Lectura 3
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1 CREATIVO ¿SE
NACE O SE HACE?
3.1.1 A qué llamamos creatividad
Si otra vez recurrimos al diccionario para encontrar un poco de claridad en
“Creatividad. torno al concepto de creatividad, no es mucho lo que sacaremos de allí. Esto
es así porque los conceptos de problema, creatividad e innovación son muy
1. f. Facultad de generales y en cada ámbito toman un valor y una identidad específica. Por
crear. esta razón también, las definiciones que aquí se dan son particularmente
útiles para los fines de este curso, pero quizá no lo sean en otro ámbito.
2. f. Capacidad
de creación” (RAE, Si tenemos que arriesgar una primera definición de creatividad, podemos
s.f., decir que esta es una actividad mental de búsqueda, a través de la cual en
https://dle.rae.es/ algún momento se produce una revelación en un individuo que trae como
?id=BD3eZdM ). resultado una idea o nueva acción para resolver un problema específico de
una persona o de un grupo de personas. Una idea, para que sea producto
de la creatividad y fuente de innovación, debe ser nueva y con valor, y
para lograr esto es necesario romper con nuestros patrones habituales de
pensamiento.
Los tres niveles son importantes y necesarios, ya que necesitamos que toda la
fuerza de trabajo o capital humano de la organización sea creativa tanto
en su vida personal como en su vida laboral, para que así no solo podamos
llevar una mejor calidad de vida y brindar una nueva energía a la
organización, sino también perseguir grandes ideas. Armar equipos de
trabajo que persigan la creatividad en los tres niveles es la mejor forma
para que una organización sea innovadora y se permita generar
invenciones y desarrollos que sean trascendentes para la sociedad.
El proceso creativo
El proceso creativo ha sido estudiado, tratado y descripto por numerosos
autores con el fin de desentrañar los misteriosos mecanismos psíquicos que
producen o llevan a la “magia” creativa. Los esquemas teóricos son
númerosos y diversos, pero en su mayoría presentan entre cuatro y siete
pasos. Estos pueden ser generalizados de la siguiente manera:
La vida se trata de pasar o tener una experiencia tras otra, por eso siempre
encontramos información muy accesible allí. Pero si queremos generar
nuevas ideas, tener una inspiración creativa o una revelación, deberemos
hacer un esfuerzo para encender y conectar otras fuentes de inspiración que
no sean las habituales. Como afirma Bachrach (2012), el cerebro no quiere
esforzarse ni gastar energía extra en lo que ya conoce, y como pensar de
manera creativa requiere la habilidad de generar asociaciones y
conexiones nuevas entre dos o más temas muy diferentes, siempre se
requiere de algún tipo de esfuerzo en el camino creativo.
Con frecuencia los bloqueos son iniciados por el ambiente, en estos casos
solemos decir que la organización levanta barreras para la creatividad y la
innovación.
Por ejemplo, si como jefes usted llegara a decir “si no lo hace bien, lo
despido”, sería muy probable que optase por un camino seguro y no por
uno creativo. También nuestros propios miedos de sobresalir, para mal o
para bien, o de ser juzgados por colegas, suelen jugar un papel crucial en
nuestro desempeño en un entorno organizacional. Sin embargo, más allá del
perfil de la organización y de las presiones externas, el bloqueo puede
estar adentro nuestro.
Los miedos creativos son muy comunes: el miedo a lo que podría ser nos
lleva al “vayamos por lo seguro”. Como mecanismo de defensa solemos
exaltar las potenciales consecuencias negativas, muchas veces irreales, o su
fatalidad. Nos convencemos de que equivocarse, cometer un error, puede
ser fatal. Para evitamos un mal momento, entonces, preferimos un trabajo o
un proyecto chato, sin desafíos, pero sin riesgos.
En general, cuando se habla de miedo creativo, en realidad hablamos del
miedo al fracaso. No queremos errarle, entonces, tomamos menos riesgos. Si
hemos hecho algo durante cierto tiempo, seguramente hayamos encontrado
la forma de hacerlo sin complicaciones ni imprevistos. Pero si buscamos el
camino de la innovación, en algún momento deberemos hacerlo más allá de
la zona de confort y arriesgarnos a que lo que hagamos pueda fallar.
Es importante destacar que, así como el fracaso nos retiene, también el éxito
puede ser un obstáculo o un distractor. Tememos que si nuestra idea es
aprobada quizá luego no estemos a la altura de la circunstancia cuando
necesitemos implementarla; o que después de un buen resultado ya no
podamos sostener ese rendimiento, es decir, que después de un éxito ya no
logremos otro y no cumplamos con las expectativas instaladas en los demás.
Más allá del optimismo del autor, podemos asegurar que el pensamiento
lateral es una de las metodologías más reconocidas y aplicadas en procesos
creativos.
Pero esto solo permitirá que esa persona llegue a un nivel medio de
creatividad, “una persona puede soltar el freno del automóvil, pero no por
eso se convertirá inmediatamente en un experto conductor” (De Bono, 1998,
p. 17). Podemos lograr liberar nuestro potencial creativo a través de
técnicas deliberadas, voluntarias y sistemáticas.
Por ejemplo, si usted tiene que decidir qué corbata ponerse para una fiesta
del trabajo que empezará en un par de horas, abre el ropero y hay cuatro
diferentes, entonces elegir una opción es relativamente simple. Pero si abre
el ropero y no tiene ninguna corbata porque la única con la que cuenta la
ha prestado, entonces debe buscar alternativas. ¿Va sin corbata, tal como
está vestido? ¿Cambia de camisa por una que sea para usar sin corbata?
¿Trata de recuperar la corbata prestada? ¿Busca una prestada entre sus
amigos de mayor confianza? ¿Busca una entre sus conocidos que viven más
cerca? ¿O le pide a algún colega que le lleve una directamente a la fiesta?
Aunque este planteo abre alternativas, sin embargo, en algún punto, esta
visión de la búsqueda de alternativas ante un problema es una visión
tradicional: buscar un cambio cuando algo no anda bien (no hay corbatas).
Pero usted podría haber elegido ir sin corbata, aunque tenga cuatro en el
ropero, porque quizá no necesitaba transmitir tal formalidad, se sentiría más
cómodo en la fiesta y quizá hasta tuviese un look más a la moda.
Sin embargo, una provocación deliberada puede ser mucho más arriesgada,
por ejemplo, “necesitamos que los automóviles se estacionen unos arriba de
otros” o “los automóviles deberían tener ruedas cuadradas”, siempre que la
provocación esté enfocada en un aspecto que queramos tratar de mejorar:
el diseño de un auto urbano, ideal para las grandes ciudades, o el
rendimiento de los neumáticos.
Una vez que consigamos esta claridad, tenemos que comenzar la búsqueda
de ideas. Cuantas más ideas se nos ocurran, más chances tendremos que
alguna sea creativa. Hay que producir muchas ideas antes de detenerse o
limitarse a pensar en una que sea diferente o de valor. Hay que pensar de
manera fluida, sin criticarse ni juzgarse.
No se juzgará.
No hará comentarios.
No editará.
No ejecutará.
No se preocupará.
No mirará hacia atrás.
No perderá el foco.
Luego de que uno pase por estos sombreros, de todo este cambio de
perspectivas, debería asomar una combinación de ideas novedosa y valiosa.
Este proceso es similar a la llamada Técnica de Walt Disney, ya que se
cuenta que frente a un desafío creativo Walt Disney cambiaba de
perspectiva tres veces, jugando a representar tres roles distintos y relacionar
las perspectivas (Apertura Negocios, 2012). Por ejemplo, perspectiva del
soñador, perspectiva del realista y perspectiva del crítico.
El método de la inversión
El problema se altera en su sentido para ver cuál es su contrario y descubrir
desde qué puntos de ingreso se puede abordar ese problema para llegar a
una solución (De Bono, 1998). En este método, no se planea ir de lleno a la
solución del problema sino tomar la idea principal e invertirlo para “rodear
el problema”, acercarnos a su solución o verlo desde distintas perspectivas y
puntos de vista. Por ejemplo, “A las mujeres no les gusta ir de compras a
nuestro local” podemos invertirlo en “A las mujeres les gusta ir de compras”
¿Por qué les gusta? ¿qué hacen? ¿qué disfrutan?
Fraccionamiento o división
Su objetivo es fraccionar o desarmar la unidad en la que se presenta o
planteamos el problema inicialmente. Se trata de crear nuevas partes y
fraccionar los mismos componentes (De bono, 1998).
Pero siempre y cuando nuestras ideas sean reconocidas y valoradas por sus
destinatarios es que podremos afirmar que hemos logrado una innovación.
Por ejemplo, podríamos inventar un novedoso método para reciclar el agua,
pero si este no logra ser reconocido, aceptado e implementado, tampoco
podríamos decir que hemos entrado en el campo de la innovación
(Céspedes, H. 2011).
Para Steven Johnson (2010), una buena idea es una red específica de
elementos, pero también una red o una constelación específica de miles de
neuronas que se encuentran entre sí por primera vez dentro de nuestro
cerebro, para que esa nueva idea aparezca a nivel consciente. Dentro de
nuestro cerebro, lo que importa son las conexiones. Lo mismo pasa durante
el proceso de creación, lo que importa son las conexiones y combinaciones
que determinan que nuestra búsqueda resulte más innovadora. Para facilitar
la conexión de estímulos, es necesario ubicarnos, y ubicar nuestra mente, en
entornos de ideas o de personas que en sus formas de trabajar imiten las
redes cerebrales que exploran los límites de lo posible adyacente.
Todo puede servir para algo, alguna vez. Si estamos abiertos, podemos
recibir las más diversas influencias y aprovechar las mejores oportunidades.
En cambio, cuando con nuestros procedimientos y preconceptos empezamos
a trazar límites rígidos, excluir o rechazar, le damos la espalda a las
posibilidades de creación o innovación. Una organización innovadora tiene
que funcionar como un sistema abierto, para esperar que los más diversos
recursos y estímulos que fluyen por ella colisionen en un momento y en un
contexto que les conceda valor. Claro que para canalizar esa infinita red de
recursos en una propuesta de valor, se deben tener personas, herramientas,
estructuras y objetivos orientados a ese fin. Muchos de estos factores serán
tratados en el módulo 5 cuando abordemos las organizaciones creativas.
Sin embargo, a esta altura del curso, creemos que es innecesario decir que
en el proceso creativo nada es completamente repentino, completamente
inconsciente, ni completamente casual. Para Steven Johnson (2011) en un
nivel básico, se puede afirmar que las ideas suceden dentro de nuestras
cabezas, pero estas cabezas están conectadas entre sí, conforman redes
externas que determinan un flujo de información e inspiración que da lugar
a las grandes ideas. Es el encuentro de estímulos, pero en especial de
personas y sus ideas, lo que promueve la verdadera innovación.
Cuando el cerebro está más relajado es cuando aparecen más ideas. Estas
pueden ser cotidianas, rutinarias, conocidas, poco importantes o puede ser
que aparezca una gran idea, lo que llamamos una idea creativa (Bachrach,
2012). Como hemos dicho, las ideas son novedosas en su combinación, y
estas combinaciones son más originales o “impensadas”, cuando más
abiertos y relajados estamos. De repente, estas combinaciones, estos
elementos que chocaron entre sí formando algo nuevo aparecen en nuestro
consciente, entonces “vemos” la idea. Y la vemos porque responde a un
desafió o problema que, más o menos presente en nuestro consciente,
sentíamos que necesitaban una solución.
La suerte y la serendipia
A medida que avanzamos con los contenidos descubrimos que los
preconceptos asociados con la creatividad como caos, locura, “inspiración”
o suerte son cada vez más relativos. Con respecto a esta última, ya bien lo
dijo Asimov "la suerte favorece sólo a la mente preparada” (Frases
Históricas, 2012,
https://fraseshistoricas.wordpress.com/2012/08/11/isaac-asimov-la-
suerte-favorece-solo-a-la-mente-preparada/) y esta es, precisamente, la
razón por la que un curso como este tiene sentido. A esta altura podemos
reconocer que la suerte no es más que el premio de trabajar a fondo los
prejuicios, los enojos, los modelos de pensamiento y todas aquellas
restricciones que impiden ver con mayor amplitud lo que está a nuestro
alrededor y convivir con el error y la ambigüedad. “La suerte es una
delicada conexión entre el grado de apertura mental, la preparación
personal y la infinita cantidad de oportunidades que la vida ofrece a cada
instante” (Céspedes, 2011, https://es.slideshare.net/hugoces/cmo-ser-ms-
creativo-y-no-desviarse-del-camino-hacia-la-innovacin). Suerte, en
innovación, es estar abierto y perceptivo a que las cosas pasen.
Pero no todo es suerte. Para que ésta nos visite, los elementos necesarios
tienen que estar dentro de los cajones de la memoria inteligente (como los
componentes que definirían la tabla periódica de Mendeléiev) y, para eso,
la mayoría de las veces tenemos que habernos informado, investigado,
incubado un problema.
El cerebro despierto también necesita ese caos generador que es parte del
estado onírico. El idioma inglés utiliza un término muy particular que
condensa todo el potencial de las conexiones accidentales, serendipity, que
en español podemos llamar serendipia. Este particular nombre proviene de
un cuento clásico llamado “Los tres príncipes de Serendip” cuyos
protagonistas siempre lograban hacer descubrimientos por accidente o
hallazgos de cosas que no buscaban. A partir de 1754 se comenzó a utilizar
en textos referidos a la creatividad, pero le costó mucho ser reconocido y
considerado como un elemento importante en los procesos creativos, el
funcionamiento del cerebro y la innovación. Recién en los últimos años ha
recobrado un impulso notable, y por eso es muy probable que en algún
momento lo hayamos sentido nombrar.
La intuición o los juicios inmediatos muchas veces no son más que eso, juicios,
pero una idea, en cambio, es una perspectiva nueva sobre un problema, o el
reconocimiento de una oportunidad que hasta ahora no se ha explorado.
Conservar y aprovechar una corazonada pasa más por cultivarla que por
afanarse u obsesionarse con ella, querer resolverla con apuro. Como
tendemos a quedarnos con lo bueno y como el problema resuelto siempre se
ve de una forma mucho más clara que el problema en construcción,
tendemos a recordar las corazonadas como momentos eureka: nos
quedamos con la solución y no con la búsqueda.
Pero mantener con vida una corazonada lenta es complejo, ya sea porque
conservarla en la propia memoria no es simple, porque la mayoría de las
corazonadas no duran lo suficiente como para volverse útiles, porque entran
y salen de la memoria de una forma muy rápida o porque su identidad
(hasta que colisionan o se combinan) es bastante borrosa. Uno siente con
frecuencia que hay un camino interesante, que hay una luz del otro lado del
túnel, pero los asuntos urgentes nos sacan de ese camino. Es por esta razón,
que un secreto que muchos autores comparten para no perder esas
corazonadas, y que nosotros ya hemos mencionado, es escribirlo todo.
Pero abrirle espacio al error implica un cambio cultural muy grande. Edward
de Bono (1998), al abordar el análisis de los mercados da un ejemplo de
las diferentes visiones que se pueden tener del error y del fracaso según las
culturas.
Algunos estudios aseguran que es más probable que surjan buenas ideas en
situaciones con algún índice de error, o un entorno que de algún modo lo
promueva. Uno podría imaginarse que la innovación se correlaciona más
directamente con valores como la fiabilidad, la claridad y la concentración.
Sin embargo, una idea debe ser correcta en cierto nivel básico, pero eso no
implica que se cultive precisamente en entornos libres de ruido o imprevistos,
porque un entorno así resulta demasiado previsible. Los entornos
innovadores son muy fértiles en errores útiles, y sufren cuando los
mecanismos o herramientas de control de procesos y calidad los condicionan
en exceso.
Por esta razón, este apartado solo busca aclarar por qué uno de los temas
del momento como es el marketing viral solo se aborda superficialmente.
No se busca proponer un manual para la construcción de contenidos masivos
y fugaces, sino que, para los fines de este curso, la creatividad se aborda
desde su uso en la implementación de una cultura innovadora, ya sea en el
estilo de vida de una persona o en el pensamiento y la gestión de una
organización.
Una organización creativa seguramente comunique de una forma acorde a
los nuevos tiempos, a los códigos emergentes, y haga guiños a sus usuarios y
consumidores para generar un contenido viral o se suba a una tendencia;
pero su ADN no estará compuesto de golpes de efecto, sino de cambios
muchos más profundos en sus objetivos, en su estructura, en su organización y
en su capital humano.
Podemos afirmar, también, que una buena idea, una gran idea, en el
contexto hiperconectado en el que vivimos puede llegar a la masividad en
poco tiempo, quizá no a millones de personas en el lapso de semanas, pero
sí en algunos pocos años y generar un efecto mucho más profundo. Por
ejemplo, podemos mencionar la revolución de YouTube muy bien contada
por Steven Johnson (2011). Pasar de la televisión analógica a la digital (al
HD) fue un cambio de grado (de calidad), pero no de clase, porque el
consumo básicamente siguió de la misma forma: nos seguimos sentando a ver
una programación. YouTube, al contrario, modificó radicalmente las reglas
básicas del medio. En primer lugar, hizo que ver videos en Internet se
convirtiera en un fenómeno masivo. Impuso el on demand, pero, aún más
importante, permitió que el usuario subiera sus propios videos, su propio
contenido. El usuario aficionado, a partir de YouTube, además de calificar,
comentar y recomendar esos contenidos a los demás, también podía montar
su propio canal de televisión. Según el autor, hasta ese momento se daba
una regla o relación 10/10 para la adopción de nuevas tecnologías en
materia de medios de comunicación masiva. Es decir, diez años de
desarrollo y diez años para su incorporación masiva en la sociedad.
YouTube logró consolidarse masivamente en solo dos años.
Frases Históricas. (2012). Isaac Asimov: “La suerte favorece sólo a la mente
preparada”. https://fraseshistoricas.wordpress.com/2012/08/11/isaac-
asimov-la-suerte-favorece-solo-a-la-mente-preparada/)