Actos de Imputacion
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ANALISIS JURISPRUDENCIAL
Para empezar, se establece que este acto es un acto formal de imputación, como actuación
propia e indelegable del representante del Ministerio Público, la Sala de Casación Penal ha
reiterado que:
“… El acto de imputación formal, es una actividad propia del Ministerio Público, el cual
previa citación del investigado y asistido por defensor se le impone formalmente: del precepto
constitucional que lo exime de declarar y aun en el caso de rendir declaración hacerlo sin
juramento; al igual que se le impone de los hechos investigados y aquellas circunstancias de
tiempo, modo y lugar, la adecuación al tipo penal, los elementos de convicción que lo
mencionar que la naturaleza del proceso penal acusatorio, dispone como garantía máxima la
presunción de inocencia, y en este orden, el Código Orgánico Procesal Penal dispone una
serie de actos de estricto cumplimiento, necesarios para garantizar el debido proceso, el
derecho a la defensa y la igualdad entre las partes”.
Ahora bien, la realización previa del acto de imputación formal, permite el ejercicio efectivo
del derecho a la defensa, mediante la declaración y la proposición de las diligencias
necesarias para sostener la defensa, porque si bien el Ministerio Público ostenta autonomía e
independencia, reconocida constitucionalmente en el artículo 285 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela y legalmente en el artículo 108 del Código Orgánico
Procesal Penal; el investigado de conformidad con el artículo 49 (numeral 1) constitucional,
tiene la defensa como garantía inviolable, en todo estado y grado de la investigación y del
proceso…”. (Sentencia N° 568, del 18 de diciembre de 2006).
Seguidamente tenemos que la Sala Constitucional al referirse a la importancia del acto de
imputación, ha decidido lo siguiente:
“…No establece el Código Orgánico Procesal Penal un derecho de las personas a solicitar
del Ministerio Público, que declare si son o no son imputados, pero la Sala reputa que tal
derecho sí existe, como un derivado del derecho de defensa que consagra el artículo 49
Constitucional para la investigación y que expresa ‘toda persona tiene derecho a ser notificada
de los cargos por los cuales se le investiga’.
Realizando un análisis jurisprudencial, observo que a juicio de dicha Sala, cuando hay
hechos concretos contra alguien, a pesar de que estén investigando, la persona tiene el
derecho a solicitar conocer que hechos se le atribuyen, de la misma naturaleza que los de las
denuncias, el cual equivale a ser imputaciones.
Ahora bien, En la reforma del Código Orgánico Procesal Penal (Gaceta Oficial
Extraordinaria N° 5.930 de fecha 4 de septiembre de 2009), se agregó en el artículo 108, que
corresponde al Ministerio Público en el proceso penal: “8. Imputar al autor o autora, o partícipe
del hecho punible”; reconociéndose de esta manera lo que ya era una función de los fiscales
encargados de la investigación, en tanto es un derecho que tiene toda persona a ser
informada de los hechos por los cuales se le investiga (artículo 125, numeral 1, eiusdem), a
los efectos de que pueda ejercer su derecho a la defensa, permitiéndosele exponer sus
alegatos y solicitar la práctica de la diligencias que estime pertinentes para desvirtuar las
imputaciones fiscales.
Ese acto de imputación al cual está obligado el fiscal del Ministerio Público encargado de la
investigación, implica atribuirle a una determinada persona física la comisión de un hecho
punible, basada dicha atribución en fundados elementos de culpabilidad, como autor o
partícipe.
En otro sentido de ideas, tenemos que en sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, N° 1381 del 30 de octubre de 2009, ponencia del Magistrado Francisco
Carrasquero López, se estableció lo siguiente:
“…en la etapa de investigación del procedimiento ordinario, el acto de imputación puede
llevarse a cabo de las siguientes formas:
1. Ante el Fiscal del Ministerio Público encargado de la investigación, ya sea porque: a) que
la persona sido haya citada a tal efecto por el Ministerio Público; o b) la persona haya
comparecido espontáneamente ante dicho órgano.
2 Ante el Juez de Control, cuando la persona haya sido aprehendida. Este supuesto está
referido, en el caso del procedimiento ordinario, a la audiencia prevista en el artículo 250 del
Código Orgánico Procesal Penal. En esta hipótesis, el Ministerio Público comunicará a la
persona aprehendida el hecho que se le atribuye.
Por su parte, en los casos de aprehensiones en flagrancia, la atribución -a la persona
aprehendida- de uno o varios hechos punibles por el Ministerio Público en la audiencia de
presentación del artículo 373 del Código Orgánico Procesal Penal, constituye el acto de
imputación (sentencia n. 276/2009, del 20 de marzo).
Advierte esta Sala que el presente análisis se articulará únicamente de cara al
procedimiento ordinario, ya que fueron las normas de éste las aplicadas en la causa penal que
originó la presente acción de amparo, no así las del procedimiento abreviado para delitos
flagrantes, previsto en los artículos 373 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal.
Debe esta Sala recalcar, que el Ministerio Público, como órgano llamado a oficializar la
acción penal, tiene el deber de practicar el acto de imputación antes de finalizar la fase de
investigación, ya que el encartado, para poder articular su defensa y rebatir una posible
acusación en su contra, debe conocer con suficiente antelación el hecho que se le atribuye, la
calificación jurídica otorgada a ese hecho y los elementos que sustentan la persecución penal,
actuación que puede efectuarse en la sede del Ministerio Público, o ante los tribunales
correspondientes en los casos de presentación del aprehendido en flagrancia o en ejecución
de una orden de aprehensión dictada de conformidad con el artículo 250 del Código Orgánico
Procesal Penal.
(…)
Por su parte, considera esta Sala que si la comunicación de los hechos objeto del proceso
en la sede del Ministerio Público tiene la aptitud de configurar un acto de imputación, a fortiori
la comunicación de tales hechos en la audiencia prevista en el artículo 250 del Código
Orgánico Procesal Penal, con la presencia de los defensores de aquéllos y ante un Juez de
Control, el cual, por mandato expreso del artículo 282 del Código Orgánico Procesal Penal, es
el llamado a controlar el cumplimiento de los derechos y garantías en la fase de investigación,
también será un acto de procedimiento susceptible de señalar a la persona como autora o
partícipe de un hecho punible, y, por ende, una imputación que surte los mismos efectos
procesales de la imputación practicada en la sede del Ministerio Público.
Tal como se señaló supra, la condición de imputado puede adquirirse mediante cualquier
actividad de investigación criminal que inequívocamente conlleve a considerar a una persona
como autor o partícipe del hecho punible, y dentro de tal actividad está comprendida la
comunicación del hecho al encartado en la audiencia prevista en el artículo 250 del Código
Orgánico Procesal Penal, la cual encuadra, por ende, en la hipótesis descrita en el texto del
artículo 124 del Código Orgánico Procesal Penal.
Aceptar la postura reduccionista sostenida por la parte actora, a saber, que la condición de
imputado se adquiere única y exclusivamente cuando el hecho punible es comunicado a la
persona mediante un acto formal practicado ante la sede física del Ministerio Público (es decir,
condicionar la defensa material a la práctica de la imputación “formal” en la sede del Ministerio
Público), implicaría una errónea interpretación del primer párrafo del artículo 130 del Código
Orgánico Procesal Penal, basada en un automatismo ciego carente de sentido alguno, que
impone un ilegítimo obstáculo al ejercicio de los derechos y garantías constitucionales y
legales del imputado. En otras palabras, la aceptación así sin más del criterio postulado por el
solicitante de la tutela constitucional, conllevaría a la siguiente conclusión -absurda per se-: si
el acto de imputación no es realizado en la sede del Ministerio Público, aun y cuando haya
sido realizado un acto procesal con la suficiente aptitud para conferir al ciudadano perseguido
la cualidad de autor o partícipe como es la audiencia de presentación prevista en el artículo
250 del Código Orgánico Procesal Penal, no nacerán en cabeza de dicho ciudadano los
derechos y garantías que el ordenamiento jurídico le otorga, hasta tanto no sea citado por el
Ministerio Público y, posteriormente, efectivamente imputarlo. Resulta obvio que dicho
ejercicio intelectual no se corresponde con el espíritu garantista que irradia a nuestro actual
modelo procesal penal.
(…)
En segundo lugar, en cuanto a la denuncia según la cual no era procedente la privación
preventiva de libertad, en virtud de que no se realizó imputación “formal” del hoy quejoso
previamente a la solicitud de dicha medida por parte del Ministerio Público, esta Sala advierte,
contrariamente a lo sostenido por el accionante, que tal como se encuentra configurado
actualmente el régimen legal de la medida de privación judicial preventiva de libertad (Capítulo
III, Título VIII del Libro Primero del Código Orgánico Procesal Penal), el Ministerio Público
puede solicitar al Juez de Control una medida de esa naturaleza contra la persona señalada
como autora o partícipe del hecho punible, sin haberle comunicado previa y formalmente el
hecho por el cual se le investiga, es decir, sin haberla imputado, toda vez que tal formalidad
(la comunicación al imputado del hecho por el que se le investiga), así como también las
demás que prevé el artículo 131 del Código Orgánico Procesal Penal, deberán ser
satisfechas, necesariamente, en la audiencia de presentación regulada en el artículo 250 del
Código Orgánico Procesal Penal, la cual deberá realizarse dentro de las cuarenta y ocho
horas (48) siguientes a la práctica de la aprehensión, ello a los fines de brindar cabal
protección a los derechos y garantías previstos en el artículo 49 de la Constitución y 125 de la
ley adjetiva penal.
Es el caso que en esa audiencia, el Juez de Control resolverá, en presencia de las partes y
las víctimas -si las hubiere-, mantener la medida de privación de libertad, o sustituirla por una
medida menos gravosa, siendo que en el presente asunto, el Juzgado Séptimo de Control del
Circuito Judicial Penal del Estado Trujillo, en la audiencia del 17 de octubre de 2007, una vez
oída la declaración del imputado (el cual estuvo en ese acto asistido de su defensor), y
cumplidos los requisitos del artículo 131 del Código Orgánico Procesal Penal por parte del
Fiscal del Ministerio Público, entre los cuales debe resaltarse la comunicación al ciudadano
Jairo Alberto Ojeda Briceño del hecho por el cual se le investigaba (imputación), decidió
mantener la privación preventiva de libertad de dicho ciudadano, al considerar cumplidos los
extremos de procedencia de esa medida de coerción personal, por lo que en ese acto, el hoy
accionante ejerció cabalmente los derechos y garantías que le confieren los artículos 26 y 49
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el artículo 125 del Código
Orgánico Procesal Penal.
Aunado a lo anterior, este argumento esgrimido por el hoy quejoso resulta a todas luces
contradictorio con los fines de las medidas de coerción personal y, concretamente, de la
medida de privación judicial preventiva de libertad. En tal sentido, si bien toda privación
preventiva de libertad denota la existencia de una tensión entre el derecho a la libertad
personal y la necesidad irrenunciable de una persecución penal efectiva (sentencia n.
2.046/2007, del 5 de noviembre), no es menos cierto que dicha medida debe atender a la
consecución de unos fines constitucionalmente legítimos y congruentes con su naturaleza, los
cuales se concretan en la conjuración de los siguientes riesgos relevantes: a) la sustracción
del encartado a la acción de la justicia; b) la obstrucción de la justicia penal; y c) la reiteración
delictiva. En pocas palabras, es una medida que esencialmente se justifica por la necesidad
de asegurar el proceso, específicamente, garantizar sus resultados y la estabilidad en su
tramitación (sentencias números 2.046/2007, del 5 de noviembre; y 492/2008, del 1 de abril).
(…)
Pero también debe advertir esta Sala, que el interés en que las finalidades del proceso
penal sean cumplidas, encuentra un límite tajante en el derecho del procesado a presumirse
inocente hasta tanto exista la plena certeza procesal de su culpabilidad. En el proceso penal,
esta garantía se hace extrema ante la desproporcionalidad de la fuerza del aparato estatal
frente al individuo, la funesta posibilidad de fallo injusto que pueda implicar equívocos y,
sobretodo, el reconocimiento de encontrar en la acción delictiva una eventualidad que, de
suyo, no se reconoce como normal y deseable en una sociedad civilizada regida por la
justicia. Sin embargo, la protección de los derechos del imputado a la libertad y a ser tratado
como inocente mientras no se establezca de manera plena su culpabilidad, tampoco puede
significar el absoluto abandono de los mecanismos cautelares destinados a garantizar los
objetivos del proceso, esto es, su normal desarrollo y la seguridad del cumplimiento de sus
resultas (sentencias números 2.426/2001, del 27 de noviembre; 1.998/2006, de 22 de
noviembre; y 2.046/2007, del 5 de noviembre), y ese abandono se produciría,
indefectiblemente, de ser aceptada la postura sostenida por la parte actora.
(…)
Al respecto, esta Sala debe reiterar que la libertad es un valor superior del ordenamiento
jurídico consagrado en el artículo 2 de la Constitución de la República de Venezuela, pero
también un derecho fundamental que funge como presupuesto de otras libertades y derechos
fundamentales. De esto se deriva que tal derecho, el cual se encuentra estrechamente
vinculado a la dignidad humana, ostenta un papel medular en el edificio constitucional
venezolano, siendo que el mismo corresponde por igual a venezolanos (as) y extranjeros
(sentencia n. 1.744/2007, de 9 de agosto, de esta Sala).
Ahora bien, una de las derivaciones más relevantes de la libertad, es el derecho a la
libertad personal -o libertad ambulatoria- contenido en el artículo 44 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, el cual ha sido consagrado y desarrollado como un
derecho humano y fundamental inherente a la persona humana.
(…)
No obstante lo anterior, cabe destacar que si bien el derecho fundamental a la libertad
personal es la regla general, es el caso que el propio texto constitucional permite que el
mismo pueda verse limitado en ciertos supuestos excepcionales, como lo son los establecidos
taxativamente en el artículo 44.1 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Dicha norma establece:
“Artículo 44. La libertad personal es inviolable, en consecuencia:
1. Ninguna persona puede ser arrestada o detenida sino en virtud de una orden judicial, a
menos que sea sorprendida in fraganti. En este caso será llevada ante una autoridad judicial
en un tiempo no mayor de cuarenta y ocho horas a partir del momento de la detención. Será
juzgada en libertad, excepto por las razones determinadas por la ley y apreciadas por el juez o
jueza en cada caso (…)” (Subrayado del presente fallo).
En sintonía con la citada norma constitucional, el legislador patrio ha consagrado el
principio de afirmación de libertad en el texto del artículo 9 del Código Orgánico Procesal
Penal, según el cual:
“Artículo 9º. Afirmación de la libertad. Las disposiciones de este Código que autorizan
preventivamente la privación o restricción de la libertad o de otros derechos del imputado, o su
ejercicio, tienen carácter excepcional, sólo podrán ser interpretadas restrictivamente, y su
aplicación debe ser proporcional a la pena o medida de seguridad que pueda ser impuesta.
Las únicas medidas preventivas en contra del imputado son las que este Código autoriza
conforme a la Constitución”.
Del texto de las citadas disposiciones normativas, se pueden distinguir varios aspectos,
todos relevantes en cuanto al referido derecho a la libertad:
1.- La libertad es la regla. Incluso las personas que sean juzgadas por la comisión de
delitos o faltas deben, en principio, serlo en libertad.
2.- Sólo se permiten arrestos o detenciones si existe orden judicial, salvo que sea la
persona sorprendida en flagrancia.
3.- En caso de flagrancia, sí se permite detención sin orden judicial, pero sólo temporal,
para que en un plazo breve (48 horas) se conduzca a la persona ante la autoridad judicial.
Igualmente, debe afirmarse que el artículo 44.1 del Texto Constitucional dispone una
obligación en salvaguarda del derecho: la de intervención de los jueces para privar de libertad
a una persona. De hecho, la garantía del juez natural presupone la existencia de un juez. El
Poder Judicial se entiende, al menos así ha sido el resultado de la evolución de las
instituciones públicas, como el garante fundamental de los derechos, protegiéndolos del
aparato administrativo del Estado, al cual se le reservan otras tareas (sentencia n° 130/2006,
de 1 de febrero).
En tal sentido, la orden judicial constituye una garantía inherente e ineludible para la
restricción del mencionado derecho fundamental. La manifestación más importante de tal
excepción dentro del proceso penal, se ve materializada fundamentalmente en el instituto de
las medidas de coerción personal, y específicamente, por la privación judicial preventiva de
libertad regulada en el artículo 250 de la ley adjetiva penal.
(…)
En el transcrito fallo, la Sala Constitucional, estableció, con carácter vinculante, que:
“…que la atribución de uno o varios hechos punibles por el Ministerio Público en la
audiencia de presentación prevista en el artículo 250 del Código Orgánico Procesal Penal,
constituye un acto de imputación que surte, de forma plena, todos los efectos constitucionales
y legales correspondientes, todo ello con base en una sana interpretación del artículo 49.1 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; igualmente el Ministerio Público
puede solicitar una orden de aprehensión contra una persona, sin que previamente ésta haya
sido imputada por dicho órgano de persecución penal…”.
Finalmente concluyo que la sentencia ejusdem, establece como pieza fundamental al fiscal
del Ministerio Publico para realizar las acusaciones y así se dé el acto de imputación a algún
ciudadano de este país. También establezco a criterio personalísimo que para que se de el
acto de imputación no es necesario que algún ciudadano tenga un previo proceso a ser
imputado a algún delito, pues existe que el Ministerio Publico pueda ordenar una orden de
aprehensión contra dicha persona, pues esto sucede mucho en los delitos en flagrancia, ya
que se establece primero la aprehensión del ciudadano y luego se abre el acto de imputación
de delitos o los delitos cometidos por este.
FUENTE:
http://zulia.tsj.gov.ve/DECISIONES/2009/FEBRERO/544-18-1C-15246-09-192-09.HTML
http://www.eluniversal.com/2008/09/30/opi_art_imputacion-fiscal_1062875