Resumen P Cognitivo Coductual 2021
Resumen P Cognitivo Coductual 2021
Resumen P Cognitivo Coductual 2021
Basada en Evidencias
Capítulo Primero
La psicología y su aplicación a la resolución de los problemas de las personas
Un tratamiento psicológico es una intervención o un proceso para resolver un problema de
una persona ¿cualquier tipo de problema? La respuesta es evidente: no cualquier
problema; si una persona tiene un problema económico y tiene necesidad de dinero,
podría recurrir a amigos, a familiares. Entonces, ¿cuándo iríamos al psicólogo? Otra
respuesta aparentemente sencilla sería la siguiente: cuando nuestro problema fuese
psicológico.
¿Qué parte del individuo, del ser humano, es psicológico y qué parte no lo es? ¿Todo lo
que hace una persona es psicológico? ¿Es posible diferenciar una parte biológica,
orgánica y una parte psicológica, mental en el ser humano? Evidentemente esto es muy
difícil, puesto que el comportamiento del ser humano es una interrelación entre las
distintas partes que lo conforman, de modo que cuando pensamos estamos realizando
una actividad cognitiva, mental que está acompañada de una actividad neuronal, con un
claro sustrato orgánico.
El medio es todo aquello que rodea a un individuo, que configura el marco, el escenario
en el cual el individuo se desenvuelve. A veces también lo denominamos ambiente, o
contexto o situación estimular; este medio está formado por muchos elementos y, de entre
todos ellos, denominamos estímulos a aquellos elementos que son capaces de provocar
una respuesta.
Cuando hablamos de medio, así en general, sin precisar si medio interno o externo, nos
estamos refiriendo a ambos, y cuando señalamos algún estimulo de ese medio, también
incluimos los internos tanto como los externos. La conducta de un individuo puede
desencadenarse a partir de un estímulo externo o de uno interno.
Lo psicológico es el comportamiento de un individuo en su interacción con el medio, fruto
de su historia de aprendizaje. Por tanto, se entiende lo psicológico lo aprendido a partir de
comportamientos innatos o bien de otros comportamientos aprendidos previamente.
Sin embargo, el ser humano es un todo y como tal se comporta los procesos orgánicos
(supuestamente objetivos) y mentales (ídem subjetivos) son insolubles y si en alguna
ocasión se estudian por separado es para facilitar dicho estudio. El comportamiento
humano es un conjunto de muchos elementos que también se pueden estudiar por
separado, sin que ello quiera decir que estemos estudiando el comportamiento humano.
Por ejemplo: muchos de nosotros habremos tenido dolor de cabeza en una situación de
tensión, existe una alteración orgánica que es fruto de la percepción de una situación
como ansiógena y decimos percepción de la situación porque no es la propia situación de
tensión la que nos origina el dolor. ¿Quiere esto decir que el dolor es psicológico (en este
sentido que hablábamos como opuesto a orgánico)? Evidentemente no, puesto que de
verdad se producen unas alteraciones «reales)», «objetivas».
De todas las relaciones que se establecen, aquellas que tienen que ver con una
organización del comportamiento no reactivo, histórico, personal, idiosincrásico del sujeto,
son las pertenecientes al estudio de lo psicológico. Por tanto, podemos decir que lo
psicológico lo constituyen las relaciones interactivas que se establecen entre el individuo y
su entorno, que se muestran a través del comportamiento y que se-aprenden a lo largo de
su historia personal.
Afirmar que una persona tiene depresión no es otra cosa que decir que esa persona
presenta una serie de conductas que resultan ineficaces para sentirse bien en ese
momento y contexto concreto en el que vive, de manera que si se modifican o eliminan
tales comportamientos, podríamos afirmar que esa persona ya no <<tiene>» depresión.
Cuando las habilidades psicológicas de una persona son deficitarias, tal persona puede
tener problemas en su relación con el entorno y puede acudir al psicólogo para que le
ayude a resolverlos. Entonces el psicólogo pondrá a su disposición las técnicas de la
psicología pertinentes para ese problema en cuestión. Solamente a partir de la
observación de lo que se hace y se dice, con base en los criterios valorativos relativos que
cada individuo ha aprendido en su historia de aprendizaje particular, se podrá hablar de
problema.
La psicología es una ciencia que cuenta con una tecnología y llegados a este punto
pasamos a aclarar el tercer término de nuestra definición, la intervención en psicología.
El psicólogo que se dedica a resolver problemas de las personas necesita dos tipos de
conocimientos: un conocimiento de la ciencia psicológica (de los modelos que explican
cómo se aprenden los comportamientos) y un conocimiento de la tecnología de cambio.
Con estos conocimientos un psicólogo clínico ha de ser capaz de extraer las reglas
generales-del aprendizaje y aplicarlos al caso individual, con el objetivo final de obtener un
análisis funcional o hipótesis explicativa de ese problema concreto.
Con el análisis funcional se han de determinar las variables que están relacionadas con el
problema en cuestión y que se han de manejar para producir el cambio en la dirección
deseada. Cada análisis funcional es único y cada programa de tratamiento terapéutico
también lo es. En psicología no existen procedimientos estándar para problemas tipo,
como en medicina existen pastillas para enfermedades.
Es verdad que con frecuencia los psicólogos utilizan estas etiquetas, como depresión,
fobia, ansiedad, para denominar el problema que presenta una persona, pero tales
etiquetas únicamente han de tener un valor de facilitación de la comunicación entre
profesionales, de resumen del tipo de comportamientos problemáticos de los que se está
hablando, pero nunca un valor diagnóstico ni orientativos en cuanto al tratamiento a
seguir.
Capítulo II
¿Cómo se define un problema en psicología clínica?
No todos los problemas que se plantea la psicología son problemas clínicos; la parte
clínica de la psicología hace referencia al abordaje de aquellos problemas psicológicos
que presentan las personas y que les plantean dificultades de adaptación en su vida
diaria.
Existe otra razón por la cual se suele preferir el término cliente al más popular o utilizado
de paciente. Por una parte, el término paciente está relacionado con padecimiento; el
paciente es la persona que sufre las molestias derivadas tanto de la enfermedad como del
tratamiento. Por otra parte, la palabra paciente se asocia de manera automática al
contexto biomédico; en este sentido, un, paciente es una persona que tiene un problema
y sobre la cual se va a aplicar un tratamiento. En el contexto médico él paciente tiene, tal
como indica la palabra, un papel pasivo, de receptor de lo que el experto, el médico,
considera que es adecuado para su problema. EI médico es por lo tanto el agente activo.
Otro ejemplo de ese relativismo que tenemos que tener en cuenta a la hora de calificar un
comportamiento como inadecuado puede ser lo que se ha considerado a través de la
historia como apropiado para el género femenino.
Así que a la hora de definir un problema como tal, es mucho más eficaz que recurramos a
la capacidad de tal comportamiento para facilitar la adaptación del individuo al, medio en
que vive, es decir que tal comportamiento le ayude a sentirse mejor.
La aplicación del modelo médico generalizado a los problemas psicológicos ha sido muy
criticada tanto desde la medicina como desde la propia psicología. Una de las cuestiones
fundamentales que dan cuenta de por qué no es un modelo útil en psicología es que, en la
inmensa mayoría de los problemas, no se han encontrado esa supuesta base orgánica
que sería la causa de los síntomas visibles. Ello nos lleva a lo que se ha denominado
razonamiento circular, es decir, se le da un nombre a un conjunto de síntomas y después
se utiliza ese mismo nombre como si tuviera entidad propia, para explicar la ocurrencia de
tales síntomas.
La División 32 de la APA, que está formada por la Sociedad para la Psicología Humanista,
que incluye a una constelación de psicologías humanistas entre las que se encuentran la
las psicologías fenomenológicas, hermenéuticas, constructivistas se dice que «los
psicólogos humanistas apoyan la necesidad de la investigación empírica y la provisión de
servicios que tengan pruebas que respalden su efectividad. Sin embargo, tanto los
métodos naturales como los humanos de la ciencia tienen valor, y ninguno debería ser
preeminente sobre el otro. Por ello, los psicólogos humanistas estarán a favor de los
servicios empíricamente apoyados, aunque con criterios diferentes de aquellos
especificados por la División 12
Esta declaración de hace veinte años hace referencia a la importancia que tiene la
evaluación empírica de los tratamientos para una psicología clínica que no puede ser otra
cosa más que una ciencia
El manifesto sigue con fuerza diciendo que: «Ha llegado el momento para aquellos cuya
misión es promover la ciencia en la psicología clínica de declarar inequívocamente que
hay una única forma legítima de psicología clínica basada en la ciencia, ejecutada por
científicos y mantenida dentro de los rigurosos estándares de las pruebas científicas.
Cualquier otra cosa con menos exigencias es pseudociencia.
La ciencia, ese método y lenguaje común, está cada vez más presente en la psicología
clínica y, por ende, la evaluación empírica de los tratamientos cada vez tiene mayor
importancia. La batalla hoy ya no se encuentra en negar el valor de los datos, sino en ver
dónde se pone el ojo evaluador, en lo que se hace con los pacientes (tratamientos) o en lo
que es común a todo lo que se hace con ellos (factores comunes).
La situación actual nos sugiere dos posibles conclusiones. Podemos concluir, en primer
lugar, como hacen algunos, que la metodología de análisis actual hace imposible
determinar la eficacia de un tratamiento psicológico, que todo este aparataje metodológico
está ligado a ciencias naturales ajenas a la nuestra y que, por tanto, todo lo que se
escribe o afirma sobre este asunto carece de toda lógica psicológica y que ésa es la
principal razón por la que todo este movimiento sobre los tratamientos empíricamente
apoyados carece de verdadera implantación en el ámbito aplicado. Admitámoslo, hay una
confusión terrible. De mano, para los detractores del movimiento de los tratamientos
basados en las pruebas empíricas, los psicólogos clínicos tienen que actuar en un
contexto que es refractario a los diagnósticos depurados de los grupos experimentales
(con condiciones ideales para poder interpretar mejor los efectos), a las prácticas
terapéuticas manualizadas, a la idea simplista de que lo que importa es lo que hacemos y
no tanto quién lo hace o dónde se hace (importa conocer la fidelidad al tratamiento más
que saber cuál es su significado para el cliente), o a los criterios de mejoría simplistas
basados en unos pocos indicadores. En la depresión, concretamente, da igual la terapia
cognitivo-conductual, un tratamiento de apoyo no directivo, el mucho más directivo
tratamiento de activación conductual, el tratamiento psicodinámico, la psicoterapia
interpersonal o el entrenamiento en habilidades sociales ¿No es este resultado muy
chocante, si queremos tener un sistema que nos sirva para discernir entre supuestos
teóricos, técnicas, estrategias de tratamiento, procedimientos de evaluación o cualquier
otro aspecto de una ciencia del comportamiento?
Hay un progresivo interés por poner a prueba los tratamientos empíricamente apoyados
en condiciones de práctica clínica real, lo que se conoce como ensayos de efectividad o
utilidad clínica, frente a las condiciones de laboratorio, o de eficacia, lo que potencia la
generalizabilidad de los tratamientos. Por otro lado, los listados de tratamientos
empíricamente apoyados se han multiplicado en los últimos años, y hemos visto cómo los
paradigmas inicialmente más críticos con el modelo de validación empírica propuesto,
como el psicoanálisis o las terapias humanistas, se esforzaban por desarrollar sus propios
ensayos y por sustentar empíricamente los procesos de cambio propuestos desde sus
modelos teóricos. De este modo, el número de tratamientos con apoyo empírico se ha
multiplicado, existiendo algunos trastornos para los que múltiples tratamientos se
encuentran disponibles.
Sin embargo, las conclusiones del grupo de trabajo de la División 29 tampoco han estado
exentas de críticas:
Asumir el modelo de PBE implica que este proceso de evaluación debe realizarse de un
modo sistemático mediante el empleo de medidas estandarizadas, fables y válidas,
susceptibles de replicación y de comparación con un marco de referencia adecuado.
Renunciar a la evaluación sistemática a favor del juicio clínico supone obviar los
abundantes sesgos a los que el clínico está sometido, muchos de los cuales están
sobradamente documentados.
La formulación de casos no deja de ser una construcción del evaluador y por tanto
susceptible de sesgo, sujeta a cambios a lo largo del tiempo y de naturaleza básicamente
condicional e ideográfica.
Algunos autores diferencian las PBE de los tratamientos con apoyo empírico (TAEs). Las
PBE comprenden (1) los resultados de las investigaciones de eficacia y efectividad de las
psicoterapias, (2) la experiencia clínica, y (3) los valores y preferencias del cliente. Los
TAEs, en cambio, son las intervenciones que mostraron su eficacia mediante diseños
intergrupos aleatorizados con grupos controles no tratados o con diseños intrasujetos
donde cada sujeto es su propio control (validez interna) y que se replicaron en distintos
ámbitos de forma independiente (validez externa).
La hipótesis central de la TCC es que tanto conducta normal como la anormal son, en
parte, producto del aprendizaje. Por lo cual si se conocen los principios básicos del
aprendizaje, se pueden elaborar intervenciones psicológicas eficientes. Clon este criterio,
las terapias psicológicas se pueden sintetizar en el desarrollo de técnicas apropiadas
para: adquirir, mantener o aumentar conductas adaptadas que provoquen bienestar, y
disminuir o hacer desaparecer otras que conlleven infelicidad a las personas o grupos. Por
conducta se entiende no sólo la medible por observación, sino también las llamadas
“encubiertas”, que incluyen pensamientos, creencias, valores, emociones y sentimientos,
que se evalúan por la conducta verbal, por pruebas psicométricas, por estudios
psicofisiológicos o de laboratorio más sofisticados.
Por ejemplo, una joven que frecuentemente capta la atención de sus amigos en
reuniones, puede quedar decepcionada si apenas le prestan atención en una fiesta. En
cambio, otra joven puede estar eufórica si obtiene el mismo grado de atención que la
primera, si la mayoría de las veces fue ignorada. En este caso, la atención es uno de los
reforzadores positivos sociales más potentes para los humanos y la reacción diferencial
de las jovencitas estuvo modulada por las expectativas que cada una tenía cuando fue a
la fiesta. De esto se deduce que los sucesos se evalúan no solamente de manera objetiva
o absoluta, donde lo que predecimos, formada, en gran parte, por las experiencias
previas, cumple un papel fundamental.
La teoría del apego, es la teoría psicoevolutiva sobre los procesos emocionales que más
aceptación tiene actualmente para los clínicos cognitivos. Y ello por dos razones: partir de
una teoría cognitiva sobre los vínculos afectivos y tener un respaldo demostrativo
experimental suficiente.
Bowlby (1979, 1985) mantiene que ciertas actitudes y estilos de comunicación de los
padres hace que el niño deje de procesar conscientemente ciertas informaciones que el
ha observado Los padres insisten al niño de que solo construya aspectos lo menos
negativos posibles del ambiente familiar. Esto produciría una DISOCIACIÓN cognitiva
entre lo recordado y lo descrito. Bowlby habla de inconsistencia en los pacientes al
describir
la relación con sus padres (memoria semántica) y las implicaciones recordadas en
relación a ellos (memoria episódica). Esta inconsistencia tendría un carácter de
"defensa cognitiva" al incorporar las reglas prohibitivas de los padres, que se hacen
inconscientes, sobre la selección de las experiencias reales. Esto permitiría al niño
mantener una ilusión de vinculación en sus progenitores, pero le predispondría a la
patología.
El indicador más objetivo que posee la terapia cognitiva para medir su efectividad son los
periodos "asintomáticos" o intensidad sintomatológica, del cuadro clínico en cuestión, a lo
largo del tiempo durante, y tras la intervención terapéutica. Intervalos de recaída
sintomatológica mayores supondrían cambios cognitivos en:
Recidivas, o recaídas más frecuentes indicarían un cambio más superficial e inestable con
incidencia más superficial que profunda.
Podríamos representar el curso "ideal" y probable de una terapia efectiva siguiendo las
fases reseñadas por Perris (1988) en el tratamiento de la esquizofrenia; y que creemos
extensible al curso general de la psicoterapia cognitiva:
Historia Clínica
⇒ Nivel cognitivo
⇒ Nivel afectivo
⇒ Nivel conductual
⇒ Nivel motivacional
⇒ Nivel físico
6. Historia familiar:
7. Historia personal
⇒ Fecha,
⇒ Situaciones
⇒ Emociones
⇒ Intensidad
⇒ Pensamientos
⇒ soluciones intentadas.
(puestas en el power)
N°1:
N°2:
N°3:
N°4
Nº8, 9 Y 10:
5) Socialización Terapéutica
La agenda de la primera sesión contiene los siguientes puntos (sacado del power)
1) Explicar la relación pensamiento-afecto-conducta. Pedir feedback de comprensión
2) Utilizar una secuencia personal del consultante de pensamiento/afecto/conducta
de una situación anterior vivida con malestar por el consultante. Utilizarla para
apoyar la relación pensamiento/afecto/conducta y como primera hipótesis sobre
distorsiones cognitivas y supuestos asociados (significados personales) Pedir
feedback de comprensión.
3) Explicar la hoja de auto-registro: A partir de la situación actual de consulta se le
pide al paciente que genere sus pensamientos-afectos- conductas presentes,
"aquí y ahora". Esta información suele ser relevante como "información
transferencial".
4) Explicar el proceso terapéutico: Afrontamiento o aprendizaje de resolución de
problemas. Explicar el proceso normal de las "fluctuaciones" o recaídas y el
progreso terapéutico como un aumento de los intervalos de recaída. Pedir
feedback de comprensión.
5) Explicar tareas para casa: focalizar un problema y registrar su presentación con la
hoja de auto-registro. Incluir un ejemplo
6) Finalizar la sesión: Opiniones, Dudas. Comprensión. Pedir al paciente que resuma
la sesión. Feedback.
Durante la primera sesión es frecuente que se presenten uno o mas de los tres problemas
reseñados a continuación. Exponemos estos problemas y algunas estrategias para su
manejo:
- Medios:
Alternativas cognitivo conductuales: Una vez que el consultante ha entendido a base del
procedimiento de auto- registro y la relación pensamiento-afecto-conducta, en el terapeuta
puede comenzar a trabajar con éste la búsqueda de alternativas cognitivas- conductuales
a las interacciones problemas, las distorsiones cognitivas y los significados personales
subyacentes.
1- ESTRATEGIAS COGNITIVAS:
2- ESTRATEGIAS CONDUCTUALES:
Se utilizan las estrategias conductuales que se han mostrado efectivas para cada tipo de
trastorno (p.e exposición en las fobias) y como vía de contraste de hipótesis de
pensamientos automáticos y supuestos personales (experimentos personales)
- Técnicas cognitivas.
- Técnicas conductuales.
2a Fase: Revisión de las tareas para casa:
- Tareas individuales.
b.1. Devolver al paciente que ello es posible, pero que puede ser una oportunidad para
aplicar lo aprendido.
b.2. Trabajar con el paciente, con antelación en base a las distorsiones cognitivas y
supuestos personales que tipo de situaciones podrían hacerle recaer y ensayar
cognitivamente (mentalmente) que estrategias podría usar para su afrontamiento.
c.1 Reacciones negativas hacia el terapeuta (porque esté molesto o en desacuerdo con el
terapeuta). El terapeuta puede elicitar, con tacto, las reacciones negativas e intentar de
clarificarlas. Si el paciente abandona puede ser útil una llamada telefónica o carta,
invitándole a volver cuando desee.
c.2. Mejoría rápida de los síntomas. Es frecuente que muchos pacientes al dejar de
experimentar el malestar de sus síntomas ya no se vean motivados para continuar la
terapia. El terapeuta puede aquí desaconsejar la terminación al no haberse aun trabajado
los factores predisponentes, incluso anticipar la posibilidad de una recaída próxima (para
ganar así fiabilidad si sucede). Si el paciente decide, a pesar de lo anterior, abandonar,
igualmente se le da la posibilidad de volver cuando desee.
Nosotros a este listado añadimos otra serie de dificultades que pueden aparecer
relacionadas con la terminación de una terapia breve, basándonos en la detección de
estos problemas, aunque no en su interpretación, por autores relacionados con la
psicoterapia breve psicodinámica (p.e Malan, 1979; Braier, 1980):
D- El paciente está preocupado por ser abandonado y tener él solo que afrontar las
dificultades vitales. El terapeuta puede optar por una terminación gradual, o detectar las
cogniciones y supuestos de la necesidad de la presencia del terapeuta y contrastarlo con
sus progresos personales y afrontamientos autónomos.
Ivan. P. Pavlov tuvo como principal interés al estudiar los reflejos de la conducta era
comprender la actividad cerebral y así la conducta.
El condicionamiento clásico fue descubierto por azar a finales del siglo XIX, el
procedimiento típico para producir este condicionamiento es la presentación de un
estímulo neutro junto a un estímulo con cierto significado, el estímulo incondicionado.
Thorndike ha sido el conductista no-pavloviano americano más influyente durante las tres
primeras décadas del siglo XX. Empleó métodos objetivos y rechazó como objeto de
estudio la psicología de los procesos mentales y la consciencia.
El conductismo de Watson
Este autor comenzó en la segunda década del siglo XX lo que se ha dado en llamar la
revolución conductista, en contra de las otras dos escuelas de la psicología: el
estructuralismo y el funcionalismo.
Para Watson la psicología debía ser una disciplina totalmente objetiva, dedicada a la
predicción y control de la conducta. Los principales principios del conductismo son:
Clark L Hull fue el más ambicioso al planear la construcción de una teoría formal de la
conducta, intentó ir más allá de la restringida relación E-R, introduciendo las variables
interviniente entre el E-R. Según Hull el hábito se establece por la relación entre una
respuesta y la reducción de un impulso, que opera como reforzamiento. De este modo,
cualquier respuesta realizada antes de que finalice un impulso quedara conectada a él, y
cuando este vuelva a aparecer la repuesta ocurrirá con mayor rapidez y fuerza, es decir,
se abra fortalecido la conexión entre los estímulos presente en momento de reducirse el
impulso.
Skinner junto con Pavlov ha sido el autor más influyente en la aparición de la TC. Sus
aportaciones han trascendido la TC y con justicia ha sido considerado el psicólogo más
influyente del siglo XX, Skinner está comprometido con el conductismo, rechazaba la
psicología tradicional y todos sus conceptos techados de mentalistas, y colocaban a la
conducta en el lugar central de estudio. Partió del interés por estudiar la relación entre los
paradigmas de Pavlov y Thorndike.
El surgimiento en Sudáfrica:
Wolpe recurrió sobre todo a la relajación como respuesta incompatible con la ansiedad en
humanos utilizando para ello una forma abreviada de la técnica de Jacobson sin embargo
también utilizó como respuestas incompatibles con la ansiedad conductas de tipo asertivo
y sexual.
El surgimiento en Inglaterra
Consideraba que las teorías imponían moldes a la realidad que impedían acceder a los
datos limpios y objetivos. El nunca negó la existencia de variables cognitivas pero su foco
de interés lo puso en que la psicología es la conducta manifiesta y sus relaciones con
estímulos ambientales sin incluir constructos hipotéticos o variables mediaciones.
Para Bandura los eventos estimulares que se presentan como modelo se retienen y
transforman en representaciones simbólicas, que ante determinadas señales ambientales,
se reproducen conductualmente, sirviendo así de guía del comportamiento.
A comienzo de los años 70 diversos autores, sobre todo procedentes del ámbito clínico,
comenzaron a considerar que los elementos cognitivos tienen una mayor relevancia en la
adquisición, mantenimiento y cambio de conductas aquí al que se le estaba otorgando
hasta ese momento a la terapia de la conducta.
En segundo lugar la insatisfacción con los resultados de las técnicas más conductuales de
la primera generación al aplicarse a problemas de afecto negativo como la depresión.
En la TCC por un lado contemplamos los nuevos desarrollos del análisis conductual
aplicado, las llamadas terapias contextuales, por otro, las nuevas derivaciones de los
modelos cognitivos, influidos por las teorías del aprendizaje constructivista. En este
momento conviven técnicas que históricamente procedentes de distintas orientaciones.
Meichenbaum considera que las terapias cognitivas se han ajustado a tres metáforas
básicas que tratan de describir la naturaleza de las cogniciones de los pacientes y el
proceso terapéutico adoptado; dichas metáforas son: la metáfora del condicionamiento, la
metáfora del procesamiento de la información y la metáfora narrativa.
- La terapia de conducta dialéctica ha sido diseñada tomando como referencia las bases
de la psicoterapia analítica estando dirigida a facilitar formas adecuadas de expresión
emocional en personas con déficit en este ámbito.
-La TCC es una actividad terapéutica de carácter psicológico basada sobre todo en la
psicología del aprendizaje.
-Las técnicas y procedimientos utilizados en TCC cuentan en una buena parte con base
científica o experimental.
UNIDAD II
Describir
Modificar
Explicar
Predecir
Una conducta solo puede ser explicada por estímulos y variables que aparecen en el
presente.
Ej: ¿Qué variables influyen en el inicio de la conducta de comer? ¿Qué hacen que se
mantenga?
4- Existen OTRAS VARIABLES que influyen en la conducta pero que no son exclusivas de
la interacción ni del momento en que se produce y que podemos situar tanto en el
individuo como en el entorno.
Pueden entenderse como un “caldo de cultivo” que nos ayuda a comprender la conducta
de forma más global y holística. Éstas son las variables disposicionales.
5- Localizar las variables que explican la conducta nos permite además PODER
PREDECIRLA.
¿QUÉ ES UN ESTÍMULO?
Un estímulo es cualquier evento que provoca una reacción (de cualquier tipo) en un
organismo. La complejidad estimular a la que está expuesta el organismo es lo que
denominamos ambiente o contexto
Parámetros de respuesta:
- Morfología
- Tasa de respuesta
- Intensidad
- Coste
- Latencia
● APRENDIZAJE UNIESTIMULAR
Las unidades de conductas más simples son los reflejos. Estas son reacciones fijas (RI)
ante determinados estímulos ambientales (EI) que son tremendamente adaptativas en
general.
HABITUACIÓN
Características:
Ejemplos:
Olfato: Ya no siento el olor del perfume que uso todos los días
Vista: Cuando levanto la persiana en la mañana, la luz me molesta mucho, pero al ratito
ya no lo noto irrante
Sensación: Cuando empecé a tomar sol, no soportaba el calor. Al ratito disfrutaba estar
acostado sin hacer nada
Tacto: Cuando me tomé el micro las primeras veces luego de no hacerlo por la cuarentena
me molestaba que estuviese lleno de gente. Ahora ya no me molesta.
SENSIBILIZACIÓN
Características:
● A mayor número de repeticiones, mayor es la intensidad de la respuesta
● Es más fácil que se dé ante estímulos intensos, aunque pueden terminar
provocando habituación en ciertos contextos
● Es recurrente que la sensibilización sea de corto plazo y luego se logre habituación
o la respuesta vuelva a su intensidad habitual.
● Cuando se presentan estímulos ligeramente diferentes a aquel que se está
habituando, suele haber recuperación espontánea
Ejemplos:
Oído: Oír cada vez más intenso el sonido de una alarma que suena de manera
intermitente. Llega un momento en que se percibe insoportable.
Gusto: Sentir el sabor picante mientras más masticamos y estamos en contacto con un
alimento
Tacto: Alguien nos llama la atención tocándonos repetidamente la espalda con el dedo
con pequeños toques.
Nosotros lo sentiremos de manera intensa mientras más lo haga, hasta que nos demos
vuelta y contestemos de manera agresiva.
EN 🡪 X
EN + EI 🡪 RI
EC 🡪 RC
El condicionamiento clásico consiste en la modificación de la capacidad de un estímulo
inicialmente neutro para elicitar una respuesta refleja por su emparejamiento.
Las variables que definen el tipo de procedimiento son, por un lado, el tipo de
estimulación, que puede ser apetitiva o aversiva en función del valor motivacional del EI,
y, por otro, la relación predictiva que mantienen el EC y el EI, pudiendo ser positiva o
negativa.
EI. Por ejemplo, es común que algunas personas reaccionen con miedo ante un perro; sin
embargo, no lo tienen si este va atado. El esquema sería el siguiente:
EC puede transferir su función a otro EN, sin que medie el EI en tal relación, es decir, se
puede producir un condicionamiento entre estímulos que han sido previamente
condicionados. Este fenómeno se denomina condicionamiento de segundo orden.
Discriminación: Existen dos estímulos neutros (EN1 y EN2) y solo uno es contingente a
un EI, por lo que solo elicita la respuesta en presencia de EN1(pasa a ser EC) y no de
EN2 (Sigue siendo EN2 y su contingencia es nula). Por ej: Alguien es asaltado durante la
noche. Sale con miedo a la calle si es de noche, pero no sucede la respuesta de miedo
durante el día
2.3.1. Antecedente
2.3.2. Consecuente
Para que un estímulo consecuente tenga efecto sobre una respuesta ha de seguir
inmediatamente a esta. La demora entre respuesta y reforzador/castigo ha de ser mínima
para que podamos afirmar que la respuesta y el estímulo consecuente mantienen una
relación de contingencia.
Además de la inmediatez, hay otras variables que influyen en el grado de eficacia del
reforzamiento y del castigo. Una de ellas es la magnitud del reforzador, de forma que
aumentar la calidad y cantidad del reforzador facilita el aprendizaje, ya sea para aumentar
una respuesta (reforzamiento) como para disminuirla (castigo).
Las denominadas operaciones motivadoras pueden afectar a que ciertos estímulos tengan
un efecto mayor o menor sobre una determinada respuesta. Así, si una persona tiene muy
poco dinero, cualquier castigo que implique retirarle cierta cantidad será mucho más
eficaz que si esa persona es millonaria o le acaba de tocar la lotería.
Existen una serie de variables que pueden producir algún cambio en una contingencia
conductual, en el sentido de favorecerla o reducirla. En los contextos naturales no
podemos ni bloquearlas ni manipularlas, por lo que tenemos que considerar todas estas
variables para explicar una conducta, ya que pueden influir en que, en una misma
situación de aprendizaje, distintas personas responda de forma diferente.
Son condiciones del organismo y del entorno que tienen la propiedad de modificar el valor
de los elementos de una secuencia, favoreciendo o dificultando que una determinada
relación funcional se establezca.
La forma en que una variable disposicional influye en una contingencia de conducta puede
ser muy variada, siendo necesario precisarla para poder explicar y, en su caso, modificar
la conducta objeto de análisis. Podemos señalar que las variables disposicionales pueden
alterar la contingencia de las siguientes formas:
La regla describiría una contingencia de tres términos, aunque para ser considerada como
tal no es necesario que cumpla con su forma modélica. Un ejemplo de regla podría ser:
«Si no estudio todos los días cinco horas suspenderé el curso», que podría expresarse
sintéticamente como «¡A estudiar!». Otro ejemplo de regla podría ser: «Si tu pareja no
comparte contigo todo su tiempo es que no te quiere y, por tanto, no tiene sentido
continuar la relación» o, simplemente, «No te quiere, déjalo». Las reglas, a diferencia de
las instrucciones o autoinstrucciones, no se circunscriben a una situación específica, sino
que pueden ejercer control en una gran variedad de circunstancias y describen
generalidad o regularidad.
Las reglas pueden generarse sin exposición directa a las contingencias que describen. En
este sentido, Skinner hacía ya una distinción de dos tipos de conducta en función de la
fuente de control: conducta gobernada por reglas y conducta moldeada por contingencias.
La tarea del psicólogo, por tanto, no es solo la de identificar las reglas que pueden estar
controlando la conducta de una persona, sino saber qué función desempeñan. En este
sentido, las reglas pueden adoptar múltiples funciones: pueden actuar como estímulos
condicionados, como estímulos discriminativos o como operaciones de establecimiento o
de abolición (factores motivacionales).
Podríamos definir los factores de protección como aquellas variables disposicionales (ya
sean del entorno o del organismo) que facilitan o hacen más probables la consecución y
mantenimiento de conductas proterapéuticas. Algunos ejemplos son: contar con apoyo
social o familiar; haber pasado por muchas situaciones adversas y haberlas superado.
La influencia, como variable disposicional que es, puede ocurrir a través de varias vías:
modificando el valor del estímulo reforzador, actuando sobre la propia respuesta,
actuando sobre los estímulos antecedentes o sobre varios de estos elementos de manera
combinada
La motivación no es algo que está o no está, sino que aquello a lo que llamamos
motivación es un efecto de manipulaciones o cambios en el entorno.
La característica que ambos tienen en común es que son variables antecedentes que
alteran la probabilidad de emisión de algún tipo particular de comportamiento. Una de las
diferencias fundamentales es que, en el caso de los estímulos discriminativos, su
presencia constituye al menos una garantía probabilística de que el consecuente siga a la
respuesta, mientras que, en el caso de las operaciones motivadoras, esto no es así
necesariamente.
Las distintas emociones juegan un gran papel en nuestras vidas; es importante tenerlas
en cuenta como variables que potencialmente pudieran contribuir a la explicación del
comportamiento manifiesto. Ejemplo:
La cuestión inicial es elegir o seleccionar la conducta concreta que queremos explicar (en
los casos clínicos coincide con la demanda o queja del cliente), y a partir de ahí identificar
todos los elementos de la contingencia, las relaciones que se establecen entre ellos y las
variables disposicionales y motivadoras que están influyendo. Una vez hecho esto,
podemos formular hipótesis explicativas de la conducta en cuestión y, en su caso, diseñar
un programa de intervención para modificarla.
Partimos del supuesto de que una persona acude al psicólogo porque se encuentra mal y
quiere que este le ayude a estar bien. Esa persona no tiene por qué saber la causa de su
malestar y, mucho menos, describirla en términos funcionales. El psicólogo ha de saber
que la única explicación posible reside en la interacción de lo que esa persona hace (dice,
piensa, siente) con el contexto en el cual ocurre esa respuesta. El primer paso es
identificar la respuesta o respuestas que constituyen el problema y realizar una
descripción operativa y pormenorizada de estas. El establecimiento de cuál es la
respuesta a observar es un paso fundamental en el desarrollo de la explicación de la
conducta. En este continuo de conducta, lo que en un momento temporal x funciona como
respuesta puede ser el estímulo antecedente de otra respuesta y que ocurre
inmediatamente después.
Lo primero que tenemos que hacer es conseguir una descripción operativa de las
respuestas concretas. Sean cuales sean las respuestas específicas en cada caso, la tarea
del psicólogo es describirlas en términos observables (topografía) y cuantificables,
teniendo en cuenta que nos estamos refiriendo al componente R dentro de la relación de
contingencia que queremos analizar. Para realizar un análisis morfológico completo de la
R es importante atender a tres dimensiones: su frecuencia de aparición (número de veces
que ocurre una respuesta), su extensión temporal (duración) y su localización temporal (la
topografía de la respuesta puede ser la adecuada, pero ocurrir en un momento o situación
inadecuados).
— Estrategias directas:
— Estrategias indirectas:
Como se puede ver, las variables disposicionales hacen referencia condiciones estables
del organismo y de su entorno, lo cual no implica que algunas de ellas no pueden ser
modificadas; en este sentido, no se puede modificar la historia de aprendizaje, la edad o
las condiciones climatológicas del lugar donde viva el sujeto, pero sí se podrían modificar
sus hábitos de conducta o las reglas que controlan su comportamiento.
Por otra parte, las variables motivadoras hacen referencia a cambios en el organismo o en
el entorno que, en un momento dado, pueden estar influyendo en la contingencia
conductual. La diferencia fundamental con las variables disposicionales es que en este
grupo incluimos elementos estables y estructurales que pueden afectar a una interacción,
mientras que las variables motivadoras se refieren a aquellas que pueden tener un efecto
más puntual o transitorio y que pueden ser manipuladas por el observador, ya sea
directamente o a través de instrucciones.
En el análisis descriptivo hemos destacado una serie de secuencias de dos términos que
podrían ser pavlovianas, atendiendo a:
Decir que una contingencia de conducta tiene tres términos implica decir que la respuesta
no es elicitada de forma refleja por los estímulos antecedentes, y que tales estímulos
antecedentes, ahora denominados estímulos discriminativos, señalan que la respuesta
puede ir seguida de determinadas consecuencias. Por tanto, cuando hemos descrito
secuencias de tres términos, tenemos que considerar si:
- La respuesta es una acción del organismo, no una reacción ante los estímulos
antecedentes.
- La respuesta puede ocurrir o no según las consecuencias que obtenga.
- La respuesta actúa sobre el medio.
- La respuesta es «voluntaria» (aunque sea automática).
- La respuesta ocurrirá con mayor o menor probabilidad según las consecuencias
que obtenga.
Diseñar el tratamiento será una (relativamente) simple cuestión de observar las cadenas
en las que el comportamiento queda expresado y decidir, en arreglo a las variables
disposicionales y a los objetivos de tratamiento, cómo aislar o impedir las conductas
problema y aumentar la probabilidad de ocurrencia de las conductas proterapéuticas.
FUNDAMENTAL:
El modelo traumático de enfermedad, debido a una lesión por la contundencia del "golpe"
recibido, tiene su presencia psiquiátrica y psicológica, casi literal, en la teoría del trauma,
epitomizado en el trastorno de estrés postraumático.
El modelo biopsicosocial fue adoptado en "salud mental" como una bendición, pero
terminó por ser la mejor coartada para un modelo biomédico revestido con indumentaria
psicológica y social.
El problema del modelo médico, cualquiera que sea su variante, es que, en realidad, los
trastornos psiquiátricos (psicológicos o mentales) no son propiamente enfermedades. No
constituyen categorías diagnósticas con entidad definida. Los sistemas diagnósticos al
uso, típicamente el DSM, puede que tengan fiabilidad, pero no por ello tienen validez, que
sería lo relevante.
Las terapias contextuales de tercera generación ponen en juego tres sentidos de contexto.
El contexto relativo a la persona se refiere a la propia persona como sujeto social verbal,
que incorpora todo un pasado y se caracteriza por un modo de ser.
ESQUEMAS A-B-C
Intervenciones en terapia de modificación de la conducta contextual.
1. Tasa, o frecuencia con que ocurre el problema durante un cierto período de tiempo. Por
ejemplo, las veces que se da al día, a la semana, o al mes.
4. Latencia. Con este término solemos hacer referencia al tiempo transcurrido entre dos
apariciones consecutivas de un mismo problema (como el lapso entre una rabieta y la
siguiente, o entre un episodio depresivo y el siguiente) o entre un problema y otro
posterior (como al lapso de tiempo transcurrido entre que desaparece un episodio
depresivo y aparece un episodio maníaco).
5. Intensidad del problema. Esta variable suele ser subjetiva y diferir bastante de unas
ocasiones a otras. En general suele referirse al grado o magnitud de un problema. Así,
podemos hablar de la intensidad de una única característica del problema, como la
emoción, por ejemplo. En otras ocasiones, cuando se habla de la “intensidad del
problema” podemos estar refiriéndonos a su gravedad, variabilidad o importancia, tal
como veremos a continuación.
6. Gravedad. La expresión “gravedad del problema” también suele ser subjetiva y relativa,
ya que a veces hace referencia a la intensidad de un problema (al grado o magnitud en
que se presenta), a veces a su generalización a lo largo del tiempo y de las situaciones
(variabilidad), y a veces a la importancia que se le atribuye.
-Tener un interés sincero por las personas y su bienestar; esto implica no tratar de
obtener beneficios personales y no anteponer las propias satisfacciones a las
necesidades del cliente. Hay que evitar:
Una aplicación importante del autoconocimiento es que el terapeuta sepa detectar cuándo
experimenta fuertes reacciones emocionales en respuesta a sus pacientes (lo que otros
autores denominan contratransferencia). Todo terapeuta debe ser sensible a sus procesos
internos y a los procesos de interacción durante la terapia, analizar sus propias
motivaciones y reacciones internas e impedir que influyan negativamente en la terapia. Si
a pesar de todo persiste una intensa implicación emocional positiva o negativa con el
paciente, puede derivarse este a otro terapeuta.
- Tener un buen ajuste psicológico general, aunque esto no quiere decir que el ajuste
deba ser total.
-Conocimiento de contextos socioculturales diversos. Conviene que el terapeuta
conozca las normas y valores de los contextos socioculturales de sus pacientes, ya que
pueden influir en los problemas de estos o en la fijación de los objetivos terapéuticos
- Flexibilidad. Un terapeuta debe saber adaptar sus métodos y técnicas a los problemas y
características de cada cliente. Además, debe estar abierto a la adquisición de nuevas
competencias.
Motivaciones funcionales
a) Recibir el mensaje, Lo que implica atención e interés por el mismo. Hay que
prestar atención a diversos aspectos del cliente: - comunicación no verbal y vocal
(apariencia, expresiones faciales, mirada, postura, orientación corporal, gestos,
entonación, volumen, etc.) Y cambios en esta. - Comunicación verbal: lo que dice y
en qué momento, lo que dice implícitamente, las emociones explícitas o implícitas,
lo que no dice (temas que evita, personas importantes que no menciona), los
temas recurrentes (p.Ej., Autoexigencia), Las contradicciones en que incurre. -
Actitud hacia el terapeuta y la terapia.
b) Procesar los datos atendidos, Es decir, saber discriminar las partes importantes y
establecer su significado. Aquí, los valores y creencias del terapeuta y las
emociones que experimenta pueden conducirle a interpretar sesgadamente el
mensaje, de modo que oiga lo que quiere escuchar. De aquí la importancia de que
el terapeuta observe sus propios pensamientos y emociones en la sesión y los
autorregule en caso necesario.
c) Emitir respuestas de escucha. Entre estas, hay varias que se pueden manifestar
mientras se escucha, tales como mirada amigable, asentimientos de cabeza,
inclinación y orientación corporal hacia el cliente, expresión facial de interés y
comentarios del tipo “ya veo”, “sí”, “entiendo”, “uhm”, “continúe, le escucho”.
Además, una vez que el terapeuta
d) interviene, comunica al cliente que le ha escuchado activamente mediante
respuestas verbales de distinto tipo congruentes con lo que ha manifestado el
cliente.
La empatía es la capacidad de:
La aceptación incondicional
Implica aceptar al cliente tal como es, sin juicios, y valorarlo como persona merecedora de
dignidad.
CORDIALIDAD
COMPETENCIA
La competencia es la capacidad del terapeuta para ayudar a sus clientes a resolver sus
problemas y mejorar su confianza en sí mismos (sensación de dominio y control). Por lo
tanto, en un sentido amplio, incluye todas las habilidades necesarias para ello, ya sean de
autoconocimiento, de autocontrol, relacionales o técnicas. Aunque la competencia real es
importante, mayor parece ser el impacto de la percepción que el cliente tiene de la misma.
Es decir, no basta con que un terapeuta sea competente, sino que el cliente debe
percibirlo como tal. La competencia, ya sea real o aparente, aumenta la confianza del
cliente hacia el terapeuta, y ambas cualidades están asociadas a mejores resultados del
tratamiento.
ATRACCIÓN
Suele haber una correlación positiva entre la percepción de un terapeuta como atractivo y
los resultados del tratamiento .Los clientes infieren la atracción a través de la amabilidad y
cordialidad del terapeuta y de la similitud de este con ellos .La atracción puede ser física e
interpersonal. La primera influye sobre todo en la fase inicial de la terapia, pero la segunda
es mucho más importante que la primera a lo largo de todo el proceso. Contribuyen a la
atracción interpersonal el contacto ocular, la disposición frontal del cuerpo, la sonrisa,
asentir con la cabeza, la voz suave y modulada, las muestras de comprensión, cierto
grado de autorrevelación y acordar con el cliente qué objetivos se persiguen y qué se va a
hacer en cada fase de la terapia.
HABILIDADES DE COMUNICACIÓN
CLARIFICACIÓN
Consiste en pedir al cliente que aclare el significado de un mensaje vago, ambiguo o
implícito. Esto suele hacerse mediante cierto tipo de preguntas (“¿qué quiere decir
cuándo...?”, “¿Puede aclarar qué...?”, “¿A qué se refiere con…?”) O bien pidiendo al
cliente que explique lo mismo con otras palabras, que dé más detalles o que ponga algún
ejemplo. A veces, se emplean preguntas de comprobación (“¿quiere decir que...?” O
“¿está diciendo que...?”) Cuando se quiere verificar que se ha comprendido bien el
mensaje del paciente.
Ejemplo:
P: Bueno, que me pondré a gritar y a correr, y toda la gente se dará cuenta y quedaré en
ridículo.
PARAFRASEO
El reflejo implica la expresión por parte del terapeuta de los sentimientos de cliente, tanto
de los explícitos como de los implícitos. Estos últimos son inferidos a partir de expresiones
previas del paciente, comportamiento no verbal de este y/o conocimiento que se tiene del
cliente o de la situación referida. En otras palabras, a través del reflejo, el terapeuta
expresa, cuando lo considera oportuno, la parte afectiva del mensaje del cliente junto con
el contexto o situación a que se refieren los sentimientos. El reflejo no excluye el uso de la
paráfrasis.
COMPETENCIAS DE ACCIÓN
A diferencia de las respuestas de escucha, las respuestas de acción reflejan un estilo más
directivo por parte del terapeuta y van dirigidas a facilitar el cambio por parte de los
clientes. Para que sean efectivas, deben estar fundamentadas en la escucha previa del
cliente.
PREGUNTAS
Las preguntas pueden hacerse con distintos propósitos, aparte del de clarificar. Por una
parte, las preguntas pueden emplearse con fines de evaluación para solicitar nueva
información sobre los problemas y características del cliente o sobre factores relacionados
con dichos problemas. Por otra parte, y con una finalidad de cambio terapéutico, pueden
hacerse preguntas para hacer reflexionar al paciente sobre algún aspecto o facilitarle la
consideración de nuevas perspectivas sobre sus problemas o para que cambie sus
comportamientos.
Las preguntas pueden ser abiertas o cerradas. Las preguntas abiertas solicitan
información amplia sobre un tema –no reducible a un “sí” o “no” o a un dato concreto– y
muchas suelen empezar por “qué”, “cuál”, “cuándo”, “dónde” y “cómo”. Son útiles para
iniciar la entrevista, introducir nuevos temas, lograr mayor información, solicitar ejemplos
específicos y motivar al cliente a comunicarse.
Las preguntas cerradas pueden contestarse con un “sí” o “no” o con una respuesta muy
breve y siguen a las anteriores para precisar la información obtenida, identificar
parámetros de un problema y contrastar hipótesis formuladas. También son una de las
estrategias disponibles con clientes que divagan o hablan demasiado o con pacientes a
los que les cuesta inicialmente hablar de sus problemas.
CONFRONTACIÓN
INTERPRETACIÓN
Consiste en comunicar al cliente las posibles relaciones entre sus conductas, emociones,
pensamientos y acontecimientos con el fin de proporcionar una explicación a sus
problemas y comportamientos.
Se persigue que el paciente tenga una nueva perspectiva sobre sus problemas que le
sirva de ayuda para cambiar.
INFORMACIÓN
Informar no es lo mismo que aconsejar. Esto último implica recomendar o prescribir una
pauta de acción para que el cliente la siga (p.Ej., “Tienes que abandonar a este marido
con el que no eres feliz”). En cambio, al informar, se presentan simplemente aspectos
relevantes a la cuestión de que se trata, pero se espera que sea el cliente quién decida lo
que va a hacer (p.Ej., Se puede ayudar al cliente a descubrir qué opciones tiene para
manejar la situación de pareja que le hace sentir tan infeliz y las ventajas e inconvenientes
de cada una de ellas”).
HABILIDADES DE ENTREVISTADOR
Aparte del saludo y presentación inicial, el primer contacto entre terapeuta y cliente suele
tener lugar en el marco de la entrevista. Entre las habilidades que esta requiere se
incluyen las siguientes:
Entre las dificultades más frecuentes a la hora de definir un problema por parte de un
cliente se encuentran: a) presentar el motivo de consulta de un modo vago, abstracto y
cambiante; b) presentar como queja principal un problema que no es el más importante; y
c) etiquetar o denominar el problema en términos que no tienen por qué significar lo
mismo que para el terapeuta. Por ello, el terapeuta debe hacer todo lo posible para, una
vez que ha dejado expresarse al cliente, emplear las preguntas pertinentes para concretar
las conductas problemas, explorar otros posibles problemas aparte del motivo de consulta
y establecer el verdadero significado de los términos empleados por el cliente.
El cliente suele proporcionar una información parcial y/o deformada respecto a sí mismo y
a su problema. Esto puede ser debido a diversas razones: conveniencia,
autoconocimiento inadecuado, dificultades de expresión verbal, dificultades para
discriminar el cómo, cuándo, dónde, por qué, etc. se da una conducta, fabulación. Por
ello, el terapeuta debe recoger información de otras fuentes, además de la proporcionada
por el cliente.
Motivación y expectativas
Dicha motivación requiere que el cliente esté dispuesto a cambiar, que el terapeuta sea
percibido positivamente, que el cliente esté de acuerdo con la hipótesis explicativa del
problema, con las metas terapéuticas y con los métodos de intervención, que anticipe
resultados favorables, que estos sobrepasen claramente a los costos de la intervención
(tiempo, esfuerzo, dinero, malestar), que el cliente acepte las reglas que rigen la relación
terapéutica y que se comprometa activamente en el tratamiento.
Las expectativas del cliente hacen referencia al tipo de terapia, resultados de la terapia y
autoeficacia (medida en que uno se cree capaz de utilizar sus habilidades o aprender
otras nuevas para conseguir los cambios deseados). Todas ellas influyen en si se
aceptará o no el tratamiento propuesto y en el tiempo y esfuerzo invertido en el mismo.
Las expectativas dependen de las experiencias anteriores (p.ej., tratamientos previos), de
la información recibida por parte de otras personas (amigos, profesional que deriva al
cliente, medios de comunicación) y del estado emocional.
El sexo del cliente no es una variable importante de cara al tratamiento, aunque, como
se dijo antes, cuando terapeuta y cliente son del mismo sexo pueden obtenerse mejores
resultados en ciertos problemas. La edad requiere adaptaciones del tratamiento o
tratamientos nuevos en el caso de niños, especialmente cuantos más pequeños son.
También se requieren adaptaciones en el caso de las personas mayores, especialmente
cuando hay déficits en las capacidades cognitivas o falta de apoyo social.
Es más probable que las personas de clase social baja abandonen el tratamiento. Esto
puede ser debido a una diversidad de razones: complejidad, larga duración y carestía de
los tratamientos ofrecidos, falta de coincidencia entre lo que se espera que ocurra en la
terapia y lo que se ofrece, actitudes menos positivas del terapeuta hacia las personas
pertenecientes a clases sociales bajas.
Tipo de problema
Parece conveniente que el terapeuta adopte un estilo más directivo cuanto mayor sea la
gravedad del trastorno y menor el grado de autocontrol del cliente. En muchos otros
problemas puede ser eficaz proceder de forma menos directiva. Ciertos problemas (p.ej.,
trastornos psicóticos, depresiones profundas, trastorno bipolar, adicciones, trastorno de
déficit de atención con hiperactividad) requieren previa o simultáneamente al tratamiento
psicológico una intervención farmacológica y/o institucional, y por tanto, la colaboración
con otros profesionales.
Manejo de dificultades
Una segunda posibilidad es que el terapeuta no respete los silencios del cliente debido a
su estilo comunicativo o a su malestar emocional ante los silencios. En primer lugar, el
terapeuta debe ser capaz de discriminar el tipo de silencio tal como se ha dicho antes.
Además, cuando detecte que debe respetar un silencio, puede utilizar autoinstrucciones
específicas para recordárselo. Si esto no fuera suficiente, podría llevar a cabo ensayos
conductuales en los que aprendiera a tolerar silencios progresivamente más largos
Luego, puede preguntársele si hay alguna cosa en su vida que le preocupe o que l
gustaría comentar. Si dice que no, se le puede preguntar qué cree que ha llevado a otras
personas a hacerle venir o qué piensan que le pasa y, luego, qué opina él al respecto; las
respuestas del cliente se aprovechan para formular nuevas preguntas sobre el problema o
temas relacionados. Si la persona sigue poco o nada dispuesta a hablar de sus
problemas, se puede intentar descubrir si hay algo que le gustaría cambiar, aunque no
esté relacionado con el problema original o sea simplemente un aspecto menos
importante de este o una consecuencia del mismo.
Si el cliente sigue algo dubitativo, pueden analizarse con él los pros y contras de seguir
viniendo y/o proponerle que se comprometa a venir un cierto número de sesiones antes
de decidir si desea continuar o no. O bien, si está muy dubitativo y tiene capacidad legal
de decisión, que valore en casa los pros y contras de volver o no.
El cliente manifiesta que para seguir como está no merece la pena seguir viviendo.
Esto debe ser abordado con prioridad. Un error frecuente es no evaluar el tema del
suicidio o hacerlo superficialmente. Los motivos fundamentales para esto son la propia
incomodidad del terapeuta (que nunca debería prevalecer sobre el bienestar del cliente) o
pensar que será negativo para el cliente porque puede hacerle sentir mucho peor y
aumentar incluso el riesgo de suicidio. Por el contrario, evaluar los aspectos posiblemente
relacionados con el suicidio hace que el cliente se sienta apoyado y comprendido, lo cual
suele ser beneficioso para su estado de ánimo, y permite además intervenir para reducir
el riesgo de suicidio. En el caso de que este riesgo fuera elevado y no se evaluara, el
cliente podría llegar a suicidarse sin que el terapeuta hubiera hecho nada para evitarlo.
# Control percibido sobre la acción de suicidio (en qué grado se cree que se va poder
evitar)
# Búsqueda de soluciones y de apoyo social ante la situación que ha conducido a pensar
en el suicidio. Y, en general, recursos y limitaciones del paciente (habilidades de
afrontamiento, habilidades de solución de problemas, amplitud de intereses,
perfeccionismo, impulsividad, desesperanza, pensamiento dicotómico).
# Razones para vivir, deseo de vivir, deseo de morir, predominio de las razones para vivir
o para morir.
#Intentos previos de suicidio: número, fechas, preparativos para los mismos y forma de
llevarlos a cabo, grado de premeditación, grado de letalidad (real y percibida), intención de
morir asociada a los mismos, razones para los intentos, acontecimientos vitales asociados
a los mismos, motivos por los que falló el intento (entre otros, el paciente pudo planificar el
ser descubierto), reacciones del cliente al no morir, reacciones de los demás, si hubo
ingreso o tratamiento posterior, repercusiones posteriores, disponibilidad actual o futura
del método ideado, sensación de capacidad para llevar a cabo el intento. Si hay varios
intentos, puede indagarse el más reciente y el más grave. A la hora de describir un intento
es útil que el paciente lo haga del principio al final como si fuese una película.
Una vez evaluado el riesgo de suicidio, hay que decidir si el tratamiento se hará en
régimen externo (cuando el riesgo de suicidio es leve o moderado) o interno (cuando el
riesgo es elevado).
-Pedir al cliente que escriba y analice los pros y contras a corto y largo plazo, para sí
y para los demás, de la opción de suicidarse: ¿qué razones tiene para vivir y cuáles
para morir? Si el paciente tiene dificultades en listar razones para vivir, ya que las pasa
por alto o las minusvalora, se le puede pedir que piense en razones que tuvo en épocas
anteriores y luego se pasa a ver cuáles de estas son también válidas en el presente o en
el futuro. Es importante, repasar las diferentes áreas de su vida.
- Una vez identificadas las razones para vivir y para morir, hay que ver por una parte si
existen interpretaciones incorrectas (p.ej., he hecho desgraciada a mi familia) y creencias
disfuncionales (p.ej., no puedo vivir sin un hombre), las cuales pueden someterse a
reestructuración cognitiva para que el paciente compruebe que existen otras
interpretaciones alternativas y menos negativas de ver las cosas, y otras creencias más
adaptativas.
- Por otra parte, si existen situaciones problemáticas no resueltas que pueden favorecer el
suicidio será útil utilizar la resolución de problemas para encontrar posibles
soluciones viable
-También puede ser útil enseñar habilidades para saber regular las emociones fuertes y
emplear la técnica de la proyección temporal para imaginar cómo serán las cosas dentro
de un tiempo.
-Trabajar con la familia para obtener el apoyo de esta y cambiar pautas perjudiciales de
interacción.
Por otra parte, hasta que se supere la crisis, conviene adoptar algunas medidas:
🙫 Incrementar la frecuencia de las sesiones o de los contactos telefónicos y
proporcionar un número de teléfono de 24 horas para contactar en caso de
urgencia.
🙫 Obtener el permiso del paciente para avisar a la familia y/o personas allegadas con
el fin de que obtenga apoyo social y haya alguien que pueda observar posibles
signos de riesgo.
🙫 Establecer un contrato en el que: a) se describa brevemente la situación por la que
está pasando el paciente; b) el terapeuta se comprometa a estar disponible en
caso de necesidad a través de contacto telefónicos o visitas anticipadas; y c) el
paciente se comprometa hasta la próxima visita a esperar y no poner en peligro su
vida (ni directa ni indirectamente), a mantener alejados los medios potencialmente
letales y a avisar al terapeuta o a un centro de intervención en crisis si corre el
peligro de causarse daño.
🙫 Seguir reevaluando el riesgo de suicidio y consultar con un colega en caso
necesario. Si la situación se complica en exceso, puede remitirse al cliente a un
centro de intervención en crisis o ponerse en contacto con un servicio psiquiátrico
para medicarlo y hospitalizarlo. Si el riesgo de suicidio es inminente, no debe
dejarse solo al paciente, sino hacer las gestiones delante de él para que sea
trasladado a un hospital además, hay que explicarle que es mejor que sea visto
por otros profesionales cualificados para evaluar mejor su caso.
🙫 Si un paciente no da su consentimiento para tratar sus conductas suicidas y se
piensa que puede poner su vida y/o la de otros en peligro, entonces el terapeuta
puede quebrantar en parte la confidencialidad y comunicar a otras personas
(médicos psiquiatras, familiares, policía) la información necesaria para proteger al
paciente y a otros.
El cliente llega tarde. Debe intentar averiguarse las razones de esto sin parecer
acusador. Si el retraso se debe a alguna causa inevitable o ajena al cliente, hay que ser
flexible y darle la oportunidad, en la medida de lo posible, de hacer la sesión completa. En
caso contrario, se recuerda la conveniencia de ser puntual y se dedica sólo el tiempo que
queda de la sesión. Si un cliente llega tarde sistemáticamente, pueden analizarse las
causas, hacerle reflexionar sobre la dificultad de conjugar el llegar tarde con alcanzar las
metas del tratamiento y valorar su motivación para el tratamiento. Pero si no hay nada que
aconseje cambiar de horario, conviene establecer límites.
-El cliente no acude a algunas sesiones y no avisa. La primera vez puede llamársele
para interesarse por él y ver qué le ha impedido venir. A no ser que haya alguna razón
importante que le haya impedido avisar, se le señala la conveniencia de hacerlo si ha de
faltar a alguna sesión. Si se repite el hecho (o se falta a 2-3 sesiones aún con aviso, pero
sin causa importante), puede emplearse la confrontación (se le plantea que, por un lado,
desea alcanzar ciertas metas y por otro, falta a las sesiones) y considerar las
explicaciones y motivaciones del cliente
HABILIDADES TERAPÉUTICAS
2. Papel de las características del paciente y del terapeuta en el uso de las habilidades
terapéuticas.
La importancia que los pacientes dan a determinadas variables, y que consideran, desde
su punto de vista, motivo del éxito conseguido: (1) La personalidad de su terapeuta. (2) Su
capacidad para escuchar su problema. (3) La forma del terapeuta a la hora de animarlo
gradualmente a practicar aquello que le molestaba. (4) La capacidad del terapeuta para
hablar de forma que se le entienda. (5) La ayuda que le ofrecía el terapeuta para
comprenderse a sí mismo.
3. Las sesiones
Aproximadamente el 50% de los pacientes que acuden a tratamiento abandona en la
primera sesión. Los estudios al respecto señalan que las primeras sesiones son cruciales
para decidir si seguir o no. Si se excluyen los motivos ajenos al tratamiento los autores
coinciden en presentar dos motivos fundamentales que explican los abandonos
terapéuticos: el primero se relaciona con las características personales del terapeuta y
con su falta de interés en el planteamiento de intervención propuesto. El segundo motivo,
es que el paciente cree haber mejorado de forma suficientemente importante como para
decidir no seguir en terapia.
El modelo cognitivo de la depresión sostiene que los individuos depresivos tienen ciertos
esquemas cognitivos (asunciones o creencias) que les predisponen a interpretaciones
negativas de los eventos de la vida (distorsiones cognitivas y pensamientos automáticos),
las cuales llevan a su vez a las conductas depresivas (actividad reducida y bajo humor). .
Así, la TC incluye técnicas dirigidas a la activación de conductas, a las distorsiones o
pensamientos automáticos y a los esquemas o creencias subyacente.
Filosofía contextual
Los ‘síntomas’, lejos de ser vistos como emanaciones (brotes o señales) de causas
subyacentes, se verían como acciones dramáticas (en varios sentidos) que se desarrollan
en el curso de la vida. Los ‘síntomas’, como toda conducta, tienen alguna función, se
excusa decir en el contexto en el que ocurren. En este sentido, los ‘síntomas’ serían tanto
un problema como un intento de solución, aunque fallida. Se podría decir, entonces, que
los ‘síntomas’ son esfuerzos fallidos en resolver un problema de la vida.
La filosofía contextual concibe el tratamiento psicológico como una tarea consistente, ante
todo, en ayudar a la persona a solucionar los problemas presentados. Más en concreto, la
terapia psicológica se concebiría como consultoría conductual. El papel del terapeuta se
define y así se explica al cliente en términos de consultor, asesor; este papel habría de
generar el papel complementario de cliente o consultante, más que el de paciente o
enfermo. En todo caso, la cuestión es que el ‘paciente’ adopte un papel activo en relación
con su problema, en vez de esperar que el clínico le aplique o le dé una solución que por
sí misma lo resolviera.
La depresión en contexto
De acuerdo con esta perspectiva, la depresión no es algo que uno tiene, sino una
situación en la que uno está, por lo pronto, una situación sin alicientes, al menos, sin los
alicientes que hasta ahora eran importantes. Esta situación depresiva puede deberse a
varias circunstancias, aunque a veces no sean fáciles de determinar. Para muchas
personas, el comienzo de la depresión puede encontrarse en una pérdida súbita, tal como
la pérdida de un empleo, de una relación. Para otras, sin embargo, el comienzo de la
depresión no es fácil de relacionar con alguna circunstancia o evento particular. Aun así,
no quiere decir que no existan.
Estén o no más o menos claras las circunstancias que han propiciado la depresión, las
personas deprimidas suelen actuar de una manera que puede estar manteniendo la
propia condición depresiva.
Las acciones y reacciones que caracterizan a las personas deprimidas juega un papel
significativo en la depresión, en vez de ser meramente síntomas de un cuadro, como
supone la psicopatología al uso (de corte nosográfico). Así, de acuerdo con la AC, buena
parte de los ‘síntomas’ de las personas deprimidas viene a funcionar en realidad como
evitación. Se trataría, por tanto, de ‘síntomas’ que cumplen una función sobre el ambiente.
Aplicación de la AC
Procedimiento
El curso del tratamiento pasa por una serie de etapas. Empieza por el establecimiento de
una relación terapéutica colaboradora, a AC procura mantener un equilibrio entre la
atención a las preocupaciones del cliente y la adhesión a los objetivos y técnicas del
tratamiento. En esta línea, el terapeuta demuestra un entendimiento de la situación del
cliente y hace preguntas que puedan llevar a una mayor especificación de los patrones
conductuales que han llegado a ser problemáticos.
Dado este contexto, el terapeuta enseña
al cliente a analizar la depresión en
términos contextuales. A este respecto,
presenta un modelo de la depresión,
utilizando a menudo un diagrama en
donde se sitúa los distintos aspectos de la
situación depresiva
- el ensayo de conducta,
- la terapia de pareja,
- la ‘atención a la experiencia’
- la aceptación, etcétera.
Se contemplan asimismo técnicas que puedan suponer un alivio temporal tales como la
distracción, el contacto limitado, la evitación o la medicación, cara a abordar en mejores
condiciones situaciones que finalmente han de ser enfrentadas.
De entre todas las técnicas que usa la AC, merece destacar la ‘actuación dirigida a la
meta’. Se instruye al cliente para que se comporte de acuerdo a una meta auto-propuesta
o de una manera consistente con cómo le gustaría sentirse o ser percibido por los demás,
valga por caso, como si tuviera ‘alta autoestima’. Se diseña y entrena el nuevo papel y se
propone actuar como-si tuviera en este caso ‘alta autoestima’.
Relación entre lo que hacemos y cómo nos sentimos
Existe una relación estrecha entre nuestras actividades y nuestro estado de ánimo.
Cuando nos sentimos bien, participamos en actividades que nos hacen sentir bien. Todas
estas actividades tienen un efecto de retroalimentación positiva:
● Hacer actividades que disfrutamos nos da sentimientos de placer
● Desafiarnos a nosotros mismos significa que tenemos una oportunidad para crecer
y desarrollarnos y nos da una sensación de logro
● Tener relaciones positivas con otras personas nos hace sentir conectados y
valorados.
La gente deprimida tiende a hacer menos, así que tiene menos oportunidades para sentir
placer, logro y conexión -las cosas que necesitamos para sentirnos bien.
La activación conductual (AC) se refiere a hacer que su vida sea otra vez significativa y
placentera e incluye estos pasos:
1. Aprender sobre el círculo vicioso de la inactividad y la depresión.
2. Monitorear su actividad
3. Valores y metas
4. Cómo planear y volverse activo.
Paso 1: Comprendiendo el ciclo vicioso de la depresión
El ciclo vicioso de la depresión es un problema de caer en hábitos de inactividad que le
hacen sentir peor. Cuando está deprimido, se vuelve menos activo y el ciclo se repite.
Cuando se está deprimido, no dan ganas de hacer nada. El problema es que la depresión
invierte el trabajo de motivación.
La manera más rápida de salir del ciclo
vicioso de la depresión es incrementar
su nivel de actividad, aún cuando, para empezar, no tenga ganas de hacerlo. A este
enfoque se le conoce como activación conductual.
Paso 2: Monitorear su actividad
Use una hoja de trabajo del Diario de actividades para registrar lo que hace todos los días
durante una semana, aún para actividades que pudiesen parecer triviales o poco
importantes. Necesitamos encontrar la manera en que su estado de ánimo cambia
conforme hace diferentes actividades, de manera que califique su estado de ánimo en
cada espacio de tiempo en una escala del 0 al 10, con el 0 representando que se siente
muy deprimido y 10 que se siente muy bien.
Ahora que ha monitoreado sus actividades durante una semana, es hora de buscar
patrones entre sus actividades y su estado de ánimo. Revise su Diario de actividades
completado y hágase la pregunta a continuación. Tome notas conforme avance.
Qué actividades estaban asociadas a su estado de ánimo más alto? (Por ejemplo, ¿qué
estaba haciendo cuando su estado de ánimo era más alto?)
¿Qué actividades estaban asociadas con su estado de ánimo más bajo? (Por ejemplo,
¿qué estaba haciendo cuando su estado de ánimo era el más bajo?
Paso 3: Entrar en contacto con sus valores
Nuestros valores reflejan aquello que encontramos significativo en la vida. Son aquello
que más le importa- en el fondo- y que considera que es muy importante. Reflejan lo que
desea ser y qué es lo que usted simboliza. Vale la pena explorar sus valores cuando haga
activación conductual, de manera que pueda estar seguro de que al menos parte de sus
actividades son consistentes con sus valores.
Una manera de pensar sobre los valores es que son como las coordenadas en una brújula
en las cuales queremos movernos. Nunca llega a un valor, pero esta guía la dirección de
su viaje. Digamos que ‘norte” representaba un valor que le era importante. Nunca podrá
llegar al norte, pero esa es la dirección hacia la que se dirigirá.
Ahora, elija uno de los valores que ha encerrado en un círculo como importante y piense
sobre las cosas que podría hacer en su vida que lo acercarían o lo alejarían de este valor.
Es el momento de elegir algunas actividades que va a hacer. Sitios buenos para obtener
ideas para su plan incluyen:
● Del monitoreo de su actividad: ¿Qué actividades fueron las mejores para mejorar
su estado de ánimo?
● De su evaluación de valores: ¿Qué fue lo que más le importó? ¿Qué actividades
podría hacer que le acercarían a sus valores?
● Asegúrese de incluir lo fundamental como lavar y cepillarse los dientes todos los
días, lavar la ropa cada semana, cocinar, comprar comida e incluir algunas
actividades que sean sociales.
● Use un menú de actividad: Puede elegir algunas ideas de su menú de actividades
en la página siguiente. Quizás piense cuáles están de acuerdo con sus valores.
Programar actividades (planear con anticipación dónde, cuándo y cómo las hará) facilita
que las realice. Ahora es el momento de programar algunas actividades para la semana
entrante. Use el diario de planeación de actividades y escriba las actividades que
realizará.
Es útil pensar sobre:
• Qué es la actividad.
• Dónde y cuándo la realizará.
• Con quién realizará la actividad.
• Los obstáculos posibles y cómo los superará
NATURALEZA:
Conviene tener en cuenta que puede ser difícil para los niños reconocer en qué medida sus
preocupaciones son incontrolables; el informe de los padres parece aquí especialmente
importante. Según el DSM-IV, los niños y adolescentes con TAG tienden a preocuparse
excesivamente por su competencia o la calidad de su actuación en el ámbito escolar o
deportivo, incluso cuando no son evaluados. Otros temas de preocupación son la
puntualidad y acontecimientos catastróficos como los terremotos y la guerra nuclear. Los
niños con TAG pueden mostrarse conformistas, perfeccionistas, inseguros de sí mismos e
inclinados a repetir sus trabajos debido a una insatisfacción excesiva con resultados que no
son perfectos.
Las personas con TAG se preocupan por cosas que es improbable que sucedan o
que si ocurren son mucho más manejables y menos dramáticas de lo que aquellas
piensan. Los pacientes con TAG presentan preocupaciones relativamente constantes y, por
lo general, únicamente suelen ser capaces de dejar de lado un tema de preocupación ante
la aparición de un nuevo tema de preocupación. Preocuparse puede tener una función
adaptativa al ayudar a prepararnos para situaciones problemáticas y resolverlas. Pero
también puede convertirse en algo excesivo o desadaptativo.
Síntomas:
➔ Inquietud.
➔ Impaciencia.
➔ Cansarse o fatigarse con facilidad.
➔ Dificultades de concentración o quedarse en blanco.
➔ Irritabilidad.
➔ Tensión muscular.
➔ Perturbaciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sueño
insatisfactorio y no reparador).
Síntomas físicos:
➔ Temblores.
➔ Sacudidas.
➔ Dolores o entumecimientos.
➔ Musculares.
➔ Manos frías y húmedas.
➔ Boca seca.
➔ Sudoración.
➔ Náusea o diarrea.
➔ Polaquiuria.
➔ Dificultad para tragar o nudo en la garganta.
➔ Respuestas exageradas de sobresalto.
No hay que confundir preocupaciones y obsesiones. Estas últimas no son simplemente
preocupaciones excesivas sobre problemas cotidianos o de la vida real, sino cogniciones
experimentadas como intrusas e inaceptables (egodistónicas) que adoptan frecuentemente
la forma de impulsos e imágenes añadidos a los pensamientos. Finalmente, la mayoría de
las obsesiones van acompañadas de compulsiones que reducen la ansiedad asociada con
aquellas
EDAD DE COMIENZO:
La mayoría de los pacientes con TAG dicen haber sido ansiosos o nerviosos toda la vida;
de hecho, algunos autores han considerado al TAG como un trastorno de personalidad
ansiosa. La mitad de los pacientes con TAG informan que su trastorno comenzó en la
infancia y adolescencia, aunque un inicio después de los 20 años no es raro. En el estudio
de Brown y cols. (2001) con una muestra clínica la edad media fue de 20,6 años (DT =
11,5) y en el de Léger y cols. 1999, citado en Gosselin y Laberge, 2003), 25 años. Con
niños y adolescentes, la edad media de comienzo ha oscilado entre los 11 y 13,5 años.
PROBLEMAS ASOCIADOS:
Los pacientes con TAG suelen presentar otros trastornos tales como trastorno depresivo
mayor, distimia, trastorno de pánico con o sin agorafobia, fobia social, fobia específica,
abuso o dependencia de alcohol o de sustancias sedantes, hipnóticas o ansiolíticas. Otros
trastornos que aparecen también frecuentemente son aquellos asociados al estrés. Los
niños y adolescentes con TAG, en comparación a aquellos con otros trastornos de
ansiedad, son los que presentan más trastornos comórbidos de ansiedad. Son frecuentes,
aparte de los trastornos depresivos, la fobia social, la fobia específica, el trastorno de
ansiedad por separación y el trastorno de pánico; también el trastorno de déficit de atención
con hiperactividad.
GÉNESIS Y MANTENIMIENTO:
Otros factores históricos asociados al TAG han sido la pérdida de un progenitor antes de
los 16 años, padre alcohólico, maltrato verbal y haber tenido que cuidarse anticipadamente
de los padres y de sí mismos en la infancia. Todas estas variables pueden predisponer al
TAG, aunque, existen otras interpretaciones: el TAG pudo ser anterior a los traumas, la
ansiedad crónica pudo influir en la percepción o reacción a los traumas
Ladouceur (1997) han señalado que, en general, los pacientes con TAG no carecen del
conocimiento sobre cómo solucionar problemas, sino que fallan en la orientación hacia el
problema (no saber reconocer los problemas o ver problemas donde no los hay, hacer
atribuciones inadecuadas sobre los mismos, valorarlos como amenazas y sentirse frustrado
y perturbado al encontrarse con problemas, no creer en la propia capacidad para
resolverlos, no dedicar el tiempo y esfuerzo suficiente a los mismos y mantener un punto de
vista pesimista sobre los resultados; es decir, en general, las reacciones iniciales afectivas,
cognitivas y conductuales a los problemas).
En función de la historia anterior, las personas con TAG aprenden a estar hipervigilantes
para descubrir las posibles amenazas. Este sesgo atencional hacia la información
amenazante ocurre incluso cuando la información se presenta fuera de la conciencia. No
parece que el sesgo de atención vaya acompañado de un sesgo de memoria explícita hacia
la información amenazante; esto sugiere una evitación cognitiva de la elaboración de esta
información. Sin embargo, la información amenazante es codificada a pesar de la evitación
tras detectarla, como sugieren las pruebas de memoria implícita.
Junto al sesgo atencional, las personas con TAG presentan un umbral más bajo para
percibir ambigüedad y tienden a interpretar la información ambigua como amenazante, de
este modo, es más probable que las personas con TAG perciban peligros, ya que su
atención se centra en los mismos más fácilmente y es más probable que interpreten los
acontecimientos diarios de forma amenazante.
Krohne (1993, citado en Ladouceur, Talbot y Dugas, 1997) sugiere que la intolerancia a la
incertidumbre es el resultado de: a) un umbral más bajo para percibir la ambigüedad, b)
reacciones más fuertes en situaciones ambiguas (experimentar más incertidumbre,
ansiedad y preocupación), y c) anticipar consecuencias amenazantes de la situación de
incertidumbre.
¿Por qué surgen las preocupaciones y no otros métodos de afrontamiento de la amenaza?
Una respuesta plausible es que lo que se teme en el TAG no es una amenaza presente,
sino una amenaza futura de muy baja probabilidad de ocurrencia para la cual no existe
ninguna solución tipo acción; de este modo, los únicos recursos que quedan son los de tipo
mental y entre estos, ante la carencia de otros más adecuados.
Los pacientes con TAG, los cuales tienden a sobrestimar la utilidad de sus preocupaciones,
informan básicamente de cinco tipos de creencias; las dos primeras se centran en el control
del medio externo e implican probablemente reforzamiento negativo retardado de las
preocupaciones, mientras que las otras tres se centran en el control de las propias
emociones y conductas y proporcionan probablemente un reforzamiento más inmediato.
Estas creencias son informadas más frecuentemente por pacientes con TAG que por
personas sin TAG.
Las preocupaciones pueden tener varios efectos, muchos de los cuales contribuyen a
mantener tanto dichas preocupaciones como la ansiedad:
ENTREVISTA:
En promedio, ¿qué porcentaje del día diría usted que se siente ansioso o preocupado?
¿Considera que sus preocupaciones son excesivamente frecuentes, intensas o
duraderas? ¿Cuáles de ellas (de las enumeradas más arriba)? ¿Cuánta tensión o
ansiedad le producen sus preocupaciones?
Cuando las cosas van bien, ¿todavía encuentra cosas que le preocupan y le ponen
ansioso? ¿Se preocupa por no preocuparse o se preocupa cuando las cosas le van bien
en la vida?
¿Encuentra muy difícil dejar de preocuparse? Si necesita concentrarse en otra cosa, ¿Es
capaz de quitarse la preocupación de la cabeza? Si está intentando leer, ver la TV o
trabajar, ¿sus preocupaciones le vienen a la mente y le dificultan concentrarse en estas
tareas? ¿Cuáles de sus preocupaciones le resultan más difíciles de controlar?
¿Qué síntomas nota usted habitualmente en las épocas en que se encuentra agobiado
por las preocupaciones? Durante los últimos 6 meses, ¿ha experimentado usted
frecuentemente…… (mencionar uno a uno los seis síntomas enumerados más abajo) al
estar ansioso o preocupado? ¿Ha experimentado…… (síntoma) la mayoría de los días
durante los últimos 6 meses? ¿Cuán intenso ha sido…… (síntoma)?
a) Inquietud o impaciencia.
b) Cansarse o fatigarse fácilmente.
c) Dificultades de concentración o quedarse en blanco.
d) Irritabilidad.
e) Tensión muscular.
f) Perturbaciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sueño
insatisfactorio y no reparador)?
¿Le llevan sus preocupaciones a hacer algo para tranquilizarse o para reducir la ansiedad
que le producen? ¿Qué hace o deja de hacer con el fin de intentar evitar que suceda lo
que teme? (preguntar para cada tipo de preocupación identificado).
¿Qué cree que pasaría si no llevara a cabo estas conductas (dirigidas a controlar su
ansiedad o impedir que ocurra lo que teme)? ¿En qué medida cree que pasaría lo que
teme (pueden citarse las consecuencias temidas)?
¿Cree que sus preocupaciones cumplen alguna función útil? ¿Cuál? ¿En qué medida su
preocupación le lleva a encontrar una solución para el problema sobre el que se está
preocupando? ¿Cree que puede pasar algo malo si deja de preocuparse?
Descríbame detalladamente qué sucedió y en qué estuvo pensando la última vez que se
preocupó en exceso. ¿Fue similar a otras veces? Si no es así, ¿en qué fue diferente?
Aparte de las preguntas tendientes a examinar los síntomas del TAG, otros aspectos que
la entrevista debe cubrir son:
Es aconsejable recoger una breve historia médica para comprobar si ciertas condiciones
médicas, medicaciones o drogas pueden ser responsables de los síntomas o estar
contribuyendo a los mismos. Si han pasado dos o más años desde la última revisión
médica, conviene pedir al paciente que se haga una.
CUESTIONARIOS:
Cuestionarios de ansiedad:
Cuestionarios de preocupaciones:
TRATAMIENTO PSICOLÓGICO
Los dos focos principales del tratamiento del TAG suelen ser las preocupaciones
excesivas e incontrolables y la sobreactivación acompañante (especialmente, la tensión).
Para ello, se han empleado diversos tratamientos. Todos los tratamientos incluyen un
componente educativo sobre la ansiedad y el TAG y un entrenamiento para darse cuenta
de las situaciones externas y estímulos internos (cogniciones, sensaciones) que producen
ansiedad. Esto último puede hacerse mediante autorregistros, imaginación en la consulta
de los estímulos provocadores de ansiedad y petición al cliente de que comience a
preocuparse en sesión sobre algo y que note las sensaciones, pensamientos e imágenes
asociados. En las investigaciones los tratamientos han solido oscilar entre 8 y 16
sesiones.
Cuentan con un alto aval experimental que demuestran su eficacia y eficiencia. Además
se ha revelado como una intervención útil no sólo para los cuadros depresivos, sino
también para aquellos en
que existe comorbilidad con trastorno de angustia, fobias, estrés postraumático, trastornos
de la personalidad y consumo de drogas, así como en pacientes tumorales.
Comparte los principios fundamentales del TACD, pero entre ambos existen diferencias
respecto al formato y duración de la intervención. El énfasis en el tipo de reforzamiento
(positivo o negativo) y las temáticas que se abordan en las sesiones.
Por manifestar conductas características del diagnóstico depresivo son mayores que los
inconvenientes derivados de éstas ,el énfasis en que no se consiga reforzamiento positivo
por actuar depresivamente, y que, en cambio, se busquen y se otorguen reforzadores al
sujeto cuando se comporte de forma “sana” o no depresiva.
Formato de intervención:
Una de las características más definitorias del TACD consiste en su formato de trabajo. Se
trata de una intervención breve, altamente estructurada, con unos objetivos muy claros y
con unas pocas técnicas previamente delimitadas.
Fase de evaluación:
"Resulta clave que el paciente entienda la racionalidad del tratamiento, pues sólo así se
involucrará de verdad en él."
En una hoja de registro que se rellena a diario el sujeto apunta si ha cumplido o no todos
los días de la semana con estas tareas y durante cuánto tiempo. Después debe sumar
las actividades totales desarrolladas esencial para que el paciente mantenga su
motivación y aprecie los resultados de la intervención y aprenda a identificar los factores
contextuales que influyen en el comportamiento depresivo.
Introducción:
La condición básica para el cambio terapéutico es el conocimiento del sujeto acerca de los
principios de su propio funcionamiento psicológico. El interés de la MC cognitiva estaría,
por tanto, en cambiar la conducta problemática a partir de la modificación de procesos del
pensamiento, se trataría de cambiar la forma de pensar y no sólo las verbalizaciones
encubiertas específicas. En el contexto del cambio terapéutico, el componente básico es
la interpretación del cliente acerca de las modificaciones. Desde el momento en que la
terapia conductual es eminentemente “hablada” los estudios sobre conducta verbal
suscitaron un enorme interés, hasta el punto de que el enfoque contextual lo consideró (y
considera) la clave terapéutica y uno de los procedimientos más poderosos para controlar
y cambiar la conducta humana.
Surge un cuestionamiento de las bases que sustentan las técnicas cognitivas en general
línea de clarificación en la que se encuadra la investigación que presentamos en este
trabajo. Se intenta estudiar con rigor el papel que desempeña el terapeuta como
instigador de los cambios comportamentales que conducen a la eliminación del problema
,entender por qué funciona una técnica concreta (o un tratamiento concreto), más allá de
saber que realmente funciona, ayudará posiblemente a aumentar la eficacia y la eficiencia
de los tratamientos psicológicos ¿qué es lo que realmente funciona cuando se aplica la
reestructuración cognitiva?, ¿hay algo cualitativa y/o cuantitativamente diferente de los
procesos responsables del éxito de otras técnicas?.
Supuesto en el que se basan los autores; la MC: utiliza un soporte verbal para su
aplicación, es de suponer que trabajando sobre la conducta verbal consigamos los
mismos cambios que cuando hacemos “reestructuración de pensamientos y esquemas
cognitivos, hemos de medirlos por cambios en las verbalizaciones. comprobar la hipótesis
de que la reestructuración y, específicamente, el debate es un procedimiento verbal que
se desarrolla para conseguir el cambio en la forma de pensar de una persona y en esos
esquemas o creencias fuertemente arraigadas que supuestamente están en la base de
las distorsiones cognitivas hemos de medirlos por cambios en las
verbalizaciones.comprobar la hipótesis de que la reestructuración y, específicamente, el
debate es un procedimiento verbal que se desarrolla para conseguir el cambio en la forma
de pensar de una persona y en esos esquemas o creencias fuertemente arraigadas que
supuestamente están en la base de las distorsiones cognitivas través del cambio en su
actuación o en su verbalización.
La RC consiste en que el cliente, con la ayuda inicial del terapeuta, identifique y cuestione
sus pensamientos desadaptativos, de modo que queden sustituidos por otros más
apropiados y se reduzca o elimine así la perturbación emocional y/o conductual causada
por los primeros. En la RC los pensamientos son considerados como hipótesis y terapeuta
y paciente trabajan juntos para recoger datos que determinen si dichas hipótesis son
correctas o útiles.
El terapeuta formula una serie de preguntas y diseña experimentos conductuales para que
los pacientes evalúen y sometan a prueba sus pensamientos negativos y lleguen a una
conclusión sobre la validez o utilidad de los mismos.
Se ha mostrado más eficaz que la ausencia de tratamiento o que otros tratamientos en los
trastornos de ansiedad, depresión mayor, trastorno bipola la terapia cognitiva parece un
tratamiento prometedor para otros problemas como los trastornos disociativos, los intentos
de suicidio, el trastorno de déficit de atención, la fibromialgia y los acúfenos.
BASES TEÓRICAS DE LA RC
Supuestos: Son creencias condicionales que suelen expresarse como proposiciones del
tipo si entonces. Estos supuestos también pueden manifestarse a través de normasy
actitudes.
Tanto los supuestos como las creencias nucleares forman parte del sistema de esquemas
o estructuras cognitivas.
Es muy plausible pensar que en muchas situaciones perturbadoras puede darse en primer
lugar una reacción afectiva automática seguida por un proceso controlado en el que el
cliente valora conscientemente si hay amenaza y si puede afrontarla,la alteración
emocional puede verse agravada por los factores cognitivos y estos contribuir a su
mantenimiento las cogniciones se ven influidas por las respuestas motoras, fisiológicas y
emocionales en un proceso de interacción recíproca entre todos estos tipos de variables.
IDENTIFICACIÓN DE COGNICIONES:
Si un cliente no ve la necesidad de explorar sus cogniciones, será necesario proceder
primero a emplear ejemplos relacionados o no con sus problemas que le hagan ver cómo
las emociones y la conducta están influidas por lo que pensamos. La identificación de
pensamientos no es simplemente una fase inicial, sino un proceso continuo que se
prolonga a lo largo del tratamiento.
La identificación correcta de las cogniciones por parte del cliente requiere que este sea
entrenado al respecto, lo cual incluye decirle que:
Los medios para identificar las cogniciones del cliente pueden clasificarse en:
- Los pensamientos pueden ser ansiógenos, por lo que los clientes intentan evitarlos ya
sea manifiestamente.
A) JUSTIFICACIÓN DE LA RC:
El cliente trabaja junto con el terapeuta para recoger datos retrospectivos y prospectivos
que indiquen si sus cogniciones son válidas o útiles. La validez u objetividad de los
pensamientos se refiere a en qué medida son correctos y realistas. La utilidad de los
pensamientos se refiere a si sirven de ayuda para alcanzar los objetivos que uno se ha
propuesto en un momento dado. Las cogniciones válidas no tienen por qué ser útiles,
mientras que las cogniciones erróneas pueden serlo.
Las cogniciones negativas significativas del cliente son cuestionadas de dos modos
básicos:
Cuestionar los pensamientos automáticos negativos (“no sabré qué decir”, “diré algo
estúpido”) en una primera etapa y posteriormente los supuestos y creencias
disfuncionales.
- Experimentos activos: Son los más frecuentes en la práctica clínica. El paciente hace o
deja de hacer algo de modo deliberado en una situación, observa lo que sucede y extrae
sus conclusiones.
Una técnica útil es pedir al cliente que lleve un registro diario de experiencias que
contradicen la creencia disfuncional y apoyen creencias más positivas.
BADOS LOPEZ A., & GRAU GARCÍA E. (2011). Técnicas de exposición. Universidad
de Barcelona: Facultad de Psicología.
Los clientes tienen que realizar actividades de autoexposición prolongada en vivo entre
las sesiones formales de tratamiento.
Las actividades de autoexposición en vivo (AEV) deben ser específicas y los clientes
deben colaborar todo lo posible en su formulación. Debe hacerse un gran hincapié en la
AEV o práctica autodirigida para evitar la dependencia del cliente respecto del terapeuta o
de otros miembros del grupo, si el tratamiento es grupal.
Dentro de una misma sesión de exposición prolongada en vivo el cliente puede exponerse
a varias situaciones temidas. Estas situaciones deben ser del mismo nivel subjetivo de
ansiedad. Además, no debe cambiarse de una situación a otra antes de que la ansiedad
en la primera haya declinado. En situaciones de corta duración, tales como hacer cola en
un supermercado, el cliente debe ir repitiendo el hacer cola en distintos supermercados.
Por otra parte, hay que estar atento para que la exposición real no sea evitada a través de
conductas defensivas manifiestas (p.ej., llevar un amuleto) o encubiertas (p.ej., mediante
pensamientos tranquilizadores o distractores o concentrándose en planes de escape).
La exposición prolongada en vivo poco o no graduada presenta varias desventajas. No
todos los clientes la aceptan y unos pocos pueden llegar a orinarse o defecarse cuando se
ponen muy ansiosos durante la exposición. Hay indicios de que a los clientes
particularmente perturbados por depresión, ataques frecuentes de pánico o elevada
ansiedad general les va mejor con exposición gradual en vivo que con exposición
prolongada en vivo en la que haya que soportar la ansiedad. Otro problema es que la
mejora alcanzada, la cual no es con frecuencia lo suficientemente grande, no suele ir a
más una vez finalizado el tratamiento.
Práctica programada
El manual del compañero explica por qué se necesita su ayuda, el papel que pueden jugar
las personas allegadas en mantener el problema y cómo el compañero puede ayudar al
cliente en la planificación, realización y aliento de las prácticas de AEV. Aunque el
compañero puede acompañar al cliente en algunas de estas prácticas, otras debe
hacerlas el cliente solo; gradualmente el cliente debe aprender a valerse por sí solo y el
compañero debe alentar esto.
Además, debe discutir con su compañero lo que ha conseguido realizar cada día y el
compañero debe reforzar socialmente y también con pequeños detalles los esfuerzos
realizados, los progresos hechos y la práctica regular. Se proporciona a los clientes 10
reglas que pueden emplear para hacer frente a la ansiedad y al pánico y se les anima a
recordarlas y utilizarlas en forma abreviada y a añadir a la lista otras que se les ocurran.
Durante las tres visitas siguientes, el terapeuta revisa con la pareja los diarios y discute
las dificultades encontradas y los planes para las prácticas futuras. Las visitas de
seguimiento se programan a intervalos cada vez mayores después del final del contacto
regular; por ejemplo, a las 2 semanas, y a los 1, 3 y 6 meses. El objetivo principal de estas
visitas de seguimiento es asegurar que el programa de prácticas está siendo realizado en
la forma prevista.
En general, se aconseja que la EV sea gradual, ya que esto aumenta la motivación del
paciente y reduce la probabilidad de abandono. El enfoque gradual implica comenzar por
situaciones que produzcan un nivel de ansiedad bajo o medio e ir avanzando lo más
rápido que se pueda hacia situaciones muy ansiógenas y totalmente evitadas, pero sin
abrumar al cliente con ansiedad o pánico inmanejables. El nivel de gradación elegido
depende de lo que el cliente esté dispuesto a tolerar, de sus condiciones médicas y
psicológicas, del tiempo disponible y de la rapidez de la habituación.
Hay que tener en cuenta que la exposición graduada es perfectamente compatible con la
exposición prolongada. Así, una persona con miedo a viajar en metro, podría comenzar
haciendo un par de estaciones y repetir este paso las veces necesarias hasta que su
ansiedad se redujera significativamente.
El primer paso para construir una jerarquía es que cliente y terapeuta identifiquen las
posibles situaciones que la integrarán, aunque hay que favorecer la máxima iniciativa por
parte del cliente. Deben incluirse todas aquellas situaciones temidas/evitadas o, si son
muchas, una muestra representativa de las mismas; lo preferible, por razones
motivacionales, es que estas situaciones sean pertinentes y significativas para el cliente;
es decir, situaciones reales que debe afrontar en su vida o que es probable que encuentre
o tema encontrar (siempre que no sean realmente peligrosas).
Puede haber situaciones que el cliente rechace porque dice que no las va a querer hacer
en su vida diaria, pero que pueden ser muy útiles para provocar las sensaciones y
pensamientos temidos y aprender a manejarlos.
Finalmente, parece importante incluir situaciones en las que han ocurrido reacciones
fóbicas intensas o ataques de pánico previos o donde se sospeche que pueden ocurrir; de
este modo, se aprende a manejarlos y se reduce la probabilidad de recaída.
Las situaciones a incluir en la jerarquía deben ser descritas con la suficiente especificidad
para poder ordenarlas y, por tanto, para tener control sobre el nivel de ansiedad que
generan al cliente.
Es fundamental tener en cuenta los factores que influyen en el miedo/evitación del cliente;
por ejemplo, distancia que uno se aleja de casa, número de personas en el metro,
distintas líneas de autobús, tamaño del espacio cerrado, tipo de carretera para conducir,
condiciones atmosféricas, ir o no acompañado, empleo de conductas defensivas, etc.
Cuando el miedo a los estímulos fóbicos esté acompañado por el miedo a las sensaciones
corporales experimentadas (p.ej., miedo a la dificultad para respirar en un ascensor
porque se piensa que uno puede ahogarse), la jerarquía puede incluir la inducción de las
sensaciones temidas (p.ej., reteniendo la respiración en el ascensor) para que el cliente
se habitúe a las mismas y/o aprenda que puede manejar la ansiedad y que lo que teme no
ocurre.
Cuando las situaciones que debe afrontar el cliente tienen una duración corta (p.ej.,
saludar a una persona o subir en ascensor) debe repetir la exposición (preferiblemente a
continuación o, si no, lo más pronto posible) el número de veces necesario para que la
ansiedad disminuya significativamente.
Siempre que sea posible se aconseja que el cliente dedique 1-2 horas diarias a afrontar
las situaciones temidas, por lo que si logra reducir significativamente su ansiedad en una
de estas situaciones en menos de este tiempo, debe pasar a exponerse a otra situación.
La depresión, que ya no se vería como un estado morboso sino como una respuesta
normal o esperable ante un determinado contexto vital, se explicaría a partir de las
circunstancias presentes en ese momento y se afianzaría fundamentalmente como
consecuencia de las mismas respuestas o reacciones del individuo a ese entorno.
Por último, si el terapeuta observa que el pensamiento rumiante impide un buen contacto
con los reforzadores, se recurre a la “atención a la experiencia” (que se sirve del
mindfulness y/o de otros procedimientos) para que al sujeto le resulte más fácil apreciar el
impacto de esos reforzadores en su vida.
1. La clave para cambiar cómo se sienten las personas estriba en ayudarles a cambiar lo
que hacen.
2. Distintos cambios vitales pueden llevar a la depresión, y las estrategias inmediatas que
se emplean para afrontarlos pueden bloquear indefinidamente a las personas.
3. La pista que ayuda a averiguar qué será antidepresivo para un cliente en particular
estriba en saber qué precede y qué sigue a las conductas importantes.
4. Hay que estructurar y programar actividades de acuerdo con un plan, no con un estado
de ánimo.
10. El terapeuta debe trabajar para solucionar las barreras actuales a la activación o
las que posiblemente aparecerán.
Definición y clasificación.
Las situaciones fóbicas son evitadas o se soportan con ansiedad o malestar intensos. Si
la evitación no es posible, aparecen conductas de búsqueda de seguridad o conductas
defensivas, las cuales persiguen prevenir o minimizar las supuestas amenazas y la
ansiedad.
Otro tipo Situaciones que pueden llevar a Morir, vomitar, hacer el ridículo, caerse y
atragantarse, vomitar o adquirir una hacerse daño.
enfermedad (cáncer, SIDA), la fobia a los
espacios (miedo a caerse si no se está
cerca de paredes o de medios de sujeción)
y los miedos de los niños a los ruidos
fuertes y a las personas disfrazadas
3. MODELO EXPLICATIVO
La EV (exposición en vivo) es el tratamiento que cuenta con más datos sobre eficacia. Ha
sido más eficaz que él no tratamiento y el placebo y que otras intervenciones como la
relajación, la reestructuración cognitiva, la exposición interoceptiva (exposición a las
sensaciones temidas), el modelado en vivo y, al menos a corto plazo, a diversas técnicas
de exposición en la imaginación.
Öst (1989b) ha propuesto un tratamiento para la mayoría de las FE que puede llevarse a
cabo en una sola sesión de hasta 3 horas. Para el tratamiento en una sola sesión (TUS),
los clientes deben cumplir las siguientes características: presentar una fobia
monosintomática no conectada con otros problemas, estar lo suficientemente motivados
como para tolerar un posible alto grado de ansiedad durante largo tiempo, no obtener
ninguna consecuencia positiva de su fobia y que no haya ninguna consecuencia negativa
predecible si la fobia es superada.
La ansiedad y preocupación excesivas son dos de los componentes nucleares del TAG.
La ansiedad es la respuesta emocional (sentimiento de inquietud/malestar o síntomas
somáticos de tensión) que acompaña a la anticipación aprensiva de un peligro o desgracia
futuros, ya sean internos o externos.
Las áreas más comunes de preocupación incluyen la salud (propia y de otros), la familia,
los amigos, las relaciones sociales en general, el trabajo, los estudios, la economía y
cuestiones menores tales como tareas domésticas, reparación del coche o llegar tarde. En
el TAG las preocupaciones son más frecuentes, duraderas, intensas y difíciles de
controlar que en personas normales.
Las preocupaciones también deben ser distinguidas de las rumiaciones depresivas. Las
preocupaciones tienden a centrarse en posibles eventos negativos en el futuro, mientras
las rumiaciones se focalizan en eventos negativos que ya han sucedido.
Las personas con TAG se preocupan por cosas que es improbable que sucedan o que si
ocurren son mucho más manejables y menos dramáticas de lo que aquellas piensan.
Las personas con TAG aprenden a estar hipervigilantes para descubrir las posibles
amenazas, ya sean de tipo externo (discusión con un amigo, hijo que llega tarde) o interno
(sensaciones físicas).
Los clientes con TAG tienen más dificultades para identificar, describir y aceptar sus
emociones e informan de más miedo a las emociones negativas. Se piensa que el miedo
e intolerancia de las emociones exacerban el malestar y facilitan el empleo de estrategias
inadecuadas de afrontamiento para reducir el afecto intenso o evitar el incremento del
afecto negativo.
Los clientes con TAG, los cuales tienden a sobrestimar la utilidad de sus preocupaciones,
informan básicamente de siete tipos de creencias. Estas creencias son informadas más
frecuentemente por clientes con TAG que por personas sin TAG.
· Preocuparse ayuda a descubrir medios de evitar lo que se teme. Sin embargo, más
que descubrir estos medios, lo que se teme no ocurre debido a que es muy
improbable.
Los tratamientos más investigados en adultos han sido la relajación, la terapia cognitiva y
la terapia cognitivo-conductual.
6. PROGRAMA DE TRATAMIENTO
La intervención para el TAG propuesta por el grupo de Dugas ha ido sufriendo algunas
modificaciones a lo largo del tiempo e incluye seis módulos: (1) psicoeducación y
entrenamiento en darse cuenta de las preocupaciones, (2) reconocimiento de la
incertidumbre y exposición conductual, (3) reevaluación de la utilidad de preocuparse, (4)
entrenamiento en solución de problemas, (5) exposición imaginal y (6) prevención de
recaídas.
El terapeuta debe asegurarse de que el cliente comprende la distinción entre ambos tipos
de preocupación.
Los clientes con TAG tienden a sobrestimar las ventajas de preocuparse y a subestimar
sus desventajas. Por ello conviene reevaluar la utilidad de preocuparse.
Puede decirse que muchas personas con TAG quieren reducir sus preocupaciones, pero
al mismo tiempo creen que preocuparse es útil; luego, se pregunta al cliente qué piensa al
respecto y si cree que algunas de sus preocupaciones pueden ser útiles.
Tras este primer paso, el terapeuta puede presentar los distintos tipos de creencias sobre
la utilidad de preocuparse y pedir al cliente que piense en sus propias preocupaciones y
vea si tiene algunas de dichas creencias.
Otro método para identificar este tipo de creencias es preguntarle al cliente qué pasaría si
no se preocupara o se preocupara menos sobre algo en particular.
Así pues, el siguiente paso es cuestionar las creencias específicas que sustentan cada
preocupación. En el cuestionamiento pueden utilizarse diversos medios: representación
de abogado-fiscal, método socrático y experimentos conductuales.
En la representación de abogado-fiscal, el cliente identifica una preocupación específica
(p.ej., preocuparme por la salud de mis hijos muestra que soy una buena madre) y luego
adopta el papel de abogado para convencer a los miembros de un jurado de que su
preocupación es útil. Una vez que ha expuesto todos los argumentos a favor, pasa a
representar el papel de fiscal para convencer al jurado de que su preocupación no es útil
En cuanto a los experimentos conductuales, se puede pedir, por ejemplo, a un cliente que
se preocupe sobre las consecuencias de eventos venideros y que no se preocupe por las
consecuencias de otros. Al registrar los resultados de todos los eventos, el cliente puede
poner a prueba su hipótesis de que preocuparse previene los resultados negativos o
protege contra el malestar si estos ocurren. Para someter a prueba la creencia de que
preocuparse mejora la actuación, se puede pedir al cliente que se preocupe más tiempo y
con mayor intensidad durante un periodo de tiempo determinado. Luego, la calidad de la
actuación durante este periodo es comparada con la de un periodo normal o de no
preocupación.
Una vez que el cliente deja de ver el preocuparse excesivamente como algo útil, se le
plantea que existen alternativas a la preocupación: entrenamiento en resolución de
problemas para los problemas actuales y exposición imaginal para las situaciones
hipotéticas.
Finalmente, se explica al cliente que la actitud negativa hacia los problemas es una
consecuencia de la intolerancia a la incertidumbre; al fin y al cabo, los problemas son
situaciones que no tienen soluciones obvias y de resultados inciertos.
Existen diversas estrategias para mejorar la actitud hacia los problemas: puede utilizarse
el autorregistro para facilitar el reconocimiento de los problemas y de las reacciones a los
mismos, la reestructuración cognitiva para modificar creencias, valoraciones o
expectativas disfuncionales, y técnicas operantes y apoyo social para reforzar la
dedicación a la resolución de los problemas.
· Reconocer los problemas antes de que sea demasiado tarde. Para mejorar la
habilidad de reconocer problemas cuando surgen, se recomienda: (a) Emplear las
emociones negativas como señales; éstas no son el problema, sino una consecuencia del
mismo. (b) Elaborar una lista de los problemas que tienden a repetirse y tenerla visible.
Esto no sólo ayuda a reconocer los problemas, sino que reduce los sentimientos de
enfado y decepción, ya que el problema es esperado.
· Ver los problemas como una parte normal de la vida. Se habla con el cliente de que
tener problemas es algo normal e inescapable en la vida. Se le puede preguntar si conoce
a alguien que no tenga problemas; la respuesta suele ser no.
· Ver los problemas como retos y no sólo como amenazas. Se trata de alentar al cliente
a ver qué retos u oportunidades existen en resolver los problemas en vez de centrarse
únicamente en los aspectos negativos. Se explica que en vez de ver el problema como
algo completamente negativo (amenaza) o positivo (oportunidad), puede contemplarse en
un continuo de amenaza-reto; esto permite valorar los problemas de forma menos
amenazante. Se utilizan ejemplos que permitan apreciar cómo una valoración inicial de
amenaza puede transformarse a un punto de vista más dimensional en el que también se
reconozca el reto u oportunidad existente.
6.4.2. Habilidades de solución de problemas: Los objetivos de esta fase son refinar
las habilidades de resolución de problemas y alentar a los clientes a tolerar la
incertidumbre siguiendo adelante con el proceso a pesar de la incertidumbre inherente en
cada paso: (a) definición y formulación del problema de forma específica, y
establecimiento de metas claras, concretas y realistas, (b) generación de soluciones
alternativas a través de la lluvia de ideas, (c) toma de decisión, sin buscar una solución
perfecta, y elaboración de un plan de acción, y (d) aplicación de la solución y
comprobación de su utilidad.
6.5. Exposición imaginal: la exposición imaginal a los miedos es una técnica útil, ya que
ataca la evitación de las imágenes amenazantes y de la activación emocional
desagradable que contribuye a mantener las preocupaciones.
El primer paso es mostrar al cliente que intentar evitar los pensamientos puede ser
contraproducente. Para ello, puede utilizarse el experimento del oso blanco. Se pide al
cliente que cierre sus ojos durante 60 segundos y que imagine cualquier cosa que quiera,
excepto un oso blanco o la palabra oso blanco. Se le dice también que levante la mano
cada vez que, si es el caso, el pensamiento de un oso blanco pasa por su mente (el
terapeuta lleva la cuenta). Tras los 60 segundos, se pregunta por el número de veces que
se ha pensado en el oso blanco durante ese periodo y, como comparación, mientras se
venía a consulta y en el día de ayer; supuestamente, se ha pensado más veces durante el
periodo de imaginación. A partir de aquí puede explicarse que intentar no pensar en algo
no funciona, sino que pueden producirse dos efectos paradójicos: (a) efecto de aumento:
intentar suprimir un pensamiento puede hacer que sea más frecuente mientras se intenta
evitarlo; y (b) efecto de rebote: tras intentar suprimir un pensamiento, puede aparecer
posteriormente de forma inesperada en la cabeza. Así pues, intentar bloquear las
preocupaciones puede, de hecho, facilitar su persistencia.
La exposición imaginal requiere identificar los miedos nucleares que subyacen a las
preocupaciones sobre distintas situaciones. Para identificar un miedo nuclear se emplea la
técnica de la flecha descendente: Se identifica la preocupación y luego se pregunta si esto
fuera cierto, ¿qué pasaría? (o ¿qué significaría para usted?). Respuesta X. Y si X fuera
cierto, ¿qué pasaría?
El proceso se sigue hasta que el cliente es incapaz de dar una nueva respuesta. Un
mismo miedo nuclear puede subyacer a distintas preocupaciones sobre muchas
situaciones hipotéticas, por lo que el número de miedos nucleares e imágenes a elaborar
es limitado.
a) Se pide al cliente que escriba en casa un borrador de la primera imagen a utilizar. Para
ello se le proporciona por escrito guías sobre el contenido y la forma de la imagen. En
cuanto al contenido, la imagen debe incluir la situación temida, las reacciones cognitivas,
emocionales y físicas a la situación y el significado que da el cliente a la situación y a sus
reacciones (consecuencias temidas). La imagen debe producir mucha ansiedad, pero ser
creíble. Respecto a la forma, la imagen debe ser descrita en primera persona, en tiempo
presente, con gran detalle (incluyendo información sobre los distintos sentidos) y sin
incluir elementos de neutralización (p.ej., palabras como quizá o no tan malo pueden ser
contraproducentes). La descripción de la imagen puede ocupar desde un tercio a una
página entera a un espacio.
b) El terapeuta ayuda al cliente a revisar el borrador anterior y a mejorarlo siguiendo las
pautas anteriores. Es fundamental que la descripción no incluya conductas de
neutralización y que contenga las consecuencias específicas temidas por el cliente,
aunque sin exagerar estas. El terapeuta debe buscar un equilibrio entre el abordaje de los
resultados temidos y la inclusión de elementos de incertidumbre en la escena. La
exposición imaginal no debe ir demasiado lejos, ya que un claro resultado negativo puede
ser menos amenazante que un resultado incierto (lo peor ya ha ocurrido, con lo que puede
quedar poco lugar para el miedo).
c) El cliente graba la imagen en un CD mientras lee el texto lentamente, con las pausas
pertinentes y con emoción. De no ser así, la grabación debe repetirse hasta conseguir la
velocidad y emoción adecuadas. Aunque el empleo de una grabación no es necesario,
especialmente conforme el cliente va dominando la exposición, se piensa que las
sesiones son más fáciles con la ayuda de dichas grabaciones que pidiendo simplemente
al cliente que imagine la escena o la relate en voz alta.
En segundo lugar, se recuerda a los clientes que ha brá ocasiones en que experimentarán
inevitablemente preocupación y ansiedad, ya que estas son reacciones normales ante las
situaciones estresantes (p.ej., problemas interpersonales, cambios laborales, cansancio.
En tercer lugar, es fundamental distinguir entre un contratiempo (fluctuaciones normales
en preocupación y ansiedad) y una recaída (una vuelta al estado anterior a la terapia). Así
pues, experimentar incrementos de preocupación y ansiedad de vez en cuando es
inevitable y no significa una recaída a no ser que la persona reaccione catastróficamente
a los mismos.
Finalmente, se anima al cliente a desarrollar un plan de acción antes del fin de la terapia.
Se le alienta a fijarse metas para seguir progresando sin la ayuda del terapeuta.
Las compulsiones son conductas repetitivas (p. ej., lavado de manos, comprobar el gas,
ordenar) o actos mentales (p. ej., rezar, contar, pensar o imaginar algo bueno para borrar
o sustituir los malos pensamientos) que la persona afectada se siente compelida a llevar a
cabo en respuesta a una obsesión. Las compulsiones tiene la función de reducir la
ansiedad o el malestar o bien prevenir algún hecho temido que haga aparecer la
obsesión.
Las obsesiones en forma de impulsos, son las más desagradables para quienes las
sufren, tienden a ser más intensas, molestas, atormentadoras y más difíciles de manejar
que las imágenes y pensamientos, y conducen con más frecuencia a la evitación p. ej.,
impulsos de insultar, agredir sexualmente llevar a aislamiento).
Es importante destacar que las compulsiones pueden no sólo ser conductas motoras, sino
también encubiertas (p. ej., la persona que le asaltan pensamientos de haber cometido un
error puede repetir las acciones que ha realizado o hacer repasos mentales). Además, los
pensamientos compulsivos pueden ser idénticos a la obsesión, como es el caso de un
paciente que tras pensar que ha podido hacer algo malo, repasa mentalmente la
secuencia de sus acciones para asegurarse de que no ha hecho daño, de forma que se
produce una larga secuencia de intrusión-neutralización-intrusión-neutralización-intrusión,
una cadena de pensamientos que difieren en función pero no en contenido.
La otra es reparar el posible daño o error, que puede ser lavando lo que esta sucio,
ordenando lo desordenado, rezando para ser perdonado, o bien de modo cognitivo, como
por ejemplo imaginar hechos, decirse frases positivas.
El concepto de neutralización (en Enfoques CC) designa conductas que realizan las
personas con TOC con objeto de escapar, evitar o reducir la ansiedad o el malestar
provocado por la obsesión.
El término compulsión no se debe usar de forma intercambiable con él, ya que son
diferentes en los siguientes aspectos: (a) la neutralización no sigue unas reglas fijas
estereotipadas como lo hace la compulsión; (b) no se intenta resistirse a ella como se
hace en la compulsión, y (c) la persona puede valorar como lógica y positiva la conducta
neutralizadora (p. ej., neutralizar un mal pensamiento puede ser ponerse a tocar el piano,
subir el volumen de la música, llamar a un amigo etc.)
3.2. Autoinmunidad
3.4. Modelo conductual: En síntesis los aspectos básicos que explican el TOC desde
esta perspectiva son los siguientes: 1) Las obsesiones son pensamientos que están
asociados a altos niveles de ansiedad, son estímulos condicionados. La ansiedad se
habitúa si el sujeto se expone a ellos durante un tiempo suficientemente largo, pero
las compulsiones impiden esta exposición prolongada. 2) Las compulsiones son
conductas voluntarias, ya sean motoras o cognitivas, que permiten escapar o evitar la
exposición a estos pensamientos, que son reforzadas negativamente por el alivio de la
ansiedad que proporcionan a corto plazo y por ello se mantienen, e impiden la
revalorización y extinción de la ansiedad ante esos pensamientos. 3) Adicionalmente,
los pacientes aprenden conductas de evitación ante los estímulos o situaciones que
pueden provocar las obsesiones, lo que disminuye la frecuencia de exposición a los
pensamientos obsesivos.
A partir de que la persona valora los pensamientos intrusivos como (a) una amenaza
de grave riesgo o daño para sí mismos o los demás (una sobreestimación de la
probabilidad y gravedad del daño) y (b) que uno mismo es responsable de ese daño (o
su prevención), experimentará emociones negativas (p. ej., ansiedad, culpa), y se
sentiría compelida a neutralizarlos que son las características del TOC.
Exposición en vivo
En muchos casos son un requisito previo o central para la exposición efectiva, como
señala Bados (2009), la reestructuración cognitiva es especialmente útil cuando la
exposición no permite comprobar si lo que se teme es cierto o no.
3. Evaluación
4. Desensibilización y reprocesamiento
6. Escaneo corporal
7. Cierre
8. Nueva evaluación
5.5. Terapia Dialéctica Conductual: . En la Terapia Dialéctico Conductual para el
TEPT se entrenan diversas habilidades para ser utilizadas como intervención primaria
o como paso previo a la exposición, entre las que se encuentran identificación y
regulación emocional, aceptación, tolerancia al malestar emocional, control de la ira,
aprender a calmarse y mindfulness. Se espera así aumentar la tolerancia y eficacia de
ésta, en caso de llegar a producirse.
Las pesadillas son uno de los síntomas del TEPT, con ellas se inicia una secuencia en
cascada de hiperactivación física y cognitiva que los pacientes tienden a evitar, a
veces no yéndose a dormir. Las pesadillas no se evalúan normalmente en los índices
de mejoría del tratamiento del TEPT (Spoormarker y Montgomery, 2008) y pueden
persistir después de la terapia focalizada en el trauma (Moore y Krakow, 2010).
La terapia cognitivo conductual ha sido aplicada con éxito en el tratamiento del TEPT
con trastorno de ansiedad generalizada o trastorno depresivo mayor.
Cap. 12 DEPRESIÓN
3. MODELOS EXPLICATIVOS
3.2. Enfoque del auto-control de Rehm Rehm (1977, 1981 y 1988) formuló,
desarrollo y optimizó un modelo de depresión basado en la importancia de la
auto-evaluación, auto-observación y auto-refuerzo como principales agentes causales
de la depresión.
(3) Visión negativa del futuro: cuando la persona deprimida mira hacia el futuro lo ve
todo negro.
Estos esquemas o patrones cognitivos delimitan, por tanto, una característica
personal, asituacional y, en gran medida, responsable de cómo la persona percibe la
realidad concreta. Son representaciones de experiencias pasadas, guardadas en la
memoria y que operan como filtros en el análisis de la información recibida en la
actualidad.
¿Cómo se desarrolla el trabajo terapéutico con niños?, o lo que es igual, ¿hasta qué
extremos coinciden las intervenciones terapéuticas en la infancia con las actuaciones con
adultos?, es decir, ¿es posible precisar los aspectos diferenciales que caracterizan las
terapias infantiles?, ¿qué variables o elementos introducen diferenciación en los
tratamientos administrados en la infancia?.
La dependencia de los niños respecto a los adultos con los que convive y que, sin duda,
les hace particularmente vulnerables a múltiples influencias que escapan a su control y se
dejan notar en su comportamiento y en la forma de afrontar situaciones específicas.
Distintos trabajos han resaltado que factores contextuales, familiares, sociales y escolares
adversos perjudican a los niños e influyen en la naturaleza y severidad de sus problemas
y alteraciones. Específicamente, relaciones conflictivas padres-hijos, estrés,
psicopatología y discordia parental, actúan como factores de riesgos.
Los niños como pacientes, tienen escasa autonomía para demandar servicios y atención
psicológica. Son los adultos quienes en primera instancia, estiman las desviaciones del
comportamiento infantil, juzgan sus consecuencias adversas para el propio niño o
terceros, adoptan la decisión de solicitar ayuda y desempeñan el papel de informantes de
los problemas y dificultades infantiles. En definitiva, establecen la demanda terapéutica.
Si se estima que el cliente es aquella persona que solicita ayuda terapéutica a partir de la
apreciación de sus propias necesidades y, por tanto, establece la demanda de atención
clínica queda claro que, en el ámbito infantil.
4. EL PROCESO DE INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA EN LA INFANCIA
GUÍA DE ACTUACIÓN:
¿Cómo decidir el inicio del tratamiento infantil, ¿Existen directrices o guías para estimar
cuándo la demanda terapéutica ha de ir seguida del tratamiento infantil? En el campo de
las intervenciones infantiles el diseño y desarrollo del programa terapéutico suele
comenzar por un análisis previo realizado por el terapeuta con el objetivo de precisar las
connotaciones adaptativas/desadaptativas del problema infantil, la necesidad.
Los intentos por operativizar estas cuestiones apuntan algunos indicadores a tener en
cuenta. Se trata de: 1) connotaciones adversas que el problema origina al niño según las
normas sociales de referencia, es decir, el deterioro en la calidad de vida y limitación de
beneficios que el paciente sufre como consecuencia y efecto del comportamiento
analizado.
Las pautas de actuación conducen al inicio del proceso terapéutico analizando en primer
lugar el motivo de consulta y determinando los comportamientos en los que incidirá la
intervención. La observación y registro de tales comportamientos unido al análisis
funcional que permitirá plantear hipótesis explicativas sobre los factores que los evocan y
mantienen en la actualidad darán paso al diseño y aplicación del plan de intervención. La
formulación de los objetivos que persigue la terapia junto con la selección y posterior
aplicación de las técnicas elegidas según el caso, constituyen los pasos previos a la
evaluación de los efectos terapéuticos en relación a los cuales se programaron iniciativas
encaminadas a su consolidación y generalización.
Los objetivos específicos de la evaluación diagnóstica con el niño son: «a) Identificar las
razones que conducen a consulta; b) Obtener un cuadro preciso del desarrollo y
funcionamiento del niño así como de la naturaleza y magnitud de sus problemas de
comportamiento, de su malestar personal y de las alteraciones en su vida cotidiana, y c)
Identificar los factores individuales, familiares o ambientales que potencialmente
expliquen, influyan o mejoren estas dificultades»
1. Evaluación
2. Formulación diagnóstica
3. Comunicación de resultados y recomendaciones.
1. INTRODUCCIÓN
La significación clínica de los miedos infantiles se ha subestimado basándose en tres
argumentos:Son transitorios, Son leves, Son evolutivos. Interesa discernir entre miedos de
carácter evolutivo que remiten con la edad y miedos de naturaleza clínica o fobias
específicas que perduran en la adultez y requieren tratamiento psicológico.
Caracterización clínica:
Las fobias específicas presentan dos características que las diferencian de los miedos y
justifican la aplicación de tratamiento psicológico:
● Fobia animal
● Fobia ambiental
● Fobia sangre-inyecciones-daño
● Fobia situacional
● Es quien más datos puede aportar sobre la experiencia subjetiva de miedo como el
malestar o las expectativas de daño,
● Los padres suelen subestimar la gravedad de los miedos infantiles.
Entrevistas al niño y a los padres: Los objetivos principales de la entrevista con el niño son
recoger información sobre la fobia específica motivo de la consulta y establecer una
relación reforzante entre el terapeuta y el niño.
RESUMEN: Entre las aportaciones de esta nueva generación figura la recuperación delas
raíces contextuales de la terapia de conducta, las cuales habían sido abandonadas en la
segunda generación, a la sazón dominada por la terapia cognitivo-conductual.
TERCERA GENERACIÓN:
La tercera generación viene a ser el desarrollo del análisis funcional. Este desarrollo del
análisis funcional se identificaría como 'análisis de la conducta clínica' para subrayar
precisamente su interés en la clínica de los pacientes ambulatorios. Se podría decir que el
análisis de la conducta clínica viene a suponer una refundación de la terapia de conducta.
La tercera generación abarca una serie de terapias que empezaron a ser notables a
principios de la década de 1990, fueron la Terapia de Aceptación y Compromiso, la
Psicoterapia Analítica Funcional y la Terapia de Conducta Dialéctica. Empezaron a
establecer el punto de vista contextual de la terapia de conducta frente al punto de vista
cognitivo.
Puntos novedosos de la Terapia de Activación Conductual, siquiera sirven para percibir tal
importancia. ¿Qué es nuevo en la Terapia de Activación Conductual?:
MANEJO DE DIFICULTADES
A continuación se enumeran una serie de situaciones problemáticas tanto por parte del
terapeuta como del paciente que pueden interferir en la entrevista.
Durante las sesiones, el terapeuta debe intensificar la autoobservación para no pasar por
alto sus reacciones emocionales. Caso de sentirse enfadado, conviene que no responda
inmediatamente, sino que haga una pausa.
· El terapeuta tiene problemas con relación a los silencios del cliente. Una primera
posibilidad es que el terapeuta no sepa discriminar si el silencio es beneficioso o no y, por
lo tanto, si debe ser roto por el cliente o por el terapeuta.
La tercera generación de terapias representa un salto cualitativo porque las técnicas que
engloba están orientadas, no a la evitación/reducción de síntomas, sino a que la persona
actúe con la responsabilidad de la elección personal y la aceptación de los eventos
privados que conlleve ese proceder. Entre estas terapias figuran la Terapia Dialéctica de
Linehan (1993), la Psicoterapia Analítica Funcional de Kohlenberg y Tsai (1991), la
Terapia Integral de Pareja de Jacobson, Christensen, Prince, Cordova y Eldridge (2000),
la Terapia basada en la Toma de Conciencia/Ser consciente de Segal, Williams y Teasdale
(2002), y la Terapia de Aceptación y Compromiso de Hayes, Stroshal y Wilson (1999).
La TMR tiene un marco filosófico, que en este caso es el Contextualismo Funcional, que
confluye con el Conductismo Radical de Skinner y el Interconductismo de Kantor.
Es una teoría dirigida al análisis funcional del lenguaje y la cognición, aspectos que
apenas habían sido analizados previamente a nivel experimental en un plano
analítico-funcional. La TMR contempla el efecto de las contingencias, pero su foco de
análisis es el lenguaje y la cognición concebidos como aprendizaje relacional. Se
mantiene que el aprendizaje relacional es una respuesta operante que consiste en
aprender, desde muy temprano y a través de numerosos ejemplos, a relacionar eventos
condicionalmente hasta que se produce la abstracción de la clave contextual que los
relaciona y se aplica a eventos nuevos distintos a los que permitieron la abstracción.
Esto permite (1) que el organismo responda, sobre la base de la clave abstraída, a un
evento en términos de otro con el que no comparte elementos físicos en común, y (2) que
las funciones del primero se transformen en base a la aplicación de la clave abstraída en
relación con el segundo.
. La regulación tipo tracking está controlada por una historia de reforzamiento donde han
primado las consecuencias que emanan directamente de la forma de la acción efectuada
(por ejemplo, cepillarse los dientes bajo el control del sabor o el efecto que produce el
cepillo sobre los dientes en vez de por los premios o castigos que otros propicien). Un
repertorio de tracking generalizado, o aplicado a áreas en las que no puede funcionar, es
problemático (por ejemplo, actuar siguiendo las reglas “no quiero estar triste” o “no
pienses en estar triste”).
(5) funcionamiento por adición de las relaciones verbales, de modo que los intentos por
cambiar sus contenidos se tornan en efectos rebote;
(6) la evidencia de la transformación de funciones de los contenidos cognitivos con
métodos de cambio contextual, de modo que, aunque las redes relacionales se
mantengan intactas ya no sirven para lo mismo ni, a la larga, se viven como antes;
(8) Los tipos de transformación de funciones en los métodos clínicos, por ejemplo, (a) en
la práctica de exposición a eventos privados desde el yo-contexto; (b) en el uso de las
metáforas y, (c) en los métodos para la clarificación de valores.
Estar fusionado a los contenidos cognitivos es actuar sin la perspectiva que permite ser
consciente de todos ellos y, por tanto, sin situarse en la posición desde la cual se puede
elegir hacerles caso según convenga a la trayectoria personal de valor.
En definitiva, la ACT: (a) es un tratamiento centrado en las acciones valiosas para uno; (b)
contempla el malestar/sufrimiento como normal, producto de la condición humana en tanto
que seres verbales; (c) define que se aprende a resistir el sufrimiento normal y esa
resistencia genera el sufrimiento patológico; (d) promueve el análisis funcional de los
comportamientos del paciente y, por tanto, se basa en la experiencia del paciente como la
clave del tratamiento. El mensaje es “¿qué te dice tu experiencia al hacer eso?, ¿qué
obtienes, de verdadera importancia?, ¿qué estarías haciendo cada día si pudieras
dedicarte a otra cosa que no fuera tratar de quitarte el sufrimiento?”; (e) tiene por objetivo
flexibilizar la reacción al malestar porque la experiencia del paciente le dice que resistir los
eventos privados limita la vida, que centrarse en ellos es perder la dirección.
El objetivo primordial de ACT es, pues, romper la rigidez del patrón de evitación
destructivo o la excesiva o desadaptativa regulación por procesos verbales que la cultura
amplifica al potenciar sentirse bien de inmediato y evitar el dolor como fundamental para
vivir.
También (f) implica clarificar valores para actuar en la dirección valiosa, aceptando con
plena conciencia los eventos privados que surjan, y practicar la aceptación cuanto antes y
tantas veces como sea posible; y (g) implica aprender a “caer y a levantarse”, o sea, a
elegir nuevamente actuar hacia valores con los eventos privados que sobrevengan por la
recaída.