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Diabetes Infantil

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¿Qué es la diabetes?

La diabetes es un trastorno crónico del metabolismo que se detecta por


unos niveles de glucosa en sangre (glucemia) por encima de los límites
normales. Está causada por una alteración en la producción de la
insulina.

La insulina es una hormona que se fabrica en el páncreas, cuya función


es mantener los valores adecuados de azúcar en sangre.

Esta sustancia permite que la glucosa de los alimentos pase al interior


de las células, donde se transforma en la energía necesaria para que
funcionen los músculos y los tejidos, o se almacena hasta que sea
necesaria.

Cuando no hay insulina, como en los diabéticos tipo 1, o no funciona


correctamente, como ocurre en los diabéticos tipo 2, el enfermo no
absorbe la glucosa adecuadamente, lo que origina una concentración
excesiva de azúcar en su sangre (hiperglucemia). Con el paso del tiempo,
y si no se trata adecuadamente, este exceso de glucosa que circula por
la sangre acaba dañando los tejidos, un deterioro que a su vez causa
alteraciones, disfunciones e insuficiencias a largo plazo en órganos como
ojos, riñones, nervios, corazón y vasos sanguíneos.

¿Qué tipos de diabetes hay?

Existen cuatro tipos principales de diabetes:


 Diabetes tipo 1. Suele aparecer con mayor frecuencia en la infancia o la
juventud, aunque es posible que se manifieste más tardíamente. Aunque
su origen todavía no está muy claro, se sospecha que existe una
reacción autoinmune que provoca que las defensas del propio
organismo ataquen a las células productoras de insulina del páncreas,
lo que da lugar al déficit de esta sustancia. Las personas que la
padecen necesitan inyecciones diarias de insulina para controlar sus
niveles de glucosa en sangre, sin las que no podrían sobrevivir.
 Diabetes tipo 2. Es el tipo más común de diabetes, pues abarca, según
datos de la Fundación para la Diabetes, entre el 85% y el 90% del total
de los casos. Cuando se sufre diabetes tipo 2, el organismo puede
producir insulina, pero no lo hace en la cantidad adecuada o no es
capaz de responder a sus efectos, lo que provoca la acumulación de la
glucosa en la sangre. Al principio, los pacientes no requieren insulina
para sobrevivir, aunque a menudo acaban necesitándola. Suele aparecer
en adultos, muchas veces con obesidad o hipertensión, pero cada vez
se dan más casos en niños y adolescentes. En ocasiones, tarda años en
diagnosticarse porque pueden no existir síntomas que alerten de este
problema.
 Diabetes gestacional. Durante el embarazo puede ocurrir que los cambios
hormonales propios de este estado originen un bloqueo de la función de
la insulina. Cuando esto sucede, los niveles de glucosa se pueden
incrementar en la sangre de una mujer embarazada. Suele presentarse
en una etapa avanzada de la gestación y afecta a alrededor del 5% de
las mujeres embarazadas. Aunque normalmente desaparece tras dar a
la luz, constituye un factor de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2 en
el futuro, tanto para las madres como para sus hijos.
 Diabetes tipo LADA. La Fundación para la Diabetes advierte de que en
los últimos años se está prestando atención a un tipo de paciente con
diabetes tipo 2, pero que, al mismo tiempo, presenta los anticuerpos
positivos característicos del tipo 1. Probablemente, este tipo de
diabéticos acabe necesitando tratamiento con insulina.

¿A quién afecta la diabetes?

Como hemos indicado, la diabetes tipo 1 suele aparecer en la infancia o


en la juventud, aunque puede manifestarse a cualquier edad, y afecta a
hombres y mujeres por igual.

El número de personas que desarrolla diabetes tipo 1 está aumentando


año a año de forma alarmante, a causa de determinadas circunstancias
que se dan durante el desarrollo del feto en el útero, la alimentación
durante las primeras etapas de la vida, infecciones virales o factores de
riesgo medioambiental.

Por su parte, la diabetes tipo 2 es más frecuente a partir de los cuarenta


años y la mayoría de los afectados suele padecer obesidad y otras
enfermedades asociadas con el sobrepeso, como la hipertensión y la
hiperlipemia (niveles elevados de lípidos en la sangre). De acuerdo a los
datos extraídos del Estudio Dia@bet.es, el 13,8% de los españoles
mayores de 18 años padece diabetes tipo 2, lo que equivale a más de 5,3
millones de personas en nuestro país. De ellos, casi 3 millones ya
estaban diagnosticados, pero 2,3 millones, el 43% del total, desconocían
que padecían la enfermedad.
En términos globales, se estima que de los más de 382 millones de
personas que viven con diabetes en el mundo en la actualidad, se pasará
a casi 592 millones en 2.035, la mitad de ellos sin diagnosticar. Este
aumento previsible de casos está vinculado, al envejecimiento de la
población, a los cambios en la dieta, a la disminución de la actividad
física y a otros cambios en el estilo de vida más frecuentes sobre todo en
países con mayor desarrollo económico.

¿Cuáles son las causas?

Aunque los factores de riesgo que provocan la diabetes tipo 1 no están


bien definidos, sí se sabe que están implicados aspectos genéticos,
autoinmunes y ambientales, y que los pacientes tienen tendencia a sufrir
otras alteraciones del sistema inmunológico. En el caso de la diabetes
idiopática, de la que se desconoce la causa, el factor hereditario parece
ser crucial.

Por su parte, la diabetes tipo 2 aparece cuando el organismo se hace


resistente a la insulina. Esto sucede cuando los tejidos corporales (por
ejemplo, el músculo) no responden completamente a la insulina y, por
tanto, no pueden usar la glucosa de la sangre para obtener energía. El
páncreas responde produciendo más insulina y el hígado, donde se
almacena la glucosa, libera más cantidad de ésta para tratar de
aumentar su disponibilidad. Finalmente, el páncreas se vuelve incapaz de
producir suficiente cantidad de insulina y los tejidos se hacen más
resistentes a ella. En consecuencia, los niveles de glucosa en sangre
comienzan a aumentar paulatinamente.

Tampoco se conocen las razones que llevan a desarrollar la diabetes tipo


2, pero la obesidad, presente en el 80% de los casos, constituye uno de
los principales factores de riesgo, al igual que la hipertensión y el
hipercolesterolemia. También influyen en el desarrollo de esta
enfermedad la edad, la mala alimentación o la falta de actividad física,
así como los factores genéticos, los antecedentes familiares, el origen
étnico y una nutrición inadecuada durante el embarazo. Por último,
tienen más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 las mujeres que
han sufrido diabetes gestacional, así como aquellas personas que
padecen alteración de la tolerancia a la glucosa (ATG) o alteración de la
glucosa en ayunas (AGA).

¿Qué es la diabetes infantil?


Como se explica en el contenido general de Diabetes, existen varios
tipos de esta enfermedad: la 1, la 2, la gestacional y el tipo LADA.

La que más afecta a la población infantil es la diabetes mellitus tipo 1,


caracterizada porque el páncreas no es capaz de producir suficiente
insulina, que es la hormona que ayuda a transformar el azúcar (glucosa)
de los alimentos en energía para el organismo. Como consecuencia, ese
nivel de glucosa en sangre aumenta, lo que se denomina hiperglucemia y
resulta perjudicial para el organismo si no se corrige a tiempo.

¿A quién afecta?
En la actualidad, la diabetes infantil (tipo 1) está considerada la tercera
enfermedad crónica más común en la infancia. En España, unos 30.000
niños menores de 15 años la padecen, según datos de Federación de
Diabéticos Españoles (FEDE).

Se trata de una enfermedad cuya incidencia entre los niños ha crecido de


forma alarmante en los últimos años y cada vez se dan más casos,
especialmente entre pequeños menores de 5 años.

¿Cuáles son sus causas?


Todavía no se conoce con exactitud la causa de esta enfermedad
crónica. Se produce por múltiples factores que coinciden en un mismo
individuo nacen con esa predisposición genética, pero también influyen
en su aparición otros factores ambientales (infecciones por virus, malos
hábitos de alimentación, sedentarismo…) o inmunológicos (alteración de
las defensas del organismo). Los padres de niños con diabetes tipo 1
pueden llegar a sentirse culpables por su posible “herencia genética” o
por haber dado al niño una alimentación inadecuada (rica en azúcares).
Sin embargo, no hay evidencia científica que demuestre estas hipótesis.
¿Qué síntomas deben alertar a los padres?

Es entre los cinco y los siete años de edad y durante la pubertad cuando
la enfermedad suele ser más común entre la población infantil. Lo que
debe alertar a los padres son una serie de síntomas fáciles de identificar
y que pueden dar la voz de alarma:
 Sed excesiva (polidipsia).
 Que el niño orine con demasiada frecuencia (poliuria).
 Que moje la cama por la noche (nicturia).
 Que presente una pérdida repentina de peso, aun comiendo normal o
incluso más de lo habitual
 Hambre constante (polifagia).
 Debilidad física y cansancio.
 Irritabilidad (en niños pequeños).
 Náuseas y vómitos.
 Visión borrosa.
 Aliento con olor dulce o extraño (como a manzana).
 Infección por hongos.
 Calambres musculares.

Ante estos signos, podemos sospechar que el menor sufre diabetes, pero
siempre debemos consultarlo y confirmarlo con un médico especialista.

¿Qué complicaciones puede presentar?

Las complicaciones agudas que puede conllevar la diabetes tipo 1 se


producen en un determinado momento en el tiempo, y son básicamente
dos:
 Hipoglucemia. Es una crisis causada por niveles de azúcar en sangre
bajos, y se manifiesta con palidez, somnolencia, temblores, hambre o
incluso pérdida de conocimiento. En estos casos, es importante subir
rápidamente los niveles de glucosa, dando al niño algún alimento
azucarado: azúcar, un refresco, un zumo de frutas o galletas y dejando
que descanse.
 Hiperglucemia con cetonas (que puede derivar en
una cetoacidosisaguda). Es imprescindible consultar con un
profesional sanitario para solventarla.

Ambas situaciones, si no se manejan de la manera adecuada pueden


comportar un importante riesgo vital. Sin embargo, lo que más preocupa
a las personas con diabetes y a sus familias es la posibilidad de
complicaciones crónicas, las que aparecen cuando se padece la
enfermedad durante muchos años. Pero cuantificar al cabo de cuántos
años surgen las complicaciones es difícil, depende de cada persona y de
su control metabólico.

En general, si con el tiempo no se subsanan los niveles elevados de


glucosa en sangre, pueden aparecer daños en algunas partes del cuerpo,
principalmente en:

 Riñones.
 Vista.
 Corazón y vasos sanguíneos.
 Nervios de las extremidades.

¿Cómo se diagnostica?

Para realizar un correcto diagnóstico tanto en niños como en adultos,


existen diversas pruebas que el profesional médico debe realizar en el
centro de salud.

En primer lugar, hay que medir el nivel de glucosa en la sangre y en la


orina.

 Los niveles de glucosa en sangre son superiores a 126 mg/dl cuando el


niño se despierta, antes de comer o beber, y después de haber estado
en ayunas durante al menos 8 horas
 Los niveles de glucosa en sangre son superiores a 200 mg/dl en
cualquier momento del día (comprobado más de una vez).
 Los niveles de glucosa en sangre son iguales o superiores a 200mg/dl, a
las 2 horas de la realización del test de tolerancia oral a la glucosa
(TTOG).

Se denomina debut diabético al momento del diagnóstico, cuando el


médico informa de que un niño o adolescente tiene diabetes tipo 1. Una
vez diagnosticado, el niño debe comenzar inmediatamente el tratamiento
prescrito por el médico.

¿Cuál es el tratamiento para la diabetes?


Un niño, o una persona adulta, que ha sido diagnosticada como diabético
nunca dejará de serlo, puesto que esta es una enfermedad para la cual
todavía no se ha hallado una cura, si bien se está investigando para
hallarla.
Afortunadamente, sí es una dolencia que puede controlarse y que
permite al paciente llevar una vida prácticamente normal, regulando
algunos aspectos indispensables para disfrutar de una buena calidad de
vida. Por eso, una vez que tenemos el diagnóstico, lo más importante
para el niño es que siga el tratamiento establecido, basado
principalmente en inyecciones diarias de insulina. Esta se introduce en
el organismo a través de inyecciones subcutáneas (bajo la piel),
mediante dispositivos de diverso tipo: junto a las típicas jeringuillas o las
antiguas plumas, recientemente han aparecido las bombas de insulina,
que a través de una cánula blanda administran insulina al niño durante
las 24 horas del día.
Además, aspectos como la dieta y el ejercicio físico son igual de
importantes en el tratamiento de esta enfermedad.
Por último, no podemos olvidar que, al estar tratando con pacientes
menores de edad, la educación en diabetes y en su autocontrol son
especialmente significativos para la gestión diaria y la evolución de la
enfermedad.

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