Moruena Estríngana-Caricias en Pausa
Moruena Estríngana-Caricias en Pausa
Moruena Estríngana-Caricias en Pausa
—No puedes dejar el grupo —le dijo su agente—, pero el psicólogo ha dicho
que tal vez es bueno que recuperes tu vida. Que seas un chico normal, hasta que
estés mejor y retomemos una nueva gira. Tal vez sea bueno, ya que llevamos
años explotando el grupo, y así, cuando volvamos, será por todo lo alto.
Troy Harris miraba a su agente, sabiendo que, si hacía esto, era por dinero.
Sabía que su salud le importaba una mierda.
No dijo nada. Era incapaz de hablar con nadie. Se había metido en su mundo
hace años.
Vida normal…
Como si eso pudiera ser posible, para alguien como él, que era reconocido
mundialmente.
Aceptó, solo porque no tenía más remedio, por contrato, pero, en el fondo,
sabía que no saldría bien. Él nunca fue un niño normal y corriente, como los
demás. Era imposible que su vida fuera a ser diferente ahora.
Sobre todo, cuando sentía que su oscuridad lo estaba engullendo, hasta que
no quedara nada de luz.
Aquello solo podía acabar en desastre…
A ver si con suerte acababa destruido en el proceso y dejaba de sufrir, al fin.
Capítulo 1
En alguna parte de los EE. UU.
Kelsi
Dejo mis cosas en mi nuevo cuarto, de la residencia de estudiantes, que está cerca
de la universidad.
He soñado muchas veces con este momento. Sobre todo, antes de lo que me
pasó. En todos mis sueños, pensaba en cómo decorarlo; cómo llenarlo de luz, si
no fuera muy luminoso. Tenía ideas, notas, y una vida planificada al dedillo.
Mi padre me ayudó con sus ideas, porque estudió aquí, pero ahora lo miro y
me dan igual las paredes feas, y el suelo de madera poco pulido. Es como si no
fuera capaz de ver más allá de todo esto, y crear algo diferente. Es como si pensar
en cosas alegres, me costara un mundo.
Noto cómo se me aceleran los latidos de mi pecho, por mi intento de ser
quien fui. Es algo inútil, porque esa parte de mí se perdió entre cientos de
lágrimas, que ojalá nunca hubiera tenido que derramar.
Mi padre me llama, como si oliera que acabo de llegar.
—¿Has puesto cámaras? —Se ríe.
Por él, siempre intento hacer como que todo está bien. Por él, haría cualquier
cosa.
—No, pero he calculado más o menos lo que tardabas en llegar, desde la
estación de autobuses …
—Tienes que empezar a vivir tu vida, sin estar pendiente de mí a todas horas
—le regaño, y espero que lo haga.
Necesito dejar de fingir que estoy mejor, cuando por dentro me siento tan
rota. Necesito dejar de sentir esa necesidad, casi insana, de ser la hija buena por
él. No sé cómo hacerlo desde lo que pasó, y forzarme solo me causa ansiedad.
Lo quiero, mi padre es el mejor del mundo, pero solo nos tenemos el uno al
otro, y, desde que me ingresaron de pequeña, por una gastroenteritis sin
importancia, mi padre se volcó todavía más en mí.
Aquello le causó depresión y ansiedad, porque no era capaz de vivir pensando
en que podía sucederme algo.
Yo, por no causarle más problemas, y porque en el barrio dejaran de meterse
con él, por ser padre soltero, siempre he vivido la vida pensando en qué haría él,
y no en qué deseaba hacer yo.
Para mí, equivocarse era un pecado.
Tenía que vivir, sin darle un solo problema, hasta que todo pasó y la chica
buena quiso ser mala.
Joder, quiero gritar. Quiero dejar de ser la niña perfecta, porque no lo soy, y si
está a todas horas encima, no podré, porque lo quiero hasta el punto de fingir
que estoy mejor, aunque es mentira.
No sé qué queda de mí ahora.
Soy incapaz de seguir mi vida, como si nada. Mi alma grita emociones
fuertes, que matarán a mi padre, si se entera.
Un lado de mí quiere revelarse, gritar, vivir… Desea dejar de sentir que debo
ser perfecta, pero otro teme que lo defraude, y que haga algo que lo mate del
susto.
Todo era más fácil, cuando mi vida era tan perfecta, que solo debía dejarme
llevar, pero, cuando algo se rompe, es imposible que los trozos se junten y
formen la misma pieza. Ya no soy la chica sin taras. Ahora soy alguien llena de
espacios vacíos, por donde se escapa una mujer que no sé quién es.
Me siento perdida…
—Lo sé, pero quería saber cómo estabas. —Noto la ansiedad en su voz, y los
pelos de la nuca se me alteran.
Le estoy fallando.
—Bien, estoy bien —miento, porque quiero que se relaje y me dé espacio.
Necesito espacio para respirar…
—Vale. Si necesitas algo, me llamas. Envíame fotos de todo.
Cuelgo y mando fotos al grupo, donde está mi padre, mi tía y mis dos primos.
Mi tía se divorció hace dos años, y mi tío fue expulsado del grupo. No tengo
contacto con él, desde entonces. No es que antes se dejara ver mucho, pero ahora
todavía menos. Casi no se acuerda de que tiene dos hijos, mientras está más
preocupado por recuperar su adolescencia a los cuarenta.
Mi padre me tuvo por su cuenta. Tenía treinta años, no conseguía relaciones
estables y quería ser padre a toda costa.
Una noche se emborrachó y contó todo su plan a una camarera. Ella quería
dinero, él un hijo y sí, ella se ofreció a darle un hijo, a cambio de mucho dinero.
Cuando me tuvo, ella renunció a mí y nunca he sabido de ella.
Es raro, pero yo siempre lo he visto como algo normal. Uno quería un hijo,
otra no, y solo buscaba el dinero. Para quedarse en mi vida y ser una madre de
mierda, mejor dejar a mi padre ser el mejor del mundo.
No todo el mundo está preparado para cuidar de otra persona. A veces es
mejor no estar, que estar a medias en la vida de una persona, que espera serlo
todo para ti.
Yo, por mi parte, no quiero saber nada de ella. Ni la voy a buscar nunca. No
necesito saber nada de ella. Es algo que tengo muy claro desde niña.
Pero ser padre soltero, no siempre ha sido fácil para él. Mucha gente lo ha
criticado o han tratado de llevarlo a su terreno. Por eso, yo siempre quise ser la
hija perfecta, para que nadie pusiera una sola tara a la educación de mi
progenitor.
Si yo no daba problemas, él no tenía problemas. Pero, cuando todo pasó,
sacaron a relucir que yo era así, porque mi padre nunca había estado a la altura.
No me termino de perdonar, por darle tantos problemas a un hombre que
solo ha querido siempre lo mejor para mí. Por eso, a su lado, intento fingir que
todo está perfecto, mientras por dentro me estoy muriendo.
Mi padre me responde enseguida a la foto y mis primos dicen que el cuarto es
una mierda. Son mellizos y tienen trece años, y todo les parece horrible ahora.
Les saco la lengua y guardo el móvil.
La verdad es que la habitación es oscura y huele a humedad. No sé si tengo
fuerzas para darle un giro.
Saco mis cosas.
Por suerte, este cuarto es para mí sola. Mi padre estudió aquí y tenía
contactos, y pidió que no tuviera compañeros. Desde hace unos meses, me cuesta
estar cerca de la gente. En esta planta, solo hay dos habitaciones, y la otra está
frente a mi puerta, separada por un pasillo de unos dos metros.
Espero que no se meta en mi vida, y yo no lo haré en la de ella. Eso lo tengo
claro.
A ver ahora cómo empiezo a estudiar, rodeada de gente…, mientras nadie me
reconozca, todo irá bien.
Mi padre tiene claro que nadie me va a reconocer, pero, cuando te pasa algo
donde las redes forman parte, te aterra que no solo la gente de tu entorno lo
viera. Yo no pedí ser famosa en mi ciudad. No pedí nada de eso. No pedí ser
señalada, humillada y criticada. No pedí que nadie rompiera mi burbuja, en la
que era feliz.
Tampoco pedí un ex de mierda…, pero lo tengo. Y lo odio.
Busco mis cascos y me los pongo, antes de salir de mi habitación.
Camino sin mirar a la gente. No siempre fui así. Antes era una chica dulce,
divertida, y amante de la vida. Pero todo cambió, y no sé cómo volver a ser así.
Es como si, cuando algo se rompe por completo, solo fueras pedazos de la misma
historia, con un regusto amargo que nunca estuvo ahí.
Ando hasta la cafetería y pido algo para comer.
A mi lado se pone un chico e invade mi espacio vital. Mi respiración se agita
mientras me aparto.
La gente puede pensar que me violaron, que sufrí golpes, maltrato… ¿Cómo
explicar que todo mi daño es porque me rompieron mentalmente? Las heridas
mentales no se ven. No se entienden, y no se comprenden.
Tú puedes hacer el esfuerzo de estar bien…
Vamos, sé cómo antes…
Antes no eras así.
Como si no lo supiera. Odio que me digan eso, como si arreglar una mente
rota fuera lo más fácil del mundo, porque lo que no se ve, no existe para los
demás.
Alzo la mirada al espejo y una chica de ojos azules, apagados, me la devuelve.
Antes, mi mirada no parecía una oscura tormenta. Se parecía más a un
amanecer, cuando el azul del cielo empieza a ser cada vez más intenso.
El pelo rubio oscuro lo llevo en una coleta. Sigue largo, pero ya no lo dejo
suelto. No me apetece.
Tomo aire, cojo mi comida y me marcho, deseando no ser más que una
sombra que no deja huella en nadie, y que pasa desapercibida la mayoría del
tiempo.
—No me puedo creer que el gran Troy Harris vaya a estudiar en nuestra
universidad. —Escucho una conversación que me llama la atención.
«Troy Harris… No puede ser…».
He sido fan de Troy, desde que empezó a tocar con el grupo, pero nunca he
podido ir a uno de sus conciertos, porque las entradas se acababan en segundos, y
porque las de reventa se ponen luego por las nubes.
Me sé todo lo que se ha publicado de él al dedillo. Así, como todo lo que se
refiere a sus aficiones y a la fiesta. Se rumorea que Troy, cuando baja del
escenario, suele abusar del descontrol. ¿Me importaba? No, me daba igual,
porque eso solo lo hacía más sexi, y peligroso.
Para alguien que siempre quería ser buena, era su toque de rebeldía.
Pero entonces pasó lo que pasó, y estaba escuchando su música… Sus canciones
me empezaron a recordar a ese momento y las repudié. Su música ya no me
gustaba. No me calmaba. Hace meses que guardé todas sus cosas en una caja, para
ponerla en el altillo.
Troy Harris es el hombre más sexi que he visto en mi vida. Esa mirada, verde
azulada, promete pecado. Promete oscuridad, si lo tocas, y, joder, yo quería
tocarlo, consumirme con sus sombras… Quería curarlo como si, por arte de
magia, mi luz pudiera dar paz a su alma.
Ahora suena patético lo que pensaba.
Tiene muchas fotos, donde se ve su torso desnudo y la goma del bóxer. Lo
han pillado saliendo de fiestas a altas horas y a algún que otro concierto ha ido
con una herida en la cara, de haberse metido en una pelea.
Su voz, cuando canta, es ronca y sensual; de esas que te hace desear cosas
prohibidas, cuando lo escuchas.
Admito que, mi primer orgasmo, fue tras verlo en un videoclip, donde salía
medio desnudo, sudado y agitado, como si acabara de follar. Me sentía tan
alterada, que mis manos fueron hasta el interior de mis muslos y froté mi
clítoris, hasta que me corrí con su imagen, pausada en el ordenador.
Siempre ha sido mi mayor fantasía sexual. Esa inconfesable, esa que te da
miedo dar voz, porque las chicas buenas no se tocan por la noche… Ni sueñan
con sexo guarro y morboso.
Sea como sea, esa vida pasó, y ahora, al parecer, lo voy a ver paseando por mi
universidad. Es como si la vida no dejara de recordarme cómo quieren que sea,
en vez de dejarme en paz con quien soy.
Si nada de lo que sucedió, hubiera pasado, ahora estaría como las personas que
hablan emocionadas, por la llegada de Troy Harris. Con seguridad, hasta me
uniría a ellas, porque me encantaba hablar de cualquier tema, y ahora
estaríamos chillando como locas.
Pero ahora solo quiero largarme de aquí cuanto antes y dejar de verme en
ellas reflejadas.
Mi exnovio siempre estaba celoso por mi obsesión con Troy, y eso que
ignoraba que, cuando me tocaba por las noches, pensaba más en Troy Harris que
en él. Al menos, hasta que se lo confesé, y no se lo tomó muy bien.
No le gustaba cómo lo miraba cuando cantaba.
En realidad, yo no sé cómo lo miraba. A mí me gustaba verlo cantar y
siempre me entristecía saber que solo con la música era capaz de expresarse.
No saben qué le pasó, para que dejara de hablar en público.
Empezó con el grupo con solo catorce años, y ahora tiene veintidós. Lleva
ocho años tocando en el grupo, hasta que hace unos meses, se quedó callado en
el escenario y, desde entonces, no se ha sabido nada de él.
Hasta ahora, al parecer.
Yo, para ese entonces, ya no lo seguía. Estaba perdida en mi mundo, pero me
enteré de todo. Lo vi en una imagen y me sentí identificada, como si entendiera
el dolor de su alma.
Su música dejó de sonar para todos. Incluso para mí.
Troy Harris es rubio, de grandes ojos aguamarina, y es ese chico con el que
sueñas cuando te acuestas, con el primer borracho de una discoteca. O cuando
una noche de calor, quieres darte placer.
Troy es toda una fantasía sexual. Su voz, su música, su cuerpo…, pero, para mí,
dejó de serlo. Que esté aquí, solo es un contratiempo porque, si estoy a su lado,
puede que alguien me reconozca de las redes.
Espero que no, ya que todo fue eliminado…
Paseo por el campus de la universidad y hay varios puestos para que te apuntes
en las diferentes actividades que ofertan.
Me llama la atención el de pódcast, porque voy a estudiar Imagen y Sonido.
Mi padre tiene una empresa de fotos y vídeos de bodas, y otros eventos.
Quiero ayudarlo, haciendo una mejor realización. También hace montajes de
radio con pódcast, de esos eventos, para que la gente que se va a casar cuente a sus
amigos cómo se sienten en los días anteriores, y a veces van los amigos y
familiares para sorprender a los anfitriones.
Me he pasado el verano con la mesa de mezclas, y luego montando todo para
la web de mi padre, donde lo sube. Por eso, me apunto sin pensarlo mucho, y
para que mi padre vea que intento hacer vida social.
Tal vez, así no esté tan encima de mí…
—Oh…, qué bien. Me llamo Betty —me dice la chica que lleva las
inscripciones, y me tiende la mano. Es morena, con unas gafas de pasta muy
chulas decoradas con brillos.
Miro su mano y le doy la mía, mientras la música suena. No está tan fuerte,
como para no escuchar mi alrededor.
—Kelsi.
—Me encanta tu nombre. Ojalá se apunte mucha gente. —Sonríe, y miro
que el resto de los puestos están llenos de gente interesada.
—Claro.
Subo el volumen de mis cascos y ando hasta otro lugar.
Voy tan perdida en mi mundo, que no soy consciente de quién tengo delante,
hasta que chocamos el uno con el otro.
Alzo la mirada y me quedo de piedra.
Es Troy Harris.
Mi yo de doce años, chilla como una loca, por ver por primera vez a su
cantante favorito, pero deja de hacerlo, cuando nota que algo no va como
debería.
Joder…, en persona es mucho más impresionante.
Mi corazón da un vuelco involuntario, que no puedo controlar.
Entonces, me fijo en sus ojos y noto un escalofrío recorrerme. Su oscuridad es
mayor de lo que siempre supuse. Troy es mucho más peligroso de lo que la gente
afirma. Mucho más.
Y lo peor es que, cuando lo miro, siento que nos parecemos más de lo que
siempre creí. Veo algo en sus ojos, en los que me siento reflejada.
Troy
Casi me choco con una joven de grandes ojos azules.
Me detengo, mientras ella me reconoce.
Espero que grite o se ponga tonta, como el resto de las mujeres con las que me
he cruzado. Este primer día está siendo horrible, y no sé en qué momento
creyeron que eso de hacer vida normal me ayudaría con mis putos problemas.
Yo no soy un chico normal.
No hace nada. Solo me mira, con ese algo que me parece identificar.
Hay algo en ella que la hace diferente al resto. Tal vez, porque me observa sin
emoción, del mismo modo que yo lo hago con ella.
Tomo aire, pero veo que, tras ajustarse los cascos, se marcha como si nada.
Raro, pero un alivio, la verdad.
Me giro, para mirarla involuntariamente y la veo alejarse entre la gente,
como si deseara ser invisible.
Aparto la mirada, cuando me doy cuenta de lo que hago. Solo es una joven
más, jodidamente sexi. Con cara de niña, de no haber roto un plato. Dulce y
preciosa.
Justamente, las mujeres de las que huyo.
Por eso, no comprendo por qué me giré para mirarla mejor. Quizás, solo fue
por la oscuridad de sus ojos azules. Vi algo en ella, que me recordó a mí.
Por suerte, no nos volveremos a encontrar.
Me dirijo hasta donde están los puestos de actividades para apuntarse.
Mi psicólogo cree que es bueno integrarme en actividades, de fuera de la
carrera. Iba a estudiar Música, pero, por joder, me apunté a Imagen y Sonido.
Por joder, y porque, desde hace meses, soy incapaz de tocar nada. Aunque sé
que pronto volveré a hacerlo. Necesito sacar todo lo que siento y, desde hace
años, la música es la única que entiende el caos de mi mente.
Siempre he ayudado con las luces y el sonido, y por eso es algo que se me da
bien. Además, será fácil, mientras recupero mi vida, tras este experimento de
mierda.
Veo cómo todos los estands están llenos, menos uno de pódcast, que no tiene
a nadie.
Voy hasta él y me apunto.
La chica empieza a tartamudear, y una grita tras de mí.
La paz se termina, y los de seguridad se acercan para controlar.
Voy hasta mi cuarto, en la residencia, con mis dos guardaespaldas cerca, y
solo cuando ven que todo está controlado, se marchan.
Tomo aire, cuando me quedo solo, y me tiro en la cama para desaparecer.
Esperan que pueda seguir tocando como si nada, pero no sé si un día seré
capaz de seguir tocando, olvidando cada una de mis putas taras.
Cuando alguien roto finge que todo está perfecto, al final la vida le recuerda
que no es más que cientos de pedazos, sujetos con pinzas, a la espera de destruir
su castillo de naipes.
Pero aquí estoy, porque, en el fondo, espero recuperar mi vida.
Aunque la odie…
Y esta puta habitación necesita un arreglo.
Saco el móvil y empiezo a pedir cosas, para dar a este lugar cochambroso un
nuevo toque. Si tengo que estar aquí, será a mi gusto.
Pero, mientras tanto, no pienso quedarme quieto. Necesito emociones
fuertes…
Capítulo 2
Kelsi
Salgo de mi habitación tras una noche pésima y veo a dos hombres que parecen
armarios, vestidos todo de negro, justo enfrente. Normalmente, en ese cuarto
no hay nadie, pero parece que hoy sí.
La puerta se abre y de esta sale Troy Harris.
Al verme, se pone serio. Es como si mi presencia le molestara.
Como siempre, está espectacular. Es mucho más sexi en persona, con esa
mirada seria y sus ojos tan intensos. El verde y el azul danzan en un baile
perfecto, y su cuerpo es de esos fibrosos y perfectos que te hacen babear.
Por suerte, a mí ya no.
Mi lado adolescente grita de nuevo, por tantas horas escuchando su música o
perdida en sus vídeos. Me sabía cada gesto, sabía leer perfectamente sus
emociones… Escucharlo y ver sus vídeos me daba paz. Como si ese chico rebelde
pudiera ser todo lo que yo soñaba, y no estaba sujeto a nada por miedo a
defraudar a mi padre.
Pero mi lado adulto está tan roto, que no es capaz de disfrutar de esto.
Lo miro a los ojos. Veo su seriedad y algo más, que me hace saber que Troy no
está para admiradoras.
—Tranquilo, no pienso montar un escándalo. Tu música ya no me gusta. —
Alza una ceja, pero no dice nada—. Intenta no liarla mucho, odio el ruido.
—Siempre puedes cambiar de cuarto —murmura sin alzar mucho la voz.
Nunca lo he escuchado hablar. Solo cantar. Así que, casi es un halago, que me
haya dicho esas palabras.
Su voz es sexi a rabiar. Parece el susurro de una guitarra.
—Lo mismo digo.
Voy hasta las escaleras y busco mis cascos.
Si todo esto hubiera pasado hace un año, le hubiera hablado o su voz me
hubiera dejado K.O. Con seguridad, habría hablado de algo estúpido, con tal de
conversar con él un poco más… Pero ahora no digo nada, o no digo nada con
sentido.
Antes era muy habladora. Me gustaba charlar con todo el mundo, hasta que
mi vida se truncó y me cuesta mucho, porque no puedo expresar lo que siento. A
veces hablaría gritando todo el tiempo, para que parte de la tormenta que siento
en mi interior, fuera expulsada.
Estoy bien, es mi mentira favorita desde que todo pasó.
Pienso que, quizás, de tanto repetirlo, un día sea verdad.
—Eso es de monstruos…
—No pienso hacer nada que no quieras…
—Pero lo deseas.
—Te deseo a ti…
Ni le respondí.
Ir a clase solo para hacer el paripé, me parece estúpido. Si al menos pudiera
terminar la carrera, le vería más sentido. Pero no, esto solo es un año donde
esperan que todo se solucione; que todos mis años de mierdas cambien, porque,
según el psicólogo, era un niño cuando todo empezó y me quitaron parte de mi
autodescubrimiento…
Lo peor, es que le pago para que diga esas gilipolleces.
Es un tío que no sabe la verdad de lo que me pasó hace años, porque nunca ha
conseguido ahondar en mis problemas. Está claro que tiene el puesto de
psicólogo del grupo porque es el novio de la hija de mi agente.
Mi madre me avisó también de que la entrevista se retrasaba hasta nuevo
aviso, y que han visto bien, que suba vídeos a redes, tocando algo, porque eso
hará que la gente no se olvide de mí y del grupo.
Por supuesto, no es una sugerencia, sino una orden.
La puerta se abre y aparece Kelsi, que lleva varias carpetas.
Al verme, se sonroja y seguro que está recordando el mensaje de ayer. En el
que le dije que estaba con dos chicas… En realidad, no estaba con nadie, porque
solo soy capaz de pensar en el sexo con ella, desde que la vi corriéndose. Deja las
carpetas en la mesa del centro, que también he comprado, y me mira con una de
esas sonrisas suyas, de niña buena y dulce, que tanto me gustaría corromper.
—Veo que has hecho acto de presencia. —Sonríe y abre varias carpetas.
—¿Qué narices haces?
—Estoy revisando los mejores programas del año pasado, para ver cómo
pueden ayudar al programa. ¿Quieres ayudar?
—Ni de coña.
—Vale, pues te encargas de los controles y yo reviso esto. Hoy va a ser una
tarde larga, porque van a grabar varios programas para el veinticuatro horas.
Espero que estés preparado.
Se pone a trabajar y veo lo minuciosa que es. Toma notas con pósits de
colores.
Todo es demasiado vomitivo.
Empieza el siguiente programa y hablan de mi grupo.
Los miro, pensando que se les ha ido la pinza.
Me doy cuenta de que no hablan de mí, porque eso es lo que prometieron,
pero sí lo hacen de mis compañeros. Me miran, como si me importaran esos
cabrones.
Soy el más pequeño de ellos, y el resto tienen entre diez y quince años más
que yo.
Me metí de lleno en un mundo de adultos, siendo apenas un adolescente. Vi
cosas que no tenía que ver. Perdí la virginidad, antes siquiera de saber qué hacer
con mi polla, porque se suponía que era lo que tenía que hacer, ya que, tener
sexo en una fiesta, estaba bien.
Y lo hice delante de ellos, porque me habían emborrachado e incitado a
acostarme con una mujer, que me sacaba diez años.
Cuando todo acabó, vomité. No sé si de asco o por todo lo ingerido.
Pero vinieron más veces.
A ellos les divertía ver cómo me hacían un hombre.
«Cabrones…».
Por eso, todo lo que digan de ellos me la suda.
El sexo para mí siempre ha sido vomitivo, pero nunca he dejado de follar,
como si buscara que dejara de serlo. Llevo años que me dejo llevar, porque es lo
que está bien en el grupo.
—¿Puedes dejar de apretar con fuerza la silla? —Miro mis nudillos blancos—.
O te tocará comprar una.
—¡Una mierda voy a comprar!
—Siempre supe que ellos no te caían bien —comenta Kelsi, como si nada—.
Te veía mirarlos, como si no soportaras su presencia. Al parecer, estaba en lo
cierto.
—No sabes nada.
—No, ni quiero. —Sonríe y se sienta de nuevo para continuar revisando las
carpetas.
Acaba el pódcast y salgo para tomar algo.
—Espero que no te haya molestado —me dice Tulia—. La gente quería saber
algo de tu grupo. Como te prometimos no contar nada de ti, tuvimos que hacer
un estudio de tus compañeros, para darles algo, sin romper la promesa.
—No me importa.
—Genial, vamos a seguir.
Cuando regreso, Kelsi no está, y esta vez no está ni su sudadera.
Salgo y Betty me mira, haciendo señas para que regrese a la cabina.
—¿Dónde está Kelsi?
—Se ha ido, tras recibir una foto —responde Pat.
Ahora todos están en el pódcast al mismo tiempo, aunque tiene más
protagonismo uno u otro, dependiendo de lo que hablen.
—A tu puesto —me dice Tulia.
Estoy por ir tras Kelsi, pero eso implicaría muchas cosas que no quiero
meditar.
Regreso a mi puesto y se me hacen insoportables los minutos siguientes.
Lo peor, es que he mandado varios mensajes a Kelsi y los lee, pero no
responde. Me está empezando a mosquear que pase de mí. Va lista si cree que
pienso ir tras ella… Algo que no suelo hacer por nadie.
Kelsi
Miro la foto, mientras mi padre llama a su abogado.
No sé si es otra o es nueva. No sé por qué, alguien quiere removerlo todo.
Pienso en mi exnovio, quien lo empezó todo. Le dio alas a todos, para que me
humillaran.
Llaman a la puerta, pero lo ignoro.
—La pienso echar abajo, de una puta patada. —Escucho las palabras de Troy
y sé que es muy capaz.
Abro la puerta.
Entra como si el cuarto fuera suyo.
—No te lo tomes a mal, pero ahora mismo quiero estar sola.
Cómo no, me ignora.
—No tengo nada mejor que hacer.
Mi padre me llama y odio tener a Troy delante para esta conversación.
Voy a ir al aseo para hablar, pero se pone delante.
Le doy un pisotón. Sonríe, porque le gusta mi agresividad.
Descuelgo el móvil.
—El abogado dice que podemos volver a denunciar, pero que no sabemos
quién está detrás.
—Es Bob, papá…
—Hija, sin pruebas no podemos hacer nada. Ya le denunciamos, y todo salió
mal. ¿Quieres que vaya contigo?
—No, estoy bien. —Miro a Troy—. No estoy sola.
—Vale, me alegra… Piensa que no es real, que todo… Es la IA. Esa no eres tú.
Cuelgo y no me consuela saber que no soy yo. Que alguien usó la inteligencia
artificial para hacer de mi vida un infierno.
—¿Se puede saber qué te pasa?
—No quiero hablar de ello.
—Vale, voy a mi cuarto. Cuando se vayan mis niñeras, sal a tu puerta.
—No sé si tengo ganas de ir a ningún sitio…
—Tú misma, pero quedarte aquí, rayada, será peor.
Se marcha y sola vuelvo a mirar la foto, donde salgo desnuda de rodillas,
como si fuera a mamársela a alguien.
No soy yo. Es mi cara, pero todo está hecho con IA. No es real, pero lo parece.
Lo parece tanto, que da miedo. Y mucha gente… Mucha gente creyó que estas
fotos eran ciertas. Alguien me jodió la vida, usando la inteligencia artificial, y
no sabemos quién fue, porque mi exnovio es la persona más querida de toda mi
comunidad, y no tiene ni puta idea de ordenadores.
Me han mandado la foto desde un correo falso, usado solo para hacerme
daño.
Borro el mail y la foto.
Mi padre ya tiene una copia, que ha mandado a mi abogado.
Si te fijas bien en la foto, de forma minuciosa, se puede ver que algo no
cuadra. El problema es que la gente no quiere ver la verdad, cuando desea
destruir a una persona, y sentir que así, de golpe, es mejor que los demás.
Capítulo 20
Kelsi
Salgo, cuando se van los guardaespaldas.
Troy aparece vestido todo de negro, y mira mis vaqueros y la sudadera.
—Por suerte para ti, no vamos a mi club.
Vamos hacia las escaleras y andamos hasta su coche.
Entro en él, con la mirada perdida.
La primera foto manipulada por inteligencia artificial llegó cuando
escuchaba a Troy. La miré, y no di crédito. En ella, salía follando con un tío.
Estaba desnuda y, lo peor, la habían mandado a todo mi instituto.
Decir que era falsa, no cambió nada, y acusar a mi exnovio, tampoco.
Después de esa, llegaron más fotos, en las que estaba siempre desnuda.
Y no era yo, pero era tan jodidamente real, que me sentí como si se me
estuviera violando en mi intimidad de alguna forma.
Mis amigas no me creyeron, porque habían escuchado rumores de mí.
De golpe, todo el mundo tenía un amigo que le había dicho que yo no era
tan perfecta como parecía. Era el momento perfecto para hacer daño a la
delegada de la clase, la chica más empollona, la que más trofeos tenía, por
diferentes actividades, y a la que siempre se le daban los mejores papeles de las
obras del barrio.
Era el mejor momento para no apoyarme.
Nadie me había regalado nada, ya que, desde pequeña, me había esforzado
mucho por todo. Para que nadie tuviera ninguna queja sobre mí. Ni sobre mi
padre.
Pero, de golpe, te das cuenta de que no tienes amigos reales, que la gente solo
te sigue, si cree que no se manchará las manos contigo. Lo peor, es que me
expulsaron del instituto, hasta que todo se aclaró y se supo que esas fotos estaban
hechas con la IA.
Aun así, hay mucha gente que duda que no retocaran fotos reales…
—Hemos llegado.
Troy detiene el coche y veo que estamos en medio de una carrera ilegal.
Baja la ventanilla y le dicen algo. Él asiente y paga un dinero. Bastante dinero.
Ya se ha puesto la siniestra máscara negra, que lleva cuando lucha, para que
nadie sepa quién es.
—¿Vamos a correr?
—Te dejaría conducir, pero lo haces de pena.
—¿Y esto es lo mejor que se te ha ocurrido para ayudarme?
—Pues sí.
—Nos vas a matar.
—Así pensarás en algo que no sea la mierda que te ha puesto así. Disfruta del
viaje.
Tiemblo de miedo, de emoción y de algo más oscuro, que no me asusta, pero
que me tiene alerta.
Troy hace rugir su coche.
Su contrincante nos mira, como si quisiera matarnos. El resto de las personas
que hay cerca no tienen mejor pinta.
Madre mía, no sé dónde cojones me ha metido.
—No te separes de mí, y no te pasará nada —me promete, como si leyera mi
mente.
Tomo aire.
Una chica se coloca entre los dos coches y levanta un pañuelo. Esta mierda
solo la he visto en las películas. ¡Ni siquiera creía que existía de verdad!
«Madre mía…, vamos a morir».
Troy tiene la mirada fija en la carretera y, cuando da la señal, acelera de tal
forma que me quedo pegada al sillón de cuero.
Grito de miedo.
¡Joder!
Llega a la primera curva y pasa por delante por poco. Aprieto el sillón con los
dedos con fuerza. No dejo de gritar. No puedo. Ahora mismo no puedo pensar
en nada que no sea que nos va a matar a los dos.
La siguiente curva la coge al límite. Hasta el punto de que casi se sale de la
carretera. Estamos cerca de un puerto, y salirse no es una opción, si no queremos
ser pasto de los peces.
La carrera está muy igualada, hasta que Troy le hace una peineta al
contrincante, y acelera dejándolo atrás. Así deja claro que ha estado jugando con
él, hasta que se ha cansado y ha demostrado quién es el mejor.
Pasamos la meta y va deteniendo el coche.
No me puedo mover.
La gente se nos acerca y tira de mí, fuera del coche.
Troy me dice que no me aleje, pero me mueven sin poder evitarlo.
Estoy tan agitada por la carrera, que trato de recordar cómo se respira.
Entonces, siento las manos de Troy en mi cintura y cómo me atrae hacia su
cuerpo.
—Cerca de mí —me recuerda.
—Te pienso matar por esto.
—Al menos, ya no piensas en lo que te ha pasado. De nada.
—Te odio. —Acaricia mi estómago y de nuevo nos acorralan.
Troy entrelaza sus dedos con los míos, como si temiera perderme.
El gesto me parece muy tierno y muy poco propio de Troy, que siempre va de
tipo duro. Tampoco es normal que yo me deje mimar…, porque odio las caricias
por culpa de mi exnovio.
Con caricias me trató de manipular, pero yo no era consciente de ello. Claro
que, todos en su casa, son así. Su madre siempre derrocha cariño y su padre es
como un oso amoroso grande, que siempre da abrazos de ánimo o apretones en
la pierna, de apoyo.
¿Cómo alguien iba a creer que Bob, hijo de personas tan maravillosas, podía
ser malo?
Es por eso, que empecé a odiar ese mundo tan perfecto, donde ser cariñoso era
más importante que decir la verdad. Me cerré tanto en mí misma, que puse las
caricias en pausa, porque, sin abrazos, sin muestras de cariño, no podía recordar
a mi expareja, y, además, no podía romperme.
Mi mente va al pasado…
Alzo la vista y lo veo subir las escaleras con paso tranquilo, a pesar de que el
profesor, que acaba de entrar, lo fulmina con la mirada. Se sienta a mi lado, tras
guiñarme un ojo.
—Te has dignado a venir a clase.
—No me queda otra. Te lo hubiera dicho, si no hubieras salido corriendo de
mi cama —murmura—. Por cierto, has gemido en sueños. ¿Pensando en mi
polla entrando en tu apretado coño? —lo susurra en mi oído.
—Ni de coña. —Se aparta con una media sonrisa.
Con seguridad, sí soñé con él. Dormir en su casa no habrá ayudado a
mantener mis fantasías sexuales a raya.
Saca un caramelo y me tiende uno.
Lo cojo y lo disfruto fundirse en mi boca. No sé de qué marca son, y tal vez
hasta pague a alguien para que se los haga, porque no me extrañaría.
La clase sigue y tomo apuntes.
Troy se me acerca al oído. No se me pasa por alto cómo mi cuerpo no teme su
cercanía. No me altera. Lo dejo entrar en mi espacio vital sin miedo.
—¿Llevas el sujetador sexi?
—Presta atención.
—Solo estoy aquí para hacer el paripé. No me permiten acabar la carrera. —
Noto dolor en su voz—. ¿De qué me sirve esforzarme?
—Tal vez, para demostrarte a ti mismo que eres mejor de lo que crees.
—¿Es lo que haces tú?
—Estudiar me da paz —admito—. Ahora dirás que es porque soy una niña
buena…
—Lo eres, pero eso me gusta de ti. Ahora dime si tienes debajo de esa
sudadera el sexi sujetador transparente.
Este juego es peligroso, y no saldrá bien, pero la emoción corre por mis venas.
—No, llevo otro.
Pone cara de enfado.
—Pienso cambiar eso —señala y seguimos mirando la clase—. Te quiero
vestida con la ropa que te imagino.
—No soy tu juguete.
—Pero te encantaría. —Roza su pierna con la mía—. Aunque no pasará. Aún
me queda algo de humanidad…, para mi puta desgracia. —Parece enfadado, por
querer ser bueno conmigo.
Le diría que su intento es adorable, pero sé que no le gustará escucharlo.
La lucha de Troy por querer hacer lo correcto conmigo me hace pensar que
hay un lado de él que nadie conoce. Tal vez, ni él mismo. Quizás, como yo, solo
está tratando de huir de algo. Pero no le diré que lo veo, hasta en las sombras
invisibles.
—Qué raro. Ayer no la vi.
—¿Tampoco cuando te salvé la vida? Me hieres.
—Tal vez, solo ahí. —Sonríe de medio lado y dejo de mirarlo, para prestar
atención a la clase.
Intento centrarme en los estudios. Estudiar me calma. Me da estabilidad.
Cuando todo pasó, me refugié en los estudios. Al regresar a clase, sacar las
mejores notas de nuevo y estar ahí, estudiando, era lo que me mantenía a flote
para no hundirme ante el bullying y acoso que recibí. Lo de las fotos retocadas
solo fue el comienzo de algo mucho más oscuro…
Troy escribe algo en mi mano. Lo miro y es el caracol.
—Te pones muy fea cuando piensas.
—Tú estás feo siempre —le rebato. Cojo mi boli y hago el mismo símbolo en
su muñeca—. Así parecemos dos críos pintándose las manos.
Sonríe, pero no dice nada.
Al acabar la clase, Troy me sigue a la siguiente. Al llegar, varias tías tratan de
tocarlo y él las esquiva como puede. Su gesto se hace duro y sé que se imagina
cómo les saca la cabeza a todos. Sobre todo, cuando una casi le toca la polla.
Siento algo removerse en mí. No son celos, sino algo más oscuro. No me
gusta cómo le tocan. ¿Por qué nadie ve que no está bien?
Las chicas se ríen y se marchan a su sitio, mientras nosotros hacemos lo
mismo, al fondo. Troy está cada vez más fuera de sí, y tiene razones para estarlo.
Observo a Troy, y sé, por su mirada, que ahora mismo las está imaginando
muertas.
—Es negro. —Me mira sin entender, antes de sentarnos al final—. Mi
sujetador. Es igual que el otro.
—Si las mato, el mundo no se perdería nada. —Pongo los ojos en blanco—.
Bueno, al menos esta clase me la pasaré imaginándote desnuda en mi cama, solo
con ese sujetador.
Aprieto las piernas.
—No sé cómo eso puede ser atractivo…
—¿Y esa nota de vulnerabilidad? ¿Es por lo que pasó ayer, antes de mi paseo
mortal?
—Olvídalo…
—Yo no necesito a nadie que me diga lo jodidamente bueno que estoy. Es
patético que lo necesites tú, que tienes ojos en la cara y te has visto desnuda,
millones de veces.
Tiene razón. Lo sé, pero cuando veo la cantidad de chicas que se le insinúan,
por un segundo, me invade el miedo de, si solo está jugando conmigo, porque
Troy es un rico aburrido que ha decidido divertiste a mi costa.
El miedo me paraliza. Con Bob no vi venir nada hasta que fue tarde…
Me levanto. Troy me mira y trata de detenerme, antes de que me marche de
la clase. Le he puesto en bandeja ser la idiota de turno con la que jugar para
entretenerse.
Una parte de mí dice que solo pienso eso, porque la foto de ayer me tiene
tocada, pero otra teme que esté confiando de nuevo en la persona equivocada.
Troy
Salgo tras Kelsi y la encuentro cerca del aseo. Entra dentro y la sigo, tras cerrar
la puerta. Tiene la mirada perdida y, cuando tiro de ella y la acorralo contra la
pared, me mira asustada. Sus ojos hablan de miedo, de dolor y angustia. La
tormenta de su mirada me rompe el corazón.
—¿¡Qué cojones haces!? —Pongo sus manos sobre su cabeza—. ¡Suéltame,
pedazo de mierda!
—Todo eso solo me la pone más dura. —Gruñe y trata de soltarse, aunque en
su mirada veo cómo mi agarre, la pone cachonda—. ¿Dime qué te pasa? ¿Qué he
hecho?
—Solo soy para ti una diversión, y me harás daño…
—Sí, a todo, ¿Y qué? Nunca te he mentido. Nunca te ha importado.
—No soy tan atractiva como otras… Lo sé…
—Eres idiota. Eres jodidamente sexi, y tu cara de niña buena me pone
mucho…, pero no pasará nada entre los dos. Solo me estoy divirtiendo, y a ti te
gusta. Así que, deja de luchar contra mí y centra tu odio contra la puta persona
que ayer te mandó esa mierda de foto. —Se calma, pero se agita cuando empiezo
a levantar su sudadera—. Quiero ver el sujetador. Quiero imaginarte desnuda,
teniendo todas las piezas.
—Te odio…
—Me la suda. —Subo la sudadera y veo su sujetador negro transparente. Sus
pezones se ponen duros. Sería muy fácil acercarme y meterlos en mi boca.
Son rosados, como me gustan. Como el rojo de sus mejillas, cuando está
cachonda.
La miro, y ahora mismo tiene las pupilas dilatadas y la boca mojada pidiendo
que la devore.
—Si me lo pides, me alejaré de ti para siempre —digo cerca de su boca.
—No quiero…
—Pues entonces, no te quejes si juego contigo. Solo disfruta. —Paso los dedos
por uno de sus pezones, y no hacer nada más me cuesta la vida—. Nos vemos.
Salgo del aseo, más duro que una puta piedra, con el deseo de follarla, pero
sabiendo que es mejor jugar sin dar un paso más.
Lo peor, es que dudo que en toda mi vida pueda olvidar la imagen de ella en
el aseo, con las manos sujetas y la boca entreabierta, con los pezones duros,
pidiendo que haga lo que quiera con ella.
Quiero hacerlo. Quiero joderla a base de bien.
Ella debería huir, pero no lo hará. Como yo tampoco puedo huir de ella.
Capítulo 23
Kelsi
Mi padre me informa de que no se sabe quién mandó la foto, pero que el
abogado y la policía seguirán investigando.
Ninguno hará nada. Ambos saben que, si descubren algo que pone en jaque al
hijo del alcalde, se les cae el pelo antes de que salga a la luz la verdad.
Intento seguir con mi vida como si nada, pero es complicado.
Entro a la sala de pódcast y Pat está enseñando su móvil nuevo a Betty. Esta lo
mira como si fuera un dios.
—Este móvil tiene inteligencia artificial y es el último modelo.
Noto que me falta el aire y voy hasta mi puesto, no queriendo escuchar nada
de lo que le está explicando.
Dejo mi sudadera en el sofá nuevo e intento ser fuerte. La IA no se va a ir. Lo
sé, mejor que nadie. No es mala. Los malos son los que la usan para hacer daño.
—Mira, te he puesto como si fueras Cleopatra. —Betty se ríe.
Tomo aire y me duele respirar. Yo pasé por eso. Mi exnovio usaba su móvil
para hacerme fotos y me transformaba en otras mujeres. Era algo inocente.
Algo divertido. Algo que se le fue de las manos. Tenía cientos de fotos de mí, y
no pudo ser otra persona.
—Es una puta pasada. Mira, Troy, con mi móvil puedo ser cantante, como tú.
Este lo fulmina con la mirada, y más cuando ve la foto.
—Aleja esa mierda de mí.
—Vale —indica Pat—. Con Troy nada de IA. ¿Quién quiere probar?
El resto van hacia él, mientras Troy se me acerca. Me mira, apretando los
puños, y alza una ceja.
—A alguien tampoco le gusta lo de la inteligencia artificial. Ya somos dos.
Odio que nos parezcamos tanto. Es una mierda… ¿Nos ponemos a trabajar? —
digo mirando el micro.
El resto asiente.
Me giro para mirar a Troy, que se ha quitado la sudadera y la ha dejado sobre
la mía.
—¿Y ahora qué excusa tienes para dejarla junto a la mía?
—Me gusta cómo huele tu perfume. Me la pone dura. —Sonríe de medio lado
—. Qué tontita eres…, cuando digo estas cosas, siempre te sonrojas. —Acaricia
mi mejilla, y de nuevo no hay dolor—. Tengo que ir a un sitio luego. Es
peligroso. Muy peligroso, pero, si no te separas de mí…
—Iré.
—Mañana hay clase —me recuerda.
—Iré también. Puedo llegar a todo.
—Claro, y luego acabar muerta. Mandaré flores a tu tumba.
Lo fulmino con la mirada, cuando Tulia nos dice que empezamos y se ponen
a contar cosas. Lo de los vídeos de TikTok ha gustado; la gente quiere luego
meterse a la web, para buscar el enlace, y Pat trae un montón de ellos.
Nunca esperé que se tomara tan en serio su trabajo.
El calor empieza a hacerse cada vez más fuerte.
Miro a Troy, que observa descarado mis pezones duros. Tiene un boli en la
boca y lo mueve de forma sugerente.
—Podrías arreglarlo.
—Podría, pero me perdería lo mejor de este lugar. —Mira mis tetas—. Hoy
llevas sujetador blanco. Tan puro y virginal…
Nos miramos con intensidad.
De nuevo, es como si sus ojos verdes azulados me atraparan y me llevaran lejos
de este mundo. Tomo aire, y su perfume llega a mí, junto al olor de sus
caramelos.
Tulia nos dice que ha terminado y seguimos grabando las otras
intervenciones.
La tarde se hace interminable. Sobre todo, por mi intento de no mirar a Troy
de reojo y comprobar qué está haciendo.
Lleva un rato mirando el móvil… Lo admito, no puedo dejar de mirarlo.
—Necesito que me hagas un vídeo. Mi agente quiere que se me vea en la
universidad y así ayudaré a este programa.
—Tú, ayudando… Joder, te tienes que estar muriendo.
—Solo lo hago para que mi agente me deje en paz.
—¿Y dejarlo todo?
—No puedo. —Se tensa y me pasa su teléfono—. A ver qué tal se te da
grabarme.
—De maravilla, mi padre es fotógrafo de bodas y hace también montajes de
vídeos. Desde niña he visto de cerca esto y sé editarlos.
—La chica buena.
—¿A que te haces tú solo el vídeo, Troy Harris?
—No, vale. Seré bueno.
—Dudo que puedas ser de esos. —Sonríe de medio lado, de esa forma que me
pone cardiaca.
Hago varios vídeos, mientras trabaja, y luego me bajo un par de programas
para editarlos. Le pido la clave y la mete, sin importarle que lo baje en su
teléfono.
—Cógelos de pago, que así tienes más funciones. —Asiento y eso hago.
El resto de la tarde me lo paso editando el vídeo de Troy. Solo serán treinta
segundos, pero hago que la gente no pueda apartar la mirada de él. Resalto su
mirada, cuando se gira para mirarme, y hay fuego en sus ojos. Un fuego en el que
quiero consumirme.
Al acabar, le he puesto una de sus canciones, que iba bien con el vídeo, y se lo
tiendo.
Han terminado las grabaciones y Tulia nos da las gracias por todo.
El resto se despide con la mano.
—Os recuerdo que el sábado por la noche os toca ir poniendo todo, cada
media hora.
Asiento y se va donde tiene su despacho, para tomar notas y editar cosas.
—Ten —le digo a Troy, devolviéndole su móvil—. Por cierto, es raro que no
tengas fotos de nada.
—Después de todo lo que has visto de mí, ¿eso es lo que más raro te parece? —
Sonríe divertido.
—Eres imposible. —Sonríe y le da al play, mientras me pongo la sudadera.
Salgo de este cubículo del infierno. En el resto del espacio la temperatura es
normal, y se está a gusto.
Troy mira el vídeo y no comenta nada.
—Sé que un profesional lo haría mejor…
—¿Mejor? Es una puta pasada. Eres un cerebrito adorable —me revuelve el
pelo, y le doy en el costado—. Que se enfada la niña buena.
—Idiota.
Me marcho hacia la puerta.
—A las doce en mi puerta. No tardes, a menos que la cordura regrese a tu ser.
—Eso ni de coña. Allí estaré.
Se marcha y lo veo alejarse en su coche, con sus guardaespaldas. Algunas fans
se han agolpado al salir, y tratan de tocarlo; de cogerlo como si no importara
nada, con tal de decir que han tocado a Troy Harris.
No me gustaría estar en su piel.
Para alguien que odia las caricias, debe ser un infierno. Ya no veo todo esto
como antes, y conocerlo me hace verlo de forma diferente. Hace que deje de
pensar que es normal el acoso que recibe.
Llego a mi cuarto y me llega un aviso de Troy, que ha subido el vídeo, y ha
etiquetado al grupo de pódcast.
En el fondo, no es tan capullo como quiere aparentar.
Miro el vídeo y lo paro en esa mirada, por la que iría al propio infierno.
Le doy me gusta y me pongo a estudiar para compensar lo de esta noche.
Estoy preparándome, cuando me llega un email. Lo abro y veo una foto mía,
en la que estoy desnuda de cintura para arriba.
Me muerdo la boca. Parezco sugerente y, joder, da miedo porque podría ser
yo.
Tiemblo de miedo y de asco. Me quito la camiseta, para mirarme frente al
espejo. Mis pechos no son así. Los de la foto tienen pecas, donde yo no tengo.
Mis pezones son rosados, y no son como estos. Hago una foto de mis senos,
tapándome con una mano, para que no se vean los pezones, y me tienta subirla a
redes, para que quien esté haciendo esto, vea que es falso, que yo no soy esa…
Tomo aire y trato de tranquilizarme, pero es como si estuvieran violando mi
intimidad. Están contando una mentira de mí, sin importar el daño. Mando la
foto de la IA a mi padre y me llama mientras me visto.
—Lo siento, hija. Pensé que todo pasaría cuando fueras a la universidad.
—Al parecer, quien sea que está detrás, no quiere dejarme vivir en paz. ¿Crees
que ha mandado esta foto a alguien más?
—Esperemos que no. Voy a enviarla al abogado. Cuantas más fotos mande,
tal vez más cerca estemos de pillarlo. —Se queda callado—. Odio preguntar,
¿pero estás en tu cuarto? —Noto la ansiedad en su voz, y el miedo a que le diga
que no.
—Sí, estoy estudiando.
—¿Y vas a salir? —Si le digo que sí, se muere del susto.
Noto lágrimas en los ojos, por tener que mentirlo, pero es lo único que puedo
hacer para vivir mi vida.
—No, veré algo en la tableta.
—Qué bien, y, por cierto, me ha encantado el vídeo que has hecho a Troy
Harris.
—¿Cómo lo ha sabido?
—Porque Vanesa lo ha puesto y, como sé que sois amigos, he reconocido
algunos de mis trucos en el vídeo. Eres muy buena, aunque me habría gustado
otra carrera para ti.
Otra vez esa gran verdad. Mi padre siempre me había dicho que era una
genio, y que un día haría algo grande por la humanidad.
Yo, ahora, solo quiero ser feliz, y cuesta mucho.
—Lo sé. Te dejo, que tengo que estudiar.
—Vale, te quiero. No te acuestes tarde.
Cuelgo y dejo el móvil en la mesa.
No quiero llevármelo, porque deseo estar ilocalizable, para no estar pendiente
de mi padre.
Me miro una vez más al espejo y tomo aire agitada, esperando que de verdad
lo de Troy esta noche merezca la pena, para así no pensar en nada.
Capítulo 24
Kelsi
Troy me espera fuera, cuando ya se han ido los guardaespaldas.
Va vestido todo de negro, como siempre. Yo también voy toda de negro.
—Parecemos ladrones —le digo en su coche. No responde, y parece tenso—.
Vale, el antisocial ha vuelto.
Miro por la ventanilla, mientras Troy conduce por la ciudad, como un puto
loco. Veo las luces pasar a toda pastilla, y me centro en cómo la ciudad se va
alejando de nosotros. Llegamos hasta una casa, que no tiene muy buena pinta.
Hay una fiesta en ella. Troy deja el coche cerca de otros, y sale de este. Hago lo
mismo.
—Pase lo que pase, confía en mí, y no te alejes.
Asiento, algo asustada, para qué vamos a engañarnos.
Troy se pone la gorra y busca mi mano, para entrar juntos.
La gente nos mira curiosos. Siento que aquí no se cuece nada bueno, y no es
por las luces de neón. Es algo más. Avanzamos hasta el sótano y han montado
varias mesas de póker.
Troy va hacia una de ellas y un tío lo saluda.
—¿Quién es la chica? —pregunta sin dejar de mirarme de forma lasciva.
—No es nadie. Una putita que he contratado para que me la mame luego.
¿Pero qué cojones acaba de decir? Lo miro, y aprieta mi mano, recordándome
que confíe en él.
«Esto no está bien. Esto es una locura. Sal corriendo».
¿Lo hago? No, me pongo tras Troy en la mesa. Estar aquí, da un miedo de
narices, pero he dejado de pensar en las fotos, porque salvar mi vida de golpes es
lo único que me preocupa.
—Armas sobre la mesa —dice el que ha saludado a Troy.
Varios sacan navajas y una pistola. ¡Una pistola!
Se me cierra la boca del estómago.
Troy me mira y me guiña un ojo, antes de dejar su navaja sobre la mesa.
¿Cómo puede traerme a un sitio así? ¿Cómo puedo confiar en él? Algo debe
haber mal en mí.
Empieza la partida y me mira el que parece el anfitrión.
—Cómo te vea hacerle cualquier seña, te rajo. Aunque no sin antes disfrutar
de tu cuerpo.
Asiento, mientras un sudor frío me baja por la espalda.
Intento pensar que todo es mentira, y que Troy nunca me traería a un lugar
donde corriera peligro. Ah…, ¿no? Mi lado bueno está hiperventilando. Intento
que nadie note cómo se me nubla la vista por el miedo.
La partida sigue y Troy gana una mano tras otra.
Noto el ambiente cargado, antes de que pase nada.
Todo pasa muy rápido, y en un segundo estoy recordando cómo se respira y,
en otro, el anfitrión salta sobre la mesa y me pone su navaja en el cuello.
—¡Te está ayudando! ¡No puedes ser tan bueno! —Troy recoge el dinero
tranquilo, sin inmutarse por el hecho de que tenga una navaja pegada a mi
cuello.
Trago, notando la navaja en mi cuello. Estoy muerta de miedo. No puedo
moverme.
Troy se levanta y me mira como si no le importara.
—Puedes matarla, si quieres.
Sus palabras me duelen, porque pensé que le importaba; que, a pesar de todo,
nunca me haría daño… Es como mi ex, al que creí, hasta que me destrozó.
El dueño duda y lo mira, en busca de algo que le haga saber que le importo.
No encuentra nada. Solo hay frialdad.
El resto de la gente ni se inmuta, como si esto fuera lo más normal del
mundo, en una timba de póker.
Afloja mi agarre y va bajando la mano.
Troy tira de mí, hacia él, al tiempo que se agacha para coger su navaja y se la
lanza en la pierna al anfitrión.
—La próxima vez que toques algo que es mío o me acuses de hacer trampas,
te mato.
El anfitrión asiente y Troy me lleva lejos de este sitio.
—¡Vamos a seguir jugando! —grita el anfitrión.
¿Dónde me ha metido?
Llegamos hasta su coche y entramos en él.
Estoy agitada, cagada de miedo y sabiendo que soy tonta por confiar en él,
como si no hubiera aprendido nada de todo lo que me pasó.
Al llegar a la residencia, miro a Troy.
—Te dije que te alejaras de mí.
—Tranquilo, lo pienso hacer. Eres un puto sádico. —Si no estuviera tan
nerviosa, vería el dolor en su mirada.
—Ese soy yo.
Salgo del coche y de su vida.
Es mejor que nuestros caminos no se crucen más.
Es mejor vivir mi vida lejos de ese monstruo.
Troy
No era yo, la de esa foto horrible, pero la idea de estar atada a la cama no me
disgustaba.
Sentí que había algo mal en mí. Algo que haría mucho daño a mi padre, si lo
dejaba salir, y aquí estoy, con Troy Harris, dejando que me arrastre a su mundo
de locura y perversión.
Tal vez, lo mío solo sea una rabieta.
Tal vez un día me despierte y odie haber sido esta persona.
No lo sé. Tengo miedo. Miedo de arrepentirme, de quien soy ahora; de quien
llegaré a ser por mis decisiones.
La clase sigue, pero yo estoy lejos de aquí.
A la hora del almuerzo, Betty me espera en la puerta de la cafetería.
—No veas la que hay liada en redes con los jugadores de fútbol. Hicieron una
orgía y las tías se han quejado del trato.
—Madre mía.
Nos pedimos un café y algo de comer, y vamos hasta una mesa, donde me
pone los vídeos.
En realidad, las tías se quejan de que ellos solo querían sexo, sin que ellas
disfrutaran.
—Son un atajo de capullos, y muchos la tienen pequeña. —Se ríe con el vídeo
que me ha puesto.
—No me parece bien reírse de eso —indico a Betty, agitada.
—A ver, estas chicas estaban ahí, porque querían. Ahora lo cuentan y no
paran de crecerles los seguidores. A la gente le gusta el morbo —apunta esta.
—Y tanto que les gusta —añade Pat, que se sienta al lado de Betty—. Nada de
eso pasó.
Lo miramos curiosas. Parece enfadado y molesto.
—La fiesta se nos fue de las manos, y es cierto que alguno de mis compañeros
tuvo sexo en público… Pero, de ahí a una orgía. Nada por el estilo. Lo sé, porque
me quedé hasta el último momento para recoger.
—¿Y entonces por qué contar algo así? —pregunto.
—Porque los chicos no lo van a negar. Sienten que, si lo hacen, nadie los
creerá. Ellas se están haciendo fuertes en redes.
—Puedes hablar de esto en el pódcast —comenta Betty, que se sonroja
cuando lo mira.
—Lo haré, pero dudo que sirva de algo. La gente solo cree lo que más le
interesa.
—Bueno, tú dijiste que una tía era una guarra, por querer que la ataran —le
recuerdo, enfadada.
—Ya, y pedí perdón. Solo buscaba que el pódcast no se fuera a la mierda, y no
debí decir eso. Nadie lo es, por querer sexo de forma diferente.
Me doy cuenta de que a Pat le importa el pódcast más de lo que esperaba. Esto
sí que no lo esperaba.
Tulia se nos acerca, y Oriol también.
—Tenemos que conseguir máxima audiencia —dice Tulia—. ¿Contarás la
verdad?
Pat asiente.
—Voy a ver si alguno de mis compañeros quiere contar también su verdad.
Aunque lo dudo, porque no desean ir contra ellas, por si se vuelve en su contra.
Solo quieren que esto pase cuanto antes.
Lo triste, es que tiene razón. La gente no te cree así porque sí.
Yo grité la verdad, lloré delante de la gente, me vieron destrozada, pero nadie
me creyó.
Suena mi móvil, y lo miro.
Es un email, y temo lo que me voy a encontrar.
Abro el correo y veo que es una foto, de una cuenta que no conozco.
La abro y me veo de rodillas, ante Troy, lamiendo su polla.
¿Qué mierda es esta? No llevamos la misma ropa, ni nada es igual, pero esta
persona sabe que estoy cerca de Troy Harris, y que hay algo entre los dos.
Esto solo puede ser cosa de mi exnovio, al que le confesé lo mucho que me
ponía.
Salgo corriendo sin despedirme. Ahora mismo no puedo hablar, y, cuando se
la mando a mi padre, para que la envíe al abogado, me llama.
—No sé qué busca esta gente… Nunca caerías tan bajo, por un cantante de
mala vida. Esta gente está claro que no te conoce.
—Llevo siendo fan de Troy toda la vida, papá.
—Pero mi hija nunca haría algo así.
Si él supiera… Lo estoy defraudando como hija. Solo nos tenemos el uno al
otro, y estoy echándome a perder. Si la gente del barrio se enterara, de golpe
irían contra él; dirían que todo esto se veía venir, porque nunca me educó bien,
como pasó la otra vez. Dejarán de ir a su negocio… ¿Qué estoy haciendo?
No puedo respirar…
Cierro los ojos y trato de recordar cómo se respira, para alejar los malos
pensamientos de mi mente.
—Voy a hablar con el abogado. A ver si con este correo podemos saber algo
más de la persona que está detrás de esto, pero no ayuda, para que esta persona te
deje en paz, que no paren de salir vídeos contigo y Troy en la universidad, desde
esta mañana.
—¿Cómo?
—¿No lo has visto? —Le digo que no—. La red se ha llenado de momentos
tuyos con Troy. Puede que me metiera para ver qué pasaba en la universidad, y
los haya visto.
Puede… Seguro que mi padre no para de hacerlo, para comprobar que su hija
lleve una buena vida.
—Voy a verlos. Luego hablamos.
—Vale, hija, te quiero.
—Y yo a ti.
Pero me asfixias… Esto no se lo digo, claro. Solo cuelgo y trato de
tranquilizarme.
Busco a Troy en las redes de la universidad.
Se le ve conmigo en clase, hablando y mirándome de reojo. Luego, fuera de
la universidad, juntos. Hay más fotos de los dos juntos, y en su coche a altas
horas.
No sabía que esto estaba en redes.
Hay más fotos de él, con más chicas. Eso está claro, pero la persona que quiere
joderme la vida odiará cada foto con Troy Harris, y más si es mi expareja, que
rompió conmigo por mis oscuros deseos.
No hay duda de que todo esto es obra de Bob, y ojalá un día pague por todo.
Esto es por culpa de los celos, de la rabia por no tenerme.
Solo he tenido un novio, nunca he estado con otra persona, ni he rechazado a
otra que me desee tanto.
Solo encaja él en esta ecuación.
No puedo respirar…
No sé si por la foto, por saber que se han acercado a la verdad, por la
desilusión en mi padre, si supiera que su hija no es tan inocente como le
gustaría…
Si mi padre supiera cómo estoy siendo en la universidad, me odiaría.
Capítulo 33
Troy
Compongo varias canciones, hasta que me duele la mano.
No sé por qué hago esto, si nunca podré tocarlas. No, hasta que acabe el
contrato…
Suena mi móvil, y es mi hermana.
—Hola, Troy. —La imagino al lado de su abuela.
Mi hermana no es hija de mi madre. Mi padre la tuvo con una sirvienta. Esta
lo quiso chantajear, para no decir nada a la prensa, para que nadie supiera nada
de que tenía una hija bastarda, pero mi padre no le quiso dar nada.
Yo me hice cargo de todo.
La madre de Alana se fue a vivir su vida y ella vive con su abuela, ajena a todo.
Nadie sabe de su existencia, y por eso la veo poco. Es lo mejor, porque, si alguien
supiera que es mi hermana, la destruirían.
Ahora tiene ocho años y es una niña preciosa. De grandes ojos verdes y pelo
oscuro. Su abuela me manda fotos, que tengo que borrar para su seguridad.
Odio esto, pero, si aguanto toda esta mierda, es por ella. Para que tenga un
futuro. Una vida lejos de mis egoístas padres.
Por ella, acepté el contrato, aunque lo que mi madre me pasa es lamentable
para todo lo que genero, y, como lo tiene controlado, debo mirar bien dónde lo
gasto, para que no destape que le paso dinero.
—Hola, enana. —Me encierro en el aseo, porque no me fío de mis
guardaespaldas—. ¿Qué tal llevas las clases?
—Genial, soy la mejor. Aunque hay una chica que trata de hacerme la vida
imposible. Me llama huérfana, y el resto se ríen.
Entiendo su dolor. Tal vez, otros no, pero yo siempre he tenido en cuenta
cada uno de sus miedos, como nunca nadie los tuvo con los míos.
—Me tienes a mí y a la abuela…
—¿Y de qué sirve si nadie puede saberlo? Me gustaría tenerte cerca.
Hemos hablado mucho de esto y siempre le digo lo mismo: que no se puede,
que es por ella, para que seas libre, pero no lo entiende.
Alana cree que todo es posible, que podemos ser felices en este mundo de
mierda, que la humillarían por ser hija ilegítima. Temo que un día no entienda
mis razones para ocultarla y la pierda.
Su abuela coge el teléfono y habla de la serie que están viendo.
Alana me lo cuenta feliz.
Cuando cuelgo, me duele el pecho. No puedo evitar que un día me odie, por
no haber estado ahí cada vez que lloraba.
¡Joder!
Capítulo 34
Kelsi
Voy a clase sin ganas y cuando Troy se acerca, me tenso.
Lo nota y sonríe de una forma que me da escalofríos.
Aparta su mesa de mí, como si quisiera alejarse.
«¿Qué estoy haciendo? No tiene la culpa de nada».
—Troy…
—No hace falta que expliques nada. Te ha vuelto la cordura. Todo claro.
—No entiendes nada… —murmuro, y la gente no para de mirarnos.
¿Y si mandan las fotos de IA a alguien de mi universidad? El miedo me
paraliza. No soy capaz de decir nada. No soy capaz de moverme, y por eso me
centro en la clase, aceptando la distancia con Troy, porque tengo miedo. Estoy
aterrada, y no quiero volver a pasar por lo mismo.
—Eres una guarrilla —me decían los tíos—. Vamos al aseo, y te dejo que me
hagas una mamada rápida.
Trataba de huir, pero me cogían con fuerza. Daban, por hecho, que yo quería
eso.
Escapaba, pero al día siguiente venían nuevos.
Nadie me forzó, pero sentí como si lo hicieran cada vez que invadían mi
espacio.
—Eres un poco exagerada —me indicó una profesora—. Les has dicho que
no y te han dejado en paz. Deja de armar un escándalo de esto.
La falta de apoyo y que la gente me llamara exagerada por todo lo que pasó,
me hizo sentir muy pequeña, y solo pensaba en desaparecer.
Al acabar la clase, me quedo quieta. No soy consciente de que la gente se ha
empezado a ir, hasta que Troy gruñe a mi lado.
—¿Qué haces aquí?
—Y yo qué coño sé. Lo mismo soy masoquista, a saber.
Lo miro, me mira y siento que todo está bien, mientras me pierdo en su
mirada.
¿Qué estoy haciendo? No tiene la culpa de nada y tengo derecho a ser feliz con
él. A disfrutar de esto, hasta que dure.
—Lo siento. Yo…, no era por ti. Recibí noticias de mi exnovio, y me recordó
cosas que no consigo olvidar.
Su mirada se suaviza y tira de mí.
Aparta la silla de la mesa.
Me quedo a su lado, tomándome mi tiempo, para sentarme o no sobre él.
Parece mentira que dude, con todo lo que hemos compartido.
Acabo sentada sobre sus piernas. No me toca. No me fuerza a aceptar su
protección, pero apoyo mi frente en la de él, y lloro sintiendo que se muere por
consolarme, pero que se queda quieto para no hacerme daño.
¿Cómo puede conocerme tan bien alguien para el que hace poco era una
extraña?
Abro los ojos y me pierdo en su mirada, y sé la verdad: somos iguales, en
mundos diferentes.
Toco el tatuaje que se hizo, donde yo se lo hice, y está igual. Tiene cada tara
imperfecta.
Se tensa, por si comento algo, ante el hecho de que quisiera llevar en su piel
algo mío, para siempre.
Miro su boca y él la mía.
—Voy a hacer que te olvides del mundo, aquí y ahora —mientras lo dice, se
quita los anillos y, joder, eso me pone, porque sé lo que va a venir después: sus
dedos en mi coño.
Troy
Muerdo su boca, mientras meto la mano bajo la falda. Se sobresalta. Sonrío.
—Aquí mando yo…
—Estamos en clase.
Meto un poco más la mano y cierra las piernas, aunque en sus ojos veo cómo
desea esto.
—No hay nadie. Vamos, sabes que te excita el riesgo. —Sus ojos brillan por el
deseo. Quiere hacerlo, pero algo la retiene—. No va a entrar nadie. Estamos al
final del todo, y no se ve nada.
Cede un poco y subo mi mano, hasta tocar su sexo caliente y mojado.
Me excita, sobremanera, que siempre esté lista para mí, con solo tocarla un
poco. Muerdo su boca, lamo, mientras aparto su ropa interior y meto los dedos
en su sexo aterciopelado. Quiero lamerlo de nuevo, hasta que se corra en mi
boca. Su sabor me persigue, desde el otro día. Me obsesiona. Si no he ido más
lejos, es porque tengo miedo de que, cuando nos acostemos, se le pase este deseo
que siente por mí, y deje de rebelarse.
La quiero un poquito más para mí… Soy un egoísta que quiere vivir un poco
más en su mundo.
Introduzco los dedos con fuerza en su vagina.
Esta se contrae de placer. Jadea en mi boca.
Me trago cada uno de sus gemidos, mientras su esencia moja mis dedos.
Joder…, entraría tan bien… Mi polla da una sacudida en mis vaqueros. No podré
aguantar mucho sin follarla con fuerza. Nunca he deseado a nadie tanto. Nunca
el sexo me ha dejado tan tranquilo. Es como si todo estuviera bien, y no doliera.
Toco su clítoris con el pulgar, mientras muevo la palma con mis dedos, de
dentro hacia fuera, abarcando todo su sexo.
—Quiero que grites. —Tiro de su coleta.
—Alguien podría oírme.
Noto cómo su sexo late con fuerza, ante la idea de que nos pillen.
—Si lo hacen, verán cómo gozas follándome la mano. —Muerdo su cuello y
aumento las embestidas de mis dedos. Gime—. Más alto, mi pequeña guarrilla.
Muerdo su cuello, mientras mis dedos entran y salen de ella con más fuerza.
Tiro de su coleta, antes de besarla, y su último gemido ha ido directo a mi
polla. Joder…, estoy deseando metérsela hasta el fondo.
La llevo al límite, una y otra vez, hasta que no puede más, y entonces le
susurro al oído que se corra.
Lo hace con fuerza, mojando mis dedos.
No me corro tras ella, de puro milagro.
Se apoya en mi cuello, jadeante. Cansada y agitada.
—Gracias por hacer que me olvide de todo.
—Es un placer.
Me tienta acariciarla. Besarla lentamente, aunque nunca he sido cariñoso.
Nunca lo han sido conmigo y, por eso, no sé serlo, pero con ella me veo
ansiando cosas que creía que no necesitaba.
Cojo los anillos y me los pongo ante su atenta mirada.
Le pone mucho este gesto y saber dónde han estado mis dedos antes.
—En mi instituto, me decían guarra… Me dolía, porque hablaban de algo
que no era cierto. —Tenso la mandíbula, por si me he sobrepasado—. No me
pasa contigo, porque sé que solo es por el sexo, y que me respetas. Sin importarte
mis gustos, pero no todo el mundo lo ve así… Nos han grabado juntos, y hablan
de nosotros.
—Han subido cientos de vídeos de mí, y se cansarán. Y, si no te gusta…
—Me pone mucho que me lo digas. Es raro, ¿no? Me cuestan las caricias, pero
esas palabras que usaron para hacerme daño, cuando salen de tu boca, me
excitan.
—No es raro, y, quizás, lo de tus caricias venga de lejos, y no solo por lo que
pasó.
Parpadea y lo piensa. Luego asiente y se levanta.
Lo peor es que, cuando se lo digo, siento que no es por ella, sino por mí. Es
como si algo en mi interior tratara de contarme una historia que nunca quiero
escuchar.
Desecho esos pensamientos.
Lo de mis caricias es por lo que me pasó de pequeño. Yo sé el motivo…, y el
culpable.
La miro, para olvidarme de mis tormentosos pensamientos. Su boca me
tienta, me encantaría follarle la boca ahora mismo, con mi polla. No lo hago,
porque no es el momento, pero recordarla arrodillada ante mí, eclipsa cualquier
pensamiento oscuro.
—Quiero salir de aquí. Necesito aire.
—¿Porque este apesta a sexo? —Se sonroja y la beso en la cabeza, al
levantarme—. Qué fácil es sonrojarte.
Salimos de la clase.
La gente nos mira curiosa. Más, cuando vamos a otra clase juntos.
Hablarán, pero, mientras solo sean rumores, no pasará nada. Cada una de las
chicas que han supuesto que eran mis parejas, lo eran en realidad, pero sin
confirmación, no hace daño.
Entramos a la siguiente clase y vamos al fondo.
Me paso toda la hora componiendo canciones, mientras Kelsi toma notas,
como la buena estudiante que es. Hasta se agobia, por no haber entendido una
cosa.
Se lo explico y me mira asombrada.
—¿A que te sorprende que, además de sexi a rabiar, sea listo?
—Sí, la verdad —me pica y se centra en la clase.
Así lo hace en las siguientes.
Al acabar, tengo cientos de letras que me muero por tocar.
Lo hago, y las canto en mi cuarto, mientras me grabo.
El vídeo no está muy bien editado, pero lo subo, como un desafío, como una
forma de ser yo mismo, aunque solo sea en redes.
Alcanza los dos millones de visionados, en solo diez minutos, y no para de
subir, mientras la gente habla de mi canción, hablan de mis letras.
Por primera vez, hablan de mí.
Mi madre me llama, como esperaba.
—Tienes un coche esperándote en la puerta. Sube por tu propio pie o mando
que te suban a rastras.
Lo esperaba. Esperaba que la zorra de mi madre moviera ficha, como siempre
hace, cuando trato de realizar algo sin su permiso.
Así, desde que nací.
Mi vida no es mía, sino de la mujer que me la dio.
Capítulo 35
Kelsi
Tulia me manda un mensaje para preguntarme si he visto la canción de Troy,
porque es una pasada.
Busco el perfil de Troy y lo veo colocando el móvil, para tocar el piano. Algo
que no suele hacer nunca. La canción habla de oscuridad. De personas que son
luz, y de personas que arropan tu alma:
Y, de golpe, cuando menos te lo esperas, aparece alguien por la que merece la pena intentar ser mejor.
Joder al destino, solo por no perderla.
Se me aceleran los latidos de mi corazón.
Grabo el vídeo para tenerlo en mi móvil y le doy a escuchar de nuevo.
No está. ¿Cómo? ¿Qué ha pasado? Refresco su perfil y nada.
Pregunto a Tulia si lo puede ver y me dice que no.
¿Qué ha pasado? Abro la puerta, y no están sus guardaespaldas. Se ha debido ir.
Me paso toda la tarde pendiente de su puerta.
No regresa en todo el día, y, cuando me marcho a la universidad, tampoco
está. No sé qué ha podido pasar.
Ando por los pasillos y veo a gente cantando la canción de Troy.
—Es buenísima. De las mejores del grupo —dice una, y la pone otra vez.
¿Pero si la quitaron? Saco mi móvil, al llegar a clase, y compruebo que la
gente la ha subido, aunque la quitan una y otra vez.
En los comentarios uno dice que la gente quiere que esa canción exista.
Es lo malo de las redes sociales, que, cuando subes algo, pierdes el poder.
Aunque lo borres, siempre queda algo de ti. Yo lo sé, porque mis fotos se
borraron, pero siguen por las redes…
El profesor entra y centro mi atención en la clase, tras mandar un mensaje a
Troy. Ya es el quinto que le mando, para preguntarle si está bien.
Los lee, pero no responde.
Algo no va bien.
Sigo con las clases, hasta la hora del almuerzo.
Esta tarde, en el pódcast, Pat va a hablar de lo que pasó con los jugadores de
fútbol, aunque ahora la gente solo habla de la canción de Troy, que desapareció.
Los rumores duran, lo que tarda en salir otro mejor. Solo duelen, al que le
han hecho daño. El resto no se acuerdan de tu dolor.
Dejo las cosas en la mesa donde está Betty y Tulia.
He cogido algo de comer para todos, y se lo comen, mientras miran el móvil.
—Al parecer, habrá una entrevista del grupo Escarlata esta tarde —indica
Tulia—. Estará todo el mundo pendiente de eso. Subir lo de Pat, ya no tiene
caso.
—Pero él quería contar su verdad. Solo por eso, merece que lo grabemos —
señalo.
—Podemos grabar lo de Pat y mirar el programa, para ver qué dice el grupo,
y lo comentamos. Lo podemos ver todos juntos —dice Betty—. Yo llevo
palomitas. —Sonríe.
Pat se nos acerca y nos pregunta el plan.
Se lo contamos y veo alivio en su mirada, de que le dejemos contar la verdad
de su equipo. Se merecen decir la verdad, aunque eso ya sea agua pasada.
Grabamos el pódcast de Pat, donde explica cómo se fue de las manos una
fiesta donde no pasó nada de lo que se ha contado, y que la verdad debería
prevalecer siempre, ante la mentira.
Dudo que lo haga, pero Pat se queda más tranquilo, tras defender a su equipo.
Es triste saber que la verdad nunca será tan atractiva como la mentira que
pintan otros.
Sé, lo que es eso. Lo que es defender con lloros y lágrimas mi verdad, y que la
gente dijera que no me creían o que no era para tanto, porque, si no era yo, no
tenía motivo para tomármelo tan mal.
Nos sentamos en la sala de reuniones, para ver en la tele la entrevista de
Escarlata.
Betty nos pone palomitas y varias libretas, para que tomemos notas de todo.
Hemos escrito a Troy para contarle lo que vamos a hacer. Lo ha hecho Tulia,
y le ha dado su visto bueno.
«Al menos, a ella le ha contestado», pienso mientras espero que salga en la
tele, y ver si está bien.
La presentadora está muy emocionada con la entrevista. Enfocan la calle
donde se emite el programa y está lleno de gente, esperando a su grupo favorito.
Cuando llega el coche, que lleva al grupo, se abre paso entre un mar de gente
que golpean y tratan de entrar al vehículo.
—Es una locura —dice la presentadora.
El coche entra dentro de la nave, donde se emite el programa.
El público grita, como si fueran a llegar pronto. Hay varias chicas con
pancartas o con símbolos del grupo, pintados en la cara. La presentadora va a
decir algo, pero la gente empieza a cantar la canción de Troy. Esa canción ha
calado hondo, porque mucha gente se siente sola. Mucha gente ha encontrado
en ella verdad; algo que hace tiempo el grupo no tenía.
La presentadora mira emocionada a la gente que canta y entonces da paso al
grupo.
Todos entran y la gente grita.
Troy es el último en aparecer. No tiene buena cara. No parece feliz.
Antes de que empiece la entrevista, sé que no va a abrir la boca para nada. Se
va a cerrar en banda, para no decir nada.
Mi corazón late acelerado, cuando lo enfoca la cámara. Sus ojos se ven
increíbles, y está jodidamente sexi, con esa cazadora de cuero, sobre una
camiseta blanca.
Lo nuestro es una locura transitoria, que nunca debió existir. Su mundo y el
mío son como el agua y el aceite. Nunca se mezclarán.
Cuando todo esto acabe, se olvidará de que un día miró a alguien con quien
parecía tener algo más.
Me duele el corazón y no debería, porque solo es sexo, solo es deseo… Solo es
una atracción insana que me da placer. Nada más. No quiero nada más de él. Ni
él de mí.
La presentadora empieza la entrevista y, aunque quiere que Troy responda,
este solo la mira como si quisiera matarla.
Ya le vale.
Por eso contesta el mayor del grupo, Rune, que dice que volverán pronto.
Según él, a Troy le está sentando muy bien este descanso, donde puede ser un
chico normal.
—O al menos intentarlo.
Troy lo fulmina con la mirada.
—Le va muy bien, si ha creado una canción que ha recorrido el mundo en
pocas horas —comenta la presentadora—. Por qué él es el creador, ¿no?
—No —dice Jon, el guitarrista, y cantante de refuerzo—. Es cosa de todo el
equipo, y del trabajo de producción.
Troy sonríe de forma siniestra. Mueve los dedos, con pequeños golpes, y me
pregunto a cuánta gente está asesinando mentalmente.
—Es un trabajo de muchos meses. Lo de ayer fue solo un aperitivo —añade
Levis, que es el que toca al piano—. Ahora tenemos que retocarla, y que brille
mucho más.
—Seguro, y creo que hablo por todos vuestros fans, que quedará increíble.
La entrevista sigue, y hablan de los conciertos cancelados.
Troy sigue tenso, lo noto. Lo veo, cuando le enfocan. Está muy agitado y no
dice nada, como ya se esperaba.
El grupo asegura que están muy unidos e implicados en que Troy supere
cuanto antes su bloqueo.
Este sonríe de una forma que me da escalofríos. Está claro que no piensa lo
mismo.
Piden que canten un poco, como cierre.
Troy ni se levanta, pero el resto sí van hacia los instrumentos y cantan.
Troy es el alma del grupo, y la gente nota su ausencia.
Enfocan la silla que ocupa este, y ya no está. Ha desaparecido. Está claro que
para él ha terminado la entrevista.
El grupo termina de tocar y acaba el programa.
Tulia y Betty nos piden las notas, y se preparan para grabar el pódcast.
Me pongo a los controles y les doy paso.
La luz verde comienza una pequeña charla entre ellos cuatro, sobre lo que les
ha parecido la entrevista.
—Lo que está claro es que, sin Troy, las canciones no suenan igual —indica
Tulia—. Su voz es capaz de convertir una canción sin vida en algo más grande.
—Eso es indiscutible —añade Pat—. Si Troy se marcha, se acaba el grupo. Lo
que no he entendido es lo de esta entrevista tan precipitada. Si Troy no está bien,
para volver a tocar, deberían no forzar las cosas.
—La verdad es que sí —afirma Betty, que lo mira con cara de tontita—.
Nuestro compañero merece su tiempo para curarse, y nosotros lo apoyaremos en
todo.
Hablan de cómo han visto el programa, y de cómo la gente ha coreado la
canción.
—A mí me vais a perdonar —añade Tulia—, pero esa canción no parece
sacada del mismo equipo de producción. Parece creada por alguien totalmente
diferente, o por Troy directamente, porque, cuando la cantaba, se notaba que la
sentía de verdad. No, como el resto de sus recopilatorios. Que añado de paso, que
no me gustan, pero esta, sí.
—Yo también lo creo, porque esta canción es algo más que una música
comercial —indica Pat—. Me sentí identificado con su letra, y no lo hago con
las otras. A mí, es que el resto de sus canciones me parecen un poco malas. Lo
siento, Troy.
—A mí no me gustan ningunas —Oriol se pone rojo como un tomate, tras
intervenir con esto.
La charla sigue y, la verdad, les ha quedado un programa muy bueno.
Lo edito todo. Al igual que los vídeos, para subirlos a redes y a la web.
Tulia se queda conmigo trabajando en ello.
—Eres increíble —dice al acabar—. No debiste callarte este arte tuyo que
tienes.
Sonríe feliz y subimos todo.
Vamos de camino a la zona de residencias y nos despedimos, poco a antes de
llegar a la mía.
Subo a mi cuarto y, al abrir, veo a Troy sentado en mi cama.
Se me acelera la respiración, y más cuando se me acerca y me mira con
intensidad.
—Te necesito…, y no puedo ser suave. —Saca una cinta negra—. ¿Te tengo?
—Me tienes —le indico sin dudar y, acto seguido, me pone el lazo en los ojos
y no veo nada.
¿Dónde me estoy metiendo? No lo sé, pero me encuentro realmente excitada.
Capítulo 36
Kelsi
Espero nerviosa a que haga algo.
Se acerca y huelo su perfume, además de la menta de sus caramelos, antes de
que me bese.
El beso es demoledor. Agresivo. Eso hace que me excite más y que me olvide
de todo.
Gimo en su boca, notando que cada parte de mi cuerpo late por él.
Tira de mi ropa, hasta que me la quita toda, y me quedo desnuda y expuesta
para él.
Entonces, la nada. Sé que me está mirando, y sentir sus ojos en mis curvas, da
a mi sexo una sacudida.
Espero, notando cómo los pezones cada vez se ponen más erectos y duros. El
deseo me duele en la piel.
Cuando se me acerca, me besa de nuevo con furia.
Muerde mi labio. Muerdo el suyo. Lo toco, y lleva toda la ropa puesta. No se
ha quitado nada, mientras que yo estoy desnuda.
No saber de qué va el juego, hace que me olvide de todo.
Le he entregado mi cuerpo, para que haga lo que quiera conmigo.
Luego, tendré que pensar detenidamente lo que significa confiar tanto en él o
no, porque no quiero llegar a suposiciones que tal vez me aterre descubrir.
Troy me lleva hasta el sofá y me pone en un lateral, usando el apoyabrazos
para que pose mi cuerpo. Coge mis manos y las ata, con lo que parece un
cinturón, a mi espalda.
—No sabes cómo me pone tenerte atada para mi disfrute. —Pasa los dedos
por mi sexo y gimo—. Ver tu perlado coño mojado por mí. Eres increíblemente
sexi, y toda mía, para que haga lo que quiera, ¿verdad?
—Verdad. —Gruñe y siento una sacudida en el trasero.
Lo siento tras de mí. Su boca recorre, saltándose mis manos, la curva de mi
espalda, y abre mis glúteos, para lamerme de arriba abajo.
Jadeo y me remuevo en el sofá, notando el cuerpo acariciar mis endurecidos
pezones.
—No puedo ser blando.
—No quiero que lo seas. —Gruñe y escucho cómo abre su cremallera.
Escucho que rasga el envoltorio del preservativo y noto que lo tira a mi
espalda, para que sepa lo que va a pasar. Sin previo aviso, se mete dentro de mí
con fuerza. En una firme y certera estocada.
Gemimos juntos, perdidos en el placer de sentirnos tan unidos.
Pone sus manos en mis caderas y se mete más dentro.
—Joder…, eres tan estrecha…
Mi vagina late por su invasión. Sale y se mete de nuevo más fuerte y duro. Me
folla, como si quisiera partirme en dos, y eso hace que me excite más, porque
odiaría que me tratara con cuidado. Mi exnovio ya lo hizo y me marcó, porque
para él siempre fui una muñeca frágil.
—¿Te gusta?
—Sí, más duro, Troy…
—Cómo me pone que seas una guarrilla… Joder, me pone mucho.
Golpea mi trasero, duele y pica. Mi sexo se sacude. Me mete la polla hasta el
fondo y cuando la saca, la mete más dentro. Siento mi cuerpo rebotar contra el
sofá.
Sus dedos van a mi clítoris y lo acaricia.
Para y los siento en la boca.
Los chupo, mientras entra y sale con fuerza. Lamo sus dedos. Luego, los lleva
mojados a mis pechos y tira de mis duros pezones, mientras me llena hasta el
fondo.
No puedo moverme, no puedo ver…, pero sí sentir, y lo noto en cada poro de
mi piel.
—Dios, tu coñito es jodidamente estrecho… Me encanta cómo te abres a mí.
Tira de mi pelo, muerde mi cuello y se adentra aún más.
Gimo, sintiendo el orgasmo, precipitarse.
—Troy…
—Aguanta un poco más.
Saca su polla, y protesto por dejar de sentirla. Siento sus dedos por mis muslos
mojados por los jugos, y toca mi sexo.
—No sabes la imagen que tengo ahora mismo. Tu sexo mojado y abierto por
mi polla.
Restriega sus dedos por todo mi sexo, hasta mi trasero. Se separa y siento su
aliento, antes de notar su lengua lamer toda mi esencia.
Tiro de las ataduras. Esto es demasiado. Me voy a correr.
—Troy…
—No, sin mí dentro.
Mete su lengua hasta el fondo y la mueve, mientras uno de sus dedos se pone
en la entrada de mi ano, hasta meterlo por completo.
Grito, por el placer de sentirme tan llena de golpe.
Saca su lengua, al ritmo de las embestidas en mi trasero.
Cuando me toca el clítoris, empiezo a sudar con fuerza, por no saber cuándo
podré retener el orgasmo.
—Troy… —le suplico.
—Un poco más.
Me lleva al límite, una y otra vez.
Gimoteo, jadeo, y protesto, pero no me da lo que quiero.
Se separa y al poco siento su polla entrar con fuerza de nuevo en mi sexo. Se
mueve más rápido, como si estuviera perdido. Mi cuerpo rebota en el sofá.
De nuevo, invade mi ano y me acaricia el clítoris. Eso, sumado a sus
embestidas, hace casi imposible no correrme.
—Troy…
—¿Te quieres corres?
—Sí.
—Di que eres solo mía.
—Solo soy tuya —afirmo sin pensarlo demasiado, porque estoy tan al límite,
que le prometería cualquier cosa, con tal de correrme.
—No sabes cómo me pone eso. —Su voz es ronca por el deseo.
Sus embestidas van a más.
Siento que me voy a romper. Me quiero correr…
—Troy…
—Córrete.
Se mueve con más fuerza y me hago lo que me dice, notando cómo el
orgasmo me sacude, desde los pies a la cabeza.
Lo siento seguirme, mientras grito de puro y oscuro placer.
Ha sido tan intenso que estoy hasta mareada.
Troy me suelta las manos y me quita la cinta de los ojos.
No puedo moverme, pero, por suerte, él se encarga de todo y me mete bajo la
ducha. Se quita la ropa y nos bañamos juntos. Ahora mismo no tengo fuerzas
para nada.
Ni para preguntarle por qué su mirada parece tan oscura.
Me da un escalofrío esa mirada. Parece lejos de aquí. Se me contrae el
estómago. No siento miedo, porque sé que nunca me haría daño, pero, ahora
mismo, sé que estoy viendo, sin filtro, su mirada más siniestra.
Cuando me deja en la cama y se marcha, sé que se va a pelear.
El sexo no ha sido suficiente para él, y eso deja un vacío en mi pecho, y el
recuerdo de que no soy nada para él. Solo un pasatiempo.
Que me duela, me inquieta.
Capítulo 37
Troy
Me preparo para pelear.
Estoy agitado, nervioso y no es porque el sexo con Kelsi haya sido horrible. Al
contrario. Nunca pensé encontrar a nadie que fuera capaz de seguir mi ritmo en
la cama. De tener sexo a mi forma, y se excitara.
Joder, es perfecta para mí.
La quiero en mi vida, cada puto día que me quede por vivir, y no sé cómo
hacerlo posible.
No, cuando mi madre ya ha dejado claro que piensa joder mi vida, para que
todo salga como ella tiene planeado, y, entre las sombras, estaba mi padre, con
esa mirada de preocupación, como si yo le importara. Siempre hace de padre
bueno, como si fuera el mejor del mundo.
Al menos, mi madre va de cara, pero él…
Mi madre está muy enfadada con la canción porque, por una vez, el grupo
tiene algo bueno y no es por ella. Sabe que compongo desde pequeño, pero mi
música siempre le ha parecido horrible.
Eso me decía, una y otra vez en mi casa, para que todos los escucharan.
Ahora, ha quedado claro que a la gente le gusta lo que hago, y a ella le
molesta que no se diera cuenta antes. Quiere que componga para el grupo, pero
sin decir que soy el autor.
Eso no los dejaría muy bien.
No dije nada, pero mi mirada de «vete a la mierda», le dejó claro que no
pienso ceder. Aun así, se han adjudicado la canción como propia, y no puedo
hacer nada por el puto contrato que firmé.
Solo me quedan dos años, y luego desapareceré de su vida.
La odio, porque ha hecho de mi vida un infierno.
Lo peor de todo, es que mi padre la gana en maldad, y ahí estaba, a su lado,
mirándome, sin decir nada, pero recordándome lo mucho que lo detesto. Como
siempre, no sabe nada de música, pero siempre está en la empresa de mi madre.
Menos, cuando me usaba para sus planes…
La entrevista fue para acallar bocas, pero yo no quería estar allí. Por eso,
cuando pude, me escapé, y la busqué a ella.
En su cuerpo encontré la paz que ansiaba con desesperación.
El puto problema es que mi vida no es mía, para ser quien yo quiera. No
puedo romper el contrato. Necesito estos dos años, para conseguir más ahorros
para mi hermana, y, si lo dejo antes, tendré que pagar un dinero que no tengo.
Entonces, no tendré capital para los gastos de Alana. Su abuela trabaja, pero
hace tiempo le redujeron la jornada y no les llegaría para vivir. Necesitan lo que
les doy, y no pienso dejarlas tiradas, solo por dos años de mierda más.
Mientras mi madre crea que el dinero que me da va hacia mis
excentricidades, todo irá bien. De momento, nadie sospecha.
Entro al ático y me dicen a qué hora será la pelea.
Me preparo, sintiendo que estoy haciendo mal, porque mi deseo era
quedarme con Kelsi, pero esto solo es para recordarme que no puedo.
La rabia corre con fuerza por mis venas.
La ira me ciega.
Salgo a pelear, sabiendo que ahora mismo no me importa ir a muerte. La
entrevista, estar con mis compañeros de la banda, ver lo falsos que son, lo poco
que les importo a todos y lo que venden de cara a las cámaras, me ha asqueado.
La pelea es dura, pero justo lo que necesitaba.
Mi contrincante también lleva máscara y el público va con él, porque quieren
que alguien consiga derrotarme.
La gente apuesta mucho dinero contra mí, porque, cuando me derroten,
ganarán mucho.
El combate es cada vez más oscuro, y acabo con varias costillas doloridas,
antes de hacerle morder el suelo.
Voy derecho al hospital. Me hacen pruebas, pero solo tengo magulladuras.
Por suerte, no tengo ninguna costilla rota, pero podía haber acabado muy mal.
¿Es lo que quiero? ¿Acabar así? ¿Y qué razón tendría para vivir? Regreso a mi
cuarto agitado, asqueado y con la ansiedad inundando mi mente de
pensamientos negativos.
Voy a entrar a mi habitación, pero uso la llave del cuarto de Kelsi, para entrar
en su cuarto. Después de que me la dejara el conserje, para que entraran los del
sofá, no se la he devuelto.
La veo sentada estudiando.
—¿Quién estudia a estas horas? —Me quito la chaqueta con cuidado.
—Tienes una pinta horrible.
—Lo sé.
Se levanta y viene hacia mí. Toca mis heridas.
—Siento que el sexo no te calmara.
Veo sus dudas, y su miedo brillando en sus ojos.
—Fue una puta pasada, pero mi vida es una mierda, donde no tengo
permitido ser feliz. Deberías salir corriendo.
—Lo sé.
Toca mis heridas, y, aunque no lo sepa, desde que la conozco, no solo toca las
visibles.
No sé cómo lo haré, pero no pienso renunciar a ella. Aunque tenga que
enfrentarme a todo el puto mundo.
—Durmamos juntos. Prometo no meterte mano. —Sonríe y se sonroja.
Vamos hasta la cama y me quedo solo con el bóxer, antes de meterme en su
cama.
Ella lleva una de mis camisetas.
Nos tumbamos uno frente al otro. No hay caricias, ni arrumacos, pero,
cuando me mira, siento como si tocara mi alma.
Juro que haré lo imposible por tenerla en mi vida, aunque tenga que
enfrentarme a todos, y a cada uno de mis demonios.
Capítulo 38
Kelsi
Cuando despierto, Troy no está y casi que lo prefiero. No sé qué decirle, tras
dormir juntos.
Busco ropa para prepararme para ir a clase.
Dudo que Troy vaya, ya que tenía la cara magullada. Me asusta que un día los
golpes sean letales. No le da miedo morir, como si no tuviera nada por lo que
luchar, y eso me deja triste.
Salgo de mi cuarto y me pongo los cascos, mirando a los guardaespaldas en la
puerta de Troy. Al bajar, hay más movimiento de gente. Con seguridad sea por
la entrevista de ayer.
Ando hasta la universidad, y al llegar hay también más movimiento cerca de
la clase. Troy no viene a clase, como ya esperaba. Le mando varios mensajes,
pero no responde. Los lee, pero no dice nada. No sé qué esperaba. Tuvimos sexo
del guarro, sin ataduras. Lo que yo quería, y lo único que puedo soportar.
Voy a la siguiente clase y mi padre me manda un mensaje.
«Tonto», pienso, pero luego me doy cuenta de que hoy no hace calor.
No hace nada de calor.
Guardo el móvil y el programa empieza.
Tulia comienza a hablar:
—Ayer tuvimos la gran suerte de estar una de las fiestas que dan los Harris, y
nos gustó ser parte de todo aquello. Ahora os contaremos lo que vimos y
sentimos. Fue muy emocionante.
Me mira y le sonrío, alzando los pulgares.
Seguimos con el programa y me hacen señas para que vaya a contar algo.
Dudo, pero al final me siento con ellos.
—Tenemos a Kelsi con nosotros. Sí, la chica preciosa del vestido plateado —
comenta Pat—. Es la mayor fan de los Escarlata. Los sigue desde que era una
enana de doce años. Dinos, qué fue para ti estar allí anoche. ¿Se lo creería esa
niña de doce años, si viajaras en el tiempo y se lo contaras?
Miro sus sonrisas, y sé que estoy aquí porque quiero. Me apetece de verdad ser
parte de esta charla. No lo hago, porque los demás lo esperan.
Tomo aire y me dejo llevar. Algo que es complicado, cuando tratas de nadar
contra corriente.
—Creo que esa niña de doce años no se creería ni que pueda llegar a ser yo.
¡Creía en los unicornios, por Dios! —Se ríen, y me voy relajando—. No, no se lo
creería, porque esa niña pensaba que eran como estrellas; que eran, personas
inalcanzables, que nunca se cruzarían en su camino. No habría entendido a esa
edad que, a pesar de todo el lujo, solo son personas que sufren y sienten como
nosotros.
—Eso es cierto —añade Betty—. Y que esa niña habría sido insoportable,
gritando cada vez que viera al grupo. —Se ríe y yo con ellos.
—Cierto. Cuando salían en la televisión, me ponía a gritar como una loca, y
luego cantaba sus canciones durante horas.
—Y tu favorito era Troy Harris —me pica Pat.
—Por supuesto —indico, cada vez más tranquila—, ¿quién no se enamoraría
de Troy Harris? Os voy a confesar algo, y, por favor, decirnos en la web si no soy
la única. Mi primer orgasmo… fue pensando en Troy Harris.
Gritan, me abrazan y me apoyan.
—Yo me corrí pensando la primera vez en un presentador de la tele local —
comenta Betty, y Pat la mira curioso—. Era muy guapo.
—Lo que está claro es que ayer esa niña de doce años vivió un sueño —señala
Tulia.
—La verdad es que sí. Tuvimos suerte de ser parte de ese momento.
—Mucha —añade Pat—. ¿Y cómo es para una admiradora trabajar con su
ídolo?
—Pasó algo que me hizo no poder escuchar las canciones del grupo —
comento, nerviosa—. Por eso, cuando Troy llegó, yo estaba en mi proceso de
odiar todo lo que me había hecho feliz, mientras vivía una mentira. Y la tomé
con él. Pero ahora es uno más del equipo, y me gusta que sea parte de esto.
—A nosotros también —indica Pat—. Te queremos, tío. Invítanos a más
cosas, —Se ríe, y seguimos hablando.
Al acabar estoy nerviosa, pero me he liberado. He dejado de tener miedo de
contar lo que quiero. Siempre he hablado mucho y, de golpe, me daba miedo
hasta respirar delante de la gente, por si me decían algo.
Me quedo con Tulia para editar los vídeos y subimos la encuesta a la web, de si
alguien ha tenido deseos sexuales por Troy Harris.
La que hemos liado, pero estoy hablando de mis inquietudes, de sexo… Estoy
normalizando las cosas, para dejar de crear tabúes.
Llego a mi cuarto y me tiro a la cama, sin quitarme la ropa. No puedo más.
Cierro los ojos y me pregunto qué pensará Troy de mi intervención, y si
estará bien. Espero que sí.
Capítulo 46
Troy
Escucho la parte de Kelsi de nuevo, mientras espero que el sueño me atrape.
Su voz es dulce, sexi y me pone mucho. Se nota que le he costado contar eso,
pero ahí está. Vuelve a ser quien era, bajo todas esas capas. Esa chica que tal vez
no se enamore de mí.
Tengo miedo y, a la vez, quiero que siga sí.
No esperaba que contara lo de su primer orgasmo, pero que se joda su
exnovio.
La web tiene muchas visitas y la gente habla de sus experiencias. De cómo, a
veces, necesitan pensar en famosos cuando tienen sexo con otras personas que no
les llaman. Al fin y al cabo los famosos solo son fantasías sexuales. Nunca serán
reales, pero para Kelsi sí.
La gente quiere más programas como el de ayer, hablando de nosotros.
Mientras pueda controlar lo que dicen, no habrá problemas.
Mi madre no ha visto nada malo en el programa porque, si no, lo habría
mandado borrar. Es así de zorra. Quieren que hablen de nosotros, pero si
alguien dice algo que no le gusta, va a por ellos con todo su dinero y contactos.
En su agencia lo llaman: apagar fuegos.
Mañana tengo una entrevista. Por suerte, no tengo que poner buena cara.
Nadie espera que lo haga.
—¿No crees que te has pasado un poco, Troy? —me dice Kelsi por teléfono, a
punto de ir a la universidad—. ¡Tres cajas! Y una es solo de ropa interior…
—Ropa interior jodidamente sexi —apunto—. No sé si puedo soportar estar
lejos de ti, sabiendo que bajo la ropa lleves eso.
—Pues te jodes, porque me pienso poner un modelo diferente cada día.
—Soy idiota.
—Lo eres. Me has comprado ropa y maquillaje… No hacía falta.
—Era eso o matarlos de verdad.
—No necesito ni la mitad.
—Lo venderemos. Aparta lo que no quieras, y yo me encargo de venderlo.
—Vale. Me voy a clase, que llego tarde.
—Si te pones algo de ropa interior, quiero foto.
Se queda callada.
—Vale, hoy no llevo nada. No me da tiempo. Nos vemos. Sé bueno…, un poco
bueno.
—Para eso ya estás tú. —Bufa y me cuelga tras un adiós dulce.
Miro sus fotos en la web, y me da que hoy, para la gente, no será indiferente.
Tampoco para el que la está acosando con esas fotos.
Llamo al investigador privado que contraté para este caso, y lo coge
enseguida.
—¿Has averiguado algo?
—Quien está detrás de todo esto, tiene contactos, porque no hay nada. Las
fotos las subieron a una página para adultos, cuando pasó todo. Esto provocó en
Kelsi un ataque de ansiedad fuerte, y fue ingresada. Luego, desaparecieron sin
dejar rastro. Cuando ella volvió con su exnovio.
—Kelsi está convencida de que su expareja es el causante de todo.
—Puede ser. Su padre es el alcalde. Pero nada apunta a él. Seguiré
investigando. Estoy colaborando con el abogado de la familia, pero, como me
pediste, Kelsi y su padre no saben que voy de tu parte.
—Perfecto, y gracias.
Cuelgo y me quedo pensando en lo del ataque de ansiedad. En que fuera
ingresada, por ver sus fotos falsas en una web para adultos.
Kelsi dijo que la gente no entendió su dolor, y eso es lo mismo que me ha
dicho el detective, que la comunidad le dio la espalda, porque la vieron como
una perdida; como si algo de verdad tuvieran esas fotos.
Yo sé lo que es eso. Sé lo que es gritar tu verdad y que nadie te crea. Gritar
hasta quedarte sin voz y que nadie te escuche, ni dé valor a tus sollozos…
Ahora hay miles de personas escuchan mi música, la cantan y, aun así, no
siento que alguien me escuche de verdad, salvo ella.
Kelsi me vio, bajo todas mis capas. Por eso, pienso en encontrar al cabrón que
la hizo eso. Después, le daré una paliza por capullo.
Lo estoy deseando.
Me llega un aviso al móvil, mientras estoy en una sesión de fotos, para que mi
madre me deje estar aquí.
Quiere subir fotos exclusivas a la web del grupo, para que la gente se suscriba.
Fotos sugerentes, claro.
Me la suda que la gente las vea y se toquen pensando en mí. Solo me importa
cierta rubita y sus orgasmos. Los del resto, son gratis.
Miro el aviso y es del perfil de Kelsi.
Es una foto de ella, mirando a la cámara, con las manos apoyadas en su
barbilla. Detrás de ella, están los del equipo de fútbol, y sigue con su horrible
jersey o sudadera, o lo que sea eso, que le hace parecer un oso amoroso.
Amplío la foto, al ver que sigue llevando los dibujos que le hice. Están
enrojecidas… No me jodas, que se las ha tatuado. Al parecer, sí. Siento algo
removerse en mi interior, porque lleve esas marcas para siempre. Me gusta
mucho. No tenía tatuajes, y su piel estaba inmaculada, hasta ahora.
Me pone mucho corromper su cuerpo.
Leo lo que ha puesto, debajo de la foto:
Aquí, la fan número uno de Troy Harris y de la vida.
A quien no le guste cómo soy… que se pierda.
Ha puesto un icono del dedo para arriba y luego muchos corazones. Sus dos
lados debatiéndose en cómo quedar mono un «jódete, cabrón», a quien le esté
amargando la vida.
No le doy me gusta. No hago nada, porque hacerlo puede levantar sospechas.
Le daría todo. Mi vida, mi alma, mi corazón…, y, por eso, no hago nada que
impida que pueda estar a su lado.
Guardo la foto y me marcho a la sesión.
No me cuesta nada posar. Me sale de forma natural. Mi primera foto, para los
medios, fue saliendo del hospital, cuando mi madre dio a luz.
Todo pactado, claro. Para cobrar mucho dinero por esa foto.
Desde niño, la prensa ha entrado a mi casa para contar mi vida. Mi vida falsa
y la de mi madre, como jefa del imperio Harris. Aunque, hasta que no murió mi
abuelo, no fue dueña real de la agencia.
Mi abuelo y mi madre no se llevaban bien, pero la gente no lo sabe. La ven
como una mujer de negocios, que ha descubierto cientos de artistas, y que años
más tarde fue la que catapultó a la fama a su hijo. Una mujer admirada por
muchas personas.
Si ellos supieran… Es una zorra sin corazón.
La fotógrafa se me insinúa varias veces, pero paso de ella.
Al acabar, me pongo el jersey y, entonces, siento a la fotógrafa muy cerca.
Casi puedo sentir su mano en mi torso.
Me aparto, justo cuando va a tocarme, y siento el asco recorrerme el cuerpo,
aunque no lo haya hecho, porque a ella la he esquivado, pero no puedo decir lo
mismo de otras personas.
—Vamos, lo estás deseando. —Se quita la camisa, poco a poco, y de nuevo
trata de tocarme.
Me aparto asqueado. Recojo mis cosas y salgo de este lugar.
Al salir, hay fans esperando y que tratan de tocarme como sea. Me tiran del
pelo, una de ellas me toca el culo…, y, cuando entro al coche, estoy agitado,
nervioso y temblando.
Pienso en ir a ver a Kelsi, pero decido ir a tomar algo. Necesito un momento
para quitarme esta ansiedad del cuerpo. Al final, se me pasará, como siempre, y
aceptaré que todo esto es parte de mi vida.
Kelsi
La verdad es que lo hemos pasado muy bien con los del fútbol. Nunca creí que
pudiera ser amiga de ellos.
En el instituto no me junté mucho con los deportistas, porque siempre
estaban haciendo el burro, y Bob les tenía un poco de manía.
Estoy empezando a hacer cosas porque quiero, y no pensando en mi padre o
en mi ex. Quería estar ahí, y me quedé a cenar con ellos. Fue muy divertido.
Mando un mensaje a Troy, de camino a la residencia, y, aunque lo ve, no me
contesta.
Estaba en una sesión de fotos. Lo mismo no han terminado o se han ido a
cenar, tras la sesión.
Hay mucho que no sé de su vida.
Mi padre me llama y lo cojo. Antes, también me llamó, pero, por si me
amargaba la tarde, le dije que luego hablaríamos en un mensaje.
—Hola, papá —respondo.
—Hola, hija. ¿Ese tatuaje es de verdad?
Miro el brazo vendado con el plástico, para que se cure.
—Sí…
—¿Has mirado que el sitio tuviera todos los controles sanitarios?
—Papá…
—No, es importante. Si quieres joder tu vida para siempre, al menos que no te
peguen una enfermedad.
Noto la ansiedad crecer en mi pecho. Me quiere, está preocupado, pero me
está quitando el aire.
—Sí, papá. No soy tonta.
—Lo sé, es solo… ¿En qué pensabas? Troy va a creer que quieres algo con él, y
a ver, sé que te gusta, que te gusta mucho, pero, hija, es un famoso. Es un
hombre que, seguramente, acabará muerto por la vida que lleva, antes de los
treinta… No es una buena influencia.
—¿Y si solo quisiera sexo y ya está?
—Hija…, tener sexo con él es arriesgarse a enfermedades venéreas…
—Papá, tengo mucho que estudiar.
—Vale, pero usa la cabeza, hija, que te tengo por alguien muy inteligente.
Cuelgo y me quedo parada.
Soy lista, pero por estar con Troy no lo soy menos. Por seguir mi corazón
tampoco, y por empezar a dejar de tener miedo a equivocarme, tampoco. ¿Acaso
no lo ve?
Tomo aire y voy hasta mi cuarto.
Al llegar, veo que Troy no ha regresado.
Entro y pienso en mandarle un mensaje, pero no lo hago, porque sigo agitada
por las palabras de mi padre.
Me quito el jersey, que habla de sueños. De una vida que esperaba vivir de otra
manera, al llegar a la universidad.
Le hago una foto al jersey.
Al mirarla, veo que se ve uno de mis sujetadores en un lado, de color azul.
Dudo si hacer otra, pero lo dejo.
La subo a internet tras retocarla.
Es una forma de decir todo lo que callo. A mi padre, al mundo, a la gente que
quiere mi mal… Es como si esperaras que la gente, al leer tus palabras,
comprendiera una parte de ti. En el fondo, sabes que muchos solo dirán cosas
bonitas, de cara a la galería, y luego harán como si nada.
Escribo:
Hace años vi este jersey, tan llamativo, y pensé que sería ideal, para cuando estuviera en la
universidad.
Solo tenía doce años cuando lo compré.
Lo guardé hasta este momento, pero no he tenido la fuerza de usarlo, hasta ahora, porque esa niña ha
cambiado mucho…, y me gusta el rumbo que va tomando mi cambio.
A pesar de eso, me gusta recordar parte de quien fui.
No todos te seguirán en el cambio. Solo los que entiendan que la vida nunca deja de girar, y uno nunca
deja de evolucionar.
La subo, y, al poco, mi padre pone corazones, pero por privado me dice que si
era necesario poner ese sujetador, tan poco decente. Que la gente pensará cosas
de mí, que no son.
Le respondo con las mismas caritas, que él me ha puesto, y termino de
cambiarme.
Miro el jersey. Es un pequeño paso, algo tonto…, pero me ha costado mucho
ponérmelo. Dejar los colores oscuros detrás. Dejar de temer ser feliz de nuevo, a
pesar de que sigo rota. Los fragmentos rotos también esconden bellas sonrisas.
Llaman a la puerta.
Me levanto para abrir y está Troy tras ella, con el móvil. Sus guardaespaldas ya
se han ido.
Entra y me besa. Sabe a alcohol.
—Has bebido.
—Solo un poco. —Lame mi boca—. Me encanta que no ocultes a esa niña,
aunque estabas ridícula con el jersey. —Le doy de broma—. Has sido muy
valiente por cumplir su sueño.
—Mi padre no lleva bien que esté creciendo. Casi le ha dado un ataque por el
sujetador.
—Eso es porque no sabe lo sexi que te queda puesto.
—¡Ni quiero que lo sepa! —Nos miramos—. ¿Has tenido cena de trabajo?
—No, necesitaba huir…
—¿Sin mí? —Nota la tristeza en mi voz.
—No quiero cargarte con mis mierdas.
—Sé al lado de quien estoy. Quiero que me busques a mí, y no todo lo demás.
—Vale, si tú haces lo mismo. —Mete las manos bajo camiseta.
—Tal vez. —Sonríe y me besa de nuevo.
El sabor a bebida en su lengua me recuerda que mi padre tiene razón: si Troy
no pone freno a su vida de desmadres, no llegará a los treinta. De golpe, tengo
miedo de que no sepa parar, porque ser feliz conmigo, no sea suficiente para él.
¿Dónde me he metido? No lo sé, pero tampoco quiero salir.
Capítulo 50
Troy
Entro a la sala de pódcast.
La primera en verme es Kelsi, que sonríe, y trata de ocultar todo lo que siente.
Lo hace de pena. Por eso, no sé si saldrá bien lo que tengo en mente. Aun así,
dejo todo en la mesa, al lado de Tulia, y voy a mi sitio.
Tulia lo revisa.
—No… No puede ser. ¿Esto es lo que creo que es?
Asiento, y Tulia mete un grito, mientras el resto tratan de saber qué es.
Llego al lado de Kelsi. Hoy no lleva un jersey, que parece sacado de una
película de unicornios, pero es de un color rosa, bastante llamativo.
—He ido de compras. A mi antigua yo, le habría gustado.
—¿Y a la nueva?
—Ni idea, la verdad es que me gusta…, pero no me veo yo misma con él. Es
una mierda esto de no saber quién eres ahora.
—Me va a encantar quitártelo, luego —le susurro y se sonroja.
—Al menos, hoy no te mata la resaca, pero te has perdido las clases.
—Tenía que hacer unas cosas y he conseguido que mi madre me deje llevar a
mi equipo de pódcast a una gala, que se dará este fin de semana.
—Y van a ir muchos famosos. —Tulia sigue tratando de procesar todo.
—Yo tengo partido por la mañana, podré ir —indica Pat y mira a Oriol—.
¿Y tú?
—Yo paso. No me gustan estas cosas. Con una ya he tenido suficiente. —Se
sonroja, ante la mirada inquisitiva de Pat.
—Vale, como quieras —le dice, y le da un par de palmadas que casi lo
desmontan.
Oriol se marcha a preparar todo. Últimamente, está más raro que de
costumbre, él verá. Son sus movidas, y no soy el más indicado para opinar.
El resto se quedan eligiendo vestidos y trajes.
Kelsi mira varios, de las revistas que les he traído, de los diseñadores de la
zona. Tengo varios que me gustan para ella, pero ahora que está saliendo de la
burbuja, quiero que elija el que más le guste.
Mira varios. Uno de color verde, otro rosa, demasiado chillón, y uno muy
recatado azul.
Todos me parecen horribles.
No digo nada. No quiero condicionarla. Por eso, me levanto y voy a
prepararlo todo, en la sala de controles. Una sala que he mandado arreglar,
porque ya no necesito una excusa para verle los pezones erectos. Los tendré en
mi boca más tarde; solo para mi disfrute.
—Vale, ya he elegido —dice y se sienta en la silla. Viendo su jersey, me da
miedo preguntar—. ¿Has visto qué bien estamos ahora que está arreglado? —
Alza una ceja.
—Es un lujo, pero más lo era verte tan mojada.
Se sonroja.
—Eres imposible. —Sonrío y busca mi mano bajo la mesa. Me acaricia—.
Cada vez duelen menos —indica, entrelazando mis dedos con los suyos—. Tú
no eres él.
—No, no lo soy.
Ni ella es, esos cientos de miles de personas que, cuando me tocan, me hacen
sentir mal, aunque solo son caricias sin importancia.
Toma aire y nos ponemos a grabar el pódcast.
Hablan de lo que les gusta. Pat de cómo va el equipo y de vídeos de internet.
Tulia mira a Kelsi.
Esta no se da cuenta de que les gustaría que ella siguiera contando cosas de
mí.
—Quieren que cuentes cosas de lo superfan que eres de mí —le digo y me
mira. Luego a Tulia.
—No puede ser…
—Esa sección la han escuchado mucho. La gente se muere porque les cuentes
cómo te acostabas con tu exnovio, pensando que era yo quien te la metía hasta el
fondo.
—No pienso contar eso.
—Pues cuenta otra cosa, como lo que es ser fan de alguien a quien te follas.
—¡Troy! No puedo contar nada de eso. —Sonrío, y me encanta picarla—.
Vale, contaré algo. Pero nada de eso.
Tulia le dice que hable de cosas con las que las admiradoras se sientan
identificadas. En la web, salió un 80 %, que se lo montan pensando en mí. Al fin
y al cabo, para la gran mayoría soy un ser inalcanzable.
Preparan algunas preguntas y le doy a grabar.
Kelsi me mira y le guiño un ojo.
—Tenemos a Kelsi Parker, nuestra compañera valiente, del otro día, que no
tuvo miedo a revelar que pensaba en Troy, mientras tuvo su primer orgasmo, y
ahora trabajan juntos. Además, la está mirando. ¿Os imagináis qué vergüenza?
Pues ya os digo que Kelsi quiere que se la trague la tierra, pero aquí está. Hola,
Kelsi.
—Hola, Tulia. No sé si estoy preparada para esta sección, con Troy mirando.
—Podemos ponerle una máscara.
Kelsi sonríe y me mira. Ella ya me ha visto con ella.
—Le quedarían muy mal.
—Sí, esa cara de dios griego, es mejor no taparla con nada. Ahora dime, ¿se
creería esa niña de doce años que estar aquí con Troy sería posible?
—Ni de coña, pero era feliz así. Esa niña era feliz con su estrella, con ese
amor inalcanzable con el que soñaba. Admiramos a personas que idealizamos,
mientras tratamos de encontrarnos a nosotros mismos. Es parte de la vida, y no,
no se lo creería, pero tampoco hubiera estado preparada para ser compañera de
alguien famoso. No hubiera visto más allá del cantante.
—Tienes razón. Ahora mismo, Troy solo es un compañero más, pero como
fans, es raro ver solo a la persona. Por suerte, a mí no me gusta. Lo siento, Troy.
—Sonrío—. Kelsi, cuéntanos algo loco que hayas hecho como fan, aparte de un
par de dedos. —Se ríen.
—Me vestía como Troy Harris. —Me mira con timidez—. Cuando estaba
sola, en casa, llevaba sus camisetas, sus pantalones y me compré varias cosas que
él llevaba. Así lo sentía cerca. Luego, imitaba sus movimientos con la guitarra e
imaginaba que iba a un concierto lleno de gente, y, entre todas esas personas,
me miraba desde el escenario solo a mí. Algo mágico pasaba entre los dos. Se
daba cuenta de que era la mujer de su vida. —Se ríe—. Era bonito soñar que, tu
estrella inalcanzable, te veía.
Nos miramos y siento algo crecer en mi pecho, y no es bueno. Me invade la
ansiedad de que ella solo esté viendo al artista.
—¿Has ido a algún concierto?
—No, no he ido. Cuando vaya, lo mismo me mira solo a mí. —Ambas se
ríen—. No, en serio. Esto lo imaginaba con doce años, pero ahora ya no soy esa
niña. Cuando miro a Troy… Solo veo a la persona que es fuera de los focos, y es
un chico como nosotros. Pero sé por qué mucha gente necesita al artista, porque
imaginar, crear una historia en tu mente irreal, nos saca de un día de mierda.
—El lío es cuando la gente no sabe separar las cosas —añade Pat—. A veces la
gente no ve más allá de mí, como capitán del equipo de fútbol, y piensa que soy
de una forma diferente. Me gusta ser famoso en la universidad, pero no tanto
como aquí el cantante, pero, aunque la fama es atractiva, a veces necesitas estar
al lado de gente que no te idealiza. —Mira a Betty, que le sonríe—. Al lado de
gente que ve cómo eres en todos tus momentos.
—Exacto. —Tulia mira a Kelsi—. ¿Tienes una caja con cosas de esa niña loca
de Troy Harris?
—La tengo.
—La queremos ver. ¿Verdad, oyentes? Dejaremos una encuesta, y así
convencemos a Kelsi.
La tertulia sigue.
Cuando acaban, se van todos, menos Tulia.
Kelsi se me acerca y se sienta sobre mí, en la silla, sin importar que Tulia
pueda vernos. Coge mi cara entre sus manos.
—Te veo a ti, y no al cantante. —Que sepa leer mis pensamientos, no debería
sorprenderme, pero lo hace—. Es triste, Troy, pero esa niña nunca te habría
visto, y creía que amaba cada parte de ti. No lo hacía, porque solo vivía un sueño.
Pero tú eres real, y te veo cómo eres.
Nos besamos y la cosa se nos va de las manos.
—Cortaos un poco. —Tulia me deja los vestidos elegidos—. El de Kelsi, no
me gusta. No te favorece, Kelsi.
Lo miramos juntos y es muy feo.
—Es que no sé cuál elegir.
—Este —dice Tulia, y es uno en tonos verdes. Elegante pero sugerente. Es el
que yo habría elegido para ella.
—Es precioso, pero… ¿No tiene mucho escote?
—¿Te importa a ti que tenga mucho escote? —Tulia la mira fijamente y Kelsi
niega con la cabeza—. Pues deja de rayarte. Me gusta cuando no te escondes,
cuando cuentas lo de darte placer o subes una foto con un sujetador olvidado. No
te escondas, por lo que piensen los demás. Por cierto, ese jersey que llevas me
daña la vista. Joder…, ponte algo que no me joda los ojos. —Se marcha.
Kelsi recoge sus cosas. Vamos fuera y, al salir, hay gente esperándome.
—Te espero en mi cuarto, que tengo que grabar un vídeo —le indico, para
que nadie lo escuche, cerca de su oído.
Asiente y se marcha.
Firmo algunos discos y, de nuevo, siento manos donde no deberían estar.
Se me cierra la boca del estómago.
Dejo de firmar y me marcho a mi cuarto. Para esta gente, solo soy un objeto
al que admirar. Por eso, quieren tocarme sin importar lo que yo piense. Da asco,
pero así es este mundo. Si no te admiraran, no pagarían por ti como cantante, y
la gente no quiere bajarse de la nube en la que está, cuando nos ve.
Nos tienen idealizados.
Lo he visto en Kelsi.
Capítulo 51
Troy
Kelsi entra a mi cuarto, con algo para cenar.
Le han abierto los guardaespaldas.
Estoy preparando todo para grabar, tocando la guitarra en el suelo.
—¿Eres consciente de que, si ese capullo no te hubiera roto, nunca habrías
entendido quién soy, en verdad? —Kelsi me mira—. Tu lado yupi habría
espantado al mío, y tu lado alegre se habría espantado de todo lo que te hice…
—¿Tenía que estar rota para estar con alguien como tú?
—Sí, la puta vida es un aprendizaje y no encajamos siempre con las personas
que debemos, sino con las que nos entienden.
—Entonces, ¿le doy las gracias por joderme la vida y que gracias a eso pueda
estar con alguien como tú?
—No entiendes lo que quiero decirte…
—¡Tú no lo entiendes Troy! Estaba escuchando tu música, estudiando feliz,
cuando me llegó la primera foto manipulada por inteligencia artificial. ¡Yo
estaba desnuda! Pero nunca habría posado desnuda. Mi mundo se hizo pedazos,
porque yo creía que, si era buena, que si hacía todo lo correcto, y no hacía nada
malo, nunca me pasarían esas cosas.
—Lo siento, pequeña, pero la vida no funciona así.
—¡Lo sé! Pero, joder, de golpe, todo cambió. La gente tenía esa foto, y otras.
La gente me miraba como si fuera una cualquiera. Como si todo lo que hubiera
hecho, para ser perfecta e intachable, no sirviera de nada.
—Seguramente, porque la gente te envidiaba y querían destruirte.
—Pero no lo merecía. Yo era buena…
—Tampoco merece un capullo como yo que le pasen cosas malas. Las cosas
pasan, da igual si eres bueno o no. Así es la puta vida, Kelsi, y esa joven vivía en
una burbuja.
—¡Sí, joder! Pero ¿sabes cómo me dolió? Nadie me había tocado, pero yo sentí
que me habían violado el alma… Nadie me creía, y son solo fotos, no eres tú, no
es real, pero lo fue para mí.
Está llorando. No la abrazo, porque tiene que sacar todo lo que lleva dentro.
Me apoyo en la mesa y cruzo los brazos, para evitar hacerlo. Me mata verla
así.
—Y ahora me dices que, de no haber pasado por esa mierda, nunca
habríamos estado juntos.
—Esa chica buena hubiera seguido con su novio perfecto, haciendo a su
padre caso en todo. —Me fulmina con la mirada—. Y, por muy jodidamente
sexi que seas, yo no te hubiera visto. Me parecerías una más.
—Ah, claro, y te atrajo de mí que estaba hecha una mierda.
—No, que, cuando me estaba ahogando, sabías qué hacer para mantenerme a
flote. Nadie nunca había entendido lo que era estar flotando a la deriva, en un
sitio firme.
Me mira y poco a poco lo entiende.
—Pero yo no quería pasar por todo eso. Odio cuando me llega un mensaje,
temo que me manden más fotos… Odio ver cómo será, y verme ahí. No ser yo,
pero parecerlo.
Tiro de ella y la abrazo.
—Lo sé, y un día el culpable aparecerá, pero saldrá algo nuevo que te hará
daño. Ese mundo perfecto en el que vivías, no existe. Solo estaba en tu mente;
como yo, para esa niña.
—Solo me sacas cuatro años, pero te miro y parecen muchos más. —Acaricia
mi mejilla.
—Yo nunca he sido un niño normal, Kelsi. No tenía ese derecho. Maduré
demasiado pronto, así que da gracias por esa niña dulce que pudiste ser. Que
pudo jugar feliz, con esos sueños tan sexis. —Acaricio su espalda—. Yo no tuve
esa oportunidad. —Me tenso.
—¿Me hablarás de ello un día?
—Es posible, pero ahora tengo que grabar un vídeo y tú tienes que quitarte
esa cara de pena.
—Ahora me dirás que no te gusta mi cara de pena. —Pone morros, y la beso.
—Me gusta todo de ti. Hasta todas las partes que descubriremos juntos. No he
querido decir que no hubiera podido enamorarme de esa chica dulce, Kelsi, sino
que no hubiera visto lo importante que podría ser para mí, si la mirara.
—Eso me gusta más. —Se separa y pone su móvil también a grabar, en otro
ángulo, en uno de los trípodes.
Luego, mejora las luces y pone una camiseta en una lámpara, para el toque de
luz.
Me siento, cojo la guitarra y se acomoda frente a mí, apoyada en la cama.
—Quiero que te corras con mi música, mientras canto. Como hace años,
pero ahora conmigo mirando.
—¿Cómo? —Se ha sonrojado, y sus labios se han entreabierto. Le gusta la
idea.
—Vamos, no lo pienses. Sabes que te mueres por verme cachondo, mientras
toco pensando en cómo te la meteré, al acabar.
—Al ver el vídeo, verán el sexo en tus ojos…
—Solo tú y yo sabremos la verdad. Tardas…, Kelsi.
Muerde su boca, y toco algunos acordes.
Ya estamos grabando. Luego, lo cortaremos. Toco de nuevo algo, y ella tira
de su camiseta. Joder…, esta canción va a ser puro fuego.
Canto con mi guitarra, una canción, mientras se toca los pezones sobre ese
sexi sujetador, de color negro. Tiene cierre delantero, y es uno de los que le pedí.
Me encanta verla con él puesto.
Juega con sus pezones duros como piedras, mientras toco y se me seca la boca,
al imaginar mi boca lamiendo sus endurecidas cimas.
Abre el sujetador y sus tetas rebotan, al ser liberadas.
Lleva sus dedos a su boca y los lame, antes de pasarlos mojados por sus
pezones. Tira de ellos, y los pellizca. Mi polla se pone dura, como una piedra,
dentro de los pantalones.
Tocar así, es una tortura y sé que la recordaré entre las sombras, dándose
placer, cuando toque de nuevo.
Mi voz cada vez suena más ronca y cargada de deseo.
Baja su mano por su ombligo, hasta el elástico de su ropa cómoda, y mete la
mano por dentro. Muerde su boca, para no gemir de placer, mientras sus dedos
se frotan contra su carne, prieta y mojada.
Tira de su ropa y se queda desnuda.
Abre las piernas y veo su perlado sexo, mojado.
Lo abre para que lo vea bien, y sonríe descarada, mientras con mi música no
deja de soñar. Mete los dedos dentro de su sexo y los veo perderse, mientras su
cuerpo se llena de sudor, por el esfuerzo de no correrse, y no hacer ruido.
Sus dedos entran y salen de su cuerpo con fuerza. La veo frotar el clítoris con
su pulgar. Tiembla, cuando casi se corre. Aprieta los talones en la alfombra…
Joder, no podré acabar toda la puta canción.
Me mira, la miro y quiero follarme esa boca roja, por sus mordiscos.
De nuevo, lleva su cuerpo al límite y se detiene.
Ya he tenido suficiente.
Me levanto y tiro de ella, hasta que cae sobre la cama. Sin preliminares, cuelo
mi lengua entre sus muslos, y abro con mis dedos su sexo, para darme un festín
con su excitación.
Ahora sí gime con fuerza, mientras mi lengua muerde y lame cada parte de
su dulce coño.
—No sabes cómo me ha puesto verte tocarte… Joder, Kelsi, eres una diosa. —
Paso mis dedos por su sexo y los meto hasta el fondo—. Dime que tomas la
píldora. Estoy limpio y quiero llenar tu coño con mi semen…
Grita excitada.
—Sí, y no he estado con nadie, antes de ti, desde hace meses. —Saber eso, me
excita mucho—. Métemela, Troy. Te quiero dentro, ya.
Sonrío por su exigencia.
Me abro el pantalón y saco mi polla, para entrar en ella. Muero de placer.
Siento la piel de su vagina a mi alrededor. Nunca he experimentado nada
igual. Es morboso, es guarro… Es intenso. Busco su boca y la beso, mientras salgo
de ella y se la meto más hondo.
Joder, entonces hace eso con su coño, que parece que quiere retenerme ahí
para siempre, y me corro. Me corro en ella, antes de que me siga.
—¡Joder!
—Parece que alguien estaba muy cachondo. —No parece enfadada.
Salgo de ella y veo mi semen mojar su coño.
Lo restriego, y gime de placer, por sentir nuestras esencias en su sexo.
Meto los dedos dentro. La llevo al límite. Acerco mi polla a su boca,
poniéndome de rodillas, mientras mis dedos entran y salen con fuerza de ella.
Lame mi glande, antes de meterla dentro. Noto cómo juega, hasta que crece en
su boca.
La saco y de nuevo me meto en su cuerpo, que está más mojado y más
caliente. Está más cachonda por mí. Cada movimiento hace que su cuerpo vibre.
No puede más. Necesita correrse, pero será juntos, esta vez.
Nuestros cuerpos hacen ruido al juntarse. Apoyo mi mano en el cabecero y
entro más hondo en ella. La miro, y está preciosa, con el pelo revuelto y las tetas
rebotando, por mis embestidas.
La beso y entro más hondo. Dentro y fuera, hasta que no puede más.
—Troy… —me suplica.
—Córrete —le digo, aumentando las embestidas, hasta que nos corremos
juntos.
Grita de placer y de liberación. Su cuerpo se convulsiona entre mis brazos,
hasta que se queda lánguida.
La abrazo y nos quedamos quietos.
Me abraza. Como ha cambiado todo. Hasta ella odiaba los abrazos y ahora…
Ahora no sé cómo no perderme en ella a todas horas.
Capítulo 52
Kelsi
Estoy refugiada por los brazos de Troy, tras darnos una ducha y cambiar las
sábanas.
El vídeo para redes lo montaré mañana. Hoy quería estar así.
Tomo aire y su perfume me hace temblar.
Llevo una de sus camisetas y él solo un bóxer negro.
Su cuerpo me llama. Lo deseo, a pesar de lo que ha pasado, y hago círculos en
su pecho.
—No puedo moverme. Te aviso, por si quieres más sexo. —Me río.
—No… Bueno, sí, pero me gusta estar así.
—Antes lo odiabas.
—No lo odiaba. Pero…, creo que tengo que hablarte de mi ex.
—Solo, si quieres.
—Quiero, porque tengo que sacarlo. Debo hablar de todo, para poder
avanzar. ¿Te parece que soy idiota por haberme puesto mal por lo que pasó?
Mucha gente lo pensó. —Alza mi cara.
—Los miedos no tienen una regla de medida. A cada uno le afectan de una
manera las cosas, y yo no soy como esa gente que te hizo creer que sí. —Asiento.
—Vale. La historia con Bob empezó cuando su padre se cruzó en mi vida e
insistió en presentarme a su hijo. Conocía a Bob del barrio, o de los eventos a los
que su padre iba, pero, al ser un año mayor que yo, no hablábamos en el
instituto. Empezamos a hablar y quedar en su casa. Sus padres eran en exceso
cariñoso. Él, igual, pero, bueno, lo vi bien. Empezamos a salir y sus padres me
ofrecieron puestos de trabajo en la comunidad. Estaba muy metida en la familia.
—Eso parece. ¿Y cómo era el sexo entre dos sosos?
—La primera vez, en su coche, y luego se puso a llorar, por no haber podido
llegar al matrimonio virgen. —Troy se mea de la risa—. ¿A que paro?
—Venga, ahora me dirás que te llevaba a la iglesia a confesarte.
—Pues sí.
Se ríe más, y le doy en el pecho.
—Respeto mucho las creencias de todo el mundo, pero él no respetó las tuyas.
Lo mismo, a ti te daba igual tener sexo, pero, si te hacía eso, te hacía sentir mal,
por tener sexo y desearlo.
—Que sí, y el sexo era tan rápido que…
—Ponías mi cara para estar a tono y excitarte con él.
—¿Te lo estás tomando a broma? —Me apoyo en su pecho.
—No, sigue. —El muy capullo sonríe—. Está muy interesante el relato de los
santurrones.
—De verdad, no sé cómo me puede gustar alguien como tú. Tienes razón en
que no me deberías haber gustado. —Salgo de la cama, pero me coge y se pone
sobre mí.
—Quiero creer más en tu versión cursi, esa que no me has dicho, que a lo
mejor nos habríamos conocido, porque estábamos destinados.
—Yo no he dicho eso.
Me besa el cuello. No hace falta que se lo diga, porque me conoce mejor que
yo misma. Ve en mí, como nadie. Y sí, lo pensé, cuando me lo dijo, y por eso me
enfadé, pero entiendo lo que quiso decirme.
—Vamos, sigue —me anima a hablar, sin apartarse, sintiendo sus piernas
enredarse con las mías y su sexo duro contra el mío.
—Un poco difícil así. —Se separa y vuelve a la cama—. La vida con él era
sencilla, y todos estaban contentos… Mi padre era respetado en el barrio, y yo
tenía muchas amigas y mucha gente que me quería, o eso creía.
—Todos menos tú, y lo sabes.
—Ahora lo sé. El caso es que un día hablo de confianza, mientras veíamos tus
vídeos musicales, y le dije que me había tocado pensando en ti. Me miró…
—Como si fueras el mismo diablo —adivina y asiento.
—Rompimos. Me dijo que me arrepentiría, y luego me llegaron las
imágenes.
—¿Te dolió cuando te dejó?
Lo pienso.
—No, me sentí liberada, pero mi padre y mis amigas me miraron como si
acabara de cometer un enorme error. Yo no me sentía así.
—Y llegaron las imágenes.
—Sí, me expulsaron del instituto. Los chicos se me ofrecían, y mi ropa me
dejó de parecer tan bonita. Empecé a buscar anchas, para esconderme. Era como
si la gente me hubiera visto desnuda, aunque no era yo. Cuando se supo que
estaban hechas por inteligencia artificial, algunos dijeron que seguro que eran
mías, pero retocadas. Otros, que no era para tanto mi dolor. Y Bob…, él se
ofreció para ayudarme, si volvíamos a estar, porque así, quizás, me dejarían en
paz.
—El bueno de Bob.
—Sí, le di una oportunidad, pero ya no soportaba sus caricias. Ni las de nadie.
Cuando sus padres me abrazaban, me sentía morir, y, cuando Bob me acariciaba
y trataba de tocarme, para tener sexo, no quería.
—Porque habías roto con todo eso, y no sabías cómo volver. Ser la chica de
antes.
—Puede ser. Lo dejé y bueno…, busqué sexo con otros tíos. Sentía un dolor
dentro que no sabía cómo extirpar. Pero el sexo me dejaba fría, y ahí sí que me
sentía culpable. Uno de esos chicos lo contó y la gente dio más credibilidad a la
IA. Les contó que le exigía sexo duro…, y eso era verdad. No era IA. Me dejó
expuesta, solo por diversión. Me centré en estudiar, en irme de allí, cuanto antes,
y en olvidarme de todo. Las imágenes dejaron de salir, hasta que volví a la
universidad. En una salgo contigo.
—Vaya, ¿y salgo guapo?
—¡Troy!
—Lo que te pasó, fue una mierda, una putada, y tienes derecho a que te duela,
a que nadie te diga lo contrario. Un día se hará justicia y pillaremos a Bob.
—No tienes que hacer nada.
—Ya lo estoy haciendo, porque contraté a un detective…
—¿Eres tú el que está ayudando a mi abogado?
—Sí, porque no podía quedarme al margen, cuando escuché lo que contaste.
—Troy…
—Deja que cuide de ti. Tú harías lo mismo por mí. —Acaricia mi mejilla.
—Sí, lo haría. —Toca mis labios—. Estaba tan perdida, que quise perderme,
pero ahora me arrepiento un poco de las cosas que hicimos. —Se ríe.
—Lo sabía.
—Casi acabé muerta en el agua.
—No te hubiera dejado morir.
—Me gusta lo excitante, pero creo que esa vida es peligrosa. Me da miedo que
todo eso te mate un día —admito. Coge mi cara entre sus manos y me besa.
—Mi chica buena intentando salvarme.
—¿Podré?
—Ojalá —afirma y me aferro a eso. A ese ojalá, de alguien que no sabe cómo
salir de esa mierda, pero ansía ser salvado.
Nos abrazamos, le he contado todo, y ahora siento que no es para tanto, pero
el miedo y el dolor son así. Reírse de alguien, porque habrías actuado de otra
manera, es horrible. Tenía derecho a estar mal y que nadie me hiciera sentir
mal, por creer que violaban mi intimidad.
Tenía derecho a llorar, sin cuestionarme si era débil.
Tomo aire, y pienso que respirar ya no duele tanto.
Capítulo 53
Troy
Pongo uno de mis anillos en una cadena de plata. El que le di a Kelsi, para que
me guardara y me devolvió nada más verme.
Quiero que lo tenga ella.
Se lo ato al cuello, y protesta, pero sigue dormida. Es muy temprano, pero no
puedo dormir. Necesito componer, necesito crear… Cientos de ideas se agrupan
en mi mente y necesito crearlas.
La miro dormir, mientras creo canciones, inspiradas en ella; como si fuera
mi fuente, mi musa… Se remueve en sueños y me busca, agitada, en la cama.
Cojo la libreta y me siento a su lado.
Se queda tranquila al sentirme.
Es raro saber que, para una persona, tu sola presencia le calma. Eso me pasa
con ella, pero tengo miedo de que un día mis demonios me autodestruyan. Me
cuesta creer que ella pueda querer cada parte de mí, hasta las que repudio.
Siento su caricia, antes de ver sus ojos despiertos.
Dejo las cosas y beso su boca.
Nos perdemos en el otro y el amanecer sabe mejor entre sus brazos.
Anoto esa frase, cuando se va al baño, para que forme parte de una canción.
Joder…, no puedo parar de escuchar música en mi mente. Como cuando era
niño, pero esta vez no es para escapar, sino porque soy algo así…, como feliz.
Si la felicidad existe para mí, debe ser sentirse así.
Voy a clase a media mañana y hay mucho follón. La gente quiere acercarse de
nuevo a mí, ahora que han visto que tal vez regrese pronto al grupo.
Ellos lo sienten, y yo lo sé.
Mi madre no aguantará un año, como dijo. Le están presionando para que
hagamos un concierto de Navidad, por mucho dinero.
Pero antes tengo que perder mi miedo a tocar en público… ¡Joder!
Veo a Pat con Betty, que salen del cuarto oscuro. Se arreglan la ropa, hasta que
me ven, y Betty se sonroja.
—Os necesito —les digo y asienten.
No se sorprende de que les hable, ya que me ven hacerlo con Kelsi desde que
vine.
—Somos tuyos —indica Pat.
Les comento mi idea, mientras la gente nos hace fotos. Odio esto, y por eso
nos metemos de vuelta a la sala, de donde han salido. Han follado, de eso no
tengo dudas, pero no comentamos nada de eso.
—Yo me encargo de todo. El viernes, la fiesta será privada y especial, en mi
fraternidad. —Da un beso a Betty y se marcha.
—¿Por qué no quieres que lo sepan?
—¿Cómo?
—Solo has dejado que te bese, ahora que nadie os ve.
—Ah…, es que no quiero que la gente lo estropee. —Se sube las gafas—. La
gente tratará de hacernos daño y se fijarán en todas mis carencias, para ser la
perfecta novia de un quarterback.
—Sí, eso pasará.
—Casi que te prefiero callado. —Sonríe con timidez—. Tengo miedo. Llevo
enamorada de él, desde que lo vi la primera vez.
—¿Y se puede amar con solo una mirada?
—No, pero yo sentí que él era especial. —Asiento, porque eso es lo que sentí
cuando miré a Kelsi, cuando me ignoró—. ¿Me entiendes? Pat, no. Él quiere que
lo contemos, y que me dé igual el mundo.
—Entiendo a los dos, pero Pat no lo ha tenido tan dif ícil en la vida como tú.
—No, él no ha sufrido acoso y, por mucho que le explique lo que sentí, no lo
entiende.
—Pues déjalo y que acabe con una mujer perfecta para él.
—Ni de coña.
—Entonces, un día deberás dejar de tener miedo. Todo saldrá mal, la gente se
meterá, pero quiero creer que hay historias que son indestructibles.
Saco el móvil y tomo notas. Se ríe al verlo, pero no dice nada. Solo lo lee y me
indica que no le gusta una frase.
Acaba por ayudarme a escribir una estrofa entera.
—Eres más de lo que creía, Troy Harris. Espero que tú tampoco la pierdas,
cuando todo salga a la luz.
Salimos del cuarto y nos graban.
Luego, se me acercan y Betty se marcha al poco sale en redes, que he estado
con ella, y que hemos tenido sexo.
Le digo a Pat que solo hablamos, porque no quiero meterme en medio, y me
indica que ya lo sabe, porque confía en ella.
Creo que el problema es que ella no confía en Pat.
No confía en que, después de la vida que ha tenido, estando con unas y con
otras, solo quiera estar con ella.
Llego a clase, y Kelsi me sonríe.
—Al parecer, tienes nueva novia —bromea.
—¿Creerías que no es así, si fuera otra mujer? —pregunto a bocajarro y veo la
duda en sus ojos—. Ya, me lo imaginaba. Te pasa como a Betty.
—¿Cómo?
—Que no te crees que lo nuestro pueda ser real, y que, en el fondo, piensas
que solo estoy de paso en tu vida.
—Eso no es así —dice, pero veo la verdad en sus ojos—. Es complicado… No
confío en ti, ni en nadie.
Su declaración me sorprende, aunque la entiendo.
Miro al profesor, pensando en Virginia, mi ex. Lo di todo por ella, y nunca le
fui infiel. Nunca la engañé, pero, aun así, acabó por ser alguien diferente por mi
culpa…
«¿Y, por eso, acabó con tu compañero de grupo?», me dice una voz interior,
porque la verdad es que no comprendo cómo terminó con Levis, cuando es un
cabrón egoísta. Pero ahí están, juntos, y me hace preguntarme si es mejor que
yo.
—Pues espero que tenga asumido que, para que esto funcione, necesitamos
confianza en el otro —murmuro cerca de su oído.
—Lo sé, Troy. Por eso, a veces pienso, si nos equivocamos al ir más allá.
Miro mi collar entre sus pechos.
—Tarde, Kelsi, porque eres mía, joder.
Me levanto de la silla agitado, nervioso… y asustado.
No quiero perderla.
Lo que sentí por Virginia, no era nada comparado con esto, y acabé
desmayado de dolor y sin poder cantar ante la gente. ¿Dónde acabaré si ella me
deja?
Estoy dando una vuelta en el coche, con los guardaespaldas cerca, cuando me
llega un mensaje de Kelsi.
Detengo el coche a las afueras y lo abro.
Es cerca de la noche, no he vuelto a ella, desde que me marché asustado, por
perderla. Temía que, si me quedaba a su lado, me dijera que lo nuestro no podía
seguir.
Abro nervioso el mensaje.
La verdad es me gusta esto del pódcast. Me gusta hablar, comentar, decir todo
lo que sé del grupo y lo que se puede saber. Ya no duele escucharlos. Lo que me
pasó, solo fue culpa de la persona que quiso jugar conmigo, a costa de mi salud
mental.
Paramos y entra Betty, enfadada.
—En cinco minutos empieza —rumia entre dientes.
Ahora solo estamos Tulia, Pat, y yo. Oriol no podía venir. Tenía algo que
hacer con sus amigos. Lo siento cada vez más lejos, y tal vez termine por dejar el
grupo.
Estamos en una cabina transparente, enfrente del escenario. Por eso,
podemos hablar y a la vez escuchar el concierto, cuando abrimos los micros, que
hemos colocado en el escenario.
Troy ha pensado en todo.
Miro al escenario, donde el resto del grupo ya han salido a probar sus
instrumentos, pero ahora están detrás, a la espera del regreso.
Una cámara lo graba todo y luego se verá en nuestra web.
No somos conscientes de lo que esto significa para nuestro pequeño equipo de
pódcast.
Mi padre ya me ha sugerido registrar la marca.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Pat a Betty, al ver que esta no dice nada.
—¿Veis a esa zorra de ahí? —Miramos con descaro Veo a Virginia, mirando a
todos los universitarios como si fueran la peste—. Bien, pues antes no era así,
con esos aires de grandeza. Es hija del panadero de mi pueblo y era novia de mi
hermano, pero lo dejó, porque tenía en mente ser algo más que una enfermera
de pueblo, sin llegar a nada. Ahora, al verla con esas ropas y siendo novia de
Levis, del grupo Escarlata, sé a qué se refería con lo de miras más altas.
—¿Y esto cuándo fue? —indago.
—Lo dejó hace unos ocho meses —me aclara.
Si lo dejó por ese entonces, estaba con Troy y con su hermano a la vez.
Menuda zorra.
—¿Por qué sonríes? —pregunta Tulia—. Me da miedo tu mirada.
—Al final, la vida saca siempre la verdad a la luz. No se puede escapar de
quién eres en realidad —Añado y los tres asienten.
No puedo contar que fue exnovia de Troy, pero este debe saber que ella solo
quiso de él una meta más alta, y como no lo consiguió con él, se lio con Levis.
Saco el móvil y se lo mando en un mensaje. Tal vez no lo lea antes, pero,
cuando lo haga, sabrá que ella solo lo usó y que la mala en esta historia siempre
fue Virginia.
Miro al escenario.
Nos dicen que Troy va a salir a cantar.
Lo tengo enfrente, y por eso lo veo todo.
Comentamos lo que estamos viendo. Uno del equipo de Pat anuncia al grupo
y salen entre gritos.
Troy no va con ellos. No está. Mi corazón tiembla de miedo. No soy la única
que contiene el aliento, pero estamos en directo, y tenemos que decir algo.
—A veces cuesta dar el paso que deja atrás el miedo. Todos estamos con Troy
esta noche. Es el primer paso para que el cantante nos demuestre que es tan
grande como siempre vimos. Tú puedes, Troy Harris.
La gente empieza a llamarlo, y se me ponen los pelos de punta.
Entonces, se escucha su voz a capela, desde detrás del escenario. El resto se
miran y siguen la canción.
Mi corazón late con fuerza. Es la primera vez que veo a Troy en concierto,
pero ya no es como lo imaginé. Es mejor, porque es mi Troy, y no una estrella
inalcanzable. Es el chico del que estoy perdidamente enamorada.
Troy sigue cantando y entonces aparece. La gente grita emocionada. No cabe
un alma. Hasta han tapado la piscina para que pudiera haber gente sobre ella.
Gritan y miran a Troy, pero él solo tiene ojos para mí. Como en mis sueños.
Nos miramos entre toda esta gente, y sonrío perdida en él y él en mí.
El corazón me late como un loco, mientras canta ante todos, como si en
verdad estuviéramos los dos solos, perdidos en el otro.
Nunca imaginé vivir un amor tan grande, capaz de hacerme sentir así.
Nunca pensé mirar a alguien y suspirar enamorada. Cada segundo que
pasamos juntos, estoy más enamorada de él. Ahora, mientras sus ojos verdes
azulados se clavan en los míos, siento que podemos hacer frente a cualquier cosa
que se nos ponga por delante.
Nosotros somos más fuertes que el mundo.
Acaba, y la gente aplaude emocionada.
Solo van a tocar tres canciones. Solo tres, porque es un aperitivo para lo que
está por venir.
Miro a Troy tocar su guitarra, mientras deciden que será lo próximo.
Sus dedos se mueven por las cuerdas, como antes se han movido por mi
cuerpo. Va todo de negro, lo que resalta más sus músculos y su pelo rubio.
Comentamos lo emocionante que ha sido este comienzo.
—Mi niña interior ahora mismo está gritando como una loca, con
pompones rosas y todo —digo, se ríen, y yo con ellos.
—Hombre, es que, que Troy Harris te mire así, derrite a cualquiera —añade
Tulia.
Empieza la segunda canción y la gente canta con ellos. Se saben cada palabra.
Yo también, y a final me arranco a cantar.
El pódcast está cerrado, para que se escuche la música.
Canto como siempre en mi cuarto. Subida al sofá. Me dejo llevar, y Troy me
mira y sonríe.
Nos miramos mientras cantamos juntos; yo, como el culo, y él, increíble.
Tomo aire, agitada, sin miedo a ser yo misma. Joder, sienta bien dejar el
miedo atrás.
Al acabar, Tulia me mira con una sonrisa.
—Eres fan, fan… Qué asco das —me pica.
—Aquí no ha pasado nada.
—Está grabado. —Tulia mira las cámaras—. Y lo pienso subir. «Cómo
destrozar una canción de Troy Harris en dos minutos». —Le tiro un cojín, y se
ríe, pero a continuación nos ponemos serias para comentar la canción—. Aquí,
la amiga, se ha dejado la voz cantando. Pondremos una encuesta para que
decidáis si queréis ver a Kelsi darlo todo, por su grupo favorito.
—Aviso que canto fatal.
—Y que lo jures. Me has dejado sordo —añade Pat.
La gente está como loca.
Nosotros también.
Troy coge el micro con las manos y nos mira directamente. Sonríe de medio
lado, como si supiera que, lo que viene ahora, va a ser gordo.
—Dedico esta canción a mi grupo de pódcast.
Entonces, se hace el silencio. Nadie dice nada y Troy disfruta viendo que ha
dejado a todo el mundo sin palabras, con solo su voz.
Me guiña un ojo y empieza a tocar. En solitario. Un solo de guitarra,
mientras la gente asimila su preciosa y sexi voz.
Troy nunca ha hablado en público, desde que es cantante. Hasta ahora.
Tal vez no lo haga más, pero es un gran paso. Estoy orgullosa de él.
Ojalá un día me cuente qué le hizo callar. Qué hizo que no tuviera fuerzas
para alzar su voz, si no era con la música. Esperaré.
El concierto acaba y dicen que habrá bebida y comida para todos. También se
podrán hacer fotos con el grupo en orden.
Miro el photocall, mientras comentamos lo emocionante que ha sido todo.
Hasta la voz de Troy.
Cuando aparecen para las fotos, Troy no tiene buena cara. Sobre todo,
cuando la gente se le acerca y lo soban. Veo a una tocarle el culo, como si fuera
una puta estatua que puede tocar así. No le gusta, joder. No le gusta que lo
toquen, ¿no lo ven?
—Nos tomamos un descanso —dice Tulia y coge mi mano, donde aprieto
con fuerza el micro—. Kelsi, mírame. —Lo hago.
—Lo están agrediendo.
—Solo son fotos —dice Pat y lo miro como si quisiera sacarle los ojos.
—¿Te gustaría que te tocaran como si tuvieran derecho sobre tu cuerpo? —le
pregunto nerviosa, sufriendo por Troy. Lo veo en sus ojos. Veo su dolor.
—Troy siempre es así cuando posa —indica Betty—. Esto será así siempre,
Kelsi. Es su mundo.
«Es su mundo…».
Lo miro, viendo lo que sufre y que no puedo hacer nada, porque soy su nuevo
secreto. No puedo ir y cogerle la mano.
Creí que lo peor iba a ser verlo en la distancia, pero ahora sé que lo peor es
verlo sufrir y no poder ir a luchar contra los dragones por él.
Seguimos con el programa.
No vuelvo a mirar a Troy, porque no puedo mirarlo sufrir y no hacer nada.
Eso me está matando.
Capítulo 59
Troy
Tras el concierto y las putas fotos, hemos ido a un programa de radio real.
Kelsi me mandó un mensaje y le dije que estaba deseando volver con ella.
El programa de radio no ha sido como el de mis amigos. Mi madre lo tenía
todo preparado. Incluso la fiesta de después.
A la que no puedo faltar.
La fiesta ha sido emitida en directo, y esto habrá quitado publicidad al grupo
de pódcast.
Mi madre lo sabía. Les ha dejado jugar con la exclusividad, pero solo por un
momento. Los derechos de imagen ahora son de ella y los han retransmitido en
la entrevista.
Me ha llamado para hablar.
No dije nada.
Quise dedicar esa canción a Kelsi, pero no podía y, por eso, lo hice al grupo.
Que me subiera a ese escenario, fue en gran parte gracias a ellos, que me han
tratado como uno más, y eso me hacía falta.
Virginia viene hacia mí. Nunca hablé con ella, solo nos mandábamos
mensajes. Nunca le importó que no le hablara directamente.
Ahora lo entiendo todo.
Kelsi me contó lo de su amiga, y yo todo este tiempo creyendo que era lo
peor.
—¿Sabe Levis que estabas a punto de casarte con otro tío? —Me mira
impactada de le hable—. Lo sé todo. Sé que me usabas solo para ser famoso. Pues
que te aproveche la fama con alguien que no deseas.
—¿Acaso te crees que un borracho y un desgraciado como tú vale para algo
más? Solo eres famoso… El resto de ti da asco.
—Tú sí que das asco.
—Eso es porque no te has visto las pintas tan horribles que tienes ahora.
Se marcha, sabiendo que tiene razón. Llevo bebiendo desde hace un rato, y
esto ha agitado mis nervios.
La odio, joder. La odio, porque ella fue la que me usó a mí, pero parece que
encima me merecía todo eso.
Cojo otra copa, y dudo con ella en la mano, porque, si me emborracho, no
podré volver a mi cuarto de una pieza… Pero tengo que escapar. Tengo que
soportar esta tortura.
Me la bebo, sabiendo que esto hará que la pierda. Luego, otra, y así hasta
olvidarme de todo.
He pensado en Kelsi, pero no puedo llegar a ella. No, hasta que me dejen.
Sabía que este concierto lo cambiaria todo. Ya hay fecha para el próximo. En
solo dos semanas, pero, antes, tengo que volver para entrevistas.
La he jodido, pero bien, aunque no tenía opción, porque conozco a mi
madre.
Al menos, ahora sé que puedo volver a tocar; que la ansiedad se queda a un
lado como toda mi vida. Que puedo cantar, aun temblando por dentro.
La fiesta acaba y pienso en volver con Kelsi, pero me marcho a otro lugar.
En el fondo sigo siendo ese niño asustado. Nunca he salido de ese lugar
horrible. Nunca he dejado de gritar a oscuras, hasta quedarme sin voz.
Llego a mi cuarto casi al alba.
Kelsi está en la cama, y me mira enfadada. Sobre todo, cuando me tiro al sofá
para dormir.
—¿En serio, Troy? Qué idiota soy por esperarte preocupada.
Se marcha, cerrando la puerta de un portazo.
Lo he jodido, pero no puedo con mi vida. No puedo con mi alma. Y sé que, si
no hubiera bebido hasta casi caer muerto, hubiera vuelto a ella y no hubiera
desperdiciado los últimos momentos juntos, antes de irme.
—La próxima vez que me hagas pasar por esto, te dejo —me dice Kelsi, antes
de poner ante mí un café y pastillas.
La miro. Está tan preciosa enfadada.
—No podía no beber.
—Sí, podías. Siempre hay una opción, pero no elegiste volver a mí.
—No podía…
—Sí, podías, pero tal vez yo solo estaba en tu vida para ser tu cura y tú la mía,
antes de que te fueras.
—¡¿Qué dices!?
—He escuchado la entrevista, y sé que te vas.
—¿Y dónde está el «poder» en esto?
—¿Dónde estaba cuando te emborrachaste, sabiendo que yo te estaba
esperando aquí?
—Lo siento, joder. —Me siento y voy hasta la ducha, quitándome la ropa por
el camino.
Entro desnudo bajo el chorro y Kelsi me mira desde fuera, enfadada.
—Yo estaba aquí. Para ti…, pero, al parecer, no soy suficiente. —La escucho, a
pesar del agua—. No te pido que cambies, solo que me tengas en cuenta, como si
yo te importara. Porque si solo tenemos esto…, y me alejas, no tenemos nada. No
quiero ser solo la chica que buscas para follar. Porque, si estamos lejos, quiero
saber que, si estás mal, me lo contarás. ¡Idiota! —Se marcha, dando un fuerte
portazo.
La he cagado.
Lo peor, es que la entiendo. Antes del concierto, follamos como dos locos, y
luego me perdí. Sabía que, cuando acepté esa copa, esto pasaría, pero no hice
nada.
Dejo que el agua me ayude a espabilarme.
Cuando puedo ser persona, salgo para tomarme el café que ya está frío. Tomo
las pastillas que, a pesar de todo, me ha traído, y salgo a buscarla.
—No está —me informa Argi, y espero que diga algo más, pero no lo hace.
—¿Dónde ha ido?
Sus ojos muestran sorpresa por mi pregunta.
Es mi guardaespaldas desde que nací. No es la primera vez que hablamos.
Siempre ha estado ahí, pero un día dejé de hablar con él. Con todos.
Vamos hasta el coche, y hay mucha gente.
El concierto ha atraído a personas de otras localidades.
Llegar al coche cuesta y se nos suman otro vehículo de seguridad. Aun así, la
gente me tira de la camiseta, del pelo, me tocan… Pero esto es lo normal. Tal vez
no debería sentirme tan mal por ello.
Cuando llego al coche, estoy agitado, nervioso y sintiendo la ansiedad crecer
en mí.
Siempre han dicho que soy un capullo sin corazón, y tal vez lo sea, pero no sé
cómo expresarme, cuando me estoy ahogando, cuando me están acorralando.
Llegamos a donde hacen el pódcast y hay mucha gente fuera. Una vez más,
me tiran de la ropa y me tocan en sitios donde no deberían.
—¡Le he tocado el culo! —grita una, como si hubiera conseguido algo
grande. Como si no importara que me haya tocado contra mi voluntad.
Entro dentro y busco a Kelsi con la mirada.
La veo, saliendo de la sala de reuniones. Me fulmina con la mirada.
—Querías que te buscara cuando estuviera mal. Pues bien, estoy temblando.
Joder…, estoy agitado, nervioso y odio ser un puto objeto para toda esa gente.
¿Así mejor? ¿Así sientes que eres lo mejor de este puto mundo para mí?
—Hasta que la vuelvas a cagar —indica Tulia, que no se corta.
—Sí, la volveré a cagar, pero quiero creer que lo nuestro es más fuerte. —
Kelsi me mira, sin decir nada—. Necesito creer en un nosotros eterno.
—Depende de ti, Troy —comenta Kelsi—. Tienes otra oportunidad. Si la
jodes, lo entenderé como una señal del destino, de que es mejor seguir nuestras
vidas por separado, por mucho que me importes. Tu mundo ya nos va a separar
demasiado. ¿Sabes las veces que te llamé anoche desde que acabó la fiesta? —
Treinta y seis. Lo vi de camino—. ¿Fuiste allí?
Tengo borroso lo que pasó, pero sí, entré a luchar y esquivé la muerte por
poco.
El dolor en sus ojos me destroza.
—Te vas a acabar matando —me suelta—, y no sé si puedo estar al lado de
alguien que valora tan poco la vida. Al lado de alguien que me dejará sola,
llorando su muerte. Una última oportunidad, Troy. Toda esa mierda o yo, y que
conste que no lo hago para cambiarte. Lo hago para salvarte. Lo hago para que
vivas. Para poder tener un futuro juntos.
Lo sé, joder. Lo sé. Si sigo peleando, y más estando borracho, un día moriré.
Voy hasta ella y la abrazo.
Se queda rígida, hasta que me abraza y llora. Tuvo miedo de lo que podía
pasarme.
—Te elijo a ti, Kelsi. Siempre.
—Que se note, Troy.
Asiento, enredando mis manos en su pelo.
Ojalá no la cague.
Joder, ojalá no lo estropee todo…
Tengo miedo de mí mismo, porque esto solo se romperá si yo la cago.
Capítulo 60
Kelsi
Troy se queda con Betty, Tulia y conmigo para ayudarnos con el montaje de los
vídeos.
Está nervioso. Se nota que lo de ayer le ha afectado.
Miro su ceja rota.
Ayer estaba muerta de preocupación y dudé de si ir a ese lugar o no, porque lo
llamé sin respuesta. No estaba bien para luchar, y quería que me hubiera buscado
a mí; que se hubiera perdido en mí.
Cuando lo vi aparecer, con la ropa sucia y la ceja partida, vi su muerte.
Joder, vi que, si seguía por ese camino, acabaría muerto.
La idea me destrozó, me aterró y no sé si puedo seguir así.
Entendí un poco a mi padre. No sabía cómo estar para Troy, mientras se
pierde.
Cuando apareció para buscarme estaba temblando. Vi la ansiedad en sus ojos.
Seguramente, por toda esa gente agolpada en la puerta. Quiero creer que no lo
estropeará. Que no volverá a luchar a costa de su vida. Que se querrá más a sí
mismo, como para no perder la vida en un antro así.
Ahora estoy mirando mi vídeo, cantando, para subirlo.
Troy me abraza por detrás y me da un beso en el cuello.
—Mi novia canta fatal —dice, mordiendo mi oreja—. Menos mal que me
tienes a mí.
—Mientras no la cagues —le suelto y me besa en el cuello—. No valen
distracciones sexuales, que sigo enfadada.
—Lo sé, pero no quiero estar lejos de ti, cuando no tengo que fingir que me
importas más que a nada.
Me derrito de amor por él.
Subo el vídeo y la gente lo ve y comenta. Todos coinciden en que canto fatal,
pero no me da miedo lo que opinen, porque he empezado a valorar más las
palabras de la gente que quiero de verdad.
Llega un mensaje a mi móvil, lo abro con Troy detrás, sabiendo que lo está
viendo.
Es un email que no conozco, y tiene un archivo.
Dudo, Troy lo abre por mí y le da a la foto.
En él, salgo con Troy, follando desnuda, en el cuarto de Pat.
Se me cae el móvil y Troy lo coge.
Se marcha para hablar con su detective.
Tulia y Betty se me acercan. Sé que lo han visto.
—No me ha dolido la foto, es el saber que hay alguien cerca, que me está
vigilando. —Asienten—. Pero ¿quién?
—No lo sé, pero, por favor, no dudes de nosotras.
—Ni de Pat —añade Betty—. Voy a preparar algo de manzanilla.
Escuchamos a Troy hablar por teléfono enfadado y cabreado. Parece ser, que
ya no puede dejar de hablar; que al fin ha encontrado razones para hacerse
escuchar.
Ojalá nada más silencie su voz.
Voy hasta él y me abraza.
—Encuentra a ese cabrón y dime su nombre. No hay suficiente tierra para
correr. —Cuelga y lo miro. Está fuera de sí.
—No puedes matarlo.
—No lo voy a matar, pero sí le daré una paliza. —Lo miro aterrada—. No
me pidas que no lo haga. Ese cabrón me ha metido en esto, y va a saber lo que es
bueno. Luego, que la policía lo juzgue, pero antes… Antes me tomaré la justicia
por mi mano.
—Tienes que dejar que ellos hagan su trabajo…
—¡¿Cómo lo hicieron conmigo hace años?! —Troy me mira, pero no me ve.
Está lejos de aquí—. Déjame solo.
—Claro, cómo no.
Empiezo a irme, pero tira de mí, y me abraza con fuerza por detrás.
—Lo siento, sigo aquí. Contigo. Pero estoy hecho una mierda —me
confiesa.
Sonrío, a pesar de todo.
—Yo tengo miedo de no saber en quién puedo confiar. Puede ser cualquiera
el infiltrado.
Miro a mis amigas y dudo de ellas, y hacerlo me mata, porque estoy cansada
de tener miedo y de no confiar en la gente.
—Ayer fuimos muy descuidados…, pero no pasará más.
—Lo de ayer fue real, Troy, pero esa persona es capaz de inventar la realidad.
Por suerte, ayer nadie pudo meter el móvil en la fiesta y no hay fotos reales de
esto. Pero, si publica la que me ha enviado, la gente dudará de mí de nuevo.
Troy me abraza y no me deja sola.
Betty y Tulia tampoco.
Pedimos pizzas y cenamos todos juntos.
Pat se acerca cuando llegan las pizzas. Quiero creer en ellos, son mis amigos.
No quiero perderlos por mi miedo.
Al acostarnos, abrazo a Troy. Le ha llegado un mensaje.
—¿Qué decía?
—Me marcho en una semana. —Lo abrazo con fuerza y trato de contener las
lágrimas, pero no puedo. Lloro en sus brazos, mientras me acaricia y me da
muestras de cariño.
Las caricias ya no están en pausa…, porque él me calma.
—Hablé con Virginia —me cuenta—. La primera vez en persona. —Lo
miro sorprendida—. No me salía hablar con ella. Tal vez, debí verlo como una
señal. Con ella creí que podía tener un hogar, porque nunca he tenido uno. Mi
casa siempre ha sido fría. Mi abuelo era un despreciable y mi padre… Bueno, no
quiero hablar de él. —Noto dolor en su voz—. Y mi madre, ya sabes lo zorra
que es. Ella quería fama y yo algo que se pareciera a lo que nunca tuve. Es triste,
pero nos usamos el uno al otro.
—Eso parece —digo.
—Ya no duele. Lo suyo no duele, pero ayer me afectó, lo suficiente para no
poder dejar de beber. No sé cómo escapar de la ansiedad cuando me asfixia.
—Tienes que pedir ayuda…
—Estoy bien.
—No, no lo estás, Troy. Tienes mucha mierda dentro de ti, que debes
afrontar o, un día, todo te estallará en la cara.
No dice nada, y solo me acaricia. Temo que, cuando todo estalle y entienda lo
que le pasa, no sepa sobrellevarlo y no me busque.
Temo que eso le haga perderse tanto que acabe muerto…
Tengo miedo.
Lo abrazo con fuerza.
No quiero perderlo.
Capítulo 61
Kelsi
Troy ha estado muy ocupado esta última semana. Esperaba disfrutar de cada
segundo, pero todo parece confabularse contra lo nuestro, y, cuando se vaya,
deberé creer que somos más fuertes. Que un día podremos decir que estamos
juntos, sin que su hermana sufra.
Le llegó una foto de Alana, estando conmigo, y comprobé que son iguales. Se
parecen mucho.
La niña lo llamó y le dijo que lo extrañaba.
Sé que es eso. Troy lo es todo para ella, como lo es para mí.
Troy me confesó el miedo que tiene a que su hermana un día no entienda que
todo lo hace por amor.
Cuando borró las fotos, me dolió en el alma, y tampoco tiene fotos nuestras.
Aunque yo sí, para cuando no esté.
Ahora está en una sesión de fotos, mientras voy a ver un entrenamiento de
Pat con Betty. La gente me mira y desconf ío de ellos. No sabemos quién ha
contado lo que pasó con mi exnovio, y no sabemos quién puede estar ligado a él.
Bob tiene más poder del que esperaba, para no dejar pistas.
Aunque los detectives no tienen claro que sea él y están buscando a cualquier
persona. Yo prefiero creer que es Bob, porque nadie más tiene nada contra mí.
La semana que viene tengo fiesta en la universidad e iré a ver a mi padre. No
sé si estoy lista para volver a mi casa, a mi barrio, pero sí me siento más fuerte.
—Mira que está guapo —indica Betty cuando Pat sale y nos saluda.
—No está mal. —Le digo y me da un codazo—. ¿Por qué no aceptas que
quiera contar a todos que eres su chica?
Se sube las gafas.
—¿Nos has visto juntos? Yo no soy para él…, y cuando todos lo sepan, lo dirán.
No sé si podré soportar que comenten lo que yo sé.
—Pat solo es un chico, que está muy bueno, pero solo es un hombre más. Que
sufre como todos.
—¿Piensas eso con Troy? Va a estar rodeado de chicas guapas… ¿No tienes
miedo?
—Si alguien se cruza en su camino y eclipsa lo que hay entre los dos, es que
nunca hubo un nosotros eterno.
—Eso es cierto.
—Y eres preciosa, superlista y una gran amiga. ¿Acaso no puedes dejar de verte
con tan mala cara? No te hace bien, y te lo dice alguien que ha tratado de
destruirse, por lo que decían otros.
—Es que menudos cabrones.
—Si yo pudiera, estaría en cada momento de la vida de Troy, pero no puedo.
—De momento —indica, y miramos a Pat hablar con las animadoras—.
Podría estar con cualquiera de ellas…
—Pero te ama a ti. No sabes cuánto tiempo tenéis juntos, por lo que
disfrútalo.
—Cierto —afirma y cuando Pat sube a hablar con nosotras, se acerca y le
planta un beso.
—¿Y eso? —pregunta, poniendo sus manos en la cintura de mi amiga.
—Estoy aterrada, pero lo superaremos, ¿verdad?
—Verdad, pero ahora a grabarme con el móvil, que quiero subir vídeos a mi
perfil. —Me mira directamente.
—Lo haré, pero pienso cobrarte por el montaje —lo pico.
Betty se sienta a mi lado, y, aunque está temblando, sonríe feliz. Somos más
fuertes de lo que creemos.
Nos hago una foto juntas y la subo al perfil y pongo:
Con amigas de verdad. De esas que lloran en los malos momentos a tu lado.
—Por supuesto —añade Betty al leerlo.
La abrazo y miramos el partido, mientras hacemos vídeos a su chico.
Miro el móvil esperando un mensaje de Troy. Se va en dos días, y duele saber
que se marchará.
Tomo aire. Todo irá bien.
En cuanto lo pienso, tengo un mal presentimiento.
Capítulo 62
Troy
Hago una sesión de fotos para una revista.
Mi madre lo ha acordado todo.
La fotógrafa me ha pedido fotos con poca ropa, y no es la primera vez que
poso mostrando mi ropa interior.
Pero nunca me gusta. Me hace sentir desnudo. Si quiero cantar, ¿por qué
tengo que posar medio en pelotas?
Porque así va esta industria, me dijo un día mi madre.
A veces creo que esta mujer no tiene corazón.
La fotógrafa se me insinúa una vez más, antes de irme a cambiar, pero no le
hago caso. No digo nada. No quiero nada con ella.
Solo quiero acabar con esto y estar con Kelsi.
Me estoy poniendo la camiseta, cuando siento su mano en mis pelotas.
La aparto, enfurecido, sujetándola de la muñeca.
—Me haces daño —me dice, pero la aprieto todavía más—. Te puedo
denunciar por esto.
—¿Por tocarme los huevos sin mi permiso? Lo mismo te denuncio yo a ti —
le digo y sonríe.
—Lo estabas deseando. No sería la primera vez que te pasa esto.
No, no es la primera vez.
La primera fue cuando solo tenía catorce años. Una mujer se me insinuó y me
tocó, mientras me cambiaba.
Mis compañeros de grupo me dijeron que era lo normal, y que disfrutase.
Nunca he disfrutado. Siempre me siento mal…
La miro, como si la quisiera matar. Joder, odio que me toquen, y más así.
He normalizado algo que, por dentro, me mata, porque todos lo ven como
algo inocente.
—Te ha gustado. No te hagas el estrecho. Sé que follas con las fotógrafas, al
acabar. —Me mira sugerente—. Te gusta duro… —La aprieto más fuerte y gime
de placer.
Me aparto, asqueado, y salgo de este lugar, agitado y nervioso.
Esto me ha pasado muchas veces. Tantas, que al final me dejé llevar. Follaba
con ellas, para ver si se iba ese dolor de sentirme intimidado, pero no, el dolor
era mayor. Nunca se iba, se hacía más profundo, hasta Kelsi, el sexo fue siempre
una mierda, al acabar. Hasta con Virginia.
Pienso en llamar a Kelsi, pero tengo la mente nublada.
No puedo calmarme, y abrazarla no me calmará.
¡Joder!
Estoy agitado, por lo que ha pasado y siento que no debería darle tanta
importancia.
Pienso en ir a por ella, pero acabo por ir al club a pelear.
Kelsi ya tiene suficiente con su mierda, para tener que cargar con la mía. No
estoy aquí para que lama mis heridas, pero yo pienso lamer cada una de las suyas.
Siento que la estoy cagando, pero por dentro estoy demasiado roto para
darme cuenta del paso que estoy dando.
Solo una pelea, solo una…, y la buscaré. Más calmado.
En el fondo, sé que no la elijo, porque tengo miedo de hacerle daño, en el
estado en el que estoy. Tengo miedo de lastimarla, mientras me tranquilizo.
Voy a mi lugar de perdición y bebo para calmarme.
No lo logro.
Me informan de que habrá una pelea. Pienso en Kelsi, y en su miedo. En lo
que pasó la última vez.
Miro mis manos, tiemblo, porque tengo sed de sangre. No puedo tocarla en
este estado.
No puedo.
Acepto y me apunto a luchar, aun sabiendo que tal vez la pierda o no salga de
esta. ¿Y si acabo muerto? Tal vez, la vida esté mejor sin un mierda como yo, y ella
también.
Ahora mismo me siento morir por dentro, y necesito golpear cosas. Dejar
salir toda la ira, toda mi oscuridad, que me carcome por dentro.
Entro al ring y dan la señal.
Sé que no puedo con esto, con el primer golpe. Mi vista se nubla.
Lucho, pero no consigo hacerme con el combate. Entonces, me golpean en la
cabeza y todo se torna negro.
Caigo desplomado, como si ya no tuviera vida.
Pienso en Kelsi, en su risa, en sus besos, en sus caricias…
Pienso en ella, mientras temo no haber podido llegar a su lado, cuando me
estaba muriendo.
Tenía una razón para vivir.
Mientras la oscuridad se ciega conmigo, veo a un niño entre las sombras
asustado y solo. Nos miramos a los ojos. Ese niño soy yo… Sigo en ese lugar,
aterrado, temiendo la muerte.
Otra vez, solo con mi padre, que me deja en el centro comercial. Sin importar
que soy un Harris, sin importar que si alguien me descubre, pueden
secuestrarme.
Lo veo irse, con una joven.
Abro la boca para gritar, pero ya no hablo. Nadie quiere escucharme.
Entonces, empiezo a crear música en mi mente. Toco con los dedos mi
pierna, y la música me calma.
Cantar da voz a mis miedos. La música me acompaña en las noches oscuras…,
y entonces, hay un aviso de bomba en el centro comercial y la gente corre de un
lado a otro.
Corro con ellos. Me golpean, me empujan…, y acabo aplastado. Con la pierna
rota. Nadie me ve…
La gente solo corre, para salvarse a sí misma.
Ese día dejé de creer en el ser humano.
La imagen cambia.
Tengo sexo con unas y con otras.
Vomito, al acabar.
Siento que algo no está bien. He tomado drogas… Estoy perdido.
No entiendo este mundo.
—Eres un hombre —me dice Rune y me mete en un cuarto lleno de sexo,
drogas y alcohol.
Sin darme cuenta, la vida pasa rápido.
De nuevo, miro a ese niño, perdido, abandonado, mientras mi padre tenía
sexo con mujeres. Nos miramos a los ojos. Sigo ahí, asustado y aterrado.
Entonces, siento una mano, que no deja de sujetarme.
—Troy, por favor. Vuelve a mí. —Su voz me calma.
Dejo de estar solo. Dejo de tener miedo, y en el bosque sale el sol.
Entonces, la veo a Kelsi, y corro hacia ella.
No hay dolor, cuando la tengo cerca. No estoy perdido, ni solo, ni aterrado.
Solo me asusta perderla.
Sujeto su mano, mientras mi cuerpo no es del todo mío.
Se ríe y llora con fuerza, al ver que sigo aquí. En esta vida. Con ella.
Despierto, desorientado.
Busco algo, lo más importante que la vida…
La veo. A Kelsi, leyendo cerca de mi cama.
Alza la cabeza y, al verme despierto, los ojos se le llenan de lágrimas.
—Te odio por hacerme esto —dice y las lágrimas se derraman por sus
mejillas.
—Lo sé —indico con la voz rota.
Nos miramos a los ojos, y no puedo hablar mucho.
Voy a decir algo, pero algo no va bien.
Noto pesado el corazón, me duele… Me duele mucho.
Los pitidos me hacen temblar y de nuevo el miedo en los ojos de Kelsi. ¿Qué
estoy haciendo?
—Lo perdemos.
—¡Troy! No me abandones. ¡Lo prometiste! Prometiste que a tu lado nada me
haría sufrir…
De nuevo, soy ese niño que corre entre la gente, asustado.
No puedo llegar a ella. No puedo coger su mano. No puedo hablar… No puedo
gritar que la amo.
No puedo aferrarme a la vida.
¿Qué he hecho? Por primera vez en mi vida, tenía algo bueno y lo he jodido
todo.
Capítulo 63
Kelsi
No puedo verlo así.
No puedo.
Me mata verlo entre la vida y la muerte.
No sé cómo respirar sin que duela.
Volvió a elegir eso a mí. Volvió a alejarse de mí.
Sé que debo dejarlo, pero lo haré cuando esté bien. Cuando no corra peligro.
Aunque lo deje, para enterarme de su muerte más tarde.
El doctor lo ha dejado claro: si sigue así, acabará muerto.
Su madre está cerca. No ha comentado nada de que esté aquí, y eso me ha
sorprendido. Pero aquí estoy, aferrada a la mano de Troy, mientras sé que
nuestro final está cerca.
Lo miro y lo llamo. Lo hago, sin descanso.
Le he escuchado en sueños gritar que está solo. Que está perdido. Lo he
escuchado agitarse. No he dejado de llamarlo, para ver si mi voz le da paz.
Se remueve inquieto. Lo miro y veo cómo abre los ojos.
Cuando me ve, se relaja.
—No te has ido —dice con un hilo de voz.
—Solo hasta que sepa que no te vas a morir…
—Kelsi…
—Te lo advertí, Troy, y llevo más de cuarenta y ocho horas llorando por ti.
¿Es esa la vida que me merezco?
—No —afirma sincero, con todo el dolor de su corazón—. Eres mi luz. Si
me dejas…, me pierdo.
—Elegiste, Troy, y no me elegiste a mí. Voy a llamar al doctor.
Me levanto y nuestras manos se separan. Duele mucho, porque, si no corre
peligro, me iré de su lado. Cada uno seguirá con su vida, como si esta locura
nunca hubiera existido.
Salgo y rompo a llorar, hasta que veo a su madre.
—Se ha despertado —le informo.
—Yo me encargo de todo —me dice fría, y sé que mi tiempo aquí ha
terminado.
Tomo aire y me marcho hasta la puerta.
Cuando salgo, estoy temblando. Agitada y nerviosa. Por eso, cuando el
guardaespaldas de Troy me lleva hasta su coche, no me quejo. No puedo
moverme.
—Troy tiene mucha suerte de tenerla en su vida.
Estos días, me ha traído comida, y sé que se llama Argi.
—Eligió y no fui su elección. No puedo estar a su lado, para ver cómo se
destruye, porque no es capaz de ver lo bueno que podemos tener juntos. Dile,
que lo nuestro se acabó.
—Deberían seguir. Merece la pena.
—No puedo. No sé cómo hacerlo, si no me deja estar ahí.
—No sabe dejar a nadie estar ahí, porque, cuando necesitó a alguien, nadie
estuvo para él. —Aprieta los puños al volante—. Váyase con su padre, como
tenía previsto. Dele un tiempo. Él volverá a usted. Escúchelo, Kelsi. Troy no es
consciente de lo mucho que necesita ayuda, pero si usted se lo dice… Tal vez,
podamos salvarlo. —Se nota que Troy le importa de verdad.
No me extraña que sepa lo de mi padre.
Este hombre lo sabe todo. Siempre han estado ahí.
Me deja en mi residencia y me despido de él.
Pienso en sus palabras, pero ahora mismo estoy muy cansada, como para
tomar una decisión. Aunque es cierto que lo mejor que puedo hacer, es ir con mi
padre, como estaba previsto.
Lo peor, es que no sé si estoy fuerte para enfrentarme a mis propios demonios.
Último día de clase, y esta tarde me marcho a casa para celebrar las Navidades.
He comprado cosas para el bebé, y pensar en mi hermano, evita que me entre
ansiedad por volver.
Oriol vino a verme y me pidió perdón de nuevo. Lo perdoné. Ha pasado por
un infierno.
Entro a la universidad y la gente me mira, y luego cuchichean.
Siento que la historia se repite.
—Parecía tonta, pero le gusta que le den duro —dice una, que mira su móvil.
—¡Qué envidia, chica! —comenta otra y me mira, como si fuera una diosa.
Pat viene corriendo, seguido de los jugadores de fútbol. Al llegar a mi lado,
mira a todos como si los quisiera matar, y el resto de sus amigos lo imitan. Me
haría gracia, si no supiera que algo gordo ha pasado.
—¿Qué ocurre, Pat?
Saca su móvil y me enseña unas fotos mías, hechas con IA, donde me estoy
montando una orgía con los del equipo. La famosa orgía de hace meses, de la
que hablamos. Pruebas de que fue real, pone.
Miro las imágenes, asqueada. En varias me lo monto con distintos tíos a la
vez, y se la como a Pat.
Joder, Bob ha ido demasiado lejos, y lo peor es imaginarlo creando esto,
mientras me desnuda. Siento como si me hubiera violado de alguna forma. Me
siento sucia.
Esto es peor que la imagen cuando me corría con los pósteres de Troy. Es
mucho peor. La otra vez, la gente no le dio importancia, pero dudo que pase lo
mismo de nuevo…
Esta vez, todo se repetirá. Me insultará, me agredirán… Nadie entenderá por
qué me duele.
—Kelsi… —me llama Tulia, que no sé de dónde ha salido—, mírame, por
favor.
—Me siento violada —digo, alterada—. Esto no es real y, si lo fuera, nadie
tiene derecho a enviar estas fotos mías.
Tomo aire, y me agito. Estoy nerviosa. Trato de controlarme. No es real. Solo
son fotos…, pero mi dolor es real.
—Tranquila, Kelsi —me dice una muchacha que no sé quién es—. Se nota
que son manipuladas. Muy mal, por cierto. Estudio dibujo, y esto no tiene ni
pies ni cabeza. Hay fallos por donde mires, y, aunque fuera cierto, hija, si lo
gozaste, bien haces.
—¿Puedes ayudarnos a identificar los fallos? —pregunta Betty.
—Sí, claro, y hasta deciros el programa que ha usado —indica la chica, e
intercambia el móvil con Betty.
Otro chico comenta que la IA se ha ido de madre.
Tomo aire, mientras veo que hay gente que lo cree, pero otros para nada.
Mis amigos me apoyan y vamos a clase juntos. Se quedan conmigo, al final, y
el profesor no dice que se marchen.
—Tenemos que dar con él.
—Ha cometido un fallo —dice Pat—, y lo vamos a pillar.
Ojalá.
Los miro, y me abrazan.
La gente habla, pero no me duele. No estoy sola. Tengo gente que me quiere,
y amigos de verdad.
Tomo aire, el dolor está ahí, pero esta vez soy más fuerte. Mucho más fuerte.
—El contrato se ha acabado —me anuncia mi madre. Mi padre está fuera del
cuarto, agitado, nervioso y, desde hace unas semanas, fuera de sí—. Eres libre,
por lo que supongo que quieres dejar el grupo.
—Sí, quiero empezar de cero.
—Supongo que sin mi agencia.
Nos miramos a los ojos y la puerta se abre, y aparece mi padre.
—Todo es mío. Todo es mío…
—Teníamos un trato —le recuerda mi madre—. El trato acaba hoy. Yo no
me he metido en tu vida…, con la condición de que fuera libre de ti y de él. —
Mira el cuadro de mi abuelo.
—¡Tu padre era un cerdo! Nunca debió dejarle todo a él. ¡Era mi dinero!
Los miro, sin comprender nada, pero mi padre por fin se muestra como el
desgraciado que es, y mi madre lo mira… con asco.
Lo mira de una forma que jamás he visto en mi presencia.
—Sí, pero yo he cuadruplicado el préstamo. Coge tu parte y desaparece de
nuestras vidas. Ahora, Troy es el dueño de toda la fortuna Harris.
La miro, sin comprender, y mi padre va hasta ella.
Voy hacia él y lo cojo del cuello.
Joder…, podría matarlo. Tengo muchas ganas.
Tomo aire, y dejo la ira irse. Lo suelto.
—Eres un mierda. Una persona capaz de dejar a su hijo, solo para follar.
—Gracias a mí, eres un hombre.
Mi madre le da un puñetazo.
—Largo de su casa. Ahora él es el dueño, y firma el divorcio antes de salir.
Mi padre nos observa con asco y se marcha.
Miro a mi madre.
Esta me mira y veo algo en sus ojos, que no he visto nunca: amor. Luego,
tiembla como si no pudiera más con el peso que sostenía.
—¿Me puedes explicar qué ha pasado?
—Al fin puedo. Al fin, todo es tuyo.
Saca un testamento y lo leo.
Mi abuelo me legaba toda su fortuna a los veinticuatro años, que hago hoy,
solo, si mi madre no interfería en mi vida, más de lo necesario. Solo, si me
dejaba convertirme en un hombre.
El dinero que mi padre les prestó en la boda sería devuelto, y yo tendría el
resto para hacer con ello lo que quisiera. Mi padre sería quien podría alegar si mi
madre tuvo algo que ver o no, en mi vida.
—El abuelo siempre fue un capullo.
—Sí, lo fue, y adoraba a tu padre. Por eso, hizo esto. Cuando naciste, me
volqué en ti, y me dijo que iba a hacer de ti un hombre débil. Cambió el
contrato, poco antes de morir, y tu padre me ha estado amenazando con esto
toda la vida. Cuando te pasó todo, no podía ayudarte, y eso me mataba…, pero
pude apuntarte a clases de canto. Te mandé lejos, con un agente de mi
confianza, que era mi mejor amigo. Pensé que te cuidaría. Creía que te cuidaba.
De verdad, que yo… —Rompe a llorar—. Tu padre era feliz con su hijo cantante
—comenta, cuando se calma—. Esperaba que yo la cagara y tener una inmensa
fortuna, pero yo no podía hacer nada. Solo debía esperar a este día, para ser libres
de él, y de tu abuelo y sus artimañas contra mí. Por suerte, llegó Kelsi y te pudo
cuidar. Argi me dijo lo especial que era para ti. —Pienso en mi guardaespaldas.
La mirada de mi madre es más dulce—. Lo siento, y entenderé que no puedas
perdonarme…
—¿Y por qué no huir conmigo? ¿Aguantaste solo por dinero?
—No, si huía, perdía tu custodia. El dinero no me importaba, Troy, pero si
perdía la custodia, no podría hacer nada para alejarte de él. Créeme, si te dije que
hice lo que pude… Yo… ¿Sabes lo duro que ha sido para mí estar ahí, sin estar?
¿Sabes lo que ha sido tener que fingir que no te amo más que a nada? —Rompe a
llorar.
Mi madre nunca llora. Siempre ha sido una zorra…, para no perderme.
La abrazo. Joder, para ella ha sido un infierno todo esto.
Me abraza y, por primera vez, entiendo que fue una zorra para salvarme. Para
llegar a este punto.
Kelsi tenía razón: había algo más. Un punto, en un testamento.
Ahora soy dueño de todo, hasta de la agencia de mi madre. Por eso, lo
primero que hago, es ponerla a su nombre y darle todo lo que le pertenece.
La contrato como mi agente, para mi nueva carrera. Con mi música, en
solitario. No puedo dejar de cantar, pero hay una condición: me quedo con la
chica, y quien no quiera seguirme, que no lo haga.
—No esperaba menos. —Mi madre firma—. Rueda de prensa en diez
minutos.
Mi madre sabe lo de Alana. Sabe que la cuido, y hemos dejado en su mano
que ella quiera o no ser pública. Tiene derecho a elegir si quiere una vida pública.
Lo que decida, lo entenderé, y estaré a ahí.
Entro a la sala de prensa.
No he hablado en las entrevistas, porque no tenía nada que decir del grupo.
Por eso, hay expectación máxima.
Estoy solo. Sin ellos. Sin esos idiotas, que no soporto.
Decirles adiós, me ha sentado muy bien. Era la primera vez que hablaba con
ellos y mandarlos a la mierda ha sido gratificante.
Mi madre les ha informado de que la agencia no quería sus servicios más.
Que se jodan, porque me vieron mal y me incitaron a tener sexo, borracho.
No quería, no era normal, no deseaba estar ahí…, pero les dio igual. No todo es
normal, y no todo vale. Por mucho que se haya hecho así durante años.
Me siento y siento las cámaras y los flases apuntando a mi cara.
Ajusto el micro, y me preparo para hablar, para no callarme más. Al fin,
siento que soy libre para ser yo mismo.
—Buenas tardes, y muchas gracias a todos por venir. —Se hace el silencio. Es
la primera vez que me dirijo a ellos—. He convocado esta rueda de prensa para
informales de que no voy a volver al grupo Escarlata. Ni ahora, ni nunca. Esta
etapa de mi vida ha sido cerrada, y a partir de ahora, iniciaré mi carrera en
solitario. ¿Alguna pregunta? —Todas las manos se alzan. Sonrío—. Solo una…
Tú —le digo a Tulia, que ha terminado su carrera de Periodismo, y le di un pase
para esta entrevista.
Es lo que tiene tener un amigo en la industria.
Betty estaba con Pat, en la ciudad donde lo han contratado para jugar al
fútbol de forma profesional, y ella trabaja en una radio local.
Las ambiciones de Tulia son mayores. De hecho, mi madre la ha contratado
como jefa de prensa para mí, pero hasta que esta reunión no termine, no
empezará.
—¿Y ahora dónde irá ahora, señor Harris? —Sonríe y nos miramos.
—Ahora voy a por mi novia, a disfrutar de ella, sin miedo a perder más
seguidores. —Sonríe—. Quien me quiera seguir, será por mi música, y nada
más.
—Por suerte para ti, ella quiso no perderse esa entrevista tan importante.
La gente se aparta y veo a Kelsi al fondo.
No lo esperaba. Joder, esto no lo esperaba.
Salto la mesa y voy hasta ella.
No dejan de hacernos fotos.
Nos miramos y, al fin, la beso ante cientos de cámaras, que no me importa
que vean cuánto la amo.
Joder, estoy loco por ella.
—Te amo.
—Te amo —me responde.
La abrazo y giramos. Se ríe. Soy feliz, soy feliz… Feliz de verdad.
Apoyo mi frente en la de ella, y tomo aire. Mis ojos se reflejan en los suyos.
Lo hemos logrado. Hemos llegado hasta aquí, juntos. A su lado aprendí a
luchar contra cada uno de mis demonios, mientras yo la ayudaba a combatir los
suyos.
Perdido me encontré a la persona que me iba a ayudar a volver a encontrarme
a mí mismo. Kelsi siempre tuvo razón: es mi destino y mi vida, mi estrella en la
oscuridad más inmensa, y mi abrigo en la tormenta.
Ella es la persona que siempre me vio, hasta cuando yo no lo hacía.
Epílogo
Kelsi
Tu luz me guiará siempre de vuelta de la oscuridad.
Ten piedad de mí, nena, y dime que me amarás toda la eternidad.
Si un día muero…, quiero saber que mi destino será encontrarte.
Si un día muero…, quiero que sea mientras bailamos juntos, perdidos en nuestra propia danza.
Sonrío, cuando Troy deja de cantar y me mira.
Estamos grabando su segundo álbum en solitario. La verdad es que es muy
bueno y me encanta estar con él, cuando los graba.
Ahora me encargo del sonido y de los vídeos.
Tengo un equipo a mi cargo. Trabajo para él, aunque en verdad, desde que
nos casamos, todo lo mío es suyo, y al contrario. Así lo quiso, y somos un
equipo.
—Es muy bueno —me dice mi suegra.
—La verdad es que sí.
Pasa mucho tiempo con nosotros.
Nos compramos una casa, aislada del mundo, cerca de un precioso lago.
Troy se va de giras, pero, siempre que puede, está ahí y, cuando viaja, yo lo
hago a su lado.
La gente lo sigue por su música, ya no es solo un cuerpo sin emociones.
Habló en el pódcast de la universidad, donde yo seguía dirigiendo todo, de
cómo se había sentido cuando la gente lo tocaba. Se abrió en canal y, desde
entonces, la gente se lo piensa dos veces antes de tocarlo, invadiendo su espacio.
Yo también expliqué cómo me sentí con la IA, cuando todo pasó, y pedí que
la usaran con cabeza, porque todo es bueno, hasta que se le da un mal uso.
Por suerte, el alcalde se pasará casi toda su vida en la cárcel.
Mi padre y Vanesa tuvieron a mi hermano, y adoro a ese pequeño. Su negocio
creció, gracias a mis ideas y, desde que supieron que era su hija, y mi novio Troy,
más.
—A mí me ha parecido que la voz no estaba bien del todo.
Alana nos mira desde el sofá. Tiene quince años y, desde hace dos, decidió
contar que era su hermana. Desde entonces, viaja con nosotros siempre que
puede, y, aunque la prensa la acosa, al final todo pasa, y en su pueblo la gente la
trata como una más.
—Estoy con la enana —dice Troy—. Lo repito. Empezamos desde cero.
Su hermana lo observa con cariño y adoración.
Me mira y le digo que vale.
Lo preparo todo. Pongo todo a cero y empezamos a grabar.
No me canso, de escucharlo, de mirarlo… Sobre todo cuando alza la cabeza y
me sonríe, como cada concierto al que voy. Como si solo fuéramos los dos, entre
millones de personas.
Acaba y entra para escucharlo en la cabina.
Se sienta y tira de mí, para que esté sobre él. Parece mentira que un día a
ninguno nos gustaran las caricias. Ahora no puedo dejar de tocarlo, y de
buscarlo.
Besa mi cuello.
—Me gusta —afirma feliz—. Seguimos con las siguientes.
Me besa feliz, orgulloso de él mismo, y de la música que hace. De lo que es.
—Te amo —le confieso cuando se aleja.
—Y yo a ti.
Entra y se pone a cantar de nuevo, y de nuevo todas sus letras son para mí y
para nuestra vida.
Troy sopla las velas. Cumple treinta años ya. Coge chocolate con un dedo y
me lo pone delante. Lo lamo y luego me besa.
—¡Ey…, cortaros un poco! —grita Pat, al lado de Betty.
Sonrío y lo beso de nuevo.
—Al final, no he acabado muerto, antes de los treinta —murmura a mi oído.
—Gracias a mí. —Se ríe.
—Eso sin duda.
Corto la tarta, mientras Tulia graba todo, para las redes sociales.
Yo también he estado grabando todo, pero es para nosotros.
Mi padre le da un regalo y lo abre. Es una guitarra nueva.
—Sé que tienes muchas, pero esta me gustó para ti.
Troy le da un abrazo, y luego coge a mi hermano en brazos.
Su hermana se le acerca y le tiende su regalo.
Tiene a su novio al lado y, sorpresa, a Troy no le gusta. Lo ha matado de mil
maneras diferentes, mentalmente. Es un gran chico, y espero que Troy, al final,
lo acepte, como mi padre hizo con él.
Su madre coge un trozo de tarta y otro para Argi, su pareja. No se quieren
casar, pero no esconde su amor. Ella lo dejó, al lado de su hijo, porque esperaba
que lo cuidara, y por eso siempre veló por mí.
Oriol no está aquí. Lo perdonamos, pero las cosas ya no fueron lo mismo en
el grupo. Por suerte, vino nueva gente y acabamos la universidad con un grupo
de pódcast muy bueno; pero amigos de verdad, nos quedamos con tres: Betty,
Tulia y Pat.
Vanesa se me acerca y mira a todos reírse, felices.
Observo a Troy abrir regalos, y no deja de mirarme de reojo. Cada año está
más jodidamente sexi. No puedo dejar de enamorarme de este hombre.
—Se le ve feliz —indica mi madrastra, y la abrazo.
—Sí, y yo también lo soy.
—Lo sé, se nota.
Comemos la tarta, y mi padre se me acerca. Me hace una foto con Troy, para
su álbum familiar.
—Al final lo has conseguido —le digo a Troy, y me mira a la espera de que
añada algo más—, encontrar la felicidad.
—Ya ves, hasta un mierda como yo, podía ser feliz. —Lo miro con reproche
—. Es mentira. Nunca fui tan malo como me pintaba mi padre. Lo sé.
De su padre, no sabemos nada. Por suerte, ha desaparecido de nuestras vidas.
—Mejor, porque eres increíble.
Nos besamos, cerca de nuestra familia y amigos; de toda esa gente que nos ve
de verdad. Que están ahí, en los buenos y malos momentos. Esos que no huyen,
cuando te salpica la mierda. Esos que son de verdad.
—Te amo —susurra a mi oído.
—Y yo a ti.
Lo amo cada día más.
A su lado aprendí a quererme a mí misma; a perderme, para encontrarme, y
lo que es el amor. El de verdad, el que encoge el alma y te hace suspirar con cada
caricia. El que es pausado y a la vez intenso. El que te hace desear una vida
eterna, amando a esa persona en cada una de tus vidas. A su lado, aprendí a no
conforme, porque solo, cuando te conformas, dejas de vivir tu vida.
A su lado, aprendí a amar, mientras luchaba contra dragones imaginarios.
Que a veces la vida se queda en pausa, un instante, al mismo tiempo que el
mundo no deja de girar y tú aprendes a vivir lento, mientras todo pasa rápido.
A su lado, aprendí que la vida es mucho más de lo que un día soñé, pero no
cambiaría ni uno solo de mis sueños.
Estos me trajeron a él, y me acompañaron cuando nadie era capaz de ver
quién era en verdad.
Hoy la vida gira, sin pausas, con cientos de miedos, y muchos sueños.
A su lado…, al lado de mi cantante favorito, Troy Harris.
Agradecimientos
A mi marido y mi hijo, que son las personas que más quiero. Gracias por
apoyarme en cada novela y vivirlas como si fueran vuestras. Por estar a mi lado,
en los buenos y malos momentos.
A mis padres y mi hermano, porque sois increíbles, y os quiero mucho.
A Ediciones Kiwi, por apostar por todas mis locuras.
A mis lectoras cero, Sara, Jenny, Jessica y Raquel, por vuestros consejos y
cariño hacia mis libros siempre.
A Merche y Natalia por estar siempre ahí.
A mis lectores, las «moruadictas», como yo las llamo, por ser parte de mi
mundo en cada novela y estar ahí, sea el género que sea, apoyando a tope mis
libros.
Y a los nuevos, gracias por darles una oportunidad a mis letras.