Ejemplo 2
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Orígenes[editar]
La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una
característica recurrente de la mitología de los pueblos mesoamericanos. Es así como
pueden encontrarse rasgos de estos espectros en varias de las culturas precolombinas,
que finalmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos
comunes debido a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es
una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico, pero que instaura su
drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.2
Para explicar el origen de la leyenda de la Llorona, se han propuesto tres vertientes
principales: un enfoque literalista, es decir, los hechos ocurrieron realmente: una mujer
mató a sus propios hijos y a partir de allí, la historia se fue contando una y otra vez hasta
convertir a la mujer en fantasma y a la historia en leyenda; un abordaje evemerista, es
decir, donde un mito se superpone sobre una historia real con referentes concretos (es el
caso, por ejemplo, en el que el mito de la diosa Cihuacóatl se superpone con la historia
de la Malinche); y finalmente, un enfoque parabólico, que tiene una lectura apologética y
simbólica, con un sentido oculto, en el que la historia surge como una forma de dar voz a
sectores silenciados, es este caso, los indígenas durante la Conquista y la colonización. 3
Leyendas precolombinas[editar]
Para las culturas ancestrales de América, los mitos responden a las interrogantes sobre el
origen del hombre y el Universo. Estos mitos fueron llevados por las sociedades
autóctonas de América en sus migraciones, siendo transmitidos de forma oral a través de
muchas generaciones. Los mitos tradicionalmente están ligados a la religión y el culto. Sus
personajes son seres divinos, a la vez adorados y temidos, cuyos poderes trascienden el
intelecto humano. Ya sea que el mito sea inspiración quechua, náhuatl, guaraní o aimara,
su esencia radica en la necesidad del espíritu humano de desentrañar las maravillas y
misterios que le rodean y espantan.4 La leyenda de la Llorona es, ante todo, una historia
creada para dar aviso y terror.3
Mitos mesoamericanos[editar]
En México donde tiene origen en Xochimilco y la selva Lacandona, varios investigadores
estiman que la Llorona, como personaje de mitología y de leyendas, tiene su origen en
algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi
Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas; y la Xtabay, entre
los mayas lacandones. Siempre se la identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el
pecado y la lujuria.5 En el caso de Xtabay (o Xtabal), esta diosa lacandona se identifica
como un espíritu malo con la forma de una hermosa mujer cuya espalda tiene forma de
árbol hueco. Al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa
zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de la muerte, del inframundo y de la
lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Atractiva a
primera vista, se aparece a los hombres, los enamora y los seduce para después
transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al
inframundo. Auicanime era considerada entre los purépechas como la diosa del hambre
(su nombre se puede traducir como la Sedienta o la Necesitada). También era la diosa de
las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se
volvían guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades y, por ende, en
objetos de adoración y ofrenda.6 Esta abundancia de diosas conectadas con
cultos fálicos y de la vida sexual fue inicio no solo de la Llorona, sino también de otros
fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o
la Sucia.6
Cihuacóatl y otras diosas mexicas[editar]
Versiones[editar]
Desde el punto de vista nuclear, la leyenda de la Llorona es la historia de una dama
blanca o dama de agua, vinculada a ciertos lugares de poder, y que tiene una naturaleza
infernal-oracular. Sin embargo, la leyenda cuenta con múltiples versiones en casi todos los
países de Hispanoamérica. Esto ocurre porque posee un ecotipo polifocalizado, es decir,
en realidad es una familia de leyendas con un perfil translocalizado en diversos puntos del
continente americano.3 Esto produce la creación de diferentes versiones donde las
diferencias son apenas aparentes, porque en el fondo la historia es la misma: la figura
fantasmagórica de una mujer vestida de blanco que recorre los ríos, buscando y llorando a
los hijos que perdió. La mayoría de los relatos coinciden en que la mujer mató a su hijo o a
varios hijos, ahogándolos en un río, razón por la cual es maldecida y solloza eternamente
por el dolor que esto le causa. Sin embargo, la historia adquiere características y matices
particulares de la zona geográfica y cultural donde se cuenta. Producto del sincretismo
cultural, posee elementos tanto indígenas como españoles.29 Los elementos más
constantes son la mujer de largos cabellos negros, el grito desgarrador, el vestido blanco y
el agua.17
Más que una leyenda, se podría hablar de la existencia de una multitud de leyendas de la
Llorona, que se van ramificando a lo largo y ancho del continente, producto de los
localismos y de diversos aspectos del folclor de cada país. Esto también hace que surjan
una serie de personajes legendarios en los cuales la prosopografía - esto es, la
descripción del personaje - es intercambiable con la historia de la Llorona. De esa forma,
por un proceso de transpersonificación del personaje, en una historia la leyenda de la
Llorona se parece a la de la Tulevieja o la de la Tarumama, y explica porqué a veces la
Llorona hace, en un relato, cosas que hacen la Cegua o la Sayona, o porqué personajes
de un mismo país como la Calchona, la Viuda y la Pucullén tienen trasfondos
concomitantes muy similares. La literatura, el arte y la cultura mediática moderna permiten
que se sigan construyendo nuevas versiones de la leyenda. Sin embargo, en estas
versiones más modernas, la historia de la Llorona ha pasado del relato folclórico al campo
de la leyenda urbana, donde predomina una visión más mediática y moderna, llena de
truculencias y efectismos macabros, dejando de lado el simbolismo, con el fin último de
generar un impacto más visceral.3