1 Juan 2 8-14
1 Juan 2 8-14
1 Juan 2 8-14
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la Primera Epístola Universal del Apóstol Juan. Estamos en el
capítulo 2, donde comienza la segunda división general de esta carta, titulada "Dios es amor" (desde el 2:3 hasta el
4:21), y en la sección de este capítulo que hemos titulado "Cómo los hijos amados de Dios pueden tener una relación
de comunión los unos con los otros", que se extiende desde el versículo 3, hasta el 14. Vamos a leer nuevamente el
versículo 8, para retomar el hilo de nuestro pensamiento:
"Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van
pasando y la luz verdadera ya alumbra."
Ahora, ¿por qué es éste un nuevo mandamiento para los creyentes que son regenerados y en los que mora el Espíritu
Santo? Porque fue un mandamiento que fue dado del otro lado de la cruz, antes de la venida del Espíritu Santo. Desde
este lado, desde esta perspectiva, es nuevo.
Los creyentes tienen que hacer la voluntad de Dios; y la voluntad de Dios es primordialmente amarle. Este
sentimiento identifica a un creyente. Un creyente es alguien que se deleita, que disfruta cumpliendo la voluntad de
Dios. Porque, como dice este versículo 8, las tinieblas van pasando y la luz verdadera ya alumbra, el creyente tendría
que ser capaz de decir que está conociendo mejor al Señor Dios, y que está comprendiendo Su voluntad más
perfectamente. El gran poeta alemán Schiller dijo: "Veo todo cada vez más claro". Hasta aquí la cita. Y esta debería
ser la experiencia de cada hijo de Dios. Cada día deberíamos estar creciendo, y es imposible crecer aparte de un
estudio de la Palabra de Dios. La Palabra escrita revela a la Palabra viviente, a el Señor Jesucristo, y El es el Pan de
Vida y el Agua de Vida. Si no nos alimentamos de Él, no podremos saciar nuestra hambre espiritual.
Como dijimos en otras ocasiones, uno de los problemas de los cristianos en la actualidad es que muchos están
tratando de seguir algunas sencillas reglas y actúan como su estuvieran programados por un ordenador. En
consecuencia, creen que si cumplen estas reglas o prácticas, están viviendo la vida cristiana. Debemos tener en
cuenta que somos seres humanos y que no hemos sido diseñados para funcionar como un ordenador. Si usted es un
hijo de Dios, tiene una nueva naturaleza, y aunque aún tiene su vieja naturaleza en la cual, no habita el bien, como
dijo el apóstol Pablo en Romanos 7:18. Pero su nueva naturaleza desea cumplir la voluntad de Dios, quiere agradar a
Dios.
Dice finalmente este versículo 8, las tinieblas van pasando y la luz verdadera ya alumbra. Al mirar hoy a nuestro
alrededor podemos ver que la oscuridad espiritual todavía no se ha desvanecido. La ignorancia con respecto a la
Palabra de Dios aún es muy evidente. La luz verdadera, que es el Señor Jesucristo, está brillando sobre este mundo.
El es aún la persona más polémica que jamás ha vivido sobre la tierra. Ahora, el versículo 9 dice:
"El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en tinieblas."
Es imposible que, como un hijo de Dios, usted viva en la luz y odie a su hermano. Si usted odia a otro hermano,
significa que hay algo radicalmente mal en su confesión de fe. Esto no significa que no haya algunas personas cuya
conducta y hábitos le resultan desagradables o inaceptables. No significa que no habrá ciertos hábitos que usted no
apruebe - y ello es comprensible. Pero odiar a esos creyentes revela que usted se encuentra en la oscuridad espiritual.
El odio hacia hermanos en la misma fe es una evidencia de que una persona no está viviendo en la luz. En este
sentido hay algo que tenemos que recordar. Hay una oscuridad natural en la cual nacen todos los seres humanos, El
apóstol Pablo habló sobre este tema en su carta a los Efesios 4:18, donde escribió: 18teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón. Esta es la
condición natural de la humanidad. Pero nuestra condenación no se debe a lo que somos por naturaleza. El Apóstol
Juan dijo en el capítulo 3, versículo 19 de su evangelio: Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Esto es algo muy importante y esperamos
que usted no lo pase por alto. Nosotros no somos responsables porque nacimos en la oscuridad y porque nuestro
entendimiento oscurecido; somos responsables si rechazamos la luz que viene hasta nosotros por medio de la Palabra
de Dios.
Ahora, si usted vive en la luz, ésta ahuyentará todas las tinieblas. En vez de apartarse de sus rayos escrutadores,
permita que ellos examinen su corazón. Si una persona persiste en rechazar esa luz, llegará un día en que Dios
quitará completamente esa luz. O esa persona resultará quemada, afectada . Esaú, el hermano de Jacob, era esa
clase de individuo. Era un hombre bronceado por el sol. No solo había quemado su piel físicamente, sino que también
se había quemado espiritualmente. ¿Qué significa estar bronceado por el sol? Bueno, esto quiere decir que la piel
absorbe todos los rayos de luz con excepción de un rayo en particular, y ese es el que quema la piel. El alma que no
acepta al Señor Jesucristo como Salvador, la luz del mundo, será quemada de la misma manera en que lo fue Esaú.
Juan colocó aquí una prueba para ver si estamos en la oscuridad. Leamos los versículos 10 y 11:
"El que ama a su hermano, permanece en la luz y en él no hay tropiezo. Pero el que odia a su hermano está en
tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos."
Cuando el Señor Jesús estaba aquí en la tierra dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida. (como podemos leer en Juan. 8:12). Estimado oyente, necesitamos aplicar este test
a nuestras propias vidas. ¿Ha confiado usted realmente en Cristo? ¿Es El su luz? ¿Es Él quien le está guiando a usted
para que no deteste a su hermano?
Ahora, por supuesto, hay otros creyentes cuyos hábitos a usted le desagradan. Puede que usted sienta aversión hacia
algunas de sus expresiones. Puede que usted incluso tenga una personalidad que choque con la de otro hermano.
Pero eso no significa que tenga que odiarle.
En este pasaje el apóstol Juan nos ha dejado la siguiente gran declaración: Pero el que odia a su hermano está en
tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe a donde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos. Si usted desea saber
con total seguridad si usted es un hijo de Dios, aplique este test a su propia vida. Si usted está detestando a su
hermano, entonces está viviendo en la oscuridad. Si usted está amando a su hermano, se encuentra viviendo en la
luz.
La vida cristiana puede, en realidad, representarse como un triángulo. Dios está situado en el vértice del triángulo y
desde allí la luz, el amor y la vida de Dios descienden por los lados del triángulo hacia ambos extremos de la base del
mismo, en uno de cuyos extremos se encuentra usted, y desciende sobre su corazón y vida. Su amor hacia Dios
asciende desde ese extremo de la base del triángulo hacia el vértice, pues usted lo ama porque El le amó primero. Si
usted está viviendo en la luz aquí en la tierra, ello significa que usted también va a amar a su hermano, que se
encuentra en el otro extremo de la base del triángulo. Usted no puede decir que ama a Dios, y que odia o detesta a su
hermano. Esto es absolutamente imposible, y el apóstol Juan, más adelante, dejará bien en claro esta verdad,
En este punto nos parece que el escritor se apartara del tema que Juan había estado siguiendo. Así, el apóstol
comenzó a hablar sobre tres diferentes niveles de creyentes. Leamos entonces el versículo 12 de este segundo
capítulo de 1 Juan:
"Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre."
La palabra para "hijitos" en el original es "teknia", y se refiere a niños recién nacidos, y creemos que es una referencia
a todos los creyentes, indiferentemente de su edad o de su madurez como creyentes. La base sobre la cual se apoyan
todos los cristianos es el perdón de los pecados a causa de la sangre derramada de Cristo.
También hay que destacar que algunos creyentes permanecen en esa condición de niños pequeños, y nunca salen de
ese estado.
Ahora veremos que el apóstol Juan se refirió a otro grupo. Leamos el versículo 13 de este segundo capítulo:
"Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque
habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre."
Los padres en este versículo son aquellos creyentes que han conocido al Señor Jesús por muchos años, han crecido, y
han madurado. Nuestra opinión personal es que David escribió el Salmo 23 cuando era ya una persona anciana. Él
nunca podía haber escrito este salmo siendo un joven pastor de ovejas, porque este salmo fue una obra poética que
surgió de las vicisitudes de la vida. El rey David se había enfrentado con toda clase de problemas, dificultades y
peligros, ya había tenido una relación de comunión con Dios. El era un hijo maduro de Dios y con toda seguridad
podría ser incluido en la categoría de padres mencionada por Juan. Hemos descrito al Salmo 23 como el Salmo de un
anciano rey. Creemos que David lo escribió cuando estaba sentado en su trono, dirigiendo una mirada hacia atrás, a
su propia vida. Recordó a aquel niño pastor que condujo al rebaño a los verdes pastos de las colimas de Belén, y
como los protegería a todos de los osos y de los leones. Después recordó cuando fue nombrado rey y se convirtió en
el pastor de un pueblo. Al mirar atrás a su accidentada carrera, recordó su gran amistad con Jonatán, su huída del rey
Saúl, después, su reino en Hebrón y, finalmente, cuando Dios le convirtió en rey sobre todas las 12 tribus. Entonces
recordó su horrible pecado, así como la gracia y el perdón de Dios cuando se lo confesó a Él. Rememoró los problemas
en su hogar porque Dios lo hizo pasar por un período de disciplina, período en que se destacó especialmente la
rebelión de su hijo Absalón, el hijo que más había amado. Recordó su huída de Jerusalén teniendo que esconderse
nuevamente, y después, el momento en que recibió la noticia de la muerte de Absalón, que constituyó un gran
sufrimiento para él. Con todos esos eventos en su memoria, el anciano rey escribió, en el primer versículo de su
Salmo 23, El Señor es mi pastor, nada me faltará. Como hijo maduro de Dios, relató como Dios lo condujo hacia los
pastos verdes y lo llevó junto a aguas de reposo, y como restauró su alma. Y así, fue a personas como David que Juan
incluyó en la categoría de padres.
Pero observemos que el versículo 13 también dice: Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.
Los jóvenes que aquí fueron mencionados no eran tan maduros como los llamados padres, es decir, que no tuvieron la
experiencia que habían acumulado sus padres, pero ellos habían aprendido el secreto de cómo vencer al enemigo por
medio de la sangre de Cristo. Habían aprendido como vivir para Dios. Aun considerando todas las circunstancias que
rodean a la juventud, nadie podría decir hoy que un joven no puede vivir para Dios en estos tiempos difíciles.
En este versículo 13 destacamos también la siguiente frase: os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al
Padre. El término "hijitos" en este caso proviene de la palabra Griega "paidia", que se refiere a pequeños inmaduros.
Ellos son los que saben que son hijos de Dios, pero esto es todo lo que saben - e incluso algunos de ellos creen que
esto es todo lo que tienen que saber. ¡Cuántos hijos de Dios caen dentro de esta clasificación! En algunos círculos
cristianos usted podrá tener la sensación de que se encuentra en una guardería espiritual! Aunque los incluidos dentro
de este grupo se han desarrollado físicamente, y algunos incluso tienen el cabello gris, son espiritualmente inmaduros.
No parecen crecer en ningún momento.
Ahora veremos que Juan tuvo que añadir algo más y entonces repasó nuevamente cada uno de estos niveles antes
mencionados, Leamos el versículo 14 de este segundo capítulo, que dice:
"Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros,
jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno."
La primera frase, es igual a la del versículo 13 y en ella el apóstol no añadió nada a lo dicho anteriormente, porque
uno no puede ir más lejos en este tema, Como lo expresó el apóstol Pablo en su carta a los Filipenses 3:10, 10Quiero
conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a él en su
muerte, Ese mismo conocimiento es lo que convierte a alguien en un "padre" en la esfera de Cristo.
Estimado oyente, ¿cómo llega uno a conocer a alguien? Viviendo con esa persona día tras día. Ese es el conocimiento
que alcanzan, por ejemplo, algunos matrimonios de cierta antigüedad, ya que la convivencia diaria es una fuente de
conocimiento que aumenta progresivamente con el transcurso de los años.
Ahora bien, ¿cómo vamos a conocer al Señor Jesucristo? Estimado oyente, la única forma en que usted puede
conocerle es en la Palabra de Dios. Allí es donde El se revela. Muchos piensan que por asistir a un estudio Bíblico una
vez por semana o de vez en cuando ya están activamente implicados en el camino que conduce a la santidad. Pero la
Palabra de Dios es como el alimento. Así como uno no puede alimentarse físicamente comiendo una vez por semana,
porque se producirá un grave decaimiento en su cuerpo, en el ámbito espiritual sucede lo mismo. Por tal motivo
insistimos en la necesidad de estudiar un poco la Biblia todos los días, por supuesto, cada uno dentro del tiempo y
posibilidades de que disponga. En este sentido, este programa de radio pretende estimular ese estudio diario,
ordenado y regular, que abarque en un período concreto de tiempo, toda la Biblia. Es que la Palabra de Dios es el Pan
de Vida. Si hemos de conocer a Cristo, debemos convivir con El en Su Palabra, a medida que experimentamos las
alegrías y aflicciones de esta vida.
A continuación, Juan se dirigió al segundo grupo diciendo: Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la
palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. En el versículo anterior Juan dijo que los
jóvenes eran fuertes y eran capaces de vencer al maligno. Pero en este versículo 14, añadió el secreto: la palabra de
Dios permanece en vosotros. Estimado oyente, ¿cómo podemos usted y yo vencer al maligno? Pues con la Palabra de
Dios. En la carta a los Efesios 6, el apóstol Pablo presentó la armadura del cristiano, detallando cada una de sus
partes, y el arma ofensiva es la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (como podemos leer en Efesios 6:17).
Si usted va a ser capaz de defenderse a sí mismo del diablo, tendrá que poseer un buen conocimiento de la Palabra de
Dios. La razón por la cual tantos creyentes sucumben ante los pecados del sistema de valores del mundo es que no
están estudiando la Palabra de Dios. En el cuerpo físico, nos alimentamos 3 veces por día - porque necesitamos la
comida física para adquirir fuerzas. De la misma manera, tenemos que ser conscientes de la gran importancia que
tiene también el alimento espiritual para recibir las fuerzas que provienen de Dios. Y ahora llegamos a una sección
que podemos titular
que se extiende desde el versículo 15 hasta el 28 de este mismo capítulo, Muchos preferirían separar a esta sección
del contenido de la sección anterior, pero creemos que esta sección, en gran medida, forma parte del tema que el
apóstol Juan ha estado tratando. El apóstol ha venido tratando el tema de cómo los hijos de Dios pueden saber que
son realmente Sus hijos. Ha dicho que la manera en que lo podemos saber es a través del hecho de que le amamos, y
que obedecemos Sus mandamientos. Más adelante, Juan nos diría que los mandamientos del Señor no son gravosos,
es decir, que no son difíciles de cumplir. Aquí no estamos hablando sobre los Diez Mandamientos dados en el Antiguo
Testamento, sino de los mandamientos comunicados por el Señor, porque hemos sido introducidos en el Lugar
Santísimo para tener una relación muy personal con el Señor Jesucristo. Alguien ha sugerido la siguiente división, que
consideramos muy adecuada: la carta a los Romanos trata el tema de cómo salimos de una casa de esclavitud; la
carta a los Efesios nos indica como entrar a la casa del banquete; y la carta a los Hebreos nos indica cómo podemos
aproximarnos al trono de la gracia. Ahora, la primera carta de Juan, que estamos estudiando, nos explica como
acercarnos a la presencia divina.
La forma en que podemos tener seguridad, certeza, y presentar una prueba, no solo a nuestros vecinos, sino que
también sea una prueba para nosotros mismos de que somos hijos de Dios genuinos, es por medio de nuestra
obediencia a Él, y en nuestro deseo de agradarle en todo lo que hagamos. Quizás algunos que cuando prometen
obedecer al Señor, en su mente están con una actitud parecida al que aprieta los dientes para decir algo que está
obligado a expresar, porque su motivación no es el amor, y verdaderamente, el amor debería ser el motivo para
obedecerle. Recordemos nuevamente que el Señor Jesús dijo: Si me amáis, guardad mis mandamientos (como
podemos leer en Juan 14:15).
Debemos poner, por hoy, punto final a nuestro estudio. Estimado oyente, le agradecemos la atención prestada al
mismo, y le invitamos cordialmente a continuar acompañándonos durante nuestro próximo encuentro. Por tal motivo,
le sugerimos que lea anticipadamente y por sí mismo los versículos 15 y 16 de este segundo capítulo de la primera
carta de Juan, para que pueda estar más familiarizado con las reflexiones y meditaciones de nuestro próximo
programa.
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