Fallo
Fallo
Fallo
Así, llega firme ante esta alzada, que la empleadora contaba con
la obligación de llevar en el caso el registro que prescribe el art. 6° inc. c de la ley
11544 y, por ende, su falta de exhibición (atendiendo a las respuestas del perito
contador a los puntos 8 y 9 del informe de fs. 390), tornó aplicable la presunción
establecida por el art. 55 LCT, la que en el caso no resultó desvirtuada (ver fs. 460
I, cfr. art. 116 LO).
Es de este modo que, aun cuando uno pudiera coincidir (lo que no
sucede en mi caso) con el análisis que, respecto de esta prueba, nos propone la
recurrente, siquiera en esas condiciones correspondería modificar lo resuelto, dado
que la inteligencia que llevó a cabo el Juez a quo, importó establecer que incumbió
a la empleadora acreditar la extensión de la jornada por ella dicha en el escrito de
contestación, circunstancia que sin duda alguna, a tenor de los extremos puestos
en el recurso, no ha logrado demostrar (art. 377 CPCCN y 116 LO).
De todos modos, y a todo evento, he de señalar que, como dijera
en el párrafo anterior comparto la evaluación que, respecto de esta pretensión, se
llevó a cabo en la instancia anterior, pues de ella surge prístino el desarrollo de la
jornada en la sucursal donde trabajaba Lezcano, cfr art. 90 LO y 386 y 456
CPCCN). Así pues, cabe presumir en la especie como cierto el número de horas
suplementarias laboradas estimadas en la demanda, en razón de que la
demandada no probó llevar el libro de registro previsto en el art. 6 inc. c) de la ley
ll.544 y en el art. 21 del decreto reglamentario 16.115.
En efecto, aunque la mayoría de la jurisprudencia ha sostenido
que dicho registro no es obligatorio para los empresarios, sostengo que sí debe ser
llevado, en particular cuando en la empresa se trabaja tiempo extraordinario. Por
ende, acreditado ese supuesto fáctico (en el caso, insisto, los testigos que
declararon responden en orden al conocimiento que tienen, respecto de la
modalidad general de trabajo), cabe la presunción hominis mencionada, salvo
irrazonabilidad (que no se da en el caso) o prueba en contrario que, como he dicho,
no fue producida.
Así, ratifico mi posición sentada en el precedente dictado en autos
“Alberzu, Cinthia Viviana c/ La Nueva Metropol SATACI y otros s/ despido”, expte.
Nº 15509/2015, SD CNT15509/2015CA1 del protocolo de esta Sala” donde,
sintéticamente, sostuve que “…acreditada la relación laboral, y su deficiente
registración, la situación ha de encuadrarse en lo normado por el art. 55 de la LCT,
y su articulación procesal - art. 39 primer párrafo de la ley 11563-, que dispone una
presunción a favor de las afirmaciones del trabajador, respecto de los hechos, entre
ellos la remuneración y las horas suplementarias de trabajo hechas efectivamente
(art. 52 inc. E LCT), que debieron ser consignadas en los libros laborales”,
considero que no es posible receptar el recurso intentado, desde que lo expresado
por el accionante en la presentación en despacho, no se compadece con los
términos asentados en el libelo de inicio.
Por su parte, el decreto 351/79, reglamentario de la precursora ley aún vigente, declaró
la obligación de todo establecimiento de adecuarse a la ley 19.587, así como a las reglamentaciones que al
respecto se dicten y de conformidad con los modos que a tal efecto fije la Superintendencia de Riesgos del
Trabajo (arts. 2° y 3°, texto según decreto 1057/2003, B.O. 13/11/2003). Específicamente contempló la
obligación de extender, antes del ingreso, el certificado de aptitud en relación con la tarea a desempeñar,
previendo incluso que las modificaciones de las exigencias y técnicas laborales darían lugar a un nuevo
examen médico del trabajador para verificar si poseía o no las aptitudes requeridas por las nuevas tareas (arts.
205 y 206 del Anexo I del decreto 351/79).
Este acotado pero señero régimen de protección de la salud en el contexto de una
relación de empleo tuvo como norte, conforme se acaba de reseñar, la prevención de los riesgos del trabajo en
el puntual ámbito de cada contrato. De allí la obligatoriedad de realizar exámenes preocupacionales y
periódicos y de determinar la aptitud del trabajador para el puesto de trabajo. El objetivo, desde aquel entonces,
no ha sido el de eximir de responsabilidad a los empleadores por vía de una detección precoz de eventuales
condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias" (Observación General n° 23, E/C.12/GC/23, 27/4/2016). Con
base en las obligaciones y pautas del Convenio 155 de la OIT, el citado órgano de interpretación del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales consideró que los 'estados deben adoptar "una
política nacional para prevenir los accidentes y daños a la salud relacionados con el trabajo mediante la
reducción al mínimo de los riesgos en el entorno de trabajo", política que debe abordar "la relación entre los
principales elementos de trabajo y la capacidad física y mental de los trabajadores, incluidos los requisitos
ergonómicos".
En definitiva, del bloque federal, en cuanto consagra el derecho a no ser dañado, a
condiciones dignas y equitativas de labor y, en particular, a la higiene y seguridad en el trabajo, se sigue
necesariamente que "es condición inexcusable del empleo que éste se preste en condiciones dignas y que se
garantice el estricto cumplimiento de las normas de seguridad, tanto en general, como en lo que concierne a las
propias de cada actividad. La prevención en la protección de la salud y de la integridad física del trabajador es
el presupuesto legítimo de la prestación de servicios, que no puede ya concebirse sin la adecuada preservación
de la dignidad inherente a la persona humana" (Fallos: 332:2633; 330:5435, voto de los jueces Fayt y Petracchi,
332:709).
Consecuentemente, y en lo que atañe a la presente contienda, la obligación de realizar
el examen preocupacional debió cumplirse atendiendo a su más alto propósito, esto es, el de prevenir todo
daño a la salud del trabajador, reduciendo al mínimo posible los riesgos que las condiciones y el medio
ambiente de trabajo entrañen. De ello se derivaba la imposición de esclarecer la capacidad psicofísica de la
persona para el puesto de trabajo en concreto”.
Todo esto lo concluyo, máxime cuando a las presunciones hasta
aquí desarrolladas, se les agrega fuerza convictiva, por no mediar, siquiera, el
ensayo de una hipótesis contraria generadora de la afección (arg. art. 356 inc. 1
CPCCN).
Por todas estas razones, interpretadas sobre bases que toman la
efectividad del derecho y el principio pro homine, es que propicio confirmar lo
decidido en el anterior grado.
Solo para finalizar, en respuesta a la afirmación de la ART en el
sentido de que la suya es una obligación “de medios” y no “de resultado”, diré que
en tanto que la incapacidad que aquí se acredita, es consecuencia de una dolencia
de etiología laboral y cubierta por el normativo que le da a ella referencia, cabe
memorar liminarmente, lo que tengo dicho sobre el punto, relativo a la falacia de las
obligaciones de medio y resultado que, a esta altura del debate, constituye una falta
de respeto intelectual.
Digo así, porque casi toda “obligación”, en particular en
organizaciones económicas tercerizadas como las que comúnmente observamos
en nuestro tiempo (en donde algún segmento de la producción o de la relación está
a cargo de más de un sujeto), se encuentra constituida por un conjunto de
“obligaciones”.
Pretender que algunas son de resultado y otras de medio, implica
no haber comprendido el fenómeno, o intentar que se lo interprete incorrectamente.
De modo que si queremos leerlo como un continuo, dependerá del
observador cuál interprete como obligación final y, por lo tanto, califique como
forzoso. En particular, los Estados deben contar con un adecuado marco jurídico de protección, con
una aplicación efectiva del mismo y políticas de prevención y prácticas que permitan actuar de una
manera eficaz ante las denuncias. La estrategia de prevención debe ser integral, es decir, debe
prevenir los factores de riesgo y a la vez fortalecer las instituciones para que puedan proporcionar
una respuesta efectiva al fenómeno de la esclavitud contemporánea. Asimismo, los Estados deben
adoptar medidas preventivas en casos específicos en los que es evidente que determinados grupos
de personas pueden ser víctimas de trata o de esclavitud. Esa obligación es reforzada en atención al
carácter de norma imperativa de derecho internacional de la prohibición de la esclavitud (supra párr.
249) y de la gravedad e intensidad de la violación de derechos por esa práctica (…) si cumplió con el
deber de garantía del artículo 6 de la Convención Americana, conforme al artículo 1.1 de la misma.
La determinación sobre el derecho de acceso a la justicia de las víctimas será analizado en el
capítulo relativo a los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación con los artículos
1.1 y 2 de la misma.” (Considerandos 318 a 321)”.
“En este contexto, es imperativo entender que de no ejercer el control correspondiente
sobre quienes tienen el deber de resguardar la salud de los trabajadores en el ámbito agrario, en
particular, el Estado Argentino podría incurrir en responsabilidad internacional por la falta de
fiscalización, en el ejercicio de su poder de policía ante las aberraciones en las que se incurre en el
trabajo rural, en el que puede constatarse condiciones de trabajo esclavo como lo manifesté en
autos “FONT FERREYRA JOAQUIEN EMANUEL C/ NIDERA ARGENTINA SA S/ OTROS
RECLAMOS”, del 31.03.17, del registro de esta Sala III. Cito también, la impericia en la tarea de
prevención tanto de los empleadores como de las aseguradoras, en la actividad propia del sector, tal
como lo manifesté en autos SENTENCIA Nº 93.666, “URRUCHUA, CLARA BEATRIZ, POR SÍ Y
EN REP. DE SUS HIJOS MENORES IGNACIO R. Y FRANCISCO V. OSTERRIETH C/ ARATA,
DOMINGO Y OTROS S/ ACCIDENTE- ACCION CIVIL”, registrada el 21/8/13, también en esta
Sala.”
“Vale recordar aquí, que Argentina fue pasible de sanción internacional en el caso
“FORNERON E HIJA VS. ARGENTINA”, sentencia del 27 de abril de 2012, en el cual la Corte
Interamericana de Derechos Humanos declaró, por unanimidad, que el Estado de Argentina
resultaba internacionalmente responsable por la violación de los derechos a la protección y a las
garantías judiciales, y por el incumplimiento de su obligación de adoptar disposiciones de derecho
interno, responsabilizando a los funcionarios por la omisión de articular las medidas necesarias al
efecto(http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen242_esp.pdf”
“Por tales razones, en caso de tomar conocimiento y acreditar en posteriores reclamos,
o por otros medios, que los tres codemandados, persisten en los incumplimientos de prevención en
las condiciones de salubridad e higiene relacionadas con el sector, la suscripta podría hacer uso de
las figuras del daño social (ver CSJN, in re “Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otro c/Ejército Argentino
s/daños y perjuicios”, 27/11/12 y “Álvarez, Maximiliano y otro c/ Cencosud S.A. s/ acción de amparo”,
A. 1023, XLIII, la Corte Suprema de Justicia de la Nación; “PERSICO, RUBÉN GUSTAVO
c/ARGENTOIL S.A. Y OTRO s/DESPIDO” –Expediente Nro. 6220/2009, SD 93.315 de fecha
23/11/12, y sentencia definitiva del 15.07.16, dictada encausa Nº 25336/2008/CA1 “ALDERETE,
LUCIANO RODOLFO Y OTROS C. UNIONBAT S.A. Y OTRO S/ ACCIDENTE – ACCIÓN CIVIL”
ambas del registro de esta Sala)”.
XI. Ante el nuevo resultado del litigio que propicio y lo normado por
el art. 279 del CPCCN, corresponde dejar sin efecto la imposición de costas y las
regulaciones de honorarios practicadas en la instancia anterior por esta acción y
proceder a su determinación en forma originaria, circunstancia que torna abstracto
el tratamiento de los recursos interpuestos por los peritos, respecto de estos
tópicos.
Así, auspicio que las costas de ambas instancias, por esta
pretensión, sean soportadas por las demandadas vencidas en forma solidaria (art.
68 del CPCCN).
En atención al monto de la contienda, a la calidad y extensión de
las tareas desempeñadas por los profesionales intervinientes y a lo dispuesto en el
art. 38 de la ley 18.345, arts. 6, 7, 8, 9, 19, 37, 39 y conc. de la ley 21839, y concs.
de la Ley de Aranceles y ley 24432, y demás normas arancelarias vigentes,
propongo regular los honorarios de los letrados de las partes actora, codemandada
Dabra SA y perito contador, por la acción por despido, en el 17%, 11% y 8%
respectivamente, del monto de condena correspondiente, incluidos los intereses; en
cuanto a la acción por accidente de trabajo, fijarlos en forma respectiva, para la
representación y patrocinio letrado de las partes actora, codemandada Dabra SA,
codemandada Asociart ART SA y perito médico legista, en el 17%, 11%, 11% y 8%,
también del monto de condena, con los intereses respectivos.
Y, por tareas ante esta Alzada, auspicio regular los honorarios de
los profesionales actuantes por las partes actora, codemandada Dabra SA y
codemandada Asociart ART SA, en 35%, 30% y 30% respectivamente, de lo que en
total, por ambas acciones, les corresponda percibir por sus trabajos en la instancia
previa (art. 14 de la ley 21839).
En relación con la adición del IVA a los honorarios regulados, esta
Sala ha decidido en la sentencia 65.569 del 27 de septiembre de 1993, en autos
“Quiroga, Rodolfo c/ Autolatina Argentina S.A. s/ accidente-ley 9688”, que el
impuesto al valor agregado es indirecto y por lo tanto grava el consumo y no la
ganancia, por lo que debe calcularse su porcentaje, que estará a cargo de quien
deba retribuir la labor profesional. En el mismo sentido se ha pronunciado la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en la causa “Compañía General de Combustibles
S.A. s/recurso de apelación” (C.181 XXIV del 16 de junio de 1993), al sostener “que
no admitir que el importe del impuesto al valor agregado integre las costas del juicio
–adicionárselo a los honorarios regulados- implicaría desnaturalizar la aplicación del
referido tributo, pues la gabela incidiría directamente sobre la renta del profesional,
en oposición al modo como el legislador concibió el funcionamiento del impuesto”.
En caso de tratarse de responsables inscriptos, deberá
adicionarse a las sumas fijadas en concepto de honorarios de los profesionales
actuantes en autos el impuesto al valor agregado que estará a cargo de quien debe
retribuir la labor profesional.
Oportunamente, cúmplase con lo dispuesto en el artículo 1º de la
ley 26856 y con la Acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Nº
15/2013.
ante mí:
Christian G. Aparicio
Secretario 01