Casos Clinicos
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Beto es un niño de 10 años, que se encuentra cursando sexto básico. A simple vista,
se puede establecer que su físico corresponde a su edad cronológica. Es de complexión
robusta, estatura normal, tez morena clara y cabello oscuro. Además, se expresa de modo
adecuado para su nivel de edad. Se presenta a las sesiones bien arreglado y siempre de
manera puntual.
Actualmente, vive con su madre (Marcela, 41). Su padre, David, tiene 35 años y es
contador, sin embargo, se encuentra desempleado. Los padres de Beto están separados sin
haberse casado anteriormente. Al día de hoy mantienen una relación distante.
Durante la primera entrevista, se presentó en un principio cauteloso y sin hablar
mucho, pero a medida que se le mostraron los diversos juguetes del consultorio comenzó a
tener confianza. Se conversó con él de forma breve acerca de lo que se haría y se le explicó
que en ese espacio tendría que trabajar con algunos materiales y responder ciertas preguntas
y, si terminaba rápido, podría jugar. Con estas indicaciones, Beto se mostró dispuesto a
cooperar en la aplicación de las pruebas.
Conforme fueron avanzando las sesiones, el niño estuvo cada vez más tranquilo y
confiado, en ocasiones cantaba mientras jugaba. Sus juegos preferidos, desde el inicio de la
evaluación, fueron los relacionados con la guerra.
La mama del niño es quien lo lleva a la consulta, ella es maestra de otra escuela y da
clases a preescolares. Según su discurso, se presentan porque la escuela de Beto solicitó una
evaluación psicológica, debido a que se distrae con facilidad y conversa dentro de la sala de
clases, además han notado que tiene periodos de atención cortos y presenta cierto agrado de
hiperactividad. A la escuela le preocupa que el niño le dijera a su maestra que “se quería
matar”. Asimismo, la madre dice estar muy preocupada de que su hijo se quiera matar, pero
lo que más le aflige es que piensa que Beto no le tiene confianza y que prefiera mejor
hablar con la maestra y no con ella.
Beto había sido evaluado con anterioridad en dos ocasiones con la finalidad de
valorarlo a nivel cognitivo, emocional y de maduración en el desarrollo. En la primera de
ellas, se obtuvo que el niño poseía un nivel de inteligencia muy superior a la norma y una
madurez emocional equivalente a su edad. Sin embargo, fue canalizado a una segunda
evaluación un año después. Los resultados de esta última fueron los mismos a nivel
cognitivo, pero se encontró una inestabilidad emocional, por lo que se le canalizó a terapia
psicológica, la cual no llegó a su término.
A partir de la entrevista con la madre, se obtiene que Beto es producto del primer
embarazo de la madre, el cual llegó a término y sin complicaciones. En ese momento, la
madre tenía 29 años de edad y el padre 24 años. El parto fue de manera natural y el niño
tuvo un peso dentro del rango normal al nacer.
De acuerdo con la madre, durante los primeros días de nacido, el niño sólo lloraba
cuando tenía hambre y dormía bien. Su alimentación fue muy buena.
Fue un embarazado deseado por la madre, quien decidió permanecer soltera y
ocultarle por un tiempo al padre la existencia del niño. Beto es hijo único y vive con su
madre y sus tíos en casa de sus abuelos.
En la actualidad, el menor es inquieto al dormir y como de más. La Sra. Marcela
menciona que el principal problema de Beto es su conducta en la escuela, ya que se distrae
con suma facilidad, conversa, sus periodos de atención son cortos y, además, en alguna
ocasión mencionó que se iba a matar. De igual forma, ella piensa que su hijo no le tiene
confianza y que tiene cierto grado de hiperactividad. Asimismo, informa que Beto es un
niño con una energía inagotable, que es inquieto con las manos y los pies, que tiene
dificultades para permanecer sentado, se distrae con facilidad, habla mucho, interrumpe o
se inmiscuye en las conversaciones y responde a las preguntas antes de que terminen de
formularlas. Además, menciona que se enoja con facilidad, desafía las reglas de los adultos
y, con frecuencia, está enojado y resentido.
Las actividades que Beto disfruta más son jugar, nadar, ir al cine y sus clases de
teatro e historia en la escuela. Por el contrario, lo que más le disgusta es bañarse y que lo
obliguen a hacer algo que él ya siente que domina, como, por ejemplo, sus clases extras de
inglés.
En la escuela, la maestra menciona que el niño no permanece sentado en su asiento
y no respeta los derechos de los demás. Asimismo, señala que Beto es muy sociable y
buscado por otros niños y que, inclusive, juega con algunos que son mayores que él.
Al final de la entrevista, la señora Marcela comentó:
“Creo que mi hijo no me cuenta a veces por temor. A veces siento que le exijo de
más y me responde bien porque puede hacerlo. En fechas recientes utiliza un vocabulario
que en la casa no se usa. Mi hijo todavía es mi ídolo en la escuela, y aunque en exceso me
dice que me quiere, aprecio esas palabras y le reitero mi cariño hacia él”.
Por otro lado, a Beto se le aplicaron algunas pruebas. Para evaluar el área
perceptual, se aplicó la prueba gestáltica visomotora de Bender, quedando en el percentil de
95, que corresponde a un diagnóstico de madurez perceptual superior al término medio de
acuerdo con las normas establecidas.
Para evaluar el área intelectual, se utilizó el WISC-IV, donde se obtuvo como
resultado que Beto posee una capacidad intelectual promedio comparada con la norma de
su edad. Asimismo, se destacó por su velocidad de procesamiento, ubicándose sobre el
promedio en comparación a la norma. Además, se pudo establecer que tiene una buena
memoria visual a corto plazo, atención y coordinación visomotora. Beto tiene una
comprensión verbal adecuada para su nivel de edad, lo cual significa que puede formar
conceptos verbales, utilizar la información que obtiene a través de la experiencia y razona
de forma verbal.
De igual manera, posee una buena capacidad de razonamiento perceptual y fluido,
lo que permite un procesamiento espacial e integración visomotora apropiados.
Por último, hay que mencionar que las capacidades respecto a la memoria de trabajo
del niño son buenas. Lo anterior indica que su atención, concentración, control mental y
razonamiento le permiten trabajar con información temporal para resolver un problema o
producir un resultado.
Por otro lado, en el área afectiva, se aplicaron diversas pruebas para explorar
aspectos de la personalidad de Beto, sus sentimientos y preocupaciones. En la prueba de la
figura humana, se mostró poco participativo, ya que prefería jugar, por lo que se le recordó
que se había quedado en que primero trabajaría para después poder jugar.
Los dibujos que Beto realizó muestran un desarrollo de trazos esperado en niños de
su edad. Su figura tiene cabeza, ojos, nariz, boca, cuerpo, brazos y piernas en dos
dimensiones, pies, cabello, brazos hacia abajo y cuello. Sin embargo, cabe destacar que se
aprecian indicadores emocionales, como la transparencia en el pelo en la figura femenina y
la desproporción de las manos en ambas figuras. Esto puede asociarse a la ansiedad que se
genera en el niño con relación a las figuras parentales, sobre todo, con su dificultad para
relacionarse con la madre.
Beto dibujó primero un niño, lo que se asocia con una adecuada identificación
sexual. El tamaño y el tipo de trazo denotan una autoestima adecuada, ya que ambos
dibujos son de buen tamaño en proporción a la hoja y de trazo fuerte.
En los dibujos de Beto sobresalen las manos grandes, este detalle se puede asociar
con conductas agresivas. Asimismo, se aprecia que ambos dibujos tienen ojos bizcos, lo
que quizás refleje rebeldía y hostilidad hacia el medio, así como también dificultad para
comportarse de acuerdo con lo esperado. Se observa también la figura masculina volando,
lo que indicaría que el niño percibe su ambiente como inestable.
Cuando se le solicitó que elaborara una historia para cada dibujo, Beto narró lo
siguiente:
Dibujo del hombre: “Pablito estaba haciendo ejercicio en un deportivo cuando se
dio cuenta de que un deportista estaba conquistando a su novia. Pablito se enojó y empezó a
pelearse con el sujeto. Cuando dejaron de pelearse Pablito había ganado la pelea y le dijo a
su novia que no volviera a fijarse en otro”.
Dibujo de la mujer: “Lety caminaba por el parque y se dio cuenta de que había un
herido, habló a la ambulancia mientras iba hacia el herido, cuando llegó le preguntó qué le
había pasado, pero el señor estaba muy herido y cansado para contestar. Así se lo llevaron
al hospital, lo cargaron y le dio gracias a Lety por haber charlado con él y haberle
ayudado”.
A partir de las historias, se puede establecer que el contenido es agresivo, en ambas
habla de golpes o accidentes. Lo anterior tal vez signifique que Beto presenta temor a
agredir o ser agredido por las personas cercanas a él. Sin embargo, es importante recalcar
que todas las historias tienen un final feliz, lo que habla del intento que hace por controlar
sus impulsos agresivos y solucionar las situaciones de vida que le rodean.
Para la prueba del Dibujo de la familia, presenta la misma estructura de los dibujos
realizados en la prueba anterior, todos son dibujos sencillos y esperados para los niños de
su edad.
A partir de esta prueba, es posible ver que, aunque Beto es un niño seguro de sí
mismo, para mantener esa seguridad, trata de seguir de manera rígida las reglas impuestas;
lo que hace que pierda espontaneidad y, en ocasiones, se muestre inhibido. El control que
trata de ejercer sobre su conducta e impulsos hace que, de manera habitual, cuando se
siente presionado, reaccione con actitudes agresivas y expansivas lo que puede generarle
ansiedad. Percibe a su mamá como proveedora de sus necesidades y mantiene con ella
cierta distancia emocional. A la figura paterna la percibe como el elemento más importante
de la familia.
En Dibujo de la familia real sólo incluye a la familia extensa en donde la figura que
dibuja primero a la mamá, ya que ésta es la más valorada por Beto; él se dibuja en segundo
término junto a su mamá y después dibuja a su abuelo, a un tío, a la abuela, a una tía de 23
años y por último a una tía de 34. Esto es un indicador de que Beto tiene bien integrada a la
familia con la que convive.
Sin embargo, al analizar los dibujos de la familia imaginaria y la familia en
movimiento, observamos que en ambos casos incluye a la figura paterna a la cual no
conoce. Esto habla de la necesidad y el anhelo que Beto expresa de estar cerca de su padre,
aun cuando parece que el abuelo y el tío cubren la necesidad de identificarse con una figura
masculina.
Por otro lado, a partir de la aplicación del CAT-A, fue posible observar que Beto
tiene una fuerte relación afectiva con su mamá, la que siente condicionada, es decir, él
siente que necesita hacer algo bueno o adecuado para que ella le dé su cariño, esto se puede
corroborar cuando él narra “…los pollitos quieren más, pero la mamá les dijo que no había
más comida si no hacían la tarea”. Asimismo, el niño refleja cierta ambivalencia hacia su
madre, ya que en algunas láminas la considera como una figura que le proporciona afecto,
pero en algunos relatos la daña o la considera una enemiga. Por otro lado, Beto muestra un
fuerte anhelo a tener un hermano que le haga compañía y le consuele sus miedos (quedarse
solo, que nadie lo quiera y acepte), además de tener una familia integrada por papá, mamá y
hermanos.
Se aprecia además que tiene la suficiente fuerza yoica para salir adelante ante
cualquier circunstancia que se le presente y que es capaz de controlar de forma adecuada su
impulso agresivo y racionalizar sus miedos. Del mismo modo, Beto es capaz de asumir las
consecuencias de sus actos sean éstas positivas o negativas.
En varios relatos, se observa lo significativa que resulta para Beto la ausencia de su
padre, lo anterior lo refleja mediante fantasías en la que expresa su deseo de aliarse con él y
de recibir su afecto.
A lo largo de la evaluación, el juego predilecto de Beto fue jugar con los soldados (a
la guerra). Durante este juego se pudo ver que es un niño capaz de negociar, compartir y
seguir reglas. En otras ocasiones, al jugar algún juego no propuesto por él fue capaz de
aceptarlo sin molestarse, con ello demostró que es un menor con el que se puede negociar.
En diversos juegos se necesitó que estuviera muy atento, lo cual logró de manera adecuada
y por largos periodos.
Durante una de las sesiones de terapia, eligió jugar con los títeres y hacer una
historia con ellos; el primer títere que escogió fue un tigre, pero al ver a un tiburón prefirió
cambiarlo, a la terapeuta le dio una abeja. La historia era que todos los animales iban a la
fiesta del tiburón (un día antes había celebrado su cumpleaños en la escuela), al llegar a la
fiesta cada animal le iba dando algún regalo, el perro le cantó feliz cumpleaños, la abeja le
dio miel, un pez le contó un chiste, entre otros. Después de recibir los regalos comenzó a
decir que el tiburón tenía mucha hambre así que se iba a comer a todos los animales,
comenzó con la abeja, pero ésta le decía que no mordiera sus alas ya que después no iba a
poder volar, que si sus papás no le habían dicho que no podía comerse a sus invitados.
Beto dijo que el tiburón no tenía papá y que lo extrañaba mucho, que tenía mamá y
que la quería, pero que lo que él más deseaba era conocer a su papá. La abeja le dijo que no
se preocupara que tenía muchas personas a su alrededor que lo querían mucho y que su
papá donde estuviera también lo quería. Que podía contar con ella para lo que necesitara,
que ésta también lo quería y ayudaría en lo que se le ofreciera, y que su mamá también
podría ayudarlo.
Beto comenzó a buscar a los papás de cada animal invitado a la fiesta para que
fueran a recogerlos y así fue como cada animal con su respectivo papá, se iba de la fiesta,
pero antes felicitaban al tiburón y cada quien se llevó a su hijo. Al final solo quedaron la
mamá del tiburón, el tiburón, la mamá de la abeja y la abejita.
En este juego se hace evidente lo que aparece en las pruebas proyectivas, en donde
el niño, anhela tener un papá que lo acompañe, lo proteja y le brinde afecto. Parece ser que
su ansiedad tiene una relación directa con la ausencia de su padre y el enojo que tiene hacia
su madre por no haberle permitido estar cerca de él. Es por eso que, aunque tiene una fuerte
relación afectiva con la madre, manifiesta hacia ella una gran ambivalencia.