar con gobiernos anticomu-
nistas en lo que ya consideraba “su patio trasero”. El 17 de abril de
1961 se produjo la invasión de Bahía de Cochinos o Playa Girón.
En El Salvador, después de dos juntas militares, el 25 de enero de
1962 asumió la presidencia provisional el abogado Eusebio Ro-
dolfo Cordón Cea (1899-1966) (Cardenal 390). Ese mismo año,

358 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


el general Julio Adalberto Rivera (1921-1973) ganó las elecciones
como candidato único. De él dice Cardenal:

Resultó ser el socio perfecto de la Alianza para el progreso.


Era vigoroso, encantador y carismático. Una versión latina de
Kennedy y en uniforme militar. Se paseaba por el campo en
motocicleta, inaugurando escuelas y proyectos de irrigación.
El coronel Rivera, bajo la égida de la Alianza para el progreso,
continuó con las reformas, por lo menos hasta 1964. En 1963
promulgó el código de trabajo y una nueva ley electoral que
aseguraba a la oposición una representación proporcional en
la asamblea legislativa. Entre 1964 y 1968, los partidos oposi-
tores, en especial el Demócrata Cristiano, fueron aumentan-
do su presencia en la asamblea […]. En 1966 la democracia
cristiana ganó un tercio de las alcaldías del país. Cuando el
gobierno, presionado por Washington, elevó el salario mí-
nimo de los trabajadores agrícolas, haciéndolo llegar a 90
centavos de dólar en 1965,153 los terratenientes respondieron
impidiendo que aquellos sembraran en las pequeñas parcelas
que siempre habían utilizado para cultivos de subsistencia, y
dejando de servir el almuerzo tradicional de una tortilla y un
puñado de frijoles. Además, protestaron ante el embajador
estadounidense e incluso un ex funcionario del Departamen-
to de Estado visitó San Salvador para exigir al representante
diplomático del país pedir al presidente salvadoreño suprimir
las reformas (390).

Como bien señala Cardenal, a pesar de dichas reformas, la


estructura económica del país no sólo quedó intacta, sino que,
debido a la ayuda de la Alianza para el progreso, los grupos domi-
nantes multiplicaron su riqueza gracias al impulso dado a empre-
sas comerciales e industriales. La misma fuente indica:

153 Noventa centavos de dólar al día. El salario anterior era de veinticinco centavos diarios por re-
colectar café. Ver: http://www.simpatizantesfmln.org, consultado el 11 de noviembre de 2016.
A esta fecha, el salario mínimo diario agrícola era de $4.13. En cincuenta años, y una guerra
después, el salario mínimo en el campo apenas ha aumentado poco más de cuatro dólares dia-
rios. Ésa es una de las razones por las que la sociedad salvadoreña sigue siendo tan excluyente
y tan desigual.

Escritoras de El Salvador 359


La inversión estadounidense aumentó en la década de 1960,
llegando a representar el 65% (45 millones de dólares) de toda
la inversión extranjera de 1967 […]. En la década de 1960,
Estados Unidos invirtió en El Salvador la mitad de todo lo
que había invertido desde 1900 hasta entonces y 44 multi-
nacionales abrieron oficinas en el país. Washington anunció
orgullosamente que El Salvador era el modelo de lo que la
Alianza para el progreso podía hacer (390-391).

Sin embargo, los beneficios de esa bonanza económica no


llegaban a la totalidad de la población. La mayor parte de los sal-
vadoreños, residentes en el área rural y dedicados a la agricultura,
subsistían con menos de un dólar diario.154 Estas condiciones han
mejorado, pero todavía en la actualidad una gran parte de la pobla-
ción salvadoreña subsiste a duras penas bajo la línea de pobreza.
Una publicación de 2014 del pnud menciona:

En El Salvador, 4 de cada 10 personas aún sobreviven con


ingresos entre los $4 y $10 dólares diarios que, aunque los
exenta [exime] de un nivel de pobreza extrema, los coloca
en el índice de mayor vulnerabilidad, según el último infor-
me sobre Desarrollo Humano 2014, revelado por el Pro-
grama de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud).
En el año 2000, sólo el 34. 9% de la población salvadoreña
era parte de este rango, sin embargo, en el 2012, este mismo
grupo aumentó a 41.4% (un aumento del 6.5%). Sin em-
bargo, según el análisis del pnud, en este mismo periodo de
tiempo también hubo una reducción de aquellos que vivían
con menos de cuatro dólares diarios. Esto, sin embargo,
no es del todo alentador, pues el índice de personas que
mantenían un ingreso no menor a los 50 dólares también
recayó. “Pasaron de ser parte de la clase media al grupo de
los vulnerables”, reveló William Pleitez, representante auxi-

154 Tomado de: “pnud: Incrementa número de salvadoreños que viven con menos de diez dólares.
Pobreza en El Salvador bajó 5% en 2013”, artículo de Laura Bernal publicado el 25 de agosto
de 2014 en Contrapunto, periódico digital salvadoreño. http://www.contrapunto.com.sv/archi-
vo2016/nacionales/gobierno/pnud-incrementa-numero-de-salvadorenos-que-viven-con-me-
nos-de-diez-dolares, consultado el 16 de noviembre de 2016.

360 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


liar de programas del pnud (Bernal, “Incrementa número de
salvadoreños…”).

Por otra parte, el documento “Medición multidimensional


de la pobreza”, publicado por la Secretaría Técnica de la Presiden-
cia de El Salvador en 2015, afirma que el 40.6% de la población
salvadoreña vive en condiciones de pobreza. En el área rural, dicho
porcentaje se eleva al 64.4%; y en el área urbana es de 26.1%.155
Por otra parte, la industrialización contaba con un mercado in-
terno demasiado pequeño para absorber toda su producción, de
modo que este modelo estaba destinado, a mediano o corto plazo,
a colapsar. Entre tanto, el excedente de la industria manufacturera
salvadoreña se volcó al Mercado Común Centroamericano. La ba-
lanza comercial fue desfavorable para Honduras, cuya economía
estaba mucho menos industrializada que la salvadoreña. En El Sal-
vador era necesaria una reforma agraria que proporcionase a los
campesinos el poder adquisitivo mínimo para acceder a los bienes
manufacturados, pero la estructura de propiedad de la tierra, alta-
mente concentrada en pocas manos, era intocable. Debido a esto,
“…la Agencia Internacional para el Desarrollo se concentró en
el control natal, la construcción de clínicas de salud pública y la
obra preferida por el Cuerpo de paz: las canchas de baloncesto”
(Cardenal 391).

Aunque el sector manufacturero creció

un impresionante 24%, el empleo aumentó un exiguo 6% en


dicho sector, porque la industrialización estaba basada en tec-
nología intensiva. Además, sacó del mercado a los pequeños
productores artesanales, quienes no encontraron empleo. Las
decenas de miles que llegaron a San Salvador, expulsados del
campo y buscando una vida mejor, vieron sus expectativas
frustradas. Tuvieron que conformarse con vivir en los tugu-
rios de la capital, los cuales crecieron de manera asombrosa
en esos años […]. La agricultura seguía siendo la piedra an-
155 stpp y minec-digestyc, “Medición multidimensional de la pobreza”, El Salvador. S. S., Secre-
taría Técnica y de Planificación de la Presidencia y Ministerio de Economía, a través de la
Dirección General de Estadística y Censos, 2015.

Escritoras de El Salvador 361


gular de la economía […] pero sin reforma agraria y con una
tasa de natalidad del 3 por ciento anual, las condiciones en el
campo empeoraron para los campesinos y los trabajadores
sin tierra. La diversificación de los cultivos, propuesta por
los reformistas, expulsó a más campesinos para hacer lugar
a las nuevas plantaciones de algodón y caña de azúcar. Mien-
tras el resto del país experimentaba el triunfo aparente del auge
económico y de unas posibilidades supuestamente ilimitadas,
en el campo, la mayor parte de la población se sumía en la
desesperación (Cardenal 392).

Ante esta situación, la población rural empezó a organizar-


se. A partir de 1965 surgieron una serie de asociaciones que con-
formaron la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños
(feccas) que pretendían la distribución de la tierra, mejores sala-
rios y condiciones de vida dignas en el campo. También comen-
zaron a aparecer organizaciones paramilitares que se dedicaron a
hostigar y a reprimir a la población campesina. El más importante
de estos grupos fue orden, Organización Democrática Naciona-
lista, creada por Rivera en 1966 con campesinos licenciados del
ejército, cuya finalidad era “defender al país del comunismo y de
la subversión internacional” y apoyar al Partido de Conciliación
Nacional, el partido oficial. Las arbitrariedades y abusos de estos
grupos paramilitares produjeron asesinatos, venganzas, crímenes y
alteraron permanentemente las relaciones sociales en el campo. A
partir de esta época, la población rural se polarizó y los ánimos se
prepararon para el conflicto armado. En 1966, Rivera impuso a su
sucesor, el general Fidel Sánchez Hernández (1917-2003), quien
resultó electo presidente en 1967. Fue a este militar al que le tocó
enfrentar las consecuencias del agotamiento del modelo económi-
co impulsado a principios de los años sesenta y que se tradujo en
el hundimiento del Mercado Común Centroamericano. Este ago-
tamiento provocó, también, el deterioro de las condiciones de vida
de los sectores subalternos y asalariados, que habían empezado a
organizarse y a presentar demandas. En 1967 hubo una huelga
general impulsada por los sindicatos:

362 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La conflictividad social empezó a hacerse sentir en 1967 con
el desarrollo de varias huelgas. La de los trabajadores de la
fábrica textil IUSA, en febrero, resultó exitosa. En abril una
huelga en la empresa metalúrgica ACERO, ubicada en Zaca-
tecoluca, en el interior del país, fue contestada con despidos.
Provocó, de inmediato, una huelga de solidaridad. Se sumaron
a ella los obreros ferroviarios y los descargadores de los puertos
de Acajutla y de Cutuco. Dos días más tarde, las dos principales
centrales sindicales hacían un llamado a la huelga general, el cual
era seguido en la mayoría de las más importantes empresas.
Fuentes sindicales cifraban, tal vez exageradamente, en 35 mil
los obreros en paro. La patronal, presionada por el gobierno
y por la gremial de la empresa privada, tuvo que ceder. Los
despedidos fueron readmitidos. Habían sido dos primeras
victorias. En septiembre la lucha de los panificadores fracasó.
Pero la clase obrera y la oposición habían levantado su moral
y su disposición de lucha (Ribera s.p).

En 1968 se produjo la huelga de andes 21 de junio, orga-


nización magisterial, la cual duró cincuenta y seis días. También
el ejército demandó mayor presupuesto y el gobierno de Estados
Unidos comenzó a proporcionarle entrenamiento contrainsurgen-
te (Cardenal 393). A ese respecto, el historiador Ricardo Ribera
amplía:

El 21 de junio de 1968, un día antes del Día del Maestro, el


magisterio nacional de El Salvador se proclamaba en huelga
general. El movimiento sería impactante para la sociedad sal-
vadoreña y premonitorio del potente movimiento opositor
de masas que se desarrollaría durante la década siguiente.
Una de las claves de las revoluciones centroamericanas de los
ochenta sería la masividad y beligerancia de un movimiento
popular que empezó a gestarse, en el caso salvadoreño, en la
coyuntura de 1967-1968. Señala el arranque de la crisis so-
cial como consecuencia del fiasco en que derivó el proceso
de integración económica de la región, conocido como Mer-
cado Común Centroamericano. Su fracaso provocó la guerra
entre El Salvador y Honduras de 1969 y sentaba las bases

Escritoras de El Salvador 363


para la exacerbación de las contradicciones sociales a todo lo
largo de la década de los setenta (El año histórico de 1968. Diez
acontecimientos que cambiaron el mundo s.p).

La mal llamada guerra del fútbol no duró ni una semana,


pero significó la muerte de varios miles de salvadoreños y hon-
dureños, la repatriación de cerca de 130 mil salvadoreños que tra-
bajaban y vivían en Honduras y la pérdida de vivienda para cerca
de 100 mil personas. Todo eso, como afirma Cardenal, puso “más
presión en la ya precaria situación rural[…]. Cuatro días de gue-
rra costaron a El Salvador veinte millones de dólares: el 20% del
presupuesto nacional” (Cardenal 393-94). Si bien el general Sán-
chez Hernández intentó llevar adelante un programa de reforma
agraria, tropezó con la oposición decidida de los terratenientes.
Idéntica suerte enfrentaría su sucesor, el coronel Arturo Armando
Molina (1927- ), quien llegó a la presidencia en 1972 por uno de
los que la juventud militar calificó en 1979 como “escandalosos
fraudes electorales”,156 “ganando” unas elecciones en las que su
contendiente fue el ingeniero José Napoleón Duarte (1925-1989),
líder del Partido Demócrata Cristiano. Como candidato a la vice-
presidencia lo acompañó Guillermo Manuel Ungo (1931-1991),
dirigente del Movimiento Nacional Revolucionario, de inclinación
socialdemócrata. Entre tanto, las organizaciones sindicales que
venían trabajando desde los años veinte y treinta habían intensifi-
cado sus acciones organizativas y de lucha a medida que el sector
industrial había crecido, dando lugar a una creciente clase obrera
urbana, a pesar de que la mayor parte de la población todavía vivía
de y en el agro.
Desde el punto de vista de la izquierda, un resumen de las
luchas sindicales durante buena parte del siglo xx es el que nos
ofrece el artículo titulado “Las luchas populares del siglo xx en El
Salvador”, firmado por Roberto Pineda:

En la tercera década (1920-1930) presenciamos el inicio de un


vigoroso movimiento popular que tiene diversas vertientes: la
156 Proclama de la Fuerza Armada del 15 de octubre de 1979. https://es.wikisource.org/wiki/
Proclamadela_Fuerza_Armada_de_la_Rep%C3%BAblica_de_El_Salvador, consultado el 11
de noviembre de 2016.

364 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


sindical que se expresa en la Federación Regional de Trabaja-
dores Salvadoreños; en la creación desde la frts de puentes
entre el trabajo urbano y el trabajo con sectores campesinos e
indígenas; en el surgimiento de sectores obreros reformistas,
anarco-sindicalistas y marxistas y sus canales de lucha ideoló-
gica, en la creación de instancias de solidaridad internacional
con la lucha sandinista así como de apoyo a las víctimas de
la reacción, como es el Socorro Rojo Internacional (Pineda).

El 30 marzo de 1930 había sido fundado el Partido Comu-


nista por los dirigentes Abel Cuenca, Miguel Mármol y Modesto
Ramírez, teniendo entre otros miembros conocidos a Agustín Fa-
rabundo Martí. Esta agrupación realizó labores de proselitismo
sobre todo en el campo. En enero de 1932, como ya se mencionó
anteriormente, ocurrió la sublevación de grupos campesinos en
la zona cafetalera del occidente de El Salvador. La represión que
siguió a la insurrección campesina no sólo despojó a los sectores
de izquierda de buena parte de su base social, sino que consiguió
ilegalizar al movimiento popular. Los comunistas sobrevivientes
pasaron a la clandestinidad. Algunos soportaron varios años de
cárcel.157 Entre 1940 y 1950, Pineda añade que:

los comunistas y sectores democráticos unifican fuer-


zas y desarrollan las gloriosas jornadas de abril, mayo
y diciembre de 1944. El 2 de abril se produce un levan-
tamiento cívico-militar que es derrotado por el dicta-
dor Martínez. A principios de mayo se convoca a una
Huelga General de Brazos Caídos que el 9 de este mes
logra derrocar al tirano. En octubre hay un contragol-
pe reaccionario158 y en diciembre de ese año contin-
gentes de militares y jóvenes democráticos incursio-
nan desde Guatemala para combatir la dictadura, pero
son derrotados (“Las luchas populares del siglo xx en
El Salvador”).

157 Ver Dalton, Roque. Miguel Mármol, los sucesos de 1932 en El Salvador. San Salvador: uca Editores,
2005.
158 Esto sería el golpe de Osmín Aguirre.

Escritoras de El Salvador 365


En la década de los cincuenta

… los comunistas y los sectores democráticos sufren


la represión del régimen osorista, llegado al gobierno
en 1948. Posteriormente los comunistas reactivan el
trabajo universitario y sindical, y logran la publicación
de Opinión Estudiantil y fortalecer ageus159 así como
crear en 1957 la Confederación General de Trabajado-
res Salvadores, cgts. Forman en 1958 el Movimiento
Revolucionario Abril y Mayo y el Frente Nacional de
Orientación Cívica, fnoc, para enfrentar a la dictadura
militar lemusista (“Las luchas populares del siglo xx en
El Salvador”).

Fue en 1950 cuando el panadero Salvador Cayetano Carpio


fundó el Comité de Reorganización Obrera Sindical Salvadore-
ña (cross), una agrupación de sindicatos comunistas. Capturado
por la policía de Óscar Osorio en 1952, Carpio pasó dieciocho
meses en la cárcel antes de ser expulsado del país. Se refugió en
México, y ahí escribió el libro Secuestro y capucha,160 donde recogió
las experiencias de su estadía en prisión. Luego viajó a la Unión
Soviética y estudió en la Escuela de Cuadros del pcus. A su regre-
so a El Salvador, en 1963 consiguió vincularse de nuevo con el
Partido Comunista Salvadoreño. También hizo prevalecer la pree-
minencia dentro de esa organización de cuadros provenientes del
movimiento obrero.161 En 1961 el Directorio Cívico Militar lanzó
159 Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños. Para conocer más acerca de
esta organización y de la historia del movimiento estudiantil salvadoreño durante el siglo XX,
ver Quezada, Rufino y Martínez, Hugo Roger (2008), Veinticinco años de estudio y lucha, San Salva-
dor, Editorial Universitaria, segunda edición. Hay versión digital en línea: http://passthrough.
fw-notify.net/download/188065/http://www.ues.edu.sv/descargas/25_aos_de_estudio_y_
lucha.pdf, consultada el 23 de noviembre de 2016. Según esta fuente, ageus fue fundada en
1927. Algunos de sus primeros dirigentes e integrantes fueron Agustín Farabundo Martí, Al-
fonso Luna y Mario Zapata, quienes fueron fusilados por el gobierno del general Maximiliano
Hernández Martínez el 1 de febrero de 1932. Fuentes de este último dato: partidas de defun-
ción de los tres fusilados.
160 Carpio, Salvador Cayetano. Secuestro y capucha en un país del mundo “libre”. San José de Costa Rica,
educa, 1979.

161 Entrevista de la autora con Jorge Arias Gómez, Ciudad Universitaria, San Salvador, 1998.

366 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


al exilio y a la cárcel a los dirigentes del pcs y del movimiento po-
pular. Aun así, en 1964, Carpio fue electo secretario general del
pcs y tres años más tarde dirigió la huelga de la fábrica ACERO. Al
mismo tiempo, el pcs estaba participando en las elecciones como
parte del Partido Acción Renovadora (par).
En esa misma oportunidad, el médico Fabio Castillo Fi-
gueroa, quien había sido rector de la Universidad de El Salvador
(ues), de 1963 a 1967, desafió el orden establecido como candi-
dato presidencial desde las filas del par al plantear la necesidad
de una reforma agraria. Tales ideas, por supuesto, sólo desper-
taron recelos y fuerte oposición en los sectores empresariales
y terratenientes (Pineda, “Las luchas populares del siglo xx en
El Salvador”). Se agudiza, en esta época, una serie de conflictos
entre los sectores más vulnerables y empobrecidos de la pobla-
ción y los sectores económica y políticamente poderosos, los
cuales irán exacerbándose paulatinamente en la década siguiente
hasta desembocar en la guerra civil (1980-1992). La formación
social salvadoreña, gestada desde el siglo xix sobre la expropia-
ción de las tierras comunales, el monocultivo agroexportador del
café y la exclusión y la marginación de los trabajadores del agro y
de la industria manufacturera, no haría sino profundizar sus con-
tradicciones, en una escalada de violencia cuyas consecuencias
todavía sufrimos hasta ahora. Las mujeres no fuimos ajenas a
esta situación. Algunas de las escritoras nacidas en la etapa ante-
rior participaron como combatientes en el bando de la izquierda.
Tal fue el caso de Lil Milagro Ramírez y Virginia Peña Mendoza.
Otras vivieron muchos años en el extranjero antes de regresar
o se instalaron definitivamente fuera del país, como fue el caso
de Claudia Hérodier, Mayamérica Cortés, Sonia Miriam Kury y
Dina Posada.
Algunas autoras se dedicaron a la docencia, profesión abra-
zada por muchas mujeres a lo largo de la historia del país. Inclusi-
ve, varias desarrollaron su labor desde la academia, como lo hizo
Matilde Elena López, nacida en 1919. El acceso a las profesiones
liberales, si bien nunca fue fácil ni masivo, sí se amplió, sobre todo
a partir de la construcción de la Ciudad Universitaria a principios
de los años sesenta y de la reforma universitaria. Con respecto a
ésta, Tirso Canales afirma:

Escritoras de El Salvador 367


El año 1963 fue emblemático en la historia de la edu-
cación universitaria de El Salvador. En abril de aquel
año, el Consejo Superior Universitario, nombró la Co-
misión de Reforma Universitaria, que fue integrada por
los doctores, Fabio Castillo Figueroa; Alejandro Dago-
berto Marroquín, decano de Humanidades; Mario Flo-
res Macal, profesor de Derecho; Alfonso Trejos Willis,
conocido educador costarricense; y los representantes
de la Asociación General de Estudiantes Universitarios,
ageus, Víctor Manuel Valle y Albino Tinetti (“50 años de
reforma universitaria” s.p.).

Con esta reforma llegaban a El Salvador, con cuarenta y


cinco años de retraso, los postulados de la Reforma Universitaria
de Córdoba, Argentina, proclamados en 1918:

Autonomía universitaria en sus aspectos político, docente,


administrativo y económico; autarquía financiera; elección
de los cuerpos directivos y de las autoridades de la Universi-
dad por la propia comunidad universitaria y participación de
sus elementos constitutivos, profesores, estudiantes y gra-
duados, en la composición de sus organismos de gobierno;
concursos de oposición para la selección del profesorado
y periodicidad de las cátedras; docencia libre; asistencia li-
bre; gratuidad de la enseñanza; reorganización académica,
creación de nuevas escuelas y modernización de los mé-
todos de enseñanza; docencia activa, mejoramiento de la
formación cultural de los profesionales; asistencia social a
los estudiantes, democratización del ingreso a la universi-
dad; vinculación con el sistema educativo nacional; exten-
sión universitaria, fortalecimiento de la función social de la
Universidad, proyección al pueblo de la cultura universitaria
y preocupación por los problemas nacionales; unidad lati-
noamericana, lucha contra las dictaduras y el imperialismo
(Tünnerman 103-127).

Los hechos más relevantes de la década en estudio serán,


pues, en resumen: el nacimiento y auge del Mercado Común Cen-

368 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


troamericano;162 el agotamiento del modelo económico de sustitu-
ción de importaciones; el fortalecimiento del movimiento obrero
y de las organizaciones populares, de lo cual la huelga general de
andes 21 de junio en 1968 fue una muestra fehaciente; el conflic-
to con Honduras, que estalló en 1969 y que dislocó por muchos
años las relaciones entre ambos países y los fraudes electorales que
permitieron a los gobiernos militaristas permanecer en el poder.
Las reivindicaciones feministas, a pesar de la participación de mu-
chas mujeres en las luchas políticas de los años sesenta, setenta y
ochenta, luchas en las que en numerosos casos perdieron la vida,
fueron con frecuencia puestas de lado. Lo central era entonces la
lucha por los derechos de los trabajadores. No sería sino hasta los
años noventa, después de la firma de los Acuerdos de Paz, cuando
la lucha por los derechos de la mujer sería asumida plenamente
por el movimiento de mujeres, uno de los signos históricos y so-
ciales más relevantes de la posguerra.
Jacinta Escudos nació en San Salvador el 1 de septiembre de
1961. Cursó sus estudios de primaria, secundaria y mecanografía
en el Colegio La Sagrada Familia (San Salvador), del que se graduó
como bachiller académico, opción Humanidades, en octubre de
1979 (Cañas, Diccionario). Vivió en Alemania entre 1980 y 1981,
donde cursó estudios en el Benedict School (Berlín). A finales de
este último año viajó a Nicaragua. Allí tomó cursos sobre organi-
zación de talleres literarios y métodos de investigación bibliográ-
fica (Universidad Centroamericana, uca, Managua, 1987), idioma
francés (1988-1989), computación (1989) y talleres de narrativa
(uca, Managua, 1991) con los escritores Lizandro Chávez Alfaro
y Sergio Ramírez Mercado. En los dos años siguientes trabajó in-
dependientemente como traductora y periodista. Publicó textos
en periódicos y revistas de Alemania, México, Estados Unidos y
Nicaragua. De 1983 a 1988 fungió como administradora de pro-
yectos de una organización médica no gubernamental con sede en
Alemania, que financiaba proyectos de salud en Nicaragua. Fue
oficial de Proyectos para la Región Autónoma del Atlántico Sur
para el Fondo Canadiense para la Niñez (Cansave, 1989-1990).

162 Fundado el 13 de diciembre de 1960 en virtud del Tratado General de Integración Económica
Centroamericana.

Escritoras de El Salvador 369


De 1990 a 1996 trabajó como traductora, intérprete y periodista
independiente para publicaciones periódicas en Estados Unidos,
México, El Salvador y Nicaragua. En 1992 laboró en la producción
de un documental sobre proyectos en el río San Juan (Nicaragua),
financiado por la Agencia de Española de Cooperación Internacio-
nal (aeci). Al año siguiente participó en una actuación para la pelí-
cula La virtud de un santo, coproducción salvadoreño-nicaragüense,
basada en un cuento de Salarrué y dirigida por Noé Valladares. En
1996 fue productora para la corresponsalía local de nbc, destina-
da a cubrir la segunda visita del Papa Juan Pablo II a Nicaragua.
Trabajó como intérprete y traductora para asesores canadienses
en el Hospital Militar “Alejandro Dávila Bolaños” (Managua). En-
señó inglés entre 1997 y 2000 en Managua. En 2001 regresó a
San Salvador. Habla tres idiomas: español, inglés y alemán, tiene
conocimientos avanzados de francés e italiano. Ha publicado: Le-
tter from El Salvador (poesía, edición inglés-español no autorizada,
aparecida bajo el pseudónimo de Rocío América, Londres, El Sal-
vador Solidarity Campaign, 1984); Apuntes de una historia de amor
que no fue (novela corta, uca Editores, 1987); Contra-corriente (cuen-
tos, San Salvador, uca Editores, 1993); Cuentos sucios (Dirección de
Publicaciones e Impresos, 1997); El desencanto (novela, Dirección
de Publicaciones e Impresos, 2001); Felicidad doméstica y otras cosas
aterradoras (cuento, 2002, Guatemala, Editorial X); A-B-Sudario (no-
vela, Alfaguara, San Salvador, 2003, ganadora del premio Mario
Monteforte Toledo); El diablo sabe mi nombre (Uruk Editores, San
José de Costa Rica, 2008), Crónicas para sentimentales (cuentos, F&G
Editores, Guatemala, 2010) y ha publicado textos en numerosas
revistas y periódicos dentro y fuera de El Salvador. Aparece en
las antologías: Ixok amar-go. Central American women’s poetry for peace
(Zoë Anglesey, Penobscot, Maine, Estados Unidos, Granite Press,
1987), And we sold the rain, contemporary fiction from Central America
(Rosario Santos, New York, Four Walls Eight Windows, 1988),
You can’t drown the fire. Latin American women writing in exile (Alicia
Partnoy, Pittsburgh-San Francisco, Cleiss Press, 1988), Lovers
and comrades, women’s resistance poetry from Central America (Amanda
Hopkins, Londres, The women’s press, 1989), Cuentistas hispano-
americanas: antología (Gloria da Cunha-Giabbai y Anabella Ace-
vedo-Leal, Washington D.C., Literal Books, 1996), El Salvador:

370 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


cuentos escogidos (Roque Baldovinos, Ricardo. San José, Costa Rica,
EDUCA, 1998), Cuentos centroamericanos (Poli Délano, Barcelona,
Andrés Bello, 2000) y Amor.es. Diez relatos de amor de dos continentes
(Juan Ramón García para revista Ecos de España y Latinoamérica,
Munich, Spotlight-Verlag, 2001).
Libros inéditos suyos son Crónicas para sentimentales (cuentos,
138 págs.), El Diablo sabe mi nombre (cuentos, 106 págs.), El libro
de La Cayetana (novela, 294 págs.), Cuarteto contra el ángel (novela,
193 págs.), Novia de cuchillos (poemas, 40 págs.), El trópico de los ol-
vidos (poemas, 58 págs.), Trashumante (poemas, 92 págs.), Felicidad
doméstica y otras cosas aterradoras (cuentos, 65 págs., en prensa en
una editorial guatemalteca) y Sin ceremonias (Diario del camino de
Santiago, 157 págs.). Participó en la Primera Conferencia Interna-
cional de Cultura y Literatura Centroamericana (Tempe, Arizona
State University, abril de 1999) en el congreso “Democracia de gé-
neros 2000. Multiplicidad de visiones-visiones múltiples” (Hein-
rich Böll Stiftung y Universidad Humboldt de Berlín, Alemania,
en noviembre 2000). Ha sido escritora residente en la Heinrich
Böll Haus (Langenbroich, Alemania, 6 de febrero al 20 de junio
de 2000) y en La Maison des Écrivains étrangers et des traducteu-
rs (Saint-Nazaire, Francia, 16 de octubre al 26 de noviembre de
2000), estancia francesa que aprovechó para impartir una ponen-
cia sobre el concepto de literatura femenina en la Universidad de
Bretaña del Sur (Lorient, Francia, 29 de noviembre de 2000).
Eva Ortiz (Amaya 131) nació en San Salvador, el 5 de
febrero de 1961. Se licenció en Psicología por la Universidad
de El Salvador. Formó parte de los talleres y grupos literarios
Xibalbá, Astac, Segunda Quincena y Quiriguá.163 El Taller Li-
terario Xibalbá se formó en los años ochenta en la Universidad
de El Salvador, formado por Amílcar Colocho, Manuel Barrera,
Otoniel Guevara, Luis Alvarenga, Silvia Elena Regalado, Antonio
Casquín, Dagoberto Segovia, Jorge Vargas Méndez, Álvaro Darío
Lara, Arquímedes Cruz (q.e.p.d.), Vladimir Baiza y Ernesto Deras,
entre otros.164 Ha aparecido en las antologías Ixok Amar-Go: Cen-

163 Ver http://www.artepoetica.net/eva_ortiz.htm, consultado el 17 de agosto de 2016.


164 Ver https://es.scribd.com/doc/62298224/7-Circulo-literario-Xibalba, consultado el 17 de
agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 371


tral American Women’s poetry for peace, Zoë Anglesey (1987); Piedras en
el huracán,165 al cuidado del escritor Javier Alas (1990); A Poetics of
Resistance: Women Writing in El Salvador, South Africa, and the United
States (1994); Mujeres en la literatura salvadoreña (1997) y Palabras de
la Siempre Mujer.166 También apareció en la antología Mujeres, reu-
nión poética, publicada por la Secretaría de Arte y Cultura del fmln en
2013,167 y en Amaya, Vladimir (2014), Segundo índice antológico de la poesía
salvadoreña, entre otras. Ha publicado Un grito a dos voces (poesía, s/e,
San Salvador, 1973, en coautoría con Luis Antonio Chávez); Al cos-
tado del paraíso (poesía, Universidad Tecnológica, San Salvador, 2002),
y Poemas para morder la manzana (plaquette, s/e, San Salvador, 2012).
Silvia Elena Blanco Regalado, conocida como Silvia Elena
Regalado y por Silvia Elena Regalado de Ayala,168 nació en San
Salvador el 31 de agosto de 1961. Fue hija de Esperanza Rega-
lado y de Gilberto Blanco Loucel.169 Integró el Taller Literario
Xibalbá.170 Ha ganado los premios de poesía Wang Interdata-Con-
cultura (1991), “Alfonso Hernández” (1993), Juegos Florales de
Mujeres (1993) y Juegos Florales de Oriente (1993 y 1994). Apare-
ce en las antologías: Octubre es el culpable, Patria chiquita, Palabras de la
siempre mujer, Poesía a mano, Mujeres en la Literatura Salvadoreña y Ochi
di rossa infuriata (Italia, edición bilingüe), así como en la antología
francesa sobre poesía salvadoreña de María Poumier (2002) y en
la antología centroamericana Stigar, publicada en Suecia en 2004.
En El Salvador ha publicado Pieles de mujer (1995), Desnuda de mí
(2001), Izquierda que aún palpitas (2002) y la recopilación Antología
Íntima (2005). También editó módulos sobre lecto-escritura, teoría
de género y cultura turística. En 2002 coordinó la colección de seis
títulos de poetas salvadoreñas “Juntas llegamos a la palabra”. A
165 Alas, Javier. Piedras en el huracán. S. S: Dirección de Publicaciones e Impresos, 1990. Duarte
de Romero, Refugio, y vv. aa. Mujeres en la literatura salvadoreña. San Salvador. Red de Mujeres
Escritoras, 1997.
166 Hérodier, Claudia. Palabras de la siempre mujer. San Salvador. Fundación María Escalón de
Núñez, 1997.
167 Secretaría Nacional de Arte y Cultura del fmln, Mujeres, reunión poética, S. S., 2013.
168 Según escritura pública de identidad de fecha 14 de diciembre de 1998, ante el notario José
Salomón Benítez Reyes.
169 Partida de nacimiento, Alcaldía Municipal de San Salvador, obtenida el 1 de septiembre de 2016.
170 Ver nota de Eva Ortiz sobre esta agrupación literaria.

372 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


partir del 2004 dirigió el proyecto editorial orientado a potenciar
a jóvenes talentos salvadoreños. El 5 de marzo de 2003 fundó el
Taller de poesía de la Casa Claudia Lars, perteneciente a la Uni-
versidad Tecnológica abierto a estudiantes de bachillerato, univer-
sitarios y personas de todas las edades. En 2010 se convirtió en
directora de la Casa Museo dedicada a Salarrué en los Planes de
Renderos (Panchimalco). Desde el 22 de enero de 2016 se desem-
peñó primero como secretaria de Cultura de la Presidencia de El
Salvador y actualmente como ministra de Cultura.
Carolina Lucero nació en San Salvador el 13 de octubre de
1964. Poeta, escritora, publicista y abogada.171 Ha publicado los
poemarios Larga noche de lobos, Árboles sumergidos en esta casa, Quo Va-
dis Scout y Pequeño diario de septiembre. Tiene inéditos los poemarios
Esta fría dimensión en que te encuentro, Palabras sobre el fuego, Hermano
Lejano, Silencios de rea y El Príncipe Persa, y las novelas El niño de
Casiopea, Malatión y La Sirena. Su última novela, Cuentos de Chepe el
cabezón, ha sido publicada por entregas en el diario CoLatino. Tiene
diversas publicaciones en La Prensa, El Diario de Hoy, El Mundo y
la web. Obtuvo una maestría en Docencia e Investigación Educa-
tiva y otra en Medio Ambiente y Energías Renovables del Centro
Escorial María Cristina de la Universidad Complutense de Madrid,
además de estudios de posgrado en docencia, educación superior
universitaria y Derecho Procesal Civil y Mercantil. También reali-
zó estudios de especialidad en Derecho Ambiental y Derecho de
Familia, así como diplomados y seminarios en Biotecnología. Se
desempeña como docente investigadora en la Facultad de Dere-
cho de la Universidad Tecnológica de El Salvador, donde es res-
ponsable de la Unidad de Investigación Jurídica. Posee experiencia
como editora y redactora de El Águila Semanal, Periódico Paraiuris,
Periódico Megabytes y Revista Comunica.
Yanira Soundy nació en San Salvador el 6 de noviembre
de 1964.172 Es hija del arquitecto Edgar Soundy y de Amalia
Trigueros de León de Soundy, quienes también procrearon a su
hermano Walter. Se casó con el comunicador Atilio García Agui-
171 http://es.literaturas.wikia.com/wiki/Carolina_Lucero, y http://www.artepoetica.net/Caroli-
na_Lucero.htm, consultadas el 17 de agosto de 2016.
172 Entrevista semiestructurada a la autora respondida el 2 de junio de 2015 y página web http://
www.artepoetica.net/yanirasoundy.htm, consultada el 21 de agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 373


lera, con quien tuvo tres hijos: Camila Marisol, Rebeca Lourdes
y Edgar, todos de apellidos García Soundy. Realizó sus estudios
básicos y medios en los colegios Sagrado Corazón y la Asunción,
en San Salvador. Se licenció en Derecho por la Universidad “Dr.
José Simeón Cañas”. Es abogada y notaria. Publicó artículos,
poemas y diversos textos en los periódicos La Prensa Gráfica y El
Diario de Hoy. Por su labor periodística recibió el Premio Na-
cional unicef a la prensa escrita en 1992. En 2003 recibió de la
Asamblea Legislativa de El Salvador un reconocimiento por ha-
ber presentado a la Comisión de Legislación y Puntos Constitu-
cionales propuestas de reformas a la Constitución de la República
y a diferentes leyes secundarias en favor de las personas sordas y
personas ciegas con el propósito de que tengan la capacidad plena
para comparecer a celebrar actos jurídicos, públicos y privados en
legal forma. Ese mismo año creó la Fundación Manos Mágicas,
la cual preside, para sensibilizar y capacitar sobre la temática de
derechos humanos de las personas con discapacidad auditiva a la
sociedad salvadoreña, realizar estudios de investigación lingüística
y abrir espacios para su inclusión social y laboral. Es voluntaria en
la fundación para el programa de enseñanza de español escrito a
personas sordas desde 2012. Al año siguiente presentó ante el Co-
mité de la onu en Ginebra, Suiza, un informe sobre la situación
de los derechos humanos de las personas sordas en El Salvador.
Ha dedicado su vida a luchar por los derechos de las personas con
discapacidad. Participó como fundadora del Instituto Salvadore-
ño del Migrante (insami) en 2013 y como redactora de políticas
relacionadas con la discapacidad, la cultura, educación, preven-
ción del delito y emigrantes. Desde 2015 recopila información
para un proyecto de investigación lingüística de la Lengua de Se-
ñas Salvadoreña. Realizó la primera publicación literaria de poesía
y cuentos de forma accesible para personas sordas y/o personas
ciegas junto al escritor Tony Castellanos. Publicó los poemarios
En mi soledad (1989), Tiempo sin Ausencia (1993), Los niños viejos
(1993) e Invierno (2001). También ha producido cuentos para
niños: Sílabas celestes (1999) y Manos cuentacuentos y poemas (2015).
Tiene inéditos otros libros de poesía, así como una novela, ade-
más de un método para enseñar a leer a personas con discapa-
cidad auditiva.

374 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


María Guadalupe Castellanos Araujo nació en San Salvador
el 16 de febrero de 1966. Firma sus libros como Guadalupe Caste-
llanos. Estudió en los colegios María Auxiliadora de San Salvador
y El Carmen Teresiano en Santiago de Chile. Hizo un año de es-
tudios en la Universidad Católica de Chile. Se licenció como pro-
fesora de Educación Parvularia por la Universidad Evangélica de
El Salvador. Ha sido maestra de párvulos desde 1986. Coordinó el
Festival de Poesía “México en el corazón de los niños”, convocado
por la Embajada de México en El Salvador (2015-2016). Fue editora
de Casa Azul Ediciones. Es miembro de la Gremial de Escritores de
Literatura Infantil Salvadoreña (grelisal). Fue declarada “Autora del
mes de julio de 2012” por el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas
de la Biblioteca Nacional. Recibió una mención honorífica en el II
Concurso Centroamericano de Literatura Infantil y el primer lugar
en el certamen de literatura infantil “Maura Echeverría”, convoca-
do por el Ministerio de Educación salvadoreño en 2017. Publicó
La historia sin fin de Alissa, una lata de soda (San Salvador, publicación
independiente, 2010); Guille y Alissa (S. S., Ed. Solaris de California,
2012); El abrazo infinito (S. S., Ed. Solaris de California, 2012), del
que hay traducciones al inglés y francés aparecidas en 2017; Mario
y Sofi (San Salvador, publicación independiente, 2014); Vida salvaje
(S. S., publicación independiente, 2013); El semáforo de Ciudad Cris-
tales (S. S., Ed. Solaris de California, 2015) y Yo también te amo (S. S.,
publicación independiente, 2016).
Aída Párraga nació en San Salvador el 7 de agosto de 1966.
Su madre, originaria de San Vicente, es licenciada en Educación
Parvularia. Su padre nació en San Salvador y es ingeniero civil.
Tiene un hermano, Carlos, un año menor que ella, que es arquitec-
to y pintor. Estudió en el Colegio La Sagrada Familia de San Sal-
vador. Es ingeniero eléctrico por la Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas” (uca). Fue parte de la Compañía Nacional
de Teatro, con la cual, en 1990, representó a El Salvador en el xvii
Festival Latino de Teatro de New York y en México, con la obra
La misma sangre del dramaturgo salvadoreño Carlos Velis bajo la
dirección del maestro mexicano Emilio Carballido. También fue
parte de la compañía de teatro Hamlet. Ganó el primer lugar en
la rama ensayo en el Certamen Centroamericano de Literatura Jo-
ven Femenina, convocado por la unesco en 1995. Ese mismo año

Escritoras de El Salvador 375


fundó el grupo poético Poesía y más…, integrado por las poe-
tas Maura Echeverría, María Cristina Orantes y Claudia Hérodier.
Con este grupo inició un movimiento de recitales de poesía dra-
matizada, en los cuales es responsable del guion, montaje escénico
y escenografía. Poesía y más realizó más de treinta recitales en
diferentes instituciones y centros culturales durante dos años.173
En noviembre de 1996 fundó con su hermano Carlos el programa
radial La Bohemia, en Radio ysuca. En este espacio cultural desa-
rrolla entrevistas a artistas, promociona eventos y regala libros.
El programa tiene cobertura nacional y cuenta con un amplio
archivo de material testimonial. Hasta el día de hoy sigue al aire,
lo que lo convierte en uno de los programas radiales de más larga
existencia en El Salvador, y según el sitio web Arte Poética es el
espacio cultural de mayor trayectoria y audiencia en la radio sal-
vadoreña. Simultáneamente, Aída Párraga publica en el semanario
Suplemento Cultural 3000 la columna La Bohemia. En mayo de 1997
viajó a Beijing, donde trabajó como maestra en la Universidad de
Economía y Negocios y en la de Idiomas Extranjeros. Después
de un año de residir en la República Popular de China, viajó a
Phnom Penh, donde residió hasta enero de 2000. Durante su es-
tadía en el Lejano Oriente, fue corresponsal de La Prensa Gráfica
en aquellos lugares y desde allá envió quince artículos, crónicas
de viaje y ensayos sobre arte. En 1998 ganó con su poemario
Catatonia los Primeros Juegos Florales de San Salvador. También
publicó su primer poemario, Letralia. En junio de 2000 represen-
tó a El Salvador en el X Festival Internacional de Poesía de Me-
dellín. Su obra poética fue traducida al portugués e incluida en
una antología de escritores latinoamericanos a cargo de Thiago
de Mello. Fue también incluida en Alba de otro milenio,174 antología de
poetas jóvenes a cargo del escritor salvadoreño Ricardo Lindo. En
2001 la Editorial Argentina Proa en las Letras y las Artes publicó
El espíritu del viento y otros cuentos. En 2003 es incluida una tra-
ducción al francés de su cuento “Y llegó el desarrollo…” en la
antología Cuentos de Escritoras Latinoamericanas, a cargo de Agnes

173 Fuente: página web http://www.artepoetica.net/Aida_Parraga.htm, consultada el 5 de octubre


de 2015.
174 Lindo, Ricardo. Alba de otro milenio. S. S.: Dirección de Publicaciones e Impresos, 2000.

376 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Poirier. Tiene varios libros inéditos, entre poesía, narrativa y cró-
nicas de viajes.
Roxana Beltrán, conocida como Roxana Teresa Elizabeth Bel-
trán Velásquez de Cantarely, nació en San Salvador, el 10 de abril de
1967; sin embargo, en el sitio web de la Red Mundial de Escritores
en Español (remes)175 se afirma que nació en Juayúa, departamen-
to de Sonsonate. En la antología de Vladimir Amaya (263) aparece
como Rossana Cantarely. En ese libro también se asevera que la
autora firma sus escritos literarios como Roxana Teresa Elizabeth
Beltrán. Se licenció en Letras por la Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas” (uca), donde también realizó estudios in-
conclusos de Ingeniería en Electricidad. Obtuvo una maestría en
Lexicografía en la Real Academia de la Lengua Española en Ma-
drid. Ha laborado como catedrática universitaria y como parte del
equipo de lexicógrafos de la Academia Salvadoreña de la Lengua.
Ha publicado Transverso.
Nora Méndez nació el 24 de marzo de 1969 en San Salvador.
Ha publicado los poemarios Atravesarte a pie toda la vida (Universidad
Tecnológica de El Salvador, 2002); La estación de los pájaros (Dirección
de Publicaciones e Impresos, dpi, Concultura, El Salvador, 2004);
Tríptico: Seis, Calentura de amor y Pintura fresca (Universidad de El
Salvador, 2006, Dressing Room, 2014, Findemundo Editora); Arque-
tipas (2015, Findemundo Editora). También publicó la novela De
pseudónimo, Clara (Guatemala, Letra Negra Editores, 2013; segunda
edición de Editora Libros del Cardo, Chile, 2015 y en Amazon en
2016) y el libro Cuentos de Lemon Twist (primera edición y segunda
edición, Findemundo Editora, El Salvador, 2012 y 2014. Hay una
edición boliviana). Aparece en las antologías Poetics of the Resistan-
ce: Women Writing in El Salvador, South Africa, and the United States
(Universidad de Míchigan, 1994); Mujeres en la literatura salvadoreña
(Red de Escritoras Salvadoreñas, 1997); Palabras de la siempre mujer
(S. S., Fundación María Escalón de Núñez, 1997); Trilces trópicos:
Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador (Joan de la Vega, Editorial
La Garúa, Barcelona, 2004); Überland und Leuchtende Städte (Ins-
tituto Cervantes, Berlín, 2006); Con rimel, antología de escritoras y
editoras latinoamericanas (Chile, 2010); De aquí nomás, antología de

175 http://www.redescritoresespa.com/R/roxanabeltran.htm.

Escritoras de El Salvador 377


poesía centroamericana contemporánea (Editorial Germinal, Costa Rica,
y Ediciones VOX, Argentina, 2013); ¡Goool! Antología de cuentos (Le-
tra Negra, Guatemala, 2013), y Segundo índice antológico de la poesía
salvadoreña (edición a cargo de Vladimir Amaya, Índole Editores y
Kalina, S. S., 2014).
Tania Pleitez Vela nació en San Salvador el 1 de mayo de
1969. Realizó sus estudios básicos en la Academia Británica Cus-
catleca, de 1980 a 1987, institución de donde egresó como ba-
chiller. Cursó la licenciatura en Relaciones Internacionales en la
Universidad Latina de Costa Rica de 1990 a 1993 y la maestría en
Diplomacia y Política Exterior en la Universidad de Costa Rica,
que concluyó en 1995. Completó el doctorado en Filología His-
pánica en la Universitat de Barcelona en 2009. Ha trabajado en
la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, en Costa
Rica, en proyectos relacionados con procesos de conflictos y pa-
cificación social. En El Salvador escribió estudios de caso de de-
sarrollo local para la oenegé Sacdel (antes Celcadel). Desde 2002,
su labor profesional, académica y de docencia ha estado dedicada
a la literatura hispanoamericana. También ha sido profesora en
el programa de las universidades de California e Illinois-Urbana
Champaign con sede en la Universitat de Barcelona (eap-ub). De
2002 a 2012 colaboró en la Unidad de Estudios Biográficos de
la misma universidad. Fue miembro del equipo de investigación
que editó la tetralogía La vida escrita por las mujeres (Barcelona, Lu-
men, 2004), así como del proyecto “De una América a otra: lec-
turas angloamericanas de escritores hispanoamericanos, hacia una
literatura transnacional” (Universitat de Barcelona). A partir de
2012 trabaja para la Editorial Kalina, donde coordina una colec-
ción bilingüe (español-inglés) de literatura salvadoreña. Asimismo,
es correspondiente en la Academia Norteamericana de la Lengua
Española (anle). Es miembro de la Red Europea de Investigacio-
nes sobre Centroamérica (RedISCA) y consultora del programa
Plataforma, Desarrollo y Cultura de la Fundación AccesArte. En
la actualidad, es profesora asociada en la Universitat Autònoma de
Barcelona, forma parte del proyecto de investigación “Las poetas
hispanoamericanas siglos xix-xxi” (Universidad de Granada), es
profesora visitante de literatura centroamericana en el Departa-
mento de Ciencias Sociales, Filosofía y Letras, Facultad Multidis-

378 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador y, en su
tiempo libre, coordina el proyecto artístico “Razones poéticas”.
Tuvo un blog en el periódico digital El Faro: La Biógrafa. Ha
publicado Alfonsina Storni. Mi casa es el mar (biografía, Madrid,
Espasa Calpe, 2003) y los ensayo-análisis “‘Debajo estoy yo’.
Formas de la autorrepresentación femenina en la poesía hispano-
americana (1894-1954)” (Barcelona, tdx-Tesis doctoral en Xarxa/
Universitat de Barcelona, 2010) y “Literatura. Análisis de situación
de la expresión artística en El Salvador” (S. S., Fundación Acce-
sArte, 2012). También ha publicado series de poemas: Sobredosis
(en Ágora poética, Barcelona, Centre de Cultura de Dones Fran-
cesca Bonnemaison, 2005), “Ifigenia, Flashback y Reflexiones tro-
picales” (en 25 poetas. Memorias de la Casa, 2002-2010, edición al
cuidado de Mario Zetino, San Salvador, Índole/Fundación Clari-
bel Alegría, 2011), Post Scriptum (prosa poética, revista Cultura, no.
111, S. S., Secretaría de Cultura de la Presidencia, enero de 2014);
así como los poemarios Reflexiones tropicales/Tropical reflections (tex-
to paralelo español-inglés, Barcelona, Proyecto Razones Poéticas,
2014), Nostalgia del presente (S. S., Índole, 2014) y Preguerra (S. S.,
Editorial Kalina, 2017). Aparece en el Segundo índice antológico de la
poesía salvadoreña (compilación de Vladimir Amaya, S. S., Índole
Editores-Editorial Kalina, 2014).
Kenny Margarita Rodríguez Najarro, quien firma su obra
como Kenny Rodríguez, nació en Quezaltepeque, departamento
de La Libertad, el 31 de mayo de 1969, y no el 29, como se afirma
en algunos lugares.176 Fue hija de Mabel del Carmen Najarro Cas-
tillo y de Roque Neftalí Rodríguez Ortega. Realizó sus estudios
básicos en su ciudad natal, el tercer ciclo en el Instituto Nacional
“Francisco Morazán” de San Salvador y el bachillerato en el Cen-
tral de Señoritas, también en la capital. Se licenció en 2000 de la
carrera de Ciencias Jurídicas por la Universidad Centroamericana
“José Simeón Cañas” (uca). Perteneció a los talleres literarios Shi-
lut y Quiriguá. Perteneció a La Pinta (Página cultural del Suple-
mento 3000 del diario Colatino). Ha trabajado en la Secretaría de
Inclusión Social, desempeñando el cargo de asistente técnico de
la Dirección de Persona Adulta Mayor, concretamente en la crea-
176 La partida de nacimiento fue consultada el 2 de septiembre de 2016.

Escritoras de El Salvador 379


ción del marco normativo y jurídico de protección a los derechos
humanos de esta población. Anteriormente se desempeñó como
especialista en la oficina del procurador para la Defensa de los De-
rechos Humanos. Publicó Dos voces para un tiempo (publicación ar-
tesanal con Susana Reyes, 1998); Cárcel de mujeres (Quezaltepeque,
Fundación Quino Caso/mined, septiembre de 2011); Libro secreto
(volumen 10 de la colección Amaranthus, del Proyecto Editorial
La Chifurnia, diciembre de 2011). Ha participado en las antologías
Paisajes poéticos (Unidad de Cultura “Roberto Armijo”, Universidad
Tecnológica, 1997); Literatura salvadoreña 1960-2000, homenaje (San
Salvador, Ediciones Venado del Bosque, 2008); El libro verde (anto-
logía Encuentro Internacional de Poetas El Turno del Ofendido, El
Salvador, Biblioteca Tabasqueña del Bicentenario, 2011); Tierra in-
hóspita: 13 poetas de El Salvador (Antología Regia Cartonera, Monte-
rrey, México, 2011); Toda palabra quema (Cinco poetas quezaltecos),
un proyecto de Editorial La Chifurnia, con la colaboración de la
Fundación Metáfora, Quezaltepeque, La Libertad, marzo de 2013.
Mezti Suchit Mendoza López nació en San Salvador el 21
de julio de 1969. Estudió en el Liceo Francés de San Salvador,
en el Liceo Javier de Panamá y en el Externado de San José en
San Salvador. Se licenció en Psicología en 1995 por la Universidad
Centroamericana “José Simeón Cañas” (uca). Hizo un posgrado
en la Universidad de Comillas en Madrid. Ha trabajado en el área
de psicología comunitaria, tanto en oenegés como acisam como en
el área clínica en la uca, acisam, funpres y Ciudad Mujer. También
ha ejercido como psicóloga privada. Aparece en el libro colectivo
Este mal de familia,177 que recoge poemas de su autoría, así como
de su padre, el poeta Rafael Mendoza Mayora, y de su hermano,
Rafael Mendoza López. También figura en la antología Mujeres en
la literatura salvadoreña, ya mencionada, y en el libro El pequeño jaguar
(tríptico poético guatemalteco). Sus poemas han aparecido en pe-
riódicos salvadoreños desde 1985.
Irma Patricia Iraheta Cruz, quien firma su obra como Pa-
tricia Iraheta, nació en San Salvador el 24 de diciembre de 1969.
Hija de Manuel Antonio Iraheta y Blanca Irma Cruz Guzmán,
tiene dos hermanos, Walter Eduardo Artiga Cruz y Manuel Rom-

177 Ediciones Palo Verde, San Salvador, El Salvador, 2008.

380 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mel Iraheta Cruz. Su hijo, David Ernesto Quan Iraheta, nació en
1989, y su nieto, Luis Ernesto Quan Iraheta en 2014.178 Estudió
en la Escuela Urbana de Niñas Raymundo Lazo (1976), en la Es-
cuela Urbana Mixta Quezaltepec (1977-1981) de Santa Tecla y en
el Instituto Nacional “José Damián Villacorta” (1985-1987) de la
misma ciudad. Se licenció en Relaciones Internacionales y egresó
de la Maestría en Métodos y Técnicas de Investigación Social de la
Universidad de El Salvador (ues). Fue miembro fundador de la Red
de Escritoras Salvadoreñas (1992-2004), del Colectivo Literario De
Barro Somos (1992) y de la Asociación Salvadoreña de Mujeres en
las Artes (1997-2004). Publicó en Suplemento Tres Mil del diario
Colatino y en diario El Mundo. Aparece en las antologías Palabras de
la siempre mujer (Fundación María Escalón de Núñez, 1997), Presen-
cia de mujeres en la literatura salvadoreña (Red de Mujeres Escritoras,
1997) y Poesía joven (Universidad Tecnológica, 1996). Trabajó en el
Consejo para la Cultura y el Arte (Concultura, 1988-1999) como
promotora de la Dirección Nacional de Artes. Fue coordinadora
de programa y directora ejecutiva de la Asociación de Mujeres por
la Dignidad y la Vida, Las Dignas (1999-2008) y asesora de género
en Asamblea Legislativa como parte de la fracción del fmln (2009-
2014). A partir de ese año es asesora de Despacho del Ministerio
de Trabajo y Previsión Social. Militante por la defensa de los de-
rechos humanos, de las mujeres y de la libertad. Ha participado
en la publicación de suplementos culturales como Letraviva (ues
1988-1990); en el Taller Literario La Gatada y organizó el espa-
cio poético Sobre los tejados del mundo (2007 y 2009). Es miembro
de la directiva de la Fundación Metáfora. Publicó el poemario
Del inevitable amor en el proyecto editorial La Chifurnia en 2011.
Aparece en la antología Mujeres, reunión poética, publicada por la
Secretaría de Arte y Cultura del fmln en 2013.179
Leyla Patricia Quintana Marxelly, mejor conocida por su
pseudónimo, Amada Libertad, nació en Santa Tecla el 2 de abril de
1970. Sus padres fueron Roberto Quintana y Argelia Marxelly de
Quintana. Recibió su educación básica y media en el colegio María

178 Entrevista semiestructurada remitida en agosto de 2016.


179 Secretaría Nacional de Arte y Cultura del fmln, Mujeres, reunión poética, S. S., 2013.

Escritoras de El Salvador 381


Inmaculada de San Salvador.180 En 1987 comenzó a estudiar pe-
riodismo en la Universidad de El Salvador. Perteneció al Ejército
Revolucionario del Pueblo (erp), organización armada que fue parte
del fmln. En 1990 obtuvo una Mención Honorífica en el Certamen
Wang Interdata con el poemario Vertiendo en papel de guerra un poco
de mala ortografía. En 1991 recibió el primer lugar compartido por
Locuras y garabatos en el Certamen Femenino “Dra. Matilde Elena
López’’ promovido por ormusa. En 2000, el com y Las Dignas le
otorgaron un diploma de reconocimiento (post-mortem), como mujer
destacada del siglo xx. Leyla murió combatiendo en el volcán de San
Salvador,181 en la localidad de El Salitre, municipio de Nejapa, el 11 de
julio de 1991. Tenía veintiún años de edad. Fue sepultada en el lugar,
pero un año después, su madre, Argelia Marxelli, trasladó los restos al
cementerio municipal de Quezaltepeque. Su madre se ha encargado
de publicar su obra poética: Larga trenza de amor (Sombrero Azul, S. S.,
1994), Las burlas de la vida (Amada Libertad, Santa Tecla, 1996), Pueblo
(Amada Libertad, Santa Tecla, 1997), Libertad va cercando (La Giahia
español-italiano, 1997), Lectura de cicatrices (Amada Libertad, Santa Te-
cla, 2000), Destino (Amada Libertad, Santa Tecla, 2011), Volveré (La
Chifurnia, Quezaltepeque, 2011), En la punta del delirio (La Chifurnia,
Quezaltepeque, 2014), La mayor fuerza su silencio (Gilgamesh, Italia,
2015 y Leyla: combatiente de la vida (Amada Libertad, Santa Tecla, 2015).

Conflicto y posguerra. 1971-2000

En este período veremos cómo las desigualdades sociales y la vio-


lencia proveniente de izquierdas y derechas desembocó en el con-
flicto armado de 1981 a 1992, un enfrentamiento latente y larvado
cuyas raíces pueden rastrearse hasta el siglo xix y más allá, que
estalló con toda su virulencia después del asesinato de monseñor
Óscar Arnulfo Romero y Galdámez en 1980. En 1969 un núcleo
de estudiantes universitarios decidió formar una organización ar-
mada de izquierda denominada “El Grupo”. El 11 de febrero de
1971 dicha célula secuestró y después asesinó, el 18 del mismo
mes, al industrial salvadoreño Ernesto Regalado Dueñas, por el
180 González Huguet, Carmen. Cuatro voces poéticas. Ensayo inédito, 2016.
181 http://www.artepoetica.net/Leyla_Quintana.htm.

382 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que se había pedido un elevado rescate. A dicho grupo pertenecían
Edgar Alejandro Rivas Mira, Jorge Cáceres Prendes, Carlos Alber-
to Menjívar Martínez, Lil Milagro Ramírez y José Eduardo Sancho
Castañeda, entre otros. Eran, en su mayoría, jóvenes provenientes
de las filas de la Democracia Cristiana y del pcs.182 Sin vinculación
con “El Grupo”, el 1 de abril de 1970 se fundaron las Fuerzas
de Liberación Popular, fpl, integradas, entre otros, por Salvador
Cayetano Carpio, Mélida Anaya Montes, quien fuera dirigente del
sindicato de maestros andes 21 de junio, y los estudiantes univer-
sitarios Clara Elizabeth Ramírez y Felipe Peña Mendoza.183
Gracias a un “escandaloso fraude electoral”,184 el presidente
Arturo Armando Molina llegó al poder en 1972, tras un intento
de golpe de Estado liderado por el coronel Benjamín Mejía y tras
la ocupación militar de la Universidad de El Salvador, la cual, en
aquella ocasión, se prolongaría hasta más allá de 1980. Aunque su
gobierno emprendió grandes obras de infraestructura a lo largo
del país, Cardenal señala que:

él y sus allegados más cercanos se aprovecharon para enri-


quecerse ilícitamente [ya que] después de 1932, la corrupción
se institucionalizó como un medio eficaz para garantizar la
fidelidad de los oficiales de alto rango del ejército, no a los
intereses de la nación, sino a los de sus benefactores. En este
sentido, la oligarquía fue más corrupta que los militares […].
La debilidad con la que Molina inició su gobierno por su falta
de legitimidad, derivada del fraude electoral, se reforzó más
tarde con la creciente corrupción (Cardenal 395).

La ocupación militar de la universidad se justificó afirmando


que dicho centro de estudios, como creían el gobierno y la oligarquía
desde la época del general Martínez, era “un foco de comunis-
tas”.185 En el campo, la represión comenzó a cobrar víctimas. El 28
182 Fuente: Diario Latino, sábado 24 de julio de 1971, portada.
183 Felipe Peña era hermano de Virginia y de Lorena Peña Mendoza. Ver ficha biográfica de Vir-
ginia Peña Mendoza.
184 Cita textual de la Proclama del 15 de octubre de 1979.
185 El gobierno de Martínez suprimió la autonomía universitaria por el Decreto Ejecutivo del 2 de
febrero de 1932, publicado en el Diario Oficial no. 27, tomo no. 112, del 2 de febrero de 1932.
Otro tanto hizo el gobierno del coronel Molina.

Escritoras de El Salvador 383


de noviembre de 1974 los cuerpos de seguridad asesinaron a ocho
campesinos en el municipio de Tecoluca, departamento de San
Vicente, en lo que se recuerda como la “masacre de La Cayetana”,
en la que también fueron detenidas ilegalmente más de quince
personas.186 Al año siguiente, el 30 de julio, las fuerzas del gobier-
no reprimieron una manifestación estudiantil en las inmediacio-
nes del Hospital General del Seguro Social, en San Salvador, hecho
del que no se ha establecido con seguridad el número de personas
fallecidas, lesionadas y “desaparecidas”.187 La violencia, tanto de
las organizaciones de izquierda, como de los cuerpos represivos,
fue escalando a niveles cada vez mayores. Después del secuestro
y asesinato de Ernesto Regalado Dueñas, “El Grupo” se escindió y
algunos de sus miembros formaron el Ejército Revolucionario del
Pueblo (erp), del que formaron parte, entre otros, Rafael Arce Za-
blah, Joaquín Villalobos, Ana Guadalupe Martínez, Lil Milagro
Ramírez, Eduardo Sancho Castaneda y Mercedes Letona. Esta
organización se dio a conocer el 2 de marzo de 1972 con el asesi-
nato de dos miembros de la hoy extinta Guardia Nacional en las
inmediaciones del antiguo Hospital Benjamín Bloom, hoy Unidad
1 de mayo del Seguro Social. El objetivo de dicha acción fue apo-
derarse de los fusiles G-3 que portaban los guardias.
Un año más tarde, el poeta Roque Dalton (1935-1975) re-
gresó de Cuba y se incorporó a esta organización, de la que formó
parte hasta su muerte ocurrida el 10 de mayo de 1975, cuando fue
asesinado en una aparente purga interna. Otras fuentes apuntan a
un conflicto de poder entre Dalton y Alejandro Rivas Mira, perso-
naje que posteriormente desertó, llevándose consigo una cantidad
indeterminada de dinero producto de los secuestros ejecutados por
la organización. A raíz de la muerte de Dalton, el erp se dividió y la
facción disidente formó las Fuerzas Armadas de la Resistencia Na-
cional (rn), de la cual formaron parte Lil Milagro Ramírez y Eduar-
do Sancho, entre otros. En 1976 surge una nueva organización
186 Veáse ijunior.com.br/rlajt/.../IV-T.-I.-Justiça-Restaurativa-2012-Caso-La-Cayetana-1974.pdf, y
La Cayetana: Memorias bajo el volcán, columna escrita por Dara Kerr, publicada en el sitio web
del Museo de la Palabra y la Imagen, mupi, http://museo.com.sv/2012/07/la-cayetana-memo-
rias-bajo-el-volcan/, consultado el 27 de febrero de 2018.
187 https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_estudiantil_del_30_de_julio_de_1975, consultado el
27 de febrero de 2018.

384 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


militar de izquierda: el Partido Revolucionario de los Trabajadores
Centroamericanos (prtc). Estos grupos armados mantuvieron una
relación de cooperación con las organizaciones obreras, campesinas
y estudiantiles, las cuales se aglutinaron en los llamados “frentes de
masas”. Si el énfasis de los primeros estaba en lo militar, el de los se-
gundos residía en los planteamientos políticos y la lucha ideológica.
En 1976 el gobierno comenzó a preparar las elecciones que
se efectuarían el 20 de febrero de 1977. El candidato a la presidencia
por el Partido de Conciliación Nacional (pcn) era el general Carlos
Humberto Romero. Aunque los partidos de oposición presentaron
numerosas denuncias de fraude, el Consejo Central de Elecciones
proclamó ganador a Romero. Una multitud se congregó en la Plaza
Libertad de San Salvador para protestar por el fraude y manifestar
su apoyo al líder opositor Ernesto Claramount, pero el 28 de febre-
ro fue reprimida por los cuerpos de seguridad. La cantidad de muer-
tos, heridos y desaparecidos nunca se estableció con seguridad. Los
sobrevivientes se refugiaron en la iglesia del Rosario, ubicada frente
a la plaza, de donde fueron evacuados en ambulancias de la Cruz
Roja. Es a raíz de este hecho que surgió una nueva organización de
masas: las Ligas Populares 28 de febrero. En medio de este contexto
de crispación y de violencia, el 3 de febrero de 1977 fue nombrado
arzobispo de San Salvador monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien
anteriormente había sido obispo de Santiago de María, municipio
de la zona cafetalera del departamento de Usulután. Se trataba de un
sacerdote recto y piadoso, con fama de conservador. Tomó pose-
sión de su cargo el 22 de febrero, dos días después de las elecciones
y cinco días antes de la masacre de la Plaza Libertad:

en una ceremonia sencilla celebrada en la capilla del Semina-


rio Mayor de San José de la Montaña, a la que asistieron el
nuncio apostólico Emanuele Gerada y los demás obispos de
El Salvador. Ese mismo día, el gobierno anunció que varios
religiosos que se hallaban fuera del país, entre ellos el español
Benigno Fernández S. J. y el nicaragüense Juan Ramón Vega
Mantilla, no debían regresar.188

188 https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93scar_Romero#Arzobispo, consultado el 16 de no-


viembre de 2016.

Escritoras de El Salvador 385


La expulsión de estos dos religiosos era un signo de que:

La represión desatada por el gobierno incluyó e incluso tomó


como objetivo primordial a la Iglesia católica. Esta campaña,
en la cual intervinieron directamente el gobierno y la oligar-
quía, estuvo dirigida contra los sacerdotes, las congregaciones
religiosas, las instituciones y los organismos vinculados con
la Iglesia y contra todos los seglares comprometidos en la-
bores eclesiales[…]. Cuando monseñor Romero fue elegido
arzobispo de San Salvador, a principios de 1977, la imprenta
del arzobispado, una librería católica y la Universidad Centro-
americana “José Simeón Cañas” (uca) fueron atacadas con
bombas. La campaña de difamación por la prensa, la radio
y la televisión alcanzó extremos inconcebibles. Seis sacer-
dotes habían sido expulsados del país, dos de ellos después
de haber sido torturados, y la residencia de otro fue allanada
por los cuerpos de seguridad. El mismo arzobispo, monse-
ñor Luis Chávez, fue atacado violentamente por los medios
de comunicación que lo acusaron de permitir y promover las
“prédicas comunistas” y de incitar a las organizaciones cam-
pesinas a la violencia. La misión eclesial, entendida y puesta
en práctica según los lineamientos del Concilio Vaticano II
y aplicada a América Latina por la Segunda Conferencia del
Episcopado Latinoamericano en Medellín, hizo de la Iglesia
una institución subversiva para un orden social fundado pre-
cisamente en la injusticia y la violencia (Cardenal 401).

En ese contexto, la elección de un arzobispo conservador,


como era monseñor Romero entonces, fue un hecho interpre-
tado como: “una gran victoria” (Cardenal 401) de los sectores
de derecha, ya que monseñor Romero era “el candidato ideal del
poder establecido” (Cardenal 401). Sin embargo, después de los
hechos sangrientos de la Plaza Libertad, en las dos semanas si-
guientes la persecución contra la Iglesia católica escaló a nuevas
alturas de violencia: el 12 de marzo, el jesuita Rutilio Grande y dos
campesinos que lo acompañaban fueron asesinados en la carretera
que conduce de Aguilares a El Paisnal, al norte del departamento
de San Salvador. Grande era amigo personal de monseñor Rome-

386 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ro, pero sobre todo era un sacerdote jesuita. Tenía fama de hom-
bre honrado, coherente y piadoso. Con su asesinato, el gobierno y
los cuerpos de seguridad cruzaron el punto de no retorno. Quedó
en evidencia, además, el ataque a una línea pastoral concreta de
la Iglesia: su opción preferencial por los pobres, la identificación
de los sacerdotes y las religiosas con los sufrimientos y con las
esperanzas del llamado pueblo de Dios. Monseñor Romero fue al
municipio de Aguilares a recoger los cadáveres de los asesinados,
y con este hecho su visión de mundo y toda su vida comenzaron a
cambiar, especialmente porque la violencia continuó agudizándo-
se a extremos hasta entonces inconcebibles. Desde ese día, Mon-
señor asumió la tarea de denunciar los atropellos de una y otra
parte en la homilía que pronunciaba en la misa de cada domingo
desde la catedral. 189
A partir de 1972, las organizaciones de izquierda habían
secuestrado a diversas personas vinculadas con los sectores em-
presariales: el 30 de junio de 1975 el erp capturó al industrial Fran-
cisco de Sola. Fue liberado el 7 de julio. El 27 de enero de 1977,
dos días antes de la masacre de la Plaza Libertad ejecutada por
parte de las fuerzas del gobierno, el erp hizo desaparecer al em-
presario Roberto Poma. Herido durante el hecho, se presume que
Poma murió dos días después. La organización siguió negociando
a pesar de que el rehén ya había muerto. Un cuantioso rescate fue
pagado por su familia y fueron liberados dos integrantes del erp
capturados por la Guardia Nacional, entre ellos Ana Guadalupe
Martínez, quien plasmó después su experiencia como presa políti-
ca desaparecida en su libro Las cárceles clandestinas.190 No obstante,
el cuerpo de Roberto Poma fue abandonado en una casa frente
al mirador de Los Planes de Renderos, el 13 de marzo de 1977.
El 19 de abril del mismo año fue secuestrado el ministro de Re-
laciones Exteriores, el ingeniero Mauricio Borgonovo Pohl, por
un comando de las fpl. Murió asesinado el 10 de mayo. Al día
siguiente, el párroco de la capitalina colonia Miramonte, Alfonso
Navarro, fue muerto por hombres armados que asaltaron su casa.
189 Estos hechos fueron recogidos en el poemario Ofertorio del poeta Francisco Andrés Escobar,
que en 1979 publicó la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (no gubernamental).
190 Martínez, Ana Guadalupe. Las cárceles clandestinas. San Salvador, UCA Editores, 2012. isbn
9992349670.

Escritoras de El Salvador 387


También falleció acribillado Luis Torres, un joven de catorce años
que pertenecía a un movimiento juvenil de catequesis y que casual-
mente se encontraba en el lugar. La muerte de Luis, como la de los
dos campesinos que acompañaban a Rutilio Grande, marcaron un
patrón seguido por los asesinatos políticos cometidos por los es-
cuadrones de la muerte: asesinaban a la persona que buscaban y a
todos los posibles testigos que se encontrasen en el lugar, aunque
no tuviesen relación con el perseguido. A lo largo de los doce años
que duró la guerra civil salvadoreña murieron doce sacerdotes: Ru-
tilio Grande, Alfonso Navarro, Ernesto Barrera Motto, Octavio
Ortiz, Rafael Palacios, Alirio Napoleón Macías y los seis jesuitas
asesinados el 16 de noviembre de 1989: Ignacio Ellacuría, Segun-
do Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón
Moreno y Joaquín López y López. A ellos se sumó la sangre del
arzobispo, ya que monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez
también cayó asesinado el 24 de marzo de 1980, mientras ofi-
ciaba la misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia.
Y el 2 de diciembre de 1980 cuatro religiosas norteamericanas:
Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y Jean Donovan fueron
violadas y asesinadas por integrantes de la Guardia Nacional. El
15 de octubre de 1979 un grupo de militares derrocó al gobierno
del general Carlos Humberto Romero. Cardenal afirma que el
origen y la planificación del golpe fueron atípicos:

Por primera vez, los civiles participaron desde el comienzo


en la conspiración. Algunos oficiales jóvenes intentaron en
vano provocar la renuncia del presidente en marzo. Ante su
fracaso y el aumento de la represión, empezaron a hablar
entre ellos sobre la necesidad de un cambio. En junio infor-
maron al embajador de los Estados Unidos, quien dijo que
no se opondría. Aunque los golpistas tuvieron contactos
esporádicos con la embajada, ésta no participó en la planifi-
cación ni en la ejecución del golpe. El derrocamiento de la
dictadura somocista y el colapso de su ejército confirmaron
a los militares jóvenes salvadoreños que el momento para
cambiar había llegado (Cardenal 401).

388 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El sepelio de monseñor Romero, el 30 de marzo de 1980,
fue una manifestación multitudinaria de duelo; fue reprimida,
también, por las fuerzas de seguridad, que dispararon de modo
indiscriminado contra la multitud concentrada en la plaza Barrios,
frente a la catedral de San Salvador. Nunca se determinó el núme-
ro de personas fallecidas o heridas en esa oportunidad. Tampoco se
persiguió ni procesó a los homicidas, que siguen impunes, como los
autores de la mayoría de los hechos violentos del conflicto armado.
Este hecho, culminación del proceso de violencia que hemos des-
crito, es el hito que marcó oficialmente el inicio de la guerra civil.
Ha sido ésta la peor tragedia nacional. La guerra civil salvadoreña
enlutó, y todavía enluta, a la nación. Setenta mil muertos, inconta-
bles desaparecidos, más de un millón de salvadoreños en el exilio,
familias separadas tal vez para siempre y un país cuyo tejido social
quedó roto y desgarrado; de modo que aún ahora continúa bus-
cando el rumbo, dividido por odios viscerales y enconados, a pesar
de los llamados a “no reabrir las heridas”, a echar tierra sobre una
realidad no aclarada en la que campea la impunidad y donde mu-
chos siguen esperando todavía verdad y justicia.
Muchas de las autoras que desfilan por este capítulo eran
adolescentes o niñas cuando empezó el conflicto. La mayoría lo
vivió en carne propia, si bien con las diferencias que les otorgó el
estatus de sus familias y sus personales opciones de vida, muchas
lograron aprovechar las oportunidades que se han abierto dentro
y fuera de El Salvador, para que las mujeres opten y construyan
un proyecto personal de vida independiente. Varias han sabido
labrarse sólidas carreras dentro o fuera de la academia. Otras de-
cidieron emigrar y trabajar desde la distancia. Incluso, alguna hay
que escribe en inglés más que en español. Asimismo, la mayoría
está aprovechando nuevas formas de publicar sus obras, habida
cuenta de un reducidísimo mercado editorial, así como de la debi-
lidad institucional que el país sigue padeciendo, especialmente en
el área cultural, situación que, en los últimos años, a partir de la
crisis económica de 2008, se ha recrudecido.
Susana Reyes nació en San Salvador el 3 de noviembre de
1971. Se graduó como profesora y licenciada en Letras por la Uni-
versidad “José Simeón Cañas” (uca), con una tesis titulada Recons-

Escritoras de El Salvador 389


trucción poética de la cosmovisión náhuatl en las obras Los nietos del jaguar
y Yulcuícat (versos) de Pedro Geoffroy Rivas, en 1999. Desde 1994
ganó varios premios a nivel nacional y universitario. En 2002 obtu-
vo el Premio Joven Talento del año 2001 en el área de Literatu-
ra, otorgado por Galería 91 y Concultura. Fue editora del portal
Clic y vicepresidenta de la Fundación Cultural Alkimia, para la que
coordinó la revista Alkimia y el espacio semanal Miércoles de poesía.
Ha participado en varios montajes teatrales con el grupo La Calle,
entre ellos Un día en la vida de Manlio Argueta. Fue integrante del
grupo Poesía y más, en ese contexto organizó varios espectáculos
teatrales, así como conferencias-recitales. Con este grupo también
publicó, en forma conjunta, El libro de los conjuros. Contribuyó a
la formación de “jóvenes talentos” en las Academias Sabatinas
Experimentales de la Universidad Dr. José Matías Delgado. Fue
también profesora de teatro en el Colegio Champagnat de Santa
Tecla e impartió un taller de escritura creativa con la Fundación
Claribel Alegría. Aparece en los libros Mujeres en la literatura salvado-
reña (Red de Mujeres Escritoras Salvadoreñas, San Salvador, 1997),
Colección Juegos Florales 1996. Chalatenango, Usulután, Santa Ana y
Panchimalco (Dirección Nacional de Promoción y Difusión Cultu-
ral, Concultura, S. S., 1997), Palabras de la siempre mujer (Colección
Cuadernillos Literarios, Fundación María Escalón de Núñez, San
Salvador, 1997); Paisajes poéticos (Unidad de Cultural de la Univer-
sidad Tecnológica, San Salvador, 1997), Causa perdida. Cuatro poe-
tas (plaquette de la Coordinación de Letras del Concultura y Casa
del Escritor, S. S., 2002; en coautoría con William Alfaro, Carlos
Clará y Luis Angulo), Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica.
Pícaras, místicas y rebeldes. Tomo I (La Cuadrilla de la Langosta, Mé-
xico, D. F., 2004), El Salvador diccionario: Personajes, hechos históricos,
geografía e instituciones (Editorial Nuevo Enfoque, segunda edición,
S. S., 2004), Trilces trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador
(La Garúa Libros, Barcelona, 2006), Cruce de poesía. Nicaragua-El
Salvador (Ediciones 400 Elefantes, Managua, 2006), Memorias de la
Casa. 25 poetas (Índole Editores/Fundación Claribel Alegría, S. S.,
2011), La poesía del siglo xx en El Salvador (Visor Libros, Colec-
ción La Estafeta de Viento, Madrid, 2012), Festival Latinoamerica-
no de Poesía ciudad de Nueva York 2012. Antología (Urpi Editores y
Academia Norteamericana de la Lengua Española, Nueva York,

390 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


2012), Lunáticos: poetas noventeros de la posguerra (Índole Editores, S.
S., 2012), Mujeres. Reunión poética (Secretaría Nacional de Arte y
Cultura del fmln, S. S., 2013) y Teatro bajo mi piel (edición bilingüe
español-inglés, Editorial Kalina, S. S., 2014). En revistas: Nuevas
voces femeninas salvadoreñas (separata de la revista Universidad, Edito-
rial Universitaria, S. S., número 8, octubre-diciembre, 2009), Espe-
cial poesía de hoy en El Salvador. Cuadernos Hispanoamericanos. N.º 739,
enero de 2012 (Agencia Española de Cooperación Internacional
para el Desarrollo). Publicó, asimismo, Rezongos de mujer (poesía,
Edición Grupo poesía y Más, S. S., 2000; en coautoría con Carmen
González Huguet, Claudia Hérodier y María Cristina Orantes), Re-
cuento de relaciones (poesía, Alkimia Libros, S. S., 2002; en coautoría
con Juan Ramón Saravia, hondureño), Los verbos perdidos de la luna
(poesía, s/e, S. S., 2000), Postales urbanas (poesía, Ediciones Casa
del Escritor, S. S., 2003), Historia de los espejos (poesía, Dirección de
Publicaciones e Impresos, Colección Nuevapalabra, S. S., 2004),
Los solitarios amamos las ciudades (poesía, selección, Índole Editores,
S. S., 2009), Postales urbanas y vitrales (poesía, traducción al francés de
Magdiel Midence, Malàdive Editores, Tegucigalpa, 2013. Hay una
versión de Índole Editores, 2014).
Abigail Guerrero191 nació en el puerto de La Libertad, en
el departamento del mismo nombre, el 10 de enero de 1972. Los
primeros años de su infancia transcurrieron en el mar, elemen-
to vital y presente en sus escritos. Se graduó como profesora de
Educación Media con especialidad en Literatura y se licenció en
Letras por la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”
(uca). Laboró como maestra en la Academia Británica Cuscatleca.
Perteneció al grupo de teatro La Calle y formó parte del equipo
literario Taltipac, como articulista del boletín literario Amataquetza.
Ha publicado textos en revistas, periódicos, boletines y algunas
antologías de escritoras salvadoreñas. También ha formado parte
de los equipos editoriales para la producción de libros didácti-
cos de literatura, gramática y redacción creativa. Entre sus obras
inéditas se encuentran cuentos de corte surrealista y una novela
de ciencia ficción llamada El Jaguar.

191 http://www.artepoetica.net/Abigail_Guerrero.htm, consultada el 19 de agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 391


Brenda Iliana Gallegos,192 quien firma su obra como Brenda
Gallegos, nació el 7 de febrero de 1972 en Sensuntepeque, cabe-
cera del departamento de Cabañas. Firma sus libros con el pseu-
dónimo Renacer. Se licenció en Nutrición en 1996 y obtuvo una
maestría en Didáctica y Formación del Profesorado en la Univer-
sidad de El Salvador, ues, en 2003. Realizó estudios de postgrado
en Educación del Consumidor en la Universidad de Valladolid,
España, de 1997 a 1998. Ha participado en recitales organizados
por las universidades: Luterana, Tecnológica, Don Bosco, Univer-
sidad de El Salvador; así como en radios participativas de Victoria,
Cabañas y en la radio de la Universidad Centroamericana “José
Simeón Cañas” (ysuca). Ha escrito para las revistas: Huellas, Nueva
Era y Carballeda de Zamora, España. Sus textos han aparecido tam-
bién en el boletín La Facultad Informa y en el periódico El Univer-
sitario de la Universidad de El Salvador. En 1998 obtuvo el XVII
Premio Hispanoamericano de Poesía “Diego de Losada”, con el
poema “Nunca te dije te quiero”. En 2004, obtuvo la mención
honorífica de los Juegos Florales de la Casa de la Cultura de San
Vicente, con la colección: 30 poemas de Renacer. Está incluida en
Las otras voces. Antología de poesía joven salvadoreña. S. S., Dirección
de Publicaciones Impresos, VV. AA. (2011). Ha publicado Poética
universitaria, antología (S. S., Ed. e Imprenta Universitaria, 2001), Pri-
mavera entre versos (antología, S. S., Ediciones Escorpión, 2005), La
primavera de los poetas (S. S., Alianza Francesa, 2006; algunos de sus
poemas se han traducido al francés y aparecen en la antología poé-
tica salvadoreña recopilada por la académica francesa Maria Pou-
mier)193 y Renacer (S. S., Editorial e Imprenta Universitaria, 2007).
Tuvo una destacada participación en el Programa de Arte y Cultu-
ra de la ues en junio de 2016. Igualmente, participó en la Jornada
Estudiantil de la Universidad Don Bosco, en abril de 2005, en la
V Semana de la Ciencia y la Cultura “Lic. Gilberto Aguilar Avilés”
en la Universidad Don Bosco, en septiembre de 2004. Recibió un
reconocimiento en Certamen de Poesía y Oratoria, Instituto Na-
cional Albert Camus de Sonsonate, en julio de 2004 y participó en

192 http://www.artepoetica.net/Brenda_Gallegos.htm, consultada el 20 de agosto de 2016, y en-


trevista semiestructurada dirigida a la autora el mismo día.
193 Poumier, María. Poesie salvadorienne du xxe siécle. Ginebra: Editorial Patiño, 2002.

392 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


los Domingos Culturales en el Parque Simón Bolívar, Universidad
Tecnológica, en mayo de 2000.
Karla Ivonne Coreas Guerra,194 conocida como Karla Co-
reas, nació el 18 de agosto de 1972 en Santiago de María, depar-
tamento de Usulután. Estudió en el Colegio del Sagrado Corazón
de la ciudad de San Miguel, en la Escuela José Castro López y en
Instituto San Vicente de Paúl, estos dos últimos centros educati-
vos de San Pedro Sula, Honduras. Luego continuó en Brentwood,
Nueva York, donde concluyó la educación media. Se licenció en
Lenguas Modernas en la Universidad de El Salvador (ues). En
Suffolk Community College, en Selden, Nueva York, aprendió el
arte de la fotografía. Ha traducido al inglés y al castellano a varios
poetas internacionales como Luis Manuel Pérez Boitel de Cuba,
a la dramaturga Mariluz Suárez Herrera de México, al poeta sal-
vadoreño Otoniel Guevara, al poeta israelí Amir Or y al poeta
checo Martin Zet, entre otros. Forma parte del equipo directivo
de la Fundación Metáfora en El Salvador y en Nueva York. Como
miembro de dicha fundación, ha sido coordinadora del Encuentro
Internacional de Poetas El turno del ofendido, de 2005 a 2007.
Actuó como intérprete y traductora en varios eventos poéticos de
América Latina y Estados Unidos. El Ministerio de Cultura de la Re-
pública Checa publicó su traducción al español del libro Performance
para mí mismo del poeta checo Martin Zet. Ha participado en festivales
internacionales de poesía y su obra ha sido publicada en revistas y
periódicos internacionales y locales. Coordinó y fundó espacios li-
terarios y culturales como los Martes Soleados de Poesía en Bren-
twood, Nueva York (2006-2008), Letras y Voces en Brentwood
(2008-2010) y la Feria del Libro de Nueva York en el Hispanic
Latino Cultural Center of New York (2007-2011). También coor-
dinó el Festival de Nueva Poesía Poetas en Nueva York (2011),
entre otras actividades culturales. Publicó los poemarios Tarde en
Manhattan (Urpi Editores, Lima, Perú, 2008, y segunda edición,
Urpi Editores, Nueva York, 2012) y Como dos perfectos extraños (Urpi
Editores, Nueva York, 2014). Fue incluida en las antologías Festi-
val Latino-Americano de Poesía (2011, American University, Memoria
Festival de Nueva Poesía Poetas en Nueva York); Mujeres del Edén
194 http://www.artepoetica.net/Karla_Coreas.htm, consultado el 20 de agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 393


que reverdecen con la palabra (2014, Antología Descendientes del
Fuego 2013); Adornos de papel (IV Festival Internacional de Poe-
sía de Quetzaltenango, Casa de la Cultura de Occidente, 2008), y
Luna Calante (plaquette monográfica, Progetto 7 Lune, Venecia,
Italia, 2015).
Violetta Alexandra Noelle Lytton de Regalado, conocida
como Alexandra Lytton Regalado, nació en San Salvador el 19 de
diciembre de 1972. Se licenció en Literatura y Artes Visuales por
la Universidad Internacional de Florida, eua, en 1994. En ese mis-
mo centro cursó una maestría en Fine Arts and Creative Writing,
especializada en poesía. También completó una maestría en Fine
Arts y Creative Writing, con especialidad en ficción, por la Pacific
University, en Forest Grove, Oregon. Desde 2006 es la directora
y cofundadora de Editorial Kalina. Ha trabajado como escritora,
editora y traductora freelance desde 1997 a 2005. Además, ha sido
instructora en cursos de escritura creativa en la Universidad Inter-
nacional de Florida de 1997 a 2000.
Publicó Matria (Black Lawrence Press, 2017), “Ode to La
Matria”, The Wandering Song: Central American Writing in the United
States (Tia Chucha Press), La mano (Special Feature: In Celebration
of Juan Felipe Herrera, Green Mountains Review), “La gallina”
en Best American Poetry, octubre de 2016; “La lluvia”, “La vecina”,
“Chabelita Clears The Table”, “After the Artist Who Paints With
Water On Hot Cement” y “The Trouble With Plot” en Connotation
Press; “La Piedra” en Passages North; “La quinceañera y la jícara”,
en Gulf Coast. “La medusa” y “La doña” en Cream City Review. “La
calavera” en Coal Hill Review. “La moneda”, “La jarra”, “Chabe-
lita Sings Cielito Lindo As She Sweeps the Dining Room Floor”
(titulado La Escoba), “La gallina”, “La madre” y “La virgen” en
Radar Poetry, número 8, ganador del Premio Coniston. Así como “La
Maestra” y “La Sandía” en Pilgrimage. “El Chandelier”, y “Rip the
Stitches” en Notre Dame Review, número 40. “La mosca”, Ping Pong:
A Literary Journal of the Henry Miller Library. “La Cachiporrista”,
narrativa, finalista del IV Certamen de Poesía y Poema de la Se-
mana. “La enfermera”, “La mesa” y “La papalota” en MiPOesías.
“The T’ai Chi of Putting a Sleeping Child into His Crib” y “This
is Grace, He Says”, titulado como “Shooting Stars” en Tigertail, A
South Florida Poetry Annual Volume III. “Wind in Trees and Wishbo-

394 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ne” (titulado “Sunrise in Good Hope” en OCHO #26: The Travel
Issue. “Land O”, Vox. “La Pupusera” (titulado “The Pupuserias of
Olocuilta”) en Gulf Stream. “Fine or Nothing” en Miami Herald/
Street Weekly. También publicó los relatos cortos “Drownroofing”,
Kindred/Anchor & Plume. “La masacuata” en Phoebe Journal.
“The Storyteller of Lake Coatepeque” en Puerto del Sol. “Runs
In My Veins” en NANO Fiction. Ha trabajado como traductora
literaria y editora en varios proyectos. Ganó numerosos premios
de poesía y narrativa, la mayor parte de ellos en inglés, que es el
idioma en el que ha escrito casi toda su obra.
Lya Ayala nació en San Salvador el 23 de enero de 1973.195
Poeta, periodista y catedrática universitaria, ganó el VI y último
certamen “Alfonso Hernández” en 1997, convocado por la Aso-
ciación de Trabajadores del Arte y la Cultura (astac). Aparece en
las antologías Alba de otro milenio (Dirección de Publicaciones e
Impresos, dpi, 2000), recopilada por Ricardo Lindo; Otras voces
(dpi, 2011), El libro del voyeur (Ediciones del viento, España 2010),
Lunáticos, poetas noventeros de la posguerra (Índole, 2012), Ventanas (La
Fragua, 2012), Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña (Índole
y Kalina, 2014), Las puertas de la madrugada, antología Cuba-El Sal-
vador (Ediciones Amada Libertad, 2014). Ha escrito Verde, Arreci-
fe, Rojas las palabras, Piel del mar y Memorial del árbol.
Jennifer Rebeca Quintanilla Valiente firma sus libros como
Jennifer Valiente, o con el pseudónimo literario Harry Castel. Na-
ció en San Salvador el 30 de enero de 1973. Estudió en la Escuela
Urbana Mixta de la Colonia Guadalupe, del municipio de Soya-
pango, y en el Colegio El Espíritu Santo, del barrio de San Jacinto.
En 1995 se licenció de Biología en la Universidad de El Salvador
(ues). Trabajó tres años como bióloga en el área de plantas medi-
cinales antes de dedicarse al teatro y a la literatura. Fue directora
de la Casa del Teatro y del Teatro Nacional de San Salvador. En
2005 fundó el Taller Inestable de Experimentación Teatral (tiet)
del que es directora artística y se ha presentado en toda Centro-
américa, España y Argentina. Trabaja como técnico del Depar-
tamento de Letras de la Secretaría de Cultura y es catedrática de
195 Fuente: Amaya, Vladimir, Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña, y las páginas web http://
www.artepoetica.net/Lya_ayala.htm, y https://resistenciamusical.wordpress.com/2015/01/27/
lya-ayala-arteaga-poeta-periodista-el-salvador/, ambas consultadas el 20 de agosto de 2016.

Escritoras de El Salvador 395


Historia del Teatro para el Técnico en Teatro de la Universidad
José Matías Delgado.
Publicó poesía en las antologías Los vecinos de la casa, selec-
ción a cargo de Álvaro Darío Lara (2001), publicada por la Casa de
la Cultura del Centro de San Salvador; Antología del Día Internacional
de la Poesía (2007, edición de la Alliance Française de El Salvador);
Antología de Talleres del Foro (selección de Mario Noel Rodríguez y
David Ernesto Panamá, Edición del Foro Nacional de Escritores,
2008); Lunáticos. Poetas noventeros de la posguerra (selección de Alfon-
so Fajardo, 2012, Índole Editores). En narrativa ha participado en
las antologías Diez cuentos de adentro (Colección de Juegos Florales,
Chalatenango, Usulután, Santa Ana, Panchimalco, 1996, publicada
por Concultura, S. S., Dirección de Publicaciones e Impresos); No
leas a Poe. Antología del III Certamen Literario Francisco Gavidia (1999),
organizado por la universidad del mismo nombre; Antología de
cuentistas salvadoreñas (selección de Willy O. Muñoz, 2004, San Sal-
vador, uca Editores), Huellas Ignotas. Antología de cuentistas Centroa-
mericanas (1991-2005), tomo 1 (selección de Willy O. Muñoz, 2009,
San José de Costa Rica, EUNED); y 365 (edición de Mauricio
Vallejo Márquez (2012-2014), Suplemento Tres Mil, periódico Co-
latino). En teatro publicó Tito, Tita y el Zope Verdecito (teatro infantil,
S. S. Revista Escenario, año 4, no. 5, 2008); Santa María de la Espera
(S. S., Colección Onda Expansiva, El Salvador 01, Índole, 2013);
Ninpha (O estudio entrecortado de lo que sueñan las cigarras) (Napoli,
Metec Alegre Edizioni 2015); en poesía infantil, “Los gatos viaje-
ros” en Lluvia de estrellas (Ministerio de Educación de El Salvador,
2015). Obtuvo las distinciones siguientes: primer lugar en poesía
(compartido) en el Certamen Alfonso Hernández, concedido por
la Asociación Salvadoreña de Trabajadores del Arte y la Cultura
(astac) y primer lugar en narrativa en los Juegos Florales de Cha-
latenango, Concultura (1996); tercer lugar en narrativa, en los Jue-
gos Florales de San Salvador (1997), y el primer lugar en narrativa,
en el Certamen Francisco Gavidia, de la Universidad del mismo
nombre. En 2015 ganó la Bienal Internacional de Dramaturgia La
escritura de las diferencias (Italia-Cuba).
Vanessa Núñez Handal nació en San Salvador el 21 de sep-
tiembre de 1973. Abogada, escritora, docente y editora salvado-

396 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


reña con estudios de maestría en Ciencias Políticas y Literatura
Iberoamericana. Nacida en 1973 en El Salvador, reside actualmen-
te en Guatemala. Publicó Los locos mueren de viejos (FyG Editores,
2008 y La Pereza, 2015); Dios tenía miedo (FyG Editores, 2011 y
Editorial Piedrasanta, 2016); La caja de cuentos (libro objeto) (Alas
de Barrilete, 2015); Espejos (Uruk Editores, 2015); Animales interiores
(en coautoría con Frida Larios, 2015), así como varios cuentos en
diversas antologías y revistas de países tales como España, Fran-
cia, Alemania, Suiza, Estados Unidos, Colombia, Nicaragua, Costa
Rica, El Salvador, Guatemala y México. Su obra ha sido traducida
al francés, alemán e inglés. Es columnista de la revista de análisis
político Contrapoder (Guatemala). Ha sido ponente invitada en la
Universidad de Guadalajara, Universidad de Liverpool, Universidad
del Valle de Managua, Universidad Rafael Landívar, Universidad de
Tulane, Universidad de Loyola, Instituto Iberoamericano de Frank-
furt, Instituto Cervantes de Berlín e Instituto Latino Americano
de Viena. Ha sido invitada como escritora a diversos eventos li-
terarios tales como la Feria Internacional del Libro de Frankfurt,
Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Feria del Libro de
Panamá, Festival de narradores “Centroamérica Cuenta”, Festival
de la palabra de Puerto Rico, Congreso Internacional de Literatura
Centroamericana (cilca), Residencia para artistas de Casamarles,
Barcelona y el Proyecto “Ida y Vuelta”, Bruselas.
Amparo María Ixtlixóchitl Marroquín Parducci, conocida
como Amparo Marroquín, nació en San Salvador el 21 de diciem-
bre de 1973. Fue hija del médico Ovidio Rolando Marroquín Ca-
samalhuapa y de Rita Anabella Parducci Alvarenga. Es nieta de
Alejandro Dagoberto Marroquín y de Amparo Casamalhuapa.196
Se licenció en Comunicación y Periodismo por la Universidad
Centroamericana “José Simeón Cañas” (uca) en 1997 y obtuvo
una maestría en Difusión de Ciencia y Cultura por el iteso, Uni-
versidad Jesuita de Guadalajara, en 2003. Se doctoró en Filoso-
fía Iberoamericana por la uca de San Salvador en 2015, centro
educativo donde se ha desempeñado como docente desde 1997.
También ha trabajado como catedrática invitada en la uca de Ma-
nagua en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Qui-

196 Entrevista semiestructurada respondida el 14 de diciembre de 2016.

Escritoras de El Salvador 397


to, Ecuador; en la Universidad de El Salvador; en la Universidad
Nacional de La Plata, Argentina y en la Universidad de Málaga,
España, entre otras. Se ha interesado en revisar cómo las identi-
dades, las culturas y las narrativas en los medios de comunicación
han cambiado a partir del protagonismo de los procesos migrato-
rios y de las formas como se nombra a la violencia, en particular
aquellos que iniciaron en la década de 1990. Es vicepresidenta de
la Junta Directiva de la Fundación para el Desarrollo (funde) y ha
sido consultora para distintos organismos internacionales como el
Centro de Competencia en Comunicación de la Fundación Frie-
drich Ebert en Bogotá; el proyecto “Centroamérica-México 2020”
para el Instituto Tecnológico Autónomo de México (itam) y el
David Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard
University; el pnud con el Informe de Desarrollo Humano 2005;
la giz a través de un diagnóstico de comunidades en la zona de
Los Nonualcos, entre otros. Ha impartido conferencias y publica-
do diversos artículos académicos en revistas y capítulos de libros
vinculados con sus temas de trabajo: los medios de comunicación,
la cultura, la migración y las violencias de la región centroameri-
cana. Ha obtenido el premio de poesía en los Juegos Florales de
Ahuachapán en 2001 y de San Vicente en 2002.
Adda Geraldine Montalvo Hernández, quien firma sus tex-
tos como Adda Montalvo, nació en San Salvador el 31 de diciem-
bre de 1973. Estudió en la Escuela República de Holanda No. 1
de Ciudad Delgado y en el Colegio La Divina Providencia de San
Salvador. Se licenció en Comunicación y Periodismo por la Uni-
versidad Centroamericana José Simeón Cañas (uca). Además, ob-
tuvo una beca para participar en el Programa Balboa para Jóvenes
Periodistas Iberoamericanos, que convoca la Fundación Carolina
y la Fundación Diálogos en Madrid, España, en 2002. También ha
sido becaria del programa Periodismo Literario de la Fundación
Nuevo Periodismo, en Cartagena de Indias, Colombia, en 2003.
Participó en el programa de becas Periodismo y Democracia de
la Agencia Sueca de Cooperación (asdi) en el Instituto Kalmar
(2006). Dos años más tarde asistió al I Congreso Iberoamerica-
no de la Cultura, convocado por la Fundación Nuevo Periodismo
Iberoamericano y por la Secretaría de Cultura Iberoamericana.
Este evento se celebró en la capital mexicana en 2008. Ese mismo

398 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


año fue ponente en el I Congreso de Análisis de Realidad Lati-
noamericana, convocado por Prestomedia Grupo, celebrado en
Madrid. También asistió al II congreso de este tipo en Burgos, Es-
paña, 2009. Se desempeñó como reportera para La Prensa Gráfica
en la sección ECO y en la Revista Dominical de 1997 a 2003. Al año
siguiente pasó a trabajar como reportera y posteriormente editora
de la sección Cultura y Sociedad de El Diario de Hoy, hasta 2009,
cuando se convirtió en asistente de producción de la Orquesta
Sinfónica Juvenil de El Salvador (osj). Fue también Jefe de Pro-
ducción de Dirección Nacional de Formación Artística (dnfa)
de la Secretaría de Cultura de la Presidencia (Secultura) de 2010 a
2011. A partir de este año fue Reporter and Spanish Copy Editor
para La Prensa de San Antonio, Texas, en eua.
Jorgelina Elizabeth Cerritos Chacón, quien firma su obra
como Jorgelina Cerritos, nació el 23 de noviembre de 1974. Es
actriz y dramaturga, pero también escribe poesía y cuento, tanto
para adultos como para niños. Participó en talleres literarios impar-
tidos por Claribel Alegría durante las visitas de esta escritora a El
Salvador entre 1998 y 1999 y es miembro del taller literario de la
Universidad Tecnológica de El Salvador cuando éste fue dirigido
por Silvia Elena Regalado (Amaya, Segundo índice antológico).197 Se
licenció en Psicología por la Universidad de El Salvador (ues). Su
formación como actriz arrancó en 1990. Participó como becaria
del proyecto centroamericano El Carromato a partir de 2006, dic-
tado por el maestro y dramaturgo José Sanchís Sinisterra. En 2010
recibió formación del director y dramaturgo Arístides Vargas en
la Semana Internacional de Dramaturgia Contemporánea en Cali,
Colombia.
Ha obtenido el premio de poesía infantil de los Juegos Flo-
rales de 2002 y 2003. En 2010 ganó el premio Casa de las Améri-
cas en la rama de teatro con su obra Al otro lado del mar. Recibió el
V Premio de Teatro Latinoamericano George Woodyard, que en-
trega la Universidad de Connecticut (eua) con su obra Vértigo 824.
Ha publicado las obras teatrales Al otro lado del mar (Fondo Edito-
rial Casa de las Américas, Cuba, 2010); Respuestas para un menú (San
Salvador, Revista Ars, de la Secretaría de Cultura de la Presidencia

197 Página de Jorgelina Cerritos en Wikipedia, consultada el 9 de septiembre de 2016.

Escritoras de El Salvador 399


de El Salvador, 2010); Al otro lado del mar y otras voces (compilación de
tres textos dramáticos, Universidad Pedagógica de El Salvador, 2012);
Vértigo 824 (Center of Latin American Studies, University of Kan-
sas, eua, 2012); El coleccionista (obra de teatro infantil, San Salvador,
Dirección de Publicaciones e Impresos, 2012); La audiencia de los
confines (Primer ensayo sobre la memoria, Associazione culturale
“Metec Alegre”, Napoli, Italia, 2013); Anafilaxis, revista Cultura
de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de El Salvador, 2013);
Bandada de pájaros (segundo ensayo sobre la memoria, San Salvador,
Índole Editores, 2016). También publicó los libros de poesía para
niños La casa ballena (San Salvador, Dirección de Publicaciones e
Impresos, 2014); A la nana, nana, al pregón, pregón (San Salvador,
Dirección de Publicaciones e Impresos, 2015) y el libro de cuento
infantil La niña que llegó con las olas (Academia Boliviana de Lite-
ratura Infantil y Juvenil, Bolivia, 2014). Ha sido incluida en el Se-
gundo índice antológico de la poesía salvadoreña, preparado por Vladimir
Amaya y publicado en San Salvador por Índole Editores y Kalina
Editores, en 2014. Recibió los premios nacionales de dramaturgia
infantil que concedió el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte
(Concultura) en 2000, 2002 y 2004, por lo que fue declarada gran
maestre en esa rama. En poesía infantil también obtuvo el mismo
galardón por haber obtenido los premios nacionales en esa rama
en 2003, 2004 y 2014; así como el de dramaturgia, en 2007, 2008 y
2013. Ganó el Premio Casa de las Américas en La Habana, Cuba,
en 2010, así como el VI Premio La escritura de las diferencias en
la Bienal Internacional de Dramaturgia Femenina, con sede en La
Habana, Cuba, en 2012.
Claudia Hernández nació en San Salvador el 22 de julio de
1975. A pesar de que realizó estudios de Comunicación Social en
la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (uca), donde
fue discípula de Francisco Andrés Escobar, se licenció en Co-
municaciones por la Universidad Tecnológica. Realizó también
estudios de Derecho, aunque no se licenció. En 1998 ganó la
primera mención honorífica (4º lugar) del premio Juan Rulfo de
Radio Francia Internacional en la categoría de cuento. En 2004
obtuvo el prestigioso premio Anna Seghers en Alemania por obra
publicada. Textos suyos han aparecido en antologías en España,
Italia, Francia, Estados Unidos y Alemania, entre ellas: Los cen-

400 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


troamericanos (Alfaguara, 2002, selección y prólogo de José Mejía);
Papayas und Bananen. Erotische und andere Erzählungen aus Zentralame-
rika (Brandes & Aspel, Frankfurt, 2002, selección, prólogo y tra-
ducciones de Werner Mackenbach); Pequeñas resistencias 2. Antología
del cuento centroamericano contemporáneo (Editorial Páginas de Espu-
ma, Madrid, 2003, edición de Enrique Jaramillo Levi); Antología de
cuentistas salvadoreñas (uca Editores, S. S., 2004, edición de Willy O.
Muñoz); Cicatrices. Un retrato del cuento centroamericano (Anamá edi-
tores, Managua, 2004, Werner Mackenbach, compilador). Ha sido
catedrática de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
(uca) y de la Escuela Superior de Economía y Negocios (esen),
en El Salvador. Ha publicado Otras ciudades (Alkimia, S. S., 2001),
Mediodía de frontera (Dirección de Publicaciones e Impresos, S. S.,
2002); Olvida Uno (Índole Editores, San Salvador, 2005); De fron-
teras (Guatemala, Editorial Piedra Santa, Colección Mar de tinta,
2007); La canción del mar (Suplemento de La Prensa Gráfica, S. S.,
junio de 2007); Causas Naturales (Prisa Ediciones, 2013).
Roxana Efigenia Martel Trigueros, quien firma sus textos
como Roxana Martel, nació en San Salvador el 3 de septiembre
de 1975. Fue la mayor de dos hermanas. Roxana Martel se graduó
como bachiller académico, opción humanística, del Colegio Ma-
ría Auxiliadora de San Salvador y se licenció en Comunicaciones y
Periodismo por la Universidad Centroamericana José Simeón Ca-
ñas (uca). Obtuvo una suficiencia investigadora, equivalente a una
maestría en Investigación Social por el departamento de Sociología,
de la Universidad Pública de Navarra (upna). Trabajó en programas
relacionados con educación, atención a los niños y prevención de
la violencia en adolescentes. También ha realizado múltiples traba-
jos de investigación sobre movimientos sociales, seguridad humana,
desarrollo local y medios de comunicación, entre otros, para insti-
tuciones como la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, pnud,
gtz (Agencia de Cooperación Alemana), funde, opamss y habitat.
Ejerció la docencia en centros educativos como la uca y la Universi-
dad de Navarra. El género literario en el que trabaja es el ensayo. Al-
gunos de sus trabajos son “Violencia urbana y recuperación de los
espacios públicos: El caso del Área Metropolitana de San Salvador”
(coautora con Sonia Baires, Claudia Romero, Carla Sánchez, pnud-
uca Editores, San Salvador, 2006); “Catálogo de Estudios Urbanos.

Escritoras de El Salvador 401


El Salvador; 1980-2000” (coautora con Sonia Baires, Carlos Ferru-
fino e Ivón Rivera, uca Editores, San Salvador, 2001); “Lucha por
las significaciones de los mundos juveniles en El Salvador: Norma
y proscripción” (Mimeo, 2011); “Jóvenes centroamericanos en la
encrucijada. El ejercicio de narrar sus violencias” (introducción del
libro Jonathan no tiene tatuajes. Jóvenes centroamericanos en la encrucijada,
Cristian Alarcón (Editor), Coalición Centroamericana para la Pre-
vención de la Violencia Juvenil (ccpvj), San Salvador, 2010. Versión
en inglés: Jonathan has no tatoos. Chronicals of Central American Youth at
a crossroads, ccpvj, 2010; Revista Tempo Social, volumen 22 n. 2: “Pac-
tos comunitários e proteção em San Salvador”, Dez, 2010;198 Revista
ECA no. 719: “Mirar, escuchar, interpretar: crónica y reflexiones
sobre el observatorio de medios en las elecciones presidenciales de
2009” (enero-marzo, 2009, coautora con Amparo Marroquín, Olga
Vásquez y Nelly Chévez); Revista ECA no. 715-716: “Cartografías
estalladas: los jóvenes como ventanas de lo social”, octubre de 2008;
“Las Maras salvadoreñas: nuevas formas de espanto y control so-
cial”, capítulo del libro Las Maras. Identidades juveniles al límite (José
Manuel Valenzuela, Alfredo Náteras Domínguez y Rossana Regui-
llo Cruz (coordinadores). uam-Iztapalapa/colef/Casa Juan Palos:
México D.F., 2007); “Ciudadanía social y violencia urbana en las ciu-
dades centroamericanas” (coautora con Mario Lungo, capítulo del
libro Estudios culturales centroamericanos en el nuevo milenio, Marc Zim-
merman y Gabriela Baeza (Coords.), LACASA Publications: Uni-
versity of Houston, 2007); ISTMO Revista virtual de estudios literarios y
culturales centroamericanos no. 14: “Crónica de fronteras: la música po-
pular y la construcción de la identidad salvadoreña migrante” (coau-
tora con Amparo Marroquín, enero-junio 2007);199 Revista Cultura
no. 94: “De cómo las ciudades nos cuentan qué sociedades somos.
Notas sobre la cultura urbana” (septiembre-octubre, 2006, artículo);
Revista ECA no. 696, “Medios de comunicación y trabajo policial:
posibilidades u obstáculos para la democracia. Notas de una tensión
ambivalente” (octubre, 2006, comentario); “Imaginarios del miedo
y geografías de la inseguridad: construcción social y simbólica del
espacio público en San Salvador” (coautora con Sonia Baires, capí-
198 Disponible en portugués en: http://www.scielo.br/pdf/ts/v22n2/v22n2a02.pdf.
199 Disponible en: http://www.denison.edu/collaborations/istmo/articulos/cronica.html.

402 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tulo de libro Lugares e imaginarios en la metrópolis, Alicia Lindón, Miguel
A. Aguilar y Daniel Hiernaux (coordinadores) uam-I/Anthropos,
2006); “confedelca: una experiencia de integración centroamerica-
na desde los territorios”, coautora con Jaime Idrovo, Serie Documentos
de trabajo, funde-gtz, S. S., 2006); Revista ECA No. 679-680, “Los
jóvenes y sus identidades: estrategias del desencanto. Construcción
de identidades desde la precariedad” (mayo, 2005, artículo); “Avan-
ces, logros y perspectivas del gremio municipal en El Salvador y
Centroamérica” (documento de trabajo, COMURES, S. S., 2004);
“Pobreza y sociedad civil: el caso de El Salvador” (capítulo del
libro Pobreza y sociedad civil. Análisis y desafíos desde la perspectiva de la
sociedad civil en Centroamérica y México, coautora con Luis González.
CIDEP, S. S., 2004); “Ciudadanía Social y violencias en las ciuda-
des centroamericanas” (coautora con Mario Lungo Uclés, capítulo
del libro Seguridad ciudadana: Experiencias y desafíos, Lucía Dammert
(editora), Ilustre Municipalidad de Valparaíso/Red 14 “Seguridad
Ciudadana en la Ciudad”, Programa URB-AL, Valparaíso, Chile,
2004); “Soziale Bürgerrechte und Gewalt in den zantralamerikais-
chen Städen” (coautora con Mario Lungo Uclés, capítulo de libro
Gewalt und offentliche (Un-) Sicherheit. Erfahrungen in Lateinamerika und
Europa, Kalus Bodemer (Hrsg.) Red de Cooperación Euro-Lati-
nomaericana-recal/Institut für Iberamerika–Kunde –IIK, Ham-
burgo, 2004); Revista Probidad (2002), coautora con Luis González
y Sergio Bran del artículo “Ética municipal”; Revista ECA, 635
(agosto de 2001), coautora con Luis González y Sergio Bran del
artículo “Redes de poder en el municipio de Santa María Ostuma”.
Obtuvo una beca de la Fundación Ford y del Instituto de Histo-
ria de Nicaragua y Centroamérica para realizar un curso superior
profesional en 2008. Asimismo, ha obtenido otras cuatro becas
para realizar diferentes estudios. Actualmente es parte del equipo
de profesores que realizan el seminario virtual “Comunicación,
cultura y pensamiento latinoamericano: la perspectiva teórica de
Jesús Martín Barbero” de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (flacso).

Escritoras de El Salvador 403


Tania Verónica Molina Leddy, quien firma su obra como
Tania Molina, nació en San Salvador el 6 de agosto de 1977.200
Realizó estudios de Lenguaje y Literatura, Educación Activa y
Danzaterapia en Italia. Ganó el Certamen Centroamericano de
Literatura Femenina Joven (1996) auspiciado por unesco, Concul-
tura y la Universidad Tecnológica de El Salvador. Ha publicado en
las antologías A poetics of Resistance, Universidad de Michigan, Esta-
dos Unidos, 1994; Literatura femenina joven, unesco, 1996, y Mujeres
escritoras de El Salvador, publicación de la Red de Mujeres Escritoras
Centroamericanas en 1997. Ha publicado los poemarios De cuevas
y caricias (imu, 1996) y El espejo del ángel (Impresos Mazatli, 1998).
Actualmente dirige la compañía de circo itinerante Circósmico.
Roxana Elena Méndez Arévalo, conocida como Roxana
Méndez, nació en San Salvador el 15 de marzo de 1979.201 Estudió
en el Colegio El Espíritu Santo del barrio de San Jacinto de San
Salvador. Se licenció en Idioma Inglés con especialidad en Tra-
ducción por la Universidad Tecnológica de El Salvador. En 2007
obtuvo un diplomado en Administración Financiera por el Centro
de Estudios Financieros (cefin). Ha cursado el Máster en Litera-
tura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Barcelona
(2015-2016). Su obra comprende poesía, narrativa y traducciones.
Recibió varios premios nacionales de poesía, entre ellos: primer
lugar del Premio Nacional de Poesía organizado por Fundación
María Escalón de Núñez y Radio Clásica en 1998; primer lugar de
los Juegos Florales en Usulután, Concultura, 2000; premio único
de los Juegos Florales en Santa Ana, Concultura, 2001; primer
lugar, Juegos Florales en Usulután, Concultura, 2003. Título de
gran maestre en poesía, Concultura, 2003. La Universidad Tecno-
lógica de El Salvador le publicó Memoria (2004). La Dirección de
Publicaciones e Impresos le publicó Mnemosine202 (2008). En 2011
obtuvo el Premio de Narrativa Infantil en El Salvador. Al año
200 http://www.artepoetica.net/Tania_Molina.htm, consultado el 23 de agosto de 2016 y Reunión
poética. Secretaría de Arte y Cultura del fmln (2013).
201 Fuentes: entrevista semi estructurada del 30 de septiembre de 2015; de Amaya, Vladimir, Segundo
índice ontológico y de http://www.artepoetica.net/Roxana_Mendez.htm, consultada el 21 de agos-
to de 2016. Hay discrepancia en la fecha de nacimiento. En Arte Poética dice que nació el 1 de
marzo. En la entrevista, la autora afirmó que su fecha de nacimiento era 15 de marzo de 1979.
202 Méndez, Roxana, Universidad Tecnológica, El Salvador, 2004 y Bombadil, Suecia, 2008.

404 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


siguiente obtuvo el Premio Alhambra de Poesía para obra inédita
con el poemario El cielo en la ventana, publicado por Valparaíso
Ediciones (2012). Publicó, además, Clara y Clarissa (narrativa, Al-
faguara Infantil, 2012). Fue incluida en las antologías Humanismo
Solidario. Poesía y compromiso en la sociedad contemporánea (Visor,España,
2015); Poesía ante la incertidumbre, nuevos poetas en español (Visor, 2013);
La poesía del siglo xx en El Salvador (Visor, España, 2012); Puertas abier-
tas (Fondo de Cultura Económica, México, 2011), La herida en el sol
(Universidad Nacional Autónoma de México, 2008); El canon abierto.
Última poesía en español (Visor, España, 2015), en la que alrededor de
doscientos críticos e investigadores de más de cien universidades in-
ternacionales, como Harvard, Oxford, Columbia, Princeton, entre
muchas otras, seleccionaron a los cuarenta poetas más relevantes en
lengua española nacidos después de 1970. Ha traducido la biogra-
fía J. M. Barrie y los niños perdidos por Andrew Birkin, publicada por
Editorial Valparaíso, España, 2016. Vladimir Amaya la incluyó en la
antología Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña.
Claudia Reneé Meyer, conocida como Claudia Meyer, nació
en San Salvador el 13 de marzo de 1980. Se graduó como bachiller
del Colegio Nuestra Señora del Rosario de Fátima en Santa Tecla
(1997). Estudió un técnico en gestión empresarial en el Instituto
Tecnológico Centroamericano (itca) y se licenció en Mercadotec-
nia por la Universidad Dr. José Matías Delgado (2006). Ese año
concluyó una diplomatura en medios de comunicación y nuevas
tecnologías. Tiene una maestría en Comunicaciones por la Uni-
versidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (uca). Ha labora-
do como editora y correctora de textos, publicaciones periódicas,
revistas y en docencia universitaria. Desde 2010 es miembro de
la Asociación Salvadoreña de Cine y Televisión. Durante más de
tres años laboró como asistente académico-administrativo del Pro-
grama de Jóvenes Talentos en Letras en la Universidad Dr. José
Matías Delgado. Fue coordinadora general del Taller Profesional
de Cine y Televisión en la Escuela de Comunicación Mónica He-
rrera (2007-2012). Fue coordinadora especializada de la Academia
Sabatina Experimental en Ciencia y Tecnología de la Comuni-
cación en la Universidad Dr. José Matías Delgado (2012-2014).
Fue asistente de Dirección Ejecutiva del Consejo Salvadoreño del
Café (2015). Se desempeñó como coordinadora de ufg Ediciones

Escritoras de El Salvador 405


(2015-2016) en la Universidad Francisco Gavidia en San Salvador.
Trabaja como coordinadora de Industrias Creativas del Ministe-
rio de Economía. Publicó el poemario Estación del frío (editorial
Índole, Colección Onda Expansiva, S. S., 2015). Aparece en las
antologías Los ángeles también cantan (Casa del Poeta Peruano,
Perú, 2006); Una madrugada del siglo xxi (compilada por Vladimir
Amaya, S. S., 2010); Las otras voces, Dirección de Publicaciones
e Impresos, S. S., 2011); Lunáticos. Poetas noventeros de la posgue-
rra (Índole Editores, San Salvador, 2012); La poesía del siglo xx en
El Salvador (Visor, Madrid, 2012); Segundo índice antológico de la poesía
salvadoreña (Índole Editores/Editorial Kalina, S. S., 2014); Torre de
Babel. Antología de la poesía joven salvadoreña de antaño (18 vols.
La obra de Claudia Meyer aparece en el vol. 14: Los huérfanos gri-
ses, Editorial EquiZZero, S. S., 2015). Ganó los premios únicos de
poesía en los Juegos Florales de Cojutepeque 2008, Zacatecoluca
2010 y Zacatecoluca 2011, por lo que fue declarada gran maestre
por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de El Salvador.
Lauri García Dueñas nació en San Salvador el 7 de febrero
de 1980.203 Escritora y periodista. Hizo sus estudios básicos y me-
dios en el Externado de San José y se licenció en Comunicación
y Periodismo por la Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas (uca). Cursó una maestría en Comunicación en la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México (unam) becada por la Fun-
dación Heinrich Böll. La editorial salvadoreña elcuervo publicó
su primer poemario La primavera se amotina (2005), el cual fue
traducido al catalán para la antología Panamericana que incluye el
trabajo de jóvenes poetas americanas nacidas de 1976 en adelante.
También ha publicado los poemarios Sucias palabras de amor, Del
mar es el ahogo, con el que ganó el xvii Premio Interamericano de
Poesía Navachiste, Sinaloa, y El tiempo es un texto indescifrable. Ha
sido incluida en las antologías: Mujer, rompe tu silencio (El Salvador,
2005) y Conjuro de Luces (México, 2006). Participó en el II Festival
Internacional de Poesía (El Salvador, 2003),en el XIV Encuentro
Internacional de Mujeres Poetas en el País de las Nubes (México,
2006) y en el Sexto Festival de la Lectura Paseo de La Reforma
203 http://www.artepoetica.net/Lauri_Garcia1.htm y http://www.contracultura.com.sv/tres-poe-
mas-de-lauri-garcia-duenas, consultadas el 2 de agosto de 2015; y de su perfil en Facebook, con-
sultado el 21 de agosto de 2016.

406 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


(México, 2006). Sus trabajos literarios, periodísticos y académicos
han sido publicados en periódicos y revistas de El Salvador, Nica-
ragua y España. Como periodista trabajó durante dos años como
redactora de la agencia EFE San Salvador y desde 2002 es cola-
boradora del primer semanario virtual latinoamericano: elfaro.net.
Prepara su segundo poemario: El amor es una incertidumbre demasiado
prolongada. Es coautora de los libros de investigación periodística:
Tribus urbanas en El Salvador y El asesinato de Roque Dalton. Mapa de
un largo silencio.
Krisma Mancía nació en la ciudad de San Salvador el 13 de
febrero de 1980. Estudió el profesorado en Letras de la Univer-
sidad de El Salvador y teatro en la Escuela Arte del Actor. Fue
miembro de la primera generación del taller literario de La Casa
del Escritor. Fue compañera de vida del escritor salvadoreño Rafael
Menjívar Ochoa. En 2004 publicó su primer libro, La era del llanto
(Dirección de Publicaciones e Impresos, Colección Nueva Palabra,
S. S.); en noviembre de 2005 ganó el primer premio internacional
de poesía joven de la editorial La Garúa, de Barcelona, por su libro
Viaje al imperio de las ventanas cerradas (La Garúa, Barcelona, 2006).
Aparece en las antologías Trilces trópicos (Ed. La Garúa, Barcelona,
2006), Cruce de poesía Nicaragua-El Salvador (Managua, 2006) y 45 poe-
tas. Antología (Revista Cultura 94, disco de audio, dpi, S. S., 2007). Ha
sido publicada en revistas de diversos países, en español y catalán.
Elena María Salamanca Martínez (Amaya 457 y ss.),204 cono-
cida como Elena Salamanca, nació en San Salvador el 27 de abril
de 1982. Firma sus libros, artículos y textos como Elena Salaman-
ca, a secas.205 Se licenció en Comunicación Social por la Universi-
dad Centroamericana “José Simeón Cañas”, uca (2005). Obtuvo
la maestría en Historia Iberoamericana Comparada en la Universi-
dad de Huelva, España (2012). En 2016 completó el doctorado en
Historia en el Colegio de México. En 2009 fue becada para escribir
una novela en el programa de Estancias Artísticas para Creadores
de Iberoamérica y Haití del Fondo Nacional de la Cultura y las
Artes (fonca) de México, así como de la Agencia Española de

204 Entrevista semiestructurada del 10 de agosto de 2016.


205 http://www.goethe.de/ins/mx/lp/prj/lit/aut/sal/es12972393.htm, consultada el 16 de di-
ciembre de 2016.

Escritoras de El Salvador 407


Cooperación Internacional para el Desarrollo (aecid). Aparece en
las antologías Nuevas voces femeninas salvadoreñas (separata de la re-
vista La Universidad, Ed. Universitaria, S. S., no. 8, octubre-diciem-
bre, 2009), Una madrugada del siglo xxi. Poesía joven salvadoreña (s/e, S. S.,
2010), Hallucinated Horse: New Latin American Poets/Bilingual Edi-
tion (Pighog Press, Inglaterra, 2012); Voces femeninas en la literatura
centroamericana (Universidad de Alcalá de Henares, España, 2012),
4M3R1C4 2.0 (Universidad de Nuevo León, Monterrey, México,
2012) y Teatro bajo mi piel (Edición bilingüe español-inglés, Edito-
rial Kalina, S. S., 2014).
Ana Gabriela Padilla nació en San Salvador en 1984. Ha
sido miembro del equipo organizador del Encuentro Permanente
de Poetas de El Salvador. Es autora de un poemario inédito titu-
lado Noctívagos. Colabora con revistas literarias centroamericanas
y, además de poesía, escribe cuentos, artículos y reseñas literarias.
Desde hace varios años reside en Nicaragua, donde realiza estu-
dios de Lengua y Literatura Hispánica. Con la selección “Aedes” y
otros poemas, obtuvo el segundo lugar en el Certamen Interuni-
versitario Carlos Martínez Rivas.
Teresa Alejandra Andrade Cándido, conocida como Tere
Andrade, nació en San Salvador el 22 de octubre de 1984. Firma
sus libros como Teresa Andrade. Por parte de su madre, descien-
de de Miguel Mármol. Sus padres están muy relacionados con el
mundo del arte. Su madre, Cecilia Mármol, es pintora. Su padre es
Arquímidez Andrade, arquitecto.206 Su educación básica y media la
recibió en el Colegio Fátima de Santa Tecla. Se licenció en Comu-
nicación Social por la Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas (uca, 2007). Ha trabajado como periodista especializada en
el género de la crónica. Trabajó en El Diario de Hoy, La Prensa
Gráfica, Diario El Mundo, Diario 1, La Página y El Salvador Times. Es-
tos tres últimos son periódicos digitales. Laboró como profesora
de redacción y periodismo en la uca y como facilitadora del Mi-
nisterio de Educación en capacitaciones para docentes. También
impartió cursos privados de redacción para otras instituciones.
Formó parte de los talleres de La Casa del Escritor, instancia de

206 http://www.goethe.de/ins/mx/lp/prj/lit/aut/sal/es12972393.htm, consultada el 16 de di-


ciembre de 2016.

408 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República fundada
por el escritor Rafael Menjívar Ochoa. La Casa funcionó en la an-
tigua residencia propiedad de la familia Salarrué en los Planes de
Renderos, municipio de Panchimalco, departamento de San Salva-
dor. Ha publicado los poemarios Lento féretro (2003, dpi) e Historia
para dibujarse la piel (2015, Índole Editores). Recibió las siguientes
distinciones: primer lugar en la rama de poesía en el Segundo Cer-
tamen de Creación Literaria Joven, convocado en 2002 por la Fun-
dación Alkimia; y tercer lugar en el certamen Santa Tecla Activa,
Concurso Nacional de Literatura.
Gabriela Paz López nació en el exilio en Nicaragua el 2 de
julio de 1985. Fue hija de María Ofelia López Gallardo y de Ra-
fael Mauricio Paz Narváez, catedrático universitario. Creció entre
Nicaragua y El Salvador. Se animó a ser poeta pública desde el
2010 cuando concursó en el certamen del natalicio de Roque Dal-
ton, convocado por el Centro Cultural Nuestra América, en el que
ganó el segundo lugar en poesía.
Miroslava Arely Rosales Vásquez, conocida como Miroslava
Rosales, nació en San Salvador, el 14 de diciembre de 1985. Estu-
dió en el Colegio Eucarístico de San Salvador (2003). Se licenció
en Periodismo por la Universidad de El Salvador (ues, 2009). Ha
sido catedrática universitaria y, desde 2012, trabajó para la Secre-
taría de Cultura de la Presidencia de la República de El Salvador,
donde fue parte del Consejo Editorial de la Revista Ars. Es inte-
grante de la red O ISTMO (Brasil: Universidad Federal de Per-
nambuco) y editora de la revista mexicana Cuadrivio. Perteneció al
extinto taller literario El Perro Muerto. Aparece en las antologías
Nuevas voces femeninas de El Salvador (Ed. Universitaria, ues, 2009),
Una madrugada del siglo xxi (2010), Las perlas de la mañana siguiente
(2012), Ventanas de libertad (Secretaría de Cultura, 2014), The Thea-
ter under my Skin. Contemporary Salvadoran Poetry (Teatro bajo mi piel.
Poesía salvadoreña contemporánea, Kalina Editorial, 2014), Resistencia en
la tierra. Antología de poesía social y política de nuevos poetas de España y
América (Chile, Ocean Sur, 2014), Segundo índice antológico de la poesía
salvadoreña207 (Índole editores/Kalina editores, 2014); y en revistas

207 Entrevista semiestructurada del 25 de junio de 2015 y http://www.artepoetica.net/Mirosla-


va_Rosales.htm, consultado en agosto 19 de 2016.

Escritoras de El Salvador 409


internacionales. Estudia una Maestría en Literatura Hispanoame-
ricana en la Universidad de Guanajuato, México. “Autora del Mes
de Marzo” por la Unidad de Promoción de la Lectura de la Biblio-
teca Nacional de El Salvador (2004). Publicó Las descargas eléctricas
(poesía, S. S., Valparaíso Ediciones, 2015) y Los tiempos del níspero
(Ciudad de México, Editorial Cerro del Viento, 2017).
Katheryn Elizabeth Rivera Mundo, conocida como Katheri-
ne Rivera Mundo, nació el 5 de mayo de 1989 en Zacatecoluca, de-
partamento de La Paz. Estudió en el Colegio Bilingüe Venecia, del
Centro Escolar Católico Santa Catalina y en el Colegio El Espíritu
Santo del Barrio de San Jacinto de San Salvador. Se preparó para
convertirse en docente de Parvularia en el Instituto Católico El Es-
píritu Santo, en el mismo barrio. Ha sido maestra. Impartió clases de
teatro a alumnos de primero y segundo año de bachillerato, Institu-
to Nacional José Damián Villacorta (2009). Fue promotora cultural
del Café Cultural La Rayuela (2009-2010), así como encargada del
área de Arte y Cultura en el Primer Festival de la Juventud, en Santa
Tecla. Fue Instructora de Talleres de creación literaria Universidad
Gerardo Barrios, en San Miguel (2014-2016). Su obra ha aparecido
en las antologías Mujeres contra la no violencia hacia la Mujer (La Cabuda
Cartonera, 2010), Poetas del mundo (Ed. Navegando Sueños, 2010),
IX Festival Internacional de Poesía de El Salvador, Asociación de
Escritores de El Salvador, 2010, así como en una publicación de-
dicada a la poesía salvadoreña aparecida en la revista Cuadernos His-
panoamericanos, que editó la Agencia de Cooperación Española en
2012. También ha publicado poemas en diferentes números de la
revista Ars, de la Secretaría de Cultura de la Presidencia y en la an-
tología Dos naciones en versos. Publicó el poemario Muñeca rota con la
editorial Equizzero (2012). Obtuvo el Primer Premio Centroameri-
cano de Poesía, otorgado por la editorial Ipso Facto.

410 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Fuentes de consulta
Libros y tesis

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Álvarez Ángel de Guillén Rivas, María. Sobre el puente. San Salvador:
s.e., 1947. [Firmado con el pseudónimo Amary Zalvera].
Álvarez Ángel de Guillén Rivas, María. El pregón del café. Editorial
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trialización del café. San Salvador: Cumbres del Molino, S. A.
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Cáder, Jaime. Salvadoran roots. Universe books, 2011.

Escritoras de El Salvador 411


Cañas Dinarte, Carlos. Las hijas de Minerva. Notas para una historia
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416 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Guatemala
Hablar de un corpus desdibujado, borroso y
desconocido. Acerca de los problemas al bosquejar
el panorama de la literatura guatemalteca escrita
por mujeres
Aída Toledo1

Pensar en dibujar un panorama de la literatura escrita por mujeres


en el país conlleva preguntas serias que se hacen de difícil respues-
ta. Las razones son variadas. Una de ellas es que no se ha sistema-
tizado la investigación de este corpus de obras y de autoras a lo
largo de décadas. Contamos con contribuciones no sistemáticas,
antologías de variada procedencia y de agendas diversas, revistas
no periódicas, dosieres en los medios de comunicación local, etcé-
tera, como únicos repositorios donde descansan las obras prime-
ras de las autoras de fines del siglo xix e inicios del xx.
Las primeras publicaciones de la mayoría de autoras parecen
haberse dado en los periódicos locales, en la sección cultural o en la
sección femenina, que algunos periódicos fundaron con el afán de
dar un espacio no masculino para que allí se incluyeran estas pu-
blicaciones consideradas “menores”, o sea, fuera de la circulación
de lo considerado canónico al momento en que se hicieron las
publicaciones. Los parnasos, las antologías y panoramas de lite-
ratura centroamericana que se publicaron en diversos momentos
dentro de las contribuciones de la editorial de la Tipografía Na-
cional, o de José de Pineda Ibarra, serían los ejemplos de estos
abordajes. Se trata de trabajos historiográficos importantes donde
hemos encontrado pistas de estas autoras que tuvieron la suerte
de haberse conocido de alguna manera con los antologadores, o a
través de terceras personas, en una época en que no se creía en
la existencia de esta literatura. El segundo factor que observamos
de alta incidencia en este borroso corpus es la falta de confianza
en la producción realizada por mujeres. Dando como razones –un
tanto irracionales– que no se encuentra su obra publicada o que,
cuando se la encuentra, no tiene la misma calidad que la de los
varones. Como si esto fuera algo que se pudiera medir con gran
1 Centro de Pensamiento Crítico “Antonio Gallo”. Departamento de Letras y Filosofía. Facultad
de Humanidades. Investigadora Asociada. Instituto de Interculturalidad/ ili. Vicerrectoría de
Investigación. Universidad Rafael Landívar. 22 de octubre de 2018.
facilidad y con base en algo establecido desde algún espacio ima-
ginario (que luego se sistematiza y se cree) y que, casi siempre,
procede de espacios de conocimiento masculinos.
Lo que sí ha quedado patente es que se conoce menos la
literatura practicada de manera alternativa en diversos géneros li-
terarios o en los géneros mixtos. Fenómeno que no ocurre sólo en
Guatemala, sino en otros espacios latinoamericanos.2 Los espacios
de publicación han sido restringidos para los dos sexos en el país,
porque no existe ni ha existido una agenda desde el Estado que,
sin detenerse a lo largo de al menos 70 años, haya estado encarga-
da de las publicaciones de sus escritores y escritoras. Cuando ha
existido, la idea no ha sido la de la inclusión, sino al contrario, la
de la exclusión, por razones variadas, algunas válidas, y una buena
mayoría sin sentido en algunos casos.
Lo cierto es que cuando nos acercamos a investigar sobre
los géneros que han sido, en el caso de las mujeres, más abordados,
nos damos cuenta de que se trata de la poesía, pues en el fondo
se ha cultivado mucho; en el inicio motivadas las mujeres por un
género que se trabajó dentro de espacios muy domésticos, en so-
ledad cuando se podía, desde la cocina, la lavandería y el cuarto de
planchado, porque de alguna manera había un “permiso tácito”,
desde el espacio patriarcal, para practicarla como “algo de y para
mujeres”.
Sin embargo, sabemos que la literatura de las mujeres gua-
temaltecas se inscribe en distintos registros y géneros, muchos de
ellos adoptaron formas híbridas o alternativas para no ser tan visi-
bles a la censura patriarcal, que de hecho tenía el ojo puesto en lo
que las escritoras hacían, para señalar y detener cuando se salieran
de las normas impuestas. Lo que más interesa a este capítulo sobre
las escritoras guatemaltecas es cómo y quiénes abordaron temas
cruciales, como la libertad de emancipación, la libertad de pensa-
miento y escritura dentro de una literatura manejada y diseñada
sólo por hombres.
2 Son conocidas las omisiones en el canon de la vanguardia latinoamericana. Mihai Grunfeld
aporta los nombres y muestras de obra de Norah Lange y Winette de Rokha en Antología de
la poesía latinoamericana de vanguardia (1916-1935). Madrid: Hiperión, 2000. Por otro lado, en las
antologías de narrativa corta, o en ensayos sobre novela latinoamericana, María Luisa Bombal
tampoco aparecía como una de las autoras con obra publicada.

420 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Las escritoras nacionales, en distintos momentos de la his-
toria de esta literatura, se dedicaron principalmente al género que
les dejaban tratar. Lo desarrollaron y superaron sus límites. Abor-
daron, a través del lenguaje en distintas modalidades genéricas,
asuntos de índole ideológica, religiosa, amorosa y política. Se plan-
tearon asuntos como la emancipación ciudadana y la superación
educativa desde el periodismo y el ensayo en los albores del siglo
xix. Durante el siglo xx se insertaron en la estructura de un pen-
samiento emancipador y de corte feminista bastante temprano,
sobre eso hablaron en sus textos, al igual que otras escritoras de
Centroamérica. De allí en adelante, desarrollaron una literatura
con fuertes referentes y obra publicada en diversos géneros, mu-
chas veces con fuertes transgresiones sobre los mismos géneros,
que no se acoplaban a su estética y forma de pensamiento.
Nos parecen importantes algunos aspectos de la historia de
esta literatura. Sabemos hoy que durante el siglo xix son las mu-
jeres de clases acomodadas quienes le dedicaron tiempo a la es-
critura creativa. Eran las que podían hacerlo y no nos extraña que
encontraran una veta a través de diversas transgresiones genéricas,
culturales y sociales. Se situaron desde el periodismo, por un lado,
publicaron sus ideas cuando pudieron, “maquillándolas” de algu-
na forma para que pasaran por la censura masculina. Incluyeron
textos creativos a los que también les dieron retoques pensando
en el aparato editorial que las juzgaba por lo que hacían, decían y
escribían. Les heredaron esta práctica a sus sucesoras al inicio de
siglo xx. En ese contexto aparece la Sociedad Mistral, donde ya se
encuentra el germen moderno del feminismo guatemalteco.
Por esta vía nos interesan esas escritoras que, ubicadas como
literatura menor, insistieron en existir a través de sus textos, sus
ideas y su participación social, política y cultural.

Acerca de los antecedentes: abrir a golpes


el registro erótico-político de la poesía nacional.
El caso de la Pepita García Granados

No estamos seguras si, desde los espacios epistémicos de la crea-


ción literaria o desde las academias que avalan y fortalecen los
trabajos críticos sobre las obras literarias en el país, podemos o

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 421


debemos considerar que el inicio de una literatura como la gua-
temalteca se produce durante el periodo criollo de la cultura. Es
decir, cuando ya hay una población de origen español nacida en
Guatemala y cuyos sujetos, mujeres u hombres, ya no se sienten o
consideran españoles “puros”. Aunque antes del xix el fenómeno
ya existía, es hasta el siglo xix cuando los criollos que habitan Gua-
temala empiezan a cuestionar su identidad española y a pensarse
más cerca del territorio donde habían nacido. Ésta es la razón por
la que entre los antecedentes no colocamos a Juana de Maldo-
nado,3 escritora de la cual se posee muy poca obra, recabada a lo
largo del siglo xx por algunos especialistas4 como Luz Méndez de
la Vega, que dedicó buena parte de sus investigaciones a la figura
y obra de la autora.5

3 Juana de Maldonado nació en Santiago de los Caballeros de Guatemala en 1598 y murió en


1666, hija del Oidor de la Real Audiencia, Juan de Maldonado, es decir un juez que respondía
directamente a España (Díaz Sabán, “Mujeres guatemaltecas sobresalientes”).
4 En su momento, el historiador irlandés Tomas Gage describió la belleza y el talento de la que
llamó la novena musa. Ernesto Chinchilla Aguilar encontró en los archivos de la Inquisición de
México la denuncia contra ella y su familia. José Joaquín Pardo halló el documento en el Archi-
vo General de Guatemala en que el rey le otorgaba a ella una pensión vitalicia por el trabajo de
su padre. Ricardo Palomo Toledo anunció el hallazgo del contrato de compraventa del apar-
tamento ocupado por la monja y luego, en 1958, dio con el voto que ella firmó al ordenarse.
Todos los datos anteriores desmienten la opinión generalizada que indicaba que Gage había
inventado la historia de sor Juana, al igual que hizo con otros sucesos (Díaz Sabán, “Mujeres
guatemaltecas sobresalientes”).
5 Díaz Sabán, en su blog, escribe lo siguiente:
Pero el descubrimiento más importante para el hacer literario de Juana
fue el de Luz Méndez de la Vega, en el Archivo de México nuevamente;
allí se topó con un cuaderno fabricado con papel del siglo xix, que conte-
nía una antología de poesías coloniales. Identificó la ortografía como del
siglo xvii. Entre los escritos figuraba “El entretenimiento en agradeci-
miento de la guida a Egicto”, una obra de teatro que relataba la huida de
Jesús, José y María ante la amenaza de Herodes. Datos aportados por el
texto indicaban que sería representado en el convento de la Concepción
y otros detalles la ubican en la época de la monja.
La calidad de dicho texto ha sido reconocida por los expertos y atribuida
a Juana. “Es un verdadero entramado de planos distintos que produce
un texto original que, si bien abreva en el teatro medieval europeo, se
muestra con notables diferencias, acentuadas por las características cultu-
rales guatemaltecas. Esto refuerza la idea de una cultura del nuevo mundo
filtrándose por los resquicios de la cultura del viejo mundo”.

422 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Estas consideraciones académicas, para pensar el inicio de
una literatura de corte nacional, todavía siguen discutiéndose y se
han polemizado antes, causando muchos antagonismos que no de-
jan que la investigación y el interés por estos estudios avance; sin
embargo, desde este espacio un tanto periférico de la escritura de
mujeres guatemaltecas –desde la escritura misma, desde la práctica
activa de la literatura dentro y fuera del territorio siempre situadas
hacia los bordes, sin poder cultural ni académico, porque no existe
investigación seria y consistente en los estudios de las mujeres del
país, desde ninguna instancia–, preferimos pensar más bien en líneas
de desarrollo a partir de ejes que han ido marcando algunos acentos,
fracturas o fisuras en el registro literario de las autoras. Todo esto
considerando un corpus basado en la historia de la literatura escrita
por mujeres que han nacido, crecido o vivido por muchos años den-
tro de la cultura guatemalteca, que además han asumido como suya
esa incierta nacionalidad, que lleva untada una suerte de no saber
bien quién se es, y por qué se tiene esa sensación de identidad de
no-lugar; en muchos casos entendida como una identidad de exilio
tanto voluntario como político y, en otros casos, trashumante.
Si asumimos que hay una primera sensación identitaria no geo-
gráfica, pero sí cultural y emocional, el primer antecedente pudiera
estar en la figura de la famosa Pepita García Granados (1796-1848).
Es la primera poeta, que además era periodista como muchas de las
escritoras del mismo siglo, de la que tenemos noticia al inicio del xix,
pero sobre todo porque se trata de una persona que estuvo en medio
de las revueltas de la independencia de 1821 (Carrillo 267).
García Granados era una mujer inusual. Estaba casada, sí,
pero haciendo uso de su libertad como si no lo fuera, excéntrica
en sus movimientos, porque se trata de la primera mujer que funda
un periódico, el Cienvecesuna, para entrar en una polémica, desde
ese espacio escritural, con sus congéneres de otros lugares de Cen-
troamérica, todos varones, dentro del espacio de las revueltas de
pre y postindependencia del área (Carrillo 268).
La importancia de la figura de García Granados nos revela
uno de los ejes a los que nos hemos referido anteriormente. Muy
temprano, pero unido a un contexto ideológico muy álgido y a
cambios en las dinámicas político-económicas del país en medio
de turbulentos sucesos que le cambiarían la vida a un país centro-

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 423


americano como Guatemala. En este lugar y espacio cultural, la
Pepita causa un pequeño revuelo con sus escritos y sus acciones,
en la lenta y pacata ciudad de Guatemala. Actividad que hoy nos
puede parecer pedestre, pero que en ese momento no lo era. Por
suerte para la investigación literaria del siglo xix, los parientes de
la Pepita sí dieron cuenta en su biografía y en otros escritos reali-
zados durante el siglo xx sobre su figura, de la importancia de un
escrito como “El sermón”, pieza satírica que por muchos años
se le endilgó tanto a García Granados como a su amigo del alma,
José Batres Montúfar. Cuando iniciando los estudios de letras en
la usac en la década de los ochenta, escuchamos por primera vez
que esa pieza había sido escrita junto a Batres Montúfar, no osa-
mos dudar de la opinión de los profesores que afirmaban aquella
premisa; sin embargo, al paso del tiempo, otros escritos y es-
tudios de investigación más recientes han encontrado mayores
vestigios de la autoría de García Granados.6 Por cierto, quizás sea
ella la que abiertamente utilizó la sátira y la ironía como figuras
literarias para pelear en época independentista con sus adversa-
rios.7 La Pepita también abordó, quizás con un formato poético
de corte neoclásico, una poesía de crítica cultural sobre la vida de
las mujeres. No es posible hablar de una vasta obra, pues no tene-
mos un corpus de poemas mayor que el que nos han proporcio-
nado los familiares.8 Pero en poemas que sí tenemos, observamos,
6 Ver Toledo, “Josefa García Granados y el arte de sobrevivir a pesar de todo”; Establier, “La
construcción del sujeto femenino en las poesías líricas de María Josefa García Granados: una
pionera del romanticismo entre dos mundos”; Solórzano, “Para una historia de las ideas en
Nuestra América. La pluma irreverente de María Josefa García Granados”; Carrillo en Nosotras
las de la historia, las escritoras de la independencia, donde posiciona con datos más recientes, la
participación de la Pepita en las revueltas y reuniones proindependentistas; Sandoval, “Joder o
morir”, y otros.
7 Al ser Pepita García Granados miembro de una familia de corte conservador, su crítica política
trasciende la frontera político-ideológica. Sus escritos critican por igual a conservadores como
liberales. Nada de lo que sucedió durante esos años escapó a su pluma ni a sus acciones… sin dejar
de soslayo nada de lo que acontecía en su país firmando con su propio nombre, reivindicando y
reafirmando su condición de mujer y siendo doblemente libre al no permitirse concesiones afec-
tivas o censuras críticas sobre los políticos e intelectuales (conservadores y liberales). Muchos de
ellos fueron sus grandes amigos entre quienes se contaban Pedro Molina, José Cecilio del Valle,
Mariano Gálvez y otros (Solórzano 196).
8 Cuando preparamos un ensayo inicial sobre García Granados hacia 1992-1994, nunca había-
mos visto una foto de ella. La foto que circulaba era la de su hermana, la de su nieta, María

424 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


por ejemplo, la crítica que Pepita hacía a esa práctica patriarcal de
acoso hacia las jovencitas: “¿Cómo incauta te atreves,/Con riesgo
de tu vida,/A libar en sus hojas/La ponzoña escondida?/Huye su
olor fragante/Y su vista engañosa./¡Ay! Huye triste abeja/De esa
pérfida rosa” (Noriega 39-40).
También García Granados desarrolló una vena epigramá-
tica muy fuerte sobre el tema social, las relaciones entre la Iglesia
y la sociedad civil de aquel entonces. De hecho, “El sermón” va
en esa línea, devastador poema que pone en el tapete de discu-
sión, en la primera mitad del siglo xix, las debilidades del clero y
la voracidad de los oportunistas, en un estilo cuyo cuño es muy
español en el lenguaje y muy masculino en el discurso, dado que
los sermones eran géneros totalmente cultivados por varones. Por
eso García Granados asume una voz esperpéntica y cáustica, para
dirigirse y criticar a los religiosos de ese momento a través de la
figura del canónigo Castilla. Aborda la manera en que entran en
las políticas sociales del Estado, y sus debilidades quedan expues-
tas en el texto de manera abierta y frontal. Los ataca desde dos
flancos distintos, uno, desde la interferencia de la Iglesia en los
asuntos del Estado; dos, desde la intromisión y la promiscuidad
de su sexualidad contenida. Los retratos, que fueron un género
muy cultivado en época de la independencia, eran los géneros
literarios favoritos de Pepita. La figura principal era el escarnio,
en ese sentido solía utilizar la imaginería del neoclásico, pero lle-
vado a extremos de morbosidad y zaherimiento, apoyándose en
sus lecturas de los epigramatistas griegos y romanos. Los textos
aparecen, entonces, dentro del espíritu revuelto políticamente de
la independencia centroamericana.
La Pepita murió en 1848, pero su corta y breve obra reca-
bada hasta la actualidad nos permite afirmar que se trata de una
figura antecesora muy abultada. Si existieron otras mujeres con el
mismo perfil en el medio guatemalteco criollo de inicios del xix,
todavía falta investigar a fondo en fuentes históricas para esta-
blecer cuál fue el papel de estas mujeres, que se atrevieron, pro-
García Granados, y todavía la encontramos en los espacios digitales cuando se habla de la Pe-
pita. Fue hasta el siglo xxi cuando uno de los familiares le facilitó a la Editorial de la Tipografía
Nacional, una foto primera de la autora, que ahora está en la portada del libro de poesía que
se publicará en esa editorial.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 425


vistas por los movimientos de independencia, desde sus espacios
domésticos, desde sus espacios privado-masculinos o públicos, a
efectuar acciones y escribir textos que hayan quebrado el registro
de una poesía que durante el siglo xix tenderá a la religiosidad y al
romanticismo social y sentimental más acucioso.
Pensamos hoy, desde este escrito, que la figura de García
Granados va a tener seguidoras muy fuertes en otros países de
Centroamérica y, por supuesto, en la misma Guatemala, pero
todo esto no sucederá sino hasta fines del xix e inicios del xx.
Cuando algunas de las mujeres intelectuales de ese momento
aparezcan desafiando, discursivamente, a la ciudad patriarcal
centroamericana.

Entre el periodismo, la enseñanza y la escritura mística:


otras escritoras del panorama del xix

Ya a lo largo del siglo xix aparecerán otras escritoras que se dedica-


rán siempre al periodismo, al que unirán una actividad a la que serán
relegadas las mujeres escritoras y otras intelectuales: la enseñanza
y la educación. En este contexto aparecen las hermanas Jesús y
Vicenta Laparra, quienes, nacidas con años de distancia entre sí,
se heredarán el interés por cuestionar, a través de la literatura, el
medio social y cultural en el cual se encontraban insertas. Jesús
Laparra (1820-1887), por cuestiones de exilio, sale en 1840 a Chia-
pas, México, en tiempos del gobierno de Carrera, y su labor es
fundar en Comitán una escuela de oficios domésticos para niñas.
Al volver a Quetzaltenango, de donde eran originarias, su herma-
na Vicenta, que había nacido en 1831 y quien muriera a inicios del
nuevo siglo, había fundado un periódico, El Ideal, al cual se incor-
pora su hermana al volver a Guatemala. Jesús es reconocida por
una escritura con tendencias religiosas, casi místicas. O sea, no se
trata de un perfil como el que la Pepita había abierto a inicios del
siglo xix. En tanto Vicenta Laparra coincide con García Granados
en lo de la fundación de medios de difusión, con cierta tendencia
de género, como La voz de la mujer en 1885, El ideal en 1887 y la re-
vista de La escuela normal en 1894. De las dos Laparra es ella la que
desarrolla una escritura mucho más beligerante, ya que participa, li-
terariamente hablando, en la defensa de los derechos de las mujeres,

426 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


actividad que tendría mayor impacto en las dos primeras décadas
del siglo xx.9 Lo que nos parece interesante de las hermanas Laparra
es que eran originarias del interior del país. Ya no se trataba de una
participación política sólo desde la ciudad de Guatemala.
El panorama poco iluminador que estamos dibujando, per-
mite al menos observar que, a lo largo del siglo xix, la tendencia
en la escritura a partir de la apertura del registro político-erótico
de la Pepita sí tendrá una continuidad, dado que las Laparra y las
otras escritoras se dedicarán al periodismo que les es permitido
y desde allí aprovecharán para publicar sus propios escritos crí-
ticos, pero también sus poemas y relatos que, en la opinión de
la voz masculina, debían contribuir a la enseñanza y formación
de nuevos ciudadanos. Nos parece que el trabajo de las Laparra
es una continuidad a la vena abierta por la Pepita en el campo
del periodismo, pero también del ensayo periodístico escrito por
mujeres, ya que las dos hermanas y las escritoras que publicaban
en El Ideal y las otras revistas y periódicos, se dedicaban a abogar
por los derechos ciudadanos de las mujeres, obviamente son el
antecedente de la Sociedad Gabriela Mistral, grupo de feministas
guatemaltecas que continuarán una labor política en la década de
los veinte y del treinta.
Si bien es cierto que las autoras guatemaltecas de este gru-
po casi desconocido siguieron trabajando una escritura de corte
político con componentes de género, no continuaron indagando
en la vena erótica ya abierta por la Pepita en la primera mitad del
siglo. Sí abordaron asuntos de género que les preocupaban, sobre
todo pelearon por los derechos de las mujeres para participar en la
escritura pública, en los medios de difusión. Criticaron con mesu-
ra a la sociedad guatemalteca, sobre todo a su sistema patriarcal y
atacaron abiertamente, en sus obras literarias, varios antivalores de
esta sociedad, como la hipocresía o la doble moral.
9 Un ejemplo de este trabajo periodístico de tipo político es su primera publicación de 1887, en
el diario El Ideal, cuyo lema era defender los intereses femeninos y promover los derechos de la
mujer con una fuerte tendencia educativa. No pudo sostenerse por el poco apoyo que recibió
de la sociedad, pero sí promovió la participación escritural política de las mujeres en ese medio,
que sería el mismo donde su hermana se insertaría al volver de Chiapas. En estas publicaciones
aparecen los nombres de autoras que desarrollarían una literatura desde fines del xix hacia
inicios del xx. Entre estos nombres destacan: Adelaida Chévez, Dolores Montenegro, Elisa
Monge, María Josefa Córdova y Aragón, Isabel M. de Castellanos y otras.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 427


La vida no fue un jardín de lotos:
la travesía intelectual de María Cruz

Esta es la vida espiritual que yo soñaba, sin mortificaciones,


ni penitencias, sin celda, ni sayal, sin votos, sin claustro…
María Cruz. Cartas de la India

Guatemala a fines del siglo xix se encontraba en un fuerte proceso


de modernización, lo cual implicaba espacialmente una transfor-
mación de la ciudad que iba creciendo, donde ya se encontraban
los paseos, comercios y periódicos. En ese contexto aparece la
figura de María Cruz, hija de un diplomático, escritor y poeta, Fer-
nando Cruz, miembro activo de la Sociedad el Porvenir,10 institu-
ción que se encargaba de buena parte de la actividad cultural de la
Guatemala de finales del siglo. María Cruz nace en 1876 y muere
en 1915. Para ese entonces se habían publicado algunas antologías
donde aparecían nombres de mujeres literatas y periodistas. Es ob-
vio que Cruz aparece cuando los espacios para las mujeres escri-
toras se han abierto, tanto local como regionalmente. Se sabe que
su obra inicial tuvo buena recepción por la ciudad letrada centro-
americana, ya que le dieron cobertura crítica a su publicación “Al
partir” realizada en la revista salvadoreña La Quincena a inicios de
siglo xx (Blanco 85). También publicaría en París, lo que nos hace
pensar que el acceso que tenía a las redes intelectuales tenía una
estructura que posiblemente estaba amarrada al trabajo que su pa-
dre ejercía, así como a las redes intelectuales de la sociedad a la que
pertenecía. Traductora de poetas, al igual que García Granados,
hizo una importante traducción de Poe que tuvo cierta relevancia
y es que en Guatemala le publican la traducción de “Ululame”,
aparecido en La Locomotora, revista de Guatemala, el 10 de diciem-
bre de 1907. Y aunque esta revista se constituyera en el órgano
10 Fernando Cruz Samayoa (1845-1902) fue inicialmente nombrado ministro plenipotenciario en
Estados Unidos en julio de 1889. En ese viaje, María Cruz lo acompañó y permanecieron allí
hasta 1890, trasladándose a España donde el padre de María participaría como representante
en el Congreso literario celebrado en Madrid en ese año. Luego fue nombrado como ministro
plenipotenciario de Guatemala en Francia. Por eso la importancia de la vida de María Cruz en
ese lugar. Se sabe que, en ese momento, Gómez Carrillo y Domingo Estrada, junto a Fernan-
do Cruz, representaron un grupo privilegiado de guatemaltecos, viviendo y escribiendo en la
Europa de finales del siglo xix e inicios del xx (Taracena 121).

428 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


oficial del mandatario Manuel Estrada Cabrera, de todos modos
su inclusión se nos hace de importante mención, porque la po-
siciona como una de las poetas que estaban siendo reconocidas
por sus primeros poemas.11
Un detalle central de la vida de Cruz en este momento es
que su figura representa, para algunas críticas, el primer acceso
de mujeres de ciertos sectores de las capas medias a la cultura
cosmopolita y al medio letrado, donde se dilucidan las contradic-
ciones sociales e individuales propias de la modernidad que ponía
en crisis su identidad. Su paso por la ciudad letrada guatemalteca
se ve como un cambio en el ingreso de aquellas capas medias ilu-
minadas a estos espacios que habían estado reservados para las
élites criollas.
Sin embargo, para este trabajo, muy a pesar que Cruz pre-
fería y cultivaba una poesía con sesgos románticos, como el del
dolor existencial que sus textos poéticos representan, se trataba de
un fuerte impulso vital modernista, siempre en busca de impactos
nuevos y novedosos, que su alma, retraída y casi mística, resituaba
en algunas acciones de las que nos dan noticia sus Cartas de la In-
dia y sus viajes en los años subsiguientes, cuando se encuentra ya

11 La Locomotora fue una revista gubernamental guatemalteca que se publicó entre 1906 y 1909.
Fue el órgano divulgativo del Ministerio de Fomento del gobierno del licenciado Manuel Es-
trada Cabrera durante los años en que se concluyó el Ferrocarril del Norte de Guatemala y
por eso fue llamada de esa forma. La revista fue publicada en el período en que tuvieron lugar
varios hechos fundamentales para Guatemala y el gobierno de Estrada Cabrera: la guerra entre
Guatemala y El Salvador de 1906, el atentado de “La Bomba” de 1907, el atentado de “Los
Cadetes” de 1908 y la muerte de la madre del gobernante: Joaquina Cabrera.
La revista contiene artículos, poemas, partituras, crónicas e imágenes de los mejores literatos,
intelectuales y artistas de la época; por mencionar solamente a algunos, se pueden encontrar
partituras de Germán Alcántara y Rafael Álvarez Ovalle, poemas de José Joaquín Palma, Rubén
Darío y José Santos Chocano; artículos y crónicas de Agustín Gómez Carrillo y de Enrique
Gómez Carrillo. Y en cuanto a imágenes, presenta numerosas fotografías del reconocido artista
guatemalteco Alberto G. Valdeavellano. Pero, por otro lado, sus páginas muestran claramente el
nivel de servilismo que existía en el gobierno liberal de Estrada Cabrera, al que se refiere el his-
toriador conservador Rafael Arévalo Martínez en su obra ¡Ecce Pericles!: la mayoría de artículos
adulan al presidente llamándolo “Ilustre Gobernante”, “Benemérito de la Patria” y otros califi-
cativos similares e incluso se publicó un número extraordinario para reportar el fallecimiento y
sepelio de doña Joaquina Cabrera con lujo de detalles; y luego de los fallidos atentados en contra
del presidente en 1907 y 1908 se publicaron números completos dedicados a los “manifiestos de
adhesión para la benemérita figura del presidente Estrada Cabrera” en donde queda evidenciado
que el servilismo alcanzaba hasta los más recónditos rincones del país (Arévalo 217-219).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 429


viviendo en el extranjero. Hoy se le lee más como una viajera, una
mujer de mundo, porque manejaba varios idiomas y principalmen-
te por los viajes que emprende, inicialmente con su padre, pero
posteriormente sola. Sobre esto nos dice Alexandra Ortiz Wallner:

Durante 10 años, de 1902 a 1912, María viaja, escribe versos,


vuelve a encontrar a su familia de Guatemala y a sus amigos,
pero la fuerza que la empuja la hace tomar la decisión de partir
a la India, allá va en contra del deseo y consejo de familiares y
amigos. Durante estos años María “cavila, duda, cree y vacila,
en loco empeño el misterio tenebroso intentando elucidar” y en
1912 irá en busca de la solución de lo que tantos años la ha ator-
mentado (Gálvez 15-8).

Además, es importante que esta decisión de viajar supone


o implica la intención de narrar aquello como una crónica de via-
je, fusionando un registro privado con otro de carácter público,
ya que “dejará de ser mera inscripción de la aventura personal,
íntima, para convertirse en una forma discursiva de la que se valie-
ron las mujeres para discutir temas de gran relevancia y contenido
político” (Szurmuk 13). De hecho, Cruz cuenta con Cenizas de
Italia, libro fechado en Pompeya el 10 de febrero de 1902. Re-
impreso en la Tipografía La Unión en Guatemala en 1905. Estos
apuntes poseen la forma de un diario con impresiones de viaje
cuando visitó Verona, Valencia, Florencia, Capri y Nápoles. Con
esto lo que queremos indicar es que el diario de viaje fue uno de
los géneros que privilegió Cruz. En 1913 publicará una obra más,
titulada Flores de loto, después de su retorno de la India, y donde
su percepción sobre la realidad que la circunda y sobre su propia
experiencia como mujer que había podido acceder a espacios de
libertad o libre albedrío en su viaje por la India queda como testi-
monio en su escritura.
Entre todas estas experiencias de emancipación, nos parece
central destacar que se dio la tarea de conocimiento y experimen-
tación de la corriente teosófica, yéndose a buscar en la India, a tra-
vés de la experiencia, las bases profundas de la teosofía. Viviendo
en Francia durante el tiempo en que su padre se traslada hacia allá
como diplomático y viajando a otras ciudades europeas donde el

430 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


padre tenía negocios, toma contacto con las redes europeas de la
teosofía y decide, cuando su padre muere, viajar hacia Adyar en
India para tener la experiencia vital.
Habituada a una vida de comodidades en medio del seno del
hogar, el viaje a la India representa para ella un encuentro con su
propio origen, al cual alude en las cartas continuamente. Las car-
tas van relatando su travesía, casi podemos observar los paisajes,
la precariedad que nos describe, el impacto ante lo premoderno
de la vida en esos lugares; sin embargo, hay momentos en sus
epístolas a manera de diario de viaje donde notamos una suerte
de comprensión del entorno precario y su similitud con la vida
guatemalteca, de la que ella sólo tenía noticias a través de la servi-
dumbre de la casa y de las visitas que las capas medias acomodadas
hacían en época de vacaciones o feriados a las fincas guatemalte-
cas. Hay dos o tres comentarios en sus cartas donde agradece no
ser invitada a una recepción en la que tendría que haberse calzado,
lo que indica que su práctica de las costumbres en la sede teosófica
habían calado tanto que alcanzaba a comprender la importancia
que tenía para la otra cultura el no calzarse por cuestiones religio-
sas, pero también como una práctica cultural. Igual sucede con su
asimilación del asunto ceremonial de la muerte, cuando observa
un funeral y todo el proceso que conlleva, asunto que hubiera ho-
rrorizado a otras señoras del momento, haciéndolas volver abrup-
tamente a la modernidad.
Su inserción literaria dentro del género epistolar o en la cró-
nica de viaje también posee un valor importante para rescatar su
figura a inicios del siglo xx, ya que se trata de una de las pocas
escritoras que, con distintos impulsos y por destino, puede em-
prender el viaje que ella hace a la India sin el acompañamiento que
otras mujeres de su misma clase social de inicios de siglo hubieran
estilado. Hace un retrato de su papel como mujer de inicios de siglo
y asume una libertad casi inusitada al emprender el viaje de cono-
cimiento sobre la identidad, la otredad y la humildad de regiones
como las indias.
En Cartas de la India dará cuenta de estos relatos de viaje.
Para Arturo Taracena, las cartas no se escriben con la intención
directa de publicarlas. Se trata de entrar en relación con su inter-
locutora y amiga Marie Heliard-Marc Hélys, que escribe como M.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 431


H. en la introducción a estas crónicas de María Cruz, quien se
convierte en la heredera de sus cosas y manuscritos, decidido esto
por la propia Cruz. A través de esta mujer es que se sabe que la
decisión de Cruz de viajar a la India no fue fácil, sobre todo por-
que este viaje representó hacerlo hasta sus últimas consecuen-
cias como sujeta de ese tiempo en Latinoamérica. Los críticos
han insinuado la existencia de cierta relación sentimental entre
las dos mujeres (122) por la forma en que Cruz le hereda sus
pertenencias y tierras si acaso muriera, acción que efectivamente
sucedió.12
Por último, quisiera anotar un movimiento significativo en
cuanto a su libertad de acción que ejecuta al volver a Francia en me-
dio de la guerra. Se dedicará al cuidado de los enfermos y heridos de
la guerra en el país del que se sentía hija. Y de esa manera alcanza la
muerte, no sin haber creído que podría volver a Guatemala ilesa y
así sistematizar las experiencias de su viaje a India. Este último
arranque de libertad es importante porque, luego de conocer un
lugar tan alejado cultural y religiosamente de los valores donde
había sido formada, decide, en una última actitud humana, dedicar
su tiempo a ayudar a los heridos y soldados pobres que se encon-
traban vencidos durante la Primera Guerra Mundial. Nos parece
importante situarla aquí como alguien de pensamiento emancipador
y si poéticamente se le coloca dentro de las búsquedas del mo-
dernismo de inicios de siglo xx, el gesto de conocimiento y pe-
netración de las otras culturas nos parece más bien una actitud
vanguardista de parte de ella.13
12 Esta ambigüedad que Taracena señala en la relación de las dos mujeres nos la explicamos
en Guatemala también de otra manera. Es una práctica de las familias censurar, por diversas
razones, las herencias escriturales. Cruz, que era muy conocedora de su medio, tuvo que ha-
berlo pensado. Además, su obra se inscribía dentro de las corrientes teosóficas, que no eran
del agrado de la sociedad guatemalteca del momento. Más bien las entendían como cuestiones
anticristianas y les aplicaban, en cierto modo, un criterio inquisitorial. Al dejar el poder de todas
sus pertenencias, incluyó los escritos y se salvaron del olvido.
13 Se sabe que los vanguardistas históricos latinoamericanos (momento en el que ella se encuentra
entre 1909 y 1930) en su indagación por los orígenes viajaron física y mentalmente por muchos
lugares. Esto permite decir que la pasión de Cruz la impulsó hacia la India, y allí constató que
la gente era muy parecida con algunos grupos de guatemaltecos. Descubre a un niño que se
parece a su hermano, asunto que ella deja testimoniado en Cartas de la India, 44. Además, en esa
cultura descubre algo que estaba buscando: una armonía de espíritu que no había logrado ni en
Guatemala ni en Europa.

432 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


De Rosa Rodríguez López a Luisa Moreno

La mujer continúa atada a la ignorancia,


por eso su emancipación es necesaria.
Rosa Rodríguez López, 1925

Rosa Rodríguez López nace en 1907 en Guatemala y fallece en


1992. Desde un inicio, Rodríguez es enviada por su familia a los
Estados Unidos a la edad de nueve años para continuar allá su
formación en una escuela religiosa. Al volver a Guatemala cua-
tro años después, se encuentra con que en el país las muchachas
no tienen oportunidad de ir a la universidad, lo cual le causa
gran impacto.14 Además, porque se veía a sí misma como escri-
tora y periodista, se da cuenta rápidamente de que, por el medio
político en el que se encontraba, tendría que insertarse, de una
u otra forma, en las redes sociales que se encontraban abiertas
por un movimiento social y cultural de transformaciones de la
sociedad. De esa manera entra a pertenecer a esa red social que
giraba en torno a una serie de publicaciones en forma de revis-
tas y periódicos, que intentaban, de varias maneras, modernizar
los espacios públicos. Dichos espacios, de acuerdo a la crítica,
eclosionaron tras el derrocamiento de Estrada Cabrera y prolife-
raron durante la dictadura de Ubico.15 Las mujeres de este grupo,
a donde se integra Rodríguez, provenían en su mayoría de la
generación del xx en Guatemala y se presentaban como poetas y
escritoras. Poseían, en los medios de comunicación, una sección
cultural llamada “Sociedad Gabriela Mistral” y manejaban para sí
al menos dos columnas fijas para debatir los derechos de género
y pelear por las reivindicaciones ciudadanas. La red de mujeres

14 Todo esto muy a pesar de que ya en la Guatemala de fines del xix se habían abierto espacios
de sociabilidad, pese a la presencia de las dictaduras de Manuel Estrada Cabrera y Jorge
Ubico, así como sería durante los gobiernos de Orellana y Chacón entre 1920-1931 (Casaús
Arzú, “La creación” 298)..
15 Sabemos hoy, al examinar las publicaciones de la época, que estaban vinculadas al movimiento
unionista y regeneracionista de los años veinte en Guatemala. Y que pretendieron la constitu-
ción de nuevos espacios públicos, buscando nuevas formas de comprensión de la sociabilidad,
articulándose en redes vinculadas al modernismo, el regeneracionismo y la teosofía (Casaús, “Las
redes teosóficas” 220-221).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 433


estaba influenciada fuertemente por la teosofía y las mismas au-
toras pertenecían a asociaciones y clubes espiritistas.
Es en este contexto que Rosa Rodríguez inicia el largo cami-
no de asaltar, como puede, los espacios abiertos por las coyuntu-
ras políticas y culturales. Así llega, de alguna forma, a fundar esta
sociedad con su hermana y otras de las mujeres de la generación
del xx.16 No podemos dejar de mencionar que durante este perio-
do con la Sociedad Gabriela Mistral, Rodríguez aprende a valorar
los densos vínculos de solidaridad e identificación que existen entre
estas escritoras con Gabriela Mistral, ya que se sienten, de alguna
manera, pertenecientes a las redes teosóficas, pero principalmente
por la identificación de género (Casaús, “Las redes teosóficas” 227).
Fue Rodríguez quien asumió un papel protagónico en estos
grupos de mujeres organizadas y unidas por dos fuertes vínculos.
Es importante, desde nuestra mirada, cómo logra aprovechar con
sus compañeras un espacio que las ayudó a salir del ámbito do-
méstico-privado y empezar a generar opinión desde distintos me-
dios de comunicación, lo que llamamos aquí el “asalto del espacio
público”. En sus escritos periodísticos trató temas feministas y la
agenda que manejaban a nivel de grupo les dio la oportunidad de
discutir estos temas que no habían sido todavía debatidos, sino en
círculos reducidos o dentro del espacio doméstico.
Rosa Rodríguez y otras de las mujeres de la Sociedad Ga-
briela Mistral aprovecharon la coyuntura del estudio de la teosofía,
ya que no se veía mal que las élites intelectuales urbanas se dedi-
caran a su estudio y que lo ampliaran hacia las reflexiones sobre el
espiritismo.17 Esto las privilegió para poder discutir abiertamente
en los periódicos los asuntos relativos no sólo al derecho de las
mujeres respecto al trabajo y el voto, sino a tocar otros temas,
16 Rodríguez López y otras mujeres de ese momento forman el antecedente del movimiento
feminista guatemalteco de hoy. Entre ellas estaban Josefina Saravia, Graciela Rodríguez López,
Isaura Menéndez, Magda Mabarak y Matilde Rivera Cabezas. Casi todas pertenecían a socie-
dades teosóficas, vinculadas a las redes latinoamericanas de Gabriela Mistral, trataban de crear
opinión pública sobre la necesidad de que las mujeres del país se insertaran a la sociedad con
derechos reales al trabajo, la maternidad libre, el acceso a la cultura, al voto, y otros (Casaús,
“Las redes teosóficas” 225-226).
17 Jorge García Granados, uno de los fundadores de la Generación del 20, relata en su Cuaderno de
memorias que cuando había vivido en casa de sus parientas se daba cuenta de que allí se reunían
a platicar sobre Allan Kardek y madame Blavatski (Casaús, Redes 227).

434 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


como el del regeneracionismo. Rodríguez López y sus compañe-
ras aparecieron publicadas en la revista Vida, cuya duración fue de
dos años, de septiembre de 1925 al 15 de junio de 1927. Fueron 48
números, donde llama la atención que los directores fueran siem-
pre varones; sin embargo, no lo discutían ellas, ya que estaba en
uso el padrinazgo de algunos escritores de su propia generación.
Su participación en la Sociedad Mistral le enseñaría y ayudaría para
trabajo que haría en el futuro. Este momento coyuntural, le ense-
ñaría a discutir ampliamente los asuntos de género sin apasionadas
y radicales posturas feministas; aprendería en la práctica que era
necesario trabajar por abolir la inferioridad de las mujeres, de la
cual nos daba noticia en sus ensayos, demostrando que podía ser
digna de igualdad política y social.
Cuando Rodríguez decide salir para México ha cumplido 19
años, es el año 1926, podemos señalar que la revista Vida se deja
de publicar en junio de 1927. Lo que nos hace conjeturar sobre el
liderazgo que tenía esta escritora en las publicaciones de la Socie-
dad Mistral.18 Se desplaza hacia la Ciudad de México, para estudiar
en la unam, donde logra inscribirse sin problema alguno. Además,
pronto encuentra trabajo como periodista en un diario que da no-
ticias sobre Guatemala. Aquí inicia su participación con un grupo
de intelectuales entre los cuales estaba Diego Rivera. Al mismo
tiempo conoce a quien será su primer esposo, Miguel Ángel de
León, dieciséis años mayor que ella. Es el momento también de
su primera publicación, un libro de poemas titulado El vendedor de
cocuyos (1927). Luego de un tiempo en este círculo junto a su espo-
so, continúa una travesía que en la vida de la guatemalteca no se
detendría. Además, con De León procrea su única hija y de México
se trasladan a Nueva York, en un momento duro de la depresión
económica en Estados Unidos, o sea durante la década del veinte
(Ruiz, Class Acts).
Su vida daría en Estados Unidos un cambio radical, ya que
debe dedicarse a trabajar como obrera en un taller de costura. De
18 “La Sociedad Gabriela Mistral existed for at most two years, reaching its zenith of activism
within its first six months. When its charismatic president abruptly left for the cultural and
intellectual lights of Mexico City in 1926, the group began to flounder. As Guatemala’s first
explicitly feminist organization, la Sociedad had brought issues of women’s rights, economic
disparities, and racial prejudice to the pages of the national newspaper” (Ruiz, Class Acts).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 435


ese aprendizaje como costurera, viviendo en el Spanish Harlem,
Rodríguez obtiene una fuerte experiencia de sobrevivencia y de
conocimiento, ya que deberá hacerse cargo de su propio hogar
cuando colapsa su matrimonio. Sería haciendo este trabajo que co-
nocería las condiciones miserables de vida de los trabajadores his-
panos en Nueva York. De ese periodo es la fundación de la Liga
de las Costureras, donde participa activamente. La organización se
convertiría, con el tiempo, en un espacio legal para buscar mejores
condiciones laborales para el colectivo donde se encontraba inserta.
Pero uno de los movimientos políticos más fuertes que hace en ese
momento es el de unirse tanto al Centro Obrero de Habla Hispana
como al Partido Comunista Estadounidense, acción que represen-
taría, con el tiempo, una gran desventaja para su estatus migratorio.
Su matrimonio finalmente fracasa y abandona Nueva York
con su hija en 1935, marchándose solas a Florida donde acepta un
trabajo para organizar a los trabajadores fabricantes de cigarros,
cuando laboraba para la Federación Americana del Trabajo. Es
allí cuando decide dar el salto del que hablamos, en primer lugar
porque toma conciencia de su nueva clase social.19 Se cambiará
inicialmente el nombre y asumirá, de allí en adelante, una nueva
identidad, más en relación con las mujeres que vivían en condi-
ciones similares a las de ella en posición de inmigrantes. Asume,
entonces, el nombre de Luisa Moreno, cuyo homenaje se lo hace
a una obrera común y corriente. Se sabe ahora, por recientes in-
vestigaciones, que su nombre de pila cambia a Luisa, en honor
a Luisa Capetillo, de origen puertorriqueño, quien trabajara por
los derechos de las inmigrantes en Florida al menos dos décadas
antes que Rodríguez López apareciera en la escena; y el apellido
lo toma del nuevo color con el cual se identifica, en oposición al
color blanco, que su nombre de pila rezaba.20 De allí en adelante
19 Se sabe que en Guatemala, ella era la hija de un conocido cafetalero y su madre era una señora
reconocida dentro de las élites de la Generación del 20. Como ya sabemos, poseían suficientes
recursos económicos como para haberla enviado a Estados Unidos a estudiar en un colegio de
monjas en Oakland cuando cursó parte de la primaria y la secundaria.
20 “‘Luisa Moreno’, deliberately distancing herself from her privileged past, she adopted the
alias ‘Moreno’ (Dark) as a surname, one diametrically opposite her given name, ‘Blanca Rosa’
(White Rose). For her new first name she selected ‘Luisa’, perhaps to honor Capetillo, who had
preceded her to Florida two decades earlier and whose legacy she undoubtedly knew and built
upon in her daily work as a trade union organizer” (Ruiz, “Of Poetics” 29-34).

436 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


lo utilizará en sus batallas pro organización de los trabajadores en
Florida, Texas y California.21

“La caravana de penas”

Así tituló Rodríguez López, alias Luisa Moreno, el discurso que


dictó en Washington D.C. en 1940, con el que denunció la dura
vida y el maltrato del trabajador inmigrante ante la Convención
del Comité Americano para la Protección del Inmigrante (capi). A
partir de esta acción política, directamente en el espacio público
como inmigrante, va a iniciar su propia peregrinación. Esta acción
realizada por la guatemalteca es uno de los acontecimientos de
mayor envergadura realizado por las mujeres de la primera mitad
del siglo xx del que tengamos noticia. Su presencia en el espacio
público-privado, fuera del país, será tan visible que terminará por
ser detectada por las autoridades de migración, dado que nunca
había aplicado a la ciudadanía estadounidense.22 En 1948, a cambio
de malinformar a otro líder de estos movimientos, el fbi le ofrece
la ciudadanía, pero ella se niega y junto a su actual esposo, Gray
Bemis (Ruiz, Pacific), sale de Estados Unidos en 1950 para no re-
gresar jamás.
De vuelta en Guatemala asume su identidad real y partici-
pa, por supuesto, en las actividades del gobierno de Árbenz. Una
de sus actividades fue la de la campaña de alfabetización para las
mujeres en las comunidades indígenas del altiplano. Y aunque no
se haya estudiado bien este periodo, ella aparece como una de las
escritoras de lo que se conoce como la primavera democrática.23
21 “Moreno quickly asserted leadership in the new union, taking charge of the Pecan Sheller’s
Strike in San Antonio, Texas. She also became a driving force behind el Congreso del Pueblo
de Habla Española, a civil rights assembly attended by more than 1,000 delegates. They ham-
mered out a comprehensive platform that called for an end to racial segregation in public
facilities, housing, education, and employment” (Ruiz, Class Acts).
22 “Though she retired from union life in early 1947, Moreno could not escape the Cold War’s
chill. A year later she found herself facing deportation proceedings on the grounds of her
former membership in the Communist Party” (Ruiz, Class Acts).
23 Se periodiza esta época entre 1944 y 1954. Durante el período de la primavera democrática se
impulsó bajo los gobiernos de Arévalo y Árbenz un amplio y exitoso programa social. Se en-
frentaron al capital transnacional y mantuvieron una política exterior independiente. Uno de los
aspectos al que le dieron especial importancia fue la reforma agraria, pero contaron además con

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 437


Al caer el gobierno de Árbenz, Rosa Rodríguez sale para México
en un nuevo proceso de exilio, donde trabajará como traductora;
luego se va a vivir a Tijuana, donde trabaja para una galería de
arte. Allí recibe, en alguna ocasión, a los activistas César Chávez y
Dolores Huerta, buscando consejo por su experiencia política con
los inmigrantes y las leyes. A mediados de 1980 intenta ingresar
a Estados Unidos por problemas de salud, pero le es negada la
entrada, por lo que regresa a Guatemala a vivir con los familiares
que le quedaban y fallece en la ciudad en 1992.

Emergiendo a la escena en la alta modernidad


latinoamericana: Ana María Rodas
e Isabel de los Ángeles Ruano

A mí me harta un poco esto


en que dejo de ser humana
y me transformo en trasto viejo.
Ana María Rodas, Poemas de la izquierda erótica

Entre la censura y la exclusión

Las escritoras nacidas en 1937 y 1945 aparecen como dos casos


imprescindibles de trabajar en una discusión sobre las estrategias
de invasión del espacio público, ya que, sin venir directamente del
espacio doméstico, porque se encontraban ya insertas en redes
intelectuales provistas por el periodismo y la academia, aparecen
violentando los espacios públicos a través de sus textos y accio-
nes, en algunos casos desde el espacio privado-masculino, otras
veces desde espacios descentrados de tipo doméstico, como en
el caso de Isabel de los Ángeles.
Las dos escritoras publican sus primeros textos en la década
de los sesenta. Ana María Rodas publica los textos desacraliza-
dores que le han dado fama internacional en la revista Alero de la
Universidad de San Carlos de Guatemala. Está activa en la tertulia
literaria de un grupo de escritores comprometidos políticamente

fuertes iniciativas, como el seguro social, el código de trabajo, la construcción de carreteras, la


central eléctrica, etc. (García, “La primavera democrática”).

438 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


con la izquierda guatemalteca. Por su lado, Isabel de los Ángeles
Ruano publica en México su primer libro en 1967,24 momento muy
importante para la autora guatemalteca, pues le había sido otorgada
la más importante beca para ese tiempo, en este caso concedida a
una mujer escritora, la de la Asociación Latinoamericana de Es-
critores, cuyo padrino resultaba ser el reconocido poeta español,
León Felipe, que además la apoya escribiendo el prólogo a la pri-
mera edición de su libro.
La voz poética de las dos autoras se construye dando cuenta
de un emplazamiento a la estética de sus antecesoras y compañe-
ras de ruta poética en el mismo periodo de tiempo. La poesía de
Rodas se caracteriza por romper con los límites impuestos a la
poesía de mujeres de la región centroamericana, dando inicio a
la poesía de corte feminista y contraponiendo la épica de lo ín-
timo en la escena de la épica histórico-revolucionaria. La voz de
Isabel de los Ángeles aparece pesimista y sombría, y su contexto
es el periodo inicial de la guerra, con un cuestionamiento social,
político y por ende feminista. Se trata, en el caso de Ruano, de
una estética del dolor de lo social, vista desde un ojo que se en-
cuentra sumergido en regiones periféricas y precarias, espacios
culturales donde la poeta inicia una caída real en una crisis exis-
tencial vertiginosa.
Los textos escritos por Rodas y Ruano en la década de los
sesenta dan cuenta existencialmente en dos vías distintas de los fe-
minismos de la región, vertientes temáticas que recorrerán las
textualidades de las mujeres durante los años de la guerra entre el
ejército y la guerrilla. Importante es la manera en que estas escri-
toras abordan y aparecen abiertamente en los espacios públicos,
expuestas a la censura y la exclusión.
Los textos de Poemas de la izquierda erótica (1973) remo-
verán los cimientos de una sociedad radicalmente tradicional
y religiosa. Los años siguientes, Rodas será foco de críticas y
persecuciones por parte de grupos que, aun a fines del siglo
xx y en la primera década del xxi, seguían emplazando el libro.
De allí que la segunda edición aparezca 25 años después que la
primera, cuando la editorial, manejada por el escritor Adolfo

24 Ruano, Isabel de los Ángeles. Cariátides. México: Ecuador 0°0´0”, 1967.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 439


Méndez Vides, amigo de la autora, publica esa segunda edición
en 1998.25
Ruano, por su lado, luego de su abrupto regreso de México
ya con su primer libro impreso, empieza a sufrir una transforma-
ción física y mental, que se irá recrudeciendo. Su poesía se tornará
mucho más críptica, pero no abandonará la intención de crítica
sobre la sociedad y el tiempo que le ha tocado vivir en medio de
una crisis personal e identitaria, que la va sumiendo en un mundo
mucho más cerrado hasta convertirla en alguien que ha sufrido una
transformación total, pues se piensa y siente como un varón. Y
aunque no deja la escritura, suele asumirla desde un espacio pre-
cario que le resta, delante de la ciudad letrada, credibilidad y valor.
La muerte, la violencia y el abuso son elementos persistentes en
su obra:

Nadie abrió la boca/ni nadie dijo nada./Y ese silencio, herma-


nos,/nos ha vuelto culpables./Nos quedamos callados,/ni una
protesta./Ni una sola palabra/se pronunció./Nada se dijo./Y
todos fuimos cómplices/de los canallas./Todos quedamos con
las manos/embarradas de lodo./¡Todos la violamos!/Todos le
arrancamos/los pezones a mordiscos./Todos le sorbimos la san-
gre/de los pechos ultrajados (Ruano, Cuadernos 46).

Ambas escritoras aparecen en la década de los sesenta y asu-


men una actitud crítica ante la sociedad. Se convierten en figuras
públicas con sus textos mordaces y epigramáticos, por eso es que
son foco de perversas críticas desde diferentes espacios sociales.
En el caso de Rodas, sus cuatro primeros libros siguen trabajan-
do la temática de los feminismos y postfeminismos de la región
y coinciden con el inicio y final de la guerra. Ruano sigue activa y
viva, muy a pesar de su situación personal.26 Hoy continúa siendo
una figura icónica de la poesía de mujeres guatemaltecas, cuya es-
critura se hace desde espacios degradados y periféricos.

25 Rodas, Ana María. Poemas de la izquierda erótica. Guatemala: Gurch, 1998.


26 “A veces las apariencias engañan. Luego de sufrir trastornos mentales a los 40 años, se dedicó
a la venta ambulante de chicles, dulces y, a veces, hasta sus poemas” (Jessica Gramajo,“Piden
ayuda para la escritora Isabel de los Ángeles Ruano”).

440 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Ninguna de las dos, pese a la censura, dejaron de publicar
sus textos poéticos de forma bastante alternativa: en ediciones de
autor y a través de amigos, en el caso de Rodas; y de manera muy
artesanal en el caso de Ruano, aunque en los inicios del nuevo si-
glo, luego de recibir el Premio Nacional, el Ministerio de Cultura
le ha publicado en formato de libro los poemas que ha ido recopi-
lando en folletines, mismos que Isabel vendía en la calle.27
Una acción interesante y representativa es que ninguna de las
dos se escondió o dejó de visitar los espacios culturales donde se
da lugar el festejo de la escritura y las publicaciones; sin embargo,
se trata de dos escritoras que, orilladas por las fuerzas nefastas de
la censura, tanto religiosa como social, y en relación con los roles
sexuales, de alguna manera en exilio interno o mental, se fueron
escapando de la mirada inquisitorial de sus detractores. Ayudó el im-
pacto de los años de la guerra civil, que fomentó el olvido de todo,
fue limando y se fue aceptando dentro del relativismo de la sensibi-
lidad postmoderna, una escritura que caló profundo en el momento
en que emergió, y que sigue sosteniéndose. Por eso las dos escritoras
reciben el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias.28
Sus textos escritos y publicados durante las dos décadas ini-
ciales de la lucha armada tenían un fuerte corte testimonial. Escritos
dentro de la fragosidad de la guerra, dejaron constancia al paso del
tiempo de la fuerza de una escritura proveniente del mundo pre-
cario y periférico de dos mujeres que saltaron al espacio público y
empalabraron aquella realidad con mirada crítica, cuando las mu-
jeres constituían, tanto mayas como ladinas, botines de guerra.

27 Juan Fernando Cifuentes, durante la década del 80, se dedicó a recopilar los libritos y opúscu-
los que Isabel iba vendiendo en la calle y formó el libro Torres y tatuajes, Guatemala, Editorial
Rin 78, 1988; dicho libro se considera la primera antología de la poesía de Ruano. Luego, la
Tipografía Nacional hace una reedición en otro periodo de la historia de la poeta. En la actua-
lidad, la Editorial Cultura le ha dedicado varios volúmenes a esta escritora. Asunto que no ha
sucedido con Ana María Rodas, a quien le hace dos publicaciones: El fin de los mitos y los sueños
(1984), porque había ganado el premio en 1980; y luego Esta desnuda playa (2015), publicación
que le correspondía, ya que había ganado en 2000 el Premio Nacional de Literatura “Miguel
Ángel Asturias” y no se le había hecho ninguna publicación en ese momento. Nos parece que
el tratamiento que la Editorial Cultura le ha hecho a las dos autoras que han definido líneas de
continuidad temática en el país ha sido distinto por razones que desconocemos.
28 Ana María Rodas recibió el Premio Nacional en 1990 e Isabel de los Ángeles Ruano en el
2001.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 441


Aportaciones del corpus de autoras

En este apartado capitular he resaltado cómo las autoras guatemal-


tecas, a partir de Josefa García Granados, han invadido y sitiado
los espacios públicos que parecían hechos contra ellas. Como po-
demos observar, existen similitudes, pero sobre todo coinciden-
cias en las acciones y el carácter desacralizador y transformador de
sus textos y de sus acciones.
Las autoras que, como García Granados, se dedican al perio-
dismo al inicio del siglo xix logran de distintas formas, de acuerdo a
la época que viven, comunicar sus ideas, y entrar a ser sujetos histó-
ricos en las discusiones masculinas imperantes en todos los momen-
tos que hemos revisado. Es coincidente cómo Garcia Granados,
Rodas, Ruano y Rodríguez laboran como periodistas, porque a
través de esas fisuras pueden penetrar las sólidas paredes de los
espacios destinados sólo para los varones. Entretanto, escritoras
como María Cruz y en algunas épocas Isabel de los Ángeles Rua-
no, de distintas formas muy personales y subjetivas van a utili-
zar las fisuras abiertas para ellas desde el espacio masculino, para
insertarse y situarse sin ser abiertamente excluidas, estableciendo
algunos pactos con lo masculino.
La obra escrita y publicada de cada una de estas autoras po-
see distintos registros. Encontramos rasgos similares en distintos
momentos, y posicionamientos de género muy fuertes de parte de
todas las autoras trabajadas, a distintos niveles, y dependiendo del
momento o época, con todo y sus contradicciones. Los textos y las
acciones cotidianas de Ruano están en el medio de esta posicionali-
dad y se dirigen re-discutiendo el género desde la diversidad, de una
manera no tan frontal, como lo hace Rodas para su propia defensa.
Los textos de Cruz y Rodríguez López están en el eje de las búsque-
das de la teosofía a la que ellas eran adeptas, y el tratamiento poético
que hacen está en función de una nueva forma de conocimiento
de su propia interioridad, pero al mismo tiempo, ejecutan acciones
nómadas, realizando viajes de conocimiento y exploración que no
realizan las otras tres autoras de la misma manera e intensidad.
Las estrategias de emancipación e invasión de los distin-
tos espacios públicos se realizan tanto en la experiencia del viaje
emancipador, solitario y severo, como en la escritura y la descrip-

442 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ción de un mundo donde se emplazan las estructuras fortalecidas
del sistema patriarcal, al mismo tiempo que se critica, desde dentro
y desde fuera, a una sociedad cómplice que las lleva, si no al olvido,
sí a la locura y a la muerte.
No tenemos la menor duda que estas autoras representan
filones de escritura femenina en el país. A la par de Ana María Ro-
das e Isabel de los Ángeles Ruano, emerge un grupo de escritoras
notables e importantes como Luz Méndez de la Vega y Margari-
ta Carrera, que de distintas maneras trabajan dentro del registro
de los feminismos de la región, pero con texturas distintas. Delia
Quiñonez emerge dentro del grupo Nuevo Signo, y Carmen Ma-
tute se une a las feministas de los setenta.
El grupo de escritoras de la “primavera democrática” es
amplio, pero ninguna de ellas ejecuta acciones como las de Rosa
Rodríguez. Entre la Sociedad Mistral, en su momento, en la dé-
cada de los veinte, aparecen escritoras y periodistas que escriben
dentro de un registro inicial, feminista, pero desaparecen más
tarde, cuando su fundadora se va a México; sin embargo, todavía
podemos leer ensayos fundacionales del feminismo nacional en
las publicaciones de estas autoras de inicio de siglo xx.

Sobre marcas, huellas, cicatrices y llagas: Poemas


de la izquierda erótica y otros libros de Ana María Rodas
como influencia y vestigio en el corpus de la poesía escrita
por mujeres desde la década del 80 al fin
de siglo xx e inicios del xxi

Habiendo ya explicado la coyuntura de la aparición del primer li-


bro de Rodas, nos interesa comentar y discutir el contexto en que
aparece esta publicación. Como muchas de las ediciones de ese
entonces, el libro se considera una publicación de autora. Dise-
ñado y cuidado por Arnoldo Ramírez Amaya, el libro se presenta
como una primera edición de la nueva sensibilidad estética de lo
que hoy se conoce como la Generación del 70. Es evidente que
este dato la sitúa dentro de una generación beligerante y política-
mente activa, al momento de la escritura de los textos y luego de
la publicación, que ya sucede en los primeros años de la década
de los setenta.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 443


Con la aparición del libro también se inaugura en Guate-
mala, y podríamos decir en Centroamérica, una nueva manera, un
nuevo discurso, una nueva forma de hablar sobre la problemáti-
ca de la mujer durante la alta modernidad centroamericana, pero
también se considera un antecedente de una larga línea de desarro-
llo poético, que las escritoras en Guatemala llamarán inicialmente
“poesía erótica”, por la fuerte carga de trabajo sobre la sensualidad
femenina, cuando en realidad lo que se opera es un trabajo ex-
haustivo, una revisión de la sexualidad de la mujer durante el inicio
de la sensibilidad postmoderna en toda Latinoamérica.
Poemas de la izquierda erótica, como libro, también venía ama-
rrado o vinculado al proyecto de las izquierdas guatemaltecas,
desde el renglón de la cultura. El grupo al que Ana María Rodas
pertenecía en ese entonces era el de la tertulia de la generación de
los setenta. Un grupo de autores, en su mayoría varones, que gira-
ba a nivel de publicaciones y discusión literaria, alrededor de la re-
vista Alero de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En ese
grupo de escritores, donde aparecen principalmente los nombres
de Marco Antonio Flores, Mario Roberto Morales, Luis Eduardo
Rivera, Enrique Noriega y Luis de Lión, también estaba inserto
Arnoldo Ramírez Amaya, el pintor guatemalteco, que contribuiría
con el diseño de portada e interiores de algunos libros publicados
por este colectivo durante la década de los setenta, imprimién-
doles un sello especial, en la inclusión de dibujos e inscripciones
alusivos a asuntos sobre la sexualidad, tanto femenina como mas-
culina, tan trabajada por casi todo el colectivo. Además, Ramírez
Amaya sería el responsable de la ejecución de los murales de la
usac, cuya historia está ya recabada en varios ensayos y libros de
su momento.
Una mirada por estos escritos da una idea de las búsquedas
de la Generación del 70 a nivel político. Ya que los contenidos de
los murales a nivel discursivo habían sido creados por los escrito-
res de ese grupo, y los dibujos eran interpretaciones políticas de
Ramírez Amaya. Un dato interesante a nivel del colectivo es que la
actitud era totalmente contracultural. Tanto contenido como di-
bujos aluden al nuevo compromiso político del grupo, criticando
durante la presencia militar en el país, la ignorancia de las autorida-
des de Estado, las preocupaciones por la subalternidad. Así, pode-

444 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mos decir que los escritores que hemos mencionado junto al nom-
bre de Rodas, en el momento de la publicación del libro, estaban
de distintas maneras adscritos a las preocupaciones políticas de
la izquierda guatemalteca. Se movían activamente en el renglón
de la cultura y la literatura, pero algunos de ellos, como Flores y De
Lión, se hallaban adscritos al Partido Comunista Guatemalteco.
Marco Antonio Flores había sido de la juventud de Sakertí, grupo
literario y cultural que aparece en la década de los cincuenta movi-
lizando una literatura comprometida, dentro de sus publicaciones
tanto de revistas como de libros. Y Luis de Lión militaba activa-
mente en el partido, durante la década de los setenta y parte de
los ochenta, y a causa de su militancia sería desaparecido en 1984.
Cuando el primer libro de Ana María Rodas aparece pu-
blicado, el país se encontraba viviendo la segunda ola guerrillera.
La fase política de las izquierdas guatemaltecas se centraba en el
reclutamiento de estudiantes tanto de secundaria como de nivel uni-
versitario, para servir de bases de apoyo revolucionario. A la par de
esto, se había incrementado la violencia política de parte del Estado.
O sea que el libro aparece en medio de un clima de alta tensión po-
lítica, por eso el título del libro de Rodas califica de “izquierdosos”
los poemas, históricamente, pero nos hace un guiño, porque añade
la palabra “erótica”, señalando así el carácter del operativo que se
iniciaba con fuerza y decisión a nivel de feminismos en la región
centroamericana, mezclado a las beligerancias de corte político,
añadiendo con esto otro tipo de luchas que aparecerían en medio
de estas fuertes pulsiones ideológicas.
Respecto a los poemas, ya se ha hablado en distintos ensa-
yos e investigaciones realizadas alrededor de la obra de Rodas, que
su contenido es diverso, atrevido y muy político. En primer lugar,
rompían con el formato de la poesía guatemalteca, escrita y pu-
blicada hasta el momento; sobre todo aquella escrita por mujeres.
El tono de los poemas declinaba en lo coloquial, radicalizando en
toda la colección de poemas este tono. Y en la temática, Rodas
abordaba un posicionamiento nuevo, como sujeto femenino, ya
que la voz lírica asume con cierta cólera e indignación la construc-
ción de ser mujer, que ya Simone de Beauvoir había problemati-

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 445


zado.29 En su discusión, Rodas está introduciendo fuertemente la
idea instalada en los imaginarios sociales de que la mujer sea una
construcción cultural y que no exista la posibilidad de que pueda
llegar a construirse en un proceso crítico muy personal.
Un punto central que aborda es la temática del cuerpo. Su
trabajo supera los niveles en que los varones habían retrabajado
esto, desde la revisión de las nuevas masculinidades, que todavía no
entraban abiertamente en la discusión literaria. Son muy pocos los
libros escritos por varones que en la década de los setenta habían
abordado abiertamente la diversidad sexual, por ejemplo. Una de
las conclusiones importantes a las que Rodas llega en la escri-
tura del libro es a la certeza de que sólo la escritura puede libe-
rarnos de la posición de subordinación y represión, redes entre
las cuales las mujeres de los setenta se encontraban colocadas. El
poder de la escritura parecía ser, para ellas, en ese momento, un
espacio ideal de libertad.
La primera crítica sobre el libro afirmaba que uno de los
valores del libro, y por lo cual se convertía en fundacional, era el
asumir un lenguaje masculino o un lenguaje, al momento de la
escritura del libro, casi sólo utilizado por los varones, para llamar a
las partes del cuerpo, las acciones eróticas y otros usos del cuerpo
por su nombre, o inclusive, apropiándose de ese lenguaje conside-
rado por los imaginarios de la corrección política discursiva como
vulgar y “muy macho”; el que, dicho sea de paso, les era permitido
utilizar, sin censura ni oposición, desde la corrección social, sólo a
los varones. Las mujeres estilaban un uso del lenguaje mucho más
recatado y menos agresivo o violento. Lo interesante del libro pri-
mero de Rodas es que inicia el uso de este lenguaje, se lo apropia,
y lo hace suyo, sin timideces y desde el espacio de la construcción
de un nuevo sujeto social, femenino y combativo.
Por eso, cuando Rodas aborda desde su yo lírico la sexua-
lidad de la mujer, lo que hace es también plantear otra manera
de ser, de estar, en medio de las relaciones amorosas. Claro que,
al momento de la lectura de sus textos, notamos las tonalidades
paródicas de las que ella hace uso, con la intención expresa de
29 Rosa María Cid López, “Simone de Beauvoir y la historia de las mujeres. Notas sobre el Segundo
sexo”. Consultado el 18 de junio de 2017. https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/
viewFile/INFE0909110065A/7775.

446 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


subvertir discursivamente estas apropiaciones y nuevas construc-
ciones, del nuevo sujeto lírico femenino de la nueva época.
Lo que hemos llamado en otros ensayos “botar el rosa” es
uno de sus operativos iniciales para mostrarle, al lector(a) del libro,
que lo que encontrará allí es una nueva manera de conducirse del
sujeto lírico de la postmodernidad guatemalteca. Se trata de una
mujer que construye un poema autobiográfico, donde no se tie-
ne temor de decir la edad, y de mencionar algunas características
que habían sido de uso prohibido para las mujeres, ya que todo
lo femenino se encontraba simbolizado dentro de los discursos
poéticos. Nos parece importante señalar este elemento novedoso,
pues en el imaginario patriarcal del momento, cuando a una mujer
se le preguntaba la edad, con o sin mala intención, se esperaba
regularmente una mentira como respuesta. Y por eso, con algo
tan simple de la vida cotidiana normal, Rodas le hace un cambio
a esta posibilidad, diciendo la verdad, discursiva y públicamente.
Además, el tono paródico en que construye el poema que abre
el libro es ya premonitorio de la actitud poética del nuevo sujeto
en construcción lírica: “Tengo hígado, estómago, dos ovarios,/
una matriz, corazón y cerebro, más accesorios./Todo funciona en
orden,/por lo tanto,/río, grito, insulto, lloro y hago el amor./Y
después lo cuento” (Poemas 9).
En “asumamos la actitud de vírgenes” aparecen los otros
elementos con los cuales Rodas deconstruye, en su proceso crea-
tivo, ese sujeto tradicional femenino, pero a lo largo de toda Lati-
noamérica. La virginidad ha funcionado como el dispositivo local,
corporal y conductual con el que las mujeres, como estrategia, se
mueven dentro del matrimonio y fuera de él. La propuesta poética
de Rodas es dejar atrás este subterfugio patriarcal, para romper
el cerco en el cual estamos atrapadas en una especie de casa de
muñecas o de recinto privado. De esa manera alude igualmente a
lo que de Beauvoir denominaba “ser el otro del varón”, al dejarse
construir y definir por una perspectiva masculina que intenta salva-
guardar su propio estatus. Ya sabemos hoy, mejor que en los seten-
ta, que la virginidad era considerada uno de los bienes corpóreos
femeninos más preciados. En este poema aparecen elementos en
los cuales la relación de pareja deja ver, con claridad, la ausencia de
una equidad e igualdad en los roles, y se hacen más obvias y dispare-

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 447


jas dentro del nuevo contexto político donde las mujeres se encuen-
tran ya insertas, al momento de la escritura del texto. Poco a poco
sube el tono irreverente, y el desenfado llega a extremos, provocan-
do textualmente a los lectores y lectoras: “Asumamos la actitud de
vírgenes/Así/nos quieren ellos/Forniquemos mentalmente,/suave
muy suave,/con la piel de algún fantasma/Sonríamos/femeninas/
inocentes/Y a la noche, clavemos el puñal/y brinquemos al jardín/
abandonemos/esto que apesta a muerte” (Poemas 14).
Hoy se puede leer sin tanta agresión verbal este poema,
porque se ha superado en parte la problemática a la cual se re-
fiere Rodas. Pero es evidente que, en la década de los setenta, la
propuesta era directa y suponía una toma de consciencia nueva
en la vida de las mujeres de ese momento y también de allí en
adelante, que es lo que podremos observar en las poetas que van
asumiendo como suyas algunas de las ideas ya propuestas por
Rodas, poéticamente hablando.
Hoy nos puede parecer exagerada la posición de Rodas al
momento de la escritura de textos de este calibre, pero es evidente
que uno de sus postulados era dejar de ser mártires. El poema es
una motivación hacia el cambio de perfil de la mujer, que va de
la tradición hacia la modernidad: “Ya no sonríamos/ya no más
falsas vírgenes./Ni mártires que esperan en la cama/el salivazo
ocasional del macho/” (Poemas 15). Casi todos los textos del libro
se escriben deconstruyendo prácticas sexuales o relaciones coti-
dianas de corte desigual. Hay un énfasis sobre lo amoroso porque
allí se acusa todavía más la desigualdad dentro del espacio íntimo,
hacia el espacio privado-masculino o en el propio espacio público,
en donde la representación sexual de lo femenino podía inclusive
hasta desaparecer. Nos parece, en esta nueva revisión del libro,
que una de sus intenciones era poner al descubierto que el nue-
vo sujeto en proceso de emancipación tenía, principalmente, sufi-
cientes razones sexuales para el cambio, y por esta escogencia en la
temática, el tratamiento de sus primeros poemas hace que aparez-
can cargados de esa contra-violencia epistémica. Se hace evidente
su alegato sobre el ninguneo sexual. La falta de existencia dentro
del acto amoroso le causa un efecto crítico sobre su misma posi-
ción y la falta de resolución para el cambio. Alude, nos parece, a las
prácticas sexuales masculinas en boga, y dentro de la costumbre y

448 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


las leyes culturales del periodo: “Limpiaste el esperma/y te metiste
a la ducha/[…]/Ahora/yo aquí, frustrada/sin permiso para estar-
lo/debo esperar y encender el fuego/[…]/A mí me harta un poco
todo esto/en que dejo de ser humana/[…]” (Poemas 13).
Naturalmente lo que sigue sosteniendo un poema como
éste es el estatuto testimonial que posee. Se trata de una voz que
deja testimonio de una época y de prácticas desiguales de género.
Además de la violencia epistémica que se produce, del proceso de
invisibilización del sujeto femenino, que en estos poemas acierta,
al menos, a dejar testimonio de su inconformidad, frustración y
cólera, pero sobre todo deja constancia de que se ha producido
un cambio en la toma de consciencia crítica. Nos parece que este
efecto es uno de los elementos que la poesía de la línea erótica y
feminista guatemalteca, que aparece después de los primeros libros
de Rodas, asumirá como parte central de su propuesta discursiva.
El nuevo sujeto que Rodas crea es un sujeto pensante, que
luego de reflexionar críticamente sobre su propia circunstancia,
se emancipa. Como tiene clara consciencia de ser usada como un
objeto, sabe que el camino es escapar, urdir trampas y evadirse en
el proceso de emancipación. El camino del sujeto lírico es huir
hacia distintos espacios culturales donde pueda adquirir una iden-
tidad, más apegada a lo humano. Y este elemento repetitivo en sus
poemas se convierte en un leitmotiv, que desencadenará muchas
más reflexiones ante la crisis existencial que atraviesa el sujeto en
construcción.

Sin pelos en la lengua: emerger desde un espacio abierto


sin conciencia total de género

Revisando poemarios escritos y/o publicados durante la primera


y segunda década del siglo xxi, encontramos que las propuestas
elaboradas por Rodas desde 1973 se asumen de forma tan directa
como lo hiciera Ana María en su momento: “Púdrete querido,/
pero no te pudras en ti,/púdrete en mí,/pulverízate y espárcete/
como abono en polvo,/fertiliza buenas nuevas./ No todo fue tan
malo querido,/no todo fue tan bueno,/pero mientras conclui-
mos,/sólo púdrete querido” (Macario en El quetzal colibrí gigante
428). Se trata de dos tiempos distintos. El aparato inquisitorial que

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 449


acompañó las primeras publicaciones de Rodas era muy fuerte y
estaba mediado por un contexto político beligerante también,
donde declararse como parte de la “izquierda erótica” a cual-
quiera le sonaba no a posición feminista, sino a posición política
dentro de las izquierdas latinoamericanas, cubanas o comunistas,
como se decía en aquel entonces. Esta nueva poesía, aparecida
de distintas formas, en libro, en línea o en lecturas de poesía, asu-
me que aquello que se discute ya está colocado sobre la mesa de
discusión y no necesita ningún tipo de preámbulo para entrar di-
rectamente a colocarse en medio de la discusión poética, como en
el siguiente texto que guarda relación con Cuatro esquinas del juego de
una muñeca (1985) o La insurrección de Mariana (1990), libro poste-
rior de Rodas: “te espero/en este espacio/…tal vez algo oscuro/
seguramente un tanto vacío/es un hoyo/que cavamos las maldi-
tas/para enterrar el asco/la zanja/donde tiramos los cadáveres/de
nuestra infancia” (Noriega, Cadáveres de la infancia 34). Los textos
de las nuevas escritoras mantienen diálogos con algunas textuali-
dades de Rodas, como en el caso anterior, o expresan homenajes
inclusive en el título de un libro como Todos tenían derecho a estar
presentes (2014), donde la cotidianidad de la voz lírica tan apro-
sada sigue la tradición de la poética de Rodas en casi todos sus
libros, además de usar uno de sus versos de Poemas para que sirva
de título: “y es que el deleite del fracaso se disfruta más en com-
pañía/porque contigo/podía descargar mi pena/agregándote más
de la culpa/pero al irte, te llevaste las tuyas/y dejaste las mías/y
no las soporto” (Guerrero, Todos tenían 2). Además, acompaña el
sentimiento de fracaso que pervive en muchos textos de Rodas,
donde hay un fuerte emplazamiento en la desigualdad del amor de
pareja. Las tres escritoras mencionadas asumen muy fuertemente
la influencia de Rodas de manera consciente, saben y dicen que,
sin los textos de Rodas, el proceso de emancipación textual en la
escritura de las mujeres podría haber sido más lento.
Escritoras como Tania Hernández, quien aparece en la es-
cena literaria ya iniciado el nuevo siglo, afirma como algunas de
las otras escritoras haber leído de forma parcial a Rodas. Pero al
mismo tiempo cree que en su propia escritura, Poemas de la izquier-
da erótica ha sido el libro que mayor influencia pudo haber ejer-
cido. Sabe que en textos escritos por ella como “Objetando” y

450 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


“Abstinencia”, la marca de Rodas es visible: “Lo hablamos desde
un principio/me dirás/y eso también es cierto/que no había más
contrato/que la sed de nuestros cuerpos/Vaya, olvidémoslo/olvi-
demos cada palabra/que huela a sentimiento” (Hernández s. p).
Ha sido interesante que, en algunas de las entrevistas, las
poetas más jóvenes afirmaron que una de las marcas dejadas por la
influencia de Rodas sea la del uso del lenguaje, el perder el miedo
a las palabras. Hernández, muy críticamente, afirma que también a
través de la lectura de Rodas se dio cuenta de que había que dejar
de pensarse como heroína. Había que perder el miedo a la derrota,
a los propios fantasmas y que no necesariamente una literatura es
feminista porque es triunfalista y panfletera (Hernández s. p).
Por su lado, Zayda Noriega también ve que su estilo di-
recto en la escritura puede provenir de la influencia de un libro
como Poemas de la izquierda erótica. Considera que su primer poe-
mario, aún inédito y terminado en distintos momentos desde
2008, 2009 y, finalmente, en 2010, Cadáveres de la infancia, viene
totalmente marcado por la estética que la obra de Rodas abre en
su momento y que sigue teniendo vigencia para algunas poetas
recientes, que no tienen temor de aceptar que la escritura de Ro-
das las ha marcado.
Nos parece importante anotar que la temática del cuerpo fe-
menino, los procesos de autoconocimiento a través de la escritura,
la forma de hablar de la sexualidad sin temor a ser juzgadas, co-
mentado en la entrevista por Guerrero, les parece a algunas de las
autoras más recientes, uno de los legados de los poemas de Rodas.
Se trata, entonces, no de frases estereotipadas o tomadas, rescata-
das, hurtadas de los poemas de Ana María, sino un aprendizaje a
través del lenguaje de llamar a las cosas de una manera mucho más
frontal, en temas donde existían fórmulas simbolizadas para ser
nombradas. Quizás desde esta escritura, uno de los aportes de la
poesía de Rodas haya sido la construcción de una distinta manera de
decir lo que se piensa, despojando todo aquello de ambigüedades y
simbolismos propios de la estética de la primera mitad del siglo xx.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 451


Bregando con las fracturas: las poetas de las décadas
de los ochenta y noventa

Este periodo ha sido poco estudiado y hace falta entrar a indagar


más a fondo, buscar en archivos, revistas, periódicos y libros pu-
blicados ya desaparecidos, para poder bosquejar lo sucedido en
este periodo. Los tres primeros libros de Rodas circulaban en el
país, ya en 1984. El tercer libro, El fin de los mitos y los sueños, fue
precisamente publicado ese año, pero había ganado una mención
honorífica en 1980 en los Juegos Florales de Quetzaltenango. O
sea que lo que se considera la trilogía del registro femenista de la
poesía guatemalteca se terminó de escribir a inicios de la década de
los ochenta. La poesía de Rodas ejercería, a partir de ese momen-
to, una fuerte influencia en las poetas tanto del país como de otros
lugares de Centroamérica.
Una búsqueda de pistas y publicaciones de escritoras con la
intención de encontrar intertextualidades con las propuestas fe-
menistas abiertas por Ana María Rodas desde la década de los
ochenta nos permite decir que el posicionamiento político de la
poesía de Rodas iría creciendo desde ese momento, hacia la déca-
da de los noventa. En ese período ya situado, encontramos varios
libros y publicaciones en revistas y fascículos, incluidos en los dia-
rios locales, en donde se percibía el cambio en el registro anterior.
Y es que la tendencia de la poesía de mujeres en ese momento
se encontraba inserta en la poesía del compromiso político cuyo
ejemplo crucial es Beatriz Castillo, o en la tendencia social, con
una estética simbólica muy acusada, que podemos percibir en al-
gunos poemas de Isabel de los Ángeles Ruano y otras poetas de la
década de los setenta.
Mucho de lo escrito por las poetas de este momento no
terminó en libro publicado. Conocemos al menos las textualida-
des de tres poetas que no lograron concretar sus poemas en libro.
Ligia Peláez, escritora que estaba vigente desde la década de los
ochenta, nunca publicó sus textos. Quedaron inéditos. Pero en
una revisión que hicimos de ellos observamos que hay una fuerte
tendencia al trabajo sobre la sensualidad y la sexualidad de los su-
jetos líricos femeninos en su poesía, que es abundante. Notamos
que hay una especie de apertura en la voz lírica, y que existe tam-

452 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


bién una actitud crítica sobre el tema de las relaciones familiares,
en especial sobre la figura de la madre, que tendría ciertas intertex-
tualidades con El fin de los mitos y los sueños, ya mencionado dentro
de la trilogía de Rodas. Peláez afirmó conocer parcialmente la poe-
sía de Rodas, lo cual no significa que la influencia de Ana María
en los espacios de emancipación de la escritura de mujeres no
pudieran moverse, de distintas y variadas formas, en las cuales se
mueve la tradición literaria. Podríamos señalar que ya existía en
los poemas de Peláez una fuerte tendencia a la nueva posiciona-
lidad del sujeto lírico emancipado. No en todos sus textos, pero sí,
específicamente, en el que se publica en un catálogo de arte, donde
se ejerce una fuerte crítica sobre la figura de la madre.30
De la década de los ochenta también proceden algunos textos
desmitificadores de Maya Cú, con quien hemos sostenido entrevista
unos años atrás. El emplazamiento crítico que Cú realiza sobre la
pobreza y la falta de oportunidades desde la perspectiva de las mu-
jeres de origen indígena nos parece también un gesto emancipatorio
muy temprano para la poesía de origen maya. Posteriormente, apa-
recerá la voz de Rosa Chávez, donde dentro de temas que tocan las
costumbres y los mitos originarios desde el mundo de las mujeres, la
poeta se posiciona desde un espacio descolonial, y por ende emanci-
patorio, desde sus primeros poemas y performances, desarrollando una
línea de compromiso complementaria con su cosmovisión como
mujer maya, que procede de dos distintos troncos de origen.
Y aunque, como ya lo anotamos, no existe tanto registro de
la poesía publicada durante la década de los ochenta, es eviden-
te que en alguien como Johanna Godoy, que gana el premio de
la Universidad Rafael Landívar y la revista Abrapalabra en 1992,
cuando ella aún no llegaba a los 30 años, se observaban las in-
fluencias obvias de la estética de Rodas, en cuanto a la denuncia
de la relación de pareja en situación de desventaja para el sujeto
femenino. Antes de la aparición del libro de Godoy, existía un an-
tecedente dentro de la colección de poesía siglo xx, publicada en
enero de 1990, pero donde los escritos procedían de la década de
los ochenta. En esa colección se incluían únicamente dos libros

30 El material inédito de Ligia Peláez fue revisado cuidadosamente por la autora de este escrito,
pero no puede publicarse sin su autorización.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 453


de mujeres, el trabajo sobre los mitos y la desmitificación del
amado idealizado aparecía en un libro como Brutal batalla de si-
lencios, de quien escribe este trabajo. Dentro de esta experiencia
de influencias, es posible afirmar, de forma directa, que aun-
que no hubiera leído la obra completa de Rodas, sí había ido
leyendo a otros poetas como Luis Eduardo Rivera, Enrique
Noriega y Rafael Gutiérrez, a través de antologías y préstamos
de libros, donde desde nuevos espacios de la masculinidad se
colaban las influencias del nuevo registro de la poesía de mu-
jeres; ya que los sujetos líricos de estos poemas acusaban distin-
tos niveles de emplazamiento desde el mundo de las mujeres, y
daban cuenta de esa subordinación, dentro de sus textualidades,
lo cual ya constituía un gesto de los nuevos aires de libertad que
tomaría la poesía guatemalteca escrita en suelo nacional. Esto
sin abandonar totalmente el compromiso político específico de
las izquierdas guatemaltecas, pero sí dando cuenta de la entrada
de una libertad textual, que permitía revertir los roles sociales
entre hombres y mujeres, sobre todo en las relaciones amorosas,
que tenían su propio referente en las relaciones políticas.

Firmar, además de la paz, la libertad


y el posicionamiento feminista

Entre 1996-1997 se realiza una investigación muy delimitada, des-


de la Universidad Rafael Landívar. Nos piden elaborar una nueva
antología de la poesía de mujeres guatemaltecas que la Universidad
quiere publicar, durante la jefatura de Marta Regina de Fahsen, y
la cual se concretó en el título Para conjurar el sueño (Abrapalabra,
1998). A través de esa búsqueda, se descubrieron algunas autoras
que nunca habían publicado libro, y donde se puede hoy seña-
lar la influencia del registro abierto por Rodas. Entre ellas Móni-
ca Albizúrez, Johanna Godoy, Alejandra Flores, Regina Galindo
y Gabriela Gómez. Los matices de los poemas de estas autoras
respecto a las discusiones de género son abiertamente confron-
tacionales cuando discuten su posicionalidad en las relaciones de
pareja, por ejemplo. Lo que marca una diferencia notable es el es-
pacio desde donde abordan esta problemática. De todas las escri-
toras que emergían para ese tiempo, sólo Godoy (ya mencionada

454 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


antes) había publicado un libro: Lapidaria (1992); más adelante, y
en distintos momentos, aparecerían libros de cada una de ellas,
siendo Gómez quién publicaría los poemas que ya tenía escritos
desde este momento hasta en el año 2010. Sin embargo, aunque
la inclusión de estas autoras noveles fuera fuertemente criticada
por la ciudad letrada guatemalteca (incluidas algunas escritoras de
la muestra), y dado que prácticamente ninguna de ellas poseía pu-
blicación formal en libro, la antología serviría para dejar constancia
a nivel de investigación de la existencia de sus escritos, en un mo-
mento en el cual se acababa de firmar la paz, y de alguna manera en
los espacios de libertad que proveyó la firma aparecían estas auto-
ras con poemas y textos donde los temas abiertos por Rodas eran
abordados con nuevas estrategias de escritura, dos décadas después,
y con un posicionamiento que se alejaba de los compromisos políti-
cos de la izquierda guatemalteca o que, en algunos casos, jugaba con
esas relaciones entre política y sexualidad, que también era una idea
planteada por Rodas desde Poemas de la izquierda erótica.
En esta investigación no entraron en el libro los poemas de
una autora como Adelaida Loukota, aunque al momento de pre-
guntarle, cuando contaba con 15 años tenía ya un pequeño corpus
de textos que hubieran podido pertenecer a la antología de 1998.
Loukota poseía un registro totalmente urbano. Había empezado
a publicar de manera muy artesanal sus propios poemas. Y con-
versando con ella, hoy a la distancia, Adelaida considera fuerte la
influencia que un poemario como Poemas de la izquierda erótica ejer-
ció sobre su sensibilidad adolescente. Aunque señala que su poesía
no tiene un corte erótico, admiró en el libro de Rodas la libertad
con la cual se sabía mujer y eso le produjo cierta inspiración para
algunos textos, como el siguiente: “Abandono la metafísica/pre-
fiero dormir desnuda toda la noche/decir que te amo con ser de
derecha o izquierda/creo en pocas cosas/aún tengo un nombre/
que me separa de las abstracciones” (Loukota, Ajena 16).

Arribar al nuevo siglo: las poetas durante el pos-post

Le toca a un grupo de poetas relativamente nuevas bregar en el pe-


riodo de la postguerra (inicios del año 2000). Se trata de varias cons-
telaciones o grupos de escritoras que giraban alrededor de talleres

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 455


de poesía o de oengés que manejaban asuntos de derechos humanos
y civiles. Y aunque estén en medio de estos lugares de postguerra,
ellas ya no pertenecen, conscientemente, a grupos con ideologías de
izquierda. Hablamos de posturas feministas o postfeministas que
se encuentran desterritorializadas. Pertenecen a otros movimientos
de la aldea global. Si hay militancia, ésta se sucede inicialmente en
una toma de los espacios públicos en donde la guerra había dejado
su marca de ausencia. O más adelante, a través de las redes sociales,
refundan nuevos espacios de socialización literaria.
La poesía de Rodas había bregado en físico con un lenguaje
emplazante, delante de la ciudad patriarcal letrada, y esa marca es
recogida principalmente, como ya se señaló, por las poetas que
publicaron inmediata, durante y después de la aparición de Poemas
de la izquierda erótica o después, de 1980 hasta 1999, cuando el ter-
cer libro de Rodas había aparecido en la escena. La forma en que
Ana María abordaba míticamente el asunto del incesto en el tercer
libro es un tema que seguirá trabajando la escritura de mujeres que
continúa desarrollando temas como éste hacia el nuevo siglo.
Queremos señalar aquí que al inicio del siglo xxi es cuan-
do entroncamos con la primera publicación de Carolina Pineda,
EyaCulo mi propia seducción (Guatemala, Oasis, 2000). La prolife-
ración de esta poesía aparecida y escrita por mujeres en el nuevo
siglo, denominada en círculos sociales como “erótica” o “femi-
nista”, resultaba de trabajar sobre temas relativamente sesgados y
escabrosos como el de la bisexualidad, y por este tratamiento, se
puede señalar un cambio brusco en el registro de esta poesía del
siglo xxi. Ya que habiendo rebasado, de alguna manera, los em-
plazamientos del sistema patriarcal, operación ejecutada por las
feministas de los setenta, ochenta y noventa, feminísticamente, se
inicia el tratamiento de otra vertiente muy fuerte, como es la des-
acralización de las diferencias de género sexual. Aquí, dentro de
los espacios de discusión sobre el derecho de las minorías acerca
de la identidad sexual que lidiaba en ese momento, con los efec-
tos del vih, Pineda, de manera muy intuitiva, con estrategias hí-
bridas entre poesía y arte, aborda los temas a los que nos hemos
referido: “vago/impreciso/sí/así es este sentimiento/que surge/
cuando conversamos/fragmentos amables/y deseables/acercar-
me un poco más/a ti y a tus palabras/a mí/y a mis palabras/es

456 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


un dilema/que necesitamos resolver/en la cama/y que nuestros
cuerpos decidan”(EyaCulo s. n).
Su antecedente, aunque no lo viéramos desde la investiga-
ción con tanta claridad en distintos momentos de lectura y estudio,
estaba en la poesía de Isabel de los Ángeles Ruano, que ya había
tratado el tema, pero de una forma absolutamente simbólica y en-
criptada, al punto que había que descodificarla y que sólo ganaba
sentido relacionada con la biografía de Ruano. Además, la poesía
de Isabel se mantenía todavía dentro del registro sociopolítico de
la poesía de mujeres y los críticos no abordaban el tema de la bi-
sexualidad en su poesía.31 El tratamiento abierto de la bisexualidad
lo realiza Pineda en su primera publicación en el año 2000. Quizás
uno de los aportes de la poesía de Carolina haya sido discutir la
identidad como concepto dentro del marco de la sexualidad. Ade-
más, la voz del sujeto lírico asexuado de estos poemas se construye
con fuertes rasgos testimoniales. Los poemas abordan el tema con
fuerte economía de lenguaje, ya que se apartan de la grandilocuen-
cia de los discursos nacionales sobre la identidad. Porque la voz
se construye desde las orillas y bordes de lo social, desde espacios
periféricos, y su procedencia aparece, como ya dijimos desterritoria-
lizada; se trata, como ya se comentó, de identidades desplazadas y
de alguna manera nómadas.32 Lo importante en este caso es que asu-
mimos que Pineda se encuentra hablando desde una de esas fisuras
abiertas por la estética de Rodas, abordando, como lo hiciera Ana
María, la nueva posicionalidad del sujeto femenino de los setenta,
31 Una referencia anterior sobre este tema está en la poesía de Luz Valle, escritora de la Genera-
ción del 30. Valle publicaba sus poemas, prosas y ensayos en el Imparcial. Además estuvo activa
dentro de la Sociedad Gabriela Mistral junto a otras escritoras. Para este tema, ver Casaús, “La
influencia de la teosofía en el proceso de emancipación de las mujeres guatemaltecas (1920-
1950)”, Mujeres del bicentenario, 2012. Valle es una de esas escritoras de las que no poseemos
poemas en antologías y de quien tampoco se cuenta con un libro que recoja lo publicado en
diversos medios de comunicación del momento. El único libro publicado es El milagro de sep-
tiembre, en 1953, que es una obra de teatro. Ver para el tema de la bisexualidad Luz Valle, Dante
Liano, Visión crítica de la literatura guatemalteca, Guatemala, Editorial Universitaria 1997, p. 276.
32 Hay en la actitud de Pineda una subversión desde el lenguaje. La resistencia se logra hablando
del tema de forma libre, sin ataduras y sin recatos literarios. No necesita el uso de un lenguaje
simbólico, como lo hiciera Isabel de los Ángeles Ruano en otro tiempo. La transgresión se
gesta al utilizar, como lo hiciera Ana María Rodas, un lenguaje muy propio de la experiencia
de vida. Acercándose con el acto de hablar desde la bisexualidad, utilizando un lenguaje con
vocabulario expedito, y describiendo acciones que nunca habíamos leído en poemas.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 457


aunque tratando un tema que Rodas no abordó, pero que sí lo
hizo Ruano.33
En este caso, la voz de Pineda trata la discusión sobre la
homosexualidad erotizando el texto para colocarse desde una po-
sicionalidad con perspectiva queer: “los sueños húmedos se secan/
el viento se lleva/los gemidos perturbadores/pero mi deseo por
voz ni en la cama termina”(EyaCulo, s. p). Los efectos provocados
por la voz lírica han sido comprendidos como efectos de carna-
valización, en el concepto de Bajtin del mundo al revés. Pineda va
a llevar el tratamiento de lo bisexual, a través de estrategias carna-
valizadas en el espacio de lo amoroso, para plantear una distinta
manera de entablar las relaciones, con lo cual logra transgredir el
registro abierto por Rodas, pero reubicando la posicionalidad del
sujeto lírico: “homosexual/heterosexual/bisexual/más cama/más
vino/más más mariguana/lenguas/brazos/penes/por aquí por
allá/lesbiana/gay/transsexual/abajo/encima/de lado/por acá
por allá/sangre/saliva/semen/conjugados/copulados/contagia-
dos/y silvio/con sus lazos blancos/en la piel” (EyaCulo s. p).
La propuesta de Pineda está anclada en el intercambio de
papeles en las prácticas de los géneros sexuales. Se produce una
relativización del control.34 Foster y otros estudiosos del tema ven
que se transgrede el orden moral y social impuesto por la clase
dominante. En este caso, el sujeto del canto, cuya representación
regularmente estaba estereotipada, deja de estarlo y se desplaza
hacia otro tipo de representaciones, con cuerpos de los que no
tenemos referente real. Con esto, la autora va desde lo planteado

33 Se define el poder como sistema un tanto poroso que, desde distintos lugares, contiene líneas de
fuga. Éstas se encuentran amenazando lo pétreo del poder centralizado. Existe una lógica do-
minante que gobierna una sociedad determinada. Los resquicios de que se vale la resistencia y la
subversión son sensibles de filtrarse aun pese al poder. Toda sociedad tiene un sistema de control
que puede ser puesto en peligro. Las fallas del sistema de control, no importa en qué espacio de
éste se hallen, permitirán la irrupción de lo que Deleuze y Guattari llamaron “flujos descodifica-
dos” (Oreja, “Identidades abyectas como formas de resistencia no organizada”).
34 Se debe reconocer que no existe una distinción clara entre cuerpo “natural”, contrapuesto a uno
puramente biológico. La famosa oposición entre “civilizado y salvaje”. Una distinción clara se
tiene que establecer entre normativo y natural para no restringir los cuerpos a una constante
comparación con un cuerpo asumido como menos cultural, sino dejarlos existir como cuerpos
distintos con su propia sexualidad y legitimidad independiente de lo normativo y lo natural (Hu-
bbard, Sexo asimétrico).

458 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


por Rodas con perspectiva feminista hasta su propia propuesta
desde el homoerotismo.35

Hibridez y escritura: las narradoras guatemaltecas


en el filo del cenote

Cuando en el año 1999 se pensó hacer una antología del relato corto
escrito por mujeres guatemaltecas, consolidándose como libro en
el año 2000, la idea era recoger el mayor número de narradoras y
sus textos para poder dar una especie de panorama emergente de
lo que se estaba haciendo al inicio del siglo xxi. La muestra quedó
establecida en Mujeres que cuentan, editado por la Universidad Rafael
Landívar. La búsqueda de narradoras no fue tan dura de encontrar y
luego de organizar, dado que, por lo general, las autoras guatemalte-
cas habían estado escribiendo, a lo largo de por lo menos dos décadas,
relatos cortos en los que nadie creía por la ambigüedad genérica que
estructuraban los textos, porque se trataba de “temas de mujeres” y
porque el género como tal se iba validando al paso de los años. Esa
presión hizo que algunas de ellas convirtieran sus narraciones muy
cortas en poemas, o las transformaran en relatos más largos, obras
teatrales en un acto y otras intervenciones, como una manera de
subvertir el orden establecido por los cánones de lo que se debería
escribir o no, dictado obviamente por las academias locales y cen-
troamericanas. Lo cierto es que hacia fines del siglo xx e inicios del
xxi no teníamos idea de cuáles autoras conformaban los anteceden-
tes de este género, que sin lugar a dudas lo presentíamos amarrado a
la propuesta de Tito Monterroso sobre la minifición o microficción,
sin percatarnos aún que la narrativa más larga, con algunas modali-
dades, sí había sido trabajada por un grupo de escritoras que serían
nuestro antecedente.

El corpus invisible

Las escritoras que se dedicaron a la narrativa durante la primera


mitad del siglo hasta arribar a los años setenta trabajaron sobre el

35 El término homoerotismo hace referencia a la tendencia social caracterizada por la presencia


de emociones eróticas o deseos sexuales que se centran en una persona del mismo sexo.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 459


género novelesco, hicieron novelas tanto largas como cortas. La
mayoría de ellas había practicado el relato corto, matizado por el
oficio a que se dedicaban, por ejemplo, las que estaban en la radio,
la educación o en el periodismo escrito, que fue una constante
entre ellas. Sus publicaciones, cuando ocurrieron, fueron de edi-
ciones cortas, tal y como hoy se estila, obviamente no alcanzaron
ningún tipo de difusión, tampoco existía un aparato crítico que
las hubiese acompañado en el trayecto, no poseían tampoco un
mercado local iluminado que leyera novelas y hablara de ellas. Me-
diante este proceso, su desaparición era obligatoria.
Su obra ha sido rastreada en los diarios locales. Tanto poetas
como narradoras hicieron una especie de formación empírica pre-
parando sus escritos para ser publicados a través de estos medios.
Como columnistas incursionaron en la crónica cultural, pero de
manera muy limitada, porque ese campo era masculino y desde allí
se tomaban las decisiones. Se sabe hoy que a las periodistas que
tuvieron columna semanal les marcaban las líneas a desarrollar
sin poder reclamar. Al revisar el listado de autoras incluidas en el
último proyecto que investigó nuestra literatura, titulado Historia
de la literatura guatemalteca, de Albizúrez y Barrios, veremos que las
autoras allí incluidas deben haber hecho tremendos esfuerzos para
mantenerse lúcidas y activas en los espacios de trabajo, donde se
les señalaba drásticamente las temáticas que deberían desarrollar
en sus columnas. Se aplicaba una doble censura sobre sus escritos
cuando intentaban publicar algo que no estuviera dentro del tema
asignado. Uno de los ejemplos es el de Leonor Paz y Paz, quien
se dedicó al periodismo y la enseñanza, vivió entre 1931 y 2000 y
fue fundadora de la revista Presencia, que duró de 1958 a 1963. Su
obra fue prolífica, pero hoy es casi inencontrable. El otro grave
problema para que el proceso de invisibilización se haya consoli-
dado es que la investigación literaria en Guatemala crece en interés
alrededor de la década de los ochenta, cuando se produce un pro-
gresivo interés por la historiografía literaria, dentro del concepto
de cultura histórica,36 el cual surge desde la Universidad de San
36 Se trata de un concepto y de un campo de investigación que se desarrolló desde la teoría y la
didáctica de la historia en espacios académicos alemanes desde los años ochenta. Entendiendo
por cultura histórica la investigación de la conciencia histórica de una sociedad, al igual que el
análisis de las interpretaciones de la historia desde distintas instituciones y medios culturales
(Marambio de la Fuente 3).

460 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Carlos en 1989.37 Allí aparecen los nombres de las autoras que son
hoy el antecedente de un corpus más amplio, ya que se expande
desde los años setenta hasta hoy. Pero lo importante es que no se
trata sólo de un listado de autoras y obras, sino que se analizan
algunas de ellas desde el aparato crítico que existía en ese momento.
Este corpus de autoras había logrado publicaciones, tanto de novelas
como de colecciones de cuentos, en un periodo muy controversial
de la historia política del país. Era el momento en que los intelec-
tuales y escritores de izquierda habían salido al exilio después de
la caída de Arbenz Guzmán, después de 1954. El contexto histó-
rico en el cual se escriben y publican sus obras está marcado por
la intervención norteamericana en pro de la caída del presidente,
situación que hará que sus obras posean una reputación negativa,
políticamente hablando.
Malin D’Echevers es el seudónimo que adopta la escritora y
periodista Amalia Cheves Nicolle. Nacida en 1886 en Cobán, fa-
llece en la ciudad de Guatemala en la década de los setenta. Malin
D’Echevers desarrolla la crónica cultural como género narrativo,
por su labor como periodista local, narraciones que están en ese
espacio híbrido entre la crónica periodística y los relatos canóni-
cos. Los títulos de sus novelas son Mah Rap (1943) y Metal noble
(1966). Entre estas dos fechas publica libros de poesía. Se le po-
dría estudiar como otra de las autoras de la postvanguardia y leer
sus obras desde esta perspectiva.38
Sonia Rincón nació en Mazatenango en 1917, escritora que
recibe numerosas condecoraciones de reconocimiento literario y
por su trabajo a favor de las mujeres y su desarrollo. Su escritura
se produce entre la poesía y la narrativa, entre la que se encuentra:
El destino sonríe (1961); El silencio de las horas (1975) y Aquella noche
de navidad (s. f).
37 Seminario de literatura guatemalteca L8.6, “Novela femenina de la década 1960-1970”, Universidad
de San Carlos de Guatemala, enero-noviembre, 1989.
38 En relación con esta autora, al buscar el año de su fallecimiento nos encontramos con una cita
donde se habla de Wild Ospina, con quien estuviera casada la autora. Fue interesante que, en este
trabajo sobre el esposo, colocan la cita sobre ella, diciendo que se trata de una escritora de gran
relevancia. Etiquetan su novela Mah-Rap como novela criollista y de protesta social alrededor
del tema kekchi. Pero importante es cómo la ven ligada al movimiento feminista del momento
en relación con la sociedad Mistral a la que ya hemos aludido. Colaboró en la formación de la
Universidad Popular durante el gobierno del presidente Arévalo (Quijada y Bustamante 348).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 461


Blanca Luz Molina de Rodríguez nació en 1918 en Hon-
duras, pero se nacionalizó guatemalteca. Logra situarse como
periodista y trabajó para El Imparcial. Fue miembro activo de la
Asociación de Periodistas de Guatemala. Ganó el premio de los
Juegos Florales de Quetzaltenango en 1961 con la novela Sabor
a justicia (1962). Y luego otro premio con su obra Azul cuarenta:
cuentos del morenito Damián (1962-1963). Estuvo laborando en car-
gos públicos que la hicieron conocida en la Guatemala. Escribió,
además: Polvo de oro (1950); Veinte metros y uno más (cuentos, 1961)
y Los brutos (1969).
Teresa Arévalo, nace en 1926 y vive hasta la actualidad. Es la
única de las autoras de la postvanguardia que ha sobrevivido a su
propio tiempo. Su primer libro de relatos es de 1948, titulado Gente
menuda. Su siguiente colección de cuentos, Los bigotes de Don Chavero
(1968). En el género de la novela, publica dos novelas el mismo
año, pero se sabe que Emilia (1961) fue terminada en España en
1955 y contiene un prefacio escrito por su padre. Más tarde escribe
Evangelina va al campo (1961). En 1971, publica un libro sobre su
padre Rafael Arévalo Martínez, con lo cual incursiona en el género
de la biografía.
Leonor Paz y Paz nace en Zacapa en 1932 y fallece en la
ciudad de Guatemala en el año 2000. Educadora y escritora, fue
una temprana defensora de los valores educativos y humanos, por
lo cual se le han reconocido los méritos en el campo de la edu-
cación. Laboró en El Imparcial, donde hizo formación de perio-
dista. Una buena parte de sus artículos periodísticos a manera de
crónicas culturales quedaron publicados. Se le conoce como una
de las fundadoras de la revista Presencia (1958-1963) junto a José
María López Valdizón. Más tarde trabajó para el diario La Hora
donde publicaba distinto tipo de materiales, inclusive los creativos.
La temática de sus obras trabaja en el plano de lo social, y hay en
su visión del mundo una intencionalidad feminista, aunque no se
desarrolló hacia esa estética totalmente. Fue una de las autoras que
más libros publicó en el campo de la narrativa en este periodo: 18
cuentos cortos (1955); Lo que se calla (1963), compilación de cuentos
breves; Tanta esperanza (1967), novela política, donde da cuenta de
hechos históricos en las vivencias del grupo estudiantil “Fuego”;

462 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La mujer del pelo largo (1967); Como si fueran cuentos (1978) y Adultos
3 (1996).39
María del Carmen Escobar40 nace en 1934 y fallece trági-
camente en 2014. Escritora de obras de teatro y actriz, Escobar
inicia su carrera literaria escribiendo narrativa. Siendo estudiante
obtiene reconocimientos literarios como el del concurso de la
Escuela de Comercio en 1954 por su cuento “Mi fiel amigo”
en el certamen organizado por los Ministerios de Educación
y Agricultura. En 1961 escribe su primera novela, titulada Co-
razones en tinieblas, que fuera transmitida por radio Ciros en esa
época. Esta misma historia será retransmitida por la TGW en
1986, con el nombre de Almas en tinieblas, en un espacio que
dicha radio tenía para la divulgación de la novela guatemalteca.
Desde donde suponemos había un público oyente que la espe-
raba. Con Pobre chucho limosnero gana un segundo lugar en los
Juegos Florales de Quetzaltenango en 1962 en el certamen de
cuento, y con Descansa en paz en 1963. Su novela más conoci-
da se titula 49 centavos de felicidad con la que gana una prime-
ra mención honorífica en el Premio Guatemalteco de Novela
de 1983. La novela contó con cuatro ediciones de bajo tiraje.
Se publicó un libro con todos sus cuentos titulado Relatos cor-
tos: anaquel de cuentos viejos, colección de casi todos los cuentos

39 Para información sobre autoras desaparecidas que no han dejado huellas ver Consuelo Meza
Márquez. Diccionario bibliográfico de narradoras centroamericanas con obra publicada entre 1890-2010.
Aguascalientes, México: Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2011.
40 María del Carmen Escobar no aparece en las antologías de narrativa, ni de hombres y muje-
res o sólo de mujeres. Por eso es importante su inclusión aquí en esta historia. Posiblemente
se le reconocía como una autora menor en el campo de la narrativa y efectivamente se
trataba de una escritora que hacía su trabajo desde espacios marginales de vida. Su novela
Corazones en tinieblas, que luego se transforma en Almas en tinieblas, como novela radiada,
posiblemente sea una de las obras, considerada radio-novela (literatura de masas), que más
se haya escuchado en el interior del país a donde llegaba la señal de radio Ciros. Y habría
que aplicarle un análisis distinto. Para nosotras, desde esta historia, es una de las autoras que
logró trascender entre un público mayor y popular con este dispositivo radial. Posiblemente
porque sus novelas se mueven con la estructura de la matriz melodramática a la que Jesús
Martín Barbero alude en varios ensayos sobre el tema. Para este tema ver Martin Barbero,
De los medios a las mediaciones, Comunicación, cultura y hegemonía, México, Ediciones G. Gilli
S.A., 1987 y 1991. Pero también por cómo se entiende la trama de las telenovelas, en este
caso radionovelas, circuito en los que su historia se vio atrapada. Consideramos, después de
leer algunas de sus obras, que la matriz del melodrama comanda la estructura de sus obras.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 463


escritos por su autora de 1954 al año 2000. Publica una últi-
ma novela al final del siglo: En la floresta no había flores, en 1999.
Elisa Rodríguez Chávez, nacida en 1939, hija de Virgilio Ro-
dríguez Macal, aparece como antecedente en este corpus con dos
novelas y varios cuentos, escritos cuando contaba con 22 años.
Con La cárcel de su cuerpo (1962) gana los Juegos Florales de Quet-
zaltenango, y recibe luego mención honorífica para Oro de cobre
(1965), que cuenta con una segunda edición en 2010. Rodríguez
penetra un mundo ficcional a partir del referente universitario, in-
sertándose de manera crítica en los espacios académicos a través
de la narrativa.41
Las escritoras incluidas en este apartado aparecen mencio-
nadas y comentadas, por un lado, en relación con las redes de
publicación en las que se vieron inmersas. Les tocó escribir y pu-
blicar sus obras en medio de beligerancias políticas específicas. Las
nacidas a fines del xix e inicios del xx, crecieron en un ambiente
de represión política durante los regímenes de Jorge Ubico y Es-
trada Cabrera, hasta arribar a los gobiernos revolucionarios. Las
nacidas en la década de los treinta crecieron durante el periodo de
la revolución con los gobiernos de Arévalo y Árbenz. Vivieron la
caída del gobierno de Jacobo Árbenz y la entrada de una nueva ola
de gobiernos militares. Teresa Arévalo, María del Carmen Escobar
y Elisa Rodríguez han recorrido el siglo xx y han visto cambiar el
mundo desde sus vidas literarias. Tanto Escobar como Rodríguez
publicaron una novela recientemente, pues aunque sea una reedi-
ción en el caso de Rodríguez y una novela nueva, en el de Escobar,
esto significa que estaban todavía allí pendientes de sus mundos
literarios.
Este panorama de narradoras nos permite especular que
se trata de los referentes de una serie de escritoras que, nacidas a
partir de la década de los cuarenta, aparecerán más adelante vincu-
ladas a la narrativa más corta que se desarrollará a partir de la dé-
cada de los setenta, cuando la sensibilidad postmoderna empieza
a penetrar desde distintos espacios el país. Sin embargo, hay que
señalar que el periodo en el cual se están publicando las novelas

41 Elisa Rodríguez no aparece en antologías ni diccionarios. No obstante, se hace patente su


existencia al reeditar su libro Oro de cobre (2010), a raíz del cual le hacen una entrevista.

464 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de la década de los sesenta, la vida en Guatemala va a cambiar
radicalmente en cuanto a la aparente estabilidad de los gobiernos
militares, algunos de ellos de facto. Las revueltas sucedidas desde
la década de los ­sesenta y setenta en el país serán un elemento
crucial y de cambio en los ejes de desarrollo de la literatura de mu-
jeres. Los espacios físicos y psicológicos, desde donde las autoras
ya mencionadas trabajaban, no son los mismos en los cuales se en-
contrarán las nuevas escritoras; aun si pertenecen o no a capas me-
dias acomodadas. El enfrentamiento de las ideologías de derecha e
izquierda, la presencia cada vez más acusada de migraciones de los
grupos minoritarios, que se encontraban habitando el interior del
país ante la presión de la guerra civil y que se desplazarán hacia la
ciudad; además del reclutamiento que harán los grupos armados
entre los jóvenes, proveerán otro tipo de tratamiento de los temas
literarios y artísticos, lo que incidirá en el nuevo sujeto social que
emerge en este periodo, y entre el cual aparecen las escritoras del
inicio de la postmodernidad.

La escritura del compromiso político

Sabemos que la escritura de este periodo estuvo marcada existen-


cialmente por el compromiso político. Tanto hombres como muje-
res que militaban o cuya ideología los incitaba a problematizar el
tiempo vivido, no dejaron de pensar creativamente y consolidar
sus ideales a través de sus historias, sus textos poéticos y ensayos.
Esta escritura está relacionada con el corpus de autoras anteriores,
–si algunas de ellas habían contado ya historias relacionadas con
la pobreza, las diferencias de clase social, la desigualdad de clase y
origen–, las narradoras y ensayistas de este periodo abordarán otra
problemática en relación con la guerra civil, pero desde diferentes
ángulos. Uno de los ejemplos del compromiso literario con los te-
mas de la guerra son los cuentos de Norma García Mainieri, cuyo
seudónimo literario era Isabel Garma. Nacida en 1940, fallece de
una enfermedad en 1998. Sus textos narrativos están compilados
en tres libros: Cuentos de amor y muerte (Guatemala, 1987); Cuentos de
muerte y resurrección (México, 1987-Guatemala, 1996) y El hoyito del
perraje (Guatemala, 1994).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 465


Escritura de guerra en tiempos de no guerra

Existe un corpus de narradoras y poetas que nunca publicaron en


formato de libro sus creaciones. Las razones fueron distintas, pero
una de ellas fue que no sobrevivieron el tiempo de militancia o de
permanencia en las organizaciones de izquierda, en la montaña o
en el exilio; sin embargo, hacia el inicio de siglo tuvimos contacto
con Anaité Galeotti, militante de izquierda, que había logrado salir
físicamente ilesa de la guerra civil. Cuando nos contactamos con
ella hacia 2012, nos mostró una colección de relatos cuyos temas
estaban centrados en historias fuertes y lacerantes del tiempo de la
guerra, pero desde la experiencia de quien fuera testigo o protago-
nista. Las narraciones de Galeotti se consolidaron en una edición
artesanal, que como en muchos de los casos se fue desapareciendo
al paso de unos cuantos años.
Nos parece que el testimonio como género que emerge en
Latinoamérica con Biografía de un cimarrón en la década de los se-
senta, y se consolida como género, ofrecido en forma de inter-
mediación por Rigoberta Menchú en 1983, aparece como forma
híbrida de literatura en el campo de la narración de mujeres. Sa-
bemos hoy que tuvo un efecto muy fuerte en las narradoras que
tuvieron la experiencia de la guerra a distintos niveles y quedaron
vivas para contarlo. Entre estas autoras tenemos nombres que las
representan en el género testimonial. La mayoría de ellas, que no
pertenecían a ningún grupo maya, escribieron sus propias histo-
rias y consolidaron el género de alguna manera en la forma sin
intermediario, pero sobre todo dejaron vigencia de su participa-
ción en la militancia, abordando tareas y oficios que las ayudaron a
crecer como combatientes y a adquirir una nueva identidad como
mujeres durante la postmodernidad latinoamericana. La mayoría
de estos libros fueron publicados después de la firma de la paz y
cuando ya se había desmovilizado la urng. Un fenómeno sucedi-
do a estas narrativas de la guerra fue su expansión. Desde el libro
de Rigoberta Menchú de 1983, el testimonio de mujeres guatemal-
tecas tuvo un pequeño auge de desarrollo y se contaron las historias
desde una mirada de mujer, pero desde distintos ángulos y priorida-

466 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


des.42 Era evidente que, como ha señalado la crítica de género, par-
ticipar en la guerrilla les otorgó a las mujeres niveles de igualdad de
géneros. En ese sentido, algunas narraciones penetraban finas zonas
de análisis de género como en el libro de Yolanda Colom, Mujeres en
la alborada (Guatemala, 1998). Chiqui Ramírez hace un registro críti-
co de experiencias de guerra y la toma de una identidad mucho más
libre en La guerra de los 36 años vista por una mujer de izquierda (2000).
Aura Marina Arriola, en Este obstinado sobrevivir. Autoetnografía de una
mujer guatemalteca (2000), analiza diversas facetas del compromiso
armado, pero como el formato es una autoetnografía da suficien-
tes datos de su trabajo en el interior de la organización. Donde
se percibe que se le veía con cierto temor porque, con su trayec-
toria política y conocimiento, era capaz de desafiar la dominación
masculina (Sáenz de Tejada 28), que de alguna manera las otras
testimonialistas denuncian en sus libros, pero que en el libro de
Aura Marina se hace mucho más crítico desde la praxis del trabajo
político que ella dominaba.
Aunque falta añadir estudio a estos testimonios del periodo,
y realizar más búsqueda de fuentes y análisis sobre la incipiente
obra de otras autoras que están pendientes de trabajar, se puede
decir que un elemento central del testimonio escrito y publicado
por mujeres militantes y por otras víctimas del conflicto armado, a
lo largo del siglo xxi, es haber trabajado dentro del eje de género,
ya que una de sus principales aportaciones fue dar una idea más
cercana de las relaciones de género dentro de la militancia en su
momento y aportar a la memoria de estas relaciones que inicial-
mente, durante el periodo de la guerra, había sido ya contada por
algunos de los combatientes varones y dirigentes. Se trata, nos
parece, de una reconstrucción de lo social en clave de género. Y
aunque nos puedan parecer narrativas deficientes, inestables y no
focalizadas, pensamos que esta parte de la narrativa de mujeres
aporta sobre el desarrollo ocurrido a la población guatemalteca

42 No se menciona aquí el libro de Silvia Solórzano, publicado en 1989 y titulado Mujer alzada,
cuyo propósito era motivar a las jóvenes a la militancia. Casi no se menciona y todavía no ha
sido leído con el propósito de esta investigación. Pero por la fecha de publicación, sería el se-
gundo libro guatemalteco escrito por una mujer guerrillera, en tiempo de guerra y no de post-
guerra, como el resto de militantes que estamos incluyendo de referencia al género testimonial
sin intermediario (Narvaes 512).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 467


a causa de la militancia desde su propio análisis de género, pero
también a la forma en que estas conductas, nuevas formas de re-
lacionarse, se expandieron al resto de la población de mujeres, en
una especie de toma de nueva consciencia de su papel como nue-
vos sujetos sociales.

Siete narradoras en la orilla de la nada

Cuando entre 2013 y 2014 investigábamos sobre los antecedentes


de las novelistas y narradoras del pos-post (los primeros 15 años del
siglo xxi), el trabajo de situar un corpus de narradoras con datos
certeros se veía muy arriesgado.43 Sabíamos, por experiencia con el
estudio de los varones que habían desarrollado hacia la novela en la
primera mitad del siglo xx, que en la mayoría de los casos habían
empezado escribiendo cuentos cortos y luego los habían ido desa-
rrollando a narraciones más largas. Nos preguntábamos si ése había
sido el caso de las mujeres. Uno de los ejemplos paradigmáticos era
el de Miguel Ángel Asturias y el de Monteforte Toledo. Empezamos
la búsqueda suponiendo que era el mismo fenómeno con las narra-
doras, pero no había suficiente información y tampoco aparecían
sus libros para ir comprobando la hipótesis, dado que, como narra-
doras en la segunda mitad del siglo, habían tenido poca oportunidad
de publicación, ya no digamos de difusión de su literatura.
Los estudios sobre la narrativa centroamericana de Consue-
lo Meza Márquez, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes,
son pioneros en el campo de la narrativa corta guatemalteca. La
antología Mujeres que cuentan, dirigida por Lucrecia Méndez de Pe-
nedo, de la Universidad Rafael Landívar, y que aparece en el año
2000, incluye nombres de veintidós narradoras con sus respecti-
vos ejemplos de relatos en la categoría de relatos cortos, muy cortos
y microficciones (Zavala 43-58). Luego aparecen las antologías de
cuentos con estudio crítico de Willy Muñoz, crítico latinoamericano

43 Sobre este tema de investigación se preparó una ponencia que fue presentada en cilca 2014
en Quetzaltenango, Guatemala. Luego un ensayo que salió publicado como avance de investi-
gación sobre las narradoras guatemaltecas del siglo xxi y sus antecedentes en el siglo xx. Aida
Toledo. “Siete narradoras en medio de la nada: apuntes sobre la escritura contemporánea de
mujeres guatemaltecas”. Revista Cultura de Guatemala, Universidad Rafael Landívar, segundo
semestre 2014, 151-163.

468 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que ha contribuido a la historia de la escritura de mujeres guatemalte-
cas de forma eficiente, brindándonos más nombres y obra analizada
de las autoras que incluye en sus antologías, la primera publicada
en el año 2001. La mayoría de estudios sobre la narrativa de mu-
jeres guatemaltecas se hace desde el exterior, por críticos y crí-
ticas latinoamericanistas y centroamericanistas, cuyas búsquedas
van aportando mayor información en los últimos años y podemos
encontrar trabajos importantes sobre Guatemala bajo la firma de
Guillermina Walas, doctora que ha dedicado buena parte de su
tiempo al análisis e investigación de escritoras nacionales.
Las cartografías de autoras elaboradas por Consuelo Meza
Márquez conducen, de alguna forma, a una profunda investi-
gación y el establecimiento de un corpus más amplio. Así, en la
bibliografía de Muñoz aparecida en la revista Istmo en 2009, apa-
recen ya algunas de las autoras a las que yo me referiré en este
trabajo. Tal el caso de Esmeralda Putzeys Illescas, Ligia Escribá,
Ana María Rodas y Ruth Piedrasanta.44 Putzeys Illescas publica sus
dos libros de cuentos en 1994 y 1998. Ruth Piedrasanta y Ligia
Escribá publicarán sus primeros libros entre 1984 y 2002.45 Ana
María Rodas se gana los Juegos Florales de Quetzaltenango en
1990 con el único libro de cuentos que posee, y que se publica en
libro independiente hasta en 1996. En función de esta historia, las
escritoras están cubriendo dos décadas de narrativa corta, publi-
cando como mínimo un libro. Piedrasanta y Escribá publicarán un
libro más. O sea que para nuestra historiografía, estas escritoras
estarían cubriendo dos décadas de narrativa corta con al menos un
libro publicado, aunque el segundo libro de Ruth Piedrasanta haya
sido publicado en el 2002.
44 Las narradoras mencionadas son nacidas en distintos años (1926, 1954, 1937 y 1958); las mayores
podrían haber aparecido entre los antecedentes de las escritoras de la década de los noventa,
pero eso no ocurrió. El desarrollo de la literatura de mujeres tiene muchos matices en cuanto a
oportunidades y momentos de contacto con el mundo de la literatura. Y es una constante que
muchas escritoras que hoy están en la escena publicaron su primer libro cuando contaban entre
30 y 35 años. Algunas lo hicieron posteriormente y muy pocas, como Piedrasanta (de este grupo
mencionado), empezó antes de los 30 años. El caso de Ana María Rodas es un buen ejemplo,
pues publica su primer libro de poemas cuando tenía 36 años, y lo hace en edición de autora,
ninguna editorial le publica ninguno de los dos primeros libros.
45 Escribá publica Las máquinas y yo (1984) y Cuentos (1985); Piedrasanta, Estuche del porvenir (1987)
y Condición de paso (2002).

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 469


Las tres nuevas narradoras de las que se discutirá en este
apartado, Magda Fabiola Juárez, Patricia Cortez y Tania Hernán-
dez, publican sus primeras obras en 2004,46 2008 y 2011, respec-
tivamente. Todo el grupo de escritoras ha sido poco reconocido
en el medio nacional como narradoras con cierta influencia en la
escena literaria, y su obra ha pasado desapercibida, quizá la excep-
ción sea la de Ana María Rodas, cuya trayectoria en el género de la
poesía la posiciona.
Del grupo que he mencionado, únicamente Patricia Cortez
ha publicado una novela un tanto controversial, dado que se sitúa
trabajando temas sobre la identidad de género; la obra se titula
Sentirse desnuda (2012) y en ese sentido se amarra a la tradición de
sus antecesoras.
Las tres escritoras, Putzeys, Escribá y Piedrasanta, son casi
desconocidas a nivel centroamericano si no fuera por las antolo-
gías en donde se les ha incluido en los últimos años. Probablemen-
te sea Ruth Piedrasanta la que gana cierto reconocimiento local, al
obtener un premio nacional importante con un cuento más bien
largo, “Preparado para gelatina”, que se encuentra incluido en Mu-
jeres que cuentan.
Como ya no es posible conseguir los primeros libros de
estas autoras, a nivel crítico y de difusión de su obra narrativa ha
sido difícil que se aborden y se discutan los temas de que tratan
sus narraciones, lo único que se ha hecho es enfatizar su exis-
tencia dentro del corpus a manera de referencia. La única obra
narrativa de Ana María Rodas tiene varios análisis publicados y
conferencias académicas tratando el libro, y lentamente penetra
los círculos que le han ido dando existencia a su inserción en el
campo del relato corto. Magda Juárez ha ganado premios con dos
de sus libros y, desde nuestro análisis, realiza un trabajo narrativo
que se constituye en una pieza clave para entender algunos vacíos
entre las narradoras que se encontraban trabajando ligeramente
posterior a la firma de la paz y que aparecen con sus primeros libros
a inicios del siglo xxi, como Carol Zardetto y Eugenia Gallardo,
autoras de mayor reconocimiento a nivel regional, sobre todo por
46 Nótese que Piedrasanta, a la que hemos situado como antecedente de las tres nuevas narra-
doras, publica el segundo libro con una diferencia de 15 años, pero entronca con la primera
publicación de Magda Juárez.

470 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


estar trabajando en el género de la novela contemporánea del nuevo
siglo. El único libro de narraciones de Tania Hernández se titula
Loveveintediez y fue recientemente publicado por una editorial alter-
nativa en 2011.
Si pensáramos a estas alturas del siglo xxi sobre las líneas de
desarrollo en las que se insertan las narraciones de estas siete escri-
toras, la respuesta sería que están en diferentes líneas, pero que se
encuentran marcadas por los influjos de la globalización, trabajan-
do agudamente temas de género, desde diferente perspectiva. En
algunas de las narraciones, las autoras intentan trabajar sus histo-
rias teniendo en mente la narración canónica guatemalteca, sobre
todo la escrita por varones. Quizás por eso sus obras, aunque más
bien cortas que largas, devienen en historias estructuradas por los
personajes de sus relatos como en la mayoría de cuentos de Es-
meralda Putzeyz. Allí los personajes están funcionando estructu-
ralmente, sosteniendo la acción. Sus textos mantienen atmósferas
decadentes y grises cuando sus personajes son mujeres, y deben
debatir su sino en un espacio cultural y social donde, de acuerdo
al contexto, el sujeto femenino se sitúa sin encontrar una salida.
No las provee de epifanías de escape como lo harán otras de las
autoras del grupo. Maneja una línea, a veces más simbólica. Allí
los personajes, masculinos o femeninos, debaten su posición de
género. Algunos de estos relatos asumen tonos paródicos, como
en el caso de los cuentos de Ligia Escribá, Las máquinas y yo, por
ejemplo, donde los sujetos femeninos se mantienen alienados bajo
el peso de la modernidad y el confort que ésta brinda. Los elemen-
tos paródicos que usa Escribá serán utilizados más adelante por
la línea feminista que se desarrolla en la última década del siglo
xx e inicios del siglo xxi. Una muestra de esto se encuentra en los
relatos de Patricia Cortez, donde la autora sitúa a sus personajes,
estúlticos y alienados por una época que no pueden comprender,
porque no fueron sujetos sociales de ese momento, y les cuesta
captar las complejidades de la vida de los otros, cuando pretenden
olvidar esa historia. En sus narraciones, los personajes se encuen-
tran desorientados, solitarios y enloquecidos buscando otras for-
mas de comprender la vida que viven sin poder lograrlo.
Los textos muy cortos de Tania Hernández, al contrario, se
sitúan en una tradición que viene del desarrollo del feminismo di-

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 471


rectamente, donde abiertamente se discute la sexualidad y las diver-
sas formas que asume ésta en el nuevo siglo. Sus narraciones están
amarradas a una temática fuerte que la literatura de mujeres viene
trabajando en la poesía en prosa, sobre todo la escrita y publica-
da hacia 1990.47 En los relatos cortísimos de Tania se condensan
al menos dos décadas de trabajo narrativo de fuertes tonalidades
híbridas en la forma, que tienen un referente en la obra ficcional
temprana de Augusto Monterroso. Los mundos simbólicos en sus
narraciones nos retraen en nuestra propia tradición a pensar en
la deconstrucción de los cuentos para niños, que se encuentran
como una tendencia, tanto en la poesía como en la microficción
escrita y desarrollada principalmente por las escritoras en el país,
hay una línea desacralizante sobre la literatura para niños como
una propuesta de deformación de la infancia, y que tiene fuertes
repercusiones en la sexualidad. Las narraciones de esta autora y
de un grupo que a momentos está más visible en nuestro corpus,
poseen una fuerte tendencia a lo que se le ha llamado lo supra-
rrealista, sobre todo en cuanto al tratamiento de la sexualidad y la
violencia sobre el cuerpo de lo femenino. Deja de entenderse este
desplazamiento como el cuerpo de la nación de la modernidad,
se transforma en un espacio mucho menos inteligible en época
de globalización. Los personajes de Tania Hernández, al igual que
los de Mildred Hernández (autora más visible del corpus guate-
malteco), presentan resistencias extremas, principalmente porque
los personajes femeninos provienen de las capas precarias de la
sociedad, o sea que se trata de ahondar en las preocupaciones de
capas precarias de la sociedad globalizada actual.
A manera de concluir algo que no ha terminado, se podría
decir que los relatos de estas autoras, a lo largo del desarrollo de
su obra casi incipiente, siguen encontrándose determinados por el
fin de las utopías de la modernidad. Sus temáticas ya no se insertan
dentro del realismo de fin de siglo xx, sino que están en constan-
te cambio, haciendo mezclas porque, en su referente histórico, el
imaginario que dejó la última fase del conflicto armado no se ha
eliminado, diluido u olvidado totalmente, quedan huellas, marcas
47 Ver para el tema el trabajo de Claudia García sobre la narrativa corta guatemalteca: Narrativa guate-
malteca y campo intelectual transnacional. Tesis de doctorado, University of Florida, 2007. Recuperado
el 7 de enero de 2017. ufdcimages.uflib.ufl.edu/UF/E0/02/10/46/00001/garcia_c.pdf.

472 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


y resquicios, y por ello les sirve de telón de fondo. Creemos, luego
de volver a revisar los textos de estas escritoras más recientes, que
con los movimientos, los desplazamientos obligados o no a mane-
ra de exilios, se nos aparecen lugares que dejan de serlo, aparecen
como los “no-lugares” respecto al territorio nacional y sus nuevos
límites. Por eso, la escritura que se crea en el caso de algunas de
las autoras, no parte desde coordenadas nacionales específicamen-
te, desde adentro, pero sí establece relaciones fuertes de carácter
intertextual con otras y otros escritores del canon nacional y lati-
noamericano.
Es posible que sea la única forma en que la tradición logra
subvertir los procesos de exterminación de una literatura. La tra-
dición se cuela, lo queramos o no, y no importan las orfandades
literarias o las situaciones a las que la inquisición de los diferen-
tes momentos de la historia nos sometan, aun así la tradición lo-
gra penetrar por los resquicios y las fisuras, por eso los procesos
a veces se suceden de forma inversa e irreversible.

Hablar de un corpus desdibujado, borroso y desconocido 473


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476 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Honduras
Las escritoras de Honduras: una historia propia
Janet N. Gold

Palabras preliminares

“… porque somos herederas y transmisoras


de tanta escritura y de tanta vida. . .
por la suerte de tantos encuentros y tantos espacios
que antes eran inalcanzables y desconocidos
e imposibles de compartir”
Montserrat Ordóñez1

El campo de las letras femeninas hondureñas es un continente en


vías de exploración. Ya sabemos que las trilladas explicaciones por
la supuestamente escasa producción literaria de la mujer o por su
mínima representación en las antologías e historias literarias –que
las mujeres no escriben; que las mujeres producen o produjeron
escritos inferiores; que si unas pocas mujeres escriben o escribie-
ron bien es porque lograron escribir como hombres– no sólo son
erróneas, son callejones sin salida que sirven nada más para reducir
a la mujer a una esencia psicológica y biológica imposible de com-
probar. Mucho más útil y factible es un acercamiento a la lectura
y al estudio de textos escritos por mujeres que tenga en cuenta las
circunstancias propias de la mujer que han influido en su expre-
sión creativa y que han determinado la publicación, la distribución
y la recepción de dicha expresión. Es también oportuno buscar
nuevas maneras de describir e interpretar tanto el pasado como el
presente, para que la historia literaria que actualmente se vive y se
crea no desaparezca detrás de las mismas puertas y fortificaciones
arcaicas. Y si reconociéramos que la historia intelectual del ser hu-
mano es, y siempre ha sido, la constante y continua interpretación
de la realidad según los descubrimientos y la imaginación de los
que se ocupan de contarla y escribirla, veremos que tenemos el
derecho de examinar las historias que hemos heredado para ver si

1 Montserrat Ordóñez (1941-2001), escritora, crítica, investigadora y docente colombiana, en


correspondencia personal con Janet N. Gold.
nuestra realidad se encuentra identificada y apreciada, y si no, pues
escribir una historia propia.
Creo que hay dos retos que la mujer actual enfrenta en la
búsqueda de su propia historia. El primero es investigar, leer e in-
vestigar más. El segundo es inventar nuevos modelos o metáforas
para describir, explicar y celebrar lo que la investigación descubra.
Y me parece que un requisito fundamental para apreciar los múlti-
ples senderos que las mujeres han atravesado para estar presentes
en la palabra es que la mujer tiene que hablar por sí misma.
Dos metáforas me han guiado en el camino de investigar a
las escritoras de Honduras. El primero se me ocurrió de manera
muy natural: el acto de tejer y la creación de un diseño o tapiz.
Como resultado de las horas leyendo poemas y prosas y buscando
detalles biográficos de las escritoras, descubrí conexiones entre
mujeres y conexiones entre sus escritos. Una y otra vez encontré
a pioneras cuyo compromiso con su oficio y con su mensaje re-
verberó en generaciones sucesivas de mujeres. En algunos casos,
las herederas han sido conscientes de sus antecedentes, pero no
siempre. Puede ser que mujeres jóvenes no conozcan las obras de
mujeres de finales del siglo xix o principios del siglo xx y mucho
menos las circunstancias de sus vidas; sin embargo, tienen algo en
común. Al releer a las precursoras y a las jóvenes; al poner nuestra
atención en lo que las mujeres han escrito y no en lo que no han
escrito; al permitirnos escuchar y apreciar las voces de mujeres, gra-
dualmente emerge un diseño, un tapiz tejido en el telar del tiempo.
La segunda metáfora nació de la primera. Al descubrir o
forjar conexiones entre escritoras y textos, entre el pasado y el
presente, cobró menos importancia la idea de una cronología li-
neal e imaginaba el cielo nocturno, donde uno por uno se hicieron
visibles puntos de luz, estrellas que poco a poco fueron formando
constelaciones, constelaciones que cobraban vida.
Esta historia es un esfuerzo breve e inconcluso por reivin-
dicar la escritura de mujeres hondureñas, escrita por una mujer
norteamericana a través de las ópticas gemelas de la cercanía y la
distancia, fruto de una combinación de lecturas, investigaciones
y comunicación con muchas escritoras a lo largo de tres décadas.
Es una invitación a visualizar la historia de la literatura de mujeres
de Honduras como una narrativa no cronológica sino de luces y

480 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


constelaciones y conexiones; de pensar que, en este momento, en
algún aula u oficina, sentada en la mesa de su cocina o bajo un
árbol, abriendo un cuaderno o mirando la pantalla de una com-
putadora, hay una mujer que obedece el deseo o la necesidad o la
simple inclinación de expresar sus ideas o de comunicar sus sen-
timientos. Ese gesto elemental de articular su visión, de invocar al
lenguaje para dar forma y sustancia a su presencia en el desarrollo
de la vida, esa mujer heredó ese don y ese placer, que fluyen por
ella igual que fluían por Lucila y Graciela, Paca y Fausta y Cle-
mentina; igual que sobreviven ahora en Vanessa y Perla y Melissa
y Rebeca.
Cada mujer que responda a la llamada y demandas de su
musa forma parte de esta historia; cada una contribuye a esta na-
rrativa en desarrollo, aunque algunas voces sean más coloridas o
más altas o más prolíficas que otras. Mujeres hondureñas han es-
crito textos que denuncian el patriarcado, la Iglesia, la corrupción
y los abusos de poder. Han escrito todo tipo de género literario
tradicional: novela, cuento, poesía, ensayo, testimonio, periodis-
mo. Han sido pioneras y participantes activas en el cibermundo
de blogs, Facebook, YouTube, sitios web y revistas digitales. Son
guerreras y soñadoras, amantes y disidentes, madres, hijas, diosas
y maestras. Son fuertes, tiernas, melancólicas, pensantes, furiosas.
Son todo eso y más. Son todos los poemas y cuentos y ensayos y
novelas y discursos que sus ascendientes han escrito. Son la pro-
mesa de toda la belleza y sabiduría que quedan por escribir.
Abramos las puertas, las ventanas, las bibliotecas, las gave-
tas, las computadoras y los cuadernos. A ver qué encontramos…

Las escritoras de Honduras: una historia propia 481


El telar de la historia

… to imagine history as incomplete, unfolding, and


a phenomenon with hopes that can be taken up by successive generations…

… imaginar la historia como incompleta, en desarrollo, y un fenómeno


con esperanzas que puedan ser emprendidas por generaciones sucesivas…
Tillet Salamishah2

Las mujeres cuyos escritos registran y hacen visible el fenómeno


de la literatura de mujeres son centrales en nuestro diseño. Sus
obras nos permiten recoger la materia prima y construir un te-
lar donde podemos tejer una narrativa. Sin sus esfuerzos, el cielo
nocturno sería un misterio; su trabajo nos permite ver más y más
puntos de luz, luces que van formando diseños, diseños que su-
gieren una narrativa. Son las historiadoras, las investigadoras, las
compiladoras, las que nos conectan con nuestro pasado. Ellas han
buscado las obras e investigado los contextos de otras mujeres y
han dignificado con su atención a sus voces.
Empecemos con una mujer cuya obra es tan polifacética que
resiste clasificación, pero que está innegablemente enraizada en la
historia. Irma Leticia Silva de Oyuela (1935-2008), quien firmó
sus numerosas publicaciones como Leticia de Oyuela y a quien
todos le decían doña Lety, no fue una historiadora tradicional, sin
embargo, acumuló una biblioteca magnífica y publicó más de 25
libros en sus años dedicados a leer, investigar, conversar y escribir
de tantos y tan variados tópicos relacionados con el arte, la historia
y la religión de su amada Honduras. Para doña Lety, la identidad
hondureña era una realidad en busca de su historiadora y fue in-
cansable en su afán de comprenderla en todas sus dimensiones;
consultaba documentos eclesiásticos y legales, libros, revistas y pe-
riódicos, poemas, cuentos y novelas; conversó con antropólogos y
economistas; en fin, no despreciaba ninguna opinión, ningún dato,
fuente de información o anécdota en su búsqueda por entender el

2 Tillet, Salamishah, “A Wrinkle in Time”, www.nytimes.com/2018/03/09/movies/a-wrinkle-


in-time-personal-essay.html. Traducción nuestra.

482 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


pasado de su país para desentrañar mejor su presente. En su uni-
verso intelectual, la mujer ocupó un lugar privilegiado, interés que
se hace patente con la publicación en 1989 de Cuatro hacendadas del
siglo xix que documenta cuatro casos de mujeres que, quebrando el
estereotipo de la mujer débil y necesitada de protección masculina,
fueron protagonistas en la economía ganadera del país. Su escrito
de la mujer hondureña, Mujer, familia y sociedad, es una “historia que
[abarca], a la vez, las dimensiones de la esfera privada, con el estu-
dio de la estructura de la familia, la sexualidad, la reproducción, la
salud y el trabajo doméstico y, en suma, todo aquello que engloba
la cultura femenina” (14). De especial interés para nuestra historia
son dos anexos incluidos en la primera edición (1993). El primero
es un listado de seudónimos utilizados por mujeres en publicacio-
nes periódicas de 1899 a 1980, que revela a ochenta escritoras que,
o querían esconder su identidad o gozaban de inventar nombres
como “Gustavo G. Marshal” (Fausta Ferrera), “Cantaclaro” (Te-
resa Morejón de Bográn) y “Pinocho Hondureño” (Ángela Ochoa
Velásquez). El segundo anexo es una bibliografía de mujeres cu-
yas obras son registradas en el Índice nacional de autores hondureños,
de Miguel Ángel García, que cuenta con 246 obras de 152 auto-
ras incluye poesía, ficción, literatura infantil, semblanzas, libros
de historia, geografía, matemáticas y más, dándonos una idea del
número y alcance de las escritoras hondureñas.
Doña Lety incursionó en la literatura creativa con la publi-
cación en 1997 de Dos siglos de amor: 26 historias de amor documentadas
de la sociedad hondureña de los siglos xviii y xix. Así justifica su decisión
de mezclar historia y ficción: “…la búsqueda de una rigurosa do-
cumentalización… he sentido como una camisa de fuerza, ya que
ha impedido recoger bellísimas historias que pertenecen más a la
literatura oral que a la misma Historia y que se podrían trabajar”
(13). En 1999 publicó De santos y pecadores: Un aporte para la histo-
ria de las mentalidades (1546-1910), un “intento de narrar la historia
dentro de los mismos cánones que utiliza la literatura” (11), con
anécdotas imaginadas por la autora, basadas en datos sacados de
“documentos relativos al archivo secreto del tribunal eclesiástico”
(9) del archivo religioso de Comayagua. Tomó otro salto aventu-
rado hacia la ficción en 2001 con Las sin remedio: Mujeres del siglo
xx, que podemos llamar una historia anecdótica de la evolución

Las escritoras de Honduras: una historia propia 483


del protagonismo en el amor de la mujer hondureña a lo largo de
un siglo.
Doña Lety fue una de las grandes matriarcas de la cultura
hondureña. Además de dejar numerosas e importantes publica-
ciones, será recordada como salonniere, mentora y gestora cultural.
Fue una inspiración para la creación de mua, Mujeres en las Artes,
Leticia de Oyuela, “una organización cultural y creativa, paraguas e
incubadora de iniciativas para la investigación, formación y produc-
ción promoviendo la diversidad y la inclusión, la gestión del conoci-
miento, la innovación y el emprendimiento con enfoque de género,
interseccionalidad e incidencia en políticas públicas”.3
La obra de Rina Villars juega un papel importante en la na-
rrativa de la literatura de mujeres hondureñas porque, como histo-
riadora, su interés en la larga lucha del sufragio femenino culminó
con la publicación, en 2001, de Para la casa más que para el mundo: Su-
fragismo y feminismo en la historia de Honduras, un recuento meticulo-
samente documentado y rico en detalles del movimiento sufragista
en Honduras desde 1894, cuando se introdujo por primera vez en
la Cámara Legislativa una iniciativa de ley para instituir el sufragio
femenino hasta 1955, cuando fue establecido. Con la intención de
iluminar la situación histórica que ha vivido la mujer hondureña,
Rina ofrece evidencia del acceso desigual de la mujer a la educa-
ción desde la época colonial, cuando fue pobre y limitada para los
varones y “para las mujeres fue nula o casi inexistente” (45), hasta
el último cuarto del siglo xix, cuando el presidente Marco Aurelio
Soto y Ramón Rosa, ministro de Instrucción Pública, tomaron,
desde el inicio de su gobierno, en 1876, “una serie de medidas para
sistematizar y propagar la educación pública y abrieron las puertas
de ésta, por primera vez en la historia del país, a la mujer” (87). Si
suponemos que ser escritora requiere, antes que nada, acceso a la
educación e instrucción en la lectura y los mecanismos básicos de
la escritura, resulta nada menos que asombroso que mujeres como
Josefa Carrasco, nacida en 1855, lograra escribir poesía culta y so-
fisticada y darse a conocer en un ambiente cultural que negaba la
enseñanza a las niñas, aunque, echando una mirada a su biografía,
vemos que se crió en una familia letrada que valoró la educación y

3 mua: Mujeres en las Artes. “About”, Facebook.com, web, 10 de junio de 2018.

484 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que ella estudió en una escuela privada de Santa Bárbara, el Cole-
gio de Señoritas.
Como aclara Rina, las puertas a la educación, abiertas por
Soto y Rosa, se abrieron paulatinamente debido a las creencias
predominantes en el país, que relegaron a la mujer las responsabi-
lidades de cuidar a su familia, de enseñarles la moralidad y prepa-
rarles para ser futuros ciudadanos productivos. Esa misma actitud
permitió a la mujer estudiar en las nuevas escuelas normales, fun-
dadas en la primera década del siglo xx, con el fin de capacitarlas
para ser maestras de primaria, extendiendo el papel de madre y la re-
lación materna a la sala de clases. La incipiente aceptación de la mujer
profesional, la docente, puede haber sido estímulo para escritoras
como Fausta Ferrera (1891-1971), graduada de la Escuela Normal
de Señoritas de Tegucigalpa, quien ejerció la docencia por muchos
años, colaboró en varios periódicos y revistas de San Pedro Sula
y de Cuba, publicó el poemario Alas en San Pedro Sula en 1937
y Cuentos regionales el año siguiente con la Compañía Editorial de
Honduras.
Como muestra Rina, el camino al sufragio fue largo y lleno
de debates interminables sobre la naturaleza de la mujer, su papel
en la vida del país y su capacidad para ser ciudadana producti-
va. A lo largo de la primera mitad del siglo xx, muchas mujeres
participaron en dichos debates, asimismo en las conversaciones
referentes a la educación pública, el sindicalismo, la unión centroa-
mericana y panamericana y la autonomía nacional. Entre las voces
y opiniones destacadas e influyentes estuvieron las de Visitación
Padilla, Olimpia Varela y Varela y Graciela García.

Revistas

Una historia de la literatura de mujeres hondureñas sería incomple-


ta sin reconocer la importancia de las revistas literarias y culturales
dirigidas por mujeres. De importancia invaluable en las décadas tra-
tadas por Rina fueron las revistas fundadas y editadas por mujeres
que, al proveer un espacio público donde otras mujeres pudieron
expresarse, contribuyeron a despertar, animar y empoderar a sus
coetáneas. Había, por ejemplo, cuatro revistas femeninas prosufra-
gistas que circulaban en Honduras en los años cuarenta: La Voz de

Las escritoras de Honduras: una historia propia 485


Atlántida, fundada en La Ceiba en 1936 y dirigida por Paca Navas;
Ateneo, dirigida por Cristina Hernández de Gómez, fundada en El
Progreso en 1944; Pan-América, dirigida por Olimpia Varela y Va-
rela, fundada en Tegucigalpa en 1944 y publicada por veinte años
consecutivos con distribución internacional y Mujer Americana, di-
rigida por María Trinidad del Cid, fundada en Tegucigalpa en 1947
(Villars 313). Alma Latina, fundada y dirigida por Graciela Bográn
de 1932-1936, aunque no explícitamente prosufragista, también
ofreció a las mujeres la posibilidad de hablar y ser escuchadas. En
los numerosos ensayos y editoriales que ella publicó en su Alma
Latina, y después en otros medios, Graciela trazó la evolución de
la mujer hondureña, fue sensible a las diferencias socioeconómicas
entre ellas, insistió en sus responsabilidades cívicas, promovió la
comunicación y cooperación entre asociaciones femeninas y cri-
ticó la ignorancia y el egoísmo de los que insistieron que la mujer
debía quedarse en casa y que, por ende, no necesitaba educarse.
Su familia hizo el favor a Honduras de recopilar sus escritos de
1932-1984, que publicaron en dos volúmenes en 1996. Al leer sus
escritos en orden cronológico, podemos observar la evolución de
una mente abierta, disciplinada y consciente de su entorno, fiel a
una visión humanista e igualitaria, dispuesta a crecer y aprender y
que se expresaba con una refinada soltura.
Otras revistas han contribuido a que la mujer ejerciera y
desarrollara el poder de la palabra, pues les ofrecieron un espa-
cio para expresarse, para practicar el arte de usar el lenguaje para
declarar, insistir, discutir, persuadir y, de no menos importancia,
hacerse oír a sí mismas y ver más ejemplos de elocuencia en las
voces de otras mujeres. El primer ejemplo que tenemos de una
revista literaria fundada por una mujer es la publicación de la poeta
Clementina Suárez, Mujer. Desafortunadamente, esta revista ac-
tualmente sólo tiene vida en la leyenda que lo es Clementina, pues
no se ha logrado encontrar ningún ejemplar existente.4 Según Cle-
mentina, el primer número salió en 1933 y ella publicó un total de
seis números. Ella misma promovió la venta luciendo un uniforme

4 Evidencia de su existencia se encuentra en una foto de tres ejemplares de la revista en Gold, El


retrato 184.

486 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


al estilo femenino de un botones.5 Dijo que fue de corte literario y
cultura general y que eligió el título porque quería dejar constancia
de que una mujer era capaz de publicar una revista.6
Olimpia Varela y Varela, fundadora de la revista Pan-América
mencionada anteriormente, también fundó la revista Ideas como
órgano de divulgación de los ideales, actividades y escritos de la
Sociedad Femenina de Letras Grupo Ideas, asociación fundada
por doña Olimpia en 1954 junto con cinco compañeras de letras:
Cristina Hernández de Gómez, Ubaldina España de Esguerra,
Mercedes Laínez de Blanco, Consuelo de Escorcia y María Carlota
de Falk, y que contaba entre su membresía original a Graciela Bo-
grán, Paca Navas de Miralda, Ángela Valle, Eva Thais y Argentina
Díaz Lozano, entre otras.7 El primer número de la revista Ideas
salió en 1971 con colaboraciones de las escritoras Herlinda Mi-
dence y Eva Thais; actualmente sigue publicando poesía, prosa
y ensayos de las socias, además de los trabajos premiados de los
concursos literarios anuales que promueve el Grupo Ideas. En
una editorial en el primer número, doña Olimpia informó a sus
lectores que el lema de la sociedad, “Hacia la unidad por la cultura”,
simbolizaba su aspiración de “traspasar los umbrales del Continen-
te” con su mensaje de “amor, de esperanza y de fe en la superación
intelectual de la mujer”, labor periodística “opuesta por razón de
principios a todo interés personal de lucro”.8 El discurso exaltado
y serio de su fundadora sigue siendo la estética que prevalece en
esta revista, prestándole un tono formal y, por eso, algo anticuado,
quizás el sino inevitable de cualquier publicación de tan larga vida.
En décadas recientes, y en contraste con el carácter tradi-
cional de la revista Ideas, han surgido unas revistas literarias y cul-
turales fundadas por mujeres, revistas de carácter más atrevido,
rebelde, reivindicativo y feminista. El primer número de la revista
Ixbalam, por ejemplo, fundada por el colectivo Editorial Ixbalam
5 Una foto de la poeta en uniforme de botones, con la revista en la mano, aparece en Gold, Janet
N. Clementina Suárez: Her Life and Poetry, p. 160.
6 Los datos biográficos y bibliográficos sobre Clementina Suárez son de Gold, Janet N. El retrato
en el espejo.
7 Mejía, Martha Luz. “35 años de ‘Grupo Ideas”. El Heraldo, 30 mayo de 1989, pp. 8 y 27.
8 Para más información sobre Olimpia Varela y Varela y el Grupo Ideas, véase Mejía, Martha
Luz. Olimpia Varela y Varela: Escritora panamericanista. Guaymuras, Tegucigalpa, 1998.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 487


bajo la dirección de Amanda Castro y Rebeca Becerra, salió en
2004 con arte, poesía, cuentos y ensayos. Duró tres años. Entre
Amigas, revista feminista de temática variada y con énfasis en las
situaciones de las mujeres en el contexto hondureño, fundada por
Blanca Guifarro, publicó 31 números entre 1992-1997. En 1999,
Ediciones Guardabarranco publicó una selección de artículos,
poesía y entrevistas de dicha revista, Antología (1992-1997) Entre
Amigas, con una introducción de Blanca en la que explica que el
propósito de la revista fue “…fomentar la cercanía entre mujeres,
la posibilidad de ser amigas y la necesidad de escribir en colecti-
va guardando la individualidad” (16). La sexualidad, la salud, la
violencia doméstica y la ecología se encuentran entre los temas
tratados en los ensayos y poetas reconocidas como Xiomara Bú,
Lety Elvir, Juana Pavón y Sara Salazar contribuyeron con poemas
a esta importante publicación.

Pensantes y valientes

Un breve recuento de la biografía de Olimpia Varela y Varela,


fundadora de dos de las revistas arriba mencionadas, nos ofre-
ce un vistazo a la evolución tanto de su activismo como de su
pensamiento. Nació en Yoro en 1894. Después de graduarse de
la Escuela Normal de Señoritas en Tegucigalpa, se dedicó a la
enseñanza como maestra, a la cátedra de materias pedagógicas,
fue directora de varias escuelas y fundadora de la Academia Pana-
mericana. Enraizada con un amor profundo por Honduras, tuvo
temprano acceso a una educación que le permitió trabajar en las
escuelas de su país; esta oportunidad le exigía salir de su casa, si-
tuación que, combinada con su estado civil de soltera y sin hijos, le
brindó la exposición a ideas que trascendían el entorno doméstico
de la mayoría de sus coetáneas. Poder salir de Yoro para estudiar en
la capital, ejercer la docencia en diferentes ciudades del país, viajar
a congresos internacionales, todas esas experiencias y posibilidades
hicieron que la idea de unión a nivel continental le pareciera no sólo
deseable, sino necesaria para la creación de un futuro para Hon-
duras de paz y progreso cultural. Su dedicación de trabajar para
estructurar la unión política americana resultó en puestos de lide-
razgo en la Mesa Redonda Panamericana de Honduras y en pro-

488 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


tagonismo en ese movimiento a nivel continental. En sus muchos
viajes y actividades tuvo la oportunidad de conocer a mujeres de
otros países e intercambiar con ellas ideas, estrategias e informa-
ción. Un dato relevante para nuestra historia es que la presidenta
del cim (Comité Internacional de Mujeres) le solicitó una lista de
escritoras de Honduras, que ella compiló y envió. Aprovechó el
foro que tenía a mano con su revista Pan-América y la publicó tam-
bién en sus páginas, una lista de 91 escritoras vivas y nueve falle-
cidas. Llegó a ser una activista enérgica y escritora prolífica; nunca
dejó de tener actitud de educadora, usando su don de expresarse
para instruir, motivar, mejorar y unir. Sus editoriales aparecieron
en los periódicos de mayor circulación a mediados del siglo, entre
ellos El Cronista de Tegucigalpa y el diario El Norte de San Pedro
Sula y, por supuesto, en las revistas de su propia fundación.
Vemos en su pensamiento una evolución parecida a la de su
contemporánea Graciela Bográn (1896-1894), otra matriarca de
la cultura femenina de Honduras. De hecho, en el blog del escri-
tor e investigador literario José González,9 hay una foto de 1914
de alumnas de la Escuela Normal de Señoritas donde Graciela y
Olimpia fueron compañeras de clase. Las dos fueron activas en
organizaciones panamericanistas y asistieron a reuniones y confe-
rencias internacionales que les permitieron entrar en contacto con
mujeres de varios países con quienes intercambiaron ideas sobre
los derechos de la mujer y el sufragio femenino. Leer sus escritos
nos permite ver los mecanismos intelectuales de dos mujeres pen-
santes, hábiles interlocutoras que vieron el lenguaje como una he-
rramienta potente para abrir mentes y efectuar cambios en su país.
Encontramos también que estas dos mujeres, tan racionales,
intelectuales y cerebrales, emplearon su facilidad con el lenguaje
para expresar sentimientos de amistad, ternura y amor. Graciela,
por ejemplo, solía rendir tributo a sus amigos fallecidos con piezas
de una prosa lírica y actitud generosa que invitan al lector a recor-
dar las cualidades admirables de esas personas. Entre las mujeres
que honró con su prosa se encuentran Lucila de Salgado, maestra
y socia activa en numerosas asociaciones cívicas, y Zoila Pérez,

9 González Paredes, José. “Olimpia Varela y Valela: Historia para un comienzo”, 4 diciembre
2012. josegonzalezparedes.blogspot.com/2012/12/olimpia-varela-y-varela-historia-para.html.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 489


compañera del Comité Sampedrano de Mujeres, cuya muerte in-
esperada inspiró en Graciela esta meditación poética: “la muerte
le llegó sin anunciarse… sin enfermedad previa, sin dolor, sin
una queja, sin un gemido. Un suspiro hondo y prolongado fue
suficiente para que su alma abandonara la envoltura terrena y se
remontara a las regiones del insondable misterio” (Bográn tomo
II 497). Y si no fuera por sus reminiscencias, conservadas en una
breve semblanza de la escritora Daisy Minero, la posteridad ten-
dría escasa memoria de esa mujer que, como quizás cientos de
mujeres hondureñas, escribió, entregó sus escritos al público y en
poco tiempo fue olvidada. La historia de Daisy merece estar aquí
porque, como ella, seguramente ha habido otras tantas. Cuando
Daisy era alumna del Instituto José Trinidad Reyes, se presentó un
día en el hogar de la escritora y le dijo: “Soy redactora de la Revista
Crisálida, órgano del Ateneo Juvenil ‘Rubén Bermúdez’… Vengo
a que me conceda una entrevista”. Recuerda Graciela que “Las
preguntas de la joven versaron sobre temas feministas y culturales.
Desde entonces aprecié su manifiesta inclinación por las letras”.
Así resume su participación en la cultura literaria: “Las inquietu-
des literarias de su adolescencia florecieron y dieron jugosos frutos
en sus años de plenitud. Periódicos y revistas del país recogieron en
sus páginas artículos de diversa índole. En años recientes publicó
un libro de fábulas, que fue recibido por el público con elogio-
sos comentarios” (504-05). Daisy usaba los pseudónimos Arkal y
Dagmar y encontramos en el anexo II del ya mencionado Mujer,
familia y sociedad de Leticia de Oyuela, la cita de su libro Fábulas (sin
pie de imprenta, Tegucigalpa, 1990, 69 págs, 23 cm), que publicó
bajo el nombre Daisy Minero (348). ¿Será que usó pseudónimos
sólo para cuando mandaba artículos a revistas y periódicos? ¿Para
protegerse de la crítica? ¿Para esconder las ideas de su familia?
Haría falta un escrutinio de la literatura periódica para empezar a
satisfacer nuestra curiosidad y comprender mejor los desafíos que
ha enfrentado la mujer hondureña con inquietudes literarias. El
aporte de Daisy a las letras femeninas de Honduras puede que sea
mínimo, pero la acumulación de historias como la suya es el fruto
del pasado y la fundación del presente.
Agradecemos a escritoras como Olimpia y Graciela por su
disciplina, su devoción a la vida intelectual, por su legado femi-

490 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


nista, por vivir inmersas en las corrientes culturales de su tiempo,
pero con la perspicacia de analizarlas y la valentía de luchar para
cambiarlas. Como mujeres, como seres humanos, los detalles per-
sonales nos fascinan, pero esas dos escritoras no nos dejaron mu-
chos atisbos como para penetrar su intimidad. Ana María Alemán
(1940), poeta y nieta de Graciela, nos habla del vacío que experi-
mentamos al pensar en una predecesora y darnos cuenta de que
tenía una vida que desconocemos.

A Graciela Bográn
Nunca sabré si a mi abuela
le gustaba la lluvia,
ni si corría descalza por los patios
persiguiendo pájaros azules.
Quizás leía las novelas de moda
en mecedoras de mimbre,
su pelo bailando con el viento.
Mi abuela derribó muros,
muros que llegaban al cielo
y nos dejó su palabra
de seda y alabastro.
Nunca sabré si esperaba al hombre amado
escuchando algún vals en la victrola,
ni hacia dónde emigró su risa
cuando la lluvia se volvió tormenta.
Hoy la recuerdo,
porcelana entre sábanas blancas,
desafiando con su mirada
los fieros tambores de la noche (Alemán 22-23).

Y mientras no hemos encontrado evidencia de escritos más


intimistas de Graciela, Olimpia publicó el poemario Corazón abierto
en 1956. El título sentimental promete revelaciones, pero encon-
tramos los mismos temas en su poesía que en su prosa, aunque
tratados dentro del marco de las características líricas favorecidas
en su tiempo, como rima consonante, abundante adjetivación y
emociones exaltadas. En su prosa exalta la maternidad, y en su
poesía se dirige a su propia madre con amor y gratitud; en su prosa

Las escritoras de Honduras: una historia propia 491


exhorta a sus lectores a aceptar el ideal del panamericanismo; en
un poema emplea un lenguaje y un ritmo que asemeja una marcha
patriótica, declarando: “No es favor lo que yo pido, ¡es justicia lo
que quiero!” (Mejía, Olimpia Varela y Varela 101). También publicó,
en 1945, Leyendas y tradiciones de Yoro, versiones de leyendas popu-
lares del campo que ella narra con un lenguaje que el lector puede
interpretar como condescendiente por no sentirse compatible con
su material.

Mucho más que compiladoras

En esta constelación, Helen Umaña es la estrella polar. En su larga


y muy distinguida carrera como docente, estudiosa, crítica litera-
ria y antóloga, su aporte ha sido fundamental en la expansión de
un espacio para las escritoras en el ámbito literario de Honduras.
Nacida en Ocotepeque en 1948, a los dos años se trasladó a Gua-
temala con sus padres, exiliados políticos, donde vivió hasta 1981
cuando regresó a Honduras. Se instaló en San Pedro Sula y se
dedicó con disciplina y pasión al periodismo cultural, a la docencia
y a la crítica literaria.
Inicialmente, como fundadora, editora y colaboradora de la
revista literaria Tragaluz (1985-1991), publicó artículos que trata-
ron mayormente a escritores, con el análisis astuto y respetuoso
por el que es conocida. Varios de sus ensayos literarios aparecen
en dos colecciones, Literatura hondureña contemporánea y Ensayos sobre
literatura hondureña. Desafortunadamente, su decisión de incluir un
solo ensayo sobre una escritora en cada una de esas publicacio-
nes fortalece la idea equivocada de que existen pocas escritoras
de interés en Honduras, pero empezó a corregir ese desequilibrio
en 1990 con Narradoras hondureñas, donde describe y analiza, con
objetividad y esmero, la ficción de tres de las más consumadas
novelistas de Honduras: Lucila Gamero de Medina, Paca Navas de
Miralda y Argentina Díaz Lozano.
Como estudiosa e investigadora prolífica, Helen Umaña la-
mentó la condición de los archivos y bibliotecas nacionales, por lo
que decidió emprender el proyecto monumental de identificar, lo-
calizar, leer, organizar y categorizar los géneros literarios predomi-
nantes. Empezando con el cuento, publicó Panorama crítico del cuento

492 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


hondureño (1881-1999), en el que documenta y resume cuentos de
189 autores, entre ellos, 22 mujeres.
Sólo cuatro años más tarde, completó La novela hondureña.
Esta ambiciosa obra luce una estructura y acercamiento similares a
la anterior, analiza 157 novelas de 85 autores en 475 páginas, entre
ellos, obras de doce mujeres. Acto seguido, en 2006 sale La palabra
iluminada: El discurso poético en Honduras, otra obra monumental que
describe y analiza a todos los poetas de Honduras que su investi-
gación desenterró, desde los primeros hasta 2004. Incluye un total
de 450 poetas, entre ellos 52 son mujeres. En ese mismo año pu-
blicó La vida breve: Antología del microrrelato en Honduras, prueba de
su característico acercamiento incluyente y sin prejuicios. Empieza
con una descripción clara y concisa de este género actualmente
muy popular, seguida por ejemplos de cuentos muy breves, em-
pezando con relatos de las tradiciones orales indígenas y garífuna
hasta finales del siglo xx. Incluye microrrelatos de siete mujeres.
El aporte de Helen a la cultura nacional ha sido reconocido
con varios premios, entre ellos el Premio Nacional de Literatura
Ramón Rosa en 1989, y en 1998 el Premio José Trinidad Reyes
otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
No obstante su notoriedad y la importancia de su trabajo intelec-
tual y cultural, abandonó el país en 2011 a causa de las reiteradas
amenazas por la investigación que realizaba del golpe de Estado
de 2009. Desde entonces su residencia es Guatemala, aunque si-
gue visitando Honduras con frecuencia.
Las escritoras del futuro recordarán a Helen por su devo-
ción a las letras hondureñas y por tratar a las mujeres que escriben
como iguales; por la claridad de los análisis tan perspicaces de sus
escritos y por prestar su elocuente pluma a escribir prólogos y
reseñas de sus obras.
Helen ha publicado un poemario, Península del viento, testi-
monio de la destrucción que causa la guerra en las vidas de todos
y todas.10
Con la excepción de la edición de la antología de Raúl Ar-
turo Pagoaga en 1969 de poemas amorosos de mujeres, no hubo
notables antologías de la escritura de mujeres hasta la publicación,

10 Umaña, Helen. Península del viento. Guatemala: Letra Negra, 2000.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 493


en 1998, de Honduras: Mujer y poesía. Antología de poesía escrita por mu-
jeres 1865-1998, de Adaluz Pineda de Gálvez. Aproximadamente
diez años antes, Adaluz y otras mujeres habían formado el Grupo
Cultural Femenino Clementina Suárez. Con la valentía y el sopor-
te moral de Clementina y de las integrantes del grupo, entre ellas
Claudia Torres, Raquel Lobo, Mery Santos, Aída Sabonge, María
Eugenia Ramos y Sara de Medina, Adaluz se embarcó en el pro-
yecto monumental de compilar una amplia selección de la obra
poética de 37 escritoras, con información complementaria que
incluye, entre otras cosas, procedencia, estudios sobre sus obras,
pseudónimos utilizados y obra publicada e inédita. Lingüista e his-
toriadora literaria, Adaluz atrajo con su investigación la atención
del público hacia los tan a menudo ignorados u olvidados trabajos
de las progenitoras hondureñas de la poesía femenina; asimismo
a varias de las jóvenes y talentosas poetas actuales se les brindó el
honor de incluirlas en esta importante publicación. Comenzando
con Ana Irbazú de Guardiola (?– 1903) –considerada la primera
poeta de Honduras por aparecer en 1865, en la Gaceta Oficial de
Comayagua, un poema de su autoría titulado “A la muerte de mi
más querida hija G.G. Guardiola acaecida el primero de julio de
1865 a las seis de la mañana”–, su antología presenta una impor-
tante cronología que nos permite observar la evolución estilística
y temática en este género literario favorecido por muchas muje-
res hondureñas. Para describir esa evolución, Adaluz emplea una
categorización general pero útil: el grupo precursor, el grupo del
medio siglo y el grupo contemporáneo, decisión editorial que le
permitió incluir a poetas jóvenes activas en las últimas décadas del
siglo xx. Varias de ellas han continuado escribiendo, publicando y
animando a mujeres de la nueva generación para que participen de
lleno en la vida literaria de su país.
Es un placer leer en orden cronológico los poemas de muje-
res desde 1865 hasta 1998. Y es iluminador ponderar la informa-
ción que Adaluz añade al final de su selección, por ejemplo, que
dos de las precursoras eran primeras damas de la nación, detalle
que pone en relieve la cuestión de la relación entre poder y visibili-
dad; que un alto porcentaje de las poetas eran o son originarias de
la capital, aunque varias procedían de Olancho y Cortés; y que las
profesiones más sobresalientes en las poetas son el magisterio y el

494 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


periodismo. De gran interés es su lista de temas recurrentes, entre
ellos: el lago de Yojoa, la madre, los niños, la patria, el erotismo, la
mujer, el hogar y la familia, el “yo”, la soledad, la muerte, la natu-
raleza, el amor de pareja, el indio, el campo, los desposeídos y, más
recientemente, temas urbanos (579-587).
En 1997, Adaluz fue pieza clave para formalizar la creación
de la Asociación Nacional de Escritoras de Honduras (andeh). Al-
gunas de las socias originales fueron participantes de Casa Toma-
da, taller literario en el que participaron Rebeca Becerra, Francesca
Randazzo y Nora Becerra y que publicó una antología poética
donde aparecen poemas de Lorena Depienne, Sué Adriana Laí-
nez, Lety Elvir, Gema Estrada Silva y Diana Vallejo.11 Los obje-
tivos de esa asociación incluyeron: rendir tributo a escritoras del
pasado; incentivar a las contemporáneas y establecer conexiones
entre mujeres escritoras de diferentes puntos del país. La asocia-
ción ha ofrecido recitales poéticos en varias ciudades y en 1997
organizó la primera asamblea nacional de escritoras hondureñas.
La primera junta directiva estuvo compuesta por Adaluz Pineda,
María Eugenia Ramos, Waldina Mejía, Indira Flamenco, Lisbeth
Valle y Lety Elvir. Por su aporte a la historia literaria de las muje-
res, Adaluz fue nombrada integrante de número de la Academia
Hondureña de la Lengua.12 Y no ha dejado de seguir el desarrollo
de la poesía de mujeres, como se evidencia en su ensayo “Hondu-
ras: Inserción de la poesía femenina en lo contemporáneo”.13
Desde sus inicios en 1997, la andeh ha sobrevivido a pesar de
los inevitables altibajos culturales que acompañan la inestabilidad
económica y política. Aprovechándose de los medios de comu-
nicación y divulgación digitales, la asociación creó y mantiene un
blog donde el público puede aprender de su misión y visión, saber
de sus actividades y leer ejemplos de la obra de sus integrantes.
Allí se lee que “La andeh es el espacio de la escritoras hondureñas
que genera condiciones para la sororidad, el autoapoyo, que pro-
picia la publicación y promoción de obras literarias, científicas y

11 Antología poética: Taller de poesía Casa Tomada. Tegucigalpa: Etagrafic, 1996.


12 Otras integrantes son María Elba Nieto Segovia, Helen Umaña, Sara Rolla, Lesly Castejón
Guevara y Marta Susana Prieto.
13 Ístmica, no. 13, 2010, pp. 85-118. revistas.una.ac.cr/index.php/istmica/article/download.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 495


técnicas de nuestras asociadas en el marco de diversidad cultural
y pluralismo democrático” y que “La andeh está conformada por
escritoras, artistas, científicas, gestoras culturales”.14
Amanda Castro, como otras escritoras hondureñas, estaba
agudamente consciente de las muchas maneras, tanto sutiles como
obvias, en que las mujeres son ignoradas, subestimadas, incom-
prendidas y representadas con imágenes distorsionadas o falsas.
Fue una lingüista dotada y una poeta de gran valentía y originalidad.
Realizó un doctorado en Lingüística en la Universidad de Pittsbur-
gh, lo que le permitió trabajar como profesora universitaria de
Lingüística en Pensilvania y luego en Colorado hasta que volvió
a Honduras con una condición pulmonar, sabiendo que le queda-
ba poco tiempo para todos los proyectos culturales que soñaba;
sin embargo, logró publicar siete poemarios, crear la revista Ix-
balam, fundar Ixbalam Editores y ayudar a organizar Feministas
en Resistencia. En su afán por dar a conocer la obra de poetas
hondureñas, compiló, en 2002, Bilingual Anthology of Poetry by
Contemporary Honduran Women. Desafortunadamente, esta anto-
logía no llegó a distribuirse en Honduras dado su alto precio.
Incluye poemas de Aída Sabonge, Alejandra Flores Bermúdez,
Amanda Castro, Armida García, Blanca Guifarro, Claudia Torres,
Débora Ramos, Elisa Logan, Francesca Randazzo, Indira Flamen-
co, Juana Pavón, Lety Elvir, María Eugenia Ramos, Mirna Rivera,
Normandina Pagoada, Raquel Lobo, Rebeca Becerra, Sara Salazar,
Waldina Mejía, Xiomara Bú y Yadira Eguigure.
El primer número de la revista Ixbalam, trabajo mayormen-
te de Amanda y Rebeca Becerra, salió en 2004 con arte, poesía,
cuentos y ensayos. Ixbalam Editores se organizó en 2003 con la
misión de

estimular, financiar y publicar obras de gran calidad intelec-


tual que propongan aproximaciones novedosas en las áreas
del conocimiento y cambios en los comportamientos estereo-
tipados de las culturas patriarcales, misóginas y homofóbicas,
dando especial consideración a la producción de autores hon-
dureños y, sobre todo, a la de las mujeres.

14 andeh. asociacionnacionalescritorashonduras.wordpress.com/mision-y-vision-de-la-andeh.

496 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Su trabajo fue tanto a nivel local como regional e internacio-
nal; entre 2004 y 2006 publicaron 10 títulos, entre ellos: poemarios
de Amanda Castro, Juana Pavón, Rebeca Becerra y Blanca Guifa-
rro; Voces por la paz, antología bilingüe (español-inglés) de poemas
de Nela Río (Argentina, 1938), Amanda Castro (Honduras, 1962) y
Ana María Rodas (Guatemala, 1937); y Jornadas para las mujeres: Me-
moria y antología, éste el fruto de un concepto de Amanda, realizado
con el apoyo de la Asociación Mujeres en las Artes “Leticia de
Oyuela”, que reunió a poetas hondureñas con niños, adolescentes
y adultos de distintas clases socioeconómicas y regiones del país
en recitales, talleres y foros para su enriquecimiento mutuo. Las
poetas que colaboraron en las jornadas, llevadas a cabo en varias
ciudades en los primeros meses de 2005 en reconocimiento del
50 aniversario del derecho al sufragio para las mujeres hondure-
ñas, cuyos poemas aparecen en la memoria/antología, son Alejan-
dra Flores, Amanda Castro, Ana María Alemán, Blanca Guifarro,
Claudia Torres, Diana Espinal, Diana Vallejo, Divina Alvarenga,
Elisa Logan, Juana Pavón, Lety Elvir, Patricia MacKay Alvarado,
Rachel Ramírez, Rebeca Becerra, Soledad Altamirano y Xiomara
Bú. Un detalle hermoso es que la compiladora, Amanda, incluyó
también poemas escritos en los talleres llevados a cabo en Santa
Rosa de Copán, Olanchito y Tegucigalpa por niñas(os), jóvenes y
adultas(os) sin previa experiencia en la escritura de poesía.
La muerte fue su constante compañera; el sentir lo inevita-
ble –que cada día sus pulmones le fallaban un poco más– le motivó
a dedicarse a su poesía con pasión y le dio el valor para protestar
contra las injusticias que su gente sufría. Cuando miles de hon-
dureños salieron a las calles para protestar el golpe que depuso al
presidente Zelaya el 28 de junio de 2009, la protesta de Amanda
fue apasionada. Subió noticias y poemas a su blog, “Proyecto Si-
guapate”, que describió como “medicina de mujer, un espacio en
el cual las mujeres convocamos nuestra creatividad para lograr una
vida digna”. El 15 de septiembre, día 81 de la resistencia, puso su
carpa en el Parque Central, conectó su tanque de oxígeno y empe-
zó su “Ayuno Mundial por la Matria/que es la Hondura/”, lo cual
documentó en la “Bitácora del Ayuno” de su blog.15

15 http://proyectosiguapate.blogspot.com/2009/07/de-que-sirven-ii.html.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 497


Leer la poesía de Amanda y pensar en sus varios proyectos
es sentir la energía de la libertad, la fuerza de la dignidad humana y
su indómito amor. Escribió de la muerte, la violencia, el amor y el
desamor, así como de los misteriosos lazos entre seres humanos;
celebró la fuerza y la belleza de las mujeres; reconoció las raíces in-
dígenas de su país y sintió una profunda conexión con la sabiduría
de los ancestros. Honduras, donde nació Amanda en 1962, ocupó
un lugar de profunda importancia en su obra. Otras escritoras
han salido del país, exiliadas por razones políticas, para estudiar,
para estar con seres queridos, pero ninguna ha regresado con
tanto fervor, tanto deseo de escribir, publicar y apoyar a las mu-
jeres, a quienes tanto quería y admiraba.
Es indiscutible que Anarella Vélez Osejo (1966), presidenta
de la andeh de 2014-2016, es otra estrella en la constelación de
compiladoras e historiadoras; además de ser creadora, activista y
participante de esa misma historia. En su posición como docen-
te de la Facultad de Historia de la unah, ha diseñado clases que
ofrecen el estudio del feminismo en Honduras. Como dueña de
Ediciones Paradiso, ha compilado y publicado varias antologías
de la literatura de mujeres, entre ellas Sihuatán: Antología de cuentis-
tas hondureñas; Antología de narradoras hondureñas, coedición con la
andeh, y Las de Hoy, selección de poesía del movimiento poético
del mismo nombre. Excelente comunicadora, participa de lleno
en Facebook y Twitter, mantiene los blogs “Historia crítica” y “El
estudio de la mujer”, en los cuales publica ensayos, poemas, rese-
ñas y opiniones sobre cuestiones culturales y políticas. En “Para-
diso”, el blog de su café, librería y editorial, anuncia los eventos
culturales que se llevan a cabo en ese espacio, lugar de reunión de
artistas y escritores, de presentaciones de libros, conciertos, cine
y mucho más. Además de su incansable actividad como gestora
cultural, es una poeta cuya voz lleva un mensaje de solidaridad con
las mujeres tanto del pasado como del presente. En su poemario
Iluminadas,16 usando el pronombre “tú”, se dirige en cada poema a
mujeres a quienes la historia no ha dado su justa medida. Su visión
es histórica, feminista, internacional e incluye poemas que parecen
cartas abiertas a figuras como Alejandra Pizarnik, Virginia Woolf,

16 Vélez Osejo, Anarella. Iluminadas. Tegucigalpa: Ediciones Librería Paradiso, 2016.

498 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Clementina Suárez, Tonantzin y Penélope. Anarella pronunció las
palabras siguientes en la presentación de la segunda edición de su
poemario Todas las voces:

Todas las voces representa mi voz que se alza contra el poder, el


poder represivo que se desató con el golpe de Estado de 2009
[…]. Estas voces se levantan para cuestionar la “normaliza-
ción” en nuestra sociedad. La sujeción de la que somos obje-
tas las mujeres, las dicotomías instituidas para hombres y mu-
jeres. Poesía memoriosa, nos revela cómo se ganó en rebeldía,
en resistencia la confianza en el futuro […]. En mi obra trato
de transmitir una posición cuestionadora de aquellas las en-
fermedades sociales que dañan a la sociedad hondureña: el
machismo, el racismo, la lesbofobia, la transfobia, la misogi-
nia, el fascismo, la xenofobia, por considerarlos nefastos. Es,
en otro sentido, una poesía de la esperanza, del deseo de que
ocurra algo para que la realidad se transforme en algo radical-
mente diferente a la actual. Para lograr un entorno en el que
se pueda respirar la libertad, la paz, la justicia y se enmarca en el
seno de una generación que busca cambios ansiosamente […].
Recurro a la palabra exacta más que a la palabra lícita para dar
respuesta al patriotismo mal practicado y propongo ejercer el
matriotismo, distanciándome así del lenguaje como mera con-
vención, metamorfoseando mis personajes femeninos en vo-
ces que demandan la armonía entre ellas mismas y la sociedad y
de ésta con la naturaleza […]. Mi mejor deseo es que esta obra
libere la energía nutrida por la dignidad y la sororidad. Que este
fuego mágico llegue a las/os leedoras/es de utopías.17

La intención de sus palabras, claro está, fue articular su pro-


pia visión y lo que la motiva a escribir y publicar, pero igual pueden
servir como manifiesto de muchas de las poetas de la Honduras
actual, mujeres que se sentían asaltadas, figurada o literalmente,
por el golpe de 2009, mujeres que continúan protestando la co-
rrupción, la violencia y la negativa de parte del gobierno de res-
ponder de manera humana al descontento de la ciudadanía.

17 paradisoblog.wordpress.com.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 499


Tal descontento se expresó de manera poderosa en lo que
puede ser la más importante antología de poesía femenina publi-
cada en Honduras desde la edición en 1998 de Honduras: Mujer y
poesía, a saber, Honduras: Golpe y pluma. Antología de poesía resistente es-
crita por mujeres (2009-2013). Concebida y compilada por Lety Elvir
y vuelta a publicar en una edición bilingüe por Casasola Editores
de Washington D. C. en 2015, este libro es emblemático de la oleada
de protesta y activismo, consecuencia del golpe de Estado. Las
mujeres participaron en la resistencia a menudo asumiendo roles
de liderazgo. Protestaron a través de todas las artes, pero Lety ha-
bía observado que su aporte creativo en ese contexto político tan
significante estaba en peligro de ser olvidado e invisibilizado por
falta de atención y documentación.
Cuando Lety tuvo la idea para esta antología, recurrió a to-
dos los medios a su alcance en busca de poetas y poemas: correo
electrónico, llamadas telefónicas, radio, televisión, Facebook,
otras antologías. Poemas empezaron a llegar desde todas partes de
Honduras. El temor, muy realista, de represalias causó que algunas
pidieran su inclusión anónima. El resultado fue una compilación
de 119 poemas de 47 mujeres (la edición bilingüe consta de 131
poemas de 53 mujeres). La lectura de los poemas genera ira, tris-
teza, compasión, frustración, indignación y también un sentir del
fuerte compromiso y profunda humanidad de las poetas. Hay una
claridad en su furia y una visión de justicia y belleza que inspira su
resistencia y determinación de no aceptar la reacción del gobierno
a su protesta. Algunas de las poetas son las mismas que aparecen
en la antología de 1998 de Adaluz, evidencia de su compromiso no
sólo con la política sino con la poesía. Ellas son Blanca Guifarro,
Sara Salazar Meléndez, Xiomara Bú, Alejandra Flores Bermúdez,
Amanda Castro, Déborah Ramos, Waldina Mejía Medina, Elisa
Logan, Lety Elvir, Indira Flamenco, Rebeca Becerra, Yadira Egui-
gure, Armida García y Francesca Randazzo.
Lety explica que la antología incluye tanto poetas de renom-
bre como mujeres que jamás habían publicado un poema y que es-
taban en el proceso de experimentación con el género, lo que puede
señalar la incursión de la poesía en diversas poblaciones.

500 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


En cuanto a cuentistas

En 1999, Helen Umaña publicó su monumental Panorama crítico


del cuento hondureño (1881-1999), sin duda el registro más completo
de la producción cuentística en Honduras. Ella declara: “Inclui-
mos todos los nombres que estuvieron a nuestro alcance… cien-
to ochenta y nueve escritores nacionales y seis extranjeros que,
en conjunto, elaboraron la no despreciable cantidad de dos mil
quinientos cuentos” (11-13). De ese impresionante total, se men-
cionan 213 cuentos de 22 mujeres. Las cuentistas comentadas in-
cluyen mujeres también conocidas por sus novelas, como Lucila
Gamero de Medina, en cuyos cuentos se encuentran los temas
y características más ampliamente desarrollados en sus novelas,
mujeres o frágiles o fuertes e independientes, situaciones melodra-
máticas y una abierta crítica a la Iglesia, la política, el sistema legal
y el papel subordinado de la mujer. Doña Lucila se destaca por
ser, según Helen Umaña, la primera mujer hondureña para quien
el escribir ficción constituyó “una labor consciente con intención
de perennidad” (37). Sus cuentos fueron publicados en revistas,
incluidos en sus novelas y en una colección, Betina (Editorial Dia-
na, México, 1974). Trayectoria parecida es la de Argentina Díaz
Lozano, cuyas colecciones de cuentos Perlas de mi rosario (1930) y
Topacios (1940) tienden a lo romántico y a una creciente conscien-
cia feminista.
Algunas autoras parecen haber escogido el cuento como su
género preferido y han publicado colecciones, por ejemplo, Mimí
Díaz Lozano (1928-), Sendas en el abismo (1959) y Aída Castañeda
de Sarmiento (1940-), El tío Bernabé y otros cuentos (1990) y Si se pu-
diera congelar el tiempo (1995). Otras han incursionado en el cuento
sin abandonar otros géneros. Fausta Ferrera publicó Cuentos re-
gionales (Compañía Editora de Honduras, San Pedro Sula, 1938),
por ejemplo, pero no dejó de publicar poesía; mientras que María
Eugenia Ramos se ha destacado por su poesía con el poemario
Porque ningún sol es el último (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989)
y también por sus cuentos en Una cierta nostalgia (Ediciones Guar-
dabarranco, Tegucigalpa, 2000). Igual que María Eugenia, Lety El-
vir ha publicado poemarios y también la colección de cuentos Su-
blimes y perversos (Litografía López, Tegucigalpa, 2006). La mayoría

Las escritoras de Honduras: una historia propia 501


de las autoras en el estudio de Helen han publicado sus cuentos en
revistas y periódicos como Esfinge, Ariel, Honduras Rotario, Correo
Literario, Honduras Ilustrado y Tegucigalpa.
Años más tarde, en 2003, Willy O. Muñoz publicó la prime-
ra antología exclusivamente de mujeres cuentistas de Honduras,
Antología de cuentistas hondureñas, una selección de 21 cuentos de 12
escritoras: Fausta Ferrera, “La venganza de un campesino”; Ar-
gentina Díaz Lozano, “Leonora” y “La niña Prisca”; Lucila Ga-
mero de Medina, “Odio”; Mimí Díaz Lozano, “El hombre reptil”,
“Un rato de vagancia” y “Ella y la noche”; Aída Castañeda de
Sarmiento, “El tío Bernabé” y “Mundo confuso”; Mina Cisneros,
“El mendigo”; Leticia de Oyuela, “Lindos platos de China”; María
Eugenia Ramos, “Domingo por la noche” y “Entre las cenizas”;
Marta Susana Prieto, “Inocencia” y “La cita”; Eva Thais, “La perla”
y “Fases de la luna”; Waldina Mejía, “Don Pedro” y “El compadre
Chico”; Rocío Tábora, “Punto y seguido” y “Volver a verte”.
Todas las cuentistas incluidas son comentadas en el previo
estudio de Helen, con la excepción de las que no tuvieron sus li-
bros publicados todavía en 1999: Marta Susana Prieto, Melodía de
silencios (Letra Negra, Guatemala, 1999) y Animalario (Letra Negra,
Guatemala, 2002); Eva Thais, Constante sueño (Litografía López,
Tegucigalpa, 1999) y Waldina Mejía, La tía Sofi y otros cuentos (Me-
gaprint, Tegucigalpa, 2002).
La antología de Willy incluye un ensayo introductorio que
resume y comenta la obra de las doce escritoras antologadas y una
bibliografía selecta útil para investigaciones de la cuentística de
mujeres hondureñas. Dado el largo período que la selección abarca,
encontramos ejemplos de una gran variedad de estilos estéticos y
técnicas narrativas. En los cuentos anteriores vemos ejemplos de
costumbrismo, romanticismo y naturalismo, además de elemen-
tos de esperpento y melodrama. Entre los cuentos más recientes
es impresionante la diversidad de voces, inquietudes y técnicas.
Leemos, por ejemplo, la ficcionalización de la historia en “Lindos
platos de China” de Leticia de Oyuela y una narrativa de solidari-
dad entre mujeres frente al abuso de poder por parte de militares
en “Domingo por la noche” de María Eugenia Ramos. “La perla”,
de Eva Thais, es una meditación lírica sobre la relación entre una
mujer embarazada y la criatura en su vientre; “Punto y seguido”,

502 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de Rocío Tábora, es una exploración de la naturaleza del lenguaje
y el silencio. Muñoz opina: “Se puede afirmar que a finales del
siglo xx, la nueva generación de cuentistas hondureñas se pone
a la altura de otras escritoras latinoamericanas. En rápida suce-
sión se publica una serie de textos importantes que renuevan la
cuentística hondureña, dado que en esta época las escritoras están
conscientes de su condición de mujer” (18-19). Al leer la obra de
estas mujeres, es imposible no entristecerse y enfurecerse porque
tan pocos de sus cuentos hayan sido incluidos en antologías na-
cionales previas. Futuras antologías mixtas tendrán que abrir sus
puertas, ampliar su visión y redefinir su estética para incluir una
justa representación de las cuentistas. Hacer lo contrario sólo se
podría interpretar como una postura no sustentable y difícil de de-
fender, basada en criterios que descartan la vitalidad y originalidad
de la escritura de mujeres.
Publicaciones y estudios como la antología de Willy O. Mu-
ñoz aportan a la creación y al desarrollo de una identidad femeni-
na orgullosa de los logros del pasado, segura en su capacidad de
seguir creando y construyendo una hermosa y fuerte historia lite-
raria. De hecho, es evidente que las palabras con las que concluye
Muñoz su ensayo introductorio fueron proféticas:

Las cuentistas que escriben a fines de siglo xx son las pre-


cursoras de una literatura revolucionaria femenina, senda que
seguramente continuarán con otros textos, los cuales serán
como un suelo fértil donde germinarán futuras generaciones
de escritoras, igualmente revolucionarias y valientes, que bus-
carán el cambio social para mejorar la vida tanto del hombre
como la de la mujer (24).

Evidencia de esta aseveración ya la tenemos en la recien-


te tendencia de mujeres que están coleccionando, seleccionando
y publicando antologías de cuentos escritos por mujeres. Jessi-
ca Sánchez (1974-), poeta, crítica literaria, cuentista y feminista
infatigable, publicó, en 2005, Antología de narradoras hondureñas.
Su propio libro, Infinito cercano (Letra Negra, Guatemala, 2010),
es una colección de siete cuentos que se acercan a la identidad
femenina desde varios ángulos: el insomnio, las máscaras que

Las escritoras de Honduras: una historia propia 503


nos ponemos, los temores y los compromisos, además del pla-
cer sexual. En 2014 Jessica compiló otra antología, El próximo
turno: Muestra de narrativa contemporánea hondureña, con cuentos de
nueve escritores jóvenes, entre ellos dos mujeres: Ana Michelle
Hernández Rodríguez (1991) con un cuento que combina cien-
cia ficción con memorias terrestres, “Dunster, año 73B, después
de Krogan” y Ámbar Morales (1997), cuyo cuento “Ventanas”
explora la ausencia, la muerte y el temor en un ambiente donde
los niños son almas tristes.
Anarella Vélez Osejo es la compiladora de Sihuatán, antología
de cuentistas hondureñas, que incluye once autoras en orden crono-
lógico: Lucila Gamero de Medina (1873-1964), “Aída”; Argentina
Díaz Lozano (1894-1999), “La niña Prisca”; Paca Navas de Miralda
(1900-1970), “Mar de fondo”; Clementina Suárez (1902-1991), “El
diamante”; Emma Sarmiento de Moya Posas (1910-1991), “Ñor
Guzmán”; Mimí Díaz Lozano (1928-) (hija de Emma Moya Posas),
“La trascendencia de un momento”; María Eugenia Ramos (1959-
), “La partida”; Waldina Mejía Medina (1963-), “Dora Corazón”;
Rocío Tabora (1966- ), “De una mujer a quien le gustaba dormir”;
Lety Elvir (1966-), “Alicia e Inés en el país de los tucanes”; Jessica
Sánchez Paz (1974-), “Punto G”.
Aunque es inevitable que los gustos, inclinaciones, ideolo-
gías y prejuicios –sean explícitos o sean inconscientes– ejerzan
una influencia a la hora de escoger las obras para cualquier anto-
logía, en el caso de Sihuatán (una palabra de origen náhuatl que
significa “lugar de mujeres”), el propósito de Anarella fue claro
y premeditado: mostrar una evolución en la concepción que sus
creadoras han tenido sobre el cuerpo de la mujer. Vemos en estos
cuentos, desde la renuncia al matrimonio hasta la aceptación por
parte de la mujer de su propia sexualidad.
La próxima antología que compiló Anarella, Antología de na-
rradoras hondureñas, tiene un criterio de selección menos enfocado,
más amplio. Según ella

El atractivo de estos textos tan variados, reside en que las his-


torias están contadas con un lenguaje cuidado mediante el cual
tocan temas relativos a la vida, el amor, la creación, la muerte,
la libertad, la injusticia. Estos cuentos posibilitan la reflexión

504 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


sobre aspectos de la realidad y aportan una esperanza alejada
de la tradicional moralina gazmoña (“Prólogo”).

Las autoras incluidas en este libro, continúa Anarella, “han


reflejado a lo largo de sus vidas el apego por la escritura, principal
vaso comunicante entre ellas. El arte de escribir como necesidad,
como refugio o como una pasión, son razones para esforzarse en
presentar su mundo en ficción, dejar fluir las imágenes desde su
interior y atraparlas en palabras”.18 Las cuentistas son Xiomara Ca-
cho Caballero, Lety Elvir Lazo, Alejandra Flores Bermúdez, Fran-
cia Henríquez Benson, Sofía Hernández Motiño, Elisa Logan,
Sara Mazier, Venus Ixchel Mejía, Alejandra Munguía Matamoros,
Amada Ponce, Perla Rivera, Claudia Sánchez Cárcamo, Tatiana
Sánchez, Diana E. Vallejo y Anarella Vélez Osejo.
Esta selección de quince escritoras incluye a varias mujeres
no publicadas en antologías previas. Xiomara Cacho Caballero,
por ejemplo, reconocida como la primera poeta garífuna de Hon-
duras, ha escrito, además de poesía: cuentos, ensayos, novelas y una
cartilla de lectoescritura garífuna. Su presencia en esta colección
significa un reconocimiento importante de una de las raíces más
fuertes de la cultura hondureña. Como asevera Helen Umaña, “el
legado indígena y garífuna […] más que sustrato, ha sido una pre-
sencia permanente, no reconocida por la literatura canónica, pero
cuya influencia se ha dejado sentir a través de la transmisión oral
[…] forjadora de un imaginario individual y colectivo a lo largo de
los avatares históricos de la nación” (La vida breve 13). Y aunque
Xiomara se ha integrado en la vida literaria de Tegucigalpa, no ha
abandonado la cultura oral. Sus poemas celebran los ancestros y la
identidad étnica. Ha escrito artículos sobre las ceremonias, cantos
y vestimenta de la cultura garífuna.
También fue claro y consciente el criterio de selección de
los cuentos incluidos en Penélope: setenta y cinco cuentistas centroame-
ricanas, compilación de Consuelo Meza Márquez. La colección va
desde 1890 hasta el presente y de las 75 cuentistas incluidas, once
son escritoras hondureñas: Aída Castañeda de Sarmiento, “Ro-
sario”; Alejandra Flores Bermúdez, “La violación de un día de
18 andeh. asociacionnacionalescritorashonduras.wordpress.com/mision-y-vision-de-la-andeh.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 505


paz”; Argentina Díaz Lozano, “El bandido de Senseti”; Jessica Isla
(también conocida como Jessica Sánchez), “Punto G”; Leticia de
Oyuela, “La Libertad”; Lety Elvir Lazo, “Señorita en la cuadra”;
Lucila Gamero de Medina, “Odio”; María Eugenia Ramos, “Do-
mingo por la noche”; Marta Susana Prieto, “Monólogo”; Rocío
Tábora, “Él”; Waldina Mejía, “Dora Corazón”.
Esta antología “coloca el acento en las relaciones sociales y en
cómo, al someter a prueba el contexto, se negocian nuevas relacio-
nes: de pareja, entre mujeres, madre e hija, así como en la relación
de la mujer consigo misma” (21). Es decir, el enfoque es temático,
con una visión sociológica y feminista:

La antología caracteriza, desde una propuesta sociológica,


los rasgos de esta tradición de cuentistas centroamericanas
que, como reflexión identitaria, dan cuenta de ese trayecto de
ruptura respecto a la concepción al deber ser femenino, que
como mandato cultural se impone a las mujeres. Este desafío
como mujer creadora se expresa en la destrucción de esos
arquetipos femeninos pasivos y asexuados, y la propuesta de
nuevas metáforas en las cuales las escritoras seducen en la
rebelión, vía la apropiación de su capacidad productiva, re-
productiva y erótica, como el camino hacia la autonomía (18).

Las categorías temáticas que la compiladora estableció repre-


sentan actitudes e inquietudes comunes entre mujeres: enajenación,
primeros pasos (cuentos infantiles y sobre niñas), desafío y rebe-
lión, sensualidad como espacio de resistencia, sororidad, matrili-
nealidad, nostalgia por recuperar la memoria perdida y lenguaje
sexuado femenino. Es interesante notar que cinco de los cuentos
de escritoras hondureñas se encuentran en la sección del desafío
y la rebelión (Lucila Gamero de Medina, Leticia de Oyuela, Aída
Castañeda de Sarmiento, Rocío Tábora y Argentina Díaz Lozano);
dos en enajenación (Marta Susana Prieto y Alejandra Flores Ber-
múdez); dos en sensualidad como espacio de resistencia (Jessica
Isla y Lety Elvir) y uno en sororidad (María Eugenia Ramos).
Cualquiera que sea el criterio de selección, el fenómeno de
mujeres publicando a mujeres apunta hacia una conciencia entre
escritoras de promocionarse a sí mismas y a otras escritoras, de ha-

506 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


cerse visibles, de insistir en conquistar un lugar en la vida cultural
de su país, y quizás de mayor importancia, de definir su identidad
y su participación en sus propios términos con su propio lenguaje.
Y aunque observamos esa sororidad como una energía reciente,
la verdad es que, en otros momentos en la historia de la escritura
de mujeres de Honduras, las escritoras han sido solidarias entre
sí. Sólo tenemos que recordar las revistas Alma Latina, Ideas, Entre
Amigas e Ixbalam, y veremos ejemplos de mujeres que han ofrecido
a mujeres la oportunidad de publicar sus escritos. De hecho, las
publicaciones colectivas, como revistas y antologías, nos dan una
visión más auténtica y completa de lo que escriben las mujeres,
porque siempre ha sido mucho más difícil que una escritora publi-
que su propio libro. Entre las que han sacado recientes coleccio-
nes de sus propios cuentos podemos mencionar a Marta Susana
Prieto, María Eugenia Ramos, Waldina Mejía, Lety Elvir, Rocío
Tábora, Jessica Isla y Melissa Merlo.

Lucila, Argentina, Paca…

De las numerosas mujeres que tomaron un papel activo en la


lucha por el sufragio femenino, encontramos nombres que re-
conocemos como pioneras y precursoras en la literatura creativa
de mujeres de Honduras, entre ellas Lucila Gamero de Medina,
Paca Navas de Miralda y Argentina Díaz Lozano, mejor conoci-
das por sus novelas, pero que merecen su lugar en las dos cons-
telaciones.
Lucila Gamero de Medina (1873-1964) fue, sin duda, una
mujer excepcional y una escritora talentosa. Reconocida como la
autora de la primera novela hondureña, Amelia Montiel, obra pu-
blicada en formato de serie en la revista de Froylán Turcios, La
Juventud Hondureña, en 1892, doña Lucila es nuestra grande dame de
la literatura hondureña. Como sus precursoras latinoamericanas
en el siglo xix, Clorinda Matto de Turner (1852-1909) de Perú y
Juana Manuela Gorriti (1818-1892) de Argentina, Lucila parecía
capaz de hacer de todo. Además de escribir once novelas, fue mé-
dica autodidacta, ensayista, feminista, madre de dos hijos y mu-

Las escritoras de Honduras: una historia propia 507


jer de negocios.19 Como hija de una familia distinguida y educada,
dueños de tierras en una zona agrícola y ganadera, Lucila disfrutó
de una niñez materialmente cómoda, aunque experimentó la típi-
ca situación de las niñas hondureñas del siglo xix: escaso acceso
a una educación formal. Sin embargo, fue ávida lectora, aprove-
chando la biblioteca de su padre y leyendo cualquier libro a su
alcance y asistió a una escuela primaria junto con otros niños y
niñas de Danlí. Tuvo la suerte de ser alumna, por un tiempo, del
distinguido profesor guatemalteco Pedro Nufio, que fue invitado
a enseñar en su escuela cuando ella tenía diez años. En su breve
Autobiografía, escrita en Los Ángeles, California, en 1949, explica
que siempre ha preferido estar en el campo, en medio de las mon-
tañas y los bosques. Dice: “¡Ah!, la madre Naturaleza! […]. Ella
es nuestra Gran Madre, la sacerdotisa excelsa que todos los días
gratuitamente oficia para sus hijos en el inmensurable templo del
Universo” (Martínez 95-6). Joven precoz, a los trece años, para
expresar su pasión campestre, escribió una encantadora composi-
ción intitulada “Impresiones del campo”, que un pariente publicó
en su periódico en Choluteca. Así comenzó su larga y prolífica
carrera de escribir. También en su autobiografía revela que fue
una niña traviesa e “insoportable”, siempre activa, curiosa y aven-
turera, cualidades que sugieren un carácter independiente. “Libre-
pensadora nací y librepensadora moriré” (Martínez 69) declaró.
De hecho, su afán de pensar por sí misma es evidente tanto en los
temas de sus novelas, en muchos de sus personajes femeninos y en
sus posturas políticas. Memorable es la respuesta de doña Lucila,
ferviente sufragista, en un artículo publicado en Alma Latina en
1934, cuando “La mayoría de las mujeres intelectuales […] asu-
mieron una actitud antisufragista porque consideraron que, en un
ambiente donde esta práctica transitaba casi siempre por el cami-
no ensangrentado de los levantamientos armados, lo mejor para la
mujer era mantenerse alejada de la política” (Villars 301), a la pre-
gunta que se debatía en cuanto a si sería conveniente que la mujer
19 Datos biobibliográficas sobre lgm se encuentran en varias fuentes, entre ellas las más com-
pletas son Martínez, Juan Ramón. Lucila Gamero de Medina, Una mujer ante el espejo. Tegucigalpa:
Editorial Universitaria, 1994; y Mejía, Martha Luz. “Lucila Gamero de Medina: primera nove-
lista de Honduras”, en Gold, Janet N. (editora). Volver a imaginarlas: retratos de escritoras centroame-
ricanas. Tegucigalpa: Guaymuras, 1998, pp. 197-220.

508 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


hondureña ejerciera el sufragio: “Desde luego que debe ejercerlo. Y
no sólo el sufragio puede ejercer, las capacitadas deberían desempe-
ñar importantes puestos públicos como consulados, diputaciones y
hasta secretarías de Estado. ¿Por qué no?” (Villars 295).
En 1897 publicó Adriana y Margarita, intrigante novela sobre
dos adolescentes cuya amistad es el centro de sus vidas. La trama
se desarrolla mayormente por medio de diálogos, el intercambio de
cariños y confesiones típico de las mejores amigas, intercambio inte-
rrumpido con la llegada de pretendientes y terminado cuando cada
una de las dos jóvenes se casa. Su obra mejor conocida es Blanca
Olmedo, escrita en 1903, editada y distribuida en 1908, que ocasio-
nó controversias por su decidido ataque al clero católico. Como
en otras novelas suyas, la protagonista, Blanca, es una víctima ino-
cente de hombres que abusan del poder conferido en ellos por la
ley y la Iglesia. También sufre a manos de una viuda con dinero,
pero sin principios morales. Varios elementos identifican la novela
como “femenina”, como la estrategia de usar el diario de Blanca,
donde revela sus pensamientos más íntimos y las numerosas des-
cripciones de espacios interiores, jardines y prendas de vestir. Es
una historia que entretiene, al mismo tiempo que acusa, protesta
y da lecciones morales mientras sirve como plataforma para las
ideas feministas y progresistas de la autora.
Entre sus novelas posteriores, Aída, de 1948, es célebre por
sus fuertes personajes femeninos y el explícito mensaje que sos-
tiene que una mujer con educación y capacidad para trabajar fuera
de su casa puede mantener su dignidad, aun cuando se vea acosada
por problemas financieros. El hecho de que Aída fuera escrita en
1918 y que no se publicó sino hasta treinta años más tarde de-
muestra la progresiva e independiente personalidad de la autora.
Dos novelas posteriores, La secretaria, escrita en 1930 y publicada
en 1954, y Amor exótico, de 1938, asemejan bastante a telenovelas,
con personajes que se envuelven en situaciones improbables en
lugares inesperados, que resuelven las complicaciones de sus vi-
das de maneras dudosas. Pese a que algunas de sus novelas están
ambientadas en lugares como México, Nueva York y Los Ángeles,
en El dolor de amar, 1955, su última novela, doña Lucila vuelve su
mirada a Honduras y explora la riqueza cultural y lingüística de la
población rural de su país.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 509


Con la publicación en 1997 de Cuentos completos de Lucila
Gamero de Medina, compilados por Carolina Alduvín, la Editorial
Universitaria ofreció al lector hondureño la oportunidad de disfru-
tar de sus narrativas breves, fruto de una imaginación creativa que
se otorgó permiso de habitar mundos exóticos y crear personajes
a su gusto. Además de su impresionante lista de novelas y cuentos,
escribió artículos para la prensa nacional. Siguiendo la ideología
del positivismo liberal, ella favoreció la separación de la Iglesia y el
Estado, promovió la educación pública para ambos sexos, ensalzó
los beneficios de abrir el país a la inversión económica extranjera e
influencia cultural y criticó francamente las violaciones a la ley por
ambos partidos políticos dominantes.
Compartió con sus compatriotas y contemporáneas, Gra-
ciela García, Graciela Bográn, Olimpia Varela y Varela y otras, la fe
en la literatura para inspirar a los lectores el deseo de mejorar sus
vidas. Así expresó esa creencia:

Siempre he creído y sigo creyendo que la imprescindible obli-


gación que tenemos los que nos dedicamos a escribir libros
literarios –descartado de absurdos– ya sean regionales, imagi-
nativos, románticos, humorísticos o con temas mezclados es
ser, hasta donde sea posible, ecuánimes y verídicos y con la
plausible intención de despertar en nuestros lectores el deseo
de mejorar sus vidas, haciéndoles ver que la honradez es ina-
preciable y que vale más que el dinero (Mejía 215).

Una interesante nota biográfica dice que Manuel Gamero,


el padre de doña Lucila, fue un destacado médico en Danlí. De
jovencita, Lucila expresó gran interés por estudiar Medicina, pero
entonces no se consideraba una profesión digna de mujeres y no les
estaba permitido tomar clases de anatomía junto a sus compañeros
hombres, razón por la cual ella tuvo que contentarse con aprender
medicina estudiando en los libros de su papá y asistiéndolo en sus
prácticas. Cuando él enfermó, ella se hizo cargo de sus pacientes y
montó una botica o farmacia para proveer a los residentes de Danlí
las tinturas extraídas de las plantas medicinales de la localidad.
Una escritora que merece que se escriba su biografía es Paca
Navas de Miralda (1883?-1971?). Empezando con cierta confusión

510 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de sus fechas, ha sido difícil encontrar información verificable que
nos pueda iluminar los varios temas y registros tanto intelectuales
como emocionales de sus escritos, que incluyen dos libros en la
veta del criollismo o costumbrismo, numerosos artículos de pren-
sa, una novela y tres poemarios inéditos. Entre sus poemas sueltos,
catorce fueron seleccionados para su inclusión en la antología de
Adaluz Pineda de Gálvez, son eclécticos en tema, tono y estilo,
nos dejan intrigadas y deseando saber más de su autora. Lo que sí
sabemos es que fue la mitad femenina de una interesante pareja de
literatos de La Ceiba, cuyas carreras se desarrollaron en la Costa
Norte y luego en el exilio en Guatemala durante la primera mitad
del siglo xx. Con su marido, Adolfo Miralda, tuvieron seis hijos.
Él fue abogado, periodista y hombre de negocios que fundó la
Imprenta Renacimiento en La Ceiba en 1931 y pocos años más
tarde el periódico El Espectador, en cuyas páginas denunció la co-
rrupción política y los abusos a los derechos humanos. En 1936,
Paca fundó La Voz de Atlántida, revista/mensuario que dirigió y
en la que publicó numerosos artículos hasta 1948, cuando ella ya
se había distinguido como folclorista con la publicación del libro
Ritmos criollos en 1947, una colección de 29 vignettes con el propó-
sito de “escribir poemas o estampas que muestran al desnudo las
modalidades, costumbres y pasiones de los habitantes de la feraz
tierra olanchana” (Umaña, Narradoras hondureñas 210). Debido a su
inflamado periodismo y su crítica del dictador Tiburcio Carías An-
dino, los esposos fueron forzados al exilio, estando en Guatemala
aproximadamente entre 1945-1951, durante la presidencia de Juan
José Arévalo, donde la Editorial del Ministerio de Educación Pú-
blica le publicó Barro en 1951, una novela que combina las caracte-
rísticas descriptivas y de orientación criolla del costumbrismo con
una denuncia de la pérdida de la soberanía nacional, condiciones
inhumanas de vivienda y trabajo, pobreza y analfabetismo. Como
dice en sus palabras al lector:

Este libro es de carácter rememorativo en cuanto concierne


a los detalles de ambiente y paisaje […] de un período de tres
o cuatro decenios atrás, del que fuera uno de los departamen-
tos más ricos y exuberantes en tierras de la región costera
de Honduras: Atlántida […] Valga la buena intención que ha

Las escritoras de Honduras: una historia propia 511


guiado este esfuerzo, al ofrecer hoy al lector de América, algo
de lo nuestro, tal un pequeño fragmento de paisaje físico y hu-
mano rescatado al ayer, a despecho de las inclementes mare-
jadas del tiempo y del olvido (Navas 8).

Los protagonistas de esta novela de regionalismo social,


asentada en un pueblo recientemente establecido para los traba-
jadores de una compañía frutera internacional, han dejado su ho-
gar campesino de Olancho atraídos por la promesa de trabajos y
fortuna en la Costa Norte. La novela entreteje escenas de domes-
ticidad tradicional y vida cotidiana con descripciones del trabajo
duro y sufrimiento de las familias trasplantadas, cuyas existencias
se ven inmersas en la violencia y el alcoholismo de este nuevo
orden social basado en el salario y el consumismo. Las muchas
conversaciones en bares, casas de huéspedes, tiendas y reuniones
en hogares diversos ponen de manifiesto la habilidad de la au-
tora de transcribir las variaciones semánticas y pronunciaciones
idiosincráticas de la población. La inclusión de canciones, leyen-
das, dichos y costumbres añaden a la calidad oral de la narrativa.
Descripciones numerosas de la tierra y el clima contribuyen a la
importancia de este esfuerzo para evocar la complejidad de las
vidas de los personajes y el papel que hace la naturaleza humana,
así como también la influencia del medio ambiente para definir
sus destinos. Observamos en esta novela la tendencia de parte de
la autora de introducir un discurso didáctico o informativo para
condenar lo que ve como males sociales y exaltar cualidades y
actitudes admirables, práctica que comparte con Lucila Gamero
de Medina.
Si ninguna biógrafa se anima a investigar la vida de Paca Na-
vas, es probable que sea recordada sólo por Barro, fama justificada
por sus muchas cualidades literarias. Según Helen Umaña, “gracias
a esta novela, la autora mostró su acendrada preocupación social
e ingresó, con solvencia técnica y formal, al escaso número de las
novelistas hondureñas del siglo xx” (La novela hondureña 125). ¡Qué
interesante y satisfactorio sería entrar en los espacios más íntimos
de Francisca Raquel Navas Gardela de Miralda!, poeta de “musa
inquieta”, quien lamenta en “Mis versos”:

512 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Yo quisiera que fueran mis versos
delicados ecos
del divino
cantar de la vida …
mas el desengaño
se allegó a mi vera
desde muy temprano …
y dejó en el alma
de mi musa inquieta,
una leve sombra de duelo y tristeza (Pineda de Gálvez 155).

O compartir con ella la sensibilidad artística que le permite


sentirse “circundada de verde”, motivo elaborado en “Sonatina
verde”, meditación lírica de los diferentes tonos de verde en la
naturaleza. O buscar las raíces de su intelecto, capaz de analizar
su condición de mujer y articular, de manera clara y firme, su con-
cepto del feminismo: “como bandera de defensa para la mujer, a
la cual no hace mucho tiempo se le juzgó completamente inhábil
para todo lo que no fuera procrear hijos y atender las mecánicas
entretenciones del ama de casa” (Villars 326). Su marido murió en
1954. Su hija, América, vivía en Seattle, eua, donde Paca falleció,
creemos, en 1971.
Argentina Díaz Lozano (1917-1999) empezó su carrera li-
teraria con la publicación de Peregrinaje en 1944, texto evocador de
un tiempo más lejano y despacioso. La novela obtuvo el primer
premio en el segundo Concurso Literario Latinoamericano Farrar
& Rinehart y Unión Panamericana de Washington, fue traducida
al inglés por Harriet de Onis como Enriqueta and I. Esta mezcla de
costumbrismo y autobiografía, en el que una jovencita narra sus
aventuras y reflexiones mientras viaja alrededor de Honduras en
compañía de su madre viuda, puede ser la novela hondureña que
más ediciones ha visto, siendo la décima primera la de la Edito-
rial Guardabarranco en Tegucigalpa en 2000. Otras ediciones se
han hecho en México, Chile, Guatemala, Londres y Nueva York.
¿Cómo explicar tanta popularidad para un libro que la respetada
crítica Helen Umaña ha descartado, insistiendo que “no sale de los
marcos de tipo provincial”?. “La falta de hondura psicológica en
el tratamiento de los personajes, la omisión de un planteamiento

Las escritoras de Honduras: una historia propia 513


interpretativo de la realidad (femenina, social, histórica, educativa,
etc.) y la visión reducida a lo anecdótico personal, circunscriben la
proyección de la novela al ámbito particular y regional” (Narrado-
ras hondureñas 102). Un vistazo a los comentarios y reseñas publica-
dos en Londres, Nueva York y Chicago proveen algunas posibles
razones de su recepción entusiasta. Un comentario en el diario Li-
verpool Daily Post dice: “El escenario en que la acción se desarrolla
es exótico para nosotros”. Otra reseña la describe como:

fresca de juventud y con espontaneidad, sin poses, que nos


abre una ventana hacia un paisaje de América que es poco
conocido para la mayoría de nosotros: la vida del campo y de
los pueblecitos en Centroamérica […]. Nos cuenta con feme-
ninos detalles cómo vestían, qué comían, cómo cocinaban,
cómo son los tíos y primos por allá (263).20

O sea, es precisamente por ser personal y regional que En-


riqueta and I recibió tan cariñosa acogida fuera de su país, y por-
que sus lectores no hondureños se sentían cómodos precisamente
porque “Su contenido pinta […] la niñez en Centroamérica, sin
tocar en grande los problemas sociales y económicos de la región
que obsesionan a los comentaristas norteamericanos” (267).
Argentina Díaz Lozano, pseudónimo de Argentina Bueso
Mejía, nació en Santa Rosa de Copán en 1912 y estudió la secun-
daria en los Estados Unidos. A raíz de su participación en una pro-
testa contra el dictador Carías, en 1944, huye a Guatemala, donde
estudia periodismo en la Universidad de San Carlos. En Guatema-
la se casó dos veces, tuvo cuatro hijos y publicó la mayoría de sus
trece libros, entre ellos dos libros de cuentos, siete novelas –de las
cuales cuatro son de fondo histórico–, una biografía de Clemente
Marroquín Rojas, una narrativa de sus viajes por Europa y una
historia de Centroamérica para adolescentes. Escritora excepcio-
nalmente prolífica, por veinticinco años escribió la columna de
opinión cultural “Jueves Literario” en La Prensa Libre y la columna
“Para Ellas” en El Imparcial, periódicos guatemaltecos. En 1974,

20 Estas citas son de la décima primera edición de Peregrinaje, de Guardabarranco, Tegucigalpa,


2000, que incluye reseñas de las varias traducciones.

514 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la Academia Sueca la aceptó como candidata al Premio Nobel,
honor que no le fue otorgado; sin embargo, la elevó a una posi-
ción muy visible en los círculos literarios de Centroamérica. De
hecho, ha sabido profesionalizarse y hacerse visible, postura inau-
dita entre sus precursoras, pero una realidad que algunas jóvenes
escritoras están descubriendo, pues ser visible es imprescindible si
una quiere ser reconocida como escritora. Quizás sea un mito o
un sueño que el talento habla por sí mismo, que si una escribe muy
bien el mundo lo va a saber. De todos modos, Argentina tomó las
riendas y no perdió la oportunidad de avanzar en su carrera. Para
mencionar sólo un ejemplo, en 1974, Juan José Arévalo dirigió
una carta a la Academia Sueca en apoyo de su candidatura para
el Nobel y ella aprovechó ese apoyo haciendo publicar las pala-
bras del conocido y respetado hombre de letras y expresidente de
Guatemala en varias publicaciones, incluso en la solapa de varias
ediciones de sus libros. En la época de Lucila Gamero de Medi-
na y Graciela Bográn, las escritoras se exaltaban entre sí, rendían
homenaje a las amigas y a las compañeras de sus asociaciones fe-
meninas, pero Argentina se movía entre periodistas y en círculos
diplomáticos, parece que no tenía miedo de identificarse como es-
critora profesional tanto entre hombres como entre otras mujeres.
Quizás su valor radica menos en la calidad de sus escritos y más
en el ejemplo que cultivó de escritora profesional, orgullosa de su
obra y de sí misma. Cualesquiera que hayan sido las razones, fue
galardonada con el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”
en 1968 y el Quetzal de Oro de la Asociación de Periodistas de
Guatemala, entre otras numerosas condecoraciones.
En su magnífica elaboración del recorrido de la novela hon-
dureña, Helen Umaña sistemáticamente resume y analiza todas las
obras de ese género literario que pudo localizar y leer. Del total de
85 autores, encontramos doce mujeres que dejaron novelas com-
pletas. Además del impresionante corpus de Lucila, Paca y Ar-
gentina, las otras obras de mujeres analizadas son: Ángela Ochoa
Velásquez (1886-1969), Tras el biombo, publicada por entregas en el
semanario Iris (1932); Francisca Puig Coderch (1893-1972), cuatro
novelas: María del Carmen (1926), El gran amor de un Rajá (publi-
cada en México c. 1950), Amarga victoria (publicada en El Salva-
dor, 1943) y Cuando el amor vuelve; Cristina Hernández de Gómez,

Las escritoras de Honduras: una historia propia 515


pseudónimo Cisne de Mizthagró (1900-1993), La vida y el destino de
una mujer (1946); Isabel Laínez de Weitnauer (1904-1982), Almas
gemelas (1948); Herminia Cisneros (1926-), Tiempo de nacer ... tiempo
de morir (1998); Gipsy Silverthorne Turcios (1938-1990), Ojos de los
perros mudos (obra póstuma, 1993); Aída Castañeda de Sarmiento
(1940-), Tormenta (1992); Mercy Lozano Dacarett (1958-), El des-
pertar de la conciencia (1994) y Marta Susana Prieto (1944-), Melodía
de silencios (1999).
Como Helen terminó de escribir su estudio en 2001, no
pudo incluir mención de las subsiguientes novelas de Marta Susa-
na Prieto, que merecen ser comentadas. Desde la publicación de
Memoria de las sombras en 2005, Marta Susana se ha distinguido a ni-
vel internacional por sus novelas históricas, empezando por la ho-
norable mención que esa novela recibió de Casa de las Américas
de Cuba. Previamente había publicado la novela corta Melodía de
silencios y Animalario, libro de cuentos. En una entrevista llevada a
cabo en 2016, la autora cuenta que, cuando murió su marido y sus
hijos crecieron y no requerían de su atención, decidió dedicarse a
lo que había sido su sueño, la investigación de la historia de Hon-
duras.21 Con pasión y disciplina, se puso a estudiar a los cronistas
españoles del descubrimiento y la conquista, como Bernal Díaz
del Castillo, Fray Bartolomé de las Casas, Antonio de Herrera y
Tordesillas y Fernández de Oviedo. También hizo investigación de
campo, recorriendo el territorio lenca para sentir de cerca la pre-
sencia de Lempira. Para la investigación de su segunda novela his-
tórica, Buscando el paraíso (Editorial Iberoamericana, Tegucigalpa,
2010), fue al Archivo de Indias en España. También viajó a Santo
Domingo, en busca de la primera fundación española en América.
Marta Susana dice, en esa misma entrevista, que para Memoria
de las sombras (Editorial Iberoamericana, Tegucigalpa, 2013), aunque
el trasfondo de la novela es el cacique Lempira, no quiso darle cuer-
po como personaje, prefería crear cierta aura de misterio, por eso
imaginó a una niña llamada Ixchel y es a través de sus ojos que se
relata la invasión de los conquistadores al territorio lenca.
21 Prieto, Marta Susana. “La novela histórica tiene gran relación con la identidad”. Entrevista
de Rafael Cuevas Molina, Suplemento 121. icat.una.ac.cr/suplemento_cultural/index.php/en/
features/107-rafael-cuevas-molina/1340-suplemento-121-noviembre-2016. Todas las citas de
Prieto son de esta entrevista.

516 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La leyenda lo presenta invencible, y lo llamaban El señor de la
sierra, que fue el nombre de una novela del hondureño Ramón
Amaya Amador. Yo quise hacer algo diferente de este autor
nacional, de mediados del siglo pasado, intentando hacerlo
más poético, mágico, sin llegar a ser realismo mágico. Lempi-
ra es como una sombra y cuando la niña lo ve por única vez,
inspirando con su palabra a los guerreros, lo observa como
un enorme pájaro que despliega sus alas en la magia de la no-
che. Porque a final de cuentas, el cacique Lempira es eso, una
inspiración, un ideal del cual todavía los hondureños echan
mano para cifrar su sentido de orgullo y dignidad.

En su segunda novela histórica, Buscando el paraíso, cambió


de estrategia y su protagonista, Domingo Salcedo, es una amalga-
ma de personajes históricos. En su más reciente novela, El rapto
de la sevillana (Guaymuras, Tegucigalpa, 2015), relata un hecho his-
tórico mencionado de paso por Antonio de Herrera y Tordesillas
sobre el cacique Cicumba, del Valle de Sula, quien “se robó a una
sevillana y la tenía por mujer”. La protagonista es la sevillana y
como no se sabía nada de la persona real, Marta Susana disfrutó
de la libertad de imaginarla. Y, queriendo compartir esa historia
con la juventud, realizó una obra de teatro, Cicumba Señor del Valle
de Sula, con los niños y jóvenes del Centro Cultural Infantil de San
Pedro Sula.
Tres novelas diferentes, cada una con sus méritos, experi-
mentos bien logrados en el delicado arte de novelar el pasado. En
sus palabras:

La Historia es ciencia, dato, exactitud, que la novela comple-


menta con la emoción y al final obtienes una pintura impresio-
nista, con pincelazos de colores para dejarte una sensación
que complementa el lector con su apreciación. Lo que llama-
mos ‘Novela histórica’, ya sabemos que es un término dis-
cutido […] pero en mi caso, se trata de hacer vivir o mejor
dicho, revivir los momentos cruciales de nuestra historia para
no dejarlos en el olvido y tener una conciencia más exacta de
dónde venimos.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 517


Nos parece oportuno redondear la constelación novelística
mencionando a tres escritoras actuales con experiencias diversas
de lo que significa escribir y compartir sus novelas.
Ondina Zea desde hace unos años radica en España, donde
publicó su primera novela, Bajo un mismo cielo (Sial-Pigmalión, Ma-
drid, 2014), que ella describe como testimonial o autobiográfica,
siendo un recuento del nacimiento de sus dos hijas, la temprana
muerte de su marido iraní en un accidente, su estancia en Irán con
sus hijas y su subsiguiente traslado a España. Son recuerdos de
Honduras en la década de los ochenta, descripciones de encuen-
tros interculturales en el laberinto de sentimientos, costumbres y
todo lo que una búsqueda de identidad nacional y cultural conlleva
en el contexto de nuestro mundo global. Ondina ha sido activa
desde entonces en el ámbito literario de España, ha visitado Hon-
duras para promover su novela y tenido varias presentaciones del
libro, además de entrevistas en programas culturales como “En
Confianza”.22
Denia Nelson, en contraste, vive en Santa Lucía, donde se
dedica a varias actividades creativas. Ella publicó El regreso de una
wetback (Guardabarranco, Tegucigalpa, 2006), una novela que de-
nomina testimonial, “una historia basada en hechos reales” (8)
sobre una mujer migrante que vive una temporada en Estados
Unidos, regresa a Honduras y lucha por integrar las diferentes cul-
turas en su identidad. La novela ganó el Premio Internacional de
Literatura Terra Austral 2004 en Sydney, Australia. A pesar de ese
reconocimiento a nivel internacional, es difícil encontrar reseñas o
comentarios que den una idea de la recepción del libro en Honduras.
Vanessa Rachelle López (pseudónimo Vanessa Dubón)
(1992) es también de San Pedro Sula, como Marta Susana. Aun-
que viven en la misma ciudad, no se conocen, pues Vanessa co-
menta: “No conozco a ninguna escritora de San Pedro Sula, sólo
hombres”.23 Puede ser por la diferencia de edad, o quizás por mu-
chas otras razones, pero lo más probable es que Vanessa apenas
está empezando a hacerse visible, aunque entiende la importancia

22 Zea, Ondina. Presentación del libro Bajo un mismo cielo en el programa “En Confianza”. Te-
gucigalpa, febrero 2016. youtube.com/watch?v=cPJ9VxYnq9g
23 Dubón, Vanessa. Correos electrónicos recibidos por Janet N. Gold, 1-19 febrero 2018.

518 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


hoy día de no sólo escribir, sino de saber promocionar sus escri-
tos. Afirma:

Para mí ha sido difícil, y aún lo es, promocionar mi libro,


puesto que en nuestro país la mayoría de las personas no tie-
ne ese hábito de la lectura. Lo he vendido en librerías, en la
universidad donde estudio y por mi cuenta, también haciendo
publicidad en Facebook y en mi cuenta de Instagram […]. Ha
sido difícil para mí venderlo, ya que por mi trabajo y la uni-
versidad me ha quitado bastante tiempo además de que soy
nueva en el ámbito literario. Actualmente me uní a un club
de lectura de mujeres y por motivo de tiempo no he podido
reunirme, pero ya les he mencionado que soy escritora y me
recibieron con una cálida bienvenida además de estar intere-
sadas en mi obra.

Sus observaciones tocan las realidades que las jóvenes escrito-


ras tienen que enfrentar, a saber: el poco tiempo disponible cuando
una tiene que dividir su tiempo entre estudiar, trabajar, quizás ayu-
dar con responsabilidades familiares; el escaso apoyo para las artes
literarias, aun en las universidades; los múltiples medios de comuni-
cación que una debe saber manejar para compartir su mensaje o su
perfil o su obra con el público y la importancia de conectarse con
grupos literarios ya establecidos para recibir su apoyo.
Lucila empezó a hacerse visible con la ayuda del muy cono-
cido Froylán Turcios, quien le publicó sus cuentos en sus revistas.
Paca trabajó con su marido, Adolfo Miralda, y juntos dirigieron
imprentas y fundaron revistas. Argentina envió su novela Peregri-
naje a un concurso prestigioso y el ganar un premio internacional
fue el comienzo de su visibilidad en ámbitos culturales. El éxito
de Marta Susana se debe, en parte, según ella, al surgimiento de
actividad literaria de grupos de jóvenes en San Pedro Sula, que
emergió del entorno de los Departamentos de Letras de las varias
universidades, particularmente del curn (Universidad Nacional
Autónoma del Valle de Sula). Al respecto afirma:

Yo fui muy afortunada de pertenecer a un grupo que en la dé-


cada del año 2000, dio un fuerte impulso a lo literario, donde

Las escritoras de Honduras: una historia propia 519


surgieron nuevas voces, entre las cuales, yo misma me consi-
dero. En 1999 publiqué Melodía de silencios, en el año 2002 el
libro de cuentos Animalario, y en el 2005 mi primera novela
histórica Memoria de las sombras.24

El subsiguiente reconocimiento de la Casa de las Américas


contribuyó a su actual visibilidad. Estando en España, Ondina se
atrevió a mandar su manuscrito a varias editoriales, a presentarse a
editores y promocionar su historia hasta encontrar una editorial
interesada en publicarla. Denia Nelson mandó su manuscrito a
un concurso donde fue bien recibido, pero no ha sabido hacerse
más visible en los círculos literarios de su país. Vanessa publicó su
primera novela, Una carta a Cupido (Guaymuras, San Pedro Sula,
2015), a los 23 años, que ella describe como comedia-romántica.
Reminiscente de las populares telenovelas, tiene varios elementos
atractivos para los y las aficionados a ese género, por ejemplo:
una mujer de carácter independiente, profesional, pero que siente
cierto vacío en su vida emocional; la llegada inesperada a su vida
del hombre guapo y rico; el viaje a un país exótico y romántico;
en fin, varios elementos románticos y una serie de tragedias que
terminan enriqueciendo su vida, hasta el final feliz. En 2018 en-
vió a un concurso en Madrid su novela de corte juvenil, Trickfrell:
Una mágica aventura, una combinación de fantasía y romance. Tie-
ne planeada la próxima publicación de una novela de suspenso
titulada Skarlleth: Memorias de una asesina y su secuela, Skarlleth: La
última venganza.
Como Vanessa, ¿habrá más jóvenes con novelas por escribir,
o novelas ya escritas, esperando la oportunidad para compartirlas
con el público? Esperamos que sí, y que encuentren la manera no
sólo de publicarlas, sino de hacerlas visibles; y que Johanna Burgos,
por ejemplo, robando tiempo de sus muchas actividades culturales y
editoriales logre terminar su novela Zarabanda, narración fantástica
que recrea los orígenes culturales de los lencas ancestrales.

24 Prieto, Marta Susana. Correo electrónico recibido por Janet N. Gold, 7 de abril de 2018.

520 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El peligro de ser visible

Aunque enfatizamos la visibilización al concebir una historia de


la literatura de mujeres, reconocemos que ser visible puede ser
un deseo que se convierte en pesadilla para una periodista. En el
caso de Honduras, país que ha tenido una historia afectada por
colonialismo, imperialismo, intervenciones extranjeras en asuntos
nacionales, revoluciones, golpes, militarismo, dictaduras y abusos de
derechos humanos, el oficio del verdadero periodismo, es decir,
el deber de investigar y reportar los hechos de manera honesta
y transparente, de escribir con claridad y soltura, es una noble y
peligrosa profesión. Una de las precursoras en ejercer el periodis-
mo antes de que se profesionalizara en Honduras fue Visitación
Padilla (1882-1960), quien destacó por sus vigorosos escritos en
defensa de la soberanía nacional. Sus artículos y opiniones polí-
ticas aparecieron en varios periódicos y revistas en las primeras
décadas del siglo xx y ella logró difundir sus sentimientos anti-
imperialistas con sus frecuentes colaboraciones en el Boletín de la
defensa nacional, diario fundado por Froylán Turcios en 1924 para
protestar por la presencia de fuerzas militares estadounidenses
en Tegucigalpa.25 En sus artículos exhortaba a la ciudadanía de
la capital a firmar el libro de protesta y poner de manifiesto su
patriotismo; elogió en particular a las mujeres que lo habían fir-
mado. Entre sus numerosas actividades políticas y culturales, fue
columnista para el periódico El Nacional y fundó la Sociedad Cul-
tural Femenina, organización que se dedicaba a la alfabetización
de mujeres trabajadoras.
Aunque la mayor parte del periodismo se publica en diarios
y otras publicaciones periódicas, el periodismo investigativo, resul-
tado de pesquisas, entrevistas, lecturas y experiencias personales,
a veces merece ser libro, como fue el caso de La jornada épica de
Castillo Armas vista desde Honduras (Tegucigalpa, 1955) de Emma
Moya Posas (1910-1991).
En 1965 se fundó la Escuela de Periodismo en la Universi-
dad Nacional Autónoma de Honduras de donde, en 1978, se gra-

25 La Editorial Guaymuras publicó, en 1980, una amplia selección de las colaboraciones apareci-
das en los 31 números del Boletín.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 521


duó María Luisa Membreño, quien, después de cursar el doctorado
en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense en
Madrid, fundó la revista PRISMA, que circuló de 1985-c. 1993, con
entrevistas y artículos sobre política y cultura, de alcance tanto
nacional como internacional.
En las últimas décadas del siglo xx y hasta el presente, hay
cada vez más mujeres que se dedican al periodismo. Algunas repor-
tan y opinan en el área cultural, como Elsa Ramírez, Samaí Torres y
Vilma Castillo, otras escriben crítica literaria y análisis cultural, como
Sara Rolla, mientras otras informan al público sobre cuestiones de
urgencia nacional. Las escritoras que hacen reportaje investigativo
sobre temas y situaciones que tocan los intereses creados de polí-
ticos y compañías internacionales corren el riesgo de ver bloque-
dos sus esfuerzos de buscar información, de ser censuradas por el
gobierno o de perder su trabajo. Es cada vez más común recibir
amenazas de muerte. Sería comprensible si los asesinatos de las co-
nocidas activistas ambientalistas Jeannette Kawas en 1995 y Berta
Cáceres en 2016 les sirvieran de escarmiento a las periodistas; sin
embargo, hay algunas que valientemente no han dejado de publicar
los resultados de sus investigaciones de corrupción, impunidad y
abusos a los derechos humanos. Podemos aseverar que toda mujer
que escriba y publique la verdad en Honduras hoy día tiene que ser
valiente, pero nos parece justo reconocer el valor excepcional de
mujeres como Dina Meza y Wendy Funes.
Dina Meza, periodista y defensora de derechos humanos,
presidenta de PEN Honduras, organización que aboga por la liber-
tad de expresión, corresponsal de Reporteros sin Fronteras, escribe
la columna “Between Bullets and Censorship” para la revista en
línea Samsonia Way, foro para la literatura, la libertad de expresión
y la justicia. Ha recibido numerosos premios, entre ellos los pre-
mios mundiales Amnistía Internacional “Periodismo bajo amena-
za 2007” y Oxfam “Libertad de Expresión 2014”. Fundó el medio
de comunicación en línea Pasos de Animal Grande en 2013, debido
a constantes amenazas a ella y su familia, para ayudar a los perio-
distas, trabajadores de los medios de comunicación y los grupos
vulnerables de Honduras (jóvenes, mujeres, indígenas y personas
lgbti) a ejercer su libertad de expresión y documentar los abusos de
derechos humanos. Dice que sus esfuerzos tienen sus raíces en “la

522 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


visión de Honduras como un país donde la democracia y el respeto
a los derechos humanos –incluida la libertad de expresión, la justicia
y la igualdad– son disfrutados por todos y todas”.26
En 2017, Wendy Funes ganó el premio “Escribir sin Miedo”
de Pen Canadá y Pen Honduras por su ética y compromiso con la
profesión y también fue galardonada con el premio Nacional a la
Comunicación 2017 de la Tribuna de Mujeres en la categoría de
mejor reportaje escrito. En 2018 la organización londinense Index
on Censorship le confirió el Premio Internacional Libertad de Ex-
presión al decir que regularmente arriesga su vida por su derecho
a informar sobre lo que está sucediendo en el país. Al aceptar el
premio, Wendy dijo que ha aprendido que

el mejor método de combatir la censura era a través de la pa-


labra, y a pesar de que algunas puertas le fueron cerradas, se
[me] abrieron otras a otro tipo de periodismo más humano,
menos comercial y más riguroso. El tipo de periodismo que
investigaba y que hacía una pausa en cada palabra, el que no
proclamaba la imparcialidad pero que buscaba la verdad […].
En resumidas cuentas, hay tantos cuentos que contar. Tantos
cuentos que la prensa está censurada de contar.27

Dina y Wendy no son las únicas y no están solas. Sus repor-


tajes han sido reconocidos con premios, tanto nacionales como
internacionales, pero las mujeres para quienes el escribir significa
relatar para que sus lectores tengan acceso a la verdad, revelar,
descubrir, llamar las cosas por su verdadero nombre y vivir con el
miedo y arriesgarse hasta la vida, constituyen una constelación nu-
merosa. Nombramos algunas: Claudia Mendoza, Dunia Montoya,
Patricia Murillo, Thelma Mejía López, Vilma Gloria Rosales, Olga
Iris Mencía, Ana Elsy Mendoza, Miriam Mercado Gutiérrez y
Lucila Funes.
Es de suponer que algunas jóvenes escritoras seguirán el
ejemplo de sus precursoras en la práctica de un periodismo real-

26 Meza, Dina. Sitio web: pasosdeanimalgrande.com/index.php/en/quienes-somos1.


27 Funes, Wendy. Sitio web: pasosdeanimalgrande.com/index.php/en/contexto/item/2103-perio-
dista-wendy-funes-ganadora-de-premio-libertad-de-expresion-2018-de-index-on-censorship.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 523


mente profesional. Ya tenemos el ejemplo de Amada Esperanza
Ponce, poeta y cofundadora, desde el Comité por la Libre Ex-
presión, de una red de defensoras del libre ejercicio del periodis-
mo y quizás haya otras capacitándose ahora, gracias en parte al
movimiento Educación Popular y las iniciativas de la Universidad
Clementina Suárez, una organización sin fines de lucro que, desde
2015, promueve un modelo de educación popular a nivel supe-
rior. En 2018 se anunció un nuevo diplomado en Comunicación,
Política y Educación que trata temas como derechos humanos,
periodismo, pedagogía y feminismo a través de foros con un equi-
po de personajes destacados en esas áreas. Según el periódico en
línea El Libertador, “La ucs, es una de las pocas instituciones que
ha estudiado el fenómeno comunicativo de las redes, desde su ini-
cio en 2015 habló del Periodismo 2.0, que durante la última crisis
electoral, asumió el papel que la prensa tradicional dejó vacante
por fijar su línea editorial al oficialismo”.28

Narrando realidades compartidas

Una constelación afín al periodismo es la narrativa testimonial,


una forma de autobiografía que tiene la intención de dar constan-
cia de la relación de la autora con movimientos sociales o eventos
que trascienden la restringida esfera doméstica o exclusivamente
personal. En 1981, la Editorial Guaymuras publicó Páginas de lucha,
extractos de dos de los libros testimoniales de Graciela García
(1895-1995), amiga y vecina de Visitación Padilla. El primer li-
bro, Páginas de la lucha revolucionaria en Centroamérica, publicado en
México en 1971, es un tratado que se enfoca en el carácter y las
actividades de las luchas políticas del istmo en los años veinte y
treinta, donde escribe, explica y analiza sus logros, fracasos, erro-
res y triunfos. En el segundo libro, En las trincheras de la lucha por el
socialismo, publicado también en México, en 1975, la autora nos ha-
bla más de sí misma. Comparte detalles de su infancia, su familia,
su matrimonio, pero siempre dentro del contexto de su militancia
revolucionaria. Graciela Amador nació en El Salvador en 1895 y

28 http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/2859-universidad-popu-
lar-hondurena-inicia-clases-manana.

524 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


se trasladó a Honduras en 1915, donde se casó con el hondureño
José García. Unos años después, se afilió con el naciente Partido
Comunista de Centroamérica y empezó a participar como activis-
ta, organizadora popular, maestra y escritora en el movimiento para
efectuar cambios políticos y culturales en Honduras. Residió en
México desde 1946 hasta su muerte en 1995. Fue en México que
Rina Villars visitó a Graciela en su casa por más de dos años y con-
dujo extensas entrevistas con ella, las cuales transcribió y comentó.
El resultado de esas conversaciones es Porque quiero seguir viviendo…
habla Graciela García (Guaymuras, Tegucigalpa, 1991), una narrati-
va amena que integra biografía, autobiografía, testimonio e histo-
ria, notable no sólo por las obvias razones de haber concretizado
una época histórica caracterizada por la represión y la censura y
por haber llenado unos huecos de silencio con los recuerdos de
primera mano de una lúcida y comprometida participante en esa
historia, sino también por el contacto entre generaciones que se
hizo vivo, simbolizado por la hermosa relación que se desarrolló
entre Graciela y Rina.29
En 1990, la Editorial Guaymuras patrocinó un concurso de
narrativas de testimonio y a los tres ganadores se les premió con
la publicación de sus testimonios. El concurso se repitió en 1993
y otros tres testimonios resultaron publicados. Ninguno de los au-
tores era escritor profesional, pero todos habían participado en
importantes eventos de la historia hondureña, que de otra manera
tal vez no hubieran podido dejar una constancia escrita de sus
experiencias que enriquecieron los anales de la historia y la cultura
nacional. Entre los testimonios publicados estuvieron La promesa,
de Doris Hernández, que cuenta las experiencias de una mujer que
desde niña se prometió a sí misma que trabajaría para erradicar el
analfabetismo en Honduras, y Mujeres contra la muerte de Liduvina
Hernández, entonces presidenta del Comité de Familiares de De-
tenidos-Desaparecidos (cofadeh).30
29 Villars, Rina. Porque quiero seguir viviendo… habla Graciela García. Guaymuras, Tegucigalpa, 1991. Para
un análisis de la relación entre la práctica política y los escritos de Graciela García, véase: Villars,
Rina. “Discurso como práctica política en la vida de Graciela García”, en Gold, Janet N., Volver a
imaginarlas: Retratos de escritoras centroamericanas. Guaymuras, Tegucigalpa, 1998, pp. 310-328.
30 Estos dos testimonios fueron publicados por Guaymuras, La Promesa, 1991, y Mujeres contra la
muerte,1993.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 525


El testimonio de Doris Hernández, La promesa, comienza
con la dramatización de su despertar a lo que sería la fuerza moti-
vadora de su vida: tenía siete años y estaba sentada en las piernas
de su abuela cuando llegó una vecina con una revista que quería
enseñar a la abuela. Es cuando se dio cuenta de que su abuela,
“aquella mujer tan inteligente, tan práctica, tan astuta y tan sen-
sible a los problemas de los demás no sabía leer” (108). Al pre-
guntarle por qué, su abuela le da su primera lección en el sexismo,
repitiendo las palabras de su propio padre: “A estas mujeres no
hay que ponerlas en la escuela, porque sólo aprenden para después
irse de la casa. A lo que hay que enseñarles es a lavar, a planchar, a
cocinar y a cuidar cipotes, para que después puedan atender bien
al marido y a los hijos” (108). Esa revelación la motivó a tomar la
decisión de dedicar su vida “a trabajar porque a muchos hombres
y mujeres de este país no les pasara lo mismo que lo pasó a mi
abuela” (109). Intercalados con las lecciones que ha aprendido en
su labor educativa entre los campesinos hondureños, encontra-
mos núcleos narrativos y revelaciones íntimas, contados con tono
conversacional, aunque cuando habla de sus actividades políticas
suele emplear un estilo y un vocabulario formales y teóricos.
En el relato testimonial de Liduvina Hernández, Mujeres con-
tra la muerte, vemos una vida estructurada con base en y percibida
por la óptica de la familia y de los seres queridos. Para doña Lidu-
vina, la injusticia sufrida por sus hijos llega a ser la suya. Nos cuen-
ta de su vida de mujer pobre, madre de nueve hijos, abandonada
por su marido, de la lucha diaria por proveer a sus hijos, de las pe-
nas y alegrías de verlos crecer. Cuando su hijo Enrique, activista en
el movimiento sindicalista, fue desaparecido, ella se dedicó a hacer
todo lo posible para que se lo devolvieran: habló con periodistas y
abogados, protestó y con otras mujeres ayudó a fundar el cofadeh,
organización de la que llegó a ser presidenta. Se hace explícita
la doble naturaleza de su testimonio –subjetiva y representativa–
cuando dice: “Lo que a mí me ha pasado lo sufren todas las ma-
dres de desaparecidos. Creemos ver el hijo perdido en todas par-
tes; aquel de jeans puede ser Quique; el borrachito tendido en una
calle, hay que ir a verle la cara, puede ser el desaparecido; éste que
entró al bus: ¡cómo se parece! ¡Qué tortura, Dios mío!” (61). La in-
justicia experimentada como una agonía visceral le inspira a dedi-

526 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


carse a luchar contra ello, mientras el vínculo umbilical la mantiene
fuertemente atada a su realidad. Su dolor, muy personal e íntimo,
la conduce a la actividad colectiva y trascendente de denunciar la
injusticia. Dentro de su organización, adquiere las dimensiones del
individuo cuya identidad abarca la colectividad: “No puedo ser yo
misma, las otras, mis hermanas, me fueron formando […]. Aquí
nadie toma las decisiones en forma individual, decidimos todas
[…]. Hicimos una gran familia, eso es cierto” (30).
El testimonio de Elvia Alvarado, Don’t Be Afraid, Gringo, a
diferencia de sus contrapartes, ha sido publicado solamente en
inglés.31 Se trata de la historia de una mujer de clase rural trabaja-
dora que destaca como líder del movimiento de derechos agrarios.
Medea Benjamin, del Instituto de Políticas de Alimentación y De-
sarrollo (Institute for Food and Development Policy) entrevistó a
Elvia y fue luego responsable de la transcripción y traducción al
inglés, así como de su publicación para una audiencia internacio-
nal. Desafortunadamente, este testimonio no ha sido publicado en
español; no obstante, representa una valiosa contribución para la
literatura testimonial de mujeres de Honduras.
Una narrativa autobiografía-testimonio más reciente es Mar-
ta, la de la López: Así aprendí, así desaprendí, de Virginia Marta Velás-
quez.32 Es la historia de una mujer luchadora. Con apenas tres años
de escuela, pero con inteligencia, energía y creatividad, se lanzó a la
vida. Además de ser esposa y madre, de lavar ropa ajena y vender en
la calle, ha participado en partidos políticos, círculos de estudio, to-
mas de tierra, cooperativas y organizaciones feministas. Su historia
es inspiradora, contada con ojos abiertos a la realidad de ser mujer
y pobre en Honduras, con entusiasmo por la vida, con ganas de
seguir viviendo y aprendiendo. Concluye su historia con estas
palabras, tan oportunas para esta historia de la literatura de mu-
jeres hondureñas:

31 Benjamin, Medea (editora y traductora). Don’t Be Afraid, Gringo: A Honduran Woman Speaks from
the Heart (The Story of Elvia Alvarado). The Institute for Food and Development Policy, San
Francisco, CA, 1987.
32 Velásquez, Virginia Marta y Melissa Cardoza. Marta, la de la López: Así aprendí, así desaprendí. Red
Nacional de Defensoras, Tegucigalpa, 2017.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 527


Hacer este libro es parte de un sueño. Eso de que tan poco
escribimos las mujeres y poco se escribe sobre nosotras las
pobladoras, entonces seguro van a haber memorias de di-
rigentas feministas reconocidas, profesionales, pero noso-
tras las menos famosas, no. A Berta le faltó escribir, tantas
memorias de esa mujer, dejó grabadas algunas cosas, pero
cómo nos gustaría tener un libro sobre ella.33 Yo siempre he
querido escribir para la memoria de las que vienen. A veces
cuando una lee libros de mujeres piensa cómo nos hubiéra-
mos dado cuenta de la vida de esas mujeres si no hubieran
hecho un libro, mujeres campesinas como Margarita Murillo,
asesinada, o María Luisa que ha hecho montones de cosas,
tienen que quedar estas memorias. Tenemos que hacer un
alto para escribir nuestras memorias porque no estamos per-
mitiendo la construcción de lo que hemos venido haciendo.
Yo me dije: yo voy a hacer un alto. O tal vez es algo de la
edad, porque a los 68 años a una se le van olvidando cosas. Y el
peligro en que estamos de desaparecer en cualquier momento.
¿Quién va a decir por nosotras?
Sólo nosotras (84).

La escritora que colaboró con Virginia Marta Velásquez


en su historia, Melissa Cardoza, también publicó Trece colores de la
resistencia hondureña (Editorial DEI, San José, Costa Rica, 2011).
Descrito como “literatura solidaria”,34 son trece relatos-encuen-
tros, recuerdos recreados en diversos estilos, de los días apasiona-
dos en las calles cuando miles de hondureños salieron a protestar
contra el golpe de 2009. Son encuentros con una diversidad de
participantes que forman un collage de caras y voces. El libro ha
sido traducido al inglés y al italiano, y Melissa y la cantautora Karla
Lara (1968-) hicieron una gira en 2017 a varios centros culturales y
universidades en eua para hablar del libro y de la resistencia.

33 Se refiere a Berta Cáceres (1971-2016), líder indígena lenca y activista del medio ambiente,
asesinada en 2016.
34 Martínez Toledo, Yanet. “Reseña de Trece colores de la resistencia hondureña”. DEI Revista Internacional
de Pensamiento Político, I época, vol. 9, 2014, pp. 463-468.

528 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La poesía cantada

Karla Lara es una querida y reconocida artista musical. Empezó


interpretando canciones con el grupo Rascaniguas a los 16 años,
ha cantado con varios grupos en Honduras y otros países, ha for-
mado conjuntos y en 2017 salió su cuarto disco y el primero en
el que interpreta sus propias canciones: Cuando las palabras.35 Las
letras de sus canciones son poemas que “reivindican al pueblo y a
las mujeres luchonas”, como Clementina Suárez y Berta Cáceres.
“Que corra el río” se refiere a la lucha de Berta, del pueblo lenca
por proteger el río Guadalcarque de la explotación, lucha que le
costó la vida y que tanto Karla como muchas otras mujeres han
prometido no olvidar y seguir cantando y escribiendo hasta que se
haga justicia contra la impunidad.
La relación entre poesía y música es íntima y profunda.
Como asevera la poeta y cantautora Venus Ixchel Mejía (1979-):
“No podría haber música sin poesía; la poesía tiene más senti-
do con la música”.36 Venus es poeta, cantautora, cofundadora de
la Editorial Ixchel, docente en la unah y maestra de educación
musical. Ha sido voz en un programa radial y participante en el
taller literario Barrio Lindo y en festivales culturales en México y
Centroamérica. Sus dos poemarios, Ad Líbitum y Venus [in]Victa
revelan una voz a ratos espiritual, a ratos sensual; una voz de mujer
sensible y fuerte, amante y madre, crítica de la sociedad, solidaria
con la lucha por una sociedad de paz y justicia para todos y todas.37
Otra cantautora cuyos poemas se cantan y cuyas canciones
son poemas es Sayda Bulnes (1981), artista multifacética que se
perfila como soprano del metal y trovadora en resistencia. Trabaja
con niños autistas y practica la musicoterapia. En 2016 ella y An-
tonieta Máximo, poeta y gestora cultural hondureña que vivía en
Nueva York, organizaron en San Pedro Sula el concierto “Hondu-
ras es música con aroma de mujer” para celebrar el Día Interna-
cional de la Mujer y sensibilizar a través de la música. Otro evento

35 centroamericanto.net/2008/12/09/karla-lara-honduras.
36 Mejía, Venus Ixchel. Presentación del poemario Ad Libitum, Editorial Ixchel, Tegucigalpa,
2012, 18 de octubre de 2012. Véase: youtube.com/watch?v=fIey2Jgvxhw.
37 Ad Libitum, Editorial Ixchel, Tegucigalpa, 2012 y Venus [in]Victa, Editorial Ixchel, 2016.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 529


cultural parecido se llevó a cabo en Nueva York en 2017. Se puede
apreciar algunas de las canciones de Sayda en YouTube, entre ellas
su distintiva “Guitarra que nunca mientes”, que explora la relación
muy personal que puede existir entre una artista y su instrumento,
en este caso, su guitarra es combatiente, confidente y compañera.
Mención especial merece la poesía en las canciones de las
mujeres garífunas de Honduras, resultado hermoso de la inte-
gración de ritmos, voces y palabras que narran vivencias a la vez
ancestrales y actuales, como esta composición de Marcelina Fer-
nández Gulty, “Luwübüri Sigala” (Las colinas de Tegucigalpa):

He caminado por las colinas de Tegucigalpa después de mi


desgracia
He llorado y buscado pero no encuentro a mi gente
Vine en busca de mi gente
Querida Santa Patrona de mi país, protégeme por lo menos
hasta el amanecer, entonces me iré.38

Ésta es una composición original, aunque muchas de las


canciones de las mujeres garífunas tienen origen en la tradición
oral; son anónimas, pero cada cantante las interpreta con su estilo
personal. Las cantan en ceremonias religiosas o simplemente para
acompañarse en sus labores diarias.

Maestras y mucho más

“If you have knowledge, let others light their candles in it”.
Si tienes conocimientos, deja que otras enciendan sus velas en su luz.39
Margaret Fuller

Es imposible recorrer la historia de la escritura de mujeres de


Honduras y no encontrar la presencia de educadoras. ¿Será por-
que la vocación de educadora es, en tantos aspectos, consecuen-

38 Traducción nuestra de la versión en inglés de esta canción en el disco compacto Umalali, Sto-
netree Records, 2008.
39 Margaret Fuller (1810-1850), escritora y feminista norteamericana. Traducción nuestra.

530 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


cia natural del papel materno de enseñar, nutrir y guiar? ¿Será
porque las mujeres con inclinación a las letras tuvieron pocas
oportunidades diferentes de ejercer y desarrollar sus talentos li-
terarios? ¿Será porque hay tanta necesidad de buenos materiales
didácticos que las maestras tomaron la iniciativa de crearlos? Las
maestras han enseñado a sus alumnas las artes de leer, escribir y
redactar; han corregido sus ensayos y les han animado a enviar
sus escritos a concursos; han escrito libros de historia y geografía
para usar en las aulas; han publicado poesía y cuentos infantiles.
Y muchas maestras, además, han sido creadoras de su propia
literatura.
Es probable que muchas mujeres nacidas a finales del siglo
xix o comienzos del siglo xx, además de poesía y cuentos, escribie-
ran literatura infantil, quizás como material didáctico para usar con
sus estudiantes de primaria, pero como la literatura infantil y para
jóvenes no ha sido reconocida por sus propios méritos y típica-
mente no aparece en diccionarios de la literatura nacional, es pro-
bable que se haya perdido y ahora sea de difícil acceso. Volvemos
a mencionar a algunas de las primeras maestras en las escuelas pú-
blicas de Honduras, mujeres que no sólo alfabetizaron a las prime-
ras generaciones de niñas que tuvieran acceso a la educación, sino
que escribieron libros para instruirlas y deleitarlas. Visitación Pa-
dilla, “la maestra Choncita” (1882-1960), Azucenas; Ángela Ochoa
Velásquez (1886-1969), Mensaje a los niños de mi tierra, cancionero
infantil con música de Ignacio Galeano (Tegucigalpa, 1949); Ma-
ría Luisa Herradora Alcántara (1887-1973), fundadora del Colegio
Sagrado Corazón, Tegucigalpa, Geografía económica universal (Cabaut
y Cía, Editores, París, 1931).
Entre las referencias que hemos encontrado a lo largo del
siglo xx, es impresionante el número de textos escolares aptos para
todos los niveles y materias, desde libros de lectura para los prime-
ros grados hasta libros para la enseñanza de matemáticas, química
y farmacotécnia. Vemos que las mujeres también han escrito li-
bros sobre psicología infantil para maestros y maestras, padres y
madres. Y mujeres que llegaron a ser especialistas en materias de
importancia cívica han publicado libros valiosos de gran utilidad
para el público, como el ejemplo de Carmen Fiallos (1925-2016)
con sus varios libros sobre historia y geografía, entre ellos Conozca

Las escritoras de Honduras: una historia propia 531


Honduras (Tegucigalpa, 1982). Algunos ejemplos de literatura in-
fantil que encontramos incluyen de Isabel Laínez de Weitnauer,
Vida infantil, Cuentos para niños (Tipografía Aristón, 1932) además
de dos libros de lectura para primer grado: Edad feliz (1949) y Pri-
mavera (1951); de Graciela Rodas Collart, Vocecitas de cristal (poesía)
(Imprenta Cultura, Tegucigalpa, 1974); y de Aída Castañeda de
Sarmiento, De la tierra al cielo (cuentos infantiles) (México, 1987).
Sendas infantiles de la poeta Adylia Cardona (1926-1991) está dedi-
cado a “mi pequeña Lila”. Entre los poemas y prosas en ese libro
hay una misiva conmovedora, “Carta para Papá”, de una niña que
quiere saber: “¿Por qué no vienes, Papá?”, que nos hace recordar
que, por dulces que sean los cuentos y poemas de la vena tradicio-
nal de literatura infantil, los niños a menudo cargan el peso de los
dolores de los adultos que los rodean.
En 1903, nació en Tegucigalpa Mercedes Agurcia Mem-
breño, maestra de música y danza de incontables estudiantes de
esas artes hasta poco antes de su muerte en 1980. Pasó dieciocho
años en Costa Rica, donde fundó el Teatro Infantil de Costa Rica.
Cuando regresó a Honduras en 1951, a instancias del presidente
Ramón Villeda Morales, dirigió la Casa de la Cultura y organizó el
Teatro Infantil de Honduras. Escribió Radio teatro infantil y Tirantes
azules (Imprenta La República, Tegucigalpa, 1968), una colección
de doce obras de teatro infantil, la mayoría fantasías musicales. En
homenaje a su querida maestra, unas alumnas suyas compilaron
sus obras y publicaron El sueño de Mercé (Secretaría de Cultura, Arte
y Deportes, Tegucigalpa, 2008), con un retrato cariñoso de “Mer-
cé”, “Un día en el Teatro Infantil”, de Sara Back, una ex alumna.
Medio siglo después, nace otra mujer con una dedicación al
teatro, a los niños y a la enseñanza, parecida a la de su predecesora
por su infatigable devoción a las artes y por sus múltiples talentos
artísticos y literarios, pero con un enfoque muy diferente. Mirian
Sevilla Rojas (1955-) organizó, en 1981, el Grupo Teatral Danli-
dense para adultos y luego fundó, también en Danlí, en 1985, el
Teatro Infantil y el Teatro de Títeres, ambos de la Escuela Manuel
de Adalid y Gamero, donde trabajaba como bibliotecaria. A lo
largo de los años ha escrito numerosas canciones, cuentos y poesía
para niños y obras de teatro tanto para niños como para adultos.
Su primera obra, publicada en 1995 por la Secretaría de Educación

532 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Pública, es un texto escolar, Cuentos y lecturas dialogadas, una colec-
ción de 19 textos, cada uno con una clara lección moral o cívica y
cuyos personajes son niños o animales. En 2005, Mirian publicó
Teatro infantil, una colección de doce obras escritas por ella y pre-
sentadas por sus estudiantes del Teatro Infantil para un público
adulto, las cuales se han presentado en Danlí, en otras ciudades
de Honduras, como San Pedro Sula y Tegucigalpa, y en otras ciu-
dades de Centroamérica cuando han participado en festivales de
teatro. Una de sus obras que ha llamado mucho la atención del
público es “Niños y niñas de la calle”, un testimonio de la cruda
realidad que viven los niños y niñas que se hallan en esa situación.
También ha escrito obras para adultos, siempre con temas socia-
les, con títulos como “Al borde del abismo” y “Los oprimidos”.
Sus temas son violentos, feos y difíciles de enfrentar, y de acuerdo
con los propósitos realistas y educativos de la teatrista, el lenguaje
de sus obras tiende a ser fuerte. Eso es el caso tanto en las obras
para niños como las obras escritas para su teatro de adultos. Con
pocas excepciones, las obras de teatro de Mercedes Agurcia son
fantasías, cuentos de hadas, entretenimientos musicales. Para Mi-
rian, en cambio, el teatro es un espacio público que se debe usar
precisamente para hablar en voz alta, para declarar, describir e in-
sistir que el público escuche la verdad de lo que les rodea. Ha roto
con el esquema de que el teatro infantil sólo es para divertir; las
obras suyas son, dice ella, para reflexión.
Como artista que sigue evolucionando, sus obras más recien-
tes son adaptaciones para el teatro de obras de Lucila Gamero de
Medina, entre ellas Blanca Olmedo. No es sorprendente que el énfa-
sis en su versión de la historia de las desgracias de Blanca, la joven
heroína, está en las injusticias perpetradas y las lecciones morales
aprendidas, dejando fuera las descripciones de interiores, jardines y
otros toques románticos que suavizan la novela.
El reciente otorgamiento de premios para la literatura infan-
til es una señal de que el mercado está prestando atención a este
género literario tan importante. Este reconocimiento es un aliento
a que más educadoras y autoras se dediquen a escribir para niños
y niñas. En 2006, por ejemplo, Teresa Gallardo de Corea (1947-)
recibió el Premio Nacional de Narrativa Juvenil por Aventuras de
rana Mariana y su amiga Capuchona (Santillana, Ediciones Alfaguara,

Las escritoras de Honduras: una historia propia 533


Tegucigalpa, 2007), historia sobre una rana que vive en la costa
norte de Honduras y su amistad con una tortuga. Teresa ha edi-
tado nueve antologías de cuentos escritos por niños y niñas de
Honduras. La Editorial Guaymuras, dedicada a publicar literatura
hondureña, inició la colección Pizpisigaña, literatura infantil y ju-
venil; ha publicado, entre otros libros, dos biografías de mujeres
hondureñas, las dos escritas por María Eugenia Ramos: La niña que
nació para ser poeta (2018), una biografía de Clementina Suárez, y La
maestra Choncita (2017) sobre Visitación Padilla.
Otros títulos que enriquecen la literatura infantil hondureña
incluyen los libros de Alejandra Flores, Sobretodo (2001) y Rimas y ron-
das (2005); Aventuras de la ciudad de Alfa (2000) de Déborah Ramos;
Historias de Natalia (2015) de Elisa Logan y No hay pelo malo (2017)
de Sulma Arzu-Brown, hondureña residente en Nueva York, que
escribió este lindo libro para mostrar a su hija que el pelo viene en
muchos colores y formas y ninguno es mejor que otro.
Entre las muchas educadoras actuales que han animado a sus
estudiantes a leer más, a escribir y a crear su propia literatura, se
destacan algunas catedráticas de la Universidad Pedagógica Nacio-
nal Francisco Morazán y la Universidad Nacional Autónoma de
Honduras. Para mencionar sólo algunas, empezamos con Soledad
Altamirano (1962-), quien también es poeta. Ha publicado Cronología
de una ausencia (Pez Dulce, Tegucigalpa, 2001) y ha sido infatigable
en crear materiales y actividades para enseñar a futuras maestras y
animarlas a desarrollar sus propios talentos literarios. En sus clases
de lectoescritura, por ejemplo, las futuras maestras elaboran cuen-
tos infantiles. Una alumna suya, Sara Rico-Godoy, fue finalista en
el II Concurso Cuento Breve “Todos somos inmigrantes” (Edito-
rial Benma) con su cuento “Sueño americano”.
Melissa Merlo (1969-), colega de Soledad y actualmente asis-
tente académico cultural de la Rectoría de la upnfm, es una mujer
de múltiples talentos que ha sabido integrarlos en una práctica
cultural basada en el idioma que combina poesía, narrativa, teatro,
crítica literaria y pedagogía. Para Melissa, la literatura es un espejo
de la realidad de Honduras y ha trabajado para comunicar a sus
estudiantes que leer, discutir y analizar su propia literatura es un
camino hermoso hacia la independencia cultural. Los 16 cuentos
de su libro, El arte de esconderse (Sofos, Tegucigalpa, 2017) son un

534 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ejemplo precisamente de esa visión de la literatura como una prác-
tica conscientemente autóctona, una literatura que ama y aprecia
su propia realidad; sin embargo, no niega sus contradicciones, su
violencia ni sus problemas. Sus temas y situaciones son diversos y
reconocibles; sus personajes son estudiantes, adolescentes, abue-
las, gente viviendo en el Honduras del siglo xxi.
Anarella Vélez (1966-), además de sus numerosos aportes a la
cultura de Honduras, es también catedrática de la unah, donde im-
parte clases de historia y estudios de la mujer. Como Melissa Merlo,
ha logrado integrar sus talentos literarios en su visión pedagógica.
Yadira Eguigure (1971-) es docente en el Instituto Técnico
Honduras de Tegucigalpa, donde, entre sus proyectos culturales,
organizó una exposición de portadas de libros que demostró los
talentos artísticos de sus estudiantes. Reconoce la importancia de
un amor por la lectura en el desarrollo de una ciudadanía pensante
y creativa, pues cree que los niños y las niñas hondureños merecen
espacios para manifestar su creatividad a través de la literatura.
Lamenta la falta de apoyo del gobierno para las escuelas públicas,
muchas de las cuales no tienen bibliotecas donde se pueda leer
buenos libros. Yadira es una poeta dotada con obra dispersa en
revistas y antologías.
Para Perla Rivera (1982-), profesora de educación primaria y
media, escribir es una pasión vital: “La poesía, las letras me hicie-
ron sobreviviente, sin esto yo no podría vivir. Trato de extender
mi pasión a mis chicos en el colegio y lo sienten”.40 Ha publica-
do dos poemarios: Sueños de origami (Goblin Editores, Comaya-
gua, 2014) y Nudo (Ediciones Malpaso, San Salvador, 2017). Sus
poemas se encuentran en varias antologías y en revistas virtuales.
También escribe microrrelatos. Actualmente está trabajando un
discurso poético sobre el amor filial que explora sus raíces lencas
y españolas.
Rosario Meléndez Posas (1963-) ha sido profesora de edu-
cación media en el pequeño pueblo de Tatumbla y ahora tiene un
puesto administrativo. Reconociendo la importancia de los libros
en el desarrollo de los niños, organizó el “Círculo de Lectores”
para animarles a leer por gusto y no sólo por obligación en la es-

40 Correo electrónico a la autora recibido el 23 de enero de 2018.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 535


cuela. Escribe guiones de teatro para representar con los alumnos
y tiene cuatro poemarios inéditos, lo cual es una lástima, porque
sus poemas son breves joyas líricas, reflexiones íntimas sobre la
soledad, el amor en sus diversas manifestaciones, la naturaleza y,
sobre todo, lo inefable del espíritu. Algunos de sus poemas son
preguntas existenciales que profundizan en las alegrías y los te-
mores de la vida. Son, en su conjunto, un retrato de su mundo
interior. Dice que, siendo todavía joven, le enseñó sus poemas a
un poeta conocido, quien le sugirió usar pocos adjetivos. Terminó
destruyendo esos primeros poemas porque le daba pena mostrar-
los, aunque con el tiempo encuentra satisfacción al compartir sus
escritos, hasta montó en Facebook su página Poemas de Rosario.
Ahora puede decir: “En el verso soy libre.41
En San Pedro Sula, Déborah Ramos (1962-), desde el insti-
tuto donde imparte clases, impulsó el proyecto literario “Poemas
en los muros”, otro ejemplo de una profesora que se extiende
más allá del salón de clase para compartir su entusiasmo por la
escritura con las nuevas generaciones. Además de ser poeta, escri-
be cuentos infantiles.
Son tantas las maestras-escritoras que seguramente muchas,
quizás la mayoría, se han dejado fuera de esta breve historia. Hace
falta que se escriban más libros sobre las maestras, lo que hacen
y aportan a la cultura y al bienestar de sus estudiantes. Sara Doris
Sambula Mejía (1961-), maestra de educación básica y directora
departamental de Educación de Cortés de 2012-2014, queriendo
“visibilizar e historiar a las educadoras” de Trujillo, su ciudad natal
y “dejar un legado a las futuras generaciones”, escribió Maestras
garífunas pioneras trujillanas y sus aportes a la educación en Honduras (c.
2010), que retrata 24 maestras de Trujillo, dejando constancia de
que su labor es reconocida y apreciada.42

El legado lírico

Una mujer a quien no se puede acusar de excesiva modestia o re-


ticencia en identificarse públicamente como escritora fue la poeta
41 De su poemario inédito A voz en grito.
42 Entrevista con Sara Doris Sambula Mejía. Blog: beinggarifuna.com/blog/.

536 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Clementina Suárez.43 Por ser pionera, por su carácter tan fuerte,
por la calidad de su poesía, por su voz tan valiente, por éstas y otras
muchas razones, la figura de Clementina ha alcanzado el nivel de
leyenda en Honduras. Pero la fama que la imaginación popular le
ha conferido no debe opacar nuestra apreciación por otras poetas,
tanto sus precursoras y contemporáneas, así como sus herederas.
A continuación, tejemos un tapiz usando a Clementina como la
urdimbre y a otras poetas como hilos de varios colores en la trama.
Como la primera mujer que publicó un volumen de su
poesía en Honduras, Clementina ocupa un lugar de honor en el
panteón de las poetas hondureñas. Nacida en 1902 en Juticalpa,
Olancho, Clementina dejó su hogar y niñez privilegiada para ins-
talarse en Tegucigalpa y convertirse en poeta. Ella vivió con un
hombre sin casarse con él, tuvo dos niñas sin matrimonio y se
sostuvo trabajando como mesera en un local frecuentado por li-
teratos, ofreciendo recitales poéticos y publicando, en 1934, seis
tirajes de una revista cultural que llamó Mujer. Victoria Bertrand
nació cinco años más tarde, también en Juticalpa, y las dos jóvenes
seguramente se conocieron. El historiador José González aseve-
ra en su blog que Clementina publicó en su revista Mujer unos
poemas de Victoria, bajo el pseudónimo Alma Fiori que significa
“alma de flores”.
Los primeros poemas de Clementina, coleccionados en
Corazón sangrante (1930) y Los templos de fuego (1931), fueron los ver-
sos románticos y apasionados de una mujer joven, furiosamente
independiente y con una voluntad de hierro que luchaba contra las
rígidas normas sociales de una sociedad provinciana y patriarcal,
mujer capaz de escribir, en “Explicaciones”:

Yo tengo el sentido
del Todo en mi alma.
Soy el grito lírico
que entusiasma el Mundo.44

43 Los datos biográficos sobre Clementina son tomados de Gold, Janet N. El retrato en el espejo: una
biografiía de Clementina Suárez Guaymuras, Tegucigalpa, 2001.
44 Todos los versos citados de Clementina se encuentran en esta colección. Clementina Suárez,
Poesía completa, unah, 2012.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 537


Victoria Bertrand, quizás alentada por el ejemplo de su
compatriota, publicó su primer poemario, Nómada, en Costa Rica
en 1936. Publicó, por lo menos, un poemario más, Cantos del camino
(Santiago, Chile, 1951) y hemos visto referencia a dos inéditas: Pos-
trera eclosión y Timoneles del Caribe. Vivió en eua desde 1919, donde
estudió y fue periodista, trabajo que le permitió satisfacer su amor
por viajar, amor que se plasmó en “Nómada”, del poemario del
mismo nombre, poema de un espíritu inquieto y deseoso de ser
libre, dándose valor con sus versos:

Me aburro de la gente, las cosas, los lugares;


tengo un alma de nómada con la ilusión de andar
por el lejano mundo. . .
No quiero detenerme, no quiero definirme
quiero ser admirada, deseada, luego irme
como la primavera, siempre bella y fugaz… (Pineda de Gál-
vez 192-193).

Krishnamurti (1895-1986), un maestro carismático de la


India, fue muy popular en Centroamérica en los años treinta y
cuarenta del siglo pasado y tenemos evidencia de su influencia en
muchos escritores centroamericanos. En su poema “Krishnamur-
ti”, Victoria nos sorprende cuando, en vez de profundizar en el
mensaje espiritual del maestro, lo ve como amante cósmico:

… yo quiero
ser un lirio fragrante en tus jardines
o, en tu noche infinita, algún lucero (Pineda de Gálvez 192).

Contrastemos la sensualidad de Victoria con los versos de


“Amor cósmico” de su predecesora Ángela Ochoa Velásquez
(1885-1969), también conocida por su interés en las creencias es-
pirituales de la India:

Somos infinitesimales partículas del Cosmos,


somos átomos
perdidos en la vasta inmensidad del Todo;
un puñado de tierra,

538 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


que sin embargo puede ser mañana un astro,
y de igual modo,
una mata de nardos, o una coma… (Pineda de Gálvez 104).

Tres maneras diferentes de llegar a una comprensión lírica


de nuestro lugar en el misterio del universo. Victoria, confiada y
ensimismada, sueña con una relación a la vez sensual y mística con
el gran maestro. Ángela, humilde y modesta, halla libertad en el
acto de dejar atrás el ego. Y la Clementina extrovertida se identifi-
ca como la misma voz lírica del Cosmos.
Si no fuera por su temprana muerte –a los 45 años sufrió un
ataque cardíaco en un hotel en México–, quizás Victoria hubiera
llegado a ser también, como Clementina, una leyenda. Victoria,
hija del presidente Francisco Bertrand, la niña de una vida privile-
giada de comodidades y acceso a la educación, la mujer del trabajo
interesante y tiempo para disfrutar de su libertad; Alma Fiori, poe-
ta quien creó para sí misma una vida de amoríos y viajes, una vida
de contornos románticos, nos deja con la curiosidad de saber más
de ella. Como expresó Litza Quintana (pseudónimo de Elvia Cas-
tañeda de Machado): “Siempre en nuestro espíritu, quedó como
un hálito de leyenda o de perdidas interrogantes, después de leer
los versos exquisitos de Alma Fiori o de saber sobre sus andanzas
por los desmesurados predios de Norteamérica, algo así como un
deje de nostalgia por no haberla conocido personalmente”.45
Ángela, quien según Medardo Mejía “no salió de los ofi-
cios domésticos porque careció de medios para hacer una profe-
sión” (Pineda de Gálvez 95) y sólo cursó tres años de educación
primaria,46 empieza a enviar poemas a periódicos en 1909 con
el pseudónimo Esmeraldas. Publica un poemario Lotos y ajenjos,
con prólogo de Visitación Padilla, en 1934. Se casa, se divorcia,
es madre soltera de un hijo. En Tegucigalpa funda el semanario
pacifista Iris en 1932, en el que publica, por entregas, su novela
Tras el biombo. En 1949 publica el cancionero infantil Mensaje a los

45 Quintana, Litza. “Tránsito de Alma Fiori”. Ideas no. 10, año III, abril-mayo, 1973. Blog: escri-
toravictoriabertrand.blogspot.com/2010/12/resena.html.
46 Sitio web: curc.unah.edu.hn/voae/biblioteca/autores-comayagueenses.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 539


niños de mi tierra y el año siguiente funda el semanario Actualidades.47
¿Por qué no se convirtió en leyenda literaria esa mujer de impre-
sionantes logros para cualquier mujer, más aún para una niña con
sólo tres años de primaria, una mujer sin el apoyo de un marido,
con un hijo a cuestas? Quizás porque la poesía de Clementina ce-
lebra la libertad femenina; y la de Victoria –alma de flores, alma
de nómada– es una promesa de esa deseada libertad; mientras los
poemas de Ángela –modestos, espirituales, plenos de exhortacio-
nes moralizantes– nos recuerdan que somos falibles e imperfectos
“átomos perdidos’, “un puñado de tierra”.
La faceta erótica de la libertad femenina fue un tema que
Clementina exploró y que muchas otras poetas han tratado desde
diferentes ángulos y con distintas sensibilidades. Victoria adoptó
una postura desafiante en “Ultimátum”, regañando a su amante
por ser demasiado tímido cuando: “Yo te ofrecí el huerto/de mi
cuerpo joven de encantos cubierto”. Y le advierte que no debe
esperar, porque: “si esperas … quizá yo no quiera después” (Pi-
neda de Gálvez 296-297). Décadas después, Soledad Altamirano
le pregunta al amante ¿a qué le tiene miedo?: “A mi cuerpo de
bailarina,/a mi mirada lasciva,/a mis labios”. Le asegura que: “So-
lamente quiero/acariciar la tez/de tus ardores/y musitar/tiernas
palabras/en el membrillo/de tu piel” (29).
Clementina escandalizó a la sociedad hondureña en los años
treinta y cuarenta con la libertad con la que declamó sus poemas
sensuales, poemas que celebraron su cuerpo, su deseo sexual y el
placer que gozaba en brazos de su amante. En años recientes, al-
gunas poetas han desafiado el silencio que rodea el placer erótico
de la mujer y seguramente han escandalizado con poemas como
“Yo, pecadora” de Venus Ixchel Mejía, que declara y goza tanto de
su autoerotismo como de su tono sacrílego:

Inclino mi rostro,
cierro los ojos,

y con las manos en actitud de plegaria


me masturbo.

47 Blog: josegonzalezparedes.blogspot.com/2012/09/cronologia-de-angela-ochoa-velasquez.html.

540 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Yo, pecadora,
confieso que te he pensado.
He aquí mi cuerpo
maculado por tu ausencia…48

Igualmente escandalosos pueden haber sido los poemas de


amor entre mujeres; amor subyacente y secreto en algunas poetas;
visible y celebrado en los versos de Amanda Castro.
Estando en Cuba en el lapso de 1936 a 1937, Clementina
Suárez se sintió inspirada por el activismo político de muchos es-
critores e intelectuales cubanos, así como por reportes que llegaban
sobre la popular contienda en contra del fascismo durante la Guerra
Civil Española y como resultado su expresión poética experimentó
una profunda transformación. Veleros (1937) y De la desilusión a la
esperanza (1944) son reflejos de un despertar de conciencia ante el
sufrimiento y la injusticia de un mundo mucho más grande que su
propio mundo interior. Al encontrarse “En brazos del nuevo vien-
to”, se da cuenta de que: “Las cosas se han dado vuelta/y es crimen
hablar de estrellas/cuando hay que limar cadenas” (Veleros 255).
Este despertar al amanecer de una nueva conciencia que
Clementina experimentó en Cuba llegó lentamente a las escri-
toras hondureñas de vocación poética. A diferencia de mujeres
como Visitación Padilla, quien se dedicaba al periodismo y al
activismo, o Graciela García, “empujada por la necesidad de de-
nunciar una realidad social que a ella le pareció opresiva, así como
para llamar a los trabajadores y a las mujeres pobres a organizar-
se para transformar dicha realidad” (Villars cit. en Gold, Volver a
imaginarlas 313), las poetas contemporáneas de Clementina solían
escribir sobre temas que reflejaban el mundo más reducido del
hogar, la familia, el paisaje, el corazón femenino. Títulos como “El
Lago de Yojoa” (un tema muy popular, tratado por Josefa Carras-
co, Fausta Ferrera, Ángela Ochoa Velázquez, Paca Navas, Victoria
Bertrand y otras); “Desengaño” de Joselina Coello (1925-); “La
luz de mis anhelos” de Mirta Rinza (pseudónimo de Margarita
Romero,1914-1997), y “A Él”, de Juanita Zelaya (1908-1934), nos
dan una idea de las dimensiones de sus inquietudes.

48 En Manifiesto de la mujer lobo, Goblin Editores, Tegucigalpa, 2018, p. 23.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 541


Sin embargo, algunas poetas empezaron a expandir su re-
pertorio para incluir reflexiones sobre movimientos sociales y
políticos. Eva Thais (pseudónimo de Edith Tarríus López, 1931-
2001), por ejemplo, a quien Adaluz Pineda de Gálvez ha llamado
“la poeta de la soledad” y cuya obra se caracteriza por indagacio-
nes estéticas y metafísicas, en 1956 publicó El canto de todos, donde
encontramos estos versos:

El mañana
del artista,
de los campesinos,
del hombre humillado…
y de los que llevan
el canto de todos (Pineda de Gálvez 269).

Y mientras Clementina, Eva y otras reconocieron la mag-


nitud de los movimientos sociales de su tiempo e integraron ese
despertar en su poesía con lenguaje que tiende a lo hiperbólico
y abstracto, Ángela Valle (pseudónimo de María de los Ángeles
Cerrato, 1927- 2003) concretizó su solidaridad con un lenguaje
conversacional, como estos versos de “Tus manos”:

Tus manos que han crecido empuñando el arado


las más nobles y fuertes y cariñosas manos,
las mismas que aferran a la vida luchando,
masculinas orquídeas morenas en tus brazos …
Manos nacidas para guiar pueblos y conciencias,
las manos de mi amado, honradas y sinceras (­Pineda de Gál-
vez 238-239).

Algunas poetas más jóvenes, que vivieron las décadas difíci-


les y represivas de los setenta y ochenta, han añadido sus voces al
coro de mujeres en solidaridad con los movimientos en busca de
la justicia social y en contra de las formas represivas que quieren
silenciar la oposición. Observa con sencilla claridad María Eugenia
Ramos (1959-): “Como un norte helado y cruel,/el dolor ha caído
brutal/sobre este tiempo/y estas gentes” (Pineda de Gálvez 439);
aunque es amplia su voz y capaz en su poemario Porque ningún sol es

542 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


el último (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989) de escribir sobre
un amor cuya base es un patriotismo altruista:

Porque creo en mi pueblo


estoy en guerra.
Porque creés en tu pueblo
estás en guerra.
Porque estamos en guerra
me enamoré de tus virtudes
y vos de mis defectos (“El otro lado del mar” 31).

En los poemas de otras contemporáneas de María Eugenia,


se percibe una atmósfera de sombra, de voces silenciadas, de alas
cortadas –signos de frustración con el statu quo–. Algunos ejemplos:
Déborah Ramos (1962): “Cómo me duelen los dolores/de
mi silencio/aquel cuarto de cortinas rojas/tragándose mi miedo”
(de “Me duelen los dolores de mi silencio”, Pineda de Gálvez 476).
Amanda Castro (1962-2010): “Mejor será hablar/de otras
cosas/–cambiar–nos–el tono” (de “I”, Pineda de Gálvez 452).
Elisa Logan (1964): “Parece que está de moda/silenciar
ideas./Someterse” (de “Manías”, Pineda de Gálvez 501).
Waldina Mejía Medina (1963): “Aquí tenemos el corazón
sellado a miedo y lodo./Con el helado espanto de res en mata-
dero/y sus mismos lamentos/vemos cómo mutilan a la patria/y
asesinan sus sueños” (de “Aquí”, Pineda de Gálvez 487).
Clementina radicó en México en los años cuarenta, donde
fundó la Galería de Arte Centroamericana y en El Salvador, de
1949 a 1959, presidió su “Rancho del Artista”, un espacio úni-
co que funcionaba como galería de arte, lugar de reuniones para
escritores y artistas, y brindaba alojamiento a artistas visitantes.
Clementina reinaba como poeta y anfitriona en esos espacios. Sus
puertas se abrieron tanto para hombres como para mujeres; en-
tre sus visitas las escritoras Eunice Odio, Yolanda Oreamuno y
Claudia Lars frecuentaron o pasaron temporadas en el Rancho. El
tener un espacio donde las escritoras y artistas se sientan a gusto,
bienvenidas y cómodas, donde puedan reunirse, sentarse a tomar
un café con otras escritoras, compartir sus escritos, presentar sus
libros, es un lujo para las mujeres. El Café Paradiso de Anarella

Las escritoras de Honduras: una historia propia 543


Vélez y Rigoberto Paredes (q.e.p.d.) es un lugar en Tegucigalpa
que ha albergado numerosos eventos culturales a lo largo de trein-
ta años. Allí las escritoras son apreciadas como iguales, allí leen
sus poemas y presentan sus libros. Además, Ediciones Librería
Paradiso ha publicado libros de escritoras hondureñas, entre ellos
la antología pionera de Anarella, Sihuatán.
La maternidad ha sido uno de los temas más tratados en la
poesía de mujeres hondureñas. De hecho, según Adaluz Pineda de
Gálvez, el despunte de la poesía femenina en Honduras se marca
con una elegía a la muerte de la hija de Ana Irbazú de Guardiola,
publicada en la Gaceta Oficial en Comayagua en1865. Clementina,
por liberada que fuera, madre soltera de dos hijas, viajera incan-
sable que solía dejar a sus hijas con una vecina, escribió poemas
tiernos a sus hijas y a su madre. La relación madre-hija ha sido sa-
crosanta, por eso no deja de sorprender que poetas jóvenes tengan
la valentía de expresar emociones que muchas mujeres han expe-
rimentado, pero pocas han querido aceptar o admitir, como esta
queja de Nincy Perdomo, de su poemario Sangre y ceniza (1987).

¿Cuándo me validará ante vos, madre?


¿Cuándo me dirás, Sos libre,
Ya no quedan grilletes,
Seguí tu camino? …
¿Cuándo aceptarás sin ningún dolor
que no soy tu reflejo? (De su poemario Sangre y ceniza. Sub-
versiva, 2013).

Clementina jamás perdió su deleite de sentirse atractiva a los


hombres y le gustaban las atenciones del sexo opuesto, pero mantu-
vo una actitud crítica hacia el machismo y llegó a creer en la posibi-
lidad de una relación amorosa basada en el respeto mutuo y el ideal
compartido de igualdad y justicia. En 1957, el ministro de Cultura
de El Salvador publicó su obra premiada Creciendo con la hierba, un
solo poema largo dividido en ocho secciones que encierra una sú-
plica al amante de la poeta para que se vuelva su camarada. Como
ella, otras poetas han explorado las posibilidades de la pareja que
es a la vez amante y compañero(a). En 2004, cuando la Asociación
Mujeres en la Artes e Ixbalam Editores organizaron “Jornadas para

544 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


las Mujeres” para celebrar el Día de la Mujer de manera inclusive,
Amanda Castro facilitó un taller de poesía, “Género e Identidad”,
en Casa de la Cultura de Olanchito. Raquel Rosales, participante en
el taller, escribió un poema que hace eco de la llamada de Clementi-
na a que su compañero evolucione y la trate con dignidad:

Te propongo
te propongo
tomarnos un café
en silencio, con olor
a poesía y mujer.
Te propongo
hablar un rato,
sin hogueras que acaben
con mis ideales,
ni golpes que callen mi voz
sin rejas que atrapen
mi raza, mi credo, mi edad.
Te propongo la igualdad (Castro, Jornadas 67).

En 1958, de regreso a Honduras, Clementina publicó Canto


a la encontrada patria y su héroe, otro poema largo, dividido en trece
secciones, una composición verdaderamente revolucionaria, en
la cual redefine patria y patriotismo, y adopta personalmente su
postura en esta tierra recién concebida, como mujer, poeta, y hon-
dureña. Honduras, la patria, ha sido y sigue siendo un tema muy
importante para las escritoras hondureñas.
Ángela Ochoa Velásquez (1886-1969), Olimpia Varela y Va-
rela (1899-1986) y Paca Navas de Miralda (1883-1971) cantaron la
esperanza y la promesa de una patria en unión con toda Centroa-
mérica, una patria grande, el panamericanismo, una visión utópica
de paz y hermandad entre los países hispanohablantes.
Ángela Valle (1920-2003) entabló una tierna comunicación
con su patria: “Con amorosa mano palpo tu cuerpo,/oh, dulce pa-
tria esquiva./Tú estás recostada/sobre mi corazón, y aviva tu amor/
mi canto solitario” (“¡Oh Patria esquiva!”, en Pineda de Gálvez 230).
Joselina Coello del Castillo (1925-) celebró su patria con un
lirismo sentimental: “Honduras…/tierra de sonoros vientos/sin

Las escritoras de Honduras: una historia propia 545


vendavales mezquinos,/tierra cubierta de maizales/y brazos abier-
tos al porvenir” (“Mi tierra de septiembre”, en Pineda de Gálvez
350-351).
Implícita en “Cómo te amo patria” de Eva Thais se halla la
desilusión con el presente de Honduras, pero se le perdona todo
con esperanza y ternura: “Que presiento tu progreso futuro./ Que
al momento tú no eres tú,/ que es otro tu destino,/solitaria en
busca de ti misma” (Pineda de Gálvez 272-3).
Para Litza Quintana (1932-2014), su patriotismo abarca una
celebración del mestizaje: “Tú estás en el pigmento de mis brazos
… mestiza hemoglobina dilatada … le digo al mundo:/¡Aquí ten-
go la Patria!” (Pineda de Gálvez 307-309).
Amanda Castro (1962-2010) enraizó esa conexión entre la
poeta y la patria en el pasado e hizo de su experiencia individual y
subjetiva, una sola con Honduras: “Este hondo/sufrimiento tuyo/
se me enreda en las manos […] Crecimos juntas […] Quiero que-
darme en vos/como cuando todo era simple … Todavía no en-
tiendo/lo que me entre-tiene aquí/¿vos?/¿la de los sueños?/o este
terrible horror de verte morir/o la simple confianza/de saber que
nunca vas a irte/de saberte aquí adentro” (Poemas de amor… 63-67).
La poeta garífuna Xiomara Mercedes Cacho Caballero (1968-)
ve la patria desde la óptica de una identidad marginada. En “Alari-
do” pregunta: “¿Cuál es el pasado/de este presente que succiona/
dejando en interrogante la sobrevivencia/de la identidad?”.49
En 1969, la Universidad Nacional publicó una antología de
la poesía de Clementina, El poeta y sus señales y Clementina Suárez, una
compilación de semblanzas, ensayos literarios, reseñas, entrevistas
y poemas compuestos en su honor, así como reproducciones de
los muchos cuadros que se le pintaron a lo largo de los años. Al
año siguiente ella recibió el reconocimiento literario oficial más
prestigioso de Honduras, el Premio Nacional de Literatura “Ra-
món Rosa”. Otras escritoras galardonadas con este prestigioso
premio son Argentina Díaz Lozano en 1968, Helen Umaña en
1989 y Aída Castañeda de Sarmiento en 2011.

49 Blog: asociacionnacionalescritorashonduras.wordpress.com/2015/01/12/seleccion-de-poesia-an-
deh-2015.

546 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Igual que otras poetas hondureñas, especialmente en épocas
de tumulto político, Clementina asumió una postura de crítica y pro-
testa ante los males de la sociedad. Su poema “Combate” es admi-
rado por las poetas de hoy que han respondido a la llamada para
prestar sus voces y sus talentos para la lucha por la paz y la justicia.

Combate
Yo soy un poeta,
un ejército de poetas.
Y hoy quiero escribir un poema
un poema silbatos
un poema fusiles.
Para pegarlos en las puertas,
en las celdas de las prisiones
en los muros de las escuelas.
Hoy quiero construir y destruir,
levantar en andamios la esperanza.
Despertar al niño,
arcángel de las espadas,
ser relámpago, trueno,
con estatura de héroe
para talar, arrasar,
las podridas raíces de mi pueblo (De El poeta y sus señales).

Estos sentimientos se han multiplicado desde el golpe de


Estado de 2009 y hacen eco en muchos de los poemas de Hondu-
ras: Golpe y pluma, como estos fragmentos de “Yo soy todas, todos
y una”, de Fanny Meléndez (1971-):

Yo soy todas, todos y una


vivo en mí el amor, el dolor, la alegría
de muchas, de muchos; soy un país sangrante …
Quisiera ser un país floreciente,
lleno de rosas rojas, pero no de sangre,
lleno de sonrisas sinceras y fuertes, pero no de zalamería,
lleno de certezas, donde la niña, el niño se hagan viejos, pero no
el homicidio, femicidio … (en Elvir, Honduras: Golpe y pluma 226).

Las escritoras de Honduras: una historia propia 547


En otro poema de esta misma antología, éste de Ela Rosin-
da Robles Muñoz (1956-), reverbera la actitud beligerante y soli-
daria de “Combate”:

Hacia la capital se fueron


los maestros combatientes
exigiendo sus derechos
también la constituyente.
Hicieron caminatas
con palos y pancartas
se tomaron carreteras
y gritaban la consigna
¡Este gobierno es pura lata! (316).

Ni Fanny ni Ela han publicado poemarios. Fanny es do-


cente en la Facultad de Letras de la unah y ha publicado unos
poemas en la Revista Ixbalam; los poemas de Ela nacieron en las
calles, inspirados por lo que vio y experimentó en las protestas.
En 1975 Clementina compró una casa en el barrio La Hoya
en el viejo centro de Tegucigalpa, casa que fue, a la vez, la “Ga-
lería Clementina Suárez”. En su casa-galería continuó viviendo,
escribiendo poesía y promoviendo las artes, hasta 1991, cuando
un desconocido asaltante le segó la vida. Cuando el huracán Mitch
devastó Tegucigalpa en 1998, las aguas del Río Choluteca inun-
daron el barrio La Hoya y cubrieron de lodo la galería. Ahora un
estacionamiento ocupa ese espacio, pero el Club Rotario abrió el
Centro Cultural Clementina Suárez en donde están expuestos algu-
nos de los retratos de ella y donde se albergan eventos culturales.
Clementina Suárez peleó durante toda su vida para crear un
lugar para ella misma como mujer y poeta dentro de la historia
literaria hondureña y centroamericana. En toda su colorida exis-
tencia fue severamente criticada por unos y loada por otros; hoy
día se le reconoce como la poeta más importante de Honduras y
continúa siendo una inspiración para las nuevas generaciones de
mujeres escritoras, quienes admiran su leal dedicación a su arte, así
como su fortaleza e independencia. Pero cualquiera que emule a
esta precursora y pionera debe enfrentar la enorme dificultad, la
casi imposibilidad de hacer de la poesía una profesión, una carre-

548 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ra, un trabajo de tiempo completo. Clementina se jactaba de ser
una verdadera poeta, no una mujer que escribiera versos de forma
ocasional o solamente cuando se enamorara, pero incluso ella no se
dedicaba exclusivamente a su poesía. Tuvo varios trabajos cuando
era joven, luego vivía de la compra y venta de arte, a veces sus ga-
nancias no le alcanzaban para las necesidades básicas. ¿Vivir de la
venta de sus libros de poesía? Inaudito. Pero lo que sí la distinguía de
otras fue su persistencia: fue fiel a la poesía, la cultivó toda su vida,
creció con la poesía y la poesía hondureña creció con Clementina.
Hoy día, una escritora que trabaja como periodista o do-
cente, por ejemplo, quizás pueda dedicar cierto tiempo a su poe-
sía, así es la realidad económica. Es por eso que las mujeres que
logran escribir, publicar y compartir su poesía, participar en la
vida cultural de Honduras, hacerse visibles –y persistir a lo largo
de sus vidas y a pesar de los impedimentos– merecen ser cele-
bradas. Han ganado su lugar en una de las constelaciones más
bellas del cielo literario de Honduras.
Entre las herederas de Clementina que han fallecido y que,
al juicio de la que esto escribe, nos han dejado su propia herencia
de excelencia, incluimos a Victoria Bertrand, Ángela Valle, Eva
Thais, Juana Pavón y Amanda Castro. De las que están en plena
producción, que persisten en escribir y publicar, que han crecido y
evolucionado y siguen expresándose, identificamos a Blanca Gui-
farro, Rebeca Becerra, Xiomara Bú, Alejandra Flores, Elisa Logan,
Xiomara Cacho Caballero, Waldina Mejía y Lety Elvir.
De las que han sido activas y cuyas voces añaden diver-
sos colores y matices al tapiz lírico, mencionamos a Sara Salazar
Meléndez, Claudia Torres, Aída Sabonge, María Eugenia Ramos,
Déborah Ramos, Indira Flamenco, Yadira Eguigure, Soledad Alta-
mirano, Armida García, Francesca Randazzo, Ana María Alemán,
Diana Espinal, Diana Vallejo, Divina Alvarenga, Helen Umaña y
Anarella Vélez.
De las más jóvenes, las de hoy (nombre acertado para un ta-
ller de mujeres entrando en el mundo de la poesía), las herederas de
tantos estilos y técnicas, de tantos temas e inquietudes, desilusiones
y esperanzas, las que tienen tanto que quieren decir, ¿cuáles van a
persistir?, ¿cuáles van a cultivar su visión y ser las portavoces de la
Honduras de hoy y de mañana? Hasta que pase más tiempo lo

Las escritoras de Honduras: una historia propia 549


vamos a saber; sin embargo, podemos nombrar algunas que han
avanzado en su camino creativo y han compartido poesía que lla-
ma la atención por su originalidad y autenticidad, que conmueve o
sorprende, y que nos expande los horizontes de nuestras verdades
y de nuestra humanidad. Entre ellas destacan:
Mayra Oyuela (1982), por su pasión, su activismo cultural,
su mirada fuerte y valiente:

Llevo el mundo como pendientes en mis orejas […]


Que alguien suba y se detenga en mí,
mis ojos son túneles que dan a cualquier lugar,
mis manos paredes para reposar en lo oscuro,
mis brazos sillones para que vengan a hacer el amor …50

Perla Rivera (1982-), por su profundidad, su sobrevivencia,


su amor:

Eres constelaciones
tatuajes en el aire […]
Eres
suspiro, locura, silencio
palabra que anestesia
y deletrea mi cuerpo.
Eres verso (De “Eres verso”, Sueños de origami. Goblin, Tegu-
cigalpa, 2014).

Venus Ixchel Mejía (1979), por haber integrado la poesía en


su vida, en su trabajo, en su labor cultural; por cantar y tocar la
guitarra, por compartir su voz, su visión y su valentía en el salón
de clase, en la radio, en Facebook y YouTube –y en sus libros–:

Llevo tatuado en el alma un nombre


que es toda mi verdad […]
En mi memoria por siempre un nombre,
mi bandera ante la sociedad

50 De “Tranviaria”. Blog: circulodepoesia.com/2011/05/foja-de-poesia-no-289-mayra-oyuela.

550 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


diosas de amor y de vida … (De su canción “Diosas de amor
y de vida”, inédita)

Karen Valladares (1984), por su honestidad, su originalidad,


su intertextualidad:

Dame la sílaba que falta en la palabra


El latir de la bestia
El corazón roto de una mujer despechada.
El llanto, el rostro humedecido, el labio tembloroso.
La página arrugada (De su poema “Dame”).

Una constelación poética en ciernes está echando raíces fue-


ra del cielo hondureño. Algunas escritoras, por razones políticas,
están en el exilio en otros países, entre ellas Diana Vallejo y Lety
Elvir. Otras, como Yolany Martínez, se fueron al extranjero a es-
tudiar y se han quedado para casarse, tener hijos y trabajar. Yolany
ha seguido publicando sus poemarios con editoriales centroame-
ricanos y mantiene una presencia en actividades culturales en la
región. Otras migraron a eua por diferentes razones y han entrado
de lleno en territorio bilingüe y multicultural. Mirta Alicia Castillo,
poeta garífuna, originaria de Tela, ahora vive en Miami y ha publi-
cado Drumming the Beat to Our Emotions. Escritos de cinco mujeres
hondureñas aparecen en la antología The Wandering Song: Central
American Writing in the United States, y nos dan una idea de la diversi-
dad temática, lingüística y vivencial creada por la diáspora hondu-
reña. Escriben de la migración, de las complejidades emocionales
de vivir entre culturas y en dos idiomas, de la libertad de experi-
mentar con identidades culturales y sexuales. Sheila Maldonado se
identifica como hondureña nacida en Brooklyn y publicó That’s
what you get (Brooklyn Arts Press, 2017). Oriel María Siu nació en
Honduras y se identifica como china/pipil/centroamericana; es
poeta y catedrática. Suyapa Portillo migró con su mamá a Los Án-
geles y es historiadora y poeta. Mixel Natalie Muñoz Bernardino
es hondureña-mexicana, migró a eua en los ochenta, escribe prosa
y se identifica como mujer queer.

Las escritoras de Honduras: una historia propia 551


Volviendo al cielo nocturno

En el camino de escribir este capítulo, he consultado investigacio-


nes y publicaciones en todos los medios a mi alcance, sin duda una
lista parcial, en busca de información e inspiración. He recolectado
nombres, títulos e incontables palabras de los lugares donde han
descansado en espera de ser leídos. He descubierto algunas de las
formas dentro de las cuales estas escritoras y sus palabras se han
comunicado en el pasado; y he inventado o creado otras situacio-
nes en las que pueden hablar en nuestras imaginaciones, las unas a
las otras, y así me he permitido conversar con ellas. No he abando-
nado por completo una línea cronológica, pero no terminó siendo
la estructura lo que define esta historia. Obedeciendo el deseo de
hacer visible las muchas escritoras que no han recibido su mereci-
da atención en el pasado (o en el presente), he reconocido el valor
y la importancia de la publicación del libro duro y también de los
escritos más efímeros aunque menos duraderos, que se publicaron
en revistas y periódicos; sin embargo, esa jerarquía ha llegado a ser
discutible en nuestro universo cibernético, donde escritoras que
no gozan de los recursos económicos o los contactos editoriales,
pueden publicar sus escritos, que posiblemente sean leídos por
un público más numeroso. Los filtros que tradicionalmente nos
han guiado en nuestra búsqueda de méritos literarios –los profeso-
res, los críticos literarios, las casas editoriales– siguen confiriendo
prestigio a ciertas escritoras y creando estrellas, pero la libertad y la
responsabilidad de leer, absorber, pensar y validar caen ahora con
más peso en nosotras, las lectoras no sólo de libros sino de blogs,
sitios web, posts en Facebook y más. Dicho eso, creo que el libro
duro, ese objeto tan precioso que podemos tocar, ver, leer bajo un
árbol o a la luz de una lámpara o una vela, sin estar conectadas a
internet, todavía ocupa un lugar privilegiado en el mundo literario
por el simple hecho de que su producción requiere tiempo, visión
y cuidado, además de pasión y creatividad, lleva en sí la promesa
de vida longeva, mientras que los escritos virtuales, por excelentes
que sean, pueden desaparecer en los recovecos del ciberespacio.
Ahora, cuando levanto los ojos para observar el cielo noc-
turno, veré más estrellas individuales y algunos de los mismos
diseños que otros observadores han discernido o inventado en

552 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


el pasado. Veré listas generacionales, estilos estéticos, temas recu-
rrentes, análisis críticos; notaré títulos y publicaciones, premios y
honores otorgados. Pero me daré cuenta de que también pode-
mos reenfocar nuestros ojos en busca de otros patrones y diseños,
otras conexiones entre las luces estelares. Nuevas constelaciones
emergerán con nuestros renovados esfuerzos y con el nacimiento
de nuevas estrellas en nuevas galaxias todavía sin nombre.
Pero algo percibo con claridad: es un espíritu que siento en
la diversidad de voces, actitudes y temas; es un acercamiento a la
vida muy de mujer hondureña. Lo oigo por ejemplo en estas letras
de “Diosas de amor y de vida” de Venus Ixchel Mejía:

Soportando y subsistiendo en la brevedad


de un mundo que se agota y en la necedad
de anhelar que la miseria no posea más
este país en decadencia que me asfixia.

Pero una voz me ha recordado que estoy viviendo, oh sí,


que llevo dos huellas que son el eco
marcándome el destino en tinta, sobre el papel,
o en el aliento.

Se crea un balance, un ir y venir, un amar y resistir, un saber


sin caer en la desesperación. No se rinde, no pierde la esperanza
de belleza y felicidad. A final de cuentas, es una fe en la vida, una
valentía y una fuerza.
En la distancia, pero discernible en noches claras, la Vía
Láctea, esa luminosidad detrás de las estrellas, es la presencia de
todo lo que las mujeres han escrito, pero que no han compartido.
Puede que escribir un poema le traiga a una mujer una satisfacción
íntima que la llene; puede que ella se dé cuenta de que, al publicar
su poema, su creación se vuelve pública y ya no le pertenece. Pue-
de que no quiera ser visible. Puede que la visibilidad no siempre
sea el mejor destino para un poema. El espíritu creativo enrique-
ce al alma de una nación, y entre más mujeres escriban, tanto si
decidan compartir lo escrito o guardarlo vivo en su interior, más
humanas(os) seremos todas(os).

Las escritoras de Honduras: una historia propia 553


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Las escritoras de Honduras: una historia propia 557


Nicaragua
Historia de la literatura nicaragüense
escrita por mujeres

Helena Ramos

Capítulo I
La época prehispánica, la Conquista y la Colonia
Две основных темы, два мотива повторно звучат в еë стихах: конфликт
в любви из-за непризнания в женщине со стороны мужчины еë
человеческого я. Конфликт в душе самой женщины из-за неумения
совместить любовь и участие в творчестве жизни.
Александра Коллонтай, «О “Драконе” и “Белой птице”»,1 1923

La obra de imaginación es como una tela de araña: está atada a la realidad, leve, muy
levemente quizá, pero está atada a ella por las cuatro puntas.
Virginia Woolf, Una habitación propia, 1929

La historia de mujeres no puede analizarse exclusivamente en el


marco de acontecimientos de carácter público y/o político; se re-
quiere, de acuerdo con Asunción Lavrin, “observar a mujeres no
sólo a través de instituciones de las que ellas formaron parte intrín-
seca, sino también a través de las formas de conducta colectiva, es-
tilos y costumbres de las clases y grupos a los cuales pertenecieron”
(109). Además, en este trabajo se pretende “lograr, en la medida de
lo posible, una representación equitativa de los distintos períodos,
regiones, temas y géneros de discurso” (Campuzano y Vallejo 7).
La geografía física de la futura Nicaragua dio pie para su
división en tres áreas –la amplia franja del Pacífico, el centro-norte
1 “Dos temas principales, dos motivos aparecen reiteradamente en su obra: conflicto en el amor,
debido a la falta de reconocimiento del yo humano de la mujer por parte del varón. Conflicto en
el alma de la propia mujer por falta de habilidad para combinar el amor y la participación en la
creatividad de la vida”. Aleksandra Kollontái (1872-1952), “Sobre el ‘Dragón’ y el ‘Ave Blanca’”,
imágenes recurrentes en la obra poética de Anna Ajmátova (1889-1966).
con su respectiva subdivisión y la vertiente atlántica–, todas ha-
bitadas por diversos pueblos originarios que se establecieron en
estas tierras en distintos períodos; a partir de las áreas naturales
han ido configurándose las culturales, pero sin fronteras fijas y en
habitual interacción, especialmente en zonas colindantes.
Las crónicas informan que en Nicaragua existía una vasta
tradición oral que comprendía la creación verbal. Las mujeres to-
maban parte en ella, con certeza de manera colectiva y, probable-
mente, también individual.
Durante la Conquista, la inicial interacción de culturas fue
traumática. Entre 1522 y 1548, en el Pacífico nicaragüense se pro-
dujo una catástrofe humanitaria: la mortandad masiva y el despla-
zamiento hacia las tierras altas del centro y norte de la provincia y
la región atlántica. En algunas áreas, el descenso poblacional su-
peró el 90% (Kinloch 54). La mayoría de las víctimas no fueron
asesinadas, sino que murieron a causa de las enfermedades traídas
desde Europa y África, la fatiga y la desnutrición.
A mediados del siglo xvi, la Conquista de la franja del Pa-
cífico ya estaba concluida. Principiaba el pesado sueño/ensueño
de la Colonia, con su manifiesta desigualdad, en cuyo marco tuvo
lugar, de manera paradójica, “la complicidad entre mujeres, indíge-
nas y españolas, las cuales intercambi[ab]an sus saberes, valorando
el conocimiento de las plantas medicinales, de las curaciones, las
visiones, la costura, la comida, etc.” (Azúa 324). Numerosas in-
dias tuvieron que aprender el español y, en medio de la política
de lenguaje “claramente monolingüe castellana” que caracteriza
la etapa comprendida entre 1502 y 1569 (Herranz 31), iniciaron
el proceso de trasvase cotidiano de vocablos, costumbres y tra-
diciones, desempeñando el complejo y contradictorio papel de
pioneras de la aculturación.

562 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La Colonia: a paso de carreta nagua2

A mediados del siglo xvi, el territorio de la actual Nicaragua estaba


dividido en tres zonas diferenciadas: la del Pacífico se hallaba con-
quistada; en el centro-norte, la Conquista aún proseguía, junto
con la resistencia indígena tanto pasiva como activa; en la vertiente
atlántica –excepto río San Juan– la presencia española fue escasa
o nula, pero a partir del siglo xvi se hizo patente la inglesa, que
cambió las dinámicas de pueblos originarios que, encontrándose
entre dos fuegos, se trasladaban a áreas más recónditas o trataban
de sacar el mejor partido de sus alianzas con cualquiera de los
bandos imperiales.
El comercio de esclavos africanos hizo que numerosos in-
dividuos fueran a parar a la costa caribeña en calidad de cautivos,
náufragos o prófugos; su presencia desempeñó un papel muy im-
portante en la composición étnica de la población costeña, dando
lugar a la etnogénesis de misquitos,3 creoles (kriols) y garífunas (éstos
comenzaron a llegar a la costa nicaragüense a partir de 1832, ya
después de la independencia).
A finales del siglo xviii, la Nicaragua del Atlántico era “una
yuxtaposición de sociedades viviendo unas al lado de otras con sus
propios rasgos originales” (Romero Vargas, Sociedades 313). Los
destinos de las costas volvieron a unirse hasta finales del siglo xix.

2 Carreta nagua: así llaman en Nicaragua, una carreta fantasmal que, de acuerdo con la tradición,
recorría –¿recorre?– por las noches las calles de las ciudades centroamericanas, pues no se trata
de un espectro exclusivamente nica.
Se desplaza sola o es tirada por una yunta de esqueletos de bueyes. Las personas perdían el habla,
ardían en fiebre y en ocasiones fallecían sólo con haber oído los chirridos de las ruedas.
Las narraciones terroríficas poseen función pedagógica y catártica. Los miedos son condicion
dos históricamente; los horrores propios de cada cultura –y ninguna es libre de ellos– revelan
mucho sobre sus raíces. Tanto la carreta como el ganado mayor fueron introducidos a Nicaragua
por españoles, y con ellos llegaron también las epidemias que diezmaron a los pueblos origina-
rios. La carreta nagua puede matar con su sola presencia; “es la expresión del terror vivido por el
indígena durante la conquista” (Palma, Senderos 159-160).
Decir que algo marcha a paso de carreta nagua alude a un avance lento y dificultoso.
3 Misquito (también se registran las grafías miskito y mískito): pueblo asentado mayoritariamente
en el departamento hondureño de Gracias a Dios y en la Región Autónoma de la Costa Caribe
Norte de Nicaragua. Para autodenominarse, usa la palabra miskitu. Hasta el siglo xx descriptores
externos llamaban a representantes de esta etnia mosquitos o moscos.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 563


Existen altísimas probabilidades de que en los siglos xvii y
xviiimujeres de los pueblos del Nicaribe4 desarrollaban expresio-
nes de estética verbal; sin embargo, las primeras creaciones recopi-
ladas por viajeros y religiosos europeos corresponden al siglo xix
y fueron vertidas al español y conocidas en todo el territorio na-
cional ya en el xx. Por consiguiente, se abordarán en otro capítulo.

Tejedoras de identidades

Las indígenas que estaban en contacto con los colonizadores des-


empeñaban un papel muy activo en la “estructura de reproducción
y transmisión de la identidad” y de la cosmovisión (Silva 120).
Dieron a conocer, por medio de sus relatos, elementos de las cul-
turas originarias y crearon nuevas versiones, ya marcadas por las
experiencias del coloniaje. En su calidad de bilingües, sin duda
contribuyeron a la formación del folclore nicaragüense, en el cual
la cultura indígena constituye, según Jocelyne Tousignant, “la ver-
dadera estructura de base”, pues una historia venida de España
llegaba a ser adoptada cuando “encontraba una resonancia en la
cultura autóctona” (38). Ahora el aporte de las nativas resulta in-
discernible, pero no deja de ser esencial.

Culturas coloniales

Nicaragua jamás se tornó étnicamente homogénea, si bien con el


transcurso del tiempo las fronteras entre indios, mestizos, castas
afrodescendientes y criollos de limitados recursos económicos se
iban haciendo menos precisas. “La poesía no europea continuó
floreciendo después de la llegada de los europeos, tanto entre los
indígenas del Nuevo Mundo como entre los africanos que llega-
ron para ocupar su lugar como mano de obra” (González 221).
Durante la Colonia, “los poemas populares españoles fue-
ron integrados en la cultura a través de los que se hallaban en la
base de la pirámide social” (González 222), abundando en la pro-
vincia de Nicaragua romances, corridos, cantos, cuentos, leyendas,

4 El neologismo nicaribe –o sea, caribeño nicaragüense– proviene del poema “Nicaribe soy” de
Carlos Rigby Moses (1945-2017).

564 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


decires, refranes, adivinanzas, oraciones y conjuros (Arellano, Pa-
norama 36-38).
Como en Nicaragua jamás se establecieron conventos feme-
ninos, tampoco hubo escritura conventual, así que la ausencia de
obras literarias escritas por mujeres resulta lógica, pues en cuanto
al acceso a bienes culturales, las nicaragüenses se encontraban en
franca desventaja en comparación con las habitantes de los virrei-
natos y de la Capitanía General de Guatemala.

Capítulo II
Siglo xix

Si bien a inicios del siglo xix las mujeres permanecían al margen de la


cultura letrada, algunas se dedicaban al ejercicio ligero de la pluma. Hasta
la fecha, las primeras autoras de las cuales se tiene conocimiento
son nada menos que las bisabuelas de Rubén Darío (1867-1916):
Rita Mayorga Rivas (León, c. 1785-?) y Buenaventura –o Ventura–
Mayorga Rivas (León, c. 1790- después de 1870), conocidas como
las Darío. Ambas escribían versos (Caldera Cardenal 11); sin em-
bargo, sus textos no han sido localizados ni estudiados, a pesar del
parentesco con la figura cimera de las letras hispanoamericanas.
Precisamente, Ventura le contaba a Rubén las espeluznantes
leyendas que él nunca olvidó, lo cual significa que ella, pese a su
avanzada edad y perlesía, conservaba la buena memoria y la capa-
cidad narrativa.
Luego de haberse independizado de España en 1821, Nica-
ragua entró en un largo período de turbulencias civiles. Las muje-
res se involucraban en aquellas reyertas, acuerpando a los varones
de su núcleo familiar o por convicción propia.
El Defensor del Orden, periódico de Granada, publicó en su
edición número 35, del 10 de noviembre de 1854, un poema fir-
mado como La patriota del Sauce,5 germinado al calor del conflicto
entre liberales (en ese entonces llamados “democráticos” o “de-
mócratas”) y conservadores (“legitimistas”). En ese entonces, el

5 El Sauce: actualmente, ciudad y municipio del departamento de León; a mediados del siglo xix
era un pueblo del departamento de Chinandega.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 565


uso del verso como “arma partidaria y patriótica” (Arellano Lite-
ratura 51) y la costumbre de insultar por escrito a los adversarios
eran algo característico de las letras nicaragüenses, y La patriota del
Sauce se plegó a la tendencia.

Consolidación del Estado nacional

Una vez finalizada la guerra antifilibustera (1856-1857) –surgida a


su vez de una contienda civil–, los sucesivos gobiernos conserva-
dores lograron por fin ir consolidando el Estado en relativa paz
(siempre hubo conspiraciones y movimientos armados, pero de
poca envergadura).
El ideal femenino de la época nada tenía que ver con el
arquetipo del poeta. Cabe señalar, adelantándonos en el tiempo,
que la normativa no cambió ni con el ascenso de los liberales al
poder en 1893, cuando José Santos Zelaya (1853-1919) asumió la
presidencia. Con algunos matices, a las mujeres se les asignaba el
mismo papel de productoras de buenos ciudadanos para la patria;
por consiguiente, debían instruirse.
El llamado de aplicarse al “trabajo del espíritu” (Marchef-Gi-
rard 8), que aludía a las actividades intelectuales y artísticas, significó
un cierto grado de aprobación social para ellas y facilitó el ejercicio
escritural y el surgimiento de mujeres de letras, “capaces de escribir
y de hablar en público, más bien que escritoras, en el sentido artístico
de la palabra” (Emilia Pardo Bazán, en Fernández y Ortega 9).
En diciembre de 1860 se publicaron en la Gaceta Oficial dos
composiciones en verso firmadas por mujeres. La primera, “Feli-
citación que la señorita María de Jesús Martínez6 dirigió a su amiga
la señora de Lezcano, por el regreso de su esposo, que serios muy
justos temores hacían pensar que había naufragado”, fue atribuida
posteriormente a un varón: el poeta Carmen Díaz (1835-1892)

6 María de Jesús Martínez Guerrero, hermana de Tomás Martínez Guerrero (1820-1873), quien
“gobernó Nicaragua durante 10 años, en tres períodos consecutivos” (Díaz Lacayo 71), de 1857
a 1867. En 1864 ella casó con el licenciado Jerónimo Pérez Marenco (1828-1884), prominente
historiador y jurista (Pérez 814). “Felicitación…” pone de manifiesto el interés de Martínez por
la poesía y su deseo de figurar como autora: un fenómeno nuevo para mujeres en Nicaragua.
No mengua su importancia que ella no poseyera suficiente habilidad versificadora y tuviera que
encargar el poema a un literato más experimentado.

566 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


(Adolfo Solórzano Díaz citado en Cerutti, Dos 52, nota 1). La otra,
titulada “Contestación”, viene a ser el primer texto –hasta que
aparezca uno de fecha más temprana– firmado por una nicara-
güense con su propio nombre: Josefa Ortega de Lezcano.
Muy poco se sabe sobre su vida. Franco Cerutti (1917-1997)
asevera que era hermana del historiador, político y militar Francis-
co Ortega Arancibia (1830-1931), originario de Masaya. En efecto,
aquel tuvo una hermana que llevaba este nombre; sin embargo,
de acuerdo con la investigación genealógica de Francisco Ernesto
Martínez Morales, Josefa Ortega Arancibia no es la misma Josefa
Ortega que casó con Juan C. Lezcano Morales, tuvo al menos dos
hijas (“mis hermanas” Lezcano, Memorias 36, 37, 44) y murió en
Granada de sobreparto 25 días después de dar a luz a su cumiche
(Lezcano 34): José Antonio Lezcano y Ortega (1865-1952), futuro
ensayista, narrador y primer arzobispo de Managua (Arellano, Dic-
cionario 157). El único hijo de Ortega Arancibia, Federico Ortega
Velázquez, nació en Masaya el 26 de abril de 1872 (Martínez, Ge-
nealogía 61), cuando Ortega de Lezcano ya había fallecido. El viudo
la siguió a la tumba apenas 18 meses después.
El poema arriba mencionado –correcto, pero anodino– ala-
ba las virtudes como la piedad religiosa y la lealtad; sin embargo,
quebranta la regla de género más fundamental: no sobresalir, no
someterse por ningún motivo al escrutinio público. O sea, Josefa
Ortega fue a la vez ortodoxa y transgresora.
En las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, con frecuen-
cia mujeres publicaban en hojas sueltas versos de ocasión; además,
sus tentativas literarias de mujeres aparecían esporádicamente en los
periódicos y revistas. El número 7 del Boletín Oficial, del 30 de di-
ciembre de 1861, inserta en las páginas 7 y 10 “El mendigo” (Com-
posición de una señorita de Granada) y “A la amistad” (Por una
señorita granadina), ambos tan bienintencionados como cursis y
faltos de oficio.
Cándida Rosa Matus (Masaya, 1850-ibidem, 1931) celebró en
verso el nacimiento de su sobrino Alejandro Vega Matus (1875-
1937), futuro compositor y músico; también compuso la letra de
varios cantos y villancicos que todavía suenan durante las festivi-
dades religiosas. María Teresa Sánchez emitió sobre ella el siguiente
juicio crítico:

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 567


Sus poesías son obras de un instinto innato de musicalizar,
caso que no es esporádico en Nicaragua. Como dice uno de
sus críticos, sin conocer ninguna de las escuelas literarias, es-
cogió la mejor de todas: la espontánea. Sus versos son de sa-
bor hogareño algunos y otros, con olor a incienso, recuerdan
el silencio recogido de las catedrales (198).

Adriana Gómez Zavala de Calderón (Granada, 1856 o


18667-Managua, 1952) afirma haber compuesto sus primeros ver-
sos para recordar la sentida muerte de su abuela Mercedes Barrios
de Zavala en 1884 (Mi último 13); también dice que fueron publica-
dos en El Porvenir de Nicaragua de Fabio Carnevalini (1829-1896);
como no existe colección completa del periódico, no se puede con-
firmar el dato.
De la precoz Josefa María Vega Fornos (Masaya, 1877-1920)8
tenemos “Un saludo”, fechado el 4 de abril de 1888 y recitado por
ella en una velada lírica que el Club Social de Managua ofreció
a Evaristo Carazo (1821-1889), presidente de la república entre
1887 y 1889. La Revista Literaria, Científica y de Conocimientos Útiles
de León lo reprodujo en su edición número 4, del 15 de abril de
1888, vaticinando a la muchacha un brillante porvenir en las letras.
No ocurrió tal cosa:

Estudió en el Colegio de Señoritas de Granada, donde ob-


tuvo el título de maestra. Dada su excelencia académica,
después de la graduación pasó a dar clases en el mismo es-
tablecimiento, perfilándose como docente de grandes capa-
cidades. Sin embargo, su trayectoria literaria y profesional
fue interrumpida por lo que en aquella época se llamaba un
flechazo de Cupido. Se casó con el coronel Manuel Antonio
Cuadra Urbina y se distanció de la poesía. Sus 6 hijos varones

7 Adriana Gómez aseveraba ser dos años menor que Rubén Darío (1867-1916), pero aun siendo
hija póstuma, no pudo haber nacido después de 1866. Su certificado de defunción dice que murió
el 13 de julio de 1952 a la edad de 96 años.
8 Estos son los años exactos, según la partida de bautismo de María Josefa y su acta de defunción
(Martínez Morales, “Referente a consulta”).

568 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


fueron TODOS notables intelectuales (4 de ellos, literatos)9
y sus 3 hijas mujeres, amas de casa. Tenía mucha razón Vir-
ginia Woolf al afirmar que el primer paso para llegar a ser
artista es matar al Ángel del Hogar (Ramos, Escritoras 3).

Entre aquellas aficionadas al verso, sólo Gómez de Calde-


rón logró publicar en libro, muy tardía y ya extemporáneamente;
de Matus nos llegaron veinte textos y de Vega Fornos, dos,10 lo
cual imposibilita bien una sustentada valoración de sus obras.
En cuanto a Gómez, ella, a mi juicio, se equivocó de rumbo:
inclinada a la ironía y a la minuciosa descripción de objetos y esce-
narios, intentó sin éxito alzar vuelos líricos. Por falta de ambiente
propicio, guía y apoyo, no se realizó como literata, al no llegar a ser
ella misma, pero lograda.
A las mujeres que osaban incursionar en las letras se las
trataba con desdeñosa condescendencia. Los varones tampoco
estaban a salvo de severos juicios críticos, pero, debido a las nor-
mas de género, el temor a la desaprobación pública desalentaba
más a las mujeres y mermaba su autoconfianza. Escribían, pero no
se resolvían a dar sus producciones a la imprenta. Nicolás Buitra-
go Matus (1890-1985) relató así la situación:

En … [los] últimos decenios del siglo xix, la mujer de nuestra


tierra, heroica en la maternidad y abnegada en el sacrificio, en-
cendía sus mejillas en el vivo carmín del más púdico rubor, al
querer exteriorizar las manifestaciones de sus pensamientos.
Esto se debía, más que todo, al injustificable perjuicio [sic]
que en contra de la mujer existía, de que la aptitud intelec-
tual de ella estaba limitada a su débil conformación orgánica
[…] Basado en esta circunstancia, al artículo editorial […] de
la Revista Literaria [Científica y de Conocimientos Útiles] nos dice:
“Hay también muchas señoritas en la actualidad (1888), que
si no fuera el mal entendido velo de modestia con que se cu-
9 Luciano (1903-2001), traductor y articulista; Abelardo (1904-1993), autor de las formidables
memorias El hombre del Caribe (1977); Manolo (1907-1957), poeta y cuentista; José (1914-2011),
poeta. Personajes inolvidables todos ellos.
10 “Un saludo”, mencionado arriba, y “De gris”, incluido en la primera edición de la antología Poesía
nicaragüense (1948) de María Teresa Sánchez, ya no aparece en la segunda, de 1965.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 569


bren, engalanarían hoy con sus cantos nuestra revista. Salva-
dora Pallais De Bayle [1843-1905], Salvadora Icaza, Carmen
Vaca, Isabel Solórzano, Carmen Mantilla [Ocotal], Narcisa
Mayorga11 [León, c. 1867-Chinandega, 1909], Josefina Pal-
lais, Francisca Icaza, Francisca Glenton, y otras cuantas más
pudieron inscribir sus nombres en el parnaso nicaragüense.
Mas por dicha los tiempos van cambiando: dos poetisas de
Ocotal han enviado ya algunas poesías que se han comenza-
do a publicar en la Revista, y no dudo que ellas continuarán
honrándola con su importante colaboración y que las otras
señoritas, cuyos nombres he apuntado, favorecerán también
este periódico” (León II 360-361).

Desafortunadamente, la Revista…, de publicación mensual,


duró sólo de enero a julio de 1888, y ningún otro medio intentó
con el mismo ahínco motivar a las mujeres a divulgar sus escritos.
Ya en el siglo xx, Carmen Mantilla Calderón (Ocotal), conoci-
da como Nilla Clara Mélida Ravetalla (anagrama incompleto de Car-
men Mantilla de Talavera), editó su novela corta Los piratas (1935).
De Francisca Glenton Guerrero –que también firmaba
Fanny Glenton– se conservan cinco composiciones en verso.
Juan Felipe Toruño (1898-1980), quien seguramente había leído
textos que hoy desconocemos, dijo sobre ella: “Fanny Glenton
(n. 1887-?)12 sin querer se adelantó a la vanguardia. Su poesía es
descriptiva, expresionista, al margen de temas amorosos. Escribió
prosa, tratando asuntos cívicos” (“Sucinta” 1141). Dio a las pren-
sas un folleto de catorce páginas: Mi pequeño contingente intelectual en
el primer aniversario del inmortal Rubén Darío (1917).
De las demás no nos ha llegado nada, ni impreso ni ma-
nuscrito.

11 Era hermana de dos poetas: José María Mayorga Rivas (¿?-1894), caído muy joven en combate
en Tegucigalpa, y Román Mayorga Rivas (1862-1925). Uno de los hijos de ella, Narciso Callejas
(1887-1917), también fue poeta; Darío dijo sobre él “que heredara superioridades maternas”
(Viaje 207). En octubre de 1910 Callejas se encontraba en París para editar en la Casa Michaud
un Homenaje a la memoria de su madre en dos tomos (Arellano, Diccionario 66). No se sabe si en
efecto se publicó tal libro.
12 Puesto que Glenton aparece como eventual autora en un artículo de 1888, no pudo haber nacido
apenas un año antes. Todavía se desconoce la fecha correcta. Falleció después de 1926.

570 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Caso Clementina del Castillo

Aunque a finales del siglo antepasado las mujeres ya no estaban


por completo ausentes en el panorama literario de Nicaragua,
aquellos escritos que conocemos no sobresalen por sus cualida-
des estéticas o novedad temática. Sin embargo, una publicación
rompe el molde; mas no se trata de una obra, sino de un «caso»,
de una incógnita que envuelve al extenso poema epistolar Las
sensaciones, del cual se conservan un manuscrito fechado en 1886
y firmado por Federico Lacayo H. y dos ediciones: la primera
(Managua, Tipografía Popular de Balbino Solórzano, 1896) y la
cuarta (León, Imprenta Minerva, 1919), ambas bajo la firma de
Clementina del Castillo. No se sabe nada sobre ninguno de los
firmantes.
El número de ediciones, inusual para la Centroamérica de-
cimonónica, de seguro se debe al tema: la iniciación sexual de una
recién casada. El poema contiene consejos que la hablante lírica
da a una amiga suya que pronto contraerá nupcias. La extrema
franqueza del texto se concierta con una visión lúdica, amorosa y
triunfante: toda una apología del matrimonio, el amor y el erotis-
mo. Además, muestra un notable dominio de la versificación.
Erin Finzer opina que el autor es un hombre, probable-
mente bien conocido, que no quería que su nombre se asociara
con un poema picante. La actitud de la hablante lírica le parece
más propia de un varón: “I doubt that a woman would associate
such pleasure with sexual initiation and her partner’s member”
(‘Dudo que una mujer asocie semejante placer con la iniciación
sexual y el miembro de su pareja’ [nuestra traducción], Poetisa
151, nota 32). Cabe tal posibilidad; sin embargo, incluso ahora
numerosas escritoras muy populares –por ejemplo, la inglesa E.
L. James (1963), la estadounidense Karen Marie Moning (1964)
y la rusa Nadezhda Kuzminá – describen
en sus novelas precisamente la iniciación sexual placentera y el
apasionado arrobamiento ante la desnudez masculina, así que
puede tratarse no de una narración realista, sino de una fantasía
femenina recurrente y de un anhelo legítimo.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 571


El uso del alias y la negativa de salir del anonimato aun para
cosechar laureles son argumentos a favor de [la autoría feme-
nina]. A un varón, el público le hubiera disculpado gustoso
el festivo explayamiento sensual de la obra; en cambio, una
mujer hubiera tenido que enfrentarse a las acusaciones de in-
moralidad, descaro, falta de pudor … Ignoramos si el texto
es autobiográfico, pero es lógico suponer que el público lo
percibía como tal; entonces, revelando su verdadero nombre,
la escritora hubiera puesto en la picota no solo a sí misma
sino también a su pareja. No es de extrañarse que no haya
querido pagar este costo (Ramos, Escritoras 2-3).

Género epistolar e historiografía

El género al cual las mujeres incursionaban con frecuencia en el


siglo xix e inicios del xx es el epistolar;13 algunas misivas constitu-
yen valiosas piezas narrativas. Escribían cartas íntimas,14 pero és-
tas se perdieron o permanecen en archivos personales; en cambio,
tenemos noticias sobre las de carácter testimonial-historiográfico.
La única nicaragüense que publicó en el siglo xix un libro de
historia es María A[sunción] Gámez Umaña (¿Rivas?, c. 1876-Ma-
nagua, c. 1940), hija mayor de José Dolores Gámez Guzmán
(1851-1918), historiador, periodista y político liberal. Basándose
en la obra de su padre, elaboró el Compendio de historia de Nicaragua.
Arreglado para uso de las escuelas elementales (1896, con al menos ocho
ediciones, la última conocida de 1936). No llega a la altura de las
obras historiográficas más importantes del período; aun así, este
13 Ya en el siglo xxi vio la luz un epistolario: Cartas a una amiga (España, 2001) de María Auxiliadora
Lacayo Morales de Fisher (Rivas, 1923), que contiene interesantes recuerdos familiares sobre lo
acontecido desde los años veinte hasta los noventa.
14 El periodista y escritor Carlos A. Bravo (1882-1975) dice en Nicaragua, teatro de lo grandioso, que su
madre, Mariana Herrera Morales, nacida en Acoyapa, Chontales, se comunicaba con su novio por
medio de cartas: “A mi padre le escribió mucho cuando sus amores, que fueron de suyo contra-
riados, invocando los tíos exagerados hasta el color moreno de mi padre, y comparándolo con
la sonrosada blancura de mi madre” (221-222). Aquellas cartas eran todo un desafío; cuando
llevaron a Mariana a Granada para educarse, lo hicieron “con expresa recomendación de los
tíos de que no la enseñaran a escribir porque era muy mal visto en Chontales eso de una mujer
honesta contestando o mandando cartas a los enamorados” (237-238). Sin embargo, Ana María
de Montenegro, que fue maestra de Mariana, desatendió la instancia.

572 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


texto pionero se usó como material didáctico durante cuarenta
años. Y de María Gámez, miembro de número de la Academia de
Geografía e Historia de Nicaragua,15 ¡no se conocen tan siquiera el
año exacto de su nacimiento!

Más allá de la ciudad letrada

Todas las mujeres que en el siglo xix incursionaron a la escritura


no pasan de figuras marginales; su relación con los “elementos de
modernidad cultural (viajes, prensa, proyectos editoriales)” (Ulloa
Inostroza) era precaria, aun cuando pertenecían a las élites.
Sin embargo, el aporte de las mujeres a la creación verbal
fue mucho mayor que a las letras. Existen numerosos testimonios
sobre narradoras y versificadoras orales de diferentes estratos so-
ciales.
También cultivaron en su alumnado el amor a las letras las
diligentes profesoras, escribiesen o no ellas mismas. Por otra parte,
fue aumentando en número y refinándose en sus gustos el público
lector femenino. Algunas ya no se contentaban con ser musas y
aspiraban a desarrollar su propia veta creativa.

El Caribe nica: unificación a la fuerza

Durante la mayor parte del siglo xix, la vertiente atlántica no for-


maba parte primero de la provincia y luego de la República de
Nicaragua. Con la llegada en 1849 de los misioneros de la Iglesia
morava principió la conversión de la población caribeña nativa al
cristianismo. Al inicio el proceso fue lento, pero se intensificó a
partir de 1881; la influencia morava fue determinante para el desa-
rrollo de la educación y la cultura del Nicaribe.
Entre 1860 y 1894 existió la Reserva Mosquita, gobernada
por jefes hereditarios, autónoma, pero bajo soberanía nicaragüen-
se, aunque esto se reflejó más en el papel que en los hechos. El
poder estaba en manos de los kriols y había creciente tensión entre
éstos y los indios.
15 La Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, fundada en Managua el 20 de septiembre de
1934, admitía a mujeres desde el inicio, a diferencia de la Academia Nicaragüense de la Lengua,
que empezó a hacer otro tanto a partir de 1997. Las primeras integrantes fueron Josefa Toledo de
Aguerri (1866-1962) y María A. Gámez.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 573


En 1894, el gobierno liberal de José Santos Zelaya aprove-
chó la coyuntura para asumir el control sobre el territorio y lo lo-
gró, no sin resistencia, aquel mismo año. Desde entonces, “la vida
política de la región atlántica quedó inmersa en los vaivenes de
la vida política nicaragüense” (Romero Vargas, Historia 138). Por
lo general, las autoridades del Pacífico carecían de interés hacia
las expresiones culturales autóctonas. La incorporación de éstas al
acervo común empezó ya en el siglo xx.

Capítulo III
Siglo xx

La llegada de la nueva centuria no tuvo ninguna importancia par-


ticular –aparte de la simbólica– para las nicaragüenses. José Santos
Zelaya continuaba en el poder; Darío era el héroe cultural por
excelencia y el modernismo, la corriente literaria predominante, en
pleno vigor y esplendor.
El gobierno liberal dio un fuerte impulso a la educación fe-
menina, más que nada en aras de ponerse “a la altura de la moder-
nidad”. Aun así, sus políticas posibilitaron a las mujeres algunas
reivindicaciones tanto legales como simbólicas.
La restauración conservadora que había iniciado en 1910
–después de la renuncia de Zelaya (1909) y la breve presidencia
de José Madriz (1867-1911)– no frenó el avance, pese a un am-
biente extremadamente difícil de gobernabilidad más que precaria,
guerras civiles, intervenciones armadas estadounidenses (1912 y
1926-1933) y la gesta de resistencia nacionalista liderada por Au-
gusto Sandino (1895-1934).
El Nicaribe también se vio involucrado de lleno en aquellos
conflictos. Las fuentes disponibles no permiten analizar el desa-
rrollo de las expresiones de estética verbal de los pueblos de la
vertiente atlántica.

Nuevos alientos

En las primeras dos décadas del siglo xx las mujeres nicaragüenses


por fin entraron a las aulas universitarias y se levantó la primera ola
del feminismo nicaragüense. Gracias a las luchas feministas, el de-

574 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


recho de las mujeres a la realización intelectual –incluyendo la ar-
tística– se ha ido legitimando socialmente. No era visto como algo
por completo idóneo, pero tampoco en definitiva impropio; varias
se dedicaron a las letras, motivadas en parte por la efervescencia
dariana; sin embargo, no igualaban a sus colegas masculinos en
estatus ni tenían las mismas licencias.
El seguimiento que hasta la fecha se ha dado a los aportes y
linajes femeninos en la literatura nicaragüense se caracteriza por su
discontinuidad, pero el proceso en sí se puso en marcha a inicios
del siglo xx.
La primera que hizo el intento de visibilizar a las escritoras
fue la feminista Josefa Toledo Murillo de Aguerri en su “Aprecia-
ciones sobre la mujer nicaragüense”, ponencia enviada en 1919 al
Congreso Auxiliar de Señoras de las Américas. En su valoración
de la situación de las mujeres en Nicaragua, Toledo señala que ellas
todavía permanecen circunscritas al ámbito doméstico y partici-
pan poco en las esferas públicas.
La parte referida a las literatas escrita en 1919 dice:

Con excepción de María A. Gámez,16 que ha escrito libros de


texto y colabora en algunos diarios; de María Cristina Zapa-
ta [Chichigalpa, 188317 o 1898-Managua, 1971], que ha publi-
cado una novela y dirigido un periódico;18 de Lucila Gamero
de Moncada [hondureña Lucila Gamero Moncada de Medina
16 Además del Compendio… y artículos de opinión, María A. Gámez escribió sus impresiones de
viaje, de las que se conserva un fragmento titulado “Un ciclón en el mar de las Antillas” (Revista
Femenina Ilustrada [Managua], año II, n.º 16, 18 de enero de 1920, pp. 19-22).
17 Según su certificado de defunción, falleció el 6 de marzo de 1971 a los 88 años de edad.
18 El semanario chinandegano que Zapata –“mujer lucha, mujer acción” (Toruño 1200)– publicaba
en los años diez, se llamaba La Voz del Pueblo (Instituto 74). No se conserva ningún ejemplar de
la novela aludida; ni siquiera sabemos el título. Agenor Argüello (1902-1962) sostiene, en Los
precursores de la poesía nueva en Nicaragua (1963), que en los años veinte Cristina Zapata fue una
“legítima precursora” de la tendencia fumista, pero a aquellos poemas experimentales sólo los
acompañó “un cortejo de risas e inconformidades” (131). Acto seguido, el autor apunta que los
escritos estilísticamente similares de Pablo Antonio Cuadra (1912-2002) sí fueron vistos como
algo meritorio (132).
Dado que los poemas de Zapata están dispersos o extraviados, no podemos emitir juicio sobre
su calidad literaria. Sin embargo, cabe suponer que el rechazo rotundo hacia éstos y una mayor
aceptación de los escritos de pac se relacionan con el doble estándar que se aplicaba –y se aplica
aún– a los diferentes sexos: lo que se permite a Júpiter no se permite a una… mmm… mujer.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 575


(1873-1964)], escritora de gallardo estilo y firmes convicciones;
de Josefa Ortega de Huezo19 [c. 1866-Managua,1955] y Adela
Moncada,20 que escriben artículos en periódicos y revistas; de
Rosa Umaña y Amelia Denis [1828-1911, panameña que du-
rante varios años radicó en Nicaragua], poetisas inspiradas que
dejan oír sus cantos; puede decirse que en general no abundan
en Nicaragua escritoras, novelistas, poetisas, empleadas ni fun-
cionarias femeninas (5).

Rosa Umaña Espinosa: una rebelde maldita

Se puede considerar la autora más visible de los inicios de la centu-


ria a Rosa Umaña Espinosa (Villanueva, 187221-León, 1924), que
había logrado publicar tres títulos: Recuerdos y esperanzas. Prosas y
verso (1906), Ayes del alma (1909 [fecha inexacta, pues el volumen
incluye composiciones posteriores]) y Luz del ocaso (1916). “Los
hacía editar con el auxilio de los intelectuales amigos y de los per-
sonajes comprensivos de la vieja Metrópoli. Eran libros de po-
bre vestimenta, hechos con los escasos recursos tipográficos de
entonces. Libros tristes, libros proletarios si se quiere” (Argüello
105-106).
Arellano la ubica entre los modernistas (Antología 101); Aída
Elisa Martínez de Medina, entre posmodernistas con fuerte in-
19 La breve nota preliminar anónima que antecede el artículo de Josefa Ortega de Huezo “La or-
questa de antaño” informa:
Desde muy niña… se dedicó al cultivo del arte y de las letras. En su juventud enseñó
el arte del piano en casi todos los colegios de señoritas de Managua, pues ella fue una
magnífica pianista y una maestra inolvidable de la sociedad de Nicaragua. Era prima
hermana de monseñor Lezcano y Ortega… Casó con el brillante escritor salvadoreño
[Francisco Huezo, 1862-1934] que hizo de Nicaragua su segunda patria, descollando
ambos en el periodismo y en las cátedras de los más destacados centros educativos por
lo que se reputó de “vidas paralelas” a este matrimonio (“Publicamos” 73).
O sea, Josefa Ortega de Huezo era sobrina de Josefa Ortega de Lezcano, la pionera de las letras
nicas escritas por mujeres.
20 Bajo la firma de Adela de Moncada aparece, en la edición número 23 de la Revista Femenina
Ilustrada, correspondiente al 31 de agosto de 1920, un cuento titulado “El retrato”: una pieza de
ocasión, escrita con el manifiesto propósito de encarecer a Josefa Toledo, pero con buen manejo
de suspense. Es uno de los primeros cuentos escritos por una autora nicaragüense.
21 En algunas fuentes se consigna que nació en 1885, pero si así fuese, difícilmente aparentaría unos
30 años en 1901 (Martínez de Medina 25-26).

576 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


fluencia romántica (2); a mi juicio, es una romántica tardía, como
el colombiano Julio Flórez Roa (1867-1923), uno de los autores
en cuya poesía ella hallaba modelo e inspiración. Umaña solía re-
cargar sus escritos de grave retórica decimonónica, ajena a la casi
conversacional soltura del posmodernismo. Por medio del verso,
deseaba gritarle al mundo sus congojas y no le interesaba recrearse
en filigranas verbales.
Su mérito esencial no radica en logros estilísticos, sino en
aportes temáticos:

Campeona de reivindicaciones sentimentales de la mujer […]


tiene el valor de pregonar en voz alta su derecho –y el de la mu-
jer en general– a amar libremente, fuera de fórmulas ambiguas
e hipócritas, pero consagradas por las normas sociales de su
tiempo y de su medio […] da vuelta a lo codificado y canta los
ojos negros, el pelo luciente, las miradas ardorosas y la gallardía
física del hombre a quien ama (Cerutti, “Olvidada” 12).

También fue inusual la decisión de Umaña Espinosa de asu-


mir la poesía no como un elegante pasatiempo, sino como modo
de vida. Se apropió “de un espacio y de un ambiente vedado a las
mujeres” (Martínez de Medina 23) tomando parte en tertulias de
tipo bohemio, a las cuales no asistía ninguna otra señorita. Pagó
el precio al convertirse en “blanco de todas las murmuraciones y
todas las maledicencias” (Cerutti, “Olvidada” 10); murió tubercu-
losa, pobre y sola, como toda una poetisa maldita.

Aura Rostand: vuelo interrumpido

En 1918 tuvo lugar un suceso de señalada importancia simbólica:


por primera vez en Nicaragua, a una mujer le fue otorgado un
galardón literario. Josefa Toledo (Juigalpa, 1866-Managua, 1962)
recibió la medalla de plata de los Juegos Florales de Managua por
el artículo/ensayo “Importancia de los clubs sociales”.
El año 1923 marcó otro hito: poemas de dos mujeres apa-
recieron en una antología, 45 años después de que se editara en el
país la primera recopilación de tal índole: Lira nicaragüense: Colección
de los mejores ensayos de nuestros poetas (Chinandega, Imprenta del

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 577


Progreso, 1878), compilada por Félix Medina (1857-1943) (Arella-
no, Poesía nica 19). El honor de entrar en la Antología de los verdaderos
poetas y escritores de León, Nicaragua, Centroamérica22 les alcanzó a Rosa
Umaña y a Aura Rostand (seudónimo de María Isabel Selva Esco-
to, León, c. 1899-México, D. F., 1957), la poeta más significativa de
los años veinte y tempranos treinta.
En 1927, el gobierno la nombró cónsul de Nicaragua en
Detroit, eua (“Nicaraguan woman” 1299); fue la primera nica-
ragüense en desempeñar un cargo diplomático. Arellano califica
a Rostand de “netamente posmodernista” (Antología 281), pero
ella tiene numerosos poemas de factura modernista. Pese a ser
leonesa, estaba muy vinculada al grupo capitalino del “segundo
momento” del modernismo que se desarrolló entre 1900 y 1927
(Valle-Castillo, Siglo I 24).
Sea en su faceta modernista o posmodernista, los escritos
mejor logrados de Rostand revelan su destreza en el manejo de la
métrica, riqueza metafórica e intensidad emotiva (Ramos, Aura 4).
Fue la primera en referirse en su poesía al parto y la lac-
tancia. Desde finales de 1928 hasta cerca de 1931 vivió en Blue-
fields e inauguró, con buen suceso, el tema costeño en las letras
nicaragüenses. Sus poemas fueron divulgados por las revistas y
periódicos de Nicaragua, Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba,
El Salvador, España23 y Honduras.
A mediados de los treinta, en pleno auge de su popularidad,
se trasladó a México. Allí trabajó como periodista; dejó de publicar
versos, pero no de escribirlos. Como ya no estaba presente en los
círculos literarios, su estela se disipó. Cuando falleció en 1957, en
Nicaragua apenas se supo la noticia. Su poesía tuvo que esperar
más de medio siglo para ver la luz en libro.24

22 Edición extraordinaria de la revista Darío, números 47-48, selección de Juan Felipe Toruño (1898-
1980).
23 Hasta la fecha, se ha localizado sólo un poema: “Sé qué he de amar…” (Marineda: revista semanal
ilustrada, [La Coruña], Galicia, año II, n.º 15, 1 de marzo de 1923).
24 Se publicaron dos bajo el mismo título de Huerto cerrado, uno en Nicaragua (Banco Central de
Nicaragua, 2013), otro en México (Coyote Blanco, 2014).
Alrededor de 1929, en una entrevista a El Gráfico, Rostand aseveró tener listos para la imprenta
tres libros de poesía y uno de poemas en prosa: Tejiendo un ensueño, Cristal, Huerto cerrado y Danza.
Ignoramos el destino de los originales.

578 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Toruño, que conocía a Rostand personalmente y la conside-
raba la mejor poetisa de Nicaragua, se refirió así a su trayectoria:
“Desengaños prematuros y sucesos emotivos, la tornaron diferen-
te” (“Sucinta” 1141). ¿Qué desengaños, cuáles sucesos? Lo ignora-
mos. Algo tuvo que ver en ello el fracaso de su matrimonio con el
nicaragüense Asdrúbal Ibarra Rojas (1896-1987), cirujano dentista
graduado en los eua.
Aura Rostand al menos alzó vuelo; su hermana menor Evan-
gelina de la Selva Escoto (León, 1902-1986), casada con el poeta
leonés Joaquín Sacasa (1984-1975), jamás dio a conocer sus versos
que escribía de manera ocasional en el mismo cuaderno donde
apuntaba recetas de cocina y listas de compras del mercado. Varias
décadas después los encontró, revisando el archivo familiar, su hija
María Manuela Sacasa Selva de Prego (León, 1939-Managua, 2020),
diligente gestora cultural que, a partir de 2003, anualmente organiza-
ba en su ciudad natal el Simposio Internacional Rubén Darío.

Otras voces

Sólo una mujer más, Blanca del Valle, comparte con Umaña y Ros-
tand las páginas de las antologías de poesía nicaragüense elabora-
das en los años veinte y treinta: «Versos selectos: apéndice a los
Apuntes para una antología» (1925) de Jerónimo Aguilar (1890-1980),
y la importante Nicaragua lírica (Chile, 1937), reunida por el presbí-
tero I. Augusto Oviedo y Reyes.
La biografía de esta autora se asemeja a una laguna con mi-
núsculas isletas. En 1923 sus composiciones poéticas, fechadas en
León, aparecían en la publicación católica leonesa Paz y Bien, bajo
la firma de María Luisa viuda de Tuggle; aquel mismo año empezó
a publicar en el semanario capitalino Faces y Facetas, ya como Blan-
ca del Valle, y lo hizo en el transcurso de todo 1924. Se llamaba
María Luisa Naegeli (Negli, Negly) Montalván; era de ascendencia
alemana; en su matrimonio procreó al menos dos hijas.
Hasta la fecha, han sido localizados un cuento25 y 19 poemas
posmodernistas con deje romántico. Entre los pocos textos dispo-
25 “El presente del Niño Dios” (Faces y Facetas [Managua], año III, n.º 66, 3 de enero de 1924, p.
2), sentimental y carente de méritos estéticos. A Blanca del Valle sólo le corresponde la prioridad
cronológica de ser una de las pioneras de la narrativa breve en Nicaragua.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 579


nibles se destaca “Yo quiero” (diciembre de 1923, León), donde
un arrebato casi panteísta se sobrepone a las pías consideraciones
que pudieran esperarse de una católica devota.
Para mediados de los treinta, la participación de mujeres en
las letras se incrementó. Josefa Toledo lo plasma en un breve re-
gistro:

se ha notado un despertar intelectual revelador de energías y


ansias espirituales femeninas, pudiendo presentar a Aura Ros-
tand (María de la Selva de Ibarra), como alta poetisa de mo-
derno e inspirado estro y escritora de pensamiento y acción.
Nila Jiménez de Orozco, escritora y poetisa, dirige revistas
literarias, haciendo campaña patriótica.
Escriben interesantes artículos Sara Barquero26 y Justina
Huezo de Espinoza [Managua]; y de carácter literario, Blanca
Vega y Carmen de Talavera,27 que hace sus ensayos de novela,
con buen acierto.
Plasman su inspiración en camino de modernismo, no exen-
to de pensamiento y delicadeza, Yolanda Caligaris,28 Carmen
de Mantilla29 y Carmen Sobalvarro, haciendo mayor labor la
primera.

26 La profesora Sara Luisa Barquero (Masaya, 1889-Managua, 1981) editó varios libros de literatura
pedagógica, entre éstos, Guía del maestro rural (1936 y 1946), Gobernantes de Nicaragua (1937) y Ma-
nagua, centro de interés (1946).
27 Carmen Mantilla Calderón, de la “lista de 1888”, dio a las prensas Los piratas (1935); sobre la
novela en cuestión se hablará más adelante.
28 Yolanda Caligaris Delagneau de Estrada (Managua, 1910-ibídem, 1964) publicó tres libros de poe-
sía y prosa poética: Bajo las estrellas (México, 1945), Sagitario (México, 1954) y Alcázar de ensueño
(México, 1960). Sus escritos combinan rasgos del romanticismo, modernismo y posmodernismo.
Recibió en 1952 la Flor de Lis de Oro y en 1953, por el soneto “A Rubén Darío”, la Orquídea de
Oro, ambos premios del certamen promovido por la Guardia de Honor de Rubén Darío. Cuando
niña estudió en Italia; vivió largas temporadas en los Estados Unidos y en Cosa Rica. En Nicara-
gua participó en las luchas por el sufragio. En 1950, junto con Josefa Toledo, Justina Huezo y otras
feministas formaba parte del Comité Central Femenino Pro Voto o Liga Feminista de Nicaragua.
Guillermo Rothschuh sostiene: “Ella inauguró un estilo, un sentimiento, y mañana, cuando se
haga con exclusividad una historia de lo que la mujer produjo en nuestra literatura nacional, ella
junto a Rosa Umaña Espinosa serán las pioneras” (“Mi opinión” 57).
29 Rosario del Carmen Talavera Mantilla de Mantilla (Somoto, 1902-Managua, 1976), hija de Car-
men Mantilla de Talavera, publicó Tormenta en el norte (Glorioso pasado de un ingenio): Novela de la época
sandinista (1947).

580 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Pueden figurar como poetisas delicadas Blanca del Valle (Ma-
ría Fugle)30 y Blanca Victoria Mejía.31
Adriana de Calderón, Rosa Ch. Praslín de Buitrago,32 Sara P.
de Rodríguez33 y algunas otras que se escapan a mi memoria,
cultivan también la gaya ciencia. Y muchas más que bajo seu-
dónimo escriben en prosa y en periódicos y revistas.
Alicia Rostrán se inicia en el difícil campo del humorismo,
sin perseverar en un medio propicio para favorecer sus apti-
tudes. Apunta vibrante y decidida la adolescente Olga Núñez
Abaunza.34
30 En algunos documentos el apellido Tuggle aparece como Fugle o Fuggle.
31 Blanca Victoria Mejía Arauz (Matagalpa, c. 1897-León, 1975) vivió su juventud en Jinotega. Se
dedicaba al magisterio. Fue la primera adepta del bahaísmo en Nicaragua –se convirtió en los cua-
renta– y en 1944 asistió como representante de nuestro país (Nicaragua) a la convención panameri-
cana de la congregación. De Mejía Aruz sólo se conservan una carta de 1959 y algunos tempranos
escritos de prosa poética, como “Generoso impulso”, fechado en Jinotega en octubre de 1919, que
inicia así: “Ha terminado la noche, densas nubes se apartan, se abre la áurea puerta y aparece el Sol.
Es un nuevo día impregnado de músicas y olores, y hay mucha armonía esparcida en el ambiente y
cantan más las aves para saludar al otro emblema de amor. Cabalgando en sus rayos cual naciente
Minerva, viene el siglo xx, el siglo de las luces: Siglo de la Mujer” (22).
32 Rosa Choiseul-Praslín Prado de Buitrago (Matagalpa, 1893-Managua, 1972), autora de versos
y prosas poéticas, usó el seudónimo Urania. Se casó con el jurista Justiniano Buitrago; tuvieron
cinco hijos. Entre 1929 y 1967 vivieron en Bluefields, donde ella presidía la Junta Directiva del
Feminismo y participaba en eventos culturales (“Dña.”).
33 La profesora Sara Prieto de Rodríguez, de Chinandega, publicó Libro mío: prosa y verso (1949),
bienintencionado y retórico.
34 Olga Núñez Abaunza (Masaya, 1920-Managua, 1971) es conocida por ser la primera nicaragüen-
se graduada como doctora en Derecho y electa diputada del Legislativo (período 1957-1963),
pero no se toman en cuenta sus logros en el campo de la narrativa:
En 1945, Olga Núñez ganó el Premio Nacional de Literatura Rubén Darío por su novela
Renunciación, que nunca fue publicada [pues las bases del premio no incluían la edición de las
obras ganadoras] …
A finales de los 40 abandonó las letras e hizo una brillante carrera como jurista y política. En 1950
fue nombrada Viceministra de Educación Pública; en 1955 fundó el Ala Femenina del Partido
Liberal Nacionalista (de hecho, somocista), que había dirigido hasta su temprana muerte. En una
ocasión, consultada en privado sobre la razón del abandono de las letras, respondió: “No me
daban chance, nadie me tomaba en serio, y a mí me gusta ser la primera”.
Paradójicamente, la literatura resultó ser para Núñez, una mujer ambiciosa y dinámica, un
campo más restringido que la política. Por cierto, las nicaragüenses tienen derecho a voto a
partir de 1955 y el derecho a pertenecer a la Academia Nicaragüense de la Lengua, a partir
de 1997. Un dato asaz ilustrativo (Ramos, Escritoras 10).
Hasta la fecha, sólo se ha podido localizar un cuento suyo, de 1936: “Lo decía el corazón”, bas-
tante sentimental y convencional –lo cual no resulta sorprendente en una autora de 16 años–,

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 581


En el campo de la acción tenemos a Sara Solís de Rivas,35 que
se ha puesto en ocasiones al frente a un periódico, revelándo-
se como escritora enérgica y de talento. A la malograda joven
María Teresa Medal,36 directora de un semanario femenino y
literario, al que imprimía su optimismo frente a la vida.
… En la acción femenina se señala a Angélica [Balladares
Montealegre] de Argüello [1872-1973] luchando por la intro-
misión de la mujer en el voto político, además de las veteranas
María Gámez y María Cristina Zapata, quienes han aumenta-
do sus actividades literarias y políticas (Toledo, “Apreciacio-
nes” 7-8, nota a pie de página).

Las “listas” de Josefa Toledo –por supuesto, no exhausti-


vas– permiten darse cuenta de que a mediados de los treinta ya
había en Nicaragua varias mujeres dedicadas a la literatura, pero
los escritos de casi todas ellas están dispersos, inéditos o perdidos.

Carmen Sobalvarro: en la periferia de la vanguardia

Resulta sumamente difícil justipreciar la obra de Carmen Sobal-


varro (Ocotal, 1902-después de diciembre de 1942), pues hasta la
fecha sólo se conoce una veintena de poemas suyos.
Sus escritos de 1929 y 1930 acusan la influencia de la faceta
más amanerada y desgastada de la estética modernista (princesas,
príncipes, boca de fresa, sonrisa de aurora, rosa, mariposa, raro
perfume, castillo encantador…). No se asemejan en nada a los que
describe Pablo Antonio Cuadra (1912-2002): “De pronto apareció
[en Granada] una muchacha de bellísimos ojos y aire campesino.
pero escrito con soltura y ajeno al costumbrismo, pues se desarrolla en un entorno urbano cos-
mopolita.
Pocas semanas antes de morir escribió “Último poema”, una suerte de testamento en verso:
“Que hablen, que critiquen, ¡qué importa!/Está roto ya el cristal de mi risa/en la grieta rosada de
mis labios cerrados” (Corona I).
35 Sara Solís Chamorro (¿?-después del marzo de 1940) se casó con el periodista y político nicara-
güense Gabriel Rivas Novoa (1890-1965), conocido como Gabry Rivas. Asumía la dirección del
periódico mientras él estaba preso, lo que sucedía con frecuencia.
36 María Teresa Medal Zamora (c. 1912-Managua, 1934), profesora normalista, murió en la calle de
Managua cuando a un guardia nacional se le cayó su rifle, se disparó y una bala perdida mató a la
joven.

582 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Nos llevaba unos romances tan bellos y frescos como los ocotales
del Norte. Era Carmen Sobalvarro, la melancólica enamorada de
César Augusto Sandino” (Poetas 164).
Si ella hubiese mostrado a los miembros del Movimiento
de Vanguardia sus tempranos poemas, ni los verdaderamente her-
mosos ojos de la joven ni su aire serrano la hubieran salvado de
la mofa de aquellos muchachos irreverentes y sofisticados, impla-
cables con todo lo que juzgaban obsoleto; sin embargo, la impre-
sión que les causaron los romances fue muy favorable, así que
aceptaron a Carmen como única integrante femenina del grupo.
Desconocemos la dinámica interna, pero, muy probablemente, a
ella le correspondió el papel de “novia” o “musa”, cuyas peculia-
ridades –el ser norteña, campestre y sandinista– concordaban con
el imaginario colectivo de los vanguardistas.
Tina Escaja plantea:

Por su parte, la mujer poeta y crítica reproduce muchas ve-


ces los mismos esquemas y convenciones [de género]. Esto
puede deberse tanto a una estrategia de supervivencia, como
a la internalización de unos valores aceptados como norma, y
también a la ausencia de una alternativa de expresión de la que
participa la falta de una sólida tradición de escritura de mujer.
En principio, las “autoras” no son consideradas como tales,
es decir, como poetas susceptibles de “autoridad” literaria,
sino más frecuentemente como “musas” que inspiran al poe-
ta y artista (Invención párrs. 6-7).

Varios poemas de Sobalvarro se ubican en el a veces impre-


ciso linde entre el neopopulismo y el posmodernismo, pero hay
uno –“Derecho de propiedad”, 1934– que se distingue del resto:
irónico, de lenguaje algo crudo, sin barnices ni remilgos. Tampoco
idealiza a los indios, que no eran para ella “objeto arqueológico”
(Blandón 43) o mítico, sino parte de la realidad cotidiana. Antiso-
mocista fervorosa, Sobalvarro vivió largas temporadas en Honduras.
En diciembre de 1942, Carmen Sobalvarro fue deportada de
Costa Rica a Nicaragua por encontrarse en su poder documentos

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 583


de propaganda nazi y un retrato del Führer37 (Nicaraguan Poetess).
¿La habrá llevado tan lejos la aversión a la política estadounidense
causante de la muerte de Sandino? A partir de aquella fecha, no se
sabe nada sobre su destino.

Más poetas no canónicas

Entre las voces alternas –por sus trayectorias y aportes inusuales–


encontramos a otras dos norteñas: Dolores (Lola) Matamoros
Munguía (Telpaneca, 1893-1976) y Olga Solari Mongrío (Matagal-
pa, c. 1910-Chile, 1974).
La primera –“poeta, comerciante, ganadera y cafetalera”
(Torres 4)– sobresalió como activista política que apoyaba la lucha
de Sandino; incluso visitó al jefe guerrillero al menos una vez en su
cuartel general en el Chipote y sufrió prisión a causa de sus activi-
dades. Sus poemas aparecían “en los diarios nacionales La Nueva
Prensa y Flecha, siendo presentada en uno de ellos como ‘La Lira
Segoviana’” (Torres 6).
Aunque la matagalpina Solari, hija de un chileno y una do-
minicana, se mudara a Chile en 1934, varias veces visitó Nicara-
gua, a la que consideraba su primera patria, y colaboraba con los
medios nacionales. Su poema “Mi azucena negra”, publicado en la
revista Centro, de Managua, en 1939 y luego reproducido en Poesía
nicaragüense (1948 y 1965) de María Teresa Sánchez, impresiona
con la densidad de las imágenes y la alta tensión erótica.
37 El nazismo tuvo sus simpatizantes en el gremio literario. Julio Ycaza Tigerino (1919-2001), escri-
tor y político nicaragüense, estudioso de Darío y miembro en vida de la Academia Nicaragüense
de la Lengua, escribió en 1940 “Oda a Hitler”, que demanda:

A ellos, a los amos del mundo,


que la tripa mantienen atiborrada de oro
y el alma empapelada de esterlinas y dólares.
A ellos que se engordaron con las sangres lejanas de otros pueblos,
dales la sangre,
haz que vean la sangre,
haz que corra la sangre suya
sobre los pavimentos de sus casas doradas.

Y después vete, ¡oh, Führer!, o suicídate
(Poesía 42-43).

584 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Editó en Chile tres poemarios: Selva (1944) –cordialmente
prologado por el argentino Raúl González Tuñón (1905-1974)–,
Canción para entibiar su sueño (1944) y Corazón del hombre (1949); lue-
go se discontinuó.
Leonor Urbina Zamora (Rivas, 1895-?) dio a luz Sensitivas
(1938), que reúne versos y prosa. En la presentación asume una
postura humilde: “sencillo librito […] os ruego público lector no
los juzguéis [a los escritos] tan malos y de pésimo gusto” (1, sin
numeración). Son prosas y versificaciones correctas, pero sin ri-
queza expresiva, que conceptualizan a las mujeres de manera muy
tradicional, como ángeles de bondad. Sin embargo, en uno rela-
ta su experiencia personal desafortunada: el matrimonio, los en-
sueños, el nacimiento de sus dos hijas y un hijo, el abandono de
parte del esposo y el llamado a las jóvenes a no ilusionarse con la
dicha hogareña. Esta denuncia en verso –además, hecha pública
mediante un libro– transgrede las normas genéricas. Urbina Za-
mora no sólo se queja de sus quebrantos, sino que indica con toda
claridad quién es el responsable y afirma que no se trata de un caso
aislado (“Cuántas hay como yo”). En aquellas líneas faltas de punta
y de filo está el germen de las críticas al sexismo que Daisy Zamora
–con mucho mayor habilidad técnica, eficacia estética y conocimien-
to de las teorías feministas– despliega en A cada quien la vida (1994).

Otros géneros

En los años veinte y treinta, las nicaragüenses incursionaban con


más frecuencia en la poesía, pero también conocemos dos intentos
de novela. Celia Elizondo Abaúnza de Nicol38 redactó La loquita:
“ficcionalización inédita del Darío adolescente” sobre su relación
con Rosario Emelina Murillo Rivas (1871-1953) antes del viaje del
poeta a Chile, datada en 1922. “Una fotocopia del texto mecano-
grafiado … debe conservarse en la Biblioteca Nacional [de Nica-
ragua]” (Arellano, Novela 82).
38 Oriunda de Rivas, hija de Joaquín Elizondo Rivas (c. 1830-1901), rico hacendado, militar de alto
rango y ministro de varios gobiernos conservadores, fue contemporánea de Rubén Darío y desti-
nataria de dos poemas suyos: “Ovillejo a Celia” (1885) y “Cantilena” (1886) (Arellano, Novela 82).
Tanto ella como su hermana Adela se distinguían por su refinamiento y cultura. En 1892 Celia se
casó con el inglés Charles Edward Nicol, de quien enviudó en 1907.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 585


Si descontamos la novela perdida de María Cristina Zapata,
la primera impresa sería Los piratas (1935) de la norteña Carmen
Mantilla de Talavera: un escrito de inspiración romántica basado
en acontecimientos históricos. El libro tuvo buena recepción por
su dinámica trama y un estilo correcto y llano.
La prosista más significativa de aquel período es Josefa Emilia
Toledo Murillo de Aguerri (Juigalpa, 1866-Managua, 1962), célebre
y admirada en calidad de insigne educadora y símbolo de la chonta-
leñidad,39 reconocida por el movimiento de mujeres como lideresa
feminista de la “primera ola” y denodada sufragista, pero casi ig-
norada en su faceta de literata. Además del considerable corpus de
literatura pedagógica, escribió crónicas de viaje (Al correr de la pluma,
1924), biografías breves, dramatizaciones escolares –un aporte pio-
nero a la literatura dirigida al público infantil–, ensayos y una gran
cantidad de artículos sobre temas muy diversos, una parte de los
cuales ella se encargó, por dicha, de recopilar y publicar en libro.
Se forjó como ensayista a partir de un periodismo didác-
tico y beligerante, que ella puso “al servicio de su vocación de
educadora, de su campaña feminista, de sus esfuerzos por el me-
joramiento social” (López Miranda, Chontaleña 156). Se murmu-
raba que ella no era autora de aquellas descollantes obras, sino
que pagaba a varones. Esta afirmación se basaba en una premisa
misógina: escribía demasiado bien para ser mujer.
En sus trabajos se hallan esparcidos fragmentos de auto-
biografía,40 cuyo original se perdió durante el terremoto de 1972.41
Es la suya “una literatura comprometida. Persigue, por lo general,
un propósito didáctico, un fin de moralidad social ... es una prosa
elegante, algo discursiva, bien balanceada. El pensamiento lógico
se construye a base de contraposiciones” (Chontaleña 156 y 158);
además, en textos de carácter más informal Toledo daba rienda
suelta a su fino humor.
39 Josefa Toledo nació en Chontales. Su padre, Ramón Toledo Guindo, era de origen guatemalteco
y su madre, Engracia Murillo, leonesa de ascendencia española. Por su destacada actuación como
pedagoga, periodista y activista del movimiento de mujeres fue designada en 1950 Mujer de las
Américas.
40 Por ejemplo, la deleitosa y reveladora “Mi maestra Paulina” (Enciclopedia nicaragüense [1932] y An-
helos y esfuerzos/Reproducciones, 1935, pp. 178-182).
41 Conversación personal con Victoria González, San Salvador, julio de 2000.

586 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


En el marco del desarrollo del teatro culto, tuvieron lugar
valiosos movimientos locales. En Boaco, Ofelia Morales Marenco
de Lanzas (Boaco, 1915-2001) escribió y montó varias piezas, en-
tre éstas La intrusa, Margarita, La convertida. “Pero sólo se conser-
van inéditos el inicio de una comedia en tres actos: Una muchacha
moderna (1935) y un par de cuadros típicos: Los indios de las cañadas
(1936) y El novio de Bruna (1937), subtitulada como “costumbre
regional” (Arellano, Literatura 1997 168). “Sus temas remedan los
de tragedias y dramas románticos, centralizados alrededor de un
personaje trágico-femenino, estereotipado […] Se esfuerza por in-
corporar […] asuntos y personajes tomados de la vida de su pue-
blo” (López Miranda, “Vida” 139).
Fidelina Floripe Valdivia de Barreto (Estelí, 1894-1983) di-
rigió en su ciudad natal un grupo teatral y escribió dramas, come-
dias, zarzuelas y piezas de teatro infantil; sus escritos no se han
conservado. “Las obras de aquellas norteñas reflejaron un quehacer
digno de rescatarse y una apreciable realización creadora” (Arellano,
Literatura 1997, 168).

Avanzando en la presencia

A inicios de los cuarenta, irrumpió al escenario cultural María


Teresa Sánchez (c. 1918-Managua, 1994),42 la única persona que
ganó en cuatro ocasiones –y en distintas ramas– el Premio Ru-
bén Darío. “En calidad de promotora cultural [y editora] des-
empeñó el papel de primera magnitud durante las décadas de
los 40 y 50, y si bien posteriormente su protagonismo ha ido
disminuyendo, continuó activa hasta finales de los 70” (Ramos,
“Redescubriendo” 9).
Junto con Pal Steiner (1909-1986), conocido en Nicaragua
como Pablo Steiner Jonas, judío húngaro establecido en Nica-
ragua a partir de 1939, creó y dirigió Nuevos Horizontes, nom-
bre de tres formidables entidades: círculo de letras, editorial y
revista.

42 Ella fue conocida desde joven como María Teresa Sánchez, pero realmente se apellidaba La-
rios. Tras su esfuerzo por crearse una biografía ficticia se esconden dramas personales, como,
por ejemplo, su condición de hija ilegítima.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 587


Su trayectoria literaria inició con Sombras (1939?), una co-
lección de poemas de calidad muy desigual, donde, sin embargo,
ya están presentes temas que Álvaro Urtecho (1951-2008) señala
como fundamentales en la obra de esta autora: “Soledad, premo-
nición de la muerte, angustia, intimidad del Yo acosado” (Urtecho,
“María” 10).
Los siguientes libros de Sánchez, Oasis (1943) y Canción de
los caminos (1949), en los cuales predomina la temática amorosa,
acusan mayor madurez expresiva. “Aun herida, vencida y que-
brantada por el amor de evidente estirpe romántica, no reniega de
su condición de atrevida y temeraria, ni se arrepiente de nada. Esa
misma desesperanzada rebeldía desplegó –y posteriormente supe-
ró, encauzándose hacia la autonomía–” (“Redescubriendo” 13).
En 1945, los poemas de Sánchez “Certeza”, “Soldado del
amor desconocido” y “Las madres de ellos” obtuvieron el Premio
Nacional Rubén Darío.43 En el marco de su labor de promotora
cultural, compiló Poesía nicaragüense (1948), que aquel mismo año
recibió el Premio Rubén Darío en la rama de poesía. Dicha anto-
logía contribuyó –sin que eso fuese su propósito explícito– a la
visibilización de las literatas; de 175 poetas seleccionados, 14 son
mujeres:44 un porcentaje bajo de por sí, pero más alto que en otras
colecciones.
Pese a todos sus logros, sobre María Teresa Sánchez siem-
pre pesaba la sospecha de que las obras firmadas con su nombre
no le pertenecían, lo cual, a mi juicio, se relacionaba con sus oríge-
nes: «Ella no provenía de la buena sociedad, y su florescencia literaria
resultaba doblemente sospechosa: por razones de género y de cla-
se” (Ramos, “Redescubriendo” 35).

43 La nota bibliográfica en la página 114 de Poesía mariana nicaragüense: antología (1954), compilada por
Sánchez, indica que los textos ganadores fueron “Certeza” y “Soldado del amor desconocido”.
44 En la primera edición aparecen incluidas, en orden alfabético: Amada Aragón (1907-después de
1950), Berta Buitrago (18¿86?-1960), Yolanda Caligaris (1910-1964), Margarita Gómez (1915-
1997), Cándida Rosa Matus (1850-1931), Alicia Prado Sacasa (1920-¿?), Aura Rostand (c. 1899-
1957), María Teresa Sánchez (1918-c. 2000), Olga Solari (c. 1910-1974), Carmen Sobalvarro
(1902-después de 1942), Edith Telica (1921-2000), Rosa Umaña (1872-1924), Annie Valladares
Sáenz (19¿16?-¿?) y Josefa Vega (1877-1920). En la edición de 1965, la compiladora eliminó de la
selección a Vega, pero no añadió a ninguna poeta y apenas actualizó las notas biobibliográficas.

588 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Entre 1941 y 1946 Alicia Prado Sacasa (León, 1918c.-2000)45
publicaba, en Repertorio Americano y otros medios, dignos poemas
posmodernistas, teñidos de ternura y nostalgia.
Margarita Gómez Espinosa (Jinotepe, 1915-1997) dio a luz
Pétalos (1941) y Alma indígena (1942), reivindicando con ahínco,
pero sin profundo conocimiento ni buen suceso estético, el legado
prehispánico de Nicaragua. Yolanda Caligaris editó Bajo las estrellas
(México, 1945), de mayor calidad tipográfica que literaria.
En 1943 apareció el primer libro de narrativa breve de una
nicaragüense: Cuentos para niños de Margarita Debayle de Pallais
(León, 1900-Perú, 1983). Resulta significativo que ella, conocida
únicamente como destinataria de los versos darianos, no fue tan
sólo una musa inspiradora, inconsciente y espontánea, sino tam-
bién escritora.46 Su prosa es limpia, ágil, con algunos pasajes donai-
rosos, pero la forma, muy tradicional –en parte, quizá, por tratarse
de cuentos de hadas– y el contenido, asaz moralista y conservador.
Las virtudes esenciales de sus protagonistas, por las cuales ellas al
final reciben su recompensa –las más veces, un feliz matrimonio–
son la dulzura y la paciencia.
En cambio, los cuentos de María Teresa Sánchez publicados
en los cuarenta –como, por ejemplo, el originalísimo “La Sombra
Blanca” (1942)– ya rompen con la tradición regionalista y se aden-
tran en las complejidades de la introspección.
A ese mismo período corresponden tres novelas escri-
tas por mujeres: Vendo mi vida (1944) de Graciela González (Es-
telí, 1918-2009), Su último beso (1945) de Juanita Fajardo Fonse-
ca de Cabrera (Masaya) y Tormenta en el norte (Glorioso pasado de
un ingenio): Novela de la época sandinista (1947) de Madame Fleure
(Carmen Talavera Mantilla, Somoto, 1902-Managua, 1976). La
primera y la tercera poseen cierto valor documental, pues des-
criben ambientes y registran tendencias sociales y psicológicas
operantes en la sociedad; la segunda recibió de Jorge Arellano el
45 Hija de Francisco Prado Salinas y Josefa Sacasa, nació en León, pasó su infancia en Costa Rica y
retornó a la metrópoli en 1937. Trabajó como maestra. Obtuvo una beca para estudiar Filosofía y
Letras en México; uno de sus escritos más polisémicos y recónditos, “Poema de esclavitud”, está
fechado en el D. F. (ahora Ciudad de México) en 1957. Reunió sus poemas en Mensaje de amor (1957).
46 Hasta la fecha, no ha sido localizado ni un solo ejemplar de su otro libro, El panamericanismo a través
de Roosevelt y Darío, probablemente publicado en Panamá, circa 1943.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 589


muy sarcástico –y merecido– calificativo de “inmejorable novela
rosa” (Novela 240).
Mayor interés ofrece Nueva Segovia (1945) de la maestra em-
pírica y abnegada investigadora autodidacta Celia Guillén Navarro
de Herrera (Ocotal, 1889-1958), admitida en 1946 a la Academia de
Geografía e Historia de Nicaragua como miembro correspondien-
te. “Posteriormente preparó otro libro, titulado Entre la historia y la
leyenda, cuyos originales se perdieron en una tipografía de Managua”
(Gutiérrez 177).
Berta Buitrago (León, ¿1886?-ibidem, 1976), de la conspicua
estirpe de los Buitrago –una de las familias intelectuales por exce-
lencia de la ciudad de León– nació fuera del matrimonio. Su abuela,
doña Jacoba Buitrago de Buitrago acogió a la niña y la crio en su
casa, donde todos los días había tertulia. Berta tuvo la oportunidad
de escuchar las doctas conversaciones y recogió en su memoria
numerosas antañadas. Siempre fue una persona solitaria; al pare-
cer, le apenaba su origen y su piel morena; era “muy fantasiosa en
su lenguaje, muy expresiva, hablaba con los ojos y con las manos”
(Ramos, “Edgardo” 67).
Su poema “El lecherito”, escogido por Sánchez para formar
parte de Poesía nicaragüense, carece de elementos de permanencia;
sin embargo, no ocurre lo mismo con sus precisos y vivaces es-
critos sobre el folclore, las tradiciones, los acontecimientos y los
personajes de León, de los cuales muchos continúan inéditos.
Justina Huezo de Espinosa47 –profesora, escritora, pianista y
activista social– publicó el ensayo La mujer antigua y la mujer moderna
(1946): algo retórico para el gusto actual, pero sustancioso.
Con su Contribución al teatro escolar nicaragüense (1947), la maes-
tra María Berríos Mayorga (León, 1911-ibídem, 2006) siguió con
el cultivo de la dramatización escolar iniciado por Toledo.
Ángela Robleto Huete de Barquero (Camoapa, 1890-Boa-
co, 1984) demostró soltura verbal y capacidad observadora en
la breve crónica de viaje México imponderable (del recuerdo) (1948).48
47 Hija de una pareja de intelectuales conformada por Francisco Huezo (1862-1934) y Josefa Ortega
de Huezo (c. 1866-1955) que aparece en la “segunda lista” (1935) de Josefa Toledo. Nació y vivió
en Managua. Se casó con Jacinto Espinosa en 1924.
48 Maestra de generaciones, hermana del destacado novelista y periodista Hernán Robleto (1892-
1968), madre y abuela de intelectuales. Su segundo libro, memorias tituladas Serán cenizas (2000),
se publicó de manera póstuma.

590 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Estos tres aportes en géneros marginales no han sido objeto de
estudio.
En 1946, Lolita Soriano Estrada (Managua, 1922-2001)49
obtuvo el Premio Rubén Darío por Panorama, un libro de artículos
didácticos para la niñez.
En 1949 María Berríos, Gilberto Vega Miranda (1895-196?)
y Gratus Halftermeyer (1887-c. 1974) compartieron el mismo ga-
lardón en la rama del ensayo literario e histórico, otorgado a Vida
y obra de José de la Cruz Mena (talentoso compositor nicaragüense
nacido en 1874 y fallecido de lepra en 1907).

Nicaribe: simientes de la aproximación

La situación económica de la Costa, determinada por las activida-


des de las compañías extranjeras, dependía de la demanda externa.
Tras períodos de bonanza –como, por ejemplo, el auge del hule
entre 1940 y 1945– venían las debacles. Además, la inmisericor-
de explotación de recursos madereros y mineros perjudicaba el
medioambiente y la salud de la población.
Bluefields era el núcleo urbano más importante de la región;
en la zona norte fue adquiriendo preeminencia la ciudad de Bilwi
(Puerto Cabezas).50
Los escritores del Pacífico que venían a parar a Nicaribe –por
su propia voluntad o en calidad de exiliados– eran percibidos como
algo extremadamente otro, casi “no-Nicaragua”. Hasta en la déca-
da de los cuarenta en los escritos sobre el Caribe de Adolfo Cale-
ro-Orozco51 (1899-1980) y de Carlos A. Bravo (1882-1975) apareció
una visión menos exotista y más incluyente.
49 María Dolores –conocida como Lola o Lolita– Soriano Estrada: educadora, promotora cultu-
ral, filántropa y ensayista. En 1939, fundó el Liceo Lola Soriano que durante décadas funcionó
como Casa de Arte y Cultura. En 1964 concedió su mano al historiador Julián Guerrero Castillo
(1907-1996), con quien estuvo jalando, de manera intermitente, durante unos 20 años. Entre los
dos elaboraron más de 70 libros, incluyendo investigaciones monográficas sobre casi todos los
departamentos de Nicaragua.
50 La ciudad y el municipio de Puerto Cabezas fueron creados en 1929. Llevan el nombre del perio-
dista y militar Rigoberto Cabezas (1860-1896), quien dirigió las acciones bélicas para incorporar
la región al Estado de Nicaragua; en la Costa, no es un personaje de grato recuerdo.
51 Adolfo Calero-Orozco: cuentista, novelista y dramaturgo, autor de Sangre santa (1940), una de las
novelas nicaragüenses más importantes del siglo pasado.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 591


En 1950, Santos Cermeño [1903-1981], vanguardista mar-
ginal, trasladó su residencia a Bluefields [donde permaneció
hasta 1968] […] y de inmediato sufrió una transformación
tan esperable como inusitada convirtiéndose en nuestro pri-
mer poeta caribeño52 y además, en maestro y promotor de
otras vocaciones que se manifestarían hasta en las décadas
siguientes (Lizandro Chávez Alfaro [1929-2006], Carlos Ri-
gby [1945-2017], David McField [1936]) (Valle, Siglo II 323).

Años cincuenta: formativa acumulación de fuerzas

En 1955, gracias a una reforma a la Constitución, las mujeres


por fin accedieron al sufragio, que ejercieron por primera vez en
1957.

La dictadura se apropió del feminismo por medio del Ala


(una organización de mujeres no feministas que apoyaban los
derechos políticos de las mujeres, pero que no amenazaban
el orden social). Después de los años cincuenta, la dictadura
reclamó para sí el mérito del avance de la mujer en Nicaragua.
El liberalismo somocista se convirtió en símbolo de un dis-
curso populista sobre los derechos de la mujer. Como resul-
tado de este proceso la palabra «feminismo» desapareció casi
completamente del uso público en Nicaragua, para reaparecer
hasta después de 1979 (González 198).

De manera simultánea a todos aquellos sucesos, en Nica-


ragua se desarrollaban diversas actividades de promoción cultu-
ral dirigidas tanto a sectores cultos como al público más amplio.
En julio de 1950 se celebró el Congreso de Intelectuales Nicara-
güenses; se impartían cursos de cultura femenina, en los cuales
todos los conferencistas eran varones, excepto Agustina Urtecho
de Martínez53 (Arellano, Literatura 1997 78). Existían numerosas
52 Sin restarle méritos a Cermeño, la prioridad cronológica le corresponde a Aura Rostand, con el
puñado de memorables poemas caribeños de los años veinte y treinta.
53 Agustina Urtecho Avilés de Martínez (Granada, 1880-Managua, 1971), mujer de amplia cultura
y profunda religiosidad; tía de José Coronel Urtecho (1906-1994) y abuela materna de Ernesto
Cardenal (1925). Dirigió la revista mensual Azul y Blanca (1939-1941), órgano de la Acción Ca-

592 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


publicaciones periódicas y centros de promoción literaria; en 1954
Pablo Antonio Cuadra creó el suplemento cultural del diario La
Prensa.54 Todo lo anterior fue incidiendo en la presencia de mujeres
en varios ámbitos de la creación.
Puede considerarse un hito en el desarrollo de la cuentística
nicaragüense El Hombre Feliz y otros cuentos (1957) de María Teresa
Sánchez, que ese mismo año obtuvo el Premio Nacional Rubén
Darío.

En “El Hombre Feliz”, “Juan Turín”, “El Ciudadano” y “Re-


volucionarios” rige la pesadumbre afín a la perplejidad ka-
fkiana ante un mundo amenazante, presa de un “desorden
siniestro/y bien planificado”,55 en el que ni siquiera el heroísmo
tiene sentido. Aunque Sánchez nunca menciona el nombre del
país donde se desarrolla la trama, la imperante sensación de
ahogo se debe, en gran medida, al rechazo de la escritora a la
dictadura somocista […]
Las tramas de “La baraja” y “Tiziano Dumier” –el prime-
ro, con una buena dosis de humor y el segundo, mordaz a
tal grado que parece escrito con bilis– se desarrollan en los
ambientes urbanos; en “Tomasito” y “El cafetal” (asaz me-
lodramáticos y más tradicionales [de índole costumbrista]) la
autora expone crudas escenas de la vida rural –no exentas,
sin embargo, de poesía– y usa con acierto el habla popular
(Ramos, “Redescubriendo” 18).

En 1958, el poemario de Sánchez, Canto amargo, se hizo


acreedor del Primer Premio Centroamericano de Poesía Rubén
Darío. Amargo ciertamente –y también fuerte– el libro procla-
ma la radical renuncia cristiana y el llamado a vivir acorde a la fe
profesada, no sólo creyendo sino también actuando. La hablante
lírica se reconoce dotada para comprender el arcano lenguaje del
mundo y a la vez se reprocha la incapacidad de traspasar los muros
tólica de Granada. “Entre sus ensayos, el único consultable se titula: ‘La enseñanza laica’ (Revista
Conservadora, núm. 3, octubre, 1960): un cuestionamiento de la misma” (Arellano, “Agustina”).
54 En 1964, dicho suplemento pasó a llamarse La Prensa Literaria.
55 La expresión proviene del poema de Claribel Alegría, “Desde el puente”, citado en Daisy Zamo-
ra, editora, La mujer nicaragüense en la poesía, p. 140.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 593


de la angustia individual. La autora maneja con igual destreza el
verso libre –predominante en su poesía desde finales de los años
cincuenta– y el soneto (Ramos, “Redescubriendo” 19).
Surgió en esa década otra voz diferenciada: la de Mariana San-
són Argüello (León, 1918-2002). Proveniente de una familia rica y
culta, se casó a los 19 años, procreó tres vástagos –entre éstos, el
poeta Jorge Eduardo Argüello (1940)– y parecía que el suyo iba a
ser un destino típico de una dama leonesa de alcurnia. Sin embargo,
a inicios de los cincuenta, debido a una conmoción emocional, le
aconteció la poesía. Sus primeros escritos eran de corte sentimental
y/o costumbrista, pero luego encontró veta propia: poemas breves,
enigmáticos, preconscientes, a menudo casi surrealistas, si bien sin
ninguna sustentación teórica, tanto por desconocimiento como por
principio, pues Mariana se negaba a explicar sus creaciones.
No obstante, en 1959, las dio a conocer a un grupo de in-
telectuales vinculados con la Universidad Nacional Autónoma
de Nicaragua, dirigida espléndidamente por Mariano Fiallos Gil
(1907-1964). Como los versos gustaron, la unan enseguida publi-
có Poemas –una selección de 16 textos– como una separata de la
revista Cuadernos Universitarios.
La publicación de libros escritos por mujeres dejó de ser su-
mamente excepcional, digna de consignarse por el mero hecho de
su rareza. Da cuenta de ello un registro de títulos incompleto, pero
significativo: en 1950, Tras la huella (Chile) de Justina Huezo de
Espinosa y Apenas poemas de Alicia Miller (Jinotepe, ?-Managua,
después de enero de 1969); en 1954, Sagitario (México) de Yolan-
da Caligaris; en 1956, Sin dimensión de Bertilda Portocarrero de
Chamorro56 y en 1957, Seda de aquellas moreras de Madame Fleure
y Mensaje de amor de Alicia Prado Sacasa, bajo cuyo título anodino se
56 Además de Sin dimensión, la maestra Bertilda Portocarrero Reyes publicó los siguientes títulos: el
folleto De enseñanza nacional (1930), Influencia de la mujer educadora en la humanidad: doña Josefa Toledo
de Aguerri (1962) y Acentos políticos (1967). “Es la suya una poesía inefable, llena de plácidas suge-
rencias, que abre las alas de sus pájaros hacia todos los puntos de la rosa náutica, para saberles
su sabor, su color y su música. […] También es una mujer de pensamiento fuerte que estudia
los problemas sociales de la hora, sobre todo en lo que se relaciona a la mujer contemporánea”
(Argüello 228).
En 1962, Influencia… obtuvo el primer premio en la rama de prosa del III Certamen Paname-
ricano «Día de las Américas», auspiciado por la Unión de Mujeres Americanas, Capítulo de
Guatemala.

594 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


esconden gemas. En 1953, María Berríos Mayorga publicó Espi-
gando: historia patria, leyendas y títeres, y Felisa Prado Sacasa,57 en 1954,
El señor cura: ensayo de teatro (México).
En el campo de la novela, el decenio no fue fecundo en
cuanto a la calidad estética de los textos: Carne y alma (1952) y Por
almas y por mares (España, 1956) de Graciela González y La bruja
(España, 1958) de Margarita Gómez Espinosa, quien editó asimis-
mo Rumbos nuevos (1955) y Pío XII (España, 1959).
Margarita Hurtado Floch de Guerrero (Managua, c. 1900-
1989) produjo un libro de género indefinido: Thaumatolampa o
cofre de pedrerías preciosas. Poema a Thaumatolampa y Pelagia noctiluca y
otros poemas. Poemas y cuentos con paisajes históricos y descriptivos (1959).
Gocemos: colección de poemas infantiles (1956) y Los momotombos
(1959) de la prominente educadora Helia María Robles Sobalvarro
(Boaco, 1927) constituyen aportes pioneros a este género literario.58
Revisten especial importancia Costumbres y folklore del pueblo
miskito (1958) de Elba Sandoval Valdivia (Estelí, 1925 o 1933-?,
2005) y Juegos nicaragüenses de ayer y hoy (1960; 2ª edición, 1979) de
María Berríos Mayorga, que en 1966 publicó también La adivinanza
en Nicaragua (2ª edición, 1979). La investigadora catalana María Con-
suelo –Xelo– Santonja Ricart incluso apunta en su tesina Panorama
històric de la literatura nicaragüenca per a infants i joves des dels anys 60 fins a
l’actualitat (2011) que con Juegos nicaragüenses… se inicia el primer pe-
ríodo cronológico (1960-1979) de los tres en que ella divide el pro-
ceso de desarrollo de la literatura destinada a la niñez (Llopesa 185).
En 1952, Justina Huezo de Espinosa recibió el Premio Ru-
bén Darío por Mi libro de cuentos (Flores 75) que jamás vio la luz.
Conocemos únicamente su temprano cuento navideño “La mu-
ñeca del vestido rojo” de 1936, escrito con agilidad, pero muy
marcado por su modalidad que imponía un final feliz y un mensaje
de caridad cristiana.
57 Hermana de la poeta leonesa Alicia Prado Sacasa. Entre 1963 y 1967 formaba parte de la Cámara
de Diputados (Prado Reyes, “Nicaragua”) cuando en ella había 5 mujeres de un total de 54 miem-
bros; estaba integrada a la Comisión de Educación Pública.
58 Durante siglos la literatura infantil en Nicaragua se enraizaba en el folclore y era transmitida por
narradoras orales. “¡Cuántas nanas, chinas [niñeras], abuelas, maestras, cocineras andarán regadas
por nuestro territorio, conservando un tesoro inapreciable, que si no lo recogemos a tiempo, cada
vez se irá desgastando más, hasta diluirse ... !” (Robleto 27).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 595


En 1955 Nora Narváez Moreira –de quien no se sabe abso-
lutamente nada– obtuvo el segundo premio de este mismo certa-
men por el ensayo Blas Pascal (Flores 75.) que tampoco se publicó.

Años sesenta: un salto cualitativo

En el ambiente cultural intenso y feraz, las mujeres empezaron


una nueva etapa que –de una manera muy esquemática– podría
resumirse como la presencia de más y mejores escritoras, princi-
palmente poetas.
En la introducción a “Breve antología femenina nicaragüen-
se”, publicada en La Prensa Literaria del 6 de septiembre de 1967,
Luis Rocha afirma que “las poetisas parecen haber sido hasta aho-
ra, un verdadero lujo imposible de adquirir por nuestra literatura”;
habla de un florecimiento “violento y repentino de buena poesía”
escrita por mujeres y afirma que sólo en Managua existen “aproxi-
madamente 1000 poetisas entre éditas e inéditas, contra solo 700
poetas ídem”.
La descripción de las poetas como “un lujo imposible de
adquirir” permite dos interpretaciones: que las autoras anteriores a
los años sesenta eran prácticamente desconocidas, o que los pode-
res culturales no las consideraban poetas. O ambas cosas a la vez.
En cuanto a la casi astronómica cantidad de poetisas que
menciona la nota introductoria, es una hipérbole, una licencia ad-
mitida por el propio autor. El número de mujeres que empezaron
a publicar en los sesenta supera al de otras décadas, pero no hubo
crecimiento exponencial.
Uno de los factores que hacían ver esta incursión de las muje-
res a las letras como algo violento pudo haber sido el hecho de que La
Prensa Literaria reunía en sus páginas a casi todas las poetas, mientras
las de las épocas anteriores estaban mucho más dispersas.
En lo que respecta a lo repentino del fenómeno, de hecho,
no era tan súbito. Ha sido resultado de un largo proceso de inclu-
sión de las mujeres a la esfera pública: mayor educación, mayor
acceso al empleo, mayores derechos políticos. Todo lo anterior
hizo posible que ellas se apropiaran de lenguajes y temas que antes
les estaban vedados, y dieran un salto cualitativo en la literatura,
cosechando lo sembrado en casi medio siglo. Varias autoras que

596 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


se iniciaron59 en ese entonces continúan activas hasta la fecha o
fallecieron recientemente.
Entre las más destacadas están Michèle Najlis (Granada,
1946), Vidaluz Meneses (Matagalpa, 1944-Managua, 2016), Ana
Ilce Gómez (Masaya, 194460-2017), Carla Rodríguez (Estelí,
1940) y Ligia Guillén (Estelí, 1939). Hubo muchas más, pero
algunas se discontinuaron tempranamente y otras –como, por
ejemplo, Rubí Arana (Masaya, 1941) y Suad Marcos61 (Managua,
1946)– consolidaron su participación en las siguientes décadas.
En su temprana juventud, Najlis encarnó el paradigma de la
poeta de nueva índole:

Comprometida con los cambios sociales, fuerte sin perder la


ternura ni el humor. Mientras los cánones androcéntricos de
la poesía dizque femenina tradicional a menudo limitaban la es-
critura de mujeres a un tibio y tímido lirismo, ella reivindicaba
el derecho de elegir los caminos irrestrictamente, tanto en la
vida como en la literatura (Ramos Michèle 26).

A finales de la década publicó su primer poemario: El viento


armado (Guatemala, 1969; 2ª edición: Nicaragua, 1982).
Vidaluz Meneses abordó, con cauta ironía, las contradiccio-
nes de la vida doméstica y oficinesca –que ya no parecía suficiente
59 Iniciarse o debutar quiere decir, en este contexto, empezar a dar a conocer su obra al público por
medio de publicaciones y recitales.
60 En varias fuentes aparece que Ana Ilce Gómez nació en 1945, pero la fecha correcta es el 28 de
octubre de 1944.
61 Leyla Suad Marcos Frech nació en Managua de padres palestinos y jamás se desligó de la tierra de
sus ancestros.
El erotismo vinculado al compromiso político –que caracteriza a varias autoras … [de
los 60]– es uno de los ejes principales de [su] obra. Su estilo se distingue por un acento
grave, solemne y un tanto abstracto; los poemas [condensan] vivencias personales –an-
tes que nada, amorosas– en las que lo político se filtra con sutileza.
Su intensidad erótica adquiere una dimensión todavía más transgresora si tomamos en
consideración que Suad es una mujer con discapacidad motora […] Según el canon
sexista, ella –a su edad y, especialmente, en su condición– no debería constituirse como
persona activa, deseante y deseada; pero ella […] desafía este precepto con eficacia,
tanto en sus escritos como en la vida (Ramos, “Suad” 10).
Ha publicado el neotestimonio Desnuda ante mi sombra (2002) y tres poemarios: Para que no se
mueran las palabras (2007), Autora de mi otoño (2009) y Soles indomables (2014).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 597


para alcanzar la plenitud– y la decisión de salir al mundo, física y
simbólicamente, definir su propia voz y participar en la solución
de problemas sociales.
Ana Ilce Gómez se distinguió por su portentosa intensidad
y precisión verbal. Sus poemas tempranos integran la “actitud do-
liente, de corte existencial, de oposición deprimida y de autoinmo-
lación ante las violencias de la cultura, ancestralmente antimujer”
(Zavala 61), retomada de las grandes poetas sudamericanas de la
primera mitad del siglo xx, y la excelencia formal de la “expresión
posvanguardista” (Zavala 74).
En los versos de Carla Rodríguez (seudónimo de Adriana
Guillén Valenzuela, 1940, inactiva desde los 80), “las situaciones
o hechos de la naturaleza significan algo interior: actitud, senten-
cia, propósito, aprendizaje, sabia conclusión, gusto sensorial que
inunda” (Téllez 54). Ella tenía una postura muy crítica para con
los poderes culturales, pero rara vez la manifestaba abiertamente,
pues se daba cuenta de que eso entorpecería su posicionamiento.62
Basta su poema “De la humana natura” para hacer tamba-
lear el tradicional postulado de que “La literatura nicaragüense ha
sido homogénea en cada momento de su historia y no ha habido
mayores conflictos internos” (M-Castro 116); en realidad siempre
hubo jerarquías –más o menos amables– y a las mujeres les tocó
hallar su lugar en la estructura o automarginarse. Existen muy pocos
registros de todos aquellos procesos complejos y contradicto-
rios, en cuyo marco el apoyo público y por escrito coexistía con
ironías sexistas desplegadas en privado.63
La obra de Ligia Guillén, hermana de Adriana, se caracteriza
por una pluralidad estilística muy divergente. Tiene textos colo-
quiales, descriptivos, que poseen cierto aliento épico aun cuando
hablan de asuntos personales y familiares; otra parte de su crea-

62 Conversación personal con Donaldo Altamirano (1946-2016), 1998.


63 Uno de los casos más demostrativos es el de Gioconda Belli. Sus poemas tuvieron muy buena
recepción desde el principio, los escritores ya consagrados la halagaban, pero a la vez le gastaban
bromas nada inocentes. Por ejemplo, José Coronel Urtecho (1906-1994), que había prologado el
primer poemario de Belli, Sobre la grama, en una ocasión comentó: “¡Qué lindo es el nombre del
libro! ¿Cómo es que dice: Sobre la brama o Sobre la cama?”.
El poeta mexicano Efraín Huerta (1914-1982), también amigo de Belli, le dedicó un epigrama
irónico: “Gioconda: del dicho al lecho/hay poco trecho” (Ramos, “Gioconda” 21).

598 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ción, más simbólica y concentrada, plasma el mundo interior de
la autora;

ambas tendencias reflejan con frecuencia el mismo conflic-


to: una antítesis entre la infancia –recordada como rural y
angelical– u otra especie del paraíso perdido, y un presente
signado por las desventuras, sean existenciales o políticas.
A veces, las corrientes se juntan en un solo poema, estable-
ciendo un agudo contraste (Ramos, “Ligia” 16).

La activa presencia de las jóvenes y lo novedoso de sus


propuestas estéticas hizo que pasasen desapercibidas publicacio-
nes de otras poetas, canónicas o no, que no formaban parte de
aquella avanzada. He aquí una lista –no exhaustiva– de las cuasi
inadvertidas: 1960: Alcázar de ensueño (México) de Yolanda Caliga-
ris; 1961: Acuarelas y palabras de Luisa Emilia Rosales de Salvatie-
rra (Masaya, 1912-Managua, 1998) y Voces de mi duende de Rosario
Tapia de Linares (Masatepe, c. 1922-1973); 1963: Poesías de Madre
Rosa Inés64 y Poemas de la tarde de María Teresa Sánchez; 1964:
Gloria de Gloria Argüello Cardenal de Rivas (León, 1924-Mana-
gua, 1967) y Poemas agradeciendo a Dios de Sánchez;65 1967: Al pie
de tu letra de Carmen Centeno Gómez66 (Granada, 1931-Managua,
2013); Poemas de Mariana Sansón Argüello67 y Escarcha de Socorro
Tapia (Masatepe, 1929-1984).

64 Nombre religioso de Piedad Medrano Matus (León, 1914-Diriamba, 1998), hija de Inés Matus y
de Antonio Medrano Solís (1881-1928), destacado jurista liberal, periodista político de trascen-
dencia, promotor literario y poeta modernista ocasional. Sergio Ramírez la menciona entre “los
antecedentes más notables de la poesía femenina nicaragüense”, afirmando que es “autora de un
solo libro de poesía mística, El amor que me cautiva (1998)” (“Literatura” 347); de seguro el error
obedece a que las publicaciones anteriores de la Madre Rosa Inés tuvieron circulación reducida y
son muy difíciles de localizar.
65 Sus publicaciones en libro posteriores a 1967 ya fueron póstumas: Huésped del olvido (2001) y Obra
escogida (2014).
66 Su siguiente libro fue Cuentos y cantos de la vida (2010).
67 En 1963, una selección de diez poemas de Sansón obtuvo la medalla de oro del certamen pro-
movido por el Capítulo de Nicaragua de la Sociedad de Escritores y Artistas Americanos, con
motivo de su 25º aniversario (“Laureles”).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 599


En aquel período, el libro más sustancial de María Teresa
Sánchez fue El poeta pregunta por Stella (1967): biografía de la escri-
tora modernista Rafaela Contreras Cañas (1869-1893).
El ímpetu renovador también se dejó sentir en la narra-
tiva. Rosario Aguilar (León, 1938)68 publicó Primavera sonámbula
(1964), Quince barrotes de izquierda a derecha (1965) y el relato-bio-
grafía “Rosa Sarmiento” (1968): su homenaje a la invisibilizada
madre de Darío, de quien, según percibió la escritora, nadie se
acordaba ni en el centenario del autor de Prosas profanas. En la
primera novela, “una joven que ha pasado parte de su vida en un
sanatorio para enfermos mentales se enfrenta a la normalidad, el
deseo y el amor” (Ramos, “Rosario” 66), la segunda narra en pri-
mera persona la historia de “una niña prostituida que se enamo-
ra de un sacerdote y apuñala al rufián que la había esclavizado”
(“Rosario” 66).
La novela-testimonio Los verdaderos días (1965) de Blanca
Rojas (Diriamba, 1935)69 está fundamentada en las vivencias de
la autora a raíz de su encarcelamiento por creerla implicada en un
complot contra Anastasio Somoza García (1896-1956). Con una
prosa ágil y expresiva, describe los ambientes angustiosos de un
reverso de la realidad que la protagonista, María Teresa Mendieta
Rosales, descubre de golpe.
Un pasaje de este libro permite traer a colación el tema que
se engarza con dificultad en una historia de la literatura: las narra-
doras y poetas netamente orales que sólo conocemos de manera
indirecta, como a Luz Ciega, “una no vidente que [en los años 30
y 40] pedía limosna por las calles de la capital y que no vacilaba
en versificar ‘a lo que el ojo diera’” (Espinoza 26) o a aquella “se-
ñora de Telpaneca, llamada doña Crescencia Fornos / [que] pasó
68 La mayoría de los libros de Aguilar tienen varias ediciones y han sido traducidos a otras lenguas;
en este estudio se consigna, salvo excepciones, sólo el año de la primera publicación en español.
69 Blanca Rojas Echaverry, narradora, dramaturga y activista política; dirigió el Partido Unionista
Centroamericano (puca), por el cual fue candidata a la Presidencia en 1990. Por razones políticas,
vivió muchos años en el exilio (Costa Rica, Alemania, Austria, México). Durante tres meses ocu-
pó el puesto de Directora del Instituto Nicaragüense de Cultura en la etapa inicial del Gobierno
de Arnoldo Alemán (1996-2001) y fue separada del cargo sin contemplaciones. Ha publicado Los
verdaderos días (1965), La noche de la basura grande (1991), La soledad tiene un nombre (1991) y La ruta del
General y los traspiés del viejo caudillo verde (2010); el último “entreteje la autobiografía con la novela
histórica” (Ramos, “Blanca Rojas” 87).

600 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la vida, la vida entera haciendo versos y cosas de horno” (Mejía
Godoy, “Señora”).
La protagonista de Los verdaderos días refiere a Candelaria
Martínez, su niñera y luego chaperona, y a otra mujer con la que
alternaba siendo niña:

En mis primeros años [Candelaria] me solía distraer narrán-


dome cuentos fantásticos. Siempre me han atraído las histo-
rias y los cuentos. Por esta razón con ansia esperaba a cierta
limosnera que llegaba a casa. Era el tiempo que cursaba mi
primaria. Era una pobre mujer enferma que desde niña la ata-
có la polio. ¡Pobre Julia! Pese a la tragedia que arrastraba su
mente tejía maravillosos cuentos (Rojas 29).

La creación oral se mantuvo en plena vigencia durante la


primera mitad del siglo xx y empezó a menguar –sin desaparecer
jamás– con la penetración de la radio. A partir de los noventa se
ha desarrollado la narración oral escénica. Ya fuera del cauce de la
innovación escritural, Margarita Gómez Espinosa publicó dos no-
velas sobrecargas de retórica: La maraña (España, 1963) –que ese
mismo año recibió el segundo premio de los Juegos Florales de
Quetzaltenango, Guatemala– y Encuentro en Ibiza (España, 1969),
más el plausible ensayo Rubén Darío, patriota (Argentina, 1966).
Permanecen fuera de cualquier atención crítica tres textos
peculiares: Instantes de la palabra maternal: póstumas. Volúmenes 1 y 2
(1960)70 de Adelaida Murillo,71 que incluyen versos y prosa; Re-
cuerdos solariegos (1965) de Elena Fonseca de Osorno y Memorias de
Angelina S. Candia, una monja sin hábito (196?).72

70 El tercer volumen de Instantes… se publicó en 1971.


71 Adelaida Murillo viuda de Ocón (León, ¿?-Managua, 1959) se casó en 1894. Fue madre de los
intelectuales Ocón Murillo: Leonidas (1900-1971), Humberto (1901-1944), Armando (1903-1980)
y Luisa Emilia, profesora y poeta ocasional, la única de la cual no se conocen siquiera los años de
nacimiento y de muerte.
72 Angelina Salvadora Candia Rojas (León, 1902-1964) se hallaba en el equívoco linde entre la ex-
centricidad y la enfermedad mental; debido a sus extravagancias no logró ingresar a un convento,
pese a su acendrada religiosidad. Escribía poesía mística y era todo un personaje en León. Murió
asesinada por unos delincuentes que se metieron a su casa creyendo que ella poseía objetos de valor.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 601


Presencias caribeñas

En los años sesenta y setenta la Nicaragua literaria hispanoha-


blante fue estrechando sus vínculos con el Nicaribe, leyendo –en
buenas traducciones– la poesía de los pueblos originarios de la
vertiente del Atlántico.73
Resulta de suma importancia que en varias piezas la o las
hablantes líricas son mujeres. Asimismo, diversos testimonios se-
ñalan que el pueblo misquito tiene “a la mujer como encargada de
crear y entonar sus cantos y oraciones. La mujer es la que lleva la
voz” (Zamora 19), colectiva e individual. Algunos temas aborda-
dos por hablantes líricas son el amor, la alegría por el retorno de
los hijos y la tristeza por su ausencia o muerte.
Mientras se verificaba la puesta al tanto con las expresiones
de estética verbal del Nicaribe de parte del público lector de otras
regiones del país, se sumaron al corpus artistas con “conciencia y
expresión caribeña” (Valle, Siglo III 471).
La kriol June Beer (Bluefields, 1935-1986), más conocida
como pintora primitivista que como poeta, podría considerarse
una novela en el arco que pretende unir las literaturas nicaragüen-
ses. Según Josef Hurtubise, “la poesía en inglés producida en la
Costa Atlántica es dividida en dos formas generales, una de estilo
académico escrita en inglés estándar, y la otra, una poesía más po-
pulista que ha utilizado el inglés criollo […] La proponente más
sobresaliente de la forma populista es June Beer” (46). Su palpi-
tante basilecto –la forma del criollo más alejada de la lengua madre
estándar– tórnala una de las voces más significativas de la Costa,
pese a la exigua cantidad de sus textos. Hasta la fecha no sabemos
cuándo empezó a escribir, pero en los sesenta June ya estaba inte-
grada a los círculos artísticos de Managua.

73 Véanse la precursora “Breve antología de poesía indígena americana” (Cuaderno del Taller San
Lucas [Granada], nº 55, 1951, pp. 42-75), con 31 piezas reunidas por Pablo Antonio Cuadra,
que incluye textos misquitos (entre éstos, uno donde la hablante lírica es mujer: “Los hijos re-
gresan…”, p. 61), y en especial, 25 poemas indígenas de Nicaragua (1977), recopilados por Jorge
Eduardo Arellano.

602 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Los setenta: se encrespa la ola

“La década del 70 radicalizó los planteamientos poéticos y éti-


cos de los grupos y de los independientes del 60. El exterioris-
mo74 se expandió. Las poetas mujeres saltaron de su conciencia
femenina, al erotismo y a la rebelión, a la revolución” (Valle,
Siglo III 552).
Gioconda Belli75 (Managua, 1948) personificó esa actitud de
manera más cabal. Se inició como poeta en 1970; apenas dos años
después su poemario Sobre la grama (1974) obtuvo el primer lugar del
Concurso Mariano Fiallos Gil de la Universidad Nacional Autóno-
ma de Nicaragua en la primera etapa de este certamen (1967-1977).
Más que de una obra de ruptura cultural, se trata de “un libro apa-
sionado, que combina erotismo y perspectiva sentimental” (Zavala
71); sin embargo, aquella poesía desenfadada causó escándalo y
entusiasmo.
En 1978, ya en el exilio a causa de su militancia sandinis-
ta, el poemario de Belli, Línea de fuego, ganó la xix edición del
Premio Literario Casa de las Américas, Cuba, compartiendo el
premio con Claribel Alegría76 (Estelí, 1924-Managua, 2018), escri-
tora nicaragüense-salvadoreña. Así definió Gioconda su estilo de
entonces: “Mis poemas eran, pues, una mezcla –a ratos caótica–
de erotismo y patriotismo que reflejaba las vivencias de mi vida
cotidiana” (País 239).
Yolanda Blanco (Managua, 1954) debutó en 1971. En Así
cuando la lluvia (1974), florece “una gozosa comunión casi pan-
teísta con la naturaleza” (Ramos, “Yolanda” 26); en Cerámica Sol
(1977) hace una “actualización reescritural del mundo indígena
prehispánico” (“Yolanda” 26). En 1974-1975 promovió en León
74 Ernesto Cardenal (1994-2020) uno de sus principales exponentes y adalides, lo define así: “El
exteriorismo es la poesía creada con las imágenes del mundo exterior, el mundo que vemos y
palpamos, y que es, por lo general, el mundo específico de la poesía. El exteriorismo es la poesía
objetiva, narrativa y anecdótica, hecha con los elementos de la vida real y con cosas concretas, con
nombres propios y detalles precisos, datos exactos y cifras y hechos y dichos. En fin, es la poesía
impura” (citado en Ramírez, “Literatura” 342).
75 La mayoría de los libros de Belli han tenido numerosas ediciones y han sido traducidos a otras
lenguas; en el presente trabajo se consignan únicamente las primeras ediciones en español.
76 La mayoría de los libros de Alegría han tenido numerosas ediciones; varios han sido traducidos a
otras lenguas. En el presente trabajo se consignan únicamente las primeras ediciones en español.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 603


los primeros recitales de poetas mujeres, que iban adquiriendo una
relevancia cada vez mayor en las letras nicaragüenses.
Rosario Murillo (Managua, 1951) empezó a publicar en
1974. Al año siguiente editó Gualtayán (Amar), con el cual en la
poesía escrita por mujeres irrumpió el viento de la calle, arremo-
linando verbos, imágenes y ansias; la autora experimentó con la
poesía bilingüe y el argot. Sube a nacer conmigo (1977), algo neru-
ditario –incluso su título proviene de un verso de Pablo Neruda
(1904-1973)– se explaya introspectivo y audaz, obscuro y deslum-
brado, con ostensible influjo del surrealismo.
Si bien los versos de Daisy Zamora (Managua, 1949) comen-
zaron a aparecer en suplementos y revistas a finales de los sesenta,
ella alcanzó mayor proyección en la siguiente década, especialmen-
te cuando “Sendario”, incluido posteriormente en La violenta espu-
ma, obtuviera el primer premio del Concurso Mariano Fiallos Gil
de 1977. En sus poemas se adensan la oscura transparencia verbal
y el anhelo contenido; en su obra temprana se percibe más el hálito
del enigma.
Tres autoras iniciadas en los sesenta publicaron sus pri-
meros poemarios: Vidaluz Meneses, Llama guardada (1974); Ana
Ilce Gómez, Las ceremonias del silencio (1975); Ligia Guillén, He
dado a luz mi muerte (1976). Asimismo vieron la luz poemarios
marginales, de escasa circulación y/o atención crítica: 1972:
Pinceladas sentimentales de Marina Castellón de Salazar (Managua,
1926-2002); 1973: Gozo y dolor de Madre Rosa Inés; 1977: Para
detener el tiempo de Lilliam Jirón (Santa Teresa, departamento de
Carazo, 1936) y El viento gime… de Yolanda González77 (Diriam-
ba, 1957) (2ª edición, España, 1999); 1978: Ritual del agua de
Lourdes Guerrero Lacayo;78 1979: Del alma al tálamo de Linda

77 Pablo Antonio Cuadra se expresó así sobre el libro: “… me he quedado gratamente desconcer-
tado por las misteriosas asociaciones de vidente con que tus palabras logran el cortocircuito de
la poesía. Breve y eléctrica tu metáfora ilumina siempre algo nuevo y hondo del alma femenina”
(“A Yolanda”).
78 En 1958 se graduó en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (unan-
León). Vive en Miami desde 1979. Además de Ritual…, publicó Poemas personales (eua, 2003).

604 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Wong-Valle79 (Managua, 1958) y Estelí 79 de Magdalena Úbeda80
(Chinandega, 1928).
En 1975, el poeta Fanor Téllez (1944) editó la Poesía escogida de
mujeres nicaragüenses. Su mera aparición comprueba el creciente inte-
rés del público hacia la obra de las poetas. Durante la primera mitad
del siglo xx sólo una feminista declarada, como Josefa Toledo, podía
estar interesada en llevar un registro específico de escritoras. En los
años setenta ya era posible que lo hiciera un hombre.
La Poesía escogida… incluye a once autoras;81 es un muestrario
de poetas activas de su tiempo, compendiado, según Téllez, con
el fin de dar “una buena idea de lo que en variedad, intensidad,
riqueza, innovación, experimentación y audacia feliz representa el
aporte de la mujer a la literatura de nuestro país” (20).

79 Poeta, cuentista y artista performática. “Niña bien vuelta enfant terrible, católica militante, una de
las voces más particulares de la poesía nicaragüense. En sus versos mejor logrados o alcanza una
expresividad densa y concentrada, o bien le tuerce el cuello a la lógica, ideando una suerte de caos:
eufórico, sarcástico, descomedido, descarnado, tan divertido como angustiante…”. Publicó todos
sus cinco poemarios –Del alma al tálamo (1979), Temblor (1991), Postre (1998), Besos (eua, 1999) y
Emociones (2002)– por cuenta propia y con tirajes muy reducidos, pues no se aviene con ningún
poder cultural” (Ramos, “Linda” 30). Reunió sus poemas y cuentos en Linduras (2020).
80 Magdalena Úbeda Granera de Rodríguez participó de joven en el Círculo de Letras Nuevos
Horizontes de María Teresa Sánchez. Luego se casó. La pareja se estableció en La Concordia,
departamento de Jinotega, y procreó nueve hijos. Luego se mudaron a Estelí, donde Magdalena
ejerció el magisterio por casi cuatro décadas.
En los años 60, retomó la escritura, se afilió al Partido Socialcristiano y participó en la lucha
contra Somoza. Entre 1990 y 1996 ocupó un escaño en la Asamblea Nacional. En 2005 fue nom-
brada directora del Instituto Nicaragüense de Cultura (inc) y desempeñó el cargo durante unos
once meses; cuenta que fue una experiencia hermosísima, aun en medio de la absoluta pobreza
presupuestaria (conversación personal, 4 de septiembre de 2018). Según Jorge Eduardo Arellano,
Úbeda es “autora de acertados artículos [sobre Rubén Darío] escritos con fluidez y dominio”
(“Darianos”).
Estelí 79 es un sugestivo collage testimonial, cuya vigencia radica no sólo en ser un “documento
humano”, sino en los méritos literarios. Por cierto, hay en él resabios de retórica modernista y
consignas crudas, pero esta última característica es propia de la época. A mediados del 79, los
aires de efervescencia política se dejaban sentir incluso en los textos de Carlos Martínez Rivas
(1924-1998), el más inmune a esta clase de influencias. Magdalena Úbeda alcanza, gracias a su
capacidad de síntesis y a su orgánica vehemencia, niveles apreciables de tensión poética. Estelí 79
es, a la vez, el último poemario de los setenta y el primero de la etapa sandinista. Lo grueso de la
obra de Úbeda continúa disperso o inédito.
81 María Teresa Sánchez, Mariana Sansón, Carlota Molieri, Lygia (sic) Guillén, Carla Rodríguez, Vida-
luz Meneses, Ana Ilce Gómez, Michèle Najlis, Gioconda Belli, Rosario Murillo y Yolanda Blanco.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 605


Aunque Téllez trata de distanciarse del canon, en ocasiones
no deja de canonizar. Por ejemplo, María Teresa Sánchez queda un-
gida como “pionera de su sexo en la poesía nicaragüense”, receptora
de la “influencia benéfica y nutricia” (22) del grupo de Vanguardia.
O sea, a la tradición literaria femenina se le cercena por lo menos
medio siglo de existencia. Aun así, la Poesía escogida… constituye uno
de los registros más significativos de la poesía escrita por mujeres.
Arlen Siu Bermúdez (Jinotepe, 1955-comunidad El Gua-
yabo, departamento de León, 1975), figura icónica de las luchas
sandinistas de los años setenta, reunía varios talentos: dibujaba,
escribía versos, tocaba guitarra, flauta dulce y acordeón, componía
música y cantaba. “María rural”, colmada de compasión beligeran-
te, es la única pieza de esta cantautora que ahora conocemos; no
tuvo tiempo para realizarse como artista, pues cayó en combate
contra la Guardia Nacional.
La obra teatral inédita de la profesora y rigurosa correctora
de textos Floricelda Rivas Arauz (Sébaco, 1946-Managua, 2007)
La pájara pinta, montada por la Comedia Nacional de Nicaragua, se
estrenó el 10 de septiembre de 1977 en el Teatro Nacional Rubén
Darío y “causó revuelo en las esferas oficiales por su contenido
crítico y patriótico, ante la pavorosa destrucción y saqueo de nues-
tros bosques” (Rivera Siles 3).
También, la ya mencionada Lilliam Jirón, autora de Marte:
copia fiel del certificado en cualquier prisión (1975), que abandonó la
narrativa a finales de los setenta y retornó a la escritura reciente-
mente; Gladis Miranda (Granada, 1944-Costa Rica, 1990), cuyo
cuento “El Colazo” –una sátira política– fue premiado en 1971
en el Concurso Mariano Fiallos Gil; y Gina Sacasa de Gómez82
(León, 1941) que ha reunido sus cuentos en Ocho caras de Nicaragua
(1976), de natural costumbrista, donde ya se percibe una crítica,
todavía tímida, del papel de subalternas que la sociedad impone a
las mujeres, incluso cuando son ricas y refinadas. Patricia Natalia
Cuadra editó para el público infantil asaz didácticos Cuentos ame-
rindios (1974).

82 Conocida actualmente como Gina Sacasa-Ross, es hija de Evangelina de la Selva, hermana de


María Manuela Sacasa y sobrina de Aura Rostand. Vive en los Estados Unidos.

606 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Rosario Aguilar dio a luz Aquel mar sin fondo ni playa (1970),
Las doce y veintinueve (1975) y en 1976 reunió, bajo el título de Pri-
mavera sonámbula (Costa Rica), cinco piezas narrativas: Primavera
sonámbula, Quince barrotes de izquierda a derecha, “Rosa Sarmiento”,
Aquel mar sin fondo ni playa y El guerrillero. Aquel mar…, que en 1966
obtuvo mención honorífica de los Juegos Florales de Quetzalte-
nango, “toca temas tan espinosos como el control natal, el abor-
to, la eutanasia, el alcoholismo femenino y la adicción afectiva,
un complejo padecimiento que en aquel entonces ni siquiera ha
sido descrito por los psicólogos” (Ramos, “Rosario” 66). Las doce
y veintinueve –hora exacta del sismo de 1972– recoge en polifonía
vivencias de mujeres muy diversas afectadas por aquel terremoto.
En El guerrillero –una epopeya lírica–, Aguilar “predijo sin sa-
berlo, la multidimensional tragedia de la relación entre Nicaragua y
el Frente Sandinista de Liberación Nacional” (Ramos, “Rosario” 67).
Continuó tan activa cuan desfasada Margarita Gómez Espi-
nosa, con la crónica novelada Mallorca, isla invadida (España, 1971),
ensayos Hechos, no palabras (España, 1972), Rubén Darío, poeta uni-
versal y Así es Nicaragua (ambos de 1973, impresos en España) y la
novela Herencia fatal (España, 1977), segundo premio de los Juegos
Florales de Quetzaltenango.
María Luisa Cortés Bendaña (León, 1914-?) escribió Alfonso
Cortés:83 biografía (1977), libro de lenguaje correcto y sobrio que
contiene reveladores datos de primera mano sobre la vida y obra
de su hermano.
Inauguró el género de testimonio Somos millones…: la vida de
Doris María, combatiente nicaragüense (México, 1977) de Doris Tijeri-
no Haslam (Matagalpa, 1943) y la escritora y periodista estadou-
nidense Margaret Randall (1936) y su versión en inglés Inside the
Nicaraguan revolution (Canadá, 1978).
En 1978, la Academia Nicaragüense de la Lengua –que en
aquel momento todavía no admitía a mujeres– editó la monogra-
fía de la estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Ni-
caragua (unan-Managua) Luisa Amanda Juárez Gutiérrez Adolfo
Calero-Orozco en la narrativa nicaragüense, debido a la alta calidad de la
investigación que aun ahora no ha perdido vigencia.

83 Alfonso Cortés (1893-1969), poeta de temerario vuelo místico y metafísico.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 607


Ligia Guillén elaboró el texto explicativo de Los niños en Ni-
caragua (1979), que relata las acciones heroicas realizadas por la
chavalada nica a través de la historia.
El recuento de publicaciones permite constar mayor pro-
ductividad cuantitativa, cierta diversificación de géneros literarios
y el notable desplazamiento –al menos, de algunas autoras– desde
la periferia del corpus hacia las áreas más significativas.
El 19 de julio de 1979 triunfó la Revolución Popular San-
dinista. Llegó la hora de emprender la transformación del país,
y los diversos sectores que antes adversaban a Somoza no tarda-
ron en darse cuenta de que sus proyectos políticos y culturales
no estaban precisamente en armonía.

Los ochenta: años de pasión84

Las mujeres, fogueadas en la lucha antisomocista, siguieron incre-


mentando su participación política y social; algunas se percataron
de que requerían una agenda propia. Desde mediados de la dé-
cada, las feministas de la “segunda ola” llevaron a cabo trabajos
de investigación, capacitación y difusión, aplicando el enfoque de
género, sin que el término en sí estuviese en boga. En el fsln y
otras organizaciones, se desarrollaron debates internos sobre el
papel de las mujeres, demostrando que el machismo estaba vivito
y coleando.
Arellano considera determinantes dos fenómenos: “un vas-
to proyecto de masificación de los bienes culturales, pero subor-
dinado al poder político; y una lucha interna […] entre las figuras
dirigentes del Ministerio de Cultura y la Asociación Sandinista de
los Trabajadores de la Cultura (astc)” (Literatura 1997 88), es decir,
entre Ernesto Cardenal y Rosario Murillo, conflicto que todavía
incide en las posturas y actitudes de muchos artistas.
Daisy Zamora fue nombrada viceministra de Cultura, cargo
que ejerció hasta octubre de 1982. Vidaluz Meneses, integrante del
equipo fundador del ministerio, se desempeñó como viceministra
de Cultura en funciones de noviembre de 1986 a abril de 1988.

84 Así se titula el libro de memorias de la actriz Claudia Contreras Zelaya (1963), publicado en Es-
paña en 2005.

608 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Feminidad en rediseño

Los ochenta no fueron en absoluto una década perdida para las le-
tras. Los tan discutidos talleres generaron un canto coral entonado
por múltiples voces a veces indistinguibles entre sí, pero sublimes
en conjunto.
Más allá de las visiones utópicas y las transgresiones polí-
ticas, es posible encontrar otras rupturas que empiezan a resque-
brajar otros imaginarios simbólicos. Gloria Guevara (1955, poeta
y pintora primitivista), de Solentiname, describe su cotidianidad de
la siguiente manera:

Me voy para el palo de guabo, verde oscuro,


que está a la orilla de la playa,
a lavar el maíz para las tortillas.
Me quito la ropa para sentirme más cómoda
y solo he quedado con mi calzón rojo.
Restriego el maíz hasta dejarlo blanco.
Termino, lavo mi cotona rosada, me baño
y me regreso (Poesía campesina de Solentiname 68).

El poema de Gloria Guevara, reproducido completo, se llama


“Lavar el maíz en la playa”. Carlos Villalobos, en su texto “La épica
del viento…”, cita Poesía campesina de Solentiname y dice lo siguiente:

Este poema, que cuenta y describe actividades personales, es


posible gracias a las posibilidades de la estética conversacional.
Pero más allá de la simple narración, sintoniza un sentimiento
de transgresión que opera en varios niveles. En primer lugar,
es la voz de una campesina que se legitima como escritora. No
hay alarde de argucias líricas y, sin embargo, no se puede negar
la certeza lúdica del texto. En segundo lugar, se rompe la di-
mensión del referente tradicional, incluso en cuanto a la tónica
autorreferencial, pues se habla de acciones que usualmente no
forman parte de lo lírico. En tercer lugar, se trata de una voz
femenina que se desnuda, literal y simbólicamente. Se quita los
atavíos simbólicos de la lógica patriarcal y habla de su libera-
ción como mujer (Villalobos, “La épica …”163-164).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 609


Por otra parte, cierto aire de familia con frecuencia se deja
sentir en los escritos de integrantes de cualquier taller, y suele des-
aparecer en la medida en que cada cual decante un estilo propio;
pero ocurrió que casi todas las talleristas no siguieron, en parte
porque tuvieron que asumir solas la crianza de los niños o tener
que aplacar la desaprobación de la pareja (no se trata de suposi-
ciones, sino de datos proporcionados por ellas mismas o sus fa-
miliares).
Se aprecia la singularidad estilística y temática en talleristas
como Cony Pacheco (León, 1957), Adelaida Díaz (Boaco, 1962),
Marcia Ondina Mantilla (León, 1966), Isidra Ortiz (San Juan de
Oriente, 1967) y Gréthel Cruz (Ciudad Darío, 1968).
Mantilla siempre se mantiene activa en los círculos lite-
rarios de su ciudad natal y ha publicado Episodios (2015). Díaz,
después de unos 15 años de interrupción, retornó a la poesía y
dio a las prensas Trinos del silencio (2013).
En cuanto a las escritoras caribeñas, se tiene noticia so-
bre Carla R. James (Bluefields, 1964) y Ángela Chow, que en los
ochenta escribían en el mesolecto y el arcolecto del inglés criollo
(Hurtubise 46-47), y sobre autoras bilingües, como la misquita Brí-
gida (Brigitte) Zacarías Watson (Bilwi, 1963). Ella se considera una
costeña norteña, porque cuando tenía siete años de edad, su fami-
lia se trasladó a Ocotal. Compuso sus primeros versos en español.
En 1983 volvió a Bilwi y empezó a escribir en misquito; desde
entonces está desarrollando su obra en dos idiomas.
Entre aquellas poetas que se iniciaron en los ochenta, sólo
una –Gloria Gabuardi (Managua, 1945)– editó su poemario en
esa misma década; la mayoría –como, por ejemplo, Gloriantonia
Henríquez85 (Bluefields, 1948), Carola Brantome86 (San Rafael del
85 Nació y creció en la Costa, pero se trasladó a Managua en 1966 para ingresar a la universidad.
Comenzó a publicar sus escritos en prosa a mediados de la década de los setenta; debutó como
poeta a inicios de los ochenta. En 1984 se estableció en París. Escribe poesía, ensayo y narrativa
breve. Hizo la selección de textos, las notas biobibliográficas y el estudio crítico para el volumen
bilingüe Anthologie de la poésie nicaraguayenne du xx siècle (Suiza, 2001). Su poesía “concentrada, a
menudo arcana, munífica en metáforas … explora sentidos figurados de las terminologías cientí-
ficas” (Ramos, “Gloriantonia” 26). Ha publicado el poemario Primera vigilia (2006).
86 Poeta, periodista y cuentista, comprometida con la lucha por los derechos de las mujeres. Publica
desde 1982, pero su desarrollo artístico más decisivo corresponde a los noventa. Tiene en su ha-
ber varios reconocimientos por su labor literaria. Éstos son sus poemarios: Más serio que un semáfo-

610 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Sur, 1961), Milagros Terán87 (León, 1962) y otras– lo hizo mucho
más tarde. Por eso, la crítica suele ubicarlas en el período postsan-
dinista, si bien el lirismo, la introspección intimista y el regreso a la
metáfora empezaron a manifestarse mucho antes de 1990.
La mayor proyección nacional e internacional, mediante pu-
blicaciones, inclusión en antologías generales, traducciones a otras
lenguas, etcétera, les correspondió a las obras de poetas de los
sesenta y setenta.
En 1980 el poemario de Rosario Murillo, Un deber de cantar
(1982), mereció el primer premio del I Concurso de Poesía Joven
Leonel Rugama88 (1980-1986) del Ministerio de Cultura; el título
engagée contrasta con el tono recóndito y reflexivo de los poemas.
En 1981 Yolanda Blanco –que desde 1978 residía en Vene-
zuela– publicó Penqueo en Nicaragua: un registro poético de la lucha
insurreccional.
Augurios (1981) de Michèle Najlis –que contiene poesía y
narrativa breve– fue escrito e impreso en Costa Rica, donde ella
se afincó a raíz del terremoto del 72. Allí trabajó como docente
universitaria y ejecutó tareas de solidaridad para Nicaragua reco-
lectando dinero y organizando actos de apoyo a la lucha sandinis-
ta. Sin embargo, en Augurios apenas se perciben resonancias de
realidades políticas inmediatas; predomina la reflexión filosófica,
unas veces grave, otras, matizada de humor.
La violenta espuma (1981, dos ediciones; 3ª edición, 1982) de
Daisy Zamora comprende escritos anteriores al triunfo del 79,
ro (1995), Marea convocada (1999), Si yo fuera una organillera (2003) y La vida en un tuit (2015, edición
digital). Transitó del contemplativo lirismo teñido de melancolía hacia la densidad neobarroca
y surrealista, y luego, a una diafanidad casi coloquial que abre, desde lo cotidiano, incontables
puertas hacia el misterio.
87 Poeta, prosista y traductora. Publicó por primera vez en 1980. Ha vivido en Estados Unidos,
Zimbabue, Mozambique y Brasil. Ha publicado Las luces en la sien (1993), “El diario de una poeta”
(1994), Plaza de los comunes (2001), Sol lascivo (2007), Poemas de una niña (2010) y Lejos (eua, 2018).
Terán “revela los intersticios de la cotidianeidad… a través del uso de imágenes sorprendentes
–a veces deliciosamente surrealistas– e irreverencias insospechadas” (Ramos, “Milagros” 29). Su
poesía de factura reciente es certera y sobria.
88 Leonel Rugama (1949-1970): poeta nicaragüense, militante del Frente Sandinista de Liberación
Nacional, caído en combate contra la Guardia. No fue un guerrillero que escribía versos sino un
poeta en la guerrilla. En su “Epitafio” declara: “Leonel Rugama/gozó de la tierra prometida/en
el mes más duro de la siembra/sin más alternativa que la lucha,/muy cerca de la muerte,/pero no
del final” (Tierra 31).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 611


de cuando vivió “con la casa y el amor a cuestas”, y desde el exilio,
y ya “a las puertas de la furia”, de carácter casi testimonial.
En 1981, el poema “Si nos quitan el arado” de Ninfa Farrach
(Managua, 1958), activa en los círculos literarios desde inicios de
los setenta, obtuvo el primer lugar del II Concurso de Poesía Re-
volucionaria Leonel Rugama, promovido por la Dirección Política
del Ministerio del Interior.
Truenos y arco iris (1982) de Gioconda Belli plasma las viven-
cias de la hablante lírica en aquel “alboroto/de revolución y trabajo
y amor” (16). También del desamor que la convirtió por un tiempo
en “incierta mujer desaliñada” (73). Sin embargo, Belli no se ajusta
al esquema del amor romántico sumergiéndose en la angustia; en
cambio, se propone nunca jamás morder “manzanas dulces y pe-
ligrosas,/orgullosas,/soberbias,/inadecuadas/para el amor” (89).
El aire que me llama89 (1982) de Vidaluz Meneses, aunque bre-
ve, posee un registro temático amplio: asuntos personales en plena
variedad y complejidad, fauna nica, viajes a la Unión Soviética,
Bulgaria y Guatemala, sus vivencias pre y posrrevolucionarias en
las que lo íntimo se fusiona con lo político y que aluden al proceso
de autoconstrucción afirmativa “pariendo esa otra mujer/que ama
y teme su nueva libertad” (57).
Gloria Gabuardi90 (Managua, 1945), vinculada con el
Frente Sandinista desde los años sesenta, debutó como poeta
en 1982. Ese mismo año su Defensa del amor (1986) –“un canto
de amor que se torna canto a la revolución”, según la nota sin
firma en la contracubierta– recibió el primer premio en la rama
de poesía del Concurso Literario Ricardo Morales Avilés,91 aus-
89 El título parafrasea ligera y significativamente el poema “Esta no es ella” de Joaquín Pasos (1914-
1947), poeta y periodista nicaragüense: luminoso, agudo, lúdico, pero herido de muerte por los
pesares de su tiempo. El poema en cuestión plañe: “Esta no es ella, es el viento,/es el aire que la
llama;/es su lugar, es su hueco/vacío que la reclama” (Poemas de un joven 91).
90 Después de Defensa del amor, Gabuardi publicó Mástiles y velas (2002; Costa Rica, 2005; México,
2006). La edición nica comprende 58 poemas; la costarricense 28 y la mexicana, 50. “Se distingue
por una elocuencia apasionada, exuberante y firme, cuya temática aborda las constelaciones fami-
liares con mira posfeminista de reconciliación” (Zavala 242).
Es cofundadora y secretaria ejecutiva de la Fundación Festival Internacional de Poesía de Grana-
da, evento de señalada importancia para la literatura que se realiza anualmente a partir de 2005.
91 Ricardo Morales Avilés (1939-1973), líder sandinista de extraordinarias cualidades éticas, intelec-
tual y poeta. Murió asesinado por la Guardia Nacional.

612 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


piciado por la Unión de Escritores de Nicaragua. La poesía de
Gabuardi de ese entonces denota su filiación exteriorista, pero
con un embeleso lírico personal y atención a los detalles nimios
sólo en apariencia, como tener que dejar, a causa del compro-
miso revolucionario, los calcetines del amado sin zurcir y los
botones de su camisa sin pegar, y aun así, llegar a ser “Selene,
Venus, Nube con Pantalones” (99) para el “rey y dueño posesi-
vo” de su vientre (101). Total, toda una cifra del sincretismo de
género (Lagarde, Claves feministas para la negociación 16) en proceso
de conflictivo rediseño.
En 1983 apareció Con el tiempo en silencio de Farrach,92 que
contiene su producción poética de décadas anteriores; allí preva-
lece la dulce tristeza contemplativa, de vez en cuando rasgada por
premonitorios fucilazos.93
En 1984 vio la luz la antología Amor insurrecto de Belli, y en
1985, la antología personal Amar es combatir de Murillo. Aposentos
(Venezuela, 1985) de Yolanda Blanco enaltece el ser mujer en ple-
nitud corporal y espiritual e impugna el sexismo. En estos poemas
de reflexión feminista –varios escritos a finales de los setenta–
irrumpen imágenes densas que tienden a adquirir dimensiones
simbólicas; el lenguaje experimental integra armónicamente tér-
minos científicos y arcaísmos.
En las espléndidas ciudades (1985), Rosario Murillo habla del
“amor con sujeto, predicado y fusil” (29) y, con una desgarrado-
ra franqueza, de los desamparos e íntimos temores de una mujer
“sola, en la Revolución./¿Quién lo diría?” (108).
En 1985, María Teresa Sánchez, que había celebrado la caí-
da del somocismo, pero luego dejó de identificarse con el fsln,
aceptó –aunque con condiciones– la Orden de la Independencia
Cultural Rubén Darío otorgada por el gobierno sandinista, siendo
la primera mujer en obtener tal reconocimiento.

92 Ninfa vivió fuera de Nicaragua de 1985 a 1998. Su segundo poemario, La bala no sale de mi dedo,
vio la luz hasta en 2015. Contiene textos escritos durante tres décadas y está estructurado para
reflejar el tránsito desde una absoluta, sedienta desolación, hacia un sereno renacer en comunión
con la naturaleza.
93 Fucilazo: relámpago que ilumina la atmósfera en el horizonte por la noche.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 613


El poemario Navegando el silencio de Marianela Corriols94 (Es-
telí, 1965) se acreditó en 1985 el primer premio del VI Concurso
Nacional de Poesía Joven Leonel Rugama; fue impreso diez años
más tarde bajo el título de Mujer Luna.
En De la costilla de Eva (1986), Belli vuelve al tema de lucha
contra el desamor abordada en Truenos y arco iris, ya elaborando, a
partir de la experiencia personal, nuevos códigos que exigen la equi-
dad de género en el sentir y el hacer. También habla de las altas
tensiones de lucha por el “futuro peleado a plomo y fuego” (117).
Dos poemarios nicas fueron publicados fuera del país: el
nostálgico Juego de prendas (1985) de Ligia Guillén,95 autoexiliada
en eua desde 1981, y Emmanuel (1987) de Rubí Arana, que por
motivos ajenos a la política se estableció en Miami en 1974. Es-
tudiosa de doctrinas esotéricas e iniciada en la francmasonería,
discierne los avatares de la vida humana, sean gozosos o trágicos,
a través de las luces de la eternidad. En 1987, la colección de
poemas “Juego de fuego” de Carola Brantome mereció el primer
premio del Concurso de Caricatura y Poesía en el marco del I
Festival Artístico Interuniversitario, organizado en su etapa inicial
(1987-1989) por la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua
(unen). En limpio se escribe la vida96 (1988) de Daisy Zamora, que
94 Poeta y narradora, médica, doctora en Salud Pública, incorporada en 2014 como miembro de
número a la Academia de Ciencias de Nicaragua. Nació y creció en Estelí, estudió en León, desde
1996 vive en Managua. Ha publicado Mujer Luna (1995), Conversaciones elementales (1995), Geometría
de la mujer: Antología poética 1985-2005 (2006), Las trampas de la guerra (Venezuela, 2008), La ciudad
infinita (2010; 2ª edición, eua, titulada Canto a la ciudad infinita), Como un súbito amanecer: Poesía reunida
1985-2014 (eua, 2014), más un libro de cuentos Cría pájaros (eua, 2014).
En su poesía de gran diversidad temática, “sutil como el frío de la mañana/o fuerte como el
calor de la tarde” (Como 261), siempre está presente la cordial reflexión sobre los derroteros de la
condición humana –y, en particular, la femenina–. Su poema “La obra maestra” (Como 179-180)
convierte la descripción de las experiencias rutinarias de una escritora en lúcido e incisivo análisis
del impacto de prácticas de género en las artistas. De 2015 a 2018 presidió la Asociación Nica-
ragüense de Escritoras (Anide), logrando un meritorio desempeño sin contar con los fondos de
cooperación internacional.
95 Ligia continúa escribiendo, pero no ha vuelto a publicar en libro. Hay entre su obra dispersa
poemas de largo aliento, armonía y hondura emocional, como, por ejemplo, «Elegía a la muerte
de mi padre» y «La tejedora de prodigios», ambos de 1996. Entre 2001 y 2006, en conjunto con
Franklin Caldera y Yolanda Blanco, editó la revista Poesía Peregrina, con el propósito de difundir la
poesía nicaragüense.
96 El título proviene de un poema de la escritora rusa Rimma Kazakova (1932-2008), autora de
más de 20 poemarios. Ella posee una voz poética de reflexiva serenidad un tanto sentimental,

614 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


“repunta con una poesía menos celebrante [que la de Belli], de
indagación autobiográfica, en busca del autoconocimiento de gé-
nero y la crítica de los mitos” (Zavala 87).
En 1989, apareció la segunda edición aumentada de Las
ceremonias del silencio de Ana Ilce Gómez. En sus nuevos poemas,
la hablante lírica deja de ser víctima de la fatalidad –audaz, va-
liente, pero víctima al fin– y se convierte en artífice de su propio
destino.
En 1990, Murillo publicó Las esperanzas misteriosas, en el cual
predomina la impetuosa angustia de una mujer desamada, y Como
los ángeles; destruyó todo el tiraje de este último luego de que el
fsln perdiera las elecciones.97

Narrativa breve: indagaciones

En la década de los ochenta, que en Nicaragua fue crucial en cuan-


to a la toma de conciencia de género, vieron la luz significativas
colecciones de narrativa breve. 7 relatos de amor y de guerra (Costa
Rica, 1986) de Rosario Aguilar –que también puede leerse como
una novela estructurada mediante una secuencia de cuentos– plas-
ma una visión femenina y feminista de la etapa final de la lucha
contra el régimen de los Somoza y de los años inaugurales de la
Revolución Popular Sandinista, que enfrentaron a las mujeres a con-
flictos específicos, las más veces incomprendidos o minimizados
por los varones.
Ars combinatoria (1988) de Michèle Najlis, experimental y bi-
zarra, a caballo entre el minicuento, el aforismo y el epigrama,
se muestra muy corrosiva para con toda clase de certezas dizque
inamovibles. En 1987, Mensajes al más allá (Costa Rica, 1987; 2ª
edición, Nicaragua, 1988) de Irma Prego (Granada, 1933-Costa
Rica, 2000), residente en Costa Rica desde 1956, ganó el premio
en cuento de los Juegos Florales Centroamericanos de Quetzalte-
nango. La suya es una narrativa de humor y rencor, un inventario
melodiosa y cantable. Sus poemas amorosos plasman un espectro afectivo amplio que de hecho
no incorpora –aunque los mencione– ni cielos ni abismos.
97 Entre 1990 y 2007, escribió varios poemarios inéditos hasta la fecha: Celebración de mi sol, El corazón
del mundo, Ríe, la oscuridad, Poderosa lentitud de la lluvia, La vida en boca, Pájaros de obsidiana y Cuentas de
colibrí.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 615


de cotidianos agravios vividos por las mujeres en una sociedad
sexista, por muy alta que sea ésta.
Por supuesto, estas tres autoras no fueron las únicas expo-
nentes del cuento en los ochenta, pero sí las más notables, pues
otras que dieron a conocer sus textos dejaron de producir tem-
pranamente o no han reunido su obra. Se debe tomar en con-
sideración que varios cuentos publicados posteriormente fueron
escritos en esa década.
Ocupa un lugar especial en la cuentística nicaragüense Ma-
ría López Vigil (La Habana, 1944), cubana de origen, que vive
en Nicaragua desde 1981. Teóloga, periodista y ensayista, cultiva
con empeño la literatura infantil. Un güegüe me contó (Suecia, 1989;
Nicaragua, 2ª edición: 2009; 3ª edición: 2013; 4ª edición: 2016) ob-
tuvo en 1988 el primer premio del concurso “Los niños queremos
cuentos”, promovido por la Asociación Nicaragüense de Literatura
Infantil y Juvenil. López Vigil se solaza con el habla popular nica-
ragüense y el humor irreverente; Un güegüe me contó fue censurado
en 1996 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, pues
las expresiones populares, entrañablemente nicas, como “se volvió
dundito por ella”, “jodido”, “culo de elote”, etcétera, incomodaron
a ciertos funcionarios mojigatos.
La maestra Floricelda Rivas Arauz (Sébaco, 1946-Managua,
2007) se inspiró en el pasado indígena en Pipil-Popol o la historia de
Pluma de Fuego (1996) que recibió el segundo premio del concurso
antes mencionado.
A finales de la década, Silvia Ortega (San Marcos, depar-
tamento de Carazo, 1950) publicó El costal de huesos, que roza lo
terrorífico con su vívida descripción de manadas de perros, gatos
y zopilotes haciendo fila para degustar los huesos de una niñita
que se negaba a comer.
Se iniciaron en la narrativa infantil durante esa misma década
Zoa Meza98 (Chinandega, 1964) y Maritza Corriols (Boaco, 1939),
cuyo cuento Una aventura maravillosa (1988) recibió una mención de
excelencia en el concurso “Los niños queremos cuentos”. Una se-
cuencia de sus breves narraciones, titulada “Cuentos de la abuela”,
98 Titiritera, dramaturga y narradora oral escénica; junto con su esposo Gonzalo Cuéllar, fundó en
1981 el Teatro de Títeres Guachipilín. Ha publicado los cuentos ilustrados La piñata (2007) y El
sapo orgulloso (2012).

616 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


aparece en la antología Literatura para niños en Nicaragua (1996), edi-
tada y prologada por Jorge Eduardo Arellano y Vidaluz Meneses.
Además de la narrativa infantil, Corriols escribe ensayos y cuentos.
Uno de ellos, “Adicciones”, se acreditó en 1998 el segundo lugar en
el concurso La Voz y la Pluma, promovido por el periódico La Voz
de Montreal de Canadá, donde ella vive desde 1988.

Claribel Alegría: sumando patrias

En los ochenta se incorporó a las letras nicaragüenses Claribel


Alegría (Estelí, 1924-Managua, 2018). Nacida de madre salvado-
reña y padre nicaragüense, vivió en El Salvador hasta los 18 años
de edad, luego estudió en los Estados Unidos y, al casarse con el
diplomático norteamericano Darwin J. Flakoll (1923-1995), viajó
extensamente. Sus numerosos libros,99 tanto de poesía como de
prosa, no circularon en Nicaragua.
En 1978, su poemario Sobrevivo compartió el Premio Casa
de las Américas con Línea de fuego de Belli. En septiembre de 1979,
Claribel y su familia se establecieron en Managua. Paradójicamen-
te, Nicaragua, la revolución sandinista: una crónica política, 1855-1979
(México, 1982), de Alegría y Flakoll, y la novela corta de Alegría,
Álbum familiar100 (Costa Rica, 1982), tampoco tuvieron amplia di-
vulgación en el país; el primero fue reeditado por Anamá en 2004
y el segundo no ha tenido una edición nicaragüense.
En cambio, la antología Y este poema-río (1988), con un tira-
je de 10 mil ejemplares, permitió al público nica conocer la obra
de Claribel. Desde entonces, su protagonismo en la vida cultu-
ral de Nicaragua fue en aumento y alcanzó el auge después del
99 La mayor parte de los escritos de Alegría tuvieron numerosas ediciones, así que se consigna sólo
el año de la primera publicación en español.
100 La trama de la novela se desarrolla en 1978. Ximena Rodríguez Alvarado, nicaragüense por el
lado paterno y salvadoreña por el materno, languidece cómodamente en París. La noticia de que
un tío suyo mandó desenterrar los huesos de su padre de ella, proclamando que sólo los Alvara-
do son dignos de reposar en el mausoleo familiar, la obliga a revivir los recuerdos de la infancia
santaneca: un desfile de esperpentos y prodigios… realismo mágico en tono menor. Uno de
sus primos nicas, Armando, exiliado político, trata de concientizar a Ximena sobre la situación
en Nicaragua, donde recrudece la lucha contra el somocismo. Cuando él se entera de la toma
del Palacio Nacional por un comando sandinista, decide regresar a su patria. Ximena asume su
puesto en las tareas de solidaridad.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 617


año 2000, cuando ella fungió durante 17 años como presidenta
honoraria de la Asociación Nicaragüense de Escritoras (Anide).

Nueva diversidad

Además de las novelas de Alegría, en la década de los ochenta se


publicó La mujer habitada (1988) de Gioconda Belli. En 1987, ob-
tuvo el Premio Anna Seghers (República Democrática Alemana)
–la destinataria lo recibió dos años después– y en 1989, el VIII
Premio al Libro Político (Preis Das Politische Buch) de la Fundación
Friedrich Ebert de la República Federal de Alemania.

La autora narra dos tiempos históricos diferentes [la Conquis-


ta en el siglo xvi y los años 70 del xx] que exigen, en primer
lugar, el conocimiento de esta historia del pasado indígena y,
en segundo lugar, el dominio de las estructuras y voces na-
rrativas para lograr dicho paralelismo. En ambas narraciones
las mujeres ocupan el centro … y cuestionan todo el orden
patriarcal establecido (Cosme Montalvo 167-168).

Otra novela del mismo período, La noche de la basura grande


de Blanca Rojas, en 1989 mereció el primer lugar del certamen
nacional de novela promovido por el Instituto Nicaragüense de
Cultura, pero fue publicada hasta 1991. La trama se arremolina en
el flujo de conciencia, se fragmenta en secuencias de escenas, epi-
sodios y estampas, y la noche aludida en el título es todo el largo
período de la dictadura somocista.
En el género testimonial están el coral y eufórico Todas esta-
mos despiertas: Testimonios de la mujer nicaragüense hoy101 (1980; 2ª edi-
ción, México, 1985); Entre el fuego y las sombras (1988) de Charlotte
Baltodano Egner (Managua, 1951-2012), “fuertemente arraigado
en la expresividad literaria (más que en el carácter ‘antiliterario’
del testimonio) y el diseño hagiográfico del héroe hombre nuevo”
(Delgado), y Ser madre en Nicaragua: testimonios de una historia no escrita
(España, 1988), de Roser Solà y María Pau Trayner, que recoge
101 Transcrito/editado por Margaret Randall, “reúne las acciones heroicas de las guerrilleras nicara-
güenses junto con las esperanzas y los ideales puestos en la revolución como ‘el final del machis-
mo’” (Fallas Arias, “Rescate”178).

618 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


voces de 42 matagalpinas que habían perdido a sus hijos en el
proceso revolucionario.
En el género de ensayo102 aparecieron Primer inventario del in-
vasor (1984), pionero de estudios culturales en Nicaragua, y Regis-
tradas en la historia. 10 años del quehacer feminista en Nicaragua (1990),
ambos de Ileana Rodríguez103 (Chinandega, 1939).
Milagros Palma104 (León, 1949) publicó El cóndor, dimensión
mítica del ave sagrada (1982) y Los viajeros de la Gran Anaconda (1984).
Sus ensayos Por los senderos míticos de Nicaragua (1984) y Revolución
tranquila de santos, diablos y diablitos. Diario de procesiones, bailes y tea-
tro callejero en Nicaragua (Colombia, 1988) contienen elementos de
estudios poscoloniales. La mujer es puro cuento (Colombia, 1986) y
Nicaragua: once mil vírgenes. La feminidad en el imaginario mítico religioso
del pensamiento mestizo nicaragüense (Colombia, 1988) desentrañan las
raíces del sexismo, bien afincadas en todos los espacios simbóli-
cos, incluyendo el mito.
El ensayo histórico Memorias del Atlántico (1986) de Sofía Mon-
tenegro (Ciudad Darío, 1945) obtuvo en 1987 el Premio Latinoame-
ricano de Periodismo José Martí en La Habana, Cuba. La escritora
102 El ensayo es un género literario híbrido, con fronteras asaz imprecisas. El Diccionario de la Lengua
Española lo define de manera demasiado amplia: como un “escrito en prosa en el cual un autor
desarrolla sus ideas sobre un tema determinado con carácter y estilo personales”. Resulta más es-
clarecedora la definición de Pedro Aullón de Haro: “un tipo de texto no dominantemente artísti-
co ni de ficción ni tampoco científico, ni teorético; sino que se encuentra en el espacio intermedio
entre uno y otro extremo estando destinado reflexivamente a la crítica o a la representación de
ideas” (citado en Tkaczek).
103 Ileana Rodríguez Andara, con varias décadas de laborar en las universidades extranjeras, “se gra-
duó en Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1963 y también obtuvo una
licenciatura en Filosofía en la Universidad de California, San Diego, Estados Unidos, en 1970.
Terminó su doctorado en Literatura Hispánica también en la Universidad de California, San
Diego en 1976. Sus áreas de especialización son la literatura y cultura latinoamericanas, la teoría
postcolonial y los estudios feministas y subalternos con un enfoque en las literaturas centroame-
ricanas y del Caribe” (“Ileana”).
104 Milagros Palma Guzmán obtuvo un doctorado en Antropología Cultural en la universidad pa-
risina École Pratique des Hautes Études. En los años setenta se dedicó a la investigación etno-
lingüística en el Amazonas colombiano y publicó dos libros sobre el tema. En 1982 regresó a
Nicaragua, en 1984 volvió a Francia. En 1987 fundó en París la Editorial Índigo & Côté Femmes,
que publica sobre todo libros escritos por mujeres. La mayoría de las obras de Palma cuenta con
varias ediciones, en español y en francés. En 1999 recibió una mención de honor del Premio
Internacional José Martí de la Unesco por el conjunto de su obra. Su labor como novelista, que
inició en los años noventa, se abordará en la sección correspondiente.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 619


aborda con ágil estilo periodístico la peculiar evolución histó-
rica de la Costa, sin pretender por ningún punto la sistemati-
cidad rigurosa de un trabajo académico, lo cual no excluye la
seriedad del enfoque […]. Un libro de historia escrito por una
periodista que quiere llegar al más amplio y diverso público,
utilizando un lenguaje directo y preciso que revela un notable
poder de síntesis y de organización de la materia tratada, que
va desde el Descubrimiento y Conquista hasta la llamada Re-
incorporación de la Mosquitia (Urtecho, Memorias 96).

Nydia Palacios Vivas (Masaya, 1939) dio a conocer sus no-


vedosas investigaciones, Aproximación a la novela nicaragüense (1987)
y Antología de la novela nicaragüense (1989), iniciando una extensa y
productiva trayectoria.
Las escritoras también trabajaron el género biográfico: 54
años de lucha por la libertad: biografía de Pedro Joaquín Chamorro (eua,
1982) de Ligia Guillén, así como Biografía del Libertador Simón Bolívar
(1984) y Una chontaleña en la educación nacional: biografía de Josefa Toledo
de Aguerri (1988) de Margarita López Miranda105 (Boaco, 1944).
Norma Guadamuz Cermeño (1946) incursionó, en calidad
de investigadora y redactora/adaptadora, de la historieta infantil
en El muchacho de Niquinohomo106 (1984) y Encantados de la vida. Me-
morias del coronel Santos López (1986).107 Michèle Najlis reunió sus
artículos periodísticos, de claros méritos estéticos, en Caminos de la
Estrella Polar (1990).
Si bien la actividad teatral durante los ochenta fue variada e
intensa, no ocurrió lo mismo con la dramaturgia: ferviente, pero
a menudo candorosa, escrita al calor de la coyuntura; sin embar-
go, las opiniones vertidas por la crítica indican que algunas piezas

105 Docente, investigadora literaria y ensayista, publicó también un poemario: Más allá de la carne
ausente (2010).
106 Referencia a Augusto Nicolás Calderón Sandino (1895-1934), nacido en Niquinohomo, departa-
mento de Masaya.
107 José Santos López (1914-1965) fue combatiente del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional
liderado por Sandino. Se enlistó a los 13 años y alcanzó el grado de coronel. El 21 de febrero de
1934, sobrevivió la emboscada tendida por la Guardia Nacional a Sandino y sus acompañantes.
En 1962 participó en la creación del Frente Sandinista, convirtiéndose en un eslabón simbólico
entre Sandino y el fsln.

620 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de creación colectiva –como, por ejemplo, La Virgen que suda108
(1983), A golpes de corazón (1985), que “hablaba del sometimiento
de la mujer en los diferentes estadios de la humanidad, y de lo difí-
cil que era para el revolucionario-machista aceptar que su mujer se
subiera al tren de las tareas que la hacían alejarse del nido familiar”
(Contreras 139), Escenas de mi ciudad109 (1986), entre otros– poseían
un nivel apreciable de calidad estética, pero no han sido impresas,
lo cual dificulta su valoración.

1990-1999: transición hacia lo contingente

Los tempestuosos cambios sociopolíticos ocurridos en Nicaragua


y en el mundo en 1990-1992 incidieron de manera inmediata en la
poesía nicaragüense: primero, en el aspecto temático –por medio
de las expresiones del duelo por el fracaso de un proyecto social
con el cual tantas personas estaban comprometidas con alma, vida
y corazón– y segundo, en el estilístico, pues tuvo lugar un aleja-
miento cada vez más evidente del canon exteriorista en su variante
más rígida y esquemáticamente politizada.
No obstante, un gran número de poemas de los ochenta ya
muestran las tendencias que suelen considerarse propias de los
noventa. Desde tiempo antes, la costarricense Mayra Jiménez, que
dirigía los talleres de poesía en Nicaragua, notó precisamente en
los escritos de mujeres –Belli, Meneses, Murillo, Najlis, Zamora
y otras– “una influencia de la poesía del surrealismo, abstracta, o
una poesía más íntima” (citado en Cuevas Molina), la cual se fue
profundizando gracias a la creciente disposición de escribir sin
108 Claudia Contreras Zelaya (Ingenio San Antonio, departamento de Chinandega, 1963), una de las
coautoras, rememora sobre la pieza:
Una pareja que vivía en residencial Las Mercedes se aprovechó de la fe del pueblo reli-
gioso y sumergieron a una Virgen de yeso en agua, para que una vez se le encendieran
las velitas sudara y fuera “el milagro de la Virgen que suda”. ¿Una señal de protesta de la
Virgencita contra el régimen de los ateos sandino-comunistas? Por supuesto que la gente
católica se lo creyó, pero después se descubrió la estafa. Nosotros tomamos el hecho y a
partir de allí desarrollamos el proceso de la creación (103).
109 Esta obra “narraba un día en la vida de Managua, a través de diferentes escenas cotidianas
con una visión crítica. Se cuestionaba la burocracia en los hospitales, los problemas del
transporte, de la escasez, la corrupción de los Comités de Defensa Sandinista” (Millán, sin
numeración de páginas).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 621


restricciones. Las poetas exploraron las posibilidades del lenguaje
sin contemplar si era o no “apropiado para una mujer” y sin rehuir
a “malas palabras” ni cultismos.
Al igual que sus pares de otros países de Centroamérica,
las nicas, “de distintos modos y con signos ideológicos diversos,
reivindicaban en este período el regreso de las diosas, con can-
tos a una divinidad en femenino, además, hacen una relectura
de las trampas del amor para las mujeres y preparan una nueva
sensibilidad en materia de género” (Zavala 101).
Desempeñaron un papel esencial en el desarrollo de las
letras la Imposible Agrupación de Escritores Nocivos (Imagen,
1991-93), cuyo nombre habla por sí solo de su tendencia, que
fue, en resumidas cuentas, outsider y contestataria, y el grupo 400
Elefantes, establecido en 1995 (400elefantes.wordpress.com).
Ambas entidades se caracterizaron por el protagonismo y
liderazgo de mujeres: Marta Leonor González110 (Boaco, 1972),
Carola Brantome (San Rafael del Sur, 1961) y Tania Montenegro
(Estelí, 1969).111 400 Elefantes también cuenta con su propio se-

110 Poeta, periodista y promotora cultural. Vive en Managua. Empezó a dar a conocer sus poemas
en 1994. Ha publicado Huérfana embravecida (1999), La casa de fuego (2008), cuento infantil Corinita
la tortuga (2008), antología Versos (Costa Rica, 2010), Juegos de la escritura (guía para un taller literario)
(2011; 2ª edición, 2015) y Palomas equilibristas (edición bilingüe: Francia, 2012; 2ª edición sólo en
español: Nicaragua, 2016) y Managua 38° (2020). En 2013 obtuvo la beca del Programa de la Casa
de Escritores y Traductores Extranjeros de Saint-Nazaire; Francia. Blanca Castellón describe así
su itinerario poético:
La poesía de Marta Leonor Gonzales ha sido desde sus inicios perturbadora, arries-
gada y un atentado en contra de la inercia (monotonía) convencional. […] En La
casa de fuego se develan esos temibles infiernos familiares que la mayoría de víctimas
y victimarios prefieren ocultar. Entrar en su obra exige una actitud igual a la que
da nombre a su nuevo poemario. Una actitud de Palomas equilibristas. […] La
sensación al leerla, es la misma que experimentamos cuando nos enfrentamos a la
complejidad del mundo globalizado, cada vez más conflictivo, caótico e incompre-
sible. Marta Leonor traduce el fenómeno en versos imposibles que consiguen lo
inalcanzable (“Es la cazadora”).
111 Poeta, narradora de géneros híbridos y periodista nacida en Estelí. Su debut poético ocurrió
en 1988. En 1994-1995 vivió en El Salvador y entre 1998 y 2000, en España. Ha trabajado
en varios medios de orientación feminista. Su poesía de inicios de los noventa es animosa y
lúdica, afanada en sacar aristas novedosas a los sempiternos temas de amor y desamor; después
se decantó hacia una cadencia a todo trance experimental y transgresora, tanto en el lenguaje
como en la temática. A veces se revela siniestra de tan descarnada, pero aun así, aletea gozosa en
su poderío verbal. Ha publicado La revolvición: poesía 1995-2001 (2013).

622 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


llo editorial, bajo el cual fueron publicadas obras de más de 30
autores y varias antologías.
Mujer nicaragüense en la poesía (1992), compilada y prologada
por Daisy Zamora, es hasta la fecha la antología más completa en
sus géneros. Incluye cuatro poemas anónimos de misquitas y a 20
autoras, entre éstas varias no canónicas.

Una cosecha récord

Publicaron sus libros de poesía autoras de promociones muy dis-


tantes, desde las nacidas a inicios del siglo hasta las novísimas. La
siguiente nómina permite estimar la nunca antes habida diversi-
dad. Antologías 1991: El ojo de la mujer de Gioconda Belli y Llama
en el aire de Vidaluz Meneses;112 In nomine filii (eua) de Rubí Arana;113
Mistagogia (selección bilingüe de Aposentos, Colombia) de Yolanda
Blanco;114 Cantos de Ifigenia de Michèle Najlis,115 y Temblor de Linda
Wong-Valle.

112 Después de éste, Meneses publicó los siguientes títulos: Todo es igual y distinto (2004), Sonreír cuando
los ojos están serios (Costa Rica, 2006), La lucha es el más alto de los cantos. Diario de campaña: Brigada Cul-
tural Leonel Rugama (2006), Flame in the Air: Bilingual Poetry Edition (eua, 2013) y memorias Balada
para Adelina (2016). De manera póstuma, el cuento infantil La mona Panchita (2016).
113 Radicada en los Estados Unidos, a partir de 1992 se dedica a promover la literatura nica
por medio de la Feria Internacional del Libro de Miami. Su poesía de este siglo se ca-
racteriza “por la continua presencia del principio femenino, enfocado como fundacional,
genitivo, generoso, venerable, armónico. La poeta reemplaza la antítesis por la síntesis (‘la
santa noche/y el santo día’), y la ‘sagrada vacuidad’ se constituye en la superación de las
antinomias” (Ramos, “Rubí” 44). “En verso libre o en soneto más estricto y clásico, Arana
configura y celebra su metafísica ecuménica que fusiona la mitología judeocristiana, helénica,
hindú y china”. También emprende “una reelaboración mítico-histórica –y harto irónica– del
proceso de instauración del patriarcado, que arrebató el poder a las mujeres y a las deidades
femeninas” (Ramos, “Príncipe” 41).
Títulos publicados: Príncipe rosacruz (ee. uu., 2007), Homenaje a la Tierra (ee. uu., 2008, dos edicio-
nes; 3ª edición: España, 2018), Agua sagrada (ee. uu., 2010), Alter fijo del ego (ee. uu., 2014) y Rubíes
(ee. uu., 2017, dos ediciones).
114 Desde 1985, Blanco vive en Nueva York. Se dedica a la elaboración de libros para la educación pri-
maria bilingüe. En 1996 creó Dariana (www.dariana.com), portal electrónico de poesía nicaragüense.
115 Luego de Cantos de Ifigenia –temeraria, dolorosa relectura de la mitología griega y judeocristiana–,
Najlis escribió fundamentalmente poesía religiosa y/o mística, reunida en La soledad sonora (2005)
e Hija del viento (2015). También dio a las prensas la antología personal El viento que la sostiene (2015)
y El jardín interior (2016), libro de reflexiones bíblico-teológicas.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 623


1993: Variaciones en clave de mí (España) de Claribel Alegría;
Las luces en la sien de Milagros Terán.
1994: Zoo fantástico de Mariana Sansón; A cada quien la vida de
Daisy Zamora.116
1995: Más serio que un semáforo de Carola Brantome (1961);
Ama del espíritu de Blanca Castellón117 (Managua, 1958); Mujer Luna
y Conversaciones elementales de Marianela Corriols (1965); Medio siglo
de mi vida de Reina Jereda Gutiérrez118 (Corinto, 1944); Árbol que
crece en el centro de la sala de Karla Sánchez119 (León, 1958).

116 En A cada quien la vida, Zamora indaga en los linajes femeninos, visibilizándolos para la historia, y
denuncia con amarga franqueza las omnipresentes inequidades de género. Desde 1998 vive en los
Estados Unidos. Sus publicaciones en español son Tierra de nadie, tierra de todos (Costa Rica, 2007)
y las antologías Fiel al corazón: poemas de amor (2005), Cómo te ve tu hombre (Diccionario de bolsillo para
mujeres) (2017) y antología La violenta espuma (España, 2017).
117 Debutó como poeta en 1989. Ha publicado Ama del espíritu (1995), Flotaciones (1998), Orilla opuesta
(España, 2000; Nicaragua, 2000), cuentos Los juegos de Elisa (México, 2004; 2ª edición, Nicaragua,
2005), poemario bilingüe Cactus body (Nueva Zelanda, 2014), antología bilingüe Water for days of
thirst: Selected poems (Nueva Zelanda, 2016) y Los moridores (2016). “Sus poemas imaginistas son
desasosegados y sutilmente irónicos. Aunque procura mantenerse a prudente distancia de las
teorías y las militancias, su postura –tanto estética como vital– es una tenaz construcción de un
recodo de libertad, que ella opone a los cautiverios de género, clase, buenas costumbres o lo que
fuera” (Ramos, “Blanca Castellón” 29).
118 Abogada. Nació en Corinto, ciudad-puerto y municipio del departamento de Chinandega; reside
en Managua. Se desarrolló como escritora sin participar en los círculos literarios. Ha publicado
los siguientes títulos de poesía y breve narrativa autobiográfica: Medio siglo de mi vida (1995), Frío,
tibio, caliente... (1997), Neuronas de mujer (2004), Más adentro (2007), De lágrimas y sonrisas (2008),
Pétalos y acero (2010) y Mi séptimo librito (2013). Continúa escribiendo sin incurrir en un libro.
119 Abogada de profesión, Sánchez debutó como poeta en 1978. Transmuta todas las imágenes y
vivencias –sean éstas triviales en apariencia, exóticas o trágicas– en una serenidad modosa y mul-
ticolor (su paleta cromática es tal vez la más variada en la poesía nica actual). En la obra de Karla,
las rutinas domésticas y laborales de una mujer de clase media alta lindan con los acantila-
dos de la ‘locura congénita’ –así se llama uno de los ciclos de A luz más cierta (1998)... y las
honduras abisales de la indagación sobre la existencia, la memoria, la poesía y el amor…
La hablante lírica está afirmada, sostenida –¿clavada?– entre los ritos de la feble normali-
dad y el tiempo en tinieblas. Configura un yo poético complejo, que combina su dinámica
plenitud heterogénea … con el sentimiento de alineación y agobio (Ramos, “Karla” 41).
Publicaciones: Árbol que crece en el centro de la sala (1995), Poesía (1997), A luz más cierta (1998) y
Estancia habitual (2008). Su novela lírica Aquellos días de ahora (2001) contiene Aquellos poemas de Luz.

624 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


1996: Umbrales (España) y la antología Clave de mí (Costa
Rica) de Alegría; Emergiendo de María Amanda Rivas120 (Masaya,
1956); Las horas y sus voces y otros poemas de Mariana Sansón.
1997: Apogeo de Gioconda Belli; Poesía de Karla Sánchez; an-
tología Miskitu tasbaia: aisanka yamni bara bila pranakira miskitu wih
ispail ra wal ulban/La tierra miskita: Prosa y poesía en miskito y español
que incluye escritos de Brigitte Zacarías Watson (Bilwi, 1961).
1998: antología Érase una vez una mujer (Costa Rica) de
Gioconda Belli; Flotaciones de Blanca Castellón; Del amor que me
cautiva. Poesía mística de Madre Rosa Inés (1914-1998); A luz más
cierta de Karla Sánchez; Agualuna de Christian Santos121 (Mana-
gua, 1941); Solos bajo el cielo (Moscú) de Alba Azucena Torres122
(Tecolostote, 1958); Postre de Linda Wong-Valle.
120 Nacida en Masaya, a partir de 1978 vive en Costa Rica. Debutó como poeta en 1995. Ha pu-
blicado Emergiendo (1995), Sola, mientras tanto (2003; 2ª edición corregida, Costa Rica, 2005) y la
antología personal Líquido/Fließend (Austria, 2008). En su primer libro emerge concisa, finamente
taciturna, casi abstracta, con “una fuerte carga existencial” (Terán 70); en su etapa posterior, la
obra de Rivas se vuelve más exuberante y consistente en cuanto al lenguaje y más libre en el
explayamiento emotivo, lleno de una ironía sutil, pero incisiva.
121 Escritora y periodista; vivió durante años en los eua y en Río San Juan. Actualmente reside en
Managua. Además de Agualuna, publicó la novela El tigre junto al río (1996; 2ª edición, 2004), Huella
de amor (2001), Orígenes de sal (2005), Canto de un sueño (2008) y Travesía desnuda (2012).
“Su poesía, de subrayado contenido sexual, tiene la capacidad de apreciar y expresar un erotismo
telúrico (eros frente a tánatos) y una sensibilidad por las formas que se aprehenden sólo gra-
cias a percepciones venidas de la emocionalidad” (Zavala 405). Santos hizo grandes aportes a la
promoción de la obra literaria de mujeres y la construcción de nuevos espacios para las artistas
nicaragüenses, impulsando con ahínco la creación de la Asociación Nicaragüense de Escritoras
(Anide). En 2011 surgió su iniciativa Mujer y poesía que se enfoca en impulsar la transformación
cultural sensibilizando a jóvenes sobre los efectos de la violencia contra las mujeres. En el marco
de este proyecto editó una antología homónima (2013; 2ª edición, 2014).
122 Empezó a publicar sus poemas a finales de 1979. En 1982 viajó a la Unión de Repúblicas Sovié-
ticas Socialistas (urss), enviada por la Unión de Escritores de Nicaragua. Se graduó en el Instituto
de Literatura A. M. Gorki, se casó con el escritor Román Fédichev (1955-2016) y vive en Rusia.
Allí dio a las prensas Solos bajo el cielo (Moscú, 1998), Cuando la lluvia/ /When it rains
(edición trilingüe, Moscú, 2001) y Ceniza y agua (Moscú, 2010). La publicación de Geografía del amor
y la distancia (2015) reincorporó la obra de Torres al acervo cultural de Nicaragua. Peregrinó desde
la poesía afín al exteriorismo –si bien siempre con toques líricos– hacia la riqueza metafórica e
imágenes simbolistas y/u oníricas, de exquisita pesadilla y a la comprensión del “aspecto trascen-
dente del goce terrenal” (Ramos, “Alba” 34).
“Además, la artista aborda, con osadía y aguda penetración psicológica, un tema todavía tabú (al
menos, para la poesía nicaragüense). Por medio de la palabra, integra a su autoimagen cualidades
e impulsos que no pocas personas prefieren dejar al margen de su conciencia o de su obra”, como
haber tenido dos o tres amantes/después de los treinta años (“Alba” 30).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 625


1999: Saudade (España) de Claribel Alegría; Marea convocada
de Carola Brantome; Poros de cincuenta, corazón de quince de Indiana
Cardenal Caldera123 (Managua, 1944); Mis puntos cardinales de María
Augusta Fernández Siu (1977); Huérfana embravecida de Marta Leo-
nor González (1972); Silencio de alas de Isolda Hurtado124 (Granada,
1956); Trenzas de ilusión de Albertina Matta de Landero (Corinto,
1918-2002), emérita profesora y convencional versificadora; Cere-
monial de luces y Cajita de fósforos (dos poemarios en un solo libro)
de Carlota Molieri125 (Managua, 1933-2003); Exorcismo del absurdo
y Percepción fractal126 de Conny Palacios (Matagalpa, 1953); Besos de
123 En 2017 publicó Poemas de la vida, el amor y la muerte.
124 Socióloga, traductora e intérprete del inglés y lenguas romances. Vivió en eua y Uruguay. Luego
del Silencio de alas, editó Florece el naranjo. Poesía (2002), Diagnóstico del arte contemporáneo en Nicaragua.
Ensayo (2002), antología Poemas (Costa Rica, 2004) y Brisa y júbilo. Poesía (2007). En su poesía “de-
muestra una maestría lírica y musical con un ritmo que pone las imágenes a bailar. Experimenta
con la prosodia para crear versos polirrítmicos que reflejan la fusión de elementos que forman la
cultura centroamericana. Es una poesía lúdica que debe mucho a la sinestesia modernista, pero
también a la lingüística” (McCallister, “Poesía” 46).
125 Abogada de profesión, es una de las poetas menos conocidas entre aquellas que se iniciaron en
la década de los sesenta; nunca publicó mucho y se mantuvo distante de los círculos culturales.
En Ceremonial de luces indaga sobre sus raíces indígenas, impulsada por su “sed/de desentrañar/el
olvido” (9) y celebrando el maíz, el barro y la obsidiana junto con el trigo y las “uvas maduras/
chorreándose por todas/las puertas y ventanas/de las aguas de [sus] huesos” (9). Evoca a diversas
divinidades en una comunión ecuménica entre el paganismo (Cupido), el cristianismo (Yahvé)
y las religiones prehispánicas (Cipaltonal, Tamagastad, Cihuacóatl, etc.). Para ella, el acto sexual
es, como para Darío, “síntesis de la eternidad”. Sin recurrir a descripciones explícitas, muestra
apertura verbal al referirse al erotismo, pues usa voces como esperma, óvulo, falo, pubis, vulva.
En sus escritos de finales de los años noventa e inicios del nuevo milenio, predominan recuerdos
personales –muchos de ellos, infantiles o de juventud– vistos como desde una brumosa lejanía
que “el ocaso/acecha” (Cajita de fósforos 89)­. Las señales fueron ciertas. Molieri falleció dejando
una extensa obra inédita, tanto en prosa como en verso.
126 Conny Palacios (seudónimo de Conny Flores de Palacios), docente universitaria e investigado-
ra literaria, miembro correspondiente de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Desde 1981
vive en los Estados Unidos. Su bibliografía abarca novelas (En carne viva [eua, 1994] y Naraya
[2008]), poesía (Exorcismo del absurdo y Percepción fractal [1999], Radiografía del silencio [España,
2003], “Poemas que muerden”, incluido en el volumen La poética de Conny Palacios de Anthony
Robb, 2004) y ensayo (Pluralidad de máscaras en la lírica de Pablo Antonio Cuadra [1996] y Helena
Ospina: La voz encendida de la poesía mística en Centroamérica. Un análisis del proceso místico y poético
[Costa Rica, 2008]).
[S]e ha dado en explotar la productividad del poema a través de la elipsis para revitalizar
diferentes niveles de lectura en manos de diferentes lectores… Desde ese espacio feme-
nino, el silencio, el interior, se observa en la poesía de Palacios lo que Josefina Ludmer
[1939-2016] ya ha estudiado como ‘las tretas del débil’. El discurso del silencio, en el

626 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Linda Wong-Valle y, muy póstumo, Cuentos y poemas de Sarita Urroz
de Krüger:127 Alma de madre.
El poemario de Brantome, Marea convocada (versión distinta
de la publicada como libro en 1999), obtuvo el Premio Alma Máter
en la rama de poesía del VI Festival Artístico Interuniversitario de 1995.
En 1997, el poema “Desolvidándose” de Helena Ramos128
(Yaroslavl, 1960) alcanzó el primer lugar de poesía del II Certa-
men Centroamericano de Literatura Femenina, convocado por el
Consejo para la Cultura y el Arte de El Salvador.
Aquel mismo año, los integrantes de la Academia Nicara-
güense de la Lengua por fin acordaron de eliminar el requisito de
ser varón para poder formar parte de la entidad y admitieron como
miembro correspondiente a la tan antiacadémica Mariana Sansón.
Gracias a la distensión ideológica y política, se estrecharon
relaciones entre artistas nicaragüenses establecidos en el extranje-
ro y los que permanecen en su patria; entre las promotoras más
activas de la literatura nicaragüense en los eua están Rubí Arana,
Yolanda Blanco y Ligia Guillén.
La antología Eleven Nicaraguan Poets in the usa (eua, 1997;
2ª edición 2001), compilada por Danilo López, incluye a Arana,
Blanco, Lourdes Guerrero y Margarita Moreno (Managua, 1955).

Con ácido

En la cuentística se manifestó una mayor sofisticación técnica y un


abordaje cada vez más osado y directo de temas que anteriormen-
te eran tabú para las mujeres: la sexualidad y la violencia. Dos de
las cuentistas más innovadoras y representativas de los noventa,
que va haciendo énfasis, es un discurso poblado de significaciones, capaces de afirmar
lo que supuestamente calla (García-Obregón 80-1).
127 Sara del Carmen Urroz (Managua, c. 1889-¿?) provenía de una conocida familia de músicos. Se
casó con un emigrante alemán, Alfred Krüger; tuvieron seis vástagos, varios con vocación artís-
tica. El más conocido, Erwin Krüger Urroz (1915-1973), es uno de los compositores, músicos
y cantautores más destacados de Nicaragua. A finales de los años sesenta, Sara Urroz «canta-
ba antiguas habaneras, recitaba de memoria a Darío y –de colofón– escribía cuentos de sabor
pueblerino. Por eso, yo decía: “Allí está el ‘ojo-de-agua’, ese chorro de luz purísima, que son las
canciones de Erwin”» (Mejía Godoy, “Doña”).
128 Rusa, convertido su nombre al español, vive en Nicaragua desde 1987. Ha publicado Río de sangre
será mi nombre (2004) y Polychromos (2006).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 627


Patricia Belli (Managua, 1964) y Patricia Delgadillo (Managua, c.
1960), no han publicado libro.
Belli, artista visual osada y controvertida, con varios premios
en su haber, empezó a divulgar sus cuentos –escasos en número,
espléndidos en su turbadora polisemia– a partir de 1996. Uno de
ellos, “Cicatrices”, incluso le dio el nombre a Cicatrices. Un retrato
del cuento centroamericano (2005), compilado por el investigador ale-
mán Werner Mackenbach.
Delgadillo, que a partir de los noventa reside fuera del país
–primero en Canadá y luego en los eua– también figura en la mis-
ma antología. Su cuento “Microsistemas” ganó el primer premio
del Tercer Certamen Literario de la Prensa de Vancouver. Autora
versátil, capaz de dar giros inopinados, hace una crítica mordaz de
fenómenos sociales sin caer en maniqueísmo panfletario.
En 1992, la cáustica narración Agonice con elegancia (Costa
Rica, 1994; 2ª edición modificada: Nicaragua, 1996) de Irma Pre-
go obtuvo la mención honorífica del premio de relatos Certamen
UNA palabra de la Universidad Nacional de Heredia.
Marisela Quintana129 (Managua, 1958), escueta y cáustica, pu-
blicó 5 cuentos sin consuelo… y uno por encargo (1994), Cuentos de hombres
sobre mujeres (1997) y Simples asuntos femeninos (1999). En 1998 ganó el
tercer lugar en narrativa del Festival Interuniversitario.
En 1993 vio la luz el primer libro de una nicaragüense en el
subgénero de terror: El súcubo de Cecilia Ruiz de Ríos130 (Managua,
1959-2017). Las protagonistas de sus escritos –en su mayoría disper-
sos o inéditos– poseen un intelecto sobresaliente y cultivado, pero
sus impulsos se desbocan, atrayendo hacia ellas, como un pararra-
yos, las descargas de lo paranormal, ora benéficas ora devastadoras.
Isolda Rodríguez Rosales (Estelí, 1947), con dilatada expe-
riencia en la docencia universitaria, publicó en los noventa dos

129 Combina dos vocaciones: las letras y las ciencias exactas (matemáticas, física y computación). En
1987, junto con el cantautor Cedrick Dalla Torre, fundó la Extensión Cultural de la Universidad
Nacional de Ingeniería (uni). Además de tres libros de cuentos, publicó el ensayo Teoría del caos y
fractales: Una aproximación al pensamiento femenino (2001) y la novela Tras la rendija (2003).
130 Genio y figura hasta la sepultura… Tenía memoria prodigiosa e imaginación feraz. Publicó Su-
plementos didácticos de historia en varios volúmenes: Personajes históricos (2000), Los Eduardos, Felipes y
Luises (2000), Genios (2001), Independentistas (2001) y Mujeres monarcas (2001), más Minibiografías de
célebres personajes, volumen I: Reinas célebres (2004).

628 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


colecciones de cuentos: La casa de los pájaros (1995), “de corte
mágico, pero de raigambre costumbrista”, según reza el texto sin
firma en la contrasolapa, y Daguerrotipos y otros retratos de mujeres
(1999). Allí, recurriendo con acierto a fuentes de la Colonia, re-
gistra las múltiples formas de la dominación sexista que cercan a
sus protagonistas con frecuencia escindidas entre el mandato de
la tradición –que no se deciden rechazar de manera tajante– y los
requerimientos de su propia conciencia o corazón.

María Dávila (Chinandega, 1960), que en 1995 obtuvo una


mención en el Concurso del Centro de Educación y Comunica-
ción Popular Cantera de Managua por su cuento “Celeste carne de
mujer”; editó Cinco cuentos y algo más (1996), cuyo estilo llano escon-
de pinchazos a los dogmas y buenas costumbres que, mirándolo
bien, no son tan buenas.
Mercedes Gordillo (Managua, 1938), surgida a inicios de los
años noventa, permanece ajena a estas tendencias. Hábil narrado-
ra naíf, conocedora de la idiosincrasia nica, experta en finales sor-
presivos y competente humorista, retrata en sus cuentos a varias
mujeres que transgreden el deber ser patriarcal, pero estos desaca-
tos nunca se convierten en una rebelión y se cometen más por
exuberancia vital que a conciencia. En 1993, su libro El cometa
del fin del mundo y otros cuentos (1993; 2ª edición, 2000; 3ª edición,
2007) se hizo merecedor del Premio Nacional Rubén Darío. Su
segunda colección, Luna que se quiebra (1995; 2ª edición, 2007),
explota la misma veta a la vez nostálgica y humorística.

Buscando raíces

En el ámbito de la literatura destinada al público infantil, María


López Vigil –tan lúdica como erudita– prosiguió con su labor re-
novadora mediante la recreación de una obra clásica de la Colonia:
Historia del muy bandido, igualado, rebelde, astuto, pícaro y siempre bailador
Güegüense131 (1994; 2ª edición, 2007) y con La balanza de don Nicolás
131 En su reseña, Ramos explica:
El Güegüense o Macho Ratón es una pieza de teatro callejero cuya autoría y significado han
suscitado enardecidas disputas y conclusiones no sólo distintas sino opuestas. La llaman
“comedia-bailete”, “drama épico indígena”, “farsa cómica”, “drama satírico”, etcétera,

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 629


Sandoval (1999), cuyo ostensible propósito didáctico consiste en
instruir a la niñez sobre “igualdades, paridades y equidades” (23).
Betty Sandoval Avellán obtuvo una mención honorífica del
Premio Nacional Rubén Darío de 1993 por su libro de narrativa
corta publicado bajo el título de El fantasma del río Escondido: cuentos
infantiles de la Costa Atlántica (1995).
El taller de las mariposas (España, 1996) de Gioconda Belli
recibió, en 1994, el Premio Lince del Mes (Monats Luchs) número
96, otorgado desde 1986 por el semanario hamburgués Die Zeit y
Radio Bremen.
Christian Santos publicó la tierna y ecologista novela juvenil
El tigre junto al río (1996; 2ª edición, 2004), ambientada en Río San
Juan a inicios de los ochenta.
Nuestro príncipe Balum Botán (1998) de Floricelda Rivas Arauz,
basado en las fuentes prehispánicas, peca a veces de excesivo di-
dactismo, pero aporta al rescate de tradiciones ancestrales.Zoa
Meza (1964) presentó en el teatro de títeres Guachipilín sus pie-
zas Historias de sol y luna (1986), De pícaros y burlados (1993), Cuecatl
(1996) y Amazul (1997).
Zoa Meza (1964) presentó en el teatro de títeres Guachipilín
sus piezas Historias de sol y luna (1986), De pícaros y burlados (1993),
Cuecatl (1996) y Amazul (1997).

Novela: mujeres, historias, [H]istoria

Por primera vez, las nicaragüenses mostraron protagonismo en el


género de la novela.

pero todos coinciden en el criterio de que se trata de una obra formidable, sin parangón
en la literatura latinoamericana y una de las más cimeras del período colonial.
María López Vigil se identifica con la interpretación libertaria del texto, según la cual
este refiere un conflicto entre las autoridades españolas y los indios, y crea una adap-
tación chispeante, festiva y ácida –aunque menos picante que el original– escrita en un
lenguaje que Ernesto Cardenal define, en una apostilla de contraportada, como “infantil
y juvenil y popular de nuestro tiempo”.
Resulta significativo que la autora haya dado mayor protagonismo a doña Suche Ma-
linche, la hija del gobernador, y haya transformado un matrimonio arreglado en un
convincente romance, no menos primoroso por súbito: “Por un momento, la oficina
perdió su tufo a cuita y un olor a sacuanjoches recientitos se les metió en el corazón
a todos” (“María López” 37).

630 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


1990: Sofía de los presagios de Gioconda Belli. 1991: La noche
de la basura grande de Blanca Rojas (premiada en 1989). 1992: La
niña blanca y los pájaros sin pies de Rosario Aguilar; Bodas de cenizas132
(Francia/Colombia) de Milagros Palma; Tu fantasma, Julián de Mó-
nica Zalaquett Daher133 (Chile, 1954). 1994: En carne viva134 (eua) de
Conny Palacios. 1995: Desencanto al amanecer (Francia/Colombia)
de Milagros Palma. 1996: Waslala: memorial del futuro de Gioconda
Belli; Debió llamarse libertad de Georgina Lupiac Rodríguez (So-
moto, 1961); La carta135 (México; 2ª edición, Nicaragua, 1999) de
132 Palma empezó a escribir esta obra al ser favorecida en 1988, en calidad de escritora extranjera, con
una beca de la Maison des Escrivains de París. El estilo de la narración, “simple, directo y a veces
crudo” (Palma, Bodas contracubierta), realza los abrumadores horrores cotidianos vividos por las
mujeres privadas de su autonomía y la fatal inadvertencia con la que ellas mismas reproducen las
jerarquías y las exclusiones. El peso simbólico de la historia de Nicaragua y de sus leyendas sirve
de marco a esta deplorable tradición familiar.
133 Periodista y escritora de origen chileno, vive en Nicaragua a partir de 1984 y adoptó la nacionali-
dad nicaragüense. De acuerdo con Werner Mackenbach, Zalaquett
semantiza la Revolución como una guerra fratricida irreconciliable, personalizada en los
dos hermanos, Julián y José Benito, que militan en los dos bandos opuestos del con-
flicto. Julián está comprometido con la Revolución como funcionario sandinista, José
Benito se transforma en el líder de un grupo contrarrevolucionario que asesina a Julián.
Muy representativamente para el país en total, la familia es dividida y destruida por el
conflicto.
El valor particular de la novela radica en el hecho que no toma posición por ninguno
de los dos bandos y se enfoca en el interés de los campesinos pobres a no ser forzados
a apoyar a ninguno de los dos partidos del conflicto, los sandinistas y los contras, para
poder vivir en paz. Con esta mirada crítica de las repercusiones de la Revolución [Po-
pular] Sandinista y la guerra de la Contra en una familia campesina, la novela apunta a
un cuestionamiento de la Revolución. […] La novela puede ser leída como una alegoría
de la contradicción fundamental de la Revolución Sandinista y de las causas de su fra-
caso, publicada en una situación en la que en el discurso político apenas se escuchaban
voces que formularan críticas parecidas y también dejaran sus huellas en la literatura
testimonial, mucho antes de que esta perspectiva fuera tematizada en las memorias de
conocidos líderes sandinistas (81-82).
134 Nydia Palacios Vivas la define como “una novela postmoderna, pletórica de elementos históricos,
surrealistas y fantásticos” que recoge sin distinciones “el sufrimiento de ambos bandos, los guardias
somocistas y los muchachos sandinistas, y sobre todo los civiles” y “universaliza el dolor del exilia-
do” (“Exilio” 95-99).
135 Aunque sería casi una grosería querer establecer una dicotomía con las novelas de Gioconda Belli
(que como toda dicotomía tendería a figurar un esquema simplista), en La carta se puede advertir
la reescritura de ciertos tics de Belli. Se trata de una reescritura que duda y cuestiona la explosión
erótica, la identificación nacionalista, la idealizada camaradería entre hombres y mujeres revolu-
cionarios, e, incluso, la validez de los textos que triunfan en el mercado (con ironía la narradora

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 631


María Lourdes Pallais (Perú, 1953); El pacto (Francia) de Milagros
Palma. 1997: El obispo (Francia) de Milagros Palma; El viaje de la
vida de Martine Dreyfus Bendaña (Managua, 1950). 1998: La casa
de los Mondragón136 (2ª edición, revisada y corregida, 2008; 3ª edi-
ción, 2016) de Gloria Elena Espinoza de Tercero (Jinotepe, 1948).
Varias de estas novelas se centran en las microhistorias de
mujeres de épocas muy diversas: la Conquista en La niña blanca y
los pájaros sin pies; un tiempo mítico que parece extenderse desde
la Colonia hasta la mitad del siglo xx en la saga familiar La casa de
los Mondragón; o en cualquiera de las décadas de la pasada centuria,
todas ellas buscando lo que se busca, su alegría y su persona…

Hibrideces auto/biográficas

Muy controvertida, Traiciones a Carlos Martínez Rivas:137 semblanza no


autorizada (1991) de Berenice Maranhão (1949), brasileña de origen
residente en Nicaragua a partir de 1974, participa en el testimonio,
la biografía –del poeta– y la autobiografía.

dice que tal vez necesite de un editor ‘hampón’ que le ayude a darle un giro ‘sexi’ a su texto, para
poder entrar al mercado editorial, pág. 62). Por supuesto todas estas diferencias son de fondo: ahí
donde Belli pone celebración, Pallais pone abismo. La Carta es, en fin, un texto muy abierto al
presente, a la historia reciente y a las ambigüedades cotidianas con las que convivimos en esta era
postutópica. Un texto que merece muchos más lectores de los que pretende su reciente edición
(Delgado, “Carta”).
136 Según el criterio de Ramos,
En este libro se manifiestan dos características primordiales del estilo de Gloria
Elena Espinoza de Tercero: la vocación costumbrista –aunque no precisamente al
servicio de la construcción de la Nación en el sentido decimonónico– y un admira-
ble manejo del suspenso.
De acuerdo a la crítica literaria nicaragüense Nydia Palacios, la novela demuestra cómo el
vertical y androcéntrico poder ancestral “aniquila la figura femenina que se reduce al pe-
rímetro de la casa coartando la identidad y la creación femenina”. Por su parte, el filólogo
costarricense Jorge Chen Cham asevera: “Con la construcción del mito de la nueva Eva,
que causa la perdición del orden masculino, La casa de los Mondragón insiste en la configu-
ración de una nueva sociedad en la que las mujeres vienen a cuestionar el falocentrismo
occidental” (“Gloria” 82).
137 Carlos Martínez Rivas (1924-1998): formidable poeta nicaragüense, lúcido y doliente maestro de
la excelencia creadora.

632 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Soledad, tú eres el enlace (1995;138 2ª edición, 1997; 3ª edición,
2010) de Rosario Aguilar aúna la biografía de Soledad Oyanguren
(1902-1995), madre de la escritora, con relevantes elementos au-
tobiográficos.
Los indalos: viajeros a la eternidad (1998; 2ª edición, 2013) de
Aurora Sánchez Nadal139 (1943) fusiona el testimonio y la ficción
al hablar sobre Roberto Sanchez Nadal (1948-1989) e Iván Ruiz Sán-
chez (1969-1989), hermano e hijo de la autora respectivamente, asesi-
nados y “desaparecidos” durante el asalto de La Tablada, Argentina.
La expresidenta de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro
(Rivas, 1929-Managua, 2018), publicó sus memorias –escritas con la
asistencia de Sonia Cruz de Baltodano y Guido Fernández– primero
en inglés, luego en español: Dreams of the Heart (eua, 1996), Sueños del
corazón (2ª edición, España, 1997; 3ª edición, Nicaragua, 2007). Na-
dine Lacayo Renner (Granada, 1956) editó Polvo en el viento. Memoria
de amor, lodo y sangre (Managua, 2017; 2ª edición: 2018).
En 1995, el semanario capitalino 7 Días dio a conocer, por
entregas –a la antigua–, dos biografías noveladas o novelas biográ-
ficas: Adolfo Hitler: el señor de la guerra (ediciones 1-8, del 26 de abril
al 14 de junio) y Alfonso Cortés. Las ansias del vacío (ediciones 9-12,
del 21 de junio al 12 de julio) elaboradas por Helena Ramos.

Libros de no ficción

Entre publicaciones sobre literatura y procesos culturales contem-


poráneos y ensayos, obtenemos un conjunto relevante:
1994: El gusano y la fruta. El aprendizaje de la feminidad en Amé-
rica Latina (Francia/Colombia) de Milagros Palma; House/Garden/
Nation: Space, Gender and Ethnicity in Post-Colonial Latin American Li-
teratures by Women (Inglaterra) de Ileana Rodríguez.

138 La primera edición no llegó a circular, ya que fue distribuida toda entre la familia y las amistades
más cercanas de Aguilar.
139 Sánchez Nadal es hija de españoles republicanos que en 1939 se refugiaron en Francia a causa de
la Guerra Civil Española y se conocieron en un campo de concentración. Desde 1954 vivían en
Argentina. Aurora se estableció en Nicaragua en 1981 y se nacionalizó en 1990. Publicó, asimis-
mo, la recopilación de sus artículos periodísticos de Barricada, A propósito de figuras y figurines (2008),
el testimonio ¿Y ahora qué...? ¡A cortar café! (2009) y la novela neocostumbrista La virgen viuda de
Monimbó (2012).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 633


1996: Women, Guerrillas, and Love: Understanding War in Central
America (eua) de Ileana Rodríguez140 y Pluralidad de máscaras en la
lírica de Pablo Antonio Cuadra de Conny Palacios.
1998: Voces femeninas en la narrativa de Rosario Aguilar de Ny-
dia Palacios Vivas,141 quien en 1995 obtuvo mención honorífica
del Premio Nacional Rubén Darío por la “Polifonía textual en la
narrativa de Rosario Aguilar”.
1999: Ni paraíso ni infierno: Cuba de María López Vigil,142 con
dos ediciones, en Nicaragua y en los Estados Unidos; Venus herida:
ensayo filosófico de Edda Contreras Escobar, residente en Suiza des-
de 1988; autora asimismo de Un Bardo Rey: O los misterios de la vida
de Rubén Darío (ee. uu., 2020); Una década en la narrativa nicaragüense y
otros ensayos de Isolda Rodríguez Rosales. Otra importante adición
constituyen libros cercanos al testimonio y estudios de corte más
o menos académico, en disciplinas como historia y sociología.
Otra importante adición, la constituyen libros cercanos al
testimonio y estudios de corte más o menos académico en disci-
plinas como historia y sociología:
1993: Somoza, expediente cerrado: la historia de un ajusticiamiento
de Claribel Alegría en colaboración con Darwin J. Flakoll.
1997: La revolución simbólica pendiente: mujeres, medios de comuni-
cación y política de Sofía Montenegro.143

140 Además de los títulos antes mencionados, publicó Transatlantic Topographies: Island, Highlands, Jungle
(eua, 2005), Liberalism at its Limits: Crime and Terror in the Latin American Cultural Text (eua, 2009),
Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica: Identidades regionales/Modernidades periféricas (2011),
Debatesculturalesyagendasdecampo:estudiosculturales,postcoloniales,subalternos,transatlánticos,transoceáni-
cos (Chile, 2011). Editó y coeditó varios libros de señalada importancia, entre estos The Cambridge
History of Latin American Women’s Literature (2015), en conjunto con Mónica Szurmuk.
141 Luego de Voces femeninas… Palacios Vivas publicó los siguientes títulos: Estudios de literatura his-
panoamericana y nicaragüense (2000), Nuevos asedios a Rubén Darío (1988-2007) (2007), Rubén Darío,
melancólico capitán de la gloria (2009; 2ª edición: Argentina, 2010; 3ª edición: 2012), Miguel de Cervantes
Saavedra y Rubén Darío: dos gigantes de la literatura en lengua española (2004), Escritoras ejerciendo la palabra.
Una mirada crítica nicaragüense (2014) y ¡Poetas! ¡Pararrayos celestes! Ocho estudios sobre Rubén Darío (2016)
y Letras centroamericanas: apuntes para su estudio (2019).
142 Después de 1999, publicó, en los géneros no ficcionales, Historia de una Rosa (2003), Pistas para
pensar, hablar y actuar (2005) y la reflexión teológica Otro Dios es posible (2008).
143 Activista del movimiento autónomo de mujeres y autora de numerosos artículos y estudios en el
área de sociología y comunicación.

634 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


1998: La educación durante el liberalismo, Nicaragua: 1893-1909144
de Isolda Rodríguez Rosales; La Purísima en Nicaragua (2ª edición,
2004) de Emma Fonseca Castillo, residente en los Estados Uni-
dos, autora también de Margarita y margaritas (eua, 2008) que versa
sobre el poema de Darío “A Margarita Debayle”.
1999: Nicaragua: identidad y cultura política (1821-1858) de
Frances Kinloch Tijerino145 (Ocotal, 1952), merecedor del Pre-
mio Nacional de Historia Jerónimo Pérez de 1999; La evolución
de las ideas. El caso de los protestantes en Nicaragua: 1857-1925 de
Ligia Madrigal Mendieta (Managua, 1965); y ¡Muera la gobierna!
Colonización en Matagalpa y Jinotega (1820-1890) de Dora María
Téllez146 (Matagalpa, 1955).
Escribieron sobre la historia del arte, María Dolores G. To-
rres147 (España, 1939) y Gloria Elena Espinoza de Tercero (1948),
la primera publicó Sobalvarro escultor148 (en coautoría con Julio Va-
lle-Castillo, 1995) y La modernidad en la pintura nicaragüense: 1948-
1990 (1996), y la segunda –pintora ella misma, entre sus múltiples
vocaciones–, Breve historia de la plástica leonesa (1996).

Infiernos en familia

No abundaron obras escritas por mujeres en el género dramático,


pero cabe mencionar La soledad tiene un nombre (1991) de Blanca
Rojas: amargo y violento monólogo de Eugenia, destrozada por
un drama familiar, así como Tiempo al tiempo (1992) y Prohibido

144 Este volumen fue seguido de Historia de la educación en Nicaragua: restauración conservadora (1911-
1930) (2005) e Historia de la educación en Nicaragua: políticas y proyectos educativos de los liberales (1928-
1979) (2007).
145 También publicó Historia de Nicaragua (2005; cinco ediciones en total) y El imaginario del canal y la
nación cosmopolita. Nicaragua, siglo xix (2015).
146 Política e historiadora, miembro de número de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.
147 Nombre profesional de María Dolores García Jamart, establecida en Nicaragua desde 1966. Ha
publicado numerosos artículos sobre las artes visuales en revistas y catálogos; entre sus libros más
relevantes están Del arte occidental al arte nicaragüense (2003) y Visión de Nicaragua y Centroamérica en el
legado de Walter Lehmann. El archivo fotográfico de sus viajes: 1907-1909 (2009).
148 Orlando Sobalvarro (1943-2009), uno de los maestros de la plástica nicaragüense.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 635


fumar149 (1993) de Lucero Millán150 (México, 1960), que parte de
“un nuevo paradigma dramático, que surge de la literatura escrita
por mujeres, donde la dimensión femenina es sensitiva, receptiva
e imaginativa” (Rodríguez Silva 49).
La obra bilingüe Amor de mis amores. Melodrama a ritmo de dan-
zón151 de Eva Gasteazoro152 (Chinandega, 1952) se estrenó en 1994;
allí, la autora ofrece el repertorio de las desdichas que acechan a
mujeres en cualquiera de sus papeles tradicionales de viejitas san-
tas, bellezas deslumbrantes, esposas perfectas, viudas distinguida.
Hysteria floribunda (1997), también de Gasteazoro, presenta a muje-
res de tres edades y épocas diferentes: una profesional contempo-
ránea de la gran ciudad que conoce a un hombre en el gimnasio,
una católica en un pequeño pueblito de América Latina en los
años 50 del siglo pasado y una adolescente que sueña con el amor.

Capítulo IV: Siglo xxi


2000-2017: grosso modo a contracorriente
Nuevas y novísimas

El año 2000153 marcó un hito simbólico para una gran parte de la


humanidad, mas no necesariamente debía serlo para las literaturas.
En Nicaragua, sin embargo, hubo sincronía.

149 Aparece en la Antología de teatro nicaragüense. Nuevos dramaturgos.


150 Directora de teatro, actriz, profesora, promotora cultural y dramaturga. De origen mexicano, se
estableció en Nicaragua en 1979 y ese mismo año tomó parte en la creación del Teatro Justo Rufino
Garay, llamado en honor a Justo Rufino Garay Mejía (1953-1979), caído en combate durante la
toma de Jinotepe por las fuerzas sandinistas. Mientras cursaba la carrera de Derecho en la Universi-
dad Nacional Autónoma de Nicaragua (unan-León), participó en el Teatro Estudiantil Universitario
(teu). Millán publicó Teatro, política y creación. Una aproximación al Teatro Justo Rufino Garay (2015).
151 Incluida en Action. The Nuyorican Poets Cafe Theater Festival. Plays, Monologues, and Performance Pieces
from the New York’s Most Innovative Performance Space (New York, 1997). Aparece, asimismo, en la
revista digital Carátula de 2008 (www.caratula.net/Archivo/N24-0608/indexprincipal.htm).
152 Eva Gasteazoro Rivas, bailarina, actriz performática y escritora, vive en Nueva York desde 1983.
En tres ocasiones obtuvo la beca del Suitcase Fund de Dance Theater Workshop para llevar a
Nicaragua la obra suya y la de otros artistas neoyorquinos. Publicó la novela corta Todos queríamos
morir (2015).
153 Técnicamente, el nuevo milenio inició a partir del primero de enero del 2001, pero precisamente
el 2000 se percibe como una fecha redonda y simbólica.

636 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El 5 de mayo del 2000, en Managua, una nueva promoción
se dio a conocer por medio del recital Entre líneas. Casi una vein-
tena de jóvenes de ambos sexos trataron de ir más allá de las pala-
bras: a ese afán perenne y tan nunca colmado se debió el nombre
del evento. Poco después, conformaron el grupo Mayagna –no-
sotros en la lengua sumu-mayangna– que editó la fugaz revista El
Pozo del Paroxismo y en diciembre del 2001 se fusionó con otra
agrupación, Literatosis, surgida a su vez en 1998. De 1999 a 2004
se publicó una revista homónima, impresa y digital.
En 2004, Literatosis se transformó en Marca Acme. Su por-
tal MarcaAcme.com (2004-2011), a partir de 2007, fomentó el uso
de blogs como medios informativos independientes. Ambas agru-
paciones se caracterizaban por su dinamismo y natural experimen-
tal, irreverente, en ocasiones provocador.
Entre sus integrantes más activas estaban Eunice Shade
(México, 1980), Consuelo Mora (Granada, 1981), Natalia Hernán-
dez (Managua, 1982) y Marcela Duchamp (seudónimo de Marcela
Miranda, Managua, 1982); exceptuando a la primera, las demás se
inclinaron hacia las artes audiovisuales, dejando una gran parte de
sus escritos dispersos o inéditos.
En 2001, surgió Tribal Literario, grupo que, según su pro-
clama, respaldaba un arte misterioso y vesánico, cercano al sim-
bolismo francés en su aspecto más maldito, y formaba parte del
Círculo Gótico (Goth Circle) en internet. Entre 2002 y 2003 edi-
taban una revista homónima. Sólo había una mujer entre sus inte-
grantes: Tania Rodríguez (Matagalpa, 1981), aún inédita en libro.
Su poesía temprana se caracteriza por un acento desencantado y
crepuscular. Actualmente vive en España.
El Colectivo Literario Voces Nocturnas (2007-2009) tam-
bién editó una revista homónima.

Si organizaciones como la Imposible Agrupación de Escrito-


res Nocivos, Artefactoría, 400 Elefantes, Literatosis y Tribal
Literario con frecuencia pretendían épater (o sea, dejar pasma-
dos), retar e incluso escandalizar la opinión pública, Voces
Nocturnas simplemente tom[ó] distancia.
[…]

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 637


Naturalmente, cuestión[ab]an la doxa –entendida como criterio
común consagrado por el canon–, pero trata[ba]n de hacer-
lo con gravedad académica; cuida[ba]n la ortografía y reh[uía]n
el facilismo de la informalidad (Ramos, “Voces Nocturnas” 42).

Al inicio formaban parte del grupo, junto con sus integran-


tes varones, Regina Gómez (Managua, 1987), Delena Arias (Ma-
nagua, 1987) y Ninoru Amisaca (seudónimo de María Asunción
Ruiz, Managua, 1986). En 2008, Arias y Amisaca dieron a conocer
cuadernillos casi imposibles de localizar: Umbral/Réquiem al quelo-
nio/Segundo intento fallido/Soy/Promesa/Reencarnación/Burocracia en la
dgi y Eterna idea atómica (2006-2007). Ellos siguen escribiendo; ellas
no. Arias publicó un poemario: Última balada antes del silencio (con
fecha de edición de 2008, impreso en 2009).
Arias y Frances Dalla Torre154 (eua, 1988) asistían al taller li-
terario de la Universidad Nacional de Ingeniería dirigido por Iván
Uriarte y están incluidas en la muestra poética Círculo caótico: poetas
de la uni (2007), que agrupa 79 textos de siete jóvenes. Ambas
coinciden en una visión sombría –más por razones sociales que
existenciales– de la realidad circundante, la ironía y el recelo para con
el orden establecido, que en Dalla Torre llega a una rabia desdeñosa.
Poética Violeta, iniciativa cultural de tendencia feminista surgi-
da en 2012, organizó talleres y recitales y produjo la antología digital
Tejidos y raíces (Poética Violeta, 2015) que reúne poesía y prosa breve
de nueve autoras, entre las cuales destaca por su despechada e irónica
expresividad Sarahí Mendoza (Somoto, 1989). Hasta el 2014, apare-
ció Kleitoris, Revista literaria de temática femenina (2014-2015), publica-
da semestralmente por cuatro jóvenes oriundas de Estelí: Yurisha
Hidalgo (1997), Yaritza Gámez (1992), Frances Zeledón (1991) y
Tamara Ismene Alonso (1982).
El nombre de la publicación devenía un posicionamiento un
tanto beligerante de nombrar lo secularmente callado.155 La “Nota
editorial” proclama: “Nos propusimos transmitir un conjunto de
voluntades con visión optimista, a fin de provocar, transgredir,
vencer barreras, romper mitos” (3).
154 Dalla Torre publicó Versos conversos (eua, 2014). Vive en los Estados Unidos.
155 El tercer y último número ya se llamó K3.

638 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Sin embargo, la postura de las integrantes era más bien sere-
na, y su tono, lírico sin rechinamientos ni experimentación. No se
sentían forjadoras, más o menos heroicas, de la Historia, ni tam-
poco sus impotentes víctimas; se situaban a gusto en el hoy: “De-
coré la historia/con legumbres y vasijas. Los guerreros/inmortales
se esparcieron en nubes de algodón” (Gámez, “De eso que nadie
habla más” 12); “¿Cuál ayer? Si somos ahora/¿Cuál destino? Si
somos presente” (Hidalgo, “Solo los dos” 4).
A finales de 2017 fue establecida la Fundación Poetas en Ór-
bita, con fuerte protagonismo femenino. Su presidenta es Brenda
Martínez Saravia (Managua, 1954), cineasta de extensa trayectoria y
autora del poemario Desnuda (2015), y la vicepresidenta, Ileana Jacoba
García Leiva (1970, San Diego, Teustepe, departamento de Boaco),
que publicó Azul con rostro de mujer: poesía reunida (2015). Dicha entidad
organiza talleres, conferencias, recitales y concursos literarios.

Oscuridad policroma

Vieron la luz poemarios de autoras surgidas a finales de los no-


venta o inicios de la primera década del tercer milenio: Piel de poesía
(México/Nicaragua, 2002), Antídoto para una mujer trágica (México,
2007) y Transversa (México, 2009) de Gema Santamaría (Managua,
1979); Más excelsa que Eva (2002) y En casa de Ana los árboles no
tienen culpa (2008) de Andira Watson (Bilwi, 1977); Quien me espera
no existe (Managua, 2006) de Alejandra Sequeira (Managua, 1982);
Epicrisis (2007) de Jazmina Caballero (León, 1981);156 Escaleras aba-
jo (2008) de Eunice Shade (1980); Treinta veces Isha. Poesía reunida
(1997-2009) (2010) de Yaoska Tijerino (Managua/Boaco, 1979).
La poesía de María del Carmen Pérez Cuadra (Jinotepe, 1971),
pese a los reconocimientos obtenidos, aún permanece inédita en
libro. Todas estas escritoras, excepto Eunice, residen fuera de Ni-
caragua, por motivos de estudio y/o personales.
Santamaría –integrante del movimiento feminista, con mu-
chos años de estadía en México, pero siempre muy ligada a Ni-
caragua–, en su poesía temprana “manifestaba, en medio de la

156 En sus documentos aparece el año 1977, porque ella fue registrada mucho después de haber
nacido y a sus parientes se les confundieron las fechas.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 639


anhedonia actual, una facultad extraordinaria para la delectación”,
para pasar a una visión “más sombría y contestataria” (Ramos,
Poetas 141-5) en Antídoto para una mujer trágica y a una “amarga ener-
vación” en Transversa.
Más excelsa que Eva de Andira Watson –afrodescendiente na-
cida en la Costa, managua desde los siete años de edad– “explora
temas universales: el amor, la soledad, la búsqueda de sí misma y
la muerte, percibida como un fenómeno a la vez ontológico e ín-
timo” (Ramos, Poetas 135). En casa de Ana…, “mucho más osado,
profundo y afirmativo”, alude al “difícil trance de emancipación”
(Ramos, Poetas 138). En sus poemas posteriores surge el tema de
la asunción de las raíces afrocaribeñas.
El poemario de Jazmina Caballero se titula Epicrisis,

o sea, descripción y análisis de un caso clínico. En efecto, se


trata de una historia del mal de vivir, referida con incandes-
cente crudeza. En el aspecto formal, es un libro denso, que
ostenta […] una impresionante habilidad de codificar en imá-
genes lo inefable del dolor […]
Jazmina juzga el género humano –sin exceptuar a sí misma–
con una severidad rigorista porque parte, sin formularlo en
palabras, de un ideal rotundo (Ramos, “Jazmina” 11-13).

En su poesía posterior, aún inédita en libro, la poeta insis-


te en la necesidad de recuperar la memoria histórica y clama por
“nuestro Octubre rojo”, en medio toda clase de horrores e im-
perfecciones. Si Jazmina propende a “echarse sobre los hombros
todos los pecados del mundo” (Ramos, “Jazmina” 17), Alejandra
se siente traicionada, desprevenida e impotente en un entorno po-
sutópico de “Nada. Nadie. Nunca” (Sequeira 14), con poca cabida
para el gozo y mucha para la eventual mofa amarga que un hijo enga-
ñado hace a su padre que había dilapidado la hacienda.157
En su único poemario publicado hasta la fecha, Escaleras
abajo, Eunice Shade

157 Traducción y paráfrasis de unas líneas del poema “Reflexión” (1838) de Mijaíl Lérnontov (1814-
1841): « ». Lér-
montov desconsidera a su propia generación, no a la de sus padres.

640 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


a veces conduce al lector hacia el hastío cotidiano […] Pero
también enseña una manera de amar y vivir: criticar el cliché
que desata el aburrimiento hacia las parcelas de la realidad,
el cliché que inhibe cualquier táctica de cambio, la propuesta
o la utopía. Y la fórmula para hacerlo es mostrarle su cara
grotesca, jugarle una pasada de bromas y luego procurar su
extirpación (Guillén 159).

Tijerino inquiere las identidades de género “con audaz sofis-


ticación” (Ramos, Poetas II 150), prioriza la metapoesía y con rigor
intelectual se solaza en referentes cultos; para ella, “la escritura se
perfila como un camino de anábasis (subida) hacia […] la esencia
del género humano” (Ramos, Poetas II 148). Doctora en Literatura
por la Universidad de Tulane, dedicó su tesis a la obra de Carlos
Martínez Rivas (1924-1998).
El estilo de Pérez Cuadra –tanto en su poesía como en la
narrativa que ha tenido mejor suceso editorial– hace una suerte de
bisagra ente el surrealismo y el expresionismo: cáustico, anhelante,
turbador, nutrido por el dominio de la teoría literaria. Iconoclasta
valerosa, ella cuestiona jerarquías, desmitifica estereotipos, invoca
y conjura los temores –ajenos y propios– más inconfesables.

En diversidad

Después de los años ochenta, la producción literaria de Nicaribe ha


aumentado de manera considerable. En cuanto a géneros literarios,
predomina la poesía y, en menor medida, la narrativa breve, pero muy
pocas autoras cuentan con libros impresos. Suelen divulgar su obra
mediante recitales, lecturas en los medios radiales y televisivos loca-
les y recopilaciones, como Antología poética de la Costa Caribe (1998),
la edición número 12 de la revista Anide (mayo-agosto de 2006) en
homenaje a la Costa Caribe de Nicaragua, Afrocarinica y Bluefields en
la sangre, ambas de 2011, “Tambores negros” (El Hilo Azul, nº 5 y 6,
2012), etcétera.
La soledad, el desaliento y el desengaño, tópicos habituales
de la poesía y narrativa del Pacífico, aparecen con menos frecuen-
cia en el Nicaribe. En cambio, suelen escribir sobre la afirmación
étnica y la importancia de la autonomía.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 641


En relación al Caribe Norte, las figuras más destacadas son las
misquitas Ana Rosa Fagoth Müller (San Esquipulas, Río Coco, 1944),
Myrna Cunningham Kain158 (Waspam, 1947), Pilar Oporta Rodríguez
(Waspam, 1958), Brigitte Zacarías Watson (Bilwi, 1963) –cuyo poe-
mario Soy multiétnica (2016) se encuentra en la colección digital de
poetas nicaragüenses en www.calameo.com–, y Margarita Antonio159
(Krukira, Bilwi, 1963); la kriol Florivette (Florence Ivette Levy Wil-
son, Bilwi, 1964), la mestiza Mercedes Tinoco Espinoza (Bonanza,
1965) y la afromestiza Yolanda Rossman Tejada (Rosita, 1961).
En 2006, investigando el ejercicio de la función estética ver-
bal en el Nicaribe, Yolanda Rossman identificó a 28 mujeres que
escribían en sus respectivas lenguas maternas. Su estudio “Aquí la
palabra es arcoíris: la poesía multicultural de escritoras costeñas de
Nicaragua” (Cuadrivium [República Dominicana], año 13-14, n.º 8,
otoño 2011-primavera 2013) “sirvió de base para la visibilización
e incorporación de las poetas del Caribe a posteriores antologías”
(Corriols, “Equidad” 19). Rossman Tejada publicó dos poemarios:
Lágrimas sobre el musgo (2008) y Nocturnidad del trópico (2010), así
como la novela Los fantasmas del silencio (Guatemala, 2015), escrita
en coautoría con Enrique Godoy. En su poesía, fresca y afirmati-
va, hay una saludable embriaguez de los sentidos, festiva hambre
de carne, de danza, de vida, combinada en la indagación sobre las
raíces étnicas e individuales. Lágrimas sobre el musgo también contiene
la descripción de vivencias de los años ochenta y las expresiones de
duelo por las pérdidas sufridas en la guerra.
Del Caribe Sur provienen las kriols Erna Narcisso (Blue-
fields, 1942), Lovette Martínez (Bluefields, 1952), Nydia Taylor
(Corn Island, 1953), Brenda Green (Bluefields, 1954), Deborah
Robb (Bluefields, 1965) y Annette Fenton (Bluefields, 1973), la ga-
rífuna Isabel Estrada Colindres (La Fe, Laguna de Perlas, 1953) y
las mestizas Irene Vidaurre (Managua, 1957), Carmen Merlo Nar-
váez (Bluefields, 1958) y Suyén Bolaños Chow (Bluefields, 1974).
158 Médica de profesión, feminista y activista indígena, autora de ¿Qué está pasando con los derechos de
los pueblos indígenas?: estudio sobre buenas prácticas, obstáculos y desafíos en la implementación de las recomen-
daciones del Relator Especial para los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Indígenas, del
Comité de Derechos del Niño y del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, respecto de
los pueblos indígenas en Bolivia, Ecuador y Perú (2009).
159 Periodista y narradora. Sus microrrelatos aparecen en publicaciones nacionales y regionales.

642 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Robb ha publicado su excelente investigación The Times &
Life of Bluefields-An Intergenerational Dialogue (2005) y el galardonado
cuento “Doreth’s Cay” (“Cayo Doreth”, 2003) que concentra en po-
cas páginas una impresionante plétora de un relato costumbrista,
suspense e historia. La poesía de Robb –descollante por su audacia
experimental y todavía inédita en libro– es “impetuosa, irónica, tra-
viesa, versátil y dinámica como el jazz” (Ramos, “Deborah” 26).
Bolaños Show debutó con el poemario Manzú (2017), y
Taylor con el libro de cuentos infantiles Mangoes in the Morning
(2019), en inglés y español. Sea colectiva o individual, la poesía
indígena e intercultural basada en la tradición oral Sea colectiva
o individual, la poesía indígena e intercultural basada en la tra-
dición oral

es cantada, bailada, pintada, representada en una especie de


teatro comunitario ... y se ha desarrollado paralela y autóno-
mamente de la tradición de la cultura occidental preeminente-
mente escrita. Desde luego, no se presenta en forma absoluta,
porque también los pueblos indígenas utilizan la escritura
para dar a conocer sus producciones literarias (Saavedra y Fa-
goth 49).

La poesía misquita tradicional está siendo afectada por los


cambios del entorno; las nuevas generaciones no muestran interés
por conocer y desarrollar su cultura ancestral y viven un acelerado
proceso de transculturización (Saavedra y Fagoth 53).

Registros

Además de las poetas mencionadas antes, entre 2000 y 2017


continuaron activas autoras de larga trayectoria y consolidado
prestigio. Entre aquellas que por primera vez publicaron un libro
de poesía durante el lapso aludido, no pocas son poetas tardías,
pues no hace mucho tiempo escribían sin publicar o trabajaban
otros géneros.
María Lourdes Centeno (León, 1932-Managua, 2018), co-
nocida como pintora desde los años sesenta, empezó a escribir
poesía en aquella misma década, pero la dio a conocer por primera

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 643


vez hasta en 2003, cuando sus amistades la convencieron, no sin
dificultad, de participar en el Concurso Nacional de Poesía Escrita
por Mujeres Mariana Sansón. Vertical en el silencio (2003) reúne sus
escritos de varias décadas, revelando un luminoso misterio lírico.
Marina Moncada (Managua, 1949), radicada en los eua, es-
cribe desde el año 2000 y empezó a publicar en 2008. Su primer
poemario, Memoria desplomada (2013), fue traducido al inglés y apa-
reció en una edición bilingüe: The Traps of Memory/Memoria desplo-
mada (eua, 2015).
Tal como señala Francisco A. Larios, la poeta

construye una cartografía de la vida, de la condición humana.


Debe decirse que es una visión esperanzadora. Hay sombras,
por supuesto (“Puedo llorar ahora mismo. Es fácil…”), pero
la suya no es una obra de incertidumbre y de angustia, sino
de serena adaptación a la realidad que transcurre cambian-
te, y que la poeta retrata con evidente deleite. Lo hace como
saliéndose del propio cuerpo para verse a sí misma y ver el
mundo, sembrando distancia ante el dolor y entregándose al
supremo goce humano de descubrir (“Memorias”).

Helen Dixon (Gran Bretaña, 1958), autora bilingüe y bicul-


tural, vivió 17 años en Inglaterra y 13 en Canadá; en 1988 se es-
tableció en Matagalpa. Adoptó la nacionalidad nicaragüense; en
2008 regresó a su país de origen. Publicó los poemarios Vuelo so-
bre el abismo/Hight over the abyss (2003) y Olympia/Olimpia (Islandia,
2007). Sus textos poéticos, que suelen ser monocromos y preci-
sos –unas litografías en verso– enfatizan el cuestionamiento del
sexismo y del “ser mujer” tradicional; busca, revela, reconstruye,
reescribe, resignifica cicatrices y derroteros. Asimismo, se esfuerza
por plasmar en su obra una forma distinta de vivir el amor, aquella
que no se alimenta de la resignación ni de la dádiva voraz (Lagar-
de, Claves feministas para la negociación 77). En conjunto con Carola
Brantome, Dixon promovió la conformación de un espacio pro-
pio para escritoras identificadas con el feminismo.
Se destacan por el eficaz manejo de poemas breves Inocente
lengua (2007) de Madeline Mendieta (Managua, 1972), Luna desnuda

644 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


(2013) de Verónica Rosil160 (Managua, 1982) y En escala Richter
(eua, 2016) de Vilma Duarte (Salinas de Nahulapa, departamento
de Rivas, 1969). Reflexiva la primera, dotada de la capacidad de
síntesis contemplativa la segunda, briosa y paradójica la tercera.
Esthela Calderón (León, 1970), escritora y promotora cul-
tural, ha publicado los siguientes poemarios: Soledad (2002), Amor
y conciencia (2004), Soplo de corriente vital (2008), La hoja (España,
2010), Coyol quebrado (2012), Los huesos de mi abuelo (2013), La que
hubiera sido (Puerto Rico, 2013) y Las manos que matan (2016). Tam-
bién es autora de la novela Ocho caras de una moneda (2006; 2ª edi-
ción, 2010).
Empleando su creciente caudal de recursos literarios, Calde-
rón –efusiva y acometedora– denuncia el machismo, las injusticias
sociales, la ignorancia e indiferencia para con la naturaleza (en es-
pecial, la flora; de allí sus poemas etnobotánicos).
Tres noveles han sido especialmente productivas. Yelba Cla-
rissa Berríos Molieri (León, 1957) –que escribe desde niña– ha
publicado Mi vida en treinta lunas (2011), Del cristal al acero (2013) y
Desde un tiempo futuro próximo pasado (2014). Vicky Toledo (Boaco,
1960) –residente en los Estados Unidos–, editó Intimidad revelada
(2011), Hojas en el viento (2013) y A la hora de siempre (2016). Magda
Bello (Masaya, 1976) dio a las prensas Memorias dispersas (2016),
Emily –homenaje poético a la Dickinson (1830-1886)– y, en coau-
toría con el poeta español Francisco Martín Martín, Tras la huella
del príncipe, ambos de 2017. Su poemario No hay pasada a Catarina:
Poesía en tiempo real (2019) –un testimonio lírico, doloroso y airado
sobre los sucesos que estremecieron a Nicaragua en 2018– obtuvo
el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de aquel mismo
año. Invierno en Moskova: al poeta de los obreros Vladimir Mayakovski
(2020) se construye a partir del legado literario y humano de aquel
titán del futurismo ruso.
Alrededor de diez mujeres participan en el Círculo Lite-
rario del Adulto Mayor, fundado en 2011 para apoyar a perso-
nas jubiladas interesadas en la creación literaria. Un semillero
para las vocaciones/atracciones tardías o largamente pospuestas.

160 Seudónimo de Verónica Rodríguez Silva, autora también del libro de narrativa
infantil Aventuras y travesuras silvestres (2009).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 645


clam ha publicado varios libros de sus integrantes, incluyendo
Antología poética Nicaragua: Atlántico y Pacífico (2013).
En 2007 vio la luz Mujeres de sol y luna: Poetas nicaragüenses 1970-
2007, muestrario compilado por Helena Ramos que reúne textos
de 37 poetas nicaragüenses. Los poemas seleccionados “muestran
las diversas facetas –líricas, reflexivas, históricas, místicas, reivindi-
cativas, etcétera– del tema de ‘ser mujer”; toda una constelación de
conceptos y vivencias” (Ramos); las fichas bibliográficas “colman
las expectativas de una feminista militante” (Arellano, Poesía nica 94).
En 2014, Corriols y Rossman Tejada editaron Hermanas de
tinta. Muestra de poesía multiétnica de mujeres nicaragüenses, muestra que
reúne poemas escritos por 92 nicaragüenses nacidas entre 1908 y
1982 de distintas etnias del país (ramas, mayangnas, garífunas, kriols,
misquitas y mestizas del Caribe y del Pacífico.

Al comparar décadas de nacimiento con décadas de publi-


cación encontramos una diferencia […] entre ambos valores
de 50 años, lo cual sugiere que no existe una relación lineal
entre la edad […] y la primera publicación [en libro] y que
ocurre una publicación tardía para la mayoría de las auto-
ras. Entre los 70 y 00, las primeras publicaciones fueron
en aumento, siendo el período 2000-2010 el punto máximo
(Corriols y Rossman 23).

Cantautoras

En Nicaragua, las cantautoras no se consideran parte del gremio


literario, pero ejercen la función estética verbal, incluso con ma-
yor impacto que las poetas, pues hay más oyentes de música que
amantes de lectura. No todas las letras resistirían la soledad de una
página blanca, sin los atractivos adicionales de la música, la voz y
el desempeño escénico, pero algunas sí lo hacen.
Katia Cardenal (Managua, 1963) inició su carrera como
intérprete, formando con su hermano Salvador Cardenal (1960-
2010) el dúo Guardabarranco; luego se convirtió en cantautora.
Prioriza temas como el amor, la defensa de los derechos de las
mujeres y la protección de la naturaleza. Ha incursionado en la
literatura para el público infantil.

646 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Elsa Basil (Managua, 1969) –hija de la poeta Suad Marcos–
aborda la temática “romántica y social” (Elsa). Clara Grün (Mana-
gua, 1982) –residente en Estados Unidos desde 2014– manifiesta
una visión desencantada, irónica y a la vez desenfadada, en con-
cordancia con las poetas de la misma generación (en el sentido
demográfico, no literario). Su canción “La pildorita del caos”
empieza así: “Mi mundo gira al revés/No tengo arriba ni abajo/
Derecha izquierda es lo mismo/No hay esquinas en mi espacio/
Me toma tiempo creer/No creo en ese test del vaso/Filosofía del
buen café/Platicón y bien amargo” (Pildorita).
Gaby Baca (Managua, 1969), feminista declarada y muy be-
ligerante, fustiga el machismo y la depredación de recursos natu-
rales; Ceshia Ubau (Managua, 1997) escribe sobre la violencia de
género y la preservación del medioambiente.

Anidamos

Otros factores que empezaron a incidir a partir del año 2000 en


la divulgación de las obras de mujeres son de índole extraliteraria.
El primero es el creciente acceso a la internet, que facilita comu-
nicaciones, permite crear espacios independientes y reduce costos
de divulgación. El segundo es la creación de la Asociación Nica-
ragüense de Escritoras (Anide), fundada en 2000, después de un
largo debate sobre si era pertinente establecer una organización
aparte. La Anide editaba su propia revista (2002-2010), donde nu-
merosas escritoras tuvieron la oportunidad de dar a conocer su
obra, y mantenían una página web “muy activa” (Zavala 130).
El Concurso Nacional de Narrativa María Teresa Sánchez,
que la Anide impulsaba con el auspicio de la Distribuidora Cultu-
ral, se llevó a cabo en 2002 y 2003. El premio de la primera edición
correspondió a Cuentos de retazos de amor y de tiempo (2002) de Elio-
conda Cardoza161 (San Isidro, departamento de Matagalpa, 1945);
la segunda fue declarada desierta.
161 Maestra de generaciones, celebró con el Premio María Teresa Sánchez su debut literario. Se trata
de una obra evocadora y naíf que, según el dictamen del jurado, posee “una gran frescura narra-
tiva […] e intensidad en la descripción de sentimientos”. Ha publicado, además, De manteles largos.
Narrativa. Memoria. Poesía… (2005), De tonalidad claroscuro y Agujeros hacia el cosmos (Ensayos literarios
breves), ambos de 2006.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 647


La Anide convocaba asimismo el Concurso Nacional de
Poesía Escrita por Mujeres “Mariana Sansón”; obras ganado-
ras de este certamen, todas publicadas bajo su sello editorial, son
las siguientes: 2003: Si yo fuera una organillera de Carola Brantome;
2004: Poemas de lo humano cotidiano162 de Ana Ilce Gómez; 2005: De
lo urbano y lo sagrado de Yolanda Blanco; 2006: Polychromos de He-
lena Ramos; 2007: Sol lascivo de Milagros Terán; 2008: Rostros de
Ninozca Chacón163 (Managua, 1947); 2009: En casa de Ana los
árboles no tienen culpa de Andira Watson; 2010: La ciudad infinita de
Marianela Corriols.
El Concurso Centroamericano de Literatura Escrita por
Mujeres “Rafaela Contreras” se convocó en seis ocasiones, y así
fueron los resultados: 2003 (poesía): premio dividido entre Sola,
mientras tanto (2003; 2ª edición corregida, Costa Rica, 2005) de Ma-
ría Amanda Rivas y Los ojos abiertos del silencio (2003), contundente
debut poético de María Esperanza Morales164 (Managua, 1949);
162 En este poemario, Ana Ilce encuentra sus raíces étnicas y supera la orfandad de género (Lagarde,
Claves feministas para liderazgos 32) sintiéndose unida en trascendente sororidad con las mujeres que
nos antecedieron:
Ellas ya no están. Sus cabezas reposan
sobre un siglo o dos. Sus ojos
ya no existen.
Pero de ellas perdura una hebra sutil
un hilo ciego que sin saberlo
nos hace crecer y despertarnos en la noche
con unas ganas inmensas de vivir
de derribar todos los muros
de desafiar todas las hogueras
así como de amar y de pulsar
todas
toditas las guitarras de la tierra
(“Mujeres con guitarra” 14).
163 Se inició como poeta en 1985. Es una promotora cultural infatigable; entre sus múltiples activi-
dades, coordina la colección Poetas nicaragüenses de la Biblioteca de las Grandes Naciones en
calameo.com. Ha publicado, también, Perfume de luna (2003) que reúne la poesía y la narrativa breve.
El libro patentiza la comprensión de la naturaleza multicultural de Nicaragua y suma a la escritora
al grupo de artistas del Pacífico deslumbradas por el Caribe. Chacón no escapa del exotismo y del
tópico romanticón, pero, en sus piezas mejor logradas, transmite una atmósfera festiva, policroma,
exuberante, en ocasiones mágica.
164 Poeta –escribe en español e inglés–, traductora, cuentista y promotora cultural. Desde 1969 reside
en Estados Unidos, pero siempre “con un pie en Nicaragua”. Según Ramos, la poética de María
Esperanza “tiene dos vertientes. El jurado [del Concurso Centroamericano de Literatura Escrita

648 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


2004 (cuento): Sin luz artificial (2004) de María del Carmen Pérez
Cuadra; 2006 (novela): Prisionera de mi tío. Ficción y memoria con sello
Somoza (2006) de María Lourdes Pallais; 2008: declarado desierto;
2009 (cuento): Camino a Mariato (2009) de Melanie Taylor (Pana-
má, 1972); 2010 (poesía): Placeres (2010) de Carmen González Hu-
guet (El Salvador, 1958).

Con brevedad y contundencia

En cuanto al número de libros publicados, la poesía se mantiene


en el primer lugar, pero la narrativa breve –y, en especial, el mini-
cuento– se le va acercando, diversificándose también en sus temas
y estilos.
He aquí la nómina de títulos. 2001: Más allá del alarido de Betty
Lacayo165 (Managua, 1960). 2002: Una perfecta desconocida (México)
de Mercedes Gordillo166 (1938); Cuentos de retazos de amor y de tiempo
de Elioconda Cardoza (1945); Cuentos para niños muy niños de Juana
Vargas Tejada167 (Rivas, 1947-2015); Cuentos para adultos niños de
Oky Argüello168 (Managua, 1955); Polvo del ángel de Cynara Miche-
lle Medina169 (Jinotepe, 1971). 2003: Perfume de luna de Ninozka
por Mujeres Rafaela Contreras] definió a una de ellas como ‘muy cercana al exteriorismo, con una
dosis de intimidad que le confiere al poema un elemento narrativo que lo agiliza constantemente’.
La otra evoca una especie de surrealismo manso, a ratos picante, primorosamente inopinado”
(“María Esperanza” 26) que la acerca al Zoo fantástico (1994) de Mariana Sansón.
165 Los cuentos de Más allá del alarido, aunque escritos en su mayoría en los años ochenta, parten de
una visión más propia de la época posutópica. El elemento fantástico no es liberador, sino que
deviene una pesadilla absurda y asfixiante.
166 Además de la narrativa corta, Gordillo ha publicado un libro de prosemas Una mujer con sombrero
(2000), la narración autobiográfica Vida y milagros (2002) y Sor María Romero y los nicaragüenses
(2004), referido a la religiosa María Romero Meneses (1902-1977).
167 Autora muy fecunda, publicó también Marionetas en la cuerda del destino (2000); Sor Juana, hecha de
fibra indígena y de luz (2003); La vida es un calendario en blanco (2005); Raúl Rafael, corazón de niño (2006);
El Tepeyac es el infinito abierto a las Américas (2008); Versos que sonríen con ira azul (2008); Ideas descosidas
en busca de hilo (2009), y Retazos de recuerdos (2010). Confiaba demasiado en la espontaneidad, por
eso muchos de sus escritos adolecen de descuidos y dislates.
168 Autora de Íntima (2015), donde varios poemas alcanzan en pocas palabras feliz concentración
reflexiva: “Que el corazón izquierdo no sepa/lo que la mano derecha hace” o “Me quedé, en-
tonces, arropando el silencio./Ya sabes, tiene mala costumbre/de transformarse en olvido” (8).
Vive en eua.
169 En 1994 y 1995, los cuentos de Medina obtuvieron menciones de honor en los Festivales Ar-

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 649


Chacón (1947). 2004: Los juegos de Elisa (México; 2ª edición, Nica-
ragua, 2005) de Blanca Castellón (1958); Morada de valientes de Celia
Sandino Baus170 (León, 1967). 2006: De tonalidad claroscuro de Cardo-
za. 2007: La visita y otros cuentos (eua) de Gina Sacasa-Ross (1941);
Cuentos y cuentos serios de Vargas Tejada; Cuentos y poesía/Utopía de
Éricka Picado171 (León, 1976); El texto perdido (2ª edición 2008)
de Eunice Shade172 (1980). 2010: Al menos cuentos/Al menos flores de
Gordillo; El triángulo de la chela de Ángela Saballos173 (Managua,

tísticos Interuniversitarios y en 2000 se acreditaron el segundo lugar en la primera edición de


los Juegos Florales Centroamericanos con sede en León. Polvo del ángel, amable e irónico, traza
con elegante sencillez un mundo habitado por ángeles buena onda, espantapájaros ajedrecistas y
personas con el don de asombro. Vive en eua.
170 Tiene en su haber dos libros de narrativa breve mencionados en la lista y La vida en León de
Nicaragua según sus cronistas (1574-1974; 2005-2006) (2017), en cuya elaboración intervino como
investigadora, recopiladora y coautora.
171 Cuentos y poesía…, asaz naíf, no carece de dulce frescura prometedora, y la autora cumplió su
promesa. En 2010 publicó el poemario Héroe desconocido, donde, en los textos mejor logrados, el
obstinado optimismo de la hablante lírica “se patentiza en líneas esplendentes y sonoras como el
bronce, alejadas de la retórica moralizante” (Ramos, “Éricka” 92). Todo nos pertenece (Costa Rica,
2019) continúa desarrollando la misma tendencia del libro anterior y explora con gran acierto las
particularidades de existir en una nueva dimensión: la virtual.
172 Actualmente está estudiando su doctorado de Literatura Hispánica en la Universidad de Pittsburgh,
eua. Hay en la prosa de Shade conciencia neomitológica –legado de Joyce– e incisivos juegos intelec-
tuales –venero de Borges–, pero no es pluvial ni cristaloide, sino volcánica: con lava y vapores sulfuro-
sos. Resulta cautivante la amplitud temática, lingüística y de voces narrativas, y la precisa, significativa
elección de cada detalle. Cualquier referencia no sólo es un indicio, sino una suerte de link que abre
una ventana a universos paralelos que engarzan y refuerzan el mensaje de la narración base.
173 Periodista de garra, fue la primera mujer elegida para incorporarla, en 1969, al equipo de redac-
ción del diario La Prensa. Ha publicado libros de entrevistas: Mis preguntas: Elecciones 90 (1990);
Mis preguntas: Elecciones 1996 (1996); Elecciones 2006: Todos los otros, somos nosotros mismos (2006); Mis
preguntas a la clase política, admiradoras (os) y críticas (os) (2011), y Conversaciones con 9 creadores (2017).
En su primer libro de narrativa breve, El triángulo de la chela,
despliega la amplitud del registro temático. Los personajes son sumamente diversos: psi-
quiatras acomplejados, costureras enfurecidas, artistas, damas, señoritas y señorones de
buena sociedad, meretrices maternales, chulos románticos, enfermos mentales, maestras ru-
rales, marineras, narcotraficantes, suicidas perfectos, ministros de Estado, policías, alcohó-
licos exquisitos, músicos de existencia atormentada… ¡y hasta la espléndida María Félix!
En algunas narraciones la escritora bordea la anécdota, apuntalando la trama con la
profusión de detalles; en otras, concentra en pocas páginas la quintaesencia de toda
una época. A veces juega con lo real maravilloso […] [e] incursiona al género policíaco
convirtiéndose en una de sus pioneras (Ramos, “Ángela” 81).

650 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


1944); Mi vida en poemas y cuentos de Rosa Cassidy-Tünnermann174
(Costa Rica, 1963); La mujer andante de Gloria Elena Palacios (Ma-
saya, 1986). 2011: Déjame que te cuente de Clementina Rivas Fran-
co175 (Diriá, 1942); El mundo de Cuxi de Gloria Elena Espinoza de
Tercero (1948). 2012: Espesura del deseo (ensayos y otros experimentos)
de Shade. 2014: Cría pájaros (eua) de Marianela Corriols (1965);
Fábulas para fabuladores de Sandino Baus; Una ciudad de estatuas y
perros (Chile) de María del Carmen Pérez Cuadra176 (1971); Doble
línea continua de Shade; Lulescos. Microrrelatos desde el universo de Lula
(edición digital) de Lourdes Mayorga (Managua, 1988). 2015: Las
diosas de Elam (Costa Rica) de Isolda Rodríguez Rosales177 (1947).
2016: Rama. Microficciones de Pérez Cuadra; Familia de cuchillos de
Martha Cecilia Ruiz178 (Managua, 1972); Exceso de azúcar antes de
174 Ingeniera energética, vive en eua. En los cuentos mejor logrados penetra el misterio del nacer y
del morir.
Su fuerte no son los caracteres o la intriga, sino la atmósfera; con pocos detalles crea
ambientes radiantes u opresivos, a menudo dotados de un toque de indefinible misterio.
“La niña de tul celeste” es un relato de suspenso formidable, que encandila y sorprende.
El humor no constituye un elemento esencial de las narraciones de la autora, pero lo
emplea con eficacia; un ejemplo elocuente de ello representan estas líneas de “El patio
del convento”, que se refiere a la universidad “donde se han graduado ciertos hombres
prominentes, muchos aprovechados y pocas mujeres”. ¡Un problema complejísimo
planteado de manera tan parca y sin estridencias! (Ramos, “Rosa” 91).
175 Veterana periodista con más de 40 años de ejercicio profesional. Además de su libro de narrativa,
publicó el poemario De cuerpo entero (2013). Vive en Canadá.
176 Los 18 relatos que comprende este libro evidencian el mismo denuedo y una experiencia vital más
amplia, aunada al dominio verbal más contundente y a la vez más audaz que en Sin luz artificial. El
común denominador de todas las historias es una visión valerosa y desconsolada, muy consciente de
las inequidades de género y de diversos abismos que ni siquiera aguardan a la vuelta de la esquina,
sino en los recovecos de nuestras propias mentes. Mujer centroamericana migrante –o sea, subalter-
na al cubo– y a la vez, feminista, estudiosa de literaturas, escritora de ojo perspicaz –o sea, subversiva
e insumisa al cubo–. La combinación de estas realidades configura la voz de Pérez Cuadra.
177 En otros géneros –además de la ya consignada historia de la educación en Nicaragua, en tres
volúmenes–, Rodríguez Rosales dio a las prensas En el país de las alegorías: Ensayos sobre literatura
nicaragüense (2006), las memorias Me queda la palabra (2008) y los poemarios Navegante sin tiempo
(2014) y Arte ritual (2017). Las diosas de Elam, con justa dosis de arcaísmo en el lenguaje y un
enfoque moderno, nos acerca a mujeres “encerradas en la Biblia/con sus sencillas o cruciales
historias” (Gómez 83).
178 Poeta, narradora, periodista y promotora cultural. Desde 1999 está publicando sus poemas que
tienen “el frescor lúdico de los albores del grupo de Vanguardia, humor de colores diversos –de
nigérrimo a verde manzana– y el ímpetu desmitificador urgido por la conciencia de que lo per-
sonal es político. La militancia feminista es determinante para su personalidad artística” (Ramos,

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 651


dormir y otras historias de Mabel Gaitán179 (Ciudad Sandino, 1982);
Stories, edición bilingüe de Shade.
La narrativa breve está transitando, no sin tropiezos, de
cuentos de factura y temática más o menos tradicionales a cada
vez más modernos, caracterizados

por el predominio de la espacialización temporal, pues para


ello el tiempo narrativo se reorganiza y se presenta con la
lógica simultánea del espacio y no con la lógica del tiempo
lineal. El espacio es presentado desde la perspectiva distor-
sionante del narrador o protagonista. En lo relativo a los
personajes estos son poco convencionales, pues están cons-
truidos desde el interior de sus conflictos personales. Las si-
tuaciones, por otra parte, adquieren un carácter metafórico,
como una alegoría de visión del mundo o de la voz narrati-
va misma. Frecuentemente la voz narrativa puede parecernos
poco confiable, precisamente por su constante desviación del
discurso verbal convencional, acentuando así diversos grados
de ironía. El final es opera aperta encaminada a que el lector
frecuentemente le dé el toque definitivo al texto. Predomina,
sin lugar a dudas, un constante cuestionamiento de las formas
convencionales destinadas a presentar la realidad, y por consi-
guiente cada texto se apoya en la experimentación y el juego,
a veces como espectáculo malabárico indescifrable recepcio-
nado pasivamente (Uriarte 5-6, sin numeración de páginas).

Carlos Midence y Milagros Urbina recopilaron la pionera Una


narrativa flotante: mujeres cuentistas nicaragüenses (2007) que engloba a 28
escritoras. La autora con fecha de nacimiento más temprana es María
Teresa Sánchez (c. 1918-1994) y la más reciente, Eunice Shade (1980).
“Martha” 26). Domina con igual destreza el microrrelato, el relato breve y el cuento. Y, sea con-
cisa o extensa la narración, resulta eficaz. Más que ahondar en caracteres, Martha Cecilia relata
situaciones y ambientes: con una técnica que recuerda la grisalla o el grabado al agua tinta, cuya
riqueza de facturas se enciende con unos toques escarlata, carmín o bermellón.
179 Cuentista y promotora cultural, docente de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
(unan-Managua). Dotada para plasmar lo esperpéntico y lo oscuro mediante un lenguaje cotidiano,
ejemplifica en sus cuentos la desolada libertad vivida de las y los protagonistas siempre apremiados
por las carencias: amores demasiado humanos, la pobreza, el fastidio, la alineación. Un mundo posu-
tópico y posfeminista en que “[u]na cucaracha menos es mejor que un humano más” (Gaitán 94).

652 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Entre todas las narraciones se destaca “Ngalis aing stori”
(“Historia del lagarto de arriba”) de Nora Rigby (Rama Cay, 1924-
2001), lingüista natural e informante sobre la lengua rama, a cuya
revitalización contribuyó. El cuento da a conocer una tradición
narrativa totalmente diferente de las que frecuentamos: no sólo
en otro idioma, sino con distinta estética y cosmovisión. Lamen-
tablemente, a las fichas biobibliográficas de Narrativa flotante… se
colaron errores.
Han aparecido varias antologías nacionales de narrativa,
como Flores de la trinchera: muestra de la nueva narrativa nicaragüense
(2012), 18 voces de la narrativa nicaragüense (2013), Cuentos nicaragüenses
de ayer y hoy (2014) y Un espejo roto (2014), todas con reducida pre-
sencia de textos escritos por mujeres.
La Anide también prioriza la narrativa breve; bajo su se-
llo editorial se han publicado Nosotras también contamos. Muestra de
narrativa (2013), compilada y editada por Marianela Corriols, que
incluye a 21 autoras; Esta palabra es nuestra (2014) de Marianela
Corriols y María del Carmen Pérez Cuadra, con 25 cuentos de 10
autoras; y 99 palabras de mujer. Micror[r]elatos y otras especies (2016),
editada por Marianela Corriols, con 62 piezas de 20 autoras.
Entre las autoras del reciente conjunto de narradoras con de-
cidida predilección por el relato corto y el microrrelato, descuellan
Linda Báez Lacayo180 (Juigalpa, 1955), Christianne Tablada-Bravo181
(Granada, 1972) y Blanca García Monge182 (Ocotal, 1980).
La Anide no constituye el único foco de desarrollo de la na-
rrativa breve y brevísima escrita por mujeres. El otro es Parafer-
nalia Ediciones Digitales, creado en 2012. Su antología Mujeres que
180 Arquitecta con maestría en Administración de Empresas, durante más de 20 años trabajó como
consultora independiente en desarrollo rural y organizaciones campesinas. Reside en México. Ha
creado la marca Mujeres que cuentan bajo cuyo alero se han publicado dos colecciones. En Catorce
mujeres que cuentan (2017) participan de Nicaragua, Báez Lacayo, García Monge, Marianela Corriols y
Alejandra V. Báez (Managua, 1986); también aparece la colombiana-nicaragüense, residente en Bo-
gotá, Chrisnel Sánchez Argüello (Managua, 1979). Once mujeres que cuentan erotismo (2018) comprende
textos de Báez Lacayo, Corriols y Ligia Urroz (Managua, 1968).
Linda acaba de publicar su primera novela, El mar no devuelve a sus muertos (México, 2018).
181 Abogada. Su poemario Puntadas poéticas (2016) se encuentra en la colección digital de poetas nica-
ragüenses en www.calameo.com.
182 Consultora en procesos de desarrollo social y formación humana. Ha editado el poemario Polva-
reda líquida (2013).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 653


narran. Muestra de narrativa breve de escritoras centroamericanas (2017,
edición electrónica) reúne 16 relatos cortos de 11 escritoras de
6 países centroamericanos y una selección especial de República
Dominicana. Incluye a las novísimas García Monge, Génesis Her-
nández (Masaya, 1993) y Elena Pereyra (Managua, 1972).

Hacia las profundidades

En cuanto a la producción novelística, ésta superó 40 títulos. Se


mantuvieron activas autoras ya consolidadas: Rosario Aguilar (La
promesante [2001; 2ª edición, 2004] y Miraflores [2012]); Gioconda
Belli (El país bajo mi piel: memorias de amor y guerra [España, 2001],
El pergamino de la seducción [España, 2005], El infinito en la palma de
la mano [España, 2008], El país de las mujeres [Colombia, 2010], El
intenso calor de la luna [España, 2014], Las fiebres de la memoria [Es-
paña, 2018]); Gloria Elena Espinoza de Tercero (El sueño del ángel
[2001; 1ª reimpresión, 2003; 2ª reimpresión, 2006; 3ª reimpresión:
2011; 4ª reimpresión: 2013], Túnica de lobos [2005; 2ª edición: 2007],
Conspiración [2007], Aurora del ocaso [2010] y El Sinnombre [2018]);
Milagros Palma (Así es la vida [Francia, 2000], El final de una época
o la pesadilla de Luis Garcina Rojas, alias Wicho [Francia, 2002], Un
latinoamericano en París [Francia, 2014]).
Según mi opinión, los debuts más significativos son Entre
altares y espejos (2000; 4ª edición, 2004) de María Gallo183 (León,
1954); Caminando sobre el papel de arroz (2008) de Layhing Siu Ber-
múdez (Jinotepe, 1963); Danzaré sobre su tumba (2011) de Fátima
Villalta (Matagalpa, 1994); La virgen viuda de Monimbó (2012) de
Aurora Sánchez Nadal (1943); Aztal. Las guardianas del río (Espa-
ña, 2013) de Solignia Pérez (San Carlos, 1962) y Un hombre sim-
ple (España, 2016) de Celina Moncada184 (Masatepe, 1960-Italia,
2018).
Las autoras recurren, de manera muy personal, a la búsqueda
de raíces y cimientos en un pasado histórico conectado con un sus-
183 Conocida antes que nada como artista plástica, con numerosas exposiciones y reconocimientos,
también ha incursionado en la poesía y la narrativa. En Entre altares y espejos “las tradiciones míticas
y mágicas sobreviven como substratos en la vida cotidiana popular, desligados de cualquier ‘mito
grande’ y mezclándose con las formas modernas de vida y de pensamiento” (Schmigalle 3).
184 Publicó, asimismo, los libros de no ficción: Diario loco (2010) y Diario prohibido (México, 2012).

654 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


trato recóndito casi mítico, sin manifiesta intensión de desembocar
en grandes relatos nacionales y privilegiando el aspecto psicológico.
La muralla (México, 2009, dos reimpresiones; edición bilin-
güe: México, 2017: La muralla/The Wall) de Ligia Urroz Argüello
(Managua, 1968) circuló más de lo que suelen hacerlo las nove-
las nicaragüenses, en parte porque ella vive en el extranjero desde
niña y tiene acceso a un mercado editorial más próspero que el
de Nicaragua. También contribuyó a la amplia difusión el “factor
profético” (Perkulis), pues en la historia

“los de arriba” quieren construir un muro gigantesco para


proteger “la soberanía de los ciudadanos de primera” (la con-
traparte de éstos no tiene nombre, porque ni a quinta llega,
ni a ciudadano puede aspirar). Con un lenguaje frío y conci-
so describe las características de la muralla que se pretende
construir, una que encendida de noche en toda su longitud se
apreciaría desde el espacio y cuya construcción sería ordena-
da por los de arriba y ejecutada por “los de abajo” (Mariano
Azuela dixit). Podría ser, sin cambiarle una palabra,“la nota”
informativa del diario de hoy (Perkulis).

Trazando caminos

En el multiverso de no ficción, hay libros de crítica literaria, his-


toria y sociología, reflexiones teológicas, numerosas narraciones
biográficas y “diferentes modalidades de escrituras del yo, entre las
que se encuentran […] las memorias, los testimonios, las autobio-
grafías y las autoetnografías” (Fallas Arias, Escrituras xix).
Sólo enumeraré a los que sobresalen por la magnitud de
sus aportes y/o la novedad y originalidad de los temas de investi-
gación: Memorias de la lucha sandinista (2010-2013), en cuatros vo-
lúmenes, de Mónica Baltodano185 (León, 1954); Memorias de Miss
Lizzie: danzas, música y tradiciones de Bluefields/Miss Lizzie’s memoirs:
dance, music and traditions of Bluefields (2011) de Elizabeth Forbes

185 Política, historiadora, especialista en temas municipales y participación ciudadana. Autora de De-
mocratizar la democracia: El desafío de la participación ciudadana (2002), y Sandinismo, pactos, democracia y
cambio revolucionario (2009).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 655


Brooks186 (Bluefields, 1922); Before the Revolution: Women’s Rights and
Right-Wing Politics in Nicaragua, 1821-1979 (eua, 2011) de Victoria
González-Rivera187 (Chile, 1969); A la conquista de un sueño. Historia
del cine en Nicaragua (2014; 2ª edición, 2015) de Karly Gaitán Mo-
rales188 (Managua, 1980); Ideas estéticas y políticas de las vanguardias en
Nicaragua (1918-1933). Tomo I: Salomón de la Selva (2016) de Ma-
ría Augusta Montealegre Denueda189 (Chinandega, 1967); América
Central. Estereotipos de género, violencia y frustración sexual en la narrativa
186 Conocida como Miss Lizzie Nelson, ha sobresalido en la preservación y la promoción de la
cultura kriol. Desde los años 50 empezó a impartir clases de baile y, a partir de 1966, a organizar
grupos de danza folclórica.
187 Nombre de pluma de Victoria González Hoyt, hija de una estadounidense y un matagalpi-
no; nació en Chile mientras él cursaba allí sus estudios. Desde muy joven se interesó en la
historia de mujeres latinoamericanas y a los 20 años se hizo feminista. Empezó a estudiar
la historia del feminismo en Nicaragua y descubrió que hubo un movimiento temprano, de
inicios del siglo xx. Durante sus búsquedas, González encontró a Josefa Toledo de Aguerri
(1866-1962), a quien dedicó varios años de investigación, prácticamente rescatando su olvidada
faceta feminista. Doctora en Historia Latinoamericana y Estudios de Género por la Universi-
dad de Indiana, se especializa en la historia del feminismo nicaragüense a comienzos del siglo
xx y su transición al movimiento de mujeres somocistas ocurrida a mediados de los cincuenta.

188 Comunicadora social y periodista, ha incursionado en la poesía y la narrativa corta; ha publicado


Cita con Sergio Ramírez. Entrevistas. Artículos. Crónicas (México, 2012). Desde 2004 se consagró –y no
uso el verbo en vano– al estudio de la historia del cine nicaragüense, siendo pionera en la materia.
Antonio Skármeta resume la esencia, el propósito y el alcance del libro:
Con admirable épica, Karly Gaitán Morales ha emprendido una tarea noble: rescatar de
la fugacidad y la memoria deteriorada la imagen del cine nicaragüense, un arte impetuo-
so asediado por la guerra, la discontinuidad y el olvido. Ha buscado con entusiasmo en
archivos y cinematecas, se ha escrito con protagonistas hoy lejanos, ha puesto ternura
y concentración en estos materiales. Y con su trabajo le va a dar un nuevo resplandor a
Nicaragua ante el mundo. Lo que nos cuenta hoy Karly sobre el cine en Nicaragua en
su ficción y su realidad es consecuentemente un trozo de cultura, pero más que eso, el
recuerdo de algo que no debe perderse, no sólo en el arte, sino en la vida. La impor-
tancia de este libro se respira en cada capítulo, siendo el siguiente más fascinante que el
anterior (contracubierta).
189 Poeta, editora e investigadora literaria, nieta de María Cristina Zapata. Publicó dos textos de
poesía: El país de las calles sin nombre (eua, 2014; 2ª edición bilingüe, 2016) y La oración que Efraín
nos enseñó (En conmemoración del centenario de Efraín Huerta), 2014, edición bilingüe en español y ruso.
Vive en los Estados Unidos. En Ideas estéticas… –resultado parcial de su tesis doctoral defendida
en 2016 en la Universidad de Salamanca– Montealegre Denueda
aborda con rigor crítico, en particular, la obra de [Salomón] De la Selva escrita durante
las primeras décadas del siglo xx. Expresa como una de las hipótesis de investigación
que Salomón de la Selva representa la otra y primera vanguardia de Nicaragua …
Ese punto de partida le permite a la autora cuestionar el modo en que se construyó el
sistema historiográfico literario durante prácticamente un siglo […] (Moro 3-4).

656 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


femenina (Francia, 2017) de Milagros Palma (1949); El Cielo y el In-
fierno: La construcción histórica de la muerte en el pensamiento nicaragüense
(2017) de Ligia Madrigal Mendieta (1965), historiadora de men-
talidades y Contramemorias. Discursos e imágenes sobre/desde la Contra,
Nicaragua 1979-1989 (2018) de Irene Agudelo (Managua, 1971).

Literatura infantil: ramas, flores, frutos

En Nicaragua, la mayoría de los libros infantiles tiene como pú-


blico meta a personas entre 8 y 10 años de edad que suelen leer
de forma independiente. En cambio, son pocos los textos de na-
rrativa dirigidos a las edades más tempranas o a la adolescencia
(Mayorga Mendoza 55).
La Fundación Libros para Niños, organización sin fines
de lucro creada en 1993, “aporta casi la mitad de la producción de
literatura infantil de Nicaragua”; hasta el mes de abril de 2015 se
han publicado 84 libros con isbn y uno sin este (Mayorga Mendo-
za 56).
Del 2000 hasta la fecha, María López Vigil publicó cinco
títulos de contenidos diversos: Los dientes de Joaquín (2005), Cinco
noches arrechas (2008), La lechera y el carbonero (2010; 2ª reimpresión,
2012), Baile del Tun: drama guerrero entre varón kiché (sic) y varón Rabi-
nal llamado Rabinal Achí (2014) y La guía del pipián (2015).
Los dientes… y La lechera… son gozosamente lúdicos; en Cin-
co noches… –apta y deleitable para todas las edades– López Vigil
reescribe en clave libertaria y feminista las leyendas de Nicaragua;
Baile del Tun… permite a la niñez empezar a familiarizarse con el
legado maya prehispánico y La guía… llama, en forma divertida, a
ir construyendo una Nicaragua más justa y más verde.
Gioconda Belli destinó al público infantil Los portadores de
sueños (España, 2011), los relatos cortos Cuando floreció la risa (Es-
paña, 2016) y La niña que tenía las lágrimas más grandes del mundo
(España, 2017). La cantautora Katia Cardenal publicó La Luna y yo
(2012; 2ª reimpresión, 2015) y Apágame la luz (2017); Milagros Te-
rán contribuyó con Poemas de una niña (2015; tres reimpresiones),
colección de tiernos versos escritos por ella en la adolescencia y
preservados amorosamente por su familia.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 657


Se han iniciado en el género nuevas autoras: Johana Camacho
Chévez (Rivas, 1973), ¿Para qué quiere el ratón mi diente? (2009; 2ª re-
impresión, 2012); Danny Osorio (Managua, 1986), La noche de todos
los gatos (2010; 2ª reimpresión, 2015) y Lula Mayorga (1988), Mi gato
Mostacho (2014) –que aborda con gracia y profundidad el difícil tema
de la muerte de una mascota– y el álbum ilustrado Punto dulce (2017).
Zoa Meza (1964), que escribe narrativa infantil desde los
ochenta y ha publicado los cuentos ilustrados La piñata (2007) y
El sapo orgulloso (2012), hizo su principal aporte en el teatro de tí-
teres con Cipaltonal la princesa (2000), Viajes (2005), Piratas (2006),
Norome (2008), Santa Claus visita Nicaragua (2010), La leyenda de Coco
y Caribe, Mundo de papel y Marimba de cuentos (2011), Tamboricuento
cuentitambor (2016), entre otros, todas escenificadas por Guachipi-
lín. Sus protagonistas desafían las reglas del sexismo y adultismo y
buscan la autorrealización; con frecuencia recurre a las tradiciones
indígenas prehispánicas.
La actriz teatral Zaida Urbina Silva (Managua, 1955) escri-
bió Juanito y la Luna190 (2009) y Gregorio el ogro191 (2012), piezas en-
tretenidas y didácticas.

Teatro: repuntando

A partir del segundo lustro del nuevo siglo, repuntó la dramaturgia


escrita por mujeres, iniciando con El palo de mamón (2005) de Lour-
des Chamorro César192 (Granada, 1952):

Como bien consignó Blanca Castellón en su nota en la contra-


portada del libro ... la autora “vino a reforestar nuestros ralos
bosques teatrales”. Como suele ocurrir con las primeras obras
–en especial si se trata de una iniciación tardía– está algo re-
cargada, como si Lourdes Chamorro persiguiera incorporar en
ella todo lo que había vivido y reflexionado y, sin ser estricta-
mente autobiográfica, tiene un aire íntimo, de confidencia.

190 Incorporada a la Antología de teatro nicaragüense. Nuevos dramaturgos.


191 Aparece en la Revista Senderos Universitarios, n.º 2, enero-junio de 2015, pp. 52-56.
192 Publicó, además, el poemario Con mis pies descalzos (eua, 2013) y el testimonio Hola mamá, tengo
cáncer (eua, 2017).

658 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


La protagonista, Mariana, no aparece idealizada ni esquemáti-
ca; es toda una “ninfa cristiana bien calzada”, según la define
con ternura un tantito irónica uno de sus hermanos, mediante
una cita de Carlos Martínez Rivas. La mayoría de los persona-
jes tiene vida y lenguaje propios; hay lirismo y humor.
El drama recrea el ambiente de un “nido de hidalgos” veni-
dos a menos que hacen ingentes esfuerzos para mantener el
estatus y dar a su numerosa prole buena educación; desde este
locus asaz limitado, la autora plasma –sin engreimiento ni retó-
rica– un período crucial en la historia de Nicaragua: el despertar
de toda una generación, incluyendo a las mujeres, a una nueva
forma de comprender y vivir la vida (Ramos, “Lourdes” 33).

Gloria Elena Espinoza de Tercero (1948) ostenta una bi-


bliografía abundante en el género dramático. En 2006: Gritos en
silencio (incluye Desesperación,193 Espinas y sueños y El espantapájaros; 2ª
edición, 2009); 2007: Stradivarius; 2008: Noche encantada [monólo-
go teatral]; 2009: Sangre atávica; 2015: Loa al Inmortal; 2018: Teatro
reunido.
Isidro Rodríguez Silva considera que ella se ha nutrido del
teatro simbolista,

que desnuda y desmonta el espectáculo teatral de todas las


trabas tecnológicas y escénicas del siglo xix, otorgándole ma-
yor importancia al texto y a la interpretación actoral; pero
sobre todo presentando los problemas sin una solución argu-
mental, dejando al público que haga un juicio propio y defini-
torio de la trama conflictiva (2).

En Ay, amor, ya no me quieras tanto194 (2009) y La ciudad vacía


(2015) de Lucero Millán (1960) las y los protagonistas buscan el
sentido y la autonomía en medio de un entorno de maltrato coti-
diano, reglas hostiles, indiferencia y olvido.
La Antología de teatro nicaragüense. Nuevos dramaturgos (2011),
compilada por Salvador Espinoza Moncada, comprende a 3 muje-
193 IncorporadaalaAntología del teatro nicaragüense. Dramaturgos nicaragüenses contemporáneos (1931-2013).
194 IncorporadaalaAntología del teatro nicaragüense. Dramaturgos nicaragüenses contemporáneos (1931-2013).

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 659


res de 8 autores en total: Zaida Urbina, Zoa Meza –con Armenia195
(2006), su primera incursión a la dramaturgia para el público adul-
to– y Lucero Millán; la Antología del teatro nicaragüense. Dramaturgos
nicaragüenses contemporáneos (1931-2013) [2013], de Rodríguez Silva, a
2 de 15 en total: Gloria Elena Espinoza de Tercero y Lucero Millán,
incluida asimismo en Dramaturgia centroamericana contemporánea. An-
tología (México, 2017), reunida y prologada por Tatiana de la Ossa.

Membresías

A partir de 1997, cuando la Academia Nicaragüense de la Lengua


empezó a admitir mujeres (la primera académica correspondiente
fue Mariana Sansón), ingresaron como miembros de número: Ro-
sario Aguilar, novelista y cuentista, 1999; Ana Ilce Gómez, poeta,
2006; Isolda Rodríguez Rosales, crítica literaria, cuentista e histo-
riadora y Gloria Elena Espinoza de Tercero, novelista, dramatur-
ga, cuentista y ensayista, 2007; María Auxiliadora Rosales Solís,
lingüista especializada en fonética, 2012; Nydia Palacios Vivas, in-
vestigadora y crítica literaria, 2015; Hilda Baltodano Reyes, lingüis-
ta, 2017. Actualmente son 5 mujeres de 23 integrantes en total,
puesto que Gómez falleció en 2017. Además, hay 2 académicas
nicaragüenses –Conny Palacios y Gioconda Belli– de 17 en total.
Forman parte de la Academia de Geografía e Historia de
Nicaragua como miembros de número Isolda Rodríguez Rosales
(1947), Lilly Soto Vásquez196 (La Concepción, departamento de
Masaya, 1952), Dora María Téllez (1955) y Ligia Madrigal Men-
dieta (1965): 4 de 28. Entre 24 miembros correspondientes hay
sólo una mujer: Alma Nubia Briceño de Zúñiga (Masaya, 1944),
autora de investigaciones sobre los símbolos patrios; de 30 hono-
rarios, tres mujeres, dos nicas: Irene López, estudiosa del folclore,
y Marcela Sevilla-Sacasa, directora ejecutiva de la Fundación Uno.
Estamos todavía lejos de la equidad siquiera numérica.

195 Aparece en la Antología de teatro nicaragüense. Nuevos dramaturgos.


196 Periodista, docente universitaria e investigadora. Autora, entre otros títulos, de Nicaragua: el desa-
rrollo histórico de los partidos políticos en la década del 60 (1960-1969) (2000). Vive en Guatemala.

660 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Reconocimientos nacionales e internacionales

La novela La promesante de Rosario Aguilar: Premio Gabriela Mis-


tral, 2001. El sueño del ángel de Gloria Elena Espinoza de Tercero:
Premio Nacional de Novela Corta de la Fundación Cultural Nica-
ragüense Nuevo Siglo (funisiglo), 2001.
El libro de poesía Soledad de Esthela Calderón: Flor de Lis
en Oro, correspondiente al primer lugar, en la rama de poesía de
la II edición de los Juegos Florales Centroamericanos, Belice y
Panamá del 2001, convocados en León, Nicaragua.
En el cuento, Doreth’s Cay (Cayo Doreth) de Deborah
Robb: primer premio del Concurso Centenario de la Ciudad de
Bluefields, convocado por la Academia Diplomática de la can-
cillería con motivo de la primera centuria oficial de la cabecera
de la Región Autónoma del Caribe Sur, 2003; ¿Para qué quiere el
ratón mi diente?, de Johana Camacho Chévez: Premio Nacional de
Literatura Infantil La cabra Antonia197 de la Fundación Libros
para Niños, 2008; La noche de todos los gatos de Danny Osorio:
Premio Nacional de Literatura Infantil La cabra Antonia de la
Fundación Libros para Niños, 2008; La noche de todos los gatos de
Danny Osorio: Premio Nacional de Literatura Infantil La cabra
Antonia, 2009; “Ngaliis” de Yolanda Rossman Tejada: mención
del V Concurso Nacional de Literatura Infantil La cabra Anto-
nia, 2009; Mi gato Mostacho de María Lourdes Mayorga: primer
premio del VII Concurso Nacional de Literatura Infantil La ca-
bra Antonia, 2012.
En el Certamen de Literatura María Teresa Sánchez, con-
vocado por el Banco Central de Nicaragua a partir de 2010, fue-
ron éstas las ganadoras: en 2013 (literatura dirigida a la niñez),
premio único, El arma secreta (2014) de Johana Camacho Chévez,
con mención, El anillo mágico de Carlitos de Ana Cristina Rocha
Rugama (Jalapa, 1992); 2014 (poesía): primer lugar: Letras para ser
embalsamadas de María del Carmen Pérez Cuadra; tercer lugar: Te
desnudas como si estuvieras sola (2002-2012) de Érika Castillo (Belén,
departamento de Rivas, 1977); mención honorífica: Claveles en do
197 El certamen debe su nombre a la canción del pintor, escritor y cantautor nicaragüense Mario
Montenegro (1952); su personaje, la cabra Antonia, no quiso estudiar y mientras los demás apren-
dían, “se quedó diciendo meeeeee…”.

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 661


mayor de Jazmina Caballero; 2016 (ensayo): tercer lugar: Presencia
identitaria e historiográfica en la narrativa de Lizandro Chávez Alfaro de
Isolda Rodríguez Rosales; mención especial: América Latina: reali-
dad y utopía en el pensamiento de Rubén Darío de Sara Yolanda Kraudy
Ortega (Managua, 1983), residente en México.
De acuerdo al criterio del jurado calificador, el libro de Pé-
rez Cuadra es un poemario

eficazmente estructurado y rico en imágenes sorprendentes y


novedosas. Los temas son variados sin caer en la dispersión;
la autora utiliza acertadamente retruécanos y enumeraciones
caóticas. Con singular osadía aborda la faceta rapaz del amor
y el abismo de la domesticidad, indaga en los miedos más
profundos y explora visiones oníricas (“Acción de reunión”).

En el caso de Érika Castillo,

expresándose en un lenguaje coloquial, pero transgresor y


rico en connotaciones –teniendo entre sus principales refe-
rentes estéticas a Mario Benedetti (1920-2009) y a las tro-
vadoras occitanas de los siglos xii y xiii– la hablante lírica
desnuda su alma y el alma de su amada como en un juego
de espejos. El poemario muestra una faceta novedosa de un
tema muy antiguo de amor y erotismo. Aborda el amor sin
culpas, de una manera muy digna, gozando la vida en cada
roce, en cada mirada y a la vez, desafiando los estereotipos y
los prejuicios (“Acta” 2).

Claveles en do mayor,

dedicado a las personas desaparecidas en la Guerra Civil Es-


pañola, no se circunscribe a un suceso histórico particular y
se torna un trágico, fogoso homenaje a las víctimas de todos
los holocaustos. Los poemas son netamente connotativos;
sus escenarios de pesadilla son dantescos, pero no librescos
y evocan la Vida. El desaliento se extiende de tal manera que
todo se vuelve hambre, muerte, inmundicias y ratas. Sin em-

662 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


bargo, al final se impone una voz coral, un nosotros, el atre-
verse a seguir soñando (“Acta”).

La escritora con el mayor número de reconocimientos in-


ternacionales fue Gioconda Belli. Su poemario Mi íntima multitud
mereció en 2002 el V Premio Internacional de Poesía Generación
del 27 del Centro Cultural de la Generación del 27 de España. En
2005 recibió por su trayectoria literaria el xvii Premio Farolillo de
Papel de la Asociación de Libreros de Bizkaia, Bilbao, Euscadi. En
2006, Fuego soy apartado y espada puesta lejos se hizo acreedor del
XXVIII Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla, Es-
paña. En 2008, la novela El infinito en la palma de la mano ganó la L
edición del Premio Biblioteca Breve, otorgado por la casa editora
catalana Seix Barral y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, convo-
cado por la Sociedad General de Escritores de México (sogem) y
la Feria Internacional del Libro (fil) de Guadalajara. En 2010, El
país de las mujeres obtuvo el premio hispanoamericano de novela
La Otra Orilla que otorga el Grupo Editorial Norma, Colombia.
El poemario Orilla opuesta (España, 2000; 2ª edición, Nicara-
gua, 2000) de Blanca Castellón ganó el Premio Internacional Insti-
tuto de Estudios Modernistas, concurso impulsado por el Instituto
de Estudios Modernistas de Valencia, 2000.
En 2004, el poemario de Carola Brantome, Postales en ciu-
dades de arena (Argentina, 2010), obtuvo la mención de la XLIV
edición del Concurso Literario Casa de las Américas, Cuba.
En 2006 Claribel Alegría recibió el Premio Internacional
Neustadt de Literatura, y en 2017, el XXVI Premio Reina Sofía de
Poesía Iberoamericana.
No hay pasada a Catarina: Poesía en tiempo real (Managua, 2019)
de Magda Bello recibió el Premio Internacional de Poesía Rubén
Darío de 2018.

Conclusiones

Las nicaragüenses pasaron, en el transcurso de dos siglos, de


la ausencia en las letras nacionales conceptualizada como algo
natural, a una posición mucho más aventajada. Tres escritores

Historia de la literatura nicaragüense escrita por mujeres 663


vivos de Nicaragua más conocidos internacionalmente son Er-
nesto Cardenal, Sergio Ramírez y Gioconda Belli.
Sin embargo, las mujeres seguimos encontrando impedi-
mentos en todos los procesos ergotextuales (Villalobos 156-157).
En la fase de pretextualidad hay que enfrentar numerosos obstá-
culos, entre éstos los intrapsíquicos, relacionados con las normas
de género. Incluso sabiendo que se trata de esquemas impuestos y
siendo capaces de cuestionarlos, no podemos librarnos fácilmen-
te. La triple jornada (laboral, familiar –tanto organizativa-logísti-
ca como afectiva– y literaria) resulta mucho más extenuante para
nosotras, debido a los roles tradicionales a los que no podemos
renunciar porque no hay quien nos reemplace.
En cuanto a la paratextualidad, es decir, procesos de inter-
mediación literaria: el discurso mercantil y la industria editorial
(Villalobos 157), la situación es poco favorable para el gremio en
general, pero las mujeres, con menor acceso a los recursos simbó-
licos y económicos, llevamos la peor parte.
En la hipertextualidad, donde operan los procesos consun-
tivos, el público lector y los círculos usuarios como, por ejemplo,
personas que acuden a un recital poético (Villalobos 157), llama
la atención la ausencia de coordinación entre el beligerante movi-
miento de mujeres y literatas, que en su mayoría no suelen contar
con el apoyo de las activistas, aunque sea sólo mediante la asisten-
cia a eventos.
En la metatextualidad, “intervienen las escuelas críticas, las
academias universitarias, congresos y todos aquellos actores y ac-
tividades que participan en la canonización de obras y autores”
(Villalobos 157), en las universidades aún predomina la tenden-
cia de ir por lo seguro, o sea, dedicar mayor atención a nombres ya
consagrados, que en su mayoría son varones. Varios críticos de
renombre consideran el enfoque de género un artificio198 nocivo
de “una infame turba de feministas, afrocentristas, neomarxistas,
neohistoricistas y deconstructivistas, que juzgan las obras literarias
de acuerdo con criterios extraestéticos, es decir, como documen-
tos de clase, raza o género” (Harold Bloom, citado en Arellano,

198 Por ejemplo, Julio Valle-Castillo dice sobre Ilse Ortiz de Manzanares (1941) que ella “no es pin-
tora de domingos ni hace pintura de señora ni es un valor de género” (“Artes” 324).

664 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Poesía nica 8). En tales condiciones, se dificulta la revaloración de
las olvidadas y omitidas, y el mal estado de los archivos problema-
tiza todavía más el proceso.
Aun así, la mera existencia de esta muy resumida Historia…
denota un avance.

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678 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Panamá
Poesía escrita por mujeres en Panamá.
Mirada de género
María del Socorro Robayo Pérez

Introducción

Frente a la interpretación de la sociedad propuesta por el discurso


hegemónico, surge un discurso alternativo producto de los estratos
suprimidos adscritos al margen: grupos no representados –de clase,
etnia, género– que se movilizan en espacios periféricos donde in-
tentan impugnar las estructuras ideológicas dominantes a partir de
nuevas propuestas sociales y culturales que legitimen su existencia.
El discurso literario femenino, como toda práctica social de
la mujer, ha sido mediatizado por las marcas de una cultura re-
presiva y limitante que lo ha relegado al plano de lo doméstico
y subalterno; desde Safo, pasando por Mary Wollstonecraft, las
hermanas Brontë, George Sand, Virginia Woolf, hasta las más be-
ligerantes feministas del siglo xx, la mujer ha debido apropiarse de
la palabra que en el origen de la cultura patriarcal le fue concedida
al varón; así, el pensamiento femenino se ha adecuado a la palabra
masculina para poder convertirse, a su vez, en palabra. El discurso
femenino, a veces velado, otras abiertamente subversivo y, algunas
más, camuflado bajo la apariencia del discurso hegemónico pa-
triarcal, se ha constituido en un significante del deseo de libertad
inherente al ser humano.
En la América hispana, la obra de Sor Juana –silenciada por
el aparato opresor del pensamiento machista de su época– y gran
parte de la literatura femenina colonial sobrevivieron porque se
desarrollaron en los conventos; de ahí la temática ético-religiosa,
la crónica y la autobiografía como formas del discurso. Durante
el siglo xix, se registra un aumento de nombres reconocidos en
América Latina, pero frecuentemente estas autoras no tratan la
problemática femenina a partir de una visión auténtica, sino bajo
las marcas del sistema oficial; es decir, bajo los parámetros de la
cultura judeo-cristiana heredada de Europa. Esto se modifica con
la primera generación de poetas del siglo xx, cuya identidad se
abrió paso en medio de una sociedad moralista y limitante que
no sólo las criticó y rechazó por su audacia, sino que las mar-
ginó de muchas formas porque se negaron a ser encasilladas y
se atrevieron a romper con los patrones establecidos: Delmira
Agustini (1886-1914), Alfonsina Storni (1892-1938) y Juana de
Ibarbourou (1895-1979).
El xx fue el siglo de las reivindicaciones femeninas en el
que se logró para ellas cierto grado de igualdad y relativa justicia.
Sin embargo, estas conquistas son visibles casi exclusivamente en
quienes han tenido acceso a la educación o pertenecen a un estrato
social medio o alto, pues la mujer común, el ama de casa, la obrera,
la campesina y la indígena, aún padece la condición propia de los
grupos marginados. La escritura de mujeres en América Latina
destaca y privilegia estas situaciones de marginalidad no sólo de las
mujeres, sino de otros grupos humanos.
De acuerdo con Adelaida Martínez, investigadora de la Uni-
versidad de Nebraska, “la escritora contemporánea rompe con el
status quo [sic] y crea universos que corresponden a sus propios va-
lores sin negar su biología y desde su perspectiva de mujer” (párr.
3). En Panamá, Clara González funda en 1923 el primer Partido
Nacional Feminista y conjuntamente con Clara Turner, Gumer-
cinda Páez, Sara Sotillo, Georgina Jiménez y Elida de Crespo, im-
pulsan la participación de la mujer en la vida pública y cultural del
país, intentando rescatar su voz. En el terreno literario, la poesía
femenina es rastreable desde antes de la república; la literatura pa-
nameña, especialmente la poesía, está impregnada de una autén-
tico sabor nacionalista, telúrico y social –dadas las circunstancias
históricas que definen la nacionalidad panameña–, isotopías del
quehacer literario que no escapan a la poesía escrita por mujeres.
Ya en la primera generación poética –la romántica (a mediados del
siglo xix) según el estudio de Rodrigo Miró– figura doña Amelia
Denis, primera mujer que publica sus versos en el Istmo, cuya poe-
sía se inscribe dentro del romanticismo social. Resulta curioso y
elocuente que sea la poesía femenina la que inaugure en Panamá la
voces de protesta cuando se hipotecaba a un país extranjero parte
del territorio nacional.
A partir de entonces, la literatura panameña, en especial la
poesía, ha producido figuras representativas de la talla de María
Olimpia De Obaldía, Stella Sierra, Elsie Alvarado de Ricord, Dia-

682 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


na Morán, Moravia Ochoa, Giovana Benedetti, Consuelo Tomás
que han construido una tradición de poesía escrita por mujeres y de-
sarrollan una propuesta estética desde una perspectiva trascendente
y en algunos casos contestataria, que es necesario estudiar.
Las poetas nacidas a partir de la segunda mitad del siglo xx
revelan una mayor conciencia del poder de la escritura, por lo que
el tratamiento de los temas se hace más audaz; en ellas, la poesía
busca la comunicación verdadera de la realidad íntima, abriendo
espacios antes cerrados. Algunas de ellas esgrimen un discurso
literario provocativo y polémico, rompen con los esquemas de la
construcción unívoca; al polemizar la condición femenina y otorgar
voz lírica a las voces silenciadas, desacralizan el código patriarcal y
subvierten el discurso oficial. Esta mirada diferente invierte el eje
institucionalizado de los sentimientos donde el centro es el hombre
para ubicarse en la otra perspectiva del péndulo donde la mujer ya
no es objeto sino sujeto de sus sentimientos, que inscribe en dife-
rentes registros para ver lo que está oculto, descifrarlo y desmitifi-
carlo. La presente investigación intenta rescatar esa particular voz
de mujer en la poesía panameña. No se utilizará ninguna de las
periodizaciones ya establecidas por los estudiosos de la literatura
panameña (Rodrigo Miró, Ismael García y otros), pues se trata de
incluir la producción poética de las escritoras en el espacio que les
tocó vivir para establecer un diálogo entre el texto y el contexto
y destacar las categorías ya establecidas. Sin embargo, dado que
la producción poética en estudio se genera en el contexto glo-
bal de los grandes movimientos literarios en que los críticos an-
teriores insertan la producción literaria nacional (Romanticismo,
modernismo, vanguardismo), éstos se utilizarán sólo como marcos
de referencia. Se hará una revisión de la historia utilizando una pe-
riodización cronológica a partir de 1821 así: Precursoras (nacidas
antes de la república, 1821-1900); Herederas de una tradición (na-
cidas en la primera mitad del siglo xx (1901-1949); Rompiendo
paradigmas (poetas nacidas a partir de 1950; el nuevo milenio,
poetas nacidas a partir de 1970). Se analizará a aquellas poetas
cuya poesía explore nuevas perspectivas, insertas o al margen del
canon –es decir, la poesía monológica tradicional– ya sea por su
temática, su retórica o por la particular relación de la autora con
su entorno, aspecto sociológico de su creación poética, identidad

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 683


femenina. En todos los periodos se analizará la producción de las
poetas más publicadas.

Precursoras

En el devenir histórico-cultural panameño, la presencia de la mu-


jer poeta ha sido permanente y medular; a través de su palabra, a
veces tímida otras combativa, ha contribuido a la creación cultural
como actividad ideológica y a desmitificar el mundo de las institu-
ciones patriarcales.
En este apartado se incluyen a las poetas nacidas antes de
la República hasta finales de siglo xix: su poesía es doméstica, es-
pontánea, de temas cotidianos, sencilla, sin una mayor conciencia
del oficio de escribir. Este período inicia con doña Amelia Denis
y cierra con doña María Olimpia De Obaldía, figura cimera de la
literatura panameña cuya producción no puede ser encasillada ni
delimitada a una etapa de la evolución literaria.
Se mencionan otras autoras de este período: María Funck
Fernández (1841-1904), Nicolle Garay (1873-1928), Sofía Fábre-
ga de López (1880-1950), Zoraida Díaz (1881-1948), Angélica
Salvat (1886-?), Ida Belli (David, Chiriquí 1896-1922), María J.
Alvarado (Las Palmas, Veraguas), María Magdalena Briceño de
Icaza (1888-1979), Manuela Sierra (1892-1911) y Beatriz Miran-
da de Cabal (1894-1992).
Ubicada por los analistas de la literatura panameña den-
tro de la primera generación romántica, Amelia Denis de Icaza
(1836-1911) inaugura la poesía escrita por mujeres en Panamá
con una voz potente, rebelde, espontánea y crítica, características
que se mantendrán en muchas de las poetas posteriores.
Autodidacta, hija del editor de un periódico por lo que tuvo
acceso a la publicación, es la figura de mayor resonancia en su ge-
neración, cuyos poemas de temática social son los mejores de la
producción romántica de acuerdo con el estudio realizado por el
crítico literario Aristides Martínez Ortega (Martínez, 1998). Amelia
Denis estrenó su poesía en las columnas del diario La Floresta Istmeña
(1854) cuando aún no cumplía los veinte años. La mayor parte de su
obra poética se recoge en Hojas secas, editado en Nicaragua en 1927.

684 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


En Panamá, al igual que en el resto de Latinoamérica, las
primeras escritoras no encuentran solidaridad en su vida privada
ni tampoco en su entorno; la mujer está a solas, encerrada, sitiada
por el medio, mantenida en la ignorancia (a duras penas termina-
ba la instrucción primaria), destinada al matrimonio (López 35).
En el Istmo, el ambiente era hostil en la educación de la mujer
y aunque en la primera década de la unión a Colombia se legisló
respecto al establecimiento de centros de primera enseñanza para
niños de ambos sexos, esta medida tardó en hacerse realidad, de
allí que en septiembre de 1832, el gobernador Juan José Argote se
lamentara ante la Cámara de la Provincia por la falta de una escue-
la para niñas. Recomendaba la impostergable fundación de una
escuela pública para el sexo femenino, pues era muy importante
para la sociedad que hubiese “matronas instruidas, buenas hijas y
esposas” que se unieran “al noble calor de la virtud, la ilustración
del entendimiento, poniéndose siempre en armonía lo útil con lo
bello”. Otro tanto hicieron Blas Arosemena, José Agustín Arango
y José María Remón en una “Memoria” que a mediados de no-
viembre de 1835 presentaron a la Sociedad Amigos del País. En
ese documento manifestaron que si el “bello sexo” no se distinguía
por grandes acciones, era porque se le habían quitado los medios
para instruirse, lo que le marginaba de los “principales puestos”.
A su juicio, era una injusticia que no hubiese algún establecimiento
de educación pública en el que la mujer pudiese adquirir conoci-
mientos generales sobre gramática castellana, dibujo, aritmética,
geografía e historia, como sucedía en otros países extranjeros que
no habían sido colonias españolas (Araúz, 2000).
Fue hasta mediados de 1836 (más de medio siglo después de
que se estableciera en México la primera escuela formal para mu-
jeres en Hispanoamérica [1753] y en Santa Fe de Bogotá se abriera
el Colegio de La Enseñanza destinado exclusivamente a la edu-
cación femenina) cuando se crea la primera escuela elemental de
niñas en el barrio de Santa Ana, es decir, el extramuros; se supone
que Amelia Denis pudo asistir a esta escuela. Sin embargo, a las
mujeres no les estaba permitida la palabra, menos aún la denuncia;
su público interlocutor eran ellas mismas, la sola posibilidad que
les quedaba era la queja; por ello, al esgrimir su discurso poético,
Amelia Denis asume el diálogo consigo misma; es consciente de

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 685


su queja, de su dolor profundo y solitario: “Quiero romper mi
pluma intransigible/que sólo en llanto de pesar se moja/para que
el mundo con sonrisa acoja/el eterno gemir de mi canción./Quiero
reír y mi sonrisa es triste,/saturada de amor y de amargura,/y en
su sensible palpitar murmura/a mi extraña exigencia el corazón”
(Hojas 46). Para validar su escritura, la mujer debía no sólo con-
mover sino convencer, aunque para ello tuviera que modificar to-
tal o parcialmente los patrones establecidos.
Prisionera de su medio, la literatura intimista de las mujeres
fue, poco a poco, interesándose en su entorno social, categoría
que no es ajena a la poesía de Amelia Denis. El tono de su poe-
sía sorprende considerando la sociedad y la época en que le tocó
vivir; el tono y la espontaneidad de su obra transgreden el código
romántico y el discurso hegemónico de la época, centrado en loar
la gesta independentista y el pasado colonial. Amelia Denis recu-
pera, así, su propio discurso: polémico, intransigente y desfacha-
tado; irreverente e incómodo para la concepción genérica de su
tiempo. La poeta hurga en su interior circunstancias y emociones
que urden una historia y van conformando una identidad; percibe
las injusticias e interpreta la realidad a través de una poesía que es
pura beligerancia.
Doblemente marginada, tampoco recibe una educación ofi-
cial acaso por su origen (su padre no pertenecía a la oligarquía
criolla); su formación cultural la debe al hogar y al esfuerzo pro-
pio. Por eso, se ha tachado su poesía como simple, sin visos de
cultura, como dice Rodrigo Miró: “imposible encontrar en toda su
producción nada que permita deducir enseñanzas cultas” (Miró,
Itinerario 153-154). Es importante recordar que ninguna mujer que
no perteneciera a la aristocracia criolla panameña tenía acceso a la
cultura; pero a la hablante lírica, consciente de ello, tampoco pare-
ce importarle: “No penséis en la crítica del sabio/si hay luz y cla-
ridad en vuestra mente/yo también he tenido mi calvario/y el que
puede luchar todo lo vence” (Miró, Itinerario 127). Ella parte de su
autenticidad más absoluta para entablar un proceso comunicativo,
continúa la ardua tarea de conmover y convencer (siguiendo a Es-
carpit 99) sin caer en las trampas de la complacencia.
Por último, su aguda percepción de la realidad y su profunda
conciencia social la convierten en la primera voz crítica naciona-

686 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


lista de la literatura panameña; ya frisaba los setenta cuando visita
Panamá por última vez (vivió mucho tiempo en Guatemala y Ni-
caragua) y escribe su memorable poema “Al cerro Ancón”, canto
profético sobre el futuro de su patria que “traduce por primera
vez el sentimiento nacional frente a la interrogante que plantea
el peligroso vecindaje importado en noviembre de 1903” (Miró,
Teoría 110): “¿Qué se hizo tu Chorrillo? ¿Su corriente/al pisarla un
extraño se secó?/¿Su cristalina, bienhechora fuente/en el abismo
del no ser se hundió?”. El sentimiento nacionalista se inscribe en
su poesía como adhesión a lo propio que se pierde: el cerro An-
cón, sinécdoque de patria, esa patria abierta al mundo, hipotecada
al imperio cuyo futuro ve incierto y mediatizado. Amelia Denis no
se asfixia ni se mimetiza para ganar un espacio, en su producción
es clara la voz de la mujer rebelde que se abre camino a pesar de
las limitaciones y va en busca de su propia identidad. No hay en ella
una conciencia cierta del hacer literario, para ella la poesía es inspira-
ción, intuición; pero esa primera producción intuitiva reivindica no
sólo el espacio privado de la mujer, sino también el espacio público
al incorporar a su poesía el aspecto social y político: el problema
canalero que se convertirá en isotopía de la literatura panameña,
tanto en la lírica como en la narrativa. “Nadie se explica por qué
[este poema] que no contiene ni una sílaba de protesta ni de lu-
cha, se ha convertido en el himno de guerra de la conquista del
Canal” (Torrijos 9). La voz poética de Amelia Denis abre el cau-
ce de la poesía femenina en Panamá; voz combativa que entraña
una vigilancia constante por la integridad moral y geográfica de la
nación; voz que heredarán otras poetas que, como ella, han perci-
bido íntegra la realidad nacional. Transcurrirán aproximadamente
cincuenta años para que la mujer se deje escuchar nuevamente a
través de la poesía lírica.
Con nuevas herramientas para construir su propia historia,
la mujer poeta de este período está todavía mediatizada por una
educación androcéntrica, y aunque las panameñas han logrado
muchas reivindicaciones a través de sus luchas, la creación litera-
ria de estas mujeres deberá responder a viejos patrones; por ello
algunas de ellas, cuyo ejercicio poético no encaja en los moldes
establecidos, prefieren guardar silencio; su producción será publi-
cada posteriormente.

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 687


Las vinculaciones de la familia materna de Nicole Garay
(1873-1928) le permiten recibir una educación entonces excepcio-
nal; viaja por Europa, vive varias temporadas en Bogotá, cuna de
su padre. Su variada vocación artística la lleva a estudiar también
música; además, ejerce el profesorado en algunas escuelas secun-
darias para mujeres.
La poeta se adscribe a la estética modernista por su musi-
calidad y el evidente cuidado por la forma; sin embargo, no por
su contenido. De espíritu rebelde y liberal, su poesía no encontró
cabida en la sociedad cerrada de principios de siglo por lo que la
confinó al silencio y aunque su posición económica y social se lo
permitían, no publicó casi nada mientras vivió. Su obra fue re-
cogida en el volumen Verso y prosa en 1930, dos años después de
su muerte, por la Escuela Profesional, en la que fue docente por
varios años.
La primera panameña que publica un libro de versos es Zo-
raida Díaz (1881-1948), Nieblas del alma (1922), tachado por Miró
como “poesía doméstica y local” (“Teoría” 114). Elaborada con
elementos del ser, su poesía rezuma soledad y amargura: “¿En
dónde estás alma mía/que no te puedo encontrar/ni en el cielo,
ni en el mar,/ni en mi constante agonía?/Quiero ser rosa… bo-
tón;/ser celaje, rosicler,/ser todo… menos mujer/con memoria y
corazón… Ser toda yo pensamiento/y disolverme en el viento/en
busca tuya… ¡alma mía!” (Díaz, Nieblas 28). Sin duda, la condición
femenina provoca determinadas circunstancias que condiciona-
ron la expresión literaria de Zoraida Díaz. Mujer trágica, cuya vida
marcada por el dolor y la separación (estuvo casada tres veces y
todas ellas enviudó) suscitó en su poesía los temas de la soledad,
la angustia, el dolor y el desengaño como una búsqueda, una sutil
expresión del sufrimiento por el abandono que remite a la concep-
ción de la mujer-objeto, siempre supeditada al varón. Los versos
“ser todo menos mujer” y “ser toda yo pensamiento” proporcio-
nan la clave de esa búsqueda, pero aún apuntan a la asunción de
un proceso de identidad ligado al esencialismo: la hablante lírica
se descubre un ser pensante, capaz de analizar y comprender la
condición enajenante de la mujer, pero también desea ser “celaje”,
“rosicler”, es decir, lo inasible, lo lejano que la separe del sufri-
miento y el dolor en una suerte de escape de la realidad que no

688 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


puede cambiar. Al igual que Nicole Garay, Zoraida Díaz también
guarda silencio (nunca publicó otra obra y vivió sus últimos años
apartada del mundo en un mutismo absoluto).
La dinámica del silencio puede constituir un discurso disiden-
te, porque el silencio deviene en agresividad, desprecio o resistencia;
las poetas no publican lo que escriben, pero continúan escribiendo
porque tienen algo que decir; no se rinden ni claudican, resisten,
y en ese resistir está la fuerza de su palabra que será develada más
tarde cuando se rompan las ataduras que las oprimen.
El silencio, en la mujer, también puede ser consecuencia de
la asunción de los modelos patriarcales, sobre todo en la literatura,
cuando se tiene algo que decir y ese algo difiere con lo estableci-
do, o acaso porque la escritora, sumida en la cultura masculina,
considera su obra torpe e insubstancial, por tanto, indigna de ser
publicada. No es extraño, pero sí significativo, que estas mujeres
hayan optado por amordazar su propia voz, porque para escribir la
mujer no necesita solamente “una habitación propia”, es necesario
además tener la fuerza para romper los viejos patrones, las trabas
impuestas del recato y la obediencia: para ellas, aún no ha llegado
el momento.
Figura cimera de la literatura nacional, a María Olimpia de
Obaldía (1891-1985) en 1929 se le rinde tributo nacional procla-
mándola María Olimpia de Panamá. Su obra poética no puede ser
delimitada ni encasillada en un período específico, no sólo por su
prolífica producción, sino por la estética que la sustenta. De corte
tradicional, la temática de su poesía es el amor: a la naturaleza, al
esposo, los hijos, la madre, los niños, al ser humano en general;
escribe sobre la cotidianidad, sentimientos y sensaciones. La ma-
ternidad es uno de sus temas centrales, por eso canta a los hijos en
sus actos del día a día, en sus realizaciones, proyectos y triunfos.
Aunque mantuvo amistad con Gabriela Mistral y Juana de
Ibarbourou, la producción de María Olimpia carece de la rebel-
día de las poetas del sur: Alfonsina Storni, Delmira Agustini y la
propia Juana de América, pero se acerca en afinidades a Gabriela
Mistral. Pueden rastrearse elementos comunes en la vida y obra
de ambas poetas: tanto María Olimpia como Gabriela nacieron
en ambiente rural y gozaron los dones de la naturaleza, por ello el
aspecto telúrico tiene en ambas timbre sonoro; maestras las dos,

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 689


vivieron en amoroso contacto con la infancia: sus poemas infanti-
les destilan leche y miel; cuando el sufrimiento las vistió de luto, su
poesía es lamento y súplica; en ellas la vocación maternal adquiere
importantes relieves, cualidad que admira la poeta panameña en la
chilena; coinciden también en la emoción cristiana que en María
Olimpia se traduce en resignación, mientras que en Gabriela se
troca en angustia vital. Esa admiración por lo materno conduce a
la “alondra chiricana” a dedicarle a Mistral su poema “Saludo” en
su Breviario lírico (1930):

Mujer que no has sabido del dolor ni del goce/que sentimos


las madres al sacrosanto roce/de otro ser que del nuestro hila
su copo leve/y el licor de las venas dulcemente remueve,/¿-
dónde aprendiste el ritmo de la canción de cuna/que cantas
quedamente, con suavidad de luna,/y cuya melodía va del valle
a la sierra/para arrullar a todos los niños de la tierra?/En la-
bio conmovido de madre verdadera/mi oído cauteloso y fino
nunca oyera/los himnos que tú tejes con plumones de nido,/
en cuyas mallas siempre hay un niño dormido… (Isaza, La sig-
nificación 17).

Toda la producción de María Olimpia se apega a la norma del


decoro académico y a las directrices morales de la época; falta en ella
el ímpetu agreste y el frenesí erótico que se desborda en imágenes
lúbricas en los versos de Alfonsina o Delmira. Sólo en “Selvática”
(Orquídeas, 1926) se concede una cierta libertad erótica: “¿Sabes lo
que quisiera?/En una noche cálida de estío/a tu lado dormir en la
pradera,/sentir bajo nosotros/el pasto humedecido de rocío/y ver
sobre los rostros/la celestial esfera./¡Un planeta por lecho;/en de-
rredor la calma;/por cámara nupcial el claro cielo/y el Amor –como
un Dios– en nuestras almas!” (Miró, Itinerario 282).
Nacida en las postrimerías del siglo xix, recibió la educación
de la entrega a los otros: al esposo, al hogar cristiano, a los hijos, al
trabajo, roles que asumió obediente y sumisa, sin cuestionamien-
tos, con la docilidad esperada. Por ello, su poesía será siempre eco
de su relación esencial con la naturaleza; convergen en ella raíces
telúricas y sustancia indígena que la vinculan con los doraces, pue-
blo autóctono oriundo de Dolega, lugar de nacimiento de la poeta.

690 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Su poema “Ñatore may” (Obras completas) expresa compasión y
solidaridad con la mujer indígena, pero el aspecto social se limita a
lo puramente descriptivo:

… Ñatore… y sus vestidos/son sucios, harapientos;/su ho-


gar húmeda choza;/su lecho un pajonal…/Ñatore… y nun-
ca supo/de mimos ni de besos…/¡descanso jamás tuvo/su
cuerpo de animal…!/Y la llaman “hermana”/los que siguen a
Cristo/y “camarada” dicen/los que en vanguardia van;/pero
ella no comprende/ni aquél ni el otro idioma,/ella sólo sabe/
decir: “Ñatore may”.

En una conferencia que ofreció a los estudiantes del Insti-


tuto Justo Arosemena en la ciudad de Panamá, en 1960, la autora
expresó a propósito de este poema:

No seré yo crítica de mi propia obra, pero sí quiero decirles


que estos versos expresan fielmente mi sentir de mujer cris-
tiana y mi solidaridad con los humildes, con los más desampa-
rados de la vida. Yo considero que la mujer guaymí, por india
y por mujer, es el ser más digno de compasión en el Istmo de
Panamá. Por ella y para ella estará siempre mi palabra a flor
de labio, como una oración (Isaza 22).

Fue la primera mujer nombrada académica de número por


la Academia Panameña de la Lengua (1951), “rompiendo así una
tradición que se había mantenido inalterable hasta entonces, de
reservar tal distinción a varones sobresalientes en el mundo de las
letras”, dice Baltasar Isaza Calderón (13). Maestra de la métrica,
con conocimiento profundo de la lírica desde los clásicos, incluyen-
do la estética modernista hasta las estructuras de vanguardia, que
supo emplear de acuerdo con el tema, publicó cuatro libros que en
1976 fueron recogidos en Obras completas de María Olimpia de Obaldía
por el Club Kiwanis de Panamá.
A partir del primer cuarto del siglo xx, las ataduras sociales
que habían mantenido recluida a la mujer, obligándola a frenar sus
impulsos y su creatividad, empiezan a ceder. Las poetas del sur
son las primeras en abrir las compuertas y señalar nuevos cauces

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 691


al proclamar un nuevo credo de liberación: en todas ellas hay un
impulso de rebeldía, esa pasión un tanto impúdica que las llevó
a romper barreras y asumir la palabra como propia. Es claro que
María Olimpia no puede ser ubicada en este “movimiento” de
ruptura; su poesía es comedida, serena, silvestre y espontánea, no
le gusta el estrépito ni tampoco el vocablo altisonante. “Las pala-
bras agrias, los arrebatos enloquecidos, las protestas henchidas de
rebeldía, no acuden nunca a sus labios, no sacuden ni alteran el
curso sosegado de su quehacer poético” (Isaza 21).
Es indiscutible que estas poetas, como mujeres de su época,
asumieron una posición ante la realidad que vivían: Amelia Denis
se expresa de manera subversiva, con su visión profética, inicia
una tradición en la literatura panameña y descubre posibilidades;
Nicole Garay y Zoraida Díaz ofrecen una muestra de su verbo que
evidencia una percepción de lo social y se inserta en la realidad
histórica que les tocó vivir, pero luego guardan silencio y María
Olimpia se integra sin discusión a los patrones establecidos, por
tanto, su discurso es monológico, apegado al ritual cristiano y la
norma académica. No obstante, todas tienen en común el haberse
apropiado de la palabra: palabra de mujer poeta que supo interpre-
tar la historia en su tiempo y su espacio.

Herederas de una tradición (poetas nacidas entre 1900-1949)

Herederas de esa tradición que busca y recoge lo auténtico del


ser panameño, indaga en sus raíces, en sus modos de ser y per-
cibir el mundo y la vida, son las poetas nacidas en la primera
mitad del siglo que crean sus propios espacios: Ofelia Hooper
(1905-1958), Ana Isabel Illueca (1905-1963), Martina Andrión
(1907-2005), Hersilia Ramos de Argote (1910-1991), Premio
Miró en Poesía, 1950; Teresa López de Vallarino, (1911-?), Eda
Nela, sudónimo de Dora Pérez de Zárate (1912-2001), Rosa
Elvira Álvarez (1915-1998), Stella Sierra (1917-1997), Matilde
Real (1926), Esther María Osses (1914-1990), Sydia Candanedo
de Zúñiga (1927), Elsie Alvarado de Ricord (1928-2005), Bea-
triz Spiegel de Víquez (1919-1990), Gema Endara de Quinte-
ro (1920), Graziella Díez de Marichal (1920), Estela Herbruher
(1929), Graciela Moscote de Cantoral (1905-1961), Doris Her-

692 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


bruher (1934), Milvia Arbaiza (1934), Bessy Reina (1941) y Mi-
reya Hernández (1942).
Hijas de la República, las poetas de este período, cuyas obras
se comenzarán a publicar hacia 1926, han pasado por dos con-
flagraciones mundiales que les han dejado el sabor amargo de la
angustia y el dolor de un espíritu ensombrecido a la par que han
vivido las crisis sociales y políticas de su entorno inmediato; pero
también han obtenido logros: un espacio de reconocimiento en la
sociedad, acceso a la educación universitaria, el derecho a elegir y
ser elegidas; por primera vez están en igualdad de oportunidades
respecto de los hombres, sin discriminación étnica, política o reli-
giosa; muchas incluso alcanzan puestos políticos.

En el campo de las bellas letras, su aporte es digno de la


mayor consideración por la calidad y cantidad de sus frutos.
Habiendo asistido a los mejores centros de cultura de la loca-
lidad y del extranjero, y provistas de indiscutible sensibilidad,
han cantado con un tono de tal altura que las coloca en sitio
eminente entre los poetas del país (García 23).

Ya en estas escritoras hay una mayor conciencia del hacer


literatura; quedan lejanos los días en que Amelia Denis concebía
que la poesía era pura inspiración o María Olimpia argumentaba
que no seguía ninguna escuela ni se ceñía a reglas. Muchas de estas
poetas, sobre todo las del segundo cuarto de siglo, ocupan ya un
espacio de legitimación reconocido a través del Premio Ricardo
Miró, y otras, como Bertalicia Peralta, Moravia Ochoa y Diana
Morán, son conscientes de que la palabra tiene también una fun-
ción social e incluso revolucionaria. Han leído a Vallejo, Hernández,
Neruda y se han nutrido de lo mejor de Korsi, Herrera Sevillano y
Sinán. La temática de su producción es mucho más variada; su len-
guaje, portador de nuevas estructuras lingüísticas, en algunas recu-
pera la oralidad oponiéndose al discurso académico, cerrado y lineal.
Poeta poco estudiada que, sin embargo, posee una fina ca-
pacidad lírica, Ofelia Hooper (1905-1981) prefirió la prosa al verso
y acusa gran influencia de las literaturas europeas de posguerra
que la inclinan por la expresión de un complejo y desorbitado
psicologismo; de esta época es Diario de un deseo dejado atrás (1926).

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 693


En Carta a mi padre, a través de la enumeración, revela el
paisaje de la campiña panameña que, en el imaginario femenino,
representa la patria: madre fecunda y pródiga, locus de lo primige-
nio, del amor ancestral y las costumbres arraigadas.

Mi padre venerado, feliz de revivir con tu visita los lejanos


días de amor de mi infancia pasados junto a él, me escribió:
-Tu hijo quiere:
Un trapiche para moler caña, con fondos, horno, galera,
caballo y cañaveral.
Un monito.
Cachorros de puma y de jaguares.
Un arco de caña brava con flecha de virulíes.
[…]
Piedrecitas de cuarzo azul, y redondas piedrecitas arenosas,
rojas, amarillas, blancas y verdes, de esas que se encuentran en
los lechos de las quebradas.
Un árbol de caucho que destile goma para sus pelotas.
Un gallito de monte que lo despierte con su estridente can-
to triste al amanecer y que le diga cuándo son las seis al morir
el sol.
Uno de los chorros bullangueros de las quebradas.
[…]
La neblina.
Una derriba.
La quema.
¿Habrá en tu casa lugar para todas estas cosas, muchas de
las cuales son tesoros viejos para ti? Porque el pequeño ya
tiene los bolsillos y la maleta llenos de tesoros en los cuales
reconocerás muchos de tus tesoros de niña (Miró Itinerario
362-64).

El ruralismo, tema que Nicole Garay inaugura en la poesía


escrita por mujeres, es retomado con especial sensibilidad en la
prosa poética de Ofelia Hooper y es evidente que en casi todas las
poetas de este período está presente el tema rural que se convierte
en soporte ideológico: es necesario volver al propio entorno, mos-
trar las características, las identidades, las costumbres y los anhelos

694 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


del hombre del campo, porque allí están las claves de una aspira-
ción: rescatar lo propio, el terruño con sus peculiares modos de
ser, olores y sabores.
Ofelia Hooper fue una mujer de acendrada conciencia social,
una panameña interesada en el destino de su país, por ello, su prosa
poética desnuda esa otra cara casi olvidada de la realidad nacional;
compenetrada de las angustias y esperanzas de su pueblo, formó
parte del grupo de escritores que intentaron crear conciencia en sus
coterráneos sobre la necesidad de volver al terruño para rescatar los
perfiles identitarios de lo panameño. Sólo publicó una obra, Primicias
(1927), y la mayoría de sus escritos aún permanecen inéditos.
En la misma línea temática, Ana Isabel Illueca (1905-1963)
dice con entereza cuanto siente y piensa, extrae sus temas de sus
vivencias; su inclinación por lo folklórico no sólo expresa el or-
gullo por sus costumbres, sino por el trabajo del campesino. Pero
ese interés en lo autóctono, en el hombre del campo y en la mujer
anónima, no es simplemente el apoyo de un sentimentalismo. Ella
se hace una con los olvidados por todos, con el hermano que su-
fre los rigores de la pobreza, porque en él ve la imagen donde se
proyecta la flaqueza sociopolítica que mantiene el desequilibrio
social e impide el desenvolvimiento de una vida decorosa: “Mon-
tuno… orejano…/¡Pedazo de mi carne/y de mis huesos!…/Lanza
un grito furioso/para que te oigan/y te vean los ciegos/que en la
hamaca de juncos/se adormecen/con tu “saloma”/que recogió
mis nervios” (Miró, Itinerario 348). En los versos de “Pedazo de mi
carne y de mis huesos” hay una identificación material con quienes
sufren, bajo los rigores del trópico, para que la tierra produzca los
frutos que luego alimentarán a los habitantes de la ciudad: “…que
no saben de soles,/ni de lluvias,/ni de luchas,/ni de arrancar del
suelo/el grano que humedecen/los sudores/del hombre del cam-
po/a través del espacio y de los tiempos”. La soledad que revelara
Sevillano en sus poemas del arrabal es expresada por Illueca en la
campiña; la soledad del panameño es de raíz ancestral y tiene que
ver con la insolidaridad y la concepción superficial de la vida, con-
secuencias del desarraigo motivado por la aculturación.
Durante el primer cuarto del siglo xx, la sociedad panameña
es todavía cerrada; la mujer sigue sometida a los requerimientos
del hogar, el recato y el silencio, por eso llama la atención su poema

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 695


“Si yo fuera hombre”, porque brota de éste un profundo deseo de
libertad:

Si yo fuera hombre, sería aventurero/sediento de mundo, an-


sioso de amor;/me hartaría de mares, de tierra, de cielo/y en-
tre mil placeres ahogaría el dolor./Si yo fuera hombre nunca
tendría vallas […]/nadie me diría: “No puedes pasar” […]/
saltando los fosos, borrando las rayas/seguiría adelante sin
jamás cesar./Si yo fuera hombre, la fuerza que traba/esta re-
beldía que tengo en mi ser,/sería cual seda, de sutil y vaga/
que mi recia mano podría deshacer./[…] Si yo fuera hombre,
yo me haría tu hermano,/partiría contigo sueño y realidad…/
Viviría la vida sin este desgano/y esta sed de muerte y de eter-
nidad (Miró, Itinerario 342).

Ana Isabel Illueca es la primera poeta panameña que se


atreve a hablar claramente sobre la inquietud y la frustración de
quien se reconoce subyugada: la mujer víctima de la subordinación
cuyos derechos le han sido arrebatados, que no teme confesarse
rebelde, aventurera, deseosa de conocer el mundo y sus veleidades.
El poema es un reconocimiento implícito de la libertad mascu-
lina, porque el hombre, como ser para sí mismo, puede no sólo
recorrer el mundo sino construirlo, mientras a la mujer sólo le es
dado observar pasivamente desde la ventana. El discurso poético
de Ana Isabel Illueca es fuerte, su timbre, grave; se percibe en ella
la rebeldía de la mujer que no encuentra cabida en su medio por
limitado y limitante; por ello la denuncia, la ironía, la crítica a un
sistema que pregona igualdades y promueve injusticias; por ello el
rescate de lo autóctono, la búsqueda de las raíces y de un espacio
que le permita ser.
La fecha de publicación de su única obra –Antología poética
(1973)– es significativa de que al igual que Nicole Garay, Zoraida
Díaz y Ofelia Hooper, ella también guardó silencio; la obra de es-
tas poetas es recogida y publicada posteriormente, alguna, incluso,
es póstuma.
Esa inquietud de la mujer que se descubre en un mundo
hecho para el hombre se percibe en la poesía de Eda Nela, seudó-
nimo de Dora Pérez de Zárate (1912-2001), cuya actividad funda-

696 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mental fue la investigación folklórica junto con su esposo, Manuel
F. Zárate. Su primera obra poética, Parábola (1947), está dividida en
tres partes; de ella dice la autora:

Ofrezco esta obrita sin pretensiones de perfección. Si Parábola


logra llegar a un corazón ha tenido bastante. Está dividida
en tres unidades. En la primera, he agrupado los primeros
versos, en verdad tímidos y contrahechos. Los doy como sa-
lieron de mí, en la época feliz de mis primeros pasos. Son los
más antiguos y jóvenes. En la segunda, los de mi juventud de
Universidad y por último, aquellos que más amo, los que son
distintos a los otros porque fueron más vividos, más gusto-
samente saboreados. Allí están tristes y reales. Ellos son mi
parábola tercera (García 25).

Su poesía es íntima, personal, eco de sus vivencias más pro-


fundas; en ella se privilegia la subjetividad: “Por el aire/cabalgando
va la pena/¡ah manos de sol doradas/que no pueden detenerla!/
Solloza el mar que no siente,/se muere el agua en la arena./Mi
voz se ahoga en la bruma/que diseña el agua muerta./Sangre que
brota y que brota/haciendo chorros de pena…” (Parábola 32). Sus
versos “tristes y reales” son el eco de una queja; la mujer silenciada
cuya voz se ahoga en la bruma, que teje su discurso como una
parábola de la soledad a la que ha sido confinada durante siglos.
Volvió a publicar treinta años después: Añojal (1978).
Nacida en una familia de clase media alta, Esther María Osses
(1914-1990) opta por las ideologías de izquierda y se convierte en
resuelta luchadora por las causas de los oprimidos. Miguel Amado,
el prologuista de su obra Mensaje, dice que sus poemas:

Son el reflejo de un espíritu a veces aristocrático y a veces


popular; regional y panameño; pragmático y lírico; místico y
libertino; apasionado y glacial; profundo y liviano. Como en
el agua clara de sus ríos, en esta sensibilidad politeísta rever-
bera la infinita variedad del mundo. Sin recurrir a frases más o
menos sonoras, sin buscar jamás un efecto fácil o barato, sin
tener siquiera que rechazar figuras más o menos artificiales,
ella representa, translúcido y tremendo el enigma del mundo,

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 697


valiéndose de expresiones y de insinuaciones que son una ab-
soluta novedad en la poesía panameña (Miró, Itinerario 422).

Con Esther María Osses, la poesía escrita por mujeres en el


Istmo toma un nuevo rumbo; a diferencia de las poetas anteriores
que casi no publicaron, ella sacó a la luz cuatro obras que se corres-
ponden con diversas etapas de su vida: Mensaje, Guatemala (1945)
de estructura y temática vanguardista: “…Llevaba en mis entra-
ñas el impulso/ del águila sedienta de distancias…/Era pequeño el
mundo –¡que soberbia!–/ para la fuerza loca de mis ansias/ Pero
mi vuelo se estrelló en la noche./ Se cubrieron mis astros de ceniza./
Rotos mis sueños sololamente traigo, / tragedia silenciosa, mi sonri-
sa” (Oses, Poesía en limpio 27); La niña y el mar, Panamá (1954) recoge
los paisajes de otros mares y otros cielos y la añoranza de su propio
mar (entre 1947 y 1948 vivió en Argentina, también en Guatemala y
Venezuela): “Ahora sé que es tu mar el que me llama. / Tu mar azul,
tu rojo mar, tu verde mar, / tu mar de tres colores, / el que me si-
gue en puertos y ciudades / taladrándolo todo hasta la ausencia”
(Osses, Poesía en limpio 84); Crece y camina (1971) es un poemario de
esencias cuya belleza se sustenta en la simplicidad de sus versos:
“Mientras juegan los otros / trabajaremos / construyendo ciuda-
des / sobre la arena. / Una casita haremos / a cada niño, / con su
ventana al patio / y su patio limpio. / Una torre muy alta / para
la luna / un camino muy corto / para la estrella. / Para todos un
poco, / si somos muchos, / la arena es infinita, / la playa inmen-
sa” (Miró, Itinerario 427). Poesía en limpio (1976), obra de madurez
poética y humana que incluye los “Sonetos a Guatemala” dedica-
dos a las jóvenes patriotas guatemaltecas durante la invasión de
1954, esta última obra fue reeditada y aumentada en 1986:

Otra vez, extranjero, rubio auriga, /los nativos trigales piso-


teaba./Marta Lydia era un íbice, una espiga,/que Hahal, amo-
roso, custodiaba./Por esa antigua pena que fustiga/la estirpe
de Balam, muda y esclava,/no doblegó la ráfaga enemiga/
su verde corazón de cielo y lava./ […]. Ella, la flor, celeste
guerrillera,/abatirá, conquistador, certera,/tu sien, la del To-
natiuh, rediviva.

698 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Sus ideales humanistas la llevaron a sentir como propios
los males que provocan la injusticia, la explotación, la represión
sufrida por los pueblos de América, sentimiento que la impulsó
a combatirlos no sólo con la poesía, sino con la militancia y el
sacrificio. El poema “Panamá” (Poesía en limpio) es una alegoría de
la patria dividida:

El nombre por la mar se le ha perdido./Delfines, madreper-


las, ¿quién lo sabe?/¿Cómo perder –increpa el viento suave–
/cómo perder el nombre por olvido?/Volved a tierra. Por
la mar no ha sido./¿No veis su forma entre jazmín y ave?/
Id a los montes, indagad. Acabe/esta zozobra de no haber
nacido./No es por el aire, mariposa exacta/no es por el agua
con el pez, intacta,/donde amanece su primer asombro./Tal
vez aquí, bajo la herida tierra/al pie del árbol Panamá se en-
cierra/en este: grito con que yo la nombro (Osses, Poesía en
limpio 84).

Habitante de un mundo penetrado, la hablante lírica asume


esta realidad, presente en casi todos sus poemas: el mar, elemen-
to recurrente en la poesía de Esther María Osses, en la literatura
panameña es símbolo de colonización, presencia foránea, canal; al
retomar los distintos sentidos del nombre Panamá: “por el agua,
con el pez, por el aire, mariposa exacta, al pie del árbol Panamá”,
la poeta busca afirmar el sentido de la patria siempre amenazada,
nunca sometida, en un callado juego de imágenes.
Esther María Osses abre nuevos caminos en la poesía escri-
ta por mujeres en Panamá, a la par de la palabra limpia, expresión
de la idea clara y la estructura a veces clásica, a veces de vanguar-
dia, su poesía sale de la patria chica para inquirir en la patria grande
los conflictos y esperanzas, y retorna, renovada y pura. Su vida y
su obra poética marchan paralelas en un itinerario americano que
la condujo en una constante movilización social.
La nostalgia de esa patria, del solar cálido pero lejano, se tra-
duce en los versos de Rosa Elvira Álvarez (1915-1998), quien salió
desde muy temprano del suelo patrio para vivir en California. De
fino temperamento, erótica y mística a la vez, hizo del romance su
estructura poética preferida, acaso porque los romances andan a

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 699


gusto en el corazón del pueblo que los repite y los canta. La nos-
talgia que destila su poesía no es sólo por la tierra que añora, sino
por un espacio que no encuentra, que no alcanza y se resuelve en
pesimismo y negación: “Desatado llevo el llanto/como una greña
de plata/malherida la ternura,/la risa desamparada/y el dolor a
borbotones/como una vena cortada […] Ríos de hiel van bajan-
do/entre las orillas pardas./El desamparo me lame/de los pies a la
garganta/y aúlla desolaciones/en la puerta de mi casa … ” (Miró
Itinerario 435-436). La temática de la poesía femenina latinoameri-
cana, como señala Sara Sefchovich, se refiere al amor angustioso, la
pena, el desengaño, la soledad, el desamparo. En “Letra para un tan-
go”, arriba citado, la hablante lírica aborda estos temas en un des-
cubrimiento desgarrador de sí misma: mujer solitaria, desamparada,
cuya ternura malherida es inherente a su condición de sometimiento
y marginalidad.
Al igual que Esther María Osses, Rosa Elvira Álvarez tam-
bién publicó cuatro obras: Nostalgia (Los Ángeles, California,
1942), en la que aparece el romance que da título al libro, consi-
derado con Patria, de Ricardo Miró, un canto de añoranza y dolor
por la ausencia de la tierra natal; el poema figura en antologías y
textos escolares:

Llevo una angustia en los ojos/y otra más honda en el alma/


por haber visto estos cielos/y estos mares verde plata/las
manos pálidas traigo/y largas por la nostalgia/gaviotas de pi-
cos rojos/sin un hogar ni una patria./[…] De añorar tanto
el recuerdo/las uñas llevo gastadas/la soledad ha vestido/de
blanco todas mis lágrimas./Quisiera volver a veros/esmeral-
da de mi patria/Panamá que yo recuerdo/pequeña y enamo-
rada/de los crepúsculos rojos,/ sensual, joven, extasiada,/
con el traje a la rodilla/y una cesta de guayabas/mostrando
los dientes blancos/y una cintura delgada./ […] Ciudad, ca-
bellera al sol/ciudad, música lejana/peinándote descuidada/
entre abanicos de palma.

El poema se convierte en una comparación implícita de la


patria-mujer o la mujer-patria. La patria tendida en el paisaje tropi-
cal siempre verde y cálido, como la “Patria tendida sobre un istmo”

700 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de Miró, donde la mujer-patria tiene la cintura delgada como del-
gada es la cintura del continente de la patria-mujer; patria abierta
al mundo, partida en dos (“Pro mundi beneficio” como reza el es-
cudo), que más tarde recrearán poetas como Manuel Orestes Nieto.
La sensualidad del romance se logra a través de imágenes femeninas
que simbolizan tanto a la mujer como a la patria, de suerte que el
poema, más que una evocación, es un canto de amor al terruño. Su
poesía es la búsqueda de una realidad trascendente que se resuelve
en nostalgia: de la patria, del antiguo solar, del mar, la lluvia, el
sol de su tierra natal, pero sobre todo del amor y la verdad que la
eleven a esferas más excelsas.
El desarrollo de la poesía de Rosa Elvira Álvarez se vincula
íntimamente con su vida: de la sensualidad primera de Nostalgia
pasa a la tristeza del desarraigo y el desamparo de El alba perdurable
y Romance de la montuna (1969): “Por el aire/cabalgando va la pe-
na,/¡ah manos de sol doradas/que no pueden detenerla!/Solloza
el mar que no siente,/se muere el agua en la arena./Mi voz se aho-
ga en la bruma/que diseña el agua muerta./Sangre que brota y que
brota/haciendo chorros de pena … ” (El alba 15), para emerger en
el misticismo en Siete sonetos al Escorial (1970):

Vienes fuera de tu cuerpo/andando sobre las ascuas/quien


te ve no te conoce/por más que no lleves máscara/y nunca
sabrán si fuiste/hembra turbia o mujer clara/aunque San Ga-
briel envidie/la candidez de tus alas./[…] ¡Oh, Isabel, santa
de Hungría,/la ingenuidad de tu alma/sublimizaba tu cuer-
po/dadivoso y con la palma/de la noche de los sordos/–la
noche de las dos albas–/ibas del cielo al infierno/toda hielo y
llamarada … (Siete sonetos).

En este libro, culmen de su producción, llega al encuentro


con ese amado que presintió en Nostalgia, sólo para descubrir que
esa nostalgia será siempre perenne en tanto el alma, en búsqueda
incesante y angustiosa, aspira al encuentro de la tierra prometida.
El sendero trazado por Esther María Osses y recorrido con
paso firme por Rosa Elvira Álvarez se bifurca por otros rumbos
con el nuevo impulso de Stella Sierra (1917-1997), primera mujer
en ganar un espacio de reconocimiento y legitimación a través

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 701


del concurso Ricardo Miró en este género, justamente cuando
se instauraba en 1942, con su obra Sinfonía Jubilosa en doce sonetos:
“Sorprendió entonces la propiedad de su lenguaje, la pureza de
su concepción, su dignidad estética” (Miró Itinerario 451). Luego
publicó Canciones de mar y luna (Panamá, 1944); Libre y cautiva (Pana-
má, 1947); Cinco poemas, (Madrid, 1949); Poesías (El Salvador, 1962);
Agua dulce (Panamá, 1969, autobiografía).
Docente y periodista, ha sido valorada como poetisa ma-
yor por la universalidad de sus temas; Libre y cautiva es reconocida
como la obra que la identifica por la fuerza y perfección de sus
poesías; en ella, la mujer creadora se percibe libre, pero a la vez
cautiva en un ser y no ser que busca la perfección de la palabra y la
forma. Su poesía sensual, pagana, es pura exaltación vital jubilosa,
casi hedonista. Inmersa en el verde corazón del trópico, no se de-
tiene en la pura descripción del paisaje, sino que se deja arrastrar
por el vivo sentimiento de la naturaleza que la empuja a fundirse
con ella como criatura afín, sin sentimentalismos, sino con una
fuerte sensibilidad. “Por eso su verso no es hinchado ni flojo, ni
retórico. La disciplina le recorta las palabras y las mide, como si
su alrededor no estuviera presente sino tamizado, visible sólo
para su espíritu” (Schultz, Littera 1-7).
El credo de Stella Sierra se resume en crear una poesía
“bastante pura”, según sus propias palabras, poesía, continúa,
“honda de misterio como clara de imágenes, inspirada sí, pero
refrenada por el oficio, por la técnica”. Para ella, la poesía debe
ser libre, debe estar lejos de los fines ideológicos, sentimentales,
morales; por ello, concibe la poesía social como un mero instru-
mento al servicio de una idea, “de grupos que se agitan entre ban-
derolas y para quienes la poesía es una insignia más”; la poesía,
dice, “es el arte autónomo que aspira a liberarse de todo com-
promiso con lo doméstico y cotidiano” (Maga no. 32-14). De allí
que su producción sea límpida, clara, esencial. A estas alturas de la
producción poética femenina en Panamá, la poesía tiene alas propias
y en Stella Sierra, la aguda percepción de la fuerza de la palabra que
en ella tiene profundas raíces hispánicas en cuanto al plano de la
expresión, se resuelve en imágenes tropicales en esencia ístmicas:
sol, mar, luna, viento, brisa; imágenes de su tierra vinculadas con
la estrecha relación telúrica de la mujer con el planeta. El soneto

702 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


“Verano”, incluido en Sinfonía jubilosa, expresa el deleite de los sen-
tidos y el placer de asumir la naturaleza y fundirse en ella:

¡Qué florecer de sol, de luz y brisa/trae en su cesto verde mi


verano!/¡Qué fragancia lustral, que juego vano,/qué repicar
del aire tan de prisa!/El limonero en flor y la imprecisa/que-
brada azul que corre allá en el llano…/¡La rosa de oro que
soñó el lejano/placer de dar la vida en la sonrisa!/¡Gloria de
amanecer, lumbre del cielo,/embriaguez de la acacia que es el
vuelo/de una avecilla frágil, libre, pura! /Verano, amor, en-
canto, dios orfebre:/¡báñame en tu rocío y en tu fiebre/para
gozar de toda tu hermosura! (Poesía completa 82).

La mujer ha descubierto que la creación poética es ejercicio


de la propia libertad, de una decisión de ser, como dijera Octavio
Paz (Paz 179), y en esa realización, su ser mujer emerge libre, inte-
gral, transparente. Su poema “Mujer, sexo dolido” (Libre y cautiva)
es una visión de esa mujer integral: la mujer misterio, fuente de
vida, “prohibida y dulce”, “punto del tiempo”, “eje de lo infinito”,
desconocida y sabia, dueña de sí y del mundo: “¿Por qué corrió tu
sombra hacia la redención?/Cabalgabas un sueño: el sueño era la Vi-
da;/y tus brazos en alas, teñidos de infinito,/y tus orejas lilas eran
flor sin perfume;/porque eres tú la esencia de lo puro y eterno”
(Libre). Metáfora de la maternidad, del poder creador que identifi-
ca a la mujer y la convierte en misteriosa y temible, es también un
canto que rezuma nostalgia y dolor, pero se resuelve en esperanza
por la certeza de que es un ser con historia propia:

Vas por todos los rumbos como transfigurada;/como cáliz


abierto para la llama viva,/como rosa que muere del llanto
en el instante,/como pájaro libre –flecha aguda en el cielo–/
para tu laxitud./… ¡Escancia ya tus néctares en el vaso del
hombre!/¡Tú, liviana en el aire,/ritmo pleno del sexo,/aspira
en tus latidos el sino de tu dios! (Poesía completa 118).

Ya no es la mujer que espera, tampoco la que apenas se atre-


ve a expresar una queja o un deseo; ella es la que “no tiene tiempo
para pensar en el significado de la vida”, porque ha entendido que

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 703


“la vida se hace” y es “un continuo asombro de las cosas” (Schultz
1-4) y en ese gozo de vivir va al encuentro de sí misma. La madu-
rez poética de Stella Sierra, el valor universal de su poesía, la sitúan
en una de las cimas de la literatura panameña y latinoamericana
porque ella fue una mujer que “rompió todas las cadenas” –según
dijo en una entrevista– (Schultz 1-4); en su poesía “está siempre
presente la amazona que sabe lo que quiere y por donde tiene que
ir; no hay en ella desenfreno ni vertiginoso pasar; busca lo bello
sin dar un paso más ni uno menos, y las palabras le nacen con las
exactas dimensiones, como árboles que temieran llenar de sombra
su camino” (Correa, “Prólogo” Aguadulce… 6).
Un nuevo aliento, de profunda raigambre hispánica, anima
la producción poética de estas tres mujeres, oferentes de una poe-
sía que es jarana y danza fúnebre, baile erótico y vuelo místico, en
todas converge la exaltación de la naturaleza: su trópico cálido y
lujurioso, efervescente y mágico, verde y azul. Esta predilección
no obedece simplemente a una moda; es el fruto de un sentimien-
to telúrico medular que indaga por las identidades del ser ameri-
cano, del ser panameño, del ser mujer y hombre en un continente
que apenas se descubre y se conoce, pero que enamora, seduce y
llama. Es también el hallazgo de sí mismas en la creación poética
y la revelación de sus mundos interiores que inclina a Esther María
Osses por el humanismo, conduce a Stella Sierra hacia su libertad
humana y lleva a Rosa Elvira por los caminos del misticismo.
Poetas de una segunda etapa, nacidas después de 1925, son
Matilde Real de González (1926), Sydia Candanedo de Zúñiga
(1927) y Elsie Alvarado de Ricord (1928-2005).
La obra de Matilde Real se recoge en Detrás queda la noche
(1950), Éstas son mis voces (1961), Poema fragmentario (1965) y Quin-
ce sonetos para existir (1966). La soledad y la desesperanza son los
motivos de su poesía; la maternidad fracasada provoca un lirismo
lleno de angustia y melancolía que se equilibra en los poemas de-
dicados a la infancia plena de vida: “Si nunca pude con mi voz lla-
marte,/y sombra esquiva del deseo has sido,/¿por qué ese empeño
tan febril de amarte/por qué sigues en mí, si no has venido?/Hijo
de adiós, la pena de adorarte/es sangre pura al corazón transido,/
es luz en la tiniebla de añorarte/y música de amor para mi oído”
(Real, Éstas son mis voces). En ella se repiten los viejos temas de la

704 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


mujer abandonada y sola, cuya gran realización es la maternidad,
que la alejan en temática y forma de las poetas anteriores.
Zydia Candanedo de Zúñiga: Una rosada estrella en la vendimia,
segundo premio del concurso Ricardo Miró en 1969, El girasol ca-
minante, 1975; Memorial de la casa grande, 1976; Sinfonía del agua y de las
pequeñas cosas, 1994, y Las flores de mi vendimia, 2007. Su poesía está
impregnada del amor a la naturaleza, a las cosas sencillas y cotidia-
nas: “El hilo de una estrella,/se cayó de repente,/y enlazó con su
ovillo/la luz, la bruma, el viento/y los trajo extasiados/muy cerca
de mi sombra,/muy lejos de mi cuerpo./Los recogí anhelantes/
como quien roba sueños,/para dejar llevarme/de un empuje vio-
lento” (Miró, Itinerario 506).
Académica de número, Elsie Alvarado de Ricord es autora
de doce libros, siete de ellos de producción ensayística y otro más
es una Antología de escritores panameños contemporáneos (1962), que ha
sido incluida íntegramente en el Diccionario de la literatura latinoame-
ricana editado por la Unión Panamericana en Washington en 1962.
Su obra poética se recoge en cinco textos: Holocausto de rosa, 1953;
Entre materia y sueño, 1966; Pasajeros en tránsito, 1973; Es real y es de
este mundo, 1978, y Siempre el amor, 2002.
Elsie ha sido llamada “la poetisa del amor”, eje semántico que
atraviesa y define toda su obra poética y es que para ella el amor es
pulsión vital porque sólo se vive “en la medida en que se ama”. El
amor, como acción vital, es la razón de ser de la mujer y el hombre
lo conforma como única posibilidad de trascender en el mundo.
“En su cosmovisión poética el hombre cesa con la muerte, pero
sólo el amor, el erotismo, la sensibilidad y el sentimiento abren la
puerta hacia la eternidad a través de la maternidad” (Ruiloba, “Elsie
Alvarado de Ricord…” 35). El erotismo, presente desde Holocausto
de rosa, propicia un refrescante impulso a la poesía femenina en el
Istmo: ella se libera de los esquemas patriarcales judeocristianos que
polarizan al ser humano en cuerpo y alma e identifican el alma con la
pureza inmaculada del amor espiritual, y al cuerpo, con la llamarada
que arrastra a los abismos del barro en el amor sexual; al romper las
ataduras, la poeta equilibra los componentes antitéticos de la esencia
humana para hacerlos emerger en sustancia pura, única sustancia
cuerpoalama/almacuerpo de la que fluye un amor sexual tan puro
por cuanto se genera en el espíritu: “Qué puro es el deseo” –dice–

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 705


porque ha comprendido que el vehículo natural del amor son los
sentidos: “Escuché su palabra/en los cinco lenguajes de la carne/y
acogió mi ternura con los brazos abiertos./No tienen las estrellas ni
los pájaros/el inefable cielo que conocí en sus brazos” (Alvarado,
Holocausto de rosa). Los términos ternura, estrellas, cielo, apuntan a ex-
presiones del espíritu, de suerte que el binomio antitético cuerpo/
alma deja de existir para convertirse en el monomio amor.
Pasajeros en tránsito, catalogada por algunos críticos como la
cima de su quehacer poético, es una reflexión profunda sobre el
amor y la condición finita del ser humano y su desarraigo. “Aquí su
poesía trasluce una concepción filosófica materialista del mundo,
profundamente enraizada en la vida, en un humanismo que no tie-
ne manchas metafísicas, ni teológicas” (Ruiloba). La ausencia, las
despedidas, la finitud coartan el amor pero no lo destruyen; así, en
“Amor ausente”, poema que abre este libro, la poeta dice: “Amar
ausente es orbitar la vida/desde las alas frías de la muerte”; el
amor nos salva de morir aunque su ausencia desgarre la vida, por
eso en el poemario se reiteran expresiones de separación, parti-
da, retirada: “Siempre estás más allá como el mañana”, “Me duele
este morir de ti, sin ti”, “Esperar es morirse aunque uno sobrevi-
va”, “Cuando tu boca dijo adiós/mientras tu cuerpo me llamaba”,
“…hacia el adiós que es siempre/la estación de llegada” (Pasajeros
179). Sin embargo, el amor es también milagro y resurrección; en
“Vendrás”, la hablante lírica se funde una vez más con su objeto
amoroso y dice: “Vendrás, y en mi trayecto solitario/discurrirán
las aguas sublevadas,/y profundas corrientes represadas/cumpli-
rán su destino originario./… Pasajeros en tránsito, la vida/anuncia
la salida de su vuelo/sin boletos, ni aduana, ni censura./Qué pla-
cidez azul en la partida./Ansia de amor, alcanzaré tu cielo/hasta
morir del vértigo de altura”.
Somos pasajeros en tránsito, habitantes de un mundo verti-
ginoso, promotor de una cultura de masificación en donde el ser
humano se convierte en marioneta y el genuino amor se trasto-
ca en “experiencia orgiástica”, al decir de Fromm (Fromm s.f). En
Pasajeros en tránsito, la poeta aborda también estas contradicciones y
ambigüedades:

Suena el timbre. Es la puerta./Es el teléfono./Es que empieza

706 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la hora. Es que termina./Es siempre el sobresalto./Es el des-
pertador/que cierra el sueño, la ventana hacia dentro/donde
los débiles algunas veces nos guarecemos/de la mirada de los
dioses./Ya los dioses no lanzan rayos ni tempestades:/un siste-
ma de timbres es lo más efectivo./También la muerte un día nos
llamará con timbre (Siempre… 190-191);

para concluir que sólo el amor, con todos sus matices y manifesta-
ciones –portador del fuego de la vida–, redime a la humanidad.
Es real y es de este mundo (1978) sigue la misma temática del
amor ausente, el amor hecho sueño, anhelo, a veces presencia
intuida, casi nunca realizada. Los verbos y las construcciones en
modo potencial condicionan la entrega amorosa que sólo se reali-
za en el deseo: “Si estuvieras en mí materialmente”, “…y qué dul-
ce sería/poder cerrar los ojos”, “Si fueras como el tiempo/podría
sincronizarte”; “…caminaré hasta ti/aunque nunca te alcance”.
No se trata ya del deseo sensual, sino del anhelo íntimo y la cer-
teza de que el amor se consuma en el roce de una mirada, en una
sonrisa compartida, en el recuerdo de un momento vivido. Por
eso la ausencia, aunque duele, no es obstáculo para seguir aman-
do: “Nada es más real que este sueño:/todo cede a su presencia./
Nada tan mío/como tú, que a la distancia/enciendes mi alma con
tus besos”. El amor no se queda en lo puramente erótico porque
se fundamenta en la ternura, en la admiración, en la aceptación ple-
na del amado y en la capacidad de experimentar la unidad con él, la
fusión con su ser íntimo, aun en la ausencia.
Rafael Ruiloba ha visto en este libro “una defensa velada a la
temática de su poesía (el amor que es siempre real y es de este mun-
do), ya que ciertos criterios subjetivos […] encuentran este tema un
poco aislado de la realidad social” (Ruiloba, “Elsie Alvarado de Ri-
cord…” 37). Lo cierto es que la poesía de Elsie Alvarado de Ricord
tiene un trasfondo ideológico profundamente humanista: se trata
aquí de rescatar al ser humano, de volverlo a su esencia primigenia
donde el amor es la única “coartada de la esperanza”.
Elsie Alvarado cuenta, además, con otra producción no re-
cogida en volumen, en la que aborda temas sociales, políticos e
históricos. Por ejemplo, “A los Héroes Panameños” escrito luego
de los acontecimientos históricos del 9 de enero de 1964; estructu-

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 707


rado en perfectos endecasílabos, es un poema dialógico que evoca
un referente histórico inmediato. Poema testimonial, rebosante de
indignación y amor patrio, es un documento de concienciación
nacionalista; en él, los jóvenes mártires son “compañeros”, los
habitantes de la Zona del Canal “desleales inquilinos zoneítas”.
A través de oposiciones onomásticas precisas: “No descendéis
de Washington, de Lincoln … por vuestros labios hablan sola-
mente/los Teodoro, los Truman, los MacCarthy”, y al mencionar
los nombres de algunos de los jóvenes asesinados “Rosa Elena
Landecho –trece años–/del maternal regazo desprendida,/te ha
acogido el regazo de la historia”, se reitera la intencionalidad tes-
timonial, especialmente a juzgar por los versos que concluyen el
poema: “Los héroes no yacen en la tumba:/remueven la concien-
cia de los pueblos” (Alvarado, Siempre… 146-149).
No existe homogeneidad cultural ni estética en las poetas
de este período. Lo que en sus inicios fueron tímidos esbozos e
incipientes quejas, se va convirtiendo en palabra propia: la prosa
sencilla de Ofelia Hooper da paso a una voz más atrevida y resuel-
ta en Ana Isabel Illueca y la añoranza de la patria en Rosa Elvira
Álvarez, para franquear en el decir claro y sin cortapisas de Stella
Sierra y Elsie Alvarado.
El desarrollo de la producción poética femenina ha pasado
por varias etapas: la inclinación social y patriótica de Amelia Denis,
el ruralismo de Nicole Garay y Ofelia Hooper, el intimismo de Eda
Nela, el humanismo de Esther María Osses y la rebeldía de Ana
Isabel Illueca, hasta arribar al misticismo de Rosa Elvira Álvarez, la
exaltación vital de Stella Sierra y el amor esencial de Elsie Alvarado.
Estas mujeres, inmersas en un mundo convulso y despersonalizante,
protagonistas del desarrollo histórico y cultural de la patria, a partir
de su situación humana original, han creado un universo poético
revelador de la condición humana universal. De aquí en adelan-
te, las voces poéticas de las mujeres panameñas abrirán un nuevo
prisma de significaciones, asistirán a un indudable despertar de
nuevas formas en un afán de libertad.
La estética postvanguardista propició en la literatura pana-
meña la apertura de nuevas perspectivas, se afina el concepto de
poesía y se privilegia el gusto por lo universal humano. La literatura
de este período gradualmente se transforma en conciencia de lo

708 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


propio; ya no basta la negación o repudio de lo ajeno, sino que se
busca la afirmación de la propia identidad, de la propia existencia;
“la poesía pasó a ser panameña en nuestro país cuando el mismo
lenguaje se expresó a la manera nuestra […]. Descubrir en la lite-
ratura nuestro modo de decir sería, como fue, descubrir asimismo
nuestro ser cultural y nuestra existencia” (Correa, Revelaciones 80-81).
Esta poesía buscará las venas más secretas y más ricas de la realidad
panameña, sin caer en la demagogia o el panfleto; educará a un pú-
blico nuevo en un momento crucial de su historia, en ese “perpetuo
desgarramiento del ser” del que hablaba Octavio Paz: Diana Mo-
rán (1932-1987), Bertalicia Peralta (1939) y Moravia Ochoa López
(1939).
Conocedora y amante de la poesía clásica, Diana Morán
(1932-1987) emplea su propia; para ella, la poesía tiene una fun-
ción social importante, una función revolucionaria, por eso canta
a todo lo que concierne al ser humano: el amor, los sueños, el
trabajo, los problemas. Su estética se emparenta con la de Roque
Dalton y Otto René Castillo, por lo combativa y revolucionaria;
ella leía con placer a César Vallejo y admiraba a Neruda en su
propuesta sobre “una poesía impura como un traje, con arrugas,
observaciones, sueños, declaraciones de amor y de odio, bestias,
sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirma-
ciones, impuestos” (Neruda, Para nacer he nacido 120); por ello su
poesía tiende hacia la realidad sociopolítica de su país sin descui-
dar esa otra realidad “imaginaria y multiforme”. Hizo suya la idea
que apuntaba Julio Cortázar: “… la realidad de la que se está ha-
blando es una realidad escogida por razones revolucionarias, por-
que es la realidad sociopolítica la que hay que cambiar” (Collazos
et. al, Literatura… 68).
A partir de Eva definida (con Ligia Alcázar, 1957), identifica
lo político con lo erótico en una perspectiva femenina de ruptura
con relación a la tradición poética femenina del país; la Eva de
su poema dará a luz una generación en la que no haya hermanos
oprimidos:

Mujer… Eva de sed esperanza/irrumpo en tus corrientes ma-


teriales/para beber las aguas sindicales,/cabecillas de carne
desgarrada./Y así … Sencillamente enamorada/ser la novia de

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 709


mieles corporales/–esposa de azahares verticales–/en éxtasis
de tierra liberada./Quiero beber el agua colectiva/–quebrada de
ternura combativa–/de la totuma fresca de tus manos./Nutrir
el istmo nuevo de mis hijos/con la revolución de besos fijos,/
síntesis de la bocas y los granos (Morán 27).

Ya en este primer poema se identifica el amor de la pareja con


el de la hablante lírica y su país, por eso Adán es “¡Hombre-Istmo
[…] Adán de barro verde!, […] Camarada de siempre”, en una ho-
mologación clara de la patria/istmo con el hombre, quien la amará
y, en la plenitud de la entrega amorosa, la Eva sedienta del primer
poema renacerá superada, sabiendo que el sentido de su vida será
luchar por la libertad de su pueblo y escribir la nueva historia de un
país libre. El destino de su país constituye el centro de atención en
la obra de Diana Morán: el amor a su tierra y a su gente, su dolor
por la patria lacerada, su interés permanente por los humillados y
ofendidos, se resuelve, sin embargo, en la esperanza que supera el
dolor y la muerte.
Soberana presencia de la patria (1964), poema de 133 versos, es
el llanto y el grito de Diana por los trágicos sucesos del 9, 10 y 11
de enero de 1964, cuando los estudiantes del Instituto Nacional
quisieron izar la enseña patria en la Zona del Canal y hacer cumplir
el acuerdo de 1963; es, asimismo, una denuncia, ante el mundo,
de la política estadounidense del abuso continuo a los países la-
tinoamericanos haciendo alarde de su poder económico-militar y
la incongruencia entre el decir y el hacer de los gobiernos de los
Estados Unidos:

Escuchen lo que digo,/con una brasa de odio/en el pájaro


dulce que habitaba mi seno,/aunque la barba de Walt Whit-
man hable/de familias de hierba y moral manzanera./La Pa-
tria se fue, como siempre se ha ido,/con su camisa blanca/y la
corbata azul de adolescencia,/con el civismo juvenil de su pa-
so/y el fértil batallón de sus arterias/a enarbolar el vuelo allí
donde cortaron/las alas tricolor de sus emblemas (Morán 45).

La alusión a Walt Whitman que cantó a la democracia y a


la fraternidad universal en Hojas de hierba resulta irónica al com-

710 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


pararla con la situación de violencia que enfrentaron los jóvenes
estudiantes inermes.
La hablante lírica necesita desahogar su dolor y su furia im-
potente contra el país agresor, a través de un lenguaje cargado de
ironía: “¿Quién reclama la sílaba final de un corderito/para ensa-
yar un apretón de manos/aquí, donde quedó sin gasas el hospital/
para cubrir la fuga de amapolas?/Quién, quién se atreve a rezar:/
Tío Sam, Santa Claus, Cuerpo de Paz –Arca de las Alianzas, Con-
suelo del Afligido–/el corazón agujereado/cicatriza con verdes
papelillos” (Morán 46). Panamá se convierte en metáfora de cor-
derito; la fuga de amapolas es una imagen de las heridas mortales
de los adolescentes que no fueron atendidos en la ciudad de Colón
porque el ejército cerró la carretera Transístmica e impidió el tras-
lado de plasma sanguíneo y la asistencia médica que requerían los
heridos, una violación más de los convenios. A través de la letanía
Tío Sam, Santa Claus, Arca de las Alianzas, símbolos que repre-
sentan al país invasor, se desmitifica la preocupación aparente de
los Estados Unidos por los países del tercer mundo (recordar la
famosa Alianza para el Progreso cuyo “logo” era un apretón de
manos). Y luego dice: “Ese disfraz de oveja, hermano lobo,/ya
no engaña el candor de las violetas/[...] Yo tengo que gritar:/mis
muertos son vivas sembraduras,/ataúdes que nutren la esperanza/
con el ritmo ascendente de la lucha” (Morán 47).
La anáfora “Yo tengo que gritar” recalca el compromiso de
denuncia, porque guardar silencio es hacerse cómplice de las injus-
ticias; el yo lírico toma la voz de los muertos para decir la verdad
en los versos donde alude a la distorsión de la noticia por parte de
la United Press International (upi): “…yo tengo que gritar/en los
cuatro puntos de la rosa del aire/donde soltó la upi sus vampiros”
(Morán 47), porque la upi difundió su versión de los hechos en com-
plicidad con el gobierno de los Estados Unidos. La hablante lírica
se siente obligada a gritar, no sólo para denunciar, sino para crear
conciencia en los panameños y animarlos en su lucha por la libertad.
Como toda poesía revolucionaria, la de Diana Morán se re-
suelve en la esperanza; a pesar de la muerte, o a partir de ella,
renacerá la vida con una nueva fuerza para seguir combatiendo:
“Del hijo acribillado retoñan muchos hijos,/del obrero en el polvo
mil obreros regresan,/del semen inmolado toda cuna germina”

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 711


(Morán 48). La poesía de Diana Morán tematiza la historia pana-
meña. Desde una perspectiva de mujer, presente en una actitud
tierna y amorosa hacia los caídos, equiparable al desprecio contra
el asesino, se expresa el dolor vivido por el pueblo panameño, no
sólo desde una perspectiva sincrónica, sino a través de la histo-
ria de intervencionismo y abusos sufrida por Panamá. Su poesía
siempre tiene como referente la patria que convierte en material
poético y le permite cantar sus experiencias y dolores preñados de
esperanza.
Moravia Ochoa López (1939). Su obra poética la componen
Raíces primordiales, 1961; Cuerdas sobre tu voz, 1966; Donde transitan los
ríos, 1967; Ganas de estar un poco vivos, 1975; Hacer la guerra es ir con
todo, 1979; Me ensayo para ser una mujer, 1985; Contar desnuda, 2000;
Nunca menos que el singular milagro-La gracia del arcángel, 2005; La casa
inmaculada, 2005. En varias ocasiones ha merecido el premio Ricar-
do Miró por su producción. Para Moravia,

una granada no es una palabra/pero/una palabra puede estar


cargada y/hacerse una granada o una bala/estallar/justamente
allí donde es necesario/por eso/queremos la poesía cargada de
batalla/de países/de hombres/de pequeñas descargas/y si una
palabra es pólvora/seguramente/estamos de acuerdo en que/
no es aceptable gastar/pólvora en gallinazo/en pop/en in/si
con palabras podemos hacer que/el compañero entienda/por
qué es necesaria una revolución (Ochoa 25).

Este poema –“Una palabra”– representa el ideario social y


político de Moravia Ochoa López, cuya poesía fue también un arma
de combate contra los desmanes del imperialismo estadounidense;
ella, junto con Diana Morán y Bertalicia Peralta, conforman el trío
de poetas panameñas que han vislumbrado con claridad meridiana
la realidad de opresión de un pueblo víctima de muchos de sus pro-
pios gobernantes quienes, en abierta alianza con el país norteño, han
escrito la historia de la patria con sangre y dolor.
En otros poemas, Ochoa asume un tono más personal, a
veces triste, un tanto confesional, en ocasiones irreverente: “Tre-
padora traspasa/levántate como lo haría el viento/violento/y no
te agaches/es mejor ir marcada por un loco dolor/que no tener

712 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


sino silencio/es mejor ir profunda/que ser la plana tierra sin rosal
o sin nada…” (Ganas de estar… 32).
Dotada de rasgos muy concretos, a veces muy enunciativa,
la poesía de Bertalicia Peralta (1939) parte de la razón y se bifurca
en dos temas fundamentales: el amor como sentimiento universal
y el destino del país. Su obra poética la conforman: Canto de esperan-
za filial, 1962; Sendas fugitivas, 1963; Dos poemas, 1964; Atrincherado
amor, 1965; Los retornos, 1966; Un lugar en la esfera celeste, 1971; Himno
a la alegría, 1973; Libro de fábulas, 1976 y Leit-Motiv, 1999.
En ocasiones recurre a expresiones fuertes e irónicas:

El revolucionario muere/de lucha en el combate/o de tor-


tura/o de traición/y nadie le hace un homenaje/la bandera
patria no abraza su cuerpo/su nombre es proscrito de los
labios del pueblo/muere el explotador el que/abusa el que
para colmo/ejerce cargo diplomático/el que jamás entendió
el amor entre los hombres/y se declara duelo nacional (Peral-
ta, Himno a la alegría 21).

Su poema “A una mujer” es una clara exhortación al desper-


tar de la mujer, un llamado a la par que una alabanza, un recono-
cer y reconocerse mujer: inteligente, fuerte, suave, capaz de romper
esquemas para crear nuevos mundos: “Eres más inteligente que el
tiempo/has ganado más batallas que los/que las han provocado/
eres más suave que el rocío/más ligera que el viento/y todavía pre-
guntas ¿qué hacer?” (Peralta, Casa Flotante 10). La lucidez de su hacer
poético se define en la denuncia y la necesidad de crear conciencia
sobre la injusticia; la poesía se convierte en visión crítica a través de
la ironía, la enumeración de elementos y la reiteración de sentidos.
Giovanna Benedetti (1949) es poeta, cuentista y ensayista.
Entonces, ahora y luego, 1993; Entrada abierta a la manción cerrada, 2006;
Música para las fieras, 2013, son sus poemarios; los tres, ganadores
del premio Ricardo Miró. En Entonces, ahora y luego, hace referen-
cia a tres tiempos históricos de Panamá en la América india: es el
relato de lo que fue en un principio y revaloriza elementos de la
cultura indígena en esta tierra dulce que, al nombrarla reiterada-
mente en femenino, construye imágenes sensuales de un conti-
nente femenino:

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 713


Madre/padre/piedra/continente./Hermano de la selva/hijo
del río./Compañero de sombra/escucha:/en el principio/
era el mar/(oye lo que te digo)./Entonces/fue el abismo y vino
el fuego;/y hablaron en la noche las/palabras: Sea esta/tie-
rra dulce/como la piel/de caña!/Y fue/Abya Yala/la de la
vulva de agua y/volcanes como pechos; (primer día)./Cre-
ció Abya Yala/inmensa desde su árbol/florido./El sol volcó
su espuma y/engendró entre sus playas/muchedumbres de
orquídeas;/y fue su/concha/viva/viva/fuente/ombligo pri-
migenio;/y hubo luna menguante: (día segundo)./Y dijo el
Huracán: ¡Reviente el/firmamento y/haya/tormenta y/caiga
el/aguacero/y hierva el continente de/lagartos, de iguanas
y de/grillos/y sean sus/bestias tantas/como estrellas!/Y así
fue;/cayó la lluvia a flechas sobre/las sementeras/y zumba-
ron en/las miasmas las/libélulas,/las ranas/los zancudos./Y
hubo en los cardinales/trópicos y nieves/y desiertos y/pam-
pas y/arco iris: (día tercero) (Benedetti, Entonces 13, 15).

Esta primera parte encierra también dos períodos de la his-


toria colonial del Istmo en el que crea una imagen de bullicio y
confusión en un momento en el que Panamá se constituye como
puerto mercantil con un destino de patria-mujer como “Vieja y
putañera ciudad de Panamá/puerto mercantil y venturero/plaza
de trata y/contrata/ciudad de paso y traspaso/Panamá, camino de
más allá…”, que recuerda a “Panamá la abierta/Panamá la fácil”,
de Demetrio Korsi; se encuentra en este poema una revaloración
de la historia y una invitación al redescubrimiento. La segunda
parte, ‘Ahora’, representa un regreso a las raíces, un conjunto de
voces y ritos indígenas que reclaman identidad y respeto, repre-
sentan el signo de la vida. La tercera parte, ‘Luego’, se refiere a la
visión del ser y de una nacionalidad en el fin de siglo. Toca aho-
ra la voz a un hablante mujer que utiliza metáforas y verbos que
rompen con el canon: “A veces duermo estrellas de algún/color
prohibido […]/bebo el celo/tranco el viento/abro mi tregua”. El
poemario se cierra con un epílogo brevísimo a destiempo que es
una visión de la Panamá invadida en 1989.
Hasta aquí, la progresión de la poesía escrita por mujeres
en Panamá denota cambios sustanciales. Cuando la mujer toma

714 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


la palabra lo hace con una conciencia profunda de lo que desea
comunicar, no se trata simplemente de un ejercicio de desahogo;
es la necesidad de apropiarse de un espacio que le permita el ejer-
cicio de la palabra que será expresión de una genuina autenticidad
no circunscrita al ámbito de lo íntimo y personal, sino capaz de
abarcar la universalidad del mundo vista con un prisma de mujer.

Rompiendo paradigmas (poetas nacidas entre 1950-1969)

La producción literaria de las poetas nacidas a partir de 1950 es


mucho más variada, pues casi todas ellas se manifiestan, además,
como narradoras o ensayistas. Estas autoras viven un momento
histórico propicio al cambio, a la ruptura de patrones patriarcales
enmohecidos y alienantes; buscan la libertad no sólo interior, sino
la libertad social y política que les permita desarrollarse integral-
mente como seres humanos; por tanto, su poesía es provocati-
va; el lenguaje, atrevido, los temas personales adquieren carácter
universal; saben que no están solas, que los movimientos reivin-
dicativos de la mujer les han proporcionado los elementos para
una expresión más genuina en la que echarán mano de la paro-
dia, la ironía, el grotesco, en un afán por desacralizar el discurso
oficial. También los temas subvertirán el orden al incorporar lo
erótico sin eufemismos, que expresará las vivencias más íntimas
sin sonrojos ni remilgos: Luz Lescure (1951), María del Socorro
Robayo (1951), Gloria Young (1952), Virginia Fábrega (1953), Vi-
viane Nathan (1953), Donna Petrocelli de Him (1953), Ernestina
Rojas (1956), Méreci Morales (1956), Julia Regales de Wolfschoon
(1955), Consuelo Tomás Fitzgerald (1957), Mariafeli [María Fe-
licidad] Domínguez (1960), Indira Moreno (1969), Eira Harbar
(1972) y Ana Lucía Vlieg Quintero (1979).
Luz Leacure, 1951, es licenciada en Relaciones Internacio-
nales por la Universidad de Panamá, con estudios de posgrado
en Oxford, Inglaterra. Ha publicado varios poemarios, entre ellos
Añoranza animal, 1995; El árbol de las mil raíces, 1998; Volvería a ser
mujer, 2000; El mundo es un silencio, 2012, entre otros.
De su poesía, ha dicho el filósofo León Aguilera: “Luz
Lescure absorbe lo humano y lo trascendental en sus piezas líri-
cas y en cuanto pinta con deslumbramiento, que nos resume su

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 715


alma cívica y cosmopolita, tropical, y tendida a las palpitaciones
ecuatoriales y nórdicas. La poetisa se libra de los trajes ceñidos
y echa a volar etéreamente sus túnicas sutiles al viento libre…”.
El poemario de Luz Lescure, El mundo es un silencio/Himno en ho-
nor a Ochún (Editorial Palo de Hormigo), fue presentado por la
poeta laureada, Carmen Matute, el jueves 9 de febrero de 2012 en
la ciudad de Guatemala, quien define el trabajo lírico de Luz de la
siguiente manera:

…este libro es un canto a la vida, al amor, es una celebración


del cuerpo pero también del espíritu. La pasión, el deseo in-
candescente, los placeres de la sensualidad, son temas que apa-
recen en los libros anteriores de Luz como los más caros a la
poeta. Y ‘El mundo es un silencio’ no podía ser una excepción.
La poeta en este nuevo libro redime, recupera, reclama el eros
femenino con su propio lenguaje. Por ejemplo, en el poema
“Hechicera felina” hace evidente su enardecida personalidad,
que la muestra con arrogancia y satisfacción: “…a los felinos
nos encanta jugar con nuestras presas,/es un karma, una ex-
presión genética./Perdona que te haya tendido trampas,/per-
dona que haya caído en tu juego de tigre y comadreja/sabiendo
que mi naturaleza te iba a devorar…” (referencia). Pero en
realidad Luz es ternura, pasión y generosidad, entonces es
cuando nos envuelve en una dulce caricia: “…si necesitas
paz,/ven a mi corazón,/si necesitas tristeza/te ofrezco la
mía/que es grande y profunda como un océano/si quieres
mi alegría/tengo un carnaval en la mirada/y danzas caribeñas
en el alma…” (referencia). El albedrío de su espíritu reclama
a su amado: “…Tengo derecho a ti/al cuerpo de mi cuerpo/
porque tengo derecho a la ternura,/a la pasión, al goce,/por-
que este es mi cuerpo…”. El agua brota en uno de sus más
bellos poemas: “He aprendido/la importancia del agua,/es el
nido/donde duerme la vida/y se arrullan los cantos/de los
pequeños trinos./Es cascada de luz/en donde Eros juega/en
su infantil demencia/y nos arrastra dulce/hacia el Amor…
(Aguilera, “El mundo es un silencio”).

716 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


María del Socorro Robayo Pérez, 1951, es profesora regular
titular en la Universidad Autónoma de Chiriquí, Magíster Littera-
rum en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Costa
Rica (ucr), ciudad universitaria Rodrigo Facio. Ha publicado ar-
tículos, ensayos y poemas en revistas y periódicos de circulación
internacional, nacional y local, tales como Supra, Crisálida, Identi-
dad Centroamericana y en el libro Aportaciones para una historia de la
literatura de mujeres de América Central, editado por la Universidad
Autónoma de Aguascalientes, México, en 2009, y en la obra La con-
fabulación creativa de Enrique Jaramillo Levi, 2000. Directora de teatro,
ha puesto en escena obras como Esa esquina del paraíso, de la Dra.
Rosa María Britton; Los Fantoches, del guatemalteco Carlos Solór-
zano; El juicio final y Santos en espera de un milagro, de José de Jesús
Martínez, entre otras. Ha publicado La plegaria del silencio (poesía,
2010), Auriga de mis pasos (poesía, 2010), A la palabra por la palabra,
para descifrar algunas claves de la literatura panameña (ensayos de crítica
literaria, 2014). Es coautora del texto de poesía erótica Furtivos,
publicado en 2017, y coautora del libro Basta, 100 mujeres contra la
violencia de género, publicado en 2017.
Pedro Correa, prologuista de La plegaria del silencio, escribió:

Libro dividido en tres partes, nos ofrece el fruto que recoge


la mujer, la madre, la amante. Se trata, pues, de un viaje por
los caminos íntimos de la poeta […] Cierta devoción por el
gusto oriental trasluce en el libro. Se trata de una tradición
poco ‘buscada’ en nuestra Poesía. Un poema inicial, ‘Ayer’,
nos introduce, de viaje, en la difícil simplicidad de la poética
japonesa: <<Ayer/me devoró el olvido,/fui huésped de la au-
sencia,/arranqué las ortigas/y, al alba,/vi florecer el jardín/otra
vez…>>. Pareciera, de pronto, que estuviéramos leyendo un
tanka de Basho en una excelente traducción de Octavio Paz.
[…] La plegaria del silencio no es poesía femenina: es poesía de
mujer. Poesía comedida que no abusa del lloriqueo facilista ni
del patetismo trasnochado. Poesía, en fin, marginal, nacida lejos
y en la provincia […] Sólo esa distancia que purifica permitirá
que nosotros, los amantes de la periferia, inventemos, al decir
de María del Socorro Robayo, un nuevo nombre a la sorpresa
(“Prólogo”, La plegaria del silencio).

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 717


En el poema “Calladita” (Fonseca et al., Basta 102), explora
las marcas de la cultura patriarcal que silencia a la mujer desde
sus primeros años: “Calladita te ves más bonita, decías/avalan-
do siglos de silencio/de sumisión y olvido./Calladita./Relegada./
Misteriosa./Casi una sombra, un rumor,/una mano que teje/cose,
lava pañales,/cocina […] Como la niña Felicidad”, haciendo un
guiño a la canción que se enseñaba a las niñas en las escuelas so-
bre la niña Felicidad, que no podía jugar porque cada día tenía que
realizar algún oficio doméstico.
Promotora de la educación moderna y defensora de los de-
rechos de la mujer y la niñez, Gloria Young (1952) es feminista
activa, creadora de la organización no gubernamental Centro de
Apoyo a la Mujer Maltratada (camm), que acoge y orienta a mujeres
en riesgo de violencia intrafamiliar. Su quehacer poético se reúne
en Fiebre, 1986; Hotel, 1990; Laberinto, 1992; Templo de agua, 2002;
Desatado el corazón, 2010; Nada que ocultar, 2013. Su poesía recoge
las vivencias de la mujer en su ser y hacer; el erotismo abierto,
recurrente en su obra, se manifiesta desde su primer poemario,
Fiebre (1987), cuyo título es indicativo de su contenido. Gloria dice
acerca de la poesía:

… desde pequeña, mi literatura araña el tejido que cubre la


realidad angustiosa, desigual, marginal y opresiva de las mu-
jeres. Busco afanosamente romper las barreras que encierran
a tantas mujeres en el silencio y salirme de la larga fila de
mujeres calladas que ni siquiera necesitan un opresor, por-
que lo llevan dentro, porque interiorizaron la ley del silencio.
Trato de alcanzar la fuerza que me lleve a destrozar los mitos
que nos asignaron, conquistar lo inconquistable, imaginar lo
imposible, adueñarme de un destino y destruir la condición
reinante que obliga a mi abuela a actuar como la abuela de
sueños inmóviles, con rodete en la cabeza, leyendo apacible-
mente en la mecedora (Young, Laberinto 3).

El carácter apasionado de Gloria se transparenta en su poe-


sía cargada de imágenes terrestres sin perder la ternura:

718 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Preguntas por qué esta turba de años/jamás pudo tirar por
los rincones/el recuerdo enmarañado de la lluvia y el para-
guas/de la cómplice ventana del amor/y del tiempo susurran-
te de voces cercanas./[…]/Preguntas por qué se hizo palabra
el silencio/y por qué bajaron los pájaros/hoy/a esta terraza
de esperanzas/a esta danza de luz/en las miradas./[…]/Qué
importa la memoria del mañana/si tenemos este escándalo en
el alma/si la culpa se perdió/esparcida en las raíces del vien-
to/en la montaña./[…]/Qué importa/ mi amor/si es ahora/
aquí/que estoy contigo (Young, “El alba de las cosas”).

Este poema consigna el descubrimiento que la mujer hace


de su entorno: el ayer, “la cómplice ventana del amor” donde la
mujer, callada, era simple espectadora de su propia vida, luego “el
silencio se hace palabra” y se abre el camino de la esperanza y la
luz; el espectro de “la culpa”, reducto de una educación patriarcal,
también “se pierde esparcida en las raíces del viento”; el pasado
quedó atrás; importa el ahora, el aquí, el presente que ha de vivir-
se íntegro, sin temores ni dudas. El eje temático de la poesía de
Gloria Young se bifurca en dos vertientes: el amor y lo telúrico.
El aspecto telúrico que deseo resaltar es figurado, significante de
múltiples significados relacionados en el binomio madre tierra/
mujer/dadora de vida; es decir, el poder de la naturaleza, su ma-
gia, su misterio, su furia, su grandeza versus la fuerza de la mujer,
su capacidad de dar vida, de transformar el mundo, de transmitir
cultura; es decir, lo telúrico metafórico.
Nada que ocultar es un canto de vida: al dolor, a la derrota, a
la muerte, pero asimismo al triunfo y a la resurrección, porque sin
resurrección la muerte no tiene sentido. Dividido en cuatro partes,
tres en verso y la última en prosa, cada una de ellas está enmarcada
en un espacio/tiempo particular y a la vez universal. El aspecto
telúrico se destaca en esta obra como significante de múltiples sig-
nificados relacionados en el binomio madre tierra/mujer/dadora
de vida; es decir, el poder de la naturaleza, su magia, su misterio, su
furia, su grandeza versus la fuerza de la mujer, su capacidad de dar
vida, de transformar el mundo, de transmitir cultura.
Viviane Nathan (1953), aunque nacida en Uruguay, a los
quince años se traslada a Panamá donde realiza estudios de publi-

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 719


cidad en la Universidad de Panamá. Viviane empieza a escribir, a
los quince o dieciséis años, versos sin mucho valor estético que se
fueron transformando debido a las lecturas que llenaban su tiem-
po libre. Entre los numerosos autores que recuerda se encuentran
Simone de Beauvoir y Silvina Bullrich y especialmente El lobo es-
tepario de Hermann Hesse y la obra de Ernesto Sábato. De sus
lecturas le surgieron preguntas existenciales, sobre la vida y sobre
el ser humano; y de su andar de país en país, de la pérdida de lazos
afectivos en cada despedida, del dolor, la tristeza y la soledad sur-
gió la necesidad de escribir:

Pienso violar todas las leyes,/los órdenes, los ritos, los siste-
mas./Voy a treparme a un árbol/y a patear cientos de piedras,/y
caminando boca abajo/quizá le vea el trasero/a este mundo
embalsamado/donde todo lo que brilla apesta.../Quiero ro-
barme un manojo de estrellas,/pintar la luna de verde/y al sol
ponerle una careta./Así, cuando me tomen de la mano/y me
lleven a una celda,/cantaré un himno al desacato,/me pondré
las rejas en los ojos/y entonces quedarán encerrados los de
afuera… (Nathan 46).

De Tiempo justo (1990), en “Manifiesto al desacato” impera


la franca rebeldía contra la rigidez del orden establecido, es un
clamor de autenticidad, un poema disidente que no pierde de vista
el ideal; sabe que los presos deben ser los otros, los que juegan
con la hipocresía disfrazada de normas; los que viven anclados en
su propio bienestar y prepotencia. En su poesía amorosa se cues-
tiona sobre el deber ser femenino y la expresión de la sexualidad
de la mujer es tratada sin inhibiciones ni falsos pudores: “Vuelvo
a humedecer los besos./Acaricio los contornos con la punta de
los dedos,/con la mano tibia y deseosa/me enredo en los cuer-
pos./[…]/¿Quién dijo “prohibido”?/Yo hago el amor,/como una
hembra cualquiera, cuando estoy en celo,/y cuando no lo estoy/
hago todo lo demás,/como debo” (Nathan 55).
Consuelo Tomás (1957), poeta, narradora, actriz y trabaja-
dora social, inicia su carrera con el poema “Dónde se busca la
Patria”, que ganó el primer premio de los Juegos Florales del Co-
legio Nuestra Señora de Bethlem. Posteriormente, en 1979, gana

720 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


el primer premio del Concurso Literario Obrero con el trabajo
Y digo que amanece. En 1982 ocupa el segundo lugar en el Torneo
de Poesía de Verano y en 1992 obtuvo una mención honorífica
en el Concurso de Poesía Gustavo Batista Cedeño. En 1994 ganó
dos premios en el Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró
con los libros Agonía de la reina (sección poesía) e Inauguración de la fe
(sección cuento). Otras publicaciones de Consuelo son el poema-
rio Confieso estas ternuras y estas rabias (1983), Las preguntas indeseables
(1984), Cuentos rotos (1991), El cuarto edén (poesía, 1995), Propensiones
(poesía, 2000), Evangelio según san Borges (teatro, 2005) Pa’na’má Que-
rerte (narrativa, 2007), Lágrima de dragón (novela, Premio Miró 2009).
La poesía femenina panameña, como práctica cultural, está
cargada de intención ideológica y Consuelo Tomás, en algunas de
sus obras, asume la creación como un acto subversivo, por ello el
lenguaje, los procedimientos estéticos, el tono y la estructura de
sus textos. La poeta tiene una visión clara de la función social de la
literatura, sabe que en el proceso de interacción de la escritora con
su grupo social está presente el lector, el oyente, destinatario del
discurso poético cuyo enunciado, interno y externo, se hace pre-
sente en la voz del poeta. El auditorio social permite comprender
la evolución artística y, en el caso de la poesía escrita por mujeres
en Panamá, Consuelo Tomás recoge y sintetiza la tradición poética
femenina; además, a través de una lectura diferente de su entorno,
crea nuevos nudos semánticos al descorrer el velo que oculta la
otra faz del discurso oficial en una travesía lírica por espacios fron-
terizos y alternativos para detectar las contradicciones y fisuras de
un modelo ideológico con pretensiones de universalidad.
En Las preguntas indeseables, Consuelo Tomás esgrime un
discurso provocativo y polémico, otorgando la palabra a las voces
silenciadas, a partir de la ironía y el realismo grotesco, categorías
del discurso carnavalizado que teorizó Mijail Bajtín. Producto de
la observación de ese lado oculto (y oscuro) de la realidad, este
poemario, desde el título, nos introduce de plano en el mundo de
lo no deseado. En la evolución de la poesía escrita por mujeres en
Panamá, Las preguntas indeseables representa un reto; al propi-
ciarle voz a la otredad, no sólo retoma los viejos temas ya tratados
por las poetas anteriores, sino que los dinamiza a través de un
lenguaje propuesto hasta entonces por algunos poetas varones. El

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 721


texto carnavalizado de Tomás hace saltar de pronto el continuum
de la historia porque, aunque parezca paradójico, es una represen-
tación de esos medios tonos grises de la realidad, elaborado con
plena conciencia.
La agonía de la reina o los diálogos necesarios plantea la
realidad de la mujer vista desde la concepción del discurso patriar-
cal, contrapuesta a los autodescubrimientos de la auténtica inte-
rioridad. A partir de esa dialéctica, los amantes emergen como los
seres que son –que han debido ser desde siempre– a quienes se les
han impuesto normas y características heredadas de una cultura
que es necesario cuestionar.
Con tono menos combativo que Las preguntas…, el texto
cuestiona la pedagogía de identidad que considera que está en la
naturaleza de las mujeres ser mujeres y en la de los hombres ser
hombres; se estructura a partir de la sucesión, el contrapunto y la
síntesis y pese a que corporiza arquetipos, a través del metadiscur-
so se desmitifica y cuestiona la mecánica de la ideologización.
La agonía de la reina se inscribe dentro de un nuevo para-
digma de la literatura nacional, que busca no sólo poner en evi-
dencia situaciones de marginación, sino crear conciencia de ellas y
llegar a corregirlas.
Genuina representante de la mujer/poeta, Consuelo Tomás
reasume y sintetiza la tradición poética femenina a través de una
lectura diferente de su entorno; ella crea nuevos nudos semánti-
cos al descorrer el velo que oculta la otra faz del discurso oficial,
en una travesía lírica por espacios fronterizos y alternativos para
detectar las contradicciones y fisuras de un modelo ideológico con
pretensiones de universalidad.
Mariafeli Domínguez (1960). Su poesía está marcada por
la ausencia y el sentimiento tanático; sin embargo, también ella
aborda el tema social y patriótico. Su poema “Mariposa en la me-
moria” es un canto a la generación que dio su vida en la gesta del 9
de enero y una reflexión sobre la juventud actual que parece haber
olvidado su historia:

Las palabras enmudecen/como en agonía de muertos/se re-


cuerdan los monólogos/de la cama nupcial,/y como si no im-
portara,/esta generación se funde en los temores/de los mi-

722 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


nutos sin dueño/de la somnolencia de la ciudad./Es entonces
cuando hacemos el recorrido/por la inconsistencia de tu histo-
ria,/Panamá, tierra del rebozo,/acostada y silenciosa mariposa
en la memoria./[…]/Siendo así,/otra vez,/volveremos a ser la
enlutada, taciturna,/vociferante y hechizada generación/surgi-
da de la harina de la tierra,/del curso de los ríos,/de la hoja de
la montaña/dominada en el pensamiento y los gritos,/agitando
las cadenas,/aprobando cada gesto con una señal.

La obra de esta poeta se caracteriza por la sencillez de la


palabra y la justeza del sentido; sin alardes retóricos ni frases re-
buscadas, la suya es una poesía limpia, clara, serena (Domínguez,
“Mariposa en la memoria”).

Poetas del nuevo milenio (nacidas a partir de 1970)

La estética de la posmodernidad imprime un nuevo cariz a la poe-


sía escrita por mujeres, se intentan nuevas formas de expresión, el
juego con la palabra, la fragmentación e indeterminación… Las
poetas del nuevo milenio participan de una cultura “global”, sus
temas abordan la inmediatez temporal, la experimentación, lo con-
tingente, lo arbitrario, lo críptico. Las poetas que a continuación
se consignan están en plena producción, por lo que aún se espera
mucho de ellas: Lucy Cristina Chau (1971), Eyra Harbar (1972),
Lili Mendoza (1974), Mar Alzamora Rivera (1981, Premio Gus-
tavo Bartista), Sofía Santim (1982), Magdalena Camargo (1987),
Corina Rueda (1991), Jaquira Pineda (s/f), Ibeth Modestín (s/f),
Ela Urriola (s/f).
Lucy Cristina Chau (1971). Premio Centroamericano de Li-
teratura Rogelio Sinán 2009-2010, Premio Ricardo Miró 2008 y
Premio Nacional de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño en el
2006. Desde 1993 pertenece al Colectivo de Escritores José Martí,
y desde el 2010 coorganiza el Festival Internacional de Poesía Ars
Amandi, Panamá.
Eyra Harbar (1972). Ha publicado Espejos (inac, 2003) y Don-
de habita el escarabajo (Universidad Tecnológica de Panamá, 2002).
En literatura, ha participado en recitales de poesía desde 1993. Su
trabajo ha sido publicado en revistas locales e internacionales.

Poesía escrita por mujeres en Panamá. Mirada de género 723


Lili Mendoza (1974). Narradora y poeta. Premio Centroa-
mericano de Cuentos Yolanda Oreamuno. Obra publicada Corazón
de Charol A-go-gó.
Mar Alzamora-Rivera (1981). Artista multifacética, obtuvo
la mención de honor en el Concurso de Poesía Joven Gustavo Ba-
tista Cedeño en 2011, con el libro de poesía El día que no tuvo noche,
publicado en el 2013.
Sofía Santim es María Gilma Arrocha Castrellón (1982). Ha
publicado El Rostro de la Soledad (Poesía, 2001) y Cenizas (2002).
Magdalena Camargo Lemieszek (1987). Su obra poética pu-
blicada hasta el momento es Malos hábitos y El espejo sin imagen. Ha
obtenido el Premio Nacional de Poesía Joven en dos ocasiones.
Victoria Mendoza (1987). Premio de Poesía Gustavo Batista
Cedeño 2013 por su libro Biografía del daño.
La literatura surge como un proceso social y humano. Es
el resultado de las relaciones del escritor o la escritora con su en-
torno y consigo mismo; las escritoras panameñas, forjadoras de
una literatura con identidad propia, han encontrado su cauce en el
desarrollo de la poesía, creando obras literarias de valor estético,
testimonial o histórico y han aportado una cuota de conciencia-
ción nacional; han elaborado una interpretación y proyección de
la realidad a través de una visión del mundo condicionada por la
realidad circundante, pero mediatizada por la sensibilidad y la per-
cepción que cada poeta ha hecho de su contexto.
En su progresión diacrónica, la temática de las poetas pa-
nameñas ha pasado por varias etapas: la exaltación patriótica y
el interés por lo social, el ruralismo y el aspecto telúrico cargado
de intención ideológica, el intimismo a la par del humanismo, la
exaltación vital y el amor esencial, la poesía rebelde que exaltó el
sentimiento nacionalista y una producción más variada acorde con
las nuevas concepciones de la vida que revela una visión del mun-
do actualizada y dinámica.

724 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


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728 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Una aproximación a la cuentística escrita por
mujeres panameñas: 1931-2018
Enrique Jaramillo Levi

Introducción1

Visto panorámicamente, en el ámbito literario de Panamá desde


mediados del siglo xix hasta el año 2006, la producción cuentística
nacional es, sin lugar a dudas, la más significativa, tanto en canti-
dad (tomando como modelo el concepto de libro o folleto en el
que se publica una colección de cuentos) como en calidad. Si bien
se publicó poesía en periódicos del istmo desde mucho antes de
que Darío Herrera (1870-1914) diera a conocer en Buenos Aires
Horas lejanas (1903), primer libro de cuentos de un autor paname-
ño, el cuento es el género que más, sostenida e integralmente, ha
dominado. En otras palabras, puede defenderse la tesis de que, a lo
largo de la acumulación de la bibliografía nacional, durante siglo y
medio, hay más y mejores libros de cuentos de autores panameños
que libros de poesía (los otros géneros literarios quedan mucho
más rezagados).
Y es interesante notar que casi todos los poetas modernistas
y postmodernistas de nuestro país cultivaron también el cuento
hacia fines del siglo xix y principios del xx: es el caso, además del
de Herrera, de Simón Rivas, Hortensio de Icaza, Adolfo García,
Guillermo Andreve, Gaspar Octavio Hernández y Ricardo Miró.
Por otra parte, un escritor más bien realista de aquella época, quien
no fue en realidad poeta, sobresalió casi a la par de Herrera por la
calidad de sus cuentos, sólo que no los recogió en libro, dispersos
como fueron quedando en periódicos y revistas: Salomón Ponce
Aguilera (1868-1945).
Por supuesto, demostrar plenamente la supremacía del
cuento sobre la poesía en el ámbito nacional –hablo de libros o
plaquetas en ambos géneros, no de cuentos o poemas sueltos–

1 El primer apartado de este texto se recupera del ensayo “Una aproximación a la cuentística
escrita por mujeres panameñas: 1931-2006”, escrita por Enrique Jaramillo Levi en la antología
Penélope: Setenta y cinco cuentistas centroamericanas (comp. Consuelo Meza Márquez).
sería sin duda un fascinante motivo para otro estudio. Un estudio
comparativo y estadístico, sin duda, pero fundamentalmente valo-
rativo en términos estrictamente literarios.
Es importante referir que el periodo comprendido entre
1990 y 2006 se destaca por ser el de mayor producción en que se
da a conocer –casi simultáneamente– el mayor número de nue-
vos cuentistas jamás registrado en Panamá. Hay por lo menos 15
otros autores, de muy diferentes edades, quienes tienen diverso
grado de calidad literaria en sus textos, y que en ese mismo lapso
publican su primer libro de cuentos. Los de mayor edad: Ma-
nuelita Alemán (seudónimo Madelag, 1918), con Rombos (2005)
y Eudoro Silvera (1916), con Cuentos en primera persona singular
(2004). Se trata de una verdadera eclosión de este género de fic-
ción breve en nuestro país, y no deja de ser significativo que una
parte importante de dicha producción se deba al talento de un
número de singulares mujeres.

La cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2006

Hasta donde he podido investigar, los primeros libros de relatos


o estampas, que no verdaderos cuentos, escritos en Panamá por
mujeres son: Colección de cuentos morales sobre los Diez Mandamientos
(1924), de Nicolasa Naranjo (1866-1951), y Flores de mi huerto. 20
cuentos cortos para niños (1928), de María Magdalena de Ycaza de
Briseño (?). Sin embargo, Graciela Rojas Sucre (1904-1992) fue
en realidad la primera mujer panameña que publicó un auténtico
libro de cuentos literarios; lo hizo en Santiago de Chile, en 1931:
Terruñadas de lo chico. Para todo efecto práctico, puede afirmarse
sin reservas que esta obra inaugura el género. Es una amena y
pintoresca colección de cuentos juveniles en los que el protago-
nista es siempre un niño o un joven. En ellos domina el humor, el
detalle, la eficaz ambientación; y en todo momento sentimos una
espléndida ejecución anecdótica, así como bien logrados desenla-
ces. Lamentablemente, el libro nunca ha sido reeditado, y sólo se
puede leer en unas pocas bibliotecas locales.
Por razones que sólo podrían especularse, habría que es-
perar exactamente treinta y un años más para que apareciera el
segundo libro de cuentos de una escritora nacional: siendo muy jo-

730 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ven, Moravia Ochoa López (1941) irrumpe en la literatura nacio-
nal con Yesca en 1962, una obra madura, lírica, fundamentalmente
introspectiva y con una bien dosificada carga de denuncia social
que caracteriza a la mayor parte de sus cuentos. Han pasado desde
entonces cuarenta y cuatro años, en los que publica otros valiosos
libros de cuentos y poemarios importantes. Su más reciente aporte
a este género es de 2005: una amplia colección de cuentos esco-
gidos de su producción anterior, que también incluye una sección
de cuentos inéditos: Las esferas del viaje. Es de justicia señalar aquí
que la narrativa breve de esta autora habría de sentar la pauta,
consciente o inconscientemente, de lo que sería luego la cada vez
más abundante y siempre sensible creación cuentística femenina
en Panamá. Si bien Rojas Sucre inaugura el género, Ochoa López
lo redescubre, y al hacerlo lo reinaugura consolidándolo antes de
saber (y saberse) que sus cuentos habrían de resultar precursores
de los escritos por otras mujeres talentosas en los cuarenta y cua-
tro años que median entre la aparición de Yesca y el presente (junio
de 2006). Con sus cuentos empieza esa singular combinación de
imaginación y memoria que se despliega en los numerosos pasajes
introspectivos de sus ficciones, se inicia el manejo admirable de una
prosa poética funcional y el dominio de un oficio narrativo cuyo
motor es, sin duda alguna, la confrontación valiente con la dolorosa
experiencia humana. Así, vida y arte intercambian coordenadas en la
obra de Ochoa López y terminan haciéndose indiferenciables.
La otra gran cuentista que habría de marcar la narrativa es-
crita por mujeres panameñas es, sin duda alguna, Bertalicia Peral-
ta. Osada, concisa, ingeniosa y siempre en dominio pleno de los
recursos de la narración, sus tres libros de cuentos contribuyen
fundamentalmente a que este género continúe enraizándose en
Panamá: Largo in crescendo (1967), Barcarola y otras fantasías incorregi-
bles (1973) y Puros cuentos (1988). También poeta importante, nos
debe, desde hace 18 años, un nuevo muestrario de su maestría
ficcional. Pero ya con estas obras, Peralta demuestra que su pulso
es firme y selecto, conciso y a menudo lírico, aunque escoja situa-
ciones abstrusas o a primera vista absurdas, aunque no dude en
poner el dedo sobre la llaga cuando es menester.
Otra ruptura significativa, en la entonces todavía parca pro-
ducción cuentística femenina en nuestro país, se da en 1982 con la

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 731


publicación del hasta ahora único libro de cuentos de la también
poeta y ensayista Giovanna Benedetti: La lluvia sobre el fuego. Se tra-
ta de una obra innovadora desde el punto de vista de la técnica, y
muy a tono con las vivencias de la mujer en la sociedad patriarcal.
Hay una rebeldía a flor de piel en cada texto, una insumisión que
marca la pauta en cada historia y determina su desenlace. La vi-
sión del mundo de Giovanna Benedetti pone de manifiesto cómo
los mecanismos de la introspección, que desde 1962 aporta a la
narrativa femenina nacional Moravia Ochoa López en su juvenil
Yesca, son susceptibles de aflorar como escudo protector y como
vuelo poético, más allá de la simple evasión frente a problemas
amorosos o de orden doméstico, tanto en la vida misma como en
la literatura que la representa.
Hay tres mujeres que a edad madura llegan a la literatura pa-
nameña: Rosa María Britton, Isis Tejeira y Beatriz Valdés. Versátil
y muy productiva la primera, quien ha publicado diversas novelas,
libros de cuentos y de teatro; mucho más parcas las otras dos en
el proceso de la creación y en el de publicar; Tejeira es también
novelista y Valdés, ensayista. Las tres contribuyen valores litera-
rios y humanos fundamentales a la ficción breve nacional. En este
sentido, los libros de cuentos ya mencionados de cada una son, a
mi juicio, aportes innegables a la creatividad literaria panameña.
Valdés tiene la singularidad de escribir cuentos más bien exten-
sos y de preferir temas míticos e históricos para convertirlos en
ficción, combinación que representa una arista poco frecuentada
por quienes escriben narrativa breve en Panamá. En Britton, en
cambio, se produce en muchas de sus historias una auscultación
profunda de la condición humana, de su miseria, desde la óptica
de la mujer. Tejeira, por otro lado, explora los conflictos poniendo
en manos de la imaginación el desarrollo de los traumas internos
de sus personajes femeninos.
Otra escritora que oxigena significativamente la cuentísti-
ca femenina panameña es Consuelo Tomás. Sus Cuentos rotos y su
Inauguración de La fe, publicados en 1991 y 1995, respectivamente,
introducen el sarcasmo, la ironía y el humor, en algunos casos la
crítica social y una vena eminentemente popular salpicada de cier-
ta desenfadada y casi fatalista sexualidad. Si como poeta el aporte
de Tomás es una autenticidad desencarnada y un sobrio control

732 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


de ideas y emociones que denota una suerte de ancestral sabi-
duría, como cuentista reitera y desarrolla estas cualidades con el
indispensable añadido de saber contar historias interesantes y a
menudo conmovedoras.
La cuentística de Yolanda J. Hackshaw M., Aída Judith Gon-
zález Castrellón y Érika Harris refresca con su variedad temática
y su dominio del oficio las lides de la ficción breve escrita por
mujeres panameñas en los últimos años. Las dos primeras han
publicado dos libros de cuentos cada una, mientras que la última
uno hasta el momento. Las tres entran con pie firme al terreno
narrativo buscando contar historias cuya originalidad corre para-
lela al conocimiento básico necesario en cuanto a cómo mantener
de principio a fin el interés del lector por el carácter hondamente
humano de sus personajes y por la notable amenidad de los temas
planteados y de sus desarrollos. Sorprende, además, la coinciden-
cia que se da en cada una de un dominio claro de la forma, lo cual
incluye un manejo preciso del lenguaje. Corazones en la pared y Las
trampas de la escritura, ambos publicados en 2000, de Yolanda J.
Hackshaw M., son libros integrados por cuentos singulares por su
originalidad imaginativa en lo temático y en lo formal. Lo mismo
puede decirse de Pájaro sin alas y otros cuentos (1999) y de Espejismos
(2000), de Aída Judith González Castrellón, así como de La voz en
la mano (2003), de Érika Harris.
Digna R. Valderrama, con su único libro Planeta Venus
(2000), demuestra similar desenfado al que despliegan en su mo-
mento Bertalicia Peralta y Consuelo Tomás, sobre todo en el
tema sexual. Su cuento “Ganas”, dentro de su sencillez anecdó-
tica, incursiona en terrenos generalmente vedados a las mujeres,
casi siempre por su propia autocensura; su desenlace escatológico
sorprende y, sin embargo, estaba meticulosamente previsto por la
autora. Ojalá que Valderrama continúe escribiendo y que pronto
podamos conocer un nuevo libro suyo.
En años muy recientes, dos mujeres de edad madura llegan
a las letras nacionales con propuestas altamente creativas por el
vuelo poético del lenguaje y por su gran fuerza expresiva dentro
de una interesante versatilidad temática: Lupita Quirós Athanasia-
dis con Si te contara… (2004); e Isabel Herrera de Taylor con La
mujer en el jardín y otras impredecibles mujeres (2005). Y sin embargo

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 733


tienen estilos muy diferentes, por más que la naturaleza exacta de
esa distinción resulte difícil de precisar, a menos que se analizaran
y compararan entre sí un número significativo de sus cuentos, que
no es el objetivo de estas notas. En ambas, sin embargo, hay una
gran sutileza en las implicaciones de los contenidos, ya que domi-
nan el poder de la sugerencia. El concepto que sintetiza el queha-
cer literario de Quirós Athanasiadis y de Herrera de Taylor podría
nombrarse con la palabra “creatividad”.
Es importante destacar la aportación que hacen a la narrativa
breve nacional Marisín Reina, Melanie Taylor, Annabel Miguelena
y Gloria Melania Rodríguez Molina, las cuentistas panameñas más
jóvenes. En este sentido, Reina, Miguelena y Rodríguez Molina,
quienes sólo han publicado un libro cada una, escriben una prosa
desenvuelta, de gran frescura y variedad de matices. En términos ge-
nerales puede afirmarse que la prosa de las tres narradoras es amena
y que sus respectivos cuentos denotan el necesario control del oficio
de narrar en los muy diversos temas que abordan.
Melanie Taylor, en cambio, representa sin duda un caso sin-
gular: nace a la literatura panameña como una cuentista de singular
madurez, como una narradora de garra, plenamente realizada; sus
dos libros –Tiempos acuáticos (2000) y Amables predicciones (2005)–
ponen de manifiesto una impresionante versatilidad formal y la
capacidad que tiene la autora de profundizar en el alma humana.
El lenguaje finamente irónico o mordaz pero siempre preciso y
limpio de todos sus relatos es un elemento fundamental de su esti-
lo, mientras que sus desenlaces sorprenden siempre; sin embargo,
uno se da cuenta al releer los cuentos que las semillas de esos fi-
nales en realidad han sido plantadas casi desde el principio en las
entretelas del sutil entramado, de tal manera que esos desenlaces
resultan prácticamente inevitables.
Todavía hay otras cuentistas que publican en la segunda mi-
tad del siglo xx y principios del siglo xxi, quienes llegan a edad
madura al ámbito cuentístico de Panamá. Ellas son Sydia Canda-
nedo de Zúñiga (1927), Marisín Villalaz de Arias (1930), Marisín
González (1931), Griselda López (1938), Gloria Guardia (1940),
Amparo Márquez (seudónimo de Delia Cortés, 1948), y más re-
cientemente, Katia del C. Malo A. (1961) y Francys de Skogsberg
(1954). Todas han publicado hasta el momento un solo libro de

734 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


cuentos, a excepción de Griselda López, quien es autora de dos
pequeñas plaquetas en las que da a conocer un puñado de bien
logrados cuentos cortos: “Piel adentro” (1986) y “Sueño recurren-
te” (1989).
Hay otro grupo de narradoras que han concentrado sus es-
fuerzos creativos fundamentalmente en un difícil y poco reconoci-
do subgénero: el cuento infantil. Entre éstas es preciso mencionar a
quienes han publicado al menos un pequeño libro de relatos: Elidia
Wong Miranda (1911), Joaquina Pereira de Padilla (1927), Tilsia Pe-
rigault (1930-1990), Marta Jiménez de Stanziola (1931), Isabel María
Roldán (1932), Estella Perigault de Malgrat (1932), Hena Gonzá-
lez de Zachrisson (1933), Berna Calvit (1937), Francisca de Sousa
(1938), Irene Guerra de Delgado (?) y Ledabril Moreno (?).
Lamentablemente, la obra de la inmensa mayoría de estas
autoras no es conocida por el público lector panameño. Razones
sin duda hay muchas, pero predomina la tradicional falta de interés
de la comunidad por sus hombres y mujeres de letras. Si a esto
sumamos la escasa promoción de los libros, su mala distribución y
la renuencia de ciertas librerías locales y puestos de venta a exhibir
y esforzarse por realmente vender libros nacionales, así como la
carencia de una crítica literaria periódica y profesional, tendremos
un buen vistazo del deprimente cuadro contextual en el que está
inmersa la literatura del país; sin embargo, los buenos escritores de
Panamá continúan creando y los nuevos autores de talento cada
vez son más.
Entre las buenas narradoras de ficción breve, que aún no
publican su primer libro de cuentos, destacan Victoria Jiménez
Vélez (1937) e Indira Moreno (1969), cada quien con un estilo
propio y por tanto muy personal de escribir. Sin duda hay otras,
algunas de las cuales en los últimos años han publicado cuentos en
la revista cultural Maga.
Por otra parte, es preciso consignar que las cinco versiones
del Diplomado en Creación Literaria que entre 2001 y 2006 se han
dictado en la Universidad Tecnológica de Panamá, así como tam-
bién varios talleres particulares de cuento, han sido responsables
de algunos de los logros que en este género ha tenido el país en
años recientes. En este sentido, hay nuevos autores, entre los que
figuran algunas mujeres, que publican sus primeros cuentos en

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 735


volúmenes colectivos; uno de éstos se titula Soñar despiertos (2006),
y corresponde a trece de los egresados en el Diplomado en Crea-
ción Literaria 2004.
Un recuento minucioso de los libros de cuentos publicados
en Panamá por hombres y mujeres de muy diversas edades, so-
lamente entre 1990 y 2006, pone de manifiesto el impresionante
auge que ha tenido este género en los últimos 16 años. Un auge
que, por la calidad de gran parte de dicha producción, vaticina
prometedores nuevos logros en la ficción breve nacional. Esta
eclosión se da tanto con creadores de épocas anteriores que conti-
núan aportando buenas obras a la bibliografía nacional como con
figuras inéditas hasta entonces.
Pero sin duda, es indispensable fortalecer la otra cara de
la moneda: el gusto, precisamente, por la lectura de autores na-
cionales. Los círculos de lectura y los actos de presentación de
nuevos libros que, en hora buena, han proliferado fundamental-
mente en la capital panameña en años recientes, sólo han sido,
y esperemos que sigan siendo, parte de la solución: una solución
de orden motivacional. Lógicamente, el trabajo duro a desarrollar
con los lectores debe iniciarse mucho antes: debe empezar en la
escuela primaria, seguir en la secundaria y reforzarse en cursos
humanísticos en la universidad bajo la tutela de maestros y pro-
fesores no sólo capacitados, sino también sensibles a las nuevas
propuestas de la literatura contemporánea. Además, los viejos crí-
ticos literarios, y sobre todo los nuevos que han surgido en años
recientes, deben acompañar al fenómeno de este resurgimiento de
las letras nacionales: su misión es estar al día, leer, estudiar, evaluar
y reseñar para el público lector la mayor cantidad posible de nue-
vas y no tan nuevas obras en los diversos géneros literarios. Cabe
afirmar que esos críticos existen, la mayor parte de ellos tiene la
formación y por tanto los conocimientos necesarios para realizar
esa altruista labor de manera profesional y sostenida. No de otra
manera se va a lograr en los lectores panameños la preparación y
el interés necesarios para que crezca su número y calidad.

736 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Cuentistas panameñas del siglo xxi2

Más de 100 nuevos cuentistas han surgido en Panamá en lo que


va del siglo xxi. Parece una invención exagerada, pero una sencilla
investigación bibliográfica, así como la existencia de diversas com-
pilaciones y antologías, demuestran la magnitud y características de
este singular auge. Un 80% de esos autores ha publicado entre uno
y seis libros de ficción breve, mientras que los demás se han dado
a conocer por su participación en diversos libros colectivos o por
haber publicado en la revista cultural Maga (propiedad de la Univer-
sidad Tecnológica de Panamá desde 2008, si bien la fundé en 1984).
De ese total, la mitad son mujeres. Sin duda, un fenómeno
digno de estudio, tanto colectivo como individual, ya que todos
estos nuevos escritores, de diversas edades, profesiones y visio-
nes de mundo, van surgiendo casi al mismo tiempo con una gran
libertad creativa y con estilos relativamente diferenciados en un
país de apenas cuatro millones de habitantes, en el que la cultura
no ocupa un papel significativo, y mucho menos la creación lite-
raria. Y, sin embargo, todos ellos escriben, crean obras breves de
ficción narrativa que enriquecen la literatura panameña. Es decir,
desarrollan un genuino deseo de ser escritores y, en muchos casos,
el talento necesario para lograrlo; lo cual necesariamente implica
que con sus obras se imponen al ambiente adverso que, en teoría,
debería frenar tales ímpetus.
A mi juicio, no son pocos los libros de cuentos de particular
interés, muchos de ellos sobresalientes, publicados en lo que va del
siglo xxi por creadores en su momento emergentes, lo cual repre-
senta una renovación interesante de la ficción breve en Panamá:
Corazones en la pared (2000) y Las trampas de la escritura (2000), de
Yolanda J. Hackshaw M. (1958); La voz en la mano (2003) de Érika
Harris (1963); Si te contara (2004), No se lo cuentes a nadie (2007), El
caso del asesino del ascensor y otros cuentos (2008), A cuentagotas (2009), de
Lupita Quirós Athanasiadis (1950); La mujer en el jardín y otras impre-
decibles mujeres (2005) y Esta cotidiana vida (2007) de Isabel Herrera
de Taylor (1944); Demencia temporal (2005) y A sangre tibia (2011) de
2 Véase Enrique Jaramillo Levi: Los recién llegados (54 cuentistas inéditos cuentan en Panamá), Foro/
taller Sagitario Ediciones, Panamá, 2013; y 9 nuevos cuentistas panameños, Foro/taller Sagitario
Ediciones, Panamá, 2013.

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 737


Klenya Morales de Bárcenas (1975); Lejanos parientes indecentes (2007)
de A. Morales Cruz (1952); Bajareque (2007) de Alondra Badano (?).
Asimismo, Pecados con tu nombre (2007), Capítulos finales (2007)
y Con vista al mar (2009) de Luigi Lescure (1968); El rey del truco soy yo
(2009), de Dennis A. Smith (1971); De la puerta hacia adentro (2010),
de Lucy Cristina Chau (1971); Destinos circulares (2010) y Ad infini-
tum (2011), de Lissete E. Lanuza Sáenz (1984). También: Garabatos
(2011), de Julio Moreira Cabrera (1981); Segunda persona (2011), de
Isabel Burgos (1970); La noche de mi espera (2011), de Maribel Wang
González (1981); El síndrome y otros cuentos (2011), Mirada de mar
(2013) y La tos, la tiza y Tisó (2013), de Gonzalo Menéndez González
(1960); Amo tus pies mugrientos (2011), de Annabel Miguelena (1984);
Cuentos de precaristas, indigentes y damnificados (2004), Contiendas (2008) y
Ni cortos ni perezosos (2012), de Héctor M. Collado (1959).
Y los más recientes: Abrir las manos (2013), de Cheri Lewis
G. (1974); El boxeador catequista (2013), de Pedro Crenes Castro
(1972); Malos agüeros (2015); Arcanos mayores (2015) y Origen del Nin-
fa (2016) de Eduardo Jaspe Lescure (1967); Almas urbanas (2015) y
Cuentos elementales (2017), de Olga de Obaldía (1963); Pretextos para
contarte (2016), de Danae Brugiati Boussounis (1944); Caminando en
círculos (2016) y Desandanzas (2018), de Nicolle Alzamora Candane-
do (1992); Agujeros negros (2017), de Ela Urrioa (?), entre otros. Y
este año, hasta el momento, han aparecido, a mi juicio, dos obras
excepcionales: Augurio (2018) de Gilza Córdoba (1979) y Fugacida-
des en un panal de fuegos (2018) de Gloriela Carles Lombardo (1977).
Se trata de una verdadera fiesta de la nueva cuentística de
Panamá, que es preciso leer y disfrutar. Sin duda, a este auge han
contribuido, en parte, los talleres literarios dictados por los escri-
tores Carlos Fong, Carlos O. Wynter Melo y Enrique Jaramillo
Levi, así como el Diplomado en Creación Literaria que lleva 16
años de existencia en la Universidad Tecnológica de Panamá, aun-
que por supuesto también hay talentos naturales que han surgido
por cuenta propia.
Por otra parte, es justo y necesario apuntar que hay cuentis-
tas de otras épocas que continúan creando: Ernesto Endara, Justo
Arroyo, Pedro Rivera, Moravia Ochoa López, Rosa María Britton,
Enrique Jaramillo Levi, Giovanna Benedetti, Claudio de Castro,
Consuelo Tomás, Félix Armando Quirós Tejeira, David C. Róbin-

738 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


son O., Allen Patiño, Carlos Oriel Wynter Melo, Melanie Taylor He-
rrera, José Luis Rodríguez Pittí y Roberto Pérez-Franco, entre otros.

II

Tres escritoras que publican por primera vez en años recientes


llaman mi atención por la originalidad de sus cuentos: Cheri Lewis
G. (1974), Nicolle Alzamora Candanedo (1992) y Gilza Córdoba
(1979). Cada una tiene su propio estilo, sus muy particulares in-
quietudes estéticas y humanas, así como un dominio sobresaliente
del lenguaje. Cada quien, a su manera, domina tanto la narración
de secuencias interesantes como la descripción de detalles singu-
lares. Lewis G. con un libro publicado hasta el momento: Abrir las
manos (2013); Alzamora Candanedo: Caminando en círculos (2016) y
Desandanzas (2018), y uno Gilza Córdoba: Augurio (2018), repre-
sentan un buen ejemplo de diversidad creativa y talento femenino
en la nueva narrativa de ficción panameña que empieza a redefinir
opciones y tendencias en el contexto de nuestras mejores letras.
Además de las características generales que ya se señalaron,
estas tres nuevas escritoras tienen en común las siguientes carac-
terísticas:

1. Una gran libertad de creación, sin las viejas trabas sociales


y psicológicas que frenaron por siglos la escritura de mu-
jeres de gran sensibilidad literaria y humana.
2. El manejo esmerado de un lenguaje perfectamente idóneo
y apropiado a las historias narradas.
3. El empleo de técnicas literarias que se usaban poco hace
cincuenta años en cuentos y novelas escritas por mujeres
que tienden a darle una nueva dimensión a los contenidos
de sus textos.
4. El abordaje de temas osados, antes vedados o muy criti-
cados en la literatura escrita por mujeres en Panamá, tan-
to en sus proyecciones intimistas ligadas a la sexualidad,
como en las de orden social, abriendo así nuevos caminos
al arte ficcional.
5. La existencia en todas ellas de una bien dosificada densi-
dad, poco común en escritores que se inician.

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 739


III

Cheri Lewis G. o la osadía de ahondar en los claroscuros


del absurdo y la sexualidad

El absurdo suele tener dos formas de manifestarse en la literatura:


cuando ocurre de forma más o menos descomplicada, abierta, como
si lo natural fuera que las cosas no pudieran ser de otra manera; o
bien, apropiándose, poco a poco o de golpe, de la realidad, desqui-
ciándola, causando cierto grado de inseguridad o de temor, como
sucede también en ciertos cuentos de índole fantástica. En algunos
de los cuentos de Abrir las manos (2013), primer libro de cuentos –12
en total– de Cheri Lewis G., se escenifica sobre todo el primer tipo
de absurdo, y en ello hay una gradual fascinación para el lector al per-
cibir cómo lo extraño, lo misterioso e incluso lo anormal pueden
llegar a ser parte funcional de los hechos cotidianos. Así, resulta
sorprendente cómo en algunos de los cuentos que conforman esta
colección, sentimos una creciente sensación de inevitabilidad y, al
mismo tiempo, nos inquieta cada nueva sorpresa que la narración
nos va deparando. A continuación, comentaré algunos.
Eso ocurre en “Mujer hecha pedazos”, el cuento con el que
abre el libro. Partes del cuerpo de una mujer se le caen o se le pier-
den hasta tornarse costumbre, ésta lo acepta sin mayor problema
y lo toma como algo natural, incluso acaba justificándolo, por lo
menos en su caso.
En el cuento “Abrir las manos”, que da título al libro, un ho-
gar –madre y dos hijas adultas, una de las cuales es la narradora–
gradualmente es invadido por una paulatina multitud de extraños
bebés, robotizados aunque humanos, que terminan por llevarse,
sin violencia explícita, pero sin alternativa posible, a una de las tres
mujeres que integran la familia. Aunque hay tensión en el ambien-
te, nadie mueve un dedo por evitarlo. Una extraña fuerza subya-
cente en aquellas criaturas anónimas no admite discusión alguna.
El lenguaje en que una de esas mujeres narra los hechos es directo
y de una efectiva sencillez sorprendente.
La sexualidad es el otro tema que, con humor sarcástico y des-
parpajo, es una presencia permanente en varios otros cuentos de esta
obra. “Lágrimas” es uno de ellos. A una mujer le gusta coger con

740 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


diversos hombres como algo lógico y normal, pero jamás se ena-
mora: cuanto mejor resulta sexualmente la relación, menos afecto
siente por la contraparte, lo cual resulta ser todo lo contrario de lo
que le pasa a los hombres, quienes quedan emocionalmente pren-
dados de ella siempre.
“La muralla” es como una obra de teatro del absurdo, de
moda en el mundo en la década de los sesenta del siglo pasado.
Hay una frase en este cuento que podría ser la síntesis de su de-
sarrollo; uno de los personajes, atrapados sin explicación alguna
en un estrecho sitio claustrofóbico cerrado por una alta muralla,
señala: “Entiende que a veces el miedo de saber dónde está uno es
peor que el miedo de sentirse perdido” (35). Lo que hay de fondo
es el dilema de decidir si quedar atrapado es peor o mejor que es-
capar hacia una vida cuyo desenlace se desconoce.
“Salir a flote” plantea cómo a veces lo sobrenatural puede
cambiarle la vida a una chica para bien, permitiéndole conocer un
mundo mágico, henchido de poesía viva, que en este caso sólo
resulta ser temporal: un bote con poderes de movilidad propia
insiste en estar una y otra vez cerca de la chica, a quien le permite
pasear en él por parajes deslumbrantes que ella no conocía, pero
que forman parte de la realidad real. Es un hermoso cuento, al
cual contribuyen tanto su relativa sencillez anecdótica como los
sentimientos positivos que esta experiencia crea en el personaje.
Otro cuento en que lo absurdo rige la secuencia toda de
los hechos es “Cosas que suceden en la fila del Seguro Social”.
Mediante una hipérbole bien dosificada, se van retratando situa-
ciones que, a partir de la burocracia de una importante entidad
médica estatal, como lo es el Seguro Social, se van confundiendo
las rígidas normas de funcionamiento ahí establecidas llevadas
a extremos con equívocos de identidad desquiciantes en perjui-
cio de la salud de los pacientes e incluso de su sanidad mental.
Así, cuando el personaje empieza a angustiarse porque parecen
confundirla con otra persona, si bien parecen saber cosas de su
pasado, en algún momento un médico, ante quien la llevan sujeta
dos enfermeros, le dice a esta hija de una paciente para quien
busca una medicina en dicha institución, tratándola con la certeza
absoluta de que la paciente es ella y no su madre: “En la vida no
hay que entenderlo todo. De hecho, nunca seremos capaces de

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 741


hacerlo. Si ocurriera así, ¿te imaginas lo aburrido que sería? Co-
nocer siempre las respuestas. No habría sorpresas, no tendríamos
emociones. ¿No crees?” (123).
Sintiéndose atrapada en una maraña de equívocos que po-
nen en peligro su propia seguridad, la protagonista –narradora de
la historia– trata de escapar del hospital, sale a la calle, toma un
taxi o cree tomarlo… Termina topándose cara a cara con el mismo
doctor que la interrogaba, con los enfermeros. La inyectan, pierde
el conocimiento, la encierran. Al final, uno se da cuenta de que
lleva tiempo encerrada y que sigue sin entender nada.
“Intermitencia de las vicisitudes” es un extenso cuento de
ambiente rarificado de sexo y drogas en que una vez más el absur-
do sienta sus reales, pero en esta ocasión ocurre de manera grupal
en un extraño antro en que se hacen largas filas para ver y tocar
a una santa o una maga, una enigmática mujer gorda entrada en
años a la que llaman La Pantera; una especie de gurú que da con-
sejos indescifrables a partir de ciertos poderes adivinatorios que
parece tener.
Poco después, cuando el protagonista se retira en compañía
de una chica a quien ha conocido ahí y de la que no llega a saber
su nombre, se da entre ellos una intensa escena sexual, y enseguida
un fuego se desata a causa de una aparente trifulca en la que las
velas que rodean a La Pantera caen al piso incendiando el lugar.
La descripción del caos en aquel sitio dura varias páginas en las
que todo es confusión y desmadre. El protagonista logra salir y
se reúne con los amigos con los que inicialmente llega a ese sitio,
mientras van arribando la policía y los bomberos. La capacidad na-
rrativa de Cheri Lewis en ningún momento de este extenso cuento
decae, porque las secuencias van creando a cada momento nuevos
significados enigmáticos.
Finalmente, reseño de forma breve el cuento “Sangría”, otra
narración en primera persona de una niña que vive con sus padres
y hermana en una casa acomodada, a quienes se les prohíbe cruzar
a otra casita alojada en el patio. Cuando esta norma se rompe, el
ser espectral que entra en contacto con ella habrá de retrotraernos
a aquellos cuentos góticos de otras épocas en que se nos tornaban
espeluznantes por la crudeza inesperada desatada por la violencia
y la sangre.

742 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Sin duda un primer libro de una enorme fuerza narrativa en
que resulta imposible separar los hechos reales de aquellos otros
de elaboración ficcional, ya que el estilo cautivante de la autora no
distingue entre el absurdo, lo fantástico y lo cotidiano. En realidad,
Cheri Lewis no es una de las grandes promesas de la nueva cuen-
tística panameña femenina: la pujante certeza de sus aciertos lite-
rarios nos la hacen parecer como una veterana escritora, altamente
fogueda en las lides de la escritura, digna de estudios múltiples y
merecida promoción.

IV

De los círculos caminados a las desandanzas:


los cuentos de Nicolle Alzamora Candanedo

La escritura no sólo implica la expresión esquemática de ideas y la


articulación de sentimientos mediante el uso de un lenguaje eficaz,
sino la capacidad de profundizar en esas ideas y en esos sentimien-
tos de tal forma que el lector pueda comprenderlos e, idealmente,
compartirlos con el autor. Por tanto, los razonamientos y las intui-
ciones planteadas deben ser convincentes.
Si bien, cuando se trata de una escritura más compleja,
como la que se da en un texto literario –poema, cuento, novela–,
a menudo el autor escribe precisamente para tratar de compren-
der mejor su caos interior o el del mundo externo (a veces inclu-
so a manera de terapia), lo cierto es que el arte de escribir bien
implica esa necesidad previa de entender al menos exactamente
qué es lo que no se entiende, válgase la paradoja. Paradoja en
realidad sólo aparente, puesto que el solo hecho de saber plan-
tear los elementos de lo indescifrable, lo enigmático, lo misterio-
so, lo contradictorio o lo absurdo de la vida, ya es una forma de
empezar a descifrarla.
El cuento desafía enigmas y, profundizando en sus certezas y
misterios, los escenifica. Y es la mezcla armónica de trama, ambien-
te y personajes puestos de relieve en justa proporción de acuerdo a
lo que se desea destacar en una historia, lo que hace al cuento ser
la pieza artística que puede llegar a ser, convirtiéndose en un texto
memorable. Su condición de ser una obra de ficción no le quita un

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 743


ápice de realidad una vez que ésta resulte de una adecuada combina-
ción de pasión literaria, verosimilitud y oficio escritural.
Dentro de este marco de ideas, tengo el honor de presentar
el primer libro de cuentos de una joven escritora nueva: Caminando
en círculos, de Nicolle Alzamora Candanedo (1992), publicado en
Panamá por Foro/taller Sagitario Ediciones en 2016. Con breve
pero acucioso prólogo de la escritora venezolana Carolina Fon-
seca, una de las editoras del libro, esta colección de 18 cuentos
abre para su autora un promisorio camino en las letras nacionales
si persevera. Doy constancia de que ella ha seguido perseverando
mediante la escritura y discusión de cuentos nuevos en recientes
talleres de cuento avanzado. Sigue creando en forma exigente sin
dormirse en esos laureles que aún no sabe si merecerá de parte de
un público lector que apenas ahora se topará con lo que ofrecen
sus cuentos. En todo caso, buscando la mayor objetividad posible
–lo cual, como se sabe, no siempre resulta posible– doy fe de mis
propias impresiones.
Si escribir es una suerte de auscultación personal o colectiva;
una manera de urgar en las entretelas de diversos aspectos de la
realidad buscando la luz en medio de la oscuridad; a menudo una
suerte de inmersión en la incertidumbre desde la incertidumbre
misma, Nicolle sale no sólo airosa, sino robustecida en su evidente
necesidad, para bien o para mal, de entender mejor la vida escri-
biendo acerca de ella. Porque su escritura no se queda en los ava-
tares del viaje de búsqueda, sino que arriba a variadas estaciones
de la certeza, pero también del extrañamiento. Dividido el libro
en dos secciones –“Caminando en círculos”, con 10 cuentos; y
“Otros senderos”, con 8– nuestra autora logra dejar en mi ánimo
la seguridad y la alegría de que ha nacido una cuentista que sabe
muy bien lo que hace y hace bien lo que sabe: escribir bien. Vea-
mos un poco por qué…
Algunos de sus personajes son seres humanos comunes y
corrientes, en quienes la rutina es una forma más de ir pasando la
vida, a veces con esperanzas y ganas de salir adelante, otras como
autómatas, casi como sombras. Tienden a ser conformistas, más
bien grises, con una cierta chatura que sin remedio se repite, pero
también a veces con una punzante dignidad que asombra pese a
todo, que los hace admirables, pero cuando lo son la vida no suele

744 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


sonreírles, y eso nos conmueve, nos perturba, acaso porque nos
prefigura la posibilidad de que, en nuestra propia vida, a pesar de
los esfuerzos y la esperanza, nos vaya igual de gris; o francamente,
igual de mal.
“Revelaciones”, primer cuento del libro, es una historia be-
llísima y tristísima, porque los seres humanos buenos merecen
mejor suerte. Dos hermanas: una de ellas síquica, anticipa lo que
ha de ocurrir, predice en sueños y luego de muerta insiste en la
desgracia de su hermana, un ser humano bueno, elemental, que lu-
cha por seguir adelante estafada por la vida. Y eso nos conmueve
porque es injusto, porque no debe ser. Pero es.
Hay un cuento –“Cacería”– en el que una voz que narra
en segunda persona va llevando por una suerte de laberinto a un
personaje que en su vida ha hecho mal a otros, y esa voz bien po-
dría ser la de la Muerte misma que lo acompaña por las estaciones
previas al descenso final de los infiernos como una manera cruel,
aunque justa, de irlo torturando en el camino. Este paseo por el
horror no permite redención alguna, aquí no hay ya una segunda
oportunidad.
Hay también historias bellas en este primer libro, que su-
puran ternura y amor y esperanza. Por ejemplo, “Generación es-
pontánea”. Un bibliotecario viejo y diabético, enamorado de su
trabajo, entra en una relación mágica con los libros que en sus
ratos de ocio lee en la biblioteca donde labora y después en un par-
que. Va descubriendo que la vida y lo que dicen los libros no son
entes divorciados uno del otro, que las historias humanas pueden
llenar páginas sin fin en los libros y replicarse con la realidad por
dos razones: porque estas historias vienen de la vida real y al ser
escritas y luego leídas por alguien siguen viviendo fuera del texto;
o porque a partir de la escritura permiten gestarse otras vidas que
se inscriben en el gran libro de la realidad real. Y este personaje
tiene la suerte –la felicidad– de poder presenciar cómo se reali-
za, frente a sus ojos, la magia de estos procesos. Por extensión
–para colmo de bienes–, también nosotros lo presenciamos, pri-
vilegiados lectores de este hermoso cuento escrito por Alzamo-
ra Candanedo.
“Aprisionada”, excelente cuento breve que inicia la segunda
sección del libro, sugiere una transferencia de planos entre lo real,

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 745


rutinario y aburrido, y la realidad fantástica que resulta ser peor
que la anterior, ya que implica pérdida de toda libertad al quedar
atrapado el personaje en una dimensión sobrenatural de la cual no
hay escapatoria posible.
Los conflictos en el seno de una familia se ponen de ma-
nifiesto en “Abanico de colores”, acaso una de las historias más
conmovedoras del libro por sus implicaciones. En este cuento, la
sutileza campea a la par de las acertadas descripciones externas,
y eso hace que la destreza narrativa de la autora brille. Hay todo
un mundo de relaciones encerrado entre estas pocas páginas, que
fluyen como en un video puntualmente cartografiado.
Cada lector vive a su modo las historias que lee, y sin duda
tiene sus favoritas. Una de las mías en Caminado en círculos es “Ate-
rrizaje”. Casi todo ocurre dentro de un avión, aunque es por den-
tro de la protagonista en donde sucede lo principal, porque es ahí
donde se despliega la reflexión, la toma de conciencia, la tristeza
de esta mujer cuyo trabajo es pura rutina y cuyo novio es un ser
anodino con quien no hay ya empatía alguna. Se trata, pues, de un
tránsito interior con el pretexto de uno externo. Excelentes des-
cripciones, diestro manejo del uso de la primera persona gramati-
cal y de su interaccionar consigo misma y con la pasajera de al lado
que está muerta de miedo y a quien no conoce, pero compadece,
hasta que toma conciencia de su propia desolación.
Otro cuento sobresaliente es el que cierra el libro: “En la
carrera”. Un taxista lleva en una de sus carreras a un pasajero que
se apura en llegar a un hospital porque su mujer está dando a luz.
De clases sociales distintas, se llegan a identificar en algo que sólo
puede llamarse “el factor humano”. Conversan, se cuentan asun-
tos personales, llegan a estimarse en poco tiempo. Lo que se dicen
y la empatía que resulta son del todo convincentes. El mundo tie-
ne, entonces, asomos de salvación.
Nicolle Alzamora Candanedo ha dado un primer paso esen-
cial dentro del difícil mundo de la literatura al decidirse a publicar
este libro. No me cabe la menor duda de que seguirá ampliando
sus horizontes con perseverancia y disciplina. No sólo porque así
ha sido su trayectoria en los varios talleres de cuento que tomó
conmigo, sino, y sobre todo, porque ella tiene todo el potencial
para hacerlo.

746 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


IV

Desandanzas (2018) –obra ganadora de la sexta versión del Premio


Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica
de Panamá–, publicada por la Editorial Tecnológica de dicha ins-
titución, es el segundo libro de cuentos de Nicolle Alzamora Can-
danedo. Su libro anterior, integrado por 18 cuentos, Caminando en
círculos (Foro/taller Sagitario Ediciones, Panamá, 2016), fue mere-
cedor de positivos comentarios de parte de los entendidos. Tanto
aquel primero libro como esta nueva colección de 14 cuentos po-
nen de manifiesto la innata capacidad fabuladora de la joven au-
tora, su gusto por historias profundamente humanas y un manejo
apropiado del lenguaje y de las técnicas narrativas más adecuadas a
las diversas situaciones planteadas. A sus 26 años, no es poca cosa.
El jurado calificador del certamen (integrado por los escrito-
res Yolanda Hackshaw, Félix Armando Quirós Tejeira y Griselda
López), que permite que la utp publique este libro, dice acerca de
éste lo siguiente: “Se distingue por una buena representación de los
ambientes y caracterización de los personajes. Tiene dominio en el
planteamiento de los conflictos que viven sus entes literarios y sabe
darle verosimilitud a los remates. Son cuentos con calidad onírica y
dimensión espiritual” (Página). Escueto como es este fallo, acierta
en señalar algunas de las principales virtudes de los cuentos.
Lo primero es destacar que, sin duda, hay caminos que se
andan porque sus rutas ya están trazadas o porque voluntariamen-
te, o por razones del azar, las vamos construyendo sobre la marcha
de cierta manera y en determinada dirección. Pero puede ocurrir,
asimismo, que por voluntad propia o por cosas del destino en
algún momento de la vida nos sintamos inclinados a “desandar”
lo vivido, lo cual implica, o bien un claro recorrido inverso, a con-
tracorriente a veces de todo lo actuado, o una especie de fatalidad
que en lugar de permitirnos avanzar nos asedia en cierto momento
devolviéndonos a sitios y circunstancias que no necesariamente son
los mejores. Sin embargo, bien sabemos que, aunque asumamos de-
terminados retrocesos, ciertas vueltas atrás, en el fondo no se puede
desvivir lo vivido, ya que lo hecho hecho está, para bien o para mal.
Dicho esto, es necesario precisar que Nicolle Alzamora
Candanedo explora varias de estas posibilidades en este nuevo

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 747


libro suyo que me honro en prologar; y nos demuestra, en el pro-
ceso, no sólo su familiaridad con una escritura creativa que poco a
poco ha logrado dominar poniéndola al servicio de sus historias,
sino que, si bien la buena literatura se gesta en los avatares de la
vida –qué duda cabe–, debe ir más allá de simplemente reprodu-
cirla miméticamente como si le tomara una foto. Hay que crear y
recrear. Saber hacer gala de contención y pulimiento constante.
Para ello, entre otras cosas, es preciso elegir un lenguaje apropiado
y un punto de vista desde el cual enfocar la realidad; construir
personajes, ambientes y tramas verosímiles, por más que por sus
grietas se cuele a veces el absurdo, lo onírico o la fantasía más hi-
perbólica. En pocas palabras, hay que saber escribir.
Veamos ahora algunos aspectos específicos que sobresalen
en varios textos de este conjunto de 14 ficciones laureadas en la
sexta versión del Premio Diplomado en Creación Literaria de la utp,
estímulo permanente a la creatividad escritural de algunos de los
más talentosos de sus numerosos egresados.
En no pocos de estos cuentos predomina la introspección,
una vehemente necesidad de los personajes de ir examinando sus
logros e insatisfacciones –sobre todo éstas– a la luz de experien-
cias recientes que se viven como un flujo de momentos que, o
bien exacerban la conciencia, la afilan a través de la observación
profunda y la interiorización de las percepciones nuevas que se
van teniendo, o retrotrayéndose al pasado con sus muchos mati-
ces vivenciales determinantes de lo que se es hoy. Es decir, la re-
flexión se mezcla con la descripción minuciosa de lo observado y
la narración de lo que se vive. En este libro, acaso sea esta manera
de ser de las historias el rasgo dominante, al grado de caracteri-
zar casi un estilo de escribir. Tres cuentos del libro (“En silencio”,
“Desandanzas” e “Infinito”) representan ejemplos perfectos de esta
característica, la cual es al mismo tiempo de tipo formal pero tam-
bién de contenido. Y es así porque Nicolle, que domina tanto el
pensamiento racional como la puesta en escena de sus más hondas
intuiciones y percepciones de una realidad que suele entristecer o
rebasar a sus personajes, sabe alternar y fundir las vivencias ac-
tuales con los recuerdos; y para colmo de bienes, a menudo logra
reflexionar y narrar casi a un mismo tiempo, lo cual llama podero-
samente la atención e incrementa el valor de sus historias.

748 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Varios cuentos abordan la relación marital, con sus altas y ba-
jas, el insobornable paso del tiempo, el envejecimiento sin remedio y
el desamor. También hay historias de pérdidas que inevitablemente
nos conmueven porque la empatía y la solidaridad emocional son
cualidades humanas que desplegamos ante narraciones bien escri-
tas, ya sea que se trate de la pérdida física o emocional del propio ser
(“Infinito”), o de la de un hijo recién nacido (“Efímero”).
Aunque predominan las mujeres protagonistas, también hay
cuentos en los que la realidad se enfoca desde la óptica masculina;
es el caso de “El caballo”, una historia que interpreta la forma
en que un artista llevado por su afán de lograr la perfección al ir
creando con sus manos de escultor empírico una enorme figura
equina que le late en el alma por nacer, es capaz de descuidar las
cosas materiales, incluido el hogar, en aras de lograr ese ideal. Y
de “Onírica”, en donde los sueños nocturnos se organizan de tal
manera que son una réplica dislocada, pero nada absurda de la
búsqueda cotidiana, no siempre consciente o explícita, de la año-
rada mujer ideal.
Por otra parte, si en “La autopista” estamos en presencia
de una historia de calculada violencia y saña que viene de un pro-
fundo resentimiento social, en “Sobran las palabras” hay una ha-
bilidosa mezcla de erotismo y metaficción que, pudiendo haberse
salido de cauce, la autora supo regular de forma creíble accedien-
do a un fraseo poético efectivo.
Finalmente, hay dos cuentos en Desandanzas, los más ex-
tensos del libro, que a mi juicio son también los más sobresalien-
tes: “En las redes”, que aborda el tema del peligro que entrañan
las redes sociales, y “En la oscuridad”, cuyo asunto central es el
shock de una familia al saber una noticia inesperada que uno de
sus miembros revela durante una cena tras un buen tiempo de no
verse. Ambos textos ponen de manifiesto, con gran sensibilidad
y logro narrativo –así como en distintos contextos y modos de
representación–, la vulnerabilidad del ser humano; cómo pueden
llegar a distorsionarse algunas de sus obsesiones hasta desembocar
en el fanatismo e incluso en la agresividad; los efectos negativos
de los juicios y prejuicios a ultranza. Temas complejos, muy bien

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 749


manejados. Sin duda un libro interesante y una nueva y talentosa
escritora a la que hay que leer.3

El caso de Gilza Córdoba (ciudad de Panamá, 1979), quien ahora


publica su primer libro titulado Augurio –igual que el cuento ho-
mónimo con el que abre el libro–, resulta bastante inusitado. Hace
poco menos de cinco meses llega a mi taller de cuento avanzado
como una incipiente escritora completamente inédita (sólo había
publicado artículos de opinión en periódicos locales), sin haber
pasado antes por taller alguno. Carente de trayectoria literaria, la
acepto en el grupo por la buena impresión que me causaron un
par de cuentos que me hizo llegar, con algunas imperfecciones
formales, pero en donde resultaba clarísima una amplia cultura
asociada a sus lecturas, además de su facilidad para la articulación
narrativa y su empeño en contar de forma convincente historias
de singular interés.
Todo lo cual habría de irse confirmando con creces a medi-
da que avanzaba creando ficciones semanales para el taller, las cua-
les se discutían a fondo junto con el material de los otros talleristas
con un saldo siempre positivo debido a su asombrosa facilidad
natural para la escritura. Al grado de poder reunir en poco tiempo
un total de 20 cuentos (anteriores y nuevos) para conformar este
primer libro. Lo prologo, convencido de su valía estética y humana
(la del libro y la de la autora), y a sabiendas de sus grandes posibi-
lidades literarias a futuro.
Uno de los meritos que a mi juicio tienen estos cuentos de
Gilza es su asombrosa variedad temática y formal. Resulta eviden-
te que, más que preocuparse de buscarle un solo registro a su crea-
tividad tratando de establecer un estilo propio reconocible, en esta
primera muestra lo que le interesa más es narrar de forma amena
situaciones muy diversas cuya verosimilitud se logra mediante el
uso de un lenguaje esmeradamente selecto, así como por su mane-
3 Para conocer la opinión de Alzamora Candanedo sobre diversos temas de interés, véase dos
entrevistas publicadas en 2017: entrevista de María del Pilar Méndez, en La Estrella de Panamá, 1
de agosto de 2017; y El mejor primer paso para escribir es siempre leer, entrevista que le hice a Nicolle
en el no. 81 de Maga revista panameña de cultura, utp, Panamá, julio-diciembre de 2017.

750 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


ra de destacar la conducta singular de algunos de sus personajes.
La versatilidad de la autora es, pues, manifiesta.
Por otra parte, suele ser común en los nuevos escritores
el plasmar sus propias experiencias en las primeras narraciones,
y nada malo ven en ello, pese a que eso podría implicar menos
creatividad en cuanto a aprender a soltar la imaginación; también
ocurre a veces lo contrario: que ante tal tendencia innata se desate
en algún momento un cierto temor a parecer demasiado recono-
cible en su intimidad para quienes los conocen y en esa medida
los puedan criticar o juzgar por determinados hechos o andanzas
reales que de pronto salen a la luz en algún texto. Otras veces, en
cambio, puede ocurrir que el autor que empieza a escribir sea tan
bueno que no se noten sus raptos autobiográficos o no importen
en lo absoluto frente al fulgor literario desplegado.
Los cuentos de Gilza son tan variados e imaginativos y están
tan bien narrados, que lo que resulta es una gran fluidez relatística
en el manejo de la intrahistoria de los personajes, de tal manera
que se nos hace sentir y pensar como lectores más allá de la sim-
ple realidad cotidiana. Además, es sabido que la buena literatura
no pocas veces encubre otra historia detrás de la principal que a
primera vista se nos narra, o bien, hay una especie de subtexto
que late tras bastidores, que el lector sensible debe prefigurar y
eventualmente descubrir. Una cosa u otra sucede en varios de los
cuentos de este primer libro maravilloso.
En otras ficciones del libro, los matices de los ambientes des-
critos y la resolución sorprendente de concentradas tramas muy
bien llevadas hasta sus respectivos desenlaces, son también logros
notables del quehacer narrativo. Se trata, en última instancia, de
auténticos merecimientos literarios que suelen tomarle mucho
más tiempo dominar a creadores que, como ella, recién se inician
en el difícil y a menudo enigmático oficio de escribir. No hay otro
nombre para estos logros que la palabra talento.
Entrando ya un poco en los cuentos mismos del libro,
quiero destacar que “Hogar” es, a mi juicio, un minicuento per-
fecto por su gran concentración anecdótica ahíta de acumulada
violencia y por la hondura de sus implicaciones. En este sentido,
literariamente hablando, lo bueno cuando breve, dos veces bue-
no. Por otra parte, “Rapsodia” contiene la esencia de una pa-

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 751


sión sexual arrebatadora hacia un artista rememorada por la pro-
tagonista al conversar con una amiga, en cuyo abismo se pierde
el control causando consecuencias funestas, si bien la necesidad
de escapar a tiempo de su vórtice atenazador termina volvién-
dose una obsesión tan fuerte como su involucramiento en su
largo rapto anterior.
Asimismo, “Augurio”, a mi entender uno de los mejores
cuentos del libro, retoma en alguna medida los ambientes y es-
pectrales inquietudes de los relatos góticos, pero en particular nos
recuerda ciertas piezas maestras de Edgar Allan Poe (1809-1849)
–padre del cuento moderno–, sobre todo a partir de la figura omi-
nosa de un cuervo siempre al acecho que habrá de constituirse en
verdadera paranoia para el personaje de esa historia. Además, es
pertinente señalar que, como una suerte de leitmotiv, hay más de un
cuervo en el libro, ya que en varios otros cuentos aparece alguna
alusión a la presencia, grata o amenazante, de esta ave, o simple-
mente a su fugaz recuerdo.
“La feligresía” es otro cuento notable: decanta con singular
acierto el ambiente fanatizado que ocurre al interior de ciertas sec-
tas religiosas oportunistas, explotadoras de la credulidad humana
bien arraigada, a costa de necesidades corporales, emocionales y
sicológicas de numerosas personas inseguras y confiadas, incapa-
ces de valerse por sí mismas ante la adversidad, e incluso frente a la
manipulación de debilidades que a menudo en realidad no existen,
sino que son sembradas por inescrupulosos predicadores que de
una forma u otra los explotan con el descaro y las equívocas ma-
ñas de un auténtico depredador.
Otros cuentos particularmente dignos de encomio, a mi
juicio, porque aportan ingeniosas aristas a la ficción breve nacio-
nal son, entre otros: “El Odisseus”, “En los parques”, “El último
acto”, “Las tetas de Simoné” y “Cuaderno de numerología”. En
ellos predomina un refinado arte de narrar en forma amena, pau-
sada a veces, pero otras de modo trepidante. La autora es profun-
da en sugerencias y enfoques, a condición de saberla leer, pues su
prosa elaborada a ratos se torna densa, lo cual en ella es una virtud
y nunca un defecto. Sorprende su versatilidad, ya que tanto temá-
ticamente como en sus poco ostentosas técnicas narrativas nunca

752 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


se repite. Asimismo, aunque esta primera colección de cuentos
aún no marca un estilo, sin duda cada historia implica una velada
o abierta visión de mundo.
En esta singular cuentista, el sustento principal, como ya
se ha dicho, son sus muchas y variadas lecturas desde muy joven;
pero también, ¿cómo negarlo?, la satisfacción que confiesa sentir
cuando su gusto por darle un sentido articulado al lenguaje la lleva
por sugestivos senderos fascinantes que va palpando y degustando
sobre la marcha en un afán por concretar maneras de ser y de estar
en el mundo de sus situaciones y personajes, a menudo precedidos
de sus muy particulares obsesiones y de una vívida ambientación
singular.
Pensando el título de este libro desde otro punto de vista, se
me ocurre que, al igual que pueden existir malos y buenos augurios
tanto en la ficción como en la vida, el bien logrado conjunto de los
cuentos que aquí nos ofrece la autora, le augura a Gilza, siempre
y cuando persevere, una sólida permanencia autoral en la literatu-
ra de Panamá, la cual ha venido forjándose airosamente en años
recientes a través de una nueva generación de relevo, en la que sin
duda destaca un número importante de sensibles mujeres.
En resumen, la aparición de esta escritora en el cada vez más
amplio y heterogéneo panorama de las letras nacionales, y sobre
todo entre la pléyade de nuevas narradoras, es un gratísimo des-
cubrimiento por su caudal de matices y certezas en permanente
ebullición, en los que lo humano y lo estético se complementan al
fundirse en un solo haz de figuraciones y prefiguraciones atinen-
tes a algunos de los más significativos claroscuros de la condición
humana. No otra cosa es la buena literatura.
No me cabe la menor duda de que la titilante creatividad e
inquietudes de Gilza Córdoba seguirán dando exquisitos frutos
literarios en futuras obras de acrisolada ficción narrativa.

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 753


VI

Gloriela Carles Lombardo y sus fugacidades


muy bien aterrizadas

El auge que está teniendo en años recientes la aparición de nuevos


autores de ficción breve en Panamá, el de la escritura de minific-
ciones en particular, y dentro de esta modalidad o corriente, la
producción creada por cada vez más mujeres, antes desconocidas,
de incuestionable talento, es un fenómeno sociocultural que no
puede ni debe pasarse por alto. Por supuesto, lo señalo una vez
más en el más positivo de los sentidos.
Hoy me toca el honor de prologar y ser el editor del primer
libro de una nueva escritora panameña, quien a la par que concibe
textos narrativos muy breves lo hace con minipoemas que más
que simplemente acompañar sus pequeñas ficciones, de alguna cu-
riosa manera las alimentan y, tal vez, explican. Lo digo en sentido
figurado, ya que la buena literatura no requiere ser explicada sino
sentida, si acaso interpretada: debe, en todo caso, poner al lector
en jaque: sorprenderlo, sacudirlo, transformarlo y, con suerte –y
talento, claro–, transfigurarlo. De otra forma no tiene sentido de-
dicarle tiempo y esfuerzo a la creación literaria, al cuidado concep-
tual y formal de cada milímetro de un texto naciente; de esos que
viniendo del limbo de la no existencia formal previa, al ser creados
–al dársele una forma significativa– pugnan por palpitar. Todo lo
cual sucede, sin duda alguna, con Fugacidades en un panal de fuegos,
primer libro de Gloriela Carles Lombardo (1977).
Egresada del Diplomado en Creación Literaria de la Uni-
versidad Tecnológica de Panamá, versión 2015, Gloriela posee
una Maestría en Psicología Clínica por la Universidad de Panamá
y ha realizado estudios de posgrado en Docencia Superior en la
Universidad Latina de Panamá. Además, es coach ontológico y
Educadora Experiencial en Metatraining (enseñanza a través de
metáforas), sin duda estudios estos muy poco comunes en nues-
tro medio tradicionalista. Además, ahora lo comprobamos, es una
fina creadora de mundos en miniatura que a menudo sólo en apa-
riencia lo son, puesto que la imaginación de cada quien, si además
el lector es un ser sensible, puede ser capaz de convertir lo narrado

754 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


o planteado en algunas de sus mejores creaciones, en auténticas me-
gasituaciones densamente conflictivas debido a la naturaleza misma
de su esencia; o en la inverosímil posibilidad de descifrar el mismí-
simo infinito. Lo aparentemente diminuto dotado, pues, de absoluta
expansividad, tanto hacia dentro de sí mismo como hacia fuera.
Todo sin renunciar ni por un momento al difícil abordaje de la
problemática humana y, por extensión, social, cuya presencia en el
texto es siempre parte de su entramado sutil, de manera evidente
a veces y, otras, encriptada.
Su manejo de la metáfora como instrumento cognoscitivo o
como factor de obligada expansión posterior a la lectura, tanto de
lo más trivial como de lo intrínsecamente complejo, es asombroso,
aunque a veces cueste un poco entenderlo. Esta característica de la
escritura de Gloriela, que implica en ella conocimiento, imagina-
ción e ingenio inusuales, y que en este libro es aplicable también a
sus brevísimos poemas, es muy poco frecuente en la literatura de
Panamá. Lo cual significa que está explorando un nicho –un modo
de escribir– raramente frecuentado.
En este sentido, mucho tiene de surrealista su prosa, de aso-
ciación de ideas al modo de la escritura automática, de hibridación
en movimiento perpetuo, de quiebre radical con lo establecido.
De actitud rompedora. Para ello, el uso de la ironía, el sarcasmo,
el absurdo, la hipérbole de prosapia antigua, y a ratos incluso la
implícita y sin embargo vibrante denuncia, son instrumentos de
semántica precisión casi quirúrgica. En algunos textos campean,
sin mucho eufemismo, traumas, fobias, rabias a punto de estallar
convertidas en ficciones encomiables, sorprendentes… Y como
todo empeño renovador en el arte, esta forma oblicua de escribir
abre nuevos caminos.
Visto así, afirmo que para un lector tradicional, acostum-
brado a normas fijas para entender y descodificar la secuencia
esperada en el desarrollo breve o extenso de una historia, es-
tas ficciones ni remotamente son “pan comido” al momento de
entrar en el meollo de lo que dicen o sugieren. Tan es así que
el poético título del libro, Fugacidades en un panal de fuegos, es ya
una primera señal del estilo poco ortodoxo que tiene esta nueva
escritora; difícilmente podría decirse que alguna de las tres prin-
cipales palabras que lo integran deba tomarse de forma literal.

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 755


Aunque quién sabe. Porque si bien lo fugaz y el fuego son casi
que conceptos opuestos, conviven no obstante en la nutricia ri-
queza de un panal. Asimismo, tanto las minificciones de este
libro como los minipoemas, que alternadamente lo conforman,
tienden a ser textos híbridos –multidimensionales, poliédricos,
magma incandescente– altamente sugerentes pese a su brevedad
extrema, o quizá por ello mismo.
Foro/taller Sagitario Ediciones, fundada en 2013 junto con
la escritora venezolana Carolina Fonseca, cinco años más tarde
se enorgullece de haber presentado cada tanto tiempo primeros
libros de autores que, desde sus inicios, auguraban la probabilidad
–perseverancia y autocrítica permanentes de por medio– de una
obra futura significativa (como en todo en la vida, unos dan la talla
tiempo después, otros no tanto y se quedan en el camino).
Gloriela Carles Lombardo pertenece a la estirpe de creado-
res literarios que, decidida y apasionadamente, habrán de conti-
nuar superándose en el mundo de las letras, destinada sin remedio
a sobresalir.

VII

Memoria que guarda un contenido vital profundo


en los cuentos de Eyra Harbar

¿Cómo negar que el cuento breve es un género fascinante cuan-


do en él coinciden ingenio, imaginación, experiencia, un lengua-
je funcional o exquisito y el trasfondo de una historia ceñida y
vivaz susceptible de cautivarnos? Visto así, la escritura creativa
renueva el espíritu y afina la sensibilidad tanto de quien la plasma
como de quien la lee, y la ficción literaria es una de sus manifes-
taciones más idóneas.
El cuento siempre ha sido en Panamá un género literario
abundante y afortunado. Desde el primer libro de cuentos escrito
por un autor panameño, Horas lejanas (Buenos Aires, Argentina,
1903), los hacedores de ficciones breves han ocupado un sitio re-
levante en el desarrollo de nuestras mejores letras.
En ese contexto, a partir de Graciela Rojas Sucre con su
libro Terruñadas de lo chico (1931), las escritoras panameñas han ido

756 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


creciendo en calidad y cantidad hasta desembocar en el actual auge
de cuentistas mujeres. Desde Moravia Ochoa López y Bertalicia
Peralta, pasando por Griselda López, Rosa María Britton, Con-
suelo Tomás Fitzgerald, Beatriz Valdés y Giovanna Benedetti,
hasta llegar a Melanie Taylor Herrera, Lupita Quirós Athanasia-
dis e Isabel Herrera de Taylor, entre otras. Y ya en el siglo xxi,
la eclosión del cuento escrito por mujeres panameñas se hace
evidente: más de 50 creadoras de ficción breve se dan a conocer.
Eyra Harbar (Almirante, Bocas del Toro, 1972), con No está
de más (Foro/taller Sagitario Ediciones, Panamá, 2018), su primer
libro de ficciones, viene a sumarse a un número importante de es-
critoras de cuentos que en años recientes han enriquecido la narra-
tiva breve en Panamá. De diversas edades y profesiones, me refiero
a narradoras como Danae Brugiati Boussounis, Lissete E. Lanuza
Sáenz, Maritza López-Lasso, Isabel Burgos, Enithzabel Castrellón
Calvo, Ana Lucía Herrera, Lucy Cristina Chay, Klenya Morales
de Bárcenas, Annabel Miguelena, Shantal Murillo, Maribel Wang
González, Olga de Obaldía, Ela Urriola, María Laura de Piano,
Cheri Lewis G., Nicolle Alzamora Candanedo, entre otras; además
de las muy recientes: Gilza Córdoba y Gloriela Carles Lombardo.
Con propuestas y estilos claramente diferenciados, cada una nos
ofrece una visión del mundo muy personal y humanamente esti-
mulante. Se trata de autoras emergentes que en poco tiempo ya
ocupan un sitio relevante en la bibliografía literaria nacional, si
bien su estudio y difusión deja todavía mucho que desear.
Aunque la mayor parte de los lectores se aficionan sólo para
entretenerse y prefieren por lo general la presencia de un anecdo-
tario que presuma de una gran claridad descriptiva y de personajes
creíbles, hay escritores que prefieren indagar en los vericuetos del
lenguaje extrayéndole sus esencias para darle una mayor densidad
conceptual y semántica a sus historias, agregándoles así una dimen-
sión entre telúrica y metafísica que suele estar construida mediante
una prosa poética rica en imágenes y extrapolaciones. Si bien fondo
y forma deben funcionar y apreciarse juntas en cualquier obra de
arte que se respete, no deja de ser gratificante descubrir ejemplos
de talento singular en los aspectos formales de la creación escritural.
Una cierta sofisticación literaria suele ser señal de una muy particular
sensibilidad humana. Es el caso de esta talentosa autora.

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 757


Así de larga y compleja como es la primera frase del primer
párrafo de esta tercera sección del presente prólogo, son no pocas
de las que emplea en su primer libro de ficciones la connotada
poeta nacional Eyra Harbar para armar la mayoría de sus muy bre-
ves cuentos –de hecho, minicuentos casi todos–; y para, sin dejar
de relatar historias de una gran profundidad conceptual, no aban-
donar su enamoramiento con esa poesía subyacente que sustenta
la mayor parte de su obra anterior conocida hasta el momento.
“Testimonio en la ceniza” es un buen ejemplo de lo anterior:

Cuando una nube, a veces clara y brillante, a veces oscura y


moteada, emergió por la boca del cráter y fue tomando mayor
altura, adoptó la forma de un pino de ramas abiertas que el
viento poco a poco derrumbó sobre el pueblo, cubriendo las
calles con una espesa ceniza que las hacía parecer un paisaje
de invierno. También el humo y las rocas grises que empeza-
ron a caer sobre los techos y las vías romanas, aceleraron la
llegada de un afluente inesperado que venció las edificaciones
y arrolló fácilmente todo a su paso dejando el pueblo fundido
al magma. No dio tiempo a recoger las cosas, rezagadas por
el ardor y el azufre tras el estallido (Eyra 42).

Más que construir personajes o narrar situaciones en las que


destacan o nos intrigan la acción y sus conflictos, como suele ocu-
rrir en los cuentos tradicionales, ocurre que los textos ficcionales
de esta autora destacan por el papel relevante de la naturaleza, de
los ambientes a menudo convertidos en pujantes atmósferas, o
bien de las intensas situaciones apremiantes e inevitables –a me-
nudo trágicas– que vemos desatarse frente a nuestros ojos con
una fluidez tan dinámica y elocuente que uno termina aceptando
que difícilmente las cosas hubieran podido ser de otra manera. En
otras palabras, esta destacada poeta ha resultado ser, con su primer
libro de cuentos, una narradora de impresionante oficio literario.
Así, la prosa de Eyra Harbar, henchida de una sugestiva ima-
ginación cuyas coordenadas paradójicamente se tornan realistas
por la fuerza de su contundente expresividad, es de la misma es-
tirpe literaria y humana que la de otro gran cuentista bocatoreño
que nos dejó poca obra publicada y, sin embargo, mucha fuerza

758 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


expresiva: José María Sánchez (1918-1973). Un cotejo cuidadoso
de la obra de ambos autores, sin duda, demostraría la existencia de
vínculos conceptuales, estéticos y raizales innegables, aunque la
semejanza estilística de la prosa narrativa de la segunda con la del
primero probablemente no haya sido consciente. A mi juicio, si en
general la escritura narrativa de José María Sánchez es expresionis-
ta, la de Eyra Harbar se da mañas para ser, al mismo tiempo, ex-
presionista e impresionista: fenómeno lingüístico de difícil logro.
Y eso sólo lo puede hacer un gran poeta.
En la presentación del libro Cuentos completos de José María
Sánchez B. y polifonía de narradores (2018) señalé que los cuentos de
Sánchez difícilmente pueden ser superados en cuanto a la fuerza
de esa mezcla perfecta, estéticamente hibridizada, entre la vivencia
humana y el latir de la selva, el campo y el mar, como avasallador
asidero irrenunciable del hombre bocatoreño que habita sus his-
torias. Todo esto dentro de un permanente clima de marginación
social y económica en el que la fuerza telúrica del medio, así como
el influjo de mitos y leyendas, de una u otra manera siempre es-
tán presentes cincelando vidas. Pienso que Eyra Harbar es su más
cercana heredera, posiblemente la única, en tanto recurre a pará-
metros similares de construcción semántica; pero de igual forma,
debo señalar con firmeza que las narraciones de esta autora resul-
tan absolutamente inseparables de su noción poética de la vida,
sobre todo en su aspecto trágico y avasallante. En este sentido, su
manejo sintáctico es más complejo y más ambicioso. Para ella, lo
anecdótico, propio de casi cualquier noción de historia contada,
pasa a un segundo plano en tanto privilegia más bien la vivencia
misma surgida casi siempre desde fuera para luego interiorizarla
sin remedio.
A excepción de un cuento de extensión mediana, como “Los
remedios de Miss Harrington” (pletórico de una gran humanidad
en la forma de ser e interactuar de sus personajes) y de algún otro
como “Viaje prometido”, las ficciones que Eyra Harbar reúne en
este libro no suelen pasar de una página, y a menudo sólo tienen
un párrafo de ceñida y muy cincelada extensión. Cada palabra,
cada frase, cada manera de describirnos un hecho, un entorno o
un conflicto en ciernes o desarrollándose arrollador hasta alcanzar
su desenlace, posee una magia poderosa que al igual que pone en

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 759


movimiento lo que a veces es estático por naturaleza, en la forma
cautivante de lo expuesto hace vibrar al lector por esa su fuerza
intrínseca inaudita. De hecho, podría decirse que en no pocos de
estos textos, la naturaleza, el entorno, la atmósfera o los sucesos
mismos, a menudo ligados a lo telúrico o a lo sobrenatural impre-
visible, fungen como los verdaderos protagonistas de las historias.
Hace años que la autora escribe este tipo de ficciones, al-
gunas de las cuales se han ido publicando esporádicamente en la
revista cultural Maga. Pero sólo ahora que han sido reunidas, de-
puradas y complementadas con textos narrativos más recientes, de
igual manera cincelados hasta la minucia pese a su evidente densi-
dad conceptual, podemos apreciar el verdadero caudal del talento
prosístico de su creadora.
Con los poemarios Donde habita el escarabajo (2002); Espejos
(2003); Un jardín necesario (2012); Paraíso quemado (2014) y Desertores
de alborada (2015) en su haber, en 2017 gana el primer premio en
el Concurso Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Esther Ma-
ría Osses de udelas y el Consejo de Escritores de Panamá con la
obra Cuentos para el planeta, y la mención de honor del Concurso
de Literatura Infantil y Juvenil Carlos Francisco Changmarín del
inac 2018 con El verde libro de la música. Es licenciada en Derecho y
Ciencias Políticas con maestría en Género y Desarrollo.
En una entrevista publicada en el diario Panamá América en
2014, la periodista Rosalina Orocú Mojica le preguntó a nuestra
autora qué placer se deriva de escribir poesía, a lo que respondió:
“Escribir poesía es la expresión del instante que dura la eternidad,
la imagen perdurable en un mundo que procura destrucción; la
danza de los estados del ser, la memoria que guarda un contenido
vital profundo. Este ejercicio podría calificarse, más que de pla-
centero, como cuestionador del entorno y como angustioso por la
búsqueda sin fin” (Orocú Mojica, “Entrevista…”).
Sin duda una concepción profunda y abarcadora, que de
igual modo puede aplicarse a su prosa de ficción que tantos ne-
xos de hibridación y sugerente imaginería guarda con sus poemas.
Afirmo que Eyra Harbar no es una cuentista tradicional: rompe
moldes, se atreve. Al relatar desde el meollo mismo del suceso, a
menudo se sale por la tangente al auscultar realidades y darles un
sentido. Por otra parte, no está de más insistir –válgase la delibera-

760 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


da redundancia– en que esta obra singular que la escritora bocatoreña
ha titulado precisamente No está de más, representa, por las razones
antes expuestas (y seguramente también por muchas otras que ha-
brán de encontrar y exponer futuros reseñistas de su obra), un nuevo
aporte estético importante a la literatura de ficción breve que se pro-
duce en el Panamá de los conflictivos tiempos que corren.

VIII

¿Qué decir de los 8 cuentos de Arabelle Jaramillo recogidos en una


modesta publicación titulada El loco y otros breves textos emergentes?
Lo primero que salta a la vista es su singular manera de combi-
nar una fuerte empatía por determinados problemas propios de la
condición humana en sus personajes, sin caer en la conmiseración
gratuita, con una dosis de ingenio inteligentemente dosificada que
en algún momento de la narración logra sorprendernos.
Un uso medido del lenguaje más apropiado a cada ocasión
y, sobre todo, a cada intención, permite una fluidez impecable en
las secuencias narrativas, de tal manera que se evita el peligro de
caer en lo obvio o, por el contario, en desenlaces forzados. Lo cual
significa que ha habido un esforzado trabajo en el afinamiento de
las tramas y en la minucia de los finales.
Por otra parte, los pocos diálogos que utiliza la autora co-
rresponden a momentos señeros en donde justamente aquello
que se dicen los personajes es lo que nos va a dar la pauta como
lectores para comprender mejor la trama. Hay, pues, en estos
cuentos breves una sabia malicia literaria gestada de modo sutil,
la cual alimenta la forma de desarrollarse de los argumentos. Y
aunque, como es lógico, cada cuento representa una modalidad
particular y una determinada visión de parte de la autora, el con-
junto de estas ficciones logra representar un singular estilo de crear
en que, como en toda buena literatura, la imaginación y la experien-
cia, aunados a una depurada sensibilidad, se funden y se confunden
auxiliados por un lenguaje apropiado a aquello que se narra.
En cuanto a los 6 poemas rescatados de otras publicaciones
en el mismo librito, en ellos predomina el sentimiento en pugna
con la razón. Si bien esta forma de componer sus versos no re-
presenta una novedad literaria, ya que la naturaleza humana suele

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 761


conducirse precisamente así, resulta evidente que romper paradig-
mas para descubrir el agua tibia no es algo que la autora se propu-
siera. Más bien podría decirse que estos poemas compuestos con
sencillez, sin dar vuelta de tuerca alguna a tradicionales formas de
escribir poesía, consiguen expresar emociones profundas de ma-
nera sintética contagiándonos tanto su aparente candor como el
singular alcance de su encubierta densidad.
En esta primera reunión de sus textos emergentes, Arabelle
Jaramillo demuestra ser mucho más que una simple promesa lite-
raria. Sus cuentos y poemas breves, acaso sin habérselo propuesto
de forma explícita, ya dejan huellas indelebles. Invito a los lectores
sensibles de Panamá y México –sus dos hogares entrañables– a
confirmarlo.

IX

Habría que añadir otro grupo de mujeres que han publicado


cuentos interesantes en revistas o en libros colectivos, y que a
mi juicio ya estarían aptas para dar a conocer una primera co-
lección de ficciones breves; entre ellas: Kathiana Vidal, Mady
Miranda de Álvarez, Doris Sánchez Vda. de Polanco, Ingrid
Vargas, Nelsi Despaigne, Melissa Melinna Sánchez Salazar, Aileen
B. Brown Solís, Aura Sibila Benjamín Miranda e Irasema Herrera,
por mencionar sólo algunas. Ojalá se animen a hacerlo más tem-
prano que tarde con determinación y rigor. Todavía cabría incluir
en este recuento alucinante de narradoras –en el mejor sentido del
término– a varias excelentes cuentistas extranjeras que en años
recientes han escrito y publicado sus libros en nuestro país: Silvia
Fernández-Risco y Yolanda Ríos Vda. de Moreno (mexicanas), así
como Carolina Fonseca y María Pérez-Talavera (venezolanas) y
Paola Schmitt (colombiana).
Hablamos, entonces, como ya se anotó, de más de 100 nue-
vas voces femeninas que, bien diferenciadas entre sí, apuestan por
el cuento como género literario de su preferencia: un fenómeno
absolutamente inusitado en época alguna en cualquiera de los pe-
queños países que integran el istmo centroamericano, lo cual me-
rece un estudio amplio y, sin embargo, pormenorizado de obras y
tendencias.

762 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


El sorprendente panorama completo de la producción cuen-
tística femenina de Panamá podrá apreciarse con mayor plenitud y
documentación bibliográfica cuando a fines de 2018 aparezca en
Editora Géminis mi compilación Puesta en escena, que reúne cuen-
tos de 35 autoras que se dan a conocer a partir de 2005 hasta 2018,
y que a su vez es la continuación de otra recopilación que publiqué
en la misma casa editorial en 2004: Flor y nata: Mujeres cuentistas de
Panamá, la cual reúne cuentos de otras 37 mujeres.

Panamá, 27 de septiembre de 2018

Autoras mencionadas en este trabajo que han fallecido recientemente:


Rosa María Britton (1936-2019), Isis Tejeira (1936-2020), Gloria Guar-
dia (1940-2019) y Manuelita Alemán (seudónimo: Madelag; 1918-2015);
Eudoro Silvera (1916-2010).

Fuentes de consulta

Alzamora Candanedo, Nicolle. Desandanzas. Panamá: Editorial


Tecnológica, 2018.
Jaramillo Levi, Enrique. “Selección y prólogo”. Panamá cuenta.
Cuentistas del Centenario (1851- 2003). Panamá: Editorial Nor-
ma. 2003.
Jaramillo Levi, Enrique. “Selección y prólogo”. Flor y nata (Mujeres
cuentistas de Panamá). Panamá: Editorial Géminis. 2004.
Jaramillo Levi, Enrique. “Selección y prólogo”. Puesta en escena.
Compilación de mujeres cuentistas de Panamá (2005-2018). Pana-
má: Editorial Géminis. 2018.
Jaramillo Levi, Enrique. “Selección y prólogo”. Minificcionario. Com-
pilación histórica selecta de minicuentos en Panamá (1967-2018).
Panamá: Foro-taller Sagitario Ediciones. 2019.
Jaramillo Levi, Enrique. “Selección y prólogo”. Venir a cuento.
Cuentistas emergentes de Panamá (2012-2019). Panamá: Foro-ta-
ller Sagitario Ediciones. 2019.
Lewis G., Chari. Cuentos panameños. Panamá: Sexta versión del
Premio Diplomado en Creación Literaria otorgado por la

Una aproximación a la cuentística escrita por mujeres panameñas: 1931-2018 763


Universidad Tecnológica de Panamá. Miembros del Jurado:
Félix Armando Quirós Tejeira, Griselda López y Yolanda
Hackshaw. El fallo fue emitido el 22 de julio de 2017.
Harbar, Eyra. No está de más. Panamá: Foro/Taller Sagitario Edi-
ciones, Imprenta Pacífico S.A., 2018.
Orocú Mojica, Rosaina. “Entrevista realizada a Eyra Harbar-
Diario”. Panamá América. Fecha 21/9/14. https://www.
panamaamerica.com.pa/dia-d/eyra-harbar-historia-de-pa-
raiso-quemado

764 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Autoras y autor (contribuidores)
Sobre las autoras y autor

María Bonilla es doctora en Estudios Técnicos y Estéticos del


Teatro (Universidad de París VIII), ex Directora de la Escuela de
Artes Dramáticas y Teatro Universitario (Universidad de Costa
Rica). Directora teatral y actriz profesional desde 1974, exdirecto-
ra del Colegio de Costa Rica y de la Compañía Nacional de Teatro.
Fundadora y directora del Teatro ubu. Es pionera de las creacio-
nes escénicas a partir de la imagen y la multidisciplinariedad. Ha
representado a Costa Rica en festivales de teatro en América y Eu-
ropa y ganado tres Premios Nacionales al Mejor Director. Como
novelista ha publicado: Mujer después de la ventana (2000), Al borde
del aliento, otoño (2002, eucr, reimpresión en 2010), La actriz (2006,
Tintanueva Editores, Ciudad de México), Hasta que la vida nos se-
pare (2007, Editorial Perroazul), Augustine, mi otra ficción (2012), La
mujer del camino de las cigüeñas (2013) y Hecho de guerra (2015), en
la Editorial Mirambell. En poesía ha publicado Libro de sombras
(2017, Estucurú Editorial); en Tinta en Serie, Yo soy aquélla a la que
llamaron Antígona (2011) y Ofelia y Hamlet (2012). En el género de
ensayo, La dramaturgia que inventó una identidad (2012) y La luna mira:
diálogos y disquisiciones entre la escena y el diván, con la psicoanalista
Ginnette Barrantes, en 2015, y La novela femenina contemporánea: la
reescritura del imposible en la erótica de la invisibilidad y el silencio, estaciones
de un viaje hacia uno mismo (alicac, 2012). Ha sido ganadora de los
siguientes reconocimientos: Premio Fernández Ferraz 2010 (Ins-
tituto de Cultura Hispánica), Premio LA GLO 2013, (Encuentro
de Mujeres de Iberoamérica en las Artes Escénicas, FIT de Cádiz,
España), Premio Latinoamericano de Literatura Jorge Calvimon-
tes y Calvimontes 2015 en Novela (Fundación Calvimontes y Cal-
vimontes, sogem, unam y Tintanueva Ediciones) con Hasta que la
vida nos separe.

Janet N. Gold es catedrática emérita de Literatura Latinoamerica-


na, Universidad de New Hampshire, ee.uu., también investigadora
y escritora cuyas amistades e inquietudes literarias han ocasionado
amenas visitas y estancias tanto en Honduras como en los otros
países del istmo. Sus publicaciones incluyen Clementina Suárez, Her
Life and Poetry (University Press of Florida); El retrato en el espejo:
Una biografía de Clementina Suárez y Volver a imaginarlas: Retratos de
escritoras centroamericanas (Guaymuras, Tegucigalpa); Sagatara mío, un
estudio de la relación epistolar entre Salarrué y Leonora Nichols,
publicado por el Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador;
Culture and Customs of Honduras (Greenwood Press); y La montaña
plateada/ Silver Mountain, un relato para jóvenes basado en la historia
minera de Santa Lucía, Honduras. Además, comparte el poemario
bilingüe, Bondades de la cibernética, con Aída Toledo y en 2017 publicó
el poemario en inglés Local Fare: Poems from Midcoast Maine. La Edito-
rial Guaymuras publicó su nuevo libro, Crónica de una cercanía: Ensayos
sobre literatura hondureña, en Tegucigalpa en julio de 2018.

Carmen González Huguet, así firma sus libros Ana del Carmen
Guadalupe González Huguet, nacida el 15 de noviembre de 1958
en San Salvador. Es licenciada en Letras y maestra de Educación
Media con especialidad en Literatura. Fue directora de Publicacio-
nes e Impresos y miembro de la Dirección de Investigaciones de
Concultura. Desde 2012 es miembro de la Academia Salvadoreña
de la Lengua, correspondiente de la Real Academia de la Len-
gua Española. Ganó los certámenes Hispanoamericano de Poesía
(Quetzaltenango, Guatemala, 1999 y 2010) y de Novela (2017), el
Premio “Rogelio Sinán” (Panamá, 2005), el Premio “Rafaela Con-
treras” (Nicaragua, 2010) y el Premio Mundial de Poesía Mística
“Fernando Rielo” (Roma, 2017). En Centroamérica, este premio
ha sido obtenido solo por los poetas Laureano Albán, de Costa
Rica, y David Escobar Galindo de El Salvador. Es gran maestre
en poesía, cuento y novela corta al haber ganado en tres ocasiones
distintas los Juegos Florales Nacionales en cada una de dichas ra-
mas. Publicó los poemarios: Las sombras y la luz, El revés del espejo,
Testimonio, Mar inútil, Locuramor, Oficio de mujer, Palabra de diosa, Glo-
sas, Bitácora y Placeres. También publicó Jimmy Hendrix toca mientras
cae la lluvia, tanto en formato de cuento en la antología Puertos
abiertos recopilada por Sergio Ramírez Mercado para el Fondo de
Cultura Económica de México, así como en forma de monólogo
teatral. También publicó Crónicas policíacas (novela corta, 2017) y
Leyendas de Cuscatlán (cuento infantil, 2017).

766 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Enrique Jaramillo Levi nace en Colón, Panamá, 11 de diciembre
de 1944. Cuentista, poeta, ensayista, profesor universitario, promotor
cultural, editor. Maestrías en Creación Literaria (1969) y en Literatu-
ra Hispanoamericana (1970) por la Universidad de Iowa; y estudios
completos de Doctorado en Letras Iberoamericanas en la Universi-
dad Nacional Autónoma de México (1975). Fundador en Panamá,
en 1996, del Premio Nacional de Cuento “José María Sánchez” y el
Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán” de la Uni-
versidad Tecnológica de Panamá. Fundador y director de la revista
cultural Maga y del Diplomado en Creación Literaria de la utp. En
2005 gana el Premio Nacional “Ricardo Miró” como cuentista por
En un instante y otras eternidades (inac, 2006); y en 2009, los Juegos
Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, Guatemala, por
los cuentos de su libro entonces inédito Escrito está (2010). Funda-
dor/director en 2013 de Foro/taller Sagitario Ediciones, en Panamá.
Libros, los más recientes: Palabra de escritor (ensayos; 2016); En el jardín
(antología de cuentos; 2018) y Por la tangente (minicuentos, 2018).

Guisela López es escritora y académica feminista. Doctora por


la Universidad Internacional de Andalucía, licenciada en Ciencias
de la Comunicación y Especialista en Estudios de Género por la
Universidad Nacional Autónoma de México y Fundación Guate-
mala. Coordinadora de proyectos de investigación con el Institu-
to de Estudios de la Literatura Nacional, el Instituto Universitario
de la Mujer iumuisac, el Instituto de Investigaciones Históricas,
antropológicas y arqueológicas y la Dirección General de Inves-
tigación, digi, Universidad de San Carlos de Guatemala usac.
Fundadora y coordinadora de la Cátedra Interinstitucional Alaíde
Foppa (ceiich-unam México/iumuisac Guatemala) y el Seminario
de Literatura Feminista y Ciudadanía. Sus publicaciones son: Co-
municación para la equidad. Universidad de San Carlos, Guatemala 2017;
Mujeres que se crean a sí mismas: Antologia de poetas salvadoreñas, Edito-
rial Valparaiso 2017; Alternativas para una educación superior incluyente
usac, Guatemala 2016; El derecho de las mujeres a una vida digna,
discurso y realidad en Guatemala, Editorial Cultura, 2012; Relatos de
mujeres nuevas 2011; Literatura feminista y ciudadanía 2010; Mujeres,
discurso y ciudanía 2010; Mujeres mayas y garifúnas: Género e identidades
culturales 2009; Donde están las mujeres: Experiencias metodológicas para

Autoras y autor 767


desarrollar investigaciones con enfoque de género y feminista 2008; Pensa-
miento y compromiso social 2008.

Consuelo Meza Márquez es profesora/investigadora del Depar-


tamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Aguasca-
lientes desde 1984. Sus estudios son la licenciatura en Sociología,
especialidades en Estudios de la Mujer y en Estudios Culturales,
maestría en Investigación en Ciencias Sociales y doctorado en Hu-
manidades en el Área de Teoría Literaria. Libros individuales y
colectivos son los siguientes: La utopía feminista. Quehacer literario de
cuatro narradoras mexicanas contemporáneas (2000); Narradoras centroa-
mericanas contemporáneas. Identidad y crítica socioliteraria feminista (2007,
2008); Diccionario bibliográfico de narradoras centroamericanas con obra
publicada entre 1890 y 2010 (2012); Aportaciones para una historia de la
literatura de mujeres de América Central (2009, compilación); Reinven-
tando el presente. De la apropiación del cuerpo a la construcción de la ciuda-
danía (2010, compilación); El cuerpo femenino. Denuncia y apropiación
en las representaciones de la mujer en textos latinoamericanos. (2010, com-
pilación); Aplicación a nivel piloto de los modelos de prevención, atención,
sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres en el estado de Aguas-
calientes (2013, coordinadora); Violencia de género hacia las mujeres.
Manual para aplicar los protocolos de prevención, atención, contención, acom-
pañamiento, e intervención con varones agresores (2013, coordinadora con
Gabriela González Barragán); La escritura de poetas mayas contemporá-
neas producida desde excéntricos espacios identitarios. (2015, en coautoría
con Aída Toledo); Mujeres en las literaturas indígenas y afrodescendientes
en América Central. (2015, compilación con Magda Zavala); Penélope:
Setenta y cinco cuentistas centroamericanas (2017).

María del Socorro Robayo Pérez es profesora regular titular en


la Universidad Autónoma de Chiriquí. Magíster Litterarum en Li-
teratura Latinoamericana por la Universidad de Costa Rica (ucr).
Ha ofrecido numerosos seminarios y conferencias en la unachi y
en instituciones públicas y privadas, clubes cívicos y participado en
congresos y encuentros de escritores nacionales e internacionales.
Ha publicado artículos, ensayos y poemas en revistas y periódicos
de circulación internacional, nacional y local, tales como Supra, Cri-
sálida, Identidad Centroamericana y en el libro La confabulación creativa de

768 Desde los márgenes a la centralidad. escritoras en la historia literaria


Enrique Jaramillo Levi, 2000. Fue editora de la revista Supra de 2010
a 2012. Como directora de teatro ha puesto en escena obras como
Esa esquina del paraíso, de la Dra. Rosa María Britton, Los fantoches
del guatemalteco Carlos Solórzano, El juicio final y Santos en espera de
un milagro, del panameño José de Jesús Martínez, entre otras. Con
la farsa La orgía, del colombiano Enrique Buenaventura, en 2009,
representó a la unachi en el Encuentro de Teatro Universitario,
que contó con la participación de grupos de Costa Rica y la ciudad
capital. Actualmente dirige el grupo teatral Carromato. Ganó el
premio Medio Pollito de literatura infantil en 2002 con la obra La
gran interrogante. Ha publicado La plegaria del silencio, poesía, y Auriga
de mis pasos, poesía (2010), A la palabra por la palabra, (ensayos de
crítica literaria) 2014. Es coautora del texto de poesía erótica Furti-
vos, publicado en 2017 y coautora del libro ¡Basta!, 100 mujeres contra
la violencia de género, publicado en 2017. El 18 de marzo de 2018,
recibió reconocimiento por el Ministerio de Comercio e Industria,
a través de la Dirección de Derecho de autor, por su aporte inte-
lectual a la cultura de la república de Panamá.

Elena Runova, conocida como Helena Ramos, nace el 9 de enero


de 1960 en la ciudad de Yaroslavl, Federación de Rusia, urss. Reali-
zó sus estudios en la Facultad de Periodismo de la Universidad Es-
tatal de Leningrado (San Petersburgo), Federación de Rusia, urss.
Master of Arts en Periodismo, graduada summa cum laude, 1979-1984.
De nacionalidad nicaragüense es periodista, investigadora, docen-
te, escritora y poeta. Sus publicaciones son: “Desovidándose” en
II Certamen Centroamericano de Literatura Femenina / Poesía y cuento
(poesía). San Salvador: Consejo de Cultura de El Salvador, 1997.
Río de sangre será mi nombre (poemario). Managua, Editorial CIR,
2003. Polychromos (poemario). Managua: Asociación Nicaragüense
de Escritoras, 2006. “Historiografía literaria nicaragüense en San
Confín de las ausencias” en Meza Márquez, Consuelo (coordina-
dora), Aportaciones para una historia de la literatura de mujeres de América
Central, México: Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2009.
Compatriotas en Nicaragua. Managua: edición personal, 2013.

Autoras y autor 769


Aída Toledo es escritora, ensayista y profesora. Graduada de doc-
tora en Filosofía en la U. de Pittsburgh (2001). Con una maestría en
Artes (1997). Licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos
(1989). Estancia postdoctoral de Estudios de Género en el Cuer-
po Académico de Estudios de Género, adscrito al Departamento
de Sociología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes en
México (2014-2015). Autora y coautora de libros como Vocación de
herejes. Reflexiones sobre literatura guatemalteca (2002); Desde la zona abierta
(2004); Otra vez Gómez Carrillo (2008); La escritura de poetas mayas con-
temporáneas producida desde excéntricos espacios identitarios ( 2015); Diccio-
nario de ensayistas centroamericanas contemporáneas (2018); Hacer visible lo
invisible. Ocho ensayos sobre Asturias (2018). Ha publicado sus ensayos
sobre el tema de género en diversas revistas, así como capítulos de
libros en diferentes universidades y centros educativos.

Magda Zavala es escritora e investigadora especialista en litera-


tura centroamericana, es filóloga y educadora de la Universidad de
Costa Rica. Obtuvo una Maestría en la Universidad de Lyon II,
Francia, y el doctorado en Letras de la Universidad de Lovaina
la Nueva, Bélgica, con “La más alta distinción”. Ha sido también
promotora, fundadora y primera directora de instituciones acadé-
micas y literarias, como la revista Ístmica, la Maestría en Cultura Cen-
troamericana, el Doctorado en Letras y Artes en América Central
(dilaac), la Fundación INTERARTES (2011-2017) y la Asociación
Costarricense de Escritoras (2014-2016), de la que fue promotora y
parte del equipo fundador. Fue académica de la Universidad Nacio-
nal de Costa Rica y profesora invitada en Noruega, Canadá, Guate-
mala y Nicaragua. Entre sus libros están: Con mano de mujer. Antología
de poetas contemporáneas centroamericanas, 2011; en coautoría: Literaturas
indígenas de América Central, 2002 e Historiografía literaria de América
Central, 1995, entre otros. Ha publicado dos libros de poesías (Tríp-
tico de las mareas, 2010, y Antigua luna, 2017) y la novela Desconciertos
en un jardín tropical (1999). Cuentos y poemas han sido antologados y
otros circulan en periódicos y revistas. Como poeta, ha estado pre-
sente en Festival Grito de Mujer, Costa Rica; Festival Internacional
de Poesía de Zamora, México; Festival La Isla en Versos, Cuba; Fes-
tival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, y Encuentro
de Poetas Iberoamericanas en Extremadura, España.

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Desde los márgenes a la centralidad
Escritoras en la historia literaria de américa central

El cuidado y diseño de la edición estuvieron a cargo


del Departamento Editorial de la Dirección General de Difusión y Vinculación
de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

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