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SL858 2024

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OLGA YINETH MERCHÁN CALDERÓN

Magistrada ponente

SL858-2024
Radicación n.° 98796
Acta 12

Bogotá, D. C., dieciséis (16) de abril de dos mil


veinticuatro (2024).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


DERIVADOS LÁCTEOS DEL LLANO SAS., contra la
sentencia proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Villavicencio, el 14 de abril de 2023,
en el proceso ordinario laboral que contra la recurrente
instauró AMIRA YUSTRES VARGAS, en nombre y
representación de GENNER PAWER YASNO YUSTRES.

Reconózcase personería adjetiva para actuar en


representación de la demandada a la abogada Ana Rocío Niño
Pérez, quien se identifica con la cédula de ciudadanía
51.894.887 y es portadora de la tarjeta profesional 110.038
del C. S. de la J., en los términos y para los efectos del poder
que le fue conferido y que reposa en el cuaderno digital de
esta corporación.

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De otro lado, se le reconoce personería adjetiva para


representar al demandante, a la abogada Alcira Rada Castro
identificada con la cédula de ciudadanía 1.082.886.229 de
Santa Marta y portadora de la tarjeta profesional 208.386 del
C. S. de la J., conforme al mandato que se le otorgó y que
obra en el expediente digital de la Corte.

I. ANTECEDENTES

Amira Yustres Vargas actuando en su condición de


representante legal «de su hijo interdicto» Genner Pawer Yasno
Yustres, demandó a Derivados Lácteos del Llano SAS con el
fin de que se declare que entre esta última y su representado
existió un contrato de trabajo, el cual terminó «por causa
imputable al empleador» y que, aun cuando se le reconoció,
con ocasión a la suscripción de un contrato de transacción,
la suma de $8.500.000, por concepto de salarios debidos,
cesantías, intereses a las cesantías, vacaciones, prima de
servicios, dotaciones y subsidio familiar correspondiente al
tiempo laborado; se le adeuda la sanción moratoria de que
trata el numeral tercero del artículo 99 de la Ley 50 de 1990,
así como la indemnización plena de perjuicios derivada del
accidente de trabajo que sufrió.

En consecuencia, solicitó que la accionada fuera


condenada al reconocimiento de la sanción moratoria
deprecada que calculó en la suma de $69.263.536, así como
el lucro cesante futuro que tasó en $363.000.000; los
perjuicios morales objetivados y subjetivados por el monto
equivalente a 500 SMLMV; igualmente los perjuicios

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fisiológicos que determinó en $323.675.000, a favor del


trabajador, de su progenitora y hermano; junto con la
correspondiente indexación; intereses corrientes; intereses
moratorios y reajustes.

Por otro lado, deprecó se le ordenara a la convocada


«tramitar y ejecutar con un fondo de pensiones o con una
fiducia o con la forma que determine» el pago de la pensión de
invalidez a la que tiene derecho el trabajador, por razón del
infortunio laboral ocurrido el 5 de junio de 2009; además,
que la demandada proceda con el pago de las multas legales
correspondientes, por la no afiliación, «anterior al momento
del accidente laboral», a pensiones y riesgos laborales; así
como las costas del proceso.

Fundamentó sus peticiones, básicamente, en que


Genner Pawer Yasno Yustres laboró como operario de la
accionada del 15 de diciembre de 2008 al «5 de junio de 2009»
con ocasión a un contrato de trabajo verbal, en ejecución del
cual sufrió un accidente de trabajo en la última calenda,
cuando «estaba lavando una cremera con una varilla o
utensilio metálico el cual hizo contacto con unos tacos de luz o
líneas de conducción eléctrica y como él estaba mojado recibió
toda la descarga eléctrica».

Dijo que aun cuando el subordinado fue trasladado de


manera inmediata al hospital local, dada su gravedad fue
remitido para la Clínica Meta a la unidad de cuidados
intensivos en donde sufrió tres «paros cardiacos».

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Expuso que, tal como se dictaminó por parte del


departamento de psiquiatría del Instituto Nacional de
Medicina Legal «en la sentencia de interdicción», antes del
accidente, el trabajador era «un hombre joven (21 años) de
quien se reporta un desarrollo temprano dentro de lo esperado
como normal, lo que se respalda con un desarrollo escolar que
le permitió estudiar secundaria, establecer relaciones de
noviazgo, prestar servicio militar».

A pesar de lo anterior, para la calenda de la


presentación del escrito inaugural es una persona con
«discapacidad mental absoluta, cuyo diagnostico (sic)
corresponde a “Trastorno mental orgánico”» de ahí que su
madre «tiene que vestirlo, peinarlo, afeitarlo, conducirlo»
dependiendo totalmente de ella y de su hermano, con quienes
convive bajo el mismo techo.

Sostuvo que la ocurrencia del infortunio era atribuible


a la culpa del empleador, en tanto no le suministró los
elementos de trabajo necesarios para la prestación personal
de sus servicios «ni otros elementos de protección»; además,
no lo capacitó de manera adecuada en «riesgos profesionales,
seguridad industrial y salud ocupacional para prevenir hechos
como el ocurrido».

Acotó que la historia clínica se encontraba en su


totalidad en la Clínica Meta S. A. donde fue atendido; que fue
valorado por primera vez por la Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Meta, el 14 de abril de 2010, y
calificado con una pérdida de capacidad laboral del 51,70%

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y posteriormente «por insistencia de la madre […] y


requerimiento del mismo empleador» la misma junta, el 21 de
junio de 2012 determinó que esa PCL correspondía a 55,35%
por lo que se «consolidó el derecho para hacer la respectiva
reclamación de la indemnización plena de perjuicios» y para el
cobro de la pensión de invalidez.

Afirmó que con posterioridad al accidente de trabajo y,


hasta el 21 de septiembre de 2012, la sociedad empleadora
siguió reconociendo el salario «como si hubiera seguido
laborando en la empresa»; que el 16 de febrero de 2010, fue
afiliado a la ARL Equidad Seguros y el 26 de mayo de esa
misma anualidad a la AFP Porvenir S. A. y desde el mismo
mes de febrero a la EPS Salud Total, empero, se presentaron
dificultades «para la atención medica de su deficiencia mental»
por derivarse del accidente de trabajo ocurrido antes de su
afiliación.

Señaló que Genner Pawer fue declarado «interdicto» por


el Juzgado Promiscuo de Familia del Circuito de Acacias
Meta, mediante sentencia del 29 de abril de 2011,
nombrándosele como guardadora definitiva legítima de su
hijo, motivo por el que el 21 de septiembre de 2012, en
representación de este, celebró con la demandada un
contrato de transacción «de liquidación de prestaciones
sociales», con ocasión al cual se reconoció la suma de
$8.500.000 por concepto salarios debidos, cesantías,
intereses a las cesantías, prima de servicios, vacaciones,
dotaciones y subsidio familiar por el periodo comprendido
entre el 15 de diciembre de 2008 y el 17 de septiembre de

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2012, teniendo como base el salario de $688.834, el que


comprendía un básico de $566.700, auxilio de transporte de
$66.800 y horas extras por $54.334.

Así mismo, señaló que se previó el reconocimiento de 13


mesadas anuales a favor del trabajador, a partir del 18 de
septiembre de 2012 por valor de $688.834, a través de
consignación en el Banco Agrario de «Acacias»; suma de la
que se estableció su incremento anual acorde al IPC,
obligación que, aun cuando se ha venido cumpliendo,
impone «acudir a la jurisdicción laboral para que se defina su
forma de pago y así se garantice la seguridad económica» del
beneficiario de tal pensión de invalidez y, en esa medida, se
ordene su pago a través de un fondo de pensiones o de una
fiducia.

Agregó que la convocada no ha cancelado la sanción


moratoria de que trata el numeral tercero del artículo 99 de
la Ley 50 de 1990 ni la indemnización plena de los perjuicios
causados como consecuencia del accidente de trabajo
ocurrido, tanto al subordinado como a su núcleo familiar, el
que se compone, además de él, por la progenitora y su
hermano José Neyid Yasno Yustres.

Al dar respuesta a la demanda, la parte accionada se


opuso a las pretensiones, excepto aquella que se refiere al
extremo inicial de la relación de trabajo que existió entre las
partes; y, en cuanto a los hechos, admitió la calenda en que
comenzaron las labores del trabajador; que el 14 de abril de
2010 fue calificado con una pérdida de capacidad laboral del

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51,70%; el reconocimiento y pago de salarios hasta el 21 de


septiembre de 2012, con la aclaración de que ello ocurrió en
atención a la incapacidad de aquel y a la vigencia del vínculo
hasta ese momento.

Aceptó las calendas en las que se produjo la afiliación


del accidentado a la ARL, AFP y EPS mencionadas, con la
precisión de que no existió dificultad alguna en la atención
médica por parte de Salud Total; unido a que ha «sufragado
el tratamiento integral sugerido por la guardadora para
beneficio de su hijo», quien en efecto fue declarado interdicto.

Así mismo, reconoció que suscribió un contrato de


transacción; que ha cumplido con el pago de las mesadas a
las que se obligó; y que, si bien no ha cancelado la
indemnización plena de perjuicios solicitada, ello obedece a
que no se presentó la culpa patronal endilgada. De los demás
supuestos fácticos sostuvo que no eran ciertos o que no le
constaban.

En su defensa expuso que contrató a Yasno Yustres


desde el 15 de diciembre de 2008 y hasta el 14 de mayo de
2009 para desempeñarse como ayudante de la camioneta en
la que se recogía la leche, y que, a partir del día siguiente a
la última fecha, ejecutó las labores de oficios varios por medio
de un contrato de verbal, con ocasión al cual se le cancelaba
el salario mínimo mensual legal vigente y el trabajo
suplementario causado.

Indicó que el 5 de junio de 2009 el trabajador sufrió «un

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impredecible suceso que afecto (sic) su salud» el que, según la


historia clínica y los testigos presenciales, fue producto de
un paro cardiaco «que le causo (sic) inmovilidad y a
consecuencia de esto uno de sus compañeros al tratar de
moverlo hace que YASNO YUSTRES toque levemente con el
utensilio que tenía en las manos, los tacos de la energía,
causando que cayera al piso mojado».

Manifestó que desde el ingreso del subordinado le


entregó los elementos de seguridad industrial requeridos
para el desempeño de sus funciones tales como uniforme,
gorro, tapabocas, guantes, botas de caucho y peto, los que
portaba en todo momento, en el desarrollo de una actividad
que no requería de una pericia calificada ni representaba
«mayor riesgo».

En ese orden, afirmó que «la causa eficiente del


problema médico acontecido» no obedeció a una descarga
eléctrica, sino a un paro cardiaco, del que existían
antecedentes y síntomas, como emergía de la consulta
externa a la que asistió el asalariado el 24 de enero de 2009,
lo que rompía el nexo de causalidad, con el resultado final, a
efectos de dar cuenta de la ocurrencia de un accidente de
trabajo como se calificó, en el que no hubo culpa patronal.

Propuso como excepciones de fondo las que relacionó


como transacción, inexistencia de la obligación en el relación
con la sanción contemplada en el artículo 99 numeral 3 de
la Ley 50 de 1990 y las indemnizaciones por lucro cesante,
daño emergente y perjuicios morales; inexistencia de culpa

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patronal; hecho extraño o caso fortuito e inexistencia de nexo


de causalidad; buena fe; inexistencia de perjuicio material y
moral; compensación; indebida y exorbitante tasación de
perjuicios y prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Civil del Circuito de Acacias Meta, al que


correspondió el trámite de la primera instancia, mediante
fallo del 2 de mayo de 2017 dispuso:

PRIMERO: Se declara que entre la empresa demandada


DERIVADOS LÁCTEOS DEL LLANO S. A. S. y el señor
demandante GENNER PAWER YASNO YUSTRES existió un
contrato de trabajo que inició su ejecución el 15 de diciembre de
2008 y expiró el 17 de septiembre de 2012.

SEGUNDO: Negar que dicho contrato hubiera terminado por


causa imputable al empleador.

TERCERO: Abstenerlos (sic) de emitir un pronunciamiento sobre


la pretensión segunda de conformidad con el análisis que se hizo
en precedencia.

CUARTO: Condenar a la empresa demandada al pago de la


sanción por la no consignación de las cesantías en un fondo, de
la manera como se ha explicado en la parte argumentativa de
esta sentencia.

QUINTO: Negar la condena por concepto de indemnización plena


de daños y perjuicios, con ocasión del accidente de trabajo por
cuanto el trabajador demandante, no logró probar el hecho
culposo imputable al empleador.

SEXTO: Negar la pretensión quinta, concerniente al reclamo de


las condenas que se hagan extensivas a la madre y al hermano
del trabajador demandante, por las razones ya esgrimidas en la
parte argumentativa de esta sentencia.

SÉPTIMO: Negar la pretensión sexta de la demanda concerniente


a la forma y la manera de realizar el pago de la pensión de
invalidez que en este momento se haya pagando el empleador, a
favor del trabajador, por no existir fundamento jurídico para ello.

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OCTAVO: Negar la pretensión séptima de la demanda, por cuanto


la falta de afiliación y las multas por esa conducta, no generan
crédito a favor del trabajador.

NOVENO: Condenar a la empresa demandada al pago del 50% de


las costas del presente juicio y, para el efecto, se fijan agencias
en derecho por la suma de $2.000.000, por secretaría procédase
a la liquidación correspondiente.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Villavicencio, al desatar los recursos de apelación
interpuestos por las partes, a través de proveído del 14 de
abril de 2023, resolvió:

PRIMERO: REVOCAR el numeral 5° de la sentencia proferida el


02 de mayo de 2017, por el JUZGADO CIVIL DEL CIRCUITO DE
ACACÍAS, para en su lugar, hacer las siguientes declaraciones y
condenas.

1.- DECLARAR INFUNDADAS las excepciones de mérito


denominadas “INEXISTENCIA DE LA OBLIGACIÓN,
INEXISTENCIA DE CULPA PATRONAL, HECHO EXTRAÑO O
CASO FORTUITO E INEXISTENCIA DE NEXO DE CAUSALIDAD,
BUENA FE, INEXISTENCIA DE PERJUICIO MATERIAL Y
MORAL, COMPENSACIÓN, INDEBIDA Y EXORBITANTE
TASACIÓN DE PERJUICIOS, PRESCRIPCIÓN Y TRANSACCIÓN”,
de conformidad con las razones expuestas en la parte motiva de
esta providencia.

2.- CONDENAR a la sociedad DERIVADOS LACTEOS DEL


LLANO S.A.S., a pagar al demandante GENNER PAWER YASNO
YUSTRES, la indemnización ordinaria y plena prevista en el
artículo 216 del C.S.T., constituida por los siguientes
emolumentos:

 Daños morales (objetivados y subjetivados)… $50.000.000


 Lucro cesante consolidado …………………….$ 203.217.218
 Lucro cesante futuro………………………….…$ 221.516.598
 Perjuicios fisiológicos…………………………….$ 50.000.000

SEGUNDO: CONFIRMAR los demás aspectos [de] la sentencia


apelada.

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TERCERO: CONDENAR a la demandada DERIVADOS


LÁCTEOS DEL LLANO S.A.S., al pago de las costas de ambas
instancias. LIQUÍDENSE de manera concentrada por el Juzgado
de primer grado (artículo 366 del CGP).

CUARTO: FÍJANSE como valor de las agencias en derecho de


esta instancia, la suma total de dos (2) salarios mínimos legales
mensuales vigentes.

El sentenciador fijó como problemas jurídicos: i)


determinar si el accidente de trabajo sufrido por el actor
obedeció a la culpa suficientemente comprobada del
empleador o, si aquel encontraba fundamento en una
afección de salud del subalterno «capaz de eximir de
responsabilidad» a la convocada; ii) si era procedente imponer
condena por los perjuicios materiales, morales y fisiológicos
deprecados, y iii) si se debía mantener la sanción moratoria
impuesta por la no consignación de las cesantías a un fondo,
a pesar del contrato de transacción que se suscribió entre las
partes.

Precisó que no era materia de discusión la existencia de


un contrato de trabajo verbal entre las partes, ni los extremos
temporales dentro de los cuales se desarrolló; tampoco la
calificación de pérdida de capacidad laboral del trabajador,
en un 55,35%; ni la suscripción de un contrato de
transacción a través del que «se zanjó el valor de las
prestaciones sociales causadas […] así como el reconocimiento
y pago de la pensión de invalidez» a cargo del empleador.

En primer lugar, señaló que en los términos del artículo


216 del CST para poder pregonar los elementos constitutivos
de la responsabilidad patronal era necesario establecer el

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hecho dañoso, esto es, la ocurrencia de un accidente de


trabajo o el diagnóstico de una enfermedad profesional; el
daño, que se materializaba con una disminución física,
psíquica o sensorial del empleado; y la culpa del empleador,
derivada del incumplimiento de su obligación de brindar
seguridad y protección al tenor del artículo 56 ibidem. Así
mismo, destacó que se requería de la existencia de un nexo
causal entre el hecho dañoso y la culpa, de la que precisó, la
jurisprudencia ha enseñado que se adecúa a la figura de
culpa leve, lo que respaldó en un fragmento de la sentencia
CSJ SL, 6 de mar. 2012, rad. 35097.

Aludió a los artículos 57 y 348 del CST, en cuanto a la


obligación de los empleadores de suministrar y acondicionar
locales y equipos de trabajo adecuados para proteger a los
trabajadores; se remitió también al artículo 2 de la
Resolución 2400 de 1976 y al literal a) del 84 de la Ley 9 de
1979 sobre el deber de proveer y mantener un ambiente de
trabajo apropiado; y destacó que la responsabilidad del
empleador, además del incumplimiento de las normas que
regulaban la higiene y seguridad en el trabajo y de riesgos
laborales, se derivaba de la falta de cautela o de cuidado
objetivo, como se explicó en la providencia CSJ SL, 13 may.
2008, rad. 30193.

En lo que tiene que ver con la carga de la prueba en las


responsabilidades del empleador, precisó que, por regla
general, al trabajador le correspondía demostrar las
circunstancias fácticas que dieran cuenta de la culpa de
aquel en la ocurrencia de un accidente laboral, y que de

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manera excepcional, en virtud de lo dispuesto en los artículos


1604 y 1657 del CC, dicha carga se invertía cuando se
denunciaba el incumplimiento de las obligaciones de cuidado
y protección, tal como se expresó en la sentencia CSJ
SL4350-2015.

Descendió al caso en concreto y dijo que la


inconformidad formulada estaba llamada prosperar, ya que
tanto la ocurrencia del accidente de trabajo como el daño
ocasionado al asalariado se encontraban plenamente
acreditados, pues así se infería no solo del contrato de
transacción suscrito entre las partes, sino de los dictámenes
de pérdida de capacidad laboral expedidos por la Junta
Regional de Calificación de Invalidez del Meta.

Puso de presente que, aunque la parte demandada


aducía que la causa del accidente obedeció a una falla
cardíaca del trabajador, y así lo había declarado el juez, ello
no encontraba respaldo en medio probatorio alguno, dado
que al expediente no se allegaron «los exámenes laborales de
ingreso» a efectos de poder considerar que efectivamente el
subordinado contaba con tal «deficiencia corporal».

Señaló que de las fotocopias de los reportes de las citas


médicas por consulta externa por parte del trabajador no se
podía establecer que aquel «padeciera problemas coronarios o
que ostentara la calidad paciente crónico por enfermedades
del corazón», en tanto, en tales documentos, también se
registraba que era un fumador frecuente y que el dolor en su
zona toráxica obedecía a episodios de tos. Que, por tanto, la

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valoración efectuada a la historia clínica de aquel, por parte


del juez de primer grado, «devino abiertamente desacertada»,
como quiera que se analizó de manera parcializada al punto
que se «tergiversó» las circunstancias de tiempo, modo, y
lugar en que ocurrió el infortunio laboral.

Indicó que a pesar de que en la historia clínica, se


consignó que aun cuando la ocurrencia del suceso se
asociaba a «electrocución» y no se observaban «signos externos
de quemaduras y/o hipercalenia» no podía desconocerse que
las reglas de la experiencia y la sana crítica permitían
establecer que no en todos los casos las personas que
padecían una descarga eléctrica presentaban secuelas
externas en su anatomía, menos cuando no se había
establecido que la energización sufrida por el actor hubiera
acaecido por un periodo largo de tiempo.

A más de lo anterior, destacó que no podía perderse de


vista que las valoraciones efectuadas en el Hospital
Municipal de Acacías y la Clínica Meta S. A. no fueron
«desvirtuadas» por la Junta Regional de Calificación de
Invalidez del Meta, la que no solo tuvo en cuenta la
información que se registró en la historia clínica del
trabajador, sino que realizó el examen físico correspondiente,
concluyendo que la «encefalopatía hipóxica grave» tenía como
origen el accidente de trabajo, tal como se estableció en los
dos dictámenes realizados.

Destacó que era tan severa la discapacidad del


trabajador, que mediante sentencia calendada el 29 de abril

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de 2011 el Juzgado Promiscuo de Familia del Circuito de


Acacias lo declaró «interdicto por discapacidad mental
absoluta» y, ante la imposibilidad de administrar libremente
sus bienes, se designó como guardadora definitiva a su
progenitora.

Así las cosas, consideró que podía sostenerse que el


origen del accidente de trabajo no había sido una falla
cardiaca padecida por el trabajador, como erradamente lo
señaló el juez, sino que ello obedeció a la descarga eléctrica
sufrida por aquel en las instalaciones de la demanda, quien
incumplió la obligación de brindar protección y seguridad a
su subordinado.

Adujo que lo anterior emergía del interrogatorio de parte


del representante legal, quien admitió no solo que el actor no
fue afiliado al sistema general de seguridad social integral,
sino que no fue instruido, y que tampoco recibió por parte de
la demandada algún curso técnico que le informara sobre los
protocolos de limpieza o desinfección de las máquinas
procesadoras de lácteos, «las cuales son conductoras de
electricidad».

Por otro lado, expuso que de las declaraciones de los


señores Yerly Umaña Pachón y Fredy Mosquera Calderón, se
establecía que el actor no tenía la indumentaria necesaria,
pertinente y segura para la prestación de sus servicios,
máxime cuando las actividades de desinfección conllevaban
el uso constante de agua «fluido que es excelente conductor de
corriente». De ahí que la entrega de un delantal o bata, un

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tapabocas, un gorro y, unas botas no constituyeran una


dotación idónea y eficaz para prevenir accidentes de trabajo.

Agregó que de los mencionados testimonios, se podía


verificar que el trabajador no recibió capacitaciones o cursos
respecto a los peligros que podían presentarse durante el
manejo de las máquinas y sus partes; además, que el lugar
de prestación de servicios correspondía a una planta
industrial en la cual se manejaban «aparatos» que
funcionaban con energía eléctrica y, sin embargo, no existían
señalizaciones de peligro o alertas en lugares estratégicos; lo
que acompañado a una planeación deficiente en la ubicación
del cableado y de los generadores de corriente, así como la
falta de control «sobre el estado de las canaletas y las tapas
de protección de los tacos reguladores de fluido eléctrico» daba
lugar a predicar la culpa patronal alegada.

Acotó que para dar al traste con las pretensiones


indemnizatorias elevadas la demandada debió demostrar que
fue diligente en la asignación de tareas al trabajador,
verificando que tenía la capacidad técnica para hacerlas y,
que el día de los hechos le suministró todas las medidas
razonables y posibles de protección para evitar el incidente,
carga procesal que no atendió.

En cuanto al nexo de causalidad señaló que las


circunstancias analizadas reflejaban el incumplimiento del
deber objetivo en el cuidado del empleador, pues «si el
trabajador hubiera realizado sus labores con la suficiente
protección, hubiese recibido la capacitación necesaria, nada

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de eso habría ocurrido» de manera que era procedente acceder


al reconocimiento de la «sanción» prevista en el artículo 216
del CST.

Se refirió a los perjuicios pretendidos destacando con


relación al daño emergente, que de conformidad con el
artículo 1614 del CC, aplicable en virtud de lo dispuesto en
el artículo 19 del CST, este concepto abarcaba la pérdida de
elementos patrimoniales, así como los gastos en que tuvo que
incurrir el actor para el tratamiento de las patologías o
atender la disminución física; pero que, al revisar los medios
de prueba allegados, no estaban acreditados «los perjuicios de
esa naturaleza», motivo por el que no había lugar a imponer
alguna por estos.

Con relación al lucro cesante consolidado y futuro


señaló que no existía duda de su procedencia, en tanto el
trabajador mantenía con la demandada un vínculo laboral a
término indefinido que finalizó el 17 de septiembre de 2012,
fecha a partir de la cual dejó de percibir su principal fuente
de ingresos y de la que derivaba su propia subsistencia; por
lo que pasó a fijar su liquidación teniendo en cuenta que la
remuneración del actor correspondía al salario mínimo
mensual legal vigente.

Frente al lucro cesante futuro advirtió, adicionalmente,


como extremos de causación, el lapso transcurrido desde la
fecha en que se profirió la sentencia, hasta aquella en la que
se cumpliría la expectativa de vida probable del trabajador.

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Sobre el daño moral memoró que esta Corte ha señalado


que estos perjuicios se dividen en objetivados y subjetivados
y que, de conformidad con la jurisprudencia, su tasación
quedaba a discreción del juzgador, «teniendo en cuenta la
consideración humana y con ella su dignidad» al amparo de
los artículos 1 y 5 de la CP. Por lo anterior, dispuso el
reconocimiento a favor del actor en el monto de $50.000.000
como consecuencia del dolor que se le ocasionó no solo para
el momento mismo del accidente, sino porque le generó
secuelas que «perduran en el tiempo» que además le imponen
someterse a múltiples terapias y tratamientos.

Aclaró el colegiado, que esta condena no podía


extenderse a la madre y hermano del trabajador, pues aun
cuando estos también podían verse afectados por el suceso,
lo cierto era que no ostentaban la calidad de demandantes,
coadyuvantes o litisconsortes al interior del proceso, razón
por la que no podía proferirse «una orden de reconocimiento»
a favor de ellos.

También el sentenciador aludió al perjuicio fisiológico


deprecado y destacó que según la postura de esta Sala y del
Consejo de Estado «corresponde a un daño extrapatrimonial
que consiste en la pérdida de oportunidad para gozar de la
vida al verse privado de vivir en las mismas condiciones que
sus congéneres» así como en la pérdida de la posibilidad de
realizar actividades vitales que, aunque no producían
rendimiento patrimonial, hacían agradable la existencia. Así
las cosas, estimó «prudente» imponer a título de estos

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perjuicios, también llamados daños a la vida de relación, la


suma equivalente a $50.000.000.

Se refirió a la excepción de prescripción propuesta en la


contestación de la demanda y recordó que el término
extintivo para interponer la acción indemnizatoria derivada
de la culpa patronal comenzaba a contarse desde el momento
en que el trabajador se encontraba posibilitado para
reclamar, lo que correspondía al momento en que se
determinaban las secuelas del accidente, esto es, a partir de
la calificación de la pérdida de capacidad laboral.

A pesar de lo anterior, afirmó que era necesario tener en


cuenta que existían tres figuras que afectaban la
materialización de la prescripción, esto es, i) la interrupción;
ii) la suspensión y; iii) la renuncia; siendo la segunda de ellas
relevante en el asunto en concreto, pues el accidente laboral
generó en el trabajador la pérdida de la posibilidad de ejercer
sus derechos y contraer obligaciones por sí mismo de manera
autónoma, al provocar un estado de «incapacidad absoluta»;
circunstancia que permitía señalar que, en el asunto, la
prescripción empezó a contabilizarse a partir de la expedición
del fallo mediante el cual se le declaró interdicto y, se le
designó un guardador definitivo, pues solo hasta ese
momento se encontró «legal o jurídicamente habilitado para
deprecar o exigir el pago de la indemnización plena y ordinaria
prevista en el artículo 216».

Que, así las cosas, no había operado la referida


excepción dado que la demanda inicial fue presentada el 27

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Radicación n.° 98796

de agosto de 2013, esto es, dentro de los tres años siguientes


a la calenda en que el Juez Promiscuo de Familia del Circuito
de Acacías definió el proceso de interdicción del trabajador,
es decir, el 29 de abril de 2011.

Posteriormente se ocupó de la apelación interpuesta por


la demandada sobre el contrato de transacción y, puso de
presente que correspondía a un acto jurídico regulado por el
artículo 2469 del CC, que era un modo no solemne de
extinguir las obligaciones y, por ello, se perfeccionaba por el
solo consentimiento de las partes, en los términos enseñados
por la jurisprudencia de esta Sala, y que para su validez solo
podía versar sobre derechos inciertos y discutibles.

Con la precisión efectuada, y en torno a la


indemnización moratoria prevista en el artículo 99 de la Ley
50 de 1990, dijo que aun cuando esta no era automática ni
inexorable, dado que en cada asunto en particular se debía
analizar si la conducta del empleador estuvo o no justificada;
lo cierto era que ese tipo de sanción configuraba una
excepción a la presunción general de buena fe, de manera
que al empleador le correspondía acreditar que actuó
conforme a dicho postulado, expresando las razones válidas
y debidamente fundadas que lo llevaron a considerar que no
debía asumir el pago de las cesantías en el respectivo fondo.

Incursionó en el caso en concreto y manifestó que la


impugnación de la accionada estaba llamada al fracaso,
pues, aunque mediante el contrato de transacción suscrito el
21 de septiembre de 2012 las partes llegaron a un acuerdo

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Radicación n.° 98796

encaminado a zanjar las diferencias que se presentaban


frente al pago de salarios y prestaciones sociales causadas
en vigencia de la relación laboral, así como el reconocimiento
de la pensión de invalidez generada por el accidente de
trabajo, era necesario resaltar que dicho convenio no incluyó
la indemnización por no consignación de las cesantías y,
mucho menos, tenía «la virtualidad de desconocer un derecho
cierto e indiscutible como lo es, la prerrogativa del empleado
de que se consigne de manera oportuna, sus cesantías en el
respectivo fondo».

Reprodujo la cláusula primera del contrato de


transacción y señaló que era imposible extender los efectos
de este a la indemnización prevista el artículo 99 de la Ley
50 de 1990, pues, además, en la cláusula tercera,
correspondiente al paz y salvo, solo se hacía referencia a los
«sueldos, sobresueldos, dominicales, días feriados, cesantías,
vacaciones, intereses de cesantías, primas de servicios y,
demás clases de prestaciones sociales que concede la ley
desde el 15 de diciembre de 2008 hasta el 17 de septiembre
de 2012».

Por otra parte, enfatizó en que la demandada no señaló


cuáles fueron los motivos por los cuales no efectuó el
respectivo pago de las cesantías, «especialmente durante el
primer año de la relación 2008» en el que aún el trabajador
contaba con plena capacidad para desarrollar las labores
para las que fue contratado; adicionalmente, destacó que no
obraba justificación alguna para haber omitido la
consignación oportuna de la cesantías de los años 2010 y

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Radicación n.° 98796

2011, lo que se reforzaba con que tan solo hasta el 21 de


septiembre de 2012, esto es, tres años después de la
ocurrencia del accidente, procediera a pagar las prestaciones
laborales a favor del actor. Lo que daba lugar a confirmar la
decisión de primera instancia en ese sentido.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandada, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la sociedad recurrente que esta corporación


case la sentencia fustigada, para que, en sede de instancia,
se le absuelva de las pretensiones de la demanda inicial.

Con tal propósito formula tres cargos, por la causal


primera de casación, que son replicados por la parte
demandante los cuales se resolverán de manera conjunta el
segundo y el tercero en tanto, además de dirigirse por la
misma vía, persiguen idéntico cometido y se complementan
entre sí.

VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia de segunda instancia por la vía


indirecta «de las siguientes disposiciones sustanciales:
artículos 1, 10, 14, 15, 18, 19 del Código Sustantivo del
Trabajo y los artículos 13, 29, 48 y 53 de la Constitución

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Radicación n.° 98796

Nacional y artículo 61 del CPTSS., la cual se genera al


interpretar erróneamente el contrato de transacción suscrito
entre las partes».

Relaciona como errores evidentes de hecho:

1. Considerar que la sanción por no consignación es un derecho


cierto e indiscutible no susceptible de transacción.

2. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho a la sanción por no consignación de las cesantías
cuando entre las partes se había suscrito un contrato de
transacción.

3. Considerar que la indemnización ordinaria y plena prevista en


el artículo 216 del CST es un derecho cierto e indiscutible no
susceptible de transacción.

4. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho la indemnización ordinaria y plena prevista en el
artículo 216 del CST cuando entre las partes se había suscrito
un contrato de transacción.

Para dar desarrollo al cargo sostiene que los anteriores


desatinos se cometieron «al no haberse considerado el
contrato de transacción suscrito entre las partes y dar una
interpretación errada de los derechos ciertos e indiscutibles
frente a los inciertos y discutibles».

Precisa que no es materia de inconformidad la


existencia de un contrato de trabajo verbal entre las partes,
sus extremos, ni la suscripción de un contrato de
transacción, el cual reposa de folio 35 a 38 del plenario.

Pone de presente que en la contestación a la demanda


inicial se propuso la excepción de transacción teniendo en
consideración el contrato suscrito el 21 de septiembre de
2012 del que transcribe varios apartes.

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Radicación n.° 98796

Aduce que de conformidad con los artículos 1625 y


2469 del CC, la transacción es un modo de extinguir las
obligaciones, que nace a la vida jurídica como un contrato en
el que las partes «terminan extrajudicialmente un litigio
pendiente o precaven un litigio eventual mediante concesiones
recíprocas» y que según los artículos 53 de la CP y 15 del CST,
es válido cuando verse sobre derechos inciertos y discutibles.

Se remite, a lo que dice esta Corte Suprema de Justicia


y la Corte Constitucional han considerado como derecho
cierto e indiscutible y afirma que en el caso bajo examen las
partes a través de contrato de transacción además de haber
dado por terminado el contrato de trabajo, de proceder con
el pago de los derechos laborales ciertos e indiscutibles,
«incluida la pensión por invalidez», pactaron que el actor no
formalizaría ninguna reclamación «presente o futura salvo “la
garantía sobre la forma de pago de esta pensión de invalidez”»
de ahí que haya satisfecho los presupuestos necesarios para
surtir todos sus efectos y, en esa medida, «la justeza misma
del contenido del acto no es un asunto que esté bajo la órbita
del juzgador reconocer, como quiera que son las partes las que
autónomamente fijaron los linderos de su controversia y la
dieron por superada mediante alguno de aquellos actos
jurídicos, con prescindencia de la administración de justicia»,
lo que respalda en la sentencia CSJ SL1249-2014.

Sostiene que de conformidad con el mencionado


contrato de transacción las partes quedaron en libertad de
acudir ante la justicia laboral «única y exclusivamente» para
que se dirimiera la forma de pago de la pensión de invalidez,

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

que continúa pagando, al punto que la parte demandante


acepta que se le cancelaron los derechos ciertos e
indiscutibles.

Asevera que no obstante lo anterior, el fallador de


segundo grado al estudiar la excepción de fondo, consideró
que el contrato de transacción, era válido siempre que
versara sobre derechos inciertos y discutibles, pero que no se
adentró en un análisis detallado al respecto y además, le
asignó a la sanción por no consignación de las cesantías la
connotación de derecho cierto e indiscutible, para así
confirmar la providencia condenatoria de primera instancia,
aduciendo que no se había involucrado en el acuerdo
transaccional, postura de la que se apartaba.

Reproduce apartes de la decisión combatida y


argumenta que de cara a la jurisprudencia e interpretación
que del artículo 99 de la Ley 50 de 1990 se ha realizado,
resulta ajena a cualquier «hermenéutica fundada en reglas
inderrotables y concluyentes» acerca de cuándo procede o no,
en tanto se inclina por la verificación de la conducta del
empleador como un aspecto que debe ser revisado en
concreto, de acuerdo con todos los detalles y peculiaridades
que aparezcan probados en el expediente.

VII. RÉPLICA

La parte demandante se opone a la prosperidad del


cargo manifestando que tal como lo estableció el
sentenciador de segundo grado, en el contrato de transacción

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Radicación n.° 98796

suscrito entre las partes no se incluyó la sanción por la no


consignación de las cesantías y mucho menos la culpa
patronal en el accidente de trabajo sufrido.

Agrega que el colegiado «no llegó a la conclusión de


confirmar» la condena por concepto de sanción moratoria por
tratarse de un derecho cierto e indiscutible, sino porque
además de que no fue objeto de transacción, la demandada
no demostró haber actuado de buena fe.

VIII. CONSIDERACIONES

A pesar de que el cargo no es un modelo, en la medida


que se enfila por la vía indirecta y se formulan reproches de
índole jurídico; la Sala advierte que haciendo abstracción de
estos últimos, la inconformidad de la censura se contrae a
que en su criterio el Tribunal se equivocó en el análisis del
contrato de transacción porque allí se advirtió que las partes
solo «formalizarían» reclamación «presente o futura» respecto
de la pensión de invalidez acordada, de donde infiere, que la
sanción por la no consignación del auxilio de cesantía, que
no es un derecho cierto e indiscutible, también se involucró
en dicho acuerdo transaccional y por ende, no se podía
condenar al pago de la figura prevista en el artículo 99 de la
Ley 50 de 1990.

Precisado lo anterior, vale memorar, en lo que a la


materia de la que se ocupa el cargo se refiere, que el juez de
la alzada fundamentó su decisión en que la sanción
moratoria referida no era automática ni inexorable, y que en

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Radicación n.° 98796

cada asunto en particular se debía analizar si la conducta del


empleador contaba con alguna justificación para exonerarlo
de ella.

Por otro lado, dijo que si bien mediante el contrato de


transacción suscrito el 21 de septiembre de 2012 las partes
llegaron a un acuerdo en torno a las diferencias que se
presentaban entre estas, aquel se contrajo al pago de los
salarios y prestaciones sociales causadas en vigencia de la
relación laboral, así como al reconocimiento de la pensión de
invalidez generada por el accidente de trabajo, pero no a la
sanción derivada de la no consignación de las cesantías,
como se advertía de la cláusula primera y tercera de dicho
acuerdo.

Puso de presente que unido a que en una transacción


no era dable desconocer el derecho del trabajador «de que se
le consignaran sus cesantías en el fondo respectivo», en el
caso en concreto la convocada no señaló cuáles fueron los
motivos por los cuales no efectuó el pago de las cesantías de
manera oportuna a efectos de encontrar justificado su
proceder.

Con el marco expuesto, el problema jurídico que


convoca a la Sala consiste en establecer si el fallador de
segundo grado se equivocó, desde la perspectiva fáctica, al
examinar el contrato de transacción suscrito entre las partes,
y sostener que este no comprendió la sanción moratoria
deprecada en la demanda inicial, como consecuencia de la

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Radicación n.° 98796

no consignación a un fondo del auxilio de cesantías causado


a favor del trabajador.

Pues bien, basta con analizar el contrato de transacción


que reposa de folios 55 a 59 del archivo PDF Primera
Instancia _ C01Principal _ Expediente Primera Instancia _
2023014428261, en especial las cláusulas cuarta y sexta
para establecer que en ninguna equivocación incurrió el
colegiado en su apreciación.

En efecto, el texto acusado es del siguiente tenor:

“Como LAS PARTES queremos precaver cualquier litigio eventual


o futuro derivado de la relación Laboral del señor GENNER
PAWER YASNO YUSTRES con a la empresa DERIVADOS
LACTEOS (sic) DEL LLANO S.A.S y con el objeto de realizar la
respectiva liquidación y pago de prestaciones sociales, hemos
acordado de mutuo acuerdo celebrar un CONTRATO DE
TRANSACCION (sic) que se regirá por las siguientes

(…)”

Y en la cláusula CUARTA se indica:

“No obstante lo anterior se deja constancia por las partes que a


partir de esta transacción y desde el 18 de septiembre de 2012,
el empleador ANGEL GABRIEL RIVERA RODRIGUEZ,
representante legal de la empresa DERIVADOS LACTEOS DEL
LLANO S.A. asumirá el pago de la pensión de invalidez por
accidente de trabajo del señor GENNER PAWER YASNO
YUSTRES y se cancelará en adelante las 13 mesadas pensionales
anuales por el valor de $688.834.00 mensuales, mediante
consignación en la cuenta 445030019700 del banco agrario de
Acacias a nombre de AMIRA YUSTRE VARGAS el día 25 de cada
mes. Téngase en cuenta que anualmente se realizara el
incremento legal del IPS. (sic) Este punto de arreglo rige hasta
que las partes de común acuerdo o por vía judicial establezcan la
forma de pago de la pensión de invalidez ya sea por un fondo de
pensiones, o por una fiducia. De todas maneras, si en un mes
contado a partir de la de fecha de la firma de este contrato no
se ha llegado a un acuerdo definitivo sobre este punto se da
libertad a las partes para acudir a la Justicia Laboral para que
dirima y de garantías sobre la forma de pago de esta pensión de
invalidez por accidente de trabajo.”

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Radicación n.° 98796

Y en la cláusula SEXTA de manera expresa se indica:

“LAS PARTES se comprometen a no formalizar ninguna


reclamación presente o futura, ante cualquier autoridad
Administrativa o Judicial, con ocasión al contrato de trabajo
celebrado entre ellas y que de común acuerdo ponen en fin a las
relaciones laborales que se venían desarrollando entre ellas. De
todas formas, se deja claro que, si no hay acuerdo en el pago de
la pensión de invalidez del señor GENNER PAWER YASNO
YUSTRE en un mes contado a partir de la fecha de la firma de
este contrato, se da liberta a las partes para acudir a la Justicia
Laboral para que dirima y de garantía sobre la forma de pago de
esta pensión de invalidez por accidente de trabajo”.

Pues bien, tal y como emerge del contenido reproducido,


el acuerdo al que llegaron las partes estuvo encaminado a
establecer las sumas adeudadas a favor del trabajador por
concepto de salarios del periodo comprendido entre el 1 y el
17 de septiembre de 2012; así como aquellas
correspondientes a las prestaciones sociales causadas en
vigencia de la relación laboral que se dio desde el 15 de
diciembre de 2008 y el 17 de septiembre de 2012.

Es decir, no se involucró algún otro concepto, por lo que


el sentenciador no podía arribar a otra conclusión distinta a
la que obtuvo, pues de la literalidad de las cláusulas antes
referidas se advierte que como el pago único hecho a favor
del trabajador en cuantía de $8.500.000, según lo advirtió el
juez plural, correspondía justamente a la suma del salario
por pagar, las cesantías, los intereses a las cesantías, la
prima de servicios, las vacaciones, las dotaciones y el
subsidio familiar; resultaba acertado decir que la sanción por
no pago del auxilio de cesantía no se involucró dentro los

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Radicación n.° 98796

pagos transados y por ello no cometió el error de hecho que


se le achaca.

Aquí vale la pena precisar que el sentenciador de


segundo grado le atribuyó la calidad de derecho cierto e
indiscutible al pago del auxilio de cesantías, no a la sanción
generada por su no consignación; por lo que la censura parte
de una premisa equivocada cuando alega que se le dio dicha
connotación a la específica condena analizada.

Por otro lado, también advierte la Sala una imprecisión


de la recurrente al decir que el juez de la alzada para imponer
la sanción moratoria de que trata el numeral 3 del artículo
99 de la Ley 50 de 1990 no examinó la conducta de la pasiva;
pues, por el contrario, lo que destacó fue que aquella no
señaló cuáles fueron los motivos por los cuales no efectuó el
respectivo pago, motivo por el que no se encontraba
demostrada justificación alguna para que, aun a sabiendas
de la situación médica del asalariado como consecuencia de
la ocurrencia del accidente de trabajo, se hubiera sustraído
al cumplimiento oportuno de la obligación; en la medida que
la consignación de las cesantías causadas en vigencia de la
relación solo se hizo el 21 de septiembre de 2012, con ocasión
a la suscripción del contrato de transacción analizado.

Ahora, aun cuando en los errores de hecho que se le


enrostran al juzgador de segundo grado se alude a que este
se equivocó cuando consideró que la indemnización plena de
perjuicios prevista en el artículo 216 del CST era un derecho
cierto e indiscutible, y en esa medida no era posible de ser

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Radicación n.° 98796

transado, debe señalar la Sala que dichos desatinos se


quedaron en mera enunciación, como quiera que en la
demostración de la acusación la censura no desarrolla un
ejercicio argumentativo tendiente a demostrarlo, de ahí que
no sea dable efectuar un pronunciamiento sobre el
particular.

Así las cosas, el cargo no prospera.

IX. CARGO SEGUNDO

Impugna la decisión de segunda instancia en tanto


«viola indirecta de las siguientes disposiciones sustanciales:
artículos 1, 10, 14, 15, 18, 19 y 488 del Código Sustantivo del
Trabajo y los artículos 13, 29, 48 y 53 de la Constitución
Nacional y artículos 61 y 155 del CPTSS., la cual se genera al
no considerar la excepción de prescripción».

Aduce que el quebranto de las anteriores disposiciones


sustanciales se produjo por haberlas interpretado de manera
errónea y en esa medida condenar a la pasiva al
reconocimiento de la indemnización plena de perjuicios
prevista en el artículo 216 del CST.

Enlista como errores evidentes de hecho:

1. No tenerse como prueba el dictamen No. 108139 Junta


Regional de Calificación de Invalidez del Meta de fecha 14 de abril
de 2010.

2. Considerar que la acción laboral no se encontraba prescrita


teniendo en cuenta el dictamen No. 10813994 Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Meta de fecha 21 de junio de 2012 y

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Radicación n.° 98796

no el debidamente ejecutoriado No. 108139 Junta Regional de


Calificación de Invalidez del Meta de fecha 14 de abril de 2010

3. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho la indemnización ordinaria y plena prevista en el artículo
216 del CST cuando la acción laboral estaba prescrita.

Argumenta que los anteriores desatinos se produjeron


como consecuencia de la falta de apreciación del «dictamen
No. 108139 del 14 de abril de 2010 expedido por la Junta
Regional de Calificación de Invalidez obrante a folio 32 a 34
del expediente para contar el termino prescriptivo de la acción
laboral».

Para dar desarrollo al cargo indica que al momento de


dar contestación a la demanda inicial se propuso la
excepción de prescripción, no obstante, al momento de
efectuarse un pronunciamiento respecto de esta por parte del
juez de la alzada, dijo que no operaba teniendo en
consideración el dictamen 10813994 proferido por la Junta
Regional de Calificación de Invalidez el 21 de junio de 2012.

Sostiene que en el plenario obran los siguientes


documentos: i) dictamen 108139 de la Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Meta de fecha 14 de abril de
2010 (fos. 31 a 34); ii) designación de guardadora de bienes
contenida en la sentencia proferida por el Juzgado Promiscuo
de Familia del Circuito de Acacías de fecha 29 de abril de
2011 (fos. 13 a 19); iii) posesión de la guardadora definitiva
del 23 de enero de 2012 (fo. 22); iv) dictamen 10813994 de la
Junta Regional de Calificación de Invalidez del Meta del 21de
junio de 2012 (fos. 25 a 30); v) contrato de transacción de

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

fecha 21 de septiembre de 2012 (fos. 35 a 38); vi) poder


otorgado al apoderado de la parte demandante el 7 de febrero
de 2013 (fos. 1 a 2); vii) radicación demanda del 27 de agosto
de 2013 y; viii) admisión de la demanda del 18 de septiembre
de 2013.

Frente a la prescripción sostiene que la Corte ha


señalado que, cuando el trabajador sobrevive y no se tiene
certeza de las secuelas, debe contabilizarse esta desde el
momento de la calificación de la pérdida de capacidad
laboral, lo que se desatendió en el asunto pues, aun cuando
el dictamen expedido el 14 de abril de 2010, en el que se
previó una pérdida de capacidad laboral del 51,70% con
fecha de estructuración 5 de junio de 2009 no fue apelado
por ninguna de las partes y, por ello quedó ejecutoriado, la
demandante no interpuso la demanda correspondiente
dentro de los tres años siguientes a la mencionada
calificación, los que vencieron el 14 de abril de 2013.

Lo dicho pues aun cuando confirió el poder


correspondiente el 7 de febrero de 2013, solo fue hasta el 27
de agosto siguiente que se procedió con la radicación de la
correspondiente demanda, momento para el cual ya había
operado la prescripción.

Indica que a pesar de que el sentenciador de segundo


grado afirmó que se presentó una suspensión del término
prescriptivo «dada la condición del demandante» y reconoce
que en tratándose de un «incapaz» al tenor de los artículos
2530 y 2541 del CC se produce «la suspensión de la

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Radicación n.° 98796

prescripción hasta tanto se supere la causa de la incapacidad»


no es menos cierto que en el presente asunto la madre del
trabajador inició el proceso de interdicción el 9 de julio de
2010, el cual culminó con la designación de ella como
guardadora legítima en sentencia del 29 de abril de 2011, de
manera que, a partir de ese momento, tenía la facultad para
representar judicialmente al actor, no obstante, solo confirió
poder el 7 de febrero de 2013 y se promovió la presente acción
el 27 de agosto siguiente, cuando se había superado el
término prescriptivo.

Reproduce apartes de la sentencia «CSJ SL6803-1995»


que afirma se reiteró en las decisiones «CSJ SL28821-2008;
SL 15137-2011; SL 39631-2012 y SL2037-2018» e insiste en
que la prescripción se debe contabilizar desde que el
trabajador fue calificado, en tanto a partir de aquella
oportunidad se pudo determinar la magnitud del daño
demandable y las secuelas que le generó el accidente de
trabajo padecido, lo que para el asunto, hace que la acción
se encontrara prescrita para el momento en que inició.

X. RÉPLICA

La parte actora se opone al éxito del cargo sosteniendo


que el sentenciador de la apelación no podía contabilizar el
término de prescripción en los términos solicitados por la
censura, en tanto «estamos ante un caso especial y
excepcional», no solo por la condición de invalidez del
trabajador, sino como consecuencia de su discapacidad
absoluta, como se estableció por parte de un juez de familia,

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

quien a través de la sentencia proferida el 29 de abril de


«2012» (sic) declaró «en interdicción definitiva por
Discapacidad Mental Absoluta cuyo diagnostico corresponde
a ”Trastorno Mental Orgánico”».

Manifiesta entonces que el colegiado, en relación con el


medio exceptivo planteado, no podía dejar de observar el
artículo 2530 del CC, como en últimas lo solicita la
recurrente, dejando de lado la concesión de las garantías
plenas para todas las personas que, por su estado de
debilidad e indefensión, se les otorga una especial protección,
en concreto la suspensión de dicho fenómeno hasta el
momento del nombramiento de su guardadora.

Agrega que llama la atención que se insista por parte


del censor, el que el Tribunal hubiera tomado, para el conteo
de la prescripción, el segundo dictamen que fue rendido
respecto de la pérdida de capacidad laboral del asalariado,
en tanto, cuando en verdad lo que hizo el juez plural fue tener
en cuenta la sentencia en que se declaró la interdicción, bajo
el amparo de la suspensión del fenómeno de la prescripción.

XI. CARGO TERCERO

Combate la decisión del juez de la apelación por la vía


indirecta «de las siguientes disposiciones sustanciales:
artículos 1, 15, 18, 57, 216 del Código Sustantivo del Trabajo
y los artículos 13, 29, 48 y 53 de la Constitución Nacional y
artículos 51, 60 y 61 del CPTSS».

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Radicación n.° 98796

Destaca como errores evidentes de hecho:

1. Considerar que la indemnización ordinaria y plena prevista en


el artículo 216 del CST es un derecho cierto e indiscutible no
susceptible de transacción

2. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho la indemnización ordinaria y plena prevista en el artículo
216 del CST cuando entre las partes se había suscrito un
contrato de transacción.

3. Considerar que la acción laboral no se encontraba prescrita


teniendo en cuenta el dictamen No. 10813994 Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Meta de fecha 21 de junio de 2012 y
no el debidamente ejecutoriado No. 108139 Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Meta de fecha 14 de abril de 2010

4. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho la indemnización ordinaria y plena prevista en el artículo
216 del CST cuando la acción laboral estaba prescrita.

4. (sic) Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho a un lucro cesante consolidado o pasado teniendo como
lucro cesante mensual la suma de un salario mínimo legal
mensual vigente sin considerar que la pérdida de capacidad
laboral era del 51.70% desconociendo los precedentes
jurisprudenciales.

5. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho a un lucro cesante futuro teniendo como lucro cesante
mensual la suma de un salario mínimo legal mensual vigente sin
considerar que la pérdida de capacidad laboral era del 51.70%
desconociendo los precedentes jurisprudenciales.

6. Dar por demostrado sin estarlo, que el demandante tenía


derecho al pago del daño fisiológico desconociendo los
precedentes jurisprudenciales.

7. La condena impuesta por el Honorable Tribunal superior de


Distrito Judicial relacionada con la relación plena de perjuicio
fue desproporcional.

Indica que estos yerros se cometieron «al no haberse


considerado la excepción de transacción y prescripción y la
liquidación de perjuicios plenos del artículo 216 del CST sin
considerar los precedentes jurisprudenciales y sin acreditarse

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la culpa patronal». Así como por la falta de apreciación «de la


Historia clínica de folio 45 a 81 del expediente y dictamen No.
108139 Junta Regional de Calificación de Invalidez del Meta
de fecha 14 de abril de 2010».

Para demostrar el cargo se refiere a lo adoctrinado por


la Sala en relación con la liquidación «del lucro cesante
mensual (LCM), lucro cesante consolidado o pasado y futuro»
en los términos consignados en la providencia CSJ SL18360-
2017 destacando que, para su tasación, se debe tomar como
punto de partida el salario percibido por el trabajador a la
fecha de la terminación del vínculo y el porcentaje de pérdida
de capacidad laboral, como se precisó en la decisión CSJ
SL5154-2020.

Argumenta que en el caso en concreto, el colegiado


consideró como lucro cesante mensual la suma de
$1.160.000 correspondiente al salario mínimo mensual legal
vigente, sin tener en cuenta el porcentaje de pérdida de
capacidad laboral, en virtud del cual esa suma pasa al
guarismo de $592.412 e incide directamente en la tasación
de los perjuicios, en tanto el lucro cesante consolidado no
sería de $203.217.218 sino de $103.782.881 y el lucro
cesante futuro no correspondería a $221.516.598 sino a
$113.128.773.

Y agrega:

El demandante sufrió accidente de trabajo que fue asumido por


la empresa recurrente, que le generó una pérdida de capacidad
laboral del 51.70% conforme dictamen 108139 del 14 de abril de
2010 de la Junta Regional de Calificación de Invalidez: quiere

SCLAJPT-10 V.00
37
Radicación n.° 98796

decir que, dada la disminución en la habilidad para trabajar, lo


que representa que el lucro cesante mensual (LCM) debe ser el
salario mínimo legal mensual actualizado por el 51.70%, por lo
que, el Lucro Cesante Mensual es la suma de $ 599.720 pesos;
por lo que el valor de lucro cesante consolidado y el futuro
resultan desproporcionados y sin entrar a considerar los
precedentes judiciales como la sentencia CSJ SL 440-2021.

Aduce que «otro asunto sobre la demostración del cargo»


es que la parte actora no «logró demostrar la existencia de
culpa patronal». Transcribe fragmentos de la providencia CSJ
SL13653-2015 y sostiene que, de conformidad con esta, era
sobre el demandante en quien recaía la carga de probar la
culpa o negligencia que le endilgaba.

En esa medida no bastaba con que planteara el


incumplimiento de las obligaciones de cuidado y protección
para desligarse de cualquier carga probatoria «teniendo en
cuenta que no se trata de una especie de responsabilidad
objetiva como la del sistema de riesgos laborales, para que
opere la inversión de la carga de la prueba que se reclama».

Señala que aun cuando reconoce la existencia del


accidente de trabajo, existe controversia «sobre lo que lo
ocasionó y la responsabilidad del empleador en el mismo» en
consideración a que no se demostró que el suceso haya
ocurrido por electrización y que de ello se derivara de su
responsabilidad, pues «los testigos escucharon un ruido y
vieron caer al trabajador, pero no existe prueba médica o
científica en el plenario que acredite el contacto del trabajador
con las líneas energizadas».

Aduce que conforme a la historia clínica que obra a folio

SCLAJPT-10 V.00
38
Radicación n.° 98796

47, se registra «Paciente quien fue encontrado en


circunstancias no claras, la familia manifiesta que él trabaja
por días, no es claro si fue un accidente laboral» y a renglón
seguido se consignó:

ENFERMEDAD ACTUAL:

paciente que no se conoce las condiciones del evento que


presentó, pero al parecer es encontrado en su sitio de trabajo con
varilla en la mano porque al parecer toco (sic) unas líneas de
conducción eléctrica. Es llevado de urgencias al hospital de
Acacias donde al parecer según informe verbal del médico de
urgencia, le fue informado también verbalmente por el médico
que lo transportó que fue reanimado allá con defibrilación (sic)
eléctrica al parecer(…)

En esta institución reciben paciente intubado, llevan a tac


cerebral y durante la valoración inicial buscan sitio de ingreso
o salida de corriente eléctrica sin encontrarlo. (subrayado
fuera del texto)

Y en el folio 48 (página 4) en el párrafo final se indica:

Normocefalo, sin equimosis ni área de quemadura en cuero


cabelludo.

(…)

Extremidades musculosas, atléticas, sin deformidades ni signos


de fractura. no observo lesiones en palmas ni plantas ni en otros
sitios ni en espalda

A folio 50 (página 6) de la historia clínica se indica: Diagnósticos:


…2. electrocucion??? (sic) (…) causa aun no aclarada, por
historia clínica sugiere electrocusion, (sic) sin embargo sin
signos externos de quemadura o hipercalemia que sugiera
este evento. (subrayado fuera del texto)

A folio 51 (página 7) se indica:

(…)

Análisis: paciente con evento cardiaco de origen aun no claro,


cursa con alza térmica y leucocitosis también aun de origen no
claro. (subrayado fuera del texto)

A folio 53 (página 9) que contiene historia clínica se indica.

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Radicación n.° 98796

(…)

“aun no esta (sic) claro el evento inicial, la causa del paro y si en


verdad sufrio (sic) electrocucion (sic), solo los datos iniciales de
quienes lo recogieron”

Así las cosas, afirma que «no existe evidencia


contundente de la causa que produjo el daño sufrido por el
trabajador demandante no existe causa determinante que
origine el daño», pues la prueba debe ser técnica o médica y
no testimonial, por parte de quienes no evidenciaron de
manera directa la ocurrencia de los hechos.

Además, plantea que la Junta Regional de Calificación


de Invalidez, aun cuando determinó la pérdida de capacidad
laboral y tomó la historia clínica, no estableció el origen del
accidente, lo que impide determinar su culpa, como lo
sostuvo el sentenciador de primera instancia.

XII. RÉPLICA

La parte actora se opone a la prosperidad de la


acusación con fundamento en que, en la liquidación, el
Tribunal no comete ningún yerro debido a que aplicó «la
fórmula correcta», en la que se debe tener en cuenta la fecha
del accidente, aquella de terminación de su contrato y el
salario para esa data, la edad del trabajador, la esperanza de
vida y el salario al momento de la sentencia.

Por otro lado, en cuanto a las pruebas o la demostración


de la culpa patronal, manifiesta que está suficientemente
comprobada y, en esa medida era claro que se derivó del

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

incumplimiento de las obligaciones de cuidado y protección


por parte de la demandada, lo que se estableció del examen
conjunto de los medios de prueba.

XIII. CONSIDERACIONES

Pues bien, aun cuando estos cargos tampoco resultan


ser un modelo, porque igualmente se entremezclan
argumentaciones fácticas y jurídicas y además en el segundo
de ellos se acusa una prueba no hábil en casación; la Corte
logra establecer que la inconformidad de la recurrente estriba
en que el Tribunal para definir la excepción de prescripción,
tuvo en cuenta el dictamen proferido por la Junta Regional
de Calificación de Invalidez del Meta proferido el 21 de junio
de 2012 y no el expedido el 14 de abril de 2010 por la misma
junta, en el que se estableció una pérdida de capacidad
laboral del 51,70% con fecha de estructuración 5 de junio de
2009, que asegura quedó ejecutoriado al no haber sido
recurrido, razón por la que debió tomarse la fecha en que se
expidió este último para la contabilización de la prescripción,
la que a su juicio, se configuró.

Que aun cuando «el 9 de julio de 2010» se inició el


proceso tendiente a que se declarara la interdicción del
trabajador y, la sentencia que puso fin a ese trámite con la
designación de su guardadora legítima se profirió el 29 de
abril de 2011, la progenitora de aquel solo confirió poder el 7
de febrero de 2013 y la presente demanda se instauró el 27
de agosto de ese mismo año, cuando ya se había superado el
término prescriptivo.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

Además, plantea un reproche respecto de la forma como


el juez de la alzada tasó el lucro cesante pasado y futuro
desconociendo que el salario a tener en cuenta debía estar
directamente relacionado con el porcentaje de pérdida de
capacidad laboral. Aduce así mismo que el sentenciador erró
al derivar culpa del empleador en la ocurrencia del accidente
de trabajo, que, si bien no desconoce, no permite inferir que
aquel se originó en la electrización del asalariado; y al
considerar que la indemnización plena de perjuicios era un
derecho cierto e indiscutible y, por ende, no viable de ser
transado.

Pues bien, en lo que a la prescripción se refiere, es


preciso memorar que el juez de la apelación dijo que, como
regla general, el término extintivo para interponer la acción
indemnizatoria derivada de la culpa patronal comenzaba a
contarse desde que el trabajador se encontraba posibilitado
para reclamar, lo que correspondía al momento en que se
determinaban las secuelas del accidente, esto es, a partir de
la calificación de la pérdida de capacidad laboral.

Adicionó que en el caso en concreto era indispensable


tener en consideración que el accidente laboral generó en el
trabajador un estado de «incapacidad absoluta»;
circunstancia que le permitía concluir que la prescripción se
había suspendido, y que por ello, el término prescriptivo
debía empezar a contabilizarse a partir de la expedición del
fallo mediante el cual se le declaró interdicto y se le designó
un guardador definitivo; pues solo hasta ese momento se
encontraba posibilitado para exigir el pago de la

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

indemnización plena de perjuicios; de manera que no había


operado la referida excepción, dado que la demanda inicial
se presentó el 27 de agosto de 2013, esto es, dentro de los
tres años siguientes contados a partir del 29 de abril de 2011,
calenda en que el Juez Promiscuo de Familia del Circuito de
Acacías definió el proceso de interdicción del trabajador.

Ahora, en cuanto a la culpa patronal, el sentenciador de


segundo grado dijo que, aunque en la historia clínica del
trabajador se registraba que la ocurrencia del suceso se
asociaba a «electrocución» y que no se observaban «signos
externos de quemaduras y/o hipercalenia», ello no daba lugar
a sostener que dicha descarga no hubiera existido, ni que el
empleador no tuviera culpa.

Lo anterior porque las valoraciones efectuadas al


demandante en el Hospital Municipal de Acacías y en la
Clínica Meta S. A., no habían sido «desvirtuadas» por la Junta
Regional de Calificación de Invalidez del Meta, organismo que
sí había tenido en cuenta la información de la historia clínica,
además, había practicado el examen físico correspondiente,
concluyendo que la «encefalopatía hipóxica grave» tenía como
origen el accidente de trabajo, como también se había
establecido en los dictámenes referidos.

Así, indicó, se podía afirmar que el origen del accidente


de trabajo fue la descarga eléctrica que sufrió el trabajador
en las instalaciones de la empresa, y que esta última había
incumplido su obligación de brindar protección y seguridad
a su subordinado, como se desprendía del interrogatorio de

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

parte del representante legal de la empleadora y de las


declaraciones de los señores Yerly Umaña Pachón y Fredy
Mosquera Calderón.

En cuanto al lucro cesante consolidado y futuro el


sentenciador dijo que no existía duda de su procedencia y
pasó a liquidarlo con fundamento en el 100% del salario
mínimo mensual legal vigente.

En ese orden de ideas, le corresponde a la Sala


establecer si el juzgador de segundo grado se equivocó, desde
la vía fáctica: i) al considerar que el fenómeno de la
prescripción no operó en el presente asunto; ii) al apreciar la
historia clínica del trabajador y advertir que estaba
demostrada la causa del accidente laboral que sufrió Genner
Pawer Yasno Yustres y, a su vez, considerar que la culpa del
empleador estaba suficientemente demostrada; y iii) al
liquidar la condena por concepto de lucro cesante
consolidado y futuro, por no tener en cuenta para ello, el
salario percibido por el trabajador en relación con el
porcentaje de pérdida de capacidad laboral.

Por razones de método, se pasará al análisis de las


pruebas, atendiendo la materia por decidir.

De la prescripción

Como la censura no ataca en debida forma la


conclusión jurídica a la que arribó el Tribunal, según la cual,
por tratarse en este caso de un interdicto, la prescripción se

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

suspendía, en tanto el cargo propuesto se encauza por la


senda de los hechos, dicha omisión permite que esa
inferencia del sentenciador, que por cierto es acertada, se
mantenga incólume.

En efecto, en la sentencia CSJ SL3422-2020 sobre la


prescripción, tratándose de personas declaradas incapaces,
se indicó:

ii) La prescripción frente a las personas declaradas incapaces

El tema jurídico planteado, de la suspensión de la prescripción en


los casos en los que se discutan derechos de personas declaradas
incapaces, soporte del fallo gravado, se ha definido por esta Sala
en reiteradas oportunidades, en las que se ha explicado que la
suspensión y la interrupción de la prescripción son dos fenómenos
jurídicos distintos, pero como la ley laboral no regula la figura de
la suspensión, cabe aplicar, por remisión, las normas del Código
Civil, en particular los artículos 2541 y 2530.

El primero, contempla la suspensión de la prescripción extintiva


de las obligaciones y remite al artículo 2530 ibidem para identificar
las personas en cuyo favor opera tal figura, dentro de las cuales el
artículo 68 del Decreto 2820 de 1974, que modificó parcialmente
aquella disposición, incluye a "Los menores, los dementes, los
sordomudos y quienes estén bajo patria potestad, tutela o
curaduría". (subraya la Sala).

Bajo esas previsiones legales se ha señalado, que los


destinatarios de esas disposiciones, por su condición de personas
especialmente protegidas, no corre el término extintivo de la
prescripción; es decir, que en su caso opera la suspensión
mientras estén en imposibilidad de hacer valer sus derechos. Así
lo ha explicado la Corte Suprema de Justicia, entre otras, en
sentencia CSJ SL10641-2014 en la que se recordó el criterio
expuesto en las decisiones CSJ SL 11 dic. 1998, rad. 11349 y
CSJ SL 30 oct. 2012, rad. 39631, a propósito de la suspensión
de la prescripción frente a los menores de edad, al señalar lo
siguiente:

La suspensión y la interrupción de la prescripción son dos


fenómenos jurídicos distintos, pero como la ley laboral no regula la
figura de la suspensión, cabe aplicar, por remisión, las normas del
Código Civil sobre el particular, como se indicó en sentencia del 6
de septiembre de 1996, expediente 7565, que se adoptó por

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 98796

mayoría.

La ley laboral establece una prescripción que frente a la prevista


en otras legislaciones, puede considerarse de corto tiempo, que
procura la reclamación rápida, consecuente con la necesidad de
definir ágilmente las controversias surgidas de una relación de
trabajo. Sin embargo, esta proyección cede en ciertas situaciones
especiales en las que el Estado debe especial protección a
determinadas personas, entre las cuales están los menores de
edad, para quienes no corre el término extintivo de la prescripción,
mientras estén en imposibilidad de actuar. Vale decir, que deja de
operar en el momento en que alcanzan la mayoría de edad, o
cuando su representante ejerce en su nombre el derecho de acción
y en desarrollo del mismo presenta la demanda que corresponda.

En el derecho común, aplicable por remisión a los créditos


laborales, el artículo 2541 del Código Civil contempla la
suspensión de la prescripción extintiva de las obligaciones y remite
al artículo 2530 ibídem para identificar las personas en cuyo favor
opera tal figura, dentro de las cuales el artículo 68 del decreto 2820
de 1974, que modificó parcialmente aquella disposición, incluye a
"Los menores, los dementes, los sordomudos y quienes estén bajo
patria potestad, tutela o curaduría".

Si la norma transcrita extiende el beneficio de la suspensión de la


prescripción a los menores, los dementes y los sordomudos, y
expresamente se refiere a quienes cuentan con representación
legal (patria potestad y guarda), es claro que la suspensión opera
sin consideración a que exista o no tal representación, por lo que
debe entenderse que el modificado artículo 2530 del CC contiene
un beneficio para determinadas personas a quienes la ley protege
sin importar que el sujeto cuente o no con un representante legal
eficiente o ineficiente, por lo que el error en que aquel incurra, no
puede afectar la situación jurídica del representado. (Subraya la
Sala)

Así y en línea con la anterior jurisprudencia, no sobra


advertir que, como lo estableció el juez plural, la presente
demanda se promovió el 27 de agosto de 2013, es decir
dentro del término de tres años a que se refieren los artículos
151 de CPTSS y 488 del CST contados desde la sentencia que
declaró interdicto al asalariado, el sentenciador no incurrió
en el error imputado.

Ahora, la alegación de la recurrente enderezada a que el

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Radicación n.° 98796

término de prescripción se cuente a partir de la calenda en


que se calificó por primera vez la pérdida de capacidad
laboral del actor, lo que ocurrió el 14 de abril de 2010, y no
desde la sentencia que declaró interdicto al trabajador, es
totalmente desenfocada.

Lo indicado en tanto, tal y como lo advirtió el colegiado,


las condiciones particulares de este asunto, impiden
desconocer los efectos de la suspensión de la prescripción,
respecto de los que, se insiste, no se expone reproche alguno
en el ataque.

Partiendo de lo expuesto, resulta inane adentrarse en


establecer si el juez colectivo dejó de apreciar, con el
propósito de definir la excepción de prescripción, el dictamen
rendido el 14 de abril de 2010, pues se itera, dicho término
estuvo suspendido como consecuencia de la situación de
discapacidad a raíz del accidente de trabajo que dio lugar a
que se iniciara un proceso de interdicción a cuyas
pretensiones se accedió mediante sentencia del 29 de abril
de 2011.

En consecuencia, el juzgador de la alzada no incurrió


en los desatinos enrostrados en torno a esta materia.

De la culpa del empleador.

En cuanto a este tópico, es preciso advertir que, aun


cuando el juez de segundo grado se adentró en el estudio de
la historia clínica del asalariado para escudriñar la

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Radicación n.° 98796

responsabilidad empresarial; encontró probada aquella con


fundamento en otras pruebas del caudal demostrativo
allegado, tales como el contrato de transacción suscrito entre
las partes, los dictámenes de pérdida de capacidad laboral
expedidos por la Junta Regional de Calificación de Invalidez
del Meta, el interrogatorio de parte rendido por el
representante legal de la demandada, así como las
declaraciones testimoniales de Yerly Umaña Pachón y Fredy
Mosquera Calderón, sin que la valoración del interrogatorio
de parte sea controvertida por el censor. Además, el Tribunal
destacó que el hecho de que los galenos no hubieran
advertido señales externas en el cuerpo del accidentado y que
respaldaran que hubiera recibido una descarga eléctrica, eso
por sí solo no descartaba la conclusión de que esa fue la
causa del accidente, argumento que la censura deja libre de
ataque permitiendo que la sentencia siga incólume.

Al punto es preciso señalar que aquello que coligió el


juez de la apelación, resulta acorde con lo que emerge de la
historia clínica de la que ha de advertirse que es hábil en
casación para estructurar un error de hecho, ya que, como
lo ha sostenido esta corporación, es representativo del estado
de salud del trabajador, de ahí que sea pertinente proceder a
su estudio (CSJ SL5112-2020).

Ahora, en la citada documental se registra la atención


médica que recibió Genner Pawer Yasno Yustres desde que
ocurrió el accidente, 5 de junio de 2009, y hasta el 23 de
junio siguiente, data en que se autorizó su salida de la Clínica
del Meta S. A. Allí efectivamente los profesionales de la salud

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Radicación n.° 98796

que lo auscultaron registraron que no estaba claro el evento


inicial, es decir, la ocurrencia de un paro cardio respiratorio
y si en verdad sufrió electrocución, pues solo se contaba con
los datos iniciales «de quienes lo recogieron». Pero a renglón
seguido se observa que la electrocución no se descarta, pues
dentro de los diagnósticos de cada evolución hasta la
autorización de su salida y cierre de su historia clínica de
hospitalización se registró «W859 EXPOSICIÓN A LÍNEAS DE
TRANSMISIÓN ELÉCTRICA: LUGAR NO ESPECIFICADO»,
motivo por el que el Tribunal válidamente podía concluir
como lo hizo sin que ello constituya un error, por lo menos
protuberante en la valoración de dicha historia.

Además, no puede perderse de vista que la conclusión


a la que arribó el colegiado se reforzó con los dictámenes de
pérdida de capacidad expedidos por la Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Meta y las declaraciones
recibidas en el trámite del proceso; medios de prueba a los
que, si bien se refiere la censura en el cargo, no pueden
abordarse en sede extraordinaria por no corresponder a
pruebas hábiles, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 7 de la Ley 16 de 1969.

Ello como quiera que el estudio de la correcta valoración


los experticios especializados, o de la falta de apreciación de
aquellos podría darse, siempre y cuando, de manera previa
la censura demostrara la ocurrencia de protuberantes y
evidentes errores, con fundamento en los elementos
probatorios calificados en el recurso extraordinario, lo que no
sucede en el asunto bajo examen.

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Radicación n.° 98796

Sobre el particular, a través de la providencia CSJ


SL2383-2018, se adoctrinó:

En la acusación se enlistan como pruebas erradamente


apreciadas (i) el dictamen de la pérdida de la capacidad laboral y
determinación de la invalidez; (ii) Pronunciamiento de la Junta
Regional de Calificación de Invalidez sobre el recurso de
reposición del dictamen anterior, (iii) dictamen pericial, corregido
y aumentado, rendido por la abogada Magaly Barrios Achong; y
(iv) parte de la prueba testimonial recaudada.

Para dar respuesta a la recurrente, debe señalarse, que como de


manera reiterada lo ha sostenido esta Sala, los dictámenes y los
testimonios en que funda su acusación, no son prueba calificada
en casación laboral, y por ende, no son aptas o idóneas para
estructurar sobre ellas un error de hecho manifiesto, tal y como
lo establece el artículo 7º de la L. 16/69, pues solo lo son la
confesión judicial, el documento auténtico y la inspección ocular.

En punto del debate, cabe rememorar lo dicho por la Sala en la


sentencia CSJ SL17547-2017, rad. 46161, en donde asentó:

De otro lado, la argumentación de la censura se centra en gran


parte, en el dictamen pericial rendido por el auxiliar de la justicia
nombrado para el efecto por el juez de primera instancia,
debiendo recordarse que dicha prueba no es idónea para la
casación laboral, conforme a lo previsto en el artículo 7 de la L.
16/69, a menos que por otro medio calificado se haya acreditado,
de manera previa, el yerro garrafal en que incurrió el fallador de
segundo grado.

Así se dijo por esta Corporación en la sentencia CSJ SL 21 may.


2010, rad. 35265:

Empero, el impugnante basa lo fundamental de su


argumentación en la equivocada apreciación del dictamen
pericial, prueba que no es idónea para generar un desacierto
evidente (salvo que previamente se demuestre el desatino con
algún otro medio de prueba apto), así su aportación se haya
efectuado en la práctica de una inspección judicial, pues se trata
de una prueba independiente, que participa de unas
características propias, que no se pierden por motivo de la
oportunidad procesal en que se haya producido su
incorporación al expediente. Por esa razón, en este caso
específico, no puede otorgársele el rotulo de inspección judicial.

(Negrillas del texto original).

Lo expuesto también ocurre con los testimonios, lo que

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Radicación n.° 98796

hace que la Sala se encuentre impedida para abordar su


estudio y que la sentencia del Tribunal se mantenga
inalterable, en cuanto estableció que el accidente de trabajo
que sufrió el actor tuvo como causa la descarga eléctrica que
recibió prestando sus servicios a favor de la demandada el 5
de junio de 2009.

Ahora, en lo que hace a la inconformidad de la


recurrente frente a la demostración de la culpa patronal que
advirtió suficientemente acreditada el juez plural, debe
destacar la Corte que el reparo de la censura en manera
alguna se encamina en contra de la valoración que del haz
probatorio hizo el juzgador, sino que discrepa del
entendimiento de este en torno a la carga de la prueba,
discusión de puro derecho, en la que no le es dable
incursionar a la Sala, en consideración a la senda a través de
la cual se encauzó el ataque.

Por último, ha de resaltarse que el Tribunal, en ningún


aparte de su providencia se refirió a la calidad de derecho
cierto e indiscutible de la indemnización contemplada en el
artículo 216 del CST, a la que alude la censura para
enrostrarle como desatino que con fundamento en esa
consideración hubiere fulminado la indemnización plena de
perjuicios sin ser susceptible de transacción.

Lo anterior, ya que el Tribunal al referirse al contrato de


transacción, lo hizo para verificar si allí se había involucrado
la sanción por la no consignación del auxilio de cesantías a
la que fue condenada la demandada, pero no para darle la

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Radicación n.° 98796

connotación a que se refiere la casacionista.

En ese orden, y como quiera que el sentenciador plural


no se adentró en establecer si la indemnización plena de
perjuicios era susceptible o no de ser transada, surge con
claridad que en ninguna equivocación pudo incurrir.

De la tasación de los perjuicios (lucro cesante


consolidado y futuro).

Lo primero que debe destacar la Sala es que se


adentrará a dilucidar la crítica expuesta frente a la
liquidación de los perjuicios, en la medida que la acusación
no tuvo éxito respecto a la ausencia de culpa.

Pues bien, como lo advierte la recurrente, el colegiado


de instancia debió advertir que para definir el valor del lucro
cesante consolidado y futuro no bastaba con tener en cuenta
el salario percibido, sino que también resultaba necesario
relacionarlo con el porcentaje de pérdida de capacidad
laboral, pues, como lo ha enseñado esta corporación, este
último factor refleja lo que realmente el trabajador por su
nueva condición deja de percibir. Así se precisó en la
sentencia CSJ SL987-2021, al decir:

[…]
i) Lucro cesante consolidado y futuro

Debe recordarse, que se ha sostenido por parte de esta Sala, que


en tratándose de lucro cesante, debe distinguirse el pasado o
consolidado y el futuro. El primero es el que se genera desde la
ruptura o terminación del vínculo contractual y hasta la fecha de
proferirse la sentencia; y por el segundo, debe entenderse aquel
que se ocasiona desde la calenda en que se emite la providencia
y hasta el cumplimiento de la edad, conforme a la expectativa de

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vida probable del trabajador; así se sostuvo en la sentencia CSJ


SL.18360-2017, en la que se dijo: «En torno al lucro cesante,
debe entenderse el dinero que se dejó de percibir por la
ocurrencia del daño, el cual comprende el lucro cesante pasado
y el futuro, siendo el primero el que se causa a partir de la
finalización del contrato de trabajo, es decir, el 23 de septiembre
de 1998, hasta la fecha de esta sentencia; y por el segundo,
desde el día en que se profiera el fallo, hasta que se cumpla la
expectativa de vida probable del actor» (Negrillas fuera de Texto
original).

Para su tasación se debe tomar como punto de partida, el salario


percibido por el actor a la fecha del finiquito laboral, calculándose
con base en el porcentaje de pérdida de capacidad laboral, que
es lo que el trabajador deja de percibir […] (Subrayado de la Sala)

Por lo tanto y, en la medida que la condena por concepto


de lucro cesante fue determinada sin tener en consideración
la pérdida de capacidad laboral del trabajador, que es lo que
este deja de percibir, el Tribunal cometió el yerro enrostrado,
por ende, se casará la sentencia, únicamente en lo que hace
al valor fijado por concepto de lucro cesante, tanto
consolidado como futuro ordenado a favor del demandante.

Así las cosas, el cargo tercero prospera exclusivamente


en este aspecto, quedando incólume la sentencia en los
demás temas, inclusive el monto en que fueron determinados
los perjuicios morales y fisiológicos, ya que ninguna
inconformidad sobre estos fue planteada por la recurrente.

Sin costas en el recurso extraordinario como


consecuencia de su prosperidad parcial.

XIV. SENTENCIA DE INSTANCIA

El juez de primera instancia consideró que la parte


actora no había cumplido con la carga de demostrar que el

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Radicación n.° 98796

accidente que sufrió ocurrió por culpa del empleador, pues


aun cuando los testigos afirmaban que aquel se produjo por
«electrocutamiento», la verdad era que la información
contenida en la historia clínica no permitía establecer la
causa del evento que condujo a la pérdida de capacidad
laboral del subordinado, y por ende, no se ocupó de analizar
las condenas por lucro cesante consolidado y futuro.

El actor interpuso contra la anterior decisión el recurso


de apelación, que le fue resuelto de manera favorable por el
Tribunal al considerar que, en efecto, en la ocurrencia del
accidente que generó la PCL, hubo culpa del empleador,
temática sobre la que no prosperó la casación, motivo por el
que dicha decisión permanece incólume.

Así bastan las consideraciones expuestas en sede


extraordinaria respecto de la liquidación del lucro cesante
consolidado y futuro; con el aditamento de que ha de seguirse
las fórmulas señaladas en la providencia CSJ SL5154-2020,
esto es:

Lucro cesante consolidado

VA = LCM x Sn

“VA” es el valor actual del lucro cesante pasado total, incluidos intereses del
6% anual

“LCM” es el lucro cesante mensual actualizado, y

“Sn” el valor acumulado de la renta periódica de un peso que se paga “n”


veces a una tasa de interés “i” por período.

El factor “Sn”, por su parte, se obtiene de la siguiente fórmula matemática:

Sn = (1 + i)n - 1
i

El factor “i” corresponde a los intereses legales del 6% anual (0.005).

LCM = Lucro cesante mensual actualizado

Lucro Cesante * Ipc Final (30 oct 2020)


Ipc Inicial (30 nov 2007)

LCM = $91.547 * (105.29)


SCLAJPT-10 V.00
(64.51) 54
LCM = $149.418

VA = LCM x Sn
Radicación n.° 98796

Lucro cesante futuro:

VA = LCM x Ra, donde


“VA” es el valor del lucro cesante futuro;
“LCM” el lucro cesante mensual; y
“Ra” corresponde al descuento por pago anticipado que, a su turno, se
obtiene de la siguiente fórmula:

Ra = (1+i) n – 1
i (1+i) n

El factor “i”, representa los intereses del 6% anual.

Aplicando al caso la fórmula:


315
Por VA = $149.418 x
otro ( 1 + 0.005 )
lado, se
0.005(1tendrán
-1
+ 0.005) 315 en consideración los
siguientes parámetros, los cuales no merecieron
VA= $23.673.214
inconformidad alguna por las partes:

PARÁM ETROS DE CÁLCULO


Concepto Valor
Género del afectado M
Fecha de nacimiento del afectado 21/03/1988
Fecha de accidente 5/06/2009

Fecha de terminación del contrato 17/09/2012


Fecha de liquidación 14/04/2023
Edad del afectado a la fecha de liquidación 35,07

Expectativa de vida del afectado interpolada (Res. 1555/10 SF) a fecha de liquidación 45,5
Salario a fecha de terminación del contrato $ 566.700,00
Salario a fecha de terminación del contrato + factor prestacional $ 736.710,00

Salario a fecha de terminación del contrato + factor prestacional actualizado $ 1.218.631,86


Pérdida de capacidad laboral 55,35%
IPC a fecha de terminación del contrato 76,19
IPC a fecha de liquidación 126,03

SMLMV a fecha de liquidación $ 1.160.000,00


Interés legal mensual (i) 0,50%

Meses de fecha de terminación de contrato a fecha de liquidación 126,93

Meses de fecha de liquidación a expectativa de vida 546,00

Lucro Cesante Consolidado = $ 119.174.590,51


Fórmula
LCC = LCM x Sn

Reemplazando en la fórmula
LCM = $ 674.512,73
Sn = ((1 + i)^n - 1)/i
Sn = 176,68

SCLAJPT-10 V.00
55
Radicación n.° 98796

Lucro Cesante Futuro = $ 126.044.245,82


Fórmula

LCF = LCM x An

Reemplazando en la fórmula

LCM = $ 674.512,73
An = ((1 + i)^n-1) / (i x (1 + i)^n)
An = 186,87

Conforme a lo anterior, el valor a reconocer por


concepto de lucro cesante consolidado a favor del actor, para
la calenda en la que se profirió la sentencia de segunda
instancia, teniendo en cuenta la aplicación del porcentaje de
pérdida de capacidad laboral y que el último salario
percibido, incrementado en un 25% correspondiente al factor
prestacional, corresponde a $674.512,73; se establece que la
condena debió ser de $ 119.174.590,51 y por lucro cesante
futuro $126.044.245,82, valores que, como se solicitó, han
de indexarse al momento del pago.

En consecuencia, se revocará el numeral quinto de la


sentencia de primera instancia, para en su lugar, condenar
a Derivados Lácteos del Llano SAS a reconocer la
indemnización plena de perjuicios a favor del demandante,
en las sumas y por los conceptos detallados en precedencia,
debidamente indexados e incluyendo los perjuicios morales
y fisiológicos que fueron impuestos en segunda instancia y
que, se reitera, no fueron objeto de modificación en sede
extraordinaria.

Las costas de primera instancia estarán a cargo de la


demandada. No se causan en la alzada.

SCLAJPT-10 V.00
56
Radicación n.° 98796

XV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia
dictada el 14 de abril de 2023 por la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Villavicencio, dentro del
proceso ordinario laboral seguido por AMIRA YUSTRES
VARGAS, en nombre y representación de GENNER PAWER
YASNO YUSTRES contra DERIVADOS LÁCTEOS DEL
LLANO SAS. En cuanto al monto y liquidación del lucro
cesante consolidado y futuro ordenado a favor de la parte
actora. NO LA CASA en lo demás.

En sede de instancia RESUELVE:

PRIMERO: REVOCAR el numeral quinto de la


sentencia proferida en primera instancia para en su lugar,
CONDENAR a la demandada DERIVADOS LÁCTEOS DEL
LLANO SAS al reconocimiento de los perjuicios derivados de
la culpa patronal en la ocurrencia del accidente de trabajo
que sufrió GENNER PAWER YASNO YUSTRES el 5 de junio
de 2009, quien en la presente actuación se encuentra
representado por su progenitora y guardadora definitiva
señora AMIRA YUSTRES VARGAS en los siguientes
conceptos y sumas que deberán indexarse al momento del
pago:

a) Lucro cesante consolidado por la suma de CIENTO


DIECINUEVE MILLONES CIENTO SETENTA Y

SCLAJPT-10 V.00
57
Radicación n.° 98796

CUATRO MIL QUINIENTOS NOVENTA PESOS CON


CINCUENTA Y UN CENTAVOS MCTE
($119.174.590,51).

b) Lucro cesante futuro por la suma de CIENTO


VEINTISÉIS MILLONES CUARENTA Y CUATRO
MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y CINCO PESOS
CON OCHENTA Y DOS CENTAVOS MCTE
($126.044.245,82).

SEGUNDO: CONFIRMAR en lo demás la providencia del


Juzgado Civil del Circuito de Acacias Meta, con las
modificaciones introducidas por el Tribunal Superior de
Distrito Judicial de Villavicencio y que no fueron objeto de
casación.

Costas como se dijo en la parte motiva.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

SCLAJPT-10 V.00
58
Firmado electrónicamente por:

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

OLGA YINETH MERCHÁN CALDERÓN

MARIRRAQUEL RODELO NAVARRO

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103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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