Control de Lectura 1
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Proceso Cautelar
(1) REIMUNDÍN, Ricardo. Derecho Procesal Civil, Viracocha, Buenos Aires, 1956, p. 362.
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(2) ORTELLS RAMOS, Manuel. “El proceso cautelar civil (una aportación a su teoría gene-
ral)”, en: Estudios de Derecho Mercantil. En homenaje al profesor Manuel Broseta Pont,
T.II, Tirant lo Blanch, Valencia, 1995, p. 2701.
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Por otro lado, las medidas cautelares pueden llegar a tener unos efectos
innovativos y anticipativos a la satisfacción de la pretensión deducida en
el proceso principal. Ya no se trata que la conservación de cierta situación
implique satisfacción de derechos e intereses que en aquella estaban sien-
do satisfechos, sino de introducir una innovación, satisfaciendo lo que ex-
traprocesalmente nunca fue pacíficamente reconocido. Pueden citarse bajo
estos efectos a los alimentos provisionales (asignación anticipada de ali-
mentos) que el juez puede acordar a cargo del demandado cuando hayan
sido reclamados judicialmente estos.
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636 del CPC). Igual exigencia corre para el caso de medidas cautelares dic-
tadas antes del inicio del procedimiento arbitral (véase el artículo 79 de la
Ley Nº 26572). El citado artículo 636 del CPC condiciona que el beneficia-
do con la medida debe interponer su demanda ante el mismo juez, dentro
de los diez días, posteriores al acto. Ello no implica que sea el mismo juez
que recibió la solicitud cautelar, sino el juez competente por razón de grado
para conocer la demanda próxima a interponerse. El artículo 33 del CPC
regula la competencia del juez en este tipo de medidas.
(5) RIVAS, Adolfo. Las medidas cautelares en el proceso civil peruano, Universidad Antenor
Orrego, Rhodas, Lima, 2000, p. 82.
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(6) Por citar, el artículo 514 del CC señala que mientras no se nombre tutor o no se discierna
la tutela, el juez, de oficio o a pedido del Ministerio Público, dictará todas las providencias
que fueren necesarias para el cuidado de la persona y la seguridad de los bienes del menor.
(7) Artículo 683: Interdicción.- El juez, a petición de parte, o excepcionalmente de oficio, puede
dictar en el proceso de interdicción la medida cautelar que exija la naturaleza y alcances de la
situación presentada.
Artículo 677: Asuntos de familia e interés de menores.- Cuando la pretensión principal ver-
sa sobre separación, divorcio, patria potestad, régimen de visitas, entrega de menor, tutela y
curatela, procede la ejecución anticipada de la futura decisión final, atendiendo preferente-
mente al interés de los menores afectados por ella. Si durante la tramitación del proceso se
producen actos de violencia física, presión psicológica, intimidación o persecución al cón-
yuge, concubino, hijos o cualquier integrante del núcleo familiar, el juez debe adoptar las
medidas necesarias para el cese inmediato de los actos lesivos, sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 53 del CPC.
(8) PEYRANO, Jorge. “La performatividad en el proceso contemporáneo. Su incorporación al
nuevo ordenamiento procesal civil peruano”, en: Themis, Revista de la Facultad de Dere-
cho de la PUCP, Segunda época, Nº 22, Lima, 1993, p. 16.
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Por otro lado, apréciese que no se puede afirmar que solo el actor puede so-
licitar las medidas cautelares. La redacción del artículo 608 autoriza a “am-
bas partes” para solicitar la medida cautelar, pero siempre que el demanda-
do hubiere acumulado a la demanda, una pretensión sucesiva al proceso.
(9) Ídem.
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Principales
reformas en Se ha previsto la posibilidad del secuestro con-
materia Sobre el secuestro servativo para asegurar la obligación de pago
cautelar conservativo contenida en un título ejecutivo de naturaleza
judicial o extrajudicial.
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del bien que se quiere afectar y la pretensión que se busca asegurar; por ci-
tar, un vehículo, al ser un bien registrable y registrado puede ser embargado
en forma de depósito, secuestro e inscripción; sin embargo, en atención a la
adecuación de la medida, hay que apreciar si esta forma de cautela contri-
buirá a la satisfacción de la pretensión en debate; por ejemplo: si se discute
únicamente el mejor derecho de propiedad, la medida que no podría am-
pararse será la de futura ejecución forzada (embargo) por no estar en dis-
cusión pretensiones dinerarias o apreciables en dinero, sin embargo, una de
las medidas adecuadas al caso sería la anotación de la demanda. Véase aquí
que la forma de la cautela requiere ser contrastada con la naturaleza de la
pretensión en discusión y con los bienes que se quiere afectar.
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también puede concurrir un derecho real sobre un bien ajeno, de forma tal
que en el ámbito de poder concedido, que varía según el derecho real que
se trate, tiene la cosa sometida a su dominación, como sería el caso del usu-
fructo, la superficie, etc. Si A deja a B la propiedad de sus bienes, y a C el
usufructo de estos, el dueño de la cosa conserva la propiedad de esta, pero
se establece sobre ella un derecho real de otro. Otro caso, el dueño transfie-
re la propiedad del bien, pero al hacerlo retiene parte de las facultades que
sobre aquella le correspondían, formando con ellas un derecho menor: A,
cede actualmente a B la propiedad de la finca X, pero reservándose el de-
recho a usarla y disfrutarla (derecho de usufructo) mientras viva. La cons-
titución del usufructo tiene diversas fuentes (artículo 100 del CC). Alba-
ladejo(10), comentando los derechos reales sobre cosa ajena, sostiene: “una
de dos, 1, absorben toda la utilidad que esta presta, de forma que, mientras
subsisten, dejan al dueño vacío del goce de la misma (por ejemplo, el usu-
fructo, que da derecho a usar y disfrutar totalmente la cosa); 2, solo sus-
traen al dueño alguna parte de utilidad que la cosa puede proporcionarle,
o le reducen únicamente en algún aspecto su poder pleno sobre aquella
(por ejemplo, una servidumbre de paso, que solo le impide prohibir que
quien la tiene atraviese por la finca de su propiedad). Ahora bien, como-
quiera que la ley considera inaceptable que la propiedad de una cosa y la
total utilidad que la misma puede prestar se disocien con carácter defini-
tivo, no permite el establecimiento a perpetuidad de derechos reales del
primer grupo”.
Ahora bien, la fórmula que consagran los artículos 611 y 642 del CPC so-
bre la afectación a los derechos, además de los bienes, nos permite también
ubicar dentro de dichos derechos a los de crédito del deudor. A través de estos
derechos no hay poder directo del titular del derecho, el deudor, sobre la cosa,
sino sobre la conducta del obligado. Véase el caso del deudor que entrega en
alquiler un bien, tiene un derecho de crédito a exigir el pago de una renta.
(10) ALBALADEJO, Manuel. Derecho Civil, V.1, T.III, Bosch, Barcelona, 1994, p. 38.
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657 del CPC hace referencia a ello, al señalar “cuando la medida recae sobre
derechos de crédito u otros bienes en posesión de terceros, cuyo titular es
el afectado con ella, puede ordenarse al poseedor retener el pago a la orden
del juzgado (…)”.
1) Los derechos personales, entendiendo por tales, los que son atribuidos
a un individuo en razón a sus cualidades personales y por lo tanto no
son trasmisibles; por ejemplo, los derechos derivados de la cualidad de
funcionario público; las prestaciones de la seguridad social que corres-
ponden a personas concretas y determinadas; los derechos honoríficos
o nobiliarios. En todos estos casos es posible reconocer un contenido
económico, pero no pueden formar parte del patrimonio, ya que sobre
estos no cabe tráfico por persona distinta de su titular;
2) los bienes excluidos del comercio, ya sea por la propia naturaleza del
bien o por disposición de una norma positiva; por ejemplo, los bienes
considerados de interés general. También hay que incluir aquí la parte
(11) LLEDÓ YAGUE, Francisco y ZORRILLA RUIZ, Manuel. Teoría general para un entendi-
miento razonable de los episodios del mundo del Derecho, Dykinson, Madrid, 1998, p. 378.
(12) ídem.
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del patrimonio que la ley reserva para atender las necesidades mínimas
de su titular y sobre la cual no pueden actuar los acreedores: el denomi-
nado patrimonio mínimo inembargable cuya fijación y extensión apa-
recen acogidas por ley (ver el artículo 648 del CPC);
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inciso 5 del artículo 610 considera como uno de los requisitos de la solicitud
cautelar, la designación del órgano de auxilio judicial, si fuera el caso. Este es
un auxiliar externo de los jueces, encargado de cumplir una medida cautelar,
guardando o vigilando bienes o personas que constituyen la materia sobre la
cual recae la medida. En opinión de algunos autores, estos auxiliares al ser
designados o al encargárseles el cumplimiento de una medida, se constitu-
yen en representantes del juez; siendo calificados como auxiliares externos
de los jueces. Pueden ser terceros al proceso o, de manera excepcional, los
mismos litigantes, como sería el caso del embargo en forma de depósito. Los
órganos de auxilio judicial pueden agruparse en instituciones y funcionarios
administrativos, como el Banco de la Nación o el registrador público; los pro-
pios litigantes, cuando uno de ellos es designado depositario de bienes em-
bargados; y los terceros, como el custodio e interventor, que se constituyen
en auxiliares ad hoc para la misión encomendada.
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Una de las características del auxilio es que tiene una composición elás-
tica, variable, pudiendo concurrir una pluralidad de órganos, conforme lo
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jurisprudencia
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consulta legal
Respuesta:
La tutela cautelar tiene por finalidad garantizar la posibilidad práctica de la efecti-
va tutela jurisdiccional de los derechos, desplegando la función de neutralizar los
probables daños que podrían ocasionarse a la parte que tiene (probablemente) la
razón en el proceso de cognición o de ejecución. De esta manera, la función de la
tutela cautelar responde al principio de efectividad de la tutela jurisdiccional, y por
ello, se enmarca en el esquema constitucional del debido proceso.
De ahí que se hable de la constitucionalización de las medidas cautelares, esto es,
de la conciencia progresiva de que sin estas no hay, ni puede haber una auténtica y
efectiva tutela judicial. De ahí también que no haya duda de que existe un derecho
fundamental a la tutela cautelar (ARIANO DEHO, Eugenia. “La tutela cautelar
en el cuadro de la tutela jurisdiccional de los derechos”. En: Revista de Investigación.
Órgano de la Unidad de Investigación de la Facultad de Derecho de la Universi-
dad Nacional Mayor de San Marcos. Año 2. Nº 3. Diciembre, 2000, p. 89 y ss.) y
que este sea entendido como “el derecho fundamental que tiene todo ciudadano
de solicitar y obtener del órgano jurisdiccional –a través de una cognición suma-
ria– el dictado y la ejecución oportunas de medidas cautelares que sean adecuadas
para garantizar la efectividad de la sentencia a expedirse” (PRIORI POSADA,
Giovanni. “El derecho fundamental a la tutela cautelar: fundamentos, contenido
y límites”. En: Ius et veritas. Año XV. Nº 30, p. 184).
Por estas razones, el ejercicio de la tutela cautelar se enmarca en el esquema
constitucional del debido proceso, y más aún constituye individualmente un de-
recho fundamental que permitirá efectivizar el derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva. Por ello, existe la posibilidad de interponer una demanda de amparo
contra cualquier acto que, en concreto, lesione o amenace el derecho fundamen-
tal a la tutela cautelar. Así, podría iniciarse un proceso de amparo contra resolu-
ciones judiciales en todos los casos en donde se niegue la tutela cautelar de for-
ma arbitraria (PRIORI POSADA, Giovanni. Ob. cit., p. 186).
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(13) LIEBMAN, Enrico Tullio. Manual de Derecho Procesal Civil, Ediciones Jurídicas Europa-
América (EJEA), Buenos Aires, 1980, p. 162.
(14) RIVAS, Adolfo. Ob. cit., p. 40.
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(15) BARRIOS DE ANGELIS, Dante. Teoría del proceso, 2ª ed., Julio César Faira editor, Buenos
Aires, 2002, p. 209.
(16) LIEBMAN, Enrico Tullio. Ob. cit., p. 162.
(17) RIVAS, Adolfo. Ob. cit., p. 42.
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El segundo párrafo del artículo 611 del CPC señala que solo se afectan
bienes y derechos de las partes vinculadas por la relación material o de sus
sucesores, en su caso. Frente a ello tenemos que señalar que tanto los bie-
nes como los derechos forman parte del patrimonio de una persona física o
jurídica, destinado no solo a la satisfacción de sus necesidades sino
a garantizar sus responsabilidades. Los derechos, que pueden ser de naturaleza
(18) PODETTI, Ramiro. Derecho Procesal Civil y Comercial, T.4, Tratado de las medidas caute-
lares, Ediar, Buenos Aires, 1956, p. 63.
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real y personal, así como los bienes que lo integran tienen que ser suscepti-
bles al tráfico jurídico del comercio entre los hombres. Es importante pre-
cisar ello porque los derechos que no reúnen estas condiciones, no forman
parte del patrimonio, aunque pertenezcan a su titular. Véase el caso de los
derechos personales, que son atribuidos a los individuos en razón a sus cua-
lidades personales y por lo tanto no trasmisibles; por ejemplo: los derechos
honoríficos o nobiliarios.
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(19) VIDAL RAMÍREZ, Jorge. El acto jurídico en el Código Civil Peruano, Cultural Cuzco S.A., Lima,
1988, p. 304.
(20) ídem.
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Lima, en el caso Cooperativa de Ahorro y Crédito Aelu con Andrés Higa Yaka
y otros (Expediente Nº 219-2005 de fecha 30 de junio de 2005) por el que
anula la resolución apelada que admite la medida cautelar en forma de se-
cuestro conservativo, por los siguientes argumentos: “la naturaleza y alcances
de la contracautela deben ser determinados por el juez al momento de dictar
la decisión cautelar, tal y como lo disciplina el tercer párrafo del precitado ar-
tículo 611 del CPC, o en todo caso, antes de su ejecución, pues de otro modo
surgirá una objetiva desprotección para el demandado o para terceros respec-
to de los perjuicios que la ejecución de la medida pueda causar en su persona
y/o patrimonio (…) en tal sentido, la resolución impugnada resulta nula por
no ajustarse al mérito del derecho, más todavía si de lo actuado no aparece
que el expediente principal haya merecido sentencia que permita ubicar al
tema analizado dentro de la inexigibilidad de ofrecimiento de contracautela
que refiere el artículo 615 del CPC”.
La contracautela opera como una garantía por la realización de la medi-
da cautelar. Se funda en el principio de igualdad, pues no solo se debe pre-
tender asegurar al actor un derecho no actuado, en atención a la verosimili-
tud y el peligro en la demora, sino que también debe preverse la posibilidad
de asegurar al demandado la efectividad del resarcimiento de los daños,
generado por la medida cautelar. Como señala Coniglio(22), la contracau-
tela tiene una gran aplicación en las providencias cautelares, “como el solo
medio que pueda servir para asegurar preventivamente, el eventualmente
crédito de resarcimiento, de aquellos daños que podrían resultar de la eje-
cución de la medida provisoria, si en el proceso definitivo se revela como
infundada. De allí que se pueda hablar con propiedad de una condición im-
puesta por el juez para conseguir la providencia cautelar”.
Como la medida cautelar nace para una función asegurativa, ella pue-
de cumplir satisfactoriamente con su objetivo o puede ser inútil y provo-
car perjuicio. El carácter contingente participa del riesgo. Si no se ampara
la demanda, hay la obligación de indemnizar al perjudicado con la ejecu-
ción, de ahí que el artículo 621 del CPC señale: “si se declara infundada
una demanda cuya pretensión estuvo asegurada con medida cautelar, el
titular de esta pagará las costas y costos del proceso cautelar, una multa no
mayor de 10 URP y, a pedido de parte, podrá ser condenado también a in-
demnizar los daños y perjuicios ocasionados”.
(22) CONIGLIO, Antonio. Il sequestro giudiziario e conservativo, 3ª ed., Ed. Giuffré, Milán,
1949, p. 11, citado por PODETTI, Ramiro. Ob. cit., pp. 63-64.
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(23) Monroy PALACIOS, Juan. “Una interpretación errónea: a mayor verosimilitud, menor
caución y viceversa”, en: Revista Peruana de Derecho Procesal, Lima, 2005, p. 243.
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(24) Ídem.
(25) Monroy PALACIOS Juan. La tutela procesal de los derechos, Palestra, Lima, 2004. p. 263.
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Frente a esta posición, la nueva redacción del texto legal pone énfasis
en el análisis de los siguientes presupuestos para la medida cautelar: “1º la
verosimilitud del derecho invocado y 2º la necesidad de la emisión de una
decisión preventiva por constituir peligro la demora del proceso, o por cual-
quier otra razón justificable”. Debemos precisar que la adecuación no ha
sido desterrada del artículo 611 del CPC pero se le ha ubicado en otra di-
mensión, dentro del propio texto, como se puede apreciar.
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Tutela cautelar
Tutela anticipada
Nomenclatura normativa: Medida temporal sobre el fondo, medida innovativa y medida de no in-
novar.
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(27) Cláusula que deriva del latín y significa “siendo así las cosas”. Esta cláusula se reputa so-
breentendida en los tratados permanentes, y quiere decir que una convención solo sigue en
vigencia mientras el estado de cosas existente en el momento en que se concertó no sufra
modificaciones esenciales. Para otros autores, esta cláusula tiene aplicación, por principio,
en materia contractual privada, especialmente en los contratos de tracto sucesivo. Conse-
cuentemente, en la imprevisión no procede compelerse al cumplimiento de la obligación
concertada en época normal, si a la fecha de su ejecución se presentan circunstancias im-
previsibles que convierten a la prestación en excesivamente onerosa o gravosa para el obli-
gado, o, en su caso, para el acreedor. Tomado de FLORES POLO, Pedro. Diccionario de tér-
minos jurídicos, T.II, Cuzco editores, Lima, 1980, p. 388.
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4. La contracautela
La contracautela responde al principio de igualdad, ya que viene a con-
trarrestar la ausencia de la contradicción inicial que caracteriza al proceso
cautelar. La determinación del tipo y del monto de la contracautela se halla
librada al criterio judicial. Como señala el artículo 613 del CPC, “la admi-
sión de la contracautela, en cuanto a su naturaleza y monto, será decidida
por el juez quien podrá aceptar la ofrecida por el solicitante, graduarla, mo-
dificarla o, incluso, cambiarla por la que considere pertinente”.
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necesidad de hacerlas bien. “La medida cautelar junta los supuestos citados
para tener como respuesta celeridad y ponderación, pero no el hacer cosas
pronto pero mal o hacer cosas bien pero tarde. La medida cautelar tiende a
hacer pronto, dejando que el problema del bien o mal se resuelva más tar-
de, en la sentencia; por tanto, los daños ocasionados al propietario de los
bienes por una medida cautelar, pueden ser a cargo de quien la solicitó sin
derecho, pero si esos daños resultan del mal cumplimiento de la custodia
encomendada, el primer responsable será el mal custodio”. Ello no exime
que se reclame dicha indemnización al embargante y este inserte en dicho
proceso una pretensión contra el custodio responsable, bajo la figura del
aseguramiento de pretensión futura que refiere el artículo 104 del CPC.
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(29) ACOSTA, José. El proceso de revocación cautelar, Rubinzal y Culzoni editores, Santa Fe,1986,
pp. 46-47.
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depende de la apreciación del juez que sigue los parámetros propios del
proceso en concreto.
En los seguros de caución judicial siempre intervienen tres partes: el to-
mador del seguro (actor o demandado, según el caso); el asegurado o bene-
ficiario (que puede ser tanto el demandado, en el supuesto de contracautela, o
el actor, en el supuesto de sustitución de medida cautelar) y el asegurador,
la compañía de seguros.
El afianzado es normalmente el tomador de la póliza; es decir, quien la
solicita y paga a la compañía de seguros. Es quien tiene que cumplir las obli-
gaciones que estamos garantizando. El asegurado es el que tiene el interés
asegurable, pues en caso de incumplimiento por parte del afianzado, sufriría
un perjuicio. Quien es demandado judicialmente, frecuentemente ve afecta-
do su patrimonio por la traba de las medidas precautorias requeridas por el
demandante para asegurar su pretensión. En muchos casos, el afectado toma
conocimiento de la existencia de una demanda en su contra precisamente
por la traba de esa medida, situación que suele prolongarse mientras dura el
juicio. Entonces, cuando hablamos de “medidas cautelares”, nos referimos a
las seguridades que, en resguardo de sus derechos, puede solicitar quien es
parte de un proceso judicial.
A su vez, a quien se presenta ante una autoridad judicial requiriendo la
traba de una medida precautoria, las leyes procesales le exigen el otorgamien-
to de una caución por todas las costas y daños y perjuicios que pudiere ocasio-
nar en caso de haberla pedido sin derecho. Al referirnos a las “contracautelas”,
estamos hablando de la garantía que debe prestar quien ha solicitado la traba
de una medida cautelar. Estas coberturas se aplican tanto en los casos en que
el juez interviniente haya ordenado la traba de una medida cautelar, como en
aquellos en que se haya dispuesto la constitución de la contracautela.
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jurisprudencia
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algunas excepciones, como la que refiere el artículo 614 del CPC en co-
mentario, pero dicha regla no debe ser entendida como la liberación de res-
ponsabilidad civil cuando el Estado actúa como parte beneficiada con una
medida cautelar. Como se parte de la ficción sobre la capacidad económica
del Estado no se requiere que la entrega de alguna garantía real, lo que no
significa se exonere al Estado de la responsabilidad de reparar el daño que
hubiere generado la ejecución de la medida, si así fuere el caso.
consulta legal
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Respuesta:
La contracautela, conforme el artículo 613 del Código Procesal Civil, tiene por
objeto asegurar al afectado con una medida cautelar, el resarcimiento de los da-
ños y perjuicios que pueda causar su ejecución. Dicha garantía, de acuerdo con el
mismo Código puede ser real o personal, es decir, puede ser una hipoteca, pren-
da, fianza, e incluso una simple promesa de pago como lo es la caución juratoria,
siendo esta la más común y usual.
Este mismo artículo otorga en su segundo párrafo una potestad discrecional al
juez sobre la contracuatela ofrecida. En efecto, se dispone que “La admisión de la
contracautela, en cuanto a su naturaleza y monto, será decidida por el juez, quien
podrá aceptar la ofrecida por el solicitante, graduarla, modificarla o, incluso, cam-
biarla por la que considere pertinente”.
El problema está en determinar en qué momento se ejerce esta potestad discre-
cional, si al momento en que esta es ofrecida o si puede operar incluso cuando la
medida cautelar; ha sido ejecutada. Para resolver ello deben analizarse dos cues-
tiones: la finalidad de la contracautela y la naturaleza de la medida cautelar. En
relación con la primera cuestión es claro que la finalidad de la contracautela es la
protección de los intereses del demandado que sufrirá la ejecución de la medida
cautelar; se busca justamente garantizar que los daños ocurridos serán resarcidos
si es que la sentencia final determina que el demandante no tenía la razón (y ello
justamente porque la medida cautelar no implica un juicio definitivo sobre la ma-
teria controvertida). Por ello, siempre la “caución juratoria” es una contracaute-
la que nada garantiza pues el afectado con la medida no tendrá ningún referente
objetivo para asegurar su pretensión frente a los eventuales daños que ocasione
la medida. Sin embargo, la caución juratoria está expresamente reconocida como
contracautela en nuestro ordenamiento, por lo que si bien su otorgamiento es
legítimo, el juez debe analizar el caso concreto y atendiendo al grado de certeza
que le otorga los medios probatorios y las circunstancias debería aceptarla o re-
chazarla.
En relación con la naturaleza de la medida cautelar, es preciso señalar que esta
se funda en los principios de instrumentalidad, temporalidad y variabilidad. Ello
quiere decir que la medida cautelar depende de la pretensión principal, y en razón
a ella estará su existencia (se levantará si la demanda es infundada o formará parte
de la etapa satisfactiva si es fundada) y sus vicisitudes, razón por la cual a pedido
de cualquiera de las partes podrá variarse (artículo 617 del CPC).
En dicho contexto, ya es posible responder a la cuestión de cuál es el alcance de
la potestad del juez de variar la contracautela. Si la medida cautelar es variable por
naturaleza de acuerdo con las circunstancias y a pedido de cualquiera de las partes,
la contracautela también debe ser variable de acuerdo con las circunstancias y ello
implica tanto al momento de otorgarla como después de ejecutada la medida. La
cuestión es que ello debe ser solicitado por el interesado tal como sucede con la
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jurisprudencia
Por otro lado, tampoco hay una posición uniforme en relación al orden de
prelación de la medida cautelar y su posterior ampliación. Peyrano cataloga a la
ampliación como un nuevo embargo, por tanto, corre su suerte independien-
temente del que se afirma ampliado; en cambio para Rivas la ampliación del
embargo, constituye la misma medida. Según Peyrano(32) la ampliación de em-
bargos, permite entronizar un verdadero absurdo al escalonamiento de los pri-
vilegios, porque operaría ex tunc, retroactivamente. Explica, si luego del primer
embargo otros acreedores toman sus medidas cautelares, estas medidas preva-
lecen en orden de privilegio respecto a la ampliación cuestionada.
(32) PEYRANO, Jorge. “¿Ampliación de embargos?”, en: Tácticas del proceso civil, T.II, Rubinzal
y Culzoni, Santa Fe, 1983, pp. 116-117.
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