Utopstica Agroecolgica
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I N N O VA C I O N E S C A M P E S I N A S
Y S E G U R I D A D A L I M E N T A R I A E N M A ÍZ
U T O P ÍS T I C A A G R O E C O L Ó G I C A
I N N O VA C I O N E S C A M P E S I N A S
Y S E G U R I D A D A L I M E N T A R I A E N M A ÍZ
M i gu e l Án ge l Da m i á n H u a t o
V í c t or M . T o l e d o
Instituto de Ciencias
Prólogo 7
Introducción 11
V. La utopística agroecológica 73
Identificación de productores con eficiencia diferenciada 73
Caracterización del patrón tecnológico
de los productores eficientes 75
El paradigma agroecológico y el manejo de maíz 77
El agroecosistema como unidad básica de estudio 78
El agroecosistema como unidad de investigación 84
La agroecología y la transdisciplina 87
7
8 Ut o p í st i c a A groecológica
para la diversidad genética del maíz, para la alimentación del país y para su
soberanía alimentaria.
Es en este escenario que aparece el presente libro, que desde su título se-
ñala la amplitud de sus alcances. Los autores ubican su texto desde la pers-
pectiva de la utopía, esa idea arraigada en la humanidad y especialmente
en las comunidades rurales y que incluye como uno de sus componentes la
comida y la alimentación abundantes. Esa utopía que señala el lugar hacia
donde se quiere llegar y que siempre parece distante, pero como bien nos
recuerda el escritor uruguayo Eduardo Galeano, la utopía parece lejana, ca-
minamos hacia ella y a veces que se aleja más aún, a pesar de ello, y ese es
su cometido, la utopía nos sirve para caminar. El texto, y eso constituye una
de sus aportaciones relevantes, se ubica entonces en la utopística, entendida
como la dimensión tecnológica de la utopía, y donde la agroecología juega
un papel fundamental en la construcción de las utopías rurales.
La apuesta por el maíz como el eje de la alimentación de las familias ru-
rales es otra aportación notable del libro, el maíz es la planta central en el
policultivo de la milpa, donde junto con el frijol, la calabaza y otras especies
ha formado a lo largo de miles de años la base para la vida de las comunida-
des y el fundamento de la cocina mexicana. La centralidad del maíz resulta
entonces clave en ese caminar hacia las utopías rurales en México.
A través de sus referencias empíricas y concretas en el estado de Pue-
bla, los autores dan cuenta de los complejos procesos que acompañan las
decisiones tecnológicas de los agricultores de maíz —y allí reside otra im-
portante aportación del texto—, muestran la relevancia del diálogo entre los
conocimientos tradicionales y la agroecología en la puesta en marcha de las
innovaciones agroecológicas, y destacan también el importante papel que
juegan las experiencias estudiadas como “faros agroecológicos”, para moti-
var y acompañar a otros agricultores en la transición hacia agriculturas más
sustentables.
La crisis rural ha significado también un desafío para la búsqueda de al-
ternativas orientadas hacia sistemas agroalimentarios más justos y más sus-
tentables, y por todo México han ido consolidándose experiencias locales,
regionales y nacionales que muestran la viabilidad de las alternativas orien-
tadas hacia agriculturas más sustentables y en todas ellas juega un papel
fundamental el trabajo con el maíz y con la milpa.
Pról ogo 9
11
12 Ut o p í st i c a A groecológica
o lento, debido a las diferencias que hay en las condiciones naturales e his-
tóricas, donde los rasgos tecnológicos de una etapa más baja del desarrollo
social se mezclan con la de otra superior (Novack, 1974:1).
El diseño de la utopística agroecológica se basó en dos tipos de evalua-
ciones de las innovaciones aplicadas en el manejo de maíz: las aplicadas por
todos los productores, y por los maiceros agrupados, según su eficiencia
productiva. Esta última clasificación permitió identificar y caracterizar el pa-
trón tecnológico que aplicaron los productores eficientes, el cual se propone
transferir y optimizar, mediante el establecimiento de faros agroecológicos.
La utopística se concibe como la evaluación seria de alternativas históri-
cas, el ejercicio de nuestro juicio en cuanto a la racionalidad material de los
posibles sistemas históricos alternativos. No es el rostro de un futuro perfec-
to (e inevitable), sino el de un futuro alternativo, realmente mejor y plausi-
ble (pero incierto) desde el punto de vista histórico (Wallernstein, 1998). En
este trabajo se asume como una evaluación sobria, racional y realista de las
innovaciones aplicadas en el manejo del maíz para construir modelos tecno-
lógicos alternativos a los de la Revolución Verde. Pero, al mismo tiempo, la
utopística se considera como una vertiente tecnológica de la utopía porque,
como dice Bloch (2006), constituye una fuerza de producción en el frente,
abierto una y otra vez, de un mundo inconcluso, en esperanza de lograrse.
Es un saber activo de la realidad, orientado por la praxis transformadora del
mundo, que permanece y es, porque está haciéndose en una lucha dialécti-
ca-materialista de lo nuevo con lo viejo.
La utopística propone inaugurar un método para detectar, descubrir y
comprender la innovación tecnológica campesina en los sistemas agrícolas,
un tema que ha permanecido soslayado no sólo por los estudios convencio-
nales sino por los del nuevo campo de la agroecología. En este contexto, esta
utopística se puede constituir como una fuerza transformadora, resultado de
la reflexión teórica crítica y de los estudios sobre el terreno (investigaciones
empíricas). En ella convergen e interaccionan tecnologías modernas y ances-
trales, henchidas de posibilidades técnicas para potenciar las fuerzas pro-
ductivas de los maiceros menos eficientes. La utopística agroecológica puede
resolver en el corto plazo la ausencia de paquetes tecnológicos idóneos para
los maiceros de temporal a nivel local, y posee un enorme potencial para
reducir la brecha tecnológica que existe entre estos maiceros.
16 Ut o p í st i c a A groecológica
V O C A C I ÓN P R O D U C T I VA E N M A ÍZ
Y S E G U R I D A D A L I M E N TA R I A
19
20 Ut o p í st i c a A groecológica
El maíz es una planta humana, cultural en el sentido más profundo del término,
porque no existe sin la intervención inteligente y oportuna de la mano; no es
capaz de reproducirse por sí misma. Más que domesticada, la planta de maíz
fue creada por el trabajo humano.
Al cultivar el maíz, el hombre también se cultivó. Las grandes civiliza-
ciones del pasado y la vida misma de millones de mexicanos de hoy, tienen
como raíz y fundamento al generoso maíz. Ha sido un eje fundamental para
la creatividad cultural de cientos de generaciones; exigió el desarrollo y el per-
feccionamiento continuo de innumerables técnicas para cultivarlo; condujo al
surgimiento de una cosmogonía y de creencias y prácticas religiosas que hacen
del maíz una planta sagrada; permitió la elaboración de un arte culinario de
sorprendente riqueza; marcó el sentido del tiempo y ordenó el espacio en fun-
ción de sus propios ritmos y requerimientos; dio motivo para las más variadas
formas de expresión estética; y se convirtió en la referencia necesaria para en-
tender formas de organización social, maneras de pensamiento y conocimiento
y estilos de vida de las más amplias capas populares de México. Por eso, en
verdad, el maíz es el fundamento de la cultura popular mexicana.
Otros datos del siap (2014) muestran que las entidades con mayor propor-
ción de inseguridad alimentaria (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) aumentaron
su contribución histórica en la siembra de maíz: en 1980 aportaron 18 % y
en 2010 esta cifra fue de 23 % del total del área cultivada; en 2013 este dato
aumentó un punto porcentual.
La tendencia que muestran estas cifras contradicen rotundamente la pre-
tensión de los “modernizadores del campo” que supusieron que con la eje-
cución de la contrarreforma al artículo 27 constitucional efectuada en 1992,
aumentaría el mercado de tierras que revertiría el minifundio, lo que traería
como consecuencia la capitalización del agro y la sustitución de los produc-
tores de subsistencia por empresarios agrícolas que, a su vez, mejorarían la
eficiencia productiva de la tierra y la preservación del medio ambiente, dis-
minuirían la pobreza y generarían una mayor equidad en el campo (Téllez,
1994). Del mismo modo, estos datos evidencian, que a medida que disminu-
24 Ut o p í st i c a A groecológica
Vocación productiva,
rendimientos por hectárea y manejo de maíz
Tocante al tipo de tracción usada por las unidades de producción (tabla 4),
resalta que los estados con altos niveles de inseguridad alimentaria tienen un
exiguo acceso a la tracción mecánica y un alto porcentaje usa exclusivamente
herramientas manuales en la preparación del suelo. El uso de estos aperos de
labranza está relacionado con el tamaño del predio agrícola y con su calidad,
28 Ut o p í st i c a A groecológica
excepto Quintana Roo, las que han tenido menor disponibilidad a los agro-
químicos, que los estados con mayores índices de seguridad alimentaria.
Tabla 5. Uso de insumos agrícolas (%) por entidad federativa de la República Mexicana
Entidad Área Semilla Abono
Fertilización Herbicida Insecticida
Federativa Agrícola Mejorada Orgánico
Aguascalientes 170 696 32 18 15 24 8
Baja California 378 513 46 32 8 37 29
BC Sur 129 337 32 17 5 19 20
Campeche 817 956 13 10 1 13 5
Coahuila 898 673 10 12 3 4 5
Colima 202 238 30 6 4 27 19
Chiapas 2 200 156 10 4 1 9 7
Chihuahua 1 728 118 37 12 4 14 9
Distrito Federal 18 806 27 4 29 11 4
Durango 934 831 29 17 5 18 9
Guanajuato 1 030 730 54 37 8 47 33
Guerrero 1 615 258 14 6 1 8 5
Hidalgo 587 597 21 14 9 18 8
Jalisco 1 694 487 39 22 9 35 27
México 710 422 51 7 15 31 9
Michoacán 1 422 771 34 12 6 21 15
Morelos 150 219 62 34 9 54 39
Nayarit 602 406 38 16 3 30 30
Nuevo león 594 937 7 12 6 7 6
Oaxaca 1 653 708 14 2 3 4 2
Puebla 1 011 643 47 8 11 21 10
Querétaro 237 031 34 12 8 30 14
Quintana Roo 373 719 7 2 1 5 2
San Luis Potosí 1 039 812 10 5 3 9 5
Sinaloa 1 335 555 45 41 4 32 34
Sonora 1 259 643 36 30 5 31 27
Tabasco 597 934 8 3 1 7 5
Tamaulipas 1 348 457 27 41 3 26 15
Tlaxcala 205 149 84 19 11 61 17
Veracruz 2 644 988 17 4 2 13 7
Yucatán 568 739 3 3 1 4 1
Zacatecas 1 737 561 23 6 3 13 7
Nacional 29 902 091 26 14 4 19 12
Fuente: Elaboración propia con datos del Censo Agropecuario y Forestal (2007).
L A M O D E R N I Z A C I ÓN
DEL CAMPO MEXICANO
31
32 Ut o p í st i c a A groecológica
Con este propósito, los distintos países del mundo fueron situados en un
continuum donde sus polos fueron representados por la tradición y la mo-
dernidad ejemplificadas diáfanamente en las cinco fases del progreso que
tienen que recorrer las sociedades tradicionales para que, según Rostow
(1963), puedan llegar a la modernidad circunscrita exclusivamente a la era
del consumo de masas. Para este enfoque, el acceso a los estilos de vida oc-
cidental sólo era cuestión de quemar etapas para poder arribar a las formas
de vida instituidas por los países de Europa Occidental y, sobre todo, para
reproducir el frenético productivismo y consumismo alentado por los Esta-
dos Unidos de América.
En México, se pueden diferenciar dos etapas en la modernización del
campo. La primera se efectúa después de la posguerra del siglo pasado con
la implementación del modelo sustitutivo de importaciones y de la “Revolu-
ción Verde” para llevar a cabo la tecnificación de la agricultura, y la segunda
etapa tuvo como punto de partida la aplicación del programa de ajuste es-
tructural neoliberal a principios de la década de los ochenta y la aplicación
del “Programa de modernización del campo mexicano” durante el gobierno
de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
La Revolución Verde
adictas a los agroquímicos, que sólo pudieron ser adquiridos por la mayoría
de los productores de riego. Además hay que enfatizar que la excepcional
productividad de estas semillas sólo se logra en la primera siembra; en las
siguientes, la productividad disminuye tan marcadamente, que a veces los
rendimientos son inferiores a los que se puede obtener con semillas ordina-
rias, obligando así al agricultor a adquirir semilla nueva cada año (Taboada,
1938).
Las contribuciones teórico-metodológicas hechas por la Revolución Verde
dieron origen al paradigma productivista y, en su evolución en esta época,
fueron asumidas por varias entidades gubernamentales e internacionales
destacando: la Oficina de Estudios Especiales (1943: oee), el Instituto de In-
vestigaciones Agrícolas (1947: iia), el Instituto Nacional de Investigaciones
Agrícolas (1960: inia), donde se fusionaron la oee y el iia, así como por el
Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (cimmyt) en 1963.
Para acrecentar el potencial productivo de los recursos concretos que in-
tervienen en la producción, el inia (y sus antecesores) utilizaron el enfoque
“recomendaciones generales” que según Laird (1977: 18 y 55-56):
quienes adoptan pronto; la mayoría que adopta más pronto; la mayoría que
adopta más tarde, y los productores lentos o rezagados. Factores tales como
el cosmopolitismo, uso de medios de comunicación, contacto con los agentes
de cambio, la organización y educación de los productores fueron las varia-
bles asociadas con la teoría de difusión de innovaciones, convertida desde
la sexta década del siglo pasado en el marco teórico preferido por los inves-
tigadores a nivel mundial dedicados a evaluar el grado de transferencia de
tecnología agrícola.
Esta teoría muestra tres grandes equívocos teórico-metodológicos. El
primero tiene que ver con las distintas causas que explican la adopción de
tecnologías, las cuales fueron reducidas exclusivamente a factores como el
cosmopolitismo, uso de medios de comunicación, contacto con los agentes
de cambio, la organización y educación de los productores. Al respecto, sos-
layaron otras condiciones generales (por ejemplo, las condiciones materiales
en las que cultivan y viven los productores) que influyen de manera mani-
fiesta en la adopción de innovaciones.
El segundo equívoco de dicha teoría tiene su origen en la sustitución de
las condiciones generales y concretas que influyen en el manejo de los cul-
tivos por el etéreo espíritu de innovación, eludiendo una cuestión central
enunciada en las “recomendaciones generales” que explícitamente propo-
nen el uso de “fórmulas de producción” muy concretas, generadas mediante
la experimentación agrícola; por ejemplo, cuando las “recomendaciones ge-
nerales” versan sobre el uso de “fórmulas de fertilización”, lo que proponen
las instituciones de investigación no es que el productor adopte el empleo
de cualquier fertilizante. Lo que la “fórmula de fertilización” plantea es que
el productor aplique una “dosis óptima económica” compuesta por cierto
tipos de fertilizantes que presentaron a nivel experimental los mayores ren-
dimientos unitarios con diferencia estadística significativa y, a la vez, meno-
res costos de producción. Esto sucede con otras “fórmulas de producción”
que proponen las “recomendaciones generales”, que normalmente han sido
sistematizadas en paquetes tecnológicos.
Por tanto, lo que se debe evaluar de manera específica, es la aplicación
adecuada, por parte de los productores, de las distintas “fórmulas de pro-
ducción” que incluye el paquete tecnológico recomendado. Ciertamente, en
este proceso de “adopción”, influye el cosmopolitismo, el uso de medios de
L a moderniz ac ió n d e l c amp o me x ic ano 39
suelos más fértiles del mundo, tecnología de punta y enormes subsidios que
les permitieron abaratar los precios de este grano. Por esta razón, la forma de
producción campesina dejó de formar parte de la reproducción del capital
global. Al perder el vínculo con el capital como productor, las políticas pú-
blicas los excluyeron de los planes integrales productivos y los incluyeron en
proyectos asistenciales para reproducirlos como fuerza de trabajo y no como
productores (Rubio, 2000).
Esta situación se tradujo en un abandono paulatino de los apoyos que
brindaba el estado mexicano al desarrollo de la agricultura, a partir de la
década de 1990 del siglo pasado. Según Salcedo (1999), mientras que entre
1982-1988 la Secretaría de Agricultura controlaba 71 organismos, empresas y
fideicomisos, en el periodo 1989-1994 éstos se redujeron a 20, y para finales
de 1990 sólo contaba con nueve. Consecuentemente, el presupuesto asignado
a estos organismos y el personal que en ellos laboraban disminuyó en más
de 50 % durante los últimos 15 años, además de que el presupuesto gastado
en el campo mexicano se ha seguido distribuyendo de forma inequitativa.
En este contexto económico adverso surgió en 1985 el inifap, donde se
fusionaron el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (1960), el Insti-
tuto Nacional de Investigaciones Forestales (1962) y el Instituto Nacional de
Investigaciones Pecuarias (1963), dependientes de la Secretaría de Agricul-
tura y Recursos Hidráulicos (sarh), hoy Sagarpa. Actualmente, es la agencia
facultada para atender las demandas de productores y cadenas agroindus-
triales en investigación agropecuaria (inifap, 2014).
La aplicación del programa de ajuste estructural introdujo cambios en el
funcionamiento y financiamiento del inifap. En cuanto a su funcionamiento,
se llevó a cabo la descentralización administrativa para tratar de resolver la
baja productividad en el ámbito de las entidades federativas y de integrarlas
en mejores condiciones al desarrollo económico nacional. Con este fin, se
trasladaron las funciones de investigación del inifap a los gobiernos estatales
para articular los elementos más importantes del Sistema Nacional de Inves-
tigación Agropecuaria.
Por su parte, la contracción del gasto público destinado a la investigación
agropecuaria fomentó una estrategia de financiamiento sectorial basado en
la competitividad de los recursos que obligó al inifap a diversificar sus fuen-
tes de financiamiento. Desde 1996, cuando se pone en marcha el Programa
42 Ut o p í st i c a A groecológica
las semillas no sean fértiles de una cosecha a otra; esta tecnología llamada
popularmente terminator, causa una dependencia absoluta: hay que comprar
nuevas semillas cada año (Barros y Álvarez, 2013).
En este contexto, el papel que ha jugado la agricultura, independiente del
modelo de acumulación de que se trate, se encuentra plenamente articula-
do a lo que Rubio (2014) ha denominado el “dominio del hambre” y que
tiene que ver con la emergencia del poder alimentario de los Estados Unidos
de América después de la Segunda Guerra Mundial, hasta nuestros días.
La ayuda alimentaria durante la posguerra, la desvalorización de los bie-
nes alimentarios durante el modelo neoliberal y la financiarización de las
commodities y el dominio espacial durante la actual fase de transición son los
mecanismos utilizados por Estados Unidos a través de las grandes trasnacio-
nales, en su contienda por el poder mundial.
Holt y Patel (2009) lo plantean así: la agricultura se ha convertido en un
modo industrial de acumulación corporativa en vez de ser el medio a tra-
vés del cual se aseguran vidas productivas, oferta sostenible de mercancías
y alimentos sanos. Los sistemas locales y nacionales de alimentos han sido
eliminados, sin consideración alguna, por intereses de las empresas trasna-
cionales. La tierra, el trabajo, el agua y el patrimonio genético de nuestro
planeta han sido privatizados y convertidos en mercancías. Incluso la dieta
ha sido colonizada por las corporaciones que producen alimentos y su deseo
insaciable de aumentar sus ganancias. En este contexto, adquiere mayor re-
levancia mejorar la productividad de aquellos productores que generan bie-
nes que se destinan, en su mayor parte, al autoconsumo, como es el caso del
maíz manejado bajo condiciones de temporal.
Dentro de un contexto más amplio, digamos de carácter epistemológico,
el modelo de extensionismo y difusión de tecnología impulsado por la Revo-
lución Verde tiene sus fundamentos, procede a su vez, de un “pecado origi-
nal”: la idea de que sólo existe un conocimiento válido, el del experto, técnico
o científico, y que los productores, en este caso los campesinos tradicionales,
a quienes se pretende mejorar carecen de o poseen escasos conocimientos
para incrementar los rendimientos de sus cultivos. Este sesgo, que obedece
a la propia ideología del desarrollo, ha sido fuertemente cuestionado desde
hace al menos cuatro décadas (Freire, 1971) y lleva como contraparte todo el
caudal de investigaciones realizadas por todos los rincones del mundo, acer-
L a moderniz ac ió n d e l c amp o me x ic ano 47
las culturas, pueblos y territorios del planeta en una gran narrativa universal
en la cual Europa es el centro geográfico y la culminación del movimiento
temporal (Lander, 2000). Para De Sousa (2007), esta colonialidad expresa una
geopolítica del conocimiento, cuya hegemonía epistémica surge del poder
nombrar por primera vez, crear fronteras, decidir cuáles conocimientos y
comportamientos son legítimos, y establecer una visión del mundo domi-
nante.
Desde esta perspectiva, comprender la modernización agrícola invo-
lucra dos cuestiones: primero se debe de considerar la violencia epistémi-
ca (Castro-Gómez, 2000) que comprende esta modernización y, segundo,
la desobediencia epistémica que, según Mignolo (2010), es la opción de la
de-colonialidad del saber mediante el reconocimiento de otros saberes y
conocimientos que han jugado un rol trascendental en el desarrollo de las
fuerzas productivas y en la necesidad de instaurar estos conocimientos deco-
loniales para promover el desenganche y la de-colonialidad política y episté-
mica como pasos necesarios, para después imaginar y construir sociedades
no-imperiales/coloniales, democráticas y justas.
Como ya se dijo, la Revolución Verde y Transgénica están indeleblemente
articuladas al paradigma productivista. Un paradigma comprende teorías,
conceptos, metodologías y técnicas que sustentan una forma de investigar
ciertas problemáticas sociales. Se trata de construcciones científicas univer-
salmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de
problemas y soluciones a una comunidad científica (Kuhn, 1971). Este para-
digma se encuentra anclado en la “ley del mínimo de Liebig” que plantea
que siempre hay un factor que limita el incremento del rendimiento, que
solamente puede ser superado mediante la incorporación de un insumo ex-
terno apropiado. Esta ley ha promovido un doble proceso de simplificación
del manejo de los cultivos.
El primero tiene un origen teórico-metodológico porque cuando la ley
plantea que siempre hay un factor que limita los rendimientos, se justifica la
generación de “fórmulas de producción” referidas a cada una de las prácti-
cas que comprende el manejo de los cultivos. De esta manera, esta ley ha jus-
tificado el empleo de un método de investigación basado en el positivismo,
el cual ha desarticulado este manejo en cada una de las actividades concretas
(preparación del suelo, arreglo topológico, fertilización del suelo, control de
50 Ut o p í st i c a A groecológica
Por esta razón, los sistemas agrícolas manejados bajo la férula del para-
digma productivista jamás podrán mantener la productividad ni perdurar
en el tiempo ni garantizar la seguridad alimentaria familiar, ya que degra-
dan, cada vez y con mayor fuerza, el entorno natural. Funcionan siempre
y cuando se les subsidie con energía fósil que exigen cada vez en mayores
cantidades (Caporal, 2008).
El patrón tecnológico agroindustrial o moderno, al socavar las condiciones
naturales en que se lleva a cabo la actividad agrícola, está poniendo en ries-
go su persistencia en el tiempo porque es más vulnerable a las alteraciones
de temperaturas y precipitaciones originadas por el cambio climático. Esta
vulnerabilidad se ha evidenciado en el incremento de desastres naturales.
Según Holt y Patel (2009), actualmente ocurren en promedio 500 desastres
climáticos cada año, mientras que en la década de 1980 sólo ocurrieron 120.
El desarrollo tecnológico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida
integralmente superior no puede considerarse progreso (Padre Francisco,
2015).
La Revolución Verde y Transgénica, como violencia epistémica y réplica
de la colonialidad, ha sido implantada por la monocultura del monoproduc-
tivismo capitalista (Barbetta, 2012). Son tendencias neoliberales, imperiales
y globalizantes del capitalismo y la modernidad, donde la localidad históri-
ca es suplida por formulaciones teóricas monolíticas, monoculturales y uni-
versales, vinculada con la hegemonía, la periferización y la subalternización
geopolítica, racial, cultural y epistémica que la modernidad ha establecido
desde la posición de Europa como centro. La colonialidad es el lado oculto
de esta modernidad que ha articulado desde la Conquista los patrones del
poder, del saber, del ser y de la naturaleza, de acuerdo con las necesidades
del capital para el beneficio de la elite blanca y criolla (Walsh, 2007).
Para los modernizadores del campo, lo diverso, la Otredad, ha sido consi-
derado como la causa de la crisis en que se encuentra el campo, debido a que
ha alterado la idea de la normalidad moderna. Pero el Otro es distinto porque
es portador de una cultura, es heredero de una tradición, es representante de
una colectividad, es punto nodal de una estructura permanente de comuni-
cación, es iniciado en un universo simbólico, es participante de una forma de
vida distinta, es resultado y creador de un proceso histórico específico, único
e irrepetible (Krotz, 2002); además, el Otro es distinto porque es poseedor
52 Ut o p í st i c a A groecológica
1
El siap es la institución que coordina el Sistema Nacional de Información para el Desarrollo Rural
Sustentable (snidrus) (siap, 2014, http://www.siap.gob.mx/mision-y-vision/).
L a moderniz ac ión d e l c amp o me x ic ano 53
L A C U E S T I ÓN M E T O D O L ÓG I C A
55
56 Ut o p í st i c a A groecológica
Ecuación 1
Donde:
n = Tamaño de muestra
N = Tamaño de población
d = Precisión
Z a/2 = Confiabilidad (distribución normal estándar)
Sn2 = Varianza
Al aplicarse la ecuación número 1, el tamaño de muestras estimadas fue-
ron las siguientes: n = 60 para Cohetzala, y n = 77 maiceros para San Nicolás
de los Ranchos.
1
La ponderación fue realizada por los doctores Ricardo Mendoza y Abel Gil Muñoz, y Ernesto Ace-
ves, investigadores del Colegio de Postgraduados Campus Puebla. Los tres son especialistas con
La c u e st ión me t o d o l ógic a 57
Ecuación 2
Donde:
iatr: Índice de Apropiación de Tecnología Moderna.
k = 10: Número de componentes del paquete tecnológico recomendado por
el inifap.
pi: Ponderación otorgada al i-ésimo componente de recomendación
∑pi= 100, i= 1,2,...k.
spai: Sistema productivo agrícola para el i-ésimo componente de recomen-
dación; i= 1,2,...k.
ptai: Paquete tecnológico agrícola para el i-ésimo componente de recomen-
dación; i = 1,2,...k.
(spai/ptai): Proporción de tecnología usada, respecto a la tecnología reco-
mendada.
Según la ecuación 2, el valor del iatr varió desde cero cuando no se aplicó
ninguna de las recomendaciones del paquete tecnológico del inifap, a 100
cuando se emplearon adecuadamente todas las recomendaciones del paque-
te tecnológico.
Ecuación 3
Donde:
getp: Grado de Empleo de Tecnologías Campesinas.
K = 5: Número de tecnologías campesinas consideradas para el estudio.
vi: Valor asignado a la i-ésima tecnología campesina en función de su uso o
no por el productor. El valor fue cero si el productor no usó la tecnología o
20 si la utilizó.
De acuerdo con lo anterior, un productor que no empleó ninguna tecnolo-
gía campesina obtuvo un getp de cero, si usó una de las cinco tecnologías el
getp fue de 20; si utilizó dos de las tecnologías, el getp fue de 40, y así suce-
sivamente. Cuando un productor usó las cinco tecnologías indicadas obtuvo
un getp de 100.
c) Construcción de la tipología
de productores según su iatr y getp
Con los valores obtenidos del iatr y el getp se elaboró una tipología de pro-
ductores clasificándolos en tres categorías: a) bajo (< 33.33); b) medio (33.34-
La c u e st ión me t o d o l ógic a 59
Con este fin se calculó la diferencia entre los rendimientos menor y mayor
obtenidos en la encuesta, la cual se dividió entre tres y el cociente derivado
se sumó al rendimiento menor para crear el primer rango de los maiceros
asumidos como de bajos rendimientos; a la cifra mayor de este rango se le
volvió a sumar el cociente para crear el rango de los productores de medio
rendimiento, y los demás productores fueron agrupados como de altos ren-
dimientos, designados como eficientes.
Ecuación 4
Donde:
isar = Índice de seguridad alimentaria real.
r = Rendimiento en Kg/ha.
ss = Superficie sembrada (ha).
nmf = Número de miembros en la familia del productor.
* Factor que considera que la saf se conseguirá cuando cada miembro de la
familia disponga de 500 kilogramos de maíz al año.
Si el valor de isa < 1: no existe saf; pero si isa ≥ 1: se cuenta con saf.
Donde:
isap: Índice de seguridad alimentaria familiar potencial.
tp: tipo de productor.
t; t: Bajo o Medio.
La metodología que sostiene a la utopística agroecológica pretende ser
general; es decir, que se puede aplicar al estudio de las condiciones genera-
les y concretas que influyen en el manejo de cualquier sistema agrícola, sea
de tipo convencional, orgánico o agroecológico, manejado bajo condiciones
de temporal o de riego. Las dos condiciones que exigen la aplicación de esta
metodología es que se realice a nivel local y que se comparen tipos de manejo
similares: riego versus riego, temporal versus temporal, etcétera.
En temporal, grosso modo, prevalecen formas de manejo originado de pro-
cesos locales y globales resumidos en el diálogo de saberes. Si este diálogo,
como ya se dijo, sintetiza el desarrollo ontogénico de la agricultura que se ha
caracterizado por ser desigual y combinado resultado de la interacción de
tipos de innovaciones desarrolladas desigualmente a través del tiempo, en-
tonces es de esperarse que la evolución de la agricultura de temporal se ex-
prese desigualmente por los disímiles ritmos de crecimiento del rendimiento
por hectárea que poseen los productores a nivel local.
Los resultados obtenidos al aplicar esta metodología son expuestos en los
capítulos 4, 5 y 6 de esta obra.
IV
E VA L U A C I ÓN D E T E C N O L O G ÍA S
1
El inifap es la agencia que desde 1985 y por decreto presidencial, atiende las demandas de produc-
tores y cadenas agroindustriales en innovaciones tecnológicas (inifap, 2014).
63
64 Ut o p í st i c a A groecológica
Nombre y dosis Gesaprím 50 (1 kg), 500 FW (1.5 l); Gesaprím 50 (1 kg) más
de herbicida (ha) Hierbamina (1 l).
Volatón 2.5 %, Furadán 5 % o Volatón 5 % (12-25 kg); Folimat
Nombre y dosis
1 000 (0.5 l); Parathión (1 l) metílico 50 % o Malathión (1 l)
de insecticida (ha)
disuelto en 200 l de agua por hectárea.
Fuente: inifap, 2009.
Innovaciones progresivas,
manejo de maíz y rendimientos
zi, cuya metodología, resultado de aquellos trabajos, fue hecha con dos fines:
primero, para subsanar las deficiencias del conocimiento empírico, ubicando
aquellas partes enmarcadas dentro del conocimiento científico moderno e
incorporándolas a nuestra cultura científica actual; segundo, para demostrar
que la mejor prueba de nuestro entendimiento cabal de la tecnología agrícola
tradicional será la capacidad del investigador de tomar decisiones en el uso
de los recursos naturales, tan buenas como las que toma actualmente el agri-
cultor (Hernández y Ramos, 1977).
Los estudios de este grupo, complementado con los de la corriente etnoe-
cológica y los históricos de los últimos 40 años, han demostrado que la agri-
cultura tradicional ha basado su estrategia productiva en la botánica, que se
distingue por usar la diversidad de especies y variedades y que para el caso
de maíz dio origen a un número elevado de razas, adaptadas a la gran diver-
sidad ambiental del país (Rojas, 1988; Terán y Rassmusen, 1994). A partir de
la hipótesis de que en los nichos ecológicos hay variedades nativas de maíz
con rendimientos superiores o iguales a las variedades mejoradas, Muñoz
(2005) y colaboradores estudiaron de 50 a 200 variedades nativas de maíz en
un total de 79 nichos y 15 regiones del país, por más de 30 años, donde en-
contraron un amplio número de variedades nativas que superan a las varie-
dades mejoradas, manejadas bajo las condiciones de lluvia, es decir sin riego,
y de acuerdo a las prácticas agrícolas tradicionales de los productores. Este
autor concluye que durante 55 años se ha insistido en la siembra de híbridos,
sin lograr su uso más allá de 20 % del área cultivada de maíz; mientras que
las variedades que usa el productor en un 80 % restante son de polinización
libre y adaptada a los diferentes nichos ecológicos en donde sistemáticamen-
te superan en rendimiento a los híbridos.
También los datos empíricos (tabla 8) hallados en esta investigación in-
dican que en el manejo de maíz predominan tecnologías progresivas, sobre
todo en Cohetzala donde el getp en promedio es 41.6 unidades mayores
que el iatr. Además, se hallaron diferencias estadísticas significativas entre
los promedios del rendimiento de los productores de medio y alto getp
(t = 2.8103, p = 0.0064) de Cohetzala y entre los de bajo, medio y alto getp
(prueba de Tukey, p < 0.05) de San Nicolás de los Ranchos.
La evaluación efectuada permite concluir que las innovaciones aplicadas
en el manejo de maíz se ha basado en un diálogo de saberes campesinos y
70 Ut o p í st i c a A groecológica
Tabla 8. Número de productores, getp y rendimiento (kg ha-1) por tipo de productores
de Cohetzala (c) y San Nicolás de los Ranchos (snr), Puebla-México
Baja Media Alta Prom. Mpal.
Mpios/Indicador
Núm. % Núm. % Núm. % Núm. %
Productores 0 0 35 58 25 42 60 100
getp --- 57.7 83.2 68.3
c
L A U T O P ÍS T I C A A G R O E C O L ÓG I C A
Identificación
de productores con eficiencia diferenciada
73
74 Ut o p í st i c a A groecológica
Tabla 9. Número de productores, iatr, getp y rendimientos (kg ha-1), según sus rendimientos,
de los maiceros de Cohetzala y San Nicolás de los Ranchos, Puebla-México
Baja Media Alta Prom. Mpal.
Mpios/Indicador
Núm. (%) Núm. (%) Núm. (%) Núm. (%)
Productores 14 23 27 45 19 32 60 100
iatr 19a 25b 25b 24
c
1
Se define como el área total requerida bajo monocultivo para alcanzar los mismos rendimientos
obtenidos en una asociación de cultivos (Mead y Willey, 1980).
2
La eficiencia energética, entendida como unidades de energía cosechada por cada unidad de
energía suministrada (Sarandón y Flores, 2014).
3
Permanencia en el tiempo/espacio de ciertos rasgos de los agroecosistemas, que le hacen prede-
cible en su comportamiento y aseguran pocas fluctuaciones materiales, energéticas o socioeconó-
micas o saltos/cambios en su estructura y funcionamiento demasiado perturbadores e inesperados
(León, 2012).
4
Capacidad de un sistema agrícola de absorber perturbaciones sin alterar significativamente sus
características y de regresar a su estado original una vez que la perturbación ha terminado (dof,
2013).
5
Se refiere generalmente a un tipo de agricultura que intenta proporcionar rendimiento sostenido
a largo plazo, mediante el uso de tecnologías de manejo que integran los componentes del predio
de manera de mejorar la eficiencia biológica del sistema, la mantención de la capacidad productiva
del agroecosistema, la preservación de la biodiversidad y la capacidad del agroecosistema para
automantenerse y autorregularse (Altieri, 1995).
La Ut op íst ic a Agro e c o l ógic a 81
lugares son sitios de culturas vivas, economías y medio ambientes antes que
nodos de un sistema capitalista global y totalizante (Escobar, 2005).
Del mismo modo, las regiones agroecológicas han recreado otros servicios
favorables para las familias campesinas y la sociedad en su conjunto, desta-
cando los siguientes:
La agroecología y la transdisciplina
Este capítulo tiene como objetivo evaluar los rasgos sociales y económicos
de los productores de acuerdo con su eficiencia productiva, con el fin de
conocer si los productores de milpa a nivel local comparten saberes e inno-
vaciones en el manejo de este sistema agrícola. De ser así, esto facilitaría la
transferencia de la utopística agroecológica a los productores menos eficien-
tes, mediante el establecimiento de faros agroecológicos para incrementar, a
mediano plazo, los rendimientos de maíz por hectárea de los sistemas agrí-
colas de la milpa.
91
92 Ut o p í st i c a A groecológica
Maicero*** (%) 28 18 0 15
Área sembrada maíz (promedio ha) 2.1 2.3 2.5 2.3
Área de traspatio (m2 promedio) 409 515 317 427
Recolección de bienes (%) 100 89 89 92
Posesión de tractor (%) 14 15 5 7
Posesión de yunta (%) 71 70 84 75
Ganado mayor (núm. cabezas/promedio) 4.5 6.1 5.8 5.6
Ganado menor (núm. cabezas/promedio) 10.6 18.2 19.3 16.8
Edad (años) 58.5 52.4 52.1 54.5
Remesas ($/mes/per cápita) 112 94 91 100
Gasto promedio ($/mes/per cápita) 726 657 648 677
Autoconsumo de maíz (%) 78 36 9 43
San Nicolás de los Ranchos
Los datos de la tabla 11, analizados desde otro ángulo, acentúan la rele-
vancia social de la aplicación urgente de la utopística agroecológica: a) todos
los productores son minifundistas extremos; esto supone que para aumentar
la productividad del trabajo y la tierra sólo es posible hacerlo mediante la
intensificación del manejo de la milpa, sustentada en el mejoramiento de la
biodiversidad funcional arriba y afuera, así como abajo y adentro del agro-
ecosistema, para optimizar los procesos ecológicos que ocurren en el mismo
(Nicholls, 2006); b) tienen baja disponibilidad a los medios de producción;
c) sus gastos promedios son muy bajos y se encuentran fuertemente subsi-
diados por las remesas, sobre todo entre los productores de Cohetzala; d) la
mayor parte de la producción cosechada se destina al autoconsumo, y e) son
pluriactivos, basando su reproducción social en la venta de fuerza de trabajo,
el manejo de la parcela, del traspatio y del ganado, así como la recolección de
distintos bienes de la naturaleza.
Hay que hacer notar que la mayoría de las características que poseen los
productores de maíz de los municipios estudiados coinciden con los rasgos
que distinguen y definen a la agricultura familiar de subsistencia (fao, 2012).
En el mismo documento la fao identificó el fomento a la agricultura familiar
como una de las cuatro áreas prioritarias1 en las que dicha organización debe
concentrar su trabajo a mediano plazo y una de las áreas en las que se pro-
pone trabajar es en fortalecer las capacidades locales, regionales y nacionales
para la adopción de estrategias y políticas en pro de la agricultura familiar, y
para el diseño y ejecución de programas y proyectos.
Revertir los bajos rendimientos de los maiceros menos eficientes requiere
que se reduzca la brecha tecnológica entre estos productores, por razón de
la transferencia y la optimización del patrón tecnológico que aplicaron los
maiceros eficientes mediante el establecimiento de faros agroecológicos.
El actual gobierno mexicano se ha propuesto mejorar la productividad y la
seguridad alimentaria familiar mediante la ejecución del Programa Sectorial
de Desarrollo Agropecuario, Pesquero y Alimentario 2013-2018 (PS-Sagarpa)
y el Programa de Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional
(MasAgro).
1
Las otras tres áreas prioritarias identificadas fueron enfermedades transfronterizas, cambio cli-
mático y sostenibilidad ambiental, y seguridad alimentaria y nutricional.
T ipos de productores, efic ie nc ia p rod u c t iva y faros 95
nicos de las malezas, por lo que estas prácticas, a final de cuentas, llevan a
una mayor dependencia de herbicidas para el control de las llamadas malas
hierbas.
MasAgro para promover el manejo de maíz consta de cuatro componentes:
el desarrollo sustentable con el productor, descubriendo la diversidad gené-
tica de las semillas, estrategia internacional para aumentar el rendimiento
del maíz y trigo. El fundamento del MasAgro es el uso de tecnologías de
punta que sean capaces de revelar el potencial productivo de los materiales
genéticos (Musalem, 2010). Se trata de una estrategia similar que ha promo-
vido el manejo convencional de los cultivos en los países dependientes desde
hace más de seis décadas que han fracasado en incrementar la producción
de maíz y resolver la seguridad alimentaria familiar. Al parecer el MasAgro
tendrá el mismo fin que el de Vaquerías, porque después de apenas cuatro
años de vigencia, su abolición parece ser su destino.
Cifras del Departamento de Agricultura de Estados Unidos de América
(United States Deparment of Agriculture, 2015) muestran que México figura-
rá como el segundo mayor importador de maíz en los próximos 10 años, por
lo que las compras externas aumentarán en 32 %, y para 2024 se prevé que
sean similares a las de Japón (15 millones de toneladas), que es el importador
de maíz número uno en el mundo.
Bartra (2015: 1) plantea que muchos países, autosuficientes hace 30 años,
desalentaron su producción alimentaria y hoy dependen de importaciones,
y su demanda presiona sobre la producción de los excedentarios. El resulta-
do por el lado de la oferta son situaciones recurrentes de inventarios dismi-
nuidos y reservas escasas. Al mismo tiempo la demanda sigue aumentando
[…] La cuestión de fondo para resolver este desequilibrio es respondiendo
cuatro preguntas que se ubican en el terreno de la producción: ¿qué necesi-
tamos producir?, ¿dónde hay que producirlo?, ¿cómo debe ser producido?,
¿quiénes deben producirlo?
Estas son las preguntas clave que damos respuestas con el diseño de la
utopística agroecológica, complementada con una propuesta para trans-
ferirla a los productores menos eficientes, y de perfeccionarla mediante la
experimentación agroecológica, para que se manifiesten todas las fuerzas
productivas que dormitan en su seno. Con este fin, se propone el estableci-
miento de faros agroecológicos.
T ipos de productores, efic ie nc ia p rod u c t iva y faros 97
que acaecen de estos procesos. Hay que hacer notar que del total de super-
ficie que cultivó (62.5 hectáreas), la muestra de los productores eficientes
encuestados en San Nicolás de los Ranchos, solamente asociaron cultivos en
31 % (24.5 hectáreas), por lo que existen enormes posibilidades de potenciar
la biodiversidad arriba-abajo del suelo y adentro-alrededor de los agroeco-
sistemas mediante la experimentación agroecológica. No obstante, a fin de
cuentas, con la experimentación agroecológica se pretenden potenciar todos
los atributos generados por los agroecosistemas: agroecológicos, ecológicos,
económicos, sociales, culturales y estéticos.
La transferencia del patrón tecnológico de los maiceros eficientes se puede
facilitar porque, como ya se analizó, todos los productores tienen ciertas si-
militudes en sus condiciones de vida y porque todos conocen y han aplicado
las innovaciones empleadas por los productores eficientes. A continuación
se analiza la disponibilidad real que tienen a la seguridad alimentaria los
maiceros y sus familiares, así como a la seguridad alimentaria potencial que
se derivaría si los maiceros menos eficientes aplicaran la utopística agroeco-
lógica considerando, como ya se dijo, que cada uno de los miembros de las
familias de los productores dispongan de 500 kg al año.
Tabla 12. Rendimiento (kg ha-1) y volumen de producción (kg) real y potencial
de los productores con y sin seguridad alimentaria familiar de Cohetzala
y San Nicolás de los Ranchos, Puebla-México
Cohetzala San Nicolás de los Ranchos
Indicador Rend. Real Rend. Potencial Rend. Real Rend. Potencial
Núm. % Núm. % Núm. % Núm. %
isa 1.46 1.40 2.60 2.87
csaf2
Productores 9 15 16 27 44 57 62 81
Volumen producción 27 400 26 52 901 41 251 050 83 388 451 93
isa 0.54 0.62 0.54 0.54
ssaf1
Productores 51 85 44 73 33 43 15 19
Volumen producción 76 720 74 72 273 59 51 500 17 27 579 7
isa 0.68 0.83 1.72 2.42
Total
103
104 Ut o p í st i c a A groecológica
109
110 Ut o p í st i c a A groecológica
do de http://www.siap.gob.mx/cierre-de-la-produccion-agricola-por-es-
tado/
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Re fe re nc ias b ib l io gráfic as 121
123
124 Ut o p í st i c a A groecológica
Víctor M. Toledo
125
se cuentan la beca J. S. Guggenheim (1992-93); el Premio al Mérito Ecológi-
co por el Gobierno de México (1999); el Premio Luis Elizondo del Institu-
to Tecnológico de Monterrey, México (itesm) (2000); y el Premio al Mérito
Agroecológico por parte de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agro-
ecología (2011). Este año le fue otorgada la medalla al mérito universitario,
conferida por la Universidad Veracruzana.
ÍN D I C E D E TA B L A S