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Monografia Definitivaaa Posta

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Introducción

De acuerdo al actual ordenamiento argentino, para acceder a una jubilación del


régimen general se deben cumplir dos requisitos básicos: además de la edad (60 años para
las mujeres y 65 en el caso de los varones), es necesario contar con 30 años de aportes al
Sistema Previsional.
Según los datos estadísticos y administrativos que desarrollaremos en el presente
trabajo, se observa que las mujeres experimentan una disminución en la densidad de sus
aportes previsionales a partir del primer/a hijo/a, y disminuye más a medida que se suman
otros nacimientos: 1 de cada 10 mujeres cercanas a la edad de jubilarse alcanza los 30
años de aportes requeridos por ley para acceder al beneficio. Esto se debe en parte a lo
que se denomina división sexual del trabajo y a que la participación de las mujeres en el
mercado laboral remunerado es menor en comparación con los hombres.
Cuando las mujeres se introducen en el mercado laboral enfrentan mayores
dificultades para acceder a empleos formales, experimentan interrupciones en sus carreras
laborales y reciben salarios más bajos en comparación a sus pares varones. Una de las
razones detrás de esta disparidad radica en la dificultad de equilibrar la vida laboral con
la crianza de hijos e hijas que históricamente se ha considerado una tarea femenina.
Como resultado de esta situación, las mujeres acumulan menos aportes
jubilatorios y esta brecha se amplía aún más a medida que tienen más hijos, tanto en
comparación con los hombres que son padres, como con las mujeres que no tienen hijos.
Es importante destacar que las tareas de crianza y cuidado requieren un
considerable tiempo y son esenciales para el funcionamiento de la sociedad, aunque
históricamente no han sido valoradas ni remuneradas y tampoco han sido distribuidas
equitativamente entre hombres y mujeres.
Con este panorama, se ha considerado necesario tomar medidas de justicia social
para abordar algunas de las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres a lo
largo de sus vidas.
La presente monografía se introducirá en el análisis del Decreto 475/21 que
modifica a la Ley 24.241 (Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones) y que versa
sobre el Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidado. Nos enfocaremos en analizar
si ese reconocimiento se realiza en forma generalizada, abarcando a todas las situaciones
posibles en el desarrollo de dichas tareas o, si por el contrario, acaba siendo una política
pública con enfoque de derechos y perspectiva de género.
1
Siguiendo esta línea de pensamiento, buscaremos comprobar que histórica, social
y normativamente se les ha asignado un rol reproductivo y de crianza a las mujeres madres
y que dicho rol las ha perjudicado en su vida laboral, profesional y en la vejez en el acceso
al derecho a una jubilación.
En el primer capítulo intentaremos abordar la evolución del rol social de la mujer
y en especial el ocupado en la familia, así como su inserción laboral a lo largo de los
diferentes contextos históricos. Nuestra atención se centrará en analizar cómo los cambios
en las condiciones socioculturales y económicas han moldeado las experiencias y
percepciones de las mujeres en la sociedad y en el ámbito laboral poniendo el foco en las
tareas de cuidado.
En el segundo capítulo, nos referiremos a aspectos generales del Régimen
Previsional y en particular a la reforma introducida por el Decreto 475/21. En primer
lugar, nos referiremos al principio de igualdad, a partir de normas internacionales y
nacionales para finalmente analizar las brechas de género existentes en nuestro Sistema
Previsional. Posteriormente, nos abocaremos al contenido del decreto mencionado, en
especial al art. 22 bis: presupuestos, destinatarios, fundamentos que impulsaron la
creación de la normativa. Y para finalizar, las disposiciones complementarias y
aclaratorias sobre el acceso al beneficio.
Luego, en el tercer capítulo, nos referiremos al impacto social que ha producido
el Decreto 475/21 desde su entrada en vigor hasta la actualidad y responderemos a los
siguientes interrogantes: esta política ¿intenta reivindicar a las tareas de cuidado en
general o es una política de género? Si la respuesta a la última pregunta fuera que se trata
de una política de género, ¿no cayó el legislador en una contradicción al excluir a otras
mujeres que asumen tareas de crianza y cuidado pero que tienen otros vínculos con los/as
niños/as? ¿Qué pasa con las mujeres madres pertenecientes a regímenes jubilatorios
especiales? ¿Por qué utilizó el legislador el término “personas” en el cuarto párrafo del
art. 22 bis? Si el legislador no pretendió reivindicar a las tareas de cuidado en general,
sino a las mujeres en particular ¿no debió denominar de otra manera a esta política? En
miras al futuro, con el objetivo de lograr una igualdad real entre hombres y mujeres,
¿resulta esta norma indirectamente discriminatoria al continuar asignando los roles
anteriormente mencionados a las mujeres? En ese sentido, ¿será esta norma objeto de
futuras reformas?

2
Por último, intentaremos responder al interrogante de cómo debería ser una
política pública no discriminatoria y que reconozca todos los casos particulares en que se
desarrollan las tareas de crianza y cuidado. Nos pondremos en el lugar de legisladoras y
realizaremos las modificaciones a la norma que creemos pertinentes en ese sentido.
Arribaremos en este proceso a una conclusión crítica sobre algunas de las
decisiones tomadas por el legislador y por el Estado en general como encargado de
garantizar la igualdad real. Todo ello sin menospreciar una iniciativa legislativa que tiene
por objeto la valorización y el reconocimiento del aporte silencioso e invisibilizado de las
mujeres del que toda la sociedad se ha beneficiado y que por tal motivo merece su
retribución. Una política de este tipo puede ser el puntapié inicial para alcanzar en un
futuro la mencionada igualdad.
Con el presente trabajo nos proponemos hacer nuestra contribución para seguir
reflexionando acerca de las inequidades de género, las causas estructurales de las mismas
que hoy subsisten en nuestro país y sus posibles soluciones. De esta manera, nos hacemos
responsables y tomamos acción en una problemática que nos involucra, en el
entendimiento de que es la única manera de que los cambios se produzcan.

3
Capítulo I
Género y enfoque histórico-social. El lugar que ocupa la mujer en la familia y el trabajo
Sumario: 1- Rol social de la mujer en el mundo a lo largo de la historia: origen y evolución. 1 a.
La situación de las mujeres en Argentina 1 b. El rol de la mujer en la familia tradicional.
Cambio de paradigma y actualidad 2- La inserción de la mujer en el mercado laboral:
impacto de las tareas de cuidado. ¿Hay igualdad de género?

1- Rol social de la mujer en el mundo a lo largo de la historia: origen y evolución


A excepción de la prehistoria, donde las actividades que realizaba la mujer eran
iguales de importantes que las que realizaba el hombre, como cazar y cultivar -debido a
que en aquella época el único objetivo de la humanidad era la supervivencia y la
reproducción-, lo cierto es que desde la Edad Antigua la mujer comenzó un largo camino
de pérdida de derechos y sometimiento a la autoridad masculina; primero del padre, luego
del marido y si enviudaba, de su propio hijo. Esta situación se acentuará en la Edad Media,
en una sociedad dirigida por el hombre y en la cual las mujeres jugaban un papel
secundario. No era de interés que éstas supieran siquiera leer y escribir. Algunas de ellas
intentaron rebelarse a los estándares de la sociedad y fueron llamadas brujas o prostitutas,
incluso muchas se refugiaron en la iglesia como monjas, para escapar a la idea de
matrimonio de la época, ruin y oscura.1
Alcanzada la Edad Moderna, la cultura patriarcal seguía siendo imponente. Los
padres decidían el casamiento de las jóvenes y era un instrumento de la diplomacia para
sellar alianzas políticas. En una época donde la belleza era signo de distinción y virtud,
la mayoría de las mujeres en el Renacimiento acababan siendo madres y la maternidad
era su profesión e identidad. La mujer del siglo XIX gozaba de la libertad de leer y
escribir pero carecía de derechos políticos. Se acentuaba su rol en la familia, abocada a la
función del hogar, el cuidado de los hijos y el orden de la casa. Mientras que ésta última
era la mujer ideal en la sociedad, aquella que comenzaba a “salir” a trabajar era mal vista.
La mujer continuaba bajo la dependencia de los hombres que la rodeaban y su poder de
decisión era escaso.2

1
Salinas Reyes, Ivone. La Huella del Coyote. Rol de la mujer a través de la historia.
https://issuu.com/helladelcoyote/docs/lhdc_71_completa/s/12860854 (01-01-2024).
2
Ibídem.
4
El estereotipo de la mujer, la sacerdotisa del hogar3, quedará fijada en la literatura
y en el arte como en las obras científicas a partir de la segunda mitad del siglo XIX. A
partir de ese momento los hombres subrayan la debilidad física de las mujeres y se
construye la idea de protegerlas de las agresiones y evitarles fatigas excesivas para su
sexo. Paralelamente, surge un nuevo discurso médico sobre la crianza de los hijos que
refuerza la presión a favor de la mujer en el hogar y desemboca en la prohibición del
trabajo femenino sobre todo en Francia. Tanto los periódicos como las novelas o los
políticos presentan la tarea de la mujer como la más noble de las carreras.4
El siglo XX fue un siglo de grandes cambios para la mujer aunque con dificultades
aún para alcanzar la libertad. Los años veinte trajeron en Norteamérica nuevas ideas que
cambiaron el paradigma matrimonial y proponían uno de íntimo compañerismo sexual
que tuviera en cuenta la sexualidad femenina y permitiera postergar la reproducción
gracias a la aparición de los métodos anticonceptivos –el companionate marriage5-.
También las mujeres afluían en mayor número a la enseñanza secundaria y
superior y al mercado de trabajo. Comenzaba a concebirse la idea de una mujer
trabajadora pero sin dejar de cumplir con sus “deberes” como esposa y encargada del
hogar. La compatibilización del trabajo femenino y la familia era una preocupación para
la sociedad de la época y los científicos sociales aportaban la idea de que el trabajo
remunerado era esencialmente masculino y que la mujer se vulgarizaba percibiendo un
salario.
La publicidad de los fabricantes de productos para el hogar o para los niños jugó
un papel importante: dirigida a las mujeres, ofertaba sus electrodomésticos con imágenes
de sí mismas y éstas resultaban sus principales consumidoras. Las críticas y protestas de
algunas voces individuales sostenían que sólo se estaba vendiendo a las mujeres una
imagen modernizada y encantadoramente maquillada de su papel tradicional respecto de
los hombres. Se buscaba saciar a la mujer y a los movimientos feministas de su apetito de
libertad con una mujer que tenía control sobre el interior de su hogar, cuando solo era una
apariencia de realización femenina.6
Debe considerarse que las tareas domésticas de ese entonces no se realizaban en
el mismo tiempo que en la actualidad. Esto se debe a que las viviendas podían estar

3
Thébaud, Françoise. Historia de las mujeres. Tomo 5 El siglo XX. Madrid, España, Taurus, 1993, pág.
94.
4
Ibídem.
5
Ibídem. Pág. 96.
6
Ibídem.
5
equipadas o no de agua corriente, gas y electricidad lo que condicionaba más aún el
trabajo en el hogar y el tiempo que consume. La calefacción a gas o eléctrica permitía
ahorrar más horas a la ama de casa, para las demás seguía la pesada carga de la estufa o
la chimenea. A su vez, los nuevos aparatos domésticos como la máquina de lavar o la
plancha eléctrica estaban fuera del alcance de bolsillos modestos.7
En el discurso sobre la infancia, el padre aparecía en un plano secundario. La
crianza de los bebés y los niños pequeños ha correspondido siempre a la esfera materna.
Estos procesos sumados a las crisis sociales y económicas se conjugaron para que
a fines del siglo XX las familias cuenten con dos fuentes de ingresos o dos proveedores
de manera estable.
Alcanzado el siglo XXI observamos que todavía persiste con ciertas
morigeraciones el monopolio del cuidado de los hijos y del hogar en manos de las
mujeres, lo que lleva a identificar consecuencias semejantes que desarrollaremos a lo
largo del presente trabajo y en relación a Argentina.

1 a. La situación de las mujeres en Argentina


Comunidades originarias
Se sabe relativamente poco sobre la vida de las mujeres de los pueblos que
habitaron originariamente nuestro territorio argentino. Los abordajes efectuados a las
instituciones y al sistema de vida de los diversos grupos étnicos sobrevivientes en la
actualidad pueden iluminar algo sobre las relaciones entre hombres y mujeres de esa
época. Resulta insoslayable detener la mirada en la civilización Inca, la más importante
de la región andina. Diversos estudios antropológicos forjaron un ideal de
correspondencia armónica entre los sexos, pero esas indagaciones han prescindido en
gran medida de una perspectiva adecuada. Los antepasados incas no se privaron de limitar
las prerrogativas de las mujeres ya que entre los varones era común intercambiarlas,
puesto que se las consideraba prendas de arreglos o medios para prevenir conflictos con
otros pueblos. Las instituciones creadas por los incas permitían, sin embargo, ciertos
grados de participación femenina y había incluso algunas mujeres investidas de cierto
poder como la coya8, una excepción en los pueblos originarios.9

7 Ibídem. Pág. 97.


8
Entre los antiguos incas, mujer del emperador, señora soberana o princesa. Real Academia Española.
Diccionario de la lengua española. https://dle.rae.es/coya?m=form (05-01-2024).
9
Barrancos, Dora. Mujer en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos. Buenos Aires, Argentina,
Sudamericana, 2010, pág. 40.
6
En el sistema incaico las divisiones de tareas no se caracterizaron por cortes
abruptos ya que fueron bastante compartidas. La crianza de animales podía ser realizada
tanto por varones como por mujeres y a menudo solo por éstas cuando los varones de la
casa estaban guerreando, se ausentaban o fallecían.
Las comunidades patagónicas originarias no comulgaban el principio de la
virginidad femenina, aspecto común en la mayoría de los pueblos aborígenes. Las
preferencias en materia de reproducción fueron generalmente endogámicas10. Desde el
punto de vista de la subsistencia, las mujeres tenían participación en menesteres que no
sólo se destinaban a resolver las necesidades domésticas, sin embargo, difícilmente
alcanzaban la posición de los hombres en las tareas que estos desarrollaban, por ejemplo,
solo ellos eran agentes de negociación cuando había que vender a los comerciantes.11
Época colonial
La corona española mostró rápida preocupación por extender los principios de la
familia vigentes en la Península y garantizar en los nuevos lugares la normativa que
imponía la monogamia bajo potestad patriarcal. Las mujeres del Virreinato del Río de La
Plata presentaban una clara preeminencia social en comparación con las que habían
nacido en la metrópoli pero a pesar de este reconocimiento, las esposas de los altos
funcionarios no ocupaban el mismo lugar que el marido en las ceremonias civiles o
religiosas. Además debían soportar la discrecionalidad moral de sus cónyuges: era
habitual que los españoles se hicieran de concubinas entre las indígenas y tuvieran
numerosos hijos ilegítimos12.
En cualquiera de las sociedades de la época, blanca, mestiza, indígena o
afromestiza la mujer siempre debía obediencia, su voluntad era la última en ser consultada
y las posibilidades de transgredir menguaban. El marido podía a su arbitrio “depositar” a
su esposa en las casas de corrección cuando incurría en conductas desobedientes. Se
trataba de lugares de aislamiento generalmente en manos de religiosas donde se las
“reeducaba”.13

10
Endogamia: Práctica de contraer matrimonio entre sí personas de ascendencia común, naturales de una
misma localidad o comarca, o de un grupo social. Real Academia Española. Diccionario de la lengua
española. https://dle.rae.es/endogamia?m=form (05-01-2024).
11
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 42.
12
Concepto civil e histórico. Hijo nacido fuera del matrimonio, de padres que en el momento de concebirlo
no podían casarse por algún impedimento. Real Academia Española. Diccionario panhispánico del español
jurídico. https://dpej.rae.es/lema/hijo-ileg%C3%ADtimo (06-01-2024).
13
Barrancos, Dora. Op. Cit, pág. 43.
7
En el mismo sentido de subordinación se consagraba la dote. La familia de la novia
entregaba una cierta cantidad y calidad de bienes al contrayente quien luego los
administraba. La magnitud de la dote debía estar vinculada con la fortuna del candidato,
de modo que se trataba de una negociación. Significaba una verdadera muestra de la
sociedad patriarcal. Constituía el “valor de la mujer en el mercado matrimonial, el
prestigio y la cuantía de sus familias”.14
El divorcio vincular15 apareció de modo absolutamente tardío en nuestro país y en
los casos de adulterio la mujer era juzgada de manera diferente al hombre. La Iglesia no
ahorraba fórmulas para mantener a la pareja unida. Siempre fue notable la presión ejercida
por los eclesiásticos sobre las mujeres para que desistieran de pedir el divorcio.
Siglo XIX
El siglo XIX trajo cambios importantes desde el punto de vista de las relaciones
intergenéricas pero estuvieron muy lejos de significar mayores derechos para las mujeres.
Las capas medias que constituían la burguesía en las sociedades avanzadas vivieron
mayores restricciones que en el siglo anterior. Las conductas reprochadas en el siglo
pasado fueron aún más sancionadas. Las obligaciones de la maternidad se hicieron más
expresivas, más reconocidas y también más estrictas. El estatuto de “madre” se elevó a
una mayor consideración y se expandieron manuales, instrucciones y predicados
científicos que se unieron a los religiosos, ponderando los atributos de esa notable función
femenina que se reducía a la misión reproductora.16
El estereotipo femenino en Argentina era el que se gestaba a nivel mundial:
marcaba la devoción al hogar y la más acendrada identificación con las funciones
domésticas y parece acumularse la evidencia de que las mujeres apenas participaban de
escenarios públicos: no salían de sus hogares sin los varones miembros de la familia.
Dentro de la casa, las mujeres mayores de familias pudientes tenían a cargo las labores
de la confección y el bordado, tradición que se extendió hasta fines del siglo. También
solían confeccionar sus propios calzados mientras que las criadas domésticas tenían a su
cargo la limpieza y tareas de cocina.
En la segunda mitad del siglo XIX se asumió que el orden natural imponía
funciones diferenciales para varones y mujeres y que no debía perturbarse ese plan. Las

14
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 49.
15
El divorcio vincular se aprobó por Ley N° 23.515 en el año 1987.
16
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 52.

8
mujeres fueron catalogadas como débiles y menos inteligentes, solo aptas para parir, criar
y asistir al cónyuge: “funciones admirables que estaban en su naturaleza”. A fines del
siglo había grandes diferencias entre las mujeres que pertenecían a una clase social o a la
otra; mientras que las familias importantes se las arreglaban para darle a sus hijas cierta
instrucción, las niñas no pudientes apenas alcanzaban la alfabetización y la formación se
reducía a las laborales como coser o bordar.17
El Código Civil Argentino se encargó de plasmar este estereotipo femenino al
establecer su incapacidad relativa y subordinación al marido, quien la representaba a
todos los efectos y administraba todos los bienes, incluidos los suyos.18
El ideal de madre como figura excepcional tuvo mucho que ver con los dogmas
católicos de la época que subrayaban la importancia de la virginidad previo al
matrimonio. La normativa eclesial observaba los intercambios sexuales en el matrimonio
como exclusivo mandato procreativo. Las mujeres no poseían el menor conocimiento de
lo que significaba el coito y no disponían de informaciones sobre el cuerpo, es más, la
mayoría y en todas las clases sociales, apenas estaban ilustradas sobre la menstruación.
Para los hombres, por su parte, tener amantes siguió siendo un anclaje de la masculinidad
y la recurrencia a la prostitución resultó un lugar conocido para la mayoría de ellos.
Siglo XX
En el siglo XX se alzó el socialismo en el mundo y en nuestro país como fuerza
política que manifestaba una clara sintonía con la problemática femenina. Se trató de la
primera fuerza partidaria que infundió aliento a la participación política de las mujeres y
sus representantes fueron defensores de los derechos femeninos. Al anarquismo por su
parte, se le debe el empeño en hacer a las mujeres conscientes de su condición,
comenzando por el sometimiento doméstico. Se trataba de redimir a las oprimidas con
ánimo de modificar su conciencia pero no en miras a beneficiarlas sino porque su falta de
instrucción constituía un obstáculo para la adopción amplia del anarquismo.19
Comenzaba a nacer el movimiento feminista a fines del siglo XIX y su actuación
en los años veinte fue especialmente relevante. El Código Civil fue reformado por primera
vez en esta década removiendo a las mujeres de la inferioridad consagrada.

17
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 53.
18
La incapacidad relativa de la mujer y su subordinación al marido fue regulado por el Código Civil de
Vélez en el año 1869.
19
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 84.
9
La década del treinta, la crisis económica y el golpe militar sacudieron a la
Argentina y las fuerzas políticas e ideológicas se enfrentaron por los menos en dos
bandos: derecha e izquierda. Ambos regímenes se caracterizaban por sostener los valores
tradicionales adjudicados a las mujeres y por el establecimiento de políticas pro natalistas
vinculadas con los principios de la expansión nacional. Los conservadores temían por las
crecientes marcas de autonomía que mostraban las mujeres debido al contacto con el cine
o la lectura más libre pero hasta éstos admitían que debían concederse algunas
prerrogativas en virtud de los cambios a los que se asistía: “…ya no era posible cubrir el
sol con el harnero20.” Fue una época en que las mujeres afirmaron sus decisiones
limitacionistas en cuestión de maternidad, se asomaron más a las labores productivas y se
incorporaron a las batallas políticas e ideológicas. 21
La Argentina de mediados del siglo XX fue escenario de profundas
transformaciones en la posición de las mujeres durante el fenómeno peronista. El sufragio
femenino que comenzó a debatirse en 1932 por fin se promulgó en 1947: “…la mujer
debe afirmar su acción. La mujer debe optar…”22 Sin embargo, pese a este
reconocimiento, desde el discurso se emprende nuevamente la operación de retorno al
hogar. En efecto, el derecho a optar es otorgado a las mujeres no por su presencia pública,
sino por su carácter de guardianas del hogar. Las mujeres son presentadas defendiendo la
mesa familiar y el derecho a un destino menos duro. El sufragio es definido como “…la
voluntad de elegir, la voluntad de vigilar desde el sagrado recinto del hogar, la marcha
de tu propio país.”23 El mismo Perón señaló en el acto de promulgación de la ley: “…el
Estado al otorgar derechos tiene paralelamente la necesidad de exigir que toda madre
sea una verdadera maestra para sus hijos (...), que intervenga en la vida pública
defendiendo esa célula sagrada de la sociedad que es precisamente el hogar.”24
La situación posterior al peronismo importaba un escenario en el que las mujeres
se habían incorporado masivamente a las universidades, a la militancia política y en las
organizaciones armadas. Además, las mujeres de clase media contaron con una medida

20
Objeto que tiene muchos orificios pequeños que dejan pasar el agua. Asociación de Academias de la
Lengua Española. Diccionario de americanismos.
https://www.asale.org/damer/arnero#:~:text=m.,que%20dejan%20pasar%20el%20agua. (22-03-2024).
21
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 86.
22
Perón, Eva. Discursos Completos 1946-1948. Buenos Aires, Megatón, 1984, en Thébaud, Françoise, Op.
Cit., pág. 701.
23
Ibídem.
24
Perón, Juan Domingo. Discurso del 23 de Septiembre de 1947 ante la promulgación de la ley 13.010.
Buenos Aires, Partido Peronista Femenino, julio de 1949, en Thébaud, Françoise, Op. Cit., pág. 703.
10
notable en materia de control de los embarazos: la píldora. Esto significó un salto
cualitativo en materia de autonomía, aunque continuaban existiendo campos por
conquistar no hay dudas de que la libertad sexual de las mujeres se franqueó mucho más
y se inauguró por entonces la era de la sexualidad independizada de la obligación de
procrear.25
Los grados de libertad para las mujeres se ampliaron en los años sesenta y la
posibilidad de vivir solas fue una de las experiencias novedosas que se extendieron en
esos años. Estas señales inequívocas de autonomía aumentaban las preocupaciones de las
familias en torno a la sexualidad de las jóvenes. Ahora las mujeres apostaban a tomar
riesgos con su libertad mucho más que a satisfacer la censura de la casa.
La administración separada de bienes y la posibilidad de desvinculación
matrimonial por mutuo consentimiento modificó la legislación civil argentina en 1968
otorgando más libertad de decisión a las mujeres. Sin embargo, lejos estaban de ser
consideradas autónomas e independientes de sus cónyuges: en 1969 la dictadura obligó a
las mujeres casadas mediante la Ley 18.248 al uso de la preposición “de” para anexar el
apellido de su marido al suyo.26
No cabe ninguna duda acerca de que en el período de la transición democrática -
más allá de los graves problemas económicos y sociales vividos- se produjeron
importantes medidas relacionadas con la condición de las mujeres y significó una
ampliación de sus derechos, lo cual se debió en gran medida a los movimientos
feministas. La dictadura había obligado a reflexionar en las relaciones entre los géneros
en la sociedad.
En la época del neoliberalismo donde la pobreza, la marginalidad y la
desocupación tomaron protagonismo en nuestro país, se percibió que el grupo más
afectado por el desarrollo de las políticas neoliberales eran las mujeres. Los estudios
comenzaron a dar cuenta de una feminización de la pobreza y nuestro país se ubicó entre
los pro natalistas con condenas expresas del aborto. Coincidió con los países más
conservadores en materia de derechos sexuales y los atinentes a la reproducción. Sin
embargo, debe reconocerse al gobierno la Ley de Cupo Femenino que amplió la
participación de las mujeres en los organismos de representación ciudadana. El acceso de

25
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 90.
26
Ibídem. Pág. 96.
11
las mujeres al mercado de trabajo era evidente y en aumento debido a la escasez de
recursos.27
Este conjunto de transformaciones impactaron sobre la organización familiar
argentina en los roles domésticos y en las modalidades gerenciales de los hogares. Para
las mujeres la experiencia de trabajar fuera del hogar obligó a modificar el diseño de los
tiempos y tareas frente a la experiencia de la doble jornada y para muchos maridos implicó
trastocar tareas productivas por las funciones domésticas.
Siglo XXI. Presente
No puede negarse el avance del género femenino en el siglo XXI en la mayoría
de la población mundial no sólo a nivel social y cultural, sino también en materia de
reconocimiento de derechos por parte de las legislaciones de los Estados, incluida
Argentina. El derecho a decidir ser o no ser madre, a vivir en soltería o con una pareja, a
la libertad sexual, a ejercer una profesión, a aspirar a un mismo salario que los hombres,
son algunas, perfectas o no, de las muchas conquistas logradas por y para las mujeres, sin
menospreciar las batallas que aún quedan pendientes. Sin embargo, no podemos dejar de
advertir que en nuestra sociedad -con los incesantes cambios sociales, políticos y
legislativos de los que hemos dado cuenta-, aún predomina una marcada asignación de
roles en las familias según el género. Y es que a pesar de los innumerables escenarios
distintos de familias que han surgido en estos últimos tiempos, el rol tradicional de la
mujer sigue siendo el denominador común en todas ellas. Trataremos de profundizar esta
última idea en el siguiente título.

1 b. El rol de la mujer en la familia tradicional. Cambio de paradigma y actualidad


En este breve análisis sobre el rol de la mujer en la familia tradicional y en las
nuevas organizaciones familiares a las que fue mutando aquella a partir de los cambios
sociales, culturales, políticos y económicos, daremos cuenta de que fue una institución
social que ha servido como instrumento de dominación del hombre hacia la mujer, y para
perpetuar roles asignados socialmente según el género.
Se puede definir a la familia como el conjunto de personas que conviven bajo el
mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre, hermanos, etc.) con vínculos
consanguíneos o no, con un modo de existencia económico y social comunes, con

27
Ibídem. Pág. 112.
12
sentimientos afectivos que los unen y aglutinan.28 También ha sido definida por la
sociología como una institución social: “…son un sistema de convecciones sociales
duraderas y organizadas, dirigidas por una estructura reconocible dentro de la
sociedad.”29 Se podría decir que es la organización social más importante para el hombre:
el pertenecer a una agrupación de este tipo es vital en el desarrollo psicológico y social
del individuo.30
Las revoluciones políticas y los cambios sociales, culturales y económicos han
influido en el rol que ha ocupado la mujer en las organizaciones familiares: en el período
preindustrial las familias se dedicaban a la agricultura y la producción artesanal y vivían
en organizaciones familiares amplias que incluían varias generaciones bajo un mismo
techo. Este tipo de estructura familiar se conoce como familia extendida.31
A partir de la Revolución Industrial, cambió la economía y la forma en que las
personas trabajaban. Con la mecanización de la producción y el crecimiento de la
industria los individuos comenzaron a migrar de las zonas rurales hacia las ciudades en
busca de empleos en las fábricas. Como resultado, cambió drásticamente su estilo de vida
y la conformación familiar: no se requería mano de obra agrícola extensa en las ciudades,
lo que condujo a la formación de la familia nuclear32 como unidad principal.33
Se produjo por primera vez la distinción entre lo público, relacionado al trabajo
asalariado asignado como tarea del hombre, y lo privado asociado a las tareas del hogar
realizadas por la mujer.
La Revolución Feminista que se desarrolló en el siglo XX influyó en la estructura
familiar, al abogar por la igualdad de género y desafiar las normas tradicionales.
Promovió la idea de que las mujeres tienen la libertad de tomar decisiones en cuanto a la
elección de su proyecto de vida, ya sea enfocándose en una carrera profesional, optando
por ser ama de casa o combinar ambas. Esto ha llevado a un cambio en la percepción de

28
S/F. Observatorio de las Familias y la Infancia de Extremadura. Diversidad familiar: los diferentes
tipos de familia. https://observatoriofiex.es/diversidad-familiar-los-diferentes-tipos-de-familia/ (22-01-
2024).
29
Hernandez De la Cruz, Nancy. Instituciones. México, Universidad Veracruzana, Facultad Trabajo Social,
2012. https://www.uv.mx/personal/eperry/files/2011/05/2-EVIDENCIA-SOCIOLOGIA.pdf (22-01-
2024).
30
Ibídem.
31
Familia clásica biparental compuesta de mujer, hombre y descendencia biológica. Unión de Asociaciones
Familiares. Familia nuclear tradicional. https://unaf.org/pildoras-informativas/diversidad-familiar/tema/a-
familia-nuclear-tradicional/ (30-01-2024).
32
Ibídem.
33
Pigna, Felipe. El Historiador. La revolución industrial. https://elhistoriador.com.ar/la-revolucion-
industrial/ (23-01-2024).
13
la mujer que perpetuaba la familia tradicional, no limitándose al rol reproductor, de
crianza y cuidado y que dichas responsabilidades deben ser compartidas de forma
igualitaria entre mujeres y hombres.34
Otro factor que podemos mencionar como determinante en el cambio del rol de la
mujer en la familia es la decadencia que se ha dado en los últimos años de la institución
del matrimonio. Es probable que esto se deba en parte, en lenguaje de economistas, a la
baja de los costos de salida35. La legalidad y legitimidad social del divorcio y la
posibilidad material de las mujeres de acceder a sus propios ingresos económicos sin
depender del marido, implican que vivir en pareja es una opción, entre otras, y que hoy
se elige ante todo en virtud del deseo personal -aún mediado por representaciones
sociales- y cada vez menos de necesidades materiales, religiosas o morales.36
Centrándonos en Argentina, podemos decir que los matrimonios duran menos, se
prefieren otro tipo de uniones vinculares en lugar del matrimonio y los divorcios
aumentan notablemente a partir del año 2015.
“Según los datos recopilados por el Instituto Nacional
de Estadística y Censos (INDEC), el número de
divorcios en Argentina ha experimentado un incremento
significativo en los últimos años. En el año 2019, se
registraron un total de 40.964 divorcios en todo el país,
lo que representa un aumento del 9% en comparación
con el año anterior.”37

Todo ello trae consecuencias en las composiciones familiares:

“Un 18% de los hogares son unipersonales (1,7


millones). Los hogares monoparentales (pareja
conyugal incompleta) con presencia de menores son la
cuarta categoría más difundida de la tipología y
representan el 12% del total (cerca de 1,2 millones); en

34
Barrancos, Dora. Op. Cit., pág. 143.
35
Aquellos costes que deben asumirse necesariamente al abandonar una industria, como pueden ser las
altas indemnizaciones a los empleados o la liquidación de las existencias en el almacén. Galán Sánchez,
Javier. Economipedia. Barreras de salida. https://economipedia.com/definiciones/barreras-de-
salida.html#:~:text=Costes%20fijos%20de%20salida%3A%20Son,las%20existencias%20en%20el%20al
mac%C3%A9n (21-01-2024).
36
Famá, Victoria. Defensoría del Pueblo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Violencias económicas
contra las mujeres: las consecuencias del incumplimiento de la cuota alimentaria de los progenitores hacia
sus hijas e hijos. https://defensoria.org.ar/rec/victoria-fama-violencias-economicas-contra-las-mujeres-las-
consecuencias-del-incumplimiento-de-la-cuota-alimentaria-de-los-progenitores-hacia-sus-hijas-e-hijos/
(21-01-2024).
37
S/F. Divorcios express. Divorcios en Argentina estadísticas y tendencias.
https://divorciosexpress.com.ar/desglose-de-los-divorcios-en-argentina-estadisticas-y-tendencias/ (23-01-
2024).
14
esta tipología predominan ampliamente los hogares con
jefatura femenina (80% de la categoría).”38

La gran mayoría de los hogares monoparentales está a cargo de mujeres. “Son


quienes en general quedan conviviendo con los hijos tras una disolución conyugal”39,
indica la socióloga de la Universidad de Buenos Aires, especializada en estudios de
población Georgina Binstock.
Esta nueva forma de hogar influye, entre otras cosas, sobre los niveles de ingreso
y en perpetuar las funciones que tradicionalmente se les han asignado a las mujeres en
sociedad: “La pobreza infantil es mucho más elevada en los hogares monoparentales,
que cuentan con una única proveedora de ingresos que además debe asumir las tareas
domésticas y de cuidado”, indica Unicef en el informe “La pobreza Monetaria en la
Niñez y la Adolescencia en Argentina”40 publicado en 2018. Lo mismo indica el Boletín
de Pobreza n° 3 del 2021, “Indigencia y Pobreza según tipología de hogares” del Consejo
Nacional de Coordinación de Políticas Sociales:
“La indigencia gravita más sobre aquellos hogares con
menores de edad entre sus integrantes. Los hogares más
afectados son los monoparentales con menores (...);
entre ellos la pobreza extrema alcanza al 16,4% del
total.”41

El divorcio argentino cambió drásticamente la dinámica de género dentro de las


familias. Las mujeres han ganado mayor independencia económica debido a su
participación en la fuerza laboral y dejaron de estar limitadas a roles de ama de casa y
cuidadoras, lo que les permitió tomar decisiones respecto a su vida matrimonial. Esto
permitió una mayor aproximación a la igualdad de género en términos económicos,
aunque con disparidades en ese entonces y subsistentes aún.
Mientras que las funciones de padre, marido y profesional nunca han sido
excluyentes para los hombres, las mujeres han tenido muchas veces que elegir entre la
vida profesional y la maternidad y atravesar mayores dificultades en el mercado laboral

38
Subsecretaría de Coordinación Técnica y Análisis de la Información. Boletín de Pobreza N°3.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/boletin_de_pobreza_3_s2_2021.pdf , (23-01-2024).
39
Laros, Augusto, Pretto, Belén. La Voz. De la familia tipo a diversos tipos de familia: marcadas
transformaciones en los últimos años. https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/de-la-familia-tipo-a-diversos-
tipos-de-familia-marcadas-transformaciones-en-los-ultimos-anos/ (23-01-2024).
40
UNICEF. La pobreza monetaria en la niñez y la adolescencia Argentina.
https://www.unicef.org/argentina/sites/unicef.org.argentina/files/2018-03/Monitoreo-
La_pobreza_monetaria_en_la_ninez_y_adolescencia_2017.pdf (23-01-2024).
41
Subsecretaría de Coordinación Técnica y Análisis de la Información. Op. Cit.
15
siendo madre, compatibilizando el trabajo y las tareas del hogar en comparación a una
mujer no madre o a un hombre padre.
En opinión de Gabriela Chiapuzzi, psicóloga social, docente y licenciada en
trabajo social, más allá de los múltiples modelos de familia que puedan existir en la
actualidad, hay ciertas funciones que deben estar presentes en toda organización familiar
como unidad que forma a las personas, haciendo referencia a la función ligada al cuidado
afectivo y por otro lado, al sustento. “Esto puede aplicarse independientemente del sexo
biológico de sus miembros. Como son funciones, no están asociadas a un atributo
biológico. Esto abre la posibilidad de miradas no binarias”42, indica. Señalando que se
trata del peso de la cultura y no de cuestiones biológicas e innatas de un género u otro,
opinión que compartimos.43
Esta asignación de roles puede relacionarse con lo que se ha denominado división
sexual de trabajo44. Concepto que explica por qué los hombres han sido históricamente
relacionados al espacio público y los trabajos remunerados, mientras que las mujeres al
ámbito privado y al espacio doméstico. Esto ha implicado también la construcción de una
identidad femenina relacionada a las tareas de cuidado y una identidad masculina
relacionada a la provisión, abastecimiento de lo necesario para la satisfacción de
necesidades y subsistencia.
“En otras palabras, a la mujer se le ha reducido
tradicionalmente a la capacidad biológica
reproductiva, con lo que su principal actividad
económica es la reproducción de la fuerza de trabajo, y
así se ha encargado históricamente del cuidado. Y a los
hombres se les ha comprendido en relación con la fuerza
física, y con esto, se le asignan las labores relacionadas
con el espacio público y la producción económica.”45

En este orden de ideas, podemos reiterar que a pesar de que la estructura de la


familia tradicional ha tenido que responder a las demandas socioculturales, políticas y
económicas, y que ha dado lugar a diferentes tipos de familia, el modelo tradicional sigue
siendo la forma predominante y socialmente ideal en nuestros tiempos. También podemos
afirmar la idea planteada al comienzo del presente punto y esto es que la familia como

42
Laros, Augusto, Pretto, Belén. Op Cit.
43
Ibídem.
44
Manera en que cada sociedad organiza la distribución del trabajo entre los hombres y las mujeres, según
los roles de género establecidos que se consideran apropiados para cada sexo. Grisolía, Julio. Revista
IDEIDES. Perspectiva de género en el Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. https://revista-
ideides.com/perspectiva-de-genero-en-el-derecho-del-trabajo-y-de-la-seguridad-social/ (22-01-2024).
45
Guzmán Martínez, Grecia. Psicología y Mente. División sexual del trabajo: qué es, y teorías explicativas.
https://psicologiaymente.com/social/division-sexual-del-trabajo (22-01-2024).
16
institución ha servido como forma de dominación del hombre a la mujer para perpetuar
los roles de género en la sociedad. En este contexto, se ha producido una fuerte tensión
entre las actividades productivas y domésticas para las mujeres que asumen los costos de
la sobrecarga de ambas actividades, lo cual ha implicado la renuncia a su desarrollo como
profesionales o el retraso, reducción o directamente la renuncia a la maternidad.

2- La inserción de la mujer en el mercado laboral: impacto de las tareas de


cuidado. ¿Hay igualdad de género?
En el mundo, la mujer aparece en la industria desempeñando un papel importante
a partir del siglo XV, aunque como mano de obra barata: eran hilanderas y tejedoras. Sólo
eran aceptadas para este trabajo mujeres jóvenes y solteras y se trataba de un mercado de
trabajo segregado que reproducía una división sexual del trabajo natural y propia del
ámbito familiar.46
La distribución del trabajo en la sociedad está históricamente marcada por una
segregación horizontal que reproduce roles de género: los varones se insertan en las ramas
de actividad más dinámicas y estratégicas desde el punto de vista salarial y de empleo
formal; las mujeres en cambio, tienen mayor participación en los sectores relacionados
con los cuidados y servicios sociales.47
Para mediados del siglo XIX en la Argentina unas 140 mil mujeres eran costureras,
lavanderas, planchadoras, cigarreras, amasadoras, etcétera. El Estado reforzaba el estatus
secundario de su actividad productiva tras haber definido el papel reproductor de la mujer
como su función primaria. Ya para fin del siglo se destacan las primeras mujeres
universitarias en profesiones tales como farmacéuticas, médicas e ingenieras.48
El siglo XX marcó la mayor cantidad de hitos importantes en cuanto al logro de
los derechos de las mujeres. Sin embargo, al principio del siglo las mujeres ganaban solo
el 76% del jornal de los hombres sin cualificación profesional.49

46
S/F. El Diario. Historia de la mujer en el mundo del trabajo.
https://www.eldiariocba.com.ar/suplementos-especiales/2022/4/30/historia-de-la-mujer-en-el-mundo-del-
trabajo-71687.html?fbclid=IwAR3W-dvrZFB0Zafz4us68k-
ny0SJQLT7qH8NnrbArOUp0b7ZPNVtfXuwj0w (22-01-2024).
47
Ministerio de Economía Argentina. El costo de cuidar. Las brechas de género en la economía argentina.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2022/11/el_costo_de_cuidar_las_brechas_de_genero_en_l
a_economia_argentina.pdf (22-01-2024).
48
S/F. El Diario. Op. Cit.
49
Ibídem.
17
Según un trabajo publicado por el Ministerio de Trabajo de la Nación sobre “La
historia de la incorporación de la mujer en el mercado laboral” de 1914 el 21% de las
mujeres formaba parte de la población trabajadora es decir, habría una de cada cinco
mujeres que trabajaba. Principalmente personal doméstico, cocineras, lavanderas,
planchadoras, costureras, modistas, tejedoras y trabajadoras agrícolas. Las mujeres
hicieron su entrada también en la enseñanza superior que se había convertido en la puerta
de entrada más visible a las profesiones de responsabilidad.50
Avanzado el siglo, se aprueban diversas leyes laborales que reglamentaban el
trabajo femenino e infantil y establecían que las mujeres no podían trabajar más de ocho
horas diarias. Incluían también la prohibición de despedir mujeres embarazadas,
ampliación de la licencia por maternidad posparto, incorporación de la licencia para
amamantar y la obligación de las empresas de tener guarderías.
Entre mediados de siglo y 1970, la tasa de actividad femenina pasó del 27% al
40% en la última década, las mujeres se ocupaban más en el servicio doméstico, el
comercio, restaurantes y hoteles, asimismo en servicios sociales, de salud y en la
enseñanza.51
En la actualidad, el derecho a la igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres en el ámbito laboral es aceptado por los gremios y esta aceptación se encuentra
plasmada en los convenios colectivos de trabajo así como en el resto de la legislación
nacional e internacional -derecho al cual nos dedicaremos en más profundidad en el
siguiente capítulo-. Sin embargo, los roles tradicionales instituidos por la sociedad siguen
vigentes y siguen existiendo obstáculos en el desarrollo laboral de la mujer.
Según un informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (en
adelante OIT) sobre “Mujeres en el mundo del trabajo"52, la distribución del trabajo no
remunerado al interior de los hogares continúa siendo profundamente desigual. En los
países de América Latina de los que se dispone de información, las mujeres son las que
pasan la mayor parte del tiempo en el trabajo no remunerado y los hombres en el trabajo
remunerado. Pese a los avances en términos de corresponsabilidad masculina en el hogar
y de participación laboral de las mujeres, todavía estamos lejos de llegar a la paridad. Los
roles tradicionales en el trabajo doméstico y la crianza de los hijos son asumidos en su

50
Ibídem.
51
Ibídem.
52
OIT. Panorama Temático Laboral. Mujeres en el mundo del trabajo, 2019.
https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-
lima/documents/publication/wcms_715183.pdf (22-01-2024).
18
mayoría por las mujeres. Véase el siguiente cuadro obtenido por la OIT en el mencionado
informe.

53

Ubicándonos en Argentina, según los datos publicados por INDEC sobre la


Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2021, la tasa de participación de las mujeres en el
trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (en adelante TDCNR) fue del 91,7%, en
tanto que la de los varones fue de casi 20 puntos menos (75,1%). En promedio, este
trabajo les insume a las mujeres 6,52 horas diarias, en tanto que a los varones les lleva
3,7 horas por día.54 Esta brecha también se observa en las encuestas realizadas en la
presente monografía. Mientras que las mujeres madres que realizan las tareas de cuidado
representan un 41,3%, los hombres padres un 0,93%.55
Si al análisis le agregamos el factor de la condición de ocupación, esta brecha se
acrecienta aún más. Los varones desocupados destinan menos tiempo a las tareas
domésticas y de cuidados que los ocupados; mientras que en las mujeres la relación es
inversa: para las desocupadas o inactivas el tiempo dedicado al TDCNR crece en una
hora: le dedican más de 7 horas diarias.56

53
Ibídem.
54
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
55
Ver Anexo 1 Encuesta.
56
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
19
57

Asimismo, se observa que sin importar el rango etario, la mujer es la que en mayor
proporción asume el trabajo no remunerado en relación a los hombres a lo largo de la
vida.58

59

El tiempo que las mujeres les dedican al TDCNR varía según las horas que
trabajan remuneradamente: mientras más horas dedican al trabajo remunerado, menos
horas ocupan en las tareas dentro de los hogares. Por este motivo, quienes trabajan hasta
34 horas semanales de manera remunerada (6,8 horas diarias), dedican casi la misma
cantidad de horas a ambos trabajos por día, lo que constituye literalmente una doble
jornada laboral.60
Entre los factores que sostienen la desigual distribución del cuidado, se encuentra
el régimen tradicional de licencias que reproduce la carga desigual de los mismos: otorga

57
Ibídem.
58
INAM. Boletín Estadísticas de Género. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/boletin-
estadisticas-de-genero-8-de-marzo.pdf?fbclid=IwAR1zLJQTp30eNFfkaK32VG2b5-
xHfl13nYCZbPTUrgEkL9C6D8zVDEE8DGE (26-01-2024).
59
Ibídem.
60
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
20
apenas dos días a las personas no gestantes (en general, varones) por el nacimiento de
niño/a y 90 días para las personas gestantes (en general, mujeres).61
Según la OIT, la principal barrera para que las mujeres participen en el mercado
laboral es la carga de trabajo no remunerado. “En 2018, 42,4 % de las mujeres en edad
de trabajar declaró no estar buscando trabajo o no estar disponibles para trabajar a
causa del empleo no remunerado. Los hombres en esta condición apenas alcanzaron el
5,2 %.”62
La mayor dedicación a las tareas de cuidado de las mujeres sucede incluso cuando
están ocupadas en el mercado de trabajo. Esto da lugar a inserciones laborales más
precarias o inestables como forma de conciliar las responsabilidades familiares con las
obligaciones del trabajo remunerado. Las mujeres tienden a tomar empleos en
inferioridad de condiciones frente a los hombres y con un poder de negociación menor.
Puntualmente, al 1er trimestre de 2022 en Argentina el 14,2% de las mujeres
ocupadas se empleaba en la enseñanza, el 13,5% en servicio doméstico y el 11,2% en
servicios sociales y de salud (DNEIyG63 en base a EPH-INDEC). Los varones, en cambio,
tienen la mayor participación en industria, transporte, actividades primarias, energía y
construcción.64 Es decir, son quienes mayor acceso tienen a las ramas de mayores ingresos
y niveles de formalidad. A esto se lo denomina segregación horizontal.65
Debido a la mayor inserción de las mujeres en las ramas de actividad más
precarizadas, el porcentaje de asalariadas informales es mayor que el de los varones. Al
1er trimestre de 2022 al 38,2% de las mujeres asalariadas no se le descontaban aportes
jubilatorios, en tanto que entre los asalariados varones este porcentaje era del 34%. El
porcentaje de mujeres en la informalidad creció durante el proceso de recuperación
económica en 2021 lo que evidencia que tras la crisis pandémica las mujeres se insertaron
en el mercado de trabajo en condiciones de mayor precariedad.66
Esto también tiene relación directa con las tareas de cuidado. Mientras la brecha
de género en las tasas de participación en las tareas del cuidado de los miembros del hogar
en América Latina es de solo 7,5 puntos porcentuales entre los asalariados formales,
aumenta casi 20 puntos porcentuales en el caso de los asalariados informales.67

61
Ibídem.
62
OIT. Op. Cit.
63
Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género.
64
Ver Anexo 2 Encuesta.
65
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
66
Ibídem.
67
OIT. Op. Cit.
21
Tampoco sorprende advertir las diferencias de género en el intensivo de la oferta
laboral. Mientras hay predominancia masculina en los trabajos a sobretiempo (60 horas
semanales o más), existe predominancia femenina en el trabajo a tiempo parcial (menos
de 30 horas de trabajo semanal) en la mayoría de países de la región. De modo que las
mujeres enfrentan una carencia de tiempo que marca barreras significativas en su
autonomía económica a la vez que acarrea limitaciones en el ingreso de los hogares.68
Se observa también en Argentina que a medida que aumenta la edad de los/as
hijos/as se incrementa la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, a
diferencia de lo que ocurre con los varones, revelando de manera indirecta que a mayor
independencia de los hijos, menos responsabilidades para la madre.

69

Las tareas de cuidado de los hijos/as repercuten también negativamente en las


remuneraciones de las mujeres. Esto se corrobora cuando se compara a mujeres con
hijos/as y sin hijos/as e inclusive también cuando se contrasta remuneraciones de varones
y mujeres con idénticas responsabilidades en la crianza.
La educación de las mujeres también es un factor determinante en su participación
en el mercado de trabajo. Las mujeres de mayor nivel educativo (y recursos) son las que
destinan menos tiempo al cuidado. Esto se explica fundamentalmente por su posibilidad
de acceder a servicios de cuidados como los que brindan las trabajadoras de casas
particulares, los establecimientos educativos de jornada extendida y los hogares para
adultos mayores. En el siguiente gráfico se observa cómo varía la cantidad de horas
dedicadas a las TDCNR entre varones y mujeres por nivel educativo.

68
Ibídem.
69
INAM. Op. Cit.
22
70

Se puede advertir entonces que a mayor nivel educativo las mujeres participan
menos en estas tareas. En cambio, en el caso de los varones, el nivel educativo
prácticamente no influye en la cantidad de horas dedicadas (varía entre 3,4 y 3,9 horas).71
La carga del trabajo no remunerado en las mujeres afecta no solamente su
participación en el mercado laboral y sus remuneraciones. Son más propensas a no
contribuir a la seguridad social. La OIT ha dicho al respecto que a lo largo del ciclo de
vida las mujeres van sumando desventajas que se acumulan en las últimas etapas de la
vida y en gran parte aquellas provienen de las responsabilidades familiares, las tareas
domésticas y la actividad que despliegan en la economía informal.72
Como consecuencia de esta desigualdad, de acuerdo a los datos del Boletín
Estadístico de la Seguridad Social, sólo el 12,1% de las mujeres en edad jubilatoria (entre
55 y 59 años) cuentan con más de 20 años de aportes, lo cual genera un alto grado de
incertidumbre respecto al acceso a la seguridad social entre la mayor parte de las adultas
mayores. En los varones, este porcentaje asciende a 25,5%.73
Los períodos dedicados a la crianza de hijos e hijas ocasionan lagunas o declives
en las trayectorias contributivas de las mujeres limitando su acceso a las prestaciones de
la seguridad social o a la calidad de las mismas en el caso de acceder, tema que
abordaremos en más profundidad en el próximo capítulo.

70
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
71
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
72
OIT, Derechos, empleos y seguridad social: Una nueva visión para hombres y mujeres de edad avanzada,
2008. https://www.ilo.org/gender/Events/Campaign2008-2009/WCMS_098845/lang--es/index.htm (30-
01-2024).
73
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
23
Capítulo II
Acerca del Decreto 475/21 y el reconocimiento de aportes previsionales por tareas de
cuidado
Sumario: 1- Régimen jubilatorio. 1 a. La Ley 24.241 y la reforma de la Ley 26.425.
Características y lineamientos generales del régimen de jubilación vigente. 2- La
(des)igualdad de género en el régimen de jubilaciones. 2 a. Análisis del principio de
igualdad a partir de la normativa internacional y nacional. 2 b. Brecha de género en
nuestro Sistema Previsional. 3- Decreto 475/21. 3 a. Artículo 22 bis. Extremos de la
norma. Fundamentos. 4- Disposiciones complementarias y aclaratorias sobre el acceso
al beneficio.

1. Régimen jubilatorio
1. a. La Ley 24.241 y la reforma de la ley 26.425. Características y lineamientos
generales del régimen jubilatorio vigente
El sistema de la Ley 24.241 se caracterizó por contener en su ámbito a dos
regímenes, uno público o de reparto y otro de capitalización individual, llamado de
capitalización. Sus principales diferencias consistían en el financiamiento y en los
organismos de gestión. El régimen de reparto se financiaba mediante un sistema basado
en el principio de solidaridad gestionado por la Administración Nacional de la Seguridad
Social (en adelante ANSES). Y el régimen de capitalización consistía en un sistema en el
cual cada afiliado acumulaba sus propios aportes en una cuenta personal. La
administración y el otorgamiento de las prestaciones se encontraban a cargo de sociedades
anónimas denominadas Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (en
adelante AFJP).
En el año 2008 el sistema implementado por la Ley 24.241 fue reformado por las
disposiciones de la Ley 26.425 de orden público, teniendo como consecuencia la
derogación de toda disposición legal que se le oponga.
Esta nueva ley dispuso unificar aquellos dos regímenes en un único régimen
previsional público al que denominó Sistema Integrado Previsional Argentino (en
adelante SIPA) financiado a través del sistema solidario de reparto que en definitiva,
absorbió y sustituyó al régimen de capitalización.
Los recursos que integraban las cuentas de capitalización individual de los
afiliados del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (en adelante SIJP) pasaron a
incrementar el volumen de fondos públicos cuya administración ahora compete a ANSES
24
y que deberán ser destinados al pago de los beneficios ya existentes y los que en el futuro
otorgue el nuevo SIPA.
La distribución de los fondos se rige por la pauta de la solidaridad. Esta última
conlleva como nota distintiva la obligación del más fuerte de asistir al más débil. El
criterio de solidaridad importa convalidar un compromiso social entre los afiliados al
régimen de reparto que es de carácter intergeneracional (la clase activa respecto de la
pasiva) y de género.

2- La (des)igualdad de género en el régimen de jubilaciones


2 a. Análisis del principio de igualdad a partir de la normativa internacional y
nacional
A partir de la última reforma constitucional en el año 1994 se produjo un cambio
de paradigma en nuestra legislación con la constitucionalización del derecho privado:
implicó que se borraran los marcados límites entre el derecho público y privado,
impactando en todas las ramas del Derecho, incluyendo al Derecho Laboral y Previsional.
Se crea un nuevo sistema de fuentes: los casos regidos por el Derecho Privado deberán
ser analizados e interpretados a partir de los principios del Derecho Público. En palabras
del Anteproyecto del Código Civil y Comercial se “... establece una comunidad de
principios entre la Constitución, el derecho público y el derecho privado (...) Puede
afirmarse que existe una reconstrucción de la coherencia del sistema de derechos
humanos con el derecho privado.”
Los postulados que emanan de los tratados internacionales con jerarquía
constitucional ponen en lo más alto de nuestra pirámide jurídica a la protección de la
mujer.
Adquieren especial relevancia en el reconocimiento del principio de igualdad la
Convención sobre Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (en
adelante CEDAW), la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia Contra la Mujer (en adelante Convención de Belén do Pará) y la Convención
Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.
La CEDAW establece en su artículo 2 que los Estados Parte condenan todas las
formas de discriminación contra la mujer y que convienen seguir una política encaminada
a eliminar tal discriminación con el fin de lograr la igualdad. Para ello asumen una serie
de compromisos concretos: consagrar y asegurar en la práctica el principio de igualdad

25
entre el hombre y la mujer; adoptar las medidas adecuadas para prohibir la discriminación
contra la mujer; establecer la protección jurídica de la mujer sobre la base de la igualdad
con los hombres y garantizar que sea efectiva dicha protección por medio de las
instituciones públicas; adoptar todas las medidas necesarias para la eliminación de la
discriminación contra la mujer y modificar o derogar aquellas que lo hagan; que no se
incurra en ningún acto o práctica por autoridades o instituciones públicas que implique
discriminación contra la mujer.
Más adelante, en el inciso 1 del artículo 11 se establece:
“1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la
mujer en la esfera del empleo a fin de asegurar a la
mujer, en condiciones de igualdad con los hombres, los
mismos derechos, en particular:
… e) El derecho a la seguridad social, en particular en
casos de jubilación, desempleo, enfermedad, invalidez,
vejez…”

En el inciso 2 del mismo artículo se establece que los Estados Partes deberán
tomar una serie de medidas con el fin de impedir la discriminación de la mujer por razones
de matrimonio y -lo que se encuentra más vinculado al Derecho Previsional- la
maternidad. Estableciendo entre las medidas:
“... c) Alentar el suministro de los servicios sociales de
apoyo necesarios para permitir que los padres
combinen las obligaciones para con la familia con las
responsabilidades del trabajo y la participación en la
vida pública, especialmente mediante el fomento de la
creación y desarrollo de una red de servicios destinados
al cuidado de los niños...”

Por otro lado, la Convención de Belén do Pará, en su artículo 5 dispone:


“Toda mujer podrá ejercer libre y plenamente sus
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales y contará con la total protección de esos
derechos consagrados en los instrumentos regionales e
internacionales sobre derechos humanos. Los Estados
Partes reconocen que la violencia contra la mujer
impide y anula el ejercicio de esos derechos.”

Y en el artículo sexto reconoce:


“El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia
incluye, entre otros: a. el derecho de la mujer a ser libre
de toda forma de discriminación, y b. el derecho de la
mujer a ser valorada y educada libre de patrones
estereotipados de comportamiento y prácticas sociales

26
y culturales basadas en conceptos de inferioridad o
subordinación.”

Por último, la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos


Humanos de las Personas Mayores, refiere a la cuestión de la igualdad de género en varias
oportunidades. Ya en el preámbulo establece que los Estados Parte en la Convención
respaldan “...activamente la incorporación de la perspectiva de género en todas las
políticas y programas dirigidos a hacer efectivos los derechos de la persona mayor y
destacando la necesidad de eliminar toda forma de discriminación.”
En el artículo 3 establece cuáles son los principios aplicables a la Convención,
entre los que menciona “La equidad e igualdad de género y enfoque de curso de vida”.
Más adelante en el artículo 5 sobre la igualdad y no discriminación por razones de edad,
establece:
“Los Estados Parte desarrollarán enfoques específicos
en sus políticas, planes y legislaciones sobre
envejecimiento y vejez, en relación con la persona
mayor en condición de vulnerabilidad y aquellas que
son víctimas de discriminación múltiple, incluidas las
mujeres…”

En el artículo 9, refiriéndose al derecho a la seguridad social y a una vida sin


ningún tipo de violencia, establece que las personas tienen derecho “... a recibir un trato
digno y a ser respetada y valorada, independientemente de (…) el género…”
Otros instrumentos internacionales que hacen alusión al principio bajo estudio son
los convenios de la OIT. Éstos tienen jerarquía supralegal -criterio que la jurisprudencia
sostiene de manera uniforme- porque pertenecen a la categoría de tratados con potencias
extranjeras, como lo establece el artículo 31 de nuestra Constitución Nacional y también,
porque de acuerdo al artículo 75 inciso 22 del mismo instrumento, pueden ser enmarcados
dentro de los tratados que se concluyen con otras naciones y organizaciones
internacionales.
En el Convenio Nro. 11174 se materializó el compromiso de la OIT de eliminar la
discriminación en el empleo, cualquiera sea su razón de ser y la forma en que se
manifieste. El Convenio Nro. 15675 por su parte, ante la aparición de nuevos criterios de

74
OIT. Convenio sobre la discriminación (empleo y ocupación), 1958.
https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_Ilo_Code:C111 (04-02-
2024).
75
OIT. Convenio sobre la igualdad de oportunidades y de trato entre trabajadores y trabajadoras:
trabajadores con responsabilidades familiares, 1981. www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---
gender/documents/genericdocument/wcms_114194.pdf (04-02-2024).
27
discriminación permitió reconocer la efectiva igualdad de oportunidades y de trato entre
los trabajadores de ambos sexos que tengan responsabilidades familiares al igual que
entre éstos y los demás trabajadores que no las tengan. También que las responsabilidades
familiares constituyen una problemática que afecta a la familia y a la sociedad y no sólo
a las trabajadoras.
Al último convenio lo complementa la Recomendación Nro. 165 76, la cual
establece medidas de apoyo para garantizar el acceso, permanencia y reintegro al trabajo
de los/as trabajadores/as con responsabilidades familiares.
En ese mismo sentido, reconociendo que las responsabilidades familiares son
distribuidas en forma desigual y asumidas en mayor parte por las mujeres y que ello
impacta directamente en su acceso al derecho a pensión, el organismo indica en otro
informe realizado en el año 2001 titulado “Seguridad social: temas, retos y perspectivas”:
“La seguridad social debería fomentar y basarse en los
principios de la igualdad de género, lo que significa no
solo trato igualitario para hombres y mujeres en
situaciones iguales o similares, sino también medidas
para garantizar la igualdad de hecho para las mujeres,
ya que la sociedad obtiene un enorme beneficio del
cuidado no remunerado que estas proporcionan, por lo
que no deberían verse más tarde perjudicadas por el
sistema por haber hecho esta contribución durante la
edad en que podían trabajar”.77

La OIT también ha elaborado un informe sobre la igualdad de género como uno


de los ejes de lo que llama trabajo decente que consiste básicamente en acceder al empleo
en condiciones de libertad y de reconocimiento de los derechos básicos del trabajo. Sus
objetivos principales son promover los derechos en el trabajo, impulsar oportunidades de
empleo, mejorar la protección social y fortalecer el diálogo social. Para muchas mujeres
no obstante, el acceso a los objetivos anteriormente mencionados es limitado. Por ello, en
la labor de la OIT se concede particular atención a la igualdad de género y se convierte
en una cuestión transversal en el logro del trabajo decente.78
“El planteamiento de la OIT se basa en un enfoque
basado en los derechos y en la eficacia económica: la
igualdad de género en el mundo del trabajo no es sólo

76
OIT, Recomendación sobre trabajadores con responsabilidades familiares, 1981.
https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:12100:0::NO::P12100_ILO_CODE:R165 (05-
02-2024).
77
OIT, Seguridad social: un nuevo consenso, 2002. https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---
ed_protect/---soc_sec/documents/publication/wcms_220095.pdf (05/02/2024).
78
OIT, La igualdad de género como eje del trabajo decente, 2009. www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/--
-ed_norm/---normes/documents/publication/wcms_088160.pdf (05-02-2024).
28
una cuestión de derechos humanos y de justicia para los
trabajadores, sino que también reviste interés desde el
punto de vista empresarial para los empleadores, y es
fundamental para el logro del crecimiento económico y
la reducción de la pobreza a nivel nacional.”79

Las medidas que buscan compaginar las obligaciones laborales y familiares son
una consecuencia lógica del principio de igualdad. En ese orden de ideas, los instrumentos
mencionados anteriormente son indispensables para garantizar que todo hombre y mujer
puedan llevar adelante sus funciones tanto en la vida social, económica, pública, familiar
como laboral. Aunque podemos afirmar por lo expuesto que las tensiones entre estos
ámbitos afectan particularmente a las mujeres.
Podemos concluir entonces, que la Organización se ha preocupado por mejorar la
situación de las mujeres para que puedan combinar de manera exitosa las tareas
reproductivas con las laborales e impedir que por realizar las primeras reciban un trato
desigual.
En cuanto a la normativa nacional, encontramos la Ley 26.485 de Protección
Integral a las Mujeres, que refiere a las formas de violencia contra la mujer, en particular
a la violencia laboral. En su artículo 4 establece qué se considera violencia contra las
mujeres y en la segunda parte refiere a la violencia indirecta:
“Se entiende por violencia contra las mujeres toda
conducta, por acción u omisión, basada en razones de
género, que, de manera directa o indirecta, tanto en el
ámbito público como en el privado, en el espacio
analógico digital, basada en una relación desigual de
poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad
física, psicológica, sexual, económica o patrimonial,
participación política, como así también su seguridad
personal. Quedan comprendidas las perpetradas desde
el Estado o por sus agentes.
Se considera violencia indirecta, a los efectos de la
presente ley, toda conducta, acción, omisión,
disposición, criterio o práctica discriminatoria que
ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.”

En síntesis, la norma condena a la violencia contra la mujer en todas sus formas y


obliga a todos los poderes del Estado para que a través de acciones positivas se garantice
la igualdad real entre mujeres y varones.

79
Grisolía, Julio Armando y García, Nadia Graciela. Derecho de la Seguridad Social. Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Editorial Estudio, 2022, pág. 255.
29
Si bien no hace mención directa sobre la discriminación en el ámbito de la
seguridad social, el Estado como administrador principal de dicho sistema debe garantizar
la igualdad real entre hombres y mujeres y eliminar cualquier discriminación o forma de
violencia a través de acciones positivas.
Por otra parte, aunque no se hace alusión expresa al principio de igualdad en las
normas que se van a mencionar a continuación, se puede hacer un análisis con perspectiva
de género sobre las prestaciones que regulan y determinar si se cumple o no con el
principio mencionado.80
La Ley 20.744 de Contrato de Trabajo (en adelante LCT) otorga a las mujeres una
licencia de 90 días (durante los 45 días anteriores y posteriores al parto). Pudiendo la
interesada optar por reducir los primeros 45 días siempre y cuando no sean inferiores a
30. El resto se acumulará al período de descanso posterior hasta completar los 90 días
mencionados anteriormente.
Durante esta licencia la trabajadora no recibe remuneración sino una asignación
familiar prevista en la Ley 24.714 de Asignaciones Familiares que equivale a su salario
bruto. Se trata de una prestación dineraria no remunerativa contemplada por el Sistema
de Seguridad Social que compensa a la trabajadora por la imposibilidad de trabajar. Que
sea una asignación familiar y no remuneración trae las siguientes consecuencias
indeseadas.
Por empezar, en el marco del contrato de trabajo el cobro de asignaciones
familiares requiere de cuestiones burocráticas que afectan al carácter alimentario y al
cobro íntegro y oportuno del salario e implican una actividad extralaboral, situaciones
que no ocurren para el cobro de la remuneración. Tampoco devenga sueldo anual
complementario (en adelante SAC). Para que se devengue SAC debe tratarse de
remuneración, por lo que la mujer también se ve perjudicada en este aspecto al percibir
una asignación familiar durante el período de la licencia por maternidad. Para finalizar,
perjudica a la mejor remuneración mensual normal y habitual requerida por el artículo
245 de la LCT -referido a la indemnización por antigüedad o despido-, porque como la
asignación no es remunerativa no es considerada a los fines de determinar la base del
artículo antes mencionado, pudiendo afectar el derecho a obtener una reparación integral
frente a un despido injustificado.81

80 Ibídem. Pág. 258.


81 Ibídem.
30
Respecto a los derechos de la seguridad social y en cuanto a la Prestación por
Desempleo, la Ley 24.013 establece que la duración de esta prestación se determina en
función del tiempo cotizado por el empleador al Fondo Nacional de Empleo dentro de los
últimos 36 meses anteriores a la situación legal de desempleo. Por lo tanto, si durante ese
tiempo la trabajadora gozó de licencia por maternidad nunca alcanzará el período máximo
de la prestación, implicando una nueva penalización a la maternidad.82
En conclusión, podemos afirmar que el hecho de que una trabajadora decida tener
hijos y como consecuencia de ello goce de una licencia por maternidad, provoca la
pérdida de derechos laborales en clara violación de lo dispuesto por la CEDAW en el
artículo 11, apartado 2, inciso b -mencionado en párrafos precedentes-. Esto no ocurre
con otro tipo de licencias como ser la licencia por enfermedad prevista en el artículo 208
de la LCT. El ejercicio de este derecho por las mujeres implica consecuencias disvaliosas
que deben ser corregidas para dar cumplimiento a los compromisos internacionales y
lograr definitivamente la tan buscada igualdad.
2 b. Brecha de género en nuestro Sistema Previsional
Como bien sabemos, el objetivo del Sistema Previsional es garantizar la
sustitución de la remuneración de las personas que como consecuencia de una
contingencia -vejez, invalidez o muerte- les impide continuar en una actividad laboral
habitual. Si bien Argentina presenta resultados exitosos en términos de cobertura -ya que
casi el 95% de la población mayor de 65 años de edad recibe un beneficio previsional
(jubilación, pensión o retiro por invalidez)-, estos logros tienen como contracara la
existencia de inequidades de género en las condiciones de acceso a la jubilación.83
Algunas de estas inequidades surgen de normativas explícitas que por distintas
razones, benefician a ciertos grupos más que a otros y generan una alta fragmentación del
sistema. Por otro lado, también están aquellas desigualdades que no son propias del
Sistema Previsional pero que terminan teniendo un impacto concreto sobre él, como
aquellas que se dan dentro del mercado de trabajo.
La incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo constituyó una de
las transformaciones socioeconómicas más relevantes del último siglo, lo que les permitió
un avance notorio en términos de autonomía económica. Sin embargo, aún existen

82Ibídem. Pág. 260.


83
CIPPEC. La cuestión de género en el sistema previsional argentino, 2022. https://www.cippec.org/wp-
content/uploads/2022/06/241-DPP-PS-La-cuestion-de-genero-en-el-sistema-previsional-argentino.-Mayo-
2022.pdf (06-02-2024).
31
marcadas brechas de género en el mercado laboral en cuanto a participación y trayectoria
lo que se reproduce directamente en el Sistema Previsional.
Es por ello que nos parece interesante traer la clasificación realizada por el
CIPPEC en su documento de políticas públicas “La cuestión de género en el sistema
previsional argentino”84 y en base a ella analizar las inequidades de género en el Sistema
Previsional y sus orígenes según sus grados de intencionalidad.
Diferencias no intencionales
Aunque las diferencias no intencionales en las que cae nuestro Sistema Previsional
son neutras en términos de género, en la práctica implican un impacto diferenciado entre
varones y mujeres. Dentro de ellas pueden encontrarse dos grandes grupos: por un lado,
aquellas que derivan del mercado laboral y las diferencias de género que se suscitan en él
(tales como la tasa de empleo, la informalidad, los salarios y las trayectorias laborales) y
por otro lado, las diferencias que se desprenden de las normas previsionales propiamente
(como la cantidad de años de aportes y los regímenes particulares).
Las diferencias no intencionales que derivan del mercado laboral y las diferencias
de género que se suscitan en él, subyacen gracias a una combinación de factores
culturales, sociales, económicos y políticos con impactos concretos. Una menor
participación laboral implica una menor contribución al sistema, por lo que en los
esquemas contributivos -como el nuestro- se reproducen de manera no intencional las
inequidades del mercado de trabajo. Esto perjudica en gran medida a las mujeres que
enfrentan mayores barreras que sus pares varones para insertarse en el mercado laboral,
en particular en empleos formales, bien remunerados y con estabilidad que permitan
trayectorias ascendentes sin interrupciones.85
En segundo lugar, las diferencias que se desprenden de las normas previsionales
propiamente se encuentran en los requisitos de años de aportes que determinan un umbral
mínimo de aportes necesarios para que una persona acceda a las prestaciones
previsionales y en los regímenes diferenciados, como son los de excepción y los sistemas
no contributivos.
Los regímenes de excepción se otorgan por razones de mérito o en sectores de
trabajo particulares que tienen una segmentación de género notoria al abordar de forma
discriminada actividades que presentan perfiles de género muy marcados. Éstos

84
Ibídem.
85
Ibídem.
32
prolongan al momento de la jubilación las diferencias de género de cada rama productiva.
Un claro ejemplo de esto es el trabajo docente o doméstico. Pudimos comprobar a través
de la encuesta realizada en la presente monografía la mencionada segmentación de
género, desde que el mayor porcentaje de mujeres expresaron trabajar en el rubro
educación (Gráfico 1) y en el género masculino no se evidenciaron registros de hombres
que se desempeñen en el servicio doméstico pero sí vemos un gran porcentaje de éstos en
el rubro de fábrica o industria y construcción (Gráfico 2).

86

87

Por otro lado, los esquemas previsionales no contributivos son aquellos programas
que otorgan prestaciones por vejez sin necesidad de contar con una cantidad determinada
de años de aporte al sistema. Estos programas tienen como objetivo ampliar la cobertura
de los esquemas tradicionales, garantizando ingresos y protección social para todas las
personas, aunque usualmente con beneficios jubilatorios más bajos que los del régimen
general. Con este fin, el Estado argentino impulsó las moratorias88.

86
Ver Anexo 2 Encuesta.
87
Ver Anexo 2 Encuesta.
88
Los trabajadores autónomos o en relación de dependencia que reúnan los requisitos de edad para una
jubilación o pensión por fallecimiento de un trabajador, pero no tengan los años de servicios con aportes,
podrán hacerlo a través de la adhesión a una moratoria, que les permita completar los años de aportes
faltantes. ANSES. Moratorias previsionales. https://www.anses.gob.ar/jubilaciones-y-
pensiones/regimenes-jubilatorios/moratorias-previsionales (10-02-2024).
33
El caso de las moratorias en nuestro país es interesante ya que si bien
originalmente no tuvieron la intención –al menos explícita– de establecer un corte
diferencial de género, terminaron por beneficiar principalmente a las mujeres, quienes
enfrentan mayores barreras para ingresar al Sistema Previsional por medio del régimen
general.

89

A través de las moratorias sancionadas en nuestro país en los años 2005 y 2014
dispuestas por el Decreto Nº 1454/05, la Ley N° 25.994 y la Ley N° 26.970, se generó un
proceso de extensión de este derecho con un efecto de género. Según los registros de la
Seguridad Social y hasta hoy en día, el 74% de las prestaciones que fueron obtenidas por
moratoria corresponden a mujeres, dejando en evidencia la necesidad de implementar
políticas con perspectiva de género para revertir las brechas en el acceso al derecho a la
seguridad social.90
Diferencias intencionales
El Sistema Previsional se basa en un entramado normativo complejo que
determina el acceso a derechos jubilatorios. En su establecimiento se combina un desafío
para lograr una mayor cobertura en un contexto con bajos niveles de aportes, reciprocidad
de los beneficios y sostenibilidad. Las personas que llegan a la edad de retiro presentan
realidades muy diversas, en especial en términos de trayectorias laborales, lo cual
repercute en el tipo de acceso a las prestaciones previsionales.
Como consecuencia, intentar promover un sistema igualitario con grupos que
tienen características tan distintas puede resultar inequitativo por dos vías: por un lado,
porque puede prolongar implícitamente las diferencias de origen que se traducen en
desigualdades y por el otro, porque perjudica la adecuación dentro de los esquemas

89
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
90
Ibídem.
34
contributivos entre los beneficios de la edad activa y pasiva. Las diferencias intencionales
refieren por tanto a aquellas que implican un resultado diferenciado por género desde su
diseño. Entre ellas, se destacan la organización entre capitalización o reparto, las
diferencias en la edad de retiro y algunos esquemas no contributivos.91
Con respecto a la organización de las prestaciones previsionales bajo la forma de
reparto o capitalización, se puede observar que el régimen de capitalización reproduce
más fielmente en el retiro la situación de la edad activa, lo cual puede implicar una mayor
reproducción de las desigualdades existentes. Al mismo tiempo, los sistemas de reparto
pueden ser más prohibitivos para las mujeres en términos de acceso, ya que las
condiciones para ingresar al sistema con base en contribuciones mínimas perjudican a
quienes tienen trayectorias laborales fragmentadas. Si bien ninguno de los dos sistemas
garantiza por sí mismo una reducción de las brechas de género en la edad de retiro, es
fundamental conocer su efecto diferenciado por género.92
En segundo lugar se encuentran las diferencias de la edad de retiro y el diseño
mismo del sistema. Originalmente la protección social y previsional de las mujeres era
dependiente de su relación con otra persona, típicamente su cónyuge por lo que al
permanecer fuera del mercado de trabajo la edad de retiro no constituía un punto a debatir.
Esta situación no sólo constituía una desventaja para quienes no eran parte de este tipo de
conformación familiar sino que además, condicionaba la autonomía económica de las
mujeres a su estado civil. En consecuencia, muchos sistemas previsionales tienen distintas
edades mínimas de retiro para varones y mujeres que habitualmente, son más bajas para
el caso de las mujeres.
Actualmente en nuestro país la Ley 24.241 expresa en su artículo 19 incisos a y b
que la edad mínima requerida en lo atinente a la jubilación ordinaria son 65 años en el
hombre y 60 años en la mujer. Este sistema diferenciado obedece a una forma de
compensar a las mujeres por sus dificultades de inserción al mercado laboral y a su mayor
dedicación a las tareas de cuidado. Pero bien sabemos que dada la menor participación
laboral femenina y sus trayectorias fragmentadas las barreras de entrada son mayores para
las mujeres, lo que provoca menos años de aportes, menor desarrollo profesional y como
consecuencia, menores jubilaciones.93

91
CIPPEC. Op. Cit.
92
Ibídem.
93
Grisolía, Julio Armando y García, Nadia Graciela. Op. Cit. Pág. 283.
35
Sin embargo, frente a este argumento están los que se preguntan si ésta es la mejor
manera de lograr una equiparación de las tareas realizadas ya que pareciera no resolver el
problema estructural de fondo. Argumentan que esta diferenciación en la edad de retiro
puede traer otras consecuencias negativas para las mujeres: en los sistemas de reparto (en
los que por ejemplo se usan los salarios de los diez últimos años activos para calcular los
montos de las prestaciones), el retiro más temprano de las mujeres podría perjudicar sus
ingresos en la vejez, mientras que en el sistema de capitalización implicaría menos años
de aportes.
La última de las diferencias intencionales por género son las jubilaciones no
contributivas que benefician explícitamente a las mujeres, por lo general en el rol de
cuidadoras. Hoy en día se suele incrementar la edad jubilatoria como consecuencia de la
mayor expectativa de vida, pero diversos estudios demostraron que estas reformas
perjudican más a las mujeres que a los hombres debido a la composición del mercado
laboral ya señalado.94 En consecuencia -como forma de enfrentar la menor cantidad de
años de contribución con que las mujeres llegan a la edad de retiro- el Decreto 475/21
que analizaremos en profundidad en el siguiente punto, vino a reconocer el cuidado de
los/as hijos/as.

3- Decreto 475/2021
A través del Decreto 475/2021, ANSES oficializó el Programa Integral de
Reconocimiento de Períodos de Aportes por Tareas de Cuidado. Si bien el decreto
modificó el Régimen Integrado de Jubilaciones y Pensiones y dispuso incorporar a la Ley
N° 24.241 el artículo 22 bis y el artículo 27 bis -estableciendo pautas sobre el cómputo
de la licencia por maternidad y estado de excedencia-, en la presente monografía nos
dedicaremos únicamente al análisis del primero de los artículos.
3 a. Artículo 22 bis. Extremos de la norma. Fundamentos
El art. 22 bis fue incorporado al Régimen Integrado de Jubilaciones y Pensiones
(Ley 24.241) mediante el Decreto de Necesidad y Urgencia 475/2021 y dispuso lo
siguiente:
“ARTÍCULO 22 bis.- Al único fin de acreditar el mínimo
de servicios necesarios para el logro de la Prestación
Básica Universal (PBU), las mujeres y/o personas
gestantes podrán computar UN (1) año de servicio por
cada hijo y/o hija que haya nacido con vida.

94
Ibídem.
36
En caso de adopción de personas menores de edad, la
mujer adoptante computará DOS (2) años de servicios
por cada hijo y/o hija adoptado y/o adoptada.
Se reconocerá UN (1) año de servicio adicional por
cada hijo y/o hija con discapacidad, que haya nacido
con vida o haya sido adoptado y/o adoptada que sea
menor de edad.
Aquellas personas que hayan accedido a la Asignación
Universal por Hijo para Protección Social por el
período de, al menos, DOCE (12) meses continuos o
discontinuos podrán computar, además, otros DOS (2)
años adicionales de servicio por cada hijo y/o hija que
haya nacido con vida o haya sido adoptado y/o
adoptada que sea menor de edad, en la medida en que
por este se haya computado el tiempo previsto en el
presente apartado”.

Surge a primera lectura de la norma que el beneficio está previsto sólo a los fines
de acreditar el mínimo de servicios necesarios para el logro de la Prestación Básica
Universal (en adelante PBU), es decir acreditar 30 años de servicios según el artículo 19
de la Ley 24.241. De esto surgen dos puntos a tener en cuenta, en primer lugar, no tendrá
efecto alguno como incremento o bonificación de los haberes jubilatorios que como
veremos luego, aclaran las normas complementarias. En segundo lugar, quedan excluidas
entonces las prestaciones que no cuenten con PBU, como ocurre con las de algunos
regímenes especiales, tema que desarrollaremos con más profundidad en el capítulo 3.
La norma establece como beneficiarias a las mujeres y/o personas gestantes las
cuales podrán computar un año de servicio por cada hijo/a nacido/a con vida. Al respecto
podemos advertir algunas cuestiones: en primer lugar, que el beneficio está dirigido a las
mujeres que son o fueron alguna vez madres, lo que permite concluir que se podrán
computar hijos/as fallecidos/as debido a que no se requiere que el hijo/a permanezca con
vida al momento de solicitar el beneficio. En segundo lugar, que ha incluido el término
persona gestante el cual ha sido utilizado por primera vez en nuestros textos legales con
la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria de Embarazo y que tiene el fin de incluir
a otras identidades que también “...tengan capacidad de gestar: hombres trans, personas
no binarias (...) y otras identidades de género que pueden embarazarse.”95

95
González, Karla Pérez y Núñez Tomas, Julieta. Distintas Latitudes. Cuerpos gestantes: el término
pionero en Argentina para nombrar a quienes abortan. https://distintaslatitudes.net/explicadores/cuerpos-
gestantes-argentina-aborto (08-02-2024).
37
El segundo párrafo de la norma hace referencia a los casos de adopción. Se
desprende de la misma que el beneficio podrá ser computado sólo respecto de aquel/la
hijo/a adoptado/a siendo menor de edad y equivaldrá a dos años de servicios.
En cualquiera de los casos anteriores –hijo/a nacido/a con vida y/o hijo/a
adoptado/a que sea menor de edad- podrá adicionarse un año de servicios por cada uno/a
si posee alguna discapacidad que como veremos luego, puede ser acreditada por distintos
medios.
Por último, el artículo reconoce un adicional de dos años por cada hijo/a nacido/a
con vida y/o hijo/a adoptado/a que sea menor de edad si la mujer y/o persona gestante
percibía por ese/a hijo/a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social (en
adelante AUH) por el período de al menos doce meses continuos o discontinuos.
El párrafo cuarto comienza diciendo “Aquellas personas que hayan accedido a la
Asignación Universal por Hijo para Protección Social (...) podrán computar...” por lo
que de atenerse al tenor literal de la norma podría interpretarse que el término personas
incluye tanto padres como madres que perciben o percibían tal asignación. Lo
analizaremos y brindaremos nuestra opinión al respecto en el siguiente capítulo.
Analizados los presupuestos objetivos del beneficio, indagaremos en la voluntad
del legislador al momento de consagrar este derecho, para lo cual nos valdremos de los
considerandos del decreto en estudio.
El legislador destaca en primer lugar el compromiso del Estado Nacional en la
protección de los ciudadanos y ciudadanas, garantizándoles las prestaciones de la
seguridad social y en especial priorizando la inclusión y atención de los grupos y personas
que presentan mayores condiciones de vulnerabilidad, tal como se establece en la
Constitución Nacional y en los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional.96
Así es como a lo largo de la historia reciente, nuestro Sistema Previsional ha
intentado generar diferentes políticas inclusivas para extender la cobertura a los sectores
de personas mayores que más dificultades enfrentan para poder acceder a un beneficio
previsional y también para contrarrestar los ciclos recurrentes de contracción del mercado
de trabajo que ha atravesado la Argentina y que han devenido en evidentes dificultades
estructurales para que las personas pudieran tener continuidad en sus trayectorias
contributivas a la seguridad social.

96 Decreto N° 475/2021. Buenos Aires, 2021.


38
En esas circunstancias -pretende resaltar el decreto-, que el hecho de tener a cargo
el cuidado del niño y/o de la niña torna más complejo el acceso al mercado laboral y en
consecuencia, poder completar los requisitos que se exigen para el acceso a las
prestaciones previsionales.97
Dentro de las mencionadas políticas inclusivas encontramos el Decreto 1454/05,
la Ley 25.994 y la Ley 26.970, cuyo impacto en el Sistema Previsional ya fue destacado
anteriormente en el presente capítulo.
El decreto reitera lo que hemos mencionado en varias oportunidades a lo largo de
la presente monografía, y esto es la fuerte desigualdad que sufren las mujeres en el
mercado de trabajo respecto de sus pares varones y que una de sus principales causas se
debe a las tareas domésticas y de cuidado a cargo de las primeras. Si bien estas son
necesarias para el desarrollo de la vida cotidiana y el sostenimiento de las sociedades al
igual que el trabajo productivo –esencialmente realizado por hombres-, no gozan del
mismo reconocimiento y valoración, de forma tal que constituyen un trabajo no sólo no
remunerado, sino también invisibilizado.
Al respecto informa que: “en el año 2013 se realizó en la Argentina la Encuesta
sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo, el que verificó que las mujeres realizan
el SETENTA Y SEIS POR CIENTO (76 %) de las tareas domésticas no remuneradas.”98
El legislador menciona la emergencia sanitaria que atravesó la población mundial
con el brote de COVID-19 y la crisis económica como una circunstancia que agravó la
situación laboral de las mujeres, teniendo en cuenta que éstas son las que sufren los peores
niveles de desocupación, precarización e informalidad laboral, que les impide la
acumulación de capital social para enfrentar las contingencias en las edades avanzadas.99
Asimismo, las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio derivadas
de la pandemia evidenciaron aún más la importancia social que tienen y el esfuerzo que
demandan las tareas domésticas y de cuidado, haciendo más visibles que nunca las
profundas inequidades generadas por la desigual división de estas tareas, con especial
afectación a las mujeres.
Por otro lado, de acuerdo a lo que surge de los datos estadísticos y administrativos,
a partir del nacimiento del primer hijo o de la primera hija, y con más claridad a medida
que se incorporan más nacimientos, es menor la densidad de aportes previsionales que

97
Ibídem.
98
Ibídem.
99
Ibídem.
39
registran las mujeres y las brechas respecto al ingreso de aportes previsionales se
incrementan tanto respecto de los varones que son padres como de las mujeres sin hijos e
hijas.100
En virtud de lo expuesto, el legislador considera conveniente adoptar medidas de
justicia social orientadas a reparar parte de las desigualdades estructurales que sufren las
mujeres a lo largo de su vida.
Para fundamentar su medida recogió lo dispuesto por Tratados Internacionales en
la materia como la CEDAW y la Convención Interamericana sobre Protección de los
Derechos Humanos de las Personas Mayores -a los cuales hicimos alusión en el punto
anterior- y lo indicado por Organismos Internacionales como la OIT y la Organización
Iberoamericana de Seguridad Social. Ésta última por su parte ha dicho que:
“Ampliar las prestaciones de la Seguridad Social y la
población perceptora, sea mediante mecanismos de
compensación del cuidado u otras fórmulas, son siempre
aspiraciones y propuestas bien acogidas por las
sociedades y que, para que la relación entre cuidado y
Seguridad Social deje de ser paradójica, para que se
deje de castigar a las mujeres por subvencionar a los
Estados con su trabajo no remunerado, hay que avanzar
hacia el reconocimiento de este trabajo...”

Con el mismo objetivo, citó a nuestra Constitución Nacional en su artículo 75,


inciso 23 para afirmar que el Estado debe:
“Legislar y promover medidas de acción positiva que
garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato,
y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos
por esta Constitución y por los tratados internacionales
vigentes sobre derechos humanos, en particular
respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las
personas con discapacidad.”

Una vez desarrollado el contexto social que motiva la nueva normativa en general,
el legislador optó por continuar con las causas que fundamentan cada presupuesto en
particular que se exige para el acceso al beneficio.
Es así que resaltó la necesidad de reconocer el aporte que realiza la mujer al
adoptar un niño, niña o adolescente, en las condiciones estructurales de género que se
expusieron, tomando en cuenta las acciones que debe llevar a cabo para su cumplimiento.
Por ello, consideró necesario establecer para este caso el incremento del beneficio a dos
años de servicio por cada hijo y/o hija que haya sido adoptado/a siendo menor de edad.

100
Ibídem.
40
En la misma línea, dijo que es importante reconocer que el cuidado de hijos y/o
hijas con discapacidad implica aún mayor demanda de apoyos y cuidados y que esta
situación se ve igualmente afectada por el nudo crítico de la desigualdad de género. Por
tal motivo, se impone el reconocimiento de un año de servicio adicional por cada hijo y/o
hija con discapacidad que haya nacido con vida o haya sido adoptado/a, siendo menor de
edad.101
Consideraron también que se debía efectuar un acompañamiento adicional a las
mujeres que provienen de trayectorias de vulnerabilidad socioeconómica porque ellas
atraviesan incluso más dificultades para poder insertarse en el mercado laboral o para
poder delegar en otros las tareas de cuidado, todo ello, en el marco del cumplimiento de
las corresponsabilidades que requiere la AUH para mantener la titularidad.
Por lo expuesto, dispuso que aquellas personas que hayan accedido a la AUH por
el período de al menos doce meses continuos o discontinuos podrán computar además,
otros dos años adicionales de servicio por cada hijo/a que haya nacido con vida o haya
sido adoptado/a, que sea menor de edad.
A modo de cierre de sus fundamentos, el legislador consideró que el
reconocimiento de años de aporte por hijo y/o hija genera un efecto inmediato en las
mujeres que siguen sufriendo las consecuencias de una sociedad pasada, en la que la
brecha de género era aún más pronunciada que en la actualidad y que en tal sentido, se
trata de una medida del presente que puede reparar parte de las inequidades acumuladas
a lo largo de treinta años.102

4- Disposiciones complementarias y aclaratorias sobre el acceso al beneficio


Analizaremos brevemente las disposiciones complementarias de las Resoluciones
17/2021 de la S.S.S., 154/2021 de ANSES y Prev. ANSES 11-67/2021.
La Secretaría de la Seguridad Social ha dispuesto mediante Resolución 17/2021
que el cumplimiento de las condiciones establecidas se deberá acreditar al momento de
la solicitud de la prestación previsional.
Asimismo, determinó que el reconocimiento de servicios podrá corresponder a
más de una mujer y/o persona gestante por el mismo hijo o hija que haya nacido con vida

101
Ibídem.
102
Ibídem.
41
o haya sido adoptado o adoptada siendo menor de edad, si cada una de ellas cumple con
los requisitos establecidos en la norma.
A los fines del cómputo del período adicional por hijo o hija con discapacidad,
dispone que la persona solicitante deberá acreditar dicha situación mediante el Certificado
Único de Discapacidad (en adelante CUD) establecido en el artículo 3º de la Ley Nº
22.431 o certificados de organismos nacionales o provinciales competentes en la materia.
En su defecto, deberá acreditar por otros medios probatorios la discapacidad alegada. Al
respecto, la Resolución 154/2021 establece que si no se encuentra registrada la
discapacidad en ANSES, podrá efectuarse la acreditación por los siguientes medios de
prueba:
A. Certificado Único de Discapacidad establecido en el artículo 3° de la Ley N°
22.431, sustituido por el artículo 8° del Decreto N° 95/18 (CUD). (Reitera lo
dispuesto por la Res. 17/2021 de la S.S.S.)
B. Certificado de Discapacidad emitido por los organismos provinciales competentes
en la materia.
C. Constancia que acredite haber registrado derecho a percibir la Asignación por Hijo
con Discapacidad, mediante las autorizaciones emitidas por las ex Cajas de
Asignaciones Familiares o ANSES.
D. Constancia que acredite el derecho a una Pensión No Contributiva por Invalidez,
instituida por el artículo 9º de la Ley N° 13.478, reglamentada por el Decreto N°
432/97.
Por último, la Prev.11-67/2021 de ANSES determinó que “La discapacidad debe
estar acreditada (…) independientemente de que se encuentre vigente en la
actualidad.”103
La Resolución 154/2021 de ANSES también dispuso que para computar los años
de servicios, se tendrá en cuenta cada hijo y/o hija cuyo nacimiento y discapacidad de
corresponder, se encuentre registrado en las bases de ANSES y vinculado a la persona
que solicita el beneficio, en virtud de la documentación que el organismo disponga a tales
efectos. Idéntico tratamiento se dará cuando la relación por la que se pretenda obtener el
beneficio tenga su origen en una adopción.

103
ANSES. PREV-11-67/21. Tareas de cuidado. Licencia por maternidad y estado de excedencia.
Cómputo de servicios, 2021. https://www.rjyp.com.ar/nove/prev1167.htm (09-02-2024).
42
En caso que dicha información no surja de los registros obrantes en ANSES la
persona solicitante deberá presentar la prueba documental pertinente para la acreditación
del requisito faltante.
En relación a lo dispuesto en el tercer párrafo del art. 22 bis del Decreto 475/21,
la resolución en análisis define qué se entiende por “persona que haya accedido a la AUH
para Protección Social”:
“La mujer y/o persona gestante a la que se le haya
liquidado y/o puesto al pago la mencionada asignación,
por el niño o la niña por quien se ha computado el año
o los años adicionales de servicios, independientemente
del estado de rendición de la liquidación; a excepción
de aquellos períodos de liquidación de la Asignación
Universal por Hijo para Protección Social que hayan
sido suspendidos.”

También aclara la norma que el cómputo de servicios por hijos y/o hijas no tendrá
efecto alguno como incremento o bonificación de los haberes jubilatorios y será
considerado sólo a los fines de alcanzar el mínimo de años de servicios requeridos para
la obtención del beneficio jubilatorio. Por lo tanto, no deberá ser considerado para
establecer la Prestación Complementaria y/o la Prestación Adicional por Permanencia.
La Prev. 11-67/2021 de ANSES dispone con respecto a los hijos/as adoptados/as
las siguientes cuestiones a tener en cuenta:
a. En los supuestos de adopciones efectuadas en el marco de
matrimonios y/o uniones convivenciales de dos mujeres, ambas
podrán computar al hijo y/o hija adoptado/a.
b. La adopción se debe haber concretado siendo el adoptado menor
de edad.
c. El CUIL/T de los hijos/as adoptados/as deberá estar vigente sin
Marca de Baja - Sin marca de Robado/ Inhabilitado y con marca
de acreditado.
d. Deben encontrarse acreditadas las relaciones (hijo adopción plena
o hijo adopción simple) en ADP104 (Marca de LU: X o N105). Se
tendrán en cuenta las relaciones vigentes y no vigentes.

104
Acreditación de Datos Personales. ANSES. Acreditación de datos personales y familiares.
https://www.anses.gob.ar/acreditacion-de-datos-personales-y-familiares (10-02-2024).
105
Nomenclaturas correspondientes a la organización interna de ANSES.
43
Capítulo III
Impacto social del Decreto 475/21. Interrogantes
Sumario: 1- Impacto social de la política pública bajo análisis 2- Interrogantes 2 a. Esta política,
¿intenta reivindicar a las tareas de cuidado en general o es una política de género? 2 b.
Si la respuesta a la última pregunta fuera que se trata de una política de género (1) ¿no
cayó el legislador en una contradicción al excluir a otras mujeres que asumen tareas de
crianza y cuidado pero que tienen otros vínculos con los/as niños/as? (2) En el mismo
sentido, ¿qué pasa con las mujeres madres pertenecientes a regímenes jubilatorios
especiales? (3) Por último, ¿por qué utilizó el legislador el término “personas” en el
cuarto párrafo del art. 22 bis? 2 c. Si el legislador no pretendió reivindicar a las tareas
de cuidado en general sino a las mujeres en particular ¿no debió denominar de otra
manera a esta política? 3- En miras al futuro con el objetivo de lograr una igualdad real
entre hombres y mujeres, ¿resulta esta norma indirectamente discriminatoria al
continuar asignando los roles anteriormente mencionados a las mujeres? En ese sentido,
¿será objeto de futuras reformas? 4- ¿Cómo debería haberse diseñado la política para
que resulte inclusiva y no discriminatoria? A partir de ello haremos las modificaciones
que consideramos pertinentes al art. 22 bis.

1- Impacto social de la política pública bajo análisis


Comenzaremos el presente capítulo realizando una breve introducción a partir del
documento publicado por ANSES denominado “Reconocimiento de Aportes por Tareas
de Cuidado. Diagnóstico, fundamentos, diseño y resultados a un año de su
implementación”106 acerca del contexto en el cual se diseñó la política pública en análisis
y cómo su implementación ha impactado en la realidad.
El año 2020 fue un momento excepcional a partir de la pandemia y de las
situaciones de urgencia que derivaron de ella tanto en términos sociales, sanitarios como
económicos. En este contexto se hizo evidente la importancia de garantizar a la Seguridad
Social como derecho humano para las personas que se veían imposibilitadas en el acceso
a dicho derecho por cuestiones preexistentes, pero que se agravaron con el mencionado
contexto de emergencia.
Es así que se realiza el diseño de la medida “Reconocimiento de Aportes por
Tareas de Cuidado” que se implementa a través del Decreto 475/21, publicado en el
Boletín Oficial el 19 de julio del año 2021.

106
ANSES. Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidado, 2022.
https://www.anses.gob.ar/sites/default/files/2022-
07/DT_Reconocimiento%20de%20Aportes%20por%20Tareas%20de%20Cuidado.pdf (11/02/2024).
44
Para esa fecha, 155 mil mujeres sin ingresos laborales ni de la seguridad social
estaban en condiciones de jubilarse a partir del reconocimiento consagrado en el decreto.
Entre las situaciones de las mujeres que accedían al beneficio se encontraban historias
contributivas casi incompletas o bien combinando la medida con alguna de las moratorias
vigentes en ese momento.107
En cuanto a la implementación, ANSES estableció mecanismos específicos para
afrontar la afluencia extraordinaria de mujeres que a partir del 1 de agosto de 2021
comenzaron a presentarse en las oficinas del organismo: más de 400 Unidades de
Atención Integral (en adelante UDAI) y oficinas del organismo fueron distribuidas en
todo el país.
Como se trata de una política implementada recientemente los datos que se tienen
de su impacto social son pocos. Al año de haberse puesto en marcha la misma, ANSES
registró los siguientes datos: para el mes de junio del año 2022 se habían otorgado más
de 280 mil turnos entre atención virtual y presencial. Muchos de estos turnos fueron para
asesoramiento y otros pudieron avanzar con el trámite del expediente.108
Para esa misma fecha, se superaron los 214 mil expedientes iniciados y habían
comenzado a cobrar su jubilación 162 mil mujeres de todas las provincias del país a causa
de la contabilización de los períodos dedicados al cuidado de sus hijos/as.109
Las trayectorias de dichas mujeres eran variadas, pero la mayoría de los trámites
resueltos a partir del reconocimiento eran complementados con moratorias que se
encontraban vigentes para ese momento. Aunque también -pero en menor medida- hubo
casos en los cuales se otorgó el beneficio del Reconocimiento de Aportes por Tareas de
Cuidado sin requerir la cancelación de períodos a través de las mencionadas modalidades
de regularización.
Las edades de las mujeres madres demandantes de la medida se encontraban entre
los 60 y 64 años. Se puede observar que muchas de ellas se encontraban excedidas de la
edad mínima legal de retiro, sin embargo, la combinación del exceso de edad y moratorias
seguía resultando insuficiente para permitirles acceder a una jubilación.110

107
Ibídem.
108
Ibídem.
109
Ibídem.
110
Ibídem.
45
Por otra parte, el promedio de edad de las personas cuyos trámites se encontraban
resueltos en ese entonces era de 61,3 años. Y la cantidad de hijos/as computados hasta
ese momento daba un promedio de 3,5 hijos/as por madre jubilada a través de esta medida.
ANSES informó que en el mes de septiembre de 2021 se había alcanzado la cifra
más alta de los pasados 6 años hasta ese momento en el otorgamiento de jubilaciones y
pensiones.111
El último dato que brinda el documento es que numerosas personas se acercaron
a consultar sobre sus condiciones para acceder a una cobertura previsional, en algunos
casos, mujeres que previamente ya contaban con los requisitos pero que lo desconocían.
Destacando la importancia de la política en el acceso a la información y la inclusión.112

2- Interrogantes
En el presente capítulo responderemos a varios interrogantes que nos planteamos
antes de iniciar este trabajo con el objetivo de obtener las respuestas a partir de la
investigación que realizamos.
2 a. Esta política, ¿intenta reivindicar a las tareas de cuidado en general o es una
política de género?
Este interrogante que al comienzo del trabajo nos generaba duda, ahora nos resulta
de fácil respuesta. Podemos afirmar que se trata de una política pública estrictamente de
género, no sólo porque surge en esencia de la lectura de los considerandos del Decreto
475/21, sino porque además, el texto que sirvió de fundamento a la misma fue un
documento publicado por ANSES titulado “Impacto de las brechas de género en el
acceso a la seguridad social”113 cuyas conclusiones funcionaron como herramientas para
su diseño. Dicho documento fue elaborado a partir de diferentes fuentes bibliográficas:
bases de datos administrativos de ANSES (ADP), de otros organismos como AFIP y
encuestas de hogares.114
A través de un abordaje histórico, se buscó dimensionar la complejidad de la
acumulación de desigualdades a lo largo del curso de vida de las mujeres como clave para

111
Ibídem.
112
Ibídem.
113
ANSES. Impacto de las brechas de género en el acceso a la seguridad social, 2021.
www.anses.gob.ar/sites/default/files/2022-05/DT_Impacto%20de%20las%20brechas.pdf (11-02-2024).
114
Corsiglia Mura, Lucía, et al. Políticas Públicas para mitigar brechas de género. Diagnóstico,
fundamentos y diseño de la política de reconocimiento de aportes por tareas de cuidado. En XV Congreso
Sociedad Argentina de Análisis Político: "La Democracia en tiempos de desconfianza e incertidumbre
global”, Rosario, 2021. https://www.aacademica.org/ernesto.lespada/4.pdf (12-02-2024).
46
comprender el acceso diferenciado entre varones y mujeres a las diversas prestaciones de
la seguridad social.
Pero ¿qué dice este documento sobre qué son estas desigualdades de género en el
acceso a la seguridad social?
Determina que las mismas se configuran por diversos factores pero que los más
relevantes resultan derivados de las brechas estructurales del mercado de trabajo, de los
modelos de organización familiar y de asignación diferencial de roles que han
predominado de manera hegemónica en el tiempo. Estas desigualdades tienen efectos en
la situación de las mujeres durante su vida activa y al momento de la vejez es posible
observar el resultado de la acumulación de desventajas a lo largo del tiempo.115
Podemos decir que el Estado Nacional como encargado de garantizar la seguridad
social a todas las personas advirtió en un momento determinado –julio del 2021, post
pandemia- que existía un desigual acceso a la misma entre hombres y mujeres y que estas
últimas habían sido las principales titulares de las políticas públicas que ha impulsado el
Estado los últimos años para acceder a una prestación de la seguridad social –como las
moratorias-. Advertida esta problemática, investigó sobre las causas que la motivaban.
Allí encontró que las mismas derivan de las mencionadas brechas en el mercado laboral
y los modelos de organización familiar y dentro de estos, descubrió el papel fundamental
que jugaron en el pasado las invisibilizadas tareas de cuidado para afectar, en la
actualidad, el acceso al sistema previsional de las mujeres.116
En este contexto se impulsó el diseño del Programa Integral de Reconocimiento
de Períodos de Aportes por Tareas de Cuidado. Pero, ¿qué se buscó con él?
El decreto buscó compensar a las mujeres en el tiempo dedicado a la realización
de estas tareas que estadísticamente subsumen muchas horas diarias y quedan en el
mercado laboral no remunerado. Tiempo que no pudieron ocupar en puestos de trabajo
remunerados contribuyendo a la seguridad social. Todo esto en contraste con la situación
en la que se encuentran los hombres, quienes históricamente han sido los que titularizan
la mayor cantidad de las prestaciones de la seguridad social ya que su vida activa no se
vio interrumpida por el nacimiento de un/a hijo/a, ni se vieron obligados a tomar trabajos
a tiempo parcial o en la informalidad para poder atender al hogar, como sí les ocurrió a
las mujeres y en especial a aquellas que son madres. Téngase presente que lo dicho es

115
ANSES. Impacto de las brechas de género. Op. Cit.
116
Ibídem.
47
conforme a datos estadísticos que fueron expuestos a lo largo del trabajo y no atiende a
situaciones particulares que por supuesto, existen.
Se puede evidenciar de los resultados de nuestro trabajo de campo expuesto en los
siguientes gráficos, que el 44,7% de las personas pertenecientes al mayor rango etario
(más de 45 años) expresaron que principalmente fue la madre quien se encargó de su
crianza (Gráfico 1). En el mismo sentido se expresaron el 45,7% de las personas de edad
entre 31 y 45 años (Gráfico 2). Por último, el 55,7% de las personas de entre 18 y 30 años
de edad manifestaron que fueron ambos padres quienes ejercieron dichas tareas (Gráfico
3). Sin embargo, del total de personas -cualquiera sea el rango etario- que contestó ambos
padres, el 66,9% consideran que la mamá fue quien dedicó más tiempo a estas tareas a
diferencia del papá (Gráfico 4).
Estos resultados evidencian la evolución del rol de la mujer en las
responsabilidades familiares a lo largo del tiempo ya que a mayor rango etario, mayor
presencia femenina en la crianza y el cuidado. Y por otro lado, que aún siendo
compartidas las mencionadas tareas, sigue siendo la mujer quien las realiza en mayor
proporción.

117

117 Ver Anexo 1 Encuesta.


48
118

119

120

2 b. Si la respuesta a la última pregunta fuera que se trata de una política de género;


(1) ¿No cayó el legislador en una contradicción al excluir a otras mujeres que asumen
tareas de crianza y cuidado pero que tienen otros vínculos con los/as niños/as? (2) En el
mismo sentido, ¿qué pasa con las mujeres madres pertenecientes a regímenes jubilatorios
especiales? (3) Por último, ¿por qué utilizó el legislador el término “personas” en el
cuarto párrafo del art. 22 bis?

118
Ver Anexo 1 Encuesta.
119
Ver Anexo 1 Encuesta.
120 Ver Anexo 1 Encuesta.

49
(1) Exclusión de otras mujeres que asumen tareas de crianza y cuidado pero que
tienen otros vínculos con los/as niños/as
Ahora que podemos confirmar que se trata de una política de género, cabe
preguntarnos si el legislador no advirtió que existen otras mujeres que asumieron las
mismas tareas pero que quedaron excluidas del beneficio. ¿Y cómo es posible que hayan
quedado excluidas? Es así puesto que para gozar del beneficio la mujer madre debe
acreditar el vínculo con su hijo/a, si esa información no consta ya en los registros de
ANSES, como indican las normas complementarias analizadas.
Nos preguntamos si el trabajo de cuidado de los nietos/as realizado por las abuelas,
por dar un ejemplo, no es el mismo y subsume el mismo tiempo que el que reconoce el
decreto a las madres y además, si esta situación no responde también a los mismos
patrones sociales y de precarización laboral que hemos analizado. En la encuesta que
realizamos, pudimos obtener que del 100% de personas que expresaron haber sido criados
por otro/a hombre/mujer de la familia distinto de la madre y el padre, en un 59% fueron
las abuelas.121 Por lo que se podría concluir que la asignación cultural de roles no
distingue entre tipos de parentesco, sino que asigna a todas las mujeres el rol reproductivo
y de encargada de las tareas del hogar, entre las que se encuentran las tareas de cuidado.
Incluir como beneficiarias a estas mujeres podría traer una doble problemática: en
primer lugar en cuanto a la prueba, cómo acreditar que esa mujer no madre efectivamente
realizó las tareas de cuidado. En segundo lugar, la duplicación del beneficio, es decir que
sobre un mismo/a niño/a tanto la madre como la abuela lo perciban, implicando una
sobrecarga del sistema. De todas formas, creemos que la labor de estas mujeres merece
el mismo reconocimiento que el otorgado a las beneficiarias del decreto y que
corresponderá al Estado, como encargado de garantizar la seguridad social a todas las
personas, pensar en los medios probatorios para incluir a estas mujeres que también han
hecho su contribución a la sociedad sin ningún rédito.
(2) Situación de las mujeres pertenecientes a regímenes jubilatorios especiales
Durante la investigación descubrimos otra contradicción de la misma índole que
la expuesta anteriormente. Se trata de la exclusión del beneficio de las mujeres madres
pertenecientes a regímenes especiales. En efecto, el Dec. 475/21 establece el
reconocimiento de las tareas de cuidado “al único fin acreditar el mínimo de servicios
necesarios para el logro de la Prestación Básica Universal”. En este sentido, ni el

121
Ver Anexo 1 Encuesta.
50
régimen docente del Dec. 137/05 (Ley 24.016), ni el de docentes universitarios (Ley
26.508), requieren derecho a PBU (es decir 30 años de servicios, sino que requieren 25),
con lo cual existe un colectivo amplio de mujeres con hijos/as, que no podría hacer valer
ese reconocimiento. Debe hacerse la salvedad de los docentes del Dec. 137/05 que no
tengan 10 años frente a alumnos, en cuyo caso sí requieren 30 años de servicios, lo que
importaría que sí pueden compensar aportes con esta medida.
Al respecto Aníbal Paz, abogado especialista en derecho previsional, dice que
“…un prorrateo haría recomendable reconocer 10 meses de servicios por cada hijo.”122
como una propuesta para su inclusión.
En lo sucesivo será necesario incorporar el reconocimiento de idéntico derecho a
las mujeres pertenecientes a estos regímenes especiales ya que si bien estos
ordenamientos exigen menor cantidad de años de servicios, no por ello puede omitirse a
estas mujeres que también han sido madres y han sufrido las mismas dificultades y
desventajas en el mercado laboral que el decreto intenta compensar. Debe tenerse presente
que al ser la docencia un sector ampliamente feminizado, la situación se agrava.123
(3) El término “personas” en el cuarto párrafo del art. 22 bis
Encontramos una última contradicción en cuanto al género. Como advertimos
oportunamente, el comienzo del cuarto párrafo del artículo en estudio reza: “Aquellas
personas que hayan accedido a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social
(...) podrán computar...”, de lo cual podría interpretarse que el término personas es
abarcativo tanto de mujeres como de hombres, en tanto sean titulares de la Asignación.
Consideramos esto como un desperfecto en la técnica legislativa ya que atento al espíritu
de la norma se puede deducir que pretende como destinatarias del beneficio solo a las
mujeres y personas gestantes.
Consideramos también que tal desperfecto en la redacción puede en un futuro dar
lugar a reclamos por parte de hombres que perciben la AUH y que funden su pretensión
en este párrafo.
2 c. Si el legislador no pretendió reivindicar a las tareas de cuidado en general sino
a las mujeres en particular, ¿no debió denominar de otra manera esta política?

122
Paz, Aníbal. Comercio y Justicia. Reconocimiento previsional por hijo y tareas de cuidado. Análisis del
Decreto 475/21. https://comercioyjusticia.info/leyes-y-comentarios/reconocimiento-previsional-por-hijo-
y-tareas-de-cuidado-analisis-del-decreto-475-21/ (13-02-2024).
123
Ver Anexo 2 Encuesta.
51
Advertidas las anteriores contradicciones dentro de la problemática de género,
conviene preguntarnos si no incurrió el legislador en otro error de técnica legislativa al
nombrar esta nueva política como Programa Integral de Reconocimiento de Períodos de
Aportes por Tareas de Cuidado, dando a entender que se quieren reconocer a las tareas
de cuidado en general.
Teniendo en cuenta que la intención del legislador fue reivindicar a las mujeres,
debería haberla titulado de forma que se la circunscriba como una política de género y
coincida con el objeto y los fundamentos orientados a la reducción de las desigualdades
existentes entre hombres y mujeres en cuanto al acceso al Sistema Previsional.
Nos hacemos este interrogante porque si hablamos de tareas de cuidado de los/as
hijo/as en general -sin puntualizar en el género- como hace el título de la norma, nos surge
otro y es ¿qué sucede con los padres que enviudaron o con las parejas de hombres
homosexuales que deciden adoptar un hijo/a? entre otros casos particulares excluidos,
pero que también asumen las tareas de crianza y cuidado.
Dentro de los destinatarios incluidos, celebramos por inclusiva y acorde a las
demandas sociales la decisión legislativa de adoptar el término persona gestante en la
redacción, haciendo extensivo el beneficio a todas las personas con capacidad de gestar
(hombres trans, personas no binarias y otras identidades de género que pueden
embarazarse). Sin embargo, a partir de nuestro trabajo de campo pudimos advertir que
existen también otros casos particulares que quedaron excluidos del beneficio. 124 Una
política pública inclusiva de todos los casos, si de tareas de cuidado en general hablamos,
debió incluir tanto a los padres separados o divorciados cuando el hombre se haya hecho
cargo de la crianza, padres que enviudaron, parejas homosexuales de hombres, abuelos,
tíos, entre otros, como a las personas gestantes.
En suma, se podría decir que si el legislador pretendió beneficiar con esta política
sólo a las mujeres debió denominar a la misma de otra manera y limitar a éstas como
únicas destinatarias. Por otro lado, de incluir a una minoría como ocurre con las personas
gestantes, debería haber abarcado a todos los casos particulares o en su defecto no incluir
a ninguno.

3- En miras al futuro con el objetivo de lograr una igualdad real entre hombres y
mujeres, ¿resulta esta norma indirectamente discriminatoria al continuar asignando los

124
Ver Anexo 1 Encuesta.
52
roles anteriormente mencionados a las mujeres? En ese sentido, ¿será objeto de futuras
reformas?
La igualdad formal es la igualdad que encontramos en la legislación. Principio
reconocido en múltiples tratados internacionales incorporados a nuestro ordenamiento así
como en nuestra propia Constitución Nacional, el cual desarrollamos ampliamente en el
capítulo 2.
Mientras que la igualdad real es aquella en la que hombres y mujeres no son solo
iguales ante la ley, sino en todos los ámbitos de la sociedad. No se limita a proclamar que
tenemos los mismos derechos, sino que esto tiene una aplicación en la realidad.
Si hacemos una relación con lo investigado en este trabajo respecto de las
desventajas en las que se encuentran las mujeres en muchos ámbitos de la sociedad,
podemos afirmar que en nuestro país reina una igualdad formal entre hombres y mujeres.
Dicho esto, si pensamos en un futuro con el ideal de la igualdad real, la existencia
de normas que compensen a las mujeres por su maternidad y por la dedicación a tareas
de cuidados puede resultar en algún punto controvertida e indirectamente discriminatoria
ya que reforzaría un rol de la mujer que consideramos debe quedar en el pasado. Sin
embargo, estamos muy lejos todavía de ese futuro y nos urge pensar como sociedad cómo
alcanzar esa paridad.
Con ese fin, se puede argumentar que las políticas de este estilo nos alejan de
nuestro objetivo en tanto no producen cambios en la problemática de fondo. Creemos que
acabar con la desigualdad de género no se dará con la integración de las actividades de
las mujeres a proyectos mayores mediante la selección de éstas como beneficiarias, sino
a través del reconocimiento de las diferencias de género en el diseño y ejecución de las
políticas globales.
Los proyectos globales que aceptan la división sexual del trabajo como un hecho
dado e integran a la mujer a este esquema, pueden contribuir a metas de mejoramiento
del nivel de vida o de lucha contra la pobreza y en este sentido, responder a necesidades
prácticas de las mujeres pero no a cambios estructurales en cuanto a la (des) igualdad de
género. En otras palabras, es sustantivo el potencial que la política o proyecto tenga para
alterar o reproducir la división sexual del trabajo.
Observamos que la política en análisis tiene la idea de utilizar al Sistema
Previsional como mecanismo de compensación de desigualdades originadas fuera de
dicho sistema, como son las propias del mercado laboral. Sin embargo, creemos que esta

53
no es la mejor herramienta costo-efectiva para el logro de dicho fin y es en aquel donde
deberían enfocarse los esfuerzos para reducir las mencionadas desigualdades o lo que es
mejor, erradicarlas.
Entre esos esfuerzos podemos mencionar las licencias familiares compartidas125,
el igualamiento de la licencia por paternidad a la de maternidad ya existente, los
programas de transferencias monetarias126 y la implementación de un sistema de
cuidados.
Respecto a este último, en nuestro país existe un proyecto de ley denominado
“Cuidar en Igualdad” que parte de una concepción del derecho al cuidado como un
derecho humano y propone un sistema integral de cuidados con perspectiva de género.
Este proyecto engloba un conjunto de políticas y servicios que aseguran la provisión, el
reconocimiento y la redistribución del trabajo de cuidado, entre el sector público, el sector
privado, las familias, las organizaciones comunitarias y entre todas las personas sin
importar su identidad de género, en miras a que todos los individuos accedan a los
derechos de cuidar y ser cuidados en condiciones de igualdad.
Asimismo, estas políticas podrían ser complementadas por otras más amplias que
incidan directamente en la eliminación de sesgos y estereotipos de género. Un ejemplo
podría ser la adecuada implementación de la Ley de Educación Sexual Integral (en
adelante ESI) en la crianza de nuestros hijos. La ESI es una política que tiene por objeto
que los/as niños/as puedan desarrollarse libres de estereotipos y valorando la diversidad
propia de cada persona, lo que permitiría formar desde las bases ciudadanos no solo
respetuosos para con sus pares sino también conscientes de la maternidad como función
social y de su responsabilidad compartida en las tareas de cuidado.
En conclusión, opinamos que en tanto no haya cambios de fondo que no den por
sentado o sean neutrales en cuanto a las diferencias de género y se enfoquen en
erradicarlas, políticas como el decreto en análisis constituyen soluciones provisorias o

125
La licencia familiar, o también llamado permiso parental compartido, es un período de tiempo
remunerado o no remunerado que se otorga a ambos padres para que puedan participar activamente en el
cuidado y crianza de sus hijos. Deel. Glosario de Trabajo Global.
https://www.deel.com/es/glosario/licencia-parental/ (13-02-2024).
126
Los programas de transferencias condicionadas (PTC) son una modalidad de intervención
gubernamental para atender a la población en situación de pobreza y pobreza extrema, proporcionando
dinero en efectivo a cambio de que se cumplan con ciertas condiciones de salud y educación, tales como
asistencia regular a la escuela y controles de salud de los niños en recintos establecidos. Maglioni, Carolina.
Teseopress. Los programas de transferencias condicionadas de Argentina y Uruguay.
https://www.teseopress.com/comopensamoslasdesigualdades/chapter/los-programas-de-transferencias-
condicionadas-de-argentina-y-uruguay-tension-entre-seguridad-y-ayuda-social/ (13-02-2024).
54
“parches” que funcionan como un paliativo en la situación de las mujeres pero no
resuelven las inequidades de género mencionadas. Por eso, creemos que nuestro Sistema
Previsional y como consecuencia el Decreto 475/21, continuarán siendo objeto de
reformas.

4- ¿Cómo debería haberse diseñado la política para que resulte inclusiva y no


discriminatoria? A partir de ello haremos las modificaciones que consideramos
pertinentes al art. 22 bis
Vemos en la sanción de este decreto un reconocimiento de derechos a quienes han
prestado un servicio desinteresado a la sociedad enriqueciéndola y contribuyendo a
mejorarla. También vemos que esta medida ayudará a muchas mujeres a acceder a un
beneficio jubilatorio que les permitirá mejorar su calidad de vida en la vejez.
Sin embargo, debemos tener presente que el Derecho de la Seguridad Social es
progresivo es decir, que evoluciona y se amplía con el paso del tiempo. A su vez, una vez
alcanzados estos derechos no pueden ser revertidos, por el contrario deben ser ampliados.
Por este motivo, pensamos que el decreto en análisis eventualmente también
evolucionará en búsqueda de alcanzar todas aquellas realidades en las que la seguridad
social de las personas se haya visto afectada por las tareas de cuidado.
A continuación, nos pondremos en el papel de legisladoras y modificaremos la
letra del artículo de manera que las situaciones mencionadas en el párrafo precedente
queden incluidas. De la misma manera, la norma propuesta permitirá gozar del beneficio
a todas las personas que hayan prestado estas tareas.
El artículo 22 bis quedaría, a nuestro parecer, redactado de la siguiente manera:
ARTÍCULO 22 bis.- Al único fin de acreditar el mínimo de servicios necesarios para el
logro de la Prestación Básica Universal (PBU), cualquier persona que se haya encargado
de las tareas de cuidado de niños, niñas y/o adolescentes, cualquiera sea la relación que
los una, podrá computar UN (1) año de servicio por cada niño, niña y/o adolescente que
haya estado a su cuidado.
En caso de adopción de niño, niña y/o adolescente, la persona adoptante
computará DOS (2) años de servicios por niño, niña y/o adolescente adoptado y/o
adoptada.
Se reconocerá UN (1) año de servicio adicional por cada niño, niña y/o
adolescente con discapacidad.

55
Aquellas personas que hayan accedido a la Asignación Universal por Hijo para
Protección Social por el período de al menos DOCE (12) meses continuos o discontinuos
podrán computar, además, otros DOS (2) años adicionales de servicio por cada niño,
niña y/o adolescente en la medida en que por este se haya computado el tiempo previsto
en el presente apartado.127
La primera parte del párrafo uno que dispone “Al único fin de acreditar el mínimo
de servicios necesarios para el logro de la Prestación Básica Universal (PBU)…” no
sufrió alteraciones. Opinamos que excede al alcance de esta norma establecer
modificaciones a los regímenes especiales. En primer lugar, porque estos se encuentran
regulados por sus propias normativas y el decreto sólo realiza modificaciones al régimen
general (Ley 24.241). En segundo lugar, porque excede a la extensión del presente trabajo
el estudio de cada una de las mencionadas normativas específicas y las respectivas
modificaciones a cada una de ellas. Sin embargo, de acuerdo al estudio que hemos
realizado, creemos que es necesario el mismo reconocimiento de todas las personas que
realicen tareas de cuidado, sin importar el régimen al que pertenezcan.
En la misma línea, reemplazamos “mujeres y/o personas gestantes” por
“cualquier persona” porque entendemos que es un término más abarcativo que incluye
a todo individuo que se haya encargado de las tareas de cuidado.
Además, sumamos la expresión “cualquiera sea la relación que los une”, con la
intención de correr el foco de donde lo pone la letra del decreto original para ampliar el
espectro de beneficiarios a todas aquellas personas sin importar el parentesco que los una
con el niño, niña y/o adolescente.
El cuarto párrafo no se vio modificado en su redacción original debido a que la
expresión “aquellas personas” no se limita sólo a las mujeres madres y/o personas
gestantes -como sí lo hace el resto de la normativa- y abarca a todas las personas que
puedan ser titulares de la AUH. Éstos pueden ser tanto madres, padres como tutores a
cargo.128
Por último, sustituimos “hijo y/o hija” por “niño, niña y/o adolescente” porque
las destinatarias ya no son sólo las mujeres madres y/o personas gestantes sino cualquier
persona encargada de las mencionadas tareas respecto de ese niño, niña y/o adolescente.

127
Ver Anexo 3 Proyecto de Ley.
128
ANSES. Asignación Universal por Hijo. https://www.anses.gob.ar/hijos/asignacion-universal-por-hijo
(14-02-2024).

56
Conclusión
A lo largo de la presente monografía pudimos analizar en profundidad las
problemáticas que se presentan en torno a las tareas de cuidado y cómo estas han sido
atribuidas históricamente a las mujeres. Este abordaje se hizo desde el principio de
igualdad y deteniéndonos específicamente en el análisis y crítica del Decreto 475/21 sobre
Reconocimiento de Tareas de Cuidado, política pública que se ha implementado en torno
a la mencionada problemática y que constituye el objeto del presente trabajo.
A partir del primer capítulo analizamos con una mirada crítica el rol que han
desempeñado las mujeres en la sociedad, la familia y el trabajo a lo largo de la historia y
hasta la actualidad. Además, investigamos sobre la calidad de los empleos a los que
acceden las mujeres, la segregación horizontal y la informalidad laboral que sufren,
haciendo especial énfasis en las interrupciones a sus trayectorias laborales a causa de la
maternidad.
La brecha entre mujeres y varones en el mundo del trabajo sigue estando presente.
A pesar de los significativos avances de las últimas décadas de los que hemos dado cuenta,
las dificultades para alcanzar la igualdad plena entre géneros son aún palpables. Todavía
tenemos el gran desafío de equilibrar el trabajo remunerado con el cuidado de los
miembros de la familia ya que las tareas de cuidado implican casi una segunda jornada
de trabajo y recaen casi exclusivamente en las mujeres. Las encuestas a las que hicimos
referencia indican que las mujeres realizan las tres cuartas partes de las tareas domésticas
y de cuidados y les dedican en promedio 6,5 horas diarias, casi 3 horas más que las que
dedican los varones.129
Esto –entre otras cuestiones- constituye la base de la situación de desventaja en la
que se encuentran las mujeres en la vejez y en el acceso a la jubilación. Las intermitencias
en las historias contributivas de las mujeres durante su vida activa provocan que solo el
12,1% de ellas en edad jubilatoria (entre 55 y 59 años) cuenten con más de 20 años de
aportes. En cambio, para los varones este porcentaje asciende a 25,5%. A su vez, perciben
salarios más bajos en relación a éstos, por lo que 7 de cada 10 personas que perciben las
jubilaciones mínimas son mujeres.130
Hemos dado cuenta que las brechas se encuentran íntimamente vinculadas a
representaciones, estereotipos y prejuicios de género que operan en el plano interno de

129
Ministerio de Economía Argentina. Op. Cit.
130
Ibídem.
57
los individuos pero que también se posicionan como condicionantes externos, asignando
mandatos y roles sociales a las personas de acuerdo al género. Esto genera un contexto
de subordinación de las cuestiones que asociamos con lo “femenino” a aquellas que
vinculamos con lo “masculino”, como categoría universal desde la cual se analiza y
decide bajo una supuesta neutralidad que como demostramos en el presente trabajo, no
existe.
En el segundo capítulo hemos puesto como horizonte la igualdad de género -el
cual constituye un compromiso que ha asumido el Estado en virtud de normas nacionales
e internacionales- y analizamos si existe en realidad en nuestro ordenamiento,
específicamente en el Sistema Previsional.
La igualdad es un concepto que surge de diversos instrumentos normativos y
desde la vertiente de los derechos humanos. Como hemos explicado extensamente en el
mencionado capítulo, la igualdad de género ha sido enfocada en las políticas públicas
desde la igualdad formal sin tener en cuenta los diferentes puntos de partida que tienen
varones y mujeres o incluso poniéndolas como objeto de protección. Si bien estas normas
–entre las que se encuentra la que es objeto del presente trabajo- tienen como objetivo
otorgar beneficios a las mujeres, continúan con la estigmatización y asignación de los
roles reproductivos y de cuidadoras a las mismas. Por omisión, no estimulan el
compromiso de los varones en estas tareas.
Sin embargo, debido al contexto en el que nos encontramos hoy hemos podido
concluir que esto constituye el comienzo de un largo camino hacia la igualdad real. Que
partir de considerar a la mujer como objeto de protección es aceptable, pero que es
necesario combatir las brechas de género en el mercado de trabajo para lograr un cambio
estructural.
El Derecho debe aggiornarse entonces a las demandas actuales como instrumento
transformador de la realidad. Creemos que debe implementarse una mirada transversal
con perspectiva de género que distribuya de manera equitativa las responsabilidades
dentro del hogar y, más específicamente, del cuidado. El Derecho Previsional suele ser
utilizado como mecanismo de compensación de desigualdades originadas fuera de dicho
sistema, sin embargo, de continuar tomando medidas en este ámbito para paliar las
problemáticas arrastradas desde la vida activa, no sólo no soluciona las cuestiones de
fondo, sino que implica una sobrecarga en el Sistema Previsional. El Estado por su parte,
se encuentra obligado a tomar medidas efectivas para garantizar el disfrute de derechos

58
de acuerdo a nuestra Constitución Nacional y múltiples Tratados de Derechos Humanos
con jerarquía constitucional.
En el tercer y último capítulo hemos respondido a interrogantes que se nos
presentaron al momento de iniciar nuestra investigación en torno a la política en estudio
y arribamos a las siguientes conclusiones.
Aunque la norma en su título se presenta como un reconocimiento de las tareas de
cuidado en general, es en realidad una política de género. Si bien no estamos de acuerdo
con la postura que tiene nuestro ordenamiento en posicionar a la mujer como objeto de
protección ya que corre el riesgo de perpetuar estereotipos y roles, creemos que es un
importante reconocimiento a quienes histórica y principalmente han desarrollado estas
tareas.
A partir del trabajo de campo que hemos realizado y de los cambios sociales,
culturales y económicos de los que hemos dado cuenta, podemos afirmar que se ha
transformado el rol de la mujer y que ello ha implicado nuevos escenarios en las tareas
de cuidado poniendo en jaque la idea de que sólo las mujeres son quienes las realizan en
la actualidad. Todo ello nos ha llevado a preguntarnos si han quedado comprendidas todas
las situaciones de cuidado posibles y si la norma bajo análisis es lo suficientemente
inclusiva.
A raíz de las conclusiones arribadas propusimos una nueva redacción del art. 22
bis del Decreto 475/21 buscando alcanzar una política inclusiva y no discriminatoria, que
no sólo tenga como beneficiarias a las mujeres madres y/o personas gestantes, sino a todas
aquellas personas que ejerzan las tareas de cuidado.131
Muchos autores afirman que reconocer al cuidado como un derecho humano
constituye el primer paso para una redistribución igualitaria del mismo y evitar que
recaiga exclusivamente en manos de mujeres. A pesar de que carece de expresa
concepción normativa, este enfoque reconoce en las tareas de cuidado una serie de
derechos que sí están consagrados en los diversos instrumentos internacionales, como por
ejemplo el de un nivel de vida adecuado que incluye alimentación, vestimenta, cultura,
tiempo libre, trabajo, vivienda, cuidado médico, servicios sociales, seguridad social, entre
otros.
El cuidado debe dejar de ser tratado como un problema individual de las mujeres
para convertirse realmente en un asunto de todos/as. Sin cuidados no es posible pensar

131
Ver Anexo 3 Proyecto de Ley.
59
nuestra vida ni el funcionamiento de la sociedad. Toda nuestra actividad y desarrollo
productivo se sostiene gracias a ese trabajo invisible, gratuito y silencioso de millones de
mujeres.
Invitamos al lector a reflexionar ¿qué pasaría con la actividad cotidiana si todas
las mujeres dejaran de limpiar la casa, hacer las compras, lavar los platos, preparar la
comida, bañar a los hijos, llevarlos a la escuela, ayudarlos con las tareas escolares,
planchar y un gran etcétera? La cuestión es que hoy este trabajo imprescindible se realiza
a costa de la libertad y el desarrollo de las mujeres.
Es clave que resolvamos la distribución inequitativa de los cuidados para liberar
de la sobrecarga a las mujeres y permitirles su desarrollo, lo que importará además un
fuerte motor para el crecimiento. Estamos hablando de desarrollo, de justicia, de
derechos, pero principalmente de igualdad.

60
BIBLIOGRAFÍA
BARRANCOS, Dora, “Mujer en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos”,
Buenos Aires, Argentina, Sudamericana, 2010.
BRACALENTI, Ana, “Derecho de la Seguridad Social”, C.F.E. “G” Universidad
Nacional de Rosario (UNR) - Facultad de Derecho FICHA N ° 2 Unidad II: SISTEMA
INTEGRADO PREVISIONAL ARGENTINO (SIPA).
CHÁVEZ MOLINA, Eduardo y CARPENTER, Sergio, “Empleo y Previsión Social.
Problemáticas en Argentina y en el mundo”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
CLACSO, 2022.
CORSIGLIA, Mura, GUINZBURG, Natalia Eleonora, KARCZMARCZYK, Matilde et
al. "La Democracia en tiempos de desconfianza e incertidumbre global. Políticas
Públicas para mitigar brechas de género. Diagnóstico, fundamentos y diseño de la
política de reconocimiento de aportes por tareas de cuidado”, en el 15° Congreso SAAP:
Sociedad Argentina de Análisis Político-SAAP. Rosario, 2021.
GRISOLIA, Julio Armando y GARCÍA, Nadia Graciela, “Derecho de la Seguridad
Social”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Editorial Estudio, 2022.
KANDEL, Ester, “División sexual del trabajo ayer y hoy: una aproximación al tema”,
Buenos Aires, Dunken, 2006.
LITTERIO, Liliana Hebe, “El trabajo de las mujeres”, 1era edición, Santa Fe,
Rubinzal-Culzoni, 2017.
LORENZETTI, Ricardo Luis, HIGHTON DE NOLASCO Elena y KEMELMAJER DE
CARLUCCI Aida, “Fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial de la
Nación”, Buenos Aires, 2012.
MAGGIO, Adriana Estela, “El Derecho: Una herramienta de transformación Social”,
Universidad Nacional de Luján, 2008.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO, “La maternidad y la
paternidad en el trabajo. La legislación y la práctica en el mundo”, 2014.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO, “Mujeres en el mundo
del trabajo. Retos pendientes hacia una efectiva equidad en América Latina y el
Caribe”, 2019.
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO, “Seguridad social: un nuevo
consenso”, 2002.

61
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO, “Un paso decisivo hacia la
igualdad de género. En pos de un mejor futuro del trabajo para todos”, 2019.
THÉBAUD, Françoise, “Historia de las mujeres”, Tomo 5, El siglo XX, Madrid,
España, Taurus, 1993.
UNICEF, Informe “Maternidad y paternidad en el lugar de trabajo en América Latina
y el Caribe — políticas para la licencia de maternidad y paternidad y apoyo a la
lactancia materna”, 2020.

DOMINIOS UTILIZADOS
https://www.aacademica.org/
https://www.anses.gob.ar/
https://www.ambito.com/
https://apdh.org.ar
https://www.argentina.gob.ar/
https://www.asale.org
https://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/
https://chequeado.com/
https://www.cepal.org/es
https://www.cippec.org/
https://comercioyjusticia.info/
https://www.conicet.gov.ar/
https://www.deel.com
https://defensoria.org.ar
https://distintaslatitudes.net
/https://divorciosexpress.com.ar
https://dle.rae.es/
https://economipedia.com
https://ela.org.ar/
https://www.eldiariocba.com.ar/
https://elhistoriador.com.ar
https://estudiomarcucciello.com.ar/
https://familiasyparejas.com.ar/
https://www.gaceta.unam.mx/

62
https://www.ilo.org
https://www.indec.gob.ar
https://issuu.com/helladelcoyote
https://lacaderadeeva.com/
https://www.lavoz.com.ar/
https://news.un.org/es/
https://observatoriofiex.es/
https://www.paho.org/en
https://psicologiaymente.com/
https://psicologosquilmes.org.ar/
https://revista-ideides.com/
https://www.rjyp.com.ar/
http://www.saij.gob.ar
https://www.scielo.org.mx/scielo.php
https://www.telam.com.ar/
https://www.teseopress.com/com
https://unaf.org
https://www.unicef.org/
https://www.uv.mx/

63
ANEXO 1
ENCUESTA

64
Como trabajo de campo decidimos realizar dos encuestas. Ambas se llevaron a
cabo a través de formularios virtuales, en el ámbito geográfico de la ciudad de Rosario
y alrededores, a personas de entre 18 y 45 o más años de edad y las mismas estuvieron
abiertas para su realización desde diciembre de 2023 a febrero de 2024.
A raíz de las respuestas relevadas y en comparación con los datos obtenidos de
instituciones oficiales consultadas en el presente trabajo podemos deducir que quienes
realizaron las encuestas no son personas que pertenecen a estratos sociales bajos, lo que
es importante a la hora de analizar los resultados de las encuestas.
Asimismo, sólo participaron personas de los géneros femenino y masculino,
aunque se incluyó en los cuestionarios la opción “otro” para quienes se identificaran con
un género distinto de los mencionados.
En la primera de las encuestas, alcanzamos a un total de 321 personas. Esta
estaba dirigida a quienes recibieron los cuidados con el objetivo de que expresaran
quién/es los ejerció/eron en su infancia. Clasificamos a los encuestados según sus rangos
etarios, para observar si varían las respuestas a partir de este dato. Por último, los
invitamos a reflexionar respecto de si las tareas de cuidado son realizadas en igual
proporción entre hombres y mujeres.
A continuación adjuntamos el cuestionario realizado junto con los resultados que
fueron relevados.

Encuesta 1 “Tareas de cuidado recibidas”


Seleccione la opción correcta
1. GÉNERO
● Femenino
● Masculino
● Otro

65
2. EDAD (Género femenino)
● Entre 18 y 30 años
● Entre 31 y 45 años
● Más de 45 años

3. EDAD (Género masculino)


● Entre 18 y 30 años
● Entre 31 y 45 años
● Más de 45 años

4. En su infancia, ¿Quién principalmente ejerció las tareas de cuidado y


crianza? (Primer rango etario)
● Mamá
● Papá
● Mamá y papá
● Otra mujer de la familia (abuela, tía, prima, etc.)
66
● Otro hombre de la familia (abuelo, tío, primo, etc.)
● Otros (vecina o vecino, por ejemplo)

5. En su infancia, ¿Quién principalmente ejerció las tareas de cuidado y


crianza? (Segundo rango etario)
● Mamá
● Papá
● Mamá y papá
● Otra mujer de la familia (abuela, tía, prima, etc.)
● Otro hombre de la familia (abuelo, tío, primo, etc.)
● Otros (vecina o vecino, por ejemplo)

6. En su infancia, ¿Quién principalmente ejerció las tareas de cuidado y


crianza? (Tercer rango etario)
● Mamá
● Papá
● Mamá y papá
● Otra mujer de la familia (abuela, tía, prima, etc.)

67
● Otro hombre de la familia (abuelo, tío, primo, etc.)
● Otros (vecina o vecino, por ejemplo)

7. Su respuesta fue "mamá", entonces su papá…132


● Falleció
● Estuvo ausente
● Estaba presente pero las asumió su mamá
● Estaban divorciados/separados de hecho/no convivían
● Otra

8. Su respuesta fue "papá", entonces su mamá…


● Falleció

132
En esta pregunta se les dio la posibilidad a los encuestados de elegir entre las opciones disponibles o
redactar su propia respuesta a los fines de poder abarcar todas las situaciones particulares.
68
● Estuvo ausente
● Estaba presente pero las asumió su mamá
● Estaban divorciados/separados de hecho/no convivían
● Otra

9. Su respuesta fue "mamá y papá", indique ahora… ¿Cuál de ellos tenía o


tiene un trabajo remunerado?
● Mamá
● Papá
● Ambos
● Ninguno

10. ¿Cuál de ellos cree que dedicó más tiempo a las tareas de crianza y
cuidado?
● Mamá
● Papá
● Ambos por igual

69
11. Su respuesta fue "otro/a hombre o mujer de la familia" u "otros", indique
ahora la situación de sus padres…
● Fallecieron
● No se hicieron cargo de mi crianza
● Otro

12. Detalle su situación particular: (ejemplo: me crió mi abuela...)133

“Mi mamá falleció y me crió mi papá con ayuda de la familia.”


“Me crió mi abuela cuando mis padres se separaron. Eso fue durante 10
años.”
“Me criaron una niñera y mis abuelas.”
“Me crió mi abuela ya que mis papas trabajaban durante la mayor parte
del tiempo.”

133
Al igual que en la pregunta séptima les dimos la opción a los encuestados de responder libremente a
los fines de abarcar todas las situaciones particulares.
70
“Si bien mi mamá estuvo presente en mi infancia, me crío particularmente
mi tía y mi abuela materna porque mi mamá trabaja mucho, y mi papá falleció
cuando tenía 4 años.”
“Me crió mí tía materna mientras mí mamá y papá trabajaban. Vivíamos
todos en la misma casa.”
“Me crió mi madrina.”
“Mis padres eran jóvenes y mis abuelos los guiaron mucho por ende a mi
más.”
“Me crió mi madre y hermana mayor.”
“Me crió una familia.”
“Mi abuela en parte.”
“Empleada doméstica por laburo de mis padres.”
“Me crió mí abuela.”
“Abuela y tío.”
“Me criaron mis abuelos maternos.”
“Mayor parte del tiempo a cuidado de abuela durante el día/tarde. Debido
a que ambos padres trabajaban.”
“Me criaron mis padres y mi abuela quien me cuido cuando ellos trabajan.”
“Mí abuela y mi mamá.”
“Me crió mi hermana porque mis padres trabajaban todo el día.”
“Mi mamá trabajaba y mi papá camionero, mi abuela nos cuidaba.”

13. REFLEXIÓN ¿Considera que las tareas de cuidado de los hijo/as son
realizadas en igual proporción por mujeres que por hombres?
● Sí
● No

71
72
ANEXO 2
ENCUESTA

73
La segunda encuesta comparte con la primera el ámbito temporal y territorial,
por lo que nos remitimos a lo expresado al describir esta última.
En este segundo cuestionario alcanzamos a un total de 170 personas. A
diferencia del primero, estaba dirigido a personas que tengan o hayan tenido hijos/as
con el objetivo de que expresen, luego de identificado su género, quién ejerció las tareas
de cuidado de esos/as hijos/as. Del mismo modo, la situación laboral en la que se
encuentran (formalidad o informalidad, a tiempo parcial o completo) y la actividad en
la que se desarrollan.
De esta manera pretendimos identificar cuál es el género de las personas que
asumen mayormente las mencionadas tareas, si éstas trabajan al mismo tiempo que
cuidan y en qué condiciones lo hacen, así como en qué tipo de actividades se
desempeñan para determinar si existen trabajos feminizados o masculinizados.
Por último, invitamos a los encuestados a reflexionar sobre la participación
laboral femenina y masculina, respecto de si consideran que tanto hombres como
mujeres deben dedicarse exclusivamente al trabajo remunerado fuera del hogar, al
trabajo no remunerado dentro del mismo o si pueden realizar ambos. Todo ello con el
fin de identificar si las respuestas varían según el género de la persona que ha
respondido.
Adjuntamos debajo el cuestionario realizado junto con los resultados que fueron
relevados.

Encuesta 2 “Tareas de cuidado prestadas”


Seleccione la opción correcta
1. GÉNERO
● Femenino
● Masculino
● Otro

74
2. EDAD (Género femenino)
● Entre 18 y 30 años
● Entre 31 y 45 años
● Más de 45 años

3. EDAD (Género masculino)


● Entre 18 y 30 años
● Entre 31 y 45 años
● Más de 45 años

75
4. ¿Cuántos hijos/as tiene? (Género femenino)
● 1
● 2
● 3 o más

5. ¿Cuántos hijos/as tiene? (Género masculino)


● 1
● 2
● 3 o más

76
6. ¿Tiene trabajo? (Género femenino)
● Si, en relación de dependencia
● Sí, como autónomo/independiente
● No

7. ¿Tiene trabajo? (Género masculino)


● Si, en relación de dependencia
● Sí, como autónomo/independiente
● No

8. Su trabajo es: (Género femenino)


● Formal, a tiempo completo (registrado)
● Formal, a tiempo parcial (registrado)
● Informal, a tiempo completo (no registrado)
● Informal, a tiempo parcial (no registrado)

77
9. Su trabajo es: (Género masculino)
● Formal, a tiempo completo (registrado)
● Formal, a tiempo parcial (registrado)
● Informal, a tiempo completo (no registrado)
● Informal, a tiempo parcial (no registrado)

10. ¿En qué rubro laboral se desempeña? (Género femenino)


● Educación
● Salud
● Servicio doméstico
● Profesiones liberales (ej; abogado/a, arquitecto/a, etc)
● Oficios
● Administración pública
● Empleado/a de comercio
● Fábrica/Industria
● Construcción
● Otro

78
11. ¿En qué rubro laboral se desempeña? (Género masculino)
● Educación
● Salud
● Servicio doméstico
● Profesiones liberales (ej; abogado/a, arquitecto/a, etc)
● Oficios
● Administración pública
● Empleado/a de comercio
● Fábrica/Industria
● Construcción
● Otro

12. ¿Quién asume las tareas del cuidado y crianza de los hijos/as? (Género femenino)
● Yo
● Mi pareja
● Ambos
● Otro

79
13. ¿Quién asume las tareas del cuidado y crianza de los hijos/as? (Género masculino)
● Yo
● Mi pareja
● Ambos
● Otro

REFLEXIONES
14. ¿Está de acuerdo con que la mujer participe en el mercado laboral? (Género
femenino)
● Sí
● No

80
15. ¿Está de acuerdo con que la mujer participe en el mercado laboral? (Género
masculino)
● Sí
● No

16. ¿Está de acuerdo con que la mujer se dedique exclusivamente al trabajo


remunerado fuera del hogar? (Género femenino)
● Sí, estoy de acuerdo
● No, puede dedicarse tanto al trabajo remunerado fuera del hogar como a las tareas
del hogar y cuidado de los/as hijos/as
● No estoy de acuerdo, debería dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar y
cuidado de los/as hijos/as

81
17. ¿Está de acuerdo con que la mujer se dedique exclusivamente al trabajo
remunerado fuera del hogar? (Género masculino)
● Sí, estoy de acuerdo
● No, puede dedicarse tanto al trabajo remunerado fuera del hogar como a las tareas
del hogar y cuidado de los/as hijos/as
● No estoy de acuerdo, debería dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar y
cuidado de los/as hijos/as

18. ¿Está de acuerdo con que el hombre se dedique exclusivamente al trabajo


remunerado fuera del hogar? (Género femenino)
● Sí, estoy de acuerdo
● No, puede dedicarse tanto al trabajo remunerado fuera del hogar y cuidado de
los/as hijos/as
● No estoy de acuerdo, debería dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar y
cuidado de los/as hijos/as

82
19. ¿Está de acuerdo con que el hombre se dedique exclusivamente al trabajo
remunerado fuera del hogar? (Género masculino)
● Sí, estoy de acuerdo
● No, puede dedicarse tanto al trabajo remunerado fuera del hogar y cuidado de
los/as hijos/as
● No estoy de acuerdo, debería dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar y
cuidado de los/as hijos/as

20. Actualmente, nuestro Sistema de Jubilaciones reconoce a las madres y/o personas
gestantes un año de aporte por cada hijo/a, con el objeto de compensar el tiempo
dedicado a las tareas de crianza y cuidado de éstos en lugar de tener un trabajo
remunerado. ¿Está de acuerdo con este reconocimiento? (Género femenino)
● Sí
● No

83
21. Actualmente, nuestro Sistema de Jubilaciones reconoce a las madres y/o personas
gestantes un año de aporte por cada hijo/a, con el objeto de compensar el tiempo
dedicado a las tareas de crianza y cuidado de éstos en lugar de tener un trabajo
remunerado. ¿Está de acuerdo con este reconocimiento? (Género masculino)
● Sí
● No

22. ¿Considera que debería hacerse el mismo reconocimiento a otras personas que
realizaron tareas de crianza y cuidado, en ausencia o en lugar de la madre, por
ejemplo: padres, abuelos/as, tíos,/as, entre otros? (Género femenino)
● Sí
● No

84
23. ¿Considera que debería hacerse el mismo reconocimiento a otras personas que
realizaron tareas de crianza y cuidado, en ausencia o en lugar de la madre, por
ejemplo: padres, abuelos/as, tíos,/as, entre otros? (Género masculino)
● Sí
● No

85
ANEXO 3
PROYECTO DE LEY

86
PROYECTO DE LEY
El Senado y La Cámara de Diputados de la Nación…

SANCIONAN

Modificación de la Ley 24.241


Reconocimiento de Tareas de Cuidado

ARTÍCULO 1° — Modifíquese el artículo 22 bis de la Ley 24.241, el cual quedará


redactado de la siguiente forma:

“ARTÍCULO 22 bis.- Al único fin de acreditar el mínimo de servicios necesarios


para el logro de la Prestación Básica Universal (PBU), cualquier persona que se haya
encargado de las tareas de cuidado de niños, niñas y/o adolescentes, cualquiera sea la
relación que los una, podrá computar UN (1) año de servicio por cada niño, niña y/o
adolescente que haya estado a su cuidado.
En caso de adopción de niño, niña y/o adolescente, la persona adoptante
computará DOS (2) años de servicios por niño, niña y/o adolescente adoptado y/o
adoptada.
Se reconocerá UN (1) año de servicio adicional por cada niño, niña y/o
adolescente con discapacidad.
Aquellas personas que hayan accedido a la Asignación Universal por Hijo para
Protección Social por el período de al menos DOCE (12) meses continuos o discontinuos
podrán computar, además, otros DOS (2) años adicionales de servicio por cada niño,
niña y/o adolescente en la medida en que por este se haya computado el tiempo previsto
en el presente apartado.”

ARTÍCULO 2°. — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.

Autoras:
Egidi, Camila
Núñez, Marianela
Principiano, María Emilia

87
ÍNDICE

Introducción…………………………………………………………………1

Capítulo I
Género y enfoque histórico-social. El lugar que ocupa la mujer en la familia y el trabajo

1. Rol social de la mujer en el mundo a lo largo de la historia: origen y


evolución…………………………………………………………...…..4
1.a La situación de las mujeres en Argentina……………………....…6
1.b El rol de la mujer en la familia tradicional……………………….12
2. La inserción de la mujer en el mercado laboral: impacto de las tareas de
cuidado. ¿Hay igualdad de género?......................................................17

Capítulo II
Acerca del Decreto 475/21 y el reconocimiento de aportes previsionales por
tareas de cuidado

1. Régimen jubilatorio……………………………………………….....24
1.a La Ley 24.241 y la reforma de la Ley 26.425. Características y
lineamientos generales del régimen de jubilación vigente…………...24
2. La (des) igualdad de género en el régimen de jubilaciones………….25
2.a Análisis del principio de igualdad a partir de la normativa
internacional y nacional…………………………………………25
2.b Brecha de género en nuestro Sistema Previsional…………….…31
3. Decreto 475/21………………………………………………….….....36
3.a Artículo 22 bis. Extremos de la norma. Fundamentos……………36

4. Disposiciones complementarias y aclaratorias sobre el acceso al


beneficio………………………………………………………………41

Capítulo III
Impacto social del Decreto 475/21. Interrogantes

1. Impacto social de la política pública bajo análisis………………..........44


2. Interrogantes…………………………………………………………...46
2.a Esta política, ¿intenta reivindicar a las tareas de cuidado en general o
es una política de género?.................................................................46
88
2.b Si la respuesta a la última pregunta fuera que se trata de una política
de género……………………………………………………………49
2.b.1 Exclusión de otras mujeres que asumen tareas de crianza y
cuidado pero que tienen otros vínculos con los/as
niños/as……………………............................................................ .50
2.b.2 Situación de las mujeres pertenecientes a regímenes jubilatorios
especiales…………………………………………………………...50
2.b.3 El término “personas” en el cuarto párrafo del art. 22 bis…...51
2.c Si el legislador no pretendió reivindicar a las tareas de cuidado en
general sino a las mujeres en particular ¿no debió denominar de otra
manera a esta política?......................................................................51
3. En miras al futuro con el objetivo de lograr una igualdad real entre
hombres y mujeres, ¿resulta esta norma indirectamente discriminatoria al
continuar asignando los roles anteriormente mencionados a las mujeres?
En ese sentido, ¿será objeto de futuras reformas?..................................52
4. ¿Cómo debería haberse diseñado la política para que resulte inclusiva y
no discriminatoria? A partir de ello haremos las modificaciones que
consideramos pertinentes al art. 22 bis………………………...............55
Conclusión……………………………………………………………..…57
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………61
ANEXO 1 ENCUESTA………………………………………………......64
ANEXO 2 ENCUESTA……………………………………………..........73
ANEXO 3 PROYECTO DE LEY………………………………………..86

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