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Diccionario Kafka

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Diccionario Franz Kafka: el universo del

escritor de la A a la Z
El escritor de Praga, explorador del lado oscuro de la
identidad y la sociedad occidental del siglo XX, ilumina el
presente en el centenario de su muerte
José Andrés Rojo04 may 2024 - 05:30 CEST

Il
ustración inspirada en Franz Kafka.Sciammarella

Es uno de los pocos escritores que ha conseguido que, desde su obra, se


inventara un término para describir el mundo que habitan quienes viven
un presente inquietante y absurdo: kafkiano. Pero no todo en la obra de
Franz Kafka, que murió hace 100 años el 3 de junio de 1924,
es kafkiano. “Todo mi ser se centra en la literatura”, le explicó al padre
de su prometida Felice, “y hasta los treinta años he mantenido ese rumbo
a rajatabla; si alguna vez lo abandono, dejaré de vivir”. Lo hizo a todas
horas, todo el tiempo hasta el final, y casi siempre con un punto de
humor.
A: ‘América’

Fue el título que Max Brod le dio a El desaparecido, la primera novela


de Franz Kafka. Karl Rossmann, un joven de 16 años, llega a Nueva
York después de ser expulsado por sus padres de su casa por seducir a la
criada y dejarla embarazada. En el barco conoce a un fogonero y poco a
poco se ve empujado a vivir situaciones que lo desbordan. Kafka no
terminó la novela, la mayoría de los capítulos que se han conservado los
terminó en el otoño de 1912, aunque volvió sobre ella en 1914.
B: Max Brod

Fue el gran amigo de Kafka. “Todo lo que se encuentre de mis escritos


cuando yo muera, debe ser quemado de forma inmediata, sin ser leído”,
le escribió en una de las dos cartas que se consideran su testamento.
Afortunadamente, Brod desobedeció.
C: ‘El castillo’

Es la última novela que empezó a escribir Kafka. Tampoco la terminó.


Trabajó en ella en 1922. El agrimensor K. llega a un pueblo para ponerse
bajo las órdenes de las autoridades del castillo y realizar una tarea que
todavía desconoce. Pronto se da cuenta de que las cosas no van a resultar
fáciles. “En esta novela, las ‘partículas de realidad’ son más visibles que
en ninguna otra”, ha escrito Klaus Wagenbach, un gran conocedor de
Kafka, y habla de que “el agrimensor intenta aposentarse por medio de
Frieda, la cual a su vez nunca consigue soltarse por completo de
Klamm”. Se refiere a su relación con Milena y al matrimonio de esta con
Ernst Pollak.
D: Dora Diamant

En el verano de 1923, Kafka fue de vacaciones con su hermana Elli a


Müritz, en el Báltico, y allí conoció a Dora Diamant, una judía de 25
años. Fue la única mujer con la que logró vivir —en Berlín— durante
unos meses. Estaba ya muy enfermo y ella estuvo con él hasta el último
momento. Lo ingresaron en abril de 2024 y, tras pasar por un par de
centros médicos, terminó en el sanatorio privado del doctor Hoffmann,
en Kierling, cerca de Klostenburg, una ciudad al norte de Viena. Los
médicos le prohibieron hablar, así que se comunicaba escribiendo notas
en pequeños papeles. El 3 de junio murió a mediodía.
E: Escarabajo

Al despertarse una mañana, Gregor Samsa descubrió que se había


convertido en un monstruoso bicho. Le dolía el costado. Kafka es
profundamente convincente: sea lo que sea de lo que esté hablando, te
atrapa y te arrastra. En sus narraciones, la normalidad se mezcla con lo
irreal, las situaciones pueden ser exasperantes, absurdas, hay veces que
parecen leyendas o resuena entre líneas una advertencia, una lección, un
aviso. Hay muchos animales en sus cuentos —el escarabajo, perros,
ratones, ratas, caballos, un mono, topos, chacales— y protagonistas poco
habituales —los árabes, un trapecista, una cantante, nómadas,
emperadores, un indio—, y también gente corriente: el pobre Samsa. Se
ocupa de aeroplanos, de la muralla china, de un aparato para matar, de
un artilugio que en realidad es un ser vivo: Odradek.
F: Felice

Kafka conoció a Felice Bauer el 13 de agosto de 1912. Tenía entonces


29 años; ella, 25. Tardó poco en enviarle la primera carta, el 20 de
septiembre, aunque no volvió a verla hasta nueves meses después. Su
relación fue sobre todo epistolar —las cartas que le mandó Kafka, las
únicas que se conservan, dan para un volumen de más de 800 páginas
— . Estuvieron prometidos dos veces, se separaron definitivamente en
diciembre de 1917. La relación fue tormentosa —Kafka temía que el
matrimonio le impidiera dedicarse a escribir—, y solo pudo romper del
todo con ella cuando enfermó de tuberculosis. En 1913, Kafka tuvo una
historia amorosa con G. M. y, en 1914, cortejó también a Grete Bloch,
una amiga de Felice. En noviembre de 1918 conoció a Julia Wohryzek:
se prometieron, y un años después Kafka rompió el compromiso.
G: Primera Guerra Mundial

El 2 de agosto de 1914, Kafka apuntó en su diario: “Alemania ha


declarado la guerra a Rusia. — Por la tarde, Escuela de Natación”. El 4
de diciembre de 1917, escribió: “Noche tormentosa, por la mañana
telegrama de Max, armisticio con Rusia”. No hay mucho más entre sus
muchos papeles.
H: Hijo
Franz fue el primogénito de Hermann Kafka y Julie Löwy, una pareja de
judíos que se casaron en septiembre de 1882. El padre procedía de una
familia humilde y, tras grandes esfuerzos, pudo abrir la tienda que les
permitió alcanzar el reconocimiento social que tanto anhelaba. Kafka no
se llevó bien con su padre y, en 1919, le escribió una carta —para
“tranquilizarnos un poco a ambos y hacernos más fáciles la vida y la
muerte”— en la que le comentaba: “Lo que yo escribía trataba de ti, sólo
me lamentaba allí de lo que no podía lamentarme reclinado en tu pecho”.

'H
ombre en una mesa', dibujo de Kafka. De la colección del Museo de Franz Kafka de
Praga.Heritage Images (Getty Images)
I: Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo

Obtuvo su doctorado en Derecho el 18 de junio de 1906, en octubre de


1907 entró como auxiliar en la compañía Assicurazioni Generali y, en
agosto de 1908, empezó a trabajar en el Instituto de Seguros de
Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia, donde permaneció hasta
su jubilación anticipada en julio de 1922. Se ocupó sobre todo de la
gestión jurídica de las indemnizaciones por accidente y de la propaganda
a favor de la prevención.
J: Gustav Janouch

En 1920, un muchacho de 17 años que escribía poemas conoció a Kafka.


Se lo presentó su padre, que trabajaba con él en el Instituto de
Seguros. Gustav Janocuh empezó a verlo con frecuencia, daban largos
paseos y terminó publicando un libro que recoge sus conversaciones. Es
de los pocos escritores que dan cuenta del Kafka de carne y hueso, “un
hombre alto y delgado”, así lo describió. Luego han sido muchos los que
han reflexionado sobre su obra: Elias Canetti, Roberto Calasso, Walter
Benjamin, Theodor W. Adorno, Hannah Arendt, Maurice Blanchot,
George Bataille, Ivan Klima, Tzvetan Todorov, Milan Kundera, Gilles
Deleuze y Felix Guattari, Massimo Cacciari, Claudio Magris, Jacques
Derrida, W. G. Sebald, J. M. Coetzee o Alberto Manguel, entre otros
muchos.
U
no de los dibujos del 'Cuaderno Negro' (alrededor de 1923) que muestran a un hombre
abatido, de Franz Kafka. En la colección de la Biblioteca Nacional de Israel.Heritage
Images (Getty Images) (Heritage Images via Getty Images)

K: Kafkiano

La k podría servir para Kleist, uno de sus autores favoritos, o para


Kierkegaard, a quien leyó por su concepto de angustia, o para Los
hermanos Karamazov —Dostoievski lo influyó profundamente—, pero
quizá lo correcto sea dedicarla a kafkiano, el adjetivo que procede de su
obra y que acepta la Real Academia. Se refiere a esa situación absurda y
angustiosa e incomprensible a la que se ven arrastrados algunos de sus
personajes, superados por una burocracia laberíntica que los ahoga, por
un poder que los ignora y machaca, por momentos que los desbordan y
que los alienan y apartan de sus verdaderos asuntos y preocupaciones.
L: Literatura

“A mi juicio, solo deberíamos leer libros que nos muerden y nos pican.
Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la
crisma, ¿para qué lo leemos?”, le escribió Kafka a su amigo Oskar
Pollak el 27 de enero de 1904, y añadió: “Necesitamos libros que surtan
sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa, como la muerte
de alguien al que queríamos más que a nosotros, como un destierro en
bosques alejados de todo ser humano, como un suicidio; un libro ha de
ser un hacha para clavarla en el mar congelado que hay dentro de
nosotros. Eso creo yo”.

R
etrato de Milena Jesenská (1896-1944), en Praga en los años veinte.Alamy Stock Photo
M: Milena

Milena Jesenská era una mujer moderna, llena de energía, que estuvo
casada pero que procuró siempre vivir a su manera. Conoció a Kafka
cuando empezó a traducir algunas de sus piezas en 1920 y conectaron.
Se escribieron durante dos años, aunque solo se vieron en una par de
ocasiones, y mantuvieron una intensa relación, que se prolongó de
manera fragmentaria hasta la muerte del escritor. Milena terminó sus
días, tras ser detenida por la Gestapo, en el campo de concentración de
Ravensbrück.
N: Nada

La vida como una nada. “Una vez, hace muchos años, me senté, sin duda
bastante triste, en la ladera del Laurenziberg, y me puse a examinar lo
que esperaba de la vida. El deseo más importante o más atractivo resultó
ser el de obtener una visión de la vida (y —condición indispensable—
poder convencer de ella a los demás por escrito) en la que la existencia
mantuviese sus altibajos naturales, pero al mismo tiempo apareciera, con
no menor claridad como una nada, como un sueño, como algo flotante”.
O: Ottla

Fue su hermana pequeña (nació en 1892) y con la que congenió mejor;


fue asesinada en Auschwitz. Las otras dos fueron Elli (1889) y Valli
(1892); a ambas las mataron los nazis en el gueto de Lodz.
P
ortada de la primera edición de 'El proceso', de Franz Kafka.Album

P: ‘El proceso’

“Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho
nada malo, fue detenido una mañana”, así empieza la más célebre de las
novelas de Kafka (también inconclusa). La empezó en agosto de 1914 y
estuvo trabajando en ella hasta enero de 2015. Cuenta la historia del
apoderado de un banco que cae bajo el peso de la ley y que no tarda en
convertirse en alguien desamparado y perdido, incapaz de entender lo
que ocurre, ni de conseguir la manera de defenderse, ni descifrar la
lógica de un sistema que opera de manera implacable.

U
na postal que envió Franz Kafka a su amigo y editor Max Brod. En la Biblioteca
Nacional de JerusalénPicture alliance (Getty Images)

Q: Querido, querida

Kafka escribió centenares de cartas, no dejó de hacerlo a lo largo de toda


su vida, y las que dirigió a Felice Bauer, Milena Jesenska, Max Brod o
su padre son obras maestras, acaso lo mejor de su obra. “Qué poco sirve
el encuentro epistolar; es como si dos personas separadas por un lago
chapotearán en las orillas”, le comentó a una muchacha, Hedwig Weiler,
con la que flirteó en 1907. Mas que chapoteos, las suyas tenían algo de
sofisticados artefactos que le servían para construir su literatura, su
manera de ver las cosas. Llenas de humor, de ocurrencias, desgarradoras
a veces, precisas como un tajo, y también desmesuradas, exploraron
todos los rincones y las sombras del alma humana.
R: Reino de Bohemia
Franz Kafka nació el 3 de julio de 1883 en Praga, capital del reino de
Bohemia, que formaba en ese momento parte del imperio austrohúngaro.
Pasó allí la mayor de sus 41 años de vida y fue enterrado en el
cementerio local de Strasnice. Fue educado en la lengua alemana,
aunque hablaba también checo. No tuvo mucha simpatía por el fuerte
movimiento nacionalista que adquirió entonces mucha fuerza en el reino
de Bohemia. “En estos mismos momentos, se está hablando de patria,
cuando en realidad ya hace mucho que las raíces de los hombres fueron
arrancadas de la tierra”, le comentó a su joven amigo Gustav Janouch.
S: Sanatorios

Los visitó con frecuencia, y desde muy pronto. En 1905 estuvo en uno
de Zuckmantel, por ejemplo, donde le trataron su insomnio y su
neurastenia con hidroterapia. Pero su verdadera crisis de salud se
produjo la noche del 12 al 13 de agosto de 1917. Kafka vomitó sangre.
Le diagnosticaron tuberculosis pulmonar. En diciembre de 1920 se
instaló en el sanatorio para tuberculosos de Matliary, en el Alto Tara: fue
la primera vez que quería curarse de verdad. Después estuvo en otros,
hasta que murió en uno de ellos.
T: Traductores

Han sido muchos los que han traducido a Kafka al español, y muchos lo
han hecho de manera brillante. La lista es seguramente provisional:
Jorge Luis Borges, Miguel Sáenz, Juan José del Solar, Andrés Sánchez
Pascual, Adan Kovacsis, Joan Parra Contreras, Carmen Gauger, Luis
Fernando Moreno Claros, Alberto Gordo, Claudia Cabrera, Feliu
Formosa, J. R. Wilcock, Alfredo Pippig, Marcelo Cohen, José María
Valverde, Joaquín Fernández-Valdés, Vladimir Raitz…
U. Última

Para escuchar la última pregunta que necesita hacerle aquel hombre de


campo ante la puerta a la que acudió un día para ser admitido en la Ley,
el guardián que la cuida tiene que inclinarse. “Todos aspiran a entrar en
la Ley”, le dice, “¿cómo es que en tantos años nadie más que yo ha
solicitado entrar?”. Y el guardián, para llegar aún a su desfalleciente
oído, tiene que rugirle: “Nadie más podía conseguir aquí el permiso,
pues esta entrada sólo estaba destinada a ti. Ahora me iré y la cerraré”.
Este episodio está recogido en Ante la ley. Es el Kafka que seguramente
más ha dado que hablar.
V: Viajes

“Fui yo mismo a la cuadra, ensillé mi caballo y monté”, dice el personaje


de una de las narraciones de Kafka. “¿Adónde vas, señor?”, le preguntó
su criado. “No lo sé, solo quiero irme de aquí, irme de aquí”, le contestó.
“Marcharme siempre, sólo así puedo alcanzar mi meta’. El criado: “¿Así
que conoces tu meta?”. “Sí”, le respondió, “ya lo he dicho: Irme-de-aquí,
ésa es mi meta”. Kafka no pasó mucho tiempo fuera de Praga, pero de
joven salía bastante de vacaciones: Norderney, Liboch, Triesch,
Spitzberg… Y viajó también por el norte de Italia, Múnich, París, Viena,
Berlín, Weimar… Escribió algunos diarios de viaje, algunos de ellos con
su “garabatos”, esos dibujos que iba haciendo en cualquier papel, de
cualquier manera.
K
urt Wolff (1887-1963) escritor y editor alemán, además de amigo y principal promotor
de Franz Kafka.Apic/Bridgeman (Getty Images)

W: Kurt Wolff

Fue el editor que dio a la luz la mayoría de los libros que publicó en vida
y con quien Kafka tuvo complicidades y desavenencias. Wolff compró la
editorial Rowohlt, donde salió Contemplación, la primera reunión de sus
textos. Luego Kafka publicaría otros seis títulos más entre 1913 y 1924,
todos con Wolff, salvo el último, Un artista del hambre. Cuatro
historias (Die Schmiede). En España sus libros han aparecido en
diferentes sellos, y su obras completas han estado en manos de Jordi
Llovet, que ha hecho un trabajo impresionante con la colaboración de
Ignacio Echevarría.
Y: Yidis

“¿Qué tengo yo en común con los judíos? Apenas tengo algo en común
conmigo y debería quedarme completamente quieto en un rincón,
contento de poder respirar”, escribió el 8 de enero de 1914 en su diario.
Se interesó, sin embargo, por la religiosidad de los judíos que venían de
Europa del Este cuando conoció a la compañía de teatro yidis que dirigía
Yitsak Löwy, de quien se hizo amigo y al que apoyó mucho. Conectó
también con las historias jasídicas. Reiner Stach, autor de una
monumental biografía de Kafka, cuenta que se ponía nervioso con los
sermones que le dirigía su amigo Max Brod sobre la “comunidad” y la
“nación judía”.
Z: Zürau

Kafka se instaló en septiembre de 1917 en Zürau, donde vivía su


hermana Ottla dedicada a tareas agrícolas, poco después de que le
diagnosticaran una tuberculosis pulmonar. Allí escribió algunos de sus
aforismos, un tipo de escritura que llevaba ya ensayando desde un poco
antes y en la que llegó a pulir pequeñas joyas y a sugerir inquietantes
salidas: “A partir de un punto determinado ya no hay retroceso posible.
Hay que alcanzar ese punto”.

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