Diagnóstico de Las Amenazas A Los PIACI en El Complejo Purus
Diagnóstico de Las Amenazas A Los PIACI en El Complejo Purus
Diagnóstico de Las Amenazas A Los PIACI en El Complejo Purus
01 RESUMEN 4
02 INTRODUCCIÓN 9
9
Aspectos generales
10
Métodos 10
Organización del informe
03 RESULTADOS 11
04 RECOMENDACIONES 48
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Resumen
El presente informe es un diagnóstico sobre las amenazas que afectan a las cuencas de los ríos
Yurúa, Inuya, Sepahua y Purús, una amplia región de bosques tropicales en la zona fronteriza de
Perú con Brasil. Esta zona constituye la parte norte del Paisaje Purús – Manu, un complejo de
áreas protegidas y territorios indígenas que cubre más de 10 millones de hectáreas y alberga una
de las mayores poblaciones de Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario y Contacto Inicial
(PIACI) del mundo. Estas cuencas son el acceso a importantes áreas protegidas como el Parque
Nacional Alto Purús y a tres Reservas Indígenas que albergan PIACI (Murunahua, Mashco Piro y
Kugapakori, Nahua, Nanti y otros). Además, son el hogar de numerosas comunidades de los
pueblos indígenas Ashéninka, Asháninka, Yine, Yaminahua, Amahuaca, entre otros.
En los últimos cinco años, los PIACI se han visto fuertemente amenazadas por actividades ilegales
que han invadido sus territorios. Durante la pandemia COVID-19, las medidas de inmovilización
redujeron la presencia de las agencias del Estado y facilitaron el aumento de las actividades
ilegales que vieron una oportunidad para expandirse.
Colones migrantes
Reserva Indígena Murunahua (Decreto Cocaleros
Supremo Nº007-2016-MC) Expansión agropecuaria
Río Inuya Reserva Indígena Mashco Piro (Decreto Tala Ilegal
Supremo Nº007-2016-MC) Caminos forestales
Explotación de hidrocarburos
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Mapa 1. Este informe incluye amenazas en cuatro cuencas en la parte norte del Paisaje Purús – Manu, un complejo de
áreas protegidas y territorios indígena alberga una de las mayores poblaciones de PIACI en el mundo.
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La principal amenaza en la cuenca del río Yurúa, por su impacto en la vida de las comunidades
nativas y los PIACI que la habitan, es la carretera ilegal que conecta la localidad de Nueva Italia
en el río Ucayali con la localidad de Puerto Breu en la frontera con Brasil. La construcción de esta
carretera se lleva a cabo de manera informal y clandestina y es financiada por madereros y
comerciantes que tienen intereses en los recursos forestales de la región y el acceso a nuevas
tierras para colonizar. La escaza presencia del Estado para vigilar y fiscalizar el uso de recursos,
así como, la dificultad del acceso a esta zona ubicada a gran distancia de los centros urbanos, son
condiciones que han favorecido la expansión de actividades ilegales e ilícitas como el
narcotráfico. Esta carretera facilita la invasión de las tierras y la explotación maderera del
territorio de las comunidades nativas del Yurúa, causando estragos en el bosque, conflictos socio
ambientales y la desarticulación social. Si la carretera se consolida, se convertirá en una seria
amenaza a la integridad del ecosistema boscoso, la biodiversidad y los recursos naturales que
alberga, así como, a los medios de vida de las comunidades nativas, y de manera particular, puede
traer efectos negativos sobre los PIACI.
La parte alta de la cuenca del río Yurúa es una importante área de tránsito y subsistencia de los
PIACI en el entorno de la Reserva Indígena Murunahua. Existen conflictos esporádicos entre los
PIACI y los pobladores locales que suelen reaccionar con temor frente a su presencia lo que los
insta a evitar el contacto o, por el contrario, responder violentamente a lo que consideren
agresiones directas. La incursión de foráneos a estas zonas pone en grave peligro a los PIACI y la
biodiversidad que albergan los bosques que se encuentran en un buen estado de conservación. Es
justamente la abundancia de recursos lo que despierta el interés de los foráneos que buscan
acceder a esta zona.
La parte alta de la cuenca del río Yurúa es una importante área de tránsito y subsistencia de los
PIACI en el entorno de la Reserva Indígena Murunahua. Existen conflictos esporádicos entre los
PIACI y los pobladores locales que suelen reaccionar con temor frente a su presencia lo que los
insta a evitar el contacto o, por el contrario, responder violentamente a lo que consideren
agresiones directas. La incursión de foráneos a estas zonas pone en grave peligro a los PIACI y la
biodiversidad que albergan los bosques que se encuentran en un buen estado de conservación. Es
justamente la abundancia de recursos lo que despierta el interés de los foráneos que buscan
acceder a esta zona.
La cercanía de la cuenca del rio Inuya con la capital provincial de Atalaya hace que la presión por
extraer recursos naturales tenga mayor intensidad en esta zona. Al igual que en las otras cuencas
exploradas, en esta zona existen bosques bien conservados y las poblaciones indígenas asentadas
allí hacen uso de la diversidad de recursos que encuentran.
La migración de campesinos de otras regiones hacia las cabeceras del rio Inuya representa una
seria amenaza para la población de comunidades nativas y los PIACI en las reservas indígenas
Murunahua y Mashco Piro. Los migrantes buscan asentarse en esta zona invadiendo el territorio
de comunidades indígenas y PIACI y han sido asociados al incremento de los cultivos de coca en
la zona. Para ello, suelen formar asociaciones de agricultores que cuentan con la asesoría de
personas que promueven este tipo de colonización. Sus asentamientos han afectado tierras del
Estado, concesiones forestales, y el territorio de comunidades nativas porque las áreas que
ocupan son, generalmente, espacios destinados a la titulación o ampliación de territorios de las
comunidades nativas que viven en la zona por mucho tiempo. Este incluye la titulación de
indígenas en situación de contacto inicial que se muestran más vulnerables y en desventaja para
ver atendido su derecho al territorio. A diferencia de la lentitud con que avanzan los procesos de
ampliación y titulación de comunidades nativas, los trámites para el reconocimiento de derechos
para la titulación de tierras a favor de estos grupos de migrantes gozan de mayor agilidad en su
atención.
Las actividades extractivas están ejerciendo una fuerte presión sobre los bosques de esta cuenca.
El aumento de la agricultura y la ganadería está elevando los índices de la deforestación. Hay
extracción maderera que no está siendo apropiadamente supervisada en desmedro de los
recursos del bosque y del bienestar local. Del mismo modo, la caza y pesca comercial, tanto por
parte de los foráneos como por miembros de la población local, se ve incrementada para
satisfacer la demanda de la creciente población en la ciudad de Atalaya.
A diferencia de la cuenca del río Inuya, la cuenca del río Sepahua cuenta con la presencia de la
capital distrital en la desembocadura del rio con el río Urubamba. Sepahua es un pueblo con gran
actividad comercial que en los últimos 20 años ha recibido la influencia del proyecto Camisea, un
proyecto gasífero ubicado aguas arriba del rio Sepahua. La actividad hidrocarburo ha dinamizado
la economía local y ha cambiado las estructuras sociales tradicionales. La localidad de Sepahua
impone una dinámica particular y una presión permanente sobre los recursos naturales de esta
cuenca.
Desde el año 2017 esta cuenca viene cambiando su paisaje de manera notable. Por un lado, la
actividad forestal incrementa el uso de motosierras, tractores y aserraderos dentro de los
bosques, para la tumba, corta y arrastre de los árboles, abre carreteras, y ahuyenta la fauna que
también explota. De ese modo, se producen cambios drásticos en el ecosistema boscoso.
Adicionalmente, los asentamientos de migrantes andinos aceleran procesos de colonización que
son asociados al incremento de cultivos ilícitos que alimentan el narcotráfico.
Subiendo por el río Sepahua ahora se observa varios asentamientos con áreas deforestadas por la
apertura de chacras para el cultivo agrícola y pastos para la ganadería en lo que hasta hace poco
era un paisaje en buen estado de conservación. Una red de varaderos utilizados por los indígenas
conecta la parte alta del rio Sepahua con la parte alta de los ríos Las Piedras y Purús en el Parque
Nacional Alto Purús y con las reservas indígenas Mashco – Piro y Kugapakori, Nahua, Nanti y
Otros.
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Los varaderos son utilizados para las visitas entre indígenas de diferentes zonas y son también
rutas de tránsito de los PIACI. En los últimos años, también están siendo utilizados para el tráfico
de drogas, poniendo en riesgo la seguridad y tranquilidad de los pobladores locales y los PIACI.
Foto 1. Las cabeceras del rio Inuya, cerca de la Reserva Indígena Murunahua para PIACI.
La parte alta del rio Purús es una de las zonas con mayor población de PIACI en el mundo. En esta
zona se superponen la Reserva Indígena Mashco Piro y el Parque Nacional Alto Purús. Esta
aparente doble protección por parte del Estado no es garantía para la protección efectiva de los
PIACI y el ecosistema de esta zona. La incursión de foráneos, taladores ilegales y la presencia del
narcotráfico pone en evidencia las serias amenazas que afectan al frágil ecosistema y el refugio
de los PIACI en el Alto Purús.
Al igual que el rio Yurúa, el rio Purús conecta el territorio fronterizo de Perú con Brasil sin
conexión terrestre hacia el interior del departamento de Ucayali. No obstante, este no es un
obstáculo para la ruta del narcotráfico de Perú hacia Brasil. Esta actividad ilícita se configura en
una seria amenaza para los PIACI que transitan en las cabeceras del rio Purús. De hecho, en la
investigación del asesinato de una familia de la etnia Mastanahua en contacto inicial en 2020 no
se descarta la asociación de este hecho violento con la presencia del narcotráfico.
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Existen varias comunidades nativas adyacentes a la Reserva Indígena Mashco Piro que sirven de
barrera para la incursión de esta área desde Brasil. Sin embargo, las actividades extractivas como
la tala ilegal o la caza furtiva afectan tanto a los indígenas de estas comunidades como a los
PIACI que se encuentran rio arriba.
Introducción
El propósito de este diagnóstico es visibilizar las amenazas que ponen en riesgo a las
comunidades nativas y a los PIACI de las cuencas de los ríos Inuya, Sepahua, Yurúa y Purús
incluyendo sus cabeceras adentro el Parque Nacional Alto Purús y las reservas indígenas
Murunahua, Mashco Piro y Kugapakori, Nahua, Nanti y Otros. Se quiere informar y crear
conciencia en autoridades, instituciones y los diversos actores involucrados, y generar un
documento que sirva de apoyo para plantear estrategias para afrontar las amenazas y promover
la protección de los bosques y los habitantes de esta región.
Aspectos generales
Las cabeceras de las cuencas de los ríos Inuya, Sepahua, Yurúa y Purús mantienen áreas de
bosque prístino, bien conservado y protegido que brinda importantes servicios ecosistémicos y
medios de vida a las comunidades nativas y la población en esta región y además es el hogar de
los PIACI. Los recursos naturales de estos bosques son codiciados por diversos actores que buscan
articularse de manera legal o ilegal a la economía nacional en sectores activos como el forestal,
ganadero, agrícola, o a través de actividades clandestinas e ilícitas como el tráfico de tierras o el
narcotráfico, que en conjunto ejercen una gran y continua presión sobre los bosques de estas
cuencas.
La zona donde se desplazan los PIACI se encuentra parcialmente protegida por el Estado peruano
a través de la Reserva Indígena Murunahua y la Reserva Kugapakori, Nahua, Nanti y Otros en las
cabeceras de los ríos Yurúa, Inuya y Sepahua y la Reserva Indígena Mashco Piro en las cabeceras
de los ríos Cujar y Curiuja que forman el río Purús y que cruza el Parque Nacional Alto Purús. El
Ministerio de Cultura (MINCUL) y el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado
(SERNANP) hacen denodados esfuerzos para la protección de estas áreas y la vida de los PIACI
que se ven limitados por la falta de capacidad logística y personal permanente en la zona. Otras
instituciones gubernamentales y no gubernamentales, como UAC, promueven los programas de
custodios forestales y de vigilancia comunitaria para proteger los bosques. La vigilancia
comunitaria la realizan, mayormente, grupos integrados por miembros de comunidades indígenas
que ejercen acciones de control y monitoreo, por ello, requieren de capacitación, y capacidad
operativa y logística para cumplir sus funciones.
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Las reservas indígenas para los PIACI y las áreas naturales protegidas, como el Parque Nacional
Alto Purús, son de suma importancia para su protección porque son áreas por donde se desplazan
y establecen asentamientos. Es importante consolidar la protección de estas áreas y su entorno,
regulando las actividades extractivas y la colonización de asentamientos humanos. La existencia
de gente deforestando áreas de cabeceras de ríos y quebradas en esta región, constituye una
amenaza a zonas muy sensibles en donde habitan los PIACI.
Los PIACI corren grave peligro, incluso de muerte. Por su vulnerabilidad inmunitaria pueden verse
afectados por las enfermedades que se adquieran en el contacto con la población de
comunidades nativas o caseríos de colonos. Además, el temor y desconocimiento sobre los PIACI y
el manejo de los encuentros con estos pueden provocar reacciones violentas ante su presencia.
Métodos
Para la elaboración de este informe se utilizaron los datos recogidos en varios viajes de campo de
los miembros del equipo de UAC entre 2022 y 2023 en las cuencas de los ríos Yurúa, Inuya y
Sepahua. La información recogida sobre la cuenca del río Purús se obtuvo a partir de entrevistas
con la población local, guardaparques y dirigentes del Parque Nacional Alto Purús, y el análisis de
imágenes satelitales. Además, se han realizado entrevistas formales e informales a las
autoridades de gobiernos locales y funcionarios del sector forestal, cultura y medio ambiente que
conocen y son parte de las dinámicas que afectan la cuenca de los ríos Yurúa, Inuya, Sepahua y
Purús. También, a guardaparques y pobladores locales cuyas observaciones se complementan con
las que han realizado los miembros del equipo de UAC que viajan frecuentemente a la zona y
tienen una larga experiencia de trabajo en proyectos de conservación y la vigilancia y monitoreo
en esta región.
Así mismo, se han utilizado reportes previos elaborados por el equipo de UAC que se alimentan
del trabajo realizado por los comités de vigilancia comunitarios a los que acompaña y apoya. De
esa manera, la información utilizada para la elaboración de este diagnóstico también recoge los
datos levantados durante los patrullajes de los comités de vigilancia que, entre otras labores,
identifica y registra alertas de deforestación con el uso de equipos GPS y drones.
El informe presenta los resultados sobre las amenazas identificadas, cuenca por cuenca,
clasificando el tipo de amenaza y su asociación con un ecosistema protegido por el Estado o el
territorio de las poblaciones locales que son afectadas, en particular las comunidades nativas y
los PIACI. Para una mejor comprensión de la problemática se describen algunos casos que
evidencian como estas amenazas, sean actividades agropecuarias, invasiones de colonos
migrantes o actividades ilícitas asociadas al narcotráfico, afectan a cada cuenca de manera
particular.
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Resultados
El río Yurúa es una de las cinco cuencas más importantes de la red hidrográfica del departamento
de Ucayali. Este río no articula con el rio Ucayali y se une al Amazonas en territorio brasileño. El
río Yurúa es un río de llano inundando, con muchos tributarios y lagunas meándricas, donde el
nivel de agua varia considerablemente (aproximadamente 10 metros) entre vaciante y creciente.
El río Yurúa se forma a partir de la confluencia de los ríos Torolluc y Piquiyacu. Desde este punto
hasta la zona de confluencia del río Breu en la frontera con Brasil, la longitud total del río es de
308 km y alcanza a tener entre 80 y 100 metros de ancho.
Yurúa es un distrito de la provincia de Atalaya que colinda con la frontera con Brasil. Su capital,
Puerto Breu, es la sede político-administrativa del gobierno peruano en la zona y centro del
movimiento comercial. Puerto Breu cuenta con un local para el gobierno municipal con presencia
permanente de representantes de la superintendencia nacional de migraciones, el sector salud, el
sector educación y una oficina del Servicio de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP) del
Ministerio del Ambiente. También cuenta la presencia permanente de miembros de la Policía
Nacional del Perú y el Ejército Peruano.
El poblado de Puerto Breu cuenta con alrededor de 1,200 habitantes, muchos de ellos mestizos
trabajando en los diversos servicios locales y puestos de funcionarios públicos, y una mayoría de
indígenas provenientes de las comunidades nativas. Puerto Breu cuenta con un servicio de
energía eléctrica por horas, desde las 6 a 10 pm, con servicio de agua y desagüe restringidos, y
con calles de tierra sin afirmar que impiden la circulación cuando llueve.
El acceso a Puerto Breu se da principalmente por vía aérea usando un pequeño aeródromo con
pista de aterrizaje de tierra para avionetas de poco tonelaje. El abastecimiento y el movimiento
de personas se da por esta vía con avionetas de ocho a doce personas que constantemente
brindan servicio hacia la ciudad de Pucallpa. Cuando hay lluvias, el acceso se interrumpe debido a
que la pista se convierte en un fango que impide el aterrizaje de cualquier avioneta. En invierno,
cuando llueve más, es común que pase una semana a diez días sin que ingresen vuelos,
generando desabastecimiento de productos y acumulación de personas que desean viajar. Debido
a esto, no se puede contar con un cronograma fijo de vuelos.
La interrupción del ingreso de avionetas y el alto costo del flete aéreo que encarece los productos
básicos genera un descontento local que es aprovechado por los promotores de la carretera para
promover el apoyo de la población a los proyectos que buscan concretar su consolidación. El
debate alrededor de la carretera presenta diferentes posiciones en las que los indígenas han
mostrado iniciativa para alertar sobre sus peligros, no obstante, reconocen que hay problema de
conexión con los mercados de productos y servicios que no están a su alcance.
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Mapa 2. La cuenca Yurúa y el trazo de la carretera ilegal Nuevo Italia – Puerto Breu que une las cuencas de los ríos
Ucayali y Yurúa.
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Esta carretera abierta ilegalmente se extiende desde la localidad de Nueva Italia ubicada en la
margen derecha del río Ucayali hacia el distrito de Yurúa y la frontera con Brasil. Esta vía
constituye una gran amenaza para la integridad del bosque y sus recursos, las comunidades
nativas asentadas en la región y los PIACI que transitan por el área, en la Reserva Indígena
Murunahua, la Reserva Indígena Mashco Piro, y el Parque Nacional Alto Purús. La llamada
“carretera UC-105”, es mantenida por los madereros que la utilizan para la extracción de madera,
y por colonos migrantes que usualmente llegan desde el oriente en dirección de Atalaya. Un
riesgo adicional que genera la presencia de esta carretera es la invasión de tierras y el
establecimiento de cultivos ilícitos para el narcotráfico.
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La carretera que inicia en Nuevo Italia y se dirige hacia Puerto Breu, es vista como una extensión
de la carretera Satipo – Atalaya. Se ha observado la llegada de cocaleros quienes ven en esta
carretera la oportunidad de acceder a terrenos “libres”. Esto está generando conflictos con las
comunidades nativas que habitan la zona. Por otro lado, algunos jefes de comunidades nativas
dan acceso a los cocaleros a sus terrenos comunales a cambio de pagos, sin considerar que estos
tratos pueden promover procesos de deforestación en sus propias comunidades y comprometer a
sus miembros con una actividad ilegal. Según un funcionario local “todo es ilegal y en base a
arreglos ocultos y bajo la mesa”.
Foto 3. En los últimos cinco años, el asentamiento de Nuevo Italia ha crecido y es un gran centro de acopio de madera
procedente de la nueva carretera ilegal (mayo 2023).
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Fotos 5 y 6. Imágenes satelitales muestran los impactos de la carretera ilegal Nueva Italia – Puerto Breu sobre la
integridad del bosque.
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Esta carretera está facilitando la presencia de madereros ilegales que llegan a esta zona para
extraer madera de las comunidades nativas. Los madereros proponen contratos desiguales a jefes
comunales para extraer madera de sus bosques a cambio de dádivas y dinero que es gestionado
de manera poco transparente. Una muestra de cómo esta actividad se asocia a la carretera ilegal
ha sido registrada por el Comité de Vigilancia Comunitaria (CVC) de la comunidad nativa Sawawo
- Hito 40. En el mes de agosto de 2021 el CVC de Sawawo confirmó que la punta de la carretera
UC-105 (Nueva Italia-Puerto Breu) ya estaba aproximadamente a 11,3 km de la frontera con
Brasil, en la cabecera del río Amonia, amenazando incluso la soberanía nacional brasileña. El CVC
de Sawawo verificó las acciones ilegales de los madereros durante una expedición por el río
Amonia, registrando datos sobre el número de máquinas, los propietarios y responsables y la
presencia de operarios y trabajadores que enviaron.
Este camino ilegal amenaza a más de 30 comunidades indígenas de Brasil y Perú, en las regiones
de Ucayali, Alto Tamaya, Alto Yurúa (Perú) y Alto Juruá (Brasil), incluyendo a los PIACI que viven
en la comunidad nativa Nueva Victoria, a quienes han convencido sobre los supuestos beneficios
de trabajar madera. Algunas comunidades nativas colindantes a la Reserva Indígena Murunahua
tienen interés de trabajar madera y permitir el ingreso de madereros y maquinarias a sus
territorios. Esto pone en grave riesgo la intangibilidad de la Reserva Indígena Murunahua, a la
población PIACI, y la seguridad territorial de las comunidades nativas de la cuenca del río Yurúa.
Foto 7. Tractores forestales retenidos en la comunidad nativa Sawawo Hito-40, responsables de aperturar y mantener la
carretera ilegal Nueva Italia – Puerto Breu.
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La Reserva Indígena Murunahua es colindante con la comunidad nativa Dulce Gloria en el Alto
Yurúa, y con las comunidades de Paititi y Nueva Luz de Arara por el río Huacapishtea. También,
estas comunidades se encuentran en la Zona de Amortiguamiento del Parque Nacional Alto
Purús. Algunos líderes de las comunidades nativas colindantes a la Reserva tienen reparos con la
forma en que el Ministerio de Cultura gestiona la protección de los PIACI en este lugar.
Existe incomodidad por la política de intangibilidad del área que afecta las actividades de
vigilancia en el bosque que realizan los comités de vigilancia comunitaria. Aunque, estas medidas
son necesarias para la protección de los PIACI parecen ser insuficientes para establecer una
estrategia de protección efectiva a esta población ya que dificulta generar información útil para
la gestión de esta área. Las quejas de los comuneros van en esta misma dirección, se muestran
preocupados por las restricciones al acceso a los recursos naturales que son de su interés. Esta
situación exige un mayor trabajo de concientización y difusión que debería ser atendido por el
Ministerio de Cultura, algo que es reclamado por los comuneros, como se recogió del comentario
de un comunero de Dulce Gloria. El comunero manifestaba que el MINCUL prohíbe el ingreso a la
reserva, pero, no realizan actividades de capacitación en las comunidades sobre el tema PIACI.
Con ello se hace notar la ausencia de una estrategia efectiva de comunicación para informar
sobre sus actividades y los resultados de su trabajo en la protección de los PIACI y el rol de las
comunidades locales.
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En la comunidad nativa Dulce Gloria del río Yurúa existe un puesto de vigilancia del MINCUL,
desde donde se controla y registra la llegada de gente al lugar. Sin embargo, los Agentes de
Protección del MINCUL no están facultados para intervenir actividades ilegales en la reserva,
debido a que no cuentan con un Procedimiento Administrativo Sancionador (PAS), por esa razón
su personal ha tenido que involucrar al personal de SERNANP en sus salidas, para tener el
respaldo institucional y legal en caso de intervenciones. En la actualidad, desde abril de 2022, no
hay Agentes de Protección del MINCUL atendiendo el puesto que se encuentra abandonado.
Hay personas que se afanan en negar la existencia de PIACI en la zona, sobre todo aquellos que
están a favor de la construcción de la carretera Puerto Italia – Breu por el interés que hay sobre
los recursos en la zona, especialmente las maderas. No obstante, los miembros de las
comunidades adyacentes a la Reserva Murunahua, como la comunidad Dulce Gloria, han podido
registrar la presencia de los PIACI en reiteradas ocasiones que se presentaron durante patrullajes
de monitoreo y viajes rio arriba o sus actividades de caza y pesca. En expediciones pasadas por el
rio Alto Yurúa se encontraron evidencias y restos materiales de estos grupos en esta zona. Así se
tiene que, en enero del 2013, se encontraron evidencias de una trocha donde habían “masapotes”
(chozas precarias) que habrían sido hace poco fabricados, probablemente, por indígenas Mashco
Piros. En octubre del 2015 se observó un campamento en la orilla del rio Alto Yurúa, más
recientemente, en noviembre del 2022, un comunero vio huellas frescas, aparentemente de
indígenas Mashco Piro, cerca el rio Yurua.
Los comuneros de Dulce Gloria son actores muy importantes para la protección de los PIACI en la
Reserva Murunahua. Ellos han respetado la Reserva por varios años evitando cruzar los límites.
Sin embargo, otros foráneos sí lo hacen desatando la frustración por la vigilancia al interior de la
Reserva. En ese sentido, algunos comuneros de Dulce Gloria se muestran críticos por la ausencia
de acciones de control y fiscalización del MINCUL sobre las actividades ilegales que afectan la
Reserva.
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En los años 90, un grupo de indígenas Chitonahua, un sub-grupo Yaminahua, se asentaron en el río
Yurúa luego de dejar su vida nómada en la Reserva Murunahua. Actualmente, viven en una
extensión pequeña del territorio que pertenece a la comunidad nativa Nueva Victoria, del pueblo
Ashéninka. Los Chitonahua son reconocidos como una comunidad anexa a Nueva Victoria con el
estatus de Población Indígena en Situación de Contacto Inicial (PICI). Los Chitonahua tienen
conocimiento que el MINCUL es el ente responsable de ayudarlos, asistirlos, dar seguimiento a lo
que les sucede, sin embargo, según ellos, no reciben la atención del Estado que esperan, no
cuenta con servicios básicos, como una escuela o un botiquín con medicinas o la asistencia de un
promotor de salud.
Estas personas visitan Puerto Breu constantemente sobre todo para solicitar apoyo a las
autoridades locales y a particulares para cubrir diversas necesidades. También, buscan adquirir
algunos alimentos de primera necesidad con el dinero que consiguen de la venta de gallinas o de
su producción de plátano y yuca. Al ser iletrados, son engañados en los pagos porque no dominan
las medidas de valor monetario que se utiliza en el comercio mercantil. Con frecuencia viajan al
garete desde su comunidad hasta Puerto Breu, en dónde buscan apoyo de gasolina a diversas
instituciones locales para poder regresar. Visitan con frecuencia el puesto de salud de Breu,
generalmente, llevando a niños o adultos que necesitan ser atendidos de emergencia.
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Foto 9. Cándida, un miembro del pueblo Chitonahua en contacto inicial en el rio Yurúa.
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En los últimos ocho a diez años, Atalaya ha tenido un crecimiento vertiginoso de su población,
sobre todo debido a la llegada de la carretera que la conecta con la provincia de Satipo en el
departamento de Junín. Esta carretera facilita la llegada masiva de migrantes andinos que se
establecen en Atalaya para realizar diversas actividades económicas, que incluyen el comercio e
intercambio de bienes y servicios, la extracción de madera, la actividad agrícola, actividades
extractivas como caza y pesca, así como también actividades ilegales como el cultivo de coca, el
narcotráfico, el tráfico de tierras, entre otros. Esta dinámica a la que está sujeta Atalaya genera
gran influencia negativa para el bosque de la región, siendo el río Inuya y el río Sepahua unas
cuencas muy afectadas por esta tendencia.
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ntre los problemas más álgidos en la región se tiene la colonización de migrantes andinos sobre
áreas que han sido otorgadas a terceros en concesiones forestales o que están bajo la
administración del Estado peruano, como los bosques de producción permanente y áreas de libre
disposición. Esta colonización no planificada por el Estado tiene mecanismos irregulares, como la
creación de comunidades nativas “fantasma”, es decir en las que no se manifiesta una población
con vínculos territoriales ancestrales o anteriores a su solicitud de titulación, sino que buscan
apropiarse de las tierras gestionado procesos de titulación amparándose en la ley de
comunidades nativas sin ser población indígena amazónica. Este es el caso de los asentamientos
de colonos de Manitzi, Nuevo Renaco, Nuevo Alegría, Valle del Jaguar, Opempemashi, Mapuillo y
Flor de Contayo ubicados entre las cuencas de los ríos Inuya – Mapuya y Sepahua. Estos colonos
están afectando el proceso de titulación de comunidades indígenas, como es el de la comunidad
nativa Amahuaca “Alto Esperanza del rio Inuya” que se encuentra en situación de contacto inicial.
Esta comunidad ya ha sido reconocida por el Ministerio de Agricultura 1 y está esperando la
titulación de su territorio comunal. Los colonos migrantes también han obstruido el proceso de
ampliación del territorio de la comunidad nativa San Juan de Inuya y de la comunidad nativa
Raya.
2 Obsérvese el nombre de la federación que incluye la palabra “Arawak” (familia lingüística de indígenas amazónicos) con la intención
de confundir a pobladores y autoridades y poder usar en su favor las leyes que otorgan derechos a los pueblos indígenas amazónicos.
Esta federación agrupa a los asentamientos de Manitzi, Nuevo Renaco, Nuevo Alegría, Opempemashi, Mapuillo y Jaguar.
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En las áreas ocupadas en las cabeceras de la cuenca del río Inuya, aún antes de obtener la
titulación, los colonos ya están deforestando el bosque. Los asentamientos de Manitzi, Nuevo
Renaco, Nuevo Alegria, Opempemashi, Mapuillo y Flor de Contayo han avanzado con la
tramitación de su título de propiedad llevando a cabo inspecciones oculares, demarcación de sus
territorios y seguimiento del proceso en Pucallpa. Inclusive, los asentamientos de colonos andinos
de Manitzi, Nuevo Renaco y Opempemashi, y otras pertenecientes a la Federación FERCUMAT, ya
se han hecho reconocer como comunidades nativas amazónicas 3.
El proceso que se sigue para otorgar títulos de propiedad a los colonos invasores está
desarrollándose de forma irregular. Ante esta situación resulta necesario investigar la rigurosidad
de lo actuado para descartar malos procedimientos o actos de corrupción por parte de los
funcionarios de la DRAU responsables de gestionar los trámites que se presentan en esta
jurisdicción.
3 Manitzi con Resolución Directoral Regional N° 094-2020-GRU-DRA, Opempemashi con Resolución Directoral Regional N° 054 -2021-
GRU-DRA, Nuevo Renaco con Resolución Directoral Regional N° 427-2018-GRU-DRA, Mapuillo con Resolución Directoral Regional N°
053-2021-GRU-DRA, Valle del Jaguar con Resolución Directoral Regional N° 056-2021-GRE-DRA, Nueva Alegría con Resolución
Directoral Regional N° 169-2019-GRU-DRA.
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El caso de La Inmaculada
Los pobladores de La Inmaculada tuvieron un conflicto con los colonos de Flor de Contayo
cuando llegaron al río Mapuya. Inicialmente, estos últimos quisieron apropiarse de una extensión
de aproximadamente 10 kilómetros en la ribera del río. Los pobladores de Inmaculada lograron
expulsar a los invasores que se retiraron rio arriba hasta la boca de la quebrada Contayo, y desde
allí se han expandido hasta los límites de la comunidad nativa Yaminahua de Raya.
Los pobladores de Inmaculada comentan que los migrantes de Flor de Contayo no permiten que
nadie ingrese a sus terrenos porque tendrían sembríos de coca en el lugar. Los pobladores de
Inmaculada se están organizando para formar un asentamiento entre la quebrada Grasa y
Contayo, lugar del que forzaron a los colonos de Flor de Contayo a retirarse aguas arriba, para
defender la zona e impedir nuevas invasiones.
Los pobladores de Inmaculada dicen que “ahora por donde uno va encuentra chacras y más
chacras, monte pelado”. Los invasores llegan trayendo documentos supuestamente otorgados por
la Dirección Regional de Agricultura, que les facilitan los terrenos. Son gente que se organiza,
saben dónde hay terrenos libres o terrenos de concesiones madereras no operativas, donde se
instalan sorprendiendo a los pobladores locales.
La comunidad nativa de San Juan de Inuya pertenece a la etnia Amahuaca y cuenta con la
presencia de algunos indígenas Asháninkas. Tiene una población de 20 familias con
aproximadamente 80 personas en un territorio titulado de 45,956.54 hectáreas. La comunidad
tiene la intención de solicitar una ampliación de territorio hacia la parte sur de su terreno
comunal, pero esta zona ha sido invadida por el asentamiento de migrantes llamado Nuevo
Renaco.
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El caso de Raya
Los principales ingresos de las familias se dan a través de la producción agrícola de maíz, arroz,
cacao y venta de gallinas. Se puede observar que la comunidad de Raya tiene muchas zonas en
donde se está realizando agricultura con fines comerciales. Los productos son transportados
hasta la ciudad de Atalaya para ser vendidos al mejor postor. Los comuneros manifiestan que no
ganan mucho, pero que tienen que aceptar lo que les ofrecen porque todos los compradores
manejan un mismo precio. El transporte resulta costoso dejando una mínima parte como
ganancia, no hay alternativas para poder obtener dinero. Antiguamente, había una fuerte
extracción maderera tanto en el territorio de la comunidad como en los alrededores, en la
actualidad no hay extracción maderera. La comunidad arrastra una multa al gobierno de 646,000
soles por faltas cometidas durante la gestión de un permiso de extracción forestal.
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Foto 10. Flor de Contayo está ubicada cerca de la Reserva Indígena Murunahua y la comunidad Raya. Actualmente, el
proyecto de titulación PTRT3 está promoviendo su proceso de titulación, a pesar de que ellos no son indígenas y Raya
tiene una solicitud de ampliación del mismo territorio.
Los comuneros de Raya se sienten incómodos con la presencia de los colonos de Flor de Contayo.
Por un lado, debido a que estos colonos se han asentado en territorios en los que la comunidad
nativa Raya buscaba una ampliación de su terreno comunal, por otro lado, por el hecho que estas
personas comienzan a hacer uso desmedido de los recursos, talando bosque masivamente para la
agricultura, espantando a la fauna y sacando la madera.
Flor de Contayo se encuentra ubicado entre la quebrada Contayo y los linderos de la comunidad
nativa Raya en las coordenadas UTM 18 L 720291 – 8851665. Se pudo conversar informalmente
con la dirigente quien menciona que esta comunidad está reconocida desde el año 2021. No
cuentan con servicios, son personas que están tumbando bosque para abrir chacras. Hasta el
momento son 13 familias inscritas, migrantes provenientes de la sierra que están buscando titular
un terreno de 43,000 hectáreas bajo la figura de comunidad nativa, aunque su origen étnico dista
de ser indígena amazónico. En el momento de la visita había solo dos familias presentes en el
asentamiento Flor de Contayo. Refieren que todos se encuentran en Atalaya debido a que sus
hijos deben ir al colegio y que ni bien comiencen las vacaciones escolares todos van a regresar al
asentamiento para mantener sus chacras y abrir nuevas con la finalidad de presentar “mejoras del
terreno”. De ese modo, pretenden mostrar que tienen posesión del lugar y así facilitar su
titulación. Piensan traer más familias para consolidar su presencia en el lugar y buscan que el
Estado instale una escuela y una posta médica.
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Los terrenos que ocupan eran de una concesión maderera que fue cesada. Están realizando todos
los trámites en la ciudad de Pucallpa, habiendo ya avanzado con la documentación y cubierto las
diversas etapas previas al otorgamiento del título de propiedad. Las tierras que ocupan los
colonos de Flor de Contayo rodean al territorio comunal de Raya que, una vez tituladas,
impedirán la titulación de la ampliación del territorio de la comunidad nativa. La comunidad de
Raya tiene la intención de solicitar apoyo a la Federación Indígena Alto Río Inuya Mapuya –
FIARIM para luchar por la ampliación del territorio.
Los colonos de Flor de Contayo usaron como estrategia contratar a comuneros de la comunidad
nativa de Raya para que trabajen abriendo chacras con la intensión de que en las inspecciones
oculares por parte de las autoridades del Ministerio de Agricultura se pudiera constatar que había
familias indígenas en su asentamiento para así declararse como comunidad nativa al momento de
sacar su titulación.
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Conservación Alto Amazonas © 2023
Foto 11. Niños de la comunidad Alto Esperanza del rio Inuya, considerado en contacto inicial. Su lucha por conseguir su
título de propiedad de su territorio ancestral está amenazada por otras solicitudes de titulación presentada por gente
de la Selva Central y su influencia con autoridades en el gobierno regional de Ucayali.
En octubre del 2022 se realizó una visita conjunta de UAC, SERNANP, MINCUL y el Comité de
Vigilancia de la comunidad nativa Alto Esperanza. Al momento de ingresar al asentamiento de
Manitzi se pudo observar el total abandono en el que se encuentra, las casas están en mal estado
con los techos malogrados y con agujeros, y en muchas de estas casas la vegetación ha crecido
hasta el techo. Se hace notar y se deja constancia que esta locación esta deshabitada desde hace
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buen tiempo. En el área se puede observar bosque tumbado y que se ha dado una presencia
intermitente y esporádica. No se ha podido encontrar y ni observar cultivos que estén siendo
mantenidos en buen estado, lo que si se observa es que están deforestando toda la vegetación
para luego dejar el suelo descubierto, esto con el propósito de que las autoridades vean su
presencia en esta área al momento de una visita. Este cambio de uso de la tierra no está siendo
controlado por ninguna de las autoridades competentes.
Los pobladores de Inmaculada refieren que tanto Manitzi, Opempemashi, Nuevo Renaco, Nuevo
Alegria, Mapuillo, y Flor de Contayo llegaron a la zona al mismo tiempo, al parecer de forma
coordinada, lo cual indica que es una colonización planificada.
Agricultura
Las autoridades agrarias emiten constancias de posesión y consideran que un rozo o apertura de
bosque ya constituye una “mejora” y por ende una inversión, siendo un punto de partida favorable
para otorgar este documento, no obstante, no otorga ningún derecho de propiedad, promueve la
colonización de las tierras para la expansión agropecuaria. Las constancias se otorgan por un
límite máximo de 100 hectáreas y la tendencia es no denegar las solicitudes, solo se deniega
cuando existe superposición. Si se trata de una empresa o una asociación, se puede entregar
constancias por mayor cantidad de terreno, pero se exige la realización de un estudio de impacto
ambiental y estudios de factibilidad de las actividades agropecuarias por las que se solicita la
constancia. Se exige que estos estudios sean hechos por empresas profesionales y certificadas.
Todo depende de las oficinas de Pucallpa.
La Sede Operativa Forestal y de Fauna Silvestre Atalaya – SOFFSA suele recibir denuncias contra
agricultores que invaden las concesiones forestales, sobre todo, en el río Sepahua. En el caso del
rio Inuya, no se han recibido denuncias en la oficina de tala ilegal de esta entidad. A estos
agricultores migrantes que entran en conflicto con las concesiones madereras se les reconoce
como organización de agricultores, lo cual les abre la posibilidad para que gestionen su titulación
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de tierras, que muchas veces lo hacen bajo la figura de comunidad nativa, sin embargo, no es
difícil notar que no son indígenas amazónicos y que más bien provienen de otras regiones de la
zona andina.
Ganadería
Si una comunidad nativa reconocida no cuenta con título de su territorio no es impedimento para
que se otorguen concesiones forestales encima del territorio que pretenden titular. Esto está
generando conflictos entre comunidades y concesionarios. No existe una buena coordinación
entre las bases cartográficas de la Agencia Agraria y las de la SOFFSA, lo cual inclusive genera
conflictos entre ambas instituciones. En la SOFFSA se considera que el interesado en titularse es
quien debe promover la solución de estos problemas. Si la concesión está antes, se le da la
prioridad. Al que tiene los derechos más antiguos es al que se le reconoce según comentario del
funcionario entrevistado.
La oficina del SOFFSA encargada de supervisar las concesiones generalmente es la que recibe las
denuncias sobre los problemas de invasión, pero quien toma las acciones correspondientes es la
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oficina de tala ilegal, que trabaja en coordinación con la Fiscalía Especializada en Materia
Ambiental – FEMA, la cual opera y reacciona únicamente en base a denuncias. No lleva a cabo
acciones de interdicción ni actividad preventiva. Una vez que se dan las denuncias, utilizan
imágenes satelitales como medios probatorios en problemas de invasiones y deforestación
ilegales.
En la cuenca del Inuya no existe un puesto de control forestal, pero sí la presencia de un comité
de custodios forestales en la comunidad nativa de San Juan de Inuya. La SOFFSA tiene problemas
para realizar el control efectivo de la cuenca por falta de recursos para realizar sus operativos de
fiscalización. Cuando los custodios forestales intervienen e inmovilizan madera se convierten en
los responsables de su cuidado. Hay mucho temor de intervenir y ejercer control debido a la
presencia del narcotráfico, debido a que corren el riesgo que atenten contra su vida e integridad,
enfrentando peligro de muerte. Además, los custodios forestales piensan que se les debería pagar
por el monitoreo y control que realizan, ya que no tienen ingresos los días que se dedican a esas
actividades y deben dejar a sus familias.
Existe una base oficial de mapas (DISPAR), pero a pesar de ello existen conflictos ocasionados por
la superposición entre las concesiones forestales y otros titulares de derechos sobre la tierra
adquiridos antes del establecimiento de Bosques de Producción Permanente (BPP). Este es el caso
de las comunidades nativas que se quieren titular. Por ello, se da una urgente necesidad de hacer
exclusión de territorios comunales superpuestos a BPP y un estricto saneamiento físico legal de
los terrenos y la propiedad.
Según personas entrevistada, hay mucha tala y deforestación en la región, a tal punto que ya se
puede notar la sequía en la época de verano con quebradas totalmente secas, que antes no se
veía. Los madereros abusan de las poblaciones locales, ingresan a sus zonas o sectores para
extraer madera y les pagan un precio mínimo por la madera que sacan.
En la localidad de La Inmaculada la fauna se ha visto muy afectada, sobre todo por la presencia
de madereros y migrantes en la zona, pero también por efectos de la población local según ellos
mismos aceptan. Se cazan animales cada vez más pequeños, y se recorre largas distancias para
encontrarlos. “Ya no se ven los animales de caza, estos se espantan y se los comen los migrantes”.
Los peces han sido muy afectados también, antes había mucho pescado, eran grandes y gordos,
ahora ya casi no hay, es difícil pescar, uno se demora mucho para poder capturar, y son cada vez
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más pequeños. En las cabeceras de las quebradas, donde se están asentando los colonos, parece
que hay pozas de maceración de coca y que están echando sus residuos químicos al agua, lo que
está afectando la presencia de peces. La presencia de madereros en la zona es menor que antes
de la pandemia, pero no deja de ser un problema serio. Ya no hay tantos debido a que ya se
llevaron toda la madera valiosa, sin embargo, muchos informales se dedican a sacar otras
especies.
Existe una concesión en el parte medio del río Inuya (concesión maderera Nematza según
referencias locales) que opera con un aserradero y una planta de transformación de madera. Ésta
le da trabajo a algunos pobladores locales y entrega retazos y sobras de la madera cortada en el
aserradero para que la gente la utilice para sus casas y como leña. La gente no se queja
abiertamente de sus actividades para evitar perder este apoyo.
Foto 12. Madera del Inuya viajando con dirección a aserraderos de la ciudad de Pucallpa.
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En la comunidad nativa de San Juan de Inuya hay una empresa maderera operando en el interior
de sus terrenos comunales. Un ingreso comunal importante se da a través del pago por la
extracción de madera en su territorio comunal por parte de esta empresa, pero estos ingresos no
se traducen en desarrollo local ni en el mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores.
La extracción maderera opera hace más de diez años en la comunidad, y se ha llevado a cabo por
diversos extractores. Actualmente una empresa maderera ha hecho un contrato con la comunidad
y paga por el volumen de madera extraído. Los ingresos son bajos y la comunidad no los destina a
obras de desarrollo o mejoramiento de la calidad de vida de sus pobladores, sino a cubrir gastos
de la directiva comunal y sobre todo a fiestas y consumo de alcohol.
Comentan los pobladores que la empresa no paga precios justos y se lleva mucha madera. Por
ejemplo, se tuvo la siguiente información sobre los precios pagados por pie tablado y en base a la
especie: Shihuahuaco S/. 1.30 (Soles); Cedro S/. 1.00; Ishpingo S/. 1.00; Catahua S/. 0.35 (centavos
de Sol); Copaiba S/. 0.60; Cumala S/. 0.50; Estoraque S/. 0.80; Mashonaste S/. 0.30; Pumakiro S/. 0.50;
Quillabordón S/. 0.50; Huimba S/. 0.50; Tahuarí S/. 0.50. Si se analizan los precios pagados en la
ciudad de Pucallpa, los pagos que realizan los extractores a la comunidad resultan irrisorios. Por
ejemplo, el shihuahuaco y el cedro están alrededor de S/. 16 - 18 Soles, el estoraque alrededor de
S/. 8 - 10 Soles, y así por el estilo. La comunidad no valora correctamente sus recursos y deja que
sean extraídos sin que el ingreso signifique desarrollo local. Además, la comunidad cuenta con
una deuda acumulada por concepto de pagos de derechos y sanciones incurridas por los
extractores de más de quinientos mil Soles.
En los últimos años la migración ha traído gente del VRAEM (Valle de los Ríos Apurimac, Ene y
Mantaro en el centro del Perú) que han venido y que continúa viniendo sobre todo para instalar
cultivos de coca. Debido al incremento del control e interdicción sobre la actividad que se lleva a
cabo en su zona de origen han optado por buscar nuevas tierras en lugares más alejados y sin
control y vigilancia de las autoridades. Según referencias locales, se meten e ingresan a bosques
desocupados, incluso a territorios de comunidades nativas. Su intención es sembrar coca,
cualquier otra actividad que realicen es simplemente una fachada y una pantalla.
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-des casas, con terrenos por todos lados, con una flota de autos y con bienes de diverso tipo, sin
presentar una ocupación o un trabajo que sostenga esas adquisiciones. La gente piensa que es
producto del narcotráfico y comenta que es una tendencia creciente. Por ejemplo, un funcionario
señala que se vende mucho volumen de pescado, y este producto tiene un bajo precio, sin
embargo, los comerciantes de pescado son adinerados. Se sospecha que dentro de los peces se
introduce droga, y no se puede realizar control porque es muy peligroso para los funcionarios que
intenten hacerlo.
La inestabilidad del mercado para productos agrícolas y del bosque es un factor que se toma en
cuenta en la decisión de los productores locales de asociarse a la cadena productiva del
narcotráfico, especialmente en la producción de hojas de coca. La gente sabe que puede recibir
mayores beneficios del cultivo de coca y el narcotráfico, en consecuencia, se deciden por esta
actividad a pesar de los riesgos, dificultando el éxito de los proyectos de desarrollo que buscan
implementar agencias del gobierno. Con la presencia del narcotráfico, entrar a la zona de trabajo
resulta cada vez más difícil. Donde no hay narcotráfico los proyectos de desarrollo tienen mayor
éxito.
Aguas arriba del rio Inuya, pasando la comunidad nativa Raya, existe un grupo de familias
Amahuaca asentadas en el Alto Mapuya, en el interior de la Reserva Indígena Murunahua. Estas
familias se encuentran en situación de contacto inicial y sin ningún tipo de apoyo exterior. Los
comuneros de la comunidad nativa de Raya tienen cierto contacto con estas familias, quienes
bajan a la comunidad llevando pescado y carne de monte para intercambiar por sal, azúcar, jabón
y otros bienes esenciales.
Hace 20 años, en esta zona del río Mapuya, había constante presencia de indígenas en
aislamiento. Las personas locales hacen referencia sobre diversos incidentes con estas
poblaciones. Cuando había actividad maderera, los indígenas aislados se acercaban para (“robar”)
obtener objetos y alimentos de los campamentos madreros. Hubo casos de matanzas y hasta de
secuestro de algunos de ellos, que fueron llevados a la fuerza a vivir en comunidades nativas
aledañas. A raíz de estas matanzas, los indígenas aislados dejaron de aparecer en la zona. Cuando
se fueron las operaciones madereras ya no hubo casos de más avistamientos de estas
poblaciones. Sin embargo, se menciona que de vez en cuando aparecen en el sector donde se
encuentran las familias Amahuaca en el interior de la Reserva.
Según referencias de los pobladores de Alto Esperanza, hace dos años llegaron a las chacras que
ellos tienen aguas arriba de su comunidad un grupo grande de indígenas en aislamiento para
“robar” sus productos. Ellos no los vieron directamente, pero encontraron sus huellas frescas y las
chacras saqueadas. Existe temor y enojo de la gente local contra los aislados. Ese sentimiento
existe y es muy real y se da básicamente por temor y desconocimiento sobre estas poblaciones. La
gente tiene miedo a que se aparezcan en sus comunidades y los ataquen a flechazos y que
capturen y secuestren a niños y mujeres. También les incomoda que estén malogrando y robando
productos de sus chacras. Se sienten recelosos que estos indígenas aislados estén merodeando
por los alrededores. Debido a estas matanzas, los indígenas aislados ya no aparecen con
frecuencia en lugares con gente asentada, cosa que sí era común en el pasado.
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Conservación Alto Amazonas © 2023
Con aproximadamente 240 km de longitud el río Sepahua es uno de los principales afluentes del
río Urubamba. Es un río importante que alberga una gran riqueza ictiológica, cuyas cabeceras se
encuentran colindantes a los bosques del Parque Nacional Alto Purús y presentan zonas de
tránsito de PIACI.
El distrito de Sepahua está ubicado en la confluencia del río Sepahua con el río Urubamba a unas
seis horas aguas arriba en transporte fluvial rápido desde la localidad de Atalaya, capital de la
provincia del mismo nombre. El acceso a Sepahua se da vía aérea desde Lima o Pucallpa ya que
cuenta con un aeródromo con pista de tierra compacta que es utilizado esporádicamente, vía
fluvial aguas arriba desde Pucallpa y Atalaya, o aguas abajo desde el distrito de Echarate –
provincia de la convención – Departamento Cusco.
Sepahua es uno de los cuatro distritos que conforman la provincia de Atalaya, siendo la localidad
urbana de Sepahua la capital distrital. Allí viven colonos mestizos provenientes de diversas
regiones de los Andes y pobladores indígenas de diferentes etnias que vienen de las comunidades
nativas de los alrededores. La parte urbana está conformada por otras ocho comunidades nativas
y es por ello que se ha declarado a la localidad de Sepahua como comunidad nativa. La
comunidad nativa de Sepahua fue reconocida en setiembre de 1979, y en el año de 1980 logra su
titulación. Así mismo, hay ocho caseríos de colonos vecinos dedicados a actividades
agropecuarias. En los alrededores hay un sinnúmero de parcelas agrícolas independientes y
concesiones forestales. La población de Sepahua hace uso de esta cuenca para obtener recursos
como peces, carne de monte, madera, frutos y otros productos del bosque.
En la comunidad nativa de Sepahua existen 24 barrios, algunos de ellos con pobladores de un solo
grupo étnico, tal es el caso de San Miguel y Centroamérica, habitado únicamente por los
Yaminahuas, o del barrio Nuevo Rosario cuya población predominante es de Amahuacas. Los
otros barrios son lugares de residencia de pobladores de etnias diversas. Cada barrio tiene su
particularidad, así el barrio Rosario se define como la zona de mayor movimiento comercial y
donde se ubica el puerto principal. El barrio Nuevo Edén es conocido por la colonia de religiosos
llamados La Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal, cuya presencia extendida por la
Amazonía peruana ha sido causa de intensa deforestación. El barrio Las Brisas es una zona con
abundante vegetación aún, debido a que es un asentamiento reciente. El barrio Nuevo San Juan
es donde se ubica la Municipalidad y el inicio del aeródromo.
El río Sepahua se ha utilizado desde siglos atrás como importante ruta de tránsito para la
extracción de caucho, maderas de alto valor económico, pieles y otros productos del bosque. En
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la actualidad sigue siendo una ruta de tránsito importante. Los pobladores de las etnias
Amahuaca, Yaminahua y Yine hacen uso de los diferentes varaderos o cruces entre cuencas para
ir a visitar a sus parientes que viven en las comunidades de la provincia de Purús y comunidades
de la región Madre de Dios. Estos varaderos o cruces también son utilizados por los PIACI de la
Reserva Indígena Mashco Piro y más recientemente por el narcotráfico.
Mapa 4. La cuenca del rio Sepahua, la gente loca l y las PIACI que viven en las cabeceras han estado sufriendo de
invasiones masivos en los años recientes 2018 -2023 (los puntos son chacras ilegales).
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Colonización de migrantes
En los últimos años Sepahua ha comenzado a tener cambios radicales en sus paisajes y fauna, la
creciente población que ha emigrado desde diferentes puntos del país en su mayoría proveniente
de selva central ha comenzado a ocupar una gran cantidad de espacios que están siendo
deforestados. Estas invasiones están provocando grandes impactos en la manera de vivir de los
comuneros nativos que dependen de los recursos de la cuenca. Los invasores llegan a la región y
bajo la fachada de creación de comunidades nativas, caseríos, y asociaciones productivas, se
instalan en áreas libres y disponibles para establecerse y comenzar a tumbar bosque para la
producción agrícola. Estos asentamientos se dan por la falta de control de las autoridades del
gobierno.
En la visita de campo a la cuenca del Sepahua se pudo comprobar la existencia de una gran
cantidad de chacras pertenecientes en su mayoría a personas nuevas en este sector, la mayoría
son oriundos de la selva central quienes manifiestan estar buscando espacios para cultivar
productos agrícolas. Muchos de estos colonos migrantes andinos llegan a través de asociaciones
que buscan terrenos para titularse como comunidad nativa amazónica. Un claro ejemplo es el
asentamiento Valle del Jaguar. Estas personas bajo la fachada de comunidad nativa vienen
ofertando lotes desde 1000 m2 hasta 10,000 m2 con precios que varían según la ubicación del
lote entre 500.00 nuevos soles a 10,000 nuevos soles. Estos agricultores migrantes procedentes de
Selva Central están deforestando visiblemente el bosque en grandes extensiones cada año.
Otro de los asentamientos que ocupan este sector es Santa Isabel, que ha sido legalmente
reconocido en el año 2021, pero aún no titulado. Esta comunidad, cuyas familias son originarias
de la comunidad Aerija ubicada en la provincia de Atalaya, mencionan que el área es libre y que
buscan poder tener un nuevo territorio para una mejor calidad de vida para sus familias y lograr
producir cultivos como cacao, caña y otros que en su antigua comunidad no pueden por el poco
territorio que tienen. Mencionan también que la caza y los peces son abundantes en esta zona por
lo que ellos están tratando de aumentar su propuesta de territorio y estarían pensando ampliar
sus terrenos hasta colindar directamente con el Parque Nacional Alto Purús, por encima de su
zona de amortiguamiento. Actualmente su propuesta de territorio es de casi 60,000 hectáreas y se
encuentra en la margen izquierda del río Sepahua, entre las quebradas de Renaco, y Unión. El
actual jefe de la comunidad está preparando la nueva propuesta de territorio que permitiría
agrandar el área solicitada. Esta propuesta nace como consecuencia de una conversación con un
funcionario de la Dirección Regional Agraria de Ucayali DRAU, quien le recomendó que amplíe
los vértices de su terreno hasta chocar con el Parque Nacional Alto Purús en ambos lados del río
Sepahua con la cual estaría solicitando titular unas 173,000 ha de territorio aproximadamente.
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Foto 11. Nuevos asentamientos de colonos migrantes a lo largo del río Sepahua. Los invasores y su deforestación
amenazan los derechos territoriales de la gente local quien ha vivido en una relativa paz con miembros de las tribus en
aislamiento por décadas.
La cuenca del río Sepahua se utiliza como vía de acceso a los asentamientos Valle del Jaguar,
Mapuillo y Opempemashi ubicados entre los ríos Sepahua e Inuya, sobre todo durante la época
seca, ingresan por la quebrada Shimbillo afluente del río Sepahua. Durante la época de lluvias
ingresan por el río Inuya utilizando el camino del asentamiento Manitzi. Llegan por la quebrada
Shimbillo afluente del río Inuya que también les sirve de acceso a sus asentamientos. Ambas
quebradas con nombres iguales, pero en diferentes cuencas, suele ser causa de confusión. En
noviembre pasado se pudo observar por el río Inuya un grupo de personas de Opempemashi
entrando por el camino de Manitzi llevando bastante carga, incluso gasolina y motosierras, en
una caminata de 12 horas. El tránsito es mayor en invierno para aprovechar el caudal de los ríos y
poder ingresar en bote hasta un punto más cercano a sus asentamientos.
Estos asentamientos de colonos migrantes que forman la Federación Arawak Cuenca Río Mapuillo
FEARCUMAT, pretendida organización que los engloba y vela por sus intereses, consideran que
estas áreas son libres y que las concesiones forestales o títulos habilitantes de extracción forestal
otorgados por el Gobierno Regional de Ucayali no son impedimento para poder titular. Muchas de
las concesiones en la zona ya están presentando dificultades para operar en sus áreas de trabajo
debido a los conflictos con estos ocupantes que mencionan que estos terrenos les pertenecen y
que pronto estarán titulados.
Un grupo de familias migrantes llegaron a este sector en el año 2020 y formaron el asentamiento
Nuevo Canaan, con una población oriunda del sector del Valle de los Ríos Apurimac y Ene con
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A la fecha no se tiene datos actualizados sobre las áreas solicitadas y ocupadas por estas
asociaciones para poder contrastar con las solicitudes de comunidades y caseríos, y tener una
idea de cómo se está dividiendo la cuenca del Sepahua. En la visita realizada en diciembre del
2022 se observó a dos vueltas surcando desde la boca de la quebrada Panguana en ambas
márgenes del río un letrero de calamina cortada dando aviso que empieza la Asociación de
Agricultores Agropecuarios Alto Sepahua según el jefe de Santa Isabel esta asociación apareció
este año (2022) y viene solicitando ante la Dirección Regional Agraria de Ucayali DRAU de
Atalaya un área que abarca desde la quebrada Panguana hasta colindar con el Parque Nacional
Alto Purús tomando ambas márgenes del río que sería un aproximado de 200,000 hectáreas, por
encima de la solicitud de Santa Isabel.
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Se puede percibir que estas asociaciones y comunidades están en una competencia por acaparar
más áreas y lograr titularlos para luego comercializar en lotes a los mejores postores.
Fotos 12 y 13. Carteles de nuevos asentamientos de colonos migrantes a lo largo del río Sepahua sobre concesiones
forestales vigentes.
Al igual que en la cuenca del Inuya, la apertura de la carretera que conecta Atalaya con Satipo ha
favorecido el aumento de la migración de campesinos andinos que llegan en busca de terrenos
que contribuyen a la expansión de la actividad agropecuaria en la cuenca del Sepahua.
Agricultura
En los últimos tres años una importante cobertura de vegetación boscosa se ha perdido debido a
la deforestación por causa de las actividades agropecuarias, cambiando radicalmente el paisaje
sobre todo de la parte baja y media de la cuenca. Las familias migrantes que llegan al Sepahua
tienen prácticas agrícolas que están contribuyendo a este fenómeno rozando y tumbando el
bosque para establecer cultivos agrícolas.
Como resultado de una visita de campo el año 2019, se realiza una publicación de MONGABAY,
entidad especializada en noticias y denuncias ambientales, que concluye que la cuenca del
Sepahua está siendo invadida y que muchas de estas áreas están siendo deforestadas sin ningún
tipo de restricción o presencia de los organismos estatales que puedan frenar la deforestación ni
las invasiones.
En diciembre 2022 se registró una gran cantidad de áreas deforestadas y con diferentes
asentamientos en las riberas del río Sepahua (diferentes asociaciones en lucha por querer abarcar
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Conservación Alto Amazonas © 2023
más espacios). Se pudo contabilizar 177 espacios ocupados con algún tipo de cultivo, en el cuadro
siguiente se muestra el tipo de uso del terreno y la cantidad de unidades de cada uno.
Ganadería
La ganadería no está muy extendida por la cuenca del río Sepahua, solo se concentra en la parte
baja de la cuenca, en los alrededores del centro poblado de Sepahua, y pertenece principalmente
a comerciantes locales de origen andino asentados en el distrito. Sin embargo, con las nuevas
políticas de promoción de la ganadería que el Municipio y la oficina del Gobierno Regional en
Atalaya comienzan a llevar a cabo, las condiciones actuales pueden cambiar rápidamente. Con la
gran cantidad de chacras y espacios agrícolas abiertos que se está dando en el río Sepahua, se
dan las condiciones para que fácilmente se pueda implementar actividad ganadera en la zona
hasta la parte media y alta de la cuenca.
Extracción maderera
Desde el año 2013 comenzaron las negociaciones entre concesionarios forestales de la zona del
Sepahua que estuvieron inactivos por años sus concesiones a empresarios extranjeros de origen
chino quienes buscan extraer el recurso forestal reactivando estas concesiones que muchos años
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PO consolidado N° 06
Todas estas áreas con contratos forestales se encuentran invadidas por asentamientos que están
reconocidos y en proceso de validación de vértices en busca de titulación de territorio, habiendo
ya realizado trabajos de demarcación en campo.
También se da una extracción de madera a pequeña escala, llevada a cabo por particulares que
sacan el producto ellos mismos, o a través de mecanismos de habilitación a pobladores indígenas
locales.
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El río Sepahua es utilizado por el narcotráfico como zona de tránsito para llevar droga hacia
Madre de Dios, Bolivia y Brasil. En las cabeceras del río Sepahua existe un varadero hacia el río
Cujar en la cuenca del río Purús y otro varadero que conduce hacia las cabeceras del río Las
Piedras, ambos en el Parque Nacional Alto Purús. Estos ríos se dirigen hacia Brasil, destino
importante de la droga producida en Perú, tanto para consumo como zona de paso hacia Estados
Unidos o Europa. Durante la visita de campo se pudo ver varios vuelos de avionetas sobre áreas
remotas que son un indicador de que el narcotráfico opera en la zona activamente.
Las cabeceras del río Sepahua, y toda la parte alta de la cuenca en general, siempre ha sido una
zona de tránsito de los PIACI. En años anteriores, hasta más o menos el 2015, se escuchaban
reportes constantes de avistamientos de PIACI y restos de campamentos en la zona por personas
que subían el río para pescar y cazar, así como por parte de extractores madereros quienes eran
los que se los cruzaban con mayor frecuencia.
Al parecer, estos encuentros violentos en la zona del Sepahua han hecho que los PIACI eviten
transitar por la región. Es probable que esa sea la razón por la que ya no se les ha vuelto a ver en
los últimos años. Sin embargo, al enfrentar los PIACI presiones similares en otras cuencas como en
Inuya, Las Piedras, Yurúa y Purús, pueden en cualquier momento retornar a esta zona.
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Foto 14. Un comunero de Sepahua mostrando a Chris Fagan, director UAC, un escudo de malla metálica hecha para un
turista quien quiso protegerse de las flechas durante un viaje para tomar fotos de PIACI.
El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas SERNANP, a través del Parque Nacional Alto
Purús – PNAP, cuenta con una subsede en el distrito de Sepahua, desde donde se coordina la
actividad institucional y gestión de sector, planificando patrullajes rutinarios con el apoyo de los
comités de vigilancia comunal formados y reconocidos por la jefatura del parque.
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También, ha habido muchos casos de encuentros violentos entre los PIACI y los pobladores
indígenas de las comunidades más altas de la cuenca cercanas al Parque Nacional Alto Purús. Un
evento dramático que aconteció hace pocos años fue la muerte de Shuri y su familia, pobladores
indígenas Mastanahua que estaban en situación de contacto inicial, con presumibles nexos con su
comunidad originaria en el bosque. Shuri, su mujer y su suegra fueron cruelmente asesinados y sus
autores aún no han sido identificados, quedando el caso impune y sin resolver.
El Ministerio de Cultura tiene Agentes de Protección activos con presencia en el campo de forma
mensual y cuenta con los siguientes puestos de vigilancia. En el sector Alto Purús tiene los puestos
de control Ninahua y Cetico. Se sabe que en este sector hay frecuente presencia de población
indígena en aislamiento, sobre todo cerca de la comunidad nativa Laureano y la comunidad
nativa Monterrey en el Purús y rio arriba en el rio Curanja. Esta última comunidad del Purús,
Monterrey, es de gente de la etnia Yine del río Urubamba traídos al lugar por misioneros
evangélicos interesados en contactar a los Mashco Piro aislados.
En el sector del río Curanja, importante afluente del río Purús, se ubica el puesto de vigilancia
Cetico, que después del asesinato las Mastanahua ha sido clausurado por seguridad del personal
y se va a construir un nuevo puesto de control en la comunidad de Balta.
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El sector de Purús es donde se ha podido dar cuenta de la mayor cantidad de encuentros violentos
entre pobladores indígenas locales y PIACI. Los acontecimientos ocurridos en los últimos años
como la muerte de Shuri y su familia, la quema de casas en Santa Rey, el ataque al anexo Santa
Clara, y el constante asedio a las chacras de los comuneros locales para llevarse productos, hace
que una situación de conflicto y enfrentamiento pueda darse en cualquier momento.
El rio Purús y su afluente, el Curanja, son bien conocidos como rutas del narcotráfico. Por esta vía
se llevan productos hacia Brasil atravesando el Parque Nacional Alto Purús. Algunos comuneros
hablan de los “mochileros” pasando por la noche, navegando en balsas por los ríos y quebradas
pequeñas y también movilizándose por caminos a pie. Se presume que habría conflictos entre los
Mashco Piro y otros grupos Pano en aislamiento.
Foto 14. Antiguos refugios temporales de PIACI en playas del río Purús durante la época de verano, tiempo en el que
extraen huevos de taricaya, cazan y recolectan frutos del bosque.
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Mapa 5. La cuenca del rio Purús es hogar de varias comunidades indígena y por los menos dos grupos distintos de
pueblos en aislamiento que viven en las cabeceras.
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Recomendaciones
01 Fortalecer el trabajo del MINCUL y el SERNANP, las instituciones del Estado responsables
del control y vigilancia de áreas naturales protegidas y reservas indígenas para PIACI, y
articular su trabajo con las comunidades locales en las zonas de amortiguamiento de estas
áreas.
02 Crear comités multisectoriales en cada cuenca para promover mejor las colaboraciones
entre las instituciones del Estado y las organizaciones indígenas y las organizaciones no
gubernamentales (ONGs) que desarrollan trabajos en las cuencas para mejorar la
protección de los PIACI.
05 Fortalecer las capacidades de los CVC y los Agentes de Protección para que puedan realizar
una eficiente labor de salvaguarda las zonas de amortiguamiento del Parque Nacional Alto
Purús y las reservas indígenas.
La capacitación de los comuneros locales debe ser efectiva y constante, se debe contar con
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una metodología práctica y adecuada para el manejo de tecnología básica y el llenado de
fichas de control para registrar y enviar información en tiempo real a los órganos
competentes.
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01 Atender con prioridad y celeridad las demandas de titulación de comunidades nativas sobre
los territorios que ocupan y hacer prevalecer sus derechos ancestrales priorizando a la
comunidad Amahuaca Alto Esperanza en contacto inicial del Río Inuya.
05 Mejorar la coordinación entre las bases cartográficas de la Agencia Agraria y las de la Sede
Operativa de Forestal y Fauna Silvestre de Atalaya SOFFSA para otorgar derechos sobre la
tierra para evitar y solucionar conflictos de superposición.
06 Es necesario contar con información actualizada, sobre todo, de las cuencas del Sepahua y
el Inuya, incluyendo los datos de los asentamientos que están ocupando estas áreas. Esta
información debería servir para plantear estrategias idóneas sobre cómo abordar la
problemática que origina las invasiones masivas y organizadas que afectan estas cuencas.
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03 Apoyar con urgencia las propuestas de creación de Áreas de Conservación Comunales que
son gestionadas por comunidades locales, particularmente aquellas que colindan con el
Parque Nacional Alto Purús y las reservas indígenas como una estrategia para proteger los
territorios ancestrales y los PIACI de actividades ilegales e invasiones futuras.
04 Proponer cambios a la política del Estado para garantizar más apoyo a las comunidades con
una población en contacto inicial para tratar sus necesidades básicas como salud,
educación, seguridad alimentaria, trabajo, derechos territoriales, entre otros.
01 Promover la concientización a nivel de los altos funcionarios del Estado sobre el tema del
narcotráfico en Ucayali. Esta problemática debe ser liderada por el gobierno nacional por
ser una cuestión que requiere de decisiones de alto nivel, que implica movilización de la
policía y la fuerza armada, así como una red de inteligencia y control que la apoye.
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Extracción de la Madera
02 El otorgamiento de concesiones forestales debe ser un proceso riguroso que tome en cuenta
la capacidad y compromiso de las empresas solicitantes y que tome en consideración los
terrenos sobre los que se otorgan las concesiones, reconociendo comunidades nativas y
otros posesionarios que tienen trámites en proceso sobre los terrenos de bosque. Esto
requiere de mayor coordinación interinstitucional, intercambio de información entre
diversos agentes y voluntad política hacia la sostenibilidad.
03 Los concesionarios son responsables del manejo de sus concesiones, pero el Estado no se
puede desentender del control y supervisión que debe ejercer sobre las concesiones y las
actividades de los concesionarios. El control del uso de las concesiones debe ser
permanente y efectivo, de ello depende asegurar la conservación del recurso forestal.
06 Se debe hacer cumplir las normas referidas a la reforestación y reposición del recurso
forestal, obligando a los concesionarios y extractores a replantar lo que corresponde por
cada árbol tumbado.
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Se debe asesorar y coordinar con las comunidades para que puedan sanear sus deudas
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contraídas por la extracción de madera. Deben de saber que parte de los ingresos por el uso
del recurso forestal debe ir a pagar derechos. Es necesario capacitar a la población a cómo
relacionarse con las empresas madereras y enfrentar a los extractores ilegales.
01 Hacer prevalecer con urgencia el principio de autoridad para detener la construcción y uso
ilegal de esta carretera y dejar claro que la apertura de caminos y carreteras se realizan
bajo un proceso ordenado y planificado y a través de procedimientos regulados y
transparentes. Enfatizar que se debe contar con procesos de consulta que aseguren los
derechos de poblaciones indígenas y velen por la afectación a la población local, la
biodiversidad y el medio ambiente.
02 Realizar acciones para detener la llegada de nuevos invasores por medio de esta carretera,
teniendo presencia en el campo y retirando con apoyo de la fuerza pública a todos los
agricultores con sembríos ilegales de coca. Para hacer eficiente estas intervenciones, la
fuerza pública debería, en el marco de la ley, destruir todos los puentes e instalaciones
precarias e ilegales, según las atribuciones que tiene el Estado.
03 Corregir este problema debe darse a través de acciones que provengan del gobierno
nacional, que tiene la capacidad de enfrentar esta problemática con legislación y apoyo de
la fuerza pública.
Se debe de luchar fuertemente contra la corrupción, que es en muchos casos generada por
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la presencia de narcotraficantes quienes subvencionan las maquinarias que abren la
carretera, así como otras actividades como la extracción ilegal de madera y la invasión de
terrenos para facilitar sus operaciones.
Fotos cortesía de Jason Houston, Chris Fagan, Jorge Miranda y William Villacorta © 52