Guerrera de Dios
Guerrera de Dios
Guerrera de Dios
Introducción
La sociedad de hoy pone mucho énfasis en su aspecto exterior: la ropa, el cabello, el maquillaje... Se
valora excesivamente cómo se ven, lo que llevan puesto, las marcas que usan. ¡Qué bueno saber que
Dios no se fija en eso! Sí, él desea que se cuidemos, que nos alimentemos bien y vigilemos nuestra
salud. Pero a nuestro Padre celestial le interesa aún más nuestro crecimiento espiritual.
Dios anhela que cada mujer reciba su amor. Su amor las llena, las transforma y las capacita para
bendecir a los demás en su nombre. No hacen esto por sus propias fuerzas. Necesitan cultivar una
comunión diaria con Dios y permitir que su Espíritu Santo las llene. Cuando abren su corazón a su
mover, él comienza a limar las asperezas de su vida y a capacitarlas para que sean de bendición a otros.
Puede que sea un proceso largo y hasta doloroso, pero vale la pena.
Las mujeres cristianas suelen ser ejemplos de fe, amor y compasión. Su dedicación a seguir los
principios de la fe cristiana las hace personas llenas de bondad y generosidad. Su compromiso con Dios
y su prójimo las guía en cada paso que dan, mostrando un amor incondicional y una fuerza inspiradora.
Su fe les da la fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida con esperanza y confianza en que Dios
siempre está a su lado. En resumen, las mujeres cristianas son verdaderos ejemplos de virtud y amor en
el mundo.
Toda mujer cristiana debería de ser una guerrera, pero ¿qué significa eso? En el contexto militar, una
guerrera es una mujer entrenada para luchar y derrotar a sus enemigos utilizando la fuerza y la
estrategia. Ella se enfrenta al peligro con valentía para defender su causa. Una guerrera no huye de la
lucha. Las guerrera de Dios lucha por la causa de Cristo, por el evangelio que se esfuerza en ganar almas
para el Señor. Y la guerra en la que se encuentran es muy real.
La verdadera lucha es espiritual
fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer
frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes,
contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales
malignas en las regiones celestiales. (Efesios 6:10-12)
Nuestra verdadera lucha no es contra personas, ejércitos nacionales o partidos políticos. Nuestra lucha es
contra las fuerzas espirituales del mal que esclavizan nuestro mundo.
La Biblia enseña que el diablo es nuestro enemigo y quiere destruirnos. Él odia todo lo que es de Dios y
hace todo lo posible para estropear su creación. Todos los pecadores que no fueron salvos por Jesús
están bajo el dominio del diablo. Donde reina el pecado, reina el diablo. Y una de las metas del cristiano
es participar en la destrucción de este reino de las tinieblas con la implantación del Reino de Dios.
El diablo y los demonios que lo siguen son como un ejército bien estructurado, con jerarquía y estrategia
para causar estragos. Ellos promueven el mal y el pecado para que las personas permanezcan en la
esclavitud sin conocer la verdad liberadora acerca de Cristo. Estas fuerzas espirituales son los enemigos
contra los que luchamos.
Afortunadamente, nosotros también pertenecemos a un ejército. En la cruz, Jesús ganó la victoria total
sobre el mal. Cuando una persona se convierte arrepintiéndose de sus pecados y reconociendo a Jesús
como su Salvador, Dios saca a esa persona del reino de las tinieblas y la hace ciudadana del cielo. ¡El
enemigo ya no tiene derecho sobre ella! Se establece un poco más del Reino de Dios.
La lucha contra el pecado
Otra parte de la batalla espiritual es la lucha contra nuestra vieja vida plagada de pecados. Cuando
aceptamos a Jesús, recibimos el perdón completo y nos convertimos en hijos de Dios, pero eso no nos
hace inmunes a la tentación. ¡Incluso Jesús, quien nunca pecó, fue tentado!
La tentación es un enemigo peligroso. Nos presenta el pecado como algo bueno y agradable, pero es una
trampa. Cuando pecamos, abrimos una brecha en nuestra armadura espiritual y nos hacemos más
vulnerables a nuevos ataques del enemigo.
¡Vencer la tentación es realmente una batalla! Requiere disciplina, estrategia, sabiduría, oración y mucha
confianza en Dios. Pero con la ayuda de Dios, puedes volverte más y más fuerte en esta lucha. Y cuando
sufres la derrota, Dios está de tu lado ayudándote a levantarte y a comenzar a luchar de nuevo.
Las mujeres cristianas también luchan
Así como la salvación está abierta a todos, sean hombres o mujeres, Dios también llama a todos a luchar
en esta guerra. Los hombres no luchan solos. Las mujeres luchan codo a codo con ellos.
Una guerrera cristiana no necesita mucha fuerza física ni saber usar un arma. Las armas con las que
luchamos no son humanas. Luchamos con armas espirituales, y en Jesús tenemos el poder para vencer.
Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.
(2 Corintios 10:4)
Si amas a Jesús, eres una guerrera en el ejército de Dios. Tienes la responsabilidad de prepararte para la
guerra, pero no pelearás sola. Dios te da hermanos y hermanas que luchan a tu lado. La iglesia es donde
se reúnen las tropas. No olvides presentarte para el servicio.
La fuerza que viene de Dios 1 Samuel 2:1
Aunque estan llamadas a luchar, la victoria no depende de sus propias fuerzas. Solo en Dios encuentran
el poder para vencer.
Para lograr la victoria en la guerra espiritual, necesitan ponernos toda la armadura de Dios y caminar en
los pasos de Jesús. Cuando ponen toda su confianza en Dios, él les da fuerza y les permite luchar contra
las trampas espirituales. Incluso cuando estan en situaciones que les parecen insuperables, Dios tiene el
poder para hacerlas libres.
La guerra puede volverse violenta y el camino difícil, duro de seguir, pero si se aferran a Jesús y se
mantienen firmes, él las sostendrá. Al final, verán la salvación de Dios y serán partícipes de la victoria.
¡Sé una guerrera, no abandones la lucha y Dios estará siempre contigo!
Conclusión
Son muchas las cosas buenas que podemos aportar a esta sociedad. ¡Hagámoslas! Bendigamos a los que
nos rodean, movámonos en amor. Es verdad que no lo lograran solas. Lo haran con las fuerzas que el
Señor les da. Que su deseo sea de vestirse cada día más de él, que su corazón y sus actitudes vengan a
ser su norma. Pidan al Espíritu Santo que las llene y las capacite para impactar a sus familias y a la
sociedad que las rodea en el nombre de Jesús, con su amor y su poder.
características de una mujer que alegra el corazón de Dios
La Biblia anima a que, como mujeres cristianas, reflejen el carácter de Cristo. Esto trae alegría al
corazón de nuestro Padre celestial. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué distingue a una mujer que ama a Dios?
1. Busca la presencia de Dios cada día Salmo 5:3
La mujer que alegra el corazón de Dios es una que reconoce su necesidad y dependencia de él. Para ella
es prioritario pasar tiempo delante de la presencia del Señor cada día. Ella le entrega sus cargas al Señor
totalmente confiada en que él obrará y permanece atenta en espera de su respuesta. Es humilde ante él y
recibe las fuerzas necesarias para enfrentar lo que traiga el día.
2. Su identidad viene del Señor Gálatas 2:20
Ella sabe que ha sido perdonada, no vive atada a su pasado. Vive con el gozo que trae el perdón y el
saberse amada, escogida por su Padre. Reconoce que aunque en términos humanos no parezca muy
especial, ella es valiosa y preciosa para Dios. Tanto, que él envió a su Hijo, Jesús, a dar su vida en la
cruz por amor a ella, para que recibiera la salvación y el perdón de sus pecados.
3. Obedece la palabra de Dios Juan 14:21
Es una mujer que ama a Dios y busca su aprobación antes que la de los hombres. Ante cada situación o
decisión, ella le pregunta al Señor qué debe hacer y obedece sus mandatos, aunque vayan en contra de lo
que le dicte la sociedad.
Su anhelo es reflejar el corazón de Dios y vivir una vida de obediencia que lo glorifique a él. Vive en
constante servicio a Dios y a los demás.
4. Lleva el gozo y la paz del Señor Gálatas 5:22-23
Está llena del Espíritu Santo y busca la dirección de Dios para actuar y hablar de acuerdo con lo que él le
muestra. Es una mujer que refleja el gozo y la paz del Señor. Sus palabras son bálsamo y están llenas de
bondad. Su hablar trae sanidad y paz a los que la escuchan. Ella infunde ánimo y optimismo a todos los
que la conocen.
5. No se deja vencer por los problemas Filipenses 4:6
Es una mujer con una fe inquebrantable y un optimismo basado en su fe en Jesús. Ella confía en el poder
de Dios y ante los problemas de la vida, sabe a quién acudir: a su Padre celestial. No deja que el estrés le
robe la paz, sino que lleva sus preocupaciones a Dios en oración y le agradece su intervención de
antemano. Tiene la seguridad de que él no la dejará sola. Espera en el Señor para que le muestre cuándo
moverse y qué hacer en cada situación.