El Cafe
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El Cafe
Docente: Autor:
Alfonso Fuentes Andrés Sosa
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Moca era también el puerto principal de la única ruta marítima a la Meca, el lugar más
concurrido del mundo en aquella época. Los árabes, sin embargo, tenían una rigurosa
política de no exportar granos fértiles de café, para que no se pudiese cultivar en
ningún otro lugar. El grano de café es la semilla del cafeto, pero cuando se le quitan
las capas exteriores se vuelve infértil. Muchos fueron los intentos que se hicieron para
lograr llevarse algunos cafetos o granos fértiles, pero esa carrera la ganaron por fin los
holandeses en 1616, que consiguieron llevarse algunos a Holanda y allí los cultivaron
en invernaderos.
Al principio, las autoridades del Yemen alentaron mucho el consumo de café, ya que
sus efectos se consideraban preferibles a los más fuertes del “Kat”, un arbusto cuyas
hojas y brotes se masticaban como estimulante. Los primeros establecimientos de
servir café se abrieron en la Meca y se llamaban “kaveh kanes”. Ese tipo de
establecimiento se extendió rápidamente por todo el mundo árabe y los cafés se
convirtieron en lugares muy concurridos en los que se jugaba al ajedrez, se
intercambiaban chismes y se disfrutaba del canto, el baile y la música. Los
establecimientos de café árabes pronto se convirtieron en centros de actividad política
y fueron suprimidos. Después, en las siguientes décadas, el café y los
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Los comerciantes venecianos fueron los que primero llevaron el café a Europa en
1615. Esa fue la época en que también aparecieron en Europa las otras dos grandes
bebidas calientes: la primera, el chocolate caliente, que llevaron los españoles de las
Américas a España en 1528; la otra el té, que se vendió por primera vez en Europa en
1610.
Fue en el decenio de 1720 cuando el café se empezó a cultivar por primera vez en las
Américas, gracias a lo que es quizá el relato más fascinante y romántico de la historia
del café. Gabriel Mathieu de Clieu era un oficial de la Marina francesa que estaba de
servicio en la Martinica y que, en 1720, viajó a París con permiso. Con alguna ayuda y
no poco encanto personal adquirió un cafeto que se llevó con él en el viaje por mar de
vuelta. El cafeto fue instalado en una caja de cristal y dejado en cubierta para
mantenerlo caliente y que no lo dañase el agua salada. El viaje estuvo lleno de
incidentes, o al menos así fue como lo contó Mathieu de Clieu en su diario: piratas
tunecinos persiguieron el buque, hubo una fuerte tormenta y el cafeto tuvo que ser
amarrado. Nuestro héroe se vio obligado a enfrentarse con un enemigo a bordo que
tenía envidia y trató de sabotear el arbusto, hubo una pelea violenta en la que una de
sus ramas se quebró, pero el cafeto sobrevivió a todo ello.
Fueron los holandeses, sin embargo, los que primero empezaron a propagar el cafeto
en América Central y del Sur, donde hoy en día reina sin rival como el principal cultivo
con fines comerciales del continente. El café llegó primero a la colonia holandesa de
Surinam en 1718, y después se plantaron cafetales en la Guyana francesa y el primero
de muchos en Brasil, en Pará. En 1730 los británicos llevaron el café a Jamaica, donde
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hoy en día se cultiva el café más famoso y caro del mundo, en las Blue
Mountains. Llegado 1825, América Central y del Sur estaban en ruta hacia su destino
cafetero. Esa fecha es también importante porque fue cuando se plantó café por
primera vez en Hawai, que produce el único café estadounidense y uno de los mejores.
Cien años atrás, Venezuela ocupó uno de los lugares más relevantes en el ranking de
producción y exportación de café a nivel mundial. La irrupción de la industria petrolera
en el país propició, sin embargo, un rápido y progresivo declive de este cultivo que,
ahora, una nueva generación de caficultores intenta recuperar.
El primer cafeto que llegó a Venezuela fue sembrado por misioneros españoles
asentados en la cuenca del río Caroní, en 1730. El café lo trajeron de Brasil, donde
había llegado a su vez desde la República de Surinam y de Cayena, la capital de la
Guayana Francesa. Una década después de su introducción en Venezuela, y partir de
1740 el cultivo de café empezó a propagarse a la gobernación de Caracas y, poco a
poco, al resto del país.
Fue así que el café llegó a partir de 1784 a San Antonio, Las Minas y a los valles de
Aragua, pasando luego a las provincias de Carabobo y Barcelona. El cultivo de café en
el estado de Táchira, por su parte, se inició en 1794 gracias a la iniciativa de Gervasio
Rubio, quien lo plantó en su Hacienda la Yegüera (conocida a partir de 1855 como la
Hacienda Rubio); mientras que, en Trujillo, el impulsor de la caficultura fue Francisco
de Labastida quien inició el cultivo de café en este territorio del oeste del país en 1801.
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Des de aquí y siguiendo los Andes tachirenses, el cafeto continuó su viaje hasta
Colombia, penetrando en el país vecino por Cúcuta y Salvador de las Palmas.
Desde principios del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, el cultivo de café en
Venezuela desplazó al del cacao y fue el motor que dinamizó la economía nacional. Su
cultivo y comercialización contribuyó a la apertura de carreteras y vías fluviales, a la
consolidación, también, de centros urbanos en las zonas cafeteras y a la
transformación del Puerto de Maracaibo, en principal puerta de salida de mercaderías
del país.
En aquella época y hasta la mitad de la década de 1950, el café vivió muy buenos años
en Venezuela, posicionando a este origen entre los cinco máximos productores del
mundo. Sin embargo, el rápido desarrollo de la industria petrolera frenó la actividad
cafetalera. Se produjo un trasvase de mano de obra de un sector a otro y la producción
y las exportaciones cayeron de forma drástica. Venezuela no tenía suficiente café y
poco más del 40% de la producción se lograba vender al exterior.
El hecho positivo fue que, a pesar de la nueva situación, se hizo un esfuerzo importante
para no restar calidad al café que se producía, beneficiando de forma directa al
mercado interior que como habitualmente pasa en los países productores, hasta ese
momento se había estado proveyendo de las calidades que resultaban menos
atractivas para la exportación. A partir de entonces, el mercado doméstico pasó a
disponer de cafés arábica de las variedades Típica, Bourbon, Caturra y Catuai, que los
tostadores locales preparaban y vendían en latas y algunas marcas, también, en bolsas
de vacío, previa desgasificación.
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El fruto de café, también llamado cereza, es pequeño, redondo y tiene un color rojo
intenso cuando está maduro. Dentro de este fruto es donde se encuentran los granos o
semillas de café.
-Piel o exocarpio. Es verde hasta que madura y toma un color rojo o anaranjado.
-Pulpa o mesocarpio. Esta pulpa es muy rica en azúcar y es importante para el proceso
de fermentación a que se somete el café.
-Las semillas o granos. Generalmente hay dos semillas en cada fruto. Cada una de
ellas está envuelta por una cascarilla muy fina que se llama pergamino.
REGIONES DE CULTIVO
El café es la tercera bebida más consumida en el mundo, solo por detrás del té y del
agua. Nos despierta por la mañana, es la excusa para una pausa en el trajín diario y es
el cierre por antonomasia de comidas y cenas. Pero además de todo esto, su cultivo y
comercio tiene una importancia capital para los países productores de café, la mayoría
en vías de desarrollo.
m.s.n.m y los 1600 m.s.n.m, o incluso, en algunos casos, los 1.800 m.s.n.m. Debido a
la ubicación de estas explotaciones, los cafetales juegan un papel importante en el
cuidado medioambiental de las zonas en las que se localizan las explotaciones
cafetaleras, contribuyendo con ello al equilibrio de las cuencas hidrográficas y
asegurando a la fauna de estas áreas, cobijo y comida en los árboles que dan sombra
a los cafetales.
En los cafetales venezolanos crecen diversas variedades de café, todos arábicas que
los caficultores procesan, mayoritariamente, por vía húmeda y natural. La primera
variedad de café que se cultivó en el país fue la Típica. A ella se sumaron
posteriormente, los Bourbons, Caturras y Catuaí. Hasta hace poco más de una década,
esta última variedad era la dominante. Muchos caficultores se habían decidido a plantar
cafetos de la variedad Catuaí por su alta productividad. Sin embargo, la incidencia de la
roya está propiciado un cambio progresivo hacia variedades de cafés más resistentes,
como la INIA, Colombia o Castillo, entre otras.
Desde comienzos del siglo XXI, la producción de café en el país no ha dejado de caer y
si hace poco más de 15 años atrás, Venezuela producía 160.000 toneladas, y
exportaba hasta 40.000 toneladas (año 2005), la cosecha prevista para el periodo
2020-21, se estima que no superará las 60.000 toneladas, las cuales, casi en su
totalidad serán consumidas en el mismo país, que ha dejado prácticamente de exportar
al extranjero, salvo algunas ventas aisladas y sujetas a convenios entre países como el
café vendido a Rusia, a Irán o a Turquía. Independientemente a estos acuerdos, solo
son unos pocos productores de fincas de especialidad aspiran a poder exportar sus
micro lotes al exterior.
Las características del café specialty venezolano responde a parámetros bastante bien
definidos y que representan bien los cafés de la Cooperativa Café Grano de Oro de
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Biscucuy (Portuguesa). Sus cafés lavados, por ejemplo, son reconocidos por su taza
muy bien balanceada, en la que destacan fragancias a frutos rojos y aromas cítricos, a
vainilla, a pino y a azúcar moscabada. Presentan, además, una excelente acidez
cítrica, cuerpo sedoso y sabor residual a chocolate, muy agradable.
BIBLIOGRAFIA