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Introducción Clase

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INTRODUCCIÓN

Etimológicamente, la palabra jurisdicción proviene del latín iurisdictio y que se


forma de la unión de los vocablos ius (derecho) y dicere (acción).
Modernamente, por jurisdicción se entiende a la función pública de administrar
justicia, emanada de la soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial,
el cual tiene por fin la tutela procesal efectiva mediante la aplicación de la ley,
en este caso, de la ley penal. [1]

Siguiendo a la doctrina clásica, se considera como elementos que integran la


jurisdicción los siguientes: [2]

La notio, que es el derecho de la autoridad jurisdiccional a conocer de un asunto


concreto

La vocatio, entendida como la facultad de la que está investida la autoridad


para obligar a las partes (sujetos procesales) a comparecer al proceso.

La coertio, connota la potestad del juez de recurrir a que se utilice la fuerza


pública para que se cumplan con las medidas adoptadas por su despacho en el
curso del proceso; se compele coactivamente al cumplimiento de las decisiones
jurisdiccionales

El iudicium, es la facultad de proferir sentencia, previa recepción y valoración


de los medios probatorios; concluye con el proceso de carácter definitivo.

La executio, atribución para hacer cumplir los fallos judiciales recurriendo, de


ser el caso, a la fuerza pública, de manera que las resoluciones emitidas no
queden al libre albedrío de los otros sujetos procesales y la función
jurisdiccional se torne inocua.

2. LA JURISDICCIÓN PENAL

La jurisdicción penal ordinaria gira en torno a las normas del derecho penal, del
derecho procesal penal y del derecho penitenciario; esto es, el Código Penal,
el Código Procesal Penal y el Código de Ejecución Penal.

Sin embargo, también existen normas especiales sobre jurisdicción penal,


dictadas en función a determinada cualidad especial que ostenta el imputado o
sujeto activo, siendo que a partir de este rasgo, nuestro ordenamiento jurídico
en materia penal reconoce la necesidad de establecer jurisdicciones penales
especiales, en razón de aquella característica especial del sujeto activo.

Es así que en función a su edad, los menores de 18 años son comprendidos en


un proceso especial por ser considerados infractores de la ley penal; en función
a su formación militar-castrense, los miembros de las fuerzas armadas y el
personal policial son juzgados en el fuero penal militar policial; y en función a su
pertenencia dentro de comunidad campesina o nativa, se encuentra
reconocido un fuero comunal-rondero.

3. JURISDICCIÓN PENAL ORDINARIA

Se encuentra definida en el título I de la sección III del Código Procesal


Penal (CPP), con la denominación de “la jurisdicción y competencia”, según el
cual, su estructura orgánica jurisdiccional tiene en el primer nivel a los juzgados
penales constituidos en órganos colegiados o unipersonales y los juzgados de
paz letrados para determinados supuestos. En segundo orden están las salas
penales de las cortes superiores; y el nivel de máxima jerarquía está constituida
por las salas penales de la Corte Suprema

Este tipo de jurisdicción es improrrogable y se extiende al avocamiento de


delitos y faltas, teniendo en cuenta los criterios de aplicación de la ley penal,
establecidos en el Código Penal y en los tratados internacionales celebrados por
el Estado, debidamente aprobados y ratificados.

Los límites a la jurisdicción penal ordinaria son tres y se encuentran establecidos


en el artículo 18 del CPP, que a la letra indica:

Artículo 18.- Límites de la jurisdicción penal ordinaria

La jurisdicción penal ordinaria no es competente para conocer:

1.
1.
1. Delitos previstos en el artículo 173 de la Constitución.
2. Hechos punibles cometidos por adolescentes.
3. De los hechos punibles en los casos previstos en el
artículo 149 de la Constitución.

4. JURISDICCIÓN PENAL MILITAR-POLICIAL


La Constitución Política en su art. 173 reconoce esta jurisdicción especial,
destinada a la investigación y el juzgamiento de delitos de la función propia de
instituciones militares y policiales, tratándose por tanto de una jurisdicción
excepcional y limitada por cuanto no es aplicable a civiles; salvo en el caso del
delito de traición a la patria.

Aquellos que infringen las normas del servicio militar obligatorio y quienes se
encuentren en un proceso de formación militar también se encuentran
comprendidos dentro de este fuero especial.

El marco normativo aplicable en esta jurisdicción está desarrollado por el


Decreto Ley 23214, Código de Justicia Militar.

En cuanto a su estructura orgánica jurisdiccional, esta se encuentra establecida


de mayor a menor en cuestión de jerarquía, conforme el art. 6 de la Ley
29182, Ley de Organización y Funciones del Fuero Militar Policial, de la
siguiente manera:

Artículo 6.- Estructura orgánica jurisdiccional

El Fuero Militar Policial tiene la siguiente estructura orgánica jurisdiccional:


– El Tribunal Supremo Militar Policial.
– Los Tribunales Superiores Militares Policiales.
– Los Juzgados Militares Policiales.

4.1 DELITO DE FUNCIÓN

El artículo 173 de la Constitución Política no define el llamado delito de función,


por tanto, es tarea de la doctrina y de la jurisprudencia abordar este concepto
desde una óptica general. Al respecto, debemos aclarar que se trata de un
delito especial propio, ya que únicamente puede ser cometido por miembros de
las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional del Perú.

Entendido lo anterior, el delito de función se trata de una lesión que afecta un


bien jurídico, estrechamente relacionado con el correcto y disciplinado
funcionamiento de las instituciones castrenses. Por tanto, a efectos de
determinar el carácter funcional del delito presuntamente cometido, no
importa que el sujeto activo lo haya realizado en sede militar o policial o
durante el periodo en que se encontraba en ejercicio funcional; sino que, su
condición de haber recibido formación castrense sumado a la lesión del bien
jurídico antes mencionado, son componentes indispensables para realizar
el juicio de tipicidad.
El Tribunal Constitucional, en la sentencia del proceso de acción de
inconstitucionalidad planteado por la Defensoría del Pueblo recaído en
el Expediente 0017-2003-AI/TC, señala que no todo ilícito penal cometido por
un militar o policía, se trata de un delito de función, puesto que, si el ilícito es de
naturaleza común, su juzgamiento corresponderá al Poder Judicial, con
independencia de la condición de militar que pueda tener el sujeto activo.

Por otro lado, en el fundamento jurídico 132 de la mencionada sentencia, define


al delito de función de la siguiente forma:

[…] El delito de función se define como “aquella acción tipificada expresamente


en la Ley de la materia, y que es realizada por un militar o policía en acto de
servicio o con ocasión de él, y respecto de sus funciones profesionales”.

4.2 IMPUTACIÓN SIMULTÁNEA EN FUERO ORDINARIO Y MILITAR

En tanto y en cuanto el agente activo cometa un delito funcional tipificado en


el Código de Justicia Militar y al mismo tiempo se configure un delito tipificado
en el Código Penal, corresponderá que se inicie una investigación preliminar en
ambos fueros, siempre y cuando no exista incompatibilidad entre uno y otro; ya
que, si el tipo investigado en el Código de Justicia Militar no infringe el bien
jurídico que cautela el delito funcional, prevalecerá sobre ella la investigación en
la jurisdicción ordinaria, prefiriéndose esta en lugar de la jurisdicción especial
militar.

Para un mejor entendimiento de lo señalado anteriormente y a manera de


ejemplificar cómo se determina la jurisdicción que debe prevalecer, citamos los
siguientes fundamentos del proceso de Competencia NCPP 14-2016, Lima.

4.1 El Juzgado de Investigación Preparatoria de Jorge Basadre, de la Corte


Superior de Justicia de Tacna, tramita el Exp. 2016-027-02-JLP-JB-CSJT, en
virtud de los hechos suscitados (acápite sinopsis fáctica de la presente
resolución), en la investigación seguida contra don Patricio Antonio Vassallo
Vásquez, cuya conducta fue tipificada en el delito de peculado en agravio del
Ejército del Perú.

4.2 De acuerdo con la Disposición Fiscal 0001-2015-04-22-FMPT, de cinco de


febrero de dos mil quince, formalizó la investigación preparatoria por los hechos
antes señalados, ante el 22 Juzgado Militar Policial de Tacna (Expediente 053-
2015-04-22), seguido contra el Mayor Patricio Antonio Vassallo Vásquez por los
siguientes delitos: i) desobediencia prevista en el artículo 117 del Código Penal
Militar Policial (en adelante CPMP), ii) afectación de material destinado a la
defensa nacional (artículo 133 del CPMP), iii) hurto de material destinado al
servicio (artículo 135 del CPMP), iv) falsificación o adulteración de
documentación militar policial (139 del CPMP), en agravio del Estado peruano
(Ejército del Perú).

4.3 CRITERIO DE PREVALENCIA ENTRE FUERO ORDINARIO Y MILITAR

De lo anterior, evidenciamos una tipificación de delitos establecidos tanto en


el Código Penal como en el Código de Justicia Militar; sin embargo, se advierte
una incompatibilidad entre el fuero común (delito de peculado) y el fuero
militar policial (delito de afectación de material destinado a la defensa nacional
y al mismo tiempo delito de hurto de material destinado a servicio)

Los fácticos de ambos fueros son los mismos, puesto que el imputado estando
en actividad, entregó el petróleo a un consorcio en lugar de a la instalación
militar donde correspondía ser entregado. Al respecto, se advierte que el
petróleo no es un bien jurídico privativo de una institución castrense (Ejército
del Perú), como si lo sería un armamento de guerra.

Por tanto, al no existir un interés institucionalmente vital, sumado a que el acto


de entrega indebida de petróleo puede ser cometido por cualquier civil, amerita
ser investigado únicamente por el fuero común.

Sin embargo, se mantendrá la investigación en el fuero militar-policial respecto


de aquellos delitos que no guarden incompatibilidad. Es así, que conforme a la
casuística planteada, se mantuvo la investigación respecto a los delitos de
desobediencia y falsificación de documentación militar policial.

5. JURISDICCIÓN PENAL ADOLESCENTE

El denominado derecho penal del adolescente, se constituye en razón a una


doble premisa: en la minoría de edad del sujeto activo y la protección que
amerita en razón de su rango etario. Sobre la primera de estas, es la que
justifica una jurisdicción penal especial y respecto a la segunda premisa, esta
protección parte del deber vinculante que tiene el Estado en virtud de su
ratificación al haber adoptado una serie de tratados internacionales relativos a
la protección especial que debe tener toda persona menor de edad.

Es así, que nuestro ordenamiento jurídico nacional, mediante Decreto


Legislativo 1348 de fecha 7 de enero de 2017 creó el Código de
Responsabilidad Penal de Adolescentes, como la primera norma de carácter
integral, sistemática, autónoma y especializada en materia de justicia penal
juvenil en nuestro país; regulando los principios, garantías y derechos, tanto
para los adolescentes en conflicto con la ley, como para las víctimas. Todo ello
bajo los parámetros del modelo de protección integral establecido en la
Convención sobre los Derechos del Niño y asimismo, recogiendo los principios e
instituciones procesales a partir del modelo de la jurisdicción penal ordinaria.

El art. 1 del Título Preliminar de la norma adjetiva citada explica el


término adolescente y lo distingue en función a su edad, la cual comprende a
aquél entre catorce (14) y menor de dieciocho (18) años de edad.

En cuanto a su estructura orgánica jurisdiccional, esta se encuentra


desarrollada en los artículos 9, 10, 11 y 12 del Código de Responsabilidad Penal
de Adolescentes. Por tanto, en primera instancia, encontramos al juzgado de
investigación preparatoria del adolescente junto al juzgado de juzgamiento que
puede ser colegiado o unipersonal; seguido de las Salas Penales de las Cortes
Superiores como órganos jurisdiccionales de segunda instancia. Finalmente, la
máxima jerarquía es ostentada por las salas penales de la Corte Suprema.

5.1. MEDIDAS SOCIOEDUCATIVAS

Reciben la denominación de medidas socioeducativas en lugar


de sanciones, puesto que cumplen una función pedagógica positiva y formativa,
que tiene como objeto facilitar la resocialización y la reintegración del
adolescente a la sociedad.

Respecto a la clasificación de las medidas socioeducativas, estas se encuentran


desarrolladas en los artículos 158 al 167 del Código de Responsabilidad Penal
de Adolescentes.

Del análisis de los artículos citados, podemos identificar dos tipos de medidas
socio-educativas: i) No privativas de libertad (amonestación, libertad asistida,
prestación de servicios a la comunidad y libertad restringida) y las ii) Privativas
de libertad (internación en un centro juvenil).

Adicionalmente a ello, se han establecido las denominadas medidas accesorias,


que resultan ser las reglas de conducta que se dictan simultáneamente con la
imposición de la correspondiente medida socioeducativa. Estas se encuentran
reguladas en el art. 157 del Código de Responsabilidad Penal de Adolescentes,
de la siguiente forma:

Artículo 157.- Medidas accesorias


157.2 Las medidas accesorias que puede dictar el Juez son las siguientes:

1. Fijar un lugar de residencia determinado o cambiar de lugar de residencia al


actual;

2. No frecuentar a determinadas personas;

3. No frecuentar bares, discotecas o determinados centros de diversión,


espectáculos u otros lugares señalados por el Juez;

4. No ausentarse del lugar de residencia sin autorización judicial previa;

5. Matricularse en una institución educativa (pública o privada) o en otra cuyo


objeto sea la generación de un oficio o profesión;

6. Desempeñar una actividad laboral o formativa laboral; siempre que sea


posible su ejecución y se adecúe a la legislación sobre la materia;

7. No consumir o ingerir bebidas alcohólicas o drogas;

8. Internar al adolescente en un centro de salud, público o privado, para un


tratamiento des-adictivo;

9. Participar en programas educativos o de orientación; y, otras que el Juez


considere adecuada y fundamente en la sentencia condenatoria.

5.2 Niño infractor a la ley penal

Nuestra legislación distingue entre el niño que participa de un hecho con


connotación penal y el adolescente infractor a la ley penal.

El niño es aquel menor de edad que tiene menos de 14 años y que ha cometido
alguna acción que tipificada en la norma penal, de conformidad al art. 242
del Código del Niño y el Adolescente y solo pueden ser pasibles de
recibir medidas socioprotectoras, ya que no tienen la madurez suficiente para
asumir la trascendencia de sus actos.

Artículo 242.- Protección


Al niño que comete infracción a la ley penal le corresponde las medidas de
protección. El juez especializado podrá aplicar cualquiera de las siguientes
medidas:

a) El cuidado en el propio hogar, para lo cual se orientará a los padres o


responsables para el cumplimiento de sus obligaciones, contando con apoyo y
seguimiento temporal por Instituciones de Defensa;

b) Participación en un programa oficial o comunitario de Defensa con atención


educativa, de salud y social;

c) Incorporación a una familia sustituta o colocación familiar; y

d) Atención Integral en un establecimiento de protección especial.

6. JURISDICCIÓN PENAL COMUNAL

En cuanto al reconocimiento de este tipo de jurisdicción, nuestro Estado se


encuentra suscrito a diversos instrumentos internacionales tales como el
Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, la Declaración de Naciones Unidas
sobre los derechos de los pueblos indígenas, entre otros.

Respecto a nuestro ordenamiento jurídico, la Constitución Política reconoce


esta jurisdicción penal especial en su art. 149:

Artículo 149.- Ejercicio de la función jurisdiccional por las comunidades


campesinas y nativas

Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo de las


Rondas Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su
ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que
no violen los derechos fundamentales de la persona. La ley establece las formas
de coordinación de dicha jurisdicción especial con los Juzgados de Paz y con las
demás instancias del Poder Judicial.

Realizando un análisis del artículo citado, podemos enunciar los siguientes


elementos centrales para su configuración: i) El reconocimiento de funciones
jurisdiccionales a las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con
el apoyo de las rondas campesinas; ii) La potestad de dichas autoridades de
ejercer tales funciones en su ámbito territorial y iii) La potestad de dichas
autoridades para aplicar su derecho consuetudinario. [4]
6.1. RONDAS CAMPESINAS Y COMUNIDADES NATIVAS

Los integrantes de las rondas campesinas cumplen, en principio, el requisito de


pertenecer a un grupo cultural y étnico particularizado. En efecto, desde
la perspectiva subjetiva, tienen conciencia étnica o identidad cultural: sienten
que su comportamiento se acomoda al sistema de valores y a las normas de su
grupo social, su conducta observable refleja necesidad de identidad y de
pertenencia; así, incluso, se autodefinen como herederos de los Ayllus (pueblo
inca) o como parte de los pueblos indígenas.

En cambio, desde la perspectiva objetiva, comparten un sistema de valores,


instituciones y comportamientos colectivos, formas de control social y
procedimientos de actuación propios que los distinguen de otros colectivos
sociales. Su existencia es una expresión del mundo no urbano, siguen
determinadas tradiciones y reaccionan ante las amenazas a su entorno con las
medidas y procedimientos basados en sus derecho consuetudinario.

6.2. LÍMITES A SU JURISDICCIÓN

Sin embargo, el límite de su función jurisdiccional, se encuentra establecida en


los siguientes supuestos: (i) las privaciones de libertad sin causa y motivo
razonable -plenamente arbitrarias y al margen del control típicamente
ronderil-; (ii) las agresiones irrazonables o injustificadas a las persona cuando
son intervenidas o detenidas por los ronderos; (iii) la violencia, amenazas o
humillaciones para que declaren en uno u otro sentido; (iv) los juzgamientos sin
un mínimo de posibilidades para ejercer la defensa -lo que equivale,
prácticamente, a un linchamiento; (v) la aplicación de sanciones no conminadas
por el derecho consuetudinario; (vi) las penas de violencia física extrema -tales
como lesiones graves, mutilaciones entre otras. [5]

6.3. EL «RONDERO» Y EL DERECHO PENAL

Partiendo del reconocimiento de la jurisdicción penal comunal, tenemos que


identificar la figura del denominado rondero, quien ser trata de aquél que
ejerce este tipo de jurisdicción y que por tanto, configuraría atipicidad de la
conducta, en caso le sea imputado un delito de usurpación de funciones art. 361
del CP. Esto a razón a su ejercicio jurisdiccional comunal constitucionalmente
reconocido.

Así las cosas, el rondero también se relaciona con una serie de figuras
procesales que lo absolverían de diversas tipificaciones, como por ejemplo, se
rechazaría de forma liminar, aquella imputación en su contra por delito de
secuestro tipificado en el art. 152 del CP. Ya que, el rondero procede a privar de
la libertad ambulatoria al imputado, como una potestad de su ejercicio
jurisdiccional.

Asimismo, sobre la actuación conjunta de los integrantes de las Rondas


Campesinas, podríamos asemejarlos con los efectivos policiales, por ello, el uso
de la fuerza que ejercen no puede ser penada, tanto más si no está orientada a
obtener beneficios ilegales o fines de lucro y mas aún, si su composición y
práctica tienen un reconocimiento constitucional, estando exentos de cualquier
tipología de estructura criminal, sea banda o criminalidad organizada. [5]

El rondero, entonces, como consecuencia de su patrón cultural, puede


actuar: (i) sin dolo –error de tipo– al no serle exigible el conocimiento sobre el
riesgo para el bien jurídico y (ii) por error de prohibición, al desconocer la
ilicitud de su comportamiento, esto es, la existencia o el alcance de la norma
permisiva o prohibitiva. (iii) sin comprender la ilicitud del comportamiento
ejecutado o sin tener la capacidad de comportarse de acuerdo a aquella
comprensión. [6]

7. JURISPRUDENCIA RELEVANTE

Sobre la cosa juzgada en la jurisdicción militar policial [Casación 1433-2018,


Lima]

Sobre la determinación de prevalencia entre la jurisdicción militar y la


jurisdicción ordinaria. [Competencia NCPP 14-2016, Lima]

De la diferencia entre adolescente infractor y menor que participa en un hecho


con connotación penal [Casación 4351-2016, Puno]

Sobre los criterios para evaluar el internamiento del menor infractor a la ley
penal [Casación 3251-2017, Sullana]

Alcances de la jurisdicción penal de las rondas campesinas [Acuerdo Plenario 1-


2009/CJ-116]

8. CONCLUSIONES

La jurisdicción penal ordinaria es indelegable, sin embargo, como toda regla


tiene su excepción, la Constitución Política limita el ámbito de la jurisdicción
ordinaria en función a la cualidad especial que detentan los siguientes sujetos
activos: adolescentes, personal militar-policial o miembros de una comunidad
nativa.

El fuero militar-policial, tiene su propia jurisdicción, sin embargo es posible


investigar al imputado de manera simultánea, tanto en el fuero ordinario como
en el fuero militar-policial. En cambio, la jurisdicción penal del adolescente,
excluye totalmente la intervención de la jurisdicción penal ordinaria y se
distingue de esta última, ya que utili medidas socio educativas y de protección
en lugar de las penas y sanciones.

Si bien la jurisdicción penal comunal es la única que no tiene regulación en


cuanto a su estructura jerárquica ni a sus tipos de sanciones, esta se encuentra
limitada conforme a parámetros jurisprudenciales. Los cuales deben de
ponderar en cada caso en concreto: las costumbres ancestrales de cada
comunidad nativa en particular y la dignidad humana del procesado en este
fuero.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

[1] DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría General del Proceso. Buenos Aires:
Editorial Universidad, 1997, p. 95.

[2] ROSAS YATACO, Jorge. Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima:


Instituto Pacífico, 2013, p. 230.

[3] BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La constitución de 19993 y la


jurisdicción militar. Lima: Themis, 1995, p. 201.

[4] CHAVEZ MENA, Martha. La jurisdicción penal ordinaria y su relación con


el ejercicio de la función jurisdiccional de las comunidades campesinas en el
marco del código procesal penal del 2004. Cajamarca: Repositorio Universidad
Nacional de Cajamarca, 2017, p. 67.

[5] Fundamento jurídico duodécimo del Acuerdo Plenario 1/2009-CJ-116.

[6] MEINI, Iván. Inimputabilidad penal por diversidad cultural. En: Imputación y
responsabilidad penal. Lima: ARA Editores, 2009, p. 69.

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