Mar Paraguayo
Mar Paraguayo
Mar Paraguayo
Jens Andermann
En agosto del 2008, el matutino brasileo O Globo informaba a sus lectores de un divertido maniesto rmado por artistas y poetas paraguayos, brasileos y argentinos en la ciudad de Asuncin, pidiendo la revocacin del contrato de Itaip negociado en la poca de las dictaduras militares que establece la exportacin de energa hidroelctrica de Paraguay a Brasil a bajo precio. Despus de instar a los mandatarios de ambos pases a quemar con fuego guarantico el contrato existente, los autores del maniesto proponen la redaccin de un nuevo acuerdo escrito em portunhol selvagem, la lengua mais hermoza de la triple frontera donde, adems de todas las lenguas del Brasil y del Paraguay (incluso las amerndias), cabran todas las lenguas del mundo. Y el texto prosigue con una leccin prctica en este nuevo entrelenguas: Kompaeros del nuebo uir amerikano Lugo y Lula: rediseemos esa barragem contenedora de corrupcin y egosmo de pokkos por um hermozo dike contenedor da esperanza da gente paraguaya y brasileira de todo el mundo y de los que nunca quiseram tener fronteras porque desde sempre estiveron em esta tierra sem mal, los antepassados avs mbys aches pai-tavyteras tupis andevas y tantos otros de los palos cruzados em or, de los diademas resplandescentes que volaron miles de xamanistikas vezes sobre 7 Quedas, Saltos del Guair, Kataratas del Yguaz umia kura que hasta hoy seguem haciendo sonar suas marakas de las guas bajos las aguas, pieles de dioses y diosas dormidas bajo las pieles y kantos de piedras que resuenan em nostros suenhos mais bellos.1 Iniciativa, principalmente, del poeta paranaense Douglas Diegues, el maniesto juega con la imagen de desborde del gigantesco dique, para liberar en un esttico y torrencial uir las energas ancestrales de la mezcla fronteriza de lenguas entre el castellano, el portugus y el guaran, dando lugar a un ocenico y gozoso estado de indeterminacin idiomtica, una suerte de Tierra sin Mal (yuy marey) en la lengua (o entre-lenguas).2 Adems, en su ecuacin entre contaminaciones lingsticas, ujos migratorios que corroen las fronteras estatales y una resurgente condicin aborigen hasta entonces dormida bajo las pieles, el maniesto tambin rinde un indisimulado homenaje al texto fundador del movimiento,3 el monlogo (poema, nouvelle) Mar Paraguayo de Wilson Bueno, publicado por primera vez en
* Cuando estaba por ir a la imprenta este artculo, recib la triste noticia del asalto y asesinato de Wilson Bueno, autor de Mar paraguayo, ocurrido el 31 de mayo de 2010 en la ciudad de Curitiba, Brasil. Poeta, narrador y cronista, Wilson fue uno de los escritores ms inovadores y experimentales de su generacin en Brasil y an en Latinoamrica, con un odo excepcional para la melodiosidad y liviandad de la palabra que lo llev a atravesar los bordes de gnero e incluso del lenguaje mismo. Su prdida deja un vaco enorme en el presente y futuro de la literatura. La obra de Wilson, que comprende a libros de deslumbrante belleza como Manual de Zoolia (1991), Pequeno Tratado de Brinquedos (1996), y Meu Tio Roseno, a Cavalo (2000), merece un homenaje ms amplio que estas pginas, escritas para otra ocasin. Cuanto menos, sin embargo, dan cuenta del enorme estmulo intelectual y esttico que proporciona su lectura.
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So Paulo en 1992 y que, desde entonces, ha viajado por sucesivas re-ediciones en Santiago de Chile, Buenos Aires y Mxico, adems de una traduccin canadiense al ingls, francs y mohawk, convirtindose as en una suerte de culto subterrneo latinoamericano, best-seller independiente, mercanca de contrabando. Como reconoci Nstor Perlongher al prologar la edicin paulista de Iluminuras, poco antes de fallecer y en ms de un aspecto Mar paraguayo es efectivamente, aunque no slo por eso, una suerte de legado perlongheriano, el texto de Wilson nos coloca ante un acontecimiento [que] pasa por la invencin de una lengua.4 Invencin, o inter-vencin, entre lenguas cuyo efecto, dice Perlongher, es inmediatamente potico. Hay entre las dos lenguas una vacilacin, una tensin, una oscilacin permanente: una es el error de la otra, su devenir posible, incierto e improbable (8). De ah, es posible pensar a partir de Mar paraguayo los lmites del modelo moderno de construccin de la nacionalidad desde la literatura, y a sta como la verdad en la lengua. El entrelenguas de la Triple Frontera que pone en escena el texto de Wilson Bueno desafa de manera performativa a la lengua nacional y a la funcin que la literatura supo cumplir asocindose a sta. Cuestiona una relacin particular entre voz y letra, propia de la modernidad literaria, articulando el decir popular a la escritura constituyente y ordenadora del Estado: este cuestionamiento, o desborde, del modelo moderno sera pues un momento inaugural de lo que Josena Ludmer llama literaturas postautnomas,5 momento en que el texto literario deja de ser la instancia de decir la verdad en la voz de la ccin (en la ccin de la voz). En cambio, la escritura desterritorializadora de Mar paraguayo exhibe y acta el n de la idea moderna de la literatura como locus de la utopa nacional; utopa que (en Amrica Latina) se concretaba en la unin exttica entre voz y escritura que cada texto al mismo tiempo anunciaba y postergaba: entre la voz del pueblo y la letra de la ley. Este modelo, que es posible trazar desde las cciones fundacionales del diecinueve a los grandes relatos del Boom, ser rescatado una vez ms por las corrientes ms radicales del post-Boom, aunque slo para llevarlo a su agotamiento denitivo, al insistir en la autonoma del habla literaria como lugar donde situar la voz del otro (de la marginalidad radical, la abyeccin). En las literaturas postautnomas, en cambio, surgir la indistincin entre esta voz otra y la letra que la convoca, indistincin que, paradjicamente, cancela la vocacin utpica en el momento mismo de realizarla retirndole su tensin fundamental. Desbordes de la letra Es en el lmite, precisamente, entre el post-Boom como la ltima formulacin radical de la utopa letrada y su agotamiento denitivo en las literaturas postautnomas que quisiera ubicar a Mar paraguayo. Lmite que es, por lo tanto, tambin el sitio de una autorreexividad radical y performativa, de un movimiento constante de repliegue sobre la propia textualidad que responde, desandolas, a las formas contemporneas de teorizar la literatura en Amrica Latina. Para comprender esta dimensin de performance terico, sin embargo, tenemos que detenernos primero en algunos aspectos formales del texto. Mar paraguayo consiste en siete u ocho monlogos, segn cmo se lee su ambigua tipografa (decisin, como se ver, de no menor importancia), en los que la voz femenina de la protagonista, la marafona del balnerio6 de Guaratuba (o la voz que se construye un cuerpo femenino: soy mi prpria construcin, 27), cuenta sus penas: la conquista y prdida sexual de el nio, el consuelo proporcionado por su perrito Brinks (tan diminuto que tal vez sea imaginario),7 y, ante todo, su pavor del castigo infernal tras la muerte, o asesinato, de el viejo, su concubino de muchos aos, que me h construdo de dolor y sangre (12); muerte quizs efectivamente ocurrida en una fatdica transposicin para el sof (32), quizs slo deseada o inminente, pero que cada nuevo acto de
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voz, cada circunloquio de la marafona, vuelve a hacer transcurrir dejndolo al viejo en una suerte de purgatorio verbal: el viejo, toda tarde que passa, se va a morir: gases: injecciones: pastijas de colores diversos: el viejo se v, ms una vez, morir (38). Oscilar barroco, pues, entre el memento mori de visiones crepusculares, de auto-extincin, y el carpe diem del deseo ertico: Y sei que maana ser apenas un recuerdo, passage, quien sabe solamente en la memoria erotica del nio, esto muchacho de buo y esplendor, este que ahora est mirandome con esta curiosidad de los machos desabrochados, oracin de ndega y mamilo, poritere, por por... (23); entre la mitologa guaran y el kitsch prostibulario de los los astros y las stars (20), de la felicidade por estas sendas in techinicolor (43), Mar paraguayo desborda y agota en varios sentidos el sistema literario en donde interviene. No se trata apenas de infringir, o de disolver, en la lengua, la triple frontera entre portugus, castellano y guaran; el texto tambin transgrede los lmites de gnero (literario, en primer lugar, al oscilar entre la nouvelle, el poema y el teatro; aunque tambin y en parte por eso disuelve el lmite entre mujer y varn), as como el borde entre escritura y oralidad. Estos tres niveles de desborde se refuerzan y se intensican mutuamente entre s. Si bien es la transgresin lingstica la invencin de una lengua menor8 la que le permite al texto subvertir la oposicin entre escritura y voz, y entre voz narrativa, voz potica y voz dramtica, tambin es, por otra parte, este doble desborde interior que le conere al habla translingual de la marafona su poderosa verosimilitud esttica, su puesta en escena. Cada sesin, cada circunloquio de la marafona precipita as al texto a un lugar de mxima tensin al borde de un abismal silencio que recin el prximo acto de voz logra colmar postergando una vez ms el estallido. Porque para empezar por la cuestin del soporte meditico (voz o letra) Mar paraguayo construye una voz oral cuyo balbuceante vaivn entre lenguas pide a gritos la declamacin en voz alta, al mismo tiempo que no es asequible sino a travs de esta trans-cripcin sin ley (como dice Perlongher, hay una gramtica, pero es una gramtica sin ley; hay cierta ortografa, pero es una ortografa errtica: chuva y lluvia [grafadas de ambas maneras] pueden coexistir en el mismo prrafo..., 8). Al carecer de ley o de cdigo fontico, entonces, esa escritura que dice ser eco de un habla se vuelve opaca y deja de entregarse transparentemente a una lectura reproductora de la voz original. No sabemos si pronunciar con inexin castellana o portuguesa, encontrndonos literalmente en el espacio de ilegalidad de un habla migrante, exiliados de las leyes y las certezas de la lengua nacional. En su materialidad ortogrca y gramtica de carcter ilegal, Mar paraguayo arrastra a nuestra lectura al espacio intersticial (fronterizo) donde la mediacin escritural deja de ser una mera cuestin tcnica, de captura de una voz para hacerla resonar como voz interior en el sujeto de la lectura. O, mejor dicho, esa cuestin tcnica se revela en su carcter netamente poltico; carcter que, por supuesto, siempre le es propio a la escritura en tanto captura, prctica de poder, pero que, en los textos normales, la legalidad ortogrca y gramtica se ocupan de naturalizar y as de volver invisible. Aqu, en cambio, en el entre-lugar que construye la voz migrante de Mar paraguayo, al margen de la ley, la pronunciacin (el acento) se torna un acto de decisin, una cuestin potencialmente de vida o muerte, entre la ciudadana y la extranjera. La voz migrante, podramos decir, es aquella que deja de ser transcribible porque habla por fuera de la ley en la lengua: no porque ocupa un espacio de ilegalidad (como sera el caso de los argots y sociolectos que transcribe la narrativa naturalista) sino porque el suyo es un espacio exterior de indeterminacin radical al cual, como a la gura agambeniana de la vida desnuda, la ley slo se reere en su propia suspensin. Sobre esa tensin irresoluble entre voz y letra (entre un cuerpo que se plasma de manera excesiva sobre la escritura, y una letra que, precisamente por eso, deja de ser un medio de reconstruccin eciente y dedigna de ese cuerpo) se constituye un tipo de enunciacin cuyo presente o presencia cae por fuera de los connes ge-
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nricos de la narrativa, la poesa y el teatro, precisamente por estar atravesndolos a todos ellos. Como decimos, Mar paraguayo es un monlogo que recomienza seis o siete veces, cual Semana Santa que transcurre entre la Creacin (e,9 reza la primera lnea del texto) y la Destruccin o el Resurgimiento, segn el modelo de la tradicin milenarista cristiana y del mesianismo karasta guaran que el texto moviliza y fusiona:10 esto relato solo quer y desea s-lo uno de juego-de-jugar: como los dioses en el princpio, en el tup-karai, antes del des-princpio de todo, los dioses y su lance de dados, su macabro inventar, oguera-jera, esto mundo-achy: como un juego-de-jugar: e. (29) Tiempo del mundo y a su vez presente potico, coup-de-ds mallarmeano, todo el texto gira alrededor de un solo acontecimiento respecto del cual el presente elocutivo se ubica tanto en el futuro como en el pasado: la muerte de el viejo. Scheherazade al revs, la marafona al recomenzar su monlogo lo resucita una y otra vez a ste slo para volver a pronunciarlo muerto enseguida: Yo s que muerto est, que muerto el viejo viver para siempre acorrentado a mi pecho, lo nodoso recuerdo de su lngua sutil a explotar-me con gusto, gozo y orgasmo. (14) Ese eterno morir/resurgir del viejo dispara y, as, produce a la voz hablante; el apagarse de uno es la emergencia de la otra, como si ambos, el viejo y la marafona, fueran dos partes opuestas de un mismo ser; o, ms bien, de un mismo devenir en la lengua, un mismo proceso de creacin/disolucin de un ser hablante; proceso que no tiene carcter de progresin narrativa pero que no por eso llega a constituirse plenamente en guin teatral o en poema en prosa. Como dice el nal del texto:11 Por el viejo, juro al pie de Dios, yo jamais faria nada, nadie haveria de hacerlo, puesto que el viejo era apenas la muerte que se va acontecer dentro de instantes e ya no necessita necessariamente ms de nuestras manos. Por el, por el rostro de Braga fue que comenz a urdir esta etranha matana, perfecta como nunca se es perfecto quando lo que se pone en questin es la muerte. Llorar ms que una madre tambin por el nio, ahora que todo se enluta de esta sangreneria, vos entiende, solo vos me compreende, doctor Paiva. Mi mar? Mi mar soy yo. y. (60) Ahora bien, ese yo ocenico que se dice, o se conrma, al nal del texto, no es la subjetividad acumulativa de la novela o la agonal del hroe trgico, pero tampoco coincide del todo con la performatividad lingstica del yo potico, a pesar de que, en cierta medida, todo Mar paraguayo se deja leer como escenicacin autorreexiva sobre la lengua, y sobre la produccin mutua entre lenguas y cuerpos. El roce, la contaminacin entre lenguas, tambin es, de modo inmediato, una ertica: el gusto del sexo en la lngua, la lngua, el sexo en los mltiplos idiomas, ayvu, casi asi como una rosa deorada, la muerte y el sexo nada hablan pero como explendiente se siente, (58) como dice la marafona. La lengua, se sabe, a la vez que un sistema de diferenciacin sonora es un rgano de transmisin del gusto y (ya en tanto signo, pero signo encarnado, corpreo, que alude en yuxtaposicin compleja a la ingestin y la penetracin) de estmulo sexual. Fue Foucault quien mostr cmo la sexualidad se construye en la lengua como tensin, en un mismo acto de nombrar, entre la produccin del goce y su represin. En Mar paraguayo, la transgresin lingstica (el desborde de la lengua nacional, la desterritorializacin del estado de la lengua) le devuelve a la lengua su carcter inmediatamente fsico. El efecto de esa literalmente encarnacin del habla es algo as como un queering del portavoz precisamente al dejar ste de someterse a las reglas (fonticas, gramticas, ortogrcas) de subjetivacin en la lengua. Los bordes de la lengua tambin son una zona de indistincin sexual, de perversin polimorfa. En palabras de Pablo Gasparini, el portuol trasciende el mero juego de palabras para convertirse en una fuerza corrosiva que, destruyendo los sentidos plenos, va construyendo una identidad que, menos que una armacin de s, sugiere una serie de relaciones de continuidad y diferenciacin relativas. As, gracias a esta errtica lengua que dice a la marafona, se traspone cualquier tipo de contradiccin excluyente y taxativa por
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la que la narradora puede ser (o al menos decirse), a la vez, culpable e inocente de la muerte del viejo (y tambin, por otro lado por otros vericuetos masculina y femenina, prostituta y adolescente romntica, presa y cazadora, etc.).12 Pero esa errancia que corroe y disuelve a la lengua identitaria surge a su vez de un espacio lingstico que no es el portugus ni el espaol sino el guaran. Si a nivel del movimiento textual, la alusin al mesianismo guaran subvierte a la escatologa cristiana, encauzando al monlogo de la marafona hacia la auto-disolucin exttica (yo=mar), en la contienda entre lenguas el guaran podra pensarse en trminos deleuzianos como la lengua mtica que separa y entrelaza a la lengua verncula (el castellano de la abuela argentina) con la vehicular (el portugus de Guaratuba). Ms importante, sin embargo, es su efecto doblemente constitutivo de la voz cantante como, por un lado, medio de disolucin que vuelve indiferentes a las dos lenguas romances, y por el otro como un principio de construccin, tanto a nivel morfolgico como sintctico, ya que son las aliteraciones y aposiciones generadas a partir de los sustantivos compuestos guaranes (aaret, aaretmengu; cu, cuambatar) las que disparan y propulsan hacia adelante el frasear de la marafona. En la notcia que precede al texto, Bueno arma: Un aviso: el guarani es tan essencial en nesto relato quanto el vuelo del prraro, lo cisco en la ventana, los arrulhos del portugus los derramados nerudas en cascata num solo s suicdio de palabras anchas. Una el error dela outra. Queriendo-me talvez acabe aspirando, en neste zoo de signos, a la urdidura essencial del afecto que se v en la cola del escorpin. Isto: yo desearia alcanar todo que vibre e tine abaixo, mucho abaixo de la lnea del silncio. No hay idiomas a. Solo la vertigen de la linguagem. (11) Vrtigo del lenguaje que destraba y arrastra los sentidos en su torrentoso cauce, desde la tierra rme de las lenguas mayores a un estado de disolucin y uidez que, a pesar de su apelacin constante a la mitologa indgena, no es aqu de carcter nativista o indigenista. El guaran, en Mar paraguayo, no es el fondo slido e inamovible, la pulsin fatal de lo autnticamente americano por debajo de las formas epidrmicas de cultura europea, en el sentido formulado por Roa Bastos en la nota de autor que precede a la edicin paraguaya de Hijo de hombre (y con la que podemos pensar el aviso de Mar paraguayo entabla una suerte de dilogo, de coloquio entre lingistas): En la literatura del Paraguay, las particularidades de su cultura bilinge, nica en su especie en Amrica Latina, constrien a los escritores paraguayos, en el momento de escribir en castellano, a or los sonidos de un discurso oral informulado an, pero presente ya en la vertiente emocional y mtica del guaran. Este discurso, este texto no escrito, subyace en el universo lingstico bivalente hispanoguaran, escindido entre la escritura y la oralidad. Es un texto que el escritor no piensa, pero que lo piensa a l...13 En cambio, lo esencial del vuelo de un pjaro (o de un prraro, de un sonido entre dos ortografas) es precisamente su carcter furtivo, su carencia de arraigo o de direccionalidad que no sea la del viento. El guaran de Mar paraguayo no es ese texto informulado an pero que desde las profundidades se va imponiendo sobre la pluma del escritor. Ms bien, es el grado de mayor articiosidad y que permite la dislocacin de lo jo. Par, paran, panam. Parapet14 (20); ro, istmo y abismo, el guaran en el texto de Wilson funciona como corriente desterritorializadora, orquestando el vaivn entre lenguas, la licuefaccin de la letra en palabrero: aqul mirar en el ver que, al decir de la marafona, era todo lo que haba la primera vez que me acerqu del mar (12). De la intemperie a la postautonoma Si el mar el mar paraguayo del portuol puede ser pensado entonces como ese efecto de anamorfosis en la lengua, lo que Mar paraguayo lleva a su lmite (su agotamiento) es tambin una cierta idea de la literatura latinoamericana como inscripcin de una diferencia en la letra. Anticipndose por varias dcadas al pensamiento
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postcolonial, la crtica latinoamericana moderna a menudo relacionaba esta idea de diferencia o repliegue interno de la escritura con una futuridad utpica atribuida a la voz, aunque slo fuese como pulsin muda que rega oblicuamente el trazo de las letras. En un texto famoso de principios de los setenta, por ejemplo, Silviano Santiago introdujo la nocin del entre-lugar para describir un gesto de la escritura latinoamericana que descolocaba a las historias literarias en su bsqueda de inuencias y liaciones. De ah, su maior contribuio para a cultura ocidental vem da destruio sistemtica dos conceitos de unidade e de pureza. El escritor latinoamericano, segn Santiago, reconvierte su condicin menor, carente de anclaje cabal tanto en la tradicin occidental colonizadora como en un archivo indgena o popular al que permanece extrao, en una novedosa y subversiva estrategia de des- y re-escritura del texto europeo. En su doble liminalidad, la literatura latinoamericana asciende a un grado de extrema autorreexividad que la convierte en una crtica de la literatura universal. Crtica, por otra parte, algica y sensual ya que surge de una relacin desviada con el signo ajeno: O escritor latino-americano brinca com os signos de um outro escritor, de uma outra obra. As palavras de outro tm a particularidade de se apresentarem como objetos que fascinam seus olhos, seus dedos, e a escritura do texto segundo em parte a histria de uma experincia sensual com o signo estrangeiro.15 Al ubicarse en un tercer espacio intersticial entre la imitacin deferencial del texto europeo y su contestacin nativista, y entre la potica y la crtica en tanto modos del pensar, la escritura latinoamericana deja paradjicamente de quedar relegada a una posicin secundaria respecto de la alta modernidad de los centros metropolitanos, convirtindose ella misma en el futuro de la literatura.16 El tercer espacio, segn Alberto Moreiras, es el lugar donde la reforma del pensamiento procede y se produce en el lmite vestibular: un lugar que, en cuanto lugar de encuentro, es tambin por denicin y por necesidad el lugar privilegiado de lo real; no el lugar donde lo real est, sino el lugar donde el acceso a lo real adviene. Es por eso que, para Moreiras, el espacio literario latinoamericano, en su carcter de entre lugar ni propiamente subalterno o residual ni propiamente metropolitano o hegemnico, conforma el espacio para un regionalismo crtico cuya fuerza de positividad epistmica faltara entender.17 El potencial crtico la carga de futuridad de la literatura latinoamericana, segn esta gura del pensar, sera el efecto de un modo de produccin caracterizado por su autonoma restringida, debido a su vez a la insercin dependiente de las sociedades latinoamericanas en el sistema mundial capitalista. Desde una perspectiva lukacsiana, la obra de Alejandro Losada se destaca en esta serie crtica al enfocar, ya no las estrategias (inter)textuales de una escritura incisiva sino el modo de produccin de literatura en tanto praxis social, enfoque que lo llevaba a Losada a postular una periodizacin y una regionalizacin del quehacer literario en torno a las categoras de dependencia y autonoma.18 Segn Losada, entre 1830 (en el temprano caso rioplatense) y 1930 (en el de los pases andinos), se produjo en Amrica Latina una ruptura entre una literatura cuya pulsin modernizadora quedaba constreida por su estrecha dependencia de la lite oligrquica tradicional, y una literatura que se constituira en medio y expresin principal de las culturas autnomas de clase media que irrumpan en los grandes centros urbanos y an en sus satlites provincianos. No obstante, debido al carcter dependiente del orden social imperante y, consecuentemente, el establecimiento slo parcial y precario de instituciones de produccin, difusin y valoracin literaria, esa autonoma slo pudo realizarse como desarraigo de su reducido grupo productor, desprovisto ya de las redes de proteccin y mecenazgo propias de la poca oligrquica pero sin poder consolidar en su lugar una autosuciencia econmica, social y poltica. Y es esta tensin entre una autonoma imaginada por el texto y los lmites impuestos por el orden social vigente (experimentada primero por los proscriptos de la generacin rioplatense de 1837, segn Losada) que lo ubicar al escritor latinoamericano mo-
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derno en una posicin contestataria frente al status quo nacional, y a su obra como un espacio desde donde imaginar un orden alternativo de cosas que al n librara al texto literario de su compromiso poltico.19 Es a partir del xito relativo de este proceso de transformacin al interior de la (siempre precaria e inconclusa) institucin literaria es decir, de la interaccin entre la constitucin parcial de la autonoma literaria y el proceso histrico-social donde sta se inscribe que Losada identica una serie de subregiones en el espacio hemisfrico. Esta categora le permitir deshacerse de las periodizaciones generalizantes e interrogar, en cambio, la no-simultaneidad y discontinuidad, en distintas partes del subcontinente, de series problemticas como el naturalismo o el realismo social. Retomando las nociones de proceso formativo y momentos decisivos introducidos por Antonio Candido en su historia de la literatura brasilea, Losada distingue entre procesos de carcter armativo (Mxico, Brasil, el Ro de la Plata) donde la institucionalizacin de la literatura, con sus historias, intertextos y aparato crtico coincidi en gran medida con la consolidacin de los Estados-naciones, y procesos de carcter problemtico donde el proceso social que diese lugar al surgimiento de una literatura nacional o bien quedaba truncado (como en los pases andinos y Centroamrica) o ni siquiera se haba iniciado (como en gran parte del Caribe y en Paraguay). En estos casos concluye Losada prcticamente no existe la etapa de reestructuracin oligrquica [...] ni una literatura nacional que congure un sistema. La literatura a secas [...] est vinculada, en cambio, al nico momento decisivo: la lucha por liquidar la herencia colonial y por constituir una nueva sociedad.20 En la medida en que su nico momento decisivo an permanece en el futuro (como en el caso de la Cuba prerrevolucionaria), no obstante, en esas literaturas problemticas lo nacional est investido de una contemporaneidad radical con las tendencias ms avanzadas de la literatura universal, no slo porque, al carecer de espacio institucional propio, se producen (fsica o simblicamente) en el exilio es decir, en el medio de la cultura metropolitana sino sobre todo porque, en ellas, la causa nacional, en tanto pura futuridad, coincide con una idea de revolucin. Literatura a secas, la letra paraguaya, como la an ms indenida de todas, sera pues el futuro de la literatura latinoamericana que, en tanto lmite vestibular de la biblioteca occidental, sera a su vez el futuro de la literatura universal: es esta idea de lo menor como lugar de rescate y renovacin que Mar paraguayo (como parte de una serie de textos de los ltimos veinte aos) lleva a su lmite. Aunque modulada de manera distinta, esta idea haba inspirado a las dos grandes vertientes crticas de la segunda mitad del siglo veinte: la postestructrualista, enfocada en las estrategias de inscripcin de la diferencia perifrica que desestabilizan al logos occidental precipitndolo hacia delante; y la materialista, preocupada por observar a la escritura en tanto prctica contestataria que nombra a un proceso social falaz al mismo tiempo que se erige en promesa de superacin. En ambos casos, una dimensin de futuridad quedaba asociada a la irrupcin de una voz que insista, como un segundo texto informulado an, pero presente ya, al interior del primero; voz silenciosa en cuya ausencia en cuyo nombre el texto escriba su letra diferencial. El texto latinoamericano, para citar la frmula elegante que Josena Ludmer acu respecto de la gauchesca rioplatense, escriba la voz (del) otro. 21 Si la coincidencia entre ambos sentidos del trmino entre la voz propia del otro y la voz que consigna su otredad, el nombre social es el horizonte utpico de la escritura, la radical imposibilidad de esta conuencia abre el campo de tensiones donde inscribir la letra. Las escrituras ms radicales del pos-Boom (desde Clarice Lispector a Joo Gilberto Noll, pongamos, o desde Nstor Perlongher a Diamela Eltit) pueden pensarse como las que han explotado al mximo esa tensin, sea a travs de incisiones barrocas y perversas en la biblioteca occidental o a travs de la construccin, en la letra, de un habla marginal que seala su propio silencio.
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Son escrituras herederas de la gran tradicin de autonoma crtica, limitada, y por tanto autorreexiva y contestataria, al reconocer en las voces de los mrgenes su propia posicin de escritura a la intemperie. Escribir (en) la voz (del) otro fue para estas escrituras radicales el modo de reinscribir el postulado autonomista, si bien llevndolo a su lmite y a su propio agotamiento: al colapso de la tensin entre voz y letra. Este lmite es donde se inscribe Mar paraguayo: es el momento preciso de desborde, cuando el lmite, al ser atravesado, deja de gurar para la escritura un horizonte utpico hacia donde avanzar. En el texto de Wilson, escribir en el lmite ya no signica la emancipacin revolucionaria de una otredad subyacente el triunfo del margen que fue la utopa de la escritura en Latinoamrica sino la jocosa y libertadora constatacin de que esta tensin constitutiva se desina en el momento en que alguien se atreva al cruce. Es por eso que Mar paraguayo pudo convertirse en un clsico under: podemos pensarlo, con Foucault, como un momento de fundacin discursiva, una suerte de origen secreto del presente y que slo se vuelve plenamente legible desde ese nuestro presente. Como dice Ludmer, ante la mediatizacin comprehensiva de lo cotidiano (proceso que Mar paraguayo, texto publicado antes del lanzamiento de internet, apenas intuye pero ya convierte en principio compositor), la nocin de la literatura como anti-poder crtico, subversivo y emancipador construida sobre una tensin entre historia y fbula se derrumba, as como una nocin de valor relacionada con cmo cada texto reinventaba y rearmaba esa funcin autonmica. Y, quisiera agregar, el problema de la relacin entre voz y letra deja de plantearse entonces en trminos de una tensin agonal al interior de un texto nacional inconcluso y por venir. Yo = otro: si alguna vez la frmula rimbaudiana pudo circunscribir, en la literatura latinoamericana, un espacio de tensiones constituyentes y, a la vez, sealar un horizonte utpico, en el presente postautnomo que anuncia Mar paraguayo esa misma frmula se ha convertido en seal de indiferencia cualquier voz puede ser inscrita por doquier, desde que la voz ha dejado de marcar el margen de la letra. Pero al meterse adentro de la escritura, al confundirse con ella, por ah la voz tambin le abre a esta un horizonte ms all del horizonte; una posibilidad de sobrevivirse a s misma. Es sta, me parece, la leccin ms radical y audaz de Ludmer en Literaturas postautnomas: la idea de que, ms all de la autonoma, seguir habiendo literatura(s) aunque, talvez, sola y exclusivamente a condicin de que se asomaran al abismo y arriesgaran el salto.
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Ftima S, Conra o manifesto em defesa do portunhol selvagem, Revista O Globo, 17 de agosto de 2008 (versin online: http://oglobo.globo.com/cultura/mat/2008/08/15/conra_manifesto_em_defesa_do_portunhol_selvagem_-547768677.asp) Vase sobre el concepto del yuy marey y el milenarismo guarantico la obra de Hlne Clastres, La tierra sin mal: el profetismo tupim-guarani, trad. Viviana Ackerman (Buenos Aires: Ediciones del Sol, 1989); tambin Curt Nimuendaj, La bsqueda de la Tierra sin Mal, en Los mitos de creacin y de destruccin del mundo, ed. J. Riester (Lima: Centro Amaznico de Antropologa y Aplicacin Prctica, 1978): 116-28. El mismo Douglas Diegues arma haber encontrado su vocacin de poeta portunhol a raz de la lectura de Mar paraguayo, segn John M. Lipski, Too Close for Comfort? The Genesis of Portuol/Portunhol, en Selected Proceedings of the 8th Hispanic Linguistics Symposium, ed. Timothy L. Face and Carol A. Klee (Somerville, MA: Cascadilla Proceedings, 2006), 5. La obra potica y la militancia lingstica de Diegues pueden seguirse en su blog Portunhol selvagem, en http://portunholselvagem.blogspot.com. La ms reciente seleccin de textos en prensa es Uma or (Buenos Aires: Elosa Cartonera, 2006). Nstor Perlongher, Sopa paraguaya, en Wilson Bueno, Mar paraguayo (Buenos Aires: Ts Ts, 2005), 7. Todas las citas de Mar paraguayo pertenecen a esta edicin. Josena Ludmer, Literaturas postautnomas 2.0, manuscrito circulado por email. Mayo 2007. marafona: en portugus brasileo, mujer ligera, escandalosa; prostituta. Se trata de un exquisito juego con el carcter compositivo de los sustantivos guaranes, ms precisamente la posibilidad de acumular diminutivos que, a la vez que empequeecen al referente hasta la casi disolucin, alargan su marca en la lengua: el perrito Brinks de la marafona, de esta manera, pasa de Brinksimi (Brinksisio) a Brinksmichmirymi (Brinksisisisisisiito) e incluso Brinksmic
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Abismos del tercer espacio: Mar paraguayo, portuol salvaje y el fin de la utopa letrada
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hmiritotekemi, aglutinacin de sujos diminutivos, segn el glosario del propio texto, que slo puede designar a un objeto que no se puede ver o lo que efectivamente, en tal caso, no existe. (62) En la lengua, nos dicen Deleuze y Guattari, la minoridad no opera a travs de la construccin de sentidos contestatarios sino, por el contrario, a travs de la disolucin de la signicacin misma en el puro ajetreo sonoro de un habla emprobrecida al mximo, hasta convertirse de expresin signicante en expresin intensa. El sinsentido, como liberacin de la expresividad de las cadenas impuestas por la inteligibilidad, produce en la lengua un efecto de extranjera y al mismo tiempo de potencialidad y uidez, de desborde o desterritorializacin nomdica, al abrirla hacia las mutaciones y metamorfosis de un devenir-otro. Operacin minscula o morfolgica, la literatura menor consiste en un trabajo de socavar desde adentro a la lengua mayor, abriendo en ella huecos, intersticios, entre-lugares: Hacer uso del polilingismo de la propia lengua, hacer de l un uso menor o intensivo, para oponer la calidad reprimida de esta lengua a su calidad represora, encontrar puntos de incultura o de subdesarrollo, zonas lingsticas tercermundistas a travs de las cuales la lengua pueda escapar, un animal entrar en la ecuacin, un ensamblaje entrar en juego. (Kafka: Towards a Minor Literature, trad. Dana Polen. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2006: 26-7.) Segn el elucidario del propio Wilson Bueno: palabra; vocablo; lengua; idioma; voz; comunicacin; comunicarse; hablar; conversar (63). Los kara o paj son los profetas guaranes que, segn la interpretacin de Clastres, poco despus de la llegada de los europeos comenzaron a contestar el poder poltico de los jefes polticos (mburuvix) en busca de establecer una sociedad teocrtica. Sobre el karasmo en la tradicin poltica y literaria paraguaya, ver Martn Lienhard, Del padre Montoya a Roa Bastos: la funcin histrica del Paraguay, Cuadernos hispanoamericanos 493/4 (1991): 54-64. El pasaje (como en cierto sentido tambin el texto entero) tiene ecos bastante obvios del nal de Grande serto, veredas, de Joo Guimares Rosa, novela fundamental del canon de la literatura brasilea moderna, que tambin es un monlogo y tambin viene acompaada de un glosario (de regionalismos sertanejos). Carezco de espacio para desarrollar la comparacin aqu; una hiptesis de lectura sera que, en la medida en que Grande serto constituye el paradigma en la modernidad brasilea de la relacin entre escritura y voz, y entre la literatura y la cultura popular, Mar paraguayo, al citarlo oblicuamente, incluye un gesto de reverencia mismo al sealar el agotamiento de esta frmula. Pablo Gasparini, Hacia la subversin geogrca: Mar paraguayo de Wilson Bueno, (2004) http:// www.cce.ufsc.br/~lle/congresso/trabalhos_literatura_hispanoamericana/Pablo%Gasparini.doc Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre (Asuncin: El Lector, 1987). Citado por Bartomeu Meli, Una metfora de la lengua en el Paraguay, Cuadernos hispanoamericanos 493/94 (1991): 65. Parapet: abismo de mar. (64) Silviano Santiago, O entre-lugar do discurso latino-americano, en Uma literatura nos trpicos. Ensaios sobre dependncia cultural (So Paulo: Perspectiva, 1973), 18, 23. Sarmiento ya haba comprendido plenamente esa inversin del atraso en futuridad a travs de la intervencin crtica del escritor-lector latinoamericano, al armar en 1842, en ocasin del lanzamiento de la seccin de folletines del diario santiagueo El progreso donde habra de publicarse pocos aos despus el Facundo, que en esta parte nuestro diario aventajar a los ms afamados de Europa y Amrica, por la razn muy obvia de que, siendo uno de los ltimos peridicos del mundo, tendremos a nuestra disposicin, y para escoger como en peras, lo que han publicado todos los dems diarios. (Domingo F. Sarmiento, Obras. Santiago de Chile, Gutenberg, 1885, vol. II: 3). Sobre la poltica de tiempo y espacio en Sarmiento, ver mi Mapas de poder. Una arqueologa literaria del espacio argentino (Rosario: Beatriz Viterbo, 2000), 77-88. Alberto Moreiras, Tercer espacio. Literatura y duelo en Amrica Latina (Santiago de Chile: LOM Ediciones, 1999), 118-19. Roberto Ventura, Alejandro Losada: literatura e sociedade na Amrica Latina, Revista de crtica literaria latinoamericana 12, 26 (1987): 7-23. Ver Alejandro Losada, Creacin y praxis. La produccin literaria como praxis social en Hispanoamrica y el Per (Lima: Universidad San Marcos, 1976); tambin Rasgos especcos de la produccin literaria ilustrada en Amrica Latina, Revista de crtica literaria latinoamericana 3, 6 (1977): 7-36. Alejandro Losada, La historia social de la literatura latinoamericana, Revista de crtica literaria latinoamericana 12, 24 (1986): 25. Ver Josena Ludmer, El gnero gauchesco. Un tratado sobre la patria (Buenos Aires: Sudamericana, 1989).
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