Wady
Wady
Wady
(UTESA)
Nombre:
Wady
Marcel
Apellido:
Díaz
Terrero
Asignatura:
ética Profesional
Maestro:
Teodoro Ruiz
Matricula:
2-17-6395
Introducción
Ética a Nicómaco,
obra escrita por Aristóteles en el siglo IV a.C. Dedicada a
su hijo, Nicómaco, consta de diez libros y su
contenido versa sobre la felicidad. Está considerada una
de las dos obras fundamentales en que posteriormente se
basó la ética
occidental, siendo la otra el mensaje bíblico
judeocristiano.
Aristóteles (384-322 a.C.),
filósofo y científico griego, considerado, junto a
Platón
y Sócrates,
como uno de los pensadores más destacados de la antigua
filosofía griega y posiblemente el más influyente
en el conjunto de toda la filosofía occidental.
Libro I: La felicidad
inicio Aristóteles se pregunta ¿Qué bien es el fin de todos los fines? Toda
actividad apunta hacia un bien, entonces la felicidad debe de ser también un
bien. No sólo debe ser un bien, sino el bien al cual todos los demás bienes
se dirigen. Se puede buscar este bien en diversas cosas, pero al final la
verdad es el único bien delante del cual los demás bienes parecen
incompletos. Si no hay un bien final y alcanzable, entonces es irracional la
naturaleza del hombre, que busca por naturaleza un bien. El no tener un
bien final que se llama felicidad negaría la naturaleza, llevando al absurdo.
Ahora bien, esta felicidad se compone de la vivencia de las virtudes y de
una vida completa; la felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la
virtud ("excelencia") completa. El filósofo termina el primer libro hablando
de la virtud a partir de las partes del alma, preparando así el segundo libro.
Este pasaje es relevante, pues da la estructura para el resto de la obra.
Como la virtud está en la parte racional del alma y también en la parte no
racional que obedece a la racional, las virtudes se dividen en dos grandes
tipos a partir de su fuente: las intelectuales y las morales. Pero como las
más conocidas alhombre son las virtudes morales, las estudia antes.
Declara en el cómo la conservación de las amistades consiste en entender
cada uno lo que está obligado y debe hacer en ley de aquella amistad que
trata y poner lo tal por obra, y que el dejarlo de hacer es deshacer la
amistad, y que finalmente la disolución de la amistad sucede cuando en ella
no se alcanza lo que se pretenda, y esto en cualquier diferencia de amistad.
Libro II: Elementos de la virtud
En este segundo libro la pregunta a responder es: ¿En qué consiste la
virtud? La virtud es un estado de elección racional que consiste en un
medio relativo a nosotros y determinado por la razón. Aristóteles explica
que está hablando de la virtud moral (ethos), o de carácter, y no de la virtud
intelectual, pues busca un medio entre vicios, un tipo de estado para hacer
las mejores acciones que mantenga la relación con el placer y el dolor. La
virtud moral hace bueno al ser humano y le hace cumplir bien su actividad
característica. El arte sólo requiere conocimiento, pero la virtud también
requiere elección racional y un carácter firme. Es difícil ser bueno porque
es difícil encontrar el medio y la función de la educación es precisamente
ayudar a alcanzarlo.
Libro III: Los pasos de la voluntad
la fortaleza y la templanza Este libro se divide en tres partes, la primera
(capítulos 1-5)trata de la voluntad, la segunda (capítulos 6-9) sobre la
fortaleza, y la tercera (capítulos 10-12) sobre la templanza. La voluntad
Aristóteles divide los actos del hombre en voluntarios e involuntarios. El
acto involuntario se debe a un primer principio extrínseco al hombre, como
la fuerza o la ignorancia. El acto no voluntario es un acto involuntario que
no se lamenta. El acto voluntario se hace por el deseo. Ahora bien, la
elección racional es más restringida que el acto voluntario, en el sentido
que el acto está dentro de nuestro poder y no necesariamente según el
apetito, sino que es fruto de una deliberación. Se delibera algo que se puede
hacer, no sobre verdades ni sobre las acciones de otros; además, se
deliberan los medios y no el fin, pues el fin no se escoge como fin, sino que
es natural y es el bien deseado según lo que se conoce (lo que el
entendimiento presenta a la voluntad). Entendido así el acto voluntario, la
virtud se aplica a cuanto conduce al fin e implica la responsabilidad del
sujeto. La fortaleza es el medio entre el temor y la confianza respecto a la
muerte. La persona valiente actúa a pesar del temor, pero no sin temor. El
exceso de temor se llama cobardía, Y actúa con confianza, pero sin exceso
de confianza, que se llama precipitación. Sin embargo, la fortaleza se aplica
más al temor que a la confianza, por ser este último más difícil de controlar,
y busca el bien honesto cuando es difícil ver este bien superior. La
característica fundamental de la verdadera fortaleza es que se basa en el
carácter y no en el cálculo o en la preparación. La templanza es el medio
respecto a los placeres, especialmente los del tacto, la comida y el sexo,
que tenemos en común con los animales no racionales. Hay placeres
naturales y placeres del individuo: por ello, errar en los placeres naturales
es siempre un exceso, mientras que errar en los placeres individuales no
siempre es excesivo. El dolor viene cuando el que no tiene esta virtud
tampoco obtiene sus placeres. La intemperancia es más voluntaria que la
cobardía, pues siempre viene con una elección positiva, haciéndola más
censurable. El apetito debe siempre seguir lo que es noble como propuesto
por la razón.
Libro IV: Algunas virtudes de riquezas, de espíritu y de vida
El tema que afronta en este libro es el de las demás virtudes menos
universales que la fortaleza y la templanza y muestra diversas situaciones
en las que se puede encontrar un hombre. Entre estas virtudes están la
generosidad y la magnificencia (que es la generosidad en niveles superiores
por parte de quien la actúa, de las circunstancias y del objeto), la
magnanimidad y la virtud que aplica la magnanimidad para con los
inferiores, la ecuanimidad. También habla de algunas virtudes sobre la
vida: el decir la verdad, el humor. Al final menciona la vergüenza, un
sentimiento virtuoso que ayuda a los jóvenes a encontrar el medio en sus
sentimientos.
Libro V: La justicia y las virtudes de carácter
Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza
induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de
cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la
justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es
más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo.
Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás. Esta
justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se
divide Asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica
una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional
que aplica una proporción aritmética. Luego, Aristóteles aplica esta
distinción a la economía, y dice que la justicia es el medio entre cometer
injusticia y sufrirla y consiste en la reciprocidad. Sin embargo, descubre
que en este caso su fórmula de encontrar el medio no funciona igual que en
las pasiones: el medio es la igualdad de la proporción.
Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria
para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre
busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política,
pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que
depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez
que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los
casos particulares se relacionan con las normas universales de manera
distinta encada ocasión. Aristóteles explica a continuación los diversos
agravios en relación con la justicia, y luego afirma que quien sufre alguna
injusticia no lo puede hacer de modo voluntario. Asimismo, nadie puede
hacer injusticia a sí mismo, por ejemplo, por medio del suicidio. La
equidad supera la justicia en el sentido de corregir la ley en ciertos casos
particulares, pues la regla universal no contempla cada situación particular.
Libro VI: Las virtudes
intelectuales El libro sexto es quizás el más importante para entender la
ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la
verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre
que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos
dice dónde está el medio debido para realizar los actos virtuosos. La
primera cosa que hace es parafrasear lo que había dicho en I, 13: hay dos
partes del alma. Y distingue esta vez las subpartes de la razón, que serían el
intelecto especulativo y el intelecto práctico, a los cuales corresponden la
sabiduría y la sabiduría práctica (llamada prudencia) respectivamente. Tres
cosas controlan el acto y la verdad en el alma: la percepción, el intelecto y
el deseo. Pero los animales no racionales tienen percepción, así que no es el
primer principio en el hombre. El intelecto práctico afirma y niega para que
el deseo busque el bien y huya del mal. El bien del intelecto especulativo es
la verdad. El bien del intelecto práctico es la verdad de acuerdo con el
deseo recto. Así el primer principio de la acción como causa eficiente es la
elección racional, es decir, de acuerdo con el fin; el principio de esto es el
deseo, y así la elección racional requiere carácter. En otras palabras, el
intelecto y el deseo se influyen mutuamente en el campo práctico, y la
virtud depende del pensar y del carácter. En el intelecto hay cinco virtudes:
el arte, el conocimiento científico, la prudencia, la sabiduría, y el
entendimiento. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y
la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede
hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que
hace el hombre. La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien
presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano,
no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del
obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación
con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien,
el juzgar bien, y el discernimiento. Como la sabiduría concierne cosas más
elevadas y universales, mientras que la prudencia concierne la verdad en
relación con los actos humanos, la sabiduría está por encima de la
prudencia, pues su objeto pertenece exclusivamente a la parte superior del
alma.
Libro VII: El placer; la continencia y la incontinencia
En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir
entre el saber qué sería bueno hacer y estar dispuesto a hacerlo. La persona
prudente no solamente sabe qué sería bueno hacer, sino que también está
dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer,
pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni
tampoco la continencia una virtud), pues se da cuenta de su incontinencia y
quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él.
Esta falta de continencia se relaciona con el placer. El hombre busca el
placer necesario y el placer que es fin en sí. La incontinencia se refiere más
a la falta de control en los placeres necesarios, como la comida y el sexo.
La continencia se guía por la elección racional al placer, mientras que la
incontinencia piensa lo opuesto y, sin embargo, hacer lo mismo que haría
quien no tiene templanza. A continuación, Aristóteles analiza la definición
que otros autores han dado del placer. Algunos, como Espeusipo,
mantenían que no era un bien, mientras que muchos han dicho que sí es un
bien, y Eudoxo llegó a decir que era el bien supremo. Aristóteles muestra
varios ejemplos para probar que el placer tiene que ser bueno y a la vez que
puede conducir al vicio. Esto se debe a que el hombre no tiene una
naturaleza simple, sino compleja. Por esto hay varias dificultades, pero al
final se puede decir con Espeusipo que el placer no es el bien supremo, y
con Eudoxo que sí es un bien.
Libro VIII: La amistad en general
El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un
fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la
justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre
su naturaleza. Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o
agradable. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere
reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al
otro. Sin embargo, resultar agradable o ser útil son situaciones más
pasajeras que el ser honesto. La verdadera amistad -de la cual los otros dos
tipos participan analógicamente es la amistad honesta, que busca al otro por
lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún
placer. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción,
pues perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de
ambas. Después de considerar la amistad en general, Aristóteles explica
diversos tipos de amistad a partir de la igualdad y de la reciprocidad que
son sus elementos propios.
Libro IX: La amistad relativa a sus causas y a la felicidad
Tras analizar la definición de la amistad, Aristóteles quiere mostrar sus
características y el modo en que se relaciona con la ética. La amistad es
recíproca, y lo que uno da el otro lo debe de pagar de alguna manera. La
desigualdad y la decepción rompen las amistades y este efecto sirve para
mostrar la raíz de la amistad. El fundamento de la amistad es el amor
verdadero a sí mismo. Cada hombre bueno es amigo de sí porque disfruta
de su pasado y de su futuro, mientras que el malvado está en guerra
constante dentro de sí, y entonces la amistad es difícil. Si alguien se ama a
sí mismo, sabrá amar a los demás, y por eso puede comenzar una amistad.
El primer principio es la buena voluntad, pero no es suficiente, ya que
requiere también el afecto y la intimidad. Otro principio es el sufrimiento,
ligado al afecto, y estriba en que uno ama más lo que más le ha costado, de
tal manera que, en una relación de bienhechor con beneficiado, es el
bienhechor quien ama más, pues ha empleado lo que le pertenecía para el
bien del otro.
Este amor a sí mismo tiene que ser verdadero. El falso amor de sí se llama
egoísmo. El amor verdadero se encuentra en buscar el fin verdadero para el
hombre, que es el intelecto, lo noble. Así se podrá sacrificar por sus
amigos. Pero como busca el verdadero fin, también sus amigos buscarán el
mismo fin, pues el hombre busca lo que le asemeja, y si tuvieran diversos
fines, la convivencia no sería posible. Los amigos virtuosos son necesarios
para la felicidad, pues el hombre es un "animal social", necesitado de otros
seres humanos de quienes depende y con quienes puede compartir. Los
amigos son el bien externo más grande para el hombre.
Libro X: El placer y la felicidad
Aristóteles comienza el último libro retomando el tema del placer del libro
siete, debido a la importancia que esta tiene en relación con la felicidad y
su correcta definición. El placer es lo que completa una actividad como
consecuencia, y no como si la actividad fuera el placer. Para obrar
éticamente, para llegar a la verdadera felicidad, el placer tiene que regirse
por la actividad característica del ser humano. Así, el hombre perverso
encontrar placer en lo que no es un bien, mientras que el hombre bueno lo
encontrará en el bien. Entonces, la felicidad es una actividad que tiene fin
en sí y no en otra actividad, y además es autosuficiente y se actúa de
acuerdo con la virtud. La felicidad no es la actividad en consonancia con
cualquier virtud, sino con la más excelsa virtud, y ésta dependerá de la
facultad más excelsa: en el caso del hombre el intelecto. Por tanto, la
felicidad es la vida de acuerdo con el intelecto, o la contemplación
acompañada por los demás aspectos propiamente humanos (amistad,
bienestar, etc.)Pero Aristóteles había dicho que se requiere la virtud, y no
deja de lado este aspecto esencial, sino que muestra que la felicidad misma
se encuentra también, pero de modo análogo, en la virtud del carácter, de
modo que los hábitos de virtud que se han logrado conllevan el placer.
Además, la contemplación se logra en esta vida solamente con las virtudes.
Para llegar a formar el hábito necesario a esta felicidad, se necesita la
educación, y esto requiere una legislación. Pero para formular leyes buenas,
se requiere la experiencia. Por ello, hace falta estudiar la política y con
esta4.
Conclusión
Para encarar una verdadera formación integral se
impone como conocimiento previo, el conocimiento de sí mismo, tanto en
lo temperamental que es heredado, como de la utilización que el alma con
sus tres potencias: inteligencia, conciencia y voluntad racional, realiza
para encausar dicho temperamento nocional, en un continuo
perfeccionamiento que solo termina con muerte. Todo esto
para potenciar al máximo la Formación integral, que debe abarcar lo
intelectual, los tres planos del conocimiento humano: ciencia, razón y
revelación. Esta visión coordinada del conocimiento, logradas con las
técnicas del SABER, donde predomina la
concentración, debe volcarse en un SABER-HACER, en el cual predomina
la ejercitación, hacia el SABER HACER-HACER, donde predomina el
ejercicio del carácter para llegar al SABER SER: sentido ético moral de la
vida, por el cual viéndonos tal cual somos, luchemos por ser mejores cada
día, buscando gnoseológicamente el bien de la humanidad, el cual está
sumergida en dificultades adversar, y que por lo expuesto anteriormente
debemos aunar las fuerzas para ir construyendo una Patria Libre y Soberna,
con valores
fundados en la Familia y en la Sociedad toda.