21 Introducción Al Derecho (Coord. Bentolila)
21 Introducción Al Derecho (Coord. Bentolila)
21 Introducción Al Derecho (Coord. Bentolila)
1. El lenguaje.
(*) Corresponde a la Unidad I (Nociones básicas), punto I (Bases del conocimiento jurídico), del
programa de las Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad de Derecho, Universidad
Nacional de Rosario.
1 Puede verse al respecto SAUSSURE, Ferdinand de; “Curso de lingüística general”, traducción
comunicación en las especies animales. Para ello, p. c. AKMAJIAN, A. y otros; “Lingüística: Una
introducción al lenguaje y a la comunicación”, Madrid, Alianza, 1984; ESCH, H.; “La evolución del
lenguaje de las abejas”, en Scientific American, 216, Nº 4, 1967, págs. 96-104; LINDAUER, M.; “La
comunicación entre las abejas sociales”, Cambridge Mass., Harvard University Press, 1961; von
FRISCH, K.; “El lenguaje de la danza y la orientación de las abejas”, Cambridge Mass., Harvard
University Press, 1967; entre muchos otros.
Se ha dicho al respecto, en metáfora sumamente clara, que “El mapa no
es el territorio (las palabras no son las cosas que representan). El mapa no
cubre todo el territorio (las palabras no pueden cubrir todo lo que representan)”3.
Muchas de las discusiones de la filosofía, podrá comprobarse a medida
que se avance en la asignatura, parten del equívoco de considerar que las
palabras representan objetivamente conceptos o ideas dados cuyo significado
debe ser descubierto y descripto4.
1.2. En segundo término, que el signo lingüístico es arbitrario.
Ello implica que ninguna palabra corresponde a un objeto más que como
una asignación realizada por el sistema.
De lo antedicho se desprende que, en el lenguaje, “no hay ninguna
relación necesaria entre las palabras, por un lado, y, por el otro, los objetos,
circunstancias, hechos o sucesos, en relación con los cuales aquéllas cumplen
sus múltiples funciones”5. Así, la conexión entre significante y significado es
arbitraria con relación al significado, con el cual no guarda el signo lazo alguno
independiente del sujeto hablante6.
Así, en español llamamos “casa” a un determinado objeto que, en otro
sistema (inglés) se denomina “house”, y en otro (francés), “maison”.
Las razones por las cuales se utiliza ese signo (y no otro) en cada
comunidad, serán tal vez relevantes para la realización de un estudio etimológico
de las palabras, pero debe dejarse aclarado que no puede buscarse una causa
definida que sirva para dar cuenta de la razón de tal elección.
1.3. En tercer término, que el lenguaje es una construcción social.
Así, el hecho de que el signo lingüístico sea arbitrario, no quiere decir que
cada sujeto pueda llamar a cada objeto como buenamente decida o se le ocurra.
Por ello, las decisiones individuales no tienen cabida dentro de la construcción
de un lenguaje, sino de manera estrictamente marginal, de lo que se desprende
que, una vez establecido el signo por parte del grupo lingüístico, la característica
approach to personality”, traducción de los autores del presente trabajo, New York, editado por
Robert R. Blake y Glenn V. Ramsey, The Ronald Press Company, 1951.
4 Al respecto, ver ROSS, Alf; “Sobre el derecho y la justicia”, traducción Genaro R. Carrió,
Buenos Aires, Eudeba, 1963, pág. 109; también GUIBOURG, Ricardo A.; “La construcción del
pensamiento. Decisiones metodológicas”, Buenos Aires, Colihue Universidad, 2004, págs. 18 y ss.
5 CARRIÓ, Genaro R.; “Notas sobre Derecho y Lenguaje”, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1965,
2. Vaguedad.
7 Sobre el problema de la inmutabilidad del signo lingüístico, v. íbidem, págs. 135 y ss.
8 En relación a este tema, es muy claro lo desarrollado por CARRIÓ, Genaro R.; op. cit., págs.
28 y ss.
produjo con un palo de escoba? ¿Es seriamente afirmable que el palo de escoba
es un arma?
En algún sentido, todos los términos tienen potencial vaguedad, debiendo
acudirse a diversos criterios a los fines de conocer la aplicabilidad de cada uno
de ellos. No entraremos específicamente en tales criterios, aclarando sólo que el
uso corriente no suele servir como guía, puesto que con frecuencia las palabras
son utilizadas con gran imprecisión.
Para graficar más este problema, se ha recurrido a la expresión “textura
abierta del lenguaje”.
En tal dirección, cuando se habla de la textura “abierta”, queremos
significar que el uso de la palabra está “abierto”, o sea, no decidido, dispuesto a
admitir extensiones o restricciones.
Para clarificar lo antedicho, si yo refiero a la palabra “hombre”, tengo
perfectamente claro a priori que: a) tal término tiene un “núcleo” de aplicabilidad,
no siendo posible distinguir entre color de piel, estatura, o color de cabello (es
tan “hombre” el blanco como el amarillo, el alto como el bajo, el rubio como el
morocho); y b) hay una “periferia de exclusiones” de la aplicabilidad del término,
por ejemplo, todos los representantes del reino mineral (es evidente que una
piedra no es un “hombre”).
Ahora bien, supongamos que yo veo un sujeto determinado que tiene
todas las características de “hombre”, pero luego aprecio que tiene un inusual
par de ojos suplementarios a la altura del pecho, y me anoticio que tiene la
increíble facultad de respirar bajo el agua.
Evidentemente no es un mineral (no está en la periferia de exclusión),
pero tampoco me atrevo a incluirlo en el núcleo de aplicabilidad del término
“hombre”. Es que, ante el caso insólito, tengo una amplia gama de variables a
tomar en consideración.
Y allí deberé tomar una decisión metodológica: extender el núcleo (es un
hombre, si bien con algunas características extraordinarias) o restringirlo (no es
un hombre, si bien posee algunos caracteres humanos).
3. Ambigüedad.
El fenómeno de la ambigüedad de los términos, por su parte, nos indica
que el significado de las palabras variará según el contexto en que aparezcan.
3.1. En un primer orden de ideas, podemos decir que si alguien me
pregunta qué significa la palabra “banco”, puedo tener alguna perplejidad.
Ello porque, de modo descontextualizado, no sabré si hablamos de un
objeto que me permite sentarme a mirar los árboles de la plaza, o de una entidad
financiera dedicada al préstamo a interés y asediada por las manifestaciones de
ahorristas y deudores, o del plantel suplente del especial equipo de fútbol del
que sostengo que la mitad más uno de los habitantes de mi ciudad es asociada.
Estos son los casos de homonimia, generadores de correspondiente
ambigüedad del término9.
Así, dentro de la ciencia jurídica, la palabra “derecho” se utiliza ya sea
como “Derecho en sentido objetivo (ordenamiento normativo)” o “derecho en
sentido subjetivo (facultad derivada del ordenamiento normativo)”.
3.2. Pero, por otra parte, otro caso de ambigüedad se da cuando una
misma palabra tiene diversos criterios de aplicación relacionados entre sí.
Cuando decimos que un tema que estamos estudiando es “denso”, no
estamos utilizando tal término como lo hace la física, sino en un sentido
metafórico relacionado; idéntico razonamiento cabe cuando nos referimos a una
conferencia “pesada”, expresión que rara vez sirve para discurrir sobre los
problemas de obesidad del conferenciante.
3.3. Generalmente, al conocer el contexto, en la mayoría de los casos, la
ambigüedad desaparece.
Pero el único modo de superar este problema satisfactoriamente, es
tomándose el trabajo de precisar, en todo caso en que se pudiera generar duda,
el sentido con el que empleamos cada término.
9 En inteligente giro, que abre posibilidades de pensamiento al respecto, dijo René Magritte que
“Las palabras que sirven para designar dos objetos distintos ocultan aquello que los distingue”.
Al respecto, se puntualiza que “[c]asi todos los vocablos son multívocos,
lo que quiere decir que designan no uno, sino varios objetos”11.
Así, se utiliza la expresión “mesa” para indicar el objeto sobre el cual
damos rienda suelta a nuestros diarios excesos gastronómicos (objeto 1), o para
referir al momento en que todo alumno de la carrera de Derecho sufre viendo un
artefacto denominado “bolillero” al que atribuye propiedades sádicas, la “mesa
de examen” (objeto 2), o para indicar la existencia de un circuito financiero
clandestino, la “mesa de dinero” (objeto 3).
Pero cuando decimos que la multivocidad es “doble”, queremos indicar
que “[c]ada palabra no sólo connota varios objetos, sino que simultáneamente
comprende infinitos aspectos de cada uno de ellos”12.
Decir, en nuestro ejemplo, que “la mesa es buena”, puede querer
significar varias cosas.
Que la mesa en la que comemos está bien surtida con alimentos (objeto
1, aspecto 1), o que está bien hecha por el carpintero que la armó (objeto 1,
aspecto 2).
Asimismo que los profesores tienen un alto nivel de excelencia
académica (objeto 2, aspecto 1), o que no exigen mucho en el examen y,
consecuentemente, nos permiten aprobar fácilmente (objeto 2, aspecto 2).
Finalmente, que el interés que se cobra por el dinero prestado no es alto
(objeto 3, aspecto 1), o que, si bien se cobra un alto interés, no se requieren
muchas demostraciones de solvencia (objeto 3, aspecto 2).
Pero también debe advertirse que las palabras no son inocentes, puesto
que tienen connotaciones positivas o negativas. Y tales connotaciones pueden
ser utilizadas de modo desleal (fenómeno de desviación lingüística), toda vez
que se emplean para aplicarlas a un objeto al que no serían aplicables.
Así, decirle a una mujer que no tiene hijos que es como una “madre”, es
utilizar las connotaciones positivas que tal término tiene para aplicarlas a alguien
a quien tal término no le es aplicable. Por supuesto que si lo que quiero es
implicar connotaciones negativas, bastará con suplantar el término “madre” por
el término “suegra” que, ignoramos las causas, suele asociarse a ciertos
13 El esquema que sigue es el utilizado por COPI, Irving Marmer; “Introducción a la lógica”, 34ª
ed., traducción Néstor Alberto Míguez, Buenos Aires, Eudeba, 1994, págs. 47 y ss. También puede
verse RUSSELL, Bertrand; “El conocimiento humano”, traducción Néstor Míguez, Barcelona,
Hyspamérica Ediciones Argentina S.A., 1983, págs. 69 y ss.
5.2. La función expresiva.
Así como la ciencia nos brinda los ejemplos más claros de la función
informativa, es en la poesía donde vemos los casos más evidentes de la función
expresiva del lenguaje.
En los siguientes versos, puede apreciarse, no se intenta brindar
información acerca de las características edilicias de una casa, sino que se tiene
por objeto comunicar sentimientos y estados emocionales.
14 KAVAFIS, Konstantinos; “Una noche”, en “56 poemas”, traducción José María Álvarez,
Madrid, Mondadori, 1998, pág. 36.
Por último, cumplimos con una función directiva en los casos en que
utilizamos el lenguaje con el propósito de originar o impedir una acción
manifiesta.
Los ejemplos más claros son las órdenes (cierre la puerta; no toque esos
papeles), los pedidos (le agradecería si por favor pudiera alcanzarme mi
lapicera; le agradecería si por favor se mantuviera al margen de esta cuestión), y
las preguntas (¿estuvo hoy en su casa?).
La diferencia entre los dos primeros suele ser muy leve, habida cuenta
que basta abandonar el modo imperativo y agregar un “por favor” para pasar del
primero al segundo. En cuanto al tercero, se puede interrogar utilizando una
pregunta (¿dónde queda la calle Córdoba?) o pidiendo información (necesitaría
saber si esta es la calle Córdoba), caso este último en que estaríamos en
presencia de un pedido, tratado en la segunda categoría bajo análisis.
En definitiva, lo relevante de esta función es que se busca producir en el
otro una reacción a nuestras palabras, ya sea originando, ya impidiendo, una
acción determinada. Y allí es claramente diferenciable esta función de las
anteriores, en tanto no se busca comunicar información ni sentimientos.
Puede apreciarse que tampoco puede predicarse, de los enunciados que
pertenecen a la función directiva del lenguaje, su verdad o falsedad, su
corrección o incorrección.
Algunos casos dudosos pueden darse en ciertos tiempos verbales que se
utilizan indiscriminadamente en función informativa o directiva, pero allí cabrá
relevar el contexto en que la frase es utilizada.
A título de ejemplo, si un agente de viajes dice “el 18 de este mes su
avión llegará a Madrid”, utilizando el futuro simple del modo indicativo, es claro
que está valiéndose de la función informativa (por lo cual la información puede
ser verdadera o falsa, correcta o incorrecta). Mientras que si yo le digo a un
empleado “mañana terminará este trabajo”, no estoy informando cosa alguna,
sino utilizando el lenguaje en su función directiva: estoy dando una orden. Si el
empleado, al día siguiente, me dijera “Usted se equivocó ayer cuando pronosticó
que yo iba a terminar el trabajo porque no lo terminé”, probablemente generaría
en mí una perplejidad enorme, en tanto estaría juzgando como falsa una
información, por no haber advertido su carácter de orden.
6. Pragmática.
Más allá de las diversas funciones que anteriormente hemos tratado, hay
ocasiones en que, en adición de utilizar las palabras para “decir algo”, las
empleamos para “hacer algo”.
Así, el “decir algo” (acto ilocucionario) implica un decir con el propósito,
intención o designio de producir determinados efectos (acto perlocucionario)15.
Cuando yo le digo a un reportero en la calle que “sí quiero” la paz en el
mundo, sólo estoy diciendo algo, opinando sobre un tema de política. Ahora, si
las mismas y exactas palabras las pronuncio frente a un oficial público del
Registro Civil, que me pregunta si quiero como esposa a la mujer que tengo a mi
lado, persona de mis sueños con quien quiero compartir mi vida, las palabras “sí
quiero” pasan a implicar un “decir” y un “hacer”. Porque no sólo estoy informando
que sí quiero como esposa a la mujer en cuestión (como si se lo comentara a un
amigo), sino que estoy brindando mi consentimiento matrimonial que, junto al de
la restante contrayente, permitirá que el oficial público diga “los declaro marido y
mujer” y se genere el vínculo matrimonial.
El Derecho conoce multiplicidad de casos en los que se utiliza la
perlocución o pragmática del lenguaje.
Así, cada vez que alguien dice “sí juro” frente a un requerimiento y
apoyando una mano en las Escrituras, no sólo dice, también hace; cuando digo
“celebro el presente contrato”, estoy diciéndolo y estoy contratando al mismo
tiempo; cuando digo “comparezco frente a Vuestra Señoría”, estoy diciéndolo y
estoy cumpliendo con una carga procesal en un juicio determinado. En fin,
cuando alguien dice “o me das la billetera o te mato”, no está mostrando a su
interlocutor la posibilidad de optar entre dos variables igualmente preferibles,
sino que está amenazando con el objeto de apropiarse de dinero ajeno.
La correcta distinción entre el acto ilocucionario y el acto perlocucionario,
permite la evaluación adecuada de la generación de efectos por parte del
segundo, en tanto el decir se constituye en un medio para un hacer.
AUSTIN, John Langshaw; “Palabras y acciones: Cómo hacer cosas con palabras”, traducción
15
(*) Corresponde a la Unidad I (Nociones básicas), punto II (Los grandes paradigmas para la
jurídico y sus horizontes”, 7ª ed., Buenos Aires, LexisNexis, 2005, págs. 5 y ss.; p. v. MENICOCCI,
Alejandro Aldo – SOTO, Alfredo Mario; “Los infradimensionalismos - Perspectivas
tridimensionales”, en “Investigación y Docencia”, Rosario, Fundación para las Investigaciones
Jurídicas, 1988, Nº 8, págs. 95 a 98; MENICOCCI, Alejandro Aldo; “La teoría trialista de Werner
Goldschmidt”, en CIURO CALDANI, Miguel Ángel (Coordinador); “Dos filosofías del derecho
argentinas anticipatorias – Homenaje a Werner Goldschmidt y Carlos Cossio”, Rosario, Fundación
para las Investigaciones Jurídicas, 2007, págs. 61 a 66.
contenido del Derecho, su posibilidad científica y “ubicación” en el cosmos, como
diría Max Scheler18, no hesitaremos en presentar ejemplos.
Así, cuando decimos “Derecho natural” debemos aclarar que este
“Derecho” –(si se admite su existencia) se opone al concepto “Derecho
positivo”. Es necesario entonces aclarar “qué” se entiende por “Derecho natural”,
esto es, si se lo dota de los caracteres de inmutabilidad y universalidad como lo
hizo la escuela del “Derecho natural” (s. XVII) o si se presenta, en general, como
una alternativa al Derecho positivo. Es menester tener presente que la inflación
conceptual es nociva, pero que también lo es la utilización de un término
multívoco.
2. Antes de continuar, debemos aclarar que por Derecho adscribimos al
concepto siguiente: conjunto de adjudicaciones (repartos y distribuciones)
descripto e integrado por normas y valorados por la justicia19. El Derecho, como
fenómeno complejo, se construye en tres dimensiones: la sociológica –en la que
encontramos los repartos y las distribuciones de potencia e impotencia-, la
normológica –en la que están las normas que describen e integran los repartos-
y la dikelógica –constituida por la justicia, que valora adjudicaciones y normas-.
Los seres humanos construimos parte de la realidad, de sus reglas y de
los valores que la enjuician. Los enunciados de valor sobre una realidad
constituyen los juicios: ¡Qué buena sentencia! ¡Qué hermosa escultura! ¡Qué útil
este programa! son juicios que enunciamos habitualmente. Sin embargo, antes
de valorar hemos recortado (consciente o inconscientemente) el ámbito propio
de una disciplina. El valor, antes de llevar a cabo su principal función (valorar),
determina su propio material estimativo (qué es lo que va a valorar) y con ello
constituye su objeto. Cierto es que la realidad es sumamente compleja y puede
ser que varios valores reclamen al mismo tiempo una porción de ella como
material estimativo propio. Sin perjuicio de ello, y para el objeto de estas notas,
válganos el concepto sociológico del “tipo ideal” weberiano: habrá, al menos, una
aproximación principal sobre la realidad que corresponderá a un valor con
primacía de otros valores. Si observamos una película enunciaremos algún juicio
de valor como los siguientes: ¡Qué linda película!, o ¡Qué fea película! Ello
18 V. SCHELER, Max; “El puesto del hombre en el cosmos”, 9ª ed., traducción José Gaos,
20SAMUELSON, Paul A.; “Curso de economía política”, 17ª ed., traducción José Sanpedro,
adaptada de la 9ª ed. norteamericana, Madrid, Aguilar, 1981, pág. 66.
de potencia e impotencia: la adjudicación no es la conducta humana (Cossio21)
sino el resultado de una conducta humana (reparto); al mismo tiempo, fuerzas
extrahumanas (distribuciones) pueden adjudicar (como lo hacen la naturaleza, el
azar y la influencia humana difusa). Calificar al Derecho como resultado de una
conducta (y no como la conducta misma) facilita a posteriori la escisión, de neto
cuño liberal, entre derecho y moral (Cristián Tomasio, 1655-1728). Ampliar la
categoría a fuerzas extrahumanas (naturaleza, azar e influencia humana difusa)
permite la integración de fenómenos de innegable relevancia en el mundo
jurídico actual (entre otros, el problema ambiental, la transexualidad, la
fecundación no convencional, la distribución de los espacios celestes). El objeto
de la adjudicación se describe como potencia e impotencia. La primera es todo
aquello que beneficia al ser, a la vida. La segunda es su negación o menoscabo.
Las normas constituyen la captación lógica de los repartos, expresadas
generalmente a través de proposiciones lingüísticas y, en menor medida, por
otros signos. Un homicidio y la posterior detención y prisión del matador son
captados lógicamente por una norma que dice: “quien matare a otro será
reprimido con reclusión o prisión de ocho a veinticinco años”. El automovilista
que cruzó un semáforo en rojo violó la norma que impide cruzar la calle cuando
hay una luz roja. Las luces son los signos que describen el estándar deóntico de
una conducta como prohibida, permitida u obligatoria.
Sin embargo, las normas no sólo describen las adjudicaciones; sino que
al mismo tiempo las integran. La integración relacional conecta determinados
hechos asignándoles una consecuencia jurídica, sin que tal conexión de
imputación sea reproducción de una relación causal que acontece en el curso de
los hechos. Por otro lado, la integración es sustancial cuando produce conceptos
y materializaciones, asignando a personas u objetos un significado del cual
carecerían por completo de no existir la norma. A determinada edad alcanzada
por una persona (adjudicación producida por la naturaleza) le conectamos el
derecho a percibir una jubilación (adjudicación producida por el hombre). Al
estudiante que satisfizo con éxito los requisitos de una carrera de abogacía, se
lo materializa personalmente en un abogado. La función integradora de las
normas parte de una realidad ordinaria y le otorga a ésta un significado propio.
21COSSIO, Carlos; “La teoría egológica del derecho y el concepto jurídico de libertad”, 2ª ed.,
Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1964.
Al igual que el hada de Cenicienta, puede hacer de harapos un vestido, y
zapallos una carroza, pero no por mucho tiempo: las jubilaciones pueden
otorgarse a cualquier persona, pero es necesario contar con recursos; cualquier
estudiante puede obtener el título de abogado, pero el mercado se ocupará
luego de efectuar una segunda evaluación si la institución académica no ha
funcionado seriamente.
La justicia es un valor natural objetivo: su realización no se condiciona por
la adecuación a ningún otro valor. Su abordaje impone que distingamos, por un
lado, la estructura formal de la justicia (axiología dikelógica) de sus contenidos
(axiosofía dikelógica). La justicia como valor, tiene una manera especial de ser
(valencia), que engendra un deber ser, de ahí la diferencia de los valores (entes
ideales exigentes) con los números o las figuras geométricas (entes ideales
enunciativos). La aplicación del deber ser ideal a un determinado material
estimativo constituye la segunda dimensión de la justicia, esto es, la valoración.
Se valora el resultado de la conducta y no la virtud o hábito de dar a cada uno lo
suyo (Ulpiano, c. 170-228). Luego de sucesivas valoraciones, el hombre extrae
algunos principios generales orientadores (justicia como orientación) que
permiten anticipar criterios de valoración. Por ejemplo, después de advertir que
es razonable que cada sujeto se suba a un ómnibus a medida que fue llegando a
la estación, establecemos un criterio general orientador o principio que dice que
quienes hayan llegado primero a la estación podrán subir con prioridad. Se trata
de un mero criterio general orientador, ya que el mismo cede ante una mujer
embarazada o una persona con capacidad disminuida que llegaron a la estación
con posterioridad.
Al decir que es un valor objetivo, anticipamos que no es lo contrario, esto
es, subjetivo (que depende del sujeto que valora). Objetividad, en estos
términos, significa un acuerdo más o menos generalizado acerca del valor de tal
o cual conducta, aunque no se agote en el consenso. Podemos diferir al
consenso cuestiones como la propiedad privada o la sexualidad; escapan al
consenso las valoraciones relativas a la propia dignidad humana como el
incesto, el homicidio, la igualdad de razas.
4. Volviendo al objeto de este trabajo, hemos de referirnos a la
concepción de lo jurídico en la historia, sin ánimo de ser exhaustivos y tomando,
por lo general, aquellos autores que han sido considerados por Ciuro Caldani en
el artículo que se cita al comienzo. Allí distingue entre corrientes
“jerarquizadoras” y “críticas” del Derecho, donde, señalábamos, “jerarquizador”
es aquella corriente que concibe al Derecho como algo que dignifica al ser
humano y por ende, tiene un material estimativo propio determinado por la
justicia. Por el contrario, quienes son calificados como “críticos” se caracterizan
por otorgar al Derecho un rol secundario, como por ejemplo, la dominación de
una clase por otra (marxismo) o el afianzamiento de una ley superior (divina).
Quizá el gran mérito de aquél artículo resida en exhibir al movimiento crítico
como una constante histórica, existente en la misma antigüedad, y no como una
novedad de la postmodernidad. Retomamos estas líneas, pero agregaremos
dos perspectivas más de lo crítico. La primera, en sentido ontológico, esto es, si
el Derecho constituye un ente que pueda ser considerado en forma autónoma.
La segunda, en un sentido que calificaremos como epistemológico, que refiere a
la posibilidad de la ciencia del Derecho22. Un panorama histórico (incompleto)
servirá de propedéutica del problema.
5. Los sofistas (s. V a. J. C) opusieron a la filosofía presocrática (natural y
universal) la complejidad y relatividad del saber, negando la existencia de un
logos ordenador del cosmos y afirmando el carácter arbitrario de la ley. Hay,
desde este punto de vista, una jerarquización del Derecho positivo frente al
Derecho natural, de tipo ontológico. Por el contrario, se lo menoscaba en sus
aspectos axiológicos y epistemológicos. Podemos calificar a Gorgias como el
padre del nihilismo ontológico y epistemológico, a quien se le atribuye el
siguiente juicio: el no-ser es; si algún ser existiera, sería incognoscible y, si
existiera y fuera cognoscible, su conocimiento sería imposible de comunicar.
Protágoras explica que el hombre es la medida de todas las cosas. Trasímaco
sostiene que hay gobernantes que explotan y gobernados que son explotados,
siendo la ley el instrumento del fuerte para someter al más débil. A la inversa,
Calicles considera que las leyes son el instrumento por el cual los débiles
impiden –o, al menos mitigan- el dominio de los fuertes.
A pesar de ser un filósofo de difícil caracterización, creemos encontrar en
Sócrates (470/469-399 a J.C.) una verdadera jerarquización del Derecho en los
P. v., en general, CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Lecciones de Historia de la Filosofía del
22
Derecho”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1991/1994; DEL VECCHIO,
Giorgio; “Filosofía del Derecho”, 9ª ed. española, revisada por Luis Legaz y Lacambra, Barcelona,
Bosch, s/d.
tres niveles. Por un lado, a través de la ironía y la mayéutica, construye las
bases de un conocimiento que se pretende despegar de apriorismos
precientíficos: al igual que los sofistas, sepulta la filosofía presocrática, pero
afirma la posibilidad de conocer la verdad. En segundo lugar, jerarquiza el valor
de la ley humana y destaca que su cumplimiento se corresponde con la virtud.
Su discípulo, Platón (428/427-347 a J.C.) exhibe una gran admiración por la
justicia y la ley. Su teoría de las ideas constituye una construcción ontológica,
epistemológica y ética. El hombre puede conocer, pero para conocer es
necesario desprenderse de lo contingente y acudir a la reflexión, de lo contrario,
el conocimiento se diluye en la multiplicidad y fragilidad de lo cotidiano. En el
libro VII de “La República” expone, a través del mito de la caverna, una teoría
que concluye en la posibilidad que tiene el filósofo de salir de la prisión de lo
cotidiano (asemejándose a un hombre logra despojarse de las cadenas que lo
aferran a la pared de la cueva) y conocer el mundo real, el mundo de las ideas,
el soberano bien y el soberano ser. El conocimiento que proponen los sofistas
es mera apariencia, reflejo de lo falso; la verdad es, por el contrario, la idea
misma, su esencia o forma. En este sentido, la “idea” de algo, v. gr., la “belleza”,
no está en la estatua bella, sino que hay una idea de “belleza” que la trasciende;
lo mismo sucede con la justicia, hay situaciones justas o injustas, pero la justicia
no es “la situación justa o injusta”. En “Critón” describe a las leyes como la
encarnación misma de la ciudad y en “Las Leyes” se pregunta si es un dios o
algún hombre el origen de aquéllas. A pesar de su acusado idealismo, advierte
el filósofo que no es la misma divinidad la existente en Atenas y en
Lacedemonia, por lo cual, teniendo en cuenta la historia y la realidad, al fin de
cuentas debe mandar no un individuo ni una clase determinada, sino una ley
impersonal. Para ello, es menester poner énfasis en que el ser humano persigue
una existencia agradable y por ello se deben equilibrar los placeres y las penas
proporcionalmente23.
Aristóteles (384/3-322 a J.C.) se distancia de su maestro en el plano
ontológico: el ser no es la idea, sino la cosa en sí. Sin embargo, en lo que hace a
nuestra disciplina, presenta la misma preocupación e interés en el Derecho y su
jerarquización. El libro V de la “Ética a Nicómaco” se destina a la justicia,
23 WAHL, Jean; en AA.VV.; “Historia de la Filosofía”, bajo la dirección de Brice Parain, 9ª ed.,
traducción Santos Juliá y Miguel Bilbatúa, México, Siglo XXI, 1980, pág. 163.
entendida como virtud de dar a cada uno lo que es debido. Distingue Aristóteles
entre justicia distributiva y una justicia conmutativa. La primera se expresa en
igualdad geométrica y se aplica para distribuir honores y castigos, a cada uno
según su mérito o demérito: si, p. ej., el alumno que contestó ocho preguntas en
un examen merece un bueno, aquél que contestó nueve merece un distinguido.
La justicia conmutativa trata de restaurar una igualdad ya alterada, de carácter
aritmético (esto es, vincula dos miembros), si, p. ej., se ha prometido en pago el
precio contra la entrega de una cosa, es justo pagar el precio si la cosa se
entrega. La generalidad de las leyes hace necesario que, en determinadas
circunstancias, éstas puedan ser injustas, por lo que la equidad (o justicia del
caso concreto) debe reemplazar a la justicia general. En “La Política” distingue
Aristóteles tres formas de gobierno, que denomina puras en tanto contribuyan a
la realización del bien común y sin evidenciar preferencia por ninguna: la
monarquía (gobierno de uno solo), la aristocracia (gobierno de “los mejores”) y la
democracia (gobierno del pueblo). Si estas formas se corrompen –esto es, se
orientan en beneficio de quienes gobiernan- se convierten, respectivamente, en
tiranía, oligarquía y demagogia.
Los romanos orientan decididamente la preocupación filosófica hacia los
problemas de orden jurídico y moral, y, con contadas excepciones, fueron
extraordinarios enaltecedores del Derecho. Cicerón (106–43 a. J. C.) es quizá
uno de los espíritus más destacados de nuestra disciplina en todos los tiempos,
y constituye el vehículo principal de la filosofía griega en el mundo latino. Para
Cicerón, el Derecho no es un producto artificial, que pueda crearse conforme al
antojo del gobierno, sino que deriva de una ley natural, común a los hombres, de
caracteres universales. De ello se sigue que no todo Derecho puesto por el
hombre es justo, ya que puede contravenir aquella ley natural. También el
Estado es una organización natural, ya que los hombres tienden a asociarse
instintivamente. Para Ulpiano el Derecho positivo es una modificación, requerida
por razones de tiempo y espacio, del Derecho natural.
6. El estado de desintegración en que se hallaba el Imperio Romano de
Occidente hacia fines de la edad antigua (hacia el año 410, Roma había sido
saqueada por Alarico) parece explicar cierta pérdida de interés hacia los
problemas filosóficos relacionados con lo mundano, entre ellos, el Derecho. San
Agustín (354-430) es el más importante de los filósofos de la alta edad media –
aunque es cronológicamente antiguo-. En sus “Confesiones” se encuentran las
bases de una singular metafísica. Siguiendo las enseñanzas platónicas,
identificó el “supremo Ser” con el “supremo Bien”: lo que deviene (el mundo
sensible) no “es” realmente. El soberano bien es el soberano ser, por ende, el
soberano mal es la ausencia de ser: ontológicamente, el “no ser no “es””, ya que
se opone al “bien” y al “ser”. Dios no puede haber creado el mal, sino que éste
es fruto del alejamiento de Dios, que el hombre, con su libre albedrío, realiza en
esta vida. De alguna manera, esta identificación entre “ser” y “bien” pueden
proyectarse a la identificación de “Derecho” y “justicia”, por lo cual el Derecho
carente de justicia (“injusto”) no “es” realmente Derecho. Al Estado terrenal
opone la Iglesia, y los fines del primero sólo son en tanto subordinados a esta
última, como instrumento para alcanzar la paz eterna y combatir a la herejía.
Santo Tomás de Aquino (1223-1274) jerarquiza al fenómeno jurídico en
los tres niveles. En primer lugar, rechaza el paradigma platónico de la teoría de
las ideas y, como Aristóteles, identifica al ser con aquello que es realmente. El
conocimiento de lo humano comienza por el conocimiento de las cosas
sensibles. En su “Suma teológica” concibe a Dios como causa de toda justicia y,
luego de reconocer la distinción aristotélica entre justicia distributiva y
conmutativa, añade una tercera categoría: la justicia legal, que va “de la parte
hacia el todo” y explica los deberes del sujeto hacia la comunidad. Concibe la
tripartición de la ley en eterna, humana y positiva, así como su vinculación con el
ser “justo” del Derecho. La ley eterna es la razón de Dios que gobierna el
mundo. El hombre, por su finitud, no puede comprenderla en su totalidad. La ley
natural es directamente cognoscible a través de la razón, y se la concibe como
una participación de la ley eterna en los hombres. Finalmente, la ley humana es
una creación de los hombres, aunque debe derivarse de la ley natural. Su
decidida vocación realista nos evidencia una verdadera preocupación por el
Derecho, al que conocemos por la razón. Sus enseñanzas trascienden la mera
especulación filosófica. Así expone la necesidad de obedecer a las leyes aún
cuando sean injustas, si de su no observación pudiera resultar un mal mayor
(anarquía). La ley, sin embargo, no debe ser obedecida si se contrapone a la ley
divina (por ejemplo, una ley que ordene no adorar a Dios).
7. La Edad Moderna se caracterizó por un proceso de revalorización del
Derecho, aunque no faltaron espíritus críticos. Entre estos últimos merecen ser
recordados Montaigne (1533-1592) y Pascal (1623-1662). Para Montaigne
(“Ensayos”), el hombre es vano, diverso y ondulante, y así lo es su sentido de lo
justo y lo injusto. Pascal (“Pensamientos”) concibe al hombre como un ser
medio, entre el ángel y la bestia, una verdadera paradoja, y un río puede
determinar que algo sea considerado justo en una orilla e injusto en la otra. Entre
aquéllos que enaltecieron el concepto de lo jurídico merece ser recordado
Montesquieu (1689-1755), tanto en sus consideraciones ontológicas como
axiológicas. En “El Espíritu de las leyes” nos brinda un maravilloso concepto: las
leyes son las relaciones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas.
Con ello, otorga un marco objetivo sobre el cual construir una ciencia del
Derecho, al que vincula con las características naturales de una sociedad. Al
mismo tiempo, su teoría de la división de poderes explica una verdadera
preocupación por asegurar la libertad del hombre.
8. Las declaraciones de la independencia de los Estados Unidos de
América (1776) y de los derechos del hombre y del ciudadano en Francia (1789)
constituyen hitos en la consagración del Derecho como instrumento
imprescindible para asegurar la dignidad del hombre. Las ideas del ginebrino
Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) expuestas principalmente en el “Contrato
Social” (1762) cobran vida en las instituciones modernas. Se forma así el ámbito
propicio para que se desarrollen una ontología y ciencia del Derecho, tanto
público como privado. Por primera vez en la historia se elabora una “Filosofía del
Derecho” (Hégel, 1776-1831), que no es parte de una filosofía general, y
constituye, una reflexión filosófica sobre el objeto que concibe como espíritu
objetivo.
9. Ni Marx (1818-1883) ni Nietzsche (1844-1900) fueron jusfilósofos. Sin
embargo, sus aportes a la filosofía general no pasan desapercibidos en nuestra
disciplina y en contadas ocasiones los despliegues críticos alcanzaron tan altos
niveles de excelencia. Para el primero, el Derecho es superestructura24,
derivación dialéctica de la infraestructura. Nada de enaltecedor existe en él, sino
que es la economía, como último determinante de la historia, la que configura los
contenidos de un Derecho. El Derecho y el Estado, como tales, desaparecerán
cuando sean superados los conflictos de clase (comunismo). Nietzsche, el más
25 KELSEN, Hans; “Teoría pura del derecho – Introducción a la ciencia del derecho”, 9ª ed.,
traducción Moisés Nilve, Buenos Aires, Eudeba, 1970.
con el mundo del ser (inter alia, sociología, historia). Luego, ya en el mundo del
deber ser, distinguimos entre aquellas normas susceptibles de ejecución forzada
(coercibles) de aquéllas que no lo son: sólo las primeras son normas jurídicas.
Esta consideración ontológica y científica que dignifica al fenómeno jurídico no
tiene, sin embargo, su equivalente axiológico: en el terreno de los valores,
Kelsen se nos presenta como un escéptico acerca de la posibilidad de
desarrollar una ciencia autónoma de aquéllo y pone en tela de juicio ante el
tribunal de la ciencia la doctrina del Derecho natural26.
11. Desde muy temprano, la preocupación por el Derecho, el
reconocimiento de sus valores y la necesidad de un abordaje científico fueron
una constante en nuestro país. La joven República debía otorgar un marco de
justicia y previsibilidad que contemporáneamente cicatrizara las viejas heridas
entre unitarios y federales e invitara a los extranjeros a participar en la
construcción de aquélla. Juan Bautista Alberdi (1810-1884) sentó las bases de
un pensamiento enaltecedor del Derecho que expuso, principalmente, en su
“Fragmento preliminar al estudio del Derecho” (1837) y más tarde, en “Bases y
puntos de partida para la organización política de la República Argentina” (1852).
Para Alberdi existe una ley moral, de características universales y que hace a la
dignidad humana, y que en sus accidentes está determinada por condiciones
históricas (temporales y geográficas)27, y por ello lo bueno, lo moral, lo justo,
representan una sola y misma idea, la relación armónica de nuestra conducta
con el bien en sí. Luego de afirmar la existencia de una ciencia del Derecho
positivo, aborda los otros despliegues de los que el mismo puede ser objeto: la
Filosofía del Derecho, la Historia, la Dogmática Jurídica y la Interpretación o
jurisprudencia –ciencia del Derecho- propiamente dicha. Lejos de construir una
ontología frágil, sus extraordinarios conocimientos de economía –expuestos
principalmente en el “Sistema económico y rentístico”- evidencian a las claras la
imposibilidad concebir al Derecho despojado de hondas raíces en el sistema de
producción sobre el que se edifica y, al mismo tiempo, sin mimetizarse con éste
26 KELSEN, Hans; “¿Qué es la justicia?”, traducción Albert Calsamiglia, Barcelona, Ariel, s/d.,
p. 64.
27 ALBERDI, Juan Bautista; “Fragmento preliminar al estudio del Derecho”, Buenos Aires,
Ciudad Argentina, 1998, pág. 67; CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “El "Fragmento Preliminar" de
Alberdi 140 años después”, en “La Capital”, Rosario, 14 de noviembre de 1977.
y su ciencia, rescatando el material propio de lo jurídico, esto es, la dignidad y
libertad humanas.
12. A nuestro juicio, el trialismo de Werner Goldschmidt y las corrientes
afines a él, conjugan las pretensiones de rigor científico kelsenianas con la
necesidad de no mutilar la complejidad del fenómeno jurídico. Es “positivista” si
se entiende por Derecho al Derecho que es, y no al que debe ser. Es
“jusnaturalista” si se sostiene el Derecho puesto por el hombre (en las fuentes)
no agota las posibilidades de justicia, sino que puede existir otro Derecho mejor
que el que los hombres han puesto, y que se descubre con los aportes de la
axiología. La reducción normativista no escapa fácilmente al juicio de
Kirchmann28: “Tres palabras rectificadoras del legislador y bibliotecas enteras
se convierten en papeles inútiles". Los positivismos “incluyentes”, hoy de moda,
difícilmente puedan enervar la calificación de “jusnaturalismos crípticos”, habida
cuenta de la sustitución que operan de lo que en otro momento era la razón o
Dios, por el legislador universal o supranacional.
28 KIRCHMANN, Julio Germán; “El carácter acientífico de la llamada ciencia del Derecho”,
traducción de Werner Goldschmidt, en “La ciencia del Derecho”, Buenos Aires, Losada, 1949; v.
NOVELLI, Mariano H.; “Las ideas de Kirchmann acerca de la ciencia jurídica – Consideraciones
sobre epistemología y Derecho”, en
http://www.cartapacio.edu.ar/ojs/index.php/centro/article/viewFile/907/727 (26.05.2008).
TEMA 3:
Panorama sistemático de los grandes paradigmas para la
construcción del conocimiento jurídico (*)
(*) Corresponde a la Unidad I (Nociones básicas), punto II (Los grandes paradigmas para la
construcción del conocimiento jurídico y sus significados sociales), apartado 2.2 (Panorama
sistemático. Principales Paradigmas del objeto de la ciencia del Derecho), del programa de las
Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de
Rosario.
29 BOBBIO, Norberto, “El problema del positivismo jurídico”, traducción Ernesto Garzón Valdés,
2. El jusnaturalismo.
31 BATIFFOL, Henri, “Filosofía del Derecho”, traducción Lilia Gaffuri, Buenos Aires, Eudeba,
1964, págs. 57 y ss.
Por diversas razones que escapan al desarrollo del presente trabajo, se
alimenta la idea según la cual posturas jusnaturalistas del siglo XX intentaron
retomar la versión aristotélica en cuanto a que la observación de los hechos dan
un punto de partida que permite explicar el derecho natural. Así, Michel Villey
sostenía que el descubrimiento del derecho de cada uno no puede ser
alcanzado por una vía puramente racional y metafísica, deducido de una idea
general de la esencia del Hombre, y señalaba que el método clásico para
descubrir el Derecho natural, que había que retomar, reposaba sobre la
experiencia y la observación32.
Por su parte, John Mitchell Finnis, considerado como el principal
exponente actual del jusnaturalismo anglosajón, entiende el sistema jurídico
como necesariamente abierto a la razonabilidad, entendida ésta como saber
práctico33. Considera que esta pretensión de explicar al hombre y a la sociedad
sobre la base de la llamada “razón práctica”, muestra que el Derecho es algo
más amplio que la ley, que los valores no pueden quedar reducidos al ámbito de
la pura subjetividad y que cabe una discusión racional acerca de ellos.
Destaca la importancia del punto de vista práctico en la ciencia jurídica,
con una perspectiva de acción y decisión. Pensamiento práctico es pensar
acerca de lo que uno debe hacer. Razonabilidad práctica es razonabilidad en la
decisión, en la adopción de compromisos, en la elección y ejecución de
proyectos, centrar la atención en la acción. La filosofía práctica es una reflexión
sobre los bienes que deben ser realizados en la acción humana.
Con el advenimiento de regímenes totalitarios (especialmente, el
nazismo), se resignificó la tesis según la cual, cuando en un régimen las normas
traspasan un determinado umbral de injusticia, pierden su carácter jurídico. Su
variante más conocida es la fórmula radbruchiana por la cual se establece que
una norma pierde su carácter jurídico cuando la injusticia alcanza una medida
insoportable. Muchas veces se la presenta con la expresión el extremo injusto no
es Derecho.
Este recurso ha sido especialmente considerado para justificar y analizar
decisiones de tribunales que han tenido que resolver casos del derecho nazi o
32 VILLEY, Michel ; “Philosophie du droit“, Paris, Dalloz, 1978-79, puede v. Pamplona, EUNSA,
1979-81.
33 FINNIS, John Mitchell; “Natural Law and Natural Rights“, Oxford, Clarendon, 1996.
surgidos después de la unificación de Alemania. Así, por ejemplo, mucho se ha
discutido desde la Teoría Jurídica el caso de los “tiradores del muro”.
Precisamente, para ejemplificar la tesis, transcribimos un párrafo de una
sentencia del Tribunal Constitucional alemán, al decidir un caso de un abogado
judío que había perdido su ciudadanía alemana al emigrar, por razones de una
ley que así lo prescribía con relación a judíos emigrados, citada por uno de los
pensadores que más ha difundido el tema, el Profesor Robert Alexy: “El derecho
y la justicia no se encuentran a disposición del legislador. La concepción según
la cual un “legislador constitucional puede ordenar todo lo que quiera” significa
una recaída en la actitud intelectual de un positivismo legal valorativamente
neutro, superado desde hace tiempo en la ciencia y en la praxis jurídicas.
Justamente la época del régimen nacionalsocialista en Alemania ha enseñado
que también el legislador puede imponer lo injusto… Por ello, el Tribunal
Constitucional Federal ha afirmado que hay que negar a las disposiciones
“jurídicas” nacionalsocialistas la validez como derecho porque contradicen tan
evidentemente principios fundamentales de la justicia que el juez que quisiera
aplicarlas o aceptar sus consecuencias jurídicas dictaría no-derecho en vez de
derecho. La 11° Ordenanza violó estos principios fundamentales. En ella, la
contradicción con la justicia alcanzó una medida tan insoportable que debe ser
considerada nula ab initio”34.
Por otra parte, en las últimas décadas se recurre a posturas
jusnaturalistas ante la necesidad de justificar los derechos humanos y frente a
posturas que descartan la posibilidad de establecer premisas racionales para
justificarlos. Estas últimas limitan su tratamiento a las técnicas formales de
positivación a través de las cuales estos derechos alcanzan rango normativo en
los distintos sistemas políticos, mas sucede que uno de los principales
cuestionamientos se genera, precisamente, cuando no están positivados. Este
nuevo recurso al Derecho natural se presenta como conjunto de tesis metaéticas
que coinciden en afirmar la necesidad de que todo sistema jurídico reconozca
unos derechos básicos de quienes lo integran y defienden también la posibilidad
de conocer y justificar racionalmente tales derechos. Por eso pensadores como
Macpherson o Pérez Luño sostienen que cualquier doctrina de los derechos
34ALEXY, Robert; “El concepto y la validez del Derecho”, traducción J. M. Seña, Barcelona,
Gedisa, 1997, págs. 15 y ss.
humanos debe constituir, en algún sentido, una doctrina de los derechos
naturales35.
Asimismo, en nuestros días y especialmente en los países herederos del
Derecho continental, impacta el desarrollo del denominado Estado constitucional
y democrático de Derecho. Sus derivaciones condicionan la formulación de
ambos paradigmas en estudio. El nuevo modelo supone, entre otras
características, que el orden jurídico infraconstitucional es concebido como un
desarrollo positivo de los derechos fundamentales; su normatividad está plagada
de normas indeterminadas, principios, directrices y juicios de valor que forman
parte de derecho positivo; el aumento progresivo de normas supone el
reconocimiento de expectativas positivas (v. gr., derechos sociales); las
decisiones judiciales deben “concretar” las exigencias constitucionales, etc.
Para muchos este modelo supone una rematerialización de la
Constitución y del Derecho positivo. Estamos frente a “la era de los derechos”,
por cuanto muchos de los que usualmente se consideraban consagrados en el
Derecho natural, hoy forman parte del Derecho positivo. Inevitablemente, todo
ello deriva en nuevas “lecturas” desde las perspectivas jusnaturalistas. El modelo
ha originado posiciones denominadas neoconstitucionalistas, muchas de las
cuales se autocalifican como “positivismo crítico”36 y otras que defienden algunas
de las tesis del jusnaturalismo, en especial la vinculación entre el Derecho
positivo y las exigencias de moralidad y justicia, que a veces se autodenominan
posturas no positivistas37.
3. El positivismo.
35 PEREZ LUÑO, Andrés E.; “La fundamentación de los derechos humanos”, en “Revista de
de Colombia, 2000.
37 ALEXY, Robert, op. cit.
pretensión de utilizar el método metafísico y, en el campo jurídico, la censura de
toda búsqueda de un Derecho natural, al que se entiende como una
especulación metafísica cuya falacia surge de las conclusiones opuestas a las
que llegan sus sostenedores. Las normas positivas son las que se desarrollan en
el tiempo y en el espacio, de allí la posibilidad de realizar desde ellas un estudio
científico.
Esta influencia se vio reflejada en Francia en la metodología de la
Escuela de la Exégesis, en cuanto limitó el papel del jurista a explicar los textos
legales. Esta Escuela no negó al Derecho natural pero en mucho afirmó que los
textos legales lo expresaban.
En Inglaterra, la teoría predominante fue elaborada por John Austin y sus
raíces se remontan a los trabajos de Jeremy Bentham de fines del siglo XVIII.
Este último estableció la separación tajante entre lo que el derecho “es” y lo que
“debe ser” y dentro de esa tradición Austin formuló su teoría imperativista del
derecho38.
El positivismo jurídico sostiene que el Derecho es un fenómeno social -
una construcción humana- basado en hechos sociales complejos y, en última
instancia, fundado en convenciones.
Todas las teorías positivistas tienen en cuenta que lo que es Derecho
depende de normas válidas y eficaces. A los fines de este trabajo, entendemos
que el primer caso (validez) implica que lo que es norma jurídica depende de
normas que se derivan de otras normas que establecen quién y de qué manera
está autorizado para dictarlas.
A su vez, y del mismo modo, el elemento de la eficacia social del
Derecho importa que para identificar lo jurídico hay que verificar aquéllo que
miembros de una comunidad reconocen como normas de esa convivencia, como
el grado de regularidad del cumplimiento de una norma.
Una de las grandes divisiones entre las teorías del positivismo jurídico es
la relevancia que se da a estos dos elementos. De allí que existen teorías
positivistas que han acentuado uno de ellos, aunque de ello no se deriva que
dictadas por el soberano en ejercicio de su poder legislativo. Austin entendía que para que exista
un sistema jurídico es necesario que haya alguna persona o cuerpo de personas que emitan
órdenes generales respaldadas por amenazas y que estas órdenes sean generalmente
obedecidas. Agregaba que tiene que existir la creencia general de que estas amenazas serán
probablemente hechas efectivas en el supuesto de desobediencia.
hayan excluido totalmente al otro. En este entendimiento creemos que es útil
distinguir entre un positivismo normativista y otro que denominaremos
sociológico. En el primer caso han centrado su visión del derecho en el primer
aspecto (validez), en cambio las posturas que se encuentran notoriamente
orientadas a la eficacia son las que encuadramos como positivismo sociológico.
39 ATIENZA, Manuel; “El Derecho como argumentación”, Barcelona, Ariel, 2006, págs. 27 y ss.
40 Ibídem.
analizados en sus propios términos. Aunque las reflexiones en ambos ámbitos
pueden ser realizadas por la misma persona, no pueden ser ejercidas a partir de
los mismos métodos, ni en el marco de la misma disciplina41. Así es como
muchos hacen referencia a un positivismo jurídico conceptual o metodológico.
La forma de entender la tesis de la separación entre el Derecho y la
moral ha originado la división entre positivistas excluyentes y positivistas
inclusivos.
Otra de las tesis que se ha invocado como característica del positivismo
normativista es la de la discrecionalidad judicial. La misma está especialmente
presente en las posturas tanto de Kelsen como de Hart. El primero sostenía que
toda norma de grado superior determina en cierta forma la norma de rango
inferior. Ocurre que la determinación nunca es completa, hasta las órdenes que
pretenden llegar al detalle tienen que dejar al ejecutor una multitud de
indeterminaciones. Por eso el acto judicial era para Kelsen una decisión, y no
una actividad puramente cognitiva, pues una norma inferior (como la sentencia)
no puede ser lógicamente deducida de otra superior (como la ley); es necesaria
siempre la mediación de una voluntad humana y, por ende, la presencia de una
conducta que puede ser profundamente política. Por su parte Hart resaltaba la
vaguedad o “textura abierta” del lenguaje jurídico. Manifestaba que existen casos
de penumbra en toda expresión lingüística, que determina que en estos casos
los jueces tienen discrecionalidad para escoger la interpretación que consideren
más apropiada.
42 El fundador de este movimiento fue Axel Hägerström, quien junto a su discípulo A. Vilhelm
Lundstedt y otros representantes de esta corriente, como son Karl Olivecrona y Alf Ross,
identifican la naturaleza del derecho con un conjunto de hechos en lugar de un conjunto de
normas: el derecho no es otra cosa que hechos sociales. A diferencia del realismo norteamericano,
tiene un acercamiento metodológico mucho más especulativo sobre temas como la validez del
derecho y su crítica a los juicios de valor, prestándole menos atención al significado de las
decisiones judiciales.
43 Hay quienes distinguen el realismo norteamericano en sentido amplio, en el cual incluyen a
pensadores como Oliver W. Holmes, Roscoe Pound y Benjamin Cardozo y en sentido estricto
cuyos principales representantes serían Karl Llewellyn y Jerome Frank.
44 HOLMES, Oliver W.; “La senda del Derecho”, traducción Carlos A. Garber, Buenos Aires,
4. Balance.
(*) Corresponde a la Unidad I (Nociones básicas), punto II (Los grandes paradigmas para la
construcción del conocimiento jurídico y sus significados sociales), apartado 2.2.3 (Las corrientes
críticas), del programa de las Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad de Derecho,
Universidad Nacional de Rosario.
46 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Panorama trialista de la Filosofía en la Postmodernidad
cosas”, “Vigilar y castigar”, “La verdad y las formas jurídicas”, e “Historia de la sexualidad”.
Trata principalmente el tema del poder, indicando que no ha de ser
localizado en una institución o en el Estado, sino que es una relación de fuerzas,
una situación estratégica en una sociedad determinada. Por ello, el poder se
encuentra en todas partes, y el sujeto se halla atravesado por relaciones de
poder, no pudiendo ser considerado independientemente de ellas.
Ahora bien, el poder, para este autor, no sólo reprime, sino que produce
un determinado saber. Así, las ideas de verdad y saber, se hallan inscriptas en
estrategias de poder que las condicionan. El poder se organiza siempre en un
saber, y el saber se concreta siempre en un poder.
Asimismo estudia la problemática de la vigilancia en la sociedad, sobre la
base del panóptico de Bentham, lugar en forma de anillo que, desde una torre
erigida en el centro, permite vigilar a los habitantes de celdas circundantes.
Entiende que tal esquema vale no sólo para las prisiones, sino también para las
escuelas, hospitales, reformatorios, hospicios o fábricas.
Para este autor, el manicomio es la demostración de la violencia con que
la sociedad ha tratado a los seres diversos. Así, la cultura distingue claramente
entre la locura y la razón, confundiendo a la primera con la inmoralidad y el
crimen, por lo que se erige en desviación a corregir.
1.5. También representante del estructuralismo y con influencias
marxistas, Louis Althusser (1918-1990) se vale del concepto de modo de
producción, entendiendo la estructura como definida por la articulación de tres
instancias: económica, política, e ideológica.
De ellas, sostiene que la predominante es la económica, si bien aclara
que nunca actúa en estado puro, puesto que no existen procesos
exclusivamente económicos, o políticos, o ideológicos, sino relaciones concretas
cuya explicación siempre conjuga las tres instancias referidas.
Sostiene también que los verdaderos sujetos no son los hombres reales,
sino las relaciones de producción. Tal posición fue rechazada por el Partido
Comunista, que reafirmó la existencia de un humanismo marxista.
Althusser rechazó la existencia de una sola historicidad, poniendo de
manifiesto una serie discontinua de historicidades diferentes, correspondiéndole
a cada modo de producción un tiempo y una historia propios.
1.6. En adición, puede ubicarse en la corriente crítica francesa a Jean-
François Lyotard (1924-1998), autor de “La condición postmoderna”.
Remarca que en la sociedad postindustrial, caracterizada por el
despegue de la tecnociencia capitalista y los procesos de informatización y
mercantilización del saber, se produce una declinación de las grandes
narraciones unificantes de la modernidad, y esta declinación es característica de
la postmodernidad. Es que, para Lyotard, se han conmovido todas las creencias
de la modernidad, y cada uno de los grandes relatos ha sido destruido en sus
fundamentos en los últimos cincuenta años.
1.7. Desde esta vertiente francesa han de tenerse en cuenta los aportes
que ha realizado Jacques Derrida (1930-2004), quien ha elaborado la idea de
deconstrucción.
El discurso deconstructivista identifica la incapacidad de la filosofía de
establecer un piso estable. La deconstrucción es un tipo de pensamiento que
critica, analiza y revisa fuertemente las palabras y sus conceptos.
1.8. Por último, cabe resaltar la manifestación que el pensamiento crítico
tuvo en los Estados Unidos de Norteamérica, sobre todo desde la obra de
Richard Rorty (1931-2007)55.
Se ocupó de la relación que debe existir entre los ámbitos de lo privado y
lo público, afirmando que, en una comunidad democrática, deben existir
equilibradamente tanto el pensar en la propia perfección personal como también
en la justicia social.
2. Balance.
55 Cuyas obras más relevantes son “La filosofía y el espejo de la naturaleza” y “Contingencia,
ironía y solidaridad”.
los fines de reconocer todas las perspectivas ocultas de verdad que los aportes
de la teoría crítica pretenden evidenciar.
TEMA 5:
La Introducción al Derecho (*)
(*) Corresponde a la Unidad I (Nociones básicas), punto III (La Introducción al Derecho), del
programa de las Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad de Derecho, Universidad
Nacional de Rosario.
Sosteniendo esta última perspectiva, se ha dicho que “la Introducción al
Derecho aborda más bien, como primera asignatura de la carrera jurídica, el
primer tema del Derecho que consiste en una exposición del mundo jurídico.
Este tema: la exposición del mundo jurídico, ha de tratarse con la misma
seriedad científica como cualquiera de los temas sucesivos de la carrera.
Precisamente por esta razón, la Introducción al Derecho posee, dentro del seno
de la ciencia jurídica, no sólo el valor provisional de dar a los jóvenes estudiantes
acceso al mundo jurídico, sino un valor permanente al lado de las demás
asignaturas”56.
abarcativo”) de cada instituto. Por ejemplo, podríamos preguntarnos hasta dónde se extiende la
libertad de expresión, y dónde comienza el derecho a la intimidad.
59 Sobre los alcances de la expresión analizada, p. c. CIURO CALDANI, Miguel Ángel;
“Lecciones de teoría general del Derecho”, en “Investigación y Docencia”, Rosario, Fundación para
las Investigaciones Jurídicas, 1999, Nro. 32, págs. 33 y ss.
busca el sentido del complejo total del mundo jurídico, necesario para entender
cada una de las ramas en particular.
Entendemos que la perspectiva de cada institución del Derecho puede
verse altamente enriquecida sobre la base de una adecuada contrastación. De
hecho, se ha afirmado que “Si no se tiene sentido del complejo, el conocimiento
de alguna rama en particular no satisface el respectivo conocimiento del
Derecho”60.
Claro está, la mentada vinculación debe enmarcarse en un sistema que
se construya con respeto a las particularidades que se reconocen, que no
deben, en modo alguno, ser soslayadas por la pretensión generalizadora. Es
que, bajo la intención de combatir la excesiva fragmentación del conocimiento
del Derecho61, puede arribarse a una indefinición de las fronteras de cada rama,
produciendo una visión que no permita la nitidez al momento de delinear
correctamente las diversidades presentes.
Razonamiento A.
Si una persona mata a otra, le corresponden 10 años de prisión (norma jurídica).
Juan mató a Pedro.
Conclusión: A Juan le corresponde la pena de 10 años de prisión.
63 GURVITCH, Georges; “Sociología del Derecho”, traducción Ángela Romera Vera, Rosario,
Rosario S.A., 1945; también p. v. GOLDSCHMIDT, Werner; “Introducción…”, cit., págs. 184 y ss.
64 COPI, Irving Marmer; “Introducción a la lógica”, 34ª ed., traducción Néstor Alberto Míguez,
65 V. FERRATER MORA, José; “Diccionario de Filosofía”, Barcelona, Ariel S.A., 1999, tomo I,
pág. 287.
En la Introducción al Derecho centraremos específicamente en el análisis
de la Axiología Dikelógica66, es decir, el estudio de la estructura formal del valor
justicia, tema sobre el cual cabe destacar muy especialmente la obra de
Aristóteles67, quien distinguió varias especies de la justicia, clasificándola en
distributiva, correctiva (con sus subclases: conmutativa y judicial), y legal.
69 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Lecciones de Historia de la Filosofía del Derecho (Historia
Jusfilosófica de la Jusfilosofía)”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1991, tomo
I (Introducción – Edad Antigua), págs. 3 y ss.
70 Como lo plantean Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Hegel, o Marx, entre otros.
71 En tal sentido se orientan Gény, Kantorowicz, Pound, Kelsen, Goldschmidt, entre otros.
72 GOLDSCHMIDT, Werner; “Introducción…” cit., págs. 5 y ss.
La historia del Derecho es el área del saber que analiza las vicisitudes de
las instituciones jurídicas en el pasado. De tal manera, nos muestra el trasfondo
de la génesis de la institución bajo estudio.
Al respecto, se ha afirmado que “la historia del derecho se propone, en
efecto, conocer las estructuras políticas, sociales y económicas que cada
comunidad ha tenido en las distintas etapas de su existencia. Un estudio de esta
índole requiere, para ser completo, analizar también las razones de sus cambios
(…), la aparición de nuevas normas e instituciones (…), el contenido jurídico de
estas últimas, su vigencia y las consecuencias de su aplicación”73.
Asociada a las visiones unidimensionalistas normológicas solemos
encontrar una cierta despreocupación por los orígenes del instituto jurídico,
arribándose así a una visión ahistórica del Derecho muy frecuente en las
concepciones de raigambre positivista normológica.
Por el contrario, desde una teoría compleja del mundo jurídico, como es
la teoría trialista, el basamento sociológico impone tener en consideración la
consciencia histórica del dato, elemento que no puede ser despreciado en el
análisis jurídico.
73 ZORRAQUÍN BECÚ, Ricardo; “Historia del Derecho argentino”, Buenos Aires, Perrot, 1966,
tomo I, págs. 21 y ss. También p. c. LÓPEZ ZURINI, S. y M.; “Nociones de Historia de Derecho
Político”, Buenos Aires, Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, 1970; y TAU ANZOÁTEGUI,
Víctor – MARTIRÉ, Eduardo; “Manual de Historia de las Instituciones Argentinas”, Buenos Aires,
La Ley S.A.E. e I., 1967.
74 V. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Una tendencia de la realidad de nuestro mundo: la
grands systèmes de droit contemporains”, 10ª ed., Paris, Dalloz, 1992; y LOSANO, Mario G.; “Los
grandes sistemas jurídicos”, traducción Alfonso Ruiz Miguel, Madrid, Debate, 1982.
76 Cf. STEIN, Peter; “El Derecho Romano en la historia de Europa. Historia de una cultura
“Sistemas Jurídicos Contemporáneos”, cit., págs. 143 y ss.; también CATALANO, Pierangelo;
“Sistema y ordenamientos: el ejemplo de América Latina”, en “Sistema Jurídico Latinoamericano y
Unificación del Derecho”, México, Porrúa, 2006, págs. 51 y ss.; SCHIPANI, Sandro; “El Derecho
Romano en el Nuevo Mundo”, en “Sistema Jurídico Latinoamericano…”, cit., págs. 2 y ss.
interdisciplina, permitiendo una comprensión del mundo desde variadas ópticas,
con un dinamismo que otras corrientes teóricas no pueden proporcionar.
El método a seguir, no puede ser otro que el progresivo desenvolvimiento
de interrogantes jurídicos. Así, se pretende enseñar a comprender el Derecho, a
adquirir herramientas para saber cómo acceder al conocimiento jurídico
específico, tarea constante en la labor del cultor de la ciencia jurídica.
"Introducción filosófica al Derecho", 6ª ed., 5ª reimp., Buenos Aires, Depalma, 1987; CIURO
CALDANI, Miguel Ángel; "Derecho y política", Buenos Aires, Depalma, 1976; "Estudios de Filosofía
Jurídica y Filosofía Política", Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1982/4;
"Estudios Jusfilosóficos", Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1986; "La
conjetura del funcionamiento de las normas jurídicas. Metodología Jurídica", Rosario, Fundación
para las Investigaciones Jurídicas, 2000.
80 GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., pág. 49.
81 “Diccionario de la Lengua Española”, 22ª ed., Real Academia Española, acepción 1º, en línea
en http://buscon.rae.es/draeI/ (16.05.2008).
82 Por esa razón consideramos que el reparto no es la acción ni el efecto concreto en particular,
sino que se trata de una acción atributiva (adjudicación) expresada genéricamente, es decir, de un
modo común a todas las acciones jurídicamente relevantes, y que se manifiesta
esquemáticamente en forma bipolar como potencia o impotencia. La noción de reparto aparece
cuando buscamos entre las conductas más diversas un mínimo común denominador: la atribución
de potencia o impotencia, es decir de lo que favorece o perjudica al ser y a la vida.
como generadora de un reparto está hecha de múltiples acciones particulares
que se suman para formar un todo.
Así, por ejemplo, el reparto que se origina al testar involucra una serie de
acciones individuales por parte del testador tales como reflexionar acerca de su
posición en la vida y en la familia, sobre la existencia o no de herederos forzosos
y con relación al particular afecto hacia alguien, o la existencia de una deuda de
gratitud, tal vez, luego, pedir consejo a familiares o amigos, recurrir al
asesoramiento de un abogado o escribano, decidirse a testar, es decir, precisar
bajo qué forma hacerlo, a quién, en qué proporción y las restantes disposiciones
testamentarias y, finalmente, confeccionar materialmente el testamento.
Al originarse el reparto en una acción consciente dirigida al logro de un
fin, podemos observar que, en los extremos de aquéllo que es la propia
conducta del repartidor, se sitúan dos estados de cosas (aunque tal vez resulte
más apropiado decir, desde el punto de vista del repartidor, representaciones de
estados de cosas) Un estado de cosas que designamos con la letra “A” en el
esquema que sigue, que se ubica, con relación a la conducta, en el pasado y
otro estado, que llamamos "B", que esperamos obtener como consecuencia de
esa conducta y que se encuentra en el futuro.
de la mecánica que trata de las leyes del movimiento en relación con las fuerzas que lo producen.
2. f. Sistema de fuerzas dirigidas a un fin”, en “Diccionario de la Lengua Española”, 22ª ed., Real
Academia Española, Artículo enmendado, avance de la vigésima tercera edición, en línea en
http://buscon.rae.es/draeI/ (16.05.2008). Según la Wikipedia la dinámica es la parte de la física que
describe la evolución en el tiempo de un sistema físico en relación a las causas que provocan los
desarrollan para alcanzar un reparto, acciones éstas que atribuyen potencia o
impotencia y modifican (o impiden la modificación de) un estado de cosas.
Estas acciones parciales no tienen lugar todas a la vez, en forma
simultánea, sino que se cumplen en forma sucesiva a lo largo de un período de
tiempo. Por esa razón hablamos de dinámica, es decir, del recorrido histórico de
las "tareas" que involucra un reparto, desde su gestación hasta su efectivización.
Como no se trata de fenómenos físicos regidos por fuerzas
extrahumanas y sujetos a las leyes de la causalidad, la puesta en marcha (o no,
y la elección en cuanto a la propia acción, como así también a la oportunidad)
del proceso requiere de la intervención del propio autor del reparto: el repartidor.
Al repartidor no le resulta indiferente llevar a cabo una acción (que
generará un reparto) u otra (que tal vez habría de originar un reparto distinto o
un efecto diverso o contrario al buscado), un tiempo y una circunstancias
determinadas u otros, en razón de que persigue determinados fines y sabe (o, tal
vez, debería saber) que entre su propósito y los resultados siempre existen
determinadas resistencias (límites) y la interferencia de otras conductas
humanas.
Los repartos, según afirma Ciuro Caldani, se originan en un proceso que
abarca el reconocimiento de una realidad fáctica situacional y de un complejo de
fines respecto de los cuales son posibles diversas conducciones, entre las
cuales se decide alguna y luego se la efectiviza. Reconocimiento, decisión y
efectivización son las tres grandes tareas que originan los repartos84.
Podemos reflejar a estas tres tareas que dan lugar al reparto, de
reconocimiento (R), decisión (D) y efectivización (E), en el esquema anterior, del
siguiente modo:
R ---> D ---> E
cambios de estado físico y/o estado de movimiento. El objetivo de la dinámica es describir los
factores capaces de producir alteraciones de un sistema físico, cuantificarlos y plantear ecuaciones
de movimiento o ecuaciones de evolución para dicho sistema. En Wikipedia, La enciclopedia libre,
en:
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Din%C3%A1mica_%28f%C3%ADsica%29&oldid=177024
91 (27.05.2008).
84 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Aportes para el desenvolvimiento del principio de
No seguimos en este punto a Werner Goldschmidt en cuanto afirma, con relación al idealismo,
"Por el otro lado, todo cuanto hay es asequible al conocimiento humano ya que es producto
consciente o inconsciente de la actividad humana. Conocer algo, significa, pues, reconocer; y el
reconocimiento debe reproducir lo que previamente se logró producir" , en GOLDSCHMIDT,
Werner; op. cit., pág. 22.
88 Según el Diccionario de la Real Academia Española, “RECONOCER: (Del lat. recognoscĕre).
1. tr. Examinar con cuidado algo o a alguien para enterarse de su identidad, naturaleza y
circunstancias”, en “Diccionario de la Lengua Española”, 22ª ed., Real Academia Española,
Artículo enmendado, avance de la vigésima tercera edición, en línea en http://buscon.rae.es/draeI/
(16.05.2008).
la suerte del jurista y de su tarea, cuestiones que no siempre son consideradas
convenientemente desde el Derecho.
El reconocimiento de la realidad se encamina a la correcta identificación y
evaluación del problema y su solución. Para esta tarea debemos procurar contar
con la mejor información disponible.
Como bien dice Ciuro Caldani, "La aptitud del jurista para tomar
conciencia jurídica de los casos es a menudo muy limitada, porque se pretende
conducirlo a que los plantee desde las normas o al menos de los valores y no a
la inversa, como en realidad suele ocurrir de modo predominante, también en la
tarea judicial"89.
Los unidimensionalismos normológicos y dikelógicos han influido
negativamente bloqueando la consideración de las situaciones en las que el
Derecho se desenvuelve. La fascinación que ha provocado -y aun sigue
provocando- un Derecho que se reduce a reglas "naturales" universales y
eternas, susceptibles de operaciones similares a las de la matemática o la
geometría, trajo como consecuencia una arraigada actitud de desatención por
parte de los hombres de Derecho hacia las situaciones en que éste se
desenvuelve. Ello ha llevado a Ciuro Caldani a afirmar que "el jurista es uno de
los pocos “constructores” que a menudo simula ignorar el ámbito donde
construye y a veces lo hace realmente. Se trata, a nuestro parecer, de una
ideología tendiente a ocultar la importancia de lo “dado” y lo “construible” para
excluir el amplio debate de intereses que creemos corresponde"90.
Qué entendemos por realidad a los fines del reparto se relaciona con el
modo con el que construimos un caso. La realidad, podría ser entendida como el
“todo” de lo fáctico en el que nos encontramos inmersos y el caso, como el
recorte que hacemos de esa realidad a los fines de la decisión jurídica.
Cabe que también nos preguntemos dónde debemos buscar esa realidad
que el caso supone y cuál debe ser el punto de partida para esa búsqueda.
89 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “El ámbito de la decisión Jurídica (La Construcción del
Caso)”, en “Revista del Centro de Investigaciones de Filosofia Juridica y Filosofia Social”, Rosario,
Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 2000, Nro. 24, pág. 66. Disponible en línea en:
http://www.cartapacio.edu.ar/ojs/index.php/centro/article/viewFile/570/470 (18.05.2008).
90 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “El ámbito...”, cit., pág. 66. Con relación a la referencia que
se hace de la distinción efectuada por François Gény entre lo "dado" y lo "construido" puede
consultarse GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., pág. 277, párr. 285.
El trialismo presenta la gran ventaja de superar los reduccionismos y por
ello nos permite contar con una clara y definida dimensión sociológica donde
hallar el material para construir el caso sin necesidad de recurrir a mediaciones a
través de la norma o de los valores91.
Podemos decir, siguiendo en esto a Ciuro Caldani, que entendemos por
caso el ámbito de cada decisión92.
Los casos pueden ser construidos y tratados como problemas de
repartos de potencia e impotencia comprensivos de despliegues sociológicos,
normológicos y dikelógicos, y a partir de ello es posible comprenderlos de una
manera más satisfactoria93.
De este modo, el caso, no sólo se mantiene en el terreno que le es propio
-el sociológico- sin necesidad de un trasiego innecesario, sino que además se
enriquece con el examen de las restantes dimensiones que también presenta.
Consideramos que las posibilidades de análisis jurídico del caso se ven
ampliadas mediante la utilización de las categorías del trialismo.
Desde la dimensión sociológica, el caso debe atender a la realidad y a la
posibilidad (presente y futuro) respecto de los repartos y las distribuciones
provenientes de la naturaleza, el azar o de las influencias humanas difusas. Con
relación a los repartos cabe que nos preguntemos acerca de quién reparte,
quién recibe, qué se reparte, cómo se reparte, qué razones se presentan (como
móviles de los repartidores, razones alegadas o razones sociales) y a qué clase
corresponde el reparto. También deberá prestarse atención a la planificación
ordenamiento normativo y la realidad opera como el campo donde se ejemplifican los casos. Así se
expresa que "En nuestra caracterización del Universo de Casos estaba tácitamente presupuesto
que los casos del UC son posibles, en el sentido de que son casos que pueden ejemplificarse en la
realidad. En efecto, los casos son circunstancias o situaciones en las cuales interesa saber si una
acción está permitida, ordenada o prohibida, por un determinado sistema normativo. Esto supone
que los casos no sean lógicamente imposibles (contradictorios), ni tampoco necesarios
(tautológicos), pues circunstancias que se dan siempre o no se dan nunca, obviamente, no
interesan en este contexto. De ahí la necesidad de caracterizar el concepto de caso de tal manera,
que las combinaciones de propiedades que constituyan la característica definitoria de un caso y
que son tautológicas o contradictorias, queden excluidas de la noción de caso”, en
ALCHOURRÓN, Carlos - BULYGIN, Eugenio; “Introducción a la metodología de las Ciencias
Jurídicas y Sociales”, Buenos Aires, Astrea, 1987, págs. 51 y ss. Puede consultarse en línea en:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/45707392103492762565679/index.htm, edición
digital basada en la edición de Buenos Aires, Astrea, 1987.
92 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “El ámbito...”, cit., pág. 65.
93 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; ídem, pág. 69.
gubernamental y la ejemplaridad, las sendas más evolutivas o revolucionarias y
a los límites necesarios surgidos de la "naturaleza de las cosas"94.
La tarea de reconocimiento debe atender los alcances personales,
espaciales y materiales de los casos, los intereses y expectativas y las fuerzas
que se disponen a jugar, y al carácter de las cuestiones cotidianas o vitales,
etc.95.
El reconocimiento de la realidad puede enriquecerse a la luz de la
consideración de las categorías básicas de la realidad social del Derecho que
son la causalidad, la finalidad objetiva que encontramos en los acontecimientos
(los sentidos que encontramos en ellos), la finalidad subjetiva, la posibilidad y la
realidad96.
Estas categorías forman parte del marco de la realidad cuyo
reconocimiento se impone como tarea al repartidor.
Como bien dice Miguel Ángel Ciuro Caldani, para la decisión, hay que
prestar atención al escenario y, en ese ámbito, muy especialmente a los sujetos
participantes, respecto de los cuales cabe considerar los vínculos de
cooperación y oposición. Otros datos a tener en cuenta son el pertrechamiento
personal en cuanto a la disposición de capital y otros medios materiales o
inmateriales entre los que se incluye la estructura normativa, la información, etc.,
94 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; ídem, pág. 70. Con relación a los límites necesarios puede
consultarse GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., pág. 71. En palabras de Ciuro Caldani "el querer
tropieza con el no poder", en CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Mundo Jurídico y Creatividad”, en
“Investigación y Docencia”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 2006, Nro. 39,
pág. 74. Disponible en línea en: http://www.centrodefilosofia.org.ar/IyD/iyd39_9.pdf. En la literatura
frecuentemente se refleja el riesgo de desconocer los límites. Cervantes, por ejemplo, recuerda
"Mira que el que busca lo imposible, es justo que lo posible se le niegue, como lo dijo mejor un
poeta, diciendo: Busco en la muerte vida / salud en la enfermedad, / en la prisión libertad, / en lo
cerrado salida / y en el traidor lealtad. / Pero mi suerte, de quien / jamás espero algún bien, / con el
cielo ha estatuido / que, pues lo imposible pido, / lo posible aún no me den", en CERVANTES,
Miguel de; “Don Quijote de la Mancha”, Real Academia Española, Edición del IV Centenario, pág.
344.
95 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “El ámbito...”, cit., pág. 712.
96 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Aportes...”, cit., pág. 14. Ciuro Caldani, aclara que la
3. La decisión.
100 “Diccionario de la Lengua Española”, 22ª ed., Real Academia Española, “Libertad: 1. f.
Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que
es responsable de sus actos”. Puede consultarse en: http://buscon.rae.es/diccionario/drae.htm
(22.05.2008).
101 MEROI, Andrea A.; “La estrategia en el Derecho Procesal. La comprensión de la decisión y
23.08.2005, Department of Philosophy and the History of Technology Royal Institute of Technology
(KTH), Stockholm, en: http://www.infra.kth.se/~soh/decisiontheory.pdf (22.05.2008).
A la par de la teoría de la decisión también se han desarrollado técnicas
para la toma de decisiones que son herramientas útiles para ayudar a establecer
las probables consecuencias de las decisiones, a determinar la importancia de
cada factor en juego y, en definitiva, a encontrar el mejor curso de acción103.
Cobra especial importancia el criterio con el que se tomará la decisión lo
que se vincula con la adopción de una cierta racionalidad (salvo, claro está, que
se procure adoptar deliberadamente una solución que se aparte de ésta104).
La racionalidad puede ser entendida como posibilidad de responder a un
punto de vista de razón y también se relaciona con el ámbito de la propia
decisión, esto es, las exigencias del caso y con la estrategia105.
La racionalidad está referida generalmente a alcanzar el mayor beneficio
al costo más bajo. En un modelo economicista de racionalidad se parte del
supuesto básico de considerar que las personas son económicamente
racionales y tratan de maximizar sus resultados106. Otros modelos restringen el
alcance de la exigencia de racionalidad y se conforman con la adopción de una
decisión en la que se opta por la primera posibilidad suficientemente
103 Ejemplo de estas técnicas son los árboles de decisión, diagramas de Ishikawa, grillas de
análisis, etc.
104 Tal el caso que presenta el personaje literario del Juez Bridoye relatado en Gargantúa y
Pantagruel, conjunto de cinco novelas escritas en tono satírico en el siglo XVI por François
Rabelais, en su Tercer Libro, titulado "De los hechos y dichos heroicos del buen Pantagruel". Dice
el Juez Bridoye: "... coloco a un extremo de la mesa de mi despacho el montón de papeles del
demandante y tiro su suerte (se refiere a los dados) como vosotros, señores, y además está
prescripto... Hecho esto, pongo los papeles del demandado, como vosotros señores, al otro
extremo de la mesa (...) y tiro también los dados. (...) -Pero amigo mío -dijo Trinquamelle-, ¿cómo
podéis aclarar los puntos oscuros del derecho pretendido por las partes litigantes? Como vosotros,
señores -repuso Bridoye-; es decir, por el número de puntos que corresponden a cada una, para lo
cual me sirvo de mis dados.... -Y una vez hecho esto -preguntó Trinquamelle-, ¿cómo sentenciáis?
-Igual que vosotros, señores -contestó Bridoye-. La sentencia se dicta con arreglo a lo que
determina la suerte de los dados judiciales, tribunalicios y pretoriales". El juez Bridoye repartía al
disponer que sea el azar el modo de resolver los juicios, pero la decisión de los juicios quedaba
librada a una distribución (adjudicación proveniente de una fuerza extrahumana) proveniente del
azar. P.v. GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., pág. 50. Esta forma de decidir mediante el azar,
obviamente se aparta de toda racionalidad. Sobre la racionalidad de las decisiones judiciales p. v.
también: CALVO, Raúl - VENIER, Carlos; “Racionalidad de las justificaciones consecuencialistas
en las decisiones judiciales”.
105 CIURO CALDANI, Miguel Ángel, “Aportes...”, cit., pág. 13.
106 Se trata de la teoría del homo æconomicus como agente racional. Esta teoría, dice
Bourdieu, "ha sido puesta otra vez de moda recientemente por la teoría de la elección racional,
cuando ya había sido repudiada por un buen número de economistas (a menudo sin decirlo o
explicarlo por completo)". Bourdieu propone, en cambio, una teoría de la práctica como un
producto del sentido práctico, un "sentido del juego" socialmente constituido, a fin de escapar
"tanto al objetivismo de la acción entendida como una reacción mecánica "sin agente" como al
subjetivismo que retrata la acción como prosecución deliberada de una intención consciente, el
libre proyecto de una conciencia postulando sus propios fines y maximizando sus utilidades a
través de un cálculo racional", en BOURDIEU, Pierre - WACQUANT, Loïc; “Una invitación a la
sociología reflexiva”, traducción Ariel Dilon, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005, pág. 180.
satisfactoria, de ese modo ocurre en el modelo de la racionalidad limitada. En el
modelo simplificado de la realidad, en cambio, la elección se orientará hacia
aquéllo que ha resultado exitoso en el pasado y sólo se optará por una solución
distinta si en un caso similar el método no dio buenos resultados.
En el modelo del favorito implícito quien toma la decisión selecciona de
manera implícita su alternativa preferida en las primeras etapas del proceso de
decisión y se desentiende de la evaluación de todas las otras opciones.
Otras veces la racionalidad se encuentra tan atenuada que se habla de
un método intuitivo basado en un filtrado inconsciente de la experiencia y resulta
complementario de métodos más racionales.
También toma parte en la decisión la probabilidad, entendida como un
sustituto de la certeza atento a que en muy pocas situaciones existe información
completa y totalmente disponible y, por esa razón, la mayoría de las decisiones
se adoptan en marcos de incertidumbre.
La evaluación de la probabilidad equivale a la cuantificación de la
incertidumbre, la probabilidad es la forma de comunicar y manejar la
incertidumbre. Existen diferentes modelos de decisión conforme a los distintos
escenarios que responden a la pura incertidumbre, al riesgo y a la certeza.
El método de las variaciones propuesto por Werner Goldschmidt con
relación a la justicia107, que consiste en variar mentalmente el caso real mediante
modificaciones irreales, permite establecer qué consideraciones son importantes
a la hora del reconocimiento de los motivos de la decisión108.
No debe olvidarse finalmente que, como subraya Ciuro Caldani, para
alcanzar la “mejor” decisión repartidora es importante la creatividad109.
4. La efectivización.
111 Dice Sun Tzu (científico militar y comandante chino que se estima vivió alrededor del año
500 a. C.), en el que se considera uno de los tratados más antiguos sobre estrategia, que "El
comandante experto se encarama en una posición en la cual no puede ser derrotado, y no pierde
oportunidad de vencer a su enemigo. Un ejército victorioso busca entrar en combate después de
que sus planes indican que la victoria es posible con ellos, en tanto que un ejercito destinado a la
derrota combate en la esperanza de ganar, pero sin ninguna planificación. Los expertos en la
guerra cultivan sus políticas y se ajustan estrictamente a sus leyes y a los reglamentos. Por
consiguiente, tienen la facultad de controlar el éxito”, en HANZHANG, Tao; “El Arte de la Guerra de
Sun Tzu”, Buenos Aires, Distal, 1996, pág. 95.
112 CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Bases para la estrategia en el Derecho, con especial
114CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Bases para la estrategia en el Derecho...”, cit., pág. 18.
115Dice al respecto Sun Tzu que "En consecuencia, el arte de usar las tropas es éste: cuando
esté en una proporción de diez a uno con el enemigo rodéalo. Cuando tenga una fuerza cinco
veces superior, atácalo. Si duplica su fuerza, divídalo. Si está en paridad de fuerzas, puede
empeñar combate con él si dispone de un buen plan. Si es numéricamente más débil, debe ser
capaz de retirarse. Y si en todos los aspectos es inferior, debe ser capaz de eludirlo, pues una
fuerza pequeña es un simple botín para otra si entabla imprudentemente el combate", en
HANZHANG, Tao; op. y loc. cit.
TEMA 7:
Los límites de los repartos (*)
1.1. El tema de los límites “de los repartos” (que en realidad se presentan
en todo el ámbito de la conducción jurídica) puede merecer algunos desarrollos
destinados a ampliar los alcances –ya vastamente significativos- que le brinda el
actual despliegue de la teoría trialista del mundo jurídico116. Este despliegue
parte de su diferenciación en límites necesarios derivados de la “naturaleza de
las cosas” y límites voluntarios. Los primeros significan que aunque “quieran” los
repartidores no podrán traspasarlos, y se dividen en generales, respecto de
repartos autoritarios o autónomos, y especiales, referidos a los repartos basados
en mandamientos cuando se proyectan para cuestiones vitales a los
repartidores. A su vez, los límites necesarios generales, pueden percibirse mejor
desde la perspectiva del hombre aislado (distinguiéndose entonces los límites de
carácter físico, psíquico o espiritual) o desde el punto de vista de la sociedad en
su conjunto (sea en su perspectiva “política” –diríamos quizás mejor “de
organización”- o económica). Para los límites voluntarios se utiliza la
diferenciación –aprovechable para todo alcance de los repartos, o sea además
para límites necesarios-117 de proyecciones personales, espaciales, temporales y
reales. No cabe duda que entre los límites necesarios –que responden a la
relación de fuerzas en la realidad- y los límites voluntarios existen estrechas
Depalma, 1976, págs. 71 y ss. En relación con los límites c. por ej.: COING, Helmut; “Fundamentos
de Filosofía del Derecho”, traducción Juan Manuel Mauri, Barcelona, Ariel, 1961, págs. 131 y ss.;
ENGISCH, Karl; “El ámbito de lo no jurídico”, Instituto de Filosofía del Derecho Universidad
Nacional de Córdoba, 1960, págs. 11 y ss.
117 Puede v. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Aportes para la teoría de las respuestas
120 Es posible v. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La realización de la justicia como valor (El
“funcionamiento” del valor justicia)”, en “Boletín del Centro de Investigaciones de Filosofía Jurídica
y Filosofía Social”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, Nro. 2, págs. 9 y ss.
(**)A partir de la publicación de este artículo, el autor viene considerando que la relación de los
(*) Corresponde a la Unidad III (Dimensión jurídico-normológica), punto I (Las normas aisladas),
apartado 3 (Ámbito espacial y temporal, activo y pasivo), del programa de las Cátedras “A” y “E” de
Introducción al Derecho, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Rosario.
1.1. Así, el tema de la aplicación de la ley con relación al territorio, ha
sido abordado por una enorme cantidad de autores, que han pergeñado una
serie de sistemas para brindar respuestas unitarias, entre los cuales
analizaremos algunos121.
1.1.1. Al respecto, suele reconocerse un primer sistema, denominado
sistema de la personalidad de la ley.
En tiempos históricos, los pueblos nómades no podían recurrir al territorio
como criterio de aplicabilidad de la norma, habida cuenta que tales comunidades
se desplazaban constantemente, llevando su propio Derecho que alcanzaba con
su obligatoriedad a todos los integrantes del grupo.
De tal suerte, la personalidad de la ley resultaba el sistema para
identificar a los miembros de la comunidad con sus costumbres y tradición,
conservando de tal modo los vínculos de pertenenecia, y encontrándose cada
individuo sometido con exclusividad a la ley de su origen, más allá del territorio
en el cual se encontrara.
En tales términos, los sujetos declaraban a qué grupo pertenecían, y
consecuentemente les era aplicado el Derecho correspondiente a su pueblo
originario.
1.1.2. Con el debilitamiento de los vínculos de las diversas comunidades
originarias y la consustanciación entre las personas que convivían en un mismo
espacio, con fuerte noción de pertenencia a un territorio determinado, comenzó a
abrirse paso el sistema de la territorialidad de la ley.
Es así que cada feudo comenzó a reclamar jurisdicción propia y, con el
tiempo, su propio Derecho local, que regía con exclusividad en el territorio del
feudo, aplicándose así a las personas y cosas que allí se encontraban, y dejando
de aplicarse en tanto las personas y cosas salían de él (leges non valent extra
territorium).
Claramente, este sistema utilizado sin excepción generaba toda una serie
de dificultades en zonas en las que bastaba un pequeño desplazamiento para
encontrarse en el ámbito territorial de otro Estado, perdiendo de tal forma una
a) Estatutos imperativos
a.1. De fondo:
a.1.1. Personales (referidos a personas y cosas muebles)
permisivos (generan una capacidad): extraterritoriales
prohibitivos (establecen una incapacidad): territoriales
a.1.2. Reales (referidos a bienes inmuebles): territoriales
a.2. De forma:
a.2.1. Formas de actos jurídicos: ley del lugar donde se celebran
a.2.2. Formas procesales: ley del juez
b) Estatutos supletivos (de la voluntad de las partes): se propugna el respeto a la
autonomía de la voluntad, teniendo en cuenta la expresa y la presunta.
122Vide AFTALIÓN, Enrique R.; GARCÍA OLANO, Fernando; VILANOVA, José; “Introducción al
Derecho”, Buenos Aires, La Ley S.A.E. e I., 1967, pág. 514.
aplicación de la ley extranjera en una cierta comunidad de derecho existente
entre los pueblos, debilitándose la idea de territorialidad de las leyes, al
advertirse el acrecentamiento de las relaciones entre los diferentes pueblos.
En base a esta idea, se iguala progresivamente el nacional al extranjero
ante la justicia, buscándose en la ciencia jurídica los elementos que sirven para
brindar solución a los problemas que se presenten, sin tener en consideración
cuál es el Estado que ha dado carácter de ley al principio que ha de aplicarse
para la solución del caso.
Acorde a este sistema, en un conflicto de leyes ha de aplicarse la que
sea más conforme con la naturaleza propia de cada relación jurídica.
Las soluciones propuestas en tal oportunidad son las siguientes: a) el
estado (capacidad de las personas) se rige por la ley del domicilio de las
personas, b) los derechos reales por la ley del lugar de ubicación de la cosa, c)
las obligaciones, por la ley del lugar de ejecución, d) el derecho sucesorio, por la
ley del último domicilio del causante, y e) el matrimonio, por el derecho del
domicilio del marido.
1.1.5. Siguiendo con la revisión histórica que proponemos, ha de hacerse
referencia al sistema de la nacionalidad, expuesto principalmente por Pascual
Estanislao Mancini.
Liminarmente debe aclararse que tal corriente reconoce que, en las
situaciones en las que se involucra el orden público, debe aplicarse la ley
territorial. Y en relación a los casos en que sólo se hallan afectados intereses de
particulares, propone la regulación de la ley a la que ellos decidan someterse,
por aplicación de la regla de la autonomía de la voluntad.
Ahora bien, en referencia a la ley personal (estado y capacidad de las
personas), al no tratarse de casos de afectación de orden público, ni
corresponder tampoco que las partes pacten libremente sobre la cuestión, el
sistema bajo estudio refiere que ha de estarse a la ley de la nacionalidad de las
personas involucradas.
Fundan tal parecer esgrimiendo que cada Estado sanciona leyes
tomando en consideración las diversas condiciones de su pueblo, razón por la
cual entienden que la ley nacional es la más adecuada para responder a estas
cuestiones.
Las dificultades del sistema surgen evidentes a poco que se repare en
que, en algunos casos, no es posible determinar la nacionalidad de un individuo,
ya sea porque no la tiene (apátrida), o porque resulta ser doble.
En adición, el sistema de la nacionalidad resulta favorable a países de
emigración (como ser, España o Italia), siendo contrario a la aplicación de
normas emanadas de países de inmigración (como puede ser Argentina).
1.1.6. En oposición al sistema de la nacionalidad evaluado en el acápite
anterior, surge el sistema del domicilio, propugnado entre nosotros por
Estanislao Zeballos, sobre la base también de elementos señalados
oportunamente por Savigny.
Al respecto, nuestra ley positiva estatuye que “El domicilio real de las
personas, es el lugar donde tienen establecido el asiento principal de su
residencia y de sus negocios (...)” (art. 89, Código Civil).
Este sistema del domicilio ofrece la ventaja de la certeza, que puede
faltar en el sistema de la nacionalidad, respetando por otra parte las elecciones
individuales de los sujetos, toda vez que el domicilio es variable voluntariamente,
lo que no sucede con el vínculo de nacionalidad.
1.1.7. En 1935, Werner Goldschmidt fundó la concepción normológica
de la ciencia del Derecho Internacional Privado que, por oposición al llamado
Derecho Internacional Privado clásico o tradicional, “consiste en hacer del
análisis de la estructura de la norma jusprivatista internacional el punto de
partida de la ciencia del DIPr.”123.
En tales términos, Goldschmidt plantea la existencia de una norma
generalísima, obra científica de la abstracción, que sistematiza todas las
cuestiones que, sin excepción, pueden surgir (tales como calificaciones, cuestión
previa, fraude a la ley, conexión, lo conectado, y orden público) tanto en normas
generales como individuales.
Tal norma se encuentra dotada de un antecedente (o tipo legal) que
capta el sector social a reglamentar, y una consecuencia jurídica que capta su
123 GOLDSCHMIDT, Werner; “Derecho Internacional Privado”, cit., pág. 17. Puede verse,
124 Cf. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Estudios de Filosofía del Derecho Internacional
Privado – Concepción normológica de la ciencia del Derecho Internacional Privado. Doble
adjudicación jusprivatista internacional. Concurso internacional”, Rosario, Fundación para las
Investigaciones Jurídicas, 1997, págs. 9 y ss.
1.2.2. En el Derecho privado la cuestión es diversa, debiéndose proceder
al análisis de la normativa contenida principalmente en el Código Civil (que no la
única, toda vez que también rige en el ámbito argentino una serie de fuentes de
tipo convencional como, por ejemplo, los diversos tratados suscriptos por la
República Argentina al respecto, con lo que habrá de constatarse la existencia o
ausencia de tratado que vincule a nuestro país con un Estado en particular en
cada caso).
Dalmacio Vélez Sarsfield siguió, en general, la obra de Savigny, con
algunos elementos extraídos de la de Joseph Story125.
Si bien el Código Civil, en su artículo 1, consigna que “Las leyes son
obligatorias para todos los que habitan el territorio de la República, sean
ciudadanos o extranjeros, domiciliados o transeúntes”, lo cierto es que ha de
interpretarse tal descripción legal en concordancia con todo un plexo normativo
que seguidamente se analiza.
1.2.2.1. En relación a la capacidad, se rige generalmente por la ley del
domicilio.
Así, el art. 6 del Código Civil norma que “La capacidad o incapacidad de
las personas domiciliadas en el territorio de la República, sean nacionales o
extranjeras, será juzgada por las leyes de este Código, aun cuando se trate de
actos ejecutados o de bienes existentes en país extranjero”.
A su turno, el art. 7 indica que “La capacidad o incapacidad de las
personas domiciliadas fuera del territorio de la República, será juzgada por las
leyes de su respectivo domicilio, aun cuando se trate de actos ejecutados o de
bienes existentes en la República”.
En fin, el art. 9 estatuye que “Las incapacidades contra las leyes de la
naturaleza, como la esclavitud, o las que revistan el carácter de penales, son
meramente territoriales”.
En tanto las normas pretranscriptas no bastan por sí solas para brindar
solución a todas las dificultades que pueden llegar a surgir por cambios de
domicilio, Vélez Sarsfield tendió a favorecer la capacidad de las personas, en el
texto de los arts. 138 y 139, que reglan “El que mude su domicilio de un país
extranjero al territorio de la República, y fuese mayor o menor emancipado,
según las leyes de este Código, será considerado como tal, aun cuando sea
125 Vide STORY, Joseph; “Commentaries on the conflict of laws”, 8a. ed., Boston, 1834.
menor o no emancipado, según las leyes de su domicilio anterior”, “Pero si fuese
ya mayor o menor emancipado según las leyes de su domicilio anterior, y no lo
fuese por las leyes de este Código, prevalecerán en tal caso aquéllas sobre
éstas, reputándose la mayor edad o emancipación como un hecho irrevocable”.
1.2.2.2. En lo atinente a los bienes inmuebles, el Derecho positivo
argentino recepta la regla de aplicabilidad de la ley del lugar donde están
situados (lex rei sitae).
En concordancia con ello, el art. 10 del Código Civil explica que “Los
bienes raíces situados en la República son exclusivamente regidos por las leyes
del país, respecto a su calidad de tales, a los derechos de las partes, a la
capacidad de adquirirlos, a los modos de transferirlos, y a las solemnidades que
deben acompañar esos actos. El título, por lo tanto, a una propiedad raíz, sólo
puede ser adquirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la
República”.
Savigny explica esta circunstancia afirmando que el que quiere adquirir o
ejercer un derecho sobre una cosa, se transporta, con esta intención, al lugar
que ella ocupa; y por esta relación del derecho especial se somete
voluntariamente al derecho de la localidad. Así pues, cuando se dice que los
derechos reales se juzgan según el derecho del lugar donde la cosa se
encuentra, se parte del mismo principio que cuando se aplica al estado de las
personas la ley del domicilio126.
1.2.2.3. En lo tocante a bienes muebles, corresponde hacer una
distinción.
Los que tienen situación permanente se regirán por la ley del lugar,
mientras que los que lleva consigo su propietario, lo serán por la ley del domicilio
del dueño.
El art. 11, Código Civil, expresamente dispone en relación a esto, que
“Los bienes inmuebles que tienen situación permanente y que se conservan sin
intención de transportarlos, son regidos por las leyes del lugar en que están
situados; pero los muebles que el propietario lleva siempre consigo, o que son
de su uso personal, esté o no en su domicilio, como también los que se tienen
para ser vendidos o transportados a otro lugar, son regidos por las leyes del
domicilio del dueño”.
126 Cf. al respecto la nota de Dalmacio Vélez Sarsfield al art. 10, Código Civil.
1.2.2.4. Las formas de los actos jurídicos, en el marco del Derecho
positivo argentino se rigen por la ley del lugar de celebración del acto (locus regit
actum).
Al respecto, el art. 12, Código Civil, puntualiza que “Las formas y
solemnidades de los contratos y de todo instrumento público, son regidas por las
leyes del país donde se hubieren otorgado”.
1.2.2.5. En otro orden de ideas, los contratos en cuanto a su fondo, se
rigen generalmente por la ley del lugar donde deben ser ejecutados, con algunas
limitaciones.
El art. 1209, Código Civil, refiere que “Los contratos celebrados en la
República o fuera de ella, que deban ser ejecutados en el territorio del Estado,
serán juzgados en cuanto a su validez, naturaleza y obligaciones por las leyes
de la República, sean los contratantes nacionales o extranjeros”. Y el art. 1210,
ratifica que “Los contratos celebrados en la República para tener su
cumplimiento fuera de ella, serán juzgados, en cuanto a su validez, su
naturaleza y obligaciones, por las leyes y usos del país en que debieron ser
cumplidos, sean los contratantes nacionales o extranjeros”.
Las limitaciones preanunciadas, surgen de las siguientes disposiciones
normativas: “Los contratos hechos fuera del territorio de la República, serán
juzgados, en cuanto a su validez o nulidad, su naturaleza y obligaciones que
produzcan, por las leyes del lugar en que hubiesen sido celebrados” (art. 1205,
Código Civil); “Exceptúanse del artículo anterior aquellos contratos que fuesen
inmorales, y cuyo reconocimiento en la República resultase injurioso a los
derechos, intereses o conveniencias del Estado o de sus habitantes” (art. 1206,
Código Civil); “Los contratos hechos en país extranjero para violar las leyes de la
República, son de ningún valor en el territorio del Estado, aunque no fuesen
prohibidos en el lugar en que se hubiesen celebrado” (art. 1207, Código Civil); y
“Los contratos hechos en la República para violar los derechos y las leyes de
una nación extranjera, no tendrán efecto alguno” (art. 1208, Código Civil).
1.2.2.6. El derecho sucesorio, a su turno adopta la ley del lugar donde
el causante tenía su domicilio al tiempo del fallecimiento.
El art. 3283, Código Civil, así lo decide, aseverando que “El derecho de
sucesión al patrimonio del difunto, es regido por el derecho local del domicilio
que el difunto tenía a su muerte, sean los sucesores nacionales o extranjeros”.
1.2.3. Finalmente, en lo relativo a la aplicación de la ley extranjera por
parte de las autoridades argentinas, el codificador adoptó las siguientes
soluciones.
En el art. 13, Código Civil, se reglamenta que “La aplicación de las leyes
extranjeras, en los casos en que este Código la autoriza, nunca tendrá lugar sino
a solicitud de parte interesada, a cuyo cargo será la prueba de la existencia de
dichas leyes. Exceptúanse las leyes extranjeras que se hicieren obligatorias en
la República por convenciones diplomáticas, o en virtud de ley especial”.
Esta resulta ser una opinión tradicional, aclarada por la nota al citado
artículo, en tanto explica que “La ley extranjera es un hecho que debe probarse.
La ley nacional es un derecho que simplemente se alega sin depender de la
prueba”.
Actualmente, la doctrina suele oponerse a este principio, igualando la ley
extranjera a la nacional, lo cual conlleva que la autoridad argentina deba
aplicarla aun de oficio, sin que las partes se vean en la necesidad de invocarla o
de probar su existencia.
Como limitación, se establece el orden público, elemento con contornos
no siempre definidos, a punto tal que tradicionalmente suele ser enunciado como
el conjunto de principios que surge de las normas “en que están interesados, de
una manera muy inmediata y directa, la paz y la seguridad sociales, las buenas
costumbres, un sentido primario de la justicia y la moral; en otras palabras, las
leyes fundamentales y básicas que forman el núcleo sobre el cual está
estructurada la organización social. La vaguedad de este concepto, resulta
desconcertante a poco que se lo analice. ¿Dónde está el límite que permite
distinguir las leyes que son fundamentales de las que no lo son? Todos los
juristas que se han ocupado del tema, han confesado su fracaso y su impotencia
ante este problema”127.
Todo esto se encuentra receptado en el art. 14, Código Civil, que detalla
que “Las leyes extranjeras no serán aplicables: 1° Cuando su aplicación se
oponga al derecho público o criminal de la República, a la religión del Estado, a
la tolerancia de cultos, o la moral y buenas costumbres; 2° Cuando su aplicación
fuere incompatible con el espíritu de la legislación de este Código; 3° Cuando
127BORDA, Guillermo A.; “Tratado de Derecho Civil – Parte general”, 12a. ed. actualizada,
Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1999, tomo I, págs. 66 y ss.
fueren de mero privilegio; 4° Cuando las leyes de este Código, en colisión con
las leyes extranjeras, fuesen más favorables a la validez de los actos”.
Debe notarse que lo indicado en el cuarto inciso del artículo precitado, no
constituye elemento que deba ser conglobado en la idea de orden público, sino
que hace al favorecimiento de validez de los actos.
1.3. En tal marco, surgen diversos interrogantes que cabe enunciar, como
ser: ¿quién debe aplicar el Derecho? y ¿dónde debe realizarse un determinado
caso para que le sea aplicado un determinado Derecho?
A tales interrogantes se les suele denominar ámbito espacial activo y
ámbito espacial pasivo del Derecho.
BORDA, Guillermo A.; “Tratado de Derecho Civil – Parte General”, 12a. ed. actualizada,
130
132 LLAMBÍAS, Jorge Joaquín; “Tratado de Derecho Civil – Parte General”, 6a. ed. actualizada,
Buenos Aires, Perrot, 1975, tomo I, pág. 63. Entiende GOLDSCHMIDT, Werner; “Derecho
Internacional Privado”, cit., pág. 61, que “El nuevo art. 17, C.C. (ley 17.711), admite Derecho
consuetudinario contra legem, si bien sus autores pensaban más prudentemente no enunciar tal
tesis de manera expresa sino contentarse con la supresión de la tesis contraria en el antiguo art.
17 (v. Héctor Cámara, en “Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones”, año I, ps. 388 y
389, y Guillermo A. Borda, en “El Derecho”, t. 28, p. 817)”.
Al acoger nuestro Código Civil el principio de la irretroactividad de la ley
(tratado con anterioridad), y reclamando por ende las normas su aplicación
inmediata, se resuelve la cuestión, aplicándose directamente la norma nueva a
los efectos del caso que fueren generados bajo la vigencia de ésta.
2.3.2.2. Ello no implica desconocer que, al respecto, en el ámbito
doctrinario mucho se ha tratado sobre la cuestión del “derecho transitorio o
intertemporal”133, llamado a resolver los inconvenientes que presenta el pasaje
de una legislación a la otra.
Tales intentos no han logrado plasmar en reglas fijas, toda vez que “No
se puede reducir a normas rígidas, a principios inflexibles, lo que está sujeto a
las infinitas variaciones y matices de la política legislativa. En presencia de un
cambio de legislación, se enfrentan dos principios que en abstracto son muy
dignos de respeto: por un lado, la seguridad jurídica, interesada en conferir a la
vieja ley el máximo de vigencia posible; por el otro, la justicia y el progreso,
interesados en atribuir a la nueva ley el mayor campo de aplicación. Es
imposible pronunciarse de antemano en un sentido u otro. Es imposible hacer
prevalecer siempre la seguridad, porque ello implicaría la paralización del
derecho; es igualmente imposible llevar todo por delante en nombre de la justicia
y el progreso, porque éstos están condicionados por la idea de seguirdad, y
porque sin ésta, no puede concebirse un orden justo, que por ser orden, la
implica”134.
En definitiva, sobre el particular se encuentra abierta la cuestión, no
pretendiendo en estas líneas más que mostrar al lector la dificultad presente en
la discusión.
133 Vide BORDA, Guillermo A.; op. cit., págs. 173 y ss.
134 Ídem, págs. 179 y ss.
TEMA 9:
Algunos aspectos de las fuentes jurídicas (*)
Ezequiel RESNIK
(*) Corresponde a la Unidad III (Dimensión jurídico-normológica), punto I (Las normas aisladas),
apartado 5 (Fuentes), del programa de las Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad
de Derecho, Universidad Nacional de Rosario.
concepción integrativista por la cual se acepta que el Derecho no es “sólo
normas”.
Si bien determinar cuáles son las fuentes de las normas ha sido un tema
de constante debate entre los juristas, no se ha cuestionado su carácter a las
fuentes de orden legislativo, como ser leyes, constituciones nacionales, tratados
internacionales, decretos y resoluciones administrativas.
Werner Goldschmidt clasificaba a estas últimas como fuentes reales
formales, señalando a la par de estas normas de carácter general a las fuentes
surgidas de normas de carácter individual, dirigidas a individuos determinados y
precisos, como lo es en los casos de los contratos, sentencias, testamentos,
principalmente135.
Conjuntamente se suele reconocer como fuente de constancia de la
normas a la costumbre.
Si bien ha sido cuestionada como fuente de las normas por diferentes
corrientes doctrinarias, según sea el modo en que se relacionan las costumbres
en su comparación respecto de las leyes, sostenemos que la costumbre se
refleja como fuente real material de las normas, debiendo considerar si en la
realidad social las normas son fieles, exactas y adecuadas, resultando
insuficiente indagar el funcionamiento de las diversas clases de fuentes
normativas desde una perspectiva exclusivamente estática.
Por último destacamos como fuente de las normas a las fuentes de
conocimiento, en contraposición a las fuentes reales. Se trata de aquellas
fuentes que permiten un conocimiento derivado de las normas y no su
conocimiento directo, como en el caso de las fuentes reales.
Las fuentes de conocimiento constituyen la literatura jurídica y se las
suele denominar principalmente como doctrina; resultando abarcativa de
tratados, manuales, tesis doctorales, ensayos, comentarios a fallos y leyes,
ponencias en congresos, por citar los primordiales ejemplos.
136 En la ciudad de Rosario podemos encontrar las revistas jurídicas en las bibliotecas de las
Facultades de Derecho; así como también en la del Colegio de Abogados de Rosario; en la del
Colegio de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe; en la del
Colegio de Escribanos de Rosario; entre muchas otras. En estos ámbitos también suele tenerse
acceso a la consulta del soporte virtual.
3. Significado del conocimiento de las fuentes de las normas a
través de las revistas jurídicas.
CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La Conjetura del funcionamiento de las normas jurídicas.
137
Metodología Jurídica”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1999, págs. 9 y ss.
Se ha detallado precedentemente el contenido, en términos generales, de
las revistas y publicaciones jurídicas.
En esta oportunidad describiremos brevemente ciertos aspectos que las
caracterizan, sin la pretensión de presentar un estudio exhaustivo de las
innumerables publicaciones que se hallan en el mundo jurídico, así como
tampoco de todas las peculiaridades que presenta cada una de ellas.
Cada publicación dispone libremente los contenidos que proporcionan
sus ediciones, así como también su perfil y la metodología con la que organiza la
información.
Se cita la abreviatura que corresponde a cada revista, lo que resulta
importante para citar el trabajo que se mencione, debiendo respetar el siguiente
orden: colección a la que pertenece, año, tomo y página (por ej.: LL 2003-B-
579).
En estas condiciones podríamos mencionar las siguientes publicaciones
jurídicas:
a) La Ley (LL) / La Ley Litoral (LLL). Colección que dispone de gran
cantidad de emprendimientos, contando con suplementos especiales de las
distintas ramas jurídicas, como Derecho Administrativo, Concursos y Quiebras,
Derecho Penal y Procesal Penal y Derecho Constitucional.
También edita una serie de publicaciones suplementarias, entre ellas la
Revista de Responsabilidad Civil y Seguros, el Periódico Económico Tributario,
la Revista de Derecho del Trabajo y el Suplemento de Derecho Ambiental.
Por otra parte, desde el año 1995, edita la colección de Doctrina Judicial,
contando ésta con un material diferente, destacándose en ella no sólo la
jurisprudencia y doctrina, sino también las notas a fallo, crónicas de derecho
práctico, etc.
Todo lo publicado por la editorial La Ley S.A.E. e I. emplea un particular
sistema metodológico respecto a las voces con que agrupa el material.
Las “voces principales” agrupan los resúmenes de sentencias, doctrina,
notas a fallo, etc., sobre una determinada materia, y se van ordenando esas
voces principales por medio de índices sistemáticos, divididos asimismo en
capítulos con sucesivas subdivisiones.
También cuenta con las denominadas “voces de remisión”, que nos
dirigen a una voz principal relacionada con ella.
Por último, existen “voces de referencia” que clasifican artículos,
actualizaciones de jurisprudencia y jurisprudencia agrupada, que indican en qué
voz principal se encuentra material sobre el tema.
En tanto la jurisprudencia está dividida en parte general, jurisprudencia
agrupada, actualización de jurisprudencia y reseña de fallos.
Suele resultar de sumo valor la redacción de una breve síntesis de los
hechos sobre las cuales versa el caso, que se encuentra al inicio del fallo
publicado, y que permite su conocimiento de manera somera sin necesidad de
revisar todo el texto.
Asimismo cuenta con publicaciones destinadas únicamente a regiones
determinadas de nuestro país. Cierto material originado en la provincia de Santa
Fe se encuentra en las ediciones de la denominada “La Ley Litoral”.
Paralelamente se publica La Ley Córdoba, La Ley Buenos Aires, La Ley
Noroeste, La Ley Gran Cuyo y La Ley Patagonia.
b) Antecedentes Parlamentarios. Perteneciente a la editorial ya citada,
refiere a todo el quehacer parlamentario, dividiendo en diversas secciones el
desarrollo parlamentario de una ley, resúmenes de los proyectos ingresados en
ambas Cámaras, composición de las mismas, comisiones, debates, sanción y
promulgación de leyes, reglamentación por el Poder Ejecutivo de la Nación, etc.
Además contiene doctrina, legislación provincial y extranjera,
jurisprudencia extranjera, tratados internacionales, etc., pero siempre que se
encuentren relacionadas con leyes incluidas en esos temas.
Sólo se seleccionan algunas de las leyes que, en el año de su
publicación, resulten destacadas según la relevancia de la materia sobre la que
verse. Si estuviéramos interesados en indagar cualquier ley puede recurrirse a la
publicación oficial del Parlamento de la Nación, cuyo título es “Diario de
Sesiones del Congreso de la Nación”, comprensivo de un contenido similar al de
la revista en análisis.
Como podrá apreciar el lector “Antecedentes Parlamentarios” permite
indagar acerca de la intención del legislador, según lo que se hubiere expresado
en los debates en ambas Cámaras del Congreso.
c) Jurisprudencia Argentina (JA) / Lexis Nexis. Jurisprudencia
Argentina es la más antigua de las revistas jurídicas nacionales. Su contenido se
ordena de un modo bastante simple, facilitando la búsqueda de las distintas
fuentes normativas.
En los últimos años la edición de la revista incluye principalmente
secciones de jurisprudencia (contando con índices de materias, partes litigantes,
colaboradores y cronológicos por tribunales), jurisprudencia sintetizada,
legislación, y bibliografía.
A partir del año 1999 su publicación ha pasado a integrar el grupo
editorial Lexis Nexis, grupo anglo-holandés de alcance internacional, que en
nuestro país adquirió las editoriales jurídicas Abeledo-Perrot y Depalma, y
meses más tarde Jurisprudencia Argentina, llevando desde el año 2004 el
nombre de la nueva empresa en sus tomos, pero respetando el formato anterior
de la colección.
Este emprendimiento cuenta con suplementos de publicación periódica
denominados Lexis Nexis Laboral, Lexis Nexis Buenos Aires, Lexis Nexis
Legislación, Lexis Nexis Jurisprudencia y Revistas Temáticas sobre Derecho
Comercial, Derecho Administrativo y Derecho de Familia.
d) El Derecho (ED). Es publicada por la Pontificia Universidad Católica
Argentina (P.U.C.A).
Se editan ocho tomos por año; cinco de contenido general de las ramas
jurídicas, un tomo de Derecho Administrativo, uno de Derecho Constitucional y,
finalmente, el repertorio (índice general de los restantes tomos).
Los tomos se encuentran divididos en secciones que abarcan
jurisprudencia general, reseña de fallos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, notas de jurisprudencia (recopilación temática de sumarios de fallos de
distintos tribunales), doctrina, opiniones y documentos, fichas bibliográficas y los
índices de autores, notas de jurisprudencia, jurisprudencia plenaria, partes
litigantes, tribunales y materias.
Cuenta además con suplementos de Derecho del Trabajo y Seguridad
Social que son publicados en tomos periódicos, una revista de Derecho Penal y
una colección de Legislación Argentina.
Asimismo el denominado “Diario El Derecho” es una publicación diaria de
información jurisprudencial y doctrinaria, editándose periódicamente diarios
especiales138, entre otros, El Derecho Constitucional, El Derecho Administrativo,
El Derecho Tributario, Filosofía del Derecho, El Derecho Seguros, El Derecho
Ambiental y Política Criminal.
e) Zeus (Z). La “Colección Jurisprudencial Zeus” se publica en la
provincia de Santa Fe, conteniendo también documentos del norte de la
provincia de Buenos Aires, de Entre Ríos, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires,
principalmente, por lo que es de suma utilidad para los profesionales que se
encuentren interesados en acceder a documentación jurídica de nuestra ciudad
y de la región, al permitir conocer los criterios de los tribunales y de los autores
de la zona, con gran cantidad de material de la ciudad de Rosario, localidad
donde tuvo su origen la revista139.
Contiene además de los documentos locales, fallos de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, reseñas de fallos en general, así como también
legislación, tanto nacional, como provincial y municipal, además de comentarios
de autores.
Los tomos se encuentran divididos en secciones separadas,
comenzando, por ejemplo, la sección de Jurisprudencia en la página J-1, hasta
iniciarse luego la sección de Legislación en la página L-1.
Cuenta además con índices sistematizados según las materias tratadas,
autores, legislación, tribunales, partes, y fallos de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.
f) Juris (J). Esta publicación cuenta con un contenido y organización
similar al de la tratada anteriormente. También es una publicación de la región
litoral, que se publicó entre los años 1952 y 1997, integrando ahora La Ley
Litoral.
g) Anales de la Legislación Argentina (ADLA). Es ésta una publicación
perteneciente a la editorial La Ley, cuyo contenido se centra en la legislación.
Se publican anualmente 5 tomos y un repertorio comprensivo de ellos.
Cuenta con leyes nacionales y provinciales, decretos, decisiones
administrativas, resoluciones, disposiciones, normativa de Ministerios,
138 Cabe destacar, por ser de sumo interés para la ciudad de Rosario y demás localidades de la
zona, que desde noviembre de 2005 se edita “El Derecho Rosario Digital”.
139 En particular de la ciudad de Rosario suele difundir las resoluciones judiciales emitidas por
las Cámaras de Apelación y Juzgados de Primera Instancia (provinciales y federales), tanto en los
fueros civil y comercial, como penal, laboral, contencioso administrativo, etc.
Secretarías, Subsecretarías de la Nación, resoluciones conjuntas (dictadas por
más de una secretaría, subsecretaría o ministerio); así como también de
múltiples reparticiones públicas nacionales (como por ejemplo la Administración
Nacional de Seguridad Social), distintas comisiones (como la Comisión Nacional
de Valores), Registro de las Personas, institutos (como el caso del Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos), Superintendencias (v. g.: de Riesgos de
Trabajo, de Seguros de la Nación, de Servicios de Salud), Banco Central de la
República Argentina, entre otros múltiples entes de carácter estatal. Asimismo
publica documentación perteneciente al Poder Judicial de la Nación (como por
ejemplo las Acordadas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
Resoluciones del Consejo de la Magistratura de la Nación y del Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación).
Presenta información tanto de alcance nacional como provincial, siendo
posible encontrar legislación sancionada desde el año 1852. Claro está, para
poder acceder a los textos oficiales y a la totalidad de normas nacionales
existentes en nuestro país, se debe recurrir al Boletín Oficial de la República
Argentina (BORA).
En razón de tratarse de una publicación de contenido esencialmente
legislativo es importante conocer su particular ordenación.
En primer término cuenta con un índice cronológico, ordenado según cuál
fuera el Poder que dictó la norma (Legislativo, Ejecutivo o Judicial) e indicando
en cuál de los tomos de ese año se encuentra. Al publicarse 5 tomos por año, la
norma puede encontrarse en cualquier letra de ellos desde la letra “A”, a la “E”.
Luego se halla consignado un índice de actualización, detalle de las
modificaciones de las normas que se publicaron en ese año. Finalmente se
encuentra un índice temático, útil para situaciones en las que el interesado en la
búsqueda no conoce el número y tipo de norma que se necesita hallar.
Exhibe además comentarios doctrinarios de autores que analizan
legislación de reciente aparición, publicados en tomos de ese mismo año.
Periódicamente van apareciendo boletines con la documentación que
luego integran los tomos.
h) Anuario de Legislación (ALJA). Pertenece a la publicación
Jurisprudencia Argentina (desde los últimos años, Lexis Nexis), conteniendo
legislación nacional y provincial. Se halla configurada con similares
características que las relevadas en la revista anterior.
i) El Derecho Legislación Argentina (EDLA). Coincidentemente, esta
publicación jurídica se caracteriza por estar elaborada con similares
particularidades a las dos que analizáramos precedentemente, perteneciendo a
la revista jurídica El Derecho.
j) Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (F). Esta revista
es una publicación oficial que se encuentra a cargo de la Secretaría de
Jurisprudencia del Supremo Tribunal de Justicia de la Nación.
No solamente incluye fallos de la Corte Suprema de Justicia, sino
también Acuerdos y Resoluciones de la Corte, y fallos del Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados del Poder Judicial de la Nación.
Los índices ordenan el contenido de cada tomo del año en que se
encuentra publicado, según las partes intervinientes en los casos, materias
tratadas y también según legislación (casos que tratan sobre artículos de
normas, clasificados según si el fallo cita, interpreta o analiza la
constitucionalidad o inconstitucionalidad del artículo).
Todos ellos se van volcando en tomos anuales. Adquiere gran
importancia al manifestar los criterios resolutivos del Tribunal de mayor jerarquía
de la República.
Es publicada desde 1853, pese a que con anterioridad se hacía bajo la
denominación de “Sentencias de la Suprema Corte de la Nación Argentina”.
k) Boletín Oficial de la República Argentina (BORA). Reproduce todas
las leyes que se sancionan y se promulgan, así como también decretos,
resoluciones administrativas, disposiciones, concursos públicos, licitaciones
públicas, Convenios Colectivos de Trabajo, entre otras fuentes de origen
legislativo.
Se publica una edición por cada día hábil por intermedio de la Secretaría
Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación, dependiente del Poder Ejecutivo
de la Nación.
El modo de buscar el material es sumamente sencillo, siempre y cuando
se conozca la fecha en que la norma fue publicada, caso contrario habrá que
recurrir a otros motores de búsqueda.
En cada boletín se presenta un índice con el material publicado en ese
día, individualizando el tema sobre la cual versa la legislación. Cada normativa
tiene un nombre e indica brevemente las materias tratadas.
Esta publicación resulta ser de significativa importancia, toda vez que es
a partir de su publicación en este boletín que las leyes (en su sentido amplio)
comienzan a ser obligatorias (cf. art. 2, Código Civil), rigiendo el principio jurídico
de presunción de conocimiento por parte de todos los habitantes desde el
momento que comienza su vigencia, por lo que nuestro ordenamiento jurídico
impide invocar la ignorancia del derecho (cf. art. 20, Código Civil).
l) Boletín Oficial de la Provincia de Santa Fe. En idéntico sentido que el
del Boletín Oficial de la República Argentina, las provincias editan también cada
una sus propios boletines oficiales, con la misma organización y contenido, en
líneas generales, que el primero.
ll) Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa
Fe. Es una publicación generada por la Secretaría de Informática del Poder
Judicial de la Provincia de Santa Fe, que edita aquello que es insertado, es decir
incorporado, al libro de Protocolos y Sentencias de dicho tribunal (denominado
Autos y Sentencias).
Se encuentra ordenado por partes litigantes, materias y casos donde se
plantearon y resolvieron Recursos de Inconstitucionalidad y Contenciosos
Administrativos.
m) Fallos Plenos y Plenarios de las Cámaras de Apelación en lo Civil
y Comercial de la Provincia de Santa Fe. También es publicada por el mismo
organismo que la anterior y con similares caracteres, con la diferencia de que
comprende los siguientes fallos de las Cámaras Civiles y Comerciales de la
Provincia de Santa Fe:
m.1) Plenos (art. 28, Ley Orgánica del Poder Judicial): aquellos en los
que los jueces de las Salas de una misma Cámara se reúnen a los fines de
unificar jurisprudencia o evitar fallos contradictorios dentro de la misma Cámara,
obligando a todos los jueces que la integran y a los jueces de primera instancia
respecto de los cuales fuere alzada a la interpretación que establezca la
mayoría.
m.2) Plenarios (art. 29, Ley Orgánica del Poder Judicial): aquellos que se
dictan cuando todas las Cámaras de una misma competencia material (Civil y
Comercial, por ejemplo) de la provincia se reúnen a los mismos fines que en los
plenos, obligando también la interpretación que estableciere la mayoría a todas
las Cámaras y jueces respecto de los cuales fueren alzada.
n) Diario Judicial (DJ). Esta revista es una publicación local,
perteneciente a la Editorial Juris, con fallos, comentarios a fallo, legislación,
novedades doctrinarias, principalmente. La documentación jurídica que reúne es
esencialmente de la ciudad de Rosario y su zona, pero también con material de
alcance nacional.
ñ) Jurisprudencia Santafesina (JS). La denominada “Revista de
Doctrina y Jurisprudencia de la Provincia de Santa Fe” es una colección
provincial que cuenta con doctrina, bibliografía, legislación y fallos, los que se
suelen agrupar en aquéllo que la edición denomina como “bancos de datos”,
serie de sumarios de casos de un mismo tema.
141
A manera de ejemplo: http://www.infoleg.gov.ar (buscador de normas gratuito dependiente
del Ministerio de Economía de la Nación); www.saij.jus.gov.ar (Sistema Argentino de Informática
Jurídica, sitio dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos humanos de la Nación);
http://www.biblioteca.jus.gov.ar (Biblioteca digital del Ministerio de Justicia de la Nación);
www.hcdn.gov.ar (Cámara de Diputados de la Nación, donde se pueden encontrar los proyectos
de ley presentados al Congreso); www.senado.gov.ar (Cámara de Senadores de la Nación);
http://www.bcnbib.gov.ar (Biblioteca del Congreso de la Nación, incluye el catálogo completo de la
biblioteca); www.info.gov.ar (portal del Estado Argentino, en el que se puede estudiar la
organización de los 3 poderes de la Nación, con links a cada uno de ellos); www.aaba.org.ar
(página de la Asociación de Abogados de Buenos, con enlaces a diversas fuentes de las normas y
a organismos con información jurídica); http://www.aaba.org.ar/bi010010.htm (link a la biblioteca
electrónica de la Asociación de Abogados de Buenos Aires); www.colabro.org.ar (página del
Colegio de Abogados de Rosario, con links a diversos sitios de interés jurídico, especialmente de
la ciudad de Rosario); www.academiadederecho.com (biblioteca de la Academia
Virtual Iberoamericana de Derecho y de Altos Estudios Judiciales, en la que se publican gran
cantidad de libros, artículos y otras obras fuentes de conocimiento de las normas);
http://www.ubp.edu.ar/pagina334.html (página de la Universidad Blas Pascal a través de ella se
llega a la página http://biblioteca.vaneduc.edu.ar/bibliotecasjurired/index.htm que posee una guía
de bibliotecas y centros de información jurídica de todo el país); http://www.centrodefilosofia.org.ar
(sitio del Centro de Investigaciones de Filosofía Jurídica y Filosofía Social de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Rosario);
http://www.uba.ar/extension/trabajos/derecho_digesto.htm: (Digesto Jurídico, ley 24.967 tendiente
al ordenamiento del conjunto de leyes nacionales y sus reglamentaciones, proyecto encabezado
por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires). Asimismo es recomendable la
utilización de buscadores de jurisprudencia, doctrina y legislación, entre los que se mencionan:
www.diariojudicial.com; www.eldial.com.ar; www.legalmania.com.ar; www.legislaw.com.ar;
www.buscalaw.com.ar. También destacamos algunos sitios de la ciudad de Rosario y la provincia
de Santa Fe: www.rubinzal.com.ar; www.editorialjuris.com; www.santafelegal.com.ar;
www.abogadosrosarinos.com.ar.
En líneas generales las colecciones coinciden en el uso de, al menos, los
siguientes índices, pudiendo variar su denominación:
a) por materias, según los temas sobre los que verse el caso, artículo de
doctrina, ley, etc.
b) por autores (o colaboradores), son los comentarios de doctrina, que
constituyen parte de las fuentes de conocimiento de las normas.
c) por tribunales que dictaron la resolución judicial.
d) por partes litigantes (suele dividirse en actores y demandados).
e) por legislación, según un orden cronológico o temático.
La búsqueda de material contenido en las revistas se ve favorecida a
través del empleo de “voces” o “materias”, mediante las cuales se pueden
ubicar los artículos de doctrina o las sentencias publicadas sobre determinado
tema.
Al inicio de cada documento se enumeran las voces o materias que
indican cuáles son los temas más importantes. Frecuentemente uno de las
voces remite a otra u otras. Aquellas voces se encuentran ordenadas
alfabéticamente en los índices de temas o materias incluidos en la revista. Por
ello es importante conocer alguna voz que indique con precisión cual es el tema
que nos interesa encontrar. Si no la conocemos, se necesitará saber deducir o
indagar cuáles son las que nos pueden ser de utilidad.
Por ejemplo, si sabemos que necesitamos investigar acerca del tema
“prisión preventiva” nos remitimos a esa voz, pero si no encontramos nada al
respecto, se debe dirigir la búsqueda a otra voz que tenga cierta similitud,
como sería por ejemplo “ejecución de la pena”.
1. Introducción.
“Introducción filosófica al Derecho. La teoría trialista del mundo jurídico y sus horizontes”, 6ª ed., 5ª
reimp., Buenos Aires, Depalma, 1987; CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La conjetura del
funcionamiento de las normas jurídicas. Metodología jurídica”, Rosario, Fundación para las
Investigaciones Jurídicas, 2000; “Metodología jurídica y Lecciones de Historia de la Filosofía del
Derecho”, Rosario, Zeus, 2007.
al estudio de los elementos que componen la legalidad y validez del mundo
jurídico, tanto como a la comprensión de su costado activo o funcionamiento
sistémico.
La comprensión de la justicia supone, por último, el reconocimiento de
una dimensión valorativa, constitutiva del Derecho mismo. Implica la
aceptación de la exigencia de corrección, como parámetro de legitimidad de los
hechos y del sistema jurídico. Por ello, es propio de esta esfera, el estudio de los
criterios de justicia requeridos en el caso; de las relaciones valorativas –entre
justicia y verdad, justicia y utilidad, justicia, poder, cooperación u orden-. Al
tiempo que también se analizan, los medios requeridos para la construcción de
un Derecho Humanista.
Para el trialismo el Derecho es, por tanto, un campo homogéneo tejido
por componentes heterogéneos143. Es un todo, un sistema, resultante de las
relaciones que se establecen entre elementos diversos: específicos, por sus
propiedades; y determinados, por sus funciones144. Así, en cuanto tal, el Derecho
se desenvuelve como un sistema de tipo abierto y dinámico; como un espacio
fluctuante y homeostático, en un entorno real determinado. Sus componentes
funcionan de manera simultánea, dialéctica y complementaria145, en dos planos
diversos. De un lado, interactúan entre sí, conformando el complejo jurídico –
socio-normo-dikelógico-, a través de un proceso operativo, de estabilización.
Pero de otro, lo hacen también con el orden ecológico, social, político, artístico y
cultural, constitutivos de lo real, mediante un proceso adaptativo, de cambio e
integración. De ellos reciben, en particular, recursos y problemas, embates y
herramientas, que lo colocan ante permanentes desafíos de supervivencia. De
manera tal que, cada respuesta que el Derecho genera, indica el nivel y calidad
de la evolución que logra asumir en su interior, en relación con el entorno146.
143 V. WAGENSBERG, Jorge; “Ideas sobre la complejidad del mundo”, 3ª ed., Barcelona,
Tusquet, 1994; LEWIN, Roger; “Complejidad. El caos como generador del orden”, traducción J. G.
López Giux, Barcelona, Tusquet, 1995; MORIN, Edgar; “Introducción al pensamiento complejo”, 1ª
ed., 9ª reimp., traducción M Pakman, Barcelona, Gedisa, 2007.
144 V. GRÜN, Ernesto; “Una visión sistémica y cibernética del Derecho”, Buenos Aires, Dunken,
2004.
145 Como advierte el profesor CIURO CALDANI, Miguel Ángel, “todas las tareas son necesarias
para el cabal funcionamiento del Derecho, en tanto todas se alimentan recíprocamente, en lo que
podría llamarse una dialéctica de la complementariedad”, en “La complejidad del funcionamiento
de las normas”, La Ley, http://www.laleyonline.com.ar/app/laley/laley/main, 27.02.2008.
146 V. GRÜN, Ernesto; op. cit., págs. 61 y ss.; CANARIS, Claus-Wilhelm; “El sistema en la
jurisprudencia”, traducción Juan Antonio García Amado, Madrid, Fundación Cultural del Notariado,
En este trabajo abordaremos, precisamente, la comprensión de este
enfoque dinámico del mundo jurídico; la problemática de su funcionamiento. A
tal fin, consideraremos los dos aspectos anteriormente mencionados de este
despliegue del Derecho. De un lado, estudiaremos el proceso operativo
mediante el cual se articulan entre sí, las adjudicaciones, las normas y las
exigencias de justicia. Pero de otro, analizaremos también los mecanismos
adaptativos que el propio Derecho genera desde sí, hacia los embates y
exigencias de su medio, su entorno real. El proceso operativo tiene como
finalidad consolidar la estabilización del fenómeno jurídico, a través de la
conceptualización y materialización del Derecho en sí. En cambio, los
mecanismos adaptativos tienen por meta asegurar su evolución en el entorno,
por medio de las tareas de cambio y enlace o relación147. Veamos un poco más
de cerca cada una de ellas.
1998; LUHMANN, N.; “Sistema jurídico y dogmática jurídica”, traducción Ignacio de Otto Pardo,
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1983.
147 Respecto a los procesos de estabilización y evolución de los sistemas ver en especial:
Fontamara, 1998, págs. 17/18; “El concepto y la validez del Derecho”, traducción J. M. Seña,
Barcelona, Gedisa, 1997, págs. 172/174; ATIENZA, Manuel; “Las razones del Derecho. Teorías de
la argumentación jurídica”, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1997, pags. 203/204;
“Derecho y Argumentación”, Cartagena, Universidad Externado de Colombia, 1997, págs. 31/37;
GASCÓN ABELLÁN, Marina y GARCÍA FIGUEROA, Alfonso; “La argumentación en el Derecho.
Algunas cuestiones fundamentales”, Lima, Palestra Editores, 2003, págs. 340/346.
constitutivas del funcionamiento comparten el carácter operativo. Sin embargo,
tres de ellas son, al propio tiempo, mecanismos adaptativos de cambio y
evolución. Veamos ahora, cuáles son.
En “Introducción filosófica al Derecho”, Werner Goldschmidt identificó
cuatro tipos de labores propias del funcionamiento jurídico: la interpretación
(histórica y sistemática), la determinación, la elaboración y la aplicación
(encuadre y actualización). A la interpretación y a la aplicación les asignó
carácter obligatorio permanente. En cambio a la determinación y a la
elaboración, les otorgó carácter obligatorio sólo contingentemente. La primera es
requerida frente a la necesidad de aplicar “principios”. La segunda, ante
situaciones de carencias o lagunas normativas149.
Con el paso del tiempo, este escenario se enriqueció, gracias a la
incorporación de las tareas de reconocimiento del caso y de las fuentes
aplicables, de un lado; y a la asunción de la argumentación y de la síntesis, en
tanto partes constitutivas de la aplicación. Por último, el profesor Ciuro Caldani
puso de relieve, asimismo, el carácter conjetural –o hipotético- del
funcionamiento del Derecho, en su conjunto, aspecto que no había sido
reconocido plenamente con anterioridad150.
Así, pues, en la actualidad la teoría trialista reconoce la existencia de una
nueva serie de tareas pertinentes al funcionamiento del Derecho. Integran esta
secuencia: 1) el reconocimiento del caso y de las fuentes aplicables. 2) La
interpretación. 3) La determinación de los Principios. 4) La elaboración por
carencia normativa. 5) La aplicación de las fuentes para la construcción de
normas, que incluye el encuadre del caso, la actualización o ponderación de
las fuentes aplicables, la argumentación y la síntesis. Como señalábamos más
arriba, todas estas tareas son operativas y se desarrollan con miras a la
estabilización del mundo jurídico. Pero sólo tres: la determinación, la elaboración
y la argumentación, son simultáneamente labores operativas y adaptativas, ya
que contribuyen a su cambio y evolución.
La labor de reconocimiento se desarrolla en torno a dos cuestiones. Por
un lado, se refiere a la identificación del caso a resolver. Es decir, al
establecimiento de las adjudicaciones conflictivas –ya sean repartos o
concepto de Derecho”, Hart llama “reglas jurídicas” a las normas identificables mediante la regla
de reconocimiento”. De este modo, cabe inferir que la teoría hartiana no distingue entre principios y
reglas. Así, por ejemplo, en HART, Herbert L. A.; “El concepto...”, cit., pág. 129, puede leerse lo
siguiente: “Decir que una determinada regla es válida es reconocer que ella satisface todos los
requisitos establecidos en la regla de reconocimiento y, por tanto, que es una regla del sistema”.
Sobre la regla de reconocimiento también puede consultarse GUIBOURG, Ricardo; “Hart, Bulygin y
Ruiz Manero: tres enfoques para un modelo”, en "Doxa", Alicante, 1993, Nº 14, págs. 429/434.
155 V. HART. Herbert L. A.; op. cit., pág. 137; “Postscriptum...”, cit., págs 100 y ss.
sí. El reconocimiento de las fuentes formales requiere, en cambio, estudio y
actualización permanentes por parte del operador, a fin de detectar con éxito el
Derecho vigente en el caso. Para el cumplimiento de esta tarea, el encargado
del funcionamiento deberá acudir a la aplicación de los criterios formales y
materiales básicos de validez, los cuales, frecuentemente, adoptan la forma de
principios jurídicos generales156.
Así, por ejemplo, se tendrá que considerar cuáles son los tipos de fuentes
implicadas en el caso. Se deberá averiguar si son preceptos nacionales o
internacionales; constitucionales o legales; si son decretos o actas
administrativas, contratos o testamentos, etc. Habrá que establecer si mantienen
entre sí relaciones jerárquicas o igualitarias, si son posteriores o anteriores en el
tiempo, si son especiales o generales, etc. Como sabemos, el Derecho
continental otorga a cada una de estas situaciones principios jurídicos diversos
de validez, homogeneizando con ello el sistema. Algunas de ellas son: la
supremacía constitucional, la jerarquía constitucional de los Tratados
internacionales admitidos en la Constitución, el principio de irretroactividad de
las leyes, la vigencia de la ley posterior (ya que deroga a la ley anterior), la
primacía de los derechos adquiridos en primer término, la prevalencia de la ley
especial anterior respecto de una ley general posterior, entre otros157.
4. Su interpretación.
156 V. BENTOLILA, Juan José; “La tarea de reconocimiento y las constelaciones de proximidad
de normas”, en “Dos filosofías del Derecho argentinas anticipatorias: homenaje a Werner Goldschmidt
y Carlos Cossio”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 2007, págs. 81 y ss.
157 V. GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., págs. 221 y ss., y 240 y ss.
158 Ídem, pág. 253.
159 V. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Metodología…”, cit., pág. 33.
Así, pues, con la interpretación es posible superar los problemas
derivados de la multivocidad; de los cuales el lenguaje jurídico no es ajeno. Para
el trialismo, su realización plena comprende cuatro etapas diferentes. En primer
lugar, hay que averiguar el sentido que la colectividad lingüística en la cual se
formula la norma, le atribuye (interpretación literal). En segundo término, es
preciso encontrar la auténtica voluntad del autor de la norma (interpretación
histórica). En un tercer momento, es menester comparar el sentido atribuido a
la norma por la colectividad lingüística con la auténtica voluntad (interpretación
comparativa). Mas, si la interpretación lingüística discrepa con la voluntad del
autor, en cuarto lugar habrá que adaptar la norma a esta última, extendiéndola,
restringiéndola o sustituyéndola (interpretación adaptativa)160.
La interpretación literal se desarrolla a través del análisis lingüístico,
lógico y sistemático, de los preceptos normativos reconocidos para el caso. El
análisis lingüístico permite averiguar el significado gramatical de cada uno de los
términos empleados en las fuentes formales aplicables, atribuidos por la
comunidad a la cual éstas pertenecen. La perspectiva lógica, por su parte, nos
advierte acerca del sentido de las palabras en sus contextos de uso, es decir, en
el marco de las oraciones y párrafos de un mismo texto normativo. En cambio, la
interpretación sistemática arroja luz acerca del significado de la fuente, en
atención al lugar que ocupan dentro del sistema normativo y a su jerarquía161.
Para el trialismo, la interpretación histórica tiene por meta el
descubrimiento de la auténtica voluntad del autor de la norma, al redactarla. Por
ello, es posible aprovechar dos caminos para su cumplimiento. En el mejor de
los casos, cabe acudir a la interpretación auténtica –o autógena-, es decir, a la
efectuada por el propio autor, a través de una tarea de introspección. Sin
embargo, lo habitual será utilizar la vía de la interpretación heterógena,
producida por los terceros que intervienen en calidad de operadores del sistema.
En este caso, el cometido será reconstruir la voluntad del autor, de la manera
más leal a su persona y a sus circunstancias. Y, para ello, habrá que valerse
también de las manifestaciones extra normativas y de las suposiciones jurídicas.
atribuciones: (…) Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de
las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias (…)”.
165 Artículo 16 del Código Civil: “Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni
por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere
dudosa, se resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las
circunstancias del caso”.
repartidor en cuestión. Para el primer supuesto habrá que realizar una
interpretación extensiva, ensanchando el significado literal para hacerlo coincidir
con la voluntad del autor. Si la literalidad es extensa, corresponde en cambio,
achicar su contenido mediante una interpretación restrictiva. Pero, si hay
divergencia entre ambas, se impone, sin más la sustitución de la interpretación
lingüística por la histórica166.
Dada la importancia estratégica que tiene la interpretación dentro del
funcionamiento, todas las escuelas iusfilosóficas se han referido a ella.
Goldschmidt las agrupa en cinco líneas a las que denomina: 1) doctrinas
normológicas, entre las que destaca los aportes de la Escuela de la Exégesis y
de Hans Kelsen; 2) doctrinas dikelógicas, representada básicamente por
Kirchmann; 3) doctrinas sociológicas, de las que sobresale la Jurisprudencia
de intereses de Felipe Heck y la Teoría Egológica de Carlos Cossio; 4)
doctrinas bidimensionales, de C. von Savigny y R. von Ihering; y 5) las
doctrinas tridimensionales, de F. Geny y G. Kantorowicz167.
En la actualidad, las doctrinas normológicas de la interpretación han sido
continuadas por las Escuelas Analíticas del Derecho –en Argentina un lugar
especial lo ocupan, C. Alchourron, E. Buligyn y R. Guibourg-. Las doctrinas
dikelógicas, por el Iusnaturalismo de J. Finnis. Las doctrinas sociológicas han
sido enriquecidas por los desarrollos de las Escuelas Críticas –de nuestro país,
cabe destacar los estudios de E. Marí, C. Cárcova y A. Ruiz-. En tanto que, las
doctrinas bidimensionales y tridimensionales, pueden ser identificadas con las
perspectivas de R. Dworkin y R. Alexy, respectivamente.
Ahora bien, estas consideraciones relativas a la interpretación resultan
aplicables a fuentes formales de cualquier especie. Es decir, valen tanto para
comprender el sentido de una ley, como el de un tratado internacional, un
decreto o un testamento, la constitución o un contrato, entre otros. Sin embargo,
el paradigma del Estado Constitucional vigente hoy en occidente, ha impuesto la
necesidad de distinguir -para privilegiar- un tipo especial: el de la interpretación
constitucional. En este sentido, la doctrina actual es conteste en afirmar que “la
Teoría de la Interpretación es el núcleo central de la Teoría de la Constitución y,
constitucional”, 6ª ed., Coimbra, Almedina, 1993; HESSE, K.; “La interpretación de la Constitución”,
en “Escritos de Derecho Constitucional”, 2ª ed., traducción P. Cruz Villalón, Madrid, Centro de
Estudios Constitucionales, 1992; ZAGREBELSKY, G.; “El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia”,
traducción M. Gascón Abellán, Madrid, Trotta, 1995; GUASTINI, Ricardo; “Le fondi del Diritto e
l´interpretazione”, Milano, Giuffré, 1993; “La Constitución como límite a la actividad legislativa”, en
“Derechos y Libertades”, págs. 241 y ss.; “Distinguiendo. Estudios de teoría y metateoría del
derecho”, traducción de Jordi Ferrer i Beltrán, Barcelona, Gedisa, 1999.
170 V. DIAZ REVORIO, Francisco Javier; op. cit., pág. 229.
elásticas; y 4) carácter especialmente político de la Constitución, por su génesis,
contenido y función171.
Desde el enfoque Trialista del Derecho, la interpretación constitucional se
muestra como una tarea compleja, con un fin de corte netamente valorativo. Por
su intermedio se pretende asegurar el predominio de los criterios de justicia
social y formalmente admitidos en la Ley primera, en atención a la voluntad de
los constituyentes.
reimp, traducción A. Azurza, Madrid, Civitas, 1988, págs. 103 y ss.; DIAZ REVORIO, Francisco
Javier; op. cit., pág. 299.
172 V. GARCÍA FIGUEROA, Alfonso; “Principios y positivismo jurídico. El no positivismo
principialista en las teorías de Ronald Dworkin y Robert Alexy”, Madrid, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, 1998; VIGO, Rodolfo; “Perspectivas iusfilosóficas contemporáneas”,
2ª ed., Buenos Aires, Lexis Nexis, Abeledo Perrot, 2006; “Balance de la teoría jurídica discursiva
de Robert Alexy”, en “Doxa”, Alicante, 2003, Nº 26, págs. 203/224; “Los Principios Jurídicos”,
Buenos Aires, Depalma, 2000; NINO, Carlos Santiago; “Introducción al análisis del Derecho”, 2ª
ed., Buenos Aires, Astrea, 1987; BERNAL PULIDO, Carlos; “El principio de proporcionalidad y los
derechos fundamentales. El principio de proporcionalidad como criterio para determinar el
contenido de los derechos fundamentales vinculante para el legislador”, Madrid, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 2003; PRIETO SANCHIS, Luis; “La doctrina de los principios
generales del derecho y la distinción entre principios y reglas”, en BETEGON CARRILLO y otros,
“Lecciones de Teoría del Derecho”, Madrid, McGraw-Hill, 1997, págs. 335/360; “Sobre principios y
normas. Problemas del razonamiento jurídico”, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1992;
BETEGON CARRILLO, Jerónimo; “La norma jurídica”, en BETEGON CARRILLO, J. y otros,
“Lecciones de Teoría del Derecho…”, cit., págs. 117/140; CIANCIARDO, Juan; “El conflictivismo en
los Derechos Fundamentales”, EUNSA, España, Pamplona, 2000; ESSER, Josef; “Principio y
norma en la elaboración jurisprudencial del derecho privado”, s/t, Barcelona, Bosch, s/año.
173 V. DWORKIN, Ronald; “Los derechos en serio”, traducción Marta Guastavino, Barcelona,
Ariel, 1984; “El imperio de la justicia”, traducción de Claudia Ferrari, Barcelona, Gedisa, 1992.
174 V. ALEXY, Robert; “Teoría de los Derechos Fundamentales”, traducción de Ernesto Garzón
Valdés, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, págs. 49/55.; “El concepto…”, cit.;
“Epílogo a la Teoría de los Derechos Fundamentales”, en “Revista Española de Derecho
Constitucional” (REDC), año 22, núm. 66, septiembre-diciembre 2002, págs. 13/64; “Sistema
jurídico, principios jurídicos y razón práctica”, en “Doxa”, Alicante, 1988, Nº 5, págs. 139/151;
“Derecho y Razón Práctica”, s/t, México, Fontamara, 1998; “Teoría de la Argumentación Jurídica.
será este último, quien finalmente sistematice la cuestión175. Según Alexy, las
normas pueden adquirir o bien la forma de reglas; o bien, la de principios. Serán
reglas, las normas que sólo pueden ser cumplidas o no. De manera que, si una
regla es válida, entonces debe hacerse exactamente lo que ella exige, ni más ni
menos. Las reglas son por tanto, aquellas fuentes que contienen
determinaciones en el ámbito de lo fáctica y jurídicamente posible176. Si entre
ellas colisionan, el problema se resuelve optando por la única capaz de ser
considerada válida para el caso. En cambio los principios, son normas que
ordenan que algo sea realizado en la mayor medida posible, dentro de las
posibilidades jurídicas y reales existentes. Así, pues, los principios son
mandatos de optimización, que están caracterizados por el hecho de que
pueden ser cumplidos en diferente grado177. De manera que si entran en
conflicto, necesitan irremediablemente del recurso de la ponderación para su
superación178.
En la obra de Goldschmidt, la distinción entre reglas y principios adquiere
importancia, justamente para establecer si es necesaria o no la puesta en
marcha de la determinación. Al igual que Dworkin o Alexy, el profesor germano
argentino reconoce que en todo sistema es posible identificar normas completas
e incompletas, indicativas de esbozos de repartos. Las primeras constituyen
ejemplos de reglas. Pero las últimas, ilustran casos de principios. Para el
trialismo, la determinación da lugar a dos tipos de tareas: la precisión y la
reglamentación. La primera se ejecuta en esta instancia y se vincula con la
labor de ponderación alexyana. La reglamentación, sin embargo, se concreta
en realidad en el momento aplicación, ya que es esta la instancia en la cual se
La Teoría del discurso racional como teoría de la fundamentación jurídica”, traducción de Manuel
Atienza e Isabel Espejo, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989; “Justicia como
corrección”, traducción Ana Inés Haquín, revisión técnica de la trad. R. L. Vigo, en “Doxa”, Alicante,
2003, Nº 26, págs. 5/26.
175 En la actualidad, esta discusión se continúa al hilo del planteo de tres posiciones
179 V. GOLDSCHMIDT, Werner; “Introducción…”, cit., págs. 250/302; CIURO CALDANI, Miguel
Ángel; “La conjetura…”, cit., págs. 18/25.
180 V. GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., págs. 286 y ss.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La
conjetura…”, cit., págs. 18/25; BENTOLILA, Juan José; “La tarea…”, cit.
Tanto Radbruch, como Alexy, han indagado mucho acerca de la carencia
dikelógica, al considerar los límites de la validez de los sistemas jurídicos181.
Para ellos, estos límites se manifiestan frente a la hipótesis de fuentes que
generen una “injusticia extrema”, respecto a las cuales cabe, sin más, su
rechazo. Así, acorde con la tradición del iusnaturalismo aristotélico tomista, la
fórmula radbruchiana señala que, “la injusticia extrema no puede ser
considerada, en ningún caso, derecho”182. Al tiempo que Alexy agrega, como
ejemplo, la violación sistemática de los derechos fundamentales, en el marco del
Estado Constitucional183. Concretamente, al respecto escribe: “el umbral a partir
del cual las normas pierden el carácter jurídico está fijado por exigencias
morales mínimas. Por ejemplo, el derecho humano elemental a la vida y a la
integridad física”184.
Para el trialismo, la elaboración se puede efectuar mediante dos tipos de
procedimientos: la autointegración y la heterointegración. En el primer caso,
se recurre a la justicia formal a través de la analogía, o de los principios
generales del derecho positivo. La heterointegración, en cambio, se efectiviza
gracias al recurso a la justicia material, referida a los criterios de equidad y a las
circunstancias del caso.
En el marco de la justicia formal, la analogía es un método de
construcción jurídica, que se aplica frente a casos semejantes en sus
características, pero diversos en su status normativo. Unos, están contemplados
en las fuentes formales aplicables y los otros, no. Es sobre estos últimos que
pesa la situación de carencia normativa. Circunstancia que, sin embargo, puede
ser remediada acudiendo a la solución prevista para los primeros. Aquí, el
181 V. VIGO, Rodolfo; “La injusticia extrema no es Derecho (de Radbruch a Alexy)”, Buenos
Aires, La Ley, 2006, págs. 25 y ss.; RABBI BALDI; Renato (coordinador); “Las razones del derecho
natural”, Buenos Aires, Ábaco, 1998.
182 V. RADBRUCH, Gustav; “Introducción a la Filosofía del Derecho”, 4ª ed., traducción
ss.
“esclavitud” en la que lo colocan las palabras ya dichas. Por su parte, el receptor
se adjudica –y recibe- la potencia de la escucha, junto a la impotencia de la
restricción que pesa sobre su capacidad expresiva.
Por otra parte, la perspectiva sociológica de la argumentación muestra
que esta tarea se lleva a cabo por el camino (forma) del proceso, de la
negociación o la adhesión. En cambio, difícilmente pueda concretarse por la vía
de la mera imposición. Las teorías actuales sobre la argumentación se han
ocupado de estudiar en especial la forma del proceso; es decir, las reglas del
discurso aplicables a este reparto. A ellas nos remitimos para su cabal
entendimiento189. El reparto argumentativo tiene lugar, además, cuando entre
sus partes median razones para actuar. La argumentación es, por tanto, una
actividad discursiva sustentable, que desarrollan “sujetos racionales”. Personas
que se expresan y accionan por causa de algún móvil, alegato u opinión
social190.
Así, pues, en este contexto, los sujetos del reparto buscarán argumentar
en función de lo que esperan, de sus metas e intereses, o de objetivos
ulteriores191. O bien lo harán, con arreglo a la consideración positiva que realicen
del reparto mismo pretendido192. Sea ella como fuere, lo cierto es que, en ese
camino, se invocan múltiples razones. Algunas veces abiertas y sinceras; otras,
solapadas, cubiertas bajo el velo de un supuesto “rigor técnico”, en las que no
siempre se refleja la auténtica motivación que los impulsa193. Por ello, no sin
razón se ha dicho que, normalmente nada de esta actividad repartidora sucede
189 Las reglas del discurso definen un proceso de decisión en el que no está determinado qué
debe tomarse como base de la decisión y en el que no todos los pasos están prescriptos. ALEXY,
Robert; “Teoría de la argumentación…”, cit., pág. 37; PERELMAN, Ch. y OLBRECHTS TYTECA,
L.; “Tratado de la argumentación. La nueva retórica”, traducción J. Sevilla Muñoz, Madrid, Gredos,
1989; HABERMAS, Jürgen; “Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de
derecho en términos de teoría del discurso”, traducción M. Jiménez Redondo, 3ª ed., Madrid,
Trotta, 2001; MAC CORMICK, Neil; “Los límites de la racionalidad en el razonamiento jurídico”, en
“Derecho y Moral. Ensayos analíticos”, coordinado por Jerónimo Betegón y Juan Ramón de
Páramo, Barcelona, Ariel, 1990, págs. 2 y ss.; ATIENZA, Manuel; op. cit.
190 V. GOLDSCHMIDT; Werner; “Introducción…”, cit., CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La
194 Como señala CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “El funcionamiento…”, cit.; por ello “puede
variar la identidad de los repartidores reales (apareciendo encargados ocultos, por ej. influyentes
ante los jueces), de los recipiendarios, de los objetos de reparto, de la forma en que se llega a las
decisiones, los móviles, las razones alegadas y las razones sociales”.
195 V. DABOVE, María Isolina; “Carencias, ideologías e integración del ordenamiento
las razones sociales y las razones alegadas del reparto argumentativo. V. GOLDSCHMIDT,
Werner; “Introducción…”, cit., págs 57 y ss.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La conjetura…”, cit.;
“Metodología…”, cit.; GRÜN, E.; op. cit.
199 Así, refiriéndose al desarrollo de la vida, LEWIN, señala: “cada uno de ellos puede cazar,
recolectar plantas, hacer ropa, etc. Interaccionan entre sí, se produce una especialización y…
¡bang!… transición de fase, todo cambia. Se produce un nuevo nivel de organización social, un
nivel superior de complejidad” en LEWIN, R.: op. cit., pág.36. La autoorganización es, pues, una
“propiedad natural de los sistemas genéticos complejos”, en: LEWIN, R.; op. cit., pág. 39.
jurídicos, en un complejo ordenado o desordenado200. Si el complejo se muestra
ordenado, las argumentaciones serán repetidoras o replicadoras, de costumbres
y planificaciones jurídicas pre-establecidas. O bien, serán transformadoras, si
producen variaciones discursivas que desordenan el sistema y lo llevan a un
nuevo modelo de organización.
Desde el punto de vista normológico, la argumentación puede ser
comprendida como una actividad discursiva sustentadora de enunciados
racionalmente fundados, por la corrección lógica de sus premisas. En este
sentido no sin razón, Alexy la ha considerado un caso especial de discurso
práctico. Discurso sólo posible bajo las condiciones que le imponen,
precisamente las fuentes del Derecho: ya se trate de la ley, el precedente, las
reglas procesales o las consideraciones de la dogmática jurídica201. Para el
trialismo –según ya vimos-, la argumentación jurídica forma parte de las tareas
necesarias del funcionamiento normativo. Por su intermedio es posible analizar
la coherencia y sistematicidad de los enunciados elegidos por los encargados
del funcionamiento, en la resolución de sus asuntos. Por ello, con la
argumentación no sólo se explica -es decir, se da cuenta de-, la elección de los
preceptos normativos, sino también de su interpretación, sus usos y su
aplicación202.
Cuando las fuentes del Derecho entran en conflicto, la argumentación se
desarrolla, básicamente, gracias a dos tipos de razonamientos jurídicos. El
silogismo y la ponderación203. El primero, opera ante el reconocimiento de reglas
aplicables. El segundo se utiliza, cuando se está frente a principios204. Por ello
en el silogismo, la argumentación se infiere de la subsunsión del caso a las
reglas elegidas. Toda regla es, pues, una razón definitiva. En la ponderación, en
cambio, ocurre lo contrario. Los principios son sólo prima facie, razones
explicativas. En este esquema, el encargado del funcionamiento debe dar
200 V. GOLDSCHMIDT, Werner; “Introducción…”, cit., págs 83 y ss.; CIURO CALDANI, Miguel
“Sobre principios y normas. Problemas del razonamiento jurídico”, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1992; GARCÍA FIGUEROA, Alfonso; “Principios y positivismo jurídico”, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1998; MORESO, Juan José; “La indeterminación del derecho
y la interpretación de la Constitución”, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1997.
razones de proporcionalidad cuando argumenta. Razones que avalen el mayor
peso dado a un principio que a otro, con quien está en colisión205.
Por otra parte, el trialismo concuerda en la necesidad de distinguir dos
etapas argumentativas. El proceso de justificación interna, que consiste en
comprobar si la decisión se sigue lógicamente de las premisas que se aducen
como fundamentación. Mas de otro, requiere asimismo el despliegue de un
proceso de justificación externa, cuyo objeto es verificar la corrección de las
premisas elegidas en la justificación interna206. Según Alexy, los parámetros de
referencia en esta materia pueden muy bien ser agrupados en seis tipos
distintos: reglas y formas (1) de interpretación, (2) de la argumentación
dogmática, (3) del uso de los precedentes, (4) de la argumentación práctica
general y (5) de la argumentación empírica, junto a (6) las llamadas formas
especiales de argumentos jurídicos –verbigracias, la analogía-. En suma, estos
parámetros no son otros que aquellos que se derivan de las fuentes jurídicas:
ley, la dogmática, el precedente, la razón, la empirie y las formas especiales de
argumentos jurídicos207.
El reconocimiento alexiano del proceso de justificación externa resulta,
sin duda, muy significativo para la Teoría del Derecho. Muestra el quiebre de la
interpretación mecanicista sobre los cánones de claridad normativa. Abre las
puertas de admisión a los criterios de racionalidad práctica, para la solución de
los casos difíciles. Así como también impone a jueces y partes, una regla de
proporcionalidad directa en materia de responsabilidad. De modo que, cuanto
más difícil sea el caso, mayor será el deber de argumentar208. Así, pues, el
trialismo considera que la argumentación es una actividad jurídica indispensable,
debido a las beneficiosas consecuencias lógicas que su práctica conlleva al
Derecho en su conjunto. Por su participación es posible procesar la información
y armonizarla con coherencia interna y externa -es decir, en relación con el
205 V. ALEXY, Robert; op. cit.; CIANCIARDO, Juan; “El principio de razonabilidad”, Buenos
San Sebastián, Servicio Editorial Universidad del País Vasco, 1989, págs. 35 y ss.; ALEXY,
Robert; “Teoría...”, cit., págs. 214/271.
207 V. ALEXY, Robert; op. cit., págs. 214/271
208 CHAUMET, Mario E.; “Perspectiva trialista para la caracterización de los casos difíciles”, en
Libro V.
214 V. GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., págs. 401 y ss.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La
215 V. GUIBOURG, Ricardo; “Pensar las normas”, Buenos Aires, Eudeba, 1999.
216 V. IGLESIAS VILA, Marisa; “El problema de la discreción judicial. Una aproximación al
conocimiento jurídico”, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1999.
217 V. GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., págs. 401 y ss.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel;
Goldschmidt y Robert Alexy: corsi e ricorsi del integrativismo jurídico”, en “Dos filosofías del derecho
argentinas anticipatorias: homenaje a Werner Goldschmidt y Carlos Cossio”, Rosario, Fundación para
las Investigaciones Jurídicas, 2007, págs. 37 y ss.
221 V. GOLDSCHMIDT, Werner; op. cit., págs. 418 y ss.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “La
224 V. GUASTINI, Ricardo; “Estudios de teoría constitucional”, México, Fontamara, 2001, págs.
154 y ss.; CHAUMET, Mario E. y MEROI, Andrea A.; op. cit.
225 V. GOLDSCHMIDT, Werner; “Introducción…”, cit., págs 446 y ss.
226 V. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Metodología…”, cit., pág. 425 y ss.
reconstruye, de acuerdo a otros indicios227. En suma, una conjetura no es otra
cosa que una suposición acerca de la realidad, una hipótesis, una interpretación
posible, respecto a lo que el mundo –o una relación jurídica- pueda ser.
El Derecho, como sabemos, es un objeto-sujeto de la realidad, un
componente dado, pero también construido por el hombre, su-puesto y puesto
por él. Sus operadores, pues, recurren a una enorme red de conjeturas, y
presunciones de las que se valen como verdades prácticas, operativas228. Ahora
bien, existen dos tipos de presunciones en torno al Derecho. En un grupo se
encuentran las llamadas presunciones legales y fácticas. Las primeras se
fundan en una ley que las establece y consagra, mientras que las segundas
(igualmente llamadas aut judicis, aut facti) son deducciones que los hombres,
especialmente el juez en el seno del proceso judicial, deducen para averiguar o
establecer ciertas verdades229.
Las presunciones legales, a su vez, pueden ser iuris et de iure o bien,
iuris tantum. Las primeras no admiten prueba que las contradiga y sí lo hacen las
segundas. Ejemplos ilustrativos de las presunciones iuris et de iure son el
artículo 20 del Código Civil, cuando dice que el Derecho vigente se presume
conocido por todos; razón por la cual, nadie puede alegar como defensa su
propia torpeza. Los artículos 240, 241, 245, referidos a la filiación. El artículo
2412, que establece la presunción de la propiedad de las cosas muebles, a favor
del poseedor de buena fe, siempre que la cosa no sea robada, ni perdida y haya
sido obtenida a título oneroso. Son, en cambio, presunciones iuris tantum, la
buena fe, la entrega del título de crédito, que hace presumir el pago de la deuda,
la presunción de autenticidad del contenido del documento que aparece firmado
por una persona si la firma es reconocida como auténtica, el contenido de una
escritura pública en tanto expresión de verdad, se presume que son comunes los
bienes adquiridos durante el matrimonio, la muerte en caso de ausencia sin
aviso por determinado período de tiempo, entre muchas, muchas, otras230.
Por último, la dinámica jurídica muestra asimismo, que la tarea conjetural
a veces se remite a una realidad futura, pero cercana y previsible. O bien, se
227 V. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA; “Diccionario de la Lengua Española”, 22ª ed., Madrid,
9. Conclusión.
(*)
Corresponde a la Unidad IV (Dimensión jurídico-axiológica), punto I (Los valores en general),
apartado 6 (Relaciones entre los valores. Coadyuvancia. Oposición), del programa de las Cátedras
“A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Rosario.
(**) N. de la Coordinación: Reedición inalterada de la versión publicada en “Estudios de Filosofía
Jurídica y Filosofía Política”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1984, t. II,
págs. 16/35. Publicada asimismo en “Zeus”, t. 26, págs. D-65 y ss.
(***) Meditaciones con motivo de los aspectos axiológicos del tema “Relaciones entre el Derecho
y la Justicia”, que fue luego tratado por las Segundas Jornadas Argentinas de Filosofía del
Derecho convocadas por el Instituto de Filosofía del Derecho de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Córdoba.
232 V. GOLDSCHMIDT, Werner, “Introducción filosófica al Derecho”, 5ª ed., Bs. As., Depalma,
1976; “La ciencia de la justicia (Dikelogía)”, Madrid, Aguilar, 1958; CIURO CALDANI, Miguel Ángel,
“Derecho y política”, Bs. As., Depalma, 1976.
233 Sin embargo la justicia es en definitiva una (v. por ej. GUTIÉRREZ FERNÁNDEZ, Benito,
“Códigos o estudios fundamentales sobre el Derecho Civil español”, 2ª ed., Madrid, Sánchez,
1868, t. 1, págs. 5 y ss.).
234 Puede v. BAGOLINI, Luigi, “La crisi nella giustizia”, en “Rivista Internazionale di Filosofia del
Diritto”, 1980-1, págs. 3 y ss. Sobre la crisis y el cambio del material estimativo: HUXLEY, Julián,
“La crisis humana”, trad. Aníbal Leal, Bs. As., Hormé, 1970. Encaramos el tema desde una de las
diversas perspectivas posibles, reduciéndolo a común denominador axiológico. Además, por
ejemplo, son posibles las reducciones a los comunes denominadores sociológico y normológico
2. Los valores forman un complejo surgido –directa o indirectamente– del
más alto valor, la divinidad, al que sólo podemos reconocer pero no podemos
alcanzar235. A su vez, todos los otros valores a nuestro alcance surgen del más
alto valor que podemos satisfacer: la humanidad236.
Los valores pueden guardar entre sí relaciones coadyuvantes, de
contribución o de integración y vinculaciones de oposición por sustitución o
secuestro. Éste, a su vez, puede producirse por subversión, inversión o
arrogación. Son reconocibles, así, en cierto sentido, vinculaciones “verticales”
coadyuvantes de contribución y relaciones “verticales” de oposición por
subversión o inversión; relaciones “horizontales” coadyuvantes por integración,
vinculaciones “horizontales” de oposición por sustitución y relaciones
“horizontales” de oposición por arrogación. A su vez, cada valor tiene su propia
forma y contenido, al hilo de los cuales puede ser compuesto o destrozado. De
todo esto surge la ubicación de un valor en el complejo axiológico.
Cuando hablamos de subversión de los valores excluimos las
connotaciones de oposición al orden gubernamental y de agresión física que el
término suele tener, sobre todo en nuestra época. En este sentido más
axiológico pueden ser subversivos contra la justicia un opositor (que es
“subversivo” sociológicamente hablando) o un gobernante (que reprime); quien
ataca físicamente y quien lo hace por otros medios.
(“lógico”), pero creemos que el despliegue que presentamos puede resultar jurídicamente más
esclarecedor.
235 Aquí el valor es entendido como perfección y por eso en Dios coinciden el Ser y el Deber
Ser. No se trata, como se entiende en otros casos, de una indigencia (v. por ej. DERISI, Octavio
Nicolás, “Los fundamentos metafísicos del orden moral”, 4ª ed., Bs. As., “El Derecho”, 1980, pág.
321).
Según enseñó Santo Tomás de Aquino, Dios es el Ser de universal perfección (TOMAS DE
AQUINO (SANTO), “Suma Contra los Gentiles”, trad. Fr. Jesús M. Pla Castellano, O. P., Madrid,
B.A.C., 1952, t. I, págs. 166 y ss. (I-XXVIII). Para Teilhard de Chardin lo crístico es el valor último:
ABRIL CASTELLO, Vidal, “Teilhard de Chardin, filósofo del Derecho”, en “Anuario de Filosofia del
Derecho”, t. XV, pág. 194.
236 En cuanto a la teoría del valor conviene tener en cuenta, con Ronald Modras, la orientación
de las ideas de S. S. Juan Pablo II: “St. Thomas’ moral philosophy was teleological and naturalistic;
ours, Wojtyla contends, should be normative and personalistic. He encourages Catholic moralists to
keep pace with philosophical ethicians like Max Scheler and Nicolai Hartmann. Catholic moral
thinkers should not limit their efforts to historical efforts, productive as they have been, but should
devote their energies as well to the foundation of moral norms” (MODRAS, Ronald, “The Moral
Philosophy of Pope John Paul II”, en “Theological Studies”, vol. 41-4, pág. 685. Cita a su vez:
“Etyka a teologia moralna” (Ethics and Moral Theology), Znak 19, N° 9, 1081 y “Czym powinna byc
teologia moralna?” (What Should Moral Theology Be?), Ateneum Kaplanskie 58, N° 1, 97-104). V.
también SOAJE RAMOS, Guido, “Esbozo de una respuesta tomista al problema del valor”, en
“Ethos”, 8, pág. 82.
3. Las vinculaciones coadyuvantes por contribución significan que los
valores inferiores apoyan la realización de los superiores o viceversa. En nuestro
caso desde la dimensión sociológica del mundo jurídico la justicia recibe el
apoyo de los valores naturales relativos poder –inherente a los repartos
autoritarios–; cooperación –propio de los repartos autónomos–; previsibilidad –
satisfecho en el plan de gobierno en marcha–; solidaridad –inherente a la
ejemplaridad– y orden –realizado en el conjunto del régimen–. La contribución
del orden a la justicia realiza la paz.
A su vez, la contribución con la justicia puede provenir, desde la
dimensión normológica, a través de los valores naturales relativos fidelidad –
satisfecho cuando se describe la auténtica voluntad de los autores de las normas
o de la comunidad respecto del orden de repartos deseado–; adecuación –
inherente a la correspondencia de los conceptos con los fines propuestos–;
exactitud –realizado cuando las construcciones normativas se cumplen–;
subordinación –satisfecho en las relaciones verticales de producción–; ilación –
propio de las vinculaciones verticales de contenido–; infalibilidad –inherente a las
relaciones horizontales de producción–; concordancia –realizado en las
vinculaciones horizontales de contenido–; y coherencia –propio del
ordenamiento normativo en su conjunto–. La contribución de la coherencia a la
justicia realiza la armonía normativa. Además la justicia habilita la fabricación de
valores que contribuyen a su realización como, por ejemplo, los que anidan en
las usanzas del trato tribunalicio.
También la justicia contribuye a la realización de los otros valores
jurídicos237. Si bien sería erróneo afirmar que la justicia como ente ideal influye
en su realización, no cabe duda que hay en general una inclinación humana
hacia su satisfacción, como lo evidencia la línea resultante de la evolución
general de la humanidad. Cuando el poder, la cooperación, etc., son justos, son
más comprensibles y realizables. Como lo destacó Carlos Cossio, la justicia y los
otros valores jurídicos se reclaman recíprocamente238. Es más: según lo ya
237 Puede v. MACHADO PINTO, Marilia Muriry, “A teoría egológica dos valores jurídicos”, I°
Encontro Brasileiro de Filosofía do Directo, pág. 15.
238 COSSIO. Carlos, “La teoría egológica del Derecho y el concepto jurídico de libertad”, 2ª ed.,
La influencia de los otros valores en el poder determina las dimensiones que suelen señalarse
en él (v. por ej. BENTON, T., “Objective Interests and the Sociology of Power”, en “Sociology”, vol.
15-2, págs. 161 y ss.).
239 V. PLATÓN, “República”, trad. Antonio Camarero, Bs. As., Eudeba, 1963, pág. 274 (IV-
Barcelona, Bosch, 1976; CASTIGLIONE HUMANI, Vincenzo, “Il diritto e la legge”, Milano, Giuffrè,
1977, págs. 69 y ss.
242 V. sobre el tema: RAPHAEL, D. D., “Utilitarismo e giustizia”, en “Rivista...” cit., 1977-4, págs.
875 y ss.; también v. GOLDSCHMIDT, Werner, “Justicia y verdad”, Bs. As., La Ley, 1978, por ej.
págs. 50 y ss.
Por su contenido, resumido en el principio supremo de adjudicar a cada
individuo la esfera de libertad necesaria para convertirse en persona, la justicia
“habilita” especialmente a la elección y fabricación de valores y abre sendas
particularmente expeditas para la contribución y la integración.
Por otra parte la justicia mantiene relaciones de integración con otros
valores que la “llevan” fuera del marco más puramente jurídico, según lo
muestran sus proyecciones en la salud, la utilidad, la belleza, etc. Basta recordar
a este respecto los inolvidables ejemplos de integración con la belleza que
brindan “Fuenteovejuna”, “Los desastres de la guerra” o “Los fusilamientos del
dos de mayo”.
También hay manifestaciones de las relaciones integradoras de carácter
reflejo, evidenciadas, por ejemplo, en el indicio de justicia que hay en el amor o
en la relativa presunción de amor que contiene en cierto grado la justicia. Un
medio para la integración es la conversión axiológica, favorecida por el común
denominador pecuniario.
243 V. al respecto BAGOLINI, Luigi, “Violence and justice”, en “Memoria del X Congreso
Mundial Ordinario de Filosofía del Derecho y Filosofía Social”, vol. IV, págs. 25 y ss.
244 Sin embargo sobre la gradualidad del carácter positivo v. DEL VECCHIO, Giorgio, “Filosofia
del Derecho”, trad. Luis Recaséns Siches - Luis Legaz y Lacambra, 7ª ed., Barcelona, Bosch,
1960, pág. 340; REALE, Miguel, “Graduazione della positivita del diritto”, en “Rivista...” cit., 1973-4,
págs. 788 y ss.; BATIFFOL, Henri, “Problemes de base de philosophie du droit”, París, L.G.D.J.,
1979, págs. 119 y ss.
diferentes de los que quieren las comunidades que rigen, sin tener en cuenta
que a medida que aumenta la infidelidad del ordenamiento crecen la sensación
de opresión y la indiferencia, y la obsesión por dicha fidelidad que caracteriza al
historicismo. Es asimismo subversivo contra la justicia el desapego por la
adecuación que suele caracterizar a los ignorantes de la técnica normativa y
además lo es la adhesión ciega en que incurre a veces la jurisprudencia de
conceptos, habiendo motivado, en su momento, la rectificatoria burla de Ihering.
Se alzan también contra la justicia la falta de adhesión a la exactitud que
caracteriza a los aplicadores fraudulentos o indolentes y la furia normativa en
que incurren los partidarios de la célebre expresión “dura lex, sed lex”,
prescindiendo incluso de la misma fidelidad. Es tan grande el “ruido” normológico
motivado por las actitudes indebidas ante la fidelidad, la adecuación y la
exactitud, y tan diferente ese “ruido” del que existe en la realidad social, que en
los países donde ello ocurre la gente es impulsada –consciente o
inconscientemente– a despreocuparse por la justicia.
A veces la subversión contra la justicia resulta del excesivo apego a los
valores subordinación e ilación, inherentes a las relaciones verticales entre las
normas que desarrollan la pirámide jurídica, y en otros casos surge de su
ignorancia, como suele ocurrir con el abuso de la “habilitación” que reina con
frecuencia, por ejemplo, en la administración. Una de las expresiones más
notorias de este asalto contra la justicia es la burocracia. En otros casos, en
cambio, la subversión contra la justicia se produce en relación con los valores
infalibilidad y concordancia inherentes a la estructura horizontal del
ordenamiento normativo. Es así como el ordenamiento muestra demasiada
preocupación por la “vigilancia del vigilante” o se desentiende de ella, y es
también así como se exagera o se margina la importancia de la analogía.
Son además subversivas la búsqueda excesiva de la coherencia en que
incurren las expresiones más radicales del racionalismo y la marginación de ese
valor que anida en el irracionalismo. Contribuye al asalto a la justicia el
positivismo normológico que pretende ceñir el mundo jurídico a las normas y a
los valores más inherentes a ellas. A veces su brillo relativo obedece, sobre
todo, a la conversión de la coherencia en armonía que realiza de cierto modo la
justicia, pero contra todos los excesos normativistas está dirigida la ya clásica
impugnación de quienes –como Kirchmann y ahora con renovado énfasis–,
cuestionan la jerarquía de la actividad y de la ciencia jurídica245.
245 Sobre el tema versaron, por ejemplo las disertaciones de los profesores Paul Trappe y
Víctor Arévalo Menchaca en el X Congreso Mundial Ordinario de Filosofía del Derecho y Filosofía
Social.
246 V. HUME, David, “Los principios generales de la moral”, en “Investigación sobre la moral”,
trad. Juan Adolfo Vázquez, Bs. As., Losada, 1945, esp. págs. 43 y ss.; BENTHAM, Jeremy, “An
Introduction to the Principles of Morals and Legislation”, fragmento “Principies of Morals and
Legislation”, en “Great Political Thinkers”, (William Ebenstein), 3ª ed., New York, Holt, Rinehart and
Winston, 1960, págs. 506 y ss.; GIANFORMAGGIO, Letizia, “Diritto e felicità - La teoria del diritto In
Helvétius”, Milano, Comunitá, 1979; “Archives de Philosophie du droit”, t. 26 (L’utile et le juste);
VILLEY, Michel, “Philosophie du droit”, 2ª ed., Paris, Dalloz, 1978, t. I, págs. 157 y ss.; RAWLS,
John, “A Theory of Justice”, 10ª impr., Cambridge, Harvard University, 1980, págs. 22 y ss.;
COTTA, Sergio, “Perché il diritto”, Brescia, La Scuola, 1979, págs. 77 y ss.
247 GOLDSCHMIDT, Víctor, “La théorie épicurienne du droit”, en “Archives...” cit., t. 26, págs. 73
y ss.
248 V. en cuanto al tema RAPHAEL, op. cit.
exigente para el descubrimiento de la justicia. A esta dificultad de la integración
de la nueva verdad con la justicia corresponde la crisis de la mayoría de los
criterios orientadores en nuestro tiempo.
Por otra parte también a veces la justicia se arroga el material estimativo
de otros valores –generándose, como en todos los casos de arrogación, valores
falsos–, y es éste vgr. el lugar del arte impuesto oficialmente en ciertos países
totalitarios. Con frecuencia las diversas maneras de arrogación son favorecidas
por el exceso de conversión axiológica a través del dinero, que constituye la
simonía.
Repullés, 1839, t. I, págs. 12/13; GUTIÉRREZ FERNÁNDEZ, op. cit., t. I, págs. 8/9.
pasado. Los cortes en la justicia producen seguridad251, y las valoraciones se
hallan mediante un sentimiento racional de evidencia252.
La justicia puede resultar destrozada cuando se opta con exclusividad por
alguna clase en detrimento de otra; por la orientación en perjuicio de la
valoración; por el fraccionamiento o el desfraccionamiento indebidos y por el
infundado predominio de la razón o el sentimiento. Hay, por ejemplo, quienes en
franca correspondencia con el apego excesivo a la cooperación, creen que la
justicia es sólo consensual o sea que lo pactado es totalmente justo por provenir
del pacto; para otros la justicia es siempre absoluta o, en notoria
correspondencia con los valores infalibilidad y concordancia del ordenamiento
normativo, hay quienes la reducen a la relatividad apoyada en la igualdad, etc.
Como lo evidencian las concepciones que exageran la importancia del reparto
autoritario, la justicia expletriz intenta con frecuencia marginar a la justicia
atributriz.
El apego excesivo a los criterios orientadores de justicia explica la
impugnación que suele dirigirse indebidamente al valor todo, como expresión de
la “superestructura” ideológica. El clasismo y el racismo fraccionan
indebidamente las influencias del continuo personal presente formado por la
humanidad; el conservadurismo pretende considerar excesivamente el pasado y
el presente fraccionando de modo indebido las influencias del porvenir, y puede
hablarse de cierto “redencionismo” cuando se desfracciona exageradamente el
futuro en detrimento de la atención requerida por el pasado y el presente (por
ejemplo cuando se recomienda el “sacrificio” de generaciones). El pensamiento
burgués liberal es a veces demasiado apegado a la seguridad, que llega a ser
considerada como un valor en sí digno de competir con la justicia, y a su vez sus
adversarios sobre todo en la vertiente fascista, pretenden con frecuencia ignorar
que la seguridad surge de la necesidad de fraccionar la justicia adoptando la
consigna “vivir peligrosamente”253.
Puede decirse, desde ya, que dada la complejidad del valor justicia
siempre es posible tomar algún fundamento en él para defender cualquier
254V. por ej. ROSS, Alf, “Sobre el derecho y la justicia”, trad. Genaro R. Carrió, Bs. As.,
Eudeba, 1963, pág. 262.
se permite el secuestro por la cooperación marginando la legitimidad del objeto.
El elitismo y la oligarquía por una parte y la demagogia por otra son frecuentes
expresiones del destrozo de la justicia.
La crisis de la responsabilidad que reina en el Derecho de nuestro
tiempo255 corresponde en gran medida a la crisis de la justicia. Por otra parte
entre los valores del mundo jurídico sólo la justicia puede hacer amar la vida,
descubrir fuertes causas de sociabilidad y desarrollar una creación sólidamente
satisfactoria. La creación se estima con referencia a valores y la jerarquía de
éstos determina su nivel. En el tiempo del asalto a la justicia vivimos la
frecuencia del rechazo a la vida y nos habituamos al reparto de la muerte; nos
envuelven la soledad habitual y la desesperación de la rutina. Además muchas
veces se confunden el proceso o la negociación con la justicia misma y otras se
cree que la justicia en cuanto a repartidores y objetos fundamenta la realización
de cualquier forma.
255 BATIFFOL, Henri, “Préface”, en el tomo de “Archives...” cit. 22 (La responsabilité), págs. 1 y
ss.
256 Acerca de la idea de igualdad, tan familiar a la sugerente simpatía de Víctor Goldschmidt
por Hobbes, v. GOLDSCHMIDT, Víctor, “Les renversements du concept d’égalité, des Anciens aux
Modernes”, en “Archives...” cits., t. 17, págs. 299 y ss.
257 V. MARCHELLO, Giuseppe, “Valori e tecniche di avvaloramento”, en “Rivista...” cit., 1971-1,
págs. 34 y ss.
destroza la justicia pretendiendo ceñirse a la comunidad y al amparo contra el
aislamiento; el liberalismo filosófico destroza la necesidad de personalizarse
mediante la verdad, incurriendo en el enciclopedismo, y la intolerancia se remite
a un supuesto humanismo intervencionista y a la protección del individuo contra
la ignorancia y el error258. Es así también como el desarrollismo económico
radical, prisionero de un secuestro del valor utilidad, cree con frecuencia que
todo se resuelve con la protección del hombre contra la miseria y el
conservadurismo se inclina por desconocer la importancia de la utilidad y
destrozar la justicia en cuanto a la protección frente a la pobreza.
258 Acerca de la tensión en cuanto al socialismo v. CARRINO, Agostino, “La crisi degli ideali
giuridici tra Gemeinschaft e Gessellschaft”, en “Rivista...” cit., 1980-3, págs. 424 y ss.
259 Puede v. CIURO CALDANI, Miguel Ángel, “El Derecho Internacional Privado, rama del
13. Si bien “injusticias” hubo y habrá siempre, aunque más no sea porque
la pantonomía nos es inabordable, es evidente que en el curso del tiempo hay
épocas en que la invocación de la justicia o de los valores inferiores es más o
menos intensa. En general, por ejemplo, puede decirse que en los tiempos de
cultura hay una más amplia contribución del poder, e incluso del orden, en tanto
se va buscando un mayor aporte de la coherencia; en la civilización prima el
aporte de la coherencia, pero ésta y el orden tienden a subvertir la justicia que, a
su vez, comienza a invertir los valores relativos, y en la decadencia predominan
los secuestros por subversión e inversión. También pueden reconocerse así, a
través de las diferentes épocas, procesos de integración y arrogación respecto
de los otros valores y de composición y destrozo de la justicia. Por ejemplo: si en
la cultura predomina con frecuencia la integración con el amor en la civilización
prima la integración con la utilidad y en la decadencia ésta suele arrogarse el
lugar de la justicia.
14. Decía Nicolai Hartmann que “el hombre no puede ser «presa»
simultáneamente por cualquier número de valores”261, pero como lo destaca
Michel Villey puede hablarse en nuestro tiempo del escamoteo general de los
mismos262, en nuestro caso particularmente de la justicia. Al hilo de los ataques a
este valor se va consumando también –sólo a veces de manera inconsciente–
una gigantesca y difícilmente reparable agresión a la conciencia jurídica de la
humanidad. Es así cómo la dignidad de la actividad del jurista es puesta en duda
–a veces en la misma conducta de los hombres de Derecho– como si fuera un
mero instrumento al servicio de los poderosos. Sin embargo, aunque se
consumara un triunfo momentáneo en ese asalto a la justicia, la ausencia del
Bs. As., Depalma, 1977; puede v. CIURO CALDANI, Miguel Ángel, “Aspectos axiológicos del
Derecho Internacional Privado”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1979.
261 HARTMANN, Nicolai, “Ontología I”, trad. José Gaos, 2ª ed., México, Fondo de Cultura
idea de justicia ya estaba clara en la herencia judía y el cristianismo subrayó la integración con el
amor: v. KONIG, Franz (Dr.) y otros, “Cristo y las Religiones de la Tierra”, esp. t. III, Madrid, B.A.C.,
1970, págs. 407 y 507 y ss.; TEBALDESCHI, Ivanhoe, “La vocazione filosofica del diritto”, Milano,
Giuffrè, 1979, págs. 3 y ss. y también sobre el tema, págs. 260 y ss.
TEMA 12:
Perspectiva trialista de la axiología dikelógica (*) (**)
A Werner Goldschmidt,
con motivo de su septuagésimo cumpleaños.
Depalma, 1976; “La ciencia de la justicia (Dikelogía)”, Madrid, Aguilar, 1958. También puede v.
CIURO CALDANI, “Derecho y política”, Buenos Aires, Depalma, 1976.
fabricados por sus protagonistas y en otro sentido “objetivo” porque depende de
la situación de espacio, momento, personas, etc. Como decía Hartmann “el
hombre no puede ser «presa» simultáneamente por cualquier número de
valores”269 y hay valores, como la “humanidad” y la justicia, que lo habilitan
ampliamente para elegir y fabricar otros valores.
En tanto el Derecho Penal se mantiene más próximo a la justicia como
valor natural, el Derecho Civil, sobre todo en materia de contratos, se abre más a
los valores fabricados. El desarrollo que podemos dar a la justicia como valor
natural es limitado, no sólo porque no somos omniscientes ni omnipotentes sino
porque la misma justicia exige nuestra libertad; sin embargo la justicia
“fabricada” tiene grandes dificultades para integrarse en la justicia natural y con
frecuencia expresa valores falsos. El exceso en la concepción de los alcances
de la justicia como valor natural conduce al dogmatismo y el abuso de quienes
creen que la justicia es un valor fabricado lleva al relativismo.
HARTMANN, Nicolai, “Ontología”, trad. de José Gaos, 2ª ed., México, Fondo de Cultura
269
274 Íd., págs. 1229 y ss.; v. además TOMÁS DE AQUINO (SANTO), “Suma Teológica”, trad. de
P.P. Dominicos - Fr. Francisco Barbado Viejo, O. P., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos,
1956, t. VIII, “Tratado de la Justicia”, págs. 407 y ss. (2-2, q. 63 a. 1).
275 V. ARISTÓTELES, op. cit., por ej., pág. 1241. El problema de la trascendencia, que cuando
es significativa suele motivar la conceptualización de otro reparto, fue advertido por Aristóteles
cuando diferenció lo justo “político” de lo justo paterno, dominativo o económico, debido a “otros”
justicia inmanente es especialmente afín al Derecho Público y la justicia
trascendente es la más vinculada al Derecho Privado. Así, el Derecho Penal de
nuestro tiempo se inspira notoriamente en la justicia inmanente, pero también lo
hace de Cierto modo el Derecho de Familia. En cambio la clara trascendencia
del Derecho de las Obligaciones y de los Derechos Reales se muestra en el
Derecho Sucesorio. La adjudicación de salarios familiares evidencia la
inmanencia alcanzada por una solución que por largo tiempo había quedado
limitada al marco de la trascendencia. La corrupción de la justicia inmanente que
debe reinar en el Derecho Público conduce al nepotismo. Uno de los estudios
más esclarecedores de la concepción del hombre que anida en un régimen es la
averiguación de los títulos en que basa la trascendencia: así, por ejemplo, en la
actualidad parece haber un desplazamiento del afecto, que reina en el Derecho
Sucesorio, sobre todo cuando éste es de carácter testamentario, hacia la
dependencia, que se abre especialmente campo en el Derecho Previsional.
La justicia sin acepción de personas es limitada porque la valoración
requiere que las personas sean conocidas de manera relativamente cabal, sobre
todo en lo que llamamos vida “pública”. A su vez la introducción de los rasgos
personales origina dificultades que desembocan frecuentemente en el mero
privilegio. Por su parte la justicia inmanente es limitada porque la vida social
supone cierto tipo de trascendencia, sea que ésta se proyecte a individuos o a la
sociedad en su conjunto. A su vez la introducción de los recipiendarios
trascendentes –por ejemplo los integrantes del grupo familiar del recipiendario
directo– origina frecuentes dificultades que muchas veces sólo pueden
resolverse conceptualizando un nuevo reparto intermedio.
El desborde de la justicia sin acepción de personas se expresa en el
relativismo “normalista” que suele concretarse en la masificación. Hay una
relación significativa entre el predominio privatista de la justicia sin acepción de
personas que ha imperado en la Edad Contemporánea y el proceso de
desarrollo de las masas. En cambio la exageración de la justicia con acepción de
personas conduce al relativismo de estilo sofista manifestado, por ejemplo, por
Protágoras cuando afirmó que “el hombre es la medida de todas las cosas”.
que en definitiva se identifican con uno mismo (v. TOMÁS DE AQUINO [SANTO], op. cit., 2-2, q.
57 a. 4).
7. Con miras a los objetos –o sea a las potencias e impotencias– de los
repartos la justicia puede ser simétrica o asimétrica según que tales objetos
tengan los mismos o diversos contenidos vitales. Aristóteles comprendió
claramente esta diferenciación cuando dijo que “es necesario que todas las
cosas sean de alguna manera comparables cuando se las quiere
intercambiar”276. La permuta puede realizar una justicia más simétrica que la
compraventa y ambas se diferencian nítidamente de la asimetría de la
indemnización por daño moral. La evolución del Derecho Penal desde el talión a
las penas determinadas relativamente es una muestra del paso de la simetría a
la asimetría. La justicia simétrica es afín al Derecho Privado, en tanto que el
Derecho Público está más relacionado con la justicia asimétrica.
Como lo advertía Aristóteles la justicia simétrica es limitada porque “no
puede haber comunidad de relaciones entre dos médicos” y, “en cambio, sí es
posible entre un médico y un labrador”277. Para salvar las dificultades de la
justicia asimétrica se cuenta con el formidable auxilio intermediario de la moneda
que “lo mide todo”278. Sin embargo, la moneda puede llegar a rebelarse contra la
vida, como lo evidencia la inflación y en todos los casos debe llegarse a la
conversión según el significado vital de las potencias e impotencias respectivas.
Cada criterio de conversión refleja una concepción de la humanidad: el siglo XIX
buscó la conversión al hilo del trabajo; el marxismo le agregó, para la etapa
comunista, un criterio final de necesidad y el personalismo comprende las
posibilidades de conversión según todos los componentes de la humanidad. El
abuso de la justicia simétrica conduce a la “cosificación” del valor y el desborde
de la justicia asimétrica se muestra, por ejemplo, en el nominalismo monetario.
La simetría perfecta sólo se logra cuando las potencias y las impotencias son
compartidas, pero entonces la idea de reparto del objeto, que individualiza el
material estimativo de la justicia, desaparece y el reparto y la justicia son
reemplazados por la agregación y el amor279.
276 ARISTÓTELES, op. cit., pág. 1232; TOMÁS DE AQUINO (SANTO), op. cit., 2-2, q. 61 a. 4 y
q. 62 a. 1 a 8.
277 ARISTÓTELES, op. cit., pág. 1232.
278 Íd., pág. 1233.
279 Puede verse sobre la agregación, la intervivencia y el amor CIURO CALDANI, op. cit., esp.
14. Con mira a la forma con que se llega a identificar el reparto justo en
relación con los demás se distinguen la justicia absoluta, que se limita a las
cualidades y su tratamiento, y la justicia relativa, que exige una proporción con el
tratamiento dado a otros casos. Es éste el sentido último de las clases de justicia
que Aristóteles denominó respectivamente correctiva y distributiva284.
C) LAS VALORACIONES
286 ARISTÓTELES, op. cit., págs. 1228/1229; TOMÁS DE AQUINO (SANTO), op. cit., 2-2, q. 58
287 Puede v. CIURO CALDANI, Miguel Ángel, “Bases categoriales de la dinámica y la estática
289 Decía Spengler que: “En las culturas, el estilo es el pulso de la vida que se siente segura.
18. El valor de las teorías jurídicas está en relación directa con las
posibilidades que brindan para la realización de la justicia. Superando a las
doctrinas imperativistas y coactivistas, que se ciñen a la vertiente
extraconsensual; al anarquismo, que se limita al cauce consensual; al
organicismo que se enmarca excesivamente en la realización gubernativa y al
pactismo que se limita al cauce “partial”, el trialismo da amplias posibilidades a
todas las clases de justicia. A diferencia de los unidimensionalismos sociológico
y normológico, que exageran la importancia de los valores naturales relativos
convirtiéndolos en valores falsos y del unidimensionalismo dikelógico, que al
desbordar las posibilidades de la justicia la transforma en otro valor falso, el
trialismo brinda su debida ubicación a la justicia y a los restantes valores del
mundo jurídico, sean éstos naturales relativos o fabricados.
¡Ojalá que la ciencia, iluminando la justicia, sirva para evitar la
decadencia de la civilización!
293
Son en realidad productos del fraccionamiento o del desfraccionamlento de la justicia
(GOLDSCHMIDT, por ej. “Introducción...” cit., pág. 415).
estática. Sin embargo, creemos que, sobre todo a la luz de las ideas de justicia
distributiva y correctiva del Estagirita294, es posible diferenciar, desde el punto de
vista dinámico, una justicia rectora básica, que se muestra en relación con el
mantenimiento o el desarrollo de lo justo; y otra justicia correctiva, que –como su
nombre lo indica– “endereza” (“corrige”) las injusticias.
Cuando se celebra un contrato puede suponerse que interviene la justicia
rectora; pero cuando se interrumpen las prestaciones el desequilibrio
(“divalencia”) de las potencias e impotencias requiere la intervención de la
justicia correctiva. Esto mismo sucede, por ejemplo, cuando ha sucedido un
delito y debe aplicarse la pena.
Las dos clases de justicia referidas son necesidades permanentes,
porque la dinámica del mundo provoca cambiantes situaciones de justicia e
injusticia. Con miras a su coincidencia es especialmente esclarecedora la idea
de “justicia constantemente renovada”.
A) Ideas básicas
(*) Corresponde a la Unidad V (Las diversidades materiales, espaciales y temporales del mundo
jurídico y sus relaciones), punto I (La complejidad material), apartado 1 (Las ramas del mundo
jurídico. Sus autonomías material, legislativa, judicial, científica, pedagógica, etc.), del programa de
las Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de
Rosario.
Este artículo se desarrolla en relación con el trabajo del autor “La autonomía del mundo jurídico
y de sus ramas” publicado en “Estudios de Filosofía Jurídica y Filosofía Política”, Rosario,
Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1984, tomo II, págs. 174 y ss.
Asimismo cabe c., por ej., del autor: “El Derecho Internacional Privado, rama del mundo
jurídico”, Rosario, 1965; “Derecho y política”, Buenos Aires, Depalma, 1976, págs. 132 y ss.; "Ideas
sobre el Derecho, su lugar y jerarquía en el universo", en "Boletín del Centro de Investigaciones de
Filosofía Jurídica y Filosofía Social", Nº 8, págs. 115 y ss.; "Relaciones entre las ramas del mundo
jurídico", en "Investigación y Docencia", Nº 21, págs. 51 y ss.; "Las ramas del mundo jurídico, sus
centros críticos y sus esferas críticas", en "Boletín del Centro de Investigaciones ..." cit., Nº 21,
págs. 73 y ss.; "Filosofía de las ramas del mundo jurídico", en "Investigación ..." cit., Nº 27, págs.
65 y ss.; "Las ramas del mundo jurídico en la postmodernidad (Las ramas del mundo jurídico en
tiempos de la "crisis de la materia")", en "Investigación ..." cit., Nº 31 y ss., págs. 51 y ss.;
“Necesidad de un complejo de ramas jurídicas para un nuevo tiempo”, en prensa, Jornadas de
Filosofía de las Ramas del Mundo Jurídico en homenaje al profesor Dr. Germán J. Bidart Campos
organizadas por el Centro de Investigaciones de Filosofía Jurídica y Filosofía Social y las cátedras
A y E de Introducción al Derecho y C de Filosofía del Derecho de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Rosario (31 de marzo y 1º de abril de 2005); “Las ramas del mundo
jurídico”, en “Jurisprudencia Argentina”, 13 de febrero de 2008, págs. 3/14 y, en colaboración con
Ariel ARIZA, Mario E. CHAUMET, Carlos A. HERNÁNDEZ, Alejandro Aldo MENICOCCI, Alfredo M.
SOTO y Jorge STÄHLI, "Las ramas del mundo jurídico en la Teoría General del Derecho", en "El
Derecho", t. 150, págs. 859 y ss.
El autor agradece el diálogo que, para la preparación de la parte educativa de este trabajo, tuvo
con la Lic. Marta E. Sarra de Tranier.
295 Se trata, sin embargo, de “autonomía”, no de “soberanía”, porque corresponde que el valor
justicia se integre, a su vez, dentro del complejo surgido del más elevado valor a nuestro alcance,
que es la humanidad.
Pese a que tampoco afirmamos una posición “objetivista” acerca de la
justicia, entendemos que es posible un debate relativamente riguroso al
respecto, de característica científica, entre quienes tengan un punto de partida
en común, y esa remisión axiológica ha de identificar a lo jurídico.
Comprender el “lugar” que se asigna a cada elemento de la cultura,
haciéndolo en relación con una complejidad pura296 donde se integren las
“autonomías” de los diversos sectores, en este caso del Derecho y de sus
ramas, es un aporte de valor para el enriquecimiento de las posibilidades
culturales y vitales.
Como los elementos culturales en general y el Derecho y sus ramas en
especial son fenómenos múltiplemente diferenciados, hemos de referirnos a
ellos según se presentan en nuestras circunstancias, generalizando de cierto
modo la referencia “occidental”.
296 La asunción de la complejidad es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo (pueden
v. por ej. BOCCHI, Gianluca - CERUTI, Mauro (comp.), "La sfida della complessità", traducciones
de Gianluca Bocchi y Maria Maddalena Rocci, 10ª ed., Milán, Feltrinelli, 1997; GOLDSCHMIDT,
Werner, "Introducción al Derecho", 6ª ed., 5ª reimp., Buenos Aires, Depalma, 1987, págs. XVII y
ss.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel, "El trialismo, filosofía jurídica de la complejidad pura", en "El
Derecho", t. 126, págs. 884 y ss.).
En general en relación con el pensamiento complejo muy difundido en nuestros días, con el
que el trialismo tiene cierta afinidad, es posible v. MORIN, Edgar, “Introducción al pensamiento
complejo”, traducción Marcelo Pakman, 7ª. reimp., Barcelona, Gedisa, 2004; Pensamiento
Complejo, http://www.pensamientocomplejo.com.ar/linkoteca.asp, 08.09.2008; Red Morinista
http://www.edgarmorin.com/Default.aspx?tabid=90, 08.09.2008; El desafío de la complejidad,
http://ar.geocities.com/adicciones2001/complejidad.htm, 08.09.2008; Estamos en un Titanic, Edgar
Morin, http://www.revistafuturos.info/raw_text/raw_futuro20/titanic_morin.pdf, 08.09.2008; La lettre
chemin faisant, nº 31, http://www.mcxapc.org/docs/interlettre/31/3.htm, 08.09.2008; Complexity
Digest, http://www.comdig.org/, 08.09.2008; Programme européen MCX "Modélisation de la
CompleXité", Association pour la Pensée Complexe, http://www.mcxapc.org/, 08.09.2008. Pueden
c. asimismo Universidad de Los Andes, Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales,
Heurística crítica, complejidad y nueva racionalidad, Adolfo Izquierdo Uribe,
http://aizquier.uniandes.edu.co/Documentos/Heuristica_critica_complejidad_y_nueva_racionalidad.
pdf, 08.09.2008; Títulos del campus virtual de CLACSO, La revolución contemporánea del saber y
la complejidad social: Hacia unas ciencias sociales de nuevo tipo, Pedro Luis Sotolongo Codina y
Carlos Jesús Delgado Díaz, Textos completos, La revolución contemporánea del saber y la
complejidad social: Hacia unas ciencias sociales de nuevo tipo, Pedro Luis Sotolongo Codina y
Carlos Jesús Delgado Díaz Colaboran: Marisa Andrea Bolaña, Julio Eduardo Peña Gill, María del
Rocío Rosales Ortega, Alvaro Díaz Gómez y José Antonio Mazzela,
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/soto/soto.html, 08.09.2008.
Cabe c. además por ej. LAUGHLIN, Robert B., “Un universo diferente. La reivindicación de la
Física en la edad de la emergencia”, traducción Silvia Jawerbaum y Julieta Barba, Buenos Aires,
Katz, 2007.
Como se despliega según intereses, toda teoría es de alguna manera
“útil”, pero lo es con miras a valores que no son necesariamente la utilidad297.
Toda teoría jurídica es un modo de construir el Derecho y su autonomía dotado
de una particular utilidad.
Con una perspectiva integrativista tridimensionalista sostenemos, como lo
hace la teoría trialista del mundo jurídico -fundada por Werner Goldschmidt- que
para construir la autonomía del Derecho importan la referencia a la justicia y, en
consecuencia, básicamente a los repartos captados (descriptos e integrados) por
normatividades, a los que ha de referirse ese valor298.
El mundo jurídico trialista debe “edificarse” con tres dimensiones
diferenciadas pero inescindibles: sociológica, normológica y dikelógica299. Su
especificidad depende al fin, no obstante, de la referencia de la justicia. Las
autonomías del Derecho comienzan a percibirse en la realidad social y las
normas, pero su comprensión plena se produce en la consideración de la
justicia. La construcción “ultraautonomista” “purificadora” de Kelsen busca, por el
camino lógico, lo que a nuestro parecer hay que plantear por el sendero
orientado por la justicia.
Una de las pruebas de la utilidad de la teoría trialista del mundo jurídico
es la mejor referencia que brinda a la autonomía del Derecho y sus ramas. Lo
que para otras construcciones jurídicas resulta una indiferenciación o una
mezcla de sentidos en el trialismo es una complejidad pura.
Para identificar a la justicia, y en última instancia al Derecho, adoptamos
el principio supremo de justicia sostenido por Goldschmidt de adjudicar a cada
individuo la esfera de libertad necesaria para que se desarrolle plenamente, es
decir, para que se convierta en persona.
297 Otro enfoque es el de la utilidad para la utilidad, que se plantea en la utilidad teórica del
campo económico.
298 En cuanto a la teoría trialista del mundo jurídico, es posible c. por ej. GOLDSCHMIDT,
Werner, op. cit.; CIURO CALDANI, Miguel Ángel, “Derecho y política”, cit.; “Estudios de Filosofía
Jurídica ...” cits., 1982/4; “Estudios Jusfilosóficos”, Rosario, Fundación para las Investigaciones
Jurídicas, 1986; “La conjetura del funcionamiento de las normas jurídicas. Metodología Jurídica”,
Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 2000.
299 Cabe c. GUIBOURG, Ricardo A., “La construcción del pensamiento”, Buenos Aires, Colihue,
2004.
derivaciones “secundarias”, científicas y educativas300. Se desarrollan, en sí
mismas y en relación con las otras, en procesos de consolidación y replanteo
permanentes. Incluyen siempre cierta vinculación “dialéctica” de
complementariedad301 entre el todo y las partes y entre sus diversas
perspectivas, principales o secundarias. Las presencias y ausencias se influyen
recíprocamente.
Las autonomías pueden mostrarse en referencia relativamente
“horizontal” con otras autonomías y a su vez expresarse “verticalmente” como
especificidades de generalidades. Se trata de complejidades compuestas por
áreas diferenciadas que se distinguen “a la par” o se van integrando de manera
gradual en áreas homogéneas superadoras.
Un tipo (“horizontal”) es la autonomía por simple diferencia, como la que
tienen entre sí el Derecho y la Economía y las materias Derecho Patrimonial
(Derecho de las Obligaciones y “Derechos Reales”), Derecho de Familia 302 y
Derecho Penal. Otro tipo es la autonomía (“vertical”) por especificidad, que
poseen el Derecho y la Economía respecto de la organización social y los dos
sectores mencionados de la Parte Especial del Derecho Civil en relación de la
Parte General y, en distintos grados, esos tres espacios civiles y el Derecho
Penal con referencia al Derecho Constitucional. Quizás, para nombrar más de
manera más específica la integración de las autonomías, quepa hablar de
“coautonomías”, “infraautonomías” y “supraautonomías”. Las autonomías existen
en términos de denominadores particulares, pero se articulan en otros
denominadores comunes303.
El reconocimiento profundo de los sentidos de las autonomías es de gran
importancia para la comprensión de las complejidades referidas, con que
300 Para referirse a los alcances, la dinámica y los contactos de las proyecciones autonómicas
es posible v. nuestro trabajo "Aportes para una teoría de las respuestas jurídicas", Rosario,
Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario, 1976 (reedición en
“Investigación ...” cit., Nº 37, págs. 85/140).
301 En relación con la idea de dialéctica de complementariedad es posible v. por ej. REALE,
Miguel, “Filosofia do Direito”, 5ª ed., San Pablo, Saraiva, 1969, t. I, págs. 142 y 223, t. II, págs. 325
y ss.
302 Al menos hasta el presente el Derecho Patrimonial y el Derecho de Familia son
ss.
construimos el mundo jurídico y el universo en general. Dentro de esas
complejidades, todas las autonomías son graduales304.
Cada perspectiva jurídica y cultural es un título de jerarquización. Las
jerarquías del Derecho y sus ramas y de la cultura en general son múltiples y
“dialécticas”.
I) Autonomía material
a) Dimensión sociológica
304 Aunque nos referimos a ubicaciones de los valores “construidas”, creemos que desde la
más remota antigüedad la autonomía del mundo jurídico como conjunto ha sido amenazada a
través del desconocimiento de su valor determinante, la justicia, en nombre de otros valores,
principalmente el poder, el orden y la coherencia, que se subvierten contra ella; de la humanidad
que se “invierte” enfrentándola, y de la santidad y la utilidad que se arrogan su material estimativo.
Creemos que ninguno de estos valores –poder, orden, coherencia, humanidad, santidad y utilidad-
puede identificar al Derecho, porque se extienden a otros ámbitos, alcanzando, por ejemplo, en el
caso del orden, al cosmos entero, pero con menos altura y, en el caso de la humanidad
prescindente del resto del complejo axiológico, a comprensiones globales de los valores que se
hacen inevitablemente aprioristas.
Otra de las desviaciones frente a las cuales hay que estar atentos es la conversión del mundo
jurídico en un ámbito “soberano”, a través de la subversión del valor justicia contra el valor
humanidad y de la arrogación del material estimativo de la utilidad , la verdad, la belleza, el amor,
la santidad, etc. por la justicia.
305 Aunque el concepto de vida humana es muy difícil de precisar, nos es imprescindible
utilizarlo porque se trata de la realidad que más nos importa. El propio Goldschmidt remitió la
juridicidad a la relación con seres humanos.
realizar los valores jurídicos. Esto exige la toma de decisiones. Los repartos
pueden ser autoritarios o autónomos. Pueden ordenarse mediante el plan de
gobierno y la ejemplaridad, comprensiva de la costumbre.
Los repartos pueden encontrar límites principalmente físicos, psíquicos,
lógicos, sociopolíticos y socioeconómicos.
306 Tal vez el azar sea una puerta abierta a la religiosidad, campo que también en este sentido
quizás convenga diversificar. La posible relación del azar con el milagro suele contribuir a explicar
su rechazo por el ateísmo.
6. Uno de los problemas de la autonomía del mundo jurídico es el de la
relación de la dimensión sociológica, tema de la Jurística Sociológica, con la
realidad social lisa y llana, ámbito de la Sociología del Derecho y la Sociología.
La diversidad consiste en que en ella se desenvuelven adjudicaciones de
potencia e impotencia. Se trata de hechos específicamente referidos, al fin, a las
atribuciones de vida, a las captaciones normativas y a la justicia.
b) Dimensión normológica
12. Dado el carácter lógico de las captaciones y el uso del lenguaje en las
fuentes formales, los horizontes de la dimensión normológica, respecto de la
cual hay que considerar también la autonomía del mundo jurídico, son los
despliegues lógicos y lingüísticos. Hay que establecer la relación de esa
dimensión, tema de la Jurística Normológica, con la Lógica, la Metodología y la
Lingüística. La diversidad consiste en que en que las normatividades captan
repartos y son valoradas por la justicia.
c) Dimensión dikelógica
16. Las clases de justicia, es decir, los caminos o métodos con que la
pensamos, pueden desarrollarse atendiendo a los repartidores, los
recipiendarios, los objetos, las formas y las razones, refiriéndolas a los repartos
aislados y al régimen. Se encuentran así, desde el punto de vista de los repartos
aislados, la justicia consensual y extraconsensual; con o sin consideración de
personas (en este caso, de roles); simétrica o asimétrica (de fácil o difícil
comparabilidad de las potencias y las impotencias); monologal y dialogal (de una
o varias razones de justicia) y conmutativa o espontánea (con o sin
“contraprestación”). En cuanto a las perspectivas del régimen, cabe señalar la
justicia “partial” y gubernamental (proveniente de una parte o el todo); sectorial o
integral (dirigida a una parte o el todo); de aislamiento y de participación;
absoluta y relativa y particular o general (en este caso, dirigida al bien común).
La justicia particular y la justicia general son en gran medida, respectivamente,
referentes destacados del Derecho Privado y el Derecho Publico. Cada clase de
justicia puede resultar más o menos próxima a otros valores y áreas de la cultura
y la vida, por ejemplo, la justicia consensual, sin consideración de personas,
simétrica, conmutativa, de aislamiento, relativa y particular resultan, por su
relativa simplicidad, más afines a la celeridad en la satisfacción de las
necesidades que reclama la utilidad, con la pertinente afinidad con la economía.
Las clases de justicia con consideración de personas, asimétrica, dialogal,
espontánea, de participación y general son, sobre todo, líneas de afinidad con el
amor. La justicia cabal y su papel de identificación del Derecho surgen de
manera relevante de equilibrios entre las clases de justicia.
307 Puede v. nuestro artículo "La justice et la vérité dans le monde juridique" (versión francesa
en colaboración), en "Archiv für Rechts- und Sozialphilosophie", LXIX, fasc. 4, págs. 446 y ss.
308 REALE, op. cit., t. II, pág. 626.
comunitario309. Tampoco es sin motivo que Goldschmidt pudo destacar que el
filósofo rima “et-et”, y en este sentido el jurista lo es310. Esto no significa, a
nuestro entender, que la justicia no tenga un contenido propio, es que “llama a
los demás valores” como al fin, más allá de lo específico del Derecho, lo hace el
valor humanidad.
A nuestro entender, la enormidad de la pantonomía de la justicia y el gran
requerimiento que adjudicamos al fin a su contenido contribuyen a que en
definitiva las decisiones de valor se apoyen, en cierta medida, en actos de
voluntad y en tomas de posición ante el mundo. Esto puede contribuir a explicar
el recorte gravemente simplificador en que suele incurrir el positivismo
excluyente. Sin embargo, una cosa es saber que se recorta mediante un acto en
que hay una decisión impregnada también de voluntad, otra desconocer la
complejidad del problema legitimando inmediatamente cualquier acto de
voluntad.
309 COSSIO, Carlos, “La teoría egológica del Derecho y el concepto jurídico de libertad”, 2ª ed.,
311Puede v. nuestro libro “Derecho y política” cit. El Derecho puede ser denominado, desde
esa perspectiva, política jurídica.
el desfraccionamiento orientan a la política de seguridad y la política
educacional. Asimismo la justicia sitúa al mundo jurídico en el exterior como
rama del mundo cultural, también tridimensional, constituido por la referencia a
los valores en general.
En su interior, el mundo jurídico abarca una complejidad de autonomías
formada principalmente por las distintas ramas del Derecho.
a) Dimensión sociológica
b) Dimensión normológica
312Cabe recordar MARCUSE, Herbert, “El hombre unidimensional”, traducción Antonio Elorza,
Barcelona Seix Barral, 1968.
24. En la dimensión normológica las autonomías se muestran de manera
principal en las particularidades de las normas, sus fuentes, su funcionamiento,
sus conceptos y la constitución del ordenamiento normativo.
En particular en cuanto a las fuentes de las normas y su funcionamiento,
la autonomía material se expresa específicamente en autonomía legislativa,
judicial, administrativa y profesional.
El Derecho Constitucional, el Derecho Internacional Público y el Derecho
de los Contratos son identificados por referencias específicas a algunas fuentes.
Conforme a lo ya expuesto, cada autonomía tiene grados, en el presente
caso esto se muestra en que la autonomía legislativa es plena en la codificación
y limitada en la recopilación; la autonomía judicial es plena cuando hay un fuero
específico y limitada si tribunales de otro fuero atienden también
específicamente a la materia de que se trate; la autonomía administrativa es
plena si la oficina es específica de la rama, sobre todo cuando culmina en la
existencia de un ministerio, y limitada cuando se comparte el funcionamiento con
otras oficinas relativamente propias; la autonomía profesional es plena cuando
el profesional se dedica exclusivamente a la rama y limitada cuando lo hace en
combinación con otras313. En el marco de la autonomía profesional es importante
referir las diversidades surgidas, de modo principal, de las características de la
abogacía y el notariado.
Como las autonomías no son “soberanías,” es importante que en los
niveles más altos haya complejidad: en lo legislativo, con la plenitud
constitucional del órgano parlamentario; en lo judicial, con tribunales supremos
de fuero pleno o al menos relativamente pleno y, en lo administrativo, con el
despliegue de una jefatura del gabinete de ministros o al menos la cabeza única
del poder ejecutivo.
En el campo judicial, la relativa autonomía del Derecho de Familia en el
espacio de la Parte Especial del Derecho Civil suele promover la existencia de
tribunales propios, v. gr. con constitución colegiada de instancia única, como
existen en la Provincia de Santa Fe.
313 Importa que la abogacía sea una profesión, no una técnica (en cuanto a la filosofía de las
profesiones puede v. nuestros “Estudios de Filosofía Jurídica ... “ cits., t. I, 1982, págs. 229 y ss. .
A veces aspectos puntuales de las fuentes y el funcionamiento de las
ramas jurídicas adquieren autonomías relativas, por ejemplo cuando las
cuestiones donde predomina la consideración de los hechos son confiadas a
tribunales propios, v. gr. colegiados de instancia única (por ej. en
responsabilidad extracontractual).
Una muestra destacable de la importancia de la autonomía judicial es la
que presentan la existencia y el desempeño que vienen teniendo los Tribunales
de Justicia de las Comunidades Europeas para el desenvolvimiento del Derecho
(Comunitario) de la Integración 314.
En el funcionamiento normativo, como lo muestra el art. 16 del Código
Civil argentino, el Derecho Civil permite una “libertad judicial”315 que el Derecho
Penal veda, al menos en contra del reo, según lo muestra el art. 18 de la
Constitución Nacional argentina.
, 08.09.2008.
315 Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el espíritu de la ley, se
atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere dudosa, se resolverá por los
principios generales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso.
gubernamental316. En la primera el Derecho de los Contratos tiene un lugar del
mismo nivel que en la segunda posee el Derecho Constitucional317.
c) Dimensión dikelógica
27. Aunque las autonomías a las que nos referimos son tridimensionales,
sobre todo en lo “material” se manifiestan de manera principal en la dimensión
dikelógica, con casos y soluciones de rasgos específicos. En esta dimensión las
autonomías se muestran en complejos axiológicos, clases de justicia, recortes
de su material estimativo, orientaciones y legitimaciones de los repartos y el
régimen que resultan propios.
En cuanto al complejo axiológico hay ramas donde la justicia ha de
coadyuvar en mayor integración con la utilidad, como sucede en el Derecho
Comercial, y otras en que debe hacerlo más con el amor, según sucede en el
Derecho de Familia. Cada valor del mundo jurídico constituye una posibilidad de
jerarquización de las ramas del Derecho.
316 En rigor quizás deba entenderse que en primer lugar están las normatividades de los
hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por
la ley antes del hecho de la causa.
adapta el presente con miras al porvenir que ha de regirse318. El Derecho de las
Obligaciones que nacen de la voluntad se apoya más en la justicia “rectora”, el
de las Obligaciones que se refieren a hechos ilícitos y el Derecho Penal tienen
más sentido de justicia “correctora”.
318 Puede v. nuestro artículo "Hacia una comprensión dinámica de la justicia (justicia y
progreso)", en "El Derecho", t. 123, págs. 715 y ss.
objeto vida, el Derecho de las Obligaciones y los Derechos Reales, partes del
Derecho Patrimonial, se relacionan más con la legitimación de la propiedad.
319 Es posible v. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Derecho y Política”, cit.; “El Derecho
Internacional Privado, rama del mundo jurídico”, cit. Las especificidades normológicas son
consideradas a veces “métodos” propios.
complejidad de perspectivas puede compararse la materialidad de las distintas
ramas del Derecho.
a) Autonomía espacial
36. Además, son diversas las autonomías dentro del mismo sistema, por
ejemplo, dentro del Derecho Occidental. El Derecho del Trabajo tiene a menudo
más autonomía en los sistemas continentales que en el angloamericano.
Una perspectiva interesante es la relativa “autonomía” que la invocación
del Derecho Internacional Privado clásico puede dar al Derecho declarado
aplicable.
b) Autonomía temporal
321 Acerca del Derecho musulmán pueden v. por ej. BOUSQUET, George Henri, “El derecho
musulmán y sus caracteres generales”, en “Jus”, Revista de Derecho y Ciencias Sociales, México
D. F., Nº 116, págs. 169 y ss.; TOURNAUW, Nicolas de, “Le droit musulman exposé d’après les
sources”, traducción Eschbach, París, Cotillon, 1860; MILLIOT, Louis, “Introduction à l’étude du
droit musulman”, París, Sirey, 1953; ESTÉVEZ BRASA, Teresa M., “Derecho Civil Musulmán”,
Buenos Aires, Depalma, 1981; TORELLO, José Rafael, “Fuentes del derecho musulmán”, en
“Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales”, 1927, vol. 6, págs. 717 y ss.; LOPEZ
ORTIZ, José P., “Derecho Musulmán”, Barcelona – Buenos Aires, Labor, 1932. Es posible v.
nuestros artículos "Reflexiones comparativas del Derecho Occidental y el Derecho musulmán", en
"Investigación ..." cit., Nº 6, págs. 97 y ss.; "Visión sintética del Derecho Comparado desde el punto
de vista cultural, con especial referencia al Derecho de Familia", en "Investigación ..." cit., Nº 30,
págs. 95 y ss. (http://www.cartapacio.edu.ar/ojs/index.php/iyd/article/viewFile/797/598 , 10-4-2008).
Cabe c. MELHEM, Constantino, “Las leyes del Islam”, Buenos Aires, 1926; “Guía del español que
comprende el camino del conocimiento de la escuela malekita. Derecho Musulmán”, 2ª ed.,
corregida y aumentada por Don Manuel del Nido y Torres, Tetuán, Hispano-Africana, 1927;
HOURDAS, O. – MARTEL, F., “Traité de Droit Musulman. La Tohfat d’Ebn Acem”, Argelia, Gavault
Saint-Lager, 1882; JUYNBOLL, Th. W., “Manuale di Diritto Musulmano”, traducción Giovanni
Baviera, Milán, Francsco Vallardi, 1916.
máxima autonomía en Occidente se evidenció a fines de la Edad Moderna y
comienzos de la Edad Contemporánea, cuando se produjeron la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano y el Código Civil francés. En la Edad
Media (Edad de la Fe) el Derecho estuvo sometido a la Religión, hoy parece casi
claramente sujeto a la Economía322.
38. También las ramas del mundo jurídico son expresiones “vivas” y
pueden aparecer o desaparecer según las exigencias de justicia cambiantes en
distintas situaciones.
Entre las ramas del mundo jurídico hay algunas autonomías tradicionales,
consagradas como tales históricamente, a menudo con predominio del valor
utilidad. En cierto nivel más básico, pero hoy relativamente debilitado, se trata de
la división del Derecho Público y el Derecho Privado; luego cabe hacer
referencia al Derecho Internacional Público, el Derecho Constitucional, el
Derecho Administrativo, el Derecho Penal, el Derecho Procesal, el Derecho Civil,
el Derecho Comercial, el Derecho del Trabajo, el Derecho Internacional Privado,
etc.
La distinción entre Derecho Público y Derecho Privado no tiene ahora la
fuerza de otras épocas, sobre todo -por ejemplo- por la expansión del
constitucionalismo social (quizás neoconstitucionalismo) y la búsqueda de cierta
integración del bien común y el bien particular. No obstante, en una comprensión
última puede decirse que el Derecho Público se inspira en definitiva en la justicia
general, referida directamente al bien común, quizás323 con más presencia de
repartos autoritarios, y el Derecho Privado tiene un espíritu de justicia referida
directamente a los particulares, tal vez con más presencia de los repartos
autónomos. Además importa tener en cuenta que si bien el constitucionalismo
social avanza en el Derecho Interno, en el Derecho Internacional se desarrolla
un Derecho Privado con límites en proceso de decrecimiento, tendiente a la
322 Es posible c. nuestros “Estudios de Historia del Derecho”, Rosario, Fundación para las
Investigaciones Jurídicas, 2000.
323 Puede v. nuestro artículo “Derecho Público y Derecho Privado”, en "La Ley", t. 1979-D,
324 Es posible c. nuestro artículo "Privatización y Derecho Privado", en "Boletín del Centro de
Costumbre Jurídica y nueva lex mercatoria en América Latina con especial referencia al Mercosur”
(tesis doctoral Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, aprobada con
clasificación 10 –Sobresaliente- y recomendada para publicación; 08 de febrero de 2007).
326 Puede v. nuestro trabajo “Filosofía trialista del Derecho de la Salud”, en “Revista del Centro
Investigaciones ..." cit., Nº 22, págs. 19 y ss., (y en "Bioética y Bioderecho", Nº 2, págs. 11 y ss.).
Las fronteras entre el Derecho de la Salud y el Bioderecho son a veces difíciles de establecer.
Aunque a veces se lo concibe en sentido más amplio, creemos que el Bioderecho resguarda al fin
a la humanidad contra los desafíos de la tecnología.
328 Es posible v. nuestro artículo "Derecho de la Ciencia y protección del investigador", en
329 Puede v. nuestro trabajo “Derecho de la Educación”, en “Academia”, año 3, número 5, págs.
Ancianidad”, en "Investigación ... " cit., Nº 20, págs. 35 y ss.; DABOVE CARAMUTO, María Isolina,
"Los derechos de los ancianos", Buenos Aires - Madrid, Ciudad Argentina, 2002; NOVELLI,
Mariano H., “Los derechos constitucionales de los ancianos en la Argentina”, Buenos Aires,
Dunken – Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 2006.
El Derecho de la Ancianidad ha de amparar al anciano.
También cabe considerar v. gr. el Derecho de Menores, hoy en gran transformación por las
variaciones en la noción de menor. Pueden v. nuestros artículos "El sujeto de la protección en el
Derecho de Menores", en "Investigación ..." cit., Nº 27, págs. 54 y ss.; "Comparación jusfilosófica
del Derecho de Menores y el Derecho de la Ancianidad", en "Investigación ..." cit., Nº 25, págs. 7 y
ss.; también "La noción de autonomía material en el mundo jurídico y en el Derecho de Menores",
en AS.VS., "Derecho de Menores", Rosario, Juris, págs. 65 y ss.
331 Es posible v. por ej. nuestros artículos “La integración, un camino para superar la
c) Autonomía personal
C) Autonomías secundarias
335 Quizás interese, con una perspectiva dinámica, considerar nuestro trabajo "Desde la
protección del propietario a la protección del consumidor y el usuario (Aportes a la Filosofía del
Derecho Privado)", en "El Derecho", t. 159, págs. 1022 y ss.
336 Es relación con el tema es posible c. por ej. FRIEDMAN, Lawrence M., “Total Justice”,
Nueva York, Russell Sage Foundation, 1994; DAVID, René – JAUFFRET-SPINOSI, Camille, “Les
grands sustèmes de droit contemporains”, 10ª. ed., París, Dalloz, 1992, págs. 421 y ss.
Entre la autonomía principal y las secundarias existen relaciones
dinámicas con avances y retrocesos: en ciertos casos la primera avanza más
allá de las segundas, en otros casos éstas están más allá de la primera. La
materialidad “Derecho” estuvo mucho tiempo más allá de la ciencia y la
educación. El Derecho Civil y el Derecho Penal son más antiguos que su ciencia
y su enseñanza al menos relativamente formales, pero vale recordar que la
Universidad de Bolonia se formó ya alrededor de 1088, sobre la base de la
enseñanza jurídica337. El Derecho Internacional Público, ya en la sistematización
grociana, es casi simultáneo a la formación de su ciencia, como lo muestra el
célebre libro “Sobre el Derecho de la Guerra y de la Paz” de Hugo Grocio.
Hoy el Derecho Romano sobrevive en la ciencia y la educación, cuando
su realidad directa se ha extinguido, y perdura en la influencia que todavía ejerce
en otros Derechos. Es importante que las nuevas ramas jurídicas sean
ampliamente consideradas por la ciencia y la educación.
(1989), (Mignona / Nebbia), Juan Carlos Baglietto (Argentina), “Si la historia la escriben los que
ganan,/ eso quiere decir que hay otra historia: / la verdadera historia, / quien quiera oír que oiga.”,
http://lyricsplayground.com/alpha/songs/q/quienquieraoirqueoiga.shtml, 14.07.2008.
perspectivas relevantes del papel “desenmascarador” de la teoría trialista del
mundo jurídico, claro paradigma de libertad científica y educativa respecto de lo
positivo. Aunque habitualmente el Derecho normativizado debe ser cumplido, el
trialismo abre caminos a su reconsideración valorativa y posee gran capacidad
científica y educativa para abrir caminos a la libertad339.
1) Autonomía científica
339 Puede v. nuestro artículo "Reflexiones sobre Derecho, educación y ciencia", en "Zeus", t. 29,
págs. D.175 y ss.
340 Es posible c. nuestras "Meditaciones acerca de la ciencia jurídica", en "Revista de la
341 Vale recordar el mismo título de la obra en que Santo Tomás desarrolla su pensamiento
jurídico (Suma Teológica, http://www.dominicos.org/publicaciones/Biblioteca/suma.htm,
18.07.2008).
342 Pueden v. por ej. SAINT-SIMON, “Catecismo político de los industriales”, traducción Luis
David de los Arcos, 4ª ed., en BIF, Buenos Aires, Aguilar, 1964; POSNER, Richard A., “The
Economics of Justice”, 6ª ed., Cambridge, Massachussets – London, 1996; MERCADO
PACHECO, Pedro, “El análisis económico del Derecho”, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1994.
343 Cabe c. “Meditaciones acerca de la ciencia jurídica” cits.
complementa lo común344. Creemos que la Teoría General del Derecho ha de
comprender, diferenciadamente, los despliegues comunes y abarcadores del
Derecho. Esta perspectiva abarcadora podría denominarse “Enciclopedia
Jurídica”, pero los desvíos producidos bajo tal denominación la hacen poco
adecuada. Por último, la evidencia de que la ciencia jurídica es autónoma, no
soberana, debe obtenerse de la integración del mundo jurídico en el resto del
universo a través de la Filosofía del Derecho (llamada también Filosofía Jurídica
“Mayor”). En la Filosofía Jurídica “Mayor” el valor justicia se integra en el valor
humanidad345.
La línea científica que acabamos de exponer, con su autonomía básica
decidida en la Jurística, las distintas autonomías, incluso “graduales”, fundadas
en ella, la síntesis de la Teoría General abarcadora y la ubicación universalista
de la Filosofía del Derecho (o Filosofía Jurídica “Mayor”), no excluye la
necesidad de apoyo de otras disciplinas que iluminan de manera refleja, como
horizontes, la ciencia jurídica. Son tales, en primer grado de proximidad, la
Historia y Prospectiva del Derecho, el Derecho Comparado y la Filosofía Política
(como integración del Derecho en el mundo político). Luego, en un grado de
mayor lejanía, pueden aprovecharse horizontes de Sociología del Derecho, de
Lógica y Metodología del Derecho, de Filosofía de la Justicia, de Filosofía
General e incluso de otras ramas políticas, como la Política Económica. Importa,
sin embargo, que también estos horizontes sean integrados en el gran complejo
jurídico y cultural y no meramente yuxtapuestos.
344 Es posible c. nuestras "Lecciones de Teoría General del Derecho", en "Investigación ..." cit.,
científica, sino porque se refiere a un objeto más amplio que la Jurística. En rigor, la Filosofía del
Derecho es dependiente de la respuesta acerca del ser del Derecho, que brinda la Jurística (o
Introducción al Derecho).
Las perspectivas jurídicas pueden ser limitadas, de “microjuridicidad”, o
de conjunto, de “macrojuridicidad”. Sobre la base de la articulación de todos los
enfoques que acabamos de referir se va haciendo viable la estrategia jurídica y
vital, con sus respectivas tácticas346.
“cerrados” jurisprudencialmente sino abiertos, a resolver (es posible c. nuestros artículos "El
ámbito de la decisión jurídica (La construcción del caso)", en "Revista del Centro de
Investigaciones ..." cit., Nº 24, págs. 57/64; “Perspectivas trialistas para la construcción de los
casos. La complejidad de los casos”, en “La Ley”, 2004-D, págs. 1181 y ss.). También cabe v.
CHAUMET, Mario E., “Perspectivas trialistas para la construcción de los casos difíciles”, en
http://www.cartapacio.edu.ar/ojs/index.php/ctp/article/view/28/44 , 8-9-2008.
subvierten contra la Parte General, considerando que son cinco partes en pie de
igualdad348, y la rama Derecho Civil se alza contra el conjunto del Derecho. No
se trata, en estos casos, de autonomías de otros tipos, sino de
“encapsulamientos” científicos. Eso mismo sucede con otras “partes especiales”
subvertidas contra sus “partes generales” (en Derecho Penal o Derecho
Comercial) que, a su vez, se alzan contra el conjunto jurídico. Con frecuencia al
especialista le importa poco ser un jurista científico.
Asimismo, de resultas de la subversión contra la materia jurídica y la
última estructura dikelógica, hay ramas jurídicas que resultan destrozadas y
sectores que quedan indebidamente distanciados. El Derecho de Daños a
menudo se desenvuelve pretendiendo una excesiva autonomía respecto del
Derecho de las Obligaciones y la Parte General del Derecho Civil. La ignorancia
de la parte general del Derecho Internacional Privado, en que se concreta en
primer término su espíritu de respeto al elemento extranjero, hace que los
especialistas en otras disciplinas (civilistas, comercialistas, laboralistas, etc.) se
crean a veces habilitados para intervenir en él.
También las partes generales y especiales tienen perspectivas
dialécticas, donde la plusmodelación, minusmodelación o sustitución de unas
influye en las de otras.
348 Acerca de la “división pentárquica” del Derecho Civil pueden v. nuestros trabajos "Bases
para la filosofía de la división "pentárquica" del Derecho Civil", en "Investigación..." cit., Nº 9, págs.
17 y ss.; "Nuevamente sobre la Filosofía de la división pentárquica del Derecho Civil", en
"Investigación ..." cit., Nº 28, págs. 75 y ss.; “La vida de la división “pentárquica” del Derecho Civil
en la cultura argentina actual”, en “Jurisprudencia Argentina”, 2006-I, fasc.5, págs. 3/14, t. 2006-I,
págs. 1167 y ss.
349 Es posible v. GOLDSCHMIDT, Werner, “Justicia y verdad”, Buenos Aires, La Ley, 1978,
Sociales”, 2ª ed., Santiago, Jurídica de Chile, 1960, pág. 30; CALASSO, Francesco; “Medio Evo
del Diritto”, I, Milano, Giuffrè, 1954, págs. 503 y ss.
351 V. BASCUÑAN VALDES, Aníbal; op. cit., pág. 30.
352 Puede v. por ej. nuestro artículo "Doctorado, Universidad y Derecho", en "Boletín del Centro
b) Autonomía curricular
353 Es posible recordar por ej. OERTMANN, Paul, “La formation du code civil allemand et les
méthodes d'enseignement du droit civil usitées dans les universités allemandes”, en “Anales de la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales” (UBA), 2ª Serie, t. 2, pág. 139.
354 Cabe c. nuestro artículo "Doctorado, Universidad y Derecho", en "Boletín del Centro de
c) Autonomía metodológica
51. Los métodos son caminos, que valen en relación con las metas355. La
autonomía metodológica (“didáctica”) consiste en los caminos específicos que
requiere el mejor desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, planteado
básicamente por la Pedagogía y referido en este caso a la juridicidad y sus
ramas356. Se apoya de una manera relevante en las aptitudes de los estudiantes
y los docentes y en la interrelación entre ellos que ha de realizar la educación
jurídica. La metodología ha de variar según el punto de partida y la meta que se
pretende alcanzar. La metodología debe ser adecuada, con distintas
“autonomías”, en relación con el marco material y sus proyecciones espaciales,
temporales y personales y sus alcances científicos y estructurales, curriculares y
pedagógicos. Por ejemplo, ha de ser distinta según se trate de la enseñanza de
Introducción al Derecho, Derecho Civil o Derecho Penal, conforme se trate de
alumnos de distintas edades y formación básica, etc. La metodología debe ser
consciente de la interrelación necesaria entre la teoría y la práctica.
Aunque a veces se ponga en cuestión la necesidad de la Pedagogía y la
Didáctica universitarias, éstas son imprescindibles si no se quiere edificar en el
vacío, olvidando que los destinatarios son personas, en cuya realidad ha de
encarnarse y formarse el saber. Por ejemplo, más allá de las construcciones
científicas, pueden ser necesarias reubicaciones o repeticiones de las
d) Autonomía pedagógica
Es posible v. por ej. GRIJALVA, Agustín, “Reflexiones sobre Pedagogía Universitaria”, en “Bull.
Inst. fr. études andines”, 1999, (28) (3), págs, 451_460,
http://www.ifeanet.org/publicaciones/boletines/28(3)/451.pdf, 19.07.2008.
En el texto del trabajo del autor tomado como referencia básica, existe un punto titulado
“Horizonte filosófico general” que expresa: “En las raíces últimas de todas las dificultades para
comprender las autonomías materiales y las autonomías secundarias del mundo jurídico están las
desviaciones del idealismo genético. En un mundo creado –no descubierto- por el sujeto, las
jerarquías se exageran o se ignoran según lo hace el sujeto creador. Es fácil que desde un punto
de partida idealista genético el Derecho –que de alguna manera siempre “hacemos” los hombres-
sea sobrevalorado; pero tampoco es difícil que el hombre se niegue a realizar la justicia y los
restantes valores jurídicos. Creemos que sólo el realismo genético es punto de partida apto para
descubrir cabalmente las autonomías que nos ocupan. En definitiva, el realismo genético significa
una apertura al mundo, un acto de “amor” y, como le agradaría decir a Nicolai Hartmann, “el que
ama es el único vidente””, con nota de HARTMANN, Nicolai; “El “ethos” de la personalidad”,
traducción De “Das Ethos der Persönlichkeit”, en “Actas del Primer Congreso Nacional de
Filosofía”, Mendoza, 1949, tomo I, pág. 314. En el presente artículo el debate entre el realismo y el
idealismo genético es dejado aparte con una posición constructivista.
TEMA 14:
El horizonte político del mundo jurídico (*)
1. El mundo político.
(*) Corresponde a la Unidad VI (El horizonte político del mundo jurídico), punto II (El Derecho
como rama del mundo político), del programa de las Cátedras “A” y “E” de Introducción al Derecho,
Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Rosario.
360 GOLDSCHMIDT, Werner; “Introducción filosófica al Derecho”, 6ª ed., 5ª reimp., Buenos
364 Período histórico que suele ser reconocido entre el comienzo de la historia, al arribarse al
medio de comunicación que constituye la escritura, y la caída del Imperio Romano de Occidente,
ocurrida en 476 d. C.
365 Lapso de la historia que comienza con la caída del Imperio Romano de Occidente, y se
extiende hasta la caída de Constantinopla (hoy Estambul), capital del Imperio Romano de Oriente,
en poder de los turcos, hecho ocurrido el 29 de mayo de 1453.
366 Tiempo comprendido entre la caída del Imperio Romano de Oriente y la Revolución
Francesa (1789).
367 Etapa que suele estimarse entre la Revolución Francesa y la conclusión de la Segunda
Guerra Mundial con el estallido de la primera bomba atómica en Hiroshima (6 de agosto de 1945),
aunque también existen quienes la extienden hasta la finalización de la “guerra fría”.
Finalmente, en los últimos tiempos que se han dado en llamar Edad
Postmoderna368, el protagonismo del “hombre individual” ha decrecido, dando
nuevamente lugar a elementos sociológicos y axiológicos que ya conformaban la
política en la Edad Antigua, como pueden ser la comunidad y los valores de la
convivencia.
político del Derecho. Elementos básicos de una filosofía política trialista”, Buenos Aires, Depalma,
1976.
Va a ser desde la primera de ellas que descubriremos, en su dimensión
sociológica, los actos de coexistencia, es decir, las relaciones entre seres
humanos determinables, de las cuales podremos distinguir a los repartidores,
recipiendarios, objeto, forma y razones.
Estos actos pueden ser por oposición (conformado por repartos
autoritarios que realizan el valor poder o por repartos autónomos que realizan el
valor cooperación), caracterizándose porque las potencias e impotencias
provenientes de estos repartos se excluyen; o también por agregación, en
donde las potencias e impotencias se comparten o se agregan.
Conjuntamente con estos actos de coexistencia se desarrollan
adjudicaciones a las cuales denominaremos asignaciones, que no provienen de
seres humanos determinables, y cuyas fuerzas adjudicatarias remiten a la
naturaleza, el azar, o las influencias humanas difusas.
Los actos de coexistencia pueden encontrarse ordenados al hilo de la
ejemplaridad o del plan de gobierno en marcha, realizando de esta manera el
valor orden; pero también pueden estar desordenados, dando lugar a la
“anomia” (o “caos” si el desorden es provocado por distribuciones).
Desde la dimensión normológica, nos encontramos con las normas y los
imperativos, que van a captar los actos de coexistencia a través de funciones
descriptivas e integradoras, dando lugar a la adecuación en el caso que la
voluntad del conductor se cumpla. Asimismo las normas políticas captan un
orden político por medio de un mero orden o a través de un sistema. En cuanto a
las fuentes de las normas políticas, las mismas se basan en fuentes formales y
materiales debiendo hacer el salto de las primeras a las últimas. El
funcionamiento de dichas normas se sustenta en las distintas tareas que ya han
sido estudiadas oportunamente (reconocimiento, interpretación, determinación,
integración, argumentación, aplicación y síntesis).
En relación a la dimensión axiológica, podemos hacer alusión a los
valores de la convivencia, formados por la coexistencia valiosa. Es decir que los
actos de oposición deben culminar en la justicia y los actos de agregación deben
culminar en el amor. La convivencia se logra cuando se llega al amor a través de
la justicia. Por otra parte, los valores referidos a la oposición dan lugar a la
supervivencia, mientras que los que estan direccionados a la agregación dan
lugar a la intervivencia. El principal de los valores de la supervivencia es la
justicia, mientras que el más elevado de los de la intervivencia es el amor.
Los valores de la convivencia son muchos, y alrededor de cada uno de
ellos se desarrollan diversas ramas de la política identificada con distintos
valores, tema que abordaremos seguidamente.
El régimen de convivencia surgirá de la realización del humanismo, ya
que se pretende que el individuo se desarrolle plenamente como persona en su
ámbito de convivencia, y esto se logra satisfaciendo las exigencias de unicidad,
igualdad y fraternidad de los hombres.
Si bien hemos desarrollado una perspectiva tridimensional de la política y
sus ramas, no es menos cierto que también pueden relevarse posiciones de
infradimensionalismo político. Así, por ejemplo, encontramos al
infradimensionalismo político sociológico, que considera a las relaciones de
poder como elemento fundamental de la política, siendo su representante más
significativo Nicolás Maquiavelo. Por otro lado podemos advertir un
infradimensionalismo político normológico cuyo principal exponente fue Easton
quien, a través de análisis sistémicos y estructuralistas, se conforma con
describir los fenómenos políticos positivos sin efectuar un análisis crítico de los
mismos. El infradimensionalismo político dikelógico, por su parte, se encuentra
caracterizado en los planteos políticos utópicos, como los de Platón, Tomás
Moro, Owen, Fourier, etc.
370 P. c. CIURO CALDANI, Miguel Ángel; “Las Ramas del Mundo político”, Rosario, Fundación
para las Investigaciones Jurídicas, 1979.
agregación en referencia a la naturaleza comunitaria y social que tiene la
medicina.
Desde el punto de vista normológico encontramos normas sanitarias que
reglamentan la actividad, aunque cabe destacar que, en algunas oportunidades,
las normas sanitarias van en desmedro del mismo valor, al convertirse en trabas
burocráticas e indiferentes ante las urgencias y tiempos que la salud requiere.
Por otra parte una política sanitaria debe tener en cuenta los grandes problemas
irresueltos en el marco de las políticas sociales, los que deberían abordarse a
través de un plan de gobierno.
Asimismo resulta necesario fomentar en la población una conciencia
colectiva del valor salud, focalizando las acciones a través de la prevención y
promoción, y también promoviendo el desarrollo del conocimiento cientifico de la
medicina, debiendo en este último caso ser la política económica quien actúe
contribuyendo para eso y no como condicionante.
2.2. La política económica, a su turno, es el conjunto de actos de
coexistencia, descriptos e integrados por normas, y valorados ambos por el valor
utilidad como fenómeno de convivencia.
Los procesos económicos gozan de actos de oposición manifestados en
la distribución, y de actos de agregación que se traducen en la producción.
Hoy en día la utilidad es uno de los valores que presenta mayor fuerza
avasalladora, pudiendo afirmarse su presencia en casi todas las ramas del
mundo político; en algunos casos condicionando el desarrollo de distintas
políticas, aunque no determinándolo, y en otros arrogándose el material
estimativo de ramas que, en rigor de verdad, no se identifican con dicho valor.
2.3. Entendemos a la política científica como el conjunto de actos de
coexistencia, descriptos e integrados por normas, y valorados ambos por el valor
verdad como fenómeno de convivencia.
El citado valor se realiza en la correspondencia del conocimiento con el
objeto conocido.
Desde el punto de vista sociológico, la ciencia está sustentada en un gran
número de datos que, muchas veces, pueden implicar un fin en sí mismo.
También encontramos el aspecto normológico en la formalizacion de los
actos de coexistencia en los que se sustentan las políticas cientificas, no
obstante lo cual la verdad se diferencia de otros valores como la justicia, en tanto
la justicia se encuentra en todas las formalizaciones jurídicas, mientras que la
verdad está más allá de las formalizaciones de la política cientifica.
2.4. Por su parte, la política artística nos alude al conjunto de actos de
coexistencia, descriptos e integrados por normas, y valorados ambos por el valor
belleza como fenómeno de convivencia.
Está dotada preponderantemente de actos de agregación, desde el
momento en que el arte es una expresión que debe desarrollarse en un ámbito
de libertad.
Asimismo, actualmente existen casos en los que el valor belleza va en
detrimento de otros valores, sobre todo del valor salud, toda vez que se sacrifica
este último en pos de lograr una posición estética.
2.5. La política religiosa se nos muestra como el conjunto de actos de
coexistencia, descriptos e integrados por normas, y valorados ambos por el valor
santidad como fenómeno de convivencia.
Contempla los problemas que se suscitan dentro de las religiones, y la
relación entre las religiones y el resto de la vida política. Así encontramos
religiones que se identifican más con el plan de gobierno en marcha (lo formal y
lo abstracto) como por ejemplo el catolicismo y el judaísmo, y otras que se
encuentran más relacionadas con la ejemplaridad, como puede serlo la religión
protestante.
2.6. La política jurídica surge como el conjunto de actos de coexistencia,
descriptos e integrados por normas, y valorados ambos por el valor justicia
como fenómeno de convivencia.
Se basa en actos de oposición a través de repartos autoritarios o
autónomos (realizando los valores poder y cooperación), y ordenándose los
mismos por medio del plan de gobierno en marcha o la ejemplaridad (realizando
los valores previsibilidad y cooperación).
En los paises del Derecho Continental existe una marcada tendencia a la
realización de una política jurídica sustentada en formalizaciones, como son los
Códigos, en detrimento de la realidad social que caracteriza al derecho del
Common Law, y muchas veces con menoscabo de la justicia.
2.7. La política erológica es el conjunto de actos de coexistencia,
descriptos e integrados por normas, y valorados ambos por el valor amor como
fenómeno de convivencia.
El amor como cuestión política se encuentra presente en la tarea diaria
de fundaciones, en las cuestiones de familia, etc. Asimismo podemos vislumbrar
que en distintos movimientos políticos se ha dado un lugar al amor o al
sentimiento, por ejemplo, en el liberalismo lo encontramos en la fraternidad, en la
cultura judeo-cristiana en la hermandad y en el "amarás a tu prójimo como a ti
mismo", en el marxismo en la fraternidad proletaria que culmina en la fraternidad
universal.
2.8. En fin, corresponde aludir en adición a la política de seguridad que
tiende a fraccionar los valores de la convivencia, en tanto la política educativa
conduce a desarrollarlos.