Diagnostico Pulpar
Diagnostico Pulpar
Diagnostico Pulpar
El dolor odontogénico es la causa más frecuente por la que los pacientes llegan al consultorio.
Introducción
1 El dolor odontogénico es la causa más frecuente por la que los pacientes llegan al consultorio
odontológico. Es por ello que el diagnóstico representa la base para establecer un plan de tratamiento
adecuado, sobre todo si se toma en cuenta que el dolor buco facial es un problema de salud pública muy
importante, a decir del National Center for Health Statistics (NCHS) de Estados Unidos de Norteamérica,
que aunque refiere datos de ese país, no sería raro que estos resultados pudieran extrapolarse a todo el
mundo.
En una encuesta aplicada a 45 711 hogares americanos, 22% de la población general había experimentado
como mínimo uno entre cinco tipos de dolor orofacial en los seis meses previos al estudio. El tipo más
común de dolor orofacial fue la odontalgia, a la cual se refirió 12.2% de los encuestados.2
Con toda seguridad el paciente con dolor que recibe atención con frecuencia experimenta un verdadero
dolor intrabucal agudo, y la odontalgia y sus secuelas son la razón más frecuente. El segundo más común es
el dolor relacionado con las lesiones e infecciones intrabucales. Después de éstos, se ve reducido el campo
para el dolor de tipo agudo, mismo que puede vincularse directamente con la práctica endodóncica y la
cirugía bucal.
Los dientes son estructuras únicas en las que existen tejidos viscerales que se desempeñan como parte del
sistema musculoesquelético. Las pulpas dentales funcionan como órganos aislados. Desde el punto de vista
clínico, el odontólogo generalmente no puede establecer de forma precisa un diagnóstico patológico del
estado pulpar. Sin embargo, puede categorizar luego de analizar los síntomas subjetivos, la historia dental y
los hallazgos objetivos.
Dependiendo de los datos obtenidos, se considerará la posibilidad de dar tratamiento a la pulpa dental o si
se requiere el tratamiento endodóncico o la extracción dental, es decir, es importante tomar en cuenta la
intensidad, duración e historia de la pulpalgia, presencia de caries dental ya sea con existencia o ausencia
de exposición del tejido vasculonervioso, presencia y tipo de restauración, color de la corona dental,
presencia de tumefacción, enfermedad periodontal, hallazgos radiográficos, así como todas las pruebas de
sensibilidad pulpar (como son las pruebas térmicas, eléctricas, de percusión, palpación, anestésicas, de
fresado, zonas de referencia dolorosa).
Establecer con precisión un diagnóstico puede resultar complicado si es que deseamos basarnos en las
diferentes clasificaciones, pues hay tantas como autores pueda haber. Hess, en 1967; Baume, Hasler y
Mitchell, en 1970; así como Garfunkel y sus colaboradores, en 1973, señalan que no es posible determinar
con precisión un diagnóstico de los estadios pulpares desde el punto de vista clínico. Por su parte,
Mitchelle, Torplee, Matzumilla, Seltzer Ogilve e Ingle coinciden en la ineficacia de mezclar la terminología
clínica con la histológica debido a que nunca habrá una correlación entre las manifestaciones clínicas y los
resultados histopatológicos; de ahí que siempre deberá establecerse, antes de llevar a cabo el abordaje
pulpar, un diagnóstico de presunción.
Examen clínico
El avance en la medicina y, por ende, en la odontología, así como la concienciación de la gente con respecto
al mantenimiento odontológico, da como resultado tratamientos dentales que no sólo se les proporciona a
individuos jóvenes o que no presentan trastorno alguno. Como consecuencia, muchas personas pueden
tener enfermedades sistémicas, lesiones por traumatismos o procedimientos quirúrgicos por los que es
probable que tengan una ingesta medicamentosa que interfiera con los procedimientos endodóncicos.
Además, el tratamiento endodóncico sirve como una vía entre el medio ambiente externo (cavidad oral) y
el sistema general. Tomar una historia clínica completa no sólo ayuda a establecer el diagnóstico, sino que
también proporciona información sobre la susceptibilidad del paciente y su reacción a los procesos
infecciosos, sangrado, medicamentos prescritos, así como su estado emocional. Para poder dar un
diagnóstico, es esencial realizar un examen clínico en el cual es de suma importancia el interrogatorio o
anamnesis, que se lleva a cabo con el paciente con la finalidad de obtener la historia clínica del caso.
Interrogatorio o anamnesis
Durante el interrogatorio, las preguntas deberán ser concisas, directas y no dudosas. Es importante incluir
cuestionamientos relacionados con los síntomas tanto actuales como pasados.
Posteriormente, se efectuará la inspección dentaria. Se trata de un examen objetivo que se realiza por
medio de la visualización de la corona dentaria en un campo seco y perfectamente iluminado, para lo cual
nos debemos valer del uso obligado de un espejo dental para observar cada una de las paredes que
conforman la corona dental, así como de la superficie oclusal. Resulta fundamental utilizar el explorador, ya
que con él se detecta la presencia de caries extensas por fisuras, fracturas en las restauraciones,
exposiciones pulpares.
Ante la presencia de caries y sus efectos en las diferentes capas que conforman la corona dental, las
restauraciones, se debe considerar su tamaño, profundidad, el material con que fueron confeccionadas, así
como el tiempo que tienen de haberse colocado. Todos estos factores juegan un papel importante, por lo
que no debe ignorarse dicha información, aunada a las pruebas que se realizan para evaluar el estado del
tejido pulpar, sobre todo en cuanto a la inflamación.
Prueba de percusión
Se lleva a cabo mediante la aplicación de leves golpeteos en la corona dental, de preferencia con el mango
del espejo dental en sentido vertical a la corona o en sentido horizontal. De resultar positivo, es decir, si
existe dolor, implica que el proceso inflamatorio se encuentra ya ubicado en el ligamento periodontal
apical. Tal inflamación puede ser de origen bacteriano o traumático, por restauraciones provisionales o
definitivas en sobre oclusión. En caso de responder de manera positiva a la percusión horizontal, puede
tratarse de un problema de corte periodontal.
Foto 1.
Palpación
Esta prueba consiste en presionar firmemente con los dedos los tejidos blandos y duros del rostro y la
cavidad bucal para examinar irregularidades que puedan estar asociadas a la zona dolorida referida por el
paciente, así como en la zona opuesta, para tener un referente de una zona sana y una zona enferma. La
región cutánea que corresponde al tercio apical de un diente comprometido, cuando se somete a esta
prueba, puede servir, por ejemplo, para establecer el diagnóstico de los tres estadios evolutivos de
abscesos dentoalveolares agudos o abscesos recidivantes o fénix: el absceso en fase inicial, en evolución
y/o involuido. El edema consistente duro y sin fluctuación es característico de la fase clínica de un absceso
dentoalveolar agudo en evolución.
Prueba de sondeo
El sondeo que se realiza en los tejidos que conforman el soporte dental puede indicar la destrucción de los
tejidos provocada por una enfermedad periodontal.
La finalidad de la prueba de movilidad dentaria es evaluar las condiciones de los tejidos de soporte dental,
es decir, del periodonto. Si la movilidad dentaria es producto de un problema de corte endodóncico, como
consecuencia ésta desaparecerá luego del tratamiento de conductos. Sin embargo, cuando se trata de una
movilidad por enfermedad periodontal, como es el caso de una bolsa periodontal de gran extensión, esto
último no basta para tener éxito endodóncico.
Foto 7. Prueba de movilidad mediante el dedo índice y el mango del espejo para crear fuerza y
contrafuerza
Al efectuar pruebas que estimulen el dolor – ya sea por medios térmicos, eléctricos o térmico – eléctricos –
se promueve una respuesta dolorosa, lo que ayuda a identificar el diente afectado por alguna patología
pulpar. Las pruebas de sensibilidad pulpar deberán llevarse a cabo tanto en el aparente diente afectado
como en dientes testigos para diferenciarlos de los que puedan cursar con una necrosis pulpar, por
ejemplo.
Sin embargo, esos resultados deberán ser tomados con cierta reserva, ya que como refiere Seltzer, la
mayoría de las veces los resultados clínicos no coinciden con los resultados histopatológicos.
Prueba al frío
Entre los exámenes de sensibilidad pulpar se encuentra la prueba al frío, la cual debe aplicarse durante
aproximadamente cuatro segundos, a una temperatura entre los 0 y los -5 grados centígrados; se utiliza
hielo, a los -50 grados centígrados; se emplean aerosoles congelantes con la finalidad de provocar una
respuesta dolorosa aguda de corta duración en las pulpas vitales. El dolor (de poca duración) posterior al
frío, dulces o calor se debe a la estimulación de las terminaciones nerviosas en la capa odontoblástica.
Cuando la respuesta dolorosa al frío persiste después de eliminar la irritación, puede ser causada por un
estadio inflamatorio capaz de pasar súbitamente de reversible a irreversible. Esta prueba también ayuda a
determinar cuándo un diente está cursando por un proceso necrótico. El frío como prueba de vitalidad
pulpar tal vez no sea del todo confiable, ya que si bien los dientes con espacios pulpares calcificados
pueden tener pulpas vitales, los estímulos pueden no producir efecto en las terminaciones nerviosas a
causa de la función aislante de la dentina terciaria o irritacional.
Foto 8. Colocado del cloruro de etilo en una borla de algodón para realizarla prueba al frío
Foto 9. La prueba al frío con cloruro de etilo deberá realizarse sin anestesia previa
Prueba al calor
La prueba al calor resulta, a decir de varios autores, menos confiable que la prueba al frío; la exacerbación
del dolor luego de aplicar calor, provoca un aumento de volumen de los gases producidos por el tejido
purulento, lo que puede indicar la presencia de microabscesos pulpares. De cualquier manera, dicha
prueba deberá correlacionarse con los resultados de otros exámenes para obtener así un diagnóstico más
confiable.
Para esta prueba puede emplearse gutapercha en barra, misma que se calentará con mechero y se llevará
a la cara vestibular del diente afectado.
Cuando se lleva a cabo esta prueba en dientes con pulpa sana, segundos después de su aplicación se induce
una reacción dolorosa aguda y fugaz. En las pulpitis agudas reversibles, la respuesta al calor es similar a la
de los dientes con pulpa normal; una reacción dolorosa que se acentúe y, a su vez, se prolongue, puede ser
indicio de una pulpa con inflamación irreversible. Por otro lado, las pulpas en estadio de necrosis no
responden de manera normal a las pruebas de sensibilidad al calor. Sin embargo, en estos casos de necrosis
es posible que muestren una respuesta dolorosa.
Foto 11. Aplicación de la barra de gutapercha previamente calentada en la superficie vestibular de un
diente
Rickoff, Trowbridge, Baker, Fuss y Bender han comprobado que son infundadas las afirmaciones de que el
frío extremo puede causar grietas en la dentina y alteraciones irreversibles a la pulpa; por el contrario, es el
calor en exceso el que produce daños irreversible.
Es recomendable realizar la prueba de sensibilidad pulpar a la preparación cavitaria cuando las pruebas
térmicas dejan alguna duda. Este método resulta muy confiable debido a que al efectuarla se está en
contacto directo con la dentina. Al no anestesiar previamente al paciente, la reacción ante dicho estímulo
denotará la exacerbación dolorosa. En caso contrario, se puede hablar de necrosis pulpar.
Pruebas eléctricas
Los aparatos más recomendables para llevar a cabo esta prueba son los que utilizan corriente eléctrica de
alta frecuencia debido a que su graduación puede regularse de modo continuado. Biológicamente, dichos
instrumentos estimulan los nervios sensitivos pulpares, de tal modo que al reaccionar ante el estímulo
doloroso se denotará vitalidad y, por el contrario, necrosis pulpar. El uso de estos aparatos
(invariablemente para cualquier marca) se describe de la manera siguiente:
• Profilaxis.
• Registro del valor que marque el aparato en la pantalla con la finalidad de comparar con diente testigo y
asentarlo en la ficha endodóncica.
Es de suma importancia señalar que en pacientes que porten marcapaso eléctrico está contraindicada esta
prueba debido a que puede alterar dicho aparato. Como todo, esta prueba no se halla exenta de limitantes:
• En dientes con reciente traumatismo la prueba puede ser negativa en las primeras 24 horas.
• Es posible que en dientes multirradiculares haya una respuesta positiva aun cuando exista necrosis
debido a que alguna raíz puede contener tejido parcial o totalmente vital.
• Elevación del umbral de sensibilidad al dolor en pacientes con adicción a drogas o alcohol o habituados a
tomar analgésicos o sedantes.
Foto 13. Aplicación de prueba eléctrica. Obsérvese la colocación de dentrífico en la punta del electrodo
Esta prueba es el último recurso para detectar el diente afectado, ya que después de utilizarla resultará
imposible realizar otras pruebas. Dicho examen está indicado en caso de que el paciente curse con una
pulpitis aguda irreversible, con dolor espontáneo disperso, es decir, si el individuo no logra localizar el
diente que produce el dolor. Literalmente, cuando la persona manifieste dolor en todo o un lado de la cara
o la cabeza. En estos casos el paciente expresa dolor en mandíbula y maxilar, por lo que si se efectúa el
bloqueo superior y el dolor continúa, la pieza dental en cuestión proviene de la mandíbula y viceversa.
Ahora bien, es importante considerar la anestesia de diente por diente para ir descartando, de tal manera
que en el maxilar superior indiscutiblemente se aplicarán bloqueos supraperiósticos, y en mandíbula,
ligamentarios, hasta que el dolor desaparezca.
Foto 14. Con la prueba anestésica se facilita la identificación dolorosa de un diente en particular
Examen radiográfico
Después de toda esta información, parecería fácil establecer un diagnóstico definitivo, pero enfatizo, al
igual que otras autoridades en la materia han comentado, apenas damos un diagnóstico presuntivo, al
momento de acceder al sistema de conductos, e inclusive a la misma cámara pulpar, podría cambiar el
panorama. Al considerar los nuevos datos, entonces sí se podría implantar de manera correcta un plan de
tratamiento adecuado. En ese sentido, existe una clasificación propuesta por Morse y sus colaboradores, en
1977, misma que está vigente. Dicha clasificación se basa en la sintomatología clínica. En general, las
categorías son válidas, sin embargo, existen variaciones, como en las situaciones biológicas, las cuales no
contrastan con los aspectos clínicos. La clasificación de Morse es la siguiente:
Vital asintomática: estado pulpar, usualmente llamado normal, en el que el tejido responde a pruebas
térmicas y eléctricas en forma similar a la del diente control correspondiente. El paciente no refiere
síntomas adversos.
Dentina hipersensible: en este estado, al parecer la pulpa no muestra cambios histológicos, y la persona
siente dolor cuando la dentina se expone al tacto con un instrumento o durante el cepillado, así como a los
estímulos térmicos. Aun así, el dolor desaparece a los pocos segundos de haber eliminado el estímulo.
Inflamada reversible: este es un estado causado comúnmente por efectos de la caries dental u operatorios.
En este estadio, el individuo responde a la estimulación térmica u osmótica, como alimentos o bebidas
dulces o ácidos, sin embargo, los síntomas desaparecen al eliminar el estímulo y colocar un apósito
sedante. Inclusive en algunos casos no necesariamente existen síntomas.
Inflamada irreversible, sin presencia de zona periapical radiolúcida: este estado pulpar es causado
normalmente por caries profunda o restauraciones. El proceso doloroso puede ocurrir súbitamente o ser
precipitado por estímulos térmicos o de otro tipo. Generalmente, el dolor es de moderado a intenso, con
una duración prolongada, inclusive de horas. Radiográficamente no hay cambios periapicales. Como
consecuencia, se indicará el tratamiento de conductos.
Inflamada irreversible, con presencia de zona periapical radiolúcida: es similar a la anterior, sin embargo,
se manifiestan cambios radiográficos periapicales o laterales.
Necrótica sin zona periapical radiolúcida: en este caso puede presentarse o no dolor de forma espontánea,
yendo desde moderado a intenso, y puede no ser provocado por diversos estímulos, como de tipo térmico,
percutivo o de palpación. Comúnmente, no hay respuestas a las diversas modalidades de pruebas, ya sean
térmicas o eléctricas. Radiográficamente no se observan cambios.
Necrótica con zona periapical radiolúcida: en este estado se identifican cambios radiográficos o
periodontales laterales. De otra manera es similar a la categoría anterior.
Conclusiones
A pesar de las innovaciones tecnológicas en nuestra área, todavía resulta contradictoria la sintomatología
contra los hallazgos clínicos, es decir, recordando lo señalado por los autores antes referidos, lo inequívoco
y poco concordante –en ocasiones– de los resultados histopatológicos contra lo manifestado por el
paciente y lo clínicamente encontrado. Aun así, la correcta aplicación de todos y cada uno de los métodos
antes mencionados, no nos acercarán de una manera más fehaciente a un diagnóstico de presunción
concordante y, como consecuencia, a un plan de tratamiento adecuado.