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Modulo 13 Primeros Auxilios

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MÓDULO 13.

PRIMEROS AUXILIOS

13.1. SITUACIONES DE URGENCIA


Una situación de urgencia es toda aquella que obliga a alguien a actuar con celeridad por
cualquier razón. En el ámbito de la atención a personas accidentadas, se refiere a episodios que
han de ser solventados rápidamente debido a que las personas que los protagonizan requieren
cuidados médicos inmediatos.

En este contexto, las urgencias están motivadas por la aparición de problemas de salud
repentinos e inesperados debido a un incidente en el lugar de trabajo que ha comportado la
causación de un daño en el trabajador. De esta forma, se distingue entre:

Por su propia naturaleza, las urgencias laborales se desencadenan casi siempre fuera de los
centros de atención sanitaria, a no ser, por ejemplo, que un electricista esté reparando una línea
de luz en un hospital y sufra una descarga.

Por ello, lo más común es que el paciente deba recibir atención in situ , por parte de las personas
que le acompañen en ese momento y por los servicios sanitarios que se desplacen hasta el lugar.

Estos cuidados consisten en los primeros auxilios , que son el conjunto de medidas a
implementar cuando se produce una urgencia hasta que el estado de la persona se estabiliza o
puede recibir una atención médica específica.

En cualquier caso, en los primeros auxilios debe imperar el sentido común y es mejor no hacer
nada a hacerlo mal. A este respecto, los objetivos han de ser los siguientes:

● no agravar el estado de la persona;


● mantener sus constantes vitales;
● garantizar las mejores condiciones posibles para su traslado a un centro sanitario, si fuera
necesario.

Además, cuando se administran los primeros auxilios a una persona, se han de tener en cuenta
una serie de consideraciones y se debe adoptar una conducta que evite la comisión de errores,
prestando una atención sanitaria adecuada. Las principales recomendaciones a llevar a cabo son
las siguientes:

● mantener la calma;
● mover lo menos posible al sujeto afectado;
● evitar aglomeraciones;
● no suministrar ni medicamentos, ni alimentos, ni bebidas a la persona hasta que se haya
completado su valoración médica.

Después de las primeras atenciones, el enfermo debe ser movilizado y trasladado a un centro
sanitario para continuar con el tratamiento. Pero, puede ser que se le dé de alta en el mismo
momento, si consigue restablecer completamente su estado de salud habitual.

13.1.1. Valoración del accidentado

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La valoración del accidentado es la primera fase de la administración de los primeros auxilios y
consiste en determinar no solo su estado de salud, sino también asegurar el lugar del accidente, a
fin de disminuir los riesgos potenciales sobre el auxiliado y sobre el auxiliador.

De esta forma, antes que nada, se ha de seguir la regla PAS , cuyas siglas explicitan su
significado y los pasos a realizar, que son los siguientes:

1. Proteger a la persona.
2. Avisar a los servicios de emergencia y facilitarles todos los detalles posibles de la situación.
3. Socorrer a la persona, tranquilizándola y aplicando las técnicas de primeros auxilios que
correspondan.

Este procedimiento se enmarca en las etapas de evaluación y estabilización de la regla de las 4E


, que contempla los pasos a seguir en caso de que se deba actuar ante una emergencia.

De esta manera, tras evaluar la situación, el contexto y al herido, se procede a su evacuación,


evitando complicaciones. Así, las cuatro fases que se siguen en la regla de las 4E es son los
siguientes:

1. Evaluación.
2. Estabilización.
3. Evacuación.
4. Evitación.

13.1.2. Criterios de urgencia y prioridad

Cuando diversas personas requieren ayuda médica urgente o una sola presenta varias lesiones, es
menester determinar el orden de intervención y las prioridades de asistencia.

De este modo, después de verificar el nivel de conciencia de la persona, así como su respiración y
si presenta, o no, una hemorragia considerable, se deben tener en cuenta primero, como norma,
las lesiones que comportan un riesgo para la vida y que, de no atenderse, pueden provocar la
muerte en poco tiempo o causar daños irreversibles.

En caso de que la persona afectada presente una hemorragia arterial abundante, pero respire de
manera espontánea, deberá ser evaluada en una atención no urgente, si hay otra que necesita
asistencia en ese momento.

Cuando no es posible el restablecimiento total de la persona en el lugar en el que se ha producido


la situación de urgencia, los que realicen la evaluación de esta sobre el terreno deben informar al
equipo médico que asume sus cuidados sobre la siguientes cuestiones:

● resultado de la valoración in situ;


● protocolos de urgencia empleados;
● hora en que se colocaron los torniquetes o los elementos compresivos, si procede;
● duración de los desvanecimientos, en caso de que los haya habido;
● testimonio de los testigos del accidente o de la propia persona atendida.

13.2. ACTUACIONES DE SOPORTE VITAL BÁSICO

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Las actuaciones de soporte vital básico (SVB) son el conjunto de técnicas que se aplican sobre
las personas que presentan una parada cardiorrespiratoria (PCR) con vistas a reemplazar, primero,
y a recuperar, luego, las funciones fisiológicas del corazón y de los pulmones.

Por tanto, el objetivo es aportar el oxígeno necesario a las células del cuerpo del individuo que
sufre una PCR para que sus órganos internos, sobre todo el cerebro, sufran el menor daño posible.

En este sentido, se ha comprobado que este órgano soporta una hipoxia durante 4 minutos. Si se
prolonga más tiempo, las lesiones se vuelven irreversibles y permanentes.

Las actuaciones de SVB acostumbran a realizarse sin ayuda de equipos especializados y son el
primer eslabón de la cadena de supervivencia extrahospitalaria de las personas afectadas por una
urgencia médica, también por un accidente laboral de cierta envergadura. Comprenden las
siguientes labores:

● evaluación del nivel de conciencia;


● apertura de la vía aérea;
● comprobación de la respiración;
● restablecimiento de la circulación;
● restablecimiento de la respiración;
● reanimación cardiopulmonar (RCP).

13.2.1. Evaluación del nivel de conciencia

La evaluación del nivel de conciencia es la primera etapa de las actuaciones de SVB y su fin es
determinar si la persona mantiene o no el conocimiento después de ser víctima de una urgencia.

Para comprobar el nivel de conciencia, el que auxilia ha de aproximarse a la persona hablándole


en voz alta. Si no responde a las órdenes verbales, se le deben dar palmadas en la cara interna de
los brazos o en los hombros. Pero, en ningún caso, se le debe zarandear ni pellizcar, porque esto
podría agravar sus lesiones.

Dependiendo del resultado de esta valoración, se establecen cuatro niveles de conciencia, que son
los siguientes:

● Nivel A. Se registra cuando la persona se mantiene en alerta y no necesita ningún estímulo


externo para responder.
● Nivel V. Se da cuando el accidentado responde a los estímulos verbales del auxiliador.
● Nivel D. Se corresponde con la situación del accidentado que no reacciona antes las órdenes
verbales, pero sí que lo hace ante los estímulos dolorosos.
● Nivel N. Se identifica con la ausencia total de respuesta del sujeto ante toda clase de
estímulos. Por tanto, se entiende que está inconsciente. Únicamente en este caso se pasa a
los siguientes estadios del SVB, que son la apertura de la vía aérea y la comprobación de la
respiración.

13.2.2. Apertura de la vía aérea

La apertura de la vía aérea consiste en extender al máximo el cuello del accidentado para
evitar que la lengua se interponga en el paso del aire hacia los pulmones.

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Para realizar esta operación, se lleva a cabo la denominada maniobra frente-mentón, que se ha de
completar en menos de 10 segundos. El procedimiento es el siguiente:

1. Colocar a la víctima en posición de decúbito supino, es decir, acostada boca arriba, sobre una
superficie dura, plana y lisa, con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo.
2. Arrodillarse junto a los hombros del accidentado.
3. Situar una mano en su frente y la otra en el mentón, inclinando suavemente la cabeza y
elevando la barbilla.

Figura 32. Maniobra frente-mentón.

Fuente: Evimeria Editorial.

13.2.3. Comprobación de la respiración

Después de asegurar la apertura de la vía aérea con la maniobra frente-mentón, el siguiente paso
de las actuaciones de SVB consiste en la comprobación de la respiración . Los pasos que se
observan en este procedimiento son los siguientes:

1. Observar el movimiento del tórax, si asciende o desciende.


2. Colocar la oreja junto a la nariz de la persona auxiliada, para escuchar los ruidos respiratorios.
3. Poner la mejilla frente a la boca del auxiliado, a fin de intentar sentir la humedad y el calor del
aire exhalado sobre ella.

La comprobación de la respiración se ha de completar en un lapso de 5 a 10 segundos y su


resultado puede llevar a tres conclusiones diferentes. Estas son las siguientes:

● que el accidentado respire con normalidad;


● que el accidentado presente dificultades en la respiración;
● que el accidentado no respire.

Si la persona respira y no existe ningún impedimento para hacerlo, el auxiliador debe colocarla en

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la posición lateral de seguridad. En caso de que no respire, debe continuar con las actuaciones de
SVB.

Figura 33. Maniobra frente-mentón.

Fuente: Evimeria Editorial.

13.2.4. Restablecimiento de la circulación

El restablecimiento de la circulación es una operación de SVB que consiste en verificar el


pulso del auxiliado durante menos de 10 segundos y en ejecutar un masaje cardíaco externo
cuando se encuentre en parada cardíaca o presente alteraciones graves en el ritmo del corazón.

El masaje cardíaco externo se lleva a cabo aplicando compresiones en el tórax para comprimir el
corazón entre el esternón y la columna vertebral. Así, se logra la salida de la sangre acumulada en
su interior hacia todos los tejidos del organismo por medio de los vasos sanguíneos. El
procedimiento es el siguiente:

1. Poner al auxiliado en posición de decúbito supino, si no lo está, sobre una superficie plana y
rígida, con los brazos y las piernas estirados.
2. Arrodillarse junto al accidentado, a la altura de sus hombros.
3. Localizar el centro del pecho y poner el talón de una mano en la mitad inferior del esternón.
Sobre él, se ha de situar el talón de la otra mano y enlazar los dedos de ambas.
4. Dejar caer el peso de su cuerpo y presionar el pecho de la víctima para que su esternón baje
unos 5 centímetros.
5. Relajar la presión sobre el tórax, dejando que se expanda completamente.
6. Realizar 30 compresiones torácicas, repitiendo el movimiento a ciclos, con una frecuencia
aproximada de 100 compresiones cada minuto. Lo ideal es conseguir entre 80 y 120
compresiones.

En caso de que la víctima se recupere, el auxiliador la debe colocar en la posición lateral de


seguridad.

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Figura 34. Masaje cardíaco externo.

Fuente: Evimeria Editorial.

13.2.5. Restablecimiento de la respiración

El restablecimiento de la respiración es un procedimiento de SVB cuyo objeto es que el


accidentado recobre esta función vital, la cual ha perdido como consecuencia de la urgencia que
le afecta.

Hay varias técnicas para restablecer la respiración. Pero, en este manual, se va a exponer
únicamente la del boca a boca, que se ejecuta de la manera siguiente:

1. Ponerse de rodillas al lado de la víctima, que debe estar en decúbito supino y con las piernas
y los brazos estirados.
2. Tapar la nariz del accidentado, pinzando sus fosas nasales con los dedos índice y pulgar de la
mano, que debe apoyarse en la frente del afectado.
3. Efectuar una inspiración profunda, reteniendo la mayor cantidad posible de aire.
4. Colocar la propia boca cubriendo la de la víctima.
5. Insuflar la mayor cantidad de aire posible en la boca de la víctima.
6. Observar si sube el tórax del accidentado.
7. Retirar la boca de la de la víctima, ladeando la cabeza para observar si el tórax de esta
desciende.
8. Realizar 2 insuflaciones y continuar con 30 comprensiones de reanimación cardiopulmonar
(RCP), que se explica en el siguiente apartado.

Este procedimiento se debe repetir hasta que la víctima consiga respirar con normalidad. Cuando
lo haga, el auxiliador debe recolocarla en la posición lateral de seguridad.

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Figura 35. Técnica del boca a boca.

Fuente: Evimeria Editorial.

13.2.6. Reanimación cardiopulmonar

La reanimación cardiopulmonar es un procedimiento de SVB que supone la realización


conjunta de las compresiones torácicas del masaje cardíaco externo y de una técnica de
restablecimiento de la respiración, en los casos en los que una persona entra en parada
cardiorrespiratoria o PCR.

Esta acción la puede realizar una sola persona, acometiendo ambas técnicas sucesivamente, o dos
personas, efectuando una el masaje cardíaco externo y la otra, la respiración artificial.

Así, cuando una persona auxilia a otra que se encuentra inconsciente y no respira, el
procedimiento que tiene que observar, después de avisar a los servicios de emergencia, es el
siguiente:

1. Poner al accidentado en posición de decúbito supino, si no lo estaba, y situarse a su lado.


2. Efectuar 30 compresiones torácicas, seguidas de 2 insuflaciones, a un ritmo de unas 100
compresiones por minuto.
3. Repetir el proceso de compresión y de ventilación hasta que la víctima recobre las funciones
cardíaca y respiratoria.

Cuando la víctima se recupera, el auxiliador debe colocarla en la posición lateral de seguridad


hasta que su estado se normalice o se la traslade a un centro sanitario. Si continúa inconsciente,
se repetirá el proceso hasta que lleguen los sanitarios o el auxiliador quede exhausto.

13.3. PROCEDIMIENTOS DE PRIMEROS AUXILIOS

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Los procedimientos de primeros auxilios se corresponden con los cuidados inmediatos que se
deben dispensar a las personas que son víctimas de un accidente de trabajo, en función de las
lesiones que hayan sufrido. Algunos de los más comunes son los siguientes:

● asfixia;
● lipotimia;
● heridas;
● hemorragias;
● quemaduras;
● congelaciones;
● esguinces;
● luxaciones;
● fracturas;
● traumatismos cerebrales y cervicales.

13.3.1. Asfixia

La asfixia consiste en una suspensión o dificultad en la respiración. Por ende, cuando alguien se
asfixia, recibe una menor cantidad de oxígeno o deja de recibirla por completo, y sus tejidos
acaban sufriendo una hipoxia y pueden morir.

Esta afección puede tener su origen en varias causas, tales como una obstrucción de las vías
respiratorias altas, una reducción de la cantidad de oxígeno en el aire debido a la presencia de
tóxicos o contaminantes, un transporte inadecuado del oxígeno por los hematíes, etc.

En los puestos de trabajo, puede darse el caso de que la asfixia sea, precisamente, consecuencia
de la presencia de gases tóxicos, de sustancias contaminantes o de polvo en el ambiente.

Cuando ello suceda, se debe alejar a la víctima del lugar en el que se encuentra la fuente de la
asfixia. A continuación, se debe proceder a la apertura de la vía aérea y, si es necesario, a la
realización de la respiración boca a boca.

Pero, también puede ocurrir que alguien se atragante, por ejemplo, mientras come en la cantina.
Entonces, se le ha de pedir que tosa. En caso de que el problema persista, se introducirán los
dedos índice y corazón de una mano a modo de gancho en la boca para retirar el elemento
obstructor.

En caso de que no pueda hablar, se hace patente que la obstrucción está más profunda, por lo
que el procedimiento a seguir es diferente:

1. Situarse detrás del asfixiado y sujetarle el pecho con una mano.


2. Pedirle que se incline hacia adelante.
3. Dar un máximo de 5 golpes secos con el talón de la otra mano entre los omóplatos. Así, se
provoca la tos y se facilita el desplazamiento del cuerpo extraño hacia arriba.

Si tras aplicar esta técnica, el cuerpo extraño que provoca la asfixia permanece dentro del cuerpo
de la víctima, se debe realizar la maniobra de Heimlich, que se ejecuta observando los siguientes
pasos:

1. Ponerse detrás de la víctima y abrazarla por la cintura.


2. Formar un puño con la mano derecha y situarlo entre la punta del esternón de la víctima,
justo por encima del estómago, y el ombligo.
3. Agarrar el puño con la otra mano y sujetarlo con fuerza.

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4. Presionar con intensidad el abdomen, mientras se efectúa un movimiento con las manos
hacia dentro y hacia arriba. Así, se provoca una tos artificial que facilita la movilidad y la
salida hacia el exterior del cuerpo extraño.

La maniobra de Heimlich se realiza 5 veces consecutivas y, cada 5 minutos, se reevalúa el estado


de la persona asfixiada.

Figura 36. Maniobra de Heimlich.

Fuente: Evimeria Editorial.

13.3.2. Lipotimia

La lipotimia es una pérdida repentina y transitoria del sentido y de la capacidad de movimiento


de una persona. Suele ser consecuencia de una disminución momentánea del aporte de sangre al
cerebro, a raíz de su estancamiento en los miembros inferiores del cuerpo.

Además, suele presentarse con una sudoración abundante, cierta palidez, pérdida de la fuerza,
náuseas, bajada de tensión y reducción e irregularidad del pulso. También puede suponer la
pérdida del conocimiento.

El exceso de calor, el ayuno prolongado o las aglomeraciones son algunas de sus causas más
comunes. Por ende, en determinados puestos de trabajo, puede presentarse con una cierta
facilidad. Por ejemplo, los albañiles que trabajan en verano a pleno sol tienen más posibilidades de
padecer una lipotimia que los empleados de una oficina.

En cualquier caso, para tratar de lograr el restablecimiento de la persona, se deben seguir los
siguientes pasos:

1. Sentar a la víctima y colocar su cabeza apoyada sobre las rodillas. Opcionalmente, se puede
tumbar y poner sus pies en una posición más elevada que la cabeza, para que el flujo de
sangre hacia el cerebro se normalice.
2. Ladear la cabeza del accidentado para evitar la aspiración de los vómitos, en caso de que se
produzcan.

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3. Darle pequeños sorbos de agua, cuando esté consciente. Si se encuentra inconsciente, nunca
se le ha de dar agua por si se asfixia y, además, se tiene que valorar si es menester la RCP.

13.3.3. Heridas

Una herida consiste en el desgarramiento o la perforación de alguna parte del cuerpo a


consecuencia de la rotura de la superficie de la piel, de un órgano o de las mucosas. Al separarse
los bordes de la herida, aparecen el dolor y las hemorragias, y se facilita el desarrollo de
infecciones.

Hay diversas clases de heridas, en función del criterio empleado para distinguir unas de las otras.
Así, dependiendo de su profundidad, se encuentran las siguientes:

● heridas superficiales, que solo afectan a la piel;


● heridas profundas, que cruzan el tejido celular subcutáneo;
● heridas perforantes, que traspasan el cuerpo;
● heridas penetrantes, que llegan hasta el interior de alguna cavidad corporal.

Según su morfología, también se habla de:

● heridas punzantes, cuando predomina la profundidad de la herida sobre su longitud o


extensión;
● heridas incisas, en caso de que sean largas y poco profundas;
● heridas contusas, cuando son superficiales y, normalmente, consecuencia de golpes,
compresiones o tracciones.

En cualquier caso, el procedimiento de primeros auxilios a seguir ante una herida causada por un
accidente de trabajo varía en función del aspecto y del pronóstico de aquella. Así, ante heridas con
buen pronóstico, se han de observar los siguientes pasos:

1. Lavarse las manos con agua y jabón abundantes.


2. Limpiar la herida con agua a chorro o con una solución antiséptica, intentando eliminar los
cuerpos extraños incrustados, si los hay.
3. Quitar los residuos con una gasa estéril, arrastrando la suciedad desde el centro de la herida
hacia la zona sana de la piel.

Ahora bien, si la herida es grave o presenta un desarrollo complicado, los pasos a ejecutar son los
siguientes:

1. Detener la hemorragia, en caso de que sea abundante.


2. Limpiar la herida con agua a chorro.
3. Taponar con gasas limpias y vendar. Hay que tener en cuenta que nunca se deben retirar los
cuerpos extraños que pudiera haber incrustados, si son grandes, a fin de evitar lesiones
mayores.
4. Continuar la cura de la herida en un centro sanitario.

13.3.4. Hemorragias

Una hemorragia consiste en un flujo de sangre que se escapa de los vasos sanguíneos por la
rotura de alguno de ellos. Por lo general, se manifiesta acompañada de palidez en la piel,
alteraciones de la conciencia, sudoración fría o cambios en el pulso, entre otros síntomas y signos.
Según su naturaleza, se distingue entre:

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● Hemorragia interna. Es aquella en la que la sangre fluye desde el vaso roto hacia el interior
del organismo. A su vez, puede ser:
● Hemorragia exteriorizada. Se da cuando la sangre de una hemorragia interna
abandona el cuerpo a través de los orificios naturales del organismo.
● Hemorragia oculta. Se desarrolla cuando la sangre de una hemorragia interna se
deposita en una cavidad corporal natural.
● Hemorragia externa. Se produce si la sangre sale del cuerpo a través de una herida visible.

Asimismo, en función del vaso sanguíneo del que se escape la sangre, se diferencia entre:

● Hemorragia arterial. La desencadena la rotura de una arteria y la sangre, de color rojo,


abandona el cuerpo de manera intermitente, con cada contracción del corazón.
● Hemorragia venosa. Se produce a raíz de la rotura de una vena y la sangre, de color rojo
oscuro, fluye hacia el exterior del cuerpo continuamente.
● Hemorragia capilar. Se da cuando la sangre sale sin pausa a través de pequeños puntos
sangrantes a lo largo de toda la región lesionada.

El protocolo de primeros auxilios ante una hemorragia varía en función de si es interna o externa.
En este último caso, los pasos a seguir son los siguientes:

1. Dejar la zona sangrante al descubierto.


2. Taponar la herida con apósitos estériles, presionando sobre el orificio sangrante
directamente. En caso de que sea un brazo o una pierna, deben elevarse.
3. Combinar la presión sobre el lugar del sangrado con la presión sobre ciertos puntos del
cuerpo por los que pasa la arteria que riega la zona lesionada. Así, se dan las siguientes
relaciones:

● ● para hemorragias en la cabeza, se presiona la arteria temporal;


● para hemorragias en el cuello, se presiona la arteria carótida;
● para hemorragias en el hombro o en la clavícula, se presiona la arteria subclavia;
● para hemorragias en la cara interna del brazo, se presiona la arteria humeral;
● para hemorragias en la mano, se presiona la arteria radial;
● para hemorragias en la ingle, se presiona la arteria femoral;
● para hemorragias en la parte posterior de la pierna, se presiona la arteria poplítea;
● para hemorragias en la parte anterior del pie, se presiona la arteria pedia.

1. Poner un torniquete, si lo anterior no detiene la hemorragia. Para ello, ha de aplicarse un


vendaje blando, dando 2 vueltas alrededor del miembro sangrante y sujetándolo con un
seminudo. Luego, debe ponerse un objeto duro y corto en medio del nudo y sujetarse con
varios nudos. Finalmente, se retuerce el objeto hasta que la hemorragia cese.
2. Trasladar al herido a un centro médico.

Cuando la hemorragia sea interna, la persona ha de ser evacuada lo antes posible a un centro
médico en condiciones de seguridad. Es clave cubrirla con mantas y resguardarla del frío, para
que no pierda calor. También se deben monitorizar sus constantes vitales en la medida de lo
posible.

13.3.5. Quemaduras

Las quemaduras son lesiones consistentes en la descomposición de un tejido orgánico después


de haber entrado en contacto con el fuego o con una sustancia de naturaleza cáustica o corrosiva.
En función del nivel de profundidad que alcanzan, se clasifican en las siguientes categorías:

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● Quemaduras de primer grado. Son superficiales y afectan a la epidermis, produciendo
eritemas, picor, hinchazón y dolor.
● Quemaduras de segundo grado. Presentan una profundidad media y afectan a la dermis.
Producen ampollas y su aspecto es rosado. Además, causan un gran dolor, puesto que
afectan a las terminaciones nerviosas.
● Quemaduras de tercer grado. Tienen una profundidad considerable y afectan a las capas
más internas de la dermis, incluso a los músculos y a los vasos sanguíneos y nerviosos.
Presentan un color oscuro y suelen formar costra. Dado que destruyen las terminaciones
nerviosas, no duelen.

A la hora de auxiliar a una persona que ha sufrido quemaduras, es fundamental conocer la


extensión que tienen estas en la superficie de su cuerpo. Para ello, se recurre a la regla de
Wallace , que consiste en dividirlo en nueve partes o en múltiplos de nueve, a fin de calcular el
tanto por ciento afectado.

Partiendo de la base de que las manos son el 1 % de la superficie corporal total (SCT) de las
personas de más de 16 años, o sea, de las que pueden trabajar por edad, dicha regla considera
que:

● la cabeza y el cuello representan el 9 % de la SCT;


● el tórax y el abdomen suman el 18 % de la SCT;
● la espalda aglutina el 18 % de la SCT;
● los brazos reúnen el 18 % de la SCT;
● las piernas son el 36 % de la SCT;
● los genitales tienen el 1 % de la SCT.

En base a ello, cuando las quemaduras son leves, se debe auxiliar a la víctima del siguiente modo:

1. Enfriar la zona con agua abundante.


2. Aplicar una crema hidratante.
3. Cubrir con apósitos estériles las ampollas formadas y que estén rotas, para reducir el riesgo
de infección.
4. Dar de beber a la persona afectada, si está consciente.

Si se trata de quemaduras de mayor gravedad, la atención tendrá que ser prestada en un centro
sanitario. Pero, antes, como primeros auxilios, se deberá practicar este procedimiento:

1. Cubrir al accidentado con mantas o hacerle rodar por el suelo, cuando su ropa permanezca en
llamas.
2. Valorar el estado de la persona y, si es posible, colocarla en posición de decúbito supino,
avisando a los servicios de emergencia.
3. Recortar la ropa alrededor de la lesión y descubrir la zona quemada.
4. Tapar el área con apósitos estériles.
5. Controlar regularmente los signos vitales y el nivel de conciencia del accidentado.

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13.3.6. Congelaciones

La congelación se corresponde con el daño generado por el frío en los tejidos orgánicos, que
puede causar necrosis en las partes del cuerpo afectadas. Se puede dar de manera generalizada,
en todo el organismo, o focalizarse solo en ciertas partes.

En este último caso, lo más habitual es que se manifieste en las manos y en los pies. Del mismo
modo que sucede con las quemaduras, se distinguen varias clases de congelación en función del
grado de intensidad que presentan:

● Congelación de primer grado. Se trata de una lesión superficial que provoca que la piel se
vuelva pálida. La persona afectada no sufre dolor.
● Congelación de segundo grado. Es una lesión de profundidad media, acompañada de
dolor, de la aparición de edemas y de la presencia de ampollas y de vesículas.
● Congelación de tercer grado. Se corresponde con una lesión profunda, que necrosa los
tejidos afectados.

Ante una congelación, el procedimiento de primeros auxilios consiste en llevar a cabo los

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siguientes pasos:

1. Apartar a la persona con delicadeza del foco de frío y llevarla a un sitio cálido.
2. Cambiarle la ropa por prendas secas y calentarla de manera poco a poco.
3. Vigilar sus constantes vitales y suministrarle líquidos no alcohólicos y calientes, en caso de
que esté consciente. Pero, si ha perdido el conocimiento y presenta una parada
cardiorrespiratoria, tras retirarla del foco de frío, se le deben practicar las maniobras de la
RCP.

Sea como fuere, la zona congelada nunca se ha de exponer directamente al calor, ni se debe
frotar.

13.3.7. Esguinces

Los esguinces consiste en torceduras bruscas y dolorosas de una articulación. Son menos
gravedad que las luxaciones, que se estudian seguidamente, pero provocan lesiones en los
ligamentos. Se manifiestan con dolor en la zona afectada, impotencia funcional, inflamación y
aparición de hematomas.

Además pueden ir acompañados de distensiones, desgarros o, incluso, de la rotura de los


ligamentos, que son las estructuras fibrosas que mantienen la estabilidad de las articulaciones.
Por ello, en función de su gravedad, se clasifican del siguiente modo:

● Esguinces de primer grado. Son un simple estiramiento o distensión de las fibras, sin llegar
a deformar el ligamento.
● Esguinces de segundo grado. Se refiere a roturas parciales de los ligamentos por las que
aparece una leve inestabilidad articular.
● Esguinces de tercer grado. Consisten en la rotura completa del ligamento, debido a lo que
la inestabilidad en la articulación está más acentuada.

El protocolo de primeros auxilios ante un esguince es el siguiente:

1. Elevar la articulación lesionada y dejarla en reposo.


2. Poner bolsas de hielo o compresas frías sobre el área hinchada.
3. Aplicar un vendaje de presión.

Luego, es indispensable que la articulación sea examinada por un médico para descartar una
rotura de ligamentos, ya que el tratamiento de la lesión será uno u otro en función de la integridad
o no de estos.

13.3.8. Luxaciones

Una luxación es la separación permanente de las superficies óseas de una articulación a


consecuencia de un fuerte golpe aplicado directamente sobre ella o por la contracción o distensión
repentina de los grupos musculares relacionados. El mecanismo de esta lesión puede romper la
cápsula articular y los ligamentos, o solo distenderlos, facilitando que un hueso abandone su sitio
y penetre en ellos.

Por lo general, las luxaciones se dan en el hombro, en el codo, en la rótula y en las articulaciones
interfalángicas y metacarpofalángicas. Se manifiestan a través de deformidades evidentes y, al
palpar, se nota la pérdida de la disposición anatómica típica del relieve de los huesos.

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Respecto a la técnica de primeros auxilios para abordar este problema de salud, se siguen los
siguientes pasos:

1. Colocar hielo sobre la zona luxada para reducir la inflamación y el dolor.


2. Inmovilizar la articulación, pero nunca intentar corregir la luxación tratando de retornar la
región a su posición anatómica habitual.

Luego, el accidentado debe ser trasladada a un centro sanitario para que, por medio de un estudio
clínico y radiográfico, se determine el alcance de la luxación.

13.3.9. Fracturas

Las fracturas se definen como las roturas que sufren los huesos a raíz de un traumatismo o de
una torsión. En función del criterio que se emplee para clasificarlas, las hay de diversos tipos. Así,
según el mecanismo traumático que las origina, se distinguen entre

● Fracturas por causa directa. Se producen en la zona del cuerpo que ha recibido un
impacto. Son habituales en la cara, en el cráneo y en las falanges de los dedos.
● Fracturas por causa indirecta. Se registran en zonas corporales distantes de las del
impacto. Son más comunes en los brazos y en las piernas, y la fuerza que las causa puede ser
de flexión, de torsión, de compresión, de cizallamiento o de avulsión.

Desde un prisma anatomopatológico, las fracturas se dividen del siguiente modo:

● Fracturas completas. Son las que afectan al hueso en todo su espesor y lo dividen en
fragmentos, que pueden ser dos, tres o más.
● Fracturas incompletas. Se refiere a las que presentan un trazo que no abarca todo el
hueso, sino que su integridad se mantiene de manera parcial.

Por último, dependiendo de la presencia o no de heridas vinculadas al foco de la fractura, estas


pueden clasificarse como:

● Fracturas cerradas. Se dan en los casos en los que el foco de la fractura se encuentra
aislado del exterior del cuerpo porque los tegumentos continúan estando íntegros.
● Fracturas abiertas. Alude a aquellas en las que existe, además de la fractura, una herida
tegumentaria que expone el foco de la fractura al exterior del organismo.

Cuando una persona sufre la fractura de un hueso, siente dolor e impotencia funcional. También
presenta deformidades en relación con la apariencia que el relieve óseo debería tener y registra
una movilidad anómala.

En caso de que la fractura esté abierta, el procedimiento estándar de primeros auxilios que se
adaptará, en función de la zona afectada, es el siguiente:

1. Intentar atenuar la hemorragia con la colocación de apósitos o, si se sabe hacer, de un


torniquete.
2. Impedir que la persona mueva la zona lesionada inmovilizándola, aunque sin reducir la
fractura.
3. Sujetar la zona lesionada, así como las articulaciones más próximas al foco de la fractura.
4. Manipular a la persona con cuidado, para no agravar sus lesiones o causarle otras nuevas.
5. Evacuar al afectado a un centro médico.

Si se sospecha o se tiene la certeza de que la fractura se ha producido en la columna vertebral, se

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debe actuar siempre como si se tratara de una lesión inestable y complicada, por lo que el herido
ha de permanecer inmóvil hasta que se tengan a mano los medios materiales y humanos
adecuados para tratarle.

Mientras, se le debe deja en posición de decúbito supino, sobre un plano duro, con la cabeza
ladeada y procurando que siempre estén alineados la cabeza, el cuello, el tronco y las
extremidades. También se le ha de cubrir con una manta, a fin de evitar que pierda calor.

13.3.10. Traumatismos cerebrales y cervicales

Los traumatismos cerebrales aluden a las lesiones que se producen en el cuero cabelludo, en el
cráneo o en el cerebro, por lo que abarcan un amplio espectro de daños, que va desde pequeños
abultamientos en la región hasta afecciones graves en el cerebro.

La importancia del traumatismo la revelan los signos y síntomas que manifiesta la persona. Estos
también van a condicionar el procedimiento de primeros auxilios que se aplique. Por lo común, los
pasos a seguir son los siguientes:

1. Revisar las vías respiratorias, la respiración y la circulación.


2. Si la respiración y la frecuencia cardíaca son las habituales, pero la persona está inconsciente,
estabilizar la cabeza y el cuello colocando las manos en ambos lados de la cabeza del
accidentado. En cambio, si está consciente y vomitando, girar la cabeza, el cuello y el cuerpo,
como una unidad, para prevenir un ahogamiento por ingesta de vómito. Por último, cuando
sea necesario, se aplicará la respiración boca a boca y la maniobra de la RCP.
3. Detener cualquier sangrado, si se manifiesta. A este respecto, no se debe aplicar presión
directa en el lugar del sangrado si se sospecha que se ha producido una fractura craneal.
4. Evacuar a un centro médico.

Por otro lado, los traumatismos cervicales son una serie de lesiones que se producen en el
cuello, bien por golpes contusos, bien por heridas penetrantes. Debido a la multitud de aparatos y
de sistemas corporales que tienen alguno de sus elementos en esta zona, acostumbran a derivar
en afecciones graves.

El procedimiento de primeros auxilios en estos casos es el siguiente:

1. Mantener la cabeza y el cuello de la persona en la misma posición en la que se halló.


2. Impedir que el accidentado, si está consciente, intente levantarse y caminar.
3. Chequear las funciones respiratoria y circulatoria del auxiliado cuando esté inconsciente.
4. Iniciar la RCP cuando sea necesario.
5. Evacuar a un centro médico.

13.4. MOVILIZACIÓN Y TRANSPORTE DE


PERSONAS
Tras prestar los primeros auxilios a una persona accidentada, se plantea su movilización y
transporte a un centro sanitario para que allí reciba una atención médica. Los métodos más
comunes para ello:

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● Transporte manual. Se reserva para los trayectos muy cortos y en los que participan una o
dos personas.
● Transporte en camilla. Es el prescrito para los recorridos de mayor extensión e,
idealmente, debe ser desempeñado por cuatro personas. Aun así, puede ser que se ejecute
entre dos.

Transporte en camilla

Para colocar a la víctima de la urgencia médica sobre una camilla , lo ideal es que participen
cuatro personas. Todas ellas deben colocar una rodilla en el suelo, cerca del costado de la víctima.
Así, ponen la rodilla izquierda si la carga se hace por este lado, y viceversa.

Tres de ellos se ubican en el lado en el que está la víctima. El cuarto permanece en el costado
contrario. A partir de entonces, se desarrolla el siguiente procedimiento:

1. Pasar las manos por debajo del accidentado. El auxiliador situado a su lado y a sus pies, las
pasa por debajo de las piernas. El que está junto a su cabeza, lo hace por debajo de la
espalda. Tanto el rescatista que está entre estos dos como el del lado opuesto, las sitúan
debajo de las caderas del accidentado y las entrelazan.
2. Levantar al accidentado cuando el rescatista del lado opuesto dé la orden. Se debe hacer con
suavidad y del modo más recto posible, hasta colocarla a la altura de sus rodillas.
3. Acercar, por parte del socorrista del lado opuesto a la víctima, la camilla a los pies de los
demás, así como ordenar que bajen a la persona afectada para depositarla sobre ella.

El traslado de la persona auxiliada sobre la camilla comienza con su elevación. A tal fin, un
camillero se debe poner delante de ella, dándole la espalda, mientras que el otro se debe situar
detrás, mirándola. Seguidamente, se deben ejecutar los siguientes pasos:

1. Agacharse, flexionando las rodillas, para coger las asas de la camilla y levantarla lenta y
suavemente, al mismo tiempo.
2. Avanzar con pasos cortos y con el paso cambiado entre ambos sanitarios, para evitar
movimientos innecesarios, así como para mantener la horizontalidad en todo momento. Los
pies del accidentado deben dirigirse hacia adelante.

RESUMEN
● Una situación de urgencia es toda aquella que obliga a alguien a actuar con celeridad por
cualquier razón. En el ámbito de la atención a personas accidentadas, se refiere a episodios
que han de ser solventados rápidamente debido a que las personas que los protagonizan
requieren cuidados médicos inmediatos.
● La valoración del accidentado es la primera fase de la administración de los primeros auxilios
y consiste en determinar no solo su estado de salud, sino también asegurar el lugar del
accidente, a fin de disminuir los riesgos potenciales sobre el auxiliado y sobre el auxiliador.
● Cuando diversas personas requieren ayuda médica urgente o una sola presenta varias
lesiones, es menester determinar el orden de intervención y las prioridades de asistencia.
● Las actuaciones de soporte vital básico (SVB) son el conjunto de técnicas que se aplican sobre
las personas que presentan una parada cardiorrespiratoria (PCR) con vistas a reemplazar,
primero, y a recuperar, luego, las funciones fisiológicas del corazón y de los pulmones.
● Los procedimientos de primeros auxilios se corresponden con los cuidados inmediatos que se
deben dispensar a las personas que son víctimas de un accidente de trabajo, en función de
las lesiones que hayan sufrido.

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● Tras prestar los primeros auxilios a una persona accidentada, se plantea su movilización y
transporte a un centro sanitario para que allí reciba una atención médica.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides leerlas
detenidamente, teniendo en cuenta que solo hay una opción correcta.

1. ¿Cuál de las siguientes acciones no pertenece a la regla de las 4E?

a. Estabilización.

b. Encamación.

c. Evacuación.

d. Evaluación.

2. Cuando el accidentado no reacciona antes las órdenes verbales, pero sí que lo hace
ante los estímulos dolorosos, su nivel de conciencia se corresponde con:

a. Nivel A.

b. Nivel N.

c. Nivel V.

d. Nivel D.

3. El quinto paso del masaje cardíaco externo es:

a. Relajar la presión sobre el tórax.

b. Realizar 30 compresiones torácicas.

c. Arrodillarse junto al accidentado.

d. Localizar el centro del pecho y poner el talón de una mano en la mitad inferior del esternón.

4. La maniobra de Heimlich se realiza:

a. 3 veces consecutivas.

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b. 5 veces consecutivas.

c. 4 veces consecutivas.

d. 10 veces consecutivas.

5. Las quemaduras que destruyen las terminaciones nerviosas son:

a. Quemaduras de tercer grado.

b. Quemaduras de segundo grado.

c. Quemaduras de primer grado.

d. Quemaduras neurodestructivas.

6. Un esguince es la separación permanente de las superficies óseas de una


articulación a consecuencia de un fuerte golpe aplicado directamente sobre ella.

a. Verdadero.

b. Falso.

SOLUCIONARIO
1. ¿Cuál de las siguientes acciones no pertenece a la regla de las 4E?

b. Encamación.

2. Cuando el accidentado no reacciona antes las órdenes verbales, pero sí que lo hace
ante los estímulos dolorosos, su nivel de conciencia se corresponde con:

d. Nivel D.

3. El quinto paso del masaje cardíaco externo es:

a. Relajar la presión sobre el tórax.

4. La maniobra de Heimlich se realiza:

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b. 5 veces consecutivas.

5. Las quemaduras que destruyen las terminaciones nerviosas son:

a. Quemaduras de tercer grado.

6. Un esguince es la separación permanente de las superficies óseas de una


articulación a consecuencia de un fuerte golpe aplicado directamente sobre ella.

b. Falso.

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