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Dossier Laboral 7

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Actualidad

SUPLEMENTO DIGITAL

La reforma laboral del


Decreto de Necesidad
y Urgencia 70/2023
Dossier Nº 7
César Arese
Director

Diego Guirado
Coordinador

Talcahuano 442 - Tel. (011) 4373-0544 - 1013 Buenos Aires


Salta 3464 - Tel. (0342) 401-9300 - 3000 Santa Fe
editorial@rubinzal.com.ar – www.rubinzal.com.ar
www.rubinzalonline.com.ar – www.facebook.com/rubinzal.culzoni
Fechas de publicación:
Dossier Nº 1: 3 de abril de 2020
Dossier Nº 2: 14 de abril de 2020
Dossier Nº 3: 28 de abril de 2020
Dossier Nº 4: 21 de mayo de 2020
Dossier Nº 5: 2 de junio de 2022
Dossier Nº 6: 17 de enero de 2024

Revista de Derecho Laboral Actualidad. Dossier Nº 7 / Mauricio César


Arese ... [et al.] ; Director Mauricio César Arese. - 1ª edición revisa-
da. - Santa Fe : Rubinzal-Culzoni, 2024.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: online


ISBN 978-987-30-4914-9

1. Derecho. I. Arese, Mauricio César. II. Arese, Mauricio César, dir.


CDD 344.01
ÍNDICE GENERAL

Presentación, por César Arese . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

El DNU 70/2023 pone a prueba el sistema de impugnación


constitucional de una norma insalvable, por Guillermo Gianibelli. . 7
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos,
por Antonio J. Barrera Nicholson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias
liberales”: algunas implicancias en las relaciones individuales
del trabajo, por Nicolás Alejandro Occhi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Reflexiones “aleticas” sobre el decreto 70/2023 y su impacto
en el Derecho del Trabajo, por Jeremias del Rio. . . . . . . . . . . . . . . . 66
DNU 70/2023: tres reformas a la LCT 20.744,
por Martín Zangrandi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo
sin registro en el DNU 70/2023, por Eduardo Curutchet. . . . . . . . 92
Una invitación a contratar sin registrar. Reforma laboral
del DNU 70/2023, por Juan Manuel Pusineri. . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
Implicancias previsionales de la derogación de las normas sobre
trabajo no registrado, por María Alejandra Austerlitz . . . . . . . . 110
La reforma al artículo 12 de la LCT y su influencia sobre el 241.
Una trampa superable, por Guillermo Jorge Terzibachian . . . . . . 118
Materia probatoria al paso del cangrejo desde el DNU 70/2023.
Clásica protección versus falsa ilusión, por María Elena Arriazu . . 127
El DNU 70/2023 y la Ley Ómnibus: de cuidar a quienes cuidan,
al sálvese quien pueda, por Itatí Demarchi Arballo . . . . . . . . . . . . 138
La participación en una medida de acción sindical como justa
causa de despido: inclinando la cancha, por Matías Cremonte. . . . 147

3
PRESENTACIÓN

VERANO LABORAL DE 2024

La publicación del decreto de necesidad y urgencia (DNU) 70 de


2023 (B. O. del 21-12-2023) denominado Bases para la reconstrucción
de la economía argentina, que incluye un extenso, complejo y polémico
título de disposiciones laborales potenciado con la presentación: “Pro-
yecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los
Argentinos” (conocida como “Ley Ómnibus”), con sus previsiones
relativas al empleo público y a la protesta social, han conmovido al
mundo laboral. El segundo sufrió el rechazo parlamentario y sería
reformulado, pero el primero continúa su curso procesal.
Se llegó en forma inmediata a la instancia judicial. Primero con
las cautelares que suspendieron la vigencia de aquel DNU; luego con
la declaración de su inconstitucionalidad parcial por el Juzgado Na-
cional del Trabajo de Feria (24-1-2024) y, seis días después, la ine-
ficacia constitucional del título laboral completo por parte de la Cámara
Nacional de Apelaciones del Trabajo de Feria (CNATF) en autos “Con-
federación General del Trabajo de la República Argentina c/Poder
Ejecutivo Nacional”. Al menos tres aspectos deben ser resaltados en
esta resolución:
1. El reconocimiento de la legitimación activa de la CGT para
cuestionar la totalidad de los artículos del Título IV del DNU
70/2023 sobre la base del artículo 43 de la Constitución Na-
cional. Es que, en el planteo de inconstitucionalidad de esa
norma, se advierte la presencia de derechos de incidencia co-
lectiva referentes a intereses individuales homogéneos, sujetos
a una lesión futura causalmente previsible (la afectación de los
contratos de trabajo de todos y cada uno de los trabajadores

4
alcanzados por las derogaciones y modificaciones legislativas
contempladas en los preceptos atacados), que reconoce una
causa jurídica común y homogénea a todo el grupo (dada
por las disposiciones lesivas a sus intereses del Título IV del
DNU 70).
Esta disposición esclarece sobre un tema tradicional y no su-
ficientemente aceptado en la jurisprudencia nacional, especial-
mente del interior del país. En concreto, la “individualización”
a ultranza de controversias de causas idénticas de grupos de
trabajadores conspira contra el acceso a tutela judicial efectiva
como derecho humano laboral.
2. La sentencia descalifica el DNU desde la óptica constitucio-
nal porque no existe una habilitación absoluta, discrecional y
abierta del Poder Ejecutivo para valerse de instrumentos excep-
cionales, de urgencia, que permitan eludir el debate parlamen-
tario1.
3. Al ingresar al fondo material que se involucra, la CNATF re-
marca: “La vulnerabilidad es una circunstancia que afecta a la
persona que trabaja en relación de dependencia, dada su desi-
gualdad negocial, y que se hallan en juego derechos de natu-
raleza alimentaria –per se o por sus derivaciones–, se encuentran
configuradas las circunstancias objetivas como para considerar
que los temas introducidos –por su calidad estructural y su can-
tidad– en el Título IV del decreto en cuestión resultan de im-
prescindible debate específico y decisión por el Poder Legisla-
tivo”. Ésta es la clave de la política legislativa y la decisión
judicial bajo el foco de los valores, principios y normas que
confluyen en la cuestión.
Hubo, hace dos décadas, una “Primavera Laboral” con fallos de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación que revisaron buena parte
de la estructura laboral argentina declarando inconstitucionalidades de
normas regresivas aprobadas en la última década de fin de siglo pasado.
Hay, ahora, un “Verano Laboral” de obvio sentido inverso y es nue-
vamente ese máximo tribunal el convocado a decidir sobre el ajuste

1 Con cita de precedentes de la Corte Suprema de Justicia, “Verrocchi”, “Zofracor”

y “Asociación Argentina de Compañías de Seguros”, “Cooperativa de Trabajo Fast


Limitada” y “Morales, Blanca Azucena c/Anses”.

5
del DNU al Bloque de Constitucionalidad Federal, a las bases funda-
mentales de Derecho que rigen en el país, sus valores, principios y
reglas.
El tribunal tiene la posibilidad de continuar la línea de adecuación
y alineamiento del Derecho del Trabajo con los principios esenciales
en la materia, no sólo el natural y positivo de protección del más débil
de la relación laboral. También, ratificar que la persona que trabaja
no pertenece a la categoría de mercancía. No está en el mercado. Es,
antes que nada, un ser humano con proyecto de vida al que los derechos
humanos laborales le aseguran un pasar que debe ser íntegro, decente
y satisfactorio.
A juzgar por la casi unánime expresión de la doctrina jurídica y
la opción muy clara de la CNATF que en este nuevo suplemento se
expresa, la CSJN debe optar por continuar aquella templada y amigable
Primavera Laboral en este quemante Verano de 2024 o sumir al De-
recho del Trabajo en un Frío Otoño.

César Arese
Director

6
EL DNU 70/2023 PONE A PRUEBA EL SISTEMA
DE IMPUGNACIÓN CONSTITUCIONAL
DE UNA NORMA INSALVABLE
por Guillermo Gianibelli*

Sumario: 1. Contexto y pretexto. 2. Una oscura obsesión. 3. Nuestro sistema de


control de constitucionalidad. 4. Los planteos de inconstitucionalidad del DNU
70/2023: estado de la cuestión. a) Causas y estado. b) Sobre el “sistema” en
acción: luces y sombras.

1. Contexto y pretexto
“De todo laberinto se sale por arriba”, escribió Marechal, y los
planteos, sucesivos, sobrevinientes, en algún punto confusos y super-
puestos, de inconstitucionalidad del DNU 70/2023 parecen encaminarse
en esa dirección.
Las distintas acciones, en jurisdicciones y fueros diversos, con for-
matos y legitimación variables, y el devenir de resoluciones, de modo
semejante superpuestas, de disputas cruzadas sobre la competencia, en
una tupida y abigarrada maleza, no deberían impedir ver el conjunto
con algún grado de análisis, particularmente crítico.
Dos aclaraciones previas son necesarias. Una, vinculada con el con-
texto, por definición mutable, que seguramente haga de estos comen-
tarios una versión atrasada de los acontecimientos, pero no por ello
menos oportuna o pertinente a fin de evaluar el funcionamiento, desde
ya y a partir de aquí puesto en duda, del sistema de impugnación
constitucional de normas como la que nos atañe. La otra, referida a

* Profesor titular de Derecho de Trabajo y la Seguridad Social (UBA).

7
Guillermo Gianibelli

la salida del laberinto, orienta a su vez dos posibles desarrollos. Por


un lado, el doble juego de los poderes constitucionales destinados al
control, en este caso de una norma omnímoda y exorbitante1, el Ju-
dicial, objeto de este análisis, y el Legislativo, acuciado por el desborde
del Ejecutivo, no sólo con el DNU sino, también, con el denominado
proyecto de ley “ómnibus”, intento de claudicación definitiva del seno
de la soberanía popular a través de una del mismo modo omnímoda
delegación legislativa.
Dicho doble juego no excluye ni necesariamente pospone un poder
respecto del otro, ambos destinados a conjurar la inconstitucionalidad;
sin embargo, puede que algún estamento, en este caso la cabeza del
Poder Judicial, haya hecho un guiño para que el Legislativo asuma su
responsabilidad indelegable según el texto constitucional (art. 99, inc.
3º, CN, ley 26.122)2.
En consecuencia, con estas ciertas limitaciones, propias del régimen
constitucional en su versión formal, permeado por sus condiciones
materiales de funcionamiento, y especialmente por la dinámica impuesta
por el afán, radicalmente desmedido, desregulatorio del Poder Ejecutivo,
y las necesarias e indetenibles resoluciones judiciales, nos proponemos
un somero análisis del estado de la cuestión, a partir de las distintas
instancias y planteos de impugnación del DNU 70/2023. Aunque en
esencia coyuntural, el mismo debería mostrar, críticamente, el funciona-
miento del sistema, aquejado por manifestaciones diversas, en un senti-
do deslegitimador del control de constitucionalidad, de carácter difuso,
de nuestro régimen. En definitiva, con ello se juega la fortaleza o poro-

1 La más calificada doctrina rápidamente concluyó en la nulidad insanable del

DNU 70/2023, no sólo por la evidente ausencia de los requisitos formales sino, par-
ticularmente, por la falta de fundamentación respecto de aquéllos, como de los efectos
que determinaría en la legislación laboral (cf. ACKERMAN, Mario E., Una reforma
laboral impúdicamente perversa y viciada de nulidad insanable que lastima a la
democracia y agrede a la libertad, en Rubinzal Online, RC D 733/2023). Arese, por
su parte, no encuentra circunstancias que justifiquen eludir el debate democrático,
propio del Parlamento, al menos en relación con los aspectos laborales del DNU (cf.
ARESE, César, Deconstruyendo la reforma laboral del DNU 70/2023, en Rubinzal
Online, RC D 734/2023).
2 CSJN, “La Rioja, Provincia de c/Estado Nacional s/Acción declarativa de cer-

teza”, CSJ 002847/2023-00.

8
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

sidad de dicho sistema, su propia funcionalidad para garantizar la vigen-


cia de la norma constitucional y el principio democrático, bloqueando
por tanto cualquier desborde autoritario en el ejercicio del poder.

2. Una oscura obsesión


La malversación de la división de poderes es tan frecuente como
previsible, por desviaciones autoritarias de distinto calibre, general-
mente filtradas –o infiltradas– por una falsa configuración de emer-
gencia que todo lo puede y todo lo justifica. La doctrina del Estado
de “excepción”, sobre la que se fundara la Alemania nazi, provista
por un nada improvisado Carl Schmitt3, ha perdurado en el tiempo y
se nutre, en cada circunstancia, de nuevos soportes. Excepción o “doc-
trina del shock”4 habilita, con esta falsa imputación, a aventuras au-
toritarias de mayor o menor desenfreno, desde dictaduras a democracias
“plebiscitarias”, como da cuenta la historia.
Nuestra historia política es el más fiel reflejo de la perversión,
institucional, moral y sistémica, del uso de la emergencia como modo
de hacer saltar los goznes que aseguran una distribución orgánica del
poder, desde la justificación del golpe de Estado con la fatídica Acor-
dada del año ’30, o la convalidación del poder legiferante en cada
interrupción del orden democrático.
Es verdad que, en algún punto, el efecto es paradójico por cuanto
en determinados “momentos constitucionales”5 la forma de expandir
la democracia o conferir derechos requiere de cierta confrontación entre
poderes, como los ejemplos del New Deal en el gobierno de Roosevelt,
o el primer peronismo, en ambos casos con una reacción conservadora
de los tribunales6.

3 Según su definición del soberano como “aquel que decide sobre el estado de

excepción” (cf. SCHMITT, C., Politische Theologie, München, 1922, traducción cas-
tellana Carl Schmitt, teólogo de la política, edición de Héctor Orestes Aguilar, FCE,
México, 2001).
4 Ver AGAMBEN, Giorgio, Estado de excepción, Adriana Hidalgo editora, Buenos

Aires, 2004; KLEIN, Naomí, La doctrina del “shock”, Paidós, Barcelona, 2007.
5 La expresión es de Bruce Ackerman (We The People. Foundations, Harvard

University Press, 1991).


6 Cf. PISARELLO, Gerardo, Un largo Termidor, Trotta, Madrid, 2011, p. 144.

9
Guillermo Gianibelli

Más cercano en el tiempo, el instrumento característico pasó a ser


el “decreto de necesidad y urgencia”, primero por vía pretoriana y, en
función de ello y los abusos del menemismo, la reforma constitucional
del ’94 pretendió limitarlos, aunque a la vez terminó de legitimarlos.
No obstante, y más allá de las discusiones en la convención, la norma
del artículo 99, inciso 3º es del todo precisa y concluyente: “El Poder
Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo”. Y sólo en “cir-
cunstancias excepcionales”, que hicieren imposible seguir los trámites
ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes,
con veda absoluta respecto de las materias penal, tributaria, electoral
o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones
de “necesidad y urgencia”. La desnaturalización, sin duda, fue mediante
la norma legal a la que la propia norma constitucional remite, como
reglamentación de la intervención del Congreso a partir del dictado
de un DNU.
La ley 26.122 abrió un cauce de mayor incertidumbre, ante la po-
sibilidad de que la Comisión Bicameral no se expida, o ausencia de
previsión de plazos o, incluso, ausencia de tratamiento por las cámaras
del Congreso. A falta de control parlamentario, inmediato y conclu-
yente, parecería ser que la norma, aun inconstitucional, subsiste y, por
ello, debe redireccionarse hacia el Poder Judicial en su carácter de
control de constitucionalidad.
Pero si creíamos todo conocer, con el nuevo gobierno se inauguró
un método re-regulador, bajo la lógica de la desregulación7, iniciando
con el DNU 70/2023 una cruzada por la “libertad” (de mercado). No
cabe aquí hacer lo que serían extensas disquisiciones sobre la ideología
que representa, los intereses que expresa y, en especial, sobre el de-
sajuste radical entre Constitución y norma, en el plano material de las
reformas que se proponen. Sólo, y antes de adentrarnos en los desa-

7 El maestro Romagnoli enseñaba que desregulación es, ante todo, un “proceso

de redislocación del poder normativo en vista de una reglamentación derogatoria de


las relaciones de trabajo más sensible a las exigencias del sistema productivo que a
la finalidad social de garantizar igualdad sustancial” (cf. ROMAGNOLI, U., La des-
regulación y las fuentes del Derecho del Trabajo, en Cuadernos de Relaciones La-
borales, Universidad Complutense de Madrid, 1992, p. 16).

10
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

rrollos impugnatorios, en este caso más desde lo formal, algunas breves


consideraciones, en este aspecto, sobre el DNU.
Una intervención tan excepcional como la norma del artículo 99,
inciso 3º de la CN requiere: a) una situación sobreviniente, precisa,
determinada y sobre un aspecto específico; b) una respuesta del mismo
modo, puntual y acotada a la circunstancia; c) una relación de medio
a fin, sostenida en la razonabilidad del medio empleado, respecto del
peligro, de tal urgencia y gravedad, que deba ser conjurado. En cuanto
a esto último, en ningún caso, según reiterada jurisprudencia de la
Corte Suprema, la utilización del recurso normativo DNU, como ni
siquiera de la legislación, podrá afectar de modo sustancial los derechos
y garantías de la Constitución Nacional, es decir que, en las señaladas
circunstancias excepcionales, sólo podrán limitarse pero no eliminarse
dichos derechos.
El DNU 70/2023 no cumple con ninguno de dichos parámetros:
la situación excepcional y sobreviniente no puede tratarse de un mero
cambio de gobierno, o de condiciones del funcionamiento económico
de carácter cuasi permanente o estructural, y menos aún que pongan
en emergencia todo el sistema económico, institucional y de derechos.
El carácter extraordinario y súbito, propio de la emergencia, no podría
nunca justificar derogación de leyes que llevan décadas rigiendo ni,
a la vez, modificación de normas específicas, determinadas y con-
cretas, integradas a un régimen general. Por su parte, la necesaria
relación de causa, fin y medio empleado determina la imposibilidad
de eliminar normas de modo general y sin una precisa determinación
de cómo y de qué manera, aún en hipótesis de emergencia, la decisión
posibilitaría superarla, de modo inmediato y efectivo. Dicho de otro
modo y de manera coloquial, la emergencia no justifica, nunca, la
regulación, en este caso desregulación, “al voleo”. En este orden,
por ejemplo, no existe modo alguno de vincular una emergencia
inexistente, si del mercado de trabajo se tratase, en tanto la desocu-
pación se encuentra en uno de los puntos más bajos de la serie, y
la referencia al empleo informal, en el orden del 33%, no sólo que
también se encuentra en porcentajes mínimos, aun con la desmesura
que implica, sino que se trata de una situación sistémica de al menos
tres décadas, con modificación de cuatro decenas de normas inco-

11
Guillermo Gianibelli

nexas, salvo por el sentido preciso que las informan, de carácter


laboral. ¿De qué modo, o con qué justificación, podrían conjurar
una emergencia la derogación del Estatuto del Viajante, una norma
del año 1958, o extender el período de prueba, o limitar la indem-
nización por despido, el pago de cuotas sindicales, ampliar los ser-
vicios esenciales en materia de huelga, prohibir las asambleas, o
modificar el régimen de teletrabajo aprobado por ley hace escasos
tres años y vigente hace dos, etcétera?
En términos funcionales, entonces, el DNU 70/2023 constituye el
uso de facultades extraordinarias, asumidas de modo propio por el
Poder Ejecutivo, en flagrancia de lo dispuesto por el artículo 29 de
la CN, por tanto de nulidad insanable, al arrogarse, aun sin delegación,
facultades propiamente legislativas y hacerlo eliminando derechos de
modo definitivo.
Pero, además, al hacerlo no sólo viola groseramente la Constitu-
ción, en lo que a la división de poderes refiere, sino que subvierte
el orden constitucional retrotrayendo a un sistema superado, el régimen
de 1853, inviable en términos de la Constitución vigente, sancionada
en 1994, que recogiera el constitucionalismo social del ’49, los de-
rechos sociales del artículo 14 bis, y muy particularmente, el régimen
internacional de los derechos humanos. En efecto, el régimen cons-
titucional vigente, al que se sujetan todos los ciudadanos (art. 22,
CN), establece la obligación del Estado de intervenir, regular y ga-
rantizar los derechos constitucionales, en particular los derechos eco-
nómicos, sociales y culturales, limitando al mercado (arts. 14 bis; 75,
incs. 22, 23 y concs. de la CN; art. 2.1 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, entre otros). Por lo tanto
no es “obligación del Estado nacional promover y asegurar la vigencia
efectiva, en todo el territorio nacional, de un sistema económico basado
en decisiones libres, adoptadas en un ámbito de libre concurrencia,
con respeto a la propiedad privada y a los principios constitucio-
nales de libre circulación de bienes, servicios y trabajo” (art. 2º, DNU
70/2023, titulado Desregulación) sino, todo lo contrario, su obligación
es garantizar “el pleno goce y ejercicio” de los derechos fundamentales
(art. 75, inc. 23, CN), de los que el derecho de propiedad –y no la

12
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

“propiedad privada”– es sólo una manifestación, por cierto limitado


y concordado con los otros derechos8.
En definitiva, es la plasmación de una ideología –el liberalismo
decimonónico– en el funcionamiento del Estado, pretendiéndolo im-
poner de modo normativo, en desajuste garrafal con la Constitución
vigente, llevado tan al extremo que hasta el propio Código Civil (de
1871), aunque con sus sucesivas reformas, le resulta inaceptable y,
también él, motivo de ataque. El desconocimiento, por su parte, de la
norma básica de derechos del trabajo, el artículo 14 bis de la CN, que
obliga a legislar de manera de proteger al trabajador, se pretende de-
rogar haciendo “disponible” –o elegible– el régimen aplicable y pre-
tendiendo que un contrato de locación de servicios, del Código Civil
y Comercial, desplace y haga inservible el conjunto de normas de la
mismísima Ley de Contrato de Trabajo (ver el intento que pretende
el nuevo art. 2º, inc. d).
La violencia sistemática que el DNU 70/2023 impone al sistema
social, político, económico y laboral, subvirtiendo el orden constitu-
cional, determina la banalidad de examinar cada una de sus normas.
El intento normativo, de ruptura, no puede ni requiere ser respondido
de modo argumentativo en particular, bastando la explicación estruc-
tural y descartando, por ello, cualquier posibilidad de aplicación de
las normas derivadas de un ejercicio de poder no consentido por el
régimen vigente.
La ideología pretendidamente derecho no lo convierte en tal si el
propio sistema jurídico es, precisamente, el contrario. La Justicia Social
sigue siendo un principio normativo vigente (art. 75, inc. 19, CN) y,
con ella, el límite a cualquier desregulación que entronice el mercado
porque, como señalara la Corte Suprema, de lo contrario se trataría
de invertir la legalidad que nos rige como Nación organizada y como
pueblo esperanzado en las instituciones, derechos, libertades y garantías
que adoptó a través de la Constitución Nacional9.
Además de ello, y consistente con el cumplimiento de los recaudos
formales, que exigen mayor fundamentación cuanto mayor es la excep-

8 Cf. FERRAJOLI, Luigi, Principia Iuris, Trotta, Madrid, t. 1, p. 717.


9 CSJN, “Vizzoti”, considerando 11.

13
Guillermo Gianibelli

cionalidad, siendo que ello cabe efectuarse, en cuanto a normas, en


su propia estructura textual (sus considerandos), observemos que la
justificación de dicha excepcionalidad está referida a: i) una “situación
de inédita gravedad”, a la que inmediatamente se vincula con un ideario
previo no causal sino conjetural: “decisiones intervencionistas”; ii) un
desagregado de esa “crisis terminal” de la economía argentina se sitúa
y referencia en lo acontecido hace cincuenta años (“Rodrigazo”), en
la administración anterior, y en una diversa panoplia de variables eco-
nómicas, pero a la vez remontándose a desequilibrios desde el año
2017, o falta de crecimiento desde el 2011; iii) una radiografía de la
estructura sociolaboral que supuestamente será revertida a través de
la “liberación de las fuerzas productivas”, iv) y que, por tanto, como
el país se encuentra “hace varias décadas” sumido en el “estancamien-
to”, hay que eliminar tantas y tan disímiles regulaciones –“implemen-
tando un plan de desregulación de amplísimo alcance”– como las del
empleo, la yerba mate, el vino, los medicamentos y la actividad far-
macéutica, las tarjetas de crédito, los alquileres urbanos o la propiedad
de la tierra rural, las telecomunicaciones, los warrants, el deporte, et-
cétera10.
De tanta exuberancia cae, inexorablemente, cualquier justificación
que, como dijimos, sólo puede referir a un hecho súbito, sobreviniente,
imprevisible, y de tal gravedad que la relación causa-medio-resultado,
se verifique como la única posible. En fin, ni emergencia, datada en
décadas, ni medidas adecuadas para superarla.
Por lo demás, como bien lo señala la Sala de Feria de la Cámara
Nacional de Apelaciones del Trabajo11, el supuesto habilitante, aun
acreditada la emergencia, la imposibilidad del trámite legislativo, apa-
rece desmentido por el propio Poder Ejecutivo convocando a sesiones

10Ver detalle e implicancias en CEPA, El mega DNU del gobierno de Milei:


desregulaciones, desguace, extranjerización y fuerte retrocedo en derechos laborales,
en https://centrocepa.com.ar/informes/459-el-mega-dnu-del-gobierno-de-milei-desre-
gulaciones-desguace-extranjerizacion-y-fuerte-retroceso-en-derechos-laborales.
11 CNAT, Sala de Feria, 3-1-2024, “Confederación General del Trabajo c/Estado

Nacional s/Amparo”, voto del Dr. Sudera, al que adhiere la Dra. García Vior.
12 El decreto 70/2023, que convoca a sesiones extraordinarias fue firmado con

fecha 22-12-2023, aunque publicado con fecha 26-12-2023.

14
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

extraordinarias al día siguiente de la publicación del DNU 70/202312,


y el envío del “Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para
la Libertad de los Argentinos”, con fecha 27 de diciembre, incluyendo la
ratificación del DNU (art. 654 de dicho proyecto).
En este marco general veamos el derrotero del DNU en el plano
judicial. Antes un breve repaso de nuestro sistema de control de cons-
titucionalidad de las normas.

3. Nuestro sistema de control de constitucionalidad


Casi de Perogrullo, todo régimen asentado en la división de poderes
tiene asegurado, principio de supremacía constitucional mediante, un
sistema de control de la concordancia de la producción normativa de
los otros poderes con la norma fundamental por medio del Poder Ju-
dicial. El nuestro, de matriz semejante a la tradición del constituciona-
lismo norteamericano, caracterizado por un control difuso: cada juez,
según su jurisdicción y competencia, en su caso sujeto a las revisiones
de instancias de apelación y, en definitiva, en última instancia tratán-
dose de asegurar la norma constitucional, por la Corte Suprema. Ello
lleva a la noción de “caso”, jurisdiccional, y su consiguiente “caso
federal”13.
Por lo tanto, y a diferencia de otros sistemas de control, como el
francés o el español, en nuestro país el control de constitucionalidad lo
garantiza la propia Constitución a cargo de los jueces en plural (art. 116,
CN). Es decir que la soberanía del pueblo (art. 22, CN), cuando de
asegurar la Constitución se trata –chequeo de validez de las normas– es,
puntual y objetivamente desplazada por la soberanía de los jueces14:
cada juez, en el lugar que sea, se constituye en garantía de los derechos
constitucionales, antes que todo y más que nada. Allí reside la inclaudi-
cable función jurisdiccional, no delegable, no omisible. Dicha función,
que instituye a cada juez en guardián de la Constitución y a su juzgado

13 CSJN, 15-5-2018, “F. P. Rubistein y Cía. SRL c/AFIP. DGI s/Acción meramente
declarativa de inconstitucionalidad”, Fallos: 341:545; 23-11-2023, “La Pampa, Pro-
vincia de c/San Juan, Provincia de y otro (Estado Nacional) s/Amparo ambiental”,
Fallos: 346:1387.
14 FERRAJOLI, Luigi, Derechos y garantías, Trotta, Madrid, 1999, p. 25.

15
Guillermo Gianibelli

en una isla de jurisdicción completa, puede verse alterada por dos


“desviaciones” que de algún modo importan bloqueos de jurisdicción.
Por un lado, el instituto del per saltum, incorporado al Código Procesal
Civil y Comercial Federal por la ley 26.790 (arts. 257 bis y 257 ter)15.
Por otro, originado en una doctrina pretoriana, elaborada por la Corte, a
través de las denominadas “acciones de clase”. En ambos casos son
mecanismos que limitan la jurisdicción del “juez natural” (art. 18, CN)
y que, como veremos más abajo, pueden interferir anómalamente en el
dispositivo, también natural, del control de constitucionalidad.
El per saltum importa el riesgo de una “politización” en tanto es
en sí mismo un método de instar, anticipadamente, una resolución
judicial a través del máximo tribunal16. Sin embargo, en relación al
DNU 70/2023 no se ha instado aún su uso, aunque la acción de la
Provincia de La Rioja17, invocando la competencia originaria del má-
ximo tribunal, en los hechos, podría significarlo.
Por contrario, la otra fórmula de exclusión del juez natural, a través
de la apertura de un proceso colectivo, sí está conspirando con la
lógica del “caso” y del control difuso. Aquí caben diversas precisiones,
algunas de las cuales fueron bien explicadas por los fallos de la Sala
de Feria de la CNAT.
La Corte ha insistido en que para la procedencia de la acción de
clase se requiere la verificación de una “causa fáctica común”, es decir
que se erige sobre un hecho, único o continuado, que provoca la lesión
a todos los sujetos concernidos, dato que tiene relevancia jurídica por-
que la demostración de los presupuestos de la pretensión es común a
todos esos intereses, excepto en lo que concierne al daño que indivi-
dualmente se sufre, existiendo una homogeneidad fáctica y normativa
que lleva a considerar razonable la realización de un solo juicio con
efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo

15 Cuyo antecedente meramente jurisprudencial fue la causa “Aerolíneas Argen-

tinas” (CSJN, 6-9-90, “Dromi, José Roberto [Ministro de Obras y Servicios Públicos
de la Nación] s/Avocación en autos: «Fontenla, Moisés Eduardo c/Estado Nacional»”,
Fallos: 313:863).
16 Como ocurriera, por ejemplo, con: CSJN, 29-9-2020, “Bertuzzi, Pablo Daniel

y otro c/EN, PJN y otro s/Amparo ley 16.986”, Fallos: 343:1096.


17 Causa citada en nota 2.

16
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

que hace a la prueba del daño18. Es decir que el elemento unificador


y aglutinante es de carácter fáctico, disímil de un planteo estrictamente
normativo, fundado exclusivamente en la contrariedad de una norma
con la Constitución, propio del control de constitucionalidad al que
nos venimos refiriendo. De lo contrario, los señalados efectos de cosa
juzgada que traería aparejada una resolución dictada en una acción de
clase neutralizaría el control difuso y con ello las facultades de cada
juez, en una suerte de prior tempore del que llega primero.
Ello determina que, en primer lugar, no hay, como no puede haberlo,
un fuero de atracción (el titular del juzgado que abre una acción de
clase). Tampoco hay desplazamiento de competencia ni obstrucción
del control difuso de constitucionalidad. Insistimos, la competencia,
formal y material, surge de la propia legitimación de los peticionantes
y del concreto “caso” que se somete al juez, a efectos de verificar la
constitucionalidad o declarar la inconstitucionalidad de una norma,
incluido el control de convencionalidad19 e, incluso, de oficio20.
Por lo tanto si la peticionante es una entidad sindical y se ampara
respecto de normas laborales, individuales por representación, colec-
tivas por interés directo, la competencia está fijada por el artículo 21
de la ley 18.345, indefectiblemente.
Es del caso también señalar que la acción de clase se distingue y
no alcanza a la legitimación que, expresamente, confiere el artículo
43 de la CN en el amparo de derechos de incidencia colectiva a las
asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la
ley, siendo las asociaciones sindicales una expresión de ello.
Veamos, entonces, cómo se encuentran aplicados estos criterios
con relación al DNU 70/2023 y sus superpuestos planteos de incons-
titucionalidad.
18 CSJN, 24-2-2009, “Halabi, Ernesto c/PEN. Ley 25.873. Dec. 1563/04 s/Amparo

ley 16.986”, Fallos: 332:111; 9-12-2015, “Consumidores Libres Cooperativa Ltda.


Prov. Serv. Acc. Com. c/AMX Argentina”, Fallos: 338:1492; 15-10-2020, “Federa-
ción Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas c/EN”, Fallos:
343:1259.
19 Caso “Almonacid Arellano”, de la CIDH; caso “Mazzeo”, Fallos: 330:3248,

considerando 21.
20 CSJN, 27-11-2012, “Rodríguez Pereyra, Jorge L. c/Ejército Argentino s/Daños

y perjuicios”, Fallos: 335:2333.

17
Guillermo Gianibelli

4. Los planteos de inconstitucionalidad


del DNU 70/2023: estado de la cuestión
En primer lugar, advertir que estos comentarios y cuadro de situa-
ción se formulan al 15 de enero de 2024, por cuanto la dinámica del
proceso, en gran parte por la presión ejercida por el propio emisor de
la norma21, el mosaico de jurisdicciones intervinientes, cuyo intento
de suprimir a dicha fecha no prosperó22, más las dificultades para que
el Poder Legislativo asuma su función de control del DNU23, deter-
minan un día a día judicial, aun en tiempos de feria.
Una segunda aclaración, vinculada con lo anterior, tanto en relación
con la función del control de constitucionalidad jurisdiccional como
por la importancia de la premura para resolver los planteos cautelares,
surge de la propia naturaleza de la norma impugnada. La profundidad,
radicalidad, extensión e intención del DNU, expresada en la declaración
de emergencia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsio-
nal, tarifaria, sanitaria y social por dos años, y la más amplia desre-
gulación, quedando sin efecto toda “exigencia normativa” que distor-
sione los precios de mercado e impida la libre iniciativa privada o la
interacción espontánea de la oferta y la demanda (arts. 1º y 2º del
DNU 70/2023), exigen más acusadamente dicha intervención por varios
motivos. Uno, porque en la raíz del DNU está, evidentemente plasmada,
la voluntad de sustitución del Poder Legislativo; dos, porque justamente
por ello circunvala no sólo a dicho poder sino al órgano constitucional
de control, la Comisión Bicameral; tres, por cuanto más daño consti-
tucional se inflige –las formas, intrínseca y extrínsecamente confirman
dicha gravedad– más inmediata y urgente es la declaración de su in-
validez, algo así como a mayor falsedad en la urgencia alegada, mayor
urgencia en la confirmación de nulidad de la norma en cuestión, y
cuatro, por último, porque la diversidad es constitutiva de la incausa-
lidad, la variedad de temas incluidos inutiliza el instituto.
A partir de estas consideraciones, repasemos, aunque sea contin-
21Declaraciones de la ministra de seguridad, inmediatamente rechazadas por la
Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional.
22 Resolución del Juzgado de Feria en lo Contencioso Administrativo de fecha 4

de enero.
23 Derivados de los conflictos en la integración de la Comisión Bicameral.

18
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

gentemente, los planteos incoados y, a través de ellos, formulemos


ciertas apreciaciones críticas sobre sujetos, procesos y resultados.

a) Causas y estado
Un repaso, no exhaustivo ya que se van agregando al correr de los
días, da cuenta de las siguientes causas, con su referencia a tribunales,
tipo de proceso y estado.
La primera causa que nos aparece registrada, como impugnación
del DNU, es promovida por la “Asociación Civil Observatorio del
Derecho a la Ciudad”24, iniciada por ante la Justicia Contencioso Ad-
ministrativa de manera prematura (con fecha 21-12-2023, el mismo
día de publicación en el Boletín Oficial del DNU 70/2023), al menos
respecto del pedido de medida precautelar, tal como el propio juzgado
lo resolvió mediante auto de fecha 28-12-2023, en tanto sus disposi-
ciones no habían entrado en vigencia (cfr. arts. 5º y 6º, CCyCN). Lo
más significativo es que, no obstante ello, al día siguiente de su pre-
sentación fue abierto como amparo colectivo en los términos del ar-
tículo 43 de la CN, ordenando su inscripción en el Registro de Procesos
Colectivos, según Acordada CSJN 12/2016, fijándose como delimita-
ción del colectivo “todos los habitantes alcanzados por y/o sujetos al
DNU 70/2023 que afirmen su inconstitucionalidad con base en que
fue dictado en violación del artículo 99, inciso 3º de la CN”.
Dicha medida fue recibida con beneplácito por el PEN, tal como
se demuestra con su defensa, luego de ser revocada por el magistrado
de feria, ante la Cámara, y ser esgrimida como mecanismo de succión
de otras causas, por caso las tramitadas por ante el fuero del Trabajo.
Ello lleva a diversas consideraciones. En primer lugar el riesgo que
suponen acciones improvisadas, invocando una endeble representación.
Sólo basta, al efecto, cotejar una legitimación fundada en un “obser-
vatorio” del “derecho a la ciudad” frente a la Confederación General
del Trabajo, o de manera genérica impugnar todo el DNU, frente a la
precisa argumentación y agravio, vinculando legitimación y causa del

24 Causa “Asociación Civil Observatorio del Derecho a la Ciudad y otros c/EN.

DNU 70/2023 s/Amparo ley 16.986”, en trámite por ante el Juzgado de Feria en lo
Contencioso-Administrativo.

19
Guillermo Gianibelli

planteo de inconstitucionalidad con las normas laborales que, directa


e indirectamente, con respecto a los trabajadores y a sus organizaciones,
lesiona dicha norma, relacionando este primer amparo con el planteo
de la CGT resuelto por la Sala de Feria de la CNAT.
Que ello, a su vez, puede resultar funcional a una estrategia del
emisor de la norma impugnada que, por un lado y por algún motivo
se “siente cómodo” con el fuero y le refuerza el afán concentrador de
causas pero, por otro, lesiona severamente el sistema de control de
constitucionalidad difuso. Ello determina, de manera evidente, el de-
terioro del principio del juez natural, alterando la distribución federal
de los procesos –aunque la ley 26.854 pretendió su concentración ante
el fuero federal contencioso administrativo–, y por materias, como
reivindican las sentencias de la Sala de Feria laboral.
Y en lo que por lo demás tiene una incidencia decisiva, la confusión
entre la legitimación colectiva y acción de clase, a partir de la iden-
tificación de la vía del artículo 43 de la CN con la legitimación atribuida
por la doctrina de la Corte en los casos “Halabi” y otros ya citados.
Si todo ello revela una falta de estrategia de los impugnantes de una
norma inválida como el DNU 70/2023, aprovechada por una contraes-
trategia del PEN, muestra una disfuncionalidad también evidente del
procedimiento de Registro de Amparos Colectivos que en causas como
éstas da lugar a manipulaciones, dilaciones y contradicciones que cons-
piran contra una resolución eficaz e inmediata25.
Por su significación en materia laboral, y particularmente por sus
resultados, en tanto eficacia y premura en la resolución, cautelar, de
los amparos promovidos se cuentan dos causas que obtuvieron sendas
sentencias de suspensión de los efectos del Título IV, la denominada
“reforma laboral”, del DNU. La primera de ellas, promovida por la

25 Por caso, a partir de dicha apertura dio lugar a la presentación de otros pre-

tendidamente legitimados, como la “Comunidad Indígena Mapuche-Rangel Rupo


Antv”, de otros quienes notoriamente pretenden intromisiones en un sentido contrario,
como la “Asociación Civil por la Exigibilidad de los Derechos Sociales”, pretendiendo
que antes que la declaración de inconstitucionalidad se determine la mera existencia
de la norma porque habría sido firmada –digitalmente– por uno de los ministros
estando fuera del país, o de quienes articulan meras cuestiones de competencia terri-
torial, como la “Asociación de Consumidores Defendete”, que había interpuesto amparo
por ante el Juzgado Federal de Mar del Plata.

20
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

CGT, ya citada, con voto fundado del doctor Alejandro Sudera, y


adhesión de la doctora Andrea García Vior, muy relevante no sólo
por la detallada y pormenorizada fundamentación acerca de los motivos
por los cuales, prima facie, se encontrarían reunidos los recaudos para
viabilizar la cautelar, sino, muy especialmente, por cuanto desbarata
el intento aglutinador del fuero contencioso-administrativo, poniendo
de resalto la especialidad del fuero laboral para el tratamiento del
planteo efectuado por una central sindical en relación al señalado ca-
pítulo respectivo, y la impertinencia de abrir un proceso colectivo sobre
la base de “todo habitante alcanzado por el DNU”, ante la inexistencia
de intereses homogéneos, y el dictado de la medida preventiva de
suspensión de efectos, pese a encontrarse en curso el traslado del in-
forme requerido al PEN, teniendo en consideración que la peticionante
representa un sector “socialmente vulnerable” (inc. 3º del art. 4º de la
ley 26.854) y que, incluso, corresponde dictarse aun por un juez que
pudiera considerarse incompetente (ver art. 2º, ley 26.854)26.
En el fuero contencioso-administrativo, por su parte, se promovieron
acciones con idéntico afán colectivo, por parte de particulares o de
otras entidades de mayor o menor raigambre y prestigio en defensa
de causas de esta envergadura. Algunas de alcance general –todo el
DNU– y otras relativas a aspectos particulares del mismo –por ejemplo,
la política aeronáutica, o los medios públicos27, las que en principio
quedaron expuestas al amparo colectivo en trámite por ante el Juzga-

26 También de la Sala de Feria, en este caso con voto de la Dra. García Vior y

adhesión del Dr. Sudera, la causa “Central de Trabajadores y Trabajadoras de la


Argentina CTA c/Estado Nacional s/Amparo”, y del Juzgado de Feria de Primera
Instancia, a cargo de la Dra. Garzini, la causa “Federación Única de Viajantes de la
Argentina c/Estado Nacional s/Amparo”, ambas declarando la suspensión de los efectos
del DNU 70/2023 en relación al Título IV, en particular respecto de la derogación
de la ley 14.546, en la segunda nombrada, en cuanto afecta a los trabajadores repre-
sentados por la entidad gremial requirente.
27 Causas “Gil Domínguez, Andrés c/Estado Nacional s/Proceso de conocimiento”;

“Rizzo, Jorge y otro c/EN. DNU 70/23 s/Amparo ley 16.986”; “Asociación Civil
Centro de Estudios Legales y Sociales c/Estado Nacional. DNU 70/23 s/Proceso de
conocimiento”; “Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas c/Estado Nacional s/Amparo
ley 16.986”; “Federación Argentina de Trabajadores de Prensa c/Estado Nacional.
DNU 70/23 s/Amparo ley 16.986”, todos en trámite por ante el Juzgado de Feria en
lo Contencioso-Administrativo.

21
Guillermo Gianibelli

do Nº 2, luego dejado sin efecto por la decisión del juzgado de feria,


cuestión aún no resuelta por recurso de apelación interpuesto por el
PEN propugnando la restitución en términos de la Acordada 12.
También resistió el “fuero de atracción” la Justicia Federal Civil
y Comercial en relación con un amparo contra las normas del DNU
relativas al régimen de obras sociales28.
El reparto territorial, al que la decisión del juez Furnari también
pretendió alterar, da cuenta de causas iniciadas en la Provincia de
Buenos Aires, por el defensor del pueblo y por el Centro de Ex Com-
batientes Islas Malvinas La Plata, en la Provincia de San Juan, además
de la ya indicada en el Juzgado Federal de Mar del Plata, entre otras.
Todo ello supeditado a la causa en trámite de instancia originaria
de la Corte, promovida por la Provincia de La Rioja, y a la cual se
le dio curso, con el traslado al PEN, aunque sin habilitar la feria ju-
dicial de enero, más recurso extraordinario contra la resolución en la
causa “CGT”.

b) Sobre el “sistema” en acción: luces y sombras


A esta altura, aunque advertimos de manera coyuntural, en base a
la experiencia que está cursando al ritmo de estas líneas, algunas con-
sideraciones, mayormente críticas, sobre el modo con que se ha hecho
funcionar al sistema de control de constitucionalidad del DNU 70/2023.
No por ello menos importante destacar la actuación de la CNAT, en
sendas resoluciones de su Sala de Feria, integrada por la doctora García
Vior y el doctor Sudera, ambos primer voto en una y otra de las
resoluciones indicadas más arriba, a lo que se agrega la resolución de
primera instancia, también Juzgado de Feria que, a nuestro juicio, cum-
plen adecuada y oportunamente con el mandato asignado: tutela de
los derechos, responsabilidad por el aseguramiento de la supremacía
constitucional y defensa de la competencia (laboral).
Con dichas limitaciones, y a partir del conjunto de causas enu-
meradas en el punto precedente, formulamos las siguientes conside-

28 Causa “Wilson, Eduardo c/Estado Nacional s/Amparo”, en trámite por ante la

Justicia Federal Civil y Comercial, no habiendo sido habilitada la feria, resolución


confirmada por la Sala de Feria de dicho fuero.

22
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

raciones de valoración de la respuesta judicial a la notoria inconsti-


tucionalidad del DNU 70/2023.
1) La importancia de una estrategia por los derechos, en este caso,
por definición, ausente, aunque cumplida en parte por las acciones
de dos centrales sindicales.
Ello nos lleva a una referencia a la que aparece como primer amparo,
la causa “Observatorio”, que da pie a la acción de clase, por la que
se intenta un tribunal arrogarse de la competencia completa y exclu-
yente, algo que en parte sucede con la causa “Provincia de La Rioja”,
en instancia originaria en la Corte.
Ya mencionamos, más arriba, los riesgos implícitos en planteos
apresurados y de escasa representación para arrastrar, con ello, a otras
causas que, por el contrario, cuentan con más que suficiente entidad
representativa. En términos estrictos cualquier planteo, por peregrino
o circunstancial que sea, tratándose de garantizar la supremacía cons-
titucional, debiera ser suficiente. Sin embargo, podemos observar que
en situaciones de alta sensibilidad política, como es todo lo relativo
al DNU 70/2023, incluso con manifestaciones agraviantes a los jueces,
confirmatorias del desapego a la división de poderes intrínseco en el
dictado de esa norma de por sí desmesurada, determinan presiones,
facilitadores, “tiempismos” o desatinos que es preciso contener, limitar
o desbaratar como surge, por ejemplo, de las resoluciones de habili-
tación o no de la feria judicial. Allí reside, entonces, la lógica de las
reglas de a mayor capacidad representativa, mayor responsabilidad de
la respuesta; a más opciones de sedes para los planteos, más posibi-
lidades de obtener una resolución cautelar oportuna todo ello, por cierto,
sostenido en la mayor o menor calidad jurídica de las piezas consti-
tutivas del proceso.
Afirmamos entonces, de nuevo, la importancia del sistema difuso
de control de constitucionalidad que provee a cada autoridad jurisdic-
cional de suficiente capacidad, y por ende de idéntica responsabilidad,
para constatar todo abuso de poder, en especial cuando de garantizar
la Constitución se trata. En tal sentido, entonces, la pertinencia del
proceso como acción de clase, sólo debería habilitarse en supuestos
muy específicos, en los que la acumulación de acciones se prevé para
satisfacer una demanda común, relativa a un derecho directamente

23
Guillermo Gianibelli

invocable, cuantificable a priori o con posterioridad, en los que dicha


acumulación resulta estrictamente referida a razones de economía pro-
cesal y como método de reconocer un derecho de modo práctico y
efectivo. De allí derivar una sustitución de acciones de inconstitucio-
nalidad, en una suerte de proceso constitucional general, determinaría
desvirtuar por completo el control de constitucionalidad indicado.
De modo semejante, y denotativo de la misma ausencia de una
estrategia por los derechos, puede resultar un planteo, también apre-
surado o prematuro, a la máxima instancia judicial, aun sin instancia
de per saltum habilitada. En tal sentido instar la causa “Provincia de
La Rioja” puede resultar una forma de bloqueo de un proceso más
atomizado, continuo y recurrente de decisiones de tribunales inferiores
que consolidará una línea y condicionará, de algún modo, a la propia
Corte, sobre todo por remisión de aquéllas a los precedentes de este
tribunal sobre los estrictos límites a los DNU29, y al Poder Legislativo
sobre la base de las mismas. Sin embargo, lo que anticipaba un riesgo
puede ser una nueva demostración de táctica del máximo tribunal,
“enfriando” la causa pese al estival receso y con ello, como en otras
causas30, pausar la decisión dando juego a otro de los poderes, en este
caso el Legislativo, como control del ejercicio de facultades que le
son propias.
2) Los procedimientos.
El control de constitucionalidad es consustancial al debido proceso.
Éste a su vez cumple una doble función, el debido proceso adjetivo,
propio de la sustanciación de las articulaciones de las partes (impug-
nación o defensa de la norma en relación con la Constitución) y el
debido proceso sustantivo, propio del principio de razonabilidad (art.
28, CN), aplicable a toda actuación normativa estatal, particularmente
de reglamentación de derechos constitucionales. Por lo tanto dicha
doble exigencia debe presidir todo análisis sobre la constitucionalidad
o no de una norma.
En primer lugar, referida a la exigencia de argumentar, justificar

29 Causa “Verrocchi, Enzo D. c/Poder Ejecutivo Nacional. Administración Nacional

de Aduanas s/Acción de amparo”, del 9-8-99, Fallos: 322:1726.


30 Causa “Badaro, Adolfo V. c/Anses s/Reajustes varios”, del 8-8-2006, Fallos:

329:3089.

24
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

y ponderar, respecto de la adecuación de una norma con la Ley Fun-


damental, aplica la regla de a mayor limitación de derechos, mayor
necesidad de fundamentación y justificación. En segundo lugar, la pues-
ta en cuestión judicial, en el respectivo proceso, que permita determinar,
y en su caso probar, que aquel test de razonabilidad se ha llevado a
cabo y el mismo ha sido satisfactorio. Dicho proceso de inteligibilidad,
como una de las obligaciones de los poderes del Estado, en este caso
el Ejecutivo pero también aplicable al Legislativo, es del todo más
exigible y obliga a mayor compromiso de fundamentación cuanto más
se ha limitado el derecho.
Aplicando estos principios a los supuestos de impugnación cons-
titucional del DNU 70/2023 resultan de recibo las consideraciones ya
formuladas sobre las exigencias específicas y, en la especie, sobre la
necesaria argumentación y justificación en el proceso judicial, lo que
no se encontraría cumplido con la mera remisión a los considerandos
de la propia norma, como intenta el PEN en su calidad de demandado
argumentar al momento de dar respuesta al informe exigido por el
artículo 4º de la ley 26.854, sino con constancias documentales, in-
formes de las respectivas áreas, datos pormenorizados, etcétera, que
revelen la necesaria relación entre la situación de emergencia y las
medidas que se pretenden adoptar.
Dos aspectos más deberían ser incluidos en este examen de los
procedimientos. Uno, referido a las normas que de alguna manera re-
gulan los propios modos de control y aplicación de los decretos de
necesidad y urgencia, la ley específica, 26.122, y la norma que opera
como límites, diferimientos o restricciones a las medidas cautelares
en supuestos de normas inválidas, en este caso la ley 26.854. El otro,
aunque genérico, refiere a la función del Ministerio Público, que ha
quedado expuesta en alguno de los casos judiciales enumerados.
En relación con la regulación de los DNU, la ley 26.122 merece
una profunda crítica en tanto de necesario método de control del Poder
Ejecutivo, conforme las muy restrictivas condiciones de validez de
dichas normas, arbitra como un régimen de tolerancia o diferimiento
asentado en al menos dos cuestiones: una, la exigencia de pronuncia-
miento expreso, tanto de la Comisión Bicameral como de cada una
de las cámaras, y la vigencia del DNU hasta tanto no exista un doble

25
Guillermo Gianibelli

rechazo. El siempre recordado voto particular del juez Petracchi, en


el caso “Verrocchi”, citado, desmenuza la norma del artículo 99, inciso
3º, de la CN, a partir de los antecedentes recabados por la Convención
Constituyente del ’94, y en particular la relación que debería existir,
aún no sancionada la ley respectiva, entre el DNU y el control legis-
lativo. Citando el debate constituyente, se expresa que no se había
adoptado la “fórmula italiana”, ni la “fórmula española”, sino la “fór-
mula Bauzá” (en referencia al jefe de Gabinete de entonces): “Llegaron
a la fórmula criolla que nos impide saber qué pasa luego de que el
ministro coordinador someta a la consideración del Congreso de la
Nación los decretos de necesidad y urgencia. ¡Caso inédito! [...] los
decretos de necesidad y urgencia quedarán atrapados en las relaciones
de fuerza circunstanciales que se den en la Cámara de Diputados”31.
Y completa, mediante el análisis del sistema español de los decretos-
leyes, como una forma de “actuación concurrente” de los dos pode-
res, por lo que el silencio del Congreso no podría ser interpretado
como consentimiento al Poder Ejecutivo, habiendo quedado eliminada
la “triste doctrina sentada en el caso «Peralta»”, que le diera valor
positivo al silencio como expresión del Congreso. La práctica posterior
a la ley 26.122 ha demostrado, lamentablemente, que los postulados
de la reforma constitucional, aun legitimando los DNU, pero estable-
ciendo férreos límites, han quedado desvirtuados en una expansión
irreprimible de la Constitución material.
Similares críticas ha recibido y merece la ley 26.854, tanto que
no hay amparo que no incluya un capítulo destinado al planteo de
inconstitucionalidad de sus normas. Si bien la válvula del artículo 2º,
inciso 2º, referida a medidas cautelares dirigidas a “sectores social-
mente vulnerables acreditados en el proceso, se encuentre compro-
metida la vida digna conforme la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos, la salud o un derecho de naturaleza alimentaria [...]
o un derecho de naturaleza ambiental”, como bien lo destaca el pro-
nunciamiento de la Sala de Feria laboral, permitiría una escapatoria
a los rígidos límites impuestos a dichas medidas de tutela anticipada,

31 Diario de Sesiones, t. III, p. 2680.

26
El sistema de impugnación constitucional de una norma insalvable

lo cierto es que dicha ley se interpone como un recurrente valladar


al momento de exigir dicho anticipo de jurisdicción.
Finalmente, y en relación con la función del Ministerio Público,
recientes dictámenes, en circunstancias que es dable esperar que sus
funcionarios cumplan con el mandato constitucional de “promover la
actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de los intereses
generales de la sociedad” (art. 120, CN), aparecen desfigurando la
misma en una dogmática y conservadora actuación. En efecto, y con-
forme su ley orgánica, corresponde al Ministerio Público representar
y defender el interés público, que no es el de los poderes del Estado,
velando por la observancia de la Constitución Nacional, la verdadera
y más intensa legalidad, y el efectivo cumplimiento del debido proceso
legal (art. 25, ley 24.946). Sin embargo, ante la necesidad del efectivo
e inmediato control de constitucionalidad del DNU 70/2023, que la
Sala de Feria del fuero del Trabajo no resignó, el fiscal general optó
previamente por declinar la competencia en favor del fuero conten-
cioso-administrativo sobre la base de la precedente causa “Observa-
torio”, a la que hemos venido haciendo mención, y el artículo 20 de
la también más arriba cuestionada ley 26.854. Por su parte, el fiscal
de feria en aquel fuero, entendió que, pese a las razones de urgencia
del todo notorias, no procedía la habilitación de feria en buena parte
de las causas a que hemos hecho referencia en la nota 27, por cuanto
la suspensión de funciones judiciales durante la feria es de carácter
obligatorio, y no se ha demostrado el perjuicio que irrogaría la demora
en adoptar la decisión requerida y los motivos de urgencia que la
tornen ineficaz por el mero hecho de que se resuelva en el período
ordinario32.
Y hasta aquí llegamos, en lo que es sin duda un working in progress,
por lo que seguramente habrá unos cuantos capítulos más para volver
a comentar. En todo caso, la actividad jurisdiccional debiera continuar
cumpliendo una función que, hasta lo que aquí relevamos, no sucede
desde el Poder Legislativo, a efectos de excluir del ordenamiento ju-
rídico una norma absolutamente nula e insanable.

32 Dictamen del fiscal Gilligan de fecha 3-1-2024 en la causa “Observatorio”


citada.

27
UN DNU INCONSTITUCIONAL,
INCONVENCIONAL Y ANTIDERECHOS1
por Antonio J. Barrera Nicholson2

Sumario: 1. Introducción. 2. Análisis a la luz de la Constitución Nacional. 3. ¿In-


constitucionalidad de la ley 26.122? 4. El principio de progresividad. 5. Prohibición
de regresividad. 6. Evaluación de las normas regresivas. 7. Análisis desde la pers-
pectiva del artículo 14 bis de la CN. 8. Corolario.

Resumen
En el presente estudio se analiza el DNU 70/2023 desde una pers-
pectiva estrictamente jurídica. Primeramente, desde el plano constitu-
cional, luego desde el plano de la normativa internacional a la que la
Argentina ha adherido y, finalmente, en lo referido al derecho del
trabajo, la violación de la garantía constitucional de protección con-
tenida en el artículo 14 bis de la CN.

1 El núcleo central del presente trabajo fue el aporte del autor al dictamen sobre

el DNU 70/2023 del Instituto de Derecho del Trabajo del Colegio Público de la
Abogacía de Capital Federal, que se pronunció por su inconstitucionalidad e incon-
vencionalidad.
2 Abogado laboralista. Profesor universitario por la UNLP (Argentina). Profesor

titular de posgrado en la Universidad San Carlos de Guatemala. Profesor de posgrado


en la UBA. Exprofesor adjunto por concurso de la materia (UNLP). Miembro honorario
del Foro de Institutos de Derecho del Trabajo de los Colegios de Abogados de la
Prov. de Buenos Aires. Visitante distinguido del Colegio de Abogados y Notarios de
Guatemala. Director honorario del Instituto de Derecho del Trabajo del Consejo de
Abogados de La Rioja. Exdirector del Instituto de Derecho del Trabajo del Colegio
de Abogados de Quilmes (varios mandatos). Miembro del Comité Editorial de la
revista Temas de Derecho del Trabajo (Errepar). Integrante de la Asociación de Abo-
gados Laboralistas y del Instituto de Derecho del Trabajo del Colegio Público de la
Abogacía de la Capital Federal. Creador del Grupo 14 bis.

28
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

1. Introducción
El DNU 70/2023 es inconstitucional, inconvencional y, por añadi-
dura, antiderechos; viola desde un inicio los artículos 1º, 29 y 99,
inciso 3º de la CN.
Para hacer un análisis estrictamente jurídico, evitando considera-
ciones sociológicas, económicas y políticas, es necesario comenzar
por la norma que regula constitucionalmente los requisitos que debe
reunir un decreto de necesidad y urgencia para ser válido.

2. Análisis a la luz de la Constitución Nacional


Dispone el artículo 99, inciso 3º de la CN, en lo pertinente, que
“...El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad
absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo. So-
lamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir
los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción
de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tri-
butaria, electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar
decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos
en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlos, conjunta-
mente con el jefe de gabinete de ministros”.
Sin esfuerzo se puede llegar a algunas conclusiones: a) Como regla
el Poder Ejecutivo nacional no puede emitir disposiciones de carácter
legislativo. Agregándose, con sumo énfasis, que en ningún caso podrá
hacerlo. b) Sólo podrá, excepcionalmente reitera la regla constitucional,
si confluyen circunstancias excepcionales que hicieran imposible seguir
el procedimiento de la sanción de leyes.
Se advierte que el legislador constitucional del ’94 reglamentó el
dictado de DNU, ante el vacío existente en ese momento, de manera
asaz restrictiva; con lo que concuerda en general la doctrina.
Pero, además, si recorremos el artículo 75 de la CN, que define
las atribuciones del Congreso, podemos ver que a lo largo de sus 32
incisos atribuye al Poder Legislativo las incumbencias necesarias para
diseñar el andamiaje jurídico, social y económico en el que se desen-
volverá la República; andamiaje que se completa con los artículos 1º,

29
Antonio J. Barrera Nicholson

5º y 29 entre otros. En ellos no sólo se define la organización política


del país, su régimen de gobierno, sino que se establece claramente
cuál es el poder del Estado en el que recae la función y responsabilidad
de legislar.
Sólo recordar que el Congreso tiene la potestad de dictar los códigos
de fondo, decidir en materia impositiva y coparticipación, fijar el pre-
supuesto de la Nación, emitir moneda, reglar el comercio exterior, el
reconocimiento a los pueblos originarios, proveer lo conducente a la
prosperidad del país, lo conducente al desarrollo humano, promover
medidas de discriminación positiva, entre muchas otras. Todo lo cual
se deberá hacer, por mandato constitucional, mediante leyes.
Tenemos así una doble restricción, la distribución constitucional
de atribuciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo refor-
zado por la prohibición de dictar medidas de carácter legislativo, salvo
casos excepcionales en los que no se pueda seguir el trámite ordinario
de sanción de leyes.
La organización institucional de la República nos lleva, necesaria-
mente, a concluir que la excepción establecida en el artículo 99, in-
ciso 3º de la CN es de necesaria interpretación restrictiva. Muy res-
trictiva.
En ese sentido se ha manifestado la Corte Suprema de Justicia de
la Nación que, en el caso “Verrocchi” (Fallos: 322:1726), ha dicho:
“el texto nuevo es elocuente y las palabras escogidas en su redacción
no dejan lugar a dudas de que la admisión del ejercicio de facultades
legislativas por parte del Poder Ejecutivo se hace bajo condiciones de
rigurosa excepcionalidad y con sujeción a exigencias materiales y for-
males, que constituyen una limitación y no una ampliación de la práctica
seguida en el país, especialmente desde 1989”.
Sobreabunda la Corte cuando afirma que “los constituyentes de
1994 no han eliminado el sistema de separación de las funciones del
gobierno, que constituye uno de los contenidos esenciales de la forma
republicana prevista en el artículo 1º de la Constitución Nacional. En
este sentido, los artículos 23, 76 y 99 revelan la preocupación del
poder constituyente por mantener intangible como principio un esque-
ma que, si bien completado con la doctrina de los controles recíprocos

30
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

que en los diversos órganos se ejercen, constituye uno de los pilares


de la organización de la Nación...”
Sosteniendo, como corolario, que “para que el Poder Ejecutivo
pueda ejercer legítimamente facultades legislativas que, en principio,
le son ajenas, es necesaria la concurrencia de estas dos circunstancias:
1) que sea imposible dictar la ley mediante el trámite ordinario previsto
por la Constitución, vale decir, que las cámaras del Congreso no
puedan reunirse por circunstancias de fuerza mayor que lo impidan,
como ocurriría en el caso de acciones bélicas o desastres naturales
que impidiesen su reunión o el traslado de los legisladores a la Ca-
pital Federal, o 2) que la situación que requiere solución legislativa
sea de una urgencia tal que deba ser solucionada inmediatamente, en
un plazo incompatible con el que demanda el trámite normal de las
leyes”.
Esta doctrina fue afirmada en “Consumidores Argentinos” (Fallos:
333:633) en el que no sólo ratifica la doctrina sentada en “Verrocchi”
sino que además sostuvo que “es atribución de este Tribunal evaluar
el presupuesto fáctico que justificaría la adopción de decretos que
reúnan tan excepcionales presupuestos” y que “la Constitución Na-
cional no habilita a elegir discrecionalmente entre la sanción de una
ley o la imposición más rápida de ciertos contenidos materiales por
medio de un decreto”.
Pero tal vez lo más trascendente en la doctrina de la Corte nacional
es que confirmó la inconstitucionalidad del decreto de necesidad y
urgencia que se analizaba “pues (las) reformas incorporadas por el
Poder Ejecutivo no traducen una decisión de tipo coyuntural destinada
a paliar una supuesta situación excepcional en el sector, sino que, por
el contrario, revisten el carácter de normas permanentes modificatorias
de leyes del Congreso nacional”.
En el caso así resuelto, se trataba de una modificación del régimen
de seguros, si se quiere menor; en el caso del DNU 70/2023 se trata de
la modificación estructural del régimen jurídico más amplio y profundo
del que se tenga memoria en los 40 años de democracia, sólo superado
por el proyecto de la llamada Ley Ómnibus.
¿Si fue inconstitucional un decreto de necesidad y urgencia en un
caso puntual fundado en una alegada situación de crisis, qué otro criterio

31
Antonio J. Barrera Nicholson

se puede asumir cuando lo que se pretende es modificar, con carácter


permanente, la estructura misma de la organización jurídica y las re-
laciones sociales de la Argentina?
No se trata de la imposibilidad de someter el tratamiento de las
reformas que se pretenden al Congreso de la Nación, sino lisa y lla-
namente eludir la participación del órgano constitucional que representa
a las provincias y al pueblo de la Nación...
No existe la urgencia alegada, lo que existe es la pretensión de
obtener la suma del poder público (art. 29, CN) violando la forma
republicana de gobierno (art. 1º, CN).

3. ¿Inconstitucionalidad de la ley 26.122?


La particularidad de que la ley 26.122, reglamentaria del trámite
parlamentario de los DNU, dispone que se requiere el rechazo de las
dos Cámaras del Congreso nacional para derogar un instrumento de
esa naturaleza, nos lleva a la necesidad de analizar su constitucio-
nalidad.
Comenzamos a hacerlo mediante la interpretación de las normas
implicadas conforme sus palabras (art. 2º, CCCN).
El último párrafo del inciso 3º del artículo 99 de la CN dispone:
“Una ley especial sancionada con la mayoría absoluta de la totalidad
de los miembros de cada Cámara regulará el trámite y los alcances
de la intervención del Congreso”.
Producto de dicha manda constitucional, recién a once años y seis
meses de entrada en vigencia del texto constitucional reformado, se
sanciona la ley 26.122.
Son de particular trascendencia para el análisis que se intenta lo
dispuesto por los siguientes artículos.
Artículo 23. Las Cámaras no pueden introducir enmiendas, agrega-
dos o supresiones al texto del Poder Ejecutivo, debiendo circuns-
cribirse a la aceptación o rechazo de la norma mediante el voto de
la mayoría absoluta de los miembros presentes.
Artículo 24. El rechazo por ambas Cámaras del Congreso del de-
creto de que se trate implica su derogación de acuerdo a lo que

32
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

establece el artículo 2º del Código Civil, quedando a salvo los de-


rechos adquiridos durante su vigencia.
Artículo 25. Las disposiciones de esta ley y el curso de los proce-
dimientos en ella establecidos, no obstan al ejercicio de las potestades
ordinarias del Congreso relativas a la derogación de normas de ca-
rácter legislativo emitidas por el Poder Ejecutivo.

Llama la atención que el Congreso nacional, depositario del poder


legisferante de la Nación, no pueda conforme dispone el artículo 23
de la ley introducir enmiendas, agregados o supresiones al texto de
un DNU, cuando, recordemos, el Poder Ejecutivo se encuentra habi-
litado para promulgar parcialmente (o sea suprimiendo partes) las leyes
sancionadas por el Congreso; lo expuesto supone una sustancial alte-
ración a la distribución de los poderes constitucionales.
Dicho claramente, se dispone la modificación de la Constitución
Nacional por una norma de jerarquía inferior y violando lo dispuesto
en su artículo 30.
En línea con lo dispuesto por el artículo recién comentado, el ar-
tículo 25 ratifica la limitación de las facultades del Congreso al recortar
el ejercicio de las potestades ordinarias sólo a la posibilidad de derogar
un DNU, pero no modificarlo.
Si pensamos que sólo puede derogarse lo que se encuentra vigente,
la regla infraconstitucional modifica las potestades constitucionales del
Congreso de la Nación; se pretende impedir, literalmente, que modi-
fique el contenido de un DNU que se encuentre en vigencia. Con lo
cual este tipo de normas adquiriría la calidad de pétrea, condición
ajena a la tradición constitucional argentina.
Pero la norma que más trascendencia ha tenido es la del artículo
24. Lo primero que llama la atención es su alambicada3 redacción.
Tan alambicada que para su cabal comprensión requiere ser tra-
ducida.
“El rechazo por ambas Cámaras del Congreso del decreto de que
se trate implica su derogación” significa que el rechazo de una sola
de las Cámaras supone la aprobación por el Congreso del DNU puesto

3 Alambicada: sutil, complicada, rebuscada. Definición según la Real Academia


Española, 2023.

33
Antonio J. Barrera Nicholson

en su consideración. Lo que, en aras de la claridad y una óptima


técnica legislativa, pudo haberse redactado de manera positiva: la apro-
bación por una de las Cámaras del Congreso tendrá como efecto la
aprobación del decreto de necesidad y urgencia puesto a su conside-
ración.
Pero claro, de esta manera quedaba muy evidente un nuevo cer-
cenamiento de las facultades constitucionales del Congreso.
Adviértase que para sancionar una ley se necesita la voluntad po-
sitiva de las dos Cámaras y para aprobar un DNU, tan sólo de una.
Con lo que aparecen varias incongruencias. En primer lugar, una
facultad del Poder Ejecutivo nacional, extraordinaria, aplicable en casos
realmente extremos, porque altera la distribución constitucional de po-
deres y por lo tanto de interpretación necesariamente restrictiva, tiene
menores exigencias procedimentales que las necesarias para que el
Congreso sancione una ley.
Así, mientras el Poder Legislativo necesita de la voluntad de las
dos Cámaras para ejercer su poder legisferante, al Poder Ejecutivo,
para ejercer una facultad extraordinaria y de interpretación restrictiva,
le basta tan sólo con una Cámara; la ley 26.122 convierte así al Poder
Ejecutivo nacional en un superlegislador en detrimento de las facul-
tades del Congreso.
Como vemos, la suma de los tres artículos en comentario tiene
como efecto la modificación in pejus de las facultades del Congreso
de la Nación en favor del Poder Ejecutivo nacional.
Si recordamos que la finalidad del legislador constitucional fue
reglamentar restrictivamente la facultad de dictar DNU, la reglamen-
tación dada a la norma constitucional contraría frontal y gravemente
dicha finalidad.
En consecuencia, la reglamentación que plasma la ley 26.122 no
respeta (¿traiciona?) la finalidad constitucional de restringir el dictado
de decretos de necesidad y urgencia y, por lo tanto, por ser contraria
y violatoria del texto constitucional, es irrefragablemente inconstitu-
cional.
Resultando, así, inaplicables los artículos 23, 24 y 25 de la ley
reglamentaria del artículo 99, inciso 3º de la CN, el tratamiento del

34
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

DNU en el Congreso de la Nación debe realizarse conforme lo dispone


el resto de la ley 26.122 y las facultades que constitucionalmente le
son atribuidas; primariamente que la consideración por dicho cuerpo
supone la aprobación de ambas Cámaras para la aceptación y vigencia
de los DNU.
Pero, además, el DNU 70/2023, no sólo es inconstitucional sino
también inconvencional. Es decir, viola la normativa internacional. En
particular viola el principio de progresividad.

4. El principio de progresividad
El principio de progresividad se encuentra legislado en diversas
normas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Así lo
encontramos en el artículo 26 de la Convención Americana sobre De-
rechos Humanos, artículo 1º del Protocolo de San Salvador, artículo
2º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo
2.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales, entre otros; además surge del Preámbulo de nuestra Constitu-
ción tanto como del inciso 19 del artículo 75 de la misma (no se
transcriben las normas por razones de espacio).
Por las mismas, los Estados Parte se comprometen, para emplear
la formulación de la Convención Americana, a lograr progresivamente
la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas
económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura. O, en los
términos del PIDESC y del Protocolo de San Salvador, a lograr pro-
gresivamente la plena efectividad de los derechos que se reconocen
en dichos instrumentos.
La Asamblea General de la OEA aprobó en la sesión plenaria del
7 de junio de 2005 las Normas para la confección de los informes
periódicos previstos en el protocolo de San Salvador4, que en su artículo
5.1 contiene el concepto de progresividad.
Dispone la norma: “A los fines de este documento, por el principio
de progresividad se entenderá el criterio de avance paulatino en el

4 Resolución AG/RES. 2074 (XXXV-O/05).

35
Antonio J. Barrera Nicholson

establecimiento de las condiciones necesarias para garantizar el ejer-


cicio de un derecho económico, social o cultural”.
Gialdino, con su proverbial versación en la materia, enseña que
por principio de progresividad5 “habrá de entenderse ‘a la luz del ob-
jetivo general, en realidad la razón de ser, del Pacto, que es establecer
claras obligaciones para los Estados Partes con respecto a la plena
efectividad de los derechos de que se trata. Éste impone así una obli-
gación de proceder lo más expedita y eficazmente posible con miras
a lograr ese objetivo’ (Observación General 3). Es una obligación ‘con-
creta y constante’ de avanzar (Observación General 14, párr. 31), ‘con-
creta y permanente’ (Observación General 13, párr. 44), un deber ‘con-
creto y continuo’ (Observación General 15, párr. 18). La Observa-
ción General 18, El derecho al trabajo, se inserta en esta misma línea
(párrs. 19/20). También lo hacen los Principios de Limburgo (párr.
21), así como las Pautas de Maastricht, a la par que éstas agregan: la
realización progresiva no puede ser invocada por el Estado como pre-
texto para no cumplir con el PIDESC (párr. 8º). Por lo demás, como
lo afirman dichos Principios, el compromiso de realización progresiva
existe independientemente del incremento de los recursos (párr. 23)
y, como lo señalan las pautas, la carga de la prueba de la realización
de tales progresos pesa sobre el Estado (párr. 8º)”.
En cuanto a su efectiva vigencia en nuestro Derecho interno, la
Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado en “Torrillo”6, donde ha
dicho que “los Estados partes ‘deben formular, aplicar y revisar pe-
riódicamente una política nacional coherente destinada a reducir al
mínimo los riesgos de accidentes laborales y enfermedades profesio-
nales’ (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Ob-
servación General Nº 14 cit., párr. 36), lo cual no hace más que dar
especificidad, en uno de los aspectos del ámbito laboral, al principio

5 GIALDINO, Rolando E., Dignidad, Justicia social, Principio de progresividad

y Núcleo duro interno. Aportes del Derecho Internacional de los Derechos Humanos
al Derecho del Trabajo y al de la Seguridad Social, ponencia presentada ante el 3er
Congreso Internacional de Derecho de Trabajo y de la Seguridad Social, Caracas,
2006, Publicado por el Superior Tribunal de Venezuela.
6 CSJN, “Torrillo, Atilio Amadeo y otro c/Gulf Oil Argentina SA y otro s/Daños

y perjuicios”, Fallos: 332:709.

36
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

de progresividad (PIDESC, art. 2.1; ‘Aquino’ cit., ps. 3774/3777, y


‘Milone’, Fallos: 327:4607, 4619) y a ‘la mejora continua de las con-
diciones de existencia’, según reza, preceptivamente, el artículo 11.1
de este último tratado (‘Milone’, ídem). La Convención sobre la Eli-
minación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer con-
tiene un señalamiento en el inciso 3º del artículo 11, vale decir, poco
después del ya citado inciso 1.f de éste relativo a ‘la protección de la
salud y a la seguridad en las condiciones de trabajo’, que no hace más
que recuperar, expressis verbis, estos tradicionales lineamientos”.
En sentido similar también se expresó en “Arcuri Rojas”7, oportu-
nidad en la que sostuvo que “Sería estéril el esfuerzo realizado por el
legislador para cumplir con la obligación establecida en el artículo 1º
del Protocolo Adicional de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (‘Protocolo de San Salvador’), en cuanto exige que los Es-
tados parte adopten todas las medidas necesarias hasta el máximo de
los recursos disponibles para lograr progresivamente la plena efecti-
vidad de los derechos sociales, si por vía interpretativa se sustrajera
de esa evolución a quienes se encuentran en situación de total desam-
paro por aplicación de leyes anteriores que establecían un menor grado
de protección”.

5. Prohibición de regresividad
Gialdino, en la obra citada en el parágrafo anterior, sostiene que
“al unísono [del principio de progresividad], está vedada la marcha
en sentido contrario. En otras palabras, el PIDESC establece, como
regla, la prohibición de retroceso, vale decir, de disminución del grado
de protección que hubiesen alcanzado, en un determinado momento,
los derechos económicos, sociales y culturales, máxime cuando la orien-
tación de aquél no es otra que ‘la mejora continua de las condiciones
de existencia’, según reza, preceptivamente, su artículo 11.1. El artículo
5º del PIDESC, por lo demás, no justificaría un retroceso de la ley
nacional por el hecho de que el tratado no previera el derecho en
juego o lo enunciara en menor grado”.

7 CSJN, “Arcuri Rojas, Elsa c/Anses s/Pensiones”, Fallos: 332:2454.

37
Antonio J. Barrera Nicholson

En el mismo sentido, en el ya citado fallo de la Corte IDH (“Acevedo


Buendía”), el Tribunal sostiene que “103. Como correlato de lo anterior
[la exigibilidad del progreso en el pleno y efectivo goce de los derechos
sociales], se desprende un deber si bien condicionado de no regresi-
vidad [...] Al respecto, el Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de las Naciones Unidas ha señalado que ‘las medidas de
carácter deliberadamente re[gresivo] en este aspecto requerirán la con-
sideración más cuidadosa y deberán justificarse plenamente por refe-
rencia a la totalidad de los derechos previstos en el Pacto [Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales] y en el contexto del
aprovechamiento pleno del máximo de los recursos de que [el Estado]
disponga’. En la misma línea, la Comisión Interamericana ha consi-
derado que para evaluar si una medida regresiva es compatible con la
Convención Americana, se deberá ‘determinar si se encuentra justifi-
cada por razones de suficiente peso’. Por todo lo expuesto, cabe afirmar
que la regresividad resulta justiciable cuando de derechos económicos,
sociales y culturales se trate (ONU, Comité DESC, Observación Ge-
neral Nº 3, apartado 9)”.
Sobre el particular el Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de Naciones Unidas ha señalado que “[c]uando estudie
una comunicación en que se afirme que un Estado Parte no ha adoptado
medidas hasta el máximo de los recursos de que disponga [...] exa-
minará [...] d) [e]n caso de que existan varias opciones en materia de
normas, si el Estado Parte se inclinó por la opción que menos limitaba
los derechos reconocidos en el Pacto”8.
Sobre la prohibición de regreso se manifiestan expresamente los
Principios de Limburgo y las Directrices de Maastricht, instrumentos
dados por el Comité DESC para el análisis y la interpretación del
PIDESC, de insoslayable observancia si se trata de aplicar dicho tratado
en las condiciones de su vigencia.
En el primero de ellos, en el apartado 7 y en consonancia con el
artículo 26 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados,

8 Naciones Unidas, Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, De-

claración sobre la “Evaluación de la obligación de adoptar medidas hasta el ‘máximo


de los recursos de que disponga’ de conformidad con un protocolo facultativo del
Pacto”, E/C.12/2007/1, 38º Período de Sesiones, 21-9-2007, párr. 8º.

38
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

dispone que “los Estados Parte deberán en todo momento actuar de


buena fe en el cumplimiento de las obligaciones que han aceptado
conforme al Pacto”.
En el apartado 49 ordena que “las leyes que limitan el ejercicio
de los derechos económicos, sociales y culturales no serán arbitrarias,
irrazonables o discriminatorias”.
En el apartado 72 se señala que un Estado parte incurre en violación
del Pacto si “incumple intencionalmente una norma mínima interna-
cional de realización ampliamente reconocida y cuya efectividad está
dentro de sus posibilidades/impone una limitación a un derecho reco-
nocido en el Pacto en contraposición con lo estipulado en el Pacto”.
En las Directrices de Maastricht se dispone de manera liminar: “las
consideraciones presentadas [...] se refieren principalmente al Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en ade-
lante ‘el Pacto’). Sin embargo, tienen igual valor en la interpretación
y aplicación de otras normas del derecho internacional y del derecho
interno en materia de los derechos económicos, sociales y culturales”.
En su apartado 15 las Directrices señalan los modos de comisión
por los cuales los Estados Parte pueden violar el Pacto. Son particu-
larmente trascendentes: “(d) La aprobación de cualquier legislación o
política que sea claramente incompatible con las obligaciones legales
preexistentes relativas a estos derechos, salvo cuando esto se hace con
el propósito y efecto de aumentar la igualdad y mejorar la realización
de los derechos económicos, sociales y culturales de los grupos más
vulnerables; (e) La adopción de cualquier medida que sea intencio-
nalmente regresiva y que reduzca el nivel de protección de cualquiera
de estos derechos”.
Más particularmente sobre el derecho al trabajo, la Comisión DESC
ha sostenido, en la Observación General Nº 18, que “Al igual que en
el caso de los demás derechos enunciados en el Pacto, no deben adop-
tarse en principio medidas regresivas en relación con el derecho al
trabajo. Si deben adoptarse deliberadamente cualesquiera medidas re-
gresivas, corresponde a los Estados Partes en cuestión demostrar que
lo han hecho tras considerar todas las alternativas y que están plena-
mente justificadas, habida cuenta de la totalidad de los derechos enun-
ciados en el Pacto y en el contexto del pleno uso de los máximos

39
Antonio J. Barrera Nicholson

recursos disponibles por los Estados Partes (véase la Observación Ge-


neral Nº 3 sobre la índole de las obligaciones de los Estados Partes,
párr. 9º)”9.
Particularizando el juicio al precisar: “Los incumplimientos por
actos de [...] comisión incluyen [...] la aprobación de legislación o de
políticas que sean manifiestamente incompatibles con las obligaciones
internacionales relativas al derecho al trabajo”10.
En cuanto a la Convención Americana, hay una norma que nos
permite sostener la existencia de la prohibición de regresividad. El
artículo 2º de la CADH en cuanto dispone que los Estados Parte se
comprometen a adoptar las medidas internas necesarias para lograr la
efectividad de los derechos y libertades en él establecidas, descarta
ab initio, la posibilidad de dictar medidas de signo contrario. De la
misma manera el artículo 1º, PSS en cuanto obliga a los Estados Parte
a lograr la plena efectividad de los derechos que se reconocen.
En doctrina tratan el tema con particular detalle autores como Abra-
movich y Courtis. Este último, particularmente, en su trabajo La prohi-
bición de regresividad en materia de derechos sociales: apuntes in-
troductorios11, ha desarrollado con detalle esta prohibición de regreso
que venimos describiendo y las consecuencias de su inobservancia.
El autor explica que es posible aplicar la noción de regresividad
a los resultados de una política pública (regresividad de resultados)
(p. 4), pero también informa que “la noción de regresividad puede
aplicarse a normas jurídicas: es decir, se refiere a la extensión de los
derechos concedidos por una norma (regresividad normativa). En este
sentido no empírico sino normativo, para determinar si una norma es
regresiva, es necesario compararla con la norma que ésta ha modificado
o sustituido, y evaluar si la norma posterior suprime, limita o restringe
derechos o beneficios concedidos por la anterior”.
En la ya mentada reglamentación para la confección de informes,
se indica que “Se recuerda que por medidas regresivas se entienden

9Comité DESC, OG Nº 18, párr. 21.


10Comité DESC, OG Nº 18, párr. 32.
11 En COURTIS, Christian (compilador), Ni un paso atrás. La prohibición de

regresividad en materia de derechos sociales, Del Puerto/Cels, Buenos Aires, 2006,


ps. 3/52.

40
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

todas aquellas disposiciones o políticas cuya aplicación signifique un


retroceso en el nivel del goce o ejercicio de un derecho protegido”.
Además, la Corte Suprema nacional ha ratificado los criterios ex-
puestos cuando sostuvo que el Estado tiene “el compromiso (negativo)
de respetar los mentados derechos, lo cual le requiere abstenerse de
tomar medidas que interfieran directa o indirectamente en el disfrute
del derecho al trabajo que hubiese alcanzado un empleado (Observación
General Nº 18 cit., párr. 22). Es evidente que si el Estado ha contraído
la obligación de adoptar determinadas medidas positivas, con mayor
razón está obligado a no adoptar las que contradigan dicha obligación
(Corte IDH, Ciertas Atribuciones de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos [arts. 41, 42, 44, 46, 47, 50 y 51, Convención
Americana sobre Derechos Humanos], Opinión Consultiva OC-13/93,
del 16-7-93, Serie A, Nº 13, párr. 26; Responsabilidad Internacional
por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención
[arts. 1º y 2º, Convención Americana sobre Derechos Humanos], Opi-
nión Consultiva OC-14/94, 9-12-94, Serie A, Nº 14, párrs. 33 y 36).
En todo caso, ha de tenerse muy presente que existe una fuerte pre-
sunción contraria a que dichas medidas regresivas sean compatibles
con el PIDESC, según lo proclama el mencionado Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales en la recordada Observación Ge-
neral Nº 18 (párr. 34), continuadora de la doctrina ya enunciada en
documentos análogos en otras materias (v. gr., Observación General
Nº 14 –párr. 32–, OG 15 –párr. 19–, OG 17 –párr. 27–), así como
también lo ha hecho esta Corte (‘Medina’ cit., p. 259 y sus citas; v.
asimismo: ‘Aquino’ cit., p. 3775, y ‘Silva’ cit., p. 5454). La regresi-
vidad, en suma, ‘contraría los postulados y el espíritu del corpus juris
de los derechos humanos’ (caso ‘Acevedo Buendía’, voto del juez
García Ramírez, párr. 21)”12.
De todo ello se sigue sin esfuerzo que cuando la norma impugnada
limita, restrinja o reduzca la extensión o el sentido de un derecho
social, o le imponga a su ejercicio condiciones que con anterioridad
no debían sortearse, el grado de efectividad del derecho social regla-

12 CSJN, 18-6-2013, A.598.XLIII, C, “Asociación de Trabajadores del Estado


s/Acción de inconstitucionalidad”.

41
Antonio J. Barrera Nicholson

mentado por la norma impugnada será menor al que había alcanzado


en el Derecho interno antes de su sanción y por lo tanto tendrá carácter
regresivo.
Para ratificarnos en el criterio recién expuesto nos permitimos in-
currir en una repetición al transcribir nuevamente los criterios por los
cuales las Directrices de Maastricht identifican violaciones a la prohi-
bición de regreso a través de actos de comisión.
Violaciones mediante actos de comisión (apartado 14).
a) La anulación o suspensión de cualquier legislación que sea ne-
cesaria para seguir ejerciendo un derecho económico, social y cul-
tural que esté vigente en ese momento;
..............................................................................................................
d) La aprobación de cualquier legislación o política que sea clara-
mente incompatible con las obligaciones legales preexistentes rela-
tivas a estos derechos, salvo cuando esto se hace con el propósito
y efecto de aumentar la igualdad y mejorar la realización de los
derechos económicos, sociales y culturales de los grupos más vul-
nerables;
e) La adopción de cualquier medida que sea intencionalmente re-
gresiva y que reduzca el nivel de protección de cualquiera de estos
derechos.

Se concluye que toda práctica o medida (administrativa, legislativa


o judicial) que tenga por efecto disminuir el nivel de protección al-
canzado incurrirá en una violación de la prohibición de regresividad.

6. Evaluación de las normas regresivas


Siendo que las normas regresivas serían aceptadas (en la hipótesis
que estudiamos) sólo excepcionalmente, constituye una regla general
de Derecho que quien pretenda en esas circunstancias que la norma
es constitucional deberá justificarlo.
Sobre el particular enseña Tracy13 que en casos como el que estu-
diamos quien sostenga la validez constitucional de la norma deberá
proporcionar una justificación suficiente.
13
TRACY, Guillermo F., Categorías sospechosas y control de constitucionalidad,
en Lecciones y Ensayos, Nº 89, 2011, p. 195.

42
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

Lo que obliga a una argumentación de tres pasos:


a) Demostrar la existencia de fines sustanciales (y no meramente
convenientes).
b) Que la norma cuestionada promueve efectivamente esos fines.
c) La inexistencia de medios alternativos, menos restrictivos de
los derechos en juego.
Lo expuesto significa que nos encontramos no ya ante una inversión
de la carga de la prueba sino más bien frente a una inversión de la
carga de la argumentación y una verdadera presunción de inconstitu-
cionalidad14.
Significa también que el Estado sólo puede justificar la regresividad
de una medida demostrando: a) que la legislación, pese a implicar
retrocesos en algún derecho, conlleva un avance teniendo en cuenta
la totalidad de los derechos previstos en el Pacto, y b) que ha empleado
todos los recursos de que dispone15.
A todo lo expresado debe agregarse el necesario juicio de propor-
cionalidad de la medida adoptada, lo que significa evaluar la propor-
cionalidad del sacrificio del derecho restringido en comparación con
la importancia del objeto perseguido16.
Estos criterios tampoco son ajenos a nuestro superior tribunal que
hace ya años ha establecido, y lo reitera frecuentemente, que en materia
de derechos sociales rige la regla hermenéutica in dubio pro justitia
socialis a la que le asigna raigambre constitucional, todo ello en el
caso “Berçaitz”17.
Si se concluye que efectivamente la nueva ley es regresiva se de-
termina que, necesariamente, colisiona con la garantía constitucional
de protección (art. 14 bis, CN) en cuanto desprotege; también con el
artículo 75, inciso 23 de la CN, en cuanto una reglamentación regresiva
no asegura el pleno goce y ejercicio de los derechos y garantías re-
conocidos, más bien lo impide o limita, y, además, viola la normativa
citada del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
14 Conf. COURTIS, ob. cit., p. 29.
15 Conf. COURTIS, ob. cit., p. 38.
16 Conf. COURTIS, ob. cit., p. 41.
17 “Berçaitz, Miguel Ángel s/Reclamo por liquidación de haberes jubilatorios”,

Fallos: 315:1854.

43
Antonio J. Barrera Nicholson

7. Análisis desde la perspectiva del artículo 14 bis de la CN


Particularizando el análisis en el Derecho del Trabajo, alertamos
que las normas que se pretenden vigentes violan no solamente el prin-
cipio de progresividad recién analizado sino también, y esto primaria
y principalmente, el artículo 14 bis de la CN.
Adviértase que el texto constitucional dispone que “El trabajo en
sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que ase-
gurarán al trabajador condiciones dignas y equitativas de labor”.
El Código Civil y Comercial de la Nación impone en su artículo
2º, preceptivamente, una serie de técnicas o recursos para la interpre-
tación de la ley. La primera es la palabra, el texto mismo de la ley,
y la segunda, la finalidad de la norma.
La norma es clara en su texto y a él debemos estar; el trabajo
gozará de la protección de las leyes, y éstas asegurarán las condiciones
que se ordenan. La norma contiene lo que en puridad es una verdadera
garantía constitucional de protección, similar al derecho de propiedad,
al de igualdad ante la ley, al de defensa en juicio y a tantos otros en
los que abunda nuestra norma máxima.
Así, ésta constituye una manda al legislador infraconstitucional:
las normas que dicte en el marco de sus atribuciones deben tener el
carácter de protectorias y asegurar las condiciones de dignidad y equi-
dad ordenadas. A lo que debe agregarse que, en función de lo dispuesto
por el inciso 23 del artículo 75 de la CN, la reglamentación que haga
de los derechos y garantías consagrados en ese cuerpo legislativo como
en los tratados de derechos humanos debe asegurar su pleno goce y
ejercicio.
No puede menos que coincidirse en que las disposiciones del DNU
70/2023 no sólo establece condiciones in pejus del nivel de protección
laboral existente sino que además, por tal motivo, resulta desprotec-
torio; minora la dignidad del trabajo y la equidad de las obligaciones
de las partes.
Y, desde esta perspectiva, si las normas en análisis (ahora el DNU)
no resultan protectorias y no aseguran condiciones de trabajo suficientes
o, más genéricamente, disminuyen el nivel de protección alcanzado,
no cumplen con la manda constitucional, con lo que, utilizando el

44
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

segundo recurso interpretativo (la finalidad de la norma), está claro


que no se cumple con el carácter protectorio que por mandato cons-
titucional deben tener las normas laborales. En consecuencia, al no
cumplirse con dicho mandato, la norma no pasa el test de constitu-
cionalidad, correspondiendo así declararlo.
Es el momento de recordar que la Corte, en el ya citado fallo
“Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Estibadores” sostuvo:
“En cuanto a esto último cabe recordar que, inclusive, en el precedente
de Fallos: 327:3753 (cfr. considerando citado) fueron mencionadas las
palabras del miembro informante de la Comisión Redactora de la Asam-
blea Constituyente de 1957 sobre el destino que se le deparaba al
proyectado artículo 14 bis, a la postre sancionado. Sostuvo en esa
oportunidad el convencional Lavalle que ‘un gobierno que quisiera
sustraerse al programa de reformas sociales iría contra la Constitución,
que es garantía no solamente de que no se volverá atrás, sino que se
irá adelante’ (Diario de Sesiones de la Convención Nacional Consti-
tuyente, Año 1957, Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación,
1958, t. 11, p. 1060)”.
Resulta también necesario considerar lo dispuesto por el primer
párrafo del inciso 23 del artículo 75 de la CN, en cuanto ordena legislar
y promover medidas de acción positiva para garantizar la igualdad de
oportunidades y trato y el pleno goce y ejercicio de los derechos re-
conocidos por la Constitución Nacional y por los tratados internacio-
nales vigentes sobre derechos humanos.
Sobre el particular, Lorenzetti18 sostuvo “Que un principio de jus-
ticia que goza de amplio consenso es aquel que manda desarrollar las
libertades y derechos individuales hasta el nivel más alto compatible
con su igual distribución entre todos los sujetos que conviven en una
sociedad dada, así como introducir desigualdades excepcionales con
la finalidad de maximizar la porción que corresponde al grupo de los
menos favorecidos (Rawls, John, A theory of Justice, 1971, Harvard
College). Estos principios son recibidos en la Constitución Nacional,
al establecer la regla de la igualdad (art. 16) y, justificar la distribución
diferenciada a través de medidas de acción positiva destinadas a ga-

18 CSJN, “Itzcovich”, Fallos: 328:566, su voto, considerandos 10, 11 y 12.

45
Antonio J. Barrera Nicholson

rantizar la igualdad real de oportunidades y el pleno goce de los de-


rechos reconocidos por la Carta Magna y los tratados internacionales
vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños,
las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad (art. 75, inc.
23, párrafo 1º). Que estos principios de igualdad democrática y de
diferencia con finalidad tuitiva de los sectores referidos deben ser res-
petados por el legislador. Que la calificación constitucional de los
ancianos como un grupo particularmente vulnerable, incorpora una
regla hermenéutica que no se compadece con la introducción de dife-
rencias que, lejos de protegerlos, desmejoran su posición jurídica. Que
la norma cuya constitucionalidad se examina constituye una diferencia
negativa en perjuicio del grupo constituido por las personas ancianas
en el ámbito de las acciones judiciales”.
Si se advierte que las personas que trabajan también constituyen
un grupo particularmente vulnerable, el cual es protegido mediante la
legislación laboral que parte justamente de la existencia de esa vul-
nerabilidad (art. 17 bis, LCT), es obvio que se encuentran alcanzados
por la regla hermenéutica enunciada por Lorenzetti. No es aceptable
la introducción de diferencias, sean legislativas o interpretativas, que
lejos de protegerlos desmejoran su posición jurídica.
La Corte se ha manifestado en similar sentido al afirmar que “el
trabajador es sujeto de ‘preferente tutela constitucional’ (‘Vizzoti’, Fa-
llos: 327:3677, 3689 y 3690 –2004–; ‘Aquino’, Fallos: 327:3753, 3770
y 3797 –2004–; ‘Pérez, Aníbal Raúl c/Disco SA’ cit., p. 2055), y goza
de la ‘protección especial’ del Estado, según lo expone la Carta In-
ternacional Americana de Garantías Sociales, adoptada como Decla-
ración de los Derechos Sociales del Trabajador (art. 2.a), la cual ampara
a los trabajadores ‘de toda clase’ y sirve para la adecuada interpretación
y el desarrollo de las normas de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre (‘Ascua’, Fallos: 333:1361, 1369/1370
–2010–)”19.
Que dicha regla hermenéutica, en consecuencia, resulta de plena
aplicación en nuestra materia y en el sub judice en particular.

19
CSJN, “Asociación de Trabajadores del Estado s/Acción de inconstitucionali-
dad”, Fallos: 336:672.

46
Un DNU inconstitucional, inconvencional y antiderechos

8. Corolario
Vemos así que el DNU 70/2023 resulta ser inconstitucional desde
lo formal y en lo sustancial, y además, es inconvencional por violación
del principio de progresividad, razón por la cual se constituye en
general inaplicable, y particularmente en lo referente a su capítulo
laboral.

47
LA INCONSTITUCIONALIDAD DEL DNU 70/2023
POR SUS “INCONSECUENCIAS LIBERALES”:
ALGUNAS IMPLICANCIAS EN LAS RELACIONES
INDIVIDUALES DEL TRABAJO
por Nicolás Alejandro Occhi1

Sumario: A. Vigencia y planteos de inconstitucionalidad “en el rostro”. B. Inconsis-


tencias normativas. 1. Deudas de dinero, indexación monetaria e intereses. a) No-
minalismo monetario. b) Remuneraciones “sin curso legal”. c) Indexación del
crédito laboral. d) El “plan de pagos”. 2. Registro laboral. 3. Irrenunciabilidad.
C. Conclusiones.

A. Vigencia y planteos de inconstitucionalidad “en el rostro”


No importa el destino del DNU 70/2023 en el Congreso de la
Nación. Su precipitación al cabo de 10 días de mandato de un nuevo
presidente, su sobredimensión a casi todas las disciplinas jurídicas (al
igual que su sucedánea “Ley Ómnibus”) y su abierto desdén al repu-
blicanismo, harán de este decreto un obligado capítulo oscuro de la
historia del Derecho argentino.
De acuerdo a nuestro institucionalizado hiperpresidencialismo de
la ley 26.122, está fuera de cuestión que el DNU está vigente para un
1 Abogado y doctorando (UNR). Magíster en Derecho del Trabajo y Relaciones

Laborales Internacionales (UNTREF). Especialista en Derechos Humanos Laborales


y Derecho Trasnacional del Trabajo (Universidad de Castilla-La Mancha, España,
becado por la UNR). Codirector de la Carrera de Especialización en Derecho del
Trabajo (UNR). Docente de grado –por concurso– de “Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social” (FDER-UNR). Abogado relator del Juzgado Laboral Nº 10 de Ro-
sario. Exprosecretario de la sala III de la Cámara de Apelación en lo Laboral de
Rosario. Medios de contacto: nicolas.occhi@fder.unr.edu.ar, https://www.linkedin.com/
in/nicol%C3%A1s-occhi-b13849236/ o https://bdp.academia.edu/nicolasocchi.

48
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

número indeterminado de casos porque el rechazo del DNU por ambas


Cámaras del Congreso implica una derogación a partir de su publicación
oficial “...quedando a salvo los derechos adquiridos durante su vigen-
cia” (art. 24 de la ley 26.122 que remite al art. 2º del Código Civil,
sustituido por el art. 5º del CCCN). La derogación de todas las “multas
laborales” son el más poderoso incentivo para que los trabajadores
precarizados amanezcan con telegramas de despidos desde el 29-12-
2023, ya que los empleadores en situación de incumplimiento alegarán
como “derecho adquirido” a este verdadero indulto presidencial. El
menos pragmático de los abogados debería recomendar despedir a todo
informal.
Ésta es la primera inconsecuencia teleológica ya que los conside-
randos del DNU invocan como razón de urgencia a que el “empleo
informal super[a] al formal en un 33%” (sic; siempre asumiendo que
la motivación psicológica se corresponde con el fundamento alegado).
Para ser riguroso, coincido con el DNU respecto a que la ley 24.013
y la ley 25.323 “no han podido revertir el problema de la informa-
lidad”, pero esa afirmación en soledad es una falacia porque de “ese
hecho demostrado” no se sigue que la abrogación vaya a aumentar
“el empleo formal”, sino más bien desocupar a los más marginados
de la protección laboral. Dicho más epistemológicamente: “la ausencia
de prueba no es prueba de ausencia” (argumento ad ignorantiam)2.
Ni en el pasado se probó que la falta de indemnizaciones por clan-
destinidad influya en la ocupación y, científicamente, no podríamos
pronosticar que sus derogaciones vayan a generar puestos de trabajo
dependientes.
Sin embargo, la inconsecuencia axiológica es la que explica la
avezada ilegalidad de todo el conjunto normativo. El DNU fue deno-
minado “Bases para la reconstrucción de la economía argentina”, an-
ticipando la identificación del presidente “libertario” con Juan Bautista
Alberdi en todas sus iniciativas. Como considero al prócer tucumano
un “padre fundador”, me duele que su apostolado haya sido tan ma-
nipulado perniciosamente. Alberdi dedicó el Capítulo XII de las “Ba-

2 ETALA, Carlos A., Diccionario jurídico de interpretación y argumentación,


Marcial Pons, Buenos Aires, 2016, ps. 32/33.

49
Nicolás Alejandro Occhi

ses” a refutar la monarquía como modelo para América y postula la


república con su consabida división de poderes para que no se termine
en la frase adjudicada a Bolívar: “Los nuevos Estados de la América
antes española necesitan reyes con el nombre de presidentes”3. En tan
sólo 10 días, el asumido presidente ha traicionado el legado liberal,
preferido la solución monárquica y se arroga mutilar 12 leyes laborales
a su simple firma invocando “seguridad jurídica laboral”, mientras
perpetra la “nulidad insanable” de que la fortuna de los argentinos
quede a merced de una persona (art. 29, CN). No por nada, el inol-
vidable Carlos Santiago Nino –asesor jurídico de Alfonsín en el retorno
de la democracia– concluye que la decadencia argentina se debe a
“...la tendencia a la ilegalidad, o a la anomia en general, en el resto
de la sociedad [que] tiene ejemplo e inspiración en el manejo del
poder público”4. Es el mismísimo representante del Estado quien viola
la Ley Suprema de la República Argentina.
Acontece, así, el “efecto cobra” y en vez de “seguridad jurídica”
tendremos su reverso: la anomia cuya nulidad generará litigios por
doquier. Cada caso será controversial y la suerte estará librada a la
“razón de la fuerza” en lugar de la “fuerza de la razón”. Por supuesto,
las probabilidades económicas son más desfavorables para los depen-
dientes de su fuerza de trabajo. Ante tales agravios para los casos
concretos posteriores al 29 de diciembre de 2023, y a falta del per
saltum para que la CSJN invalide al DNU y cuestione la ley 26.122
en adelante, cabe volcarse por la declaración de inconstitucionalidad
en abstracto y de puro derecho, y más que nunca “de oficio”.
Hasta aquí no hice digresiones; el Derecho del Trabajo no tiene
nada para decir sobre el DNU 70/2023 si primero no vuelve a abrevar
en las fuentes del Derecho. Nuestra Constitución liberal fue esculpida
a semejanza de la estadounidense y en esas tierras “un tribunal judicial
puede declarar que la norma impugnada resulta inaplicable no sola-
mente para el caso concreto sino en toda circunstancia. Esto es lo
que la doctrina estadounidense denomina «declaración de inconstitu-

3 ALBERDI, Juan Bautista, Bases y puntos de partida para la organización política

de la República Argentina, Ulrica, Rosario, 2004, p. 50.


4 NINO, Carlos Santiago, Un país al margen de la ley: estudio de la anomia

como componente del subdesarrollo argentino, Emecé Editores, Buenos Aires, 1992.

50
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

cionalidad on its face»”5. Esta declaración es admisible: “Cuando la


norma impugnada es overbroad, o sea, cuando la norma tiene tanto
aplicaciones constitucionales como inconstitucionales, pero existen ra-
zones de política constitucional (‘constitutional policy’) que desacon-
sejan ir delimitando los contornos constitucionales de la norma caso
por caso y llevan a que el tribunal declare la inaplicabilidad total de
la norma, es decir, su inconstitucionalidad «facial»”6. Los autores es-
pecifican que la jurisprudencia de la Corte Suprema estadounidense
predica esta invalidez “en el rostro” cuando la normativa “tiene de-
masiadas aplicaciones potencialmente inconstitucionales (es decir, la
norma sería inconstitucional en la mayor parte de los casos en que
resultase aplicable)”7.
Estas consideraciones históricas y constitucionales son radicales
para la impugnación de toda esta reforma decimonónica. Ya es harto
sabido que la Corte federal ha adoctrinado desde “Consumidores argen-
tinos” que la facultad de dictar un DNU es admitida en condiciones de
rigurosa excepcionalidad para limitar y no para ampliar el sistema
presidencialista8. Desde allí que es deber del juez laboral controlar la
existencia del estado de necesidad y urgencia: “El texto de la Constitu-
ción Nacional no habilita a elegir discrecionalmente entre la sanción de
una ley o la imposición más rápida de ciertos contenidos materiales por
medio de un decreto”9. Julián De Diego apoya esta última solución
expedita por un DNU ya que el presidente hace una reforma laboral
mientras retiene “capital político”. Pero es eso, un argumento político
aunque inadmisible jurídicamente como bien le refuta Ackerman10.
5 RIVERA (h), Julio César y LEGARRE, Santiago, Los efectos de la declaración

de la inconstitucionalidad en los Estados Unidos y la Argentina, en Lecciones y


Ensayos, 2009, roè. 86, p. 330.
6 RIVERA (h) y LEGARRE, Los efectos de la declaración de la inconstitucio-

nalidad en los Estados Unidos y la Argentina cit.


7 Íd., nota 33.
8 CSJN, 19-5-2010, “Consumidores Argentinos c/EN. PEN. Dec. 558/2002-SS.

Ley 20.091 s/Amparo”.


9 MARIANELLO, Patricio, ¿Puede un decreto de necesidad y urgencia derogar

una ley?, en Supl. Esp. Decreto de desburocratización y simplificación (febrero), del


28-2-2018, p. 9.
10 Debate radial recuperado el 25-1-2024 de https://ar.radiocut.fm/audiocut/ma-

rio-ackerman-y-julian-diego-en-toma-y-daca/.

51
Nicolás Alejandro Occhi

A mi comprender, un argumento incontestable sobre la falta de


urgencia del DNU 70/2023 es la casi simultánea convocatoria presi-
dencial del Congreso de la Nación a Sesiones Extraordinarias11 por
asuntos como acuerdo de promoción de inversiones con los Emiratos
Árabes Unidos o la “Ley de Reforma de Funciones del Estado” (Anexo
I del decreto 76/2023, B. O. del 26-12-88). En ese orden de ideas,
¿qué impedía tratar una reforma laboral tan abarcadora si se pueden
debatir otras legislaciones entre el mismo 26 de diciembre al 31 de
enero? Ninguna otra cosa que no sea el ejercicio antirrepublicano del
poder omnímodo, porque la reforma del Estado no es ley electoral o
impositiva que prohíbe expresamente el dictado de un DNU (art. 99,
inc. 3º, CN). El DNU ya no tiene sustento jurídico desde que busca
ser ratificado por la “Ley Ómnibus”12 que obtuvo dictamen de mayoría
el 24-1-2024, en las mismísimas Sesiones Extraordinarias.
Caracterizar al DNU como un acto de inconstitucionalidad “en el
rostro” permite sostener que el presidente ha avasallado al Congreso
por la notoria falta de urgencia, porque se podía debatir en Sesiones
Extraordinarias, lo que conlleva que estamos ante una cuestión de
“puro derecho” declarable de oficio por el juez, a diferencia de los
casos donde la invalidación requiere debate de hechos y pruebas13.
Esta premisa aparece central ya que la jurisprudencia laboral de la
Corte había sentado una aplicación restrictiva de la declaración oficiosa
en “Mansilla”, exigiendo “actividad probatoria para demostrar que la
norma desconocía o restringía un derecho”14. Sin embargo, precisa-

11 Nota del autor: este artículo fue originalmente escrito el 26-12-2023, advirtiendo

que no se ha plagiado este razonamiento del voto de la Dra. García Vior en CNAT,
Sala Feria, 4-1-2024, “CTA c/Estado Nacional s/Acción de amparo”, expte. 56.687/
2023.
12 Así se ha dado a conocer vulgarmente al proyecto de ley “Bases y puntos de

partida para la libertad de los argentinos”. Recuperado el 25-1-2024 en https://www.


hcdn.gob.ar/prensa/noticia/OBTUVO-DICTAMEN-DE-MAYORIA-EL-PROYECTO-
DE-BASES-Y-PUNTOS-DE-PARTIDA-PARA-LA-LIBERTAD-DE-LOS-ARGEN-
TINOS/.
13 RAMÍREZ BOSCO, Luis, La declaración de inconstitucionalidad oficiosa en

materia laboral, en D. T. 1983-B.


14 CSJN, 6-3-2014, “Mansilla, Carlos Eugenio c/Fortbenton Co. Laboratories SA

y otros s/Despido”, Fallos: 337:179.

52
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

mente, la jurisprudencia laboral sucesiva anuló una sentencia por no


hacer lugar a la inconstitucionalidad del artículo 48 de la ley 23.551;
planteo que recién había sido introducido en la apelación ante la se-
gunda instancia15. Con lo cual, hay antecedentes para sostener que la
impugnación de inconstitucionalidad de “puro derecho” puede ser in-
troducida hasta en la segunda instancia o, lo que es lo mismo, ya
trabada la litis.
Corolario de la “inconstitucionalidad facial” es que los operadores
judiciales deben abandonar la filosofía dogmática de que la declaración
de inconstitucionalidad es siempre la ultima ratio16, porque acá estamos
frente a un decreto del PEN, y no la construcción democrática de una
ley en sentido formal (representativa). Por supuesto, todo sin perjuicio
del más adecuado planteo oportuno de la parte interesada en la demanda
que permitirá la mejor alegación, defensa del demandado y conjura
de que se arguya “confiscación de la propiedad”. Es que, precisamente
por el fallo “Mansilla”, un importante límite al control de constitu-
cionalidad oficioso –derivado del iura novit curia– será la congruencia
procesal que impide condenar extra petita. A tenor de las múltiples
derogaciones del DNU, será el abogado laboralista quien no deberá
olvidar pretender las indemnizaciones y multas ahora abrogadas: in-
demnizaciones de las leyes 24.013 y 25.323, o de los artículos 80 y
132 bis de la LCT.
Más todavía, otro rubro a cuestionar especialmente es la derogación
de la indemnización agravada en el régimen estatutario de casas particu-
lares (art. 50, ley 26.844), puesto que ya estamos ante un caso de
“desviación de poder”. Por definición legal, el empleador de ese ordena-
miento no puede ser empresario (art. 3º, inc. f), lo que desnuda que el
DNU es literalmente innecesario aun suponiendo la propensión a incre-
mentar el empleo, ya que no hay relación de causalidad entre los
considerandos sobre la ley 24.013 y la 25.323 con la desaparición de la
protección de trabajadores hipervulnerables cuya carga tributaria es una
mínima “monocontribución” que no variará la demanda de trabajo. Es
autoevidente el abuso del poder en favor de empleadores espurios.
15 CSJN, 11-12-2014, “Codina, Héctor c/Roca Argentina SA s/Ley 23.551”, voto

mayoritario de Lorenzetti, Maqueda y Zaffaroni, considerandos 3º y 4º.


16 CSJN, “Cine Callao”, Fallos: 247:121.

53
Nicolás Alejandro Occhi

B. Inconsistencias normativas
1. Deudas de dinero, indexación monetaria e intereses
a) Nominalismo monetario
El DNU principia con el severo riesgo de hiperinflación, lo que
me lleva a remarcar que sustituye el artículo 1199 del CCCN para
fijar que en locación de inmueble no será de aplicación “...el artículo
10 de la ley 23.928” (art. 257, DNU 70/2023). En otras palabras, el
DNU da por sentada la vigencia de la prohibición de indexación de
la Ley de Convertibilidad del Austral: no está autorizada “la indexación
por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier
otra forma de repotenciación de las deudas...” (art. 10, ley 23.928).
Esta enmienda es importante porque cierta doctrina y jurisprudencia
laboral postulan que dicha prohibición había perdido vigencia cuando
la emergencia de la ley 25.561 dejó de ser prorrogada. En síntesis, la
interpretación sistemática del nuevo artículo 1199 llevaría a que la
excepción ratifica la regla legal del nominalismo17 en Argentina. Cues-
tión no menor porque en base al nominalismo, la CSJN había declarado
constitucional la prohibición de indexación del crédito laboral18.
La opción por el nominalismo está ratificada explícitamente en el
artículo 250 del DNU que sustituye el artículo 765 del CCCN para
conceptualizar a la obligación de dar dinero como aquella en la que
“...el deudor sólo se libera si entrega las cantidades comprometidas
en la moneda pactada. Los jueces no pueden modificar la forma de
pago o la moneda pactada por las partes”. El artículo 251 del DNU
sustituye al artículo 766 del CCCN para que el nominalismo abarque
a monedas que no sean el peso, que (todavía) es la única de curso
legal “forzoso”.

17El apostolado de esta corriente es que la moneda siempre tenga la misma


eficacia extintiva de las obligaciones de dinero, respondiendo predominantemente al
valor seguridad, por sobre cualquier otro. OCCHI, Nicolás A., ¿El Código Civil y
Comercial como posible simbionte del trabajador?: Prospectiva de los siniestros la-
borales como deudas de valor en moneda extranjera, en Revista Derecho del Trabajo,
Año IV, Nº 11, Ediciones Infojus, noviembre de 2015, ps. 95/116.
18 CSJN, 8-11-2016, “Puente Olivera, Mariano c/Tizado Patagonia Bienes Raíces

del Sur SRL s/Despido”.

54
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

b) Remuneraciones “sin curso legal”


Ese nuevo escenario legal tiene implicancias directas en dos ins-
titutos laborales vitales: la remuneración y la indexación. En el primer
caso, estimo que será argumentable que el salario podrá convenirse
enteramente en criptoactivos sin que pueda considerarse que dicha re-
tribución sea complementaria (art. 105, LCT) o que pueda ser calificada
como “en especie”. En síntesis, la utilización de criptoactivos sería
“remuneración en dinero”, sin que sean aplicables los límites de la “re-
muneración en especie”, como el tope de imputación del 20% sobre el
total de la remuneración; es más, los nuevos artículos 765 y 766 del
CCCN podrían llevar a que los CCT negocien remuneración en una o
más especies de criptomonedas (art. 107, LCT), lo que no sería de ex-
trañar para informáticos acostumbrados a estos acuerdos individuales.
La cuestión no es baladí porque no se avistan límites a qué se
considera “una moneda sin curso legal” ni se excluyen los “criptoac-
tivos”, lo que llevaría a que un empleador pudiese imponer en un
contrato individual una “criptomoneda” de alta fluctuación con poten-
cial detrimento del salario del trabajador. Por imposibilidad de exten-
derme, basta pensar en las fluctuaciones de los Bitcoins (BTC) o Ethe-
reum (ETH). Pero es mucho más volátil si se pagase con altcoins. A
decir verdad, las criptomonedas estables (stablecoins) como el Tether
o DAI tampoco serían una garantía ya que al no ser de curso legal,
el trabajador debería perder periódicamente una porción de su salario
en la comisión por conversión a pesos o dólares.
La volatilidad de estos “activos financieros” amerita que la doctrina
y jurisprudencia laboral interpreten en forma restrictiva el nuevo ré-
gimen monetario para proteger la integridad de la remuneración. El
laboralismo debería diferenciar las divisas de países extranjeros –in-
cluyendo las futuribles monedas digitales de bancos centrales (CBDC)–
del pago de otros criptoactivos sin regulación de un Estado, que se-
guirían encuadrando como “pago en especie” por depender de una red
descentralizada a escala global.

c) Indexación del crédito laboral


En el mismo orden de ideas, tocante al instituto de todos los créditos

55
Nicolás Alejandro Occhi

laborales, tenemos al artículo 84 del DNU que sustituye al actual ar-


tículo 276 de la LCT incluso en su acápite, que pasa de Actualización
por depreciación monetaria a Actualización “y repotenciación” de los
créditos laborales por depreciación monetaria. La norma tiene una
construcción tan ambigua que no puede más que perjudicar al traba-
jador: “Los créditos provenientes de las relaciones individuales de tra-
bajo serán actualizados y/o repotenciados y/o devengarán intereses”.
El artículo ya no tiene el verbo “actualizar” sino que se le incorpora
“repotenciar”19 sin indicar efecto distintivo. Para peor, se adiciona “de-
vengar intereses”, que son “accesorios” por antonomasia y nada tiene
que ver con indexar un “crédito” que es la obligación principal20.
Sin embargo, lo más inconcebible es la utilización duplicada de
las conjunciones “y/o” que genera ambigüedades peligrosas. Las po-
sibles interpretaciones literarias entrañan riesgos múltiples: a) indexar
por índices inferiores a la inflación y sin contemplar ningún interés;
b) indexar/repotenciar y adicionar intereses de alguna clase (ya que
no distingue si serían “compensatorios” o “moratorios”); c) no in-
dexar/repotenciar y sólo contemplar intereses compensatorios “y/o”
moratorios sin ninguna especificación. Las variables más agoreras no
son descabelladas en jurisdicciones donde el Estado es el deudor, como
en la Provincia de Buenos Aires.
La textura abierta de la norma todavía puede pauperizar más al
trabajador. El originario artículo 276 de la LCT tenía en vista que el
juez aplicara de oficio la actualización para que el capital acompasase
el índice de los precios al consumidor o, en otras palabras, derogaba
el “nominalismo” para establecer un piso de orden público laboral.
La nueva reducción excepciona el “nominalismo” de la “convertibilidad
del austral” pero no implica necesariamente el “valorismo”21. Tanto

19Puede deducirse que refiere a incrementar un crédito por encima de un índice


de actualización, pero tampoco habría reglas de cómo lo mandaría a hacer el juez.
20 CORNAGLIA, Ricardo J., Una falsa antinomia. Indexación versus intereses,

en D. T. 2003-A-639.
21 La corrección de una deuda por un coeficiente no se equipara al beneficio

teórico de la deuda de valor: “...la fijación de la deuda ‘a valores actuales’ no importa


actualización monetaria, porque el reconocimiento de esta categoría de obligaciones
(de valor) supera aquel problema, ya que no es el dinero sino un valor a que tiene

56
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

es así que el nuevo segundo párrafo del artículo se dedica a fijar un


tope a la actualización de intereses del crédito alimentario: “La suma
que resulte de dicha actualización y/o repotenciación y/o aplicación
de intereses en ningún caso podrá ser superior a la que resulte de
calcular el capital histórico actualizado por el Índice de Precios al
Consumidor (IPC) con más una tasa de interés pura del 3% anual”.
Literalmente, el párrafo tercero cierra con que la “disposición es
de orden público federal” para todo juez o autoridad administrativa
que, de oficio, deben custodiar que el crédito no supere la indexación
por inflación (IPC) más un interés compensatorio del 3% anual (tasa
pura). De atrás para adelante, empiezo a reprochar la redundancia de
declarar que una ley sustantiva nacional es “federal”, en particular
porque delata nuevamente el espíritu autoritario de una normativa pre-
tendidamente liberal. Pero las otras conclusiones son las relevantes y
temerarias.
El doblete de las conjunciones alternativas “y/o” permitirían que
los jueces no apliquen el “valorismo” y se limiten a fijar accesorios,
y que aunque quieran acumular ambas opciones, no puedan condenar
más que a “la actualización por inflación junto a intereses compensa-
torios”. En síntesis, bajo el ropaje de la actualización laboral, se avala
la eventual supresión de “intereses moratorios” debido a que el histórico
criterio judicial de “tasa pura + 8%” eran “intereses compensatorios”
podría topear a los moratorios. En la mejor de las hipótesis, el trabajador
tiene una tasa positiva anual del 3%, sin derecho a otro resarcimiento.
Como si hubiera que agradecer “que no te devalúen” el crédito ali-
mentario.
Por el mismo tope, la reforma excluye eventualmente la capitali-
zación desde la notificación de la demanda laboral (art. 770, inc. b,
CCCN). El anatocismo no tendría cortapisas sólo cuando se incum-
pla la sentencia judicial (ídem, inc. c) y –adelanto– ello sólo será
pasible en caso de que se condene a una persona jurídica porque las

derecho el acreedor, y sólo para liquidar será preciso tener presente el valor de cambio
de la moneda que se utilizará al momento de pago. En la obligación de valor no se
‘indexa’ ni se ‘reajusta’ nada. Sólo se determina cómo se paga un valor debido”
(FORMARO, Juan J., Incidencias del Código Civil y Comercial: Derecho del Trabajo,
Hammurabi, Buenos Aires, 2015, p. 104).

57
Nicolás Alejandro Occhi

humanas (y las Pymes) tienen derecho a pagar las sentencias en cuo-


tas mensuales consecutivas.
Ahora bien, como la norma se limita a la “repotenciación” e inte-
reses, entiendo que no deroga ni torna inaplicable el interés punitorio
–mucho más específico– del artículo 275 de la LCT cuando se com-
prueba la conducta maliciosa o temeraria del empleador.

d) El “plan de pagos”
Ya anticipé mi opinión de que el DNU 70/2023 va a precipitar
despidos por la derogación de indemnizaciones por “clandestinidad
laboral”. El segundo factor de litigiosidad va a ser el incentivo de
litigar los juicios “hasta las calendas griegas” porque nunca se adeudaría
más que “la inflación” (IPC) y la tasa sumada del 3% anual. Hasta
el menos avezado de los empresarios podría prever los juicios mediante
la renovación de depósitos en “plazo fijo UVA”, sin casi incentivo
para una transacción que no sea “a la baja” del crédito laboral, que
ya sería insignificante “sin las multas”.
En este apartado me dedico brevemente al tercer y más importante
factor de mora que será causa de lo que se tildará nueva y arteramente
como “industria del juicio”. Me refiero al artículo 85 del DNU que
incorpora un nuevo párrafo al artículo 277 de la LCT: “Las personas
humanas y las personas jurídicas alcanzadas por la Ley Nº 24.467,
ante una sentencia judicial condenatoria, podrán acogerse al pago
total de la misma en hasta un máximo de doce (12) cuotas mensuales
consecutivas, las que serán ajustadas conforme la pauta establecida
en el artículo 276 de la presente Ley”.
En primer lugar, el Derecho Societario va a estar conminado a
examinar quiénes se verían interesados en acumular capital mediante
personas jurídicas cuando toda “persona humana” –sin ninguna dis-
tinción patrimonial según la ley– puede pagar una condena judicial
declarativa (retroactiva) “hasta” en 12 cuotas. Véase que a diferencia
de la ley 24.467 –que remite a parámetros objetivos de lo que es una
Pyme– no hay calificativos al ser humano. Se incurre en legislar el
“plan de pago” como un auténtico derecho humano del empleador
moroso.

58
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

En segundo lugar, la extensión del artículo 276 a la liquidación


judicial en cuotas implica necesariamente que no opere la capitalización
salvo que el deudor no pagase alguna de las cuotas autorizadas. Tam-
poco se prevé si la mora en el pago de una cuota apareja la “cancelación
del plan de pagos”.
En tercer término, la legística es paupérrima porque imputa el de-
recho de pagar “hasta en doce cuotas mensuales consecutivas”, sin
indicar si la cantidad será valorada por el juez o si es una mera facultad
del deudor.
En cuarto lugar –siguiendo esta reducción al absurdo– el juez no
podría llevar a cabo la ejecución del deudor hasta que no pague alguna
de las cuotas, generando mayores posibilidades de insolvencia de la
“persona humana o las Pymes”. Por último, lo que se instituye –con-
ceptualmente– es la diferente gradación de protección laboral de las per-
sonas de acuerdo a la naturaleza jurídica del empleador, reminiscencia
del invocado marco regulatorio de la “pequeña y mediana empresa”
(B. O. del 28-3-95), propio de la flexibilización laboral de los ’90.
Estos comentarios son meramente exploratorios y es por eso que
apoyo mi exégesis en criticar las absurdas consecuencias jurídicas,
insostenibles desde la lógica de los principios laborales.

2. Registro laboral
El Título IV, Trabajo del DNU 70/2023 empieza con cinco artículos
que derogan toda indemnización por falta de registro impositivo (arts.
53/56 y 58). Es todo un símbolo iconoclasta que el Capítulo I, Registro
laboral sea así precedido, lo que también preanuncia el vacío de con-
tenido a una registración que ahora será necesariamente por “medios
electrónicos” sin alusión al todavía vigente “libro especial” que no
fue informatizado (art. 7º de la ley 24.013 según art. 54 del DNU).
La derogación de la misma carga indemnizatoria para el estatuto de
“casas particulares” contraviene –como manifesté– todo el proceso de
formalización de este rezagado sector. Como sobresale en adelante, el
único estímulo al registro laboral que queda es que el empleador se
afilie a una ART para eximirse de las contingencias laborales, ya que
en caso contrario es el responsable patrimonial directo (art. 28, LRT).

59
Nicolás Alejandro Occhi

El nuevo artículo 7º bis de la LNE es un tácito rechazo al cues-


tionado fallo plenario “Vázquez”22 de la CNAT ya que la registración
laboral “se considera plenamente eficaz cuando hubiera sido realizada
por cualquiera de las personas intervinientes, humanas o jurídicas” en
virtud de los artículos 29 y 30 de la LCT (art. 60, del DNU). Ahora
bien, la norma no tiene razón de ser ya que al derogarse las leyes
24.013 y 25.323, no podría proceder ninguna indemnización por falta
de registro contra el “empleador usuario fraudulento”.
El artículo 7º ter es el único derecho que tiene el trabajador frente
al incumplimiento del registro: denunciar electrónicamente la falta de
registro a la AFIP “o ante las autoridades administrativas del trabajo
locales” (art. 61, DNU). Pero, pese a quedar privado de toda protección
social contra la vejez, invalidez, muerte, obra social, siquiera se esta-
blece si la denuncia será “anónima” para sortear el “despido represalia”
o desde cuándo los ministerios locales instrumentarán el medio elec-
trónico. Todo ello sin aludir al hecho notorio de que la inspección
laboral en Argentina es raquítica conforme las deficiencias empírica-
mente demostrables del Sistema Integral de Inspección del Trabajo y
la Seguridad Social23.
El artículo 7º quáter es otro premio al infractor: “Si conforme sen-
tencia judicial firme, la relación laboral se encontrara enmarcada
erróneamente24 como contrato de obra o servicios, de la deuda que
determine el organismo recaudador, se deducirán los componentes ya
ingresados conforme al régimen del cual se trate, se establecerá un
sistema de intereses menos gravoso y facilidades de pago” (art. 62,

22Fallo plenario 323 del 30-6-2010: “Cuando de acuerdo con el primer párrafo
del artículo 29, LCT se establece que el trabajador ha sido empleado directo de la
empresa usuaria de sus servicios, procede la indemnización prevista en el artículo 8º
de la ley 24.013 aunque el contrato de trabajo haya sido inscripto solamente por la
empresa intermediaria”.
23 NAVARRO, Marcelo Julio, Derecho Administrativo Laboral: policía del tra-

bajo: actuación de la administración pública en el ámbito de las relaciones de trabajo,


Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2010, p. 177.
24 No refiere a dolo, pero pareciera que quiere excusar todo “error” sin distinguir

entre excusable o inexcusable, como sí lo hacía la potestad judicial de atenuación


según el art. 16 de la ley 24.013 o art. 2º de la ley 25.323.

60
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

DNU). Por eso, reitero que el único aliciente del registro será que el
empleador no quiera asumir los accidentes y enfermedades laborales.
En efecto, la lectura global del DNU 70/2023 permite arribar a
que un empleador humano puede simular todos los contratos laborales
mediante contratos de servicios u obras civiles, evadir todo impuesto
al trabajo para que llegada la sentencia, la pague en 12 cuotas mensuales
consecutivas, con reducción de intereses por la deuda fiscal y planes
de pagos tanto de la sentencia como de las multas fiscales. Es más,
su propio dependiente precarizado lo subsidiaría porque se le deducirán
los aportes que hubiera hecho como monotributista.
Más no se puede pedir. O tal vez sí. Para garantizar la impunidad
del incumplimiento sistemático fue menester modificar el artículo 2º
de la LCT para que quede fuera de su ámbito de aplicación “toda
contratación de obra, servicios, agencia y todas las reguladas en el
Código Civil y Comercial de la Nación” (art. 65, DNU 70/2023). Esta
previsión ampara especialmente porque, en simultáneo, se sustituye el
artículo 23 de la LCT para que la presunción de laboralidad se des-
articule automáticamente mediante el simple expediente de “emitir re-
cibos o facturas” correspondientes a contrataciones civiles de obras o
servicios profesionales o si –a futuro– el pago de esas mismas facturas
se realizara bancariamente (art. 68, DNU 70/2023).
Esta nueva modificación se da de bruces con la Recomendación
Nº 198 de la OIT y, dada que la subsunción es competencia judicial,
entiendo que ningún juez laboral admitirá la prueba documental pre-
constituida para rebatir la presunción.

3. Irrenunciabilidad
En este punto, el DNU ya es elocuentemente cínico. El artículo
67 cambia el acápite Irrenunciabilidad por “Protección de los traba-
jadores”. Irrenunciabilidad pese a que todo el artículo es notoriamente
regresivo, en tanto se pone toda la intención en que los derechos la-
borales derivados de la voluntad de las partes sean enteramente re-
nunciables. Para encubrir esta finalidad, el primer párrafo del artículo
67 es casi la copia del originario artículo 12 de la ley 20.744: “Será
nula y sin valor toda convención de partes que suprima o reduzca los

61
Nicolás Alejandro Occhi

derechos previstos en esta ley, los estatutos profesionales y las con-


venciones colectivas de trabajo, ya sea al tiempo de su celebración
o de su ejecución, o del ejercicio de derechos provenientes de su ex-
tinción”.
Antes de este DNU, cada vez que la tradición legislativa restauró
el texto originario de la ley 20.744 fue para empoderar al trabajador.
A tal punto que la ley 26.574 (B. O. del 29-12-2009) se apartó de esa
técnica justamente porque la norma original –que ahora se restaura–
generaba la duda doctrina y jurisprudencial de si se podía abdicar de
los derechos laborales provenientes del contrato individual. Se había
receptado así la “tesis amplia” que amparaban incluso los derechos
provenientes de la voluntad unilateral del empleador25.
En las antípodas, el artículo 67 del DNU agrega un segundo párrafo
–antes inexistente– al artículo que delata el propósito perjudicial del
tutelado constitucionalmente: “Cuando se celebren acuerdos relativos
a modificaciones de elementos esenciales del contrato de trabajo o
de desvinculación en los términos del artículo 241 de esta Ley, las
partes podrán solicitar a la autoridad de aplicación su homologación
en los términos del artículo 15 de la presente Ley”. No sería osado
tildar a esta norma como la más flexibilizadora –o disolvente– del
DNU. Es que comparto con Etala que el “principio de irrenunciabili-
dad” se subsume en el “principio protectorio”, es una manifestación
específica de este último26. Admitir constitucionalmente que pueda mo-
dificarse ¿cualquier? elemento esencial del contrato laboral es lo mismo
que derogar todo el orden público laboral.
Basta hacer una interpretación literal analítica para dar cuenta del
vaciamiento producido: a) los efectos convenidos dentro del contrato
individual son “disponibles” para no decir directamente renunciables;
b) no se conceptúa y, por lo tanto, circunscribe cuáles “elementos
esenciales” del contrato son negociables; c) a diferencia del artículo 15
de la LCT, no se nombra “autoridad judicial o administrativa” sino

25DUARTE, David, La irrenunciabilidad de derechos laborales provenientes del


contrato, en Revista de Derecho Laboral Actualidad, Nº 2011-2, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe.
26 ETALA, Carlos Alberto, Contrato de trabajo: ley 20.744. Texto ordenado según

decreto 390/76, Astrea, Buenos Aires, 2019, p. 61.

62
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

“autoridad de aplicación”, propendiendo –en mi pensamiento– a que


un funcionario del Ministerio local pueda visar cualquier negociación
abdicativa; d) avala la práctica fraudulenta de que el empleador im-
ponga la “renuncia consensuada” del artículo 241 al mismo tiempo
que busca la cosa juzgada con una homologación administrativa o
judicial ilegal, porque al ser falsas renuncias siempre existen derechos
litigiosos que exigen la intervención estatal de la conciliación, lo que
supone una contradicción con el requisito intocado del artículo 15 de
la LCT.
Enumeradas las aproximaciones más epidérmicas, lo cierto es que
la remuneración y la extensión de la jornada son elementos esenciales
por antonomasia. El límite a estos “acuerdos homologables” –según
la misma norma– no sería otro que las leyes laborales y CCT. Así, a
título ilustrativo, podría planificarse inscribir trabajadores como “ex-
cluidos de convenios” para evitar pagar adicionales remunerativos (“fa-
llo de caja” del CCT 130/75) y, cuando convenga, reducirle el salario
al encuadrarlo en el CCT. O trocar jornada completa por modalidad
parcial. La vaguedad de la norma es tal que: ¿por qué no podría mo-
dificarse la modalidad de tiempo indeterminado por un contrato even-
tual, aparecida una vacante por maternidad o licencia por enfermedad
inculpable? Y todo podría ser sometido a una pronta homologación
administrativa o judicial para una futurible excepción de cosa juzgada
material.
No está de más añadir que el artículo en cuestión vacía de toda
funcionalidad al ius variandi del artículo 66 de la LCT porque ningún
empresario se sometería a la posibilidad de un despido indirecto o
juicio de restablecimiento mientras pueda disponer de “acuerdo sin
voluntad auténtica” con homologación administrativa. Quien puede lo
más (condiciones esenciales) puede lo menos (condiciones no esen-
ciales).
Nunca ha habido un ataque tan confeso pero, mucho menos, tan
torpe contra el Derecho del Trabajo. Cada señalamiento que he hecho
resulta inválido e inaplicable porque los derechos sociales son justi-
ciables y toda regresión normativa exige razones respecto del derecho
fundamental al “desarrollo progresivo”. La Corte Interamericana así
lo ha derivado del artículo 26 de la Convención Americana y la doctrina

63
Nicolás Alejandro Occhi

del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las


Naciones Unidas: las medidas de carácter deliberadamente regresivo
en este aspecto requerirán la consideración más cuidadosa y deberán
justificarse plenamente por referencia a la totalidad de los derechos
previstos en el PIDESC y en el contexto del aprovechamiento pleno
del máximo de los recursos de los que el Estado disponga.
Las cosas caen por su propio peso.

C. Conclusiones
1) El DNU 70/2023 fue dictado sin ninguna urgencia legislativa
en vista de las Sesiones Extraordinarias que el presidente convocó,
por lo que resulta un supuesto de “inconstitucionalidad facial”, que
autoriza su declaración de oficio como cuestión de puro derecho, sin
perjuicio del más adecuado planteo oportuno en la demanda. El único
límite al control oficioso será la congruencia procesal relativa a que
el trabajador introduzca los rubros derogados en su demanda, para
eludir toda hipótesis de sentencia extra petita.
2) La remuneración en criptoactivos que no sean moneda fiduciaria
de un Estado debe ser considerada como retribución complementaria
y “en especie” con las consecuencias restrictivas de tal encuadramiento.
3) Aunque se lo postule como un tope, el juez laboral debe aplicar
de oficio la máxima indexación laboral y tasa de interés pura para
garantizar el “valorismo” del crédito y una tasa de interés positiva.
Sin menoscabo de que la parte plantee la inconstitucionalidad para
complementar la norma con intereses moratorios y capitalización. Asi-
mismo, los intereses sancionatorios del artículo 275 de la LCT no
fueron derogados y son compatibles con la nueva actualización por
repotenciación.
4) El “plan de pagos en cuotas” de la sentencia condenatoria en
beneficio de las personas humanas o las Pymes es injustificadamente
regresivo y susceptible de declararse inconstitucional de oficio.
5) Las indemnizaciones laborales derogadas son otra manifestación
de regresividad de los derechos económicos y sociales que justifican
la inconstitucionalidad, pero a petición de parte para no violar el prin-

64
La inconstitucionalidad del DNU 70/2023 por sus “inconsecuencias liberales”

cipio de congruencia procesal y confiscación de la propiedad privada,


conforme la doctrina de la Corte Suprema nacional.
6) El nuevo artículo 12 de la LCT es abiertamente inconstitucional
porque supone la abrogación del orden público laboral, admitiendo la
autonomía de voluntad de todo el contrato laboral mediante la simple
intervención de una “autoridad de aplicación”. Tampoco es aplicable
la homologación del convenio de desvinculación porque se contradice
con la vigente intervención estatal en los acuerdos conciliatorios y
transaccionales del artículo 15 de la LCT.

65
REFLEXIONES “ALETICAS” SOBRE
EL DECRETO 70/2023 Y SU IMPACTO
EN EL DERECHO DEL TRABAJO
por Jeremias del Rio1

Sumario: I. Desocultar al ente. II. Derecho y política. III. Apuntes “libertarios” ne-
cesarios. IV. La “destrucción” del Estado social. V. Algunas incidencias a tener
en cuenta en el trámite del decreto.

I. Desocultar al ente
Pero videmus nunc per speculum et in
ænigmate y la verdad, antes de manifes-
tarse a cara descubierta, se muestra en
fragmentos (¡ay, cuán ilegibles!) mezcla-
da con el error de este mundo, de modo
que debemos deletrear sus fieles signácu-
los incluso allí donde nos parecen oscu-
ros y casi forjados por una voluntad to-
talmente orientada hacia el mal.
Eco, Umberto, El nombre de la rosa2

El problema de la verdad, en tanto objetivo de toda empresa vin-


culada al conocimiento de algo, es quizá el más complejo de la Filosofía
en general. También lo es del Derecho.
Amén de aquello, la definición o conceptualización del término
“verdad” no es pacífica o, mejor dicho, no es unívoca. Las hay variadas,

1 Abogado. Especialista en Justicia Constitucional por la Universidad de Castilla-La

Mancha y en Derecho Procesal Profundizado de la Universidad Notarial Argentina.


2 Trad. de Ricardo Pochtar, 23ª ed., Debolsillo, 2021, p. 17.

66
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

y con distintos efectos prácticos. Esto hace que la “elección” o “pre-


ferencia” por uno u otro concepto de verdad determine uno u otro
posicionamiento frente a la cosa. A modo de ejemplo, pueden citarse:
como correspondencia (aunque con profundos matices diferenciadores
entre sí: Aristóteles, Tarski, Popper), convención, construcción dialó-
gica (Habermas), procedimiento fenomenológico (Heidegger), perspec-
tivista (Leibniz) o escépticas (Nietzche)3.
Etimológicamente, verdad proviene del término veritas latino. Pero
hay algo más. Nos cuenta la filósofa Esther Díaz que “Cicerón fue el
primero en traducir textos griegos al latín. Las palabras se convertían
en latinas como por arte de magia. Hasta que se trabo la máquina de
traducir, cuando chocó contra una palabra griega que no tenía traduc-
ción literal: aletheia4 [...] Aletheia se refiere a la caída de velos que
permite que algo se muestre en su plenitud, que se manifieste sin
tapujos, que acaezca ante nuestros sentidos para des-ocultarse”5. Hei-
degger nos alertaba de la alteración de las palabras griegas reducidas
en el traspaso lingüístico al latín, anulando su fuerza nominativa filo-
sófica: “El proceso de esta traducción del griego al latín no es nada
casual ni inocuo, sino que se trata de la primera etapa del proceso de
aislamiento y enajenación de la esencia originaria de la filosofía griega
[...] las palabras y el lenguaje no son vainas en las que sólo se envuelven
las cosas al servicio de la comunidad hablada y escrita. Sólo en la
palabra y en el lenguaje las cosas devienen y son”6. En el caso particular
de aletheia, nos referimos a un procedimiento fenomenológico. El des-
ocultar algo que, a los ojos, se encuentra oculto.
3 “¿Qué es entonces la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias, an-

tropomorfismos, en pocas palabras, una suma de relaciones humanas que, poética y


retóricamente realzadas, fueron transpuestas, adornadas y que, tras largo uso, a un
pueblo le parecen fijas, canónicas y obligatorias: las verdades son ilusiones de las
que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han vuelto manidas y carentes de
fuerza sensible, monedas que han perdido su cuño y ahora sólo cuentan como metal,
ya no como monedas”. NIETSZCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral, en Señal que cabalgamos, Universidad Nacional de Colombia, año 2004,
p. 16.
4 En griego: V8²2,4".
5 DÍAZ, Esther, Problemas filosóficos, 1ª ed., Biblos, 2017, p. 16.
6 HEIDEGGER, Martin, Introducción a la Metafísica, trad. de Ángela Achermann

Pilari, 1ª ed., 1953, 3ª reimp., 1999, Gedisa, p. 22.

67
Jeremias del Rio

Pintore dice que “una definición de la verdad que no esté acom-


pañada de una toma de posición ontológica y epistemológica, aun cuan-
do pueda ser útil a los lógicos, resulta de escaso interés al filósofo de
la moral y el Derecho”7. De tal manera, confesamos nuestra posición
aletica ante este fenómeno; pretendiendo desocultar al ente “a los ojos”
para recién allí poder ver el ente en sí; lo que “es”. El ente “a los
ojos” es el DNU. Por ende, si nuestro interés es des-ocultar al ente
en cuestión, no vemos más oportuno para estos fines desplegar el elixir
más rico del lenguaje: la pregunta. Así, indagamos, ¿qué subyace al
DNU? ¿Qué premisas ideológicas lo sostienen? Con mayor rigor: ¿Hay
pretensión allí de modificar radicalmente el espíritu socio-político-eco-
nómico de nuestro país y sus instituciones fundamentales? ¿Se puede
detectar esa lógica en su texto (y contexto)? Siendo más osados: ¿Hay
allí beneficios para sectores en detrimento de otros? ¿Es compatible
(o soportará) nuestra matriz sociocultural el cambio rizomático que
allí se busca? Ante este fenómeno jurídico, de profunda complejidad
y en pos de su comprensión global, el Derecho, entendido en términos
puristas o insulares, pareciera no ser suficiente. Como que algo más
es necesario en la empresa de la comprensión. En suma, todo ver, se
funda primariamente en el comprender8 y lo que se buscará aquí es,
justamente, comprender para ver.

II. Derecho y política


Existe una práctica bastante común en el derecho de evitar vincu-
larlo con la política. Una forma de asepsia o “purismo” de la ciencia
del Derecho, que rememora los afanosos intentos de extirpar la palabra
moral de cualquier cosa que tenga que ver con aquél. Pese a estos
intentos, uno de los más importantes iusfilósofos de nuestro país, Carlos
Nino, disolvió en el aire aquella(s) questio. Con agudeza y creatividad,
no sólo replantea la pregunta vinculada a la conexión entre “derecho
y moral”, cortando alejandrinamente ese pretérito nudo gordiano, sino

7 PINTORE, Anna, El derecho sin verdad, trad. de Isabel Garrido Gómez y José

Luis del Hierro, Dykinson, Madrid, 2005, ps. 79-80.


8 HEIDEGGER, Martin, El ser y el tiempo, trad. de Jorge Gaos, Fondo de Cultura

Económica, México, 1971, p. 165.

68
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

que reconectó la política con el Derecho, en donde la democracia, en


tanto sucedánea –imperfecta– del discurso moral, ocupa un rol fun-
damental transitivo-transmitivo entre las disciplinas.
No podemos detenernos siquiera en un análisis minúsculo de la vas-
ta obra de Nino. Sin embargo, nos parece necesario aquí reposar bre-
vemente en el concepto clave de “obra colectiva”, que profundamente
trabajó. La “obra colectiva” es una construcción de varios sujetos (aje-
nos a un ente único y totalizado), con visiones del mundo no homólogas,
surgidas en diferentes intervalos de tiempo y contexto. A través del
uso de analogías, como el de la construcción de la Catedral9, el del
músico de orquesta, o la famosa “novela colectiva” (Dworkin), Nino
nos dice que “el que contribuye en forma independiente a la obra
colectiva no puede adoptar la estrategia simple de amoldar la realidad
[...] a un modelo ideal”10. Dicha obra colectiva requiere del “intérprete”,
en su participación, una racionalidad específica. Esto es, comprender
el “desarrollo del Derecho vigente como parte de un proceso todavía
más amplio, como lo es el complejo de prácticas, instituciones, cos-
tumbres, actitudes culturales y creencias básicas que definen a una
sociedad”11. De esta manera, el intérprete ubicado ante esta “obra co-
lectiva”, se encuentra limitado respecto de sus particulares apetencias
(sean del orden que fueren) por esta racionalidad, debiendo acallar
sus monológicas visiones del mundo en pos de la construcción de algo
que viene marcado por un sentido que lo antecede, y cuyo vector –que
lo excede– perdurará: “Las acciones colectivas requieren diferentes
criterios de racionalidad en la elección de principios o modelos valo-
rativos [...] en tanto nuestra aportación a una obra colectiva es limitada
y no controlamos el producto final, lo racional puede ser elegir, no el
modelo o principio más defendible, sino otros con méritos menores”12.
Este llamado a la modestia en la intervención (“lo segundo mejor”)13,
9 NINO, Carlos S., Fundamentos de Derecho Constitucional, 4ª reimp., Astrea,
Buenos Aires, 2013, ps. 63-66.
10 NINO, Carlos, Derecho, moral y política, Siglo XXI, 2020, p. 139.
11 NINO, ob. cit., p. 140.
12 Ídem, ps. 139-140.
13 “...puesto que a veces implica optar por soluciones que no son óptimas de

acuerdo a los principios autónomos pero que son las únicas eficaces entre las que
más se aproximan a tales principios”. Ídem, p. 161.

69
Jeremias del Rio

“nos lleva a un alejamiento progresivo del modelo óptimo, en atención


a sus efectos sobre la obra global”14.
Toda intervención por sobre el Derecho positivo resulta profunda-
mente condicionada. No puede desconocerse su “estado actual”, surgido
al calor de una construcción anterior-progresiva; condición que se ener-
va a razón de “la evolución que haya tenido ese derecho y las demás
prácticas sociales hasta ese momento...”15 Esta tarea, insistimos, dotada
de “racionalidad apropiada para este tipo de conductas”16, descarta
propuestas extremas, irrazonables o que pretendan borrar súbitamente
dichas construcciones a efectos de proponer un nuevo punto de partida.
De tal manera, y a modo de ejemplo burdo, nadie que se precie de
“razonable” o “prudente” propondría instaurar en Argentina, hoy, bajo
la permanencia de la norma fundamental de reconocimiento del Estado
de Derecho17 actual (e incluso, aun contando con intenciones de reha-
cerla), un régimen que prevea la abolición de la propiedad privada en
favor de un régimen comunitario de tratamiento de la misma, así como
tampoco la supresión de adhesiones a tratados de derechos humanos.
Pareciera a partir de esta postulación de ideas que Nino no da
margen a la no-elección de lo “segundo mejor”, circunstancia que se
amolda cómodamente al ejercicio de la razonabilidad y prudencia que
se espera del partícipe de esta “obra colectiva”. Sin embargo, aquél
reconoce circunstancias de excepción: “Cuando el Derecho vigente
hasta ese momento es tan precario que vale la pena el esfuerzo de
arriesgar una refundación, e incluso justifica, si ese esfuerzo fracasa
o es imposible, una situación de anarquía o de disgregación del orden
jurídico”. De tal manera, su razonamiento global, inclusivo tanto de
regla como excepción, quedaría categorizado de la siguiente manera:
“Se trata de reconocer que si la única forma de tomar decisiones,
moralmente, justificadas, ha de ser en el contexto de prácticas sociales
existentes, se hace necesario preservar el orden jurídico vigente, salvo
que sea tan injusto que no pueda ser mejorado y que la única decisión

14Ídem, p. 140.
15Ibídem.
16 Ibídem.
17 Ver LORENZETTI, Ricardo L., Teoría de la decisión judicial, Rubinzal-Culzoni,

Santa Fe, 2020, p. 86.

70
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

moralmente justificada es la que conduce a desconocerlo, aun a riesgo


de no poder establecer otro con éxito”18. En tal sentido, sólo sería
aceptable el “cambio de rumbo”, la modificación radical del eje pre-
viamente trazado por la construcción colectiva, en situaciones en donde,
con marcada excepcionalidad, pareciera no presentarse otra alternativa
más que ésta; verbigracia, por extremas deficiencias del orden jurídico
existente, su contraste con las “inclinaciones” sociales (debidamente
verificadas) o, quizá también, por extraordinarios supuestos sobrevi-
nientes que impidan continuar el rumbo llevado hasta allí. Forzando
el razonamiento del autor, al tener que necesariamente hablar de “me-
dios” para llevar adelante la radical vuelta de página –esta suerte de
nuevo trazado de punto “0”–, quizá lo más prudente a tales eventos
sea, en primera instancia –con las complejidades que conlleva– la cons-
trucción o promoción de un nuevo espacio constituyente, a efectos de
reformar el cuerpo fundamental de principios y declaraciones respecto
de la extraordinaria circunstancia que se observa y siempre que ésta
pretenda alterarlos o sustituir los existentes por otros19.

III. Apuntes “libertarios” necesarios


Es una obviedad resaltar que el presidente de la Nación se autoa-
firma como libertario, o, cuando menos, exegeta de las “ideas de la
libertad”, tanto en el plano económico como político y, naturalmente,

18 Ídem, p. 143.
19 Estos ánimos “reformistas” o de “nuevo orden”, generalmente más entusiastas
que materialmente viables, devenidos a raíz de decadencias económicas cíclicas y que
ponen a prueba la armonía del texto constitucional, no son algo nuevo en la práctica
jurídica de nuestro país. Nino, con su claridad de siempre, nos marca algunos “cui-
dados” sobre los que alertar: “Esto significa que se debe prestar mucha más atención
que lo que generalmente se hace a los fundamentos económicos de la democracia.
La cuestión de la deuda externa, la caída de los términos del intercambio, los efectos
del proteccionismo en contra de exportaciones de países del tercer mundo, sistemas
de imposición ineficientes e injustos, inflación, etc., son amenazas más grandes al
constitucionalismo que las ideologías totalitarias o la ambición desbocada de poder
de algunos grupos [...] la gente más descontenta acerca de su situación socioeconómica
expresa una disposición de menor confianza hacia el funcionamiento de las instituciones
democráticas, sobre todo en su dimensión de tolerancia más que en la dimensión
participativa...” NINO, Fundamentos de Derecho Constitucional cit., p. 8.

71
Jeremias del Rio

jurídico. De hecho, la matriz del DNU que habría emanado de su


oficina, al buscar tan agresivamente la desregulación de la economía,
sin miramientos de prácticamente nada, pareciera contar con aquel
sostén ideológico. De tal manera, a través de dicho instrumento, se
intenta quitar coerción/injerencia estatal en pos del libre mercado, cir-
cunstancia que propendería al aseguramiento de los beneficios de la
“libertad”.
Sandel dice respecto del fenómeno libertario20 que “En la década
de 1980, las ideas libertarias encontraron muy pública expresión en
la retórica pro mercado y antigobierno de Ronald Reagan y Margaret
Thatcher. En cuanto doctrina intelectual, el libertarismo nació antes,
para oponerse al Estado del bienestar21. En Los fundamentos de la
libertad (1960), el economista-filósofo Friedrich A. Hayek (1899-
1992), austríaco de nacimiento, defendió que todo intento de que haya
mayor igualdad económica no podrá ser sino coercitivo y destructivo
para una sociedad libre”22. Siguiendo esa línea, en su obra Sindicatos
¿para qué?, Hayek refiere que los sindicatos equivaldrían a “una obs-
trucción y sabotaje sistemáticos de la determinación de los precios a
través del mercado competitivo por parte de unos intereses sectoriales
organizados a los que se permite emplear la fuerza y la coacción para
mantener su monopolio. En casi todos los casos, su finalidad es asegurar
para sus miembros una participación mayor de la renta social”23, ca-

20 También llamado “liberalismo conservador”. Ver GARGARELLA, Roberto,

Las teorías de la justicia después de Rawls, Paidós, Barcelona-España, 1999, p. 65.


21 En una suerte de “reacción” al keynesianismo y a políticas de corte new deal.

De hecho, el propio Hayek lo responsabiliza por el “desastre final” por cuanto “Su
equivocada idea de que el empleo podría dirigirse rectamente regulando la demanda
agregada con una política monetaria hizo que la responsabilidad sobre el empleo
pasase de los sindicatos al gobierno. Este error liberó a los sindicatos de la respon-
sabilidad de adaptar sus demandas salariales para vender el mayor trabajo posible y
confundir totalmente el pleno empleo, entendiéndolo como función de la política mo-
netaria del Gobierno”. Ver HAYEK, Friedrich A., Sindicatos ¿para qué?, en Colección
Laissez faire, Unión Editorial, Madrid-España, 2009, p. 95. En el mismo sentido:
HAYEK, Friedrich A., Derecho, legislación y libertad, Unión Editorial, Madrid, 2006,
ps. 306-308.
22 SANDEL, Michael J., Justicia: ¿hacemos lo que debemos?, trad. de Juan Pedro

Campos Gómez, Debate, España, 2011, p. 75.


23 HAYEK, ob. cit., p. 73.

72
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

talogándolos, sin más, de “antisociales en el único sentido propio de


la palabra”24 y de ser “la causa principal del paro”25.
Con claridad, Sandel nos explica que el libertario rechaza tres
tipos de políticas y de leyes que los Estados modernos ejecutan de
ordinario: 1. No al paternalismo. Los libertarios se oponen a las leyes
que protegen a las personas del daño que puedan hacerse a sí mismas.
Ejemplo: no se puede obligar a alguien a usar cinto de seguridad.
Mientras no haya terceros que salgan perjudicados y los motoristas
se hagan responsables de sus propias facturas médicas, el Estado no
tiene derecho a dictar qué riesgos pueden correr con sus cuerpos y
vidas. 2. No a legislar sobre la moral. Se oponen a que se use la
ley para promover alguna concepción determinada de la virtud o ex-
presar las convicciones morales de la mayoría. Puede que para muchos
la prostitución sea moralmente reprochable, pero eso no justifica las
leyes que impiden que la practiquen adultos que consientan en ello.
3. No a la redistribución de la renta o del patrimonio. Descartan
toda ley que requiera que unas personas ayuden a otras, incluidas las
leyes que impongan impuestos para la redistribución de la riqueza.
Según los libertarios, los impuestos redistributivos son una forma de
coerción, incluso de robo26.
En suma, para el liberalismo conservador (o libertarianismo), lo
único que debe asegurar el Estado es la llamada “libertad negativa”
de las personas. Esto es, el Estado sólo debe guardar que nadie interfiera
en los derechos básicos de cada uno (la vida, la propiedad, etc.). No
tiene la obligación de proveerle nada a los individuos para que puedan
llevar adelante sus planes de vida27.
En esta corriente se enrolaron entre otros Milton Friedman28, pio-

24 Ibídem.
25 Ídem, p. 92.
26 Ver SANDEL, ob. cit., p. 74.
27 Ver GARGARELLA, ob. cit., p. 48.
28 Particularmente influyente en EE. UU. en tiempos complejos para Latinoamé-

rica. Sandel (ob. cit., p. 75) lo transcribe: “Si un hombre prefiere conscientemente
vivir al día y gastar lo que tiene para disfrutar ahora, si escoge deliberadamente una
vejez en la penuria, ¿qué derecho tenemos a impedirle que lo haga?” Podemos insistirle
a una persona así en que ahorre para su jubilación, pero ¿tenemos derecho a valernos
de la coerción para impedir que haga lo que quiere? En lo que refiere a los contratos,

73
Jeremias del Rio

nero de la escuela de Chicago, y Robert Nozick. En el caso de Nozick,


encontramos la más pura (y extrema) expresión del libertarianismo.
Nos dice Sandel, “(Nozick) ataca las ideas ordinarias de la justicia
distributiva [...] Llega a la conclusión de que «sólo se justifica un
Estado mínimo, que se limite a hacer cumplir los contratos y a proteger
a las personas de la fuerza, el robo y el fraude. Cualquier Estado que
vaya más allá violará el derecho de las personas a que no se les
fuerce a hacer ciertas cosas, y no estará justificado»”29. Nozick rechaza
todo tipo de política redistributiva del ingreso, al punto de decir que
“gravar las rentas del trabajo es equiparable a los trabajos forzados”30.
La persona –por cuanto dueña de sí misma, independiente de todo y
todos– tendría derecho a gozar de los frutos de su trabajo, excluyendo
a cualquier tercero interferente, incluso el propio Estado, declarándose
ilegítima cualquier “apropiación” extraña de dicho producido, por el
medio que fuere.
Por último, Nozick hace descansar sus fundamentos en la justicia
de las transacciones voluntarias. Alerta Gargarella: “Tal vez Nozick
está llamando voluntarios a acuerdos que muchos de entre nosotros
no llamaríamos de ese modo (...) Un individuo necesita alimentar a
su prole, y no encuentra la posibilidad de emplearse en un trabajo
digno, que le permita recaudar lo suficiente como para cumplir con
dicho objetivo. Por ello, y amenazado por la inanición de los suyos
(y la propia), decide aceptar un acuerdo misérrimo, ofrecido por
alguien que se aprovecha de su situación de extrema debilidad, de
su incapacidad, o de su falta de fuerza para negociar un acuerdo

incluyendo los laborales, entiende que el Estado no tiene ningún derecho a impedir
a los empresarios pagar el jornal que quieran, por bajo que sea, si los trabajadores
están dispuestos a aceptarlo. El Estado viola también la libertad individual cuando
promulga leyes contra la discriminación en el empleo. Si los empresarios quieren
discriminar por cuestiones de raza, de religión o de lo que sea, el Estado no tiene
derecho a impedírselo. Friedman dice: “leyes así suponen claramente una interferencia
en la libertad de los individuos de cerrar contratos voluntariamente entre sí”.
29 SANDEL, ob. cit., p. 76.
30 Ver SANDEL, ob. cit., p. 78, quien cita textual al autor. Ver también NOZICK,

Robert, Anarchy, State, and Utopia, en New york, basic books, 1974, p. 30, citado
en GARGARELLA, ob. cit., p. 48.

74
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

valioso. Luego, Nozick llama a esto un acuerdo voluntario. ¿No es


esto inaceptable?”31

IV. La “destrucción” del Estado social


Recientemente el profesor Arese, siempre lúcido y perspicaz, pu-
blicó un trabajo doctrinal cuyo título resulta Deconstruyendo la reforma
laboral del DNU 70/202332. Si bien hoy día las prácticas que requieren
un tiempo considerable están en trance de desaparecer33, nos tomaremos
unos renglones para poner en superficie algunas precisiones al respecto.
El término “deconstruir”, de uso frecuente hoy día, cuyo desarrollo
se atribuye al filósofo francés Jacques Derrida34, encuentra su raíz
genealógica en el tratado El ser y el tiempo de Martin Heidegger. Allí,
el filósofo alemán no habla de deconstrucción, sino que utiliza la pa-
labra alemana Destruktion35. La destruktion (destrucción) heideggeria-

31 GARGARELLA, ob. cit., p. 55. En rigor de verdad, cuesta mucho imaginar


en Argentina, la viabilidad de posiciones de este calibre. Particularmente, y más allá
de la objeción constitucional que podría alertarse, cuando el planteo se realiza sobre
un esquema que cuenta, cuanto menos, con un 40% de pobres en población total.
Digamos que, la impractibilidad jurídica (e incluso, material) que denunciamos de
esta serie de ideas, o sin más, de aquellas que pudieran surgir de este “giro ideológico”,
no obsta a que se intente llevarlas adelante. El DNU, entendemos, es una prueba de
este “intento”.
32 Cita: 733/2023, Rubinzal Online.
33 BYUNG-CHUL HAN, No-cosas, Taurus, 2021, p. 19.
34 “La deconstrucción derridiana no se sitúa más allá de la metafísica ni tampoco

opera por simple sustitución o inversión [...] Para Derrida, la tradición no puede ser
atacada desde fuera ni sencillamente borrada mediante un gesto. Lo que se requiere
es solicitar las estructuras metafísicas ‘habitándolas’, refiriéndose a ellas de forma
estratégica, esto es, llevándolas hasta el límite en que no pueden por menos que
mostrar sus propios desajustes y falacias. La deconstrucción es, pues, una especie de
palanca de todo el espacio del pensamiento tradicional, una especie de ‘principio’
[...] de fisuración interna, lenta pero irresistible, de todo el discurso tradicional. No
se trata, pues, de atacar a la metafísica de frente sino de minar, de acentuar las fisuras,
las grietas que ya desde siempre la resquebrajan y que se plasman de forma general
en la carencia de la plenitud tranquilizadora de la presencia que la metafísica, bajo
todas sus manifestaciones, desea alcanzar”. DE PERETTI, Cristina, Jacques Derrida:
texto y deconstrucción, Anthropos, Prólogo de Jacques Derrida, p. 127.
35 “Entre otras cosas, yo deseaba traducir y adaptar a mi propósito los términos

heideggerianos de Destruktion y de Abbau. Ambos significaban, en ese contexto, una

75
Jeremias del Rio

na, se orienta a reanalizar las estructuras fundamentales de la ontología


tradicional, venida a nosotros desde los griegos, y en cuya praxis se
ha olvidado la “pregunta por el ser”, así como también una ontología
del “ser ahí” (hombre), y que tendría particular defecto en el “olvido”
del análisis de la “temporariedad” en términos ontológicos. Este proceso
de “destrucción” (conf. traducción castellana), pese a su negativa con-
notación, no sería tal. No se “destruye” la cosa. Constituye más bien
un proceso de replanteo de las estructuras analíticas-ontológicas que
habrían sido inacabadas ya desde la antigua Grecia, y que no pudieron
desandar ni Descartes ni Kant, a razón de una “comprensión vulgar
y tradicional del tiempo”. El tiempo, habría sido sacado de la com-
prensión del ser y tratado como un “ente entre otros entes”36. Una
suerte de pecado original, ocultado por la tradición.
Ahora bien. A nuestro entender, el Título IV, Trabajo, del decreto
70/2023 no se propone ni deconstruir en términos derrideanos, ni des-
truir heideggerianamente, sino más bien instalarse como la piedra pri-
mera-fundamental de la destrucción a secas de los elementos estruc-
turales del Derecho del Trabajo y, también, del Estado social de De-
recho. A través de supresiones y agregados de reglas en las principales
normas que constituyen la columna vertebral del reglamento protec-
torio, se trastornan los propios cimientos que la sostienen, llegando a
convulsionar de manera preocupante la propia letra del artículo 14 bis
de la Carta Magna y los tratados que complementan su esquema ius
fundamental.
Si bien no pretendemos extendernos por sobre cuestiones que han
sido abordadas previamente por sólida doctrina, alertamos: a) la llana
destrucción del efecto natural-reparatorio del despido discriminatorio
(reinstalación). A su vez, se tarifa y en-causa, desarticulando su es-

operación relativa a la estructura o arquitectura tradicional de los conceptos fundadores


de la ontología o de la metafísica occidental. Pero, en francés, el término ‘destrucción’
implicaba de forma demasiado visible un aniquilamiento, una reducción negativa más
próxima de la ‘demolición’ nietzcheana, quizá, que de la interpretación heideggeriana
o del tipo de lectura que yo proponía. Por consiguiente, lo descarté”, en Carta a un
amigo japonés, agregada a DERRIDA, Jacques, El tiempo de una tesis: Deconstrucción
e implicaciones conceptuales, 2ª ed., Proyecto A Ediciones, Barcelona, 1997, p. 23.
36 Ídem, p. 34.

76
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

quema probatorio, rompiendo con sólida doctrina de precedentes del


máximo tribunal nacional (“Álvarez”, “Pellicori”); b) la eliminación
de las “multas” de las leyes 24.103/25.323 y los artículos 80 y 132
bis de la LCT (que, sin perjuicio de su claro carácter indemnizatorio,
operan también como “sanción” o “penalidad”, en tanto reglas de do-
ble naturaleza)37, atentando contra indemnizaciones justas, alterando
la sustancia reparatoria de los efectos –y contexto– del despido en
situación de irregularidad/clandestinidad vincular, armonizadas sisté-
micamente con los artículos 232, 233 y 245 de la LCT; c) la intención
de diluir el proceso registral del contrato, en una suerte de incentivos
a tales efectos, con modificaciones a la LCT en los artículos 23 (“li-
berando” una de las formas más comunes de fraude laboral: el otor-
gamiento de “facturas” y “monotributización”), 29 (“Mediación. In-
termediación. Solidaridad”), 92 bis (extensión del período de prueba),
Capítulo VIII, artículo 96, De los trabajadores independientes (lógicas
contrarias a la presunción del contrato de trabajo en el marco de pres-
taciones de servicios), entre otras; d) lesión a la integralidad del crédito
indemnizatorio del trabajador, al permitir el eventual pago de una sen-
tencia condenatoria en el absurdo plazo de 12 meses; e) en la reforma
al artículo 242, se comienza a gestar el debilitamiento de la “libertad
sindical”38, que a las claras no sólo afecta al trabajador individual39.
Como se ve, lo expuesto sucintamente, desde un análisis sistémico
y coherente, nos muestra una lógica antagonista al Derecho del Trabajo,
sus instituciones y su protección preferente. Propuesta que, en cuanto
obedecen a posiciones ideológicas de corte “libertarias”, más que “re-
ver” o “replantear”, cuestionan y buscan sustituir (destruir) el Estado

37 Esta ruptura al platonismo tradicional, encuentra cabida también en otros mi-

crosistemas de matriz ius protectoria (ej.: daño punitivo). A su vez, al considerarse


las leyes 25.323-24.013 integrantes del bloque sancionatorio del Derecho del Trabajo,
el decreto podría encontrar un infranqueable límite.
38 De evidente vulneración –cuasi similar– en el Capítulo III, mediante la incor-

poración a la ley 23.551 del art. 20 ter. La vaguedad terminológica de los términos
“actos, hechos” que se utilizan como base interpretativa del inc. a, del artículo (“afec-
tación a la libertad de trabajo”) harían sonrojar hasta al propio Genaro Carrió.
39 El golpe, directa o indirectamente, se dirige –también– al corazón de la herra-

mienta bisagra con que cuentan las organizaciones sindicales.

77
Jeremias del Rio

social de Derecho, de raíz ius fundamental y constitucional (Consti-


tución Nacional, arts. 14 bis, 75, incs. 19, 22, 23, etc.).

V. Algunas incidencias a tener en


cuenta en el trámite del decreto
1. Los efectos del DNU. Tiene plenos efectos sobre las relaciones
jurídicas que abarca en su interregno. Dichos efectos sobre el marco
regulatorio abordado, dependen de dos hitos particulares que proble-
máticamente prevén dos consecuencias diferentes. Descartemos la hi-
pótesis de que el DNU sea aprobado conforme trámite de rigor. La
complejidad que preocupa ocurre con el supuesto de su rechazo, y
concretamente sobre su forma. Si el DNU es rechazado sin más pre-
cisión, las consecuencias jurídicas surgidas al calor de su vigencia
temporal, serán plenamente válidas (art. 24, ley 26.122). Ahora bien,
si el DNU es declarado de nulidad absoluta e insanable, cuestión que
no tiene previsión en la norma ordinaria, aunque sí en la Carta Magna
(art. 99, inc. 3º) verdaderamente nos encontramos ante un serio pro-
blema. Los efectos surgidos al calor del decreto, desde su entrada en
vigencia hasta la fecha de la anulación, devienen ineficaces. La situa-
ción se retrotrae al minuto “0”. Esto provocará situaciones de seria
conflictividad social, producto de los avances que, al día de hoy, estaría
“avalando” de inmediato el instrumento (ej.: aumentos de prepagas)
y que se operativizarán previamente a cualquier decisión jurisdiccional.
2. El “rechazo” del DNU. Primeramente, luego del dictamen de
comisión (art. 13, ley 26.122), las cámaras deberán aprobar o rechazar
el DNU, sin poder hacer cirugía sobre su contenido. Se aprueba o
rechaza en bloque. Si bien esto ha sido receptado positivamente por
la doctrina especializada40 en aras de la eficiencia, sin duda en este
particular contexto de trabajo generará problemas, fundamentalmente
a razón del fárrago jurídico que constituye el DNU.
El mayor inconveniente surge de las pautas del artículo 24 de la
ley, por cuanto establece: “El rechazo por ambas Cámaras del Congreso
del decreto de que se trate implica su derogación de acuerdo a lo que

40Ver MIDÓN, Mario A., Decretos de necesidad y urgencia, 2ª ed. correg. y


ampl., Hammurabbi, Buenos Aires, 2012, p. 215.

78
El decreto 70/2023 y su impacto en el Derecho del Trabajo

establece el artículo 2º del Código Civil, quedando a salvo los derechos


adquiridos durante su vigencia”. Esto significa que bastaría que una
de las cámaras apruebe el decreto para que éste adquiera plena validez,
por cuanto de la exégesis normativa se exige para su rechazo que
“ambas Cámaras del Congreso” se expidan en tal sentido. La doctrina
constitucionalista se ha alzado por sobre esta disposición, alegando su
evidente absurdo41. Esta última circunstancia, sin embargo, no deja de
poner en alerta a quienes encuentran en este instrumento severos cues-
tionamientos democráticos y, producto del desconcierto que reina en
el campo social y político, desconfían hasta de lo evidente.
3. El rol de los tribunales ante el intríngulis. Frente a las vacila-
ciones de la política, será el Poder Judicial quien ocupará un rol pro-
tagónico en este asunto. Nos detendremos en la cuestión cautelar. Sin
duda, los planteos cautelares, sean autónomos o insertos en una acción
amplia, ocurrirán por diversos fueros. Por ende, es razonable pensar
que existirán conflictos de competencia foral. Sin embargo, y pese a
esta circunstancia de “crisol de fueros” que pugnarán por tener la de-
cisión cautelar sobre sus manos, sería interesante que, el juez que
oportunamente se allane a dar respuesta al requerimiento (principal-
mente, en materia laboral, conforme nuestro objeto de abordaje) trate
la cuestión aun teniendo en miras su eventual incompetencia, no con-
siderando esto óbice para el dictado de la medida, por cuanto la norma
procesal base (art. 196, CPCCN) refiere a la “inconveniencia” mas no
a la “imposibilidad”. De Lázzari ha dicho que “A mi modo de ver se
está en presencia de una pauta de mejor ordenamiento del tráfico li-
tigioso, cuya infracción no depara sanción alguna [...] La razón de ser
de esta potestad excepcional de los jueces se halla en la naturaleza

41 Por todos, ver MIDÓN, ob. cit., ps. 216-221. Sobre el particular, Rosatti ha

dicho: “Si, conforme al mandato constitucional y en referencia a los proyectos de


ley, el texto que vota una Cámara (aun por unanimidad) puede no prosperar en todas
las sesiones del año al ser desechado totalmente por la Cámara revisora, ¿cómo se
explica que cuando es el Ejecutivo el que legisla esa disconformidad (de una de las
Cámaras) no tenga los mismos efectos? La conclusión que se extrae del texto de la
ley, en el sentido de asignar al producto materialmente legislativo proveniente del
ejecutivo más blindaje que el derivado del propio Congreso, deviene absurda”. RO-
SATTI, Horacio, Tratado de Derecho Constitucional, 2ª ed. rev., Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 2017, t. II, p. 427.

79
Jeremias del Rio

asegurativa de la institución, en su esencia, en sus caracteres, entre


otros los de celeridad y urgencia [...] Es natural que en esas circuns-
tancias puedan dejarse de lado y cedan los criterios genéricos de los
artículos 1º y 4º. Desde luego que la prudencia de los órganos juris-
diccionales será el cauce razonable por el cual habrá de transitar este
excepcionalísimo arbitrio. Podría decirse que sobre la plataforma co-
mún de la verosimilitud y el peligro en la demora, habrán de reunirse
notas inusuales en torno de este último extremo, de una gravitación
tal que no permitían recurrir al juez competente”42. Sobre este tema,
remitimos a un trabajo previo43. Será importante a su vez tener en
miras las mandas de la ley 26.854 de “medidas cautelares contra el
Estado”, y los procedimientos que determina para el caso (art. 2º, inc.
2º de la norma).
En última instancia, será el máximo tribunal del país quien tendrá
la “palabra definitiva”. Rosatti tiene dicho: “Respecto del control ju-
dicial sobre la actuación congresional, recordamos que la aprobación
de los decretos no sanea los vicios derivados de la violación de los
requisitos constitucionales básicos para el ejercicio de función mate-
rialmente legislativa por parte del Ejecutivo, tales como el desapego
evidente respecto de la materia delegada o las bases de la delegación
(en el caso de los reglamentos delegados), el avance sobre materias
de regulación prohibida (en el caso del DNU) o la alteración evidente
de la unidad normativa original (en el caso de la promulgación parcial)”.
Agregamos que, frente a desarreglos fundamentales que contenga el
DNU respecto de derechos y/o garantías constitucionales, que desdi-
bujen o, sin más, tornen ineficaces aquéllos (irrazonabilidad), el má-
ximo tribunal podrá (o deberá) abordar la materialidad del contenido
del DNU.

42 DE LÁZZARI, Eduardo N., Medidas cautelares, Platense, La Plata, 1984, t.


I, ps. 68-69.
43 DEL RIO, Jeremias, De lo cautelar y la incompetencia: ¿facultad u obligato-

riedad de expedirse? Apuntes sobre la dinámica en casos complejos, en L. L. Online,


AR/DOC/3025/2021.

80
DNU 70/2023: TRES REFORMAS A LA LCT 20.744
por Martín Zangrandi*

En primer lugar hay una frase de Mil-


ton Fridman que me parece sublime en
estos temas que es: “Cuando vos ponés
la igualdad por encima de la libertad no
terminás consiguiendo ninguna de las
dos. Cuando vos ponés la libertad por
encima de la igualdad, conseguís mu-
chas de ambas [...] Cuando vos vas por
el tema de la justicia social que es la
redistribución del ingreso, vos en el
fondo lo que estás haciendo es utilizar
el aparato represivo del Estado para sa-
carle al exitoso para distribuirlo antoja-
dizamente al que está en la poltrona...”
(min. 28:01).
Entrevista de Jorge Asís a
Javier Milei, 11-8-20171

Sumario: 1. Prólogo. 2. La libertad sin igualdad. 3. Tres modificaciones del DNU


70/2023. a) Agregar el inciso d, al artículo 2º de la LCT (art. 65 del DNU 70/2023).
b) La nueva redacción del artículo 9º (art. 66 del DNU 70/2023). c) La tipificación
de la injuria en el nuevo artículo 242 de la LCT (art. 80 del DNU 70/2023). 4.
Final abierto.

1. Prólogo
Para quienes la reforma a la Ley de Contrato de Trabajo 20.744
por parte del decreto 70/2023 resultó ser negativa, es importante sen-

* Abogado UNCuyo. Especialista en Derecho del trabajo y la Seguridad Social,


UNL. Magíster en Derecho Procesal, UNR.
1 Ver en https://youtu.be/spX2VWm9-TE?si=QrUTgIku3Dt-BKxX.

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Martín Zangrandi

tarse y pensar qué pasó ante tal acontecimiento. A diario sucede que
los microclimas, los lugares de confort que nos generan los algorit-
mos, hacen que no podamos leer la realidad completa. Los grupos
de WhatsApp, las redes sociales se componen sólo de voces con las
que acordamos, los grupos de estudio de Derecho del Trabajo, todos
están apuntados hacia una dirección, llenos de positividad e informa-
ción excesiva. Esa plétora de información impide el análisis y la crí-
tica2. Todos estos mundos virtuales en los que nos desempeñamos
como operadores jurídicos del Derecho del Trabajo nos llenaron de
respuestas que queremos escuchar, inundados de positividad que, en
palabras de Byung-Chul Han3, no nos permiten desarrollar cierta in-
munidad.
Hace un tiempo escribí en la revista Temas de Derecho Laboral
y Seguridad Social, Erreius4, el problema que significaba hablar de
“todos iguales”, pero que bajo una interpretación más flexible se podía
entender que debíamos tener un respeto a las individualidades, las
identidades de cada uno, el respeto al que es diferente. Todo ello en
un marco de libertad. Hoy la libertad se sobrepone como un valor
superior que desplaza a otro lugar la igualdad y retrocede hacia aquel
viejo concepto revulsivo francés de todos somos iguales.
Ese todos somos iguales, cierra los ojos ante las personas de di-
ferentes identidades, los débiles, discapacitados, o personas que se
encuentran vinculadas con otro que es más poderoso y que no le permite
poner también sus condiciones para llevar adelante una actividad5.

2Algo similar está sucediendo en la crítica literaria y musical.


3“En un sistema dominado por lo idéntico sólo se puede hablar de las defensas
del organismo en sentido figurado [...] lo idéntico no conduce a la formación de
anticuerpos. En un sistema dominado por lo idéntico no tiene sentido fortalecer las
defensas del organismo...” BYUN-CHUL HAN, La sociedad del cansancio, Herder,
2015, p. 19.
4 Libertad, igualdad, identidad, en rev. Temas de Derecho Laboral y Seguridad

Social, cita digital: IUSDC3289928A.


5 Didier Eribon describe el trabajo que hacía su madre en una fábrica: “Cuando

la veo hoy, con el cuerpo tullido por los dolores causados por la dureza de las tareas
que debió realizar por casi quince años tapando frascos de vidrio en una cadena de
montaje de pie, con el derecho de que la reemplazaran diez minutos a la mañana
y diez minutos a la tarde para ir al baño, me golpea de frente lo que la desigualdad
social significa concretamente, físicamente. E incluso la propia palabra ‘desigual-

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DNU 70/2023: tres reformas a la LCT 20.744

2. La libertad sin igualdad


En octubre, la originaria LCT 20.744 cumplirá, como dice Francisco
Bochaton en su canción: un Triste y muy feliz cumpleaños, 50 años.
En su Mensaje de Elevación del proyecto se expresaba un fuerte con-
tenido ético y social6.
Esta ley fue la primera que condensó varias disposiciones que se
venían aplicando de manera práctica, y principalmente a través de la
ley del Código de Comercio (11.729 y ss.). Sin embargo, en 1974 se
decidió la creación de un cuerpo legal que contuviera las normas
comunes a cualquier tipo de relación de dependencia, definiendo lo
que es un contrato de trabajo, la relación de trabajo y la presunción
de la existencia de contrato de trabajo, bajo ciertos supuestos. Con
algunos colegas hablábamos de la necesidad de que en este año se
hiciera un dossier sobre el cumpleaños de la LCT. Sin embargo, nos
atrapó en pleno preparativo de ese cumpleaños el decreto 70/2023;
dejamos los preparativos, guardamos globos y guirnaldas para otro
momento, y hoy la preocupación es analizar todas estas reformas
implementadas.
El decreto de reforma en sus considerandos, después de describir
una situación de emergencia jamás vivida en nuestro país, fruto de
la herencia de la gestión anterior, como así también la imperiosa
necesidad de llevar adelante transformaciones, utiliza en uno de sus
párrafos la expresión “liberar las fuerzas productivas”7. Una primera

dad’ me parece un eufemismo que le quita el carácter de realidad a lo que realmente


es: violencia desnuda de la explotación”. Regreso a Reims, Libros del Zorzal, 2015,
p. 85.
6 Mensaje y proyecto de ley del Poder Ejecutivo (8-4-74): “La Ley de Contrato

de Trabajo constituirá entonces la normativa integral de una relación que desde el


punto de vista ético y del bien común no se reduce a un mero intercambio de pres-
taciones sino a una problemática que tiene como centro al hombre que trabaja y su
entorno familiar. El Derecho encarna siempre un diálogo con la situación, no se agota
en la pura dimensión normativa [...] De ahí la gran fuerza renovadora de la justicia
social que en toda su vivencia se transmite a la ley recortando la total autonomía del
derecho del trabajo con respecto a la materialidad económica al punto de gravitar
sobre esta última hasta subordinarla y condicionarla”.
7 “...Que el grave cuadro descripto obliga a tomar en forma inmediata decisiones

drásticas, que ayuden a poner en marcha el país a través de la liberación de fuerzas

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Martín Zangrandi

mutación que sufrió la originaria LCT 20.744 fue la que se realizó


durante la dictadura del año 1976 a través de la ley 21.297. En esa
reforma, Martínez de Hoz expresaba: “Hemos dado vuelta la hoja del
intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica
para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas”. Este copie
y pegue también se utilizó en el Proyecto de reforma durante el go-
bierno de Mauricio Macri: en el artículo 1º, inciso b, se expresaba:
“Promover la liberación de las fuerzas de la producción y del trabajo
de todos aquellos mecanismos regulatorios y fenómenos distorsivos
que impidan el desarrollo de las empresas como comunidades pro-
ductivas, eficientes y competitivas”. La memoria me llevó a mirar
aquel denominado como “contraproyecto de reforma laboral” elabo-
rado durante el gobierno de Mauricio Macri y descubrir que lo que
hoy se busca con la reforma del decreto 70/2023 en materia de Derecho
del Trabajo, es una copia de aquella denominada contrarreforma pro-
puesta por el expresidente en 2017. Una remake bajo el manto de la
libertad.
En este supuesto “nuevo” proyecto, la libertad y liberación de las
fuerzas productivas busca dejar de lado el principio de justicia social,
el cual ha sido constantemente criticado, buscando corroérselo para el
ingreso irrestricto de la libertad empresarial y, como dice Mark Fisher8,
crear una ontología de los negocios donde todo se puede manejar
como una empresa. Sin embargo, aun cuando en los antecedentes del
DNU 70/2023 busque crear una atmósfera empresarial beneplaciente,
no puede dejar de lado lo que en la estructura constitucional aparece
como un eje para el desarrollo de nuestro país (art. 75, inc. 19).

productivas, hoy maniatadas por regulaciones cuyo fracaso es patente. Que la situación
descripta atenta contra el bien común y afecta los derechos constitucionales de millones
de argentinos. Que para revertir la situación de estancamiento y empobrecimiento en
que nuestro país se encuentra sumido hace varias décadas, resulta imperiosa la eli-
minación de numerosas regulaciones que ahogan a las fuerzas productivas de la Re-
pública”.
8 “A lo largo de los últimos 30 años el realismo capitalista ha instalado con éxito

una ‘ontología de los negocios’ en la que simplemente es obvio que todo en la sociedad
debe administrarse como una empresa, el cuidado de la salud y la educación inclusive”.
FISHER, Mark, Realismo capitalista, Caja Negra, 2019, p. 42.

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DNU 70/2023: tres reformas a la LCT 20.744

3. Tres modificaciones del DNU 70/2023


a) Agregar el inciso d, al artículo 2º de
la LCT (art. 65 del DNU 70/2023)
Una emergencia como la que describe en sus considerandos el de-
creto 70/2023 requiere que la ley 20.744 y modificatorias no se aplique:
“d. A las contrataciones de obra, servicios, agencia y todas las reguladas
en el Código Civil y Comercial de la Nación”.
Quizás este agregado sea el más importante, al permitir que si hay
un contrato de obra, servicios, agencias, o cualquiera de las reguladas
por el CCyCN, la LCT quede afuera. Por ello el decreto con esto
emite la partida de defunción de la ley 20.744 y así no alcanza a llegar
a sus 50 años. Admitir que bajo una modalidad de contratación civil,
obra, servicios o agencia la LCT no tiene aplicación es desandar años
de lucha, de quienes buscaron escapar del encuadre de las relaciones
de trabajo como relaciones civiles. El trabajo dependiente asalariado
mostraba otra modalidad de relación, una relación de desiguales, una
relación de poder, en donde se impone uno sobre el otro.
Por ello es que la libertad en este artículo se impone y deja la
búsqueda de la igualdad en off side. Entonces, la LCT deja de ser una
ley de orden público (art. 14 bis de la CN), para pasar a ocupar el
rol de alternativa ante las opciones del CCyC.
La LCT aparece como una ley suplementaria, lo que nos llevaría
a retroceder un siglo y medio. Si hay una cuestión que no podemos
dejar de lado en el Derecho Laboral es que por la manda constitucional
del artículo 14 bis de la CN, las normas son de orden público y que
no puede prescindirse de las mismas, no por un capricho o una cuestión
de arbitrariedad, sino de protección a quien se encuentra en un vínculo
de subordinación, que no es de libre elección. Y esto no es una mirada
argentina de la legislación del trabajo. Francia observó que los pos-
tulados del racionalismo burgués de libertad, igualdad y fraternidad,
no eran suficientes para estas nuevas relaciones que aparecían con el
capitalismo. Es por eso que surgen normas que tienen algo del Derecho
Público y algo del Privado. El profesor francés Alain Supiot9 destaca

9 SUPIOT, Alain, Derecho del Trabajo, Heliasta, 2008, ps. 29 y 30.

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Martín Zangrandi

esto: “La revolución de 1789 aportaba una promesa de libertad y de


igualdad que se vio desmentida en la experiencia del trabajo industrial,
fundado sobre la subordinación, la desigualdad. Desde entonces la pre-
gunta consistió en saber cómo hacer para que la igualdad entre las
partes –postulados de los contratos– se concretara dentro de las rela-
ciones del trabajo. Este restablecimiento de una cierta igualdad entre
el patrón y el obrero es, en primer lugar, un asunto del Estado, garante
de los principios fundadores de la República. Y es la razón por la que
el Derecho francés del Trabajo fue dominado y sigue siéndolo por la
intervención del Estado cuyas leyes y reglamentos apuntan a imponer
un equilibrio de intercambio salarial”.
Intentar liberar las relaciones de trabajo subordinadas asalariadas
a la libertad de formas que propone la reforma es dejar en manos de
las partes acuerdos (autonomía de la voluntad), contratos, convenios
de dos sujetos que no están en igualdad, es reflotar los postulados de
la Revolución Francesa sin que entremedio hubieran pasado más de
200 años. En el ámbito internacional de los derechos humanos esto
también se ha observado como garantía del debido proceso. La Co-
misión Interamericana de Derechos Humanos10 enuncia allí el “prin-
cipio de igualdad de armas” en situaciones de desigualdad real. Re-
marcó el siguiente concepto: “...la Corte postula que la presencia de
condiciones de desigualdad real obliga a los Estados a adoptar medidas
de compensación que contribuyan a reducir o eliminar los obstáculos
y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios
intereses”. Esa desigualdad real no sólo encuentra a los trabajadores
dependientes, sino también migrantes, discapacitados, consumidores,
minorías sexuales, etcétera.

b) La nueva redacción del artículo 9º (art. 66 del DNU 70/2023)


Una manera de contribuir a buscar un equilibrio en la relación de
trabajo es la de aplicar aquella norma que fuese más favorable al
trabajador, como así también buscar aquella exégesis que represente

10 “El acceso a la justicia como garantía de los derechos económicos, sociales y

culturales: estudio de los estaìndares fijados por el sistema interamericano de derechos


humanos”, del 7-9-2007.

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DNU 70/2023: tres reformas a la LCT 20.744

y sea más favorable al empleado. Este artículo con otros buscan cons-
tituir un principio protectorio, el cual no sólo se extiende al aspecto
sustancial de la relación sino también representa una manda que los
jueces deben valorar al llevar adelante el procedimiento laboral. Tam-
bién el artículo 9º mandaba a resolver aquellos casos de duda en la
apreciación de las pruebas en favor del trabajador. La ley 21.297, que
rigió desde el 8 de mayo de 1976 y que mutiló a la ley 20.744, tuvo
como centro de ataque esta última parte, y la derogó en el entendimiento
de buscar una cierta equidad en la relación procesal. En el año 2009
se volvió a incorporar por la ley 26.428.
El decreto en cuestión, sin derogar y fundado en la necesidad exas-
perante de reformar la legislación laboral, agrega al final del artículo
9º, y respecto a la duda en la apreciación de las pruebas: “...cuando
hubieran agotado todos los medios de investigación a su alcance y
persistiera duda probatoria insuperable, valorando los principios de
congruencia y defensa en juicio”.
Una parte de esto es cierta: duda en la prueba no es que no existen
pruebas, o bien que existen pruebas que muestran o confirman, ver-
bigracia, la inexistencia de la relación de trabajo. Por el contrario debe
existir duda en la interpretación, por eso el intérprete debe agotar
todos los medios de investigación, tengamos presente que la búsqueda
de la verdad real lleva al juez del trabajo a ocupar ese lugar; de más
estaba aclarar lo de la defensa en juicio. El decreto ahora advierte
sobre el principio de congruencia11-12. Entonces, ante la duda en la
interpretación de la prueba en favor del trabajador, el decreto señala
al juez laboral, se aplica pero: agotando los medios de investigación,

11 “Es el principio normativo que delimita el alcance y contenido de las resoluciones


judiciales que deben proferirse a instancia de parte y de acuerdo con el sentido y
alcance de tal instancia, para efectos de que exista identidad jurídica entre lo resuelto
y las pretensiones y excepciones de los litigantes, oportunamente aducidas, a menos
que la ley otorgue facultades especiales para separarse de ellas”. DEVIS ECHANDÍA,
Hernando, Nociones generales de Derecho Procesal Civil, Juan Bravo, Madrid, 1964.
12 También la CSJN ha dicho: “exista una plena conformidad entre lo pretendido

y resistido por un lado, y lo sentenciado por el otro. Así –se puntualiza– toda sentencia
debe contener una rigurosa adecuación a los sujetos, objeto y causa que individualizan
la pretensión y la oposición” (“Suárez c/Urquiza”, del 6-9-77; “Bromaq c/Robles”,
del 30-8-84).

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Martín Zangrandi

no violar la defensa en juicio y bajo el respeto del principio de con-


gruencia. Entiendo que todas estas advertencias sobran, y buscan hacer
más complejo el caso de duda pro operario factis.
Pero, donde sí vale la pena detenerse es en la parte del decreto en
la que transforma al artículo 9º de la LCT en un principio que se
parece más aplicable al proceso civil que al laboral al determinar:
“...En tal sentido se aplicará la regla general procesal, en virtud de la
cual los hechos deben ser probados por quien los invoca, con plena
vigencia de la facultad de los magistrados en la obtención de la verdad
objetiva y el respeto a la seguridad jurídica”. Volvemos a la vieja
regla procesal de quien alega prueba, ya no hay una interpretación,
en caso de duda, a favor del trabajador. Ahora bien, qué implica colocar
la frase: “En tal sentido...” ¿Cómo leemos esto? Parecería querer borrar
todo lo anterior13.
Más allá de la interpretación que una IA pueda hacer de la frase
utilizada por el decreto, lo cierto es que “En tal sentido” refuerza el
principio del proceso civil de: quien alega prueba, y que las interpre-
taciones en la duda de las pruebas deben ajustarse a esto. Esto podría
poner en riesgo el artículo 55 de la LCT ante la omisión de exhibir
libros, quedando en letra muerta. Si sumamos la nueva redacción del
artículo 23 de la LCT (art. 68 del DNU 70/2023) sobre la presunción

13 Se me ocurrió utilizar el chat GPT y preguntarlo. User: actúa en Derecho La-

boral argentino. “La orden principal: quiero que interpretes la expresión ‘en tal sentido’
en la siguiente frase: ‘En tal sentido se aplicará la regla general procesal, en virtud de
la cual los hechos deben ser probados por quien los invoca, con plena vigencia de la
facultad de los magistrados en la obtención de la verdad objetiva y el respeto a la
seguridad jurídica’. Indica esto dirigiéndose a investigadores de Derecho del Trabajo”.
Respuesta chat GPT: “En el contexto de la frase que proporcionaste, la expresión ‘En
tal sentido’ se utiliza para introducir y especificar la dirección o el sentido en el cual
se aplicará una regla general procesal. En otras palabras, está indicando que la regla
general procesal mencionada a continuación se aplicará de acuerdo con la orientación o
el contexto previamente establecido. En este caso, la regla general procesal que se apli-
cará es aquella en la que los hechos deben ser probados por la parte que los invoca.
Además, se destaca la vigencia de la facultad de los magistrados (jueces) en la obtención
de la verdad objetiva y el respeto a la seguridad jurídica. En resumen, ‘en tal sentido’
está conectando la afirmación anterior con la aplicación de la regla general procesal
y delineando cómo se aplicará en el marco de la obtención de la verdad objetiva y
el respeto a la seguridad jurídica en el contexto del Derecho Laboral argentino”.

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DNU 70/2023: tres reformas a la LCT 20.744

de contrato de trabajo la cual desaparece cuando se “trate de contra-


taciones de obras o de servicios profesionales o de oficios y se emitan
los recibos o facturas correspondientes a dichas formas de contratación
o el pago se realice conforme los sistemas bancarios determinados por
la reglamentación correspondiente. Dicha ausencia de presunción se
extenderá a todos los efectos, inclusive a la Seguridad Social”, nos
lleva a pensar que el procedimiento laboral se acerca cada vez más
al civil, desnaturalizando totalmente la norma de fondo.

c) La tipificación de la injuria en el nuevo artículo 242


de la LCT (art. 80 del DNU 70/2023)
Como se ha escrito infinidad de veces, la injuria conforme al ar-
tículo 242 (sin la reforma del DNU) hace una descripción abstracta
de lo que es, o bien da una noción genérica, sin especificar en concreto,
por ello el segundo párrafo permite al juez valorar prudencialmente
su existencia.
No hay, como en el Derecho Penal, una tipificación de lo que es
injuriante. Si examináramos o hiciéramos una antología de la injuria,
nunca existió una definición o hechos considerados injuriantes. No se
encontraba en la vieja ley 11.729 en el Código de Comercio que rigió
hasta la sanción de la ley 20.74414. En ese marco jurídico, para los
tribunales de esa época no era injuria “...convocar a sus compañeros
de trabajo a una reunión con el fin de proponer una serie de petitorios
al principal, sin que ello se traduzca en actitudes violentas que perju-
diquen a éste”15. La ley 21.297 del 24-4-76 solamente quitó de la
redacción de la originaria ley 20.744 (la injuria aparecía en el art.
263)16 las palabras “ni aun a título provisorio”.

14 Su art. 159 expresaba: “Se considera arbitraria la inobservancia del contrato

entre el principal y su empleado siempre que no se funde en injuria que haya hecho
el uno al otro a la seguridad, al honor o a los intereses del otro o de su familia. Esta
calificación se hará prudencialmente por el Tribunal o juez competente...”
15 C2ª de La Plata, 12-4-40, L. L. 18-1110. KROTOSCHIN y RATTI, Código

del Trabajo anotado, Depalma, 1963, p. 137.


16 En la originaria ley 20.744, el art. 263 expresaba: “Una de las partes podrá

hacer denuncia del contrato de trabajo en caso de inobservancia por parte de la otra
de las obligaciones resultantes de mismo que configuren injuria y que por su gravedad,

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Martín Zangrandi

Hasta la sanción del DNU 70/2023, la redacción del texto del ar-
tículo 242 se mantuvo incólume sin hacer una tipificación de la injuria.
El artículo 242 hace una abstracción que en cada caso se llena teniendo
presentes algunas características a tener en cuenta desarrolladas por
la doctrina laboral, algo semejante sucede con el concepto de depen-
dencia laboral (dependencia jurídica, técnica, económica). Sin la re-
forma, el artículo 242 nos pide que analicemos cada caso para deter-
minar si un hecho reviste características que permitan terminar con la
relación de trabajo, ya sea por parte del empleador o bien del trabajador,
bajo el posterior examen valorativo y prudencial de la justicia.
La necesidad y la emergencia llevaron a que a través del artículo
80 del decreto 70/2023 se establecieran una serie de conductas que
tipifican la injuria o motivos que configuran la injuria. El artículo 80
del DNU menciona: “Configura injuria laboral grave la participación
en bloqueos o tomas de establecimiento...” A ello suma la existencia
de presunciones, y menciona los “tips” que llevan a entender que puede
haber injuria laboral grave17. El decreto determina algo que antes no
se había hecho y es colocar a la participación en algunas modalidades
de medidas de acción directa como causales típicas de despido, pero
causales que sólo pueden recaer sobre el trabajador. En las anteriores
redacciones la injuria era una descripción que podía utilizarse tanto
por parte del empleador como del trabajador. Hoy con la sanción del
decreto aparece un tipo de injuria tipificada como injuria laboral grave
la cual sólo puede ser perpetrada por los trabajadores.

4. Final abierto
A la fecha, el DNU 70/2023 se encuentra suspendido en la parte
de los artículos que he tratado.
no consienta la prosecución de la relación ni aun a título provisorio. La valoración
deberá ser hecha prudencialmente...”
17 “Se presume que existe injuria grave cuando durante una medida de acción

directa: a. Se afecte la libertad de trabajo de quienes no adhieran a la medida de


fuerza, mediante actos, hechos, intimidaciones o amenazas; b. Se impida u obstruya
total o parcialmente el ingreso o egreso de personas y/o cosas al establecimiento; c.
Se ocasionen daños en personas o en cosas de propiedad de la empresa o de terceros
situadas en el establecimiento (instalaciones, mercaderías, insumos y materias primas,
herramientas, etc.) o se las retenga indebidamente”.

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DNU 70/2023: tres reformas a la LCT 20.744

Aun así, es necesario reflexionar sobre algunas cuestiones de nuestra


Ley de Trabajo 20.744, la que cumplirá (con modificaciones o sin las
mismas) 50 años de vida. No hay dudas de que algunas modificaciones
después de 50 años es necesario repensar, principalmente con el avance
del trabajo a través de las TIC (ley 27.555), cantidad de trabajadores
cumpliendo funciones en nuestro país para empresas radicadas en otros
países, nuevas formas en las relaciones de trabajo entre la indepen-
dencia y la dependencia, este auge requiere una reflexión crítica.
A través de los artículos 65, 66 y 80 del decreto 70/2023, puede
dejarse entrever que el criterio de justicia social que fundó la originaria
ley 20.744, es dejado de lado y se pregona la libertad, al disponer
salir de la ley cuando se utilizan las figuras de contratos de agencia,
servicios u obras y las reguladas en el CCyC quedando la LCT fuera
de discusión cuando se alegue ese tipo de acuerdos. La modificación
al artículo 9º deja sin la posibilidad de equilibrar la relación dependiente
asalariada, por lo menos en la interpretación ante la duda en las pruebas
volviendo el procedimiento laboral en uno similar al civil con “quien
alega prueba”. Retrae de manera considerable la posibilidad de tomar
algunas formas de reclamo al configurar como injuria laboral grave
la participación en las mismas. Quizás éstas sean las medidas que el
nuevo gobierno entiende necesarias a efectos de la liberación de las
fuerzas económicas.
Ante esto el Derecho del Trabajo no puede bajar los brazos y mos-
trarse inmóvil cuando el objeto de las conquistas fue y sigue siendo
conseguir que quien se encuentra en una relación de trabajo dependiente
asalariado, sacrificando parte de su libertad, quede a la deriva, y por
ello se respeten mínimos derechos, que buscan equilibrar esa relación
de poder desigual, adjetivo que resulta a veces un eufemismo.

91
LA IRRAZONABLE ELIMINACIÓN DE LAS
INDEMNIZACIONES POR TRABAJO SIN
REGISTRO EN EL DNU 70/2023
por Eduardo Curutchet1

Sumario: I. Introducción. II. Breve descripción de los “motivos”. III. La realidad


actual del empleo en Argentina. IV. Control de constitucionalidad bajo el test de
razonabilidad. V. Análisis de su invalidez constitucional bajo los principios pro-
tectorios y de progresividad. VI. Conclusiones.

I. Introducción
El trabajo registrado constituye un prerrequisito del “trabajo de-
cente”, entendiendo como tal a aquel que garantiza a la persona tra-
bajadora algunos derechos sociales mínimos como la jornada limitada
de labor, una retribución justa, vacaciones y otras licencias pagas,
libertad sindical, acceso a la cobertura del sistema de salud por obra
social, al sistema previsional y a la prevención y reparaciones de los
riesgos del trabajo.
El DNU 70/2023 elimina y modifica normas que tendían a prevenir
la evasión fiscal y alentaban el registro sincero y oportuno de las re-
laciones de trabajo en el sector privado, y lo hace a través de las
siguientes normas:
– Por medio de su artículo 53 que deroga los artículos 8º a 17 de
la ley 20.413, es decir, la indemnización en favor del trabajador
1 Abogado laboralista por la Universidad Nacional de La Plata. Especialista en De-

recho Social por la misma Casa de Estudios. Director del Instituto de Derecho Laboral
del Colegio de Abogacía de La Plata (2021 a la fecha). Docente de posgrado en la
Especialización en Derecho Social, materia Derecho Individual II (Derecho de Daños
Laborales) en la Universidad Nacional de La Plata. Autor de diversos artículos en la
materia. Titular del Estudio Jurídico Curutchet Abogados en la ciudad de La Plata.

92
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo sin registro

equivalente al 25% de las remuneraciones mensuales devengadas


sin registro durante toda la relación (art. 8º), o sobre el menor
período comprendido hasta que se concretó el registro de la mis-
ma (art. 9º) o sobre la parte de la remuneración no registrada
(art. 10). Eliminando el procedimiento que regulaba la intimación
extrajudicial al registro de la relación, la forma de hacer efectivo
ese registro o en su caso el pago de las indemnizaciones perti-
nentes en favor de la persona trabajadora (arts. 11 a 14, 16 y
17), así como la duplicación de las indemnizaciones por despido
en el caso de padecer un despido represalia con posterioridad a
la intimación de registro de la relación (art. 15).
– Por medio del artículo 55 del DNU 70/2023 que se deroga la
ley 25.323, cuyo artículo 1º –actuando en forma subsidiaria al
agravante indemnizatorio del artículo 15 de la ley 24.0132– du-
plicaba la indemnización por despido cuando se trata de una
relación de trabajo que al momento del despido no esté registrada
o lo esté de modo deficiente. Así como también por medio del
artículo 58 del DNU 70/2023 que deroga el artículo 50 de la
ley 26.844, norma que implementaba idéntica duplicación in-
demnizatoria en perjuicio de las trabajadoras3 de casas particu-
lares que al momento del despido no estén registradas o lo es-
tén de forma deficiente.

II. Breve descripción de los “motivos”


Los motivos expresados en los considerandos del DNU 70/23 para
justificar esas derogaciones y modificaciones refieren “Que todo esto
transcurre en medio de una situación de enorme gravedad social como
consecuencia de una economía que no crece desde el año 2011”.
Agrega: “Que el empleo formal en el sector privado se mantiene
2 Aunque con un menor alcance ya que no duplica todas las indemnizaciones

sino sólo la de despido sin causa, con exclusión de las sustitutivas de preaviso omitido
e integración del mes de despido.
3 Nos referimos sobre todo a ellas, porque se trata de una actividad en extremo

feminizada, ya que un 97,2% de quienes trabajan en casas particulares son mujeres


(https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2020/08/informe-desigualdad_en_el_
trabajo-igualar-segundo_trimestre_2022.pdf).

93
Eduardo Curutchet

estancado en 6 millones de puestos de trabajo desde esa fecha, lo que


ha provocado la anómala e inaceptable situación de que el empleo
informal supere al formal en un 33%”.
Asimismo afirma: “Que el empleo formal registrado no crece desde
el año 2011, y es un hecho demostrado que las medidas estructurales
adoptadas por la Ley de Empleo Nº 24.013 y por la ley 25.323 no
han podido revertir el problema de la informalidad”.
Finalmente explica: “Que se modifican las leyes 14.250, 14.546,
20.744 (t. o. 1976), 23.551, 24.013, 25.345, 25.877, 26.727, 26.844 y
27.555 y se deroga la ley 25.323, a los efectos de mejorar y simpli-
ficar los procesos de registración, darle seguridad jurídica a la relación
laboral...”
¿Y cuál es la importancia de la Exposición de Motivos? ¿Vale la
pena detenernos a analizar los considerandos del decreto?: Por supuesto
que sí, y ello por tres razones básicas:
(i) Primero porque en ellos podemos encontrar explicitados los ob-
jetivos de la ley, su finalidad. Y conocer esa finalidad sirve
para el posterior control de validez constitucional, bajo el test
de razonabilidad, que remite al análisis de los medios y fines
de las normas, como se verá más adelante.
(ii) En segundo lugar, porque los actos emanados de los poderes
públicos, no pueden ser arbitrarios4, y en ese sentido la justifi-
cación de cada medida es necesaria en una sociedad republicana
y democrática para distinguir entre actos discrecionales y actos
arbitrarios, ingresando los primeros en la esfera de lo admisible
y exento de la revisión judicial, no así la arbitrariedad.
(iii) Y en tercer lugar, porque sirve para orientar la interpretación
de la norma en la medida que puede revelar su finalidad (art.
2º, CCyC).
Y entonces, ¿cuál es la “finalidad” que se desprende de la norma?
En base a sus motivos expresos podemos razonablemente interpretar
4
Se ha dicho que “la reglamentación legislativa no debe ser, desde luego, infundada
o arbitraria sino razonable [...] justificada por los hechos y las circunstancias que le
han dado origen y por la necesidad de salvaguardar el interés público comprometido,
y proporcionado a los fines que se procura alcanzar con ella” (CSJN, “Inchauspe
Hnos. Pedro c/Junta Nacional de Carnes”, Fallos: 199:483).

94
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo sin registro

que la finalidad aparente de las medidas adoptadas en materia de re-


gistro de las relaciones de trabajo y empleo es la de revertir el problema
de la informalidad, fomentar el incremento del empleo registrado, com-
batir esta “anómala e inaceptable” situación del empleo informal, “me-
jorar y simplificar los procesos de registración” y finalmente dotar de
cierta seguridad jurídica a la relación laboral.
Veremos más adelante que las medidas adoptadas no tienden a
promover efectivamente estos fines5.

III. La realidad actual del empleo en Argentina


Es importante analizar también el contexto de la situación de empleo
en Argentina en que se dicta la norma, sobre todo para dilucidar si la
norma parte de presupuestos fácticos ciertos y empíricamente corro-
borables que justifiquen el excepcional estado de crisis y emergencia
social que actúa como primera condición de validez de la norma y
nos remite al análisis de la motivación de la excepcionalidad que re-
quiere el artículo 99, inciso 3º de la CN. Veamos:
Se ha constatado que durante el primer trimestre del año 2023, el
empleo continuó creciendo en el país: la tasa de empleo ascendió a
45% y logró un nuevo récord histórico, ubicándose +1,7 p. p., por
encima del mismo trimestre de 20226. Por su parte la tasa de desocu-
pación descendió al 6.2% según el último informe disponible del Indec7.
Según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial
del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, sobre la base
del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), el empleo privado
formal superó los 6.384.500 asalariados, lo que representa su nivel
más alto desde al menos los últimos 14 años (es decir, desde al menos

5 Salvo quizás, la finalidad de simplificar los procesos de registro de la relación,

cuya reglamentación aun no se ha dictado pero que a costa de sacrificar el principio


de la realidad y el carácter personal de la relación, admite que el registro lo instrumente
cualquier persona, aunque no sea el propio empleador (conf. nuevo art. 7º bis de la
ley 24.013).
6 Ver https://www.argentina.gob.ar/noticias/en-el-primer-trimestre-crecio-la-activi-

dad-economica-y-cayo-el-desempleo.
7 Ver https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/mercado_trabajo_eph_2

trim23D62E32C3E6.pdf.

95
Eduardo Curutchet

2009 que es el inicio de la serie). En el comparativo interanual, el


empleo registrado privado creció un 3,2% (+197.700 empleos privados
en un año). Así, acumula 29 meses de crecimiento interanual ininte-
rrumpidos. A nivel federal, once provincias están en sus máximos
niveles de empleo privado formal desde al menos 2009. Algunas de
ellas son: Buenos Aires, Catamarca, Entre Ríos, Misiones, Neuquén,
Salta y Santa Fe8.
En septiembre de 2023, la SRT informa que el total de personas
trabajadoras cubiertas por el régimen de seguros de riesgos del trabajo
asciende a 10.487.476, representando un 3,04% de incremento intera-
nual, sobre todo en unidades productivas9. Siendo la mayor en cantidad
de trabajadores cubiertos en la historia del sistema10.
La realidad que indican dichas estadísticas contradice los funda-
mentos del decreto y por lo tanto éste pierde todo tipo de legitimidad,
por partir de presupuestos de hechos falsos, que no constituyen una
“motivación de la excepcionalidad” admisible11.
Más allá de aquellos datos alentadores resulta ciertamente preocu-
pante que el 36% de los asalariados no tiene descuentos jubilatorios,
es decir, se encuentran en la informalidad12.
Este fenómeno es mucho más severo en el caso de trabajo de casas
particulares, que se ubicó en torno de un 76% de informalidad siendo
el más clandestino de los trabajos en la República Argentina13.
Veamos entonces si las medidas adoptadas para revertir este fenó-
meno resultan razonables.
8 Ver https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-empleo-industrial-continua-en-alza-

y-acumula-25-meses-de-crecimiento-mensual#:~:text=Con%20este%20crecimiento%
20la%20econom%C3%ADa,%2Dpandemia%20(diciembre%202019.
9 Ver https://www.srt.gob.ar/estadisticas/cf_ultimos_datos.php.
10 Ver https://www.argentina.gob.ar/noticias/27-anos-de-su-creacion-el-sistema-

otorga-cobertura-mas-de-10-millones-de-trabajadores.
11 Se trata de una suerte de fake news expresada en los considerandos de una

norma que pretende alterar sin debate parlamentario y fundada en base a esa infor-
mación falsa, elementos sensibles de las relaciones de trabajo, en perjuicio de la clase
trabajadora.
12 Ver https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/mercado_trabajo_eph_

2trim23D62E32C3E6.pdf.
13 Ver https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/desigualdades_de_genero_

en_el_mercado_de_trabajo_argentino_observatorio_srt.pdf.

96
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo sin registro

IV. Control de constitucionalidad bajo el test de razonabilidad


El análisis de la razonabilidad de una norma, en sentido técnico-
jurídico, refiere a la relación de adecuación entre los fines que la
norma se propone alcanzar y los medios articulados para ello.
Desarrollando este test, la CSJN ha sostenido que las normas son
susceptibles de cuestionamiento constitucional “cuando resultan irra-
zonables, o sea, cuando los medios que arbitran no se adecuan a los
fines cuya realización procuran o cuando consagran una manifiesta
inequidad”14. Esta doctrina se ha reiterado en los casos “Vizzoti”15 y
“Ascua”16.
La razonabilidad por adecuación se ha entendido por la doctrina
clásica y la jurisprudencia como una relación coherente que debe mediar
entre los fines que la norma se ha propuesto conseguir y los medios
instrumentados para alcanzarlos, en virtud de la cual, y bajo esa con-
dición de adecuación, sería admisible algún tipo de restricción regla-
mentaria de un derecho constitucional.
El test de adecuación evalúa entonces la relación razonable de pro-
moción que debe existir entre la medida que la ley implementa, y la
finalidad que con esa medida se propone alcanzar, es decir, la relación
técnica de adecuación que debe mediar entre medios y fines. En este
sentido se considerará inconstitucional a la norma que implementa una
medida que no es adecuada a la finalidad perseguida, y al contrario,
termina por desnaturalizar el fin perseguido.
Sometidas a dicho test de razonabilidad las normas del DNU
70/2023 que derogan las indemnizaciones y agravantes indemnizatorios
por trabajo sin registro, sin sustituirlas por otras de similar o más de
intenso alcance, advertimos sin esfuerzo que los medios adoptados
resultan inadecuados para promover el trabajo formal o luchar contra
el flagelo de la informalidad, y al contrario, claramente lo podría fo-
mentar.
Sería posible imaginar sin mucho esfuerzo una batería de medidas

14 Conf. CSJN, “Azar”, Fallos: 299:428, 430.


15 CSJN, 14-9-2004, “Vizzoti, Carlos A. c/AMSA SA”, Fallos: 327:3677.
16 CSJN, 10-8-2010, “Ascua, Luis R. c/SOMISA”, Fallos: 333:1361.

97
Eduardo Curutchet

que podrán ser consideradas adecuadas al fin para promover el empleo


formal y desalentar las prácticas de trabajo informal, por ejemplo:
1. Reducción de los costos del trabajo formal para el empleador,
sin merma de derechos para el trabajador17.
2. Inspección más activa por parte de la autoridad del trabajo.
3. Regular los derechos de las personas que trabajan en nuevas
modalidades de empleo, como los trabajadores de plataformas.
4. Tipificar penalmente el delito en que incurre un empleador que
se sirve de trabajadores sin darles de alta formalmente.
5. Recrudecer las indemnizaciones legales en favor de los traba-
jadores que son sometidos a trabajo informal y sobre todo la
protección del despido de quien reclama la regularización de la
relación.
6. Una política estatal efectiva de transformación de planes sociales
en trabajo formal.
7. Una norma que consagre la invalidez sustancial (ineficacia ex-
tintiva opcional para el trabajador) del despido sin causa de la
persona trabajadora no registrada18.
Podemos imaginar más medidas adecuadas para promover el fin de
luchar contra el flagelo del trabajo informal y ninguna implica “des-
regular” la situación, sino todo lo contrario.
Asimismo la finalidad de llevar seguridad jurídica a las relaciones
de trabajo no se logra con la derogación de las indemnizaciones que
preveía la Ley Nacional de Empleo para el caso de trabajo sin registro,

17 Aunque si no es acompañada por alguna política que tienda a fomentar un

cambio cultural que destaque en la sociedad la importancia y el deber de registrar a


los trabajadores, es difícil creer que el abaratamiento de las cargas sociales va a
provocar de por sí un incremento del registro de las relaciones de empleo, pues si
fuera sólo una cuestión de costos no se comprende por qué razón en el sector del
trabajo de casas particulares, cuyo registro es simple e indiscutiblemente económico,
persiste una situación de casi un 80% de trabajo sin registrar.
18 Aunque con la derogación del art. 15, LNE es posible ahora que un juez del

Trabajo, a pedido de parte, decida anular el despido del trabajador en represalia a su


pedido de regularización, por aplicación directa de normas constitucionales y la doctrina
de los órganos de control de los instrumentos internacionales de protección de los
derechos humanos, como también por aplicación de la ley 23.592 que autoriza a dejar
sin efecto el acto discriminatorio.

98
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo sin registro

sino todo lo contrario, porque ahora –más que nunca– se puede y con
certeza van a prosperar reclamos por indemnizaciones de los daños
causados por el trabajo informal, al amparo del Derecho común.
Desde mi punto de vista los artículos 8º a 10 de la ley 24.013, y
con más razón su artículo 15 regulaban indemnizaciones tarifadas a
favor del trabajador y no meras penalidades. Entiendo que prima su
naturaleza resarcitoria sobre la sancionatoria19.
Ahora bien en materia de reparaciones sigue plenamente vigente
el principio alterum non lædere, que tiene raigambre constitucional20;
en virtud de ello la indemnización para ser justa debe ser integral, y
no dejar ninguna parcela de daño sin indemnizar21.
Por lo tanto además de las reparación in natura consistente en el
efectivo ingreso de los aportes omitidos al sistema de la seguridad
social22 se puede reclamar una compensación dineraria por los bene-
ficios dejados de percibir a título de lucro cesante, como por ejemplo
la privación del seguro de desempleo, asignaciones familiares etcé-
tera o cualquier otro que el trabajador hubiera dejado de percibir por
violación del empleador de su obligación de registrar la relación de
trabajo y de su deber de diligencia e iniciativa para “posibilitar el
trabajador el goce íntegro y oportuno que tales disposiciones le acuer-
dan” (art. 79, LCT). Se puede reclamar también el daño emergente,
constituido por los desembolsos que el sujeto trabajador ha debido
hacer para afrontar gastos que estando debidamente registrados no

19 Debate que se relacionaba también con el de los principios de interpretación

aplicables (si in dubio pro operario o in dubio pro reo). Al respecto cabe referir que
la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires ha dicho reiteradamente: “Los
arts. 8º, 9º y 10 de la ley 24.013 no pueden ser interpretados con criterio restrictivo
en beneficio del evasor, pues ello contraría el propósito de la ley y el principio sentado
en el art. 9º, 2º párrafo de la Ley de Contrato de Trabajo” (SCJBA, L 92297 S
23-3-2010, “Ferreyra, Miguel Ángel c/Rectificadora Atla SRL s/Despido”; L 90485
S 7-6-2010, “Liencura, Adrián Andrés c/Demario, Miguel Ángel s/Despido”).
20 CSJN, “Gunther c/Estado Nacional”, Fallos: 308:1118.
21 CSJN, “Provincia de Santa Fe c/Nicchi”, Fallos: 268:112; 21-9-2004, “Aquino”,

Fallos: 327:3753.
22 Lo que está previsto en el art. 7º quáter de la ley 24.013 que agrega el DNU

70/2023, norma que alienta el fraude laboral al permitir además deducir de la deuda
que se determine por el órgano recaudador “los componentes ya ingresados” bajo
figuras no laborales.

99
Eduardo Curutchet

hubiera debido afrontar (cobertura de costos de atención de su salud


y de su grupo familiar, etc.).
Finalmente se puede reclamar también una indemnización compen-
satoria del daño extrapatrimonial –o daño moral–, causado a la persona
trabajadora que debió trabajar en esas condiciones de trabajo no de-
cente.
Y todo ello bajo el principio de la reparación plena que surge del
artículo 19 de la CN y reglamenta el artículo 1740 del CCyC.
Por lo tanto, las normas mencionadas no fomentan la mentada se-
guridad jurídica sino todo lo contrario, desde que no serán previsibles
para el empleador las consecuencias reparatorias que podría afrontar
por una situación de trabajo no registrado.

V. Análisis de su invalidez constitucional bajo


los principios protectorios y de progresividad
Sin perjuicio de no superar la norma el test de razonabilidad, su
inconstitucionalidad sustancial resulta también de su confrontación con
el principio protectorio (art. 14 bis, párr. 1º, CN) y el principio de
progresividad (art. 26, Convención Americana sobre DD. HH.; art.
2.1, PIDESC), en tanto que al derogar un régimen de prevención de
trabajo informal, y las indemnizaciones previstas en favor del trabajador
sometido a dicho trato injusto, o que sea despedido por pretender que
se regularice su situación, claramente se desconoce el principio pro-
tectorio y la manda constitucional de asegurar al trabajador condiciones
dignas y equitativas de labor, y al no sustituir esas normas por otras
con similar alcance, también se viola el principio de progresividad.
Con un tono más próximo a la no regresividad que a la progresi-
vidad, este principio también fue consagrado en el artículo 75, inciso 23
de nuestra Constitución Nacional, al disponer que corresponde al Con-
greso: “Legislar y promover medidas de acción positivas que garanticen
[..] el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta
Constitución y los tratados internacionales vigentes sobre derechos hu-
manos...”
En la causa “Milone” de la CSJN y analizando dicha cláusula cons-
titucional incorporada por la reforma de 1994, expresó la Corte que

100
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo sin registro

“una interpretación conforme con el texto constitucional indica que la


efectiva protección al trabajo dispuesta por el artículo 14 bis se en-
cuentra alcanzada y complementada [...] por el mandato del artículo
75, inciso 23, norma que, paralelamente, asienta el principio de no
regresividad en materia de derechos fundamentales. Así lo preceptúa
también el principio de progresividad asentado en el artículo 2.1 del
citado Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales, en concordancia con su artículo 11, inciso 1º, por el que los
Estados han reconocido el derecho de toda persona “a una mejora
continua de las condiciones de existencia”23.
Y es justamente por aplicación del principio de progresividad que
se exige una carga de justificación mucho más severa de las medidas
que puedan catalogarse como “regresivas”. Al respecto, dicen Abra-
movich y Courtis que el Comité de Derechos Económicos Sociales y
Culturales ha fijado los términos del posible marco argumental del
Estado, cuando pretende justificar la validez de una norma regresiva:
“por un lado, la medida regresiva sólo se justifica si el Estado demuestra
que ha considerado cuidadosamente medidas alternativas y que existen
razones de peso para preferir aquélla [...] Por otro lado, el Comité
también establece las condiciones y contenido de la posible justifica-
ción: la medida deberá ser justificada plenamente por referencia a la
totalidad de los derechos previstos en el pacto y en el contexto del
aprovechamiento pleno del máximo de los recursos de que dispone...”
Concluyen los autores citados sosteniendo que “la verificación del ca-
rácter regresivo de una norma tiene efectos similares a la existencia
de un factor de discriminación de los expresamente vedados: conlleva,
de antemano, una presunción de ilegitimidad de la medida, y conduce
a la necesidad de realizar un escrutinio estricto o un severo control
de razonabilidad y legitimidad de la medida y del propósito de la
norma, quedando a cargo del Estado la prueba de su justificabilidad”24.
De modo que, siguiendo a los mencionados autores: “...el impug-
nante de una norma podría trasladar la carga de demostrar su razona-

23 CSJN, 26-10-2004, “Milone, Juan Antonio c/Asociart SA ART s/Accidente.

Ley 9688”, consid. 6, Fallos: 327:4607.


24 ABRAMOVICH, Víctor y COURTIS, Christian, Los derechos sociales como

derechos exigibles, Trotta, Madrid, 2002, ps. 109 a 111.

101
Eduardo Curutchet

bilidad, si logra acreditar prima facie que dicha norma es regresiva...”


agregando que “lo será, en principio, partiendo de la definición del
artículo 2º del PIDESC, cuando el grado de efectividad del derecho
social reglamentado por la norma impugnada resulte menor al que había
alcanzado en el Derecho interno antes de la sanción de esa norma”25.
Esta doctrina fue reiterada por dicho Comité en la Observación
General (OG) Nº 18, aprobada el 24-11-2005, referida al “derecho al
trabajo”: “Al igual que en el caso de los demás derechos enunciados
en el Pacto, no deben adoptarse en principio medidas regresivas en
relación con el Derecho al Trabajo. Si deben adoptarse deliberadamente
cualesquiera medidas regresivas, corresponde a los Estados Partes en
cuestión demostrar que lo han hecho tras considerar todas las alterna-
tivas y que están plenamente justificadas, habida cuenta de la totalidad
de los derechos enunciados en el Pacto en el contexto del pleno uso
de los máximos recursos disponibles por el Estado”.

VI. Conclusiones
No existe una situación de emergencia social en materia de empleo
que amerite el dictado de medidas excepcionales, ni mucho menos
que justifiquen el dictado de un decreto de necesidad y urgencia en
esta materia.
Las medidas adoptadas no se adecuan a los fines presuntos de la
norma, por cuanto falla groseramente el test de razonabilidad por ade-
cuación que debe existir entre los medios implementados (eliminacio-
nes de las indemnizaciones por trabajo clandestino) y el fin buscado
(reducir el trabajo informal).
Asimismo, la reforma implementada en esta materia generará a los
empleadores “inseguridad jurídica” o más bien, “incertezas de costos
indemnizatorios por trabajo informal”, desde que todo trabajador podrá
reclamar al amparo del principio de la reparación plena el resarcimiento
de los daños que pueda acreditar y que guarden nexo causal adecuado
con la situación de trabajo informal. Se ha abierto aquí una “caja de
Pandora” que traerá consecuencias reparatorias de diversa índole.

25 Ídem, p. 112.

102
La irrazonable eliminación de las indemnizaciones por trabajo sin registro

La norma analizada, en cuanto desprotege al trabajador sin registro,


que puede ser despedido por el empleador si reclama la regularización,
y deroga una compensación legal de los daños causados, resulta in-
constitucional por violar los principios protectorios y de no regresión
que deben guiar la sanción de las leyes y debe ser sometida a un
estricto test de control de constitucionalidad.

103
UNA INVITACIÓN A CONTRATAR
SIN REGISTRAR. REFORMA
LABORAL DEL DNU 70/2023
por Juan Manuel Pusineri1

Sumario: 1. Marco general. 2. Indemnizaciones derogadas. 3. Causas de la informa-


lidad. 4. Posibles consecuencias. 5. Una apreciación.

1. Marco general
El Título IV del DNU 70/2023 contiene un conjunto de normas
que derogan o modifican la legislación laboral en el ámbito de las
relaciones individuales y colectivas.
La orientación de las mismas tiene por objeto reducir o directamente
suprimir los estándares de protección que estaban destinados a las
personas que trabajan.
Inspirado en aquella prédica que sostiene que flexibilizando normas
laborales o dejando sin efecto derechos del trabajador se generan con-
diciones favorables para la generación de empleo, el DNU ensaya una
escueta fundamentación para dar andamiaje a una reforma que des-
morona institutos fundamentales del Derecho del Trabajo.
En sus considerandos se leen los siguientes párrafos: “Que los em-
prendimientos, esencialmente privados, resultan el mejor recurso para
la contención social, a través del empleo y la generación de bienes y

1 Abogado especialista en Derecho Laboral por la Universidad Nacional del Litoral.

Titular del estudio jurídico Pusineri y Asoc. Asesor del Sindicato de los Trabajadores
de la Industria de la Alimentación (Santa Fe). Ex-Ministro de Trabajo de la Provincia de
Santa Fe (2021/2023).

104
Una invitación a contratar sin registrar. Reforma laboral del DNU 70/2023

servicios necesarios para la vida de toda la sociedad, y para ello se


requieren cambios que permitan una expansión de la demanda de tra-
bajo en el país. Que el empleo formal registrado no crece desde el
año 2011, y es un hecho demostrado que las medidas estructurales
adoptadas por la Ley de Empleo 24.013 y por la Ley 25.323 no han
podido revertir el problema de la informalidad. Que se modifican las
Leyes 14.250, 14.546, 20.744 (t. o. 1976), 23.551, 24.013, 25.345,
25.877, 26.727, 26.844 y 27.555 y se deroga la Ley 25.323, a los efectos
de mejorar y simplificar los procesos de registración, darle seguridad
jurídica a la relación laboral, aumentar el período de prueba, redefinir
la procedencia de los descuentos salariales convencionales, autorizar
a las convenciones colectivas a explorar mecanismos de indemnización
alternativos a cargo del empleador, tal como se ha implementado en
algunas actividades, revisar los criterios de ultraactividad y evitar los
bloqueos de actividades productivas. Que en adición a ello, se ofrece
un mecanismo para que los trabajadores independientes puedan operar
un sistema flexible de colaboradores de hasta cinco (5) personas”.
Señala agudamente Ackerman que “En rigor, en la única materia
en la que en estos escuetos cuatro párrafos –en los que prevalece la
descripción y está ausente la justificación y con los que se quiere
sustituir el debate parlamentario– se intenta fundamentar la reforma,
es en la referida a las leyes 24.013 y 25.323, a las que se imputa que
no han podido revertir el problema de la informalidad, lo que lleva a
la derogación de la segunda y a la eliminación del régimen de indem-
nizaciones –mal llamadas multas– por registro irregular de la primera”.
Añade con sorna que “Con un argumento similar podrían eliminarse
los semáforos, las cámaras, los exámenes de alcoholemia y las multas,
en razón de que no se ha logrado la reducción de los accidentes de
tránsito”2.
En efecto, entre las supresiones que instrumentó la norma está la
derogación de los artículos 8º a 17 y 120, inciso a, de la ley 24.013
(art. 53), la derogación de la ley 25.323 (art. 55) y la del artículo 50
de la ley 26.844.
2 ACKERMAN, Mario E., Una reforma laboral impúdicamente perversa y viciada

de nulidad insanable que lastima a la democracia y agrede a la libertad, en Rubinzal


Online, RC D 734/2023.

105
Juan Manuel Pusineri

2. Indemnizaciones derogadas
En primer lugar las indemnizaciones que se dejan sin efecto cum-
plían en la práctica una doble finalidad. Por un lado operaban como
un disuasivo para el empleador toda vez que si contrataba en forma
clandestina se exponía a tener que pagar más al momento de la extinción
del vínculo laboral.
Y por otro lado constituían una suerte de reparación tarifada del
daño que había sufrido el trabajador por no haber accedido en todo o
en parte a los aportes y contribuciones del sistema de seguridad social.
Es decir que recurriendo a un típico mecanismo del Derecho La-
boral, la normativa tasaba el daño que sufría la persona que trabajó
en esas condiciones.
El flagelo de la informalidad laboral estimado en nuestro país en
niveles en torno al 40% del trabajo en relación de dependencia cons-
tituye desde ya un claro perjuicio para el trabajador cuyos daños di-
rectos se relacionan con la dificultad o imposibilidad de acceder a los
beneficios de la jubilación ordinaria o de tener cubiertas las contin-
gencias relacionadas con su salud por una obra social o una ART.
Pero también para el propio Estado en función de que se lo priva
de recursos para atender a las prestaciones de la seguridad social.
Y una injusticia manifiesta para el conjunto de empleadores que
contrata cumpliendo con la normativa y que se expone a una compe-
tencia desleal frente a aquellos otros que lo hacen sin registro.

3. Causas de la informalidad
Llegados a este punto y haciendo una somera descripción de las
causas de la informalidad, pueden identificarse un conjunto de factores
que tienen relación con la misma.
Desde una perspectiva más estructural de la economía se señalan
los procesos de reformas neoliberales que se produjeron en nuestro
país, en que las desregulaciones, las privatizaciones de empresas pú-
blicas, la apertura económica y la flexibilización de la legislación la-
boral trajo consigo un incremento de trabajadores desocupados que a
duras penas pudieron insertarse en empleos precarios. Sin dudas los

106
Una invitación a contratar sin registrar. Reforma laboral del DNU 70/2023

avances tecnológicos juegan su papel también en la menor oferta de


empleos de calidad. A ello sumamos la tercerización o descentralización
empresaria por la cual ciertos empleos fueron reemplazados por otros
que cumpliendo idénticas funciones lo hacían en condiciones mucho
más desfavorables para el trabajador.
Por otro lado y en sentido opuesto al de esta formulación se men-
ciona como causa de la informalidad laboral al conjunto de regulaciones
y trámites que atentan contra la simplicidad para contratar dentro de
la normativa laboral combinado ello con lo que se ha llamado el elevado
costo laboral que tiene un impacto importante sobre todo en pequeños
y medianos empleadores.
Finalmente se argumenta que debe buscarse su origen en el defi-
ciente funcionamiento de los sistemas de control del trabajo clandestino
y de las acciones vinculadas a la promoción del empleo registrado a
través de programas que se diseñan desde el ámbito estatal.
Puede agregarse ya en el campo de lo que podríamos calificar
como una conducta disvaliosa aquella en que un empresario decide
maximizar su rentabilidad recurriendo en todo o en parte a trabajo sin
registrar o a la práctica del subregistro.
El DNU toma por válida la segunda de las posiciones, es decir la
relacionada con el argumento del elevado costo laboral y la excesiva
regulación en tanto no sólo elimina las indemnizaciones por trabajo
no registrado sino que además el conjunto de las reformas tiene esa
orientación.

4. Posibles consecuencias
La derogación de los dispositivos que preveían un agravamiento
indemnizatorio para las relaciones laborales no registradas tiene deri-
vaciones desde el punto de vista jurídico y también desde el punto de
vista práctico.
Comenzando por este último, puede operar como un aliento a la
contratación sin registro, ya que una de las posibles consecuencias
que ello acarreaba no existe más. El empleador que despide sin causa
paga la misma indemnización a un trabajador registrado que a uno
que no lo está.

107
Juan Manuel Pusineri

Cabe mencionar aquí que otras normas del DNU van en línea con
el razonamiento que se expone en la presente colaboración. Así el
artículo 65 del mismo al modificar el artículo 2º de la LCT excluye
la aplicación de sus normas a las contrataciones de obra, servicios,
agencia y todas las reguladas en el Código Civil y Comercial de la
Nación. Es decir que legitima el fraude a la ley laboral mediante la
utilización de figuras no laborales a fin de eludir su aplicación.
En idéntica dirección el artículo 68 del DNU substituye el artículo
23 de la LCT eliminando la presunción de la existencia de un contrato
de trabajo, cuando se trate de contrataciones de obras o de servicios
profesionales o de oficios y se emitan los recibos o facturas corres-
pondientes a dichas formas de contratación.
Estos dispositivos en su conjunto tienden a posibilitar la existencia
de relaciones laborales de baja calidad, yendo a contramano de los
declarados propósitos a los que ya nos referimos.
Desde el punto de vista jurídico, el planteo de inconstitucionalidad
del DNU es la primera consecuencia que ya está expuesta en el ámbito
del Congreso nacional o en sede judicial.
En segundo lugar, otro efecto ya en el campo de las relaciones
individuales es el relativo a los reclamos que se realicen por los daños
y perjuicios ocasionados al trabajador por el hecho de haber estado
empleado sin aportes ni contribuciones al sistema de seguridad social,
acción ésta con base en el artículo 19 de la Constitución Nacional que
sienta el principio general por el cual se prohíbe a los hombres per-
judicar los derechos de un tercero.
Y ello en lugar de reducir la litigiosidad probablemente la incre-
mente. A los daños pasados que derivados por ejemplo de contingencias
de salud no cubiertas por no contar el trabajador con una ART u obra
social se le suman los presentes y futuros. Estos últimos relacionados
con el régimen previsional al no poder o verse dificultado el acceso
de un trabajador o su familia al beneficio de la jubilación o la pensión.
En este punto toda la discusión relativa a dicha reparación va a
terminar generando mayor conflictividad.

108
Una invitación a contratar sin registrar. Reforma laboral del DNU 70/2023

5. Una apreciación
Si como parece inspirar la solución que trae el DNU, el problema
de la informalidad o de la falta de generación de empleo de calidad
está determinada por los altos costos laborales y la maraña de regu-
laciones existentes sobre todo para las pequeñas y medianas empresas
pensamos que podrían explorarse otras soluciones que no terminen
haciendo cargar al trabajador con más penurias y menos derechos.
Podrían en tren de especular haberse introducido simplificaciones
de trámites, reducciones impositivas y de cargas sociales y no traer
como alternativa soluciones que no son tales y que tienden a agravar
el problema.
Pero ello no se hizo porque la orientación general que ha definido
el Gobierno está enderezada a cerrar el déficit fiscal del Estado, y
para lograrlo puso en marcha un ajuste que recae centralmente sobre
los sectores medios y trabajadores. Y en eso las medidas económicas
anunciadas se emparentan con las disposiciones del DNU.

109
IMPLICANCIAS PREVISIONALES DE LA
DEROGACIÓN DE LAS NORMAS SOBRE
TRABAJO NO REGISTRADO
por María Alejandra Austerlitz1

Los seres humanos somos


iguales al nacer, pero es la
única vez que lo somos.
Abraham Lincoln

Comprender el alcance y el impacto que tienen las derogaciones


y modificaciones introducidas por el Título IV –Trabajo– del DNU
70/2023 en el sistema de protección de los trabajadores y su grupo
familiar primario, respecto a las contingencias de vejez, invalidez y
muerte, no puede prescindir de dos aspectos centrales. En primer tér-
mino, la necesaria interdependencia entre el Derecho Laboral y la Se-
guridad Social y, en segundo lugar, pero no menos importante, el con-
texto ideológico2 en el que dicha relación es entendida, particularmente
en situaciones de emergencia.
En este orden, el decreto en análisis, expresamente resalta este se-
gundo aspecto al autodenominarse “Bases para la reconstrucción de
la economía argentina”. Es decir, frente a una situación de crisis eco-
nómica pública y notoria, se declara la emergencia pública en materia
económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, sa-

1 Abogada especializada en Seguridad Social. Licenciada en Relaciones Interna-

cionales.
2 Entendida ésta sin un juzgamiento valorativo en particular, sino como una cos-

movisión del mundo, es decir un modelo de construcción de la sociedad.

110
La derogación de las normas sobre trabajo no registrado

nitaria y social hasta el 31 de diciembre de 2025, y se dispone un


proceso de desregulación de la economía, donde el trabajo humano,
y su regulación, es considerado un factor más de la producción que
debe ser, cuando menos, flexibilizado o despojado de derechos, a fin
de superar la emergencia y alcanzar los objetivos propuestos en materia
económica.
Esta cosmovisión anida en la convicción de que el mercado es una
entidad autorreguladora de la economía y, por ende, del bienestar in-
dividual basado en la libertad de elección, por lo cual se resigna la
intervención del Estado para regular las relaciones económicas y so-
ciales, desregulando todo aquello que se interponga en su normal de-
senvolvimiento, inclusive los derechos laborales.
Recordemos que algunas medidas de flexibilización y/o deslabo-
ralización del mercado de trabajo ya han sido implementadas en nuestro
país en décadas anteriores sin éxito alguno3; más bien con la conse-
cuencia adversa de agravar la situación de precariedad laboral, incre-
mentar el desempleo y la necesidad posterior de implementar políticas
públicas como las moratorias para morigerar los efectos del desamparo
previsional llegando, inclusive, a la estatización del régimen de capi-
talización individual, por el fracaso en la cobertura y en la sustitutividad
de haberes.
Esto último, el fracaso del régimen de cuentas individuales de ca-
pitalización como sistema de protección, revela la interdependencia
del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social. En efecto, en términos
de cobertura y cuantía de las prestaciones, más allá de las condiciones
macroeconómicas, un régimen sustitutivo de cuentas individuales de
capitalización requería de un mercado de trabajo altamente formalizado
(trabajadores registrados), y de altos niveles de ingresos salariales (para
garantizar sustitutividad en términos económicos), condiciones que no
se cumplieron. Ello porque en la lógica de conmutatividad del régimen

3 Basta recordar la eliminación de todas las contribuciones patronales en el año

1980, para comprobar que dicha medida, lejos de incentivar la creación de empleo
genuino, terminó por anticipar el fracaso del modelo estrictamente contributivo sobre
la nómina salarial, como fuente de recursos para sufragar beneficios de generaciones
que pretenden –legítimamente– conservar los derechos al amparo del modelo en que
se jubilaron.

111
María Alejandra Austerlitz

de capitalización individual sin trabajo registrado no hay aportes a la


cuenta individual, sin aportes no hay fondos, y sin fondos no hay
ahorros para generar rentabilidad: “no hay plata” para sufragar pres-
taciones previsionales al trabajador.
No podemos soslayar que un error recurrente es entender que, cuan-
do hablamos de cobertura de previsión social, hablamos sólo de adultos
mayores. Nada más lejos que eso. En los sistemas de naturaleza con-
tributiva, nos referimos también a trabajadores activos en términos de
cobertura. La consecuencia de la cobertura de los activos será el acceso
a prestaciones de los adultos mayores para ciertas contingencias4. Evi-
dencia la importancia del trabajo registrado para la Seguridad Social.
En este marco, el primer cuestionamiento al DNU es la falta de
previsión –al menos normativa– respecto a las consecuencias que las
medidas propuestas en materia laboral producirán en la futura cobertura
de las contingencias previsionales de los trabajadores.
En los considerandos, el DNU señala que el empleo informal supera
al formal en un 33%; asimismo resalta que esta situación demuestra,
per se, “que las medidas estructurales adoptadas por la Ley de Empleo
24.013 y por la ley 25.323 no han podido revertir el problema de la
informalidad”. No obstante, lejos de proponer instrumentos normativos
superadores de ello, produce un salto al vacío, despojando de todo
mecanismo de prevención y sanción al trabajo no registrado, facilitando
la precarización laboral y con ello los cimientos para el proceso de
deslaboralización del mercado de trabajo, cuya desregulación propone,
en franca vulneración a los derechos y garantías consagrados en el
artículo 14 bis, en los tratados internacionales de derechos humanos
incorporados en el artículo 75, inciso 22, y en el artículo 75, inciso
23 de la Constitución Nacional5.

4 Así lo trata, por ejemplo, el Convenio 102 de la OIT sobre normas mínimas

de Seguridad Social. El Convenio establece, para cada rama, un porcentaje de cober-


tura de la población que, como norma mínima, debe garantizarse. Los indicadores de
cobertura guardan relación con: a) categoría prescripta de asalariados; b) categoría
prescripta de la Población Económicamente Activa (PEA) que constituyan un por-
centaje del total de residentes, y c) categorías prescriptas de residentes que constituyan
un porcentaje de todos los residentes.
5 Tanto la Declaración Americana de los Derechos del Hombre, en sus artículos

XIV, XV y XVI; la Declaración Universal de Derechos Humanos, artículos 23, 24,

112
La derogación de las normas sobre trabajo no registrado

El trabajo como derecho humano fundamental implica el acceso a


un trabajo productivo y de calidad, que genere un ingreso justo, ejercido
en condiciones de libertad y de reconocimiento de los derechos básicos
del trabajador, y la protección de un sistema de Seguridad Social que
brinde amparo frente a determinadas contingencias a los trabajadores
y los miembros de su familia6.
Precisamente, el trabajo registrado es la expresión “del derecho a
tener derecho” a los beneficios contributivos de la Seguridad Social7.
De allí la importancia que el “Derecho del Trabajo” sincronice los
derechos laborales del trabajador con el “derecho a la Seguridad Social”
de éste y su familia.
El fracaso en la erradicación del trabajo no registrado se debe pre-
cisamente a la falta de interpretación y aplicación conjunta de las dos
ramas jurídicas. A su vez, tiene responsabilidades compartidas por
todos los actores involucrados, pero fundamentalmente los empleadores
y los organismos de control y aplicación.
En efecto, los tres instrumentos legales que el DNU deroga o mo-
difica, cuya finalidad era prevenir la informalidad, sancionar el trabajo

25; la Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículos 1º, 16 y 26, y el


Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales y del Protocolo
adicional de San Salvador, artículos 6º, 7º, 8º y ss., entre otros instrumentos, consagran
el derecho al trabajo como un derecho humano, respecto del cual el estándar de
control de constitucionalidad y convencionalidad debe basarse en el principio pro
homine y tener en cuenta el principio de progresividad. Entiendo que ello lleva implícita
la prohibición de regresividad en materia de derechos económicos, sociales y culturales,
lo que conduce a la descalificación constitucional del decreto en análisis.
6 El Convenio Nº 102 de la OIT sobre normas mínimas establece 9 ramas de la

seguridad a ser cubiertas: asistencia médica, prestaciones monetarias de enfermedad,


prestaciones de desempleo, prestaciones de vejez, prestaciones en caso de accidentes
del trabajo y enfermedad profesional, prestaciones familiares, prestaciones de mater-
nidad, prestaciones de invalidez y prestaciones de sobrevivientes, habiendo la Argentina
ratificado 6 de ellas a excepción de prestaciones monetarias de enfermedad, presta-
ciones de desempleo y por accidentes de trabajo.
7 Precisamente los altos niveles de informalidad, falta de registración y de empleo

productivo han llevado a la OIT a promover los pisos de protección social entendidos
como “conjuntos de garantías básicas de Seguridad Social definidos a nivel nacional,
que aseguren la protección dirigida a prevenir o aliviar la pobreza, la vulnerabilidad
y la exclusión social” (conf. OIT, Recomendación sobre los pisos de protección social,
2012 [Nº 202]).

113
María Alejandra Austerlitz

no registrado, y compensar económicamente al trabajador que no es


registrado debidamente y se ve obligado a litigar en procura del re-
conocimiento de sus derechos, no necesariamente cumplieron su ob-
jetivo, ni fueron empleados con esa finalidad, lo que motivó que los
empleadores lo redujeran a “costos laborales” indemnizatorios en caso
de despidos directos o indirectos –a los que muchos empleadores de-
nominan autoinducidos con el único fin de obtener estas indemniza-
ciones–, que es precisamente lo que pretende “erradicar” el decreto
en cuestión.
Se trata de los artículos 8º a 17 y 120, inciso a, de la Ley de
Empleo 24.013, los artículos 43 a 48 de la Ley 25.345 de “Evasión
Fiscal”, y la Ley 25.323 sobre “Indemnizaciones Laborales”.
La ley 24.013 establecía una indemnización adicional en caso de
empleo no registrado (art. 8º), de deficiente registración por fecha de
ingreso (art. 9º) y deficiente registración en cuanto al monto de la
remuneración (art. 10), para aquellos trabajadores que acreditaren los
requisitos, condiciones y plazos previstos (arts. 11 y 14).
Sin embargo, la finalidad era sancionar al empleador que, frente a
la intimación, desconociera la relación y registración correcta, lo que
sucede en la gran mayoría de los casos. Ello obedece, entre otras
causas, a la falta de una política que incentive a los empleadores,
mediante condonación de intereses, moratorias, u otros mecanismos
en los cuales también se pondere la capacidad económica de los mis-
mos, a efectos de reconocer el vínculo laboral o la deficiente regis-
tración, y así eximirse de las sanciones económicas previstas.
No todos los empleadores, en particular las Pymes que son las
principales generadoras de empleos, están en condiciones de afrontar
los altos importes a cancelar en caso de que reconocieran la falta o
deficiente registración, por lo cual el desentendimiento del Estado al
momento de implementar políticas de incentivos paralelas a las normas
analizadas, conjuró en el fracaso de las mismas.
Tampoco la Administración Federal de Ingresos Públicos actuó en
consecuencia de la estrategia legal de prevención del trabajo no re-
gistrado prevista en las normas citadas. No hay informes que revelen
que, ante las copias de los telegramas que reciben en cumplimiento
de lo dispuesto en el artículo 11 de la ley 24.013, el organismo de

114
La derogación de las normas sobre trabajo no registrado

control haya implementado mecanismos para corroborar las denuncias,


efectuar inspecciones, citar a las partes y proceder a la aplicación de
propuestas para los empleadores en infracción a la ley, o en sanciones
si correspondieren.
Por su parte, pero no menos importante, al llegar al juicio la mayoría
de las demandas tienen un enfoque meramente “laboral”, reparatorio
en términos económicos, dejando de lado las consecuencias previsio-
nales. Así, no se procura que las sentencias establezcan los montos
históricos de las remuneraciones devengadas parcial o totalmente en
“negro” desde la fecha de ingreso, o desde el período laboral recono-
cido, lo cual es determinante para el cálculo jubilatorio –artículo 24
de la ley 24.241– y para el reconocimiento por parte de la Anses8;
tampoco se establece expresamente la obligación al empleador de pagar
las cotizaciones no prescriptas a la AFIP, y a esta última la de acreditar
tal extremo en las actuaciones judiciales, siendo requisito exigido por
Anses el pago de los aportes.
El artículo 17 de la ley 24.013 revelaba la real finalidad previsional
al establecer la obligación de la autoridad judicial o administrativa de
notificar a la autoridad de aplicación la sentencia, o el acuerdo con-
ciliatorio homologado, atento a que el mismo no hace cosa juzgada
en relación a las cotizaciones de la Seguridad Social.
Respecto a la derogación de las normas referidas a las relaciones
laborales y el empleo no registrado de la ley 25.345 (arts. 43 a 48),
importa un desmantelamiento de toda la estrategia legal tendiente a
preservar los derechos previsionales emergentes de la relación de em-
pleo. En particular, resulta sorprendente, preocupante y grave la de-
rogación del artículo 132 bis de la LCT (introducido por el art. 43 de
la ley 25.345), en cuanto sanciona la retención indebida de aportes
del trabajador con destino a la Seguridad Social, lo que constituye un
delito en los términos del artículo 9º de la ley 24.769.
No se trata de una cuestión menor. Por un lado, perjudica al tra-
bajador en la tramitación del beneficio previsional si el organismo
advierte que no figuran los pagos de los aportes, por lo cual posible-

8 Ver Dictamen Anses GAJ 32620/2006 –Reconocimiento de diferencias salariales


por sentencia judicial–.

115
María Alejandra Austerlitz

mente deberá litigar en caso de desconocimiento por parte de Anses,


a la vez que genera una vía libre para que el empleador actúe irres-
ponsablemente, quedándose con parte del salario del trabajador sin
sanción alguna. Habilita una confiscación sin consecuencias.
En igual sentido sucede con la derogación de la ley 25.323, que
establece la duplicación de las indemnizaciones previstas por la LCT
cuando se trate de una relación laboral no registrada o que lo esté de
modo deficiente, y agrava en un 50% la indemnización de los artículos
232, 233 y 245 de la LCT y los artículos 6º y 7º de la ley 25.013,
cuando los trabajadores se vean obligados a iniciar acciones judiciales
o cualquier instancia previa de carácter obligatorio para percibirlas.
Se genera otra “vía libre” para diferir sine die el pago de indemniza-
ciones, dilatándolas al proceso judicial, sin sanción alguna por su pro-
ceder ilegítimo.
En definitiva, lo expuesto hasta aquí revela la gravedad de las de-
rogaciones dispuestas, en cuanto responden a un único objetivo: re-
mover los obstáculos a la libre contratación laboral sin la obligación
de cumplir con las normas previsionales, en tanto, en la cosmovisión
imperante, las mismas se consideran un “costo laboral” que entorpece
el libre mercado, y no un derecho de los trabajadores.
Se trata de una reforma in peius, regresiva de derechos, y desprovista
de toda razonabilidad, toda vez que mediante la incorporación del
artículo 7º ter a la ley 24.013 sólo se prevé la posibilidad de denuncia
del trabajador por la falta de registración laboral ante la autoridad de
aplicación, pero sin consecuencia alguna para el empleador que incu-
rriere en la contratación de trabajadores sin registrarlos a la Seguridad
Social.
Si no hay sanción al empleo informal, no habrá incentivos para la
registración; más bien podría generar dumping social y una competencia
desleal entre aquellos empleadores que cumplan las normas de Segu-
ridad Social y aquellos que tengan trabajadores sin registrar.
A modo de conclusión, resta decir que las derogaciones dispuestas
y todo el marco normativo laboral del DNU no agotan allí sus con-
secuencias, en tanto la resignación a sancionar el trabajo no registrado
no sólo impactará en los futuros derechos jubilatorios de los traba-
jadores, sino también en la sustentabilidad del sistema de Seguri-

116
La derogación de las normas sobre trabajo no registrado

dad Social toda vez que las cotizaciones sobre la nómina salarial son
una fuente esencial en la financiación de las prestaciones previsio-
nales.
El futuro no es promisorio. Permite vislumbrar que, a la pauperi-
zación de los ingresos de los trabajadores por la precariedad laboral
que se propicia, se le sumará una mayor pauperización de los ingresos
de los jubilados y pensionados.

117
LA REFORMA AL ARTÍCULO 12 DE LA
LCT Y SU INFLUENCIA SOBRE EL 241.
UNA TRAMPA SUPERABLE
por Guillermo Jorge Terzibachian1

Sumario: I. A manera de exordio. II. ¿Qué es la irrenunciabilidad? III. La incidencia


de la reforma. IV. Un poco de historia cercana. V. Efectos del texto de la reforma.
VI. La cosa juzgada administrativa. VII. ¿Cuál es la trampa? VIII. A modo de
colofón.

I. A manera de exordio
La idea de neutralizar y vaciar de contenido al principio protectorio
en nuestro país no es nueva, comenzó a llevarse a cabo en la dictadura
militar del año 1976, recrudeció durante los gobiernos liberales de
Menem y Macri y es llevado al paroxismo en la actualidad por medio
de un inconstitucional e inconvencional decreto de necesidad y urgencia
que en el futuro será tristemente recordado como DNU 70/2023.
Específicamente en su artículo 67 se agrega al artículo 12 de la
Ley de Contrato de Trabajo un párrafo que pretende neutralizar el
principio establecido en el primer párrafo, una suerte de antimateria
jurídica salida de los laboratorios de estudios jurídicos especializados
en la defensa y representación de los intereses empresarios, con bastante
torpeza2.
Se reforma parcialmente el párrafo primero al quitar la expresión
“los contratos individuales de trabajo” intentando borrar cualquier ves-

1 Abogado laboralista.
2 Esta mención no es gratuita como veremos.

118
La reforma al artículo 12 de la LCT y su influencia sobre el 241

tigio de la anterior reforma progresista pretendiendo volver a la re-


gresiva interpretación que limitaba la irrenunciabilidad a los mínimos
legales o de convenio.
Por último, y en lo que nos interesa, establece la “posibilidad”3 de
requerir la homologación administrativa de los convenios resolutorios
del artículo 241 de la LCT.

II. ¿Qué es la irrenunciabilidad?


La irrenunciabilidad es quizá la principal herramienta, o por lo
menos una de las principales (de allí que muchos juristas le den el
carácter de principio), del Derecho Laboral para poner en funciona-
miento el principio protectorio que emana del artículo 14 bis de nuestra
Constitución y de la gran mayoría de los convenios internacionales
de derechos humanos4.
Según Fernández Madrid5, “...Puede afirmarse que el basamento
en que se asienta el principio protectorio consiste precisamente en la
irrenunciabilidad de los derechos del trabajador...”
Según Centeno, la irrenunciabilidad de derechos protege al traba-
jador de sí mismo más que del empleador, es simple: el único que
puede renunciar es el titular del derecho, el porqué es la cuestión
oculta en una renuncia y en tal sentido debemos resaltar la hiposufi-
ciencia de la posición del trabajador.
Es la herramienta o regla de aplicación del principio protectorio
por medio del o de la cual la normativa de orden público determina
la nulidad de aquellas convenciones o actos propios del trabajador
por medio de los que el trabajador renuncia6 a un derecho concedido

3 Que realmente nunca estuvo en duda.


4 Entre éstos la Convención Americana sobre los Derechos Humanos cuya inter-
pretación final está en manos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La
interpretación realizada por ésta (cuya doctrina es obligatoria para nuestros tribunales)
esteriliza la aviesa intención del poder económico de destruir o desactivar la herramienta
de la irrenunciabilidad.
5 FERNÁNDEZ MADRID, Juan Carlos, Tratado práctico de Derecho del Trabajo,

La Ley, Buenos Aires, 2007, t. I, p. 233.


6 Definida como: F. Dimisión o dejación voluntaria de algo que se posee, o del

derecho a ello. Son sinónimos “dejación” o “abandono”.

119
Guillermo Jorge Terzibachian

por las leyes, o en el caso laboral por los CCT y/o el contrato in-
dividual de trabajo.
Se debe tener particularmente en cuenta la especial naturaleza del
llamado contrato de trabajo y la necesaria y fuerte intervención, en lo
que a autonomía de la voluntad se refiere, dada la especial situación
de debilidad económica del trabajador. Esto que parece una afirmación
sobreabundante para los lectores letrados, no lo es así para el trabajador,
quien es, y debe seguir siendo, el sujeto de tutela.
Este sujeto no puede estar sometido a las vulgares reglas del mer-
cado, aunque ofrezca sus servicios en el llamado mercado de trabajo7,
el que debe ser necesariamente regulado en función del mantenimiento
de la dignidad de las personas que trabajan y de la misma paz social.
De no existir la irrenunciabilidad (art. 12 de la LCT), el trabajador
se vería expuesto a presiones de su empleador hasta límites irresistibles
en la práctica, más en tiempos de crisis como los que nuestro país
sufre cíclicamente.
La redacción legal8 que se pretende destruir expresa: “Será nula y
sin valor toda convención de partes que suprima o reduzca los derechos
previstos en esta ley, los estatutos profesionales, las convenciones co-
lectivas o los contratos individuales de trabajo, ya sea al tiempo de
su celebración o de su ejecución, o del ejercicio de derechos prove-
nientes de su extinción”.
El texto que se pretende establecer reza: “...Protección de los tra-
bajadores. Irrenunciabilidad. Será nula y sin valor toda convención
de partes que suprima o reduzca los derechos previstos en esta ley,
los estatutos profesionales y las convenciones colectivas de trabajo,

7 Personalmente, y a contramano de lo que piensa la mayor parte de la doctrina,

creemos que la fuerza de trabajo –no la persona del trabajador– se pone en venta en
un mercado absolutamente imperfecto e irregular en el cual la posición económica
de la parte empleadora la constituye en dominante. Esta circunstancia, que condiciona
la posición del trabajador, hace que resulte imprescindible una fuerte regulación en
aras de mantener la dignidad de la persona, su libertad de elección de proyecto de
vida y su propia capacidad de “competir” a la par de otros sujetos.
8 Consideramos ilegal y nula por anticonstitucional la redacción del párrafo que

se pretende agregar.

120
La reforma al artículo 12 de la LCT y su influencia sobre el 241

ya sea al tiempo de su celebración o de su ejecución, o del ejercicio


de derechos provenientes de su extinción.
”Cuando se celebren acuerdos relativos a modificaciones de ele-
mentos esenciales del contrato de trabajo o de desvinculación en los
términos del artículo 241 de esta Ley, las partes podrán solicitar a
la autoridad de aplicación su homologación en los términos del artículo
15 de la presente Ley...”

III. La incidencia de la reforma


Dejando de lado la reforma del primer párrafo referida a la elimi-
nación de la mención del contrato individual de trabajo, el agregado
del segundo párrafo implica un grosero intento de neutralizar los efectos
protectorios del artículo 12 y de la LCT en general.
En efecto, la pretensión de la homologación administrativa de con-
venios referidos tanto a la modificación de elementos esenciales del
contrato de trabajo como a las desvinculaciones llevadas a cabo en
función de lo establecido en el artículo 241 representan burdos intentos
de evadir la aplicación del principio o herramienta de la irrenuncia-
bilidad.
En lo que nos interesa respecto del presente trabajo, es decir la
homologación administrativa de “convenios” de desvinculación en los
términos del artículo 241 de la LCT (primer párrafo)9, debemos analizar
la incidencia de la reforma respecto de la situación actual, el juego y
las influencias recíprocas entre los artículos que se pretende reformar
y cuál es la correcta resolución que debería tener el tema por parte
de la justicia.

IV. Un poco de historia cercana


La hipócrita propensión de acudir al instituto de la homologación
administrativa, la que para los autores del proyecto debería tener –evi-
dentemente– el carácter de cosa juzgada, y por ende inoponible, no

9 Las partes, por mutuo acuerdo, podrán extinguir el contrato de trabajo. El acto

deberá formalizarse mediante escritura pública o ante la autoridad judicial o adminis-


trativa del trabajo.

121
Guillermo Jorge Terzibachian

resulta otra cosa que un vano intento de vaciar de sentido y neutralizar


los efectos del principio o herramienta de la irrenunciabilidad.
De hecho se sigue, en cierta forma pero con resultados paradójicos
aparentes, la línea establecida por la actual Corte Suprema en los autos
“Ocampo, Alesio c/BGH”10, basándose en la defectuosa –por omisión–
redacción del artículo 241 de la LCT y sin analizar siquiera si se
respetaba lo dispuesto por el artículo 15 de la ley respecto de la justa
composición de los derechos e intereses de las partes.

V. Efectos del texto de la reforma


Hablamos de efectos paradójicos aparentes, porque, si bien de una
primera lectura de la pretendida reforma puede resultar llamativo que
se incorpore una vía que podría eventualmente llegar a servir de im-
pugnatoria para aquellos acuerdos que se realicen en las condiciones
establecidas (por medio de escritura pública), acto (la impugnación)
que la sentencia de la Corte neutraliza, este efecto es en realidad en-
gañoso (de manera sólo relativa si los jueces toman en serio su función
como veremos) en la medida en que hagamos jugar la influencia de
las reformas que se pretenden realizar sobre el artículo 9º de la LCT
y otras razones conexas, como ser:
a) Por lo general, y salvo que la autoridad administrativa se tome
a pecho su función de proteger y hacer cumplir los derechos
de los trabajadores (algo dudoso en las presentes circunstancias)

10 CNAT, 10-9-2020, 046778/2014/1/RH001, “Ocampo Alessio, Matías Yair

c/BGH SA s/Despido”, Fallos: 343:947.


“Es arbitraria la sentencia que hizo lugar al reclamo de indemnizaciones por despido
promovido por el trabajador con posterioridad a la extinción de su contrato por mutuo
acuerdo (art. 241 de la LCT), pues no se discute que el trabajador en forma personal,
y la empleadora, mediante su representante legal, celebraron un acuerdo de extinción
de la relación laboral ante un escribano público, en los términos del aludido artículo;
de ahí que no constituya derivación razonada del Derecho vigente la exigencia de la
homologación administrativa o judicial de lo convenido en tanto ese requisito no se
encuentra contemplado en la norma, que sólo la exige para los supuestos de acuerdos
transaccionales, conciliatorios o liberatorios cuando se realicen con intervención de
la autoridad judicial o administrativa” (art. 15, LCT). Los jueces Rosenkrantz y Rosatti,
en disidencia, consideraron que la queja no había cumplido con los requisitos exigi-
dos en el art. 4º del reglamento aprobado por la Acordada 4/2007.

122
La reforma al artículo 12 de la LCT y su influencia sobre el 241

se tiende a homologar este tipo de convenios ante la mera so-


licitud de las partes;
b) no sorprendería ver cláusulas referidas a que el pago de even-
tuales “bonificaciones” quedará supeditado a la homologación
judicial, tampoco sorprendería que se llevaran a cabo dichas
homologaciones sin el más mínimo análisis;
c) en situaciones en las que el trabajador se enfrenta a un eventual
despido en el que es presionado por medio de amenazas (la
más común, enfrentarse a un proceso de como mínimo tres años
de duración, con suerte) del tipo que fuera, y ante el panorama
de tener que pleitear durante años para recibir una indemnización
desvalorizada (independientemente de la reforma al artículo 276)
se tiende, en principio, a aceptar incondicionalmente el acuerdo;
d) si bien el texto de la reforma es muy similar al de la intentada
durante el macrismo en 2018, pero a diferencia de aquella opor-
tunidad el DNU no prevé expresamente la asistencia de la aso-
ciación sindical que represente al trabajador o el patrocinio le-
trado, lo que resulta, de por sí, sumamente llamativo.

VI. La cosa juzgada administrativa


En principio debemos destacar que no existe reforma respecto del
artículo 15 de la LCT. En ese sentido tiene plena vigencia lo establecido
en el primer párrafo de dicho artículo: “...Los acuerdos transaccionales,
conciliatorios o liberatorios sólo serán válidos cuando se realicen con
intervención de la autoridad judicial o administrativa, y mediare re-
solución fundada de cualquiera de ésta que acredite que mediante
tales actos se ha alcanzado una justa composición de los derechos e
intereses de las partes”.
Es decir, debe alcanzarse una justa composición de Derecho, caso
contrario el acuerdo podrá ser fulminado por su nulidad, y la última
palabra en este sentido la tiene el Poder Judicial (de ahí la mención
del cumplimiento de sus funciones por los jueces) y sólo dependerá
de la prueba realizada, la parte deberá afinar su estrategia pero la
posibilidad de nulificar el acuerdo está vigente, lo mismo que el primer
párrafo del artículo 9º de la LCT.

123
Guillermo Jorge Terzibachian

Y así se ha expedido casi unánimemente la jurisprudencia nacional


y provincial, podemos citar entre muchos los fallos “Noguera, Patricia
Mónica y otros c/Telefónica de Argentina SA s/Diferencias de salarios”
(CNAT, sala III, 28-2-2013, Boletín de Jurisprudencia de la CNAT,
RC J 7105/13); “Corinaldesi, Laura Beatriz c/Editorial Sarmiento SA
s/Ley 12.908” (CNAT, sala III, 27-8-2011, Boletín de Jurisprudencia
de la CNAT, RC J 9838/12); “Randisi, Pablo Eduardo c/Derudder
Hnos. SRL s/Cobro de pesos. Apelación de sentencia. Recurso de ina-
plicabilidad de ley” (STJ de Entre Ríos, 24-4-2012, Rubinzal Online,
3923, RC J 6941/12); “Jorge, Miguel y otros c/Telecom Argentina SA
s/Diferencias de salarios” (CNAT, sala V, 24-4-2007, Boletín de Ju-
risprudencia de la CNAT, RC J 18860/10); y más recientemente “Yulan,
Carlos Ranulfo c/Asociart ART SA y otro s/Accidente de trabajo”
(CCCLab. de Presidencia Roque Sáenz Peña, sala III, 24-4-2023, Ru-
binzal Online, RC J 5355/23).
En éstos, en palabras del fallo “Noguera”, se sentó el principio de
que “...La cosa juzgada administrativa no se identifica con la cosa
juzgada judicial, puesto que la primera es tan sólo formal en el sentido
de que el acto administrativo no puede ser objeto de una nueva discusión
ante la administración pública, pudiendo serlo en cambio ante el órgano
jurisdiccional. Es decir que los efectos de la cosa juzgada administrativa
son meramente relativos en tanto se agotan en el ámbito de la admi-
nistración pública, a diferencia de la cosa juzgada judicial que reviste
alcances absolutos...”, doctrina vigente a despecho de los reformadores.
En este tipo de casos (referidos a la aplicación del art. 241) nunca
dejó de estar vigente la regla procesal del onus probandi incumbit
actori, siempre interpretada en función de ese primer párrafo del ar-
tículo 9º.
Es más, la judicatura se jacta, por lo general y salvo en materia
penal, de expresar que en sus resoluciones no existe duda probatoria
insuperable por lo que, más allá de ajustar un poco los argumentos
para evitar cuestionamientos retóricos (los que, la realidad lo demuestra,
son muchas veces utilizados por magistrados cuya imparcialidad no
es del todo clara).
Tampoco agrega nada la frase “...cuando se hubieran agotado todos
los medios de investigación a su alcance...”, siempre el magistrado

124
La reforma al artículo 12 de la LCT y su influencia sobre el 241

debe agotar los medios de investigación a su alcance. Claro está que


en un sistema como el argentino que repele el carácter inquisitivo y
depende de la actividad de las partes (por lo menos en cuestiones
probatorias) y so riesgo de violar el principio de congruencia, no se
puede requerir del juez más actividad de la permitida por las posiciones
de las partes en el conflicto.
La última frase del texto “reformado” también resulta sobreabun-
dante, ¿o es que el Ejecutivo duda de la actitud de los jueces respecto
a la búsqueda de la verdad y el afianzamiento de la seguridad jurídica?
Sucede que en el Derecho Laboral la “seguridad jurídica” no es ne-
cesariamente la seguridad del empleador de obtener mayor plusvalía.

VII. ¿Cuál es la trampa?


Adelantamos que resultaba por lo menos llamativo que, existiendo
un fallo como “Ocampo”, se abriera una, posible, vía impugnatoria,
entonces: ¿dónde está la “trampa” del DNU?
La gravedad mayor está dada por la influencia recíproca que tendrán
la redacción del artículo 12 con la reforma del artículo 9º en los dos
párrafos agregados por el DNU.
La reforma burdamente, y evidentemente desconociendo o preten-
diendo neutralizar el carácter tuitivo del Derecho del Trabajo (y de
sus normas procesales, las que invade por medio de reglas “cuasi pro-
cesales” –la obligación de fundamentar específicamente sus sentencias
en función de estrictos requisitos que pretenden contrarrestar dicha
naturaleza–), está simplemente dirigida a presionar a los jueces labo-
rales mediante exigencias limitativas muy estrictas pero superables en
función de la normativa restante, sólo hace falta honestidad intelectual
y un mayor desarrollo argumentativo.
La cosa juzgada administrativa no causa estado y de no haberse
“alcanzado una justa composición de los derechos e intereses de las
partes” –y mal que le pese al Poder Ejecutivo o a la mismísima Corte
(por “Ocampo”)– el convenio transaccional (que es simplemente un
acto jurídico bilateral y como tal impugnable, más aún en una rama
del Derecho que interviene fuertemente sobre la presunta autonomía
de la voluntad, más allá de que, también, resultan aplicables las normas

125
Guillermo Jorge Terzibachian

de los artículos 1º a 3º referentes a la interpretación de las leyes y el


“diálogo de fuentes”, del Código Civil y Comercial y que asimismo
lo son los artículos 9º, 10 y 12 del mismo cuerpo legal) es pasible de
ser declarado nulo por el magistrado competente.
La dignidad de los propios jueces, estamos convencidos, llevará a
interpretar de la manera propuesta el articulado reformado, más allá
de una posible ratificación del inconstitucional DNU.

VIII. A modo de colofón


Dijimos más arriba que el acuerdo transaccional es un acto jurídico
bilateral, para el CCyC un contrato, y por ende, de acreditarse que se
da alguno de los supuestos establecidos en el artículo 14 de la LCT,
anulable.
De cualquier manera, y atento a la existencia de medios para superar
la encerrona, la solución queda en manos de la dignidad, honestidad
intelectual y amor propio de los magistrados actuantes.

126
MATERIA PROBATORIA AL PASO DEL
CANGREJO DESDE EL DNU 70/2023. CLÁSICA
PROTECCIÓN VERSUS FALSA ILUSIÓN
por María Elena Arriazu*

La Constitución es el
alma de los Estados.
Isócrates

Sumario: I. Introito. II. Posturas doctrinales de valoración del DNU 70/2023. III.
Vigente redacción del artículo 9º de la LCT y pretendida sustitución por artículo
66 del DNU 70/2023. IV. Ambicionada incorporación del artículo 245 bis de la
LCT por artículo 82 del DNU 70/2023. V. Conclusión.

I. Introito
Si bien es cierto que una norma puede requerir algún cambio ne-
cesario y/o esperado, en virtud de los cambios imperantes en una so-
ciedad, no es menos verdadero que ello debe hacerse de un modo
normal y regular, esto es, en el caso particular que nos convoca del
decreto de necesidad y urgencia (DNU) 70/2023, Bases para la Re-
construcción de la Economía Argentina (B. O. del 21-12-2023), a tra-
vés del Congreso de la Nación, en plena conformidad a nuestra Carta
Magna que nos rige y luego de arribar a los ineludibles y obligatorios
consensos que la humanidad en un país democrático presupone y exige.
En función de ello, debe ponerse de relieve que dicha iniciativa
del presidente de la Nación Argentina debe inexcusablemente pasar
por el tamiz parlamentario, cual es la única forma de darle legalidad,
legitimidad y justicia.

* Abogada y notaria.

127
María Elena Arriazu

Aclaro liminarmente que en el presente no me referiré a cuestiones


presuncionales o indiciarias, tales como los artículos 68 y 80 del DNU
70/2023 referidos a los artículos 23 y 242 de la LCT, por considerar
que configuran una ficción jurídica y no un medio probatorio, ya que
es el resultado de una operación lógica, es decir, es la inferencia que
la ley o el juez extraen del hecho conocido o circunstancia probada,
para tener por establecido otro hecho desconocido que estrictamente
no fue comprobado, es decir, es el efecto que el antecedente produce
en el ánimo del juez.

II. Posturas doctrinales de valoración del DNU 70/2023


López Mesa1 expresa que “Se trata de una norma globalmente in-
constitucional [...] contraviene frontalmente una prohibición expresa
del artículo 99, inciso 3º, 2º párrafo de la CN, al pretender canalizar
una intensa actividad legislativa, por medio de un decreto [...] pretende
instrumentar una suerte de reseteo de la normativa argentina vigente,
al cambiar de orientación abruptamente el derecho dictado en los úl-
timos decenios, para introducir una liberalización absoluta de todas
las actividades, sin reparar en límites legales o constitucionales impe-
rantes [...] ese DNU no es válido, sino inconstitucional, como lo ha
declarado la CSJN en varios fallos [...] ‘Consumidores Argentinos’
(19-5-2010, Fallos: 333:633) [...] ‘Morales, Blanca Azucena c/Anses
s/Impugnación de acto administrativo’ (22-6-2023, Fallos: 346:634)
[...] ‘Verrocchi’ [...] ‘Asociación Argentina de Compañías de Seguros’
(Fallos: 338:1048) [...] y ‘Pino, Seberino y otros c/Estado Nacional
–Ministerio del Interior– s/Personal Militar y Civil de las FF. AA. y
de Seg.’ (7-10-2021, Fallos: 344:2690)”.
Por su parte, Ackerman2 alude: “Las dos (2) primeras grandes ob-
servaciones que se pueden hacer al DNU 70/2023 apuntan a la justi-
ficación de la vía normativa elegida y, junto con ésta, a los argumentos

1
LÓPEZ MESA, Marcelo, El DNU 70/2023 y la jurisprudencia de la Corte
Suprema, en Microjuris.com Argentina, 27-12-2023, MJ-DOC-17558, ARMJD17558.
2 ACKERMAN, Mario E., Una reforma laboral impúdicamente perversa y viciada

de nulidad insanable que lastima a la democracia y agrede a la libertad, en Rubinzal


Online, RC D 734/2023.

128
Materia probatoria al paso del cangrejo desde el DNU 70/2023

con los que se pretende dar fundamento a las mutilaciones estructurales


producidas en la legislación laboral. La facultad extrema que el ar-
tículo 99 de la CN otorga al presidente de la Nación para apartarse
de la categórica prohibición inicial de su inciso 3º –en cuanto establece
que el PE no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e
insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo–, está limitada
en la misma norma a la hipótesis de que circunstancias excepcionales
hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta
Constitución para la sanción de las leyes, supuesto éste en el que aquél
podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que
serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refren-
darlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros. En cuanto
a la configuración de las circunstancias excepcionales que habilitan al
ejercicio de esta anómala y extraordinaria atribución otorgada al pre-
sidente de la Nación, reiteradamente nuestra CSJN ha dicho que es
necesaria la concurrencia de alguna de estas dos (2) circunstancias:
1) Que sea imposible dictar la ley mediante el trámite ordinario previsto
por la Constitución, vale decir, que las cámaras del Congreso no puedan
reunirse por circunstancias de fuerza mayor que lo impidan, como ocu-
rriría en el caso de acciones bélicas o desastres naturales que impidiesen
su reunión o el traslado de los legisladores a la Capital Federal; o 2)
que la situación que requiere solución legislativa sea de una urgencia
tal que deba ser solucionada inmediatamente, en un plazo incompatible
con el que demanda el trámite normal de las leyes. Cabe destacar que,
ante la no concurrencia de ninguna de estas dos (2) circunstancias
excepcionales, resultaría irrelevante la eventual convalidación por la
Comisión Bicameral Permanente y las cámaras legislativas según lo
previsto en el mismo inciso 3º del artículo 99 de la Carta Magna, de
acuerdo con el procedimiento reglado por la ley 26.122, pues ello no
podría sanear lo que la norma constitucional dice que es una nulidad
absoluta e insanable [...] Por eso esta reforma, más allá de la insanable
nulidad de la vía normativa elegida para eludir el debate y la nego-
ciación parlamentaria, es profundamente antidemocrática”.
Mientras que Di Biase3 invoca: “Es nulo de nulidad absoluta e
3 DI BIASE, Agostina, DNU 70/2023: nulo, inconstitucional, inconvencional y
antidemocrático.

129
María Elena Arriazu

insanable, inconstitucional, inconvencional y antidemocrático. Atenta


contra la división de poderes y el Estado de Derecho. Nuestra Nación
tiene una forma de gobierno representativa, republicana y federal (art.
1º, CN), con una clara división de poderes, donde el Congreso no
puede concederle al PEN facultades extraordinarias, ni la suma del
poder público. Dichos actos, y así lo estipula nuestra Carta Magna,
llevan consigo una nulidad insanable, y quienes formulen o consientan
dichos actos quedan sujetos a la pena de infames traidores de la patria
(conf. art. 29, CN). En el artículo 99 de la CN encontramos establecidas
las atribuciones del presidente de la Nación. En relación a la formación
de leyes, el inciso 3º es claro: ‘Participa de la formación de las leyes
con arreglo a la Constitución, las promulga y hace publicar’, pero
‘no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable,
emitir disposiciones de carácter legislativo...’ [...] Hasta aquí las ra-
zones por las que el DNU es nulo de nulidad absoluta e inconstitu-
cional, en cuanto a la forma de su dictado. Si nos abocamos al fondo,
es decir a las materias tratadas en el DNU, nos encontramos que
gran parte de las mismas vulnera derechos consagrados en nuestra
CN y en tratados internacionales con jerarquía constitucional (conf.
art. 75, inc. 22, CN), siendo estas normas de jerarquía muy superior
a un decreto. Legisla de un modo completamente regresivo, vulne-
rando derechos adquiridos de trabajadores y trabajadoras (arts. 14 y
14 bis, CN)”.

III. Vigente redacción del artículo 9º de la LCT y pretendida


sustitución por artículo 66 del DNU 70/2023
El principio de la norma más favorable para el trabajador del
artículo 9º de la LCT expresamente reza: “En caso de duda sobre la
aplicación de normas legales o convencionales prevalecerá la más fa-
vorable al trabajador, considerándose la norma o conjuntos de normas
que rija cada una de las instituciones del derecho del trabajo.
”Si la duda recayese en la interpretación o alcance de la ley, o
en apreciación de la prueba en los casos concretos, los jueces o en-
cargados de aplicarla se decidirán en el sentido más favorable al tra-
bajador”.

130
Materia probatoria al paso del cangrejo desde el DNU 70/2023

Arese4 enuncia que “El andamiaje de valoración probatorio laboral,


se ha venido a movilizar fuertemente y a la vez unirse más estrecha-
mente a las reglas de fondo en materia laboral, es decir, al principio
de protección [...] En el proceso laboral, se ha instalado desde hace
largo tiempo y sin impugnaciones, el principio de inversión de la carga
de la prueba conforme sus propias técnicas. En la esencia de esta
institución se encuentra una razón práctica muy evidente: los medios
de prueba los acapara el empleador (especialmente los de carácter
documental). Este principio traducido en técnicas procesales previstas
en las normas de fondo y de forma, es un avance palpable de los
principios de protección en el plano ritual. Inclusive, el principio pro-
tector es definitorio de su estructura y, por lo tanto, no sólo se evidencia
la inversión de la carga de la prueba o reglas dinámicas y variables
de cargas probatorias según la realidad que se debe juzgar, sino un
sistema propio y explícito, diferenciado respecto del Derecho Civil,
aunque el CCC avanzó concretamente de un modo, inclusive más ade-
lantado que el Derecho del Trabajo en su artículo 1735 [...] Es atinado
resaltar que, en caso de duda, se traslada la responsabilidad probatoria
al empleador, ya que está en ‘mejores condiciones técnicas, profesio-
nales y fácticas para esclarecerlos’. Es notable que la LCT interviene
abiertamente en lo procesal hacia una de las partes [...] y está recorrida
por presunciones unidireccionales, es decir, destinadas a proteger pro-
batoriamente al trabajador dependiente [...] Un ejemplo típico es la
prueba de las horas extraordinarias y las dificultades que presenta para
el trabajador y es donde puede operar esta intervención de las normas
de fondo y de forma por las consabidas dificultades que ofrece [...]
Pues bien, la sustancia del artículo 9º de la LCT se encuentra en el
propósito de brindar una solución aceptable para los casos de duda
insalvable respecto de la veracidad de las afirmaciones de las partes,
pero a favor de la que se advierte de antemano, es la más débil en la
relación y a la que se otorga esta ventaja procesal para [...] asegurar
el fin protector del derecho de fondo. Para ello, debe detectarse la

4 ARESE, César, Ley de Contrato de Trabajo 20.744 comentada por jueces y

juezas del trabajo, Asociación Nacional de Jueces y Juezas del Trabajo (director:
Luis Raffaghelli, vicedirector: Leandro Fretes Vindel Espeche), Editores Información
Jurídica, 2020, ps. 60/70.

131
María Elena Arriazu

duda sobre la apreciación de la prueba, la entidad y razonabilidad de


la duda sin liberar a la parte obrera, de las tareas probatorias [...] Si
bien el principio protectorio genera el sistema de presunciones y obli-
gaciones, no destruye la necesidad de avalar hechos con prueba. La
tarea de la parte que se vería beneficiada con la duda, el trabajador,
no se encuentra eximido de sus cargas probatorias para generar la
vacilación del juzgador y obligarlo a optar por otorgarle la preten-
sión. De tal forma, comienza a operar el principio protectorio procesal
en los códigos procesales mediante las técnicas de distribución de car-
gas procesales y la apreciación de la prueba y la búsqueda de la ver-
dad real”.
El artículo 66 del DNU 70/2023 anhela sustituir el artículo 9º de
la LCT en los siguientes términos: “El principio de la norma más
favorable para el trabajador. En caso de duda sobre la aplicación de
normas legales o convencionales prevalecerá la más favorable al tra-
bajador, considerándose la norma o conjuntos de normas que rija cada
una de las instituciones del derecho del trabajo.
”Si la duda recayese en la interpretación o alcance de la ley, o en
la apreciación de la prueba, en los casos concretos, los jueces o en-
cargados de aplicarla se decidirán en el sentido más favorable al tra-
bajador, cuando hubieran agotado todos los medios de investigación
a su alcance y persistiera duda probatoria insuperable, valorando los
principios de congruencia y defensa en juicio.
”En tal sentido se aplicará la regla general procesal, en virtud de
la cual los hechos deben ser probados por quien los invoca, con plena
vigencia de la facultad de los magistrados en la obtención de la verdad
objetiva y el respeto a la seguridad jurídica”.
Así, Segú5 explica que “Se establecen pautas para la aplicación del
principio de interpretación o alcance de la ley, de la apreciación de
la prueba, por parte de los jueces, el que procederá cuando se hubieran
agotado todos los medios de investigación a su alcance y persistiera
duda probatoria insuperable”.

5 SEGÚ, Gustavo R., Comparación de las principales modificaciones laborales

comprendidas en el decreto 70/2023, 27-12-2023, https://eol.errepar.com/sitios/ver/


html/20231223112937014.html 1/48, ps. 17/18.

132
Materia probatoria al paso del cangrejo desde el DNU 70/2023

Finalmente, Seco6 reafirma que “El Derecho del Trabajo instala


desigualdades compensatorias para compensar jurídicamente lo que
económicamente no es igual”.
En materia probatoria, el juez laboral puede y debe seguir produ-
ciendo pruebas e investigando para alcanzar la certeza, que no es otra
que la verdad jurídica objetiva.

IV. Ambicionada incorporación del artículo 245 bis


de la LCT por artículo 82 del DNU 70/2023
El artículo 82 del DNU 70/2023 ansía incorporar el artículo 245
bis de la LCT en los siguientes términos: “Agravamiento indemniza-
torio por despido motivado por un acto discriminatorio. Será consi-
derado despido por un acto de discriminación aquel originado por mo-
tivos de etnia, raza, nacionalidad, sexo, identidad de género, orientación
sexual, religión, ideología u opinión política o gremial.
”En este supuesto la prueba estará a cargo de quien invoque la
causal...”
Arese7 enuncia que “En el [...] caso ‘Pellicori’, ratificado en ‘Varela,
José Gilberto c/Disco SA s/Amparo sindical’ (4-9-2018), la CS ha
sentado pautas en materia probatoria del despido discriminatorio y en
la valoración de prueba laboral. Sobre la base del derecho de fondo
y procesal supranacional, el alto tribunal entiende que debe aplicarse
un sistema disímil o diferenciado de distribución de cargas probatorias,
sin adscribir al mecanismo clásico de carga probatoria, ni invertir el
esfuerzo probatorio sobre la parte preponderante, ni adoptar el régimen
de cargas dinámicas probatorias [...] En un esfuerzo de síntesis en
cuestiones de despido o prácticas discriminatorios, puede optarse entre
las siguientes pautas probatorias: 1. Onus probandi clásico, es decir,
quien afirme la existencia de hechos discriminatorios deba probar su
existencia y entidad. 2. La producción de una prueba muy convictiva

6 SECO, Ricardo Francisco, La reforma laboral: examen de las modificaciones


a la LCT por el DNU 70/23, en Doctrina Laboral y Previsional, Nº 461, Errepar,
enero de 2024, ps. 10/11.
7 ARESE, Ley de Contrato de Trabajo 20.744 comentada por jueces y juezas del

trabajo cit., ps. 60/70.

133
María Elena Arriazu

y una apreciación exigente de los elementos probatorios aportados por


el trabajador discriminado. 3. La aportación de indicios suficientes, la
generación de presunción sobre los hechos denunciados o la aportación
de prueba verosímil sobre la existencia de un hecho discriminatorio,
obligando al demandado a recolectar las pruebas que desbaraten las
afirmaciones en su contra, expliquen otra conducta o simplemente lo
eximan de responsabilidad. 4. La distribución desigual y diferenciada
de cargas probatorias, aligerando de rigorismo a quien afirma un hecho
discriminatorio para transferir las cargas de las pruebas a la parte res-
ponsabilizada por ese acto. 5. La inversión de la carga probatoria hacia
el empleador a partir de la denuncia del trabajador de haber sido objeto
de trato discriminatorio”.
Como ya lo anticipara8, la carga probatoria importa el conjunto de
reglas para la distribución del esfuerzo probatorio entre las partes, es
decir, que establecen directrices que indican de antemano, antes de
comenzar la litis, a quién corresponde el deber de probar o acreditar
los hechos controvertidos, en otras palabras, son pautas que primera-
mente se encuentran dirigidas a las partes, de modo que éstas deberán
preordenar su conducta en base a ellas, a fin de ver satisfecha su
pretensión.
– Principio: Aplicación de la inversión de la carga probatoria.
Presunción “iuris tantum”: el criterio del onus probandi es delibera-
damente quebrantado. La carga probatoria no es del trabajador que
reclama el cumplimiento de la ley, del CCT o laudos de igual jerarquía,
sino de quien afirma que la obligación fue cumplida o que no tiene
la obligación de responder. Para exonerarse de la obligación de res-
ponder deberá probar haber cumplido con la obligación o carecer de
legitimación pasiva, o que la obligación no existe, lo que implicará
irremediablemente demostrar que los hechos no son como los que se
expresan en la demanda. Tiene la obligación de probar no la parte
que alega un determinado hecho, sino la parte que niega su existencia,
por lo que el trabajador que es normalmente el actor es exonerado en
lo sustancial de la obligación de probar sus dichos y la carga probatoria

8
ARRIAZU, María Elena, La prueba en el proceso judicial laboral, Erreius,
Buenos Aires, 2021, ps. 86/149.

134
Materia probatoria al paso del cangrejo desde el DNU 70/2023

recae en lo básico sobre el empleador. La demanda goza de presunción


de veracidad, se le reputa cierta a priori, presunción iuris tantum que
debe ser revertida y destruida por el empleador por prueba en contrario.
Sin liberar totalmente al trabajador de su obligación probatoria la orien-
ta a la sola demostración de la existencia de la relación laboral y
probada ésta, el empleador deberá acreditar en adelante que cumplió
con las obligaciones impuestas por la ley, los CCT o laudos con fuerza
de tales. Ahora bien, las inversiones probatorias sólo pueden ser es-
tablecidas por la ley y no las puede crear el magistrado. Carga no es
una obligación, pues en la obligación los efectos del incumplimiento
afectan a un tercero, mientras que la carga sólo perjudica al omiso o
infractor.
– Excepciones: No aplicación del principio de la inversión de la
carga probatoria:
– Horas extraordinarias trabajadas:
Excepción de la excepción: si el empleador omitió entregar las
tarjetas reloj o presentar los libros de registros de horas extras
del artículo 6º, inciso 6º, ley 11.544 o artículo 15, CCT 76/75,
sin perjuicio de la recepción y aplicación del artículo 8º del
Convenio Nº 1 de OIT, la exégesis cede a favor del trabajador.
– Remuneración mayor a la escala salarial de la CCT.
– Precisión de cargas probatorias. Trato discriminatorio. Artículos
17, 72, 81 y 172 de la LCT. Ley 23.592: el trabajador debe
probar con indicios fuertes y concordantes las circunstancias del
diferente trato irrazonable, desproporcionado e ilegítimo, puesto
que la violación estructural de derechos no siempre es discrimi-
nación y el empleador debe probar las razones objetivas que
puedan justificarlo.
Nuestro máximo tribunal nacional tiene dicho en relación con la
necesidad de aportar indicios del trato discriminatorio por trabajador,
en autos “Pellicori, Liliana Silvia c/Colegio Público de Abogados de
la Capital Federal s/Amparo” (15-11-2011), “Sisnero, Mirtha Graciela
y otros c/Taldelva SRL y otros s/Amparo” (20-5-2014), “Varela, José
Gilberto c/Disco SA s/Amparo sindical” (4-9-2018), “Fontana, Edith
Fabiana c/Cibie Argentina SA s/Juicio sumarísimo” (8-4-2021) y “Ca-

135
María Elena Arriazu

minos, Graciela Edith c/Colegio e Instituto Nuestra SenÞora de Loreto


s/Despido” (10-6-2021).
– Carga probatoria dinámica. Artículo 1735 del CCCN: desplaza
el onus probandi a quien se encuentra en mejores condiciones técni-
cas, profesionales o fácticas o posición más favorable para obtener la
prueba.

V. Conclusión
En este orden de ideas, los DNU son una herramienta de uso excep-
cional y extraordinario, basado en presupuestos que se deben ineludi-
blemente acreditar, mientras que de la lectura de los considerandos
del DNU 70/2023, no se desprenden razones de fuerza mayor que
impidan la reunión de las Cámaras del Congreso, ni tampoco la urgencia
que justifique soslayar el debate en el seno del órgano que representa
por excelencia la voluntad popular, precisamente en una materia donde
es conflictiva la tensión de los intereses en juego.
Es así que, el DNU 70/2023 comporta una inexcusable violación
del orden jurídico constitucional, vulnerando lo dispuesto por los ar-
tículos 1º, 4º, 5º, 9º, 14, 14 bis, 16, 17, 18, 19, 29, 31, 33, 41, 75, 99,
inciso 3º y 100, inciso 13, siguientes y concordantes de la CN; ley
26.122 y doctrina judicial inequívoca de la CSJN.
Dicha circunstancia se produce al quebrantarse principios consti-
tucionales superiores, tales como el respeto a la división de poderes,
la forma republicana de gobierno y la división tripartita del poder
constituido del Estado, pudiendo generarse una severa crisis institu-
cional al avanzar sobre materias que pertenecen, de manera exclusiva,
al Congreso de la Nación.
Es imprescindible que uno de los pilares de la República, el Poder
Judicial, desempeñe su rol esencial con el debido control de “consti-
tuvencionalidad” que nuestra Carta Magna le ha conferido, sin reservas,
ni vacilaciones, puesto que son los magistrados el último recurso que
le queda a la Nación para conservar y mantener la supremacía cons-
titucional y la vigencia de los tratados internacionales, protegiendo el
Estado de Derecho y poniendo un límite al avasallamiento que se da

136
Materia probatoria al paso del cangrejo desde el DNU 70/2023

en el DNU 70/2023, el que conculca flagrantemente derechos y ga-


rantías constitucionales.
Deviene necesario asegurar una justicia imparcial, que recupere la
confianza de la sociedad que no puede quedar a merced de la incer-
tidumbre, y brinde respuestas eficaces y eficientes en el marco de la
CN y los pactos internacionales, por lo que cualquier exceso en el
ejercicio de prerrogativas constitucionales o en contradicción frustraría
el orden público, la seguridad jurídica y la paz social.
A esta altura de los acontecimientos y por imperio del principio
de progresividad o no regresividad en materia de derechos sociales
–esencialmente legislativo–, deberemos profesar y defender cada uno
desde su lugar el apotegma: “ni un paso atrás”.

137
EL DNU 70/2023 Y LA LEY ÓMNIBUS:
DE CUIDAR A QUIENES CUIDAN,
AL SÁLVESE QUIEN PUEDA
por Itatí Demarchi Arballo1

Se pretende ingresar a una etapa de


“úselo y tírelo”, cosificando con ello
a la humanidad trabajadora. La so-
ciedad de consumo, consume fuga-
cidades. Los numerosos nadies, los
fuera de lugar, son “económica-
mente inviables”. La ley del merca-
do los expulsa por superabundancia
de mano de obra barata. ¿Qué desti-
no tienen los sobrantes humanos?
El sistema los invita a desaparecer,
les dice: “Ustedes no existen”.
Eduardo Galeano

Sumario: I. ¿Cómo hacer para empezar si no es recordando en qué coincidimos? II.


¿Qué pasó? ¿Cómo llegamos a esto? III. Volver a los tiempos del “no te metas”.
La capacitación en materia de violencia de género no le gusta al capitalismo: el
destrozo a la Ley Micaela. IV. La vulnerabilidad negocial al tacho: la reforma de

1 Abogada litigante. Asesora de asociaciones sindicales. Profesora universitaria

(Universidad de Buenos Aires, UBA). Especialista en Derecho del Trabajo (Univer-


sidad Nacional de Córdoba). Maestranda en Magistratura y Derecho Judicial (Uni-
versidad Austral). Experta en Relaciones Laborales (Universidad de Castilla-La Man-
cha). Formadora de dirigentes sindicales en materia de perspectiva de género. Directora
de protocolos para la prevención e intervención en casos de violencia y acoso en
entidades sindicales. Presidenta del Foro que nuclea todos los Institutos de Derecho
del Trabajo de Colegios de Abogados de Argentina, Fofetra. Vicepresidenta del Grupo
de Expertos en Relaciones Laborales de la Universidad de Bologna, Castilla-La Man-
cha, Turín.

138
El DNU 70/2023 y la Ley Ómnibus

las tareas de cuidado en la ley 27.555. V. Meterse con las más débiles: la derogación
de la doble indemnización por falta de registración de empleadas de casas parti-
culares. VI. Los cuidados incomodan y la resistencia hoy resulta indispensable.

I. ¿Cómo hacer para empezar si no es


recordando en qué coincidimos?
Nos interpela a escribir, otra vez, un intento de aniquilar los derechos
laborales de las personas que trabajan. No sorprende que, para concretar
la pulverización de las conquistas ganadas, uno de los focos esté puesto
en la mitad de la humanidad que trabaja de forma invisible y desva-
lorizada para sostener a la otra mitad de la humanidad asalariada.
Aparece además como un ejercicio mental inevitable el pensar ¿dónde
estábamos antes de que esto ocurriera en materia de cuidados? Para
contestar este interrogante, pensé que sería importante comenzar por
ponernos de acuerdo en algunas cuestiones en las que coincidíamos
hasta la llegada del DNU y la Ley Ómnibus:
Coincidíamos en que el aumento en la participación laboral feme-
nina contrasta con la aparición de múltiples formas de segregación de
género, dado que los empleos se encuentran moldeados bajo lógicas
masculinas, lo que posiciona a las mujeres en actividades informales,
precarizadas y vinculadas a tareas de cuidado (OIT, 2018).
Coincidíamos en que ciertas normas que a simple vista parecen
aportar un manto de protección a la mujer, terminan por socavar el
efectivo ejercicio del derecho a trabajar.
Coincidíamos en que la igualdad formal expresada en fórmulas
generales, abstractas y aparentemente neutrales, no ha sido suficiente
para hacer efectivo el acceso de todas las personas a sus derechos.
Coincidíamos en que la inclusión de las tareas de cuidado como
parte de las necesidades sociales es de la mayor relevancia en la agenda
de trabajo digno.
Coincidíamos en que el Estado debe posicionarse como garante
principal de derechos, redefiniendo los modos del cuidado.
Coincidíamos también en que el sector privado debía tomar parte
en este proceso, disponiendo de espacios de cuidado de niñas y niños en
sus establecimientos o por fuera de ellos.

139
Itatí Demarchi Arballo

En definitiva, coincidíamos en que cuidar a quienes cuidan no era


una responsabilidad atribuible a las mujeres, sino a la sociedad.
Como sostiene Laura Mora, estábamos en tiempo de volver a tra-
bajar cimientos dignos que sostengan la vida2. Porque coincidíamos
en que el trabajo que queremos tiene el sentido de sostener la vida
con los cuidados. Ya en el presente, mirando a un futuro mejor.

II. ¿Qué pasó? ¿Cómo llegamos a esto?


La primera aseveración nos obliga a reafirmar que las crisis eco-
nómicas operan como justificación, una vez más para la devaluación
del trabajo y su degradación política y democrática como eje central
de su explicación.
Si a esa afirmación se suma el retorno a los postulados básicos de la
Revolución Francesa, los lineamientos del DNU que se cuestiona apare-
cen claramente justificados por el regreso a la igualdad abstracta y
aparentemente neutral. No debiéramos olvidar que en aquellos tiempos
tan venerados en estos días, la imagen de la Justicia estaba representada
por una mujer con los ojos vendados y suelta de ropas, por lo que no
debiera sorprendernos la propuesta del regreso a aquel paradigma en el
que las mujeres son vistas como madres o como víctimas y no como
sujetos de derechos afectados por desigualdades estructurales.
El DNU que se cuestiona, además, en una demostración de poca
originalidad, decide cortar por el lado más débil, fiel a la decisión de
enarbolar las banderas del individualismo, borrando del mapa político
y social a las mujeres y diversidades3.

III. Volver a los tiempos del “no te metas”. La capacitación


en materia de violencia de género no le gusta al
capitalismo: el destrozo a la Ley Micaela
Esto explica el cercenamiento a la Ley Micaela4 hasta reducirla a

2
MORA, Laura, El trabajo que queremos, Bomarzo, Madrid, 2018.
3
SANTORO, Sonia, Las mujeres según Javier Milei. Cómo afecta la Ley Ómnibus
las políticas de género, en https://www.pagina12.com.ar/700228-las-politicas-de-ge-
nero-estan-bajo-asedio (consultado el 2-1-2023).
4 Reforma de la ley 27.499, Ley Micaela, art. 535. Sustitúyese el artículo 1º de

140
El DNU 70/2023 y la Ley Ómnibus

algo muy diferente de su objetivo, que es la capacitación obligatoria


en materia de género y violencia al personal de los tres poderes del
Estado. Ahora se propone limitar la capacitación a aquellas personas
que estén involucradas en la materia (que son en general quienes ya
están formadas en estas cuestiones). Además se reducen sus contenidos
a la violencia intrafamiliar, fiel a los postulados de individualismo que
pretende reinstaurar.
Es que la relación es estrecha con los contenidos de formación
propios de la época que en estos días aparece sacada a relucir y que
ha sido parte de la formación de grado de la mayoría de quienes hoy
miramos con perplejidad el texto del DNU.
El propósito evidente es volver a la inercia en la formación, basada
en aquella codificación sacramental decimonónica de Napoleón, que
genera el convencimiento de que quienes se forman deben limitarse
a repetir lo ya creado. A su vez, el contenido formativo se basa también
en aquella igualdad abstracta y aparentemente neutral sustentada en
un aparato conceptual que no entiende de desigualdades estructurales.
Para lograr ese propósito, el DNU reduce considerablemente el
contenido de la ley, en una visión que es coherente con la negación
de la violencia de género, manifestada en reiteradas oportunidades
desde el Gobierno.
Frente a esta avanzada que pretende convencer a la sociedad de
que puede mirar para otro lado en materia de violencia y acoso, resulta
trascendental tener claro que las provincias tienen potestad sobre estos
asuntos (aunque esto requiere siempre de presupuesto y voluntad po-
lítica) para hacer resistir una ley que si muere, se lleva con ella lo
que le debemos a cada una de aquellas mujeres a quienes no pudimos
salvar.

IV. La vulnerabilidad negocial al tacho: la reforma


de las tareas de cuidado en la ley 27.555
Sabido es que la Ley 27.555 de Teletrabajo ha representado el

la Ley Nº 27.499 por el siguiente: “Artículo 1º. Se establece la capacitación obligatoria


en la temática violencia familiar y contra la mujer, para todas las personas que se
desempeñen en la función pública en los organismos competentes en la materia”.

141
Itatí Demarchi Arballo

reconocimiento legal de las tareas de cuidado. No fue gratuito el camino


para llegar a esa conquista. El mundo, y Argentina específicamente,
tuvo que sumirse en una crisis mundial sin precedentes, a raíz de la
pandemia por COVID-19, para que se instale una perspectiva femenina
que de manera abrupta visibilizó, aunque parcialmente, el trabajo in-
visibilizado hacia adentro de los hogares.
Apareció entonces la necesidad de instrumentar sistemas de trabajo
que permitan a las personas trabajadoras asumir las tareas de cuidado
propias de la vida en la emergencia, lo que colocó accidentalmente al
cuidado en el centro de la escena.
Esta ley significó entonces el reconocimiento legal de las tareas
de cuidado, como una forma de visibilizar la desigualdad estructural
en la que se asienta la organización social y, por tanto, la legislación
que nos había regido hasta ese momento.
Con esta decisión legislativa se consagraba un cambio de enfoque
que nos alejaba de la protección dirigida exclusivamente a la mujer
en relación con su capacidad reproductiva, centrándose en otros pos-
tulados como la corresponsabilidad, en materia de cuidados (de fami-
lias, Estado, mercado, comunidad y organizaciones intermedias) la pro-
tección integral de la familia y el interés superior de los niños y niñas.
Sin dudas, lo más relevante en materia de reconocimiento a los
cuidados en esta ley es el derecho que se concede a las personas que
trabajan de incidir en la organización del trabajo (facultad que hasta
la sanción de esta ley era reconocida en exclusividad al empleador).
En función de las tareas de cuidado, se le reconoció a la persona
trabajadora, el derecho a requerir el otorgamiento de horarios compa-
tibles y/o interrumpir la jornada.
Avanzábamos entonces hacia la conciliación de la vida familiar,
social y laboral en un claro paradigma de la corresponsabilidad en los
cuidados como una necesidad social.
Esta facultad que se le reconoce a la persona que trabaja ha sido
fuertemente resistida por el sector empresario en los debates previos
a la sanción de esta ley.
No casualmente, el sector empresario (que había sido el mayor
propagandista de la llegada del teletrabajo con falacias vinculadas a

142
El DNU 70/2023 y la Ley Ómnibus

los beneficios que el mismo generaría en la vida familiar de la persona


que trabaja) fue el primero en resistirse a esta decisión de asumir los
cuidados como una responsabilidad social.
Esta resistencia del empresariado argentino es la que indudable-
mente se ha transformado en la autora de la decisión del DNU de
borrar con el codo todo lo que en materia de cuidados se había logrado5.
Se pretende reemplazar el derecho a requerir horarios compatibles
y/o interrupción de la jornada, por un supuesto derecho a coordinar
con el empleador, en tanto no afecte lo requerido de su trabajo, horarios
compatibles a la tarea de cuidado a su cargo y/o la interrupción es-
porádica de su jornada, compensado dichos períodos de tiempo de
manera acorde con las tareas asignadas.
El artículo, tal como ha quedado redactado, es una concesión al
deseo tan repetido del sector privado, quien persistía en promover jor-
nadas flexibles, “bancos de horas” y no precisamente con la finalidad
de conciliar el trabajo con las responsabilidades de cuidado, sino para
adaptar su actividad a un mercado globalizado y de libre demanda.
En efecto, pretende desterrar uno de los puntos de coincidencia
básica de cualquiera que dedique su vida a la defensa de las personas
que trabajan: la posición hiposuficiente en el plano económico, social
y cultural, y fundamentalmente la vulnerabilidad negocial de la persona
que trabaja cuando lo hace en soledad.
En la parte final del artículo, se establece que la prescripción no
será de aplicación cuando el empleador abonare alguna compensación
legal, convencional o contractual relativa a gastos por tareas de cuidado.
En una nueva demostración del paradigma al que éste DNU está
decidido a regresar, se deja expresamente reconocido que para quienes
5 Teletrabajo. Artículo 92. Sustitúyese el artículo 6º de la Ley Nº 27.555, por el

siguiente: “Artículo 6º. Tareas de cuidados. Las personas que trabajen bajo esta mo-
dalidad y que acrediten tener a cargo el cuidado de personas menores de trece (13)
años, personas con discapacidad o adultas mayores que convivan con la persona que
trabaja y que requieran asistencia específica, tendrán derecho a coordinar con el em-
pleador, en tanto no afecte lo requerido de su trabajo, horarios compatibles a la tarea
de cuidado a su cargo y/o la interrupción esporádica de su jornada, compensados
dichos períodos de tiempo de manera acorde con las tareas asignadas. El presente
artículo no será de aplicación cuando el empleador abonare alguna compensación
legal, convencional o contractual relativa a gastos por tareas de cuidado”.

143
Itatí Demarchi Arballo

han sido autores de este intento de aniquilamiento de derechos sociales,


todo es reemplazable por capital.
Sin duda que la introducción de dicha opción desnaturaliza la obli-
gación garantizada por la norma, monetizando al cuidado.
El DNU es un nuevo intento de poner en cabeza nuevamente de
las y los trabajadores las tareas de cuidado, debiendo ellos resolver el
cuidado de sus hijos e hijas en forma externa.

V. Meterse con las más débiles: la derogación


de la doble indemnización por falta de
registración de empleadas de casas particulares
Fue el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki Moon
quien lo puso en palabras cuando manifestó: “La experiencia nos enseña
que el crecimiento económico por sí solo no es suficiente. Debemos
hacer más para empoderar a las personas gracias al trabajo decente,
apoyarlas a través de la protección social, y garantizar que todas las
voces sean escuchadas”.
El decreto de necesidad y urgencia (DNU) 70/2023 deroga la doble
indemnización para el personal de casas particulares en los casos en
que, al momento del despido, la relación laboral no estuviera registrada,
derogando el artículo 50 de la Ley 26.844 del Régimen Especial de
Contrato de Trabajo6.
Respecto de las personas cuidadoras remuneradas, huelga aclarar
que dichos trabajos son percibidos como una extensión de los cuidados
no remunerados dentro de los hogares y comunidades, lo que genera
que dicho sector se considere de baja categoría, ausente de reconoci-
miento y protección social y de bajos ingresos. En particular, las tra-
bajadoras de casas particulares poseen algunas de las peores condi-
ciones laborales, siendo en especial vulnerables a explotación, infor-
malidad y violencia. Esto se evidencia con el hecho de que el 76%
de las mujeres que se dedican a estos trabajos no cuenta con cobertura

6 “La indemnización prevista por el artículo 48 de esta ley, o las que en el futuro

las reemplacen, se duplicará cuando se trate de una relación laboral que al momento
del despido no estuviera registrada o lo esté de modo deficiente”, se indicaba en el
artículo 50 que fue anulado en el DNU.

144
El DNU 70/2023 y la Ley Ómnibus

previsional. Esta situación de informalidad y de exclusión de la segu-


ridad social profundiza la pobreza, la desigualdad y las brechas de
protección social entre varones y mujeres, a lo largo de toda la vida.
Relacionado a esto, la falta de inserción en el mercado laboral
formal debido a las responsabilidades de cuidado tiene un impacto
notorio en la percepción de pensiones, jubilaciones y otros planes de
asistencia social de parte de las mujeres. Los planes de seguridad social
que condicionan las prestaciones a los aportes laborales pueden impedir
el acceso de las mujeres a este derecho, debido a la participación
intermitente en la fuerza de trabajo como consecuencia de los trabajos
de cuidados que podrían incluir la crianza de los/as hijos/as y la atención
de personas mayores a cargo.
A su vez, la ausencia de recursos económicos por la falta de una
jubilación o pensión genera un menoscabo en la dignidad de la persona,
implicando angustia, inseguridad e incertidumbre, lo que impacta en
el avance y desarrollo de su calidad de vida y su integridad personal.
Al respecto, la CIDH ha concluido que dentro de las obligaciones
inmediatas prioritarias de los Estados en materia de DESCA se en-
cuentra la de reconocer formalmente el trabajo no remunerado de las
mujeres y otorgarle aquellos beneficios similares al del ámbito remu-
nerado, en particular beneficios de seguridad social.
El DNU que se cuestiona decide abiertamente meterse con el es-
labón más débil en el nudo de desigualdades: un colectivo con una re-
presentación sindical débil y escandalosos niveles de informalidad, rea-
lidad laboral que este DNU pretende incentivar. Pero cabe agregar ade-
más que se trata de un colectivo de personas que trabajan al servicio de
un gran porcentaje de la sociedad que, a su vez, precisa de sus servicios
para salir a trabajar, delegando sus responsabilidades de cuidados en
alguien más, por lo que este DNU pretende instalar sociológicamente
la cultura del incumplimiento laboral, premiando la precarización.
Basta recordar aquella postal de una persona pretendiendo ingresar
a un barrio residencial privado transportando en el baúl a una mujer
dedicada a los trabajos de cuidados remunerados7. De esa imagen es
7 Ver https://www.infobae.com/sociedad/2020/03/24/un-empresario-violo-la-cua-

rentena-al-ingresar-a-su-country-con-la-mucama-en-el-baul-del-auto/ (consultado el 3-
1-2023).

145
Itatí Demarchi Arballo

posible sacar una conclusión sobre los propósitos de este DNU: in-
centivar la precarización que poco tiene de interés económico sino de
instalación cultural –ya que se sabe que los costos para la registración
de este colectivo de trabajadoras no son la explicación de los escan-
dalosos niveles de precarización–. En relación a lo social, el DNU
ratifica que pretende una sociedad en la que algunas personas reafirmen
sus privilegios sobre aquellas a quienes el Derecho del Trabajo había
prometido defender.

VI. Los cuidados incomodan y la resistencia


hoy resulta indispensable
Estamos frente a un nuevo intento de erradicar lo que se ha con-
quistado y silenciar lo afirmado en relación con los cuidados como
trascendentes para el trabajo remunerado y, en definitiva, para el sis-
tema capitalista.
Como todo lo que se silencia, este DNU pretende responder a aque-
llos privilegios que se resignan a desaparecer y al que la temática
incomoda, pero que hoy pretenden recobrar su fuerza.
Sin dudas, la actual normativa laboral dedicada a cuidados es de-
mostración de esa incomodidad ya que su redacción se encarga de
dejar clara la feminización que en materia de cuidados identifica al
ordenamiento laboral.
A partir de la realidad que tenemos, desde todas las vitrinas debemos
ocuparnos de resistir este intento de aniquilar lo que hemos construido
para cuidar a quienes cuidan. Para ello el punto de partida es recono-
cernos como personas vivas gracias al cuidado. Por ese motivo, nadie
puede salirse de la responsabilidad que le toca en hacer que ese derecho
al cuidado sea posible. Como sostiene Ana Araujo, hoy nos toca creer
“...creer en el mundo es lo que más falta nos hace, nos hacen creer
que hemos perdido el mundo, que el mundo nos ha perdido. Recuperarlo
es hacer nacer espacios que escapen al control y que generen resistencia.
Esos espacios que no sólo nos devuelve el mundo, sino que hace que
el mismo no deje a nadie afuera...”8
8
ARAUJO, Ana, en Conferencia en Congreso Género y trabajo organizado por
Atilra, marzo de 2023.

146
LA PARTICIPACIÓN EN UNA MEDIDA DE
ACCIÓN SINDICAL COMO JUSTA CAUSA
DE DESPIDO: INCLINANDO LA CANCHA
por Matías Cremonte1

I. La extinción del contrato de trabajo por justa causa es una atri-


bución de ambas partes, y depende de una valoración subjetiva, pues
requiere de la existencia de una injuria grave que –a criterio de quien
la invoque– no permita la continuidad del vínculo2.
Precisamente por ello, será finalmente el Poder Judicial el que va-
lidará o no la decisión basada en un incumplimiento contractual ca-
racterizado unilateralmente como injurioso.
Así, en el mismo artículo en el que se establece esta facultad de
las partes, se delega en el juez la valoración de las causas invocadas,
“teniendo en consideración el carácter de las relaciones que resulta de
un contrato de trabajo, según lo dispuesto en la presente ley, y las
modalidades y circunstancias personales en cada caso”.
El despido con justa causa –directo o indirecto– depende entonces
de la gravedad de la injuria, valorada posteriormente por el Poder
Judicial.
1 Abogado (UBA), asesor sindical. Doctor en Derecho del Trabajo (USAC Gua-
temala). Docente de grado y posgrado (UBA, USAC, UNPAZ). Presidente de la Aso-
ciación Latinoamericana de Abogados y Abogadas Laboralistas (ALAL). Director del
Instituto de Derecho Internacional del Trabajo del CPACF.
2 “Una de las partes podrá hacer denuncia del contrato de trabajo en caso de

inobservancia por parte de la otra de las obligaciones resultantes del mismo que con-
figuren injuria y que, por su gravedad, no consientan la prosecución de la relación.
”La valoración deberá ser hecha prudencialmente por los jueces, teniendo en con-
sideración el carácter de las relaciones que resulta de un contrato de trabajo, según
lo dispuesto en la presente ley, y las modalidades y circunstancias personales en cada
caso” (art. 242, LCT).

147
Matías Cremonte

Por ende, si bien la casuística es la que moldea este instituto y


brinda parámetros para prever qué tipo de incumplimientos pueden
ser considerados una injuria grave, no resulta directamente aplicable
a todos los casos, pues no se trata sólo de hechos objetivos sino de
circunstancias determinadas y hasta de características personales.
II. De allí la gravedad de la reforma introducida por el artículo 80
del DNU 70/20233, que agrega al artículo 242 de la Ley de Contrato
de Trabajo el siguiente texto:
Configura injuria laboral grave la participación en bloqueos o tomas
de establecimiento. Se presume que existe injuria grave cuando du-
rante una medida de acción directa:
a. Se afecte la libertad de trabajo de quienes no adhieran a la medida
de fuerza, mediante actos, hechos, intimidaciones o amenazas;
b. Se impida u obstruya total o parcialmente el ingreso o egreso
de personas y/o cosas al establecimiento;
c. Se ocasionen daños en personas o en cosas de propiedad de la
empresa o de terceros situadas en el establecimiento (instalaciones,
mercaderías, insumos y materias primas, herramientas, etc.) o se
las retenga indebidamente.
Previo al distracto el empleador debe intimar al trabajador al cese
de la conducta injuriosa, excepto en el supuesto de daños a las
personas o cosas previsto en el inciso c), donde la producción del
daño torna inoficiosa la intimación.

Como se advierte, se desvirtúa completamente el artículo 242 de


la LCT. Al establecer una presunción a favor del empleador, que podrá
considerar injuriante cualquiera de esos hechos, se altera notablemente
la ratio legis de este instituto.

3 Al momento de escribirse estas líneas, el derrotero judicial del Título IV del

DNU 70/2023 torna incierta su efectiva vigencia. Por un lado, la Sala de Feria de la
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dictó dos medidas cautelares por las
que dejó en suspenso su aplicación hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo. Sólo
la CSJN podría revisar esas decisiones, pero hasta hoy no ha ocurrido. Por otro lado,
el Congreso nacional debería tratarlo para analizar su validez, pero tampoco pareciera
ser algo inminente. Es decir que –hasta el momento– en lo que refiere a la materia
laboral, el DNU 70/2023 rigió entre el 30-12-2023 y el 3-1-2024. Por supuesto, los
convulsionados días de este comienzo de año impiden prever lo que ocurrirá defini-
tivamente con esta reforma.

148
Participación en una medida de acción sindical como justa causa de despido

En efecto, carece de sentido que una norma referida a la injuria


grave cometida por cualquiera de las partes, detalle una serie de hechos
que pueden ser invocados sólo por una de ellas.
III. Los conflictos colectivos de trabajo suelen ser diversos. La
huelga clásica puede acompañarse de una reunión o manifestación en
la puerta del establecimiento o de la permanencia en el lugar de trabajo,
así como por piquetes. Son expresiones propias del conflicto, y no un
fin en sí mismas. Frente a ello, el rol del Estado es mediar entre las
partes, colaborar en su resolución. La autoridad administrativa del tra-
bajo es la que tiene facultades para ello, con distintas herramientas.
La reforma del artículo 242, sin embargo, determina que “Configura
injuria laboral grave la participación en bloqueos o tomas de estable-
cimiento”. Esto supone penalizar individualmente una conducta colec-
tiva. No existe ninguna norma que prohíba expresamente esas acciones
sindicales, pero el empleador podría despedir con causa a quienes par-
ticipen de ellas, abriendo la puerta a despidos masivos.
De hecho, suele afirmarse que el límite al legítimo ejercicio del
derecho de huelga lo marca la existencia de un delito penal. Pero
lógicamente, sólo la justicia criminal es la que puede determinar la
existencia de una acción típica antijurídica y culpable, y, eventualmente,
condenar a una o más personas por ello. E incluso eso no necesaria-
mente implica luego una causa justificada de despido.
Ciertamente, en ocasiones, la situación puede derivar en denuncias
penales, lo que provoca la intervención de un fuero ajeno al Derecho
del Trabajo.
Sin embargo, existen muy pocos antecedentes de condenas por de-
litos cometidos en el marco de un conflicto laboral o social, ya que
existe una causa de justificación al obrar en el legítimo ejercicio de
un derecho4.

4 Una interesante ponencia de Juan Carlos Capurro titulada La defensa de los

trabajadores frente a la criminalización del conflicto, da cuenta de una serie de tomas


de establecimientos que culminaron con el sobreseimiento de los implicados, como
fueron los conflictos de Ford (1985), Tiempo Argentino (1986), Editorial Atlántida
(1997), y posteriores casos de intervención de la justicia penal como el del Hospital
Gárrahan (2005) y el INTI (2008). Ponencia en las XVII Jornadas de Derecho Laboral
de la Asociación de Abogados Laboralistas, en Mar del Plata, noviembre de 2016.

149
Matías Cremonte

Pareciera entonces que, debilitados en la batalla de criminaliza-


ción de la acción sindical, los empresarios que le dictaron al presi-
dente de la Nación esta reforma, pretenden vía libre para proceder
con despidos masivos o selectivos como solución a los conflictos
colectivos.
Es de destacar que el Comité de Libertad Sindical de la OIT con-
sidera las ocupaciones de establecimientos en contextos de conflictos
colectivos como parte del derecho de huelga, y que sólo pueden ser
limitadas si dejan de ser pacíficas5.
Sin abandonar el camino penal6, la reforma del artículo 242 de la
LCT es parte de una avanzada más amplia contra el derecho de huelga,
como lo demuestran la reforma al artículo 24 de la ley 25.877 (art.
97 del DNU 70/2023), que amplía desmesurada e inconstitucionalmente
lo que se considera servicios públicos esenciales, y la inclusión en la
ley 23.551 de acciones prohibidas para los sindicatos (art. 88 del DNU
70/2023)7.
IV. Es evidente que la intención de la reforma, en este aspecto,
es debilitar el ejercicio del derecho de huelga por la vía de la re-

5 La libertad sindical. Recopilación de Decisiones del Comité de Libertad Sindical,

6ª ed., Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2018, párrafos 784 y 785.
6 La resolución 943/2023 del Ministerio de Seguridad, instauró el “Protocolo para

el Mantenimiento del Orden Público ante el Corte de Vías de Circulación”, de fecha


14-12-2023, que considera delito cualquier manifestación pública que impida o dificulte
el tránsito vehicular.
7 Art. 88: Incorpórase como artículo 20 ter a la Ley Nº 23.551, el siguiente:

“Artículo 20 ter – Acciones prohibidas. Las siguientes conductas están prohibidas y


serán consideradas infracciones muy graves:
”a. Afectar la libertad de trabajo de quienes no adhieran a una medida de fuerza,
mediante actos, hechos, intimidaciones o amenazas;
”b. Provocar el bloqueo o tomar un establecimiento; impedir u obstruir total o
parcialmente el ingreso o egreso de personas y/o cosas al establecimiento;
”c. Ocasionar daños en personas o en cosas de propiedad de la empresa o de
terceros situadas en el establecimiento (instalaciones, mercaderías, insumos y materias
primas, herramientas, etc.) o retenerlas indebidamente.
”Verificadas dichas acciones como medidas de acción directa sindical, la entidad
responsable será pasible de la aplicación de las sanciones que establezca la reglamen-
tación, una vez cumplimentado el procedimiento que se disponga al efecto a cargo
de la Autoridad de Aplicación, sin perjuicio de las responsabilidades civiles y/o penales
que pudieran corresponder”.

150
Participación en una medida de acción sindical como justa causa de despido

presalia, y a partir de allí, sembrar el temor a la participación en


medidas de acción sindical.
Por supuesto, ello se relaciona con la incorporación en la LCT de
un artículo 245 bis (art. 82 del DNU 70/2023), que, al tiempo que
monetiza el despido discriminatorio, cierra la puerta de su nulidad y,
por ende, de la reinstalación de la persona segregada8.
De tal modo que todos los despidos justificados en alguna de las
causales enumeradas en el nuevo artículo 242 de la LCT, si bien
podrán ser debatidos en un proceso judicial, no podrán ser dejados
sin efecto9.
Por ese camino, se abre la puerta de la penalización por el ejercicio
de un derecho fundamental.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, “considera que el
derecho de huelga es uno de los derechos fundamentales de los tra-
bajadores y las trabajadoras, y de sus organizaciones, pues constituye
un medio legítimo de defensa de sus intereses económicos, sociales y
profesionales. Se trata de un recurso que ejercen los trabajadores y
las trabajadoras como medio de presión sobre el empleador, a fin de
corregir una injusticia, o bien para la búsqueda de soluciones a las
cuestiones de política económica y social, y a los problemas que se
plantean en las empresas y que interesan directamente a los trabajadores
y las trabajadoras. En ese sentido, el Tribunal Europeo ha calificado
a la huelga como el instrumento ‘más poderoso’ de protección de los
derechos laborales”10.
De igual modo se atenta contra el derecho de reunión, en sentido
amplio. Las asambleas, por ejemplo, expresamente previstas en la
legislación nacional como derecho de las asociaciones sindicales11,

8 “El despido dispuesto, en todos los casos, producirá la extinción del vínculo

laboral a todos los efectos” (art. 245 bis, LCT, in fine).


9 Salvo, claro está, que se declare en cada caso la inconstitucionalidad e incon-

vencionalidad del nuevo art. 242, LCT.


10 Corte IDH, Opinión Consultiva 27/2021 sobre Derechos a la libertad sindical,

negociación colectiva y huelga, y su relación con otros derechos, con perspectiva de


género, de fecha 5-5-2021, párrafo 98.
11 Art. 23, ley 23.551: “La asociación a partir de su inscripción, adquirirá personería

jurídica y tendrá los siguientes derechos [...] e) Realizar reuniones o asambleas sin

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Matías Cremonte

suelen realizarse –en contextos de conflictos colectivos– en la puerta


del lugar de trabajo.
Según Gialdino, “El derecho de reunión es el medio por excelencia
para la defensa y la promoción del amplio abanico de derechos, liber-
tades y garantías humanas, y un elemento constitutivo de la esencia
misma de todo sistema o régimen político que se precie de democrático.
En cuanto sea ejercido de manera ‘pacífica’, estaì garantizado por la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH, art. 15, ‘y
sin armas’) y por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(PIDCP, art. 21), ambos de jerarquía constitucional. Y, por lo pronto,
‘conlleva la posibilidad de organizar reuniones pacíficas y participar
en ellas, incluido el derecho a organizar concentraciones (como un
piquete) en un lugar público’. Así lo enseña el Comité de Derechos
Humanos (Comité DH), intérprete autorizado en el plano internacional
del PIDCP, según lo reconoce la Corte Suprema”. Y en sus conclusiones
es tajante: “j. las solas sentadas y bloqueos no hacen perder caraìcter
pacífico a la reunión”12.
Por tal motivo, estamos frente a una reforma inconstitucional, en
tanto permitiría la discriminación con motivo de la participación en
una acción sindical, lo cual se encuentra prohibido por los Convenios
87, 98 y 111 de la OIT, además de las ya mencionadas previsiones
de los instrumentos interamericanos de derechos humanos.
V. En síntesis, mediante esta reforma se pretenden legalizar los
despidos en el marco de un conflicto colectivo de trabajo con la sola
imputación unilateral del empleador de que se enmarcan en las causas
enumeradas por el nuevo artículo 242 de la LCT.
Por lógica derivación, además de desvirtuarse el instituto, se pre-
tende darles más herramientas a los empresarios para disciplinar la

necesidad de autorización previa”. Aunque el DNU 70/2023 también avanza sobre


esta libertad: Artículo 87. Incorpórase como artículo 20 bis a la Ley Nº 23.551, el
siguiente: “Artículo 20 bis – Derecho de realizar Asambleas, Congresos. Los repre-
sentantes sindicales dentro de la empresa, delegados, comisiones internas u organismos
similares, así como las autoridades de las distintas seccionales de las asociaciones
sindicales tendrán derecho a convocar a asambleas y congresos de delegados sin per-
judicar las actividades normales de la empresa o afectar a terceros”.
12 GIALDINO, Rolando E., Derecho de reunión en el Derecho Internacional de

los Derechos Humanos, en L. L. 2016-C-1/6.

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Participación en una medida de acción sindical como justa causa de despido

acción colectiva, con el evidente objetivo de debilitar las medidas de


fuerza. En jerga futbolística, se inclina la cancha, aún más, a favor de
los empleadores.
Como se mencionó antes, este aspecto de la reforma que introduce
el decreto de necesidad y urgencia es parte de una avanzada muy
fuerte contra las organizaciones sindicales. Sin embargo, la Historia
enseña que este tipo de medidas, aun las más drásticas, no generan la
consecuencia buscada. Más bien todo lo contrario.

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