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4 La Cueva de La Vida

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Cuarto Nivel de Progresión

Competencias Sociemocionales Octavo, Noveno y Décimo Años de EGB

Actividad:
La cueva de la vida
Dimensión de trabajo: Autoconocimiento

1 Objetivo:
Desarrollar habilidades para una comunicación afectiva y empática.

2 Materiales:
Hojas de papel y lápiz

3 Tiempo:
30 minutos

4 Participantes:
• Estudiantes
• Docente o profesional del DECE

5 Descripción:
• Cuente la historia “La cueva de la vida”, que se encuentra a continuación de esta actividad.
• • Entregue un papel a cada estudiante.
• Pida que redacten individualmente tres notas anónimas (sin poner su nombre ni el de otra perso-
na) que sean positivas y que sirvan para brindar aliento. Haga que cada estudiante entregue sus
notas a dos personas de forma aleatoria (si una persona ya tiene tres notas, que se la entreguen
a alguien más). Recalque que el mensaje debe ser positivo, de aliento.
• Cada estudiante debe hacer llegar sus mensajes sea directamente o valiéndose de alguien más
para la entrega.
• Solicite que lean los mensajes recibidos.
• Reflexionen y comenten:
• ¿Cómo se sintieron al recibir esos mensajes?
• ¿Qué se llevan de los mensajes recibidos?
• ¿Cómo se sentiría una persona que no recibió ningún mensaje?

6 Cierre y reflexión:
Siempre las palabras de aliento reconfortan y provocan reacciones positivas. Sin embargo, las pala-
bras también pueden causar heridas emocionales. Por tanto, es preciso cultivar la palabra amorosa
y empática. Al enviar un mensaje positivo, se demuestra que se tienen la capacidad de dar algo
bueno y eso en algún momento retornará a cada persona.

7 Reto:
Promueva en el grupo la toma de conciencia sobre la necesidad de una comunicación afectiva y
empática.
Cuarto Nivel de Progresión
Competencias Sociemocionales Octavo, Noveno y Décimo Años de EGB

La cueva de la vida
Un padre y su hijo fueron de vacaciones a un lugar donde existen unas cuevas enormes. Al
entrar en una de ellas, el hijo quería demostrar a su padre que sabía muchas cosas y empezó
a gritar palabras ofensivas, como “Te odio, desgraciado”, y otras parecidas. Estas se iban repi-
tiendo dentro de la cueva por el eco.
Entonces el hijo llamó la atención de su padre y le dijo: “¿Escuchas eso, papá? Ese es el eco”.
Su padre, en cambio, empezó a gritar palabras hermosas: “Te quiero, te amo” y otras así. Y le
dijo a su hijo: “No es el eco, hijo. Es la vida”.
Efectivamente, todo lo que se dice o se hace regresa hacia la persona. Si se dicen palabras
positivas, se nos dirigirán con palabras positivas, pero también si se manifiestan ofensas,
groserías, las demás personas se nos dirigirán de igual manera.

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