Convulsiones Febriles
Convulsiones Febriles
Convulsiones Febriles
Muy frecuente, hasta al 4% de los niños de seis meses a seis años de edad, y su incidencia máxima
es entre los 12 y 18 meses. Los niños presentan una ligera mayor predisposición a sufrir
convulsiones febriles que las niñas, con una relación estimada hombre-mujer 1,6/1.
Excelente pronóstico, son benignas.
Determinar y descartar un posible origen secundario de la convulsión.
“Convulsión febril”, sólo está indicado usar algún anticonvulsivante cuando la ansiedad de los
padres es muy importante.
Simples o típicas (representan el 90% de las mismas, son generalizadas, simétricas y únicas, y de
una duración inferior a los 15 minutos), no está recomendado el tratamiento preventivo.
Convulsión febril se define como aquella convulsión que aparece durante un episodio febril en un
niño previamente sano que no están padeciendo problemas agudos neurológicos, metabólicos ni
tóxicos y que no tienen antecedentes de alteraciones del desarrollo ni de haber sufrido
convulsiones previamente.
Causas de las convulsiones febriles no están identificadas.
Durante la fiebre se liberan mediadores químicos como la Interleuquina 1 (IL-1), que actúan como
factores preconvulsivantes en personas susceptibles así como cambios en los canales iónicos y en el
ph sanguíneo.
Otras teorías involucran diferentes agentes infecciosos virales, como el virus herpes simple número
6 (HVS-6)6,7 o bien el antecedente de la aplicación de vacunas como triple bacteriana (difteria,
tétanos, pertussis o DPT) y/o triple viral (sarampión, rubeóla, paperas)
La genética también intenta acercar respuestas. Entre el 10 y el 20% de los familiares de primer
grado de estos pacientes han tenido convulsiones febriles en la infancia. Puede transmitirse en
forma autosómica dominante. Otras, malformaciones que generan lesiones escleróticas en
hipocampo.
SIMPLES GENERALIZADAS
Generalizadas Focales
Únicas Múltiples
Menos de 15 minutos Más de 15 min
Sin neuropatía previa Con neuropatía previa
La mayoría de las veces lo hace en su primer día de enfermedad, pudiendo ser la convulsión la
primera manifestación de la enfermedad febril.
Un período posictal de unos pocos minutos es común, pero puede durar tanto como un par de
horas. Si el período posictal es más de una hora o si los niños tienen hallazgos focales (p. ej.,
movimiento disminuido en un lado) durante este período, es importante evaluar de inmediato para
un trastorno agudo subyacente del sistema nervioso central.
Los pacientes que convulsivan a una menor temperatura tienen mayor más riesgo de racaída.
Las convulsiones que aparecen después del segundo día de enfermedad, aumentan la sospecha del
origen secundario.
Se deberá recabar datos del cuadro actual para caracterizar el tipo de convulsión febril, así como
antecedentes personales y familiares de convulsiones y de patología neurológica.
CLINICA
Diferenciar el cuadro actual de los temblores que puede generar cualquier cuadro febril o la
pirogenemia. En estos últimos se activan músculos de los miembros y maseteros en forma
simétrica, pero raramente se incluyen músculos faciales o respiratorios
La somnolencia prolongada no es típica de las CFS y debería hacernos sospechar otra etiología
(meningitis, patología estructural cerebral…) o en el inicio de un estatus epiléptico. Del mismo
modo, la persistencia de la desviación ocular y mantener los ojos abiertos es un signo clínico
sugestivo de persistencia de actividad convulsiva.
Patologías que generan vómitos intensos, diarrea copiosa o alteraciones del balance hidro-mineral
pueden provocar convulsiones por cambios en el metabolismo del sodio, del potasio y del estado
ácido-base.
Las infecciones del sistema nervioso central, meningitis y encefalitis, se presentan con fiebre y
pueden dar convulsiones.
DIAGNÓSTICO
Las convulsiones que se producen con la fiebre en niños que han sufrido previamente una convulsión no
febril, se excluyen de esta definición.
Punción lumbar:
- Cuando haya signos meníngeos o síntomas u otras características clínicas que
sugieran una posible meningitis o infección intracraneal.
- En niños entre los 6 y 12 meses, si el estado de vacunación para Haemophilus
influenzae tipo b, o Streptococcus pneumoniae no se conoce o está incompleto.
- Cuando el paciente está tomando antibióticos, porque puede enmascarar los signos y
síntomas de la meningitis.
- Casos de CF que se producen en el segundo día de la enfermedad o en los casos de
estatus epiléptico, en los que se recomienda la administración precoz de antibióticos
parenterales y realizar la PL cuando sea posible.
- En el caso de convulsiones complejas, focales, recurrentes o con alteraciones de
conciencia o déficit neurológico postictal prolongados, la indicación de PL es más
rigurosa, aunque discutible en el caso de que haya un foco claro de la fiebre y no
haya signos de afectación meníngea o encefálica.
Determinaciones séricas de glucosa, sodio, calcio, magnesio y fósforo, y pruebas de
funcionalidad hepática y renal:
- Para descartar trastornos metabólicos especialmente si hay antecedentes recientes
de vómitos, diarrea o alteración de la ingesta de líquidos, se observan signos de
deshidratación o edema o se produce una convulsión febril compleja.
Electroencefalograma:
- No es de utilidad para diagnóstico ni predice riesgo de epilepsia, no se recomienda
después de una primera convulsión febril simple en niños con un examen
neurológico normal.
- Se realiza si las convulsiones febriles tienen características focales o son recurrentes.
TRATAMIENTO
Los antipiréticos no parecen reducir el riesgo de CF. Ante la presencia de un niño con una convulsión febril,
que lleva más de cinco minutos, se debe iniciar tratamiento anticonvulsivante. Después de asegurar la vía
aérea y la hemodinamia se puede administrar 0,05 a 0,1 mg/kg de lorazepam por vía intravenosa,
pudiendo usarse una segunda dosis si la convulsión persiste.