Fallo
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no se configura el tipo legal sancionable. (CNAT Sala II Expte Nº 27.552/06 Sent. Def.
Nº 97.541 del 29/12/2009 “Yaniero Delgado, Pablo Waldemar c/Astica SA s/despido”.
Ahora bien, los períodos individualizados por la trabajadora surgen
como pagos conforme el informe de la AFIP de fs. 273/278. Asimismo el obrante a fs.
280/289 da cuenta que la empleadora registra acogimiento a planes de facilidades de
pago. En este sentido corresponde el rechazo de la sanción tratada por compartir el
criterio jurisprudencial: “No se configura el incumplimiento previsto en el art. 132 bis
LCT, si la demandada acreditó haberse acogido a diferentes planes de pago,
incluyéndose deuda por el Régimen de la Seguridad social (empleador) por distintos
periodos, por cuanto tal circunstancia, ilustra que la accionada justificó la retención de
aportes denunciada y que adecuó su conducta a las normativas vigentes a fin de dar
cumplimiento al ingreso de los aportes pertinentes. Por ende, debe desestimarse la
pretendida aplicación de la sanción prevista en la norma de mención (...)”.
Ahora bien, la recurrente cuestiona el rechazo dispuesto, sosteniendo en
defensa de su tesis que a la fecha continúan impagos los períodos por los cuales se había
intimado su ingreso a los organismos pertinentes.
Planteada la controversia en estos términos en primer lugar cabe señalar
que no se ha controvertido en esta alzada que la actora cumplió con el requerimiento
establecido por el art. 1 del decreto 146/01 (ver telegramas CD 663903649 del
05/06/2015 y CD 655540092 del 06/08/2015, ambos recibidos por la demandada
conforme surge del informe al Correo Argentino 165).
Asimismo, tal como surge del resumen fiscal acompañado por Afip a fs.
273/279, contrariamente a lo sostenido por el juez a quo, se verifica que la empleadora
omitió ingresar los aportes destinados a Seguridad Social que le retuvo a la trabajadora
durante el transcurso de la relación laboral registrada, esto es por los meses
comprendidos entre julio de 2014 y abril de 2015 y junio de 2015 y por aportes con
destino a Obra Social figura con pago parcial el de mayo de 2014 e impago el
correspondiente al mes de junio de 2015.
Se verifican entonces, los presupuestos a los que el art. 132 bis, LCT,
condiciona la procedencia de la sanción reclamada, esto es: 1) la retención por parte del
empleador de los aportes a los que se refiere la norma, 2) la omisión de ingresar en
tiempo propio total o parcialmente los mencionados aportes y, 3) la subsistencia de
dicha omisión al momento del despido.
Ahora bien, atendiendo a la gravedad de las consecuencias que se
derivan de la aplicación de la sanción normada por el art. 132 bis, LCT, se justifica
adoptar un criterio de interpretación que no se desentienda de los objetivos que
inspiraron la norma, esto es dar prioridad a la regularización de los aportes retenidos y
no ingresados, antes de hacer efectiva la sanción referida. En ese marco, teniendo
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presente cual es la finalidad de la ley, si bien es cierto que el acogimiento por parte del
empleador a una moratoria para el ingreso de los aportes retenidos y no ingresados si
bien implica el reconocimiento de la deuda y también la voluntad de regularizar esa
situación, no lo es menos que debe acreditarse el cumplimiento de los planes de
regularización de que se trate y, ello es lo que no ha ocurrido en autos.
En ese sentido, y como adelantara, a pesar de lo expuesto por el
magistrado que me precede, lo cierto es que conforme surge de lo informado por la Afip
a fs. 273/278, los períodos por los cuales la actora había intimado para que sean
ingresados -esto es junio 2014 y julio 2014 a abril 2015 de aportes de la seguridad
social y mayo 2014 de aporte de obra social (Ver CD 663903649 del 05/06/2015 y
reiteración del 06/08/2015, CD 655540092)-, surgen impagos y, además, la constatación
actual que por Secretaría se efectúa en la página web de la Afip del resumen de situación
previsional de la actora correspondiente a los meses indicados, permite afirmar que
dicho incumplimiento aún subsiste.
A lo dicho es necesario agregar que si bien del informe obrante a fs.
283/289, surge que la demandada se ha acogido a diferentes Planes de Facilidades de
pago para regularizar su situación, lo cierto es que no hay evidencia de que los períodos
en los cuales se constató la existencia de la deuda, hayan sido alcanzados por algunos de
esos planes de facilidades y que los mismos hayan sido cancelados. Esta circunstancia
no es menor pues del informe aludido se desprende que de los 13 Planes de Pago
informados, hay 5 “caducos” y por lo tanto no puede afirmarse que hayan sido
cumplidos y que efectivamente hayan sido ingresados los aportes oportunamente
retenidos y no ingresados.
En este sentido, es menester señalar que la demandada no ha acompañado
ni exhibido al perito contador la documentación que respalde el cumplimiento de
aquellos Planes de Facilidades de Pago en los cuales se encuentren incluidas las deudas
de aportes referidas a la actora, (ver fs. 263 vta.).
Pero reitero, lo que resulta insoslayable a mi juicio, es que a la fecha del
presente pronunciamiento, conforme surge de la constatación que por Secretaría se
efectúa en la página web de la Afip del resumen de situación previsional de la actora, los
aportes correspondiente a los meses indicados, aún continúan figurando impagos.
Por ello ante esa evidencia corresponderá revocar la sentencia de grado en
este aspecto pues a mi juicio resulta acreditada en autos la existencia del presupuesto
que da lugar a la aplicación de la sanción conminatoria reclamada.
Si bien el artículo 132 bis, LCT establece un modo de cálculo sobre una
base cierta y determinada legalmente que en principio escaparía a la discrecionalidad
judicial, lo cierto es que tratándose de una sanción legal la misma debe ser establecida
luego de efectuar un análisis de la conducta del deudor y demás circunstancias, puesto
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que su aplicación ajustada a lo establecido por la norma puede lucir excesiva. En el caso
de autos considero que fijar la sanción analizada en el monto por el cual correspondería
condenar a la demandada no guarda proporción alguna con el incumplimiento que se
pretende sancionar, dada la magnitud de la penalidad impuesta. En este sentido cabe
recordar que el concepto de justicia implica velar por la proporcionalidad entre el
incumplimiento cometido y el castigo impuesto por aquel.
En tal sentido, la Sala VII CNAT, en una causa de aristas similares a la
presente sostuvo que “Por tratarse de una sanción conminatoria como lo refiere el
referido artículo, posibilita en función de su naturaleza el análisis de la conducta del
deudor, conforme las características del caso. La CSJN, ha señalado que deben
estimarse las multas cuando, en vez de poseer carácter retributivo del posible daño
causado, tienden a prevenir y reprimir la violación de las pertinentes disposiciones
legales (cfr. Fallos 270:381; 267:532; 236:349). En idéntico temperamento, el Código
Civil y Comercial de la Nación, determina que la ley debe ser interpretada teniendo en
cuenta sus palabras, sus finalidades, las leyes análogas, las disposiciones que surgen de
los tratados sobre derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo
coherente con todo el ordenamiento, mediante una decisión razonablemente fundada
(arts. 2 y 3). Lo expuesto, y el análisis de las constancias de la causa llevan a estimar
esta sanción en seis salarios, suma que se adicionará a la establecida en el fallo de
origen”, (“Rubinstein, Iván Facundo vs. Digital Sistemas S.A. y otros s.
Despido , CNTrab. Sala VII; 29/08/2016; Boletín de Jurisprudencia de la CNTrab” y
“Pineda, Ruben Osvaldo c/ Vans del Sur y otros s/ despido” CNTrab. Sala V; Sent. Def.
nº 84.844 del 09/03/2021 ).
Como consecuencia de todo lo expuesto, y atendiendo a la extensión de la
relación laboral (8 años y 5 meses) y a los meses en los cuales se constató la
irregularidad analizada (11 meses impagos y un mes con pago parcial), propongo que
el monto de la sanción analizada se calcule teniendo en consideración la remuneración
devengada al momento del despido de $ 8.692,80, -que llega firme a esta alzada-, desde
la fecha de extinción del vínculo de trabajo operada el 30/07/2015 y por el lapso de 12
meses, quedando así el total establecido en la suma de $ 104.313,6, vigentes a la fecha
de extinción del contrato.
IV) En el siguiente agravio la parte actora cuestiona el rechazo de la
acción dirigida contra Gabriela Edith Ortiz y Carlos Ignacio Fraga.
En este aspecto del reclamo, la sentenciante anterior concluyó que
correspondía desestimar la acción intentada pues no se habían configurado los
presupuestos contemplados por los arts. 26 y 29 LCT, como tampoco las circunstancias
que justificarían la aplicación de lo normado por los arts. 54, 59 y 274, LSC.
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La actora se agravia de esta conclusión y afirma que las personas
humanas demandadas fueron reclamadas en su condición de “empleadores”,
circunstancia que ha quedado acreditada con la prueba testimonial que señala y que
corresponde extenderles solidariamente la condena en tanto se han valido del ente
societario para defraudar al trabajador y a los organismos de la seguridad social al no
ingresar los aportes retenidos.
Al demandar expresamente se indicó que se accionaba contra la sociedad
Delrosarito S.R.L. y contra los sres. Gabriela Edith Ortiz y Carlos Ignacio Fraga como
“empleadores plurales” dado que éstos últimos eran socio gerente y socio controlador,
respectivamente y además eran quienes contrataron a la actora, impartían las órdenes y
quienes, en definitiva se comportaban como empleadores y han incurrido en los
incumplimientos contractuales invocados -no ingreso de aportes retenidos-.
Precisado en esos términos la materia controvertida ante esta alzada y
luego de evaluar, a la luz de las reglas de la sana crítica (cfr. art. 386 del C.P.C.C.N.) las
probanzas arrimadas a la causa, me anticipo a señalar que le asiste razón al actor en su
queja.
En cuanto a la demandada Gabriela Edith Ortiz, cabe señalar que se
encuentra fuera de debate que se desempeñó como socia mayoritaria y socio gerente de
Delrosarito S.R.L. (ver contestación de demanda y documental adjunta, fs. 84/94) y en
relación con el demandado Carlos Ignacio Fraga, también se encuentra fuera de debate
su condición de socio (ver fs. 74/75 y 79/81).
Como consecuencia de lo concluido en el considerando anterior, se
encuentra acreditada la conducta evasora en la que incurrió la sociedad demandada al no
ingresar a los sistemas de la seguridad social correspondientes los aportes que
oportunamente retuvieran de las remuneraciones de la actora, razón por la cual he
propiciado la admisión de la sanción conminatoria normada por el art. 132 bis, LCT.
En ese contexto, la retención de aportes sin su posterior ingreso a los
organismos previsionales conforme se ha constatado en autos impone no solo la sanción
específica prevista por el art. 132 bis sino también las denuncias que puedan
corresponder frente a la AFIP y las sanciones tributarias e impositivas pertinentes. A su
vez, la responsabilidad que se asume frente a los incumplimientos referidos a los aportes
retenidos imponen la responsabilidad de los sujetos de los deberes impositivos, que la
ley 11.683 declara en cabeza de los directores, gerentes y demás representantes de las
personas jurídicas, sociedades, asociaciones, etc. (cfr. art. 6 inc. d) o de quien actúe
como agente de retención y de percepción de impuestos. Habiéndose verificado en el
presente que la empleadora retuvo aportes y no los ingresó al organismo de recaudación
previsional, cabe extender la condena a los socios gerentes, pues tal incumplimiento
configura un ilícito tributario grave que, amén de provocar perjuicios a terceros, en el
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caso, al trabajador y a los organismos previsionales, es susceptible de generar
responsabilidad en materia penal.
Sentado lo anterior, en relación con la responsabilidad de Ortiz y Fraga,
considero que dadas sus condiciones de únicos socios –y de socia gerente de la primera
y socio controlador el segundo-, la omisión de ingreso a los organismos de la seguridad
social de los aportes retenidos al trabajador, habilita la responsabilidad personal de
quienes se desempeñaron como representante legal de la persona jurídica en virtud de lo
dispuesto por los arts. 59 y 157 de la LSC. Cabe recordar que esta última disposición
que regula la responsabilidad de los socios gerentes de la sociedad de responsabilidad
limitada, dispone que estos tienen los mismos derechos, obligaciones, prohibiciones e
incompatibilidades de los directores de la S.A. Asimismo establece que los gerentes
serán responsables individual o solidariamente según la organización de la gerencia y la
reglamentación de su funcionamiento.
Sentado ello, debo recalcar que los arts. 59 y 274 de la ley 19550
disponen que los miembros de los órganos directivos serán solidariamente responsables
de la gestión administrativa durante el término de su mandato y ejercicio de sus
funciones, salvo que existiera constancia fehaciente de su oposición al acto que
perjudique los intereses de la asociación. Señalo que en especial el art. 59 de la ley
19.550 establece que los administradores y representantes son responsables ilimitada y
solidariamente con la sociedad por los daños que causen con sus acciones u omisiones
dolosos o aun negligentes, teniendo en cuenta la participación activa de los demandados
en la relación laboral y por ende el conocimiento que tenían de esa relación y de las
condiciones registrales de la misma.
En este contexto, no puede descartarse la intervención o al menos el
conocimiento personal de los demandados Ortiz y Fraga con relación a la ausencia de
ingreso de los aportes retenidos a los organismos pertinentes, pues no se han explicado
razones en virtud de las cuales la sociedad empleadora o sus únicos socios pudieran
haber entendido que dichos depósitos se habían cumplimentado.
En este sentido no está de más señalar que no nos encontramos frente a
una empresa que por su envergadura tenga una complejidad administrativa tal debido a
la cual pueda resultar probable que quienes son socios de esa sociedad desconocieran los
detalles o circunstancias relativas a los contratos a través de los cuales se relacionaban
sus dependientes. En el caso que nos ocupa se trata de una sociedad de responsabilidad
limitada formada por dos personas que no ha invocado y menos aún acreditado tales
circunstancias por lo que ni desde ese punto de vista puede descartarse la intervención y
conocimiento personal de los socios con relación a la retención indebida de aportes
destinados a los organismos de la seguridad social que merece la condena en los
términos del art. 132 bis, LCT conforme he propuesto precedentemente.
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En definitiva, resulta aplicable el diseño de responsabilidad subjetiva que
al efecto disponen las normas antes citadas al establecer la responsabilidad solidaria de
los administradores y representantes con la sociedad por los daños que causen con sus
acciones u omisiones dolosas o negligentes, tomando en consideración que no puede
descartarse la intervención o al menos el conocimiento personal de los socios en las
irregularidades constatadas.
En este marco fáctico y normativo, se ha demostrado que los
codemandados personalmente han formado la voluntad societaria y no tengo dudas que
han violado radicalmente las leyes laborales de orden público y las normas de la
seguridad social, provocando un perjuicio directo no solo a la trabajadora, sino también
a la comunidad en general, al no haber dado cumplimiento con las obligaciones que la
ley les impone como agente de retención, y habilitando ello la responsabilidad personal
de los mismos en virtud de lo dispuesto por la normativa citada.
En concreto, encontrándose reunidos los presupuestos de la
responsabilidad subjetiva: esto es, acto antijurídico, la existencia de daño que causó un
perjuicio susceptible de apreciación económica al actor (cfr. art. 1068 del Código Civil
de Vélez y arts. 1737 y 1739 del Código Civil y Comercial) y la relación causal entre el
daño y el comportamiento antijurídico, corresponde concluir que en el caso se
encuentran reunidos los presupuestos que habilitan la responsabilidad personal, solidaria
e limitada de los demandados Gabriela Edith Ortiz y Carlos Ignacio Fraga y por lo tanto
postulo revocar ese aspecto del fallo en crisis.
V) En definitiva de suscitar adhesión mi voto corresponderá revocar la
sentencia de primera instancia en cuanto desestimó la sanción conminatoria normada por
el art. 132 bis, LCT que aquí se admite y en la medida que rechazó la acción entablada
contra los demandados Gabriela Edith Ortiz y Carlos Ignacio Fraga, que también se hace
lugar, extendiéndose por ello solidariamente la condena dispuesta.
Así el capital diferido a condena se eleva a la suma de $ 293.769,78,
sobre el cual se calcularán los intereses establecidos en la instancia de origen -que llegan
firmes a esta alzada-.
VI) La solución propuesta implica adecuar la imposición de costas y
regulación de honorarios de primera instancia (conf. art. 279 CPCCN) y proceder a su
determinación en forma originaria, lo que torna abstracto el tratamiento de los recursos
planteados en tal sentido.
Las costas en ambas instancias serán soportadas solidariamente por todos
los demandados (conf. art. 68 CPCCN).
Teniendo en cuenta la naturaleza, complejidad y extensión de las labores
profesionales cumplidas en la instancia anterior, como asimismo las etapas procesales
efectivamente actuadas, monto del proceso y resultado del mismo, propongo que los
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honorarios correspondientes a la representación y patrocinio letrado de la parte actora,
de los demandados en forma conjunta y del perito contador se establezcan en las sumas
de $ 235.000, (56,59 UMA); $ 210.000, (50,57 UMA) y $ 70.000, (16,85 UMA),
respectivamente, (conf.. arts. 1, 3, 15, 16, 19, 21, 22, 24, 29, 51; ley 27.423).
En cuanto a los honorarios retributivos de las labores cumplidas en esta
instancia, propongo regular los de las representaciones y patrocinios letrados de la parte
demandada y de la parte actora en el 30% de lo que en definitiva les corresponda por sus
labores en la instancia de origen (cfr. ley arancelaria citada).
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