Hora Santa Primer Viernes Octubre
Hora Santa Primer Viernes Octubre
Hora Santa Primer Viernes Octubre
CANTO
Yo te alabo Dios (2)
Todo el que te alaba, brilla como el sol, como el sol, al amanecer (2)
Yo te adoro Dios… Yo te amo Dios…
Estamos en un momento de oración muy especial junto a Jesús Eucaristía. Una visita
real, que le hacemos en un espíritu que impregna la totalidad de nuestro tiempo,
nuestros pensamientos, y nuestras acciones.
En este momento, dile a Jesús todo lo que quieras: si tienes algún problema, si tu
corazón está lleno de esperanza, lleno de deseo de estar unido a Él. Confíale incluso
aquéllas preocupaciones que no te atreves a contarle a cualquiera. Dile incluso si te
sientes cansado o desanimado por algo. Dile a Jesús todo, con la sencillez de un niño.
En nuestra alma hay mucho ruido… Es preciso más silencio si pretendemos oír el
murmullo de tu voz…
Silencio.
Dios viene en la Eucaristía a nuestro encuentro, y los caminos de Dios están muy
cerca de cada uno de nosotros. Dios salva en la historia. La vida de cada persona, la
historia de cada uno, son los lugares predilectos de encuentro a donde viene Dios.
Y quiere permanecer siempre allí, muy dentro de cada uno de nosotros, quiere
permanecer para siempre dentro de nuestro corazón. Ese es el lugar predilecto de
Dios. Qué bonito es saber que no se necesita ir al desierto para encontrarse con Dios,
ni se necesita ir a un sitio particular del mundo. Aquí estamos, frente a su presencia
Eucarística, y quiere estar por siempre en nuestro corazón.
CANTO
Cuando escuches la voz del Señor
Que le está hablando a tu corazón
No te resistas ni quieras seguir como un rebelde.
Silencio.
Expiraste, Jesús, pero la Fuente de Vida brotó inmensamente para las almas, y el
Océano de Misericordia se abrió por todo el mundo.
Oh Fuente de Vida, Oh Misericordia Infinita, abarca el mundo entero y derrámate
sobre nosotros.
Silencio.
"Oh, Sangre y Agua que brotaron del Sagrado Corazón de Jesús, como una Fuente
inagotable de Misericordia para nosotros: Jesús, En ti confío."
¡Oh Jesús, en Ti confío! En Ti confío mi vida entera, mi corazón, mis temores, mis
fragilidades, mis sueños y todos mis sufrimientos, los del cuerpo y los más íntimos de
mi corazón.
¡En Ti confío, Oh Misericordia Divina! Tú que miras mi debilidad con ojos compasivos;
que levantas mi miseria con el poder de Tu Amor; que das vida a mi esterilidad y que
confías en mí, a pesar de mí mismo.
En Ti confío, Tú que calmas las tempestades del alma y las grandes tormentas que
azotan la barca de nuestras vidas, familias, comunidades y naciones.
En Ti confío el pasado, que de tantas formas nos aplasta; el presente que nos inquieta
y el futuro que tantas veces nos angustia.
CANTO
Mi corazón confiado está porque yo te conozco,
y en medio de la tempestad, nunca estoy solo.
Y puedo tu silueta ver en medio de la niebla,
tu gracia es suficiente en mí, si el mundo tiembla.
CANTO
Cuánto he esperado este momento,
cuánto he esperado que estuvieras así,
cuánto he esperado que me hablaras,
cuánto he esperado que vinieras a mí.
Yo sé bien lo que has vivido,
Yo sé bien por qué has llorado,
Yo sé bien lo que has sufrido,
pues de tu lado no me he ido.
Silencio.
Nuestra vida para ser Eucarística, debe ser trigo, semilla y tierra; crecimiento y
molienda; ritmo y estación, árida y floreciente. Una vida llena de fe y esperanza.
Esta es la esencia verdadera de la oración: no que nosotros nos dirijamos a Dios, sino
que Dios se dirige a nosotros. Dios siempre ve nuestro corazón. Incluso aquello que
aún todavía no ha sido visto por nosotros mismos. Y como dice el canto, nadie nos
ama como Él, nadie nos conoce como Él. Sólo Dios nos conoce verdaderamente y
sea lo que fuere nuestro amor propio, el amor de Dios es más grande. Nada puede
apartarnos del amor de Dios. Pero sólo en oración nos entregamos a su amor. Sólo en
momentos de adoración, podemos abrir el corazón a Jesús, escucharle y permitirle
que invada nuestra vida entera con su presencia.
CANTO
Yo siento Señor que Tú me amas
Yo siento Señor que te puedo amar
Háblame Señor, que tu siervo escucha
Háblame, que quieres de mí.
Señor, ayúdame a hacer silencio, quiero escuchar tu voz. En este momento, en que
estoy aquí, acompañándote, quiero escucharte. Necesito confiar en tu Palabra, en tu
Misericordia. Háblame Señor, ¿qué quieres de mí?
Silencio.
Te estoy escuchando Señor, y ahora quiero responderte. Quiero vivir para ti. Que este
encuentro de hoy, me motive a responder con fe, en todos los ámbitos de mi vida. Que
este encuentro de hoy, me mueva a reconocerte en todos mis hermanos, en mi
familia, en mis amigos, en mis compañeros de trabajo, en mis vecinos, en las
personas que no me caen bien. Que pueda llevar tu amor y tu paz a todas partes. Que
pueda vivir conforme a tu voluntad. Me pongo en tus manos. Haz de mí lo que
quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco. ¡Qué bueno eres Señor!
CANTO
Hoy vengo a decirte gracias, gracias por todo señor (2).
CANTO
Bendito, bendito, bendito sea Dios
Los ángeles cantan y alaban a Dios