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Resumen Del D. Civil - Obligaciones

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Universidad Católica Ntra. Sra.

de la Asunción - Concepción 2020

Unidad 7 – Efectos de las Obligaciones (Continuación)


EJECUCIÓN INDIRECTA
Producido el incumplimiento de la prestación y sobrevenida la imposibilidad de su
ejecución para el futuro por causa imputable al deudor, corresponde al acreedor la
indemnización de los daños que tal incumplimiento pudiera acarrearle
INDEMNIZACIÓN
La indemnización es el resarcimiento de los daños injustos e injustificados causados a
una persona, sea por el incumplimiento de un acto de voluntad o por un hecho ilícito de
carácter extracontractual.
Como los perjuicios pueden afectar la persona, el patrimonio o las afecciones
internas, el resarcimiento se paga a los efectos de paliar las consecuencias perjudiciales
a ellos. Por ello, cierta doctrina ha identificado a la indemnización como el contradaño
que se paga, como equivalente ante el perjuicio causado.
REQUISITOS
La imputabilidad en el agente que ha efectuado el hecho, por sí mismo, sea por sus
dependientes o personal o cosas que hallen bajo su guarda o cuya propiedad le
pertenecen; daño causado a otra persona imputable al agente y el daño ocasionado a la
víctima en el cual debe existir un nexo de casualidad.
EL DAÑO
Es tan esencial a la reparación indemnizatoria la existencia del daño, que casi se apoyan
ambas entre sí, como las caras de una misma moneda. El daño es para la
responsabilidad civil, lo que los primeros filósofos griegos llamarían el arjé o esencia
primera y básica de todas las cosas creadas y existentes.
Sin daño no podemos hablar de responsabilidad civil ni de indemnización aunque el acto
en sí importe un acto ilícito: desde allí es que se afirma que no todo ilícito traerá como
consecuencia una obligación indemnizatoria, piénsese sino en el ejemplo de quien
cruza un semáforo estando la luz roja prendida, pero con tanta suerte que no choca
contra otro vehículo ni atropella a un transeúnte. En este caso, el acto es claramente
ilícito y cabría una multa como consecuencia al acto ilícito, pero no una indemnización,
pues no existió daño y en consecuencia nada debe ser reparado. Este ejemplo
cotidiano, nos evidencia como, ante la falta de daño, no hay indemnización aunque el
acto en sí sea ilícito.
Definición: el daño es el perjuicio cierto, propio, subsistente injusto que sufre una
persona, en su cuerpo, bienes materiales o intereses intangibles, todos ellos legítimos,
por culpa atribuible a otra persona, o por cuya producción otra deba responder.
NOCIÓN
El daño como hecho jurídico es causa productora de efectos jurídicos.
No todos los daños producen efectos jurídicos Por qué el derecho elige sólo aquellos a
los cuales quiere investir de calificación propia. El derecho tiene en cuenta sobre todo el
daño ocasionado por un acto humano antijurídico.
La antijuricidad del daño puede provenir de un acto culposo, doloso, etc, o de un acto de
otra naturaleza. Inclusive puede provenir de un acto ajustado a derecho. Ejemplo: la
expropiación, el propietario debe ser indemnizado.
Existirá daño, Siempre que se causare a otro algún perjuicio en su persona, en sus
derechos o facultades, o en las cosas de su dominio o posesión (Art. 1835 primera
parte)
ELEMENTOS

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Es la relación existente entre la culpa y el derecho, acá es indistinto el dolo y la culpa.


Basta que se pruebe la mora, existe culpa y punto. Daños e intereses son subsidiarias a
la obligación.
Vienen de los delitos, cuasidelitos o incumplimiento.
El daño no se agota al perjuicio emergente sino que se extiende al lucro cesante. (daño
emergente, es dinero que se paga por mora o delito - lucro cesante, es la cantidad de
dinero que se hubiera percibido de no estar impedido, más los intereses).
A la vez, dentro de los elementos del daño se consideran en determinadas
circunstancias al dolo, la culpa y el perjuicio.
Pero, vale aclarar que no todo perjuicio a los bienes, o a su integridad física o a su
imagen o algún otro elemento intangible de su personalidad, podría ser suficiente para
entender configurado un daño que merezca indemnización. Así, existe una serie de
requisitos que el daño debe reunir para ser resarcible. Estos son: el daño debe ser
cierto, el daño debe ser propio, el daño debe ser injusto, el daño debe ser subsistente y
el daño debe corresponder a un interés legítimo del titular.
CLASES
Existen varias clasificaciones entre las cuales citaremos las más comunes:
Daño material que se da sobre el objeto y el daño moral que se da sobre el sentimiento.
También muchos clasifican a los daños en inmediatos, mediatos y casuales. Otros
determinan la clasificación en daños comunes y particulares, daños intrínsecos y
extrínsecos, daños actuales y futuros, y daños contractuales y extracontractuales.
Al respecto nos quedaremos con la clasificación establecida por el doctor Alberto
Martínez Simón en su encumbrado libro Esbozo de las Obligaciones Civiles, que la
realiza de esta manera:
- Clasificación por los bienes jurídicos afectados: daños a la salud, daños patrimoniales
y daños morales.
- Clasificación por los rubros reclamados: daño emergente, lucro cesante y daño moral.
- Clasificación por el origen de los daños: daños contractuales y extracontractuales.
EVALUACION.
Se conoce como valuación o evaluación al proceso de cuantificación del daño causado.
Este proceso no tiene directa relación con la determinación de la culpa o responsabilidad
y, consecuentemente, no determinara quién debe pagar, sino que apunta a establecer a
cuánto asciende el monto de los daños y cómo se fija el mismo. Existen, básicamente, 3
sistemas de evaluación del monto del daño, que serán revisados seguidamente:
Judicial: la valoración judicial se da a través de un proceso judicial en el cual intervienen
las partes involucradas en el hecho dañoso y el juez. Sometidas las partes a las reglas
del proceso, el juez dirige el mismo hasta llegar al dictado de la sentencia; en esta el
juez determinará la existencia o no de la obligación de abonar una suma en carácter de
indemnización, y, de admitirse la acción, fijar a una suma que el obligado a pagar debe
entregar a la víctima del daño injusto. Si dicha suma no se paga y la condena al pago
queda firme, el interesado podrá proceder a la ejecución forzada de la sentencia y llegar,
incluso, a la subasta de bienes del condenado.
Convencional: La valuación convencional, como su nombre también lo sugiere, se da
por acuerdo de partes. Este acuerdo puede producirse después de ocurrido el hecho
dañoso, y así las partes deberán evaluar los daños, a través de los mecanismos
privados que tengan a disposición y acordaran un monto indemnizatorio o alguna forma
de compensación, de modo tal que el perjudicado reciba la reparación que le
corresponde.

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El acuerdo indemnizatorio puede también darse antes de producirse el daño y aun no


sabiendo si el mismo siquiera vaya a producirse. Para ello, la situación debe ser
contractual y así, en el marco de un acuerdo, las partes voluntariamente introducen la
llamada cláusula penal por la cual se establece la obligación de una parte de pagar a la
otra una suma de dinero en caso de incumplimiento de la obligación o de retraso en el
cumplimiento de la misma.
Podríamos también citar el seguro como un caso de indemnización convencional,
aunque en este caso, quién abonará una suma indemnizatoria no será quien produjo el
daño, o el responsable del mismo, sino una persona jurídica constituida como empresa
de seguros, cuya función esencial es la de asumir un riesgo, el que una vez
materializado dentro de las condiciones pactadas en el contrato llamado póliza, obligará
a dicha empresa de seguros al pago de una suma en reparación del perjuicio, dentro del
límite máximo de cobertura
Legal: la valuación del daño puede ser, incluso, legal; es decir, la misma ley puede
determinar el monto o quantum indemnizatorio.
Motivos muy especiales han propiciado el dictado de normas legales, generales y
obligatorias que establecen estos montos de indemnización fijos y que, ante un
determinado hecho dañoso, descripto en la misma ley, el obligado deberá pagar al
perjudicado un monto que la misma ley establece. Al respecto, citemos los casos de las
indemnizaciones laborales, previstas por el Código Laboral, en los cuales se establece la
manera de calcular indemnizaciones en atención, principalmente, a la antigüedad del
empleado con quien se ha cesado la relación laboral. También, debe citarse el caso del
Código Aeronáutico que establece las indemnizaciones a ser pagadas en caso de
accidentes o percances aéreos.
EXTENSION DEL RESARCIMIENTO
Extensión en la responsabilidad extracontractual
Tratándose de una indemnización de fuente extracontractual, el alcance de la
indemnización abarcará las llamadas consecuencias inmediatas y las mediatas
previsibles o normales según el curso normal de las cosas y podría llegarse hasta las
casuales.
Esto significa que quien se vea en la obligación de indemnizar, abonará a la víctima los
daños que devienen como consecuencia inmediata, es decir, que surge sin necesidad
de sumar otro hecho al hecho ilícito para que se produzca el daño; las consecuencias
mediatas son aquellas que surgen de la sumatoria de un hecho extraño al hecho ilícito.
Si dichas consecuencias mediatas eran previsibles estarán dentro del rango para ser
pagada en caso de que se realice el evento extracontractual. Si la consecuencia mediata
no es previsible, se denominará casual, y se indemnizara a la misma solamente en caso
de que el hecho dañoso devenga de un delito que estuvo en las miras del causante.
Vayamos a algunos ejemplos para comprender mejor el concepto de cada una de ellas.
Consecuencias inmediatas: una persona, que intencionalmente, dispara a otro sujeto
un tiro de pistola en la cabeza. Si esa persona que recibió el tiro muriese, ese sería un
hecho que natural y ordinariamente sucede como resultado del hecho ilícito y el que no
hay que sumarle nada más para que suceda, por lo que los daños derivados de dicha
muerte son consecuencias inmediatas. Estás consecuencias inmediatas son siempre
responsabilidad del autor del hecho ilícito.
Consecuencias mediatas previsibles: Una persona que intenta robarle a un inválido la
billetera que éste tiene en el bolsillo del pantalón, y para ello tira al inválido de su silla de
ruedas y éste cae y rueda por el piso, y en esa mecánica de rodamiento termina
chocando contra una columna cercana y se golpea las costillas y se rompe alguna. La

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rotura de costillas acaeció como consecuencia de un hecho posterior y distinto, que se


sumó al hecho ilícito; es entonces una consecuencia mediata porque suma otro hecho al
ilícito para producir el daño.
Consecuencias mediatas no previsibles o casuales: supongamos que una persona
quiere asustar a otra y, al solo efecto de hacerle una broma, explota un petardo de baja
sonoridad cerca del oído del otro sujeto. Realiza el acto y la persona afectada pierde el
sentido de la audición, porque esta última estaba convaleciente de una operación de
oído, de la que nadie tenía conocimiento. En ese caso, sí quién realizó la explosión no
tenía conocimiento de la operación quirúrgica en cuestión, no podía prever que una
explosión de baja intensidad sonora podría llegar a afectar seriamente la audición, al
punto de hacerle perder el sentido, ya que dichas pequeñas explosiones, natural y
ordinariamente, no tienen ese efecto. Esa sería una consecuencia mediata no previsible
o casual. Sin embargo, si quien realizó la detonación tenía conocimiento de que la otra
persona se había operado y que no podía escuchar ruido cercanos, aunque no fueran
muy fuertes, pues cualquiera de ellos podría afectar la audición, y de todos modos
realizó la explosión, en ese caso la situación cambia y la consecuencia será mediata
previsible.
Sobre el punto previo, tratándose entonces de un caso de responsabilidad
extracontractual o aquiliana, el alcance podría abarcar las consecuencias inmediatas, las
mediatas previsibles, y las casuales, Pero estas últimas sólo cuando el hecho dañoso
sea un delito, es decir un acto producido con dolo, el autor tenía en miras al realizar el
hecho perjudicial. Si el hecho dañoso no fuese un delito, las consecuencias casuales no
se pagarán.
Extensión en la responsabilidad contractual
Tratándose de un incumplimiento contractual, el deudor deberá abonar sólo por las
consecuencias inmediatas y no por las mediatas, salvo que el incumplimiento sea
malicioso, entendiéndose este término como doloso, en cuyo caso sí se responderán
por las consecuencias mediatas; pero en ningún caso, se responderán por las
consecuencias casuales ante un incumplimiento contractual.
Por ende, el alcance del incumplimiento contractual culposo solo arrojará como la
obligación de indemnizar, a las consecuencias inmediatas, pero no las mediatas
previsibles ni las casuales.
Sólo se indemnizarán las consecuencias mediatas previsibles si el obligado que no
cumplió su obligación contractual obró con dolo al no pagar la deuda que debía. Pero en
ningún caso el deudor deberá responder por las consecuencias mediatas no previsibles
también llamadas casuales.
EPOCA.
El momento o época en que evalúa el daño dependerá si la relación que dio origen al
daño es contractual o extracontractual
Incumplimiento contractual
Si estamos en presencia de un incumplimiento contractual, los daños son valorados al
momento o tiempo en que debió cumplirse el contrato. Esta tesitura no es unánime en la
doctrina, aunque sí mayoritaria.
Por su parte, Gauto Bejarano propone que el daño sea cuantificado en un momento
distinto, y plantea que sea al tiempo de dictarse la sentencia “Porque es la fecha más
próxima a la del pago que debe satisfacer el responsable, y siempre que para entonces
sea subsistente por no haber sido reparado por el obligado a hacerlo”, Aunque indica,
como excepción la valuación del daño hecha para las obligaciones de dar cosas

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inciertas, por la disposición del artículo 470 C.C. Esta posición es compartida por
Martyniuk.
Ilícito extracontractual
La valuación del daño producido como consecuencia de un hecho ilícito extracontractual
se realiza al tiempo de la producción del perjuicio. Surge, sin embargo la cuestión que
plantea si no sería más justo valorar los daños al tiempo de la sentencia dado que, entre
uno y otro momento, la valuación podría sufrir una variación, aumentando el monto del
valor del daño y, por ende, aumentando también el perjuicio para la víctima del daño
injusto.
Sin embargo, de dónde está claro que el agravamiento del daño y la necesidad de
ampliar el monto o quantum de la indemnización, está salvado hace tiempo, con la
admisión jurisprudencial de que el actor podrá reservar la ampliación del quantum sí es
que, al peticionar un monto indemnizatorio, agregó la frase “o lo que en más o menos
resulte de las probanzas de los autos”.
Por ende, se admitió esta fórmula jurisprudencial que permite conceder un mayor monto
al peticionado, cuando se demostró un mayor perjuicio al originariamente pretendido.
Pero, ello no debe llevarnos a establecer que el juez pueda conceder rubros no
peticionados; justamente, el límite de la frase “o lo que en más o en menos resulte de las
probanzas de los autos”, es que el actor pudo haberse equivocado en el monto del
rubro, pero tuvo que haber peticionado el rubro.
Por otra parte, si la petición indemnizatoria se traduce en una suma de dinero, la forma
de actualizar la suma es a través de los intereses, los que deben ser solicitados al inicio
de la demanda o, de lo contrario, los jueces no los conceden, por entender que ha sido
tácitamente declinado por el titular del derecho.
PRUEBA
Hay que mencionar también qué existe una marcada diferencia entre las obligaciones de
fuente contractual con las de fuente extra contractual en cuanto a la prueba se refiere.
Prueba en los daños contractuales
En este punto, debe distinguirse entre los contratos que contienen obligaciones de
medio y los contratos que contienen obligaciones de resultado.
Si estuviésemos ante un caso de incumplimiento contractual cuyo contenido es una
obligación de resultado, al acreedor que reclama le bastaría con presentar el contrato y
la prueba de que él mismo ha cumplido su parte de la obligación al formular su
requerimiento pertinente, invocando que el reclamado no ha cumplido con la suya.
Es entonces, el deudor compelido a pagar, quien tiene que demostrar que ha cumplido
su parte, presentando también las pruebas que acrediten este extremo o que no le fue
posible pagar por un motivo que lo exonera del cumplimiento, como el caso fortuito, la
fuerza mayor, el hecho del mismo perjudicado o de un tercero por quien no deba
responder. Si no probase estos extremos, se tendrá por incumplido el contrato por parte
del reclamado, y su culpa se presumirá. Por eso es que en estos contratos que
contienen obligaciones de resultado se dice que la culpa del deudor se presume.
En los contratos que tienen como contenido una obligación de medios la cuestión es
distinta. En estas obligaciones de medio ya no cabe presumir la culpa del sujeto obligado
como se daba en las obligaciones de resultado, sino que el reclamante deberá probar la
culpa del reclamado al no haber este último observado una conducta diligente y
apropiada, según la naturaleza de la obligación
Prueba en los daños extracontractuales
Por otra parte, si los daños devienen de un ilícito extracontractual, habrá que diferenciar
si el caso se basa en la responsabilidad subjetiva o la responsabilidad objetiva.

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Si el caso fuera de responsabilidad civil subjetiva por hecho propio, el acreedor está
obligado a demostrar al deudor, en la producción del hecho dañoso. En este caso, la
culpa del deudor no se presume, y ante la falta de producción de la prueba
correspondiente que acredite debidamente que el daño se produjo por una causa
imputable al deudor, el reclamo es rechazado. Tratándose de un caso de
responsabilidad civil subjetiva por hecho ajeno el llamado a responder responde sino
prueba la eximente que la ley le provee.
Si se tratara de un caso de responsabilidad civil objetiva, la obligación de indemnizar
está impuesta en la ley, y por ende, es el requerido quién debe demostrar que se dieron
algunas causales de eximición previstas en la misma norma, como el caso fortuito, la
fuerza mayor, el hecho de la víctima o de un tercero por quien no debe responder, ya
que de no demostrar ninguna de estas eximentes, terminará abonando la indemnización
reclamada.
Prueba del Quantum del daño
Un apartado especial merece el tópico de la prueba del monto o quantum
indemnizatorio.
Al respecto, debemos señalar que el principio de la carga de la prueba se da a quien
invoque un perjuicio sea quien deba demostrar también la cuantía del mismo, a los
efectos de que el juez le otorgue el derecho a cobrar, según el monto del daño
demostrado.
Sin embargo, los tribunales de nuestro país han ido recepcionando y consagrando una
interpretación por lo cual, acreditada la existencia del daño y demostrada la culpa del
demandado, si no se ha demostrado debidamente la cuantía del daño, Esta puede ser
fijada, pretorianamente, es decir por el mismo juez. Al respecto, aplican los tribunales el
Art. 452 del C.C., entendiendo que el mismo otorga dicha facultad al juez, cuando se
refiere a la imposibilidad de probar el monto, interpretando que ella no está haciendo
alusión sólo a un obstáculo material que impida demostrar la cuantía, sino a la misma
pobre actuación probatoria de quién debía acreditar el quantum y no lo ha hecho.
Excepciones: prueba del daño en las obligaciones dinerarias y en la cláusula penal
Debe señalarse que existe una excepción legal a la exigencia de probar los daños, y se
refiere a la producida en el incumplimiento de las obligaciones que tengan por objeto la
entrega de una suma de dinero.
En este tipo de obligaciones, la ley presume la existencia del daño a partir del hecho de
la mora o retardo del deudor, en el cumplimiento de aquellas. Por ende, demostrado el
vencimiento de la obligación dineraria, y no probado que se ha pagado la misma, se
presumirá el perjuicio del acreedor, en cuanto a los costos financieros derivados. Por
ende, la ley indica que en estos casos, el deudor deberá al acreedor los
correspondientes intereses, por el simple hecho del retraso.
Del mismo modo, otra excepción a la obligación de probar la existencia del daño la
encontramos en aquellas obligaciones contractuales en las que se previó una cláusula
penal para el caso del incumplimiento total o parcial o para el cumplimiento tardío, ya
que en estos casos, según el art. 454 del C.C. el obligado debe pagar la pena en caso
de que no cumpla la obligación o la cumpla a destiempo, aún en el extremo de que logre
acreditar que el acreedor no sufrió perjuicio alguno.
DAÑO MORAL
Se refiere este rubro a los perjuicios que afectan el ámbito íntimo de las personas, a los
sentimientos, a las afecciones legítimas, al sufrimiento, a la imagen privada y pública, al
honor, al desasosiego espiritual y a cualquier aspecto no patrimonial que importe un

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padecimiento de suficiente entidad, injusto y prolongado o permanente de la persona


que lo sufre, por el accionar de otro.
Resaltamos de esta definición, los caracteres del pesar anímico, en el sentido de que
debe ser suficiente entidad, injusto y prolongado o permanente, de modo tal que no de
pie a un reclamo por daño moral, cualquier afectación espiritual por más leve que sea, y
que no marque incisión profunda en el espíritu del afectado. en ese sentido, el doctor
Alberto Martínez Simón en su libro Esbozo de las Obligaciones Civiles impone su
parecer a que el daño moral para ser otorgado debe ser de una evidencia suficiente para
convencer a cualquiera que esa persona ha sufrido de una manera tal, que su espíritu
quedó marcado por esa experiencia dañosa. Por el ámbito interno que afecta, se conoce
a este daño como extrapatrimonial, ya que involucra aspectos íntimos del perjudicado, y
no afecta su patrimonio, empobreciéndolo.
Al momento de concebirse este rubro, la doctrina se mostró renuente al admitirlo, y
formulaba una serie de objeciones, bastante lógicas dicho sea de paso, opinando que
los daños morales no deberían ser contemplados como indemnizables.
El daño moral está expresamente consagrado en la legislación nacional, en el art. 1835
del C.C. para la responsabilidad extracontractual, y para la responsabilidad contractual
también la ley la contempla en forma puntual, en el art. 451 del C.C.

Bibliografía
- Derecho de las Obligaciones en el Código Civil Paraguayo – Ramón Silva Alonso
- Esbozo de las Obligaciones Civiles – Alberto J. Martínez Simón
- Código Civil Paraguayo – Comentado y Anotado – Miguel Angel Pangrazio y Horacio
Antonio Pettit
- Constitución Nacional del Paraguay

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