Cuentos para Primer Día de Clases
Cuentos para Primer Día de Clases
Cuentos para Primer Día de Clases
Sonó el despertador “ring – ring - ring”, ya era hora de levantarme. Mamá abrió la
puerta de mi cuarto y con un dulce beso me despertó y dijo: “Lelo, ya es hora de que
te levantes, hoy es tu primer día de clases”. Entre sueños la escuché y medio dormido
me levanté.
Me sentía algo nervioso, me preocupaba cómo iba a tener amigos si nunca los había
visto. Todo eso pensaba mientras me lavaba los dientes, después de haber tomado
desayuno.
Había llegado el momento de hacer nuevos amigos, pero el problema fue que no sabía
cómo hacerlo.
De pronto la maestra iniciaba la clase, pero un ruido que venía desde el pasadizo la
detuvo, y se fue a averiguar qué era lo que pasaba.
Era un niño que estaba en la puerta del salón y, por la expresión de su rostro, parecía
que no se animaba a entrar. Observé cómo mi maestra le hablaba cálidamente, pero el
niño mostraba cara de timidez.
Así que decidí acercarme, y con una gran sonrisa le dije: “Hola, mi nombre es Lelo.
¿Qué te parece si te sientas a mi lado?” Sin dudarlo, me respondió: “Claro, mi nombre
es Memo”
Me sentía feliz porque tenía un nuevo amigo. Desde ese momento, comprendí que la
mejor manera de iniciar una amistad es brindando confianza y, claro, también una gran
sonrisa. Ahora tengo muchos amigos, pero Memo y yo siempre seremos los mejores
amigos.
Mi primer día de cole
Pedro estaba muy contento, dentro de poco iría al colegio, estaba ansioso ante la
llegada de su primer día de escuela. Sus primos y familiares le habían contado
maravillas del colegio y esperaba con ansia que llegara el momento.
Pasaban los días de verano entre la playa y la piscina, pero Pedro no podía disfrutarlo
como otras veces, solo podía pensar en ir a la escuela. Días antes del comienzo de la
escuela, fue con sus padres a comprar pinturas, libros y cuadernos. ¡Se sentía un niño
grande! Por fin el gran día llegó, Pedro estaba muy emocionado.
Se levantó temprano sin que su mamá le avisara, se vistió con su ropa nueva, se puso
su mochila llena de cuadernos por estrenar y de la mano de su mamá fue a la escuela.
Era su primer día, y se lo iba contando a todos aquellos que se encontraba por el
camino.
Cuando llegó, su maestra se acercó y su mamá le soltó de la mano para que fuera hacia
ella. Entonces, toda la emoción y la expectación se disiparon, y, de repente, las
lágrimas comenzaron a brotarle de los ojos. Se dio cuenta de que tenía que estar en
un sitio lleno de desconocidos. ¡Nunca había estado sin sus papás!
Intentó volver a agarrar la mano de su mamá, pero ella le besó y salió con una
sonrisa deseándole un buen día. Vio con tristeza cómo se alejaba, las lágrimas no
paraban de brotarle de los ojos y se sentó en una esquina de la clase. Allí había otros
muchos niños como él, algunos lloraban y otros jugaban.
Cuando mamá volvió a buscarle, le contó todo lo que había hecho, cómo era su
profesora, qué juegos habían hecho, los cuentos que iban a leer, los amigos nuevos
con los que había jugado... Estaba tan emocionado, que casi no podía esperar a que
llegar su segundo día de escuela.
3. El cuento al revés
Otra actividad muy divertida es desordenar el cuento para que sean ellos quienes
coloquen los párrafos en el lugar adecuado. ¿Probamos?
- Estaba tan emocionado, que casi no podía esperar a que llegar su segundo día de
escuela.
- ¡Nunca había estado sin sus papás!
- Sus primos y familiares le habían contado maravillas del colegio.
- Allí había otros muchos niños como él, algunos lloraban y otros jugaban.