Resumen Crimi U1
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Resumen Crimi U1
La CRIMINOLOGÍA es una disciplina científica e interdisciplinaria que tiene por objeto el estudio y análisis del
delito, de la pena, delincuente, víctima, criminalidad, reacción social institucional, cultural y económica, a los
fines de la explicación, asistencia y prevención de los hechos de violencia.
Si bien etimológicamente seria “estudio del delito”, es un concepto amplio y sumamente abarcativo, ya que
integra todos los aspectos y áreas vinculadas a los comportamientos que provocan daño intencional a nivel
individual, familiar, social y cultural. Los conceptos actuales de criminología implican la consideración de los
múltiples y complejos aspectos de los procesos de violencia.
A lo largo del tiempo, se han dado distintas definiciones de la Criminología, la mayoría expresa:
Los interrogantes de la criminología han ido variando a lo largo de las décadas, como así también sus objetos de
estudio. Encontramos las siguientes etapas:
El delito es una conducta que se aparta de las normas jurídicas sociales culturales de una determinada sociedad
y que siempre provoca daño (individual, social, económico, moral, etc.) Es un hecho provisto y, a la vez, penado
por la Ley.
Según Carrara, es la infracción de la ley del Estado promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos,
resultante de un acto externo de un hombre, moralmente imputable y políticamente dañoso. Esta definición se
basa: en el respeto absoluto al principio de legalidad, el delito es un hecho jurídico, existe el libre albedrio, la
sanción solo se aplica a los moralmente responsables, la pena es castigo y retribución y debe ser proporcional al
delito y daño causado, los menores y enfermos mentales están exentos de penas.
Según López Rey y Arrojo, el delito puede definirse como la conducta antijuridica y culpable, descripta por la ley
y señalada en una sanción penal. Es un hecho típico, antijuridico, culpable y punible.
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• Culpable: el delincuente es una persona capaz de conducirse racionalmente, y es responsable
jurídicamente por la naturaleza lesiva de su comportamiento. Pero también por su actitud al hacerlo,
que es jurídicamente reprochable por su capacidad para comportarse de acuerdo al Derecho Penal, su
conciencia de lo que hace, su voluntad de hacerlo (dolo) o su falta de precaución (culpa) y su libertad
de decisión. La imputabilidad es la capacidad de ser penalmente culpable (presumiendo madurez, salud
mental y conciencia, que permite la comprensión de la criminalidad y dirigir sus acciones).
Durante esta etapa la criminología tuvo una gran influencia del Derecho, y comprende la elaboración jurídica
del delito, de sus distintos tipos y modalidades (según su naturaleza, el daño causado, el peligro provocado, el
tipo de instrumento, etc.) La criminología aquí contempla las conductas establecidas como delictivas por la ley,
pero también observa y estudia las nuevas modalidades de hechos violentos que pueden ser calificados como
delitos, o la despenalización de otros hechos por consideraciones sociales y culturales.
2. ESTUDIO DE LA PENA
En esta etapa la criminología se pregunta por los castigos del delito cometido. La pena es una pérdida de bienes
impuesta a una persona como retribución por un delito cometido. Es un reproche social cultural, un tratamiento
y prevención. Tiene por fin la readaptación social, no debe ser destructiva del individuo, sino eminentemente
educativa y resocializadora para recuperarlo socialmente. Pero también debe atender a quien ha sufrido el daño,
la víctima.
Durante siglos se aplicó el mismo castigo a cualquier tipo de delito: la pena de muerte. La pena tenía un carácter
retributivo: era un castigo que buscaba devolver el mal causado por el delito, asentándose en la noción de
culpabilidad. Posteriormente, a medida que los estudios jurídicos se fueron desarrollando, se empieza a plantear
el problema de cómo lograr una pena justa para el daño cometido, que además de castigar evitara la repetición
del delito. La pena se empieza a concebir también como prevención, debiendo apartar al delincuente del delito
futuro mediante una pena individualizada, es decir, una pena adecuada al sujeto, al hecho cometido, a sus
modalidades y circunstancias particulares. Por una parte, es el juez quien individualiza la pena fijándola dentro
de lo enmarcado por la ley (min y máx.) de acuerdo a las particularidades. Por otra parte, el sistema penitenciario
también realiza una individualización del tratamiento, según el delito, la pena, la personalidad, los antecedentes
y las condiciones personales (ej. Profesión) del delincuente.
Existen tres fases en la pena, que representan la respuesta social y cultural frente al delito o la transgresión de
las normas sociales, y que deben mantener coherencia. Podemos mencionar problemas en las 3 fases:
• Legislativo: se realizan reformas en códigos sin estudios serios o sin tener en cuenta las características de la
criminalidad de la región.
• Ejecución: por la falta de objetivos claros, el sistema penitenciario no funciona como un tratamiento sino
como una institución represiva y de seguridad.
La criminología se pregunta quién es el individuo que comete el delito, qué le ha sucedido para cometerlo y qué
significado tiene para él esta conducta. Se empieza a interesar por la historia del individuo, el conocimiento de
su personalidad, y la relación delito personalidad. Busca relacionar la conducta delictiva con la personalidad y el
contexto social en el que interactúa la persona, de modo de lograr un psicodiagnóstico, un tratamiento
adecuado y un pronóstico futuro.
El delito representa un doble fracaso: de los mecanismos de defensa psíquicos que controlan los impulsos
agresivos y a la vez, del núcleo familiar y las instituciones. El delincuente es el emergente de un núcleo familiar
cuyas ansiedades y conflictos el individuo traduce a través de la agresión.
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En esta etapa, la criminología recibe influencias de la medicina y la psicología (enfoque clínico); y empieza a
intentar diferenciar la delincuencia masculina de la femenina, las edades de los delincuentes, los distintos tipos
de delincuentes, etc. Por los estudios y observaciones sistemáticas podemos decir que es el comienzo de la
criminología científica.
4. ESTUDIO DE LA CRIMINALIDAD
Esta etapa se inicia con los estudios sobre grupos sociales, las condiciones sociales y económicas que afectan la
comisión de delitos. Se concibe el crimen como un fenómeno social, producido por hechos sociales detectables
y determinables y, por tanto, el delito emerge de la sociedad. Lacassagne propone que el criminal es peligroso
cuando se encuentra con el medio adecuado para delinquir, ya que es el medio lo que origina la criminalidad
influenciándolo negativamente. A su vez, habrá mayor criminalidad a mayor desorganización social.
Surgen aquí distintos enfoques para estudiar los factores sociales de la criminalidad: 1. Teorías de la anomia, la
falta de normas, Durkheim. 2. Enfoques multifactoriales: estudios de variables buscando diferenciar
delincuentes de no delincuentes. 3. Teorías ecológicas: estudio de la criminalidad en relación a características
de barrios. Caracterizando la zona de criminalidad como: con alto déficit en la calidad de vida y un espacio físico
social deteriorado. 4. Teorías del aprendizaje diferencial: el comportamiento criminal es aprendido en la
comunicación. 5. Teorías del control. 6. Teorías criticas
La reacción social institucional se refiere a los modos y mecanismos que utilizan las instituciones frente al delito,
que son diferentes en cada región. Se busca conocer los procesos institucionales que investigan el delito y que
dan respuesta al proceso social que provocó. Abarca desde la respuesta institucional al delito hasta las
organizaciones institucionales encargadas de controlar la criminalidad (gubernamentales o no). Atender a la
reacción social institucional implica comprender que el delito es un comportamiento dinámico con influencias
individuales, sociales, económicas y culturales.
La reacción social institucional indaga también por la opinión pública sobre la ley y la justicia, sus concepciones,
su legitimidad, su estructura, etc. Además, incluye el estudio crítico de las propias instituciones que intervienen
en la lucha contra el delito: policía, administración de justicia, sistema penitenciario. La policía es la primera
institución en llegar al lugar del hecho, la primera en apreciar los hechos y obtener datos y pruebas relevantes;
sin embargo, en América Latina, está caracterizada también por innumerables procedimientos incorrectos de
abuso de autoridad.
Hoy vemos una clara dificultad en los encargados de la reacción social institucional, marcada por el aumento y
agravamiento de la delincuencia, el aumento de las personas detenidas y del número de víctimas. Ante esta
ineficacia se necesitan cambios profundos para evitar la reincidencia y la marginalidad que la propia estructura
penitenciaria conlleva.
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- el costo del delito en una determinada región, a través de los presupuestos asignados a las instituciones
que intervienen: policía, administración de justicia y sistema penitenciario, aunque no es fácil saber sus
valores reales.
- El costo de un determinado delito por ej. homicidio (200/500 mil dólares); o más complejo como el
tráfico de drogas.
- El costo de la criminalidad, integrado por la cifra conocida y la cifra negra; costo que afecta a las
economías regionales por fallas en la prevención y que conduce a una transformación en las penas (por
ej. La libertad condicional es más barata). Conocer el costo de la criminalidad nos permite conocer los
daños económicos que causa.
- El costo social/ daño moral de la víctima. El delito genera consecuencias no solo económicas sino
también sociales en la víctima, su grupo familiar y social. El daño emocional y social resulta difícil de
determinar por las secuelas en el tiempo y en las relaciones interpersonales del o los afectados.
La víctima es la persona que padece un sufrimiento físico, emocional y social a consecuencia de la violencia de
una conducta agresiva antisocial. Es quien padece la violencia por el comportamiento de quien transgrede las
leyes de la sociedad y cultura (delincuente). Según la ONU, víctima es la persona que individual o colectivamente
sufre daños (físico, emocional, financiera o menoscabo de derechos) por acción u omisión que viole la legislación
vigente.
Se empieza a estudiar la relación autor-víctima del delito y a describir tipologías de víctimas. Se destaca, además,
la importancia de la asistencia a la víctima y del estudio de la victimización (ampliada no solo a lo delictivo, sino
también a lo familiar, social, accidentes, etc.)
La prevención es el conjunto de medidas tendientes a evitar o atenuar las acciones delictivas y el riesgo de
participación en ellas. Supone siempre anticipar o evitar algo. En los últimos años, junto con la educación, se
volvió uno de los temas centrales de las sociedades modernas democráticas, y un desafío principal para varias
disciplinas. Entre las necesidades y razones para aplicar medidas preventivas del delito encontramos: el
incremento de una delincuencia agravada en modalidades; los daños a víctimas, sociedad y cultura; la impunidad
en el accionar de delincuentes; la alta vulnerabilidad de las víctimas; los costos económicos y sociales; etc.
- El modelo clásico o punitivo, parte de la aplicación de la Ley y de los efectos intimidatorios de penas
severas y altas en un sistema penitenciario riguroso y deshumanizante.
- El modelo médico psicológico terapéutico, realiza la prevención a través del tratamiento al delincuente
y su readaptación social. Surge con la corriente clínica y utiliza el diagnóstico, tratamiento y pronostico.
- El modelo social, apunta a la reforma de las estructuras y organización social que considera factores
fundamentales del origen de la delincuencia.
- El modelo de prevención mecánico físico dirigido a utilizar determinados espacios propicios para el
accionar delictivo para reducir la criminalidad (ej. Campañas de iluminación).
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- El modelo de seguridad urbana consiste en promover redes para lograr una mejor cohesión y
participación activa y comprometida en los programas de prevención gubernamentales o no.
Los inicios de la especialidad están ligados a los desarrollos de la Criminología. En 1907, José Ingenieros
introduce el método psicoanalítico para el estudio de personalidades delincuentes. Así se produce el
entrecruzamiento entre la ciencia psicológica y la jurídica en nuestro país, y comienza a gestarse una estrecha
relación entre las profesiones clínicas y el derecho. Se empieza a analizar el fenómeno delictivo desde la
psicopatología. Sin embargo, este desarrollo fracasa porque la criminología estaba impregnada por criterios
positivistas y el método psicoanálisis estaba lejos de eso.
A partir de 1959, con los primeros psicólogos graduados, comienzan a insertarse como profesionales en el
ámbito psicológico jurídico. En ese mismo año se crea la primera cátedra de “Psicología Criminológica” en la
Universidad Nacional de San Luis, que utilizaba las técnicas proyectivas como métodos científicamente válidos
para aportar pruebas a jueces. A partir de aquí, la práctica se limitó a aportar a los magistrados desde un modo
particular de observar el fenómeno criminal.
Desde los 70, se produce un auge en las ciencias humanas, que se ve truncado por los acontecimientos políticos,
pero es retomado a principios de los 80. Si bien ya existían en tribunales, cárceles y establecimientos de
menores, estos trabajaban desde una formación clínica. La resolución sobre incumbencias de Aramburu, en
1985, menciona entre los ámbitos de la psicología el ámbito jurídico, implementando la especialidad, e
incentivando a las universidades a incorporar formación jurídica y forense en los currículos. Esto contribuyó a
jerarquizar el saber psicológico para la justicia, corriéndolo de la posición de auxiliar de médico.
A partir de allí, comienza a incluirse el psicólogo además de en el fuero penal, en el fuero civil (generando
peritajes en adopciones, tenencias de hijos, insanias) y en el fuero laboral (determinando el daño psíquico).
Ensanchando continuamente su campo de entendimiento hasta casos de violencia, maltrato, prostitución, etc.
En la Facultad de Psicología de la UBA, la materia se comenzó a dictar en 1987, y se incorporaron otras materias
optativas que llevaban a la formación específica en el área. Se incorporó formación práctica a través de una
pasantía con reconocimientos de créditos en Instituciones forenses. Se abrió también un espacio de consulta y
servicios llamado “Gabinete Pericial”, para atender a consultas y solicitudes de estudios periciales de jueces de
tribunales nacionales y provinciales. Además, se conformó el área de investigaciones. Pronto este modelo se
trasladó a otras universidades del país.
Actualmente seguimos teniendo el desafío de la formación de posgrado que, si bien existe dictada por
asociaciones profesionales, aun no tienen una divulgación masiva y presentan poca integración entre sí. Se está
gestionando la Especialización en Psicología forense en la UBA. Nos debemos aun la titulación de posgrado de
acuerdo a exigencias de la Convención Internacional de DDHH y las normativas mundiales.
Cabe mencionar que se ha cambiado la denominación de la materia psicología forense a su forma más correcta,
psicología jurídica. La palabra “forense” limita el ámbito a foros o fueros y hace referencia a un cargo en relación
de dependencia de la Justicia, un empleado de ella. En cambio, la psicología jurídica es más apropiada para la
actividad que desarrollamos en ámbitos que no son estrictamente jurídicos, pero están relacionados con ellos
(ej. Unidades carcelarias).
En relación con esta área hay distintos ámbitos en los que podemos intervenir:
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- - Ámbito tribunalicio: Justicia civil: sobre daños y perjuicios, insania, inhabilitación, protección de personas,
divorcios, régimen de visitas, tenencias de hijos, violencia familiar, adopción, etc. Justicia laboral y de seguridad
social: relaciones entre empleados y empleadores, causas previsionales, sus reclamos, patologías en los
empleados, etc. Justicia penal: evaluaciones de quien cometió un delito, de la víctima, de las circunstancias del
hecho, tanto para dictaminar la veracidad del hecho como el estado mental de los mismos funcionando como
prueba. También podemos determinar imputabilidad y peligrosidad, evaluar víctimas y victimarios de delitos
sexuales, siendo aquí los únicos autorizados a realizar entrevistas con menores de edad. Están incluidos de la
justicia penal el trabajo en Tribunales Orales de menores, donde en equipos interdisciplinarios podremos
realizar informes sobre la personalidad del menor, de sus vínculos familiar e indicar estrategias a seguir
priorizando su desarrollo.
- Ámbito de la salud mental que puede entrecruzarse según el tipo de institución que trabajemos con la
psicología jurídica, por ejemplo, al recibir en un hospital general un caso de violencia familiar.
- Ámbito policial, principalmente circunscripto a la selección de personal. Pero también abocado a la evaluación
y seguimiento del personal, su formación y capacitación, y la intervención en tomas de rehenes y secuestros.
- Ámbito minoril: se trata de niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad social o riesgo donde el Estado tiene
un deber tutelar y preventivo, debiendo brindar protección que asegure su desarrollo físico, psíquico, educativo
y moral. Podemos desarrollar aquí dos funciones: diagnóstico y tratamiento.
- Pseudo ámbito de la drogodependencia, se trata de un pseudo ámbito ya que menciona la patología o síntoma
en su nombre y, además, porque es una problemática que podemos encontrar en cualquiera de los otros
ámbitos
En este texto, se buscan distinguir los conceptos de psicología forense, criminológica, jurídica y legal, que a
menudo son utilizados de manera indistinta, a pesar de tener ciertas distinciones que merecen ser precisadas.
En los países anglosajones son más frecuentes los términos psicología forense y legal, mientras que en los de
habla hispana el término jurídico, diferenciándolo del criminológico y forense.
Se define a la PSICOLOGÍA FORENSE como el área donde se vinculan la psicología y la ley. Esta relación suele
circunscribirse a la tarea de evaluación psicológica con el fin de auxiliar a los que imparten justicia. En definitiva,
es un área que contribuye al Derecho. La APA la define como el área donde se aplican los principios psicológicos
al campo legal y al estudio de la interacción entre psicología y ley. Abarca tanto aspectos científicos como
profesionales de la psicología, que se aplican a cuestiones del sistema legal y la ley.
Respecto a la PSICOLOGÍA CRIMINOLÓGICA, Quiroz Cuarón la propone como el área de la psicología que se
ocupa del criminal, abocándose al estudio de las conductas individuales o colectivas de los sujetos antisociales.
También debía interesarse en las causas de ese acto y en el estudio de la personalidad antisocial.
En este sentido proponía a la criminología clínica como la ciencia que se encarga del diagnóstico y tratamiento
de las personas antisociales, basándose en la investigación clínica, la implementación de la clínica criminológica
en el sistema penitenciario a nivel interdisciplinario, y en la enseñanza de criminología en las universidades.
En relación a la PSICOLOGÍA JURÍDICA, por ser un campo tan reciente es difícil establecer una definición.
Podríamos considerarla como aquel sector de la psicología que se orienta a aplicar su conocimiento y sus
métodos en el sistema jurídico penal (policía, juzgados, instituciones correccionales, cárceles, etc.). También es
definida como un área de trabajo e investigación especializada cuyo objeto es el estudio del comportamiento de
los actores jurídicos, en el ámbito del derecho, la ley y la justicia. O el estudio del comportamiento humano que
ocurre en el ámbito del sistema jurídico legal.
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Es un campo de estudios multidisciplinario, con un enfoque teórico, explicativo y empírico que comprende el
análisis, explicación, evaluación, diagnostico, prevención de aquellos fenómenos psicológicos que inciden e n el
comportamiento jurídico, en el ámbito del derecho, la ley y la justicia. Asimismo, pretende orientar y asesorar a
los órganos judiciales en materia de conflictos. Podemos identificar 3 áreas básicas del psicólogo jurídico: la
evaluación, el tratamiento y el entrenamiento de los profesionales del escenario legal, organismos de seguridad,
tribunales, sistemas penitenciarios y ciudadanos en general.
Debido a las difíciles relaciones entre psicología y derecho (y los profesionales de ambas disciplinas), su
alcance ha sido limitado y no se ha podido constituir un cuerpo sistematizado de conocimientos y técnicas que
se puedan aplicar al área jurídica. Esto dio lugar a que los propios juristas elaboren una cultura psicológica.
Clemente sostiene que no existe en realidad ninguna interacción entre estas disciplinas, tampoco tienen un
objeto de estudio en común, por lo que la psicología jurídica suele limitarse a la aplicación de la psicología al
mundo del Derecho.
A raíz de su extenso campo de acción, su creciente desarrollo a nivel mundial, y sus difusos límites con otras
disciplinas sociales o áreas de la psicología, Muñoz, Manzanero y otros proponen 9 áreas dentro de la Psicología
Jurídica:
1. Psicología forense, pericial o psicología aplicada a los tribunales. Tiene por finalidad apoyar con sus
resultados el trabajo jurídico de quien imparte justicia, es decir, auxiliar al juez para tomar decisiones.
La función del psicólogo aquí es emitir informes periciales, es decir, valoraciones psicológicas en el
ámbito legal. Es el área que más ha crecido en los últimos años, teniendo pendientes aun dos desafíos.
Por una parte, crear instrumentos y métodos apropiados al contexto de aplicación (forense), es decir,
que sean capaces de hacer frente a una actitud defensiva u tergiversadora, y también hacer inferencias
psicológicas enmarcadas en lo legal. Y, por otra parte, consolidar criterios técnicos basados en la
evidencia empírica, que ayuden en las decisiones periciales.
2. Psicología penitenciaria. Incluye aquí la evaluación de los internos, y el desarrollo o colaboración en
los programas de intervención que se implementan con los presos.
3. Psicología criminalista o psicología forense aplicada a la función policial. Investiga todo lo relacionado
a la comisión de un delito.
4. Psicología jurídica aplicada a la resolución de conflictos. Desarrolla técnicas y métodos psi para buscar
soluciones pacíficas y consensuadas en los conflictos.
5. Psicología del testimonio. Busca mejorar y entender el comportamiento de las personas que participen
ofreciendo testimonios, en los procesos de obtención de información, en la evaluación de su
credibilidad y en las pruebas de identificación.
6. Psicología judicial. Abarca la investigación sobre la interpretación de la fundamentación psi y social de
las leyes, y el análisis de factores extrajurídicos que influyen en la toma de decisiones judiciales (en
jueces, jurados y tribunales).
7. Psicología de la victimización criminal. Estudia los efetos provocados por la vivencia de un proceso de
victimización criminal.
8. Psicología criminal o de la delincuencia. Se interesa por el porqué de la conducta criminal.
9. Psicología del trabajo y las organizaciones aplicada al sistema de justicia. Estudia cómo planificar y
mejorar su organización.
Morales Quintero y García López plantean que en Latinoamérica se han desarrollado 7 áreas:
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3. Victimal, victimología o de la víctima. Estudia a las personas que han sido sujetos pasivos del delito,
identificando sus factores de riesgo y protectores. Busca establecer estrategias de prevención de la
victimización, determinar cómo ayudarlos y reducir las secuelas.
4. Testimonio. Se identifican variables asociadas a la valide y confiabilidad de los testimonios. Y se
investiga sobre el proceso de toma de decisiones de la justicia.
5. Forense. Se circunscribe a la función de evaluación con valor probatorio, es decir, el peritaje.
6. Normativa o de atribución. Investiga el comportamiento humano dentro del contexto normativo, e
indaga cómo este podría amoldarse a las normas establecidas o a establecer.
7. Civil. Estudio del comportamiento dentro del área del derecho civil.
El colegio oficial de psicólogos de España establece que la psicología jurídica puede actuar en distintos ámbitos:
tribunales, ámbito penitenciario, contexto judicial (actores involucrados), contexto policial y de FF. AA, ámbito
militar, contexto victimológico, mediación.
• Psicología del derecho (necesario para que este pueda funcionar adecuadamente)
• Piscología en el derecho (estudia las normas jurídicas y su incidencia en la conducta)
• Piscología para el derecho (como ciencia auxiliar de esta)
-Comprender, explicar y desarrollar modelos teóricos especializados, apoyados en la evidencia científica y que
permitan comprender y explicar el comportamiento humano en el contexto jurídico.
-Evaluar y realizar diagnósticos, con técnicas y procedimientos adecuados para un peritaje objetivo y eficaz.
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-Diseñar, desarrollar, validar, aplicar, dar seguimiento y evaluar programas de prevención e intervención.
Dirigidos a ayudar a las víctimas y reducir el daño sufrido, o dirigidos a los agresores para evitar la reincidencia.
-Investigar, buscando evidencia e información que favorezca y ayude a delimitar las relaciones entre psicología
y ley, que permitan también definir un perfil profesional.
-Diseñar, evaluar, dar seguimiento, modificar, analizar y promover políticas públicas para una justicia equitativa,
y sociedades menos violentas y más justas.
-Desarrollar estrategias, participar activamente y dar seguimiento a procesos de mediación, para sociedades
más hábiles en la resolución pacífica de conflictos.
Clemente reconoce 8 funciones: 1. Aplicar los principios psicosociales a la regulación de la vida social. 2. Ayudar
al sistema de justicia en la determinación de verdad en los hechos. 3. Contribuir al funcionamiento adecuado de
las organizaciones jurídicas según principios de la psicología del trabajo y las organizaciones. 4. Diagnosticar y
evaluar las características psicológicas importantes para el sistema jurídico. 5. Rehabilitar y reinsertar
socialmente. 6. Atender a la salud psicosocial de los involucrados. 7. Atender a los sistemas de creencias sociales.
8. Velar por los compromisos sociales y los valores democráticos y respeto.
Resulta importante delimitar de forma concreta y minuciosa el concepto de Psicología Jurídica, ya que, hoy por
hoy, existen casi tantas definiciones como publicaciones sobre el área, y es denominada con distintos términos
como si fueran sinónimos. Disponer de una definición precisa y aceptada por la mayoría de los especialistas de
una materia es un índice del desarrollo científico alcanzado. La falta de consenso, entonces, puede representar
inmadurez del desarrollo científico del campo, es decir, falta de claridad y exactitud en sus conceptos y sus
límites.
1. La psicología jurídica aun busca ser legitimada, tanto por psicólogos como por abogados.
2. Su objeto de estudio es compartido con otras disciplinas y además, este no es sólo el estudio del
comportamiento en relación con las normas.
3. No existe un único termino para referirse a ella.
Definición de definición:
La RAE define la palabra definición como una proposición que expone con claridad y exactitud los caracteres
genéricos y diferenciales de algo material o inmaterial. Buela-Casal y Sierra postulan que es la explicación de
algo de manera que sea comprensible para otros. Por su parte, José afirma que es dar el significado de una
palabra o enunciar las características definitorias de una palabra que se aplica a una cosa.
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• El término: la manera en que se dispone expresar un concepto de forma verbal a otros y su sentido lo
determina el uso que se le dé.
• La definición: la igualación de un término desconocido con una combinación de términos ya conocidos
previamente. Debe garantizar la explicación, no debe ser circular, no debe ser muy amplia o muy corta,
no debe ser ambigua o figurativa, no debe ser negativa, debe delimitar y diferenciar aquello que se
quiere definir, y debe indicar la pertenencia a una categoría y diferenciarlo.
• El concepto: es aquello que permanece igual cuando cambian las palabras por sinónimos.
• La intensión: es el contenido y se usa como sinónimo de la significación.
• La división: la distribución del todo en sus partes según reglas propias.
Para definir un área de conocimiento es necesario en primer lugar un término y una terminología. En este
sentido el área Psicología Jurídica ha sido frecuentemente llamada de otras formas: criminal, criminológica, legal,
forense, etc. Sin embargo, psicología jurídica es el más correcto porque:
En consonancia con lo anterior, se han construido numerosas definiciones de la psicología jurídica, como por ej.:
✓ Brown. Es la psicología aplicada a los casos de tribunales, al crimen y su tratamiento, y al estado mental y
los procesos.
✓ Mira y López. Es la psicología aplicada a un mejor ejercicio del Derecho.
✓ Tapp. Es la ciencia que estudia los procesos a través de los cuales la justicia evalúa las personas que hacen
parte de este proceso, y observa sus propósitos, motivos, pensamientos y sentimientos.
✓ Muñoz. Comprende los conocimientos psicológicos aplicados a las ciencias jurídicas. Es la rama de la
psicología que busca aplicar los métodos y resultados de la psicología pura y experimental a la practica del
derecho.
✓ Munné. El campo de la psicología jurídica se denomina psicología social del derecho. Es una rama científica
interdisciplinaria, todavía por construir, que en principio parece subordinada a tres campos de
conocimiento científico yuxtapuestos: sociología, psicología y derecho.
✓ Garrido. Es una unión entre la psicología general y la criminología, en la que se tratan de aplicar los
conocimientos y la metodología de la psicología a la resolución de los problemas del derecho.
Sin embargo, un gran porcentaje de estas definiciones no responden a los criterios requeridos. Todas se refieren
a un término, pero estos no hacen referencia al mismo concepto ni exclusivamente a la psicología jurídica. Por
lo tanto, estas definiciones no son suficientes para delimitar esta área, generando confusión y desencuentro.
Conclusiones:
Hoy por hoy, la noción de psicología jurídica no es del todo clara: no existe precisión sobre el área de
conocimiento a la que pertenece, y tampoco hay un único termino para referirse a ella. Sabemos que, sin una
definición precisa no es posible desarrollar supuestos epistemológicos, ontológicos, metodológicos, teleológicos
y axiológicos que le den soporte a la ciencia; y en consecuencia se afecta su legitimidad como campo de
conocimientos.
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Necesitamos entonces desarrollar una definición clara y precisa, que por un lado, contemple las reglas que debe
seguir toda definición, y por otro lado, permita la delimitación de un campo de conocimiento. Para esto, en un
primer momento, se debe aceptar como único término el de psicología jurídica.
La psicología jurídica no se limita a su relación con el Derecho. De hecho, jurídico viene de iuris, relacionado con
el concepto de justicia. Bien sabemos que justicia no siempre es sinónimo de derecho, y el derecho no siempre
es sinónimo de justicia. Entonces, el termino psicología jurídica nos permite un campo de acción mas amplio y
menos dependiente, delimitado y definido por el Derecho.
La definición que mejor se ajusta entonces es: la psicología jurídica es un área especializada, básica y aplicada
de la Psicología Científica, que investiga e interviene sobre el comportamiento humana que alcanza
implicaciones jurídicas. Esta área propende por la defensa de los DD. HH, la salud mental, y el impacto de
éstas en la sociedad, con el fin de alcanzar y humanizar la justicia
A partir de esa definición, sabemos que la psicología jurídica nace de la psicología y no de otra disciplina, ni de
la unión de dos o más, ni así tampoco es una psicología más. Se dedica a objetos particulares de estudio
relacionados con la psicología. La investigación realizada en esta área tiene alcances básicos y aplicados. Sus
profesionales tienen distintas funciones y roles (investigación e intervención). Y persigue fines precisos.
El rol del perito psicológico está contemplado en el Código Procesar C.C de la Nación (art. 457 a 478). Es un
campo que crece sobre todo en los últimos años, pero que aún no está sólidamente regulado. Los psicólogos
con 5 años de profesión pueden inscribirse en Tribunales de los distintos Juzgados, pudiendo ser sorteados 2
veces por año por Juzgado para dicha tarea.
Es un espacio en donde se articulan dos abordajes diferentes: el jurídico y el psicológico. El primero incluye al
hombre en un sistema de normas, leyes o reglas; mientras que el segundo busca lo individual, singular o
subjetivo para entender y particularizar los hechos de un individuo en un determinado momento y a
consecuencias de un hecho dañoso, utilizando técnicas para determinar el posible daño psicológico.
La actividad pericial comienza con la recepción de la cédula de notificación y termina con la presentación del
informe pericial, que funciona como una prueba más para el juez. Una vez presentado dicho informe, el perito
puede recibir un pedido de explicación de alguna parte o, la impugnación del informe, y debe dar respuesta a
los mismos en tiempo y forma. Dado que el informe se incluirá en un expediente público, se deben incluir en él
solo los datos relevantes para la causa, dando respuesta a los puntos de pericia solicitados, con lenguaje claro y
comprensible.
El perito de oficio psicológico es un profesional independiente que responde a una solicitud de un Juez,
debiendo actuar con imparcialidad y objetividad. El consultor técnico o perito de parte es quien acompaña a
alguna parte a las entrevistas periciales de oficio por solicitud de su abogado.
La función del perito es realizar una minuciosa anamnesis y psicodiagnóstico para brindar información sobre la
personalidad de base del sujeto, para delimitar los efectos de una situación sufrida sobre la misma y sobre el
psiquismo. Determinará el porcentaje de daño, que parte corresponde a la personalidad previa y que parte a la
causa, cuantificándolo y estableciendo de acuerdo a los baremos la posible incapacidad sobreviniente.
2. Resarcir económicamente las secuelas permanentes y transitorias generadas por la causa en tiempo
justo (a pesar de que muchas veces las pericias se realizan años después de los hechos).
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3. Delimitar y distinguir más precisamente la personalidad de base y la personalidad actual,
estandarizando indicadores para ofrecer mayor precisión a la hora de esclarecer cuánto de lo patológico
corresponde al daño.
4. Definir precisamente que se entiende por daño psicológico, integrando los distintos aportes teóricos.
El CCyC argentino define daño como: perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, o directamente en
las cosas de su dominio o posesión o indirectamente por el mal hecho a su persona, sus derechos o
facultades. Sin embargo, no da una definición precisa del daño psicológico, volviéndose un concepto
ambiguo, dudoso y arbitrario, y dando lugar a confusiones o imputaciones de informes.
5. Construir nuevas tablas y baremos para cuantificar el daño psicológico y establecer con ello el
porcentaje de incapacidad generado por el hecho dañoso. Ya que actualmente se utiliza el baremo de
reconocimientos médicos de la pcia. de Bs.As. o el baremo de las enfermedades laborativas, que no
responden científicamente a las múltiples patologías actuales.
6. Reconocer económicamente la labor del perito en sus honorarios profesionales. Hoy en día estos están
sujetos a criterios del juez y muchas veces no son acordes a la labor realizada.
Diferencias fundamentales:
La evaluación psicológica clínica y forense comparten un fin común: explorar el estado mental del sujeto
evaluado. Sin embargo, sus objetivos son diferentes: la clínica busca llevar a cabo posteriormente una
intervención terapéutica; mientras que la forense busca analizar las repercusiones jurídicas de los trastornos
mentales. Sus contextos de aplicación y demandas también son muy diferentes, marcando pautas relacionales
distintas.
La forense parte de la involuntariedad del sujeto y está marcada por intentos de manipulación de la información
para influenciar el proceso legal. No finaliza con un psicodiagnóstico, sino que la psicopatología detectada debe
relacionarse al asunto jurídico demandado, haciendo un abordaje descriptivo y funcional. Suele estar marcada
por una limitación temporal de intervención, y por la dificultad de tener que realizar valoraciones retrospectivas
y prospectivas. Por último, la población forense es más variada que la que se suele encontrar en la clínica.
Secreto profesional NO SI
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Los instrumentos de evaluación:
Los instrumentos más utilizados tanto en el ámbito clínico como en el forense son los autoinformes y las
entrevistas semiestructuradas, ya que permiten explorar de manera sistemática pero flexible el estado mental
actual y los aspectos relevantes en cada caso. La combinación de entrevista y test debe tener en cuenta las
necesidades específicas de c/sujeto, de sus circunstancias y del objetivo de la misma. Un dictamen pericial debe
integrar los datos provenientes de métodos diversos y contrastados con múltiples fuentes de información.
La mayoría de los instrumentos de evaluación psicológica han surgido en un contexto clínico y, por ende, tienen
una validez limitada en el entorno forense. Sus principales limitaciones son: la alta deseabilidad social y los
sesgos de respuestas basadas en el contenido aparente de los ítems, pero además, la implicación legal de los
constructos psicológicos se hace solo por inferencia. Hay 2 áreas donde han surgido pruebas psicológicas de
interés propiamente pericial: la evaluación de credibilidad de testimonios de menores en abusos sexuales y la
valoración de riesgo de reincidencia en delincuentes violentos, agresores sexuales o domésticos.
La simulación o disimulación refleja el deseo deliberado del sujeto de ocultar su estado mental real para dar
una imagen positiva de sí mismo, o para transmitir un estado de deterioro acentuado. Podemos sospechar
simulación cuando por ej. hay discrepancia entre los síntomas declarados y la conducta observada; cuando los
síntomas son atípicos, etc.
Los trastornos mentales más propicios a la simulación son el trastorno de estrés postraumático, los cuadros
psicóticos, las demencias, toxicomanías, los trastornos disociativos y el retraso mental. Mientras que los más
propensos a la disimulación son la depresión, la paranoia y el alcoholismo.
Los test son muy vulnerables a la manipulación por lo que su valor pericial es relativo y debe estar acompañado
siempre por evidencia de otras vías o fuentes de información. Como medidas de cuidado, es importante que los
test sean completados frente al perito, para que pueda detectar factores distorsionantes (ej. Fatiga), y evite la
influencia de otras personas. Además, debe evitarse repetir las mismas pruebas por el sesgo de aprendizaje.
Las entrevistas también pueden ser distorsionadas, ya que carecen de baremos estandarizados. Los
entrevistadores pueden sesgar su análisis en función de sus hipótesis anotando síntomas inexistentes,
desatendiendo indicios significativos o induciendo respuestas. Se debe estar atento entonces a no sugerir
respuestas, a la coherencia del discurso del sujeto y su concordancia con el lenguaje no verbal, y a los signos de
simulación o disimulación. Se debe crear, además, un rapport adecuado, explicando el proceso y objetivo y
reduciendo la ansiedad del entrevistado.
1. el estudio de los cambios fisiológicos que, si bien miden ansiedad o estrés, no resultan válidos para
detectar la mentira, ej. Polígrafo;
2. la investigación sobre las conductas observables no verbales, aunque son escasas, no aparecen en todas
las ocasiones y varían según el sujeto, el tema y el entrenamiento previo;
3. y el estudio de credibilidad de las declaraciones, desarrollando una técnica específica para abusos
sexuales de menores de edad o adultos con discapacidad psíquica (SVA- Sistema de Análisis de la
Validez de declaraciones).
El contenido del dictamen pericial esta poco regulado legalmente, pero debe responder al objeto especifico de
la pericia especificando la metodología empleada y las conclusiones y recomendaciones. Solo se debe plasmar
la información relevante para los propósitos de evaluación. Se trata de un medio probatorio, por lo que, las
partes pueden examinarlo y someterlo a critica, o incluso realizar un contrainforme. Es por eso, que debe incluir
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toda la información a partir de la cual se extraen las conclusiones expuestas (parte descriptiva) y también los
criterios científicos utilizados para valorar esos datos (parte técnica).
El informe no es estático, sino que tiene valor en relación a un momento particular de exploración y está sujeto
a ratificación oral cuando el perito explica el alcance de su informe y realiza ampliaciones y aclaraciones
oportunas. Debe redactarse utilizando un lenguaje claro y riguroso sin caer en tecnicismos innecesarios.
Los informes psicológicos están sujetos a obligaciones legales y a exigencias deontológicas. El secreto profesional
y la confidencialidad son puestas al servicio de los operadores jurídicos, pero solo sobre información relacionada
al objeto de la pericia.
Los informes forenses de parte, conllevan mayor riesgo de parcialidad, ya que son solicitados y abonados por
los propios interesados. Una forma de solucionar esto, por ejemplo, es recibir la remuneración antes de emitir
el informe. La designación por sorteos y listas también ayuda a garantizar imparcialidad.
La CRIMINOLOGÍA es una ciencia empírica e interdisciplinaria que se ocupa del delito, el delincuente, la víctima
y el control social del comportamiento delictivo; y que trata de suministrar una información válida, asegurada,
sobre la génesis y dinámica del problema criminal y sus variables; sobre los programas y estrategias de
prevención eficaz del delito y sobre las técnicas de intervención positiva en el hombre delincuente.
Entonces, a partir de la anterior definición podemos ver su método (empírico e interdisciplinario), su O.E. (delito,
delincuente, víctima y control social) y sus funciones (explicación y prevención del delito e intervención sobre el
delincuente).
Respecto al método:
La criminología es una ciencia empírica por el método particular que utiliza para la recolección de información
sobre el problema criminal y la verificación de dicha información: el método inductivo (basado en el análisis de
la realidad individual y social). Pero, no es una ciencia exacta, su saber es relativo, inseguro, abierto y provisional,
principalmente por su objeto: delito y delincuente no son hechos físicos sino problemas sociales y, por tanto, no
serán explicados en causa-efecto, sino que serán “comprendidos” con cierta empatía, más allá de la lógica
formal.
Respecto al objeto:
Respecto al CONTROL SOCIAL, la psicología positivista partía de una visión consensual y armoniosa del orden
social que las leyes se limitarían a reflejar, representando los intereses generales. No cuestionan el
funcionamiento del sistema y postulan que la ley es aplicada fielmente y objetivamente de acuerdo a los
intereses generales. Los agentes de control entonces, se rigen por el criterio objetivo (hecho cometido) para
detectar al infractor, cualquiera sea este y, en consecuencia, la población reclusa es una muestra representativa
de la población criminal real.
En cambio, se puede hablar hoy en día de un nuevo paradigma del control social: el labelling approach. Este
postula que la criminalidad no tiene una naturaleza ontológica sino definitoria, y lo decisivo es entonces cómo
operan los mecanismos sociales que asignan el estatus criminal. El mandato abstracto de la norma es desviado
por filtros selectivos y discriminatorios del estatus social del infractor, orientando el control social hacia las clases
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sociales más bajas. El control social no se limita a identificar al criminal, sino que crea o configura la criminalidad:
tiene una función constitutiva. Los agentes de control social son filtros al servicio de la sociedad desigual que
perpetúan sus estructuras de dominación y potencian las injusticias y, en consecuencia, la población reclusa es
un subproducto del funcionamiento discriminatorio.
La efectividad del control social es otro tema en cuestión, ya que no se puede seguir sosteniendo que un
endurecimiento de este sea la mejor estrategia para asegurar mayor eficacia en la lucha contra el crimen. La
prevención eficaz del crimen parece no depender tanto de la efectividad del control social formal como de la
mejor integración o sincronización del control social formal e informal.
1. La explicación científica del fenómeno criminal (modelos teóricos), de su génesis, dinámica y variables;
La formulación de modelos teóricos es el objetivo científico de primera magnitud y se sabe que, la criminalidad
no puede abordarse sin un conocimiento previo de su génesis y su dinámica. Por esto, se abandonaron las
teorías mono causales de la criminalidad y se formularon cada vez más modelos integradores, dinámicos y
complejos, que puedan contemplar la pluralidad de factores que interactúan en el fenómeno delictivo.
Los modelos biológicos caen porque el sustrato biológico no permite distinguir el hombre delincuente del no
delincuente. Los biologicistas radicales apelan al principio de diversidad (el delincuente es distinto y por eso
delinque) pero carecen de sustento científico, respondiendo más a un complejo de superioridad que atribuye el
delito a patologías del individuo y manteniendo incuestionable al sistema. Lo que queda, una vez desmentido el
dogma clásico, es que los modelos biológicos expliquen la relevancia criminológica de ciertas variables, que
podrían aclarar la distribución desigual del crimen.
Los modelos psicologicistas atraviesan un proceso semejante. Se vuelve difícil distinguir cuándo el crimen se
debe a patologías psiquiátricas, cuándo a conflictos icc y cuándo a procesos de condicionamientos o
aprendizajes. La psicología empírica podría analizar cómo se desarrollan efectivamente procesos relacionados
con el crimen (como el castigo), las variables que inciden en el proceso de motivación y disuasión, y desarrollar
actividades de evaluación, intervención y entrenamiento tanto al delincuente como la víctima o agentes de
control.
Los modelos sociológicos suministran información útil a fines políticocriminales, ya que parten de la premisa que
el crimen es un fenómeno social muy selectivo, unido a procesos, estructuras y conflictos sociales, y tratan de
aislar sus variables. Sin embargo, algunas utilizan escalas macrosociales que terminan despersonalizando al
sujeto, otras exageran la relevancia de ciertos conflictos sociales en la génesis de la criminalidad, o asignan a los
mecanismos de control social una desmedida función constitutiva (creadora de delincuencia). Prescindiendo de
tales excesos, los modelos sociológicos constituyen hoy el paradigma dominante: muestran la naturaleza social
del problema criminal y la pluralidad de factores que actúan en el mismo.
Como dijimos anteriormente, la criminología es una ciencia interdisciplinaria, por tanto, debe combinar los
saberes sectoriales (bio- psico- socio) sobre el crimen, integrándolos en modelos complejos, diferenciadores y
pluridimensionales.
El conocimiento del crimen, su génesis, dinámica y variables más significativas debe conducir a una intervención
meditada y selectiva que permita anticiparse al mismo, prevenirlo, neutralizarlo con programas y estrategias
adecuadas. Con intervenciones que den respuesta al problema humano y social del delito con la racionalidad y
eficacia propias de la “prevención primaria”.
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El modelo tradicional busca prevenir delitos a través de la pena y del mecanismo disuasorio que la amenaza de
castigo desencadena, apoyándose en el derecho penal. En cambio, la criminología moderna parte de 3
postulados distintos:
- la nocividad de la intervención penal: siempre traumática, y negativa para todos por su efectos y elevado coste
social. Acentúa y potencia los conflictos sociales estigmatizando al infractor, consolidando su estatus de
“desviado”.
- la complejidad del mecanismo disuasorio: hoy se sabe que es un fenómeno complejo en el que deben
intercalarse muchas otras variables entre E-R. Por tanto, la eficacia disuasoria de la pena no depende solo de su
severidad sino de muchas otras variables (cómo es percibida y valorada, sobre todo).
-la posibilidad de ampliar el ámbito de intervención: Existen otros modos de prevenir el delito además de contra
motivar al infractor con amenazas de castigo, por ejemplo, con programas que incidan en distintos componentes
del fenómeno criminal (clima social, población penada, etc.)
3. la intervención en el delincuente:
Hoy asistimos a la crisis de los programas de resocialización del delincuente, concebidos como intervenciones
clínicas en la persona durante y a través de la ejecución de la pena, buscando transformaciones cualitativas
positivas del infractor. Esto demuestra ser insuficiente porque el problema de la reinserción trasciende la faceta
clínica porque es responsabilidad de todos, no solo de la Administración Penitenciaria, y porque la intervención
reclama prestaciones postpenitenciarias atendiendo a las necesidades reales del expenado al incorporarse a su
medio familiar, social, laboral, etc.
Para garantizar una intervención rehabilitadora del delincuente la criminología debe lograr 3 cometidos:
- establecer cuál es el impacto real de la pena en quien la padece, reconocer sus efectos reales, para poder
neutralizarlos; para que la potencialidad destructiva de la pena no devenga irreversible; para que la
privación de la libertad sea solo privación de la libertad y sea digna; y para que no incapacite
definitivamente al penado.
- Diseñar y evaluar programas de reinserción, entendiendo está en sentido funcional. Programas que
permitan incorporarlo a la comunidad, promoviendo la comunicación e interacción reciproca entre
individuo y sociedad, y generando prestaciones positivas en favor del expenado y sus allegados.
- Mentalizar a la sociedad de que el crimen no es un problema exclusivo del sistema legal, sino de todos. Que
la sociedad asuma la responsabilidad que le corresponde y se comprometa en la reinserción del expenado.
Que se comprenda el crimen como un problema nacido en y de la comunidad.
Actualmente la criminalidad se ha convertido en uno de los problemas socioeconómicos y políticos más graves
que afecta prácticamente a toda la población mundial. Sin embargo, aún no se sabe con certeza cuál es su
extensión por:
El análisis de los datos existentes demuestra que la criminalidad, sobre todo la llamada no convencional,
aumenta en muchos países. Sin embargo, el problema de las dimensiones de la criminalidad presenta 2
aspectos estrechamente interrelacionados, aunque diferentes:
1. La criminalización refiere a los actos que se declaran previamente por la ley como delictivos. Este aspecto
se halla en crisis ya que en China y ciertos países árabes no se aplica el principio “nullun crime sine previa
lege”, es decir, ningún delito sin previa ley, y en su lugar aplican penalizaciones por analogías.
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2. El volumen de la criminalidad cometida, es decir, el cuanto numérico de los delitos cometidos. De este
aspecto nos ocuparemos aquí.
Respecto a la victimización, se estiman dimensiones de al menos el doble, ya que una misma persona puede
ser victimizada más de una vez (hecho muy frecuente en las áreas urbanas).
Esto pone en tensión la validez de la reinserción o rehabilitación del sistema penal, afirmando más bien que su
finalidad es una justicia social.
Centrándonos ahora en el costo de la criminalidad, no es suficiente estimarlo a partir del presupuesto asignado
a los distintos ministerios en cuestión. Abarca además los de asistencia, compensación, salarios perdidos y
difícilmente recuperables, pérdidas económicas, y también sus consecuencias en ciertas áreas del desarrollo
del país. Podríamos estimar entonces, que el costo de c/ delito no es inferior a US$1000.
En suma, la extensión de la criminalidad en todas sus modalidades, aumenta por doquier en parte a
consecuencia de un creciente desorden internacional-nacional. Es necesaria una investigación sobre sus
dimensiones si se pretende lograr una adecuada política criminal.
Conclusiones:
1. En tanto cada país no tenga una aproximación racional de la extensión de su criminalidad, la política
criminal que se haga no dará el resultado esperado, siendo innecesariamente costosa y facilitando el
aumento de determinadas modalidades delictivas. A nivel internacional, los esfuerzos de las naciones
unidas deben completarse con una investigación adecuada de las dimensiones de la criminalidad a nivel
mundial.
2. Dado que la criminalidad es inherente a todo país, es deseable que c/u determine dentro de los límites
debidamente fundados, cuál es el monto de criminalidad que puede soportar sin verse seriamente
perturbado su desarrollo (no solo económico). También sería deseable que las naciones unidas se ocupen
de esta cuestión.
3. Se necesita una reestructuración sistémica de la administración de justicia (fundada con conceptos y
enfoques del siglo XIX y XX), que sea profunda, planificada previamente, y en la que intervengan no solo
profesionales del Derecho.
4. Para lograr una efectiva justicia social penal, reducir los gastos y el número de reclusos penales a espera de
una condena, es necesario el control electrónico del delincuente, dentro de un cuadro adecuado de
derechos y garantías.
5. Los institutos regionales de las Naciones Unidas deberían emprender la investigación de las dimensiones
de la criminalidad en sus respectivas regiones.
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